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ESPIRITUS ELEMENTALES DE LAS PLANTAS Prof. Enrique Rodriguez, Lic en Pedagogia y Filosofia, MSc en Medicina Bioenergeticas y Kriyaban Yogui. "Cuenta una historia que Latiwa llevaba días desesperada, por mucho que intentaba bajarle con baños la calentura a su pequeña Olodumare, la fiebre se resistía a ceder. Aquello anunciaba a mortuorio, como años atrás cuando Elegguá había silbado tenebrosamen-te en el bohío y en un santiamén le arrebató a su hermanito antes que cumpliera los tres años. Esa noche la niña empezó a delirar y Latiwa en gritos la envolvió en la gastada sábana y corrió desesperada a casa de Padre Ganga, que al verla entrecerró los ojos azuleados de viejos, y por un rato hizo silencio antes de encender un tabaco para dirigirse hacia el caldero de hierro donde tenía un hacha de piedra, varios montones de tierra, palos de matas y otras ofrendas. Tras exhalar varias bocanadas de humo a la nganga en voz baja y dando varios puñetazos en el suelo empezó a hablarle en lengua conga a su npungo “Tiembla Tierra ha dicho: —sentenció con severidad el mayombero—. ve ahora mismo con la muchachita al monte, a la entrada del cafetal y clama a los pies de atori, la vieja siguaraya, ¡esa mata tiene poder!”. De hinojos ante el árbol, la madre como una estampa sacra con Olodumare en los brazos empezó a rezarle a Osaín, el patrón de las yerbas y la vegetación.

Elementales de las plantas

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ESPIRITUS ELEMENTALES DE LAS PLANTAS

Prof. Enrique Rodriguez, Lic en Pedagogia y Filosofia, MSc en

Medicina Bioenergeticas y Kriyaban Yogui.

"Cuenta una historia que Latiwa llevaba días desesperada, por mucho que intentaba bajarle

con baños la calentura a su pequeña Olodumare, la fiebre se resistía a ceder.  

Aquello anunciaba a mortuorio, como años atrás cuando Elegguá había silbado tenebrosamen-

te en el bohío y en un santiamén le arrebató a su hermanito antes que cumpliera los tres años.

Esa noche la niña empezó a delirar y Latiwa en gritos la envolvió en la gastada sábana y corrió

desesperada a casa de Padre Ganga, que al verla entrecerró los ojos azuleados de viejos, y

por un rato hizo silencio antes de encender un tabaco para dirigirse hacia el caldero de hierro

donde tenía un hacha de piedra, varios montones de tierra, palos de matas y otras ofrendas.  

Tras exhalar varias bocanadas de humo a la nganga en voz baja y dando varios puñetazos en

el suelo empezó a hablarle en lengua conga a su npungo

“Tiembla Tierra ha dicho: —sentenció con severidad el mayombero—.  ve ahora mismo con la

muchachita al monte, a la entrada del cafetal y clama a los pies de atori, la vieja siguaraya, ¡esa

mata tiene poder!”.

De hinojos ante el árbol, la madre como una estampa sacra con Olodumare en los brazos

empezó a rezarle a Osaín, el patrón de las yerbas y la vegetación.  

A poco de su reclamo, la mata siguaraya desprendió cual lágrimas de su seno unas hojas que

fueron a caer en el regazo de Latiwa que las recibió como respuesta a su ruego.

Muy pocos días bastaron para que la risa volviera a florecer en el hogar de Latiwa, la fiebre

había cesado y la niña había perdido los salpullidos dolorosos que en su carita parecían

mariposas.  Mata siguaraya la había salvado"

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¿Fábula o realidad? ¿Acaso fueron los principios activos de la planta, o el espíritu elemental

que la anida, o ambas cosas, los que curaron a Olodumare de la erisipela?

La experiencia fitomédica desde época colonial con la “Trichilia Havanensis Jac”, conocida

popularmente como siguaraya, reporta propiedades curativas tanto para la erisipela como para

las disfunciones hepáticas, el reumatismo, cálculos renales y otras afecciones, habiéndose

pregonado sus virtudes en la guaracha “Mata siguaraya” compuesta por Lino Frías, pianista de

la “Sonora Matancera”, la que Celia Cruz y Benny Moré popularizaron a finales de 1950. 

“En mi Cuba nace una mata,Que sin permiso no se pue tumbá,Porque son de orisha,Esa mata nace en el monte,Esa mata tiene poder,Esa mata e, siguaraya”

No solo los cultos afros comprenden la creencia en los espíritus de la Naturaleza, otras

numerosas culturas en diversas latitudes y épocas refieren su existencia, de lo que se han

valido curanderos para hacer diagnosis y tratamientos.  

Ya en la antigua Grecia, Anaxágoras, Empédocles, Demócrito, y Aristóteles, reconocían la

existencia de estas ánimas; así son ampliamente citados en el Kybalion de Hermes

Trimegisto, describiéndolos como seres invisibles del Universo que habitan en los cuatro

elementos. Igualmente, los druidas de las antiguas tribus celtas reverenciaban a estas ánimas

de la vegetación, principalmente a la del muérdago que auspiciaba sus ceremonias

religiosas.   

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Los chamanes de América, para citar otro ejemplo, utilizan las plantas psicoactivas, cual

ayahuasca, el peyote, San Pedrito, y otras, que les facilitan entrar en un estado potenciado de

conciencia y desde el mismo consultar a los elementales a quienes llaman “doctorcitos”.

En Ias primeras décadas del Siglo XX el médico inglés Edgar Bach dio a conocer su método

terapéutico con las flores del valle de Gales, basándose en un profundo

estudio del alma humana.  Cada una de las 37 flores que utilizó compren-

dia determinadas vibraciones afines a cada trastorno emocional y

enfermedad.  Bach en sus memorias expresaba que “las hierbas

curativas son aquéllas a las que les ha sido dado el poder de ayudarnos a

preservar nuestra personalidad…”

Han transcurrido cerca de cien años de satisfactorios resultados de su terapia floral, lo que

llevó a su reconocimiento por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En 1963 un descubrimiento sensacional puso en la palestra

pública el tema de los elementales de la vegetación: el Dr. Cleve

Backster, especialista en interrogatorio de los órganos de la

seguridad estadounidense, al aplicar por entretenimiento

electrodos del detector de mentiras de su Departamento a una

planta ornamental de la oficina, amagando quemarla con un

cigarrillo, provocó para su sorpresa una reacción idéntica como si

hubiese sido una persona.  

A partir de tan inusitado hecho se incentivaron diversos científicos

para profundizar en las investigaciones, considerando algunos que

las plantas tienen una percepción primaria, capaz de memorizar, intuir reacciones emotivas, e

incluso identificarse con su cultivador.

Por su parte, algunos científicos rusos incursionaron en el fascinante estudio, entre ellos los

profesores rusos Pouchkine, y Fetisov, del Instituto de Medicina Clínica y Experimental de

Novosibirsk, así como investigadores de la Universidad de Alma Ata, que llegaron a conjeturar

predictivamente la probable utilización de las plantas para la detección y prospección

geológica.

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En los estudios contemporáneos del animismo de las plantas, lugar destacado ocupa el

profesor indio Jagdish Chandra Bose por sus trabajos científicos a inicios del Siglo XX. Luego

de realizar extraordinarios experimentos físicos, adelantándose a Marconi respecto a las ondas

electromagnéticas, Chandra Bose dedica su ímpetu investigativo hacia la fisiología vegetal,

matizando sus trabajos con gran desinterés material

Encumbra sus descubrimientos con el invento del crestógrafo, nombre con que bautizó el

aparato capaz de observar y grabar el crecimiento vegetal con una ampliación aproximada en

diez millones de veces, demostrando la indivisible unidad existente en toda vida.  

El crestógrafo, superior al microscopio en su capacidad de aumentar, le permitió comprobar al

profesor Bose que las plantas tienen un sistema nervioso hipersensible y una variada vida

emocional, cual el amor, odio, alegría, temor, placer, dolor, excitabilidad, estupor e incontables

respuestas correspondientes a los estímulos recibidos, comprobando que eran tan universales

en las plantas como en los animales.

En 1917 el insigne sabio fundó en Calculta el “Bose Research Institute”, considerado el

primer centro de investigación científica de la India, expresando Bose en su discurso inaugural:

"En la prosecución de mis investigaciones fui conducido inconscientemente a los límites de la

física y de la fisiología. 

Con asombro encontré que las líneas limítrofes se desvanecían y los puntos de contacto

emergían entre los reinos de lo que tiene vida y lo que no la tiene. 

Era sorprendente ver la multitud de fuerzas que obraban sobre la materia orgánica, percibida

generalmente como algo inerte.

"Una reacción universal parece colocar bajo una ley común a los metales, las plantas y los

animales. Todos muestran esencialmente el mismo fenómeno de fatiga y depresión, con

posibilidades de recuperación y de exaltación, así como la permanente irresponsabilidad

asociada con la muerte…”

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En una ocasión que recibió la visita de Paramahansa Yogananda,

fundador de la institución Yoga, conocida por la SELF en los Estados Unidos, el prestigioso gurú le preguntó:

"-Señor, es lamentable que el desarrollo de la agricultura en masa no

tenga una marcha más rápida por medio del empleo más amplio de

sus maravillosos mecanismos. 

¿No sería posible emplear estos estudios de experimentos rápidos

de laboratorio para  indicar la influencia de varios tipos de abonos o fertilizantes en el

crecimiento de las plantas?"

“–Está usted en lo justo –le respondió amablemente el insigne hombre de ciencia–. Incontables

usos tendrán los instrumentos "Bose" para las futuras generaciones. 

Los hombres de ciencia rara vez reciben la recompensa de sus contemporáneos; les basta

poseer el gozo del servicio creador.

El Profesor Chandra Bose durante su vida recibió numerosas distinciones, cual el de la Royal

Society británica que lo convirtió en el primer miembro nativo de la India y sus trabajos fueron

premiados por las más altas instituciones.  

Y aunque sea realidad o un mito la existencia de espíritus elementales de la vegetación, lo

positivo de la hipótesis es crear en los hombres una mentalidad holística de la vida aceptándola

como un Todo interrelacionado en armonía cósmica perfecta.  

Lo que sucede en nosotros encuentra activa resonancia en el planeta.  Amar la Creación en

todas sus manifestaciones y al medio ambiente se hace apremiante en estos tiempos

holocaústicos.  

Cuidar a la Naturaleza es cuidar nuestra propia vida.  José Martí incidiendo en el tema,

expresó: 

“No concibo propósito más alto que el de enseñar cómo tomar de la naturaleza aquella serenidad y justicia y consuelo y fe de que está rebosante, -y cómo sacar de nosotros mismos, por el ímpetu de un alma evangélica, y por la frecuentes reuniones de una amistad cultivada, la

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capacidad que tenemos, para la consecución de la felicidad, de reconocer y de confiar en la armonía de nuestra naturaleza y en esa constante relación de la naturaleza y el hombre, cuyo conocimiento da a la vida un nuevo sabor, y priva a la tristeza de buena parte de su veneno y su amargura”.

nganga: es la llamada <Prenda>, como sinónimo de joya, por ser algo muy valioso y preciado.

La mantenemos en su altar en el cabildo sagrado, que es nuestro templo. Ahí se le ponen

ofrendas, flores, etc.

npungo: espíritu superior