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EN EL BICENTENARIO, EL PROTAGONISMO DE NUESTROS PUEBLOS
XI Encuentro del Corredor de las Ideas del Cono Sur - 2010
Índice
Palabras inaugurales……………………………
Rector de la Universidad Nacional de General Sarmiento, Eduardo Rinesi……………
Vicerrector de la Universidad Nacional de Lanús, Mg. Nerio Neirotti……..
Coordinadora argentina del Corredor de las Ideas del Cono Sur, Dina V. Picotti C.
Director del Centro de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional de
Lanús, Hugo Biagini……………………………………………..
Introducción, Aldo Ameigeiras .………………………………..
Conferencia , Agustín Lao Montes…………………………………………
La correspondencia de la organización política En el bicentenario de nuestras independencias, el protagonismo de nuestros pueblos
MartínAlmada ………………………………………………………………
Movimientos sociales y resistencia comunitaria: Una deseable confluencia en la
formación de la organización política desde los de abajo
Diego Jaramillo Salgado…………………………………………………….
Construyendo fundamentos en la lucha por un socialismo comunitario
JorgeViaña……………………………………………………………………..
Repensar la economía El desafío económico, José Luis Coraggio………………………..………………..
Crisis y cambio, Raúl Prada Alcoreza……………………………………………….
La adecuación de una política cultural Nuestros pueblos en la emergencia civilizatoria de América Latina.
Adolfo Colombres………………………………………………………..…..
Os movimentos indígenas e a autoconciencia cultural à guisa de apresentaçao,
Alfredo Wagner B. de Almeida............................................................................
El contexto latinoamericano y las políticas educativas
Las políticas educacionales en Latinoamérica. Algunas ideas y problemas desde el
currículo y la evaluación, Jorge Ferrada Alarcón…………..…..
Una propuesta educativa de formación en la interculturalidad, Beatriz Gualdieri……
……………………………………………………… , Héctor Muzzopappa ……
Comisiones
Pensamiento latinoamericano, alternativo e intercultural Liberalismo elitista y republicanismo radical. Desde el mirador nuestroamericano
Hugo E. Biagini…………………………………………………………..
La gambeta en el fútbol: un aporte sudamericano a la cultura universal
Roberto Di Giano, Marcelo Masarino, Julián Ponisio………………………….
Región y Federalismo, Fernan Gustavo Carreras………………………………………
A etica intercultural, uma critica a orientalismo moderno, Magali Mendes de
Menezes………………………………………….
Crítica a la expresión América Latina, Luciano P. Grasso………………………….
¿Cultura o filosofía en los orígenes del pensamiento estético de José Vasconcelos?
Roberto Luquín Guerra……………………………………………..
Intelectuales progresistas argentinos frente a la declaración sobre el conflicto árabe
israelí de la Conferencia Tricontinental de La Habana (año 1966), Andrés Kilstein…. Ecofeminismo latinoamericano, Celina A. Lértora Mendoza…………………………..
Acerca de la traducción, María Cristina Liendo…………………………………..
Una mirada sobre la memoria sonora en la última dictadura militar: el caso de Isabel
Cerutti, detenida-desaparecida en el campo de concentración “El Olimpo”,
Analía Lutowicz y Alejandro Herrero…………………………………………….
Pensamiento andino. Balance y perspectivas, Mario Mejía Huamán……………………
De súbditos del rey a ciudadanos del capitalismo.Prensa y educación popular en el
Perú entre la independencia y el bicentenario, Daniel Morán…………….
Articulación de saberes y Práctica social El pensamiento alternativo de José Luis
Rebellato, Ricardo Nicolon…………………………………………………
Humanismo Dialéctico. Un aporte al Pensamiento Alternativo desde el pensamiento
filosófico de Carlos Astrada, Gerardo Oviedo…………………………………
Intersticios de la Filosofía Intercultural: el arte como espacio de encuentro
Federica Scherbosky……………………………………………………..
Filosofía de la historia: el reconocimiento de los sujetos históricos
Ignacio Ellacuría y la Filosofía de la “realidad histórica, Adriana M.Arpini…..
O paradoxo da razão: esclarecimento ou intrumento de dominação?, Janete M.Bonfanti
Desde los márgenes hacia adentro y desde adentro hacia los márgenes. Hacia un
cambio de perspectiva en la construcción política de una comunidad histórica, Eduardo
Alberto De Winne…………………………………………………………….
El proyecto de la historia en Paul Ricoeur y Alberto Rougès, Eduardo Oscar Manso….
Sobre la historicidad de los indígenas de América, Luis Alberto Reyes……………..
Apertura a la emergencia e inclusión de los sujetos históricos: desafíos de la praxis
académica latinoamericana, Jutta H. Wester de Michelini................................
Los pueblos originarios, afroamericanos, gitanos
La dimensión subjetiva de la exclusión y la cuestión de la mujer gitana, Ana Paula
Castello Branco Soria…………………………………………………….
De la invisibilidad a la diáspora:el caso de la población africana en la Argentina,
Luciana L. Contarino Sparta………………………………………….
Los últimos esclavos llegados al Río de la Plata. Hombres y mujeres bajo una nueva
modalidad de servidumbre en la frontera patagónica. (1826-1840), Liliana Crespi…….
¿Objeto de propiedad o sujeto susceptible de derechos? La situación socioeconómica
del negro en Buenos Aires, 1820 – 1852, Gustavo Javier Jiménez……………………
Los desafíos posibles de las redes sociales , Gabriela Morando…………………….
Reflexiones sobre la realidad gitana en Latinoamérica, Jorge Nedich……………….
La intricada resistencia de los hijos de Hunuc Huar. Procesos de visibilidad e
invisibilidad del pueblo Huarpe, Eduardo Villar, María B.Cena, Verónica L.Frenc….
Filosofía política: democracia y protagonismo de los pueblos
Desarrollo local en Chile: una aproximación acerca de la lejanía del
concepto con la realidad chilena, Héctor A. Arancibia Castro………..
Nuevos sujetos de derechos y transformaciones del estado de derecho en la nuevas
Constituciones instituyentes en América Latina, Yamandú Acosta……………….
El Cordobaza, Silvia Cornejo…………………………………………………….
Necesidad e insuficiencia de la representación política y nuevas instancias de
participación democrática, Javier Flax ……………………………………….
Los Márgenes de la Nación. Conformación del Estado nacional y construcción de la
otredad en la Argentina, Martina I. García………………………………………..
La teorización sobre la democracia en Uruguay 1985-1989, Lic.Ana Gastelumendi y
Bruno Vera…………………………………………………………..
El problema del trabajo en la actualidad. Redefiniciones y desafíos, Flavio Gigli…….
Renacimiento de la política, Mónica Virasoro………………………………………
La economía social El foro social urbano, Alicia Alcaraz -Irene Ragazzini…………………………..
La economía popular solidaria en el Ecuador, José Luis Coraggio………………
Resistencias: la lucha por los recursos naturales. Más allá del paradigma dominante,
Verónica Cáceres, Patricia Monsalve y Elisa Rodas.........................................
Repensar la moneda: dos experiencias de moneda social y su aporte en la construcción
de una nueva sociabilidad, en busca de `otra economía', Ricardo Orzi………..
La tarea científico-técnica
Disseminação territorial da ciência e da tecnologia: metodologia estruturante do
desenvolvimento na Amazonia Brasileira. O caso do Pará, Humberto Rocha Cunha......
Testimonios del arte latinoamericano
Al colonialismo no hay que creerle ni tantito así. Nada, Rocco Carbone……………….
Reflexión sobre el arte latinoamericano. Aproximación testimonial, José A. de la
Fuente
Narrativas culturales de fines del siglo XX en Chile, Ricardo Ferrada………………..
Por la vuelta… (las nuevas orquestas), Walter Tejeda……………………………….
Arte, diversidad y cultura afro en la Argentina. Mutaciones en el campo de las artes
visuales, Boubacar Traeré…………………………………………………………..
La representación de lo femenino desde la Vaca Sagrada, Emilia Schuster Ubilla…..
La ética y la habitación de un mundo
La ética y la habitación de un mundo,Luisa Alem…………………………
Una forma de habitar el mundo, María C. Colombani, Guido Fernández
Parmo…………………………………………………………………
Habitar la tribu, habitar el exilio, María Marta Israel Etcheverry…………….
Ética, política, bien común y protección ambiental para la habitación sustentable de un
mundo mejor, Ferrazzino, A.- Cervio. V.- Romaniuk, R.- Ratto, S.- Giuffré, L………
Os desafios éticos para a sociedade civil e as possibilidades de superação da violencia,
Cecilia Pires………………………………………………………………………..
Deudas de reconocimiento, Rubinelli, María Luisa ……………………………………..
El no-lugar de la desaparición como fundación de un espacio histórico, Diana Viñoles..
Las religiones y los pueblos Latinoamericanos
Culturas populares e Identidades Religiosas Latinoamericanas: Una aproximación en
los sectores populares del Gran Buenos Aires, Aldo Ameigeiras…………..
Fiestas de “africanos” en el afro-umbandismo del río de la Plata, Luis Ferreira……..
Catecumenado y religiosidad popular en América Latina, Carlos Pérez Zavala……… Relación entre racionalidad sapiencial y religiosidad popular latinoamericanas en el
pensamiento de Juan Carlos Scannone, Guillermo Recanati…………………….
El protagonismo de los pueblos en el catolicismo popular latinoamericano,
Juan Carlos Scannone S.I………………………………………………
La tarea educativa y cultural
Educação e formação: uma perspectiva contemporânea, Carina Botton Deschamps….
Discurso de estudiantes de educación diferencial en relación al recreo escolar y al
desarrollo de habilidades sociales, Francisca Cáceres Zúñiga………………..
Un nuevo reto a la tarea educativa y cultural: La reforma de la ley de educación
superior argentina,, Ferrazzino, A- Iriarte, A……………………………….
Los edupunks : un movimiento alternativo, Silvia Fridman…………………………….
Educación Física escolar una propuesta curricular multicultural, Educación física y
cultura corporal, Jorge Sergio Pérez Gallardo…………….
El valor y el rol del trabajo interdisciplinario en la generación del pensamiento
reflexivo y crítico, Sandra Tejera…………………………………
La voz juvenil
“Mapurbe venganza a raíz”: La voz de los Mapuche en la ciudad” , David Antonio
Coñomán Romero
Identidad y alienación en la novela Mano de Obra de Diamela Eltit”, Francisca
antibáñez M y Elizabeth Arias C.
Pentecostalismo en los aymaras en Chile. La modificación de una tradición andina
ilenaria, Nicole Carolina Sierra Soto
Memoria, oralidad, identidad y trauma. El caso de los indígenas urbanos desde un
nfoque etnográfico y filosófico intercultural., Noelia Lobo
EN EL BICENTENARIO, EL PROTAGONISMO DE NUESTROS PUEBLOS
XI Encuentro del Corredor de las Ideas del Cono Sur - 2010
Palabras inaugurales
Rector de la Universidad Nacional de General Sarmiento, Dr. Eduardo Rinesi
Estimados colegas:
Quería simplemente darles la bienvenida a la Universidad Nacional de General
Sarmiento. Es una alegría muy grande que nuestra Universidad sea la sede donde vaya a
desarrollarse en estos días un nuevo capítulo de la ya larga conversación colectiva que
desde hace años se viene sosteniendo en este Corredor de las Ideas. Y que lo sea además
en este año del bicentenario argentino, y cuando toda la región comienza a recordar los
dos siglos del inicio del camino de nuestras naciones a su emancipación política, y a
retomar por lo tanto la pregunta por lo que eso significa, la pregunta por las preguntas
que animaron entonces ese movimiento, e incluso la pregunta por el significado (que no
puede ser hoy el mismo que hace doscientos años, sino que ha de ser un significado
renovado, remozado) de las palabras que entonces se articularon en esa gesta de la
revolución y la independencia, y que no deja de resultar estimulante comprobar que
reaparecen en las lenguas políticas latinoamericanas de esta hora. Entre ellas, la propia
palabra “pueblo” (o, en el plural en el que aparece en el título de esta XI reunión del
Corredor, “pueblos”), que es un precioso tesoro de los lenguajes políticos antiguos y
modernos y una ocasión permanente de reflexión sobre el alma misma de lo político y
de lo humano.
Es preciso volver a pensar hoy esas ideas, esas palabras. Es preciso volver a
pensar también ese plural, “pueblos”, que no puede nombrar ya, en este mundo
globalizado (y en esta región tan fuertemente transformada por los distintos contactos
entre sus poblaciones, sus gobiernos, sus mercados), la mera sumatoria de un conjunto
de unidades distintas y discretas. No se trata pues apenas de que debamos constatar la
pluralidad, la multiplicidad de esas unidades políticas y culturales. Ni de que debamos
verificar o celebrar la convivencia de esas múltiples unidades, a veces, en el interior de
un mismo territorio. No se trata, quiero decir, de producir una fácil apología de la
“mezcla” ni de lanzarnos a los brazos de un multiculturalismo superficial, que
demasiado a menudo (y sobre todo últimamente) ha funcionado como la contraparte de
un pensamiento político muy conservador, articulado en los términos de un
neoliberalismo que disimula mal la centralidad de la lógica del mercado como callado
pero imperativo principio organizador de la diversidad que se celebra. En ese sentido, la
perspectiva “intercultural” que suele animar estas discusiones del Corredor de las Ideas
resulta sin duda más propicia: es sobre ese “inter” sobre lo que hoy parece necesario
conversar.
Quiero decir entonces de nuevo, muy rápido y sólo a modo de bienvenida, que
me resulta muy grato que esta conversación pueda tener lugar esta vez acá, en nuestra
Universidad Nacional de General Sarmiento. Nuestra Universidad es una universidad
joven, que se prepara para cumplir sus primeros veinte años de vida mientras intenta
cumplir del mejor modo las funciones fundamentales que la animan y que la justifican.
Entre éstas quiero mencionar tres, a las que les damos la mayor importancia. Una, que
pongo sin dudar en el primer lugar, es la de garantizar el ejercicio efectivo y exitoso del
derecho a la educación superior de los miles de jóvenes de este rincón del conurbano
bonaerense que asisten a sus aulas en busca de un destino universitario. Hasta no hace
mucho el derecho a la educación superior era en la Argentina un derecho que sólo
formalmente podía considerarse universal. Es decir, que sólo formalmente podía
considerarse un derecho, toda vez que no hay derecho verdadero (que no hay derecho
que no deba nombrarse mejor como una prerrogativa o un privilegio) que no sea
universal. Hoy ese derecho a la educación superior (complemento del derecho a una
educación secundaria que además se ha convertido, hace poco, en una obligación legal)
tiende, por lo menos (y para no ser excesivamente optimista), a universalizarse, y el
papel que en este proceso cabe jugar a universidades como las nuestras (como ésta que
hoy los recibe, como la de Lanús, que aquí nos acompaña) es fundamental.
En segundo lugar, nuestra Universidad se ha propuesto contribuir, a través de
sus investigaciones y sus intervenciones, con el desarrollo integral de esa comunidad de
la que forma parte y con muchos de cuyos actores decisivos sostiene todo el tiempo,
como parte fundamental de sus propios programas de trabajo, relaciones del más
diverso tipo. En particular, nuestra Universidad dirige sus esfuerzos al trabajo con el
sistema educativo local, provincial y nacional a través de sus equipos de investigadores
en el campo de la Educación y de la formación de sus estudiantes de licenciatura, de
profesorados y de posgrado, con el sistema productivo a través de las intervenciones de
sus expertos en desarrollo empresario y en innovaciones industriales y de la formación
de economistas e ingenieros, y con el sistema de las organizaciones políticas y sociales
con el que trabaja a través de sus equipos de especialistas en ecología, urbanismo,
políticas sociales y administración pública.
En tercer lugar, la Universidad tiene la función (y la nuestra da a esta tarea la
mayor importancia) de participar, a partir de los resultados de su trabajo, de sus
investigaciones, de sus publicaciones, en los grandes debates públicos nacionales e
internacionales. De tratar de enriquecer esos debates con su saber experto y con una
orientación de su tarea investigativa en torno a temas o problemas que considera
relevantes. Por eso tratamos de estimular la realización de intercambios como el que
esta reunión de estos tres días sin duda va a estimular y a hacer posible. Estos
encuentros tienen la más alta importancia y tenemos que promoverlos activamente y
extenderlos. Y extenderlos también a nuestros estudiantes: hoy los nuestros van a poder
escuchar a los colegas de otras universidades y de otros países que nos visitan, y
tenemos que redoblar los esfuerzos para que con mayor frecuencia puedan conocer,
ellos, otras universidades y otros países. Nuestra región, nuestros pueblos –como dice el
título de esta reunión–, son cada vez más una sola región y un solo pueblo, y un mayor
conocimiento recíproco de lo que hacemos en nuestras universidades debe ser parte,
también, de la formación que proponemos a nuestros jóvenes.
Supongo que sobre todas estas cosas podremos conversar en estos días. Quiero
agradecerles a todos la visita a esta casa, darles muy cordialmente la bienvenida, y
desearles tres excelentes jornadas de trabajo. Muchas gracias.
Vicerrector de la Universidad Nacional de Lanús, ……………………………..
Coordinadora argentina del Corredor de las Ideas del Cono Sur, Dina V. Picotti C.
UNGS
Nos alegra sobremanera poder acoger en esta Universidad, tan sensible para con las exigencias
y la problemática latinoamericanas, el “XI Encuentro del Corredor de las Ideas del Cono Sur”,
coorganizado por el Instituto de Desarrollo Humano de la misma y el Centro de Investigaciones
Históricas de la Universidad Nacional de Lanús.
El Corredor de las Ideas del Cono Sur es una institución que reúne humanistas y cientistas
sociales, estudiosos del pensamiento y la cultura latinoamericanos, procedentes de la franja que se
extiende entre Chile y Brasil, con el objetivo principal de pensar la integración del Cono Sur, así
como contribuir a ésta desde su perspectiva pensante y desde su instalación institucional, y con los
objetivos específicos, entre otros, de fomentar los estudios sobre pensamiento y cultura
latinoamericanos, la creación de redes intelectuales que articulen instancias universitarias entre sí y
con otras, tanto gubernamentales como de la sociedad civil, el fomento de la creación y difusión de
actividades relativas a la integración cultural, la creación de grados y posgrados en estudios del Cono
sur y América Latina en general en sus procesos de integración.
Sucesivos encuentros llevados a cabo en los diversos países han ido desplegando temas
convocantes con respecto a estos objetivos. Es así como después de una primera reunión en Mendoza
entre algunos colegas universitarios en ocasión de un evento académico, en la que se propuso la idea
del Corredor de Ideas, el primer encuentro constitutivo tuvo lugar en áreas del Municipio de
Maldonado, Punta del Este, Uruguay en 1998; el segundo, bajo el lema de “Identidad y
globalización” en la Universidad de Unisinos, Sao Leopoldo, Brasil, en 1999; un sorprendente
crecimiento llevó el III Encuentro en 2000 a uno de los ejes del Corredor, la Universidad de
Valparaíso, Chile en conmemoración de lo que sirvió de convocatoria “A 100 años del Ariel de
Rodó”; el IV Encuentro se realizó en 2001 en la Universidad Católica de Asunción, San Ignacio y
Trinidad en Paraguay bajo el tema central “Pensar la mundialización desde el Sur”; el V Encuentro
en la Universidad Nacional de Río Cuarto en 2002 bajo el lema “Cultura política y democracia en
América Latina; el VI Encuentro en la Univ. de la República, Montevideo, en 2004, bajo el título
general “Sociedad civil, democracia e integración”; el VII en la Universidad de Unisinos, San
Leopoldo, Brasil, en 2005 bajo el tema convocante “Cono Sur: fronteras, democracias, ciudadanías,
identidades”; el VIII Encuentro tuvo lugar en la Universidad de Talca, Chile, en 2007; el IX
Encuentro en la Univ. Católica de Asunción, en 2008, bajo el tema general “Enseñanzas de la
independencia para los desafíos globales de hoy. Repensando el cambio para „Nuestra América‟; el
X Encuentro en Maldonado, Uruguay, en 2009, conmemorando los 10 años del primero realizado en
este mismo lugar, convocó a una “Aproximación crítica de la condición humana en el contexto
latinoamericano de hoy”.
Tales Encuentros han tenido siempre un nutrido número de participantes universitarios, profesores
y estudiantes, sobre todo investigadores en al área de Estudios latinoamericanos, interesados por la
convocatoria general del Corredor y por las diversas temáticas, generales y más específicas, que se
han ido articulando en conferencias, paneles y comisiones de trabajo, con numerosas
comunicaciones. Las ponencias aprobadas, bajo el criterio de pertinencia temática y calidad, por el
Comité Académico constituido por representantes de los respectivos países, han sido publicadas en
soporte electrónico y una selección en Actas en papel.
La temática propuesta para este Encuentro, que titulamos En el bicentenario, el protagonismo
de nuestros pueblos, ha pretendido orientar la reflexión hacia la exigencia, que se impone con fuerza
en nuestra época, de reconocimiento del protagonismo de los pueblos latinoamericanos, es decir,
de las comunidades históricas y las identidades sociales. Si bien en las últimas décadas
han ganado mayor consideración por parte de las Ciencias humanas y de los Estados, están
requiriendo aún una más decidida y adecuada asunción y, en el contexto del debate epistemológico y
metodológico, y de los planteos e iniciativas políticas, una mejor correspondencia. La constitución de
un ámbito que lo promueve, en tanto reúne investigadores que tienen buenos antecedentes en esta
orientación y permanecen en contacto a través de redes y proyectos, involucrando a jóvenes
investigadores y estudiantes y orientando hacia la creación de posgrados especializados, significa un
importante impulso.
Se persigue una concentración de esfuerzos en torno al despliegue de ejes temáticos, propuestos
en los siguientes cuatro paneles a cargo de especialistas representativos:
1. “La correspondencia de la organización política”,
2. “El desafío económico”,
3. “La adecuación de una política cultural”,
4. .“El contexto latinoamericano y las políticas educativas”
y de los temas específicos que enuncian las siguientes doce Comisiones:
1. Pensamiento latinoamericano e Historia de las Ideas,
2. Filosofía política: democracia y protagonismo de los pueblos,
3. Pensamiento alternativo e intercultural,
4. La filosofía de la historia y el reconocimiento de los sujetos históricos,
5. Los testimonios del arte latinoamericano,
6. La ética y la habitación de un mundo,
7. La tarea educativa y cultural,
8. La economía social,
9. La tarea científico-técnica,
10. Las religiones y los pueblos latinoamericanos,
11. Los pueblos originarios, afroamericanos y gitanos
12. La voz estudiantil,
en las que se espera una amplia participación de interesados.
Conforme a los objetivos mencionados, se procura fomentar la necesidad de una reflexión
sobre todos aquellos aspectos que obstaculizan o generan dificultades para el reconocimiento del
protagonismo de los pueblos y su irremplazable participación en la construcción de sociedades más
democráticas y justas; generar espacios que faciliten la interrelación entre investigadores y
universitarios interesados en el conocimiento y comprensión del pensamiento, las culturas y las
identidades de los pueblos latinomericanos; promover la constitución de instancias académicas, de
formación e investigación para becarios e investigadores que impliquen abordajes
interdisciplinarios e interculturales, con un marcado énfasis en el establecimiento de redes y
proyectos bi y multilaterales en el contexto latinoamericano; aportar, en el marco de las
celebraciones del Bicentenario, a la construcción de un pensamiento situado y crítico
latinoamericano.
Agradecemos encarecidamente a ambas Universidades el apoyo brindado a la iniciativa de este
Encuentro y auguramos a todos un feliz y fructuoso trabajo.
Director del Centro de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional de Lanús,
Hugo Biagini
Me han propuesto la honrosa tarea de hablar en nombre del Centro de
Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional de Lanús, esto es, de una
universidad francamente receptiva a las demandas sociales y nacionales, como ella
misma lo ha establecido en su Plan Estratégico de Ciencia y Técnica, en su
implementación de un Consejo Comunitario, en los intelectuales y políticos con que han
sido innovadoramente bautizados sus respectivos edificios desde Manuel Ugarte,
Scalabrini Ortiz o Lisandro de la Torre a Paulo Freire, Ortega Peña, el Padre Mujica u
Oscar Varsavsky, así como en la creación, puertas adentro, de un Observatorio
Malvinas que acaba de organizar el Primer Congreso Latinoamericano titulado
“Malvinas, una causa de la Patria Grande” (declarado de “Interés Nacional” por la
Presidencia de la Nación, comprometida en esa justa anticolonialista). Junto a dichos
significativos emprendimientos cabe señalar una gran diversidad de actividades
tendientes a apuntalar las empresas populares por parte de la UNLa.
En consonancia con dicha militancia institucional se ha fundado el Centro de
Investigaciones Históricas que también acompaña y secunda este evento; un centro al
cual se me ha encomendado orientar y que posee como objetivo por excelencia el
rescate de la memoria nacional, regional y local. Los temas y problemas que encaran las
publicaciones de nuestro Centro, dirigidas por el Prof. Héctor Muzzopappa, resultan
bastante elocuentes: iglesia y poder, educación y sociedad industrial, historiografía
erudita y representaciones colectivas, sin por ello descartar ediciones de alto vuelo
teórico como el libro donde los investigadores Alejandro y Fabián Herrero han
entrevistado a historiadores de la talla de un Roger Chartier.
En resumidas cuentas, estamos aludiendo a una universidad y a un centro de
investigaciones alternativas ahora conjugados en un espacio no menos alternativo como
el de este Corredor de las Ideas, cuyo primer encuentro, casi perdido en el tiempo, tuvo
como finalidad expresa plantearse opciones frente al excluyente modelo neoliberal y
frente al pensamiento único; en un intento por asociar el análisis académico con el
pronunciamiento, desde la perspectiva de tres pivotes fundamentales: los derechos
humanos, las identidades positivas y la integración latinoamericana; todo ello en aras de
acceder a una democracia más sustancial.
De esa experiencia compartida dentro del Corredor con diversos colegas del
Cono Sur, interesados por articular ciencia y conciencia, se han derivado
emprendimientos intelectuales vinculados con una categoría universalizable como la del
Pensamiento Alternativo que ha empezado a cobrar relieve como una nueva variante del
accionar civil y de un saber que ya ha sido incluido específicamente en distintas obras y
congresos internacionales como el que nos toca hoy inaugurar.
No ha sido ajeno a ese abordaje diferenciado la propia Universidad de Lanús,
cuando, en forma temprana, hacia septiembre de 2003, convocó a una mesa redonda
para interiorizarse de las premisas que guiaban al Corredor; mesa en la cual participaron
algunos de nuestros mejores exponentes como Hugo Chumbita y Carlos Alemian o
cuando, más tarde la UNLa se decidió a auspiciar el lanzamiento del Diccionario del
Pensamiento Alternativo, que reunió centenares de colaboraciones orbi et urbe, muchos
de cuyos participantes han frecuentado previamente este mismo espacio.
Me permito finalmente celebrar, junto al multicentenario del protagonismo
ejercido por nuestros pueblos, un crecimiento a todas luces ostensible: el de las dos
universidades que nos albergan y el del propio Corredor de las Ideas del Cono Sur, el
cual, gracias a la iniciativa de su actual representante argentina y del apoyo brindado
por ambas casas de estudio, ha podido ensanchar sus redes intelectuales y hacerlas
extensivas a otros ámbitos continentales como los que se han dado cita en esta
promisoria circunstancia.
Démosle pues la bienvenida con un fuerte aplauso a todas las compañeras (os)
que, desde diferentes latitudes, se reúnen hoy aquí inter nos por primerísima vez.
Introducción
Aldo Ameigeiras, UNGS
La celebración del bicentenario de la independencia de los pueblos Latinoamericanos
ha generado en distintos países tanto la realización de una multiplicidad de reuniones,
jornadas y congresos como de celebraciones patrióticas, actos protocolares y fiestas
populares. Sin embargo no han culminado allí las implicancias de estas celebraciones. Más
allá de lo festivo, superando formalidades y embanderamientos urbanos, atravesando desfiles
y publicidades alusivas, la celebración del bicentenario ha movilizado la conciencia y
generado la reflexión de miles mujeres y hombres, desde el zócalo de México hasta el Sur
de Tierra del Fuego y conmovido a los pueblos que se han convertido en protagonistas
centrales de este momento histórico. Es que la celebración del bicentenario debe ser
necesariamente la enconada búsqueda del protagonismo de nuestros pueblos. Han sido ellos
quienes en movilizaciones populares, movimientos y organizaciones sociales vienen
luchando por la necesidad de un cambio social que asegure una vida digna para la mayoría
de los habitantes de la región, postergados y condenados a situaciones de pobreza y
exclusión. Han sido ellos quienes han acompañado y sostenido la presencia de nuevos
dirigentes políticos y sociales como la experiencia de gobiernos que realizan denodados
esfuerzos por la defensa del bien común y el bienestar de las mayorías en el marco de una
globalización neoliberal y de poderes trasnacionales que renuevan permanente el intento
por imponer sus propios intereses.
Una reflexión desplegada en un momento especial de esta Latinoamérica que después de
décadas retoma nuevamente las banderas de la integración americana, de construccón de la
“Patria Grande” de protagonismo de los pueblos en la construcción de una sociedad más
justa, democrática y solidaria. Una Latinoamérica que desde el Mercosur hasta el Unasur
intenta ponerse de pie consolidando el convencimiento de que un mundo y una sociedad
mejor es posible. Es en ese contexto, en el marco de dicha pléyade de acontecimientos y
hechos destacados, que los intelectuales, los humanistas y cientistas sociales, como los
trabajadores de la educación y la cultura en general que participan del Corredor de las
ideas del Cono Sur debían encarar la realización de su XI Encuentro Internacional. Así
nació entonces y se organizó el XI Corredor de las ideas del Cono Sur “En el bicentenario
de la Independencia. El protagonismo de nuestros pueblos”. Un Encuentro organizado en
esta oportunidad conjuntamente por dos Universidades Nacionales del conurbano
bonaerense, la universidad Nacional de Lanús y la Universidad Nacional de General
Sarmiento. Un evento que se llevó a cabo en la primera quincena del mes de Octubre del
año 2010 en la sede de la Universidad de General Sarmiento en Los Polvorines (Partido de
Malvinas Argentinas) y que contó con la participación de destacados docentes investigadores
y especialistas en la temática a los que se les sumó público interesado de la zona y del área
de influencia de ambas universidades.
Un encuentro generado en un espacio de reflexión crítica, de debate, de pensamiento
alternativo como intenta ser el “Corredor de las ideas”. Un corredor surgido de la
preocupación de todos aquellos que saben de la “ América profunda”, presente en la
memoria colectiva, de la imposibilidad de crecer sino es desde el reconocimiento de
nuestras identidades en esta Latinoamérica pluriétnica y multicultural, en este Cono Sur
fecundado por las culturas de los pueblos originarios y la vitalidad de las culturas
afroamericanas, como por la presencia del legado Hispano Lusitano y la realidad de los
mestizajes de que estamos hechos, embarcados en este desafío de construir la Patria grande
que soñaron San Martín y Bolívar. Pero una preocupación que sabe también del exterminio,
del atropello y la exclusión a la que han sido sometidos nuestros pueblos y que hoy como
nunca requiere de un compromiso solidario no sólo para dar visibilidad a lo que ha sido
encubierto por décadas, sino sobre todo para afianzar los cimientos de una transformación
en beneficio de los pueblos. Un Corredor que confía en un pensamiento Latinoamericano
arraigado en nuestra historia, dinámico y abierto al diálogo intercultural. Un Corredor que
así como garantiza una base para el Encuentro también posibilita la confrontación de ideas, el
despliegue de perspectivas distintas en un espacio que hace de la diferencia una instancia
enriquecedora y manifiesta de la pluralidad de voces existentes. Pero un evento de estas
características indudablemente surge acompañado de un sinnúmero de actividades,
vinculadas tanto con la vida académica, a nivel de relaciones e intercambios estudiantiles y
docentes, la búsqueda de nuevos acuerdos de cooperación, como en relación con la vida
política y social. Así planteos vinculados con las redes y organizaciones sociales como
aspectos relativos a las políticas públicas, lejos de ser ajenos emergen vertebrando afinidades,
preocupaciones y contactos. El Encuentro realizado estuvo organizado en torno a la
existencia de dos Conferencias centrales, cuatro Paneles y 12 Comisiones abiertas a una
variedad de temáticas y a una amplia participación a través de comunicaciones. Cada una de
estas instancias dio lugar a una multiplicidad de exposiciones y ponencias que fueron
seguidas por el público asistente y posibilitaron una serie de debates de primer nivel, como
ocurrió con los dedicados a “La correspondencia de la organización política “, “El Desafío
Económico”, ”La adecuación de una política cultural” o “El contexto Latinomaericano y las
políticas educativas”. Por otra parte, la organización de las Comisiones, que implicaba la
existencia de más de un coordinador, posibilitó que dicha función no estuviera limitada a la
figura clásica del facilitador, sino que por el contrario implicaba que los coordinadores fueran
quienes a partir de ciertas perspectivas y miradas a manera de introducción a la temática
posibilitaran el clima propicio para las exposiciones y posteriores debates. De allí que dichas
coordinaciones estuvieran a cargo de destacados especialistas en la materia. Un modo no
sólo de socializar las responsabilidades sino fundamentalmente de democratizar y
horizontalizar el contacto entre intelectuales formados y reconocidos por su trayectoria con
jóvenes, como con el público en general. Así doce Comisiones abordaron temáticas tales
como “Pensamiento Latinoamericano e Historia de las ideas“, “Filosofía política: democracia
y protagonismo de los pueblos“, “Pensamiento alternativo e intercultural”, “Testimonios del
arte Latinoamericano“, hasta las problemáticas de “Los pueblos originarios, afroamericanos
y gitanos”, las religiones en América y los desafios de la Economía Social. Resultó
interesante considerar la existencia una Comisión exclusivamente dedicada a los jóvenes,
“La voz estudiantil”, que intentó no sólo considerar en toda su amplitud los requerimientos
y demandas propias sino también dar continuidad a un relevante y bienvenido protagonismo
juvenil que se ha venido insinuando en los últimos encuentros.
En la presente edición, dada la gran cantidad de contribuciones recibidas, se publican la
conferencia inaugural y las ponencias de los cuatro paneles, mientras se ha reservado para su
publicación en la pág. Web permanente del Corredor de las Ideas del Cono Sur una selección
de comunicaciones, según criterios de cantidad y calidad. Instancia para la que se contó en un
primer momento con la colaboración de los coordinadores de las Comisiones, quienes
escogieron las presentaciones más relevantes y significativas, de manera de pasar en un
segundo momento a quienes estamos a cargo de la edición. Se trató así de brindar un
material ágil pero sólidamente fundado, facilitador del abordaje de los temas pero a su vez
adecuado para dar continuidad a los debates que en el seno del Corredor se produjeron
nuevamente y en forma fructífera. Esperamos de esta manera haber cumplido el objetivo
planteado inicialmente con el convencimiento y la alegría de hacernos partícipes de esta
hora de Latinoamérica y de la esperanza de sus pueblos.
Conferencia
Descolonizar la Memoria en aras de Forjar Futuros:
Repensar las Independencias a la Luz de la Revolución Haitiana
Agustin Lao Montes
University of Massachusetts-Amherst
Entre 1791 y 1804 la colonia francesa de Saint Domingue fue escenario de lo que
catalogamos como una de las gestas históricas más significativas del mundo moderno.
Este acto magno de insurgencia popular de los subalternos, que denominamos
revolución haitiana, constituyó la primera nación independiente de la región del sur
global que hoy llamamos Latinoamérica y el Caribe, usando el nombre aborigen de la
isla, Haití. Como dice el historiador Laurent Dubois en su libro Reivindicadores del
Atlántico: La Historia de la Revolución Haitiana, “fue la mayor revuelta de
esclavizados en la historia del mundo, y la única que triunfó” y añade “es una historia
que merece ser contada y recontada”. Intentaremos entretejer lo histórico, lo político, y
lo filosófico en un hilo singular pero complejo de análisis, con el objetivo de contribuir
a nuestras lecturas críticas de las independencias americanas. Con esta ponencia
esperamos hacer una modesta contribución al necesario ejercicio colectivo de
descolonización de nuestra memoria histórica, que intentaremos llevar a cabo en cinco
partes: primero vamos a esbozar brevemente una cronología mínima de la revolución
haitiana con el interés de demostrar su relevancia histórico-mundial; segundo, haremos
una evaluación crítica de algunos hitos en la historiografía sobre el significado de la
gesta haitiana; tercero, realizaremos una lectura filosófico-política de sus implicaciones
para repensar las formas y categorías políticas de la modernidad, como democracia,
nación, y la noción misma de lo político; cuarto, una reflexión sobre cómo el
silenciamiento y la represión de la revolución haitiana de las narrativas hegemónicas
revelan procesos clave en la política de la memoria y el olvido - lo que incluye las
conmemoraciones de laσ independencias de Hispanoamérica; y concluiremos con una
reflexión sobre los valores ético-políticos del repensar la revolución haitiana y sus
implicaciones histórico-mundiales.
Definir la temporalidad de un proceso revolucionario es una tarea analítica asociada a
cómo se entiende quienes fueron sus actores principales, lo que en el caso de Haití tiene
el enorme peso político-epistémico de atribuir reconocimiento y agencia histórica
protagónica a esclavizados que en la época eran asumidos como menos o no humanos.
Concordamos con Carolyn Fick en su libro La Creación de Haití. La Revolución de
Saint Domingue desde abajo, en que hay que remitir su comienzo a la revuelta general
de 1757 cuyo líder principal fue Makandal, un líder cimarrón y sacerdote del Vodun.
Dicha revuelta tenía el interés explícito de eliminar los amos y obtener la
independencia. Al igual que el levantamiento del 1791 la mayoría de las y los
insurrectos eran de origen africano, muchos de ellos del Congo, donde había un reino
que luego presentaremos como un referente significativo de cultura política.
Para entender estas revueltas de esclavizados es necesario revisar un tanto la
esclavitud moderna y su particularidad en la colonia de Saint Domingue. Hacia finales
del siglo XVIII Saint Domingue era la colonia más rica en productividad, no sólo del
poderoso imperio francés sino del sistema atlántico. Se calcula que tenía más de medio
millón de esclavizados, la mayoría de ellos africanos o bozales, que generaban alrededor
del 35% de los ingresos externos del imperio francés. Exportaba “tanto azúcar como
Jamaica, Cuba, y Brazil combinados” además de la mitad de la producción mundial de
café. El sustento de al menos un millón de los 25 millones de habitantes de Francia
dependía directamente de Haití y 15% de los miembros de la Asamblea Nacional tenían
propiedad en la colonia. La plantación capitalista, que el antropólogo Sidney Mintz
conceptualizó como “fábrica en el campo”, requería una gran concentración de trabajo
esclavo y dada su brutalidad como régimen de producción y espacio de vida,
demandaba importación constante de esclavizados de África. La esclavitud moderna,
que combinó sobre-explotación capitalista con racialización y deshumanización de los
sujetos africanos, fue un sistema de dominación sin hegemonía que confrontó luchas
múltiples desde su institucionalización en el largo siglo XVI, que variaron desde
resistencias singulares como envenenar la comida de los amos, hasta revueltas locales y
creación de sociedades cimarronas como zonas liberadas llamadas palenques, cumbes o
quilombos. Estudiosos de movimientos sociales en su larga duración han catalogado al
abolicionismo como el primer movimiento global por la libertad e igualdad en la
modernidad capitalista. Avanzando mas allá de este planteamiento, argumentamos que
la revolución haitiana fue la cúspide de la ola de rebeliones de esclavizados del siglo
XVIII, el período climático de la trata esclavista trans-atlántica. Es también importante
localizar históricamente la revolución haitiana dentro de una ola de movimientos
antisistémicos, dos de cuyas expresiones más importantes fueron las rebeliones de
Tupac Amaru y Tupac Khatari en Suramérica-no es accidente que se haya encontrado
evidencia de insurrectos en Saint Domingue autodenominándose Tupacs. En general,
esto implica la necesidad de una mirada de mayor duración y alcance a los procesos de
independencia en Hispanoamérica, lo que llamamos una perspectiva histórico-mundial.
Aquí deseo acotar rápidamente y de forma necesariamente esquemática, que en
nuestras discusiones siempre hay explícita o implícitamente una teoría del poder y en
ese sentido plantear el gran valor analítico del concepto de colonialidad del poder de
Aníbal Quijano para conceptualizar la modernidad/colonialidad como procesos de
dominación, explotación y conflicto en relación a cuatro regímenes de opresión
entrelazados - capitalismo, imperialismo, racismo y patriarcado. Entiendo estos sistemas
de opresión no como monolíticos y transhistóricos sino como complejos, cambiantes y
siempre desafiados de distintas maneras. Entender el poder como un campo de fuerzas y
voluntades en contienda implica entender los procesos históricos como un complejo
juego de ajedrez, de jugadas creativas y múltiples negociaciones dentro de ciertos
límites estructurales. Como decía Marx, refiriéndose a la misma “era de las
revoluciones”, “los hombres crean historia pero no necesariamente bajo condiciones que
escogieron”.
La revuelta fallida de 1757 demostró la capacidad de cooperación y acción colectiva
de diferentes tipos de esclavizados - de plantación, domésticos, y cimarrones - con
negros libres y hasta ciertos mulatos, que en el caso de Haití eran una estrato medio en
términos de clase y raza. El intento de revuelta general en 1751 fue aplastado
rápidamente y aunque la cabeza de Makandal fue exhibida públicamente, su espíritu
permaneció en la memoria colectiva como un ancestro, un Lua de luz presente en la
cultura de rebelión que reapareció en 1791. En Agosto de 1791, esclavizados lideraron
una insurrección en la parte norte de Saint Domingue, que se esparció a través de toda la
colonia y luego llegó a convertirse en una revolución triunfante que tambaleó tanto a la
institución de la esclavitud como al orden colonial francés. La revolución insumió casi
13 años desde el levantamiento inicial hasta la declaración de la independencia en enero
de 1804. Fue una gesta intensa, fluida y compleja, cuyos detalles hasta no hace mucho
solo podíamos leer en la historiografía fundacional de la nación haitiana. En el libro
clásico de CLR James Los Jacobinos Negros, publicado en 1938, se demuestra un
entreteje de fuerzas, un campo complicado que va desde la persistencia insurrecta de los
esclavizados hasta alegaciones y negociaciones de diversos actores –los líderes mulatos,
los grands blancs y petits blancs, las autoridades coloniales, distintas facciones dentro
de la revolución francesa, los imperios británico y español, y la emergente nación-
imperio de los Estados Unidos, en una compleja trama de agencia histórica en diversos
escenarios y a varios niveles. Dicha lectura del proceso revolucionario implica
estrategias narrativas desde arriba y desde abajo, en un complejo y cambiante campo de
luchas, que tuvo como resultado una serie de concesiones sucesivas de Francia, logros
políticos y militares en ascenso para los esclavizados revolucionarios bajo el liderazgo
del ex-esclavizado criollo Toussaint Louverture (la Apertura); la abolición formal de la
esclavitud en 1794, la formación de un ejército mayormente compuesto por ex-
esclavizados africanos y su lucha contra España en la parte este de la isla (La
Hispaniola) y contra invasiones británicas; la conversión de Toussaint Louverture en la
figura mas influyente en Saint Domingue, sobre todo en 1801 cuando con la invasión de
La Hispaniola tomó control de toda la isla y escribió una constitución, en la que
consolidaba una autonomía plena al expulsar las autoridades coloniales y erigirse como
gobernador de por vida con poder absoluto. Todo esto catalizó la ocupación el 3 de
Febrero del 1802, cuando 20.000 tropas francesas bajo el mando de General Jacques
Leclerc, el cuñado de Napoleón, con instrucciones secretas de restablecer la esclavitud
desembarca en Cap Francais. El poder militar de los franceses llevó a los generales
negros criollos Christophe, Dessalines y luego Toussaint, a rendirse e integrarse al
ejército de Leclerc. Esto resultó en la deportación y ejecución de Toussaint en Francia.
A pesar de esto la resistencia armada de los ex-esclavizados continuó, mayormente con
el liderazgo de africanos bozales, y cuando el ejército imperial trató de desarmar a todos
los ex-esclavizados y corrieron rumores de la restauración de la esclavitud, Dessalines y
Christophe se unieron al general mulato Petion y a los africanos insurrectos, hasta lograr
la independencia en 1804 cuando Jacques Dessalines se declaró Presidente de la
República de Haití. En resumen, la independencia haitiana fue un proceso complejo y
contradictorio, pero a pesar de la pluralidad de disputas e intereses múltiples hubo dos
objetivos claros y no negociables - la abolición incondicional de la esclavitud y la
autonomía política del yugo imperial, que le dieron una particularidad en su época.
Como dice Sybille Fysher , “Con el nombre de Haití (el nombre indígena de la isla), el
primer estado negro en las Américas implicó un reverso de las jerarquías y los objetivos
sociales imperiales: el nombre europeo del territorio fue eliminado; los esclavos se
convirtieron en amos; y el proceso de desarrollo capitalista a través de la
industrialización de la agricultura fue severamente interrumpido. ”Si estamos de
acuerdo con este argumento, cabe preguntarse ¿por qué la revolución haitiana casi no
aparece en las narrativas del período que en la historia atlántica se denomina Era de la
Revolución (de 1776-1848)? ¿Tuvo alguna trascendencia en los procesos de
independencia de Hispanoamérica? ¿Por qué se privilegian la revolución francesa y la
guerra de independencia de los Estados Unidos, cuando la revolución haitiana fue la
única de su época en la que se abolió la esclavitud, hubo una reforma agraria y se
combatió explícitamente el racismo y el colonialismo? Éstos son interrogantes críticos
que revelan el sustrato ideológico que informa las categorías de pensamiento presentes
en nuestras visiones y relatos de la historia moderna.
Las narrativas eurocéntricas occidentalistas, que configuran la memoria hegemónica
de las revoluciones modernas, ignoran o marginan la revolución haitiana y su
importancia histórica, política, y filosófica. De acuerdo con estos relatos, la guerra de
independencia de los Estados Unidos y la revolución francesa son las dos fuentes
principales de la tradición democrática moderna al establecer la nación como forma
paradigmática de comunidad política moderna, y la democracia liberal y el estado de
derecho como discurso y forma ideal de régimen político. En su carácter de
revoluciones burguesas clásicas, que establecieron los parámetros del liberalismo
político occidental, tanto la revolución francesa como la guerra de independencia de las
trece colonias norteamericanas establecieron naciones-estado fundamentadas en
discursos de igualdad formal y libertad individual, sustentadas por regímenes legales de
derechos y deberes. Pero además de combinar igualdad formal con desigualdad
sustantiva, ambos cuerpos políticos nacieron en base a un concepto de ciudadanía que a
la vez que tenía pretensiones universalistas estaba fundamentado en la exclusión de
alteridades internas y externas de tipo social, racial, de género y sexualidad, definidas
como otredades del sujeto soberano occidental - varón, propietario, letrado,
heterosexual, cristiano, blanco, europeo o eurodescendiente. Críticas feministas como la
de Carol Pateman El Contrato Sexual y de la teoría crítica racial como la de Charles
Mills El Contrato Racial, revelan los sustratos sexistas y racistas de la filosofía política
de la ilustración, que tuvo gran influencia en los discursos liberales de las
independencias de Hispanoamérica. Los principios de “igualdad, fraternidad y libertad”
que guiaban la revolución francesa y el “we the people” de la norteamericana, por lo
general no se entendían en contradicción con la esclavización de millones de sujetos
africanos, ni con la continuidad en la colonización de territorios y poblaciones
entendidas como inferiores en términos raciales y culturales. Aún los filósofos y
políticos más radicales de la ilustración francesa como Rousseau y Robespierre, lo
mejor que pudieron concebir fue una abolición y ciudadanía gradual, partiendo de
premisas racistas y colonialistas postulantes de la existencia de distintos grados de
humanidad y la necesidad de educar otredades para el autogobierno.
En contraste, para la memoria colectiva de la tradición crítica intelectual y política de
la diáspora africana y el Atlántico negro, Haití se convirtió en símbolo y bandera de la
descolonización y liberación desde el momento mismo de la revolución haitiana.
Hasta hace poco, la mayoría de las valoraciones del significado histórico-mundial de la
revolución haitiana fueron producto de intelectuales del Atlántico negro o diáspora
africana, desde dos grandes pan-africanistas del siglo XIX -Martin Delaney y Edward
Blyden, hasta W.E.B. Du Bois (cuyo. abuelo era Haitiano).
CLR James y Aimé Césaire, dos figuras claves en esta tradición que Cedric Robinson
analiza en su libro Marxismo Negro, elaboraron una interpretación de la modernidad en
la que prima la interrelación entre capitalismo, colonialismo, y racismo, e interpretan la
revolución haitiana como la más profunda de su época, a la vez que critican la idea de
que fue derivada de la revolución francesa enfatizan su particularidad y sus influencias
en los cambios en Francia misma. En Haití el concepto universal abstracto de
emancipación se convirtió en un universal concreto, cuando cientos de miles de
esclavizados inventaron e instituyeron un movimiento global por la descolonización,
argumenta CLR James. Por su parte Aimé Césaire plantea que más que una mera
rebelión, Haití fue escenario de una insurgencia con valor histórico-mundial, que dio luz
a una nueva forma de subjetividad articulada en el concepto de negritud como identidad
político-cultural, que emergió de un proyecto global de descolonización y de
emancipación universal en la medida que esgrimió el principio de libertad y derechos
para todos.
Haití se convirtió en la única comunidad política de la era de la ilustración en
convertir a sujetos esclavizados en ciudadanos y sujetos de la cultura global. Aquí
quiero observar rápidamente la importancia del concepto de diáspora, para pensar
comunidad político-cultural no sólo dentro de la nación sino también más allá de la
nación, lo que es evidente en el proyecto de Toussaint Louverture de emancipación de
la esclavitud no sólo en Haití sino en las Américas y más allá. Para Du Bois los
afroamericanos nos caracterizamos por una doble conciencia, en tanto por un lado
luchamos por la inclusión en estados-nación que nos rechazan o marginan y por otro
lado podemos pertenecer a una comunidad transnacional de afrodescendientes en la que,
sin negar diferencias, nos unen lazos históricos de exclusión racial, afinidades
culturales, y reivindicaciones contra la discriminación y a favor de la libertad y justicia,
que han culminado en movimientos transnacionales, desde la resistencias de
esclavizados y la revolución haitiana en adelante. La revolución haitiana no sólo fue
fundamental en esta tradición letrada afrodiaspórica, sino también en la constitución de
redes translocales subalternas de esclavizados, negros libres y mulatos a través de las
Américas.
Desde otro ángulo, como parte de la nueva historiografía atlántica de los 1970s, los
historiadores marxistas Eugene Genovese y Robin Blackburn, argumentan que la
revolución haitiana fue el factor clave en la derrota de la esclavitud moderna como
institución principal del capitalismo atlántico y por eso significó la destrucción del
sistema más explotador e inhumano en la historia mundial. Genovese planteó que las
resistencias de esclavizados fueron parte del mismo proceso de emancipación de la
revolución francesa y de los EEUU. Su gran virtud fue analizar las revueltas de
esclavizados como centrales para la historia mundial, pero a la vez las subordinó a una
narrativa eurocéntrica para la que sólo adquirieron definición política en el contexto de
la revolución haitiana entendida como democrático-burguesa, ya que en su argumento
las revueltas anteriores sólo buscaban liberarse de la esclavitud y restaurar la
organización social Africana. Aquí vale apuntar tanto las críticas que le ha hecho
Florencia Mallon a las caracterizaciones de los procesos de construcción de nación-
estado en México y Perú a través del prisma simple y eurocéntrico “democrático-
burgués”, como también los debates sobre la necesidad de ampliar nuestra definición de
lo político. Esto nos lleva a Carolyn Fick, quien desde una perspectiva subalternista
hace una crítica de Genovese, planteando que es imposible separar categóricamente
proyectos restauracionistas y revolucionarios y que por ende hay un entreteje entre
fuentes africanas, criollas, e ilustradas en la racionalidad política de la revolución
haitiana. Tocando el mismo tambor Nick Nisbett formula cuatro fuentes principales de
la racionalidad política de la revolución haitiana: 1) elementos vernáculos de
concepciones africanas de justicia y libertad (igualitarismo, comunitarismo, y derechos
humanos) 2) conocimiento de las revoluciones en EEUU & Francia y sus textos de
independencia y derechos del hombre; 3) la experiencia brutal de la esclavitud moderna;
4) cosmovisiones y religiosidades afroamericanas articuladas en el Vodun.
Tanto Carolyn Fick como el antropólogo e historiador haitiano Michel Roph Trouillot
elaboran análisis de la revolución haitiana desde perspectivas subalternistas, donde se
deslindan dos esferas de subalternidad en las que se crean y debaten proyectos distintos
de gobierno, poder, descolonización, economía, igualdad, libertad y liberación.
Para presentar someramente lo que requeriría una cartografía histórica mucho más
compleja de actores, discursos, luchas, y proyectos, miremos un conflicto entre estas
dos esferas subalternas que Trouillot denomina “la guerra dentro de la guerra”, y que
divide en dos momentos; el primero de Junio 1802 a mediados 1803: cuando los
generales fueron reintegrados al ejército de Leclerc contra los ex-esclavizados que
rehusaron rendirse a los franceses (Junio a Octubre 1802); segundo - cuando los mismos
generales negros más los generales mulatos asociados con Petion contra los ex-
esclavizados que rehusaron reconocer la jerarquía revolucionaria y la autoridad suprema
de Dessalines (11/1802-4/1803). En este análisis destaca a Jean-Baptiste Sans Souci,
líder desde 1791 y que como otros líderes de procedencia congolesa era diestro en
guerra de guerrillas, reminiscentes de las guerras civiles del S XVIII en el Congo, que
fueron importantes para la evolución militar de la revolución haitiana, y llegó a ser “uno
de los subalternos inmediatos de Christophe” pero duró menos de un mes en el ejército
francés. Sans Souci luego se convirtió en el líder más temido del ejército rebelde, tanto
por los franceses como por los generales negros criollos Christophe y Dessalines. Junto
con Makaya y Sylla, sus dos aliados más cercanos, en septiembre vencen a Leclerc, que
perdió los estribos y habló sobre planes de deportar a los generales negros y restablecer
la esclavitud. Como resultado, en noviembre los generales negros restablecieron la
resistencia armada contra Leclerc. Pero los insurrectos africanos mantuvieron su
desconfianza para con los generales que tranzaron con los franceses y por eso
Christophe termina matando a su enemigo y subalterno militar inmediato Sans Souci.
En el contexto de la muerte de Dessalines en 1806, ocurre una rebelión popular contra
las políticas gubernamentales iniciadas por Toussaint de promover el desarrollo
económico restableciendo la plantación sin esclavitud. El país se divide, Christophe se
declara emperador de una monarquía en el norte, mientras Petion preside una república
en el sur. Christophe construye un palacio sumamente lujoso y pomposo con el nombre
Sans Souci, explícitamente “para proveer al mundo de evidencia irrefutable de la
habilidad de la raza negra” y anticipando el afrocentrismo por más de un siglo nos decía
“no hemos olvidado el gusto y genio arquitectónico de nuestros ancestros que cubrieron
Egipto, Cartago, y la vieja España con sus estupendos monumentos”. El nombre del
palacio es Sans Souci, pero Trouillot observa cómo fuera de Haití se tiende a pensar que
el nombre procede de un castillo con el mismo nombre edificado por el emperador de
Prusia Federico el Grande y luego de argumentar que el palacio de Christophe se edificó
en el lugar donde Sans Souci fue ejecutado y asociarlo a una tradición de dar muerte
simbólica al enemigo en Dahomey, plantea que el olvido del general Sans Souci de las
narrativas de la revolución haitiana revela “múltiples niveles de silencio” y “el poder
desigual de la producción histórica”. Por una lado el silenciamiento de la disidencia en
la épica nacionalista de la historiografía haitiana y por otro lado el silenciamiento de la
revolución anti-esclavista/anti-colonial de las representaciones hegemónicas
occidentalistas de la era de la revolución. Aquí convergen de modo contradictorio dos
formas de silenciamiento que corresponden a dos niveles de subalternidad
sobrederminadas por el poder moderno/colonial de producción de archivos y narrativas
“profundamente configuradas por convenciones occidentales”. Como dice Trouillot, “el
desentierro de Sans Souci requiere trabajo extra no sólo en la producción de nuevos
hechos sino también en su transformación en una nueva narrativa”, lo que implica “la
transformación de ciertos silencios en menciones y la posibilidad de que las menciones
puedan añadir relevancia retrospectiva”. En conclusión traza una implicación más
profunda en cuanto a una cuestión epistemológica y metodológica en el sentido más
general: “¿hasta qué punto la historiografía moderna de la revolución haitiana, como
parte de un continuo en el discurso occidentalista sobre esclavitud, raza y colonización,
podrá romper los lazos de hierro del contexto filosófico en el cual nació?”
En esta vena, en Silenciando el Pasado: El Poder y la Producción de la Historia,
Trouillot plantea que la revolución haitiana era un hecho impensable en los horizontes
de sentido de su época, al constituir el anacronismo de una república negra de ex-
esclavizados africanos libres en un mundo occidental capitalista donde primaba la
esclavitud e ideologías racistas que calificaban los negros como menos o no-humanos.
Por eso fue una revolución silenciada por los historiadores a través de fórmulas de
aniquilamiento y fórmulas de banalización - ambas siendo poderosas formas de
silenciamento que constituyen “silencios globales” como algunos analizan el holocausto
judío. El aislamiento orquestado de Haiti luego de la revolución y la profundización de
la invisibilidad que llegó a negar su revolución como evento histórico, la llevó de ser
impensable a devenir un “no-evento”. Sus tres temas centrales: racismo, esclavitud y
colonialismo, fueron marginalizados en el discurso histórico, como dice Trouillot
“ninguno de estos temas se mantuvo como principal en la historiografia occidental”. Así
comenzamos a explicar la virtual desaparición de la revolución haitiana de la memoria
oficial de los procesos de independencia de Hispanoamérica.
En una línea análoga, la crítica literaria Sibylle Fischer en Modernidad Reprimida:
Haití y las Culturas de la Esclavitud en la Era de la Revolución, plantea que el fallo
general de reconocer y analizar la única revolución de la época centralizada alrededor la
la cuestión de la igualdad racial es debido a una forma de negación basada en el trauma
y el miedo de la forma de modernidad caribeña ensayada en Haití. “Lo que aconteció en
el Caribe en la época de la era de la revolución fue una lucha sobre lo que significa la
modernidad”, la libertad, el progreso, los derechos y quiénes los merecen y dónde.
Argumenta que para la ilustración la contradicción libertad/esclavitud era sólo
metafórica y por tanto “¿no sería ésta la más perversa forma de silenciamiento - el
borrar la esclavitud racial moderna del espacio conceptual?” Esta represión, esta
invisibilización activa de la revolución haitiana, tanto de las narrativas históricas como
del espacio conceptual occidental -Occidente entendido como discurso que incluye la
memoria oficial de las independencias americanas y no como una geografía- nos lleva
al próximo tema, las racionalidades y proyectos políticos de la revolución haitiana.
Comencemos con uno de los pilares del discurso político liberal, los derechos
humanos articulados por lo que se llamó la Declaración Universal de los Derechos del
Hombre y el Ciudadano de 1789. Como se ha señalado, una de las contradicciones
principales de las concepciones y políticas liberales es la supuesta universalidad de la
igualdad entre individuos y la exclusión activa de grupos en base a diferencias étnico-
raciales, coloniales, y de género. En realidad, la democracia liberal, cuya forma
paradigmática de comunidad política es el estado-nación, se construyó a partir de
exclusiones externas (extranjeros y enemigos) e internas (negros, indios, mujeres,
campesinos, obreros, homosexuales), que parcialmente han orientado sus luchas en aras
de la inclusión en la franquicia ciudadana. En este contexto, la revolución haitiana
formuló en su discurso y en sus constituciones la propuesta de igualdad y libertad más
completas de la época. Al respecto dice Nisbett que “la construcción de una sociedad
sin esclavitud, donde haya un derecho humano universal a la libertad, se mantiene como
la contribución única de Haití a la humanidad”, a lo que añade que, en la primera
constitución de Haití en 1801 Toussaint logra una articulación, traducción, crítica y
rearticulación del concepto de derechos humanos que va más allá de Rousseau, ya que
no se limitan a defender derechos de propiedad porque “un crítica concreta de la
esclavitud actualmente existente resultaba impensable para el apóstol del contrato
social” , es decir, “solamente cuando los derechos de propiedad llegaron a ser
calificados explícitamente como no aplicables a la propiedad humana y como
dependiendo del derecho humano a la libertad, pudieron los derechos humanos llegar a
ser propuestas verdaderamente universales” . La formulación más profunda de la
contribución de la revolución haitiana a la radicalización del discurso de los derechos
humanos reside en una propuesta positiva de libertad, una suerte de humanización de
sujetos que en el imaginario racista de la época no eran considerados humanos. Esto dio
cabida a un humanismo afrodiaspórico que corre desde Toussaint Louverture y
Sojouner Truth (con su máxima “¿No soy yo una mujer?”) hasta Césaire y Fanon, que
en sus mejores versiones constituye una política de descolonización y liberación.
En este registro, el foco ontológico contra la esclavitud, sirve de eje a una relación
más fundamental entre libertad e igualdad, lo que Balibar denomina equi-libertad,
aunque no sin contradicciones como veremos. Este marco envuelve la inesperada e
inédita emergencia de un discurso y proyecto de derechos del hombre que buscaba
aplicar los principios de la declaración de derechos del hombre de 1789 a sujetos que
eran considerados menos o no-humanos, una propuesta desde el locus de enunciación
subalterno de la diferencia colonial y la esclavitud capitalista racial colonial de
plantación. En este sentido es importante destacar la correlación entre anti-esclavismo y
anti-colonialismo. Como arguye Nisbett “la libertad milagrosa de 1804 consiste en la
creación espontánea de nuevas secuencias de historia humana tales como la
descolonización y la abolición universal” y añade “la invención haitiana de la
descolonización y la emancipación universal fue un momento de ruptura que obliteró la
lógica esclavista del capitalismo global del S XVIII”. Por esas razones se ha calificado
como “el evento político más progresista de la era de la ilustración” que instituyó el
principio de que “la libertad de los pocos no puede ser a costa de la esclavitud de los
muchos”. El principio ético-político de la emancipación universal de la esclavitud que
guía la revolución haitiana necesariamente articula tanto una relación entre libertad e
igualdad, como entre derechos humanos y derecho a la propiedad. La particularidad
consistió en resolver el desbalance entre igualdad y libertad que era a favor de este
último principio. La universalización de los principios de libertad e igualdad es una de
las razones por las que consideramos la revolución haitiana como la realización epocal
de la promesa incumplida de la revolución francesa y su declaración de derechos y
también como anticipación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de
1945.
Los análisis que hace Sybille Fischer de las constituciones haitianas de 1801 y 1804
demuestran algunas de las innovaciones de su racionalidad política. Fischer arguye que
las constituciones haitianas de 1801 y 1804 inventaron el concepto de sociedad
posracial y que “la importancia histórica de la constitución del 1801 reside en su intento
de fundamentar por primera vez en la historia humana una sociedad descolonizada a
partir de la ley y la justicia social, basada en un principio singular de autonomía
humana, que considera como su dimensión más original y sin preámbulos o
equivalentes en la declaración francesa de 1789. Eugene Genovese también atribuye la
fuente histórica del principio universal de la autonomía a la revolución haitiana.
Esto nos debería llevar, como bien argumenta Nisbett en su libro Emancipación
Universal. La Revolucion Haitiana y la Ilustracion Radical, a repensar la época, el
fenómeno mismo de la ilustración, y las genealogías de principios ético-políticos como
democracia, derechos humanos, y el entre-juego entre libertad e igualdad. Pero más aún,
también implica “cambiar la geografia de la razón”, como dicta el lema de la
Asociación Filosófica Caribeña y mundializar la filosofía política, como comienza a
hacer Enrique Dussel en su monumental Filosofia Politica de la Liberacion. En esta luz,
la filosofia política que se forja en la revolución haitiana no es derivativa de las gestas
occidentales de sus tiempos, sino que surge de su particularidad en diálogo creativo con
las corrientes político-epistémicas de la época.
Fisher también plantea que la constitución haitiana de 1801, la primera en resolver la
contradicción entre los derechos humanos y la defensa de la propiedad privada, sirvió de
marco para la única revolución en el mundo atlántico de la época en realizar una
reforma agraria al repartir la tierra. Por eso, hasta las políticas neoliberales de los 1990s,
Haití pudo sostener gran parte de su agricultura en base a producción de pequeños
propietarios.
A diferencia de Hispanoamérica la revolución haitiana gestó la primera reforma
agraria y por eso de acuerdo a Sidney Mintz “Haití se convirtió en el país más
profundamante campesino del Caribe.” Así la cuestión de la tierra y el trabajo surgió
como un eje principal de las contradicciones de Haití como comunidad política y
proyecto histórico, es decir, como proyecto de gobierno, comunidad, identidad,
economía y cultura, proyecto de vida en fin. Profundicemos entonces el análisis de la
contradicción histórica entre dos esferas sociales y culturales que formularon proyectos
distintos de comunidad, que desembocó en la fisura social que Trouillot caracteriza
como estado contra nación.
Por un lado identificamos una elite de mulatos y negros letrados cuya apuesta era
construir un estado-nación moderno, lo que para ellos suponía restablecer la plantación
sin esclavitud para lograr desarrollo económico. Por otro lado estaba la mayoría
subalterna que se ha denominado sociedad bozal, que rechazó la plantación en aras de
un minifundio igualitario donde el trabajo toma la forma de autosubsistencia o de labor
no remuneraba para el común. Aquí se debaten dos maneras distintas de entender lo
común, en tanto proyecto de comunidad y en cuanto forma de propiedad colectiva. Para
la nueva clase dominante, representada por generales como Toussaint y luego
Dessalines y Christophe, la comunidad es la forma-nación encarnada en el estado,
mientras para el campesinado la comunidad significa esferas concretas de vida cotidiana
donde se efectúa el trabajo conjunto y se construye una cultura compartida para quien la
religiosidad es fundamental. Esta esfera subalterna de raíces rurales desarrolló formas
de autogobierno en base a un comunitarismo igualitario, que se siguió diferenciando
crecientemente del estado, el cual especialmente luego de la dictadura de Duvalier a
partir del 1959 se configuro como un bloque popular que Trouillot define como pueblo-
nación en contraste y oposición a un estado predatorio anti-nacional.
Gerard Barthelemy, analiza la sociedad bozal haitiana como “un sistema igualitario
sin estado”, que funcionó en el sistema-mundo como un otro inasimilable e indigestible,
lo que se revela en que ese campesinado negro se haya denominado en Haití mismo
Moun Andeyo, que significa extranjería. Sus líderes, como Mackandal y Bruckman,
solían ser sacerdotes de Vodun. El Vodun se ha interpretado como un área de actividad
autónoma, autoexpresión existencial libre y liberación psicológica, que configura una
esfera de vida y poder alterna a la esfera pública dominante. Aquí tanto la práctica
cotidiana de comunidad como el horizonte utópico no miraban al estado-nación
moderno sino al establecimiento de sociedades cimarronas, espacios de libertad en un
mundo gobernado por la esclavitud, y una vez se estableció la república negra también
en autonomía del estado intentando imponer un régimen de explotación capitalista y una
forma centralizada del poder. Un hito en esta racionalidad política fue un reclamo social
y existencial por tierra y libertad, que luego sirvió de consigna tanto a la revolución
mexicana como a la revolución rusa. En este registro, hay una relación entre
comunidades indígenas y campesinados negros en las Américas, que permanece hoy día
como un elemento común de gran importancia, como se evidencia en las luchas por el
territorio en tanto espacio de vida, identidad y autogobierno por comunidades
afrodescendientes en Colombia, Ecuador, y Honduras.
En este registro, nuestra interpretación crítica de la revolución haitiana es relevante
para los proyectos actuales en países como Bolivia y Ecuador, que explícitamente
expresan voluntad de refundarse como estados plurinacionales, en la medida que nos
hace cuestionar la ecuación liberal, para la que el estado encarna y representa una
identidad y cultura nacional homogénea. De la misma manera también implica un
cuestionamiento de los discursos de mestizaje e hispanofilia que constituyen los
imaginarios decimonónicos de región o patria grande, donde el elemento afro es
marginalizado o folclorizado. Una de las implicaciones obvias es la valorización de las
historias, culturas, y pensamientos afrodescendientes en cada gesta de independencia y
en la constitución de la región.
Podemos analizar las implicaciones e impacto de la revolución haitiana en las
Américas y en el mundo desde dos perspectivas, sus efectos en las reestructuraciones de
las constelaciones de poder y sus influencias en las esperanzas y acciones de los
subalternos. La revolución haitiana marcó el inicio del fin de la esclavitud de
plantación, a la vez que dirigió el giro de la esclavitud industrial azucarera hacia Cuba,
y se convirtió en fantasma vivo de las clases plantocráticas cultivando el espectro de la
“guerra de razas” y el terrible temor a un nuevo Saint Domingue que orientaron las
metodologías de coerción y terror de los regímenes esclavistas de la época. Pero Haití
también cultivó la semilla de la libertad a través de todo el sistema de plantación, y
sirvió de fundamento histórico para la formació de una serie de redes translocales de
subalternos, sobre todo afrodescendientes, que a través de sistemas sumergidos de
comunicación -circuitos marítimos, cimarrones nómades, tejidos diaspóricos, viajes y
rumores de amos y esclavizados, hilos culturales y lazos políticos de negros libres y
mulatos radicales- configuraron una esfera cosmopolita translocal que constituyó
identidades Afrodiaspóricas e inspiró rebeliones de esclavizados y conspiraciones
independentistas como la revuelta de Aponte en Cuba en 1812, cuando las elites
cubanas aún no se atrevían a desafiar al imperio, en gran medida por el miedo a otro
Haití. Otro ejemplo importante es que las ocupaciones haitianas de La Hispaniola desde
1801 hasta la que duró de 1822 a 1844 que abolió la esclavitud en la colonia contigua,
culminaron en que la República Dominicana tiene la peculiaridad de que la celebración
de la independencia no es de España sino de Haití. Tanto el inconciente racial de
sorpresa y miedo que provocó el silenciamiento activo, como las semillas libertarias se
esparcieron a través de las Américas, especialmente a lugares con poblaciones
afrodescendientes considerables como Brasil, Colombia, Estados Unidos, y Venezuela
como se empieza a documentar y analizar en la historiografía emergente. Hay mucho
que hacer para elaborar relatos y análisis más detallados y complejos, pero sí nos queda
claro que la revolución haitiana se convirtió en la ausencia presente, la excepción que
confirma la regla, el referente reprimido que produce acciones indecibles a partir del
espanto. Como dice Fisher, “rumores circularon por todo el Caribe que Toussaint
Louverture planeaba exportar la revolución”. La revolución haitiana se convirtió en “un
evento excesivo…confinado a los márgenes de la historia: rumores, historias orales,
cartas confidenciales, juicios secretos”. En este sentido, “la represión del anti-
esclavismo revolucionario de la revolución haitiana llegó a ser un ingrediente en el
nacionalismo criollo, sobre todo en la negación de la relación fundamental entre
liberación nacional e igualdad racial, lo que no habría de resurgir hasta el discurso y la
política anticolonial del período posterior a la segunda guerra mundial.”
Desde su presente incluso se podría considerar como una revolución a destiempo.
Como dice la misma Fysher, “la contradicción -declaración de libertad y autoritarismo
fueron indicadores de un conflicto que quizá no podía resolverse en una época en que la
esclavitud continuaba practicándose en el resto de la zona de plantación y la categoría
de nación operaba como una limitación de hecho en los ideales universalistas de la
liberación racial.” Paradójicamente, “la represión del anti-esclavismo radical se hizo
constitutivo de las emergentes culturas nacionales en el Caribe y en el discurso político
metropolitano, mientras Haití vino a considerarse el fondo primitivo de la Civilización
Occidental”. Por eso, al repensar las independencias de la región que hoy llamamos
América Latina a la luz de la revolución haitiana, es importante avanzar mucho más allá
de reconocer la ayuda que brindó el General Petion a Bolívar para iniciar las gestas
independentistas. Es más bien imperativa una valorización del profundo significado y
trascendencia histórica de la revolución haitiana en los discursos y luchas por la
democracia, la descolonización y los derechos humanos.
El contrapunteo entre los proyectos históricos y las nociones de comunidad de los
sectores dominantes y sectores subalternos en Haití, nos lleva a trabajar con el concepto
y estrategia de doble crítica acuñado por el judío franco-argelino Derrida y el
norafricano Khatibi. Es decir, el debate en Haití reveló un doble movimiento en nuestra
crítica de la razón política occidental, que consiste por un lado en la crítica inmanente
del liberalismo -buscar sus contradicciones y carencias internas para explorar al máximo
su potencial democrático- y por otro lado elaborar alternativas a partir de racionalidades
políticas fuera de la lógica de occidente, para abrir un espacio fronterizo de creación
histórica como el que Luis Tapia analiza en relación a la Bolivia de hoy, donde se
conjugan formas comunitarias y representativas de democracia, y el poder constituyente
apunta hacia la creación de una nueva institucionalidad. Aquí es bueno recoger el
paralelo del argumento de Tapia con lo que arguye Nisbett en relación a Haití cuando
dice que “es precisamente esta construcción sostenida de una comunidad sin estado lo
que distingue la sociedad bozal Haitiana del resto de la formas políticas mayores de la
modernidad, sea democracia representativa, monarquía democrática, fascismo o
socialismo burocrático”.
Tocando este tambor, es revelador el sentido con el que Broukman invierte el
concepto de libertad al significar el Kreol „liberté‟ una fuerza viva humana. “Escuchen
la voz de la libertad que vive en todos nuestros corazones” dice Broukman, articulando
un concepto de poder afín al vitalismo radical de Dussel y Hinkelammert. En el mismo
registro posoccidentalista, observamos que en 1222 Soundiata Keta publicó la Carta
Mandé en África, que algunos analistas del derecho inter-cultural han definido como
una Declaración de derechos humanos y contra la esclavitud, fundamentada en la
“armonía, el amor, la libertad, y la hermandad”, que articula el principio de que “cada
vida humana es una vida digna”, lo que tiene eco seis siglos más tarde cuando el
presidente haitiano Aristide declaró que “cada persona es una persona digna”. Estos
ejemplos nos deben invitar a un diálogo inter-cultural/inter-epistémico en aras de
historizar y mundializar perspectivas ético-políticas, lo que requiere una
descolonización de la memoria histórica y filosófica.
A más de doscientos años del triunfo de la revolución haitiana es todavía difícil
entender su importancia histórico-mundial, no sólo por una política de la memoria
presidida por su marginalización y olvido, sino también por los efectos materiales y
simbólicos de lo que Eduardo Galeano recientemente llamó “la maldición blanca” de los
poderes occidentales contra Haití. El discurso hegemónico, convertido en sentido
común, en el que Haití se representa como el país más pobre de las Américas, inmerso
en barbarie y violencia, ingobernable y subdesarrollado, habitado por víctimas del caos,
la escasez y la ignorancia, refuerza las imágenes producidas en el inconsciente racial
occidental por la violencia material y simbólica orquestada contra Haití desde que tuvo
la osadía de nacer como república negra, abogando por la emancipación universal en
una era en la cual la hegemonía europea combinó la declaración de derechos humanos
con la explotación capitalista y la deshumanización colonial y étnico-racial. La gran
paradoja de la revolución haitiana es que fue un gran triunfo a la vez que condenó
históricamente el país al boycott, el aislamiento y la hostilidad de los poderes imperiales
y capitalistas, lo cual dura hasta hoy día. El repertorio de la maldición blanca tiene una
larga trayectoria desde la exigencia de Francia de pagar indemnización por la propiedad
de tierra y esclavos, la falta de reconocimiento oficial de parte de los Estados Unidos
hasta entrado el siglo XIX, hasta una secuencia de invasiones militares norteamericanas
comenzando en 1915 hasta las destituciones del presidente Aristide en 1991 y 2004
(quien inicialmente con su teología de la liberación representó una esperanza) y la más
reciente a nombre de la ayuda humanitaria luego del terremoto del 14 de enero del 2010.
Haití aparece en los imaginarios occidentales hegemónicos como vacío, pura
negatividad, de modo que un ejercicio como éste constituye una suerte de
descolonización de la memoria y en ese sentido tiene pertinencia en nuestro
entendimiento del presente y proyecciones de futuro. A contrapunto de la narrativa
dominante del país pobre, ignorante y subdesarrollado, y sin negar las enormes
carencias materiales y el caos político que sufre hoy, es necesario reconocer el legado
de las insurgencias populares que constituyeron Haití y su poder constituyente que sigue
vigente. Más allá de la ideología de progreso de la modernidad capitalista, las
insurgencias haitianas, afrodescendientes, campesinas, obreras, y populares, lideraron la
gesta política más progresista de la era de la revolución, radicalizaron en teoría y
práctica su discurso democrático y concepción de ciudadanía, inscribiendo la
descolonización, los principios de la autonomía de los pueblos, la política anti-racista, la
negritud como subjetividad histórica y la emancipación global en su racionalidad
política, a la vez que sirvió de eje para articular un cosmopolitismo translocal de las
modernidades subalternas. El legado de Haití no ha de ser de lamento o declaración de
fracaso sino de inspiración para construir su proyecto incompleto de justicia social y
dignidad humana, porque el proyecto inacabado de la descolonizació y la vigencia del
imperialismo neocolonial implican prestar atención a la revolución haitiana y sus
efectos haciendo genealogía de las formas clásicas de descolonización y
neocolonialismo que continuamos confrontando de manera distinta en el siglo XXI.
Todo esto implica la ampliación y extensión de los espacios de lo común a favor de un
proyecto que busque integrar a las grandes mayorías desposeídas del mundo, los
condenados de la tierra de Fanon, como eje clave para la liberación de la humanidad.
Este humanismo crítico radical que articularon Césaire y Fanon, es el mayor legado
filosófico y político de la revolución haitiana. Si en los 1960 y 1970s en América Latina
se hablaba de una segunda independencia, hoy día hablaremos no de una segunda
descolonización sino de una nueva política de descolonialidad y liberación. Estos son y
serán procesos difíciles y tortuosos, pero también creativos y promisores, que nos
pueden dotar de la esperanza no sólo para refundar estados como conglomerados de
naciones, sino también de reivindicar la igualdad en diferencia y la posibilidad de un
vivir bien, de una nueva racionalidad de vida que en aymara se enuncia como „suma
kawsa‟ y en el Cono Sur de África „umbutu‟ para significar un nuevo pacto social
fundamentado en la solidaridad y la alegría, como dice el Proceso de Comunidades
Negras en Colombia.
Esta época que nos ha tocado vivir es análoga a la era de las revoluciones en los siglos
XVIII y XIX, es un momento de crisis y transición y como tal de grandes sufrimientos
pero también de emergencia de experimentos socio-históricos libertarios como fueron
los mejores elementos de la revolución haitiana, de suerte que frente a la crisis mundial
de la civilización occidental capitalista actual recuperar memorias de liberación puede
servir como recurso de esperanza para construir futuros posibles. La utopía de
liberación y decolonialidad inscrita en el mejor ethos de la revolución haitiana es una
utopía viva y enraizada en las contradicciones y posibilidades del presente. En ese
sentido, con la misma lógica que inspiró la consigna de una marcha de millón en apoyo
a los Zapatistas que rezaba “todos somos Marcos” termino mi reflexión con un lema
que articula la trascendencia ético-política de la revolución haitiana: “todos somos
Haití”.
Ashe!!! Maferefun Ochun!!!!!
Panel I. La correspondencia de la organización política
En el bicentenario de nuestras independencias, el protagonismo de nuestros
pueblos
Martín Almada
En Paraguay la celebración del BICENTENARIO DE NUESTRA
INDEPENDENCIA se caracteriza porque no se lleva a cabo ninguna reflexión
política, ni ideológica de lo que pasó en la época de nuestra primera independencia. La
única independencia de la región no fallida fue la paraguaya, a diferencia de
Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, etc. Nuestro gobierno revolucionario, bajo la
conducción del Dr.Gaspar Rodríguez de Francia y los López, año 1820/1870… rompió
sus vínculos de dependencia no sólo con España sino con el imperio de turno,
Inglaterra. Aun más, confiscó todas las tierras de la Iglesia Católica. Hubo una voluntad
contra el colonialismo. La base de nuestra economía fue social y no privada.
Pero el festejo del segundo bicentenario, como un país ya recolonizado, se
convirtió en un corso de mal gusto. Se sucedieron las masacres, que no aparecen en la
historia oficial. Por ejemplo: Masacre de la Noche Buena, La Pascua dolorosa y otros
tantos. El presidente de Paraguay, Eligio Ayala, 1923, quien se distinguió como
estadista y el más honesto de la historia murió asesinado, supuestamente envuelto en un
crimen pasional. Hecho jamás investigado. También la muerte del Presidente de la
República, Mariscal Jose Félix Estigarribia, quien fue el conductor victorioso de la
guerra del Chaco con Bolivia; año 1939/40. El asesinato de Roberto L. Petit, 1954, el
delfín del Presidente Chávez, hecho que permitió el ascenso del dictador Alfredo
Stroessner, con el visto bueno de USA e Itamaraty.
Desde 1870 hasta nuestros días los gobiernos de Argentina y Brasil son los que
determinan la política económica, social y ambiental del Paraguay. Nos convirtieron en
un país capitalista periférico, que se revela supuestamente incompatible con la
democracia. Argentina, Brasil, Uruguay declararon la guerra al Paraguay para liberarlo
de las garras del dictador Mariscal Francisco Solano López. Aquí se cumplió el dicho de
que el REMEDIO MATA.
Pero antes, ese supuesto dictador, había sido nombrado mediador para la
pacificación de la República Argentina en el Pacto de San José de Flores. Gracias a la
gestión diplomática de Francisco Solano López se selló la UNIÓN NACIONAL
ARGENTINA en noviembre de 1859.
BRASIL NO PUEDE SEGUIR OCULTANDO SUS CRÍMENES
HISTÓRICOS. En todos los discursos el Presidente Lula aboga por la integración de
los países del sur, pero ¿cómo Brasil puede pretender tal integración si se apropiaron de
nuestras mejores tierras después de la guerra del 70? Durante los gobiernos militares de
la OPERACIÓN CONDOR con Argentina se apoderaron de nuestras fuentes
energéticas, Itaipú y Yacyretá, respectivamente. Y lo más grave es que Brasil se
apoderó de nuestra MEMORIA COLECTIVA, se llevó a Itamaraty los Archivos del
Mariscal Francisco Solano López. Por un decreto presidencial brasileño no tenemos
acceso a tal documentación por 50 años más. La guerra terminó en 1870. Argentina y
Uruguay devolvieron todos los trofeos. Brasil NO.
Aquí estamos convocados a pensar en la integración del Cono sur. Les
INFORMO que estamos promoviendo una campaña internacional para que los
Archivos del Paraguay sean considerados MEMORIA DEL MUNDO. Que bajo la
dirección de la UNESCO esos archivos estén a disposición del mundo a través de los
modernos medios tecnológicos.
El reencuentro de la sociedad latinoamericana no debe venir del silencio y la
complicidad. Aquí estamos en presencia de la reconstrucción de la MEMORIA
COLECTIVA, indagando la verdadera causa de la guerra de la TRIPLE ALIANZA,
contra una pequeña nación que tuvo el coraje de no someterse a la voluntad del imperio
de turno, INGLATERRA.
EL PROTAGONISMO DEL PUEBLO PARAGUAYO.
Después del cuartelazo del 2 y 3 de febrero de 1989, el pueblo exigió y consiguió la
instalación de la Constituyente. Así en el mes de junio de 1992, logramos una
Constitución democrática.
En el marco de las garantías constitucionales aparece el RECURSO DE
HABEAS DATA.”Toda persona podrá acceder a la información y a los datos que sobre
sí misma, o sobre sus bienes, obren en registros oficiales y privados… Invocando este
artículo, he solicitado información sobre mi detención y tortura, detención y muerte de
mi esposa, detención y tortura en manos de militares de Argentina, Brasil, Bolivia,
Chile, Uruguay y militares paraguayos.
El 22 de diciembre de 1992, como resultado de una paciente investigación que
nos llevó 15 años hemos encontrado 3 toneladas de documentos de la Policía Secreta de
la dictadura paraguaya, llamada también los documentos de la OPERACIÓN
CONDOR. PACTO MILITAR ENTRE LOS GOBIERNOS MILITARES DE LA
REGION DE LA DÉCADA DE 1970. Inmediatamente, creamos la COMISION
NACIONAL POR LOS DERECHOS HUMANOS Y NUNCA MÁS AL
TERRORISMO DE ESTADO, 1973. Hemos creado la Asociación Americana de
Juristas (AAJ), filial paraguaya. Hemos creado el TRIBUNAL ÉTICO CONTRA LA
IMPUNIDAD Y SOMETIDO A PROCESO AL EX JEFE DE POLICIA DE LA
DICTADURA, GRAL. RAMON DUARTE VERA. La documentación fue remitida a la
Fiscalía General y hoy el militar genocida sufre 12 años de prisión.
Hay que conocer el valor de la MEMORIA y el costo del OLVIDO con respecto
al pasado de los pueblos. Así se creó, a iniciativa de la sociedad civil, la COMISION
DE VERDAD Y JUSTICIA, bajo la presidencia del Mons. Mario Melanio Medina,
2006/2008. Estamos convencidos de que el pasado se supera con verdad y no con
IMPUNIDAD y Paraguay es un país del MERCOSUR que no ha saldado sus cuentas
con el pasado. Por eso venimos aquí a reclamar que el Brasil no siga ocultando sus
crímenes históricos. Queremos una paz en América Latina, sin bases militares
extranjeras, sin prisioneros de conciencia en USA, me refiero a los 5 héroes cubanos
antiterroristas y a los 6 campesinos paraguayos inocentes en las cárceles de Asunción.
Queremos una paz construida sobre la justicia, sobre la razón y el corazón.
En 1989, estando Paraguay en democracia, aparecieron personajes siniestros como
Felipe González, que nos planteaba en materia de DD.HH, “borrón y cuenta
nueva”, Domingo Cavallo en Argentina con el cuento de que el Estado es muy
mal administrador y que el país tendría que regirse por las leyes del mercado,
un Ingeniero argentino, Blumberg, nos recomendaba “mano dura, tolerancia cero”, y un
uruguayo del Partido colorado, Sanguinetti, recomendaba no incomodar a los militares
para asegurar la transición democrática, interminable transición. La clase rica, a capa
media aceptó las recetas, pero gracias a los movimientos campesinos que ocuparon la
ciudad capital se pudo evitar la aplicación de estas medidas reaccionarias del
neoliberalismo salvaje y criminal.
En los últimos acontecimientos ocurridos en Honduras y Ecuador hubo condena
pero no sanción, por la hipocresía de la Organización de Estados Americanos.
Todos sabemos que fue la Agencia para el Desarrollo de los Estados Unidos (USAID) y
la CONFERENCIA DE EJERCITOS AMERICANOS (CEA), con sede actual en Lima,
Perú, conferencia que nosotros llamamos el CONDOR NO.2, desestabilizadores de los
gobiernos democráticos en la Región. La Junta Interamericana de Defensa y la
Conferencia de Ejércitos Americanos CEA, están poniendo en práctica la cooperación
para la seguridad hemisférica. Se trata de una nueva versión de la doctrina de la
seguridad nacional que se está implementando en el continente. El Cóndor No.2 para
reprimir las luchas de nuestros pueblos contra el hambre neoliberal.
No es el pasado lo que divide a los paraguayos sino la falta de justicia, porque la
justicia en nuestra democracia de fachada es el COLMO DE LO INMORAL. EN
PARAGUAY HAY UNA VIEJA SOCIEDAD QUE NO QUIERE MORIR Y UNA
NUEVA SOCIEDAD QUE NO PUEDE NACER. En esa vieja sociedad que no
quiere morir, salvo raras excepciones, hay diputados o senadores de la Nación no para
consolidar la democracia sino sus privilegios. El Diputado Mario Morel Pintos,
Presidente de la Comisión de Defensa Nacional, en lugar de invitar al Ministro de
Defensa Nacional, Luís Bareiro Spaini el 16 de agosto de 2010 para brindar información
sobre presunto robo de armas, debiera haber convocado a todos los Militares y sus
descendientes, quienes se apropiaron de tierras malhabidas que ascienden a 4.978198
hectáreas, a que se devuelvan para hacer realidad LA PROMETIDA Y NECESARIA
REFORMA AGRARIA.
ADJUDICACIONES DE TIERRAS A PERSONAS NO BENEFICIARIAS DEL
ESTATUTO AGRARIO. La lista completa se halla en el Informe Final de la
COMISION DE VERDAD Y JUSTICIA, TOMO IV. Cito solamente algunos casos a
manera de ejemplo, Alfredo Stroessner, Andrés Rodríguez, Nélida de Rodríguez,
Otello Carpinelli Yegros, Roberto Knofelmacher, Alberto Planas, Lucio Vergara, Goli
Stroessner, Verónica de Vargas Benitez, Blas N. Riquelme, Humberto Domínguez
Dibb, Domingo Julio Zubizarreta, Luis Maria, ex dictador nicaragüense Anastasio
Somoza, con 8.000 hectáreas, Pástor Coronel, Graciela Concepción Stroessner Mora,
Pappalardo José, Pablo Rojas, Hiran Delgado Von Leppel, Juan Martín Villalba de los
Ríos, Carlos Enrique Salomón, Arturo Nauman, estos últimos en representación de la
firma MARTINICA GANADERA E INMOBILIARIA S.A., y también investigar a
SURINMOBILIARIA SOCIEDAD ANONIMA, representado por Alfredo Gustavo
Domínguez, pero que se hace llamar GOLI STROESSNER, Diego Hugo Stroessner.
Investigar a todos los jueces civiles y comerciales de Asunción y Ciudad del Este,
investigar a todos los Escribanos Públicos y Abogados que se prestaron a las
adjudicaciones de las tierras en violación de las leyes 854/63 y 1863/02. Por el Decreto
Ley 1699974, DE ESTATUTOS DE LOS OFICIALES DE LAS FF.AA. DE LA
NACION en forma categórica “se prohíbe a los oficiales del Cuadro Permanente,
formar parte de firmas comerciales de cualquier naturaleza, o ejercer en ellas función o
empleo remunerado”.
Los nostálgicos de la dictadura se apropiaron de 4.978.198 hectáreas, según la Comisión
de Verdad y Justicia y en la lista no aparece el nombre del General Luis Bareiro Spaini,
Un militar institucionalista que no se COMPRA NI SE VENDE. Bareiro Spaini, como
no tiene propiedad PRIVADA, NO VIVE EN UN COUNTRY CLUB, sino con su
familia en la casa de su suegra como cualquier ciudadano honesto del país. En
conclusión la persecución contra el ministro Luís Bareiro Spaini, cuyo objetivo final es
debilitar y desintegrar el entorno inmediato del presidente de la República. El sueño del
IMPERIO para repetir otra HONDURAS en Paraguay.
Con la finalidad de lograr el justo castigo de los responsables de actos de violación a los
Derechos Humanos durante la dictadura strösnista, el Ministerio de Defensa realizó
denuncias ante el fiscal general del Estado, con copia enviada a la sociedad civil para su
información. También cabe destacar que Bareiro Spaini, cumpliendo órdenes del
Presidente Lugo, abrió a la sociedad civil el Archivo del Ejército y llevó a cabo el
Proyecto de RESCATE DE LA MEMORIA HISTÓRICA MILITAR, como un
importante aporte a la asignatura la HISTORIA RECIENTE EN AULA. Un hecho
inédito en Paraguay y en América Latina.
El ministro Bareiro Spaini, emulando al Mariscal Francisco Solano López en
DEFENSA DE LA SOBERANIA NACIONAL, fue castigado por los parlamentarios,
quienes en vez de defender la institucionalidad y la dignidad del presidente de la
República y la soberanía paraguaya, se arrodillan ante una embajada extranjera que
tiene más de 100 bases militares en el mundo, porque su gobierno tiene miedo del
ejemplo que dan los pueblos soberanos de Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil,
Uruguay y el gobierno del Presidente Lugo.
PARAGUAY NO NECESITA DE MILITARES GORILAS, SINO DE
CIUDADANOS VESTIDOS DE MILITARES COMO LO ES Bareiro Spaini, así
como Petit, Lovera, Goiburu, LUIS BAREIRO SPAINI representa LA FUERZA
MORAL PARA EL CAMBIO.
Últimamente, Bareiro Spaini, por haberse negado a confiar al Ejército el rol de policía e
implicarse en la lucha contra el tráfico de drogas, fue destituido por orden de la
Embajada norteamericana.
LA RECUPERACION DE LOS BIENES MAL HABIDOS.
Por la presión de la sociedad civil muy pronto funcionará en el Majestuoso palacio del
Dictador, que se encuentra camino al Aeropuerto, la UNIVERSIDAD POPULAR DE
LOS DERECHOS HUMANOS Y ECOLOGIA. El edificio es la fotocopia de la Casa
Blanca norteamericana, versión micro. Paraguay es el país que más cuenta con recursos
hídricos en el Cono Sur (Yacyreta, Itaipú, Aña Cua, Acuífero Guaraní, etc. Paraguay se
llena de Facultades de Derecho y de Licenciaturas en Administración de empresas en un
país AL MARGEN DE LA LEY y sin industria. La sociedad civil está impulsando
acciones para recuperar la Majestuosa Mansión del ex dictador en Ciudad del Este, a fin
de convertirla en una UNIVERSIDAD DE LAS ENERGÍAS, al servicio del pueblo,
para hacer honor al CORREDOR DE LAS IDEAS DEL CONO SUR EN EL
BICENTENARIO.
También es destacable la campaña del pueblo paraguayo por la vida y los derechos
humanos. Por un Paraguay libre de maíz y soja transgénico, que producen
contaminación ambiental y calentamiento global. El debate sobre la soberanía de
nuestros recursos naturales es un tema de estrategia mayor, que nos invita a una serena
reflexión sobre el rol de las FF.AA y el compromiso con nuestro pueblo. Finalmente,
vale la pena citar aquí lo dicho por Rosa Luxemburgo en…1905, “sin cambio social no
es posible terminar con esta cultura de la muerte llamada capitalismo, que nos envuelve
día a día, destruyendo los valores morales y el propio medio ambiente”. Es decir:
SOCIALISMO O BARBARIE.
Movimientos sociales y resistencia comunitaria: Una deseable confluencia
en la formación de la organización política desde los de abajo Diego Jaramillo Salgado
Contexto
Es sabido que, “La Teoría política nos llegó, se produjo, en el Norte global”, como nos
lo plantea Boaventura de Sousa Santos. Lo cual implica que se produjo en contextos
epistemológicos, sociales y culturales diferentes de los de América latina. De tal manera
que uno de los campos de dicha teoría, como la de los partidos y de las historias
políticas europea y norteamericana, marcaron derroteros desde los sentidos allí
desarrollados, que entraron en contradicción con los procesos propios de la región y hoy
se encuentran en crisis. En gran parte, por su acento europeizante, colonizador y de
dominación capitalista, y por las transformaciones que se están produciendo en la
región.
Sin embargo, no toda vuelta de página significa que en la siguiente dejarán de aparecer
los argumentos y metáforas que le dieron contenido a la que precede, ni lo que se
presenta como exitoso, dentro de las dinámicas de transformación, llegó para prender
definitivamente. Aún más, no se trata de ignorar lo que se produce allende nuestras
fronteras, es más bien la búsqueda de una producción desde nuestras propias esperanzas
y frustraciones y una reconstrucción que parta de su articulación con lo que aquí se
desenvuelve.
Habría que preguntarse cuánto de lo que hoy concita nuestra atención en los procesos de
transformación tiene de aporte de las luchas revolucionarias y de liberación de las
décadas del 60 y del 70 del siglo pasado. Cuánto del auge del marxismo dentro de ese
proceso y cuánto, a su vez, fue barrera para la multiplicación y afirmación de
resistencias de comunidades rurales y urbanas. Sobre todo por el carácter de clase a
ultranza de sus luchas, con la consiguiente estrategia de dictadura del proletariado, y la
violencia como principio orientador de la mayoría de las acciones. No sobra agregar
también que mucho pesó la dependencia de dichas organizaciones de las decisiones que
se tomaban en Rusia, Pekín o Albania, actuando con esquemas que no se correspondían
con los procesos de América Latina. De igual manera, no podría dejarse de lado la
incidencia en esa dirección del socialismo cubano, el gobierno de Salvador Allende en
Chile y las experiencias de Nicaragua y El Salvador.
El caso colombiano, todavía hoy registra esa ambivalencia: aún hay procesos que se
reclaman del marxismo de esas décadas, como los de varias de las organizaciones
agrupadas en el Polo Democrático Alternativo (PDA), y algunas tesis del Ejército de
Liberación Nacional (ELN) y de lo que queda de político de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC-EP). A su vez, la resistencia de comunidades
indígenas, afrocolombianas, campesinas y urbanas; grupos y organizaciones de mujeres,
desplazados y víctimas de la violencia y del conflicto armado, y las movilizaciones de
trabajadores producen otros sentidos que contrastan con aquella tradición.
En efecto cuando analizamos las organizaciones que participan en el Polo Democrático
Alternativo (PDA), que es la organización política de izquierda de mayor fuerza en el
país, podemos encontrar expresiones que van directamente en esa dirección. El Partido
Comunista es fiel a su tradición histórica en términos de orientarse por postulados
básicos del marxismo y de respaldarse en las experiencias políticas del socialismo de la
Europa del este y de la revolución cubana. Si bien copa un espacio de confrontación con
las políticas del régimen, de defensa de los derechos humanos y de estimular las luchas
de los trabajadores urbanos y rurales, no ha superado su ancestral acción burocrática y
excluyente dentro de sus prácticas políticas ni su determinación de considerar que sólo
su proyecto posibilitaría la transformación social. Además, mantener la tesis de la
combinación de las diferentes formas de lucha es objeto de no pocas ambivalencias y le
ha traído constantes problemas, no sólo con el Estado sino también con las comunidades
y sus movimientos sociales, en relación con las acciones insurgentes. El Movimiento
Obrero Independiente y Revolucionario (MOIR) surgió de la polarización que se
produjera en los 60‟s y 70‟s del siglo pasado entre la URSS y China, a favor de esta
última. Su énfasis sigue estando en el impulso a la denominada democracia popular, que
le da prioridad a los problemas agrarios y, por tanto, al campesinado, y al
fortalecimiento de sectores de la economía nacional, bajo el supuesto de dar pie al
reconocimiento de una forma de nacionalidad. En cuanto tal, privilegia dichos sectores
para su accionar político y reproduce viejos vicios de exclusión en el ejercicio de la
lucha política.
El PDA deviene de la confluencia de éstos y muchos otros procesos organizativos
similares. De igual manera de aquellos que se produjeron a partir de la desmovilización
de organizaciones guerrilleras efectuadas entre 1989 y 1991 (lEPL, M-19, PRT, y
Grupo Armado Quintín Lame). La agrupación que derivó de allí, la Alianza
Democrática M-19 (AD-M-19), luego devino Polo Democrático Independiente (PDI) y
mantiene su presencia como una especie de tendencia dentro de la nueva organización.
A estas formas organizativas se les agregan muchas otras que allí convergen, como el
Frente Social y Político, Presentes por el socialismo; incluso un sector troskista, el PST,
que reproducen las dificultades de la izquierda en Colombia para construir un proyecto
político unitario y de masas1. Así se registra en múltiples prácticas políticas y en los
resultados electorales. En el 2006 el candidato presidencial Carlos Gaviria obtuvo
2.600.000 votos, y en el pasado proceso electoral de este año, su candidato Gustavo
Petro logró un poco más de 1.400.000 votos. También los fraccionamientos producidos
por sus líderes dan muestra de ello. Rosemberg Pabón, quien dirigió la toma del palacio
de justicia a nombre del M-19 en 1985, lo mismo que Ever Bustamante su copartidario,
y Carlos Franco dirigente del EPL, hicieron parte del gobierno de Alvaro Uribe Velez.
Lucho Garzón, importante líder sindical, quien fuera alcalde de la capital de la república
entre 2004 y 2007, se retiró también de la organización y ahora es presidente del Partido
Verde. Agreguémosle a esto el permanente forcejeo entre las diferentes organizaciones
que allí confluyen y que tienen en la puerta de salida al excandidato presidencial
Gustavo Petro.
Sus problemas centrales están principalmente en la definición del proyecto político y
social, en las alianzas, en las relaciones con el gobierno y en la calificación del carácter
de la guerrilla en la coyuntura actual. Además, hay la permanente ambivalencia de
querer superar el viejo burocratismo y ortodoxia de las organizaciones marxistas, sin
lograrlo, la ausencia de respuesta a las demandas de las organizaciones y movimientos
sociales a lo largo y ancho del país, y la falta de sintonía con los requerimientos
políticos del siglo XXI. Pues, a pesar de que la central unitaria de trabajadores CUT, y
varias de las principales federaciones sindicales como la Federación Colombiana de
Educadores y la Unión sindical obrera, organización de los trabajadores petroleros,
desde hace más de una década participan de las definiciones políticas en curso; sin
embargo también se hace por burocracias que no consultan su base social para las
decisiones que se van a tomar. La misma formación del PDA ignoró procesos de las
organizaciones y movimientos sociales de bastante importancia en el país y concluyó
que la inclusión de algunas de sus estrategias en sus objetivos y programa era suficiente
para asumirlas como parte de la organización.
La constitución del 91: participación, sujetos y movimientos sociales
Existe un consenso dentro de los análisis políticos y sociales, de considerar que la
constitución de 1991 introdujo mandatos normativos que dan espacios a la democracia
participativa, los Derechos Humanos, incluyendo los económicos, sociales, culturales,
colectivos y del medio ambiente, la descentralización y el fortalecimiento de las
regiones. Es cierto que la debilidad y ausencia del Estado en muchos territorios del país,
la corrupción entronizada en toda la burocracia estatal, la desfiguración de los fines
colectivos y públicos de la mayoría de los partidos y organizaciones políticas, el
narcotráfico y la violencia política y social, hacen de estos mandatos algo que se
1 Una revisión actual de esos procesos se hace en el libro Ellos son grises, nosotros el arco iris. Una serie
de entrevistas realizadas a dirigentes políticos de esas organizaciones por Alfredo Olguín en el 2007 y
publicada en Bogotá por Contacto Editores.
restringe al deber ser, sin corresponderse con los procesos propios que vive el país. Aún
así, no puede ignorarse que los campos producidos por ella, de todas maneras, han
estimulado dinámicas que alientan la transformación de los sujetos sociales tanto en su
relación directa con el ejercicio de la ciudadanía, como en las dinámicas producidas por
las organizaciones y movimientos sociales.
La acción de tutela, por ejemplo, establecida en su artículo 86, se convirtió en un
instrumento que generalizó en el país demandas de todo tipo a través de las cuales,
quienes las hacen, se reconocen como sujetos de derechos, al igual que quienes siguen
su ejemplo o celebran su realización. La generalización de la defensa de los Derechos
Humanos, se convirtió en un instrumento cotidiano frente a la barbarie de la guerra, la
violencia incontenible, los desplazamientos, la persecución a líderes y activistas
sindicales, la expropiación de tierras a campesinos por la vía armada, la estigmatización
de los opositores al régimen, la discriminación de la mujer y de los grupos étnicos. Las
acciones populares entabladas contra empresas o instituciones, que vulneran derechos
colectivos, estimulan dentro de sectores de la población el interés por asociarse en
defensa de sus comunidades en relación con los problemas que las afectan. La
revocatoria del mandato para gobernadores y alcaldes, lentamente produce una
formación ciudadana en relación con las funciones del gobernante en el ejercicio de su
gobernabilidad; pues da pautas para que dicha acción política se produzca en función de
programas de gobierno que sean realizables. No ha podido hacerse efectivo en ninguna
parte del país, pero es un recurso disponible y aprovechable en tanto haya
organizaciones sociales de base u organizaciones políticas respaldadas en comunidades,
que auspicien ese tipo de control. Lo mismo puede decirse de los mandatos sobre los
procesos electorales, la formación y acción de los partidos políticos y sobre las minorías
políticas del país. Especialmente en lo relacionado con el control a dineros del
narcotráfico o a la indebida remuneración de campañas políticas y partidos y la garantía
para que las minorías puedan ejercer su acción política.
En la misma dirección, podemos encontrar lo relacionado con la aceptación y
confirmación de la pluralidad étnica y cultural del país. En cuanto a los indígenas,
ordenó el reconocimiento oficial de sus lenguas en los territorios donde haya mayoría,
aceptó la justicia indígena y sus formas de gobierno y homologó a entidad territorial los
territorios indígenas, con las mismas funciones de las gobernaciones y las alcaldías. De
igual manera, las comunidades afrocolombianas tienen también un tratamiento especial
a través del reconocimiento de sus territorios comunitarios, así como de sus tradiciones
culturales. A partir de un mandato constitucional se aprobó la ley 70 de 1993, a partir de
la cual “se produce una re-significación, en términos del régimen de identidad, que hace
emerger discursos asociados a la construcción de lo afrocolombiano, los derechos
culturales y territoriales y por la defensa de la diferencia cultural y de territorio.
Referentes identitarios que trastocan y redimensionan el régimen de identidad de estas
comunidades antes de entrar en vigencia ese nuevo marco jurídico, régimen que, en
términos generales, estaba afincado en lo local, en los sentimientos de pertenencia, las
creencias, las tradiciones, las relaciones de parentesco, los discursos y prácticas
culturales, las prácticas laborales y las gramáticas del entorno”.2. De esta manera se
propician procesos que no sólo enfatizan la refrendación de lo étnico, sino también su
2 Rosero Morales, José Rafael (2009). Culturas Religiosas e Identidades en el Cauca. Colección Saberes
e Identidades – Grupo de Investigación Poliedro. Editorial Universidad del Cauca: Popayán, Colombia.
Pp: 81-91.
afirmación como sujetos sociales y políticos con mediaciones inscritas ahora en el
ámbito de lo normativo, pero, al mismo tiempo, articuladas con otros procesos
organizativos y sociales del país. Sin que con ello renuncien a sus prácticas ancestrales
ni a las luchas de resistencia. Sólo que ahora su acción se enfoca tanto a hacer cumplir
los mandatos normativos como a la lucha por la utopía a partir de sus propios procesos
y cosmovisiones.
De una u otra forma estos sentidos producidos por la constitución han incentivado
prácticas que dan cuenta de la transformación de los sujetos sociales. Sin embargo, el
largo período del gobierno de Álvaro Uribe Vélez debilitó abrumadoramente lo que se
venía construyendo. Su alineación con Bush en la lucha contra el llamado terrorismo, la
polarización impuesta al país a partir del lema: quien no está conmigo está contra mí, su
personalismo y autoritarismo en la dirección del estado, y su obsesión por vencer
militarmente a las FARC, imposibilitaron que avanzaran las dinámicas sociales que se
estaban produciendo. Esta política, aunada con la radicalización del neoliberalismo,
condujo al asesinato de líderes y liderezas sindicales y de organizaciones sociales, la
criminalización de la protesta y movilización social, que junto con la persecución a los
defensores de los Derechos Humanos fue calificada de estímulo al terrorismo y a la
vulneración y fragmentación de las organizaciones y movimientos sociales.
Agreguémosle a esto la tendencia militarista de las FARC, desde finales de la década
del 80, que condujo a fortalecer la política del gobierno y a colocar la población civil en
situación vulnerable en regiones en las cuales tienen presencia o en aquéllas donde los
paramilitares efectúan su control, o donde los militares intentan implantar el monopolio
de la fuerza. Valga decir que en medio de este fuego cruzado era muy difícil que los
movimientos y organizaciones sociales y las acciones de las comunidades pudieran
tener un fácil desarrollo. Lo mismo que la propia acción de las organizaciones de
izquierda. Fue el movimiento indígena el que, siguiendo el ejemplo de sus hermanos de
Ecuador y Bolivia, logró movilizaciones inicialmente regionales para luego trascender a
una cobertura nacional cuya máxima expresión es el Congreso de los pueblos realizado
en Bogotá entre el 8 y el 12 de octubre pasados.
La minga indígena y popular 2004 y 2010
Podríamos afirmar que la iniciativa de la movilización y de las lucha de los
movimientos sociales en Colombia la mantuvo el sindicalismo y el movimiento
campesino, en especial el organizado, hasta finales de la década del noventa del siglo
pasado. Hubo movilizaciones de indígenas, afrocolombianos, LGTB, ecologistas y de
mujeres, pero generalmente circunscritas a lo local y a reivindicaciones concretas. Se
dieron también las estudiantiles, aunque específicamente en períodos o coyunturas muy
determinadas; es decir, sin continuidad. La persistencia, en todo caso, se dio
principalmente en el campo de lo gremial. De tal manera que la formación de las
organizaciones políticas se producía en un encuentro con estos sectores sociales
organizados. En el caso de los partidos liberal y conservador como aparatos utilizables
en los procesos electorales, y una forma de propiciar un imaginario de interés en lo
social. En el de la izquierda, generalmente bajo la orientación marxista, como las clases
llamadas a dirigir el proceso. Una perspectiva importante en esta dirección abrió la
nueva Constitución Nacional al reconocer la pluralidad étnica y cultural de la nación y
ordenar una circunscripción nacional para indígenas en el Senado y la Cámara de
representantes, y otra para afrocolombianos en la Cámara. Lo cual hizo mucho más
visible ambos procesos y estimuló sus dinámicas organizativas; especialmente para los
afrocolombianos, pues los indígenas ya llevaban dos décadas de construcción de
organización.
Es, entonces, el movimiento indígena quien introduce un nivel de interlocución
diferente en relación con la lucha política. Seguido muy de cerca por el movimiento
campesino del suroccidente. En particular porque éste no se circunscribe a las
reivindicaciones tradicionales de los campesinos ni a una coyuntura en particular.
Metafóricamente, la lucha desde el Sur tiene en Colombia una réplica en estos dos
procesos que, aunque diferenciados confluyen en una misma dinámica. Se producen en
el departamento del Cauca, en la región sur de Colombia, separado del Ecuador por el
departamento de Nariño. Allí es donde se concentra la etnia Nasa o Páez, con mayor
población indígena del país, exceptuando la Wayú, que comparte su población con el
territorio venezolano. En 1971 fue creado el Consejo Regional Indígena del Cauca
(CRIC) al distanciarse sus autoridades de la Asociación Nacional de Usuarios
Campesinos (ANUC), porque allí no hubo espacio para sus derechos y reivindicaciones
propias. Bajo los principios de autonomía, territorio, unidad y cultura logró rápidamente
convertirse en un movimiento social, que no sólo tuvo reconocimiento de los gobiernos
local, regional y nacional sino también de las demás comunidades indígenas del país. En
efecto, su ejemplo y auspicio condujo a formar organizaciones similares en los
departamentos en los cuales hay comunidades indígenas y, en 1984, la Organización
Nacional Indígena de Colombia (ONIC).
De igual manera, en 1999 el movimiento campesino, agrupado en el Comité de
Integración del Macizo Colombiano (CIMA), efectuó un paro a través del control de la
carretera panamericana durante 25 días, movilizando cerca de 60.000 personas y
cerrando el comercio y la circulación terrestre con Ecuador y Perú. Surgió a finales de la
década del 80, efectuó un paro similar, pero más corto, en 1991, y luego amenazó con
volverlo a hacer en 1996, ambas acciones con negociaciones exitosas con los gobiernos
nacional y regional.
Esta movilización fue una de las más grandes y duraderas que se han producido en la
historia nacional y posibilitó el encuentro entre diferentes organizaciones sociales de la
región; algo que la izquierda política no había podido lograr. Esta unidad propició el
triunfo en las elecciones regionales del 2000, eligiendo al primer gobernador indígena
en la historia nacional a nombre de las organizaciones sociales, y no de los partidos
políticos tradicionales ni de organizaciones de izquierda, como solía darse. De allí se
deriva la movilización social que en un principio, en el año 2004, se denominó La
Minga Social e Indígena con el lema “Caminando la palabra”. Más de 60.000 indígenas
y algunos campesinos y afrocolombianos marcharon de sur a norte, entre Cali y
Popayán, bajo consignas por medio de las cuales convocaban al pueblo Colombiano a la
defensa de los principales postulados de la constitución nacional, la confrontación con
el Tratado de libre comercio (TLC), la solución política negociada del conflicto armado
y la defensa de la vida y de los derechos humanos.
Así, la puesta en escena de estos movimientos sociales nos pone en relación con
acciones de resistencia que no se circunscriben al campo contestatario o de
reivindicaciones particulares. Su propia dinámica los coloca en relación con los otros,
en cuyo proceso pueden optar por acciones más directamente relacionadas con las
esferas de gobierno dentro de la estructura del Estado. Fue lo que se produjo con el
Bloque Social Alternativo, que orientó el proceso conducente al triunfo del gobernador
indígena en el departamento y al ejercicio de su gobernabilidad. Involucró a
organizaciones y movimientos sociales de la región: las indígenas CRIC y AICO, varias
campesinas, como el CIMA, y comunales, la Central Unitaria de Trabajadores,
destechados, movimientos comunales, y una organización de mujeres. Algunos
dirigentes de partidos tradicionales se vincularon como tales, y en el proceso
participaron algunas organizaciones de comunidades afrocolombianas. La recuperación
de la memoria histórica de las luchas de resistencia posibilitó sedimentar los principios
más universales que compartían y que permitían la aproximación de sus estrategias a un
proyecto societal, que va más allá de soluciones inmediatas y que se confronta con el
modelo devastador del capitalismo. Asimismo, permitió identificar las demandas que
les eran comunes en la confrontación con el Estado y con la formación económica
dominante, para articularlas en un plan que fuera general a la entidad territorial que se
proponía disputar. A eso se le llamó Plan Alterno. El cual guiaba la acción política
inmediata, tanto de sus luchas particulares como las políticas en el campo electoral y de
la acción de gobierno que a la postre se logró conquistar.
Sin embargo, sus sostenibilidad como bloque fue muy vulnerable por la dificultad de
dar el paso de las reivindicaciones propias de sus organizaciones a un proyecto político,
que muy prematuramente asumió a través del ejercicio de gobierno. Asimismo, la
gobernabilidad, si bien posibilitó prácticas inéditas, como la participación de las
organizaciones y movimientos sociales, y condiciones mínimas para garantizar la vida y
la existencia de las comunidades y de sus miembros por efectos de la guerra, el Plan
Colombia y la pobreza en la región, estuvo atada a limitaciones económicas para
realizar funciones sociales. De todas maneras, con muchas enseñanzas sobre lo que
significa hacer gobierno alternativo en una región cuando la estructura dominante es
capitalista, regida por el modelo neoliberal, y el aparato burocrático del estado está en
manos de la corrupción, el clientelismo, y el narcotráfico.3
La ausencia de proyectos políticos que realmente conciten el apoyo popular, el
desconocimiento de todo tipo de actores militares de la vida y los derechos de la
población en zonas de conflicto, la polarización que ya había producido el gobierno de
Uribe, y la pobreza y miseria en todo el país produjo una reacción favorable a la Minga
en amplios sectores populares de toda la nación. Hasta el punto que hoy se habla de la
realización de un congreso popular, cuya instalación se produjo en Bogotá entre el 8 y
12 de octubre. No quiere decir esto que el camino esté allanado para un proyecto
político concomitante con los derechos de los de abajo. Dos movilizaciones más,
realizadas hasta la capital de la república, fueron incorporando organizaciones locales y
regionales de diferentes departamentos. En 2008 se hicieron marchas regionales que
aglutinaron varios departamentos y una central que fue hasta Bogotá. Ya en 2009 se
hicieron regionales y se produjo la convocatoria a la realización de dicho congreso. Sin
embargo, a la par que en las experiencias de intentos de unificación de las izquierdas, la
llegada de ONG y todo tipo de organizaciones sociales, no exentas muchas de ellas de la
militancia de la política de izquierda, empiezan a crear dificultades en el proyecto inicial
de unidad popular propuesto desde la región que originó las marchas.
3
Véase Jaramillo Salgado, Diego (2005): “Un gobierno alternativo de los movimientos sociales en el
Cauca, Colombia” en Norma de los Ríos (comp.) Movimientos sociales, nuevos actores y participación
política en Colombia. Ciudad de México: UNAM, ISBN 970-32-2433-4, Pags. 23-46.
La deseable confluencia de los movimientos sociales en la organización política
Planteamos así diferentes caminos en los cuales se desenvuelven los sujetos sociales.
Uno, que se produce siguiendo las pautas más conocidas de la democracia liberal en
relación con una ciudadanía, que fundamentalmente se expresa en el voto, en su
participación, generalmente viciada, en los partidos y en la burocracia, la defensa de los
derechos individuales, y en algo de la de los colectivos. Pero, bastante fluctuante en el
sistema político colombiano. Mucho más ahora en que el funcionamiento y credibilidad
de los partidos se ha reducido al máximo por el narcotráfico y varios de ellos se han
fragmentado y desarticulado durante el gobierno de Uribe, la participación de los
paramilitares en política, bajo lo que se ha denominado la parapolítica, la corrupción
generalizada. Este espacio se expresa en un sector de la población que se concentra de
manera más fuerte en las grandes ciudades.
Otra ruta es la que señalan los movimientos de izquierda que, como lo habíamos
plateado anteriormente, muestran un sin número de fraccionamientos tanto en su
expresión electoral como en sus estructuras organizativas y su opción de apoyo social.
No por ello deja de ser un campo de confrontación con las políticas neoliberales y el
autoritarismo y la degradación de la guerra que se ha instalado en el país. No incluimos
allí a las FARC porque si bien dicen defender un proyecto político, su énfasis militarista
y su apoyo en parte a las redes del narcotráfico, las coloca en función de la lógica de la
guerra y no de la opción política a favor del pueblo. De tal manera que muchas de sus
acciones militares no tienen en cuenta a la población que hace parte del conflicto, la
cual permanentemente es la que más lleva el peso del impacto que producen las
acciones armadas. No son de menor valía los asesinatos de activistas y líderes sociales,
sobre todo indígenas, producidos por esta organización. No sólo sometidos a esta acción
sino también a la degradación de la guerra en la autoría de los paramilitares, y la no
menos ignorable de los militares, cuya mayor expresión es la de los “falsos positivos”,
con más de 2000 asesinatos de gente del pueblo, a la que presentaron como miembro de
organizaciones guerrilleras, comprobado luego a través de montajes para elevar la
valoración de sus resultados, mostrando un avance en la guerra y propiciando ascensos
en el escalafón, traslado del sitio de operaciones o reconocimientos militares.
Una tercera vía es aquella que hemos identificado en la dinámica de los movimientos
sociales. Con múltiples expresiones étnicas, culturales y organizativas, pero con
propósitos que los unifican o podrían unificarlos en sus estrategias. Quizás es el
movimiento indígena el que podría dar cuenta de una mayor dinámica en esa dirección.
Aunque no se puede ignorar tampoco un sinnúmero de contradicciones en su interior, ni
la política implementada por Uribe de construir una organización paralela, la OPIC,
para acentuar dichas contradicciones y desmembrar a muchos de sus integrantes a través
de recursos económicos.
Plantearse entonces los sentidos y alcances de una organización política en nuestro país,
y particularmente en su región sur, parte de la consideración de los procesos analizados
y de las expectativas e incidencias que puedan producir las transformaciones que se
están dando en América Latina. El agotamiento de las izquierdas, podría afirmarse, no
se produce tanto por las discusiones teóricas o alineaciones políticas sobre el tipo de
programa que las orienta. Ese podría identificarse más bien como un debate entre
intelectuales o entre las elites y burocracias de los partidos, o el que se produce por la
estigmatización que las organizaciones de derecha efectúan de ellas para quitarles su
respaldo social y crear prevención en la población que los pudiera apoyar. Mas, es
fácilmente demostrable que cuando se envían mensajes de unidad en la identificación de
los objetivos por alcanzar, y en las acciones para lograrlo, se puede obtener un amplio
respaldo social. De igual manera, cuando hay una persistencia y continuidad en una
lucha política de izquierda, sin la entrega o conciliación con las elites políticas o clases
dominantes, hay un caudal que marcha al unísono en esa dirección. Un referendo
convocado por Uribe en el primer periodo de gobierno, así lo demuestra al ser votado
negativamente por la mayoría de los votantes. No es entonces el objetivo programático,
así fuese socialista, el que impide un amplio respaldo de masas. Es más bien la
multiplicación de los grupos políticos y las fracciones, la disputa de los dirigentes por
hacer parte de las burocracias políticas o de las formas de representación, lo que
distancian de su apoyo a la base social. Son, igualmente, las transacciones de dirigentes
de izquierda con los gobernantes de turno o los partidos políticos dominantes, lo que
distancian a la ciudadanía y las comunidades para dar su respaldo. Mucho peso puede
tener también el aislamiento de las comunidades y organizaciones de base.
Una opción política en esta dirección pasa por la superación de ese tipo de
contradicciones. Circunstancia difícil de concretar si nos atenemos a las fallidas
experiencias que se han producido en el país desde la década del 70. Podría pensarse,
más bien, que esa alternativa debería producirse en la articulación y unidad de la
organización política con movimientos y organizaciones sociales. Primero, porque
representan el poder desde abajo, en cuanto existen en función de las comunidades y
son controlados por ellas. Pero, a la vez, porque muchas de sus prácticas cotidianas
expresan el proyecto de sociedad que podría transformar, en gran parte, al capitalismo
dominante. De hecho, los pasos que se están conjugando se orientan en la dirección de
incorporar estas dinámicas en estrategias generales al conjunto de la sociedad, de las
cuales se deriva la opción por un proyecto político que pueda hacerlas realizables.
Atenta contra esto la inevitable presencia de las izquierdas con sus condicionamientos y
afán por querer monopolizar su dirección y dar una estructura rápida a una salida
política que dé respuesta al incremento de la pobreza y la miseria, a la acumulación de
la riqueza en muy pocas manos y a la violencia generalizada, que no se restringe a la
que se produce en el conflicto armado. Es decir, las demandas por la solución de las
angustias que propician las necesidades actuales condicionan la posibilidad de la
construcción de la sociedad futura.
Por otra parte, no puede descartarse que un proyecto de organización política posible se
genere desde procesos regionales. Ha habido intentos en esa dirección, algunos en la
costa atlántica; pero quizás el que trató de consolidarse fue el de la región sur de
Colombia, que se incentivó, en el periodo entre el 2000 y el 2004, a través de
movimientos y organizaciones y gobernantes de 6 departamentos. Cuyos productos
tienen continuidad principalmente en las dinámicas sociales. Varios aspectos posibilitan
esta opción. La existencia de comunidades, movimientos y organizaciones sociales a los
que la proximidad territorial, la presencia del conflicto armado y el impacto del plan
Colombia les permiten una mayor afinidad. La construcción de territorio también
facilita muchos acercamientos, porque no solamente se construyen en el marco
geográfico espacial sino en relación con prácticas culturales, religiosas, étnicas y
económicas, que son compartidas en zonas o en el conjunto de una región. De tal
manera que el proyecto político va surgiendo no tanto de presupuestos programáticos
estructurados desde arriba, por fuera de las comunidades y de las organizaciones, sino
más bien a través de estrategias colectivas unificadoras, que tendencialmente conducen
a establecer redes sociales demandando el acercamiento o la relación con similares de
otras regiones.
Para el caso de la región sur colombiana su carácter pluriétnico y pluricultural le asigna
significados que igualmente permiten pensar en una modalidad específica en la
construcción de una organización política. Pues la presencia de varias etnias indígenas y
organizaciones y colectivos de la etnia afrocolombiana permiten pensar que una
condición necesaria para su realización sea a través del encuentro intercultural. Pensado
no sólo en esta dirección, sino también en la de los campesinos, que todavía representan
una mayoría en estos departamentos y que en Cauca y Nariño construyen un proceso de
identificación de aspectos culturales que les dan cohesión y firmeza en lo que han
denominado la lucha por una vida humana digna. En esa misma forma la población
mestiza también aporta innumerables prácticas culturales y artísticas al igual que grupos
de mujeres, de LGTB y jóvenes. Lo intercultural entonces no está exento de las
relaciones de poder en tanto se produce un forcejeo por obtener formas de
reconocimiento específico y, al mismo tiempo, por la comprensión de la necesaria
unidad y convergencia política para lograr sus fines y coadyuvar a la transformación
social.
Sin embargo, es factible admitir que este proceso intercultural requiere también tener en
cuenta las contradicciones de clase que se producen de manera dominante dentro de la
sociedad. Mucho más ahora en que el neoliberalismo ha llevado la acumulación de
capital a los extremos y en que la fetichización del mercado arrinconó a la mayoría de la
población no sólo a condiciones extremas de explotación sino también a la pobreza y a
la miseria. Cuando los indígenas y campesinos y amplios sectores populares del país se
oponen a los tratados de libre comercio, lo hacen porque viven en su rostro y su piel el
impacto de las fuerzas del capital. Con un agregado especial: descubren que se sigue
reproduciendo una forma de colonización que no sólo los despoja de la propiedad o de
su acceso a la riqueza sino que, al mismo tiempo, enajena sus saberes y sus prácticas
culturales. A la vez, expone sus prácticas agroecológicas a la furia irredenta del
mercado. Entrega a las grandes multinacionales la fecunda y amplia biodiversidad por
largos años conservada. Es entonces simplemente el reconocimiento de las diferencias
en relación con la pluriculturalidad. Es, al mismo tiempo, la comprensión de la
existencia de unas formas de explotación y de dominación; sin cuya confrontación y
transformación se haría irrealizable el proyecto político.
No es claro qué tipo de movimiento u organización política pueda corresponderse con
esta dirección u orientación. Pues el partido, en la forma tradicionalmente reconocida
tendría limitantes para la inclusión de los movimientos sociales y comunidades de base,
en lo relacionado con la experiencia colombiana. El movimiento social transformado en
movimiento político podría desnaturalizar la forma propia creada por las comunidades,
y su inserción en las prácticas políticas relacionadas con el parlamento y las entidades
gubernamentales podría generar conflictos que conducirían a su desaparición. Es quizá
la convergencia entre organización política y organización social la que daría opciones
de formación de una nueva organización política tanto en sus prácticas como en sus
contenidos y estrategias.
Dussel, haciendo referencia a Laclau, llama la atención sobre el paso de las
reivindicaciones, “lógicas específicas” en términos de este último, a la política4.
(Dussel, 2006: 88) Lo primero que habría que preguntarse es si cuando se produce un
movimiento envolvente, como el que hacemos referencia, hay una ausencia de lo
político. De hecho, negociar con el Estado a través de planes generales: educativo,
cultural, de desarrollo y vida digna, y de Derechos Humanos, rebasa el campo
específico de la reivindicación y se traslada al de estrategias que interpelan al conjunto
de la sociedad. La fuerza se traduce en presión y el sujeto social en movimiento
trasciende los gobiernos locales y regionales y las lógicas de las normas para acceder a
la interlocución con el Estado. No es el proyecto insurgente de la toma del aparato de
Estado y su control en función de los objetivos estratégicos del socialismo; tampoco la
puesta en vilo de la hegemonía, así concite amplios respaldos en la opinión pública y en
algunos sectores organizados; máxime que se produce en una parte del país. De todas
maneras, es una escuela que potencia radicalmente la capacidad de transformación
social y la formación de un nuevo sujeto social que escapa a la lógica de la ciudadanía
clásica. No es el campo propio de la condicionada ilustración para asumirla ni tampoco
el de la solidez del Estado para imponerla. Es la vivencia de sus carencias, es cierto;
pero, a la vez, es la conciencia de su superación en el encuentro con los otros a través de
la construcción de organización y de la movilización. Puede que a una amplia parte de
la base social no le sean inteligibles los mandatos constitucionales ni los principios
teóricos e ideológicos que guían la dinámica de su acción, pero sí los tiene claros en
relación con sus proyectos o planes de vida y de sociedad que, por oposición, podría ser
mejor que el actual.
Por otra parte, Wallerstein trae una discusión que es pertinente para aclarar esta
orientación. Aunque su reducción a dos tendencias limita un análisis más profundo
sobre la complejidad de las diferentes expresiones que hay. Lo hace al identificar un
problema en lo que él denomina los dos tipos de izquierda exitosos en América Latina:
“-los partidos que han alcanzado el poder y los movimientos indigenistas en los
diferentes Estados– no tienen los mismos objetivos y utilizan un lenguaje ideológico
bien diferente”5. En efecto, sin compartir su denominación de “indigenistas” dado a los
segundos, los movimientos indígenas, campesinos, y afrocolombianos cuestionan el
desarrollo tal como hegemónicamente se ha impuesto en el contexto del capitalismo y el
neoliberalismo dominantes. Predomina todo aquello que se encierra en la noción de
buen vivir o de vida digna. Mediado por unas prácticas culturales que algunos
consideran premodernas, pero parte de su razón de ser y símbolo de transformación de
las relaciones de los seres humanos entre sí y con la naturaleza. Produciéndose un
cambio al no estar mediadas por los intereses del capital y, por tanto del mercado, y al
dar un sentido diferente a la naturaleza como condición de posibilidad de sobrevivencia
del mismo género humano. .Si bien las que se refieren a aquellas producidas con la
Pacha Mama están atravesadas por los códigos culturales de las comunidades indígenas,
no es menos cierto que a muchos sectores y grupos de campesinos y afrocolombianos
también les es propio de sus prácticas la aplicación de esta orientación, y muchas de su
prácticas se asemejan a las de aquellos.
4 Dussel, Enrique, 2006: 20 Tesis de Política, México: siglo XXI, pp. 88.
5 (Wallerstein, Immanuel, 2010: www.colombiadesdeafuera.wordpress.com).
De igual manera, el impacto devastador del neoliberalismo y del cambio climático hace
que no pocas organizaciones y comunidades urbanas compartan este sentido de la lucha.
Por eso el proyecto de sociedad que se plantea va más allá del control del aparato de
estado y de la introducción de otra forma de desarrollismo. Compromete, más bien la
vida de las comunidades, incluyendo las urbanas y semiurbanas. Reconociendo los
procesos efectuados por comunidades en las ciudades bajo la forma que Zibechi
denomina “sociedades en movimiento”. Al concebir que “al calor de las resistencias de
los de abajo, se han ido conformando ´territorios otros´, diferentes de los del capital y
las multinacionales, que nacen, crecen y se expanden en múltiples espacios de nuestras
sociedades”6. Sentido que puede propiciar un punto de encuentro con el conjunto de
dinámicas sociales, en la perspectiva de un proyecto de transformación de las
condiciones de vida actuales, en función la nueva sociedad que se quiere construir.
Construyendo fundamentos en la lucha por un socialismo comunitario
Jorge Viaña
“Esa no fue pues una revolución contra tal o cual forma de
poder estatal, legitimista, constitucional, republicano o
imperial. Fue una revolución contra el Estado mismo, este
aborto sobrenatural de la sociedad, la reasunción por el
pueblo y para el pueblo de su propia vida.”
Karl Marx.
“No hay socialismos de estado, ésa fue una farsa de las
izquierdas; ni la izquierda puede ser la abanderada de un
neocapitalismo de estado.”
Álvaro García Linera
Introducción
La cita de Marx que encabeza este trabajo muestra con claridad como para una posición
profundamente emancipativa, la comuna de París de 1871 se había convertido en la
forma política al fin descubierta de la emancipación y su característica fundamental fue
la forma comunal de la política y la construcción del semi-estado comuna. Esta
proposición del marxismo emancipativo fue sistemáticamente abandonada y
tergiversada hasta hoy con raras excepciones. El marxismo se envileció de tal forma que
incluso se volvió estatalista, racista y colonialista adorador del capital. Dos de los más
grandes males que intentaba superar. Si las revoluciones emancipativas son
revoluciones “contra el estado mismo”, por supuesto que también contra las elites
privilegiadas que lo manejan, construyen y reconstruyen como mecanismo y
herramienta de dominio. Y si el estado es como dice Marx un aborto sobrenatural de
la sociedad, cómo hacemos hoy para luchar por una posición y prácticas auténticamente
auto-emancipativas, ya que vivimos una etapa de ciclos estatales en las luchas de
algunos países de Latinoamérica. El presente texto plantea una posición sobre esta
importante temática, sistemática y convenientemente soslayada.
66
Zibechi, Raul, 2008: América Latina: periferias urbanas, territorios en resistencia. Bogotá: Desde abajo,
pp: 7.
No es tan fácil como creen los pragmáticos estatalistas “utilizar” el estado como
herramienta de emancipación. No ha sido diseñado para eso, todo lo contrario, fue
diseñado y perfeccionado como herramienta de opresión y sólo si se “demuele” (Marx)
el estado –junto con las relaciones sociales y de propiedad que defiende
sistemáticamente- se puede pensar excepcional y provisionalmente en la construcción
de un tipo de estructura de un semi-estado comuna que se vaya auto disolviendo bajo
formas de autogobierno social. La pregunta es ¿cómo avanzar en esta perspectiva, sin
perder el principio de realidad? Sencillamente hoy, o se olvida el horizonte estratégico
emancipativo y se practica un pragmatismo conservador, o se pierde el principio de
realidad y se empieza a hacer crítica abstracta y casi siempre mal intencionada. El
riesgo más grande del periodo que vivimos es que puede empezar a ocurrir que
creyendo que hemos “tomado el estado”, o “el poder”, sea éste el que nos a tomado a
nosotros, nos ha tragado, nos a remolcado hacia sus lógicas y dinámicas de la opresión
con la correspondiente invalidación de la importancia y peso de las colectividades auto
organizadas de trabajadores, que dejan de ser los sujetos de la emancipación.
El presente trabajo es una base para reflexionar acerca de las tareas que se
necesita plantear en la presente etapa del proceso de cambio que vivimos, donde el
socialismo comunitario es un planteamiento y proyecto en plena construcción, con todas
sus tensiones, ambigüedades y contradicciones que contiene cualquier construcción de
un horizonte estratégico emancipativo en marcha.
En este sentido, el presente texto esta dividido en 4 partes, la primera, elementos
de un balance para bosquejar los elementos centrales que permitan plantear un ajuste de
cuentas con las necesidades estatales, la “planificación”, el “desarrollo” y la
“industrialización”, que fueron la cuartada perfecta para liquidar la primera gran
revolución socialista desde principios de los años 20, tomando fuerza desde 1924 y en,
más o menos, 10 años terminando por descomponerse del todo gracias a los famosos
“planes quinquenales” de la URSS. Nadie tiene derecho de venir a ofrecernos
socialismos de ningún tipo si no se hace una profunda y severa autocrítica de las
terribles experiencias del “socialismo real”.
La segunda parte plantea elementos teóricos, que permitan retomar un marxismo
emancipativo en el análisis de la esencia misma del estado y de la “fuerza metafísica del
estado”, que es profundamente subestimada, lamentablemente, y poco comprendida
hoy, a pesar de la enorme importancia que tiene.
La tercera parte completa la visión de Marx sobre el tema del estado y los
procesos emancipativos, y seguidamente se plantea su complemento simétrico;
retomamos las propuestas de Mészáros, quien siguiendo a Marx propone que “lo
político” como tal es muy limitado, unilateral, unidimensional, razón fundamental por la
cual lo social adquiere enorme importancia mas allá de lo limitadamente político; en
esto consiste la diferencia entre procesos de revolución social y revoluciones sólo
políticas. Entre lo político y los social existe una contradicción irreconciliable y la
categoría englobante y fundamental de lo político y lo social es indudablemente lo
social, sobre todo en procesos emancipativos.
Finalmente en la cuarta parte se plantean las bases y fundamentos de un
socialismo específicamente comunitario. Se tratan tres grandes temáticas, la primera
cómo es que Marx en los Grundrisse, borradores de El Capital, esboza la importancia
de las formas mas “dichosas” del trabajo vivo, esboza las características de las formas
comunales y esboza un planteamiento totalmente ignorado –especialmente por
supuestos “marxistas”- en el que la comunidad aparece “excelsa” frente al mundo
moderno, la tierra es “la prolongación inorgánica de la propia subjetividad”, la tierra en
las formas comunitarias es la prolongación de los órganos y de los sentidos del
comunario. En síntesis es la idea de “Pachamama” en el mundo andino, esto es lo que le
permitirá luego –y esto es lo que se abordará en la segunda parte del ultimo acápite-
identificar a las formas comunitarias rurales como posible elemento fundamental de
construcción de comunismo, sin que los países donde existen formas comunitarias
tengan que pasar por el capitalismo. Finalmente –con todo lo debatido y planteado-
esbozaremos la hipótesis de que la construcción de lo que García Linera llama Estado
Integral no es el tránsito al socialismo, sino que solamente es el posible tránsito a
formas que logren ir mas allá de la forma estado y profundice formas de autogobierno
social y autodeterminación social, que sí se podrían convertir –estas formas recién- en el
tránsito al socialismo comunitario. Mientras no se profundice el desmontaje del estado y
de las relaciones sociales y de propiedad existente, no podremos hablar estrictamente de
que a corto plazo estaremos viviendo un tránsito al socialismo.
1. Elementos de un balance de cómo las necesidades estatales y de la
“planificación” y el “desarrollo” liquidaron la primera revolución socialista7.
Hablar de socialismo y evaluar la posibilidad de construir un socialismo comunitario
requiere inevitablemente un análisis lo mas crítico posible de las experiencias
revolucionarias, en especial del proceso del surgimiento del capitalismo de estado en la
ex URSS. En este acápite solo esbozaremos ciertas líneas de trabajo –a manera de
hipótesis- que nos permitan proponer un marco interpretativo de las causas
fundamentales del surgimiento de un capitalismo de estado en la primera revolución
socialista de la historia que se acomodo tempranamente como potencia capitalista desde
mediados de los años 30`s. Es fundamental comprender los elementos centrales de la
dinámica por la cual después de 1924 empieza a surgir en la ex URSS un capitalismo de
estado que liquida el proceso revolucionario vivido entre 1917 y 1923.
Después de la muerte de Lenin a principios de 1924 y sus insistentes reflexiones
con respecto a los peligros burocráticos del proceso revolucionario, se profundiza el
proceso que acabaría con la restauración contrarevolucionaria a mediados de la década
de 1930. Hagamos un sintético recorrido por algunos hitos centrales del proceso de
triunfo contrarevolucionario.
En 1923, tras 6 años de revolución, el propio Lenin reconocía que no existía
ningún estado ni socialista ni soviético:
Lo más perjudicial en este caso… (es) pensar que disponemos de un número más o menos
considerable de elementos para organizar un aparato realmente nuevo, que en verdad merezca el
nombre de socialista, de soviético, etc.
No, no existe tal aparato, e incluso el número de elementos que lo forman mueve a risa por lo
reducido y debemos tener presente que para crearlo no hay que escatimar tiempo, que requiere
muchísimos años. (Lenin. 1923, 1980: 62. Cursivas nuestras)
7 El análisis realizado en este acápite está basado en los trabajos de Charles Bettelheim (1974,
1980), (1978) y Raya Dunayevskaya (1958, 2007)
Las cosas empeorarían progresivamente después de 1924. Luego del proceso de
reorganización cupular en la que participaron todos los viejos dirigentes en pleno
desarrollo de la nueva política económica después de la muerte de Lenin, la lucha
interna del partido comunista terminó recién con el encarcelamiento de la llamada
oposición de izquierda (Christian Rakovsky, Alejandra Kollontay) y el exilio de
Trotsky. Para 1928 se da un viraje profundo con el abandono de la nueva política
económica y el surgimiento del primer plan quinquenal, que fue el resultado del triunfo
de Stalin sobre las demás tendencias en las pugnas de poder de estos años decisivos. El
plan fue introducido casi a fines de 1928. Sólo duróunos meses la alegría de los obreros
y campesinos que recibieron con entusiasmo el fin de la nueva política económica,
debido a que creían que se venía una verdadera planificación socialista. Se había
instaurado la jornada de siete horas y las Comisiones para los Conflictos Laborales
seguían funcionado y favorecían a los obreros en la gran mayoría de dictámenes. Pero
éste fue el inicio del surgimiento de las nuevas elites del capitalismo de Estado. En 1929
los “planificadores estatales” empezaronn a entrar en un proceso de autonomización e
imposición de decisiones y medidas de corta y mediana duración frente a los
trabajadores.
Las pugnas entre las dos visiones del “plan”, el de la jerarquía dirigente que se
estaba empezando a formar y el de los trabajadores, afloraron rápidamente. Se
eliminaron por ejemplo las Comisiones de Conflictos y en su lugar se instituyeron
reuniones sobre la producción, exclusivamente entre ingenieros y directores, presididas
por políticos funcionarios del Estado o del partido. Y empezó el proceso de persecución
a los que no se sometían a las líneas del “plan” por múltiples “motivos”.
En 1930 empezó el proceso estatal de represión contra trabajadores que no se
sometían a los “planes”; por ejemplo, se dio instrucciones a las llamadas “Bolsas de
trabajo” de poner a los obreros que dejaran sus empleos por iniciativa propia en una
“lista especial”, que a corto o mediano plazo privaba al trabajador de toda
compensación por desempleo; esto era fundamental, porque el 9 de octubre de 1930 el
estado decretó sencillamente “abolido” el desempleo y por lo tanto la compensación por
desempleo totalmente suspendida. Se empezó a hacer una obligación para cada director
de fábrica el incluir en el cuadro de pago de los trabajadores las razones de los
despidos, iniciando un proceso de disciplinamiento y domesticación profunda de los
supuestos mandantes del “estado”.
Sin embargo, a fines del primer plan quinquenal la tasa de inestabilidad laboral
había alcanzado 152% (Dunayevskaya. 1958, 2007: 259). Es cuando el estado instruye a
través de un decreto
ordenar el despido de un trabajador, de la fábrica, incluso en el caso de un día de ausencia sin
razón justificada y privarlo de la tarjeta de alimentos…así como del uso de las viviendas a que
tenía acceso… (Ibídem)
En suma, la represión laboral por el manejo estatal del acceso a la alimentación y
a la vivienda en manos de los “planificadores”, acababa volviendo al obrero que se
rebelaba frente al “plan”, prácticamente un ex-obrero, sin posibilidad de conseguir uno
nuevo trabajo, sin alimentación y sin vivienda. Éste es el punto culminante del
enfrentamiento entre los “planificadores” estatales y los trabajadores, proceso que se
encaminaría a una capitulación absoluta de los trabajadores frente al surgimiento de las
lógicas, procedimientos y dinámicas del capital que están reviviendo vertiginosamente
en los primeros años de la década del 30 en el mismo proceso productivo “socialista”.
En síntesis podemos decir que los “planificadores” estatales soviéticos siguieron
básicamente los lineamientos de la economía política al pie de la letra, “producir por
producir”, “acumular por acumular”. Pero las necesidades de un Estado totalitario, anti
socialista como el que estamos describiendo, fue todavía más allá. Uno de los elementos
centrales del desarrollo de las lógicas del capital es la productividad del trabajo.
El mecanismo fundamental que utilizó el capitalismo de Estado para construirse
fue la creación del famoso “impuesto único sobre las ganancias”, de apariencia
relativamente inocente, el impuesto a las “ganancias” era en realidad un impuesto a los
ingresos. A fines de 1929 el Comité Central del Partido Comunista de Rusia instruyó la
creación de un impuesto único a las ganancias, compuesto por dos niveles: 1) un
impuesto a las ganancias que comprendía entre 9 y 12% del presupuesto estatal; 2) un
impuesto a ingresos globales que comprendía del 60 al 80% del presupuesto. Si
añadimos a esto las entregas obligatorias de las granjas colectivas, el impuesto sobre
ingresos globales era absolutamente suficiente para financiar la industrialización y la
creciente militarización de la sociedad soviética. Además este impuesto era más duro
para los productores agrícolas que para las industrias.
Explicando un poco, el impuesto a ingresos globales era un porcentaje fijo de la
totalidad del valor de las ventas de toda mercancía, en términos más sencillos
significaba muchísimo más que un impuesto a las ventas, que sí –por ejemplo- se grava
en un 90%, esto incrementa el precio final de venta en un 90%, un impuesto sobre
ingresos globales de 90% aumenta el precio de venta en diez veces. Por ejemplo el pan
al pagar un rublo por kilo de pan estaba pagando 25 kopeks por el costo real del pan
(incluyendo producción, distribución, transporte). Los 75 kopeks restantes del rublo que
costaba un kilo de pan estaba yendo al Estado como impuesto sobre ingresos reales. O
sea, que en el ejemplo, por cada kilo de pan el Estado retenía un 75% de lo que se
vendía-compraba. Esto provocó que los precios se dispararan en dos, tres, hasta cuatro
veces en sólo unos meses, provocando una hambruna generalizada. Se empezó a
introducir desde el Estado el racionamiento sistemático, pero no se retrocedió en este
impuesto regresivo contra los más pobres obreros, campesinos y sectores populares. Las
tensiones entre los “planificadores” y los trabajadores llegaba a un punto culminante. El
ritmo de “industrialización” más bien se aceleró. Se exigió un plan quinquenal en 4 años
y se planteó claramente la creación de lo que Stalin llamó “intelligentsia industrial y
técnica”. Medidas fundamentales fueron. 1) terminar la despersonalización, máximo
cuidado por los especialistas, los ingenieros y los técnicos. 2) no más igualitarismo,
mejor paga a mejor trabajo. 3) acabar con la inestabilidad en el trabajo de la industria.
Por lo tanto mayor diferenciación entre los obreros calificados y no calificados, nueva
organización salarial. 4) Introducción de la contabilidad, que priorice el incremento en
la acumulación y la disminución de los costos de producción.
Con estas medidas, el proyecto de despegue del capital estatal estaba planteado.
Las medidas apuntaban a crear una estructura empresarial estatal con máximo de
eficiencia y un mínimo de costos, como en cualquier forma del capitalismo privado
norteamericano, inglés o alemán. Con la ventaja de que no existía siquiera la posibilidad
de cuestionamiento de los procesos de explotación a los que estaban siendo sometidos
los trabajadores de la URSS. A mediados de 1931 ya teníamos despegando un
capitalismo de estado al mando de la megalómana y legendaria burocracia soviética al
mando de Stalin. A nombre del “desarrollo socialista”. Entre mediados de 1931 y 1935
se fue consolidando esta nueva capa de patrones y burócratas de Estado. El primer plan
quinquenal acabó creando: 1) una hambruna generalizada en el campo y las ciudades; 2)
más de 150% de inestabilidad laboral urbana. 3) los inicios claros y generalizados de
una nueva clase estatal llamada “la intelligentsia industrial y técnica”. Ciertamente el
país había alcanzado un ritmo acelerado de industrialización. Lo fundamental es
verificar el rumbo capitalista sin retorno en el que se había embarcado la URSS a
principios de los años 30´s. Citemos a Rakovsky de la oposición de izquierda
Una clase gobernante, diferente al proletariado se está cristalizando ante nuestros propios ojos.
La fuerza motriz de esta clase singular es la forma singular de la propiedad privada, el poder
estatal. (Rakovsky en: Dunayevskaya.1958, 2007: 262)
Los campos de trabajos forzados aparecen recién a comienzos del segundo plan
quinquenal (1933). A mediados de 1933 el Comisariado del Trabajo, que de alguna
forma frenaba los aspectos más prepotentes y opresivos que emergían del capitalismo de
Estado fue abolido, además –y más importante todavía- los sindicatos fueron
definitivamente anexados a las lógicas e imposiciones del Estado y abolidos. Se podría
decir que el año 1933 marca el punto de consolidación del capitalismo de Estado
soviético, que duró más de medio siglo, confundiendo y envileciendo a las vanguardias
luchadoras del mundo entero y pisoteando todas las tradiciones emancipativas y del
marxismo revolucionario.
Entre mediados de 1933 y 1934 se crea la NKVD (Comisariado del Interior) en
sustitución de la GPU (policía secreta) y sale la resolución del Comité Central Ejecutivo
en el que se instruye coordinar de ahora en delante de forma centralizada toda purga
dentro del partido, arrestos y exilios y sobre todo el “inculcar hábitos de trabajo” al
Comisariado Popular del Interior. Con estas mediadas se busca claramente expandir y
acelerar el surgimiento a nivel local y generalizado del sector dirigente del Estado, bajo
las lógicas más autoritarias y burocráticas, mejor forma de acelerar su formación y
consolidación típicamente capitalista. Llegó a tanto este despegue autoritario que se
reintrodujo la pena de muerte incluso para menores de edad a partir de los 12 años
(Dunayevskaya 1958, 2007: 263).
El lanzamiento del segundo plan quinquenal coincidió con la purga más
importante hasta esta fecha después de los encarcelamientos de la oposición obrera, y el
exilio de Trotsky de los años inmediatos a la muerte de Lenin.
Como los sindicatos ya habían sido abolidos se persiguió a fondo a los viejos
bolcheviques que quedaban, echándoles la culpa de las resistencias marginales que
sobrevivían a los “planes”. Los métodos represivos a la vez servían como mecanismo
económico, las hambrunas crearon una masiva migración de millones de campesinos y
comunarios a las ciudades, creando un “ejército industrial de reserva” acorde a la
famosa teoría de la “acumulación originaria socialista” acuñada por la burocracia. Para
regular y utilizar este flujo de migración y a la vez ser eficiente en la represión, la
burocracia introdujo un sistema de “pasaportes internos”. Y el órgano del Comisariado
de Industria Pesada aconsejaba a los administradores que usaran este “comodín”; “hay
más trabajadores que los que son necesarios de acuerdo con los planes”, decía un
documento oficial. (Dunayevskaya. 1958, 2007: 264)
Estos “planificadores” “soviéticos” parecen ser portavoces de David Ricardo y
de toda la economía conservadora, más que de cualquier posición mínimamente
progresista, para ya ni hablar de que no tienen ni salpicaduras de un mínimo de
Marxismo. Citemos al propio Marx y la crítica que seguramente les hubiera hecho a los
“planificadores” del capitalismo de Estado:
Ricardo en su libro (Renta de la tierra): Las naciones son sólo talleres de producción, el hombre
es una máquina de consumir y producir; la vida humana un capital; las leyes económicas rigen
ciegamente al mundo. Para Ricardo los hombres no son nada, el producto es todo. (Marx. 1968,
1997: 83)
El sistema de trabajo a destajo, que Marx calificó como el más propio del
capitalismo, es introducido en 1935. Stalin exaltó el sistema de trabajo a destajo como
“un regalo caído del cielo”, el famoso Stajanovismo que intensificó artificialmente la
intensidad del trabajo y las cuotas a cumplir y las convirtió en norma general. Poco a
poco el sistema a destajo se convirtió en el sistema imperante, con la consecuencia de
que la relacion de desigualdad salarial del obrero peor pagado al mejor pagado se volvió
un abismo. Inmediatamente después de la revolución la relación fluctuaba entre 1 a 3 y
con el stajanovismo existia una diferencia de 1 a 20. Y las capas altas más privilegiadas
eran sólo un 2% de la poblacion 3.4 millones “dirigentes” de 169.519.127 personas.
Donde menos del 10% son considerados “intelligentsia”, calificados por Molotov como
“los genuinos creadores de una nueva vida” (Dunayevskaya. 1958, 2007: 266) al más
típico estilo burocrático, intelectualista y conservador típicamente estatalista.
Depués de las purgas masivas en el partido de 1933, como antecedente que
expulsó a casi medio millon de miembros del partido, se inició en el año 1936 la
liquidación final de los viejos líderes revolucionarios, pero esta vez llegando más lejos,
hasta el fusilamiento de los mismos. Primero vinieron los juicios contra Zinoviev y
Kamenev, dos prominentes revolucionarios de la época del 17 al 23 y otras 14 personas
más, todos fueron condenados a muerte y ejecutados. Luego los “juicios” de 1937, que
sentenciaron a muerte a lo que quedaba de los líderes revolucionarios, Radek, Piatakov,
Bujarin y Rikov, junto con más de 10 otros dirigentes revolucionarios; luego se ejecutó
a varios jefes militares del ejército rojo como Tujachevsky y finalmente se fusiló a los
propios ejecutores de los primeros “procesos” como Yagoda.
Los “juicios” de Moscú fueron la culminación absoluta de la contrarevolución
expresada en el plano político partidario estatal. A fines del segundo plan quinquenal ya
estaba totalmente allanada la contrareforma y abierto el camino expedito del capitalismo
de Estado. El “plan”, que suscitó un conflicto inmediato entre el obrero y los nuevos
patrones “soviéticos”, fue la herramienta fundamental de derrota del proceso
revolucionario. Los ingenieros, administradores y los oficiales del ejército se unieron a
las más duras estructuras burocráticas del poder estatal y del partido para crear la nueva
clase gobernante. A esto podemos llamar, siguendo a Marx, “la fuerza metafísica del
estado” y las relaciones del capital que tienden a totalizar las acciones emancipativas
que desplegamos y las convierten en monstruosidades, en las que no podemos
reconocernos. Veamos las reflexiones del actual Vicepresidente Álvaro García sobre
esta cuestión:
Algunos analistas advierten que hay que evitar el surgimiento de una burguesía burocrática. Es
una advertencia de la que hay que tener cuidado. La clave radica en que la toma de decisiones se
socialice cada vez más, puede surgir una burguesía burocrática cuando las decisiones del Estado
se concentran en un núcleo cerrado y exclusivo, que es lo que pasó en la Unión Soviética.
(García Linera. 2010a: 16)
Creo que todos coincidiremos en que no estamos exentos en absoluto de estos riesgos y
una de las labores más importantes es estar pendientes de esta cuestión central.
Pasemos ahora a ver, a un nivel más teórico, cuáles son los motivos profundos
por los que se dan estos procesos, que llevan a formas de restauración después de
procesos de transformación profundos.
2. La fuerza metafísica del Estado
El proceso secular de construcción del Estado occidental liberal y capitalista se lo ha
querido posicionar como “el tipo” de evolución hacia la cual todos tenemos que
orientarnos; ésta es la premisa que debemos romper para poder avanzar. Ya que,
además, el liberalismo es paradójicamente en Bolivia la coartada para la preservación y
profundización de la condición colonial de las mayorías.
El debate con las visiones hegelianas es fundamental por el papel que juegan en
la construcción de los estados desde su formulación. Hoy está siendo retomada en
Bolivia. Hegel es el más claro y clásico expositor del proyecto liberal de la construcción
del Estado y por eso la labor crítica de Marx se inició demoliendo la visión del Estado
de Hegel, que nos servirá para ejemplificar nuestras propuestas8.
Para Hegel, la familia y la sociedad civil son las “premisas del Estado”, los
“factores activos” del Estado pero a la vez lo privado es la finitud de lo general
colectivo y el Estado encuentra su finitud en lo privado, aunque lo regula y lo atraviesa.
Y de ahí que como un haz bajo la manga saca la conclusión d que: “El fundamento de lo
Estatal y el fundamento de lo privado están en lugares diferentes, son sustancias
diferentes, uno no produce al otro”. Esta es la fantástica utilidad de la metafísica
“occidental”; el propio Hegel decía que “hay argumentos para todo”, para cualquier
cosa. Cómo puede ser que el fundamento de lo estatal y de lo privado sean sustancias
diferentes y estén en lugares diferentes y uno no produzca al otro. La labor de Marx fue
demostrar que esto es todo lo contrario.
Marx justamente lo que demuestra es que el Estado encarna las lógicas de la
dominación y en especial de la propiedad privada, por mucha teoría que se intente
hacer. Por eso Marx dice de la filosofía del derecho de Hegel que los hechos reales para
Hegel aparecen como un “resultado místico”. La condición fundamental del Estado
(familia, sociedad civil) aparece como una simple determinación de la “idea” de Estado,
como mera determinación de su idea. Por eso Marx dice que en el pensamiento de
Hegel el sujeto (familia, sociedad civil) se convierte en predicado. La condición del
Estado (Familia, sociedad civil) llega a ser lo condicionado por la idea.
“La “idea” permanece como juez de la “verdad”, de la realidad, y el fondo no es
otra cosa que la idea de Hegel de que “el estado es la moralidad absoluta” (Marx. 1946:
14). Marx aquí muestra que los idealistas objetivos como Hegel -y como todo
8 Lo fundamental de lo planteado en este acápite retoma los argumentos que Marx presenta en
Critica de la Filosofía del Estado de Hegel (1946)
estatalista- imponen sus ideas por sobre la realidad, porque su ancla es su “fe
supersticiosa en el Estado” (Marx); el complemento central es creer que el Estado “es la
realización de la idea moral” y creer efectivamente en la realización de la racionalidad
que se expresa en el Estado. Luego Marx saca la conclusión fundamental: “Hegel
transforma siempre a la idea en sujeto y hace del sujeto real, propiamente dicho
(familia, propiedad privada) el predicado” (Ibíd. 57). Y a la vez son transformados en
sujetos la “realidad abstracta” y la “necesidad” (Ibíd. 64).
Esta es la idea central sobre la que gira toda la argumentación de Marx para
mostrar el poder “metafísico” de cuando la realidad se la quiere amarrar a cualquier idea
que uno tenga, más bien a las ideas que los constructores de los Estados tienen. En el
caso de Hegel “la realidad de la idea moral” que para él era el Estado y definía todo lo
demás. Ahora, mi intención es mostrar que se está haciendo algo muy parecido desde el
Estado hoy. Desarrollemos con más detenimiento estas ideas.
La cuestión fundamental en esta mirada Hegeliana -y por lo tanto estatalista,
como vimos más arriba- es que los sujetos reales (pongamos por ejemplo movimientos
sociales, sociedad, etc.) desaparecen o se vuelven “predicado del predicado abstracto”
(por ejemplo: soportes secundarios de la construcción estatal de la trinidad poder-
partido-estado) y “la realidad abstracta” y “la necesidad” de los que dirigen, piensan o
han ocupado los cargos más importantes del andamiaje estatal se convierten en los
sujetos del proceso, de esa manera las ideas, preferencias o prejuicios -en el más amplio
sentido del término- de los “jefes de Estado” se convierten en el sujeto del proceso, son
en verdad el sujeto privilegiado del proceso. Esta es la médula del analisis crítico de
Marx.
Cuando comprendemos que las ideas de los altos funcionarios del Estado se han
convertido en el sujeto del proceso y el verdadero sujeto, la autoorganización social se
ha vuelto dependiente del nuevo sujeto que ocupa la escena, recién se entiende el
proceder actual del gobierno actual, esta tensa relación de permanente interlocución y
permanente ruptura entre los funcionarios del gobierno y las organizaciones y llamados
movimientos sociales.
De esa manera es que se torna inevitable la tendencia a volver a monopolizar las
decisiones políticas en unas cuantas personas9 (ya que lo que piensan, creen o quieren
desde las altas esferas del Estado son el sujeto del proceso y ya no las colectividades
autoorganizadas) y no se logra –ni siquiera se intenta- bajar a los órganos de
deliberación y acción colectivos y más bien se entiende que empiecen a ser
minimizados, disueltos o subordinados al actor por excelencia del proceso que Luis
Tapia llama el núcleo dirigente del Ejecutivo.
9 Al comentar el accionar del gobierno en relación a la Constituyente Luís Tapia plantea que
existe una estrategia por la que el MAS “pretende contener dentro de la representación partidaria el
conjunto de esos movimientos y organizaciones de la sociedad civil…la formulación de la ley (de
convocatoria a la Constituyente) es el primer signo de esa estrategia, y la evidencia de la misma está clara
en el modo en que el ejecutivo y el núcleo dirigente del MAS se relaciona con los asambleístas elegidos
para la Constituyente. Hay una explícita estrategia de subordinación de los constituyentes al núcleo
dirigente del ejecutivo, ni siquiera al partido”. (Tapia. 2007: 149)
Este proceso de irrupción de un nuevo sujeto del proceso se encamina a
transformar la acción y significado de la política, que antes venía de la base y estaba
basado en el intelecto colectivo, por una alquimia estatal de lógicas pragmáticas y
monopolizantes donde “La política la han vuelto un capítulo de la lógica”, como decía
Marx de Hegel.
Éste es el peligro de cuando las ideas, balances de lo que se puede o no se puede
según los individuos que ocupan altos cargos en el Estado y que tienen mayor peso y
decisión, se convierten en el sujeto por excelencia del proceso político, al margen y por
encima de un esfuerzo conjunto de definición a partir de las lógicas y estructuras de
deliberación colectiva y donde juegan un papel central el intelecto colectivo y la
acumulación de intuición, conocimiento y experiencias en el seno de las clases
subalternas. Se decide de arriba abajo y no de abajo hacia arriba.
Las abstracciones personificadas son siempre hegelianas. La abstracción sólo es
una herramienta, pero el racionalismo exacerbado las convierte en personificaciones con
vida. El peligro de esta visión, que Zavaleta llamaría “extraña enfermedad
intelectualista”, es que se subjetiva de manera mística lo que piensan o creen que es
posible o no es posible los intelectuales, filósofos, líderes, etc. Y de ahí en más el sujeto
real (organizaciones sociales, movimientos sociales) acaba atrapado en las redes y
laberintos de esta sustancia mística. Que es fundamentalmente estatalista y es a lo que
llamamos la fuerza metafísica del Estado. Nosotros “ocupamos” el estado o el estado
acaba ocupándonos a nosotros. Éste puede ser un ejemplo interesante de cuando Marx
analiza los fenómenos en los que el sujeto se convierte en objeto y el objeto se convierte
en sujeto. El sujeto vuelve a ser el Estado que ha acoplado a un nuevo grupo social y
funciona bajo su dinámica e inercia, y este nuevo bloque de poder cree sinceramente
que él es el sujeto que usa al objeto estado. La labor crítica consiste en poner en la
balanza esta tensión que nos acompaña permanentemente y que en algún momento la
volcará hacia algún lado de una forma más permanente.
Para plantearlo con mayor profundidad, el Estado es una forma de la vida social,
como lo plantea la escuela derivacionista siguiendo a Marx10
. El Estado es la síntesis de
la sociedad, el resultado político de la sociedad y la consecuencia revelada de dicha
sociedad. Pero a la vez el requisito del Estado es la producción de sustancia y materia
estatal, necesita que lo social aparezca estatalizado para producir resultados de poder.
Éste es el tema clave que articula la trinidad Estado-poder-partido y la proyecta a una
nueva síntesis y le da sentido hoy. La necesidad del Estado coincide con la necesidad de
un aparato que estatalice la sustancia social para producir efectos de poder y
retroalimentar todo el proceso; más Estado, más partido, más poder. Retomando a Marx
decimos que existe una irrealidad del ser colectivo de la sociedad en el Estado, éste es el
elemento que los hace incompatibles a un proyecto de avance de la emancipación con
un pragmatismo estatalista, no tanto el debate de “si el Estado” o “no el Estado” en
abstracto, ya que en este camino caemos en un doctrinarismo vacío. Todavía es más
profunda la imposibilidad de compatibilizar proyectos cuando entramos a analizar la
estructura maquinal jerárquica de todo Estado. Veamos:
10 Véase: John Holloway y Sol Piccioto (1979), Simon Clarke (1991). Últimamente se han hecho
aportes de aplicación y de desarrollo conceptual en México, Ver Rhina Roux. (2005).
La clave en la actualidad, que divide proyectos políticos, no es tanto si el Estado
o no el estado, en abstracto. Sino más bien cómo en esta época de existencia del Estado
(nos guste o no nos guste existe y no desaparecerá a corto plazo) avanzamos o no en la
perspectiva de la disolución de la separación de lo político de la propia sociedad, en la
idea de creciente y permanente proceso de disolución de los monopolios de lo político11
en las colectividades. Esto es lo que nos acerca a la emancipación humana, los procesos
de apropiación directa. No es el “Estado libre” lo que buscamos, sino la atenuación y
liberación de la sociedad del Estado político típicamente liberal. Zavaleta decía que un
Estado niega a las masas, por mucho que intente representarlas, y adquirir esta
conciencia como hecho colectivo es una enorme riqueza, con respecto a la cual en
Bolivia se ha avanzado mucho y la prueba más clara son las insurrecciones indígenas
aymaras y la guerra del agua el año 2000.
De esta manera la sustancia mística de “lo estatal”, “las prioridades” que como
vimos son el resultado de las ideas de los protagonistas del proceso, líderes,
intelectuales, altos funcionarios, etc. se las convierte en sujeto real y los sujetos reales
(colectividades, movimientos sociales, etc.) quedan atrapados como un elemento de esta
“sustancia mística” que ellos mismos han producido. La hipótesis es que –además de lo
mostrado líneas arriba- en cuanto a los temas epistemológicos y prácticos se cae en una
visión y prácticas dualistas típicamente estatales, que refuerzan la imposibilidad de una
visión crítica.
Lo que deriva de esta lamentable visión estatalista del proceso -en la que las
“ideas” de los altos funcionarios o líderes se convierte en lo dominante y sujeto del
proceso- es que se incentivan las “jerarquías del saber sin espíritu crítico” (Marx. 1946:
126) o “acción sin espíritu”, que es como definía Marx a los burócratas, es decir que
mientras más se universaliza la manera de ver, pensar y actuar, de forma que la
maquinaria de las jerarquías estatales determinan las relaciones en las organizaciones y
movimientos, más se va adquiriendo una praxis y pensamiento anclados en las
jerarquías que devienen del Estado, haciendo difícil la labor crítica y mucho más aún el
“mandar obedeciendo” o cosas por el estilo. Se manda y se obedece en función de las
jerarquías y el grado de proximidad al entorno del que emana el poder.
No olvidemos que precisamente las jerarquías en sí mismas son para Marx “el
abuso del capital”. Aquí es donde se manifiesta la fuerza metafísica del Estado como
esterilizador de labor y pensamiento crítico; no en vano Lenin decía que los
revolucionarios son más bien “tribunos populares” y no “funcionarios políticos”. De
ahí que apoyados por esta fuerza metafísica del Estado aparezcan y se consoliden –
típicamente- los burócratas como delegados del Estado ante la sociedad civil y de ahí
que se minimizen muchísimo las dinámicas de avance de las tendencias que aspiran a la
auto-determinación y los movimientos sociales se transformen en sociedad civil en
acción, defendiendo sólo intereses de pequeños grupos. Cuando como hoy se parte del
Estado (como lo hacia Hegel), se hace del hombre y de las colectividades “el Estado
subjetivado”, marchitamos todo proceso de avance auto-determinativo. El pragmatismo
estatalista Boliviano de izquierda separa el fondo de la forma, el ser en sí y el ser para
sí.
11
Planteamiento de Luís Tapia.
El problema de la burocracia estatal12
es el de un “ser de un formalismo vacío”,
“de una formalidad de un contenido que está situado fuera de sí mismo” (Marx. 1946:
105). Es por estos motivos que es tan grave que los funcionarios del Estado se estén
posicionando como actores centrales del proceso. Todo burócrata, por muy elevado que
sea su rango –o más bien mientras más elevado sea su rango- está pensando qué dirá el
jefe y el jefe del jefe, por eso su accionar es formal y su contenido está situado fuera de
sí mismo.
Como la autoridad del superior es el principio de la “sabiduría” del funcionario,
la idolatría de la autoridad constituye su esencia. Es como Marx llamaba “un espíritu de
corporación”, las corporaciones (intereses cerrados y estrechos) son el materialismo de
la burocracia y la burocracia es el espiritualismo de las corporaciones, por eso decía que
el mismo espíritu que crea en la sociedad a las corporaciones crea en el Estado a la
burocracia. Y ambas en ambos lados son el enemigo natural de las tendencias auto-
determinativas. Éste es un punto central para que podamos entender cómo en Bolivia se
unen de forma natural en momentos de utilización de las luchas en el escenario liberal
estatal.
Podemos decir que “el espíritu general de la burocracia es el secreto, el misterio
guardado en su seno por la jerarquía” (Ibíd. Pág. 108), que no puede cuestionarse ni
romperse hacia fuera por su carácter de corporación cerrada (Ibíd. Pág. 106-107). El
Estado es siempre corporación y el burócrata es el Estado en cuanto formalismo. Es un
tejido de ilusiones prácticas (Ibíd. Pág. 107), o la ilusión del Estado como aspiración del
funcionario. Marx es tan duro que plantea que el espíritu burocrático es totalmente
jesuítico, teológico (Ibíd. Pág. 108). Los burócratas. para Marx. son jesuitas del Estado,
los teólogos del Estado, la burocracia es la república sacerdote. El imperativo categórico
del espíritu formalista del funcionario de Estado es su más profunda realidad. “La
autoridad es, en consecuencia, el principio de su sabiduría y la idolatría de la autoridad
constituye su sentimiento” (Ibídem). Esto no puede tener nada de emancipativo ni
crítico, como lo hemos mencionado en reiteradas ocasiones; es más bien la lógica del
capital y la dominación. Este planteamiento marxista es el que no se medita con
profundidad y espíritu autocrítico entre la mayoría de los actuales funcionarios del
Estado. En especial de los más altos rangos de la burocracia estatal, con algunas
excepciones.
La burocracia hace de sus fines formales su contenido, entra en todas partes en
conflicto con los fines “reales”. Los fines del Estado se transforman en fines de la
12 Aquí estamos pensando en las estructuras más inerciales del estado Boliviano que son la casi
totalidad de éste, concientes de que en la actual coyuntura existen excepciones en la actual estructura
estatal que están intentando transformar el Estado. Precisemos que son absolutamente inexistentes estas
reflexiones y prácticas en la gran mayoría de funcionarios que están desde hace décadas, y son raras
excepciones minoritarias, incluso en los nuevos grupos de militantes de la izquierda que están ocupando
funciones en el Estado actualmente. En todo caso hay que destacar el esfuerzo y la excepción hecha de
algunos sectores minúsculos del estado hoy, que son conscientes de que el Estado es una maquinaria de
dominación construida y modelada por las lógicas más feudales, medievales y perfeccionada en la época
capitalista para perpetuar las relaciones del capital y las relaciones coloniales. La existencia de un marco
formal de un Estado Plurinacional puede abrir senderos de transformación como forma transitoria y
programa mínimo, pero hay que tener cuidado con la “fe supersticiosa en el estado”, de la que nos alerta
Marx.
burocracia y los fines de la burocracia en fines del Estado. En el seno de la burocracia
cualquier espiritualismo se hace un materialismo sórdido (Marx. 1946: 108), éste es
precisamente el materialismo de la obediencia pasiva, de la fe en la autoridad; en el
burócrata “su espíritu propio, está prescrito, su finalidad está situada fuera de él, su
existencia es la existencia del bureau” (Ibídem). Estas lógicas y comportamientos son el
complemento simétrico de las organizaciones rígidas de la sociedad liberal
individualista “sociedad civil” (en la que se montan algunos movimientos sociales, en
especial urbanos) y se activan sus rigideces y mezquindades cuando dejan de actuar
como movimiento social y empiezan a actuar como corporación, como sociedad civil,
como grupo de intereses cerrado.
En los ciclos estatales y estatalistas de las luchas (2005-2010), en ambos lados
(organizaciones sociales y Estado) empiezan a compatibilizar sus prácticas de
neutralización “del filo crítico” de los movimientos sociales, por el surgimiento de este
espíritu de corporación cerrada, de espíritu burocrático. Por eso se enfrentan entre sí
como gremios y como corporaciones, es el síntoma de un periodo de ausencia de
movimientos sociales y prevalencia de acciones colectivas de la sociedad civil como
sociedad civil, sin filo crítico y sin poder expresar intereses generales, ni horizontes
emancipativos, que es lo que estamos viviendo hoy en este ciclo estatal.
La situación se pone peor si analizamos desde un punto de vista marxista la
condición singular y esencial de los burócratas del estado. Los burócratas que tienen
horizonte de “corporación” con espíritu de funcionario son el desarrollo de una
maquinaria y mecanismos de una actividad formal fija, de principios, ideas y tradiciones
fijas. “...en el burócrata tomado individualmente la finalidad del Estado se hace su
finalidad privada, es la lucha por los puestos más elevados, hay que abrirse camino”
(Marx. 1946: 108). Su espíritu propio está en el Estado, ya no existe más que en forma
de espíritus burocráticos, diferentes y fijos, cuyo vínculo mutuo es la subordinación y la
obediencia pasiva.
El burócrata ha incorporado ya un espiritualismo sórdido, esto se manifiesta en
el hecho de que hace de la voluntad de la “autoridad” la causa primera de sus acciones y
prácticas, las decisiones y los motivos los recibe de fuera de sí mismo en casi todos sus
contenidos fundamentales, esto convierte a los militantes de izquierda en objetos del
ethos de conservación del Estado despojados de todo criterio y pensamiento propio.
La burocracia está obligada a comportarse “en jesuita” o ser la “república
sacerdote” ante el Estado como dice Marx, esto consciente o no, pero –peor aún-
también es necesario que llegue a la conciencia y se haga “jesuitismo intencional”
(Ibídem).
Marx plantea que en la burocracia, la función sin crítica como acción sin espíritu
es su relación sustancial; este comportamiento es más claro en especial con los que
están por encima de la jerarquía estatal y por eso es su pan diario.
En el funcionario, el hombre debe protegerse a sí mismo como hombre contra sí
mismo, como burócrata, siendo que es burócrata primero y por lo tanto no tiene
remedio. Debe interiorizar las relaciones jerárquicas y explicarlas y vivirlas como
voluntariamente asumidas; aquí es donde juega un papel central la violencia simbólica,
este juego perverso que se establece cuando se justifican las relaciones de dominación y
se las naturalizan. “La cabeza remite a los círculos inferiores la preocupación de
comprender los detalles, y los círculos inferiores creen que la cabeza es capaz de
comprender lo general. Así se engañan mutuamente” (Marx. 1946: 107).
Incluso el propio Hegel se daba cuenta de esto cuando llamaba a la burocracia
estatal “rutina administrativa”, “horizonte de una esfera limitada”. Cuando los frentes de
la izquierda electoral ocupan el andamiaje estatal se exacerban los elementos que hemos
ido mencionando, de ahí tenemos que la misma abstracción fantástica que encuentra la
conciencia del Estado en la forma burocracia, es decir la jerarquía del saber sin espíritu
crítico, es la que pretende imponerse en todas las esferas de la vida de las
organizaciones y movimientos sociales y por eso es imprescindible trastocar esta
relación.
Marx llama al Estado una forma sin forma, una forma que se engaña a sí misma,
que se contradice a sí misma, es una “forma aparente”, que es lo que retoma Zavaleta en
sus estudios sobre el Estado. En el Estado moderno el “asunto general” y su tarea son un
monopolio y los monopolios son los verdaderos asuntos generales del Estado.
La Abstracción del Estado es típicamente moderna, remata en una “fe
supersticiosa en el Estado”, como denominaba Marx a ciertas posiciones que parecerían
ser muy vigorosas en el pragmatismo estatalista de la izquierda actual en Bolivia.
Así como Marx plantea que la religión no se opone verdaderamente a la filosofía
porque la filosofía engloba a la religión en su realidad ilusoria, igualmente hoy la visión
auto-determinativa y de referencia societal –diría Zavaleta- no se opone verdaderamente
al estatalismo pragmático, el problema es que la primera no está pudiendo englobar en
su realidad ilusoria al segundo y superarlo para abrir nuevos horizontes de
emancipación social. Y todos los funcionarios del estado y las organizaciones y
movimientos viven en medio de esta contradicción constitutiva del proceso actual.
Fluctúan de un polo al otro, muchos de ellos sin mucha conciencia del fenómeno
explicado.
3. La demolicion del estado y los limites inmanentes de la unilateralidad de “lo
político”
Una de las temáticas centrales del análisis actual esta en el papel que puede o no jugar el
estado en el proceso que vivimos. El presente acápite es una síntesis del
posicionamiento que plantea Marx, después de la Comuna de París, que fue el evento
revolucionario más importante vivido por él.
Cuando Marx nos está proponiendo que las revoluciones emancipativas de los
trabajadores, como la comuna de París, son una revolucion contra el Estado mismo,
insiste que una posición revolucionaria debe desmontar, demoler el estado y producir un
tipo de estructura que gradualmente vaya siendo subsumida por formas de
autoorganización social. Es la reapropiación social de las atribuciones que hasta ahora
eran protestad del estado.
Esa no fue pues una revolución contra tal o cual forma de Poder estatal, legitimista,
constitucional, republicano o imperial. Fue una revolución contra el Estado mismo, este
aborto sobrenatural de la sociedad, la reasunción por el pueblo y para el pueblo de su
propia vida. No fue una revolución que se hizo para transferir ese Poder de una fracción de las
clases dominantes a la otra, sino una revolución para acabar con la propia horrenda maquinaria
de la dominación de clase. (Marx. 1978: 183)
Es indudable que esta posición de un marxismo emancipativo, claramente
antiestatal pero con principio de realidad, es muy poco conocida y difundida; esto se
debe al abandono profundo que vino en las corrientes fundamentales de la II y la III
internacional. Veamos esta otra cita de evaluación de las enseñanzas de la Comuna de
París.
La Comuna es la reasunción del Poder estatal por la sociedad como su propia fuerza viva y ya
no como la fuerza que la controla y la somete, es la reasunción del Poder estatal por las masas
populares mismas, que constituyen su propia fuerza en reemplazo de la fuerza organizada que
las reprime -la forma política de su emancipación social, en lugar de la fuerza artificial
(apropiada por sus opresores) (su propia fuerza opuesta a los opresores y organizada contra
ellos) de la sociedad, puesta al servicio de sus enemigos para oprimirlas. La forma era simple
como todas las cosas grandes. (Marx. 1978: 185-186)
Este elemento es central en un auténtico proceso revolucionario, la reasunción
del poder estatal por la sociedad es la clave de una práctica emancipativa y de
construcción de un tipo de socialismo que no sea la reproducción de lo que el propio
vicepresidente Álvaro García denomina “farsa de las izquierdas”.
La Comuna se desembaraza completamente de la jerarquía estatal y reemplaza a los arrogantes
amos del pueblo por sus servidores siempre revocables, reemplaza una responsabilidad ilusoria
por la responsabilidad auténtica. (Marx. 1978: 187)
Justamente la idea de “desembarazarse completamente de la jerarquia estatal” es
lo que nunca se comprende bien o no se quiere comprender. El desembarazarse
completamente es completamente diferente a creer que la jerarquía estatal debe pasar de
manos conservadoras a manos supuestamente “revolucionarias”. Pero preservada con
modificaciones secundarias como jerarquia estatal. Si analizamos con cuidado vemos
que en realidad lo que Marx llama las pretenciones del Estado, deben ser suprimidas y
sustituidas por funcionarios, que sean más bien prolongación de las decisiones sociales
y no “políticos”, por eso Lenin prefería llamar a los revolucionarios “tribunos
populares” y no políticos.
Toda la comedia de los misterios y pretensiones del Estado fue suprimida por una Comuna
que, compuesta sobre todo de simples obreros, organizó la defensa de París. (Marx. 1978:
187)
Y una cosa es clarísima como se ve en la siguiente cita, la claridad de sustituir
las atribuciones estatales con sus jerarquías por lo que él llamó forma comunal de
organización política:
Pero sabe al mismo tiempo que grandes pasos pueden ser dados inmediatamente a través de la
forma comunal de organización política y que ha llegado el momento de iniciar ese
movimiento para ella misma y para la humanidad. (Marx. 1978: 191)
Está clarisimo que había que sustituir en contenido y no sólo en la forma de lo
que hasta antes de los procesos revolucionarios se practicaba como política o procesos
estatales, por una forma comunal de organizacion política, a tal punto que justamente
Engels sugiere en una carta a Bebel -a nombre de él y de Marx- “abandonar toda esa
charlataneria acerca del Estado” y propone abolir la palabra estado en los programas
revolucionarios y sustituirla por “comunidad”. O sea un semi estado-comuna, que en el
sentido estricto del término ya no es un estado y que empieza inmediatamente a
autodisolverse, aunque este proceso pueda durar mucho tiempo.
Habría que abandonar toda esa charlatanería acerca del Estado, sobre todo después de la
Comuna, que no era ya un Estado en el verdadero sentido de la palabra. Los anarquistas
nos han echado en cara más de la cuenta eso del “Estado popular”, a pesar de que ya la obra de
Marx contra Proudhon, y luego el Manifiesto Comunista dicen claramente que, con la
implantación del régimen social socialista, el Estado se disolverá por sí mismo y desaparecerá.
Siendo el Estado una institución meramente transitoria, que se utiliza en la lucha, en la
revolución, para someter por la violencia a los adversarios, es puro absurdo hablar de Estado
popular libre: mientras el proletariado necesite todavía del Estado no lo necesitará en interés de
la libertad, sino para someter a sus adversarios, y tan pronto como pueda hablarse de libertad,
el Estado como tal dejará de existir. Por eso nosotros propondríamos decir siempre, en vez
de la palabra Estado, la palabra “comunidad” [Gemeinwesen], una buena y antigua
palabra alemana que equivale a la palabra francesa “commune”. (Engels, en Marx. 1979:
45)
La única correción que hicieron Marx y Engels al Manifiesto fue sobre la
temática del estado, gracias a la experiencia de la comuna de París. En el prefacio a la
edición alemana de 1872, dice que la clase obrera no puede simplemente tomar posesión
de la máquina estatal existente y ponerla en marcha para sus propios fines.
Si es correcto lo que estamos planteando, nos ayudará a entender lo que Mézáros
plantea en el sentido de que en Marx, consecuente con su visión de la emancipación, ve
no sólo los límites del estado, sino los límites inmanentes del propio accionar político.
Marx, en contraste, insistía en que el acto político de la autoabolición por
decreto no es más que autocontradicción, puesto que sólo la reestructuración radical de
la totalidad de la práctica social puede asignarle un papel cada vez menor a la política.
(Mészáros. 2010. 665 666)
En la anterior cita vemos cómo segun Mézáros, retomando la tradicional
diferenciación entre revolución política y social, insiste en que Marx, al pensar en una
reestructuracion radical de la totalidad de las prácticas sociales, lo social entendido
como posicionado más allá de lo simplemente político, pueda tener un papel cada vez
mayor que lo politico. Veamos en la siguente cita cómo complementa esta idea
Mészáros:
Y, si bien la revolución política podía anotarse éxitos al nivel de las tareas inmediatas,
solamente la revolución social como la concebía Marx -con su “tarea de regeneración”positiva-
podía prometer logros duraderos y transformaciones estructurales verdaderamente irreversibles.
(Mészáros. 2010. 664)
Se ve claramente que “la revolucion política” puede tener éxitos a nivel de las tareas
inmediatas, pero sólo una transformación que vaya más allá podía prometer logros
duraderos y transformaciones más profundas. Esto podría ser interpretado de muchas
maneras, pero si analizamos la manera en la que el autor nos plantea la vinculación de
esto, lo político con el dominio del capital, no queda duda de que nos está proponiendo
una visión que va más allá de lo políitico:
El dominio del capital sobre el trabajo es de carácter fundamentalmente económico, no político.
Todo cuanto puede hacer la política es proporcionar las “garantías políticas” para la
continuación de un dominio ya materialmente establecido y afianzado estructuralmente. En
consecuencia, en el nivel político no es posible romper el dominio del capital, sólo la garantía
de su organización formal. (Mészáros. 2010. 663)
Decimos que va mas allá de lo politico porque insiste en que “en el nivel político no es
posible romper el dominio del capital”. Es decir, que ve al acto político, incluso al más
revolucionario, como portando un líite que encierra una cierta unidimensinalidad, que
sólo puede ser superada en la práctica por la creciente primacía de la deliberación de las
colectividades autorganizadas, por la irrupción y sostenimiento permanente del intelecto
colectivo. Todos ellos de base y referencia societal y no exclusivamente política.
Fue precisamente esa objetividad y complejidad dialécticas de la revolución social lo que
desapareció a través de su reducción procustiana al acto político unidimensional -sea que
pensemos en las teorías pre-revolucionarias del voluntarismo anarquista o en las prácticas
políticas reduccionistas y sustitucionistas del “burocratismo” posrevolucionario, igualmente
arbitrarias y en gran medida más dañiñas. (Mészáros. 2010. 659)
Es decir, que cuando no vemos las limitaciones inmanentes de lo politico y de los
políticos, no podemos encaminarnos hacia formas de lo que podríamos llamar
socialismo comunitario, seguiremos teniendo un sesgo unidimensional y limitado. No
meditamos a fondo en lo que significa una revolución social, que no es ya solamente un
cambio político, es una transformación comandada por lo comunitario, que anida en los
social de las colectividades sociales, que va má allá incluso de cualquier programa
político, por muy revolucionario y anticapitalista y anticolonial que sea.
Pero el socialismo no puede ser llevado a cabo sin revolución. Necesita ese acto político así
como necesita destrucción y disolución. Pero donde comienza su actividad de organización,
donde su objeto propio, su alma, pasa a primer plano, allí el socialismo se despoja de su manto
político. (Marx en: Mészáros. 2010: 659)
Esta cita de Marx es interesante porque muestra este límite, cuando el socialismo
se despoja de su manto politico es cuando va más allá de lo estrictamente políitico y
logra un nivel que lo político no permite. Cuando se necesita lo fundamental, que Marx
llama “su alma”, que es la construcción propositiva y sostenida, es donde se despoja de
su manto político.
Porque si bien el socialismo requería de la mayor transformación positiva de la historia, la
modalidad negativa de la política (“clase contra clase”, etc.) la hacía, de por sí, completamente
inadecuada para la tarea. Marx concibió la manera de vencer la relación problemática entre la
política y la sociedad imponiéndole conscientemente su dimensión social oculta a la política.
(Mészáros. 2010. 659)
La política, vista como modalidad negativa, tiene su importancia pero también
su límite; esta relación problemática entre lo político y lo social, según Mészáros, se
resuelve imponiendo la dimensión social por encima de lo estrictamente político, es
decir, la capacidad de subsumir a los políticos y a la política en las formas de
autogobierno y autodeterminación estrictamente sociales que -insistimos una vez más-
van más allá de toda politica, incluso de la más revolucionaria. Es la supremacía de la
metodología marxista, las praxis autoemancipativas sociales por encima de las teorías
abstractas.
En abierto contraste con el “falso positivismo” de Hegel, Marx jamás dejó de destacar el
carácter esencialmente negativo de la política. En sí, la política se adecuaba al cumplimiento de
las funciones destructivas de la transformación social -como la abolición de la “esclavitud del
salario”, la expropiación de los capitalistas, la disolución de los parlamentos burgueses, etc.:
todo lo lograble mediante decreto- pero no las positivas, que deben surgir de la reestructuración
del metabolismo social mismo. Por causa de su inherente parcialidad (otra manera de decir
“negativa”), la política sólo podía ser un medio sumamente inadecuado para servirle al fin
deseado. (Mészáros. 2010. 658)
Si Marx nunca dejó de enfatizar el carácter esencialmente negativo de la política
por su “inherente parcialidad”, está claro que como dice Mészáros la política sólo podía
ser un medio sumamente limitado y relativamente inadecuado -aunque necesario- para
la revolución social. En la siguente cita se ve claramente desde otro ángulo la misma
idea:
La médula de la concepción política de Marx -la afirmación de que la política (con peculiar
gravedad en su versión vinculada al estado moderno) usurpa los poderes de toda forma de
decisión social, a la cual ella sustituye- está y se mantiene enteramente incólume. Porque el
abandono de la idea de que la política socialista debe ocuparse de todos sus pasos, incluso los
menores, de la tarea de restituirle al cuerpo social los poderes usurpados, inevitablemente priva
a la política de la transición de su orientación y legitimación estratégicas, reproduciendo así
obligatoriamente bajo otra forma el “sustitucionalismo burocrático” heredado, más que
creándolo de nuevo sobre la base de algún “culto a la personalidad” mítico. En consecuencia, la
política socialista o sigue la senda que le fijó Marx -del sustitucionalismo a la restitución- o
deja de ser política socialista y, en vez de “autoabolirse” a su debido tiempo, se convierte en
autoperpetuación autoritaria. (Mészáros. 2010. 657-658)
No nos ponemos a pensar a fondo la famosa frase de RESTITUIRLE AL
CUERPO SOCIAL LOS PODERES USURPADOS. Y en el fondo creemos que es sólo
cosa de sostener la usurpación de los poderes autonomizados sobre nuestras vidas y
destino y sólo dirigir mejor estos poderes usurpados en vez de devolverlos a la sociedad
autoorganizada, es decir, tener una “política” correcta, del pueblo, revolucionaria, etc.
En esto consiste una visión y prácticas que incluso de buena fe caen en el mismo
sustitucionismo que el capital y el estado han instalado en la modernidad. Mészáros nos
plantea esta sugerente disyuntiva, o se restituye al cuerpo social los poderes usurpados o
caemos en el sustitucionismo, que deja de ser política socialista y caminamos hacia
formas de autoperpetuación autoritarias.
Por eso es que llega a la conclusión de que en verdad lo político y lo social
encierran una contradicción, pero que además se convierte en irreconciliable, en el
sentido de que en procesos emancipativos debemos tener la capacidad de que prime lo
social como categoría englobante y no lo político o los políticos, por muy honestos y
consecuentes. Lo social encierra una potencia emanacipativa que ningún grupo,
individuo o político puede tener, pero lo vemos invertido; en esto consiste también en
parte este callejón sin salida de lo político como única herramienta de emancipación.
De la manera como la percibía Marx, la contradicción entre lo social y lo político era
inconciliable. Dado el carácter antagonístico de la base social misma, perpetuado como tal por
el marco político, el estado era irredimible y por lo tanto tenía que irse. (Mészáros. 2010. 650)
Si es irreconciliable la contradicción entre lo político y lo social, es así porque
no es m+as que una otra forma de manifestarse de lo que insistimos más arriba. Es una
trama articulada de prácticas emancipativas colectivas e individuales, que deben pasar a
primer plano para poder aspirar a construir un socialismo diferente del “socialismo real”
del siglo XX, un socialismo comunitario, que realmente se esté disolviendo el estado en
formas de autoorganizacion social y no política y que lo político empiece a ser
secundario y lo social, entendido como dejar las unidimensionalidades y
unilateralidades, empiece a ser dominante. Y que empiecen a ser más importantes
relativa y absolutamente las formas de autoorganización y autogobierno social, sobre
todo por encima de los supuestos “jefes” de estado, cosa de la que estamos muy lejos.
Por eso es que incluso el propio Vicepresidente de Bolivia plantea las cosas bajo la
óptica antes mencionada:
Por ello, la “modernización” del Estado a cargo de las clases nacionales-populares, en
perspectiva histórica, sólo puede realizarse como creciente disolución del Estado monopolio-
coerción (el Estado-gobierno) y una creciente expansión y democratización del Estado-
gestión y del Estado-decisión en la sociedad civil y de la sociedad civil en el Estado.
¿Acaso, en el horizonte, eso no es la producción democrática del socialismo, entendido como
radicalización y socialización de la democracia en todos los terrenos de la vida, incluyendo
la economía? (García Linera. 2010b: 16)
Es interesante ver como Álvaro García Linera plantea la creciente disolución del
estado monopolio- coherción (Estado-gobierno) y lo contrapone al Estado-gestión y
Estado-decisión en la sociedad. O veamos esta otra cita del Vicepresidente, en la que
refiriéndose a formas políticas en las que no existía ni el estado, ni las formas de la
política separada de lo social, donde lo político está totalmente subordinado y disuelto
en el mundo de lo social y no existe como “política” aparte (autonomizada) de lo social,
usa la expresión interesante de que “la propia sociedad se autodirge políticamente”.
El capitalismo separa la sociedad política –el Estado– de la sociedad civil. Pero esto no siempre
fue así en la historia. Veamos, por ejemplo, en una comunidad agraria la sociedad política no
está separada de la sociedad civil, los asuntos comunes los trata un dirigente –un mallku, que es
una autoridad rotativa– que sigue siendo un comunario, y las decisiones fundamentales se las
debate en asamblea. Siglos atrás ha habido civilizaciones donde sociedad política y
sociedad civil estaban juntas, donde la propia sociedad se autodirigía políticamente. Así
como divide la sociedad en clases sociales, el capitalismo separa la clase política, la que
toma las decisiones, del resto de la sociedad, separa a los que se encargan de la política de
los que se hacen cargo de la vida cotidiana. (García Linera. 2010A: 12)
Retomando el debate sobre los social y lo político, a nivel teórico, falta decir
claramente que la categoría englobante de la otra, en un posicionamiento emancipativo,
ente lo politico y lo social, es indudablemente lo social, porque como dice Mészáros
siguendo a Marx, lo político no puede evitar sustituir la autéentica universalidad de la
sociedad por ser parcial, limitada y unidimensional, por muy avanzada, progresista o
revolucionaria que sea tal o cual política o teoría política:
...la cuestión está, según Marx, en cuál de ambas es la categoría verdaderamente englobadora:
lo político o lo social. La política, en la forma en que está constituida, no puede evitar sustituir
la auténtica universalidad de la sociedad por su propia parcialidad, sobreponiendo sus propios
intereses a los de los individuos sociales, y arrogándose el poder de arbitrar sobre los intereses
parciales en conflicto a nombre su propia universalidad usurpada. (Mészáros. 2010. 649
La clave de esta afirmación está en que los políticos o la política se arrogan
siempre el poder de arbitrar entree los intereses parciales, que siempre están en conflicto
y es donde construyen su propia universalidad como politica, que en realidad, como
dice Mészáros, es simplemente usurpada del ámbito social o de lo social, siempre se
apela a una legitimidad social para poder arbitrar y tener el poder político de decidir.
La política y el voluntarismo alemán están, por lo tanto, casados y la irrealidad de los remedios
políticos ilusorios emana del “sustitucionalismo” inherente a la política como tal: su modus
operandi obligado que consiste en ponerse en el lugar de lo social y negarle así a lo social toda
acción remedial que no pueda estar contenida dentro de su propio marco, orientado hacia -y
perpetuador de- sí mismo. (Mészáros. 2010. 649)
En síntesis, cuando lo político prima por sobre lo social, empieza a ponerse en
lugar de lo social y a sustituirlo, o lo que deber+ia ser el producto desiciones a partir de
mecanismos sociales de autoorganización y no políticos es resuelto en términos de las
ideas de algunos políticos o “jefes” de estado. Incluso aunque fueran bien intencionados
y progresistas, este procedimiento encierra un lado de error conservador de entrada, que
es hacer primar lo político. Es lo que Mészáros llama “sustitucionismo” inherente a la
política como tal.
No es un defecto de tal o cual política, sino que son los límites de las
contradicciones irresolubles entre lo político y lo social. Esta reflexión es sumamente
importante porque lo que se necesita con suma urgencia hoy es que desde el estado y
desde la sociedad empiece a primar la deliberación social colectiva y el intelecto
colectivo cada vez con más fuerza, y parece que es más bien lo que se va apagando o
atenuando en estos ciclos estatales en los que nos movemos en algunos paises de
Latinoamerica. Es indudable que existen muchos motivos, tanto por responsabilidad de
las colectividades sociales como de los funcionarios del estado, de por qué esto no pasa
o pasa cada vez menos, que es importante discutir, pero si no se entiende este punto de
partida damos vueltas a explicaciones demasiado parciales y limitadas, o sólo nos
detenemos en la búsqueda de culpables para crucificarlos, que también es muy limitado.
Si no se subsana esta paradoja será muy díficil seguir caminando hacia un socialismo
comunitario, que nos acerque a un verdadero proceso de emancipación social general.
4. Bases y Fundamento de la construcción del socialismo comunitario
4.1 Marx y la conciencia comunal del intercambio metabólico con la naturaleza
Las próximas citas de Marx nos mostrarán cómo está pensando Marx la relación del
comunario básicamente con la tierra, como forma de manifestación de lo profundamente
interesante de este vínculo del trabajo vivo con las condiciones del trabajo. Éste será el
punto de partida para plantear a fines de la década de 1870 sus famosas propuestas de
ver a las comunidades rurales como fundamento de la construcción del socialismo.
...el individuo resulta en ellas desprovisto in fact de propiedad -i.e el comportamiento del
individuo con las condiciones naturales del trabajo y de la reproducción como con
[condiciones] que le pertenecen, objetivas, [que son para él] cuerpo de su subjetividad
preexistente como naturaleza inorgánica. (Marx. 1953, 1982: 435)
El decir que el comportamiento del que vive bajo formas comunitarias con la
tierra es “el cuerpo de su subjetividad preexistente como naturaleza inorgánica”, esta
propuesta es aproximarse a lo que en las culturas andinas se denomina pachamama. Por
si se presentan dudas o si se cree que estamos exagerando, veamos la próxima cita:
La tierra en sí -y no importa qué dificultades ofrezca para su laboreo, para su apropiación real-
no ofrece obstáculos para comportarse con ella como con la naturaleza inorgánica del
individuo vivo, como con su taller, como con el medio de trabajo, objeto de trabajo y medio de
vida del sujeto. (Marx. 1953, 1982: 436)
La tierra es vista por el comunario en la percepción de Marx como “naturaleza
inorgánica del individuo vivo”. El debate sobre la importancia de estos postulados bajo
cualquier discurso actual debe ser seriamente tomado en cuenta, pero sobre la base del
debate de cómo avanzamos hacia formas más profundas de autogobierno social y
formas de autodeterminación y no como una tercera alternativa diferente y distanciada
tanto del socialismo como del capitalismo.
La cuestión es propiamente la siguiente: en todas estas formas en las que la propiedad de la
tierra y la agricultura constituyen la base del orden económico y, por consiguiente, el objetivo
económico es la producción de valores de uso, la reproducción del individuo en aquellas
relaciones determinadas con su comunidad en las que él constituye la base de ésta, [en todas
estas formas] hay: 1) apropiación de la condición natural del trabajo -de la tierra como
instrumento originario de trabajo y a la vez como laboratorium, como reservorio de materias
primas- no a través del trabajo, sino como supuesto del trabajo. El individuo se comporta con
las condiciones objetivas del trabajo simplemente como con algo suyo, se comporta con ellas
tratándolas como naturaleza inorgánica de su subjetividad, en la cual ésta se realiza a sí
misma; la principal condición objetiva del trabajo no se presenta como producto del trabajo,
sino que se hace presente como naturaleza; por un lado [se da] el individuo viviente, por el
otro, la tierra como condición objetiva de la reproducción de éste; 2) pero este comportamiento
con el suelo, con la tierra, [tratándolo] como propiedad del individuo que trabaja -el cual, en
consecuencia, ya desde un principio no aparece, en esta abstracción, como mero individuo que
trabaja, sino que tiene en la propiedad de la tierra un modo objetivo de existencia, que
constituye un supuesto de su actividad, tal como su piel, sus órganos de los sentidos, a los que
sin duda también reproduce en el proceso vital, y los desarrolla, etc. (Marx. 1953, 1982: 444 -
445)
En está–a la tierra y las herramientas del trabajo- como “naturaleza inorgánica
de su subjetividad”. Ésta es, insistimos, una visión muy parecida a la noción de
Pachamama, en la lectura aguda y crítica de un alemán de mediados de 1800.
...es la relación preburguesa del individuo con las condiciones objetivas del trabajo y, sobre
todo, con las -condiciones objetivas del trabajo- naturales, pues en tanto el sujeto que trabaja
[es] individuo natural, existencia natural, esta primera condición objetiva de su trabajo aparece
como naturaleza, como tierra, como su cuerpo inorgánico; él mismo no es sólo cuerpo orgánico
sino también esta naturaleza inorgánica en tanto sujeto. (Marx. 1953, 1982: 448)
O esta otra cita que nos plantea claramente que el que vive en relaciones
comunitarias vive a la tierra como su propio cuerpo inorgánico, y que él mismo no es
más que esta naturaleza inorgánica en tanto sujeto. Este planteamiento es muy parecido
a la famosa frase, “el hombre es tierra que piensa”. De ahi que se anime a sacar ciertas
conclusiones:
Nunca encontraremos entre los antiguos una investigación acerca de cuál forma de la
propiedad de la tierra, etc., es la más productiva, crea la mayor riqueza. La riqueza no aparece
como objetivo de la producción (...). La investigación versa siempre acerca de cuál modo de
propiedad crea los mejores ciudadanos. La riqueza sólo aparece como fin en sí mismo entre los
pocos pueblos comerciantes -monopolistas del carrying trade [comercio itinerante, que implica
transporte de bienes]- que viven en los poros del mundo antiguo, tal como los judíos en la
sociedad medieval. La riqueza es aquí por un lado, cosa, algo realizado en cosas, en productos
materiales, a los cuales se contrapone el hombre como sujeto; por otra parte, como valor, es
mero control sobre trabajo ajeno. (...) Por eso, la concepción antigua según la cual el
hombre, cualquiera que sea la limitada determinación nacional, religiosa o política en que
se presente, aparece siempre, igualmente, como objetivo de la producción, aparece muy
excelsa frente al mundo moderno donde la producción aparece como objetivo del hombre
y la riqueza como objetivo de la producción. (Marx. 1953, 1982: 447)
No es ninguna exageracion decir que lo que Marx está explorando e
investigando es el concepto mismo de Pachamama, ya que sólo los “marxistas” racistas
y adoradores del capitalismo subestiman la importancia de esta base fundamental de la
construcción del socialismo comunitario en Bolivia; si no veamos la siguiente cita:
...las condiciones originarias de la producción aparecen como presupuestos naturales, como
condiciones naturales de existencia del productor, exactamente igual que su cuerpo viviente, el
cual, por más que él lo reproduzca y desarrolle, originariamente no es puesto por él mismo sino
que aparece como el presupuesto de sí mismo; su propia existencia (corporal) es un supuesto
natural, que él no ha puesto. Estas condiciones naturales de existencia, con respecto a las cuales
él se comporta como con un cuerpo inorgánico que le pertenece, son ellas mismas dobles: 1) de
naturaleza subjetiva, 2) de naturaleza objetiva. El productor preexiste como miembro de una
familia, de una tribu en el sentido romano, etc., que luego a través de la mezcla y de lo
oposición con otras toma una configuración históricamente diversa, y como tal miembro se
relaciona con una naturaleza determinada (digamos aquí todavía tierra, suelo), como con la
existencia inorgánica de sí mismo. (Marx. 1953, 1982: 450)
Las condiciones de producción, o sea, básicamente la tierra, aparecen como
condiciones naturales de existencia del productor, exactamente igual que su cuerpo
viviente, que aparece como su propia existencia corporal. Se relaciona con la tierra
como con la existencia inorgánica de sí mismo. Ésta es una altisima conciencia -
resultado de relaciones comunitarias- de la relación de intercambio metabólico con la
llamada naturaleza, ya que en el fondo nosotros somos nada más que su prolongacion.
El ser humano, en las condiciones comunitarias es, como dice Marx, “naturaleza en
tanto sujeto”. Esta vuelta a formas de propiedad comunitaria es el eje central sobre el
cual Marx planteará la importancia de las formas comunitarias rurales para luchar por
superar el orden del capital, en la perspectiva que hoy es fundamental retomar para la
lucha por el socialismo comunitario en Bolivia, que los míopes modernizantes no
entienden.
Propiedad no significa entonces, originariamente, sino el comportamiento del
hombre con sus condiciones naturales de producción como con las condiciones
pertenecientes a él, suyas, presupuestas junto con su propia existencia; comportamiento
con ellas como con presupuestos naturales de sí mismo que, por así decirlo, sólo
constituyen la prolongación de su cuerpo. No se trata propiamente de un
comportamiento respecto a sus condicones de producción, sino que él existe
doblemente: tanto subjetivamente en cuanto él mismo, como objetivamente en estas
condiciones inorgánicas naturales de su existencia. (Marx. 1953, 1982: 452)
En la última cita -arriba expuesta- Marx insiste en que la tierra se constituye en
el supuesto natural de sí mismo, que sólo constituye la prolongación de su cuerpo; la
tierra sólo como prolongacion de su cuerpo, es la contraparte de que la tierra existe en
tanto tierra y subjetivamente en tanto comunario antes planteado.
Esta valoración de las formas comunitarias como excelsas y superiores en ciertos
aspectos frente al capitalismo no ha sido ni leida ni comprendida en Bolivia, donde
reviste una enorme importancia, en especial para los que se reclaman marxistas. Esta
crítica de las lógicas y dinámicas del capital son en parte también resultado de su
comparación con lo que tiene de más avanzado y satisfactorio el mundo comunitario.
Por eso, el infantil mundo antiguo aparece, por un lado, como superior. Por otro lado, lo es en
todo aquello en que se busque configuración cerrada, forma y limitación dada. Es satisfacción
desde un punto de vista limitado, mientras que el [mundo] moderno deja insatisfecho o allí
donde aparece satisfecho consigo mismo es vulgar. (Marx. 1953, 1982: 448)
Entonces Marx plantea claramente que es superior el mundo antiguo (formas
comunales) frente a las formas modernas del capital que “deja insatisfecho o allí donde
aparece satisfecho consigo mismo es vulgar”, aunque muestra las limitaciones locales
de las formas comunitarias de propiedad y producción. Estas valoraciones de lo
comunitario no son meramente un recurso retórico para criticar al capital, sino que está
descubriendo poco a poco la posibilidad de un potencial sujeto revolucionario, el
“productor directo”, es decir campesinos y comunarios que luchan por liberarse de la
subsunción formal -de ellos en tanto productores directos- del capital.
Lo que necesita explicación, o es resultado de un proceso histórico, no es la unidad del hombre
viviente y actuante, [por un lado,] con las condiciones inorgánicas, naturales, de su
metabolismo con la naturaleza, [por el otro,] y, por lo tanto, su apropiación de la naturaleza,
sino la separación entre estas condiciones inorgánicas de la existencia humana y esta
existencia activa, una separación que por primera vez es puesta plenamente en la relación entre
trabajo asalariado y capital. (Marx. 1953, 1982: 449)
Lo que hace al “mundo antiguo” superior frente a las relaciones del capital es la
unidad de la existencia humana con las condiciones de reproducción de sí misma, lo que
después llamara el productor directo (campesino o comunario). En el capitalismo se da
la separación entre las condiciones inorgánicas de la existencia humana y el ser
humano; de hecho la revolución la va a plantear en términos de volver a restituir esta
unidad perdida en las relaciones del capital.
Por eso es que nos sorprende con la última cita, donde nos plantea que en las
formas comunales la comunidad misma se presenta como la primera gran fuerza
productiva, superando no sólo las interpretaciones economicistas de Marx, sino que nos
da herramientas fundamentales para pensar los fundamentos de un socialismo
comunitario en países de persistencia de las formas comunitarias, verlas como una
ventaja y potencialidad y no como “rémoras” del pasado que debamos superar para
“modernizarnos”.
Como primera gran fuerza productiva se presenta la comunidad misma; según el tipo
particular de condiciones de producción (p. ej. ganadería, agricultura) se desarrollan modos de
producción particulares y fuerzas productivas particualres, tanto subjetivas, que aparecen en
cuanto propiedades de los individuos, como objetivas. (Marx. 1953, 1982: 456)
Pasemos ahora a analizar las consecuencias sociales y políticas de los
planteamientos que acabamos de analizar, que surgirán posteriormente, a fines de la
década de 1870.
4.2. La lucha por el socialismo en países de persistencia de formas comunales
agrarias
Al final de su vida Marx empezó a analizar a fondo la importancia de las formas
comunitarias, sobre todo la realidad de la comunidad rusa. Y como respuesta a una
famosa pregunta de una militante rusa va desarrolando su propuesta:
Respondo: porque en Rusia, gracias a una excepcional combinación de circunstancias, la
comuna rural, establecida todavía en escala nacional, puede irse desprendiendo de sus
caracteres primitivos y desarrollando directamente como elemento de la producción colectiva
en escala nacional. Es precisamente gracias a la contemporaneidad de la producción capitalista
como puede apropiarse todas sus adquisiciones positivas y sin pasar por sus peripecias
[terribles] espantosas. Rusia no vive aislada del mundo moderno; y tampoco es presa de un
conquistador extranjero como en la Indias orientales. (Marx. 1980: 32)
La comuna rural, desprendiéndose de algunas características que denomina
“primitivas”, puede ser el elemento central de desarrollo de la producción colectiva en
escala nacional, bajo una forma de socialismo específicamente comunitario. Si se
incorporan las adquisiciones de la era del capital, la comuna rural puede ser la forma
fundamental para comunitarizar el agro y base de la comunitarización general, sin pasar
por la generalización absoluta del capitalismo. Estas aseveraciones sorprenden,
sobretodo a marxistas envilecidos por los manuales y que Marx los llamaría adoradores
del capitalismo, que a la fuerza quieren convertir su concepción de lo que pasó en el
centro norte de Europa en una visión teleológica de la historia. Veamos:
A todo trance quiere convertir mi esbozo histórico sobre los orígenes del capitalismo en la
Europa occidental en una teoría filosófica-histórica sobre la trayectoria general a que se hallan
sometidos fatalmente todos los pueblos, cualesquiera que sean las circunstancias
históricas que en ellos concurran, para plasmarse por fin en aquella formación económica
que, a la par que el mayor impulso de las fuerzas productivas, del trabajo social, asegura el
desarrollo del hombre en todos y cada uno de sus aspectos. (Esto es hacerme demasiado
honor y, al mismo tiempo, demasiado escarnio). (Marx. 1980: 65)
Es por esto que Marx insiste en que no existe una fatalidad histórica que haga
que la comuna rural tenga que destruirse y mucho menos que lo hagamos a nombre de
construir el socialismo, como el capitalismo de estado soviético lo comprendió y
practicó.
...si todos esos gastos hubieran servido para el desarrollo ulterior de la comuna rural, a nadie se
le ocurriría hoy soñar con la “fatalidad histórica” del aniquilamiento de la comuna: todo el
mundo reconocería en ella el elemento de la regeneración de la sociedad rusa y un elemento de
superioridad sobre los países todavía subyugados por el régimen capitalista. (Marx. 1980: 32)
En la cita anterior plantea, como es de esperar después de analizar su apreciación
de las formas comunales en 1857, que la comuna rural tiene un elemento de
superioridad sobre los países que están bajo el régimen del capital y que podría
convertirse en el elemento de regeneración de la sociedad rusa.
...la vuelta de las sociedades modernas al tipo “arcaico” de la propiedad común, forma donde -
como dice un autor norteamericano [Lewis Morgan], nada sospechoso de tendencias
revolucionarias, apoyado en sus trabajos por el gobierno de Washington- [“el plan superior”]
“el sistema nuevo” al que tiende la sociedad moderna “será un renacimiento (a revival) en una
forma superior (in a superior form) de un tipo social arcaico”. Luego no hay que asustarse
demasiado de la palabra “arcaico”. (Marx. 1980: 33)
En la cita que tenemos arriba, incluso dice claramente que la vuelta de las
sociedades modernas al “tipo arcaico” de la propiedad común es el sistema al que tiende
la sociedad moderna, volviendo al menos en algunos aspectos centrales la comuna rural
el modelo al que tiende la sociedad capitalista para superar sus desgarramientos y
contradicciones de clase y las fomas de explotación. O sea que no sólo Marx ve una
potencialidad y una ventaja en las formas comunales (comunas ancestrales o comunas
rurales), sino que incluso las convierte en el modelo al cual tienden “en un nivel
superior” las sociedades dominadas por el capital. Si no veamos la siguiente cita, en la
que después de una larga explicación de cómo la comuna puede ser base del socialismo
sin someterse al “modus operandi” del capitalismo, los países capitalistas pueden acabar
eliminando la propiedad privada y las relaciones capitalistas y por lo tanto encaminarse:
...[al] retorno de las sociedades modernas a una forma superior de un tipo “arcaico” de la
propiedad y la producción colectivas. (Marx. 1980: 38-39)
Por si queda alguna duda, la anterior cita nos plantea claramente esta idea de
convertir -al menos en los aspectos esenciales- a las formas comunales en modelo
básico al que tienden las sociedades modernas; es indudable que deberán superar su
localismo y bajo nivel de desarrollo tecnológico con las adquisiciones de la época del
capital. Esto es lo que pasa a explicar seguidamente:
Está pues, en condiciones de incorporarse las adquisiciones positivas logradas por el sistema
capitalista sin pasar por sus horcas caudinas. Puede ir suplantando gradualmente a la agricultura
parcelaria por la gran agricultura con ayuda de máquinas a que incita la configuración física de
la tierra rusa. Entonces puede llegar a ser punto de partida directo del sistema económico a que
tiende la sociedad moderna y cambiar de existencia sin empezar por suicidarse. (Marx. 1980:
39)
Insiste una vez más en que la comuna puede ser el elemento regenerador de la
sociedad rusa y base para construir el socialismo sin pasar por la generalización
absoluta del capitalismo. Cosa que sistemáticamente han negado los modernizadores,
incluidos los marxistas de manual y envilecidos que han primado los últimos 50 años.
Veamos la misma idea planteada desde otro ángulo:
La mejor prueba de que este desarrollo de la “comuna rural” responde a la corriente histórica de
nuestra época es la fatal crisis padecida por la producción capitalista en los países europeos y
americanos, donde mayor vuelo tomó, crisis que acabará por acarrear su eliminación y
propiciará el retorno de la sociedad moderna a una forma superior del tipo más arcaico: la
producción y la apropiación colectivas. (Marx. 1980: 41)
Vuelve a insistir en que las crisis del los países capitalistas pueden encaminarse
al retorno de la sociedad moderna a una forma superior del tipo arcaico. Las formas de
producción y apropiación colectivas. Insistimos en que incluso las formas comunitarias
son vistas como forma específica, como modelo para proyectar un tipo de socialismo
que podríamos denominar comunitario.
Hablando en teoría, la “comuna rural” rusa puede, pues, conservar la tierra – desarrollando su
base, la propiedad común de la tierra, y eliminando de ella el principio de propiedad privada,
que también implica; puede convertirse en punto de partida directo del sistema económico al
que tiende la sociedad moderna; puede cambiar de existencia sin empezar por suicidarse; puede
apoderarse de los frutos con que la producción capitalista ha enriquecido a la humanidad sin
pasar por el régimen capitalista, régimen que, considerando exclusivamente desde el punto de
vista de su posible duración, apenas tiene importancia en la vida de la sociedad. (Marx. 1980:
40)
Aquí tenemos otra cita todavía más clara, en la que insiste en que la comuna puede ser
el punto de partida directo -incluso- del sistema económico al que tiende la sociedad
capitalista. Y puede cambiar de existencia bajo la forma de socialismo sin tener que ser
disuelta, ni destruida. Y vuelve a insistir una vez más en que la comuna rural puede ser
la base sobre la cual construir socialismo sin pasar por el capitalismo.
Si la revolución se efectúa en el momento oportuno, si concretara todas sus fuerzas (si la parte
inteligente de la sociedad rusa) (si la inteligencia rusa concentra todas las fuerzas vivas del
país), en asegurar el libre desenvolvimiento de la comuna rural, ésta se revelará pronto un
elemento regenerador de la sociedad rusa y un elemento de superioridad sobre los países
subyugados por el régimen capitalista. (Marx. 1980: 45)
En la discusión actual en Bolivia -como se ve- es central asegurar hoy el libre
desenvolvimiento de las formas comunales que mostrarán el lado de superioridad sobre
los paises capitalistas. El gran dilema es ¿estamos realmente potenciando las formas
comunitarias, o nos estamos encaminando hacia la construcción de un tipo de desarrollo
de un capitalismo de estado periférico?
...si Rusia sigue marchando por el camino que viene recorriendo desde 1861, desperdiciará la
más hermosa ocasión que la historia ha ofrecido jamás a un pueblo para esquivar todas las
fatales vicisitudes del régimen capitalista. (Marx. 1980: 63)
En esta cita tan interesante, Marx en perspectiva histórica nos muestra la
posibilidad de esquivar las fatales vicisitudes del capitalismo. ¿No es acaso ésta una
interesante base para poder discutir la forma de construir el socialismo comunitario?
Pero tenemos que hacerlo a un nivel más práctico, construyendo y reconstruyendo las
formas de producción y propiedad comunitarias con igual -o más- importancia que la
priorización de las preocupaciones industrialistas modernas
En Bolivia debemos meditar seria y rápidamente cómo potenciar y reconstruir
las formas comunitarias de propiedad y producción para potenciar los gérmenes de un
posible socialismo comunitario. El gran problema es que ni siquiera se entiende bien la
importancia y las formas prácticas de llevar adelante este potenciamiento; este dilema lo
vivimos tanto en las estructuras del estado, como en el nivel de comprensión de algunas
organizaciones y movimientos sociales. Pasemos con todo lo debatido al último punto,
la situación concreta en la que nos encotramos en la lucha por un socialismo
comunitario.
4.3 La transición hacia una posible transición socialista
Empecemos recordando que vivimos, desde la promulgación de la nueva constitución
en febrero del 2009, un período de transición, incluso el propio vicepresidente ha
planteado que la constitución que tenemos “es una constitución de transición que ha
tenido que flexibilizar cosas” (García Linera: 2008: 31) y por lo tanto el horizonte de
construcción del estado plurinacional que todavía está en germen también es el de un
horizonte de transición.
Por todo lo expuesto a lo largo del artículo, está claro que sólo si se logra
construir el estado plurinacional y si éste es la fuente de potenciamiento de un nuevo
ciclo de luchas colectivas, que nos permitan ir hacia formas más profundas de
autodeterminación social, es que podríamos ingresar a un periodo de transición al
socialismo; pero por sí mismo el proceso actual no es una transición hacia el socialismo,
hace falta un nuevo salto cualitativo hacia formas más profundas de autogobierno social
y de disolución de las relaciones sociales y las formas de propiedad del capital. Pero
para empezar veamos como plantea García Linera la cuestión en tres cortas citas:
Cuando hablamos de socialismo, hablamos de algo distinto, podemos llamarle comunitarismo o
buen vivir, pero en el fondo estamos hablando de algo distinto de la sociedad capitalista que
genera tanta pobreza, desigualdad, muerte y destrucción de la naturaleza. (García Linera. 2010a:
8)
El socialismo comunitario será la comunidad agraria a nivel planetario, tenemos la semilla
comunitaria que crecerá y dará frutos poderosos para Bolivia y para el mundo. (García Linera.
2010a: 17)
El socialismo comunitario es la expansión de nuestra comunidad agraria con sus formas de
vida privada y comunitaria, trabajo en común, usufructo individual, asociatividad, revocatoria,
universalizado en condiciones superiores. (García Linera. 2010a: 14)
En las citas arriba mostradas vemos cómo plantea García Linera la formulación
general del socialismo comunitario, como lucha contra las formas del capital, como
expansión de las lógicas de la comunidad agraria, etc. Cuando García Linera plantea la
cuestión del socialismo está claro que debemos ir mas allá del capitalismo, pero la
pregunta es ¿cómo?, ¿de que manera? Y si la construcción del estado plurinacional (que
Álvaro García denomina estado integral) por sí mismo nos asegura el tránsito al
socialismo, García Linera parecería plantear que si. Veamos la siguiente cita:
El Estado integral es el puente entre capitalismo y socialismo, que pueden durar años, décadas o
siglos. (García Linera. 2010: 18)
Si tomamos en serio todo lo dicho en el presente artículo, más bien el estado
plurinacional o estado integral, con todo lo progresivo e interesante, sólo sería un lejano
punto de partida -incluso que hoy sólo está en germen- que requiere de un nuevo
impulso y un nuevo salto cualitativo. Parecería que por sí misma la construcción de lo
que García Linera llama estado integral sólo sería el requisito y el preámbulo de un
nuevo y más vigoroso proceso de luchas colectivas, autogestionarias y de autogobierno
social, de lo contrario en una posición auténticamente emancipativa parecería muy
difícil el tránsito hacia el socialismo, ya que incluso el llamado estado integral debería
ser disuelto bajo formas de autogobierno social y esto requeriría de profundos
trastocamientos del conjunto del orden social y político. Queda planteado el debate de la
importancia histórica y del horizonte en el que se mueve el llamado estado integral.
En lo político, en el socialismo comunitario, la sociedad política y la sociedad civil vuelven a
fundirse gradualmente; esto quiere decir que un comunario, un joven, un estudiante, un
campesino o un empresario se hacen partícipes directos de la toma de decisiones, sin necesidad
de especializarse para ello; es la sociedad civil la que por sí misma toma decisiones mediante
sus asambleas, congresos y cabildos, desaparece la clase política especializada y todos nos
volvemos políticos, tomamos decisiones todo el tiempo. (García Linera. 2010a: 16)
Debemos decir retomando la cita, que en la propuesta de García Linera existe un
esfuerzo por plantear una posición emancipativa, ya que el socialismo comunitario debe
volver a fusionar la “sociedad política” y “la sociedad civil”, aunque, más que “todos
volvernos políticos” mas bien, todos dejaríamos de ser políticos, que es una cosa
totalmente diferente, sobre todo si tomamos en cuenta las reflexiones y propuestas de
Marx, retomada por Mészarós, que se plantearon líneas arriba. En la siguiente cita
vemos como está definiendo García Linera la importancia de luchar para que no surja
una nueva elite que burocratice la toma de desiciones:
Ésa es la garantía de que no surja una elite que burocratice la toma de decisiones. A futuro, la
garantía del socialismo comunitario radica en la democratización y comunitarización del
Estado, de la toma de decisiones y del gobierno. (García Linera. 2010a: 17)
Aquí es donde debemos decir que estamos de acuerdo con Álvaro García con
respecto al problema de la burocratización en general, pero de este planteamiento se
desprende la idea de que si aseguramos el impedir la burocratización ya esto –casi
solamente- es garantía de la construcción del socialismo comunitario. Lo que no parece
ser así. La gran pregunta es, ¿hemos desmoronado lo suficiente el estado liberal colonial
y las relaciones del capital y la colonialidad?, la respuesta parece ser que
definitivamente no. Y sólo con medidas desde el estado, por muy bien intencionadas
que sean no se logrará realizar el salto cualitativo que todavía se requiere dar hacia
formas de autogobierno social y de deconstrucción de las relaciones sociales y de
propiedad del capital.
Entonces este periodo de transición debe retomar, como todo proceso
constituyente, un nuevo ciclo de luchas colectivas autónomas, aunque el gobierno puede
jugar un papel de soporte de las colectividades autoorganizadas para profundizar el
proceso de autorepresentación social, que lleve mas allá el desmontaje de las relaciones
sociales del capital, las formas de propiedad del capital, las relaciones coloniales y la
forma estado.
En varias de las cita vemos con claridad que para el Vicepresidente la
construcción de lo que él denomina estado integral es condición necesaria y suficiente
para transitar hacia el socialismo. Como hipótesis de trabajo planteamos que si bien es
condición necesaria, no es todavía suficiente para transitar al socialismo.
Insistimos en que tal vez sea condición necesaria si realmente el germen de
estado plurinacional que hoy existe logra constituirse en formas sociales –aunque sea
mínimas- de restitución al cuerpo social de lo usurpado por el estado, que sólo se puede
lograr si desmoronamos todavía más las relaciones del capital y la colonialidad; ésta es
todavía una lucha en marcha. Pero de ninguna manera el llamado etado integral parece
ser condición suficiente para la marcha hacia el socialismo.
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En: Revista Willka. No 1, El Alto: Edición CADES.
Panel II Repensar la economía
EL DESAFÍO ECONÓMICO
José Luis Coraggio
1. Introducción
Los problemas económicos que enfrentamos en esta transición hacia una economía
global son muchos. Y se distribuyen de manera desigual en el mundo. Pero los
problemas parciales constituyen una problemática económica que requiere también
aproximaciones globales. Las problemáticas son elaboradas en conjunto con sistemas de
pensamiento, en este caso, sobre “lo económico”. Un aspecto de la globalización es que,
como señalan Hinkelamert y Mora, una cosa es la globalidad y otra las estrategias
políticas de globalización. La que hoy es hegemónica es la neoliberal, que se alimenta
del sentido común no sólo de las gentes sino de los científicos, políticos, ideólogos y los
comunicadores. Esa estrategia de globalización tiene como sentido la formación
definitiva del mercado mundial, que implica no sólo internacionalizar la producción y
apropiación de la riqueza material, el intercambio y los modos de consumo, sino
alcanzar la máxima libertad de movimiento del capital, mientras los estados nacionales
pretenden mantener a las poblaciones localizadas en su ámbito territorial, lo que no
impide sino que facilita la máxima explotación del trabajo a escala global.
Visto desde el interés de los pueblos y, finalmente, de la humanidad, es fundamental
actuar contra esa hegemonía, para poder abrir otras visiones orientadoras del accionar
económico, desde las políticas de los organismos internacionales hasta las acciones de
las comunidades locales a través del mundo, pasando por los movimientos sociales,
tradicionales o nuevos. Un elemento de esto es disputar el concepto mismo de qué
entendemos por economía y otro es la disputa por la agenda de los gobiernos y actores
colectivos, posible base de un sujeto de la construcción de otra economía.
En este trabajo vamos a limitarnos a presentar muy esquemáticamente dos opciones
contrapuestas de comprensión de lo económico y a puntear algunos de los desafíos para
una y otra concepción.
2. Qué es lo económico?
a. La definición neoliberal de la economía.
Para el “pensamiento único”, toda economía racional es una economía de
mercado. El mercado sería la única institución capaz de pautar y coordinar -
mediante la ley de la oferta y la demanda y la fuerza de la competencia- las
múltiples acciones de los agentes individuales que participan en los procesos
económicos, asegurando que cada uno de ellos es motivado a adoptar
comportamientos racionales, en lo que se basaríala racionalidad del sistema
económico mismo. Ser racional es ser utilitarista (todo es valorado desde la
perspectiva de la utilidad directa o indirecta que genera al actor), egocéntrico-
egoísta-individualista (nada más lejano de la solidaridad y el reconocimiento del
otro como sujeto; los demás son, a lo sumo, un factor económico más, o los
portadores del dinero que resume la riqueza a alcanzar), calculadores, deseantes
insatisfechos (maximizan resultados o minimizan costos antes que conformarse
con lo obtenido). La mano invisible (nadie planifica el conjunto de la economía)
hace que los recursos -que serán siempre escasos dada la infinitud de los deseos-
sean asignados a las diversas actividades de manera eficiente, y distribuidos sus
resultados de modo de completar el círculo de incentivar utilitariamente los
comportamientos racionales. La riqueza queda definida como el valor de
mercado de la producción de bienes y servicios. Y su crecimiento, igualmente
ilimitado, es el principal indicador del éxito de un sistema económico particular.
Toda otra actividad, relación, identidad es considerada no económica y –al
menos en lo atinente a la economía- no racional (no se calcula ni maximiza en
las relaciones afectivas o políticas, en lo religioso, lo estético, etc.).
Para el modelo utópico propio de esta concepción el desafío es institucionalizar
de manera total el principio de mercado en aras de la racionalidad. Las
solidaridades (sindicatos, criterios de justicia en la distribución, prioridad de
relaciones de afinidad por sobre las propias de un contrato libremente acordado
entre partes autónomas) que interfieren en la en la economía son vistas como un
factor distorsionante que impide el buen funcionamiento del mercado. La
intervención del estado debe limitarse a asegurar las condiciones generales para
que la economía de mercado funcione (cumplir el papel de crear y sostener el
sistema de mercado, sistema de derecho adecuado, garantía irrestricta de la
propiedad privada, dar gobernabilidad al sistema en su conjunto, etc.). Se trata
de reformar los sistemas institucionales decantados por la historia de modo que
todas las instituciones se deriven o coadyuven al buen funcionamiento del
mercado. El resultado buscado es lograr el crecimiento sostenido, la
acumulación sin límites de riqueza (obviamente privada), perfeccionar la
eficiencia sistémica y su correlato individual. La racionalidad económica debe
ser extendida a las áreas de la vida social que todavía está sujetas a otras
racionalidades. En otros términos, la vida debe ser mercantilizada, y eso es
ineluctable, pues la racionalidad del mercado es una verdad universal a la cual
tienen todas las economías. Logrado esto, la historia habrá llegado a su fin.
b. La concepción sustantiva de la economía
En términos muy generales:
Desde que hay sistemas económicos complejos, particularmente los modernos,
el desafío económico ha sido cómo organizar los procesos de producción,
distribución, circulación y consumo de la riqueza de modo de asegurar el
sustento de todos los individuos, comunidades, grupos de cada sociedad. La
definición de “sustento” (necesidades y deseos considerados indispensables
para una vida digna en sociedad) varia cultural e históricamente, de la misma
manera que los modos de organizar esos procesos a escala societal,
resumidamente, los modos de producción y reproducción material de la
sociedad. En la institucionalización del proceso económico se articular virtuosa
o conflictivamente diversas racionalidades y principios de organización social
del proceso económico. Así, el principio de mercado es un caso especial del
principio de intercambio, más ampliamente representado por el comercio que no
se debe someter a la ley de la oferta y la demanda y los precios que ésta
determina en cada situación. Otros principios presentes en toda sociedad son los
de asegurar una parte del sustento por la propia producción (oikos), de participar
en un sistema de concentración de excedentes y redistribución a fin de asegurar
la cohesión social, de participar en redes de reciprocidad, donando y así
obligando moralmente a los demás a participar en una red de intercambios no
contractuales, no individual-utilitaristas ni mucho menos crematísticos, de
coordinar las acciones de conjunto de manera colectiva, anticipando los medios
para lograr fines colectivos y previniendo mediante una acción conciente efectos
no deseados sobre la sociedad o sobre la naturaleza (planificación,
concertación). La riqueza es la masa de valores de uso, bienes y servicios útiles
para resolver directa o indirectamente las necesidades de todos (la masa de
mercancías, cuya suma constituye el PIB según la economía ortodoxa es sólo
una parte de la riqueza, e incluye la producción de bienes y servicios que solo se
explican por el objetivo de valorizar el capital, como es el caso de la industria de
la guerra) (Stiglitz)
Cada sociedad define históricamente los estándares de buena vida, la estructura
de reparto de la riqueza entre sectores, clases y múltiples formas de agrupación
de sus miembros. En esto inciden las tradiciones, la diversidad de patrones
culturales, los proyectos de autoorganización y desarrollo y los resultados de las
luchas sociales y políticas que pueden darse entre proyectos contrapuestos,. Y se
da en el marco de unas posibilidades de acceso a las condiciones y medios de
producción y de capacidad tecnológica, con mayor o menor conceptualización y
autoconciencia como totalidad social. Define también los criterios por los cuales
los diversos actores sociales deben contribuir a la economía y adquieren
derechos a acceder a recursos productivos y a una parte de la riqueza producida.
Esto va acompañado de los indicadores o juicios de valoración de lo que cada
actor o grupo de actores contribuye, o del desempeño del sistema económico
como un todo. El acceso de todos a la riqueza necesaria para alcanzar una vida
digna según cada cultura establece, con diferencias que no transgredan normas
de justicia social que la sociedad ha consensuado, la participación de todos en el
sistema económico, a través de su trabajo creativo y responsable, actividad
considerada como parte fundamenta de la vida digna de todo individuo, la
seguridad para todas las personas, comunidades y grupos, una relación
armoniosa con la naturaleza, de convivencia con otros individuos, entre
comunidades y sociedades (el concepto de Buen Vivir o del Vivir Bien que ha
tomado creciente importancia en América Latina a partir del reconocimiento y
valoración de lascosmovisiones de los pueblos originarios de América).
Resolver la cuestión del sustento de todos es, en sí misma, un desafío que enfrentaron
todas las sociedades. Pero entendemos que el sentido de la convocatoria a esta mesa es
otro: cuál es el desafío económico de la economía globalizada actual. Pero, como
intentaremos mostrar, qué concepción de la economía encuadre el análisis y la respuesta
incide fuertemente.
3. Dos concepciones, dos agendas económicas
a. La agenda neoliberal
El programa político neoliberal, continuación ideológico-política del instaurado por la
revolución conservadora (para mencionar algunos de sus íconos: Reagan, Thachter,
Pinochet, Videla-Menem), impertérrita a los resultados comprobados de su fracaso en
relación a sus propios objetivos particulares declarados, pero envalentonada por sus
indudables logros políticos en términos de sus objetivos estratégicos, incluye en su
agenda:13
Retomar el crecimiento económico global, evitando recesiones y depresiones.
Ese crecimiento se mide por el PIB.
Asegurar la existencia del dinero mundial, ya sea el dólar norteamericano o una
canasta de monedas que permitan los cálculos de rentabilidad del capital a escala
global.
Asegurar estabilidad sustantiva (inflación, cambios abruptos de los salarios y
otros costos) y en los contratos (“seguridad jurídica”) y políticas de los
gobiernos (tratados de libre comercio, acuerdos de la Organización Mundial de
Comercio, sistema internacional de justicia en materia económica bajo el
dominio de las Cortes norteamericanas). Esto también es requisito para sostener
la orientación de decisiones racionales, que llevarían a la maximización ya
mencionada del PIB
Continuar con las reformas “de última generación” impuestas por los
organismos internacionales de crédito, usando la palanca de la deuda externa.
o Profundizar la liberalización del mercado mundial
o Reducción del peso del estado en materia “económica” (regulación de los
mercados, medias de protección de los mercados interiores, acción
directa como proveedor de bienes y servicios) y hacer más eficiente el
gasto “social” (políticas sociales “costo-efectivas”, es decir de mínimo
costo para metas fijas, como las del Milenio) dirigido a asegurar la
gobernabilidad del sistema social
o Reformas jurídicas que aseguren seguridad al capital global
o Continuada flexibilidad del mercado de trabajo
o Tipo de cambio determinado libremente por el mercado de divisas
o Continuada mercantilización de las actividades (producción de
conocimiento, educación, salud, servicios públicos y sociales,
13
No intentamos un listado exhaustivo, sino ejemplificar para abrir futuros debates y unificar la
multiplicidad de valiosos análisis críticos que se vienen haciendo.
comunicaciones,, defensa, etc.) y diferencias (culturales, ambientales,
etc.).que pueden constituirse en negocios privados
o Sostener la privatización de la naturaleza como “tierra”, las limitaciones
a la defensa de los derechos del trabajador, el control de la emisión
monetaria por los bancos.
o Mercantilizar soluciones parciales a los problemas ambientales
o Asegurar la irresponsabilidad del capital por las consecuencias no
deseadas de su accionar (e.g. salvataje de los bancos, empresas de
seguros y fondos de inversión durante las crisis financieras)
o Control político de los organismos internacionales por los estados más
industrializados centrales para profundizar y afianzar una economía de
mercado con una mínima regulación para su sostenimiento. Limitar los
modos populistas de hacer política.
o Ya en mayor profundidad, lograr que la producción pase a tener una
rentabilidad suficiente para reducir la financiarización del capital
Esto se articula con los programas políticos de los gobiernos de los países centrales en
disputa entre si y con otros gobiernos del sistema interestatal dominado por Estados
Unidos, que abarcan otro tipo de acciones. Por ejemplo, acciones específicamente
dirigidas a garantizar la gobernabilidad política, pactos y acciones armadas para
controlar recursos naturales (petróleo, tierra, agua potable y de riego, océanos, etc.) y
monopolios sobre la innovación tecnológica.
b. La agenda de las fuerzas progresivas
A partir del Foro Social Mundial se hizo evidente que los movimientos sociales de todas
las regiones del mundo incorporan a su agenda la construcción de una economía
solidaria en el marco de una alterglobalización. Esa línea de acción puede limitarse a
multiplicar las prácticas locales y regionales de economía solidaria o devenir en un
proyecto estratégico de construcción de OTRA ECONOMIA.
En realidad ambas cosas no son opciones sino que deben converger en una unidad
dialéctica entre teoría plural y una multiplicidad de prácticas de todo orden, desde la
resistencia ante las políticas resultantes de la estrategia neoliberal de globalización hasta
las articulaciones particulares entre proyectos y reivindicaciones sectoriales o centrados
en alguna dimensión de la lucha por otro proceso de construcción de la globalidad
(lucha por los derechos humanos, por otro trabajo para todos, contra el trabajo esclavo,
en defensa de la naturaleza, de afirmación de las identidades y proyectos de los pueblos
originarios, de los campesinos, de las diversas corrientes ideológicas y políticas
contestatarias o reformistas, de fundación de reglas de comercio justo, de lucha contra el
patriarcado, contra la cultura colonial, por la tasa Tobin, etc.).
El primer punto táctico de la agenda política por otra economía es contrarrestar y resistir
a las propias del proyecto neoliberal. El segundo es contribuir a la constitución de
sujetos colectivos de la nueva economía en que las reivindicaciones parciales se
encuadren en la perspectiva de que se trata de un sistema multidimensional que tiene
escalas locales, nacionales, regionales y globales.
Yendo a ejes más específicos de reinstitucionalización de la economía, nuevamente sin
pretender agotar la lista ni establecer un orden de prioridades, enumeramos los
siguientes:
Continuar la crítica teórica y filosófica al crecimiento económico ilimitado, lo
que incluye la definición misma de riqueza y del sentido de la economía,
disputando la hegemonía del pensamiento único, desde las universidades hasta
los medios locales de comunicación. Crítica al desarrollismo modernizador
homogeneizante y articulación de los conceptos de Buen Vivir/Vivir bien con el
de buena vida, defendiendo la riqueza de la diversidad cultural de los modos de
vida y evitando caer en sistemas de predefinición de las necesidades con
pretensión totalizante. Articulación con las propuestas de decrecimiento que
vienen del Norte.
Desarrollo teórico de la economía como proceso multidimensional que,a partir
del marco positivista,requiere un enfoque transdisciplinario superador de aquel.
Articulación de las corrientes de economía ecológica, economía feminista,
economía del sistema comunitario, antropología económica, economía política,
subordinando las contribuciones válidas de la economía formal.
Afirmar el hecho de que las economías empíricas no son economías de mercado
puramente capitalistas, sino que son mixtas, combinado formas capitalistas
privadas, públicas y de la economía popular que participan en los mercados pero
también desarrollan otras formas de intercambio y coordinación.
Contrarrestar la tendencia a mercantilizar la vida, impulsando formas de
desmercantilización de la producción de bienes y servicios, y particularmente
del trabajo, el conocimiento, el dinero y la naturaleza.
Afirmación de la subordinación de la racionalidad instrumental a la racionalidad
reproductiva de la vida. Diseño de propuestas teóricas y prácticaspara establecer
los límites (políticos, culturales) a mecanismos automáticos de coordinación
(como el mercado) así como a otras formas de institucionalización alienantes
(como las burocracias estatales planificadoras).
Afirmación en la teoría y la práctica de la necesidad de articular en base a otra
jerarquización principios de organización social solidaria de lo económico:
autosuficiencia de lo básico para la vida, reciprocidad, redistribución (no sólo de
excedentes sino de medios y condiciones de la producción), comercio justo,
regulación y planificación responsable, unidad del trabajador y los medios de
producción, consumo responsable, etc. Con valores de solidaridad, comunidad,
complementariedad, cooperación, justicia, igualdad/equidad, democracia
participativa y autogestión comunitaria y asociativa, etc.
Afirmación de sistemas de incentivos basados en la responsabilidad, la
emulación y el reconocimiento social, antes que la competencia destructiva.
Revalorar y reconocer socialmente el trabajo doméstico de producción orientada
al autoconsumo que siempre realizaron en la base de las economías reales las
familias, comunidades tradicionales y asociaciones voluntarias. En la misma
línea, defender grados de autosuficiencia y la seguridad social en campos tan
esenciales para la vida como la alimentación, el agua, la energía, etc. articulando
la soberanía con la solidaridad a escala global.
Revalorar las formas no privadas de propiedad y usufructo y la responsabilidad
del estado en la producción de bienes públicos y en general la función de
redistribución solidaria.
Luchar contra las relaciones asimétricas entre las sociedades de Centro y
Periferia, resistiendo la libertad irrestricta del capital, particularmente del
financiero, defendiendo la libertad de movilidad de los trabajadores pero sin que
esto se verifique en el contexto de un mercado libre que deprime los salarios y
exacerba la competencia entre trabajadores. Impulsar el comercio justo evitando
que se mercantilice.
Diseñar y desarrollar nuevos sistemas monetarios y financieros: monedas
sociales, sistemas de crédito solidario, impulsando una necesaria estabilidad de
los valores de mercado para los pueblos antes que para el capital.
Ampliar la lucha cultural por el consumo responsable y el enfoque
transgeneracional de la relación con la naturaleza, en disputa con el
extractivismo cortoplacista y en particular el neodesarrollismo.
Desarrollar las relaciones solidarias entre campo y ciudad y entre regiones en el
marco de sistemas de división social del trabajo redefinidos concientemente.
Desarrollar sistemas tecnológicos responsables de las consecuencias de la
innovación sobre las relaciones sociales y la naturaleza. Redefinir el concepto de
eficiencia, hoy marcado por la rentabilidad del capital.
En todo esto es fundamental combinar la crítica teórica con la demostración empírica de
que otras formas de organización económica son posibles y más valiosas, porque
resuelven o abren el camino para resolver el conjunto de las necesidades y deseos
legítimos de todos. La sistematización, difusión e intercambio de las experiencias de
economía alternativa en todo el mundo es una tarea fundamental en este sentido, con
una perspectiva de heterotopía que no excluye las orientaciones por utopías sociales.
-.-.-.-.-
En resumen: la respuesta a la pregunta sobre en qué consiste “el desafío económico” no
es éticamente neutral. Depende del sentido que le demos a la economía y del proyecto
político en que nos ubiquemos:
A) el conservador y afianzador de la economía de mercado capitalista, orientada por el
crecimiento ilimitado y la acumulación de capital, con su gran proyecto de
globalización, o
B) el de resistencia y alternatividad desde la perspectiva de la inclusión de todos en los
procesos de reproducción, bajo condiciones cada vez mejores, de la vida en el planeta.
Esta segunda perspectiva se ubica en un no corto camino de lucha contrahegemónica,
que supone la pronta desestructuración del pensamiento neoliberal con pretensión de
ciencia económica, así como la más difícil reestructuración del sentido común
legitimador de la economía de mercado, con sus criterios y valores propios, lo que
requiere responder al pragmatismo predominante, sacando de la economía subterránea y
sistematizando las iniciativas de todo orden que exitosamente vienen mostrando que son
posibles y eficaces otras formas de relación económica solidaria. Se trata de avanzar en
el seno de múltiples contradicciones, desde la sociedad, como es el caso del Zapatismo,
pero también desde los gobiernos populares, de lo cual son muestra reciente Venezuela,
Ecuador y Bolivia.
Bibliografía de referencia
Amartya Sen, Joseph Stiglitz, Fittousi, Informe de la Comisión sobre la Medición del
Desarrollo Económico y del Progreso Social, 2008.
Boaventura de Sousa Santos, Producir para viver, Civilizaçao Brasileira, Rio de Janeiro,
2002.
Franz Hinkellamert y Henry Mora: Economía, sociedad y vida humana,
UNGS/ALTAMIRA, Buenos Aires, 2009.
José Luis Coraggio (Org) Qué es lo económico. Materiales para un debate necesario
contra el fatalismo, CICCUS, Buenos Aires, 2009.
José Luis Coraggio (coord), Marco conceptual y lineamientos de acción para el Instituto
de economía popular y solidaria, Ministerio de inclusión económica y social/instituto
nacional para la economía popular y solidaria (IEPS), Quito, 2009.
Karl Polanyi, “The economy as an instituted process”, en Trade and Market in the Early
Empires. Economies in HistoryTheory, New York, 1957.
Crisis y cambio
Raúl Prada Alcoreza
Umbrales y horizontes de la descolonización
Estado y sociedad
Un punto de partida debería ser ¿desde dónde pensamos, hablamos y nos referimos al
mundo, a los hechos, a los acontecimiento, a los procesos, a la relaciones, a la
estructuras y a las instituciones del mundo? Concretamente, ¿desde dónde pensamos
cuando nos referimos al Estado y a la sociedad? Nombramos el mundo desde algún
lugar, aquí no hablamos necesariamente de un lugar físico, sino desde un lugar en el
horizonte histórico cultural, un lugar en el horizonte epistemológico, un lugar desde
donde configuramos las representaciones, las significaciones, los valores, los símbolos,
los conceptos? Podemos decir incluso un lugar desde donde desarrollamos las prácticas
discursivas. Nombramos el mundo no desde un afuera sino desde adentro del mundo,
nombramos el mundo desde el lenguaje, lo que nombramos está cargado de este
lenguaje, si bien no forma parte del lenguaje, es el conjunto de referentes del lenguaje.
Hablar del Estado y sociedad es hablar desde estos sititos, desde esta geografía
imaginaria, si se puede hablar así, pero también desde la historia que crea estos
escenarios, estos espacios, estos mapas conceptuales. El mundo es mundo porque está
habitado de significados, de sentido, de valores, de símbolos, de conceptos, de
representaciones. Si, pero no hay que confundir el mundo con estos lenguajes, estos
ámbitos de sentido, estos códigos culturales, estas alegorías simbólicas, estos mapas
conceptuales, aunque esté constituido también por ellos, si bien no necesariamente de
una manera prioritaria, pues la multiplicidad de los campos y conjuntos de referentes
denotan la autonomía y la independencia de los mismos, ofrecen su resistencia y
muestran su propia complejidad. Por eso, hablar de Estado y sociedad es hacerlo desde
determinadas estructuras de categorías, desde determinadas corrientes teóricas, desde
determinados lugares del campo filosófico y del campo de las ciencias sociales. No se
trata de lugares bien definidos y claros, sino de lugares problemáticos, de lugares de
saturada discusión. Las corrientes teóricas que las ponen como unidades de análisis se
disputan su conocimiento y comprensión, podemos recorrer toda una historia en el
desarrollo y desplazamientos conceptuales en lo que respecta a la dilucidación de estas
entidades referenciales. Por eso, lo que importa ahora es saber desde donde nombramos
el Estado y la sociedad para de este modo reconocer los recortes de realidad y las
estrategias teóricas desplegadas en este acto de hablar, en esta acción conceptual. Pero,
sobre todo, saber cómo concebimos esos ámbitos de relaciones que llamamos Estado y
sociedad, para reconocer ese ámbito de relaciones, de prácticas, de normas, de leyes, de
procedimientos, de instituciones que llamamos Estado, para comprender ese ámbito de
relaciones, de prácticas, de estructuras, de organizaciones, de movimientos, de
movilizaciones, de luchas que llamamos sociedad.
¿Cuál es la relación entre Estado y sociedad? Para responder a esta pregunta debemos
situarnos en el contexto histórico de la modernidad, cuando hablamos de Estado lo
hacemos desde la perspectiva del Estado-nación, y cuando hablamos de sociedad lo
hacemos refiriéndonos a formaciones históricas atravesadas por relaciones de
producción, comercialización y consumo capitalistas. Se trata de formaciones históricas
involucradas con el mercado, con el mercado capitalista, apreciado tanto en su forma
interna como externa, mercado interno y mercado externo. Sociedades involucradas,
insertas en el mercado internacional, afectadas entonces por sus contingencias,
sociedades organizadas en respuesta y adecuación a la expansión del capitalismo, de las
lógicas del capitalismo, pero también y obviamente a la lógica de valorización del
capital. No podríamos entender estas sociedades sin comprender a su vez el desarrollo
mundial, regional y local del capitalismo, aunque este haya tenido resistencias y las
tenga todavía, aunque podamos entrever posibilidades de alternativas al capitalismo. Lo
que decimos es que el capitalismo se ha expandido por todo el mundo y ha conformado
el mundo mismo, formando una economía-mundo capitalista y conformando un
sistema-mundo capitalista14
. Desde esta perspectiva, no nos negamos evaluar y dilucidar
las singularidades, los particularismos locales, las formaciones abigarradas, sino que lo
hacemos y entendemos esta tarea posible a partir de la intengibilidad de la acumulación
originaria y ampliada del capitalismo, de sus ciclos, de sus crisis y de su ineludible
cobertura mundial. No se puede soslayar este acontecimiento de escala mundial,
eludirlo sería no entender los mismos particularismos, localismos, regionalismos y
abigarramientos, quedándonos tan solo con la expresión exacerbada de las
heterogeneidades perdidas en su propio laberinto. Hay que colocarse evidentemente en
la perspectiva del pluralismo histórico, de la diversidad y diferencia de los procesos
socioeconómicos y socioculturales, pero hay que hacerlo teniendo en cuenta la
transversal histórica de la economía-mundo capitalista. Esto nos permite situarnos en el
lugar, el espacio-tiempo históricos, desde el cuál nombramos, pero también en el cual
nos encontramos, para entender lo que hemos llegado a ser en el momento presente
(Michel Foucault).
Estado y sociedad en Bolivia
Las naciones no son otra cosa que mitos en el sentido que son
creaciones sociales, y los estados desempeñan una función
central en su construcción. El proceso de creación de una nación
incluye el establecimiento (en gran medida, una invención) de
una historia, una larga cronología y un presunto grupo de
14
Ver de Immanuel Wallerstein Análisis de sistemas-mundo. Una Introducción. México 2006, Siglo XXI.
Del mismo autor Capitalismo histórico y movimientos antisistémicos. Un análisis de sistemas-mundo.
Madrid 2004, Akal.
características definitorias (incluso cuando grandes segmentos de
la población incluida no comparten dichas características)15
.
Immanuel Wallerstein
La República de Bolívar nace de una conjunción y combinación de factores hasta
compulsivos y contradictorios. Por una parte podemos hablar de la genealogía de sus
propias guerras, es decir las guerras que atraviesan, afectan, adecuan, se instalan en los
territorios que van a circunscribirse sucesivamente en lo que va a ser el Qullasuyu, la
Audiencia de Charcas y la República de Bolivia. Estas guerras son acontecimientos que
suscitan, se producen y pasan para desaparecer, no del todo, empero quedando en la
memoria de las generaciones venideras. Podemos hablar de la guerra de conquista a
medidos del siglo XVI y de su consecuente guerra anticolonial durante los últimos años
del siglo XVIII, de la guerra en Potosí entre vicuñas y vascongados durante 1626, la
guerra de guerrilla durante el siglo XIX, acompañada de la llegada de la guerra de
independencia al Alto Perú, las incursiones de los ejércitos independentistas argentinos,
las asonadas y levantamientos durante la colonia, pero también los amotinamientos y
cambios de bando. Marie-Danielle Demélas reconoce una cultura guerrera en América,
dice que existían tres formas de combate: La utilización de los métodos de la guerra en
pequeña escala, la cultura miliciana y la experiencia de las guerras indias16
.
Después podemos hablar del desarrollo de la economía minera17
, preponderantemente
durante la colonia, particularmente en lo que tiene que ver con la irradiación del entorno
potosino durante los siglos XVII y XVIII. Este desarrollo y esta irradiación pueden
asociarse con el ciclo de la economía de la plata, directamente vinculada a los ciclos del
capitalismo genovés (siglos XV-XVII), del capitalismo holandés (siglos XVI-XVIII) y
del capitalismo británico (siglos XVIII-XX)18
. Este recorte si bien privilegia la
preponderancia de la economía minera, no obvia las otras formas de organización
económicas, particularmente las agrícolas, destinadas a comercializar con alimentos
para las poblaciones de las ciudades y los centros mineros. En este caso, sobresale la
economía de las haciendas de los valles, fuertemente vinculada al comercio con los
centros mineros, empero el mercado de alimentos y otros bienes también se extiende al
Oriente, esta es la situación que podemos apreciar en lo que respecta la vinculación
contingente de la economía de las haciendas de los llanos, de la Amozonia y el Chaco
con la economía minera. No podemos dejar de mencionar la persistente economía de las
comunidades indígenas, que forma parte de alternativas formas de reproducción,
enlazada a otros circuitos simbólicos, de reciprocidad y complementariedad. En todo
15
Immanuel Wallerstein: Análisis de sistemas-mundo. Ob. cit. Pág. 79.
16 Marie-Danielle Demélas: Nacimiento de la guerra de guerrillas. El diario de José Santos Vargas
(1914-1825). La Paz 2007, Plural. Pags. 139-140.
17Ver de Roberto Arce Alvarez Desarrollo Económico e histórico de la minería en Bolivia. La Paz 2003,
Plural.
18Giovanni Arrigí escribe: Pueden identificarse cuatro ciclos sistemáticos de acumulación, cada uno de
ellos definidos por una unidad fundamental de la agencia primaria y de la estructura de los procesos de
acumulación de capital a escala mundial: un ciclo genovés, que se extendió desde el siglo XV hasta
principios del siglo XVII; un ciclo holandés, que duró desde finales del siglo XVI hasta finales del siglo
XVIII; un ciclo británico, que abarcó la segunda mitad del siglo XVIII, todo el siglo XIX y los primeros
años del siglo XX, y un ciclo americano, que comenzó a finales del siglo XIX y que ha continuado hasta
la fase actual de expansión financiera. Madrid 1999, Akal. Pag. 19.
este espaciamiento rudimentario del mercado interno, la producción artesanal y la
incipiente producción manufacturera encuentra su sitio. Todo este panorama mercantil
no termina de dibujarse si es que no mencionamos un eje paralelo a la economía minera
que tiene que ver con los recorridos de la coca19
.
Así mismo podemos hablar de la jurisdicción de la Audiencia de Charcas y de una cierta
continuidad administrativa, tanto política como religiosa, que duró desde su pertenencia
al Virreinato del Perú hasta su pertenencia al Virreinato de La Plata, incluso
prácticamente permaneció en la geografía política de la flamante República.
El diagrama de poder colonial
¿Cómo retomar la historia, sobre todo la historia de la modernidad, desde otra
perspectiva, que no sea la de la supuesta universalidad eurocéntrica? Buscamos otra
perspectiva, la de las sociedades que fueron colonizadas. Este es un problema que ha
sido retomado por los intelectuales que se colocan en una perspectiva descolonizadora.
Habría que hacer una historia al respecto. En este decurso tenemos las investigaciones
de Anibal Qujano, quien trabaja sobre la colonialidad del poder. Podemos citar los
trabajos de Enrique Dussel, quien plantea la construcción de una mirada integral desde
las víctimas, es decir, los colonizados. En esta perspectiva también se encuentran los
trabajos de Boaventura de Sousa Santos, quien se plantea pensar desde el sur, en
contraposición con el norte hegemónico y dominante. No lejos de ellos se hallan las
formulaciones de un pensamiento propio por parte de Hugo Zemelman Merino. En
Bolivia la irrupción de un pensamiento descolonizador es abierto por Fausto Reinaga,
quien deconstruye la historia desde la perspectiva de la revolución india. Esta
problemática es retomada por Silvia Rivera Cusicanqui con sus estudios sobre los
movimientos indígenas a partir de la recuperación de la memoria larga. La lista
evidentemente puede ser másamplia, identificando corrientes, si podemos hablar así, la
corriente de los subalternos, en la que sobresalen las investigaciones de Partha
Chatterjee y de Gayatri Chakravorty Spivak, de los estudios postcoloniales, de la
filosofía de la transmodernidad, de la epistemología crítica o crítica de la epistemología,
de la sociohistoria indígena. Incluso podemos abrirnos hacia atrás y hacia adelante,
podemos rastrear las huellas de un marxismo propio cuando Carlos Mariátegui se
plantea sus tesis sobre la realidad peruana, buscando hacer inteligible la formación
económico social peruana. Del mismo modo podemos encontrar en la crítica de la
economía política periférica, en la crítica de las relaciones de poder y en los análisis de
los movimientos sociales desplegados por comuna el desarrollo de una perspectiva
descolonizadora20
. Debemos hacer entonces una arqueología de los discursos sobre
descolonización, sobre las narrativas de la colonización y colonialidad, encontrar los
sedimentos y estratificaciones de estos discursos, sus formas de actualización, su haz de
relaciones, la configuración de sus enunciados. Esta es una tarea que hemos de
emprender, empero por de pronto, vamos a situar la problemática de la colonialidad
dibujada históricamente por los ciclos del colonialismo.
Los ciclos del colonialismo
Hablamos de los ciclos del colonialismo porque consideramos que estos ciclos, de
alguna manera han seguido los ciclos del capitalismo. No son exactamente lo mismo,
19
Ver de Raúl Prada Alcoreza Fragmentos Territoriales. La Paz 1990, Mitos.
20 Colectivo vinculado a los movimientos sociales de Bolivia, durante las gestas desatadas del 2000 al
2005. Comuna ha publicado varios análisis grupales e individuales de los movimientos sociales y ensayos
teóricos políticos.
empero el colonialismo ha acompañado a la expansión y a la acumulación del
capitalismo. Concretamente la irrupción del colonialismo a escala mundial tiene
inmediatamente que ver con la acumulación originaria del capital a escala mundial y
con el nacimiento de la modernidad. Si se quiere con el nacimiento de la economía-
mundo capitalista, sugerida por Immanuel Wallerstein. El colonialismo es la forma
mundial de dominación desatada por las formas hegemónicas del capitalismo, formas
desplegadas sucesivamente durante los distintos ciclos del capitalismo. Empero las
estructuras de dominación colonial no son los mismo que las estructuras de la
acumulación capitalista, las relaciones de poder no son lo mismo que las relaciones de
produccióncapitalista, ambos ámbitos se imbrican y se complementan de una manera
morbosa. Aníbal Quijano dice:
La colonialidad es uno de los elementos constitutivos y específicos del patrón mundial
de poder capitalista. Se funda en la imposición de una clasificación racial/étnica de la
población del mundo como piedra angular de dicho patrón de poder y opera en cada
uno de los planos, ámbitos y dimensiones, materiales y subjetivas, de la existencia
social cotidiana y a escala societal21
.
Aníbal Quijano asocia culturalmente e intersubjetivamente la colonialidad con la
modernidad, se trata de un patrón de dominación que se corresponde con los modelos de
acumulación. La diferenciación entre centro y periferia establece la diferencia racial de
la explotación de la fuerza de trabajo a escala mundial, distinguiendo formas de
explotación, combinando y complementando subsunción formal y subsunción real del
trabajo al capital22
. El colonialismo y, por lo tanto, la colonización constituyen una
realidad mundial, la colonialidad, que es la forma de hegemonía cultural de la
modernidad y la forma de dominación capitalista. Aníbal Quijano dice que:
En el curso del despliegue de esas características del poder actual, se fueron
configurando las nuevas identidades societales de la colonialidad, indios, negros,
aceitunados, amarillos, blancos, mestizosy las geoculturales del colonialismo, como
América, Africa, Lejano Oriente, Cercano Oriente(ambasúltimas Asia, más tarde),
Occidente o Europa(Europa Occidental después). Y las relaciones intersubjetivas
correspondientes, en las cuales se fueron fundiendo las experiencias del colonialismo y
de la colonialidad con las necesidadesdel capitalismo, se fueron configurando como un
nuevo universo de relaciones intersubjetivas de dominación bajo hegemonía
eurocentrada. Ese específico universo es el que será después denominado como la
modernidad23
.
Comprendamos entonces la experiencia del colonialismo y colonialidad, entendiendo
por colonialismo la práctica imperial de ocupación de tierras, sometimiento de las
poblaciones, decodificación cultural, fragmentación de las sociedades, ocultamiento y
desaparición de las instituciones propias, diseminación de las lenguas autóctonas,
inscripción de la historia política de la dominación en la superficie de los cuerpos,
induciendo conductas y comportamientos de sometimiento, de domesticación, de
21
Aníbal Quijano: Colonialidad del poder y clasificación social. Journal of world-systems
research.Festschrift for Immanuel Wallerstein.Volume XI, number 2, summer/fall 2000. Pág. 342.
22 Revisar de Immanuel Wallerstein y Etienne Balivar Raza, nación y clase. Madrid 1991, Iepala.
23 Aníbal Quijano, Ob. Cit., págs. 342-343.
disciplinamiento, de control y de seguridad, sucesivamente. Comprendiendo por
colonialidad la configuración de las identidades societales y la plasmación de la
clasificación racial, conformándose entonces una realidad histórico-cultural diferencial
a escala planetaria y al interior de los países. Las identidades societales y las
clasificaciones raciales van adquirir distintas tonalidades y matices, dependiendo del
lugar y el contexto de referencia, pero lo importante de esta distinción y clasificación
estriba en las políticas de etnicidad24
y formas de gubernamentalidad25
que se van a
implementar en las sociedades poscoloniales, en los Estado-nación de la periferia de la
economía-mundo capitalista. La colonialidad también puede interpretarse como el lado
oscuro de la modernidad, así también como el lado heterogéneo de la modernidad, que
se pretende universal y basada en principios universalistas. La declaración de los
derechos humanos, pero también la experiencia vertiginosa cuando todo lo solido se
desvanece en el aire26
, cuando se disuelven las formas de comunidad precapitalistas,
cuando se diseminan los valores y las instituciones premodernas, produciéndose en este
caosmosis el átomo del individuo, que entra de lleno al tiempo de la perpetua
transformación constante. La modernidad como cultura planetaria del capitalismo
mundial. Pero ocurre que esta modernidad se expande y desarrolla acompañada por
formas violentas de dominación, formas que despojan de sus tierras a poblaciones
enteras, de sus recursos, de sus formas de vida, de su energía vital y de sus saberes,
ocupando sus territorios, yuxtaponiendo formas de socialidad a las redes de relaciones
comunitarias ya existentes, cartografiando territorios y marcando cuerpos, de tal forma
que se da lugar la colonización de los mismos, usándolos como recursos explotables,
diferenciando centro de poder y de acumulación de periferia sometida y de extracción,
racializando a las poblaciones, convirtiéndolas en objetos del ejercicio de la biopolítica.
Ahora bien, estos territorios, estos cuerpos, con sus formas comunitarias de
relacionarse, con sus formas intersubjetivas propias de comunicarse, con sus maneras de
politizar sus demandas, se convierten con el tiempo en resistencias a la modernidad y al
capitalismo, ofreciéndose como ofrenda y sacrificio, diseñando alternativas. Podríamos
denominar a la modernidad como una forma aparente y a la colonialidad como su forma
efectiva, forma aparente cultural, política y jurídica, por un lado, y forma efectiva
subordinaciones culturales, de dominaciones polimorfas que obstruyen las
democratizaciones, de ejercicios jurídicos discriminadores. Empero esta contradicción
entre la forma aparente y la forma efectiva da lugar a culturas proliferantes, actualizadas
y emergentes, a politizaciones de campos no institucionalizados, a replanteos de
derechos colectivos que atraviesan los formalismos jurídicos, a la circulación de saberes
que se oponen a la ciencia universal y a la filosofía absoluta.
Etnicidad, nación y clase
Las sociedades poscoloniales plantean varios problemas en lo que respecta a su
comprensión y elucidación, uno de estos es el que tiene que ver con la relación entre
etnia, clase y nación. Podemos complicar un poco más aún esta situación si
24
Ver de Benedict Anderson Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del
nacionalismo. México 1993, Fondo de Cultura Económica. También de Partha Chatterjee La nación en
tiempo heterogéneo. Buenos Aires 2008, Siglo XXI, Clacso.
25 Revisar de Michel Foucault Seguridad, territorio y población. Buenos Aires 2004, Fondo de Cultura
Económica.
26 Frase de Karl Marx, empero atribuida a Shakespiere.
introducimos también el tema del Estado. La distinción entre Estado y nación es
importante, así como lo es la diferencia entre etnia y clase. Aunque la formación de los
Estado-nación absorbe la nación al Estado, esto no quiere decir que la nación es lo
mismo que el Estado. La formación del Estado, si podemos hablar así, tiene que ver con
las múltiples gubernamentalidades que son articuladas en forma de agenciamientos,
engranajes, máquinas políticas que se distribuyen en forma de mapas institucionales27
.
La estatalización de las territorialidades, de los agenciamientos concretos y relaciones
de poder locales, es decir, su apropiación, desarticulación y transformación a gran
escala forma parte del proceso de conformación del Estado. La institución del Estado
pasa por la unificación de las formas de gobierno y los mecanismos de poder, termina
ejerciendo su jurisdicción a la escala de lo que va ser la nación, incorpora de modo
transversal la legislación y normativa jurídica que permite la reglamentación del
ejercicio de las prácticas institucionalizadas. Podemos hablar desde esta perspectiva de
la triangulación concomitante entre Estado, derecho y nación. Ahora bien, podemos
considerar a la nación como lo sugiere Immanuel Wallerstein, como que las naciones no
son otra cosa que mitos, en el sentido que son creaciones sociales, y los estados
desempeñan una función central en su construcción28
. Desde esta perspectiva, los
estados habrían creado las naciones, las naciones formarían parte de los procesos de
estatalización, pero en este caso se trataría de la estatalización de los imaginarios. Sin
embargo, esta comprensión de Immanuel Wallerstein supone la construcción, la
supeditación y la articulación plena de la nación al Estado. ¿No hay nación antes del
Estado? Podemos ampliar los horizontes históricos de la problemática introduciendo un
campo de posibilidades mayor, logrando así una comprensión más abierta de las formas
de identidades colectivas, por ejemplo podemos introducir el tópico de la luchas de
liberación nacional, así mismo podemos introducir en el análisis a las concepciones de
nación emergentes, por ejemplo, las relativas a los imaginarios colectivos de pueblos
indígenas. Es indispensable considerar los imaginarios colectivos de las resistencias a la
colonialdad y a la modernidad, entendidos como actos de descolonización. Desde esta
perspectiva, no se tiene en cuenta la arqueología del término nación, que en principio
alude a una relación de sangre, la nación concebida en el sentido de consanguineidad.
Desde esta otra faceta habría una construcción de imaginarios nacionales antes del
Estado, a partir de otras condiciones de posibilidad históricas, de otros espacios de
intersubjetividad. Aunque podemos circunscribir el análisis de Immanuel Wallerstein a
la crítica de la nación en los límites del espacio abierto por el Estado-nación, requerimos
de una mirada más inclusiva de las otras formas de nación, para esto solicitamos separar
la concepción de nación de la concepción de Estado, esto nos puede llevar a pensar una
forma política más allá del Estado, pensar, por ejemplo, las posibilidades alterativas del
Estado plurinacional, pensar una forma política que no necesariamente tenga que
llamarse Estado, empero comprenda la condición plurinacional. Entre estas variantes,
incluso pensar el Estado plurinacional desde una perspectiva no moderna del Estado,
como una forma política que sea instrumento de la sociedad, una forma política que se
corresponda con las sociedades autogestionarias y autodeterminantes. En este sentido,
estamos sugiriendo la hipótesis de pensar la nación como imaginario social, pero
también como ámbito de reconocimiento, como forma de difusa institución cultural que
adquiere características de contrapoder, de contracultura hegemónica y también como
27
Revisar de Michel Focault Seguridad territorio y población. México 2006. Fondo de Cultura
Económica.
28Immanuel Wallerstein: Análisis de sistemas-mundo. Ob. cit. Pág. 79.
espacio dinámico intersubjetivo descolonizador. Bajo esta consideración es
aleccionador lo que establecen el primer y el segundo artículo de la Constitución
Política del Estado de Bolivia. El primer artículo define el modelo de Estado como
unitario social de derecho plurinacional comunitario con descentralización
administrativa política y autonomías29
, en tanto que el segundo artículo plantea el
reconocimiento de la preexistencia colonial de las naciones y pueblos indígenas
originarios campesinos, por lo tanto el reconocimiento de su derecho al autogobierno, a
la libre determinación, a sus instituciones propias, lengua, normas y
procedimientoscaracterísticos, cosmovisión y gestión propias, reconocimiento de la
autonomía y de la consolidación de sus entidades territoriales30
. En este caso hablamos
de nación más en el sentido cultural, incluso en el sentido territorial, como es el caso de
los suyus, naciones-territorios de las sociedades andinas, conformaciones complejas,
basadas en los ayllus, comunidades duales, asentadas en distintos pisos ecológicos y
markas, pueblos que comprenden a conjuntos de ayllus. El sentido de naciones y
pueblos indígenas originarios se abre a una pluralidad de configuraciones de nación, a
distintas acepciones colectivas históricas culturales.
De acuerdo a Immanuel Wallerstein las categorías de raza, nación y clase se
corresponden con cada uno de los rasgos estructurales básicos de la economía-mundo
capitalista:
El concepto de “raza” está relacionado con la división axial del trabajo en la
economía-mundo; es decir, la antinomia centro-periferia. El concepto “nación” está
relacionado con la superestructura política de este sistema histórico, con los Estados
soberanos que constituyen el sistema interestatal y se deriva en él. El concepto de
“grupo étnico” está relacionado con la creación de las estructuras familiares que
permiten que buena parte de la fuerza de trabajo se mantenga al margen de la
estructura salarial en la acumulación de capital. Ninguno de los tres términos está
relacionado directamente con el concepto de clase y por ello porque “clase” y
“pueblo” se definen ortogonalmente, lo cual constituye una de las contradicciones de
este sistema histórico31
.
Se puede deducir de esta cita que no sólo las categorías de raza, nación y clase forman
parte de los rasgos estructurales básicos de la economía-mundo capitalista, sino también
la categoría de etnia, así como el mismo concepto de Estado, como vimos más arriba.
Toda la composición social y política es leída a partir de subsunción formal y real del
trabajo al capital, como dispositivos histórico sociales de los procesos de subsunción del
trabajo al capital. En otras palabras, el capitalismo hace inteligible a las sociedades, a
los estados, a las formaciones económicas sociales y a toda la compleja composición
histórica cultural de los sistemas-mundo. Todo esto parece contrastarse positivamente
con la expansión global, dominio y hegemonía contemporánea del capitalismo. Pero,
¿fue siempre así, durante los largos ciclos del capitalismo? ¿Qué pasaba en los lugares
donde no había llegado todavía el capitalismo en su proceso de expansión, sobre todo al
29
Artículo 1. Bolivia se constituye en un Estado Unitario Social de DerechoPlurinacional Comunitario,
libre, independiente, soberano, democrático, intercultural,descentralizado y con autonomías. Bolivia se
funda en la pluralidad y el pluralismopolítico, económico, jurídico, cultural y lingüístico, dentro del
proceso integrador delpaís 30
Artículo 1. Bolivia se constituye en un Estado Unitario Social de DerechoPlurinacional Comunitario,
libre, independiente, soberano, democrático, intercultural,descentralizado y con autonomías. Bolivia se
funda en la pluralidad y el pluralismopolítico, económico, jurídico, cultural y lingüístico, dentro del
proceso integrador delpaís.
31
Immanuel Wallerstein, Etienne Balivar: Raza, nación y clase. Madrid 1991, Iepala. Pgs. 123-124.
principio, durante los primeros ciclos del capitalismo? ¿Qué pasaba antes del
capitalismo? ¿Estas otras formaciones sociales son incognoscibles? Siguiendo esta
lógica, volviendo al presente, ¿cómo explicar e interpretar los saberes, las prácticas, las
formas, los movimientos de resistencia al capitalismo, a la modernidad y a la herencia
colonial, sus modos de nombrarse, de construir sus imaginarios, de nombrarse y
representarse? ¿No dejan de ser disfuncionales al capitalismo? Y por lo tanto, no pueden
entenderse como formas desbordantes al modo de producción capitalista. Estas
preguntas nos plantean una duda, ¿la teoría de la economía-mundo capitalista, el análisis
de los sistemas-mundo, abarcan la totalidad del mundo o hay una parte del mundo que
escapa a su mirada?
En primer lugar, qué estamos entendiendo por mundo. Desde una perspectiva filosófica
Eugenio Trías habla de mundos: Mundo teorético referido al orden de los sucesos (el
cerco), mundo moral explícito en la proposición ético-metafísico (el acceso), mundo
estético referido al modo simbólico de exposición de la obra de arte y mundo histórico
moderno explicitado en el juicio o proposición que determina finalísticamente la propia
modernidad (el despliegue)32
. Desde una perspectiva positivista y lógica Ludwig
Wittgeinstein se refiere al mundo como totalidad de todos los hechos. ¿Hablamos de un
horizonte de visibilidad? ¿Hablamos de un horizonte de sentidos? George Bataille habla
de mundo como un horizonte de sentido. También se puede hablar de un horizonte de
visibilidad, por eso se dice que el mundo es mundo desde el descubrimiento de
Américo. Con esta expresión nos referimos al horizonte abierto por la modernidad.
Volviendo al alcance de la economía-mundo capitalista y del sistema-mundo, Immanuel
Wallerstein se refiere a la totalidad de las sociedades, Estados, naciones, es decir,
formaciones-económico sociales concretas atravesadas por las relaciones de producción
capitalistas, articuladas por las lógicas de acumulación del capital, en los distintos ciclos
del capitalismo, es decir, se trata de una dimensión temporal y espacial. Temporalmente
hablamos de la historia del capitalismo, historia que comprende las transformaciones
habidas en la economía-mundo capitalista, espacialmente hablamos del planeta tierra.
Aparentemente este mundo abarca todo, esto quiere decir que todo estaría
comprometido en el proceso de acumulación de capital. Nada escaparía a esta lógica de
valorización dineraria, a sus redes de relaciones, a sus estructuraciones sociales, a sus
composiciones económicas, a sus formaciones políticas, a sus decodificaciones
culturales, a su producción de necesidades, a su compulsivo consumismo, a sus
prácticas competitivas y obviamente al universo complejo y múltiple del mercado, con
sus contradictorias formaciones monopólicas. ¿Hay algo que dentro de este mundo no
sea tomado en cuenta? Podríamos preguntar de manera paradójica: ¿Hay una afuera de
este adentro? Que siendo coherentes, tendría que ser llamado hueco. ¿Habría huecos en
este mundo que escaparían al control del capital, a la hegemonía en el ciclo del
capitalismo en cuestión, al dominio mundial de la forma política imperial? ¿Esto
significaría la presencia oculta, velada u opaca de formas o proyectos alternativos
civilizatorios y culturales? ¿Podemos encontrar esta posibilidad en las resistencias al
despliegue, la circulación y acumulación del capital, en los movimientos antisistémicos?
Esta cuestión va a ser también tema del presente análisis.
Estado, sociedad y comunidad
El Estado no se desprende de la sociedad como en un acuerdo, pacto o contrato social,
el Estado se constituye en esa diferenciación entre Estado y sociedad civil, sobre la base
de una sociedad atomizada en individuos, reconociéndoles sus derechos individuales y
32
Eugenio Trías: Los límites del mundo. Barcelona 1985. Ariel. Pág. 19.
su ciudadanía, aunque paradójicamente esta ciudadanía no cubra a todos. Se hace una
abstracción en la formación de los estados y sociedades liberales, se hace como si el
resto no existiera, mujeres y comunidades. Las comunidades son como la matriz
anterior, el preludio de la sociedad y el Estado. La comunidad comprende formas de
socialidad anteriores a las sociedades mismas. Las comunidades se conformaron sobre
la base de las redes de relaciones de parentesco, las alianzas familiares, territorialidades,
intersubjetividades afectivas, identidades colectivas, configuraciones culturales. Las
comunidades ancestrales se constituyen imaginariamente en el acto mismo del
sacrificio, esta vinculación con la muerte los arrastra fuera de los límites mismos de la
vida, al más allá, a elucubrar su relación con lo sagrado y a descubrir lo sagrado en las
fuerzas inmanentes de la vida33
. Esta es una constitución cultural, simbólica,
ceremonial, con la elocuencia de los ritos, de la comunidad ancestral. Para no hablar de
los orígenes de la comunidad sino del nacimiento de la comunidad. Se trata de una
discusión con la historia, por lo tanto mito, acerca de los orígenes de la comunidad; se
puede hablar de nacimientos plurales, diferenciales, localizados de las comunidades.
Desde esta perspectiva, de las historias efectivas de las comunidades, se trata de hacer
genealogías de las comunidades. Estos nacimientos tienen que ver primordialmente,
probablemente, con la caza y recolección, hablamos de las comunidades itinerantes, que
se confunden, de manera inmediata, con sus propias estructuras de parentesco. La
arqueología puede enseñarnos mucho de estos nacimientos proliferantes. Tiempos
después, cuando las comunidades domestican las plantas y aprenden a manejar sus
genomas, cuando desarrollan la agricultura, la llamada revolución verde, las
comunidades establecen alianzas familiares y territoriales, conformando grandes
comunidades o formas expansivas de sociedades territoralizadas. Es probable que las
comunidades mismas se hayan reestructurado y transformado, recodificando y
revalorando sus relaciones y prácticas, sobrecodificando sus propiossímbolos,
ampliando los alcances de las jerarquías y el prestigio, estratificando el campo
comunitario. Esta ampliación y reestructuración de las comunidades no las hace
desaparecer, más bien las consolida como formas perenes que sostienen el decurso de
las sociedades mismas, pero también de las formas de poder que se conforman y
despliegan. Las comunidades han sostenido a grandes formaciones sociales y complejas
conformaciones de poder, han sostenido a señoríos, a Tiwanaku, alianza entre pueblos,
y al Tawantinsuyu, alianza territorial, incluso fueron el sostén en los primeros años de la
República, a través del tributo indígena. Podemos discutir si hoy siguen siéndolo, a
pesar de la injerencia e irradiación del capitalismo, a través de los enclaves de
explotación minera, la economía de la plata y la economía del estaño, y a través también
de las extensiones, transfiguraciones y simbiosis del mercado, incluyendo
prioritariamente el mercado de la coca. Esta discusión podemos extenderla a lo que hoy
llamaríamos economía de los hidrocarburos, en vinculación con el ciclo del capitalismo
norteamericano, su hegemonía, dominación y declive.
En muchos escritos he sostenido que las formas de comunidad siguen siendo la matriz y
el sostén del Estado-nación, del Estado y la sociedad, de la formación económica social
boliviana articulada al mercado mundial y la economía-mundo capitalista. La
explicación de los salarios bajos se da por el entorno de las comunidades campesinas,
por el vínculo con estas comunidades por parte de los mineros, que supuestamente
habrían perdido sus medios de producción, instrumentos de trabajo y tierra, por su
vinculación con los entornos familiares, que son como pequeñas comunidades en
33
En Subversiones indígenas de Raúl Prada se hace un análisis de la raíz y el devenir de la comunidad.
La Paz 2008, Muela del diablo.
relación con otras formas comunitarias subsistentes y actualizadas. La explotación de
los recursos naturales por parte de las empresas trasnacionales en la periferia del mundo
capitalista, se lo hace no solo ocasionando la proletarización de la población autóctona,
sino a través de la redituación perversa de las formas comunitarias, que donan fuerza de
trabajo de manera permanente o intermitente y sostienen multifomemente la
reproducción social. En estas condiciones se combinan formas de subsunción formal, de
subsunción real y, si se puede hablar así, de subsunción virtual, del trabajo al capital. La
comunidad entonces retorna, se actualiza, transfigurándose, durante los ciclos más
avanzados del capitalismo.
El Estado-nación habría nacido así, sobre la base de la diferenciación entre Estado y
sociedad civil en Bolivia, diferenciación efectuada a través de la conformación de la
representación, que vincula a la sociedad civil con el Estado, mediante el ejercicio del
voto, que a su vez se basa en el reconocimiento de la ciudadanía a criollos y mestizos,
hombres ilustrados, propietarios privados, hacendados, y un entono de sectores medios
de artesanos. Estaban excluidos de la ciudadanía, por lo tanto de los derechos civiles y
políticos, indígenas y mujeres. Una república de minorías sobre los hombros de la
mayoría indígena. Como se puede ver el Estado-nación era una comunidad imaginada34
en el imaginario de los criollos, por eso mismo una ficción no compartida por los otros
imaginarios, los imaginarios indígenas y los imaginarios femeninos. Una legitimidad
circunscrita a los criollos y mestizos no es una legitimidad adecuada y requerida por el
conjunto de la población que habita la extensión geográfica de la República. Se trata de
una legitimidad restringida, del ejercicio del voto restringido, por lo tanto de un ámbito
de representación estrecho, así mismo podemos pensar en un mapa institucional liberal
angosto. ¿Cómo pudo haberse erigido una República en estas condiciones tan
circunscritas, de una modernidad tan incipiente, con la mayoría de la población en la
sombra? La respuesta no se encuentra en el alcance poco propenso de la modernidad, en
el tamaño exiguo de la práctica política, sino en los ámbitos de las relaciones de poder
de carácter colonial. En realidad estos hombres políticos no eran individuos modernos
sino patrones, hacendados, gamonales, que además de monopolizar tierras y
propiedades mineras, controlaban a las poblaciones indígenas, dentro de sus haciendas y
bajo la cobertura de las relaciones de servidumbre y subordinación. Las verdaderas
relaciones de poder que sostenían la forma aparente del Estado-nación corresponden a
los ámbitos de despliegue del diagrama de fuerzas colonial. Entiéndase que este no es
un reclamo de modernidad, sino una apreciación de las formas efectivas de modernidad
en la periferia de mundo capitalista. ¿Cuánto de estas paradojas y formas aparentes se
dan en el centro del mundo capitalista? Es posible que esto también ocurra, aunque con
otras características, sin embargo, debemos entender que en este centro hegemónico y
de dominación se han desarrollado de manera extensa y ejercido de manera más
minuciosa las estrategias de disciplinamiento, diagramas de poder disciplinarios que
constituyen al hombre moderno, a partir de procedimientos de domesticación y
manipulación fragmentaria y detalladla del cuerpo. ¿Qué clase de internalizaciones, de
perfil, de conjunción de fuerzas, de subjetividad se formó en estas tierras atravesadas
por estrategias de colonización y simultáneamente ocupadas por resistencias
comunitarias? ¿Hombres semimodernos perversamente deformados? ¿Hombres
intermediarios, fronterizos? ¿Semiburgueses intermediariaros entre los dos espacios de
la economía-mundo capitalista, centro y periferia, ricos y mediadores en el proceso de
34
Revisar de Benedict Anderson Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del
nacionalismo. México 1993. Fondo de Cultura Económica.
acumulación, por lo tanto patrones como burgueses? La modernidad se habría dado de
la única manera que podía darse, como mezcla, entrelazamiento, abigarramiento
dramático, en un perfil subjetivo atormentado y desdichado. Las formaciones aparentes,
el Estado-nación aparente, deriva en una República ilusoria, en contraste con
formaciones históricas complejas, que develan que las cosas, las relaciones sociales, las
instituciones se dan en tiempo heterogéneo35
.
La nación en tiempo heterogéneo
¿Qué es la nación? ¿Un sentimiento compartido? ¿La patria liberada? ¿La comunidad
imaginada? Si es así, que nación se imaginaban los guerrilleros de la independencia? La
guerrilla de los valles sólo esporádicamente controlaba la geografía de los escenarios de
una guerra intermitente por la independencia de la patria, término usado en el diario de
José Santos Vargas. Dependían de las incursiones del ejército de Buenos Aires, así
como también de su ausencia, pues cobraban autonomía de acción en prologados lapsos
de tiempo. Los guerrilleros acosaron al ejército realista, pero también eran acosados por
ellos y perseguidos, hacían los que podían para sobrevivir, movilizaban pequeños
contingentes de tropas y tenían mandos dispersos en los caudillos, quienes no
terminaban ponerse de acurdo por la conducción de la guerra de guerrillas. Contaban a
veces con el apoyo de comunidades, por lo tanto, a veces crecían sus fuerzas con el
apoyo indígena, pero la mayor parte del tiempo sus desplazamientos de maniobra corta
y con pequeños contingentes. Los nombres de los guerrilleros se volvieron famosos en
las listas del ejército realista, el mismo que buscaba acabar con ellos fulminantemente y
quebrar sus redes de comunicación. No lo pudo hacer, tampoco venció la guerra de
guerrillas. Sin embargo la huella de esta guerra quedo marcada en estos territorios de los
valles de la Audiencia de Charcas. Tuvieron alguna relación esporádica con el gaucho
Güemes, líder gerrillero del norte argentino, encargado por Buenos Aires de cuidar la
frontera, pero al final de cuentas dependieron de sus propias fuerzas y de su
convocatoria. ¿Cuál era la nación por la que peleaban los guerrilleros, pero no pudo ser?
Porque la nación que se impuso fue la que dejó el ejercito independentista en
negociación con la oligarquía charqueña y los doctorcitos de Sucre. Una república
acordada después de las hostilidades, pues el proyecto de Bolívar, de una Patria grande,
no pudo materializarse, debido a la oposición de las oligarquías regionales, que
prefirieron garantizar sus privilegios de hacendados y propietarios mineros. El proyecto
de Bolívar era demasiado grande para ellos, donde podían perderse y perder. Hay
analistas que dicen que las condiciones no estaban dadas. Valga a saber si esto es cierto,
lo que importa es saber que el ejército independentista no podía cumplir por si solo con
la tarea encomendada, requería de la voluntad de los lugareños, que por lo que sabemos
iba por otros lados. Las comunidades indígenas no estaban comprometidas con la
hazaña, como lo estuvieron en los levantamientos del siglo XVIII. No se tejieron
relaciones de confianza entre comunidades y rebeldes criollos. Si hubo participación fue
circunstancial, no comprometida, como ocurrió con los levantamientos de Tupac
Amparu, Tupac Katarí, Bartolina Sisa, Tomas Katarí, que buscaban, se puede interpretar
así, la reconstitución. No se equivocaron las comunidades, porque lo que ocurrió
durante la República fue en contra de ellas, perdieron tierras y autonomía. Pero,
volviendo a la pregunta de qué nación se imaginaban los guerrilleros, tendríamos que
responder que, probablemente, no era algo distinto a la misma Audiencia de Charcas,
pero sin españoles, sin chapetones. En el mejor de los casos, la imagen de la
independencia podía extenderse a todo el Virreinato de la Plata, debido a las
35
Revisar de Partha Chatterjee La nación en tiempo heterogéneo. Buenos Aires 2008, Siglo XXI, CLACSO.
vinculaciones con el ejército argentino. De todas maneras, esto de la imagen de nación
de los guerrilleros de la independencia no es algo fácil de resolver, pero de lo que
podemos estar seguros es que no había un proyecto político, tampoco social, menos
cultural, de reconstitución.
Hay que entender esta insurgencia en el contexto de la crisis del sistema colonia, como
parte de sus contradicciones inherentes, del declive y decadencia del imperio español.
Desde lejos se puede decir que el imperio español, es Estado territorial y extraterritorial,
comprendiendo a las colonias, ya no era funcional al nuevo ciclo del capitalismo, quedó
obsoleto ante los requerimientos de las formas de acumulación de capital, con sus
consecuentes expansiones y transformaciones. Concretamente, quedó obsoleto después
de la revolución industrial que se produjo en Gran Bretaña. El nuevo capitalismo corría
a la velocidad de las máquinas de vapor y el ferrocarril, la maquinaria industrial
transformó las temporalidades de la producción y la circulación. Aunque parezca
paradójico, los nuevos movimientos independentistas, con sus proyectos de liberación
nacional, de conformación de repúblicas, con pretensiones de modernización y sueños
de modernidad, terminaron siendo funcionales al ciclo del capitalismo británico. Esta
quizás fue la razón y la condición histórica por la que los movimientos independentistas
del siglo XIX prosperaron y terminaron materializando sus proyectos nacionales. En
cambio, los levantamientos indígenas del siglo XVIII fracasaron, no lograron viabilizar
sus proyectos de liberación y reconstitución. Sin embargo, estefrustración, viendo el
largo tiempo, la larga duración, viendo desde las perspectivas de las estructuras de larga
duración, fue convertida en memoria e irradiación histórica, con las recurrentes
actualizaciones de la guerra anticolonial inconclusa. Para dar algunos ejemplos, de este
modo podemos leer e interpretar la guerra aymara en la guerra federal de 1899, en los
recurrentes levantamientos que aparecen insistentemente después de la derrota de Tupac
Amaru y Tupac Katari, atraviesan lo que quedaba del siglo XVIII y recorren el siglo
XIX, para continuar localmente con los levantamientos durante el siglo XX. Por este
lapso se encuentra los levantamiento de las comunidades de Jesús de Machaca, durante
los primeros años de la década del veinte. Podemos situar resistencias hasta la guerra
del Chaco y después de esta guerra, hasta la revolución de 1952 y después de esta
revolución. Un levantamiento campesino, que se hizo famoso, es el relativo a la
movilización de los campesinos del valle en 1974, que termino en la conocida masacre
del valle, pero también derivó en la ruptura del pacto militar campesino y el nacimiento
del movimiento katarista, que, retomando la memoria larga, desarrollo un proyecto
político cultural de reconstitución del Qullasuyu. Sin embargo, lo más sintomático, de
estas actualizaciones de antiguas luchas, concurre durante las movilizaciones sociales
del 2000 al 2005, donde reaparece con fuerza la forma y las estructuras de la rebelión
indígena, la alianza guerrera de los ayllus y comunidades, la reterritorialización de facto
de los espacios ancestrales, ahora emergentes y sostén de la subversión indígena.
A modo de hipótesis, podemos hablar de dos estructuras de larga duración que
atraviesan los periodos coloniales y republicanos. La primera y fundamental, la
estructura de la rebelión indígena, constituida, en los levantamiento anticoloniales del
siglo XVIII, ligada a un proyecto de reconstitución civilizatorio-cultural y antimoderno;
la segunda, la estructura de la insubordinación criollo-mestiza, conformada durante los
movimientos independentistas, de la guerra de guerrillas y la guerra de la
independencia, ligada a un proyecto nacional y moderno. Ambas estructuraciones han
tenido una trayectoria casi paralela a lo largo de la historia, hasta encontrarse en los
acontecimientos de la guerra del gas, de octubre del 2003. Ambas estructuras y
estructuraciones, actualizadas en distintos contextos, con sus correspondientes
transformaciones, condicionan los procesos histórico-políticos, sus periodos y sus
coyunturas, acaecidos en las temporalidades de la formación económica social,
condicionan las formas efectivas del Estado sociedad concretas, sus complejas
relaciones, sus ámbitos públicos, también sus ámbitos civiles, y consecuentemente,
sobrepasando los límites de la sociedad civil, la configuración de la sociedad política,
como propuesta relacional, alternativa, de politización de la demanda y de la
elaboración de proyectos alternativos de los subalternos36
.
El Estado-nación en el contexto de la globalización Los Estado-nación habría iniciado su genealogía con la conformación de los estados
entre el siglo XVII y XVIII en Europa sobre la base de las Monarquías absolutas. A
fines del siglo XVIII se conforma la república, como resultado de la revolución política
en Norteamérica, con la unificación de los Estados de la Unión, en su forma Federal.
Poco después la revolución francesa instaura la república, como resultado de la
revolución social, en su forma más bien unitaria, llevando adelante la declaración
universal de los derechos del hombre, inscribiendo en el imaginario popular las
consignas de libertad, igualdad y fraternidad37
. Como siguiendo estas declaraciones
democráticas Toussaint L´Ouverture dirigió la inaugural contienda triunfante por la
emancipación de los esclavos modernos en la colonia francesa de Santo Domingo
(Haití). Durante el siglo XIX se constituyen las repúblicas en las llamadas Indias
occidentales, como resultado de las guerras de independencia. En el lapso del siglo XX,
después de la segunda guerra mundial, las colonias europeas en Asia y África consiguen
su independencia. Esta es una brevísima historia de la conformación de los Estado-
nación, pero no podríamos tener todo el panorama sino recorremos la historia hasta el
presente, cuando los Estado-nación se encuentran cercados y atravesados por una nueva
soberanía, la del imperio38
, en el periodo delirante de los discursos apologetas de la
globalización, en el ciclo y el declive de la hegemonía estadounidense.
Un concepto indispensable para entender la conformación de los estados es soberanía,
que significa primordialmente legitimidad del poder. Esta soberanía es transferida del
cuerpo del rey al pueblo por medio de la revolución y las guerras de independencia. En
segundo lugar soberanía significa independencia, quiere decir que el Estado-nación
actúa en igualdad de condiciones con otros Estado-nación. En tercer lugar significa
potestad absoluta sobre sus recursos. En cuarto lugar significa autonomía en cuanto a la
capacidad de definir y diseñar sus propias políticas. Todos estos tres últimos
significados están íntimamente ligados al primero, que es fundamental, pues en este
significado de soberanía como legitimidad radica el secreto de las formas de
dominación modernas. Aunque se haya transferido al pueblo la soberanía como
referente de la legitimidad, ésta justifica la mediación en las relaciones de poder. La
soberanía faculta la transferencia del poder por delegación a través de la representación,
la soberanía justifica el ejercicio del poder a nombre del pueblo.
La soberanía es una palabra recurrente en los discursos democráticos, pero también en
los discursos revolucionarios, se lo hace de una manera acrítica, espontánea, como por
costmbre, sin tomar en cuenta la polisemia de sus significados, sobre todo uno, el
36
Revisar de Partha Chaterjee La nación en tiempo heterogéneo. Ob. Cit. Particularmente el capítulo La
política de los gobernados.
37 Revisar de Antonio Negri El Poder Constituyente. Ensayo sobre las alternativas de la modernidad.
Madrid 1994, Prodhufi. En el libro se analiza la diferencia entre la revolución política, de la
independencia norteamericana, y la revolución social, relativa a la revolución francesa.
38 Ver de Michael Hardt y Antonio Negri Imperio. Buenos Aires 2002, Paidos.
original, en el cual soberanía tiene que ver con la legitimidad del poder. Por eso es
importante hacer una especie rápida de arqueología de la soberanía para develar las
formas como los discursos encumbren los mecanismos de dominación.
Teoría de la soberanía
Los discursos de soberanía pueden agruparse en aquéllos que suponen la teoría jurídica
política, que es precisamente la teoría de la legitimidad del poder. A propósito de esta
teoría, Michel Foucault dice que la teoría política de la soberanía se remonta a la edad
media; procede de la regeneración del derecho romano; se conformó en torno a la
cuestión de la monarquía y del monarca. En este sentido, la teoría de la soberanía
ejerció cuatro papeles:
En primer lugar tiene que ver con un dispositivo de poder efectivo que era el de la
monarquía feudal. Segundo, sirvió de herramienta y también de apología para la
constitución de las grandes monarquías administrativas. En esta secuencia, a partir del
siglo XVI y sobre todo del siglo XVII, ya en las circunstancias de las guerras de
religión, la teoría de la soberanía fue un aparato que transitó tanto en un campo como en
otro, que se esgrimió en un sentido u otro, ya fuera para circunscribir o, al contrario,
para robustecer el poder real39
.
En síntesis, la teoría de la soberanía fue la gran arma de la querella política y teórica
entorno de las modalidades de poder de los siglos XVI y XVII. En el siguiente siglo
(XVIII) volvemos a encontrarla, como versión decimonónica del derecho romano, en
Rousseau y sus contemporáneos, esta vez con un cuarto papel: en ese período se trata de
edificar, contra las monarquías administrativas, autoritarias y absolutas, un prototipo
alternativo, de las democracias parlamentarias40
. Como se puede ver se puede decir que
la teoría de la soberanía transita, durante este tiempo, de la cuestión de las monarquías,
de los problemas de legitimidad planteados por el poder absoluto, por el poder real, a la
cuestión de la legitimidad del poder en las repúblicas. Ya no se trata de la soberanía del
soberano sino de la soberanía del pueblo. En otras palabras, el pueblo es el nuevo
soberano. Pero, entonces la figura del pueblo se construye sobre el arquetipo de la
unicidad del poder, como un solo cuerpo ungido por la legitimidad popular. Bajo esta
figura el pueblo transfiere el poder a sus representantes. Este es el acto supremo de
construcción de la representación como mediación del poder. Se podría decir, con cierta
aproximación no exenta de equívocos, que, de esta forma, el poder ya no la ejerce el
pueblo sino sus representantes. Esto es relativamente cierto, pues, en verdad, nadie deja
de ejercer el poder, porque el poder atraviesa a todos, gobernantes y gobernados, como
también a dominantes y dominados, todos lo usan, sólo que unos de una determinada
manera y otros de otra. Los representantes usan el poder de una manera unificada, como
monopolio, en tanto que el pueblo usa el poder de una manera dispersa, fragmentada, en
el contexto del tejido de relaciones que componen la sociedad. Se puede decir que los
representantes ejercen el poder de forma institucional, de una manera molar, y que el
pueblo ejerce el poder de forma espontánea, de manera molecular. Se produce un
trastrocamiento, una desmesura, cuando se da lugar la revolución, poniendo en suspenso
el mapa institucional y los mecanismos de dominación.
Desarrollando los tópicos de la teoría jurídica política, se puede decir que la teoría de la
soberanía está enlazada a una forma de poder que se practica sobre la tierra y sus
productos, no tanto sobre los cuerpos y lo que hacen, como ocurre con otras formas de
poder, como en el caso del diagrama de poder disciplinario. La teoría de la soberanía
39
Revisar de Michel Foucault Defender la sociedad. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica. Pág. 42.
40 Ibídem. Pág. 43.
atañe al traslado y usurpación, no del tiempo y del trabajo sino de los bienes y la riqueza
por parte del poder. La teoría de la soberanía accede transcribir en expresiones jurídicas
unos compromisos intermitentes y habituales de preceptos, sin llegar a reglamentar una
vigilancia perpetua; es una teoría que faculta fundar el poder alrededor y desde la
presencia física del soberano y no de los procedimientos incesantes y durables de
vigilancia. La teoría de la soberanía es lo que permite fundar el dominio absoluto del
poder; por lo tanto se está lejos del cálculo del poder que establece el balance del
mínimo de gastos y el máximo de eficacia41
. Se puede decir que el diagrama del poder
soberano comprende la administración de las cosas y los recursos, en tanto que el
diagrama de poder disciplinario trabaja sobre el tiempo de los cuerpos y el detalle de su
anatomía, sus movimientos y su dinámica de una manera minuciosa.
Se produce entonces una yuxtaposición entre el diagrama de poder soberano y el
diagrama de poder disciplinario, el discurso de la soberanía es usado para encubrir los
mecanismos de dominación disciplinarios, en tanto que el discurso relativo al diagrama
disciplinario de desarrolla como discurso de las ciencias humanas. Cuando la teoría
jurídica política abandona la cuestión de la monarquía para ocuparse de las democracias
parlamentarias, la teoría de la soberanía fue, en el siglo XVIII y aún en el XIX, un
dispositivo discursivo crítico consistente contra la monarquía y todas las dificultades
que podían oponerse al desenvolvimiento de la sociedad disciplinaria. Pero, también, de
modo superpuesto, esta teoría y la disposición de un código jurídico ajustado a ella
permitieron entrecruzar a los mecanismos de disciplina un sistema de derecho que
encubría sus procedimientos, que desvanecía lo que podía haber de dominación y
técnicas de dominación en la disciplina. En este contexto, la teoría de la soberanía
reconocía a cada uno el ejercicio, a través de la soberanía del Estado, de sus propios
derechos soberanos42
. La soberanía del Estado se convierte en un garante de los
derechos individuales, de los derechos civiles y políticos, de los derechos humanos. El
Estado, en otras palabras, la constitución, es el marco jurídico de estos derechos. Dicho
de otra manera, hay una concomitancia entre el Estado y los ciudadanos.
Es importante entender que la teoría de la soberanía se plantea ineludiblemente fundar
un ciclo, el ciclo del sujeto al sujeto (súbdito), exponer cómo un sujeto – entendido
como individuo dotado, naturalmente, de derechos, capacidades, facultades, atributos y
potencialidades – puede y debe trocarse en sujeto, pero entendido esta ves como unidad
sometida en una relación de poder. La soberanía es la teoría que va del sujeto al sujeto,
que instaura la relación política del sujeto con el sujeto. En este sentido, la teoría de la
soberanía determina, en el comienzo, una multiplicidad de poderes que no lo son en
sentido político del término, sino capacidades, posibilidades, potencias, y sólo puede
componerlos como tales, en el sentido político, con el requisito de haber conformado en
el ínterin, entre las posibilidades y los poderes, una situación de unidad primordial y
productora, que es la unidad del poder43
. El Estado se yergue como monopolio político,
pero también como dador político, como asignador político, no sólo como garante sino
también como distribuidor, pero también como promotor político.
Como se puede ver, hay una relación constitutiva entre Estado y sociedad, pero también
una relación de transferencia entre legitimidad y legalidad. La teoría de la soberanía
expone cómo puede erigirse un poder no exactamente según la ley sino según una cierta
41
Ibídem. Págs. 43-44.
42 Ibídem. Pág. 44.
43 Ibídem. Pág. 49.
legitimidad fundamental, más fundamental que todas las leyes; se trata de una especie
general de todas las leyes y que puede permitir a éstas funcionar como tales. En otras
palabras, la teoría de la soberanía es el ciclo de la legitimidad y la ley. Digamos que, de
una u otra manera, la teoría de la soberanía conjetura al sujeto; señala a fundar la unidad
esencial del poder y se despliega siempre en el elemento previo de la ley. Triple
condicionalidad, por lo tanto: la del sujeto a someter, la de la unidad del poder a fundar
y la de la legitimidad a respetar. Triángulo instituyente: sujeto, unidad de poder y ley44
.
La soberanía del Estado-nación
Se dice que el Estado creo la nación y no la nación al Estado, como se ha querido
proponer de un modo retroactivo, en el despliegue del discurso de legitimación del
poder del Estado. Antonio Negri y Michel Hardt dicen que la concepción de nación se
desplegó en Europa sobre el suelo del Estado patrimonial y absolutista. El Estado
patrimonial se definía como la propiedad del monarca45
. Otra es la historia de los otros
continentes, se puede decir que allí llegó el Estado en su forma colonial, como
expansión imperial, como administración extraterritorial europea. Después, la
constitución de los Estado-nación en las excolonias intenta oponerse al colonialismo y
salir del mismo, empero lo hace en el contexto mundial dibujado por la colonización, en
cierta manera, en las jurisdicciones de las administraciones coloniales se instauran los
Estado-nación subalternos.
Volviendo a la historia europea, los autores del Imperio46
dicen que el cambio del
modelo absolutista y patrimonial gravitó en un desarrollo gradual que substituyo el
cimiento teológico del patrimonio territorial por un nuevo cimiento, igualmente
trascendente. En el sitio dejado por el cuerpo divino del rey, ahora se colocaba la
afinidad subjetiva de la nación, la que formaba del territorio y la población un pueblo
ideal. Para exponerlo de un modo más riguroso, el territorio físico y la población se
imaginaron como la prolongación de la substancia trascendente de la nación. El
concepto moderno de nación heredaba así el cuerpo patrimonial del Estado
monárquico y le inventaba una nueva forma47
. El imaginario de la nación se configura
así sobre la base del arquetipo del cuerpo del Estado absolutista, la reconstrucción
imaginaria invierte los términos, la nación se convierte en el origen del Estado, esta
invención histórica, esta reconstrucción actualizada del tiempo histórico, tiene que ver
con los discursos de legitimidad, con la recomposición del concepto de soberanía. La
nación se convierte en la substancia trascendente que atraviesa los tiempos, en el
espíritu que se realiza en el Estado. En esta dialéctica de objetivación, la nación se
materializa en el territorio y la población. Algo parecido, en un contexto distinto, es lo
que sucede en las sociedades que fueron colonizadas, la nación es un imaginario
trascendente que fundamenta la independencia y la constitución de los Estado-nación,
sólo que en este caso se recurre a la resignificación y reinterpretación de las propias
tradiciones. Visto de esta forma, habría que decir, que en ambos casos, la dialéctica de
la historia concibe la substancia trascendente de la nación se como acontecimiento
inmanente, como pasión, como sensibilidad social.
44
Ibídem. Pág. 50.
45Revisar de Michael Hardt y Antonio Negri Imperio. Buenos Aires 2002, Paidós. Pág. 97.
46 De Michael Hardt y Antonio Negri Imperio.Buenos Aires 2002, Paidós.
47 Ibídem. Pág. 98.
El despliegue imaginario de la filosofía de la historia, sobre todo ante la evidencia de la
crisis de la modernidad, que todo lo disuelve, la manera de solicitar soporte para el
poder efímero de la soberanía, como arreglo a la crisis de la modernidad, fue
imputárselo inicialmente a la nación y luego, cuando la nación también se descubrió
como un recurso perecedero, arrogárselo al pueblo. Dicho de otra manera, así como el
concepto de nación consuma la noción de soberanía procurando que es preliminar a ella,
el concepto de pueblo también perfecciona el de nación en integridad de otra imagen
simulada de retracción racional. Cada paso metódico hacia a la zaga tiende a coagular el
poder de la soberanía ensombreciendo su plataforma, esto es, estableciéndose en la
realidad del concepto. La afinidad de la nación y más aún la homogeneidad del pueblo
deben exhibirse como algo congénito y vernáculo48
. Otro triángulo constitutivo: Estado,
nación y pueblo.
Teniendo en cuenta el triángulo constitutivo e instituyente de Estado, nación y pueblo,
haciendo una crítica al concepto de pueblo, Antonio Negri y Michael Hardt dicen que,
aunque “el pueblo” se plantea como fundamento primigenio, la concepción moderna del
pueblo es en realidad producto del Estado-nación y sólo subsiste dentro de las
condiciones ideológicasconcretas49
. Ampliando, aproximando y articulando categorías,
comprendiendo el contexto de la colonización, la mundialización de la economía-
mundo capitalista, la expansión integral de la dominación de los Estado-nación
centrales, de los imperialismos sucesivos y del Imperio contemporáneo, las categorías
de nación, pueblo y raza de ningún modo están muy aisladas entre sí. La arquitectura de
una desigualdad racial categórica es el apoyo primordial para forjar una identidad
nacional uniforme50
. Los europeos se van a distinguir del resto del mundo mediante este
procedimiento geopolítico de racialización, que es otra manera de establecer la
diferencia entre dominantes y dominados, colonizadores y colonizados, burgueses y
proletarios. Por lo tanto se trata de homogeneizar y domesticar la diversidad y la
diferencia de la multitud en la concepción de pueblo. La similitud del pueblo se erigió
sobre un mapa imaginario que escondió y excluyó las diversidades y, en el nivel
práctico, esto se trocó en la sumisión racial y el saneamiento social51
. Se trata de
distinguir a escala mundial el pueblo blanco de las poblaciones morenas colonizadas,
dominadas, explotadas y subordinadas a dominio imperialista, primero, y del imperio
después. En esta perspectiva, se puede decir que la otra maniobra substancial en la
arquitectura del pueblo, facilitada por la primera, consistió en superar las diferencias
internas ocasionando que un grupo, una clase o una raza hegemónica representara a la
población en su conjunto. El racimo representativo es el apoderado diligente que está a
la zaga de la vigencia del concepto de nación52
. En este sentido, representación es no
sólo repetición sino también represión, inhibición, pero también expropiación,
usurpación, de la expresión autentica de las poblaciones y las multitudes.
Los Estado-nación subalternos
El hecho de que se instauren Estado-nación en la periferia del sistema-mundo, como
acto de liberación, como acción anticolonial y acto descolonizador, muestra que la
48
Ibídem. Pág. 104.
49 Ibídem. Pág. 104.
50 Ibídem. Pág. 105.
51 Ibídem. Pág. 105.
52 Ibídem. Pág. 105.
modernidad ha llegado a todas partes, nos ha comprometido a todos, al centro y a la
periferia de la economía-mundo capitalista, a los países imperialistas y a los países
colonizados. Sin embargo, el significado político del Estado-nación no es el mismo en
uno y otro lugar. En tanto que bajo la influencia de los dominadores el concepto de
nación suscita la estasis y la restauración, bajo la influencia de los dominados es un
instrumento empleado para provocar el cambio y la revolución53
. Podemos decir, de
cierta manera, haciendo un balance histórico que si bien la construcción imaginaria de la
nación precede a la formación del Estado en Europa, como hemos visto, en cambio en
los territorios colonizados va a ser una noción que antecede a la construcción del
Estado. Esta historia no se da de la misma manera aquí y allá, hay que considerar las
diferencias contextuales histórico-políticas, empero lo que importa, para contrastar, es
constatar la diferencia, la forma invertida en la que se da la conformación del Estado-
nación en la periferia. En este ámbito del mundo, si se puede hablar así, de alguna
manera, la nación construye al Estado, la comunidad imaginada, a decir de Benedic
Anderson, construye la materialidad institucional, jurídico-política, del Estado.
Se puede decir que el nacionalismo de los países dominados se comporta de una manera
antiimperialista y anticolonial. La complexión progresista del nacionalismo subalterno
resulta determinada por dos aplicaciones básicas, ambas en alto grado inciertas. Ante
todo la nación se ostenta como progresista en consonancia con la línea de defensa contra
la dominación de naciones más poderosas y de fuerzas exteriores económicas, políticas
e ideológicas54
. De esta forma, el nacionalismo subalterno ingresa a la modernidad, pero
buscando en ella condiciones de igualdad entre los Estado-nación. Desde esta
perspectiva, la modernidad no es solamente la cultura donde todo lo solido se desvanece
en el aire, la experiencia de la vertiginosidad y el suspenso, la volatilidad y la velocidad,
del trastrocamiento y de la transformación, sino también la cultura de la equivalencia y
del intercambio, de la analogía y la similaridad, aunque también de la mimesis y la
simulación, así mismo de la comunicación y de la virtualidad. Aunque en este contexto
se logra la liberación nacional, el concierto de las naciones, el mundo conformado por
Estado-nación, no logra resolver el problema de la reiteración de las desigualdades en
otras condiciones. No solamente hablamos de las desiguales condiciones de intercambio
en el mercado internacional sino también sino de la reproducción de nuevas formas de
dominación, que se ha venido en llamar neocolonialismo. No hablamos del
colonialismo interno que suscitan las nuevas repúblicas, sino de las condiciones de
subalternidad en las que se encuentran los Estado-nación de la periferia respecto al
centro del sistema-mundo. De todas maneras, ambas formas, el neocolonialismo a
escala mundial y el colonialismo interno parecen complementarse. Por eso, se puede
decir que, en cada uno de estos casos, la nación es progresista estrictamente como una
línea fortificada de defensa contra fuerzas exteriores más poderosas. Sin embargo, así
como se presentan progresistas en su puesto protector contra la dominación extranjera,
esas mismas murallas pueden pasar cómodamente a ejercer un papel inverso en
correlación con el interior que protegen55
.
La dialéctica de la soberanía colonial
Hablamos de la crisis de la modernidad, o mas bien, entendemos la modernidad como
crisis, y lo hemos hecho entendiendo esta crisis como crisis de legitimidad, crisis de la
53
Ibídem. Pág. 107.
54 Ibídem. Pág. 107.
55 Ibídem. Pág. 107.
soberanía, crisis del poder, de la reproducción del poder, por lo tanto, crisis de
representación, crisis de las instituciones, crisis del discurso jurídico-político frente a la
elocuencia de los acontecimientos que se mueven en el ámbito histórico-político.
También podemos hablar de crisis de las sociedades modernas, en el sentido más
material del término, como crisis orgánica y estructural del capitalismo, por eso mismo
crisis del orden social, de la estructura de clases, comprendiendo a esta crisis como
lucha de clases, por eso concibiendo esta crisis como revolución, como devenir de la
potencia social, como desplazamiento del poder constituyente, por lo tanto como
democracia. En este sentido entendiendo la democracia como suspensión de los
mecanismos de dominación56
. En la medida que el mundo es mundo desde el
descubrimiento de América, a medida que el mundo se hace mundo con las conquistas y
las colonizaciones, con la expansión del sistema-mundo capitalista, convirtiéndose en
economía-mundo, la crisis de la modernidad adquiere otras connotaciones, la crisis de la
modernidad es también crisis de la colonialdad. La crisis de la modernidad sostuvo
desde el comienzo una relación intrínseca con la subordinación racial y la
colonización57
. El decurso de la modernidad es contradictorio, por una parte expande la
utopía de la universalidad, pero por otra parte recrea en otras condiciones las
cartografías del poder, la geografía de las dominaciones, la geopolítica imperialista. Este
decurso de la modernidad es contradictorio y parece no poder resolverse sino en tanto
no se configure una alternativa a la modernidad. De todas maneras, el componente
utópico, el componente quimérico de la globalización es lo que imposibilita caer
llanamente en el particularismo y el recogimiento como resistencia a las fuerzas
totalizadoras del imperialismo y la dominación racista, y lo que, en cambio, nos inspira
a concebir un propósito contra la globalización, un proyecto contra el imperio58
.
Viendo retrospectivamente, el capitalismo habría surgido en Europa gracias a la sangre,
el sudor y las lágrimas de los pueblos no europeos conquistados y colonizados59
. Visto
de esta forma, el capitalismo no puede comprenderse sólo a partir de la lucha de clases
en Europa, entre obreros y burgueses, a partir de la teoría del modo de producción
capitalista, sino que debe necesariamente incorporarse para su comprensión la lucha de
los pueblos colonizados. Esto requiere unas teorías plurales de las formaciones
económicas sociales, esto conduce a pensar en el devenir, conformación, consolidación
y crisis de la economía-mundo capitalista.
Bajo estas consideraciones, con todo, la producción de los esclavos de América y el
comercio de Esclavos africanos, la indemnización, la homogenización clasificada de los
pueblos nativos, no fueron sólo, o predominantemente, una transición al capitalismo.
Compusieron un cimiento realmente estable, una plataforma de sobreexplotación sobre
la cual se edificó el capitalismo europeo. Y aquí no hay ninguna contradicción: la mano
de obra esclava de las colonias, la mano de obra servil de los nativos, hizo posible el
capitalismo europeo y el capitalismo europeo no tenía ningún interés en renunciar a
ella60
. ¿Qué papel jugaron las burguesías, tanto centrales como periféricas, en esta
expansión arrasadora del capitalismo y la modernidad? En este sentido, más que delatar
56
Ver de Ranciere El desacuerdo.
57 Ibídem. Pág. 115.
58 Ibídem. Pág. 116.
59 Ibídem. Pág. 118.
60 Ibídem. Pág. 120.
la irracionalidad de la burguesía, lo imprescindible aquí es entender hasta qué punto la
esclavitud y la servidumbre puede ser íntegramente compatible con la producción
capitalista, como engranajes que restringen la movilidad de la fuerza laboral y
entorpece sus movimientos. La esclavitud, la servidumbre y todas las demás formas de
disposición restrictiva de la mano de obra – desde los culies del Pacífico hasta los
peones rurales de América Latina, el apartheid de Sudáfrica – son todos componentes
inherentes a los procesos del desarrollo capitalista61
.
Podemos hacer una lectura dialéctica de la colonización, el colonialismo homogeniza
las diferencias sociales reales instituyendo una antítesis perentoria que lleva las
diferencias a un extremo absoluto y luego subsume la tesis y la antítesis en la
construcción de la civilización europea. Empero, la realidad no es dialéctica; el
colonialismo lo es62
. Michel Foucault decía que la burguesía era dialéctica pues había
hecho la síntesis del modelo monárquico, el modelo jurídico político, con la guerra de
razas, la guerra de naciones, entre conquistados y conquistadores, con la lucha de clases,
el modelo histórico-político. Ahora, Antonio Negri y Michael Hardt dicen que la
dominación colonial es dialéctica, pues habría hecho la síntesis entre el modelo colonial
de dominación excluyente y racial, con la violencia revolucionaria y antiimperialista de
los pueblos colonizados, en la conformación de un orden mundial multinacional, que se
basa en la supuesta igualdad de los Estado-nación, de acuerdo al derecho internacional,
y sin embargo vuelve a restaurar la diferencial condición de dominación y
subordinación. El colonialismo es una máquina abstracta que produce alteridad e
identidad. El primer resultado de la lectura dialéctica es pues el falseamiento de la
diferencia racial y cultural. Esto no significa que, una vez exploradas como
construcciones postizas, las identidades coloniales se precipiten en el aire; son figuras
reales y continúan desempeñándose como si fueran fundamentales. Esta comprobación
no es una política en sí misma, sino que estrictamente señala la posibilidad de una
política anticolonial. En segundo lugar, el razonamiento dialéctico deja claro que el
colonialismo y las representaciones coloniales se fundan en una violenta lucha que debe
renovarse permanentemente. El sí mismo europeo necesita ejercer la violencia y
necesita afrontar a su Otro para sentir y mantener su poder, para de este modo rehacerse
continuamente63
.
Como respuesta a la dialéctica positiva de la dominación colonial, los pueblos
colonizados, en lucha por su emancipación, desarrollan una dialéctica negativa. La
mayoría de las veces, la dialéctica negativa fue concebida en términos culturales, por
ejemplo, como proyecto de la negritud, el intento de descubrir la esencia negra o revelar
el alma negra. De acuerdo con esta lógica, la respuesta a las representaciones
colonialistas debe implicar la creación de representaciones recíprocas y simétricas64
.
Esta inversión del mundo de las representaciones pretende invertir el mundo de las
relaciones de poder y de los sujetos involucrados en ellas. Sin embargo, la inversión de
la estructura colonial no hace otra cosa que conservar la estructura misma, cuando de lo
que se trata es de ir más allá de esta estructura. De este modo, puede continuarse por
otros caminos el colonialismo y la colonialidad, aunque hayan sido cuestionados,
61
Ibídem. Pág. 122.
62 Ibídem. Pág. 127.
63 Ibídem. Pág. 127.
64 Ibídem. Pág. 128.
aunque hayan sido rechazados violentamente, en la medida que quede la huella de su
memoria, pueden repetirse en otras condiciones. A pesar de la congruente lógica
dialéctica de esta política cultural sartreana, la estrategia que propone nos parece
consumadamente ficticia. La pujanza de la dialéctica, que en manos del poder colonial
desfigura la realidad del mundo colonial, se patrocina nuevamente como parte de un
proyecto anticolonial como si la dialéctica fuese en sí misma la forma real del
movimiento de la historia. Sin embargo, ni la realidad ni la historia son dialécticas y
ninguna gimnasia retórica idealista puede hacerlas entrar en un orden dialéctico65
. La
violencia inicial de dominación se inscribe en el cuerpo, esta violencia acumulada en el
espesor del cuerpo se revierte contra los opresores, esta violencia parece liberarnos, sin
embargo, en la medida que no trascienda la estructura colonial, en la medida que no
trastroqué el modelo colonial, no termina emancipando a los sojuzgados. La coyuntura
original de la violencia es el del colonialismo: la dominación y la explotación de los
colonizados por parte de los colonizadores. La segunda coyuntura, es decir, la
revelación de los colonizados a la violencia original, puede adquirir en el contexto
colonial todo tipo de formas desmedidas. “El hombre colonizado manifestará primero la
agresividad que le fue depositada en sus huesos contra su propia gente”66
. La violencia
depositada en los huesos se revierte contra los colonizadores, pero en la medida que no
logra abolir la geopolítica y la anatomía de la dominación, no termina de liberarnos de
la superación dialéctica del colonialismo.
En esta perspectiva, el concepto mismo de soberanía nacional liberadora es vacilante, si
no ya completamente contradictorio. Mientras este nacionalismo pretende liberar a la
multitud de la dominación extranjera, erige estructuras internas de dominación que son
igualmenteimplacables67
. El Estado-nación postcolonial funciona como un aparato
primordial y dependiente de la distribución global del mercado capitalista. Como
sostiene Partha Chatterjee, la liberación nacional y la soberanía nacional no sólo son
impotentes contra esta jerarquía capitalista global, sino que además contribuyen
espontáneamente a preservar su organización y funcionamiento68
.
Todo el proceso lógico de representación podría resumirse del modo siguiente: el
pueblo representa a la multitud, la nación representa al pueblo y el Estado representa a
la nación69
.
Horizontes del Estado plurinacional
Fin del Estado-nación
El paso del Estado-nación al Estado plurinacional, comunitario y autonómico es todo un
desafío. Se trata de dejar la modernidad, la historia de la soberanía en la modernidad, la
historia del Estado en la modernidad, la historia de una relación entre Estado y sociedad,
una historia que define la separación entre gobernantes y gobernados, entre sociedad
65
Ibídem. Pág. 129.
66 Ibídem. Pág. 129.
67 Ibídem. Pág. 131.
68 Ibídem. Pág. 131.
69 Ibídem. Pág. 131.
política y sociedad civil, en un contexto matricial donde se demarcó la relación entre
dominantes y dominados, a partir de mecanismos de dominación y diagramas de poder
que atraviesan los cuerpos y los territorios, incidiendo en las conductas y
comportamientos, en la administración de la tierra y los territorios, en la explotación de
la fuerza de trabajo. Dejamos atrás una historia de colonización y dominaciones
polimorfas desplegadas en el mundo, donde la geopolítica de la economía-mundo y del
sistema-mundo capitalista divide el planeta entre centro y periferia, racializando la
explotación de la fuerza de trabajo y controlando las reservas y recursos naturales,
estableciendo una división del trabajo planetaria, convirtiendo a los países periféricos en
exportadores de materias primas y reservas de mano de obra barata, transfiriéndoles más
tarde, a algunos de estos países que ingresan tardíamente a la revolución industrial,
tecnología obsoleta, desplazando la industria pesada, considerada de alta y masiva
inversión de capital, pero con bajos rendimientos a mediano y largo plazo, prefiriendo
optar por eso por la circulación y la inversión del capital financiero, que rinde grandes
beneficios a corto plazo. Dejamos atrás entonces la ilusión que provocaron los Estado-
nación subalternos, una vez concluidas las guerras de independencia y las luchas de
liberación nacional, la ilusión de nuestra independencia e igualdad en el concierto de las
naciones, en el marco jerárquico de las Naciones Unidas. Descubrimos dramáticamente
que no se logró la descolonización, tampoco la independencia y menos haber logrado
establecer condiciones de igualdad entre los estados. Los Estado-nación centrales, sobre
todo los que están en la franja de seguridad de Naciones Unidas, siguen imponiendo
sus condiciones al resto del mundo, sin importarles el derecho internacional y el derecho
de las naciones a la autodeterminación.
Después de la caída de los países socialistas de la Europa oriental, Estados Unidos,
Europa y Japón, quizás China también, imponen su diseño de orden mundial al resto de
los Estado-nación, bajo la conducción norteamericana. En lo que corresponde al ciclo
del capitalismo estadounidense, la hiperpotencia mundial norteamericana condujo la
expansión, la acumulación y la transformación del capitalismo, sobre todo después de la
segunda guerra mundial, después de la conflagración su gravitante presencia
fueinnegable. Se convirtió en el garante de la economía-mundo capitalista, construyó su
expansiva hegemonía desde la finalización de la guerra mundial hasta la derrota sufrida
en la guerra de Vietnam; después de este acontecimiento su hegemonía entra en crisis y
opta por la descarnada dominación; particularmente esto es patente después de la caída
de la Unión Soviética, cuando se convierte en la única superpotencia mundial. Podemos
decir que, en el contexto del declive de la hegemonía norteamericana, en pleno
desplazamiento de la crisis del ciclo del capitalismo estadounidense, en el atiborrado
momento crítico caracterizado por la hipertrofia financiera, que opta diferir la crisis por
medio de la financierización, ocasionando no otra cosa que la agudización y
profundización de la crisis misma, la forma del Estado-nación entra también en crisis o,
mas bien, revive su crisis de modomanifiesto. Esto por una razón entre muchas otras,
además de la historia crítica de las formas de soberanía, la razón es que los Estado-
nación no pueden resolver la crisis, no pueden oponerse a su irradiación, les resulta
difícil construir una alternativa, a no ser la repetición tardía de proyectos desarrollistas y
de las metas de la industrialización, proyectos que no hacen otra cosa que recrear
escenarios donde se replantean las relaciones entre centro y periferia, reacondicionando
y trasladando la dinámica de la crisis a otros espacios, que ya no son sólo los
correspondientes a las economías basadas en la exportación de materias primas sino
también a las nuevas economías basadas en la industrialización. Las economías de los
Estado-nación, basados en el desarrollo y la industrialización, son obligadas a competir
en el mercado internacional con los altamente productivos países asiáticos. Se puede
decir que los Estado-nación se mueven en un intervalo de opciones que se circunscriben
a administrar la crisis.
La salida a la crisis estructural del capitalismo sólo se puede dar a escala mundial, esta
superación de la crisis del capitalismo solo se puede dar ingresando a un nuevo
horizonte histórico y cultural, un horizonte que se sitúa en otro espacio-tiempo, que se
encuentra más allá del mundo capitalista, más allá del mundo moderno. Mientras tanto,
en este encaminarse, en la transición a un postcapitalismo, se hace necesario preparar el
terreno, crear las condiciones para la superación del capitalismo. Para el transcurso de
esta transición transformadora es menester la imaginación y lo imaginario radicales, su
potencia creativa, además de la fuerza instituyente. A propósito, en relación a la
estructura institucional - algo que se dijo durante la Asamblea Constituyente vale la
pena recordar - se requiere un nuevo mapa institucional, pero también se requiere un
nuevo imaginario social. Ambos ámbitos, lo imaginario y lo institucional, requieren de
una conexión simbólica. En resumen, estos tres ámbitos, lo imaginario, lo simbólico y
lo institucional hacen al horizonte histórico cultural; en ese sentido, un nuevo horizonte
histórico y cultural se abre cuando se dan transformaciones imaginarias,
transformaciones simbólicas y transformaciones institucionales70
.
¿Qué papel juega en todo esto la economía? Si llamamos economía al espacio de la
producción, distribución y el consumo, fuera de denominarse así la disciplina o ciencia,
como se quiera llamar, que estudia esteespacio, estos procesos, estos fenómenos. La
ciencia económica cuenta además con un área llamada economía política. Se puede ver
que el espacio económico está constituido por relaciones sociales. En esteespacio
histórico se formaron instituciones, llamadas empresas, en el nivel más propio de la
economía, organizaciones organismos, dispositivos jurídicos, disposiciones políticas, a
escala nacional y a escala mundial. Estas instituciones no podrían funcionar sin recurrir
al leguaje, a nuevas cadenas simbólicas, sobre todo no podrían constituirse si no se
instauran también en la dimensión imaginaria de la sociedad, en ese sentido la economía
es también una institución imaginaria. La racionalización que conlleva su conformación
y organización corresponde a los nuevos sistemas simbólicos y formas imaginarias
construidos durante la modernidad. El fenómeno de la autonomización económica es
moderno, corresponde al desarrollo del capitalismo, que ha convertido al espacio
económico no sólo en autónomo sino en predominante respecto a otros espacios de la
vida social. La economía se ha expandido, ha irradiado todas las áreas, mercantilizando
sus relaciones y sus actividades. Hay un dominio casi absoluto de la economía, aunque
esto se da en el sentido del fetichismo de la mercancía, es decir, como alienación, como
cosificación; se concibe las relaciones entre humanos como si fuesen relaciones entre
cosas. No se trata de reducir este problema a la tesis dialéctica de la conciencia
enajenada, conciencia atrapada en la relación con el objeto, sin poder constituirse en
autoconciencia que se reconoce en la relación con otra autoconciencia. El problema es
más complejo, aunque, en todo caso tendríamos que hablar de una conciencia histórica,
por lo tanto social, colectiva. El problema no se reduce a lo que le pasa a la conciencia o
a lo que le pasa al sujeto, sea esta conciencia o este sujeto individual o colectivo; el
problema responde a sus condicionamientos históricos. Por un lado, el desarrollo del
capitalismo transforma las sociedades trastrocando sus relaciones, sus instituciones, sus
ámbitos de funcionamiento, sus cadenas simbólicas, sus circuitos significantes, creando
alternativamente ámbitos nuevos y sus respectivas autonomizaciones, la
70
Revisar de Cornelius Castoriadis La institución imaginaria de la sociedad. Volumen 1: Marxismo y
teoría revolucionaria. Volumen 2: El imaginario social y la institución. Buenos Aires 2003. Tusquets.
autonomización de la economía, la autonomización de la política, la separación entre
sociedad civil y sociedad política; por otro lado, la emergencia de nuevas experiencias,
de nuevas sensaciones y de nuevas percepciones, hacen emerger empiricidades como el
lenguaje, el trabajo y la vida, dando lugar a nuevos saberes y ciencias, como la filología,
el economía y la biología, iniciando lo que se viene en llamar la analítica de la finitud71
.
La economía viene a ser tanto el referente descubierto por la nueva experiencia del
trabajo, así como la formación discursiva que habla de ello. Lo que quiere decir que se
trata de una formación enunciativa, de una formación conceptual, que hace el análisis
del ámbito del trabajo, la producción, distribución y consumo. La economía también es
un espacio de instituciones que hacen de agenciamientos concretos de poder. Referente
empírico, formación discursiva e instituciones es el triángulo en que nos inscribimos
para hablar de economía, de economía capitalista.
El Estado-nación deviene, por así decirlo, de otra genealogía, arranca con la
conformación de los estados patrimoniales, se constituye en Estado-moderno, en el
contexto de esa componente articulación entre Estado territorial y capitalismo,
convirtiéndose en una macro-institución o, mas bien, en un mapa concéntrico
institucional, que abarca un conjunto de instituciones articuladas a un eje de
funcionamiento y a una dirección política, aunque esta se exprese en una distribución de
poderes, supuestamente equilibrados. La llamada ciencia política se cruza en el camino,
viene de la teoría jurídico-política, de la teoría de la soberanía, se plantea el problema
del Estado mas que del poder, se propone estudiarlo y analizarlo, empero termina
desarrollando tesis sobre la legitimidad del Estado. ¿Esta ciencia política es una teoría
que corresponde a la analítica de la finitud? ¿Se plantea algún problema sobre el dilema
de la emergencia de las empiricidades y los a priori trascendentales? No, se trata más
bien de una disciplina que restaura los dilemas de la soberanía y la legitimidad en el
contexto de la modernidad. Una formación discursiva que se plantea los problemas de
legitimidad en la labor de la restauración de la vieja maquinaria estatal. Se desentiende
de los campos de relaciones de poder, también de visualizar los mecanismos de
dominación. Se trata de un saber que estudia las formalidades del campo político. Se
puede decir, de manera concreta, que la ciencia política estudia el Estado. De modo
distinto a lo que ocurre con otras ciencias y saberes modernos, la ciencia política
pretende mantener una relación de continuidad con la filosofía política; esta suposición
es en sí problemática, no solamente debido a la idea ingenua de una historia lineal de las
ciencias, sino también por lo que connotan la filosofía política y la ciencia política, por
su relación problemática con la política. Jacques Rancière dice que la política funciona
sobre el principio de igualdad, principio que ocasiona el litigio entre los que no tienen
parte ni título, los pobres, y los que si lo tienen, los oligarcas y los aristócratas. Este
litigio viene acompañado por una distorsión, un desacuerdo, causado por el ejercicio de
la libertad; al ser todos libres se tiene derecho a la palabra, los pobres se asumen como
pueblo, se constituyen como totalidad, conforman la democracia. La política entonces
contiene una desmesura, sobre el principio de la libertad se constituye un todo que es
más que las partes, se pasa del reclamo de las partes a las exigencias inconmensurables
que desata la libertad. Se puede decir en resumen que la política es una lucha de clases.
Ahora bien, lo que se viene en llamar filosofía política trata de hacer desaparecer este
problema, trata de resolver el litigio, en el fondo busca poner en suspenso la política72
.
71
Ver de Michel Foucault Las Palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas. México
2005. Siglo XXI.
72Ver de Jacques Rancière El desacuerdo. Política y filosofía. Buenos Aires 1996. Nueva Visión.
Por una parte tenemos a la política que es una desmesura, por otra a la filosofía política
que busca hacer desaparecer a esta desmesura; por último tenemos a la ciencia política,
como continuidad de la filosofía política, que busca sustituir la política, la lucha, el
litigio, el desacuerdo, por la policía, en el sentido pleno de la palabra, por el
establecimiento del orden.
Retomando el hilo conductor, Estado-nación, economía y política, todo el análisis que
hemos hecho hasta ahora supone el fin del Estado-nación, la clausura de la filosofía
política y la ciencia política, además de la crisis terminante del capitalismo. Las
preguntas que se suceden son: ¿Nos abrimos a una nueva episteme, después de haber
abandonado las ciencias generales del orden y las ciencias atravesadas por la
historicidad, como la economía, la biología y la lingüística? ¿Es posible otras ciencias
de las condiciones pluralistas y de la condición plurinacional, de la emergencia de lo
comunitario, de la extensión de las formas proliferantes de la descentralización
administrativa y política? ¿Cuál es la configuración de la forma de Estado ante la
geografía política de las autonomías? ¿Qué es lo que viene más allá del capitalismo?
Hay más preguntas, pero nos vamos a quedar con estas, vamos a detenernos a
analizarlas y buscar respuestas.
Hablemos de los límites del mundo de la economía-mundo y del sistema mundo
capitalista. Por lo tanto también de los límites del Estado-nación. Esta macroinstitución,
esta forma de soberanía, fue la instancia de una forma de organización política a escala
mundial. Los Estado-nación se situaron como en una pirámide jerárquica
distribuyéndose el control mundial para los países centrales y el relativo control local
para los países periféricos. Hay por cierto espacios al medio para países que lograron
cierto control regional, también para los países que se llamaron del segundo mundo,
entre los que se encontraban los países del socialismo real, distinguiéndolos de los
países llamados del primer mundo y de los países definidos como del tercer mundo.
Aunque estos términos quedaron obsoletos en la actualidad vertiginosa, mezclada y
cruzada, pues el primero, el segundo y el tercer mundo se pueden encontrar en un
mismo país, por ejemplo, en cualquier país del primer mundo, en un contexto
atravesado por las nuevas corrientes migratorias de trabajadores, que se asentaron,
dejando generaciones en su nuevo lugar de residencia, en un contexto donde el nuevo
capitalismo salvaje, que apuesta a políticas neoliberales y de globalización, recrea
grandes diferencias, quizás abismales, entre pobres y ricos en todos los países y en todas
las ciudades. De alguna manera la forma Estado-nación ocultó estas diferenciaciones,
estas jerarquías, estas dominaciones polimorfas. Ahora los estado-nación estallan en mil
pedazos; el multiculturalismo liberal trata de matizar esta crisis, este desborde,
reconociendo derechos culturales; pero lo que no puede detener es la emergencia de
nuevas formas políticas, de nuevas formas de relación entre la forma Estado y la forma
sociedad, lo que no puede detener es el desborde y la desmesura de las multitudes, los
nuevos imaginarios colectivos, que incluso se llaman en la transitoriedad naciones,
oponiéndose al monoculturalismo, a la forma mononacional. Aunque esta forma
multinacional perduró como anacronismos en la modernidad, recorriendo como tejido
resistente las formas institucionales homogeneizantes de la modernidad, de la forma
Estado-nación, creando una dinámica de tensiones inherentes a la vida política de las
sociedades y los Estado-nación, estas contradicciones inherentes estuvieron encubiertas,
escondidas, ocultadas por los aparatos ideológicos de los Estado-nación. Su
reemergencia presente las actualiza, desatando renovados discursos, y sobre todo
transformando su condición encubierta en una condición develadamente plural,
desbordando el mapa institucional disciplinario y normalizado de la modernidad. En
plena crisis estructural del capitalismo la condición plurinacional, la condición
proliferante de lo plural, adquiere otra connotación, convirtiéndose en una alternativa al
mundo único, al pensamiento único.
Hemos llegado a los límites del mundo, estamos situados en el lugar fronterizo de las
transformaciones, también de las experiencias, de las sensaciones, así como de las
formas de pensar, de significar y simbolizar el mundo. Eugenio Trías habla de límites
del mundo como los relativos a la tautología y la contradicción, la tautología que repite
lo que es, lo mismo, de manera obsesiva, que no dice nada, y la contradicción que
quiere decirlo todo, que desborda y desgarra. Quizás el filósofo más lúcido de la
modernidad fue Hegel, que conciente de la contradicción y el universo del sinsentido,
quiso domesticar ambas, mediatizándolas con una lógica dialéctica, buscando el retorno
a lo mismo, a la repetición, a la tautología, después de haber vivido la experiencia del
desgarro73
. Hegel es el filósofo de la restitución absoluta de la razón, de la filosofía de la
historia, de la filosofía del derecho, pero también de la filosofía del Estado. Podemos
decir que se trata de una filosofía que coincide con el termidor, que busca
desesperadamente terminar con la revolución. Hegel ha muerto y también con él la
filosofía del fin de la historia. Aunque el Estado-nación haya sobrevivido a su muerte ha
entrado a su tiempo crepuscular, a su clausura, anunciando su propia muerte, repitiendo
el crepúsculo de los ideólogos.
Nacimiento del Estado plurinacional
Estamos ante un nuevo nacimiento, lo que en aymara se dice pachakuti, que vendría a
ser algo así como cambio, trastrocamiento en el espacio-tiempo, de acuerdo a una
traducción pretendidamente teórica, filosófica. Sin embargo, en la discreción, en la
disquisición, de estas cosas no nos vamos a detener, por el momento. Quizás después
volvamos a abordarlas, aunque de alguna manera siempre las tenemos que tener en
cuenta. Este nuevo comienzo se daría en la geografía política de Bolivia, la anterior
Audiencia de Charcas del Virreinato de la Plata, antes Alto Perú del Virreinato del Perú,
y antes del cataclismo de la conquista y su consecuente colonización, el Qullasuyu, uno
de los territorios, de los cuatro del Tawantinsuyu. Este nacimiento se puede considerar
como el resultado de un dramático parto, gestado por las guerras políticas desatadas por
los movimientos sociales, durante el ciclo de luchas que van del 2000 al 2005. Este
nacimiento también tiene que ver con la gestión de gobierno del presidente Evo Morales
Ayma, durante la cual se nacionalizan los hidrocarburos y se convoca a la Asamblea
constituyente. Por lo tanto este nuevo comienzo, esta fundación de la segunda república,
tiene que ver con el proceso constituyente, concretamente con el texto constitucional
desarrollado por la Asamblea Constituyente, en pleno campo de batallas, en el que se
convirtió la ciudad de Sucre, sede de la Asamblea Constituyente. Una vez que se
aprueba la nueva constitución en Oruro, los dados estaban echados, a pesar de las
modificaciones arbitrarias del Congreso, donde se trato de deformar el sentido del
cuerpo de la constitución, las ciento cuarenta y cuatro modificaciones, no pudieron
cambiar el espíritu constituyente, recurriendo a un lenguaje constitucional, no pudieron
cambiar los principios y las finalidades de la Constitución, los contenidos
descolonizadores, la estructura y los modelos propuesto por la Constitución, el modelo
de Estado, el modelo territorial y el modelo económico. En el Congreso se pretendió
revertir el proceso, unos quisieron abolir las medidas inherentes a las transformaciones
institucionales de la Constitución, como la reforma agraria, otros confundieron la
política con el pacto; se dedicaron a construir escenarios de pacto con la derecha,
creyendo que ese era el camino, olvidando que todo ya había cambiado por la energía y
73
Ver de Eugenio Trías Los límites del mundo. Barcelona 1985. Ariel.
el poder masivo desplegado por los movimientos sociales durante el lapso que viene del
2000 y llega al 2005. El pueblo boliviano termina aprobando la Constitución Política
del estado en un referéndum constituyente, referente arrancado por una fabulosa
movilización de las organizaciones sociales, que terminaron sitiando al Congreso
presionando para la aprobación de la ley que convocaba al referéndum. Otra vez
mostraban los movimientos sociales su determinación en empujar el proceso hacia el
horizonte abierto por las luchas sociales de la guerra del agua y de la guerra del gas.
Este nuevo empiezo también tiene que ver con las consecutivas derrotas sufridas por la
derecha, las oligarquías regionales, sus partidos, sus medios de comunicación y todos
sus dispositivos conspirativos. Fueron derrotados con la aprobación de la Constitución
por parte del pueblo boliviano; también fueron derrotados cuando primero la
Constituyente y después la Constitución incorpora las autonomías, demanda regional, al
texto constitucional, quedando sin bandera y sin discurso, sin capacidad de
convocatoria; vuelven a ser derrotados en el terreno dibujado por la violencia desatada
por grupos de choque, en una espiral de la violencia que comienza con la toma de
instituciones y deriva en la Masacre del Porvenir, esta derrota ya es político y militar.
Estas derrotas políticas se van a expresar en la contundente derrota electoral que van a
sufrir en las elecciones de diciembre del 2009. El Movimiento al Socialismo (MAS)
gana con aproximadamente el sesenta y cuatro por ciento, gana en el departamento de
Tarija, uno de los baluartes de la llamada “Media Luna”, se recupera el departamento de
Chuquisaca, se avanza en el departamento de Santa Cruz, de Beni y de Pando; todo esto
dibuja un escenario expedito en la Asamblea Legislativa Plurinacional, donde el MAS
controla los famosos dos tercios que se requieren para aprobar las leyes. Todo este
contexto histórico político hace de condición de posibilidad histórica del nacimiento del
Estado Plurinacional.
En el ensayo Articulaciones de la complejidad74
se escribe lo siguiente:
1. Esta demás decirlo, que el Estado plurinacional no es un Estado-nación y, no está
demás decir, que el Estado plurinacional ya no es un Estado, en el pleno sentido de
la palabra, pues el acontecimiento plural desbroza el carácter unitario del Estado.
El Estado ya no es la síntesis política de la sociedad, tampoco es ya comprensible
la separación entre Estado, sociedad política, y sociedad civil, pues el ámbito de
funciones que corresponden al campo estatal es absorbida por las prácticas y
formas de organización sociales. El Estado plurinacional se abre a las múltiples
formas del ejercicio práctico de la política, efectuada por parte de las multitudes.
Hablamos de un estado plural institucional, que corresponden a la condición
multisocietal. Se trata de mapas institucionales inscritos en múltiples
ordenamientos territoriales; por lo menos cuatro: territorialidades indígenas,
geografías locales, geografías regionales y cartografías nacionales. La emergencia
de lo plural y lo múltiple desgarra el viejo mapa institucional, no permite la
expropiación institucional, la unificación de lo diverso, la homogeneidad de la
diferencia; se abre mas bien al juego de la combinatoria de distintas formas de
organización, al juego en red y de entramados flexibles. Hablamos de matrices
74
El ensayo aparece en el libro de Comuna intitulado Transformaciones pluralistas del Estado. La Paz
2007. Muela del diablo.
organizacionales y de estructuración abiertas a la contingencia. Se vive entonces la
política como desmesura75
.
Se puede interpretar de la cita que ya no se trata de la forma de Estado moderno sino de
una nueva forma política, de una nueva forma de relación entre la sociedad y sus formas
de organización política, como decíamos en la Constituyente, se trata de un nuevo mapa
institucional. Es cierto que en Europa podemos encontrar estados plurinacionales, pero
se trata de Estados modernos, que se limitan al alcance dibujado por el
multiculturalismo, recogiendo incluso formas confederadas, como en el caso Suizo. La
nueva concepción de la condición plurinacional de las formas políticas se tienen que
decodificar desde la voluntad colectiva de la descolonización, implica, además, el
reconocimiento de la condición multisocietal, que recoge la concepción de la múltiple
temporalidad, además de la multiinstitucionalidad. Esta multiplicidad que atraviesa la
forma homogénea del Estado terminadesacoplándolo, inventando una nueva forma de
articulación, una nueva forma de integración, más cohesiva, más dinámica, creativa,
flexible, adecuada a la problemática compleja de la formación abigarrada, de la
composición barroca de la formación económico social boliviana, adecuada, sobre todo
a la forma de gobierno propuesta por la Constitución Política del Estado, que es la
democracia participativa, que reconoce el ejercicio plural de la democracia, como el
relativo a la democracia directa, a la democracia representativa y a la democracia
comunitaria. Se puede decir que esta forma política de la condición plurinacional
descolonizadora se encuentra más allá del Estado.
El Estado-nación ha muerto, nace el Estado Plurinacional, comunitario y autonómico.
¿Cuáles son las condiciones, las características, la estructura, los contenidos y las
formas institucionales de este Estado? Uno de los primeros rasgos que hay que anotar es
su condición plurinacional, no en el sentido del multiculturalismo liberal, sino en el
sentido de la descolonización, en el sentido de la emancipación de las naciones y
pueblos indígenas originarios. Una descolonización entendida no sólo en el sentido del
reconocimiento de las lenguas, de la interculturalidad e intraculturalidad, sino también
en el sentido de las transformaciones institucionales, de la creación de un nuevo mapa
institucional, encaminadas a la incorporación de las instituciones indígenas a la forma
de Estado. Una descolonización entonces que implica el pluralismo institucional, el
pluralismo administrativo, el pluralismo normativo, el pluralismo de gestiones. Y esto
significa una descolonización de las prácticas, de las conductas y de los
comportamientos, conllevando una descolonización de los imaginarios. Esto es la
revolución cultural. Una descolonización que implica la constitución de nuevos sujetos,
75
Boaventura de Sousa Santos escribe en El mileniohuérfano. Ensayos para una nueva cultura política, lo
siguiente: La supuesta inevitabilidad de los imperativos neoliberales ha afectado de modo irreversible al
ámbito y la forma de poder. Este cambio no supone, sin embargo, una vuelta al pasado, ya que sólo un
Estado postliberal puede acometer la desestabilización de la regulación social postliberal. Esta
desestabilización crea al anti-Estado dentro del propio Estado. A mi entender, estas transformaciones
son tan profundas que, bajo la misma denominación de Estado, está surgiendo una nueva forma de
organización política más vasta que el Estado, una organización integrada por un conjunto híbrido de
flujos, redes y reorganizaciones donde se combinan e interpenetran elementos estatales y no estatales,
tanto nacionales como locales y globales, del que el Estado es el articulador. Esta nueva organización
política no tiene centro, la coordinación del Estado funciona como imaginación del centro. Trotta/ilsa
2005. Madrid. Pág.331.
de nuevos campos de relaciones íntersubjetivas, la creación de nuevas subjetividades, de
nuevos imaginarios sociales; esto es el desarrollo de una interculturalidad constitutiva e
instituyente, enriquecedora y acumulativa de las propias diferencias y diversidad
inherentes. Una descolonización que implique el desmontaje de la vieja maquinaria
estatal, que no puede dejar de ser sino colonial; se trata de la maquinaria que llega con
la Conquista, que se consolida en la Colonia, que se restaura y moderniza en los
periodos republicanos, que termina viviendo una crisis múltiple, de legitimidad, de
representación, política, económica y cultural. El estado-nación fracasa en su proyecto
consustancial, la revolución industrial, el desarrollo nacional, el romper con la cadena
perversa de la dependencia. El Estado plurinacional se encuentra más allá de los
umbrales del Estado-nación, definitivamente se ha abierto otro horizonte, otras tareas,
otras finalidades, otros objetivos estratégicos, siendo la tarea primordial la
descolonización. No puede haber nada parecido a las estrategias anteriores, si hay
algunos rasgos que sugieren cierta analogía, como las relativas a la transformación
tecnológica y su incorporación a la economía social y comunitaria, tienen que leerse en
los códigos no de la revolución industrial del siglo XIX sino en el contexto de lo que
significa la revolución tecnológica, irradiarte, expansiva, en red, impulsando saltos, que
no pueden leerse desde la linealidad histórica sucesiva de seguir el curso de los países
desarrollados. Esto significaría volver a aportar por los nostálgicos proyectos
nacionalistas y populistas. La revolución del Estado plurinacional es una revolución
descolonizadora, aperturante de otro proyecto civilizatorio y cultural. Entonces uno de
los rasgos fundamentales del nuevo Estado plurinacional es la descolonización.
Otro rasgo fundamental del Estado plurinacional es su carácter comunitario. Si bien el
artículo uno de la Constitución establece el carácter plurinacional, comunitario y
autonómico como los ejes nuevos estructurales y transversales de la constitución, pues
lo unitario y social de derecho ya estaban contemplados en la Constitución anterior, el
segundo articulo plantea el reconocimiento de la preexistencia a la Colonia de las
naciones y pueblos indígenas originarios, por lo tanto su derecho al autogobierno, a la
libre determinación, a sus instituciones propias, normas y procedimientos propios,
gestión territorial, beneficio exclusivo sobre los recursos naturales renovables, consulta
sobre la explotación de los recursos naturales no renovables, legua y cosmovisión
propias. Esto significa la reconstitución y la reterritorialización comunitaria,
acompañando profundamente al desplazamiento de la forma de gobierno como
democracia participativa, incorporando como uno de los ejes de la democracia
participativa a la democracia comunitaria. El sentido comunitario es transversal a la
Constitución, esto implica la actualización de las instituciones comunitarias, sus redes,
sus tejidos, sus desplazamientos, sus alianzas territoriales, sus estrategias de
reconstitución. También connota la recuperación, recreación, enriquecimiento, e
irradiación de sus imaginarios, de sus estructuras simbólicas, de sus valores,
conllevando la restitución de la dimensión ética comunitaria, haciendo circular los
saberes colectivos, las memorias largas, la información y los conocimientos ancestrales.
Encaminando la presencia, la inmanencia y trascendencia de la comunidad en la
perspectiva de la transformación institucional del Estado, de la relación entre Estado y
sociedad y de la descolonización de las políticas públicas. Lo más propio del interior de
la periferia, como escribí en Estado periférico y sociedad interior, en Los límites del
poder y del Estado76
, es la forma comunidad, son las instituciones comunitarias, son los
76
Ver Horizontes y límites del poder y del Estado. Texto colectivo de Comuna. La Paz 2005. Muela del
diablo.
principios y valores comunitarios como solidaridad, reciprocidad, complementariedad y
redistribución, son las innovaciones de las estrategias de resistencia y transfiguración de
las sociedades políticas, como las denomina Partha Chaterjee, de los bricolaje o los
abigarramientos, parafraseando a René Zavaleta Mercado, o los barrocos modernos,
como diría Bolivar Echeverria. Las formas de comunidad han atravesado los periodos
de la colonia y los periodos republicanos, han resistido, se han transformado, se han
actualizado y atravesado la modernidad misma. Esta institución imaginaria de la
comunidad se convierte en una proyección alternativa en plena crisis del capitalismo y
replanteo de las relaciones entre centro y periferia de la economía mundo capitalista, del
sistema mundo. Que se haya constitucionalizado la forma comunidad, que forme parte
de la composición del nuevo Estado, proyecta una luz en los ámbitos de las relaciones
sociales, en las transformaciones del campo político y en las recuperaciones sociales del
campo económico. La comunidad diseña el nuevo horizonte del Estado plurinacional.
Otra característica en la arquitectura del Estado plurinacional es la participación y el
control social. La participación social establece otra relación entre Estado y sociedad,
convirtiendo al Estado en instrumento de la sociedad, efectiviza la democracia
participativa, desarrollando una construcción colectiva de la decisión política, de la
construcción de las leyes y de la gestión pública. La participación social se convierte en
la matriz de la nueva forma política y el control social hace abiertamente transparente el
ejercicio de la ejecución de las políticas públicas, expandiendo los alcances del acceso a
la información y la rendición de cuentas a la sociedad. La participación social es el
verdadero gobierno del pueblo, la democracia, suspende los mecanismos de dominación
y cuestiona la especialización weberiana del aparato público, avanzando a una nuea
concepción de la gestión pública, que ahora tiene que ser plurinacional, comunitaria e
intercultural.
Una cuarta característica del Estado plurinacional es precisamente el pluralismo
autonómico, En el contexto de los pluralismos, pluralismo económico, social, político,
jurídico y cultural, el pluralismo autonómico es consecuente con esta perspectiva
múltiple y proliferante. Se trata del nuevo modelo territorial, que concibe, en igualdad
de condiciones, comprendiendo equivalentes jerarquías, distintas formas de autonomía,
autonomía departamental, autonomía regional, autonomía regional y autonomía, siendo
la más importante la autonomía indígena por las características del Estado plurinacional,
se trata del lugar, el espacio, el escenario, donde se plasma efectivamente el estado
plurinacional. Todas estas autonomías tienen sus competencias exclusivas, además de
las concurrentes y compartidas, gobiernan y legislan en su jurisdicción, en tanto que la
autonomía indígena adiciona su facultad jurídica debido al pluralismo jurídico, a la
jurisdicción indígena originaria campesina. El entramado de las competencias
configuran el espacio de desenvolvimiento de las gubernamentalidades y la gestión
comunitarias desatadas por la expansión de la descentralización administrativa política.
El pluralismo autonómico, el nuevo modelo territorial, definen el otro nivel de
complejidad del nuevo Estado.
Una quinta característica del Estado plurinacional es la equidad y alternancia de género.
Esta transversal de la constitución, esta perspectiva, no sólo exige la justicia en lo que
respecta al género, es decir, la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres, sino
que también apunta a abolir la dominación masculina, demoler el Estado patriarcal. La
emancipación de la mujer forma parte de los proyectos inherentes a los nuevos
movimientos sociales, vinculado al desarrollo de los nuevos derechos, abriéndose a la
hermenéutica de los nuevos sujetos, de las nuevas subjetividades, comprendiendo los
contextos culturales diversos, respetando las complementariedades inscritas en las
formas de relación masculino femeninas de las culturas indígena originario campesina,
empero requiriendo la adecuación a los derechos fundamentales constitucionalizados.
Con la transversal de la equidad de género, el Estado plurinacional se abre a la
participación activa de las mujeres en la construcción de la nueva forma de Estado y la
nueva forma de hacer política.
Una sexta característica del estado plurinacional tiene que ver con el modelo
económico, que de acuerdo a una primera definición que s encuentra en la Constitución,
se trata de una economía plural, pero que en el sentido mismo, en la dirección que toma,
el proyecto económico, la segunda definición explicita del modelo económico es la
economía social y comunitaria. Este era en realidad el nombre dado por la comisión
económica en la constitución, se lo cambio por economía plural en ámbito de
negociaciones con las minorías en ese espacio extra asambleísta que se llamó la
multipartidaria. En la parte que corresponde a la organización económica del Estado se
le atribuye un papel fundamental al Estado como articulador de las distintas formas de
organización económica, en la industrialización de los recursos naturales, en el
potenciamiento de la economía comunitaria y de la pequeño y micro empresa, también
de la forma de organización social cooperativa. Empero todo esto hay que contextuar en
un modelo económico más amplio desarrollado en la organización económica del
Estado. El modelo se amplía a la incorporación de tierra, territorio, la biodiversidad, los
recursos naturales, los hidrocarburos, la minería, el agua, la energía, la biodiversidad y
el desarrollo sostenible. Se puede decir que se trata también de un modelo ecológico.
Este nivel de complejidad del Estado plurinacional rompe con los límites y las
limitaciones del economicismo y de una economía subsumida a la acumulación
capitalista. Como se puede ver los desafíos son grandes, exigen claridad en cuanto a la
comprensión de los horizontes abiertos por el Estado plurinacional, además del
despliegue de una imaginación y un imaginario radicales, de una fuerza instituyente
creadora de los nuevos ámbitos del desenvolvimiento social y político emancipados.
Desiderátum en la transición
Cómo es lógico, las concesiones se hicieron mayores y más frecuentes en una
dinámica en la que no es posible distinguir la gravedad de cada paso que se da.
Todas las concesiones fueron comprometedoras en grados y medidas siempre
crecientes. La revolución no se derrumbó de un solo golpe: cayó poco a poco,
pedazo a pedazo. La contrarrevolución no pasó por el país como una
aplanadora y sus efectos fueron demoledores, necesitó varios años para echar
abajo lo que encontraba a su paso.
Sergio Almaráz Paz: Réquiem para una república. El tiempo de las cosas
pequeñas.
El 2006 comienza una nueva etapa, después de haber vivido y experimentado la intensa
y expansiva movilización general del 2000 al 2005. Esta nueva etapa se caracteriza por
ser la primera gestión del primer gobierno elegido en diciembre de 2005, como
consecuencia de la toma de la ciudad de Sucre el 9 de junio por los ayllus en la mañana,
y por el proletariado minero en la tarde, en una especie de clausura de las
movilizaciones de mayo y junio del 2005. Las elecciones eran un instrumento
democrático para viabilizar la agenda de octubre (2003) y el ímpetu del poder
constituyente de los movimientos sociales. Empero en el 2006, después de la asunción
de mando por parte del presidente Evo Morales Ayma y el Vicepresidente Álvaro
García Linera, la disyuntiva se presenta al flamante gobierno indígena y popular:
Cambiar todo o efectuar cambios paulatinos de una manera diferida y pragmática. Se
escoge lo segundo ante el temor de no poder manejar un gobierno inserto en radicales
transformaciones institucionales. Esta decisión cautelosa se toma no sin dudas, sobre
todo por parte de las organizaciones sociales. Empero tal era el entusiasmo en el que se
hallaban las multitudes que estos primeros pasos titubeantes eran incluso bien venidos,
figurando un niño que comenzaba a caminar. ¿Habrá sido una buena decisión? Esto sólo
lo podremos saber haciendo un balance analítico y profundo de la primera gestión de
gobierno, a la luz de los acontecimientos desatados durante este periodo inaugural, que
incluyen a un dramático proceso constituyente, pero también teniendo en cuenta las
tareas que tiene que emprender el segundo gobierno de Evo Morales Ayma, en una
etapa que denominaremos de la aplicación de la Constitución Política del Estado,
temporalidad que exige actos, acciones y leyes fundacionales, transformaciones
institucionales radicales sobre las que se asiente el Estado plurinacional comunitario y
autonómico.
Durante la primera gestión de gobierno se toman dos medidas fundamentales que
corresponden a la llamada Agenda de Octubre, la nacionalización de los hidrocarburos,
el primero de mayo de 2006, y la convocatoria a la Asamblea Constituyente, el 6 de
marzo del mismo año. Estas dos medidas cambian el escenario económico y el
escenario político del país. El primer artículo del Decreto Supremo 28.071“Héroes del
Chaco” dicen que el Estado recupera la propiedad, la posesión y el control total y
absoluto deestos recursos.En la Leyespecial de convocatoria a la Asamblea
Constituyente se dice que El objeto de la presente Ley Especial es convocar a la
Asamblea Constituyente y se basa en los Artículos 2ª, 4ª y 232ª de la Constitución
Política del Estado y Artículo 1ª de la Ley Especial 3091 del 6 de julio de 2005,
señalando la forma y modalidad que establecen dichos artículos. Con estas medidas se
inicia el proceso de nacionalización de los recursos naturales y el proceso constituyente.
Ambos procesos van a experimentar sus propias contingencias, el primero técnicas, de
implementación y de creación de las condiciones para la industrialización de los
hidrocarburos, en un ámbito internacional de grandes compras de volúmenes de gas,
principalmente por parte de Brasil y de Argentina. El segundo proceso resulta mucha
más duro que el primero y cualitativamente diferente, tiene que sortear los problemas y
los obstáculos que le siembran en el camino una oposición recalcitrante, las oligarquías
regionales y el Comité Interinstitucional de Chuquisaca que levanta a la ciudad de Sucre
contra la Asamblea Constituyente. Finalmente, después de un año y cuatro meses, el
tesón, el esfuerzo, hasta el sacrificio y el acto heroico de los constituyentes salvan a la
Asamblea Constituyente, la mayoría de los constituyentes aprueba en el Liceo Militar y
después en Oruro la Constitución Política del Estado. El Congreso, declarado
constitucional, hará después ciento cuarenta y cuatro modificaciones, revisando ciento
ventidos artículos, empero no podrá cambiar el espíritu constituyente, la voluntad
constituyente, expresada en la estructura misma de la constitución, en la visión de país y
en el modelo de Estado; manifestando esta voluntad principalmente en la parte
declarativa de la Constitución y derivando consecuencias importantes en la parte
orgánica de la misma.
La primera gestión de gobierno tuvo que enfrentar la conspiración de la derecha,
conspiración que se realiza en varias etapas. Primero se comenzó con una agenda
opuesta a la Agenda de Octubre de 2003, la llamada Agenda Autonómica, después se
dio lugar el referéndum autonómico, comenzando el 4 de mayo de 2008 en Santa Cruz,
en franca oposición al Gobierno Nacional y a la Corte Nacional Electoral. Después del
referéndum constituyente del 25 de enero de 2009, las oligarquías regionales se lanzan a
una ofensiva movilizada y violenta, efectuando toma de instituciones gubernamentales,
utilizando el argumento de que persiguen recuperar la parte del Impuesto Directo a los
Hidrocarburos (IDH), que supuestamente se les quitó, transfiriendo este monto al bono
dignidad. Esta ofensiva culmina en su espiral de violencia ascendente el 11 de
septiembre de 2008 con una cruenta masacre de campesinos. El gobierno declara Estado
de Sitio en Pando e interviene la región con el objeto de restituir el orden, capturar a los
responsables de la masacre y juzgarlos. En defensa del decreto que declara Estado de
Sitio se dice que se establece una situación excepcional de "extrema gravedad" para
"garantizar la vida" y "los intereses de la colectividad" en el departamento de Pando.
La derecha es derrotada por lo menos cuatro veces en este lapso te tiempo político;
primero con la aprobación popular de la Constitución Política del Estado en el
referéndum constitucional, segundo con la ratificación del presidente Evo Morales
Ayma en la revocatoria de mandato, tercero con la derrota político y militar en Pando, y
cuarto con la derrota electoral de diciembre de 2010. En estas elecciones la derecha se
encuentra dispersa, fragmentada, desmoralizada, sin discurso político, pues el discurso
autonómico es reapropiado por la Constitución con una propuesta más integral de
pluralismo autonómico. La derecha al oponerse a la aprobación de la Constitución
queda al margen de la propia nueva agenda autonómica. La segunda gestión de gobierno
se inicia con una abrumadora mayoría del Movimiento al Socialismo (MAS) en la
Asamblea Legislativa Plurinacional, controlando las dos cámaras, lo que habilita al
gobierno, en coordinación con la Asamblea, a la promulgación de leyes que deberían ser
fundacionales. Estos resultados hacen pensar en las condiciones de posibilidad
adecuadas para la construcción y conformación de una hegemonía indígena y popular,
hegemonía indispensable para la realización de las tareas de transformaciones
institucionales, políticas, económicas, sociales y culturales que requiere la fundación del
Estado plurinacional comunitario y autonómico.
Este ambiente despejado y promisorio no se empaña del todo con los resultados de las
elecciones departamentales y municipales del cuatro de abril de 2010, donde si bien
gana el MAS en seis de los nueve departamentos, pierde en tres, Santa Cruz, Tarija y
Beni. Gana en la mayoría de los municipios, más de 200 de los 337 municipios; sin
embargo, perdió en las elecciones municipales en siete de las diez principales ciudades,
contándose entre ellas a la ciudad de La Paz, así tambiénOruro, ciudades estas asentadas
entierras altas donde se despliega la preponderancia electoral del MAS, ciudades quese
consideran baluartes del Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos
(IPSP).Otra cosa que llama la atención es lo que ocurrió en la ciudad de El Alto, donde
ganó el MAS, pero sólo con el cuarenta por ciento de los votos, bajando su votación a la
mitad respecto a las elecciones presidenciales. Haciendo un balance cuantitativo de lo
que aconteció en el departamento de la sede de gobierno, el MAS bajó su votación en
La Paz de ochenta a cincuenta por ciento. Considerando esta rápido recuento, ¿qué
significa este desplazamiento electoral? ¿Un reacomodo de las fuerzas políticas? ¿Un
desplazamiento hacia el centro? ¿Desacuerdo de las bases en lo que respecta a la
selección de los candidatos? ¿Un síntoma de las variaciones emocionales de la gente?
¿Desgaste del MAS? ¿O mas bien se trata de un fenómeno pasajero y circunstancial?
¿Estos desplazamientos se explican por la ausencia de Evo Morales como candidato, la
diferencia entre elecciones nacionales y elecciones departamentales y municipales?
Estas preguntas dibujan un espacio de preguntas, pero también de problemas, así como
de probables hipótesis, que pueden ayudarnos a analizar y a interpretar las coyunturas
que se van a suceder desde las elecciones departamentales y municipales hasta el
conflicto de Potosí de agosto de 2010.
Tres conflictos se suceden en una coyuntura postelectoral; el conflicto de Caranavi por
la instalación de una planta de cítricos, que se prolonga durante las dos primeras
semanas de mayo, derivando en un desenlace fatal que se lleva dos muertos y
veintinueve heridos; el conflicto con el CIDOB, la central indígena de pueblos del
Oriente boliviano, que se prolonga casi todo julio, que tiene que ver con un conjunto de
demandas vinculadas a los territorios indígenas, a la implementación de las autonomías
indígenas, al Fondo Indígena, a la anulación de concesiones forestales, a la realización
de la consulta, al saneamiento de tierras en los territorios indígenas, así como al
problema de la presencia de los terceros en territorios indígenas; y el conflicto de
Potosí, que se prolonga durante las dos primeras semanas de agosto, conflicto que
estalla en principio por un problema limítrofe departamental entre Oruro y Potosí,
conectado con la instalación de una planta industrial de cemento y la explotación de
yacimientos en el cerro Pahua, empero el conflicto se amplifica a un conjunto de
demandas regionales. Estos tres conflictos dibujan nuevos escenarios en el proceso
político en marcha; se trata de organizaciones sociales, una indígena y otra sindical
campesina, además del comité cívico de un departamento; no hay que olvidar que el
departamento de Potosí forma parte de la geografía política de apoyo al gobierno, al
MAS y al proceso. No se puede equiparar estos conflictos con los anteriores, los
llevados a cabo por los comités cívicos de los departamentos de la llamada “media luna”
y el Comité interinstitucional de Chuquisaca; son distintos, son causas diferentes y
distintos actores, también son problemasdesemejantes. Sería un error de análisis el creer
que hay una continuidad entre estos conflictos y los anteriores. La discontinuidad es
clara; ahora bien, de lo que se trata es de entender la genealogía de los últimos
conflictos.
Para tal efecto, en primer lugar nos haremos la siguiente pregunta: ¿Cuál es la
materialidad social y política de los distintos perfiles de conflictos, el llevado a cabo por
los comités cívicos de la “media luna” y el llevado a cabo por los indígenas de tierras
bajas, los vecinos y campesinos de Caranavi, además del comité cívico de Potosí
(COMCIPO), donde participó el pueblo de Potosí, por lo menos de la ciudad de Potosí?
Respondamos a esta pregunta.
En un ensayo sobre Estado, Asamblea Constituyente y autonomías, que aparece en el
libro de Comuna bajo el título Horizontes y límites del poder y del Estado, publicado
por el 2005, se escribe lo siguiente: El campo social del departamento de Santa Cruz no es nada homogéneo. Hay una estructura social
jerárquica, consolidada de una forma vertical y elitaria. Sólo una minoría controla el monopolio de la
tierra, de las finanzas, de la economía, de los circuitos de influencia, de la prefectura, del gobierno
municipal, de los medios de comunicación. En este espacio social tenemos un monopolio de los
dispositivos políticos departamentales de parte de una oligarquía regional, que es al mismo tiempo una
burguesía nacional intermediaria. Hablamos entonces de una estructura de poder que tiende a la
hegemonía regional. Hablamos de una estructura económica basada en la concentración abismal de
recursos en unas cuantas familias. También hablamos del control casi absoluto del espacio virtual, la
caja de resonancia prioritaria en el contexto contemporáneo, los medios de comunicación de masa.
Los empresarios controlan casi todos los medios de comunicación disponibles a nivel nacional, a
excepción de las radios populares, el canal de televisión popular (RTP) y otros medios alternativos.
Casi todos los medios de comunicación, incluyendo particularmente la prensa, están controlados por
esta oligarquía regional. Este monopolio de los medios se manifiesta en su programación, diseño y
contenidos que están vertiendo. En esta programación, diseño y contenidos se puede entrever a donde
se está apuntando, cuáles son los objetivos estratégicos. Se trata de una construcción ideológica,
además del control efectivo de los medios, se trata de un control mediático de la realidad nacional, de
un control virtual de la información. Por medio de estos procedimientos los medios de comunicación
crean una realidad virtual, se inventan una realidad comunicativa. Esta hiper-realidad termina siendo
la única realidad que tenemos en cuenta; porque la realidad real, efectiva, el acontecimiento de
singularidades acaba siendo ocultada. Por ejemplo no se visualizan, no se hacen audibles, las
vivencias sociales de las provincias, las formas de existencia de las mayorías de los cambas, mestizos,
rancheros. Todo esto ha desaparecido. Ahora solo existe la representación del camba en los términos
ideológicos del discurso de la nación camba. Práctica discursiva incipiente, desplegada por una
minoría, que se ha creído siempre hispánica, que ha usado el término de cambamas bien de modo
despectivo. Tardíamente trata de invertir el término usual, otorgándole un valor ideológico de
aglutinamiento, buscando desesperadamente la hegemonía parcial al interior de la frontera regional77
.
Obviamente este no es el campo social de los conflictos en tierras bajas con el CIDOB, tampoco en
tierras altas con los conflictos suscitados en Caranavi y en Potosí. En lo que respecta a la marcha
indígena, la composición social la definen las organizaciones indígenas de tierras bajas, aglutinadas
en el CIDOB, incluyendo a las organizaciones que terminan distanciándose de la marcha como la
Asamblea del Pueblo Guaraní (APG). Podemos incluir en esta composición a las Organizaciones no
Gubernamentales (ONGs) que apoyan a las organizaciones indígenas de tierras bajas. Entre las
organizaciones indígenas y las ONGs tenemos una red de técnicos y asesores de las mismas
organizaciones; también podemos incluir a medios populares e intelectuales que simpatizan con las
causas indígenas. Trasladándonos a la zona subtropical de Caranavi el campo social es dibujado
por organizaciones sindicales campesinas de los llamados colonizadores, que desde la aprobación de
la Constitución se hacen llamar interculturales, juntas de vecinos de la ciudad intermedia,
autoridades municipales, instituciones del lugar, medios de comunicación locales, también tenemos
que destacar la participación de los representantes asambleístas de la provincia. En lo que respecta
al conflicto regional de Potosí, vale la pena acudir al análisis que realiza Samuel Rosales, militante
potosino del MAS; en el documento describe los contenidos y los actores de las reivindicaciones de
Potosí del siguiente modo:
La movilización potosina tiene carácter reivindicativo y contenidos desarrollistas con participación
popular… De esta movilización participan sectores populares como desocupados, amas de casa,
organizaciones de pequeños empresarios, transportistas, magisterio entre otros78
.
Entre esos otros podemos incluir a las organizaciones del Comité Cívico de Potosí (COMCIPO),
también a la Gobernación del departamento y a los representantes asambleístas, a los sindicatos
mineros y a los cooperativistas, además de medios de comunicación regional e intelectuales
potosinos. Empero en el espacio del campo social del conflicto potosino también debemos
comprender a las organizaciones campesinas aglutinadas en la Federación Campesina del
Departamento de Potosí, así mismo al Consejo de Marcas y Ayllus del Qullasuyu (CONAMAQ)
que, dependiendo del momento de la temporalidad del conflicto, han actuado en contra de
COMCIPO, ventilando una contradicción entre ciudad y campo. En la extensión de este campo
social hay que situar a una red de ONGs que trabajan en la región, que tienen sus oficinas en la
77
Comuna: Horizontes y límites del poder y del Estado. El escrito sobre Estado, Asamblea Constituyente y
autonomías es de Raúl Prada Alcoreza. La Paz, Muela del diablo.
78 Samuel Rosales: Documento para contribuir a la comprensión de la movilización del pueblo de Potosí
por el problema de límites departamentales y otras demandas. También hay otro documento más
reducido, publicado en la Época el 29 de agosto al 4 de septiembre del 2010: Las jornadas de
recuperación de la dignidad potosina.
ciudad, empero muchas de ellas trabajan en las provincias, con los sindicatos y ayllus; también hay
ONGs que trabajan con cooperativistas mineros.
Como se puede ver los campos sociales son diferentes en la “media luna” y en tierras altas, en
momentos distintos de dicotómicos conflictos. Esta constatación nos muestra una situación y un
momento diferente del proceso de cambio y de la transición. Se trata de demandas y
reivindicaciones sectoriales, locales y regionales que tienen que ver con la aplicación de la
Constitución, autonomías indígenas, el modelo económico, particularmente con su característica de
modelo productivo, demandas que tienen que ver con la autonomía departamental. Se puede decir
que la gente, las multitudes, las organizaciones, las localidades y las regiones han combatido, han
apoyado, han votado varis veces, han resistido al embate de las oligarquías regionales, han
marchado y sostenido el proceso constituyente, exigiendo la aprobación de la Constitución, han
elegido apoyando el proceso; después de una larga temporalidad de entrega y despliegue de
voluntades ahora piden resultados inmediatos de cambio en sus condiciones de vida, respuestas y
productos concretos de transformación social, económica, política y cultural. Todo esto lo hacen
desde sus propias perspectivas sectoriales, locales regionales, desde discursos fragmentarios,
todavía sin concatenar un discurso político plurinacional comunitario. Hay que entender esta
mutación en las entrañas mismas del proceso, es indispensable la participación de la gente, los
pueblos, las naciones, las sociedades, las poblaciones, los territorios en la conducción del proceso en
los términos aprobados por la Constitución como sistema de gobierno: la democracia participativa.
Tiempo político y decadencia
La revolución boliviana se empequeñeció y con ella sus hombres, sus
proyectos, sus esperanzas. La política se realiza a base de concesiones, y
entre estas y la derrota no hay más que diferencias sutiles. ¿Cuándo se
tomó el desvío que condujo a la capitulación? Previamente debiera
interrogarse: ¿los conductores estaban conscientes de que capitulaban,
se dieron cuenta de que llegaron a aquel punto desde el que no hay
retorno posible?
Sergio Almaraz Paz: Réquiem para una República. El tiempo de las
cosas pequeñas.
Uno de los más lúcidos intelectuales bolivianos es indudablemente Sergio Almaraz Paz,
sus libros, Petróleo en Bolivia, El poder y la caída, el estaño en la historia de Bolivia,
Réquiem para una República, y otros ensayos, constituyen no sólo un valioso aporte al
análisis de los grandes tópicos de la problemática de un país dependiente y de un Estado
subordinado, sino también constituyen herramientas que hacen inteligible la realidad
económica y política, los procesos inherentes, los campos de fuerza subyacentes y los
intereses puestos en juego. Almaraz forma parte de un eje intelectual y crítico de la
episteme boliviana, conformada por intelectuales preocupados por la defensa de los
recursos naturales, la soberanía, la historia efectiva del poder y las manifestaciones
concretas de la economía, preocupados por la comprensión específica y el conocimiento
concreto de las formaciones históricos sociales abigarradas, preocupados por entender
las específicas estructuras de poder que se despliega la política nacional. En esta línea
podemos citar a Carlos Montenegro, Sergio Almaraz Paz, René Zavaleta mercado y
Marcelo Quiroga Santa Cruz. Sus reflexiones, análisis e investigaciones corresponden a
una época en que está en juego la soberanía del Estado-nación. Su crítica emerge como
fuerza histórica de un pensamiento propio, una fuerza del entendimiento irradiante de
las complejas realidades de las periferias de la economía-mundo capitalista. Su
pensamiento tiene por objeto la crítica a una formación discursiva colonial, oligárquica,
enajenante y alienante, seducida por los abalorios de la dependencia. El discurso de
estos pensadores de la cuestión nacional es denunciativa y militante, comprometida y
muchas veces solitaria. Pelean como naves intrépidas que cursan el océano de las
formaciones enunciativas, como nómadas o viajeros en el desierto de la
desterritorialización capitalista, enfrentándose a las fuerzas hegemónicas, aparentemente
aplastantes y demoledoras; sin embargo, se trata de decursos intelectuales intrépidos que
logran surcar los océanos, los desiertos y los bosques de las ideologías dominantes,
legitimadoras de las estructuras de poder.
Lo que ahora interesa del análisis de Almaraz es la evaluación que hace de la
Revolución Nacional de 1952, que duró hasta el 4 de noviembre de 1964, cuando un
golpe militar interrumpe el problemático proceso nacionalista revolucionario. En
Réquiem para una República escribe sobre la Psicología de la vieja rosca, poniendo en
evidencia los prejuicios de la oligarquía, su racismo enconado, su desprecio por el país,
del que sin embargo viven y se enriquecen; también escribe un brillante análisis del
último periodo de la revolución, su fase que podemos llamar decadente, se trata de un
ensayo que intitula sugerentemente El tiempo de las cosas pequeñas. El análisis es
minucioso, detallista, persigue seguir los ritmos de los hechos, de los acontecimientos,
de las políticas y de las decisiones políticas, trabaja la forma de la degradación, de la
corrosión y el retroceso de la revolución. Ésta fue retrocediendo poco a poco, peleando
aquí, cediendo allá, sin dejar de hacer el cálculo puntilloso de dónde se podía resistir y
dónde se podíaresignarse. Empero este método de guerra de posiciones, un tanto
ambiguo e irreversible, tendió una trampa; se trató de defender la minería a costa de
entregar el petróleo a los norteamericanos, se defendió al Banco Minero ante la
exigencia de reorganización impuesta por la institución financiera, tratando de proteger
a los pequeños productores mineros, empero ya se había entregado la dirección técnica
de COMIBOL a ingenieros norteamericanos, se resistió hasta el último una intervención
militar a las minas, exigida por la embajada estadounidense, sin embargó llego de todas
maneras el enfrentamiento de Sora Sora. Mediante este procedimiento del paso a paso,
no se dieron cuenta los movimientistas cuando se pasaron al otro lado de la vereda. La
confusión fue tal que en la abrumadora mutación política, los nacionalistas se vieron
enfrentados al pueblo que hizo la revolución. Es este proceso sinuoso el que debe ser
entendido y analizado; como dice Albert Camus: lo difícil en efecto es asistir a los
extravíos de una revolución sin perder la fe en la necesidad de ésta. Para sacar de la
decadencia de las revoluciones lecciones necesarias, es preciso sufrir con ellas, no
alegrarse de esta decadencia. ¿Cómo se pasó de una heroica insurrección que destruyó
al ejército, llevó raudamente a las milicias de obreros y campesinos a imponer la
nacionalización de las minas y la reforma agraria, a la situación calamitosa de
noviembre de 1964 cuando oficiales de aviación y del ejército acribillaban
oficiosamente a los pocos milicianos que quedaron para defender lo que subsistía de la
revolución de 1952? Este desenlace catastrófico le llevo a Almaraz a decir que en
Laicacota se disparó sobre el cadáver de una revolución.
Hay que evaluar las distintas etapas del proceso nacionalista, 1952-53, que corresponde
al periodo del Cogobierno; 1953-56, que corresponde a la implementación de las
medidas y al reacomodo de las fuerzas integrantes del nacionalismo revolucionario;
1956-1960, periodo que corresponde al punto de inflexión y al comienzo de la curva
descendente, periodo de regresión y de las grandes capitulaciones, como las del plan
triangular; 1960-1964; tiempo de las cosas pequeñas, periodo de la decadencia de la
revolución. Viendo la curva y la función del proceso, lo grave fue haber llegado al
punto de inflexión cuando la curva ascendente se convierte en curva descendente. En
ese momento se llega a un gobierno pragmático que busca resolver el problema del
desabastecimiento, el problema recursos financieros para COMIBOL, el problema de la
estabilidad y de la gobernabilidad, de una manera “técnica”. Es cuando se opta por un
programa monetarista y por la asistencia “técnica” a COMIBOL; prácticamente quedan
atrás la figura compartida del Cogobierno, también se abandona la vigencia de la
cogestión, es decir de la participación de los obreros en el gobierno y en la gestión. A
partir de ese momento la suerte está sellada, se abandonaron los postulados de la
insurrección de abril; se prefirió optar por un realismo político sin imaginación,
creyendo que de esta manera podíamos atraer la inversión del capital financiero y
sortear los obstáculos del proceso político. Lo que vino después corresponde a una
sorda y minuciosa resistencia, que quería defender, mas bien simbólicamente, pequeños
detalles, poses de dignidad, en espacios y desenlaces perdidos. Se puede decir que la
contrarrevolución se incubó en las propias entrañas del proceso, en el propio gobierno,
en el mismo partido, fortaleciendo al ejército que iba a ser el instrumento de la CIA para
dar el golpe de noviembre, desarmando a las masas, a los milicianos, al pueblo de sus
propias convicciones logradas durante la formación de la concierna nacional, que nace
en las trincheras de la Guerra del Chaco, de las propias certezas de la formación de la
conciencia social, que nacen de las luchas de los trabajadores y el proletariado minero.
Lo que sustituye a estas grandes convicciones, a estas grandes narrativas, es un sentido
común de funcionarios atrapados en la coyuntura y en la vida cotidiana, en las tareas
recurrentes, en las mesas de negociaciones, en el trámite molecular de las políticas
públicas y de las azarosas relaciones internacionales dominantes. Las grandes
finalidades de la revolución se perdieron, quedaron atrás, como parte de la memoria y
de los actos heroicos. Lo que se tenía delante era mas bien metas pequeñas, mediocres,
algunos pasos para adelante, otros pasos para atrás, decretos para darle forma a una
micro-política paulatina, de inútil resistencia, empero de efectiva capitulación diferida.
Parafraseando nuevamente a Camus, lo importante es asistir a los extravíos de una
revolución, sacar de la decadencia de las revoluciones lecciones necesarias; lo
importante es aprender de la dinámica molecular de sus proceso, de la lógica inherente a
su decurso, de sus fases sucesivas, de la concatenación de los hechos y de las decisiones
que se toman. Lo importante de estas lecciones es utilizar lo aprendido para evitar que
vuelva a suceder lo mismo cuando se da la oportunidad de un nuevo proceso de
transformación.
Los entretelones del poder: Teatro político, burocracia e industrialización
La puesta en escena se ha convertido en el procedimiento privilegiado por la acción
política. La escenificación del poder es el medio indispensable de la reproducción del
poder, de la transmisión de sus símbolos, de sus enunciados, de la figura desmesurada y
jerárquica de la representación del poder. La irradiación de los medios de comunicación
de masa, su transversalidad y la ocupación omnipresente de los espacios sociales,
terminan deformando el sentido de las cosas, instaurando una realidad comunicacional
sobre la propia realidad real, si se puede hablar así. Lo que importa es la escena, la
escenificación, el teatro, la representación de lo que se suplanta, el referente perdido del
mundo y de sus hechos. Lo que importa es la conformación de lo público mediado por
la publicidad, la propaganda, las noticias, pero sobre todo la exposición mediática, el
lenguaje de la imagen y la locución. Las alegorías del poder son esclarecedoras, dignas
de tomarse en cuenta; lo que transmite es la jerarquía, el orden, la ceremonia y la
pleitesía de los mandos, la obediencia y subordinación, y sobre todo dejar en claro que
hay gobernantes y gobernados, protagonistas y espectadores. Los que hacen la historia
y los observadores, quizás hasta víctimas, que se encuentran en el espacio gris de la
expectación y quizás también de la expectativa; porque no decir esperanza
multitudinaria en encontrar algo en aquellos espectáculos, un sentido de vida, una
respuesta benevolente, una política social que le resuelva sus vidas. Esto pasa, pero lo
que no podemos olvidar es que el teatro político forma parte de la reproducción del
poder como ceremonialidad del mismo. Su elocuencia y colorido es necesaria para que
el pueblo sepa quienes gobiernan, quienes dirigen, quienes deciden por las multitudes
que conforman el pueblo. La representación del poder aparece rutilantemente durante
las cortes del rey, reaparece acompañando las formas burocráticas durante las
monarquías administrativas, se transforma en una escenificación apabullante con la
revolución arquitectónica y comunicacional de las repúblicas. El teatro político adquiere
su densidad acondicionadora en la vertiginosidad de una modernidad trastrocadora y
cambiante, donde lo que importa es la inflamación de lo imaginario y la realidad virtual.
Lo real ha terminado siendo suplantado.
Otro componente condicionante de la reproducción del poder, de las formas del poder,
históricamente constituidas, es el aparato burocrático, es la burocracia como sistema de
funcionamiento administrativo y normativo. Las tareas recurrentes y la aplicación de los
procedimientos hacen a la rutina de una gestión pública encaminada a mantener y
conservar el Estado. La gestión pública tiene como tarea la realización de las políticas
públicas, opera, ejecuta, pone en práctica, pero lo hace de una manera aparatosa, que
termina difiriendo las acciones, dilatando los procesos, a través de tantas mediaciones,
convirtiendo al proceso de ejecución en un círculo vicioso, donde el fin ya no parece ser
lograr determinados resultados sino el proceso mismo de cumplimiento interminable de
procedimientos. Franz Kafka retrata mejor que Max Weber este fenómeno de la
administración moderna. La burocracia, a pesar de lo que diga el sociólogo, que dice
que se conforma para lograr una eficiente administración, se convierte en el aparatoso
conjunto de procedimientos, de normas y reglas que logran eficientemente separar
Estado de sociedad civil, el dualismo constitutivo del Estado moderno, convirtiendo a la
sociedad política no sólo en representante de la sociedad civil, sino en el espacio de
especialistas que toman decisiones a nombre de la sociedad y del pueblo, aunque estas
decisiones terminen afectando a la sociedad y al pueblo. Se produce una suerte de doble
suplantación, no sólo de los representantes respecto de los representados, que ocurre de
manera más clara con los legisladores, sino de los que manejan la cosa pública respecto
a los públicos, los pueblos, las sociedades y los usuarios. Estas suplantaciones adquieren
formas paradójicas en los procesos revolucionarios cuando la dictadura del proletariado
se convierte en la dictadura del partido sobre el proletariado, y la dictadura del partido
en la dictadura de la nomenclatura. También se repite en procesos recientes de
transformación cuando los funcionarios terminan suplantando a los movimientos
sociales, la voluntad burocrática termina suplantando la voluntad de los movimientos
sociales. Decimos que estas situaciones son paradójicas porque se supone que las
revoluciones y los procesos de transformación deben establecer relaciones horizontales,
participativas y colectivas de acción directa y de democracia comunitaria. Pero no
ocurre esto sino que se reitera la renovada separación y suplantación de los funcionarios
respecto a lo que debería ser la auto-organización, la autodeterminación, la autonomía y
el autogobierno, la capacidad y potenciamiento multiforme de la sociedad. Se produce
un apoderamiento de los funcionarios de los mecanismos de conducción del proceso de
cambio. Por lo tanto podemos ver que la burocracia se convierte en un conjunto de
mediaciones, procedimientos y normas de restauración de las formas de poder liberales
y coloniales, ancladas en las instituciones que perduran y no cambian, cristalizadas en
los huesos y las mentalidades de los funcionarios, que siguen siendo los mismos.
Un tercer componente condicionante de la reproducción del poder es lo que llamaremos
el imaginario de la industrialización. A comienzos del siglo XX liberales y positivistas
soñaron con las rutas de ferrocarriles y las plantas industriales, para ellos se trataba de
los símbolos del progreso y de las estructuras de la modernización. Más tarde, a
mediados del siglo XX, los nacionalistas apostaron por la sustitución de importaciones a
través del proceso de industrialización; se trataba de salir de la dependencia de la
periferia respecto al centro de la economía-mundo capitalista. No se dieron cuenta que
su obsesión industrialista era una manifestación paradójica de la dependencia, de la
dependencia imaginaria del paradigma de la revolución industrial. Esto no quiere decir
que no se tenga que industrializar en absoluto, sino que no puedes embaucarte en un
paradigma industrialista. Los ingleses no necesitaron un paradigma industrialista,
simplemente lo hicieron, construyeron industrias, transformando las condiciones de
producción y de acumulación del capital. Lo que llama la atención es que los
industrialistas de la periferia, los nacionalistas de las décadas de los cincuenta y sesenta,
los industrialistas tardíos de comienzos del siglo XXI, se mueven y se encuentran
atrapados en un imaginario industrialista, se hallan enajenados en el paradigma de la
revolución industrial, convirtiéndolo en el único proyecto político, obviando que esto no
es más que una manifestación dramática de la consciencia dependiente.
Las tareas políticas y económicas de la transformación pueden asumir seriamente la
implementación de la transformación productiva en el contexto de la revolución
tecnológica y científica, tomando en cuenta la compleja articulación entre modelo
productivo, soberanía económica, soberanía financiera, soberanía tecnológica y
soberanía alimentaria, además de comprender el carácter estratégico de lograr los
equilibrios de los ecosistemas. En este caso, la apuesta no es industrialista sino la
construcción de una economía integral y complementaria con la participación abierta de
los sujetos y actores económicos. La construcción transformadora de las políticas
económicas ahora debe ser participativa, la Constitución define una planificación
integral y participativa, un presupuesto participativo, un régimen económico financiero
autonómico. Esta perspectiva integral, participativa y complementaria no es
industrialista, aunque tenga como componente la industrialización estratégica, no está
enajenada en el paradigma de la revolución industrial sino que comprende el modelo
productivo de una manera abierta y producente, es decir, con el objeto de afectar las
relaciones de reproducción, produciendo relaciones sociales alternativas, colectivas y
comunitarias. Es aquí donde toma importancia la economía social y comunitaria,
definida en la Constitución. La economía integral, complementaria y participativa tiene
como eje gravitante y estructurador a la economía comunitaria y a los emprendimientos
sociales.
Cuando nos encontramos con este triángulo imaginario e ideológico de políticas
públicas y políticas económicos, que se compone con los recursos delirantes del teatro
político, la burocracia circulante y el imaginario industrialista, vemos que se recae en lo
mismo de las liberales y coloniales formas de poder. No se necesita mucha imaginación
para volver a andar por estos caminos recorridos, tampoco se requiere creatividad y
menos implican transformaciones institucionales, económicas, políticas y culturales.
Este triángulo de la reproducción del poder moderno es la política, la metodología y la
ideología de la restauración.
Genealogía del racismo
Immanuel Wallerstein y Etienne Balibar compartieron una serie de ensayos sobre los
tópicos del ámbito de relaciones entre raza, nación y clase, ensayos que se agruparon en
un libro que lleva el título que hace a la conjunción de esos conceptos, raza, nación y
clase79
. En el libro se trabajan ensayos que tratan de responder a preguntas, hipótesis y
79
Immanuel Wallerstein, Etienne Balivar: Raza, nación y clase. Madrid 1991; IEPALA.
problemáticas sobre el ámbito saturado de relaciones cambiantes, de acuerdo a los
contextos históricos, entre los conceptos en cuestión. Una pregunta es: ¿Existe el
neoracismo? Otra cuestión es las relaciones entre universalismo, racismo y sexismo,
entendidas como tensiones ideológicas del capitalismo. Otro problema tratado es la
relación entre racismo y nacionalismo. También se trabaja históricamente la
construcción de los pueblos, desde la relación entre racismo, nacionalismo y etnicidad.
En la contingencia de la discusión, se analiza la forma nación, desde la perspectiva de
su historia e ideología. De una manera más concreta se evalúa la unidad doméstica y la
formación de la fuerza de trabajo en la economía-mundo capitalista. Así mismo el
conflicto de clases en la economía-mundo capitalista. Retomando la mirada teórica, se
retoma la discusión de la relación de Marx y la historia, esta vez trabajada desde la
problemática de la polarización. Otro tema teórico recuperado de las polémicas es la
formación de la burguesía, su concepto y realidad. También se plantean
transformaciones en las mismas condiciones de la controversia, se dan lugar mutaciones
en el tiempo social y político, como cuando aparece la pregunta de si pasamos ¿de la
lucha de clases a la lucha sin clases? También hay trabajos que retoman investigaciones
empíricas, más descriptivas, para abordarlas en el análisis teórico; el tema es el conflicto
social en África negra independiente4, analizado desde el nuevo examen de los
conceptos de raza y grupos de status. En el conjunto de los ensayos, aparece uno
sugerente sobre el “racismo de clase”, otro sobre la problemática del racismo y su
vinculación con la crisis. Estos son los ensayos que comparten y conforman un libro
rico en la polémica, la actualidad y la reflexión sobre los temas candentes puestos en
mesa. Retomando los ensayos, optamos por concentrarnos en una perspectiva del
abordaje; cómo de alguna manera trabajamos con las temáticas afrontadas por
Immanuel Wallerstein80
. Ahora lo haremos con los ensayos trabajados por Etienne
Balibar.
Dos son las preguntas que se hace Etienne Balibar: ¿Cuál es la especificidad del racismo
contemporáneo?, y ¿cómo puede relacionarse con la división de clases en el capitalismo
y con las contradicciones del Estado-nación? Se trabaja el ámbito saturado de relaciones
entre raza, nación y clase, y a la zaga, por abajo o por encima tribus, etnias, pueblos,
estados, grupos, comunidades, clanes, castas, capas, segmentos y las gentes. A la
pregunta de si ¿existe un neoracismo?, contesta: De hecho, no hay racismo sin teorías.
Sería completamente inútil preguntarse si las teorías racistas proceden de las élites o
de las masas, de las clases dominantes o de las clases dominadas. Por el contrario, es
evidente que están racionalizadas por los intelectuales81
. Empero, también dice que, la
propia categoría de masa (o de popular) no es neutra, está en comunicación directa
con la lógica de naturalización y de racialización de lo social82
. La hipótesis es que,
contemporáneamente, se avanza hacia un racismo diferencial, que consiste
paradójicamente en incorporar en su seno al antirracismo e incluso al humanismo ¿De
qué se trata? Etienne Balibar dice que se produce una desestabilización de las defensas
del antirracismo tradicional, en la medida en que su argumentación viene a contrapelo
e incluso se vuelve contra él (lo que Taguieff llama oportunamente el efecto de
80
En Crisis y cambio. Umbrales y horizontes de la descolonización. de Raúl Prada Alcoreza. La Paz 2010;
Comuna, Muela del Diablo.
81 Ob. Cit.: Pág. 33.
82 Ibídem: Pág. 35.
retorsión del racismo diferencialista). Se acepta inmediatamente que las razas no
constituyen unidades biológicas delimitables; que, de hecho, no hay razas humanas.
También se puede aceptar que el comportamiento de los individuos y sus “aptitudes”
no se explican a través de la sangre o incluso de los genes, sino por su pertenencia a
culturas históricas83
. ¿Qué es lo que ocurre en el paso del racismo tradicional al racismo
diferencial contemporáneo? De hecho asistimos a un desplazamiento general de la
problemática. De la teoría de razas o de la lucha de razas en la historia humana, tanto
si se asienta sobre bases biológicas como psicológicas, pasamos a una teoría de las
relaciones étnicas (o de race relations) en la sociedad, que naturaliza, no la
pertenencia racial, sino el comportamiento racista. El racismo diferencialista es desde
el punto de vistas lógico, un metaracismo o lo que podríamos llamar un racismo de
segunda categoría, que se presenta como si hubiera aprendido del conflicto entre
racismo y antirracismo, como una teoría políticamente operativa, de las causas de la
agresividad social84
. Por lo tanto, se puede concluir que la idea de un racismo sin raza
no es tan revolucionario como se pudiera imaginar, el racismo se solapa, se mimetiza en
el desplazamiento de una clasificación diferencial, esmerada en el detalle de la
diferencia cultural. Se trata de un paso de la teoría de razas a un racismo diferenciador,
que no es otra cosa que el paso de un racismo, centrado en la distinción biológica, a un
racismo, centrado en la distinción cultural.
Etienne Balibar también trabaja la relación entre racismo y nacionalismo. Dice que
parte de los historiadores argumentan que el racismo se desprende y desarrollo en el
campo del nacionalismo, campo omnipresente en la modernidad. De este modo, el
nacionalismo sería, si no lo única causa del racismo, en cualquier caso la condición
determinante para su aparición85
. Dicho de otro modo, las explicaciones económicas o
psicológicas sólo serían pertinentes en la medida que iluminaran presupuestos o efectos
provocados por el nacionalismo86
. Esta interpretación confirma que el racismo no tiene
nada que ver con la existencia de razas biológicamente objetivas, dejando de lado el
equívoco de las explicaciones culturalistas, que, de una y otra manera, tienden a
convertir el racismo en una especie de elemento invariable de la naturaleza humana87
.
Sin embargo, no hay que creer que se establece una relación causal entre nacionalismo y
racismo; la interpretación no implica que el racismo sea una consecuencia inevitable del
nacionalismo, tampoco que el nacionalismo sea históricamente imposible sin la
existencia del racismo abierto o latente. En este contexto de la discusión hay que
distinguir el racismo como discurso teórico y el racismo como fenómeno de masa,
aunque ambos fenómenos se hallen conectados y se retroalimenten.
Según el autor tenemos tres modelos de racismo heredados del pasado: el antisemitismo
nazi, la segregación de los afroamericanos en Estados Unidos, percibida como una larga
secuela de esclavitud, y el racismo imperialista de las conquistas y dominaciones
coloniales. La reflexión teórica sobre estos modelos heredados ha producido una serie
83
Ibídem: Pág. 37.
84 Ibídem: Pág.40.
85 Ibídem: Pág. 63.
86 Ibídem: Pág. 64.
87 Ibídem: Pág. 64.
de diferenciaciones analíticas, ligadas a la defensa de la democracia, de los derechos
humanos y de los derechos civiles; también la liberación nacional ha producido una
serie de diferenciaciones, vinculada a la búsqueda de las causas de los efectos de la
racialización imperialista y colonial. La primera diferenciación tiene que ver con la
distinción entre racismo teórico, doctrinal, y racismo espontáneo, lo que tiene que ver
propiamente con el prejuicio. También nos encontramos con la diferenciación entre un
racismo interior, contra la población considerada minoritaria, y un racismo exterior, que
es una forma extrema de xenofobia. También podemos caracterizar a determinadas
posiciones como autorreferenciales, que tienen que ver con los portadores de los
prejuicios, quienes ejercen la violencia física o simbólica, en contra posición de un
racismo heterorreferencial, en el que se asimila a las víctimas del racismo. El análisis
político diferencia también entre un racismo institucional y un racismo sociológico. De
alguna manera esta distinción se yuxtapone a la diferencia entre un racismo teórico y un
racismo espontáneo. Esto podemos explicar del siguiente modo: de todas maneras
siempre hay recurrencia a alguna doctrina para justificar el ejercicio del racismo, esto
pasa efectivamente cuando median instituciones que segregan; la situación mencionada
se distingue de lo que llamamos racismo sociológico, que supone una dimensión
dinámica que va más allá de los prejuicios propiamente dichos, enfocándose en los
problemas que plantean los movimientos colectivos de carácter racista. Sin embargo no
podemos olvidar que todo racismo histórico es al mismo tiempo institucional y
sociológico88
. También se puede dar una combinación de modelos de racismo que
terminan desarrollando otras formas de racismo; desde esta perspectiva podemos
distinguir entre un racismo de exterminio, excluyente, de un racismo de opresión,
incluyente89
. Contemplando este mapa conceptual de diferenciaciones relativas a las
formas de racismo, Etienne Balibar concluye que: Estas distinciones no sirven tanto
para clasificar tipos de comportamiento o de estructuras idealmente puros como para
identificar trayectorias históricas. Su pertinencia relativa nos conduce a la sensata
conclusión de que no existe un racismo invariable, sino unos racismos queforman un
espectro abierto de situaciones90
. Al mismo tiempo el autor advierte que: una
configuración racista determinada no tiene fronteras fijas, es un momento de evolución
que sus potencialidades latentes y también las circunstancias históricas, las relaciones
de fuerza en la formación social, se desplazaran a lo largo del espectro de los racismos
posibles91
.
Lo anterior nos sirve como para tener una mirada dinámica y en desplazamiento, que
pueda seguir la mutación, la transformación y la transvaloración de las formas
diferenciales de racismo. Hay que tener en cuenta, como dice Balibar, que el racismo es
en sí mismo una historia singular, con sus puntos de retroceso, sus fases subterráneas, y
sus explosiones92
. La genealogía del racismo en Bolivia ciertamente no se ha detenido
en el modelo imperialista y colonial; se ha desplegado desprendiéndose y
convirtiéndose en un colonialismo interno, convirtiendo a las mayorías poblacionales
88
Ibídem: Págs. 65-66.
89 Ibídem: Pág. 67.
90 Ibídem: Pág. 67.
91 Ibídem: Pág. 67.
92 Ibídem: Pág. 68.
en minorías políticas y a estas minorías en materia de un racismo interno, que puede ser
tomado también como opresivo. A lo largo de la historia republicana se ha desplegado
también un racismo institucional, que se diferencia de las propias dinámicas de las
prácticas racistas de la gente. La historia del racismo en Bolivia no se ha detenido en los
aspectos y características de un racismo biológico, centrado en las características y
clasificaciones somáticas; ciertamente se ha avanzado a las formas del racismo cultural,
con todas las distinciones y diferenciaciones relativas a los comportamientos, conductas
y aptitudes leídas por estas formas de racismo. Las formas del racismo no sólo son
diversas, sino que han mutado, en la medida que se han vivido distintos proyectos de
modernización, conducidas por las distintas reformas estatales, borbónicas, liberales,
nacionalistas y neoliberales. Un racismo demarcador, que estableció el dualismo entre
dos sociedades históricamente distintas, la hispánica y la indígena, queda como modelo,
como matriz, de las otras formas de racismo que han de venir sedimentándose; racismo
incluyente y domesticador, que busca normalizar a la población, arraigada a sus
costumbres, persiguiendo a través de la reforma educativa condicionar e incorporar
otros comportamientos, adecuados a la sociedad que pretende ser moderna. El
nacionalismo, en cambio, ha de buscar a través del proyecto de mestización, subsumir la
herencia nativa a una síntesis biológica y cultural. Es otro proyecto de modernización,
mas bien incluyente. Podemos considerar al nacionalismo como movimiento que
despliega mecanismos institucionales, políticos y legislativos, de inclusión nacional,
mediante procedimientos democráticos, de construcción de la individuación a través de
la reforma agraria y la reforma educativa. La ideología del nacionalismo revolucionario
se puede considerar, desde la evaluación de la genealogía del racismo en Bolivia, como
una dialéctica racista, que sintetiza las razas en el proyecto político, social y cultural del
nacionalismo, es decir el mestizaje. En este proyecto desaparece del discurso la
clasificación racial, como ocurría y ocurre en el discurso de la oligarquía minero-
latifundista, empero, como dijimos más arriba no abandona el campo del racismo, sino
que desarrolla un racismo sin razas, un racismo de clasificación culturalista y
sociológica, encaminada a la incorporación, a la inclusión, de lo indígena al proyecto
nacional de capitalismo de Estado. Los discursos socialistas no dejan el campo extenso
y dilatado del racismo; en la medida que exigen un proyecto de modernización, por la
vía del modelo occidental obrerista, descalifican los proyectos alternativos propios de
las sociedades, pueblos y naciones indígenas. La discusión actual entre comunitaristas y
socialistas ilustra fehacientemente sobre esta situación. El discurso neoliberal va tratar
de implementar políticas públicas bilingües y multiculturales, en la perspectiva también
de la incorporación a un proceso que raya en el multiculturalismo liberal, sin lograr
desplazarse del todo a este nuevo terreno. De lo que se trataba es de subordinar la
pluralidad cultural y lingüística a las leyes del mercado. La tercera reforma educativa y
la ley de participación popular se encaminaron en esta dirección. Ahora bien,
recorriendo estos decursos y temporalidades heterogéneas de la genealogía del racismo
en Bolivia, analizando el presente a través de una mirada retrospectiva del pasado,
debemos preguntarnos si bajo las condiciones del Estado plurinacional comunitario y
autonómico se termina saliendo del campo extenso y dilatado del racimo. Esta pregunta
es crucial sobre todo para evaluar los alcances del proceso de descolonización.
Volviendo al libro de Raza, nación y clase, de Immanuel Wallerstein y Etienne Balibar,
vemos que se dan yuxtaposiciones, intersecciones, cruces y entrelazamientos complejos
entre nacionalismos y racismos, en un contexto altamente diferenciado de
condicionamientos e isomorfismos mutuos. La comunidad imaginada de la nación ha
buscado borrar la condición plurinacional de una formación histórico social abigarrada
y barroca, conformada sobre la matriz de los pueblos indígenas. El pasar a la condición
plurinacional del Estado, de otra forma de Estado, parece apuntar a escapar del campo
gravitacional del colonialismo interno y de la colonialidad; el pasar a la condición
comunitaria del Estado, parece apuntar a salir de los espacios de atracción de los
racismos sociológicos; el pasar a la condición de un pluralismo autonómico, que
contiene a la autonomía indígena, con su autogobierno, libre determinación, gestiones
propias y normas y procedimientos propias, parece apuntar a escapar del campo
gravitacional del racismo institucional. ¿Será posible? Esto depende de la profundidad y
de los alcances de las transformaciones estructurales, institucionales, económicas,
sociales, políticas y culturales que se den en la transición del proceso de cambio,
depende de los actos fundacionales del nuevo Estado. En la medida que el Estado
plurinacional quede atrapado en una retórica discursiva que no es acompañada por
transformaciones institucionales y la revolución cultural, que reitere la forma del
Estado-nación, seguramente el proceso se ha de mantenerse en el campo gravitacional
reciclado del colonialismo y del campo gravitacional del racismo diferencial. Lo mismo
pasa con la condición comunitaria del Estado y la condición autonómica del Estado. Si
no se da una construcción efectiva del nuevo mapa institucional, en el sentido del
pluralismo institucional, administrativo, normativo, económicos, social, cultural y
lingüístico, seguramente nos mantendremos en las formas de un racismo inclusivo, de
un racismo cultural y de un racismo sociológico. En la medida que no demos cabida a la
participación abierta de las distintas formas autonómicas, seguramente nos
mantendremos en un racismo perdurable institucional y centralista. Algo parecido y
dramático pasa con el nuevo modelo económico; en la medida que no se abran espacios
de realización efectivos a los emprendimientos sociales alternativos y a la economía
comunitaria, no saldremos de lo que llamaremos un racismo diferencial económico. Las
tareas de la descolonización tienen que concentrarse en estos aspectos complejos y
diferenciales de las formas económicas subsumidas y articuladas a la económica-
mundo capitalista. La descolonización no puede ser solamente un discurso retórico y de
catarsis, pues este estallido emocional no resuelve los problemas materiales de la
descolonización, tampoco los problemas subjetivos de la descolonización, menos los
problemas epistemológicos de la descolonización.
Proceso y transición
La fundación de la segunda república
Después de haber abierto el nuevo horizonte histórico-político con el ciclo de los
movimientos sociales que se desataron con la primera guerra del agua (abril 2005) y
culminaron con la segunda guerra del gas (mayo y junio del 2005), nos tocó vivir la
primera gestión del primer gobierno indígena, en plena transición, mientras cumplíamos
con el proceso de la nacionalización de los hidrocarburos y la convocatoria de la
asamblea constituyente, abriendo el curso al proceso constituyente que culminó con la
escritura del nuevo texto constitucional y su aprobación triple, en el Liceo Militar,
donde se refugió la Asamblea Constituyente para seguir sesionando, en Oruro, donde se
aprobó la Constitución en detalle y en el Congreso, donde se hicieron 144
modificaciones a 122 artículos, pasando por el diálogo de Cochabamba, donde se
reescribió el título correspondiente a la Organización Territorial del Estado. Después de
lograr la Ley del Referéndum Constituyente, mediante una fabulosa movilización social,
convocada por las organizaciones sociales, quienes vuelven a salir en un momento de
emergencia para salvar el proceso constituyente, el pueblo aprueba su constitución. Con
esto se abre una nueva historia, dejando atrás la anterior, caracterizada por el proceso de
colonización y el desarrollo de la colonialidad, en sus diferentes etapas y en sus distintas
formas, atravesando los tiempos de la colonia y los periodos de la república, pasando
por cuatro procesos de modernización que culminaron en un fracaso: las reformas
borbónicas (fines del siglo XVIII), las reformas liberales (1900), después de la Guerra
Federal, la Revolución Nacional de 1952 y el ajuste estructural neoliberal (1985-2000).
Los movimientos sociales desatados en el 2000 y que duran hasta el 2005 ponen en
evidencia la crisis múltiple del Estado: crisis del Estado Colonial, crisis del Estado
liberal y su modalidad de gobiernos neoliberales, crisis del Estado moderno y crisis del
la versión capitalista en un país periférico. El hundimiento del segundo gobierno
neoliberal de Gonzalo Sánchez de Lozada en Octubre del 2003 implicaba también el
derrumbe catastrófico del colonialismo, del liberalismo, de la modernidad y del
capitalismo. En este contexto se entiende que las tareas de la Asamblea Constituyente
eran fundacionales, fundar una segunda república, establecer como mandato la tarea de
la descolonización, lo que significa partir del reconocimiento de la preexistencia a la
colonia de las naciones y pueblos indígenas originarios campesinos, el derecho a la libre
determinación, a su autogobierno, a sus instituciones propias, a sus normas y
procedimientos propios, a la gestión territorial, a la gestión ambiental, al beneficio
exclusivo en la explotación de los recursos naturales renovables, a la consulta, en lo que
respecta a la explotación de los recursos naturales no renovables, a la lengua, a la
cultura y a la cosmovisión propias. Este es el comienzo, este es el punto de partida, esta
es la base de la descolonización. Los primeros artículos de la constitución trazan esta
ruta crítica. En este sentido, la configuración del nuevo Estado debía desarrollarse sobre
la base de nuevas condiciones de posibilidades históricas y políticas. Estas condiciones
de posibilidad son otras que las del Estado-nación. Estas nuevas condiciones históricas
políticas expresan la muerte del Estado-nación y el nacimiento del Estado plurinacional.
En cierto sentido se puede decir que la Constitución Política del Estado es la
construcción dramática del pacto social. Primero, la mayoría tuvo que construir un
consenso, eso lo hizo entre las organizaciones sociales más representativas de los
movimientos sociales, cuando se discutió en el Pacto por la Unidad la propuesta de los
movimientos sociales a la Asamblea Constituyente. En este documenta ya se encontraba
el diseño del Estado Plurinacional Social Comunitario. El documento del Pacto por la
Unidad se desglosó en otro documento articulado que venía como propuesta
constitucional, en forma de discurso legislativo. Este fue el documento de referencia
principal de las Comisiones de la Asamblea Constituyente, encargadas de definir la
estructura de Estado y desarrollar los informes de mayoría y minoría, que eran la base
de lo que va ser el texto constitucional. Podemos decir que la parte declarativa de la
constitución, la que tiene que ver con la definición ideológica política, con la visión de
país, con el modelo de Estado, los derechos, los deberes y las garantías, es la parte que
más ha conservado la propuesta de los movimientos sociales. Precisamente en esta parte
se encuentra lo que se viene en llamar el espíritu constituyente, es decir, la voluntad del
poder constituyente. Entonces, es de la lectura de esta parte que se tiene que interpretar
todo el texto constitucional. Esto significa que la nueva relación entre Estado y sociedad
se desarrolla en el marco de la nueva forma y composición del Estado y de la
emergencia participativa de la sociedad. Hablamos de un Estado plurinacional,
comunitario y autonómico, en lo que respecta a las nuevas modalidades del Estado.
Estos son los ejes vertebrales de la nueva organización y del nuevo mapa institucional.
El pluralismo de las naciones y de los pueblos se asienta en la reconstitución de lo
comunitario, forma institucional plural ancestral que conlleva otros proyectos culturales
y civilizatorios, articulados en las redes sociales colectivas, en las formas de cohesión
de las comunidades, en sus estrategias simbólicas y de prestigio, en sus mandos
rotativos, en sus territorializaciones y reterritorializaciones dinámicas, móviles, sin
fronteras, que articulan en forma de archipiélagos distintos nichos ecológicos. Lo
plurinacional no podría entenderse sin la deconstrucción y la decodificación
descolonizadora, tampoco podría entenderse sin este núcleo reconstitutivo de las formas
comunitarias. Que, desde mi perspectiva, recupera el proyecto comunista, enriquecido
por la resistencia y la alteridad a la modernidad de otros sistemas civilizatorios. El
Estado plurinacional se asienta también en una concepción pluralista, el pluralismo
jurídico, político, cultural, económico y social. Desde la perspectiva organizacional,
esto se abre al pluralismo institucional, rompiendo con las formas homogeneizantes de
la institucionalidad moderna. El pluralismo institucional nos conduce al pluralismo
administrativo, al pluralismo normativo y al pluralismo de las gestiones. Esto implica
abrirse a un Estado complejo que articula diversas modalidades institucionales y de
gestión. Concretamente podemos hablar de una gestión pública cíclica, dinámica y
flexible, de una gestión comunitaria y de una gestión cultural. Por otra parte el Estado
plurinacional se abre a una radial forma de descentralización administrativa política, en
su forma de pluralismo autonómico. Este descentramiento, esta descentralización, esta
desconcentración, implica la plena incorporación de los gobiernos y de las asambleas
legislativas a la forma de Estado. Lo que significa atender a los modos de armonización
y coordinación de los distintos niveles territoriales. Puede verse entonces la magnitud de
la complejidad y riqueza del nuevo Estado Plurinacional Comunitario y autonómico. En
una secuencia intensa y llena de tensiones se sigue construyendo dramáticamente el
pacto social, se acuerda con las minorías de izquierda, se acuerda con las minorías de
centro derecha, descartando el arreglo con las posiciones más recalcitrantes, opuestas al
proceso constituyente. Sin embargo, se continúa la construcción dramática del pacto en
el diálogo de Cochabamba con las prefecturas, los prefectos y sus técnicos,
reescribiendo la parte correspondiente a las autonomías, sobre todo la relativa al
entramado de las competencias. Así de este modo, en esta secuencia, se continúa la
construcción del pacto con el acuerdo llegado en el Congreso, realizando
modificaciones en la Constitución y convocando por medio de ley al referéndum
constituyente.
En la estructura de la Constitución Política del Estado, podemos identificar tres modelos
que contiene la Constitución: un modelo de Estado, un modelo territorial, pero también
un modelo económico. El modelo económico es de suma importancia, pues es este
modelo el que hace sostenible el modelo de Estado y el modelo territorial. ¿Qué clase de
modelo es este? La lectura completa de la Organización Económica del Estado nos
muestra tres fases: la definición de una economía plural, que, de acuerdo a la
esclarecimiento que da la misma Constitución, en los primeros artículos de esta parte de
la misma, se trata de una economía social y comunitaria; la decisión por la intervención
estatal, por una economía regulada, por el papel fundamental del Estado en la
articulación de las distintas formas de organización económica, en la industrialización
de los recursos naturales, en el paso a un modelo productivo y en el potenciamiento de
la economía social y comunitaria; y la apertura a una concepción ecológica del modelo
económico, al introducir las condicionantes de la tierra, el territorio, la biodiversidad, el
medio ambiente, los recursos naturales, el agua, la energía, los recursos forestales y
concebir todo esto, en articulación con la economía social comunitaria, como desarrollo
sostenible. Por lo tanto, estamos lejos de repetir un modelo desarrollista, basado en el
supuesto de la revolución industrial, paradigma correspondiente al siglo XIX, al ciclo
del capitalismo inglés, y a la imitación desarrollista para la periferia del mundo
capitalista, desplegada durante la década de los cincuenta y sesenta del siglo XX y por
la escuela de la CEPAL. Se trata de un modelo económico, que no sugiere seguir la
huella de los países llamados desarrollados, sino de dar un salto, este salto es mas bien
la revolución tecnológica, en combinación con la recuperación de tecnologías y saberes
ancestrales, situándose en un ámbito de actividades y acciones en armonía con la
naturaleza. Este es el sentido más pleno del vivir bien, del suma qamaña, del suma
kausay, del ñandereko, del ivimarei. En este sentido, podemos hablar también de los
derechos de la naturaleza, además de los derechos fundamentales, de los derechos
individuales, de los derechos sociales, de los derechos colectivos. La consideración de
los recursos naturales como estratégicos, destinados al vivir bien, condiciona la
explotación y la industrialización de los recursos naturales a la armonía con la
naturaleza, al equilibrio ecológico y a la armonía con las comunidades y las sociedades.
El horizonte de la economía social comunitaria sitúa a la organización económica del
Estado como una alternativa al desarrollo, una alternativa a la modernidad y una
alternativa al capitalismo.
Después de la contundente victoria electoral de diciembre del 2009, por el sesenta y
cuatro por ciento del electorado, logrando de esta forma el control de la Asamblea
Legislativa Plurinacional, el famoso control de los dos tercios, de las dos cámaras, la
responsabilidad de de la aplicación de la Constitución Política del Estado es únicamente
del Movimiento al Socialismo (MAS). El desafío que se viene adelante es más grande
que los desafíos anteriores: quebrar el dominio de la burguesía intermediaria y de la
clase política (2000-2005), sostener el primer gobierno indígena (2005-2009),
nacionalizar los hidrocarburos (2006), sostener la Asamblea Constituyente en plena
guerra contra ella (2006-2008), aprobar la Constitución Política del Estado (2008). El
desafío ahora es fundar la segunda república, construir el Estado plurinacional,
comunitario y autonómico, desplegar las transformaciones institucionales; en otras
palabras, realizar el modelo de Estado, el modelo territorial y el modelo económico.
Este desafío sólo puede ser respondido efectuando actos fundacionales; la tarea de la
Asamblea Legislativa plurinacional, apoyada por la participación social, como lo
establece la Constitución, debe desarrollar leyes fundacionales. Seis son de las primeras
de estas leyes, las cinco primeras se encuentran nombradas en la Constitución, ley
marco de autonomías, ley del órgano ejecutivo, ley del órgano legislativo, régimen
electoral y tribunal constitucional; la sexta tiene que ver con la ley de gestión pública,
que establece la nueva relación del Estado y sociedad en el marco del pluralismo
institucional y en el contexto de la participación y el control social, es decir, de la
democracia participativa. En esta fundación de la segunda república, el gobierno central,
la Asamblea Legislativa Plurinacional, los gobiernos autonómicos, las Asambleas
Legislativas autonómicas, en el contexto de la participación social, tienen como
responsabilidad conformar un nuevo mapa institucional, nuevos dispositivos y nuevos
agenciamientos, es decir, nuevas prácticas, en el desarrollo y realización de una nueva
forma de hacer política, en una nueva forma de gobernar obedeciendo, en una nueva
forma de legislar, apoyándose en la participación social. La gran responsabilidad de
todos es interpretar, analizar y ser consecuentes con la Constitución Política del Estado,
aprobada por el pueblo boliviano. Esto implica, ser vigilantes y evitar un gran peligro,
desconstitucionalizar el texto constitucional, en otras palabras, evitar la restauración del
viejo Estado, de sus estructuras e instituciones, evitar hacer leyes parecidas a las
anteriores, dejando en la vitrina la Constitución, evitar el caminos del desarrollismo y
del industrialismo, inventando nuevas rutas alternativas y alterativas, dando saltos,
como los de la revolución tecnológica, articulada a la recuperación de saberes y técnicas
ancestrales, armonizando con lo que podemos llamar los derechos de la naturaleza. El
gran desafío es lograr una descolonización efectiva y no retórica, también plasmar la
condición plurinacional de manera efectiva y no retórica, lo mismo podemos decir en lo
que respecta a la reconstitución de lo comunitario y la realización efectiva de las
autonomías; entre éstas es imprescindible la realización efectiva de las autonomías
indígenas, debido al carácter plurinacional y el proceso de descolonización iniciado. En
esta perspectiva, entre los desafíos tenemos el traspaso efectivo del poder al pueblo,
convirtiendo al Estado en un instrumento de la sociedad, desburocratizando
radicalmente la gestión pública. Esto también significa concebir una nueva forma de
gestión pública, que deje de ser meramente normativa, regulativa y controlista, que más
bien se encamine a ser una gestión productiva y producente, productiva, por creadora de
excedente, producente por constitutiva de nuevos sujetos sociales. Dicho de otra
manera, la gestión ahora es cambio, pero, además, se realiza en códigos interculturales.
Lo que equivale a desplegar instrumentos de la gestión pública de manera integral y
participativa, como la planificación integral y participativa y el presupuesto integral y
participativo, como establece la Constitución. El conjunto de estos actos fundacionales
equivale también a efectuar una revolución cultural, que implica una revolución de las
conductas y de los comportamientos, acabando con las viejas prácticas prebéndales,
clientelares y de cuoteo. Como se puede ver, la tarea es inmensa, empero es este el
camino que debemos emprender, la ruta de la transformación efectiva, no el de la
retórica. La transformación no es solamente simbólica, es real e imaginaria, es subjetiva
e institucional, es alterativa y alternativa. Teniendo en cuenta este proceso
revolucionario y esta revolución en proceso, quizás la tarea más fuerte es construir la
alternativa al capitalismo, modo de producción de la explotación de la fuerza de trabajo
y de la geopolítica de la acumulación del centro del sistema mundo y de la
desacumulación de la periferia, modo de producción del circuito perverso de la
dependencia, ahora de la deuda infinita y de la especulación financiera. Modo de
producción de la permanente crisis y de los ciclos del capitalismo, como formas de salir
de la crisis, aunque sea por el método del desplazamiento. Ahora bien, esta tarea no nos
compete sólo a los bolivianos, sino que incumbe a procesos de integración continental y
mundial, a la mundialización de los movimientos sociales antisistémicos y a la
construcción de una superación de la economía mundo capitalista. Empero, esta tarea
nos compete a los bolivianos asumirla como parte del proceso de integración y de
mundialización de los movimientos antisistémicos, retomar la lucha anticapitalista y su
superación en la construcción del modelo económico.
¿Qué es el Socialismo Comunitario?
Últimamente se ha desatado una discusión en torno a las declaraciones de Evo Morales
Ayma y Álvaro García Linera en el sentido de que ingresamos a la forma de socialismo
comunitario, además de ser un Estado Plurinacional comunitario y autonómico. ¿Cómo
se puede entender esta definición? ¿Qué es el socialismo comunitario? En las mismas
declaraciones se han mencionado algunas características: no se trata del socialismo
realmente existente, tampoco del socialismo del siglo XXI, sino de otro socialismo,
inventado por los bolivianos, en el contexto de sus luchas sociales y de la guerra
anticolonial. Interpretando estas características, se trata de un socialismo que recoge las
banderas socialistas por la igualdad y la justicia, en un proceso de radicalización de la
democracia, combinándolas con el proyecto de reconstitución de las comunidades y de
las naciones y pueblos indígenas originarios. También se podría decir que el socialismo
comunitario recoge nuevamente el proyecto comunista, retomando la matriz
comunitaria articulada a la forma cooperativa de trabajo, al intelecto general, a la
circulación de los saberes y a la voluntad colectiva, entendiendo el campo de
posibilidades que abre la revolución tecnológica, articulada a la recuperación de
tecnologías ancestrales. Se entiende, a diferencia de lo que ocurre durante el siglo XX,
cuando se inventa la hipótesis del socialismo en un solo país, que el socialismo es una
tarea a escala mundial; que la economía mundo capitalista y el sistema mundo sólo
pueden ser reemplazados por una economía integral y una sociedad integral socialistas
de una forma global. Ahora bien, se entiende que esto no se consigue de la noche a la
mañana, no es de un día para otro, se trata de una transición, que Samir Amin
comprende como transición larga al socialismo, a través de un mundo multipolar. Lo
que quiere decir que se tiene que romper primero con el carácter unipolar del mundo
actual, esto significa quebrar la dominación de la hiperpotencia económica, militar
tecnológica de los Estados Unidos de América. Lo que también significa retomar la
lucha antiimperialista en el contexto contemporáneo, en el contexto de las guerras de
control emprendida por la hiperpotencia, la llamada guerra interminable contra el
terrorismo, que en realidad es una guerra de control de las reservas hidrocarburíferas del
planeta.
¿Cómo puede entenderse entonces este socialismo comunitario?
1. En primer lugar tiene que ser igualitario, tiene que hacer desaparecer las clases
sociales y las diferencias sociales, Tiene que derrumbar la estructura de clases,
construir una sociedad igualitaria, con igualdad de oportunidades para todos.
2. En segundo lugar tiene que lograr la justicia; se trata ciertamente de una
sociedad armónica, interpretando el sentido de justicia en el sentido etimológico
originario; empero, también se tienen que resolver problemas prácticos de
accesibilidad a la justicia como lograr la desmercantilización de la justicia así
como su desburocratización. Todo esto enmarcado en el pluralismo jurídico,
establecido en la Constitución, reconociendo la jurisdicción originario
campesina, de acuerdo a las normas y procedimientos propios de las naciones y
pueblos, que se construye a partir de otra ética, la ética con la naturaleza y la
comunidad, además de otra forma de administración de justicia.
3. En tercer lugar tiene que expandir la libertad, profundizando, radicalizando la
democracia, llevándola hasta donde dice la Constitución Política del Estado, la
democracia participativa., lo que equivale a trasformar el sistema de gobierno y
el sistema político.
4. En cuarto lugar es indispensable abolir la explotación de la fuerza de trabajo.
¿Pero, cómo se hace esto? ¿Expropiación de los medios de producción, de los
grandes medios de producción, de los monopolios, de las trasnacionales? ¿Es
suficiente para escapar a la historia de la explotación de la fuerza de trabajo?
¿Podremos algún día salir de la esfera del valor y por tanto de la teoría del valor?
¿Se trata de repetir la dramática historia del socialismo realmente existente? ¿De
inventar otro socialismo? ¿No era más adecuado el socialismo de la versión del
marxismo humanismo yugoslavo, con la experiencia de la autogestión obrera en
las fábricas? ¿O por el contrario, se trata de convivir con la propiedad privada de
los medios de producción, estableciendo claramente el derecho de los
trabajadores y siendo rigurosos en su cumplimiento? ¿Es posible un capitalismo
humanista? Más grave aún si nos preguntamos sobre la convivencia armónica
entre el capitalismo y la naturaleza? Empero, ¿cómo resolver este problema si
tomamos en cuenta que queremos embarcarnos en una nueva experiencia de
desarrollo e industrialización? ¿Es suficiente con que la gente tenga su trabajo y
se le garantice el salario a partir del mínimo vital? Como se puede ver, son
problemas pendientes. ¿Qué es el socialismo? ¿Cuándo hablamos de socialismo,
de qué hablamos exactamente? Kart Marx hablaba del salto del reino de la
necesidad al reino de la libertad, es decir, trabajar cada vez menos y ocupar el
tiempo libre en la creatividad. Esto es ciertamente una utopía, ¿podrá realizarse
esta utopía? ¿Se ha realizado en las comunidades indígenas? Algunos
antropólogos lo creen. ¿Pero, qué hacemos cuando se trata de la población de un
país entero? Esta complicado. ¿Podemos renunciar al socialismo, sin renunciar a
la vez a nuestro más caro deseo de igualdad? Ciertamente, el socialismo fue una
respuesta al capitalismo elaborada durante la modernidad, capitalismo que
también fue un producto de la modernidad. ¿O fue la modernidad el producto
del capitalismo? Con esto no podríamos hablar de otra modernidad sino de la
modernidad capitalista. Por eso teóricos como Antonio Negrí apuestan por una
superación de la modernidad. No hay respuestas y las respuestas no son teóricas,
se darán en la práctica, en el movimiento dinámico de la realidad, en la dinámica
de la praxis, en el desenvolvimiento de la lucha de clases. Sin embargo, a pesar
de las dificultades de la problemática, lo que no se puede perder de vista es la
necesidad de claridad sobre estos asuntos. Por lo menos, algo debe quedar claro,
no podemos convivir pacientemente con el capitalismo, no sólo por la
exponencial de explotación de la fuerza de trabajo, ni solo por todos los peligros
que implica la incidencia de la polarización, entre ellos los relativos a la
contaminación ambiental y al cambio climático, sino también por hay que
encontrar una salida al conjunto de contradicciones generadas en un mundo
polarizado y lleno de conflictos de la economía mundo capitalista. Ciertamente,
no tenemos porque sentirnos solos en esta empresa, pues es una tarea de la
humanidad, es una responsabilidad mundial encontrar una salida. En lo que
respecta a lo que nos toca es importante asumir nuestra parte de la tarea, esto es
aprovechar el momento político, la hegemonía indígena popular para orientar el
proceso por medio de una conducción radical de la democracia, logrando los
niveles más amplios de participación y de formación de los nuevos sujetos
sociales. Lo que si tiene que cambiar inmediatamente es la forma de hacer
política; la política no puede ser una reiteración de las formas de gobernabilidad
liberal, se debe romper la separación entre gobernantes y gobernados, se debe
asumir, lo que dice la Constitución, la construcción colectiva de la decisión
política, la construcción colectiva de la gestión política, la construcción colectiva
de las leyes, de la administración de las leyes y de las transformaciones
institucionales. No podemos eludir estos problemas subyacentes y explícitos,
tampoco eludir esta tarea con retóricas. Las palabras no sustituyen la realidad.
Es menester una transformación material, substancial, verídica de las relaciones
sociales, de la relaciones de poder, de las formas políticas y de las instituciones.
Entre estas tareas la descolonización parece ser una labor primordial en un
proceso de emancipación.
5. Parece ser que la salida de la esfera del capitalismo no encuentra su ruta crítica
repitiendo la historia de la revolución industrial, volviendo a incursionar por el
desarrollo nacional, entendido como el cumplimiento de una meta, sino mas bien
se trata retomar la herencia y la experiencia comunitaria de las naciones y
pueblos indígenas originarios campesinos, como nombra la Constitución,
herencia que transmite la forma de organización integral de lo que ahora
llamamos economía, política, cultura, a partir de códigos e instituciones
culturales que valoran el circuito del don, la reciprocidad, la redistribución, el
prestigio y la rotación. En la interpretación de la Constitución esto se recoge en
la traducción del suma qamaña, el ñadereko, el ivimarei y el qhapac ñan como
vivir bien. De lo que se trata es de retomar esta herencia en la actualidad,
articulándola con la revolución tecnológica. Tarea nada fácil, por cierto, pero
que actualiza instituciones ancestrales en la contemporaneidad. Esto también
significa comprender que la base de lo que se haga, llamemos hipotéticamente
socialismo o mejor comunismo, o quizás otra cosa, completamente diferente,
como volver a las raíces, a entender de algunos intelectuales aymaras, con
quienes comparto la tesis; planteamiento que podríamos llamar la vía de la
otredad, de la alteridad a la modernidad. En esta formulación. hay el riesgo, por
cierto, que esto último nos lleve a circunscribirnos en nuestra propia
especificidad, sin lograr del todo articularnos a la lucha anticapitalista global.
Parece ser que la alteridad viable al capitalismo es una construcción mundial. A
esta construcción llama Samir Amin la larga transición al socialismo. Sin
embargo, esta transición larga al socialismo no está exenta de cumplir dos
tareas: resolver el problema de la explotación de la fuerza de trabajo y retomar
contemporáneamente la reconstitución de las comunidades, actualizadas y
articuladas a los procesos de radicalización de la democracia. No sé si entender
que esto ocurre en otra modernidad, o mas bien se trata de adentrarse por los
caminos de la posmodernidad, o quizás, expresando de una manera más amplia,
de la transmodernidad. En sentido propio nombramos a este nuevo espacio-
tiempo como pachacuti, que combina los sentidos de trastrocamiento, retorno,
cambio, nuevo ciclo.
6. El camino de la reconstitución comunitaria es el que se ha plasmado en la
Constitución Política del Estado; se ha definido al Estado, además de
plurinacional, como comunitario, se configura materialmente esta forma de
Estado en las autonomías indígenas, que pueden tener distintos alcances,
menores al municipio, del tamaño del municipio o regionales. Se establece este
carácter de Estado transversalmente, en el sistema de gobierno, en el marco de la
democracia participativa, como el ejercicio de la democracia comunitaria; en los
derechos de las naciones y pueblos indígenas originarios; en el pluralismo
jurídico, con la constitucionalización de la jurisdicción indígena originario
campesina; en la reterritorialización comunitaria de las autonomías indígenas y
en el modelo económico, entendido como social comunitario, donde se reconoce
expresamente la economía comunitaria. Esta es la ruta crítica de la
descolonización. Esto es en lo que respecta a lo comunitario, aunque también se
puede entender por comunidad las nuevas formas colectivas de resistencia al
capitalismo; en esta perspectiva, no nos olvidemos que la Comuna de París
planteó un proyecto de sociedad autogestionaria. Desde esta experiencia se
recoge el proyecto comunista como alternativa radical al capitalismo, sustentado
en el desarrollo de las fuerzas productivas logradas, basado en el trabajo
cooperativo, en el intelecto general, en este sentido en estructuras de comunidad
conformadas como el lenguaje, la ciencia y la comunicación.
En conclusión las tareas estratégicas son dobles, devenidas de la lucha anticapitalista
y de la lucha anticolonial, aunque ambas se encuentran íntimamente imbricadas,
pues el colonialismo es la forma violenta de expansión capitalista y la colonialidad
es el lado oscuro de la modernidad. No hay lucha anticapitalista que no sea
consecuentemente anticolonial, no has lucha anticolonial que no sea consecuente
anticapitalista. Como hipótesis interpretativa del análisis hecho podemos decir que
la lucha anticapitalista es retomado por el proyecto socialista, en mejores
condiciones teóricas, por el proyecto comunista, en tanto que la lucha anticolonial es
retomado consecuentemente en el proyecto de reconstitución comunitaria y, de
manera abierta y matizada, intercultural, por la proyección de lo plurinacional.
Quizás el mejor lugar de articulación entre ambos proyectos es la reinterpretación
del proyecto comunista a partir de la reconstitución comunitaria. En resumen, la
hipótesis política del socialismo comunitario combina el proyecto anticapitalista de
los trabajadores con el proyecto descolonizador de los movimientos indígenas.
¿Socialismo o postsocialismo?
La larga transición al socialismo
¿Qué es el socialismo? Entendiendo que nos encontramos ante la polisemia del sentido
del término, gama de significados construidos históricamente por distintos
movimientos, que se ubicaron en distintos posicionamientos respecto del capitalismo;
tenemos socialismos que los podemos comprender como utópicos, que intentaban
realizar el socialismo a partir de la asociación voluntaria de colectivos. Se trata de
sociedades ideales que trataban de realizarse en el momento, independientemente de las
condiciones de posibilidad histórica. Frente a las miserias que provocaba el capitalismo,
sobre todo la revolución industrial, se concebía necesario dar lugar a formas de
organización colectivas basadas en la igualdad y en las relaciones horizontales.
Friedrich Engels fue quién caracterizó a estos socialismos voluntaristas y asociativos
como socialismo utópico, dice:
Sus teorías incipientes no hacen más que reflejar el estado incipiente de la producción
capitalista, la incipiente condición de clase. Se pretendía sacar de la cabeza la solución
de los problemas sociales, latente todavía en las condiciones económicas poco
desarrolladas de la época. La sociedad no encerraba más que males, que la razón
pensante era la llamada a remediar. Tratábase por eso de descubrir un sistema nuevo y
más perfecto de orden social, para implantarlo en la sociedad desde fuera, por medio
de la propaganda, y a ser posible, con el ejemplo, mediante experimentos que sirviesen
de modelo. Estos nuevos sistemas sociales nacían condenados a moverse en el reino de
la utopía; cuanto más detallados y minuciosos fueran, mas tenían que degenerar en
puras fantasías93
.
¿Qué queda claro de esta caracterización? Que las debilidades del socialismo utópico se
encuentran en la incipiente producción capitalista, también en la incipiente condición de
clase, por otra parte, su debilidad consiste en creer que la solución al problema de la
miseria y de la explotación se saca de la cabeza; no se trata de descubrir un sistema
93
Friedrich Engels: Socialismo utópico.
nuevo y más perfecto de orden social para implementarlo en la sociedad mediante
experimentos. En contraposición podemos decir que el socialismo sólo es posible sobre
la base del desarrollo de las fuerzas productivas, como resultado de la lucha de clases,
de la lucha del proletariado contra la burguesía, que no es un modelo racional sino el
resultado de la expropiación de los medios de producción y la resolución de la
contradicción entre fuerzas productivas y relaciones de producción, haciendo que la
forma social de trabajo se exprese en una forma social de apropiación del excedente.
Todo esto lo expresa de manera clara Engels describiendo la forma como el socialismo
se constituye, resolviendo la contradicción fundamental de la lucha de clases, en el
marco de la resolución primordial entre fuerzas productivas y relaciones de producción,
apuntando a la resolución del problema de la maquinaria estatal:
El modo capitalista de producción, al convertir más y más en proletarios a la inmensa
mayoría de los individuos de cada país, crea la fuerza que, si no quiere perecer, está
obligada a hacer esa revolución. Y, al forzar cada vez más la conversión en propiedad
del Estado de los grandes medios socializados de producción, señala ya por sí mismo el
camino por el que esa revolución ha de producirse. El proletariado toma en sus manos
el poder del Estado y comienza por convertir los medios de producción en propiedad
del Estado. Pero con este mismo acto se destruye a sí mismo como proletariado, y
destruye toda diferencia y todo antagonismo de clases, y con ello mismo, el Estado
como tal94
.
Después de las apreciaciones anteriores que comparan el socialismo utópico con lo que
el mismo Engels llama el socialismo moderno, una primera conclusión de esta posición
es que el socialismo es la sociedad sin clases sociales, además cuando el estado
comienza a extinguirse. Como dijimos antes este socialismo se desprende de la lucha de
clases y se abre campo cuando las condiciones históricas del desarrollo de las fuerzas
productivas lo permiten. Se trata del socialismo moderno basado sobre el desarrollo de
las fuerzas productivas logradas en el modo de producción capitalista. Ahora bien, ¿qué
quiere decir esto? ¿Qué el socialismo sólo se da en los países de alto desarrollo de las
fuerzas productivas? Parece no ser este el enfoque, por lo menos en lo que respecta a la
interpretación del materialismo histórico. El capitalismo es un modo de producción
mundializado, funciona en esta expansión como mercado internacional, como división
del trabajo a escala internacional, en el marco de una geopolítica que divide centro y
periferia, convirtiendo a la periferia en exportadora de materias primas y mano de obra
barata.
Comencemos diciendo que cuando se habla de socialismo se trata de un proceso y de un
proyecto anticapitalista. Cuando decimos anticapitalista decimos también
antiimperialista; es decir, contra el dominio de los países del centro sobre la periferia de
la economía mundo capitalista, sobre todo el dominio actual de los Estados unidos de
Norteamérica. Empero específicamente cuando hablamos del anticapitalismo hablamos
del antimonopolio, en el sentido que Fernand Braudel define al capitalismo, como la
formación de monopolios que actúan contra el mercado. También podríamos hablar de
la apropiación privada del trabajo social; si el trabajo es social, tiene que haber una
reapropiación social del trabajo. Tesis que no va contra la propiedad privada, sino
contra la apropiación privada del trabajo colectivo. En el mismo sentido podríamos
hablar de la propiedad privada de los recursos naturales; no puede haber una propiedad
privada de los recursos naturales; estos son bienes comunes. Yendo más lejos, son
bienes de todos los seres orgánicos, aunque también podríamos decir que son parte de la
vida misma del planeta. Son parte de la biodiversidad, con lo que quizás ya no
94
Ibídem.
podremos hablar de recursos naturales, pues esto forma parte de la concepción
modernista del dominio sobre la naturaleza. Forman parte de la complejidad del planeta
y del universo.
En esta perspectiva, el socialismo tiene que ver con el anticapitalismo, con la
reapropiación social del trabajo colectivo, con el goce de los bienes naturales por parte
de todos los seres orgánicos. Este último punto no se encuentra en la agenda de la
primera, la segunda y la tercera internacional, tampoco se encuentra en la agenda de la
cuarta internacional y sorprendentemente no la encontramos en el proyecto de lo que se
ha venido en llamar quinta internacional. En este sentido, ese socialismo sigue siendo
modernista, basado en la revolución industrial y en el desarrollo de las fuerzas
productivas, es decir se basa en el supuesto del dominio de la naturaleza por parte del
hombre. Ese socialismo moderno ya no es sostenible en el contexto de la crisis del
cuarto ciclo del capitalismo, crisis orgánica, pero también crisis integral, crisis que no
solamente compromete al modo de producción capitalista sino al sistema mundo
capitalista, a la economía mundo capitalista, y sobre todo compromete, en las
condiciones expansivas e irradiantes de la crisis, al planeta mismo; es decir, la vida
misma está en cuestión. Esa modernidad industrialista, modernista, desarrollista no es
sostenible cuando requerimos entrar a un nuevo proyecto civilizatorio, no sólo
superando la crisis del cuarto ciclo del capitalismo sino rompiendo con un proyecto
civilizatorio universalista, modernista, desarrollista, basado en la hegemonía
eurocéntrica o norcéntrica, bajo el dominio del aparato tecnológico-militar
norteamericano, encaminándonos a un proyecto civilizatorio pluralista, postmoderno o
transmoderno, con alternativas ecológicas al desarrollo, basada en la democracia
participativa y sin dominación de nadie. Debemos salir del mundo unipolar bajo el
dominio norteamericano y entrar en un mundo multipolar armónico como transición
larga al socialismo que conlleve estas características posmodernas o transmodernas.
En resumen pasamos del socialismo llamado utópico al socialismo moderno y después
de éste socialismo a lo que podemos llamar socialismo postmoderno o transmoderno,
quizás tengamos que hablar de un postsocialismo. Incluso podemos vincular a este
socialismo con distintas etapas del capitalismo, no solamente con los ciclos del
capitalismo bajo la hegemonía de países. Estas etapas serían la de la acumulación
originaria del capital donde el socialismo utópico irrumpe con planteamientos
voluntaristas; la de la acumulación ampliada de capital donde se desarrolla el llamado
socialismo moderno, basado en la concepción de la lucha de clases; y la que llamaremos
hipotéticamente de la acumulación virtual del capital, debido a las burbujas financieras
y al enriquecimiento logrado por maniobras financieras, donde se desprende una forma
de socialismo postmoderno o transmoderno, que también podría ser postsocialista,
basado en la lucha de multitudes y movimientos sociales en defensa de la vida.
Genealogía del Estado
Se tiene que entender que la historia política es diferente a la historia económica, no
sólo porque se trata de dos ámbitos diferentes, una cosa es la economía y otra cosa es la
política, sino, sobre todo, porque no se trata de leer la política desde la economía, ni
entender que la política es la superestructura de la estructura económica, tampoco que la
política está determinada por la economía. A propósito se conoce una frase famosa
atribuida a Vladimir Ilich Lenin, que dice que, la política es economía concentrada. No
hay mejor ejemplo que esta expresión como para mostrar claramente la forma de pensar
del determinismo económico, preponderante durante los siglos XIX y XX. Es brillante
este modo de síntesis en cuanto a la ilustración de un pensamiento dominado por la
hegemonía y expansión de la economía durante la consolidación del sistema-mundo
capitalista. Este dominio era tan evidente que el materialismo histórico terminó de
concebirlo como premisa de un realismo contundente. Casi era imposible discutir este
tipo de apreciaciones, que se terminó dividiendo la historia del pensamiento entre
idealistas y materialistas. Los partidos obreros, los partidos socialistas, los partidos
comunistas, asumieron como propia, como ideología, esta forma de pensar. Se
estableció oficialmente que el marxismo era la filosofía y la ciencia de esta forma de
pensar. Sera después, cuando se evidencia la crisis del socialismo realmente existente,
cuando algunos connotados marxistas terminan poniendo en cuestión estas verdades
establecidas. Ernest Bloch (1880-1959), George Lukacs (1885-1971),Antonio Gramsci
(1891-1937), Wilhelm Reich (1897-1957), ponen en cuestión las verdades
incuestionables del determinismo económico, volviendo a introducir una profunda
lectura histórica de los procesos formativos de las sociedades y de los estados durante
los ciclos del capitalismo. A partir de ellos no podríamos sostener las hipótesis
ortodoxas del determinismo económico, a no ser que nos hagamos a los desentendidos
de lo que se ha puesto en la mesa de discusión, teniendo en cuenta la evolución de la
compleja maquinaria estatal, sobre todo después de la revolución bolchevique (1917),
complejidad que se hace evidente tanto en los países donde se construye el socialismo
como en los países capitalistas, que reaccionan defensivamente y ofensivamente ante la
amenaza comunista. Aunque el gran aporte de Ernest Bloch es sobre el principio
esperanza95
, la retoma del horizonte utópico, la lectura de la voluntad creadora, la
recuperación de los sueños despiertos, la comprensión del tiempo a partir de la
conciencia anticipadora, fortalecen el plano de la constitución de sujetos, de la
conformación subjetiva, en la tarea de apertura a una nueva estética y una nueva ética
como matriz de la sociedad comunista; cuestiona de hecho el materialismo vulgar
preponderante en su época, en la ideología oficial de los partidos comunistas y en el
Estado socialista de la Europa oriental; cuestiona la tesis del determinismo económico a
partir de otros tópicos comprometidos en la revolución. Quizás el aporte más conocido
de George Lukács sea Historia y conciencia de clase96
fuera de su cuatro tomos sobre
Contribuciones para una historia de la estética97
; el aporte menos conocido, pero
quizás el más significativo, debido a su trascendencia, sea Para una Ontología del ser
social98
. El abordaje crítico de la cosificación, ampliando el contexto de aplicación de la
tesis del fetichismo de la mercancía, elaborado por Marx, al conjunto de la sociedad, del
Estado y la cultura, en los periodos del capitalismo, nos muestra una crítica aguda del
determinismo económico. Lo mismo ocurre cuando desarrolla una teoría materialista
genético-sistemática e histórica-sistemática de la estética, trabajando cuestiones de la
mimesis y las categorías psicológicas y filosóficas de lo estético. Nos apartamos en este
campo del determinismo económico, que considera a la estética como una
95
De George Lukács, El principio esperanza, Madrid 1977; Aguilar. Quizás la obra más importante de
Ernest Bloch. El primer tomo trata sobre los pequeños sueños, soñados despierto; la conciencia
anticipadora; y las imágenes desiderativas en el espejo. El segundo tomo trata los esquemas de un
mundo mejor; y el tercer tomo trata las imágenes desiderativas del momento pleno.
96 De George Lukács, Historia y conciencia de clase; traducción de Manuel Sacristán; México:
Grijalbo, 1969.
97De George Lukács, Estética; Barcelona 1965; Grijalbo.
98Ver de George Lukács, Marx, Ontología Del Ser Social, Madrid: Akal, 2007. También Ontología
del ser social: el trabajo, Buenos Aires: Herramienta, 2004.
superestructura. Lo mismo ocurre en Ontología del ser social, donde trata de abordar la
configuración y construcción de un sistema filosófico materialista histórico que
acomete la problemática del ser social a partir de la elucidación de la diferencia entre
trabajo alienado y trabajo general, retomando la articulación dialéctica entre necesidad y
libertad. Nos hemos distanciado definitivamente del determinismo económico. Lo
mismo ocurre con Antonio Gramsci, quien se concentró en el análisis de lo que
podríamos llamar la superestructura ideológica, político y cultural, desarrollando el
concepto de hegemonía y bloque histórico, una articulación específica entre estructura y
superestructura, mostrando que la clase dominante no solo domina sino que dirige y
conduce a los dominados, convenciéndolos de la naturalidad de su subordinación a
través del sistema educativo, instituciones religiosas y medios de comunicación. A
partir de esta tesis de hegemonía y el bloque histórico se desarrolló el planteamiento de
una lucha contra-hegemónica en el terreno de la cultura, la educación, la ideología y la
comunicación. Gramsci hace criticas concretas al determinismo económico, tomando
como ejemplo el caso de la revolución bolchevique, revolución socialista que rompe
con la concepción preponderante de que el socialismo se daría en los países que
cumplan con las condiciones adecuadas de un amplio e integral desarrollo de las fuerzas
productivas. Desde esta perspectiva, el teórico italiano ensancha el carácter y la
importancia histórica de la lucha de clases, donde la voluntad política juega un papel
fundamental, sin dejarse resumir a la determinación económica. La deducción de otra
tesis, consecuente de la anterior, es la de la reforma intelectual y moral para lograr la
conducción y la hegemonía del proletariado en el conjunto de las clases subalternas, en
la lucha contra la burguesía, su dominación, su hegemonía en crisis y su bloque
histórico. Esta deducción resulta de la evaluación hecha del fracaso de la revolución
socialista en la Europa occidental, después de la segunda guerra mundial, anotando que
no se trata solo de tomar el poder mediante una insurrección, sino que se trata de una
transformación estructural, cultural, ideológica y educativa de la sociedad. Wilhelm
Reich quizás sea uno de los teóricos e investigadores más polémicos, fue uno de los
primeros en articular el psicoanálisis con el materialismo históricos; semejante audacia
para su época fue acremente criticada por unos y por otros. Los psicoanalistas lo
consideraban un pensador politizado y los segundos llegaron a evaluar sus teorías como
delirantes, anotando que no había profundizado en el materialismo histórico. De sus
muchos libros publicados, en las distintas etapas del autor, el más conocido debido al
alcance de su objeto de análisis es Psicología de masas del fascismo99
, aunque quizás
uno los libros más polémicos sea La función del orgasmo100
. Wilhelm Reich en
Psicología de masas del fascismo hace un análisis de la ideología como poder material,
de la ideología de la familia autoritaria, de la teoría racial, del simbolismo de la cruz
gamada y de la familia autoritaria en la perspectiva de la economía sexual. En resumen,
explica el surgimiento y la emergencia del fascismo debido al deseo del amo por parte
de las masas. El autor expresa de manera clara esta relación dominación debido a una
larga historia de represión, sobre todo de represión sexual:
Para comprender bien esta relación es importante hacerse una idea muy clara de la
institución central social donde convergen las situaciones económica y socioeconómica
dela sociedad patriarcal y autoritaria. Sin tomar en consideración- esta institución es
imposiblecomprender la economía sexual y el proceso ideológico del patriarcado. El
99
Wilhelm Reich: Psicología de masas del fascismo. Ed. Bruguera. España.
100 Wilhem Reich: La función del orgasmo. Ed. Paidos. México 1984.
psicoanálisis de individuos de todos los países y de todas las capas sociales muestra
que la conjunción de lasestructuras socioeconómica y sexual de la sociedad así como
su reproducción estructural seproducen a lo largo de los cuatro o cinco primeros años
de la vida por los cuidados de lafamilia autoritaria. A continuación, la Iglesia no hace
otra cosa que perpetuar esta función. Al Estado autoritario le interesa por tanto sobre
todo perpetuar la familia autoritaria: ella esla fábrica en la que se elaboran su
estructura y su ideología101
.
Como se verá, estos marxistas connotados, quienes recuperan el análisis crítico y
teórico de la filosofía de la praxis, del materialismo histórico, abren las compuertas para
una profunda revisión del determinismo económico, en el que había quedado
encajonado el marxismo oficial de los partidos comunistas y de los Estados socialistas
realmente existentes.
Después de este acontecimiento intelectual, después de este desplazamiento teórico, será
la escuela de Frankfurt la que termine elaborando la crítica a la modernidad. Los autores
más sobresalientes de la escuela son Max Horkheimer (1895-1973) y Teodoro Adorno
(1903-1969), quienes son los responsables del famoso libro Dialéctica del iluminismo,
donde se hace una crítica aguda de la modernidady del capitalismo a partir de la crítica
de la razón instrumental, razón que pretende un dominio pleno de la naturaleza y haber
escapado del mito. Si el iluminismo era la crítica a la sociedad tradicional, ahora se
requiere hacer una crítica de la crítica pues la sociedad moderna ha creado sus propios
mitos y ha puesto en peligro a la humanidad, exacerbando las formas de explotación del
trabajo y la naturaleza. Esta forma de pensar ya no se mueve en el determinismo
económico, lo ha superado, los problemas que hay que resolver son otros, como los
relativos a la crítica de la racionalidad misma occidental. Por ese camino emprendido
por la teoría crítica, desarrollada en la escuela de Frankfurt, comprendiendo todas sus
variantes y diferencias, además del equivoco de llamarla escuela, pues en realidad no es
tal sino un espacio cohabitado por distintos atores, distintos puntos de vista y distintas
perspectivas. Otro teórico marxista de la Escuela de Frankfurt es Herbert Marcuse
(1898-1979), que hace de puente entre la primera y la segunda generación; las obras
más conocidas de este autor son Eros y civilización102
y El hombre unidimensional. En
Eros y civilización Marcuse hace una lectura crítica de la civilización occidental a partir
de la aplicación de la metapsicología de ElMalestar en la cultura de Sigmund Freud,
poniendo en juego el principio de realidad en contraposición de el principio del placer,
estableciendo que se trata de una sociedad eminentemente represiva, que constriñe las
tendencias instintivas del hombre; lo que hay que hacer, constatando el grado de
desarrollo alcanzado y las condiciones de posibilidad logradas, es liberar y fortalecer los
instintos vitales y creativos del erosm encaminándonos a otra forma de sociedad. Jürgen
Habermas (1929) destaca en la segunda generación de la “escuela” desarrollando teorías
de carácter epistemológico y desprendiendo nuevas concepciones integrales en la teoría
social. Jurgüen Habermas retoma el concepto de razón en el sentido de lo que
podríamos llamar el pragmatismo lingüístico o filosofía del lenguaje para abordar una
nueva comprensión de la sociedad, visualizada ahora en toda su complejidad.
Retomando la tarea de la reconstrucción creativa del materialismo histórico, este teórico
hace la crítica al marxismo heredado, sobre todo a Marx, en tanto se habría reducido la
praxis a la techné, atribuyéndole un gravitante papel al trabajo, obviando del ámbito de
101
Ibídem: Ob. Cit. Pág. 18.
102 Herbert Marcuse: Eros y civilización. Barcelona 1976; Seix Barral.
la praxis otro gran componente que tiene que ver con la interacción mediada por el
lenguaje. En Teoría de la acción comunicativa trabaja la racionalidad de la acción y su
relación con la racionalidad social, además de hacer la crítica a la razón funcionalista;
temas como el concepto de racionalidad en sociología, además de trabajar la teoría de la
racionalización, para llegar a la acción social, actividad teleológica y comunicación, nos
muestran una relectura de Kant y una utilización crítica de Weber. Trabaja el cambio de
paradigma de la actividad teleológica a la acción comunicativa, situándose en las
investigaciones de Mead y Durkheim; avanza a consideraciones sobre sistema y mundo
de vida, para después concentrarse en los problemas de construcción de la teoría de la
sociedad y de este modo avanzar hacia una teoría crítica de la sociedad. Jürgen
Habermas propone que las transformaciones se den en los terreno simbólico,
comunicacional y del entendimiento, no sólo en el ámbito del trabajo. Se plantea una
sociedad democrática que absorba al estado mediante procedimientos de formación de
consensos por medio de acciones comunicativas.
Como en paralelo a la escuela de Frankfurt se desarrollaron en Francia unas corrientes
marxistas críticas del determinismo económico, una de ellas está ligada al
existencialismo y la otra a lo que se va a conocer como estructuralismo. Ciertamente el
nombre más sobresaliente de la corriente existencialista es Jean Paul Sartre (1905-1980)
y el nombre más destacado de la corriente estructuralista es Louis Althusser (1918-
1990). Del primero dejemos pendiente su etapa como filósofo existencialista discípulo
de Husserl y Heidegger, para concentrarnos en su etapa marxista, desde su ingreso al
partido comunista francés, pasando después a simpatizar con los grupos maoístas;
empero no podemos olvidar su posición anticolonialista y su estrecha relación con
Franz Fanón. En esta trayectoria del filósofo contamos con escritos importantes sobre
temas políticos de discusión y ensayos teóricos sobre el materialismo dialéctico. Por
ejemplo en los ensayos políticos agrupados en Situaciones tenemos Colonialismo y
neocolonialismo, Problemas del marxismo 1 y 2, y Alrededor del 68; entre los ensayos
filosóficos de crítica destaca Crítica de la razón dialéctica. En este trabajo filosófico
Sartre intenta articular marxismo y existencialismo, sobre todo se propone desmontar el
determinismo económico estableciendo que la praxis humana está atravesada por un
conjunto de mediaciones institucionales que influyen en la conducta, que el ser humano
no puede reducirse a sus condiciones materiales, que mas bien se caracteriza por su
proyecto, que tampoco puede reducirse a la voluntad; se trata de la superación de sus
condiciones presentes apuntando a la realización de sus potencialidades en el
porvenir103
. Quizás el teórico marxista más importante de la contemporaneidad sea
Louis Althusser, sobre todo por la lucidez con la que reenfoca la relectura de obra
primordial de Marx, logrando hacer propuestas sobresalientes que esclarecen la
comprensión del alcance de la ciencia y de la ideología marxista, de la constante
valoración, de la trascendente actualización de su análisis y su penetrante filosofía,
como arma de la revolución. En La revolución teórica de Marx104
el filósofo propone
que se dio una ruptura epistemológica en la historia intelectual de Karl Marx, entre el
joven Marx, todavía atrapado en el campo filosófico hegeliano, y el Marx maduro, que
se desplaza a un nuevo campo problemático, abordado por un nuevo sistema conceptual,
que disipa nuevamente la ilusión de la filosofía clásica alemana, en base a la experiencia
de la economía política inglesa y la experiencia social de la historia política francesa.
103
Jean Paul Sartre: Crítica de la razón dialéctica. Buenos Aires; Losada.
104 Louis Altusser: La revolución teórica de Marx. México 1988; Siglo XXI.
Podemos hablar entonces de la crítica de la economía política como una ciencia y de los
escritos histórico-políticos como parte componente de la teoría o, si se quiere, de la
nueva filosofía, de forma más clara de la nueva ideología. Althusser sugiere la filosofía
viene después de la ciencia, no antes, como se creía; la ciencia inaugura un campo
problemático en tanto que la filosofía hace la interpretación de la teoría científica. Marx
habría abierto un continente-historia que hace de Teoría de un conjunto de prácticas,
que para hacerse científicas tienen que comprender la Teoría que las contiene. Esta
Teoría se desarrolla en El Capital, fundamentalmente en esta obra. En Para leer El
capital105
el filósofo propone una guía para evitar una lectura empirista, por un lado, o
una lectura ideológica, debido a la carga intelectual; para entender El capital se requiere
concentrarse en la estructura conceptual que hace inteligible el modo de producción
capitalista, en los conceptos de base, el el descubrimiento del plusvalor, en el
develamiento de la acumulación, en la tesis de la acumulación originaria del capital, que
tiene que ver con la conformación de hombres libres, que no tienen otra cosa que su
fuerza de trabajo para venderla en el mercado, y en el despojamiento colonial. Hay que
concentrarse en la teoría del valor-trabajo, de la misma manera hay que concentrarse en
las dificultades que plantea esta obra, desarrollada en los cuatro tomos. Si bien el primer
tomo se lo puede considerar de manera independiente, como sugiere Engels, los
problemas que se presentan en éste y a los que se le da soluciones parciales, encuentran
su tratamiento más adecuado en los otros tomos. Haciendo un balance retrospectivo de
lo que había planteado como ruptura epistemológica, reconoce que todavía no se había
dado lugar en 1845 cuando escribió La ideología alemana, incluso cuando aparece el
primer tomo de El capital en 1967, todavía quedan huellas hegelianas. Solo cuando se
escriben la Crítica al Programa de Gotha (1875) y Notas sobre Wagner (1882), se
puede decir que desaparece la influencia de la filosofía dialéctica de Hegel. ¿En qué
queda entonces la ruptura epistemológica? Dejemos para después esta pregunta. Lo que
importa ahora es otra pregunta: ¿Con esta lectura del Althusser se cierra el ciclo de la
crítica al determinismo económico o se abre un nuevo ciclo, el de la vivencia plena de la
ruptura epistemológica, ocurrida un siglo antes, vivencia de la apertura a un nuevo
campo problemático, entonces a un nuevo campo teórico, lo que querría decir también,
el desplazamiento a una nueva episteme? ¿Marx inaugura una nueva episteme, de la que
sólo tomamos conciencia después de las revueltas de mayo de 1968? Lo que debe
quedar claro, antes de cualquier consideración apresurada, es que Louis Althusser no
retorna a la tesis del determinismo económico, al contrario continúa su crítica, empero
haciendo a la ves la crítica al marxismo humanista y al marxismo historicista; lo
interesante de esta crítica es que se lo hace a partir de la relectura de El capital,
poniendo a El capital como centro de la Teoría, comprendiendo el desplazamiento y la
apertura a un nuevo continente, el continente historia, fuera del continente matemáticas,
iniciada por los griegos durante el siglo V, el continente física, abierto por Galileo. A
partir de este centro del continente historia desarrolla una teoría crítica de la ideología,
entendiendo que la ideología sucede a la ciencia como interpretación; estableciendo de
este modo una distinción entre ciencia, el materialismo histórico, y filosofía, el
materialismo dialéctico. Al respecto Althusser dice que
Toda la teoría de Marx, es decir, la ciencia fundada por Marx (el materialismo
histórico), y la filosofía abierta por Marx (el materialismo dialéctico) tienen por centro
y por corazón la lucha de clases. La lucha de clases es, por lo tanto, ''el eslabón
105
Louis Althusser: Para leer el capital. Buenos Aires 1992; Siglo XXI.
decisivo'', no solo en la práctica política del movimiento obrero marxista-leninista, sino
también en la teoría, en la ciencia y en la filosofía marxistas106
.
Ahora bien, la relectura de El capital no puede hacerse desde la perspectiva
economicista, no se puede leer El capital como una teoría de la economía política, no se
puede olvidar que es una crítica de la economía política, crítica de la ilusión de los
economistas de que hay una economía pura. No se puede encontrar en El capital las
leyes de la economía política y después agregar, como un último capítulo el tratamiento
de las clases sociales y de la lucha de clases. A este tipo de interpretación la califica
Althusser como una deformación economista burguesa. A propósito el filósofo dice
que:
La lucha de clases no es un efecto derivado de la existencia de las clases sociales: la
lucha de clases y la existencia de las clases sociales son una y la misma cosa. La lucha
de clases es el ''eslabón decisivo'' para comprender ''El Capital''107
.
La crítica de la economía política desmorona la ilusión de los economistas sobre la
existencia de una economía pura, esta crítica deconstruye la ideología burguesa
economicista que considera las leyes de la economía como si fueran leyes naturales. Al
considerar al modo de producción capitalista como histórico lo muestra como un
sistema atravesado por contradicciones, sobre todo por contradicciones de clases
antagónicas, por lo tanto un modo de producción destinado a desaparecer. Que sea
histórico no quiere decir solamente que tenga su temporalidad, que viva su
temporalidad, quiere decir también que no hay economía en estado puro, aunque esta
esfera se haya autonomizado en la modernidad y en los ciclos del capitalismo, sino que
se dan articulaciones, mezclas y combinaciones de todo tipo, dando lugar a una
composición histórica particular. Que sea histórico también quiere decir que no se trata
de suponer que en el ámbito económico se dan relaciones entre cosas, supuesto que
corresponde al fetichismo de la mercancía, sino que se trata de relaciones sociales, por
lo tanto esto quiere decir que el capitalismo es una construcción social, se trata de un
modo de producción que puede hacerse inteligible a partir de sus propias
contradicciones, contradicciones entre fuerzas productivas y relaciones de producción,
contradicciones de clase, contradicciones entre estructura y superestructura,
contradicciones particulares debidas a las especificidades nacionales, contradicciones en
el ámbito internacional, contradicciones en la concurrencia de los mercados,
contradicciones monopólicas, contradicciones imperialistas, etc. En otras palabras el
modo de producción capitalista no se explica por el determinismo económico; hay que
tener en cuenta que lo que se da es una determinación en última instancia de la
estructura y también una autonomía relativa de la superestructura. Todo esto se hace
comprensible a partir del concepto de sobredeterminación.
Del determinismo económico a la sobredeterminación
106
Louis Althusser: Prólogo a la sexta edición del libro de Marta Harnecker ''Los conceptos elementales
del materialismo histórico''.
107 Ibídem: Prólogo a la sexta edición del libro de Marta Harnecker ''Los conceptos elementales del
materialismo histórico''.
Detengámonos en este concepto, que parece cerrar una etapa y abrir otra, una etapa que
podríamos calificar de crisis del sexismo, crisis debida a varios factores, quizás de los
más remarcables son los que tienen que ver con el fracaso de la revolución europea y el
encierro de la revolución rusa y china, encierro que se encubre con la hipótesis
insostenible del socialismo en un solo país. Esto abre un gran debate sobre la tesis
preponderante en los partidos comunistas y socialdemócratas obreros del determinismo
económico, que terminaba siendo la interpretación oficial del marxismo, no sólo en la
tercera internacional, sino incluso en la segunda internacional, además de su extensión a
la sobrenombrada cuarta internacional. Con esta apreciación por lo menos quedan claras
dos cosas; Una tiene que ver con la diferencia inaugura, primicial, originaria, de las
fuentes, de la forma, la composición y el contenido teórico desarrollado por lo que se
llamar el aporte de los fundadores, Kart Marx y Federico Engels, sobre todo el proceso
teórico desarrollado por Marx. Independientemente de cualquier interpretación que se
haga del conjunto de los textos Marx y Engels, de su obra, hay que decir que es
precisamente esta obra, son este conjunto de textos los que son objeto de interpretación.
Tienen por lo tanto su propia particularidad, su propia historia, sus propias diferencias,
quizás sus propios procesos en el desenvolvimiento de su propia formación teórica, de
su propia consolidación y producción teórica. No es que digamos que la autenticidad y
propiedad de estos textos sea inalcanzable por cualquier interpretación; no podemos
olvidar el postulado hermenéutico de que un texto precisamente existe debido a su
lectura, es decir, interpretación, esta actualización del texto es lo que lo hace existir. La
figuración, la configuración y la refiguración hacen a la vida del texto, hacen a su
textualidad. Empero, lo que no hay que olvidar tampoco es que el texto se debe a su
contexto, se da en un horizonte histórico-cultural, cuando este contexto cambia, se
transforma o, definitivamente nos desplazamos a otro contexto, el texto mismo no es el
mismo, el sentido del texto no es el mismo, la interpretación del texto no es la misma.
Por eso debemos distinguir una primera etapa del llamado marxismo de las otras
etapas, las que suceden a su acto inaugural, a su producción inaugural, con toda la
problemática inherente a esta etapa, con toda su diferencial composición o, si se quiere,
sus propios desplazamientos y rupturas. Obviamente en esta primera etapa hay
interpretaciones, no podía ser de otra manera, pero, no es exactamente los mismo
interpretar si se quiere, si se puede hablar así, de manera inmediata, en ese momento, en
el tiempo cuando los textos fueron hechos y publicados, en su horizonte histórico-
cultural, que después, en otro horizonte histórico-cultural, cuando los textos son in
referente de la tarea metodológica de la interpretación, cuando se convierten en
dispositivos de una corriente, cuando forman parte de una historia, cuando forman parte
de la legitimación de posiciones políticas. Quizás esta primera etapa tiene que ser
tratada en su propio contexto, en su propio horizonte histórico-cultural, etapa distinta al
tratamiento de otras etapas, que no solamente tienen que ver con diferentes horizontes
históricos y culturales, sino con diferentes horizontes políticos; son otras problemáticas
las que están en cuestión. Por eso no podemos decir que la tesis del determinismo
económico fue una tesis de Marx y Engels; esta fue una tesis posterior, mantenida
durante la segunda, tercera y hasta cuarta internacional. Una tesis, es decir una
interpretación que entra en crisis después del fracaso de la revolución europea, quizás ya
antes es modificada por las tesis orientales; ya en la interpretación de los marxistas
rusos y chinos de por qué se da la revolución en un país atrasado, con desarrollo
desigual y combinado, países de mayoría campesina. Puede o no puede encontrarse esta
tesis inmersa en la obra, en el conjunto de la obra, de Marx y Engels, diseminada o en
ciernes, sobre todo en los textos de Engels, encargados de la difusión pedagógica, lo
importante es anotar que esta tesis no funciona de manera deductiva, como modelo; los
autores o los fundadores se están enfrentando a variadas problemáticas, a variados
desafíos, deslinde respecto a la filosofía de Hegel, valoración de la crítica de Fuerbach,
y sobre todo, después, la comprensión, el conocimiento y el análisis del capitalismo. Si
hay alguna tesis es la tesis del modo de producción capitalista, antes, la tesis del carácter
místico de la dialéctica de Hegel. La problemática política europea es tratada en los
escritos histórico-políticos, sobre todo de Marx, a partir de la propia especificidad, de
las propias particularidades, sus propios procesos inherentes y sus propias
contradicciones de los acontecimientos políticos. Aquí no funciona ningún supuesto
sobre el determinismo económico. La problemática política, la problemática estatal, la
problemática de la revolución y contrarrevolución, son tratadas a partir de la
complejidad de sus propios campos, haciendo uso de este término, un poco para
esclarecernos y hacer mapas conceptuales. Particularmente Engels se va encargar de
desmontar la lectura economicista que estaba en boga, ya en su época, en la carta a
Bloch108
, a Marx no le interesa sustentar o no sustentar una tesis como la del
determinismo económico. El determinismo económico va a ser una tesis que va tener
que ver, por una parte, con la sistematización de los trabajos dispersos de Marx y
Engels, y, por otra parte con el interés de construir un sistema teórico, una unidad, entre
el ámbito de la producción, la distribución, la circulación y el consumo, con los ámbitos
de la política, de la cultura y de la ideología; va tener que ver con la articulación simple
de la teoría de la lucha de clases y la contradicción entre fuerzas productivas y
relaciones de producción; va tener que ver con la necesidad intelectual de desarrollar
una teoría histórica que abarque distintas épocas, diferentes historias de las sociedades,
buscarlas reunirlas en esa visión lineal de la sucesión de los modos de producción. Pero,
también va tener que ver con la legitimidad de los partidos socialdemócratas, los
partidos comunistas y, después, con la legitimidad de los estados socialistas realmente
existentes. La tesis del determinismo económico, la interpretación del determinismo
económico, tiene que ser trabajada en su contexto o, mas bien, en sus contextos. Esta
tarea va quedar pendiente, sobre todo debido al conjunto de problemáticas que se cruzan
en el camino. Nosotros partimos de la crisis de esta tesis, de la crisis de esta
interpretación, tomando en cuenta la labor crítica de intelectuales que asumen la
responsabilidad de comprender las razones del fracaso de la revolución en Europa, de la
emergencia del fascismo, después de la primera guerra mundial, de los problemas que
plantea la formación de la República Soviética, de la emergencia insólita, no esperada,
de un Estado totalitario y la emergencia extendida de una burocracia abominable, de la
necesidad de estudiar apropiadamente la forma, estructura y organización institucional
del Estado, de las formaciones ideológicas, de la función de los aparatos educativos,
comunicativos y religiosos. No creo que se pueda extender esa caracterización dirigida a
Gramsci, de teóricos de la superestructura, a todos estos intelectuales marxistas que dan
lugar a un desplazamiento y un cambio de problemáticas en la interpretación y en el
análisis de sus campos de estudio, pues esto equivaldría a decir que, en la etapa anterior,
los marxistas se habrían ocupado de la estructura en tanto que estos nuevos marxistas se
ocupan de la superestructura. Lo que los diferencia claramente es su posición en
relación a la tesis del determinismo económico y por lo tanto se distinguen en las
disímiles construcciones teóricas que hacen. Quizás el filósofo que cierra este tercer
ciclo de la historia del marxismo sea Louis Althusser, que hace de múltiple puente con
las distintas corrientes; con las fuentes, los textos prioritariamente de Marx,
108
Carta de Engels a Bloch del 21 de septiembre de 1890. Kart Marx y Friedrich Engels: Obras escogidas,
tomo 2; Ediciones en lenguas extranjeras, Moscú, págs. 520-522.
estableciendo una distinción entre un joven Marx y un Marx maduro; haciendo una
relectura de El capital, cerrando el paso al determinismo económico, a partir
precisamente del texto fundamental del marxismo, dejándolos prácticamente sin
recursos; retomando la problemática abordada por los teóricos de la crisis, desarrollando
una teoría crítica de la ideología, de los aparatos ideológicos del Estado, sustentándose
en el concepto de sobredeterminación, en el de la determinación en última instancia, en
la autonomía relativa del Estado.
Después de Althusser se abre otro periodo, de un marxismo pluralista o mejor llamarlo
de un postmarxismo, enriquecido por el trabajo de otras teorías, de nuevas teorías, de
teorías que forman parte de una nueva episteme, de una nueva ruptura epistemológica,
de un cambio de problemáticas, de apertura a desarrollos sistemáticos de nuevos
recursos metodológicos. Quizás en este escenario abierto debemos situar a la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que es el organismo dependiente
de la Organización de las Naciones Unidas, responsable de promover el desarrollo
económico y social de la región. El Consejo Económico y Social de las Naciones
Unidad (ECOSOC) creó el 25 de febrero de 1948 cinco comisiones económicas
regionales con el objetivo de ayudar y colaborar con los gobiernos de la zona en la
investigación y análisis de los temas económicos regionales y nacionales. Una de las
áreas escogidas fue América Latina y el Caribe, área de la que se encargó la conocida
CEPAL. Al año siguiente de su fundación asumía el cargo de secretario ejecutivo de la
CEPAL el economista argentino Raúl Prebisch, autor del libro El desarrollo económico
de América Latina y algunos de sus principales problemas. Alrededor de la CEPAL se
congregaron un grupo destacado de investigadores, intelectuales y teóricos marxistas,
cuyo aporte principal, entre otros, fue la Teoría de la dependencia. Esta teoría utiliza la
dualidad centro-periferia y las teorías sobre los sistemas-mundo para sostener que la
economía mundial posee un diseño desigual y perjudicial para los países no-
desarrollados, a los que se les ha asignado un rol periférico de producción de materias
primas con bajo valor agregado, en tanto que las decisiones fundamentales se adoptan
en los países centrales, a los que se ha asignado la producción industrial de alto valor
agregado. No podemos olvidar que en el proceso de desarrollo de la teoría se tuvo como
antecedente crucial la crisis capitalista de los años treinta; esta crisis fue el referente
condicionante para la elaboración de la tesis del Estado interventor en los países
capitalistas que sufrían la crisis; el Estado se convertía en un regulador del Mercado. El
autor de esta tesis es John Maynard Keynes (1883-1946), economista británico, cuyas
ideas tuvieron una fuerte repercusión en las teorías económicas y políticas modernas, así
como también en las políticas fiscales de muchos gobiernos. Keynes y sus seguidores de
la postguerra destacaron no solo el carácter ascendente de curva de oferta, en
contraposición con la visión clásica, sino que además la inestabilidad de la demanda
agregada, proveniente de los shocks ocurridos en mercados privados, como
consecuencia de los altibajos en la confianza de los inversionistas. Dado este énfasis en
la demanda, era natural para Keynes proponer el uso de políticas fiscales y monetarias
activas para contrarrestar las perturbaciones de la demanda privada, por lo que es
particularmente recordado por su aliento a una política de intervencionismo estatal, a
través de la cual el Estado utilizaría medidas fiscales y monetarias con el objetivo de
mitigar los efectos adversos de los periodos de recesión relativos a las fluctuaciones
cíclicas o crisis cíclicas de la actividad económica. En lo que podríamos llamar la
historia económica se lo considera uno de los principales fundadores de la
macroeconomía moderna. Como se puede ver los investigadores de la CEPAL no sólo
estaban influenciados por el marxismo sino que contaban con el aporte de Keynes sobre
el Estado interventor, de este modo se puede evaluar la apertura a un pluralismo y hasta
un eclecticismo. Al respecto no nos olvidemos que en el debate de entonces no se
trataba tanto de la perspectiva de la revolución socialista en la lectura que se hacía de
América Latina, sino en acabar con la dependencia y cambiar la relación desigual de
intercambio, modificando la relación centro-periferia, a través de los programas de
sustitución de importaciones, que no era otra cosa que seguir la huella de los países
industrializados cumpliendo la meta, es decir la revolución industrial.
El aporte de intelectuales como Fernando Henrique Cardoso, Theotonio do Santos,
André Gunder Frank, Celso Furtado, Ruy Mauro Marini y Enzo Faletto, convirtió a la
teoría de la dependencia en el referente de la discusión sobre desarrollo y capitalismo,
siendo un espacio dinámico de debate, de reflexión y de investigaciones, actividades
que fueron adecuándose de acuerdo a las circunstancias y desafíos de los momentos, las
coyunturas y las problemáticas, además de convertir a la teoría en un instrumento para
la aplicación de políticas públicas. En el campo de la teoría de la dependencia, podemos
encontrar corrientes, identificando a unas mas bien preocupadas por el desarrollo, de las
que Prebisch es quizás el más notorio exponente, en tanto que Gunder Frank y Ruy
Mauro Marini se colocan como los más destacado exponentes de la corriente más
radical, que apunta a una crítica de las burguesías intermediarias, que califica Gunder
Frank como lumpen burguesía. Esta corriente tiene más bien en perspectiva a la
revolución cubana; frente al desarrollismo de la corriente conservadora se encaminan a
una forma socialista libertaria y democrática, fundando las bases de una nueva
civilización mundial. A fines de la década de los sesenta se produce un giro en esta
corriente redefiniéndose las concepciones sobre la dependencia. Se tiene como objeto
del análisis crítico a las mismas élites latinoamericanas identificadas como responsables
del subdesarrollo. Desde esta perspectiva, se daría lugar a un juego de factores, un
factor interno y otro externo, como causante del subdesarrollo. Gunder Frank habla del
desarrollo del subdesarrollo. De este modo, se vuelve a reforzar el papel del Estado en
la regulación y en la intervención en la economía. Es el Estado quien debe tomar el
control total de las políticas nacionales; entre éstas el control del dinamismo
estacionario del capital, creación de empresas estratégicas con dirección y capital estatal
y regulación bancaria.
Retomando la hipótesis de trabajo sobre el nuevo escenario epistemológico, de un
marxismo pluralista o de un postmarxismo, se puede decir que otra influencia de los
teóricos de la dependencia fue Max Weber (1864-1920), quien fue un filósofo,
economista, jurista, historiador, politólogo y sociólogo alemán, innovador y renovador
de los estudios sociológicos, dedicados principalmente a comprender los procesos de
racionalización inherentes a la sociedad. Se amplía el campo de los estudios
sociológicos, incorporando a dicho campo a la economía, al derecho, a la política, a la
religión, a las instituciones culturales y a las formas de dominación. Como se puede ver,
como en el caso de la influencia de Keynes, se trata de la introducción de otros campos
teóricos que interactúan con el campo teórico marxista, enriqueciendo la discusión,
ampliando perspectivas, introduciendo conceptos y dando lugar a una nueva
complejidad en los análisis. De este modo, siguiendo las consecuencias epistemológicas
de estos aportes, de estos desplazamientos teóricos y metodológicos, nos abrimos a la
generación de nuevas teorías. En la perspectiva de apertura a un pluralismo
epistemológico y multidisciplinar, iniciando su nacimiento en otro lugar,
desprendiéndose su constitución en otra forma de hacer historia, la escuela francesa de
los anales se abre camino y ocupa el campo teórico contemporáneo consolidando su
tesis fundamental, como las que tienen que ver con los estudios de los ciclos de larga
duración. En esta escuela contamos con historiadores como Fernand Braudel que va a
desarrollar investigaciones eruditas, minuciosas, científicas y multidisciplinarias de la
historia del capitalismo, a partir de lo que llama estructuras de larga duración. Le siguen
autores como Giovanni Arrighi e Immanuel Wallerstein, se sitúan en esta preocupación
autores como Samir Amin; ya mencionamos a autores como Gunder Frank y Ruy
Mauro Marini, quien va a participar en el desarrollo de la teoría de la dependencia y de
la comprensión de la geopolítica de la economía mundo capitalista, sistema-mundo
dividido entre centro y periferia. Ya hablamos del conjunto de intelectuales marxistas
latinoamericanos que son los responsables de la construcción de esta teoría de la
dependencia. Teoría que se convierte en el referente indispensable de Immanuel
Wallerstein en los estudios e investigaciones que realiza en el largo, en el mediano y en
el corto plazo de los ciclos del capitalismo, cuando elabora su análisis del sistema-
mundo y de la economía mundo capitalista.
Cuando hablamos de sistema-mundo nos referimos a una forma de pensar el mundo de
manera multidisciplinaria y podríamos decir pluralista, esta forma de pensar
corresponde a la nueva episteme, la episteme contemporánea, que otros la han definido
como postmoderna. No vamos a utilizar este último nombre, pues es polémico y no se
ha terminado de demostrar si hemos transmontado la modernidad, para no utilizar la
palabra superación, que también está cargada de sentido, en este caso del sentido dado
por la dialéctica hegeliana. Está en discusión la característica de nuestro tiempo, que
según Immanuel Wallerstein se desata desde lo que llama la revolución de 1968, que le
atribuye características de revolución cultural. Empero, lo que podemos afirmar, con
cierta seguridad, es que nos encontramos en una nueva episteme, en un nuevo campo
formativo de la comprensión, del conocimiento, de los saberes, del pensamiento. Hemos
abandonado las disciplinas científicas desarrolladas durante los siglos XIX y XX, nos
encontramos ante la evidencia de formas epistemológicas multidisciplinarias. Ahí se
encuentran las teorías sistémicas, las teorías de la complejidad, las teorías del caos, las
teorías nómadas, las teorías del sistema-mundo. Se trata de conformaciones
epistemológicas articuladas e integrales, se ha roto la división del trabajo, nos
encontramos ante la necesidad de movernos en múltiples niveles a la vez. A este mundo
se lo ha llamado de la globalización, empero este término es equivocado, la
globalización capitalista comenzó en el siglo XVI con la integración del quinto
continente a la expansión capitalista, formando un sistema mundo integrado a la
economía mundo capitalista, aunque se da esto a partir de distintos estados, de distintas
formaciones políticas, de diferentes armaduras culturales, particularmente los estados
vienen a ser dispositivos políticos del sistema mundo capitalista.
¿Qué es la descolonización?
También la palabra descolonización se abre a muchos sentidos, a muchos usos. Para
abrirse a la pregunta que se entiende por descolonización es menester contar con un
mapa conceptual, para lograr esto también tenemos que contar con una historia del
término, por lo que entiendo por esto, quiero decir una historia de las estructuras del
pensamiento a propósito de la descolonización. Comencemos entonces dibujando este
mapa conceptual. En primer lugar debemos comprender lo que llamaremos historia de
la descolonización, después abordaremos los recorridos de las corrientes discursivas de
la descolonización, para terminar de situarnos en el análisis de los sentidos de
descolonización en la compleja composición de la Constitución Política del Estado de
Bolivia.
Historia de la descolonización
En principio se entendía que la descolonización se lograba con la independencia de la
colonia respecto del imperio, pero una vez que las colonias lograron su independencia
no terminaron de resolverse los problemas de soberanía, no terminaron de lograr su
independencia, reproduciendo formas novedosas de dependencia. Se llamó al conjunto
de estas formas neocolonialismo; se interpretó que en la condición imperialista,
supuestamente la última fase del capitalismo, se desarrollaron formas de
neocolonización que terminaron subordinando de nuevo a las excolonias. Esta situación
tiene mucho que ver con la división del mercado, convirtiéndose las colonias en
exportadoras de recursos naturales, de materias primas, y compradoras de productos
manufacturados, en condiciones de intercambio desigual. Pero también, una vez lograda
la independencia, la liberación nacional, se descubre que las estructuras raciales de la
colonización se mantienen, se repiten y se reproducen, dando lugar a lo que se va a
venir llamar colonialismo interno. Hay autores que van a trabajar la condición colonial
como colonialidad, también se van a desarrollar en la academia estudios postcoloniales,
que van a dedicarse a la investigación y a la elucidación de los problemas de identidad
en las sociedades postcoloniales. Con una perspectiva mas bien emancipadora se van a
desarrollar, principalmente por intelectuales críticos de la India, estudios subalternos o
de la subalternidad, que se van a encargar de estudiar la herencia colonial en las
sociedades postcoloniales, vinculadas a las estructuras generadas por el capitalismo,
analizando la luchas de clases especificas en sociedades complejas, que mezclan
estructuras coloniales con fenómenos culturales de la modernidad y de la
modernización; analizan también la emergencia y la circulación de los saberes
enfrentados a los conocimientos oficiales. Aparecen claramente nuevas formas de
dominación o formas de dominación redituadas en las condiciones de la mundialización
capitalista, donde los problemas de clase, los problemas de identidad, los problemas de
liberación, los problemas de emancipación y sobre todo los relativos a la independencia,
a la cultura e interculturalidad no terminan de resolverse. Todo esto se da en
condiciones de abigarramiento y heterogeneidad en contexto de modernidades
pluralistas. Entonces tenemos, una gama de situaciones en el proceso la diseminación
del colonialismo y la colonialidad: la descolonización política o institucional; la
neocolonización en condiciones de aparente independencia, lo que significa el
establecimiento de la dependencia y de la subordinación en el marco del sistema mundo
capitalista; el colonialismo interno, lo que significa la reproducción de las estructuras
coloniales en las sociedades postcoloniales; la emergencia de problemas de identidad y
de culturas subalternas en estas sociedades; la emergencia de nuevas luchas
emancipadoras en el marco de modernidades pluralistas en tiempos heterogéneos.
Desde esta perspectiva la descolonización quiere decir muchas cosas; independencia
política de las excolonias; lucha antiimperialista, soberanía, condiciones de igualdad y
de equidad en las relaciones de intercambio; desestructuración de las estructuras
coloniales, reconstitución de las instituciones precoloniales y reterritorialización,
deconstrucción de la institucionalidad de la colonialidad y de su ámbito de relaciones
jerárquicas y discriminadoras, desmontaje del Estado colonial, emergencia e irradiación
de proyectos civilizatorios y culturales encubiertos; suspensión de los mecanismos de
dominación, suspensión de la dominación masculina, destrucción del Estado patriarcal,
reconocimiento de las identidades proliferantes, circulación de saberes; emergencia de
modernidades alternativas, pluralistas y heterogéneas. Toda esta gama de significados
forma parte del mapa conceptual, de significados y de sentidos de la descolonización.
Pero no podríamos de configurar el mapa conceptual si es que no incorporamos a la
problemática descolonizadora la dimensión subjetiva; se trata de la deconstitución de
los sujetos colonizados, de la deconstrucción de las subjetividades colonizadas, se trata
de desandar el laberinto colonial en lo que respecta a los imaginarios sociales; se podría
decir que se trata de la desestructuración de las mentalidades colonizadas, de su
liberación en lo que respecta a estructuras psicológicas y psíquicas sometidas, en lo que
respecta a valorizaciones dominantes inhibidoras, también en lo que respecta a
conductas y comportamientos, a costumbres y prácticas reiterativas de las relaciones
coloniales, así también de ceremonias y simbolizaciones que cristalizaran formas de la
colonización y la colonialidad. Quizás este aspecto resulte el más problemático pues se
trata de desandar el laberintico recorrido de las dominaciones polimorfas. Tenemos
problemas en la colonización interna de las lenguas nativas, en sus trasformaciones y
desplazamientos internos; también tenemos problemas con las simbiosis y sincretismos
religiosos. No nos olvidemos dos cosas, que a las lenguas nativas se les traspasó un
vocabulario latino, olvidando su escritura propia, geométrica, gramatológica y
simbólica; tampoco nos olvidemos que la religión y la evangelización fueron los medios
por excelencia de la colonización de los cuerpos, de su superficie y de su espesor
imaginario. Hoy subsiste esta simbiótica y este sincretismo trabajando, colonizando, los
espíritus, como se lo ha hecho durante siglos. Incluso se reitera la cereminialidad y el
rito de la liturgia a nombre de ceremonias y ritos nativos, cuando lo que ocurre es que
estas mismas ceremonias y ritos fueron reinventadas en los marcos deformadores de la
colonización y de la colonialidad. Desandar el laberinto de las redes de dominación de
la colonización y de la colonialidad implican una ruptura grande, epistemolígica, ética,
cultural, política y subjetiva; esta tarea exige una labor critica deconstructiva de alcance
histórico, la revisión crítica y genealógica de los diagramas de poder, de las estructuras,
las instituciones y las prácticas de la dominación colonial. Implica reconocer que el
colonialismo se ha cristalizado en los huesos, se ha somatizado en los cuerpos y se
reproduce en el espesor de los imaginarios. Esta tarea exige una revolución cultural en
múltiples niveles; aquellos que tienen que ver con los ámbitos de la formación, la
educación y la pedagogía; aquellos que tienen que ver con la creación y recreación de
los imaginarios; aquellos que tienen que ver con la forma, el diseño y el decurso de las
prácticas; aquellos que tienen que ver con la codificación y decodificación, con el uso
de los lenguajes; aquellos que tienen que ver con los ámbitos de la producción
distribución, circulación y consumo; aquellos que tienen que ver con la
territorialización, desterritorialización y reterritorialización, con las cartografías
políticas; aquellos que tienen que ver con los mapas institucionales, con sus formas de
organización y sus estructuras de reglas y procedimientos; aquellos que tienen que ver
con la valorización del valor y la circulación del capital, con la formación, el recorrido,
la jerarquización y diferenciación de los mercados; aquellos que tienen que ver con la
industrialización y su relación destructiva de los nichos y continentes ecológicos. Como
se puede ver la descolonización no puede ser un discurso y una retórica, implica una
transformación profunda y expansiva de todos los planos, de todos los niveles, de todos
los territorios que han sido ocupados por las tecnologías del poder de la colonización.
La descolonización no puede ser un discurso justificativo de políticas que terminan
provocando paradójicamente la recolonización, no puede ser una retórica que sirva a
estrategias circunscritas de poder. No se trata de cambiar de élites y mantener toda la
lógica colonial, toda la dialéctica colonial, dándole un ropaje nuevo, otorgándole un
teatro político que termina reproduciendo la reiteración de las formas polimorfas de
dominación. La descolonización es una ruptura completa, múltiple, plural, implica
poner en juego prácticas de liberación que desmonten y deconstruyan las relaciones de
fuerza, las relaciones de poder, las formas de dominación inscritas en la superficie del
cuerpo e internalizadas en el espesor imaginario del cuerpo.
Corrientes discursivas de la descolonización
Dialéctica de la descolonización
Vamos a tratar algunas corrientes discursivas de la descolonización y contrastarlas, las
mismas no se dan al mismo tiempo, responden más bien a distintas temporalidades, sin
embargo, coinciden en la época. Esto parece contradictorio, pero no lo es, pues
hablamos de las temporalidades inherentes a los propios discursos. Uno de los discursos
de descolonización, quizás el más conocido y estudiado, es el discurso descolonizador
antiimperialista, que se desarrolla después de las conflagraciones mundiales, la primera
y la segunda guerra mundial. Este discurso se genera en África y Asia, también se
extiende a América Latina. Este discurso no sólo se concentra en la ocupación colonial
sino también en la dominación imperialista, este discurso no sólo se despliega
denunciando la discriminación racial, sino también que la interpreta en función de la
lucha de clases. Se trata de un discurso descolonizador antiimperialista que tiende a
conformar parte de la formación discursiva anticapitalista. Sin embargo, hay que anotar
claramente, que este discurso descolonizador no es antimoderno, más bien se plantea
lograr los alcances de la modernidad en los países colonizados, en los países dominados
por el imperialismo, en los países que conducen su lucha por medio de la guerra de
liberación nacional. Algunos de estos proyectos descolonizadores se encaminaron a
replantear el socialismo adecuándolo a las condiciones le la lucha de los países de la
periferia del sistema-mundo capitalista; otros en cambio se encaminaron a conformar el
bloque de los países no alineados, en plena guerra fría entre el bloque soviético y las
potencias capitalistas, hegemonizadas por los Estados Unidos de Norteamérica. En este
contexto se configuraron los nuevos nacionalismos, o los nacionalismos de segunda o
tercera generación, si entendemos que los criollos americanos desarrollaron la primera
corriente nacionalista o inventaron el nacionalismo, como asevera Benedict
Anderson109
; si acordamos que los nacionalismos de segunda generación fueron los
nacionalismos de proyección imperialista de los nazis y los fascistas alemanes e
italianos, pudiendo incluir también al nacionalismo imperial japonés; podemos acordar
entonces que los nacionalismos antiimperialistas son los correspondientes a la lucha
antiimperialista y de liberación nacional del siglo XX. Uno de los teóricos más notorios
de la descolonización ideológica, política y cultural es precisamente el argelino Franz
Fanon. Este intelectual revolucionario descolonizador concentra su análisis en la
caracterización de la violencia colonial y en lacorrespondiente respuesta del colonizado
que revierte la violencia cristalizada en sus huesos contra el colono, el colonialismo y la
ocupación de la metrópoli. Para Fanon la descolonización es psicológica, cultural,
reeducativa, ideológica, política y económica. Queda claro que la violencia no sólo se
desata durante la colonización y la colonialidad en territorio ocupado por la metrópoli,
sino también después de la independencia; una vez que las naciones jóvenes,
independientes, lograron su liberación, encaran las tareas del desarrollo en las
condiciones de dependencia y subalternidad. El dominio colonial persiste, los
monopolios, los trust, las transnacionales, el sistema financiero se encargan de mantener
la subordinación de las excolonias. No es sólo el esfuerzo, la austeridad y el esfuerzo de
los trabajadores y del pueblo liberado lo que va a sacar al país independizado del
subdesarrollo; es menester enfrentar la situación de los llamados países del tercer
mundo desde una perspectiva integral. Hay una deuda histórica de Europa y de los
109
Ver de Benedict Anderson Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del
nacionalismo; México 1993, Siglo XXI.
países colonialistas respectos a sus excolonialias. Esta es la razón por las que Fanon
exige la compensación por los crímenes cometidos, por la esclavización, el comercio de
esclavos, la explotación de los indios, el saqueo y la expoliación de los pueblos. Esta
demanda clara y coherente, una acción correspondiente y consecuente después de la
violencia colonial, hasta ahora no se ha cumplido. ¿Ha llegado el momento? Siempre es
cuando los pueblos colonizados del mundo exijamos la devolución del saqueo, la
explotación y la expoliación. Esta tiene que ser una acción en bloque, organizada,
movilizada y si es necesario, como dice Fanon, violenta. No se puede dejar las cosas
como están, dejar que sobre la base de la colonización por otros medios la distancia
entre países ricos y países pobres siga ensanchándose abismalmente, no se puede seguir
soportando que, por medio de retiradas formas de dominación, se acumulen
supergananacias excesivas, morbosas, exorbitantes, en los países del norte desarrollado,
y se empuje a los pueblos de los países del sur subdesarrollado a escandalosas formas de
miseria, que reaparecen constantemente, a pesar de que algunos sectores se hayan
favorecidos del desplazamiento del consumo, el comercio y la parcial industrialización,
ya obsoleta. Esta es la verdadera deuda, no la deuda externa de los países subordinados,
sino la deuda histórica de los países colonialistas e imperialistas que han creado su
riqueza gracias al despojamiento de los recursos naturales, de los recursos humanos de
los territorios de los pueblos y países que fueron colonizados y ahora siguen dominados
por medio de renovados mecanismos de explotación y expoliación, por medio de la
continuidad sutil de formas de recolonización. El discurso de Fanon es intenso, vital,
apasionado, claro y lucido. Se adelantó a posteriores escuelas que van a desarrollar la
teoría de la dependencia y la teoría del sistema mundo. Su voz ha quedado grabada en la
memoria de los pueblos como grito y denuncia, como convocatoria y combate. Cuando
la recordamos, nos vuelve a llamar la atención sobre temas fundamentales, que no
pueden quedar soslayados. Penetra en nuestros cuerpos y hace vibrar las fibras, los
órganos, las cuerdas vitales, nos pone en apronte y nos llama a la movilización.
El lenguaje de Franz Fanon es comprometido, apasionado, el autor se encuentra
inmediatamente inserto en el proceso de descolonización; ciertamente no se trata de un
análisis frio y distante, separado del campo de realidad, supuesto objeto de reflexión y
de estudio; sin embargo, su intervención comprometida no deja de ser analítica y
despliega un conocimiento detallado de las realidades periféricas. Llama la atención el
análisis minucioso que hace Fanon de la estructura social, política, económica y cultural
colonial; podemos decir que Fanon se adelanta también a los estudios poscoloniales que
se van a dar después, también a los estudios de la subalternidad que se van a desrrollar,
primordialmente por intelectuales hindús. El análisis minucioso del papel que cumplen
las clases sociales en el periodo de transformación y transición de la situación colonial a
la situación postcolonial en el caso de Argelia y otros países africanos es ejemplar.
Visualiza las transvaloraciones y las resignificaciones de los estratos de la estructura
social en los ámbitos de la periferia; en esta perspectiva caracteriza sorprendentemente
al proletariado como una clase privilegiada en el contexto de las clases subalternas,
además de mostrarnos la pequeña proporción de la que forma parte en el conjunto
poblacional. Esta clase se encuentra principalmente en las ciudades y sobre todo en las
ciudades portuarias, donde se encuentran los talleres y las fábricas, comparte con otras
clases sociales este espacio urbano, la pequeña burguesía y la burguesía, formada por
profesionales, intelectuales, comerciantes; además de compartir también los márgenes y
las periferias con el lumpenproletariado. Es en estas clases, principalmente en las
primeras, que los partidos nacionalistas hacen su labor, desarrollan su convocatoria, que
tiene características desarrollistas y modernistas. Empero el problema de estas clases, a
excepción, del lumpenproletariado, es que se encuentran separadas de los campesinos,
lo más profundo, lo más tradicional, lo más combativo de la formación social africana,
durante la guerra de la independencia, pero también lo más fragmentado, lo más
disperso y manipulable debido a las maniobras políticas de los gobiernos y la policía de
ocupación. En este campo social, entre ambos conjuntos de clase, unas, las urbanas,
ligadas a las formas de modernización y de modernidad, las otras, las rurales, ligadas a
formas ancestrales de transmisión cultural y de costumbres, se encuentran los estratos
del lumpenproletariado, migrantes del campo, trabajadores a destajo, proletarios
intermitentes, con muchos oficios, polifacéticos, que merodean los márgenes de las
ciudades y los puertos, constantemente perseguidos y desalojados por la policía. Este
lumpenproletariado es también combativo, de manera parecida a los campesinos, no
tiene nada que perder, a diferencia del proletariado de la periferia, que no deja de ser
una clase privilegiada en este contexto social abigarrado; por eso ha jugado un rol
importante en la guerra de la independencia.
Como se puede ver, el análisis del la estructura social colonial se hace inteligible al
configurar la complejidad de formaciones económico sociales atravesadas por la
colonización y la modernidad; se trata de una estructura social colonial que mantiene
formas sociales heredadas de los periodos precoloniales, formas tradicionales donde se
han cristalizado los códigos simbólicos y culturales, los valores, las redes y relaciones
comunitarias, que terminaron jugando un papel fundamental como espacios de
resistencia a la colonización, pero también a la modernidad. Del mismo modo, la
estructura política colonial y poscolonial también arroja una complejidad parecida a la
social debido a la heterogeneidad temporal y simultaneidad espacial en el que se
debaten las formas institucionales modernas y las formas institucionales tradicionales.
En los contextos periféricos aparecen formas institucionales y organizacionales
modernas como los partidos, el gobierno, las formas administrativas, la policía, formas
que fueron transmitidas por la ocupación, que trasladan sin descontextualizar
instituciones y dispositivos occidentales a territorios africanos; las formas tradicionales
tienen que ver con las autoridades tradicionales patriarcales, con sus mandos y los
procedimientos ancestrales con los que resuelven la decisión colectiva. En esta
perspectiva, del análisis específico de las sociedades colonizadas y postcoloniales, la
misma heterogeneidad encontramos en la estructura económica. La independencia no
terminó de romper con todas las cadenas que atan a la excolonia a la anterior metrópoli
imperial, no se termina de liberar a la economía subalterna de los flujos y redes de la
economía-mundo capitalista. La supervivencia del flamante Estado independiente
depende del comercio, de la importación y exportación, del financiamiento de la
economía mundo capitalista, paradójicamente incluso de la predisposición económica
de la metrópoli dominante, asentada en Europa.
Sin embargo, a pesar de la complejidad de esta maraña de temporalidades sociales,
políticas, económicas y culturales, la violencia revolucionaria hace inteligible la
formación abigarrada; la guerra de guerrillas abre con sus recorridos por aldea, en el
desierto, en los cerros, en los frentes que inventa y atraviesa, en el despliegue y
repliegue de la lucha armada, una acumulación de experiencias y de conocimientos
sobre el enemigo, pero también sobre la complejidad de la sociedad diferenciada. La
guerrilla no solamente es la expansión en el territorio de un conjunto de tácticas locales
sino también un conocimiento de la realidad en sus múltiples niveles, realidad
territorial, social, política, cultural económica, pero también de la síntesis de esa
realidad o de la interpretación concentrada de esa realidad que se expresa en la idea y el
concepto de la continuidad del colonialismo, la dependencia y la subordinación.
También se trata de la experiencia y del conocimiento del comportamiento de las clases
sociales, los estratos y los sujetos diversos; se llega a visualizar el carácter ambiguo del
lumenproletariado, quien no tiene nada que perder y se vuelca apasionadamente a la
convocatoria de la rebelión, pero también, después de estos sobre saltos, se trata de un
conglomerado vulnerable, que también se presta las presiones y cooptaciones del
ocupantes termina también sirviendo a las fuerzas represivas. Lo mismo pasa con los
jefes de las tribus, los brujos y chamanes; debido a sus intereses particularistas,
terminan sirviendo a las fuerzas de ocupación y terminan denunciando las actividades
de los revolucionarios. La burguesía y la pequeña burguesía muchas veces prefieren
conciliar con el colono, se conforman con las concesiones, lo mismo ocurre con las
clases más discriminadas y explotadas, que fueron tratadas como animales. Un cambio
en las comunicaciones, una humanización en las relaciones, los enternece y convence.
Para evitar este conformismo, que detiene la revolución, es menester explicar contante y
permanentemente el alcance de la lucha descolonizadora. Franz Fanon dice al respecto:
Los días suceden a los días y hace falta que el colonizado entregado a la lucha y el
pueblo que debe seguir brindándole su apoyo, no se quebranten. No deben imaginar
que han alcanzado el fin. No deben imaginar, cuando sé les precisen los objetivos
reales de la lucha, que eso no es posible. Una vez más, hay que explicar, es necesario
que el pueblo sepa hacia dónde va, que sepa cómo llegar allá. La guerra no es una
batalla sino una sucesión de combates locales, ninguno de los cuales es, en verdad,
decisivo110
.
La violencia revolucionaria hace inteligible a la formación social colonial y
postcolonial, concretamente, la guerra de guerrillas resulta ser una proceso de
acumulación de experiencia y de conocimiento que actúa en el proceso de liberación. El
horizonte abierto por la guerra de la independencia no puede cerrarse en el conformismo
pragmático y realismo politico, debe lograrse mediante la tensión de las fuerzas en la
perspectiva de una estrategia clara y evidente de liberación y descolonización, articulada
a las tácticas dinámicas y específicas.
Franz Fanon nos muestra en un texto intenso como se puede combinar la convocatoria a
la lucha y el análisis lúcido, la voluntad y la reflexión, el conocimiento y la acción, el
manifiesto y la comprensión e interpretación de las sociedades complejas, atravesadas
por los grandes tejidos de la contemporaneidad, las redes del cuarto ciclo del
capitalismo, las herencias del colonialismo, las modernidades heterogéneas y las
tecnologías del poder, renovadas, transformadas y adaptadas a las particularidades de la
periferia del sistema-mundo capitalista.
Hasta el momento tenemos en resumen tres aspectos importantes de Los Condenados de
la tierra: Lo que podemos llamar, siguiendo a Jean Paul Sartre, dialéctica de la
violencia, es decir la reversión de la violencia cristalizada en los huesos del colonizado;
la comprensión de la configuración de la heterogeneidad diferencial y temporal de las
formaciones históricas colonizadas, hablamos de las estructuras combinadas
económicas, sociales, políticas y culturales; y la inteligibilidad de estas formaciones
abigarradas a partir de la praxis de la violencia revolucionaria, en el caso de Argelia, a
partir de la experiencia de la guerra de guerrillas. Dialéctica de la violencia,
heterogeneidad diferencial e inteligibilidad a partir de la guerra, son los procedimientos
de la descolonización que descubre Franz Fanon en el análisis de las guerras de la
independencia del África.
El discurso descolonizador de Franz Fanon va más lejos, se concentra en la etapa
posterior a la independencia, lo que llamaríamos ahora, la etapa poscolonial, se pregunta
sobre las desventuras de la consciencia nacional, descubriendo sus grandes
contradicciones y el interés de continuar el camino de la dependenciapor parte de la
110
Franz Fanon: Los condenados de la tierra. México 1983; Fondo de Cultura Económica. Pág. 64.
llamada burguesía nacional usando al instrumento del Estado independiente. La
caracterización de la burguesía subdesarrollada es sobresaliente no sólo por la
identificación de las grandes diferencias con la burguesía metropolitana sino sobre todo
porque explica fehacientemente las condicionantes, las causas y las razones de un
comportamiento ambiguo, comportamiento que articula un discurso aparentemente
nacionalista, africanista, exaltador de la raza autóctona y de las tradiciones, sin
embargo, en los hechos lo único que hace es ostentar lujo, despilfarrar los recursos en
bienes suntuarios y en construcciones esplendorosas, sin modificar un ápice el modelo
económico dependiente y primario exportador, dejando sumidas a las masas
nuevamente en la miseria, postergadas y sin oportunidades para salir de su condena.
Podemos caracterizar esto como la combinación morbosa de una demagogia
nacionalista y populista con un pragmatismo oportunista, que renuncia arrancarle a la
metrópoli el control de la economía nacional. La burguesía nacional se convierte más en
una burocracia, se contenta con ocupar puestos, lo mismo pasa con algunos intelectuales
de la pequeño burguesía, optan por el mismo camino; algo parecido ocurre con los
dirigentes salidos de las filas del frente de liberación nacional. Y lo que es más grave,
este perfil ambiguo, contradictorio, esta seducción del poder, esta ofuscación debida al
manejo de poder, de disposición de recursos, a este atrapamiento o enajenación en los
laberintos de la jerarquía y la ceremonialdad del poder, se repite dramáticamente en el
líder, en el dirigente que encarnó y simbolizó la lucha de liberación, se manifiesta a
escala gigantesca en el dirigente que salió de las filas de los desposeídos, explotados,
discriminados y condenados de la tierra. Se produce un alejamiento de las masas, o se
las usa para efectos de escenificación, se la convoca para los actos oficiales, empero no
se la toma en cuenta en la toma de las decisiones, en la construcción colectiva de la
estrategia y de las políticas públicas; no se considera a las masas en tanto sujetos
maduros con todas las condiciones para su participación abierta de otra forma de hacer
política. Se cae en lo mismo, en las mismas estructuras de poder, en los mismos
manejos de poder, con la diferencia que ahora se lo hace a nombre del pueblo, en
nombre de su liberación y lo que es el colmo a nombre de la descolonización. A esta
situación la reconoce Franz Fanon como un deterioro del proceso de liberación, un
deterioro peligroso que pone en cuestión los objetivos por los que se había luchado, que
aleja a las masas del proceso y las predispone para un desconocimiento de las formas
ambiguas asumidas por la independencia. Fanon es consciente que sólo se puede salir
de esto con una nueva movilización, con una campaña de politización del pueblo, con
una instrumentalización del partido en manos del pueblo, para transmitir los deseos de
la gente, sus preocupaciones y sus maneras de ver las cosas, haciendo que la elaboración
colectiva conduzca al proceso. Para lograr esto es menester sacar al partido nacional en
lo que se ha convertido, en un partido de funcionarios al servicio del gobierno,
encargado de llamar a la disciplina al pueblo. Fanon elabora una crítica del partido
como instrumento del gobierno, exige que el partido sea un partido en manos de las
masas, que no se confunda con la dualidad en la que se encuentra en el poder, que no se
confunda la función de gobierno con la orientación y dirección del proceso de
liberación. Franz Fanon critica el oportunismo y la intermediación de la burguesía
nacional periférica; también critica el deterioro del proceso de liberación, de sus
dirigentes y del líder carismático; así mismo critica la dualidad del partido, que en vez
de ser el instrumento de las masas termina siendo el instrumento del gobierno para
disciplinar al pueblo. Estos son los conceptos: burguesía subdesarollada, deterioro del
proceso y partido de gobierno. Estos conceptos explican la situación complicada y
contradictoria posterior a la independencia, describen el conformismo, el reflujo de las
masas y la burocratización de los dirigentes y del partido, sobre todo la restauración de
la colonialidad y la dependencia por otros caminos y medios.
El Estado y las tecnologías del poder
El tema son las multiplicidades, para acercarse a ellas es indispensable un pensamiento
pluralista, un pensamiento que tenga en mente la pluralidad, una episteme, un
paradigma, que tenga como problemática la pluralidad. El pensamiento pluralista frente
al pensamiento homogéneo o, mas bien, un pensamiento que se construye en otro
horizonte de visibilidad, en otro horizonte de decibilidad, en otro haz de relaciones
fundamentales, un horizonte que descubra la vida en toda su complejidad, vitalidad,
dinámica molecular, genética, fenotípica, con todas sus interrelaciones, interacciones,
integraciones y desplazamientos, con toda la riqueza proliferante de la vida. Devolver la
vida a la vida y arrancarla del pensamiento abstracto, sistémico, atrapada en la rigidez
de los racionalismos teleológicos, homogeneizantes, esquemáticos; por lo tanto, liberar
al mismo pensamiento, dejar que siga su propia potencialidad y creatividad, inmanente a
la vida, transcendente a la vida. Hablamos entonces de un pensamiento vivo.
El Estado se ha enfrentado y enfrenta a las multiplicidades, son su problema, son como
el caos que enfrenta para darle orden, codifica los flujos de las multiplicidades, corta los
flujos, separa códigos, clasifica flujos, ordena los códigos, contiene y subsume los
flujos, stocka los flujos, interpreta y analiza códigos. Las multiplicidades desbordan,
aparecen, bullen, proliferan. El Estado no puede contener esta emergencia de la
pluralidad; por eso demarca, cartografía, territorializa. El Estado controla, pero también
disciplina, construye una legislación, controla el territorio y disciplina los cuerpos, pero
también busca seguridad, trabaja con la población, hace estadísticas y persigue incidir
en la salud, creando modelos de intervención, el de la lepra, que separa y exila; el de la
peste que vigila, controla, clasifica y evalúa, separando a los enfermos de los sanos; el
de la viruela, que inocula, cultiva, manejando estadísticamente su incidencia,
provocando curaciones, evaluadas estadísticamente. Estos modelos se corresponden con
formas y tecnologías de poder, con el diagrama de fuerzas que tiene que ver con el
suplicio, que busca el uso desmesurado del poder y la pulverización del cuerpo del
condenado; con el diagrama disciplinario, que controla, vigila, castiga, penaliza, que
interviene en el manejo dinámico del cuerpo, modulando los comportamientos de
acuerdo a la finalidad productiva y su adecuación a la norma; con el diagrama o la
economía política del poder de la seguridad, que enfoca sus actividades en la población
como motor dinámico de la circulación, de la movilización de las cosas y de los factores
y variables intervinientes en la movilidad espacial de la población, llegando a
concebirse como materia biopolítica y saber de la economía política, dando lugar a la
gubernamentalidad, dejando atrás los problemas de la soberanía, de la ley y de la
centralidad disciplinaria.
Estos ámbitos de modelos, de tecnologías de poder, han transformado también las
condiciones de posibilidad de ese mapa de instituciones, de normas, de procedimientos,
de técnicas, de políticas públicas y de acciones que llamamos Estado. El Estado es un
concepto que ha sufrido sus propios desplazamientos y mutaciones, rupturas e
interpretaciones, en la medida que su campo referencial histórico-político ha ido
cambiando. No hablamos de lo mismo cuando se cargaba el peso simbólico del Estado
en el cuerpo del soberano, que ejercía el control sobre el territorio, que cuando se
construye la representación política como figura centralizada del panoptismo, sucede
otra cosa cuando se da lugar al gobierno múltiple de las cosas, de las actividades, de los
flujos, incidiendo biopolíticamente sobre la población. Hay pues una genealogía del
Estado y una arqueología de los saberes que cruzan la historia de las tecnologías de
poder. Podemos incluso complicar la discusión si introducimos los contextos y la
geografía referencial del Estado. No es lo mismo el Estado en el norte que en el sud, en
el centro que en la periferia, de la geografía política del sistema-mundo capitalista. No
es lo mismo un Estado imperialista que un Estado subalterno, no es lo mismo el imperio
globalizado que las administraciones locales y regionales. La condición diferencial del
Estado varía, al mismo tiempo debe variar su conceptualización; pero esto no
necesariamente ocurre, sucede una especie de fosilización, de cristalización, de
estancamiento de los conceptos, debido sobre todo a la defensa ortodoxa de las
corrientes y las escuelas, más interesadas en retener sus verdades que en comprender la
complejidad temporal y espacial de las formas políticas. Lo mismo ocurre con el
carácter simbólico del Estado en los imaginarios sociales. En este caso el Estado se
figura como la condensación de la unidad, la jerarquía, el orden, la autoridad y la ley.
Sólo cuando se dan las crisis económicas y políticas se pone en evidencia la
vulnerabilidad del simbolismo y el concepto de Estado, además de mostrar la
obsolescencia de sus instituciones respecto a la dinámica molecular de las clases y los
pueblos, cuando otra vez las multiplicidades hacen su trabajo deconstructivo y
demoledor de las formas aparentes, además de destructor de las instituciones y de sus
mecanismos de dominación. Por eso es importante estudiar el Estado desde sus
prácticas y estructuras efectivas, desde sus procedimientos y técnicas en uso, desde el
cotejo de sus contradicciones con las multiplicidades que pretende controlar, codificar,
ordenar, cortar, dejar circular.
El paso del Estado-nación al Estado plurinacional comunitario y autonómico conlleva
una exigencia análoga, ¿cuáles son los cambios en la forma política y en el
funcionamiento institucional? ¿Cómo pensar, cómo concebir el Estado plurinacional?
¿Cuál es el desplazamiento de las tecnologías de poder? La condición plurinacional, las
condicionantes pluralistas en las que se mueve, exigen, más que en los otros casos, que
en las otras formas de Estado, un desplazamiento y una ruptura epistemológicas; el
Estado plurinacional se abre a la multiplicidad de las singularidades, a los
acontecimientos múltiples que hacen a los campos y hacen de sustrato magmático de las
formas políticas que les acompañan y deben lograr construir formas de gobierno nuevas,
acordes con los campos de fuerza desatados y los desbordes constitutivos, instituyentes
y creativos de las multitudes. Que el sistema de gobierno sea la democracia
participativa, la participación y control social sean prácticamente una potestad
reconocida a los pueblos y naciones, a las sociedades y comunidades, define el carácter
de los funcionamientos, de los engranajes, de los dispositivos y de los agenciamientos
de las nuevas formas de gobierno. Que las formas de propiedad de los recursos naturales
no renovables radiquen el pueblo boliviano, se tenga a las naciones y pueblos indígenas
originarios campesinos en condición de beneficio exclusivo de los recursos naturales
renovables, que el Estado sea un mero administrador, todo esto hace que hablemos de
un Estado-instrumento de la sociedad, del poder social, de la potencia social, de las
capacidades sociales, Hablamos de un Estado diluido en los procesos autodeterminantes
y autogestionarios de las sociedades, naciones, pueblos y comunidades; como dice la
constitución se trata de la construcción colectiva de la decisión política, de la
construcción colectiva de las leyes, de la construcción colectiva de la gestión pública,
que ahora es plurinacional, comunitaria e intercultural. Como se puede ver las técnicas
de poder y los métodos de gobiernos pasan a manos de las sociedades y pueblos, se trata
de construcciones democráticas y participativas. El Estado ya no es más el aparato
supraestructural, separado de la sociedad, que interviene en los territorios, en la
multiplicidad de cuerpos, que interviene en la población, para legislar, controlar,
disciplinar, gobernar, dejando circular los flujos y regulando sus circuitos desde la
perspectiva de la economía política; esta forma política está cruzada por multiplicidades
desbordante que usan, adecuan e inventan las nuevas formas de gobierno. En la
genealogía del Estado, en su nueva condición plurinacional comunitaria y autonómica,
esta forma política ya no es la soberanía que controla el territorio, la disciplina que
modula la multiplicidad de los cuerpos, tampoco la economía política enfocada a la
producción y a la circulación; ahora el Estado debe ser pensado en su pluralidad, en el
tránsito de su deconstrucción, desmontaje y reinvención de las formas políticas de
gobierno y de gestión como herramientas democráticas de las masas, multitudes,
sociedades y pueblos. El concepto de Estado en transición y el concepto de la transición
estatal hacia la condición plurinacional comunitaria y autonómica requieren pensarse
desde la episteme de la complejidad y la pluralidad.
La genealogía del Estado, la historia de la economía del poder, en occidente podría
conformarse de una manera rápida y esquemática de la siguiente manera: se habría
partido del Estado de justicia, constituido sobre la base de una territorialidad de
características feudales, correspondiente a lo que podríamos describir como una
sociedad de ley; después vendría el Estado administrativo, constituido sobre la base de
una territorialidad de características fronterizas en tanto límites geográficos de las
naciones; correspondiente a una sociedad de reglamentos y disciplina; llegando a
conformarse un Estado de gobierno, el mismo que ya no se define sustancialmente
sobre la base de una territorialidad, sobre la cobertura de una superficie ocupada, sino
que se concibe en base a su relación con una masa, la masa de su población, su
extensión, densidad, volumen, comprendiendo también el territorio donde se dispersa y
concentra, empero ahora tomado como parte de su composición. Este Estado de
gobierno, que se define por su relación esencial con la población y desarrolla un saber
económico, que aplica instrumentalmente, corresponde a una sociedad controlada por
dispositivos de seguridad111
. El secreto de este Estado de gobierno es la
gubernamentalidad, que se refiere a una multiplicidad de formas de gobierno, que
antiguamente eran el gobierno de sí, el gobierno del hogar y el gobierno de la ciudad, y
en su actualización feudal y moderna se convirtieron en la pastoral cristiana, se
desplazaron hacia una técnica diplomática militar, conformándose después un conjunto
de instrumentos que hacen a la gubernamentalidad; parte de estos instrumentos tienen
que ver con lo que se llamó policía, en el sentido pleno de la palabra, es decir, limpieza,
saneamiento, moral, orden, cuidado y vigilancia; otra parte de estos instrumentos se
desarrollaron en función de la economía política y su aplicación112
.
En la periferia del sistema-mundo capitalista la genealogía del Estado se transforma, el
Estado aparece como administración extraterritorial y transterritorial de los imperios
coloniales, se mezcla lo que corresponde a la sociedad de ley con una nueva forma de
economía de poder asociada a la violencia del despojamiento, de la ocupación
territorial, de explotación y discriminación racial; hablando con propiedad, este Estado
de administración extraterritorial se corresponde con la sociedad colonial, basada en la
ley y la conquista. Después de las guerras de independencia y de liberación nacional
aparecerían los estados imitativamente administrativos, definidos sobre la base de las
ocupaciones fronterizas nacionales, que intentan extender regulaciones y ejercer
disciplinamientos, sin embargo, recogen la herencia de la demarcación racial,
111
Ver de Michel Foucault Seguridad, territorio, población. Buenos Aires 2006; Fondo de Cultura
Económica. Pág. 137.
112 Ibídem: Pág. 138.
manteniendo formas de la sociedad colonial. Estos Estados administrativos aparentes se
corresponden con lo que llamaremos la colonialidad, hablamos de sociedades basadas
en estructuras raciales. La modernización de estos estados administrativos
postcoloniales va transformar sus mapas institucionales con la incorporación abrupta de
la gubernamentalidad, basada en el manejo de la economía política, desplegando
dispositivos de seguridad. Se llega así a la imitación del Estado de gobierno, empero
estas transformaciones no terminan de desapegarse de la herencia colonial, ni terminan
de desentenderse de la colonialidad, conformando entonces formaciones complejas y
abigarradas de formas de Estado, acumulando sedimentaciones institucionales de sus
propias genealogías estatales, aunque la forma de Estado de gobierno termine
determinado o, mas bien, podríamos decir, termine sobredeterminado por esta geología
política acumulada.
La economía del poder, las técnicas del poder, en un Estado subalterno, correspondiente
a una sociedad postcolonial, combinan eclécticamente dispositivos relativos a la
modernización del Estado y la racionalización administrativa con los sedimentos de
prácticas e instrumentos acumulados en la historia republicana, teniendo como substrato
los diagramas coloniales con los que se inicia la estatalización de los territorios, de los
cuerpos, de las riquezas naturales y de las formas de trabajo esclavas, siervas y
asalariadas. También se puede decir que se producen sincretismos, simbiosis y
fragmentaciones de formas de organización precoloniales, relativas a las sociedades
nativas y sus formaciones rotativas de poder. Hablamos entonces de una articulación de
mecanismos que proceden de distintas estrategias y diagramas de fuerza. A este
bricolaje barroco de procedimientos, agenciamientos, de tácticas y estratégias diversas,
le pretende dar sentido la más reciente política pública y maquinaria política importada;
sin embargo, la dirección y sentido efectivo va depender del peso de la combinación
abigarrada de elementos y, particularmente, de la coyuntura política donde se resuelven
puntualmente las correlaciones de fuerza. A pesar de las pretendidas reformas
modernizadoras del Estado, las significaciones histórico-políticas de semejante armazón
de poder van a ser definida por el peso acumulado de las sedimentaciones organizativas,
administrativas, técnicas e instrumentales. En este sentido, podemos decir que la carga
de la colonialidad termina reorientando a las pretensiones modernizadoras dándole un
contenido mas bien heterogéneo. La modernidad recurrente termina haciendo recurrente
a la propia colonialidad, que es como su fondo de gravitación. Por eso el desafío de la
exigencia de ruptura con este pasado por parte del proyecto de descolonización es
grande, requiere del desmontaje de todos los sedimentos de economías de poder,
requiere de una crítica integral de las formas de poder heredados, requiere de gestos
plurales subversivos que desentrañen y desbaraten los múltiples mecanismos de
dominación acumulados, además de una crítica intercultural emancipadora de la
modernidad.
En un momento determinado del proceso de transformaciones, cuando parece estancarse
la revolución, detenerse, como agotada del enfrentamiento con las fuerzas
conservadoras, las que terminan derrotadas, empero, después de las batallas, también las
fuerzas revolucionarias parecen agobiadas y en parte contagiadas a seguir una ruta
diferida, pragmática y realista, se hace menester desatar una nueva movilización
general, una revolución cultural, que apunte a la transformación de los esquemas de
comportamiento, de las estructuras de las conductas, de las estructuras subjetivas, de las
estructuras de las prácticas. Esta revolución cultural apunta a la constitución de sujetos,
a la transformación creativa de las subjetividades, a la transformación de las razones
prácticas y del despliegue de las prácticas mismas, a la profundización de la
democracia, es decir, a la horizontalización de las relaciones, a la conformación de
espacios de participación, al ejercicio participativo de las gestiones públicas,
recurriendo a la consulta, la democracia directa y desarrollando la democracia
comunitaria. Esto de la revolución cultural ha sido una intuición dramática en todas las
revoluciones, las mismas que se han visto, en un momento de su desenvolvimiento,
atrapadas en sus propias contradicciones; y por este motivo han visualizado en este
recurso de la movilización general la posibilidad de reaccionar ante las circunstancias
problemáticas, reconduciendo el curso del proceso profundizándolo, en vez de optar por
el camino de la paranoia, el recurso represivo y el desencadenamiento de lo que vendría
a ser el termidor113
, que se puede interpretar como el fin de la revolución. La
profundización del proceso se hace por medio de la profundización de la democracia, lo
que quiere decir tomar en serio, hacer efectiva la participación social, la democracia
participativa y la democracia comunitaria, los mandos rotativos, la participación
deliberativa colectiva en la toma de decisiones. Lo que significa también considerar
abiertamente el conflicto social y la demanda, evaluándola mas bien como participación
colectiva en los asuntos públicos, pues el espacio público se ha ampliado
definitivamente con la democracia participativa y la nueva relación entre sociedad y
forma política. El diálogo permanente, la realización constante de las asambleas, la
formación paciente de los consensos, forma parte de esta profundización de las
transformaciones, de estos actos fundacionales, de esta revolución cultural.
Las tecnologías del poder en un Estado plurinacional comunitario y autonómico
equivalen a técnicas de liberación inventadas, recreadas y desplegadas por las
multitudes. No son mas mecanismos de dominación, al contrario, ponen en suspenso
todos los mecanismos de dominación; deben liberar todas las potencialidades, todas las
capacidades, liberadoras y creativas de los pueblos, las sociedades y comunidades.
Genealogía de la dominación masculina
Vivimos en una sociedad machista, la mayoría de las sociedades humanas del mundo
son machistas, si es que no son todas. Esta información es relativamente conocida, pero
no todos la aceptan; la mayoría vive el machismo cono cosa natural, incluyendo a las
mujeres. Esta aceptación, podríamos decir esta ideología, forma parte recurrente de esa
atmósfera agobiante que llamamos machismo. ¿Qué es el machismo? Obviamente no
sólo es un imaginario que hay que deconstruir, no sólo es una ideología hegemónica y
dominante, sino sobre todo es una forma de dominación, hablamos de la dominación
masculina, que sostiene y estructura ese imaginario y esa ideología machista. Por lo
tanto hablamos de una relación de fuerza, de una forma de manejar las fuerzas que se
inscriben en la superficie del cuerpo y lo modulan, por lo tanto hablamos de una historia
política; pero también se trata de un manejo de las fuerzas que atraviesan el cuerpo y se
inscriben en su espesor, conformando también una subjetividad. El machismo tiene que
ver con modulaciones del cuerpo, con la direccionalización de conductas y
comportamientos, con la constitución de subjetividades. Ciertamente el machismo es
una estructura de poder que se sitúa tanto en las instituciones microsociales como la
familia, pero también en instituciones educativas y pedagógicas, también termina de
irradiarse y consolidarse en macroinstituciones, si podemos hablar así, como el Estado.
113
Termidor: En realidad la Reacción de termidor, que fue una revuelta en el proceso de la revolución
francesa contra los excesos del llamado reinado del terror. Esta reacción fue desencadenada por la
decisión del Comité de Salvación Pública de ejecutar a Robespierre, Saint-Just y otros líderes de la
revolución. Se puede interpretar a esta etapa del Termidor como la que pone fin a la misma revolución.
Dicho de una manera hermenéutica podemos decir que el machismo también tiene que
ver con formas de gobierno, si entendemos que estamos hablando de gobierno en su
sentido antiguo; es decir, en el sentido de la hermenéutica del sujeto, hablamos
entonces, en la tradición griega, del gobierno de sí mismo, el gobierno del hogar y el
gobierno de la ciudad, tradición que se recoge en el cristianismo, con las adecuaciones,
adaptaciones y circunscripciones desprendidas por una religión oriental que se expande
al occidente, en plena decadencia del imperio romano. Si podemos identificar una de las
formas imaginarias de dominancia masculina, donde claramente se identifican los roles
masculino y femenino, esa forma es el cristianismo. No es la única religión monoteísta
que tiene estas características, también encontramos analogías en la religión judía y la
religión musulmana. No podemos decir lo mismo de las religiones politeístas, pues en
este caso hay una variedad de formas donde incluso podemos identificar una
jerarquización de la mujer, como fuente, como matriz, como arte y mito. Para nadie
escapa que el cristianismo ha trabajado los espesores culturales, las subjetividades,
durante la colonización y sigue trabajándolos durante los ciclos de la colonialidad,
incluyendo los periodos republicanos. Sobre este substrato de las subjetividades se han
instalado los diagramas disciplinarios de la modernidad conformados en la escuela, el
cuartel, el taller y el conjunto de instituciones modernas. Esos diagramas disciplinarios
han orientado las modulaciones de los cuerpos con el enfoque del detalle de los espacios
tiempos, del movimiento y de la dinámica de los cuerpos, concentrándose en los
fragmentos somáticos, incidiendo en la producción de los comportamientos. También se
desarrollan los diagramas del control, que aparentemente liberan a los cuerpos de las
formalidades disciplinarias, imitando mas bien los desbordes, las desmesuras, los
nomadismos de comportamientos de fuga y creativos. Como se puede ver son un
conjunto de diagramas de fuerzas, de dispositivos, de agenciamientos, en fin de
tecnologías de poder que se han internalizado en la memoria de las subjetividades.
Frente a los diagramas de poder las luchas sociales, las luchas feministas, oponen sus
propias fuerzas de resistencia y de liberación, buscando desmontar las maquinarias de
poder, para liberar las potencialidades de los cuerpos, que van más allá de las
modulaciones políticas y micropolíticas, institucionales y morales. Los discursos
feministas definen a la macro institución que se suspende sobre el mapa microfísico de
poder como Estado patriarcal. Esta tesis quiere decir que no vamos a liberarnos
socialmente, políticamente, económicamente, culturalmente, no vamos a desmontar el
Estado colonial sino destruimos también el Estado patriarcal o el carácter patriarcal del
Estado. La profundización de la democracia, la expansión de la revolución de los
cuerpos, implica poner en suspenso los mecanismos de dominación y por lo tanto poner
en suspenso la dominación masculina.
La revolución cultural
Todo proceso revolucionario, todo proceso de transformaciones, todo proceso de
cambio conlleva sus contradicciones inherentes; estos procesos están sometidos a
tensiones que exigen decisiones, en momentos deramificación, en momentos donde se
abren direcciones alternativas. Por cierto no se trata de una solución hegeliana, no se
trata de una síntesis de las contradicciones, tampoco de una superación de las mismas,
que conserve su memoria en el devenir. Las soluciones históricas no son dialécticas, la
historia no es un sujeto que realiza la astucia de la razón, no es un sujeto que supera las
contradicciones y las contiene en su memoria. No hay sujeto absoluto de un saber
absoluto. La HISTORIA supone primero múltiples historias, diversos recorridos,
plurales memorias, después supone constituciones y desconstituciones de sujetos,
múltiples posicionamiento de los sujetos, plurales saberes, aunque alguno de ellos
pretenda hegemonía. A propósito, Guilles Deleuze habla de una síntesis disyuntiva, es
decir, de una contradicción que no se supera, que no se resuelve en una composición de
ambas; al contrario, las contradicciones se mantienen, responden a fuerzas; de lo que se
trata es de saber qué fuerza le da sentido y dirección a la correlación de fuerzas. Hay
que entender entonces el acontecimiento como multiplicidad de singularidades, como
campo de múltiples procesos en curso, en el que se da una especie de yuxtaposición y
concurrencia, situándose unos como sobredeterminados por el conjunto, otros como
resistencias, otros en cambio como moviéndose en márgenes, en otros espacios, con
otras lógicas. Por lo tanto hablamos de múltiples racionalidades o, mas bien, es
conveniente acercarse a la inteligibilidad del acontecimiento a partir de la interpretación
de múltiples racionalidades. No sólo hay una, la racionalidad de la ilustración o, viendo
el fenómeno general, la llamada racionalidad que va desplegar la modernidad en sus
distintas periodizaciones. Hay otras racionalidades, a las cuales hay que acercarse y
comprender sus lógicas, sus desplazamientos y desenvolvimientos. Por eso se habla de
modernidades heterogéneas y alternativas, se habla también de sobremodernidades y
posmodernidades, de modernidades alternativas, aunque también, saliendo de esta
perspectivas, de resistencias a la modernidad, de alteridades a la modernidad. Hay pues
un conjunto de lógicas y racionalidades diferenciales que hacen inteligible la
complejidad histórica en la que se mueve un mundo heterogéneo. Sin embargo, el
discurso dominante es único, pretende la distinción sobre el resto, construye un
imaginario homogéneo y de moda, que pretende descalificar y exilar al resto de los
imaginarios concurrentes. El discurso dominante es modernista, progresista,
desarrollista y racionalista, bajo el supuesto de que hay una forma de racionalidad, así
como se pretende que hay una forma de civilización, descartando a las otras como
culturas subalternas. Esta situación nos muestra el mapa de la geopolítica de los
conocimientos, de las ciencias y de los saberes. Esta geopolítica es congruente con la
geopolítica de la economía y del sistema mundo capitalista. Pero también se
corresponde con el mapa de la geopolítica del poder y de las dominaciones. Tres mapas
distintos, empero tres mapas concomitantes, que se complementan y se retuerzan. Por
esto es necesario no solamente una crítica de la economía política, sino también una
crítica de las economías del poder y una crítica de las economías del saber, además de
una crítica de la economía política del signo y del sistema de objetos114
.
Cuando los procesos revolucionarios, de transformación y de cambio llegan a un
momento de saturación, de convergencia, deramificación, cuando la acumulación
política llega a un punto crítico, cuando se da una especie de rendimiento decreciente,
cuando las contradicciones terminan convirtiéndose en verdaderos obstáculos del
proceso, es imprescindible recurrir al espesor volitivo de la política y al espesor
subjetivo del proceso. Este lugar de emergencia, de reencauzamiento del proceso es la
llamada revolución cultural. De alguna manera todas las revoluciones han vislumbrado
este recurso en un momento crítico del proceso. A modo de ejemplo podemos tener en
114 Jean Baudrillard escribe El sistema de los objetos* (1969). Ed. Siglo XXI, México;
también Crítica de la economía política del signo (1974). Ed. Siglo XXI, México.
cuenta al papel desempeñado por Proletkult115
en el caso de la revolución soviética,
también podemos tomar como referencia a la revolución cultural en la China de Mao
Zedong116
. Aunque un caso y otro sean distintos, pues el primero se mueve por las
preocupaciones de las transformaciones estéticas, en tanto que el segundo se encamina a
radicalizar el proceso revolucionario política y culturalmente, ambos manifiestan
claramente la intuición y la sensibilidad respecto a las exigencias de nuevas
subjetividades y nuevos sujetos que demandan las revoluciones. Particularmente
interesa esta última debido a sus características, pues se trataba de profundizar el
proceso iniciado, darles una participación abierta a las masas, iniciativa a los jóvenes,
organizar a los trabajadores y a los campesinos como efectivos órganos de poder. La
perspectiva de la revolución cultural era evitar que el proceso de la revolución se
encarrile por los rumbos de la restauración capitalista. Por lo tanto la revolución cultural
es un concepto amplio, dúctil y flexible, pero sobre todo, un concepto que busca la
reactivación y el desencadenamiento vital de la voluntad revolucionaria. Es como una
segunda convocatoria a la lucha, para continuar con la consecución de los objetivos
perseguidos. Ciertamente la revolución cultural supone una lucha ideológica, pero
también una ataque a las prácticas, a las razones prácticas, cristalizadas en las
costumbres sedimentadas en el partido, en el gobierno y en los aparatos estatales. Pone
en el tapete la cuestión del Estado, pero también la cuestión de la pervivencia de las
formas económicas capitalistas. La revolución cultural también es un instrumento de
politización de las masas, además de ser una apertura para la participación, la acción
directa y la vitalización de la construcción colectiva de las decisiones.
Cuando se habla en el proceso boliviano de revolución cultural es para señalar variados
objetivos. En primer lugar se hace referencia a la descolonización, a la emergencia e
irradiación de las culturas de las naciones y pueblos indígena originario campesinos. En
segundo lugar se refiere a la desburocratización, a la necesidad de desmontar y
desmantelar las practicas incubadas por una racionalidad administrativa mediadora,
diferidora y pesada. En tercer lugar apunta a una revolución institucional y de la gestión
pública, no solamente resolviendo problemas de gestión y ejecución acumulados, sino
115En el curso de la Revolución rusa nació un movimiento estéticoque apoyó a la revolución y buscó
participar en las transformaciones a partir de las artes, la creatividad y la imaginación. Este movimiento
se denominó Proletkult. La independencia de este movimiento ocasionó susceptibilidades en el partido,
atrayéndose una actitud negativa de parte de éste. El Proletkult fue disuelto en 1932. La perspectiva
abierta por el Proletkult atrajo a la vanguardia rusa, que vio la ocasión de librarse de las convenciones
del «arte burgués».
116
La gran revolución cultural China dura cerca de diez años, entre 1966 y 1976, hasta al golpe militar
de Deng Xiaoping. La revolución cultural busca reconducir el curso que tomaba la revolución
debido a las tendencias burocráticas y capitalistas de dirigentes e intelectuales de influencia.
La revolución cultural desata una gigantesca movilización estudiantil. La movilización recorre
todo el país, afectando también a las áreas rurales, y termina por extenderse a la clase obrera
y, finalmente, a los soldados del Ejército Popular. El proceso conforma Comités Populares de
obreros, soldados y cuadros del partido,estos Comités funcionan en realidad como órganos de
poder dual en las distintas actividades de administración y gobierno.
también comprendiendo una transformación de la gestión misma, en su sentido
pluralista, del pluralismo institucional, del pluralismo administrativo, del pluralismo
normativo y del pluralismo de gestiones. Adquiriendo la gestión un sentido
plurinacional, comunitario y autonómico. En cuarto lugar la revolución cultural se
refiere a la profundización democrática en el sentido de la democracia participativa, la
participación y el control social. En quinto lugar la revolución cultural busca efectuarse
mediante una movilización general, desencadenando nuevamente un trastrocamiento
profundo de las matrices y de las estructuras sociales, políticas, económicas y culturales.
En sexto lugar la revolución cultural tiene como tarea inventar una nueva forma de
gubernamentalidad, una gubernamentalidad de las multitudes, saliendo de la órbita de
las gubernamentalidades heredadas, sobre todo de las gubernamentalidades
disciplinarias y de las liberales. Y en séptimo lugar la revolución cultural se encamina a
construir las condiciones de posibilidad, las estructuras y las formas civilizatorias y
culturales del vivir bien.
En los discursos la revolución cultural se ha pronunciado de distintas manera, se ha
hablado de revolución democrática y cultural, haciendo referencia al carácter
democrático de la revolución, se ha hablado de revolución ética y moral apuntando a la
lucha contra la corrupción, se habla también de descolonización como mecanismo
deconstructor y de desmontaje de la técnicas de poder heredadas en la colonialidad y la
modernidad. Toda esta formación discursiva pone en evidencia una preocupación y
también un conjunto de problemas que hacen a las desintonías entre discurso y
prácticas, entre programación y ejecución, entre el horizonte y el presente, entre campo
de posibilidades y hechos cotidianos y coyunturales. Estos discursos hacen inteligible la
problemática política como campo donde se efectúan los desenlaces prácticos, las
contradicciones de la praxis, que buscan resolverse mediante una subversión de la
praxis, mediante la convocatoria emergente de las voluntades, mediante la construcción
de nuevas subjetividades y los nuevos sujetos.
Voluntad de cambio
La voluntad ha sido un concepto polémico en la filosofía moderna, sobre todo cuando la
voluntad ha servido para pensar la política. Gramsci, Lukás y Sartre ponen a la
voluntad, entendida como actividad práctica, como actividad política, en la base de la
filosofía, también se toma a la voluntad como decisión, como acción libre, así también
como el hacer algo de lo que estamos hechos. Aunque también la voluntad está asociada
a la voluntad general, que es polémica por su asociación con la representación, también
con la expropiación de la voluntad efectiva de las multitudes por los representantes, de
la misma manera la voluntad general permite la construcción de esa unidad política
llamada pueblo. Más tarde las teorías estructuralistas y las posestructuralistas
descartaron la voluntad como ilusoria, imaginaria y ligada al humanismo. En
retrospectiva la voluntad ha sido pensada en sus consecuencias extremas por
Schopenhauer y Nietzsche; el primero haciendo puentes con el budismo y el hinduismo,
concibe la voluntad como esencia (Wesen) de carácter metafísico cuyo correlato
sensible es el mundo fenoménico; el segundo pensando la inmanencia cósmica como
voluntad de poder117
. Contemporáneamente la filosofía no ha dejado de establecer una
117
Revisar de Arthur Schopenhauer El mundo como voluntad y representación.
Brockhaus, 1819 (realmente diciembre de 1818). 2ª edic., Brockhaus, 1844 (con la
adición de un segundo volumen de Complementos). 3ª edic., 1859. También revisar
de Friedrich Nietzsche Así habló Zaratustra (1883, I y II; 1884, III; 1885, IV) (Also
relación problemática con la voluntad; Heidegger incita a renunciar voluntariamente a la
voluntad118
, Hannah Arendt critica a la voluntad como uno de los más peligrosos de los
conceptos y equívocos modernos119
, Adorno interpreta la voluntad como dominio y
control de la Ilustración, en tanto que Althusser descalifica a la voluntad tomándola
como parte de ideología, esta desvalorización camina a la par de la crítica al
humanismo, al historicismo y al subjetivismo. En cambio Michel Foucault retoma la
problemática como genealogía de las resistencias y Gilles Deleuze trabaja mas bien esta
temática como deseo. Estos autores, críticos de la modernidad, desplazan la discusión a
los tópicos de los proyectos libertarios y las líneas de fuga.
Peter Hallward describe algunos rasgos característicos de la voluntad política
emancipadora. Estos son: La voluntad política como acción voluntaria y autónoma,
también como acción colectiva y participación directa; la voluntad del pueblo como
poder material y atribución activa de poder, aunque también como acción libre se basa
en la suficiencia práctica de su ejercicio; una asociación política debe ser por principio
disciplinada e indivisible; el ejercicio práctico de la voluntad tiene lugar por el orden
natural de las cosas, frente a las resistencias, de la misma manera se distingue del mero
deseo por su capacidad de iniciar un proceso de realización genuina; la realización de la
voluntad popular está orientada a la universalización de sus consecuencias; en tanto que
la primacía de la voluntad política tiene una consecuencia final, la servidumbre
voluntaria. Considerando este mapa conceptual, dice que el comunismo de la voluntad
puede integrar las dos dimensiones de su idea, la dimensión del ideal de principios y
del desarrollo material y, de este modo, alinear una teoría revolucionaria con una
práctica revolucionaria120
. Apoya la posición de Alain Badiou de considerar al
comunismo como idea y anota que a lo largo del siglo XX se ha montado una
competencia de racionalizar las derrotas revolucionarias, haciendo reminiscencias a los
apresurados desarrollos de una amplia gama de estrategias contrarrevolucionarias
destinadas a criminalizar y luego disolver la voluntad popular, volviendo al pueblo a la
condición de rebaño disperso y pasivo121
. En conclusión la descalificación y la
desvalorización de la voluntad no deja de estar asociada a la disminución de la política,
de la lucha de clases, de las luchas emancipadoras, por lo tanto una descalificación
autoritaria de la autodeterminación y autoemancipación de las multitudes, de la
democracia directa, de la democracia participativa y de la autogestión social. Rescatar la
idea de comunismo es retrabajar la noción de comunismo de la voluntad, liberando al
Sprach Zarathustra. Ein Buch für Alle und Keinen). Otros textos importantes del
autor,a propósito de la voluntad de poder, son Más allá del bien y del mal (1886)
(Jenseits von Gut und Böse. Vorspiel einer Philosophie der Zukunft), además de La
genealogía de la moral (1887) (Zur Genealogie der Moral. Eine Streitschrift).
118
Martin Heidegger, Discourse on Thinking, Nueva York, Harper y Row, 1969, pág. 59.
119Hannah Arendt, On Revolution, Londres, Penguin, 1990, pág. 225.
120 Peter Hallward: Comunismo del intelecto, comunismo de la voluntad; en Sobre la idea del comunismo;
Buenos Aires 2010, Paidós.
121 Ibídem: Ob. Cit.; Pág. 127.
filosofía para pensar abiertamente las condiciones de posibilidad y las implicaciones de
las movilizaciones actuales antisistémicas.
Teniendo en cuenta este campo problemático podemos proponer pensar la voluntad de
cambio como un concepto inmanente a las acciones emancipadoras de las masas y las
multitudes, un concepto ligado al deseo y al querer transformar el mundo, el orden de
cosas, el orden institucional, que son como formas de cristalización de las técnicas de
dominación. Trabajemos entonces la idea de la voluntad de cambio como instinto
colectivo e individual de transformación, también como principio instituyente y
constituyente, por lo tanto como facultad creadora e inventora de lo nuevo, inherente a
las acciones que desplazan las prácticas desde sus estructuras y esquemas de
comportamiento institucionalizados hacia formas liberadora de potencias innovadoras,
vinculadas a los actos y acciones emancipadoras. La voluntad de cambio es una
predisposición a la realización, a la efectuación de las capacidades y potencialidades
contenidas en los individuos y las multitudes. Aparece no sólo como reacción a la
dominación, a los mecanismos de poder, sino también al letargo institucional, a la
recurrencia repetitiva de prácticas reproductivas de los mismo, a las formas de sumisión
y subordinación reiterativas en las distintos modos y maneras del poder desplegados en
la historia. Podemos relacionar también la voluntad de cambio con el entrañable
impulso descolonizador de los pueblos indígenas, por lo tanto con la tarea de construir
otro pasado, de reinterpretarlo y actualizarlo de acuerdo a lo proyectos emancipatorios
del presente, anticapitalistas, antimodernos y antisistémicos.
De la práctica política
Tratemos de acercarnos a este tema tan candente y tan actual que es la práctica política.
Lo primero que tenemos que hacer es evaluar este campo desde una perspectiva plural,
pero también visualizar la pluralidad y diferencia inherente a la práctica política. No es
lo mismo hablar de práctica política cuando se resiste y se lucha contra las formas de
dominación, cristalizadas en el mapa institucional del Estado, definidas operativamente
en el gobierno y en los dispositivos gubernamentales, en definitiva, cuando se está en
contra del Estado y del gobierno; y otra cosa es la práctica política cuando se está en el
gobierno y se ha ocupado el Estado, cuando la rebelión, la lucha de clases, la guerra de
los pueblos y las naciones han derivado en la crisis múltiple del Estado y la caída del
gobierno, que representaba los intereses del capital, de las clases dominantes, de las
castas coloniales, del modelo neoliberal y de la forma imperial de dominación mundial,
que es la globalización, construida sobre la base de la trasnacionalización de
instituciones y agencias administrativas de financiamiento y cooperación, además de la
trasnacionalización de empresas que explotan recursos naturales y fuerza de trabajo, con
características multinacionales. La práctica política contra el gobierno y el Estado y la
práctica política en el gobierno y en el Estado son distintas, a pesar de ser práctica
política, que puede pensarse como continuidad de las luchas y las movilizaciones. No
solamente son distintas porque en un caso se trata de la lucha en contra desde el campo
social y en otro caso se trata de la continuidad de la lucha en el campo mismo de las
instituciones estatales y de los dispositivos gubernamentales, sino que es distinta su
problemática, pero también su forma de hacer las cosas. Esta diferencia es la que trae
problemas, abre una coyuntura problemática y desafía a las posibilidades mismas de la
continuidad de las movilizaciones y las luchas en el terreno del Estado y en el manejo
del gobierno. La pregunta que sale inmediatamente a la luz se expresa de este modo:
¿Es posible? ¿Es posible continuar la guerra anticolonial, la lucha de clases y las
movilizaciones en el gobierno y en el Estado? Este es el desafío. La pregunta tiene que
ser respondida desde varios ángulos, el primero que tomaremos es el que trata la
cuestión desde la alternativa radical que dice que se podía continuar el proceso sin el
Estado y por lo tanto sin tomar el gobierno. Llamemos a esta hipótesis anarquista. A la
pregunta de que si es posible continuar la lucha de clases y la guerra de los pueblos
desde el Estado, se responde con otra pregunta: ¿Es posible hacer desaparecer el
Estado? Puede parecer vieja discusión, pero no ha sido resuelta. Lo que han hecho todas
las revoluciones, a excepción de la Comuna de parís, que duró muy poco, y quizás en
los momentos más intensos de los levantamientos indígenas, cuando el autogobierno
indígena proclamó volver a las normas y procedimientos propios, es precisamente
utilizar la maquinaria del Estado para continuar la lucha de clases y transformar el
campo de órdenes de relaciones capitalistas y el campo de órdenes de relaciones de
dominación. A esta experiencia de transición se le ha dado en llamar la dictadura del
proletariado, en el caso de los Revolución Rusa y en el caso de la Revolución China; en
otros casos, la expansión de estas revoluciones se llamó democracias populares, y en
muchos casos de las luchas de liberación nacional la forma de gobierno en un Estado en
transición adquirió características nacionalistas más o menos avanzadas. Pero, a lo que
apuntamos, es que estas experiencias revivieron el Estado, trataron de transformar el
Estado, buscaron distintas formas de gobierno y persiguieron continuar la lucha por el
camino gubernamental y estatal. Esta experiencia no es halagadora, a pesar de
momentos intensos, medidas expropiadoras y transformadoras, como la reforma agraria,
la socialización de los medios de producción, la nacionalización, la planificación, la
intervención y la regulación. Si vemos todo el decurso del proceso de la dictadura del
proletariado, sus resultados y, sobre todo su caída, la experiencia es frustrante. Ahora,
en Bolivia, nos vemos ante una situación parecida, los movimientos sociales del 2000 al
2005 han logrado destruir el monopolio político de la clase política y han arrastrado a la
caída a sucesivos gobiernos, obligando a sucesivas sustituciones constitucionales,
abriendo el camino a nuevas elecciones, que llevaron al Movimiento al Socialismo-
Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-ISPP) al gobierno,
legitimado por mayoría absoluta, copando gran parte de la geografía política y de la
topología política, comprendiendo el mapa complejo de las instituciones. El desenlace
de la crisis del Estado-nación, colonial y liberal, ha arrastrado al MAS-ISPP al
gobierno, lo que lo ha obligado a verse ante las circunstancias exigentes de manejar los
aparatos estatales. El recurso emergente para transitar transformadoramente del anterior
Estado a un nuevo Estado, inventado por las masas y multitudes, ha sido la convocatoria
directa a la Asamblea Constituyente (cabildos de abril del 2000 y agenda de Octubre).
El dramático decurso de la Asamblea Constituyente ha culminado con la aprobación en
Oruro del texto constitucional, que establece como horizonte un Estado plurinacional
comunitario y autonómico. Digan lo que digan, otras interpretaciones conservadoras, a
este ímpetu del poder constituyente no le mella ni le quita nada la Ley de Convocatoria
a la Constituyente por parte del Congreso, tampoco de que el Congreso haya terminado
revisando el texto constitucional, haciendo modificaciones. Pues lo constitutivo queda y
queda de parte del poder constituyente de los movimientos sociales; lo que hizo el poder
constituido es querer apropiarse expropiando este acontecimiento, buscando su
deformación y limitación. Este recurso de la Asamblea Constituyente y la aprobación
de la Constitución Política del Estado persiguen crear las condiciones de una transición
transformadora trastrocando las mismas condiciones y el contenido histórico del Estado,
busca lograr escapar del dilema al que han caído otras revoluciones, que al revivir al
Estado terminan atrapadas en su lógica de poder. A propósito Henry Lévy decía que
cuando los bolcheviques tomaron el poder lo hacían para destruir el Estado, pero al no
poder escapar a la historia construyeron un Estado másabsorbente. ¿Qué es escapar a la
historia? ¿Escapar a las condiciones de posibilidad históricas? ¿Escapar a la astucia de
la razón histórica? ¿Escapar a la repetición perversa de una maquinaria administrativa
que parece revivir constantemente de sus cenizas? Tratemos de responder estas
preguntas en las condiciones del proceso descolonizador y anticapitalista boliviano.
Recordando la frase conocida de que los seres humanos hacen la historia pero bajo
condiciones determinadas, es importante meditar sobre esta tesis, de la que hay que
entender primero que los seres humanos hacen la historia; esto quiere decir que es su
voluntad, su acción, su fuerza, su producción, su praxis la que se realiza, esto quiere
decir que ellos pueden cambiar sus condiciones, su ámbito de relaciones, sus estructuras
y sus instituciones, que esto depende de su capacidad de cambio y creatividad. Ahora
bien, lo segundo que debemos retener es que todo esto se hace bajo condiciones
determinadas, esto quiere decir que las condiciones limitan, condicionan, pero también
posibilitan; hay que tomar en cuenta las condiciones determinadas para efectuar los
cambios. Pero, dónde está el secreto de esta tesis, no en la limitación de las condiciones,
puesto que esto implicaría diferir las transformaciones, amortiguar la revolución; la tesis
no dice que atender las condiciones es actuar pragmáticamente y realísticamente, al
contrario, de lo que se trata, para ser consecuentes con el proceso, es cambiar las
condiciones. La capacidad volitiva, de cambio y creativa de los seres humanos debe
cambiar las condiciones determinadas, pues de lo contrario, sería reproducirlas,
repetirla, limitar la praxis a la reproducción de las condiciones, por lo tanto moverse en
el círculo vicioso de la reiteración. Retomando nuestra discusión, esto quiere decir que
para garantizar la continuidad de las movilizaciones, de la lucha de clases, de la guerra
anticolonial, por otros medios, usando los aparatos del Estado y los medios
gubernamentales, es necesario cambiar las condiciones de posibilidad histórica, lo que
significa también transformar el Estado y crear otras formas de gubernamentalidad,
cambiar las formas de hacer política, las formas de hacer gestión, las formas
administrativas y el uso de los dispositivos y agenciamientos, cambiando a la vez estos
dispositivos y estos agenciamientos. El secreto para todo esto es la participación social,
el involucramiento de los movimientos sociales, de las sociedades, de los pueblos, de
las naciones, de las multitudes y de los individuos, en la toma de decisiones, en la
construcción de las leyes, en la gestión pública y en el control social. Escapar de la
historia es hacer otra historia, entrar a otro tiempo.
De las contradicciones
Se ha hablado mucho de las contradicciones, desde la perspectiva dialéctica se ha
reflexionado sobre las contradicciones. No vamos a hablar aquí de la Ciencia de la
Lógica de Hegel122
, de la lógica objetiva y de la doctrina de la esencia; en lo que
respecta a lógica objetiva, no vamos a hablar de la doctrina del ser, de la determinación
(cualidad), del ser determinado, es decir de la existencia, del ser-para-sí, de la magnitud
(cantidad), en este sentido de la cantidad, del cuanto, de la relación cuantitativa, de la
medida, de la cantidad específica, de la medida real. No vamos a hablar del devenir de
la esencia; en lo que respecta a la doctrina de la esencia, no vamos a trabajar la esencia
como reflexión en sí misma, en este sentido no vamos a trabajar las esencialidades o
determinaciones de la reflexión, en esta perspectiva, la identidad, la diferencia, la
contradicción; no vamos a trabajar el fundamento, en este sentido, el fundamento
absoluto, el fundamento determinado, la condición; tampoco vamos a trabajar la
apariencia, es decir, el fenómeno, en este sentido la existencia, la apariencia, la relación
esencial; no vamos a trabajar la realidad, en este sentido, la exposición de lo absoluto, el
122
G.W.F:Hegel: Ciencia de la lógica; Tomo I y II. Buenos Aires 1993. Solar.
atributo de lo absoluto, el modo de lo absoluto, la realidad en el devenir dialéctico de la
accidentalidad, necesidad relativa, necesidad absoluta; no vamos a trabajar la relación
absoluta, en este sentido, la relación de la sustancialidad, la relación de la causalidad, la
acción recíproca. Tampoco vamos a trabajar la ciencia de la lógica subjetiva, es decir, la
doctrina del concepto, la subjetividad, en este sentido, el concepto, el juicio, el
silogismo; en contraste, no vamos a trabajar la objetividad, en este sentido el
mecanismo, el quimismo, la teleología; tampoco vamos a tratar sobre la idea, en este
sentido, la vida, la idea del conocer, la idea absoluta. Esta gran obra de la Ciencia de la
lógica, conjuntamente con la Fenomenología del espíritu123
, constituye la matriz de la
filosofía dialéctica. En estaconfiguración, cuando pasamos de la dialéctica al
materialismo dialéctico y al materialismo histórico, no vamos a tratar la contradicción
entre fuerza de trabajo y capital, entre fuerzas productivas y relaciones de producción,
ni las contradicciones inherentes al ciclo del capitalismo, cono las relativas a la
composición orgánica del capital, analizadas por Karl Marx en El Capital. No vamos a
detenernos en las contradicciones inherentes a la formación social, en las tesis orientales
sobre la alianza obrero campesina, la ruptura en el eslabón más débil de la dependencia,
y las contradicciones capitalistas en la etapa imperialista, desarrolladas por Lenin. Toda
esta discusión forma parte de la historia del marxismo o de los marxismos, se trata de
los desarrollos de la dialéctica en las condiciones de la crítica de la economía política y
de la lucha de clases, es decir, la lucha política desatada contra el capitalismo. Este es el
contexto del análisis sobre las contradicciones, sobre el devenir de las contradicciones y
la resolución de las contradicciones mismas. Tomando en cuenta este contexto, Mao
Tsetung tiene un escrito famoso Sobre la contradicción124
que vale la pena detenerse un
momento para tomarlo como referente de la configuración epistémica mencionada.
Sobre la contradicción trata sobre las dos concepciones del mundo, la concepción
metafísica y la concepción dialéctica, sobre la universalidad de la contradicción, sobre
la particularidad de la contradicción, sobre la contradicción principal y el aspecto
principal de la contradicción, sobre la identidad y la lucha entre los aspectos de la
contradicción y sobre el papel del antagonismo en la contradicción. Como se puede ver,
se trata de cómo se toman las contradicciones en el pensamiento del materialismo
dialéctico y del materialismo histórico, de cómo se pueden superar las contradicciones,
cómo se hacen idénticas; también se trata sobre las condiciones de las contradicciones,
sobre la diferencia entre la contradicción principal y las contradicciones secundarias,
sobre la transformación de las contradicciones en los distintos contextos de la guerra
antiimperialista, de la revolución agraria y la revolución socialista. También trata de la
universalidad en la particularidad, de lo general en lo individual, del carácter absoluto
de la contradicción. En sus conclusiones Mao Tsetung habla de la ley de la
contradicción en las cosas, es decir, de la ley de la unidad de los contrarios. Según esta
perspectiva, se trata de una ley de la naturaleza, de la sociedad y del pensamiento. No
vamos a discutir aquí el alcance insostenible de la dialéctica en la naturaleza, es posible
retomar el debate en lo que respecta a la historia y a las sociedades, en tanto que el
debate es pertinente en lo que respecta al pensamiento. Empero lo que interesa por el
momento es comprender que la discusión sobre las contradicciones se situaba bajo el
amparo del pensamiento dialéctico, quizás tengamos que decir que las contradicciones
se entienden en su devenir y en el devenir de la realización histórica, aunque también
desde Hegel a Mao Tsetung en el devenir de lo absoluto. Ahora bien, esta manera de
123
G.W.F:Hegel: Fenomenología del espíritu. México. Fondo de Cultura Económica.
124 Mao Tsetung: Sobre la contradicción. Obras Escogidas. Peking
entender las contradicciones no abarca una problemática más amplia, ni termina de
resolver la hipótesis dialéctica de la síntesis de los contrarios, que parece más un
constructo del pensamiento dialéctico que una adecuación del pensamiento a referentes
reales, movimientos en y de la realidad. Ya hablamos de que quizás sea mejor hablar de
una síntesis disyuntiva que de una síntesis como superación (aufhebung), como
memoria de las contradicciones, quizás sea más adecuado pensar en la multiplicidad y
pluralidad de las contradicciones y recorridos como acontecimientos complejos y
singulares. Esta discusión la dejaremos para otro momento, sin embargo, lo que interesa
por ahora es de tratar de entender otras formas de contradicción, no contempladas,
teniendo como referente discutible el pensamiento dialéctico. Estas contradicciones
tienen que ver con las discontinuidades, los desajustes, las rupturas, las incoherencias,
las diferencias entre discurso y acción, entre teoría y práctica, entre programa y política,
entre constitución y aplicación, entre utopía u horizonte de finalidades y los límites del
presente, entre promesa y políticas públicas, entre política internacional y política
nacional, entre una concepción anticapitalista y antimoderna y una propuesta
desarrollista, entre una concepción ecologista, en el marco del vivir bien, y una
promoción industrialista, en fin, una gama de contradicciones que se mueven en
distintos campos, en distintos planos, en distintos niveles, que por lo mismo no pueden
tener continuidad ni lograr su identidad como pretende el pensamiento dialéctico.
¿Cómo tratar estas contradicciones?
¿Son paradojas? ¿Son aporías? ¿Son incongruencias? Partamos de la siguiente hipótesis
de trabajo: Se trata de distintos campos, campo político, campo económico, campo
social, campo escolar, campo cultural, pero también se trata de formaciones discursivas,
de distintas sedimentaciones y estratificaciones de saber, discursivas y lingüísticas, se
trata de distintas técnicas de poder, de distintas formaciones institucionales, de un
ámbito complejo de normas y de una gama más o menos asociado de procedimientos,
hablamos de distintos campos de prácticas, de razones prácticas, pero también del
repliegue de estos campos, de estas formaciones, de estas técnicas, de estas instituciones
y de estas prácticas en diferenciados habitus más o menos compartidos, mas o menos
complementarios, en cierto sentido también dicotómicos. Ante este panorama
abigarrado debemos adjuntar también horizontes utópicos, esperanzas, expectativas,
proyecciones abiertas como campos de posibilidades y potencialidades125
. En el
contexto de estos escenarios plurales debemos tratar de entender, explicar y analizar las
contradicciones, paradojas y aporías que se dan en el cruce práctico, político y
discursivo que se dan entre los distintos campos, formaciones, técnicas, instituciones,
prácticas y habitus. Vamos a tratar de entender las disrupciones que se dan cuando nos
movemos de un campo a otro, de una formación a otra, de un ámbito de técnicas u otro,
de un tipo de habitus a otro, de un campo de prácticas a otro, pero también de un
horizonte de expectativa a otro.
Un campo de fuerzas es un campo de correlaciones, pero también de disposiciones,
donde se pone en juego los intereses (illusio), donde aceptamos las reglas del juego, y
desarrollamos estrategias de acuerdo a las razones prácticas y al habitus, que hay que
entenderlo como lo social incorporado, como una estructura estructurada, que también
125
Como se puede ver, estamos recurriendo críticamente a metodologías de Pierre Bourdieu y de
Michel Foucault para pasar a las epistemologías diseñadas por Ernst Bloch, Hugo Zemelman Merino y
Boaventura de Sousa Santos. Creemos que estas metodologías se pueden complementar bien cuando
se trata de atender problemáticas complejas, saturadas, abigarradas y barrocas como las de prácticas, y
cuando tratamos relativos a las contracciones, paradojas, aporías, incongruencias y disrupciones.
actúa como una estructura estructurante porque genera prácticas. Se trata de
disposiciones duraderas, maneras duraderas de mantenerse, de moverse, de hablar, de
caminar, de pensar y de sentir. En tanto estructura estructurante el habitus se constituye
en un esquema generador y organizador, tanto de las prácticas sociales como de las
percepciones y apreciaciones de las propias prácticas sociales como de las
percepciones y apreciaciones de las propias prácticas y de los demás agentes. Sin
embargo, estas prácticas sociales no se deducen directamente de las condiciones
objetivas presentes, ni sólo de las condiciones objetivas pasadas que han producido el
habitus, sino de la puesta en relación de las condiciones sociales en las cuales se ha
constituido el habitus que las ha engendrado y de las condiciones sociales de su puesta
en marcha126
. Ahora bien, el problema es el siguiente: el habitus tiende a ser
conservador por lo de la internalización de las condiciones objetivas pasadas, por la
reproducción de las prácticas, qué pasa cuando se produce una crisis en el campo en
cuestión, cuando se da una ruptura en el orden de relaciones y en las reglas de juego.
¿Qué papel juega el habitus cuando ocurre esto? Otro problema: ¿Qué pasa cuando
pasamos de un campo a otro, por ejemplo, del campo político al campo económico, del
campo político al campo social? ¿Qué pasa cuando la política tiene que transformar no
sólo las instituciones sino efectuar transformaciones económicas, sociales y culturales,
suponiendo que las transformaciones tienen que efectuarse también en la política, en la
práctica política? ¿Hay resistencia de los campos, hay resistencia de los habitus? ¿Qué
tiene que ocurrir para que haya novedad, originalidad, cambio, variación,
transformación, modificación, alteración, innovación, renovación, creación, invención,
imaginación radical, para que haya todo lo contrario del hábito, pero también del
habitus? Esto es, resistencia a repetir, por lo tanto ruptura, quiebre, rebeldía, rebelión,
desplazamiento de la internalización del campo social, por lo tanto desestructuración
destructurante, despliegue de la capacidad creativa, renovación del campo. Lo novum se
enfrenta al campo, a la estructura del campo, a lo estructurado, a la correlación de
fuerzas establecida, a las reglas de juego, ya no juega, salta, o por lo menos ya no juega
de acuerdo a las reglas del juego, crea otras reglas, mas bien es la creación misma de la
reglas, mejor dicho, la creación de lo lúdico que atraviesa las reglas; es la invención, lo
instituyente, lo constituyente, lo creativo. Cuando ocurre esto no hay habitus, hay lo
novum, no hay campo, hay el atravesamiento de todos los campos. Hablamos de una
topología de conexidades y de vecindades. Ya no hay estructuras estructuradas, hay
líneas de fuga, ya no hay espacios estriados sino espacios lisos. Todo fluye. Pero,
cuando acaba esto, el momento de la rebelión, el momento intenso de la creación,
cuando pasa la tormenta, cuando termina la batalla, acaba la guerra, cuando vuelve la
calma, como que las fronteras rotas, las estratificaciones, los campos tienden a
restituirse, con sus estructuras, sus reglas, sus habitus. No serán exactamente los
mismos, pero hay analogías, parecidos, que muestran el peso de lo no terminado de
destruir en la nueva época; su condicionante presencia, que afecta y entra en
contradicción con el principio esperanza, con el poder constituyente, con la fuerza
creativa, con las finalidades y el horizonte abierto por los movimientos. La base de las
contradicciones en el periodo posrevolucionario, posterior a las movilizaciones, se
encuentra en este enfrentamiento entre condicionamientos y reacondicionamientos con
las potencialidades, las posibilidades, los horizontes abiertos; en otras palabras entre
reproducción y creación. ¿Cómo se puede resolver esto? Obviamente no mediante la
126
Ver comentario de Alicia B. Gutiérrez al libro de Pierre Bourdieu de El sentido social del gusto.
Elementos para una sociología de la cultura. Buenos Aires 2010; Siglo XXI. Págs. 15-16.
síntesis dialéctica de contradicciones dicotómicas, que se mueven en distintos planos,
pues no se trata de contradicciones intelectuales vividas por el mismo sujeto, no se trata
de la experiencia de la consciencia ni de la ciencia de la lógica, no se trata de la doctrina
del ser ni de la doctrina de la esencia. Tampoco de la inversión de la dialéctica
hegeliana, que al abandonar la vivencia del sujeto, creía encontrar las mismas
contradicciones en la exterioridad del sujeto, en la materia histórica, cuando estas
contradicciones subjetivas son imposibles de encontrar en estos ámbitos, en estos
terrenos, de la exterioridad, del materialismo. Aquí las contradicciones son irresolubles,
su acoplamiento se dan de manera disyuntiva. ¿Entonces, cómo se pueden resolver?
¿Con la revolución ininterrumpida, con la revolución permanente, con una guerra
prolongada, acompañada por una construcción distinta de los nuevos escenarios de las
nuevas sociedades compuestas por nuevas relaciones, acompañadas por nuevas formas
estratégicas, nuevas formas de gestión, de planes, por formas institucionales abiertas a
la participación y conectivas? La respuesta a esta pregunta está pendiente y sólo se
resuelve en la práctica.
A esta problemática se suma otra, cuando pasamos de la política a la economía, de la
política a la sociedad, aunque todo esto pueda entenderse de manera integral, pasamos
de un tipo de formaciones discursivas a otras, de un tipo de lógicas a otras, de un tipo de
racionalidad a otras; hay como ritmos diferentes entre unos campos y otros. Las
políticas públicas se ven limitadas, son herramientas limitadas para corregir las
anomalías de la economía, las desigualdades sociales; se requiere de una transformación
en todos estos campos. Las políticas tendrían que ser integrales, totales, abarcadoras de
todos los campos, desatadoras de transformaciones en todos los campos. Pero, estas
políticas integrales y hasta desintegradoras de lo viejo no pueden ser sólo del gobierno y
del Estado. Para efectuar estas políticas, para ejercer estas políticas, se requiere de la
participación de todos, la movilización de todos. Si no ocurre esto nos moveremos en
constantes contradicciones, en repetitivas incoherencias, en paradojas y hasta aporías.
No basta con denunciar la inconsistencia, la inconsecuencia, no basta con identificar las
contradicciones; es menester reconocer la matriz de estas contradicciones, que tienen
que ver con el enfrentamiento del habitus y lo novum, que tienen que ver con la
multiplicidad de los campos y sus lógicas, estructuras, reglas diferenciales, con ritmos
distintos. Es menester atravesar estas automatizaciones y liberarlas de sus encierros,
liberar las potencialidades y posibilidades contenidas, liberar el impulso creativo.
La base más problemática de las contradicciones tiene que ver con la genealogía de las
tecnologías de poder, los diagramas de fuerza, el mapa de las instituciones, las normas y
procedimientos. En la medida que estas técnicas se mantienen, perduran, se sedimentan,
son recurrentes en las formas do gobierno, en las políticas públicas, en las disposiciones
institucionales, en esa misma medida entran en contradicción con las transformaciones
dibujadas en el horizonte plurinacional comunitario y autonómico. No se puede
desarrollar y desplegar la democracia participativa si se mantienen formas centralizadas,
jerárquicas, burocráticas, no deliberativas, obedientes, sumisas, si las formas de
cooptación son reiterativas, si las formas de gobierno disciplinario y las formas de
gobierno derivados de la economía política son vigentes, si el Estado administrativo, si
el Estado policía, si el Estado del control, de la normalización subsisten condicionando
las prácticas políticas. La democracia participativa es posible si se liberan las fuerzas
contenidas, se desprenden los imaginarios y la imaginación radicales, se promueve la
creatividad y la productividad.
Más allá del capitalismo y la modernidad
Madre tierra versus capitalismo
Estamos ante la Conferencia Mundial del Cambio Climático, Conferencia que ya es una
anti-cumbre respecto de la reunión de la Cumbre del Clima de Copenhague de 2009
(COP15)127
. Se puede decir que ante lo que parece ser un continuo fracaso las cumbres
de la Organización de Naciones Unidas (ONU) se hace imprescindible una reacción
planetaria de las sociedades humanas en defensa de las sociedades orgánicas de la tierra
frente a lo que podemos calificar como destrucción del planeta, más que depredación
ambiental, más que degradación ambiental y mucho más que cambio climático a secas.
Las iniciativas de las naciones unidas frente a lo que llama eufemísticamente cambio
climático comenzó en Bali, el 2007, con la Cumbre de la ONU sobre el cambio
climático (COP 13); esta Cumbre abrió el camino hacia la Cumbre del Clima de
Copenhague 2009 (COP15), a través de la Cumbre de Poznan 2008 (COP14). En la
Cumbre del Clima se tenía que negociar la continuación del Protocolo de Kyoto, que
vence el 2012, empero por la intransigencia o reticencia de los países más
contaminantes del planeta, entre los que se encuentra Estados Unidos de Norte América,
fracasa la negociación de la COP 15, que es considerada por algunos especialistas una
de las últimas oportunidades para evitar una catástrofe planetaria. Ahora nos
encaminamos a la Cumbre de México, que se efectuará en Cancún (COP 16) el año en
curso. ¿Volverá a repetirse la misma situación? Ante esta secuencia de eventos, cuyas
iniciativas terminan en un fracaso, ante lo que podemos llamar el tratamiento superficial
del problema, que no toca lo que se llama causas estructurales del cambio climático, el
presidente Evo Morales Ayma toma la decisión de convocar a una Conferencia Mundial
del Cambio Climático donde se trate el problema ambiental en su alcance estructural;
esto equivale a trabajar las causas estructurales de la depredación ambiental, incluso
podríamos llamarla la depredación ecológica o mejor dicho desequilibrio ecológico, que
habla concretamente de los desequilibrios causados en los ecosistemas. Viendo el
problema desde una perspectiva multidisciplinaria, histórica, económica, social,
cultural, se comprende que lo que debería estar en la mesa de discusiones es el
paradigma civilizatorio hegemónico y dominante. Desde el enfoque histórico, político y
cultural se ha identificado este paradigma con la colonización y expansión occidental,
con su forma civilizatoria conocida como modernidad, con su forma económica
reconocida como capitalista. Por lo tanto lo que se tiene que poner en el tapete es el
modelo civilizatorio industrialista, moderno y capitalista. Se entiende que aquí, en esta
matriz, se encuentran las causas estructurales de la crisis ecológica.
Al respecto es indispensable discutir las diferencias conceptuales entre lo que se
entiende que es la consideración del cambio climático, degradación ambiental,
depredación ambiental y desequilibrio ecológico. El concepto de cambio climático se
ocupa de los efectos de la degradación; aunque entendido de una manera más amplia se
llama cambio climático a la modificación del clima con respecto al historial climático.
Dichas modificaciones se producen a variadas escalas de tiempo y espacio, evaluadas
desde distintas referencias y parámetros
climáticos: temperatura, precipitaciones, nubosidad. Estos cambios climáticos son
debidos tanto a causas naturales como humanas. Ciertamente la expresión suele usarse
de manera restringida, para hacer la crónica sólo de los cambios climáticos que suceden
127
La Cumbre de la ONU sobre el cambio climático de Bali 2007 (COP 13) abrió el camino (vía Poznan
2008, COP14) hacia Copenhague 2009 (COP15), donde se tenía que negociar la continuación del
Protocolo de Kyoto, que vence en 2012. Tras el fracaso de la COP 15, la última oportunidad (y ya vamos
tarde) es la COP 16 de Cancún (México, 29/11-10/12/10).
en la actualidad, en este sentido se entiende cambio climático como sinónimo
de calentamiento global. El discurso de Naciones Unidas, dada en la Convención Marco
sobre el Cambio Climático, maneja el término de cambio climático circunscrito al
cambio por causas humanas, que podríamos llamar antropogénicas. La Convención
Marco dice:
Por "cambio climático" se entiende un cambio de clima atribuido directa o
indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera
mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos
comparables128
.
Se entiende por degradación ambiental al proceso corrosivo de contaminación, proceso
que desata una insolvencia creciente de recursos renovables que conforman el medio
ambiente y lo sostienen, sosteniendo al mismo tiempo al género humano y a los seres
orgánicos; de manera concreta, se entiende como parte de la descripción de la
degradación ambiental la progresiva deforestación, degradación de los suelos y
desertificación. La degradación ambiental comprende también la contaminación
múltiple del planeta, del agua, del aire, de los suelos, de las plantas, de los productos
agrícolas, de la biosfera; esto significa la inclusión de la contaminación múltiple en la
problemática de la degradación ambiental.
Se entiende por depredación ambiental a la degradación ambiental debida a la acción de
las sociedades humanas, a su capacidad no sólo de transformar el ambiente sino a su
capacidad destructiva de los ecosistemas y equilibrios ecológicos, haciendo desaparecer
especies y la riqueza de la biodiversidad. A propósito del desplazamiento de estos
términos, cambio climático, degradación ambiental y depredación ambiental, Reynaldo
Cuadros dice lo siguiente:
Un cambio denota la posibilidad de reversión, además que no tiene una connotación
semántica negativa. Cuando un cambio es irreversible, se llama transformación y
cuando una transformación es negativa recibe el nombre de degradación. Pero, el
hecho de que se haya identificado que el origen de esta degradación es la acción
humana, entonces exige más propiamente la denominación de depredación
ambiental129
.
Se entiende por desequilibrio ecológico la alteración de las relaciones de
interdependencia entre los elementos naturales que conforman los ecosistemas, el
desequilibrio ecológico afecta negativamente la existencia, transformación y desarrollo
dela humanidad y de los demás seres orgánicos. El concepto de desequilibrio ecológico
es construido en contraposición del concepto de equilibrio ecológico, prácticamente su
opuesto; el equilibrio ecológico se define como la estabilidad de un ecosistema, es decir,
la estabilidad de un ecosistema se da como resultado de las interrelaciones entre el
ecosistema biótico y el ecosistema abiótico. El equilibrio ecológico es alterado por
acciones que desatan las sociedades humanas en perjuicio del ambiente, aunque también
puede ser alterado por fenómenos naturales; por otra parte, se puede considerar otras
variaciones graves del medio ambiente, como son la sequía y la desertización,
fenómenos preocupantes pues causan la escasez de alimentos en el mundo, afectando
128
Convención Marco sobre cambio Climático de Naciones Unidas. Artículo 1, párrafo 2. 129
Reynaldo Cuadros: LA RUTA CRÍTICA PARA LA EVOLUCION DEL DEBATE DESDE EL CAMBIO CLIMATICO
HACIA UN PROYECTO CIVILIZATORIO HOLISTICO.
en gran parte a la agricultura, sobre todo son particularmente problemáticos debido a
que provocan efectos destructivos en la biodiversidad, los nichos y continentes
ecológicos. La sequía y la desertización causan varios problemas incluso irreversibles
en el ecosistema, problemas que tienen que ver con la extinción de especies y también la
destrucción del ecosistema; contribuyen a esta situación el uso de pesticidas y
herbicidas, así también la explotación intensiva de los suelos. Al respecto es
indispensable anotar que la llamada revolución industrial y su continuidad en los
modelos desarrollistas han dañado la armonía ecológica, desequilibrando los
ecosistemas y provocando niveles insostenibles de contaminación. Se puede hacer una
historia larga de las trasformaciones ambientales debidas a las intervenciones de las
sociedades humanas en la creación de sus propios espacios vitales; empero en esta
historia larga lo que compete a los ciclos del capitalismo, a la formación de la
economía-mundo, a la formación del sistema-mundo capitalista, a su expansión
colonizadora, las transformaciones ambientales terminan siendo destructivas y
traumáticas para los ecosistemas. Podemos llegar incluso a decir que nos encontramos
ante un dilema: la vida o el capitalismo, el planeta o el capitalismo, la madre tierra o el
capitalismo, la pachamama o capitalismo.
En toda esta cuestión sobre el cambio climático, ¿qué es El Protocolo de Kyoto?; es
un protocolo relativo a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio
Climático. El objetivo del Protocolo y la Convención es combatir el calentamiento
global. El Protocolo fue aprobado inicialmente el 11 de diciembre de 1997
en Kyoto , Japón , y entró en vigencia el 16 de febrero de 2005. El compromiso
internacional es vinculante, esto quiere decir que los 187 países firmantes del protocolo
se comprometen a bajar las emisiones de gases contaminantes y deberían ratificar el
protocolo en noviembre del 2009, cosa que no ha ocurrido por el fracaso de la Cumbre
Climática de Copenhague130
. En la Cumbre climática de Copenhague se buscó ratificar
el protocolo de Kyoto, empero esta reunión fracasó debido al boicot de los países
capitalistas responsables de la contaminación ambiental mundial, fundamentalmente de
los EEUU. El debate no pudo prosperar debido a las posiciones encontradas y las
contradicciones entre las potencias dominantes y las potencias emergentes. Después del
fracaso de Copenhague, las Naciones Unidas tienen programado otra Cumbre climática
en Cancún, México, dónde se buscará nuevamente resolver los problemas pendientes
desde Kyoto. Toda esta historia de las cumbres climáticas no sólo se reduce al
tratamiento de las modificaciones climatológicas, es decir, se concentran en los efecto
del problema, no así en las causas estructurales de la crisis ecológica, sino que reducen
130
Wiquipedia, enciclopedia libre: En virtud del Protocolo, 37 países industrializados se comprometen a
una reducción de cuatro gases de efecto invernadero (GEI) ( dióxido de carbono , metano , óxido
nitroso , el hexafluoruro de azufre ) y dos grupos de gases
( hidrofluorocarbonos y perfluorocarbonos ) producidos por ellos, y todos los países Miembros de
compromisos generales. Países del Anexo I se comprometieron a reducir sus emisiones colectivas de
gases de efecto invernadero en un 5,2% respecto de 1990. límites de emisiones no incluyen las emisiones
por la aviación y la navegación internacionales, sino que son además de los gases industriales, los
clorofluorocarbonos, o CFC, que se tratan en el 1987 el Protocolo de Montreal sobre Sustancias
que Agotan la Capa de Ozono.
el tratamiento del cambio climático al tratamiento del calentamiento global, del efecto
invernadero, como si todo esto se pudiera resolver con la reducción de emisiones de gas
por parte de los países altamente industrializados. En el camino de Kyoto a Cancún,
pasando por Copenhague, esta historia de las cumbres climáticas se han encontrado con
una piedra en el zapato: la convocatoria a la Conferencia Mundial sobre el Cambio
Climático y Defensa de la Madre Tierra (CMPCC), de Tiquipaya, Cochabamba. En esta
Conferencia los pueblos, los países asistentes, los gobiernos invitados, además de los
movimientos sociales, organizaciones, instituciones, intelectuales críticos y científicos,
van a discutir las causas estructurales del cambio climático, de la degradación y
depredación ambiental, de la crisis ecológica. En esta Conferencia mundial se va poner
sobre la mesa los derechos de la madre tierra, considerada ahora un sujeto de derechos,
pero sobre todo la matriz planetaria de la vida, por lo tanto también un sujeto vivo. La
asistencia de los pueblos indígenas a la Conferencia y de los movimientos sociales
cambia la composición de la Conferencia, introduciendo perspectivas civilizatorias y
culturales alternativas al capitalismo, cambiando así el contenido de las discusiones,
introduciendo en el orden del día no sólo el análisis estructural de la crisis ambiental,
sino también epistemologías y saberes descentrados del antropocentrismo, efectuando
un desplazamiento epistemológico que comprende no sólo la complejidad de las
interdependencias, complementariedades y reciprocidades de los ecosistemas, de los
nichos y continentes de vida, sino también la interpretación de las cosmovisiones y
espiritualidades ancestrales, que emergen interpelando un mundo dominado por el
pragmatismo, el consumismo exorbitante, el industrialismo contaminante y un modo de
producción depredador.
Bolivia se ha convertido en el centro de esta convocatoria mundial de los pueblos y de
los movimientos sociales, de los intelectuales y los científicos, de los países y gobiernos
preocupados por la crisis ambiental. La revolución boliviana se ha situado en el
contexto de la problemática ambiental global convocando al sur de la geografía de la
economía-mundo capitalista, a la periferia, pero también a las sociedades del mundo,
para enfrentar al norte dominante, poniendo en cuestión el dominio del imperio y la
persistencia del modo de producción capitalista. Este posicionamiento mundial
convierte al proceso de transformaciones institucionales, económicas, políticas, sociales
y culturales, al proceso descolonizador, al proceso intercultural, plurinacional y
autonómico, en el centro de una red internacional de movimientos sociales
anticapitalistas, antiindustrialistas y ecologistas. La responsabilidad política de la
transformación, de la liberación y de la descolonización ha trascendido las fronteras;
ahora se trata de una revolución mundial, de la descolonización mundial, de un proyecto
planetario civilizatorio alternativo, de la armonía con la naturaleza y la comunidad a
escala planetaria, es decir, del vivir bien como proyecto civilizatorio y cultural para el
mundo. La Conferencia mundial sobre el cambio climático es una declaración de guerra
al capitalismo, al imperio, a la dominancia y hegemonía del norte, una declaración de
guerra a los enemigos del planeta, a los enemigos de la madre tierra. Después de la
Conferencias las cosas ya no van a ser las mismas, también el sentido de las cosas, están
definitivamente posicionados los derechos de la madre tierra, la cuestión fundamental
de la defensa de la vida, la necesidad de un mundo alternativo al capitalismo. No
solamente hay que elaborar una agenda para la Cumbre de Cancún sino es menester una
organización mundial de los movimientos sociales, un compromiso mundial de las
organizaciones, intelectuales y científicos, es necesaria una agenda de trabajo y un
programa de actividades, es indispensable plantearse metas y objetivos a cumplir en
adelante; la tarea es el cambio de modelo civilizatorio dominante y hegemónico.
En resumen, nos encontramos ante la emergencia de un modelo civilizatorio y cultural
alternativo al capitalismo, ante la emergencia de un nuevo paradigma epistemológico,
una nueva episteme, un descentramiento profundo no sólo de los antropocentrismos
sino también de los tecnocentrismo y de los sociocentrismos, una episteme que no solo
concibe la complejidad de las interacciones e interdependencias de sistemas, campos y
niveles, de mundos y ecosistemas, sino una ruptura y desplazamiento epistemológicos
que articulan las múltiples perspectivas de los seres orgánicos inmersos en el pluriverso,
comprendiendo a las fuerzas inmanentes. Haciendo el balance de las cumbres climáticas
vemos que éstas se encaminan y se pierden en el laberinto de un tratamiento tecnicista,
circunscrita a la contaminación ambiental, reducida a la evaluación de la emisión de
gases, tocando tan sólo la superficialidad del problema, sin entrar a las causas
estructurales de la crisis ecológica. En relación a esta perspectiva dominante en las
cumbres es necesario salir del circulo vicioso que sigue recargando la responsabilidad
en los países periféricos de la solución artificial mediante la venta de bonos de
carbonos, haciendo creer que es un problema de temperaturas, transfiriendo el cuidado
del medio ambiente, sin atreverse a tocar las causas y condiciones estructurales del
problema. Por eso ha llegado la hora de evaluar abiertamente la vocación destructiva del
capitalismo, del industrialismo y también de las formas consumistas concomitantes, que
terminan incidiendo devastadoramente en la depredación del planeta.
Crisis del capitalismo y crisis ecológica
La crisis actual del capitalismo, que algunos economistas consideran que se trata de una
crisis financiera, en tanto otros comprenden que se trata de una crisis estructural,
entendiendo esta lectura en los ciclos largos del capitalismo, ha terminado de poner en
evidencia otra crisis que compromete a la humanidad, a los seres orgánicos y a la vida
en el planeta; llamemos a esta crisis ecológica; es decir, crisis del oikos, del hogar donde
habitan y viven los seres orgánicos. Hablamos de la crisis de los ecosistemas; en otras
palabras, de la armonía de las interdependencias dadas en la biodiversidad, en los nichos
ecológicos y en los continentes ecológicos, crisis que compromete la vida de las
especias, de las plantas, de los animales, crisis que provoca contaminación ambiental,
también una contaminación múltiple de las condicionantes ecológicas, de los
ecosistemas, de los suelos, del agua, de las mismas plantas y animales, provocando
desarreglos, enfermedades y extinción de especies. Crisis que se manifiesta alarmante
en la deforestación, en la desertización, en la degradación ambiental, en el
calentamiento global, en la escasez de agua, también en la crisis alimentaria y crisis de
la agricultura. Esta crisis ecológica tiene que ver con la explotación depredadora de los
recursos naturales, con la revolución industrial y su continuidad expansiva, evolutiva y
compulsiva, contaminante y depredadora. La crisis ecológica también tiene que ver con
el consumismo compulsivo y degradante. Estos son las condicionantes, los factores, los
procesos económicos que pueden considerarse como causas de la crisis ecológica, por lo
tanto se pueden concebir como articulaciones críticas entre la crisis del capitalismo y la
crisis ecológica. Al capitalismo hay que entenderlo no sólo como modo de producción
sino también y sobre todo como economía-mundo y sistema-mundo, no sólo como
economía, en el sentido restringido de la palabra, como ámbito de la producción,
distribución y consumo, sino también hay que concebirlo como modelo civilizatorio
antropocéntrico, tecnocéntrico, cuantitativistas, basado en el dominio de la naturaleza,
centrado en la valorización del dinero, por lo tanto especulativo y encaminado a la
clausura del ciclo del capitalismo en la administración financiera de la crisis y el
diferimiento de la crisis por medio de procedimientos financieros, lo que se ha llamado
financiarización. Podemos decir que la matriz de las causas estructurales de la crisis
ecológica se encuentra precisamente en la economía-mundo y en el sistema mundo
capitalista.
Podemos decir que desde el nacimiento de este sistema-mundo capitalista se ha
producido el desequilibrio, sobre todo debido a lo que se llama la acumulación orgánica
del capital, a esta forma de acumulación por despojamiento, despojamiento de tierras,
de recursos naturales, de recursos humanos, de riquezas, incluso, en una etapa posterior,
de empresas públicas por medio del procedimiento de la privatización. El sistema
mundo capitalista se desarrolla mediante crisis, podemos decir que es la crisis misma, la
crisis es la forma dinámica de su funcionamiento. Esta crisis termina de expandirse al
resto, al entorno, a la totalidad, al planeta, a la ecología. La crisis estructural del
capitalismo termina invadiéndolo todo, en la medida que el capitalismo de ha
mundializado, se convierte en crisis del modelo civilizatorio moderno, en crisis de
mundo, en crisis del planeta, en crisis ecológica. En la medida que el capitalismo no
solamente ha subsumido al trabajo sino también a la vida al propio proceso de
acumulación, a la vorágine destructiva de la valorización dineraria, en esa misma
medida ha transferido su crisis orgánica a las condiciones y factores intervinientes en el
proceso de producción, distribución, comercialización y consumo. Se ha producido una
especie de asíntota; por un lado se ha efectuado un crecimiento y desarrollo del
capitalismo sin precedentes, contando no sólo con una revolución industrial sino
también con la llamada revolución tecnológica-científica, por otro lado se ha producido
un despojamiento, una desforestación, una contaminación, una degradación y
depredación sin precedentes de la naturaleza. El desarrollo del capitalismo ha tenido su
costo ecológico. Lo que quiere decir que el capitalismo no va con la naturaleza, no va
con la ecología, no se complementan, al contrario, entran en una contradicción
irresoluble. En conclusión el capitalismo destruye la naturaleza, el capitalismo destruye
sus propias condiciones iniciales de producción, la fuerza de trabajo y los recursos
naturales, considerados materia prima, y al hacerlo destruye los ecosistemas, los
equilibrios ecológicos , haciendo desaparecer especies, provocando escasez de agua,
escasez de alimentos y expandiendo el desierto que provoca. La lógica de la
acumulación del capital es una lógica abstracta, convierte a las relaciones entre sujetos
en relaciones entre cosas, convierte a la relación entre los seres orgánicos en una
relación mercantil, reduce la vida al crecimiento cuantitativo. En tanto que las lógicas
inmanentes a la vida, a la biosfera, a la biodiversidad, equivalen a procesos integrales,
recurrentes, complejos, interdependientes y concomitantes, que producen sus propias
condiciones de posibilidad de reproducción, son lógicas genéticas y fenoménicas al
mismo tiempo, complementarias y autopoyeticas. Por eso podemos decir que la lógica
del capital choca plenamente con las lógicas inmanentes de la vida, se oponen. La lógica
del capital destruye la vida.
¿Cómo puede haber ocurrido esto, cómo puede que algo que ha surgido de la misma
naturaleza, de la historia de las sociedades humanas, de la historia de las civilizaciones,
de los sistemas-mundo, termine destruyendo a la misma naturaleza? ¿Cómo ha ocurrido
que el sistema-mundo capitalista, sistema que se expande, que se hace global,
hegemónico y dominante, sistema basado en la valorización dineraria, termine poniendo
en peligro a la naturaleza misma, a la vida misma? De acuerdo a la interpretación de
Edgar Morin, teórico de la complejidad, después de la gran explosión inicial y el gran
caos, el universo y los átomos se forman debido a los torbellinos y bucles que aplican
la fuerza de la expansión explosiva, de la entropía, de esta energía en expansión sobre sí
misma. La vida aparece como una segunda generación, si se pude hablar así, de bucles y
torbellinos, que producen una auto-organización genotípica y fenotípica diversa, es
decir la vida, como capacidad de autoreproducción, evolución y equilibrio ecológico. La
pregunta es si se produce una tercera generación de bucles y torbellinos dando lugar a
las sociedades humanas, o si mas bien éstas son parte de la complejidad del oikos y de
la vida. En todo caso lo que importa en la historia de las sociedades humanas es la
disociación que se produce entre el sujeto y sus condiciones de formación biológicas,
antropológicas sociales, culturales; hablamos de la disociación del sujeto del individuo-
viviente de la especie homo sapiens131
. Esta disociación se expresa claramente en el
pensamiento occidental; Descartes realiza la disyunción paradigmática entre ego
cogitans y la res extensa132
. Edgar Morin dice al respecto que, el sujeto se convierte en
principio metafísico y el reino científico del objeto comienza. El sujeto se
desmaterializa, el objeto se reifica133
. Retomando el análisis podemos lanzar la
siguiente hipótesis: esta disociación del sujeto de lo viviente produce no sólo una
subjetividad que se cree autónoma, independiente de lo viviente, un imaginario que cree
reinar sobre lo viviente, sino también produce una voluntad de dominio de lo viviente.
La expresión cogito ergo sum, pienso luego soy, es la expresión más fuerte de este
dominio sobre la naturaleza de la filosofía occidental. Se ha dado lugar a un sujeto
perdido en el laberinto de sus representaciones; en realidad la representación del sujeto,
pues el sujeto también es el individuo-viviente, no pude disociarse sino es
imaginariamente. Una combinación extraña entre la matriz cultural judeo-cristiana y la
matriz helénica, ésta desarticulada y subsumida a la interpretación de aquella, ha dado
lugar a la exacerbación de esta voluntad de dominio de la naturaleza, de dominio sobre
lo viviente, por parte, y esto es lo más extraño, de una representación del sujeto,
reducido a su actividad pensante, disociado del conjunto de las operaciones de lo
viviente. A esta matriz cultural es a lo que hemos llamado genéricamente cultura
occidental, que ha venido acompañada de su instrumentalización económica, la
expansión del sistema-mundo capitalista, una manera de articulación y sistematización
estructural de las formas capitalistas heredadas de Asia y África134
.
La revolución mundial del vivir bien
Ha recomenzado una revolución anticapitalista, esta vez en nombre del vivir bien, suma
qamaña en aymara, esta vez en defensa de la madre tierra; ya no se trata solamente de
defender la fuerza de trabajo, al proletariado, de recuperar el tiempo de trabajo
excedente para los obreros, no se trata solamente de oponerse a la explotación de la
fuerza de trabajo, sino que ahora se trata de defender la vida contra la amenaza de la
degradación, depredación ambiental, la amenaza de la crisis ecológica ocasionada por el
desarrollo destructivo del capitalismo. Ahora se movilizan los pueblos contra el
capitalismo, hemos pasado de la lucha del proletariado contra el capitalismo a la lucha
de la humanidad contra el capitalismo, en defensa de todos los seres orgánicos, la
biodiversidad, aunque también de la biosfera, de los suelos y de los subsuelos, donde
131
Ver de Edgar Morin, El método. La vida de la vida. Madrid 1980; Cátedra. Pág. 215.
132 Ibídem: Pág. 215.
133 Ibídem: Pág. 215.
134 Según Andre Gunder Frank los ciclos del capitalismo son más largos y la historia del capitalismo se
remonta a Asia. Leer Re-orientar. La economía global en la era del predominio asiático. Valencia 2008.
Universitat de Valencia.
anidan las riquezas naturales. La teoría del valor nos permitió comprender la lógica del
capitel inherente a la producción, esto nos llevó a desarrollar el concepto de modo de
producción capitalista; ahora se requiere una teoría de la vida, que nos ayude a elucidar
la contradicción entre capitalismo, la lógica de la valorización del dinero, y la vida, la
naturaleza. El capitalismo, no solamente entendido como modo de producción sino
sobre todo como sistema-mundo, no solamente explota la fuerza de trabajo sino explota
las riquezas naturales, explota la vida, absorbiendo energía acumulada durante millones
de años, destrozando la tierra para encontrar minerales y someterlos a la transformación
productiva, subsumiendo información genética, saberes biológicos, también la psiquis y
saberes evocativos a la vorágine del capital. Es cierto que las anteriores sociedades,
civilizaciones, sistemas-mundo, han explotado también la tierra, domesticado las
plantas, domesticado los animales, domesticado los genomas, explotado minerales, pero
lo hacían para satisfacer necesidades concretas; empero lo que pasa con el capitalismo
es distinto, lo hace para satisfacer una necesidad desquiciada, la satisfacción de la
ganancia, explota no sólo para acumular riqueza, sino para acumular dinero, el
equivalente general de la riqueza. Se trata de la acumulación abstracta de la medida de
la valorización, es la acumulación estadística de la medición dineraria de la producción,
pero también de la especulación. La esquizofrenia capitalista ha llegado al extremo del
desborde financiero de esta acumulación, que no sabe dónde invertir para conseguir más
dinero, más valor abstracto, invirtiendo en sí misma, en más especulación financiera.
Las famosas burbujas financieras crecen hasta reventar, empero se siguen produciendo
como hongos, como enfermedad delirante de un imaginario excitado por su propio
frenesí ganancial. Se ha producido una inflamación exacerbada del capital, que no
puede explicarse por su infraestructura, por su estructura productiva, sino por una
maquinaria financiera hipertrofiada. De este modo podemos afirmar, contra la teoría
clásica, que el capitalismo es en realidad una superestructura, también un imaginario
delirante, ocasionado por una sociedad, una civilización, un sistema-mundo que ha
separado las condiciones naturales, las condiciones materiales de la reproducción y de la
producción, del intercambio y la circulación, de las condiciones inmateriales, de las
condiciones subjetivas, de la medida de las cosas, la riqueza, la producción, la
productividad y la valorización. No es que el capitalismo funciona solamente de manera
abstracta, lo hace de esta manera porque asienta este funcionamiento en los procesos
concretos de explotación, producción, intercambio y circulación, pero lo hace sin
evaluar los procesos concretos, sin la valorización cualitativa de estos procesos, aunque
desarrolle estadísticas de las cosas, de los instrumentos, de los utensilios, de los
artefactos, de las maquinarias, de las rutas, de los flujos y stocks, de los hombres,
animales y plantas. En este sistema hay una concomitancia entre el valor de uso, la otra
cara del valor de cambio, entendiendo su uso como uso productivo y para el consumo,
con el valor abstracto, el valor de cambio y el signo monetario. Este sistema se ha
cerrado a otras evaluaciones de las cosas, de las actividades, de las plantas y de los
animales, evaluaciones que aprecian las otras dimensiones de las interrelaciones, de las
interacciones e interrelaciones de los ecosistemas y dentro de los ecosistemas,
abarcando organismos, poblaciones, pero también las interconexiones individualizadas.
El sistema-mundo capitalista no ha desarrollado metodologías de valorización de la
vida. La vida ha sido reducida a objeto de estudio, no es sujeto, subjetividad, voluntad,
saber, inteligencia, desarrollada, evolucionada, acumulada durante miles de millones de
años. Este desprecio de la vida, inherente a la lógica del sistema capitalista, se ha
expandido tanto con la mundialización, se ha desarrollado estrepitosamente en el
proceso de acumulación del capital, que ha puesto en peligro la vida en todo el planeta.
La contradicción entre capitalismo y vida, capitalismo y naturaleza, se ha vuelto un
antagonismo. Esta contradicción desarrollada en antagonismo es la base de la
revolución mundial anticapitalista.
La Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la
Madre Tierra ha aprobado un primer documento de la revolución mundial
anticapitalista. Es un documento que hay que comprenderlo en el marco de un acuerdo
entre los pueblos, movimientos sociales, países, gobiernos, científicos e intelectuales
críticos que se reunieron en Tiquipaya, Cochabamba, Bolivia. Un primer documento
que sienta las bases de la defensa de los derechos de la madre tierra, que identifica como
causa estructural de la crisis ecológica al sistema capitalista, que orienta la voluntad,
multitudinaria a un nuevo proyecto civilizatorio cultural denominado vivir bien, que
conduce a ratificar el protocolo de Kioto para bajar las emisiones de gases
contaminantes en un 50%, que reenfoca la producción hacia la soberanía y seguridad
alimentaria, bajo un nuevo concepto de la agricultura, desconectada de su orientación
mercantil y comercial, que defiende los bosques y prohíbe la explotación de los recursos
fósiles en los mismos, que exige a los países desarrollados, industrializados y
contaminantes, una compensación ambiental a los países en desarrollos, además de estar
obligados a reponer los daños ocasionados a la naturaleza, corriendo con los gastos y
transferencias tecnológicas correspondientes. En esta perspectiva, para garantizar el
cumplimiento de la resolución de la Conferencia y lo que puede ser la ratificación del
protocolo de Kioto se propone conformar un tribunal ecológico. Para lograr la
realización de estos objetivos, la continuidad de la lucha y la movilización por la vida y
la madre tierra se constituye una internacional de movimientos sociales en defensa de la
madre tierra. Se pretende que las resoluciones de la Conferencia de Tiquipaya sean
vinculantes en la cumbre climática de Cancún, en esta perspectiva van a ser entregadas
a Naciones Unidas, buscando también que sean vinculantes para el mundo, siendo ya
vinculantes para Bolivia, país anfitrión de la Conferencia. En este contexto se da el
compromiso de una movilización general en el mundo, además de que la Conferencia
propone realizar un referéndum mundial sobre los derechos de la madre tierra. Visto de
esta manera, la Conferencia ha rebasado las expectativas de los organizadores; se
esperaban unas diez y ocho mil personas, empero se llegaron a inscribir y aglutinar a
más de treinta y cinco mil personas, desbordando los escenarios, cobrando dinámica
propia, convirtiendo al encuentro, además de espacios de discusión, en una fiesta y en
una feria.
¿Qué es el vivir bien? Decimos que es un proyecto civilizatorio y cultural alternativo al
capitalismo y a la modernidad, que se basa en las matrices civilizatorias indígenas, que
recoge la cosmovisión del suma qamaña, del suma kausay, del teko kavi, del
ñandereko, del ivimarei, del qhapaj ñan, que sobre esta base incorpora las concepciones
alternativas de las resistencias al capitalismo y a la modernidad, que integra utopías y
proyectos sociales en armonía con la naturaleza y la comunidad, articulando formas de
consumo, de comportamiento y de conductas no degradantes, asumiendo formas de
espiritualidad que responden a relación ética con la vida y desplazando tejidos sociales
solidarios y complementarios, armaduras culturales y ámbitos simbólicos, imaginarios y
significaciones cohesivas de lo colectivo, de los saberes y el intelecto general.
Crisis del capitalismo e imaginarios colectivos
Pablo Stefanoni, economista, investigador y periodista parece que no se ha dado por
enterado de la crisis del capitalismo, de los ciclos del capitalismo, de las crisis cíclicas
del capitalismo, de las crisis financieras que anuncian el fin de un ciclo y el comienzo
de otro. Menos puede esperarse que se haya enterado de la crisis congénita al
crecimiento y el desarrollo capitalista, tampoco podemos esperar que comprenda lo que
significa la crisis estructural del capitalismo. Por eso se ufana de dar una lista de
situaciones y hechos donde trata de demostrarnos que el capitalismo está vivito y
coleando, para terminar preguntarse que “¿no vendría bien un poquito de descriptivismo
ante el riesgo contrario de salirnos completamente de la realidad?”. Parece concluir
orgulloso con esta pregunta una columna que inscribe como título otra pregunta: “¿Una
revolución mundial capitalista? “, calificándose un poco más abajo de aguafiestas, lo
que parece hacerlo feliz. No estoy muy seguro que el economista haya entendido la
diferencia entre la mirada orgánica, estructural e integral de los procesos, de la mirada
descriptiva y, en este caso, diseminada de los hechos. Tampoco estoy seguro que el
investigador haya investigado objetivamente las tendencias inmanentes del proceso de
acumulación capitalista, menos su desplazamiento en las economías nacionales y la
economía mundial. Estoy menos seguro que el periodista este informando sobre la
relación de los hechos. Más bien parece tratarse de una toma de posiciones en el campo
de batalla del proceso boliviano, optando por una tendencia pragmatista y de realismo
político en el campo de fuerzas que pugnan el proceso. Se cree muy ingenioso al
descalificar los rituales y las ceremonias de la challa dedicadas a ofrendar a la
pachamama, al cuestionar con cierto aire de pedantería y pretendido racionalismo las
creencias, los saberes y las interpretaciones que giran alrededor de la cosmovisión de la
pacha, del equilibrio y la armonía dual y complementaria, que forma parte de las
concepciones heredadas, recreadas y reconfiguradas andinas. El columnista considera
que nos da una lección cuando distingue - usando a prestigiosos historiadores, Sinclair
Thomson y Forest Hilton, que creo no estarían dispuestos a apoyar estos devaneos - los
movimientos indígenas en sus distintos contextos históricos, sobre todo los relativos a la
rebelión indígena del siglo XVIII, de los discursos contemporáneos de reivindicación
cultural, anticoloniales e interpretativos de lo que se denomina pachacuti, que quiere
decir trastrocamiento, crisis, retorno; discursos que califica despectivamente como
“pachamamismo”, lo que expresa un oculto racismo y los prejuicios recurrentes de una
izquierda colonial. Toda esta elucubración no es otra cosa que la muestra de un gran
desconocimiento del tema y del problema.
A pesar de haber investigado una ruta, la historia del instrumento político (MAS), ruta
que forma parte de todo un complejo de procesos inherentes de los movimientos
sociales desatados desde la masacre del valle (1974), no parece haber entendido mucho
las lógicas inmanentes de estos procesos y de las dinámicas moleculares de los
movimientos sociales, tampoco de las formas representativas que acompañaron la
formación del instrumento político. Entre estas formas jugaron un papel politizador las
recuperaciones simbólicas en los imaginarios sociales, en la reconstrucción de las
identidades colectivas; por ejemplo, el discurso katarista ha formado parte de la
atmósfera representativa y de legitimación de las resistencias, rebeliones y movimientos
de las últimas décadas.
Lo que pasó en Tiquipaya tiene que ver tanto con una lectura de la crisis del
capitalismo, desde la perspectiva de la crisis ecológica, como también con las
reivindicaciones de los pueblos indígenas y el posicionamiento de otra perspectiva
civilizatoria y culturar nombrada como vivir bien. Esta conferencia mundial de pueblos
en defensa de los derechos de la madre tierra desplazó las discusiones de las cumbres,
circunscritas en la evaluación del calentamiento global, hacia el análisis de las causas
estructurales del cambio climático. Este es un logro que no se puede desacreditar por
una especie de deleite periodístico convertido en supuesta crítica. Llamo comienzo de
una revolución mundial anticapitalista a este acontecimiento por el compromiso logrado
por los movimientos sociales asistentes de defender los derechos de la madre tierra,
identificando al capitalismo como la causa estructural de la crisis ecológica; creo que
esta perspectiva forma parte de los nuevos movimientos antisistémicos
antiglobalizadores, anticapitalistas y ecologistas.
Creo que hay que hacer dos puntualizaciones más, una sobre el uso del término de
revolución; en la polisemia de sentidos involucrados en la pragmática lingüística hay
algunos de uso más recurrente, revolución como irrupción violenta, insurrección;
también como ruptura, quiebre con el pasado, nuevo comienzo; así también se entiende
como nuevo ciclo, una nueva vuelta, una re-volución, una acumulación hacia un punto
crítico, desde el que se da el salto o la inversión, que en aymara se entiende como
pacha-cuti, retorno a la armonía dual, complementaria, que puede también ser una
nueva armonía. Empero el uso del término también puede connotar una convocatoria,
convocar a una revolución anticapitalista y antimoderna; este es el sentido que he
querido darle en el artículo La revolución mundial del vivir bien. En este sentido se
tiene que entender la interpretación que hago de lo ocurrido en la Conferencia de los
Pueblos por el Cambio Climático y en Defensa de los Derechos de la Madre Tierra.
La otra puntualización tiene que ver con las lecturas de la pacha, que se interpreta desde
la palabra aymara paya, que quiere decir dos, pero también doble, que connota a la
relación espacio-tiempo, también a la relación complementaria y a la reciprocidad.
Desde esta perspectiva abría que acercarse a la cosmovisión de la pacha, al complejo
configurativo de la alajpacha, espacio tiempo del pluriverso, de la acapacha, espacio-
tiempo del lugar, del aquí y ahora, de la mancapacha, del espacio-tiempo interior, que
puede también ser el subsuelo. Todas estas configuraciones se interrelacionan,
interactúan y son interdependientes en el takpacha, la totalidad de los espacio-tiempos.
Dependiendo desde donde se haga circular estas figuraciones, parece que el titi, el felino
que cruza los puentes de los mundos, juega un papel simbólico de articulación, de
tránsito, de movimiento. Parece ser que la chacana. La cruz andina, que significa
también puente o puentes de mundos, es una especie de mapa simbólico astronómico,
ligado a la cruz del sur, la estrella del sur, usado para interpretar el tejido de la
complejidad del macrocosmos y el microcosmos. Que todo esto sea más o menos así,
que sea más complejo, que sea una interpretación particular mía, es una cosa, pero, por
el momento, nos sirve como hipótesis marco para situar lo que llamamos la
cosmovisión de la pacha. Ahora bien, que esta cosmovisión sea compartida por los
movimientos indígenas contemporáneos, sobre todo de tierras altas, y por los
levantamientos indígenas históricos, depende de lo que estamos entendiendo por
compartir. De todas maneras, la pacha, la pachamama, el pachacuti forman parte de los
códigos lingüísticos que no solamente se usan en las ceremonias, ritos, las
celebraciones, sino también en los discursos y, entre estos, en los discursos político-
culturales, sobre todo en los discursos kataristas. Creo que los amautas, collawayas,
yatiris, chamacanis, también recurren a los códigos lingüísticos en cuestión, aunque
desde una perspectiva recurrente a los mitos y a las alegorías simbólicas. Por lo tanto, se
trata de discursos, ritos, mitos, ceremonias, que se cruzan en los caminos de los
levantamientos y movimientos, como saberes que buscan interpretar estos movimientos.
¿Cómo se ha dado esta articulación entre saber y rebelión en los distintos contextos
históricos de los levantamientos, rebeliones y movimientos indígenas? Seguramente de
distinta manera. Lo que no se puede decir es que los lenguajes, los saberes, los
imaginarios relativos a la pacha no tienen nada que ver con los levantamientos.
Concretamente, contemporáneamente, desde los movimientos kataristas que se
desataron durante la década de los setenta, estos discursos e imaginarios han formado
parte de la politización de las comunidades, de los pueblos, de los sindicatos y de los
ayllus. La historia de la Confederación Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia
Tupac Katari (CSUTCB) y la historia del Consejo de Ayllus y Marcas del Qullasuyu
(CONAMAQ) están entrelazada con las formas de recuperación simbólica y de
reconstitución imaginaria en el decurso de la construcción del proyecto descolonizador.
No estamos diciendo que la cosmovisión de la pacha explica los distintos
levantamientos, rebeliones y movimientos indígenas, pues ha habido distintas
condiciones de posibilidad y factores intervinientes, dependiendo del contexto histórico,
que han formado parte del substrato, de la matriz múltiple, de la composición de los
campos donde se han desatado las movilizaciones en cuestión. La cosmovisión de la
pacha es un saber que interpreta el mundo y politiza los movimientos anticoloniales.
La alternativa al desarrollo
La ilusión desarrollista
Tomemos ilusión no sólo como ficción, expectativa, apariencia, sino también como
illusio, como interés, como creencia fundamental en el interés del juego y el valor
compartido; la lógica específica de un campo se funda en la mentalidad que aparece en
forma de habitus específico que también podríamos llamar sentido del juego, al que por
lo común se designa como espíritu o como un sentido implícito135
. Por lo tanto ilusión
como ficción, pero también como mentalidad; desde esta perspectiva trataremos de
analizar la ilusión desarrollista. Es ciertamente una ilusión creer que el desarrollo va
llegar por la industrialización, peor aún con la llegada de capitales financieros, que es lo
mismo que reducir el desarrollo a la industrialización, reducción que tiene que
comprenderse también en el ámbito del sentido, en el espacio de configuración, de lo
que quiere decir desarrollo. Es también una ilusión que el único camino que hay es el
desarrollo, la transformación de las condiciones, no solamente el crecimiento
económico, en clave moderna; es decir modernización de las instituciones,
modernización de los medios de comunicación, de transporte, modernización de las
costumbres y las conductas, modernización del consumo, modernización de los
servicios. En otras palabras optar por la cultura moderna en todos los sentidos qué esto
implica. En una época, durante los siglos XVIII y XIX se entendido esto como
ilustración, razón, racionalidad, ciencia, positivismo, pretendiendo que sólo hay una
forma de madurez, el uso de la razón como autoridad, entendiendo que la única razón es
el de la ilustración. Esto obviamente es una reducción, que durante el siglo XX ya fue
insostenible, pues la misma ciencia, su desarrollo y ampliación, encontró distintas
racionalidades, no sólo en lo que implican distintas lógicas inherentes a las
epistemologías, ciencias, complejidades sociales, sino también en lo que respecta a los
modos de pensar de distintas civilizaciones. Particularmente interesan los estudios de
Claude Léví-Strauss, sobre todo los cuatro tomos de Mitológicas136
, pues en ellos
demuestra otras formas de racionalidad, otros modos de pensar, otras maneras de
clasificar, de construir la cultura, su relación con la naturaleza, y la explicación de los
orígenes del fuego, de las armas, de la comida, de la agricultura. Que todavía uno se
encuentra con gente que cree que hay una sola forma de racionalidad, que la civilización
posible es la modernidad, se debe a los anacronismos relativos a la persistencia de
sentidos comunes anclados en los prejuicios correspondientes a la colonización y a la
colonialidad, además de constituirse en sedimentos ideológicos positivistas y
decimonónicos. Esto también es una ilusión, entendida como mentalidad, ideología de
un campo. Pero, ¿cuál campo es este? Creo que se trata de un campo donde habitan los
funcionarios públicos, que son celosamente modernistas, los tecnócratas, los técnicos,
135
Revisar de Pierre Bourdieu Meditaciones pascalianas. Barcelona 1999, Anagrama.
136 Claude: Lévi-Strauss, Mitológicas. México, Siglo XXI.
las cooperaciones, los gobiernos y las organizaciones no-gubernamentales metidas en la
promoción y a gestión del desarrollo. En este sentido la ilusión desarrollista es un
habitus incorporado de un capo que es como una diáspora donde funcionan
instituciones de influencia y decisión en las políticas públicas. Es un campo que conecta
instituciones locales, regionales, nacionales e internacionales. El habitus de este campo
supone un espacio técnico y político donde las reglas del juego se establecen de acuerdo
al logro de indicadores, metas y objetivos que valorizan el desarrollo. Una de las
características de esta mentalidad tiene que ver con la creencia en la industrialización
como medio primordial del desarrollo, también con la extensión de esta creencia a que
el desarrollo es el la columna vertebral de la modernidad y que la modernidad es la
arquitectura de la civilización mundial. Ciertamente, visto desde la perspectiva de la
crítica de la ideología, esto no es otra cosa que la formación discursiva legitimadora de
la dominación del imperio, del centro de acumulación del sistema-mundo capitalista
sobre la periferia, entendida como reserva de recursos naturales y de mano de obra
barata y explotable. Pero también hay que evaluar esta creencia desde la masa de sus
comportamientos y conductas; se trata de un conjunto de normas, de procedimientos, de
técnicas, de actitudes, de predisposiciones incorporadas y que se desenvuelven como
prácticas configuradoras de las políticas, que ahora atraviesan no solo el espacio
nacional, sino también regional, micro-regional y local, incidiendo también en los
comportamientos locales, regionales y nacionales, además de incidir en el campo
económico, en el campo social y en el campo cultural. Esta mentalidad desarrollista
delimita el dominio de su campo, discrimina otras maneras de pensar, otras
racionalidades, no las acepta como razón ni racionalidad, descalifica otras alternativas al
desarrollo, descalifica otros modos de producción, las expulsa al submundo de la
irracionalidad, de la premodernidad, del precapitalismo; esta visión linealista expulsa la
diferencia respecto del desarrollo, respecto de la industrialización y de la modernidad al
espacio abominable de lo bárbaro y salvaje, espacio que ciertamente se requiere
domesticar, disciplinar y civilizar. Como se puede ver, se trata de un proyecto de poder,
basado en la publicidad, la propaganda, la programática, la promoción del desarrollo, en
lo que podemos llamar mercado técnica del desarrolla, que busca ganar más adeptos,
que requiere incorporar a más gente, convencer a más grupos y obviamente más países
en esta catarsis de la ilusión del desarrollo. Los resultados de estas políticas
desarrollistas son diferenciales, dependen de los contextos nacionales, también de los
periodos de los que estemos hablando, así mismo de los recursos naturales involucrados
en este proceso de extracción-explotación-industrialización-comercialización, de su
vínculo con los monopolios del mercado, el control de las trasnacionales y el dominio
del capital financiero. La articulación de estos procesos y de estas políticas económicas
con todo el espacio económico nacional, con la diversificación de la economía, con su
triangulación entre industria pesada, industria liviana y servicios, va depender también
de distintas problemáticas específicas de los distintos países. Pero, lo cierto es que el
desarrollo soñado, la ilusión plena desarrollista no llega, salvo parcialmente,
fragmentado, de manera diferencial, dependiendo de las áreas, de los rubros, de las
regiones, de la diferencia recurrente entre ciudad y campo. La relación con los países
llamados desarrollados, con los países llamados industrializados, no es solamente un
problema cuantitativo, como de cuánto falta, sino también cualitativo, se trata de la
relación estructural con estos países, de la diferencia estructural, de la condición
dominante, hegemónica, de control que tienen de los circuitos financieros o de lo que
identifica como los monopolios de los países centrales del sistema-mundo capitalista: el
monopolio tecnológico, el monopolio de los flujos financieros, el monopolio del acceso
a los recursos naturales, de una manera directa o indirecta, el monopolio de la
comunicación y de los medios, y el monopolio militar, primordialmente en el terreno de
los armamentos de destrucción masiva137
.
El desarrollismo es un habitus de un campo institucional, por lo tanto una mentalidad,
una ideología, es también una formación discursiva, que supone sus conceptos, sus
objetos y sus sujetos, así como es una retórica, un arte de convencimiento moderno, por
lo tanto un conjunto de reglas, de procedimientos, de disposiciones en un espacio de
correlación de fuerzas, impotente ante la estructura de poder de la economía y sistema-
mundo capitalista. Lo único que puede hacer es replantear la modificación de la relación
de los términos de intercambio y la variación en la relación cuantitativa entre centro y
periferia, empero no puede trastrocar la estructura de poder mundial. Para esto no se
requiere de desarrollo ni de discurso desarrollista, de políticas desarrollistas, ni de
industrialización, sino de algo que escapa al modelo desarrollista, esto es de una
verdadera alternativa y alteración al desarrollo, a la modernidad, al orden mundial; esto
significa potenciar las capacidades alternativas y alterativas, las otras lógicas, las otras
racionalidades civilizatorias y culturales, potenciar, por ejemplo, en el contexto de la
economía plural, la economía comunitaria, las formas comunitarias, las reciprocidades y
complementariedades de estas formas que construyen lo común a partir de otro
simbolismo, otros imaginarios, otras valoraciones, que no son las que conocemos
relativas a la valorización del valor abstracto del tiempo socialmente necesario.
Valorizaciones que van más allá del triángulo perverso de valor de uso, valor de cambio
y signo. La simbolización alterativa a la racionalidad moderna, instrumental,
cuantitativa, es una ruptura, un escape, una salida y un desplazamiento hacia un
horizonte radicalmente diferente al constituido en base a la explotación de la fuerza de
trabajo, de los recursos naturales, de la producción compulsiva para el mercado y del
consumismo hedonista infinito. Las producciones de lo común, basadas en la
productividad de la vida, son formas de construcción de vínculos y relaciones de
cohesiones colectivas y sociales, basadas en las reciprocidades, complementariedades y
armonizaciones entre comunidades y sociedades con la naturaleza.
Critica de la ilusión desarrollista
Lo primero que habría que preguntarse si hay una razón desarrollista, si el desarrollismo
no es mas bien un prejuicio, una ilusión, un espejismo, un querer imitar a otros, un
querer ser como los otros. Hablando en términos mas concretos esto querría decir que
de lo que se trata es seguir la huella de los países industrializados, en este sentido
podríamos hablar de industrializaciones imitativas. Empero el tema no es tan simple de
resolver, pues la misma condicionante del mercado internacional, sobre todo en lo que
respecta a los términos de intercambio, como que inducen a los países no
industrializados a industrializarse precisamente para mejorar los términos del
intercambio entre centro y periferia de la economía-mundo capitalista. Sin embargo,
esta forma de escapar a un intercambio desigual y a lo que se denomina la dependencia
terminó creando nuevas formas de diferenciación de las igualdades y soldando nuevas
cadenas de la dependencia, en la medida que los países periféricos no dejaban de ser
compradores, primero de manufacturas y luego de insumos para la industria, además de
pagar los costos de la transferencia tecnológica, fuera de darse el caso de que los países
desarrollados terminan entrando a un proceso que se llama de desindustrialización,
cerrando industrias pesadas, como las metalúrgicas, y empresas de retorno diferido o
largo plazo, traspasando estas industrias y maquinarias a las potencias industriales
emergentes, tecnologías consideradas obsoletas, frente a las tecnologías de punta a las
que apuestan los países centrales. En otras palabras, los términos de intercambio
137
Samir Amin: Más allá del capitalismo senil. Buenos Aires 2003; Siglo XXI.
desigual se dan en otras y reformadas condiciones que plasman nuevas distancias
abismales entre centro y periferia, norte y sur. En las condiciones de la revolución
científica y tecnológica no solamente las relaciones de intercambio sino también las
mismas estructuras de las relaciones geopolíticas de la economía-mundo capitalista han
sido trastrocadas y transformadas, nos movemos en un nuevo orden mundial, que otros
consideran caos mundial. Desde esta perspectiva, teniendo en cuenta las
transformaciones en las relaciones internacionales y los desplazamientos en el sistema-
mundo capitalista, debemos reconsiderar las significaciones de los conceptos de
desarrollo y de la concepción desarrollista, a la luz de los que significan históricamente
la revolución verde, la revolución industrial y la revolución científica-tecnológica.
Las teorías del desarrollo buscan describir las condiciones socioeconómicas y las
estructuras económicas necesarias para diseñar un recorrido progresista de desarrollo,
comprendiendo al desarrollo humano, basado en el crecimiento económico sostenido.
En lo que respecta al desarrollo económico, podemos mapear distintas corrientes: las
desprendidas de la economía neoclásica, las derivadas de la teoría keynesiana del
Estado regulador, las que siguen a un análisis económico marxista, que básicamente
tiene una vocación productivista, las que plantean un reenfoque desde la perspectiva del
desarrollo humano, y las que se deducen de la crítica anarquista. La concepción
desarrollista cuestiona la teoría clásica del comercio internacional, que supone el
principio de las ventajas comparativas, comprendiendo mas bien la evidencia de los
términos de intercambio desiguales y las transferencias de valor desde la periferia al
centro del sistema-mundo capitalista., esto significa pensar que los términos de
intercambio favorecen a los países industrializados y desfavorecen a los países
enmarcados en modelos primario-exportadoras. Ahora bien, la revolución verde y la
revolución industrial han quedado atrás, o por lo menos subordinadas, respecto a la
emergente y vigente revolución científica-tecnológica, que comprende una nueva
ruptura epistemológica, un nuevo paradigma en las ciencias, que inciden en las
transformaciones tecnológicas, que nos llevan, entre otras cosas a la informatización de
la producción y la virtualización del trabajo. Estos cambios también implican
transformaciones en las estructuras financieras y en la extensión y profundización del
dominio del capital financiero, lo que significa también una modificación en la
composición del ciclo del capitalismo y en la administración de la crisis. Ante esta
ruptura epistemológica, el cambio de paradigma y las transformaciones tecnológicas, el
concepto de desarrollo ha quedado demasiado estrecho y la concepción desarrollista ya
no puede dar cuenta de los grandes desafíos y las grandes transformaciones dadas en el
ámbito de las relaciones contemporáneas de la economía y el sistema mundo-capitalista.
El concepto de desarrollo es limitado para dar cuenta de la necesidad de cambiar de
modelo civilizatorio ante la crisis ecológica estructural, que enfrenta un compulsivo
productivismo, un consumismo hedonista, con proyecciones infinitas, ante la evidencia
de las riquezas naturales finitas, inmersa en una naturaleza también acotada. Ante este
diagnóstico, la crítica al concepto desarrollo y a la concepción desarrollista se hace
necesaria. Pero, también, como el concepto de desarrollo está asociado al concepto de
modernidad, es menester también exponer una crítica de la modernidad.
Volviendo a la ilusión desarrollista, parece que este tema ha sido recurrente en las élites
gobernantes de los países conquistados por Europa, aunque también en los no
conquistados como el caso de Japón. Ciertamente se podría decir que el Japón despegó
con su desarrollo en el marco de una combinación compleja de intervención estatal,
aparato militar y mercado. Habría dos casos distintos de superación del desarrollo
típicamente europeo, uno es el de la ex colonia inglesa de los Estados Unidos de
América y el otro es el del archipiélago del Japón, que si bien no va a ser colonia
europea opta por un proceso controlado de modernización y de occidentalización. Ese
es la preocupación y el esmero de los emperadores; pasamos de un periodo identificado
como de modernidad temprana (1573-1868) a los periodos propiamente modernos
(1868-2010). Este desarrollo particular se da en el recuadro de la monarquía y bajo una
Constitución imperial; el ingreso forzado al liberalismo se da después de la segunda
guerra mundial, con la derrota del Japón; una nueva Constitución e instituciones
liberales, descartándose de su proyección económica y política, el militarismo y el
expansionismo que había caracterizado el imperio nipón. ¿Cuáles son las condiciones de
posibilidad histórica que han llevado a Estados Unidos de Norte América constituirse en
una potencia hegemónica y dominante, encargada de conducir el ciclo del capitalismo
contemporáneo? ¿Cuáles son las condiciones de posibilidad histórica que han llevado al
Japón a desplegar un desarrollo capitalista con características propias, empujándolo
incluso a intentar disputar la hegemonía mundial de la economía mundo capitalista? No
podríamos entender ambos procesos sin comprender su relación concomitante con la
revolución industrial inglesa. El ciclo del capitalismo inglés se caracteriza por dos
fenómenos que producen cambios estructurales en la composición del capitalismo; uno
de ellos es la articulación indisoluble entre Estado y capital, el otro es el que tiene que
ver con la revolución industrial, que trastoca las condiciones iniciales de la producción
transformando la composición orgánica del capital y la estructura organizativa del
capitalismo. No podríamos entender la evolución de la economía de los Estados de la
Unión y del imperio nipón sino dentro de los contextos del sistema-mundo capitalista.
Lo que se produce es el desplazamiento del centro de la economía capitalista desde
Europa hacia el norte del nuevo continente y hacia el extremo oriente. ¿Pero cuáles son
las condiciones que permiten este desplazamiento? En primer lugar las sucesivas crisis
del capitalismo europeo, pasamos del ciclo genovés al ciclo holandés y de éste al ciclo
del capitalismo inglés. En segundo lugar el desgate europeo debido a las guerras entre
las potencias imperialistas, el desenlace de estas guerras que deriva en la hegemonía y
dominación norteamericana. En tercer lugar el plan Marshall y el plan MacArthur de
reconstrucción de Europa y Japón como parte de la guerra fría, planes que consolidan la
hegemonía norteamericana y el dominio del capital financiero yanqui. En este contexto
de la postguerra y retrocediendo a ciertos antecedentes históricos, en los que está
involucrada la unificación tardía de Alemania, podemos decir que, sin embargo,
Alemania y Japón ya eran potencias industriales antes de la primera y segunda guerra
mundial, empero la reconstrucción de la postguerra las convierte en Estados liberales
desarmados y en avanzados modelos industriales, altamente competitivos en el nuevo
orden mundial, aves fénix que nacen de las cenizas ¿Cómo llegaron a ser potencias
industriales? En ambos casos el Estado jugó un papel importante, la promoción estatal
de la industrialización estaba ligada al proyecto militarista y expansivo, en franco
antagonismo con las otras potencias capitalistas, particularmente Gran Bretaña y
Estados unidos de Norte América.
La mayoría de los países, sobre todo los que fueron colonizados, los llamados países de
la periferia del capitalismo o mas bien del capitalismo periférico vivieron desenlaces
distintos, que tienen que ver con la división del trabajo a nivel internacional, con la
división del mercado mundial, con las diferenciaciones del comercio internacional, con
la división entre centro y periferia, norte y sur, en la geografía y geopolítica de la
economía-mundo y del sistema mundo capitalista. Todas estas diferenciaciones del
capitalismo, de los capitalismos, en plural, de las formas del capitalismo tienen que ver
con la distinción entre acumulación originaria de capital y la acumulación ampliada de
capital, distinción que establece que la periferia del sistema-mundo capitalista es el
escenario de las condiciones de posibilidad reiterativas de la acumulación originaria del
capital del centro del sistema-mundo capitalista. Esto quiere decir que esta acumulación
primitiva de capital es permanente y se realiza por procedimientos de despojamiento y
violencia de las riquezas naturales, de la fuerza de trabajo de la periferia o migrante,
reducida a formas de explotación que desechan los derechos de los trabajadores y los
derechos sociales, este mecanismo del despojamiento también tiene que ver con la
privatización de las empresas públicas y del ahorro de los trabajadores, también con la
privatización de los fondos de pensión, del seguro social, de la salud y la educación. Se
trata de un despojamiento constante y continuo de las posesiones, propiedades, riquezas,
valores y derechos públicos, sociales y comunitarios en aras de la administración de la
crisis del capitalismo. Estas divisiones geográficas y geopolíticas de la economía
mundo-capitalista, estas fronteras, no son inamovibles, al contrario son flexibles y
modificables, cambian dinámicamente de acuerdo a las formas plurales de desarrollo de
los capitalismos centrales y periféricos. Por ejemplo, la Unión Soviético y la República
Popular China modificaron la división y las fronteras geopolíticas al desplegar formas
intensivas, forzadas y militarizadas de revolución industrial. Se puede interpretar que
estos socialismos fueron estrategias y medios no solamente de igualación, de
socialización y de democracia directa, por lo menos a un principio, sino también fueron
planificaciones para cumplir las metas de la huella dejada por la revolución industrial
inglesa. Desde esta perspectiva, haciendo el recuento, estos llamados socialismos
realmente existentes se habrían movido en un mismo paradigma de desarrollo
industrialista, incluso en un mismo concepto de desarrollo basado en la transformación
de las condiciones iniciales de producción. Los países latinoamericanos también se
embarcaron en el proyecto de cumplir las metas de la revolución industrial con el
objetivo enunciativo de salir de la dependencia y con el objetivo pragmático de
sustitución de las importaciones. Comparando con la repetición de la revolución
industrial socialista, la revolución industrial nacionalista fue mas bien inconclusa, a
medias y fragmentada; sin embargo, también modificaron las fronteras y la geografía
política, disputando en el mercado mundial nuevos términos de relación de intercambio
entre centro y periferia, norte y sur. Obviamente tampoco el caso latinoamericano
escapa del modelo de desarrollo industrialista y del concepto de desarrollo basado en la
acumulación ampliada de capital. Recientemente, en la última etapa del siglo XX, los
llamados tigres del Asía (Hong Kong, Singapur, Corea del Sur y Taiwán) han saltado al
escenario mundial como potencias industriales altamente competitivas, incorporando
transformaciones tecnológicas actualizadas, basándose en la formación de los recursos
humanos. Este caso impactante tampoco escapa del modelo desarrollo industrialista,
mas bien lo reitera y repite en las condiciones de la industrialización avanzada del siglo
XX, ingresando al mercado en condiciones competitivas. Los tigres del Asia también
modifican las fronteras geopolíticas de la economía-mundo capitalista. Sin embargo, lo
que no hay que olvidar es que estas modificaciones tampoco dejan de quedar atrapadas
en las estructuras, las redes y lus circuitos financieros, quedan bajo el control del
dominio casi absoluto del capital financiero, sostenido por la gendarmería del imperio,
que es la fabulosa gigantesca maquinaria tecnológico-mediático-militar de los Estados
Unidos de América. Siguiendo este decurso en la historia reciente, por último, la
segunda revolución industrial de la República Popular de China, su salto tecnológico, su
apertura al mercado mundial y la incorporación de las renovadas formas de capitalismo,
de empresas, de formas administrativas y de circuitos comerciales, vuelve a transformar
el mapa geopolítico del sistema-mundo capitalista. En este caso por el peso y la
densidad de la economía china en la economía mundial, su inserción en los flujos
financieros mundial, siendo además una potencia militar y miembro del grupo de
seguridad de naciones unidas, afecta no solamente las condiciones geográficas y
geopolíticas del sistema mundo-capitalista sino que llega a plantear la posibilidad de
abrir un nuevo ciclo del capitalismo con las trasformaciones estructurales
correspondientes. Sin embargo, esta incidencia gigantesca de China en la dinámica
económica mundial no desplaza el modelo de desarrollo industrialista, mas bien lo
profundiza y lo extiende exacerbando las características problemáticas de este
paradigma económico y remarcando las contradicciones propias del modo de
producción capitalista, incluso su supeditación al dominio sin hegemonía del
capitalismo norteamericano.
La incorporación del Alto Perú a la economía mundo capitalista concurrió en la Colonia
y mediante la explotación y circulación de la plata, sobre la base de la esclavización y
servidumbre de fuerza de trabajo nativa, forzada por medio del mecanismo de la mita y
de los repartimientos, que tenían como matriz de sometimiento la institución colonial de
la encomienda. Como se puede ver las instituciones, las normas y procedimientos
coloniales sirvieron desde un principio como mecanismo de subsunción formal del
trabajo al capital. Más tarde, después de la guerra de independencia, la modernidad y el
desarrollo no aparecen sino como parafernalia de las formas aparentes republicanas. En
el periodo del ciclo de la plata, en la forma incipiente de capitalismo de enclave, se
introduce el medio del transporte del ferrocarril para trasladar minerales. En el ciclo del
estaño se establecen relaciones de producción capitalistas al terminar de convertir a la
fuerza de trabajo mitaya en obreros, ampliándose la base material y la organización de
una forma de capitalismo dependiente. La ilusión desarrollista en Bolivia llega con los
nacionalistas, quienes, después de la Guerra del Chaco, sueñan con la formación de la
nación, la construcción del Estado y la recuperación de los recursos naturales. El gran
experimento nacionalista se da después de la Revolución Nacional de 1952, cuando a
través de cuatro medidas fundadoras (nacionalización de las minas, reforma agraria,
voto universal y reforma educativa) se va intentar la construcción del Estado-nación y la
formación de una burguesía nacional. Sin embargo, la añorada revolución industrial va a
quedar relegada debido a la postergación de las fundiciones y se va circunscribir
mezquinamente al desplazamiento de la inversión en la formación de una burguesía
agraria en el oriente del país. Se nacionalizan las minas, pero no se incursiona en la
industria pesada; en la perspectiva del discurso del nacionalismo revolucionario,
paradójicamente se concesionan áreas de exploración y explotación hidrocarburífera
después de haberse nacionalizado en 1934 estos recursos estratégicos. Se instalan
algunas fábricas, como la fábrica de fósforos, pero estos dispersos emprendimientos no
hacen un proyecto industrial ni modifican el modelo primario exportador. En resumen,
haciendo el balance, la concepción desarrollista en el marco del discurso nacionalista no
es más que un discurso legitimador de políticas públicas tibias y contradictorias, como
reflejo opaco de lo que fue la Revolución Nacional de 1952.
Lo que viene después del golpe militar de 1964 se parece más a una grotesca caricatura
de lo que fue el proyecto nacionalista, dentro de una atmosferacompartida de sentido
común latinoamericano sobre la revolución industrial, la sustitución de importaciones,
la modificación de los términos de intercambio. En esta prolongación morboso y
perversa del Estado del 52, que en realidad es como su antítesis, hasta las mismas
nacionalizaciones quedaron en suspenso. Todo esto quedó en la memoria de un
nacimiento heroico y su prolongación contradictoria de los doce años que duró la
revolución, terminando en un crepúsculo político infeliz que llamaremos, parafraseando
a Sergio Almaráz Paz, el tiempo de las cosas pequeñas. En realidad los militares fueron
obedientes al Pentágono y a la Casa Blanca, con ellos comenzó un lento y problemático
proceso de desnacionalización, que terminó de culminarse fehacientemente más tarde,
durante el periodo neoliberal de 1985-2005, bajo una concepción antiestatal y
antinacional, bajo un discurso globalizador y privatizador, desprendido de cualquier
proyecto industrialista. El periodo de las dictaduras militares fue un lapso de venganza
por la derrota sufrida en la insurrección de abril de 1952, salvo lo que ocurrió durante el
breve el interregno de resistencia y de acciones nacionalizadoras desesperadas de los
gobiernos de los generales nacionalistas de Ovando y Torres.
Después del ciclo de movimientos sociales del 2000 al 2005, cuando se pone evidencia
la crisis múltiple del Estado-nación y se demuele a la casta política neoliberal que
gobernó el país en las dos décadas anteriores, nos vemos nuevamente ante el dilema de
reavivar los fantasmas del desarrollo y la revolución industrial o encaminar el modelo
económico por nuevas salidas, alumbradas por la Constitución Política del Estado. La
constitucionalización de la economía plural se abre al reconocimiento de la pluralidad
de formas de organizaciones económicas, sólo posibles de comprenderse desde el
paradigma de la pluralidad, planteado también en la Constitución. Esto significa el
reconocimiento de distintas estrategias y lógicas económicas, con lo que se rompe la
pretensión insostenible de una absoluta omnipresencia lineal del desarrollo y la
revolución industrial, quebrando también la pretensión universal de la modernidad,
abriéndose mas bien a una heterogeneidad civilizatoria y cultural, además de
heterogéneos recorridos alternativos al desarrollo y a la modernidad, proponiendo
composiciones y combinaciones singulares entre revolución tecnológica, recuperación
de tecnologías tradicionales, reconstitución de la economía comunitaria,
desenvolvimiento de emprendimientos sociales, en el contexto jurídico-político donde
el pueblo boliviano se convierte en el propietario absoluto de las riquezas naturales,
convirtiéndose el Estado en un mero administrador. Sin embargo, en esta transición, en
este proceso, se concibe también un Estado interventor, un Estado regulador y un
Estado encargado de promover un modelo productivo a través de la industrialización de
los recursos naturales. Lo complejo del modelo económico de la Constitución Política
del Estado es su proceso de transición transformadora, parte de una economía plural,
atraviesa la transición a un modelo productivo mediante la intervención del Estado,
apunta a un horizonte definido como economía social comunitaria, donde hay que
potenciar la economía comunitaria como alternativa; por otra parte, el modelo no
colcluye ahí, pues avanza a códigos que trascienden el economicismo desplazándose a
una concepción ecológica, proponiendo un modelo ecológico que va más allá de la
economía social y comunitaria. El modelo ecológico se articula plenamente con el
modelo civilizatorio y cultural de vivir bien. Haciendo esta lectura, bajo esta
interpretación, se puede decir que el horizonte abierto por la Constitución trasciende los
límites del paradigma desarrollista-industrialista, proponiendo un más allá de la
modernidad, un modelo civilizatorio integrador e inclusivo de heterogéneas
formaciones económicas, que apuntan a la recuperación de lo común, del intelecto
general, de los saberes colectivos, del trabajo colectivo, de los valores simbólicos de los
productos sociales, restituyendo las reciprocidades y complementariedades.
La transición a la economía social y comunitaria
¿Qué es la economía social y comunitaria?
Una de las más interesantes discusiones se ha generado a propósito del nuevo modelo
económico propuesto por la Constitución Política del Estado. Esta propuesta reconoce
una economía plural, orientada a mejorar la calidad de vida y el vivir bien de todas las
bolivianas y los bolivianos. Se dice que la economía plural está constituida por las
formas de organización económica comunitaria, estatal, privada y social cooperativa. La
economía plural articula las diferentes formas de organización económica según los
principios de complementariedad, reciprocidad, solidaridad, redistribución, igualdad,
seguridad jurídica, sustentabilidad, equilibrio, justicia y transparencia. Pero, también se
dice que la economía social y comunitaria complementará el interés individual con el
vivir bien colectivo. Por lo tanto, se entiende que la economía plural se concibe como
economía social y comunitaria. Este es el sentido, si se quiere la direccionalidad de la
articulación de las distintas formas de organización en el contexto de la economía
plural. Se trata descriptivamente de una economía plural y se comprende que el
contenido, el sentido, la direccionalidad de esta formación económica es la economía
social y comunitaria.
Lo importante es saber qué se potencia con el crecimiento y desarrollo de la economía
plural. Pero, qué quiere decir, cómo se entiende, una economía social y comunitaria. Se
sobreentiende que esto comprende no sólo a las redes de relaciones que cruzan y
atraviesan el campo económico, la economía pensada como relación, sino también que
la perspectiva económica es social y no sólo la inclinación de la ganancia por la
ganancia, el crecimiento por el crecimiento, el desarrollo por el desarrollo y la
producción por la producción. No se trata de mantenerse en la lógica económica
capitalista sino de crear líneas de fuga respecto a esta lógica perversa, a este círculo
vicioso de valorización del capital. No sólo se trata de rescatar el valor de uso, la
cualidad del valor de uso, pues puede ocurrir que el valor de uso sea la otra cara del
valor de cambio, la cara material, sino de rescatar en el consumo la reproducción social,
como una reproducción ampliada de la vida. No nos olvidemos que en el nuevo Estado
plurinacional el Estado se convierte en instrumento de la sociedad, la sociedad es
recuperada, reivindicada como acontecimiento histórico y cultural. La perspectiva social
de la economía implica el objetivo de la satisfacción de las necesidades, la seguridad
alimentaria, pero también las otras necesidades básicas y culturales. Todo esto significa
la reapropiación social del excedente, replanteando en forma plural, las formas de
propiedad. La perspectiva social de la economía convierte a la economía en instrumento
de la sociedad, la sociedad deja de ser un rehén en la economía. Esta preponderancia
social de la economía recupera el principio y el fin, si podemos seguir hablando así, la
matriz social de toda economía, de la producción, distribución, intercambio y consumo.
A esto se llamaba antes socialización. No se trata sólo de volver a discutir la posibilidad
de la socialización de los medios de producción, tampoco la socialización de las grandes
formas de propiedad privada, sino de desencadenar en el contexto de la economía plural
el carácter social de la producción. No nos olvidemos que la producción es cooperativa,
es social, que el intelecto general es social, que, en cambio, las formas de apropiación
privada desvirtúan este proceso social circunscribiéndola a una apropiación privada del
excedente. En otra perspectiva la apropiación social del excedente significa una
reproducción ampliada de la sociedad. Esto entona con el principio y fin de la
Constitución, el suma qamaña, el vivir bien, en armonía con la comunidad y la
naturaleza.
¿Qué significa lo comunitario en la economía social y comunitaria? En la Constitución
política del Estado se dice que el Estado reconocerá, respetará, protegerá y promoverá la
organización económica comunitaria. Para aclarar que quiere decir esto establece que, la
forma de organización económica comunitaria comprende los sistemas de producción y
reproducción de la vida social, fundados en los principios y visión propios de las
naciones y pueblos indígena originarios y campesinos. Esto tiene que ver directamente
con el artículo dos de la Constitución, donde se establece que, dada la existencia
precolonial de las naciones y pueblos indígena originario campesinos y su dominio
ancestral sobre sus territorios, se garantiza su libre determinación en el marco de la
unidad del Estado, que consiste en su derecho a la autonomía, al autogobierno, a su
cultura, al reconocimiento de sus instituciones y a la consolidación de sus entidades
territoriales. También tiene que ver con los derechos de las naciones y pueblos
indígenas originarios campesinos, constitucionalizados. La forma de organización
comunitaria comprende variadas y diversas formas comunitarias, sin embargo, esta
pluralidad se asienta sobre la base de matrices de redes de relaciones colectivas, que
tienen como núcleo las relaciones de parentesco y las alianzas territoriales. La forma
comunidad se opone a la forma valor, desarrollada por el capitalismo, en los sucesivos
ciclos históricos del capitalismo. La forma comunidad no sólo rescata el valor de uso de
la hegemonía del valor de cambio, sino también recupera profundamente la función del
consumo comunitario. No solo se trata de una producción colectiva, de una distribución
colectiva, de una circulación simbólica, cultural y colectiva, sino también de una
restitución del carácter comunitario de las instituciones culturales y de la irradiación de
lo comunitario en la sociedad y en el Estado. La forma comunidad apunta a la
superación de las crisis del capitalismo y la modernidad, además de la superación de sus
contradicciones. Ciertamente lo comunitario pone en escena la complementariedad y
reciprocidad, además de la redistribución y la dualidad de los procesos inherentes a la
producción, reproducción y consumos materiales y simbólicos, el desarrollo de la
institucionalidad cultural y política de la gestión comunitaria, ambiental y territorial.
Pero también lo comunitario implica la constitución de nuevas subjetividades colectivas
y de nuevos sujetos sociales, donde el horizonte de la comunidad se repliega en la
intimidad y en la interioridad misma de la experiencia y expresión social.
Podemos decir que en esta relación entre lo social y comunitario, que en la articulación
de la economía plural, por lo tanto en la transición hacia la economía social y
comunitaria, el Estado juega un papel fundamental. En la economía plural el Estado
ejercerá la dirección integral del desarrollo económico y sus procesos de planificación.
El Estado se mueve ahora en un contexto donde los recursos naturales son propiedad del
pueblo boliviano, sin embargo serán administrados por el mismo Estado. Esta forma
política respeta y garantiza la propiedad individual y colectiva sobre la tierra. El Estado
participa en la industrialización de los recursos naturales, con el objeto de superar la
dependencia en la exportación de las materias primas y lograr una economía de base
productiva, en el marco del desarrollo sostenible, en armonía con la naturaleza. Así
mismo, el Estado intervendrá en toda la cadena productiva de los sectores estratégicos,
buscando preservar el abastecimiento. Está descontado que, en el marco de la economía
plural, el Estado respeta la iniciativa empresarial y la seguridad jurídica, pero también
fomentará y promocionará el área comunitaria de la economía como alternativa
solidaria tanto en el ámbito rural como urbano. Se puede entonces entender al Estado,
en todo este proceso integral, dinámico, holista, ecológico, sustentable social y
comunitario, como un instrumento que ayuda a transitar revolucionariamente la
transición. Se trata de revolucionar la estructura económica, la estructura social, la
estructura cultural, la estructura institucional. Se trata de crear las condiciones de un
Estado plurinacional, comunitario y autonómico, las condiciones de posibilidad de la
economía social y comunitaria como alternativa al desarrollo, a la modernidad y al
capitalismo.
¿Qué es el Estado? Es una red de relaciones, es un conjunto de engranajes, de
procedimientos y de normas, es un mapa de instituciones, es una genealogía de una
multiplicidad de formas de la gubernamentalidad. El Estado se ha transformado, desde
su condición de Estado policía a una condición de Estado conformado por una
economía política. En esta situación ha vivido una deformación, el mercado y la
competencia se han convertido en la matriz que orienta sus acciones. El Estado
interviene para promover y motivar la competencia y, lo que es peor, para acrecentar las
arcas de las elites dominantes. En contraposición a esta historia del Estado, se posesiona
una transición donde se busca que la máquina estatal sirva como un instrumento de
transformación de las multitudes, un instrumento deconstructor de su propio aparataje,
de la propia maquinaria liberal y colonial. Se propone un Estado que cree las
condiciones de posibilidad para el desarrollo de una sociedad libre y comunitaria,
autodeterminante y autogestionaria, sustentable y en armonía con la naturaleza. Se trata
de un Estado en tránsito y en transición en un proceso que lo lleva a su propia
desaparición.
Modelo económico social y comunitario
En la Constitución Política del Estado tenemos por lo menos tres modelos
organizacionales: Un modelo de Estado, un modelo territorial, vinculado a las cuatro
formas de autonomía, y un modelo económico. Es indispensable discutir la articulación
y coherencia entre los tres modelos, puesto que esta articulación y su consistencia hacen
a la composición misma del marco constitucional. Esta tarea quedará pendiente; por
razones del desarrollo del análisis entre Estado y sociedad, que ha tenido que ver con la
discusión de la inserción de la formación económico-social boliviana en la economía-
mundo capitalista, vamos a desarrollar primero el análisis del modelo económico, para
abordar después los otros modelos y sobre todo la evaluación de su articulación.
La cuarta parte de la Constitución Política del Estado, Estructura y organización
económica del Estado, está dividida en tres títulos: Organización económica del Estado;
medio ambiente, recursos naturales, tierra y territorio; y desarrollo rural integral
sustentable. Podemos decir entonces como que hay un modelo restringido económico,
que se refiere estrictamente a la organización económica del Estado, y un modelo
económico ampliado, que integra a la estructura y organización económica también al
medio ambiente, tierra y territorio, además del desarrollo rural integral sustentable. Esto
quiere decir que, una concepción amplia del modelo económico comprende a los
recursos naturales, tierra y territorio, que pueden considerarse como condiciones de
posibilidad transhistórcas de la formación económica. De la misma manera, una
concepción amplia del modelo económico contiene un proyecto de desarrollo rural
integral sustentable. En el caso de los recursos naturales, tierra y territorio, podemos
decir que no sólo se trata de las condiciones de posibilidad, sino también de sus
alcances y límites, puesto que se trata de recursos finitos, aunque sean renovables o no
renovables. En el caso del desarrollo rural integral sustentable, se trata de una
concepción de desarrollo armónico, en la perspectiva de preservar el equilibrio
ecológico, en beneficio de las futuras generaciones y del planeta. Desde esta
perspectiva, se puede decir que todo el modelo económico está afectado por este
carácter integral y sustentable, por las condiciones, alcances y límites de los recursos
naturales, tierra y territorio. Esta perspectiva se interpreta claramente cuando se lo hace
desde los horizontes del suma qamaña, del vivir bien, en armonía con la comunidad y la
naturaleza. Podemos interpretar entonces que el modelo económico está direccionado a
la armonía con la comunidad y la naturaleza, al vivir bien. El modelo económico tiene
que producir esto, armonía, vivir bien, equilibrio ecológico, en pleno sentido de la
palabra, equilibrio biológico, equilibrio social y equilibrio psíquico. La economía habría
vuelto a su sentido inicial, al oikos, a la ecología. Ciertamente, leído de esta forma, el
modelo económico se propone como una alternativa al capitalismo. No vamos a discutir
aquí la viabilidad de este proyecto, tampoco las condiciones de su viabilidad. Esto
forma parte de todo el análisis de la relación histórica entre Estado y sociedad. Lo que
interesa por el momento es interpretar el modelo, tal como se encuentra en la
Constitución Política del Estado.
Ahora bien, nos detendremos en el análisis del primer título, de la organización
económica del Estado, es decir, de lo que hemos llamado el modelo económico
restringido. Este título comprende cuatro capítulos: disposiciones generales; función del
Estado en la economía; políticas económicas, y como secciones de estas políticas,
tenemos política fiscal, política monetaria, política financiera, políticas sectoriales; y
como último capítulo tenemos bienes y recursos del Estado y su distribución. En las
disposiciones generales nos encontramos con las características del modelo económico
restringido. Se trata de una economía plural, que se concibe como economía social y
comunitaria, destinada a mejorar la calidad de vida y al vivir bien de las bolivianas y los
bolivianos. En su sentido específico entonces el modelo económico está destinado al
vivir bien. ¿Cómo se logra esto? Es indispensable entender que esta organización
económica aplica los principios de complementariedad, reciprocidad, redistribución,
igualdad, seguridad jurídica, sustentabilidad, equilibrio, justicia y transparencia. Ahora
bien, en qué contexto se aplican estos principios. En la articulación de las formas de
organización económicas comunitaria, estatal, privada y social cooperativa. ¿De qué
modo se articulan? Aquí el Estado juega un papel primordial. El Estado reconoce,
respeta y promueve la economía comunitaria; el Estado reconoce, respeta y protege la
economía privada; el Estado reconoce y protege las cooperativas. El Estado mismo tiene
una forma de organización económica propia: Administra la propiedad de los bolivianos
sobre los recursos naturales, administra los servicios básicos, produce bienes y
servicios, promueve la democracia económica y la seguridad alimentaria, garantiza la
participación y el control social. En la economía plural, que es en realidad la economía
social y comunitaria, el Estado ejercerá la dirección integral del desarrollo económico y
sus procesos de planificación, además de que podrá intervenir en toda la cadena
productiva de los sectores estratégicos. En este contexto, la economía plural está
encargada de la industrialización de los recursos naturales. La economía social y
comunitaria debe eliminar la pobreza, a exclusión social y económica, generando el
producto social, logrando la producción, distribución y redistribución justa de la
riqueza, así como la reducción de las desigualdades sociales y regionales.
¿Es un modelo socialista? ¿Es un modelo comunitario? No parece ser un modelo
socialista al estilo de los países donde instauró el llamado socialismo realmente
existente, de la Europa oriental, como el caso de la Unión Soviética y los países
ocupados por el ejército rojo, tampoco al estilo de Asia, como el caso de China, Corea
del Norte y Vietnam, del mismo modo no ocurre lo de América Latina, como el caso de
Cuba, y hay muchas diferencias con África, como en el caso de Angola. ¿Es un
socialismo del siglo XXI? Aquí, lo importante es definir qué se entiende por socialismo
del siglo XXI, cuáles son las diferencias entre el llamado socialismo real y el socialismo
del siglo XXI, y si se puede llamar éste socialismo. En todo caso hay diferencias con lo
que ocurre en Venezuela. No nos olvidemos que en un sentido amplio se habló también
de socialismo Europeo cuando se hace referencia a las políticas públicas de la
socialdemocracia; este es el caso del modelo del Estado de bienestar, que puede ser
interpretado como la aplicación ampliada de políticas keynesianas. Podemos inferir
entonces que el caso boliviano es único. Esto por sus peculiaridades, el tópico, el tema y
el horizonte político que abren las naciones y pueblos indígenas originarios campesinos
lo hace singularmente distinto. En el discurso ideológico y en los análisis sobre los
movimientos sociales se habló sobre un proyecto cultural y civilizatorio alternativo.
Puede ser, esto va a depender del desarrollo del proceso mismo, sobre todo de la forma
como se resuelva la vinculación ineludible con el capitalismo en su inserción en la
economía-mundo. Sin embargo, sin esperar estos resultados de desenlaces históricos,
podemos ver que se trata de un modelo económico en transición. El devenir de la
transición depende de cómo se definan y se apliquen las políticas públicas, cómo se
conduzca la política, sobre todo económica, cómo se transite en la transición, es decir,
cómo se produzca el desembarazo de los modelos heredados, relativos a la forma de
capitalismo de desarrollo desigual y combinado, característica de las forma de
dependencia desplegadas en la periferia de la economía-mundo capitalista. Al respecto,
podemos referirnos concretamente a los estilos de modernización de los tipos liberales y
también a los perfiles de los estilos de modernización de lo que se llamó en América
Latina el capitalismo de Estado. Haciendo un análisis retrospectivo y comparativo del
presente, podemos decir que éste no es el proyecto de la Constitución, no se busca
repetir la huella del pasado, la intención de la Constitución Política del Estado, del
modelo económico de la constitución, es potenciar la economía comunitaria, desarrollar
la economía social y comunitaria, comprendiendo las formas de emprendimiento social
y las forma de comunidad actualizadas e inventadas por las nuevas comunidades, las
llamadas sociedades políticas. El hecho constitucional que ahora sea el pueblo boliviano
el propietario de los recursos naturales y el Estado un administrador, nos muestran
variaciones en las condiciones de posibilidad del modelo económico. Ahora bien,
tampoco podemos olvidar que el Estado va a jugar un papel fundamental en esta
transición. ¿Esto qué quiere decir? Lo que quiera decir en la práctica, lo que ocurra
definitivamente va a depender de la transformación del Estado, de las transformaciones
institucionales, de que sea otra clase de Estado, ya no el Estado-nación moderno; el
desenlace depende entonces de la relación que se establezca entre estado y sociedad, de
que realmente el Estado se convierta en un instrumento de la sociedad.
El Nuevo Modelo Económico
De la Constitución Política del Estado Plurinacional Comunitario Autonómico
¿Cuáles son las bases del nuevo modelo económico que establece la organización
económica del Estado en la Constitución Política del Estado? ¿Cuáles son sus
características? ¿A dónde apunta la orientación y la dirección del proceso económico
que supone el modelo económico? ¿Qué significa en todo esto el horizonte de la
economía social y comunitaria? ¿Qué papel juega el Estado? ¿Qué significa la presencia
en el modelo económico del título II, sobre Medio Ambiente, Recursos Naturales,
Tierra y Territorio, y el título III, sobre Desarrollo Rural Integral Sustentable? Estas son
las preguntas que debemos abordar considerando el análisis y la interpretación de la
organización económica del Estado plurinacional comunitario y autonómico, sobre todo
cuando se tiene que aplicar la constitución, mediante leyes fundacionales y
transformaciones institucionales.
Una lectura de la cuarta parte de la Constitución Política del estado, que corresponde a
la organización económica del Estado, revela la riqueza y la complejidad del nuevo
modelo económico, articulado al modelo de Estado plurinacional comunitario y al
modelo territorial, configurado en base al pluralismo autonómico. Lo primero que
aparece es la caracterización de la economía plural, compuesta por las formas de
organización económica comunitaria, estatal, privada y social cooperativa. Este modelo
está orientado al vivir bien de todas las bolivianas y bolivianos. También establece que
la economía plural es la economía social y comunitaria, que debe complementar el
interés individual con el vivir bien colectivo. En otras palabras, el modelo plural se
define como economía social y comunitaria. Esto es importante al momento de
interpretar claramente las definiciones de la constitución en lo que respecta a los actos
fundacionales de las leyes y a las trasformaciones institucionales que hay que llevar a
cabo. Ahora bien, ¿cómo construimos esta economía social y comunitaria? La
Constitución dice que el Estado reconocerá, respetará, protegerá y promoverá la
economía comunitaria. Dice que esta forma de organización económica comunitaria
comprende los sistemas de producción y reproducción de la vida social, fundados en los
principios y visión propios de las naciones y pueblos indígenas originarios campesinos
(Art. 307). En otras palabras, esto comprende las estructuras, las instituciones, normas y
procedimientos propios de las comunidades ancestrales. Esto es definitivamente
importante cuando se tiene que tener una idea clara de la integralidad del modelo
económico. Debemos evitar interpretaciones parciales, intencionales e interesadas,
sobre todo en fragmentar las figuras componentes de la organización del Estado
plurinacional comunitario y autonómico. Un primer sesgo y desviación que aparece es
cuando se supone que el Estado plurinacional comunitario y autonómico es el mismo
Estado-nación, sólo con el añadido de algunas concesiones pluralistas. Esta perspectiva
reformista no es otra cosa que una voluntad restauradora del viejo Estado-nación, del
Estado moderno, de su vieja maquinaria colonial. Esta interpretación arbitraria es un
peligro no sólo que limita el ímpetu transformador del proceso sino porque termina
desconstitucionalizando el texto constitucional, llevándonos a la peligrosa situación de
elaborar leyes que no respondan al espíritu constituyente de la Constitución. Por eso,
hay que decirlo de una vez, el Estado plurinacional comunitario autonómico no es el
mismo Estado-nación; es otro Estado, otra forma de Estado, establece una relación
radicalmente distinta entre sociedades y Estado, entre naciones y pueblos indígenas
originarios campesinos y Estado. Hablamos definitivamente de otro mapa institucional.
El Estado plurinacional comunitario autonómico requiere una revolución institucional,
una revolución cultural, una revolución democrática, una revolución socio-ambiental,
que integralmente se comprenden como la emergencia del modelo civilizatorio y
cultural alternativo al capitalismo y a la modernidad que llamamos vivir bien.
Una segunda figura que aparece claramente en este proceso de conformación del nuevo
modelo económico es el papel atribuido al Estado, que no debemos olvidar nunca que es
otro Estado, otra clase de Estado. La función del Estado es conducir el proceso de
planificación económica y social, con participación y consulta ciudadana; dirigir la
economía y regular los procesos de producción, distribución y comercialización de
bienes y servicios; ejercer la dirección y el control de los sectores estratégicos de la
economía; participar directamente en la economía para promover la equidad económica
y social; integrar las diferentes formas económicas de producción, promover
prioritariamente la industrialización de los recursos naturales renovables y no
renovables, en el marco del respeto y protección del medio ambiente; promover
políticas de producción equitativa de la riqueza y de los recursos económicos del país,
determinar el monopolio estatal de las actividades productivas y comerciales que se
consideren imprescindibles; formular periódicamente, con participación y consulta
ciudadana, el plan general de desarrollo; gestionar recursos económicos para la
investigación, la asistencia técnica y la transferencia de tecnologías para promover
actividades productivas y de industrialización; además de regular la actividad
aeronáutica (Art. 316). ¿Cómo entender esta función del Estado en el contexto de la
economía plural, que es en sí y para sí economía social y comunitaria? ¿Se trata de un
Estado en transición en el proceso de una mutación transformadora que crea las
condiciones económicas, sociales, políticas y culturales para el desarrollo de una
economía social y comunitaria? Esta función del Estado debe descifrarse también
comprendiendo la forma de organización económica estatal, que abarca a las empresas
públicas y a otras entidades económicas de propiedad estatal. Esta forma de
organización económica tiene por objetivos: administrar a nombre del pueblo boliviano
los derechos propietarios de los recursos naturales, ejercer el control estratégico de las
cadenas productivas y de los procesos de industrialización; administrar los servicios
básicos de agua potable y alcantarillado; producir directamente bienes y servicios;
promover la democracia económica y el logro de la soberanía alimentaria; además de
garantizar la participación y el control social sobre su organización y gestión, así como
la participación de los trabajadores en la toma de decisiones y beneficios ( Art. 309). El
Estado articula las formas de organización económicas, dirige, interviene y regula la
economía, industrializa los recursos naturales, orientando el proceso económico hacia el
potenciamiento de la economía social y comunitaria, garantizando la democracia
económica y la perspectiva del vivir bien. Este es un Estado administrador de las
propiedades del pueblo boliviano, su administración pasa por la consulta, la
participación y el control social. Es un Estado cuyo sistema de gobierno es la
democracia participativa, que comprende el ejercicio de la democracia directa, la
democracia delegada y la democracia comunitaria. Entonces se trata de una herramienta
o de una maquinaria para lograr un fin, una adecuación de medio a fin; este fin es la
economía social y comunitaria y el vivir bien. No se trata, de ninguna manera, como
algunos nacionalistas y pragmáticos creen, que se trata de fortalecer el Estado,
mantenerse en la lógica estatalista, circunscribirse en el círculo vicioso de la realización
de la razón de Estado como si fuese el espíritu y el saber absoluto. Esta decadencia
hegeliana en pleno crepúsculo del Estado-nación no es más que una desesperada ficción
por mantener las estructuras de poder instauradas durante la colonia y evolucionadas, en
forma republicana, hasta la conformación subalterna del Estado moderno en la periferia
del sistema-mundo capitalista. La Constitución dice: No más Estado-nación, ha muerto,
no más Estado moderno, está en crisis, sino la incursión en una nueva forma
descolonizadora, el Estado plurinacional comunitario y autonómico.
Las otras figuras que aparecen son la iniciativa privada y la libertad de empresa, las
cooperativas y, fuera de estas formas de organización económica plurales, aparece un
modelo ecológico que desborda al propio modelo económico, articulándolo al modelo
civilizatorio y cultural del vivir bien. Como se puede ver, la organización económica del
Estado plurinacional comunitario y autonómico propone un proceso integral, articulado
y participativo encaminado a la conformación de la economía social y comunitaria en el
tejido del modelo civilizatorio del vivir bien.
Retomando la caracterización de la economía plural, se establece que en este
conglomerado el Estado ejercerá la dirección integral del desarrollo económico y sus
procesos de planificación, se plantea que los recursos naturales son propiedad del
pueblo boliviano y serán administrados por el Estado, que se respetará y garantizará la
propiedad individual y colectiva sobre la tierra, se propone la industrialización de los
recursos naturales para superar la dependencia de la exportación de materias primas y
lograr una economía de base productiva, en el marco del desarrollo sostenible, en
armonía con la naturaleza, se determina que el Estado podrá intervenir en toda la cadena
productiva de los sectores estratégicos, buscando garantizar el abastecimiento para
preservar la calidad de vida, se plantea el respeto a la iniciativa empresarial y la
seguridad jurídica, además vuelve a quedar claro que el Estado fomentará y
promocionará el área comunitaria de la economía como alternativa solidaria en el área
rural y urbana (Art. 311). Como se puede ver el Estado aparece como dirección del
desarrollo económico y planificador, como administrador de los recursos naturales,
como garante de la propiedad individual y colectiva, como interventor en la cadena
productiva, también como garante de la iniciativa empresarial y de la seguridad jurídica,
como fomentador de la economía comunitaria. Hay que tener claro que el Estado ahora
es el Estado transversal, no se reduce al nivel central, menos al gobierno, el Estado
comprende a todos los niveles autonómicos, el Estado comprende relaciones
intergubernamentales y relaciones entre las asambleas legislativas, el Estado es el
modelo territorial, es decir el pluralismo autonómico, comprendiendo su régimen
competencial y el régimen económico financiero del nivel central y de las autonomías.
El Estado es plurinacional comunitario y autonómico. Ahora bien, este Estado articula e
integra el proceso de transformaciones del modelo económico, que se encamina al
paradigma económico social y comunitario, al equilibrio ecológico, y al arquetipo
civilizatorio y cultural del vivir bien. El Estado es el dinamizador de la transición
transformadora, pero, a la vez, es un Estado en transición. No hay que olvidar que el
horizonte es la economía social y comunitaria y la composición civilizatoria del vivir
bien, donde la sociedad termina de integrarse equilibradamente a la naturaleza, dándose
lugar a una clara consciencia cultural de la pertenencia a la complejidad del cosmos o al
caosmosis. Esta intersubjetividad cultural es inmanente y trascendente, responde a la
búsqueda de armonía, reciprocidad y complementariedad viviente.
En Medio Ambiente, Recursos Naturales, Tierra y Territorio se dice que es deber del
Estado y de la población conservar, proteger y aprovechar de manera sustentable los
recursos naturales y la biodiversidad, así como mantener el equilibrio del medio
ambiente (Art. 342). También se dice que la población tiene derecho a la participación
en la gestión ambiental, a ser consultado e informado previamente sobre las decisiones
que pudieran afectar a la calidad del medio ambiente (Art. 343). Y un poco más abajo se
dice que las políticas de gestión ambiental se basarán en la planificación y gestión
participativas, con control social; en la aplicación de los sistemas de evaluación de
impacto ambiental y control de calidad ambiental, sin excepción y de manera
transversal a toda actividad de producción de bienes y servicios que use, transforme o
afecte a los recursos naturales y al medio ambiente; en la responsabilidad por la
ejecución de toda actividad que produzca daños medio ambientales y su sanción civil,
penal y administrativa por incumplimiento de las normas de protección del medio
ambiente (Art. 345). También se establece que el patrimonio natural es de interés
público y de carácter estratégico para el desarrollo sustentable del país (Art. 346).
Como se puede ver no sólo se trata de la preocupación por la preservación y
conservación del medio ambiente sino también de la problemática relación entre
sociedad y naturaleza, más aún entre actividades sociales como las relativas a la
producción, distribución, consumo y los ecosistemas, se tata de la búsqueda de la
constitución o reconstitución del equilibrio (pacha). En realidad los títulos II y III de la
Organización Económica del Estado trabajan el diseño de un modelo ecológico,
complejo trabajo y difícil diseño pues se trata de resolver las contradicciones entre
producción, industrialización, y equilibrio ecológico. La armonización y coordinación
entre actividades económicas y naturaleza es requerida mediante la intervención estatal
como garante de la preservación, conservación, mitigación ambiental, y a través de la
participación social en la gestión ambiental y territorial. Así como hay que tomar el
nuevo modelo como un proceso complejo de armonización y construcción de la
economía social y comunitaria, también hay que entender el modelo ecológico como un
proceso de armonización y construcción del equilibrio. La economía social y
comunitaria y el modelo ecológico son complementarios, constituyen las bases, el
sustento y el sostén del paradigma civilizatorio y cultural del vivir bien. En esta
perspectiva se trata de realizar el vivir bien prácticamente, no sólo tenerlo como
horizonte. ¿Cómo se hace esto? Resolviendo los nudos problemáticos, contradictorios,
los obstáculos, que impiden el equilibrio, la armonía con la naturaleza, que saturan y
rompen los equilibrios eco-sistémicos y atentan contra la biodiversidad. Para esto se
necesita actuar en los mapas complejos de las realidades socio-ambientales, socio-
territoriales, socio-económicos y socio-políticos. Este camino no es fácil ni simple, es
complicada y compleja, está dibujada en la normativa constitucional.
Un ejemplo de la elasticidad normativa en el despliegue del nuevo modelo económico
se encuentra en el artículo 352, donde se dice que la explotación de los recursos
naturales en determinado territorio estará sujeta a un proceso de consulta a la población
afectada, convocada por el Estado, que será libre, previa e informada. Se garantiza la
participación ciudadana en el proceso de gestión ambiental y se promoverá la
conservación de los ecosistemas, de acuerdo con la Constitución y la ley. En las
naciones y pueblos indígenas originarios campesinos, la consulta tendrá lugar
respetando sus normas y procedimientos propios. Este artículo muestra claramente la
elasticidad y la tensión de la transición; están contemplados todos los sujetos
involucrados en el proceso, el Estado, la población, las naciones y pueblos indígenas, la
ciudadanía y obviamente, ese sujeto, reconocido en la concepción del vivir bien que es
la naturaleza. Todos tienen que participar en la transformación y armonización, en la
gestión ambiental, en la conservación y también en a exploración sustentable de los
recursos naturales. Este artículo nos muestra claramente la necesidad de la adecuación
de la explotación y producción de los recursos naturales con la conservación de los
ecosistemas. En otras palabras, modelo productivo y modelo ecológico tienen que
armonizarse en la perspectiva del vivir bien. Se muestra la dificultades de hacerlo, pero
también las salidas, una de ellas, y quizás una de las más importantes, tiene que ver con
la participación de la población, con la gestión ambiental ciudadana, con la gestión
territorial. La transición no puede realizarse sin la participación social, la
transformación no puede desplegarse sin la coordinación de todos los sujetos
involucrados. Esto implica una planificación territorial, bajo un enfoque de
planificación integral y participativa. Para esto es menester tener claro la dirección y la
orientación del proceso; se parte de la articulación coordinada de la economía plural, se
involucra al Estado en esta articulación, se orienta su función en la perspectiva de la
economía social y comunitaria, se asume el paradigma ecológico, creando las
condiciones de realización del modelo civilizatoria y cultural del vivir bien. El modelo
de Estado, el modelo autonómico y el modelo económico, componen el paradigma del
vivir bien, construyen potenciando relaciones alternativas, basadas en las reciprocidades
y complementariedades, recuperando, consolidando y expandiendo las formas
comunitarias, las formas de cohesión colectivas, los saberes sociales y el intelecto
general. La complejidad de esta transición tiene que ser situada en una suerte de
coexistencia disputada de las formas sociales, colectivas y comunitarias en el contexto
definido por la economía-mundo capitalista. Se trata de una larga transición combativa
hacia un mundo alternativo al capitalismo. En esta perspectiva es indispensable
combinar principio de realidad y principio esperanza, objetividad y utopía, encaminar la
praxis en función del horizonte abierto por las luchas sociales y de las naciones y
pueblos indígenas originarios campesinos.
Transiciones en la periferia
Este artículo responde a un cuestionario que me hizo llegar amablemente Mabel
Thwaites Rey, yo también le hice otras preguntas. La idea es que podamos discutir,
reflexionar y analizar sobre los desafíos y problemas que nos plantean los procesos
políticos desatados en Sudamérica, las transiciones que plantean y las condiciones de
posibilidad histórica de los cambios, las rupturas y la invención de nuevas formas
estatales, societales y económicas, lo que en Bolivia se llama el paradigma civilizatorio
y cultural del vivir bien. El cuestionario mentado se puede resumir en tres preguntas
orientadoras. Estas son las siguientes:
1. ¿Crees que es posible pensar, y en vistas a la experiencia boliviana, en un
modelo teórico que permita dar cuenta de la problemática estatal de los estados
periféricos en general, o hace falta la construcción de herramientas específicas
para analizar la etapa transicional?
2. Según tu perspectiva, el proyecto descolonizador supone abrirse a “un pasado
no realizado, inhibido y contenido por la colonización”. En el caso de las
civilizaciones indígenas, esto supone la recuperación de cosmovisiones y
saberes que fueron avasallados por la colonización. Por una parte, ¿cómo se
conjugan los diversos imaginarios plurales en un sentido que preserve el
espacio común de construcción colectiva, más allá de las diferencias? Y por la
otra, ¿en qué medida esta idea de recuperación del pasado puede ser traducida
a los estados nacionales dónde tales entramados culturales no tuvieron un peso
de igual significación que en Bolivia y en la región andina?
3. ¿Cuáles son las resistencias más difíciles de superar y con qué estrategias de
gestión política se pretende vencerlas?
La condición estatal en la periferia y en la transición
Quizás uno de los problemas más inquietantes para el análisis político tenga que ver con
la condición estatal en la periferia del capitalismo o en los espacios del capitalismo
periférico. También vinculado a este problema se tiene otro concomitante: la condición
estatal en la transición hacia formas que buscan superar la determinante económica del
capitalismo, orientándose hacia formas que intentan profundizaciones democráticas, que
aperturan transiciones al socialismo, y recientemente, que intentan desandar el camino
de la colonialidad, iniciando procesos de descolonización. ¿Cuál es esta condición o
cuáles son estas condiciones del Estado en la periferia y en la transición? La pregunta de
Mabel Thwaites Rey apunta en este sentido: ¿Crees que es posible pensar, y en vistas a
la experiencia boliviana, en un modelo teórico que permita dar cuenta de la
problemática estatal de los estados periféricos en general, o hace falta la construcción
de herramientas específicas para analizar la etapa transicional? Para responder esta
pregunta voy a lanzar algunas hipótesis de trabajo.
Hipótesis 1:
Es posible hablar tanto de la condición estatal en la periferia así como de la condición
periférica del Estado. No son lo mismo. La condición estatal alude a las adecuaciones
estatales en la periferia, a las adecuaciones administrativas, políticas, técnicas,
normativas y procedimentales de estos aparatos y de estas maquinarias fabulosas a las
condiciones múltiples y plurales de la periferia del sistema mundo capitalista. La
condición periférica alude a la situación de subalternidad de la periferia respecto al
centro de la economía-mundo capitalista, por lo tanto alude a la condición de
dependencia y de dominación en la que se encuentra la periferia respecto al centro del
sistema-mundo.
Ambas condiciones plantean problemas y desafíos teóricos: ¿Cómo pensar la condición
estatal en la periferia? ¿Cómo pensar la condición periférica del Estado? ¿Para
responder a estos problemas y desafíos es suficiente la teoría clásica del Estado, si es
que se puede hablar de una teoría clásica, es suficiente la teoría del modo de producción
capitalista? La respuesta parece ser no; no es posible responder a estos problemas a
partir de teorías que no contemplen, no incluyen, estos problemas. El campo
problemático de estas teorías es otro; en lo que respecta al Estado, la emergencia del
Estado, el contrato social, el arte de la política, la unificación nacional, la legitimación
del poder, la determinación o la autonomía relativa, la racionalidad, la instrumentalidad
y la normativa administrativa, los aparatos ideológicos; en lo que respecta al modo de
producción capitalista, la explotación, el plusvalor y la plusvalía, la tasa de ganancia, la
composición del capital, todo esto en el marco de la teoría del valor. Como se puede ver
no se toma en cuenta la inserción de la maquinaria política en contextos abigarrados,
diferenciados, barrocos, donde perviven formas de resolución del poder y de la
legitimidad distintas a la racionalidad instrumental de la modernidad, como por ejemplo
redes de parentesco, alianzas territoriales, complementariedades y rotaciones de
mandos, plusvalías de código y de prestigio. Cuando la racionalidad instrumental se
mezcla y yuxtapone con estas otras lógicas del poder termina produciendo adaptaciones
y adecuaciones complejas que exigen pensarlas no solamente desde sus contextos sino
también desde sus propias convocatorias y ceremonialidades de poder. También es
importante tomar en cuenta la influencia y el papel de las burguesías intermediarias, de
las oligarquías regionales, que ocasionan usos particulares del poder, también formas
perversas de delegación y usufructo del manejo institucional. Por otra parte, los
procesos populares, de recuperación de recursos naturales, de nacionalización y
búsquedas alternativas a la dependencia, terminan de producir efectos transformadores
en el Estado. Estos contextos problemáticos vinculados también a las formas,
pervivencias, irradiaciones, sincretismos e hibridaciones culturales, terminan
configurando campos nebulosos que exigen una reflexión, análisis e interpretación
teóricas apropiadas. Lo que equivale a decir que se requieren por lo menos
desplazamientos epistemológicos que permitan pensar y elucidar las problemáticas
contingentes. No sé si se trata de encaminarse a un pluralismo epistemológico o a una
epistemología de la pluralidad. En todo caso se trata de otra forma de pensar, por lo
menos desde la problematización crítica de la modernidad. Podemos abrirnos a
modernidades heterogéneas, pero también a otras perspectivas, a otros enfoques, que
logren pensar la alteridad, las alteraciones, la otredad, la diversidad y las resistencias a
la dominación del centro del sistema-mundo, a la geopolítica cultural y de los
conocimientos, de la ideología moderna, nórdica y occidental.
Desde hace un buen tiempo se ha considerado esta posibilidad en la filosofía, abrirse a
pensar la pluralidad, lo importante es saber desde donde se piensa, desde donde se
nombra, desde qué lugar, y quién habla, quién es el sujeto de la enunciación. El traslado
de estos lugares o mas bien de los lugares comunes en las teorías hegemónicas produce
desplazamientos y transformaciones epistemológicas, se abre a otros saberes y a otras
formas de conocimiento, sobre todo se abre a otra perspectiva, a otras maneras de ver el
mundo. Todo esto forma parte de la disputa, del desacuerdo, de la lucha por la
enunciación del mundo, que también es una guerra de poderes. Quizás la forma más
fuerte de esta lucha se da en torno a la descolonización. Pues, como dice Armando
Bartra, nuestros países colonizados y después postcoloniales tienen que ver
gravitantemente con el acontecimiento traumático de la conquista y la colonia138
. Nadie
se escapa de esta experiencia, los nativos, originarios, llamados indígenas, los mestizos,
138
Seminario en La Paz sobre Descolonización, tierra y territorio. Salón de la Revolución; Vicepresidencia
del Estado Plurinacional.
criollos, los descendientes de los barcos, nadie escapa a este acontecimiento violento de
instauración, de institucionalización, de dominación, de configuración societal y de
deculturación que es la vivencia múltiple de la colonialidad. Por eso, parece
indispensable pensar los estados periféricos, los estados subalternos, desde los contextos
problemáticos y la atmosfera de la colonización y colonialidad. Al final de cuentas todas
las sociedades coloniales se han construido sobre cementerios indígenas. La guerra
contra los indios ha sido constitutiva de las sociedades y repúblicas poscoloniales.
Quizás sea este el núcleo más fuerte, más duro y problemático de la condición periférica
del Estado y de la condición estatal en la periferia. El Estado en estas latitudes ha sido el
gran instrumento de la colonización, desde la conformación de los aparatos
extraterritoriales administrativos coloniales hasta las formas más modernas de los
Estados republicanos, incluyendo todas sus reformas democráticas y administrativas. El
problema colonial no atinge solamente a los países con fuerte densidad demográfica
indígena, sino a todos los países poscoloniales, pues todos ellos son producto de la
colonización, la colonia y la colonialidad, todos ellos son sociedades poscoloniales,
todos ellos tienen una deuda con las naciones y pueblos indígenas. Además todos se
encuentran bajo las formas de dominaciones expansivas e intensivas de las formas de
poder de los países centrales del sistema-mundo capitalista, de sus burguesías, sus
trasnacionales y su capital financiero; por lo tanto se encuentran bajo formas reiteradas
de la dependencia, de lo que se conoce como las formas complejas de la
neocolonialidad y del imperialismo. Las formas del colonialismo se han expandido y
proliferado, innovándose con las transformaciones comunicacionales y tecnológicas,
ampliándose con la producción de necesidades artificiales y la irradiación del
consumismo compulsivo. La deculturación, la aculturación, el etnocidio, son constantes
y permanentes, avanzan paradójicamente con la emergencia de la diversidad y la
multiculturalidad. Como se puede ver los códigos políticos no pueden desvincularse de
los códigos culturales. El Estado no solamente es un aparato político sino también una
expresión cultural dominante, que lleva adelante el proyecto civilizatorio de la
modernidad. Desde esta perspectiva, desde la mirada descolonizadora, el Estado
también tiene que pensarse, en tanto problema, desde la posibilidad de su desmontaje.
La teoría crítica del Estado, ahora, en la periferia, no puede sino realizarse desde el
enfoque de la descolonización. Sino ocurre esto, la crítica se circunscribe a un ejercicio
malabaristico en el terreno y en los límites de la academia, también circunscrita al
debate abstracto, reiterativo, de lo mismo, del saber centrado y científico.
Trasladándonos de terreno, a la teoría del modo de producción capitalista, podemos ver
que también ocurre algo parecido. La teoría no ha tomado en cuenta la expansión del
capitalismo en la periferia o, mas bien, la expansión de la periferia del capitalismo;
mejor dicho, la expansión periférica del capitalismo. Son recientes los estudios de los
ciclos del capitalismo, que nos muestran una historia más larga, que va más allá de la
revolución industrial inglesa, que incluso ahora nos muestran un capitalismo anterior al
europeo, el capitalismo asiático, particularmente el capitalismo chino, que ahora, retorna
con fuerza con la llamada revolución industriosa139
. Autores como Samir Amin, Andre
Gunder Frank, Theotonio dos Santos, han intentado romper con una mirada céntrica del
capitalismo buscando en las formas del capitalismo periférico la explicación actualizada
de la acumulación originaria y ampliada del capital. Escuelas como las de la
dependencia, en América Latina, han buscado explicar la producción desarrollada del
139
Revisar de Giovanni Arrighi Largo siglo XX; Madrid, Akal: También revisar del mismo autor Adam
Smith en Pekín; Madrid, Akal.
subdesarrollo, teorizando sobre la dependencia y el sistema-mundo capitalista. Estos
desplazamientos son importantes, han provocado una nueva formación enunciativa.
Requerimos expandir y profundizar sus hallazgos para terminar de construir una nueva
caja de herramientas teóricas que piense el capitalismo desde la periferia, desde su lugar
de expansión, de reiterada acumulación originaria, convertida en reserva de recursos
naturales y de ejércitos de mano de obra barata, explotables, suspendiendo los derechos
humanos, sociales y de los trabajadores. La crisis del petróleo, la crisis de los
hidrocarburos, la crisis ecológica, nos muestran fehacientemente no solamente los
límites del capitalismo sino también y sobre todo la necesidad de repensar el capital, los
capitalismos, las acumulaciones, el desarrollo, desde la perspectiva crucial y
desbordante la las formaciones histórico, sociales y económicas periféricas, así como
desde sus configuraciones territoriales.
Creo que los problemas de las transiciones se replantean de nuevo a partir de las
experiencias recientes de la emergencia de los movimientos sociales multitudinarios,
populares e indígenas, sobre todo cuando estos movimientos o más bien sus
organizaciones, incluso sus organizaciones políticas, llamadas en Bolivia, instrumento
político de las organizaciones sociales, llegan al gobierno, embarcándose en gestiones
gubernamentales complejas y de transición. Una de las grandes discusiones en ciertas
corrientes marxistas fue la transición del feudalismo al capitalismo, otra gran discusión
de las corrientes teóricas y políticas del marxismo, sobre todo de estas últimas fue la
transición del capitalismo al socialismo, sobre la base de la experiencia de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas y la República Popular China. Creo que el alcance de
ambas discusiones es mas bien corto y sin respuestas, se trata de trabajos básicamente
descriptivos, aunque hay honrosas excepciones que han tratado de teorizar sobre las
complejas transiciones y sobre sus contradicciones. En relación a los estudios e
investigaciones esclarecedores de la escuela de los anales, se puede decir que la tesis
sobre la transición del feudalismo al capitalismo ha quedado en suspenso o entredicha,
pues ahora se tiene un enfoque mundial del capitalismo, como sistema y economía-
mundo, que comprende ciclos diferenciales, que connotan cambios estructurales. En lo
que respecta a la transición al socialismo, la discusión ha culminado abruptamente con
la caída de los estados socialistas de la Europa oriental. Está en ciernes la discusión de
las transiciones, que llamaría, abigarradas, de los gobiernos populares e indígenas de
América del Sur (Venezuela, Ecuador, Bolivia). El despliegue de esta discusión es
necesario y urgente, sobre todo porque se juega el destino no sólo de nuevos proyectos
alternativos sino porque está en juego el destino de poblaciones, pueblos, naciones y
sociedades, que ponen en expectativa sus esperanzas y su entusiasmo en las
posibilidades de los cambios echados a andar. Trataremos de meditar y hacer algunos
apuntes al respecto de la experiencia de estas transiciones sudamericanas. En esta
perspectiva nos atreveremos a lanzar alguna hipótesis.
Hipótesis 2:
La transición puede ser pensada tanto desde una perspectiva macro-orientada, donde
preponderan las discusiones sobre el cambio de las funciones y las estructuras, así como
desde una perspectiva micro-orientada donde prepondera el cambio de los actores y de
las acciones de estos actores; lo que importa de esta transición no es sólo la perspectiva
sino la orientación y dirección del proceso, lo que es indispensable averiguar es la
radicalidad y profundidad del proceso, evaluar su capacidad de ruptura o más ben su
debilidad, su límite reformista. Bajo esta pretensión teórica podemos proponer lo
siguiente: Que la transición política, social y cultural que comprende a los procesos
sudamericanos deben valorizarse a partir del horizonte que abren y también de las
contradicciones que sostienen y sortean. Su sostenibilidad y desenvolvimiento virtuoso
depende de la fuerza social de cambio, de la posibilidad permanente de la movilización
general, de un proceso de participación prolongado que termine de barrer con las viejas
estructuras, las viejas funciones, la viejas normas y procedimientos, la heredada forma
de gobierno disciplinario y liberal. En definitiva, la transición depende de la fuerza,
capacidad y alcance descolonizador de los procesos.
Analizando la hipótesis que acabamos de lanzar, es indispensable situarse en algunas
contradicciones de los procesos desplegados en América del Sur, particularmente
prefiero situarme en los problemas y contradicciones del proceso boliviano, que es el
que más conozco. Una de esas contradicciones sintomáticas se ha dado con relación a la
temática indígena, en lo que respecta a los derechos de las naciones y pueblos indígenas
originarios; otra de las contradicciones se dan en lo que respecta a la problemática
ambiental; en este sentido a la contradicción entre visión desarrollista y ecología. Estas
contradicciones son sobresalientes en Bolivia y Ecuador, aunque entendiendo sus
matices y contextos diferenciados, por ejemplo, la menor densidad demográfica
indígena de Ecuador y la mayoritaria presencia indígena en la población boliviana. Hay
que remarcar estas contradicciones ente la evidencia de que en sus constituciones se
declaran estados plurinacionales, haciendo claramente alusión al proyecto
descolonizador. Por otra parte, la Constitución de Ecuador establece los derechos de la
madre tierra, convirtiéndola en sujeto, en un notorio desplazamiento hacia las
cosmovisiones indígenas. La Constitución de Bolivia, aunque no define los derechos de
la madre tierra, los supone cuando establece la finalidad del suma qamaña, del vivir
bien; la cosmovisión de la pacha está presente; dicho en pocas palabras, esto quiere
decir que se trata del equilibrio, la armonía (pacha) con la madre tierra y las
comunidades. Los gobiernos, las políticas públicas, el proyecto de desarrollo, han
entrado rápidamente en contradicción con los derechos de las naciones y pueblos
indígenas, también con el equilibrio de los ecosistemas, por lo tanto con la finalidad,
valor supremo, del modelo civilizatorio del vivir bien.
¿Qué significa todo esto, la sintomática evidencia de estas contradicciones, desde la
perspectiva de la transición? Una primera apreciación tiene que ver con que el proceso
enfrenta su núcleo más duro de resistencia y paradójicamente de aperturas. Esto quiere
decir que el proceso no podrá avanzar consecuentemente si no resuelve problemas
heredados, uno de esos, quizás el más condicionante, es el que tiene que ver con el
desarrollo y la dependencia. ¿Cómo encarar el desarrollo y la salidas de la dependencia
cuando se trata de una revolución indígena, un revolución cultural, un proceso
descolonizador que se abre hacia el modelo civilizatorio y cultural del vivir bien?
Mientras no se supere la ilusión desarrollista y no se encuentran salidas verdaderamente
alternativas a la reiteración de la dependencia, al círculo vicioso de la dependencia, va a
ser muy difícil atravesar las contradicciones y llevar adelante las transformaciones
dentro de la transición. Hacer esto equivale a una ruptura con el paradigma modernista,
con el habitus desarrollista de los funcionarios y los especialistas, con la dependencia de
la cooperación internacional, con la repetición instrumentalizada de políticas públicas
encaminadas al desarrollo. Esto significa abrirse a la circulación de otros saberes, de
otras experiencias, de otras técnicas y otras opciones tecnológicas. Sin embargo, estos
desplazamientos epistemológicos y culturales no podrían hacerse sin que se produzcan
simultáneamente transformaciones institucionales.
El otro nudo contradictorio tiene que ver con la arquitectura, la estructura, los
engranajes, la organización, la normativa y los procedimientos del aparato estatal.
Después de la constatación de la crisis múltiple del Estado y el despliegue deconstructor
de las movilizaciones sociales, se llega al gobierno por la vía electoral, gobierno por
cierto inserto en el aparato estatal, maquinaria que responde a la acumulación política
colonial y liberal; se produce un cambio simbólico del gobierno y no se transforma el
Estado, perdurando como una resistencia administrativa a los requerimientos del
cambio. Se reproduce la vieja lógica estatal, sus prácticas, sus normas, sus
procedimientos, su racionalidad administrativa, convirtiéndose en una enorme malla de
obstáculos a los mismos intentos de transformación. El gobierno revolucionario termina
envuelto dramáticamente en escenarios preformados, de tramas escritas, cuyos
desenlaces ya están establecidos. Los resultados pueden reconocerse, retornan las
cristalizadas configuraciones del poder: Autocracias ilustrados o sin iluminismo,
absolutismos regionales y locales, verticalismos disciplinarios, discriminaciones
veladas, patriarcalismos más o menos encubiertos, clientelismos, circuitos de influencia,
elitismos y especializaciones soterradas. Estas resistencias institucionales e
institucionalizadas boicotean permanentemente los objetivos del proceso de cambio.
Dicho de otro modo, en la transición el Estado en mutación se convierte en un
problema, frena la transición, aparece como memoria material acumulada de las formas
polimorfas de dominación y de las formas de la racionalidad administrativa
instrumentalizada, racionalidad que conduce las formas reiterativas del poder. ¿Sin
embargo, podría entenderse también que la condición estatal es el medio a través del
cual se transita a las transformaciones institucionales y las transformaciones políticas
que diluyen el Estado en la sociedad? En la perspectiva teórica de la crítica del Estado,
también de la crítica del poder, esto último es el sentido de la subversión social, de la
subversión de la praxis, lo que connota que la sociedad recupere su capacidad de
autodeterminación, de autogobierno, de autoadministración. Empero, durante el
desenvolvimiento mismo de la transición, durante el despliegue del proceso, esta
realización, esta recuperación integral de la sociedad, parece lejana. Más bien en la
transición el Estado se hace indispensable y parece reforzar sus propios engranajes
haciendo que la maquinaria vuelva a funcionar como antes. Esta persistencia del Estado
es problemática pues impide la realización de sus propias transformaciones. Al respecto,
en Bolivia y Ecuador se trata de la transición del Estado-nación al Estado plurinacional;
a pesar de haberse establecido constitucionalmente la condición plurinacional del
Estado, por lo tanto la tarea de iniciar un proceso de descolonización, reconociendo la
existencia precolonial de las naciones y pueblos indígenas, su derecho a la libre
determinación y al autogobierno, abriéndose así a la posibilidad del pluralismo
institucional, normativo, administrativo y de gestiones, comprendiendo una gestión
pública plurinacional, una gestión comunitaria y una gestión intercultural, el
funcionamiento de la maquinaria estatal según sus viejas prácticas, normas y
procedimientos administrativos, termina restaurando el Estado-nación. El Estado-nación
se niega a morir y abrir el curso al nacimiento del Estado plurinacional. El Estado no
quiere dejar de ser Estado, quiere mantener su relación diferenciada con la sociedad,
monopolizar la representación de la sociedad como sociedad política; se niega a que la
sociedad se apropie de sus propios productos, como los relacionados al propio Estado.
Salir del Estado-nación y entrar al horizonte del Estado plurinacional es renunciar al
carácter universal de la nación, reconociendo el pluralismo de naciones, de culturas, de
sociedades, de civilizaciones. Salir del Estado, separado de la sociedad, es salir de esta
división liberal, Estado/sociedad civil, es dejarse irradiar por los flujos participativos de
la sociedad; en este sentido la democracia participativa y la participación social son
conceptos que rompen con la división Estado/sociedad y recuperan la condición integral
de la sociedad, comprendiendo también que hablamos de múltiples sociedades, de
diversas asociaciones, de la interrelación de distintas formas de socialidad, perfiles que
enriquecen las formas de cohesión, de comunicación, de intercambio, de
interculturalidad. A propósito, Pierre Rosanvallon dice que, expulsar el liberalismo de
nuestras cabezas es renunciar ala pretensión universal, así como tratar de particulizar
el campo político, cuando hoy está estructurado de manera centralizada en su relación
con el Estado; el problema clave es particulizar el espacio de las actividades
económico sociales. Sólo a este precio es posible concebir niveles diferentes de
organización y de autonomía en la sociedad y ya no razonar en función de la necesidad
de un solo nivel de organización140
. También dice que, la superación del capitalismo
no puede comprenderse como la implantación de un nuevo orden económico global, de
un nuevo modo de producción. Por el contrario, se trata de multiplicar los modos de
producción y los tipos de actividad social141
. En este sentido dice que, expulsar al
liberalismo de nuestras cabezas quizás sea también terminar con el concepto de
sociedad global142
. Por último dice que, expulsar el liberalismo de nuestras cabezas es
producir un derecho adecuado a las nuevas representaciones de la sociedad y de sus
actividades143
. Como se puede ver se apunta a una sociedad plural, a un campo político
plural, a una economía plural, a un derecho plural. Este es el camino abierto por los
movimientos sociales. En cambio habría que discutir con Pierre Rosanvallon su
incredulidad acerca de las formas comunitarias, considera que es poco probable que se
desarrollen formas estables de vida comunitaria más amplias en el interior de las
cuales podría evolucionar una suerte de modo de producción comunitario144
.
Rosanvallon desconoce la existencia, resistencia, pervivencia y expansión de las
comunidades indígenas en América Latina. Este dato le falta en las salidas pluralistas
que propone al capitalismo y al Estado central. Las comunidades indígenas son
alterativas y alternativas al Estado y al mercado, por lo menos en su condición
homogénea y mundial. La propuesta histórica es que sobre la base de esta matriz
ancestral se pueda construir otras alternativas comunitarias, desarrollando y
reivindicando lo común de las sociedades, no sólo políticamente, económicamente,
culturalmente, sino también jurídicamente, en una concepción abierta al pluralismo
jurídico.
Como se puede ver la transición es un periodo contradictorio, es un recorrido difícil de
sortear, sin embargo tampoco hay que olvidar que también es el espacio y tiempo de
oportunidades, tiempo de fluidez, de flexibilizaciones, ocasión de invenciones y
creatividades. No deja de ser una invitación a cambiar, a promover transformaciones.
¿De qué depende que se dé una transición transformadora y no una transición
expectante, adormecida en la reiteración de la rutina heredada, apenas modificada?
Depende de la comprensión del proceso, del conocimiento de sus tendencias, de la
claridad teórica, de la voluntad de cambio, de no perder de vista las estrategias y
finalidades diseñadas por el poder constituyente, que deben estar presentes en cada uno
de los actos, de las acciones y de las políticas transformadoras.
La condición comunitaria en el Estado Plurinacional
La Constitución Política del Estado dice que Bolivia se constituye en un Estado Unitario
Social de Derecho Plurinacional Comunitario; debemos situarnos en el carácter
140
Pierre Rosanvallon: El capitalismo utópico. Buenos Aires 2006; Nueva Visión. Pág. 220.
141 Ibídem: Pág. 221.
142 Ibídem: Pág. 222.
143 Ibídem: Pág. 223.
144 Ibídem: Pág. 222.
plurinacional comunitario, que es lo nuevo en la caracterización en la fundación del
nuevo Estado, sobre todo en la definición de Estado comunitario, que es una
caracterización en la que menos atención se ha prestado al momento de interpretar la
constitución. Indudablemente este es un desplazamiento radical, además del
desplazamiento plurinacional, sobre el que hemos escrito tratando de descifrar la
transformación pluralista del Estado; sin embargo, hemos dicho poco sobre el carácter
comunitario. Creo que es el momento de hacerlo. ¿Qué debemos entender por la
condición comunitaria en el Estado plurinacional? En primer lugar debemos partir
comprendiendo la heterogeneidad de las formas comunitarias; la Constitución Política
del Estado hace hincapié en las comunidades ancestrales; esto debido al carácter
descolonizador del proceso emergido de las entrañas de los movimientos sociales,
prioritariamente debido a la participación fundamental de los movimientos indígenas
originarios. Por eso se ha dicho que el proyecto descolonizador supone abrirse a un
pasado no realizado, inhibido y contenido por la colonización. Una de las principales
apuestas es liberar a la historia de su interpretación colonial, otra apuesta concomitante
es liberar al pasado de sus ataduras coloniales, lo que equivale a decir liberar las
potencialidades, las capacidades, los saberes, las tecnologías, las relaciones de las
comunidades ancestrales de las estructuras políticas, de las redes institucionales, de las
ideologías en curso, de las hegemonías sucesivas, primero colonial y después liberal,
particularmente interesa de-construir las costras modernizadoras que se han yuxtapuesto
a las estructuras e instituciones comunitarias, quitándoles su fuerza productiva y su
proyección de irradiación. Por ejemplo habría que seguir la expansión del ayllu en la
costa, la puna, los valles y caídas subtropicales de la geografía andina, como estructura
dual, red de parentesco y alianzas políticos territoriales, como forma organizacional,
como institución cíclica y rotativa, también como archipiélago y manejo transversal de
los pisos ecológicos145
. El nacimiento del ayllu se remonta a los tiempos de la noche;
Nathan Wachtel relata en El regreso de los antepasados, en un capítulo introductorio
que titula En los confines del mundo, que los aymaras llamaban a los chipayas Chullpa-
Puchu, que quiere decir sombra de los chullpas. Dice:
“Así insultaban los indios aymaras del altiplano boliviano a los chipayas, habitantes de
un pueblito situado en la provincia de Carangas, para decirles que no forman parte de la
humanidad actual. En efecto, según un mito de origen ampliamente difundido en los
Andes meridionales, el término chullpas designa a los seres que poblaban la tierra antes
de la aparición del sol. Vivian de la caza y la recolección, bajo la difusa claridad de la
luna y las estrellas, cobijándose en grutas y cubriéndose con hojas y pieles de animales.
Los adivinos predijeron el nacimiento del sol, pero no pudieron precisar por dónde
surgiría: ¿por el norte?, ¿por el sur?, ¿por el oeste? Para protegerse, loschullpas
construyeron chozas cuyas entradas se abrían hacia el este: cuando el sol salió, casi
todos murieron quemados por el fuego celeste. Sólo sobrevivieron unos cuantos que se
habían refugiado en el lago Ajllata, cerca del rio Lauca. De aquellas “sombras”
descienden los chipayas, últimos testigos en este mundo de una humanidad primordial.
145
Revisar de John V. Murra El mundo andino. Población, medio ambiente y economía. Lima 2002; Instituto de Estudios peruanos. También de Nathan Wachtel El regreso de los antepasados. Los indios urus de Bolivia, del siglo XX al XVI. México 2001; Fondo de Cultura Económica, El Colegio de México. Así mismo es importante revisar de Tristan Platt, Thérèse Bouysse-Cassagne, Olivia Harris Qaraqara-Charka. Mallku, Inca y Rey en la provincia Charcas (siglos XV-XVII). La Paz 2006. Plural, Instituto de Estudios Andinos. Recogiendo estos trabajos en una interpretación teórico-política, de Raúl Prada Alcoreza Territorialidad. La Paz 1998; Mitos. Punto Cero. También El Ayllu en el desierto capitalista. La Paz, Episteme.
Los chipayas se consideran a sí mismos como jas-shoni, “hombres de agua”, en
oposición los “hombres secos”, los aymaras”146
.
La interpretación es la siguiente: El nacimiento del ayllu se remonta a los tiempos
cuando los uru-chipayas poblaban el altiplano andino. Para evaluar su densidad y su
expansión anterior podemos decir que ya en el siglo XVI los urus constituían una cuarta
parte de la población del altiplano, hoy se encuentran reducidos a cuatro o cinco grupos
aislados, que apenas llegan a sumar unas dos mil personas. Esto quiere decir que el
nacimiento del arquetipo del ayllu se remonta a esta etapa de caza y recolección, antes
de producirse la sedentarización de la población altiplánica. Esto es importante, pues
explica la intensa circularidad implícita en el desenvolvimiento del ayllu, la dualidad, la
complementariedad, la reciprocidad y la rotación. Sobre todo la configuración de la
complementariedad, que explica la conformación y composición del ayllu, tiene que ver
con los recorridos y conexiones-articulacionesadjuntas que permiten la alimentación y
el avituallamiento compartidos. Esta estructura cíclica, circular y complementaria se
traslada al ayllu en la etapa sedentaria, dándose las adecuaciones necesarias en esta
etapa de revolución agrícola, cuando se domestica el genoma de las plantas y de los
animales. La estructura del ayllu se complejiza, los recorridos y ciclos se convierten en
rotación, en amarre territorial y en alianzas políticas. La dualidad espacial, incluso la
cuatripartición, la complementariedad de los circuitos y recorridos, las reciprocidades de
las relaciones y de loscanjes, se institucionalizan y forman parte de una organización
estructurada, dibujada en el espacio y el imaginario. De los urus a los puquina, de éstos
a los aymaras y quischwas, así simultáneamente y sucesivamente, dependiendo de los
desplazamientos, paralelismo e irradiaciones, el ayllu se convierte en una estructura
estructurante, en una institución social y cultural, en una institución imaginaria de las
sociedades, en toda la geografía andina. Esta matriz sostiene a formaciones
socioeconómicas y políticas como las de Tiwanaku y el Tawantinsuyo. Cuando llega la
Colonia el ordenamiento territorial, promulgado por el Virresy Toledo, fragmenta los
ayllus y los sitúa en lugares definidos como pueblos de indios. Detiene aparentemente la
gran circulación y movimiento de los ayllus y sus poblaciones; sin embargo, cuando se
efectúa otro censo, visitas y revisitas, durante el Virrey de la Palata, se capta que la
circulación, el movimiento, la reterritorialización del ayllu había continuado, a pesar de
las disposiciones coloniales. Entonces el ayllu se transforma, adecuándose a los
tiempos. La forma de organización del ayllu va a ser clave durante los levantamientos
anticoloniales del siglo XVIII. El ayllu también termina adecuándose durante los
periodos de la república; al principio se va a mantener el tributo indigenal, después el
ayllu va seguir sosteniendo el trabajo de las minas, por medio de sus múltiples
relaciones con los trabajadores. Esto ocurre tanto durante el ciclo de la minería de a
plata como durante el ciclo de la minería del estaño, aunque en condiciones distintas. Se
podría decir que los mineros nunca dejan sus lazos comunitarios y los imaginarios
animistas de la espiritualidad andina. Podríamos decir, de cierta manera, que las
comunidades sostienen los costos sociales de la explotación minera. Al respecto es
menester estudiar más detenidamente las relaciones entre el ayllu y el capitalismo. La
forma de organización del ayllu va a ser clave durante la guerra federal, que contiene la
guerra aymara; esta configuración se va a mantener durante todos los levantamientos
indígenas, incluso los que atraviesan el ciclo de movimientos sociales del 2000 al 2005.
El ayllu es la matriz de las comunidades andinas, las llamadas originarias, que buscan la
reconstitución de los suyos, también de las comunidades campesinas, organizadas en
sindicatos. El sindicato campesino no deja de ser una transformación moderna del ayllu,
146
Ibídem: Pág. 15.
tiene como matriz y referencia al ayllu, incluso cumple funciones y atribuciones del
ayllu. Durante el proceso constituyente el ayllu ha sido el referente imprescindible del
desarrollo de los artículos que tienen que ver con lo comunitario. Ahora, después de la
aprobación de la Constitución, el ayllu es el referente obligado de la aplicación de la
Constitución en todo lo que tiene que ver con la realización del Estado comunitario, la
democracia comunitaria, los derechos de las naciones y pueblos indígenas originarios
campesinos, con el pluralismo jurídico, con la economía comunitaria. Como se puede
constatar las comunidades ancestrales tienen que ver con la realización del Estado
plurinacional comunitario y autonómico; en lo que respecta a las autonomías, la
organización territorial de la autonomía indígena tiene su arquetipo en la espacialidad
del ayllu, por lo menos en lo que respecta a tierras altas, es decir la región andina.
Se entiende que nos encontramos en un contexto complejo de economía plural,
compuesta por distintas formas de organización económica, en la que se encuentra la
economía comunitaria como espacio de realización disponible y campo de posibilidad.
Esta economía tiene su propia historia o si se quiere, su propia genealogía; la condición
comunitaria del Estado plurinacional se remonta al nacimiento de las comunidades en
los tiempos remotos del tránsito de las formas nómadas a las formas sedentarias de las
dispersas poblaciones fragmentadas en familias y alianzas familiares. La verdadera
revolución verde se da en ese momento cuando estas poblaciones itinerantes, que
recorren espacios extensos inventando circuitos territoriales, terminan pasando de la
caza, pesca y recolección a la agricultura, cuando aprenden a domesticar las plantas y
los animales, los genomas de las plantas y los animales, inventan las lenguas y las
escrituras, cuando cristalizan estas lenguas en inscripciones de carácter geométrico o
ideográfico y a través de tejidos, telares y quipus; otros pueblos, en Eurasia, inventan
escrituras fonológicas. Lo que importa es que las comunidades terminan
territorializándose, dando lugar a crecimientos demográficos, acumulaciones y
depósitos de todo tipo, recursos, saberes, tecnologías, construcciones, petrificando sus
propias ceremonias y ritos. Hablamos entonces de sociedades más estructuradas o por lo
menos de estructuras sociales más solidificadas, que tienen alcance expansivo en lo que
respecta a la civilización y la cultura. Estos fenómenos parecen darse de manera
diferencial en la Amazonia y el Chaco; es posible que los moxeños hayan logrado
disponer anticipadamente de tecnologías agrícolas análogas a los sukakollos. Se han
encontrado montículos y canales trabajados en la llanura beniana parecidos a los
encontrados en el Lago Titi-Kaka. De acuerdo a los cronistas, diarios de las misiones y
documentos etnológicos, parece que la gran mayoría de los pueblos de la Amazonia se
sedentarizan con la llegada de los misioneros, quienes los obligan a la territorialización
parroquial, a excepción de los moxeños quienes ya habían conformado su sociedad
agraria. Se tiene poca información sobre la agricultura anterior a las misiones; quizás las
investigaciones más ilustrativas publicadas al respecto son las efectuadas por Claude
Lévi Strauss en Mitológicas147
, también en Tristes trópicos148
. Podemos mencionar
147 Claude Lévi Strauss: Les mythologiques 1: Le cru et le cuit (Lo crudo y lo cocido), 1964. Les
mythologiques 2: Du miel aux cendres (De la miel a las cenizas), 1967. Les mythologiques 3: L'origine
des manières de table (El origen de las maneras en la mesa), 1968. Les mythologiques 4: L'homme nu (El
hombre desnudo), 1971. Los cuatro tomos de Mitológicas fueron publicados por el Fondo de Cultura
Económica; México.
también las investigaciones de Jurgen Riester149
y de Mercedes Nostas150
sobre los
pueblos amazónicos y chaqueños; aunque estos estudios se sitúan en una temporalidad
contemporánea, de todas maneras sus estudios nos muestran estructuras, relaciones,
instituciones, comportamientos, conductas y prácticas de los pueblos indígenas de
tierras bajas.
Los guaraníes, se encuentran dispersos en cuatro países, Bolivia, Brasil, Paraguay y
Argentina; en lo que respecta a Bolivia se encuentran en el sudoeste de su geografía
política. Se dice que sus desplazamientos se originan desde sus áreas itinerantes de la
Amazonia; quizás retrocedieron tierra adentro en la medida que avanzaba la
colonización. En sus últimos refugios territoriales tuvieron que enfrentar a las misiones,
después a los hacendados, ganaderos, madereros y barracas que los fueron arrinconando
aún más. En sus territorios también se asentaron más tarde los campamentos petroleros;
por lo tanto han sufrido varias transformaciones en sus estructuras sociales y étnicas,
empero han podido conservar la lengua, que ahora la recuperan en el marco plurilingüe
y pluricultural que define la Constitución Política del Estado. También buscan recuperar
sus territorios ancestrales, consolidar su derecho a tierra y territorio propio, gobierno y
libre determinación, en el marco definido para las autonomías indígenas. Las
transformaciones sufridas no les hicieron perder su identidad, se podría decir que mas
bien los obligaron actualizarla en relación a los desafíos y luchas que experimentaron.
Su forma de organización se la puede situar en dos etapas diferentes, antes y después de
las misiones; en lo que respecta al tiempo mítico parece que se congregaban en los
claros del bosque, separando el espacio profano del espacio sagrado, conformando
unidades complejas y extendidas. Las familias vivían en una casa comunal sin división,
donde habitaban hasta más de un centenar de personas, la casa estaba dirigida por un
148
Claude Lévi Strauss: Tristes tropiques (Tristes trópicos), 1955.
149Zur Religion der Pauserna-Guarasug'wä in Ostbolivien. En: Anthropos, Vol. 65, 466-479. Fribourg.
1970. Julian Knogler S.J. und die Reduktionen der Chiquitano in Ostbolivien. Roma. 1970.
Medizinmänner und Zauberer der Chiquitano-Indianer. En: Zeitschrift für Ethnologie, Vol.96, 2: 250-
265. Braunschweig.1971. Die materielle Kultur der Chiquitano-Indianer (Ostbolivien). Archiv für
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150Mujeres chiquitanas, órdenes normativos e interlegalidad. Carmen Elena Sanabria
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jefe consanguíneo, de quien se dice que ocupaba la parte del centro. A su vez la aldea
estaba dirigida por un jefe político llamado mburuvichá, también se contaba con un jefe
espiritual llamado payé. Su organización social estaba encabezada por
un cacique(tuvichá) cuyo liderazgo era hereditario. Como se puede ver tenemos la
composición y combinación de organizaciones, la organización familiar, la organización
política, la organización espiritual, la organización social, que en conjunto hacen a la
institucionalidad cultural guaraní, teniendo en cuenta las diferencias y variaciones de los
distintos asentamientos y dispersos territorios étnicos.
De todos los pueblos indígenas amazónicos, el pueblo Moxeño es el que mejor se ha
preservado demográficamente en la Amazonia.Se considera que en un pasado
precolonial los moxeñosconstruyeron importantes obras hidro-agrícolas, las mismas que
estuvieron caracterizadas por una compleja red de camellones, terraplenes, lomas y
canales. Parece una característica de las comunidades moxeñasel contar con una
autoridad mayor, un cacique o corregidor; esta autoridad comunal se reúne con sus
homólogos cada cierto periodo. La población moxeña se distribuye por zonas; hablamos
de la zona de Trinidad, de la zona de San Ignacio, de la zona del Territorio Multiétnico
del Bosque de Chimanes, por último tenemos la zona del Parque Nacional Isiboro-
Sécure.Manteniendo ciertas diferencias la mayor parte de los moxeños se dedican a las
actividades agrícolas, a la explotación maderera, a la agropecuaria, a la caza, a la pesca
y recolección. De todas maneras, no hay que olvidar que gran parte de la población
trabaja en las numerosas haciendas ganaderas que se expanden en la región.
Como se puede ver la situación de los pueblos indígenas de tierras bajas es diferente a la
de tierras altas; primero debido a la densidad demográfica, en tierras altas la población
indígena es mayoritaria, en tierras bajas es minoritaria; segundo debido a sus diferentes
genealogías, el momento de la sedentarización y el contexto histórico en el que se
produce; tercero debido a su diferencial correlación de fuerzas y de las fuerzas que
enfrentan; cuarto, debemos tener en cuenta la condición estructural de sus
cosmovisiones, proyectos culturales y civilizatorios. Sin embargo, tanto en los pueblos
de tierras altas como de tierras bajas, las formas comunitarias ancestrales son como la
matriz de la que parten y la estructura estructurante a la que se repliegan. Estas formas
comunitarias se retomaron en las comunidades campesinas como antecedentes,
referentes históricos, como códigos sociales y culturales; las comunidades campesinas
aunque dispersas en familias, adecuadas a las formas de propiedad privada de la tierra o
formas de posesión privada, tragadas por la vorágine del mercado, contienen, de modo
inmanente, la ancestral institución comunitaria, sus estructuras subyacentes, sus
circuitos de complementariedad y reciprocidad inscritos como memoria cultural. No son
lo mismo las comunidades campesinas que las comunidades ancestrales, sin embargo,
tienen una conexión histórica y cultural. Sin bien se puede decir que la mayor parte de
la población rural esta congregada y organizada en sindicatos y no en formas de
organización originarias, ambas formas de organización, sindicatos y autoridades
originarias, se conectan en procesos de reconstitución y campesinización, opuestos a los
procesos modernos de proletarización y urbanización. La condición comunitaria
plurinacional está estrechamente ligada a la constitucionalización del territorio indígena
originario, a los derechos de las naciones y pueblos indígenas originarios campesino, a
la democracia comunitaria, al pluralismo jurídico, a la economía comunitaria, territorio,
derechos, democracia, pluralismo y economía que se plasman en la autonomía indígena.
Autonomía que exige la consulta a los pueblos indígenas de acuerdo a sus normas y
procedimientos propios, reconoce su gestión territorial, ambiental y de recursos
naturales propia, sus instituciones propias, el autogobierno y la libre determinación, por
lo tanto la coordinación intergubernamental y de las asambleas legislativas con las
formas comunitarias de decisión.
Transición al vivir bien
Hemos dicho que el nuevo modelo económico propuesto por la Constitución Política
del Estado es complejo, plantea un proceso de transición lleno de tensiones y contrastes,
comprende una economía plural integrada y articulada por un Estado interventor,
regulador e industrializador de los recursos naturales, en la perspectiva de la
construcción de una economía social y comunitaria en el marco de los equilibrios
ecológicos exigidos por los derechos de la madre tierra. Como se puede ver hay
tensiones entre el planteamiento de desarrollo y el horizonte comunitario, también entre
la estrategia de industrialización de los recursos naturales y las condicionantes
ecológicas. Todo esto fuera de entender que se plantea todo una problemática en la
articulación de las distintas formas de organización económica, además de la necesidad
de coordinar los enfoques regionales de los distintos niveles autonómicos. Hay varias
preguntas en este proceso de transición: ¿Cómo pasamos de la economía plural, cuya
estructura se conforma a partir de una hegemonía y sobre-determinación del modo de
producción capitalista y el contexto determinante de la economía-mundo capitalista, a
una economía social y comunitaria? ¿Cómo articula el Estado la integralidad de la
economía plural en la dirección definida como economía social y comunitaria? ¿Cómo
potencia la economía social y comunitaria? ¿Cuál el alcance de la economía estatal y de
qué manera se articula con las otras formas de organización económica? ¿Cuál es el
alcance del modelo productivo, su cobertura, su composición? ¿Repite o va más allá del
paradigma de la revolución industrial? ¿De qué manera se cumple con los derechos
fundamentales y con la finalidad de la soberanía alimentaria? ¿En este proceso de
transición, comprendiendo sus distintas etapas, cómo respetamos los derechos de la
madre tierra, cómo logramos los equilibrios ecológicos? ¿Comprendiendo todo el
proceso de transición, de qué manera y como creamos desde un inicio las condiciones
de posibilidad histórica y cultural del vivir bien? Estas son las preguntas que vamos a
tratar de responder.
Si bien el proceso de transición puede comprender fases y etapas, esto no quiere decir
que no haya una continuidad entre ellas, que estén íntimamente articuladas, que desde
un principio se encaminen hacia las finalidades preestablecidas. De eso se trata, de
avanzar hacia las finalidades establecidas en la Constitución, de construir la alternativa
al capitalismo dependiente y a la modernidad colonizadora, se trata de encaminarse al
horizonte abierto por los movimientos sociales; esto significa construir las condiciones
históricas, políticas, económicas y culturales de la economía social y comunitaria.
Desde la perspectiva de la organización económica del Estado, el nuevo modelo
económico tiene que abandonar la estructura impuesta por el mercado internacional de
ser un país dedicado a la exportación de la materias primas, tiene que encaminarse a
conformar un modelo productivo y esto tiene que ver con la industrialización de los
recursos naturales estratégicos, los minerales e hidrocarburos, por parte del Estado. Se
declararon en la Constitución como recursos estratégicos las riquezas evaporíticas, el
litio, las salmueras, así mismo también se considera riqueza estratégica a los recursos
forestales, al agua y a la energía. Sólo que, en este caso, no sólo están destinados a la
industrialización sino a la protección ambiental y, cómo todas las riquezas naturales, a
lograr el vivir bien.
Lo problemático es entender qué significa la industrialización de los recursos naturales;
¿está pensada en el marco del paradigma de la revolución industrial o hay otra
perspectiva epistemológica que combine revolución tecnológica y recuperación de
tecnologías tradicionales? Optar por una revolución industrial es seguir la huella de la
revolución industrial inglesa, es cumplir con las metas, la sustitución de importaciones,
el fortalecimiento del mercado interno. Sin embargo, no se trata de continuar el camino
dejado por los países llamados desarrollados e industriales, no se trata de imitarlos; se
trata de otra cosa, de comprender el horizonte abierto en la tercera ola de revoluciones
sociales, iniciada por las naciones y pueblos indígenas. Por esta ruta señalada por los
mayas de Chiapas-México, los mayas de Guatemala, los quichuas de Ecuador, los
aymaras, quichwas, moxeños, guaraníes, tacanas, chacobos, guarayos de Bolivia. Los
levantamientos indígenas se enfrentan a los tratados de libre comercio, a la
globalización en curso, a las formas de privatización y despojamiento de las políticas
neoliberales. Su lucha es por tierra y territorio, por los derechos de las naciones y
pueblos indígenas, por el reconocimiento de las formas, normas, procedimientos,
gestiones propias, el autogobierno y la libre determinación, por el reconocimiento de los
saberes ancestrales y el conocimiento indígena de las plantas medicinales.
En Bolivia adquiere la consecución de la lucha emancipadora de las naciones y pueblos
indígenas una forma lograda, el Estado plurinacional comunitario y las autonomías
indígenas. En los códigos del nuevo modelo económico se define la forma de
organización económica comunitaria como parte de la composición estructural de la
economía social y comunitaria. Sin embargo, en este caminar es indispensable
comprender el papel del Estado en la transición transformadora. El Estado articula,
direccionaliza y orienta, el Estado interviene en la economía, el Estado regula, el Estado
potencia la economía social y comunitaria, el Estado administra a nombre del pueblo
boliviano las riquezas naturales. Por lo tanto el Estado crea las condiciones para
conformar una economía social y comunitaria; esta es su tarea, este es su papel. Esta
situación, esta función del Estado, hace diferente al proceso de conformación del
modelo productivo de lo que ocurrió durante los nacionalismos que buscaron la
industrialización, la sustitución de importaciones, en el marco del capitalismo de Estado
o lo que se llamó capitalismo de Estado desde América Latina. Ciertamente la teoría
marxista llamó capitalismo de Estado a la combinación del Estado con el capital
financiero en plena etapa monopólica, en plena etapa imperialista. El capitalismo de
Estado en los países del centro de la economía-mundo capitalista implica el papel activo
del Estado en la expansión imperialista y en la acumulación ampliada de capital. En
cambio en los países de la periferia el capitalismo de Estado significaba replantear los
términos de intercambio desigual entre centro y periferia en al contexto de la geopolítica
del sistema mundo capitalista. Particularmente se optó por este camino no sólo con la
promoción de la industrialización sino por la conformación empresas públicas, que se
hacían cargo de las grandes inversiones que demanda la industrialización, sobre todo
cuando se trata de la industria pesada. Entonces el capitalismo de Estado tiene dos
formas, una dominante en los países del centro y obviamente en el sistema–mundo
capitalista y otra subordinada, en los países de las periferias de la economía mundo. En
las periferias se han conformado estados subordinados, en el centro estados dominantes.
Por eso, cuando hablamos de capitalismo de Estado en las periferias tenemos un
problema, no se termina de salir del circulo vicioso de la dependencia; al mejorar los
términos de intercambio, al industrializarse, se vuelven a recrear perversamente otras
formas de dependencia. Los países periféricos no dejan de ser compradores, primero de
manufacturas, después de transferencias tecnológicas y de insumos industriales, además
de convertirse en deudores del capital financiero. El desplazamiento industrial hacia los
países emergentes de la periferia ocurre bajo el dominio y los lineamientos del capital
financiero dominante, ocurre también mediante un procedimiento complejo de
desindustrialización en el centro y transferencia de tecnología obsoleta a los países
emergentes de las periferias. Esto no significa que hay que renunciar a la lucha por la
equidad en los términos de intercambio, no, incluso se puede retomar la contradicción
entre centro y periferia mediante la estrategia de la desconexión. Enfocar el desarrollo
económico hacia el fortalecimiento del mercado interno en detrimento del mercado
externo, lugar neurálgico en la relación centro y periferia, en la relación de economías
locales y regionales con la economía-mundo capitalista. La desconexión también
significa optar por la soberanía alimentaria y por la satisfacción de las necesidades
básicas de la población, viabilizando la realización de los derechos fundamentales,
construyendo un modelo productivo alternativo, pensado también como producente de
otras relaciones no-capitalistas y otros sujetos, individuales pero no individualistas,
también sujetos colectivos, que respondan a otras valoraciones múltiples del trabajo y
las acciones, retomando simbolismos interpretativos culturales que fortalezcan las
solidaridades y las cohesiones. Esta es la perspectiva de la economía comunitaria y del
comunitarismo, este es el aporte de las naciones y pueblos, produciendo rupturas y
desplazamientos respecto al sistema-mundo capitalista en crisis, abriéndose camino
hacia el modelo civilizatorio y cultural alternativo al capitalismo y la modernidad.
El proyecto político, económico, social y cultural de los movimientos sociales
y pueblos indígenas
¿Existe un proyecto político a partir de las movilizaciones desatadas durante el 2000-
2005? Parece que no se puede poner en duda esto, sobre todo cuando se aprueba una
Constitución Política del Estado que define el carácter del mismo a partir de su
condición plurinacional, comunitaria y autonómica. Este es el proyecto, un nuevo
Estado, una nueva relación entre Estado y sociedad, que va por el camino de la
descolonización. A este horizonte abierto por los movimientos sociales se le ha dado un
sentido, que podríamos tomarlo no sólo como dirección sino como finalidad, que se le
da el nombre del vivir bien, que supuestamente responde a la traducción del suma
qamaña, en aymara, o suma kausay, en quichwa. Sin embargo, debemos dejar de
antemano en claro que, no se trata de discutir la traducción correcta, la interpretación
correcta, la filosofía adecuada del vivir bien o mas bien del suma qamaña. Creo que esta
discusión puede ser rica y aportadora, sin embargo, considero, que a la luz del proceso
de cambio en curso, no se trata de la verdad de lo que quiere decir el suma qamaña, sino
del proyecto político en sí. Es muy probable que se trate mas bien de un uso político del
suma qamaña, independientemente de su traducción correcta. Este parece ser el caso, se
le ha dado al proyecto de los movimientos sociales y de los pueblos indígenas un
nombre. De eso se trata, de la perspectiva del proceso de transformación, que involucra
transformaciones institucionales, económicas, políticas y culturales. Por eso hay que
ponerle mucha atención a la condición plurinacional y a la condición comunitaria del
Estado, al reconocimiento de las naciones y pueblos indígenas originarios campesinos,
como dice la Constitución, también al reconocimiento de las formas comunitarias que
han logrado persistir a lo largo de la colonia y de la República, que se convierten en la
actualidad en formas de resistencia al capitalismo, aunque también se encuentren
inscritas en los espacios de circulación mercantil, dineraria, de capital, aunque estén
afectados por el ámbito de las relaciones capitalistas. Las comunidades, las formas
comunitarias, el pluralismo comunitario, se convierten, en la lectura de la Constitución
en un horizonte alternativo. Esta es la lectura política definida en la Constitución, como
expresión constituyente de las luchas sociales anticapitalistas y de las luchas indígenas
anticolonizadoras.
De lo que se trata es del proyecto político y cultural, también económico y social,
nacido de las entrañas de los movimientos sociales. Del horizonte abierto por las luchas
sociales, por lo tanto de los caminos dibujados e inscritos en un presente, que es más
que nunca transición hacia las finalidades propuestas, que es desplazamiento de las
formas, de las prácticas, de las instituciones, que es transformación de la materia social,
de los escenarios políticos, de los contenidos culturales, por lo tanto también de las
valoraciones. Esta construcción colectiva apunta a escapar del determinismo
económico, de la sobre-determinación del modo de producción capitalista; busca
trascender la misma modernidad trascendente. Quizás apuesta a la fuerza inmanente de
los pueblos, al poder creativo de su fuerza instituyente y constituyente, a la plasticidad
de la imaginación y del imaginario radicales. El vivir bien en Bolivia y el buen vivir en
Ecuador son traducciones políticas del suma qamaña y del suma kausay; en tanto tales,
son interpretaciones intencionales, que juegan a los ciclos del tiempo, a las
circularidades temporales, retrotrayéndose a renovadas interpretaciones de las
cosmovisiones indígenas para dar lugar a las interpretaciones de nuevas críticas al
capitalismo y a la modernidad, auscultando las graves consecuencias de la crisis
ecológica. Decir que el vivir bien es un modelo civilizatorio y cultural alternativo al
capitalismo y a la modernidad es mostrar plenamente el carácter de proyecto, que
contiene la irradiación de voluntades colectivas, de perspectivas políticas, que apunta a
las transformaciones institucionales, económicas, políticas, culturales. Las figuras de
armonía, de equilibrio, de complementariedad, que diseñan el modelo civilizatorio son
como anhelos de retorno a orígenes utópicos, pero también, al mismo tiempo y
paradójicamente, son emanaciones volitivas que buscan realizarse en un futuro
inmediato. El cambio entonces debe responder a varias claves: Derechos de la madre
tierra, armonía, equilibrio, complementariedad entre los seres vivientes y entre estos con
el cosmos o con el caosmosis, formas de lo común, de lo compartido por los seres
humanos, del intelecto general, de los saberes, sobre todo de la vida. Por eso mismo
podemos decir que la valoración es distinta, no la abstracta, la del cálculo de la
ganancia, sino las valoraciones concretas, cualitativas, simbólicas, que comprenden
realizaciones de convivencias armónicas y complementarias.
Ahora bien, ¿cómo se va a llegar a este vivir bien? La clave está en la transición, en
cómo se da la transición, cómo se la orienta, como se la direccionaliza. En otras
palabras, cómo se transforman las relaciones y las estructuras correspondientes de la
economía-mundo capitalista, como se rompe el continuum entre producción y
reproducción; primero reproduciendo socialmente la diferencia simbólica con las
significaciones capitalistas; segundo avanzando a la conformación de otras relaciones de
producción. Por eso es importante fortalecer los ámbitos de las resistencias culturales,
así mismo, reconstituir los espacios de realización comunitaria. En este caminar, la
Constitución Política del Estado concibe una transición pluralista del Estado, pensado
en su condición intercultural y re-constitutiva, una descentralización administrativa y
política múltiple, en forma de pluralismo autonómico, un pluralismo económico que
integre sus distintas formas de manera complementaria, desplazándose desde su sobre-
determinación capitalista hacia su configuración social y comunitaria.
La discusión entonces del vivir bien es política, también cultural; empero esto quiere
decir muchas cosas, por ejemplo, comprende la transformación de la política cultural y
la cultura política en términos de la revolución cultural y de la revolución institucional.
El vivir bien tiene que ver con las condiciones históricas de posibilidad del vivir bien;
estas condiciones tienen que orientar las formas de la gubernamentalidad hacia la
realización efectiva de la democracia participativa y de la democracia comunitaria.
Formas que tienen que resolver la transformación de las políticas públicas en la
perspectiva del cumplimiento de lo que se entiende por derechos fundamentales, que
puede resumirse en la realización de una vida digna, además plena y apacible, que
recupere las sabiduría de los pueblos ancestrales, también los saberes de la experiencia y
la madurez de la sociedades, que reflexionaron sobre las formas integrales de vivir. El
vivir bien tiene que ver también con las complementariedades respecto al consumo
equilibrado de las riquezas naturales, su usufructo compartido. Podemos decir también
que el vivir bien tiene que ver con un despliegue productivo creativo, que trasciende los
límites del paradigma industrialista. Una concepción productiva-producente que
desencadena las potencialidades y capacidades imaginarias de los colectivos, las
comunidades y las sociedades. Se trata de una producción producente de formas de
sociedad solidarias y de formas subjetivas e intersubjetivas abiertas e interculturales. El
vivir bien tiene que ver con la conjunción corporal y animista, territorial y simbólica,
material e imaginaria, civilizatoria y cultural, de la pluralidad de pueblos e identidades
en armonía compartida con sus ecosistemas. Empero, para que esto se realice se
requiere solucionar la compleja transición económica, la salida de la situación
disociativa, fragmentaria, dependiente, extractivita, exportadora en la que nos
encontramos, hacia una ecología integral, biológica, social y psíquica. Ecología integral
que además recoja la posibilidad de la multiplicidad de soberanías, alimentaria,
tecnológica, energética, económica, financiera. Por eso es indispensable articular
políticamente la alternativa al desarrollo con comunitarismo, productividad con
equilibrio ecológico, pluralismo económico con complementariedad estratégica.
Retomar el mercado con otros códigos, no mercantiles, no capitalistas, sino codificar el
mercado con simbolismos que valoren las sinergias de lo diverso, el encuentro de
mundos, de pueblos, de culturas, de seres orgánicos, en la perspectiva de vivencias
plenas.
Panel III La adecuación de una política cultural
Os movimientos indígenas e a autoconsciência à guisa apresentaçao
Alfredo Wagner Berno de Almeida
O terceiro volume da coleção Tradição & Ordenamento Jurídico, que ora
apresentamos, consiste em mais uma reflexão sobre as deliberações dos poderes
legislativos que resultaram de diferentes formas de mobilização étnica. A coleção
focaliza principalmente aqueles resultados de mobilizações perpetradas por movimentos
sociais que se tornaram leis, notadamente leis municipais. Tais leis, enquanto produtos
de uma ação coletiva, tem como finalidade precípua não apenas o reconhecimento
jurídico-formal de atos e saberes práticos, mas também a proteção de expressões
culturais, que jazem ameaçadas e cuja persistência constitui objeto de reivindicações do
presente. Em verdade está-se diante de um processo geral de transformação das pautas
de reivindicações dos movimentos sociais em norma jurídica. A coleção Tradição &
Ordenamento Jurídico tem selecionado títulos que se dedicam a uma análise
sociológica desta passagem, enfatizando o quantum de força política os movimentos
sociais passaram a ter, tanto na vida social, colocando na mesa ideal de negociações
uma diversidade de identidades étnicas, quanto na gestão e nas diversas modalidades de
uso dos recursos naturais. Au primeiro volume privilegiamos participar de uma
discussão sobre as formas de livre acesso aos recursos naturais, principalmente os
babaçuais. Tal discussão tem desdobramentos conhecidos, ou seja, a aprovação de mais
de 13 leis municipais, nos Estados do Maranhão, Piauí, Tocantins e Pará. São chamadas
de “Leis do Babaçu Livre”, que preconizam uma representação da natureza em que o
domínio privado do solo se separa do uso comum de sua cobertura vegetal. Estas leis
municipais, reivindicadas pelo Movimento Interestadual das Quebradeiras de Coco
Babaçu, contribuíram decisivamente para a elaboração do Projeto de Lei n. 231/2007,
de autoria do Deputado Federal Domingos Dutra, que atualmente tramita na Câmara dos
Deputados151
. No segundo volume discutimos o significado de “terras tradicionalmente
ocupadas” em diferentes situações sociais, envolvendo indígenas, quilombolas,
ribeirinhos, ciganos, quebradeiras de coco babaçu, pescadores artesanais, seringueiros,
castanheiros, extrativistas do ouricuri, atingidos por barragens e comunidades de fundos
de pasto e faxinais. Os direitos territoriais foram construídos, neste contexto, em
contraposição às noções de direitos “originários” e imemoriais. Em termos analíticos,
amparam também este argumento as formulações teóricas que separam “tradição” de
“origem”, demonstrando que não há relação necessária entre tais categorias. Para tanto
pode-se mencionar o conceito de “invenção da tradição”, de E. Hobsbawm, e a
formulação de M. Sahlins de que todas as tradições são “inventadas” consoante os
objetivos do presente152
(Salhins, 2004:507). O processo de discussão ao qual este
segundo volume está referido envolve inúmeros movimentos sociais representativos
daquela diversidade de identidades coletivas, recolocando a cada negociação de con-
flitos os diferentes critérios político-organizativos em jogo e, sobre tudo, o novo
significado de “tradicional”. As mobilizações encetadas por estes movimentos e as leis
municipais que lograram conquistar resultaram, inclusive num forte dispositivo de
intervenção afirmado pelo governo federal e assinado recentemente pelo Presidente da
República, qual seja: Decreto nº. 6.040, de 07 de fevereiro de 2007, que institui a
Política Nacional de Desenvolvimento Sustentável dos Povos e Comunidades
Tradicionais153
.
Neste terceiro volume ora apresentado, os esforços analíticos se voltam para
interpretações sociológicas relativas à aprovação da lei de co-oficialização de línguas
151
Para maiores informações consulte-se os documentos apresentados em 10 de julho de 2007 na
Audiência Pública realizada pela Comissão de Meio Ambiente e Desenvolvimento Sustentável e pela
Comissão de Direitos Humanos e Minorias da Câmara dos Deputados, no Auditório Nereu Ramos, em
Brasília-DF. O objetivo da referida Audiência consistiu em debater o projeto de lei sobre o “Babaçu
Livre”, do Deputado Domingos Dutra (PT/MA), que está apenso ao Projeto de Lei nº.891/2007, de
autoria de Deputado Moisés Avelino (PMDB/TO). Trata-se, em verdade, da reatualização de um projeto
de lei elaborado pelo mesmo Deputado Dutra, dez anos atrás, e que foi arquivado.
152 Cf. Sahlins, M. – “Adeus aos tristes tropos – a etnografia no contexto da moderna história mundial”. In
Cultura na Prática. Rio de Janeiro. Ed. UFRJ. 2004 pp.503-534
153 Cf. Decreto nº.6.040, de 07 de fevereiro de 2007. Diário Oficial da União. Seção I, n
o 28. Brasília, 8
de fevereiro de 2007 p.316
indígenas (tukano, baniwa e nheengatu) no Município de São Gabriel da Cachoeira154
,
Alto Rio Negro, Estado do Amazonas, e para os efeitos de sua regulamentação desde
novembro de 2006.
Os critérios de mobilização étnica e o senso prático das estratégias dos movimentos
sociais são repassados aqui, com ênfase nos movimento indígenas. As leis municipais
reforçam a figura da auto-definição ou a consciência da sua identidade coletiva pelos
próprios agentes sociais, reforçando o grau de autonomia frente ao Estado e às demais
agencias do campo de poder, nos termos da Convenção 169 da OIT. Neste sentido é que
se pode asseverar que as línguas indígenas tem um significado novo nas pautas de
reivindicação dos movimentos indígenas, uma vez que, territorializam para além dos
limites geográficos colocados oficialmente pela figura jurídica das terras indígenas. Em
São Gabriel da Cachoeira como em muitos outros lugares do Brasil são as línguas
indígenas que constituem a língua franca que contagia todas as palavras em qualquer
lugar e circunstância e a qualquer hora do dia. Elas encontram-se em todo lugar, mesmo
nos mais recônditos em que aparecem de maneira privada e bastante intimista. Durante
mais de dois séculos, após as duras proibições do Diretório pombalino de 1758, as
línguas indígenas e o nheengatu foram mantidas à margem da sociedade nacional, sem
um respaldo legal definitivo. Persistiram, entrementes, praticadas às escondidas, quase
sussuradas de tão baixo o tom das vozes, denotando submissão e temor. Persistiram
como línguas domésticas, faladas principalmente nos estritos limites das casas e das
aldeias, nos meandros da vida familiar ou nos fundos dos assobradados senhoriais e nas
suas cozinhas. Falar língua indígena ou dela fazer uso não assegurava a ninguém a
condição cidadã de participar da vida política ou de ter acesso aos direitos civis, seja no
regime monárquico ou no republicano155
.
A iniciativa de co-oficialização das línguas traz o território indígena para dentro das
repartições públicas, dos logradouros públicos, das agencias bancárias, das escolas, dos
hospitais e dos locais de entretenimento. A identidade coletiva objetivada em
movimento social passa a ter no fator lingüístico um de seus mais destacados funda-
mentos sociais e de mobilização. Entretanto, não é a língua em si, senão a sua
combinação com a ação organizada de defesa de direitos básicos que evidencia tal
transformação. Neste sentido é que se pode falar de uma politização da língua e de uma
objetivação das identidades étnicas em movimento social.
Foi com a emergência de novas identidades coletivas e com a afirmação de
154
O Município de São Gabriel da Cachoeira, localizado na região do Alto Rio Negro, possui a maior
proporção de pessoas que se autodeclararam indígenas em todo o país, ou seja, 76,31% da população, de
acordo com o Censo Demográfico de 2000. Do total municipal de 29.947 habitantes tem-se que 22.853
assim se autodeclararam. O segundo maior percentual de população indígena no Estado do Amazonas,
concerne ao Município de Santa Isabel do Rio Negro que, aliás, ocupa o correspondente à quinta posição
no país. Segundo os dados censitários 34,8% de sua população, isto é, 3.670 pessoas de um total de
10.561 habitantes, se autodeclararam indígenas.
155 Há uma continuidade jurídica entre a Monarquia e a República, no que diz respeito à classificação dos
chamados “cidadãos”, excluindo analfabetos e ágrafos. Bem ilustra isto o Decreto nº.6 de 19 de novembro
de 1889. A condição de ler e escrever em português aparece de modo implícito no Art. 1º. : “Considera-se
eleitores para as Câmaras Gerais, provinciais e municipais, todos os cidadãos brasileiros no gozo de seus
direitos civis e políticos, que souberem ler e escrever.”
Na Constituição de 1967, elaborada durante a ditadura militar, no Capitulo II concernente aos Direitos
Políticos, tem-se o Art.147 cujo § 3 assevera o seguinte: “Não poderão alistar-se eleitores: a) os que não
saibam exprimir-se na língua nacional...”
condições de possibilidade de seu reconhecimento jurídico-formal, aberto
implicitamente pela Constituição de outubro de 1988, que casos de publicização se
tornaram freqüentes. No decorrer de 2001 o agrônomo Franklin Plessman registrava em
Barcelos (AM) assembléias políticas em que os participantes se manifestavam prin-
cipalmente em nheengatu. Se comunicavam no que denominam de “língua geral”
independentemente dos mediadores (militantes, membros de ong´s, sindicalistas e
clérigos) estarem ou não entendendo o que estava sendo dito.
Nos últimos lustros, através da implementação destas leis municipais mencionadas e
do esforço constante dos movimentos indígenas em dar seqüência às suas
reivindicações, percebe-se a emergência de um novo padrão de relação política. Um dos
atributos deste padrão seria uma publicização das línguas indígenas156
. Práticas
diferenciadas em relação aos recursos naturais e aos fatores lingüísticos apontam para
um novo tempo de afirmações étnicas, mesmo que se chame a atenção para as
dificuldades antepostas à trajetória do movimento indígena e que se registre
criticamente que a inspiração monolíngue domina ainda o universo dos legisladores.
Aliás, legisladores, militares e demais integrantes de um projeto nacional, com nítida
inspiração positivista, continuariam vivendo a falsa oposição entre diversidade
lingüística e nação e se opondo à mencionada emergência.
Consoante o novo padrão de relação política se expressar jurídica e formalmente em
língua indígena passa a ter um significado mais determinante em contraste com
situações anteriores em que as lideranças apenas iniciavam sua alocução em língua
nativa, mais como figura de retórica, demonstrativa da fidedignidade de sua condição, e
logo depois voltavam à tradução e a retomar o português como língua de interlocução.
Falar a língua indígena e exigir ser entendido através dela denota uma postura
coadunada com uma certa teoria de pluralismo jurídico, que aponta concomitantemente
para equivalência ou para uma interlocução bilíngüe ou trilíngüe157
. Falar na própria
língua significa, portanto, mais do que delimitar um lado do conflito. Percebe-se a
publicização de uma autoconsciência cultural através do uso da língua nativa
notadamente em eventos públicos e em situações de ação coletiva. Nestas situações são
registradas manifestações de indígenas na própria língua sem se importarem
necessariamente se os interlocutores potenciais estariam entendendo ou não. Falar pu-
blicamente, sobretudo para os que também falam a mesma língua, demonstrando-lhes
que é legítimo o fato de se entenderem entre si às vistas de terceiros – que não
necessariamente dominam o idioma e circunstancialmente são mais poderosos –
156
Para maiores detalhes sobre esta relação consulte-se Bourdieu, Pierre – “Contra a política de
despolitização” in Contrafogos 2: por um movimento social europeu. Rio de Janeiro..J.Zahar.2001 pp.60-
77. Consulte-se também dois números especiais de Actes de la recherche em Sciences Sociales: nº.155
de decembre de 2004 intitulado “Le capital militant (1)-engagements improbables, apprentissages et
techniques de lutte” e nº.158 “Le capital militant (2) crises politiques et reconversions: mai 68”.
157 Importa mencionar aqui a análise do antropólogo Raimundo Nonato Pereira da Silva, manifesta em
Seminário do PNCSA, realizado em Manaus em abril de 2007, que destaca os professores bilíngües como
contribuindo significativamente para organizar a representação política dos povos indígenas. A ação
pedagógica, segundo este ponto de vista, mais do que nunca torna-se indissociada das formas de
organização política.
significa estabelecer uma nova forma de solidariedade política que confere coesão
social e certa dinamicidade ao movimento indígena. Mediante esta postura estaríamos
assistindo a um desafio cultural caracterizado por uma tríplice transformação:
a) do uso doméstico e informal das línguas indígenas para um uso público e oficial,
b) da inibição e vergonha de falar publicamente na língua nativa para o orgulho de
nela se expressar.
c) Esta passagem do uso restrito para um uso amplo e difuso implica numa ruptura
com os estigmas historicamente impostos. Melhor explicando: os dispositivos
jurídicos coloniais classificavam as qualidades e os saberes intrínsecos aos povos
indígenas e aos escravos africanos como defeitos incompatíveis com a idéia de
“civilização”. Faziam de seus saberes e vicissitudes culturais – língua, padrões
morais, regras de matrimônio, preceitos religiosos e sistemas de parentesco – uma
violação dos princípios religiosos e políticos impostos pelo poder dinástico.
Consideravam ademais tais saberes como uma perigosa negação da disciplina de
trabalho imposta pelo sistema de plantation e seus mecanismos repressores da força
de trabalho.
A língua, que regia a vida doméstica passa a disciplinar relações políticas. Estas
próprias relações assinalam uma política de identidade colocada ao Estado através de
uma multiplicidade de situações de conflito.
Em virtude disto é que estamos apresentando para debate o terceiro volume da
coleção Tradição & Ordenamento Jurídico, ad
vertindo para os obstáculos colocados à possibilidade de se pensar a pluralidade de uma
maneira livre das “diversidades controladas”. Certamente que agrava isto um certo
“culto antropológico do pluralismo jurídico”, estimulado pelas agencias multilaterais,
que continuam operando com um conceito de etnia inteiramente manualizado, segundo
uma abordagem primordialista ou eivada de essencialismos, enfatizando sujeitos
biologizados, e frontalmente contrário àquele praticado pelos movimentos indígenas,
apoiado na autorepresentação e referido ao advento de sujeitos sociais. Está em jogo um
desafio cultural, empiricamente verificável e com um significado deveras complexo,
ainda por ser explicado, cujos efeitos históricos ainda não são também inteiramente
conhecidos.
Assim, longe dos grandes debates sobre as teorias do direito que tratam dos pluralismos
jurídicos 158
e sobre as relações entre “conceitos normativos” da ciência jurídica e
“conceitos empíricos” das ciências sociais, estamos diante de realidades localizadas e
processos sociais com diferentes modalidades de afirmação étnica e com a consolidação
de suas respectivas territorialidades específicas. A interpretação do sentido profundo
desta força mobilizadora desafiante e desta dinâmica de autoconsciência cultural parece
voltar-se principalmente para as expressões identitárias. Pode-se dizer, portanto, que
através da afirmação lingüística estariam também as tentativas dos povos indígenas em
controlar de maneira mais autônoma suas relações com o Estado e com as instituições
158
As teorias do pluralismo jurídico em torno dos modos de apropriação da terra, do uso das línguas
nativas, das regras dos direitos matrimoniais e da adoção das práticas que administram a justiça tem sido
objeto de reflexões sistemáticas de muitas associações científicas. Uma síntese das discussões travadas no
âmbito da Association Française d‟Anthropologie du Droit pode ser consultada em: “ Les pluralismes
juridiques”. Cahiers d’Anthropologie du Droit .Paris .Laboratoire d‟anthropologie juridique de Paris.
Ed. Karthala. 2003.
privadas (entidades confessionais, ong‟s, empresas), cujas ações mediadoras configuram
formas renovadas de tutela.
Consoante Bourdieu o que diz respeito à identidade159
possuiria uma “força
mobilizadora excepcional” capaz de provocar rupturas profundas com os mecanismos
de dominação já cristalizados. Talvez esta formulação nos ajude a compreender como
os movimentos indígenas estão se colocando na construção de um novo padrão de
relação política, senão vejamos:
“Sabe-se que os indivíduos e os grupos investem nas lutas de classificação todo o
seu ser social, tudo o que define a idéia que eles tem deles próprios, todo o
impensado pelo qual eles se constituem como “nós” por oposição a “eles”, aos
“outros” e ao qual estão ligados por uma adesão quase corporal. É isto que explica
a força mobilizadora excepcional de tudo o que toca à identidade.” (Bourdieu,
1989:124).
Tentando descrever a extensão desta ruptura nas lutas de classificação, importa
recuperar detidamente uma ordem de fatos recentes,
cuja interpretação acurada ainda requer uma investigação científica sistemática. No dia
primeiro de novembro de 2006 o Prefeito de São Gabriel da Cachoeira, Juscelino Otero
assinou decreto regulamentando o reconhecimento do tucano, do baniwa e do nheengatu
como línguas oficiais do Município ao lado do português. O decreto foi votado na
Câmara Municipal dias antes. A Lei 145, que estabelece as três línguas indígenas como
idiomas co-oficiais foi aprovada em 11 de novembro de 2002 a partir de proposta de
autoria do vereador Esaú Ambrósio de Andrade, da etnia baré. Esta proposta foi apre-
sentada pelo vereador indígena Domingos Sávio Camico Agudelos, conhecido como
Camico Baniwa. A este tempo dos nove vereadores da Câmara Municipal de São
Gabriel cinco eram representantes indígenas, sendo dois Tukano, Alva Rosa Lana
Vieira e José Protásio de Castro, dois Baré, Robernilson Barbosa Otero e Esaú A. de
Andrade, e um Baniwa, o já mencionado Camico Baniwa. No momento do ato de
regulamentação, quatro anos depois, a capacidade de pressão do movimento indígena
parece ter se mostrado maior no município, não obstante a representação político-formal
dos indígenas na Câmara Municipal haver sofrido um decréscimo nas eleições de 2005,
restringindo-se a apenas dois vereadores Hernane Vaz de Abreu, tukano, e José Maria
de Lima, piratapuya160
.
Com a regulamentação todas as repartições publicas em São Gabriel serão obrigadas a
prestar atendimento também em nheengatu, tukano e baniwa. Os documentos públicos,
as campanhas publicitárias institucionais, a sinalização das ruas e demais orientações
em bancos, igrejas, estabelecimentos comerciais e sistema judiciário deverão ter versões
nos três idiomas. Além disto os poderes municipais deverão promover o aprendizado
dessas línguas nas escolas e seu uso nos meios de comunicação e nas instituições
159
Cf. Bourdieu, P.-“A identidade e a representação. Elementos para uma reflexão crítica sobre a idéia de
região.” In O poder simbólico. Lisboa. Difel. Rio de Janeiro.Bertrand 1989 pp.107-161
160 Cf. informações levantadas pelo antropólogo Raimundo Nonato Pereira da Silva.
privadas. O poder público terá 180 dias a partir da data de regulamentação para iniciar a
prestação de serviços nas línguas co-oficiais. A prestação de serviços em documentos
escritos, entretanto, terá um ano de prazo para cumprir o que preconiza o dispositivo.
O presidente da Federação das Organizações Indígenas do Alto Rio Negro (FOIRN),
Domingos Barreto, do povo tukano, em declaração ao periódico A Crítica, três dias
após decretada a regulamentação, em 4 de novembro de 2006, reafirmando a força
mobilizadora declarou o seguinte sobre o significado da vitória na reivindicação161
tornada lei municipal:
“É o reconhecimento da diversidade cultural dos povos indígenas e a tentativa de
não fazer morrer as línguas-mães das aldeias. É a primeira iniciativa no país.”
Para os povos tukano e baniwa impor formalmente a escrita de sua própria língua à
chamada “sociedade nacional” consiste numa estratégia básica de reprodução cultural,
ao contrário de alguns povos tradicionais, como os ciganos, para os quais a ausência de
uma escrita é que pode ser lida como uma estratégia de sobrevivência. Através da
oralidade os ciganos idealmente poderiam controlar suas relações com os aparatos de
poder, ilegitimando quaisquer pretensões mediadoras de quem desconhece suas línguas
nativas. De modo contrastante para os movimentos indígena a co-oficialização das
línguas indígenas representaria também uma possibilidade de ampliação de suas lutas de
afirmação étnica.
A municipalização das reivindicações não pode ser entendida, portanto, de maneira
rígida ou confinada na geografia das divisões político-administrativas. A ação da
FOIRN transcende os limites municipais e não se conforma exatamente a delimitações
espaciais político-administrativas. Neste sentido o reconhecimento que emana da
Câmara Municipal parece ser um primeiro passo para ações que concernem a uma
microrregião ou à mesoregião como um todo. As mobilizações no mesmo sentido em
outros municípios, de diferentes unidades da federação, evidenciam que os fatores
lingüísticos redescrevem a relação com as instâncias de poder, descrevendo a região
segundo uma nova forma de ação político-organizativa.
Mediante esta dinâmica de construção de uma comunidade política com base étnica tem-
se uma dupla ruptura com os fundamentos da sociedade colonial.
Ruptura com os fundamentos ideológicos do diretório
A primeira com o Estado dinástico que, sob a governação pombalina (1750-1777)
instituiu o “Diretório que se deve observar nas povoações dos índios do Pará e
Maranhão”. O documento vem assinado por Sebastião José de Carvalho e Mello, que
veio a ser Marquês de Pombal, e foi registrado na Secretaria de Estado dos Negócios do
reino, no livro da Companhia Geral do Grão Pará e Maranhão à folha 120, em 18 de
agosto de 1758, por Felipe José Gama. No seu Art. 6 proíbe o uso do nheengatu e das
línguas indígenas apoiado no princípio de que a Língua do Príncipe, ou seja o português,
161
Cf. “Cidade terá quatro línguas”. A Crítica. Manaus, 4 de novembro de 2006 p.C7
como obrigatória resultará na veneração e na obediência ao poder real.
Concomitantemente, o nheengatu é satanizado e as penalidades para os que insistirem no
seu uso são sancionadas.
Proibir práticas culturais (sistemas de aliança e uso de línguas indígenas) tornou-se um
instrumento decisivo para o funcionamento econômico do sistema agrário-exportador
apoiado em grandes plantações monocultoras e na imobilização da força de trabalho. A
uniformidade lingüística, em tor sempre foi máxima inalteravelmente praticada em todas
as Nações, que conquistaram novos Domínios, introduzir logo nos Povos conquistados o
seu próprio idioma, por fé indisputável, que este é um dos meios mais eficazes para
desterrar dos Povos rústicos a barbárie dos seus antigos costumes; e ter mostrado a
experiência, que ao mesmo passo, que se introduz neles o uso da Língua do Príncipe, que
os conquistou, se lhes radica também o feto, a veneração e a obediência ao mesmo
Príncipe. Observando, pois todas as Nações polidas do Mundo este prudente e sólido
sistema, nesta Conquista se praticou tanto pelo contrário, que só cuidaram os primeiros
Conquistadores estabelecer nela o uso da Língua, que chamaram geral; invenção
verdadeiramente abominável e diabólica, para que privados os índios de todos aqueles
meios, que os poderiam civilizar, permanecessem na rústica, e bárbara sujeição em que
até agora se conservam. Para desterrar este perniciosíssimo abuso, será um dos principais
cuidados dos Directores, estabelecer nas suas respectivas Povoações o uso da Língua
Portuguesa, não consentindo por modo algum, que os Meninos e Meninas, que pertence-
rem às escolas, e todos aqueles Índios, que forem capazes de instrução nesta matéria,
usem da Língua própria das suas Nações, ou da chamada geral; mas unicamente da
Portuguesa, na forma , que Sua Majestade tem recomendado em repetidas Ordens, que
até agora se não observaram com total ruína Espiritual e Temporal do Estado.” (cf.
Directorio que se observar nas povoacoens dos índios do Pará, e Maranhão em
quanto Sua Majestade não mandar o contrario.Lisboa, na oficina de Miguel
Rodrigues.Impressor do Eminentíssimo Senhor Cardeal Patriarca.M.DCCCC.LVIII“; c/
autorização de impressão e rubrica de Sua Majestade, a 17 de agosto de 1758).
no da língua portuguesa, nas grandes plantações de cana de açúcar e algodão, parece ter
sido um severo mecanismo de controle sobre os trabalhadores escravos. Sua aplicação
ocorreu pela dispersão de escravos de diferentes etnias por diferentes fazendas, evitando
agrupamentos de membros de uma mesma etnia numa mesma unidade de produção. Tal
dispersão facilitava a imposição do português como língua de comunicação obrigatória
uma vez que consideravam que haveria dificuldades dos escravos se entenderem entre si.
A consulta a testamentos e inventários de grandes proprietários do século XIX permite
constatar a diversidade da origem étnica dos escravos162
.
Na estratégia pombalina o fator lingüístico era usado como defini-dor de uma
determinada forma de organização social fabricada pelo poder político. Havia uma
identificação entre língua, cultura e nação. A “Língua do Príncipe” seria a língua da
nação, porquanto a autoridade dinástica o impunha. O estado dinástico, como bem
descreve o Marques de Pombal, exigia uma homogeneidade lingüística derramada na
vida política e administrativa, disciplinando as relações sociais entre os agentes sociais e
162
Para outras informações a propósito desta documentação histórica consulte-se: Centro de Cultura
Negra do Maranhão – SM DH – Terras de Preto no Maranhão: quebrando o mito do isolamento. São
Luís. CCN-PVN-SMDH. 2002
entre eles e os próprios aparatos de poder. A aristocracia se foi com o Príncipe, mas a
exclusividade da “Língua do Príncipe”, entrementes, ficou. As constituições
republicanas jamais desdisseram Pombal. A noção operacional de “povo”, de inspiração
positivista, pressupunha uma unidade geográfica e lingüística, sob uma administração a
mesma, cujo artefato de comunicação era a língua dominante, a mesma da sociedade
colonial.
Neste processo político as línguas indígenas outrora proibidas mantiveram-se
resistentes e vívidas, na vida cotidiana das aldeias, nos afazeres e nos segredos da vida
doméstica. Faladas sem buscar necessariamente o confronto elas jamais foram
controladas absolutamente pela repressão colonial e dinástica ou pela violência simbóli-
ca dos militares positivistas de ideário republicano. Sua persistência evidencia a força
com que foi sendo vivida dentro de cada unidade de residência, de cada aldeia ou de
cada forma organizativa intrínseca aos movimentos indígenas.
A denominada “língua geral”, introduzida pelos gramáticos do clero, foi interpretada
por Pombal como um mecanismo para que os jesuítas pudessem dominar os chamados
“gentios”. Seria uma língua que competiria com a Língua do Príncipe. Tanto mais
porque os próprios escravos trazidos da África também estariam se comunicando em
nheengatu ou „língua geral” sem nada saberem da língua portuguesa como sublinha o
governador geral do Grão-Pará e Maranhão, Francisco Xavier de Mendonça Furtado,
em carta enviada à Corte, datada do Pará, 27 de fevereiro de 1759, como se verá a
seguir:
“Contra esta Diabólica máxima trabalhei quanto coube no possível para extingui-
la principalmente nesta Capital, vim há pouco tempo a desenganar-me que pouco
ou nada tinha feito, fazendo-se-me assim demonstrativo pelos dois fatos que vou
expor a V. Exa.
O primeiro foi virem à minha casa umas crianças filhos de umas pessoas
Principais desta terra, e faltando eu com elas, que entendendo pouco Português,
compreendiam e se explicavam bastantemente na Língua Tapuia , ou chamada
geral.
O segundo foi ouvir debaixo da minha janela dois Negros dos que proximamente
se estão introduzindo da Costa da África, falando desembaraçadamente a
sobredita Língua e não compreendendo nada da Portuguesa.”
O nheengatu, no momento atual, foi convertido em língua indígena pelos próprios
movimentos indígenas em suas pautas reivindicatórias. Falam-no uns com outros em
assembléias e reuniões, como já foi mencionado no caso de Barcelos. A chamada
“língua geral” até então se relacionava indiretamente com as estruturas de poder, com as
instâncias do campo político, e agora através da co-oficialização esta relação tornou-se
direta, consolidando um bastião de resistência aos dispositivos discriminatórios de
inspiração colonial.
Ruptura com a ação colonial da igreja
A segunda ruptura é, pois com a Igreja e por extensão com as Ordens Religiosas, ao
tornar o nheengatu uma entre as línguas indígenas e não mais a língua de comunicação
entre diferentes povos indígenas. O que a violência simbólica dos missionários tentou
aproximar, sob a orquestração gramatical das ordens religiosas que produziram a cha-
mada “língua geral”, foi redefinido pelos próprios movimentos indígenas, que
articularam diferentes povos numa mesma reivindicação. Esta ação articuladora dos
movimentos jogou por terra a metáfora bíblica da Torre de Babel, cunhada pelo Padre
Antonio Vieira, em 1662, no seu Sermão da Epifania ao referir-se ao Rio das
Amazonas. Consoante tal metáfora as gentes não se entendiam entre si, falando línguas
incompreensíveis, que resultavam em confusão e desarmonia entre os falantes. A
mobilização conjunta de diferentes povos indígenas em torno da co-oficialização da
diversidade lingüística indica justamente o contrário: ao reivindicarem a co-
oficialização de diferentes línguas numa só reivindicação explicitam um entendimento
mútuo e uma solidariedade política. Não há mudez nem surdez nesta mobilização
política que tem na diversidade um fator de união e nada mais tem a ver com o
desentendimento aludido na passagem bíblica.
Em suma, pode-se asseverar que os movimentos indígenas começam a desdizer o
regimento pombalino, unindo o que ele procurou separar e levando em conta a
diversidade cultural como um elemento estruturante da sociedade brasileira. Logram
uma conquista que já havia sido acenada tragicomicamente por texto literário no início
da segunda década do século XX através de Lima Barreto com seu conhecido livro O
Triste Fim de Policarpo Quaresma. O personagem principal o Major Policarpo
Quaresma envia um requerimento aos congressistas, solicitando que decretassem o tupi-
guarani como língua oficial do povo brasileiro:
“Policarpo Quaresma, cidadão brasileiro, funcionário público, certo de que a
língua portuguesa é emprestada ao Brasil; certo também de que, por esse fato, o
falar e o escrever em geral, sobretudo no campo das letras, se vêem na humilhante
contingência de sofrer continuamente censuras ásperas dos proprietários da
língua; sabendo, além, que, dentro do nosso país, os autores e os escritores, com
especialidade os gramáticos, não se entendem no tocante à correção gramatical,
vendo-se diariamente, surgir azedas polêmicas entre os mais profundos estudiosos
do nosso idioma – usando do direito que lhe confere a Constituição, vem pedir
que o Congresso Nacional decrete o tupi-guarani como língua oficial e nacional
do povo brasileiro.” (Lima Barreto, Triste Fim de Policarpo Quaresma. 1911).
O Major Quaresma, num pleito individual e isolado, que não representava uma força
social, é tratado sardonicamente e acaba encerrado numa masmorra. O ato isolado de
um funcionário público singular não logrou êxito. A afirmação de existência coletiva
realizada por um movimento social encaminhando reivindicação similar a uma Câmara
Municipal resulta, entretanto, quase um século depois, numa conquista.
Esta ligeira correlação histórica, que mescla ficção e realidade, evidencia antes de
tudo as dificuldades de um entendimento mais acabado deste fenômeno da diversidade
cultural hoje na sociedade brasileira e chama a atenção para os antagonismos em jogo.
Sob este aspecto, no caso brasileiro não há nacionalismos em disputa, que marquem
a vida política. Não há as denominadas “nacionalidades históricas”, tal como na França
em relação aos corsos e bascos ou na Espanha em relação a catalães, bascos e galegos,
reconhecidas inclusive como tal pelo texto constitucional.
No caso brasileiro os movimentos sociais, indígenas e quilombolas, não fazem uso
do termo “nação” como correspondente ao sentido de Estado-Nação. Assim, não se tem
um debate ou conflito em torno de problemas equivalentes ao que se chama de “uma
nação dentro de outra nação”. Embora não haja historicamente a acomodação de várias
nações ou nacionalidades num mesmo Estado tem-se uma argumentação conservadora
que alega que potencialmente haveria perigo de, a partir do reconhecimento de terras
indígenas e quilombolas, surgir uma tendência à desagregação e à autonomização. Os
movimentos sociais, no caso brasileiro não mantém nem reivindicam situações de auto-
governo ou de governo paralelo. Neste sentido as diferenças culturais não teriam porque
serem consideradas necessariamente de sagregadoras. Insistir em não reconhecer
diferenças culturais pode significar apostar no conflito a todo custo. Confrontando-se
com estes obstáculos é que se pode avançar na análise sociológica de como os
movimentos indígenas tem delineado uma mobilização conjunta impondo sua pauta de
reivindicações à cena política municipal.
Na situação ora examinada as formas de luta que os movimentos indígenas
preconizam e que constituem o substrato do capital militante podem ser assim
sintetizadas: – orientar, consoante os preceitos de sua etnia, os integrantes das
organizações indígenas a afirmarem pública e formalmente seu nome de benzimento,
isto é, aquele que receberam de seus pais e dos quais foram usurpados e não o nome de
batismo imposto pelos missionários; – rever as denominações dos toponimos, ou seja,
instituir novas designações, em língua indígena, de comunidades, serras, igarapés e
acidentes geográficos que foram denominadas pelos colonizadores com nomes bíblicos,
de santos ou inspirados em episódios da história da colonização portuguesa; – es-
tabelecer novas formas de apropriação do conhecimento do tempo, dialogando com
temas oficiais da ordem do dia como “mudanças climáticas” e reorganizando o
calendário das atividades econômicas; isto além das já citadas leis municipais de co-
oficialização de línguas indígenas.
Insistindo nestas especificidades e nas distinções face a outras experiências históricas
pode-se sublinhar o particularismo da situação analisada sem qualquer pretensão de
universalizá-lo. Tal ação político-organizativa parece encontrar assim, condições de
possibilidade para se expandir, evidenciando um amplo processo de transformações
sociais. Para E. Hobsbawm, por exemplo, o final do século XX e este início do século
XXI podem ser caracterizados por uma “política de identidade”. Tanto os aparatos de
estado, quanto os movimentos sociais mobilizam-se em torno desta modalidade de
expressão política. De maneira aproximada M. Sahlins sublinha que:
“A autoconsciência cultural que se vem desenvolvendo entre as antigas vítimas do
imperialismo é um dos fenômenos mais notáveis da história mundial no fim do
século XX. A “cultura” – a palavra em si, ou algum equivalente local – está na boca
de todos. Tibetanos e havaianos, ojibway, kwakiutl e esquimós, casaquistaneses e
mongóis, aborígenes australianos, balineses, caxemirianos e maori da Nova Zelândia,
todos descobrem ter uma “cultura”.” (Sahlins, ibid.:506)
No que diz respeito aos fatores lingüísticos é possível registrar duas tendências no
plano político municipal: enquanto na Bolívia, Equador, Venezuela, Peru e em certa
medida no Brasil se avança no sentido do pluralismo jurídico, reconhecendo a
diversidade cultural e lingüística e criticando o estatuto monolíngüe da sociedade colo-
nial, nos Estados Unidos (EUA) percebe-se uma tendência contrária. Esta tendência
apresenta ambigüidades como se verá a seguir: de um lado os políticos cortejam o voto
dos chamados “hispânicos” e de outro insistem num certo fechamento institucional com
a reedição de velhos ritos nacionais ligados às línguas que buscam limitar a liberdade de
deslocamento de trabalhadores imigrantes. Os EUA não possuem um idioma oficial,
mas o Senado norte-americano em maio de 2006 aprovou um projeto do senador
republicano Jim Inhofe para que o inglês seja declarado o idioma nacional. Foram 63
votos a favor e 34 contra. A votação ocorreu dentro dos debates da nova lei de
imigração. A minoria democrata votou contra sob o argumento de que a emenda é
discriminatória e irá interromper as iniciativas da administração publica de oferecer
serviços bilíngües. Para o senador democrata Harry Reid: “é um projeto racista”.
Qualquer um que falar com sotaque sabe que vai precisar falar inglês o mais rápido
possível e isto poderia gerar um tipo de discriminação baseada no domínio do idioma.
Atualmente o país não possui idioma oficial, mas o projeto exige que todos os cidadãos
e também aqueles que possuam o “green card” (visto de trabalho e residência
permanente) façam teste de proficiência em língua inglesa. A proposta republicana não
declara, entretanto, o inglês idioma oficial dos EUA, posto que tal decisão poderia afetar
contratos e demais transações comerciais adstritas às medidas econômicas de abertura
de mercados. Serviços, como a manutenção de intérpretes nos tribunais, e publicações
do governo norte-americano atualmente produzidos em espanhol seriam afetados.
Não obstante esta controvérsia o conselho legislativo do distrito de Farmers Branch,
de Dallas, aprovou por unanimidade também em novembro de 2006 uma série de
medidas anti-imigração, incluindo uma que oficializa o inglês como língua oficial.
Farmers Branch tem 37% de hispânicos entre seus 28 mil habitantes. Esta medida foi
considerada como “racista” e discriminatória pelas entidades que defendem as
liberdades civis163
. As novas leis de imigração estariam levando a um fechamento e
inibindo o pluralismo jurídico, visto que as estimavas oficiais assinalam que 45 milhões
de pessoas falam espanhol nos EUA. Na Califórnia e no Texas 35% dos habitantes
falam espanhol. Estima-se que mais de 7 milhões de imigrantes, classificados como
“latinos”, não dominariam o inglês164
.
Mediante este breve cotejo e nos limites desta apresentação ao terceiro volume da
coleção Tradição & Ordenamento Jurídico pretende-se incentivar argumentos
capazes de relativizarem as teorias que insistem em interpretar as mobilizações étnicas
no Brasil como inspiradas numa estratégia externa, correspondente a um suposto
modelo norte-americanano que preconizaria uma “universalização de particularismos”.
Tais teorias perdem de vista os fatores intrínsecos às mobilizações, distanciando-se de
realidades localizadas e menosprezando a condição de sujeitos sociais em processo de
construção pelos movimentos indígenas. Os textos que integram esse volume bem
registram isto.
Nuestros pueblos en la emergencia civilizatoria de América Latina
Adolfo Colombres
En este año en que celebramos el Bicentenario de nuestras aún frágiles independencias,
viene al caso recordar, para entender mejor los infortunios del reconocimiento de la
diversidad en América, que la negación de Europa realizada por la clase criolla blanca
dominante y los mestizos asimilados a ella no fue nunca la negación de la europeidad, y
hasta el día de hoy nuestros artistas, intelectuales y academias temen romper con la
plena pertenencia a la civilización occidental, prefiriendo ser su furgón de cola antes
163
Cf. “Migração – Em Dallas, lei dura para ilegais.Medida pune com multas quem empregar ou alugar
imóveis para imigrantes irregulares.” O Estado de São Paulo. São Paulo, 15 de novembro de 2006
página .A-31
164 Cf. “EUA – Reforma imigratória prevê testes na língua para os candidatos à cidadania. Projeto torna
inglês idioma nacional” Folha de São Paulo. São Paulo, 20 de maio de 2006, pag. A-29.
que pensarse como una civilización nueva. Se quiere, sí, ser americano, pero sin dejar
esa atalaya, como si fuera la única racionalidad posible. Su definición, dice Walter
Mignolo, es geopolítica, no cultural ni mucho menos racial. El criollo sabe que no es
europeo pero quiere serlo, pues siente a dicha identidad como la única imagen aceptable
de civilización1. Además, aceptando un antiguo mandato, se propone como tarea
redentora civilizar al indio y el negro, integrarlo a ese carromato desvencijado que hoy
rueda hacia el abismo. Ellos son los verdaderos otros, los que no pueden ser europeos.
Para los indios y negros, con la excepción de algunos blancoides o negros blanqueados,
la otredad radica en la civilización occidental, que es el poder despótico que los domina.
Los revolucionarios haitianos (Toussaint l‟Ouverture, Jean-Jacques Dessalines y otros)
negaron tanto a Europa como a la europeidad sin hacerse mayores dramas. O sea, los
afro-americanos, al igual que los indígenas, ni siquiera se plantean definirse o no como
occidentales. Si la conciencia blanca, así como la de los mestizos que optaron por ella,
pensaran lo propio como una verdadera civilización, tendrían algo más auténtico e
integrador en qué apoyarse, y podrían identificarse mejor con sus pueblos y las formas
que éstos tienen de construir la realidad y contar la historia. Por otra parte, los pueblos
de la América profunda no representan un cúmulo de propuestas inviables y perimidas,
sino las semillas que harán posible un mundo diferente, justo y sustentable. Es por ello
preciso abrirse seriamente, en los hechos y no en las meras proclamas de ribetes
pluralistas, a esos otros saberes, así como a sus modos de articularse y exponerse, sin
que tengan que someterse a las jergas occidentales de moda ni a categorías ajenas. Ante
una modernización etnocida, ecocida y demencial, casada con la sociedad de consumo y
la rentabilidad del capital, no queda más que escuchar esas voces verdaderamente sabias
y llenas de sentido común. Basta ya de esos cultos fetichistas a la producción y la
productividad, de los chillidos de los sacerdotes del marketing y el progreso medido en
cifras que cierran bonitamente hacia arriba pero arrasan con su guadaña a los de abajo,
tanto en lo social como en lo cultural y ambiental. El hombre no puede ser definido
como un ser productivo, porque quienes no producen o producen poco (los ancianos, los
niños, los inválidos y los desocupados) siguen siendo tan humanos como los otros, y
acaso más. Las culturas tradicionales valoran más a los ancianos, que no producen, que
a la juventud productora, porque sin su sabiduría no es posible la producción, o ésta
conducirá a la ambición y el caos, a la explotación y la pérdida de libertad.
A menudo me pregunto si la recurrente invocación al pluralismo y la diversidad
cultural no es un nuevo mea culpa de la tan cristiana conciencia occidental, que a lo
largo de los siglos hizo lo mismo: destruir y oprimir a los otros de un modo despiadado,
y luego golpearse el pecho en una confesión atenuada de sus pecados, para pecar de
nuevo en la semana siguiente, en otra cruzada “civilizatoria”. Y en esto vamos hacia
atrás, pues en la edad de oro del colonialismo nos colonizaban con culturas prestigiosas,
que en muchos casos fueron objeto de apropiación y convertidas en parte de nuestro
patrimonio simbólico. Lo que hoy nos coloniza, en cambio, no es ni siquiera una
cultura, sino productos híbridos y mediáticos que banalizan el mundo, lo homogenizan
en base a meras pautas de consumo y destruyen el lenguaje, que es lo que caracteriza al
Homo sapiens sapiens. Se trata entonces de algo más que de un nuevo proceso de
colonización cultural, pues podríamos estar cayendo por esta vía en una verdadera
mutación antropológica, en la que el hombre afanado en explorar los abismos del
pensamiento y los sentimientos está siendo desplazado por un hombre conformista y sin
solidaridad alguna, cuyo único objetivo vital no es ya saber y producir en base a ese
saber grandes obras espirituales, sino consumir y vaciar a las pocas palabras con las que
se ha quedado de su contenido de verdad: bien sabemos que para ponerlas al servicio de
la mercancía es preciso abolir su vínculo con la acción. A nosotros, los herederos de
antiguas civilizaciones a las que Occidente consideró bárbaras para colonizarlas y
despojarlas, nos toca acaso hoy la curiosa misión de civilizar a los civilizadores de
antaño, cuya razón devino consumista y se olvidó del hombre, de sus luchas
emancipadoras, de su empeño alucinado de entrar en el corazón de las cosas.
El lugar fue ignorado por la mayoría de los pensadores de la filosofía de
Occidente, lo que genera la idea de que no cuenta en la construcción del conocimiento,
que en todo el mundo se ha de pensar igual. No faltan incluso modernas corrientes
antropológicas que cuestionan tanto el lugar como las formas de resistencia a la
globalización que se basan en él, como si desde el lugar no se pudiera acceder a lo
universal. Por el contrario, somos más los que pensamos que sólo desde un lugar en el
mundo se puede acceder a una verdadera universalidad, como resultado de un consenso
y no de una imposición. Los lugares son creaciones históricas, y fuera de ellos no existe
la cultura, ni la identidad puede ser aprehendida, como señala Marc Augé, asignándoles
el carácter de antropológicos como una cualidad indisociable. La destrucción del lugar
arrasa la cultura, los significados que un pueblo fue tatuando en él a lo largo de la
historia, y se regresa al espacio vacío de sentido, a los no-lugares que se diseñan en las
torres de las corporaciones. Hace unos años, y a propósito de un hecho que conmovió al
mundo, señalé que ninguna torre es inocente, porque desde ellas se organiza y dirige el
saqueo de los lugares como creaciones históricas y culturales y se excluye a sus
pobladores del aprovechamiento pleno de sus recursos. Hay quien cree que sólo el
capitalismo tiene la capacidad de extenderse a otros ámbitos con relativo éxito, y que
defender los lugares es pecar de romántico. Pero otros creemos, y apostamos a ello
como a la última oportunidad de la especie humana, que sólo desde la sabiduría y la
cultura que destilan los lugares será posible formular nuevos sistemas globales,
verdaderamente justos, sustentables y sobre todo éticos.
No obstante, la antropología postcolonial y posmoderna se dejan seducir hoy por
la metáfora de la desterritorialización, según la cual el progreso habría vuelto obsoleta
toda reflexión realizada desde la afirmación de un espacio geográfico, político,
simbólico e identitario particular. La comprensión de un mundo desterritorializado,
escribe Renato Ortiz, requiere un punto de vista también desterritorializado. No
debemos por eso pensar el mundo desde América latina y la región a la que
pertenecemos, sino en su propio flujo, para luego hacernos las preguntas pertinentes a
nuestras realidades, con el ánimo, claro, de sumarnos a ese flujo con pragmatismo, de
acomodarnos a él como los mercaderes a la dictadura del mercado. El poeta antillano
Aimé Césaire, en su Cuaderno de un retorno al país natal, el más bello poema que se
escribió sobre la situación colonial, dice en cierto momento: “Acomódense ustedes a
mí, yo no me acomodaré a ustedes”. Esta es la clave de la dignidad de quien mira el
mundo desde el proceso histórico de su cultura, para saber qué se opone a él y definir
una estrategia para combatirlo, y también, por cierto, quiénes serán sus aliados en la
construcción del futuro. Tal sería la base de un pensamiento identitario y
territorializado, que lleva a construir la realidad desde una identidad y un territorio
específicos, minando las estructuras hegemónicas y neocoloniales.
Hoy la globalización arrasa los lugares, productos de largos procesos de
significación. Los demuele y levanta no-lugares por doquier, los shopping centers como
catedrales del consumo, monocultivos excluyentes que hacen del campo un mero
espacio productivo, una fábrica a cielo abierto, en el que el paisaje rural, o lo que resta
de él, tiene ya menos misterios, flora y fauna que una plaza urbana, y también menos
tatuajes símbólicos. El lugar es así crecientemente dominado, desarticulado por el
espacio que necesita la inversión extranjera. La modernidad ha negado el lugar y eso
favoreció su expansión. Se habló de la modernidad (la dominante) y no de la
modernidad de cada lugar, de cada región, de cada cultura. Este eurocentrismo fue
acrecentado por la posmodernidad. Son echados al olvido los modelos culturales de uso
del medio ambiente, resultado en cada caso de muchos siglos de interacción. La
globalización se puso hoy como divisa la abolición del lugar en aras de los delirios del
capital y en detrimento de los mundos simbólicos, así como procura uniformar la
sensibilidad a través de la cultura de masas y afianzar el pensamiento único con el
prestigio de las universidades, que han naturalizado ya la colonialidad del saber, del
hacer y del vivir, y en especial a la economía neoliberal, abandonando así el
compromiso emancipador del pensamiento iluminista.
Si todo proyecto nacional y americano, como planteaba Bonfil Batalla, debe
definirse en términos civilizatorios, resulta urgente e imprescindible, para evitar el
estancamiento histórico, dar pasos firmes hacia la emergencia civilizatoria,
abandonando esa navegación de sirga que caracterizó siempre a nuestro pensamiento y
asumiendo los riesgos que apareja toda gran empresa. Sólo quemando las naves se
puede lograr esto, lo que no implica por cierto desdeñar la herencia occidental, en buena
medida irrenunciable. O sea, la opción pasa por desarrollar un modelo propio para evitar
ser incorporados como una materia inerte a otro proyecto. De lo que se trata, frente a la
cultura occidental, es seguir la pauta trazada varias décadas atrás por el Manifiesto
Antropofágico de Oswald de Andrade.
Se podrá pensar que esto no es más que una utopía, pero todos los relatos que
alentaron nuestras gestas a lo largo de estos 200 años fueron utopías que en alguna
medida se cumplieron. Ya que se trata de un tiempo de balances y prospectivas,
miremos hacia atrás, para recordar cómo nacieron y cuál fue la dialéctica entre el
latinoamericanismo y el panamericanismo. En primer término estaría la Patria Grande
con la que soñaron Francisco de Miranda, Simón Rodríguez, Bolívar, San Martín, Sucre,
Artigas y otros hombres del tiempo de la Independencia. La “Carta de Jamaica”, redactada
por Bolívar en 1815, es considerada un texto fundacional de la identidad de Nuestra
América. En ella ya advertía las dificultades que presentaba la integración, citando a
propósito a Montesquieu, quien decía que era más difícil sacar a un pueblo de la
servidumbre que subyugar a uno libre.
Miranda había fundado en Londres la Logia Gran Reunión Americana, sentando
varias de las bases teóricas de esta propuesta de real independencia. Siguiendo ese camino,
Monteagudo redacta su “Ensayo sobre la necesidad de una Federación General entre los
Estados Hispanoamericanos y plan de su organización”, que utilizará Bolívar para escribir
la convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá de 1826. Éste inició sus
deliberaciones el 22 de junio, con el objetivo de constituir una Confederación de los
Estados que fueran colonias de España, con poderes reales que incluirían la unificación
económica. Santander, a la sazón Vice-presidente de Colombia, cursó por su cuenta una
invitación a Estados Unidos. Al enterarse de ello, Bolívar manifestó su firme oposición a
que se llamara a dicho país a formar parte de los arreglos americanos. Y no se equivocaba
al propugnar esta actitud, como lo muestra el hecho de que Estados Unidos no sólo no
concurrió a dicho Congreso, sino que desplegó, al igual que el Imperio Británico, todos los
recursos a su alcance para impedir que en Panamá se echaran las bases de la Gran
Confederación. Por lo pronto, su diplomacia consiguió, moviéndose en la sombra, que
tanto Chile como Argentina no enviaran congresales, juzgando a la idea como
inconveniente. Argentina, gobernada a la sazón por los unitarios, no ocultó incluso su
repudio a la iniciativa. Ausencia notoria del Cono Sur que alentó el proceso de
balcanización que venía ya desarrollándose en las ex colonias de España. Miranda había
sido asesinado en 1816 por su posición americana y su jacobinismo, cuando acudía a una
cita galante. En 1830 muere Sucre, también asesinado, y Bolívar se extingue en diciembre
de ese año en Santa Marta, pobre y desesperanzado.
En 1823, un año antes de la batalla de Ayacucho, que selló la independencia de la
América hispánica continental, Estados Unidos emitió lo que se llamaría Doctrina Monroe,
por el presidente de ese nombre. Su famoso principio “América para los americanos”
pasaría a significar pronto “América Latina para los norteamericanos”, poniendo la piedra
basal de lo que hacia fines del siglo se convertiría en el panamericanismo.
En 1836 surge el concepto de América Latina, como recurso estratégico del
imperialismo francés, pero recién en l865 Torres Caicedo funda el latinoamericanismo,
como corriente de pensamiento y una voluntad de emergencia en tanto bloque regional, lo
que se lograría, según su propuesta, con el establecimiento de una Unión Latinoamericana.
Dicha concepción sería desplazada por el panamericanismo en el escenario
político. Tal corriente se deriva del término “Pan America”, forjado en 1889 por James
Blaine, Secretario de Estado de Estados Unidos, quien, para dar una forma más operativa a
la Doctrina Monroe, proponía la conformación de una Unión Aduanera de las Américas.
Entre 1889 y 1890 se realizó bajo su égida la Conferencia Panamericana de Washington,
que habría de crear la Oficina Internacional de las Repúblicas Americanas. Tal derrota
retardaría el fortalecimiento de la identidad de la América que está al sur del río Bravo, por
cuanto se aceptaba el liderazgo de Estados Unidos en reemplazo de Inglaterra. Por más que
en respuesta a tal proyecto Alejandro Bunge propusiera en 1909 crear una Unión Aduanera
del Sur, el panamericanismo ganó bastante terreno en 1910, al formarse la Unión
Panamericana, y culminó su ascenso en 1948, al crearse la Organización de Estados
Americanos (OEA).
El americanismo de cuño hispánico se activa hacia finales del siglo XIX con el
advenimiento de Brasil a la comunidad republicana, y también con la publicación de
Nuestra América (1891), de José Martí, donde este autor se pronuncia en forma tajante
contra el plagio de formas políticas, jurídicas y hasta intelectuales de Europa y Estados
Unidos, en una actitud servil que entrañaba a su juicio una degradación humana y artística.
Otro precursor que no se puede soslayar fue el portorriqueño Eugenio María de Hostos,
quien se afanó, desde una clara actitud anti-imperialista, en definir la personalidad de
América Latina ante Europa y Estados Unidos. En 1900 se publicaría el Ariel de José
Enrique Rodó, que reivindica un destino continental. En 19l2, Manuel Ugarte habla de “la
Patria Grande del porvenir” y aconseja, para salir del coloniaje, crear con el esfuerzo diario
valores nuevos y una civilización diferenciada. Reafirmará luego, en el Prólogo de La
reconstrucción de Iberoamérica, su testamento político, que ha llegado la hora de realizar
la segunda independencia, pues Nuestra América debe dejar ya de ser rica para los demás y
pobre para sí misma. En su crítica al panamericanismo, señalaba que las dos Américas
nada tenían en común, y no debían intentar construir juntas un futuro. En 1922, José
Ingenieros planteaba sin escarceos la disyuntiva: o someterse a la Unión Panamericana (a
la que entendía, con justo criterio, como América para los norteamericanos) o echar las
bases, para defender nuestra real independencia, de una Unión Latino-Americana
(América para los latinoamericanos), con lo que se retoma la vieja consigna de Torres
Caicedo. A estas voces se sumarán José Vasconcelos y Antonio Caso por México, así
como los peruanos Manuel González Prada, José Carlos Mariátegui y José María
Arguedas. En las últimas décadas, el latinoamericanismo impulsó una serie de acuerdos
subregionales como el MERCOSUR, la Comunidad Andina de Naciones, el Mercado
Común Centroamericano, el G-3, el CARICOM, la Asociación de Estados del Caribe y,
finalmente, la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).
Resulta altamente destacable la iniciativa venezolana de convocar, en el marco de
su revolución bolivariana, a un Segundo Congreso Anfictiónico, que se realizó en Caracas
en 1997, bajo el lema “Por la unidad y la soberanía de nuestros pueblos”. El Tercer
Congreso se reunió en Panamá en 1999, con el tema central de “Soberanía y
globalización”. Hubo luego un Cuarto Congreso, que tuvo lugar en Buenos Aires en
noviembre de 2001, donde, bajo el lema de “Unidad y soberanía”, se habló de una
Confederación de Repúblicas de América Latina y el Caribe.
La emergencia civilizatoria debería cristalizar un día no lejano en la formación
de Estados-regiones supranacionales, con un poder ejecutivo central, un Parlamento y
una unión monetaria, sin descuidar la integración cultural y social, pues sin ellas
difícilmente se consolidará el proyecto ni se alcanzarán las propias metas. Sólo una
fuerte conciencia permitirá que el proceso no sea manipulado por Estados Unidos, el
país más interesado en impedir nuestra real independencia, montándose sobre políticas
neoliberales que nos han sumido en la mendicidad y alienado más profundamente
nuestro patrimonio, tanto público como privado, como lo muestra el paradigmático caso
de Argentina, país que empezó el año 2003 con casi el 60% de su población viviendo
por debajo de la línea de pobreza, por haber acatado sumisamente durante años los
mandatos de los organismos internacionales de crédito y las recomendaciones de
Estados Unidos, estipuladas por el Consenso de Washington. El fortalecimiento de
nuestra identidad no puede pasar por la concentración y transnacionalización de los
capitales, sino por el mejoramiento creciente de la calidad de vida de las grandes
mayorías, mediante la distribución de la riqueza.
Mientras se producían los mencionados intentos de real independencia en
Nuestra América, Estados Unidos no dejó jamás de desplegar estrategias para atraernos
a su órbita, lo que implicaba uncir una civilización al carro de otra, haciéndola renunciar
a un destino propio y sometiéndola a la Pax Americana: Política del garrote, política del
buen vecino, Alianza para el Progreso en los años de la insurgencia, y más
recientemente, la Iniciativa para las Américas –propuesta de unir a toda América, desde
Alaska a Tierra del Fuego, en un solo bloque, lanzada en 1991 por Busch padre-- y el
Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (ALCAN), que además de Canadá
incluye a México, con la posibilidad de extenderse a otros países de América. La firma
de dicho tratado por parte de México puede ser vista como una alta traición a la digna
historia de ese país, y así lo entendieron los mayas de Chiapas, precipitando el estallido
de una rebelión programada para un tiempo posterior. En la Cumbre de las Américas,
conferencia realizada en Miami en 1994, Estados Unidos dio otro paso ambicioso, al
llamar a establecer un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) para el año
2005. Por esta vía se reformulaba el viejo panamericanismo, convirtiéndolo en una
doctrina que alguien llamó “neopanamericanismo”, y que implica una regionalización
vertical dirigida por Estados Unidos y los resortes a los que apela para imponer su
voluntad, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Esta propuesta
fue derrotada en noviembre de 2005 en la Cumbre de Mar del Plata –gracias, entre otros
factores, a la fuerte presión indígena y la presencia de Chávez-, aunque Estados Unidos
se vale ahora de la firma de tratados bilaterales de libre comercio para consumar sus
designios, logrando sumar ya a varios países a su órbita, suficientes para trabar nuestro
proceso de integración y el avance de las políticas contra-hegemónicas. Seguir ese
último camino es renunciar a definir un rumbo propio y someterse a las políticas y
decisiones estratégicas de Estados Unidos, comulgar con una visión del mundo que
amenaza con destruir al planeta y con tal de mantener su poderosa industria bélica y su
nivel de consumo no deja de promover guerras en un siglo que tendría que estar ya libre
de ellas, como lo plantea Evo Morales en sus “Diez mandamientos parea salvar al
planeta, la humanidad y la vida”, acaso el documento más sabio que surgió de América
dirigido al mundo entero.
El concepto de civilización ha sido en cierta forma la conciencia de sí de
Occidente, la base desde la que operó su pretensión ecuménica de imponer al resto del
mundo tanto el cristianismo como el capitalismo, junto con los demás elemento de su
cultura, objetivo en buena medida logrado. Aunque su traición a la especie humana
quitó ya todo sustento a su mesianismo, asistimos impávidos, casi sin reaccionar, al
espectáculo grotesco de la cultura de masas proyectándose a nivel global y
desarticulando sin piedad los sistemas simbólicos que dan cuenta de la riqueza y
diversidad de la aventura del hombre sobre la Tierra. Ahora nos toca a nosotros, junto
con otros pueblos del mundo que también fueron víctimas del colonialismo, hacer pie
en el concepto de civilización y tomar esta bandera. Como el mismo Huntington lo
previera, Occidente deberá enfrentarse en este nuevo milenio con el resto del mundo, ya
harto de sus agresiones. La diferencia está en que dicha civilización, con la imposición
del capitalismo tardío, pasó a representar la barbarie, y que nuestro papel será, de aquí
en más, “pacificar” a los nuevos bárbaros desde una razón reconstruida desde abajo
mediante el consenso, o sea, de un logos dialógico, preocupado por restituir a la especie
al ya largo cauce de su historia, la que debe ser vista como una historia ética, y también
salvar al planeta.
La vía que propugna el ALCA, además de indigna de quienes dicen amar la
libertad, ha desindustrializado a los países que adoptaron esta fe e incrementado la
desigualdad, al concentrar la riqueza de un modo antes desconocido y socializar la
pobreza. La titularidad de las empresas fue transferida en un alto porcentaje, que pasa
del 50%, a las grandes corporaciones, sembrando además el caos social al anular las
conquistas obreras e incrementar los índices de desocupación y exclusión, hasta el punto
de que millones de personas deben subsistir con magras ayuda del Estado. La Argentina
de los años 90 fue un claro ejemplo, y el derrumbe de ese modelo fue comparado por Le
Monde Diplomatique con la caída del Muro de Berlín. En el caso de México, en sólo
cinco años el salario real se redujo en un 43%, mientras que de las 700 empresas
automotrices que había al firmarse el Tratado de Libre Comercio quedaban sólo 70 diez
años después. Su tasa de crecimiento anual, antes del 6%, cayó a 2%, y este escaso
crecimiento se reparte con una inequidad cada vez mayor, por lo que se multiplican los
conflictos sociales. En el intercambio comercial de ambos países, sólo había superávit
para México en el petróleo, que no es un producto industrial y sí estratégico, al que le
sobran compradores en el mundo. Como contracara, basta mirar hoy los índices de
crecimiento de Brasil, Argentina, Ecuador y Uruguay.
El único camino que realmente nos queda es desarrollar una civilización propia,
con una base antropológica y filosófica diferente (algo a lo que ya aludía en 1837 el
joven Alberdi), y con una política y una economía independientes del modelo
globalizador. No hará falta para ello crear un gran poder militar, como plantea
Huntington, sino tan sólo definir una racionalidad diferente, una alternativa válida, y
armarse de coraje político para pagar el precio de la real independencia, el que al fin de
cuentas no es tan caro como se pensaba, si vemos el caso argentino de la última década,
de Bolivia, Venezuela y otros países de la región.
La cultura de Nuestra América es más cercana a la occidental que otras culturas
del mundo, pero esto no debe confundirnos, ya que no somos en realidad parte de
Occidente y no lo seremos por más esfuerzos de entrega y mimetismo que realicen las
burguesías nacionales, pues los pueblos seguirán siendo fieles a sí mismos, y lo único
que se logrará con ello es ahondar la brecha interna. El ALCA no es más que el
panamericanismo reformulado en términos de mercado. La vía propia pasa hoy por el
fortalecimiento del MERCOSUR en lo político, económico y cultural, y su progresiva
ampliación para potenciar a UNASUR. Esta última, nacida en 2004 con la Declaración
de Cusco, tuvo su segunda cumbre en Cochabamba en diciembre de 2006. Luego se
sucedieron otras con una frecuencia cada vez menor, y ha demostrado una actitud muy
distinta a la de la OEA –organismo que debería a mi juicio desaparecer pronto, por ser
un anquilosado instrumento del panamericanismo que ha legitimado siempre la política
norteamericana, incluyendo los golpes de estado e intervenciones militares--, como se
vio en las posiciones tomadas en los casos de Bolivia, Honduras y ahora en el conflicto
de Colombia y Venezuela. En la cumbre de Cusco, los jefes de Estado se mostraron de
acuerdo en que la globalización profundiza las asimetrías, y que es preciso avanzar
hacia una integración con rostro humano, firmando un Nuevo Contrato Social
Suramericano. No obstante, hasta ahora el único órgano permanente de dicha
comunidad es la Secretaría Pro-Tempore, y la preocupación por la cultura y la
identidad, en la cual se inscribe la emergencia civilizatoria, figura en el número 14 de
sus 15 puntos. El último punto, también fundamental, es la participación ciudadana en
el proceso de integración. Si esta comunidad se consolidara, actuando con firmeza
contra los poderes hegemónicos, poco le costaría sumar a América Central y el Caribe a
sus demandas, alentando a México a denunciar el Tratado de Libre Comercio y
recuperar el rol que le corresponde históricamente en Nuestra América.
En enero del año 2001 se realizó en Porto Alegre, Brasil, el primer Foro Social
Mundial, proyecto originado tiempo atrás en una reunión celebrada en la selva
lacandona, Chiapas, cuyo objetivo era cambiar el mundo sin tomar el poder, con lo que
se definía ab initio por la no violencia. Su fecha coincidirá desde entonces con el Foro
Económico Mundial, que se reúne anualmente en Davos, Suiza, desde 1971, el que ha
sido una instancia estratégica para el desarrollo e imposición a nivel global del
pensamiento neoliberal que asoló nuestros países. Entre la reunión de Chiapas y el
primer foro se dio una secuela de manifestaciones anticapitalistas y contrarias a la
globalización, que tuvieron lugar en Seattle (1999), Washington, Praga y otros sitios,
donde se hizo evidente el rol protagónico de nuestros pueblos en la gestación de un
mundo nuevo. Tanto en ese primer foro como en los que vinieron después, se
enriquecieron también de un modo significativo las tesis latinoamericanistas, aunque sin
llegar aún a una definición civilizatoria. En el marco del VIº Foro Social Mundial,
realizado en enero de 2006 en Caracas, tuvo lugar el Segundo Foro Social de América,
como un recorte estratégico para abordar nuestros problemas específicos. Uno de los
objetivos fundamentales de dicho movimiento, en lo que respecta a nuestra región, es
tratar de impedir por todos los medios al alcance la firma del Tratado de Libre
Comercio para las Américas (ALCA), la gran carta que, como se dijo, juega ahora el
panamericanismo, con la ambición de reunir a 34 países y controlar un mercado de 800
millones de consumidores. Por cierto, no es otra cosa que un nuevo pacto colonial, que
terminará de hundir a nuestros pueblos y acabar con lo que les resta de soberanía,
provocando la desaparición del MERCOSUR, la Comunidad Andina de Naciones (la
que ya de hecho fue desarticulada por Estados Unidos), la UNASUR y de cualquier
esquema de integración e independencia política y económica que se conciba para
Nuestra América. El destino de la región quedaría entonces reducido a la triste
condición de proveedora de materias primas a bajo precio, de fuerza de trabajo casi
esclava (porque lo que hoy se globaliza es la esclavitud y la miseria, no la libertad y el
bienestar social) y de consumidora de los productos industriales de los países ricos, los
que seguirán incrementando así la brecha tecnológica y con ella el control de nuestras
economías.
En la mencionada cumbre de Mar del Plata, Venezuela propuso con firmeza la
institucionalización del ALBA, o Alternativa Bolivariana de las Américas, como un
desafío al neoliberalismo y la hegemonía norteamericana, en lo que sería la nueva
formulación del latinoamericanismo. Si desde el ALBA se asume a Nuestra América
como una civilización emergente, se habrá dado un gran paso a la faz del mundo. Las
elites intelectuales seguirán mostrándose temerosas frente a esta opción radical, pero la
presión de los pueblos, cada vez más excluidos tanto del presente como del futuro,
abrirá la brecha profunda de la historia. Porque huelga decir que las crecientes
diferencias socio-económicas que produce la concentración desenfrenada de la riqueza
constituyen un serio obstáculo a la inclusión social, como se está viendo en Argentina y
toda la región. Los que más tienen, los pocos que viven la fiesta del capitalismo
neoliberal y deifican el american way of life, no quieren en verdad liberarse de nada, y
retozan como cerdos en el humillante chiquero de la dependencia, sin que les perturbe el
sueño la destrucción de los valores culturales y el medio ambiente, y menos aún la
transnacionalización de la economía que ellos mismos propician, con la pérdida de
control que esto implica de los resortes del poder, esa soberanía por la que millones de
hombres se hicieron matar a lo largo de la historia.
Lo cierto es que ya las relaciones internacionales, hasta hace poco una sucia partida de
póquer que se jugaba entre unas pocas potencias, se van tornando más complejas, en la
medida en que varios países y civilizaciones emergentes reclaman un sitio en el
contexto mundial, y sobre todo empiezan a aglutinarse para poner coto a la voracidad
imperial de Occidente, como el mismo Huntington lo percibe con preocupación. El
Banco Mundial tuvo que reconocer que entre los 6.000 millones de habitantes del
planeta, 2.800 millones viven con un ingreso inferior a dos dólares diarios, y también
que entre ellos hay mil millones de desnutridos (a pesar de la tan mentada Revolución
Verde), de los cuales mueren 17 por minuto. Anualmente, mueren11 millones de niños
menores de cinco años a causa de la pobreza extrema. La diferencia de ingresos entre
los países más ricos y los más pobres era de 37 veces en 1960, de 60 en 1992 y hoy es
de 74 veces. En materia de brecha social, Nuestra América reúne los más tristes
guarismos mundiales, presentándose como la región de mayor desigualdad. Al concluir
el año 2003, según la CEPAL, había en ella 20 millones más de pobres que en 1997. El
44% de los latinoamericanos y caribeños (227 millones) vivía entonces bajo la línea de
pobreza, y un 79% de ellos (177 millones) tenían menos de 20 años. El número de
indigentes llegaba a 100 millones, o sea, el 19,4% de los habitantes de la región.
Estos datos nos corroboran que el camino que tomaron los países del llamado “Primer
Mundo” no conduce a la igualdad, sino, por el contrario, a la más profunda desigualdad
que conoció la historia humana. Tal abismo no puede seguir ya ahondándose sin generar
grandes conmociones, que incluirán sin duda la violencia armada. Las ideologías que
pretendieron desmontar las ideologías políticas, proclamando un supuesto fin de la
historia, hoy mueven a risa, pues además de pavimentar la alienación de la economía y
la cultura sirvieron para hacer posible una gran farsa trágica que deterioró sensiblemente
la calidad de vida de miles de millones de seres humanos. Frente a un cuadro de tal
gravedad, se comprende la importancia de recuperar conceptos que se suponían propios
de la Guerra Fría, como el de Tercer Mundo, el que no es otra cosa que un proyecto de
los países no occidentales de unirse contra Occidente, relegando a un segundo plano los
conflictos nacionales, étnicos, religiosos y culturales entre los pueblos, en la conciencia
de que sólo la unidad podrá proporcionarles la fuerza suficiente para alzarse como poder
alternativo capaz de hacerse respetar. Vimos ya hasta qué punto la irracionalidad
domina a Occidente, y que poco le interesa a esta civilización modificar y ni siquiera
retocar sus modelos para hacerlos más justos y viables, algo ratificado por la vía elegida
por Estados Unidos y Europa para salir de la actual crisis económica, que pasó por
redoblar la apuesta a lo mismo, así como por su indolencia criminal frente a los serios
problemas ambientales del mundo. Sólo le preocupa la acumulación cada vez más
vertiginosa de capital, y una concentración de éste hasta ahora desconocida, que explica
el constante crecimiento de la brecha social y las migraciones forzadas por el hambre y
los conflictos que genera el despojo. Según cifras de la ONU, de los 2 millones de
refugiados que había en 1975, se pasó en 1995 a 27 millones.
El Subcomandante Marcos, en un artículo publicado en 1997 en Le Monde
Diplomatique, sostiene que la globalización neoliberal debe ser entendida como una
nueva guerra de conquista de territorios. La Guerra Fría, a la que llama Tercera Guerra
Mundial, librada en el escenario del Tercer Mundo, fue a su juicio, que compartimos,
una guerra caliente, que produjo en esa “periferia” tan desdeñada 149 confrontaciones
armadas, las que dejaron la cifra nada despreciable de 23 millones de muertos. La actual
globalización neoliberal sería para él la Cuarta Guerra Mundial, que está cobrando la
vida de millones de personas sumergidas en las penumbras nada espectaculares (porque
los misiles son de otro tipo) de la pobreza, la exclusión y la desesperanza. No se trata ya
de capitalismo contra socialismo, sino más bien entre los centros financieros y las
corporaciones con sede central en las metrópolis, por un lado, y por el otro las mayorías
del mundo, que van siendo declaradas “prescindibles”. Esta guerra tiene lugar no en
escenarios claramente delimitados, sino confusos y cambiantes, y su intensidad es
creciente. Se basa en la concentración de la riqueza y distribución de la pobreza, así
como en la globalización de la explotación.2
Hay que rechazar por falsa la opción que a menudo se nos plantea, en el sentido
de que cuestionar la plena validez en nuestro medio de la ciencia y la técnica de los
países desarrollados es una actitud retrógrada. Se trata tan sólo de someterlas a un
proceso de legitimación desde la óptica de nuestros valores y necesidades, y sobre todo
de nuestra experiencia histórica. Toda transferencia deberá así pasar por el tamiz de la
filosofía (cuya función es desentrañar los significados ocultos), de la política (la que
deberá interceptar las formas de dependencia solapadas), y de la ética (cuya tarea será
prevenir sobre los valores contrarios al ethos social que pueda aparejar). En su afán de
expansión, Occidente desarrolló una mecánica determinista del porvenir, basada en una
fe ciega del progreso histórico, en un culto al cambio por el cambio mismo, como si lo
nuevo fuera un valor en sí, algo siempre superior a lo que desplaza. El cambio, en
nuestros contextos, no tiene por qué ajustarse a tiempos e intereses ajenos: lo
fundamental es que responda al ritmo y necesidades de los distintos procesos. Como
decía Miró Quesada, la razón, la ciencia y la técnica no son panaceas ni piedras
filosofales, y no se puede tener fe en ellas como se cree en los mitos. El “ideal de vida
racional”, añade, no es sino la decisión inquebrantable de enfrentarse al mundo
críticamente, sin aceptar los supuestos que, por el hecho de nacer en una sociedad, nos
son impuestos de manera arbitraria. Si se evita mitificar la ciencia y la técnica, se
eliminará también el peligro de tomarlas como cosas hechas y perfectas, creadas por
otros, cuyas ideas tenemos que seguir a la manera de robots.3
La colonialidad del saber de las ciencias sociales llevó a naturalizar la
cosmovisión liberal e instituir así un economicismo que ha convalidado un modelo
civilizatorio único, que torna incluso innecesaria la política, al no plantear alternativas
viables. Y lo que sucede con la economía se podría extender al conjunto de los saberes y
jergas que conocemos hoy como ciencias sociales, un tipo de discurso asentado sobre
una pretendida racionalidad, más falsa que neutra, que nunca intentó legitimarse frente a
los otros modos de construir el conocimiento, dialogar con los diversos lenguajes. Se
proclama el pluralismo cultural y hasta se muestra a menudo avidez por recibir desde el
mundo mal llamado “periférico” propuestas alternativas que inyecten sangre al sistema,
pero los discursos que expresan esta diferencias son mirados con recelo y hasta como
hijos de la superstición por el pensamiento académico, pues se alejan de los paradigmas
que adoptaron como universales sin que ningún cónclave mundial los haya reconocido
como tales, y que se impusieron junto con el capitalismo, al igual que el cristianismo.
Salvo honrosas excepciones, nuestra Universidad prefiere corifeos y glosistas
del pensamiento de moda en Europa más que investigadores honestos, comprometidos
con nuestra realidad social y cultural, como observaba Fernando Ainsa. Añadía que los
grandes pensadores en ciencias sociales no salieron de ella, aunque a menudo, cuando
alcanzan un alto reconocimiento, los capta prestigiarse y convalidarse. Más que
promover nuevas miradas, produce un efecto paralizante. James Petras llama
intelectuales “institucionalizados” a los que medran en las instituciones públicas y
privadas, y los diferencia cuidadosamente de los intelectuales orgánicos, tal como los
definiera Gramsci. Los primeros se consideran a sí mismos verdaderos científicos,
imbuidos de un gran sentido de objetividad, y ven como improvisados ideólogos a los
intelectuales que apoyan las luchas de su pueblo, ayudándolo a construir su propio
discurso liberador. Tales luchas, para los intelectuales institucionalizados, han
desaparecido por algún agujero de la memoria, tornándose científicamente invisibles o,
lo que es aún más lapidario, están fuera de moda. Con tales premisas, dice Petras, han
creado la metafísica de la pospolítica. La actual declinación de los intelectuales
orgánicos estaría marcando la pauta de la fuerte contrarrevolución cultural en marcha,
que ha reducido la esencia de lo político a la burocracia y la democracia formal, sin
calar más hondo en los procesos4. Reiteramos aquí que no se exige a los intelectuales un
compromiso concreto con cuadros políticos –aunque pueden hacerlo si tal es su
decisión-, sino con la realidad en que operan, y que estén dispuestos a trabajar, desde el
sitio que les toca en el mundo, por el destino de Nuestra América.
Quizás no sea posible revertir el proceso que va restando importancia al trabajo
como clave de la productividad, en relación al capital y el saber. Para evitar la gran
frustración que significará esto para un sector creciente de la población, es necesario
avanzar hacia una cultura que no funde la identidad de las personas en su faz laboral,
sino en su pertenencia a una comunidad específica, en su pertenencia a un ethos y su
capacidad de cultivar determinados valores sociales, como en gran medida ocurre las
sociedades tradicionales. Pero como los excluidos del sistema productivo por el
aumento de la productividad tienen igual derecho a la vida que los que forman parte de
él, habrá que socializar estos frutos de la evolución humana, repartirlos en forma
equitativa mediante la reducción de horarios y otros mecanismos, para que todos se
beneficien con ellos. Hasta ahora, el desarrollo científico-tecnológico no sólo está
sirviendo al restablecimiento de formas de explotación que se creían superadas, sino que
es asimismo utilizado para vaciar la herencia moral de la especie. Para incrementar la
productividad no hace falta destruir la base territorial de la economía, arrodillándose
ante la globalización y los organismos internacionales de crédito (pues eso es deificar al
capital y los beneficios de las corporaciones), como tampoco hace falta arrasar el
sustrato espacial de la cultura para ser un verdadero ciudadano del siglo XXI. Por el
contrario, nuestra única forma de serlo es definirnos como civilización y actuar como
tal, meta que exige pisar firme en nuestro propio espacio. Porque es desde el espacio
recuperado que accederemos al gran tiempo. Éste, y no otro, será nuestro verdadero
aporte a una humanidad plenamente consciente de sí misma, que permita coronar la ya
larga y sangrienta aventura de la especie, una racionalidad que desemboque en la
solidaridad y no en el más crudo individualismo. Creo que todas estas ideas están
terminando hoy de madurar, y cuando maduren, como decía Darcy Ribeiro, al igual que
los mangos caerán en todas partes al mismo tiempo.
Notas
1. Cfr. Walter Mignolo, “La colonialidad a lo largo y a lo ancho: el hemisferio occidental en el horizonte
colonial de la modernidad”, en La colonialidad del saber: eurocentrtismo y ciencias sociales.
Perspectivas latinoamericanas, Buenos Aires, CLACSO, 2005; pp. 69-70.
2. Ver Fernando Coronil, “Naturaleza del poscolonialismo: del eurocentrtismo al globocentrismo”, en La
colonialidad el saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas, op. cit., p. 95.
3. Cfr. Francisco Miró Quesada, “Ciencia y técnica: ideas o mitoides”, en América Latina en sus ideas,
Coordinación e introducción por Leopoldo Zea, México, Siglo XXI Editores- UNESCO, 1986; p. 94.
4. Cfr. James Petras y Steve Vieux, “Los herederos de la gesta de Colón”, en El encubrimiento. Opiniones
en el Vº Centenario, Buenos Aires, Desde
Panel IV El contexto latinoamericano y las políticas educativas
Las políticas educacionales en Latinoamérica
Algunas ideas y problemas desde el currículo y la evaluación
Ricardo Ferrada Alarcón
1. Presentación
Antes de pasar al centro de esta exposición sobre políticas educacionales en
Latinoamérica, es fundamental entregue algunas precisiones, por cuanto inciden en la
perspectiva que abordo el tema, y por cierto en el desarrollo de los núcleos temáticos.
Un primer aspecto consiste en anticipar que me centraré en un ámbito específico de
decisiones de política educacional, esto es, la dimensión curricular; en la práctica, este
constituye un campo complejo, aunque muy visible para el ámbito público, en la medida
que es el eje sobre el cual descansa la actividad educativa y pedagógica desarrollada por
los maestros, por otra parte, la implementación curricular obedece a necesidades
culturales que cada sistema educativo define, con distintos horizontes en sus objetivos,
demandando recursos para implementarlo y un tiempo para cumplirlos, en
consecuencia, se trata de un área en permanente atención, incluso con implicancias y
debates de orden político.
El factor anterior hace presente un segundo elemento al cual referiré, esto es, la
evaluación, que surge del interés y la necesidad de obtener evidencias acerca de los
resultados al llevar a la práctica ese currículo, en otras palabras, se trata de problemas
ligados a expectativas de enseñanza y aprendizaje. En ese sentido, cabe señalar que
independientemente de su modalidad, es sabido que la difusión de dichos resultados
alcanzan un alto impacto social, en que los datos revisten un carácter sintomático del
nivel de efectividad obtenido por las políticas educacionales. En la educación -se dice
con razón- se proyecta futuro.
En ese marco, esta exposición desarrolla entonces problemas generales referidos a
currículo y evaluación, para finalizar planteando los desafíos que, desde mi perspectiva,
debieran enfrentarse, atendiendo a las particularidades de los sistemas nacionales; la
envergadura de esos desafíos debiera involucrar al mundo académico, en tanto puede
aportar con ideas y la generación de iniciativas o proyectos que aporten a dilucidar y
resolver las dificultades que afectan actualmente la educación en sus diversos niveles.
En orden a cuestiones de tiempo, sólo se enuncian y describen los elementos temáticos,
por otra parte, hay información específica que se podrá entregar en el eventual diálogo,
asimismo bibliografía sobre materias de currículo y evaluación; desde otro nivel, los
datos cuantitativos se encuentran disponibles en reportes de los sistemas de evaluación,
además de aquellos entregados por organizaciones internacionales como PISA, OEI,
UNESCO, o entidades y grupos de trabajo ligados a la investigación educativa
(PREAL, GTEE).
2. Los cambios culturales y curriculares
Durante décadas del siglo pasado, las políticas educacionales latinoamericanas
estuvieron centradas en resolver el problema de acceso a la educación, lo cual en otros
términos puso como prioridad ampliar cada vez más la cobertura educacional; de ese
modo, los esfuerzos y programas específicos se abocaron a que una extensa población
entrara al llamado “mundo letrado”, como una herramienta que les posibilitara no sólo
entender mejor la realidad desde la cultura ilustrada, sino que, además, mejoraran sus
oportunidades en el espacio laboral, en la medida que contaran con una mejor
preparación académica.
Hacia los años 80, y con distintos niveles de avance y de cumplimiento, salvo
excepciones, el objetivo de educar a la mayoría de la población ha sido logrado en casi
todos los países de la región (OEI, 2010). El implícito de ese logro es que hizo
necesario implementar programas para la formación de maestros, destinar grandes
recursos para levantar colegios, articulándose en ello el interés público y la
participación del mundo privado, establecer mecanismos de apoyo a quienes requirieran
de los insumos básicos para estudiar, generación de políticas culturales, propiciar la
publicación de libros, entre muchos otros efectos.
La década de los años 90 muestra coincidencias en las políticas educacionales
latinoamericanas, particularmente en el impulso e implementación de reformas
educacionales (Kaufman y Nelson, 2005). Esto se expresó en currículos nuevos en la
idea de aplicar nuevos enfoques educativos que rompieran concepciones excesivamente
cognitivistas, aunque también se actualizaron los saberes, dado el fuerte desarrollo de
las distintas disciplinas o áreas del conocimiento, sumados los cambios científico-
tecnológicos que demandan o hacen emerger nuevos desafíos al mundo cultural.
En ese aspecto, un efecto relevante consiste en que se modifica y amplía la noción de
“saberes” -es decir, aquello que habitualmente se entiende por “contenidos”-,
pensándolos ahora no sólo en su nivel conceptual, en la medida que se integran los
llamados saberes procedimentales y actitudinales, asimismo, se releva el aprendizaje
social, un ámbito que por su naturaleza excede el dominio cotidiano, manifestándose en
los múltiples valores humanos y la conducta cotidiana, orientada hacia la tolerancia y la
vida democrática.
Consecuentemente con lo señalado, las reformas suponen entonces una redefinición del
concepto y los propósitos de la educación, que sin duda son determinados por visiones y
necesidades distintas; por cierto es un proceso que experimentan las personas, también
una trayectoria que prepara para la vida y modifica el entorno social y cultural, también
un modo de apropiarse del conocimiento.
3. La implementación de sistemas de “medición”
Los sistemas nacionales de medición obedecen a la necesidad de tener evidencias o
información de la efectividad de las políticas educacionales; en otros términos, se
intenta obtener información acerca de los resultados en el aprendizaje de los estudiantes.
Por otra parte, hacia los mismos años 90, los ministerios del área de diversos países se
integran a proyectos mundiales de evaluación, en un esfuerzo de aprendizaje técnico y
por el interés de establecer redes que ayuden a visualizar logros educativos en un
contexto de mayor amplitud.
En ese sentido, dichos sistemas comienzan a suscribir e implementar modelos y
tendencias internacionales de evaluación -por ejemplo, TIMMS, PIRLS, PISA, LLECE-
, que apuntando a diversos objetivos y con nuevas metodologías, operan integrando a
países de distintos continentes. En ese conjunto, puede destacarse el trabajo del LLECE,
cuyo esfuerzo está puesto en evaluar los sistemas escolares de países latinoamericanos.
Desde un punto de vista de los avances en los sistemas de evaluación, la incorporación
de nuevos modelos, apoyados por la tecnología informática y el significado de los datos
estadísticos, viene a conformar el paso de la sicometría, que busca medir habilidades
cognitivas, a la edumetría, que intenta establecer niveles de habilidad y el dominio de
los saberes o contenidos conceptuales propuestos en el currículo.
Los resultados inmediatos de la evaluación son datos numéricos globales, sin embargo,
su análisis y enfoques interpretativos se orientan a establecer niveles de aprendizaje
escolar. Entonces, si las pruebas internacionales muestran, por ejemplo, “logros”
escolares entre los países, o escalas de logro según tipos de habilidades y de contenidos,
para el caso de los sistemas nacionales, la información desagregada entrega diversas
entradas, con variables asociadas al dominio de las materias, modalidad de los colegios
(público versus privado), origen cultural y económico de los estudiantes, índices de
vulnerabilidad. En definitiva, es información que “mapea” las características del sistema
educacional y, según hemos señalado, los indicadores de logro sintomatizan el estado
del sistema educacional.
4. Resultados y evidencias
El logro de los estudiantes es variado y se tiende más bien a promedios bajos; hay
distancias entre países y grupos de estudiantes.
Los indicadores de logro se asumen como desafíos, que en el largo plazo constituyen
fuertes determinismos que anteponen nuevas metas u objetivos.
Los grandes campos del saber, es decir, lectura y escritura, más educación matemática,
entregan un panorama inquietante, considerando los niveles de logro. En términos
simples, los estudiantes de educación primaria y secundaria tienen dificultades de
lectura comprensiva y de comunicación escrita, asimismo, el dominio de operaciones
matemáticas es débil.
La información desagregada de los resultados en tipos de colegios, muestra brechas,
evidenciando que diferencias entre grupos están marcadas por variables
socioeconómicas y culturales.
Una conclusión de lo anterior es que el origen familiar determina más que la escuela, lo
cual pone en duda la relevancia o el peso de la vida escolar.
5. Decisiones de política educacional
En referencia a los resultados de evaluaciones periódicas, los sistemas educativos han
definido sus metas y desafíos que podemos agrupar en torno a tres ejes de problemas:
calidad de la educación, entendiéndose que se trata de mejorar o elevar los niveles de
logro en áreas clave del currículo; equidad, en orden a disminuir las brechas y
diferencias entre grupos de estudiantes, en la perspectiva de implementar una
discriminación positiva, apoyando a colegios desfavorecidos socialmente mediante
diversas estrategias de intervención; participación, en la medida que los cambios
educacionales involucran a la comunidad educacional donde se encuentran los niños y
jóvenes.
Los ejes que señalamos, sumada la reforma curricular de los sistemas, han involucrado
la necesidad de idear programas de perfeccionamiento para los maestros y el apoyo
estatal a la formación inicial docente, en las instituciones formadores de profesores,
asimismo, la implementación de redes de apoyo y compromisos para superar los bajos
niveles de logro. La situación se torna paradójica y crítica en casos donde los futuros
maestros provienen de colegios socialmente vulnerables, que representan precisamente
aquellos que obtienen logros más bajos en las evaluaciones nacionales, en consecuencia,
hay un desafío importante para lograr entregarles una buena formación profesional por
una parte, además de suplir las debilidades que traen desde su formación escolar, de
modo que sean competentes en su labor profesional.
6. Otros desafíos
La actual época, dominada por el fenómeno de la globalización, ha generado cambios
sociales profundos; en ese sentido, resulta inevitable asimilar que hay una nueva cultura
escolar y juvenil, que integra de modo distinto a sus mayores (maestros) la
globalización y sus efectos culturales.
Un aspecto crítico consiste en asumir como problema el desajuste entre el mundo
académico y formativo del nivel universitario, y el posterior mundo profesional-laboral,
sector en el cual precisamente operan las complejas reformas en el ámbito de los
saberes.
Un tema de fondo que demanda asumir, gubernamentalmente, decisiones radicales
apunta a que se desplace definitivamente el interés político en la educación, en la
medida que tensiona las decisiones de fondo, supeditándolas a visiones de corto plazo
que involucran valoraciones ideológicas, economicistas y de mercado. Sin duda, los
cambios y reformas en las políticas educacionales requieren de un cuerpo legal, sin
embargo, la experiencia muestra que, hasta ahora, las propuestas legales sufren
obstáculos, se formulan tardíamente o resultan extemporáneas al momento de aplicarlas.
El ejemplo de Chile y la llamada “revolución pingüina” es un claro ejemplo de ello.
Si la calidad, la equidad y la participación son factores cada vez más visibles o
presentes, cabe preguntarse en qué medida la academia se siente llamada en esos ejes de
problemas; la buena formación intelectual y humana es una declaración muy atendible,
entonces, atender a la generación de iniciativas o de proyectos en que se operacionalicen
saberes debiera ser un aporte.
Por último, es fundamental asumir nuevas formas pedagógicas que integren una
“didáctica de la complejidad”, en los términos del académico chileno Juan Miguel
Valenzuela, en la medida que el mundo científico y académico asume la multiplicidad
de la realidad, demandando el trabajo interdisciplinario y una racionalidad que opera
sobre procesos no lineales.
Bibliografía
-Kaufman, Robert R. y Nelson, Joan M. (2005). Políticas de Reforma Educativa
Comparación entre países. PREAL, Documento, N° 33.
-LLECE (2008). Reflexiones en torno a la evaluación de la calidad educativa en
América Latina y el Caribe. Santiago de Chile.
-Morin, Edgar (2001): Los siete saberes necesarios para la educación. Barcelona:
Paidós.
-OEI (2010). Metas educativas 2021. La educación que queremos para la generación
de los Bicentenarios. Versión electrónica, disponible en www.oei.es/metas2021.
-PISA (2009). Country profiles 2009. En línea: www.pisa.oecd.org/ddocument.
-Ravela, Pedro; Arregui, Patricia, y otros (2008). Las evaluaciones educativas que
América Latina necesita. PREAL, Documento N° 40.
-Ravela, Pedro, edit.(2001). ¿Cómo avanzar en la evaluación de los aprendizajes en
América Latina? PREAL, Documento N° 22.
-Valenzuela Rodríguez, Juan (2010). “La construcción de una didáctica de la
complejidad. Un desafío para las universidades actuales”, en Revista Akademeia, Vol. 1
N° 1, Santiago, Universidad Ucinf. Disponible en línea en
http://www.revistaakademeia.cl/2010/08/la-construccion-de-una-didactica-de-la-
complejidad-un-desafio-para-las-universidades-actuales/.
Una propuesta educativa de formación en la interculturalidad
Beatriz Gualdieri
“[este espacio] es un empuje más para seguir,
para darse cuenta qué es lo que se tiene para compartir
… así se da la reciprocidad en la práctica”.1
"Tenemos un doble analfabetismo: biográfico y contextual." 1
Esta ponencia recoge la experiencia de intervención en la realidad educativa que
realizamos (en un proyecto integrado y dialéctico que entreteje extensión, investigación
y docencia) desde el Área de Estudios Interdisciplinarios en Educación Aborigen
(AEIEA) de la Universidad Nacional de Luján, en convenio con el Instituto de
Investigaciones Pedagógicas Marina Vilte de CTERA hasta 2006, y desde entonces
conjuntamente con asociación Espacio Colectivo Alfar para pensar-hacer desde las
identidades.
Nuestro explícito reconocimiento del carácter pluricultural de la sociedad nos ha
conducido a tomar, como eje de reflexión y acción, la llamada "interculturalidad",
concepto debatido y debatible que procuramos construir desde las prácticas más que los
discursos. Una interculturalidad que, poniendo el acento en los sujetos, podría tambien
ser conceptualizada en términos de "inter-identidades"1 o de "inter-lógicas"
1.
El contexto
Las acciones a las que me refiero responden a una problemática socioeducativa
que se caracteriza por la negación histórica de la diversidad cultural por un proyecto
homogeneizador de Estado-Nación y la consecuente indiferencia del sistema educativo
ante tal diversidad, que evidencia la tarea de reproducción de un modelo ideológico
donde no hay lugar para una real democracia y participación.
Tal indiferencia se evidencia en la expulsión sistemática de amplios sectores de la
sociedad por razones socioculturales y lingüísticas, la falta de formación docente para el
trabajo con la diversidad, la escasez de espacios académicos donde se trabaje
sistemáticamente y en profundidad esta problemática, la exclusión de grupos y personas
que no han tenido oportunidad de formarse para intervenir protagónicamente en las
propuestas educativas que les conciernen.
Como menciona Vázquez (2010), se insiste con un único lenguaje, una única
forma de ser y ver la realidad, rechazando y/o banalizando a quien hable, luzca o actúe
de forma "diferente" (cabe preguntarse:¿diferente a quién?). Se continúa negando la
existencia de diversas lenguas, que comunican mundos también diversos, de múltiples
variedades dialectales y culturales, de diferentes lógicas discursivas. Así, se ha ido
consolidando la existencia de grupos sociales en inferioridad de condiciones (no solo
económicas), que son identificados como “carentes”, “atrasados”, “inviables" porque
no "encajan" en el modelo hegemónico.
La Argentina continúa soslayando su naturaleza de país multicultural, pluriétnico
y multilingüe. Así es que desde el sistema educativo se siguen impulsando propuestas
que no reconocen las particularidades de los pueblos a los que van dirigidas; se trasmite
una imagen desvalorizada de sus culturas, al excluir sus lenguas y conocimientos de los
contenidos escolares; y se suele reproducir, en las relaciones dentro del aula, la
subvaloración de las culturas locales.
Todo esto más allá de los avances en el marco legal que comenzó a elaborarse con
el retorno a la democracia: con lo intercultural como política pública sostenida en la
Constitución Nacional de 1994 y en la Ley de Educación Nacional de 2006, o normas
como la Resolución 107/99 del CFCE, o la creación del Programa Nacional, en 2004, y
de la Modalidad, en 2008, de Educación Intercultural Bilingüe (EIB) en el ámbito des
Ministerio de Educación de la Nación, así como diversas normativas provinciales,
generalmente focalizadas en los pueblos indígenas1 y en la dimensión educativa.
La educación intercultural ha quedado reducida, pese a los discursos, a una
"educación para indios",1 una modalidad (Educación Intercultural Bilingüe) aislada en
el sistema educativo que no se articula con las propuestas y medidas de otros sectores y
que en muchos casos tiende a convertirse en una simple técnica de alfabetización para
excluidos.
Creemos que las transformaciones necesarias rebasan el simple reconocimiento
de la diferencia cultural (asentada más en los sistemas de creencias, instituidos como
parámetros, que en criterios de realidad concreta), y sostenemos que resultarán de
cambios en las relaciones de poder entre el Estado y los distintos pueblos indígenas (y
otros grupos socioculturales marginados).
En tal marco, pretendemos contribuir con la formación de sujetos sociales
críticos1 que, desde una perspectiva interdisciplinaria y con un enfoque educativo
participativo y democrático, consideren a la diversidad ya no para "integrar" al proyecto
hegemónico, sino para favorecer la participación en la construcción de un proyecto
sociopolítico de igualdad en la diferencia; un proyecto que necesariamente debe
afectar el carácter monocultural, hegemónico y colonial del Estado. Más allá de
promover diálogo y tolerancia, creemos que es necesario enfrentar y eliminar las
asimetrías sociales y la discriminación cultural que obstaculizan un diálogo intercultural
auténtico.
Cabe señalar que los pueblos originarios, por sus complejas y conflictivas
relaciones con la sociedad hegemónica que se manifiestan en una institución influyente y
extendida como la escuela, constituyen los interlocutores privilegiados para nuestras
acciones pues permiten una explícita interpelación de los parámetros establecidos. Es en
tal sentido que centramos nuestro interés en las diversas dimensiones educativas en
contextos indígenas, concientes de que la educación siempre ha constituido un lugar tanto
de construcción de identidades como de reproducción de hegemonía,
Sin embargo, nuestro enfoque excede a tales grupos y resulta pertinente para la
sociedad en general y para la escuela en particular, inmersas en relaciones marcadas por
las asimetrías entre los diversos actores sociales, que no siempre son reconocidas
explícitamente y que entorpecen la participación democrática. La propia experiencia nos
enseña que las problemáticas a las que responden nuestras acciones, así como las
reflexiones y propuestas que se sustentan y se construyen junto con los actores
socioeducativos, no tienen naturaleza focalizada en un grupo (indígenas) y/o una
dimensión (étnica), sino que abarcan a los múltiples y heterogéneos sectores sociales
afectados por la organización social de la diversidad desde la hegemonía. Así, docentes
y otros actores sociales que trabajan con muy diferentes tipos de colectivos (cf. Cuadro
2) han encontrado en los espacios que venimos abriendo una experiencia valiosa para la
revisión de sus propias prácticas y concepciones.
En este marco, nuestro compromiso con la construcción de espacios
interculturales se plasma en acciones de extensión universitaria que involucran tanto la
formación docente continua como el asesoramiento, acompañamiento y apoyo a
organizaciones e instituciones (sociales, culturales y/o educativas), y la producción de
materiales (didácticos y/o de difusión). En respuesta a las necesidades y demandas
expresadas por las comunidades y por los diferentes colectivos docentes, nos
proponemos impulsar la conformación y fortalecimiento de redes destinadas a vencer el
aislamiento y producir colectivamente propuestas educativas alternativas y posibles. La
organización e implementación de cursos y de encuentros locales y regionales en
distintos lugares del país tienen la intención de constituir espacios que favorezcan el
diálogo y la reflexión conjunta entre docentes, pueblos originarios y otros actores
educativos; sujetos diversos sin exclusiones.
Considerando lo embrionario del desarrollo de la implementación y el análisis de
las condiciones concretas en que se inserta la llamada "educación intercultural” en
nuestro país (ya que hasta recientemente se ha venido pensando y concretando desde
experiencias puntuales y dispersas), acompañamos las actividades de extensión con
investigaciones que buscan sistematizar los conocimientos y experiencias de los
diversos actores reales de la educación.
Del mismo modo, ya que consideramos que la diversidad es inherente a todo
proceso educativo en cualquier nivel y/o ámbito, desde el AEIEA apuntamos a la
interacción entre la docencia universitaria y la extensión, planeando, siempre que es
posible, espacios pedagógicos compartidos entre los estudiantes de las asignaturas y los
participantes de los cursos y demás actividades de extensión.
En esta propuesta es medular la inclusión de actores de diferente naturaleza en la
planificación e implementación de las acciones. La cooperación inicial con una
organización de cobertura nacional como la CTERA posibilitó un marco institucional de
amplia llegada, a través de los sindicatos de base, así como un aporte operativo y
pedagógico. A partir de 2007, con la participación activa del Espacio Colectivo Alfar,
hemos conformado un equipo caracterizado por la diversidad de perspectivas y
experiencias académicas y personales de los integrantes. Tal diversidad nos permite ir
construyendo una perspectiva transdisciplinaria que sustituya las miradas fragmentarias
que nos impiden captar las complejidades de la realidad.
Hemos procurado, también, el involucramiento de actores locales organizados, por
ejemplo: una asociación de docentes indígena en Formosa, una organización barrial
indígena en Los Toldos, un instituto de formación docente en Río Negro, una mutual
docente en Neuquén. La corresponsabilidad de los actores locales no sólo se sustenta en
razones operativas, sino que constituye una estrategia para evitar prácticas paternalistas,
frecuentes en las acciones que involucran a sectores marginados.
La propuesta de formación
Nuestro proyecto surge en septiembre de 2003, cuando concretamos en Luján,
conjuntamente con la CTERA y la Mesa de Trabajo de Pueblos Originarios, el "1er.
Encuentro Nacional de Educación e Identidades: Los Pueblos Originarios y la Escuela",
evento que permitió un primer diagnóstico integral y abarcativo (participaron más de
1.000 personas procedentes de diversos puntos geográficos de nuestro país) de las
demandas y necesidades existentes en las temáticas convocantes.
Aceptamos entonces el reto de organizar espacios explícitamente formativos que,
más allá de la dimensión de los contenidos y/o de la focalización en un único tipo de
destinatario, tendieran a reconocer y problematizar críticamente la
multidimensionalidad y heterogeneidad de los contextos educativos; espacios abiertos a
una continua revisión de parámetros dirigida a la "desnaturalización", imprescindible
para una real interculturalidad.
Nuestro enfoque pedagógico-didáctico se basa en el examen continuo de posturas
intelectuales y experiencias acumuladas, apelando a lecturas problematizadoras de la
realidad desde tiempos y espacios cotidianos y desde la historicidad de los sujetos,
siempre diversos.
En nuestra búsqueda por garantizar espacios suficientemente heterogéneos,
asumimos el desafío, tanto educativo como social, de aceptar participantes sin
exclusiones de titulación, de manera de incluir a personas que no han tenido
oportunidad de formarse académicamente. Así, coexisten en estos espacios formativos:
docentes y otros profesionales vinculados con la educación y la cultura; militantes y
dirigentes de sindicatos docentes; integrantes de pueblos originarios y otras
organizaciones sociales (de migrantes, de desempleados, ambientales, etc.); estudiantes
de profesorados y de universidades, etc.
Las acciones a las que nos referimos consisten, básicamente, en la
implementación de cursos de extensión universitaria acreditados por la UNLu, que
desde 2004 se han concretado en diez ocasiones. Estos cursos tienen una naturaleza
introductoria al debate sobre diversidad y educación, incluyendo en sus contenidos: la
revisión histórica crítica de la construcción de hegemonía sociocultural y las respuestas
institucionalizadas, la conformación de un cuerpo de conceptos y problemáticas
vinculados con cultura, lenguaje e identidad, y la reflexión crítica metodológica (en
torno a conceptos como conciencia histórica, realidad, conocimiento, subjetividad)
tendiente a la comprensión de la investigación educativa como construcción de
conocimientos situados en tiempo y espacio.
Organizamos estos contenidos en dos cursos iniciales Educación Intercultural y
Formación de Coordinadores de Círculos de Reflexión y dos cursos de profundización
Educación Intercultural II y Conocimiento y Diagnóstico de la Diversidad. Un quinto
curso, Educación Intercultural Bilingüe, fue especialmente diseñado para trabajar con
docentes e indígenas en Formosa.
Con el propósito de responder a las demandas de actores educativos procedentes
de diferentes lugares, optamos por la metodología semipresencial. Los encuentros
presenciales de ocho horas (40 horas en total) se realizan en una sede1; en ellos se
presentan y debaten conceptos y experiencias, se revisan ideas previas, se reflexiona
colectivamente. Los periodos no presenciales (56 horas en total) incluyen el trabajo en
terreno con colectivos docentes o grupos locales, la realización de encuentros en la
modalidad de Círculo de Reflexión, y la sistematización de ese trabajo, actividades que
los participantes realizan en sus localidades de residencia.
Los Círculos de Reflexión1 son fundamentales pues constituyen los espacios que
permiten reconocer colectivamente las lógicas de pensamiento y generar acciones
creativas en torno a la práctica educativa. En los Círculos se opera en la deconstrucción
del discurso académico poniéndolo en tensión con la historicidad profesional de los
sujetos, incluidos los propios recorridos de formación. El trabajo en lo cotidiano y lo
local busca facultar lecturas de la complejidad de la realidad social que resulten en la
construcción de conocimiento a través de la investigación y la posterior intervención
pedagógica. Así, promovemos la enseñanza y el aprendizaje como procesos basados en
la necesidad de “sospechar” de las propias construcciones parametrales y analizar mitos,
creencias y ritos que las conforman y que atraviesan las prácticas. La potencia
metodológica de los Círculos ha sido significativa para sostener los periodos no
presenciales, de otro modo sentidos como momentos de soledad y aislamiento.
El trabajo en Círculos es acompañado por materiales en diferentes formatos
(impresos, audio, video) que diseñamos en cada oportunidad intentando contemplar las
características de los destinatarios (tanto individuales como educativas y/o
socioculturales) y de los contextos sociales, culturales y lingüísticos específicos. Tal
adecuación a las especificidades de cada grupo implica reajustes continuos: cada nueva
réplica involucra la revisión y modificación metodológica, incluyendo los materiales.
De esta manera evitamos la estandarización apostando a fortalecer una formación
situada.
Una dimensión estratégica en la formación es la investigación, ya que
incentivamos el examen de las posturas intelectuales y las experiencias mediante la
problematización de las propias construcciones de realidad, abriéndonos a la pregunta
más que cerrándonos en la respuesta. Estos procesos de investigación se plasman,
centralmente, en los proyectos de intervención que se presentan para la evaluación final
y acreditación.
Con respecto a los participantes, como ya se mencionó, constituyen grupos
caracterizados por su heterogeneidad. Hasta el momento han asistido a nuestros cursos
más de 500 personas, con perfiles muy diferentes en distintas dimensiones: residentes
en doce provincias; integrantes de once grupos indígenas (un 45% de los participantes
se autoidentifica como perteneciente a/descendiente de un pueblo indígena); con
formaciones en todos los niveles educativos y amplia gama de ocupaciones (cf. Cuadro
1).
Cuadro 1: Perfil sociocultural de los/las participantes
Lugar de origen
(provincias)
Pertenencia étnica Nivel educativo Ocupaciones
Buenos Aires
Chaco
Chubut
Formosa
Jujuy
Mendoza
Neuquén
Río Negro
Salta
Santa Fe
Tucumán
Cdad. de Buenos
Aires (CABA)
aimara
diaguita-calchaquí
guaraní
kolla
mapuche
mocoví
pilagá
quechua
tehuelche
toba-qom
wichi
"criollo"
Primario
Secundario
Terciario:
maestro de grado
maestro bilingüe
MEMA*
ADA**
profesor
enfermero
Universitario
*Maestro Especial
para la Modalidad
Aborigen (Formosa)
**Auxiliar Docente
Aborigen (Chaco)
agente sanitario
albañil
asesora pedagógica
bibliotecaria
comerciante
desocupado
director/vicedirector
docente
documentalista
empleada doméstica
empleado comercio
empleado público
enfermero
estudiante
gremialista
guía de turismo
jubilado
líder comunitario
operadora de calle
orientador indígena
tapicero
trabajador social
tutor intercultural
En cuanto a la inserción en el sistema educativo, como se observa en el Cuadro
2, han asistido docentes de todas las áreas curriculares, los niveles y las modalidades,
así como educadores de espacios extra-escolares. La población atendida resulta,
asimismo, heterogénea ya que incluye no sólo a indígenas e inmigrantes, sino también a
otros grupos identitarios.
Cuadro 2: Inserción en el sistema educativo
Áreas curriculares Niveles Modalidades Población atendida
artes plásticas
artesanía
ciencias naturales
ciencias sociales
educación física
lengua
lengua extranjera
lengua indígena
matemática
música
inicial
primario
secundario
terciario
universitario
Formal:
común
técnica
agrícola
adultos
aborigen
especial
No formal
indígenas
inmigrantes
gitanos
niños en situación de
calle
niñas madres
sordos
"travestis"
El diálogo y la participación
La inclusión y participación de múltiples y heterogéneos actores constituyó una
decisión intencional ya que entendimos que nos permitiría abordar la realidad desde su
diversidad constitutiva. De esta manera buscamos construir colectivamente y en la
práctica concreta un "diálogo de conocimientos", configurando un ámbito vital para
repensar y generar acciones en torno a qué se hace y porqué, en la práctica educativa
(dentro y fuera del sistema formal); un diálogo construido en y desde la diferencia, pues
consideramos que lo igual, lo homogéneo, constituye una ficción.
Nos referimos a un diálogo donde nadie aspira a verdades categóricas porque
reconocemos que el conocimiento no es un absoluto sino que está en constante proceso
de construcción, que no es individual sino generado en espacios colectivos. Y en ese
proceso de producción de conocimiento, una dimensión constitutiva es el diálogo. Es a
partir de la escucha y la construcción conjunta que interpelamos lo dado poniendo
nuestras subjetividades en juego.
Retomamos en tal sentido el pensamiento de freireano que pone en el centro del
proceso pedagógico transformador al diálogo, a la comunicación franca y crítica que
apunta a reformular de manera radical las tradicionales relaciones entre maestro y
estudiante.
Esta práctica dialógica, que implica una formación mutua, conlleva la
conformación de un colectivo. Ha sido imprescindible, por lo tanto, revisar también las
formas de “ser parte” de ese colectivo; es decir, la naturaleza de la participación. Desde
nuestra experiencia, reconocemos la existencia de condiciones, tanto externas como
internas al propio proyecto, que dificultan el proceso participativo. Así, la práctica
educativa formal se desarrolla normalmente en instituciones donde los roles son fijos y
jerárquicos, lo que implica escasas posibilidades de participar de los múltiples sujetos
involucrados. Por otro lado, las particularidades innovadoras de un enfoque
intercultural exigen, en el desarrollo de las acciones, una apertura en la construcción de
vínculos flexibles que conduzcan a una participación efectiva. Esta tensión entre la
rigidez del sistema y la apertura necesaria constituye un desafío continuo.
Asumir un proceso de formación desde esta perspectiva entraña, por supuesto,
una mayor responsabilidad, trabajo y apertura de todas las partes, tarea que no ha sido
fácil. A las dificultades propias de la heterogeneidad de sujetos se agregó la opción por
la metodología semipresencial. Sin embargo, al mismo tiempo, nos vimos estimuladas
en nuestras búsquedas de nuevas estrategias para la comunicación buscada. La
conformación de los Círculos de Reflexión locales resultó en esto vital. Insistimos,
asimismo, en la necesidad de una dinámica interactiva de diálogo, que entendemos no
se da sólo entre los sujetos, sino también entre las actividades propuestas, la bibliografía
y la experiencia propia, intentando así una ruptura con la reproducción de
planteamientos para constituir relaciones críticas.
Las decisiones socio-pedagógicas que hemos ido asumiendo nos confrontaron
con un conjunto de "obstáculos" que insistimos en revertir en "fortalezas" para los
propósitos transformadores que perseguimos. Nuestras propias reflexiones se ven
beneficiadas y potenciadas por la práctica en contextos diversos y heterogéneos que nos
permiten vivir y pensar una interculturalidad situada. Concluyendo, reiteramos nuestra
convicción de construir una interculturalidad de prácticas, más que de discursos, que
incentive el protagonismo de sujetos con mayor autonomía en la producción de
conocimiento y las decisiones y prácticas educativas.
BIBLIOGRAFÍA
Fornet-Betancourt, R. 2009. Interculturalidad en procesos de subjetivación. México:
Consorcio Intercultural/SEP, Coordinación Gral. de Educ. Intercultural y
Bilingüe.
Gualdieri, B.; M.J. Vázquez y M. Tomé. 2008. "Educación y multiculturalidad: una
experiencia de integración dialéctica entre extensión, docencia e investigación
desde la Universidad Nacional de Luján (Argentina)". En: D.Mato (coord.),
Diversidad e Interculturalidad en Educación Superior. Experiencias en América
Latina. Venezuela: IESALC, UNESCO. (pp. 93-104). Disponible en:
http://www.iesalc.unesco.org.ve
Gualdieri, B. y M.J.Vázquez. 2010. "El "diálogo" de la interculturalidad: qué y cómo
desde la práctica". Ponencia presentada al Simposio Educación Intercultural
Bilingüe en América Latina y el Caribe: balances, desafíos y perspectivas - II
Congreso Ciencias, Tecnologías y Culturas. Diálogo entre las disciplinas del
conocimiento. Mirando al futuro de América Latina y el Caribe. USACH,
Santiago de Chile.
Picotti C., Dina V. 2010. Una propuesta interlógica ante los desafíos del pensar
contemporáneo. (Colección: Textos Institucionales - Serie Profesores
Extraordinarios Nº 5). Los Polvorines: Editorial UNGS.
Tomé, M. y otras. 2005. Informe del Proyecto Educación y multiculturalidad.
Formación de coordinadores, ajuste curricular y diseño de materiales.
Presentado al PROVIDA-Programa de Calidad de Vida y Desarrollo
Económico Social, Ministerio de Educación. Buenos Aires, Argentina.
Disponible en: http://www.ctera.org.ar/iipmv/areas/area_identidades.htm
Vázquez, M.J. 2010. "Lo intercultural: un análisis crítico. La subjetividad que me
sujeta". (ms.)
Autores
Almada, Martín Doctor en Pedagogía por la Universidad Nacional de la Plata, internacionalmente reconocido activista y
abogado de Derechos humanos; sindicalista, líder del movimiento “Por un Techo Para Cada Educador” de
la Federación de Educadores del Paraguay, escritor y poeta. Ha recibido varios galardones por su
actividad a favor de la aclaración histórica del Operativo Cóndor -por el cual había sido arrestado y luego
ante la presión internacional liberado- y de las violaciones de Derechos Humanos en Paraguay y
Sudamérica, destacándose el Premio al Sustento Bien Ganado de la Fundación Right Livelihood Award
en 2002. Actualmente dirige la Fundación Celestina Pérez de Almada, llamada así en memoria de su
primera esposa víctima de la tortura psicológica. Ejerce la profesión de abogado, apoya actividades para
la difusión y vigencia de los Derechos Humanos y promueve el uso de energías renovables y el
movimiento ecologista, presidiendo el “Movimiento Acuerdo Ecológico”, que es parte de la “Alianza
Democrática Tricolor”.
Ameigeiras Aldo
Licenciado y Profesor en Sociología y Doctor en Ciencia Política, Universidad del Salvador. Obtuvo
becas del Conicet. Actualmente se desempeña como Investigador -Docente en el Instituto del Desarrollo
Humano de la Universidad Nacional de General Sarmiento y como Investigador Adjunto del Ceil-Piette
en el área Sociedad, cultura y religión, sobre temas de cultura popular y religión. Ha dictado cursos de
posgrado relacionados con su especialidad en varias universidades del interior.
Entre las publicaciones más relevantes se cuentan "Cultura y religiosidad- El entramado socio-cultural de
una Fiesta Santiagueña en el Gran Buenos Aires"- Revista Strómata, 1992; "Una aproximación
sociológica a la Fiesta del Señor de los Milagros de Mailín en el Gran Buenos Aires"- Revista Religión y
Sociedad 5- 1987 y "Us and them. Religious diversity in an urban district context", Social Compass -
International review of sociology of religion -Sage Publications- Londres, Social Compass, 45 (3) 1998;
compil. con E.Jure de Diversidad cultural e interculturalidad, UNGS/Prometeo 2006, Religiosidad
popular –Creencias religiosas populares en la sociedad argentina, UNGS/Biblioteca Nacional (2008).
Biagini, Hugo E.
Dr. En Filosofía por la Universidad de La Plata.
Se consagó a la historia de las ideas argentinas y latinoamericanas., con una perspectiva crítica y
valorativa con respecto al develamiento y realización de la dignidad humana. Ha enseñado y dictado
conferencias en Universidades argentinas y de otros países. Investigador del Conicet y de la Academia
Nacional de Ciencias. Miembro fundador de la Asociación Íberoamericana de Filosofía y Política y del
Corredor de las Ideas del Cono Sur. Dirige el Centro de Investigaciones Históricas de la Universidad
Nacional de Lanús. Autor de numerosos artículos y obras, por los que ha sido reconocido
internacionalmente, así como por incentivar y dirigir trabajos interdisciplinarios. Entre sus publicaciones
merecen citarse Cómo fue la generación del Ochenta (1980), Educación y Progreso (1983), La Revista de
Filosofía (1983), El movimiento positivista argentino (1985), Panorama filosófico argentino (1985),
Filosofía americana e identidad (1989), Orígenes de la democracia argentina (1989), Historia ideológica
y poder social (1992), Redescubriendo un continente (1993), Intelectuales y políticos españoles a
comienzos de la inmigración masiva (1995), La generación del '80 (1995), Historiografía argentina,
Fines de siglo, fin de milenio (1996). La Universidad de La Plata y el movimiento estudiantil, Juventud,
sociedad y universidad , Identidad argentina y compromiso latinoamericano(2009), compil.con A.Roig
de El pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX, 3 t (desde 2004).
Colombres, Adolfo Abogado, escritor. Graduado en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional
de Buenos Aires, 1967, ejerciendo la profesión hasta 1976. Realizó cursos de post-grado en Filosofía del
Derecho, Sociología y Derecho Penal, estudios libres de Antropología, Sociología, Filosofía e Historia en
Universidades de diversos países, orientándolos inicialmente hacia el campo de las relaciones interétnicas y el
colonialismo en América y África. Participante de Congresos y Jornadas. Miembro de jurados académicos
y literarios Autor de audiovisuales didácticos, colaborador en la producción de diversos films. Asesor cultural
y director de programas Asesor legal en cuestiones y organizaciones indígenas y trabajos de apoyo. Autor de
numerosas obras literarias, antologías y obras antropológicas; entre estas últimas pueden destacarse
Celebración del lenguaje. Hacia una teoría intercultural de la literatura (1997). La emergencia civilizatoria
de Nuestra América (2001), América como civilización emergente, ensayo (2004), versión actualizada
(2008). Teoría transcultural del arte. Hacia un pensamiento visual independiente, ensayo, Buenos Aires
(2005). Los guaraníes (2008). Nuevo Manual del Promotor Cultural, dos tomos (2009). Prólogo y notas a las
dos primeras Recopilaciones de documentos políticos indígenas que se hicieron en América (1975 y
1977).
Coraggio, José Luis Economista. Director Académico de la Maestría en Economía Social, Instituto del Conurbano, Universidad
Nacional de General Sarmiento, Argentina. Responsable organizador de la Red Latinoamericana de
Investigadores en Economía Social y Solidaria (RILESS). Autor de más de 120 artículos y autor y coautor
de 25 libros. Primer Rector electo de la Universidad Nacional de General Sarmiento y Director del
Instituto del Conurbano de la misma. Director del Departamento de Economía de la Universidad Nacional
del Sur, Argentina, 1972. Director del CEUR, Argentina, 1969. Investigador principal en El Colegio de
México, 1981; Investigador asociado en el Instituto Torcuato Di Tella, 1969. Se ha desempeñado como
profesor en distintas universidades del país y del exterior, como también en Centros de Investigación de
primer nivel en distintos ámbitos Latinoamericanos.
Entre sus principales publicaciones: Nicaragua: revolución y democracia (1985, 1986) traduc. al inglés,
francés e italiano, La transición difícil. La autodeterminación de los pequeños países periféricos, coeditor
con C. D. Deere (1986,1987), Transición y crisis en Nicaragua, en coautoría con R.M. Torres (1987, 1988);
Territorios en transición. Crítica a la planificación regional en América Latina (1988,1994), La
investigación urbana en América Latina. Vol 3: Las ideas y su contexto (1990); Ciudades sin Rumbo.
Investigación urbana y proyecto popular (1991), Desarrollo Humano, Economía Popular y Educación
(1995), Desenvolvimento humano e educaçao (1996), Economía Urbana: la perspectiva popular (1994,
1998), Economía popular urbana: una nueva perspectiva para el desarrollo local (1998), Contribución al
estudio del sistema argentino de educación superior universitaria, coord. con A. Vispo (2001), ¿Es
posible otra economía sin (otra) política? (2005), Economía social, acción pública y política (2007, 2008),
La Economía Social desde la periferia (2008), Qué es lo económico? Materiales para un debate
necesario contra el fatalismo (Org) (2009)
Ferrada Alarcón, Ricardo UCSH-Chile, Doctor en Estudios Americanos, Mención Pensamiento y Cultura, Universidad de Santiago.
Magíster en Literatura Latinoamericana, Universidad de Santiago.
Académico de la Universidad Católica Silva Henríquez, Profesor de Posgrado en la Universidad de
Santiago y la Universidad de Talca.
Asesor del Ministerio de Educación, experto del sistema nacional de evaluación, área de Lenguaje, con
tareas asociadas al desarrollo de instrumentos.
Ponencista en diversos encuentros internacionales sobre literatura y humanidades.
SUS LÍNEAS DE TRABAJO SE ORIENTAN AL Discurso crítico y ensayo latinoamericano del siglo XX, Teoría
y crítica latinoamericana
AUTOR DE Artículos sobre literatura en revistas especializadas (L y L, Estudios Filológicos), de las obras
El discurso crítico de Octavio Paz. Contextos, desafíos y fundaciones en Latinoamérica de los años 60
80 (Ediciones Ariadna-Usach, 2009), Los cuentos de Francisco Coloane, espacios de realidad y deseo
(Editorial Universidad de Santiago, 2004).
Gualdieri, Beatriz Universidad Nacional de Luján (Argentina)
Investigadora y docente con formación académica en Lingüística: Licenciatura en la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos (Perú) y Doctorado en la Universidade Estadual de Campinas (Brasil).
Ha realizado investigaciones lingüísticas, sociolingüísticas y educativas con varios pueblos originarios de
Sudamérica, destacándose sus trabajos, durante más de dos décadas, con el pueblo Mocoví (provincias de
Chaco y Santa Fe, Argentina).
Ha recibido becas para investigación y estudios de diversos organismos (CONICET, OEA, CNPq, FAEP)
y ejercido la docencia en distintas universidades de la región (Perú y Bolivia) y del país (Chubut, Buenos
Aires, Chaco y La Pampa), tanto en el nivel de grado como de posgrado.
Resultados de sus investigaciones, sobre lenguas y educación, han sido publicados en libros y revistas
sobre estas temáticas y presentados en congresos y encuentros nacionales e internacionales.
Desde 2001 es profesora del Departamento de Educación de la Universidad Nacional de Luján, co-
responsable de la asignatura Educación Intercultural para las carreras de educación de esta universidad.
En el marco del Área de Estudios Interdisciplinarios en Educación Aborigen, que coordina desde 2007,
viene realizando actividades de extensión universitaria que focalizan la formación docente continua, con
docentes y pueblos originarios de diferentes regiones del país, mediante implementación de cursos,
encuentros y talleres, elaboración de materiales didácticos y de difusión, asesoramiento, etc.
Es miembro de la asociación civil Espacio Colectivo Alfar para pensar-hacer desde las identidades.
Jaramillo Salgado, Diego Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM, México, 2001; Magister en Estudios
Latinoamericanos, Filosofía, UNAM, 1985; Licenciatura en Educación-Filosofía, Universidad del Valle,
Cali, 1976; Licenciatura en Filosofía, Facultad de Humanidades de la misma Universidad, 1976. Profesor
de grado y posgrado en la Universidad del Cauca, Popayán, Colombia e invitado por otras Universidaes
en México y España.
Asesor y colaborador en organizaciones y movimientos sociales, coordinación de grupos de
investigación, dirección de carreras y revistas. Parcipante de numerosos eventos académicos y culturales.
Entre sus publicaciones, las obras: Satanización del socialismo y del comunismo en Colombia 1930-1953
(2007); compil. Filosofía política: Crítica y balances;“Un gobierno alternativo de los movimientos
sociales en el Cauca, Colombia”, en Norma de los Ríos (comp.) Movimientos sociales, nuevos actores y
participación política en Colombia (2005); “Un gobierno alternativo en una región olvidada de
Colombia: entrevista al Taita Floro Alberto Tunubalá Paja, gobernador del Departamento del Cauca”, en
JILAS, Journal of Iberian and Latin American studies, Vol. 7, number 2, december 2001; “La
investigación cultural en el Cauca un proceso incipiente”,con María Cecilia Alvarez y Matilde Eljach, en
Jesús Martín Barbero, Fabio López de la Roche y Angela Robledo (Eds.) Cultura y región, 2000;
"Colombia: reveses y aciertos de una paz que no se logra", en Horacio Cerutti y Carlos Mondragón
compil. Nuevas interpretaciones de la Democracia en América Latina, 1999; Las Huellas del Socialismo.
Los Discursos Socialistas en Colombia 1919-1929, 1997. Numerosos artículos en Revistas
especializadas.
Entre los reconocimientos recibidos: Mención honorífica por la tesis de doctorado en Estudios
Latinoamericanos de la UNAM, 2001; Medalla Gabino Barreda de la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM), 1990; mención de honor por el ensayo. Revaloración de la política. El discurso
político de José Carlos Mariátegui" en el concurso internacional de ensayo sobre Vigencia del
pensamiento de José Carlos Mariátegui, auspiciado por la UNESCO, Lima, 1995.
Lao Montes, Agustín Doctor en Sociología por la Universidad Estatal de Nueva York en Binghamton. Profesor de sociología
en la Universidad de Massachusetts en Amherst, donde también esta afiliado al postgrado en Estudios
Afro americanos y es investigador en el Centro de Estudios Latino/Americanos y del Caribe. Se considera
un intelectual-activista, con militancia en una pluralidad de frentes, tanto en la arena política como en el
terreno intelectual, en los Estados Unidos como también en América Latín y el Caribe.
Entre sus áreas principales de investigación y docencia se cuentan: la crítica decolonial, la sociología
histórico-mundial, los estudios culturales, la sociología política (especialmente los temas de estado y
movimientos sociales), los estudios críticos de raza y etnicidad, la crítica y política feminista y los
estudios urbanos. Ha publicado varios libros y una cantidad nutrida de artículos en estos campos.
Actualmentetrabaja en dos proyectos de libro, un volumen co-editado a titularse Constelaciones Globales
de Poder y Futuros Insurgentes y un manuscrito a titularse Diásporas Afro-Latinas: Movimientos Negros
y Políticas Etno-Raciales en las Américas.
Muzzopappa Héctor Profesor de Filosofía (UBA)
Prof. titular regular de Teoría Política I y II de la Licenciatura en Ciencia Política y Gobierno (UNLA).
Director del Departamento de Humanidades y Artes (UNLA)
Director de proyectos de investigación en Universidades y Centros de estudios, dirige actualmente el
Proyecto de investigación “Problemas y debates en la implementación de la enseñanza para el trabajo en
Argentina (1880-1904)” en el Centro de Investigaciones Históricas (UNLA) con subsidio de ANCyT.
Autor de artículos y libros, se encuentra en prensa en colaboración con Alejandro Herrero La República
posible y sus problemas. La recepción de Juan B.Alberdi en la etapa liberal conservadora.
Es actual editor responsable de la publicación Cuadernos de trabajo del Centro de Investigaciones
Históricas del Departamento de Humanidades y Artes. Es miembro del Comité de publicaciones y del
Comité de Proyectos de Investigación (UNLA).
Miembro de Sociedades científicas, entre ellas CEPNA – Centro de Estudios para el Proyecto Nacional,
Director desde 1983; SER EN EL 2000, miembro del Comité Directivo desde 1983; Asociación de
Filosofía Latinoamericana y Ciencias Sociales, secretario entre 1984-1988; editor de la revista Nuevo
Proyecto 1985-1992; miembro del Consejo de redacción de la Revista de Filosofía Latinoamericana y
Ciencias Sociales 1988-1991.
Picotti C., Dina V. Licenciada en Filosofía (Univ. Del Salvador, Buenos Aires, Argentina), Doctora en Filosofía (Univ. De
Munich). Ejerce la docencia en Universidades nacionales y privadas del país. Es actual Directora del
doctorado de Filosofía de la Univ. de Morón y del Instituto de Pensamiento Latinoamericano de la Univ.
Nac. Tres de Febrero. Es Prof. consulta en la Univ. Nac. de Gral. Sarmiento y Directora de la
Especialización en Filosofía Política. Investigadora en temas de filosofía contemporánea, filosofía de la
historia y pensamiento latinoamericano. Autora de artículos sobre los mismos y entre otras obras de “El
descubrimiento de América y la otredad de las culturas” (1990), “El movimiento positivista argentino”
(1985) (coautora), “A los 500 años del choque de dos mundos 1492-1992”(1989) (coautora), “Pensar
desde América” (1995) (pról. y compilación), “Kulturen der Philosophie” (1998) (coautora). “La
presencia africana en nuestra identidad” (1998). “El negro en Argentina – presencia y negación” (2000)(
compil. y coautora), “Interaction and Asymmetry between Cultures in the Context of Globalisation”
(2002)(coautora), “El pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX, t.I „Identidad, utopía,
integración (1900-1930), coautora, (2004), “La política, las palabras y la plaza”(2006) (coautora),
“Diversidad cultural e interculturalidad” (2006) (coautora), “Heidegger, el testimonio del pensar” (2007)
coautora, “M. Heidegger. Una introducción” 2020). Traductora al castellano del orig.alemán de varios de
la ed. de Obras Completas de M.Heidegger, en Ed.Almagesto/Bibl.Intern.M.Heid/-Biblos, Buenos Aires.
Prada Alcoreza, Raúl Bachiller en Humanidades, Colegio Santiago de Chiquitos.
Estudios de Literatura en la Universidad de La Sorbona. París, de Sociología y Matemáticas en la
Universidad Mayor de San Andrés., Maestría en Demografía en el Colegio de México, Estudios sobre
Políticas de Población en la Universidad Mayor de San Andrés, La Paz – Bolivia, Estudios sobre la
Deuda Externa en Atlanta Management Institute USA, Estudios de Epistemología en la Universidad
Mayor de San Andrés, La Paz – Bolivia y en el Instituto Foucault. Paris-La Paz.
Profesor de grado y posgrado en la Universidad Mayor de San Andrés y en el C.I.D.E.S., Director de
proyectos e investigaciones, Coordinador de la Maestría en Epistemología y Metodología de la
Investigación Social y del Doctorado en Epistemología.
Asesor del Canciller. Constituyente de la Asamblea Constituyente. Director de normas en la DGNGP del
Ministerio de Economía y Finanzas Públicas del Estado Plurinacional de Bolivia. Viceministro de
Planificación Estratégica del Estado. Ministerio de Planificación del Desarrollo.
Entre sus últimas publicaciones pueden citarse:
El Fantasma Insomne. Comuna. El Retorno de la Bolivia Plebeya. Comuna. Tiempos de Rebelión.
Comuna. Pluriverso. Comuna. Ensayos compartidos (1998-2001).
Genealogía del Pensamiento Trágico. Ensayo Crítico sobre Nietzsche. Episteme. La subversión de la
Multitud. Episteme. Genealogía de las Dominaciones. Episteme. Democratizaciones Plebeyas. Comuna
(2202).
Genealogía del Poder. Mitos. Fragmentos territoriales. Mitos. La Eternidad del Instante en los
Movimientos Sociales. Comuna. Retórica y Política. Comuna. Genealogías. Mitos. Multiplicidades.
Mítos. La Querella del gas. Mitos. Los Ciclos Viciosos del Capitalismo. Mitos (2003).
La Gramática de los Movimientos Sociales. Plural. Largo Octubre. Genealogía de los movimientos
sociales. Plural. Memorias de octubre. Comuna. La Muela del diablo (2004).
Horizontes y límites del poder y del Estado. Comuna, Muela del Diablo. Transformaciones pluralistas del
Estado. Comuna. Muela del Diablo. Horizontes del la Asamblea Constituyente. Yachaiwasi. Subversiones
indígenas. Comuna. CLACSO. Muela del Diablo (2005-2008)
Jorge Viaña Doctor en Epistemología y Metodología de la Investigación Social por la Unidad Académica de La Paz
UAGRM, Bolivia. Licenciado en Economía por la UMSA, La Paz, Bolivia. Diplomado en Educación
Superior por la UMSA, La Paz, Bolivia.
Catedrático sobre movimientos sociales, teorías de la sociedad civil, economía política y epistemología
en: Universidad Mayor de San Andrés UMSA, La Paz, Bolivia, docente en las carreras de Sociología
(Postgrado), Comunicación social (Pre-grado) y Medicina (Postgrado); en la Universidad Pública del Alto
UPEA, Carrera de Comunicación social (Pregrado); en la Universidad Autónoma Gabriel Rene Moreno
UAGRM, unidad de postgrado, La Paz, Bolivia; en la Universidad de la Frontera UFRO, Temuco, Chile.
Investigador titular del Instituto Internacional de Investigación del Convenio Andrés Bello. Ex
Coordinador Regional para Latinoamérica del Programa de Desarrollo con Identidad de la Universidad
Indígena Intercultural del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas para América Latina y el
Caribe. Ex investigador del Centro de Estudios del Desarrollo Laboral y Agrario CEDLA y del Centro de
Estudios y proyectos CEP.
Entre sus últimas publicaciones: con D. Mora, S. de Alarcón y otros, Reconceptualizando la
interculturalidad, en Investigar y transformar, III Convenio Andrés Bello (2008). Con A.Zanchetta,
C.Albertani, C.Fanti, A.Graziano, G.Morelli, L.Hernández Navarro, P.Mamani Ramirez, N.Napal,
J.Pilatuña Lincango, S.Romagnoli, S.Sacaria, R.Zibechi, “Estado y autodeterminación en Bolivia”, en
América Latina, l’avanzata de los de abajo (2008). Con L.Tapia, B.Rozo y S.Hoffman, La
reconstrucción de lo público, movimiento social gestión del agua y ciudadanía (2006).
Wagner Berno de Almeida, Alfredo Doctor en Antropología social por la Universidad Federal de Río de Janeiro (1993).
Profesor e investigador en diversas Universidades brasileras, actualmente en la Universidad Federal de
Amazonas en los Programas de Pos-Graduación: Sociedade e Cultura na Amazônia, Antropología e PPG
em Antropología Social. Investigador en el Instituto de Ciencias Humanas y Letras, en los Proyectos
“Nueva cartografía social del Amazonas”, “Processos de territorialização, conflitos e movimentos sociais
na Amazônia”.
Autor de numerosos artículos, capítulos de libros y de las obras: con Domingues Heloisa Maria Bertol
(Org.), Antropologia: duas ciências. Notas para uma história da antropologia no Brasil (2006); Os
quilombolas e a Base de Lançamento de foguetes de Alcântara: laudo antropológico (2006); con Marin
Rosa Elizabeth Acevedo (Org.) . Populações Tradicionais Questões de Terra na Pan-Amazônia (2006);
Os quilombolas e a Base de Lançamento de foguetes de Alcântara: laudo antropológico (2006); Terras
Tradicionalmente Ocupadas, (2006); con Shiraishi Neto Joaquim, Martins Cynthia Carvalho, Guerra
Ecológica nos Babaçuais (2005); con Novaes Jurandir S., Matos Lucília (Org), Belém de todas as falas:
testemunhos, relatos e atos do Congresso da Cidade de Belém (2003); (Org) Terras de preto no
Maranhão: quebrando o mito do isolamento (2002); (Org.) . Economia do babaçu - levantamento
preliminar de dados (2001); con Rodrigues, Roberta Menezes, Costa Solange Gayoso da, Mapas de
Belém: formas de apropriação e uso do territorios (2000); (Org.) “O Maranhão em rota de colisão:
experiências camponesas versus políticas governametais”, Cadernos Tempos Novos,. São Luís: CPT,
1998; con Sprandel Márcia Anita, Transformações Econômicas e Questões Sociais na Borda do Lago
Arari - Ilha do Marajo (1998); a Guerra dos Mapas,. 2a. ed. (1995); Quebradeiras de Coco Babaçu:
Identidade e Mobilização, (1995); Transfronteira - GrezstraBe - Kontinentalisierung der Konflikte und
Veränderungen in der Geopolitik an den Grenzen Entwicklungs – Perspektiven (1994); con Santos Murilo
Passamento, Sociedade Maranhense de Defesa dos Direitos Humanos – SMDDH (1983).