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1 EN EL UMBRAL J. Estavrómenos

En El Umbral

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EN EL UMBRAL J. Estavrómenos

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Toda la gloria a Dios, eterno, trascendente, lleno de conocimiento y bienaventuranza. Un día fui despertado por una voz, un sonido que constantemente expresaba un deseo. Una idea que emergía con una fuerza incapaz de ser contenida. Y esa voz que era a la vez deseo, idea, me llamaba y me daba una sensación de paz, a la vez que un sentimiento de urgencia. Esto era comparable a la fuerza que las olas ostentan al momento de estrellarse contra las rocas. Pero en el fondo mismo de mis sentidos fui llevado por ese sonido, fuera del lugar en donde me encontraba encerrado, de la misma forma en que el viento transporta al eco y ayuda a mantener las alas de las gaviotas que flotan en el aire sin estrellarse a los riscos. Así me dejé llevar por esa voz hasta zonas nunca antes exploradas. Con el ímpetu que muy pocas veces puede llegar a sentirse, me sentí incitado a enunciar en palabras lo que era, que a la vez se unían para formar ideas y de esta manera iban todas y cada una formando jardines, contenidos en nuevos e inmensos valles los cuales nunca antes habían sido visitados, así caminé por cada uno de ellos, disfrutándolos, embriagándome con

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cada aroma que emanaba de los frutos en esos sitios. Aunque apreciaba los aromas, colores, tanto como de los ríos de agua pura que ahí corrían, junto con el aire suave, tibio y perfumado que podía respirarse, una voz vino y me anunció: “De ninguno de los frutos que aquí ves es posible comer, pues encontrarás que son esos mismos que la humanidad en antaño abandonó por negligencia”. Y también se me dijo: “El agua que aquí ves corriendo, la gente la tiene pero se niega a beber, lo más que hacen es salpicarse con ella, así como mojarse las manos un poco, algunos los más valientes se meten en la corriente hasta sus rodillas, pero luchan en su contra, no se dejan llevar y nunca, nunca se atreven a beberla”. Entonces comprendí que ese río de agua pura era uno solo y que además comunicaba a cada uno de los valles entre sí con cada uno de sus jardines, que nunca había dejado de correr y se había mantenido, aunque tantas veces la humanidad había jugado en su corriente e inclusive, habían llegado a pelear en su cauce, que aparecía con el cuerpo sucio, alterado, turbio y por lo mismo se rehusaban a beber,

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pues temían enfermar y no se daban cuenta que era el mismo río de agua pura prometida por el Sol de Verdad por siempre. Y era posible externar las dudas que el corazón dictaba, más aunque se me permitía el formular preguntas y exteriorizar mis dudas, por lo que a muchas preguntas vinieron muchas respuestas, había muchas cuestiones y dudas a las que no les llegaba su contestación, quedando vacías sin su compañera, pues era mucho lo que yo me atrevía a preguntar. No obstante a veces, cuando no había respuesta alguna, reinaba en los valles un silencio capaz de aplastar una montaña entera, y en esos momentos era cuando el miedo se apoderaba de mí haciendo que me postrara en tierra, pero la luz estaba de nuevo para darme valor y guiarme con su sonido. Así se me presentó una de las primeras imágenes en donde a la gente se le invitaba a beber agua pura que daba conocimiento de lo trascendente, pero muchos la negaban, y era más triste ver que la gente prefería atragantarse con palabras de bribones que se hacían pasar por sabios y que eran provistas en hojas cuyo sabor era extremadamente dulce y de quienes se ha comentado:

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“Falsos maestros vendrán y engañarán a muchos”. Fue en ese momento que tuve una petición urgida de un sentimiento de angustia: ¿Acaso ya no era posible que la humanidad, al haber negado la luz, pudiese ver esto o llegar a entenderse sin necesidad de volar hasta ahí? Y se me sirvió la respuesta en el siguiente discurso: “De vez en vez a la humanidad se le ha enviado un espejo puro, capaz de reflejar la luz de este sol de verdad, para guiarlos...” Pero el hijo de la creación había resultado incapaz de comprender el brillo que se reflejaba en dichos espejos, y así, más habían sido como monos que jugando rompían el espejo enviado en un afán por arrebatárselo, creyendo que serían capaces de apropiarse del brillo, cuando éste es reflejado para todos sin excepción. Así, jugando con los pedazos se deslumbraban unos a otros, pero que con infinita bondad se ha accedido a enviarles de nueva cuenta otro espejo de incomparable pureza.

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“Pon atención pues lo que aquí se va a escuchar es necesario que lo consideres y lo peses, aunque bien lo puedes ver adentro de ti”. Seguido de esto, brotó otro discurso a medida que caminaba recorriendo cada uno de los valles: “¿Conoces acaso tu propio destino? Si ni siquiera eres capaz de saber lo que acontecerá el día postrero y ya quieres conocer el destino de tu alma. Ocúpate pues de lo que te incumbe y lo demás será descubierto en su momento. ¿Necesitas de una obra maravillosa para darte cuenta de la obra de El Eterno? Date cuenta de tu propia parte íntima que puede ser más grande que tú mismo y formar a la maravilla más importante que hombre alguno haya visto o contemplado. ¿Por qué insistes en conocer lo ya sabido? ¿Acaso no te es suficiente lo que ya conoces? Te atas a tus propias ideas. Libérate. Conociendo lo que ignoras e ignorando tu conocimiento puedes llegar al Recto Sendero. ¿Qué más punzante puede haber que el agua que a su paso va desgastando a las piedras sin que sea posible detener su curso? Así mismo en tu más preciosa perla mantente en tu propio

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curso y atraviesa los velos que puedan estar ante ti. ¿Sabes que si concibes a El Eterno Señor de una manera sencilla, sincera, sin trabas ni prejuicios, ésa es la verdadera imagen de Él hacia ti? Permítete sincerarte con Él.” Fue así en ese entonces que se me invitó a dar otro paseo por otros nuevos valles que en ese momento aparecían formándose ante mí y aunque era la misma luz la que los iluminaba y también compartían el mismo río, había en ellos una esencia en el aire que los distinguía y los hacía distintos entre sí. Entrando al primero de ellos se me dijo que para poder tener acceso, sólo se necesitaba abrir el corazón de manera limpia, sincera, así que al momento de ingresar, pude oír un sonido aparte del que me guiaba; dicho sonido a medida que avanzaba se hacía más distinguible y pude darme cuenta que estaba compuesto por múltiples voces que al unísono entonaban un canto realmente hermoso, en una armonía no conocida para mí y que era repetido una y otra vez diciendo:

>سعيدة أولئك الذين يموتون في الرب<

Así esta frase, esta idea la sentía como mía a medida que la iba escuchando y era capaz de ir

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penetrando en mi corazón, llegando a tocar las fibras más íntimas de mí ser. Ante esto me sentí impulsado a entonar dicho canto, pero la voz me calló diciéndome: “Este canto está reservado solo para aquellos quienes han dado su vida entera en el eterno e inmutable sendero del Sabio Señor”. Por lo que me vi obligado a callar, no sin experimentar una sensación de gozo ante dichas voces, pero que al irme acostumbrando dejaba de percibirlas por los sentidos, pero lo comprendía más en mi corazón. Y continuó recitando así: “El Señor nos pone la sabiduría y el conocimiento de todo, es nuestra tarea tomar ese conocimiento e interpretarlo de manera correcta y coherente, pues existe, pero está oculto a los falsos consigo mismo Por el simple hecho de ser todos los seres criaturas con un origen divino y tener en nuestro interior una porción de la divinidad, alcanzamos la inmortalidad. Sólo los perplejos no encuentran el camino de la bienaventuranza en la vida misma. Aunque el silencio es la prueba más dura en el código de los amantes, avanza tú para que de

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esta manera, en silencio y completa sumisión, te acerques al Bienamado. Sin importar cómo se presente la situación o quién pueda estar de por medio. Pues nada ni nadie pueden separarte de Él. Abandona por completo el conocimiento escrito en los libros si es que lo atesoras, no es el edificio para tu espíritu, no lo construyes con eso. Pues únicamente es el abono para tu planta interior, así sí será posible que dé sus frutos, deja que salgan, déjame escucharlos, quizás su sonido a ti mismo te sorprendan. Además de ser él mismo el constructor de su destino, el hombre no se conoce a sí mismo. Así pues, la humanidad es una realidad compleja: en el punto más interior de sí mismo está presente su arquetipo eterno, mediante el cual está ligado a la esencia divina. Así, si se está frente al “fondo” del alma, punto central, luz, resplandor de la divinidad, unida de este modo al Uno, el alma participa de forma activa y pasiva con la divinidad. Aún los granos de arena del mar, que son inanimados, que dependen del agua y del aire para llegar a algún lugar, son bañados con parte del Señor. Medita en esto para que quizás alcances la entrada a La Luz.”

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De esta manera, a medida que la voz recitaba cada una de las sentencias, las iba yo sintiendo como mías, pues resonaban en mi corazón y así iba yo comprendiendo realmente cada una de las ideas expuestas. Y continué de esta manera escuchando una a una, dichas sentencias. “Cualquiera puede proclamar ser el Enviado, más sólo el verdadero puede ser reconocido por su conocimiento intuitivo e inmanente y atestiguado por la investidura de tulipán de sus seguidores. Siempre y cuando, la verdad trascendente de la unidad sea reflejada en su mensaje y su persona. Cuando ores, hazlo de la manera en que hablaras con el mejor de tus amigos. No te preocupes por usar lenguaje muy elegante o elaborado, ni siquiera en hacerlo en una lengua que según tú suene mejor. Ora en el lenguaje de tu corazón, que no es otro que tu lengua materna, simple, sencilla, sin trabas, de manera sincera y abierta. Piensa que Él siempre te escucha, sin importar cómo lo expreses, pues lo que en verdad importa es tu corazón develado de palabrería vana y ociosa. Cuando más pienses de manera sincera en El Señor, más te abrirá Él tu alma y tu corazón para poder entender sus maravillas.

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Cuando sientas identificación por algo, no lo creas sólo por tu mente o tu intelecto, créelo por tu corazón y te será de mucho bien. Cuando, por la ignorancia de su verdadera naturaleza e identidad, el alma humana experiencia un falso sentido de distancia e independencia, se vuelve presumida de un modo manifiesto y cae en hábitos sensuales y corrompidos.” La sensación que en ese momento tenía, inundaba a tal grado mi ser que no era capaz de darme cuenta de que manera iba yo avanzando por estos valles, pues el gozo y el éxtasis eran indescriptibles y no son susceptibles de ser encerrados en las palabras intrascendentes y vanas de los hombres. Pero la voz continuaba avanzando con su luz e iba cambiándome en mi corazón, pues iba comprendiendo así la totalidad de las sentencias que fueron pronunciadas. “Date cuenta que todo depende de ti, aún la persona que no conoces todavía y en esa misma proporción tú dependes de esa persona. El Eterno ha dispuesto toda su creación de manera perfecta, aún lo más pequeño entra en su plan trascendente. Nosotros sólo somos

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espectadores y obreros que transformamos de acuerdo a un propósito inmutable. Decir que el Señor es de tal o cual forma es decir falsedad. Si decimos que está aquí, ahí, o en cualquier otro lado, es también decir algo falso. Inclusive el decir que sabemos o entendemos o conocemos Su voluntad, es decir mentiras. Lo único que realmente podemos decir y/o reconocer con total humildad, es que necesitamos del Enviado, para tener una idea de lo que podemos hacer y destinar algo provechoso a los demás al final de nuestro paso por este plano de existencia. De esta forma tenemos la transmisión constante de fuerzas del ser absoluto, o lo Uno, a la creación por medio de distintos agentes; el primero de ello es el Nombre, del cual emana el alma del mundo; de ésta, a su vez, emanan las almas de los seres humanos y los animales, y por último la materia. Debes saber ¡OH hermano! Que El Señor siempre te aguarda tal como un padre a su hijo, no importando tu falta o tu error y aun así Él te toma en sus brazos. Siempre y cuando corrijas tus faltas sinceramente. Di: "No a mí, sino habiendo percibido la Palabra, es instruido decir junto a él que todo es

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uno." Y esto tomando al Nombre como la gran unidad de la realidad. Así de este modo continué caminando por los valles, dejándome llevar por la voz que constantemente me explicaba e instruía y yo comprendía realmente muchas cosas, escuchando otras tantas, a la vez que era perceptible la protección dada por el cielo con sus nubes avanzando conmigo y se me mostraban todas y cada una de las cosas que había en los valles. Así continuaba: “El alma es más sensible que el cuerpo, ya que está en un grado de pureza mucho mayor. Aunque El alma es la reguladora entre el más del Espíritu y el menos del Cuerpo. El alma es la conciencia del hombre, es una de las tres entidades del Ser. El Alma Universal se concibe como una imagen de la Palabra del mismo modo que la Palabra es una imagen de lo Uno; de esta forma, tanto la Palabra como el Alma Universal, a pesar de su diferenciación, son de la misma sustancia, es decir que son consustanciales con lo Uno. El alma universal, no obstante, al constituirse como un puente entre el Verbo y el mundo material, tiene la opción de preservar su integridad e imagen de perfección o bien de ser sensual y corrupta por entero. La misma

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elección está abierta a cada una de las almas inferiores. El amor que conoce el ser humano en todas sus variantes, de pareja, de amantes, de hermanos, de amigos, de hijos, de padres, es una parte mínima del amor de El Sabio Señor hacia toda su creación. El cielo y el infierno te los fabricas tú mismo con tus actos, en el plano mismo en el que te desenvuelves de manera consciente El conocimiento de El Sabio Señor es de todos y para todos. No se lo comuniques a nadie, es mejor si haces que lo busquen y lo encuentren por ellos mismos. Primero en su ser interno, después por consecuencias, en el universo. Lo conocerán mejor. El conocimiento que quieras tener de El Sabio Señor, te lo das tú mismo con tu experiencia interna. Ése es el sendero recto, solo confía un poco más en tu voz interna. El Eterno da al hombre sólo aquello que realmente puede cargar. No pretendas tener más de lo que se te otorga, sin embargo esfuérzate en tener lo que es tuyo realmente, pues nadie puede quitarle a nadie lo que es suyo realmente.

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El momento en que una expansión de Dios es enviada y entra en contacto con este plano de existencia lleno de limitaciones, provoca alteraciones en el nivel espiritual, es esa la razón por la que de manera repentina aparecen ramas y variantes adentro de las asambleas establecidas. Esto lo podemos atestiguar por los grupos y cofradías que se forman en el tiempo de la Expansión. Se puede comparar con el efecto de arrojar una piedra en un estanque de agua tranquila, cómo innumerables círculos concéntricos se forman y avanzan hasta alcanzar la orilla, no importando cuán lejos esté. El perfecto conocimiento de todo es la firme intención de nada. Medita en esto para que puedas entender a tu voz interna que lucha por guiarte y no has escuchado. El primer ser emanado del Uno es el Nombre, llamado también Verbo, Inteligencia, que contiene las ideas de las cosas posibles. Después la Inteligencia engendra a la Esencia, principio del movimiento y de la materia. El principio de todo lo existente es la unidad absoluta, lo Uno, realidad suprema, de la que surgen todas las demás realidades por emanación.

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El Recto sendero ha sido mostrado, todo el mundo lo conoce, más sólo algunos cuantos han sido lo suficientemente honestos para seguirlo como el mismo sendero lo pide. La gran mayoría se han dejado guiar por falsos líderes que lo único que desean es mantener su propia comodidad. El resultado es una emanación inferior, responsable última de la creación del Universo material, que atrapa la esencia divina de la humanidad. Este espíritu atrapado debe entonces ser recordado y redimido ante la orden divina superior. El Sabio Señor ha sido representado de múltiples maneras, sin embargo todo lo que hasta ahora se ha dicho no han sido más que estúpidas interpretaciones de los dirigentes de las iglesias establecidas, dadas por sus vanas imaginaciones y ociosas fantasías. Por culpa de ellos hay descreimiento en el mundo. El sabio debe aislarse de las cosas exteriores y auscultar su corazón. Por eso, el primer deber del sabio es liberarse de las preocupaciones corporales y purificarse de los vicios; prudencia, templanza, fortaleza y justicia serán sus aliadas para el progresivo camino de renuncia a las dependencias exteriores.

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El sabio no precisa salir fuera de sí. Es profundamente autosuficiente para su felicidad. Así para encontrar la verdad le basta ser consciente de sí. Sólo mediante una vuelta a la interioridad puede el ser humano encontrar el camino de la Perfección. El ser, entendido como El Nombre, es la Inteligencia que dirige, ordena y da armonía al devenir de los cambios que se producen en la guerra que es la existencia misma. Se trata de una inteligencia sustancial, presente en todas las cosas. Cuando un ente pierde el sentido de su existencia, su pensamiento se aparta del Verbo. Él siempre está contigo si eliges siendo sincero contigo mismo. Piensa que Él, antes que nada siempre es justo. El Uno conoce desde siempre, en el Nombre, las ideas de todas las criaturas posibles. Por tanto, la Creación es el paso de esos seres del Universo real al universo fenoménico de las realidades concretas El Uno está “más allá del ser”, “más allá de la sustancia” o “más allá de la mente”. Las cosas no son creadas por Él, no obstante, lo puedes entender si piensas que emanan de Él y sin embargo Él está más allá de todas las cosas. Por estar la causa del ser más allá del ser, la misma

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no cabe en la palabra humana y por lo tanto es inefable, indecible. El Uno, El Verbo, y Alma del Mundo conforman el mundo inteligible, mientras que el mundo material está constituido por otro principio, fuente de imperfecciones, que es la materia. El Uno, la Inteligencia y el Alma son las tres realidades fundamentales que soportan todo. El ser engendrado se esfuerza en ascender hacia la perfección de la que emana. Todo viene del Bien y tiende hacia el Bien. El verdadero conocimiento sólo El Señor te lo otorga y no está en las palabras vanas de los hombres. Recapacita bien que es lo que deseas saber y Él te lo mostrará. El verdadero Ser Trascendente, abarca todo, contempla todo y contiene al Todo. El que te han presentado las tradiciones, cualquiera que estas sean, es sólo una representación incompleta. En la sucesión de emanaciones como Mente, Palabra y Sabiduría, ocurre que se produce una disminución de la esencia divina. La Sabiduría, trata de llevar a los instintos, sentimientos y emociones del hombre.

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En nuestro interior se encuentra el cosmos; todos poseemos la verdad última, pero la tenemos dormida. En tu propio corazón está trazada la relación con El Eterno, por esta misma razón en tus mínimas acciones cumples la voluntad, por siempre trascendental, de Él. En un sentido existe la oposición categórica que se plantea entre lo espiritual y lo carnal, elaborada a partir del dualismo de idea y materia, oposición que se produce mediante agentes mediadores, el Verbo y el alma universal, que transmiten el poder divino de lo Uno a todo, mediante una aversión al mundo de los sentidos, y por la necesidad de la liberación de una vida de sensaciones a través de una rigurosa disciplina ascética. En una revelación continua, bajo ninguna circunstancia se puede negar lo expuesto anteriormente. Si la nueva revelación niega lo que ya ha sido revelado anteriormente, no hay tal revelación, sólo contradicción. Entiende a tu trabajo diario como tu ofrenda devocional que debe de ser hecha en beneficio de todos los seres humanos. Utiliza tu mente, pues nunca El Señor ordena ni actúa de manera absurda.

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Entonces si temes, dudas y ansías es porque no quieres conocerte a ti mismo, despertado, resucitado, consciente de Él y a lo único que temes es a perder la comodidad encontrada en la simplicidad del plano en el que te encuentras y no tratas ni intentas desarrollarte y tienes miedo a crecer. Es la vestidura de tulipán de los mártires la que siempre ha cubierto el Sendero Recto, y por ésta es que ha permanecido y no ha dejado de dar sus frutos. Esa emanación por la cual percibes lo trascendente, sucede de tal forma que la Divinidad la realiza permaneciendo inmóvil en medio de ella, la hace sin hacer nada, no la quiere, ni la desea ni la consiente, simplemente emana de ella como un suave olor. Ésta es lo opuesto a Él en la escala de la luz, lo más sombrío, donde la realidad está privada de la misma realidad y donde el mal a veces triunfa, ya que el Bien está en la luz y lo ilumina muy remotamente. Establece tu relación con El Trascendente-Eterno y mantenla, esa será tu propio sendero. El hecho de que creas o no en la existencia de Él, no es lo importante, no te concierne ni te beneficia o afecta en nada y tampoco te da ni te

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quita nada. La parte importante y que no puedes negar y menos abandonar es el hecho de que primero eres un ser espiritual y después material. Tu verdadera naturaleza es espiritual y debes de mantener tu atención en esto para cultivarte y crecer para prosperar. Existen dos misiones que cumplir en este plano: la colectiva, la cual hacemos todos en conjunto y la personal, la que nos acerca más a El Eterno.” Y así me fueron mostradas algunas de las verdades que se me permitió preguntar en dichos valles a través de la voz que me respondía, y que exhortándome al mismo tiempo me decía: “Fíjate bien y procura obrar de tal manera, que la máxima que te guíe pueda valer en todo principio de legislación universal. Debes hallar la manera de hacer posible el supremo bien y sin embargo, éste será sólo el reflejo de la realidad del Sumo Bien originario, de donde todo procede. Formando parte de El Alma del Mundo están todas las almas individuales. Ella ha impactado en el mundo suscitando la unidad de todos los vivientes y haciendo que el peso de una común simpatía, la gravedad de una compasión, recorra a todos los seres animados.

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Hablar de unidad es hablar de uno. Sin embargo, esto puede ser entendido de múltiples maneras: ben puede ser que existe uno que puede fragmentarse o bien que hay variantes que juntas pueden formar uno, una unidad de o unidos en o unidades de. En cambio hablar de unicidad es hablar de un único, sin opción a otro aún semejante o igual.” También escuché acerca de los jardines, que todo el mundo, cualquier persona, puede tener acceso a ellos, pues para el mundo fueron creados. Sin embargo, la única manera de llegar a ellos era que la persona aceptara desplegar sus alas para remontarse en el aire y esto sólo se logra cuando se es capaz de reconocer la gema que se encuentra encerrada en el interior. De esta forma decía: “Luego entonces debes discernir y poner atención cuando te refieras a una creación y cuando te refieras al Único, Él, quién siempre ha existido y siempre existirá y aun así considera que tu lenguaje, pensamiento y entendimiento estarán siempre limitados para poder expresar la realidad trascendente. Las cosas que muchas veces percibimos nos pueden engañar, otras veces pueden ser ciertas y sin embargo, nunca podremos saber hasta dónde pueda durar su hechizo.

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La belleza del mundo es el reflejo de la belleza del Alma universal que lo encuaderna. Para ser conscientes de esa belleza es necesario habituarse a la contemplación del todo, donde cada parte, aún la más material, imperfecta o vil tiene su razón de ser y su función. La creencia y el conocimiento del Ser Eterno mantenedor de todo el cosmos, debe de ser una experiencia personal dada por el deseo de conocernos a nosotros mismos. La deidad es la esencia divina, absoluta, de la que el individuo no puede afirmar nada más que su unidad. Por su parte, Dios es la deidad que se compromete en una relación: en primer lugar, en una relación interna y necesaria, la serie de personas divinas que constituye el misterio; en segundo lugar, en una relación externa, que se manifiesta en la Creación. La divinidad, al pensarse se piensa a sí misma y así origina el Intelecto, que es su propia imagen. Éste, al ser consciente de él, emana a la Esencia del Mundo, imagen del Intelecto, que es la Providencia sobre todas las cosas. Así, todos los seres van emanándose unos a otros, de tal modo que se degradan poco a poco en seres inferiores. La gente que abiertamente ha proclamado que Él no existe, no se ha dado cuenta que lo que

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realmente no existe es el pobre concepto de Dios que sus guías religiosos les han vendido, de ahí proviene su descreimiento y decepción. Él está mucho más allá que cualquier concepto humano, no importa cuán elevado este sea, pues el ser humano siempre estará limitado por lo contingente. La ley natural eterna y perfecta se expresa en toda la creación y en todo lo revelado. La Luz de la divinidad, más divina, si cabe, que el Uno, ilumina como una inmensa linterna las emanaciones que, ya lejos de ella, se sumen poco a poco en la sombra de la imperfección y la inanidad. La manera en que titubeas entre el bien y el mal, ha sido ya contemplada por El Señor Trascendente. No temas, sólo confía en Él, pues siempre te esperará al final de tu propia vía media. Aún tus dudas y flaquezas sirven a los propósitos divinos. La parte más elevada de El Ser ya está manifestada. Recuerda esto para mantener el contacto genuino, con la intención de elevación hacia el plano superior en donde está manifestada La Realidad última de manera absoluta, y así mismo, el contacto con La Perla, el vehículo sobre el cual viaja la más preciada de tus tres gemas. Recuerda que así se logrará

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que sea fundida ésta al momento de alcanzar la verdad última que es el origen del todo y la nada en potencia. La perfección humana se asemeja a la perfección espiritual y divina de El Señor Trascendente, pero en una escala mucho menor. Pues en la concepción humana, falta la eterna misericordia trascendental de El Señor Eterno. La Perla, tu vehículo, es el sendero que tomas para entender a El Señor, El Eterno. Este a su vez está contenido en las bases de las escrituras, no en los comentarios de los hombres. La realidad es cambiante, a cada instante se presenta con una nueva cara y de ahí que haya sido considerada en la antigüedad como una ilusión o ilusoria; mas pon atención y no te dejes engañar, pues nunca la realidad ha sido insubstancial. La realidad última del universo es lo Uno, perfecto, incognoscible e infinito. De este Uno emanan varios planos de realidad, siendo el Nombre el más elevado. Del Nombre deriva el alma universal, cuya actividad creadora origina las almas inferiores de los seres humanos. La trascendentalidad del Señor es eterna. Le puedes comprender si tu corazón no es tan duro

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como para atrancar las puertas de tu alma y aun así Él se comunica contigo por su trascendentalidad y misericordia La única muerte que nos podemos permitir es la del ego, cuando comprendemos nuestra relación con El Ser Trascendente. La unidad no depende de estar en un lugar. No es por eso que El Sabio Señor sea uno. Pues a pesar de la diversidad de lugares y tiempos en los que puede mantenerse y manifestarse, se sustenta a la vez que se establece también en unicidad, pues aun así sólo es uno, no hay otro. La verdad es que la revelación de antes juzga la revelación posterior, y dicha revelación reivindica y justifica, a los ojos y entendimiento humanos, la revelación anterior. Tenemos que comprobar lo que Él nos revela con lo que Él mismo nos ha revelado ya. La vida misma en sí ya es un milagro de origen divino. Pues en ella El Eterno ya está manifestado, más de una vez lo ha hecho y más de mil también. Los caminos al señor son tantos como personas hay en el mundo, ninguno es absoluto y exclusivo, pues por nuestro corazón nos comunicamos con Él.

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Los designios del Eterno son desconocidos por todos los seres vivos, pues en eso reside su eternidad, a la vez que todos le podemos conocer si nos asomamos a nuestro interior sinceramente. Los seres humanos, en consecuencia, pertenecen a dos mundos, al de los sentidos y al de la inteligencia pura. Puesto que la materia es la causa de todo mal, el objeto de la vida debería ser escapar del mundo material de los sentidos, y de aquí que las personas abandonaran todos los intereses terrenales por los de la meditación intelectual. Mantén las tres partes de tu flama en comunión contigo mismo, las tres son primordiales. Aunque una sea la más trascendente sobre las otras dos, nunca una flama ha iluminado sin una de las tres partes. Mantén tus pies en la tierra, tu corazón en la gente y tu mente con El Señor eterno. Piensa que el verdadero milagro es caminar sobre la tierra, pues no puede haber mayor enfermedad que el odio, mayor tristeza que la soledad ni mayor alegría que la paz. Mantente firme en la verdad obtenida. Considera ahora como tu compromiso personal

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el darla a conocer a tus semejantes y no te permitas la duda y la pereza en el sendero. Más allá de los bueno está la bienaventuranza, más allá de lo malo también lo está. No confundas los caminos. Pues lo malo bien puede tener consecuencias buenas y lo bueno bien puede tener consecuencias malas. Escoge entonces por las consecuencias y no por las acciones. Mediante la purificación y el ejercicio del pensamiento, las personas pueden elevarse a sí mismas hasta la intuición del Verbo, y por último, a una completa y extática unión con lo Uno. Mejor ahora busca y encuentra tu sendero y síguelo como el mismo sendero te lo mande. Y no vivas ansiando lo común, dejándote llevar por el común. Busca vivir de una manera dichosa, sencilla, pero haz que tus acciones fructifiquen, será mejor para ti mismo y para quienes te rodean. Mientras sigas entendiendo de manera literal lo que lees en los escritos fuentes de las tradiciones religiosas, tú conocimiento de la realidad trascendente y de la verdad inmanente será nulo y vivirás en completa perplejidad.

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Nada contiene mejor al espíritu que nosotros mismos. Medita en esto para que desentierres ese sentimiento que te puede permitir experienciar contigo mismo. Nadie puede hacer creer a alguien en algo si no se quiere compartir la experiencia interna de encontrar el camino. Ni por el amor a la sabiduría, en último lugar, se podrá abstraer de la Belleza a Dios, Suma Belleza; pero no basta con la consideración de la Comprensión, ya que ésta se configura en una separación del polo objetivo y el polo subjetivo del conocimiento. No ciegues a tu corazón con el resplandor del Ego, que no es perenne y fallece. Encamínate a la luz trascendente, que tiene su origen en el No-ser del Ser mismo y que El Eterno te aguarda para dártelo en persona. No es religioso aquel que sigue las tradiciones y/o escrituras de manera ciega, si no aquel quien está rendido de manera sincera a Él, siendo un devoto en su corazón y reconoce que es Él su Bienamado en El Eterno. Considera que después de todo somos el reflejo de nuestra conciencia. No importa cuando o cómo las cosas sucedan, todo cuanto puedas hacer debes hacerlo

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pensando en el bien de los demás aun cuando tú comodidad, así como tú seguridad se vean amenazadas. No importa lo bueno o trascendente de un mensaje. Siempre el fanático e ignorante va a ser capaz de desvirtuarlo para cumplir sus vanas imaginaciones y ociosas fantasías. Pon atención a tu cielo y aprende a oír lo que las estrellas en tu sendero te dicen. No niegues lo nuevo que se te aparezca, pero tampoco te afanes en poseerlo. En su momento te será dada la nueva ración de agua para tu planta. No te bases únicamente en las escrituras, básate también en la fe de tu luz interior, la cual se origina en la segunda de tus tres gemas. No temas, pues lo superfluo oculta a lo profundo, pero conociendo la superficie intuyes el fondo. Nuestro intelecto no conoce al Uno, porque es esencialmente división. Sólo en “éxtasis” de amor, simple y directo, podrá el alma llegar a la Divinidad y esto, en raras ocasiones. Nunca ansíes una justicia que vaya más allá de la humana, sin embargo procura ser justo en tu plano y por tus medios de acuerdo a tus

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alcances, imparcial y no vengativo. Pero pon atención, pues la justicia puede tener aparentemente consecuencias buenas o malas. Nunca dudes de la palabra proveniente del Señor, sólo porque la oigas distinta a lo ya conocido. Piensa que si es buena y da una enseñanza correcta a tu persona y de manera coherente con el pensamiento manifestado anteriormente, sólo puede provenir de Él y que sólo es para tu beneficio. Para que el Alma se una al primer principio es preciso que supere el pensamiento y que, por el éxtasis, se confunda con el Uno y pierda toda consciencia de sí misma. Tenemos una parte mínima del verdadero, pero revestido de intrascendencia. Permite a El Señor escuchar que le amas, si lo sientes dilo aún con palabras, aún con acciones; solo procura que realmente venga de tu corazón. Sin embargo, considera que si lo haces no es para que Él se entere, pues Él sabe todo aún antes de que sucedan las cosas. Y si lo haces es para que tú mismo te conozcas. Deja a tu propio ser amar a El Eterno, no lo prives. Permite pues a ésa parte última alcanzar las maravillas en el lugar y momento que le

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corresponda al momento de partir de tu templo. Pero deja decirte, en un momento, a un tiempo, dejarás este plano y pasarás a formar nada a menos que lo reconozcas a Él y entonces querrás volver para conocer y experimentar lo que debió ser en su momento. Pero cuídate de las vías negativas de purificación, las que encontrará y cultivará la religión en general; sin embargo, se te exhorta también y complementariamente a que encuentres las vías positivas de purificación como son: la música, el amor y la adhesión a la sapiencia Piensa que el ocuparte de las nociones y asuntos que no te constan ni te es posible constatar, lo único que te dejan es pérdida de tiempo y de energía vital que bien es mejor utilizar en mejorar con tus hermanos. ¿Acaso no es mejor dejar bien tu plano para los que vienen detrás de ti? Siempre habrá quien te siga. Por ellas, las vías correctas, el alma retorna “placenteramente” a Dios. Por la música llegamos a admirar y querer la armonía en todo; por el amor, el ser humano pasa de la admiración de los cuerpos bellos a la

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consideración de la Belleza que está familiarizada con la Bondad y acercan a la Divinidad. Posiblemente el disfrutarlo en su momento sea mejor que el meditarlo en otro tiempo, quizás no, sin embargo, todas las cosas sucesos y momentos tienen una magia propia. De nosotros depende el mantenerla o aniquilarla. Pues de la misma manera en que concibas a El Eterno, de esa misma manera tratas a tu persona, a través de tu corazón. De esta manera demos sencillez a nuestra existencia, por actitudes simples y sinceras. Y de la misma forma veremos el momento justo para que nuestro ser fructifique. Puesto que la existencia de lo divino se manifiesta a los ojos del más simple de los limitados, pero es en la parte más íntima de las tres cámaras que conforman tu ser interno, en donde se guarda la última de las gemas, que alcanzará el brillo al momento de la liberación. Que grande y maravillosa puede ser la fantasía humana, es capaz de la obra más asombrosa, más ten cuidado, pues esa misma imaginación ha creado trampas para otros seres de espíritu noble que, por necesidad han caído presos de bribones con aspecto luminoso y pacífico que sólo engañan y obtienen provecho personal.

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Fíjate bien y los conocerás bien por la congruencia de sus palabras con sus acciones. Recuerda a tu señor El Sabio, al levantarte y antes de empezar el día menciónalo, reconoce que es Él quien te permite vivir y que por mal que resulte tu jornada, lo que te suceda y experiencíes será lo necesario para tu desarrollo. Recuerda que el conocimiento evoluciona y nunca puede ni podrá encerrarse en la palabrería vana de los hombres, además que tu alma contiene el conocimiento eterno acerca de El Sabio Señor. Recuerda y jamás olvides: “Prefiere siempre a los demás antes de a ti mismo” ésta debe ser la razón que guíe tu conducta y tu existencia. Sabes ¡OH hijo de El Espíritu! No hay trago más duro y amargo para el hombre que la ira; mas si es a causa de El Eterno y en el nombre de Él y sólo por éste simple hecho, resulta ser más dulce que cualquier néctar. Si alguien, en tu generación, aparece proclamando ser El Heraldo o El Elegido, no dudes ni un segundo en juzgar, preguntarle e indagar aquello que no haya podido ser resuelto de acuerdo a lo consultado en el cielo de tu ser interno, de acuerdo a las dudas que aquejen a

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tú espíritu en tú corazón, mas hazlo de forma sincera, honesta y humilde. Sin embargo, con la misma presteza y seguridad lo puedes y debes rechazar, así como evidenciarlo, si acaso no es capaz de satisfacer la necesidad de tú ser interno pues verás que resulta ser sólo un impostor. Si bien la guía la recibes en éste mundo temporal por medio de lo escrito o escuchado, recuerda siempre que únicamente será eso, una guía. Si das antes de tiempo no alcanzarás a ver los frutos; Mas si das después no los conocerás. Da a un tiempo, sé paciente, observa y medita. Si El Señor nos da esta vida, es para conocerle a Él aquí y ahora, no después, Él nos provee si nosotros nos preocupamos por conocerle a Él con sinceridad Si El Señor te ha creado, tú también crea entonces, que Él no te quiere ver pasivo, esperando los sucesos, no, más bien tu deber es estar vivo, manteniendo la armonía con su creación. Si hablas de El Sabio Señor, El Eterno, a un vicioso, cumples parte de tu misión colectiva y así ayudas con el cumplimiento del plan trascendental de El Señor para este plano.

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Si has decidido hablarle a Él y conocerle, sólo debes de hacerlo de manera sincera, sin prisas, como quien le habla a su mejor amigo, en el lenguaje de tú corazón. Más pon atención pues debes hacerlo a solas, no necesitas testigos, esa es la mayor prueba de sinceridad. Si la trascendente luz del Eterno te da de frente, no le des la espalda, pues sólo veras tu sombra en donde debes de ver luz. Todo procede de El Sabio Señor. No para confundirte ni para ponerte trampas. Pues es tu conocimiento sincero el que puede guiarte en la correcta elección, no temas. Si no has entendido el significado de la vida, es porque no has tratado de entender a la muerte, pues con la muerte no acaba nada y tampoco puede ser fin de nada. Únicamente es el puente que se cruza cuando se está preparado para un nivel de existencia espiritual superior. Si no rezas, estudias y meditas, al tiempo que abres tú corazón a Él, jamás podrás enderezar tú camino y eternamente andarás en tinieblas y en perplejidad, sin conocer tus propios frutos. Si se ha seguido el sendero recto, el alma bien puede alcanzar la fusión con la divinidad al momento de abandonar el cuerpo material

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Si temes conocer algo, date cuenta que es a ti mismo a quien debes conocer y no procuras hacerlo. Si lo que debes hacer lo sabes bien y lo que no también ¿En dónde está tu confusión? Si temes de El Eterno ¿para qué está tu corazón? Si dudas de El Trascendente ¿para qué está tu fe? Si ansías al manifestado ¿para qué está tu espíritu? Si sospechas que alguien no entienda el mensaje que deseas dar, no te preocupes, en su momento le tocará el reflejo del resplandor que proviene de las tablas eternas, entonces su espíritu será guiado. Sin embargo, la seguridad de esa alma es posible gracias a la virtud de la libertad de la voluntad que le permitió elegir su camino de deterioro. El alma debe invertir ese curso, trazando en sentido contrario los sucesivos pasos de su degeneración, hasta unirse otra vez con el origen de su ser. Así la reunión verdadera se consuma a través de una experiencia mística en la que el alma conoce un éxtasis total Sin embargo, si bien el alma proviene de la unidad divina, también vive en un mundo marcado por la multiplicidad. Debe apartarse de ella y renunciar a toda voluntad propia, que la separa del Uno. De ese modo llega a un desinterés absoluto.

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Sólo busca la verdad, y reconócela, no importa la fuente de la que mane. Solo el conocimiento sincero nos acerca a El Señor, El Dador, El Mantenedor de todo. Si buscas e investigas siendo objetivo en tus juicios y críticas, El Señor te guiará en tus ideas, no temas, el conocimiento es para todos” Tal vez sea el de “Uno” el nombre menos inadecuado para hablar de Él, porque de Él parte toda multiplicidad, pero en absoluto es su nombre ni se identifica con éste. Tal vez ya tengas, escuches o conozcas lo anhelado por tanto tiempo. ¿Avanzas en tu camino sólo por este hecho? Si lo único que puede darte avance en el ascenso eres tú mismo. Te conocerás en tus límites cuando peses en la balanza de tu corazón tus anhelos contra tus aspiraciones. Ten en cuenta entonces que: El abono debe ser el conocimiento, la planta es el espíritu, el agua deben ser los ejercicios espirituales y el lugar debe de ser en tu corazón. Todo procede de la manera en cómo entendemos y manejamos a nuestro pensamiento, pues es éste el que nos permite

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entender un cúmulo de percepciones dadas por nuestros sentidos junto con ideas interrelacionadas, puesto que jamás se presenta una sola idea aislada. De todo lo que entendemos, obtenemos las ideas que a su vez interpretamos en nuestro orden personal para tomar una decisión. Es así como después de todo este proceso actuamos para crear o destruir. Todos somos parte de un Alma única. Ser consciente de esa común unidad aporta cohesión entre los seres humanos y con todos los animales de almas menores. Trata de entender las cosas en su justo momento y su justa medida, así como la manera en que se presentan y haz siempre lo posible por no juzgar antes de conocer real y completamente cómo sucedieron. Tú razón de existir, implícita en la existencia de este plano, es hacer lo más posible por ayudar a la humanidad. Más si tú esfuerzo es sincero, El Sabio Señor te ayudará en la obtención de tus objetivos. Va a ser nuestro corazón quien nos guie y auxilie en la búsqueda del Bienamado. Debemos aprender a escuchar lo que nos diga para poder saber cómo continuar nuestro sendero.

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Por último te digo: Glorifícalo a Él pues después de todo es Él quien guía.” En esto mi corazón se rompió y expresó su llanto al saber que la lámpara que se había cuidado con tanta dedicación y a la que se había resguardado tanto, ya no era capaz de alumbrar con la misma intensidad. Pues eran tantos los cercos que se le habían puesto para protegerla, evitar su contaminación y no dañarla, que nos habíamos olvidado de su luz y esta se había extinguido. Pero no quise escuchar más pues no era capaz de aceptarlo y me marché de ahí. Pero antes de irme se me dijo que tendría tiempo y que no había ningún problema, que tarde o temprano la verdad me sería develada y tendría que aceptarlo, por lo que se me volvió a recomendar el tener paciencia y nunca tratar de engañarme a mí mismo pues el riesgo de extraviarme realmente era grande. También fui advertido acerca de los sufrimientos que viviría y que yo mismo me provocaría. Así quise despedirme de ahí, pero recordé que antes ya había escuchado acerca de ese camino, que permite el transitar por entre los valles y decidí terminarlo, pues sabía que no le volvería a ver si no hasta mi hora señalada.

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Y mi deseo era el terminar de recorrerlo, aunque al formular mi petición se me aconsejó que tuviera cuidado, pues era posible el caminarlo, pero que no insistiera en terminarlo, pues solo hasta un punto se me permitiría el conocerlo y debería de ser consciente de esto. Continuando así de esta manera con mi gran caminata, conocí otros sentimientos que se iban despertando en mí conforme transitaba a través de nuevos valles; sentimientos que no me conocía capaz de tener, ni en mi corazón ni en mi espíritu, pero que al momento de exteriorizarse se evidenciaban y yo mismo me evidenciaba a mí mismo. Aunque si bien esto, en algunos momentos me llenaba de orgullo o de asombro, en otros hacía que me sumiera en pena y vergüenza, pues me iba conociendo de manera más íntima y completa. Y nunca la voz me dejó solo, ni un solo instante, pues era esta la que me confortaba en los momentos de pena y tribulación. Así mientras caminaba e iba, sin darme yo cuenta, terminando mi gran caminata, comencé a formularme una conclusión que en ese momento iba fluyendo, no sé exactamente cómo, pero más semejaba a un dictado que a un proceso de razonamiento.

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“Los hombres, ya la humanidad o el individuo, creen que tienen el conocimiento o la manera de alcanzar o construir el conocimiento y no se dan cuenta que lo que tienen no es tal si no el asiento o apoyo en el que se pueden basar para alcanzar con sus métodos ése conocimiento y aun así se ven la mayoría de las veces extraviados, pues es demasiado lo que hacen caso a las palabras creyendo que son ellas los guardianes fieles de la verdad. Sin embargo al parecer no es a la verdad a la que encuentran, pues se olvidan o a lo mejor no quieren ver, que a la palabra tanto le pueden dar a custodiar una parte de la verdad como a resguardar una gran falsedad y al estar mezcladas no es posible alcanzar a discernir la Veracidad de la Apariencia y por último sólo pueden obtener una pálida sombra de la realidad. Así más les convendría ver la esencia de las cosas, no las palabras, pues si bien la sustancia se recibe de estos valles, las palabras son creación humana y a la esencia la manipulan en falsedad. Más le valdría al hombre ver en sí mismo, encontrar el comienzo del sendero y alcanzar la esencia de las cosas a través de la palabra sin olvidar que es la palabra la que abre los portales pero nunca encierra a la Verdad, de la misma

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manera que una llave deja de servir una vez que la puerta ha sido abierta. Y aun así sólo encontramos la Verdad en su esencia. El hombre tiene al lenguaje, mas éste es flexible y no nos permite fácilmente darnos cuenta de la realidad en que nos encontramos, pues lo necesitamos para entender e interpretar la existencia de lo tangible e intangible. Aunque la realidad no dependa jamás del lenguaje, es por éste que podemos darnos cuenta de aquella Con nuestros sentidos podemos darnos cuenta de una realidad contingente, aunque no sirve realmente de mucho, pues aunque por ellos nos acercamos a esta existencia, es gracias al lenguaje que utilizamos que podemos desarrollar la conciencia tanto de lo inmanente como de lo trascendente. Filtramos toda nuestra experiencia con el tamiz del lenguaje, pues todo es modificado por el lenguaje. El lenguaje es omnipresente. De este modo el lenguaje ya no resulta ser meramente un vehículo expositor de las ideas, es inclusive promotor y modificador de lo tangible e intangible, así como develador de aquello que nos permea, induce e influye.

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Y la forma escrita de la expresión vela al lenguaje en su naturaleza misma, eso considerando que el lenguaje mismo ya está comprimiendo y filtrando nuestras experiencias en el pensamiento, luego entonces, si a su vez interpretamos todo lo recibido a través del lenguaje, resulta ser que nuestro pensamiento se arrastra y opaca en vez de fluir y brillar. Para poder llegar a la comprensión de un punto en particular perdemos tiempo y energía y eso es debido a que no hemos sido capaces de desarrollar un lenguaje lo suficientemente preciso pero a la vez claro, para expresar lo justo sin distorsión, sin ensombrecer la realidad. Cada idea tiene su propia naturaleza y por lo mismo requiere emplear un lenguaje propio que represente por sí mismo el cauce interno que la idea contiene. La extrema limitación de nuestra capacidad, tanto perceptiva como expresiva, unida a lo limitado del lenguaje, provocan que sólo una mínima parte de todo el caudal de conceptos que inferimos a partir de las experiencias, lleguen a concatenar con las ideas presentadas, en algo que solo resulta ser la sombra del original.

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Todo lo bello y fenoménico puede quedar eclipsado por el lenguaje. El ser humano puede ser únicamente aquello que puede comprender, sin embargo su comprensión va a ser dada únicamente por aquello que el lenguaje como vehículo del entendimiento y tamiz de lo experiencia do, le permita entender de todo aquello que percibe. El pensamiento como tal es expresado por el lenguaje, aunque de no ser así ¿Qué más podría expresarse? O más bien si el pensamiento no fuera lo expresado por el lenguaje ¿Qué fuera? El lenguaje fundamenta todo, de hecho el pensamiento existe a su vez por el cúmulo de información que la mente recibe a través de los sentidos y es organizada por y con el lenguaje, más aún, las irregularidades en el lenguaje van a provocar la mutabilidad en el pensamiento. El pensamiento no existe sin el lenguaje. Todo nuestro proceso de pensar está dado a través del lenguaje El pensamiento es lo que el lenguaje expresa y aún es sólo de la manera como el lenguaje permite que sea" Con este pensamiento, esta idea, iba yo caminando más entregado, más tranquilo que al principio, pero al momento y sin darme

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cuenta cómo, llegué al comienzo de un puente en donde se me hizo una última observación: “Este puente ha existido desde siempre, como ves no es angosto, para que los justos lo puedan pasar sin problema alguno, ni ancho para que los transgresores no lo puedan pasar tan fácil, pues es el puente de la retribución, en donde el justo recibirá su eterna recompensa y el inicuo su eterna sentencia. Sin embargo no ha llegado aún tu tiempo, vuélvete pues por donde te distanciaste y alcanza el sendero recto. Así cuando merezcas venir en tu momento no dudarás y podrás pasar sin problema y con absoluta confianza y seguridad.” Y volé de vuelta, en las mismas alas que me habían transportado aunque ahora estaban cansadas. En el regreso, hubo quienes habían prometido esperarme y escucharme, sin embargo ahora daban me la espalda, aunque querían saber pero dando el sentido que ellos deseaban a lo que de mí escuchaban “Prefieren sus pedazos de espejo” me dije a mí mismo. Y animado por mi propia experiencia escribí lo escuchado en los valles, las respuestas que ahí se me dieron.

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APÉNDICE: La realidad última del universo es lo Uno La realidad última del universo es lo Uno, perfecto, incognoscible e infinito. De este Uno emanan varios planos de realidad, siendo el Nombre el más elevado. Del Nombre deriva el alma universal, cuya actividad creadora origina las almas inferiores de los seres humanos. El alma universal se concibe como una imagen del Nombre del mismo modo que el Nombre es una imagen de lo Uno; de esta forma, tanto el Nombre como el alma universal, a pesar de su diferenciación, son de la misma sustancia, es decir que son consustanciales con lo Uno. El alma universal, no obstante, al constituirse como un puente entre el Nombre y el mundo material, tiene la opción de preservar su integridad e imagen de perfección o bien de ser sensual y corrupta por entero. La misma elección está abierta a cada una de las almas inferiores. Cuando, por la ignorancia de su verdadera naturaleza e identidad, el alma humana experimenta un falso sentido de distancia e

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independencia, se vuelve presumida de un modo manifiesto y cae en hábitos sensuales y depravados. Sin embargo, la salvación de esa alma es posible gracias a la virtud de la libertad de la voluntad que le permitió elegir su camino de imperfección. El alma debe invertir ese curso, trazando en sentido contrario los sucesivos pasos de su degeneración, hasta unirse otra vez con el origen de su ser. Así de este modo, la reunión verdadera se consuma a través de una experiencia mística en la que el alma conoce un éxtasis total En un sentido existe la oposición categórica que se plantea entre lo espiritual y lo carnal, elaborada a partir del dualismo de idea y materia, oposición que se produce mediante agentes mediadores, el Nombre y el alma universal, que transmiten el poder divino de lo Uno a todo, mediante una aversión al mundo de los sentidos, y por la necesidad de la liberación de una vida de sensaciones a través de una rigurosa disciplina ascética. La deidad es la esencia divina, absoluta, de la que el individuo no puede afirmar nada más que su unicidad. Por su parte, Dios es la deidad que se compromete en una relación: en primer lugar, en una relación interna y necesaria, la serie de personas divinas que constituye el

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misterio; en segundo lugar, en una relación externa, que se manifiesta en la Creación. El Uno conoce desde siempre, en el Nombre, las ideas de todas las criaturas posibles. Por tanto, la Creación es el paso de esos seres del Universo real al universo fenoménico de las realidades concretas. Así pues, el hombre es una realidad compleja: en el punto más interior del alma está presente su arquetipo eterno, mediante el cual está ligado a la esencia divina. Así, se está frente al “fondo” del alma, punto central, luz, destello de la divinidad. Unida de este modo al Uno, el alma participa de forma activa y pasiva en la divinidad. Sin embargo, si bien el alma proviene de la unidad divina, también vive en un mundo marcado por la multiplicidad. Debe apartarse de ella y renunciar a toda voluntad propia, que la separa del Uno. De ese modo llega a un desinterés absoluto. En la sucesión de emanaciones como Mente, Palabra y Sabiduría, ocurre que se produce una disminución de la esencia divina. La Sabiduría, trata de llevar a cabo una creación por sí misma.

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El resultado es una emanación inferior, responsable última de la creación del Universo material, que atrapa la esencia divina de la humanidad. Este espíritu atrapado debe entonces ser recordado y redimido ante la orden divina superior. De esta forma tenemos la transmisión constante de fuerzas del ser absoluto, o lo Uno, a la creación por medio de distintos agentes; el primero de ello es el Nombre, de la cual emana el alma del mundo; de ésta, a su vez, emanan las almas de los seres humanos y los animales, y por último la materia. Los seres humanos, en consecuencia, pertenecen a dos mundos, al de los sentidos y al de la inteligencia pura. Puesto que la materia es la causa de todo mal, el objeto de la vida debería ser escapar del mundo material de los sentidos, y de aquí que las personas abandonaran todos los intereses terrenales por los de la meditación intelectual; Mediante la purificación y el ejercicio del pensamiento, las personas pueden elevarse a sí mismas hasta la intuición del Nombre, y por último, a una completa y extática unión con lo Uno. El principio de todo lo existente es la unidad absoluta, lo Uno, realidad suprema, de la que

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surgen todas las demás realidades por emanación. El primer ser emanado del Uno es el Nombre llamado también Verbo, Inteligencia, que contiene las ideas de las cosas posibles. Después, la Inteligencia engendra el Alma, principio del movimiento y de la materia. El Uno, la Inteligencia y el Alma forman las tres hipóstasis. El ser engendrado se esfuerza en ascender hacia la perfección de que emana. Todo viene del Bien y tiende hacia el Bien. Para que el Alma se una al primer principio es preciso que supere el pensamiento y que, por el éxtasis, se confunda con el Uno y pierda toda consciencia de sí misma. Di: "No a mí, sino habiendo escuchado al Nombre, es sabio decir junto a él que todo es uno." Y esto tomando al Nombre como la gran unidad de la realidad El ser, entendido como el Nombre, es la Inteligencia que dirige, ordena y da armonía al devenir de los cambios que se producen en la guerra que es la existencia misma. Se trata de una inteligencia sustancial, presente en todas las cosas.

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Cuando un ente pierde el sentido de su existencia, su pensamiento se aparta del Nombre. El alma es una de las tres entidades del hombre. En el alma se hallan los instintos, sentimientos y emociones del hombre. El alma es más sensible que el cuerpo, ya que está en un grado mucho mayor. El alma es la reguladora entre el espíritu más y el menos del cuerpo. El alma es la conciencia del hombre El Uno está “más allá del ser”, “más allá de la sustancia” o “más allá de la mente”. Las cosas no son creadas por Él, sino que emanan de Él y sin embargo Él está más allá de todas las cosas. Por estar la causa del ser más allá del ser, no cabe en la palabra humana y por lo tanto es inefable, indecible. Tal vez sea el de “Uno” el nombre menos inadecuado para hablar de Él, porque de Él parte toda multiplicidad, pero en absoluto es su nombre ni se identifica con éste. Esa emanación sucede de tal forma que la Divinidad la realiza permaneciendo inmóvil en medio de ella, la hace sin hacer nada, no la quiere, ni la desea ni la tolera, simplemente emana de ella como un suave olor.

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La divinidad, al pensarse se piensa a sí misma y así origina el Intelecto, que es su propia imagen. Éste, al ser consciente de él, emana al Alma del Mundo, imagen del Intelecto, que es la Providencia sobre todas las cosas. Así, todos los seres van emanándose unos a otros, de tal modo que se degradan poco a poco en seres inferiores. La Luz de la divinidad, más divina, si cabe, que el Uno, ilumina como una inmensa linterna las emanaciones que, ya lejos de ella, se sumen poco a poco en la sombra de la imperfección y la inanidad. El Uno, Él, y Alma del Mundo conforman el mundo inteligible, mientras que el mundo material está constituido por otro principio, fuente de imperfecciones, que es la materia. Ésta es lo opuesto a Él en la escala de la luz, lo más sombrío, donde la realidad está privada de la misma realidad y donde triunfa el mal, ya que el Bien está en la luz y lo ilumina muy remotamente. Formando parte de la Alma del Mundo están todas las almas individuales. Ella ha impactado en el mundo suscitando la unidad de todos los vivientes y haciendo que el peso de una común simpatía, la gravedad de una compasión, recorra a todos los seres animados.

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Todos somos parte de un Alma única. Ser consciente de esa común unidad aporta cohesión entre los seres humanos y con todos los animales de almas inferiores. La belleza del mundo es el reflejo de la belleza del Alma universal que lo empasta. Para ser conscientes de esa belleza es necesario habituarse a la contemplación del todo, donde cada parte, aún la más material, imperfecta o malvada tiene su razón de ser y su función. El sabio no precisa salir fuera de sí. Es, profundamente autosuficiente para su felicidad. Así para encontrar la verdad le basta ser consciente de sí. Sólo mediante una vuelta a la interioridad puede el ser humano encontrar el camino de la Divinidad. El sabio debe aislarse de las cosas exteriores y auscultar su corazón. Por eso, el primer deber del sabio es liberarse de las preocupaciones corporales y purificarse de los vicios. Prudencia, templanza, fortaleza y justicia serán sus aliadas para el progresivo camino de renuncia a las dependencias exteriores. Pero éstas son vías negativas de purificación, las que encontrará y cultivará la religión; sin embargo, se te exhorta también y complementariamente, vías positivas de

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purificación como son: la música, el amor y la adhesión a la razón pura. Por ellas, “placenteramente”, el alma retorna a Dios. Por la música llegamos a admirar y querer la armonía en todo; por el amor, el ser humano pasa de la admiración de los cuerpos bellos a la consideración de la Belleza que está familiarizada con la Bondad y acercan a la Divinidad. Por el amor a la razón pura, en último lugar, podrá el hombre, abstraer de la Belleza a Dios, Suma Belleza; pero no basta con la consideración de la Comprensión, ya que ésta se configura en una separación del polo objetivo y el polo subjetivo del conocimiento. Nuestro intelecto no está capacitado para conocer al Uno, porque éste es esencialmente división y el otro La Unicidad. Sólo en “éxtasis” de amor, simple y directo, podrá el alma llegar a la Divinidad y esto, sólo por misericordia divina.

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EPÍLOGO: Nosotros no vemos la luz propiamente, lo que vemos, es únicamente aquello que la luz nos permite ver. Tampoco conocemos el tiempo, sólo alcanzamos a conocer sus efectos sobre los seres. De esta misma manera, lo que entendemos o percibimos de nuestra conciencia está dado por nuestro espíritu, esa luz que proviene del sol de la verdad eterna. Si consideramos cómo la luz puede descomponerse en múltiples colores, así la verdad está "descompuesta" en múltiples partes. Lo que nos toca a todos nosotros es recomponer de nueva cuenta estos elementos para restituir la única verdad que existe, así todos compartiremos la luz que realmente guía, de la misma manera que la única luz que guía es la luz blanca, resultado de la unión de todos y cada uno de los elementos que le componen.

Jibrail Estavrómenos. Octubre 1993