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EL VALOR DE LA SOLIDARIDAD El pozo Un niño pobre pedía de comer a todo el que pasaba. Una persona subjetiva pasó y le dijo: “Lamento que estés allí pidiendo”. Una persona objetiva pasó y le dijo: “Era lógico que alguien iba a caer en la pobreza”. Un fariseo pasó y le dijo: “Sólo las personas malas caen en la pobreza”. Un matemático calculó y dijo : como es que no tienes ni 5 pesos. Un periodista quería la historia exclusiva sobre la pobreza de aquél niño. Un inspector de Hacienda quiso saber si estaba pagando impuestos de la limosna que el niño pedia. Un vendedor dijo: “No has visto nada si no has visto mi mansión en la que vivo”. Un predicador de plagas y castigos dijo: “Te mereces la pobreza”. Un científico observó: “la pobreza está en tu mente”. Un psicólogo dijo: “Tu padre y tu madre son los culpables de que seas pobre”. Un optimista dijo: “Las cosas podrían ser peores”. Un pesimista dijo: “Las cosas se pondrán peores”. ... Un hombre compasivo no dijo nada, y le invito a comer. EL PERRITO El dueño de una tienda estaba colocando un anuncio en la puerta que

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EL VALOR DE LA SOLIDARIDAD

El pozo 

Un niño pobre pedía de comer a todo el que pasaba. Una persona subjetiva pasó y le dijo: “Lamento que estés allí pidiendo”.Una persona objetiva pasó y le dijo: “Era lógico que alguien iba a caer en la pobreza”.Un fariseo pasó y le dijo: “Sólo las personas malas caen en la pobreza”.Un matemático calculó y dijo : como es que no tienes ni 5 pesos.Un periodista quería la historia exclusiva sobre la pobreza de aquél niño.Un inspector de Hacienda quiso saber si estaba pagando impuestos de la limosna que el niño pedia.Un vendedor dijo: “No has visto nada si no has visto mi mansión en la que vivo”.Un predicador de plagas y castigos dijo: “Te mereces la pobreza”.Un científico observó: “la pobreza está en tu mente”.Un psicólogo dijo: “Tu padre y tu madre son los culpables de que seas pobre”.Un optimista dijo: “Las cosas podrían ser peores”.Un pesimista dijo: “Las cosas se pondrán peores”....Un hombre compasivo no dijo nada, y le invito a comer.

EL PERRITO

El dueño de una tienda estaba colocando un anuncio en la puerta quedecía:"Cachorritos en venta".Esa clase de anuncios siempre atraen a los niños, y pronto unniñitoapareció en la tienda preguntando: "?Cuál es el precio de losperritos?"El dueño contestó: "Entre $30 y $50". El niñito metió la mano en

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subolsilloy sacó unas monedas: "Sólo tengo $2.37... ?puedo verlos?".El hombre sonrió y silbó. De la trastienda salió su perra corriendoseguidapor cinco perritos. Uno de los perritos estaba quedándoseconsiderablementeatrás. El niñito inmediatamente señaló al perrito rezagado quecojeaba."?Qué le pasa a ese perrito?", preguntó.El hombre le explicó que cuando el perrito nació, el veterinario ledijo quetenía una cadera defectuosa y que cojearía por el resto de su vida.El niñito se emocionó mucho y exclamó: "?Ese es el perrito que yoquierocomprar!". Y el hombre replicó: "No, tú no vas a comprar esecachorro, si turealmente lo quieres, yo te lo regalo". Y el niñito se disgustó, ymirandodirecto a los ojos del hombre le dijo:"Yo no quiero que usted me lo regale. El vale tanto como los otrosperritosy yo le pagaré el precio completo. De hecho, le voy a dar mis $2.37ahora y50 centavos cada mes hasta que lo haya pagado completo".El hombre contestó: "Tú en verdad no querrás comprar ese perrito,hijo. Elnunca será capaz de correr, saltar y jugar como los otrosperritos".El niñito se agachó y se levanto la pierna de su pantalón paramostrar supierna izquierda, cruelmente retorcida e inutilizada, soportada porun granaparato de metal. Miró de nuevo al hombre y le dijo: "Bueno, yo no

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puedocorrer muy bien tampoco, y el perrito necesitará a alguien que loentienda".El hombre estaba ahora mordiéndose el labio, y sus ojos se llenarondelágrimas... sonrió y dijo: "Hijo, solo espero y rezo para que cadauno deestos cachorritos tenga un dueño como tú".

En la vida no importa quién eres, sino que alguien te aprecie porlo queeres, y te acepte y te ame incondicionalmente. Un verdadero amigoes aquelque llega cuando el resto del mundo se ha ido.Si así lo deseas, mándale este mensaje a toda la gente queconsideresespecial.Es lo que yo hice contigo.

El leñador honrado   Había una vez un pobre leñador que regresaba a su casa después de una jornada de duro trabajo. Al cruzar un puentecillo sobre el rio, se le cayo el hacha al agua. Entonces empezó a lamentarse tristemente: ¿Como me ganare el sustento ahora que no tengo hacha?Al instante ¡oh, maravilla! Una bella ninfa aparecía sobre las aguas y dijo al leñador:

- Espera, buen hombre: traeré tu hacha.

Se hundió en la corriente y poco después reaparecía con un hacha de oro entre las manos. El leñador dijo que aquella no era la suya. Por segunda vez se

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sumergió la ninfa, para reaparecer después con otra hacha de plata.

Tampoco es la mía dijo el afligido leñador.

Por tercera vez la ninfa busco bajo el agua. Al reaparecer llevaba un hacha de hierro.

- ¡Oh gracias, gracias! ¡Esa es la mía!

Pero, por tu honradez, yo te regalo las otras dos. Has preferido la pobreza a la mentira y te mereces un premio.

El leñador dio las gracias, y colocó las hachas en su saco. Por el camino se encontró con su vecino. Era un hombre era muy codicioso a quien no le gustaba trabajar. Al saber lo que había pasado, corrió buscar un hacha vieja. Después fue al río a probar suerte. Al llegar a la orilla tiró el hacha al río, y empezó a llorar. No tardó venir la ninfa y le preguntó el motivo de su tristeza.— He perdido mi hacha en el río – dijo llorando.

La ninfa se sumergió en las aguas y reapareció con un hacha de oro.

— ¿Es esta tu hacha? – le preguntó.

— ¡Sí! – gritó él estirando la mano para cogerla.

— Te equivocas – dijo el hada -, esta es la mía. La tuya está en el fondo. Si quieres recuperarla, zambúllete como yo.

Y el hada desapareció entre las aguas del río.

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Pedrito el caracol y la babosa (para la bondad,

generosidad y amistad)   Pedrito era un pequeño caracol de bosque que deseaba encontrar a un amigo o amiga. Caminó y caminó hasta llegar a un huerto. Allí había unas babosas que se rieron de su caparazón. Pedrito, triste, se ocultó en su caparazón.Tras unos cuantos días descansando, llovió, y Pedrito salió dispuesto a irse a vivir a otro lugar, pero al sacar la cabeza vio a una pequeña babosa que se había asustado al verlo.

- No te asustes, sólo soy un caracol.

- Pe, pero eres muy extraño, ¡llevas una piedra encima de tu cuerpo! –dijo temblando la babosa.

- No, no es una piedra, se llama caparazón, es mi casa. Cuando tengo frío o llueve mucho me escondo dentro y me siento mejor.

- Pues me gustaría tener un caparazón como tú. ¿Cuándo me crecerá?

- Tú eres una babosa y vosotras no tenéis caparazón, pero si quieres podemos intentar encontrar uno vacío.

- Me gustaría mucho, dijo la babosa pequeña dando saltos de alegría.

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Los dos amigos se pusieron a buscar por todo el bosque y finalmente debajo de la hojarasca encontraron un caparazón precioso, con una espiral dibujada, pero le iba tan grande, que decidieron buscar otra.

Al cabo de un buen rato encontraron un pequeño caparazón, pero era tan menudo que la babosa no cabía de ninguna de las maneras.Se puso tristísima y el pobre Pedrito no sabía qué hacer para que parase de llorar. Finalmente se le ocurrió una brillante idea:

- Podríamos compartir mi caparazón, dijo Pedrito para consolar la babosa.

- ¿De verdad harías esto por mí?

- Pues claro que sí. Eres mi amiga.

Se hizo de noche y los dos compañeros se pusieron a dormir, el caracol se acurrucó al fondo del caparazón y la babosa cupo perfectamente.

- ¡Buenas noches! dijeron los dos a la vez.

Itzelina y los rayos del sol (para el respeto)   Itzelina Bellas Chapas era una niña muy curiosa que se levantó temprano una mañana con la firme

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intención de atrapar, para ella sola, todos los rayos del sol.Una ardilla voladora que brincaba entre árbol y árbol le gritaba desde lo alto.

- ¿A dónde vas, Itzelina?

Y la niña respondió:

- Voy a la alta montaña, a pescar con mi malla de hilos todos los rayos del sol y así tenerlos para mí solita.

- No seas mala, bella Itzelina – le dijo la ardilla- Deja algunos pocos para que me iluminen el camino y yo pueda encontrar mi alimento.

- Está bien, amiga ardilla – le contestó Itzelina-, no te preocupes. Tendrás como todos los días rayos del sol para ti.Siguió caminando Itzelina, pensando en los rayos del sol, cuando un inmenso árbol le preguntó.

- ¿Por qué vas tan contenta, Itzelina?

- Voy a la alta montaña, a pescar con mi malla de hilos todos los rayos del sol y así tenerlos para mí solita, y poder compartir algunos con mi amiga, la ardilla voladora.

El árbol, muy triste, le dijo:

- También yo te pido que compartas conmigo un poco de sol, porque con sus rayos seguiré creciendo, y más pajaritos podrán vivir en mis ramas.

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- Claro que sí, amigo árbol, no estés triste. También guardaré unos rayos de sol para ti.

Itzelina empezó a caminar más rápido, porque llegaba la hora en la que el sol se levantaba y ella quería estar a tiempo para atrapar los  primeros rayos que lanzara. Pasaba por un corral cuando un gallo que estaba parado sobre la cerca le saludó.

- Hola, bella Itzelina. ¿A dónde vas con tanta prisa?

- Voy a la alta montaña, a pescar con mi malla de hilos todos los rayos del sol y así poder compartir algunos con mi amiga la ardilla voladora, para que encuentre su alimento; y con mi amigo el árbol, para que siga creciendo y le dé hospedaje a muchos pajaritos.

– Yo también te pido algunos rayos de sol para que pueda saber en las mañanas a qué hora debo cantar, para que los adultos lleguen temprano al trabajo y los niños no vayan tarde a la escuela.- Claro que sí, amigo gallo, también a ti te daré algunos rayos de sol – le contestó Itzelina Bellas Chapas.

Itzelina siguió caminando, pensando en lo importante que eran los rayos del sol para las ardillas y para los pájaros; para las plantas y para los hombres; para los gallos y para los niños. Entendió que si algo le sirve a todos, no es correcto que una persona lo quiera guardar para ella solita, porque eso es egoísmo.

Llegó a la alta montaña, dejó su malla de hilos a un lado y se sentó a esperar al sol. Ahí, sentadita y sin moverse, le dio los buenos días, viendo cómo

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lentamente los árboles, los animales, las casas, los lagos y los niños se iluminaban y se llenaban de colores gracias a los rayos del sol.

Juanito (para la honestidad)   Érase una vez un niño muy pobre que vivía con sus padres en una zona en las afueras de la ciudad. Juanito, que así se llamaba el niño, se iba todas las mañanas bien temprano al mercado de la ciudad, a tratar de buscar algo que hacer para que los comerciantes lo ayudaran con algunas cosas que le regalaban: frutas, hortalizas, verduras, con las cuales él contribuía a la economía hogareña, a pesar de que como era un niño era bien poco lo que podía conseguir.Un día, estando sentado frente a una tienda de frutas, vio a una anciana comprando algunas cosas, que echaba en una bolsa grande. Juanito se acercó a ella para tratar de ayudarla, pero la anciana, al verlo tan desarrapado, lo echó de su lado, porque temía que el niño le fuera a coger algunas frutas. Juanito no le hizo mucho caso, pensando que quizás la viejecita había tenido anteriormente algún tipo de experiencias desagradable, y se puso a mirar otras cosas.

En eso la anciana se va y, como era muy viejita, echó su bolsa del dinero en la bolsa, y esta se cayó al suelo sin que se diera cuenta. Juanito corrió donde la bolsa había caído, y cuando la abrió ¡Cielos, allí había dinero como para que toda su familia comiera una semana! ¡Qué suerte!.

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¿Y sabéis lo que hizo Juanito? Corrió donde la anciana que ya se iba del mercado, y ésta al verle de nuevo le dijo:

-  “Mira niño, ¡ya te dije que no quiero que me ayudes!”

- “Señora, no es para eso, sino para devolverle esta bolsa que se cayó sin que usted se diera cuenta.”

La anciana incrédula tomó la bolsa, miró dentro y exclamó:

- “Que injusta he sido, un niño tan honesto y yo rechazándolo.” “Pero vamos, ven conmigo a mi casa, para que te de todo lo que necesites para ti y tu familia.”Y dicen que desde entonces todo el mundo en la vecindad llama a Juanito “el honrado”, por lo honesto que había sido en su conducta.

Tomás, “el que siempre aprende” (para saber perder

y ganar)    

Aplausos, abrazos, sonrisas, medallas y premios era lo que cada fin de semana recibía Tomás por sus triunfos en todos los partidos de fútbol del parque de su barrio.

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 Sus amigos y vecinos lo conocían como Tomás “el que nunca pierde”. Siempre anotaba 10 goles por partido, sus jugadas eran las mejores: tiro de esquina y ¡gol!, tiro libre y ¡gol!, corría de portería a portería y ¡goooooooooooooooool! ¡golazo! Cada vez que había partido de fútbol, Tomás “el que nunca pierde” estaba presente como el jugador estrella. Todos los vecinos del barrio se reunían alrededor de la cancha a disfrutar del juego y apenas salía Tomás con su camiseta número 10, la multitud estallaba en aplausos y gritos de alegría: -“¡El mejor, Tomás es el mejor!”-.

 Pero había algo que ninguno de los vecinos sabía sobre Tomás, un secreto que a nadie le había contado nunca: para ganar todos los partidos, para anotar todos los goles

¡¡¡ hacía trampas !!!. Tomás “el que nunca pierde” le decía al capitán del otro equipo que lo dejara ganar o si no dañaría el balón de fútbol para que nadie pudiera jugar. -“¡Me dejas ganar y anotar todos los goles o rompo el balón, ya verás!” –decía justo antes de cada partido.

 Los niños del barrio ya no aguantaban más, se sentían tristes y enojados porque Tomás “el que nunca pierde” recibía premios y regalos sin merecerlo, así que se les ocurrió una idea que no podía fallar para terminar con la injusticia. Decidieron darle una cucharada de su propia medicina a Tomás “el que nunca pierde”, le harían creer que de nuevo ganaría cuando en realidad jugarían de manera justa con todas las habilidades que tenían así corrieran el riesgo de que se enfadara y dañara el balón.

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 Así llegó el día del partido que todos esperaban con emoción. Asistieron jueces con premios sorpresa y un grupo musical para el final del juego.

 Como siempre, Tomás “el que nunca pierde” se acerco al capitán del otro equipo y le dijo: –“¡Me dejas ganar y anotar todos los goles o rompo el balón, ya verás!”-.

 Todo estaba preparado, los vecinos alrededor del parque gritaban y aplaudían de alegría, los jugadores corrieron a la cancha y en tanto entró Tomás, escuchó a la multitud:

 – “ El mejor, Tomás es el mejor”

 Los jugadores estaban en su posición, el arbitro hizo sonar el pito y empezó a rodar el balón.

 Tomás “el que nunca pierde” esperaba que todos los delanteros, los defensas, el volante y el arquero le dieran paso para que pudiera anotar el gol. Pero ninguno de ellos hizo caso a sus amenazas y por el contrario jugaron usando las habilidades que tenían pues sabían jugar muy bien aunque nadie se hubiera dado cuenta.

 Tomás no entendía por qué no lo estaban dejando ganar como las veces anteriores, por el contrario, le estaban ganando. El partido iba 3 goles a 1 perdiendo el equipo de Tomás cuando el arbitro hizo sonar el pito de nuevo, el partido había acabado, era la primera vez que Tomás perdía y como él era Tomás “el que nunca pierde” se sentía muy mal. Tenía tanto mal genio que se le coloreo de rojo la cara, sintió que el corazón le saltaba como pelota en

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el pecho y que el cuerpo se le calentaba de a poquito, el pobre no soportó más y dio un grito que se escuchó hasta el Sol:

 -“¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhh!”-

 -“¿Qué les pasa?, yo soy Tomás “el que nunca pierde, ¿No lo entienden?” –gritó Tomás con todas sus fuerzas. Cogió el balón y lo lanzó a la calle, con tan mala suerte que en ese instante iba pasando un camión que le pasó por encima dejándolo como una hoja de papel sobre el asfalto.

 Los vecinos no entendían lo que pasaba, Tomás estaba gritando y llorando mirando el balón que él mismo había lanzado, los jueces estaban en silencio sin saber que hacer y el grupo musical no decía ni una palabra.

 Solo se escuchaba el llanto de Tomás hasta que el capitán del otro equipo le dijo:

 -“Felicidades”-

 Tomás no comprendía y le preguntó: -“¿Por qué me felicitas si perdí? ¿Te estás burlando de mí?” -

 El capitán sonrió por un momento, respiró profundo y respondió:

 -“No me burlo de ti, te felicito porque lo mereces, es la primera vez que juegas sin hacer trampa, sin que te dejáramos ganar y aún así anotaste un gol, eso es ganar, alcanzar lo que deseas por tus propias capacidades”

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 Tomás dejó de llorar y dijo:

 -“¡Es verdad! , ahora entiendo que no necesito hacer trampas para ganar y que aunque me gusta mucho ser el primero en los juegos, las veces que no gane el juego siempre aprenderé, como hoy, que pude hacer el gol con mi esfuerzo y mi trabajo”-

 -“¡Así es! Las pequeñas derrotas siempre traen algo que aprender para que con cada aprendizaje podamos ganar solo en momentos importantes”–afirmó con alegría el capitán del otro equipo – “Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, se siente uno  mejor al anotar 1 solo gol sin trampa que 10 goles con trampa”-contestó Tomás bajando la mirada.

 -“¿Qué te pasa Tomás, no estás contento por haber aprendido?”-preguntó uno de los jueces

 -“Claro que estoy contento, estoy feliz por haber aprendido pero ahora dañe el balón y no podremos jugar, además no quiero que me llamen más Tomás “El que Nunca Pierde” -dijo en voz baja.

 Los jueces sonrieron y dijeron a los dos equipos de fútbol:

-“ Por dar una enseñanza tan importante para la vida, los niños de este barrio se merecen este premio sorpresa”.

 Los dos equipos abrieron el premio sorpresa y empezaron a reír al darse cuenta que era: ¡un balón de fútbol nuevo!

 Todos se abrazaron de felicidad y Tomás dijo de corazón: “Ya no quiero que me conozcan como

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Tomás “el que nunca pierde”, prefiero que de ahora en adelante me llamen Tomás “el que siempre aprende”.

 Los vecinos no podían estar más orgullosos y felices, los jueces aplaudían, el grupo musical tocaba una canción y los niños saltaban de alegría mientras gritaban al mismo tiempo:

 – ¡El mejor,Tomás es el mejor! ¡Nuestro equipo, nuestro equipo es el mejor”-