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El Opinión Empleo femenino y políticas de igualdad Por Francisca Salvà i Munt Doctora en Ciencias de la Educación Universidad de las Islas Baleares .f Pese a los avances que se estan produciendo en el ambito de la igualdad entre los hom bres y las mujeres, éstas se encuen- tran todavía en una situación de desventaja. Por este motivo se desarrollan politicas y estrategias dirigidas expresamente a superar dicha situación. Éstas, junto con los principales elementos que configuran la problematica actual de las mujeres en relación con el empleo, constituyen el contenido del presente texto. JaJ La división sexual del trabajo y la perspectiva de la producciónlreproducción La división sexual del trabajo es conside- rada como elemento central de la desigual· dad entre las mujeres y los hom bres. Según la teoria del rol social, es ésta la causa fundamental de las diferencias aso- ciadas a las personas en función del sexo. Y ello por un doble motivo: por una parte, "la asignación de papeles entre los sexos orienta las motivaciones y el aprendizaje de habilidades diferenciales en una dirección estereotipicamente masculina o femenina, limitando la capacidad de mujeres y varo· nes para trascender las posiciones asigna· das. Por otro lado, las expectativas tienen una influencia directa sobre el comporta- miento y las disposiciones conductuales, que se basan en la conformidad de las per- sonas que tienden a comportarse de modo consistente con esos pape les y con las consecuencias que esperan de su desem- peño:' (Bonilla, 1998, 156). Esta división del trabajo con lleva una situación de desigualdad social y econó- mica de las mujeres en relación con los hombres: el trabajo doméstico es el tra- bajo invisible, que no otorga poder social ni da derechos si no que éstos se vehicu- lan a través de las formas de trabajo asa- lariado propiamente masculinas. De hecho, la inclusión del trabajo domés- tico como variable en los estudios sobre el trabajo es reciente. Torns, Carrasquer, Romero (1997, 14) sitúan buena parte de sus orígenes en una polémica de finales de los años setenta entre Braverman y algu- nas feministas marxistas. A partir de esto se consideró la existencia del trabajo doméstico y se valoró su importancia. Todo ello condujo a una nueva perspectiva en los estudios sobre el trabajo, denominada producción/reproducción. Esta perspec- tiva parte de las siguientes concepciones (Torns, Carrasquer, Romero, 1997, 14-16): - El papel determinante del trabajo doméstico en la reproducción, el apoyo y el mantenimiento de la fuerza de trabajo. - La propia construcción social de género (proceso de socialización diferenciado a partir de diferencias ini cialmente biológicas) contribuye a que los sujetos masculinos se ubiquen en la esfera de la producción, y los femeninos en la de la reproducción. - La ubicación en una u otra esfera lleva a la desigualdad "al sólo contabilizarse eco- nómicamente y priorizarse socialmente las actividades y las actitud es ligadas a la esfera de la producción". Todo lo relacio- nado con el ambito reproductivo queda , por tanto , en una situación de invisibili- dad. - La generalización de este modelo lleva a considerar como natural lo que es fruto de ---- la construcción social. - Existe interdependencia y conflicto entre los ambitos de la producción y de la reproducción En la actualidad, se esta mostrando con especial intensidad precisamente el con- flicto entre los ambitos de la producción y de la reproducción. La mayor incorpora- ción de las mujeres al trabajo productivo no ha sido acompañada de la participa- ción de los hom bres en el ambito de la reproducción. Ello ha lIevado a la realiza- ción de una doble jornada de trabajo por parte de muchas mujeres y a una mayor demanda de servicios públicos. FORMACIÓN XXI p.46 El cc {SI na cil ci el di hI el di y u a S E

Empleo femenino y políticas de igualdad

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El Opinión

Empleo femenino y políticas de igualdad

Por Francisca Salvà i Munt

Doctora en Ciencias de la Educación

Universidad de las Islas Baleares

.f

Pese a los avances que se estan produciendo en el ambito de la igualdad entre los hom bres y las mujeres, éstas se encuen­tran todavía en una situación de desventaja. Por este motivo se desarrollan politicas y estrategias dirigidas expresamente a superar dicha situación. Éstas, junto con los principales elementos que configuran la problematica actual de las mujeres en relación con el empleo, constituyen el contenido del presente texto.

JaJLa división sexual del trabajo y la perspectiva de la producciónlreproducción

La división sexual del trabajo es conside­rada como elemento central de la desigual· dad entre las mujeres y los hom bres. Según la teoria del rol social, es ésta la causa fundamental de las diferencias aso­ciadas a las personas en función del sexo. Y ello por un doble motivo: por una parte, "la asignación de papeles entre los sexos orienta las motivaciones y el aprendizaje de habilidades diferenciales en una dirección estereotipicamente masculina o femenina, limitando la capacidad de mujeres y varo· nes para trascender las posiciones asigna· das. Por otro lado, las expectativas tienen una influencia directa sobre el comporta­miento y las disposiciones conductuales, que se basan en la conformidad de las per­sonas que tienden a comportarse de modo consistente con esos pape les y con las consecuencias que esperan de su desem­peño:' (Bonilla, 1998, 156).

Esta división del trabajo con lleva una situación de desigualdad social y econó­mica de las mujeres en relación con los hombres: el trabajo doméstico es el tra­bajo invisible, que no otorga poder social ni da derechos si no que éstos se vehicu-

lan a través de las formas de trabajo asa­lariado propiamente masculinas.

De hecho, la inclusión del trabajo domés­tico como variable en los estudios sobre el trabajo es reciente. Torns, Carrasquer, Romero (1997, 14) sitúan buena parte de sus orígenes en una polémica de finales de los años setenta entre Braverman y algu­nas feministas marxistas. A partir de esto se consideró la existencia del trabajo doméstico y se valoró su importancia. Todo ello condujo a una nueva perspectiva en los estudios sobre el trabajo, denominada producción/reproducción. Esta perspec­tiva parte de las siguientes concepciones (Torns, Carrasquer, Romero, 1997, 14-16):

- El papel determinante del trabajo doméstico en la reproducción, el apoyo y el mantenimiento de la fuerza de trabajo.

- La propia construcción social de género (proceso de socialización diferenciado a partir de diferencias inicialmente biológicas) contribuye a que los sujetos masculinos se ubiquen en la esfera de la producción, y los femeninos en la de la reproducción.

- La ubicación en una u otra esfera lleva a la desigualdad "al sólo contabilizarse eco­nómicamente y priorizarse socialmente las actividades y las actitud es ligadas a la esfera de la producción". Todo lo relacio­nado con el ambito reproductivo queda, por tanto , en una situación de invisibili­dad.

- La generalización de este modelo lleva a considerar como natural lo que es fruto de---­la construcción social.

- Existe interdependencia y conflicto entre los ambitos de la producción y de la reproducción

En la actualidad , se esta mostrando con especial intensidad precisamente el con­flicto entre los ambitos de la producción y de la reproducción . La mayor incorpora­ción de las mujeres al trabajo productivo no ha sido acompañada de la participa­ción de los hom bres en el ambito de la reproducción. Ello ha lIevado a la realiza­ción de una doble jornada de trabajo por parte de muchas mujeres y a una mayor demanda de servicios públicos.

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Las Dlujel'eS y los trabajos

El elemento definitorio de las relaciones contemporaneas entre género y empleo (se utiliza el térm ino empleo para desig­nar el trabajo en la esfera de la "produc­c ión ") es la c risis de la repartición tradi­cional de tareas. La OCDE se refiere a ello como la crisis del contrato social tra­dicional relativo, por una parte al papel del hombre y de la mujer y, por otra, al empleo. Según éste, la mujer se encarga del cuidado de los miembros de la familia y del trabajo doméstico y el hombre ejerce un trabajo que le ocupa todo el dia y aporta un salario que permite a la familia su bienestar (OCDE, 1995, 13).

Es a todas luces evidente que este con­trato esta en crisis en ambos modelos : el masculino y el femenino. La familia tradi­cional en la que la mujer se ocupa sola­mente del cuidado de los miembros de la familia y del trabajo doméstico, y el hom­bre ejerce un trabajo que le permite obte­ner un salario con el cual se puede afron­tar las necesidades de toda la familia, y todo ello durante toda la vida, es una situación en clara recesión . En cambio, se estan desarrollando cada vez con mayor intensidad nuevas formas de relación y de distribución del trabajo que lIevan a reco­nocer diversos tipos de familias y de divi­siones del trabajo dentro y fuera de ésta. El aumento del número de familias con una mujer como cabeza de familia, la dis­minución de las que tienen como único sustentador al hombre, la mayor diversi­dad e inestabilidad de las estructuras familiares , son algunos de los cambios fundamentales que se estan produciendo (Lean, 1996, 25).

Los apartados que siguen ilustran estos cambios y aportan elementos para su ana­lisis.

Tasas de aeti vidad. g1'l1POS de edud y ni vele de fOl'maciól1 Si analizamos la evolución del empleo de las mujeres en los últimos años observa­mos su progresiva incorporación. La tasa de actividad femenina (porcentaje de mujeres que buscan empleo o lo tienen en relación con el total de mujeres en edad de trabajar) en España ha pasado del 26% en 1960 al 49% en 1999. En los hom­bres, la tendencia se ha invertido y han pasado de una tasa del 99,5% en 1960 a ot ra del 77% en 1999. Para el conjunto de la Unión Europea (UE), la tasa de actividad femenina ha pasado del 42,1 % al 59,6%, y la masculina del 96,1 % al 78,8% en los mismos años de referencia (Centro de

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Estudios del Cambio Socia l. Fundación Encuentro, 1999, 147, Commission euro­péenne, 2001 a, 85, 90) .

Esta tasa se distribuye de forma desigual por grupos de edad, acentuandose la des­igualdad en las mujeres. Un analisis de las curvas de actividad femenina en España entre 1964 Y 1998 evidencia una ruptura con el modelo tradicional en la curva de 1998. En ésta la incorporación de las mujeres hasta los 20 años se reduce, pero se acerca al 80% en el grupo de 25 a 29 años, y la reducción a partir de los 30 años es muy progresiva hasta los 44 años, edad en la que la tasa de actividad esta por encima del 60%. Se considera que si siguen las tendencias actuales, se asistira en un periodo de diez a quince años a una importante disminución de las diferencias generacionales que llevara a unas tasas de actividad muy parecidas en todo el periodo de los 25 a los 54 años (Centro de Estudios del Cambio Social. Fundación Encuentro, 1999, 152).

Las tasas de actividad también estan estrechamente relacionadas con la situa­ción familiar y el nivel educativo. Las esta­disticas confirman la influencia del matri­monio y los hijos en el descenso de la acti­vidad femenina. No obstante, esta tenden­cia esta adquiriendo nuevas formas y cada vez es mas frecuente la situación de las mujeres que se casan y siguen trabajando, e incluso de las que lo siguen haciendo después de tener el primer hijo. Lo que se esta convirtiendo en mas determinante es el número de hijos, cuyo aumento va corre­lativo a la disminución de la tasa de activi­dad femenina. Pero estas situaciones se dan de forma muy diferenciada según los niveles de estudios, siendo especialmente destacable la situación de las que tienen estudios universitarios, grupo en el cualla diferencia en la tasa de actividad entre casadas y solteras es sólo de un punto, y tampoco se detecta que la tenen cia de hijos en estas mujeres disminuya su tasa de activi dad (Centro de Estudios del Cambio Social. Fundación Encuentro, 1999, 155, 160).

Efectivamente, el hecho de tener estudios superiores es el que marca claramente la inflexión de la actividad femenina y la sitúa a menos de diez puntos de la masculina en todos los casos, y en la mayoria en diferen­cias que oscilan entre uno y dos puntos. En los estudios superiores de tercer ciclo la tasa de actividad femenina se sitúa poco mas de un punto por encima de la masculina.

La relación entre tasa de actividad y nivel de estudios superiores es especialmente relevante en un momento en el que, por primera vez en la historia, las mujeres estudian mas que los hom bres y presen­tan niveles de estudios superiores a ellos.

Si comparamos el número de mujeres en la enseñanza superior por cada 100 hom­bres, se ha pasado, para el conjunto de paises de la UE, del 80% (1981/82) al 107% (1997). En 1981/82, ya Francia, Portugal y Suecia tenian un porcentaje superior a 100, Y en 1997 era la situación mayoritaria. En España esta tasa ha pasado del 83 al 112% (Commission européenne, 2001 b, 118).

Entre la población recién titulada, también son mayoria las mujeres. Según datos de 1999, el 26% de las mujeres europeas de 25 a 29 años tienen un diploma universi­tari o o equivalente, mientras que en los varones el porcentaje es del 22,5% (Commission européenne, 2001 a, 41-2) .

El empleo de 1 1l111jeres La evolución de las tasas de empleo (por­centaje de personas ocupadas en rela­c ión con la población en edad de traba­jar) en los paises de la U E revela que, entre 1975 y 1999 la tasa de empleo femenino ha aumentado 8,8 puntos, pasando del 43,8% al 52 ,6%. En los hombres ha pasado del 83,4% al 71 ,6%, disminuyendo 11 ,8 puntos. Según las mismas fuentes, la tasa de empleo feme­nino en España ha pasado del 30,4% en 1975 al 37,3% en 1999, y la de empleo masculino era del 84,5% en 1975 y del 67,8% en 1999 (Commission europé­en ne, 2001 a, 85, 90).

Destaca el aumento del nivel de estudios de las mujeres ocupadas, que se ha tra­ducido en una incorporación mas tardia al trabajo. En España, en 1976 el 70% tenia como maximo estudios primarios, mien­tras que en 1998 sólo se hallaba en esta si tuación el 27% . En el primer año de referencia el 5,5% tenia estudios univer­sitarios, y en 1998 el 24% (Centro de Estudios del Cambio Social, Fundación Encuentro, 1999, 181).

En el grupo de jóvenes de 25 a 29 años, destaca el mayor porcentaje de universi­tarias entre las personas con empleo. Para el ambito de la U E, Y tomando como referencia 1999, el 31 % de las mujeres empleadas de esta edad tenia un diploma universitario o equivalente, mientras que

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Opinión

en los hom bres sólo el 23,5% se hallaba en esta situación (Commission européenne, 2001 a, 41-42).

Igualmente, y tal como ocurre con las tasas de actividad, en las mujeres, el nivel de instrucción esta mas estrechamente relacio­nado con el acceso al empleo que en los hombres. Mientras que el 80% de las mujeres europeas de 25 a 64 años con un diploma universitario o equivalente tenían empleo, sólo el 40% de las que tenían un nivel correspondiente a la enseñanza basica estaban empleadas. En los hombres, las cifras son del 85% y del 70% (Commission européenne, 2001 a, 41).

Respecto a las características de la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, ha sido y esta siendo principalmente la incorporación a un mercado de trabajo segmentado en sus seg­mentos inferiores o bien en sectores muy feminizados. Y la con­centración del empleo femenino en un número reducido de sec­tores ha aumentado en los últimos años (Commission europé­en ne, 2001 a, 38).

En el contexto de esta situación, destaca "la polarización cre­ciente del empleo femenino: aumenta considerablemente el número de mujeres colocadas en puestos de trabajo de alta cualificación, en general seguros y bien remunerados, pero también lo hace el número de las que trabajan en empleos que no requieren cualificación y que estan sometidas a condicio­nes laborales menos ventajosas y, con frecuencia, manifiesta­mente precarias" (Centro de Estudios del Cambio Social. Fun­dación Encuentro, 1999, 188).

En cuanto al tiempo de trabajo, el 80% de las personas que trabajan a tiempo parcial en la UE son mujeres. Si tomamos como referencia 1999, para el conjunto de la UE los empleos a tiempo parcial de las mujeres suponen el 33,5% sobre el total de empleo femenino, y los de los hombres el 6,1 % sobre el total de empleo masculino. En España los porcentajes son inferiores en ambos casos, pero también muestran importan­tes diferencias entre las mujeres (17,6%) y los hombres (3%) (Commission européenne, 2001 a, 30, 85, 90).

El aumento del trabajo a tiempo parcial ha lIevado a estable­cer, como indicador de empleo, la tasa de empleo en equiva­lente a tiempo pleno (ETP). Esta se calcula en relación con el

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número de horas de trabajo, mientras que la tasa de empleo utilizada habitualmente (tasa de empleo simple) se calcula sobre el número de personas que trabajan. Si analizamos la tasa de empleo ETP, las diferencias entre hom bres y mujeres aumen­tan. En los hom bres, ambas tasas son practicamente idénticas, mientras que en las mujeres se observan diferencias importan­tes. Para 1999, según datos del informe anual sobre el empleo (Commission européenne, 2001 a) , hay alrededor de 11 puntos de diferencia para el conjunto de la UE y casi 5 para España.

España es el país de la UE con una tasa de empleo inferior tanto si consideramos la tasa simple como la ETP.

En relación con los salarios, ademas de las diferencias asocia­das a profesiones y sectores de actividad mas o menos fem i­nizados, también se dan cuando se realizan trabajos equiva­lentes. Según los datos de la Encuesta de Estructura Salarial , las mujeres españolas cobran entre el 31 ,5% y el 43,4% menos que los hombres con su mismo nivel de estudios, dan­dose las mayores diferencias en los dos grupos extremos: "sin estudios y educación primaria" y "con estudios universitarios" (Centro de Estudios del Cambio Social. Fundación Encuentro, 1999, 200) . Para el conjunto de la UE, el salario medio men­sual bruto de una mujer trabajando a tiempo completo es el 74% del de un hombre (Commission européenne, 2000, 36).

Las tasas de desempleo Si las tasas de actividad femenina estan -a pesar de su pro­gresivo aumento- por debajo de las masculinas, las de des­empleo estan por encima. Es decir, hay menos mujeres entre el grupo de las que tienen o buscan empleo, pero dentro de este grupo son mas la que buscan empleo que las que lo encuentran comparativamente con los hombres. La tasa de paro femenino es, para el conjunto de los países de la UE y según datos referidos a 1999, del 10,9% frente al 7,9% en los hom bres. Para el mismo año, la tasa de desempleo femenino en España es la mas elevada de Europa (23%) frente al 11 ,2% en los hombres (Commission européenne, 2001 a, 85, 90).

A ello hay que añadir que las mujeres son la mayor parte de las personas paradas de larga duración. Según los resultados de un reciente estudio sobre el paro de larga duración en España, las mujeres con estudios universitarios y las mujeres solteras

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salen antes del desempleo que las que t ienen estudios inferiores y las casadas (Alba, Alvarez, Pagan, 1999, 138, 155).

El trabajo doméstico Las mujeres que estan fu era del mercado de trabajo (inactivas en tèrminos de la Encuesta de Población Activa -EPA-) son mas numerosas que los hombres en todos los grupos de edad, pero especialmente entre las personas de 25 a 55 años. Son fun­damentalmente las que se ocupan de las tare as del hogar. Algunas no han trabajado nunca, otras han tomado la decisión de dejarlo o interrumpirlo para ocuparse de los hijos(as) y otras no buscan empleo por desanimo (consideran practicamente imposi­ble encontrar empleo) .

Pero no só lo las "inactivas" se dedican a las tareas domèsticas o de reproducción. Tambièn lo hacen en mayor grado que los hom bres las mujeres en general y, entre èstas, tambièn las que tienen un empleo.

Las mujeres asumen mas del 80% de las tareas domèsticas en todos los Estados miembros, excepto los Estados escandinavos y el Reino Unido. Las mujeres son dos veces mas numerosas que los hombres en el cuidado no remunerado de los niños(as) (31 % contra 15%), y el número medio de horas dedicadas a ello es de 41 por semana frente a 21 en los hombres (Commission europèenne, 2000) .

En España, el número de mujeres que se dedica sólo a las tareas del hogar decrece, pero según la EPA del tercer trimestre de 1999, todavía 5,3 millones de mujeres se encuentran en esta situación . Se estima en 2,5 millones las mujeres que, en jornada de duración variable, desempeñan doble jornada al simultanear empleo remunerado y labores domèsticas (Consejo Económico y Social, 2000).

Según un estudio sobre el uso del tiempo de trabajo, en días laborables, de la pobla­ción española mayor de 18 años, las mujeres trabajan un promedio de 56,1 horas semanales, de las cuales 8,9 corresponen a trabajo remunerado y 47,2 a trabajo no remunerado. Los hombres trabajan un promedio de 36,4 horas semanales, de las cua­les 22,7 son de trabajo remunerado y 13,7 no remunerado. En tèrminos relativos, las mujeres se hacen cargo del 60,6% y los hom bres del 39,4% del total de horas de tra­bajo, pero las mujeres se dedican principalmente al trabajo no remunerado (el 77,5% es realizado por mujeres y el 22,5% por hombres) , y los hombres al remunerado (el 71,8% es realizado por hombres y el 28,2% por mujeres) (CSIC, a partir de la encuesta de CIRES sobre uso del tiempo, 1996 citado en Consejo Económico y Social, 2000). Los datos que siguen complementan los anteriores (Centro de Estudios del Cambio Social. Fundación Encuentro, 1999):

- Las mujeres ocupadas dedican al trabajo domèsti co una media de 4 h y 26 min los días laborables, 5 h Y 41 min los sabados, y 4 h Y 15 min los domingos. - Las varones ocupados dedican al trabajo domèstico una media de 1 h y 28 min los días laborables, 2 h y 48 min los sabados, y 1 h Y 56 min los domingos. - Las mujeres no ocupadas ded ican al trabajo domèstico una media de 7 h y 20 min los días laborables, 8 h y 14 min los sabados, y 5 h Y 44 min los domingos. - Las varones no ocupados dedican al trabajo domèstico una media de 1 h y 57 min los días laborables, 2 h y 3 min los sabados, y 1 h Y 12 min los domingos.

Tal como podemos observar, si comparamos las mujeres ocupadas y los varones no ocupados, observamos que las primeras se dedican entre dos y tres veces mas que los segundos a las tareas del hogar. Por tanto, la dedicación a las tareas domèsticas no esta ligada principalmente al hecho de que una persona tenga empleo o no, sino a la construcción social de gènero .

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Opinión

Las poIíticas para la igualdad en el empleo

La consecución del pleno acceso de la mujer a los derechos sociales y económi­cos en situación de igualdad con el hom­bre, es el eje en torno al cual se construyen las políticas de igualdad de oportunidades. Éstas vienen determinadas por la historia, la cultura y las características socioeconó­micas de cada país, así como por las orien­taciones mas relevantes de los organismos y las conferencias internacionales '. Y se reflejan en los planes de igualdad de opor­tunidades, los cuales traducen la política de la institución que los adopta en relación con la igualdad entre mujeres y hom bres. En estos planes, los objetivos y las actua­ciones en el ambito del empleo suelen ocu­par un papel importante puesto que la divi­sión sexual del trabajo es considerada el elemento clave de la desigualdad entre hom bres y mujeres.

Las políticas de igualdad en el empleo pue­den definirse como un compromiso para llevar a cabo practicas y procedimientos no discriminatorios en el empleo, y que facili­ten la igualdad entre los individuos de dis­tintos grupos o sexo para conseguir un empleo completo, productivo y libremente elegido (Lean, 1996, 110).

Estas políticas se han centrado en primer lugar en conseguir una legislación igualita­ria y no discriminatoria. Pero la igualdad legislativa se ha mostrado insuficiente para llegar a la igualdad real. Por este motivo, se han ideado estrategias específicas para conseguir dicha igualdad en la realidad: se trata de las acciones positivas a favor de las mujeres y de la lIamada política de mainstreaming o de transversalidad.

La acción positiva es un tipa de interven­ción compensatoria de las desigualdades

que, por razones diversas (históricas, eco­nómicas, políticas, culturales), presentan determinados colectivos, entre éstos el de las mujeres. Las acciones positivas a favor de las mujeres pueden definirse como "un sistema temporal de ventaja o compensa­ción que venga a cubrir un déficit individual y colectivo sufrido por las mujeres en cual­quier ambito de la vida social: trabajo, fami­lia, política o cultura" (Alberdi, 1996, 16).

Pero las políticas de discriminación posi­tiva, aunque han supuesto avances impor­tantes, se consideran en estos momentos insuficientes y se plantea la necesidad de integrar la igualdad de oportunidades en todas las políticas y programas. Esta polí­tica, denominada de mainstreaming, ha sido objeto de una comunicación especí­fica de la Comisión de las Comunidades Europeas, en la que se define de la siguiente forma (Comisión de las Comuni­dades Europeas, 1996,2):

"De lo que se trata es de no limitar los esfuerzos de promoción de la igualdad a la ejecución de medidas específicas a favor de las mujeres, si no de movilizar explícita­mente -con vistas a la igualdad- todas las acciones y políticas generales teniendo en cuenta activa y visiblemente en el diseño de las mismas sus posibles efectos sobre las situaciones respectivas de los hom bres y de las mujeres ("gender perspective") (perspectiva de las diferencias sociocultu­raies entre los sexos con vistas a la igual­dad). Para ello es preciso analizar sistema­ticamente esas acciones y políticas y tener en cuenta, al definirlas y aplicarlas, esos posibles efectos: por ejemplo, las políticas de desarrollo, la organización del trabajo , las opciones en materia de transportes, la definición de los horarios escolares, etc.

pueden tener efectos diferenciales signifi­cativos en la situación de los hombres y las mujeres; en consecuencia, para contribuir en mayor medida a la igualdad entre los hom bres y las mujeres, es preciso tener en cuenta dichos efectos".

La estrategia marco comunitaria sobre la igualdad entre mujeres y hombres (2001-2005) es el referente para la U E de estas políticas. Realiza por primera vez un plan­teamiento global e integrado, que incluye diversos programas e iniciativas que con anterioridad se trataban de forma sepa­rada. Combina medidas específicas con un enfoque transversal y se centra en los siguientes objetivos: (a) igualdad en la vida económica; (b) igualdad de representación y participación en la toma de decisiones; (c) igualdad en la vida social; (d) igualdad en la vida cívica; (e) modificar los roles establecidos en función del sexo y superar los estereotipos tradicionales (Comisión de las Comunidades Europeas, 2001 , 5).

En cuanto a la política específica de empleo, uno de los cuatro pilares adopta-dos a partir de la Cumbre de Luxemburgo (1997), alrededor de los cuales giran las políticas comunitarias y estatales, es el de la igualdad de oportunidades. La cuestión fundamental es "cómo crear ';::x:-.-;;-,-,-+-,,;--....., nes para que los hom bres e compartan en pie de igualdad las respo-­sabilidades familiares y tengan las mismas oportunidades profesionales, y cómo reac­cionar ante los cambios demograticos, que nos obligan a mantener las condiciones de crecimiento con una mayor incorporación de las mujeres al empleo" (Dirección General de Empleo, Relaciones Laborales y Asuntos Sociales de la Comisión Euro-pea, 1999, 14).

11 Las orientaciones mas recientes que cabe reseñar en el8mbito internacional son las derivadas de la Plataforma para la Acción de la Cua.rta Conferencia MWlClial de Naciones Unidas sobre las Mujeres (adoptadas por 189 naciones-Estada en Beijing en 1995), y del Programa de Acción de la Cumbre Mundial para el Desarrollo Social (aceptadas por 117 jefes de Estada o de Gobierno en Copenhague en IIIlIl'ZO de 1995) Y Beijing + 5 (Nuava York, 2000). En todos los casos, se enfatiza en la neoosidad de intervenir para mejorar la si.tuación. de la mujer en relación con el empleo. Se considera esencial para la igualdad tanto en sí misma como por sus efecros posi.ti.vos sobre otras 3.reas críticas como son la erradicación de la pobreza, el ejercicio de derechos fundamentaJes Y la educación. de hijos(as).

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Las estrategias para la igualdad en el marco de las políticas de forma.ción y empleo

El Acta Única Europea (1986) marcó el ini­cio de las políticas europeas de formación y empleo. Como parte de las mismas, se crearon las primeras iniciativas dirigidas específicamente a las mujeres. La mas conocida y la que ha producido mas litera­tura hasta el momento es la Iniciativa Comunitaria NOW (Nuevas oportunidades para las mujeres).

Los programas y planes de igualdad de oportunidades derivados de las conferen­cias mundiales, junta al impulso europeo a políticas dirigidas específicamente a mejo­rar la situación de las mujeres en relación con el empleo, actuaron de forma sinérgica con una mayor sensibilización social y un mayor protagonismo social de las mujeres.

En este contexto, se plantean diversas estrategias dirigidas a mejorar la situación de las mujeres en relación con el empleo.

La igualdad en la düerencia: J.íneas de intervención La primera cuestión que se plantea en relación con las estrategias para la forma­ción y el empleo de las mujeres afecta a las propias concepciones sobre la igual­dad y la desigualdad entre mujeres y hom­bres. Las concepciones predominantes se alinean con los resultados de la inves­tigación feminista, la cual "ha puesto de relieve el poder de los sistemas de creen­cias, símbolos y construcciones mentales, como nexos que vinculan el hecho natural de las diferencias y los significados sim­bólicos genéricos que estructuran las desigualdes entre los sexos" (Bonilla, 1998, 172). El planteamiento es el siguiente: (a) existen diferencias entre mujeres y hom bres; (b) estas diferencias son debidas a la construcción de género y no directamente al sexo ni , por lo tanto, a la naturaleza de las mujeres y los hom­bres; (c) las relaciones entre mujeres y hom bres son asimétricas, siendo el grupo dominante el masculino y el dominado el femenino ; (d) la infravaloración de las características asociadas al estereotipo femenino no se debe a su propia natura­leza si no al hecho de considerarse pro­pias de dicho grupo.

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De ello se deriva una serie de orientacio­nes para la intervención. Las mas relevan­tes son las siguientes:

(a) Puesto que las diferencias entre muje­res y hombres son fundamentalmente cul­turales, es posible y conveniente para la igualdad que las mujeres ocupen puestos reservados tradicionalmente a los hom­bres. De aquí deriva toda una serie de acciones destinadas a que las mujeres se incorporen a profesiones consideradas tra­dicionalmente masculinas y en las que estan subrepresentadas. -

(b) Puesto que las características relacio­nadas con el estereotipo femenino no son negativas en sí mismas, hay que aprove­char sus potencialidades en relación con el trabajo. De aquí deriva toda una serie de acciones que promueven el ac ces o a nue­vas profesiones no asociadas a género y defienden una mayor idoneidad de la mujer para responder a las nuevas necesidades del mercado de trabajo, fundamentandose en sus mayores capacidades en relación con: flexibilidad, creatividad, relaciones interpersonales, etc.

(e) Puesto que el valor del trabajo produ­cido por las mujeres no es inferior, sino que este valor inferior se le atribuye por su situación de inferioridad, hay que revalori ­zar este trabajo en su justa medida a través de acciones dirigidas no sólo directamente a las mujeres sino sobretodo a los meca­nismos que hacen subalternas las profesio­nes femeninas. Aquí encontramos también la perspectiva de servicios de proximidad en nuevos yacimientos de empleo.

(d) Puesto que los cambios de poder siempre provo can resistencias, es nece­sario que las acciones a favor de estos cambios en las mujeres incluyan acciones mas amplias de acompañamiento para afrontarlos.

Estrategias de intel'veneión Las principales estrategias de intervención pueden clasificarse según tengan como elemento dominante la formación , la infor­mación y la orientación o la creación de

empleo. Son estrategias mas complemen­tari as que excluyentes, que se pueden dar separada o conjuntamente, y cuyo peso relativo sera mayor o menor en función del proyecto en el que se inscriban.

Estrategias formativas La intervención mas habitual es la que parte de los desajustes entre las formacio­nes de las personas que buscan empleo y las demandas del mercado de trabajo , y oferta formaciones dirigidas a lIenar estos vacíos . Las formaciones que se ofrecen pueden ser mas o menos polivalentes o específicas, y pueden centrarse mas o menos en la recuperación de la formación basica o en la formación profesional. Las medidas de formación se muestran cada vez mas inoperativas cuando se plantean de forma aislada y tienden a ser, cada vez mas, medidas clave pero con la condición de que se den estrechamente relacionadas con otras. Los contenidos de la formación pueden ser de diversos tipos:

(a) Relacionados con empleos y/o profe­siones consideradas femeninas: son las formaciones que se dan en el ambito del sistema educativo y de la formación ocupa­cional para profesiones que incluyen un amplio abanico que va desde estudios uni­versitarios conducentes a profesiones como maestra o enfermera, hasta los cur­sos ocupacionales para trabajadoras fami­liares. En estos casos el problema que se plantea tiene relación con la calidad de la inserción: trabajo en la economía informal y en situaciones de precariedad y segrega­ción vertical (no ocupación de los puestos directivos propios o relacionados con la profesión) para las mujeres que se han for­mado en profesiones que requieren menos cualificación y segregación vertical en las de mayor cualificación.

En relación con la formación para profesio­nes consideradas poco cualificadas, cabe reseñar las intervenciones relacionadas con nuevas profesiones en el marco de los denominados nuevos yacimientos de empleo. Entre los servicios que se consi­deran demandados figuran algunos relacio­nados con actividades consideradas feme-

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Opinión 7'-, .. ~ .

F - .

I •

...... ninas: servici os a domicilio (tanto para per­sonas que necesitan ayuda debido a difi­cultades físicas o a la edad principalmente, como para personas que no pueden real i­zarlas de manera satisfactoria porque tra­bajan) y cuidado de los niños(as). Se trata de tareas asociadas tradicionalmente al trabajo doméstico que la incorporación de la mujer al trabajo, la vida en las grandes ciudades y el alargamiento de la esperanza de vida han hecho que se conviertan en espacios de posi ble actividad económica.

En este contexto se plantean dos cuestio­nes fundamentales : la valorización de estos nuevos trabajos y la acreditación de la experiencia de las mujeres en el trabajo doméstico y las responsabilidades familia­res para facilitar su acceso tanto a la for­mación como directamente al empleo. Se

I trata de un tipo de intervenciones que se

-'

considera que pueden aportar importantes elementos de avance, sobretodo para

. mujeres adultas con baja cualificación y responsabilidades familiares que quieren incorporarse por primera vez o reincorpo­rarse (en la mayoda de los casos) después de una larga ausencia.

(b) Relacionados con empleos o profe­siones en los cuales las mujeres estan subrepresentadas: se trata de acciones

J que fomentan la participación de las ~ mujeres en estudios universitarios, ciclos

formativos y formaciones ocupacionales que Ilevan al acceso de las mujeres a

. profesiones consideradas típicamente 'masculinas: ingenierías, arquitectura, albañilería entre otros. La presión y los estereotipos sociales dificultan el ejerci­cio profesional incluso en el caso de mujeres que han cursado con buenos resultados los estudios, sobretodo en las profesiones no asociadas a títulos uni­versitarios. Es un tipo de planteamiento interesante pero que necesita darse paralelamente a los cambios en las con­cepciones relativas a género. Si en un principio fue la perspectiva dominante {la igualdad con patrón masculino), la expe­riencia acumulada aconseja ser pru-

• dente, sobretodo en relación con los tra­dicionales "oficios" masculinos (meca­nico, electricista, albañil entre ot ros) y en mujeres adultas no jóvenes.

En este ambito cabe destacar las formacio­nes dirigidas a ocupar puestos directivos que ayuden a suprimir la segregación verti­cal a la que en el apartado anterior me refe­da. En la línea de analizar ventajas y no sólo dificultades en las relaciones entre estere­otipos femeninos y empleo, una de las argumentaciones que se utiliza es la que

relaciona los nuevos estilos de dirección y liderazgo con características consideradas femeninas, tal como se ha descrito ante­riormente.

También en relación con esta cuestión se estan desarrollando iniciativas para la acre­ditación de la experiencia de gestión, direc­ción y liderazgo de las mujeres no sólo rela­tivas al trabajo doméstico sino a su partici­pación en organizaciones de voluntariado.

(c) Relacionadas con nuevos empleos y profesiones no asociados a género : a estas formaciones se atribuyen dos venta­jas: (i) no estan afectadas por la presión social propia de las profesiones y los empleos asociados tradicionalmente a género; (ii) se dan mayoritariamente en el sector servicios y requieren capacidades asociadas tradicionalmente al trabajo femenino (comunicación, relación con per­sonas, etc.) . Entre éstas figuran las corres­pondientes a diversos ambitos de los nue­vos yacimientos de empleo, entre los que cabe destacar los servicios culturales y de ocio (nuevas formas de turismo, patrimonio cultural, desarrollo de la cultura local) y los servicios de medio ambiente (gestión de los residuos y del agua, protección y man­tenimiento de espacios naturales ... ).

Estrategias de información y orientación para el empleo Las actuaciones mas tradicionales son las de información sobre las posibles ocupa­ciones y actividades formativas. Pe ro , cada vez mas, las estrategias de información y orientación se construyen como: (i) un con­junto integrado de intervenciones (informa­ción , orientación, asesoramiento y forma­ción) ; (ii) con contenidos diversos (carac­terísticas del mundo del trabajo y mas específicamente del trabajo de las mujeres, opciones profesionales, estrategias de búsqueda de empleo, autoconocim iento, elaboración de proyecto personal) ; (iii) diri­gidas a colectivos específicos; y (iv) en las cuales los métodos grupales tienen un papel fundamental. Los desarrollos mas importantes se han dado con mujeres adul­tas con bajo nivel de cualificación que desean reincorporarse al trabajo y, en segundo término, en el marco de la orien­tación profesional para jóvenes estud ian­tes.

(a) La orientación para mujeres adu ltas que desean reincorporarse al trabajo: la asunción clara de una perspect iva de género en las acciones integradas de info -mación y orientación ha recibido un fuerte impulso a partir del trabajo con colect ivos de mujeres adultas, con responsabilidades

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familiares y baja cualificación, que se rein­corporan al trabajo después de una larga ausencia, generalmente para dedicarse a las tareas del hogar y al cuidado de la fami­lia. En estos casos, la toma de conciencia de la propia situación y la capacidad de manejaria, el aumento de la autoestima, la capacidad de elaborar un proyecto perso­nal son considerados elementos centrales para el éxito en el proyecto profesional de las mujeres. La valorización de las tareas del hogar y del cuidado de familiares como punto fuerte de las mujeres en relación con el empleo y las dinamicas grupales en las cuales se debate en torno a las problema­ticas y las situaciones particulares son los dos ejes centrales en torno a los cuales giran las intervenciones.

En el ambito internacional, son pioneras las experiencias de los talleres Ouestion de Compétences (OC) (Canada) y el "Curso de Orientación Profesional y Laboral para la Reinserción Laboral de la Mujer" que ofre­cen los centros "Mujer y Trabajo" de Holanda. En el Estado español, cabe citar los materiales de apoyo editados por el Ins­tituto de la Mujer y el Fondo Social Europeo dirigidos sobretodo a promover la diversifi­cación de opciones profesionales y el tra­bajo específico con grupos de mujeres de cara a la elaboración de un proyecto perso­nal y profesional propio (Descubre otras pro­fesiones y Diversificación de Opciones Pro­fesionales son algunos de los ejemplos mas relevantes) , y a la motivación y apoyo a muje­res emprendedoras (Emprendedoras) .

(b) Orientación profesional para jóvenes estudiantes: otra línea de trabajo a desta­car es la que plantea la incorporación de una perspectiva de género en las estrate­gias de orientación para niñas, adolescen­tes y jóvenes.

A partir del analisis sobre los elementos que configuran la elección profesional de las chicas se plantea la necesidad de intro­ducir diversos elementos de orientación profesional que faciliten las elecciones pro­fesionales no tradicionales. Las actividades de este tipo deben tener los siguientes objetivos (Sayer, 1992, 16): (i) promover muy pronto que las niñas se interesen en tomar parte mas activa en la planificación de sus estudios y carrera; (i i) aumentar su capacidad de tomar decisiones con cono­cimiento de causa gracias a un mejor conocimiento de sí mismas (competencias, intereses) y de las elecciones posibles (estudios posibles, desarrollo de carrera, tareas y contextos profesionales); (iii) dar­Ies en primer lugar confianza en sí mismas (en su eficacia personal) y motivarlas a

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tener éxito y a persistir en matematicas y en ciencias, y globalmente a lo largo de la escolaridad con el fin de aumentar sus posibilidades de empleo y remuneración ; (iv) aumentar sus capacidades y su facili­dad de adaptación a las situaciones cam­biantes, tanto en el plano personal como laboral y prepararlas para convertirse en adultas autónomas y productivas.

En cuanto a las acciones en este sentido, cabe remarcar una serie de programas financiados por CMRJ-Iniciativa cana­diense de financiación para mejorar la orientación profesional dirigidos a la ela­boración de nuevos métodos de orienta­ción profesional para las jóvenes y a la correspondiente formación de orientado­ras y de orientadores. A partir de esta ini­ciativa, se han desarrollado novedosas y con frecuencia originales estrategias de acción. Entre otras: inclusión de la pers­pectiva de género en acciones como salones de carreras o cursos de orienta­ción; acciones dirigidas específicamente a chicas o a chicos para promover una actitud favorable a una elección mas amplia de carrera; Open Doors (reperto­rios de mujeres que juegan diversos roles profesionales no tradic ionales y que parti­cipan en las escuelas), Pathmakers (acti ­vidad en la cual se relacionan chicas de establecimientos postsecundarios que no realizan estudios tradicionales con las de las escuelas secundarias). A ello hay que añadir, como valor mayor de la iniciativa, que ha permitido establecer una serie de cuestiones esenciales para la intervención (Sayer, 1992), entre elias:

- Partir del punto de vista de las adolescen­tes y no de las personas adultas, y ayudar­las a reflexionar sobre éste.

- El método que se ha mostrado mas eficaz para influenciar los proyectos de futuro de las chicas es el que utiliza modelos de rol. Es fundamental ver en muchas situaciones y durante mucho tiempo mujeres que ejer­cen profesiones deseables.

- La gestión de las emociones es especial­mente importante porque con frecuencia las chicas presentan una menor confianza en sí mismas y porque dan mayor importan­c ia a las relaciones y a la comunicación. En este sentido es importante trabajar cues­tiones sobre los aspectos relacionales que permiten conciliar vida familiar y profesio­nal, mostrar ejemplos de parejas donde ambos desarrollan su carrera y de mujeres que han tenido éxito no só lo en lo profesio­nal sino también en sus relaciones interper­sonales.

Estrategias de creación de empleo La necesidad de crear nuevos puestos de trabajo como instrumento de lucha contra el desempleo ha supuesto dar un papel central a las estrategias de creación de empleo, tanto en la perspectiva de crea­ción de empresas como de trabajo por cuenta pro pia.

Los proyectos centrados en la creación de empleo comprenden un amplio conjunto de actividades de relevancia relativa en fun­ción de cada proyecto.

En las experiencias en este senti do se pueden diferenciar dos líneas de actua­ción: una dirigida a mujeres con altos niveles en la línea de formación de muje­res empresarias en el sentido tradicional , y ot ra a las de bajo nivel en la línea princi­palmente de autoempleo, microempresas, cooperativas.

Dentro de las estrategias de creación de empleo merecen mención aparte las que se dirigen a los colectivos en situaciones de pobreza y exclusión social. La ex pe­riencia pionera y mas paradigmat ica es la del Banco Grameen (Bangladesh) , el mas antiguo de los banco s solidarios. Otorga microcréditos a las personas pobres y tiene organizado un complejo y exitoso sistema de desarrollo personal y social alrededor de ellos. Tiene mas de dos millones de clientes, de los cuales el 94% son mujeres. Diversos estudios han constatado una evolución positiva en la vida de sus clientes: "las viviendas son mas sólidas", las condiciones sanitarias y de higiene han mejorado y la tasa de escolarización aumenta. AI mismo tiempo, las mujeres han adquirido mas poder de decisión , luchan en contra de las formas tradi cionales de discrimina­ción sexual y participan en la vida polí­tica" (Yunus, 1997, 23).

A partir de la experiencia de Bangladesh se han realizado proyectos en la línea del Banco Grameen en diversos países en vías de desarrollo, pero también en Europa y en Estados Unidos (Yunus, 1998).

Estas estrategias han supuesto un avance muy importante en el terreno de la formación y el empleo de las mujeres. Han dado lugar a proyectos donde las protagonistas son las mujeres y donde las mujeres han encontrado un espacio de mayor autonomía y reconocimiento personal y social. Pero también han evi­denciado los límites de este tipo de inter­venciones en el contexto de las actuales políticas.

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Opinión Nuevas exigencias para hacer realidad la igualdad: de las políticas de igualdad en el empleo a las políticas de igual dad en el trabajo

El hecho de que las situaciones de inferioridad en relación con el trabajo se den incluso cuando las mujeres presentan niveles de estu­dios elevados y tienen un empleo, no hace prever que la situación evolucione por sí sola hacia una mayor igualdad. Se trata de un tipo distinto de organización social en el que "pierde peso el modelo mas tradicional de la mujer ama de casa a tiempo completo, y se va trans­formando y tal vez consolidando una nueva situación en la que la mujer realiza dos trabajos -asalariado y familiar- y los hom bres con­tinúan con su participación unidimensional en el trabajo de mercado" (Carrasco, C. y o., 1997,218).

Las políticas de igualdad en el empleo no plantean de forma explí­cita la relación entre el trabajo en el ambito de la producción y el tra­bajo en el ambito de la reproducción. Este último es considerado como algo que afecta a la individualidad y a la vida privada de las personas. Las investigaciones feministas han evidenciado la falacia de estos planteamientos y su sesgo de género.

En España, el paso de un sistema autoritario (con una estricta separación de roles reflejada en la legislación familiar, social y laboral) a otro democratico "no llega a significar una verdadera reforma estructural capaz de alterar la base de titularidad de la provisión de bienestar que hubiera permitido -entre otros efec­tos- eliminar o disminuir las desigualdades en los derechos sociales de mujeres y hom bres ". Excepto en la sanidad y en determinados niveles de la educación, la protección social es de caracter fundamentalmente contributivo, y las pensiones no contributivas estan ligadas a la insuficiencia de recursos (Carrasco y o. , 1997, 221) . A ello hay que añadir "que partici­par en el mercado laboral es só lo un prerrequisito para tener acceso a derechos individuales, pero aunque es una condición necesaria, no resulta suficiente. Existen condiciones adiciona­les que determinan qué trabajadoras(es) son beneficiarias(os) de estos derechos" (Carrasco y o., 1997, 223).

Algunas(os) autoras(es) destacan el elevado grado de fami­lismo del modelo de bienestar meridional o mediterraneo. El familismo se entiende como "una confianza permanente en la familia, en su solidaridad intergeneracional y en su estructura de género, como proveedora de trabajo y de servicios asisten­ciales ... ", dandose por descontado "no tanto la figura del hom­bre mantenedor como la solidaridad familiar - ... - y la respon­sabilidad prioritari a de las mujeres (casadas y madres) en el proveimiento de la asistencia" (Saraceno, 1995, citado en Fla­quer, 2000, 36-37).

En este contexto, las políticas para la igualdad en el empleo deben convertirse en políticas para la igualdad en el trabajo y considerar globalmente y como dos caras de la misma moneda el trabajo remunerado (de producción) y el trabajo no remune­rado (de reproducción) . Ello implica cambios fundamentales en las políticas y en las estrategias. Con mas animo de debate que de exhaustividad, planteo a continuación algunas líneas de intervención que me parecen fundamentales:

(a) Puesto que uno de los obstaculos a la igualdad de las mujeres es la asunción por su parte de unos porcentajes de aproximadamente el 80% del trabajo no remunerado, es imprescindible que la mitad de población que realiza el 20% asuma su parte. Para ello hay que pro­poner una redistribución del trabajo no remunerado y acciones positi­vas a favor de los hom bres para que concilien vida familiar y profesio­nal (los permisos exclusivos para hombres con motivo del nacimiento de hijos(as) recientemente implantados en Francia son un ejemplo próximo). Y las políticas europeas, estatales y autonómicas de trabajo deben contemplar objetivos progresivos y cuantificables al respecto.

(b) El desarrollo de esta línea de actuación daría un impulso impor­tante a políticas de conciliación de la vida familiar y laboral y ayuda­ría a pasar de un modelo familista a otro con un mayor pape I del Estado. Deberían aumentarse los servicios públicos de educación infantil para el tramo de O a 3 años; los servicios públicos de aten­ción a las personas mayores y/o enfermas; facilitar la flexibilidad en los horarios de trabajo; mejorar las condiciones laborales del trabajo a tiempo parcial, etc. Ello incidiría, ademas, en la mejo'ra de la situa­ción de las familias monoparentales, la mayoría encabezadas por mujeres, que son las mas expuestas a situaciones de pobreza si no se realizan políticas adecuadas '.

(e) Revalorizar los trabajos tradicionalmente femeninos: realizar polí­ticas públicas de apoyo a los empleos tradicionalmente femeninos que se realizan en la economía sumergida (afloración de los mis­mos) y de mejora de las condiciones laborales en los sectores mas feminizados. Un tema prioritario es el de servicios domésticos que se realizan en el marco de la economía sumergida o en regímenes especial es de contratación.

(d) Las resistencias a los cambios requieren de estrategias de acompañamiento y de sensibilización social. Aquí la formación tiene un pape I fundamental. En palabras de Victoria Camps: "Estamos en un terrena de cambio de construcciones sociales, de mentalidades, de actitudes o de epistemologías, que no se resuelve sólo con leyes, porque la guerra que hay que hacer es bastante mas compleja" (Camps, 2000, 64).

Las nuevas exigencias de formación para el trabajo (título de este monografico) son, pues, apasionantes: la utización pedagógica de los medios considerados en el ambito de la educación informal (medios de comunicación social e Intemet principalmente), la incor­poración de la ética del cuidado como complemento de la ética de la justicia y como parte de la virtud de la solidaridad (Camps, 2000, 72-73); etc.

Pero la mejor pedagogía sera la de la democracia paritaria. La difi­cultad de pasar de un Estado familista a uno con servicios a las fami­lias (en sus mas diversas modalidades) en un momento de crisis del Estado del bienestar y de predominio de las políticas neoliberales, difícilmente se resolvera en términos de igualdad real entre mujeres y hom bres si no es en una democracia en la cual estemos represen­tadas y representados en régimen de paridad. O

21 En un estudio compa.rado sobre deSígU8ldlid y reza (Rainwa , 1996) se observa enorme Sl con 'tiCiiS públicas al respecto. En todos los paises estudi.ados (trace paises europeos, Australia, CanadlÍ., Israel Y Estades Unidos) hay manos probabilidades de ser pobre en una familia biparental que en una monoparental femenina, d8.nd.ose las mayores diferencias en Estades Unidos_ "Ahora bien, si. se compara por ejemplo Suecia y EEUU, las tasas de pobreza infantil antes de la actuación gubernamental son, respecti.vamente para niñas(os) que viven en bogares biparentales o sóIo con sus madres, 12,5% Y 54,9% para Suecia, Y 13,9% Y 69,9% para EEUU. Sin embargo, los resultades obtenidos después de la aooión de las po1íticas públicas son 2,2% Y 5,2% para Suecia Y 11,1% Y 59,5% para EEUU (Carrasca Y o., 1997, 18'7)_

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