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En torno al ser para la muerte en Heidegger, Lévinas y Sartre Griselda Urquidi * Resumen: Si bien somos 'ser para la muerte' como destino y fatalidad no podemos evitar la perplejidad frente a la muerte del otro, del otro que es el amigo, el hermano, el padre, o incluso, un otro radical. Aquí nos ocuparemos de las perspectivas de Heidegger, Lévinas y Sastre sobre esta cuestión, y aunque – según constataremos- difieren en sus respuestas el problema es el mismo, el sentido de la existencia de este ser para la muerte. ¿Sorge, el Otro (ética), Libertad o Nausea? Palabras clave: Thelos, Dasein, Sorge, Tiempo, Alteridad, Muerte, Ser. La Muerte la conocemos porque el otro es quien muere, teniendo que afrontarla, también nos enfrentarnos a ella cual enemigo. El fenómeno lo conocemos porque el otro, y no cualquier otro, sino alguien cercano a mí, deja de ser –esto si ser y existir son correlativos-. A partir de esta conciencia es como la vida misma empieza a tomar otro sentido. Ser-para-la-muerte ¿es acaso lo que determina definitivamente el sentido de mi Ser y mi vida? El hombre muere y con ello muere todo proyecto; la muerte no sólo es física, se mueren sueños, objetivos, ideales. La muerte, o el anuncio de la misma, no sólo nos invade de curiosidad, sino también de sufrimiento y angustia. A partir de que nacemos estamos ya muriendo. La muerte anuncia nuestra última posibilidad. Miguel de Unamuno en su libro “El sentimiento trágico de la vida”, habla ya sobre el deseo de la inmortalidad y de las dudas y respuestas que mantienen al hombre en estado de angustia, ante la nueva y desconocida situación: El deseo de inmortalidad sólo puede deberse a una sola cosa: el anuncio del misterio. No obstante, como es natural, todo misterio nos llena de miedo porque es, quizá ahí, donde se esconda lo trágico. Desde antaño, grandes filósofos se han ocupado del tema que a la larga puede tornarse macabro. Desde Platón y Epicuro hasta San Agustín; desde Feuerbach y Kierkegaard hasta Unamuno; los que aquí mismo se hacen presentes Heidegger, Sartre y Levinás, entre otros, le han dado todo tipo detrato. Diferente o similar, el punto es dilucidar el Por qué -ya no de la muerte- la vida misma cobra sentido o carece del mismo, así como una posible trascendencia, ante elfenómeno de la muerte. Mientras que para pensadores como Epicuro la muerte nada es en nosotros -ya que la muerte es sólo la pérdida de la sensibilidad misma y no hay daño alguno en dejar de vivir-, así como para Feuerbachla existencia de un alma que trascienda el mundo de lo sensible no es posible, para pensadores religiosos como San Agustín las posibilidades no se agotan en este mundo físico sino que, habiendo un “después de”la muerte, vale la pena vivir en el bien (en el sentido cristiano) para obtener la recompensa del “paraíso”, a la trascendencia de la muerte. Sin embargo, el punto de partida es el mismo, la preocupación por la muerte, por el fin, que trans-torna a la vida en angustia. Independientementede la credibilidad en la vida espiritual después de la muerte,y de que la vida sea un calvario que hay que padecer para ganarse el paraíso después de la vida física, la vida es ya padecimiento, pesadumbre, pesado fardo a cuestas, es el preámbulo de un inevitable acontecimiento, el anuncio de que hay un ganador y un vencido. Alejémonos ya de si existe o no un más allá, el punto es que moriremos y sólo contamos con una vida; entonces viene la pregunta, si vamos a morir ¿cómo vale la pena vivir? –si es que la vale-, ¿me dejo caer ante tal abismo?, o ¿saboreo la vida como si fuese mi último platillo antes de ir a la horca? Martin Heidegger, Jean Paul Sartre y Emmanuel Lévinas se van a ocupar de este “para qué” en la vida, si “somos para la muerte”. ¿No será acaso que el mismo ser para la muerte se disloca a ser para la vida? De todas las perspectivas en las que puede abordarse el tema de la muerte, tanto Heidegger, Lévinas, como Sartre lo abordan como fenómeno, esto es, como aquello que le acontece al ser; como su paso inevitable al no-ser, al fin de la existencia. Sin embargo, a partir de que tomo conciencia de eso que desde mi nacimientome está aconteciendo, la vida ha de tomar un sentido distinto. Paradójicamente la vida comienza a tomar valor o perderlo a partir de que me sé para la muerte.

En Torno Al Ser Para La Muerte en Heidegger

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Griselda Urquidi

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  • En torno al ser para la muerte en Heidegger, Lvinas y Sartre Griselda Urquidi *Resumen:Si bien somos 'ser para la muerte' como destino y fatalidad no podemos evitar la perplejidad frentea la muerte del otro, del otro que es el amigo, el hermano, el padre, o incluso, un otro radical. Aqunos ocuparemos de las perspectivas de Heidegger, Lvinas y Sastre sobre esta cuestin, y aunque segn constataremos- difieren en sus respuestas el problema es el mismo, el sentido de laexistencia de este ser para la muerte. Sorge, el Otro (tica), Libertad o Nausea?Palabras clave: Thelos, Dasein, Sorge, Tiempo, Alteridad, Muerte, Ser. La Muerte la conocemos porque el otro es quien muere, teniendo que afrontarla, tambin nosenfrentarnos a ella cual enemigo. El fenmeno lo conocemos porque el otro, y no cualquier otro,sino alguien cercano a m, deja de ser esto si ser y existir son correlativos-. A partir de estaconciencia es como la vida misma empieza a tomar otro sentido. Ser-para-la-muerte es acaso loque determina definitivamente el sentido de mi Ser y mi vida?El hombre muere y con ello muere todo proyecto; la muerte no slo es fsica, se mueren sueos,objetivos, ideales. La muerte, o el anuncio de la misma, no slo nos invade de curiosidad, sinotambin de sufrimiento y angustia. A partir de que nacemos estamos ya muriendo. La muerteanuncia nuestra ltima posibilidad. Miguel de Unamuno en su libro El sentimiento trgico de lavida, habla ya sobre el deseo de la inmortalidad y de las dudas y respuestas que mantienen alhombre en estado de angustia, ante la nueva y desconocida situacin: El deseo de inmortalidadslo puede deberse a una sola cosa: el anuncio del misterio. No obstante, como es natural, todomisterio nos llena de miedo porque es, quiz ah, donde se esconda lo trgico.Desde antao, grandes filsofos se han ocupado del tema que a la larga puede tornarse macabro.Desde Platn y Epicuro hasta San Agustn; desde Feuerbach y Kierkegaard hasta Unamuno; losque aqu mismo se hacen presentes Heidegger, Sartre y Levins, entre otros, le han dado todo tipodetrato. Diferente o similar, el punto es dilucidar el Por qu -ya no de la muerte- la vida misma cobrasentido o carece del mismo, as como una posible trascendencia, ante elfenmeno de la muerte.Mientras que para pensadores como Epicuro la muerte nada es en nosotros -ya que la muerte esslo la prdida de la sensibilidad misma y no hay dao alguno en dejar de vivir-, as como paraFeuerbachla existencia de un alma que trascienda el mundo de lo sensible no es posible, parapensadores religiosos como San Agustn las posibilidades no se agotan en este mundo fsico sinoque, habiendo un despus dela muerte, vale la pena vivir en el bien (en el sentido cristiano) paraobtener la recompensa del paraso, a la trascendencia de la muerte. Sin embargo, el punto departida es el mismo, la preocupacin por la muerte, por el fin, que trans-torna a la vida en angustia.Independientementede la credibilidad en la vida espiritual despus de la muerte,y de que la vidasea un calvario que hay que padecer para ganarse el paraso despus de la vida fsica, la vida esya padecimiento, pesadumbre, pesado fardo a cuestas, es el prembulo de un inevitableacontecimiento, el anuncio de que hay un ganador y un vencido.Alejmonos ya de si existe o no un ms all, el punto es que moriremos y slo contamos con unavida; entonces viene la pregunta, si vamos a morir cmo vale la pena vivir? si es que la vale-,me dejo caer ante tal abismo?, o saboreo la vida como si fuese mi ltimo platillo antes de ir a lahorca? Martin Heidegger, Jean Paul Sartre y Emmanuel Lvinas se van a ocupar de este para quen la vida, si somos para la muerte. No ser acaso que el mismo ser para la muerte se disloca aser para la vida? De todas las perspectivas en las que puede abordarse el tema de la muerte, tanto Heidegger,Lvinas, como Sartre lo abordan como fenmeno, esto es, como aquello que le acontece al ser;como su paso inevitable al no-ser, al fin de la existencia. Sin embargo, a partir de que tomoconciencia de eso que desde mi nacimientome est aconteciendo, la vida ha de tomar un sentidodistinto. Paradjicamente la vida comienza a tomar valor o perderlo a partir de que me s para lamuerte.

  • Aunque los tres filsofos tocan este punto central acerca del sentido de la existencia a partir de lamuerte, cada uno concluye en puntos distintos: la sorge [cuidado de la existencia], la relacin ticacon el otro, y la libertad de eleccin o nusea, respectivamente.En el caso de Martin Heidegger, la historia de la existencia ha sido marcada por la preocupacin porel ser,ya que -ste ha sido prcticamente olvidado-, menciona qu es el ser?, qu es lo que enrealidad se quiere decir cuando afirmamos: el hombre es? El hombre es el Dasein, es el lugardonde se muestra, donde se da la apertura del ser. Como Dasein o ser-ahcomienza el problema del ser del hombre; este se encuentra arrojado almundo con su cmulo de posibilidades (el poder ser), en las que sultima posibilidad es la muerte,aquello que an no es, pero que sin duda ser; no obstante, en la proyeccin de sus posibilidadesan le corresponde el poder de eleccin del ser-ah autntico o inautntico. A este ser que somosen cada caso nosotros mismos y que, entre otras cosas, tiene la posibilidad de ser que es elpreguntar, lo designamos con el trmino de Dasein1. El Dasein manifiesta la angustia hacia la muerte, pero no la soporta; la angustia no hace ms querevelarnos la nada, el no-ser; aniquila toda posibilidad del ente, pues una vez que nacemoscomenzamos inevitablemente a morir. La angustia se nos antepone, pero no nos sobrepasa.Heidegger nos da la posibilidad de una existencia autntica. Tal existencia slo es permisiblecuando aceptamos la muerte como aquello que ya nos deviene. La anticipacin de la posibilidad serevela como posibilidad de una existencia autntica.La muerte implica la prdida del ser-ah, de la existencia; el ser-ah ahora esta imposibilitado. Lamuerte en su ms amplio sentido es un fenmeno de la vida. La vida debe comprenderse como unaforma de ser a la que es inherente un ser en el mundo. Ontolgicamente slo puede fijarse talforma entendindola como una privacin con respecto al estar-ah 2 .Una vez que el ser humano se da cuenta de su finitud, de que su existencia est encaminada aeste acontecimiento, nace la preocupacin por el ser: la Sorge.Martin Heidegger describe la sorge como el cuidado del ser. Ante la muerte slo queda vivir, es lamuerte la que le va a dar verdadero valora la vida. El sentido existencial del Dasein es el cuidado.[]el Dasein, entendido ontolgicamente, es Sorge, cuidado. Puesto que al Dasein le pertenecepor esencia el estar-en-el-mundo, su estas vuelto al mundo es esencialmente ocupacin3.Frente al estar arrojado y el ser para la muerte, como condicin ontolgica, se nos devela el ser y eltiempo; para qu y finitud. La muerteno es algo que an no es "ante mis ojos", no es "lo que falta"ltimamente, reducido a un mnimo, sino es ms bien, una inmanencia4.Aunque la muerte es la posibilidad ms propia de no existir, posibilidad irreferible, insuperable,indeterminada, para Heidegger la muerte ser la lucidez suprema y la mxima virilidad. La muerte,a diferencia de Levins, puede ser asumida como tal y en este acto se encuentra su virilidad; y ques la virilidad sino el poder seguir pudiendo.Para Heidegger una plena conciencia de lo que ha sido, lo que es y lo que se tiene anticipado serse da ante el enfrentamiento directo con la certeza de la finitud.Algunos de los conceptos fundamentales en Emmanuel Levins, y que se hacen indispensablespara abordar el tema del ser y la muerte son: el existir y el existente, la hipstasis; as como laalteridad ontolgica de mi ser en la que destacan la soledad, el otro y la muerte.Emmanuel Levins traduce el ser y ente de Heidegger a existir y existente, en donde, aunqueHeidegger distingue a uno del otro, no hace una separacin. El existente es el hombre y stesiempre ha de poseer el existir, no puede darse el uno sin el otro. Sin embargo, dice Levins, anteel hecho de estar arrojado a, se asume la existencia como algo impuesto; como decir: a m me hanmandado a este lugar sin mi consentimiento. De tal imposicin, la existencia puede resultar unacarga. Del estar arrojado se concluye una soledad ineludible al hombre, una soledad que no puedeser ms que ontolgica.Yo nazco solo y as vivo toda mi vida a pesar de mi convivencia con losotros. Los seres pueden intercambiarse todo, menos su existir5. Mi ser y el de aquel han de serincomunicables. En el seno del ser el hombre se encuentra solo y, con ello, en una soledad que esmonotona.

  • En cuanto al Dasein, este no es fundamento de su propia existencia, est arrojado, siempre a lasaga; no se pone, sino que es puesto. Si para Heidegger el ser vale ms que el ente, Levinsintenta reivindicar al ente frente al ser. Entonces, si estar arrojado separa la existencia del existente,el existir no es el que existe, sino el existente.El existir no es nada, pues no hay algo que le albergue, que le de la categora de existencia. Es as,que para Levins slo hay, y es ah, a modo de lugar, en donde se produce la hipstasis.Tal existir no es un en s, que significara ya la paz; es precisamente ausencia de todo s mismo, esun sin s mismo. Podemos de este modo definir el existir mediante la nocin de eternidad, ya que elexistir sin existente carece de punto de partida6. Hipstasis: es el acontecimiento en que el existente se liga o se relaciona con el existir.Hay: en el sentido de estar- ah, no como el estar ah de Heidegger, sino como impuesto.El acontecimiento de la hipstasis es el presente a partir del cual algo sucede a partir de s mismo,algo comienza, y su salida esta en s. Si la hipstasis es presente, entonces soy yo, pues estoysiendo, y por lo tanto soy libre, pues soy, como existente, dueo de mi existir. La hipstasis eslibertad. El otro como alteridad y la relacin tica El tema del otro es tambin para Levins de trascendental importancia, pues a partir de steformular su tica. Soy yo, el mismo, y un da me encuentro frente al otro querindolo conocercomo el otro yo, es decir, partiendo de m, e inevitablemente intento tematizarlo y lo reduzco; perola distancia que hay entre l y yo es infranqueable. No podemos aprehenderlo, arrojar luz sobre ltal cul un objeto. Es la condicin ontolgica. Arrojar luz: aprehenderlo a modo de conocimiento.Alteridad: el otro yo, o aquello que no soy yo, que se encuentra totalmente fuera de m.Sin darme cuenta estoy siendo afectado por el otro, ante l me encuentro pasivo, no puedo ejerceraccin alguna sobre l.En palabras de Levins, el otro es lo absolutamente Otro, me interpela.Elotro est ah para hacernos responsables de l, es una responsabilidad infinita. Estoy obligado aresponder por el otro. El otro me concierne, y me grita: No me mates! Esa es la relacin tica querompe con toda metafsica-ontologa. La relacin tica rompe con la hipstasis y con la soledad queantes era ontolgica. La muerte como alteridad, y la relacin tica con el otro como su posible superacin Con Heidegger como antecedente, la muerte es tema en el que Levins va a ahondar por unasencilla razn, es otredad; es, al igual que el otro, algo incomunicable para m, aquello que nuncase me devela, que no podr conocer porque es misterio. Slo que a diferencia del primero, paraLevins la muerte no puede ser nunca asumida, por lo tanto la muerte esta ligada al sufrimiento.Como el sufrimiento ante lo incognoscible, ante lo incomprensible y, peor an, ante lo que yo nopuedo hacer nada y me asumo como pasividad absoluta.Es la nada o la privacin de los demssubrayada por la muerte lo que otorga a la soledad su carcter trgico?7 En el fenmeno de lamuerte la soledad asoma al lmite del misterio ante ella la soledad se hace ms presente, no slose confirma, sino que al perecer se me restriega en la cara.El sufrimiento es el anuncio de la muerte. En la muerte el mismo deja de ser dueo y seor, sujeto-soberano, ante ella no hay podero ni como el existente dueo de su existir. La muerte no seasume, por eso se sufre, pues no la puedo afrontar y me enfrenta a la posibilidad de la nada. Mismo: el yo que soy.Ante la muerteno hay luz que pueda ser arrojada, este espectro ha de ser incognoscible, es unaalteridad que no puede llegar a ser conocida porque en el mbito del conocimiento el sujetoabsorbe-aprehende al objeto. Pasa lo mismo que pasa con el otro, es tambin lo absolutamenteOtro, aquello que no proviene de l.Al igual que para Heidegger el hombre es posibilidad, siempre se est haciendo, pero no conoce elporvenir, y la muerte es porvenir.El porvenir es tambin lo Otro. Sobre ello no tenemos poder y nossentimos impotentes. A partir de la muerte ya no podemos poder, es un acontecimiento sobre elcual ya no se es dueo, aqu no hay ningn hlito de virilidad ni de esperanza, si as lo fuera ste

  • sera vano. El ahora supone que yo soy dueo, dueode lo posible, de captar lo posible. La muertenunca es ahora. Cuando la muerte existe yo ya no estoy8.En al muerte se abre un abismo entre el acontecimiento y el sujeto al que ha de sucederle; el sujetoparece haber llegado al lmite de lo posible. El porvenir que ofrece la muerte, del acontecimiento, noes an tiempo, se trata de un futuro para nadie. El porvenir se define solamente por la otredad, porser alteridad; el tiempo es el sustrato, es la relacin que se va a dar con el otro.El problema, va a afirmar Levins, no estaen la muerte misma, sino en su acogimiento. Tenemosmiedo a dejar de ser, queremos morir y ser al mismo tiempo.No asumimos el dejar de sentir, depensar, de ver, de palpar; y quiz hasta de modo egosta, no asumimos no slo a nuestrosfamiliares y amigos sin nosotros, sino al mundo entero. Antela muerte todo poder es ya nulo.Vemos pues que ontolgicamente el hombre est condenado, y una vez ms ante el misterio, slouna relacin tica le rescatar de su soledad. Ocuparme del otro.Jean Paul Sartre, discpulo de Heidegger, retoma muchas de las concepciones tratadas por ste,como el de la temporalidad, la nada, laangustia, la muerte, entre otras; por lo que es necesarioconocer su concepto en cuanto al ser.El hombre en el mundo es el punto de partida, ya que el Ser no puede captar el mundo de formainmediata por experiencia se parte del fenmeno. El fenmeno es lo que se manifiesta y el Ser semanifiesta a todos por igual, puesto que de l tenemos cierta comprensin, siendo el Ser unamanifestacin, es el fenmeno el que lo comprende.Segn Sartre un objeto no posee el Ser; el Ser no es una cualidad como el color u olor, sino quedecir que se es es la nica manera de definir al Ser, es el conjunto de objeto-esencia, esencia quele hace ser lo que es. No podemos desmembrar un objeto, desbaratarlo y querer encontrar, en elfondo de ste, al ser, como si fuese algo que le perteneciera al objeto.El hombre busca el ser intilmente, por ello intenta hacerse a s mismo; ocupa su vida en tareasque lo haganSer, tareas que luego se vuelven exigencias y que sin ellas nada es. El Ser es lo quees, y el hecho de ser lo que se es, es principio contingente del Ser-en-s. Ser-en-s, ser-para-s yser-para-otros sern las categoras del ser.Sartre una vez ms definir al hombre como mera posibilidad, posibilidad que se desarrolla en eltiempo, posibilidad, que por estar inserta en el futuro, todava no es: la nada.Ante la infinidad de posibilidades dentro de todas mis posibles circunstancias, se es un hombrelibre, y por tanto responsable con el poder de hacer-se y elegir-se a s mismo.El hombre no es msque su proyecto, y de l depende si se realiza o noAl encontrarnos frente a la nada, frente aaquello que no somos o que nos falta, nos encontramos dela misma manera en la posibilidad de ser lo que an no somos. Hablar de posibilidad es hablar delo que se puede ser, y a su vez lo que se puede ser slo se encuentra en el futuro.El hombre, en subsqueda de trascendencia, est siempre en posibilidad de ser otra cosa, se impone metas paraser lo que no es, lo que carece; slo la trascendencia nos salva de la nada a la que estamosbrutalmente condenados. El ser posibilidad le va a revelar a Sartre lo mismo que le revelara aHeidegger: ser-para-la-muerte.El hombre no es un ser acabado, est hecho para la muerte; pero en la muerte se acaba laconciencia y toda trascendencia; lo esencial en el mundo es la contingencia. Para Sartre el hechode que la muerte sea nuestro destino final deja sin sentido a la vida misma. Si somos para lamuerte toda espera es absurda, slo nos queda la existencia; ser lo que no se es y no ser lo que sees. La nusea es el resultado de toda esta absurdidad de la existencia: el hombre es pasin intil.La nuseaslo la conoce quien la ha vivido, slo l puede comprenderla. Hay que vivir laexperiencia del absurdo de la existencia, el asco de la vida, de la ausencia, de un fin intrnseco atodos. Sin embargo la nusea es provocada por libre decisin.Todos los seres que existen han nacido sin motivo alguno, siguen existiendo por impotenciaymueren por accidente () el hombre es una pasin intil. Ni el vivir ni el morir tienen sentido9.A pesar de que Sartre se declara seguidor de la filosofa de Heidegger, con la nada como ltimaposibilidad le otorga un sentido trgico a la existencia. Ya para qu?, qu sentido tendra

  • cualquier cosa si todo acaba en la nada? Mientras que Heidegger le da al hombre la posibilidad deuna vida autntica, dedicada al cuidado de la misma, en la que si sabemos de nuestra finitud lo quenos queda es vivir y vivir bien, Sartre hace del hombre algo totalmente contingente, aunque anlibre de elegirse dentro de sus circunstancias, pero ser para l, la muerte, una circunstancia?Estoy arrojado en el mundo, no en el sentido de quedarme abandonado y pasivo en un universohostil, como la tabla que flota sobre el agua, sino al contrario, en el sentido en que me encuentro depronto solo y sin ayuda, comprometido en un mundo en el que soy enteramente responsable, sinpoder, haga lo que haga, arrancarme, ni un instante de esa responsabilidad, pues soy responsablehasta de mi propio deseo de rehuir las responsabilidades; hacerme pasivo en el mundo, negarmeaactuar sobre las cosas y sobre otros, es tambin elegirme, y el suicidio es un modo, entre otros, deser en el mundo.10 Bibliografa.Heidegger, Martin. Ser y Tiempo. (Tr. Jorge Eduardo Rivera), Ed. Universitaria, Chile, 1997Heidegger, Martin. Ser, Verdad y fundamento. Monte vila Editores, Venezuela, 1968Heidegger, Martin. Ser y tiempo. (Tr. Jos Gaos), Ed. Breviarios, Mxico, 1993 Heidegger, Martin. Kant y el problema de la Metafsica. (Tr. Gred Ibscher Roth), Mxico, 1996.Lvinas, Emmanuel. El tiempo y el otro. ( Tr. Jos Luis Pardo Torio), Ed. Paids, Espaa, 1993Lvinas, Emmanuel. tica e Infinito. (Tr. Jess Mara Ayuso Dez), Ed. La Balsa de la Meduza,Madrid, 2000.Levins, Emmanuel. Dios, la muerte y el tiempo. (Tr. Mara Luisa Rodrguez Tapia), Ed. Altaya,Barcelona, 2000.Sartre, Jean Paul. El ser y la nada. (Tr. Juan Valmer), Ed. Altaya, Barcelona,1993Sartre, Jean Paul. El Existencialismo es un humanismo. Ed. Sur, Buenos Aires, 1963,Sartre, Jean Paul. Crtica de la Razn Dialctica. (Tr. Manuel Lamana), Ed. Losada, Buenos aires,1963.Aguilar, Tatiana. El lenguaje en el primer Heidegger, (Pr. Ramn Xirau), Fondo de la CulturaEconmica, Mxico, 1998,Groodin, Jean. Introduccin a la Metafsica. (Tr. Atoni Martnez Ru), Ed. Herder, Barcelona, S.ARoubiezek, Paul. El existencialismo. (Tr. J.M. Garca de la Mora), Ed. Labor, Espaa, 1969 Ferraris, Maurizio. Luto y Autobiografa. (Tr. Toms Serrano), Ed. Taurus, Argentina, 2001.Biemel,Walter. Sartre. (Rosa Pilar Blanco), Ed. Salvat, Barcelona, 1985 Epicuro. De la naturaleza de las cosas. Carta a Meneceo. (Adap. Frassineti de Gallo), Ed. Austral,Espaa, 1969.Porras, Mara vila. El problema de la otredad en Heidegger, Buber y Ricoeur. Revista de FilosofaSapere Aude, Facultad de filosofa y letras de la Universidad de Guanajuato, Mxico, 2006.Quintana, Maria Martha. Entre nosotros: la radicalizacin de la alteridad en Levns. Nuevosapuntes para el hambre del Cclope. Revista de Filosofa A Pante Rei, Argentina, Universidad deBuenos Aires, Septiembre 2006, 1-7 pp. Notas[1] Heidegger, Martin. Ser y Tiempo, (Tr. Jorge Eduardo Rivera), Ed. Universitaria, Chile, 1997, p. 30[2] Heidegger, Martin. Ser y Tiempo, (Tr. Jos Gaos), Ed. Fondo de Cultura Econmica, Mxico,1993, p. 269[3] Heidegger, Martin. Ser y Tiempo, (Tr. Jorge Eduardo Rivera), Ed. Universitaria, Chile, 1997, p. 89[4] Ibd. p. 273 [5] Levins, Emmanuel. El tiempo y el otro, (Tr. Jos Luis Pardo Torio), Ed. Paids, Espaa, 1993,p. 81.[6] Ibd. p. 86 [7] Ibd. p. 78

  • [8] Ibd. p. 113[9] Roubiezek, Paul. El existencialismo, (Tr. J.M. Garca de la Mora), Ed. Labor, Espaa, 1969, p.172[10] Sartre, Jean Paul. El Ser y La Nada. (Tr. Juan Valmar), Ed. Altaya, Barcelona, 1993, p. 578 [*] Licenciada en Filosofa, Facultad de Filosofa y Letras, Universidad Autnoma de Chihuahua,Mxico. Entre sus publicaciones se encuentra: Posmodenidad y la muerte del arte. Gianni Vatimo.Revista La Gota, Mayo/2007, Chihuahua, Chih. Mx. http://www.psikeba.com.ar/articulos2/GU-Heidegger-Levinas-Sartre.htm

    En torno al ser para la muerte en Heidegger, Lvinas y Sartre