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EL VEINTE TREINTA Y UNO Y EL VEINTICUATRO DIEZ O MÁS DE DOCE Cruzó un escozor por cierta humanidad al advertir diez años De un suceso separatista (más de doce desde su comienzo), Que derramó bilis y lágrimas y fue amor y fue fuerte. Y no podría olvidarse algo que en ella caló, que hizo gozar, que dolió. La intensidad de treinta y un meses contra el profundo silencio de dos lustros Alcanzan para avivar la ilusión inviable de beber aquel elixir, Hoy seguramente rancio. O que el frescor de lo se ha sido imaginariamente colonice la piel secada, Antaño gratamente humectada con tales ósculos irrepetibles, Inolvidables. La remembranza atiende al testimonio callado de lo irrecuperable, De la finita y breve existencia que casi solamente sabe de sinsabores, De pérdidas y de soledades, De uniones transitorias para empresas comunes; Para formar familias destinadas a la disolución y ulterior liquidación. Desgraciadamente los terrenos res nullius se acabaron. La propiedad de lo puro no es recuperable ni reivindicable. Qué será de las gentes, qué será de las madres, Qué será de los trillones de almas vagabundas, Como las que aquellos meses adolescentes que no dolieron en su momento; Aunque fueron suficientes para abonar la doliente ulterior, Y la mera ilusión de repetir lo imposible: Volver el tiempo atrás. Si doce años no bastaron para comprender que la pérdida de las oportunidades,

El veinte treinta y uno

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Page 1: El veinte treinta y uno

EL VEINTE TREINTA Y UNO Y EL VEINTICUATRO DIEZ O MÁS DE DOCE

Cruzó un escozor por cierta humanidad al advertir diez años De un suceso separatista (más de doce desde su comienzo),Que derramó bilis y lágrimas y fue amor y fue fuerte.Y no podría olvidarse algo que en ella caló, que hizo gozar, que dolió.La intensidad de treinta y un meses contra el profundo silencio de dos lustrosAlcanzan para avivar la ilusión inviable de beber aquel elixir,Hoy seguramente rancio.O que el frescor de lo se ha sido imaginariamente colonice la piel secada,Antaño gratamente humectada con tales ósculos irrepetibles,Inolvidables.La remembranza atiende al testimonio callado de lo irrecuperable,De la finita y breve existencia que casi solamente sabe de sinsabores,De pérdidas y de soledades,De uniones transitorias para empresas comunes;Para formar familias destinadas a la disolución y ulterior liquidación.Desgraciadamente los terrenos res nullius se acabaron.La propiedad de lo puro no es recuperable ni reivindicable.Qué será de las gentes, qué será de las madres, Qué será de los trillones de almas vagabundas, Como las que aquellos meses adolescentes que no dolieron en su momento;Aunque fueron suficientes para abonar la doliente ulterior,Y la mera ilusión de repetir lo imposible:Volver el tiempo atrás. Si doce años no bastaron para comprender que la pérdida de las oportunidades,Resulta útil para eventualmente reparar los errores y vacilaciones.Es porque la inteligencia no integra el patrimonio desafectado,Desapoderada de sentimientos la errática existencia seguro descollaráDe infelicidad, de infrecuentes momentos vívidos o rescatables.Porque el padre frustrado atentó contra el hijo que al abuelo lastimó profundamente,Contra el hijo que a la abuela no brindó motivo de plusvida,Contra el esposo que a la mujer alteró su reloj biológico,Con su pecado de rehuir una existencia comprometida con el próximo y la descendencia. Ya, acaso, desistida como castigo monástico del célibe párroco de lo pagano,Perdidamente alejado de lo divino.Doce años no bastaron para reflexionar sobre la inmensidad de lo perdidoSobre el amor enquistado para siempre en un alma dolida y angustiada Por todo.

GUILLERMO MARIO PESARESI 24/10/2000