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EL PARAMILITARISMO Y SU TRASFONDO POLÍTICO – ECONÓMICO Manuela Valencia Naranjo. [email protected] Estudiante Facultad de Derecho. Universidad de Antioquia. “No existe un solo modelo de democracia, o de los derechos humanos, o de la expresión cultural para todo el mundo; pero para todo el mundo, tiene que haber democracia, derechos humanos y una libre expresión cultural”. Kofi Annan. El propósito de este ensayo a cerca del paramilitarismo en Colombia, es analizar dicho fenómeno como un mecanismo; a través del cual, las clases más poderosas del país, han promovido la violencia en la búsqueda de sus intereses privados. Acción que ha conllevado a la transgresión de los derechos humanos en la población. En una definición del objeto de estudio, el paramilitarismo es una organización armada, que surge con el apoyo del Estado, justificándose en una lucha contra la insurgencia. Aquí, se pretende demostrar como el paramilitarismo se convierte en el instrumento de fuerza violenta; por medio del cual, dirigentes, narcotraficantes y capitalistas han escalado sus objetivos económicos y políticos. En un análisis del flagelo en mención, se efectuará un breve recuento del contexto histórico al que pertenece, luego se explicarán los fines ocultos que lo constituyen. Finalmente, se realizará un acercamiento desde la ley de justicia y

Ensayo el paramilitarismo y su trasfondo político económico

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EL PARAMILITARISMO Y SU TRASFONDO

POLÍTICO – ECONÓMICO

Manuela Valencia Naranjo. [email protected] Estudiante Facultad de Derecho. Universidad de Antioquia.

“No existe un solo modelo de

democracia, o de los derechos humanos,

o de la expresión cultural para todo el

mundo; pero para todo el mundo, tiene

que haber democracia, derechos

humanos y una libre expresión cultural”.

Kofi Annan.

El propósito de este ensayo a cerca del

paramilitarismo en Colombia, es analizar

dicho fenómeno como un mecanismo; a

través del cual, las clases más

poderosas del país, han promovido la

violencia en la búsqueda de sus

intereses privados. Acción que ha

conllevado a la transgresión de los

derechos humanos en la población.

En una definición del objeto de estudio,

el paramilitarismo es una organización

armada, que surge con el apoyo del

Estado, justificándose en una lucha

contra la insurgencia. Aquí, se pretende

demostrar como el paramilitarismo se

convierte en el instrumento de fuerza

violenta; por medio del cual, dirigentes,

narcotraficantes y capitalistas han

escalado sus objetivos económicos y

políticos.

En un análisis del flagelo en mención,

se efectuará un breve recuento del

contexto histórico al que pertenece,

luego se explicarán los fines ocultos que

lo constituyen.

Finalmente, se realizará un

acercamiento desde la ley de justicia y

paz donde se proporcionan a sus

integrantes y promotores beneficios

económicos y políticos.

En un recuento histórico, el

paramilitarismo proviene de la aplicación

de modelos externos contrainsurgentes,

liderados por países como E.E.U.U,

siendo importante resaltar la influencia

ejercida por Francia en el proceso. Es

así, como se efectuó la formación de

cientos de militares colombianos en

escuelas estadounidenses entre ellas, la

destacada Escuela de las Américas;

donde se capacitaba en técnicas

especializadas de tortura, asesinato,

desaparición y demás métodos

concernientes a la criminalidad y

barbarie.

En una ubicación temporal, la

consolidación de la estructura

paramilitar en Colombia, correspondió al

contexto de la Guerra Fría y el Frente

Nacional, entre los años 1958 y 1974,

con el intermedio de la década de los

sesenta, periodo en el cual, se le

proporcionó establecimiento jurídico a

su conformación; aun así, en los años

cuarenta ya existían grupos privados

que actuaban en complicidad con las

autoridades.

Gradualmente, el proyecto paramilitar

ha evolucionado, ajustándose a cada

contexto político y social en el que

opera. De esta manera, la década de los

ochenta en su política de paz,

impulsada por el presidente Belisario

Betancur, fue la respuesta con mayor

fuerza de militares, narcotraficantes y la

derecha en la creación y financiación de

los paramilitares. Posteriormente, en la

administración de Virgilio Barco (1986-

1990), se identificaron cerca de 200

organizaciones paramilitares y el

gobierno declaró ilegales a las

autodefensas.

Fig. 1. Acción de las autodefensas en zonas rurales.

Continuamente, el gobierno de César

Gaviria Trujillo (1990-1994) en su

estrategia de “guerra integral” emitida a

la subversión, no al paramilitarismo;

además, del impulso de “Las Convivir”

por el presidente Ernesto Samper

(1994-1998), cuyo origen radicó en

Antioquia con Álvaro Uribe como

gobernador.

Seguidamente, El gobierno de Andrés

Pastrana (1998- 2002) con el desmonte

de las convivir y el combate a las

autodefensas, firmando con las FARC

en El Caguán, la Agenda Común por el

Cambio hacia una Nueva Colombia;

indicio de los diálogos de paz y acción

que incitó al Pacto de Ralito en 2001.

Finalmente, el ex presidente Álvaro

Uribe en su política de “seguridad

democrática” adoptó la ley de justicia y

paz, con un trasfondo hacia la

impunidad y beneficio paramilitar.

Por lo anterior, es propio citar a

Velásquez Rivera, quien refiriéndose a

Colombia expresa “los gobiernos de

dicho país no han tenido la voluntad

para enfrentar y erradicar el

paramilitarismo, por el contrario, a

través de miembros de las fuerzas

armadas lo han apoyado al creerlos

aliados en su lucha contra la

subversión” 1; sin embargo, el gobierno

dice llamarse depurador de la guerra,

1 VELÁSQUEZ RIVERA, Edgar de Jesús. “Historia del

Paramilitarismo en Colombia”. En História, Sao Paulo, Brasil, vol. 26, n1, 2007, ISSN 1980-4369, pág. 134.

pero es él quien la ha implantado por

medio de las condiciones sociales de

injusticia y la conformación paramilitar

como una fachada, para acabar

cualquier obstáculo que arrebate su

poder.

Ciertamente, el paramilitarismo se

fortaleció con un apoyo estatal

justificado en el combate contra la

insurgencia, pero esta es la envestidura

en la que se han encubierto intereses

privados de las clases más fuertes.

Así, la contrainsurgencia es un medio

para alcanzar el poder; puesto que, no

es oculto el hecho de que muchos

dirigentes se encuentren involucrados

con la famosa para-política; este es el

aparato con el que se han impuesto

candidatos, tras el exterminio de la

oposición, el ejercicio de la presión en la

ciudadanía y la corrupción que alcanza

autoridades electorales. Logrando con

ello, la infiltración en las esferas del

poder y como resultado, “ciento siete

parlamentarios de los periodos de 2002

y 2006 han sido vinculados a las

investigaciones judiciales, lo mismo que

cerca de 500 políticos locales entre

gobernadores, alcaldes, diputados y

concejales”.2

En realidad, las amenazas y el

clientelismo en el ejercicio electoral son

frecuentes en zonas dominadas por

paramilitares, ocasionando que

personas aliadas a estos grupos,

alcancen facultades de poder político;

no obstante, el Estado se hace

denominar demócrata, mientras intimida

fuertemente la oposición representada

en partidos políticos que reclaman los

derechos de la población, una lucha en

la cual, la única herramienta de

contienda es la violencia como método

explícito de la imposición.

Fig. 2, Grupo paramilitar, ejerciendo dominio en una población.

2 ROMERO, Mauricio. VALENCIA, León, et al.

“Parapolítica, la expansión de los paramilitares y los acuerdos políticos”, Intermedio Editores, 2007.

De esta manera, es como miembros del

gobierno han sido partícipes de dichas

fuerzas, son ellos quienes a lo largo de

la historia, han promovido su accionar,

proporcionando protección a dichos

asesinos, sobreponiendo sus intereses

privados y pretendiendo ocultar el sol

que los vincula con la criminalidad; para

lo cual, emplean sus potestades y las

influencias que trascienden la rama

judicial. Al respecto, Felipe Zuleta afirma

“en Colombia los crímenes cometidos

por agentes estatales quedan impunes o

son tardíamente juzgados”.3

En una detención de la alianza para-

política, es propio citar algunos de los

tantos casos que sin duda, ilustran

ampliamente el fenómeno, entre ellos:

Mario Uribe, primo del ex presidente

Uribe, investigado por relaciones con los

paramilitares en Córdoba, Sucre y el

suroeste antioqueño; así mismo, Rubén

Darío Quintero quien fue su secretario

privado en la gobernación de Antioquia,

acusado de pactar con estos grupos

para llegar al Senado de la República,

Jorge Noguera ex director del DAS

sindicado por emplear la organización a

3 ZULETA, Felipe.” Los Falsos positivos: crímenes de

lesa humanidad”. En Las Perlas Uribistas, Editorial Debate, n1, 2010. ISBN 978-958-8613-03-1. Pág. 65.

su cargo en nexos con paramilitares,

José Miguel Narváez ex subdirector de

la misma entidad y quien según

declaración de Salvatore Mancuso dictó

clases a los paramilitares del sur de

Bolívar mientras instruía a miembros de

la fuerza pública.

Fig. 3. Mario Uribe, primo del ex presidente Álvaro Uribe, involucrado en la parapolítica.

Del mismo modo, el general Rito Alejo

del Río señalado de contribuir con la

expansión paramilitar en Urabá,

Guillermo Valencia Cossio, ex director

de fiscalías en Medellín, Eleonora

Pineda ex congresista de la República, y

la extensa lista de políticos, funcionarios

y parlamentarios implicados en estos

deplorables hechos.

En otro aspecto, no descentralizado del

tema que se pretende exponer, se

encuentran hostigamientos,

persecuciones, amenazas y homicidios

contra aquellas voces promulgadoras de

derechos y verdad, entre las cuales

están: periodistas, defensores de

derechos humanos, sindicalistas y

líderes comunales. Lamentablemente,

quienes exigen los derechos, revelando

acontecimientos tan malévolos como los

que se cometen en nuestro país, se

convierten en objeto de amenaza;

puesto que, su acción ataca al gobierno

en su política de Estado, la cual en lugar

de protección, participa en la violación

constante de los derechos, valiéndose

de su poder para buscar únicamente el

beneficio privado.

Así, es pertinente referirnos al caso del

defensor de derechos humanos Jesús

María Valle, quien fue asesinado en su

propia oficina, luego de denunciar

públicamente, los vínculos existentes

entre las fuerzas armadas, integrantes

del gobierno y grupos paramilitares en el

departamento de Antioquia. De la

misma forma, la operación ejecutada

contra la Unión Patriótica, es una de las

más claras muestras del exterminio de

la oposición, representada en el que fue

un importante partido político, con

líderes tan destacados como Bernardo

Jaramillo y Jaime Pardo. Ambos

sucesos, reflejan la notoria acción del

paramilitarismo en alianza con el

Estado, en aras de obstruir el obstáculo

político que se consolidaba.

A su vez, el paramilitarismo ha sido un

instrumento en la consecución de fines

económicos; por este motivo, los

narcotraficantes han apoyado su

estructura, instaurando un escudo de

poder y defensa que los ha beneficiado.

De ahí, el auge paramilitar en la década

de los ochenta, con el surgimiento del

MAS (Muerte a secuestradores), cuyo

propósito se centró en un principio en

combatir el secuestro y posteriormente,

tomó rumbos concernientes al

acaparamiento de terrenos propicios

para la siembra de coca, con la

característica de dominio zonal; lo cual,

impediría la disputa con la guerrilla en la

actividad ilícita.

Fig. 4. Líderes de la Unión Patriótica asesinados.

Aquí, cabe citar las palabras del

director de la Corporación Nuevo Arco

Iris, León Valencia, quien manifiesta:

La acción que desencadenó la

formación del MAS fue el

secuestro de una hija de Fabio

Ochoa, hermana de los Ochoa

Vásquez, familia muy cercana a

los Uribe; las primeras

actividades de este grupo

tuvieron como principal

escenario a Medellín en los años

1981 y 1982 cuando Álvaro

Uribe empezó su actividad

política en la ciudad ejerciendo

unos meses como alcalde. Las

reuniones fundacionales de las

Autodefensas se realizaron en la

región de Urabá en momentos en

que Uribe se desempeñaba como

gobernador de Antioquia, y todo

el proceso de expansión

paramilitar se realizó en los años

en que Uribe recorría el país

municipio por municipio en

desarrollo de su campaña

presidencial.4

Lo anterior, conlleva a afirmar que la

consecución del poder en Álvaro Uribe,

ha estado marcada por una influencia

paramilitar, adaptada a cada momento

en el cual se desarrolla.

Como es innegable, las conexiones del

narcotráfico con el poder, han generado

4 VALENCIA, León. “Lo que ocultó Uribe en la

negociación con los paramilitares”. En Las Perlas Uribistas, Op. Cit., Pág. 72.

facilidades en su actividad, un ejemplo

de ello, fue la dirección de la

Aeronáutica Civil ejercida por Álvaro

Uribe, acción que proporcionó la

exportación de la cocaína sin ningún

tipo de control hacia el extranjero, hecho

no extraño; pues como ya se expuso,

los vínculos de los Uribe con el narco-

paramilitarismo han sido bastante

difundidos, “en su libro los jinetes de la

cocaína, el reconocido periodista del

diario El Espectador, Fabio Castillo,

afirmó que Alberto Uribe Sierra estaba

vinculado con el narcotráfico y junto a

sus parientes, integraba el clan de los

Ochoa”5, prueba de ello, fue el

allanamiento al complejo cocalero de

Traquilandia, perteneciente al cartel de

Medellín, donde además de lo

correspondiente al negocio ilícito se

halló un helicóptero de propiedad de los

Uribe.

Similarmente, en el libro El Clan de los

Doce Apóstoles, se revela el liderazgo

asumido por Santiago Uribe en el grupo

paramilitar al que se enfoca el escrito;

teniendo en cuenta, que para ese

5 BEHAR, Olga. “El Clan de los Doce Apóstoles”.

Bogotá D.C: Icono, 2011. ISBN 978-958-8461-19-9. Pág.36.

momento, su hermano Álvaro Uribe

alcanzó la gobernación de Antioquia.

Por otra parte, el paramilitarismo ha sido

medio de desplazamiento forzado,

centrado anteriormente en el

narcotráfico y actualmente focalizado en

la minería y la explotación de recursos

naturales; puesto que, son estas las

actividades que se encuentran en pleno

auge, debido a su potencialidad para

generar riqueza económica.

Fig. 5. Explotación minera a gran escala.

Por la anterior razón, es un medio

violento también patrocinado por

capitalistas como las multinacionales,

quienes acuden a esta herramienta en

alianza con el gobierno, con el objeto

de despojar a poblaciones vulnerables

de sus tierras, lugares donde prevalece

una riqueza natural ya detectada;

igualmente, estas empresas promueven

la organización ilegal, con el fin de

instaurar seguridad en la zona donde

pretenden tomar posesión.

Además, es un mecanismo utilizado por

los denominados “gota a gota”, un

sistema de usura que funciona mediante

el aprovechamiento de las necesidades

económicas de los más débiles para

incrementar el capital de los más fuertes

y en cuyo accionar se ejerce la violencia

de estos grupos como único respaldo

asegurador del pago.

Análogamente, se encuentra el DAS,

organización estatal que interceptó

números telefónicos, correos

electrónicos y hasta cuentas bancarias.

Información que llegó a infiltrarse a

grupos paramilitares, en función de

desaparecer los designados “blancos

positivos”.

Fig.6. Chuzadas del DAS.

Alternamente, se ejecutaban planes

montajes cuyo objetivo radicaba en

mostrar a sus obstáculos políticos, ante

la opinión pública e instancias

internacionales como partícipes de la

subversión y el terrorismo. Así “el jefe

de Estado señaló a sus opositores como

terroristas vestidos de civil y a

periodistas como voceros de la

guerrilla”6. Por su parte, Hollman Morris

asevera “el G-3 y su minucioso

seguimiento a sus blancos, tenía como

objetivo encontrar elementos para

montajes que pudieran llevar a la cárcel

a sus víctimas –objetivos”.7

Al mismo tiempo, la famosa institución

del DAS servía como vehículo

transportador de estupefacientes,

aprovechando las múltiples ventajas de

la entidad, con el propósito de efectuar

negocios sucios, destinados al beneficio

particular.

En suma, “el paramilitarismo ha sido

una práctica política a la cual han

recurrido las élites políticas, económicas

y de la mafia para conseguir el poder,

expandirlo y afianzarse en él”; 8 además,

6 VELÁSQUEZ RIVERA, Op. Cit., pág 145.

7 MORRIS, Hollman. “El DAS, una cacería criminal” EN

Las Perlas Uribistas, Op. Cit., pág. 170. 8 VELÁSQUEZ RIVERA, Op. Cit., pág. 134.

son ineludibles las acciones de la

organización criminal con fines

tendientes al enriquecimiento.

Aquí, resulta oportuno efectuar un

análisis de la Ley de Justicia y Paz,

como el marco jurídico con el que se

favorece al paramilitarismo y sus

copartidarios. Así, se comparte la

concepción de Velásquez Rivera,

cuando expresa:

El proceso de paz adelantado por

el gobierno nacional de Uribe

Vélez con las organizaciones

paramilitares pareciese no

corresponder a un proceso de paz

ya que ni siquiera las acciones de

estos han cesado , sino más bien

, a una estrategia política de

largo aliento en Colombia,

consistente en legalizar las

fortunas adquiridas por

paramilitares, narcotraficantes y

altos funcionarios estatales; en

justificar y posicionar el

proyecto político de la extrema

derecha; en simular juicios ante

la justicia colombiana para

evadir la acción de la justicia

estadounidense.

Por consiguiente, y pese a que en la ley

se estipula “la entrega al Estado de

bienes obtenidos ilícitamente para la

reparación de víctimas”; 9 al igual que,

9 MINISTERIO de Interior y Justicia (Colombia). Ley

975 de 2005. “Por la cual se dictan disposiciones para la reincorporación de miembros de grupos armados al margen de la ley, que contribuyan de manera

“la colaboración eficaz para la

localización de personas secuestradas o

desaparecidas y la localización de los

cadáveres de las víctimas”.10 Los

desmovilizados no reportan la totalidad

de sus bienes, ellos aprovechan la

situación ofrecida e incurren en el

testaferrato y demás mecanismos que

les permita legalizar su riqueza. De igual

forma, el gobierno ha promovido los

falsos positivos, soportando falsas

desmovilizaciones que acreditan el

debilitamiento de los grupos al margen

de la ley.

Fig. 7. Entrega simbólica de las armas por los desmovilizados, ante el entonces comisionado de paz, Luis Carlos Restrepo.

Todavía más, quienes se acogen a la

norma, acceden al beneficio de la pena

efectiva a la consecución de la paz nacional y se dictan otras disposiciones para acuerdos humanitarios”. Diario oficial no. 45.980, 25 de julio de 200, pág. 24. 10

Ibíd., pág. 24.

alternativa, otorgando una versión que

se ajuste a su conveniencia, pero el

cinismo del Estado es mayor, cuando se

logra corroborar la omisión de hechos y

las prebendas continúan; al respecto,

Antonio Morales dice “las leguleyadas y

fintas hechas por el gobierno

permitieron que los paras recibieran

condenas máximas de ocho años con

derecho a rebajas, al punto que varios

de ellos ya estarían cerca de ser

excarcelados”. 11

Además, acceder a la pena alternativa,

requiere un compromiso enmarcado en

el buen comportamiento, contribuyendo

a la verdad y la reparación de las

víctimas en su sometimiento a la

justicia, una justicia injusta en su trato

con las víctimas pero bastante generosa

con los victimarios; pues, muchas de las

atrocidades cometidas por los

paramilitares, corresponden a

violaciones al derecho internacional

humanitario, constituyéndose en delitos

de lesa humanidad; sin embargo, el

gobierno se vale de su obligación en la

búsqueda de paz para atribuirles

rebajas de penas tan significativas.

11

BEHAR, Olga. Op. Cit., pág. 12.

Fig. 8. Jefe paramilitar Salvatore Mancuso, rindiendo versión libre ante el entonces Fiscal General, Mario Iguarán.

Sumado a lo anterior, muchas víctimas

no declaran ante la justicia la violación a

sus derechos debido a la presión

ejercida por sus victimarios y aunque

logren hacerlo, la mayoría de ellas no

consiguen ser reparadas.

A su vez, los reinsertados gozan

cantidad de beneficios, podría decirse,

las garantías estatales hacia ellos, son

mayores en comparación con quienes

optan por la legalidad a lo largo de su

vida. Esa es la injusticia social de un

Estado promotor de violencia; para lo

cual, la ley estipula “el gobierno nacional

procurará la vinculación de los

desmovilizados a proyectos productivos

o programas de capacitación o

educación que les facilite acceder a

empleos productivos”. 12

En consecuencia, los desmovilizados

prometen dejar sus armas, pero son

ellos quienes conforman las Bacrim, un

modelo con raíces ya implantadas que

tras la supuesta derrota al

paramilitarismo, se está fortaleciendo.

Adicional a ello, es imposible el

esclarecimiento de los hechos con un

mínimo de tiempo como el establecido y

aún más con la extradición de los jefes

paramilitares. El objetivo del gobierno se

centra en ocultar la verdad, en la que sin

duda está involucrado.

Fig. 9. Captura de banda criminal.

Reflexionando, “la verdad valdría la

pena, si no se limitara a los crímenes

sino a la forma en que se han venido

12

MINISTERIO de Interior y Justicia (Colombia). Ley 975 de 2005. Op. Cit., pág. 32.

colando en la institucionalidad el poder

de los grupos ilegales”13; pues, la

verdad no puede estar dirigida

únicamente al acontecimiento delictivo,

sino a una revelación que destape las

verdaderas influencias de esferas

políticas y económicas en la

criminalidad. Esto, teniendo en cuenta

que, los méritos en el hallazgo de

hechos como la parapolítica, conciernen

a la labor desarrollada por la Corte

Suprema de Justicia y la Fiscalía

General de la Nación, más no por la

acción del gobierno.

Es importante resaltar que con la

mencionada desmovilización, los

paramilitares sólo realizaron la entrega

simbólica de una parte de sus armas,

ocultando las redes del narcotráfico con

las que operan.

En conclusión, el motor que ha

impulsado la ley de justicia y paz, es el

enfoque en la consecución de los dos

pilares a los que hace referencia su

13

FAJARDO, Luis Andrés [[email protected]]. “La Ley de Justicia y Paz, análisis constitucional, competencia de la jurisdicción internacional y efectos en el desarrollo humano”. [en línea] En Civilizar, vol. 7, núm. 11, enero-junio, 2007. Disponible en [www.usergioarboleda.edu.co/civilizar/revista11/ley-justicia-paz.pdf]. Consultado: 14 de marzo de 2012. ISSN 1657-8953, pág. 44.

denominación; los cuales, se

encuentran fundamentados en la

reparación y la verdad. Objetivos que en

ningún momento se han logrado; ya

que, esta no deja de ser una

normatividad encubierta en el anhelo

nacional, para alcanzar la legalización

de los recursos ilícitos obtenidos con el

paramilitarismo y otorgar crédito al

gobierno en su “política de seguridad

democrática”, manteniendo activo el

factor impunidad; por tanto, la

reparación de víctimas no es más que

una evasiva al juzgamiento

internacional.

El paramilitarismo se expresa como una

herramienta en la consecución de fines

económicos y políticos, con ella se han

beneficiado políticos, narcotraficantes y

capitalistas; sin importar que para esto,

se efectúe el enorme derramamiento de

sangre en toda una nación.

Fig. 10. Movilización en protesta del paramilitarismo y su impunidad.

Mientras tanto, la máquina paramilitar es

benefactora de los poderosos y

adinerados, acercándoles a sus manos

el incremento en sus riquezas y la

consecución del poder político, el costo

que por ello se paga, es la extensión de

la pobreza en la población menos

favorecida. Un medio donde con la

miseria de muchos, se fortalece el

interés privado de la élite privilegiada,

empleando la transgresión de los

derechos humanos en los más

vulnerables.