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3 Tratemos de imaginar la Tierra sin ecosistemas, es decir, sin los motores productivos del planeta: comunidades de es- pecies que interactúan entre sí y con el ambiente físico en que vi- ven. Los ecosistemas están a nuestro alrededor: bosques, pra- deras, ríos, aguas costeras y profundidades marinas, islas, mon- tañas e incluso ciudades. Cada uno entraña la solución a un de- safío particular de la vida, solución ésta que se ha configurado a lo largo de los milenios; cada uno codifica enseñanzas de super- vivencia y eficiencia, a medida que incontables especies compiten por luz solar, agua, nutrientes y espacio. Si se la privara de sus ecosistemas, la Tierra se parecería a las imágenes desoladas y sin vida que proyectaron desde Marte las cámaras de la NASA en 1997. Al mismo tiempo, estas imágenes resaltan la dificultad de re- crear los entramados naturales de sostenimiento de la vida que proporcionan los ecosistemas, en caso de que les ocasionáramos un daño superior a su capacidad intrínseca de recuperarse. Por R ECURSOS M UNDIALES EL VÍNCULO ENTRE LA GENTE Y LOS ECOSISTEMAS C APÍTULO 1

EL VÍNCULO ENTRE LA GENTE Y LOS ECOSISTEMASeducacionysustentabilidad.tecsuma.cl/.../11/cap01.pdf · mida con las especies nativas de peces. Para 1992, la captura de peces en el mar

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Tratemos de imaginar la Tierra sin ecosistemas, esdecir, sin los motores productivos del planeta: comunidades de es-pecies que interactúan entre sí y con el ambiente físico en que vi-ven. Los ecosistemas están a nuestro alrededor: bosques, pra-deras, ríos, aguas costeras y profundidades marinas, islas, mon-tañas e incluso ciudades. Cada uno entraña la solución a un de-safío particular de la vida, solución ésta que se ha configurado alo largo de los milenios; cada uno codifica enseñanzas de super-vivencia y eficiencia, a medida que incontables especies compitenpor luz solar, agua, nutrientes y espacio. Si se la privara de susecosistemas, la Tierra se parecería a las imágenes desoladas ysin vida que proyectaron desde Marte las cámaras de la NASA en1997.

Al mismo tiempo, estas imágenes resaltan la dificultad de re-crear los entramados naturales de sostenimiento de la vida queproporcionan los ecosistemas, en caso de que les ocasionáramosun daño superior a su capacidad intrínseca de recuperarse. Por

RECURSOSMUNDIALES

EL VÍNCULOENTRE LA GENTE

Y LOS ECOSISTEMAS

CA P Í T U L O 1

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ejemplo, los suelos fértiles del mundo constituyen un regalo quesurge de años y años de procesos orgánicos e inorgánicos. La tec-nología puede reproducir los nutrientes que los suelos propor-cionan a los cultivos y la flora nativa, pero en una escala globallos costos de semejante intento serían prohibitivos.

El hecho es que dependemos completamente de los ecosistemaspara nuestro sostenimiento. Desde el agua que bebemos hasta losalimentos que consumimos, desde el mar que nos ofrece su ri-queza de productos hasta el suelo sobre el que construimos nues-tras viviendas, los ecosistemas producen bienes y servicios sinlos cuales no podemos vivir. Los ecosistemas hacen que la Tierrasea habitable purificando el aire y el agua, manteniendo la biodi-versidad, descomponiendo y dando lugar al ciclo de nutrientes yproporcionándonos todo un abanico de funciones críticas.

El aprovechamiento de estas riquezas constituye la base mis-ma de nuestras economías y genera empleo, particularmente enlos países de ingresos medianos y bajos. La agricultura, el apro-vechamiento forestal y la pesca proporcionan uno de cada dosempleos en el mundo en general y siete de cada diez en Áfricasubsahariana, Asia oriental y el Pacífico. En una cuarta parte delas naciones del mundo, los productos agrícolas, la madera y elpescado todavía contribuyen más a la economía que los bienesindustriales (World Bank 1999b:28-31, 192-195). En el mundo,la agricultura por sí sola produce anualmente US$1,3 billones enalimentos y fibra (Wood et al. [PAGE] 2000).

Los ecosistemas también alimentan nuestras almas, en la me-dida en que nos ofrecen lugares para expresar nuestras creenciasreligiosas, para el disfrute estético y para la recreación. En todos

los casos, el desarrollo y la seguridad humanas están estrecha-mente relacionadas con la productividad de los ecosistemas. Nues-tro futuro depende completamente de su continua viabilidad.

Si nos parece imposible imaginar nuestra vida en la Tierra sinecosistemas, entonces será necesario aprender a vivir mejor enellos. El mundo es muy grande, la naturaleza resistente, y los hu-manos hemos venido alterando el paisaje por decenas de miles deaños, todo lo cual hace fácil que ignoremos las señales que ad-vierten que posiblemente la actividad humana está deteriorandola capacidad de un ecosistema para producir bienes y servicios.

De hecho, muchas naciones y sociedades han alterado com-pletamente el paisaje convirtiendo sus humedales, praderas ybosques a otros usos, y aun así continúan prosperando. Los 200millones de hectáreas de praderas de pastos altos que alguna vezexistieron en el corazón de Estados Unidos han sido convertidascasi en su totalidad en tierras de cultivo y áreas urbanas. Los ex-tensos bosques que alguna vez cubrieron las tierras de Europahan tenido prácticamente el mismo destino. La conversión haarrojado beneficios obvios —como por ejemplo un suministro es-table de alimentos y producción industrial— que han convertidoa Estados Unidos y a algunas naciones europeas en verdaderospoderes económicos. Pero también ha creado costos —erosión dela capa superficial del suelo, contaminación de pozos y vías flu-viales, reducción de rendimientos de pesca y pérdida de áreas sil-vestres y paisajes— que amenazan con desgastar la riqueza y lacalidad de vida de que disfrutan estas naciones.

No hay que mirar muy lejos para ver cuán elevados pueden serlos costos que deja la degradación de los ecosistemas. Las ricas

4R E C U R S O S M U N D I A L E S

E n t o d o s l o s c a s o s e l

d e s a r r o l l o y l a

s e g u r i d a d h u m a n a s

e s t á n e s t r e c h a m e n t e

r e l a c i o n a d a s c o n l a

p r o d u c t i v i d a d d e l o s

e c o s i s t e m a s . N u e s t r o

f u t u r o d e p e n d e

t o t a l m e n t e d e s u

c o n t i n u a v i a b i l i d a d .

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aguas del mar Negro producían más de 700.000 toneladas de an-choa, esturión, bonito y otros peces de alto valor. Pero durante losúltimos 30 años, las presiones humanas han alterado su ecologíade manera radical. Desde la década de los años setenta, su con-taminación progresiva ha traído consigo frecuentes proliferacionesde algas. El aumento acelerado de la pesca en la década de losaños ochenta agotó poblaciones de peces claves. El golpe final seprodujo en 1982 con la introducción accidental de una criaturaparecida a la aguamala o medusa que muy pronto dominó lacadena alimentaria acuática, compitiendo directamente por co-mida con las especies nativas de peces. Para 1992, la captura depeces en el mar Negro había caído a una tercera parte de su vo-lumen original (Prodanov et al. 1997:1-2). Actualmente, la ma-yoría de los pescadores de los seis países que rodean ese marvuelven con sus redes casi vacías, y la que alguna vez fuera unaindustria pesquera prominente está perdiendo enormes cantidadesde empleos y ganancias (Travis 1993:262-263).

En 1998, la degradación de ecosistemas le mostró otra cara alos chinos que viven a lo largo del río Yangtsé. En años anterio-res, los madereros habían talado indiscriminadamente los bos-ques de la vasta cuenca hidrográfica del río, al tiempo que agri-cultores y urbanizadores desecaban los lagos y humedales queocupaban su llanura aluvial. Mientras tanto, la poca atención quese prestó a la conservación del suelo condujo a que anualmentelas aguas arrastraran 2.400 millones de toneladas métricas detierra río abajo, lo que ocasionó la colmatación de lagos y redu-jo aún más las zonas que anteriormente amortiguaban las inun-daciones (Koskela et al. 1999:342). Cuando en el verano de1998 las lluvias en la cuenca del Yangtsé superaron todos los re-gistros precedentes, estas prácticas degradantes contribuyeron aque la inundación fuera aún mayor, dejando un saldo de 3.600personas muertas, 14 millones sin techo y US$36.000 millonesen pérdidas económicas (NOAA 1998; World Bank 1999a). Enla actualidad, el gobierno de China está tratando de restaurar lossistemas naturales de control de inundaciones que presta el eco-sistema, aunque es muy posible que esto lleve décadas. Asimis-mo, se espera que la labor de reforestar las laderas desnudas yrecuperar humedales, lagos y llanuras aluviales consuma miles demillones de dólares.

¿Son v iab l es l o s ecos i s temas?

Considerando los costos que entraña la degradación delos ecosistemas y nuestra dependencia de su producti-vidad, es muy poco lo que sabemos sobre su estado ge-neral y su capacidad de seguir proveyendo para el fu-

turo. Lo que necesitamos saber es cuán viables son losecosistemas hoy en día y cómo los podemos gestionar de la mejormanera posible para que conserven su salud y su productividaden vista de una demanda humana cada vez mayor.

Esta edición especial de nuestro informe sobre el estado de losrecursos mundiales, Recursos Mundiales, trata de responder a es-tas preguntas centrándose en los ecosistemas como los cimientosbiológicos de la economía global y el bienestar humano. Aquí se

consideran los ecosistemas predominantemente naturales comobosques y praderas, y también aquéllos construidos por el hom-bre como son las tierras de cultivo, huertos y otros agroecosiste-mas. Estos dos tipos de ecosistemas tienen la capacidad de pro-ducir un abanico de beneficios y ambos son cruciales para lasupervivencia humana.

En este capítulo se examina la manera en que la gente sevale de los ecosistemas e identifica los factores que determinan laforma en que se los utiliza y con frecuencia degrada. En el Ca-pítulo 2 se evalúa el estado actual de los ecosistemas del mundo,presentando los resultados de un nuevo análisis sobre sus condi-ciones y las presiones a las que se enfrentan emprendido por elInstituto de Recursos Mundiales (WRI), el Instituto Internacionalde Investigaciones sobre Política Alimentaria (IFPRI) y muchosotros colaboradores. En el Capítulo 3, a través del estudio de ca-sos se ilustran las contraprestaciones que en materia de bienes yservicios se presentan en la gestión de los ecosistemas, así comola manera en que varias comunidades respondieron a medidaque su base natural se deterioraba. En el Capítulo 4 se ponderael desafío aún mayor que implica manejar los ecosistemas en elsiglo XXI de manera que se conserven productivos y vitales, in-cluso frente a un aumento de la población y el consumo.

Todos estos capítulos se centran en los bienes y servicios quegeneran los ecosistemas como medida fundamental de su salud.Este enfoque de «bienes y servicios» hace hincapié en nuestra de-pendencia diaria de los ecosistemas.

¿Se p i erde e l nexo?

Apesar de su importancia, es fácil perder la noción delvínculo que tenemos con los ecosistemas. Para los mi-llones y millones de seres humanos que dependen di-rectamente de los bosques y las pesquerías para su su-

pervivencia, la importancia vital de los ecosistemas es un hechode la vida cotidiana. Pero para los millones y millones que vivi-mos en las ciudades y los suburbios y ya hemos hecho la transi-ción de cultivar la tierra a trabajar en el teclado de un ordenador,el nexo con los ecosistemas es menos directo. Compramos nues-tros alimentos y vestuario en almacenes y dependemos de latecnología para el suministro de agua y energía. Confiamos enque encontraremos productos alimenticios en el mercado, enque dispondremos de transporte y vivienda y en que todo ello po-drá adquirirse a un costo razonable. Y por lo general sólo nospercatamos de nuestro vínculo con los sistemas naturales cuandoescuchamos algo acerca del colapso de una pesquería, o cuandose seca un embalse, o cuando la contaminación nos hace sentirmal, es decir, cuando el flujo normal de bienes y servicios quedainterrumpido. Ahí es cuando finalmente tomamos concienciadel valor real de esos recursos y de los costos biológicos y econó-micos de su manejo equivocado.

Desafortunadamente, la gestión precaria de los sistemas na-turales es muy común. En todo el mundo, el uso y abuso de al-gunos de ellos, incluyendo bosques tropicales, arrecifes coralinos

5C a p í t u l o 1 : E l v í n c u l o e n t r e l a g e n t e y l o s e c o s i s t e m a s

(continúa en la pág. 10)

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6R E C U R S O S M U N D I A L E S

Cuadro 1.1 H i s t o r i a l d e u s o y a b u s o

Muchos de los desafíos a los que nos enfrentamos hoy —deforestación, erosión del suelo, desertificación, sa-linización y pérdida de biodiversidad— eran problemas

incluso en tiempos remotos. La diferencia es hoy de escala, ve-locidad y naturaleza a largo plazo de los desafíos de la civiliza-ción moderna a los ecosistemas de la Tierra. Antes de la revo-lución industrial, la degradación ambiental era mucho másgradual —produciéndose a lo largo de cientos o miles de

años— y relativamente localizada. Sin embargo, las accionesacumulativas de las sociedades de crecimiento e industrializa-ción rápidos han dado paso a problemas más complejos. Laslluvias ácidas, las emisiones de gases de efecto invernadero, ladestrucción del ozono, los residuos tóxicos y los accidentes in-dustriales a gran escala son ejemplos de esos problemas conconsecuencias globales o regionales.

7000 AC-1800 AC

Mesopotamia/Sumeria

Salinización y anegaciónde los agroecosistemassumerios

Alrededor del año 7000 antes de Cristo, la gente de la región que en la actualidad ocupa Iraqcomenzó a modificar su medio ambiente natural. La pluviosidad insuficiente hizo necesarioirrigar la tierra para cultivarla, y la demanda de alimentos fue incrementándose a medida quecrecía la población. La tierra irrigada comenzó a salinizarse y a inundarse. Existen registrosque datan del año 2000 antes de Cristo donde se hace notar que «la tierra se volvió blanca desal». Hacia el año 1900 antes de la era cristiana, el sistema agrícola —base de la civilizaciónsumeria— se colapsó.

Líbano

Uso y explotaciónexcesivos de los bosquesde cedro

En un momento de la historia, el monte Líbano estuvo recubierto de bosques de cedro fa-mosos por su belleza y dureza. El templo del Rey Salomón fue construido con cedro prove-niente de esa área, como también lo fueron muchos navíos fenicios. En el tercer milenio an-tes de la era cristiana, la ciudad de Biblos se enriqueció con el comercio maderero. Losegipcios usaban la madera del cedro como material de construcción y su resina para la mo-mificación. La explotación continuó por varios siglos. Hoy sólo quedan cuatro bosquecillosde cedro en el país.

2600 AC-presente

2500 AC-900

800 AC-200 AC

200 AC-presente

50 AC-450

Imperio maya

Erosión del suelo, pérdidade viabilidad de losagroecosistemas ycolmatación de las cuencashidrológicas en AméricaCentral

Los mayas habitaron partes del área que hoy ocupan México, Guatemala, Belice y Honduras.Sus técnicas agrícolas fueron creativas e intensivas: desmonte de laderas selváticas, cons-trucción de terrazas para contener la erosión del suelo, desecado de pantanos mediante laapertura de zanjas y utilización de la tierra cavada para formar campos de tierra elevados.Eventualmente, sin embargo, las demandas impuestas a estos sistemas fueron demasiadas.La erosión del suelo disminuyó el rendimiento de las cosechas y los altos niveles de sedi-mentos en los ríos dañaron los campos elevados. Se especula que la disminución en la pro-ducción de alimentos y la competencia por los recursos remanentes pudo haber conducidoa la desaparición de esta civilización.

Grecia

Conversión y pérdida debiodiversidad en elMediterráneo

En tiempos homéricos, Grecia se hallaba fundamentalmente cubierta de una mezcla de pi-nos y bosques de especies caducifolias. A lo largo del tiempo se fueron desmontando losbosques para abrir tierra para la agricultura, y los árboles se utilizaron como leña para co-cinar los alimentos y para calefacción, y también como material de construcción. El sobre-pastoreo impidió el rebrote. Estos bosques mixtos fueron reemplazados por olivares, favo-recidos por su valor económico y por ser una variedad que crece bien en tierrasdeforestadas.

China

Desertificación a lo largodel Camino de la Seda

La fortificación de la Gran Muralla durante la dinastía Han dio lugar al intenso cultivo de lastierras agrícolas en el norte y occidente de China, así como al surgimiento de una ruta co-mercial y de viaje de gran importancia que se llegó a conocer como el Camino de la Seda.Como resultado de las demandas cada vez mayores de una población en aumento, y decambios graduales de clima, los desiertos comenzaron a expandirse de forma irreversible enesa área.

Imperio romano

Desertificación y pérdidade la viabilidad de losagroecosistemas en Áfricadel Norte

El desafío de producir alimentos para la población de Roma y sus enormes ejércitos activosabrumó al imperio. Las provincias de África del Norte, que alguna vez fueron graneros ex-tremadamente productivos, se degradaron paulatinamente a medida que la demanda degrano hizo que la producción se desplazara hacia tierras marginales susceptibles a la ero-sión. La maleza se propagó y algunas áreas intensamente cultivadas se desertificaron. Lossistemas de riego utilizados por los romanos dependían de vertientes que desde entonceshan sido deforestadas y ahora admiten menor escorrentía, lo que reduce así las posibilida-des de restaurar la productividad.

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7C a p í t u l o 1 : E l v í n c u l o e n t r e l a g e n t e y l o s e c o s i s t e m a s

1400-1600 Islas Canarias

Explotación de recursoshumanos y naturales,degradación y extincionesen muchas regiones

Originarios del Norte de África, los guanches habitaron las islas Canarias durante más de1000 años antes de que los españoles hicieran su arribo en 1400. Una vez llegados esclavizarona los nativos, desmontaron el bosque y establecieron plantaciones de caña de azúcar. Para elaño 1600 todos los guanches habían muerto, bien víctimas de enfermedades eurasiáticas y/oa causa de las condiciones de trabajo en las plantaciones. Al igual que en las islas Canarias,aquellas regiones de las Américas, África y Asia donde se forzó a los habitantes a dedicarsea cultivos de exportación como la caña, el tabaco, el algodón, el caucho, el banano y el aceitede palma continúan sufriendo las consecuencias de la deforestación, el daño del suelo, la pér-dida de biodiversidad y la dependencia económica creada durante la colonización.

Australia y Nueva Zelanda

Pérdida de biodiversidad yproliferación de especiesinvasoras en losecosistemas insulares

En Australia y Nueva Zelanda no había animales ungulados antes de que los europeos lle-garan a finales del siglo XVIII y comenzaran a importarlos. En los 100 años siguientes elárea se llenó de millones de ovinos y vacunos. El enorme incremento en el número de ca-bezas de ganado acabó con muchos de los pastos nativos que no estaban bien adaptados aun régimen intenso de pastoreo. En general, la biodiversidad insular en todo el mundo sufrióalgunas de las pérdidas más dramáticas a causa de la introducción de plantas y animales nonativos. La fauna y la flora de las islas, que se habían desarrollado en forma aislada duran-te miles de años, carecían de depredadores naturales. Por ejemplo, muchas especies deaves no voladoras se convirtieron en presa fácil para los invasores. Se estima que el 90% detodas las extinciones de aves ha ocurrido en regiones insulares.

1800

1800

1800-1900

1900

1928-presente

Todo el mundo

Los productos químicosindustriales destruyen lacapa de ozono protectora

Los clorofluorocarbonos (CFC) constituyen una familia de compuestos volátiles inventadosen 1928. Tratándose de los primeros refrigerantes no inflamables y no tóxicos, como se cre-yó originalmente, su uso se propagó rápidamente. También se emplean como disolventesindustriales, agentes espumantes y como propulsores de aerosoles. La producción de CFCllegó a su tope en 1974, el primer año en que los investigadores notaron que sus emisionespodían causar daños a la salud humana y a la capa de ozono. En 1985, el descubrimiento deun «agujero» en la capa de ozono sobre la Antártida coincidió con el primer esfuerzo inter-nacional coordinado para eliminar paulatinamente la producción de CFC y otras sustanciasque destruyen la capa de ozono. Se espera que para el año 2010 ya se haya eliminado com-pletamente la producción de CFC.

Estados Unidos y Canadá

Erosión del suelo y pérdidade biodiversidad

Las Grandes Planicies de Estados Unidos y Canadá fueron aradas a finales del siglo XIX y aprincipios del XX para dar paso a plantaciones de una variedad de trigo resistente a la se-quía. Una vez se destruyó la cubierta de pasto original, la sequía de los años treinta permitióque las persistentes tormentas de viento se llevaran mucho del suelo seco. Posteriormentese introdujeron métodos de conservación de suelo, de manera que cuando el área se vionuevamente afectada por la erosión eólica en los años cincuenta y setenta, las consecuen-cias fueron menos graves.

Alemania y Japón

Envenenamiento químicoindustrial de las fuentes deagua

La revolución industrial tuvo un efecto profundo en las aguas de todo el mundo. Aquellosríos que cruzaban zonas industriales, como el Rin en Alemania, o áreas mineras como el ríoWatarase en Japón, se encontraban extremadamente contaminados en el siglo XIX. La in-dustria química alemana envenenó el río Rin hasta el punto de que el salmón, una especieabundante hasta 1765, ya era rara en 1914. En el siglo XIX, la mina más importante de cobredel Japón vertió sus desechos en el río Watarase, y el ácido sulfúrico de sus fundicionescontaminó el agua matando miles de hectáreas de árboles y otra vegetación boscosa. Pecesy resto de fauna perecieron, y los residentes del área enfermaron. En Ashio, un poblado cer-cano al río, la tasa de natalidad humana descendió a niveles inferiores a la de mortalidad enel decenio de los noventa de esa centuria.

América del Norte

Conversión, pérdida dehábitat y matanzageneralizada de especies defauna silvestre

A medida que se desmontaron los bosques en el mundo para dar paso a los asentamientoshumanos y a la agricultura se redujeron los hábitats animales de casi todas las clases; la ex-pansión del comercio condujo a que se mataran animales para extraer carne y pieles o pordiversión. Hacia finales del siglo XIX en América del Norte se habían cazado manadas ente-ras de búfalos que se calcula totalizaban 50 millones de animales, hasta el punto de oca-sionar una extinción casi total. Las especies acuáticas, tanto como las terrestres, comen-zaron a ser blanco de explotación e iniciaron su camino hacia la extinción. En el siglo XIX semataban grandes cantidades de ballenas para sostener a las economías en vías de indus-trialización que necesitaban enormes volúmenes de aceite de esos mamíferos, fundamen-talmente como combustible para el alumbrado y como lubricante. En la costa noroeste deAmérica del Norte las poblaciones de ballenas estaban a punto de extinguirse en el siglo XX.

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8R E C U R S O S M U N D I A L E S

Cuadro 1.2 E l n e x o e n t r e l o s e c o s i s t e m a s y l a g e n t e

Una mujer profesional en Tokio lee unperiódico impreso en pulpa de papel

extraída de árboles de América del Norte.Sus alimentos y vestuario salen de plantasy animales de todo el mundo: algodón y ca-chemira de Asia, pescado de los océanosPacífico e Índico, carne de res provenientede los pastizales de Australia y América delNorte, frutas y vegetales de las fincas agrí-colas de cuatro continentes. El café quetoma viene de plantaciones del trópico cen-troamericano, pero lo prepara con el aguaque sale de los pozos ubicados cerca de suciudad.

Los ecos i s t emas nos

sos t i enen . Son lo s

pr inc ipa le s

produc tores de l a

T ie r ra ; f ábr i cas que

func ionan a base de

energ ía so lar y

producen la mayor

par t e de l o que

neces i tamos :

a l imen tos , f ib ra ,

agua . Los

ecos i s t emas t ambién

proporc ionan

serv i c io s e senc ia l e s :

pur i f i cac ión de l a i r e

y e l agua , con t ro l de l

c l ima , c i c lo de

nu t r i en te s y

producc ión de sue lo .

Es tos s e rv i c io s no s e

pueden reemplazar a

un prec io razonab le .

En Borneo, los niños dezonas rurales llegan a la

escuela por el río, en boteslargos hechos a mano conárboles del lugar. En losarrozales cercanos la familiacultiva este grano –principalproducto de su dieta y fuen-te del vino que destilan– ypimienta, un cultivo comer-cial.

Los techos de las viviendas de los indígenas shuar de la Amazonia ecua-toriana están hechos de paja extraída de palmas, cuyos tallos son utili-

zados por esta comunidad para tejer canastos y otros recipientes. Cultivanmandioca, papaya, boniato y otros productos originados en la selva húmedapara venta o consumo propio. Del bosque también extraen leña y medica-mentos, así como pescado y carne de caza.

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9C a p í t u l o 1 : E l v í n c u l o e n t r e l a g e n t e y l o s e c o s i s t e m a s

E c o s i s t e m a s B i e n e s S e r v i c i o s

■ Cultivos alimentarios■ Cultivos para fibra■ Recursos genéticos para

cultivos

■ Mantienen algunas funciones de la cuenca (filtración, control deflujo, protección parcial de suelos)

■ Proporcionan hábitat para aves, polinizadores y organismos delsuelo importantes para la agricultura

■ Desarrollan la materia orgánica del suelo■ Fijan carbono■ Proporcionan empleo

Agroecosistemas

Principales bienes y servicios suministrados por los ecosistemas

■ Pescado y mariscos■ Harina de pescado (alimento

para animales)■ Algas (como alimento o

para usos industriales)■ Sal■ Recursos genéticos

■ Moderan los impactos de las tormentas (manglares; islas barre-ra)

■ Proporcionan hábitats para la fauna silvestre (marina y terrestre)■ Mantienen la biodiversidad■ Diluyen y tratan desperdicios■ Proporcionan puertos y rutas de transporte■ Proporcionan hábitat para los humanos■ Proporcionan empleo■ Aportan disfrute estético y oportunidades de entretenimiento

Costeros/marinos

■ Madera■ Leña■ Agua de beber y de riego■ Forraje■ Productos no maderables

(lianas, bambúes, hojas,etc.)

■ Alimentos (miel, hongos,frutas y otras plantas co-mestibles, carne de caza)

■ Recursos genéticos

■ Eliminan contaminantes atmosféricos; emiten oxígeno■ Ciclo de nutrientes■ Mantienen una serie de funciones de la cuenca (filtración, purifi-

cación, control de flujo, estabilización del suelo)■ Mantienen la biodiversidad■ Fijan el carbono de la atmósfera■ Moderan las rigurosidades e impactos climáticos■ Generan suelo■ Proporcionan empleo■ Suministran hábitats para los humanos y para la fauna silvestre■ Aportan disfrute estético y oportunidades de entretenimiento

Bosques

■ Agua de beber y de riego■ Pescado■ Energía eléctrica■ Recursos genéticos

■ Amortiguan el flujo del agua (controlan tiempo de entrada y volu-men)

■ Diluyen y transportan desperdicios■ Ciclo de nutrientes■ Mantienen la biodiversidad■ Proporcionan hábitats acuáticos■ Proporcionan una vía de transporte■ Proporcionan empleo■ Aportan belleza estética y oportunidades de entretenimiento

Agua dulce

■ Ganado (alimentos, carne decaza, pieles y fibra)

■ Agua de beber y de riego■ Recursos genéticos

■ Mantienen una serie de funciones de la cuenca (filtración, purifi-cación, control de flujo y estabilización del suelo)

■ Ciclo de nutrientes■ Eliminan contaminantes atmosféricos; emiten oxígeno■ Mantienen la biodiversidad■ Generan suelo■ Fijan carbono de la atmósfera■ Suministran hábitats para los humanos y para la fauna silvestre■ Proporcionan empleo■ Aportan disfrute estético y oportunidades de entretenimiento

Pastizales/praderas

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y pastizales, han degradado o destruido hectárea tras hectárea dehábitats que alguna vez fueron productivos. Esto también hacausado daño a la fauna silvestre, como bien lo atestigua la can-tidad de especies amenazadas. E igualmente ha afectado en for-ma adversa los intereses humanos reduciendo el flujo de los mis-mos bienes y servicios de los que dependemos.

La disminución de la capacidad productiva de los ecosistemaspuede tener unos costos humanos devastadores. Por lo general,los pobres son los primeros y más directamente afectados poresta degradación, en la medida en que dependen de aquéllospara su subsistencia y la obtención de ingresos monetarios. Almismo tiempo, los pobres son los que menos control ejercen so-bre los usos que se les da a esos ecosistemas o sobre quién obtie-ne los beneficios que de ellos se deriven.

En muchas áreas, la disminución de la producción agrícola,del suministro de agua dulce, del rendimiento de la madera y dela pesca ha tenido ya un costo significativo para las economíaslocales:

■ En las provincias marítimas de Canadá, el colapso de la pes-quería de bacalao a principios de los años noventa dejó a30.000 pescadores a merced de la beneficencia del Estado ydecimó las economías de 700 comunidades solamente en Te-rranova (Milich 1999:628).

■ Se estima que la escasez de agua en las ciudades de China —significativamente agravada por la extracción excesiva y lacontaminación de los ríos y acuíferos cercanos— les cuesta a

esas economías cerca de US$11.200 millones anuales en pér-dida de producción industrial y afecta a cerca de la mitad delas ciudades más importantes del país (WRI et al. 1998:120).

■ La tala comercial de los bosques de India y su conversión a laagricultura han destruido el sistema tradicional de manejo co-munitario. A su vez, esta situación ha desembocado en escasezde leña y materiales de construcción para muchos de los 275millones de habitantes rurales que dependen de los recursosforestales locales (Gadgit y Guha 1992:113-145, 181-214;WCFSD 1999:59).

Si se mantiene este patrón de degradación, la pérdida de eco-sistemas saludables actuará como freno, no solamente de laseconomías locales, sino también del desarrollo nacional y mun-dial.

Hac ia una perspect i va humana

Todos los organismos tienen un valor intrínseco: las pra-deras, los bosques, los ríos y otros ecosistemas no sóloexisten para servir a los humanos. Aun así, RecursosMundiales deliberadamente examina los ecosistemas y

su manejo desde una perspectiva humana porque es esa utiliza-ción la que da origen a la presión que éstos experimentan, supe-rando de lejos la de procesos naturales que inducen cambios enellos. En el mundo moderno, casi todos los usos humanos de los

U n e c o s i s t e m a e s u n a

c o m u n i d a d d e

o r g a n i s m o s

i n t e r a c t u a n t e s y e l

m e d i o a m b i e n t e f í s i c o

e n q u e v i v e n . C a d a

h e c t á r e a d e l p l a n e t a

f o r m a p a r t e d e u n

e c o s i s t e m a .

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productos y servicios de los ecosistemas se traducen en un im-pacto sobre éstos. Así pues, cada uso se convierte, o bien en unaoportunidad para un manejo inteligente o en una ocasión paradegradarlo.

Sin embargo, el uso responsable de los ecosistemas se en-frenta a obstáculos fundamentales. Muy raramente reconoce-mos a los ecosistemas como unidades cohesivas pues es comúnque traspasen las fronteras políticas o de gestión. Los vemospor partes o nos concentramos en uno de sus productos específi-cos. No nos percatamos de su complejidad y/o de la interde-pendencia de sus organismos, es decir, de aquellas cualidadesque los hacen productivos y estables.

Así pues, el desafío para el siglo XXI consiste precisamente enentender las vulnerabilidades y la resilencia de los ecosistemas,de manera que podamos encontrar formas de conciliar las de-mandas del desarrollo humano con la capacidad de tolerancia dela naturaleza. Esto exige que aprendamos a mirar nuestras acti-vidades a través de la lente viva de los ecosistemas; lo cual sig-nifica adoptar un enfoque centrado en ellos para el manejo delmedio ambiente, es decir, un enfoque que respete sus límitesnaturales y tenga en cuenta su interconectividad y capacidad derespuesta.

Fuentes de r i queza y b i enestar

Los ecosistemas no son únicamente ensamblajes de es-pecies; se trata más bien de sistemas combinados demateria orgánica e inorgánica y fuerzas naturales queinteractúan y se transforman. La energía que mantiene

el sistema en funcionamiento proviene del sol: la energía solar esabsorbida y convertida en alimento por plantas y otros organis-mos que realizan la fotosíntesis y que se encuentran en la basemisma de la cadena alimentaria. El agua es el elemento crucialque fluye a través del sistema. La cantidad de agua disponible,junto con los niveles extremos de temperatura y la luz solar queun determinado sitio recibe, determinan en lo fundamental eltipo de plantas, insectos y animales que habitan en ese lugar y lamanera en que se organiza el ecosistema.

Los ecosistemas son dinámicos y se regeneran constantemen-te, reaccionando ante las perturbaciones naturales y la compe-tencia entre las especies. Lo que determina el paquete particularde bienes y servicios que cada ecosistema ofrece es la interaccióncompleja que tiene lugar localmente entre el medio ambientefísico y la comunidad biológica que los habita; tal interacción estambién la que hace a cada ecosistema único y vulnerable.

La escala también es importante. Un pequeño pantano, unaduna solitaria o una mancha de bosque pueden ser vistos comoun ecosistema único en cuanto a la mezcla de especies y micro-climas que alberga: un microambiente. En una escala más am-plia, un ecosistema se refiere a comunidades más extensas –unbosque de 100 ó 1.000 km2, o un importante sistema fluvial,cada uno de los cuales exhibe muchos microambientes.

Esta edición de Recursos Mundiales examina los ecosistemasen una escala aún mayor, considerando cinco tipos o categorías

principales: praderas, bosques, agroecosistemas, sistemas deagua dulce y ecosistemas costeros. En su conjunto, éstos cubrenla mayor parte de la superficie de la Tierra y producen casi todoslos bienes y servicios que la gente obtiene de la naturaleza. Al di-vidirlos de esta manera es posible examinarlos en una escalamundial y analizar en términos más amplios los desafíos que im-plica manejarlos en forma sostenible.

Sin embargo, las divisiones entre los ecosistemas son menos im-portantes que los vínculos que existen entre ellos. Las praderas danorigen a las sabanas que llegan hasta los bosques. El agua dulce sevuelve salobre a medida que se va acercando a la costa. Los siste-mas están fuertemente entrelazados en un continuo global deenergía, nutrientes y organismos: la biosfera que habitamos.

Benef i c i os d i rectos e i nd i rectos

Los beneficios que los seres humanos obtienen de losecosistemas pueden ser directos o indirectos (Daily1997:1-10; ESA 1997a:1-13). Los beneficios directosse extraen principalmente de las plantas y animales de

un ecosistema en forma de alimentos y materias primas. Éstosson los «productos» más familiares de un ecosistema: cultivos,ganado, pescado, carne de caza, madera, leña y forraje. Los re-cursos genéticos provenientes de la biodiversidad de los ecosis-temas también proporcionan beneficios directos en la medida enque aportan los genes que pueden mejorar el rendimiento de uncultivo o hacerlo resistente a las enfermedades, o con los cuales esposible desarrollar medicinas y otros productos.

Los beneficios indirectos surgen de las interacciones y retroa-limentaciones entre los organismos que viven en un ecosistema.Muchos de ellos toman la forma de servicios como control de ero-sión, purificación y almacenamiento de agua por parte de plan-tas y microorganismos del suelo en una cuenca, o polinización ydispersión de semillas vía insectos, aves y mamíferos. Aunquemenos tangibles, hay otros beneficios que también poseen un altovalor: el disfrute de una puesta de sol, por ejemplo, o el signifi-cado espiritual de una montaña sagrada o un bosque (Kellert yWilson 1993). Cada año, millones de personas emprenden pere-grinaciones a lugares sagrados en plena naturaleza o van de va-caciones a regiones de paisajes hermosos, o simplemente se de-tienen en un parque o en sus propios jardines para reflexionar orelajarse. En su calidad de manifestaciones de la naturaleza, losecosistemas constituyen el telón psicológico y espiritual de nues-tra existencia.

Algunos beneficios son de orden mundial, como la biodiver-sidad o el almacenamiento del carbono atmosférico en plantas ysuelos. Otros son regionales: la protección de cuencas que pre-viene una mayor inundación aguas abajo, por ejemplo. Peromuchos de los beneficios de los ecosistemas son locales y con fre-cuencia son los más importantes, pues afectan muchos aspectosde la vida cotidiana de la gente. Hogares, fábricas y fincas por logeneral reciben su suministro de agua de fuentes locales. Los em-pleos asociados con la agricultura y el turismo constituyen tam-

11C a p í t u l o 1 : E l v í n c u l o e n t r e l a g e n t e y l o s e c o s i s t e m a s

(continúa en la pág. 16)

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12R E C U R S O S M U N D I A L E S

Cuadro 1.3 F i l t r a c i ó n y p u r i f i c a c i ó n d e l a g u a

En cada etapa de su trayecto entre la tierra y el cielo, el aguapuede recoger contaminantes y desperdicios a medidaque fluye desde los manantiales a los arroyos, a los ríos y

finalmente al mar; o cuando se remansa en pozos y lagos; ocuando regresa de la atmósfera en forma de lluvia; o cuandose reabsorbe en los suelos después de que ha sido usada entierras de cultivo; o como efluente de los sistemas de alcantari-llado. Afortunadamente los ecosistemas pueden limpiar el aguapara nuestro beneficio.

■ Los suelos están poblados por microorganismos que con-sumen y reciclan materia orgánica, excrementos de animalesy humanos, y otras toxinas y patógenos potenciales. En lasprofundidades de un acuífero, las capas rocosas puedencontinuar el proceso de limpieza a medida que el agua secuela entre ellas.

■ Las plantas y los árboles hacen que el suelo permanezca ensu sitio mientras el agua se filtra a través de él. La vegetacióninteractúa con hongos y microorganismos del suelo paracrear muchas de sus capacidades de filtración.

■ Las masas de agua dulce diluyen contaminantes en lugaresdonde se vierten o se drenan grandes cantidades de aguasresiduales de origen municipal, agrícola o industrial.

■ Los humedales interceptan escorrentías superficiales, atra-pan sedimentos de aguas desbordadas, retienen metales yse destacan por su capacidad de eliminar nitrógeno y mine-rales del agua. Una hectárea de ciénaga puede consumir eltriple de los nutrientes que una pradera o un bosque (Trustfor Public Land 1997:16).

En muchos lugares, sin embargo, estamos agotando la ca-pacidad de la naturaleza para filtrar y purificar el agua. En aque-llos sitios donde se está privando al suelo de su vegetación o secultiva en exceso, las aguas de lluvia fluyen río abajo sobre sue-los compactados y endurecidos sin que se las filtre. Ya hemosdrenado y convertido la mitad de los humedales del mundo (Re-venga et al. [PAGE] 2000), al tiempo que agregamos tales canti-dades de contaminantes a las cuencas que se sobrepasan suscapacidades naturales de dilución y purificación.

Se puede reemplazar hasta cierto punto el servicio de lim-pieza natural de los ecosistemas con plantas de tratamiento deaguas residuales, procesos de purificación con cloro y otrosdesinfectantes, y por medio de lagunajes artificiales. Pero por logeneral estas opciones son costosas y no proporcionan mu-chos otros beneficios que sí suministran los bosques y hume-dales naturales, los que a su vez constituyen hábitats para faunasilvestre, espacios abiertos y mecanismos de protección deinundaciones.

A continuación se presentan algunos indicadores locales ymundiales de nuestra dependencia de los servicios de filtra-ción y purificación que suministran los ecosistemas. Los cos-tos humanos y económicos que conlleva reemplazarlos pue-den ser elevados.

■ Porcentaje de la población en el mundo que carecede acceso a agua potable limpia: 28% o cerca de 1.700millones de personas (UNICEF 2000).

■ Número de personas que mueren cada año por beberagua contaminada, por saneamiento precario y faltade higiene doméstica: 5 millones. Adicionalmente, las en-fermedades transmitidas por el agua como la diarrea, la asca-riasis, dracunculiasis, anquilostoma y tracoma aquejan anual-mente a casi la mitad de la población del mundo en vías dedesarrollo (WHO 1996).

■ Porcentaje de lodos cloacales urbanos sin tratamien-to que se vierte en ríos, lagos y aguas costeras en lospaíses en vías de desarrollo: 90% (WRI et al. 1996:21).

■ Suma que se gastó en agua embotellada en el mundoen 1997: US$42.000 millones (Beverage Industry 1999).

■ Cantidad que los consumidores estadounidensesgastaron en sistemas domésticos de purificación deagua en 1996: $US1.400 millones (Trust for Public Land1997:24).

■ Costos incurridos por los hogares de Yakarta que de-ben comprar keroseno para hervir el agua provenien-te del acueducto de la ciudad antes de usarla: el equi-valente a US$52 millones al año (precios de 1987) (Bhatia yFalkenmark 1993:9).

■ Cantidad que costaría reemplazar el agua que se per-dería si fueran deforestados 13 de los parques de Ve-nezuela que protegen el abastecimiento urbano deagua: entre US$103 y US$206 millones (valor neto actual)(Reid forthcoming:6).

■ Costo típico de desalinizar el agua de mar: entre US$1y US$1,50 por metro cúbico (UNEP 1999:166).

■ Cantidad de espacio abierto y área crítica de reposi-ción que es necesario repavimentar cada día en Esta-dos Unidos: 11,7 km2 (TPL 1997:3).

■ Valor anual estimado del servicio de mejora de la ca-lidad del agua que proporcionan los humedales a lolargo de una franja de 5,5 km del río Alchovy en Geor-gia, EE. UU.: US$3millones (Lerner y Poole 1999:41).

■ Costo de construir humedales para que ayuden a pro-cesar y reciclar los lodos cloacales producidos por15.000 residentes de Arcata, California: US$514.600 porun sistema de 40 ha (Marinelli 1990). La otra alternativa eraconstruir una planta de tratamiento más grande a un costo deUS$25 millones (Neander s.f.).

Los costos de l agua l imp ia

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13C a p í t u l o 1 : E l v í n c u l o e n t r e l a g e n t e y l o s e c o s i s t e m a s

Cuadro 1.4 P o l i n i z a c i ó n

Para mucha gente, las abejas representan fundamental-mente prodigiosas fábricas de miel; entre tanto los mur-ciélagos se asocian con vampiros y oscuridad. Muy po-

cas veces reconocemos que existen miles de especies deplantas que no podrían reproducirse sin su ayuda. Aunque elviento poliniza algunas plantas, el 90% de todas las que tienenflores —incluyendo la gran mayoría de las plantas alimenticiasdel mundo—no existiría si no hubiera animales e insectos quetransportaran el polen de una planta a otra. Las abejas polinizanel 70% de los 100 cultivos más importantes del mundo (Nabhan yBuchmann 1997:136, 138). Los polinizadores no sólo ayudan aproducir alimentos sino también otros bienes agrícolas que me-joran nuestras vidas como son los colorantes, la leña, las ma-deras tropicales, y fibras textiles como el algodón y el lino. Lasdietas de muchas aves y mamíferos también están basadas ensemillas y frutos producidos a través de la polinización.

No es asombroso entonces que los agrónomos se alarmenante la disminución notable de polinizadores en el mundo. Haydatos de pérdidas de polinizadores en cada continente salvoen la Antártida. Algunos están en vías de extinción; plaguicidas,

ácaros, especies invasoras, así como la pérdida y/o fragmenta-ción del hábitat son los principales responsables. Entre las con-secuencias de la progresiva disminución de polinizadores po-drían estar las pérdidas multimillonarias por concepto dedisminución de cosechas, extinciones masivas de plantas y ani-males, y un suministro alimentario menos estable.

Son pocos los estudios que han calculado la contribucióneconómica que hacen todos los polinizadores a la agriculturamundial y a la biodiversidad. Sin embargo,

■ La FAO recientemente estimó que en 1995 la contribuciónde la polinización a la producción mundial de apenas 30 delos principales vegetales, frutas y cultivos arbóreos (sin in-cluir pastizales o alimentos para animales) ascendía a cercade US$54.000 millones (dólares internacionales) por año(Kenmore y Krell 1998).

■ Los cálculos sobre polinización para los sistemas de cultivode Estados Unidos únicamente oscilan entre US$20.000 yUS$40.000 millones (Kearns et al. 1998:84).

Dependencia de cultivos seleccionados de la poliniza-ción por abejas productoras de miel, EE. UU.

Porcentaje de cultivos Cantidad producida que se perderían sin la

en 1998 polinización por abejasCultivos (toneladas métricas) productoras de miel*

* Los cálculos sobre pérdidas de cultivos se calculan bajo el supuesto deque Estados Unidos eliminará el manejo de abejas productoras de miel sinreemplazar su servicio de polinización por uno alternativo.Fuentes: FAO 2000; Southwick y Southwick 1992.

Polinizadores de plantas con flores del mundo(Angiospermas)

Número estimado Porcentaje total de especies de plantas de especies

Polinizadores polinizadas de plantas polinizadas*

* El porcentaje total no suma 100%, lo cual refleja la polinización por parte demás de un polinizador.Fuentes: Buchmann y Nabhan 1996:274.

Frutos de tierras templadas

Almendras 393.000 90

Manzanas 5.165.000 80

Cerezas 190.000 60

Naranjas 12.401.000 30

Peras 866.500 50

Fresas 765.900 30

Vegetales y semillas

Espárragos 92.800 90

Repollo 2.108.200 90

Zanahorias 2.101.000 60

Semillas de algodón 7.897.000 30

Girasoles 2.392.000 80

Sandías 1.673.000 40

Viento 20.000 8,30

Agua 150 0,63

Abejas 40.000 16,60

Himenópteros 43.295 18,00

Mariposas/polillas 19.310 8,00

Moscas 14.126 5,90

Escarabajos 211.935 88,30

Carcoma 500 0,21

Pájaros 923 0,40

Murciélagos 165 0,07

Todos los mamíferos 298 0,10

Todos los vertebrados 1.221 0,51

351.923

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14R E C U R S O S M U N D I A L E S

Cuadro 1.5 D i v e r s i d a d b i o l ó g i c a

Considerando que el número estimado de especies en laTierra asciende a 13 millones (UNEP 1995:18), muy pocosnotan la extinción de una variedad particular de trigo, o

una raza de oveja o un insecto. Con todo, es precisamente estaabundancia de especies lo que ayuda a los ecosistemas a fun-cionar a todo vapor. Cada especie presta una contribución úni-ca y particular a la vida.

■ La diversidad de especies influye en la estabilidad de losecosistemas y soporta servicios ecológicos esenciales. Des-de la purificación del agua hasta el ciclo del carbono, existeuna variedad de plantas que son esenciales para lograr unamáxima eficiencia en estos procesos. La diversidad tambiénaumenta la resistencia y flexibilidad de los ecosistemas, unacualidad que les permite responder a las presiones y ofreceruna suerte de «seguro» contra el cambio climático, la sequíay otros fenómenos causantes de perturbaciones.

■ La diversidad genética de plantas, animales, insectos y mi-croorganismos determina la productividad de un agroeco-sistema, su resistencia a las plagas y otras enfermedades, yla seguridad alimentaria de la humanidad. A lo que se extraede la biblioteca genética se le atribuyen incrementos anua-les de productividad de un cultivo que ascienden a cer-ca de US$1.000 millones (WCMC 1992:433); aun así, latendencia en los agroecosistemas es hacia el re-emplazo de los policultivos por monocultivos yde las diversas variedades de semillas por varie-dades uniformes (Thrupp 1998:23-24). Porejemplo, en 1959 en Sri Lanka había más de2.000 variedades de arroz, mientrasque en la década de los años ochentasólo quedaban cinco variedades prin-cipales (WCMC 1992:427).

■ La diversidad genética es fundamentalpara la salud humana. El 42% de los 25 prin-cipales medicamentos vendidos en el mundoen 1997 para combatir dolencias que van desdecolesterol elevado hasta males de tipo bacteria-no proviene de fuentes naturales. Se estima queel valor total mundial de los productos farma-céuticos derivados de recursos genéticos osci-la entre US$75.000 y US$150.000 millones. Losmedicamentos botánicos como el ginseng y laequinácea conforman un mercado anual cuyovalor se calcula entre US$20.000 y US$40.000 mi-llones, lo cual incluye la comercialización decerca de 440.000 toneladas en material vegetal, lamayor parte de la cual se origina en el mundo endesarrollo. Esta cifra comercial no capta plena-mente el valor que tiene la diversidad de plantaspara el 75% de la población del mundo que depende de lamedicina tradicional para la atención primaria de salud (tenKate y Laird 1999:2, 34, 101, 334-335).

La amenaza a la biodiversidad va en aumento. Entre aves ymamíferos, se cree que las tasas de extinción son entre 100 y1.000 veces lo que serían si no existieran las perturbaciones

creadas por los humanos: sobreexplotación, invasiónde especies, contaminación, calenta-

miento del planeta y pérdida, fragmen-tación y conversión de hábitats (Reid yMiller 1989). Es posible que en ciertas

regiones el ritmo de extinción (par-ticularmente de poblaciones de algu-nas especies en los bosques tropi-

cales) sea entre tres y ocho vecessuperior que el de las extinciones deespecies a escala mundial (Hughes etal. 1997:691).Se piensa que estas extinciones loca-lizadas pueden ser tan significativascomo las de especies completas a es-cala mundial. En su mayoría, los bene-ficios y servicios que proporcionan lasespecies que trabajan juntas en unecosistema son de carácter regional ylocal. Si una especie clave de un áreadesaparece, es posible que se produz-ca una reorganización radical del eco-sistema. Por ejemplo los elefantes dis-persan semillas, crean pozos de aguay pisotean la vegetación con sus des-plazamientos y búsqueda de forraje.La extinción del elefante en un espacioconcreto de sabana puede hacer queel hábitat se torne menos diverso y

abierto y que los pozos se obstruyan, lo cual tendría repercu-siones dramáticas en otras especies de la región (Goudie2000:67).

Origen de los 150 medicamentos principales recetados en Estados Unidos de América

Número total Producto Semi-Origen de componentes natural sintético Sintético Porcentaje

Fuentes: Grifo y otros 1997:137.

Planta 34 9 25 — 18

Animal 27 6 21 — 23

Bacteria 6 5 1 — 4

Hongo 17 4 13 — 11

Sintético 64 — — 64 43

Marino 2 2 0 — 1

Totales 150 26 60 64 100

Plantas vasculares amenazadas a escalamundial

De las 250.000 a 270.000 especiesde plantas que se estima hay enel mundo, sólo se sabe o sesospecha de la extinción de 751.Pero una enorme cantidad —33.047 ó 12,5% del total— estámundialmente amenazada. Esposible que incluso estaestadística, de por sí gris, no seamás que una subestimación,pues una buena parte de lainformación sobre plantas estáincompleta, especialmente en lostrópicos.Fuente: WCMC/IUCN 1998.

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15C a p í t u l o 1 : E l v í n c u l o e n t r e l a g e n t e y l o s e c o s i s t e m a s

Cuadro 1.6 A l m a c e n a m i e n t o d e c a r b o n o

En la medida en que cumple su ciclo entre océanos, atmós-fera, vegetación y suelos, el carbono constituye la basede la vida. A través de la fotosíntesis, las plantas pueden

tomarlo en forma de dióxido de carbono (CO2) y convertirlo enazúcar para energía; los animales consumen las plantas y, cuan-do ambos mueren, el carbono retorna a la atmósfera con la des-composición por los organismos. Pero el aumento progresivode las emisiones de carbono a causa de la quema de combusti-bles fósiles y la deforestación está desequilibrando el ciclo glo-bal del carbono; cada año hay menos carbono en el suelo y en lavegetación y más en la atmósfera. Debido a que el CO2 de la at-mósfera captura el calor del sol, su incremento desestabiliza elclima mundial.

Se estima que hasta antes del siglo XVIII, el aumento del car-bono amosférico era inferior a 10 millones de toneladas métricasde carbono por año (Ciaias 1999). La revolución industrial yotros acontecimientos mundiales subsiguientes aumentaron engran medida las emisiones de combustibles fósiles, lo mismoque el desmonte de bosques y otros cambios en el uso del sue-lo que liberan carbono. Para 1998 había aproximadamente 176 gi-gatoneladas de carbono (GtC)* más en la atmósfera que lo quehabía en 1850, lo cual equivale a un aumento de cerca del 30%(IPCC 2000:4). Hoy en día, las actividades humanas emitenanualmente cerca de 7,9 GtC a la atmósfera (IPCC 2000:5).

La reducción de emisiones decarbono de origen antropogénicoes una de las vías para mitigar elcambio del clima. Las otras formasposibles dependen de que manten-gamos la capacidad de los ecosis-temas para absorber carbono. Através de la fotosíntesis, las plan-tas ofrecen el método más efectivoy eficiente de retener y almacenarel carbono atmosférico.

■ Los océanos constituyen elprincipal «sumidero» de carbo-no. Mediante procesos quími-cos y biológicos, incluyendo elcrecimiento y descomposicióndel fitoplancton, los océanos al-macenan cerca de 50 veces másque la cantidad que se encuen-tra en la atmósfera, fundamen-talmente en forma de carbonoinorgánico no disuelto (IPCC2000:30).

■ El suelo y su capa orgánica al-macenan cerca del 75% del totalde carbono terrestre (Brown1998:16). La mayoría del carbo-no que se ha liberado a la at-mósfera en los últimos dos si-glos se originó en la conversiónde praderas y bosques a usosagrícolas.

■ Los bosques constituyen el sis-tema terrestre más efectivocuando se trata de recapturarcarbono, pero no todos los bos-ques tienen el mismo potencialde fijación. Los árboles jóvenesde rápido crecimiento absorbencerca de un 30% más de carbo-no que la madera madura, peroun bosque más antiguo almace-na en general más carbono enel suelo y en la vegetación sub-terránea y superficial que unaplantación de árboles del mis-mo tamaño. La latitud, el clima,la mezcla de especies y otrosfactores biológicos y ecosisté-micos también afectan a los flu-jos de carbono en los bosques(Brown 1998:10).

* Una gigatonelada de carbono (GtC) equivale a mil millones de toneladas de carbono.

Presupuesto anual de carbono de la Tierra, 1989-1998

GigatoneladasTipo de emisiones o absorción (GtC) por año

Fuente: IPCC 2000:5. Los límites de error corresponden a un intervalode confianza estimado en 90%. Las emisiones de consumo y produc-ción se calculan con un nivel elevado de confianza. Las emisiones ne-tas por concepto de cambio de uso del suelo se han estimado a partirde datos y modelos observados. La absorción de los océanos se basaen modelos. El carbono agregado a la atmósfera cada año se midecon extrema precisión. La absorción de los ecosistemas terrestres esuna cantidad imputada (la diferencia entre las emisiones totales y la ab-sorción estimada de océanos y atmósfera).

Emisiones inducidas por los humanos en la atmósfera

Emisiones originadas en el consumo y la producción(quema de combustibles fósiles y fabricación de cemento) 6,3 ± 0,6

Emisiones netas por cambio de uso del suelo(incendios, deforestación, agricultura) 1,6 ± 0,8

Captura terrestre y oceánica de carbono de la atmósfera

Carbón que se agrega a la atmósfera cada año 3,3 ± 0,2

Absorción oceánica neta (fotosíntesis y captura menos liberación de los océanos) 2,3 ± 0,8

Absorción neta de los ecosistemas terrestres (fotosíntesis y almacenamiento terrestre menos descomposición y respiración) 2,3 ± 1,3

Almacenamientoglobal de carbono

Carbono almacenadoen el suelo versus

carbono almacenadoen la vegetación

Almacenamiento de carbono

en ecosistemasterrestres

Fuentes: IPCC 1996:63; Matt-hews et al. [PAGE] 2000. Lascifras sobre el carbono alma-cenado en el suelo versusaquél fijado en la vegetacióny en los ecosistemas terres-tres provienen del Internatio-nal Geosphere-BiosphereProgramme. Es así como laproporción estimada de car-bono en cada ecosistema va-ría un poco de los resultadosdel Análisis Piloto de los Eco-sistemas del Mundo (APEM)que se presentan en el Capí-tulo 2, porque las definicionesde los ecosistemas que utili-za el APEM tienen en cuentala superposición que ocurreen áreas de transición.

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bién beneficios locales. Los parques urbanos y periféricos, los si-tios para observar el paisaje, y el disfrute que proporciona el te-ner un bosquecillo e incluso especies de fauna silvestre en laparte de atrás de la casa son todos servicios locales que definennuestro sentido de pertenencia.

Dado que muchos de los bienes y servicios que proporcionanlos ecosistemas se aprovechan en el lugar, es evidente que son loshabitantes locales los que más sufren cuando se pierden estos be-neficios. Al mismo tiempo, son estas comunidades las que por logeneral tienen mayores incentivos para preservar los ecosistemasde los cuales dependen. De hecho, las comunidades de la locali-dad tienen un enorme potencial para gestionar los ecosistemas demanera sostenible, aunque también pueden causarles daño silos usan de forma descuidada. Estas comunidades por lo generalejercen un control pleno de los ecosistemas en que habitan; sinembargo, a medida que el mercado de bienes que generan losecosistemas se torna más global, las fuerzas económicas y políti-cas oficiales externas pueden acabar con las mejores intencionescomunitarias.

Gest i ón de l o s ecos i s temas :contraprestac i ones y cos tos

Usualmente la gente modifica o gestiona los ecosistemaspara mejorar la producción de uno o más bienes, trá-tese de cultivos, árboles o almacenamiento de agua. Elgrado de modificación varía ampliamente. Algunos se

encuentran muy afectados mientras que otros permanecen rela-tivamente inalterados, y el tipo de gestión cambia según los tiposde uso, desde la extracción de caucho o siringa en forma nodestructiva hasta la tala rasa, pasando por plantaciones de mo-nocultivo. Los ecosistemas acuáticos van desde ríos cuyo caucepermanece inalterado, hasta estanques artificiales para la cría depeces o camarones.

Algunas veces la línea divisoria entre los ecosistemas «natu-rales» y los «gestionados» es clara. Es obvio que una finca es unecosistema altamente manejado, es decir, un agroecosistema.Pero en ocasiones el manejo es más sutil: una cerca en medio deuna pradera, un camino de acceso a un bosque, un dique marinoque protege una playa privada, un arroyo que baja de la monta-ña y que se desvía para abastecer de agua a un poblado. Encualquier caso, la influencia humana, aun si no se trata de unmanejo intensivo, se ha extendido a todos los tipos de ecosistema.

La decisión de gestionar o alterar un ecosistema involucra unaserie de contraprestaciones. No todos los beneficios pueden serobtenidos simultáneamente y es posible que al maximizar uno deellos se reduzcan o eliminen otros. Por ejemplo, la conversión deun bosque natural en una plantación de árboles puede incre-mentar la producción comercializable de madera o pulpa, arro-jando elevadas ganancias por hectárea, pero por lo general dis-minuye la biodiversidad y el valor del hábitat que entraña elbosque natural. De la misma manera, represar un río puede au-mentar la cantidad de agua disponible para riego o para la pro-ducción de energía hidroeléctrica, al tiempo que disminuye el pe-

ligro de inundación. Sin embargo, también puede interrumpir losciclos naturales de reproducción de los peces y ocasionar dañosen los hábitats aguas abajo al desviar el líquido o al liberarlo enmomentos inoportunos.

Hasta cierto punto, aceptamos estas contraprestaciones comonecesarias para producir alimentos, electricidad y otros bienesesenciales de forma eficiente. Históricamente hemos obtenidologros enormes en lo que se refiere a aumentar selectivamente laproducción de aquellos bienes que más valoramos de los ecosis-temas. Y sólo muy recientemente nos hemos comenzado a con-centrar en los peligros que pueden entrañar tales contrapresta-ciones.

La conciencia y el conocimiento ambientales que hemos ad-quirido durante los últimos 30 años nos han enseñado que exis-ten límites a la cantidad de alteraciones que un ecosistema pue-de tolerar sin perder su capacidad productiva. Es posible que lapérdida de una hectárea de hábitat de bosque o de una sola es-pecie de planta o insecto en una pradera no afecte de formadrástica o inmediata el funcionamiento del sistema, pero sí lopuede empujar hacia un umbral del cual no se pueda recuperar.

Los umbrales biológicos nos recuerdan que lo que más cuen-ta en el deterioro de los ecosistemas son los efectos acumulativosde las actividades humanas. Una serie de cambios pequeños,cada uno aparentemente insignificante, puede dar lugar a efectosacumulativos irreversibles; a esto se le denomina a veces la «ti-ranía de las pequeñas decisiones». La conversión progresiva deun bosque de mangles es un buen ejemplo.

Los manglares sirven como criadero para muchas especies depeces y mariscos que posteriormente salen de allí y son captura-das en aguas circunvecinas. El valor de esos mariscos es muchomayor que el de la madera, los cangrejos y otros peces que seaprovechan dentro del manglar mismo. Pero en las regionesdonde prospera el mangle, la cría de camarón es un negociorentable. Es posible que la conversión de pequeñas seccionesdel manglar en estanques camaroneros tenga poco impacto en elaprovechamiento de peces en las aguas circundantes. Pero si loscriadores de camarón conducen a la conversión progresiva detodo el manglar en estanques, tarde o temprano la pesqueríalocal se hundirá.

Determinar el umbral entre la sostenibilidad y el colapso no esasunto fácil. Y ésta es una de las razones por las cuales es difícilmanejar los ecosistemas de forma responsable. Los ecosistemasson naturalmente resistentes y pueden acomodar una buena can-tidad de perturbaciones. Pero ¿cuánta? Aunque ha avanzadorápidamente, nuestro conocimiento sobre ellos todavía es muy li-mitado como para poder responder a esta pregunta. En el casode la mayoría de los ecosistemas, todavía nos hace falta conocerplenamente los detalles acerca de cómo interactúan y se conectanlos organismos y el medio ambiente, cómo los cambios en un ele-mento del sistema repercuten en toda la unidad, o cuáles son losfactores que moderan la velocidad del cambio en uno de ellos. Enel ámbito mundial todavía se carece de las estadísticas más bá-sicas sobre los ecosistemas: hasta qué punto y dónde han sidomodificados, por ejemplo, o cómo ha cambiado su productividada través del tiempo. Es así como tanto en el nivel del ecosistema

16R E C U R S O S M U N D I A L E S

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individual como en un terreno más amplio nacional o regional,encontramos que es casi imposible predecir cuán cerca del lími-te hemos transitado e incluso establecer las contraprestacionesque ya han tenido lugar.

¿Cómo se degradan l o secos i s temas?

■ El 75% de las principales pesquerías marinas está agotadopor la sobrepesca o ha sido aprovechado hasta su límite bio-lógico (García y Deleiva, en imprenta).

■ La tala indiscriminada y la conversión han reducido a la mi-tad la cubierta forestal del mundo; entre tanto vías, fincas yviviendas están fragmentando aceleradamente lo que quedapara dejarlo convertido en islotes forestales cada vez más pe-queños (Bryant et al. 1997:9).

■ Cerca del 58% de los arrecifes coralinos se encuentra poten-cialmente amenazado por prácticas de pesca destructivas,por presiones provenientes del turismo y por la contaminación(Bryant et al 1998:6).

■ El 65% de los casi 1.500 millones de hectáreas de tierras decultivo que hay en todo el mundo ha experimentado algúngrado de degradación del suelo (Wood et al.[PAGE] 2000).

■ El bombeo excesivo de agua subterránea por parte de losagricultores en todo el mundo excede las tasas naturales dereposición en por lo menos 160.000 millones de m3 por año(Postel 1999:255).

Las presiones causantes de este deterioro continúan aumen-tando y por ende acelerando el cambio en los ecosistemas (Vi-tousek et al. 1997:498). (Véase el Capítulo 2 para una descrip-ción más detallada de la condición de los ecosistemas).

En muchos casos, la presión principal es el uso excesivo de losmismos: sobrepesca, tala indiscriminada, desvíos de cauces, trá-fico turístico. El uso excesivo no solamente agota la flora y faunasilvestres que habitan en el ecosistema sino que además puedefragmentarlo y trastornar su integridad, factores estos que dis-minuyen su capacidad productiva.

La conversión total de bosques, praderas y humedales a laagricultura u otros usos ocupa el segundo lugar entre las pre-siones más importantes que están remoldeando los ecosistemas ylos beneficios que prestan. Las especies invasoras, la contami-nación del agua y del aire, y la amenaza del cambio climáticoconfiguran también presiones críticas.

CONVERSIÓN A LA AGRICULTURACuando los agricultores convierten un ecosistema natural paracultivar la tierra cambian tanto su composición como la maneraen que funciona. En los agroecosistemas, las plantas silvestres de-

17C a p í t u l o 1 : E l v í n c u l o e n t r e l a g e n t e y l o s e c o s i s t e m a s

L a c o n v e r s i ó n c o n s t i t u y e e l m á x i m o i m p a c t o h u m a n o e n u n

e c o s i s t e m a y d a l u g a r a l c a m b i o m á s a b r u p t o e n l o s b i e n e s

y s e r v i c i o s q u e é s t e p r o d u c e .

(continúa en la pág. 22)

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18R E C U R S O S M U N D I A L E S

Cuadro 1.7 E l n e x o e n t r e l a g e n t e y l o s e c o s i s t e m a s : p r e s i o n e s i n d u c i d a s p o r l o s s e r e s h u m a n o s

Cada año, Asia devuelvehacia Estados Unidos

miles de neumáticos usadospara fines de recomercializa-ción y reventa. En uno deesos embarques venían lar-vas del mosquito tigre deAsia, el cual se ha estableci-do ya en cinco estados de laUnión, alimentándose de lasangre de mamíferos y aves.Algunos de estos insectosson portadores del virus de laencefalitis equina, usualmen-te fatal en caballos y sereshumanos.

D e t r á s d e l a s

p r e s i o n e s a l o s

e c o s i s t e m a s h a y

d o s c a u s a s b á s i c a s :

e l c r e c i m i e n t o d e

l a p o b l a c i ó n y e l

i n c r e m e n t o d e l

c o n s u m o .

Un concesionario maderero en Gabóntala las áreas que le han sido asignadas,

pagándole al gobierno un monto significati-vo por el permiso de corta. Su contrato conel gobierno —dueño del área asignada— lepermite aprovechar la madera a tasas infe-riores a las del mercado si se compromete areplantar. El concesionario siembra las plán-tulas pero no hace nada por contener la con-siguiente erosión de la capa superficial delsuelo, el azolvamiento de los arroyos cir-cunvecinos y/o la migración o pérdida de lafauna silvestre que dependía de los bosquesmaduros.

Los pequeños mineros de Venezuela cruzan ilegalmente la fronte-ra no demarcada con Brasil para adentrarse en la selva amazóni-

ca. Aunque no poseen ningún título legal para extraer oro, manejanoperaciones pequeñas que les permiten conseguir el sustento de susfamilias y se desplazan permanentemente de un lado a otro. Paraaumentar sus posibilidades de extraer oro, los pequeños minerosagregan mercurio a los lavaderos, pese a que este metal tóxico estátécnicamente prohibido. Al igual que los otros miles de mineros ile-gales que operan en el área, los venezolanos dejan correr librementela mezcla que llega directamente al río y envenena a los peces.

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19C a p í t u l o 1 : E l v í n c u l o e n t r e l a g e n t e y l o s e c o s i s t e m a s

E c o s i s t e m a s P r e s i o n e s C a u s a s

■ Conversión de tierras agrícolas a usos urba-nos e industriales

■ Contaminación del agua por la escorrentíade nutrientes y arrastres

■ Escasez de agua causada por el riego■ Degradación del suelo por la erosión, la

agricultura migratoria o el agotamiento denutrientes

■ Cambio en los patrones climáticos

■ Crecimiento de la población■ Aumento de la demanda de alimentos y bienes

industriales■ Urbanización■ Políticas gubernamentales orientadas al subsidio

de insumos agrícolas (agua, investigación, trans-porte) y riego.

■ Pobreza y tenencia precaria de la tierra■ Cambio de clima

■ Sobreexplotación de pesquerías■ Conversión de humedales y hábitats coste-

ros■ Contaminación del agua por fuentes agríco-

las e industriales■ Fragmentación o destrucción de arrecifes y

barreras naturales contra las mareas ■ Invasión de especies no nativas■ Aumento potencial del nivel del mar

■ Crecimiento de la población■ Aumento de la demanda de alimentos y turismo

costero■ Urbanización residencial y turística, la que pre-

domina en las zonas costeras■ Subsidios oficiales a la pesca■ Información inadecuada sobre la condición de

los ecosistemas, especialmente acerca de laspesquerías

■ Pobreza y tenencia precaria de la tierra■ Falta de coordinación en las políticas relativas al

ordenamiento territorial de costas■ Cambio de clima

■ Conversión y fragmentación como resultadode usos agrícolas e industriales

■ Deforestación y pérdida consecuente de bio-diversidad, liberación del carbono fijado ycontaminación del aire y del agua

■ Lluvia ácida por la contaminación industrial■ Invasión de especies no nativas■ Extracción excesiva de agua para usos agrí-

colas, urbanos e industriales

■ Crecimiento de la población■ Creciente demanda de madera, pulpa y otras fibras■ Subvenciones gubernamentales para la extrac-

ción de madera y carreteras para el transporte delos troncos

■ Valoración inadecuada de los costes de la conta-minación industrial del aire

■ Pobreza y tenencia precaria de la tierra

■ Extracción excesiva de agua para usos agrí-colas, urbanos e industriales

■ Sobreexplotación de pesquerías en aguascontinentales

■ Construcción de presas para irrigación,energía hidroeléctrica y control de inunda-ciones

■ Contaminación del agua por causa de usosagrícolas, urbanos e industriales

■ Invasión de especies no nativas

■ Crecimiento de la población■ Escasez generalizada de agua y distribución na-

tural desigual de los recursos hídricos■ Subvenciones gubernamentales para el consumo

de agua■ Valoración inadecuada de los costes de la conta-

minación del agua■ Pobreza y tenencia precaria de la tierra■ Creciente demanda de la energía hidráulica

■ Crecimiento de la población■ Creciente demanda de los productos agrícolas,

carne en especial■ Información inadecuada de las condiciones del

ecosistema■ Pobreza y tenencia precaria de la tierra■ Facilidad de acceso y conversión de las praderas

■ Conversión o fragmentación debido a usosagrícolas o urbanos

■ Incendios provocados que dan como resul-tado pérdida de biodiversidad, liberación delcarbono fijado y contaminación atmosférica

■ Degradación del suelo y contaminación delagua proveniente de los hatos ganaderos

■ Sobreexplotación de animales de caza

Agroecosistemas

Principales presiones inducidas por los humanos en los ecosistemas

Costeros/marinos

Bosques

Agua dulce

Pastizales/praderas

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20R E C U R S O S M U N D I A L E S

Cuadro 1.8 E s p e c i e s i n v a s o r a s

Ningún ecosistema es inmune a la amenaza de las espe-cies invasoras que desplazan plantas y animales nati-vos, degradan los hábitats y contaminan las reservas ge-

néticas de especies autóctonas. Los ecosistemas insulares sonparticularmente vulnerables debido a sus elevados niveles deendemismo y a su aislamiento; muchas especies insulares evo-lucionaron sin desarrollar defensas fuertes contra los invasores.Por ejemplo en Guam, la serpiente arbórea marrón originaria dePapúa Nueva Guinea ha acabado con 12 de las 14 especies deaves no voladoras de la isla, haciendo que se extingan del en-torno silvestre. En Nueva Zelanda, cerca de dos tercios de lasuperficie terrestre están cubiertos de plantas exóticas (Bright1998:115). La mitad de las especies silvestres de Hawai no sonnativas (OTA 1993:234).

Las especies no nativas son un problema costoso:

■ La aguamala o medusa «peineta de Leidy», nativa de la costaatlántica de las Américas, fue bombeada desde el tanque delastre de un buque al mar Negro a principios de los añosochenta. Su posterior invasión ha eliminado casi completa-mente las pesquerías de ese mar, con un costo estimado di-recto de US$250 millones en 1993 (Travis 1993:1366). Entretanto el mejillón cebra, nativo del mar Caspio, fue vertido demanera similar en los Grandes Lagos de Estados Unidos a fi-nales de los años ochenta. El control de este invasor, que co-loniza y tapa los conductos de agua, le cuesta a las indus-trias de la zona miles de millones de dólares al año; se estimaque hasta le fecha las pérdidas ascienden a entre US$3.000 yUS$5.000 millones (Bright 1998:182).

■ El mosquito tigre de Asia, que en la actualidad se halla pro-pagado por todo el mundo, es el transmisor potencial de 18patógenos virales (Bright 1998:169). Uno de tales patógenoses el virus del Nilo occidental. En 1999, el director del USGeological Survey notó que las mortandades recientes decuervos en Wisconsin sugerían que ese virus puede ser másletal para las especies de aves de Norteamérica que para sushomólogas de África, el Oriente Medio y Europa, donde re-side normalmente (USGS 1999:1).

■ En el cabo occidental de Sudáfrica, especies invasoras de ár-boles amenazan con reducir en un tercio el abastecimientode agua de la Ciudad del Cabo durante el presente siglo(véase el Capítulo 3, «Trabajar por agua»).

Las diversas modalidades de invasión complican la regula-ción y control de este fenómeno. Algunas especies encuentranel camino hacia un nuevo hábitat por accidente: las subieron aun buque o a un avión, vía bienes comercializables o algún via-jero. Otras especies son intencionadamente introducidas con fi-nes de caza, pesca o para el control de plagas. Y otras más se«escapan» de sus propios confines, como el alga Caulerpa taxi-folia, que originalmente estaba destinada a los acuarios euro-peos y ahora recubre miles de hectáreas de las costas francesase italianas (MCBI 1998).

…pero muchas áreas continentales

están plagadas también de miles

de plantas invasoras.

Las islas suelen tener la proporción más alta

de especies no nativas —entre el 50 y el 75%

del total de las especies…

Fuentes: Vitousek et al. 1997; Vitousek et al. 1996.

Fuente: Ruesink et al. 1995:466.

Especies de plantas nativas y no nativas en regiones seleccionadas

Número acumulado de especies no nativas en regionesde Estados Unidos por década de introducción

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21C a p í t u l o 1 : E l v í n c u l o e n t r e l a g e n t e y l o s e c o s i s t e m a s

Cuadro 1.9 C o n t r a p r e s t a c i o n e s : b a l a n c e d e p é r d i d a s y g a n a n c i a s d e l l a g o V i c t o r i a

Si bien las contraprestaciones que se producen entre losdiversos bienes y servicios de los ecosistemas constitu-yen una característica común de su manejo, muy pocas

veces se las tiene en cuenta en el proceso de adopción de deci-siones. Por ejemplo, los agricultores pueden aumentar la pro-ducción de sus cultivos utilizando fertilizantes o extendiendosus tierras de cultivo, pero estas estrategias pueden causardaño a otros bienes y servicios como son la calidad del agua y labiodiversidad de sus terrenos.

Raras veces los administradores de recursos o los respon-sables de tomar decisiones sopesan plenamente las distintascontraprestaciones que se presentan entre los diferentes bienesy servicios de los ecosistemas. ¿Por qué? En algunos casos elobstáculo principal es la falta de información. Por lo general, noes mucho lo que se sabe sobre el impacto que pueda tener unadecisión particular sobre los servicios de los ecosistemas queno se comercian en el mercado, como es la purificación delagua o la protección contra las tormentas; o, en caso de que lainformación exista, es posible que no incluya estimaciones delos costos y beneficios económicos de tales contraprestacio-nes. En otros casos se trata de obstáculos institucionales. El Mi-nisterio de Agricultura de un gobierno dado se concentra prin-cipalmente en cumplir con su misión relativa a la producción dealimentos y carece del conocimiento o del mandato para consi-derar los efectos de sus acciones en la calidad del agua, la fija-ción de carbono o las pesquerías costeras, entre otros.

El ejemplo del lago Victoria en África ilustra cuán profundose impredecibles pueden ser estas contraprestaciones cuandolas decisiones de manejo se toman sin saber cómo reacciona-rán los ecosistemas. El Victoria, rodeado por Uganda, Tanzaniay Kenia, es el lago tropical más grande del mundo y sus pecesconstituyen una fuente importante de alimento y empleo paralos 30 millones de personas que habitan en esa región. Antes dela década de los setenta, el lago Victoria albergaba más de 350especies distintas de la familia de los cíclidos, 90% de las cualesson endémicas, lo que le dota de una de las agrupaciones depeces más diversas y únicas del mundo (Kaufman 1992:846-847,851). Hoy en día, más de la mitad de esas especies se ha extin-guido o sobrevive en poblaciones muy pequeñas (Witte et al.1992:1,17).

La caída de la biodiversidad del lago Victoria fue causadaprincipalmente por la introducción a principios de los años cin-cuenta de dos especies exóticas de peces, la perca y la tilapiadel Nilo. Los cambios en el uso del suelo en el área de la cuencacondujeron a la contaminación y colmatación del lago; esto au-mentó su carga de nutrientes, lo que a su vez causó prolifera-ciones de algas y bajos niveles de oxígeno en las aguas profun-das, un proceso conocido como eutrofización. Comoconsecuencia de estas presiones se produjo una reorganiza-ción en la vida de los peces del lago. En algún momento los cí-clidos representaron más del 80% de la biomasa del lago y pro-porcionaron la mayor parte de las capturas (Kaufman 1992:849).Para 1993 la perca del Nilo constituía casi el 70% de la captura,mientras que el resto corresponde a la tilapia y especies nativasde sardinas (Achieng 1990:20).

Pese a que las especies introducidas devastaron la biodiver-sidad del lago, no acabaron con la pesca comercial. De hecho, laproducción total de pescado y su valor económico aumentaronconsiderablemente. Hoy en día, la pesquería de perca del Nilo

produce 300.000 toneladas métricas de pescado (FAO 1999), locual representa entre US$280-US$400 millones para el mercadoexportador, un mercado que no existía antes de que se introdu-jera esa especie (Kaufman 2000). Desafortunadamente, las co-munidades residentes que habían dependido de los peces nati-vos por décadas no se han beneficiado de los éxitos reportadospor la nueva pesquería, fundamentalmente porque la perca y la ti-lapia del Nilo se capturan con equipos diferentes que están fue-ra del alcance de los pescadores tradicionales. Asimismo, dadoque la mayor parte del producto de la nueva pesca se envía fueradel área, la disponibilidad de pescado para el consumo local hadeclinado. Mientras que toneladas de perca terminan en los co-medores de lugares tan lejanos como Israel y Europa, la defi-ciencia de proteína en la cuenca del lago es evidente.

La sostenibilidad de la pesquería de perca del Nilo es tam-bién motivo de preocupación. Tanto la sobrepesca como la eu-trofización constituyen amenazas graves para la pesquería, y laestabilidad de todo el ecosistema acuático —alterado radical-mente durante los últimos 20 años— está en duda. Las conse-cuencias de la introducción de nuevas especies también se pue-den ver en la cuenca que rodea al lago. El secado de la carneaceitosa de la perca a efectos de preservación requiere el con-sumo de leña, a diferencia de los cíclidos que se podían secar alaire. Esto ha aumentado la presión sobre los pocos bosquesde la región, incrementando también la eutrofización y los sedi-mentos del lago. A su vez, el desequilibrio del precario ecosis-tema del Victoria se ha agudizado (Kaufman 1992:849-851; Kauf-man 2000).

En resumen, la introducción de la perca y la tilapia en el lagoVictoria sustituyó biodiversidad y una fuente importante de ali-mento para los residentes, por una fuente significativa —aunqueposiblemente insostenible— de divisas por concepto de expor-taciones. Cuando los administradores de las pesquerías intro-dujeron esas especies, alteraron sin saberlo el equilibrio de bie-nes y servicios que el lago producía, y redistribuyeron losbeneficios económicos que de allí se derivaban. Conociendo elefecto real de estas contraprestaciones, ¿tomarían hoy la mismadecisión?

Ingresos por exportación en el comercio de biodiversidadContribución porcentual a las capturas pesqueras del lago Victoria

Fuente: Achieng 1990:20, citando al Departamento de Pesca de Kenia,Statistical Bulletin.

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jan su puesto a unas pocas especies de cultivos no nativas y lafauna silvestre queda reducida a los márgenes del sistema. Es po-sible que los plaguicidas diezmen las poblaciones de insectos ymicroorganismos del suelo. La compactación de este último haceque el agua se infiltre en él de manera diferente, ocasionando unposible aumento en la escorrentía y la erosión. El ciclo de nu-trientes a través del sistema se desplaza a medida que se aplicanfertilizantes y cambian las bacterias y la vegetación del suelo.

El resultado de lo anterior es un cambio sustancial en losbeneficios. La producción de alimentos —una ventaja incuestio-nable— aumenta, pero muchos otros beneficios sufren en algunamedida. La biodiversidad y sus beneficios relacionados, como laproducción de una amplia variedad de plantas y animales sil-vestres, así como la disponibilidad de material genético variado,con frecuencia disminuyen sustancialmente. Considerando la es-cala de conversión que tiene lugar hoy en día, es posible que seproduzcan pérdidas enormes totales en materia de biodiversidad.Un estudio estima que en los trópicos ricos en especies, cadahora la conversión de bosques condena a la extinción a entre dosy cinco especies de plantas, insectos, aves o mamíferos (Hugheset al. 1997: 691).

Además, la agricultura en áreas convertidas puede aumentarlas presiones en los ecosistemas circundantes por medio de la in-troducción de especies no nativas que se convierten en invasorasy desplazan a las autóctonas. Las bioinvasiones ocupan el se-gundo lugar, después de la pérdida de hábitat vía conversión, en-tre las amenazas a la biodiversidad del mundo. En Sudáfrica, es-pecies no nativas de árboles originalmente importadas paraplantaciones forestales han invadido una tercera parte de lascuencas hidrográficas de montaña. Las plantas invasoras hanmermado las fuentes de agua dulce, desplazado a miles de espe-cies nativas y alterado los hábitats de animales; esto ha dado lu-gar a un programa nacional de erradicación (véase en el Capítulo3, «Trabajar por agua»).

No todas las conversiones a la agricultura tienen los mismosefectos. Algunas pueden mantener o albergar aspectos y serviciosdel ecosistema original. En Sumatra, algunos sistemas agrofo-restales tradicionales (donde se mezclan árboles y cultivos) con-tienen hasta la mitad de la biodiversidad de especies que se en-cuentra en los bosques circundantes. En las plantacionestradicionales de café en América Central los cafetos se cultivan ala sombra de árboles nativos que sirven de importante hábitatpara aves y proporcionan un conjunto de productos secundarios.Incluso muchos sistemas agrícolas modernos incorporan prácticasde labranza cuidadosas que se aplican para prevenir la erosión ypreservar las propiedades del suelo en materia de almacena-miento de agua, así como sus organismos benéficos.

CONVERSIÓN URBANA E INDUSTRIALDesafortunadamente, la conversión para usos urbanos e indus-triales generalmente no es tan benigna. Se presentan cambios ra-dicales en los beneficios del ecosistema a medida que las comu-nidades nativas de plantas y animales son reemplazadas porestructuras y superficies pavimentadas. Conforme los habitantesde la ciudad cubren las superficies permeables de la tierra con

asfalto y hormigón decaen las funciones de la cuenca. Y comoquedan pocos lugares para depositarse, las aguas de lluvia fluyenrápidamente lo que da lugar a inundaciones. Con todo, los eco-sistemas más simplificados de parques, jardines y terrenos sinuso prestan importantes servicios como sombra, áreas de des-canso, eliminación de contaminantes atmosféricos e incluso há-bitat para animales silvestres, servicios éstos que disfrutan los ha-bitantes.

CONTAMINACIÓN Y CAMBIO DE CLIMALos efectos de la contaminación crean presiones indirectas en losecosistemas. La lluvia ácida, la contaminación atmosférica, losvertidos de aguas residuales, los residuos de plaguicidas y ferti-lizantes y la escorrentía urbana tienen todos efectos en los eco-sistemas, incluso en aquéllos que se hallan a una distancia con-siderable de las actividades que dan origen a la contaminación.Por ejemplo, las emisiones de nitrógeno de la industria, el trans-porte y la agricultura han alterado seriamente el ciclo globaldel nitrógeno, afectando la función de ecosistemas terrestres yacuáticos.

El nitrógeno biológicamente activo o «fijo» es un nutrienteesencial para todas las plantas y animales. Pero actualmente lasemisiones de nitrógeno provenientes de fuentes humanas comofertilizantes y combustibles fósiles superan a las originadas enfuentes naturales, lo que deja a los ecosistemas con un exceso denitrógeno fijo. Entre los efectos de este fenómeno figuran lasproliferaciones de algas en las vías fluviales causadas por el efec-to eutrofizante del exceso de nutrientes; acidificación de suelos ypérdida de algunos nutrientes; pérdida de algunas plantas adap-tadas a condiciones naturales de bajo nitrógeno; y más contami-nación atmosférica y calentamiento por efecto de los gases de in-vernadero debido a los niveles más elevados de óxidos denitrógeno en la atmósfera (ESA 1997b:1-14).

El cambio de clima causado por la acumulación de gases deinvernadero constituye un ejemplo aún más contundente del po-tencial que tiene la contaminación para perturbar de formainadvertida los ecosistemas en una escala global. Los científicoshacen notar que los ecosistemas del mundo podrían experimen-tar una reorganización radical a medida que la vegetación de laTierra se redistribuye para acomodarse a temperaturas más ele-vadas, cambios en los regímenes de lluvias y los efectos poten-ciales de la fertilización originados en la presencia de una mayorcantidad de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera. En losmodelos informáticos se estima que si se duplican los niveles deCO2 atmosférico comparados con los que prevalecían antes de laera de la industrialización —lo cual puede ocurrir en el siglo quecomienza—, es posible que se produzcan cambios drásticos en ladistribución y composición de las especies o en la densidad de lashojas de cerca de una tercera parte de los bosques del mundo.Las áreas de tundra también podrían reducirse sustancialmente,mientras que los humedales costeros sufrirían desplazamientosnotorios, entre otros muchos efectos. Lo que no está claro aún esde qué manera los ecosistemas actuales capearían estos cam-bios significativos y la manera en que estos últimos afectarían asu productividad (Houghton et al. 1997:30).

22R E C U R S O S M U N D I A L E S

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¿Qué promueve l a degradac i ón?

Detrás de todas las perturbaciones que afectan a losecosistemas hay dos motores fundamentales: el creci-miento demográfico y el aumento del consumo. Exis-ten otros elementos de naturaleza económica y políti-

ca estrechamente relacionados, entre los cuales figuran lasfuerzas del mercado, los subsidios gubernamentales, la globali-zación de la producción y el comercio, y la corrupción oficial,todo lo cual influye en cómo y cuánto consumimos, y en la fuen-te de lo que consumimos. Los problemas relativos a la pobreza,la posesión de tierra y el conflicto armado también son factoresque determinan significativamente la manera en que la gente tra-ta a los ecosistemas en los que habita y de los cuales extrae losbienes y servicios que consume.

DEMOGRAFÍA Y CONSUMOEn muchos sentidos, el crecimiento de la población constituye lapresión ambiental más básica dado que cada individuo requiereun mínimo de agua, alimentos, vestuario, vivienda y energía, locual en última instancia se extrae o bien de los propios ecosiste-mas o en forma tal que éstos se ven afectados. Los demógrafospredicen que en los próximos cincuenta años la población delmundo se incrementará de sus 6.000 millones actuales a cerca de9.000 millones, y que la mayor parte de este aumento ocurrirá enlas naciones en vías de desarrollo (División de Población de laONU 1998:xv). La simple aritmética indica que aumentará lademanda de bienes y servicios de los ecosistemas, así como lapresión sobre el suministro mundial de agua y alimentos.

Sin embargo, la presión cada vez mayor sobre los ecosistemasno es sólo cuestión de crecimiento demográfico. De hecho, tieneque ver más con lo que consumimos y cómo lo hacemos. Durantevarias décadas, los incrementos mundiales en el consumo hansuperado ampliamente el crecimiento de la población. Entre 1980y 1997, la economía global llegó casi a triplicar su valor hasta al-canzar US$29 billones, mientras que la población sólo se incre-mentó en un 35% (Banco Mundial 1999b:194; División de Po-blación de la ONU 1998:xv). Los niveles de consumo per cápitaestán aumentando aceleradamente en muchos países a medidaque sus economías se desarrollan, mientras que los niveles deconsumo en los países más industrializados ya son notablementealtos. El que haya un consumo más elevado de toda clase de bie-nes —desde papel, neveras y ordenadores hasta gasolina— esconsecuencia de una mayor riqueza. Los niveles de ingreso indi-viduales están mejorando constantemente en los países indus-trializados y en algunos países de rápido desarrollo como China,India y Tailandia, y el consumo ha aumentado en conformidad.

Al mismo tiempo, la economía mundial está cada vez más in-tegrada y el comercio ha contribuido a globalizar el mercado deconsumidores. Las industrias se han vuelto más internacionales yestán cada vez menos atadas a un sólo lugar o a unas instalacio-nes de producción particulares. Esta «globalización» significaque los consumidores obtienen sus bienes y servicios de ecosiste-mas de todo el mundo y que los costes de uso están cada vez másdisociados de los beneficios. Esta situación tiende a ocultar loscostes ambientales que conlleva el incremento del consumo porparte de aquéllos que lo están promoviendo.

23C a p í t u l o 1 : E l v í n c u l o e n t r e l a g e n t e y l o s e c o s i s t e m a s

E l a u m e n t o d e l a p r e s i ó n

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(continúa en la pág. 30)

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24R E C U R S O S M U N D I A L E S

Cuadro 1.10 D o m e s t i c a r e l m u n d o : c o n v e r s i ó n d e e c o s i s t e m a s n a t u r a l e s

Desde los albores de la agricultura sedentaria, los huma-nos han venido alterando el paisaje para garantizarse elalimento, crear asentamientos y desarrollar el comercio

y la industria. Tierras de cultivo, pastizales, áreas urbanas y su-burbanas, zonas industriales y las áreas ocupadas por vías, em-balses y otras obras de infraestructura implican conversión delos ecosistemas naturales.

Estas transformaciones del paisaje constituyen la marca delos humanos en los ecosistemas de la Tierra y producen la ma-yor parte de los alimentos, energía, agua y riqueza de los quedisfrutamos, aunque también representan la principal fuente deperturbaciones para ellos.

La conversión altera la estructura de los ecosistemas natu-rales y la forma como funcionan en la medida en que altera suspropiedades físicas básicas —su hidrología, estructura de sue-los y topografía—y su vegetación predominante. Esta reestruc-turación básica cambia el medio de las especies que habitanen un ecosistema y altera las complejas interacciones que tipi-ficaron el ecosistema original. En muchos casos, el ecosistematransformado tiene una estructura más simple y es biológica-mente menos diverso. De hecho, la pérdida de hábitat originadaen la conversión de ecosistemas naturales constituye la princi-pal fuerza motriz de la pérdida de la diversidad biológica entodo el mundo (Vitousek et al. 1997:495).

Históricamente, la expansión de la agricultura hacia los bos-ques, praderas y humedales ha sido la fuente principal de con-versión. En el último siglo, sin embargo, la expansión de áreasurbanas con sus vías, redes eléctricas y otras obras de infraes-tructura también se ha convertido en una fuente muy potente detransformación.

■ En todo el mundo, los humanos han convertido aproximada-mente el 29% del área terrestre –cerca de 3.800 millones dehectáreas—a la agricultura y a áreas urbanas o edificadas(cálculos de WRI).

■ La conversión agrícola a tierras de cultivo y praderas mane-jadas ha afectado a casi 3.300 millones de hectáreas, lo cualequivale a cerca del 26% del área terrestre. En total, la agri-cultura ha desplazado un tercio de los bosques tropicales ytemplados y una cuarta parte de las praderas naturales. Laconversión agrícola aún constituye una fuerte importante depresión en los ecosistemas naturales de los países en desa-rrollo; sin embargo, en algunos países desarrollados son laspropias tierras agrícolas las que están siendo convertidas ausos agrícolas e industriales (cálculos de WRI).

■ Las áreas urbanas y edificadas ocupan en la actualidad másde 471 millones de hectáreas o el 4% del área terrestre. Cercade la mitad de la población del mundo —aproximadamente3.000 millones de personas—vive en ciudades. La poblaciónurbana crece a un ritmo de 160.000 personas al día, lo cualaumenta la presión para que se expandan los límites urbanos(UNEP 1999:47). El desarrollo suburbano desordenado mag-nifica el efecto del crecimiento de la población urbana, parti-cularmente en América del Norte y en Europa. En EstadosUnidos, el porcentaje de personas que viven en áreas urba-nas aumentó del 65% de la población total en 1950 al 75% en1990, mientras que el tamaño del área ocupada por ciudadesbásicamente se duplicó durante el mismo período (PRB1998).

■ Es difícil predecir las tendencias futuras en materia de con-versión de superficie terrestre, pero las proyecciones basa-das en el modelo de crecimiento poblacional de rango inter-medio de las Naciones Unidas sugieren la posibilidad deque durante los próximos 100 años se convierta otro tercio dela superficie terrestre existente (Walker et al. 1999:369).

Área convertida por región

Porcentaje Región de área convertida

Fuente: Cálculos de WRI.

Asia (excluyendo al Oriente Medio) 44

América Central y el Caribe 28

Europa y Rusia 35

Oriente Medio y África del Norte 12

Norteamérica 27

Oceanía 9

Sudamérica 33

África Subsahariana 25

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25C a p í t u l o 1 : E l v í n c u l o e n t r e l a g e n t e y l o s e c o s i s t e m a s

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26R E C U R S O S M U N D I A L E S

Cuadro 1.11 ¿ C u á n t o c o n s u m i m o s ?

Los humanos consumimos bienes y servicios por muchasrazones: ciertamente para alimentarnos, vestirnos y res-guardarnos de los elementos. Pero también consumimos

como parte de un pacto social, puesto que cada comunidad ogrupo tiene estándares —sobre la forma de alimentarse, ves-tirse, alojarse, educarse y entretenerse— que influyen en lospatrones de consumo más allá de la supervivencia física (PNUD1998:38-45).

El consumo es una herramienta de desarrollo humano queofrece oportunidades para lograr una vida saludable y satisfac-toria con nutrición, empleo, movilidad y educación adecuados.La pobreza está marcada por la ausencia de consumo y porende de las oportunidades mencionadas. En el otro extremo, lariqueza puede conducir a niveles extremos de consumo materialy no material, y con frecuencia lo hace.

Pese a los beneficios que reporta a los humanos, el consu-mo puede producir serias presiones en los ecosistemas, direc-tamente a través del excesivo aprovechamiento de animales yplantas, extracción de nutrientes del suelo u otras formas deagotamiento biológico. Indirectamente, los ecosistemas sufrena causa de la contaminación y desperdicios originados en laagricultura, la industria y el uso de energía, y también por lafragmentación creada por las vías y otras obras de infraestruc-tura que forman parte de las redes de producción y transporteque alimentan a los consumidores.

El consumo de los principales bienes básicos que producendirectamente los ecosistemas —granos, carnes, pescado y ma-dera— aumentó sustancialmente durante las últimas cuatro dé-cadas y continuará haciéndolo a medida que la economía mun-dial se expande y la población crece. Las proyecciones másplausibles sobre la demanda de los consumidores en las próxi-mas décadas sugieren un aumento marcado de los efectos delconsumo en los ecosistemas (Matthews y Hammond, 1999:5).

■ Desde 1961, el consumo global de madera se ha incrementa-do en un 64%. Más de la mitad de los 3.400 millones de m3 demadera que se consumen anualmente se queman comocombustible; el resto va a la construcción o a la fabricaciónde papel y toda una variedad de productos derivados. Se es-pera que la demanda de madera y pulpa haya aumentado en-tre un 20 y un 40% para el año 2010. Las plantaciones foresta-les producen el 22% de toda la madera de construcción,pulpa y otras variedades industriales; los bosques primariosy secundarios proporcionan el resto (Matthews y Hammond1999:8, 31; Brown 1999:41).

■ En los últimos 30 años, el consumo mundial de cereales hacrecido más del doble, y el consumo de carne se ha triplica-do desde 1961 (Matthews y Hammond 1999:7). El 34% de lacosecha mundial de granos se usa como alimento de ganadopara carne (USDA 2000). Un factor crucial en el aumento dela producción de grano ha sido el consumo de fertilizantes,el cual se ha cuadruplicado desde 1961 (Matthews y Ham-mond 1999:14). Para el 2020 se espera que la demanda de ce-reales haya aumentado en cerca de un 40% y la de carne enun 60% (Pinstrup-Andersen et al. 1999:11).

■ La captura mundial de pescado ha crecido más de seis vecesdesde 1950, hasta alcanzar 122 millones de toneladas métri-cas en 1997. Las tres cuartas partes de la captura global sonconsumidas directamente por los seres humanos como pes-cado fresco, congelado, seco o enlatado, y como mariscos.El 25% restante se convierte en harina y aceite, los cuales seutilizan como alimento para el ganado y también para peces

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27C a p í t u l o 1 : E l v í n c u l o e n t r e l a g e n t e y l o s e c o s i s t e m a s

en la acuicultura. Se espera que la demanda de pescado parael consumo directo crezca en un 20% para el año 2010 (FAO1999:7, 82; Matthews y Hammond 1999:61).

La geografía desigual del consumoMientras que el consumo ha aumentado con regularidad entodo el mundo, todavía existe una profunda disparidad en eseaspecto entre en los países ricos y las naciones de ingresosmedios y bajos.

■ En promedio, alguien que vive en un país desarrollado con-sume el doble de grano, el doble de pescado, tres veces másde carne, nueve veces más de papel y 11 veces más de petró-leo que alguien que vive en un país en desarrollo (Cuadro es-tadístico ERC3; Laureti 1999:50, 55).

■ En 1997, los consumidores de los países de ingresos altos —cerca del 16% de la población del mundo— gastaban el80% del dinero invertido en consumo privado: US$14,5 billo-

nes de los US$18 billones del consumo total. En contraste,las compras de los consumidores de las naciones de ingre-sos bajos —el 35% más pobre de la población mundial—re-presentaban menos del 2% del total del consumo privado.El dinero gastado en consumo privado en todo el mundo (to-dos los bienes y servicios consumidos por individuos salvola propiedad raíz) casi se triplicó entre 1980 y 1997 (WorldBank 1999:44, 226).

Disparidades en el consumo: consumo anual per cápita en países seleccionados de ingresos bajos, medios y altos

Combustibles fósiles AutomóvilesValor total del Pescado Carne Cereales Papel (kg de gasolina (por cada

consumo privado* (kg) (kg) (kg) (kg) equivalente) 1.000 personas)País (1997) (1997) (1998) (1997) (1998) (1997) (1996)

*Ajustado para que refleje el poder adquisitivo actual, así como las diferencias en costo de vida y moneda (enfoque de «paridad de poder ad-quisitivo»).Fuentes: Consumo privado total (excepto China e India): Banco Mundial 1999:Cuadro 4.11; (pescado) Laureti 1999 48-55; (carne) WRI et al. 2000a:Agriculture and Food Electronic Data Base; (papel) WRI et al. 2000b: Cuadro estadístico ERC. 5; (combustibles fósiles) WRI et al. 2000b: Cua-dro estadístico ERC.2; (automóviles) WRI et al. 2000b: cuadro estadístico ERC.5.

Singapur $16.340 34,0 77,0 159,0 168,0 7.825 120,0

Estados Unidos $21.680 21,0 122,0 975,0 293,0 6.902 489,0

Alemania $15.229 13,0 87,0 496,0 205,0 3.625 500,0

Japón $15.554 66,0 42,0 334,0 239,0 3.277 373,0

Trinidad y Tobago $4.864 12,0 28,0 237,0 41,0 6.394 94,0

Polonia $5.087 12,0 73,0 696,0 54,0 2.585 209,0

Indonesia $1.808 18,0 9,0 311,0 17,0 450 12,2

Turquía $4.377 7,2 19,0 502,0 32,0 952 55,0

India $1.166 4,7 4,3 234,0 3,7 268 4,4

China $1.410 26,0 47,0 360,0 30,0 700 3,2

Nigeria $692 5,8 12,0 228,0 1,9 186 6,7

Bangladesh $780 11,0 3,4 250,0 1,3 67 0,5

Zambia $625 8,2 12,0 144,0 1,6 77 17,0

Distribución mundial delconsumo privado, 1997 (en miles de millones)

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28R E C U R S O S M U N D I A L E S

Cuadro 1.12 L a p o b l a c i ó n h u m a n a

El crecimiento de la población causa presiones en los eco-sistemas en la medida en que contribuye a aumentar tantoel consumo como la conversión. El incremento poblacio-

nal anual se calcula en 80 millones. Si bien las tasas anuales defecundidad decrecieron desde la década de los años cincuentade 5,0 a 2,7 nacimientos por mujer (División de Población de laONU 1998b:514-515), la población continuará aumentando. Lasaltas tasas de fecundidad del pasado crearon esa reserva demás de 1.500 millones de personas que están actualmente enplena edad reproductiva (entre los 15 y los 29 años de edad);otros 1.900 millones son menores de 15 años (División de Po-blación de la ONU 1998a). Un factor paralelo al crecimiento de lapoblación es la disminución significativa de la mortalidad. Des-de la década de los años cincuenta la tasa de mortalidad mun-dial ha disminuido de 20 a menos de 10 fallecimientos por cada1.000 individuos (UNFPA 1999). En contraste, los siete paísesafricanos más gravemente afectados por la epidemia de SIDAhan experimentado una disminución de la esperanza de vidapor causa del elevado número de muertes producidas por esaenfermedad (División de Población de la ONU 1998a).

■ El crecimiento es más acelerado en los países en vías de de-sarrollo y en las poblaciones cuyo sustento depende más delos ecosistemas. Los demógrafos predicen que durante laspróximas cinco décadas el 97% del crecimiento demográficototal se producirá en los países en desarrollo (División dePoblación de la ONU 1998a).

■ Tanto en los países desarrollados como en los menos desa-rrollados, las ciudades exhiben concentraciones humanascada vez mayores. Las regiones urbanas tienden a ofrecermayores oportunidades de desarrollo económico, así comomejor educación y recursos de salud. Aunque ocupan sóloel 4% de la superficie terrestre, las áreas urbanas albergancerca de la mitad de la población del mundo (PNUMA1999:47; Wood et al. [PAGE] 2000). En la actualidad las ciu-dades consumen una cantidad cada vez mayor de los bienesy servicios que producen los ecosistemas, siendo ademásgeneradoras prolíficas de los desperdicios que les ocasionan

daños; en otras palabras, se constituyen en centros de pre-sión para los ecosistemas. Se espera que para el año 2030más del 60% de la población viva en áreas urbanas. En lospaíses industrializados y en América Latina, es posible queesta proporción exceda el 80% (División de Población de laONU 1998a).

■ En el próximo cuarto de siglo, a medida que la poblacióncrece aumentarán las presiones ambientales, especialmenteen los países donde escasea la tierra arable. En 14 de ellos seespera que la cantidad de tierra arable per cápita para soste-ner cada vida humana sea inferior a 0,07 hectáreas o el equi-valente a cerca de 0,25 km2 (OMS 1997:59). Los países más ri-cos pueden complementar sus recursos alimentarios conimportaciones, mientras que para los países pobres serámás difícil adoptar tal estrategia para alimentar a sus pobla-ciones con hambre.

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29C a p í t u l o 1 : E l v í n c u l o e n t r e l a g e n t e y l o s e c o s i s t e m a s

Cuadro 1.13 E c o s i s t e m a s y c o n t a m i n a c i ó n

En el último siglo, la creciente industrialización mundial haproducido grandes cantidades de contaminantes comu-nes como son las aguas residuales y las basuras domés-

ticas, y también contaminantes más tóxicos y persistentes comoplaguicidas, difeniles policlorinados, dioxinas, metales pesa-dos y residuos radiactivos. Los costes ambientales que conllevala carga de contaminantes de la sociedad contemporánea sondifíciles de calcular porque se dispone de información insufi-ciente sobre las emisiones de contaminantes a escala mundial yporque sus efectos sobre los ecosistemas son por lo general di-fíciles de medir. Lo que sí se sabe es que el problema sigue au-mentando.

Los contaminantes afectan a los ecosistemas de varias ma-neras. Los plaguicidas y metales pesados pueden ocasionardaños a los organismos expuestos bien por su aguda toxicidado bien porque se acumulan en los tejidos de plantas y animalesa través de exposiciones repetidas. Contaminantes como la llu-via ácida pueden actuar a nivel de todo el sistema alterando laacidez del suelo y la química del agua, factores ambientales crí-ticos que afectan la nutrición y el desarrollo físico de plantas yvida acuática. Los múltiples contaminantes pueden crear una si-nergia que debilita a los organismos y reduce paulatinamente laproductividad, resistencia y capacidad de adaptación de un eco-sistema. Todos estos efectos son ya muy evidentes.

■ Si bien es cierto que hoy en día somos más conscientes delos daños asociados con materiales tóxicos, esas emisionescontinúan siendo significativas. Por ejemplo, el mercadomundial de plaguicidas —estimado en un valor de US$37.000millones— libera 2.600 millones de kilogramos de sustanciasactivas (esto es, plaguicidas menos disolventes y diluyen-tes) en fincas, bosques y huertos domésticos con sus con-secuentes efectos colaterales para la fauna silvestre y la sa-lud humana (Aspelin y Grube 1999:10).

■ La liberación accidental de sustancias tóxicas como dese-chos de minería, petróleo o químicos industriales ocurre conregularidad y sus efectos son devastadores. En enero de2000, 99.000 m3 de residuos cargados de cianuro se salieronde una mina de oro en Rumania cuando la presa de conten-ción del barro de desperdicio se hundió; el hilo tóxico acabócon casi toda la vida acuática en una franja de 400 km delDanubio y sus afluentes (D’Esposito y Feiler 2000:1, 4). En1997, más de 167.000 toneladas de petróleo provenientes deoleoductos, buques petroleros, tanques y otros transportes einstalaciones de almacenamiento contaminaron el medio am-biente marino y continental (Elkin 1998:5).

■ La contaminación atmosférica de dióxido de sulfuro (SO2),óxidos de nitrógeno (NOx) y ozono a nivel de la tierra todavíaexcede la «carga crítica» (la cantidad que un ecosistema pue-de absorber sin deteriorarse) en extensas áreas de Europa,América del Norte y Asia. Los efectos de la lluvia ácida asíoriginada sobre cultivos, bosques y ecosistemas de aguadulce están bien documentados. Por ejemplo, la fracción sa-ludable de picea noruega, una de las coníferas más comunesde los bosques europeos, se redujo del 47% en 1898 al 39%

en 1995, lo cual constituye un indicador de la presión quecrea la contaminación del aire en los ecosistemas forestaleseuropeos (EEA 1999:144-145).

■ La escorrentía de fertilizantes, las aguas residuales de hu-manos y animales y un tratamiento precario de los residuosindustriales puede agregar nutrientes al agua dulce y a losecosistemas costeros, estimulando proliferaciones de algasy agotando el oxígeno del agua, un proceso conocido comoeutrofización. Las aguas carentes de oxígeno no pueden sos-tener la vida acuática. La eutrofización es un problema cadavez mayor en todo el mundo. La «zona muerta» de casi18.000 km2 de aguas carentes de oxígeno en la parte nortedel golfo de México se ha originado con la contaminaciónpor nutrientes que ha llegado a sus costas por el ríoMississippi durante los últimos 40 años (Rabalais y Scavia1999; NOOA 2000).

El exceso de nutrientes se traduce en contaminacióndel agua

Abastecimiento totalde nitrógeno

procedente de Absorción Equivalenciafertilizantes y estiércol de nitrógeno Nitrógeno residual

País (miles de toneladas) por los cultivos residual por hectárea (kg)

Nota: Dado que una cierta cantidad del nitrógeno se pierde en laatmósfera, sólo una parte del residual queda en el suelo con po-tencial para lixiviarse como nitrato.Fuente: Matthews y Hammond 1999.

Bélgicay Luxemburgo 580 211 369 240

Dinamarca 816 287 529 187

Países Bajos 1.255 285 970 480

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Por ejemplo, un constructor de vivienda en Los Ángeles ins-tala tuberías de cobre, pero no tiene forma de saber que ese cobre proviene de la infame mina de Ok Tedi en Papúa NuevaGuinea. Esta gigantesca mina, propiedad de un consorcio inter-nacional, arroja diariamente 80.000 toneladas de desechos deminería sin tratar al río Ok Tedi, lo que destruye la mayor partede su vida acuática y perturba los medios de subsistencia de lacomunidad wopkaimin (Da Rosa y Lyon 1997:223-226).

La globalización implica que los propietarios eventuales de lasviviendas que se benefician de las tuberías de cobre no tienen co-nocimiento de su nexo con la deteriorada cuenca del Ok Tedi nicargan con sus costos ambientales. No es de asombrarse quequienes más consumen vivan en los países desarrollados; lo que síes chocante es la desigualdad en términos de consumo de los bie-nes y servicios provenientes de ecosistemas de todo el mundo. Unciudadano estadounidense requiere más o menos cinco hectáreasde un ecosistema productivo para mantener su consumo prome-dio de bienes y servicios, comparadas con menos de 0,5 hectáre-as que se necesitan para sostener el consumo de un habitante deun país en desarrollo (GEF 1998:84). Las emisiones per cápitaanuales de CO2 ascienden a 11.000 kg. en los países industriali-zados, donde hay muchos más automóviles, industrias y electro-domésticos, comparados con menos de 3.000 kg. en Asia (PNUD1998:57). En promedio, un habitante del mundo desarrolladogasta cerca de US$16.000 dólares anuales (dólares internacio-nales de 1995) en consumo privado, comparado con los US$350o menos que gasta un habitante del sur de Asia o de África sub-sahariana (UNDB 1998:50).

Evidentemente un mayor consumo de alimentos nutricionales,una mejor vivienda, agua potable y un vestuario adecuado son ab-solutamente indispensables para aliviar la pobreza en muchas na-ciones, especialmente en el mundo en desarrollo. Como bien se ex-presa en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de lasNaciones Unidas de 1948, «Todo individuo tiene derecho a un es-tándar de vida adecuado para preservar la salud y bienestar de él[o ella] y de su familia» (Artículo 25). Sin embargo, la satisfacciónde estas necesidades básicas del desarrollo humano está bastantelejos de constituirse en una de las presiones predominantes para losecosistemas en la actualidad. Incluso si se considera que la canti-dad de gente que vive en los países en desarrollo es cuatro vecessuperior a la que habita en los países desarrollados, la carga máspesada para los ecosistemas actualmente la imponen los consumi-dores más opulentos de los países industrializados y las elites adi-neradas de los países en desarrollo. Es este patrón de consumo ex-cesivo que por lo general acompaña a la riqueza lo que causa unimpacto desproporcionado en los ecosistemas.

PRECIOS DISTORSIONADOS, SERVICIOS SUBVALORADOSGeneralmente los humanos no causamos daño a los ecosistemasa propósito, pero muchas de las cosas que hacemos tienen de to-das maneras un efecto adverso. Dado que los ecosistemas nosproporcionan tantos beneficios, ¿por qué la gente hace cosasque ponen en peligro tales beneficios?

La señales económicas —reflejadas en los precios y en laspolíticas gubernamentales—constituyen uno de los principales

factores determinantes de la manera como tratamos a los ecosis-temas. Éstas están detrás de nuestras decisiones sobre lo queconsumimos y sobre la manera como manejamos nuestras tierrasy nuestros negocios. Las decisiones que tome un agricultor sobrelos cultivos que va a plantar y los agroquímicos que va a utilizar,o sobre si va a expandir el área de cultivo desmontando el bosqueadyacente, están guiadas por el cálculo que haga del precio desus productos y de los costos de los plaguicidas, y de muchosotros costos incurridos en su finca. De la misma manera, la de-cisión que toma un urbanizador sobre dónde ubicar un bloque deviviendas o una fábrica, o la decisión que toma un pescador so-bre qué clase de equipo de pesca va a utilizar y cuantos días va apasar en el mar está determinada fundamentalmente por factoreseconómicos: el precio de la tierra o de la embarcación, de lamano de obra o de la licencia de pesca, de la vivienda acabada odel pescado capturado.

Pero muy frecuentemente los precios nos envían señales equi-vocadas. En muchos casos, tales precios no reflejan los costosreales que tiene para el medio ambiente el aprovechamiento delos bienes y servicios que ofrecen los ecosistemas. El problema esque muchos de los aspectos menos tangibles de los ecosistemas,particularmente los servicios que prestan, no se compran ni sevenden en el mercado y por lo tanto es más difícil asignarles unvalor. ¿Cuál es el valor de la función de almacenamiento decarbono de un bosque? ¿Cuál es el precio que le podemos dar ala protección de inundaciones que nos prestan los humedaleslocalizados a lo largo del curso de un río?

El nexo entre estos servicios y los bienes tangiblemente máscomercializables —madera, pescado o cultivos— no es siempretan obvio para quienes explotan estos bienes y servicios. El valorde la biodiversidad para el futuro de los cultivos alimenticios, porejemplo, tiene poca importancia para el agricultor que está tra-tando de maximizar sus ganancias. El resultado de todo esto esque la mayor parte de los servicios de los ecosistemas ha sidosubvalorada en el pasado e ignorada en el momento de tomar de-cisiones sobre cómo explotarlos o alterarlos. Incapaz de registrarel valor real de estos servicios en su sistema de precios, el mer-cado «falla».

Consideremos el caso relacionado con la decisión sobre si sedebe o no desmontar un bosque nativo para dar paso a un nuevoasentamiento agrícola. Los agricultores potenciales tendrán encuenta el coste de la mano de obra necesaria para el desmonte,de los fertilizantes que se usarán para incrementar los rendi-mientos y de los materiales requeridos para construir viviendas ocaminos. Incluso es posible que tengan en cuenta algunas re-ducciones en los servicios que presta el ecosistema. Por ejemplo,es probable que consideren el costo de sacrificar los beneficiosderivados de utilizar el bosque como fuente de leña y la pérdidade fauna y flora.

De cualquier manera, es muy posible que no consideren ple-namente muchos de los costos ambientales que conlleva el des-monte del bosque. Por ejemplo, la tala indiscriminada puedeaumentar las inundaciones y la sedimentación aguas abajo, perocomo quienes cargan con estos costos son los que allí habitan, losagricultores río arriba los ignorarán. La consecuencia de esta si-

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tuación es que se talará más bosque de lo que tendría sentidodesde un punto de vista económico, mientras que el ecosistema—lo mismo que la población asentada aguas abajo— sufre undaño innecesario. Si este argumento se aplica al mundo en su to-talidad, se podría decir que una mejor contabilidad de todos loscostos y beneficios de la conversión de bosques no significaría ne-cesariamente que haya que preservarlos completamente, perosí haría que la tasa de deforestación fuese más baja que la actual.

SUBSIDIOS Y OTRAS POLÍT ICAS ERRÓNEASEn muchas ocasiones las políticas gubernamentales contribuyenal deterioro de los ecosistemas por el efecto que tienen sobre losprecios. Las políticas fiscales afectan a los precios vía subsidiose impuestos. Los aranceles aumentan el precio de los bienesimportados directamente, mientras que las cuotas de importa-ción los aumentan de forma indirecta. La política cambiaria

afecta al valor de todos los bienes comerciables. Las agencias degobiernos también intervienen en la compra y venta de produc-tos agrícolas básicos, en ocasiones predeterminando los pre-cios. Todas estas acciones pueden influir en las decisiones deagricultores, pescadores, urbanizadores, compañías madereras ymineras, y de todos aquellos que utilizan la tierra y el mar,aprovechándolos y/o causándoles efectos adversos por mediode la contaminación.

Subsidios. Los subsidios del gobierno contribuyen significativa-mente a las presiones actuales que actúan en los ecosistemas, in-centivando muchas veces actividades dañinas como la sobre-pesca o el uso excesivo del carbón y otros combustibles fósiles,que de otra manera no serían económicamente viables. El otor-gamiento de préstamos generosos para construir barcos de pesca

31C a p í t u l o 1 : E l v í n c u l o e n t r e l a g e n t e y l o s e c o s i s t e m a s

L a s e ñ a l e s e c o n ó m i c a s — r e f l e j a d a s e n l o s p r e c i o s y e n l a s

p o l í t i c a s g u b e r n a m e n t a l e s — c o n s t i t u y e n u n o d e l o s p r i n c i p a l e s

f a c t o r e s d e t e r m i n a n t e s d e l a m a n e r a c o m o t r a t a m o s l o s

e c o s i s t e m a s . L o s s u b s i d i o s f r e c u e n t e m e n t e p r o m u e v e n a c t i v i d a d e s

d a ñ i n a s q u e d e o t r a m a n e r a n o s e r í a n e c o n ó m i c a m e n t e v i a b l e s .

(continúa en la pág. 33)

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32R E C U R S O S M U N D I A L E S

Cuadro 1.14 V a l u a r l o i n v a l u a b l e

Los valores económicos que asignamos a nuestrotrabajo y a los frutos de nuestra labor son factoresque influyen en nuestro comportamiento y en las

decisiones que tomamos en relación con nuestros acti-vos. De la misma manera, los valores que asignamos alos activos de los ecosistemas —servicios como la polini-zación, purificación del agua, fijación de nitrógeno y al-macenamiento de carbono— determinan en gran medidala manera como tratamos a los ecosistemas. Aun así,dado que estos servicios no se compran ni se vendencon regularidad en los mercados, no existe una manerasencilla de calcular su valor. Con frecuencia los respon-sables de la toma de decisiones y los economistas tradi-cionales ignoran simplemente su valor, tratándolos comosi su abastecimiento estuviera garantizado de por vida.Como consecuencia de lo anterior, se puede talar unaporción de bosque solamente por el valor de la madera,ignorando el que tiene para controlar inundaciones, puri-ficar el agua o como hábitat de pájaros cantores.

¿Cómo se le asigna valor monetario a todos los bene-ficios ecológicos que ofrecen los ecosistemas? A medidaque el análisis económico se torna más sofisticado, loseconomistas han identificado una serie de herramientaspara cuantificar los servicios directos que prestan losecosistemas, e incluso algunos de los indirectos e intan-gibles.

En la medida de lo posible se utilizan valores de mer-cado. Por ejemplo, el pescado y los mariscos extraídos deun estuario representan un valor de un bien directo queproporciona ese ecosistema. Otra manera de estimar esevalor es calcular el costo que implicaría reemplazarlo. Enel caso de la ciudad de Nueva York, se demostró que loshábitats naturales de la cuenca de la parte norte del esta-do proporcionan los mismos servicios de purificación deagua que una nueva planta de filtración, cuyo costo seestima entre US$3.000 y US$8.000 millones (Ryan 1998).Este precio constituye una buena base para conocer elvalor del servicio de purificación que presta el ecosistemaintacto, aunque no capta el valor de otros servicios quepresta la cuenca: fijación de carbono, oportunidades derecreo y soporte de la biodiversidad.

De la misma manera, se supone que la diferencia deprecios entre dos casas comparables, una localizada cer-ca de la línea costera y otra tierra adentro, capta el valorestético de la costa. Otro método de estimar el valor esté-tico de un lago, un parque o una zona silvestre como pai-saje y como sitio de recreo es calcular cuánto tiempo y di-nero invierte un visitante para llegar allí.

Cuando no se dispone de información de mercado, ocuando se la quiere complementar, los investigadores sevalen de otros medios. Le preguntan a la gente cuántopagaría por evitar que se rellene o urbanice un humedal, opara prevenir que se explote un área silvestre. Si se hacencorrectamente, estas valoraciones contingentes pueden irmás allá de medir los beneficios prácticos que los huma-

nos extraen de la naturaleza e incorporar además sus va-lores estéticos y espirituales. Sin embargo, estos estu-dios pueden ser poco fiables y sesgados, especialmentecuando se le pregunta a la gente por su voluntad de pagarpor minimizar los efectos de algo tan complicado como elcambio climático.

Los ejercicios de valuación pueden ser una herramien-ta de política útil en lo que se refiere a educar al públicosobre las diversas maneras en que dependemos de unecosistema. Al final, sin embargo, es más importantecrear incentivos para que se conserven los ecosistemasque establecer cuál es el valor de mercado preciso parauno o todos sus servicios. Los incentivos para la conser-vación pueden derivarse de la creación de mercados paralos servicios de los ecosistemas allí donde no existan, obuscar maneras en que los propietarios de la tierra pue-dan obtener ganancias monetarias a partir de los servi-cios ambientales que prestan sus tierras. Una manera decrear tales mercados es, por ejemplo, subastar permisosde emisión de carbono o compensar a los países o cam-pañías que reforestan tierras para que fijen carbono.

En aquellos sitios donde la belleza y la cualidad intactade los ecosistemas se comercializa directamente, el eco-turismo puede ser otro incentivo para conservar. En Su-dáfrica una empresa privada, Conservation Corporation,negoció con agricultores para que retornaran 168 km2 desu tierra a su hábitat original y lo poblaran con animalesgrandes de caza. En la actualidad el área es un destino tu-rístico para safaris y está produciendo anualmente entreUS$200 y US$300 por hectárea por concepto de tarifasde entrada de visitantes, en vez de US$21-US$68 quedaba cuando se destinaba a la ganadería o a la agricultu-ra; además, ahora proporciona una base de recursos bio-lógicamente diversa para los animales de caza (Anderson1996:297; Honey 1999:374). En las islas Maldivas, a travésde un estudio patrocinado por el gobierno se determinóque un solo tiburón vivo produce aproximadamenteUS$33.500 al año en entradas turísticas, comparado conlos US$32 que gana por su venta el pescador que lo atra-pó. Este y otros estudios fueron el incentivo para que lasMaldivas declararan a los tiburones, tortugas y delfinescomo especies protegidas (Sweeting et al. 1999:66, citan-do a WTO 1997).

De cierta manera, el valor más exacto que se puedeasignar a los bienes y servicios intangibles de los ecosis-temas, como son la belleza de una área costera o la im-portancia espiritual de las cumbres de una cordillera, es«incalculable». Pero cuando se usa como una de las mu-chas maneras de medir el valor de un ecosistema, y reco-nociendo sus limitaciones, la economía ambiental se eri-ge en una poderosa herramienta de manejo en un mundopolitizado. Pero hasta que no entendamos plenamentelos valores de los ecosistemas, nos veremos impedidospara decidir cuáles de ellos debemos usar y cuáles pro-teger.

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o la fijación de precios de sustentación para productos agrícolas,subvenciones para productores de madera y petróleo, y dona-ciones directas destinadas a la construcción de vías son apenasalgunas de las formas en que los gobiernos subsidian actividadespotencialmente dañinas para los ecosistemas. En un análisis re-ciente se informa de que los gastos que hace el gobierno en sub-sidios dañinos para el medio ambiente en cuatro sectores sola-mente —agua, agricultura, energía y construcción de vías—ascendía a US$700.000 millones anuales en todo el mundo (deMoor y Calamai 1997:1).

Si bien es cierto que inicialmente los subsidios muchas vecespromueven metas sociales loables –empleo, mayor productividad,desarrollo económico—, con el tiempo quedan trastornados através de una serie de consecuencias inesperadas, entre ellas lasambientales. Por ejemplo, los gobiernos han subsidiado el uso devarios insumos agrícolas como plaguicidas y fertilizantes, enparte para impulsar la producción agrícola y en parte para apo-yar a las industrias de agroquímicos. Los subsidios a los plagui-cidas han sido particularmente comunes en los países en desa-rrollo. A mediados de la década de los años ochenta Indonesiaestaba gastando cerca de US$150 millones anuales en subsidiosa los plaguicidas, fundamentalmente para proteger la cosecha dearroz. Esto condujo a un uso excesivo considerable. Y en vez dereducir las plagas del arroz, este uso indiscriminado de plaguici-das terminó provocando epidemias periódicas como consecuenciade la reducción de depredadores naturales, y ocasionando resis-tencia por parte de los insectos a ser eliminados. También pro-dujo una contaminación considerable aguas abajo y afectó a lasalud de los agricultores. Cuando finalmente el gobierno sus-pendió los subsidios se presentó una disminución en el uso deplaguicidas y se logró ahorrar recursos financieros, mientras quela producción de arroz siguió aumentando (Banco Mundial1997:26).

Los subsidios a los proyectos de riego es otra práctica comúnque ha causado serios daños a los ecosistemas acuáticos. Entodo el mundo, el apoyo gubernamental ha permitido que lasempresas de servicios públicos vendan agua de riego a un preciomuy inferior al costo de suministro, lo cual ha conducido inevi-tablemente a un uso excesivo. En el árido Túnez, por ejemplo,los agricultores apenas si pagan una séptima parte del costodel agua que utilizan para irrigar sus sembrados. En el oeste deEstados Unidos, se estima que prácticas similares de venta deagua de riego por debajo de su precio real han costado a loscontribuyentes en todo el país cerca de US$2.500 millones alaño (de Moor y Calamai 1997:14-15). Dados los bajos costosdel agua, los agricultores tienen muy pocos incentivos para usarel líquido de forma eficiente o para restringir su uso a los culti-vos de alto valor. Los desvíos directos de agua y el bombeo ex-cesivo de pozos de riego por lo general privan a los arroyos debuena parte de su flujo normal; y con mucha frecuencia la es-correntía de plaguicidas y fertilizantes contamina lo que quedade su corriente.

Regulaciones. Más allá de su efecto sobre los precios, las políticasdel gobierno también pueden afectar a los ecosistemas más di-

rectamente; esto puede ocurrir a través de mecanismos comolas ordenanzas relacionadas con el ordenamiento territorial, losestándares relativos a la contaminación y otros reglamentos queafectan tanto al uso del suelo como a las prácticas empresariales.Es posible que los programas destinados a fomentar el desarrolloeconómico impulsen políticas como «crezca ahora y limpie des-pués» que promueven la industrialización sin importar los costosambientales. La dramática industrialización de China después delas reformas económicas de 1978 siguió este patrón, y a princi-pios de la década de los años noventa la nación estimaba que loscostos económicos asociados con la destrucción ecológica y lacontaminación representaban hasta el 14% de su Producto Na-cional Bruto (WRI et al. 1998:115-116). Recientemente Chinadio inicio a un costoso esfuerzo encaminado a fortalecer y hacercumplir sus regulaciones ambientales, con el fin de revertir laspérdidas ambientales y reducir los impactos de la contaminacióndel aire y el agua sobre la salud.

Divisiones sectoriales. Existen otros factores relacionados con elgobierno que también afectan el uso de los ecosistemas. Las ins-tituciones gubernamentales, por ejemplo, están normalmente di-vididas a lo largo de líneas sectoriales: el Ministerio de Agricul-tura, el Departamento Forestal, la Agencia de Medio Ambiente yasí sucesivamente. Tal división va en dirección opuesta a tratarde adoptar cualquier visión integrada de los ecosistemas y su ma-nejo. La principal preocupación del Ministerio de Agriculturaserá entonces la producción agrícola. Tal y como lo haría unagricultor individual, es posible que este Ministerio vea la pre-servación de la biodiversidad o la disminución de la conversiónde bosques como algo ajeno a su misión. Incluso es posible queconsidere a los Departamentos Forestal y de Medio Ambientecomo competidores en términos de presupuesto y control admi-nistrativo, con lo que se reducen así las posibilidades de coope-ración entre las agencias a cuyo cargo está el manejo de los eco-sistemas. Una óptica tan estrecha limita las posibilidades de quelas agencias —tal y como están configuradas en la actualidad—reconozcan o tengan en cuenta las contraprestaciones ambienta-les a que dan lugar.

Corrupción. La corrupción del gobierno es otro desacierto insti-tucional común que permite la explotación ilimitada de los eco-sistemas, normalmente por parte de una élite pequeña. Inclusocuando se cuenta con leyes y políticas sólidas de gestión, es po-sible que éstas sean socavadas por funcionarios gubernamentalesque hacen la vista gorda frente al aprovechamiento ilegal o queparticipan en el saqueo a través de tratos de los cuales se bene-fician o inversiones guiadas por el uso indebido de informaciónprivilegiada. En el sector forestal, por ejemplo, la escala de lacorrupción es abismal. En Indonesia, la tala ilegal representa másde la mitad de la producción nacional de madera: el contraban-do ocurre hasta en los parques nacionales y a la vista de las au-toridades (EIA y Telepak 1999:4). En consecuencia, se estimaque las pérdidas del gobierno ascienden a entre US$1.000 yUS$3.000 millones anuales por concepto de regalías y los bos-

33C a p í t u l o 1 : E l v í n c u l o e n t r e l a g e n t e y l o s e c o s i s t e m a s

(continúa en la pág. 40)

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34R E C U R S O S M U N D I A L E S

Cuadro 1.15 E c o t u r i s m o y c o n s e r v a c i ó n : ¿ s o n c o m p a t i b l e s ?

Desde los safaris para observar los animales salvajes enlas planicies africanas, pasando por el buceo en el agua-marina del Caribe y sus arrecifes de coral, hasta las ex-

cursiones guiadas en la selva húmeda tropical brasileña, el tu-rismo de naturaleza está en boga. El valor del turismointernacional excede los US$444.000 millones (Banco Mundial1999:368), y se estima que el de naturaleza podría representar en-tre el 40 y el 60% de ese gasto total, mientras que anualmente au-menta entre el 10 y 30% (Ecotourism Society 1998).

Para los países en vías de desarrollo especialmente, este in-terés creciente de la gente por viajar a territorios salvajes y sin lí-mites puede ser una buena noticia, pues ofrece una manera definanciar la preservación de ecosistemas únicos con los dólaresdel turismo y del sector privado, al tiempo que abre oportunida-des económicas para las comunidades que viven en los alrede-dores de los parques nacionales y áreas protegidas. En CostaRica, el turismo generó US$654 millones en 1996 y en KeniaUS$502 millones en 1997; la mayor parte se originó en el turismode naturaleza y fauna silvestre (Honey 1999:133, 296). El turismoha contribuido a ayudar a Ruanda a proteger a sus gorilas demontaña y el hábitat en que viven en el Parque Nacional de losVolcanes. Antes de que se iniciara la guerra civil en ese país, elturismo proporcionaba US$1.002.000 en entradas directas anua-les, lo que le permitió al gobierno crear patrullas de vigilancia

contra la caza furtiva empleando a los residentes del área(Gossling 1999:310).

Pero la realidad de estos viajes es que pueden sostener losecosistemas y degradarlos al mismo tiempo. En su mayor parte,el turismo de naturaleza no llega a cumplir los ideales de res-ponsabilidad social del «ecoturismo», definido por la Sociedadde Ecoturismo como «visitas a áreas naturales que conservan elmedio ambiente y contribuyen a mantener el bienestar de los re-sidentes». Es posible que los destinos y viajes que se comer-cializan como oportunidades de ecoturismo se centren más enofrecer alojamientos más favorables al medio ambiente que enel desarrollo comunitario, la conservación o la educación turís-tica. Incluso algunos de los ecosistemas que se manejan cui-dadosamente bajo los principios del ecoturismo muestran sig-nos de degradación.

Costos y beneficios del ecoturismoA primera vista, las islas Galápagos de Ecuador ejemplifican lapromesa del ecoturismo. Anualmente el archipiélago atrae amás de 62.000 visitantes que pagan por bucear, explorar y pase-ar por entre las 120 islas volcánicas y ecosistemas que contie-nen raras aves tropicales, iguanas, pingüinos y las enormes tor-tugas que toman el nombre de las islas. El turismo producehasta US$60 millones al año y constituye la fuente de ingreso

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del 80% de los residentes del archipiélago. Desde 1970, el nú-mero de visitantes se ha multiplicado por diez, contribuyendo aampliar los recursos del servicio de parques de Ecuador. Ope-radores turísticos, guías, funcionarios de parques y científicoshan colaborado para crear un modelo de ecoturismo de alta ca-lidad y bajo impacto (Honey 1999:101, 104, 107).

Sin embargo, cuando la situación se mira más de cerca apa-recen las contraprestaciones que conlleva: el flujo de inmigran-tes que buscan trabajo en la nueva economía turística de la islacasi triplicó su población permanente durante los últimos 15años, convirtió a los poblados en fuentes de contaminación ypuso más presión sobre los recursos pesqueros (Honey1999:115, 117). Únicamente el 15% de lo que se ingresa por turis-mo va directamente a la economía de las Galápagos; la mayorparte de las ganancias llega a las aerolíneas extranjeras y a loscruceros de lujo y hoteles flotantes, que si bien pueden ayudar areducir los impactos ambientales creados por los turistas, pro-porcionan muy pocos beneficios a los residentes (Honey1999:108, citando a Epler 1997). Las hordas de turistas e inmi-grantes han traído con ellas nuevas especies de animales e in-sectos que amenazan la biodiversidad de las islas (Honey1999:54).

Las islas Galápagos son un buen ejemplo de las complejida-des que entraña el ecoturismo, incluyendo su potencial de crearbeneficios financieros a nivel nacional aunque al mismo tiempogenere problemas evidentes en el ámbito del parque o local.Por ejemplo, para un gobierno que está promoviendo el ecotu-rismo, una mayor cantidad de visitantes significa mayores in-gresos. Pero ese mayor número de visitantes también se puedetraducir en daños en las áreas más frágiles. Entre los problemasde los cuales se quejan habitualmente los funcionarios de par-ques en todo el mundo figuran la fragmentación del hábitat, lacontaminación del aire por el tráfico de vehículos, las presionesque sufre el suministro de agua, y problemas de basuras y deotra índole. En la reserva nacional Maasai Mara de Kenia, eltránsito ilegal y no regulado de vehículos de operadores turísti-cos por fuera de los caminos trazados ha dejado cicatrices en elpaisaje (Wells 1997:40).

Estos efectos pueden minimizarse mediante inversiones enadministración de parques, protección y planificación. Sin em-bargo, los países en vías de desarrollo por lo general carecen derecursos para supervisar, evaluar y prevenir los impactos de losvisitantes, mientras que cuentan con instalaciones e infraes-tructuras insuficientes, si es que existen.

Las bajas tarifas de entrada son parte del problema, puesnormalmente representan apenas entre el 0,01 y el 1% del totaldel costo del viaje del visitante (Gosslin 1999:309). La fijaciónde una tarifa de entrada apropiada, es decir, que cubra los cos-tos de capital y de operaciones del parque, e incluso los costosindirectos del daño ecológico, es una de las formas en que lasagencias administradoras pueden captar una mayor porción delvalor económico del turismo en parques y áreas protegidas. Enla mayoría de los parques se ha establecido que los visitantesestán dispuestos a pagar más si se sabe que ese dinero se va ainvertir en mejorar su experiencia o en conservar un área deter-minada. Para asegurar un acceso amplio y a un costo al alcancedel bolsillo de los visitantes de los parques, Perú, Ecuador, Ke-nia, Jordania, Costa Rica y algunos otros países han aumentadolas tarifas para extranjeros, manteniendo aquellas para los resi-dentes.

Desafortunadamente, lo que produce el turismo no siemprese invierte en conservación. Por ejemplo, sólo el 20% de losUS$3 millones que produce el Parque Nacional Galápagos cadaaño va al sistema nacional de parques. Lo demás son gananciaspara el gobierno (Sweeting et al. 1999:65). Este es el tratamientotípico que muchos países dan a los ingresos por concepto deturismo, lo cual socava el apoyo de los visitantes a las tarifas ydestruye el incentivo para que los administradores desarrollenlos parques como destinos ecoturísticos viables. Afortunada-mente algunos países están usando tarifas especiales y fondosfiduciarios que se alimentan del turismo y canalizan explícita-mente los dólares provenientes de ese sector hacia la conser-vación. Por ejemplo, Belice reúne fondos para esta actividad apartir de un impuesto al turismo de US$3,75 que debe pagarcada visitante cuando sale del país, lo cual genera ingresos decerca de US$750.000 por año (Sweeting et al. 1999:69).

Un ecoturismo bien planificado y bien manejado tiene máspotencial para impulsar el desarrollo local y rural que el turismotradicional; en este último, la mayor parte de los beneficios re-lacionados con los gastos por concepto de turismo se «filtran»de nuevo hacia los operadores comerciales de turismo en lospaíses más ricos (de donde proviene la mayoría de los turistas)o son captados por las grandes ciudades de los países anfi-triones (Wells, 1997:IV). Asimismo, el aumento de los preciosde la tierra, los alimentos y otros productos puede coincidir conla popularidad que vaya adquiriendo un paraíso turístico o eco-turístico, en detrimento de los residentes. En Zanzíbar, los ha-bitantes de poblados y ciudades se han dejado seducir y hanvendido sus propiedades a inversionistas turísticos que no ga-rantizan esquemas de distribución de ganancias, propiedadconjunta u otro tipo de beneficio sostenido (Honey 1999:287).En Tonga, la inflación causada por el turismo ha producido es-casez de tierras de cultivo (Sweeting et al. 1999:29).

Algunos países han introducido políticas orientadas a re-embolsar a los residentes los costos directos e indirectos queconlleva establecer un área protegida. Kenia, por ejemplo, sepropone compartir el 25% de las ganancias provenientes de lastarifas de entrada con las comunidades que rodean las áreasprotegidas (Lindberg y Huber 1993: 106). Los planificadores eco-turísticos también promueven las tiendas de artesanías elabo-radas por los lugareños, el patrocinio de los alojamientos loca-les, el uso en restaurantes y hospedajes de alimentosproducidos en la localidad, y programas de capacitación dirigi-dos a los residentes para que puedan ocupar posiciones comoguías turísticos, administradores hoteleros o guardaparques.Tanto los operadores de excursiones como los visitantes cum-plen una función importante en lo que se refiere a supervisar losviajes de forma cuidadosa para asegurar que se cumpla con losprincipios del ecoturismo. Los urbanizadores turísticos tam-bién pueden esforzarse en escoger sitios basándose en las con-diciones ambientales y en el apoyo local, al tiempo que puedenutilizar principios sostenibles de diseño en la construcción desus centros vacacionales.

El ecoturismo mal planificado y no regulado puede arrojarbeneficios marginales, pero también produce costes sociales yambientales significativos. Sin embargo, el ecoturismo tiene lacapacidad de desplegar su potencial si cuenta con plantea-mientos claros, participación comunitaria y una visión a largoplazo en cuanto a la protección de los ecosistemas, en vez deganancias a corto plazo para los urbanizadores.

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36R E C U R S O S M U N D I A L E S

Cuadro 1.16 S e s o c a v a l a t e n e n c i a c o m u n a l d e l o s b o s q u e s d e I n d o n e s i a

Como ocurre en varias partes del mundo en vías de desa-rrollo, muchas de las comunidades que habitan en las is-las exteriores de Indonesia manejan los recursos del

bosque sobre la base de un sistema de tenencia de tierra comu-nitaria. Por lo general se trata de sistemas de manejo antiguosque satisfacen las necesidades económicas locales, al tiempoque mantienen funciones vitales de los ecosistemas, incluyendola protección de la biodiversidad (Lynch y Alcorn 1994:374, 381).Desafortunadamente, muchos de estos sistemas se encuen-tran amenazados por presiones de tipo legal y de desarrollo.

En Indonesia, los derechos de propiedad comunitarios seconocen como «adats». En todo el archipiélago, las comunida-des adaptan estos derechos a sus necesidades económicas yambientales específicas. Por ejemplo en Sumatra y Kalimatán semanejan esquemas agroforestales con el fin de extraer caucho,frutas, nueces, resinas y juncos.

Entre 12 y 60 millones de personas dependen de los bosquesde Indonesia, y una cantidad significativa se dedica a las activi-dades agroforestales (Poffenberger et al. 1997:22). Aunque secarece de información detallada, la investigación que existe in-dica que la mayor parte de la tierra se maneja bajo derechos depropiedad comunitarios o adats.

Amenazas a la tenencia grupalEn Indonesia, los adats se enfrentan a cuatro amenazas princi-pales:

■ El Estado no reconoce de forma significativa los adats, a pe-sar de su importancia generalizada. El Ministerio de Aprove-chamiento Forestal gestiona y reclama propiedad exclusivade los 131 millones de hectáreas de tierras boscosas, lascuales constituyen el 68% de la superficie de Indonesia y el90% de la de las Islas Exteriores. Y aunque los planificadoresoficiales admiten que tener conocimiento de las extensio-nes de tierra que se rigen por adats es importante en la for-mulación de planes sostenibles de manejo de recursos, elgobierno no sabe cuánta de esta tierra también se reclamabajo regímenes tradicionales de tenencia grupal (Fox y Atok1997:32; Peluso 1996:390-391).

■ Las actividades de desarrollo auspiciadas por el Estadoconstantemente hacen caso omiso de los adats. Se han ad-judicado concesiones madereras a 20 años, usurpando losderechos tradicionales de uso y acceso de las comunidadesdel bosque (Lynch y Talbott 1995:52-54). Los planes de de-

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sarrollo dirigidos por el gobierno —minería, asentamientosde transmigración y conversión de los bosques en planta-ciones de palma o de árboles maderables— degradan o des-truyen estos ecosistemas (Michon y De Foresta 1995:103-104). En la provincia de Kalimatán oriental, el 30% de la tierradel poblado de Long Uli fue absorbido por una reserva fo-restal del gobierno, y un 20% adicional (incluyendo la mitadde la tierra cultivada del pueblo) se incluyó en una conce-sión maderera, todo ello sin consultar con los pobladores ypor ende sin su consentimiento (Sirait et al. 1994:416). Igno-rando las protestas de los pobladores en la provincia deMaluku occidental, los funcionarios del gobierno local fir-maron acuerdos con compañías madereras en los que ga-rantizaban a estas últimas acceso a la producción agrofo-restal de resinas del poblado, que posteriormente fuedestruida sin que se compensara adecuadamente a la gente,socavando así la sostenibilidad ambiental y la estabilidadeconómica locales (Zerner 1992:31-33).

■ La inminencia de los proyectos de desarrollo auspiciadospor el gobierno también conduce a que las comunidades ex-ploten excesivamente su base de recursos. Como saben quese enfrentan a la pérdida irreparable del control sobre sustierras y recursos, algunas de las comunidades que depen-den de los bosques aprovecharán al máximo y de forma pococuidadosa los recursos, destruyendo en el proceso la baseque los sostiene (Lynch y Talbott 1995:98; Sirait et al.1994:416).

■ Las políticas oficiales que premian desproporcionadamentela producción agrícola también promueven la degradación delos bosques. El que existan precios más favorables para losproductos primarios de origen agrícola en comparación conlos de los productos no maderables del bosque induce a losagricultores a practicar modelos de agricultura menos sos-tenibles que aquéllos que se utilizan en los sistemas agrofo-restales (Pardoch y Pinedo-Vásquez 1996:113).

Nuevos enfoquesSi se decidiera otorgar reconocimiento legal a los adats y ga-rantizarles legitimidad se podrían mitigar muchos conflictos.En 1998, antes de la caída del gobierno de Suharto, el Ministeriode Aprovechamiento Forestal expidió un decreto que creabauna nueva categoría de uso del suelo: el kawasan dengan tujuanistemewa, o «áreas de objetivo especial o extraordinario» para 60pueblos agroforestales productores de resina en las cercaníasde Krui, Sumatra. El decreto establecía un proceso para garan-tizar derechos de uso y manejo oficiales a los poblados del áreapara administrar 29.000 hectáreas de bosque. En efecto, se tratade la primera regulación a través de la cual se garantizan dere-chos legales de manejo a una comunidad agroforestal.

Otro cambio legal y de política fundamental ha sido el énfasisque el Presidente Habibie ha dado a la importancia de la socie-dad civil y a la capacidad del gobierno para responder y rendircuentas ante los ciudadanos. Aunque la Ley Forestal Básicade 1999 admite que los residentes cumplen un papel crítico en elmanejo sostenible de los bosques, al mismo tiempo no recono-ce los adats. En el Ministerio de Aprovechamiento Forestal se

está considerando actualmente una nueva norma que autoriza-ría la demarcación de territorios indígenas dentro de aquellasáreas de bosque designadas como propiedad del Estado. Enuna medida relacionada, el Ministerio de Asuntos Agrarios haexpedido un decreto que ordena la demarcación y registro delos adats en algunas áreas boscosas (Lynch 2000).

Estos importantes acontecimientos podrían traer consigo unreconocimiento más amplio de derechos de propiedad comuni-tarios tradicionales para acceder y manejar los bosques de In-donesia (Campbell 1998). Sin embargo, todavía se necesitan po-líticas más claras sobre los adats que a la vez definan losderechos y responsabilidades locales y del Estado (Bromley yCernea 1989:52; Lynch y Alcorn 1994: 376-377).

Sin embargo, los avances del gobierno indonesio en cuantoa lograr un reconocimiento más amplio de la tenencia local seconsideran frágiles a la luz del descontento económico y políti-co que ha imperado en el país recientemente. En Tailandia y Fi-lipinas, un proceso similar encaminado a promover el reconoci-miento legal de la tenencia grupal de la tierra se encuentratambién en un estado incipiente.

Teniendo en cuenta las tasas actuales de crecimiento de-mográfico, es casi seguro que las tensiones entre el desarrollo yla sostenibilidad continúen. Se espera que para el año 2020otros 15-33 millones de hectáreas de bosques en Indonesia seandeforestados (Lynch 2000). Ya se han puesto en marcha planespara establecer más plantaciones de pulpa, papel y aceite depalma, que van a reemplazar a los bosques naturales (Barber1997:74).

Las áreas forestales ya intervenidas proporcionan a los ha-bitantes del bosque espacio para la agricultura, el pastoreo y elaprovechamiento de productos como madera, juncos y caucho.Es así como su conversión en plantaciones de pulpa y aceite depalma intensivamente manejadas excluirá permanentemente alos residentes; y si la legitimidad de sus reclamos sobre estasáreas era apenas tenue, ahora sí que se tornará irrelevante (Bar-ber 1997:75). En cambio si se garantizan los derechos de propie-dad comunitaria a los grupos que dependen de los bosques enIndonesia, será posible proteger tanto los intereses de los ha-bitantes rurales del país como promover la sostenibilidad am-biental.

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38R E C U R S O S M U N D I A L E S

Cuadro 1.17 P o b r e z a r u r a l y a d a p t a c i ó n

Cerca de un poblado bengalí, unas familias dejan limpiauna mancha de bosque en su intento por abastecersede leña. Un refugiado de la guerra de Ruanda se escapa

hacia Tanzania donde se dedica a la caza furtiva de animalessalvajes para alimentar a su mujer y a sus hijos. En Kenia, unafamilia rural pobre continúa cultivando su pequeña parcela apesar de que la erosión ha dejado el suelo exhausto. Estas sonlas imágenes típicas de los pobres del campo: gente que de-pende casi absolutamente de los ecosistemas, que no puededarse el lujo de aplicar prácticas de manejo sólidas, y que estáatrapada en el círculo vicioso de la sobreexplotación de unos re-cursos ya frágiles y degradados.

Sin embargo, recientemente ha surgido una visión un pocomás matizada según la cual se reconoce que aunque es ciertoque los pobres poseen recursos limitados y dependen en granmedida de lo que provee la naturaleza, también tienen una ca-pacidad considerable para proteger los ecosistemas cuando seles brinda la oportunidad. La investigación está sacando a laluz abundantes ejemplos de adaptación, es decir, aquellas es-trategias que los pobres utilizan para atenuar los impactos pro-ducidos en sus recursos por cambios ambientales, económicoso sociales. Entre las medidas adaptativas figuran prácticas in-novadoras de uso de la tierra, la incorporación de nuevas tec-nologías, diversificación económica y cambios en la organiza-ción social (Batterbury y Forsyth, 1999:8).

¿Quiénes son los pobres?Aproximadamente 1.300 millones de personas —una cuarta par-te de la población total del mundo— viven con cerca de US$ 1 aldía (Banco Mundial 1999:17). La pobreza no sólo significa ca-rencia de activos suficientes, sino que por lo general tambiénconlleva falta de educación, de movilidad, de oportunidades deempleo o de acceso a servicios básicos como el agua potable, ytambién el aislamiento en pueblos muy apartados de los centrosde actividad. Otro aspecto crítico de la pobreza es la falta deacceso a la tierra: el 52% de los pobres rurales posee parcelasdemasiado pequeñas como para producir un ingreso adecuado,y un 24% carece totalmente de ellas (UNCHS 1996:109).

La vulnerabilidad de los pobres por lo general se agudizapor su falta de poder político para proteger su derecho a losrecursos que proporciona la naturaleza o para defenderse de laopresión abierta. En los países del sur y el sudeste asiático, porejemplo, muchos gobiernos consideran que los habitantes delbosque son invasores que utilizan ilegalmente la propiedad delEstado. Es así como se los puede desplazar arbitrariamente,generalmente con el beneplácito del Estado, sin tener en cuentael tiempo que lleven ocupando el bosque (Lynch y Talbott1995:21). La guerra y el conflicto civil en Europa Central y Orien-tal, Somalia, Congo, Líbano y otros países han desarraigado a lagente de sus tierras sumiéndola en la pobreza.

La pobreza urbana es un fenómeno cada vez más generali-zado, pero en los países en desarrollo la mayor cantidad degente pobre todavía vive en las áreas rurales, estimándose un80% en 1988 (Jazairy et al. 1992:1). Muchos luchan por subsistiren pedazos de tierra que han sido descritos como «trampas depobreza», «menos favorecidos» o «marginales». Se trata de áre-as que tienden a exhibir una vulnerabilidad ecológica elevada(como las tierras secas subtropicales o las pendientes) o bajosniveles de productividad biológica o de recursos, combinados

con una alta demanda por parte de la población. Se estima queen los países en desarrollo la cantidad de gente que vive entierras marginales es el doble de la que habita en tierras favo-recidas: 630 millones comparados con 325 millones respecti-vamente (CGIAR et al. 1997). Si persisten las tendencias domi-nantes en materia de pobreza y degradación de recursosnaturales, es posible que para el año 2020 haya por lo menos800 millones de personas viviendo en tierras menos favoreci-das, esto es, lugares como las cuencas superiores de los An-des y los Himalayas, las tierras altas de África Oriental y el Sa-hel (Hazell y Garrett 1996).

Hacia la protección de sus ecosistemasLa evidencia de que los pobres pueden luchar contra la degra-dación ambiental es cada vez más amplia. En algunas partesesto ya ha venido ocurriendo durante siglos, por medio de la uti-lización de medidas adaptativas cuando un cambio en los eco-sistemas así lo ha exigido.

Un ejemplo de tal adaptación se puede encontrar en las tie-rras altas de Papúa Nueva Guinea, donde el pueblo wola cultivalas laderas de bosques desmontados mediante técnicas de cor-ta y quema. En vez de acelerar el agotamiento del suelo y la de-forestación —como lo predicen los modelos tradicionales—, loswola han mantenido la fertilidad del suelo construyendo terra-plenes y usando la vegetación descompuesta como abono. Ellosseleccionan estratégicamente qué cultivos van a plantar, sem-brando varios durante el primer año cuando los suelos son másricos. A medida que la fertilidad de la tierra disminuye en añosposteriores, los wola siembran únicamente batata o camote, uncultivo que prospera sin necesidad de muchos nutrientes (Bat-terbury y Forsyth 1999:8, citando a Sillitoe 1998 y 1996).

Los mossis de Burkina Faso constituyen otro ejemplo deadaptación exitosa. Frente a la progresiva degradación del sue-lo como consecuencia del crecimiento poblacional y las sequí-as frecuentes, los agricultores mossis han respondido creandofosos de abono natural y construyendo diguettes, esto es, hile-ras de piedra semipermeables colocadas a un ángulo adecuadoen la ladera para prevenir la erosión (Batterbury y Forsyth1999:9-10). La migración de mossis hacia las ciudades del veci-no país de Costa de Marfil en busca de empleo asalariado du-rante la estación seca también representa una respuesta adap-tativa que reduce las presiones sobre la tierra y elabastecimiento de alimentos, produce remesas para las fami-lias y diversifica las fuentes de ingreso. Sin embargo, al igualque todas las adaptaciones, estas estrategias de los mossistienen sus limitaciones. Una sequía grave o la escasez de em-pleos no agrícolas pueden poner en peligro el éxito de esta co-munidad.

Un tercer ejemplo de adaptación proviene de la zona de bos-que-sabana de Guinea en África Occidental. Durante 200 años,los investigadores culparon erróneamente a los pueblos kissis ykurankos de la deforestación de un extenso bosque en la pro-vincia de Kissidougou. Sin embargo, investigaciones posterio-res sobre los patrones históricos de la cubierta vegetal revela-ron claramente que estas comunidades en realidad habíancreado manchas de bosque en sabanas que casi no tenían árbo-les. Esto se logró a través de quemas focalizadas para reducir elriesgo de incendio y para aumentar la fertilidad del suelo, asícomo amarrando a sus animales y sembrando especies de ár-

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boles de rápido crecimiento (Batterbury y Forsyth 1999:10-11,citando a Fairhead y Leach 1996).

La adaptación no se halla confinada a las áreas rurales. Enlas ciudades, los pobres complementan sus dietas e ingresostransformando lotes abandonados, terrazas o las tierras quebordean los caminos y otras vías de paso en parcelas altamenteproductivas de vegetales, frutas y árboles. Dado que los ali-mentos y el combustible son los renglones de la canasta familiaren que más gastan los hogares de las poblaciones urbanas po-bres, la agricultura urbana puede constituirse en la primera líneade defensa contra el hambre y la desnutrición. Los habitantes delos tugurios que se movilizan para garantizarse el acceso alagua y al saneamiento, así como para mejorar su medio am-biente, están participando de una forma diferente de adapta-ción. Pero esto puede ser más difícil en las ciudades, donde larespuesta de la comunidad puede depender más del acceso alos gobiernos local y estatal, así como a corporaciones y agen-cias internacionales, y del apoyo que éstos puedan brindar.Además, muchos de los riesgos ambientales son relativamentenuevos, superan la experiencia de los pobres de las ciudades, oson difíciles de detectar como es el caso de la intoxicación porplomo y disolventes (Forsyth y Leach 1998:26).

La manera en que una comunidad se adapta a la declinaciónde un ecosistema depende del conocimiento que los individuostengan del ambiente biofísico circundante, incluyendo las con-diciones de pluviosidad y del suelo. Factores económicos y po-líticos tales como la disponibilidad de mano de obra y el accesoa los mercados son también fundamentales.

Los gobiernos, las ONGs y las agencias de desarrollo pue-den ayudar a los pobres a responder de forma positiva a los re-tos que implica el manejo de los recursos naturales trabajandomancomunadamente con los residentes, esto es, apoyando lasadaptaciones diseñadas por ellos y a sus instituciones comuni-

tarias, creando oportunidades de empleo e impartiendo nuevosconocimientos, y dando asistencia técnica, de mercadeo, ca-pacitación y crédito. Ciertamente, estas mismas institucionestambién pueden impedir las adaptaciones y el progreso parareducir la pobreza. Entre los factores más negativos figuran losobstáculos a la participación de los pobres en la toma de deci-siones sobre manejo o negarles la seguridad de tenencia y losderechos de acceso a los recursos. Si no se les reconocen losderechos tradicionales de tenencia y no se les otorga controlsobre los recursos, los pobres tienen menos incentivos y capa-cidad de adaptarse.

Experiencias como las de la gente de Sukhomajri, India, ilus-tran la diferencia que marcan unos sistemas de tenencia establesen la salud de un ecosistema. Hace 20 años, el Departamento deBosques otorgó a los pobladores el derecho a aprovechar lospastos en la cuenca por una tarifa nominal, en vez de subastarlosa un contratista, quien a su vez impondría a los pobladores unatarifa elevada por los mismos (Agarwal y Narain 1999:16). Con lagarantía de que podrían quedarse con los beneficios de una ma-yor producción de biomasa, los pobladores identificaron formasde proteger la cuenca: regulando el pastoreo, invirtiendo en laconstrucción de tanques de agua para incrementar la produc-ción de los cultivos y aprovechando de forma sostenible la ma-dera que extraen de los bosques que rodean la cuenca de cap-tación. A mediados de los años ochenta, Sukhomajri ya noimportaba alimentos; ahora los exportaba. Entre 1979 y 1984, el in-greso del hogar había aumentado de 10.000 a 15.000 rupias.Anualmente el pueblo obtiene ganancias de 350.000 rupias por laventa de leche y otras 100.000 por la comercialización del bhabhar,un pasto fibroso que se puede usar como pienso o venderse a lasfábricas de papel (Agarwal y Narain 1999:16). Es así como hoyen día la que una vez fue una cuenca degradada constituye unárea más húmeda, verde, productiva y próspera.

Ejemplos de técnicas autóctonas de conservación de suelos y agua en países seleccionados de África Occidental

Densidad de poblaciónPaís Pluviosidad (mm) (por km2) Técnicas de conservación

Fuente: IFAD 2000.

1.000 35-80 Terraplenes en curva en las laderas y canales de drenaje

Burkina Faso 1.000-1.100 35 Muro de piedra en red de terraplenes en las laderas y canales de drenaje en las zonas bajas

Camerún 800-1.100 80-250 Terrazas elevadas (0,5-3 m de alto) y terraplenes de piedra

400-700 29 Hileras de piedras, terrazas de piedra y zanjas de siembra

Chad 250-650 5-6 Formas de recolectar agua en regiones más secas: sistemas de terraplenes con muros laderaarriba y área de captación

Cabo Verde 400-1.200 >100 Terrazas de piedra secas (con paredes de 1 a 2 m de alto) y albercas rectangulares (de 2 × 4 m(tierras altas) aprox.)

Nigeria 1.000-1.500 110-450 Terrazas de piedra escalonadas y niveladas, cadenas rectangulares, cultivo en montículos

Níger 300-500 Hileras de piedras y zanjas de siembra

500-650 13-85 Montículos en forma de cono, zanjas de siembra, terrazas, albercas cuadradas, hileras de piedraso muros lejanos

Malí 400 20-30 Sistema de fosos

Togo 1.400 80 Terrazas elevadas y terraplenes en curva; cultivo en montículos (rectangular)

Sierra Leona 2.000-2.500 38 Terraplenes de palos y piedras en los campos y técnicas de drenaje en los barrancos

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ques se ven afectados por la tala indiscriminada (WCFSD1999:36). De la misma manera, el gobierno de Rusia sólo pudoreunir una fracción —estimada entre el 3 y el 20%— de las ga-nancias que esperaba en 1994 por concepto del aprovechamien-to de la madera (WCFSD 1999:36). Lo demás quedó repartidoentre robo y fraude.

¿De qu i én son l o s ecos i s temas?

La cuestión sobre la propiedad de la tierra —o de los de-rechos de uso de sus recursos— es un factor crítico enla gestión de los ecosistemas y también en lo que se re-fiere a determinar qué productos o servicios se extraen

de ellos, cómo se aprovechan y quién se queda con los beneficios.Algunas formas de propiedad se oponen a un buen manejo,como cuando los derechos de propiedad están concentrados en

las manos de aquéllos cuyos intereses económicos pueden favo-recer niveles no sostenibles de aprovechamiento o un desarrolloextensivo.

DERECHOS DE PROPIEDADEn 1985, la Maxxam Corporation adquirió la Pacific LumberCompany radicada en el norte de California y dueña del rema-nente más grande de bosque de secuoya maduro del estado.Durante muchos años, la Pacific Lumber había gestionado susbosques usando como norte su productividad a largo plazo y ha-ciendo hincapié en niveles moderados de aprovechamiento quepudieran continuar alimentando sus aserraderos de forma in-definida. Pero Maxxam abandonó rápidamente las prácticas deaprovechamiento sostenibles, si bien modestas, de Pacific Lum-ber, duplicando la tasa de corta para ayudar a pagar su consi-derable deuda corporativa. Los accionistas de Maxxam se que-daron con los beneficios de este enfoque miope, ignorando sus

40R E C U R S O S M U N D I A L E S

E l d e s a f í o p a r a e l s i g l o X X I e s e n t e n d e r l a s v u l n e r a b i l i d a d e s y

f o r t a l e z a s d e l o s e c o s i s t e m a s , d e m a n e r a q u e p o d a m o s e n c o n t r a r

f o r m a s d e c o n c i l i a r l a s d e m a n d a s d e l d e s a r r o l l o h u m a n o c o n l a

c a p a c i d a d d e t o l e r a n c i a d e l a n a t u r a l e z a .

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efectos a largo plazo en la economía local y en la salud y pro-ductividad del bosque (Harris 1996:130-135, 170-171; LOE1996:12-18).

La falta de derechos claros de propiedad de la tierra tambiénpuede crear problemas. Una gran cantidad de gente pobre en elmundo carece de derechos legales de propiedad —tenencia— so-bre las tierras que habita. Es muy posible que un campesino po-bre sin tenencia segura de la tierra carezca de incentivos paratomar en consideración la productividad a largo plazo porqueno tiene la garantía de que vaya a poder quedarse ahí y capita-lizar cualquier inversión que haya hecho en un buen manejo delsuelo o del agua. De hecho, la carencia de títulos legales tiende adesincentivar algunos usos de la tierra como los agroforestales,que son relativamente benignos al ecosistema pero tardan untiempo considerable en alcanzar su tope de productividad (Sherr1999). Además, los inmigrantes sin tierra —quienes por lo ge-neral huyen del desempleo, la pobreza y el conflicto civil en zo-nas más pobladas— han contribuido significativamente a ladeforestación en áreas de frontera, a medida que desmontanparcelas de bosque para convertirlas a la agricultura de subsis-tencia. En algunos casos, el desmonte del bosque en favor deesta última actividad se convierte en la vía de acceso al título so-bre la tierra pues tales «mejoras» se reconocen como un uso le-gal del suelo.

En ocasiones, los sistemas modernos de propiedad estatal oprivada entran en conflicto con formas más tradicionales depropiedad comunitaria o grupal de la tierra, con consecuenciasadversas sobre el medio ambiente. Varias culturas del mundohan desarrollado sistemas de manejo comunitario de los recursoscompartidos para evitar un aprovechamiento excesivo. Los bos-ques de Indonesia, las praderas de Mongolia y las áreas costerasde pesca en las Filipinas constituyen ejemplos vivos de esto. Unaamplia literatura sobre el tema documenta cómo estos sistemastradicionales de derechos de propiedad y manejo comunitariopueden ser muy efectivos en lo que se refiere a preservar losecosistemas a largo plazo, aun cuando son aprovechados de for-ma continua. Con todo, los gobiernos generalmente ignoran estasformas tradicionales de propiedad negándoles su reconocimien-to legal.

LA POBREZALa cuestión sobre quién es el dueño de los ecosistemas y de susbeneficios se convierte en última instancia en un asunto de equi-dad. Quienes poseen los derechos de propiedad o el dinero paracomprar artículos de consumo tienen mayores probabilidadesde controlar los bienes y servicios que producen los ecosistemas yde influir en su gestión. Aun así, son los pobres quienes dependenmás directamente de ellos para su supervivencia inmediata ypor lo tanto los más vulnerables a las consecuencias de su dete-rioro. Los agricultores de subsistencia y otros que no puedendarse el lujo de comprar fertilizantes dependen de la fertilidadnatural del suelo; los pescadores artesanales dependen de la con-tinua productividad de lagos, ríos, estuarios y humedales coste-ros. Cuando estos sistemas se ven disminuidos, la gente pobre nose puede proteger de sus efectos —como sí lo pueden hacer los ri-

cos— sino que tienen que cargar directamente con los costos dela pérdida de servicios de los ecosistemas.

La conexión entre pobreza y medio ambiente es compleja. Enmuchos casos la pobreza contribuye a las presiones que operansobre los ecosistemas. Casi la mitad de los pobres del mundo viveen tierras marginales —áridas, de ladera y similares— suscepti-bles a la degradación (PNUD 1998:66). Aun cuando la laderaesté erosionada o la captura de pescado llegue a su límite, los po-bres por lo general no tienen alternativa distinta a seguir ago-tando el recurso o a convertir otras áreas vulnerables para utili-zarlas.

Sin embargo, no siempre es así. De hecho, a veces los pobresse encargan de la conservación y protección ambiental (Sherr1999). En diversas partes del mundo la gente ha aprendido a ex-traer bienes de sistemas marginales sin causar una degradaciónaún mayor. Por ejemplo, la comunidad mien de las tierras altasdel norte de Tailandia concentra sus cultivos en las laderas me-nos susceptibles a la erosión, permitiendo que los bosques cir-cundantes queden intactos o incluso se expandan (Batterbury yForsyth 1999:8). En la región de Machakos en Kenia (véase elCapítulo 3, «Reconquistar la cima: reviven las laderas de Ma-chakos»), así como en las tierras áridas y bosques de África Oc-cidental, se están obteniendo logros similares como consecuenciade la diversificación tanto de los cultivos como de otras activi-dades generadoras de ingreso.

Gest i ón or i en tada a mantener l a sa l ud de l ecos i s tema

Los ecosistemas bien gestionados pueden proporcionartodo un conjunto de beneficios a largo plazo. Pode-mos elegir hacer hincapié en uno o unos pocos benefi-cios a costa de otros —producción de madera a costa

del paisaje, una mayor cantidad de alimento a costa de bosquesíntegros, energía eléctrica a costa de la pesca— pero cada opcióntiene consecuencias. Las decisiones erróneas del pasado han con-tribuido a degradar los ecosistemas innecesariamente, lo quedisminuye su rendimiento de bienes y servicios ahora que la de-manda está aumentando rápidamente. Preservar la capacidadproductiva de los ecosistemas en el contexto de las contrapresta-ciones que se presentan marca la diferencia entre una buena yuna mala gestión.

Pero, ¿qué se necesita para gestionar un ecosistema de ma-nera tal que siga siendo resistente y productivo, además de pre-servar —o recuperar— su salud? Todavía estamos buscando larespuesta y no hay una medida estándar para estimar la salud oresistencia de los ecosistemas. ¿Cuánta productividad deberíamosesperar de los ecosistemas y cuánta degradación podemos tole-rar? ¿Hasta qué punto podremos reparar lo que hemos arruina-do y cuánto nos va a costar?

Ciertamente responder a las preguntas anteriores requiereun conocimiento fundamental de los procesos que tienen lugar enlos ecosistemas y de la relación que existe entre los diversos bie-nes y servicios. Pero no se trata de preguntas exclusivamente

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científicas. También entrañan elementos de juicio de carácter so-cial, así como componentes económicos e incluso éticos. Es posi-ble que decidamos sacrificar el aprovechamiento de una exten-sión de bosque primario simplemente porque se trata de unhábitat hermoso y raro, pero también podemos considerar queéste será más beneficioso si se utiliza para extraer madera deconstrucción para viviendas y luego lo dejamos regenerarse a tra-vés de un segundo rebrote. En cualquier caso, el bosque podrápermanecer en su estado vital pero proporcionará un conjuntodiferente de beneficios.

Sea cual fuere la decisión, las oportunidades para mejorarnuestro manejo de los ecosistemas son muchas. Nuestro conoci-miento sobre su funcionamiento, sobre los nexos que existen en-tre ellos y sus límites biológicos, y sobre su valor total ha mejo-rado significativamente en unas pocas décadas. Los satélites,así como la disponibilidad de mejores técnicas de medición, hanfortalecido nuestra capacidad de supervisar los ecosistemas yde medir los resultados de nuestra gestión. Las técnicas de res-tauración de ecosistemas también han progresado, y con ellosurge la esperanza de que sea posible recuperar al menos unaparte de su productividad (Parrotta y Turnbull 1997). Los go-biernos y las comunidades entienden cada vez mejor la relaciónque existe entre la salud de los ecosistemas y su propia prosperi-dad económica y calidad de vida. Muchos ya han comenzado adefinir por su cuenta en qué podría consistir un manejo sosteni-ble de los ecosistemas: un enfoque regional para el manejo decuencas hidrográficas o quizás restricciones al uso de la tierrapara que permitan un desarrollo urbano ordenado.

Si bien el proceso mismo de desarrollo global puede au-mentar las presiones que soportan los ecosistemas, tambiénpuede convertirse en una fuerza positiva, induciendo cambiosen la manera en que los vemos y manejamos. A medida que au-mentan los ingresos individuales y se adquiere mayor concien-cia ambiental, seguramente se incrementará el valor que leasignamos a los ecosistemas intactos (Panayotou 1999). Estoya está sucediendo en los países más ricos. La demanda deturismo de naturaleza, por ejemplo, ha comenzado a aumentarde forma notoria. En muchas áreas urbanas han surgido ini-ciativas para preservar las tierras agrícolas y detener el desa-rrollo urbano caótico. Proyectos ambiciosos dirigidos a restau-rar ecosistemas amenazados como el río Rin en Alemania olos Everglades en Florida han obtenido apoyo político y finan-ciero. Estos proyectos son una evidencia de que hay un deseocada vez mayor de sentir y conservar los ecosistemas, y la vo-luntad de pagar por ello.

Pero la existencia de estos signos positivos no debe conducir aminimizar el desafío que conlleva definir una gestión de ecosis-temas equitativa y sostenible en el ámbito mundial. Y esto re-

quiere que nos formulemos una serie de preguntas difíciles, comolas siguientes:

■ ¿De qué manera podemos gestionar las cuencas hidrográficasy los recursos hídricos frente a aumentos potenciales en la de-manda que oscilan entre un 50% más para riego y un 100%más para el consumo industrial para el año 2025? (WMO1997:19-20).

■ Aun si se puede disponer de agua de riego, ¿cómo podemosintensificar nuestra agricultura para alimentar a la pobla-ción futura sin aumentar el daño ocasionado por la escorren-tía de nutrientes y plaguicidas, y sin continuar convirtiendolos bosques y otros ecosistemas en tierras de cultivo?

■ ¿Cómo podemos continuar abasteciendo el metro cúbico deproductos de madera que cada persona promedio consumeanualmente sin diezmar los bosques existentes? ¿Y qué pasa-ría si la demanda de madera se duplicase en los próximos 50años, como algunos proyectan? (Watson et al. 1998:18).

■ ¿Cómo podemos disminuir el impacto del cambio de clima enlos ecosistemas, considerando que se espera un aumento delas emisiones de carbono a medida que crece la economíamundial, por lo menos a corto plazo?

■ ¿Cómo podemos reducir el impacto de las áreas urbanas —in-cluyendo procesos de urbanización caóticos, consumo deagua, contaminación atmosférica, generación de basuras— enlos ecosistemas circundantes a medida que las poblaciones delas ciudades crecen hasta alcanzar los 5.000 millones que sehan estimado para el año 2025? (PNUD 1997).

No nos queda otra opción que hacerle frente a estas preguntasy a otras similares. Nuestra dependencia de los ecosistemas va enaumento en vez de disminuir. La productividad de los ecosiste-mas es difícil y costosa de recuperar, una vez se ha perdidocomo consecuencia de un manejo deficiente.

Abordar estos problemas requerirá nuevas estrategias quesuperen las barreras políticas sin perder el apoyo local, que tam-bién es crítico. A su vez, tales estrategias estarán apoyadas enuna compresión cada vez más clara del estado real de los ecosis-temas del mundo: cuánto tenemos y cuánto podemos perder si nolos gestionamos mejor. Como primer paso, en el Capítulo 2 sepresentan los resultados de una evaluación amplia —aunquepreliminar— de los principales ecosistemas del mundo. La espe-ranza es que el conocimiento de estos antecedentes pueda ayudara desvelar las contraprestaciones que ya se han presentado y acristalizar las opciones de gestión que todavía tenemos.

42R E C U R S O S M U N D I A L E S