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Encuentra tu equilibrio interior

Colección «EL POZO DE SIQUEM»

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Anselm Grün

ENCUENTRATU EQUILIBRIO

INTERIOR

Editorial SAL TERRAESantander – 2008

Título del original en alemán:Mit Anselm Grün

zur inneren Balance finden

© 2006 by Verlag Herder,Freiburg im Breisgau

www.herder.de

Traducción:Ramón Alfonso Díez Aragón

Para la edición en español:© 2008 by Editorial Sal TerraePolígono de Raos, Parcela 14-I

39600 Maliaño (Cantabria)Tfno: 942 369 198Fax: 942 369 201

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Diseño de cubierta:Fernando Peón / <[email protected]>

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley,cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública

y transformación de esta obra sin contar con la autorizaciónde los titulares de la propiedad intelectual.La infracción de los derechos mencionada

puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual(arts. 270 y s. del Código Penal).

Con las debidas licenciasImpreso en España. Printed in Spain

ISBN: 978-84-293-1738-1Depósito Legal:

Fotocomposición:Sal Terrae – Santander

Impresión y encuadernación:Grafo. S.A. – Basauri (Vizcaya)

Índice

Introducción. Una pequeña escuela de vida . . . . . . . 7

1. Permanece abierto a cuanto te acontece,pero sigue tu propia estrella . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

2. Asume tu tiempo,pero busca tu propio ritmo, . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27

3. Configura el mundo,pero no permitas que te absorba . . . . . . . . . . . . . . . . . 37

4. Busca la energía interior,que se halla en la entrega, no en el ego . . . . . . . . . . . 47

5. Asume tu responsabilidady fomenta las posibilidades ajenas . . . . . . . . . . . . . . . 55

6. Que no te absorba el trabajo,pero haz a gusto lo que haces . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65

7. Ama el presentey aprende a vivir con serenidad . . . . . . . . . . . . . . . . . 73

8. Vive tus propios valores,pero no valores ni juzgues a los demás . . . . . . . . . . . 81

9. Persigue tus propios objetivos,pero busca también la paz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91

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10. Sé bueno contigo mismoy abre tu corazón a los demás . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101

11. Acepta tus propios miedosy transfórmalos en energía vital . . . . . . . . . . . . . . . . . 111

12. En la vida no hay sólo días soleados:acepta también las crisis como oportunidad . . . . . . . 121

13. Vive tu deseo,porque lo que existe no lo es todo . . . . . . . . . . . . . . . 129

14. Acepta tu finitud, pero no olvidesque eres infinitamente amado . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137

15. Busca incesantementeel silencio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145

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INTRODUCCIÓN:

UNA PEQUEÑA ESCUELA DE VIDA

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Sucedió en Manhattan, en la mañana del 7 deagosto de 1974. Los neoyorquinos que aquel día, poco an-tes de las ocho, salían en masa como de costumbre de lasestaciones de metro y de los trenes suburbanos, para acu-dir con la prisa acostumbrada a sus oficinas y puestos detrabajo, se quedaron inmóviles en las estrechas calles de laciudad. Primero fueron unas pocas personas, y después ca-da vez más, las que se detuvieron para mirar fijamente, sinpoder creérselo, lo que sucedía en lo alto de las TorresGemelas, las torres plateadas del World Trade Center, queiba a ser inaugurado un año más tarde. Allá arriba, en elpunto más alto, donde las torres casi tocaban el cielo, flo-taba en el aire una persona. Era el equilibrista francésPhilippe Petit. Se movía a una altura de más de 400 me-tros, con una pértiga de funambulista, sobre un fino cablede acero que había sido lanzado con una ballesta de unaazotea a otra.

Antes de que terminara de cruzar, la policía ya estabaesperándolo. Cuando los agentes lo detuvieron, él no ter-minaba de entender por qué le preguntaban la razón por laque había hecho aquello: «Sencillamente, tenía que hacer-lo. Era una necesidad interior. Si veo tres naranjas, tengoque hacer juegos malabares. Y si veo dos torres, tengo que

cruzar de una a otra». Y les contó que, cuando vio las dostorres de Notre-Dame en París, hizo lo mismo. Los policí-as de Nueva York no lo creyeron y lo llevaron a un psi-quiatra. Pero el médico certificó que Philippe Petit no es-taba loco. El diagnóstico fue: «Sano y rebosante de fuerzavital». Finalmente, los policías se convencieron de que nohabía caminado sobre el alambre por afán de sensaciona-lismo ni tampoco para ganar dinero o exhibirse ante lagente. Había sido, sencillamente, un impulso interior: violas torres y sintió la necesidad de salvar la distancia entreellas. Al final todo se resolvió amistosamente. El artista nofue castigado, pero tuvo que prometer que realizaría su pa-seo, a menor altura, en Central Park, para disfrute de losniños.

La prensa internacional escribió en aquel momento so-bre la hazaña, y artistas de todo el mundo lo tomaron co-mo modelo. También Henri J.M. Nouwen, el gran escritorespiritual, que siempre vio el circo como modelo de la vi-da espiritual, se sintió fascinado por Philippe Petit, porquehabía respondido sin dudar a la necesidad que sentía en suinterior.

En nuestra vida no tiene por qué ocurrir algo tan sen-sacional como lo acaecido en Nueva York. Muchos han vi-vido la fascinación del funambulista en un pequeño circo.¿Qué es lo que produce esa fascinación? Lo que hacen noes útil, no les aporta un reconocimiento especial; tampocodura mucho, sino que es un acontecimiento totalmentetransitorio. Cuando termina el espectáculo, tan sólo quedauna sensación... y el recuerdo de una imagen. Pero esaemoción y esa imagen nos afectan en un nivel muy pro-fundo y que tiene que ver con el miedo a perder nuestra fe-licidad. Es el deseo de mantener nuestro equilibrio en si-

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tuaciones difíciles y la esperanza de no fracasar en nuestravida a pesar de todos los peligros.

Encontrar el justo equilibrio es un arte. Los funambu-listas dominan este arte sobre el alambre, con lo cual co-sechan aplausos y son objeto del entusiasmo de los espec-tadores. Sobre todo si manifiestan su arte precisamente allídonde nosotros, llenos de miedo, perderíamos el equili-brio. Philippe Petit sintió el impulso interior de mostrarque era posible caminar sobre el alambre en el punto másalto sin caer al vacío. Y nosotros, como espectadores, nossentimos tocados e interpelados en lo más hondo de nues-tra percepción anímica por esta mezcla de peligro y segu-ridad, de habilidad, ligereza y tensión.

El lenguaje muestra ya de qué trata también esta expe-riencia: la palabra alemana Balance («equilibrio») se deri-va de la misma raíz que Bilanz («balance, balanza»). Elbalance equilibra debe y haber, ganancias y pérdidas, gas-tos e ingresos. Los empresarios compensan ambas cosas ytienen la esperanza de poder presentar un balance equili-brado al final del ejercicio. Lo que vale para la cuenta deresultados de la empresa lo hemos aplicado también anuestra vida personal. En este sentido se habla de «balan-ce de la vida». A la hora de hacer dicho balance, deseamosque también en él estén equilibradas satisfacciones y de-cepciones, altos y bajos, alegrías y sufrimientos, y no caeren una presentación sesgada de nuestra alma. Deseamosmantener el equilibrio interior y no caer por la fuerza de lagravedad.

Los latinos hablan a este respecto del aequo animo,que es el equilibrio del alma o la ecuanimidad. San Benitopide al cillerero, responsable de los asuntos económicosdel monasterio, que realice su trabajo aequo animo. Lo in-

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terior y lo exterior deben corresponderse. Su tarea no con-siste sólo en presentar al convento un buen balance al fi-nal del ejercicio, sino también en mantener el equilibrio ensu interior. No debe permitir que los problemas de la ad-ministración perturben su equilibrio interior, sino que hade valorarlo todo con un corazón grande y sosegado.Según Benito, para lograr el equilibrio hace falta magna-nimidad interior. Quien estrecha la base donde se apoya notiene firmeza y puede ser derribado fácilmente. Necesita-mos una base amplia para no perder el equilibrio antecualquier decepción o herida.

El psicólogo suizo C.G. Jung afirma que cada ser hu-mano tiene siempre dos polos: el polo de la razón y el delsentimiento; el del amor y el de la agresión; el de lo cons-ciente y el de lo inconsciente; el de lo masculino y el de lofemenino. El arte de ser persona consiste en prestar aten-ción de manera equilibrada a ambos polos. La mayoría delas veces sucede que, en la primera mitad de la vida, el serhumano vive conscientemente desde un solo polo y, comoconsecuencia, el otro queda en lo inconsciente. Jung ha-bla, en este contexto, de «la sombra». En la sombra se ins-tala todo cuanto hemos excluido de la vida. Pero mientrastodo ello permanezca en la sombra, tiene un efecto des-tructivo sobre nuestra alma. El sentimiento reprimido semanifiesta en forma de sentimentalismo: nos vemos inun-dados por los sentimientos y ya no podemos tratarlos ade-cuadamente. La agresión reprimida se exterioriza en for-ma de juicios severos sobre los demás, o quizá en estadosde ánimo depresivos. Muchas veces dormita bajo una fa-chada amable. Pero detrás de esa amabilidad se percibenlas flechas agresivas que lanzan esas personas. La acepta-ción de la sombra y su integración forman parte del cami-

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no por el que llegamos a ser nosotros mismos. Debemosmantener el equilibrio entre lo consciente y lo inconscien-te. Pero este equilibrio no es estático. Los psicólogos pre-fieren hablar de un «equilibrio fluido». Tenemos que en-contrar continuamente este equilibrio vivo.

En la tradición espiritual fue sobre todo el filósofo dela religión Romano Guardini quien trató, en el siglo pasa-do, el tema de la justa tensión y el justo equilibrio en el serhumano. Su espiritualidad se asienta sobre la filosofía delcontraste que él había desarrollado. Guardini señala quetodo lo vivo se presenta como contraste: contraste de di-námica y estática, de forma y plenitud, de totalidad y par-ticularidad, de originalidad y norma, de inmanencia y tras-cendencia. La vida tiene siempre dos caras, es bipolar. Y,sin embargo, ansía la unidad. Pero esta unidad no anula elcontraste, sino que produce una tensión sana, un buenequilibrio. Así, Guardini estaba inmunizado contra todoslos excesos que aparecen constantemente en la espirituali-dad católica. Guardini se incorpora aquí a una buena y lar-ga tradición, pues ya los primeros monjes afirmaban:«Todos los excesos provienen de los demonios». Y conello querían decir que si me limito a ser piadoso y paso poralto mis necesidades humanas, en mi piedad se mezclaráncon frecuencia necesidades muy banales, como la de reco-nocimiento y atención, la de poder y prestigio. En la ver-dad de esta intuición no ha cambiado nada hasta el día dehoy.

Se podría describir este libro también como una «pe-queña escuela de vida». Se ha dicho siempre que «noaprendemos para la escuela, sino para la vida». De unaprendizaje que dura toda la vida hablan hoy los pedago-gos cuando observan las exigencias siempre nuevas de la

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sociedad moderna. Hoy aprendemos muchas cosas, peroel saber elemental para la vida se queda corto en compa-ración con lo que antes se transmitía a través de la tradi-ción o del ejemplo personal. Porque no se trata sólo de ha-bilidades aplicables y aprovechables, al menos si habla-mos de una vida lograda o buena. Por el contrario, si nospreguntamos acerca de lo que hace que una vida sea felizy llena de sentido, se trata también del justo equilibrio, dela compensación entre las diferentes exigencias que aco-meten al individuo por todas partes; se trata de la actitudcorrecta que necesitamos para que nuestra vida se logre.La «enseñanza» de este equilibrio es cosa de todos los dí-as. Y el adiestramiento en este equilibrio es nuestra tareacontinua y siempre nueva.

La maduración y el desarrollo nunca terminan. En laescuela de nuestra vida se trata de encontrar el justo equi-librio entre los polos que hay en nosotros mismos. Por eso,los 15 breves capítulos de esta escuela de vida están for-mulados siempre de modo que, al tratar un aspecto deter-minado, se preste atención también al polo contrario.

En cuanto a mi manera de presentar esta escuela de vi-da, me siento deudor de san Benito, el cual, en la Reglaque escribe para los monjes, afirma que quiere instituiruna escuela para el servicio del Señor: «Vamos, pues, ainstituir una escuela del servicio divino, y al hacerlo espe-ramos no establecer nada que sea áspero o penoso. Pero si,por una razón de equidad, para corregir los vicios o paraconservar la caridad, se dispone algo más estricto, no hu-yas enseguida aterrado del camino de la salvación, porqueéste no se puede emprender sino por un comienzo estre-cho. Mas cuando progresamos en la vida monástica y enla fe, se dilata nuestro corazón, y corremos con inefable

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dulzura de caridad por el camino de los mandamientos deDios» (RB, Prólogo 45-49).

Benito desea que sus monjes aprendan la polaridad dela vida. El monje consigue tener un corazón dilatado sipreviamente pasa por un comienzo estrecho. Benito noquiere nada áspero. No obstante, exhorta a sus monjes avivir austeramente. Hacen falta siempre los dos polos pa-ra llegar a ser personas sabias y maduras. Benito habla delars spiritualis, el arte espiritual. Esta expresión significaque el monje debe adquirir una cierta habilidad en este ar-te de vivir sanamente. Para ello necesita instrumentos y untaller. El taller es para Benito el recinto donde viven susmonjes, el monasterio. Los instrumentos son instruccionesde la Biblia y conocimientos de la tradición espiritual.

Nuestro taller, nuestro lugar de aprendizaje, es nuestravida cotidiana. Y esta escuela de vida necesita –comocualquier escuela y cualquier aprendizaje– ejercicio y as-cesis. En la filosofía estoica, «ascesis» significa ejercita-ción en la virtud. Pero la ascesis es siempre también adies-tramiento en la libertad interior. Benito piensa que losmonjes se ejercitan del mejor modo posible en la libertadinterior y en la virtud si emplean los instrumentos del arteespiritual y van a la escuela de un maestro espiritual en eltaller del monasterio.

Quisiera invitar al lector/a a que entren ahora en la es-cuela de los maestros de la vida espiritual, que tambiénfueron y son mis maestros, y aprendan el arte de vivir sa-namente.

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1PERMANECE ABIERTO

A CUANTO TE ACONTECE,PERO SIGUE

TU PROPIA ESTRELLA

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«El aprendizaje es como un mar sin orillas».Esta máxima del sabio chino Confucio habla de la apertu-ra inconmensurable de la realidad, que nos acompaña a lolargo de toda la vida. Quien quiera aprender tiene que es-tar abierto a todo cuanto sale a su encuentro. Este procesocomienza muy temprano en la infancia y se prolonga du-rante toda la vida. El aprendizaje está institucionalizado enla escuela. Pero una buena escuela no transmite sólo co-nocimientos y contenidos de aprendizaje de diferentes ma-terias, sino que más bien transmite la capacidad funda-mental de aprender autónomamente durante toda la vida yfavorece las condiciones para que nos orientemos en nues-tra vida, aun después de abandonar el espacio protector dela institución escolar. En la misma escuela, no todo está enfunción de la utilidad que podemos obtener inmediata-mente del estudio y de un saber concreto. Se trata másbien de trabajar en muchos campos, para conocer la vidaen toda su diversidad y orientarse en su amplitud. Es im-portante y bueno dominar determinadas técnicas de apren-dizaje. Pero para desarrollar una verdadera capacidad devivir hace falta algo más, algo completamente fundamen-tal: una actitud de apertura y curiosidad.

Con semejante actitud, uno puede hacer también mu-chos amigos. Cuando pienso en mis años de escuela, re-

cuerdo que estaba, sencillamente, interesado en lo que losprofesores contaban. La escuela no me disgustaba ni meaburría. Quería saber lo más posible. La vida era muy in-teresante, tenía múltiples facetas y estaba llena de colori-do. Naturalmente, había materias que me interesaban po-co. Pero hoy estoy agradecido porque nuestros profesorespudieron suscitar en nosotros el entusiasmo por la vida ypor el mundo. Nos interesamos por la historia porque nose limitaron a repetirnos hechos, sino porque nos transmi-tieron las ganas de conocer los pensamientos de los gran-des filósofos y el mundo espiritual de los griegos y roma-nos. Con esta apertura y curiosidad entré también en elmonasterio, y me sentí apasionado por los primeros mon-jes. Estaba fascinado por su forma de vida radical, por sudecidida ascesis, aun cuando al principio muchas cosas meresultaban incomprensibles. Pero como me interesaban,quería comprenderlas de un modo más profundo. En el es-tudio de la teología se me abrió un mundo intelectual y es-piritual. No quería aprender sólo para tener información ohacer un buen examen. Quería ir más allá de lo que habíaen las frases que leía. Me interesaba saber por qué los te-ólogos de los siglos pasados habían pensado de esa mane-ra y no de otra y qué experiencia existencial, social y men-tal había detrás de sus pensamientos, qué fue lo que losmovió íntimamente. Esto no era nada abstracto, sino quetenía que ver conmigo y con mis propias preguntas.

Después de la primera guerra mundial se respiraba en-tre los jóvenes el ambiente de un nuevo comienzo. CuandoRomano Guardini convocó en aquellos años a los jóvenespara los días de reflexión en el castillo de Rothenfels, sereunieron por las tardes en torno a él muchos jóvenes pa-ra debatir largamente con él sobre las preguntas de la fe y

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de la vida. Era una juventud deseosa de aprender. Se es-forzaban por comprender la verdadera forma de la fe y elsentido de la vida y responder a las preguntas fundamen-tales del ser humano. Hoy los profesores de teología –y nosólo ellos– se lamentan de que muchos estudiantes no de-sean debatir. Sólo quieren aprender los temas para el exa-men, con el fin de sacar buena nota. Todo lo demás no lesinteresa, al parecer. Lo cual ocasiona una limitación delpensamiento y del horizonte intelectual, una pérdida de lavitalidad mental. Es preciso que la persona esté abierta alos problemas de este mundo para que llegue a conocercuál es el camino que le corresponde en él.

La apertura puede convertirse también en un proble-ma. La falta de orientación en medio del mar puede poneren peligro la vida. El peligro de la apertura, en el sentidode falta de orientación y de vinculación en nuestra propiavida, consiste en seguir indiscriminadamente las corrien-tes de moda. «Estar abierto a todo» puede significar tam-bién que uno prefiere eludir los conflictos, evita definirsey con ello encubre que no tiene un punto de vista fijo y se-guro. Por eso se dice hoy con cierta justificación: «Quiena todo está abierto deja todo al descubierto». Al ver a unapersona que está «abierta» en este sentido, tenemos la sen-sación de que está derramando todo lo que tiene. No pue-de permanecer en sí misma. No encuentra una postura fir-me. Si estamos «abiertos» en este sentido, quiere decir queestamos interesados en todo, pero que no lo examinamos.Seguimos las modas, corremos tras el espíritu del mo-mento y cambiamos nuestra opinión y nuestro estilo de vi-da cada dos años. También permitimos que los maestrosespirituales que están de moda nos prescriban cómo tene-mos que vivir. Ellos establecen lo que tenemos que hacer

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para que tengamos, según dicen, una vida lograda. Hoy endía aparecen permanentemente, tanto en el ámbito religio-so como en el psicológico, nuevas corrientes que son bus-cadas con afán porque de ellas se espera la salvación.Muchas veces falta la aclaración personal, la explicaciónpropia, es decir, aquella de la que me responsabilizo per-sonalmente. Algunos piensan que se van a perder algo sino prueban la última tendencia de la vida sana. Sin em-bargo, saltan de un camino a otro y no avanzan casi nada.Se mueven continuamente y no tienen ninguna orienta-ción. Carecen de meta.

El místico Johannes Tauler encontró una hermosa ima-gen para el fenómeno del desarrollo intelectual y espiri-tual. Es la imagen de la serpiente que muda la piel paraque pueda crecer una piel nueva. Busca dos piedras queestén muy próximas y se arrastra pasando entre ellas. Deeste modo se desprende de la piel vieja. También nosotrostenemos que atravesar algunos pasos estrechos en nuestravida. Entonces ésta se transforma realmente, y quedamosinteriormente renovados. Si cada poco tiempo subo a untren nuevo, estaré continuamente en movimiento, pero nopodré atravesar el paso estrecho a través del cual puedoexperimentar la transformación.

El encuentro puede realizar el milagro de la apertura.Cuando las personas –varones y mujeres, jóvenes y ma-yores, amigos o enemigos– se encuentran realmente, en-tonces se abre un horizonte más amplio que permite ver elmundo con ojos nuevos. El encuentro cambia a las perso-nas, y la verdadera cercanía que se da en él les da una am-plitud mayor. Y cambia también el mundo, hace que seamás luminoso. Pero no puedo dejarme absorber por el otroni fundirme con él. En el encuentro, si se logra, me expe-

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rimento también a mí mismo de una forma más intensa ymejor. Y en toda apertura a lo nuevo en el mundo y a nue-vos caminos, ya sea en el ámbito espiritual, psicológico omédico, tengo que seguir mi propia huella. Así como enmi desarrollo personal y en mi relación con otras personasnecesito siempre las dos cosas –cercanía y distancia, rocey separación, soledad y sociedad–, así también es tarea detoda la vida encontrar el justo medio entre los dos polos:entre la apertura a todo lo que sale a mi encuentro y el co-nocimiento de aquello que sólo es decisivo para mí e im-portante para mi vida.

Debo hacerme sensible a lo que es conveniente paramí. Y necesito desarrollar la sensibilidad hacia mi unici-dad. Cada ser humano es único. Cada uno tiene la tarea deimprimir en este mundo su huella personal y única. En de-finitiva, ésta es la meta de mi vida, del tiempo limitadoque tengo a mi disposición. Hay que tomar en serio estaperspectiva. Para descubrir la huella por excelencia de mivida me será útil abrirme a la realidad de la vida en todasu plenitud y dejarme interpelar por las muchas cosas queme llegan desde fuera.

Pero más importante aún es que escuche en el fondo demí mismo:

– ¿Dónde experimento coherencia?– ¿Dónde fluye en mí la vida?– ¿Quién soy?– ¿Me he metido por la fuerza en un corsé que los

otros me han impuesto con las expectativas que de-positan en mí?

– ¿Cuál es la imagen única que Dios se ha hecho demí?

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– ¿Cuál es la palabra que Dios ha pronunciado sólosobre mí y que se tiene que hacer audible en estemundo a través de mí?

Son preguntas que pueden llevarme a la huella máspersonal de mi vida. Naturalmente, no puedo responder aestas preguntas con frases hechas. Este sentir dentro deuno mismo requiere tiempo y paciencia. Requiere tambiénuna experiencia que no se da simplemente de un día paraotro. Pero mientras sigo haciéndome estas preguntas, po-co a poco voy entrando cada vez más en contacto conmi-go y mi unicidad. Me hago sensible a mi esencia incon-fundible. Tal vez se formen también palabras que expresenla huella de mi vida.

Una de ellas es para mí la palabra «amplitud». De-searía irradiar, con un corazón grande, amplitud y libertada mi alrededor.

Otra persona escucha dentro de sí la palabra «clari-dad». Ve que la huella de su vida consiste en ser clara, encrear claridad a su alrededor y en contribuir a que se acla-re lo que está confuso y turbio.

Otros se sienten interpelados por el valor de la belleza.Una mujer a la que acompañé en su búsqueda de la tareapropia de su vida sentía dentro de sí la palabra «belleza».Para ella era importante configurar a su alrededor espaciosbellos y prepararse para que los niños para quienes traba-jaba disfrutaran de horas hermosas.

En la escuela de la vida tenemos que aprender a cono-cer lo que sale a nuestro encuentro y lo que determina elmundo que nos rodea. Sólo quien conoce y comprende suentorno puede también comunicarse con él y experimen-tar la comunidad.

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Pero también tenemos que aprender a descubrir en no-sotros mismos la unicidad y a seguir la propia estrella, quesólo está sobre nuestra vida. Cuando nos dirigimos exce-sivamente hacia los otros, nos sentimos descontentos y de-cepcionados, porque no conseguimos con ello el efectoque desearíamos. O nos agotamos. Derrochamos nuestrasenergías para un proyecto o una meta que no son adecua-dos para nosotros. Y ya no nos queda ninguna energía pa-ra nuestra vida y la huella personal de nuestra vida. Elagotamiento es muchas veces señal de que no seguimos lahuella de nuestra vida, sino que hemos adoptado por lafuerza una forma que no nos conviene. Y a veces caemostambién enfermos si vivimos contra nuestra propia huella.

Seguir mi propia estrella e imprimir en este mundo lahuella de mi vida no significa que deba realizar algo grandeo importante a los ojos de quienes me rodean. Se trata deotra cosa. Se trata de que estoy en contacto con mi esenciamás íntima, y ello se irradia en este mundo. Para unos es unairradiación de apacibilidad, de alegría de vivir; para otros,de sabiduría y profundidad, de esperanza y confianza.

Oigo continuamente quejas como ésta: «No he hechonada especial: no he escrito un libro, no he puesto en mar-cha ningún proyecto, no dejaré tras de mí ninguna obraespecial...».

Pero todos nos levantamos por la mañana y nos en-contramos con otras personas. En cada encuentro tengouna irradiación. Mi tarea es ver esa tarea. Depende de míencontrarme con los demás como una persona dispersa,encerrada en sí, descontenta y arisca, o bien como una per-sona abierta, comprometida y amable. En mis manos estála posibilidad de separarme de los otros o de escuchar eirradiar amor y dulzura.

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Siempre se puede lograr una irradiación positiva, in-cluso en condiciones difíciles. Una mujer depresiva y to-talmente resignada me dijo en una conversación que nopodía irradiar nada. Tenía bastante con sufrir su depresión.Traté de transmitirle otra perspectiva: nadie esperaba queella irradiara alegría u optimismo. Pero podía tomar la de-cisión de reconciliarse con su depresión. Porque, si se re-conciliaba con su sufrimiento, podía irradiar algo de espe-ranza y profundidad, a pesar de su temperamento depresi-vo. Quienes se relacionaran con ella podrían sentir que lavida no es tan sencilla, sino que tiene una profundidad in-sondable. En el encuentro con una persona como ésta vis-lumbramos algo del misterio del ser humano y de los abis-mos del alma. Esta mujer puede, obviamente, hacer res-ponsables de su depresión a los demás, porque no la com-prenden o no la visitan. Pero entonces irradiaría amarguray se convertiría para todos en un reproche vivo. Ella tienela alternativa. La decisión está en su mano.

Hay algo que vale para todos, a saber, que no podemoselegir la huella más propia de nuestra vida. Pero cuandonos reconciliamos con nuestra vida y vivimos consciente-mente nuestra vida única, con su grandeza y su debilidad,entonces vamos imprimiendo una huella que también in-vita a los otros a vivir.

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En tu vida, mantente abierto a todo.Pero sigue tu propia estrella.

Déjate interpelar por todo lo que sale a tu encuentro.Entra en el misterio de la vida.Búscalo con todos los sentidos.Trata de escrutar los altibajos de la vida.

Mantente abierto en especial a los numerosos encuentrosque puedes vivir cada día.Déjate transformar por cada uno de ellos.No dejes de crecer interiormente,según tu forma única y personal,gracias a cada personaque te acompaña en tu camino.Pero sigue siempre tu propio camino.

Observa tu propia estrella.Sé atento contigo mismo.Desarrolla una buena estimade tu propia identidad.Presta atencióna lo que más te conviene personalmente.Eres único e irrepetible.

Marca límites para tiantes de llegar a perderte.Establece un límitesi tu energía se te escapa.Haz una pausa,cuando tus contornosamenazan con desdibujarse.

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Palpa en tu interior.Siente lo que es justo para ti.Vive conforme a lo que es bueno para ti.No te acomodes a los deseos de los demás.Vive de acuerdo con tu intimidad más profunda.

Presta siempre atencióna lo que conviene a tu esencia.Lo reconocerássi estás en armonía contigo mismo,si sientes una profunda paz interior.Lo percibirás si tu vida fluye en ti.

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