El Toro de Minos

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  • 7/30/2019 El Toro de Minos

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    BREVIARIOSDELFONDODE CULTURA ECONMICA

    EL TORO DE MINOS

    ELTORODE MINOSporLEONARD COTTRELL

    Traduccin de Margarita Villegas de Robles

    FONDO DE CULTURA ECONMICA MxicoPrimera edicin en ingles,1953Segunda edicin en ingles, revisada1955Primera edicin en espaol,1958Undcima reimpresin,1995Ttulo original The Bull of Minos 1953, Evans Brothers Ltd , LondresD R 1958, FONDODE CULTURA ECONMICAD R 1987, FONDODE CULTURA ECONMICA, S A DE C VD R 1995, FONDODE CULTURA ECONMICACarretera Picacho-Ajusco 227, 14200 Mxico, D F

    ISBN 968-150750-3Impreso en Mxico

    Este libro se termin de imprimir y encuadernaren el mes de noviembre de 1995en Impresora y Encuadernadora Progreso, S. A. de C. V. (IFPSA),Calz. de San Lorenzo, 244; 09830 Mxico, D. F.Se tiraron 3 000 ejemplares.

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    Cottrell, Leonard El toro de Minos

    NDICE GENERAL

    Prefacio a la tercera edicin

    Prefacio a la segunda edicin

    Introduccin del profesor Alan Wace

    Prlogo

    1. Homero y los historiadores

    2. Schliemann el romntico

    3. El "tesoro de Pramo"

    4. "La urea Micenas"

    5. Pausa para reflexionar

    6. "Aqu empieza una ciencia enteramente nueva"

    7. Contina la bsqueda

    8. Preludio a Creta

    9. Isla de leyenda10. Se acepta el desafo

    11. La gruta donde naci Zeus

    12. "Y el asombro es cada vez mayor"

    13. Dentro del laberinto

    14. La Villa Ariadna

    15. El palacio de los reyes del mar16. "Las antiguas tradiciones eran ciertas"

    Eplogo

    Apndice A: La segunda gloria de Micenas

    Apndice B: El "Everest" de la arqueologa griega

    Bibliografa

    ndice de ilustraciones

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    http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23Prefaciotercerainglesahttp://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23Prefaciosegundainglesahttp://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23Introduccionhttp://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23Prologohttp://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C1http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C2http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C3http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C4http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C5http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C6http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C7http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C8http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C9http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C10http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C11http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C12http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C13http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C14http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C15http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C16http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23Epilogohttp://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23ApendiceAhttp://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23ApendiceBhttp://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23Bibliografiahttp://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23IndiceIlustracioneshttp://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23Prefaciosegundainglesahttp://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23Introduccionhttp://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23Prologohttp://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C1http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C2http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C3http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C4http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C5http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C6http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C7http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C8http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C9http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C10http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C11http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C12http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C13http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C14http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C15http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23C16http://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23Epilogohttp://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23ApendiceAhttp://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23ApendiceBhttp://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23Bibliografiahttp://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23IndiceIlustracioneshttp://var/www/apps/conversion/tmp/scratch_2/HYPERLINK%23Prefaciotercerainglesa
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    ndice de ilustraciones

    (Las fotografas son de Cottrell, John Murray, Macmillan, Museo Ashmole y Methuen )

    1- Tumba "tholos" micnica (la "cmara del tesoro de Atreo")2- Heinrich Schliemann y Sofa Schliemann, con las "joyas de Helena"

    3- La puerta de los Leones, Micenas.

    4- Las tumbas de fosa vertical, encontradas dentro de la ciudadela de Micenas.

    5- (Arriba)Combate armado en un pequeo valle (obsrvese el escudo de cuerpo entero

    homrico). Sello de oro procedente de la cuarta tumba de fosa vertical, Micenas.

    (Abajo)joya de sardnice, procedente de Micenas, donde aparece un guerrero con escudo en

    forma de ocho.

    6- (Izquierda)Poterna, Micenas. (Derecha) Entrada a la cisterna subterrnea secreta,

    Micenas

    7- Objetos encontrados en las tumbas de fosa vertical, Micenas.

    8- Pual con incrustaciones de oro, representando una escena de la caza del len

    (obsrvense los escudos de cuerpo entero homricos).

    9- Mscara de oro, procedente de las tumbas de fosa vertical de Micenas. (Schliemann crey

    que era la mscara de Agamenn).

    10- (Arriba)Vista desde la ciudadela de Micenas. (Abajo) Escena que al parecer representa

    el asesinato de Egisto y Clitemnestra por Orestes, sello encontrado en Micenas.

    11- (Izquierda) Murallas ciclpeas, Tirinto. (Derecha) La "copa de Nstor".

    12- Retrato de Sir Arthur Evans con el palacio de Cnososal fondo.

    13- Los "cuernos de la consagracin", Cnosos. Al fondo el monte Jukta; por aqu llegaban

    los viajeros que venan del Sur (de Egipto).14- (Arriba)El Saln del Trono, Cnosos. (Abajo)Almacn con jarrones de aceite en su

    posicin original y los depsitos subterrneos, Cnosos.

    15- El "Copero", fresco de Cnosos.

    16- Una vasija minoica.

    17- El prtico septentrional, Cnosos.

    18- Ejemplos de "keftiu" (pueblos del mar, probablemente cretenses) sobre los muros de

    tumbas egipcias.

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    19- El Saln del Trono restaurado, Cnosos.

    20- La diosa-madre de Creta. Estatuilla de faenza. (Fitzwilliam Museum, Cambridge.)

    21- Vista del cuarto principal, restaurado, de las habitaciones privadas de la reina. Colores:

    principalmente azul plido, rojo xido y ante. Las damas son reproducciones de los "frescosminiatura".

    22- Damas de la corte de Minos.

    23- Ejemplos de cermica del Perodo Minoico Reciente (IB), adornados con temas

    marinos. Obsrvense el pulpo, el delfn, la estrella de mar y el argonauta.

    24- Las copas de oro de "Vafeio". Escenas que representan la caza de toros salvajes.

    25- (Arriba)El deporte minoico del "salto del toro", fresco del palacio de Cnosos que

    representa al acrbata saltando por encima del dorso del toro. El "toreador" de la derecha es

    una muchacha. (Abajo) Cmo realizaban esta hazaa los acrbatas.

    26- Fresco del "joven prncipe" (a veces llamado el Rey-Sacerdote), Cnosos.

    27- El Saln de las Hachas Dobles, Cnosos.

    28- Ritn de esteatita con boxeadores.

    29- (Arriba)La "zona teatral", palacio de Faestos. (Abajo)La gran escalinata de la entrada,

    palacio de Faestos.

    30- (Arriba)Sala de audiencias, palacio de Faestos. (Abajo) El palacio de Faestos y la

    llanura de Messara, vistos desde la posada.

    31- Palacio de Faestos.

    32- (Arriba) El autor en Hercleo. (Abajo) Despedida de Creta.

    Pgina 148: Reproduccin de una tableta de Pylos.

    Pgina 152: Tabla con los valores fonticos sugeridos, correspondiendo a 68 de los 88

    signos del sistema "Lineal B".

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    Arribado [Teseo] a Creta, segn se escribe

    y canta por los ms, recibiendo de Ariadna,que de l se enamor, el hilo, e instruidode cmo se poda salir de los rodeos del

    Laberinto, dio muerte al Minotauro...

    Plutarco, Teseo, XIX.(Trad. de A. Ranz Romanillos,

    Col. Universal,Madrid - Barcelona, 1919)

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    PREFACIO A LA TERCERA EDICIN INGLESA

    Cuando escrib la primera edicin de este libro, hace casi 20 aos, no tena ideade que su atractivo perdurara tanto tiempo, de que seguira vendindose ao trasao y de que sera publicado en unos diez idiomas. Pero al parecer el llamado de los

    griegos de Minos y de los micenios de Creta, que vivieron hace entre tres mil y cuatromil aos y crearon en el continente europeo civilizaciones comparables a la de Egiptoen la poca de su grandeza, es perenne, y cada generacin de lectores con aficionesarqueolgicas queda fascinado por ellas.

    Creo asimismo que gran parte de su atractivo se halla en los personajes que allfiguran tan destacadamente, los grandes arquelogos Heinrich Schliemann y sir

    Arthur Evans, el primero de los cuales descubri la civilizacin micnica de Grecia,mientras que el segundo excav y parcialmente reconstruy el soberbio palaciominoico de Cnosos en Creta, hogar legendario del rey Minos. Adems de Cnosos, otrosdos palacios, en Festos y en Mallia, fueron descubiertos por arquelogos italianos yfranceses, y en aos muy recientes un cuarto, en Kato Zakro, en el extremo orientalde Creta, que tena nexos comerciales con Egipto ycon el Oriente.

    Estos hombres fueron los principales protagonistas, pero muchos otros sabiosdistinguidos han seguido contribuyendo a hacer historia, entre ellos el finado profesorA. B. Wace, con quien qued en deuda de gratitud por haber ledo mi manuscrito, porsus valiosas sugerencias y por haber escrito la introduccin. Hay otra destacada

    personalidad, la del joven y brillante arquitecto Michael Ventris, tambin finado, quien,durante un perodo de 17 aos, desde que l mismo tena 17, logr hacer lo quedocenas de sabios haban intentado sin xito. Descifr el misterioso sistema de laescritura micnica al que Evans haba llamado "Lineal B" para distinguirlo de unsistema de escritura similar pero diferente, el "Lineal A", que aun no ha sidodescifrado. El sistema "Lineal B" result ser una forma primitiva del griego tal como lohablaban los micenios (los "aqueos de hermosas grebas" de Homero), pueblo de hablagriega que lleg a Grecia mil aos antes que los griegos de la poca clsica.

    De todo esto trata mi libroThe Lion-Gate, secuela de El Toro de Minos. Ventris,por desgracia, muri en un accidente automovilstico a la edad de 34 aos.

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    PREFACIO A LA SEGUNDA EDICIN INGLESA

    Este libro fue planeado el ao 1951, se escribi en 1952 y 1953 y se public afines de 1953. Mientras se estaba imprimiendo, se produjeron en los mediosarqueolgicos del Mar Egeo varios acontecimientos notables que ya no fue posible

    incluir en la edicin anterior, salvo en forma de un breve apndice. Estosacontecimientos fueron el descubrimiento en Micenas de un crculo de tumbascompletamente "nuevo", que contena ricos tesoros de arte micnico, otros varioshallazgos notables fuera de las murallas de la Ciudadela debidos al profesor Wace, y

    por ltimo, aunque no de menos importancia, el descifre parcial de la escrituraminoico-micnica llamada "Lineal B", logrado por Michael Ventris.

    Como la primera edicin se ha agotado y otra est a punto de aparecer, heaprovechado la oportunidad para ponerla al da, aadiendo otros dos captulos yrevisando el resto del texto, sin alterar, naturalmente, el contenido esencial del libro,inspirado en una visita que hice a Grecia y Creta en la primavera de 1951. Los ltimosdescubrimientos, aunque han abierto nuevas perspectivas llenas de posibilidades, noafectan la parte histrica de la narracin y en realidad no es posible apreciar

    debidamente el significado de estos descubrimientos hasta haber estudiado lasconclusiones a que llegaron Schliemann y Evans.Antes de seguir, quiero expresar mi gratitud a los autores cuyas obras han

    servido para documentar este libro.Cualquiera que intente escribir un libro sobre el desarrollo de la civilizacin

    minoica tendr que recurrir a la gran obra de Sir Arthur Evans, The Palace of Minos.Por lo tanto, mi principal deuda de gratitud es con los ejecutores literarios de Sir

    Arthur, la Imprenta Clarendon, y la Editorial Macmillan, que me permitieron nosolamente tomar citas del libro, sino tambin reproducir algunas de las notableslminas ilustrando distintos aspectos de la cultura minoica, que tanto abundan en l.

    Estoy tambin muy agradecido a la British Broadcasting Corporation que meproporcion la oportunidad de visitar Grecia y Creta en relacin con mis programasdocumentales de radio sobre Heinrich Schliemann y Sir Arthur Evans.

    Tampoco quiero dejar de expresar mi gratitud al profesor Alan Wace, por revisarmi manuscrito, por sus valiosas sugerencias y por su introduccin.

    Entre los muchos textos consultados que figuran en la biblioteca al final de estelibro, me han sido de especial utilidad la vida de Schliemann, de Emil Ludwig, y lasobras del propio Schliemann, en especial Ilios con sus interesantes detallesautobiogrficos, y los escritos de Schuchhardt, Drpfeld y Karo.

    Para los datos personales de la vida de Sir Arthur, la fuente ms completa yautorizada es Time and Chance, escrito por su hermanastra, la Dra. Joan Evans, y

    publicado hacia fines de la segunda Guerra Mundial. Quiero expresar tambin miagradecimiento a Sir John Myres que, a los ochenta aos ya cumplidos, tuvo la bondad

    de recibirme en su casa de Oxford, proporcionndome impresiones personales sobresu amigo ntimo que nunca hubiera podido obtener si me hubiera tenido que basarexclusivamente en lo que se ha escrito sobre l.

    Despus de The Palace of Minos, el estudio ms completo y ameno sobre lacivilizacin prehistrica de Creta es sin duda la Archaeology of Crete, de JohnPendlebury. Conoc la obra de Pendlebury gracias a H. W. Fairman, profesor deegiptologa en la Universidad de Liverpool, que haba hecho excavaciones conPendlebury en Egipto, en Tell-el-Amarna, la ciudad de Akhenaton. Despus de mi visitaa Tell-el-Amarna en 1947, sent el deseo de conocer Cnosos, donde Pendlebury habadesempeado el cargo de conservador durante una porcin de aos. Cuando al finrealic mis deseos y estudi el Palacio de Minos con la "Gua" de Pendlebury en lamano, record con pena al joven erudito que tanto am al pueblo de Creta. Fue uno

    de los dirigentes de la Resistencia cretense y muri en la contienda. De haber vividoquizs habra llegado a ser un sucesor digno de Evans, que lo quera y respetaba.

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    Deseo igualmente expresar mi gratitud al personal de la Escuela Britnica deAtenas, que se encarg de hacer las gestiones necesarias para mi visita a Cnosos, y alpersonal de la Escuela en Londres, en particular a su Secretaria, la competente MissEdith Clay. Me siento tambin muy agradecido al Dr. Frank Stubbings, profesor deLiteratura Clsica en Cambridge, por sus orientaciones de tipo profesional.

    Salvo dos excepciones, todas las citas de la Iladay la Odisea son traducciones

    de la moderna versin de E. V. Rieu, publicada en la coleccin "Penguin".Finalmente, deseo dar las gracias al seor y a la seora Piet de Jong por su

    ayuda y hospitalidad. Piet de Jong fue el ltimo conservador ingls de Cnosos antes deser entregada esta zona arqueolgica, junto con la Villa Ariadna, a las autoridadesgriegas en 1952. En 1922, Sir Arthur Evans lo haba nombrado su arquitecto. El difcil

    y abnegado trabajo que de Jong y su esposa realizaron para remediar lasconsecuencias del abandono del palacio durante la poca de la guerra, no fue lamenos importante de sus obras. De haber vivido todava Sir Arthur, sin duda habrasido l primero en felicitar a su antiguo arquitecto. Por lo tanto, yo, como unobservador desinteresado, deseo hacer constar el hecho de que, cuando el Palacio deMinos fue al fin entregado a las autoridades griegas, la excelente condicin en que se

    encontraba, al igual que la de la Villa Ariadna, se deba principalmente a este modestohombre de Yorkshire y su esposa que tuvieron que hacer frente a las dificultades de laposguerra, que felizmente no tuvo que padecer Sir Arthur.

    LEONARD COTTRELL

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    INTRODUCCIN

    Uno de los descubrimientos ms importantes de los ltimos ochenta aos hasido sin duda el de la civilizacin de la Grecia prehistrica, la civilizacin egea como sela suele llamar. Antes de 1870 la historia de Grecia empezaba aproximadamente con

    la Primera Olimpada en el ao 776 antes de Cristo. Todo lo anterior a esta fecha eralegendario y mtico. La Edad de Homero, as como los hroes homricos y sus ciu-dades, eran tambin considerados como parte de una historia fantstica.

    Ahora, gracias a la investigacin arqueolgica, la historia de Grecia haretrocedido ms all del principio del tercer milenio antes de Cristo. La PrimeraOlimpada ya fue posterior al principio de la Edad de Hierro. La arqueologa hareconstruido la historia griega antes del principio de la Edad de Hierro, abarcandotambin toda la Edad de Bronce e incluso la poca neoltica hasta los albores de lacivilizacin.

    Estos conocimientos se deben al trabajo de los sabios de muchas naciones, peroprincipalmente a las geniales investigaciones de dos hombres Heinrich Schliemann yArthur Evans. La historia de sus descubrimientos parece una novela. Schliemann, el

    modesto recadero que se convirti en una gran figura del mundo mercantil, sodesde sus das escolares con descubrir Troya y demostrar que los poemas de Homerotenan una slida base histrica. Sola afirmar que haba descubierto un mundo nuevopara la arqueologa, pero no pudo ver en vida todo su alcance. Sus excavaciones de

    Troya, Micenas y Tirinto han abierto un campo casi ilimitado para la investigacin. Suscolaboradores y discpulos, fueron poco a poco completando los detalles que faltaban.Ms tarde, diez aos despus de la muerte de Schliemann, Evans, con susexcavaciones de Cnosos en Creta, revel otro aspecto de este nuevo mundo, unaspecto de un esplendor insospechado. Evans hizo sus descubrimientos inspirado porel convencimiento de que una cultura tan brillante como la de Micenas no pudo sermuda. Estaba seguro de que los creadores de la gran cultura prehistrica de Greciaque Schliemann haba descubierto y cuyo esplendor perdura en los poemas hom-ricos, tenan que haber conocido la escritura. Continuando la gran obra de Evans enCnosos, otros han excavado en Creta y, en los ltimos aos, con las nuevasexcavaciones en Tirinto y en Micenas, y el descubrimiento de la Casa de Cadmo en

    Tebas y del Palacio de Nstor en Pylos, donde se ha hallado gran nmero de tablillasde arcilla con inscripciones, el continente griego se ha convertido de nuevo en uncentro de gran inters. En el verano de 1952 se excav otro crculo de tumbas, unageneracin ms antigua que el de las tumbas reales que Schliemann descubri en1876 y se encontraron tablillas en una casa particular con inscripciones que confirmannuevamente la verdad de la hiptesis de Evans.

    En tiempos pasados primero Troya y despus Creta fueron consideradas comolas fuentes ms antiguas para la historia de Grecia, pero en vista de las excavaciones

    realizadas en el continente griego durante los ltimos treinta y cinco aos, la solucindel problema de la llegada de los griegos y el comienzo de la civilizacin griega yeuropea debe buscarse en el mismo continente de Grecia, donde, aunque muchosdetalles estn an por aclarar, la estratificacin arqueolgica principal es ahoraindudable. La historia de Grecia empieza con una poca Neoltica que termina comounos 3000 aos a. C. Sucede a sta la Edad Antigua de Bronce, cuando un pueblo queya conoca el bronce, emparentado con los primeros habitantes de Creta y de lasCcladas, entr en Grecia por las costas del sudeste. Aparentemente, este pueblo noera indoeuropeo e introdujo en Grecia muchos nombres de lugares y plantas queterminan en nthos, ene, ssos; lugares con nombres tales como Korinthos,Mykene, Parnassos, y nombres de plantas como terebinthos y kolokynthos, y otrosnombres como labyrinthos y asaminthos. No mucho despus del ao 2000 a. C.

    apareci en Grecia un nuevo pueblo que se cree fueron los primeros griegos quepenetraron en Hlade. No sabemos de dnde llegaron, pero es posible que vinieran

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    por los Dardanelos. Del mismo modo que las gentes de la Antigua Edad de Bronceparece que se fusionaron con el pueblo neoltico, este pueblo de la Edad Media deBronce, los primeros griegos, se mezcl tambin con los habitantes anteriores. As, afines de la Edad de Bronce Media, poco despus de 1600 a. C., la poblacin de Greciaera ya una raza mixta, aunque probablemente con la llegada de nuevas corrientes detribus griegas la proporcin de los griegos aumentaba constantemente.

    Entre la Edad de Bronce Media y la Edad de Bronce Reciente, que empiezaalrededor de 1580 a. C., no hubo salto repentino sino simplemente una lenta evolucinde una fase a otra. La caracterstica principal que marca el comienzo de la Edad deBronce Reciente es la influencia que entonces ejerci en el continente la civilizacinminoica de Creta. Al parecer durante la Edad de Bronce Media, el contacto directoentre el continente y Creta fue insignificante. Poco a poco, hacia el final de la Edad deBronce Media, la influencia de Creta fue hacindose cada vez ms marcada y al princi-piar la Edad de Bronce Reciente el continente haba adaptado y adoptado mucho de lacultura minoica. Con el comienzo de la segunda fase de la Edad de Bronce Reciente(Minoico Reciente II y Heldico Reciente III, 1500-1400), parece que se estrecharonmucho las relaciones entre Cnosos, cuya cultura era por entonces notablemente

    diferente de la del resto de Creta, y el continente. Esto no quiere decir que Cnososcolonizara o ejerciera una dominacin poltica sobre el continente. No cabe duda deque en la cultura del continente por aquella poca exista una gran influencia deorigen cretense, pero tambin en la cultura de Cnosos se encuentran muchoselementos del continente. La exacta relacin que prevaleca entonces entre Cnosos yel continente sera investigada y definida ms adelante. En la ltima fase de la Edadde Bronce Reciente (1400 hasta la ultima parte del siglo XII a. C.) despus de ladestruccin del Palacio de Minos en Cnosos, alrededor del ao 1400 a. C., Micenas y elcontinente se convirtieron en la fuerza predominante del mundo egeo. Al finalizar elsiglo XII, entre la Edad de Bronce yla Edad de Hierro tuvo lugar una transicin que sedistingue por un cambio gradual en la cermica. Esta es la poca cuando, segn latradicin, entraron en Grecia los dorios.

    No debemos dar por sentado que con la llegada de los dorios se produjera enGrecia un cambio racial o cultural. La cultura de la Edad de Hierro es una evolucinnatural de la ltima fase de la Edad de Bronce y entre las dos etapas hay un perodode transicin bastante amplio. Puesto que aceptamos que hubo griegos en Greciadesde el principio de la Edad Media de Bronce en adelante, resulta contradictoriosuponer, como lo hacen algunos eruditos, que la historia y la cultura de Grecia noempiezan sino con la Edad de Hierro. Desde la Edad Neoltica en adelante, la historia yla cultura de Grecia estuvieron en un estado de evolucin continua. La raza griega, loshelenos, empez a desarrollarse desde el comienzo de la Edad de Bronce Media. Fueuna raza mixta formada por los pobladores neolticos, los de la Edad de BronceAntigua y las olas sucesivas de pueblos de habla griega que empezaron a llegar aGrecia durante la Edad de Bronce Media. Esta continuidad en el desarrollo de Greciadesde los tiempos primitivos es una de las muchas cosas que hemos aprendidosiguiendo los pasos de Schliemann y Evans.

    As vemos como a travs de la obra de dos exploradores geniales, se hanaadido a la historia de Grecia por lo menos dos milenios, al mismo tiempo quenuestro conocimiento del desarrollo de la raza griega, a la que tanto debe nuestracivilizacin, se ha incrementado en un grado que supera a todas nuestras esperanzas.

    En este libro el Sr. Cottrell relata la historia de los dos hombres a los que sedebe esta tremenda expansin del conocimiento. Uno de ellos, Schliemann, no disfrutde una verdadera educacin, habindose preparado y formado por s solo. Comoexcavador abri un nuevo campo de investigaciones, porque en su poca laexcavacin arqueolgica estaba aun en su infancia.

    Como tantos iniciadores, para que reconocieran la importancia de susdescubrimientos, Schliemann tuvo que luchar con una falta de comprensin general.Durante algn tiempo fue como un profeta solitario clamando en el desierto. Hoy se

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    reconoce universalmente el valor de sus descubrimientos as como su arrolladoraimportancia y las dbiles voces contrarias pueden muy bien ser ignoradas.

    Evans tuvo todas las ventajas propias de la educacin que se imparta en supoca en las escuelas publicas inglesas y en Oxford. Tuvo tambin la oportunidad dehacer estudios superiores en una universidad alemana. Sus aficiones arqueolgicas lashered en parte de su famoso padre y en parte fueron fruto de su propia inteligencia

    investigadora que por todo se interesaba. Desde muy joven demostr que temadisposicin especial para los viajes de exploracin, pero careca totalmente depreparacin adecuada para trabajos de excavacin. Por eso fue tan extraordinaria laobra que llev a cabo en Cnosos. Gracias a su educacin, conocimientos yexperiencia, supo exponer ante el mundo los resultados obtenidos, en tal forma quetodos pudieron comprender la importancia de sus descubrimientos y apreciar susignificado.

    El Sr. Cottrell revela todo esto al lector, presentndolo con la amenidad de unanovela de aventuras, que en realidad lo es. Esta labor de exploracin eruditaconstituye efectivamente una aventura y debe relatarse como tal. Esperemos que estaobra del Sr. Cottrell, tan amenamente escrita, estimule a otros jvenes de esta

    generacin y de las futuras a imitar a estos dos grandes hombres, Schliemann yEvans. Descubrieron un mundo para la arqueologa y para los estudios clsicos, perosi mucho se ha aprendido, mucho queda todava por aprender. Uno de los grandesproblemas es el del lenguaje y el descifre de las tablillas de arcilla con inscripciones enla escritura llamada Lineal B. Si, como ahora creen los ms distinguidos investigadoresen esta materia, el lenguaje de las tablillas de Pylos, Cnosos y Micenas es griego,cuando se descifren nos descubrirn un aspecto enteramente nuevo del mundominoico-micnico as como de los albores del griego y de los griegos, con cuyo genioestar eternamente en deuda toda la humanidad. El representante ms grande de esegenio es Homero, el poeta supremo del mundo, cuyos inmortales poemas brillan conun resplandor ms deslumbrante todava a la luz de los descubrimientos deSchliemann y de Evans, realmente trascendentales.

    Prof. ALAN WACE

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    PRLOGO

    Part de Atenas a medioda en el Automotrice, un tren Diesel bastante rpidoque durante cuatro horas avanz traqueteando a lo largo del rutilante Golfo deSalamina, atravesando valles de un verde esmeralda plido, trepando por entre

    peladas colinas de piedra caliza gris, cruzando aldeas polvorientas rodeadas deoscuros cipreses semejantes a lanzas enhiestas. La luz era blanca e intensa, esamgica luz de Hlade que lo mismo hace resaltar las estras de una columna dricaque los duros rasgos del rostro de un campesino. Pasamos por Megara, cerca del lugardonde el hroe Jasn lanzal mar al gigante Esciros (que se convirti en tortuga), ydespus de recorrer millas de olivos retorcidos el tren aminor la marcha y se detuvoen Nuevo Corinto.

    Tuve que esperar ms de una hora en la miserable estacin de ferrocarril, quepareca haber sido ideada para acabar con todas las fantasas romnticas que hubierauno podido tener sobre Grecia. Sentadas en el sucio andn, lleno de papelesdesperdigados, haba unas mujeres de ojos tristes envueltas en informes ropasparduscas y unos cuantos hombres silenciosos, con gorras de paos y sin cuellos.

    Entre ellos se destacaba un joven taciturno con el rostro bello pero tenso y querepresentaba ms aos de los que deba tener. Haba perdido una pierna en la guerracivil y andaba trabajosamente con muletas. Unas cuantas gallinas flacas picoteabanentre las vas y un chiquillo andrajoso recorra el andn con una bandeja llena de"souflakia", trozos de carne en broquetas de madera; pero tena pocos clientes.

    As que aquello era Grecia. Me estaba bien empleado por m egostapreocupacin por el pasado. Qu otra cosa poda esperar en la Grecia de 1951?Invadida por los italianos primero y luego por los alemanes, para despus, cuandootros pases estaban ya en paz, verse envuelta en una amarga guerra civil, Grecia seencontraba ahora empobrecida y agotada. Era aquel el momento indicado para queun insensato romntico viniera a husmear entre las ruinas? As me reprochaba a mmismo, lamentndome de no haber visitado el pas en tiempos mejores, y de no tenerel temperamento de un reportero contemporneo capaz de dedicarse intrpida yentusiastamente a los problemas de este pas en la actualidad.

    Otro tren me llev de nuevo al sur, arrastrndome lentamente alrededor de lasfaldas de la montaa de 600 metros de altura, sobre la que se levanta el Acrocorinto.El domo de piedra caliza que la forma, rematado por las ruinas del Templo de Atenea ypor la ciudadela desde donde los antiguos corintios dominaban el Istmo, surgadramtico de la llanura, ya ensombrecida. Cuando su negra silueta se perdi de vistaya el sol se haba puesto, y slo alguno que otro grupo de luces revelaba una aldeaperdida entre los pliegues de las colinas. Mis compaeros de viaje eran casi todosgente del campo. Las mujeres, la mayora de negro, con pauelos en la cabeza ygrandes cestos descansando en sus regazos, charlaban entre s, pero los hombres,

    curtidos por el sol, en general guardaban silencio. De cuando en cuando una pipa seapartaba de debajo de un bigote rizado y se oa una breve observacin acompaadapor el destello de unos fuertes dientes blancos. Enseguida la pipa volva a su sitio, losbrazos se cruzaban y los ojos oscuros bajo los negros turbantes circulares volvan acontemplar al extranjero, con indiferencia pero sin hostilidad.

    Mientras los observaba empec a sentirme ms animado. Tan fascinantes eranaquellos rostros graves y pensativos que falt poco para que me olvidara de apearmedel tren al llegar a mi destino. Por casualidad al mirar por la ventanilla cuando el trense haba detenido ya cerca de un minuto, en un letrero iluminado por la luzamarillenta de una lmpara de petrleo le el nombre de la estacin. Elnombre eraMicenas. Al bajar la maleta de la rejilla ysaltar del vagn, pens en lo absurdo de lasituacin. Resultaba extraordinario ver estampado en el andn de una estacin el

    nombre de la orgullosa ciudadela de Agamenn, la "urea Micenas" de Homero, laescena de la tragedia pica de Esquilo. Y, sin embargo, all estaba el nombre y all

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    estaba yo en el andn, solo, contemplando cmo se hunda lentamente en la noche laluz roja del furgn de cola del pequeo tren.

    Asomaba una luna llena, y los bosquecillos de olivos susurraban suavemente enla brisa nocturna, impregnada de un dbil aroma de tomillo. Mir a mi alrededorbuscando el coche que y mis amigos de Atenas me haban dicho que quizs estaraesperando para llevarme a la posada de Charvati, a unos tres kilmetros de distancia,

    pero no estaba all. As que echndome la maleta al hombro, me puse a caminar por elrecto camino bordeado de olivos que conduca a unas colinas baadas en la luz de laluna. Al empezar a andar me anim. Sin saber por qu tuve la sensacin de queMicenas no me desilusionara

    A travs de los rboles brillaban unas cuantas luces. A lo lejos un perro ladr yotro contest. Las colinas estaban ya muy cerca y podan distinguirse las casas de laaldea, desparramadas en sus faldas. Las casas quedaban a la izquierda del camino. Ala derecha la llanura de Argos se extenda hasta el mar, que, aunque no lo poda ver,saba que estaba a unos cuantos kilmetros. Me haban dicho que la posada se encon-traba junto al camino, situada en un claro entre los rboles. Sera aquel pequeoedificio oscuro, con la fachada lisa, sin una luz encendida? S, all haba un letrero

    colgado de un rbol junto al camino. Encend mi linterna y le "La Belle Hlne deMenelaus".Si hubiera anunciado un gran hotel iluminado con luces de nen, dotado de un

    estacionamiento para coches y un portero de librea, el letrero de la posada habraproducido un efecto presuntuoso y vulgar; pero no as, colgado frente a aquella casasin pretensiones, en una aldea humilde. Llam a la puerta, esper, volv a llamar; lacasa pareca desierta. No se oa ningn ruido en el interior y no se vea ninguna luz. Enla lejana volvi a ladrar un perro. Las adelfas se mecan en la brisa suave y otra vezme lleg el leve y fresco aroma del tomillo. Me sent extraamente alegre y lleno deexpectacin, y nada desanimado por aquella aparente indiferencia por mi llegada. Misanfitriones atenienses me haban advertido que aunque haban enviado un telegramaal propietario de la posada no era seguro que le hubiera llegado a tiempo.

    Entonces se oyeron unos pasos ligeros que cruzaban el vestbulo y la puerta seabri. Primero apareci un esbelto brazo blanco que sostena en alto una lmpara depetrleo y a continuacin la propietaria del brazo, que result ser una muchacha deunos veintitrs aos, de tez blanca, boca grande bien dibujada, barbilla redonda y ojososcuros y profundos bajo una frente tersa. Se detuvo por un momentocontemplndome desde el escaln ms alto. Estaba vestida como una campesina, conuna sencilla tnica color crema y una chaquetilla escarlata echada descuidadamentepor encima; pero su rostro era como el de las doncellas esculpidas en el prtico delErecten en la Acrpolis ateniense. Aquello era absurdamente romntico: La llanura deArgos (a Helena de Troya la haban llamado la "Helena argiva'"), el nombre en elletrero de la posada, el ambiente homrico.

    Dentro haba dos hombres y una mujer de ms edad, al parecer madre de lamuchacha que me haba abierto. Era indudable que el telegrama no haba sidorecibido y que mi llegada los haba encontrado desprevenidos, pero ahora, repuestosde la sorpresa, iban de un lado para otro de la casa, suban y bajaban las escaleras,entraban y salan del comedor a la cocina, ansiosos por atenderme. El ms viejo de losdos hombres, alto, delgado y moreno, con la barba mal afeitada, pareca el encargado.Dio unas rdenes a gritos, y se trajeron lmparas al comedor pavimentado con losasde piedra, la muchacha extendi un mantel y puso la mesa y la madre subiprecipitadamente las escaleras para prepararme la cama. El otro hombre, aparente-mente hermano del primero, entr llevando un brasero de tres patas, con carbonesencendidos, que coloc debajo de la mesa para que me calentara los pies. Al ir a salirapresuradamente el del brasero, su hermano lo cogi por el brazo y sealndole dijo:

    Orestes! y despus, sealndose a s mismo, aadi: Agamenn!Nos inclinamos y sonremos. No me atrev a preguntar el nombre de lamuchacha porque habra sufrido una gran desilusin si no se hubiera llamado Helena o

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    Andrmaca. Volvi a entrar con mi comida: una soberbia tortilla, mi queso exquisito yuna botella de vino color oro plido, el familiar retzina, con un gustillo a resina, que sebebe por toda Grecia.

    Terminada la cena me dediqu a dar vueltas por la habitacin, examinando lasfotografas de las paredes: fotos de la ciudadela de Micenas con la Puerta de losLeones, de sus ciclpeas murallas y de las enormes tumbas "tholoi" en forma de

    colmenas, que tantas veces haba estudiado en Inglaterra en voluminosos textos. Meemocionaba la idea de que esas maravillas se encontraban escondidas entre lasoscuras colinas, a menos de un par de kilmetros, y de que las recorrera al dasiguiente. Sobre una mesa haba un ejemplar del libro del profesor Wace sobreMicenas, recin publicado, con una dedicatoria de su puo y letra a mis amablesanfitriones. Wace, segn me haban dicho en Atenas, se haba hospedado all duranteel ao anterior mientras vigilaba su ltima excavacin en Micenas.

    Cuando hojeaba las pginas de Wace sent que Agamenn, mi anfitrin, estabaa mi lado con el registro de la posada. Mientras sostena el libro bajo la luz, me indiccon un dedo moreno una entrada en una de las pginas, fechada en 1942. Era unafirma extranjera, difcil de descifrar al principio. Pero de pronto, con sobresalto, pude

    leer Hermann Goering. Mi anfitrin pas unas pginas y me sealo otra firma HeinrichHimmler. Tom el libro de su mano, me sent y le atentamente todos los nombresregistrados durante los primeros aos de la guerra. Encontr tambin el de Goebbels,

    junto con otras muchas firmas de oficiales y soldados de las Panzerdivisionen, desdegenerales asoldados rasos.

    Qu haba atrado a los jefes nazis y a tantos soldados alemanes a aquel lugar?Haban ido a honrar la memoria de Heinrich Schliemann. Haca ochenta aos que elgran arquelogo alemn haba llegado all despus de sus triunfos en Troya, yexcavando debajo de la ciudadela encontr tesoros que demostraban que la "ureaMicenas" de Homero haba sido un calificativo apropiado. Schliemann haba muertohacia mis de cincuenta aos y, sin embargo, su influencia todava se haca sentir Nohaba tenido Schliemann la costumbre de dar nombres homricos a sus obreros y de

    apadrinar a sus hijos a menudo? Indudablemente el Agamenn que ahora me mirabahojear el registro debi de ser uno de sus ahijados.

    Ya acostado estuve un rato despierto, leyendo el libro de Wace a la luz de unavela, escuchando el suave rumor de la brisa nocturna y el intermitente croar de unarana. Cuando apague la vela estaba demasiado excitado para poder dormir. Una y otravez mis pensamientos volvan al hijo del prroco de Mecklemburgo que crey en laverdad literal de Homero; el hombre que convertido en comerciante por su propioesfuerzo, se hizo despus arquelogo y cuyo instinto demostr ser ms eficaz que losconocimientos de los eruditos; ese personaje, exasperante, desconcertante y, sinembargo, simptico, con su extraa combinacin de astucia e ingenuidad: el doctorHeinrich Schliemann. Y de Schliemann mi imaginacin vol a Homero, el poeta queidolatraba y que le inspir a llevar a cabo aquellos descubrimientos que causaron talrevuelo en los medios acadmicos.

    Pero antes de poder comprender lo que Schliemann signific para loshistoriadores, es necesario saber algo del mundo acadmico en el que irrumpi elexcntrico alemn. A ese mundo y a su concepto de Homero, dedico mi primercaptulo.

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    1. HOMERO Y LOS HISTORIADORES

    Probablemente no todos los lectores de este libro conocern a fondo la poesapica griega y las civilizaciones prehistricas del Mar Egeo y muchos se encontrarnen ese nebuloso, pero grato estado del conocimiento imperfecto que yo mismo

    disfrutaba antes de dejarme arrastrar por el torbellino de la investigacin homrica.Me refiero a esas personas que conocen las obras de Homero, bien en el original o enuna de esas excelentes traducciones modernas (como las del seor E. V. Rieu,publicadas en la coleccin "Penguin"), que tienen alguna idea de la historia clsicagriega, y que recuerdan que en cierta fecha del siglo pasado alguien desenterr la"Troya de Homero" y la "Micenas de Homero", demostrando as, para deleite de todos,que la Ilada y la Odisea fueron "verdad". Si los hechos fueran tan sencillos!Desgraciadamente no lo son.

    Por otra parte, incluso los lectores que todava no han ledo al gran poeta picode Grecia estarn familiarizados con las narraciones histricas o legendarias, incluidaspor Homero en sus poemas. Sabrn cmo Paris, el prncipe troyano, rob a Menelao,rey de Esparta, su bellsima esposa Helena y cmo Menelao y su hermano Agamenn,

    "Rey de Hombres", condujeron las huestes aqueas contra Troya, a la que sitiaron du-rante diez aos. Conocern tambin la clera de Aquiles, la muerte del hroe troyano,Hctor, la estratagema del Caballo de Madera, ideada por el astuto Ulises, que hizoposible el saqueo de la ciudad de Pramo. Estarn familiarizados con la historia dellargo retorno a la patria del sufrido Ulises el Vagabundo. Todas estas leyendas formanparte de la rica herencia de leyendas europeas. En Inglaterra, como en otros pases,los poetas, desde Chaucer hasta Louis MacNeice, se han inspirado en personajes ytemas homricos, como sin duda lo seguirn haciendo los poetas de la posteridad.Porque Homero, padre de la literatura europea, ha influido de algn modo en lamanera de pensar y de hablar de todos nosotros, e incluso de aquellos que nunca hanledo a conciencia ni una lnea suya.

    Hace menos de cien aos el nico conocimiento, si es que as puede llamarse,que se tena de la historia antigua de Grecia era el que se poda obtener de lamitologa griega, y en especial de los famosos poemas picos de Homero: la Ilada y laOdisea. Casi todo lo ocurrido antes del ao 800 a. C. aproximadamente, eraconsiderado como leyenda. El historiador George Grote por ejemplo, cuyamonumental History of Greece se public en 1846, escribi en su prefacio:

    ...Inicio la verdadera historia de Grecia con la primera Olimpada de quese tiene conocimiento, o sea, en el ao 776 a. C. ...Pues la verdad es que losanales histricos propiamente dichos no empiezan hasta despus de estafecha. Al comprobar la extrema escasez de datos fidedignos correspondientes alos dos siglos que comienzan en el ao 776 a. C., a nadie le sorprender quecarezca de informacin vlida con que reconstruir el medio griego en 900,1000, 1200, 1300, 1400 a. C., o en cualquier otro siglo anterior que loscronistas hayan querido incluir en sus genealogas...

    Las pocas que considero fuera de la rbita de la historia slo puedenadivinarse a travs de un ambiente diferente: el de la poesa pica y la leyenda.El confundir estos campos dispares es, a mi juicio, esencialmente antifilosfico.

    Con tal severidad escriba el Sr. Grote, y no le faltaba razn, a la luz de lo que sesaba en aquel tiempo. Pues, aunque los griegos clsicos (600-300 a. C.) considerabanmuchos de los poemas picos como historia autentica, no haba nada en ellos que unhistoriador moderno pudiera considerar como prueba vlida. Es cierto que en lospoemas picos a veces se describen personajes que parecen figuras histricasconvincentes, cuyas acciones a menudo tienen lugar en un marco geogrficoespecifico, pero sin embargo estn tan entremezclados con mitos y sucesossobrenaturales que resulta casi imposible reconocer donde terminaba la leyenda y

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    donde empezaba la realidad. Por ejemplo, Ulises el Vagabundo, durante la primeraparte de su viaje de regreso de Troya a la patria, sigue una ruta que puede trazarse,isla por isla, en un mapa moderno y que demuestra el conocimiento que tena Homerode la topografa del Egeo. Pero luego, el Vagabundo abandona el mapa real y penetraen el mbito de la fantasa, donde slo puede seguirlo nuestra imaginacin, y visita laisla de Circe, la patria de los horribles lestrigones y el pas de los cclopes, llegando

    hasta el mismo Hades.Desde luego la Odisea, la "primera novela de Europa", puesto que se trata

    indudablemente de una obra narrativa ms o menos imaginaria, no es extrao quecontenga muchos elementos propios de un cuento de hadas. Pero incluso la austeraIlada, que relata el sitio de Troya, y que los griegos de los tiempos clsicos con-sideraban como historia autntica, tiene sus ingredientes mticos. Los diosesintervienen en la guerra, se aparecen a los hroes y luchan en ambos ejrcitos,aunque por lo general disfrazados de guerreros humanos. Algunos de los hroes sonde ascendencia divina: Aquiles es hijo de Tetis, la ninfa marina, Helena es hija delmismo Zeus, Xanto, uno de los caballos de Aquiles, tiene el don de la palabra yanuncia a su dueo su muerte prxima. Pero hay que reconocer que estos son

    elementos secundarios en la narracin que, en general, es austera y genialmenterealista, y que slo pudo haber sido escrita por alguien familiarizado con la llanura deTroya.

    Quin fue este gran poeta en cuyas obras, para los griegos de la poca clsica,estaba contenida la historia de sus antepasados? El historiador Herodoto, que viviaproximadamente entre los aos 484 y 425 a. C., crea que Homero haba vivido unoscuatrocientos aos antes de su poca, o sea, alrededor del siglo IX a. C., aunquefuentes posteriores fijan la fecha an ms atrs, hacia el siglo XIII. En la actualidad secree que la fecha de Herodoto es la ms acertada. No existen biografas autnticassuyas, aunque se han urdido muchas leyendas en torno a su nombre. Varios lugares sedisputan el honor de haber sido su patria Esmirna, Argos, Atenas, Salamina y Quo.Este ltimo es el lugar ms probable. La tradicin insiste en que era un griego "jnico",

    o sea, uno de aquellos griegos que los invasores dorios expulsaron del continente(alrededor de 1000 a. C.) y que fundaron las colonias jnicas en la costa occidental deAsia Menor.

    Un hecho es cierto: Homero, independientemente de que creara sus poemaspicos en los siglos VIII, IX o X a C., recurri a materiales mucho ms antiguos proce-dentes del acervo de mitos, leyendas y cuentos populares que haba llegado hasta ldesde un remoto pasado. Sabemos tambin que gran parte de este material picoutilizado por Homero sobrevivi junto con los poemas homricos hasta los tiemposclsicos. Esto puede ser demostrado por el hecho de que varias leyendas y cuentos alos que Homero alude solamente de paso fueron desarrollados posteriormente porpoetas y dramaturgos en poemas picos o dramas. Los historiadores llaman a estematerial que utilizaron Homero y otros poetas posteriores, el Ciclo pico.

    Aunque no es mi propsito hacer un resumen de toda la Ilada yla Odisea, creoque puede ser una ayuda para los que no han ledo estos poemas picos, describirbrevemente los episodios que tienen alguna relacin con los descubrimientos deSchliemann.

    La Ilada, que es considerada generalmente como el poema ms antiguo, tratade un episodio de la guerra troyana la clera de Aquiles y sus trgicas consecuencias.El comienzo es impresionante.

    La clera de Aquiles es mi tema, la clera funesta que cumpliendo la voluntadde Zeus, ocasion tanto sufrimiento a los aqueos y precipit al Orco tantasalmas valerosas de nobles guerreros cuyos cuerpos quedaron como carroa

    para ser devorados por perros y aves de rapia. Empecemos, diosa de lacancin, con la airada despedida que tuvo lugar entre Agamenn, Rey deHombres, y el gran Aquiles, hijo de Peleo...

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    Ntese que Homero llama "aqueos" a sus griegos. Este es el nombre que usacon ms frecuencia al referirse a ellos, aunque de vez en cuando los llama dnaos.

    Tambin suele aplicarles el nombre de la regin o de la isla de que proceden, porejemplo, los locrenses, de Lcride, los arcadios, de "las tierras donde se alza la cimadel monte Cyllene", etctera.

    Empieza la Ilada estando los aqueos acampados junto a sus barcos al borde dela llanura troyana. Ante ellos se extiende Troya o Ilin, la ciudad del rey Pramo, quetienen sitiada desde hace nueve aos. (Troya puede encontrarse fcilmente en unmapa moderno de Turqua. Est situada en la costa de Asia Menor, cerca de la entradade los Dardanelos).

    Agamenn, "Rey de Hombres", es el jefe de las huestes aqueas. Su posicinpodra compararse a la de un seor feudal de la Edad Media. Ejerca una soberanarelativa sobre sus jefes subordinados (a los que tambin se llamaba reyes), sindisfrutar de una autoridad absoluta. En el primer libro de la Ilada, Aquiles, rey de losmirmidones, y el ms famoso guerrero en el ejrcito aqueo, desafa la autoridad deAgamenn colmndolo de injurias porque lo ha amenazado con arrebatarle su joven

    esclava, Briseida, parte de su legtimo botn de guerra.Ah, intrigante desvergonzado! grit. Siempre procurando un repartoprovechoso! Cmo quieres que los hombres te obedezcan con lealtad cuandolos envas al combate o les ordenas hacer una incursin? No he venido a pelearaqu con los troyanos, que ningn agravio me han inferido. Nunca me robaronvaca o caballo, ni destruyeron jams la cosecha que el frtil suelo de Ptaproduce para alimentar a sus hombres, porque entre ellos y nosotros se alzanmuchas hileras de sombras montaas y se extiende el rugiente mar. La verdades que nos unimos a la expedicin por complacerte, s, a ti, perro de mala ralea,y obtener satisfaccin de los troyanos para Menelao y para ti, un hecho que noquieres reconocer.

    Menelao, rey de Esparta, era hermano de Agamenn, y la causa aparente de laguerra fue el ultraje que Paris (llamado a veces Alejandro), hijo del rey Pramo de

    Troya, hizo a Menelao. Acogido en la casa de Menelao, en Esparta, Paris habaaprovechado la oportunidad de la ausencia temporal de su anfitrin para robarle elamor de su mujer, la bellsima Helena, hija de Zeus, y llevrsela a Troya. La causalegendaria de este suceso, aunque Homero apenas lo indica, fue Afrodita, quehabiendo sido elegida por Paris como la diosa ms bella, le prometi comorecompensa la mujer ms seductora del mundo: Helena de Esparta. Agamenn,decidido a vengar el insulto hecho a su hermano y a su familia, pidi a los aqueos dediversas regiones de Grecia y de las islas, que se hicieran a la vela bajo su mandohacia Troya para rescatar a Helena.

    El segundo libro de la Ilada contiene el famoso Catlogo de Naves describiendodetalladamente de dnde procedan los contingentes aqueos. La lista es larga y msbien tediosa para nosotros, aunque para los oyentes de Homero debi de ser de graninters. Pero hay un punto interesante con relacin a este catlogo, algo que intrig atoda una generacin de eruditos. La mayora de las ciudades y ciudadelas que Homerodescribe como de gran riqueza y poder en los tiempos clsicos, ya en sus das eranmeras minas, si es que existan. Por ejemplo:

    Los ciudadanos de Argos y Tirinto, la de las grandes murallas; loshombres de Hermona y Asina, ciudades que abarcan un profundo golfo delmar; y los de Trecena, de Eyonas, y de Epidauro, rodeada de vides, con losjvenes aqueos de Egina y Masete, estaban encabezados por Diomedes, el del

    potente grito de guerra...

    Y lo que es ms importante todava:17

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    Las tropas que vinieron de la gran fortaleza de Micenas, de la rica Corinto y dela excelente ciudad de Cleonas.

    stas y otras, segn nos cuenta el poeta:

    ...eran mandadas, en su centenar de embarcaciones, por el rey Agamenn,hijo de Atreo. Su contingente era con mucho el ms escogido y numeroso.Lleno de orgullo se puso al frente de su pueblo, armado con resplandecientebronce, el ms excelente y famoso capitn, en virtud de su rango y comocomandante de la fuerza ms grande.

    Sin embargo, en el siglo noveno, cuando Homero escriba, Micenas tena pocaimportancia y, ms tarde, en la poca clsica, cuando todos los muchachos griegosconocan y recitaban a Homero, Micenas era una ruina, igual que la "Orcmenomnica" y "Tirinto, la de las grandes murallas", y otras muchas ciudades que, segn laleyenda, fueron en otros tiempos ricas y famosas.

    Este hecho intrig a algunos eruditos porque, en confirmacin de la leyenda deque Agamenn haba vivido en Micenas, efectivamente haba grandes murallas que,segn generaciones posteriores, haban sido construidas por unos gigantes loscclopes, en Tirinto haba murallas ciclpeas parecidas. Sin embargo, la mayor partede los eruditos se inclinaban a creer que las narraciones homricas no eran sinoleyendas populares.

    Pero volvamos a la Ilada. La disputa entre Agamenn y Aquiles termin en unamargo rencor. Agamenn, decidido a afirmar su autoridad, se apodera de la jovenesclava de Aquiles para reemplazar a Criseida, que haba tenido que devolver a Crises,su padre. Este anciano era un sacerdote de Apolo, y el dios haba desatado una plagaentre los griegos porque Agamenn haba raptado a la hija de Crises. Aquiles, aunqueno se decide a lanzar un ataque directo contra Agamenn, se retira con sus

    mirmidones a sus tiendas y se niega a tomar parte en la batalla.

    Da vendr dice a Agamenn en que los aqueos todos se lamenten de miausencia, y tu, por ms que te aflijas, no podrs socorrerlos cuando perezcanpor centenares a manos de Hctor, exterminador de hombres.

    En el libro tercero, los ejrcitos avanzan uno contra otro, pero Hctor, el msfamoso guerrero entre los troyanos, se adelanta y propone que su hermano Parisdesafe a Menelao en un combate cuerpo a cuerpo, quedando Helena para eltriunfador. Se concierta una tregua y los dos ejrcitos se colocan frente a frente parapresenciar el duelo. Paris es derrotado, pero la diosa Afrodita que lo protege, lo salvaen el momento crtico y lo lleva por arte sobrenatural a la ciudad, con gran

    descontento por ambas partes, ya que Paris era tan poco popular entre suscompatriotas como entre los griegos.

    Pero los dioses son inexorables y, tentado por la diosa Atenea, Pndaro, uno delos aliados troyanos, dispara una flecha contra Menelao, hirindole, y se rompe poresta causa la tregua. La lucha se entabla enconadamente, y el valiente Diomedes, unhroe aqueo, logra incluso derribar al dios de la guerra Ares, adems de herir aAfrodita cuando la diosa intenta rescatar a su hijo Eneas. Hctor y Paris regresan alcampo de batalla y de nuevo Hctor lanza un desafo a cualquier griego que deseeenfrentarse con l en combate. El gran Ayax, hijo de Telamn, acepta el desafo, perola lucha tenaz queda indecisa y termina con un caballeroso intercambio de presentesentre los combatientes. Mientras tanto Aquiles permanece despechado en su tienda.

    Conviene tener presentes los mtodos de lucha que se describen en la Iladaporque tiene importante relacin con los descubrimientos arqueolgicos que sedescribirn ms adelante. Durante la poca clsica de Grecia, en batallas tales como

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    la de Maratn (490 a. C.) y la de las Termpilas (480 a. C.), el soldado tpico griego erael hoplita, que, como dice el profesor Gilbert Murray, iba revestido

    ...de slido metal de la cabeza a los pies; casco, peto y espaldar, un escudopequeo y redondo, y espinilleras, todo de metal.

    (Rise of the Greek Epic)

    Ahora bien, es cierto que la Ilada est llena de alusiones al escudo redondo"chapeado de bronce", al "choque de hombres con petos de bronce" y "al relam-paguear del bronce, de hombres muertos y de hombres matando". Los griegos de lapoca clsica, al or estas descripciones se imaginaran las pesadas armaduras propiasde los hoplitas, como las que se ven representadas en las pinturas de vasos griegos oen grupos estatuarios clsicos. No slo eso, sino que, como indica Murray, algunas,aunque no todas las tcticas descritas, sugieren las disciplinadas maniobras a base deformaciones cerradas tpicas de los guerreros del siglo V.

    Se acercaban los troyanos, como hileras de olas en el mar, hilera tras hilera,en relampagueante bronce, junto con sus comandantes.

    Pero hay otras descripciones de los mtodos de guerra que no se asemejan ennada a los de los tiempos clsicos, ni siquiera a los del perodo del mismo Homero, almenos a lo que de stos se ha podido averiguar. Por ejemplo, cuando el hroe griegoAyax, hijo de Telamn, sale al encuentro de Hctor, en el duelo mencionadoanteriormente, lleva un escudo

    ...como una torre, hecho de bronce y de siete capas de cuero. Haba fabricadoeste escudo Tiquio, el maestro curtidor que viva en Hila, con siete pieles decorpulentos bueyes, que recubri con una octava capa de bronce. Sosteniendoante el pecho este escudo, Ayax, hijo de Telamn, sin detenerse, se fue

    derecho a Hctor para desafiarlo.

    Indudablemente este escudo "como una torre" cubra todo el cuerpo y eracompletamente diferente de cualquier tipo de escudo descrito en los tiempos clsicos,o incluso en el siglo IX, cuando vivi Homero. De dnde sacara el poeta estadescripcin? Los eruditos estaban intrigados. No era sta la nica referencia a losescudos de cuero que cubran todo el cuerpo. En el Libro IV hay un pasaje quedescribe a Hctor volviendo del campo de batalla a la ciudad.

    Conforme andaba el borde del negro cuero de su abombado escudo, logolpeaba arriba y abajo, en la nuca y en los talones.

    Evidentemente esto habra sido imposible de haber llevado el hroe un escudoredondo ordinario con una banda para el brazo. No cabe duda de que llevaba un granescudo, que le cubra todo el cuerpo, colgado de los hombros por medio de una tira decuero.

    Y para citar un ltimo ejemplo mencionar una escena en el Libro XV cuandoHctor y sus compaeros han obligado a los aqueos a retroceder hasta sus barcos yamenazan con tomar por asalto la muralla que los sitiadores han construido paraprotegerse. Aqu Hctor mata a multitud de griegos, entre ellos un tal Perifetes deMicenas.

    Al volverse para huir, tropez con el borde del escudo que lo protega contralos dardos y que le llegaba hasta los pies. Perdiendo el equilibrio, se desplom

    de espaldas y, al dar contra el suelo, el casco que le cea las sienes resoncon tal estrpito que atrajo la atencin de Hctor...

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    Lo cual fue una gran desgracia para Perifetes, pues si hubiera llevado un escudoredondo pequeo del tipo clsico o como los del siglo IX no habra podido ocurrirle unaccidente semejante. De dnde, se preguntaban los eruditos, obtuvo Homero la ideade estos enormes y pesados escudos? Y por qu se aluda tambin con msfrecuencia an a escudos del tipo corriente?

    Hay tambin otros anacronismos. Por ejemplo, en los tiempos de Homero yposteriormente, las armas, las espadas como las lanzas, eran casi siempre de hierro.En la Ilada y la Odisea, salvo una o dos excepciones insignificantes, las armas son debronce. Se conoce el hierro, pero se usa casi exclusivamente para herramientas. Porotra parte, los hroes homricos utilizan carros de guerra, que al parecer no eran muycorrientes en los das de Homero y que en los tiempos clsicos ya no se usaban.

    Para completar nuestro breve resumen de la historia: Agamenn, preocupadopor las victorias obtenidas por los troyanos, enva una embajada a Aquiles formadapor el astuto Ulises, rey de taca y hroe de la Odisea, Nstor, rey de Pilos, el msanciano y respetado de los jefes aqueos, y el formidable Ayax, hijo de Telamn, el delenorme escudo. Trasmiten a Aquiles la promesa de Agamenn de devolver a Briseida

    junto con un esplndido regalo como compensacin por el insulto recibido, pero elhroe contesta despectivamente. Slo cuando los troyanos amenazan los barcos seablanda Aquiles, y aun entonces se limita a permitir que su amado amigo y escuderoPatroclo tome prestada su armadura y parta a ayudar a los apurados griegos. PeroHctor mata a Patroclo y lo despoja de su armadura.

    Al fin Aquiles se da cuenta del trgico resultado de su intransigencia. Conamarga furia y equipado de nuevo con una deslumbrante armadura, hecha por elpropio Efesto, vuelve a la lucha con sus mirmidones. Los troyanos son obligados aretroceder, Aquiles sale al encuentro de Hctor y, en un combate cuerpo a cuerpo, lomata al pie de la muralla de Troya y arrastra el cadver por el polvo atado a su carrode guerra. Todas las maanas conduce el carro, con su carga alrededor de la pira enque yace Patroclo. Honra a su amigo muerto con un gran funeral, despus del cual se

    celebran juegos. Los hroes compiten en carreras, boxeo, combates con lanzas,carreras de carros, tiro de flechas, lucha y lanzamiento de jabalina.

    El momento ms grandioso de la Ilada es sin duda el final, cuando el ancianorey Pramo se acerca por la noche al campamento de los aqueos a rescatar el cuerpode su hijo muerto. Es uno de los pasajes ms conmovedores en la literatura delmundo, y no me disculpo por citarlo, segn la admirable traduccin del Sr. Rieu.Arrodillndose ante Aquiles, el matador de su hijo, Pramo dice:

    Teme a los dioses, Aquiles, y acordndote de tu padre, ten piedad dem, aunque sea yo ms desdichado, puesto que he llegado a hacer algo queningn mortal ha hecho jams; llevar a mis labios la mano del hombre quemat a mi hijo!

    As habl Pramo y Aquiles sinti deseos de llorar al recuerdo de supadre y tomando la mano del anciano lo apart de s suavemente. Afligidospor los recuerdos lloraban ambos. Pramo postrado a los pies de Aquiles,sollozaba amargamente por Hctor, el matador de hombres; y Aquiles gemapor su padre y por Patroclo; y la tienda resonaba con los lamentos de ambos...

    El otro gran poema pico, la Odisea, describe el largo y accidentado retorno del"muy sufrido" Ulises a su patria, despus del saqueo de Troya. En la Odisea nosenteramos tambin de lo que les sucede a algunos de los otros hroes aqueos queaparecen en la Ilada. All nos encontramos con Menelao, de nuevo en su palacio deEsparta, con la arrepentida Helena a su lado, que ya no es la femme fatale, sino laperfecta ama de casa.

    ...Helena, acompaada de sus damas, baj de su elevada estancia perfumada,

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    Cottrell, Leonard El toro de Minossemejante a Artemis con su rueca de oro. Adrasta le acerc una cmoda silla,Alcipe le trajo una alfombra de mullida lana, y Filo le dio el cesto de plata parala labor, obsequio de Alcandra, esposa de Plibo que viva en la Tebas egipcia,donde se encuentran las casas ms suntuosamente amuebladas. Plibo lehaba dado a Menelao dos baeras de plata, dos calderones con trpode, ydiez talentos de oro, mientras que su mujer, por su parte, le haba dado a

    Helena otros hermosos regalos, entre los que se inclua una rueca de oro y uncanastillo de plata con los bordes de oro y que estaba montado sobre unasruedecillas.1

    Es tambin en la Odisea donde nos enteramos de lo sucedido a Agamenn, Reyde Hombres, a su regreso a Micenas. El anciano Nstor, hablando a Telmaco, hijo deUlises, describe la traicin de Egisto, primo de Agamenn, que sedujo a Clitemnestra,la esposa del rey, mientras l se encontraba en Troya.

    Mientras que nosotros sitibamos a Troya, llevando a cabo heroicas empresas,l pasaba los das, ocioso, en el mismo corazn de Argos, donde pacen loscaballos, asediando a la esposa de Agamenn con sus seductoras palabras. Al

    principio, la reina Clitemnestra no prest odos a sus deshonestos avances.Era mujer sensata, y, adems, tena a su lado un hombre, aedo de profesin, aquien, al partir para Troya, Agamenn haba dado severas rdenes de vigilarla.Pero cuando lleg el da fatal sealado para su cada, Egisto llev al aedo auna isla desierta, lo dej all como carroa para las aves de rapia, y se llev aClitemnestra a su propia casa, convertida ya en amante cariosa, en mujerdeseosa de agradar.

    En otra parte de la Odisea, Menelao acaba de relatar la historia de la suerte desu hermano.

    Agamenn pis el suelo paterno con el corazn rebosante de alegra,

    besndolo al tocarlo. Lgrimas ardientes corran por sus mejillas, tanta era sualegra al ver de nuevo su patria. Pero desde una atalaya acechaba su llegadaun espa que Egisto haba tenido la astucia de apostar all... Egisto tram unahbil trampa. Seleccion veinte de los mejores guerreros de la ciudad, los dejemboscados, y despus de ordenar que se preparara un banquete en otraparte del edificio, con el corazn lleno de perversos pensamientos, parti enun carro tirado por caballos para traer al rey a su palacio. Agamenn, sinimaginar que iba hacia la muerte, vino con l desde la costa, y Egisto lofestej y lo mat, lo mismo que se derriba a un buey junto a su pesebre. Noqued ni uno solo de los acompaantes del rey, ni tampoco ninguno de losinvitados de Egisto. Todos murieron en el palacio.

    El poeta clsico Esquilo, cuya soberbia tragedia est basada en el mismo tema,

    presenta a la reina culpable an con menos simpata. Segn su versin fue la propiaClitemnestra la que mat al rey siendo Egisto su cmplice. Tal fue la tragedia ocurridaen Micenas.

    Antes de terminar este captulo tengo que disculparme, con todos aquellos queamen a Homero, por tan parco ofrecimiento de la mesa del gran hombre, aunqueespero que por lo menos sirva para tentar a otros a disfrutar plenamente del festnhomrico. Tampoco voy a intentar a estas alturas discutir el llamado "problemahomrico": si los poemas son la creacin consciente y deliberada de un hombre, orepresentan la obra de generaciones de poetas inspirados por una tradicin comn.Me limitar ahora a recalcar el extraordinario realismo de Homero y el problema queesto plante a los investigadores del siglo pasado. Aunque los poemas picos,

    1Respecto a este pasaje un escptico arquelogo, amigo mo, escribe "S que hay quien suele decir que en la Odisea Helena estreformada y domesticada, pero parece necesitar un numero excesivo de doncellas para traerle la labor"

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    especialmente la Odisea, contienen mucho de fantstico y sobrenatural, sin embargo,las descripciones de la vida diaria, de los edificios (desde los palacios hasta la chozadel porquero), de los trabajos del campo y del mar, de la guerra, de las ocupacionesdomsticas de las mujeres, de vestuario y joyera y obras de arte, son tanintensamente reales que incluso a los profesores ms escpticos del siglo XIX lescostaba trabajo comprender cmo poda el poeta habrselos imaginado.

    Tambin la geografa de Homero demuestra un conocimiento detallado, no solodel continente griego sino de las islas del Mar Egeo, de los cabos, puertos y rutasmartimas, de Siria y Asia Menor. Al describir la llanura troyana, hace al lector verrealmente sus caractersticas fsicas, el sinuoso ro Escamandro y su compaero elSimois, los dos manantiales cercanos a la ciudad, uno caliente y otro fro, la higueraque haba al lado de la puerta Escea y, dominndolo todo, el elevado Monte Ida, 2donde Zeus se sent a contemplar la batalla.

    Sin embargo, persiste el hecho de que cuando George Grote public su Historyof Greece en 1846, aparte de estos detalles topogrficos no haba la menor pruebamaterial, ni el fragmento de un edificio, ni una muestra de cermica, joyas o armas,que demostrara que el mundo en que vivi Homero haba existido alguna vez fuera de

    su imaginacin. Y el mundo acadmico aprob sin vacilar el sobrio resumen de laguerra de Troya, hecho por Grote.

    Aunque los griegos nunca dudaron de su autenticidad y la trataron conreverencia, considerndola como ano de los grandes acontecimientos delpasado, a la luz de la investigacin moderna no es ms que una leyenda. Si senos preguntara si se trata de una leyenda a la que se incorporaron algunossucesos histricos, e inspirada en un fondo verdico si se nos preguntara sirealmente no hubo una guerra troyana, tendramos que contestar que, ascomo no puede negarse esta posibilidad, tampoco puede afirmarse surealidad. No poseemos ms que el propio poema pico sin ninguna evidenciaadicional.

    Pero en el mismo ao en que apareca el libro de Grote, trabajando en unaempresa naviera de Amsterdam, un joven estaba destinado a dejar sin validez laspalabras del famoso sabio.

    2 No debe confundirse con el otro monte Ida, en Creta.22

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    2. SCHLIEMANN EL ROMNTICO

    En una habitacin recargada de muebles, un nio de siete aos, vestido a lamoda de 1829, est sentado ante una mesa. Delante de l tiene un gran libro, en elque lee absorto. El libro es un regalo de Navidad de su padre, pastor protestante de

    una pequea ciudad de Mecklemburgo, en el norte de Alemania. La obra, la HistoriaUniversal de Jerrer, pesa casi tanto como el nio, pero al pequeo esto no le preocupamientras contempla atentamente un grabado que muestra los muros de Troya enllamas. Por la Puerta Escea sale Eneas cargando sobre los hombros a su anciano padreAnquises. El nio se vuelve a su padre, que dormita cerca de la chimenea, y lepregunta:

    "Padre, no me dijiste que Troya haba desaparecido completamente?""As es""Y que no haba quedado nada?""Absolutamente nada""Pero Jerrer tuvo que verTroya. Si no cmo pudo dibujar esto?""Heinrich, no es ms que un grabado imaginario"

    El muchacho mira con ms atencin el dibujo, pero no se queda convencido."Padre, tena Troya unas murallas tan grandes como stas del grabado?""Probablemente""Entonces dice triunfante no pueden haber desaparecido del todo. Algo

    debe de haber quedado todava all, oculto bajo la tierra. A m me gustaradesenterrarlas Padre, podr ir all algn da para desenterrarlas?"

    Schliemann padre, un hombre desilusionado, hace cansado un gesto afirmativo."Es posible. Y ahora estate callado. Quiero dormir"Al que le parezca inverosmil este incidente no tiene ms que buscar la pgina

    tres de Ilios, de Schliemann, donde se encontrar con esta escena, descrita por lmismo. No puede ponerse en duda que en esencia es verdica porque revela lascaractersticas inconfundibles de la personalidad de Schliemann que persisten durantetoda su vida: una obsesin romntica por el pasado, una determinacin inflexible yuna tendencia a interpretar todo literalmente. El primero de estos rasgos parecehaberlo heredado de su padre.

    Aunque mi padre no era ni erudito ni arquelogo, tena verdadera pasinpor la historia antigua. Me hablaba a menudo con apasionamiento del trgicofin de Herculano y Pompeya, y consideraba como el ms afortunado de losmortales al hombre que tuviera los medios y el tiempo para visitar lasexcavaciones que all se estaban haciendo.

    Pero el viejo Schliemann era tambin borracho, escptico y libertino, que slo seocupaba de sus seis hijos alguna que otra vez, y aunque le ense latn a Heinrich, elmuchacho tuvo que abandonar la escuela a los catorce aos para colocarse deaprendiz en una tienda de abarrotes en la pequea poblacin de Frstenburg.

    Trabajaba escribe desde las cinco de la maana hasta las once de lanoche y no tena ni un momento libre para estudiar. Adems olvid pronto lopoco que haba aprendido de pequeo, pero no perd el amor al estudio.Desde luego es algo que nunca he perdido, y, mientras viva, nunca olvidar lanoche en que entr en la tienda un molinero borracho...

    El molinero, que se llamaba Niederhoffer, era un sacerdote protestantefracasado que se haba dado a la bebida, a pesar de lo cual

    ...no haba olvidado su Homero, pues aquella noche en que entr en latienda, nos recit ms de cien versos del poeta, observando la cadencia

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    Cottrell, Leonard El toro de Minosrtmica de los mismos. Aunque yo no comprend ni una slaba, el sonidomelodioso de las palabras me caus una profunda impresin. Desde aquelmomento nunca dej de rogar a Dios que me concediera la gracia de poderaprender griego algn da.

    Troya y Homero se convirtieron para Schliemann en una obsesin.

    Lo que rebosa en nuestro corazn, sea triste o alegre escribe en supomposo estilo, acaban por expresarlo nuestros labios, especialmente en lainfancia, y as sucedi que no hablaba con mis compaeros ms que de Troyay de las cosas maravillosas y misteriosas que tanto abundaban en nuestraaldea. Todos se rean de m continuamente menos dos nias, Louise y MinnaMeincke, hijas de un granjero de Zahren, un pueblo a slo una milla dedistancia de Ankershagen (donde viva Schliemann).

    Con una de estas nias, Minna, Schliemann tuvo un curioso noviazgo infantil.Parece que la pareja se dedic a visitar todas las cosas antiguas de los alrededorestales como el castillo medieval de Ankershagen, donde se deca que un seor feudal

    llamado Henning von Holstein haba enterrado un tesoro.

    Minna me demostraba una gran simpata y formaba parte de todos misgrandes planes para el futuro. Habamos convenido que en cuanto furamosmayores nos casaramos y, enseguida, empezaramos a explorar todos losmisterios de Ankershagen, excavando los vastos tesoros que haba ocultadoHenning, luego el sepulcro de Henning, y por ltimo Troya; no podamosimaginar nada ms delicioso que pasarnos toda la vida cavando en busca dereliquias del pasado.

    Las ambiciones fantsticas son bastante comunes en la infancia, incluso entrepersonas corrientes que luego las olvidan de mayores. Pero para Heinrich Schliemann

    continuaron siendo algo real y permanente. A los catorce aos, cuando dejAnkershagen para trabajar en la tienda de abarrotes, volvi a ver a Minna, despus deuna separacin de cinco, aos, y esta pareja extraordinaria (ambos de catorce aos)se abraz llorando a torrentes.

    Ahora estaba seguro de que Minna me amaba todava, y esto estimulmi ambicin escribe. Ms an, desde aquel momento sent dentro de muna energa inagotable y estaba seguro de que con constancia podra crearmeuna posicin en el mundo y demostrar que era digno de ella. Slo rogaba aDios que no se casara antes de que yo hubiera logrado una posicin indepen-diente.

    En la mayor parte de los hombres esto no habra sido ms que palabrera.Schliemann senta lo que deca, y aunque perdi a la Minna de sus aos juveniles, sepas ms de la mitad de la vida buscando una sustituta, sin decidirse a empezar sugran obra arqueolgica hasta encontrarla, treinta aos despus.

    Mientras tanto su vida fue una aventura fantstica, como inventada por unnovelista romntico. Los eternos devaneos amorosos de su padre y sus violentosarrebatos de borracho hicieron imposible la vida en el hogar paterno. Heinrich semarch y consigui un empleo como ayudante de un tendero de comestibles con unsueldo equivalente a nueve libras esterlinas al ao, pero su constitucin dbil no eraapropiada para esta clase de trabajo. Un da, al tratar de levantar un barril muypesado, se lastim el pecho y escupi sangre. Prob otro empleo pero sus pulmonesdbiles le obligaron a dejarlo. Decidido a no regresar a su casa, se embarc como

    grumete en un pequeo velero, el Dorothea, que transportaba mercancas entreHamburgo y Venezuela, pero el barco naufrag frente a las costas de Holanda.

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    Despus de dar tumbos en un bote salvavidas durante nueve horas, en mediode una espantosa tormenta, Heinrich y sus ocho compaeros fueron arrojados por elmar a un banco de arena cerca de la desembocadura del ro Texel.

    En Amsterdam, exhausto y hambriento, decidi fingirse enfermo para que lollevaran al hospital, desde donde escribi a un agente naviero amigo, un tal Sr. Wendt,de Hamburgo, explicndole su situacin. La carta lleg cuando Wendt daba una fiesta

    a unos amigos, y enseguida hizo una colecta. Schliemann recibi entusiasmado 240florines (aproximadamente veinte libras esterlinas). Poco despus, con la ayuda delcnsul general prusiano, encontr un empleo en la oficina de un comerciante deAmsterdam, F. C. Quien, sellando letras de cambio y llevando y trayendo cartas alcorreo. De la Casa Quien pas a las oficinas de una antigua firma comercial, B. H.Schroder & Co., como "corresponsal y tenedor de libros".

    Desde el momento en que entr en la oficina de Schroder su suerte comenz amejorar. Hasta entonces lo haba ido pasando de mala manera; ahora contaba con dosventajas: un puesto en el que poda demostrar su talento y un patrn que sabaapreciarlo y utilizarlo. El tmido joven, natural de Ankershagen, aficionado a lasantigedades, el ayudante del tendero de comestibles que amaba a Homero,

    descubri que tena una notable disposicin para los negocios.Cuando Schliemann empez a trabajar con Schroder tena ya ciertapreparacin. El tiempo que haba trabajado en la Casa Quien se haba dedicado alestudio de las lenguas modernas. De su salario anual de 32 libras esterlinas, apartabala mitad para comprar libros y pagar sus clases, viviendo con la otra mitad "en unamiserable guardilla sin estufa, donde en invierno tiritaba de fro y en verano me asabade calor." Aprendi los idiomas por un mtodo original suyo, que consista en leerlargo rato en voz alta, sin traducir, tomar una leccin diaria y escribir ensayos sobrelos asuntos que le interesaban, que luego correga con la ayuda de un profesor,repitiendo en la leccin siguiente lo que se haba corregido al da anterior.

    Cuando solicit un puesto con B. H. Schroder & Co., se quedaron todosasombrados al ver que aquel plido y desmaado joven de veintids aos, con una

    cabeza desproporcionadamente grande para su delgado cuerpecillo, dominaba sieteidiomas. Sin embargo, cosa que parecer extraa, entre los siete idiomas que saba nofiguraba el griego. Schliemann haba dejado deliberadamente este idioma para loltimo por miedo a que "el poderoso hechizo de tan noble lengua pudiera ejercer enm una atraccin tan grande que pusiera en peligro mis intereses comerciales".Primero tena que ganar dinero. Despus quedara en libertad para entregarse a lapasin de su vida.

    A los pocos meses de su llegada, Schroder se dio cuenta de que el jovenSchliemann tena todas las cualidades necesarias para ser un gran comerciante. Erasagaz, incansable en lo referente a los negocios, y estaba dotado de una memoriaprodigiosa y de una notable minuciosidad para el detalle. Respaldando estascualidades, sirviendo de mvil, tena un insaciable deseo de hacerse rico. Deseaba lasriquezas no por lo que en s significaban, no por deseo de ostentacin, sino porque lepermitiran dedicarse por entero a lo que ms le interesaba. Y desde luego, cuando yafuera rico, podra regresar a Mecklemburgo y casarse con Minna.

    Como era de esperar Schliemann ascendi rpidamente. A los veinticuatro aosdecidi aprender ruso y a las seis semanas ya escriba cartas comerciales en esteidioma y poda hablar en su propia lengua a los comerciantes de ail rusos queacudan a Amsterdam. Una de las principales actividades de la Casa Schroder era laexportacin de ail, sobre todo a Rusia. Schliemann, que ya no era un simpleempleado, fue enviado por los dueos del negocio como representante de la casa aSan Petersburgo y despus a Mosc. En Rusia le fue tan bien que a los dos aos de sullegada figuraba en el ndice de comerciantes del Primer Gremio y los bancos le haban

    concedido crditos por 57.000 rublos. Animado con su xito, escribi a un amigo de lafamilia Meincke rogndole que hablara a Minna en su nombre y la pidiera enmatrimonio.

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    Pero, para desgracia ma, un mes ms tarde recib una respuestadesalentadora: (Minna) se acababa de casar. Para m esta desilusin fue elmayor de los desastres que podan haberme ocurrido y, durante algn tiempo,estuve en cama enfermo, totalmente incapaz de ocuparme de nada... ahoraque el porvenir se me presentaba tan brillante... pero cmo poda pensar en

    realizar mis deseos sin su participacin?

    Haca catorce aos que no vea a Minna. Para un hombre como Schliemann slohaba un remedio para una herida sentimental de este gnero: el trabajo, que si nopoda matar el dolor, por lo menos poda amortiguarlo. Pronto pudo establecerse porsu cuenta y uno de los hombres de negocios ms acaudalado de San Petersburgo lepropuso al alemn que formara una sociedad con su sobrino, con una garanta de100.000 rublos. Por el momento Schliemann no acept. Poda esperar.

    Schliemann continu amontonando dinero, viajando de capital en capital(Berln, Pars, Londres), se hospedaba siempre en los mejores hoteles, aunque en loscuartos menos caros, fascinado por la nueva era industrial que vea desarrollarse a sualrededor. Amaba las mquinas y la velocidad lo entusiasmaba, aunque los nuevos

    ferrocarriles eran todava demasiado lentos para su inquieto e impacientetemperamento. De cuando en cuando buscaba solaz en el pasado. Cuando seencontraba en Londres por asuntos de negocios, siempre dedicaba algunas horas avisitar el Museo Britnico: "He contemplado las cosas egipcias y es lo que ms me hainteresado de todo lo que he conocido hasta ahora". Y luego volva a los embarques deail, los libros de pedidos, la vida de hotel, los paquebotes y los ferrocarriles. Alcumplir los treinta aos ya haba adquirido una inmensa fortuna y empezaba de nuevoa pensar en casarse.

    Pero aunque astuto y prctico en las cuestiones de negocios, Schliemann eraextremadamente tmido en el trato con las mujeres. Tema, con razn, que las mujerestrataran de casarse con l por su dinero. Se daba cuenta de su fealdad y senta celos

    de los oficiales jvenes y apuestos que cortejaban a las mujeres que a l le atraan. Acada paso crea estar enamorado para luego dudar de sus sentimientos: "Siempre veolas virtudes y nunca los defectos del bello sexo", escribi a su hermana. Y cuando alfin se caso con Katherina, la sobrina de un amigo comerciante, el matrimonio prontoresult un fracaso. Su mujer era inteligente, pero de espritu prctico y carente deimaginacin, completamente incapaz de comprender la naturaleza impetuosa yromntica de Schliemann, que conservaba todava gran parte del entusiasmo de unmuchacho: "No me amas y por lo tanto no te interesa la marcha de mis negocios nicompartes mis alegras y mis penas, sino que slo piensas en satisfacer tus deseos ycaprichos", deca a su mujer en una carta a los dieciocho meses de casados. Y sinembargo, esta desdichada unin dur quince aos, llenos de querellas,reconciliaciones y violentos arrebatos de odio. Katherina le dio un hijo y dos hijas.

    A los treinta y tres aos, Schliemann dominaba quince idiomas, adems de lossiete que haba aprendido diez aos antes; ahora conoca el polaco, el sueco, elnoruego, el esloveno, el dans, el latn y el griego antiguo y moderno. Sin embargo,desesperaba de llegar a gozar de la vida de investigacin y estudio que habaanhelado desde muy joven: "Me faltan los conocimientos bsicos" escribadesesperado, aunque despus de trabajar toda la semana en la oficina se pasaba losdomingos, desde la maana temprano hasta bien entrada la noche, traduciendo aSfocles al griego moderno. Por fin, ahora ya poda leer a su amado Homero en eloriginal.

    La gran ilusin de su infancia nunca lo abandon. Segua decidido a hacerexcavaciones en Troya, y estaba convencido de que all encontrara la ciudad deHomero. Con este propsito estudi y aprendi de memoria los grandes poemaspicos, que lea como si se tratara de historia en lugar de poesa. Schliemann crea enHomero con la misma fe ciega de los que interpretan la Biblia literalmente. Si Homero

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    lo dijo, as debi ser. Pero pasaron muchos aos antes de que pudiera poner suscreencias a prueba.

    Mientras tanto, en 1851, fue por primera vez a Amrica, donde se hizociudadano de los Estados Unidos, abri un banco en California, durante la fiebre deloro, compr grandes cantidades de oro en polvo y sin haberlo buscado, casi sin darsecuenta, se encontr con otra gran fortuna. Su principal motivo al ir a Estados Unidos

    haba sido poner en orden los asuntos financieros de su hermano Luis que habamuerto de tifo en Sacramento; la fortuna que hizo con el oro en polvo fue cosaincidental. Schliemann tambin fue victima del tifo y dirigi los asuntos del bancodesde la cama, en una habitacin al fondo del edificio, mientras los buscadores de orohacan cola con sus sacosde polvo en la parte delantera. Aunque su vida estuvo engran peligro, se repuso y regres a Europa.

    Siete aos despus hizo un largo viaje por el Medio Oriente, en el curso del cualcruz el desierto desde El Cairo a Jerusaln, visit Petra en Transjordania y aprendi unidioma ms: el rabe. Durante este viaje se cree que visit la Meca disfrazado derabe y que incluso se hizo hacer la circuncisin para no ser descubierto.

    En 1868, cuando ya tena cuarenta y seis aos y pensaba retirarse de los

    negocios, fue a Norteamrica por segunda vez. A su regreso, despus de una de susseparaciones peridicas, intent una vez ms reconciliarse con su esposa, llegando aamueblar para ella una magnfica casa en Pars. Pero todo fue en vano. La familia desu mujer no lo quera, y la apoyaron en su propsito de oponerse a dar a sus lujos unaeducacin alemana, como hubiera deseado Schliemann. Katherina se qued en Rusiacontestando a sus cartas suplicantes con amargas quejas. Desesperado, el desdichadomillonario sin hogar emprendi otro de sus agitados viajes a travs de Europa, viajesque le proporcionaban cada vez menos placer. Pero esta vez se dirigi a Grecia y, porvez primera, pis suelo homrico en la rocosa isla de taca, cuna de Ulises elVagabundo.

    All encontr paz y deleite. Aunque lleg a taca en pleno verano, tan grande erasu entusiasmo que, segn sus propias palabras:

    olvid el calor y la sed... Me dedicaba a estudiar los alrededores, leyendo aratos en la Odisea las emocionantes escenas all relatadas, y otros, admirandoel esplndido paisaje.

    Y, desde luego, tratndose de Schliemann, no pudo menos de hacer algunaexcavacin. Al visitar el llamado "Castillo de Ulises", contrat a unos hombres concuya ayuda desenterr unas urnas que contenan cenizas humanas, junto con uncuchillo de sacrificio y unos cuantos dolos de arcilla. Parti muy feliz creyendo quehaba encontrado las cenizas de Ulises y Penlope y de sus descendientes. Desdetaca sigui hasta el Peloponeso, hizo una breve visita a Micenas, cruz despus losDardanelos y recorri a caballo la llanura de Troya. Estas visitas, aunque breves,bastaron para despertar su apetito. A partir de ese momento empez a hacer planespara retirarse del comercio. Tena dinero, tiempo y facilidades. Pero echaba de menosalgo muy esencial: la compaa de la mujer con la cual "no poda imaginar nada msgrato que pasar juntos toda la vida en busca de reliquias del pasado".

    Cuando regres a Pars a fines del ao, haba por fin tomado la decisin dedivorciarse. Para hacerlo pens que lo mejor sera ir a los Estados Unidos, donde lostrmites para el divorcio eran ms sencillos que en Europa. Aquel invierno de 1878,rodeado de compaeros alegres y sintindose en el fondo muy solo, se acord de unantiguo amigo, un sacerdote llamado Vimpos, que le haba enseado griego en SanPetersburgo, y que ahora era arzobispo de Atenas. Schliemann le escribi,mostrndole su corazn, seguramente la carta ms extraa que el religioso recibiera

    en su vida, pues en ella el millonario de cuarenta y seis aos le peda al Arzobispo quele buscara una esposa griega.

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  • 7/30/2019 El Toro de Minos

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    Cottrell, Leonard El toro de MinosLe juro por mi madre que pondr todo mi afn y que dedicar todas mis

    energas y toda mi voluntad a hacer feliz a mi futura esposa. Aqu estoyconstantemente en compaa de mujeres hermosas e ingeniosas que congusto haran lo posible por complacerme y aliviar mis sufrimientos si supieranque estoy pensando en divorciarme. Pero, amigo mo, la carne es dbil y temoenamorarme de una francesa y tener mala suerte otra vez.

    Por lo tanto, le ruego que me enve con su contestacin el retrato dealguna bella mujer griega. Le suplico que escoja para m una esposa de uncarcter tan angelical como el de su hermana casada. No me importa que seapobre, pero si deseo que est bien educada; tiene que ser entusiasta deHomero y tener fe en el resurgimiento de mi amada Grecia. No me importaque sepa o no otros idiomas, pero quiero que sea de tipo griego, con el cabellonegro y, de ser posible, hermosa. Pero lo que ms deseo es que sea buena ycariosa.

    En la primavera del ao siguiente, mientras Schliemann se encontraba enIndianpolis tramitando su divorcio, lleg la contestacin de Vimpos, junto con unafotografa de una joven de diecisis aos llamada