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1 EN TORNO A NOSTRA AETATE Al comienzo de este verano, fue colocada en Berlín, en el lugar de antiguo edificio de culto protestante, la primera piedra de un templo, La Casa del Uno, que albergará al mismo tiempo una mezquita, sinagoga y lugar de culto protestante. También tendrán un espacio en común, aunque sea el patio.

En Torno a Nostra Aetate

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Análisis sobre problemas del ecumenismo por parte de la Iglesia Católica

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    EN TORNO A NOSTRA AETATE Al comienzo de este verano, fue colocada en Berln, en el lugar de antiguo edificio de culto protestante, la primera piedra de un templo, La Casa del Uno, que albergar al mismo tiempo una mezquita, sinagoga y lugar de culto protestante. Tambin tendrn un espacio en comn, aunque sea el patio.

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    La buena noticia de esta ancdota es que al menos estos cristianos no son catlicos, sino protestantes. No se puede esperar menos de secuaces del iniciador del compendio de todas las herejas.

    Cierto, no ocurre as con los evanglicos o protestantes fundamentalistas el nexo con Lutero no se lo quita nadie-, que a pesar de muchos de sus errores son ms inmunes a este tipo de cosas, pero mi atencin se centra en los catlicos, entre los cuales, el clero incluido, creo que ms de uno se queda con la gana de realizar alguna iniciativa similar; en definitiva en la lnea de la Alianza de Civilizaciones en el plano religioso: un nuevo

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    orden necesita una nueva religin que lo apoye, y esta a su vez requiere y tiene por signo un nuevo templo.

    [Margallo asiste en Bali a la cita con el Foro de la Alianza de las Civilizaciones 29 ago 2014

    El Ministro de Exteriores arranca en Bali una gira que le llevar tambin a Australia y Sri Lanka en busca de apoyos para que Espaa sea miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.]

    Y qu tiene que ver este acontecimiento planetario con Nostra Aetate? Tiene realmente algo que ver? La verdad que no, mejor dicho, no debera tener relacin alguna. En ningn rengln, en ningn prrafo de esta brevsima declaracin conciliar no aparece ni por el asomo algo que se podra llamar un templo comn, o tan siquiera alguna propuesta de una oracin comn, o cualquier acto de un culto comn. Sin embargo, despus de la promulgacin de esta declaracin han ocurrido en la Iglesia cosas que jams ocurrieron antes, por ejemplo, se promovi el llamado espritu de Ass. Representantes de todas (o casi todas) las religiones rezaron juntos, delante de la baslica de San Francisco, segn relatos de aquellas fechas: unos tras otros los budistas, los hindes, los jainitas, los musulmanes, los shintostas, las religiones tribales de Africa, los parsis, los judos y los cristianos, en una fidelidad radical a sus respectivas tradiciones, han alabado sus caminos de salvacin y ofrecido a sus divinidades sus oraciones por la paz. Uno al lado del otro estaban los caminos de salvacin de Siddhrta Gautama y de Shntideva, de Shankara, de Vardhamna Mahvra, de Mahoma, de Nvak Dev, de los ancestros msticos, de Zaratustra, de Moiss y de Jess de Nazareth. Uno tras otro, y uno al lado del otro eran presentados a la humanidad comosuprema potencia o Dios: Buda, los bodhisattvas, el divino Brahma, Jaina, Al, los numinosos Kami, Nam-Sat, el Gran Trueno, Manit, Ormazd, Yav y el Dios Trinitario. Desde un legtimo pluralismo, todas las religiones, en fidelidad radical a sus respectivas tradiciones, deban realizar sus oraciones por la paz1. Y as han ocurrido hechos que jams ocurrieron en la Iglesia; 1 Alocucin del Papa OR, 7/11/1987

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    La imagen de Buda encima del sagrario, en el mismo Ass:

    San Juan Pablo II ha besado el Corn:

    Mons. Ivan Diaz, arzobispo de Bombay, encendiendo una lmpara a un dios pagano:

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    [Mons. Ivan Dias, Arzobispo de Bombay, enciende la lmpara frente de dios Ghanesa, Indian Express,

    Bangalore, 6 de octubre de 1997] Mons.Dias no ha sido suspendido despus de este acto, sino todo lo contrario -promovido a cardenal por San Juan Pablo II y nombrado Prefecto de la Congregacin para la Evangelizacin de los Pueblos. En nuestros das, hace pocos meses, monjes (o sacerdotes, no s si viene a caso) santoistas japoneses realizando su danza en la catedral de Santiago de Compostela:

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    Podramos saturar no solamente este blog, ni todos los blogs de Infocatlica, ni todos los blogs catlicos de todo el mundo, con las imgenes de dichos y hechos que jams ocurrieron en la Iglesia antes de Nostra Aetate. De all que, con honestidad y franqueza y sin miedo y sin escrpulos, debemos examinar en detalle Nostra Aetate y ver si hay algo que no est bien dicho; si hay algo que sea incompleto; si hay algo que induce a confusin. Debe ser corregida Nostra Aetate? Es coherente Nostra Aetate con la doctrina de la Iglesia? Segn San Juan Pablo II, el espritu de Ass parece ser una muestra por excelencia de cmo tendra que ser entendida Nostra Aetate. En las propias palabras del Pontfice, Ass puede ser considerado como una representacin visible, una enseanza de hechos, una catequesis inteligible a todos, de lo que presupone y significa el compromiso ecumnico y el compromiso para el dilogo interreligioso recomendado e iniciado por el Concilio Vaticano II2. Es ms, en Redemptoris Hominis3 el Papa expone la tesis segn la cual el mismo Espritu Santo ha conducido a la Iglesia a Ass por medio del Concilio. No obstante, a la vista de los resultados, si se me permite, ms todava, a la vista de cmo yo entiendo la enseanza catlica y la doctrina de la Iglesia de siempre, me hago y las hago a los competentes en la Iglesia, las siguientes preguntas: Es coherente Nostra Aetate con lo que vivieron y ensearon los Apstoles, lo que ensearon y defendieron los Padres de la Iglesia y los Apologistas de los primeros siglos? Porque, como recuerda Po XI en la encclica Mortalium animos, Acerca de cmo se ha de fomentar la verdadera unidad religiosa (06/01/1928): Por tanto, la Iglesia de Cristo no slo ha de existir necesariamente hoy, maana y siempre, sino tambin ha de ser exactamente la misma que fue en los tiempos apostlicos,. Es, pues, esta doctrina en sintona con la doctrina de la Iglesia de siempre? Si hay algunos puntos que no se entienden, cules son? Al final y al cabo, Nostra Aetate, aunque sea una declaracin conciliar, no es una definicin dogmtica de un artculo de fe incluso en esos casos debe ser justificada con la conexin inquebrantable y clarsima con la Escritura, Tradicin y el Magisterio perenne-, sino una declaracin respecto al proceder de la Iglesia, o mejor dicho de los cristianos. Un procedimiento es una accin, aunque tenga una justificacin y motor en una determinada conviccin, no es directamente una creencia. Versa pues, del modo de actuar de los cristianos. Sin embargo, el modus operandi habla de la conviccin del operante; de alguna manera lo relata, nos dice cmo es la forma de pensar del que acta de ese modo. Y all precisamente est el problema. Puede un pensamiento genuinamente cristiano justificar tales propuestas de accin? Para responder a esta pregunta hay que proceder de forma apodctica y formal, sin medias tintas hacer un anlisis de texto de Nostra Aetate, prrafo por prrafo, o de dificultad en dificultad procurando un juicio lgico del texto a la luz de la fe. Empecemos entonces. Empieza la declaracin (letras resaltadas son siempre mas): En cumplimiento de su misin de fundamentar la unidad y la caridad entre los hombres y, an ms, entre los

    2 Alocucin del 22.10.1986, OR del 2.1.1987 3 Cf. Redemptor Hominis 6, 7,11 y 16

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    pueblos, considera aqu, ante todo, aquello que es comn a los hombres y que conduce a la mutua solidaridad. 4 No est mal que los hombres tengan en estima la solidaridad. No est nada mal. Pero la misin fundamental de la Iglesia es el anuncio del Evangelio y llevar a todos los hombres la salvacin en Cristo. La misin de la Iglesia es la misin de Cristo. Entonces, si es as, por qu no se dice explcitamente? Yo entiendo, por supuesto, que fundamentar la unidad y la caridad entre los hombres no se puede hacer de otra forma que en Cristo, y que, con esa condicin, la Iglesia s puede asumir esa idea como parte de su misin. Y por qu eso no se dice? Porque si no se dice, puede parecer que Cristo no importa para ciertas acciones, y eso es imposible para la Iglesia. Si la Iglesia quiere ser y actuar como la Iglesia, Cristo es necesario e imprescindible siempre, en todo lugar y circunstancia. Por lo tanto, el que lo sabe y no se separa de esta condicin, no le afecta el texto conciliar. Pero el que se separa puede hacer como el que no tiene nada que ver con la Iglesia; puede procurar sencillamente una solidaridad filantrpica, y ya est. Por lo tanto, si las cosas se dejan en el aire, si no se precisan en detalle sin dejar cabos sueltos, podemos llegar a interpretaciones e iniciativas llanamente no cristianas de este texto. Cosas que creo que han ocurrido en ms de una ocasin. Con todo, la citada frase no es de lo ms grave de la declaracin considerada. Todos los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el gnero humano sobre la faz de la tierra, y tienen tambin un fin ltimo, que es Dios, cuya providencia, manifestacin de bondad y designios de salvacin se extienden a todos, hasta que se unan los elegidos en la ciudad santa, que ser iluminada por el resplandor de Dios y en la que los pueblos caminarn bajo su luz. 5 S, todos los pueblos forman una comunidad, los que han recibido la gracia y los que no. Y qu hago con la gracia? Me olvido de lo sobrenatural? Aparco la gracia en esta cuestin? S, los cristianos forman una comunidad con los dems hombres, pero en esta comunidad deben ser la sal. Jesucristo es Dios? Por supuesto. Y su Padre y el Espritu Santo, y ese Dios Uno y Trino, que nos habl en Jesucristo, es el fin ltimo de todo hombre, y para eso ha nacido, y las sociedades sin ese fin perecern sin poder tener jams la paz. Si yo no digo eso a la gente, a las naciones, sea el que sea su credo, vengo a menos a mi fe, a mi misin, a mi ciudadana de catlico. En otros textos conciliares se dice lo que estoy diciendo, mejor dicho reclamando, con bastantes claridad, como por ejemplo en "Christus Dominus", Sobre el ministerio pastoral de los obispos, Apartado Formas especiales de apostolado, 17: Urjan cuidadosamente el deber que tienen los fieles de ejercer el apostolado, cada uno segn su condicin y aptitud, y recomindeles que tomen parte y ayuden en los diversos campos del apostolado seglar, sobre todo en la Accin Catlica. Promuevan y favorezcan tambin las asociaciones que directa o indirectamente buscan el fin sobrenatural, esto es, conseguir una vida ms perfecta, anunciar a todos el Evangelio de Cristo, promover la doctrina cristiana y el incremento del culto pblico, buscar los fines sociales o realizar obras de piedad y de caridad., pero en Nostra Aetate falta esa claridad, y es mucho decir. Luego, como por el arte de magia, parece que un tal espritu de Concilio est como el que ms en Nostra Aetate, en el dilogo interreligioso, asambleas de miembros de distintas religiones, en el conocimiento mutuo, en la acogida en templos catlicos de 4 Nostra Aetate, 1 5 Ibid.

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    seguidores de otras religiones y viceversa, etc., etc., pero no ves predicar en estas reuniones interreligiosas a Cristo como nico Salvador del mundo No lo veo. Veo dilogo y no anuncio. Parece que el dilogo para tantos se ha convertido en el fin de la accin de la Iglesia. Quin puede estar contento con un proceder as? Quin lo puede aplaudir? Los masones que desde su relativismo elogian a CVII diciendo que les ense a dialogar. Yo eso no lo aplaudo. As, en el Hinduismo los hombres investigan el misterio divino y lo expresan mediante la inagotable fecundidad de los mitos y con los penetrantes esfuerzos de la filosofa, y buscan la liberacin de las angustias de nuestra condicin mediante las modalidades de la vida asctica, a travs de profunda meditacin, o bien buscando refugio en Dios con amor y confianza. La Iglesia catlica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero Anuncia y tiene la obligacin de anunciar constantemente a Cristo, que es "el Camino, la Verdad y la Vida" ( Jn., 14, 6 ), en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa y en quien Dios reconcili consigo todas las cosas. 6

    [Un jesuita, el P. George Saju]

    Me hago hind? A lo mejor penetro el misterio divino y descubro la inagotable fecundidad de los mitos para liberarme de las angustias de nuestra condicin. No. Sera colocado en una de sus castas, dando culto a los demonios por medio de sus dolos, forzado a ello debido a mi ignorancia, engaado por el diablo, como sentencia San Pablo; eso es lo que pasara. Y, qu hay de santo en el hinduismo y otras religiones? No hay nada santo, hay una bsqueda de Dios en el mejor de los casos, 6 Ibid, 2

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    promovida por la sed de Dios y por el mismo Dios, que es una inclinacin natural de todo hombre, pero no hay santidad que nicamente es posible por la adopcin en Cristo. Puede ser que un hind sea juzgado ms benignamente que un cristiano, no digo que no, y que dentro de sus limitaciones inherentes a todo ser humano resista con mrito a la maldad, y que eso se le tenga en cuenta en el da del Juicio, pero no hay mrito en su religin ni por alguna virtud de la misma. Luego sigue la frase ms alentadora de todo el documento, que por lo dems como si desdijera del mismo de alguna manera, como si estuviera all porque hay que estar: Anuncia y tiene la obligacin de anunciar constantemente a Cristo, que es "el Camino, la Verdad y la Vida" ( Jn., 14, 6 ), en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa y en quien Dios reconcili consigo todas las cosas., aunque hay que tener presente que esta reconciliacin se hace efectiva de nuestra parte por la fe; no es automtica. Se necesita creer. No puede quedar cada uno como est y tan tranquilo. Por qu eso no se dice? Eso se dijo en Dominus Iesus, que es como una correccin de determinadas interpretaciones confusas, ambiguas e incorrectas a las que la misma Nostra Aetate dio lugar al no asentar trminos y conceptos tratados con precisin. Sobre este punto haremos un comentario al final de esta exposicin. Por consiguiente, exhorta a sus hijos a que, con prudencia y caridad, mediante el dilogo y colaboracin con los adeptos de otras religiones, dando testimonio de fe y vida cristiana, reconozcan, guarden y promuevan aquellos bienes espirituales y morales, as como los valores socio-culturales que en ellos existen. 7 Este pensamiento lo expresa muy bien la siguiente reflexin de un obispo en Argelia: mientras nosotros nos esforzbamos en hacer mejores musulmanes de los musulmanes, los protestantes hablaban del Evangelio a los musulmanes argelinos desde una emisora de Mnaco erigida para tal fin, consiguiendo crear clulas ocultas de protestantes en rgel. Y por qu este obispo, aunque no lo diga, y otros como l, y otros sacerdotes, religiosos y laicos, pensaban de esta forma? Porque era la interpretacin primera y directa de este texto conciliar: hagamos ver a los musulmanes la solidaridad escondida en el Corn, hagamos descubrir el beneficio de la meditacin a los hindes, de la asctica a los budistas! Lo nunca visto. A qu debo yo promover bienes socio-culturales y espirituales de otras religiones? Eso no es mi misin como catlico, ni de la Iglesia, ni jams lo ser. Eso es un sinsentido. Un hombre de otra religin podr en su caso tener valores humanos, como bondad, laboriosidad, solidaridad, etc., como mejor se podra decir, a pesar de esa falsa religin. Qu me quieran matar porque diga esto? Pues que me maten, pero esta es mi misin, consistente en dar el testimonio de la verdad. As actuaron los cristianos en primero siglos, y as acta todava ms de un cristiano. No hay otra forma de actuar, si se quiere que la Iglesia sea exactamente la misma que fue en los tiempos apostlicos. La Iglesia mira tambin con aprecio y los musulmanes que adoran al nico Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todo poderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habl a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse con toda el alma como se someti a Dios Abraham, a quien la fe islmica mira con complacencia. 7 Ibid.

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    Si en el transcurso de los siglos surgieron no pocas desavenencias y enemistades entre cristianos y musulmanes, el Sagrado Concilio exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, procuren y promuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad para todos los hombres. 8 En cuanto a lo primero, ni Dios de los musulmanes es Dios cristiano la concepcin de Dios en el Islam no es de un ser condicionado por condicin de razonable (cf. Discurso de Benedicto XVI en Ratisbona), ni Abraham islmico es Abraham del AT su hijo preferido era Ismael; por matizar este prrafo. En cuanto a la siguiente exhortacin, debemos realizar una importante contextualizacin. El Concilio Vaticano II se celebraba en una poca, aos sesenta, en la que el integrismo islmico pareca cosa del pasado. Un optimismo ingenuo, basado en lo que se perciba entonces en las sociedades islmicas, estaba presente en muchos sectores, tambin eclesisticos. No se haba realizado todava la revolucin islmica de Jomeini, no existan talibanes, Sadat en Egipto se burlaba de la pretensin de los Hermanos Musulmanes de que las mujeres lleven signos visibles de una sociedad islmica, secularismo en Turqua, Tnez, muy presentes, etc. Basta echar una ojeada a las imgenes de elementos caractersticos y representativos de esas sociedades antes y compararlas con el desastre actual para darse cuenta, para evidenciar de forma contundente el fracaso de aquel optimismo efmero e infundado.

    [Cairo University, 1959]

    8 Nostra Aetate, 3

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    [Cairo University, 2004]

    [Irn, aos 70]

    Queda en evidencia que fue fundado sobre la esperanza en lo humano, y ya ves dnde qued lo humano y de lo que fue capaz. Al mismo tiempo qued patente la capacidad de la religin islmica de ser la savia y armazn de cualquier sociedad. Se trata de un consejo, digamos prudencial, de Nostra Aetate, y, en trminos del lenguaje moderno, podemos decir que Nostra Aetate fue desautorizad estrepitosa y dramticamente por la Historia. No se trata solamente de un error prudencial, se trata de un drama escrito con sangre y almas humanas. Cual si fuese un gigante salido del mar, apareci (de nuevo) la intolerancia y exclusividad existencial islmicas que arras con cualquier otra existencia y credo, all donde tuvo suficiente presencia como para desbordarse. Nostra Aetate, sin embargo, mir con aprecio a los musulmanes que adoran al nico Dios que habl a los hombres Con aprecio porque Cristo dio su

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    vida queriendo que todos los hombres se salven, anhelando que todos hagan lo que su Padre quiere: que crean en l, o porque el Corn dice que la Santsima Trinidad es abominacin, los cristianos infieles e impuros e incita a someterlos o matarlos, segn el caso? A este consejo prudencial no hace falta responder desde la fe, la respuesta ha sido dada en estos post cincuenta aos con sangre y fuego. olvidando lo pasado. No debo olvidar. No quiero olvidar. Historia est maestra. Si no, no entender el presente. Si no, repetir los mismos errores que los de antao. No se me ocurre que, no sea que desafe al Concilio, cierre los ojos a la realidad. Aqu no se desafa ningn artculo de fe, que absurdo no puede ser, y s se puede desafiar la realidad que no se quiera ver o aceptar. Con todo, olvidando lo pasado, no s hasta qu punto y de qu manera se ha olvidado.

    El 29 de enero de 1975 Pablo VI entregaba a los turcos el estandarte de Lepanto, lugar en el que el 7 de octubre de 1571 tuvo lugar la clebre y providencial victoria, por la intercesin de la Virgen Mara, auxilium christianorum, sobre la flota turca y en la memoria de lo cual San Po V estableci la fiesta de Nuestra Seora del Rosario. Hicieron mal nuestros antepasados al defenderse de los turcos? De aquellas tribus que dej en los huesos de generaciones venideras el grito de los nios de por el entonces, Mam, turcos!? Ocho siglos, ocho!, no cambiaron de parecer durante tantos aos, intentaba media luna conquistar Constantinopla hasta que lo consiguieron,

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    cumpliendo el mandato de Mahoma de que la bandera de la yihad ondee en la ciudad imperial cristiana de antao. Pero el mandato no fue solamente para Constantinopla sino para Roma tambin. Mientras Constantinopla permaneciera erguida, la cruz desafiara a media luna. De all la continua presin a la Cristiandad desde varios frentes. Por el sur de Italia actual, directamente hasta que se pueda; por Hispania y por Bizancio. El profeta de los musulmanes, Mahoma, manda en 628 el mensaje al emperador bizantino Herclito, aslam taslam: somtete (hazte musulmn), y tendrs la paz. Y como no lo hizo, Constantinopla fue vista como un enemigo a batir sin piedad hasta que caiga, da igual el tiempo que dure el cometido. Tuvo que caer desde la perspectiva teolgica, ya que, desde el principio, el Islam y la yihad fueron inseparablemente unidas en la clarsima voluntad del dominio y sometimiento de los adoradores de la cruz, como despectivamente se llamaba y se sigue llamando a los cristianos. A esos al-Rum (Romanos), al-Nassara (Nazarenos) o ms notoria y simplemente, al-Kilab (perros). Los que piensan esto hoy en da, no se parecen a esos de ayer? Entonces, cmo que se puede decir que se olvide esto? Si lo olvido, no sabr ni donde estoy. No estoy hablando de incitacin al odio, pero estoy hablando de odio. Un odio que tiene y que tuvo lugar contra los cristianos por lo que son, y no solamente ellos. No se me puede pedir que haga trasplante de cabeza, no se me puede pedir que trabaje en un hospital y que no vea ni descubra heridas. Moriremos todos si no se hace, y si no se hiciera y advirtiera del peligro, seramos responsables del desastre provocado. El mundo antiguo no funcionaba segn los conceptos modernos (y sobre todo acuados en el Occidente) de raza, etnia o nacionalidad. En la ltima instancia, el trmino bizantinos es un anacronismo, significaba ms propiamente cristianos tal y cmo ellos mismos se vean, y tal y cmo los musulmanes los vean. Y viceversa, el avance rabe es en realidad avance musulmn. Por eso, es incorrecto decir que apenas cien aos de la muerte de Mahoma, y tan solamente veinte y un aos del comienzo de la invasin de pennsula ibrica, Carlos Martel en Poitiers frena a los rabes en su conquista de Europa Occidental. Fue truncada la yihad, simplemente. En el siglo XIV, deca el historiador musulmn Ibn Khaldun: En la umma, la yihad es un deber

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    religioso, porque por la universalidad de la misin musulmana y la obligacin de convertir a todo el mundo al Islam sea por la persuasin, sea por la fuerza el Islam es bajo obligacin de gobernar sobre todas las dems naciones. No hay ms, eso es lo que hay y eso no puedes obviar. En el Occidente se conoce ms la providencial victoria de Martel y consecuente empuje de los musulmanes de los reinos cristianos de Castilla y Aragn, de Pelayo y Las Navas de Tolosa (no lo suficientemente), etc. Se olvida o apenas se conoce el largo y pertinaz empeo en la conquista de Bizancio, y de Constantinopla en concreto. El segundo asedio (el primero tuvo lugar entre 674 y 678) de la capital del Imperio fue tremendo, y la consiguiente derrota musulmana (717-18) impidi el pronto avance de los mismos hacia Europa por su lado oriental, un impedimento que permiti la consolidacin de la Cristiandad Occidental en los siglos venideros. El camino de la conquista de Bizancio fue iniciado, y por ende trazado, por el mismo profeta Mohamed con su participacin en la batalla de Tabuk (630), recordada en el Corn. Desde entonces, hasta la cada definitiva de la capital bizantina en 1453, la obstinacin, la necesidad de su cada no cej. En mencionado segundo asedio de Constantinopla fue ordenado por uno de los califas ms clebres, Suleiman, encomendando la comitiva a las rdenes de su propio hermano Muslama: Estate all (Constatinopla) hasta que la conquistes o te reclame. Este reunin un ejrcito aterrador de 200.000 hombres (120 mil de infantes y caballera, 80 mil en la fuerza naval) que sembr de pnico las regiones por las que pasaba. Mujeres y nios esclavizados, millares de hombres crucificados. Segn el cronista musulmn al-Tabari: Los habitantes de Anatolia oriental se llenaron de terror que nunca antes haban experimentado. Todo lo que vieron fueron los musulmanes gritando en su cara Allah Akbar!. Allah llen de pasmo sus corazones Los hombres fueron crucificados a lo largo de 24 km. En qu se inspiraron estos valientes invocadores de Allah? Fueron quizs unas costumbres brbaras o de pueblos primitivos de la poca? No fue eso. Fue la aleya cornica 8:60 la que vivieron, la que gui sus pasos y proceder: . No son musulmanes? Entonces? As fue escrito, as fue cmo pensaron y as lo hicieron. Suerte, o mejor providencia, fue que entonces el Imperio Bizantino todava era lo suficientemente fuerte como para repeler ataque semejante y quedar en pe, pero por poco. La mejor destreza en el mar, el uso del arma secreta el fuego griego y finalmente la unin de coptos egipcios a la causa bizantina fueron los factores que dieron la victoria al ejrcito gobernado por el Emperador Len III Isurico.

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    Esto es obligado saberlo. Esto no se puede ni debe olvidar, est prohibido, por honradez, por amor a la historia, por amor a la verdad. Si se obvian estas cosas, se pueden predisponer graves omisiones en el plano social y poltico, con graves percances para la paz en el mundo entero. Estamos hablando de cosas muy serias, de errores de planteamiento con consecuencias que tendrn lugar implacablemente. El Islam no es lo que algunos (principalmente los no musulmanes) quisieran que fuera, sino simple y llanamente, lo que es. Por eso, lo de hoy,

    no se puede comprender sin lo de ayer, ni lo de siglo XX,

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    [Foto de mujeres cristianas asesinadas por los musulmanes turcos en el proceso del Genocidio Armenio ( en Armenio [Hayots Tseghaspanoutyoun en transcripcin al alfabero latino]) en 1915 por no apostatar La foto, conservada en los archivos vaticanos es un fotograma de la pelcula Ravished Armenia (lArmnie viole, 1919) y fue censurada antes de su proyeccin por las autoridades anglosajonas.] por no poner muestras plsticas de cada poca. Esto no es ver solamente una parte, o ver lo que no es el Islam, esto es tener en cuenta una componente tan esencialmente ligada a los textos y tradiciones fundamentales islmicos, la misma que esgrimen los creyentes que cometen estas acciones. Si se prefiere decir as, es un fenmeno que existi, y sigue existiendo. Cerrar los ojos a esta realidad, supone no vivir en responsabilidad el momento presente. Cree, pues, la Iglesia que Cristo, nuestra paz, reconcili por la cruz a Judos y Gentiles y que de ambos hizo una sola cosa en s mismo este Sagrado Concilio quiere fomentar y recomendar el mutuo conocimiento y aprecio entre ellos, que se consigue sobre todo por medio de los estudios bblicos y teolgicos y con el dilogo fraterno Por los dems, Cristo, como siempre lo ha profesado y profesa la Iglesia, abraz voluntariamente y movido por inmensa caridad, su Pasin y Muerte, por los pecados de todos los hombres, para que todos consigan la salvacin. 9 A ver, Cristo, nuestra paz, reconcili por la cruz a Judos y Gentiles y que de ambos hizo una sola cosa en s mismo, esto es cierto, pero falta una condicin sine qua non. Falta aadir algo, sin lo cual lo que acabamos de leer es sencillamente falso. Esta frase parafrasea lo que dijo San Pablo, omitiendo lo esencial; parece que dice lo que dijo San Pablo, pero el santo apstol no dijo eso: 9 Nostra Aetate, 4

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    Yo no me avergenzo del Evangelio, porque es el poder de Dios para la salvacin de todos los que creen: de los judos en primer lugar, y despus de los que no lo son. 10 nosotros, en cambio, predicamos a un Cristo crucificado, escndalo para los judos y locura para los paganos, pero fuerza y sabidura de Dios para los que han sido llamados, tanto judos como griegos. 11 Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espritu para formar un solo Cuerpo judos y griegos, esclavos y hombres libres y todos hemos bebido de un mismo Espritu. 12 O sea, Judos y Gentiles sern un solo cuerpo, una sola cosa, solamente si creen en Jesucristo. Si no, no lo sern. Es decir, Cristo es el vnculo entre las naciones, razas, pueblos, personas. Cristo es el dilogo, Cristo es el fin del mismo, Cristo es a lo que hay que llegar. Si no es as, estamos haciendo un fraude. Solamente bajo esta condicin se podr decir, As se elimina el fundamento de toda teora o prctica que introduce discriminacin entre los hombres y entre los pueblos, 13, aunque no queda claro que esta condicin se cumple, ya que la frase termina con en lo que toca a la dignidad humana y a los derechos que de ella dimanan. Los derechos no pueden dimanar de la dignidad humana, sino de Dios, nicamente por quin el hombre es digno. Queda claro? Con unas lneas ms, y otras omitidas, s. No era nada de extraar, por todo lo expuesto, que ya al terminar el Concilio un joven y agudo telogo, a pesar de tener una fuerte atraccin al comienzo de su itinerario teolgico hacia nuevos planteamiento de no despreciable cariz modernista, Joseph Ratzinger, observara con perspicacia de que se est abriendo un terreno no acorde con el pensar de la Iglesia de siempre. En 1966 escribe14: Entretanto se ha impuesto cada vez ms un parecer que anteriormente haba sido considerado como una rara excepcin, a saber, que Dios quiere y puede salvar fuera de la Iglesia, an cuando no sin ella. Por otro lado se ha impuesto desde hace poco una manera optimista de considerar y comprender las religiones no cristianas que demuestra claramente que no todas las ideas puestas en boga por la teologa moderna han sido inspiradas por la Biblia. Porque si algo puede ser llamado extrao y hasta opuesto a la Sagrada Escritura, es el optimismo contemporneo respecto de las religiones paganas, considerndolas en cierto modo como factores de salvacin, lo que es absolutamente imposible de conciliar con la apreciacin de la Biblia sobre esas religiones. Ratzinger vio que Nostra Aetate puso los preliminares, y a partir de esta base, en nombre de un tal espritu de Concilio, se ha preparado a la Iglesia el camino que desembocara hacia el espritu de Ass de una forma natural. Ese camino sera luego 10 Rom I, 16 11 1 Cor I, 23, 24 12 1 Cor XII, 13 13 Nostra Aetate, 5 14 El ltimo perodo de sesiones del Concilio (Colonia, 1966)

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    instituido asentado como una ruta pero no para llegar solamente a un sitio, sino para quedarse. No se pudo dar aprobacin a ese camino, a ese pensar, a ese modo de ser en la Iglesia y tena que ser corregido por Dominus Iesus, aunque as no se diga explcitamente. Una correccin que ha encontrado fortsima oposicin dentro de la misma Iglesia, precisamente esgrimiendo el argumento de que va en contra del espritu de Concilio. Razones no le faltan a este argumento como argumento, porque, efectivamente, hubo y hay un tal espritu de Concilio que esta gente interpreta y vive y para ellos es tal de forma que no se puede identificar con la forma de pensar de Dominus Iesus. Amn para lo que vivi la Iglesia desde sus comienzos, ensearon los Apstoles y los Padres y qued patente en la enseanza secular, no, milenaria, de la Iglesia. Si no es as como digo, por qu si no los sintoistas bailan en la catedral de Santiago? Si bailan y rezan all es porque el obispo de Compostela les deja y les aprueba lo que hacen. Si no lo hiciera, no les dejara. Por qu, si no, los obispos colombianos dejan a sus anchas a predicar en sus iglesias e instituciones a un telogo que arremete contra Dominus Iesus afirmando que va en contra de Nostra Aetate? No existen las casualidades. Esos obispos actan as porque esa es su conviccin. Porque piensan igual. Si no, no le dejaran. Porque de hecho, ese telogo se ampara en un documento conciliar, en definitiva en el Concilio, y ellos no van en contra del Concilio. Y desde cundo somos fanticos? Desde cundo nos hemos hecho el transplante del cerebro? Tranquilidad, pues. Pensar, se puede pensar. Y argumentar, se debe argumentar. Si me equivoco, que me lo demuestren. Me equivoco? Por qu no echamos un vistazo a la vida y enseanza de la Iglesia en los primeros siglos? Qu hizo la Iglesia en el Medievo? Y qu dijo la Iglesia en los documentos magisteriales sobre la relacin con otras religiones en el mismo siglo XX? Pues tocar ahora estos tres puntos someramente para poder ver con ms facilidad si estoy en lo cierto o no, si me equivoco o me he pasado o no entiendo algo. Para que tambin otros tengan ms criterio en juzgar mis palabras. Mi poca preferida es la de los primeros siglos de persecucin de la Iglesia, porque abarcan la enseanza, el decir y el hacer, de los mismos Apstoles y de los Apologistas y de los cristianos que para serlo tenan que aportar unos mritos impresionantes para poder mantenerse como tales. Todo en una sociedad pagana con tanto parecido a la nuestra. Haba religiones entonces? S, las cuarenta y una mil, e dolos como ahora en India, y brujos y adivinos como ahora en Italia, Espaa y Mxico y todo y ms y la intransigencia y el deseo de aniquilacin de los cristianos como lo pudo haber e la Edad Media y Antigua y ahora. O sea, la Historia de la Iglesia es nuestro libro de enseanza sublime, valiosa sin medida porque en la misma se traslucen y palpan las palabras, dichos y hechos de nuestro Divino Maestro. Esta es Nostra Aetate eterna que no cambia, porque en ella siempre acta la eternidad del mismo Evangelio. Los Apstoles claramente insisten desde el primer da a los nuevos creyentes en dar gracias a Dios por haber dejado el mundo de las tinieblas a los que antes eran empujados en su ignorancia por el diablo, ensendoles este a dar culto a los dolos. Les advierten de que no vuelvan a caer en la oscuridad de la idolatra, e imploran a los paganos dejar la esclavitud de la supersticin de sus creencias y abrazar la verdad de Cristo. Dilogo, cero. En todo caso, si hay dilogo, es para decirles que dejen de ser

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    idlatras, demostrando la falsedad de esa conducta con argumentos (son creencias que divinizan lo creado) y con la fuerza del Espritu. Estas cosas sucedieron como en figura para nosotros, para que no codiciemos lo malo como lo codiciaron ellos. Y no os hagis idlatras como algunos de ellos, segn est escrito: Se sent el pueblo a comer y beber, y se levantaron para divertirse; ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y murieron en un solo da veintitrs mil; ni tentemos al Seor, como lo tentaron algunos de ellos, y perecieron vctimas de las serpientes; ni murmuris, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron a manos del exterminador. Todas estas cosas les sucedan como en figura; y fueron escritas para escarmiento nuestro, para quienes ha llegado la plenitud de los tiempos. As pues, el que piense estar en pie, que tenga cuidado en no caer.15 Por todo esto, amadsimos mos, huid de la idolatra. 16 Sin embargo, lo que sacrifican los gentiles, a los demonios lo sacrifican y no a Dios. Y no quiero que vosotros entris en comunin con los demonios. No podis beber el cliz del Seor y el cliz de los demonios; no podis participar de la mesa del Seor y de la mesa de los demonios. O queremos provocar la ira del Seor? Acaso somos ms fuertes que l? 17 No os unzis a un mismo yugo con los infieles. Porque qu tiene que ver la justicia con la iniquidad? O qu tienen de comn la luz y las tinieblas? Y qu armona cabe entre Cristo y Belial? O qu parte tiene el creyente con el infiel? Y cmo es compatible el templo de Dios con los dolos? Porque vosotros sois el templo de Dios vivo, segn dijo Dios: Yo habitar y caminar en medio de ellos, y ser su Dios y ellos sern mi pueblo. Por eso, salid de en medio de ellos y separaos, dice el Seor. No toquis nada impuro, y Yo os acoger, y Yo ser para vosotros Padre, y vosotros seris para m hijos e hijas, dice el Seor Todopoderoso. 18 presumiendo de sabios se hicieron necios y llegaron a transferir la gloria del Dios incorruptible a imgenes que representan al hombre corruptible, y a aves, a cuadrpedos y a reptiles. 19 cambiaron la verdad de Dios por la mentira y dieron culto y adoraron a la criatura en lugar del Creador 20

    15 1 Cor. 10, 6-13 16 1 Cor 10, 14 17 1 Cor 10, 19-22 18 2 Cor 6, 13-18 19 Rom I, 22-23 20 Rom I, 25

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    Pero en otro tiempo, cuando no conocas a Dios, servisteis a los que realmente no son dioses. Ahora, en cambio, que habis conocido a Dios, mejor dicho, que habis sido conocidos por Dios, cmo es que volvis otra vez a esos elementos sin fuerza y sin valor, a los que queris servir de nuevo como antes? Temo haberme esforzado por vosotros intilmente. 21 Ahora bien, estn claras cules son las obras de la carne: la fornicacin, la impureza, la lujuria, la idolatra, la hechicera, 22 en los cuales vivisteis inmersos en otro tiempo siguiendo el espritu de este mundo, 23 A m, el menor de todos los santos, me ha sido otorgada esta gracia: anunciar a los gentiles la insondable riqueza de Cristo e iluminar a todos acerca del cumplimiento del misterio que durante siglos estuvo escondido en Dios, el Creador de todas las cosas, para dar a conocer ahora a los principados y a las potestades en los cielos las mltiples formas de la sabidura de Dios, por medio de la Iglesia, conforme al plan eterno que ha realizado por medio de Cristo Jess, Seor nuestro, en quien tenemos la segura confianza de llegar a Dios, mediante la fe en l. 24 Tales cosas tienen una apariencia de sabidura por su religiosidad afectada, su aparente humildad y su rigor con el cuerpo, pero no valen sino para la satisfaccin de la carne. 25 El ltimo verso representa el respeto y la valoracin que tena San Pablo respecto a otras religiones: tienen una apariencia de sabidura su aparente humildad rigor con el cuerpo Pero no valen! Si no te sienta bien, pues qu quieres que te diga. Lo que s decan y San Pablo y San Pedro y San Juan y todos es que los santos se cuiden en contaminarse y se mantengan fieles. Dice el Primero y el ltimo, el Viviente, el que estuvo muerto y ahora vive para siempre y tiene la llave de la Muerte y del Abismo (Cf. Ap. I, 17) al ngel de la Iglesia en Prgamo26: Sin embargo, debo reprocharte algo, y es que tienes adictos a la doctrina de Balaam, el que ense a Balac cmo deba seducir a los israelitas para que se prostituyeran, comiendo los alimentos sacrificados a los dolos. Tienes adems partidarios de la doctrina de los nicolatas. Arrepintete, o ir en seguida para combatirlos con la espada de mi boca. y a la Iglesia en Tiatira27: Pero, debo reprocharte que toleras a Jezabel, esa mujer que pretende ser profetisa, la que engaa a todos mis servidores, y les ensea a prostituirse comiendo los alimentos sacrificados a los dolos. Yo le he dado tiempo suficiente para arrepentirse, pero ella no quiere dejar de fornicar. Por eso, la arrojar en un lecho de dolor, y 21 Gal IV, 8-11 22 Gal V, 19 23 Ef II, 2 24 Ef III, 8-12 25 Col II, 23 26 Ap II, 14-16 27 Ap. II, 20-23

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    someter a sus compaeros de adulterio a una prueba terrible, si no se arrepienten de sus obras, y har morir a sus hijos. As sabrn todas las Iglesias que yo conozco ntimamente los sentimientos y las intenciones. Y retribuir a cada uno segn sus obras. Los primeros cristianos y los Apologistas, conocan estas palabras y las vivieron con una coherencia que es nuestra gua por siglos de los siglos. Podan haberse salvado, por supuesto de la muerte y la persecucin, pero no lo hicieron. Era suficiente adorar a un dios de turno y todo arreglado, como hacan tantos, pero no lo hicieron. Fueron fieles a Cristo hasta la muerte, pero no solamente eso, realmente dialogaban y con los emperadores y autoridades, defendiendo la verdad del cristianismo frente a la oscuridad y error del paganismo. Lo tenan todo en contra, desde las autoridades hasta los intelectuales paganos que en muchas ocasiones detestaban el cristianismo. A principios de silgo II, por ejemplo, para el historiador Tcito, el Cristianismo era una supersticin detestable y los cristianos una especie de apestados, en sus propias palabras enemigos del gnero humano. Consta que la fama popular les atribua las ms nefandas maldades: infanticidios, antropofagia y desrdenes morales de la peor especie. Sobre ellos circulaban las ms burdas invenciones, como la de que adoraban a un crucificado con cabeza de asno, como ha dejado su huella plstica en el grafito descubierto en el Palatino28. No hay calamidad pblica ni males que sufra el pueblo de que no tengan la culpa los cristianos. Si el Tber crece y se sale de madre, si el Nilo no crece y no riega los campos, si el cielo no da la lluvia, si tiembla la tierra, si hay hambre, si hay peste, un mismo grito en seguida resuena: los cristianos a las fieras!, escribe Tertuliano. Antigua Roma tena su religin tradicional que hacia de soporte ideolgico del Imperio pagano. Un sbdito, para ser visto bueno como tal y para que lo dejen en paz tena que cumplir solamente algunas formalidades, y ya poda convivir con todos los dems. Pero los cristianos, porque su jerarqua as se lo enseaba, ostentaban el carcter absoluto de las exigencias de la Religin de Cristo. No haba negociacin posible en ese punto! O soy de Cristo, o muerte! Esta intolerante claridad irritaba a las autoridades e intelectuales paganos. Para ellos, el Cristianismo no pudo ser otra cosa que un culto ilcito, una supersticin, segn Tcito, detestable; segn Suetonio, nueva y peligrosa; para Plinio el Joven, perversa y extravagante. No se poda, por lo tanto gracias a la actitud y mejor dicho fe de los mismos cristianos-, ser cristiano, y por slo serlo se era ya acreedor de la muerte. Eran suficientes para Nern y otros tantos emperadores y magistrados despus las viejas leyes para llevar a cabo lo que ellos crean erradicacin de esa secta subversiva. Roma fue liberal en admitir nuevas deidades y tolerante con los cultos extranjeros. Mas ninguno de ellos se alzaba frente a la religin oficial romana ni prohiba a sus secuaces participar en sus ritos. El Cristianismo, en cambio, exiga a los fieles la exclusiva de la adoracin religiosa, ya que el culto es un homenaje que tan solo puede rendirse a Dios. Pero he aqu que las ceremonias y manifestaciones pblicas de la religin romana se consideraban tambin como actos con un valor simblico en el orden poltico, y la participacin de los sbditos como un deber cvico y un signo visible de fidelidad a Roma. Los cristianos no podan tomar parte en esas manifestaciones cvico religiosas, y por esa razn se les tachaba de atesmo, la acusacin que tan a menudo se formul contra ellos. Los fieles eran mirados con recelo,

    28 Cf. Jos Orlandis, Historia de la Iglesia, I

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    se les consideraba como sbditos sospechosos, y la religin que profesaban, como un peligro para el Imperio.29

    Los cristianos no podan tomar parte en esas manifestaciones cvico religiosas, al pensar en los que nos precedieron en la fe, no te da rubor hoy al ver tanto dilogo, que no es apostolado, y hasta oracin interreligiosa? Y qu frutos tenemos hoy y qu frutos tenan ellos? Ellos con su santa intransigencia cambiaron un imperio pagano en otro cristiano en dos siglos, y nosotros presenciamos la desaparicin de una civilizacin cristiana en tantas partes del mundo. Dnde estn nuestros frutos? Porque antes se enseaba de una manera y ahora se ensea de otra, y eso tiene sus frutos y consecuencias. Es eso lo que hay. Hasta que no volvamos a ensear como ensearon aquellos, no habr frutos. Bueno, los habr, pero los contrarios.

    En una Iglesia en situacin de ilegalidad, los laicos eran uno de los soportes principales de la evangelizacin. Podan penetrar en todos los ambientes, desde los ms simples y cotidianos hasta la corte imperial. Esos cristianos llevaron el anuncio evanglico por todos los confines del mundo, y hasta los ltimos entresijos de la sociedad. Cuando Celso, en la segunda mitad del siglo II, escriba despectivamente de aquellos tejedores, zapateros, lavanderos y otras gentes sin cultura que introducan el Cristianismo en casas y hogares privados, estas palabras que queran ser de menosprecio para su Religin, se convierten en el mejor elogio para estos humildes fieles que anunciaron a Cristo y su mensaje de salvacin en todos los ambientes.30 Por otra parte, ya a finales del siglo I en Roma constan los nombres de personas ilustres que llegaron a ser mrtires, como por ejemplo el cnsul Flavio Clemente, primo hermano del propio emperador, acusado de ateismo. Su mujer Domitila fue desterrada a la isla Mandataria. A su vez, es posible que en esos aos otro personaje pblico, como el cnsul Acilio Glabrio fuese ejecutado debido a su fe cristiana. Esta vieja Evangelizacin me convence, la cambiara por la nueva ahora mismo.

    En esta vieja Evangelizacin, como digo, lo tenan todo. La fe hasta el martirio, porque Dios era lo primero, y se crea que despus de la muerte todos seremos juzgados, los que hicieron el bien para la vida eterna, y los que hicieron el mal, para la condenacin. Y porque no queran que el Hijo se avergence de ellos ante su Padre en el da de juicio. Tenan fe hasta el martirio, se respetaba y veneraba el primado del sucesor de Pedro, los Apologistas dialogaban con los emperadores e intelectuales paganos de su tiempo demostrando la verdad de la Religin cristiana. Comento y cito algunos extractos de J. Orlandis, Historia de la Iglesia:

    En 111, Trajano, dirigiendo un escrito a Plinio el Joven, gobernador de Bitinia, mantiene que el nomen christianum es ya delito en s, aunque le indica que la autoridad no debe ir en busca de cristianos. Estas dcadas dan martirios clebres como el San Ignacio de Antioquia, uno de los primeros Padres de la Iglesia. Con el tiempo, al ver que la persecucin contra cristianos sin distincin no daba resultados esperados, Valeriano (253-260) dirige su accin anticristiana principalmente contra el clero, con el fin de dejar la Iglesia acfala, herida de muerte en su propia estructura. Un primer edicto, del ao 257, se dirigi expresamente contra el clero, que apareca ya a los ojos de la autoridad civil como un grupo perfectamente diferenciado: se prohiba bajo pena de muerte cualquier acto de culto cristiano, y se exiga de todos los obispos, presbteros y diconos un sacrificio a los dioses). 29 J. Orlandis, Historia de la Iglesia I, pp. 32 30 Ibd. pp. 57

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    Un segundo edicto promulgado al ao siguiente ordenaba la muerte de los miembros del clero que no quisieran sacrificar, y extenda la accin represiva a los laicos cristianos pertenecientes al estamento superior de la sociedad: los senadores y equites caballeros cristianos eran degradados y confiscados sus bienes; los funcionarios pblicos perdan sus cargos; y si an entonces persistan en la fe, se les condenaba a muerte, y a sus mujeres a la pena de destierro. Se trataba en suma de dejar acfala a la Iglesia, por la supresin de la clase dirigente cristiana.

    Los cristianos resistieron ahora la persecucin mucho mejor que en tiempo de Decio; apenas hubo lapsi y s, en cambio, muchos mrtires. En Roma murieron el Papa Sixto II y el dicono San Lorenzo; en frica, el gran obispo de Crtago San Cipriano; en Espaa, el obispo San Fructuoso de Tarragona, con sus diconos, y as un sinfn de cristianos en todas las regiones del Imperio. La persecucin termin con la muerte de Valeriano, el ao 259. Su hijo y sucesor Galieno suspendi inmediatamente todas las medidas contra los cristianos y mand devolverles las iglesias y lugares de culto que se les haban expropiado. Con ello se abri un nuevo periodo de tolerancia que dur ms de cuarenta aos

    La persecucin de Diocleciano fue planeada por la suprema autoridad imperial, que en poco ms de un ao promulg cuatro edictos sucesivos, en los cuales se marca el ritmo creciente de la accin emprendida contra la Iglesia. Un primer edicto de 23 de febrero del ao 303 ordenaba la destruccin de los lugares de culto y de los libros de las Sagradas Escrituras, y la privacin de derechos civiles a los cristianos. Dos meses ms tarde, en abril, unos disturbios producidos en Siria y Mitilene, que se atribuyeron a los cristianos, sirvieron para un segundo edicto que dispuso el internamiento en prisin de todo el clero, con el fin de privar a los fieles de sus pastores. Un tercer edicto exiga a los clrigos encarcelados que sacrificasen a los dioses: los que accedieran seran libertados y se dara muerte a los que rehusasen. Finalmente, un cuarto edicto publicado en marzo de 304 extendi la obligacin de sacrificar a todos los cristianos.

    El rigor con que fueron aplicadas estas medidas vari de una a otra regin, como reflejo de la divisin del Imperio.

    El Papa Clemente romano, todava en el siglo I (a. 96), intervino con autoridad en la iglesia de Corinto. Dionisio, obispo de Corinto, nos informa de que setenta y cinco aos ms tarde hacia el 170 perduraba en Corinto la costumbre de leer la epstola de Clemente en las iglesias, durante las celebraciones litrgicas.

    Uno se pregunta, al leer estos textos y pensar sobre la vida y la fe de la Iglesia de aquellos aos, si hoy en da, desde muchos estamentos de clero y laicos, sera el martirio consecuencia lgica de la pastoral actual. Bueno, no hace falta preguntarse. Pasara lo siguiente: el nomen christianum, por si solo, sera y es delito en muchas partes y causa de la abierta persecucin; pero por lo dems ahora sobra exigir a ms de uno, desde altos clrigos hasta cristianos corrientes participar en reuniones y hasta oraciones con miembros de otras religiones. Algunos hasta encienden lmparas a los dolos, tal cual, en el nombre de no s qu dilogo interreligioso o convivencia, pero lo hacen. Esto es impensable en la Iglesia en tiempos apostlicos y patrsticos y durante toda la historia de la Iglesia hasta nuestros das. Es una situacin totalmente inaudita, extraa a la Iglesia. No se la puede aceptar, no se la puede compartir, no se la puede ver como la nuestra, como algo que hay que apoyar; todo lo contrario, se debe denunciar. Qu hacan los Apologistas? Dialogaban, s, pero para poner de vuelta y

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    media a los paganos. Recordaremos su conducta y sus palabras citando la fuente anterior, como poda haber hecho con cualquier referencia honesta y transparente:

    La apologtica cristiana fue la obra de los Apologistas, un grupo de escritores, casi todos de lengua griega, que asumieron la tarea de defender y vindicar el Cristianismo ante el mundo gentil La enemiga de del paganismo revesta, en efecto, muy diversas formas: entre la plebe, circulaban las ms calumniosas especies contra los discpulos de Cristo, a los que se acusaba de toda suerte de crmenes: atesmo, homicidios, inmoralidad, antropofagia, etctera; la autoridad pblica consideraba a los primeros cristianos como hombres fuera de la ley, sbditos infieles a la majestad imperial e impos para con la religin oficial romana; en fin, las clases cultivadas y los intelectuales vean en el Cristianismo una amenaza para el futuro de Roma y menospreciaban su valor, al compararlo con la antigua sabidura pagana. A todas estas actitudes agresivas del adversario tuvo que hacer frente la apologtica cristiana. (pp. 82)

    Frente a las calumnias anticristianas difundidas entre el vulgo, los Apologistas aportaron el testimonio palpable de la vida real de los cristianos. Porque esta vida estaba bien a la vista de todos, ya que no eran gentes de otra raza ni eludan la convivencia con los dems, para vivir segregados del mundo una extraa existencia.

    Los cristianos, -dice la carta a Diogneto- no se distinguen de los dems hombres ni por su tierra ni por sus costumbres. Porque ni habitan en ciudades propias ni hablan una lengua extraa, ni llevan un gnero de vida aparte de los dems; sino que, habitando en ciudades griegas o extranjeras, segn a cada cual le cupo en suerte, y adaptndose en vestido, en comida y en todo lo dems a los usos de cada pas, ofrecen el testimonio de una vida admirable y, a juicio de muchos, increble obedecen las leyes establecidas, pero con su vida traspasan las leyes; a todos aman y de todos son perseguidos; se les desconoce, se les condena, se les mata, y con ello se les da vida; son pobres y enriquecen a muchos; carecen de todo y abundan en todo: son deshonrados, y en la misma deshonra son glorificados(pp. 83).

    El Imperio era, por principio, adversario de los cristianos, secuaces de una supersticin ilcita y situados por ello fuera de la ley. Cualquiera que fuese la poltica, tolerante o persecutoria, practicada en cada momento, la ley romana penda como una amenaza permanente sobre los cristianos y desconoca la legtima existencia de la Iglesia. Por esta razn, los Apologistas se dirigieron de modo preferente a los emperadores, a quienes van dedicadas muchas de las apologas, y a las autoridades pblicas. Se dirigan a ellos para hacerles presente la ntegra verdad del Cristianismo y de la Iglesia y para persuadirles de que los cristianos, lejos de ser malos ciudadanos, eran los sbditos ms fieles y provechosos con que contaba el Imperio. Los cristianos cumplan, en efecto, una funcin providencial en el seno de la propia sociedad a que pertenecan: lo que es el alma en el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo, leemos an en la carta de Diogneto. Y Orgenes, en su refutacin a Celso, expona esta misma idea, haciendo hincapi en el benfico influjo social del Cristianismo: porque los hombres de Dios son la sal que mantiene unidas sobre la tierra a todas las sociedades; y las sociedades de la tierra no se disgregan mientras esta sal no pierda su valor. (pp. 84)

    Los Apologistas, por lo tanto, no ponan a los cristianos ni la Religin cristiana en igualdad de condiciones con los dems; no, eso es falso. Para el colmo, los Apologistas ponan a los cristianos, debido a su verdadera y nica fe que procede del nico Dios por

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    encima de los dems y en absoluta desigualdad con las dems religiones y creencias. Porque la Religin cristiana proceda del Verbo de Dios, y en eso no haba ni discusin ni concesin posible. No se poda rebajar lo ms mnimo esa exigencia; y aunque les mataban, y hasta se alegraban sobrenaturalmente por ser llamados al martirio, mantenan su forma de pensar porque era lo que haba que pensar. Porque el mundo los necesitaba para dar testimonio de la verdad. No poda, por eso, haber otra forma de hacer y existir. Y no por eso eran o pretendan ser unos sbditos que se escaqueaban por muy pagano que era el gobierno del Imperio. Ellos respetaban con radicalidad toda autoridad como dada y querida por Dios menos en la injusticia:

    Los Apologistas no dudaron, incluso, en pleno siglo II, en afirmar la radical solidaridad existente entre los cristianos y el Imperio. Nada ms falso, a su juicio, que tratar de presentar como antagnicos el inters general de Roma y los intereses cristianos. Aquellos y stos coincidan, porque sus destinos como escriba Tertuliano- se hallaban estrechamente unidos, porque si el Imperio es sacudido violentamente, tambin toca sufrir el mal a los sbditos, y en consecuencia a nosotros, aunque se nos eche en cara que nos segregamos de la masa popular del Estado. Los cristianos eran, por tanto, sbditos fieles y procuraban cumplir lealmente sus deberes ciudadanos: en la mejor forma en que nos es posible precisaba San Justino- pagamos los impuestos y censos a quines habis dado esta concesin, porque as nos lo ha enseado Jesucristo. En fin, los cristianos no podan, ciertamente, rendir culto religioso al emperador, porque su fe se lo prohiba; pero, dciles a las enseanzas de los Apstoles sobre sus obligaciones para con la autoridad civil, ofrecan por los emperadores y el Imperio el bien ms preciso de que disponan: la oracin. Nosotros declaraba San Justino al emperador Antonino Po- os reconocemos como emperador y gobernador de todos los hombres; y rogamos, no solamente para que seis mantenido en posesin de vuestro Imperio, sino tambin para que seis sabiamente prudente. Oracin cristiana por el Imperio, ndice de la mayor fidelidad hacia l, en la que se impetraba de Dios cuanto poda redundar en su bien, sin condicionar siquiera la splica a un cambio en las disposiciones de ese Imperio para con la Iglesia: oramos en todo momento por los emperadores escriba Tertuliano- para que vivan largos aos, y pedimos un gobierno pacfico, la seguridad de su casa, un ejrcito valeroso, un Senado fiel, un pueblo honrado, la paz del mundo y todo cuanto sbditos y emperadores puedan desear.

    Estos textos, entresacados de los propios escritos de los Apologistas, sirven mejor que cualquier comentario para conocer la temtica y el estilo de estos escritores, en sus combates en defensa del Cristianismo. Mas los Apologistas tuvieron que hacer tambin frente a otra oposicin, la proveniente de ambientes cultos y crculos filosficos menospreciadores del valor intelectual del Cristianismo. La literatura apologtica demuestra que el Cristianismo es una sabidura infinitamente ms alta que la filosofa griega, porque posee la verdad absoluta, mientras que la filosofa, fundada tan slo en la razn humana, jams pudo alcanzar la plenitud de la verdad. Por otra parte, la apologtica puso de manifiesto la vacuidad religiosa del paganismo, a la que contrapone los dogmas fundamentales del Cristianismo, para concluir que solamente ste tiene una idea recta de Dios. (pp. 85)

    A ver, qu prelado hoy en da habla as? Hablo yo, de acuerdo, pero yo no soy ni un prelado, ni un clrigo, ni un obispo, ni nada. Pero los prelados deberan hablar as! A qu viene decir que cristianos y judos son hermanos? Como seres humanos, s, pero no nos podemos quedar en eso. Que hay que dar la vida hasta por los enemigos, no quiere

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    decir que todos seamos hermanos en la misma fe. Eso no. Eso debe quedar claro. Pero si somos hermanos, y se dice y se dice bueno, entonces, hace falta que se conviertan los judos? Parece que no. Para qu si la Antigua Alianza sigue vlida? Sigue o no sigue? Parece que hay miedo a decirlo. Pues no sigue, Jess es el Mesas, el Cristo, el Hijo de Dios viviente, la segunda persona de la Santsima Trinidad, que es Dios verdadero. Eso es lo que demuestran los apologistas en sus dilogos con los judos. Y, si quiero ser cristiano, yo tampoco puedo hacer otra cosa. Justino, sin ir ms lejos, escribi un Dilogo con el judo Trifn, apologa del Cristianismo frente a la religin judaica. En la carta a Diogneto, el desconocido autor escribe a un pagano ilustre, Diogneto, sobre la religin cristiana a peticin de este. El apologista procura, con todos los respetos, convencerle, a un pagano como l mismo autor era antes, a dejar las tinieblas idoltricas del paganismo mostrando la verdad del cristianismo manifestada en una vida elocuente, fructfera en virtudes que proceden de arriba, por la fe en Jesucristo.

    Estos casos y este estilo se repiten una y otra vez. A imagen de Jess que habla con la samaritana. Es Jess quin habla por medio de ellos, y es Jess que se puede reconocer como fin de sus dilogos y dialctica, mediante cuales quieren llevar a la conclusin propuesta a sus oyentes. Puedes ver eso hoy, en el dilogo interreligioso, encuentros ecumnicos, iniciativas comunes, etc.? Lo puedes ver? Yo no lo veo, y por eso digo que desde muchos estamentos de la Iglesia, desde los ms altos, se ha abandonado el mtodo con el que se identifica una verdadera evangelizacin, que es su verdadera y genuina misin. Como una muestra ms, menciono el ltimo ejemplo de un apologista latino, Minucia Flix, un abogado ilustre, autor del Octavio, la nica apologa conocida que se escribi en Roma. Siguiendo el mtodo ciceroniano del dilogo, heredado de los dilogos clsicos con Scrates como protagonista, desarrollado en la escena de un paseo por la ciudad martima de Ostia. Tres amigos el cristiano Octavio, el pagano Cecilio y el autor- disputan sobre filosofa y religin. El autor deja que sea Octavio, con argumentos puramente filosficos, haga la apologa del Cristianismo y demuestre lo absurdo que es pretender una posicin indeterminada, laxa y escptica en cuestiones religiosas. Es necesario dar el paso hacia delante. Hoy en da esa forma de dilogo sera considerada insultante, y el autor un intolerante y un integrista. Un fundamentalista que, vaya cinismo!, no quiere dialogar. Es el colmo del asunto. Pero indica cul lejos, cul al contrario se ha ido en esta cuestin. Y cmo, sencillamente, hay que retornar del mal camino emprendido.

    Hay que dialogar, s, pero para proponer y dar a conocer a Cristo. Si a otro se le respeta, es en el sentido de que no se le puede coaccionar ni ir en contra de su conciencia; obligarlo a que crea. Pero su creencia no se respeta, sencillamente, porque es un error.

    En la Edad Media se sigue el mismo camino. Qu es lo que era en realidad Summa contra gentiles, de Santo Toms? Una apologtica frente a la filosofa musulmana. Les demuestra que estn en el error, si realmente los quiere y les quiere el bien supremo. Lo mismo que en Ars Generalis, hace un terciario franciscano, Ramn Llull (1232-1315), ideando un vasto y complejo sistema, concebido como un instrumento intelectual para la demostracin apologtica de la verdad cristiana frente a la creencia islmica. Ms adelante, San Vicente Ferrer, un erudito de los textos sagrados judos, Talmud inclusive, fue famoso por sus predicaciones en las sinagogas de Castilla y Aragn acerca de la venida del Mesas, del cual demostraba ser Jesucristo, el Hijo de Dios. Porque San Vicente no perda el norte. Crea firmemente que la higuera de los que no acogan a

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    Jess como Mesas era estril, y que nadie jams comer ya de su fruto,31 como qued profetizado en la maldicin de la higuera por parte de Jess. Saba que el judasmo no puede dar fruto, que debe abrirse al Mesas si quieren acoger la salvacin que Dios mismo pag con su sangre. De all la conviccin y la fuerza de su predicacin, y de all que las conversiones eran muy numerosas, se calcula unas 200.000. Amador de los Ros escribe: Los ms sabios maestros de la ley mosaica, llamados a Tortosa por el anhelo de salir a su defensa, sentan nacer y crecer la duda en sus corazones a medida que arreciaba el combate. El inspirado acento del converso disipaba al fin las tinieblas del espritu, y creyeron en la venida del Mesas verdadero y adoraron al cabo como cristianos al Hijo del Hombre. S, combate (resaltado es mo), no dilogo fraterno, pero el mismo S. Vicente viva lo encargado por San Raimundo anteriormente: predicacin mediante persuasin, para que vengan a la Iglesia no forzados, sino convencidos de su error.

    Si nos damos cuenta, se trata de la misma receta, salvando las circunstancias histricas, que la de los Apologistas. El estilo es el mismo, porque la fe es la misma. Terminar de concluir en voz alta: por lo tanto, si hoy no procedemos de la misma forma, es porque la fe no es la misma. Est contagiada de impurezas que deben ser eliminadas, volviendo a la pureza original. Es el trabajo de siempre, y decir que tengo razn simplemente porque estoy vestido de ornamentos de altos cargos jerrquicos, es cometer un fraude. Repito, est dicho al ngel de la Iglesia en Prgamo: Tienes adems partidarios de la doctrina de los nicolatas. Arrepintete, o ir en seguida para combatirlos con la espada de mi boca. Al ngel, es decir, al pastor (obispo) de la Iglesia, es decir, a todos los pastores, a ti y a mi con lo que hacemos con nuestra alma, por la prostitucin a la que la sometemos con las impurezas que mezclamos con la fe santa. Est dicho. Y si est dicho, es porque nos puede pasar. Y si pasa, es porque est previsto y advertido, no justificado, ni mucho menos. Por lo tanto, siempre hay que retornar a lo trazado para la eternidad e inamoviblemente.

    Observemos ahora cmo este mismo espritu se mantena inclume hasta relativamente una poca muy reciente, expresado tajantemente en la encclica Mortalium Animos, (Acerca de cmo se ha de fomentar la verdadera unidad religiosa, del 6 de enero de 1928), de Po XI. Y no se crea el lector que en aquellos tiempos no haba deseos de unin e iniciativas que pretendan que la unin de religiones sea como la base de la unin del gnero humano. El mismo Papa da fe de ello, recordando al principio que:

    Nunca quizs como en los actuales tiempos se ha apoderado del corazn de todos los hombres un tan vehemente deseo de fortalecer y aplicar al bien comn de la sociedad humana los vnculos de fraternidad que, en virtud de nuestro comn origen y naturaleza, nos unen y enlazan a unos con otros.32

    Este deseo de que no haya guerras y conflictos y discordias, lo hace entender el Papa como algo muy natural, algo que el ser humano necesita y le conviene. Pero otra cosa es cmo conseguir tal fraternidad y unin de gnero humano. Ya en el punto siguiente, La fraternidad en religin. Congresos ecumnicos, indica Po XI que este deseo se procura extrapolar a la esfera religiosa, haciendo la radiografa de tales intentos:

    31 Mc XI, 14 32 Mortalium Animos, 1

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    Cosa muy parecida se esfuerzan algunos por conseguir en lo que toca a la ordenacin de la nueva ley promulgada por Jesucristo Nuestro Seor. Convencidos de que son rarsimos los hombres privados de todo sentimiento religioso, parecen haber visto en ello esperanza de que no ser difcil que los pueblos, aunque disientan unos de otros en materia de religin, convengan fraternalmente en la profesin de algunas doctrinas que sean como fundamento comn de la vida espiritual. Con tal fin suelen estos mismos organizar congresos, reuniones y conferencias, con no escaso nmero de oyentes e invitar a discutir all promiscuamente a todos, a infieles de todo gnero, de cristianos y hasta a aquellos que apostataron miserablemente de Cristo o con obstinada pertinacia niegan la divinidad de su Persona o misin.33

    Con elocuencia de pocas palabras de textos magisteriales de antao, el Papa da la respuesta inconfundible (Mortalium Animos,, 3): Los catlicos no pueden aprobarlo, y dice el por qu:

    Tales tentativas no pueden, de ninguna manera obtener la aprobacin de los catlicos, puesto que estn fundadas en la falsa opinin de los que piensan que todas las religiones son, con poca diferencia, buenas y laudables, pues, aunque de distinto modo, todas nos demuestran y significan igualmente el ingnito y nativo sentimiento con que somos llevados hacia Dios y reconocemos obedientemente su imperio.

    Cuantos sustentan esta opinin, no slo yerran y se engaan, sino tambin rechazan la verdadera religin, adulterando su concepto esencial, y poco a poco vienen a parar al naturalismo y atesmo; de donde claramente se sigue que, cuantos se adhieren a tales opiniones y tentativas, se apartan totalmente de la religin revelada por Dios.

    Vamos a parar un poco aqu. Po XI habla de congresos, ojo, congresos!, no oraciones. Eso no poda ni llegar a su mente, no era capaz ni de concebirlo. Como decimos ahora, ni se le pasaba por la cabeza. S es cierto que en Mortalium Animos 9, el Pontfice afirma que Otros en cambio aun avanzan a desear que el mismo Pontfice presida sus asambleas, las que pueden llamarse "multicolores"., pero no se contempla siquiera el concepto o posibilidad de oracin en comn, quedando esta completamente excluida de la vida de la Iglesia. La razn (estamos hablando solamente de congresos) de que de tales reuniones no cabe esperar provecho alguno lo da el papa en el mismo punto, aunque referido solamente a las iniciativa ecumnicas entre cristianos -Un error capital del movimiento ecumnico en la pretendida unin de iglesias cristianas: Por lo dems, aun cuando podrn encontrarse a muchos no catlicos que predican a pulmn lleno la unin fraterna en Cristo, sin embargo, hallars pocos a quienes se ocurre que han de sujetarse y obedecer al Vicario de Jesucristo cuando ensea o manda y gobierna. Entre tanto asevera que estn dispuestos a actuar gustosos en unin con la Iglesia Romana, naturalmente en igualdad de condiciones jurdicas, o sea de iguales a igual: mas si pudieran actuar no parece dudoso de que lo haran con la intencin de que por un pacto o convenio por establecerse tal vez, no fueran obligados a abandonar sus opiniones que constituyen aun la causa por qu continan errando y vagando fuera del nico redil de Cristo.

    Cmo puede haber una continuidad entre una afirmacin y su contraria? Porque leyendo Mortalium Animos y viendo lo que se vive hoy y en las ltimas dcadas- en la Iglesia en los ms altos niveles, se constata una intencin claramente distinta entre lo enseado en 1928 y lo promovido hoy en tantos sitios. Hay una intencin y enseanza 33 Ibd. 2

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    diferentes, nadie puede negarlo. Porque si hoy ocurre como hemos ilustrado mediante una muestra de unas cuantas fotografas significativas, es porque hay una teora detrs, las cosas no ocurren por casualidad. Hay una premeditacin que se realiza, se lleva a cabo intencionadamente con estos actos inconfundibles. Nos escandalizamos por esos actos y espectculos, hasta tal punto de que en los medios de informacin serios y fieles a la Iglesia ni siquiera se mencionan, por vergenza ajena. No se informa sobre el baile sintosta en la Catedral de Santiago, aunque ocurran tales sacrilegios. Para no poner de manifiesto la lnea que llevan los obispos en cuestin.

    Pero hay que coger al toro por los cuernos y decir: basta ya! Es sacrlego lo que estis haciendo! No es catlico y ya est! Dios no os da derecho alguno para que hagis estas cosas en sus templos! Obispos que hacis esto, estis ofendiendo a Dios! Basta! Antes de que Dios os fulmine. Ay de vosotros si no os converts antes de que aparezcis delante de su rostro a ser juzgados. Pon un dedo encima de la llama de una vela. Cunto aguantas? La retiras en seguida, verdad? Pues para qu vas a exponerte a suplicios del purgatorio o del infierno, pudindolos evitar con un obrar recto y santo.

    No hay ms tu ta, despertad:

    Pudo ciertamente Dios imponer para el gobierno de los hombres una sola ley, la de la naturaleza, ley esculpida por Dios en el corazn del hombre al crearle: y pudo despus regular los progresos de esa misma ley con slo su providencia ordinaria. Pero en vez de ella prefiri dar El mismo los preceptos que habamos de obedecer; y en el decurso de los tiempos, esto es desde los orgenes del gnero humano hasta la venida y predicacin de Jesucristo, ense por S mismo a los hombres los deberes que su naturaleza racional les impone para con su Creador. "Dios, que en otro tiempo habl a nuestros padres en diferentes ocasiones y de muchas maneras, por medio de los Profetas, nos ha hablado ltimamente por su Hijo Jesucristo". Por donde claramente se ve que ninguna religin puede ser verdadera fuera de aquella que se funda en la palabra revelada por Dios, revelacin que comenzada desde el principio, y continuada durante la Ley Antigua, fue perfeccionada por el mismo Jesucristo con la Ley Nueva. Ahora bien: si Dios ha hablado -y que haya hablado lo comprueba la historia- es evidente que el hombre est obligado a creer absolutamente la revelacin de Dios, y a obedecer totalmente sus preceptos. Y con el fin de que cumplisemos bien lo uno y lo otro, para gloria de Dios y salvacin nuestra, el Hijo Unignito de Dios fund en la tierra su Iglesia.34

    Todo el mundo entiende esta forma de hablar. Todo el mundo! Lo que habla Po XI es verdad, es lo mismo que se habl desde que Cristo mismo dejaba salir palabras de su boca para ensear. Repetimos: Por tanto, la Iglesia de Cristo no slo ha de existir necesariamente hoy, maana y siempre, sino tambin ha de ser exactamente la misma que fue en los tiempos apostlicos, (MA, 8). Qu hacemos entonces, pues? Pues, cuando el ngel de la Iglesia en Tiatira tolera a Jezabel, se le debe reprochar porque Dios se lo ha reprochado ya, y este debe retornar al sendero recto. Punto. Eso es lo que se debe hacer.

    Porque, La Iglesia Catlica no puede participar en semejantes uniones35:

    34 Ibd. 7 35 Ibd. 10

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    Siendo todo esto as, claramente se ve que ni la Sede Apostlica puede en manera alguna tener parte en dichos Congresos, ni de ningn modo pueden los catlicos favorecer ni cooperar a semejantes intentos; y si lo hiciesen, daran autoridad a una falsa religin cristiana, totalmente ajena a la nica y verdadera Iglesia de Cristo.

    Y est dicho, La nica manera de unir a todos los cristianos36: Bien claro se muestra, pues, Venerable Hermanos, por qu esta Sede Apostlica no ha permitido nunca a los suyos que asistan a los citados congresos de acatlicos; porque la unin de los cristianos no se puede fomentar de otro modo que procurando el retorno de los disidentes a la nica y verdadera Iglesia de Cristo, de la cual un da desdichadamente se alejaron; a aquella nica y verdadera Iglesia que todos ciertamente conocen y que por la voluntad de su Fundador debe permanecer siempre tal cual El mismo la fund para la salvacin de todos.

    Y, al final, alguna palabra para los hermanos separados, como ahora se les llama? S, por supuesto, palabras de caridad y paternal solicitud, aunque se les considere miembros de sectas disidentes, porque si la herida no se descubre curar no se puede, que es lo que ardientemente se desea y los catlicos con todas sus fuerzas deben hacer el pensamiento y el deseo de su corazn, Llamamiento a las sectas disidentes37: Vuelvan, pues, a la Sede Apost1ica, asentada en esta ciudad de Roma, que consagraron con su sangre los Prncipes de los Apstoles San Pedro y San Pablo, a la Sede raz y matriz de la Iglesia Catlica; vuelvan los hijos disidentes, no ya con el deseo y la esperanza de que la Iglesia de Dios vivo, la columna y el sostn de la verdad abdique de la integridad de su fe, y consienta los errores de ellos, sino para someterse al magisterio y al gobierno de ella. Pluguiese al Cielo alcanzsemos felizmente Nos, lo que no alcanzaron tantos predecesores Nuestros; el poder abrazar con paternales entraas a los hijos que tanto nos duele ver separados de Nos por una funesta divisin.

    No se puede desear otra cosa. Es el pensamiento que los catlicos deben hacer suyo, para vivirlo. Para implorar a Dios la verdadera unin da y noche. Y no es acaso justamente eso lo que desearon y promovieron tantas personas de la Iglesia en las ltimas dcadas? No negar buenas intenciones de tantos, pero la prctica y la teora del ecumenismo post conciliar ha contribuido a ingentes cantidades de confusiones y errores manifiestos, amn de unos resultados catastrficos en trminos generales. Por ejemplo, en el plano de iniciativas ecumnicas entre catlicos y protestantes se puede constatar que, en trminos generales, los catlicos se protestantizan y los protestantes ms bien se quedan como estn. La debacle de la Iglesia Catlica en Amrica del Sur es ms bien una muestra tangible de ello. Por qu ocurre eso? Porque ni siquiera es un objetivo de que los protestantes se conviertan. Y los catlicos no se sabe qu es lo que quieren o pretenden. Parece que se conforman con dialogar y convivir; si eso se cumple, no se va ms all. De all se deduce que, por necesidad, no se hable claro. Cmo puedes hablar claro si no sabes a dnde quieres llegar?

    El intento de reunificacin de cristianos, o sea la vuelta a la Iglesia Catlica de los desviados, siempre ha existido en la Iglesia; as como el esfuerzo en el cumplimiento del mandato divino Id y evangelizad a todos los pueblos, concretado en la actividad misionera. En el Concilio de Florencia por poco se consigue la unin con los ortodoxos, y si no fuera por la presin turca, posiblemente se hubiera llegado a buen trmino de tal 36 Ibd. 16 37 Ibd. 18

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    cometido. Los uniatas ucranianos son otro ejemplo, exitoso esta vez, de ir en la misma direccin. La accin de la orden de los predicadores contra albigenses, franciscana contra bogomilos, se super con xito el cisma del occidente, etc. El deseo de la unificacin no es nuevo. Con un objetivo muy claro: renuncia a las herejas y vuelta a Roma. Hoy, salvo muy honrosas excepciones, aparece a la vista un conformismo con estar juntos. Hemos rezado juntos, nos hemos reunido? S. Pues ya est, demos gracias a Dios!

    Eso es frvolo, eso es indigno. En primer lugar, no es evanglico. Hay una escena en el Evangelio en la que se piensa poco desde esta perspectiva. La de mujer cananea (Mt XV, 21-28). La actitud de Jess es sorprendente, enumero las frases claves del dilogo, que en realidad es vivido como un drama:

    1 Mujer: "Seor, Hijo de David, ten piedad de m! Mi hija est terriblemente atormentada por un demonio".

    2 Jess: no responde.

    3 Los apstoles no entienden lo que est ocurriendo e interceden por la mujer: "Seor, atindela, porque nos persigue con sus gritos".

    4 Jess: "Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel".

    5 Mujer insiste, se postra ante l y le dice: "Seor, socrreme!"

    6 Jess: "No est bien tomar el pan de los hijos, para tirrselo a los cachorros".

    7 Mujer: "Y sin embargo, Seor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueos!".

    8 Jess: "Mujer, qu grande es tu fe! Que se cumpla lo que pides!".

    Este dilogo es tremendo. Jess no atiende a la mujer por tres veces, primero con el silencio, luego por otras dos respuestas una ni siquiera a ella, sino a apstoles que intercedan en su lugar- que parecen broncas, tan speras se nos presentan. Pero nada ocurre por casualidad en la vida y enseanza de Jess. Primero, como Dios que era, Jess saba que esta ancdota va a estar en el Evangelio, por lo tanto, es una enseanza para todos nosotros y para todos los tiempos.

    Primero hay que aclarar una cosa: el Seor en realidad no era spero. Sus contestaciones, las tres!, s; pero l dejaba e incluso invitaba a que se le pregunte y solicite. Si no, la mujer no se le dirigira ni la primera vez, pero se le dirige una y otra vez, porque vea que lo poda hacer. Es decir, se puede constatar la bondad de Dios, pero al mismo tiempo su verdad. Podramos decir que el Seor machaca a la mujer con una verdad implacable: mujer, t o eres pagana, o este ambiente tal vez te ha influido. Sigues siendo pagana? Querrs seguir sindolo? Es decir, si quieres beneficiarte de la verdad, que la verdad ilumine tu vida, librate de la oscuridad del paganismo. El Seor no rechaza, pero instruye. A otra pagana, la samaritana, dir que la salvacin viene de judos; nunca esconde la verdad, acogiendo a todos, al mismo tiempo exigiendo que cambien su mente, que cambien totalmente su manera de ser y pensar. El Seor no deja a un solo pagano de pie. A todos exige y espera que lo acojan; no se esconde, no esconde la verdad. El Seor es el ejemplo supremo de la predicacin de la verdad, sin la cual la predicacin no tiene ni sentido, y de radical exigencia. El que crea se salvar, y

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    el que no se condenar. Lo cual presupone el anuncio. Y su id y evangelizad una obligacin que si un cristiano -y qu decir de los apstoles y sus sucesores?- no la lleva a cabo, peca gravemente contra el Seor. En tal caso ms le valdra a uno que abandone el barco y deje de fastidiar, al menos hara menos mal.

    Gracias a Dios, con la gracia de Espritu Santo los apstoles entendan sin sombra de dudas las palabras y la voluntad del Seor, y all tenemos a la vista de todos lo que hizo cada uno de ellos, sin excepcin aparte del traidor-. Y no ir siempre a Pedro, Pablo o Juan. Piensa en el despellejado Bartolom por anunciar a Cristo; cuando San Francisco Javier arrib en India se encontr con tribus que haban odo hablar de Cristo, porque a sus antepasados de l les hablaba un tal Bartolom y Toms. Todos entendieron al Seor a la perfeccin. Ahora parece que no tanto, en tantos lugares. Lo que no es se presenta como que es, y eso es falso. En esa falsedad muchos estn imbuidos y siguen falsas doctrinas, completamente extraas al pensamiento cristiano, a la configuracin de la mente resultado de la fe en Dios Uno y Trino. Es necesario por lo tanto denunciar tales prcticas, resultados de creencias equivocadas sembradas por el padre de la mentira. Qu comunin puede haber entre el Baal y el Seor?

    Ergo, si creemos en el Seor, debemos estar dispuestos a ser despellejados vivos si hace falta, tanto fsica como moralmente si es necesario, si ese es el precio que tenemos que dar por proclamar la verdad y defenderla. Segn la mxima del Doctor Anglico: Cuando exista un peligro para la Fe, los sbditos debern hacerlo presente a sus Prelados, an pblicamente. Es la hora de las tinieblas. En la hora precursora de tiempos como este, dijo el Seor: El que no tenga una espada, venda el manto y compre una.

    Por desgracia, se ha creado mucha confusin en el ambiente de los creyentes, del clero y de simples laicos. La confusin es lo que ocurre cuando hay tinieblas, que no permiten ver con claridad. Pero los cristianos tenemos la luz y siempre la tendremos. La Iglesia permanecer siempre, y su doctrina siempre ser la misma. Porque el Evangelio es Cristo, y ese es uno, Qui, licet Deus sit et homo, non duo tamen, sed unus est Christus. Unus autem non conversione divinitatis in carnem, sed assumptione humanitatis in Deum. Unus omnino, non confusione substantiae, sed unitate personae... Deus et homo unus es Christus38. No hay dilogo, sino la obediencia al mandato de Cristo: docete (ensead). En Ecclesiam Suam Pablo VI dijo: La Iglesia se hace dilogo para convertir a Cristo, nico Camino, Verdad y Vida, y este dilogo deber caracterizar Nuestro trabajo catlico. En efecto, sin esta finalidad del dilogo, este no sirve, al menos no para la evangelizacin, que es la misin de la Iglesia. Por eso hay que puntualizar que si hay dilogo, este es como herramienta dialctica para poder realizar el docete, a modo como lo llevaron a cabo los apologistas, si necesitamos algn ejemplo. Si se pierde este norte, solamente cosecharemos el aplauso de los masones y los de su escuela, que para el colmo afirman que el Concilio Vaticano II les ense a dialogar. Pues debemos hacer que se nos entienda sin sombra de duda, confusin o malentendido.

    Cmo fue anunciado Cristo? Como signo de contradiccin39. La verdad debe provocar; no, la verdad provoca. Porque o es o no es, de all que necesariamente genera una toma de postura, a favor o en contra. La verdad nunca es por consenso.

    38 Quicumque, 32-34, 35b 39 Lc II, 34

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    Inici este ensayo con las preguntas de tipo: Es coherente Nostra Aetate con lo que vivieron y ensearon los Apstoles, lo que ensearon y defendieron los Padres de la Iglesia y los Apologistas de los primeros siglos? Con todo lo que he dicho, sostengo: no, el espritu de Ass es extrao al pensamiento cristiano; los cristianos no debemos secundarlo. Soy consciente de que voy en contra de una de las iniciativas destacadas de San Juan Pablo II, pero considero necesario tomar una postura correcta y honesta ante el tema. Ved a Ass a la luz del Concilio40, era la invitacin del Papa, ofreciendo su llave para la comprensin adecuada de esta iniciativa. Esta llave, sin duda, explica en buena medida la coherencia interna del acontecimiento de Ass: parte eso s, como mucho- del Concilio, porque no puede partir ni de la Escritura, ni de la Tradicin, ni del Magisterio anterior. De hecho, la misma declaracin Nostra Aetate no tiene referencia alguna al magisterio anterior, excepto a una carta de un papa a un rey rabe. Pero tampoco se puede decir, ya lo hemos visto, que Nostra Aetate recomiende o hable de oraciones en comn. No, sencillamente no. Habla, eso s, del dilogo (con todas las matizaciones que hay hacer con este concepto, segn hemos visto), pero no entra a ms. Oraciones en comn con seguidores de otras confesiones o religiones son un aporte especialmente de Juan Pablo II, aunque y Pablo VI y Benedicto XVI realizan actos anlogos:

    [Pablo VI en el Consejo Mundial de las Iglesias]

    40 La audiencia general del 22.10.1986

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    [23 de septiembre de 2011, Benedicto XVI ruega junto a una Pastora, durante un servicio litrgico luterano, en una iglesia evanglica, en Alemania.]

    Por lo tanto, se puede decir que en lneas generales y en esta materia s hay continuidad entre los pontificados postconciliares, pero esta no existe en bimilenaria historia anterior de la Iglesia. A la inversa, y hasta cierto punto paradjicamente, no se puede decir que anteriormente no hubo grandes esfuerzos ecumnicos a favor de la unin de la Iglesia. La Iglesia medieval super con xito el Cisma del Occidente; dos veces, aunque sea por breve periodo de tiempo, se produjo la unin con los griegos (ortodoxos). La primera vez despus del II Concilio de Lyon (1274), y gracias a profundo e ingente trabajo de telogos griegos y latinos, el Papa Gregorio X fue proclamado el 16 de enero de 1275, en el curso de una solemne liturgia en la misma Constantinopla, como Pontfice supremo y Papa ecumnico. La unin dur siete aos, al cabo de los cuales ni los sucesores de Gregorio X mostraron su temple y espritu conciliador con los griegos, ni la masa de la Iglesia griega clero y pueblo- supieron superar la aversin hacia los latinos, como tampoco seguir a sus telogos ms ilustres. La segunda vez se supera el cisma del oriente en el Concilio de Florencia, al cual acudieron nada menos que setecientas personas de Bizancio, entre los cuales figuraban el patriarca de Constantinopla, el propio emperador Juan VIII, as como el metropolita Isidoro de Kiev, en nombre de la Iglesia rusa. El arzobispo de Nicea, Bessarion, fue de los ms esforzados perseguidores de la unin.

    Se trataron los temas claves con una profundidad jams realizada en comn y abiertamente, superando punto por punto los temas a aclarar, Novsimos, la cuestin de epiclesis de los ortodoxos, pan cimo o fermentado para la eucarista y Filioque. En todos los puntos se encontraron soluciones doctrinales y el 6 de julio de 1439 en la iglesia de Santa Mara dei Fiori en Florencia se proclam la bula de la unin Laetantur caeli. La unin llevada a cabo y concluida en Florencia, fue solemnemente proclamada el 12 de diciembre de 1452 en la catedral de Santa Sofa, en presencia del emperador, del delegado papal y del patriarca bizantino. El cielo quiso, pero los hombres no. Como los posesos reaccionaron el clero y los monjes ortodoxos provocando tumulto e invocando sobre sus cabezas la maldicin: Reine sobre Constantinopla el turbante de los turcos, antes que la mitra de los latinos! As quisieron, as les pas: el tristsimo 29

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    de mayo de 1453 cae Constantinopla definitivamente, y sigue as hasta nuestros das. Isidoro de Kiev y Bessarion de Nicea, hechos cardenales de la Iglesia, murieron en el exilio siendo testigos de lo que pudo ser si los hombres hubiesen querido seguir la voluntad del Seor. Sin embargo, la unin se produjo aunque no sea de todas las Iglesias autocfalas con los armenios, coptos, sirios, caldeos, maronitas, y ms tarde con los uniatas.

    Con las religiones no cristianas, en concreto con el Islam, el asunto qued zanjado por Santo Toms en Summa contra gentiles, con mucha claridad: niega toda relacin entre el nuestro Dios quin es verdadero- y aquel del Islam que es falso e irracional. Por eso mismo para tratar a los musulmanes hay que arrancar de lo propio a todos los hombres: la razn. Hemos de recurrir, pues, a la razn natural, que todos se ven obligados a aceptar, aun cuando no tenga mucha fuerza en las cosas divinas.41 Porque Siguieron, en cambio, un camino contrario los fundadores de sectas falsas, como Mahoma, que sedujo a los pueblos con la promesa de deleites carnales, a cuyo deseo los incita la concupiscencia de la carne.42

    Se ofenden los musulmanes ante estas sentencias? Muchos seguro que s, pero no se ofenden al decir que Dios cristiano y el suyo no es el mismo Dios, sencillamente porque ellos mismos lo afirman. En todo caso, se ofenderan si ocurriese lo contrario. Muhammad Hamidullah, ex rector de la Universidad de Cairo lo subraya con toda lgica: Decir que los musulmanes adoran al mismo Dios que los catlicos, es falso, porque nuestro Dios no es trinitario, y los musulmanes no adoran ni a Jess, ni al Espritu Santo. Para los Judos Jess no es el Mesas.

    Antes, por lo tanto, a los no cristianos se predicaba, con los cismticos se debata a alto nivel procurando aclarar las diferencias y de esa forma promover la unin. Luego las conclusiones se tenan que transmitir al pueblo instruyndolo y pidindole la aceptacin de lo acordado. Muchas veces eso daba resultados esperados, otras veces no, como vimos. Hoy parece que se quiere construir la casa por el tejado. Los cristianos de distintas denominaciones se renen y hasta rezan juntos, no pocas veces en la presencia de la jerarqua, pero fundamentalmente la cosa