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REVISTA PSICOGENTE ISSN 0124-0137 Corporación Educativa Mayor del Desarrollo Simón Bolívar junio 2005- Vol. 8 - No. 13 - 55-65 EL FATALISMO COMO FORMA DE SER - EN - EL - MUNDO DEL LATINOAMERICANO JAIME NCHEZ Al iniciar estas líneas viene a nuestro pensamiento aquella conocida tragedia griega, la tragedia de Edipo, que sirvió tanto al maestro Freud para ilustrar tan acertadamente los deseos tempranos del infante hacia su madre, y que bien nos puede servir a nosotros para esclarecer cierta actitud pasiva que ha distinguido a nuestra cultura latinoamericana como fatalista. La tragedia se inicia cuando Layo, el padre de Edipo, se entera del designio del Oráculo de Delfos. Su hijo le mataría y se casaria con su mujer, su propia madre. Su fatídicodestino no podía ser cambiado ..Por mucho que se propuso hacerlo, más en que en el acto, en el intento mismo, era ya un fracaso. Pues paradójicamente, sus actos se consolidaron en el cumplimiento de su propia desgracia. En la tragedia se refleja lo que representaba el destino para el paganismo griego; a saber, una suerte de dictamen ajeno a su voluntad, que predestinaba sus actos, y del cual estaban condena- dos a depender. Kierkegaard lo expresó magistralmente: " ...He aquí la tragedia insondablemente profunda del paganismo, No consiste tanto en que la sentencia del oráculo sea ambigua,cuanto en que, a pesar de todo, el pagano no puede menos de ir a pedirle consejo". La caracterización del fatídico destino del pagano que nos ofrece Kierkegaard, ilustra la re- lación que éste mantenía con la inevitable predicción de un futuro incierto que lo condenaba a un presente no mejor, a un presente angustioso.

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REVISTA PSICOGENTEISSN 0124-0137

Corporación Educativa Mayordel Desarrollo Simón Bolívarjunio 2005-Vol. 8 - No. 13 - 55-65

ELFATALISMOCOMO FORMA DE SER - EN - EL - MUNDO

DEL LATINOAMERICANOJAIME SÁNCHEZ

Al iniciar estas líneas viene a nuestro pensamiento aquella conocida tragedia griega, la tragediade Edipo, que sirvió tanto al maestro Freud para ilustrar tan acertadamente los deseos tempranosdel infante hacia su madre, y que bien nos puede servir a nosotros para esclarecer cierta actitudpasiva que ha distinguido a nuestra cultura latinoamericana como fatalista.

La tragedia se inicia cuando Layo, el padre de Edipo, se entera del designio del Oráculo deDelfos. Su hijo le mataría y se casaria con su mujer, su propia madre. Su fatídico destino no podíaser cambiado ..Por mucho que se propuso hacerlo, más en que en el acto, en el intento mismo, eraya un fracaso. Pues paradójicamente, sus actos se consolidaron en el cumplimiento de su propiadesgracia.

En la tragedia se refleja lo que representaba el destino para el paganismo griego; a saber, unasuerte de dictamen ajeno a su voluntad, que predestinaba sus actos, y del cual estaban condena-dos a depender. Kierkegaard lo expresó magistralmente: " ...He aquí la tragedia insondablementeprofunda del paganismo, No consiste tanto en que la sentencia del oráculo sea ambigua, cuanto enque, a pesar de todo, el pagano no puede menos de ir a pedirle consejo".

La caracterización del fatídico destino del pagano que nos ofrece Kierkegaard, ilustra la re-lación que éste mantenía con la inevitable predicción de un futuro incierto que lo condenaba a unpresente no mejor, a un presente angustioso.

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El significado etimológico mismo deltérmino Fatalismo nos ofrece una luz esclare-cedora. El término proviene dellatínfat1ll11 quesignifica hado, es decir: predicción, oráculo yde ahí, destino inevitable".

Los estudios sociológicos de autorescomo Ignacio Martín Baró han mostrado que enla actualidad a amplios sectores de los puebloslatinoamericanos, incluyendo Colombia, se lesha atribuido como actitud básica de su gente,una especie de comprensión fatalista de la exis-tencia. Martín Baró caracteriza esta actitud dela siguiente manera: "El Fatalismo es aquellacomprensión de la existencia humana según lacual, el destino de todos, está ya predeterminadoy todo hecho OCUlTede un modo ineludible".

Los trabajos antropológicos de OsearLewis, construidos con las propias palabras delas personas entrevistadas, han logrado trans-mitir las formas propias del pensar, sentir yactuar de los sectores populares de países comoMéxico, Puerto Rico y Cuba, entre otros (Lewisy Rigdon, 1977 y 1978). En estos estudios esnotable que los rasgos que caracterizan a estospaíses son: una creencia más o menos explícitaen la irremisibilidad del destino de las personasy la resignación frente a lo inevitable, entreotras.

Igualmerite los análisis psicosociales queErich Fromm llevó a cabo en un pequeño pueblomexicano, junto con Michael Muccoby, arroja-ron como resultado que esta gente se caracterizapor el pesimismo hacia el futuro, la sumisión yla impotencia frente al mundo y la sociedad.

Aunque no son muchos los estudios quese han realizado al respecto, se suele atribuir al

latinoamericano una imagen estereotipada defatalista; sin embargo, es importante distinguirentre esto último, y el Fatalismo como formade relacionarse con el mundo y la vida.

El Fatalismo entendido desde esta últimaacepción, nos señala una forma de ver la vidaque se traduce en conformismo y resignaciónante cualquier circunstancia incluso las más ne-gativas (Baró, 1985). Es ampliamente conocidala actitud fatalista, en gran manera coincidentecon lo dicho hasta ahora, que expone ViktorFrankl en su obra, como una manifestación dela Frustración Existencial en la experiencia deun individuo y una forma que usa el neuróticopara eludir su responsabilidad y su libertad(Frankl, 1994).

Frankllo describe de la siguiente forma:(oO.) el neurótico presenta una tendencia especí-fica para eludir su responsabilidad y su libertad,refugiándose en pretendidas circunstancias fa-tales. Obra así, podría decirse, con un sentidode Fatalismo neurótico. Y este Fatalismo semanifiesta ante todo bajo la forma de un con-fonnismo demostrado por el neurótico en todassus tendencias internas, su estado anímico, su"ser así".

Frankl argumenta que el Fatalismo es unaespecial forma de conformismo fruto de la frus-tración existencial presente en las colectividadese individuos que asumen la vida con una actitudreactiva y pasiva, rehusando hacer LISOde sulibertad y responsabilidad frente a su existir.

FRUSTRACIÓN EXISTENCIALY FATALISMO

En términos Franklianos, la pregunta por

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el sentido de la existencia es en definitiva, lapregunta que caracteriza al hombre como tal,es la verdadera expresión del ser humano depor sí.

Es la verdadera expresión del ser humano,debido a que este posee una tendencia natural,como se había mencionado, a la búsqueda designificados. Y esta tendencia es constitutivadel hombre, ningún otro ser está orientado ala búsqueda de un sentido que justifique suexistencia.

Esta búsqueda se expresa a través de lapregunta por el sentido de la existencia. Pero elAnálisis Existencial planteado por Frankl, da ungiro radical al planteamiento de la pregunta porel sentido de la existencia. Pues sostiene que, noes el hombre quien debería buscar una respuestaa esta pregunta, sino que paradójicamente esla vida la que le presenta los interrogantes alhombre. Frankl lo expresa diciendo que: "sireflexionamos sobre la estructura originaria denuestro vivir en el mundo, habremos de operarsobre el problema del sentido de la vida unarevolución copemicana: es la vida misma la quele plantea cuestiones al hombre. Este no tieneque interrogarla: es a élpor el contrario, a quienla vida interroga, y él quien tiene que respondera la vida, hacerse responsable".

Es así como Frankl, caracteriza la esenciadel Análisis Existencial que constituye su plan-teamiento, y al mismo tiempo el suelo en el quese fundara su propuesta logoterapéutica.

De esta manera, desde la óptica del Aná-lisis Existencial de Frankl, el rasgo esencial delser del hombre es el ser responsable. A través desu responsabilidad el hombre responde los re-

querimientos de las situaciones que le presentala vida. Pero esta respuesta debe ser objetivadaen los hechos: "solamente en la acción, en elactuar, pueden encontrar respuesta verdaderalas preguntas vitales; esta respuesta se da en laresponsabilidad asumida en cada caso por nues-tro ser. Mas aún, el ser solo puede ser "nuestro"en cuanto es un ser responsabilizado.

NicolaAbbagnano (1987) se refirió a estemismo fenómeno señalando que: "La vida leplantea al hombre continuamente cuestionesa las que debe responder. Toda acción suya,cualquiera que sea su relieve, es una respuesta.Gracias a cada una de estas respuestas sale unpoco el mundo de la niebla, para tomar ciertaforma frente a él. Rehusarse a responder, esrechazarlo a la niebla".

La responsabilidad como centro del existirhumano ha sido expresada a través de un térmi-no utilizado por la filosofía contemporánea paradesignar este característico y singular modo delser hombre: la palabra existencia.

La responsabilidad humana significasiempre según Frankl, responsabilidad anteun deber, el cual es interpretado partiendo deun sentido, del sentido concreto de una vidahumana (Frank1, 1997). Para Frankl, este deberconcreto es entendido a partir del hecho de quetoda persona representa algo único y cada unade sus situaciones de vida algo singular, quese produce una sola vez. Estos dos caracteresinforman, según Frankl, de un modo relativo encada caso el deber concreto del hombre.

Según Frankl, la responsabilidad de nues-tro ser no es solamente "en la acción", sino quetiene también que serlo, según dice, forzosa-

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mente en el aquí y ahora, en la concreción deesta o aquella persona y de esta o aquella situa-ción suya en cada caso. En palabras de Frankl:"Para nosotros, pues, esta responsabilidad delser es siempre una responsabilidad ad personamy también ad situationem".

En palabras de Frankl, esto hace que:"cada hombre solo pueda tener un deber únicoen cada momento". El deber es la pregunta desentido que le hace la vida, es lo que reclama eldía, el deber concreto de ese preciso momento.Esto quiere decir que cada una de las situacio-nes de la vida representa algo singular, queseproduce una sola vez, y al mismo tiempo, todapersona representa algo único.

El ser humano se ve enfrentado a cues-tiones planteadas por las situaciones que vive.Según Frankl: "Las respuestas que el hombredé a estas preguntas deberán ser siempre res-puestas concretas a preguntas concretas. En laresponsabilidad de la existencia tenemos surespuesta; es en la existencia misma donde elhombre "responde" a sus cuestiones".

Es decir, en los actos de su existencia querespondan a la realización de su deber concretode realizar valores, mientras es un ser conscien-te de su responsabilidad, su deber de realizarvalores no lo deja en paz hasta el instante finalde su existencia.

Este imperativo de la búsqueda de sentidode la existencia se ve obstaculizado cuando,según Frankl, la voluntad de sentido se ve blo-queada. En este sentido, el individuo frustradoexistencialmente, se queja con frecuencia de suvida sin sentido, experimentando una sensaciónde vacío interior, e intentando llenar este vacío

a través de satisfactores emocionantes como labúsqueda de sensaciones materiales, como laposesión del dinero y en muchos casos, adic-ciones, lo cual paradójicamente genera másangustia debido al hecho de que se acrecientala frustración y la terrible sensación de que suvacío aumenta cada vez más.

Aparte de estos síntomas, existen muchosotros. Razón por la cual es cuestionable el ca-rácter patológico en sí mismo de la FrustraciónExistencial, pues "aquel que se aqueja por elsentido de la vida está demostrando una presiónpropia de su condición humana".

La Frustración Existencial se manifiestaen el sentimiento de que la existencia carece designificado. Es así, como el hombre existencial-mente frustrado, no conoce como llenar lo quese denomina vacío existencial y enmascara sufrustración haciendo que este vacío quede lar-vado, no se manifieste y permanezca latente.

Como ocurre con aquellos que llevadospor su afán de trabajo y diversas ocupacionesse arrojan a una intensa actividad, pero queen el momento de la jubilación o llegado eldomingo, les acomete una depresión que leshace conscientes del vacío de contenido de susvidas, se enfrentan al vacío existencial. En estesentido, Frankl considera a propósito de esto,que el ritmo acelerado de la vida actual, es unintento de automedicación inútil de la Frustra-ción Existencial.

Por ello, es notable que Frankl, señale quela Frustración Existencial no es algo enfermizoni nada que haga enfermar, sin embargo puedeconducir a una enfermedad neurótica. En estesentido, Frankl señaló que la "frustración no es

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obligatoriamente patógena, sino solo facultati-vamente o potencialmente tal".

El Fatalismo, según Frankl, es una de lasmás típicas manifestaciones de la FrustraciónExistencial, e impide al individuo enfrentarsede forma saludable y auténtica a responder a lassituaciones de su vida.

En este sentido, el Fatalismo impulsaríaun modo de ser frustrado, donde el individuodeja de ser sujeto de la experiencia para con-vertirse en definitiva en objeto de la misma,dejándose llevar por la resignación y el dogmade esperar a que el destino decida cuál será elfin de todas las circunstancias, vaivenes y su-frimientos en la vida.

Viktor Frankl hizo énfasis durante toda suvida, en los peligros del Fatalismo y del con-secuente abandono de la libertad. De ahí a quesu Análisis Existencial buscase fundamentar lanecesidad de que el hombre y la sociedad seapropiasen de un sentido en la vida, fruto de laconciencia de la propia situación y su respon-sabilidad frente a la misma. De esta manera,el Fatalismo representa en última instancia larenuncia a la propia libertad y la consecuenterenuncia a la conquista de un sentido en la vida.En efecto, para Franklla búsqueda de un sentidopara la propia existencia es algo distintivamentehumano, y la renuncia a esta posibilidad repre-sentaría una renuncia del hombre a sí mismo.

EL FATALISMO COMO ACTITUD

Desde la perspectiva Frankliana, el modode ser fatalista expresaría el vacío y la frustra-ción existencial que el individuo presenta. Este

modo de ser se expresa fundamentalmente,según Martín Baró, en una actitud a través desus tres vertientes: ideacional, afectiva y com-portamental.

Dentro del componente ideacional de estaactitud, se encuentran típicamente las siguientesideas:

l. La vida de los sujetos y sus vicisitudes seencuentran predeterminados en su destinodesde el inicio de sus vidas. De esta manera,la existencia individual se constituye en unproyecto que se despliega de acuerdo aldestino que ha de tomar de antemano.

2. Los sujetos no pueden hacer y obrar de talforma que puedan cambiar su destino fatal,debido al hecho de que su libertad de obrar yparticipar en el control de sus actos se hallaneutralizada por fuerzas ajenas a su poder.

3. En las creencias y valores predominantementereligiosos de los pueblos latinoamericanos,el designio de los acaeceres de la vidaes atribuido a Dios y su omnipotenciaperfecta, frente a la cual nada ni nadie puedeoponerse.

Los tres afectos que con más frecuenciaaparecen en el síndrome fatalista, según Baró,son los siguientes:

1. Es preciso aceptar con resignación el destinoque ha cada cual le acontece, es decir,aceptar la irremisibilidad de la existencia sinoponerse inútilmente.

2. La inevitabilidad de los acontecimientosde la vida resulta mucho más relevante que

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cada una de las emociones que se puedanexperimentar. En este sentido, carece desentido dejarse llevar por la alegría o latristeza, pues lo que cuenta es aceptar elpropio destino.

3. La vida resulta ser exigente y dolorosa, decarácter trágico, haciendo de la experienciadel sufrimiento el estado natural de la misma,de tal forma que no queda más que aceptarlaidentificándose con el sufrimiento.

Finalmente, las tres tendencias comporta-mentales señaladas por Baró, como las más ca-racterísticas del Fatalismo, son las siguientes:

l. Ante la inevitabilidad del propio destino,no queda más que conformarse ante losacontecimientos que a uno le OCUlTen.Deesta manera, la sumisión al destino fatídicoes la manera más adecuada de aceptar lapropia suerte.

2. La pasividad frente a las circunstancias dela vida, debido a que nada puede hacersepara cambiar dicha situación. En palabrasde Baró: "La pasividad representa la formaracionalmente más cómoda de adaptarse aldestino fatal".

3. El presentismo o la reducción del horizontevital al presente. De esta forma, lo únicoque cuenta es el aquí y el ahora, tanto parael bien como para el mal. Según Baró, elconocimiento del pasado o la prediccióndel futuro tan sólo sirven para confirmar lainevitabilidad del destino.

Según Baró, los tres componentes de laactitud fatalista, arriba mencionados, describen

una forma peculiar de realidad existencial dequienes poseen esa determinada forma de relacionarse con el mundo, de tal forma que segúr

Baró, podemos hablar del tipo fatalista.

Según Baró, la idea de que la concepciórfatalista de la existencia constituye un rasgo típico del carácter de los pueblos latinoamericanosy esto explicaría la frecuencia con que apareceen los diversos países que forman el continenteEsta explicación ha sido propuesta desde diversas perspectivas teóricas. Quizá la formulaciótmás influyente y con más pretensiones científicas proviene de la visión desarrollista plantead:por el Centro para el Desarrollo Económico ~Social de América Latina, DESAL.

Según señala Baró, El interés del DESAIse centra en explicar el fenómeno de la dualidarde las sociedades latinoamericanas y en buscala mejor manera de integrar la población marginada al sistema social, cambiando sus valore:y actitudes fundamentales (Vekemans y Silva1969). El Fatalismo constituiría una de las actitudes propias de la población marginada quele impiden integrarse al mundo moderno y quele mantienen en la miseria y en la impotenci:social (Silva, 1972).

Un ejemplo típico de este enfoque kconstituye el planteamiento de Fernando DuránSegún Durán (1978, pp. 98-100), la mayorí:de la población latinoamericana presenta lo:siguientes rasgos caracterológicos: (1) autoritarismo, "en el sentido que se tiende a confiaen la autoridad para fundar las acciones y lo:juicios"; (2) "identificación del individuo COIun macrocosmos de relaciones sociales"; (3conformismo, y (4) "inclinación a considerael pasado y presente como foco temporal de

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la vida humana, sin prestar atención detenidaal período futuro". A partir de estos rasgos ca-racterológicos se podrían entender fenómenoscomo el del caciquismo que se asentaría sobreel conformismo autoritario de la población, o"la falta de responsabilidad y de iniciativa",que se basarían en la misma dependencia dela autoridad y en el presentismo provinciano.En este sentido es como si en los pueblos denuestra Latinoamérica se hubiese generalizadola herencia del Fatalismo antiguo. En palabrasde Maritza Montero, los latinoamericanos sonlos "paganos modernos".

Ya Gabriel García Márquez había recrea-do el mundo del latinoamericano y propiamentedel colombiano en sus obras, donde los hechosmás extravagantes terminan por parecer norma-les y los sucesos más pintorescos adquieren uncarácter de continuidad atemporal, según nosseñala Baró.

Las propias palabras del Nobel colombia-no nos confirman este fenómeno: "( ...) conozcogente del pueblo raso que ha leído Cien Años deSoledad con mucho gusto y con mucho cuidado,pero sin sorpresa alguna, pues al fin y al cabono les cuento nada que no se parezca a la vidaque ellos viven".

Pueblos solos y solitarios, como el Ma-condo de La Hojarasca y Cien Años de Soledad,donde más que un lugar se revela un estado deánimo, una actitud, una manera particular de ser- en - el- mundo, donde, al parecer, no se puedehacer nada por cambiar un destino fatal.

Esta resignación y conformismo, segúnseñalaremos más adelante, gestan y son ges-tadas a partir del generalizado sentimiento de

impotencia ante el destino trágico de una gene-ralizada parálisis de la voluntad en la realidadcotidiana.

Día a día se multiplican en nuestro paísexclamaciones como las que Rafael Santosexpresó en la prensa colombiana: "( ...) los ni-veles de tensión e impotencia van aumentandoa medida que transcurre el día. ¿Oyó 10 delavión de Avianca? ¡Qué vaina lo de la masacrede Urabá! ¡Qué locura ese secuestro de 29 per-sonas en una "pesca milagrosa" ¡Mataron aÁlvaro Gómez! ¡Increíble la emboscada a lossoldados de Mutatá!".

Resignación, desensibilización e impoten-cia. ¿No son estas las respuestas ideacionales,afectivas y comportamentales que a todos nosson comunes frente a estos sucesos? Mientras enColombia somos resignados frente a los hechosque nos agobian, en otros países se levantaríanmarchas, protestas y declaraciones en semejantesituación.

Esta realidad existencial fatalista dellati-noamericano, además de describir la "forma pe-culiar en la que este se relaciona con su mundo,tiende a bloquear todo esfuerzo por el progresoy el cambio de las personas y las sociedades.

Esto debido a que paradójicamente pro-voca aquello mismo que postula, a saber: "laimposibilidad de alterar el rumbo de la propiaexistencia o de controlar las circunstancias quedeterminan la vida real de cada cual" (Baró,1985).

Vale la pena, que en este momento nospreguntemos: ¿Qué es lo que hace que laspersonas, y sobre todo los grupos, asuman el

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Fatalismo como modo de relacionarse con elmundo?

El presente planteamiento sostiene quedesde los tiempos de la Colonia nuestro paísse encuentra marginado y se asume comotal. Es así como nosotros hemos heredado lamarginación, la impotencia y la resignaciónque caracterizó a nuestros ancestros indígenascon el advenimiento de la cultura hispana. Losanálisis de Frantz Fanon, muestran cómo, "laviolencia impuesta por el colono es introyectadapor el colonizado, sometiéndose este últimoa un estado de inhibición, que compensa conexplosiones periódicas de violencia frente a susiguales" (Fanon, 1972. p. 45).

Por otro lado, es importante señalar quese ha generalizado entre nosotros, así comotambién en el resto de Occidente, un crecientesentimiento de falta de significación de la propiaexistencia ante la vastedad y el predominio delas tendencias colectivistas y conformistas dis-tintivas de nuestra época industrial modema.

Es así como, presenciamos una época defalta de identidad personal, predominantementeen Occidente, y de impotencia social como frutode esta situación. Las palabras del conocido psi-coterapeuta norteamericano Rollo May resultanextraordinariamente ilustrativas al respecto:"Aun cuando supiese quién soy, de todas ma-neras no importaría como individuo".

En medio de este mundo anónimo dondelos hombres no se reconocen a sí mismos, elFatalismo latinoamericano se ha constituido enuna de las formas de asumir la vida, propias dela población marginada, que le impide integrar-se al mundo modemo y que le mantiene en la

miseria y la impotencia social (Silva, 1972).

Asimismo, la carencia de significaciónpersonal y la correspondiente impotencia social(entendida, según May, como el hecho de que nopodemos influir sobre nuestro destino), gesta laconcepción fatalista de la vida, y como veremosmás adelante, también la violencia misma.

Todo ser viviente responde al imperativocategórico de la supervivencia a través del ejer-cicio del poder. El hombre, especialmente, al serlanzado a la existencia, encuentra que en cadamomento de su vida debe emplear su poder para,preservarse a sí mismo; enfrentando las fuerzasque se le oponen. La palabra poder deriva dellatín posse, que significa "ser capaz", siendola misma raíz de la palabra posibilidad y todassus connotaciones de significación para el serhumano. Cuando el niño nace, expresa en susgritos y pataletas su poder, su "ser capaz", su"posibilidad", cuando pide y hace que lo ali-menten. Como menciona May: "Los aspectoscooperativos y de amor de la existencia se danjunto con los aspectos competitivos y de poder"(May, 1980).

En este punto, es de suma importanciaque entendemos que, cuando el gran filósofoFriedrich Nietzsche, plantea la proclamaciónde la "voluntad de poder", no se refiere al poderen el sentido opresivo y restrictivo de la épocamoderna, sino más bien a la autorrealización yel cumplimiento de las propias potencialidades(May, 1980). May hace suya esta proclama deNietzsche y entiende el poder no en su acepciónsatanizada y censurable, sino como "( ...) la for-ma efectiva de influir sobre los demás, lograndoasí en las relaciones interpersonales la sensaciónde la propia significación".

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Nuestra vida se debate en el permanenteconflicto entre el poder por una parte y la im-potencia por la otra. Empero, en este conflictonuestros esfuerzos se hacen mucho más dificilespor el hecho de que bloqueamos y excluimosambos aspectos, el primero debido a la con-notación maléfica en la que se ha entendido elpoder, y el segundo porque nuestra impotenciaes demasiado dolorosa para ser enfrentada(May, 1980).

La verdadera razón por la cual la gentese niega a encarar en su totalidad el problemadel poder es que, si lo hiciera, paradójicamentetendría que enfrentarse a su propia impotencia.Prueba de esto, son todos los esfuerzos de mu-chos científicos sociales, incluyendo psicólogos,por despojar de toda tendencia agresiva a lasfuturas generaciones, y hacer de ellos, seresdóciles y plácidos.

¿No será que el intento de liberamos denuestras tendencias hacia la agresión, haría quedescartáramos los valores mismos que son esen-ciales para nuestra condición humana, como lanecesidad de afirmar nuestro propio ser? ¿Noestaríamos incrementando nuestra sensaciónde impotencia y en consecuencia preparandoel terreno para una erupción de una violenciasin precedentes?

En efecto, la violencia echa sus raícesen la impotencia y la apatía, y no en el podermismo, como se ha sostenido. Es cierto que laagresión ligada al poder ha adquirido propor-ciones de violencia en innumerables ocasiones.Pero lo que no se ha dicho es que la impotencia,la carencia de significación que conduce a laapatía, unida al desarraigo de la agresión, con-duce paradójicamente a aquello que se intenta

evitar, la violencia.

Rollo May, reitera categóricamente: "Aldespojar de poder a la gente, lo que promovemoses la violencia y no el control de la misma".

En nuestra sociedad, los hechos violentoslos llevan a cabo en su mayoría aquellos queprocuran restablecer su autoestima, intentandodefender la imagen de sí mismos y recuperarla significación de la cual carecen. En palabrasde Hanna Arendt, "la violencia es la expresiónde la impotencia".

La paradoja central consiste en que, estacarencia de significación, gestante de los actosviolentos, hace que estos últimos la consolidenaún más. Luis Carlos Restrepo coincide, dicien-do: "( ...) la violencia (fruto de la impotencia)actúa como dispositivo generador de sufrimien-to y desesperanza".

Este círculo vicioso nutre no sólo la si-tuación caótica de confrontación permanenteen nuestro país, sino que también se cumple enla gestación y permanencia del Fatalismo comomodo desequilibrado de ser - en - el- mundo.Pues la impotencia, se traduce en resignaciónante el destino (Fatalismo), y esto último conso-lida paradójicamente a la impotencia misma.

La violencia y el Fatalismo que la per-petúa, son síntomas. La enfermedad es la im-potencia, la insignificación, la resignación, elconformismo; en una palabra, la convicción deque soy menos humano y de que no tengo hogaren el mundo. Todo el mundo, todo ser vivientebusca preservarse, lucha de una manera u otrapor construir una imagen positiva de sí mismoy proteger su autoestima. Así que esta tenden-

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cia propia de los seres vivientes, y en especialdel ser humano, es una necesidad positiva, encuanto potencialmente constructiva.

Sin embargo, como hemos mencionado,cuando la sensación de significación se pierde,el individuo desplaza la atención hacia formasde poder diferentes, y con frecuencia pervertidaso neuróticas, con el fin de obtener un sustitutopara la significación. El Fatalismo proporcionacierto sentido a la vida de las clases marginadas,por deplorable que esto pueda ser, la herenciahistórico-colonial que nos hizo dependientes yresignados, hoy se asume como una realidad na-tural que justifica el sometimiento al destino.

Paulo Freire (1970), ha mostrado el papelque desempeña el Fatalismo como parte dela ideología del oprimido: "Este se encuentrainmerso en una realidad de despojo e impoten-cia, que se presenta como una situación límiteinsuperable. En esas condiciones, al no lograrcaptar las raíces de su estado, su concienciase acoge a la forma fatalista de relacionarsecon el mundo, transformando la historia ennaturaleza". Inclusive, según Baró, el oprimidointerpreta su impotencia como la prueba de queél mismo carece de valor personal.

Como se mencionó anteriormente, elFatalismo provoca aquello mismo que postula:"( ...) la imposibilidad de alterar el destino, elrumbo de la propia existencia; esto propiciadopor la realidad de resignación e impotencia ca-racterística de nuestro pueblo. En otras palabras,la falta de progreso y la situación de conmo-ción interna por la ola de violencia en nuestropaís, se halla condicionada por la carencia designificación personal, y la impotencia socialgeneralizada de los colombianos.

Ahora bien, para atacar la enfermedaren su núcleo es preciso que hagamos frente :la impotencia que fundamenta este modo deexistencia. Rollo May, nos propone idealmenteque debemos encontrar maneras de compartiy distribuir el poder, de tal modo que cad:persona, cualquiera que sea su lugar en nuestnsociedad, pueda experimentar la sensación deque ella también significa algo para los demásMay, no se refiere a oportunidades externas par:que los hombres actúen como individuos, sinemás bien a la convicción íntima y espiritual deindividuo por sí mismo y por sus prójimos.

La participación comunitaria representuna importante alternativa hacia la operacionalización de la propuesta Social-Comprensiv:arriba señalada. La participación comunitarivincula a los sujetos como protagonistas de Sl

propio desarrollo social.

Es en este sentido, que el desarrollo particular de las comunidades siempre está ligado adesarrollo social de las sociedades. Desarrollo'Participación, cualquiera que sea la forma en quse vea, son procesos indisolublemente ligadostanto es así, que la participación, después de 1Segunda Guerra Mundial, ha sido objeto cormestrategia de desarrollo en el mundo, según loseñalan los planes de Desarrollo Económico:Social y recientemente Ambientales que se hai

implementado mundialmente.

A partir de estas investigaciones se señala que una nueva opción de desarrollo parAmérica Latina y particularmente el caso dColombia, tiene que partir de la identificació:de nuevos enfoques, actores y escenarios dondse retome una concepción existencial-ontológi

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ca que permita una participación social directaconvirtiéndola en punto de encuentro entre lopolítico y lo individual, lo comunitario y lo pú-blico, la subjetividad y la socialidad, la familiacomo mediador social permanente, entendidoeste "como una secuencia de fenómenos;eventos y hechos colectivos dirigidos hacia elmejoramiento progresivo de la calidad de vidadel ser humano específicamente social".

Entre los planes de desarrollo de un país,la participación representa una herramienta parasuperar la pobreza, tan vinculada al fenómenode la violencia, uniendo a los sujetos comoprotagonistas de su propio desarrollo.

Desde esta perspectiva, el desarrollo es unproceso que no se detiene en el tiempo, espacio,objetos y sujetos, reivindicando a sus actoresconcretos hasta ahora invalidados, que son por-tadores de un potencial sinérgico presente en lavida cotidiana.

Sin embargo, es importante señalar que,la participación solo se ha implementado enforma vertical y a nivel de ejecución, por partede distintas instituciones gubernamentales y nogubernamentales desde que se institucionalizóen Colombia el desarrollo comunitario con laLey 19 de 1958.

Es por eso que según Hopenhayn, "Laparticipación tiene sentido cuando redunda enhumanización, es decir, cuando la poblacióninvolucrada en el proceso en cuestión, liberapotencialidades previamente inhibidas, dejade ser mero instrumento y objeto de otros y seconvierte en protagonista de sí mismo en tantoser social".

En la medida en que cada uno de nosotrosrecuperemos nuestra significación individualy consecuentemente nuestra potencia comopueblo, los colombianos veremos un nuevo ho-rizonte en medio de la conmoción y resignaciónque nos agobia. Ojalá nuestra suerte sea vencernuestra propia impotencia y no terminar con-finados en la resignación "porque las estirpescondenadas a Cien Años de Soledad no teníanuna segunda oportunidad sobre la tierra".

BIBLIOGRAFIA

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