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2/12/2014 Elogio de la poesía de Reina María Rodríguez Centro Cultural Dulce María Loynaz | Centro Cultural Dulce María Loynaz http://www.centroloynaz.cult.cu/index.php/2014/02/18/elogio-de-la-poesia-de-reina-maria-rodriguez/ 1/4 La cultura sigue... y es a ella a quien debemos servir Artículos Elogio de la poesía de Reina María Rodríguez Publicado el 18 Febrero, 2014 Por Marta Lesmes Albis (Palabras pronunciadas en el acto de entrega del Premio Nacional de Literatura 2013, en el marco de la Feria Internacional del Libro de La Habana) En nuestra tradición lírica, la presencia de creadoras ha sido fructífera, aunque menos legitimada que la de los creadores. No sería ocioso recordar aquí la feliz coincidencia de que en el año en que Reina María Rodríguez (La Habana, 1952) recibe el Premio Nacional de Literatura con toda la libertad dentro del acto de honestidad asumida o que debe asumir cualquier jurado en el ejercicio de su criterio, se celebre también el bicentenario del nacimiento de Gertrudis Gómez de Avellaneda, una de las mayores y más controvertidas escritoras cubanas de todos los tiempos. A pesar de una fecunda producción femenina nacional, clasificada y jerarquizada dentro del canon literario delineado por eventos legitimadores como el Premio Nacional, la crítica y finalmente la historia literarias, se puede decir que son muchas las escritoras (las poetas, como gusta a Reina María que la llamen) que han merecido tan importante galardón, pero no que lo hayan recibido, por lo que al obtener este importante lauro una poeta de tan sostenida presencia en la lírica desarrollada por completo dentro de la época revolucionaria, este hecho me parece en sí mismo un reconocimiento para la premiada y a la vez para el campo cultural cubano de estos tiempos. Realizar el elogio de cualquier escritor es un reto, pero si se trata de una obra de vastedad y de fértil madurez, y sabiendo de la reticencia de la autora a ser un mal objeto de estudio, el temor es doble. Recordemos el prejuicio expresado en versos de su libro Para un cordero blanco (1984), donde cierta voz, que creemos en perfecta sintonía con la de la autora real expresa: «(mañana presentarán un libro mío/ qué horror esa mujer que hablará y hablará/ de cómo lo hice)». Temiendo horrorizarla, horrorizarlos, acepté gustosa ese reto. La obra de Reina María Rodríguez exhibe dos líneas fundamentales, por una parte una voluntad de narrar la experiencia real de vivir; por otra, hacer de la escritura una narración virtual de experiencia vivida, en lo que creo yo que vienen a converger el coloquialismo de las promociones de los nacidos cuando el coloquialismo presentaba sus maneras más pronunciadas a través de las voces de la Generación de los años cincuenta y de cierto hermetismo no origenista. En la realización de su obra a lo largo de estos años, se producen estas dos líneas interpoladas en sus formas de concebir la escritura, las cuales se han ido superponiendo desde aquel primer libro suyo en que, cual inocente espectador o testigo, se tomaba a la gente del barrio como motivo de poetización. En el prólogo de aquel poemario inicial, La gente de mi barrio (1975), tan apegado a lo real o cotidiano y donde el sujeto (o sujetos) de la poesía parece describirse a sí mismo o a su entorno más inmediato desde una ventana o balcón, Angel Augier pronunciaría ideas que, como seguramente advirtieron, hice mías. Sus palabras, premonitorias, todavía gravitan hoy como juicio definitivo sobre la obra posterior de Reina: «Es evidente que esta poeta ha alcanzado su propio modo de crear un clima de poesía, hecho de síntesis y de ternura, y que mantiene ese clima en todo el libro. Hay un estilo original y una unidad de estilo que en muy raras ocasiones se obtiene en un primer poemario». El coloquialismo y el hermetismo advertidos por Augier permanecerán o se harán más acentuados en el resto de sus libros, pero estos rasgos caracterizadores, si bien constantes en la obra de Reina María, no denotan cansancio o repeticiones al paso del tiempo, sino aun fortalezas e indagaciones que rebasan el mero contexto de lo temático para profundizar en la gran angustia del escritor moderno, tal vez de los verdaderos de todos los tiempos, el hecho mismo de escribir, la escritura. La propia Reina viene a corroborar esta última idea en su prólogo de El libro de las clientas (2005) al comparar los tejidos y calados de la costura de su madre con el trabajo del escritor: Si la poesía tiene que ver con alguna experiencia, cada uno de nosotros tendrá seguramente, una anécdota origen que contar, pero creo que será una historia amanerada, o deformada también como los cuerpos por múltiples errores que luego llamamos experiencia: el oficio de contener un lenguaje, de merodear a través del sonido frufrú de una tela que se estampa en la carne. ¿Qué hacemos si no ensartar? ¿Volver y volver sobre las puntadas de un largo hilván que mientras más pasa el tiempo se zafa, y se zafa? Queremos apresar un tejido que por los bordes se deshace y poner un vivo de raso allí, para rematar. Pero la palabra insatisfecha se derrama por los bordes, porque la cosa está adentro de la palabra entallada, y el alfiler no puede sujetar los recovecos de un paisaje que se llama memoria. Como lectora, advierto en su obra sutiles diferencias en cada libro, especialmente en la forma de encarar los temas. Son los de siempre y de ahora, el amor, el desamor, la partida, la familia, el dolor, la escritura, este último instaurado cada vez más desde sus libros de los noventa. Hay en la obra Sobre el Centro La Autora Museo Premios La Letra del Escriba Contactos 1 2

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    La cultura sigue...

    y es a ella a quien debemos servir

    Artculos

    Elogio de la poesa de Reina Mara Rodrguez

    Publicado el 18 Febrero, 2014

    Por Marta Lesmes Albis

    (Palabras pronunciadas en el acto de entrega del Premio Nacional de Literatura 2013, en el marco de la Feria Internacional del Libro

    de La Habana)

    En nuestra tradicin lrica, la presencia de creadoras ha sido fructfera, aunque menos legitimada que la de los creadores. No sera ocioso recordar

    aqu la feliz coincidencia de que en el ao en que Reina Mara Rodrguez (La Habana, 1952) recibe el Premio Nacional de Literatura con toda la

    libertad dentro del acto de honestidad asumida o que debe asumir cualquier jurado en el ejercicio de su criterio, se celebre tambin el bicentenario

    del nacimiento de Gertrudis Gmez de Avellaneda, una de las mayores y ms controvertidas escritoras cubanas de todos los tiempos. A pesar de

    una fecunda produccin femenina nacional, clasificada y jerarquizada dentro del canon literario delineado por eventos legitimadores como el Premio

    Nacional, la crtica y finalmente la historia literarias, se puede decir que son muchas las escritoras (las poetas, como gusta a Reina Mara que la

    llamen) que han merecido tan importante galardn, pero no que lo hayan recibido, por lo que al obtener este importante lauro una poeta de tan

    sostenida presencia en la lrica desarrollada por completo dentro de la poca revolucionaria, este hecho me parece en s mismo un reconocimiento

    para la premiada y a la vez para el campo cultural cubano de estos tiempos.

    Realizar el elogio de cualquier escritor es un reto, pero si se trata de una obra de vastedad y de frtil madurez, y sabiendo de la reticencia de la

    autora a ser un mal objeto de estudio, el temor es doble. Recordemos el prejuicio expresado en versos de su libro Para un cordero blanco (1984),

    donde cierta voz, que creemos en perfecta sintona con la de la autora real expresa: (maana presentarn un libro mo/ qu horror esa mujer que

    hablar y hablar/ de cmo lo hice). Temiendo horrorizarla, horrorizarlos, acept gustosa ese reto.

    La obra de Reina Mara Rodrguez exhibe dos lneas fundamentales, por una parte una voluntad de narrar la experiencia real de vivir; por otra,

    hacer de la escritura una narracin virtual de experiencia vivida, en lo que creo yo que vienen a converger el coloquialismo de las promociones de

    los nacidos cuando el coloquialismo presentaba sus maneras ms pronunciadas a travs de las voces de la Generacin de los aos cincuenta y de

    cierto hermetismo no origenista. En la realizacin de su obra a lo largo de estos aos, se producen estas dos lneas interpoladas en sus formas de

    concebir la escritura, las cuales se han ido superponiendo desde aquel primer libro suyo en que, cual inocente espectador o testigo, se tomaba a la

    gente del barrio como motivo de poetizacin.

    En el prlogo de aquel poemario inicial, La gente de mi barrio (1975), tan apegado a lo real o cotidiano y donde el sujeto (o sujetos) de la poesa

    parece describirse a s mismo o a su entorno ms inmediato desde una ventana o balcn, Angel Augier pronunciara ideas que, como seguramente

    advirtieron, hice mas. Sus palabras, premonitorias, todava gravitan hoy como juicio definitivo sobre la obra posterior de Reina: Es evidente que

    esta poeta ha alcanzado su propio modo de crear un clima de poesa, hecho de sntesis y de ternura, y que mantiene ese clima en todo el libro. Hay

    un estilo original y una unidad de estilo que en muy raras ocasiones se obtiene en un primer poemario.

    El coloquialismo y el hermetismo advertidos por Augier permanecern o se harn ms acentuados en el resto de sus libros, pero estos rasgos

    caracterizadores, si bien constantes en la obra de Reina Mara, no denotan cansancio o repeticiones al paso del tiempo, sino aun fortalezas e

    indagaciones que rebasan el mero contexto de lo temtico para profundizar en la gran angustia del escritor moderno, tal vez de los verdaderos de

    todos los tiempos, el hecho mismo de escribir, la escritura.

    La propia Reina viene a corroborar esta ltima idea en su prlogo de El libro de las clientas (2005) al comparar los tejidos y calados de la costura de

    su madre con el trabajo del escritor:

    Si la poesa tiene que ver con alguna experiencia, cada uno de nosotros tendr seguramente, una ancdota origen que contar, pero creo que

    ser una historia amanerada, o deformada tambin como los cuerpos por mltiples errores que luego llamamos experiencia: el oficio de

    contener un lenguaje, de merodear a travs del sonido frufr de una tela que se estampa en la carne. Qu hacemos si no ensartar? Volver y

    volver sobre las puntadas de un largo hilvn que mientras ms pasa el tiempo se zafa, y se zafa? Queremos apresar un tejido que por los

    bordes se deshace y poner un vivo de raso all, para rematar. Pero la palabra insatisfecha se derrama por los bordes, porque la cosa est

    adentro de la palabra entallada, y el alfiler no puede sujetar los recovecos de un paisaje que se llama memoria.

    Como lectora, advierto en su obra sutiles diferencias en cada libro, especialmente en la forma de encarar los temas. Son los de siempre y de ahora,

    el amor, el desamor, la partida, la familia, el dolor, la escritura, este ltimo instaurado cada vez ms desde sus libros de los noventa. Hay en la obra

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    de Reina Mara realismos que no obstante descarnados, no esconden a lo largo de su obra su alto grado de sensibilidad comprometida con el

    detalle que describen o el suceso que narran, como al observar a los hombres annimos de mayo de su La gente de mi barrio que pasan a

    conversar con el sol, discuten o lloran sobre la ciudad/ algn dolor del tiempo; o como ocurre en este poema de Para un cordero blanco: resulta que/

    el amor tiene grandes problemas de transporte. antes con el peugot azul venas/ escapabas de la agenda/ volabas sobre las cuatro ruedas

    reconfortables/ y el amor era un puente.

    Son constantes sus juegos de imgenes, donde a veces no sabemos si asistimos a una verdadera autorreferencialidad o si esta es mero efecto o

    tramoya hasta llegar a mayores atrevimientos en la dualidad de expresar el mundo interior y una vuelta, siempre distinta en su tornada, al realismo

    descarnado de los primeros poemarios, la indagacin en los sueos, las preocupaciones humanas, las ms sencillas y elementales, pero y sobre

    todo, aquellas que ponen a la especie humana frente al reto de vivir cada da. En lo meramente expresivo, pasos adelante y falsos retornos, como

    en este fragmento de Variedades Galiano (2007) el cual a pesar de sus indudables diferencias se me hace tan similar a su primer libro: Una seora

    pasa con una cajita de dulces y echa al pasar, toda la boronilla de una marquesita enchumbada de almbar sobre la tierra. Entonces, un gorrin

    veloz baja y picotea la harina endulzada. Pasa otra seora con un caballo plstico (un juguete) que seguro ha comprado barato y parecera que va

    montada sobre l, como una mujer que suea feliz con su infancia.

    La autorreferencialidad, expresada a veces con oficio memorialstico como en Travelling (1995) es junto con el realismo de algunos de los

    fragmentos ya citados, uno de los recursos ms empleados por Reina. Quiero evocar aqu una de sus autorreferencias ms conocidas, la de su

    miedo, ya superado, por los aviones y los viajes: no nac para descubrir el mundo. En el ltimo momento, con las maletas hechas y la casa llena de

    gente, despidindose, me arrepiento. // regreso ya de la pista sin mayor arrepentimiento // y media hora antes de salir el avin me arrepent.

    La sntesis y la ternura de la obra potica de Reina Mara no excluyen la ponderacin del conocimiento y el pensar la cultura, lo propiamente

    reflexivo instalado dentro del texto potico, aunque siempre dentro de ejes realistas, autorreferenciales y aado ahora autotextuales.

    Sera fcil realizar el escrutinio de muchas de sus lecturas a travs de los autores de sus citas y epgrafes, pero entre todos ellos sobresale, o me

    llama la atencin, Roland Barthes. La preocupacin por el hecho mismo de escribir, de la condicin esencial de la escritura que est presente en los

    textos de Reina nos recuerdan las ideas del francs:

    // en la potica moderna, las palabras producen una suerte de continuo formal del que emana poco a poco una densidad intelectual o

    sentimental imposible sin ellas; la palabra es entonces el tiempo denso de una gestacin ms espiritual, durante la cual el pensamiento es

    preparado, instalado poco a poco en el azar de las palabras. Esta suerte verbal, de la que caer el fruto maduro de una significacin, supone

    entonces un tiempo potico que ya no es el de una fabricacin, sino el de una aventura posible, el encuentro de un signo y de una

    intencin.

    Pienso que, aunque Reina Mara ha seguido, dentro de este concepto barthiano, escribiendo e inventando otras aventuras, fraguando otras

    densidades en los azares de la palabra, buscando otras cadas de los frutos maduros de la significacin, en las densidades intelectuales y

    sentimentales, su libro ms atrevido, el ms completo, o tal vez simplemente el que ms me gusta, es aquel en el que se hacen ms visibles esos

    ejes realistas, autorreferenciales y autotextuales de los que hablbamos antes.

    Espero que no le falten las energas necesarias para futuros poemarios, que no mermen las sustancias que alimentan sus deseos de plasmar la

    experiencia de vida en textos llenos de la sntesis y la ternura de la que nos hablaba Augier o del continuo formal del que emana la densidad

    intelectual o sentimental, a la que se refera Barthes, en libros de poemas verticales o en donde se atreva a novelar desde la poesa, como dira

    Ponte, pero s que, como en aquel libro de ella que tanto me gusta, nos d de comer, miles de veces ms, como a sus pjaros.

    poema sentencioso o antirrutinario.

    Augier, A. Prlogo. La gente de mi barrio. La Habana, Universidad de la Habana, Departamento de Actividades Culturales, 1975, p.6.

    Barthes, R. Existe una escritura potica?, El grado cero de la escritura. Mxico-Espaa-Argentina-Colombia. Siglo XXI Editores, 1989, p. 48-49.

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