Upload
721mavana
View
2.234
Download
0
Embed Size (px)
Citation preview
EL PARAMILITARISMO Y SU TRASFONDO
POLÍTICO – ECONÓMICO
Manuela Valencia Naranjo. [email protected] Estudiante Facultad de Derecho. Universidad de Antioquia.
“No existe un solo modelo de
democracia, o de los derechos humanos,
o de la expresión cultural para todo el
mundo; pero para todo el mundo, tiene
que haber democracia, derechos
humanos y una libre expresión cultural”.
Kofi Annan.
El propósito de este ensayo a cerca del
paramilitarismo en Colombia, es analizar
dicho fenómeno como un mecanismo; a
través del cual, las clases más
poderosas del país, han promovido la
violencia en la búsqueda de sus
intereses privados. Acción que ha
conllevado a la transgresión de los
derechos humanos en la población.
En una definición del objeto de estudio,
el paramilitarismo es una organización
armada, que surge con el apoyo del
Estado, justificándose en una lucha
contra la insurgencia. Aquí, se pretende
demostrar como el paramilitarismo se
convierte en el instrumento de fuerza
violenta; por medio del cual, dirigentes,
narcotraficantes y capitalistas han
escalado sus objetivos económicos y
políticos.
En un análisis del flagelo en mención,
se efectuará un breve recuento del
contexto histórico al que pertenece,
luego se explicarán los fines ocultos que
lo constituyen.
Finalmente, se realizará un
acercamiento desde la ley de justicia y
paz donde se proporcionan a sus
integrantes y promotores beneficios
económicos y políticos.
En un recuento histórico, el
paramilitarismo proviene de la aplicación
de modelos externos contrainsurgentes,
liderados por países como E.E.U.U,
siendo importante resaltar la influencia
ejercida por Francia en el proceso. Es
así, como se efectuó la formación de
cientos de militares colombianos en
escuelas estadounidenses entre ellas, la
destacada Escuela de las Américas;
donde se capacitaba en técnicas
especializadas de tortura, asesinato,
desaparición y demás métodos
concernientes a la criminalidad y
barbarie.
En una ubicación temporal, la
consolidación de la estructura
paramilitar en Colombia, correspondió al
contexto de la Guerra Fría y el Frente
Nacional, entre los años 1958 y 1974,
con el intermedio de la década de los
sesenta, periodo en el cual, se le
proporcionó establecimiento jurídico a
su conformación; aun así, en los años
cuarenta ya existían grupos privados
que actuaban en complicidad con las
autoridades.
Gradualmente, el proyecto paramilitar
ha evolucionado, ajustándose a cada
contexto político y social en el que
opera. De esta manera, la década de los
ochenta en su política de paz,
impulsada por el presidente Belisario
Betancur, fue la respuesta con mayor
fuerza de militares, narcotraficantes y la
derecha en la creación y financiación de
los paramilitares. Posteriormente, en la
administración de Virgilio Barco (1986-
1990), se identificaron cerca de 200
organizaciones paramilitares y el
gobierno declaró ilegales a las
autodefensas.
Fig. 1. Acción de las autodefensas en zonas rurales.
Continuamente, el gobierno de César
Gaviria Trujillo (1990-1994) en su
estrategia de “guerra integral” emitida a
la subversión, no al paramilitarismo;
además, del impulso de “Las Convivir”
por el presidente Ernesto Samper
(1994-1998), cuyo origen radicó en
Antioquia con Álvaro Uribe como
gobernador.
Seguidamente, El gobierno de Andrés
Pastrana (1998- 2002) con el desmonte
de las convivir y el combate a las
autodefensas, firmando con las FARC
en El Caguán, la Agenda Común por el
Cambio hacia una Nueva Colombia;
indicio de los diálogos de paz y acción
que incitó al Pacto de Ralito en 2001.
Finalmente, el ex presidente Álvaro
Uribe en su política de “seguridad
democrática” adoptó la ley de justicia y
paz, con un trasfondo hacia la
impunidad y beneficio paramilitar.
Por lo anterior, es propio citar a
Velásquez Rivera, quien refiriéndose a
Colombia expresa “los gobiernos de
dicho país no han tenido la voluntad
para enfrentar y erradicar el
paramilitarismo, por el contrario, a
través de miembros de las fuerzas
armadas lo han apoyado al creerlos
aliados en su lucha contra la
subversión” 1; sin embargo, el gobierno
dice llamarse depurador de la guerra,
1 VELÁSQUEZ RIVERA, Edgar de Jesús. “Historia del
Paramilitarismo en Colombia”. En História, Sao Paulo, Brasil, vol. 26, n1, 2007, ISSN 1980-4369, pág. 134.
pero es él quien la ha implantado por
medio de las condiciones sociales de
injusticia y la conformación paramilitar
como una fachada, para acabar
cualquier obstáculo que arrebate su
poder.
Ciertamente, el paramilitarismo se
fortaleció con un apoyo estatal
justificado en el combate contra la
insurgencia, pero esta es la envestidura
en la que se han encubierto intereses
privados de las clases más fuertes.
Así, la contrainsurgencia es un medio
para alcanzar el poder; puesto que, no
es oculto el hecho de que muchos
dirigentes se encuentren involucrados
con la famosa para-política; este es el
aparato con el que se han impuesto
candidatos, tras el exterminio de la
oposición, el ejercicio de la presión en la
ciudadanía y la corrupción que alcanza
autoridades electorales. Logrando con
ello, la infiltración en las esferas del
poder y como resultado, “ciento siete
parlamentarios de los periodos de 2002
y 2006 han sido vinculados a las
investigaciones judiciales, lo mismo que
cerca de 500 políticos locales entre
gobernadores, alcaldes, diputados y
concejales”.2
En realidad, las amenazas y el
clientelismo en el ejercicio electoral son
frecuentes en zonas dominadas por
paramilitares, ocasionando que
personas aliadas a estos grupos,
alcancen facultades de poder político;
no obstante, el Estado se hace
denominar demócrata, mientras intimida
fuertemente la oposición representada
en partidos políticos que reclaman los
derechos de la población, una lucha en
la cual, la única herramienta de
contienda es la violencia como método
explícito de la imposición.
Fig. 2, Grupo paramilitar, ejerciendo dominio en una población.
2 ROMERO, Mauricio. VALENCIA, León, et al.
“Parapolítica, la expansión de los paramilitares y los acuerdos políticos”, Intermedio Editores, 2007.
De esta manera, es como miembros del
gobierno han sido partícipes de dichas
fuerzas, son ellos quienes a lo largo de
la historia, han promovido su accionar,
proporcionando protección a dichos
asesinos, sobreponiendo sus intereses
privados y pretendiendo ocultar el sol
que los vincula con la criminalidad; para
lo cual, emplean sus potestades y las
influencias que trascienden la rama
judicial. Al respecto, Felipe Zuleta afirma
“en Colombia los crímenes cometidos
por agentes estatales quedan impunes o
son tardíamente juzgados”.3
En una detención de la alianza para-
política, es propio citar algunos de los
tantos casos que sin duda, ilustran
ampliamente el fenómeno, entre ellos:
Mario Uribe, primo del ex presidente
Uribe, investigado por relaciones con los
paramilitares en Córdoba, Sucre y el
suroeste antioqueño; así mismo, Rubén
Darío Quintero quien fue su secretario
privado en la gobernación de Antioquia,
acusado de pactar con estos grupos
para llegar al Senado de la República,
Jorge Noguera ex director del DAS
sindicado por emplear la organización a
3 ZULETA, Felipe.” Los Falsos positivos: crímenes de
lesa humanidad”. En Las Perlas Uribistas, Editorial Debate, n1, 2010. ISBN 978-958-8613-03-1. Pág. 65.
su cargo en nexos con paramilitares,
José Miguel Narváez ex subdirector de
la misma entidad y quien según
declaración de Salvatore Mancuso dictó
clases a los paramilitares del sur de
Bolívar mientras instruía a miembros de
la fuerza pública.
Fig. 3. Mario Uribe, primo del ex presidente Álvaro Uribe, involucrado en la parapolítica.
Del mismo modo, el general Rito Alejo
del Río señalado de contribuir con la
expansión paramilitar en Urabá,
Guillermo Valencia Cossio, ex director
de fiscalías en Medellín, Eleonora
Pineda ex congresista de la República, y
la extensa lista de políticos, funcionarios
y parlamentarios implicados en estos
deplorables hechos.
En otro aspecto, no descentralizado del
tema que se pretende exponer, se
encuentran hostigamientos,
persecuciones, amenazas y homicidios
contra aquellas voces promulgadoras de
derechos y verdad, entre las cuales
están: periodistas, defensores de
derechos humanos, sindicalistas y
líderes comunales. Lamentablemente,
quienes exigen los derechos, revelando
acontecimientos tan malévolos como los
que se cometen en nuestro país, se
convierten en objeto de amenaza;
puesto que, su acción ataca al gobierno
en su política de Estado, la cual en lugar
de protección, participa en la violación
constante de los derechos, valiéndose
de su poder para buscar únicamente el
beneficio privado.
Así, es pertinente referirnos al caso del
defensor de derechos humanos Jesús
María Valle, quien fue asesinado en su
propia oficina, luego de denunciar
públicamente, los vínculos existentes
entre las fuerzas armadas, integrantes
del gobierno y grupos paramilitares en el
departamento de Antioquia. De la
misma forma, la operación ejecutada
contra la Unión Patriótica, es una de las
más claras muestras del exterminio de
la oposición, representada en el que fue
un importante partido político, con
líderes tan destacados como Bernardo
Jaramillo y Jaime Pardo. Ambos
sucesos, reflejan la notoria acción del
paramilitarismo en alianza con el
Estado, en aras de obstruir el obstáculo
político que se consolidaba.
A su vez, el paramilitarismo ha sido un
instrumento en la consecución de fines
económicos; por este motivo, los
narcotraficantes han apoyado su
estructura, instaurando un escudo de
poder y defensa que los ha beneficiado.
De ahí, el auge paramilitar en la década
de los ochenta, con el surgimiento del
MAS (Muerte a secuestradores), cuyo
propósito se centró en un principio en
combatir el secuestro y posteriormente,
tomó rumbos concernientes al
acaparamiento de terrenos propicios
para la siembra de coca, con la
característica de dominio zonal; lo cual,
impediría la disputa con la guerrilla en la
actividad ilícita.
Fig. 4. Líderes de la Unión Patriótica asesinados.
Aquí, cabe citar las palabras del
director de la Corporación Nuevo Arco
Iris, León Valencia, quien manifiesta:
La acción que desencadenó la
formación del MAS fue el
secuestro de una hija de Fabio
Ochoa, hermana de los Ochoa
Vásquez, familia muy cercana a
los Uribe; las primeras
actividades de este grupo
tuvieron como principal
escenario a Medellín en los años
1981 y 1982 cuando Álvaro
Uribe empezó su actividad
política en la ciudad ejerciendo
unos meses como alcalde. Las
reuniones fundacionales de las
Autodefensas se realizaron en la
región de Urabá en momentos en
que Uribe se desempeñaba como
gobernador de Antioquia, y todo
el proceso de expansión
paramilitar se realizó en los años
en que Uribe recorría el país
municipio por municipio en
desarrollo de su campaña
presidencial.4
Lo anterior, conlleva a afirmar que la
consecución del poder en Álvaro Uribe,
ha estado marcada por una influencia
paramilitar, adaptada a cada momento
en el cual se desarrolla.
Como es innegable, las conexiones del
narcotráfico con el poder, han generado
4 VALENCIA, León. “Lo que ocultó Uribe en la
negociación con los paramilitares”. En Las Perlas Uribistas, Op. Cit., Pág. 72.
facilidades en su actividad, un ejemplo
de ello, fue la dirección de la
Aeronáutica Civil ejercida por Álvaro
Uribe, acción que proporcionó la
exportación de la cocaína sin ningún
tipo de control hacia el extranjero, hecho
no extraño; pues como ya se expuso,
los vínculos de los Uribe con el narco-
paramilitarismo han sido bastante
difundidos, “en su libro los jinetes de la
cocaína, el reconocido periodista del
diario El Espectador, Fabio Castillo,
afirmó que Alberto Uribe Sierra estaba
vinculado con el narcotráfico y junto a
sus parientes, integraba el clan de los
Ochoa”5, prueba de ello, fue el
allanamiento al complejo cocalero de
Traquilandia, perteneciente al cartel de
Medellín, donde además de lo
correspondiente al negocio ilícito se
halló un helicóptero de propiedad de los
Uribe.
Similarmente, en el libro El Clan de los
Doce Apóstoles, se revela el liderazgo
asumido por Santiago Uribe en el grupo
paramilitar al que se enfoca el escrito;
teniendo en cuenta, que para ese
5 BEHAR, Olga. “El Clan de los Doce Apóstoles”.
Bogotá D.C: Icono, 2011. ISBN 978-958-8461-19-9. Pág.36.
momento, su hermano Álvaro Uribe
alcanzó la gobernación de Antioquia.
Por otra parte, el paramilitarismo ha sido
medio de desplazamiento forzado,
centrado anteriormente en el
narcotráfico y actualmente focalizado en
la minería y la explotación de recursos
naturales; puesto que, son estas las
actividades que se encuentran en pleno
auge, debido a su potencialidad para
generar riqueza económica.
Fig. 5. Explotación minera a gran escala.
Por la anterior razón, es un medio
violento también patrocinado por
capitalistas como las multinacionales,
quienes acuden a esta herramienta en
alianza con el gobierno, con el objeto
de despojar a poblaciones vulnerables
de sus tierras, lugares donde prevalece
una riqueza natural ya detectada;
igualmente, estas empresas promueven
la organización ilegal, con el fin de
instaurar seguridad en la zona donde
pretenden tomar posesión.
Además, es un mecanismo utilizado por
los denominados “gota a gota”, un
sistema de usura que funciona mediante
el aprovechamiento de las necesidades
económicas de los más débiles para
incrementar el capital de los más fuertes
y en cuyo accionar se ejerce la violencia
de estos grupos como único respaldo
asegurador del pago.
Análogamente, se encuentra el DAS,
organización estatal que interceptó
números telefónicos, correos
electrónicos y hasta cuentas bancarias.
Información que llegó a infiltrarse a
grupos paramilitares, en función de
desaparecer los designados “blancos
positivos”.
Fig.6. Chuzadas del DAS.
Alternamente, se ejecutaban planes
montajes cuyo objetivo radicaba en
mostrar a sus obstáculos políticos, ante
la opinión pública e instancias
internacionales como partícipes de la
subversión y el terrorismo. Así “el jefe
de Estado señaló a sus opositores como
terroristas vestidos de civil y a
periodistas como voceros de la
guerrilla”6. Por su parte, Hollman Morris
asevera “el G-3 y su minucioso
seguimiento a sus blancos, tenía como
objetivo encontrar elementos para
montajes que pudieran llevar a la cárcel
a sus víctimas –objetivos”.7
Al mismo tiempo, la famosa institución
del DAS servía como vehículo
transportador de estupefacientes,
aprovechando las múltiples ventajas de
la entidad, con el propósito de efectuar
negocios sucios, destinados al beneficio
particular.
En suma, “el paramilitarismo ha sido
una práctica política a la cual han
recurrido las élites políticas, económicas
y de la mafia para conseguir el poder,
expandirlo y afianzarse en él”; 8 además,
6 VELÁSQUEZ RIVERA, Op. Cit., pág 145.
7 MORRIS, Hollman. “El DAS, una cacería criminal” EN
Las Perlas Uribistas, Op. Cit., pág. 170. 8 VELÁSQUEZ RIVERA, Op. Cit., pág. 134.
son ineludibles las acciones de la
organización criminal con fines
tendientes al enriquecimiento.
Aquí, resulta oportuno efectuar un
análisis de la Ley de Justicia y Paz,
como el marco jurídico con el que se
favorece al paramilitarismo y sus
copartidarios. Así, se comparte la
concepción de Velásquez Rivera,
cuando expresa:
El proceso de paz adelantado por
el gobierno nacional de Uribe
Vélez con las organizaciones
paramilitares pareciese no
corresponder a un proceso de paz
ya que ni siquiera las acciones de
estos han cesado , sino más bien
, a una estrategia política de
largo aliento en Colombia,
consistente en legalizar las
fortunas adquiridas por
paramilitares, narcotraficantes y
altos funcionarios estatales; en
justificar y posicionar el
proyecto político de la extrema
derecha; en simular juicios ante
la justicia colombiana para
evadir la acción de la justicia
estadounidense.
Por consiguiente, y pese a que en la ley
se estipula “la entrega al Estado de
bienes obtenidos ilícitamente para la
reparación de víctimas”; 9 al igual que,
9 MINISTERIO de Interior y Justicia (Colombia). Ley
975 de 2005. “Por la cual se dictan disposiciones para la reincorporación de miembros de grupos armados al margen de la ley, que contribuyan de manera
“la colaboración eficaz para la
localización de personas secuestradas o
desaparecidas y la localización de los
cadáveres de las víctimas”.10 Los
desmovilizados no reportan la totalidad
de sus bienes, ellos aprovechan la
situación ofrecida e incurren en el
testaferrato y demás mecanismos que
les permita legalizar su riqueza. De igual
forma, el gobierno ha promovido los
falsos positivos, soportando falsas
desmovilizaciones que acreditan el
debilitamiento de los grupos al margen
de la ley.
Fig. 7. Entrega simbólica de las armas por los desmovilizados, ante el entonces comisionado de paz, Luis Carlos Restrepo.
Todavía más, quienes se acogen a la
norma, acceden al beneficio de la pena
efectiva a la consecución de la paz nacional y se dictan otras disposiciones para acuerdos humanitarios”. Diario oficial no. 45.980, 25 de julio de 200, pág. 24. 10
Ibíd., pág. 24.
alternativa, otorgando una versión que
se ajuste a su conveniencia, pero el
cinismo del Estado es mayor, cuando se
logra corroborar la omisión de hechos y
las prebendas continúan; al respecto,
Antonio Morales dice “las leguleyadas y
fintas hechas por el gobierno
permitieron que los paras recibieran
condenas máximas de ocho años con
derecho a rebajas, al punto que varios
de ellos ya estarían cerca de ser
excarcelados”. 11
Además, acceder a la pena alternativa,
requiere un compromiso enmarcado en
el buen comportamiento, contribuyendo
a la verdad y la reparación de las
víctimas en su sometimiento a la
justicia, una justicia injusta en su trato
con las víctimas pero bastante generosa
con los victimarios; pues, muchas de las
atrocidades cometidas por los
paramilitares, corresponden a
violaciones al derecho internacional
humanitario, constituyéndose en delitos
de lesa humanidad; sin embargo, el
gobierno se vale de su obligación en la
búsqueda de paz para atribuirles
rebajas de penas tan significativas.
11
BEHAR, Olga. Op. Cit., pág. 12.
Fig. 8. Jefe paramilitar Salvatore Mancuso, rindiendo versión libre ante el entonces Fiscal General, Mario Iguarán.
Sumado a lo anterior, muchas víctimas
no declaran ante la justicia la violación a
sus derechos debido a la presión
ejercida por sus victimarios y aunque
logren hacerlo, la mayoría de ellas no
consiguen ser reparadas.
A su vez, los reinsertados gozan
cantidad de beneficios, podría decirse,
las garantías estatales hacia ellos, son
mayores en comparación con quienes
optan por la legalidad a lo largo de su
vida. Esa es la injusticia social de un
Estado promotor de violencia; para lo
cual, la ley estipula “el gobierno nacional
procurará la vinculación de los
desmovilizados a proyectos productivos
o programas de capacitación o
educación que les facilite acceder a
empleos productivos”. 12
En consecuencia, los desmovilizados
prometen dejar sus armas, pero son
ellos quienes conforman las Bacrim, un
modelo con raíces ya implantadas que
tras la supuesta derrota al
paramilitarismo, se está fortaleciendo.
Adicional a ello, es imposible el
esclarecimiento de los hechos con un
mínimo de tiempo como el establecido y
aún más con la extradición de los jefes
paramilitares. El objetivo del gobierno se
centra en ocultar la verdad, en la que sin
duda está involucrado.
Fig. 9. Captura de banda criminal.
Reflexionando, “la verdad valdría la
pena, si no se limitara a los crímenes
sino a la forma en que se han venido
12
MINISTERIO de Interior y Justicia (Colombia). Ley 975 de 2005. Op. Cit., pág. 32.
colando en la institucionalidad el poder
de los grupos ilegales”13; pues, la
verdad no puede estar dirigida
únicamente al acontecimiento delictivo,
sino a una revelación que destape las
verdaderas influencias de esferas
políticas y económicas en la
criminalidad. Esto, teniendo en cuenta
que, los méritos en el hallazgo de
hechos como la parapolítica, conciernen
a la labor desarrollada por la Corte
Suprema de Justicia y la Fiscalía
General de la Nación, más no por la
acción del gobierno.
Es importante resaltar que con la
mencionada desmovilización, los
paramilitares sólo realizaron la entrega
simbólica de una parte de sus armas,
ocultando las redes del narcotráfico con
las que operan.
En conclusión, el motor que ha
impulsado la ley de justicia y paz, es el
enfoque en la consecución de los dos
pilares a los que hace referencia su
13
FAJARDO, Luis Andrés [[email protected]]. “La Ley de Justicia y Paz, análisis constitucional, competencia de la jurisdicción internacional y efectos en el desarrollo humano”. [en línea] En Civilizar, vol. 7, núm. 11, enero-junio, 2007. Disponible en [www.usergioarboleda.edu.co/civilizar/revista11/ley-justicia-paz.pdf]. Consultado: 14 de marzo de 2012. ISSN 1657-8953, pág. 44.
denominación; los cuales, se
encuentran fundamentados en la
reparación y la verdad. Objetivos que en
ningún momento se han logrado; ya
que, esta no deja de ser una
normatividad encubierta en el anhelo
nacional, para alcanzar la legalización
de los recursos ilícitos obtenidos con el
paramilitarismo y otorgar crédito al
gobierno en su “política de seguridad
democrática”, manteniendo activo el
factor impunidad; por tanto, la
reparación de víctimas no es más que
una evasiva al juzgamiento
internacional.
El paramilitarismo se expresa como una
herramienta en la consecución de fines
económicos y políticos, con ella se han
beneficiado políticos, narcotraficantes y
capitalistas; sin importar que para esto,
se efectúe el enorme derramamiento de
sangre en toda una nación.
Fig. 10. Movilización en protesta del paramilitarismo y su impunidad.
Mientras tanto, la máquina paramilitar es
benefactora de los poderosos y
adinerados, acercándoles a sus manos
el incremento en sus riquezas y la
consecución del poder político, el costo
que por ello se paga, es la extensión de
la pobreza en la población menos
favorecida. Un medio donde con la
miseria de muchos, se fortalece el
interés privado de la élite privilegiada,
empleando la transgresión de los
derechos humanos en los más
vulnerables.