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ISSN: 0213-2079 UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR: LA ORDENANZA DE  1525  Y LA DEFINICIÓN DEL MODELO DE EJÉRCITO DEL INTERIOR PENINSULAR 1 An environment for military reform: the Order of 1525 and the definition of the odel of the inside peninsular Army Enrique MARTINEZ RUIZ Complutense de Madrid. Edificio  Β d e  Filosofía. Ciudad Universitaria, s/n. 28040 Madrid. Correo-e:  [email protected]  Magdalena de Pazzis PI CORRALES Depto. de Historia Moderna. Facultad de Geografía e Historia. Universidad Complutense de Madrid. Edificio  Β d e  Filosofía. Ciudad Universitaria, s/n. 28040 Madrid. Correo-e:  [email protected]  RESUMEN: La presente investigación analiza las circunstancias en que se gesta la reforma del Ejército y de las guardas de la época de Carlos V en 1525,  cuyas claves orgánicas y económicas se contienen en diversos memoriales. La eficacia de la reforma fue relativa, como se desprende de la minuciosa visita que se realiza el año siguiente a las fortalezas y guarni ciones del reino de Granada. 1. El presente trabajo forma parte de las investigaciones que se vienen desarrollando dentro del Proyecto de Investigación «Felipe II y la Defensa de la Monarquía», financiado por la Dirección General de Enseñanza Superior e Investigación Científica de la Secretaría de Estado de Universidades, Investigación y Desarrollo del Ministerio de Educación y Cultura, n.° de referencia PB 97-0296-C04-01. © Ediciones Universidad de Salamanca Stud, his., H. a  mod., 21, pp. 191-216

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ISSN: 0213-2079

UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR: LA

ORDENANZA DE 1525 Y LA DEF INICIÓN DEL MO DELO

DE EJÉRCITO DEL INTERIOR PENINSULAR

1

An environment for military reform: the Order o f 1525 and

the definition of the model o f the inside peninsular Arm y

Enrique MARTINEZ RUIZ

Depto . de His tor ia Moderna . Facul tad de Geograf ía e His tor ia . Univers idad

Complutense de Madrid . Edi f ic io   Β de  Filosofía . Ciudad Universi taria , s /n .

28040 Madrid .

C o r r e o - e :  enr [email protected] im.ucm.es  

Magdalena de Pazzis PI CORRALES

Depto . de His tor ia Moderna . Facul tad de Geograf ía e His tor ia . Univers idad

Complu tense de Madr id . Ed i f i c io  Β de  Filosofía . Ciudad Universi taria , s /n .

28040 Madrid .

C o r r e o - e : pazzis.pi@retemail .es  

RESUMEN: La presente investigación analiza las circunstancias en que

se gesta la reforma del Ejército y de las guardas de la época de Carlos V en

1525,

  cuyas claves orgánicas y económicas se cont ienen en diversos

memoriales. La eficacia de la reforma fue relat iva, como se desprende de

la minuciosa visita que se realiza el año siguiente a las fortalezas y guarni

ciones del reino de Granada.

1. El presente trabajo forma parte de las investigaciones que se vienen desarrolland o den tro

de l Proyec to de Inves t igac ión «Fe l ipe I I y l a Defensa de la Monarquía» , f inanc iado por l a

Dirección General de Enseñanza Superior e Investigación Científica de la Secretaría de Estado de

Univ ersidades, Investigación y Desarro llo del M inisterio de Edu cación y C ultur a, n.° de referencia

PB 97-0296-C04-01.

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ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ

 Y

 MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES

UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR

Palabras clave:  Ejérc i to , Car los V, guardas , guerra moderna , Cast i l l a ,

España, siglo XVI.

ABSTRACT: Th is stu dy analyses the c ircum stanc es u nd er w hic h the

reform of the A rm y, and th at of the gua rds of the era of Cha rles V, in 1525,

too k p lace and w ho se organic and econo m ic keys are conta ined in var ious

memoranda. The efficiency of the reform was relat ive, as revealed by the

meticulous inspect ion visi ts paid the fol lowing year to the fortresses and

garr i sons of the Kingdom of Granada .

Key words:  A r m y , E m p e r o r C h a r l e s V , g u a r d s , m o d e r n w a r e f a r e ,

Castile, Spain, XVI

th

  cen tury .

A mediados de la década de 1520 se estaban cumpliendo algunas de las previ

s iones mi l i ta res que los Reyes Cató l icos ten ían presentes cuando acomet ieron la

reforma de sus t ropas , nada más te rminar la guerra cont ra e l re ino nazar í de

Gr ana da y se pre pa rab an a luchar en Ital ia. E n especial, era ya un h ech o el enfren-

tamiento con Francia , una posib i l idad s iempre preocupante y que se h izo

realidad en el cambio del siglo

 XV

 al

 XVI,

 y lo era con o casión d e la prim era guerra

ent re Francisco I y Car los V

2

.

Jus tamente en prev is ión de males mayores y para neut ra l izar con éx i to

futuras invasiones del suelo peninsular a t ravés de los Pirineos por parte de

Francia y alcanzar la victoria en Ital ia o en cualquier otro escenario de la guerra,

e l em pera dor y sus co labo rado res van a em pren der un a reforma mi l i ta r que t iene

como e j e l a Ordenanza de 1525 , gene rándose en to rno a e se año un c l ima de

interés por la materia , que se manifiesta en diversos niveles con diferentes proce

d imien tos .

La docum entac ión qu e manejamo s en es tas páginas ofrece una bue na mue st ra

del ambien te qu e se respiraba p or entonce s. La carencia de fechas en algunos de estos

d o c u m e n t o s n o s h a n o b l i g a d o a o r g a n i z a r l o s s e g ú n l o q u e s e d e s p r e n d e d e

su conten ido en re lac ión con la Ordenanza —también l lamada «reformación» —

de 1525.

2.  Para lo que sup on e el «m odelo militar» español y el amb iente político-bélic o de finales del

siglo XV y primeras décadas del siglo XVI, remitimos a QUATREFAGES, R.: La revolución militar.

El crisol español. M ad rid, 1997, y MARTÍNEZ RUIZ, E.: «Política y milicia en la Eu ro pa de C arlos V:

la Monarquía hispánica y sus Guardas». En CASTELLANO CASTELLANO, J. L. y SÁNCHEZ-MONTES

GONZÁLEZ, F. (co ord s.):  Carlos V. Europeísmo y Universalidad. Congreso Internacional, Granada,

mayo de 2000. Vol. II. Mad rid, 20 01, pp . 369-387.

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ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ

 Y

  MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES

UN AM BIENTE

 PARA

 UNA REFORMA MILITAR

I 9 3

Vamos a comen zar po r referirnos, en prim er lugar, a un  aviso que se presenta

a Carlos V y que precede con claridad a la O rde nan za en cuestión

3

. Dicho aviso

es una propuesta de reducción de efectivos de las Guardas, de lo que en ese

m om ent o costaban y los efectivos que tenían, así com o lo que la nueva planta de

las mismas supo ndría de ahorr o para las arcas reales. C om o veremos con p oste

rioridad , las cifras qu e se manejan en este do cum ento no parecen ser plen am ente

exactas, ya que difieren de las que se manejan en un memorial que estudiamos

después, que nos parece más fiable y preciso y de finalidad parecida a la de este

aviso,

 es decir, m ostra r el ahor ro logrado con la reforma. P ero la falta de exactitud

del aviso no le resta valor como precedente y como pionero en el camino de la

reforma que se planeaba.

Empieza señalando que la dotación existente era de 1.600 hombres de armas

y 1.000 jinetes, cuyo costo eran 128.000 y 48.000 ducados anuales, respectiva

mente. En cuanto a la dotación de efectivos, se propone una reducción de los

hom bres de armas, igualando su nú m ero al de los jinetes, que se m anten dría tal

y co m o estaba. Es decir, habría un total de 2.000 hom bres que se organizarían de

la forma siguiente: 6 compañías compuestas por 100 hombres de armas y 100

caballos ligeros, cada una ; lo que da un total de 1.200 h om bre s; y 8 comp añías de

50 hombres de armas y otros 50 caballos ligeros, o sea 800 hombres en total,

com pletan do así los 2.000. Estas compañías ten drían un a oficialidad com puesta

po r  1 capitán de caballos ligeros, 1 alférez,  1  teniente y  1  capitán de los hombres

de armas, que sería quien tendría el m and o de la unida d. Los capitanes estarían

facultados para recibir y despedir a los hom bres a sus órdenes, proc ura nd o tener

«buena gente».

En cua nto al arm am ent o, los caballos ligeros se han de arm ar «a la ligera, a la

estradiota o a la bastarda con lanzas estradiotas», de forma que en las compañías

con 100 hombres de armas, los 100 caballos ligeros se armarían de acuerdo con

la pr op or ci ón siguie nte: 60 a la estr adi ota , 30 a la jineta y 10 ball este ros; en el

ot ro tipo de comp añías, la pro po rció n sería 30 estradiotes, 15 jinetes y 5 balles

teros. Según esta distribución, los efectivos de las Guardas quedarían repar tidos

así:

  1.000 hombres de armas, con dos caballos cada uno, 600 estradiotes, 300

jinetes y 100 ballesteros. Organización que tendría la ventaja añadida de poder

utilizar, en caso de necesidad, las 1.000 monturas dobladas de los hombres

de armas.

3.  Se trata de la «Relación del aviso que se dio en Vitoria a Su Mag estad para po ne r ord en en

la gente de armas de las Guard as de C astilla para que Su Magestad pu eda ser servida y a meno s costa.

Lo qual es en la manera siguiente», Archivo General de Simancas (en adelante AGS),

  Guerra

Antigua,  leg. 1, fol. 166.

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ENRIQUE MARTINEZ RUIZ

 Y

 MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES

UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR

Los sue ldos que se les pagar ían a es tos hombres anualmente supondrían un

incremento respecto a los que perc ib ían en ese momento . Y as í , los 80 ducados

que venían percibiendo los hombres de armas, se convert i r ían en 100, con la obl i

gac ión de mantener dos buenos cabal los y un pa je o mozo que cu idara de e l los

y le l levase la lanza. Po r su parte , los cabal los ligeros verían có m o los 48 d uca dos

anuales que cada un o co brab a se conv er t i r ían en 70:

Assi que parece que su magestad ganaría en cada un año 82.000

4

 d. de los quales

se pod ría pagar el sueldo de 1.000 ynfan tes debaxo de un co rone l con tres vanderas

que montana 35.000 d. por año y a la artillería de su magestad se havria de

aum entar 12.000 d. demás de los

 8.000

 que de ordinario se pagan por que no bastan

los dichos

 8.000

 d. y devria se hazer de las dos artillias. Una y que siempre esto-

viese bien proveyda. Haziendose lo qual su magestad ternia mayor numero de

cauallos y mas holgados y paganse 12.000 ds. mas de lo que se solia dar para la

artillia. Y ahun quedan a su magestad pagado todo lo sobredicho 35.000 d. de lo

que se solia pagar de mas a las dichas guardas. De los quales dichos 35.000 d. se

havian de pagar los salarios de los capitanes de gen te darm as. Tenientes y alferezes

y tronp etas, que m ontan agora 20.000 d. por año sin los atabales. Los quales parece

que se devrian despedir, salvo al del capitán general. Y de esta manera no havria

necesidad de contadores de conpañias.

Lo s sueldos de los oficiales serían los siguientes: 600 ducad os pa ra los 6 capi

tanes de hombres de armas, lo que supondría un to ta l de 3 .600 ducados; los 6

tenientes y los 6 capi tanes de cabal los l igeros percibirían 200 ducados cada uno,

es decir , total izarían 2.400 ducados. Los 6 alféreces cobrarían 100 ducados por

cabeza, alcanzando 600 ducados. Los 8 capi tanes de cabal los l igeros, a 400

duca dos cada un o , supo ndr ían u n to ta l de 3 .200 duca dos; sus ten ien tes rec ib i rían

200 ducados y los alféreces, 100. Finalmente, «a los capi tanes de caual los l igeros

que se l laman en Flandes guidones» se pagarían 200 ducados a cada un o, m on tan do

el total 4.000.

En cuanto al personal subal terno, se contemplaba la existencia de 3 t rompetas

por compañía de 100 hombres de armas y 2 por compañía de 50 ind iv iduos . Es

dec i r , hab r í a 34 t rompe tas en l a s 14 compañ ías , que a 90 ducados cada una

suponen 3 .060 ducados en to ta l .

Sumando el costo de las plazas de oficiales y el de los t rompetas resul ta un

gasto por salarios de 16.860 ducados, salarios que hasta ahora cuestan 20.000

du cad os , es dec ir , se pr od uc e un ah or ro d e 3.140 ducad os «a l lende de los d ichos

a tabales y sa lar ios de contadores de compañías» .

4.

  En el docu me nto, las cant idades aparecen indicadas en num eración rom ana. N oso tros

hemos preferido utilizar la arábiga ante la imposibilidad de reflejar fielmente la grafía original.

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ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ  Y  MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES

UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR

I95

P e r o

  el

 a h o r r o ,

  en

 real idad,

  es

 m a y o r , c o m o o p o r t u n a m e n t e

  se

 señala

  en el

memor ia l :

De m anera que montan todos los salarios 16.860 d. los quales se ha n de quitar

de los  sobre dichos 35.000 que sobran de lo de las guardas y assi pagado to do

lo sobre dicho quedarían a provecho de su magestad 18.140 d.

El s igu ien te cu idado reco gido en el me mo r i a l e s la l impieza en las paga s, a fin

de qu e se reciba n por los in teresados «s in enga ño, rob o ni deso rden» . Pa ra cons e

gui r lo  se n o m b r a r í a  «un paga dor so lo que sea ho nb re suf ic ien te  y  seguro y que

n o  se  e n t r e m e t a  ni  tenga  que h a z e r  en  otra cosa  y las  pe rsonas  que el  d icho

pagador tou iere debaxo de si par a su ayuda que sean suyos y personas de recaudo,

fiables y por los quales responda » . Al pagad or, q ue daría las cuentas de su gest ión

u n a vez al a ñ o , se le asignaría un  salario de 1.000  ducados , «ahunque  no le den

agora t an to» ,  de  fo rma  que todavía qu edar ían 17 .140 duca dos ,  con los que el

emperado r pod r í a paga r  20  capi tanes ord inar ios  de  gente  de a pie los  cuales

cos t a r í an unos 3 .000 ducados anua le s ; t amb ién pod r í a paga r  10  capi tanes

a l emanes , a r a z ó n de 200 duca dos anuales cada un o , con un costo to ta l de 2.000

d u c a d o s , de m a n e r a que persist i r ía un a h o r r o  de  12.140 ducados.

Por o t ra par te , la guarda de p ie y de a cabal lo de la cor te , cuyo ma nten im iento

cuesta 6 .000 ducados ,

  se

  debería incluir

 en los

  200.000 ducados

  de la

  casa real

«po rque bas t a r í a pa ra t odo» ; y en c u a n t o a los 140 escope teros y a l aba rde ros de

la guardia

  de la

  re ina

  «se

 p o d r í a n p o n e r

  del

  n u m e r o

  de los mil

 ynfantes suso

dichos» .

Pe ro las preocup aciones económicas no se l imitan a los salarios que acabam os

de ver. Van  más allá:

Y para euitar y ganar el daño de los intereses de las dichas guardas y  para quitar

toda d esord en parece que seria necesario de concertar

 y

 dar un trance co n la gente

de armas de toda la deuda vieja que se les deue hasta com ienço de la sobre dicha

orden que aqui

 se

 da.

 La

 qual dicha deuda vieja

 se

 hauia

 de

 consignar

 en

 alguna

cosa extraordinaria y en lugar seguro y a luengos plazos, porqu e es de creer que

ellos serian contentos con menos de lo que se les deue dándoles la consignación

segura com o dicho es.

Y parece que seria bueno que se buscasen los dineros. De la prim era paga a inte

reses para pagar la dicha gente darm as el pagamiento de los tres meses primeros.

La qual paga primera  se hauia de començar  a hazer  en tiempo  que ya  ouiesen

cor rido tres meses las rentas consignadas p ara la paga de las dichas guardas y seria

bien que el tal dinero de

 la

 paga segunda de los tres meses la recibiese

 el

 pagador antes

del tiempo de la paga segunda

 y

 continuándose de esta manera

 y

 por este orde n su

magestad sino

 el

 interés

 de

 los tres meses prime ros ahunque durase dos

 mil

 años

las guardas. El  qual interés de los  dichos tres meses monta 6.000 ducados y su

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ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ  Y  MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES

UN AM BIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR

magestad se quitaría de todos estos intereses que paga agora de dos en dos meses

sin ser su magestad servido ni hauer causa para que porque el dicho interés da

causa a la desorden que hay en todo y a la comezón que se hace en los pueblos.

En definitiva, según estos cálculos, con lo que se ahorraría con la nueva organi

zación de las Gua rda s, se pod rían cub rir las otras necesidades y eliminar los intereses,

ahorrando e l emperador 12 .140 ducados , que podría emplear en o t ras cosas .

Los «capi tanes viejos» se mantendrían en sus cargos, «si no ay causa para los

despedir» y entre el los se repart i r ían la gente de armas, según las cifras estable

c idas . Igualmente , se ob l igar ía a los hombres de armas a «es tar b ien armados y

bien encaualgados y de t raer sus lanzas de hombres darmas guarnecidas como

de ue n y no a la estrad iota y que no sean obl igad os a t raer bar das ni cubiertas sino

a la vo l unt ad de cada uno» .

Lo s a lardes se rea l izarán cada t res meses y se apro vec hará n par a prep arar las

nóminas , es tando presentes e l veedor , e l pagador y e l cap i tán de la compañía ,

p lan teándose la posib i l idad de que como es t ímulo para la t ropa e l rey es tuv iese

presente en e l a la rde de mayo.

También se preveía un s i s tema de promoción o ascenso , a l es tab lecer que

cuando quedara vacante la p laza de un capi tán de compañía de c ien hombres de

armas, d icha vacante se cubr i r ía por un capi tán de las de c incuenta hombres y la

plaza de éste la ocuparía su teniente, que al dejar vacante la suya la ocuparía ,

según su capacidad, el al férez o el teniente de cabal los l igeros y a esta vacante

pasar ía «un hombre de los de la compañía que sepa la guerra y e l mas ydoneo y

que los cap i tanes es tén s iempre en sus compañías de sus honbres darmas, s ino

ouiere jus to inpedimiento o causa de es tar ausentes» .

El memoria l concluye con una especie de recapi tu lac ión o s ín tes i s sobre las

excelencias o venta jas de l s i s tema propuesto a lo la rgo de su conten ido , te rmi

nando con una f rase lap idar ia : «Si su magestad fuere seru ido de poner orden en

su casa y en sus conse jos gana ra o t ro t an to como en e s to t ro y se ra se ru ido y

a c o m p a ñ a d o m e j o r y m a s h o n r r a d a m e n t e » .

En def in i tiva , po de m os ver que es tamos a n te un tex to qu e pr op on e las claves

orgánicas y económicas de la re forma que se considera necesar ia . Dado que no

fue e l ún ico memoria l

5

  y como va s in fechar , no podemos saber e l g rado de

influencia real que pudiera tener en las medidas apl icadas en 1525. En cualquier

caso , es tá c la ro que su con ten id o m ues t ra una de las preo cup acion es pr inc ipa les

imperantes en e l p roceso .

5.  Vé ase , p o r ejem plo , QUATREFAGES:  Op. cit., pp . 281 y ss.

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ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ Y MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES

UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR

I97

Otras cuestiones importantes, como son el reclutamiento, la organización y

el régimen disciplinario de la gente de infantería, las enco ntram os en otro m em o

rial

6

, carente, por desgracia, de fecha, situado entre los documentos que anali

zamos, pero cuyo contenido no nos permite situarlo con garantías en este

con texto, ya que tiene algunos elementos que perm iten pensar q ue su elaboración

tuvo lugar en otros momentos más próximos a la consolidación de la

Ordenanza

7

, concretamente en 1511, cuando Fernando el Católico se une a la

Santa Liga y pr om ete enviar a Italia un n utr ido contingen te m ilitar, unos 10.000

hombres

8

, curiosamente el mismo número cuya recluta se propone en el docu

mento que vamos a analizar. Con independencia de la fecha de su realización, es

una buena muestra de las tendencias —o innovaciones— que se proponen en

relación con el reclutam iento y demás cuestiones que en él se aborda n.

El docu m ento pro po ne que el proceso de reclutamiento de 10.000 infantes se

inicie con la designación de una persona, qu e recorre ría todas las ciudades, villas y

ciudades con una patente general y con cartas para las autoridades municipales (sobre

to do para el corregidor y regidores), a las que se comunica el deseo real de levantar

10.000 infantes y q ue a yuden a la persona com isionada al efecto a realizar esta tarea.

En cada lugar, por un pregón general se convocará a todos los hijos de los

vecinos que estén entre los 20 y 35 años a hacer un alarde, donde un individuo

autorizado al efecto por una credencial elegirá «las personas que a él bien visto

fuere». Ese individuo llevará una carta firmada por el rey, que lo acreditará y

tend rá en cuenta a la ho ra de elegir, que deberá prescin dir de aquellos que p osean

una hacienda superior a un determinado límite y que los elegidos deben ser

solteros, quedan do asentados ante escribano y au toridades locales.

La persona elegida cobrará 10 ducados y se le pagará una d oblad ura p ara u n

tam bor; deberá conocer la O rden anz a y encargarse todos los doming os y fiestas

principales del año de sacar al cam po y ejercitar a los reclutad os, que deb en saber

que habrá un a pena para el que no acuda a la instrucción, pena que el corregidor

se encargará de que se cum pla; «y si esto se acostu m bra en España , sera en m ano

de su alteza ser señor del mundo».

6. «La mane ra que se ha de tener para hazer la gente de orden anza en estos reinos de Castilla»,

A G S ,  Guerra Antigua,

  leg. 1, fols. 167 y ss.

7. Algo que Qu atrefages, en su ya citada obra, sitúa en 1504: «Fue por tanto en 1504 cuando

se institucionalizó de forma efectiva la gente de ordenanza, es decir, la nueva infantería», p. 228.

8. H ay razon es para dud ar que po r entonces se llevara a efecto un reclutam iento de tal enver

gadura. El mismo Quatrefages, a cuya obra recurrimos otra vez, escribe sobre el particular: « Dud amo s

de un reclutam iento tan masivo, habida cuenta de las sangrías anteriores. Na tura lm ent e Na va rro fue

el jefe de toda la infanter ía esp añola. Poco después del com ienz o de las ope racion es, a pr im ero s

de 1512 se decidió retirar de Oran todas las tropas disponibles, para reforzar el ejército de la liga

limitan do a la vez los reclutamien tos y los costes».

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198

ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ  Y MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES

UN AM BIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR

Se hará n

  dos

  alardes anuales antes

  las

 au to r idades munic ipa les

 y la

 per sona

encargada , com pro ban do qu ién fa lt a

 y

 las razon es

 de

 las ausencias , su s t i tuy end o

a los m u e r to s  o  idos por  o t r o s m o z o s  a los que se en t regarán  las armas  de los

ausentes , dando cuenta a sus padres o par ientes más cercanos al reg im ien to .

Los r ec lu tados ,

 en un

 p l a z o

  de

  tres días

 a

 par t i r

 del que

 recibieran

  el

 aviso,

h a n de estar d ispue s tos  a salir hacia do nd e el rey los reclame y al par t i r , los regi

dores  y  personas des ignadas  por el  monarca ano ta rán  las  señas  de  cada uno

n o m b r e s y  fil iación, f irmando ante un escr ibano , que dará fe del alarde y por el

alarde se justificará la paga . Al que deser tare pos ter iorm ente , si es cap tura do «sera

pasado  por las picas en la o r d e n a n z a  en la tal c iudad» , dond e fuere cap tu rad o y

a

 su

 cos ta el regimiento n om bra rá

 a

 otr o para estar s iempre

 al

 c o m p l e t o

 el

 n ú m e r o

de soldados .

De los 10.000 hombres previstos, 1.500 serán escopeteros, a los que se abonará

un ducado anua l y  dos reales me nsuales m ás que los dem ás, ejercitán dose en t irar

con  sus armas . No  habrá cabos  de  escuadra , s ino «una compañía  de tan tos en

t a n t o s ni a de  aver alférez sino por sus m ér i tos».

E n  la pres tac ión  del servicio, no p o d r á n  ser sus t i tu idos  por  nadie salvo en

casos  de  enfe rmedad g rave , p rocurando buscar  al sus t i tu to  en el reg imien to , al

q u e se darán p res tadas las armas del enfe rmo, el cual en cuan to r ecupere la salud,

volverá

 al

 se rvic io q ued and o

 el

 sus t i tu to

 en

 l iber tad

 de

 marchar se

 a

 don de qu ie ra

si no es necesario en el ejército. Los  sus t i tu tos tendrán que conocer la  O r d e n a n z a

y jurar su c u m p l i m i e n t o .

A d e m á s , c u a n d o  la tro pa salga a alguna jornad a, sus indiv iduos confesarán y

c o m u l g a r á n t o d o s

  y

  h a r á n

  el

 v o t o

  de

  servir

  al rey

  l e a lm e n t e , r e p r e n d e r á n

  a

«los que r e n e g a r e n y h a c e r  a a l g u n o s un  rec io cas t igo para  sea e x e m p l o »  y se

c o m p r o m e t e r á n  a:

Guardar  las  yglesias  do  estubiere  el  Santo Sacramento  que  ningún robo ny

desonestidad

 en

 ellas se aga

 y

 en las otras do

 no

 estub iere el Santo Sacramento que

ni  le pongan fuego ny duerman ninguno con su muger en ellas.

Guardaran

  las

 honrras

  de las

 mugeres

  asy no las

  hazer merca... como ninguna

desonestidad.

Que morirán todos juntos y no volverán por  ningún peligro  que les venga las

espaldas a los enemigos y que el que lo cometiere hazer que los otro s sean obligados

a le matar hermano a hermano y capitán a com pañero y compañero a capitán.

El ab an do no del ejército s in licencia del rey,

 es

 decir,

 la

 deserción,

 se

 castigaba

c o n  la p e n a de ser pasado

  por

  las picas,  la m i sm a p e n a que se i m p o n í a a los que

en los a l a rd e s a c t u a r a n f ra u d u l e n t a m e n t e , b i e n p r e s e n t á n d o s e  en más de una

compañía , b ien en lugar de un com pañ ero , cas t igándose le  por «f raudador  de la

h o n r r a

  de

 t o d o s

 y del

 servicio

 de su

  al teza», máxime

  si

 t e n e m o s

  en

 cuen ta

 que

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud his. H.

a

  mod. 21 pp. 191-216

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7/21/2019 Enrique Martínez Ruiz - Un ambiente para una reforma militar...

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ENRIQUE MARTINEZ RUIZ Y MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES

UN AMBIENTE

 PARA

 UNA REFORMA MILITAR

I99

nadie podía t ras ladarse

 de una

 capi tanía

  a

  otra . También ser ían pasados

  por las

picas los que hablasen con el e n e m i g o  sin p e r m i s o del capi tán general . El  a b a n

d o n o de los pu es tos de guardia se penal izaba la pr im era vez con «seys es t ropad as

de cuerda» y la reincidencia , con ser p a s a d o por las picas . Igualm ente  se p e n a b a

co n las picas a qu ien no ayudara a «vandera capi tana ni c o m p a ñ e r o » . Con «seys

es t ropadas de cuerda» se castigaría a los que no cumpl ie ran con la ob l igac ión de

do rm ir todas las noches  en las estancias destin adas al efecto, estancias que estarán

«junto  con su vandera» .

U na pe na más dura, ser hech o cuartos po r ser considerado traidor, se im pon dría

a los que se enterara n

 y no

 los denunciara n

 al

 capitán general que entre ellos había

ind iv iduos in t r igando para hacer les abandonar  el  servicio real  y  p o n e r l o s  al

servicio

 de

 otro pr íncipe. Ser hecho cuar tos era tamb ién

 el

 castigo

 que se

 aplicaría

a los que tuvieran not ic ias de un m o t í n  o de la presencia  de a l b o r o t a d o r e s y no

lo pus ieran  en c o n o c i m i e n t o  del cap itán general .

O t ro p rob lema que

 el

 escri to a bordaba con de tenimiento

 era el de

 las p end en

cias y  rencil las entre  los so ldados y  así, los que se e n z a r z a r a n en una pelea reci

bir ían «seys estropadas

 de

 cuerda», sa lvo qu e

 la

 culpa

 de

 u no fuera tan man ifiesta

que l iberara al o t r o y  nadie in tervendr ía  a favor  de a lguno de los  c o n t e n d i e n t e s

n i deber ía s epara r los mien t ras r iñe ran , s a lvo el cap i tán o el a lguac i l , a los que

d e b í a n o b e d e c e r — a u n q u e  no  fueran  de su  c o m p a ñ í a —  los que se  pe learan ,

que que dar ían presos has ta e l m om en to

 de

 ser prese ntad os a la justicia.

 En

 cam bio ,

si  uno atacaba a o t r o a t ra ic ión, ser ía pas ado por las pic as.

E n la mism a línea de garantizar la pa z y la t ranqui l idad in terna y  externa están

otras previs iones , com o cas t igar

 con

 pasar lo

 por

 las pica s

 al

 que tom are cosas

 en

los pue blos s in pagar las , «po rque es to t rae muc hos inconv enientes». Ig ualm ente ,

n inguno l levará

 o

  tendrá

 a una

 pros t i tu ta com o mujer,

  so

 pena

 de que se le den

los consabidos seis tratos  de cuerda ,  «le desposean  a el y a ella de t o d o c u a n t o

tuvieren  y les desp idan de la o r d e n a n z a y a su cos ta en tren el c o r r e g i d o r y  reg i

dores a o t r o  en su lugar».

Los p rob lemas

  que el

 juego or ig inaba

  en la

  convivencia es taban presentes

 a

la hora

  de

 redac ta r

  el

 d o c u m e n t o , p u e s

 en él

 leemos

  que

 nad ie pod rá ven der

 ni

jugarse sus armas , ya q u e el que lo hiciere será obl igad o a  comprar o t r as ; por su

p a r t e ,

  el

  c o m p r a d o r

  las

 p e r d e r á

  y si no es

  c o m p a ñ e r o

  del

 ven ded or r ec ib ir á ,

a d e m á s , c i e n a z o t e s . Y es que el j u e g o  era s i e m p r e  una p o t e n c i a l f u e n t e  de

conf l ic tos , por eso se establecía que «n ingun o pue da jugar si no en las estancias

de sus capi tanes  so p e n a que p ie rda  los d ineros y le den seys t ra to s de c u e r d a y

q u e el capi tán tenga a yuda de en t re su gente y que no p u e d a d o r m i r  si no  d o n d e

es tubiere su gente , so pena que p ie rda la capi tanía y q u e no pued a tener su lugar

ten ien te si no  es tando enfe rmo» .  Esa misma pena  de 6 t r a tos  de cuerd a ser ía el

castigo

 de los que

 tuvieran naipes

 o

  dados falsos.

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2

ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ  Y MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES

UN AM BIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR

Pues bien, lo dicho hasta aquí es «lo que ellos an de jurar y cumplir so las

penas sobre dichas, las quales sean de esecutar sin remisión alguna». Por otra

par te , «lo que su al teza a de m an dar cum plir y a sentar co n el los es esto»:

Primeramente a les de mandar dar de acostamiento en cada un año un ducado y

las libertades siguientes.

Q ua nd o los llamaren a se les de dar la paga ordinaria que se suele dar a la gente que

su alteza suele traer en sus exerçitos y esta se a de hazer el dia que hizieren la

segunda jornada de sus casas por que si se la dan antes que partan dexanla to da a sus

mugeres y en sus casas,

que no paguen moneda forera.

que no les den huespedes y que no les den ropa de sus casas,

que puedan traer armas.

que en quanto estubieren en la guerra no les puedan poner pleyto a ellos ni a sus

mugeres ni bienes asta que vengan.

que no paguen sello ni otro ningu no derecho que a su alteza pertenesca de ninguna

merced que se les aga.

que el que muriere y dexare hijo de hedad conbenible entre en lugar de su padre

y goce de las libertades suso dichas.

si algo se les quedare deviendo acabada la guerra desde agora se a de obligar el regi

miento que llevando ellos librança de los oficiales del sueldo y licencia del capitán

general de les pagar de las rentas de su Alteza y desde luego se a de dar facultad al

dicho regimiento y mandarles que prometan y cumplan asy por que por

ninguna manera puedan poner cabsa ni achaque para no servir.

M ientras tanto , la prim era g uerra entre Francisco I y Carlos V estaba dejando

sent ir sus efectos, tanto más sensibles cuanto más nos aproximamos a 1525, en

particular en el ejército de Italia, donde los atrasos en las pagas eran espectacu

lares y d i f icu l taban los remedios , lo que nos permi te comprender la omnipre-

sencia de la cuest ión ahorro, la obsesión por disminuir el costo que encontramos

en la mayoría de los documentos relacionados con esta cuest ión. En semejante

tesi tura, el emperador se decide, después de la victoria en Pavía, a disminuir los

costos de l e jé rc ito de l in ter ior de la pen ínsu la Ibér ica re f orm an do la cabal le ría

de las Guardas

9

.

Unos cuarenta días después de la victoria de Pavía, en abril , veía la luz la

Ordenanza de 1525

10

, com puesta po r 82 artículos precedidos de un c orto p reá m bu lo,

9. Para po rm en or iza r en ese pr oc es o, QUATREFAGES:

 Op. cit.,

 pp. 273 y ss.

10.  Qua trefages la estudia en su tantas veces citada obra, pp. 290 y ss.; ejemplares d e la misma

se conservan en el Archivo General de Simancas, tanto en  Consejos suprimidos,  1.

a

 serie, leg. 1, com o

en   Contaduría del Sueldo,  Serie 2.

a

, leg. 1. Igualmente en el Servicio Histórico Militar. Colección

Aparici. Microfilm n.° 3. Do cu m ent o 1402, pp . 310-333.

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, his., H .

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ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ

 Y

 MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES

UN A MBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR

2 0 I

con la que se iban a cons ol idar algunas si tuaciones de he cho , co m o los estradio tes

y el veedor general , existente desde hacía años. Se del imitaba la si tuación de los

capi tanes y sus tenientes, así como las funciones de veedores y contadores; se

reform aba el régim en de con cesión de las l icencias, mie ntras se man tenía casi igual

el régimen establecido en la Ordenanza de 1503 para las disposiciones sobre las

pagas .

  Una de sus grandes novedades fue la integración de la infantería , que por

primera vez aparece en las ordenanzas mil i tares de manera oficial

11

.

En e l mismo año de la Ordenanza de 1525 empiezan a hacerse las eva lua

c iones consiguien tes , a l t i em po qu e se m ant ien e e l esp í r i tu de mejora do m ina nte

en todo e l p roceso reformis ta . De los documentos generados en es te sen t ido

merece la pena des tacar e l memoria l a l que nos hemos refer ido a l comienzo de

es tas páginas , que es una especie de ba lance eco nóm ico de l ah orr o que s upo ne la

ap l icac ión de refer ida medida , en comparac ión con lo que las Guardas cos taban

an tes de l a re fo rma . Documen to

1 2

  de gran in terés por la prec is ión de su conte

n i d o ,

  que const i tuye la mejor exposición del estado orgánico de las Guardas antes

y después de la Ordenanza de ese año . En c ier to modo, es te documento es e l

cont rapunto o corre la to de l que hemos anal izado en pr imer lugar a l comienzo de

estas páginas.

Para la com parac ión d e ambas situaciones —el antes y el después d e las Gu ard as,

podríamos dec i r— hemos optado por re f le ja r su conten ido en dos co lumnas en

las que podemos ver los diversos elementos en juego, su costo antes de la reforma

y a lo que quedan reducidos con e l ahorro consiguien te . Hemos encarado las

part idas similares y entrecomil lamos las frases o aclaraciones que nos han pare

c i d o e s p e c i a l m e n t e s i g n i f i c a t i v a s p a r a l a m e j o r v a l o r a c i ó n d e d i c h a s c i f r a s .

La lec tura de l documento hace pensar que es de 1525 aunque en su conten ido ,

11 .  José Contrera s Gay, en un sugerente ar tículo don de se cuest iona la oportu nidad y val idez

de la denomin ada  revolución militar,  señala la significación de la Or de na nz a d e 1525, así com o la de

1551,

  indicando al respecto «la importancia, a mi juicio, de las ordenanzas de 1525 y 1551 estriba

no sólo en que abarcan el marco del reinado de Carlos V... sino también por su carácter general. . .».

La Ordenanza de 1525 respondía a la necesidad de poner orden en las Guardas después de la

grave situación por la que había atravesado la Coro na de Castilla duran te la rebelión de las C om unid ade s

y las acciones militares emprendidas en Italia, Magreb y contra Francia.. .

La Or den anz a de 13 de junio de 1551 respondía a otro contexto his tór ico mu y diferente de la

anterio r reforma: la amenaza creciente de turcos y berb eriscos en el Mediterráne o occidental. . .». Vid.

CONTRERAS GAY, J.: «El sistema militar carolino en los reinos de E spaña» . En El Emperador Carlos

V y su tiempo.  Sevilla, 2000, pp . 346, 347 y 348.

12.

  Titu lado «M emo rial de la gente de guardas y gasto antes de la reforma que se hizo a prin

cipios de 1525 y la gente y gasto que hay despu és», se encu entra en  Guerra Antigua,  leg. 1, fol. 110

y es de 1525. Las discrepancias en las cifras se mantienen, aunque no son grandes y se mueven en

parámetros muy próximos. Pueden compararse con las que ofrece Quatrefages, en su ya citada obra,

en particu lar los de la p. 289.

© Ediciones Universidad de Salamanca

Stud, his., H.

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2 2

ENRIQUE MARTINEZ RUIZ Y MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES

UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR

co m o o po rtu na m en te se recoge al referir las cifras g lobales, se habla del año 1526.

Ello puede indicar dos cosas, que el escri to es de tal fecha o que su redactor ha

hecho el cálculo del importe de los intereses en ese año y lo ant icipa para cono

c imiento de aquel los a qu ienes va des t inado e l memoria l . Veamos su conten ido:

ANTES

1.850 HO MB RES DE ARMAS: 80 DU CA DO S C/U

AL AÑO = 144 .000 DUC ADOS O 55 C UENTOS Y

500.000 M ARAV EDÍS.

DESPUÉS

1.020 HOMBRES DE ARMAS, INCLUIDA LA CAPI

TANÍA DE MARTÍN DE CÓRDOBA, DE 40 LANZAS,

EN VEZ DE LOS 40 JINETES QU E TEN ÍA, CU YOS

SUELDOS AL AÑO MONTAN 81.600 DUCADOS O 30

CU EN TO S Y 600.000 MARAVEDÍS.

1 .122 JINETES, ESTRADIOTES, ESCOPETEROS Y

BALLESTEROS A CABALLO, DE LOS QUE 840 SON

DOB LAD OS Y EL R ESTO SENC ILLO, QUE C OB R AN

54.150 DUCADOS Y 150 MARAVEDÍS O 20 CUENTOS

206.300 M ARAV EDÍS.

640 JINETES, 400 DE ELLOS SENCILLOS Y 200

DOBLADOS, QUE COBRAN 28.337 DUCADOS O 10

CU EN TO S Y 626.400 MARAVEDÍS.

VENTAJAS DE 26 ALFÉRECES DE OTRAS TANTAS

C A P I T A N Í A S D E H O M B R E S D E A R M AS A 8

DUC ADOS O  3.000 MARAVEDÍS AL AÑ O C/U .

26 CONTADORES DE LAS 26 CAPITANÍAS, A 13

D U C A D O S Y 1 25 M A R A V E D Í S C / U O 5 0 0 . 00 0

MARAVEDÍS.

VENTAJAS D E 27 ALFÉRE CES DE 27 CAPITA NÍAS DE

JINETES A RAZÓN DE 10.000 MARAVEDÍS ANUALES

C/U. QU E SUBEN A 26 DUC AD OS Y 66 MARAVEDÍS.

27 CONTADORES DE LAS COMPAÑÍAS DE JINETES

A 11.800 MARAVEDÍS ANUA LES C /U, Q UE SUMA N 31

DUCADOS Y 175 MARAVEDÍS.

VENTAJAS DE ALFÉR EC ES Y C ONTADOR ES Y

O T R O S O F IC I O S - C O M O SE I N D I C A E N E L M E M O

R IAL PR EVIO A LA R E FO R M A- 3.641 DUC AD OS Y

37 MARAVEDÍS O 1 CUENTO Y 365.600 MARAVEDÍS

( I N C L U Y E N D O E L S A L A R I O D E A N T O N I O D E

BAEZA).

E N  TOTAL 1.543 DU CA DO S O 578.600 MARAVEDÍS

SALARIO D EL PA GADO R D E LAS GUARD AS: 600

DUCADOS O 225.000 MARAVEDÍS.

SALARIO DE GARCÍA ALONSO G ARCÍA DE ULLOA,

VEEDOR GENERAL: 100.000 MARAVEDÍS ANUALES

O 266 DUC AD OS Y 66 MARAVEDÍS.

SALAR IO DEL ALC AIDE (O ALC ALDE) DE LAS

GUA RDA S: 120.000 MARAVEDÍS O 320 D UC AD OS

SALARIO DE DOS VEEDORES DE GUARDAS: 50.000

MARAVEDÍS O 266 DUCA DO S Y 66 MARAVEDÍS.

SALARIO DE DOS OFICIALES DEL SUELDO: 60.000

MARAVEDÍS C/U O 320 DUCA DOS .

SALAR IO DEL TENIENTE DEL VEEDOR GENER AL:

26 DUCADOS Y 62 MARAVEDÍS POR SU LANZA Y

10.000 MARAVEDÍS DE AYU DA D E COSTA.

SALAR IO DE PEDR O DE LA C UER VA, VEEDOR

GENERAL, 200.000 MARAVEDÍS, QUE SON 533

DUC AD OS Y125 MARAVEDÍS (PERO N O

 SE

 LE PAGAN

POR QUE AHOR A NO SIR VE DIC HO OFIC IO) .

SALAR IO DEL ALGUAC IL DE LAS GUAR DAS,

A L O N S O D E Á V I L A , 1 2 . 0 0 0 M A R A V E D Í S O 3 2

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, his . , H .

a

  m od. , 21 , pp . 191-216

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ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ

 Y

 MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES

UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR

2O3

DUC ADO S POR SU LANZA Y AYUDA DE COSTA.

EN TOTAL: 687.000 MARAVEDÍS O 1.832 DU CA DO S

SALARIOS DE 40 CAPITANES QUE SE PAGABAN

AUNQUE NO RESIDIERAN CON SU GENTE: 22.578

DUC ADO S Y 66 MARAVEDÍS.

S A L A R I O D E A L O N S O D E B A E Z A « D E L A

C OB R ANZA DEL DINER O DE LAS GUAR DAS»:

100.000 MARAVEDÍS ANU ALE S O 266 DUC AD OS Y 66

MARAVEDÍS.

S U P O N Í A N E S T A S P A R T I D A S A N T E S D E L A

REFORMA 85 CUENTOS Y 639.000 MARAVEDÍS O

228.370 DUC AD OS Y 75 MARAV EDÍS.

LOS SALARIOS DE LOS CAPITANES DE LA GENTE

DE AR MAS Y J INETES MO NTA N 8 C UEN TOS Y

333.000 MARAVEDÍS, A LOS QUE HAY QUE SUMAR

LOS 900.000 MARAVEDÍS DEL ADELANTADO DE

GR ANADA, MAR QUÉS DE VILLAFR ANC A Y D.

A N T O N I O M A N R I Q U E , Q U E S O N E N T O T A L 9

CUE NT OS Y 233.000 MARAVEDÍS, PERO N O SE LIBRA

EL SUELDO A LOS 22 QUE NO R ESIDEN C ON SU

G E N T E , S A L V O L O S C A S O S D E L M A R Q U É S

D E D E N I A Y ¿ D . J U A N O D I E G O ? H U R T A D O D E

MENDOZA, AUTOR IZADOS POR C ÉDULA R EAL.

TAMPOCO SE LIBRA EL SUELDO DE LOS 22

TENIENTES QUE NO R ESIDEN, DE FOR MA QUE A

80 DUC ADOS POR C ADA TENIENTE «UNOS C ON

OTR OS PODR A MONTAR C ADA AÑO» 4 C UENTOS

Y 331.000 MARAV EDÍS PO C O M ÁS O ME NO S, O 11.700

DUC ADOS.

SUELD O DE LOS 1.000 SOLD ADOS D E INFANTER ÍA:

1.012 MARAVEDÍS MENSUALES C/U, LO QUE AL

AÑ O SU PON E 12 CU EN TO S Y 150.000 MARAVEDÍS O

32.400 DUC AD OS .

TRES ALFÉRECES, TRES PÍFANOS, TRES TAMBORES

Y C UAR ENTA C AB OS DE ESC UADR A, SON 49

VENTAJAS A 1.012 MARAVEDÍS CADA UN A AL MES

POR PAGA DOBLE G AN AN DO ADEMÁS LAS SENCI

LLAS,

  POR LO QUE AL MES SUPONEN 49.612

MARAVEDÍS O 132 DUCADOS Y 112 MARAVEDÍS Y

AL AÑO 595.350 MARAVEDÍS O 1.587 DUCADOS Y 37

MARAVEDÍS.

EL CORONEL DE ESTA INFANTERÍA COBRA 200.000

MAR AVEDÍS ANUALES, O 533 DUC ADOS Y 125

MARAVEDÍS.

EL ALCALDE DE LA INFANTERÍA COBRA 50.000

MARAVEDÍS ANUALES, ES DECIR 133 DUCADOS Y

125 M ARAVED ÍS.

DOS CONTADORES DE LA INFANTERÍA, A 50.000

MARAVEDÍS AL AÑ O C/U, 267 DU CA DO S Y 62

MARAVEDÍS.

LA PAGA DEL MAESTRE DE CAMPO ES DE 30.000

MARAVEDÍS O 80 DUCA DOS .

EL SUELDO DE DOS SARGENTOS, «QUE GANAN

PAGAS DOBLES», A 24.000 MARAVEDÍS POR A Ñ O, O

64 DUCADOS Y 112 MARAVEDÍS, LO QUE GANA

CADA U NO , EN CO NJ UN TO , 486.600 MARAVEDÍS O

129 DUC AD OS Y 37 MARAVEDÍS.

TRES ALGUACILES A  5 DUC AD OS MENSUALES C /U

SON 180 DUCADOS AL AÑO.

S A L A R I O S D E L O S 1 . 0 0 0 I N F A N T E S , C O N S U

CORONEL Y OFICIALES: 13 CUENTOS Y 241.000

MARAVEDÍS O 35.310 DUCADOS AL AÑO.

TODO ELLO MONTA 496.100 MARAVEDÍS O 1.327

D U C A D O S .

LOS 50 ALABARDEROS DE LA GUARDIA DE LA

REINA COBRAN 900 MARAVEDÍS C/U AL MES, ES

DECIR, 2 DUCADOS Y 150 MARAVEDÍS, LO QUE

MONTA UN TOTAL ANUAL POR TODOS DE 540.000

LA GUARDIA DE LA REINA «NTRA. SRA. COMO

ESTÁ D ICH O» , 662.400 MARAVEDÍS O 1.766 D UC AD OS

Y 150 MARAV EDÍS.

© Ediciones Unive rsidad de Salamanca Stud, his., H .

a

  m od. , 21 , pp . 191-216

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2 4

ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ Y MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES

UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR

MARAVEDÍS, QUE SON 1.440 DUCADOS.

E L S A L A R I O D E L C A P I T Á N E S D E 5 0 . 0 0 0

MARAVEDÍS AL AÑO, O SEA 133 DUCADOS Y 125

MARAVEDÍS.

EL DEL CONTADOR ES DE 40.000 MARAVEDÍS

ANUALES O

 106

 DUC ADOS Y

 62

 MARAVEDÍS AL AÑ O.

EL ALFÉREZ Y DOS CABOS DE ESCUADRA, CON

VENTAJAS Y PAGAS DOBLES A 10.800 MARAVEDÍS

AL AÑO CADA UNO Y LAS PAGAS SENCILLAS A

32.400 MARAVEDÍS POR LOS TRES, EN DUCADOS

SO N 86 Y 150 MAR AVED ÍS.

EN TOTAL SUPONEN 662.400 MARAVEDÍS O 1.766

DU CA DO S Y 150 MARAVEDÍS.

LA GUAR DIA ESPAÑOLA DEL R EY A PIE Y A

C AB ALLO, SUPONE UN C OSTO DE 2 C UENTOS Y

352.000 MARAVEDÍS O 6.272 DUCADOS («NO SE

PON E AQU Í PAR TIC ULAR MENTE EL SALAR IO DEL

CAPITÁ N Y LA GEN TE Y LAS VENTAJAS DE ELLAS

POR QUE SU ASIENTO NI LIB R ANZA NO VA POR

LOS LIB R OS DE LA C ONTADUR ÍA SALVO QUE

A L O N S O D E B A E Z A D I C E Q U E M O N T A E S T O

CAD A A ÑO 101 CU EN TO S 894.850 MARAVEDÍS»).

LA GUAR DIA ESPAÑOLA DEL R EY A PIE Y A

CABA LLO, 2 CU EN TO S Y 352.000 MARAVEDÍS O 6.272

DUC ADOS.

LA AR TILLER ÍA O R DINA R IA C UESTA 3 C UEN TOS,

Q U E S O N  8.000  DUCADOS, DE LOS CUALES SE

PAGAN:

AL CAPITÁN PRINCIPAL , 2.000 DU CAD OS AN UALES.

A SU TEN IEN TE, 50.000 MARAVEDÍS O 133 DUC AD OS

Y 125 MARAVEDÍS.

AL CO NT AD OR , 60.000 MARAVEDÍS O  160 DUC ADOS.

«Y LO QUE GANA CADA ARTILLERO Y EL PAGADOR

DE LA AR TILLER ÍA Y LOS MAYOR DOMOS Y EL

ALGUAC IL DE ELLA, NO SE PONE AQUÍ POR QUE

SERÍA MUY LARGO Y PORQUE LOS ARTILLEROS

GANAN DIVERSOS PRECIOS».

LA AR TILLER ÍA OR DINAR IA, 3 C UENTOS O   8.000

D U C A D O S .

LOS PEONES DE LA ALHAMB R A DE GR ANADA Y

DE LA ALCAZABA DE ALMERÍA «CON CIERTOS

ARTILLEROS Y CIERTOS SALARIOS DE CRISTIANOS

NUEVOS». SUPONE N 2 C UEN TOS «QUE SE PAGAN

E N L A C O N S I G N A C I Ó N D E L A S G U A R D A S Y

M O N T A N

  5.333

  DUCADOS Y 125 MARAVEDÍS Y EN

T O D O S

  1

 CU EN TO Y 500.000 MARAVEDÍS, QUE SON

4.000 DUCADOS».

«SE SOLÍAN LIBRAR ANTES DE LA REFORMA A

L O S C A P I T A N E S Q U E T I E N E N S U G E N T E E N

ITALIA, QUE SON EL ADELAN TADO DE G R ANADA

Y E L M A R Q U É S D E V I L L A F R A N C A Y D O N

AN TO NIO MAN R IQUE SIN GENTE, QUE MONTAB A

EN TODOS TRES 900.000 MARAVEDÍS A RAZÓN DE

300.000 POR AÑO A CADA UNO, QUE SON 2.400

DUC ADOS» .

«30 CAPITANES ORDINARIOS DE INFANTERÍA EN

LOS QUE ENTR A N LOS DE LA INFANTER ÍA OR DI

NAR IA A RAZÓ N D E 50.000 MARAVEDÍS POR A ÑO A

C A D A U N O , Q U E M O N T A E N D U C A D O S » . E L

SA LA R IO ANU AL DE C /U 133 DU C A DO S Y 125

MARAVEDÍS Y EN TOTA L TO DO S ELLOS  1 C U E N T O

Y 500.000 MARAVEDÍS, ES DEC IR 4.000 D UC AD OS .

LOS PEONES DE LA ALHAMB R A DE GR ANADA Y

DE LA ALCAZABA DE ALMERÍA «CON CIERTOS

C ONVER TIDOS C OMO ESTÁ DIC HO», 2 C UENTOS

O 5.333 DUC ADO S Y 125 MARAVEDÍS.

«30 CAPITANES ORDIN ARIO S DE INFANTERÍA QUE

M O N T A N

  1

  CUENTO 500.000 MARAVEDÍS, QUE SON

400 .000 DUC ADOS, PER O ALGUNOS ESTÁN   E N

ITALIA QUE SE PAGAN ALLÁ Y LOS QUE SIRVEN

A C Á P O D R Á N M O N T A R 1 C U E N T O Y 3 00 .0 00

M A R A V E D Í S , Q U E S O N 3 . 4 6 6 D U C A D O S Y 6 2

MARAVEDÍS».

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, his . , H .

a

  m od. , 2 1 , pp . 191-216

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ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ

 Y

 MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES

UN AM BIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR

2 O 5

L O S N U E V E E S C U D E R O S DE F U E N T E R R A B Í A

COBRAN 14 . 400 MARAVEDÍS ANUALES C/U, ES

D E C I R 3 9 D U C A D O S Y E L C O S T E A N U A L D E

TODOS ELLOS ES DE 130.000 MARAVEDÍS O 346

DU CA DO S Y 62 MARAVEDÍS.

«INTERESES DE PAGA DE GUARDAS DEL AÑO DE

1523 Y DE F ORMA P ARECIDA F UE RON LOS OTRO S

Ε LOS

 AÑOS ANTER IORES Y ADELAN TE HAS TA LA

REF ORMA QUE S ON

 2

 QU EN TO S, 800.000 MARAVEDÍS

QU E SO N 7.462 DU CA DO S Y 62 MRS».

TREINTA Y DOS P EONES DE G ALICIA, ADEMÁS DE

LAS CUARENTA LANZAS QUE ALLÍ EXIS TEN,

C O B R A C A D A U N O 2 D U C A D O S Y M E D I O

MENSUALES, LO QUE MONTA 157.000 MARAVEDÍS

O 420 DUC ADO S .

«ASÍ QUE MONTA TO DO LO QUE SE GASTABA EN

GUARDAS Y EN M IEM BROS QUE AND ABA N CO N

ELLAS ANTES DE LA REFORM ACIÓN 112 QUE NTO S

382.350 MRS. Y EN DU CA DO S 299.686 Y 112 MRS».

L O S N U E V E E S C U D E R O S D E F U E N T E R R A B Í A

130.000 MARAVEDÍS, QUE SON 346 DUCADOS Y 62

MARAVEDÍS.

« D E I N T E R É S D E E S T E D I N E R O A R A Z Ó N D E L O

QU E CO STÓ LOS AÑO S DE 1525 Y 1526, 3 QUE NT OS ,

600.000 MRS. QUE SON 9.600 DUCADOS»

1 3

.

C A T O R C E P E O N E S D E G A L I C I A , S U P O N E N 4 2 0

DUCADOS O 157.000 MARAVEDÍS.

D. MARTIN DE CORDOBA, CAP ITÁN GENERAL DE

NAVARRA TIENE UN SALARIO DE 4.000 DUCADOS

O   1 CU EN TO , 500.000 M ARAVEDÍS.

SAN CHO MARTÍNEZ DE LEIVA, CAPITÁN GENERA L

DE GUIPÚZCOA, COBRA 200.000 MARAVEDÍS O 533

D U C A D O S Y 1 25 M A R A V E D Í S Y S E L E P A G A

ADEMÁS LA TENE NCIA DE F UENTERR ABÍA.

«POR MANERA QUE EL GASTO QUE AHORA SE

TIENE CO N LAS GUAR DAS Y LOS MIEMBROS Q UE

ANDAN CON ELLAS ES DE 75 QUENTOS 255.350

MRS. QUE SON 200.680 DU CA DO S Y 125 MRS».

H asta aquí el con ten id o de l mem oria l . De su es tud io se desp rend e , e fect iva

m ente , la existencia de un a racional izació n en el gasto, en do nd e los afectados son

princ ipa lmente los hombres de armas y los j ine tes , que quedan reducidos cas i a

la mitad; mientras que la infantería , las guarniciones de la Alhambra y de la

Alcaz aba de Alm ería, así co m o las guardas del rey y de la reina se qu ed aba n p rác

t icamente como es taban .

Po r lo dem ás, tod o parece ind icar que la re forma im puesta por la O rd en an za

de 1525 se producía en un ambiente de clara aceptación y apoyo de la iniciat iva,

ac tua ndo de es t ímulo para mu cho s profes ionales que deseaban d is t ingui rse en el

momen to , o co l abo ra r en su pues t a en marcha y en e l pe r f i l de l o s nuevos

ho m br es de guerra q ue se busc aban , en part icular de los oficiales, si bien las po si

bi l idades para l levar a cabo dicha reforma no fueron muchas, toda vez que la

guerra se desarrol lará fuera de la Península, haciendo más perentoria la atención

a otros escenarios y a otras tropa s de la Co ron a, si tuadas en el centro del co n fl ic to .

13.  El meno r costo de la estimación hecha antes de la reforma p uede explicarse porq ue el

cálculo del costo poste rior incluy e el im por te del gasto de las tres partidas que en la column a d e la

izquierda figuran a continuación, si bien la relativa a los peones gallegos tampoco está incluida en

el cálculo de la columna de la izquierd a.

© Ediciones Universidad de Salamanca

Stud, his., H.

a

 mod., 21, pp. 191-216

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2 θ 6

ENRIQUE MARTINEZ RUIZ Y  MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES

UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR

L o q u e p u e d e e x p l i c a r q u e u n a v e z r e a l i z a d a l a   ap l i cac ión de l a Ordenanza ,

el res to de la reform a —o si se prefiere, el resto d e la pue sta a p u n to del dis pos i

t ivo mil i tar peninsular— se aplazar a y no l legara a ser nu nca un a real idad plena,

persist iendo deficiencias y carencias durante décadas, hasta el punto de que el

mismo Fel ipe II se enfrentaría a el las y por circunstancias parecidas tampoco

culminaría su apl icación práct ica, aunque lo intentó; una real idad visible, tanto

en los intentos de reforma de las Guardas como en otros t res ámbitos diferentes

desde los que se podría contribuir a la defensa mil i tar de los reinos peninsulares:

las ciudades, los prelados y los nobles

1 4

.

U n a bue na m ues tra de las iniciat ivas individuales qu e susci ta el am bien te que

rodea la reforma de 1525 la tenemos en un memorial sin fecha, si tuado entre los

documen tos que e s t amos mane jando , l o que puede pe rmi t i rnos pensa r s in

mucho error que es de 1525 o su en torno . Su au tor es e l cap i tán Hernán Pérez

1 5

y su dest inatario no figura en ningún lugar del texto; sin embargo, por el t rata

m ien to que emplea po dem os pensa r en una alta dignidad. ¿El presiden te del Co nsejo

de Estado? Es probable . En cualquier caso a lgu ien próximo a l emperador .

Los motivos por los que escribe su memorial los confiesa al principio del

m i s m o :

...porque he visto que vuestra señoría se ha inclinado a cosas del arte de guerra

parecióme que servia a

 V.S.

 Rm a. en que viese este mem orial y dare razó n cuando

V.S. Rm a. fuera servido de tod o lo que aquí digo.

14.  Para estas cuestiones rem itim os a: MARTÍNEZ RUIZ, E.: «El Em pera dor , la guer ra y sus ejér

citos».  Torre de los Lujanes,  n.° 42, 2000. MARTÍNEZ R ui z, E.: «La reform a de un ejército de reserva

en la mon arqu ía de Felipe II: las Gua rdas» . En Las sociedades

 ibéricas

 y el mar a finales del

 siglo

 XVI,

vol. II.  Madrid, 1998.  M A R T Í N E Z R U I Z , E.: «Felipe II y la defensa de la monarquía: las Ciudades».

E n  M A R T Í N E Z R U I Z ,  E. (dir.): Madrid Felipe II y la defensa de la Monarquía. Vol. I: Las ciudades:

Poder y dinero. Madrid, 2000, pp. 89 y ss. MARTÍNEZ Ruiz, E.: «Felipe II, los prelados y la defensa

de la monarq uía». En  Felipe II 1527-1598). Europa y la Monarquía Católica. Vol. III. M adrid, 1998,

p p . 291 -30 2. MARTÍNEZ RUIZ, E.: «Fe lipe II e n la enc rucijad a: 156 5-157 5».

 Madrid.

  Revista de Arte,

Historia y Geografía,

  n.° 1, 1998, pp. 73-90.

  M A R T Í N E Z R U I Z ,

  E. y Pl CORRALES, M. de P.: «Los

perfiles de un ejército de reserva españo l. Las Or den anz as de las Gu ardas de 1613». En

  España y

Suecia en la época del Barroco 1600-1660).  Madrid, 1998 (hay edición inglesa, Madrid, 2000).

MARTÍNEZ RUIZ, E. y Pl CORRALES, M. de P.: «Las Ordenanzas de las Guardas en el siglo XVI». En

USUNÁRIZ GARAYOA, J. M.

a

  (éd.): Historia y Humanismo: estudios en honor del profesor Valentín

Vázquez de Prada. Vol. I . Pamplona, 2000, pp.  193-201. Pl CORRALES, M. de P.: «Aspectos de una

difícil convivencia: las guardas y los vecinos de los apo sentam ientos» . En   Las sociedades ibéricas y

el mar a finales del siglo XVI.  Vol. I. Lisboa, 1998, pp. 513 y ss. Pl CORRALES, M. de P: «Las

Ordenanzas de las Guardas y la búsqueda de una élite militar». En MARTÍNEZ RuiZ, E. (coord.):

Poder y mentalidad en España e Iberoamérica

  siglos

 xvi-xx).  M adrid, 2000 (en pren sa), y  G A R C Í A

H E R N Á N ,  D .:  La aristocracia en la encrucijada. La alta nobleza y la Monarquía de Felipe II.

Córdoba, 2000.

15 .

  «Avisos del capitán He rn án Pé rez de las cosas de la gue rra», A G S,

  Guerra Antigua,

  leg.

1, fols. 165 y ss.

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, his., H .

a

 mod., 21, pp. 191-216

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ENRIQUE MARTINEZ RUIZ  Y  MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES

UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR

2O7

Como veo la desorden y poca industria y mucho descuido que [hay] en este a rte

militar de guerra, paresciome que los que han de vivir de este oficio y arte deben

ser astutos en este oficio po rque en todos los otros oficios y artes todos los omb res

aprenden para ganar de comer con ellos y para vivir e quan to m ejores oficiales son,

más peligrosa tienen la vida por qu e entonce s... los principales

 y

 grandes señores

 a

quien sirven quierense  muy  bien pagar  de las ciudades  que les han fecho con

mandarles ir adonde puedan presto perde r la vida e paresceme que los hom bres de

guerra deben ser examinados y saber de que  manera han de servir en la guerra y

saber la razón de su oficio po rque de otra m anera no se pueden decir hom bres de

guerra.

En defini t iva, lo que e stá p r o p o n i e n d o H e r n á n Pé r e z no es  otra cosa que la

«profes ional izac ión»  de los mil i tares u  h o m b r e s  de  gue rra , com o  él los l lama; y

e l a rgumen to  que da no carece de lógica, ya que si  para cualquier oficio  se exige

una c ier ta preparac ión , no entendía por qu é no se procedía de la misma fo rma con

los soldados, deficiencia  que él p r o p o n e c o r r e gi r con:

...estas p regun tas y capítulos para q ue el que d iere ra zón a cada cosa de ellas y que

cosa es y que es lo que de ello se  conviene podranse bien servir del en este arte

porque sera claramente oficial de guerra y po rqu e veo que en todos los oficios para

usar dellos com o oficiales son exam inados n o se que es la causa po r que en este arte

no sean examinados siendo oficio de tanta h onrra y de gran peligro, porq ue con

el se sostienen siempre los estados

 de

 los grandes príncipe s.

Las pregu ntas que nues t ro cap i tán formula so n una especie de reflexión sob re

la vida  en  c a m p a ñ a , d o n d e  se  i n c l u y e n c u e s t i o n e s  que p o d e m o s c o n s i d e r a r

«teóricas» con o t ras de carác ter más b ien «prác t ico» . Las pr imeras p regu ntas que

p l a n t e a H e r n á n Pé r e z  se refieren  a la f o r m a c i ó n  que debe t ene r un  oficial, espe

c i a lmen te  los capi tanes , que deben conoce r  la r a z ó n  de ser de su oficio  y de los

efectivos  que pu ed en es tar ba jo  su m a n d o , así co m o c iertas pecul ia r idades  de la

adminis t rac ión mi l i ta r :

Lo prim ero conviene saber que cosa es guerra

 y

 por qu e fue fundada

 y

 que es lo que

en  la guerra se contiene y para que fue fecha y que condición tiene.

Lo segundo que condición ha de tener el hombre de guerra y que tal ha de ser su

vida y en que ha de emplear su tiempo.

Lo tercero que cosa es ser capitán y la manera que ha de tener en su oficio, que

forma y manera ha de tener con la gente que to biere a cargo y de que man era la ha

de gobernar y que claramente se pueda decir capitán.

Que cosa es artillería, para que fue fecha cada pieza de artillería y de que sirve.

Q ue cosa es hom bre de armas, para que fue fecho, d e que sirve en la guerra.

De que sirven caballos ligeros en la guerra.

Qu e cosa es gente de Ho rden anza

 y

 por que se hizo e invento la hordenanza de los

soldados.

© Ediciones Universidad de Salamanca

Stud his. H.

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  mod. 21 pp. 191-216

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2 θ 8

ENRIQUE MARTINEZ RUIZ  MAGDALENA

  E

 PAZZIS

 PI

 CORRALES

UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR

Q ue f o r ma

  se ha de

 tener

 en el

 o r de na nz a

 de los

 escuadrones

  de

 gente

Q ue a r ma

 es una

 pica

 y

 para

 que fue

 fecha

 y que se

 sirve della

 en la

  guerra.

Q ue ma ne r a

 se

 terna para

 que los

 capitanes

 y

 oficiales

  no

 hu rten pagas .

D e s p u é s , las p r e g u n t a s  se re f i e ren a los d i v e r so s m o d o s  de l u c h a r y a las a l ter

n a t i v a s que p u e d e n p r o d u c i r s e  en c a m p a ñ a  con s i tu a c i o n e s más o  m e n o s l í m i t e s ,

e m p e z a n d o  po r la l u c h a  a c a m p o a b i e r t o :

Que forma tendrán ve in te hombres de pelear con ciento para v encer los veynte a

los ciento.

Q u e fo rma  se terna para que en t o d o el re ino se haga gente de guerra a costa y sin

darles dineros  al rey  para  que  sean habiles  en  tirar  de  escopetas  y  saber bien

gobernar

 una

 pica

 que es lo que

 agora

 se usa.

Toviendo  un  c a mpo  de  gente  en que  oviese gente  de  cauallo  en  ellos y en los

enemigos oviese mucha gente a cauallo que ma nera terna para hazer su defensa y

lograr con ella pa ra que los enemigos no los ofendan.

En u na batalla que forma e man era terna el que fuere go vern ador de un campo para

aprovecharse y vengarse de sus enemigos , que ynd ustr ia dará oviendo mu chos mas

enemigos que ellos.

L u e g o , s i g u e n  las c ue s t i one s r e l a c i o na da s con el asa l to y  a s e d i o  de c i u d a d e s  o

fo r t i f i c a c i one s ,  el p a s o de los  ríos y la c o n s t r u c c i ó n  y  n e u t r a l i z a c i ó n de las m i n a s :

Que manera teman para escalar a vista de los enemigos en una mural la que fuese

alta y cada castillo o en ciudad aunq ue el foso  sea lleno de agua y c o m o se defen

derán pa ra defender qu e pueda escalar de dia aunq ue los enemigos los ofendan, que

tales han de ser las escalas p ara que pued an subi r tres homb res  por ellas a la par

armados , qua l es mejor escalar por la mural la o por la torre .

Q ue fo rma  se ha de tener de passar artylleria por un rio que t rae mu ch o agua.

Q ue forma se ha de tener para hazer una pue nte en un rio qu e no esta sobre b ota s,

no sobre barcas ni en  s obre ma de ra  que pu ed a passa r ar tyl ler ia sob re e l la .

Que forma se ha de tener para ha zer un a mina qu e sea justa para qu e no espire por

ningún lado salvo

 que

 obre

 la

 mina.

Q ue fo rma  han de tener los que es tán d entr o de una ciudad  y m y n a n d o  los que

están fuera  de hallarles por dond e minan y que la mina no les haga perjuicio.

C o n t i n ú a   el c a p i t á n p l a n t e a n d o a l g u n a s s it u a c i o n e s c o n c r e t a s , c o m o  las que

s i gue n :

Q ue fo rma  se ha de  tener para pasar gente por un b ra z o  de mar o por un rio en

barcas chicas que sean de p escadores . . .

Q ue fo rma  se ha de tener para  con gente de o rde na nz a que vayan caminando de

cinco  en cinco  o de nueve  en nueve y  estén  a tercio  de legua de los enemigos y

vengan los enemigos

 a

 rompe r

 en

 ellos que los hallen hechos escuadron es antes

 que

l leguen a ellos y cada manga de gente pues ta en su  lugar . . .

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Stud his. H.

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ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ Y MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES

UN AM BIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR

2 O 9

La parte final del m em oria l vuelve a centra rse en el tem a de la guerra d e fort i

ficaciones y alcanzar el éxito en su defensa o ataque:

Que forma se terna para llegar a la puerta de un castillo de una ciudad habiendo

muchos traveses y mucha artillería en ellos y llegado junto con las puertas y en

peligro de la gente que pue dan hacer sus estancias junto a las puertas.

Que forma se ha de tener los que estuvieren cerrados en un castillo para avisar a

sus amigos de la necesidad que tienen para que sean socorridos y que los

enemigos no los vean ni entiendan.

Q ue form a se terna para ab rir una puerta de una ciudad o de un castillo sin golpes

y sin llave contra la voluntad de cuya fuere la pu erta.

Q ue forma se terna para entrar en una ciudad por fuerza y ofender a los enemigos

e que los enemigos no los puedan ofender a ellos.

Q ue forma se terna para toma r un castillo que no se pued a m inar ni batir con arti

llería ni se pueda escalar.

Y concluye nuest ro hombre su ba ter ía de cues t iones y preguntas con dos de

carácter «técnico», cuyas respuestas son de induda ble valor para quien d ebe ma ndar

a sus hombres a enfrentarse con tales dificul tades:

Que forma se terna para tomar el alto de una torre o de una muralla sin medula.

Q ue forma se terna de tomar el ancho de un rio sin medillo.

El m em oria l f ina l iza bru scam ente , t ras la form ulac ión de la ú l t im a cues t ión .

N o h a y d e s p e d i d a , n o h a y n i n g u n a c o n s i d e r a c i ó n , n o h a y f e c h a . . . , n a d a .

Indudablemente las cues t iones p lan teadas son importan tes , l as que un «buen»

capi tán debe conocer para mayor eficacia y seguridad de sus hombres en el

combate, en los asedios, en las defensas de fort i f icaciones o en los desplaza

mientos de t ropas . Pero ignoramos los c r i te r ios ap l icados para se lecc ionar jus ta

m ente esas s ituac iones o supuestos , y no o t ros ; y tam poc o no s d ice nada de cóm o

dar la formación necesaria a los oficiales a f in de que estuvieran facul tados o

preparados , no só lo para responder en e l p lano teór ico a todas es tas cues t iones ,

sino para su apl icación práct ica l legado el momento de la acción.

Po r otra parte , hay m otivos para dudar que la reforma contenida en la Ord ena nza

de 1525 l legara a sus úl t imas consecuencias, como lo demuestra la si tuación que

presentan en 1526 —un año después de iniciada— las fortalezas de la costa del

re ino de G ran ada . Si tuac ión que cono cem os gracias a la v i s ita de inspección que

real iza a fines de dicho año Ramiro Núñez de Guzmán, enviado por el emperador

para visi tar «las fortalezas y gentes de guerra deste reino de Granada». Núñez de

Guzmán, de acuerdo con los datos de que disponemos

1 6

, comienza su recorrido el

16.

  Los datos siguientes pro cede n de un conjun to de actas o certificaciones que tienen com o

rótulo general «Estado en que se encontraban y municiones de las fortalezas del reino de Granada»,

1526, A G S , Diversos de Castilla,  leg. 44, fols. 5 y ss.

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2 I O

ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ  Y MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES

UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR

11 de novie m bre en M ojácar, do nd e inspecciona la fortaleza y dos días después hace

lo pr op io co n la iglesia, a req uerim iento del pár roc o, para que vea el lamen table estado

en que se encon traba; la visita cont inúa p or A lmería (19 y 20 de nov iem bre), Ad ra

(24 de noviembre) , La Rábi ta (25 de noviembre) , Almuñécar (29 de ese mes) ,

Vélez-Málaga , Nerja y Torrox ( las t res e l 3 de d ic iembre) , Benalmádena (5 de

dic iembre) , Marbel la (7 de d ic iemb re) y Es tepona (8 de d ic iem bre) .

Los resul tados de la visi ta son fáci les de sintet izar: el armamento existente

estaba en pésimas co ndiciones d e conservación y la gran m ayo ría resultaba inservible;

algo mejor estaban las mural las y fort i f icaciones, pero también en un proceso de

claro deterioro; ambas real idades pueden ser consecuencia de la fal ta de ut i l idad

práct ica clara, ya que los esporád icos a taques de los berbe riscos y la amenaza que

suponían no eran lo suficientemente graves como para mantener y desarrol lar de

forma permanente una l ínea de acc ión gubernamenta l t endente a conservar en

perfecto estado y bien dotadas las torres y fortalezas granadinas. De forma que

tod o hace presum ir que lo que vamos a encontra r en este sent id o no van a ser más

que reparac iones  in extremis  de tal o cual fortaleza y la con cesió n de d otacion es

de las arm as o de los efectivos im presc indibles p ara m an ten er el lugar. La ausencia de

un frente constante y definido puede expl icar una l ínea de acción por parte del

emperador , que luego mantendrían sus descendien tes .

No estaban mejor las cosas en relación con el personal , pues los mandos

habían hecho dejación de sus funciones u obl igaciones en muchos casos, mien

tras que en otros se movían en una inercia inoperante y no fal taban confl ictos y

diferencias co n la po blac ión civi l, sobr e tod o, en los lugares que co ntab an c on u n

establecimiento m il itar grande y una ma yo r dotació n de t rop a; confl ictividad que

será , po r o t ra par te , una c onstan te dura n te m uchas décadas , resu l tand o especial

m ente grave en aquel los lugares dond e no había establecimientos específicos bajo

la administración mil i tar y las poblaciones tenían que asumir la carga del aloja

miento de los so ldados .

Tod os es tos ex t remo s pod em os c om prob ar los en las m em orias de la v i si ta de

N ú ñ e z d e G u z m á n

1 7

. Dichas memorias t ienen todas una elaboración similar:

empiezan consignando la fecha y la presencia del visi tador, que ve el estado de

cosas dejando constancia de los diversos extremos, empezando por lo relat ivo a

las fort i f icaciones y cont inuando con las existencias de armamento, destacando

algunas realidades significat ivas com plem entarias de la inform ación estrictamen te

militar y referentes a las «gentes» de aquel reino.

17 .

  C om o los docu me ntos a que nos vamos a referir son fácilmente localizables en la referencia

indicada en la nota anterior y por las fechas indicadas por nosotros en el texto, nos limitaremos a

citar la ciudad d e procedenc ia y así evitaremos n otas superfluas.

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ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ  Y MAGDALENA

 DE

 PAZZIS

 PI

 CORRALES

UN AM BIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR

211

E n n u e s t r o c o m e n t a r i o e m p e z a r e m o s  por  referirnos  al  a r m a m e n t o .  Por

e j emplo ,

  en

  E s t e p o n a

  no

  existen

 más que

  «dos r ibadoq uines encabalgados»

  y

«una lombarda  de  h ierro gruesa  sin  cu reña» .  No  es taba mejor  «La  Ráb i t a  de

B u ñ o l »  con «un r i b a d o q u í n de me ta l y  t re s buzano s de me ta l y  q u e b r a d o s y una

l o m b a r d a  de h i e r r o q u e b r a d a » .  A  veces ,  la  s i t uac ión  no p a r e c e  tan m a l a por

iniciativa de los alcaides de las  for ta lezas , como  se puede pensa r  de  frases tales

c o m o  la siguiente, la relativa a La Rábi ta : «En el B u ñ o l el  alcayde t iene cargo de

las armas dichas y  t iene o t ras muchas suyas» , aunque  las posib i l idades  de  tales

a u t o r i d a d e s q u e d a r í a n l i m i t a d a s  no a  p i ezas  de  art i l lería , s ino  a  a r m a m e n t o

indiv idual por tá t i l , según vemos en el caso del alcaide de Salobreña , de qu ien se

dice que t iene, además de las cinco ballestas de rey existentes en la fortaleza, otra s

c inco «muy buenas . . .

 con sus

 al jabas l le na s. . .

 y

  bien aparejadas».

El caso de Sa lob reña pue de  ser significat ivo resp ecto a lo que ven imo s seña

lando , ya que la villa posee un a fortaleza de las más im pon ente s de la zon a, fortaleza

art i l lada y m u n i c io n a d a de la s igu ien te forma: t res r ibad oqu ines , una lom bar de ta

de h ierro , doce escopetas  y un  arcabuz , media cu lebr ina quebrada , nueve r iba

doqu ines —de

 los que

 t re s es t aban qu eb rad os— ,

 los

 otr os seis

 muy mal

 c o n s e r

vados y  t o d o s  sin cu reñas , un t i ro de h i e r r o , un  mor t e re t e , once e sp inga rdas de

«tiempo viejo», ciento setenta y  cinco ballestas (de las cuales veinticinco carecían

de aparejos

 y el

 resto eran «de palo

 del

 t iem po viejo»), t reinta celadas igu alm ente

viejas, un os v einte quintales de pólv ora , diez m edias t inajas de aceite y  do sc ien tas

docenas de  «almazan vajo  sus h ierros»

O t r a de las  fortalezas im portantes en la costa del ant iguo reino de G r a n a d a era

la de Alm ería, cuya visita arroja el siguiente resultad o en lo que a rm am ent o respecta:

Primeramente un ribadoquin que es de metal, och o y uno de hierro.

Tres falconetes de metal los dos  sin cureñas y ruedas.

Un cañón pedrero que tiene 30

 p.

Cuatro lombardas de hierro viejas a necesidad pueden tirar sin cureñas.

Ay otras tres lombardetas qu e

 no

 pueden tirar

 y

 son viejas.

Ay muchas vallestas del tiempo de moros y son de palo, y algunas de acero.

Ay cincuenta y quatro espingardas viejas.

Ay treinta y una vallestas que pueden tirar  a necesidad,  si les  compran gafas y

aljabas.

Ay doce aceros de ballestas por encabalgar.

Ay mili tenados de tiempo de moros, poco mas o m enos.

Ay treze barriles de pólvora que puede tener cada uno un quintal y es m uy vieja

que  es conveniente renovarse.

Ay enfinidad de jaras de tiem po de moros que no hay quien las quente.

Ay otras vallestas moriscas

 de

 azero, todas quebradas

 q. no

 valen na da.

Ay ciento cincuenta lanzas, las mas quebradas y podridas.

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212

ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ Y MAGDALENA

 DE

  PAZZIS

 PI

 CORRALES

UN AM BIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR

Mandosele el cargo de estas armas al alcaide y dijo que en los libros del Rey estaba,

y también lo tiene el Ade lantado de G ranada p or cuyo nombre está aqui el alcaide

 y

porque

 es

 verdad lo firmo de su nom bre el dicho alcaide...

 y

 lo que esta en la for ta

leza que toque a armas esta perdido como el señor Ramiro Nu ñez de Guzman lo

vio de sus ojos.

Almuñécar , o t ra de las p lazas im por tan te s , no es taba mejor equipad a , ya que

los c inco r ibado quines que ten ía e ran peq ueñ os , sin cureña y es taban q ueb rad os ,

l o mi smo  que dos  mor t e re t e s  de  me ta l  «y  o t ro s muchos pedazos  de  t i ros  de

metal»; poseía cuatro barri les de  «pólvora m ala» y  «ballestas y  alfanjes  y  esp in

gardas todo de l t i emp o v ie jo» . N úñ ez  de G uz m án sol icitó «la tenencia» de dichas

a rmas al alcaide, Die go Flor es, per o éste le contes tó que él no la tenía, qu e la tenía

D . J u a n

 de

 Ul loa «quya

 es la

 tenen cia» .

En cuan to a Vélez Málaga , Nerja

  y

 Torr ox , sus fortalezas están faltas

 de

 ar t i

llería; las dos ú l t imas no t ienen ni una sola pieza , la p r imera cuen ta con 10 arca

buces de hierro , 3 ó 4 lomb ardetas igualm ente de h ierro y un r ibadoqu ín de m etal

q u e b r a d o por la  mitad. Si tuación parecida  a la de M arbel la , de la que  nues t ro

informante d ice que t iene cu at ro  o  c inco lombardas  de  hierr o faltas  de  cureña,

con munic iones muy v ie jas , lo m i s m o que ballestas de palo , tod o e l lo a cargo del

alcaide Ju an  de Ab rao (?) , y  añade :

La fortaleza esta bien reparad a, pero carece de armas

 y

 de artillería, que les es m uy

necesaria porq ue esta cerran do la mar

 y

 los enemigos con las faltas siempre pasan

cerca y no tienen con que les tirar.

Y

 por lo

 que respecta

 a

 Ad ra , s iempre de nt ro de l aspec to arm am ent í s t ico ,

 hay

que señalar  la existencia de las  siguientes piezas, que están  a cargo  del alcaide,

Jua n Sedaño: dos r ibadoqu ines (un o de el los que bra do por la mi tad) , ve in t icua t ro

espingardas «viejas  de  t i e m p o  de  moros» , ocho ba l les tas  «de acero  sin  n ingún

ade rezo y son dos de estas de palo », otras t rece bal lestas de palo «s in ad erezo de

ninguna cosa» , dos  arcabuces quebrados, t rece corazas viejas y  desguarnecidas ,

cuatro lanzones viejos y  dos medios barriles de alma zen (?) «de tiem po de moros» .

P o r

 lo

 que respecta

 a

 las fortificacione s

  y

  mura l las ,

 su

 conse rvac ión

 y

  estado

no eran malos  del t o d o  y en  algunos casos estaban bien. Gracias  a la visita de

N ú ñ e z  de  G u z m á n s a be m o s que la fortaleza  de La  Rábita (si tuada  a orillas del

mar, cuyo ten ien te de alcaide era A n d r é s  de C a s t r e jó n ,  «el qua l es t en i en t e por

el com enda dor Francisco Zapata») ten ía una m ura l la de cien pies de longi tud , que

medía de ancho por la par te baja o ch o pies y seis por la par te super ior ; en cuanto

a la to r re  del hom enaje ten ía por una par te t re in ta y  cinco pies de g rueso y por

la otra t reinta con una al tura  de  veinte pies, más o  m e n o s y con un  grueso de

pared  de seis ladrillos .

P o r

 su

 par te , Es tepo na ten ía « los aposentam ientos

  de la

 fortaleza

  mal

 ade re

z a d o s » con dos t o r r e s — u n a  de ellas el a p o s e n t o  del a lca ide— un id as por un

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ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ

 Y

 MAGDALENA

 DE

 PAZZIS

 PI

 CORRALES

UN AMBIENTE

 PARA

 UNA REFORMA MILITAR

2I3

p a s a d i z o  que no  e s ta b a n r e p a r a d a s ni se p o d í a n r e p a ra r ,  sin p u e r t a  el  « r e g i m i e n t o

d e

  la

 f o r t a l e z a »

  y el del

 a l c a i de ,

  sin

 a g u a ,

  sin

 igles ia

 y sin

  c a m p a n a s .

D e  las d e s c r i p c i o n e s  que c o n s e r v a m o s , una de las más m i n u c i o s a s  —si no la

q u e m á s —   es la de  M o j á c a r , c u y o a l c a id e  era J u a n  de las  H e r a s ;  sus  m u r a l l a s

e s t a b a n así:

A y de la una esquina de la  fortaleza hasta la otra por lo mas ancho della cien pies.

Y tiene  a la una esquina  un  tor re jon hecho pequeño  a  donde es tán  dos  tiros

pe que ños de metal y una lombarde ta de hierro . . .

Tiene otro l ienço de setenta pies de largo.

Tiene buen muro, a lmenas y pre ti l .

Tiene otro l ienço otros setenta pies y dos mas  este lienço  a  menester pret i l  y

a l m e n a s -

Tiene otro l ienço q. casi la fortaleza es quad rad a y son con este quatro l ienços o tros

setenta pies.

Tiene  el m u r o  y  almenas  y  pret i l nuevo que se  hizo despues  que los m o r o s  los

c omba t i e ron y después del te r remo to .

Tiene la  dicha fortaleza ochenta pies el al to a l rededo r y de  grueso cada l ienzo de

los tres tiene siete pies y el uno que que da cinco pies.

Ay o t ro pedaço  de  lienço  que  tiene siete pies  de  grueso  que va a la  tor re  del

omenaje , que tiene cincue nta pies de largo con su pret i l y  almenas.

Tiene  la torre pr incipal de ancho  lo  grueso della diciseys pies y por la otra parte

tiene viente pies.

No t iene a lmenas ny preti l . Tiene el alto la dicha torre nueve tapias.

Tiene la dicha to rre un r ibadoq uin de me tal en cima.

Tiene la dicha fortaleza  a la pu erta della un balguarte muy caido y malo que tiene

en quadrado cincuenta pies de grueso.

T a m b i é n c o n o c e m o s  en  lí ne a s ge n e ra l e s  las d e f e n s a s de la vi l la y su  e s t a d o :

Tiene la vil la alre dedo r en r e d o n d o dos mili y  seysçientos y setenta pies.

Tiene la villa cerca de la fortaleza cay do  un pedaço de m uro que t iene de y quarenta

y cinco pies de largo.

Tiene este m ur o dos tapias sanas a l rededor de bue n m uro que pued en armas sobre

el sin mye d o .

Tiene la ciudad por acabar alred edor el preti l y almenas sin el pedaço de m u r o que

esta derrocado ocho cientos pies.

L a i n s p e c c i ó n  de  N ú ñ e z  de  G u z m á n t a m b i én  nos ha  d e j a d o  una  b u e n a

d e s c r i p c i ó n  de las de fe ns a s  de A d r a ,  que e r a n de la s i g u i e n t e n a t u r a l e z a :

Tiene la  fortaleza quatro l ienços con qua t ro q ubos a cada esquina un o.

Tiene de grueso cada un o de los  dichos qubos diziseys pies.

Tiene cada un o de los lienços ciento trey nta pies de squin a a esquina que son q uatr o.

Tiene

 de

 grueso alrededo r los qu atro l ienços, och o pies

 por lo

 baxo

 y

 seys pies

 por

lo alto.

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2 1 4

ENR IQUE M ARTIN EZ RUIZ Y MAGDAL ENA DE PAZZIS PI CORRALES

UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR

Tienen los dos lienços tres tapias en alto y les falta otra tapia y pretil y alm enas.

Los otros dos lienços tienen los çimios. De fuera y lo mesmo los dos qubos.

Tiene esta fortaleza un rebellín y t orre de omenaje en el.

Tiene quatro lienços q. tienen desquina a esquina setenta y dos pies.

Tiene dos lienços destos q. no están acabados que les falta a cada uno dos tapias

en alto y pretil y almenas.

Tiene otro s dos lienzos que le falta a cada uno media tapia y pretil y almenas.

Tiene la torre del omenaje treynta y quatro pies de grueso en quadrado.

Tiene la pared de la dicha torre po r baxo diez pies de grueso y po r lo alto ocho pies.

Tiene la torre de omenaje veynte pies en alto.

P o r lo que resp ecta a las guarnicio nes o al estad o de fuerza, la visita no es nad a

út i l . Las referencias sob re los ho m bre s en servicio son poq uís im as y nad a s igni

f icativas. De manera que no permiten hacernos una idea clara de la s i tuación,

aun que las perspect ivas q ue se desp rend en de tales datos no so n m uy halagüeñas ,

s i b ien no pod em os descar tar que sean excepcionales y que po r eso precisam ente

se deja constancia de ellas.

En el caso de Marbella, su alcaide declaró que n o sabe s i D ieg o de Vargas, que

tiene la tenen cia, está «obligad o a ten er gente », or de ná nd ole el alcaide que «tuviese

tres om bres» y e l mism o alcaide tendr ía cu atro . En Es te pon a, que ya hemo s vis to

tenía los aposentos de la fortaleza en mal estado, tenía sólo doce lanzas de las

veinte que están en dicha vil la, «en la qual hay veinticinco o veintiséis vecinos»;

el alcaide de la fortaleza t iene pue sto u n h om br e en ella y se cierra la pu erta de la

misma «que sa le a l campo» , para mayor s egur idad tan to de l a v i l l a como de

la fortaleza, con «guarda en ella para estar lo uno y lo otro mas seguro y poderse

valer los unos y los otros en la necesidad».

En definit iva, poca cosa como para poder hacer conjeturas, s i bien no

podemos menos que preguntarnos en qué condiciones es tar ían los soldados dado

el es tado, que ya conocemos , en que se encontraba e l armamento.

Las noticias relativas a los paisanos son igualmente escasas, pero son de muy

variada naturaleza y no siempre conflictivas. Curiosa es la que l lega de Mojácar,

donde Núñez de Guzmán acude a la ig les ia a requer imiento del v icar io de la

misma para que viera cómo a causa del ter remoto quedó «por muchas par tes

resentida y tanto que s i no se remedia se ira en poco t iempo al suelo».

El vicario hace presente que la iglesia no t iene nin gun a ren ta, hasta el extrem o

de que desde hace algunos años no se pagaban las prebendas a los beneficiados,

además del incumplimiento de la voluntad real , ya que

...la reina católica doña Ysabel antes que falleciese enbio un visitador a vesitar las

yglesias deste obispado el qual en nombre de su alteza mando a esta yglesia

quarenta m ili mrs. para reparo y o rname ntos y al tiempo que su alteza mando dar

estos maravedís estava sana y bien reparada y los dichos quare nta mili mrs. no se

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ENRIQUE MARTINEZ RUIZ  Y  MAGDALENA  DE PAZZIS PI CORRALES

UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR

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an dado, quel alcayde marchena ve zino de almería a tenido cargo por su alteza de

cobrar los mrs... pero no a dado m aravedí ninguno diziendo que no era su rang o.

El vicario pide  al  v is i tador  que se  entreviste  con el  vecino  de  Almer í a  y

averigüe  el m e d i o  de cob ra r  la  suma c i tada para reparar  la iglesia y si cob ra r no

fuera posible,

 que

 avise

 al rey

 pa ra

  que le de una

 l imosna

  al

 t emp lo —pues

 los

vecinos son p o b r e s — si quiere evi tar su  ru ina comple ta . Igualmente , señala que

hay un lugar a media legua de la villa, que no  t iene templo , habi tado por sesenta

vecinos , anexo en lo espiri tual a la iglesia de Mojácar, de do nd e se l levan los o rna

m e n t o s c u a n d o  hay que  celebrar  la  misa  en  dicho lugar,  una  s i tuac ión  que se

mant iene pese  a que al  v is i tador enviado  por la  re ina Cató l ica  se le  o r d e n ó  la

entrega

 de

 60.000 marav edís pa ra

 la

 con struc ción del edificio sagrado , entrega

 que

n u n c a  se h izo . Si tuac iones que el vicario p ide se remed ien u t i l i zando al visi tador

rea l como po r t avoz

  en la

 cor te .

Las not icias  que llegan  de Bena lmádena son muy diferentes  y  d e n u n c i a n  la

mala relación existente entre vecinos y gua rdas . Uno de los lugareñ os , F rancisco

Medrano , d i j o ba jo j u ramen to  que r i ñ e r o n  con los  so ldados para  que éstos se

fueran  a sus aposen tos , mien t ra s  que  o t ro vec ino , l l amado Vald iv ieso , t ambién

ba jo j u ramen to an t e Núñez  de  G u z m á n :

...dixo que las guardas vienen aquí muchas vezes y se están jugam do y holgando

en la villa dos

 o

 tres oras de noche y... que el alcaide Ribera q ue tam bién es reque-

ridor de la costa se va de la fortaleza desta villa un mes y dexa la fortaleza y queda

en ella una m uger y esto es muchas vezes en el año .../ ansi mism o les fue pregun

tado que daño an hecho los enfieles en esta costa dixeron que a dos años poco mas

o m enos... se llevaron quarenta pescadores de torr e de m olinos , una legua a levante

desta villa y  también  se les acuerda  a estos testigos  que de  cinco años  a esta

parte  an llevado m uchas guardas y pastores que no se acuerdan  la cantidad, mas

que  de que son m uchos.

Los tes t igos acabaron su declarac ión d ic iend o que las G uard as de esa villa se

iban

  a

  Málaga , abandonando

  sus

  estancias,

  que

  que dan so las, dur an te t res

  o

cuatro días.

Si un imos todas es tas re ferencias podemos pensar que los m i e m b r o s  de las

Gu arda s estaban mal armad os, mal instalados y mal disciplinados. De sgraciadam ente

es p ro n to pa ra que podam os p ronun c ia rnos sob re la veracidad de esas cuestio nes .

S í p o d e m o s d e c i r que la re l ac ión con los p a i s a n o s  no  s i e m p r e  es  confl ic t iva .

A veces, se recu r re  a los lugareños para c ie r tos t raba jos , co m o sucede  en  Adra ,

d o n d e el v i s i tado r « m ando ver la fortaleza  a c ier tos vez inos» p ara que evaluaran

el cos to de lo que faltaba por cons t ru i r en la misma ; ob ras que fuero n tasadas en

250.000 maravedís.

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud his. H.

a

  mod. 21 pp. 191-216

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ENRIQUE MARTÍNEZ RUIZ  Y MAGDALENA DE PAZZIS PI CORRALES

UN AMBIENTE PARA UNA REFORMA MILITAR

Al margen de tales hechos y circunstancias, los datos recogidos parecen

indicar que era necesario un gran esfuerzo para arreglar el estado de cosas impe

rante en las Guardas de la costa del reino de Granada, algo que puede ser perfec

tam ente extrapolable al resto de fuerzas asimilables a estas, incluidas las G uar das .

El lo unido a que la guerra va a ser una empresa preferentemente exterior y que

el suelo peninsular parec e seguro , salvo en la raya fronteriza, m otivará q ue Carlos V

y sus colaboradores mil i tares vayan prestando atención creciente a las t ropas que

combat ían fuera de la Penínsu la , unas t ropas que rec ib i rán también su reforma,

en 1536 —que para algunos es el verdadero arranque de los   Tercios—  y cuya

organizac ión y desarro l lo segui rán con a tención

1 8

. Al contrario de lo que sucede

con las t ropas peninsulares, a las que sólo se dedican cuidados esporádicos al

agravarse la si tuación o hacerse más intensa la amenaza exterior; pero tales

cuidados son ocasionales y carecen de la cont inuidad necesaria para que real

m ent e fueran fruct í feros en la m edida d eseada. Esto , ta l vez, expl ique la especta-

cularidad y eficacia de los que serían llamados  Tercios y la m edioc r idad de unas

Guardas que nunca fueron rea lmente puestas a prueba .

En definitiva, a fines de la década de los años treinta se perfilaba el sistema

mil i tar que predominaría en el interior de la Península y unos años después

empezaría a configurarse y a consol idarse lo que será el s istema exterior de

nuestro ejército que tendrá en el tercio su pieza clave y más significativa, siguiendo

a m b o s m o d e l o s u n a d i r e c c i ó n d i v e r g e n t e , c o m o h e m o s s e ñ a l a d o , y r e c i

b ie n do una a tención co nstan te e l ex ter ior y esporádica y nun ca de en t idad e l de l

interior. Algo que empezó a ponerse de manifiesto a fines de los años t reinta,

como podemos comprobar en e l l amentab le es tado de las Guardas , descr i to por

la emperatriz Isabel en una carta de 1529 dirigida a su marido

1 9

, de camino hacia

Ital ia , que demuestra cómo la Ordenanza de 1525 resul tó solamente y en el mejor

de los casos una dec larac ión de pr inc ip ios , pero no la promulgación de un

proyecto con vocación de fu turo .

18.  Vid. sob re el part icula r ALBI DE

 LA CUESTA,

 J.:  De Pavía a Rocroi. Los tercios de infantería

española en los

 siglos XVI

 y XVII.  Madrid, 1999.

19.  C ar ta qu e reco ge y co m en ta QUATREFAGES:  Op. cit.,  pp. 295 y ss., sacando unas conclu

siones con las que coincidimos.

© Ediciones Universidad de Salamanca Stud, his., H .

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  mod., 2 1, pp. 191-216