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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MORELOS Facultad de psicología Historia de la cultura en México EL TABACO Ensayo Medina Flores Anahí López del Callejo Lorena Fuentes Duarte Cesar León García Eduardo

ensayo tabaco alce

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MORELOS

Facultad de psicología

Historia de la cultura en México

EL TABACO Ensayo

Medina Flores Anahí López del Callejo Lorena

Fuentes Duarte Cesar León García Eduardo

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Resumen:

El presente trabajo describe la función social del tabaco en América y en el continente Europeo, en las diferentes épocas (prehispánica, colonial, moderna y actual) así como los cambios en su uso y en las formas de elaboración. También se analizará el impacto social de su consumo. Este trabajo se centra en la pregunta ¿Qué factores han influido en las diferentes etapas para que cambiara el uso del tabaco?

Introducción:

En este ensayo, se presentarán los datos, como en una línea de tiempo, la evolución del Tabaco en el transcurso de la historia y se reflexionará sobre el proceso de cambio de esta planta terapéutica, que durante siglos fue utilizada para aliviar dolores, picazón, picaduras de insectos etc. y cómo se convirtó, al igual que en un vicio, en la principal proveedora de recursos económicos mediante el monopolio que de ella se ha hecho desde entonces, convirtiéndose también en la principal causa de muerte actualmente.

Como sabemos el consumo del tabaco no era nada nuevo en la época prehispánica, pues el tabaco era utilizado como método curativo, para ceremonias y rituales entre otras cosas, llegando a ser parte fundamental de la vida de nuestros antepasados, a continuación describiremos mejor el uso del tabaco en sus inicios.

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Época Prehispánica

Descubrimiento del tabaco.

Es importante saber dónde surge el tabaco y por qué se le llamó así. El tabaco es una planta originaria de América. Existen distintas teorías sobre el origen de la palabra “tabaco”, unas sostienen que proviene de la isla de Tobago, donde fue descubierto, otras que en España se denominaba tabaco a un utensilio en forma de Y que los indios empleaban en sus inhalaciones para aspirar el humo. Los aborígenes cubanos llamaban cohoba, cojoba o cohija a la hoja de tabaco, de donde procede el nombre de cohíba, uno de sus más famosos puros.

Fray Bartolomé de las Casas fue el primer europeo en escribir acerca del tabaco, al decir: “Siempre los hombres con un tizón en las manos. . .”

Los pueblos conquistados denominaban a esta planta de diferentes formas según el lugar: cohiva o covija en el Caribe, kuts o sillar los mayas, pisietl y velt los aztecas, saiti los incas, vuri en Colombia, petum en Brasil y uppowoo en Virginia. Cada pueblo tenía un ritual para su consumo, asociando connotaciones medicinales, místicas o sociales: recordemos como la tradición de "fumar la pipa de la paz" se ha mantenido desde tiempos remotos.

Los primeros que usaron las hojas de tabaco para fumarlas fueron los mayas hace mil quinientos años. Su legado de peculiares tallas y grabados demuestran cómo este pueblo centroamericano dio al fumar un carácter religioso y ceremonial. Imágenes como sacerdotes fumando en actitud de adoración al sol, auguraron el éxito de un cultivo que, sin duda, revolucionó la vida en el campo.

A finales del siglo XII, los aztecas invadieron el territorio maya y asimilaron la costumbre de fumar tabaco. Sin embargo, dieron al fumar un carácter más social que religioso, ya que lo más importante se centró únicamente en la magnificencia y el refinamiento de los utensilios de fumar. Los aztecas conservaron la costumbre hasta la llegada de los españoles a principios del siglo XVI.

Uso del tabaco por los indígenas.

Al parecer, ya para el siglo I a.C., los habitantes de América lo utilizaban de diferentes maneras: lo fumaban (enrollado en forma de puro, envuelto en hojas de maíz a manera de cigarro o en pipa), lo mascaban, lo bebían (como infusión o en jarabes) y lo utilizaban en la preparación de enemas. Para ese entonces, el tabaco, estaba íntimamente relacionado con la religión, la magia y la medicina; era

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un elemento fundamental de los chamanes para comunicarse con los espíritus y apaciguar los dolores. (Muñoz, F., S.D.)

Actualmente, éste todavía se utiliza en ciertos rituales y con fines medicinales. En México, los pueblos prehispánicos consideraban al tabaco una planta mágica porque “hace visible el aliento”. Existen numerosas representaciones murales y grabadas, así como el testimonio plasmado en los Códices mayas, del uso del tabaco en la antigüedad.

Muñoz, F., S.D. planteó que para los indígenas dar hojas de tabaco o un cigarro para fumar era un gesto de paz entre los indios. Sin embargo, Colón no supo lo que era el tabaco, ni sus cualidades, hasta la noche del 5 de noviembre de 1492, cuando se lo mostraron los conquistadores españoles que lo acompañaban. Fray Bartolomé de las Casas, describe en su obra Historia de las Indias, como los españoles Luis de Torres y Rodrigo de Xerez descubren a los indios consumiendo tabaco.

En las comunidades primitivas, el descubrimiento del fuego supuso un importante medio de evolución espiritual. Y cuando un día descubrieron que ese humo que respiraban provocaba en ellos un estado de consciencia desconocido y placentero, hicieron del fumar una necesidad que no tardó en convertirse en rito. La costumbre había nacido rápidamente. (Muñoz, F., S.D.)

Algunos pueblos de la América precolombina no sólo emplearon el tabaco con fines rituales, sino que llegó a ser utilizado como remedio curativo. Y es que los nativos mayas estaban convencidos de que la enfermedad era producida por un mal espíritu que se apoderaba o habitaba en el enfermo, y sólo podía ser expulsado de él mediante el humo del tabaco.

Sus hojas eran usadas por los indígenas en diversas ceremonias y rituales, así como con fines medicinales: untado o masticado para aminorar los dolores, curar heridas, tratar picaduras de insectos y demás. También se acostumbraba fumar colectivamente durante la conversación y era compartido en pipas u hojas liadas.

Especies de tabaco.

En la época Prehispánica existían dos especies diferentes en estado silvestre, se cosechaban en este Nuevo Continente: la Nicotiana Rústica, cuyo cultivo tenía lugar en México, el este de América y Canadá, que consistía en una hoja estrecha con un alto contenido de nicotina y tan amarga que se fumaba en pipa, lo que dio lugar a la famosa pipa de la paz ; y la Nicotiana Tabacum, alta, ancha y mucho más suave que la anterior; en la actualidad se reconocen 7 u 8 tipos de hojas de tabaco. (Muñoz, F., S.D.)

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El calumet, o pipa de la paz.

El rito del "Calumet" o pipa de paz se practicaba entre las tribus de la Gran Pradera americana mucho antes de que los colonizadores del Lejano Oeste entraran en contacto con estas culturas.

La ceremonia, revestida de un ritual mágico - religioso, podía tener un interés social, económico, político... En estos actos se fumaban las hojas de un tabaco perteneciente a la especie Nicotiana Rústica (único que se encontraba en estado silvestre en la región).

Reunidos los representantes de las comunidades o las partes que dirimían entre ellas, se encendía una pipa, con la que el conductor de la ceremonia lanzaba a los cuatro puntos cardinales bocanadas de humo para pedir la ayuda del "dios de la pradera", conocido también como el pájaro del trueno".

Después, la pipa iba pasando entre todos los reunidos. Compartida la fumada, se discutían los problemas que les habían convocado. Unas veces se trataba de alcanzar la paz entre las tribus. Otras de una boda, de un pacto comercial o de la iniciación de los adolescentes al mundo de los adultos. Los ritos eran diferentes según los casos; pero en ninguno faltaba el tabaco ni la fumada comunitaria. (Muñoz, F., S.D.)

Mitos y leyendas.

Numerosos mitos y leyendas relacionados con el humo y el tabaco propios de las culturas precolombinas, han llegado hasta nosotros como parte de las tradiciones arraigadas aún en numerosas comunidades indígenas actuales.

De esta manera, los indígenas que habitan en las orillas del cauce inferior del río sucio, en Colombia, junto al istmo de Panamá creen que allí se encontraba el legendario país de Dabeida, donde existió un templo, en cuyo centro se levantaba un ídolo de oro macizo que representaba a la diosa de la tempestad. Este legendario lugar fue una tierra fría, cubierta por la nieve y el hielo, hasta que un chamán o hechicero sopló sobre ella una bocanada de humo de tabaco transformándola así en una tierra cálida y llena de vida.

A su vez, una leyenda de los indios waraos de Venezuela relaciona el tabaco con el origen del mundo. Cuando el "pájaro del alba" (el sol) se elevó en el cielo por primera vez, pensó en una casa situada entre la tierra y el cielo, blanca y redonda como una nube de humo. El pensamiento bastó para que la imagen se hiciera realidad. A continuación, el "pájaro del alba" crea los cuatro bahanas que constituyen los cuatro elementos del humo que dan su carácter al tabaco (bahana es el nombre con que se conoce el tabaco en la región). Los cuatro elementos del

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humo son la "abeja negra", que pica fuerte cuando el fumador aspira la primera bocanada, la "abeja roja", la "abeja amarilla" y la "mosca de miel azul", cuyos espíritus traspasan los cuerpos y les infunden su fuerza. (Muñoz, F., S.D.)

Los otros usos del tabaco.

Cuando escuchamos la palabra tabaco, la primera imagen que nos viene a la cabeza es un cigarrillo, tal vez un cigarro puro o una pipa, y raramente las barrocas cajitas de polvo de tabaco para aspirar o rapé. Puede que, también recordemos las advertencias de las autoridades sanitarias, ya que existe un consenso científico mundial sobre la evidencia de que el hecho de fumar conlleva riesgos para la salud. Sin embargo, la planta del tabaco hace honor a la denominación de panacea (remedio para curar diversas enfermedades) que recibió a su llegada al Viejo Continente y cuenta con múltiples e insospechadas aplicaciones.

En los albores de su historia, los indígenas la creían divina y su humo o sus hojas, mezcladas con cal de conchas marinas molidas, no faltaban en los rituales y ceremonias religiosas. También la utilizaban como estimulante, medicina y fuente de placer. Estos usos continuaron vigentes en la Europa de los siglos XVI y XVII, cuando se la conocía como hierba para todos los males, hierba santa, hierba vulneraria de las Indias. (Muñoz, F., S.D.)

Época Colonial

El Tabaco y la Colonia

En el transcurso de la época colonial, México fue quien aportó una gran cantidad de recursos a la Corona Española, entre todos ellos, se encuentra sin duda el mineral más abundante y apreciado actualmente en el país “La plata”.

Sin embargo el producto que nos ocupa en este ensayo es el TABACO, siendo este un recurso agrícola no comestible, cuyo cultivo y venta redituaron utilidades importantes a la Corona Española.( Florescano, E. y Menegus, 2000)

El consumo del tabaco durante la Colonia

Cuando los españoles se establecieron en nuestro territorio, el cultivo y consumo de esta planta era exclusivo de los indígenas. Con el paso del tiempo el hábito se difundió al resto de la población (hombres y mujeres), de tal suerte que durante el siglo XVI y XVII la elaboración de puros y cigarros se convirtió en una actividad

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muy importante. Ante la demanda y con la introducción de nuevas técnicas agrícolas, los plantíos se extendieron a diversas regiones: Jalisco, Puebla, Colima, Oaxaca, Yucatán y Veracruz. Como la demanda era muy elevada, la corona estableció el estanco o monopolio de su cultivo, fabricación y comercialización. El proceso de instauración fue paulatino, dependiendo ello de los requerimientos económicos de la metrópoli.

Constituyéndose así una fuente de empleo para varios sectores de la sociedad colonial, entre los que quedaron incluidos cultivadores, cosecheros, dueños de fábricas, talleres artesanales y tiendas; en las ciudades, la gente de bajos recursos lo vendía en las calles.

En un principio el tabaco llegaba a España de los indígenas, pero debido a la gran demanda nacional que existió en nuestro país a partir de la segunda mitad del siglo XVI, comenzó a llegar de la mano de los colonos.

A principios del s. XVII (1620) empieza a funcionar en Sevilla la primera fábrica de tabacos española bajo el nombre de La Real Fábrica de Tabacos de Sevilla, que se convertiría en la mayor construcción industrial del mundo. A Sevilla le sigue, por orden cronológico, la Fábrica de Cádiz.

En ellas se comenzó elaborando polvo de tabaco, muy apreciado en toda Europa, y más tarde cigarros puros hechos con hojas producidas de nuestras colonias de ultramar. La gran influencia de las fábricas españolas no disminuyó cuando, bastantes años después de su puesta en funcionamiento lo hicieran otras francesas, alemanas o italianas. Más tarde, en el año 1717, un real Decreto de la Corona de España dio lugar a la fundación de la primera fábrica de tabaco en Cuba, la Real Factoría de La Habana, implantando así un régimen de monopolio para la naciente industria cubana.

A lo largo del siglo XVIII, los precios del tabaco se dispararon, lo que contribuyó a un aumento de la presión fiscal y a un acercamiento del fumar hacia los grupos adinerados.

El tabaco de humo (sin previa elaboración) quedaba destinado entonces al resto de la sociedad, y el consumo de rapé (tabaco aspirado) se convertía en el mayor ritual costumbrista y social de Europa propio de las sociedades burguesas y aristocráticas.

Pero a finales de este siglo se produjo un cambio en los hábitos de consumo de tabaco. De nuevo, los grupos sociales con más renta acabaron por apropiarse del tabaco de humo, hasta entonces considerado como mercancía marginal, por lo que Sevilla se lanzó a la confección del cigarro puro, abandonando cada vez más

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el rapé. Poco después se unirían a esta producción las factorías de Madrid, Alicante, La Coruña, San Sebastián y Bilbao, lo que hizo del cigarrillo el gran protagonista del nuevo panorama social.

Desde finales del siglo XIX y comienzos del presente, el cigarrillo ostenta ya una primerísima posición en el mercado. Y mientras el abaratamiento y la masificación de la producción contribuyen a que todas las clases sociales tengan un fácil acceso al tabaco, las formas antiguas de tomarlo van quedando relegadas al pintoresquismo y la rareza curiosa. No hay duda de que el fumar se ha convertido en un hecho universal.

Estos se hacían a mano, por una misma persona de principio a fin, de ahí la gran cantidad de familias dedicadas a su elaboración. Para controlar las actividades comerciales y obtener recursos, el rey Felipe II estableció el Consulado de Comerciantes, organismo encargado de supervisar que el comercio exterior se realizara por los puertos autorizados y fuese hecho el cobro de los impuestos o alcabalas, establecidos para todas las actividades de compra-venta y el transporte de mercancías. (Florescano, E. y Menegus,2000)

Las reformas borbónicas producen cambios

El siglo XVIII trajo cambios políticos en España que repercutieron en las colonias americanas. Éstos tuvieron que ver con el reemplazo de dinastía, ya que el rey Felipe IV, miembro de la familia de los Habsburgo, murió sin descendencia directa, propiciando que otros parientes, relacionados con la casa reinante de Francia, los Borbones, llegaran al trono español.

A mediados de siglo ocupó el trono español Carlos III, quien influido por las ideas de la Ilustración francesa, implementó en España y el imperio una serie de cambios tendientes a reordenar y en algunos aspectos a modernizar, el funcionamiento de las colonias. Con ello logró ejercer mayor control sobre las autoridades y los recursos económicos del imperio. Tales medidas serán conocidas como reformas borbónicas.

En lo político, tendían a restarle poder al virrey. Para eso colocó gente preparada y de su confianza en los cargos administrativos, con lo que los criollos que ocupaban este tipo de puestos fueron desplazados por empleados nombrados por el rey y enviados desde España.

La Iglesia también fue afectada: sobre el clero regular cayó la prohibición de fundar más conventos, y a la institución en general le limitaban el manejo de los cuantiosos recursos económicos que poseía.

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En el aspecto económico, establecieron una serie de estancos o monopolios sobre mercancías y actividades de gran demanda: sal, papel sellado, pólvora, azogue o mercurio, la lotería, los naipes y el tabaco, con el fin de controlar las aportaciones que generaban. Empleados del rey se encargarían de supervisar que las utilidades obtenidas fuesen directamente a manos de la corona y, por tal motivo, se estableció la Real Hacienda que pondría orden en las finanzas. Para lograr la aplicación de las reformas llegaron tropas españolas y visitadores reales con el encargo de ejecutar las disposiciones. (Florescano, E. y Menegus,2000)

El estanco del tabaco

Este monopolio fue puesto en marcha por el visitador José de Gálvez, quien inició restringiendo la amplia zona de cultivo a unos cuantos sitios: Córdoba, Orizaba, Huatusco y Zongolica. Toda la cosecha sería vendida exclusivamente a la administración de la Renta del Tabaco al precio que ésta fijara. Tal limitación provocó una serie de reacciones violentas por parte de cultivadores y cosechadores en las zonas donde quedó prohibida la siembra, pero también de los fabricantes autorizados porque se estableció el control de precios. Los fabricantes de puros y cigarros se vieron afectados, ya que sólo podían comprar la materia prima en la Renta del Tabaco al precio que ella señalara, pero al menos tenían la posibilidad de elaborarlo y venderlo por su cuenta.

Más tarde, el visitador Gálvez dispuso la monopolización de la fabricación y comercialización al establecer en 1769 "la Real Fábrica de Puros y Cigarros de México y se crearon las de Puebla, Querétaro, Oaxaca, Orizaba y Guadalajara. En dichos establecimientos, manejados también por la Renta del Tabaco, se dispuso elaborar todos los puros y cigarros del país, por lo cual desde 1766 no se otorgaron más permisos a fábricas o talleres particulares". Los estanquillos serán los únicos lugares autorizados para su venta.

La aplicación de esta nueva medida afectó la economía de todos aquellos sectores sociales que obtenían sus ingresos de esta actividad, y pronto talleres y tiendas se vieron obligados a cerrar ante la imposibilidad de obtener el material necesario. También transformó la forma de trabajo. Desestructuró la unidad productiva familiar y quienes pretendieran seguir laborando en el ramo, tendrían que contratarse como empleados de la Real Fábrica..., sometidos a un horario fijo, participando sólo en una parte de la elaboración debido a que se estableció la división del trabajo y emplazados, como miles de trabajadores, en un mismo edificio. Esta última cuestión fue muy criticada por la sociedad de la ciudad de México, ya que al interior de un mismo edificio convivían hombres y mujeres de diferentes edades. Tal cosa inquietaba, tanto por los temas de conversación como por la posibilidad de que organizaran protestas que rompieran la tranquilidad.

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Pese a las inconformidades generadas, el monopolio se mantuvo porque redituaba enormes ganancias; por ejemplo, entre 1785 y 1789 la Real Fábrica gastó en compra de tabaco, fletes, derecho de alcabala, gastos de la fábrica y de administración 14 millones 977 mil 841 de pesos; a cambio ganaron 30 millones 736 mil 638. Una vez descontados los gastos, la utilidad en cinco años fue de 15 millones de pesos. Dinero que llegaba directamente a la metrópoli. Pese a la vigilancia y el control establecidos, como suele pasar en tiempos de prohibiciones, se desarrolló el cultivo, la fabricación y venta clandestinos. (Florescano, E. y Menegus,2000).

Época moderna

Siglos XVII Y XVIII

Durante esta época, continuaron apareciendo regulaciones legales sobre el tabaco, destacando en 1606 una disposición contra su siembra en Cuba y en parte de América hispánica y en 1614 contra su comercio internacional. (Ortiz F., S.D.)

Tras la rápida extensión de esta planta por Europa, a comienzos del siglo XVII ya no bastaban en Inglaterra las farmacias para vender el tabaco, tal era la cantidad de consumidores en aquella época, por lo que tuvieron que establecerse tiendas especiales para este negocio. Tomar tabaco era un signo de alta distinción social y se consumía masivamente con fines placenteros. . (Ortiz F., S.D.)

Los gobiernos se dieron cuenta de que el comercio del tabaco podía suponer una notable fuente de ingresos en las arcas del Estado mediante los impuestos. Así, el monopolio del comercio del tabaco en España comenzó en 1634 con el establecimiento del estanco en Castilla y León, ampliándose en 1707 al resto del reino, siendo los únicos lugares autorizados para la elaboración y manufactura del tabaco las fábricas de Cádiz y Sevilla. A partir de 1735 se regula mediante Reales Cédulas la fabricación y venta "en Administraciones, Estancos y demás Oficinas destinadas al intento", siendo penada el comercio en otros lugares con multas, e incluso con penas de presidio. . (Ortiz F., S.D.)

Durante estos siglos continuaron las publicaciones sobre las virtudes y beneficios del tabaco, sobre todo por sus propiedades curativas. En España destacaron obras como el Tratado sobre Las excelencias y maravillosas propiedades del tabaco de Cristóbal Hayo, catedrático de "Prima de Medicina Chirurgica" de la Universidad de Salamanca en 1645, y la publicación en 1626 de la obra El tabaco, panacea universal de J. Leander. (Pardell H, Saltó E, Salleras LL, S.D)

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En esta época, la Iglesia tomó cartas en el asunto, siendo uno de los principales enemigos del tabaco. En 1642, el Papa Urbano VIII prohibió fumar en todas las iglesias de la diócesis de Sevilla, castigando a los infractores con la excomunión. En 1696 se dictó por primera vez una ordenanza que regulaba el consumo del tabaco en lugares públicos y fue el Sínodo obispal celebrado en Tortosa quien prohibió de forma tajante el consumo de tabaco entre sacerdotes y demás miembros de la Iglesia. (Pardell H, Saltó E, Salleras LL, S.D)

No obstante, otros sucesores fueron más permisivos, y así, en 1725 otro Papa, Benedicto XIII, levantó las sanciones promulgadas por sus antecesores para "evitar a los fieles el espectáculo de dignatarios eclesiásticos escapando del santuario para irse a fumar a escondidas." De todas formas, la Iglesia continuó siendo uno de los principales detractores del tabaco; muchas décadas después, en 1850, el Papa Inocencio X prohibiría nuevamente su uso bajo pena de excomunión en todo el Vaticano. También las opiniones en contra del tabaco provenían de los monarcas de la época. El rey Jacobo I de Inglaterra publicó en 1603 unas recomendaciones en contra del uso del tabaco y Luis XIII de Francia (1601-1643) castigaba su consumo con fuertes multas. (Pardell H, Saltó E, Salleras LL, S.D).

Siglo XIX

Durante el siglo XIX se continuó usando el tabaco como medicamento. En el Tratado de Terapéutica y Materia Médica de Trousseau y Pidoux de 1872, se destacan sus efectos farmacológicos sobre enfermedades del aparato nervioso, digestivo, respiratorio, genitourinario, hidropesía y gota entre otras. (Suret Valet J., S.D.)

En el siglo XIX es cuando se comienza a consumir en forma de cigarrillo. Se cuenta que la invención del cigarrillo tuvo lugar en la guerra entre Turquía y Egipto en 1832, durante la cual una granada turca destrozó las pipas de los soldados egipcios, a los cuales se les ocurrió rellenar los cartuchos de sus fusiles con picadura de tabaco, creándose así el primer cigarrillo. (Suret Valet J., S.D.)

Sin embargo, otros aseguran que ya en España, en el siglo XVII, se introdujo la práctica de hacer cigarrillos con picadura envuelta en papel: quizás algún indiano recordó los cigarros fabricados por los indios, hechos de tripas envueltas en una capa de maíz o de plátano, y se le ocurrió usar las hojas de papel como envoltorio. (Pérez Vidal J.,S.D.)

De una forma u otra, lo que es cierto es que hasta el siglo XIX, no se generalizó el uso del cigarrillo como forma de consumo del tabaco, y esto se debe a dos hechos fundamentales: en 1875 el ingeniero James Bonsack constituye el primer prototipo

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de máquina de hacer cigarrillos. Por otra parte, en Carolina del Norte se desarrolla una nueva forma de fermentar, curar y secar el tabaco, con lo que se consigue que al final del proceso aumente el contenido de azúcares de la hoja y con ello al ser quemada se produce un humo suave que puede ser inhalado fácilmente. A los países productores tradicionales se sumaron posteriormente otros como China, Rusia y Japón. (Pérez Vidal J.,S.D.)

Época Actual

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Conclusión:

A través de esta línea de tiempo, podemos observar, que tanto el cultivo como el uso, la comercialización, el crecimiento y evolución de esta planta, ha dado como resultado grandes cambios sociales y culturales que en la actualidad no se limita solo a sus orígenes si no a nivel mundial, llegando a ser un problema de salud pública en todos los niveles socioeconómicos.

Es interesante darnos cuenta como el punto medular del uso del tabaco ha cambiado dramáticamente con el paso de los años, lo que nos lleva a pensar en cuántas otras cosas de uso cotidiano, se consumen sin conocer sus orígenes y el motivo principal por el que fueron utilizadas.

El problema Psicosocial por el uso del tabaco (cigarrillo), se limita a las tabacaleras que actualmente monopolizan el cultivo, fabricación, distribución y comercialización, así como a las personas consumistas, sin importarles el daño que causan al ecosistema y a las generaciones humanas posteriores.

Es importante no sólo conocer la historia de este producto, si no crear conciencia en su uso, tomando en cuenta que tanto derecho tiene quien decide fumar como quien no lo hace.

El Estado fue durante siglos un factor importante en la monopolización de la elaboración y para la comercialización del tabaco. Le ha generado riqueza, poder y control social. Hoy por ejemplo la población depende en un alto porcentaje de su consumo, lo cual es parte de un proyecto promovido por las industrias tabacaleras y por los intereses del Estado.

El control económico hoy no está en manos del Estado como lo fue en la época colonial, sino este poder está en los empresarios que actualmente esta industria es parte del impacto social de la población, especialmente en los efectos que se generan en la salud.

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Referencias:

Florescano, E. y Menegus, M. 2000. "La época de las reformas borbónicas" en Historia general de México, El Colegio de México, , 1103 pp. http://sepiensa.org.mx

Historia general de México, 2000. México: El Colegio de México, , pp. 377-378.

Muñoz, Flor. http://sepiensa.org.mx

Ortiz F. 1973.Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar. Barcelona. Ariel Editorial.

Pardell H, Saltó E, Salleras LL. Historia. En: Manual de diagnóstico y tratamiento del tabaquismo. Panamericana editorial. 1996. P: 1-10.)

Pérez Vidal J. 1959. España en la historia del tabaco. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid.

Suret Valet J. Historia. 1997. En: Aproximación al tabaquismo en España. Jiménez Ruiz CA editor. Nicorette. Barcelona. P: 11-19.

Glosario:

Alcabala: Impuesto que se paga sobre las transacciones comerciales que se realizaban en la Nueva España.

Estanco: Embargo o prohibición del curso y venta libre de algunas cosas, o asiento que se hace para reservar exclusivamente las ventas de mercancías o géneros, fijando los precios a que se hayan de vender.

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Anexo Una Historia de Contrabando de tabaco en la Nueva España: El caso de Valladolid, hoy Morelia

Por.: Alfredo Barragán Cabral

Cuando en la Nueva España se impuso el estanco del tabaco y se consolidó su monopolio se puso fin a un mercado bien organizado que había sido puesto en marcha de manera independiente por cosecheros, tabaqueros y cigarreros. En su primera etapa el monopolio tuvo dificultades para abastecer de tabaco a los numerosos consumidores del extenso virreinato. Esta situación y los posibles resentimientos de los sujetos que se vieron despojados de su fuente de trabajo fueron los factores que impulsaron el comercio clandestino del tabaco. En buena medida también facilitó el tráfico de tabaco el hecho de que esta planta se podía cultivar sin muchas complicaciones en muchas regiones del país.

Con el fin de contrarrestar los efectos que ocasionaba el contrabando se

elaboraron los reglamentos a partir de los cuales se pensaba poner fin a este comercio ilegal. Para su elaboración se sirvieron de la experiencia que en este problema se había adquirido en la metrópoli y en Cuba a raíz de que fue una situación que había costado mucho trabajo erradicar. Los reglamentos fueron hechos por los ministros del gobierno Borbón. El rey los envió a la Nueva España el 22 de julio de 1764 para que se efectuara el Resguardo de la Renta y se impulsara el combate a los traficantes. Las instrucciones señalaban que los administradores tenían facultades para iniciar los procesos a los delincuentes, así como determinar las penas que se hiciesen menester aplicar a los defraudadores.1[1]

En las instrucciones se exponen los mecanismos a través de los cuales los

miembros del resguardo ejecutarían la aprehensión del fraude o el reconocimiento de las siembras clandestinas, e iniciarían un proceso judicial contra los implicados en el contrabando.2[2]

Era necesario que el escribano diera fe de la aprehensión y las

circunstancias conforme se hubieran desarrollado los hechos. Además, se

1[1] A.G.I. México, 2255. fs./s.n. 2[2] A.G.N. Alcaldes Mayores. Vol. 9. Fs. 223r-224r. Se contempla que se solicite la ayuda de los indígenas para efectuar la quema de las siembras clandestinas.

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procedía a pesar el tabaco, a encarcelar a los infractores y a confiscarles sus bienes. Se consideraban como delincuentes a los dueños, conductores, vendedores, encubridores o compradores de contrabando. Se les tomaba la declaración a los reos buscando que confesaran los nombres de otros sujetos implicados en el tráfico de tabaco. Al comprobarles su delito se les imponía la pena del duplo, es decir, tenían que pagar dos veces el valor del tabaco confiscado; esto en caso de ser la primera vez, ya que en los casos de reincidencia y de acuerdo con el juez se les aplicarían multas más altas y castigos corporales. En cuanto a los contrabandistas que se resistieran a los oficiales del resguardo se harían acreedores de 200 azotes y cuatro años de prisión. En caso de que la resistencia hubiese causado estragos en el resguardo se aplicaría la pena de muerte a los traficantes. También se estableció que el tabaco requisado se dividiría en tres partes para repartir su costo entre el juez, el aprehensor y el denunciante. Los castigos variarían solamente en los casos que se tratara de menores de edad y de indígenas. A los primeros la pena se les impondría conforme a lo dispuesto por el juez y a los segundos se les aplicarían únicamente castigos corporales.3[3]

En cuanto a la prohibición para utilizar el tabaco silvestre se recomendó

localizar los sitios en que éste se encontraba para proceder a destruirlo. En la factoría de Valladolid era común encontrarse el tabaco silvestre. El 8 de octubre de 1793, el factor Vicente Domínguez giró instrucciones al administrador del tabaco en el partido de Peribán para que eliminara el tabaco que crecía en el pueblo. Por otra parte, le indicaba que indagara si había individuos que se dedicaban a su cultivo y comercio para que fuesen consignados y castigados. El cuanto al administrador de Jiquilpan y a su investigación sobre tabaco silvestre en el partido de Peribán, Angel Bernardo González señala que sometió a interrogatorio, entre otros, a Jaime Álvarez, español casado de 44 años; también a Policarpio Ochoa, español de 66 años; a Pedro Pardiñas, español casado de 46 años; además de otros testigos y el vicario quien vivía ya en el pueblo desde hacía 18 años. En el interrogatorio los testigos coincidieron en señalar que el tabaco silvestre era abundante en el pueblo, pero que nadie lo usaba, ya que los fumadores compraban el tabaco en los estancos del rey. Respecto a la destrucción del tabaco le indicaron que no valía la pena el esfuerzo, ya que pronto crecería de nuevo.4[4]

3[3] A.G.I. México, 2255. fs./s.n. 4[4] A.H.M.M. Factoría de Tabaco. Caja 12. Exp. 13. fs./s.n.

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En las instrucciones enviadas por el rey se contemplaba también que los visitadores, tenientes y guardas estuvieran pendientes de las remesas de tabaco, y en los casos de contrabando tendrían que ejecutar aprehensiones y realizar las actividades necesarias para castigar a los contrabandistas. Estos funcionarios tenían licencia para registrar las casas sospechosas de la gente del pueblo y de las gentes distinguidas sólo cuando se tenía la certeza de su implicación en el tráfico de tabaco. El registro a los arrieros y a otras personas se hacía siempre sin causar muchas molestias.

La rápida gratificación a los denunciantes de los contrabandistas del

tabaco fue una medida que le rindió buenos frutos a la Renta del Tabaco en la Nueva España. Este mecanismo se hizo importante cuando se comprobó que el Resguardo estaba imposibilitado para vigilar el enorme territorio del virreinato. Así, el problema se resolvió con los denunciantes, pues normalmente eran los individuos más pobres quienes para asegurar la recompensa estaban alertas en todas partes. Asimismo el 27 de agosto de 1787 se dieron instrucciones para que los comandantes del Resguardo pudieran valerse de confidentes o espías a cambio de una crecida gratificación. La indicación fue no “escrupulizar” en gastos para combatir y erradicar el contrabando. Existía la posibilidad de evitar gastos, ya que la gratificación se haría de acuerdo a la cantidad que fuese decomisada.5[5]

Para evitar el contrabando de tabaco se vigiló lo que se transportaba de un lugar a otro y se pasaba revista a los grupos de arrieros para mantener a raya a los traficantes. Además, se tenía en cuenta que no siempre era posible dictar desde la capital normas específicas para atacar las dificultades de cada región. Por esto se dio margen para que los administradores pudiesen proceder de acuerdo a su juicio en los problemas particulares de su jurisdicción. Solamente tenían el compromiso de consultar los casos dudosos de difícil solución y que no estuviesen contemplados por los reglamentos que les proporcionaron.6[6] Cuando quedaba demostrado que había contrabando, el defraudador, junto con las caballerías, armas y demás bienes, era detenido y puesto a disposición de las autoridades para su proceso y castigo. En cuanto a las siembras clandestinas se hacía averiguación del propietario del terreno y se le

5[5] A.G.I. México, 2265. fs./s.n. 6[6] A.G.N. Impresos Oficiales. Vol. VII. Exp. 49. Fs. 267r-269r. Además, se refiere la posibilidad de evitar quemar el tabaco y que mejor se le entregue su valor en dinero como premio a los guardias y denunciantes.

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seguía juicio a éste y al arrendador o a quien resultase culpable del fraude; por último, las plantas eran destruidas.7[7]

Con el fin de evitar el contrabando entre los viajeros, el rey determinó en la Real Orden del 18 de noviembre de 1784 y del 3 de agosto de 1785 la cantidad de tabaco que estos podrían conducir en su viaje de España a América. Esto para evitar que transportaran grandes cantidades de tabaco, por lo que solamente se les permitió llevar dos libras de tabaco para su consumo durante el viaje. De acuerdo con esta orden se solicitaba a los funcionarios de la Renta del Tabaco que mantuvieran estrecha vigilancia sobre los pasajeros para que detectaran a los que contrabandeaban tabaco por esta vía.8[8] Se estableció que en el caso de individuos que fuesen a ocupar puestos en América se les permitiría llevar tabaco para su consumo personal bajo un registro muy detallado.9[9] Las formas del Contrabando. El contrabando formó parte del monopolio del tabaco. Poco se sabe de las redes del contrabando. Sin embargo, en los diferentes expedientes se proporcionan informes aislados acerca de los medios que se ponían en práctica cuando se traficaba con el tabaco. Para contrabandear con el tabaco y lograr burlar la vigilancia del resguardo los contrabandistas implementaron diferentes formas para lograr su objetivo. Entre ellas destaca el contrabando realizado a través de los sobrantes que los cosecheros escondían en las propias villas. Éstos seleccionaban las mejores hojas para vendérselas a los traficantes, ya que con esto obtenían un mayor beneficio y se corría el mismo riesgo. También fue común la práctica de siembras clandestinas en diferentes lugares del virreinato, sólo que el cultivo y curado apresurado de las hojas ocasionaba que el producto no fuese de calidad. Estos dos mecanismos no formaron parte de un contrabando muy crecido, ya que las denuncias de los particulares y la vigilancia del resguardo en campos y caminos apartados resultaban eficaces para impedir grandes siembras o tráficos.

7[7] A.G.N. Ramo Tabaco. Vol. 252. fs./s.n. Entre los casos de que se da cuenta destaca el de María Pastora, se refiere que en la casa de ésta se encontró tabaco. Como castigo se le dio una multa de 50 pesos y un mes de cárcel a pesar de que el indio Juan Candelario se hizo responsable del tabaco al expresar que lo tenía para su consumo personal. 8[8] A.G.N. Impresos Oficiales. Vol. XV. Exp. 14. Fs. 44r-47v. 9[9] A.G.N. Impresos Oficiales. Vol. XIX. Exp. 52. Fs. 268r-270r.

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Otra forma de tráfico que tuvo más éxito fue la que se realizaba en las tercenas del estanco. Esta se efectuaba a partir de que los particulares podían comprar tabaco en rama y enseguida destinarlo a las cigarrerías clandestinas. Las ganancias resultaban a partir de que la libra en rama costaba 10 reales y ya manufacturada obtenían de 12 a 14 reales la libra. La Renta combatió esta forma de contrabando cuando exigió que todos los administradores de estancos llevaran cuenta del tabaco en rama que se vendía y de los sujetos que lo compraban, de tal forma que los individuos que frecuentemente compraban tabaco en rama se hacían sospechosos e inmediatamente eran investigados. La forma más sofisticada de contrabando fue la que se realizó con las propias labores de la Renta, y para lograrlo los cigarreros clandestinos desbarataban los cigarros manufacturados en las fábricas y ya desmenuzados obtenían tabaco suficiente para elaborar cigarrillos de menor tamaño pero de mejor calidad que los de la Renta. El resguardo y los contrabandistas. En cada factoría se organizó un resguardo de la Renta, compuesto por cierto número de visitadores, sus tenientes, un escribano y sus guardias armados. Fue tarea de los visitadores actuar como inspectores de los funcionarios inferiores y como jueces de residencia cuando dejaban su empleo.

La organización de un cuerpo de resguardo que reprimiera el

contrabando, exterminara las siembras clandestinas, escoltara las remesas de caudales de la Renta y acompañara a los arrieros que transportaban el tabaco de un sitio a otro constituyó uno de los asuntos de primer orden de la administración de la Renta del Tabaco.10[10] Al cuerpo de resguardo se le encargó la misión de destruir las siembras clandestinas, tarea que implicó cierta violencia, ya que hasta entonces había habido libertad de cultivo y muchos individuos se habían dedicado a beneficiar el tabaco. En un principio, para apoyar al Resguardo fue necesario que las milicias regulares y todos los funcionarios contribuyeran al cumplimiento de su encomienda11[11]. Desde ese

10[10] A.G.I. México, 2255. fs./s.n. 11[11] Para más detalles sobre el papel de las milicias en la consolidación del monopolio del tabaco o incluso sobre la labor conjunta que realizaron las milicias, el tribunal de la acordada y el resguardo en el combate a los contrabandistas: Cfr. McAlister, Lyle N, El fuero militar en la Nueva España

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momento comenzó una larga y costosa persecución de las siembras clandestinas.12[12] Pese a los esfuerzos destinados a impedirlas, éstas proliferaron sobre todo en los sitios donde con anterioridad ya se practicaba este cultivo, o lo cultivaban en lugares más ocultos para escapar de la mirada de las rondas y de los rigores que la administración tenía para este delito. Este resguardo se dedicó con particular atención a destruir las plantaciones que se encontraban fuera de los límites que se habían autorizado para realizar el cultivo de esta planta y confiscaron toda la hoja y tabaco manufacturado que se encontraba en manos de los contrabandistas. En Valladolid hacia 1777 empezó a funcionar el cuerpo de resguardo y la Renta del Tabaco pagaba sus salarios anuales. Para 1790 se contó con cuatro visitadores con sueldo de mil pesos; tres tenientes visitadores con sueldo de 800 pesos anuales y 15 guardias con sueldo anual de 500.13[13] Acerca de cómo actuaba este resguardo, qué opinaban de este cuerpo sus contemporáneos y qué tan efectivo era tenemos pocas noticias. El obstáculo más serio para realizar una lucha eficaz que erradicara todas las actividades clandestinas fue la gran dispersión de poblaciones en un enorme territorio impenetrable por la falta de caminos que permitieran el paso. El peligro para el resguardo, además de las condiciones naturales, era que los contrabandistas estaban siempre dispuestos a defender sus bienes y su vida. Sobre los casos de contrabando de tabaco destaca el hecho de que no traficaban con enormes cantidades de este producto. Sin embargo, no contamos con noticias suficientes que nos ayuden a plantear con precisión las dimensiones del contrabando y el perjuicio que ocasionaba a la Renta.

En relación con el contrabando tenemos el informe realizado por el intendente de Valladolid Felipe Díaz de Ortega. Trata el caso seguido a José Luciano Pegueros y Alonso Cansino por vender tabaco de contrabando.14[14] El proceso para determinar la pena que se aplicaría a estos contrabandistas la iniciaron el factor de la Renta Vicente Domínguez y el teniente visitador Manuel Antonio Palacios el 15 de abril de 1796. José Luciano Pegueros en su

(1764-1800). UNAM. México, 1982. p. 54. Consultar también en: Christon I. Archer, El ejército en el México borbónico, 1760-1810. F.C.E. México, 1983. p.124. Para este mismo asunto ver: Vega Juanino, Josefa, La institución militar en Michoacán, en el último cuarto del siglo XVIII. El Col-Mich, Zamora, 1986. p. 46. 12[12] A.G.N. Alcaldes Mayores. Vol. 9. Fs. 223r-224v. 13[13] A.G.I. Indiferente General 176. fs./s.n. 14[14] A.G.N. Reales Cédulas. Vol. 171. Exp. 104. Fs. 122r-126v.

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declaración manifestó que en su casa le encontraron cinco libras y 25 cajetillas de tabaco y para realizar la venta estaban implicadas cuatro mujeres. Además, refirió que el tabaco era propiedad de Alonso Cansino. Por su parte Alonso Cansino acudió por su cuenta a declarar su delito y pidió su libertad previo pago de fianza. Se determinó que se quemaría el tabaco, se impuso una multa de 84 pesos y 6 reales a Alonso Cansino y un mes de cárcel para José Luciano Pegueros por no contar con dinero para pagar la multa. En otro proceso practicado el 22 de diciembre de 1787 por el teniente visitador José María de Quintanilla y Mier y los guardias José Bolaños y Vicente Navarro, se refiere detalladamente el procedimiento seguido para determinar el castigo de los contrabandistas de tabaco.15[15] Se le tomó declaración a Pedro Regalado, mulato viudo de 45 años de edad cuya infracción fue por transportar 20 mazos de tabaco por el pago de 10 reales. Reconoció que era la primera vez que transportaba tabaco de contrabando y comprado, ya que adquirió 5 pesos de tabaco. Señalo que no sabía de otras gentes que contrabandearan con el tabaco. El tabaco lo envió Gregorio Olivar de Petatán al rancho de Ixtapa a Juan Orejón. Gregorio Olivar reconoció su infracción y además, señaló que había vendido tabaco a Isidro García, al peón Juan José Lumiga, a Cayetano Vázquez y al hijo de éste, Juan Vázquez, y también al Minero Nicolás Pérez. Se detuvo a los implicados, se les confiscaron sus bienes y se les tomó su declaración. La característica principal entre los infractores era su oficio de labrador, y en cuanto a la motivación que los había hecho cometer el delito señalaron que fue la necesidad, es decir, sus escasos recursos y la posibilidad de obtener dinero a través del tabaco. Expresaron que no conocían a otros sujetos que contrabandearan con el tabaco y a la vez indicaron que sí sabían que era delito cultivar y comerciar tabaco, pero que no tenían conocimiento sobre el castigo que se aplicaba a los infractores. Se determinó como castigo que los infractores pagaran el duplo y cuatro meses de cárcel. Al contrabando venían a sumarse los ladrones que a menudo hicieron de los estanquillos sus lugares para obtener dinero mediante el robo. Los bandoleros en número crecido merodeaban los caminos transitados para asaltar a los viajeros y a los arrieros que transportaban mercancías o valores del tabaco. Estos episodios son escasamente conocidos, a pesar de que los testimonios son abundantes. Sobre este asunto destaca el informe realizado

15[15] A.H.M.M. Factoría de Tabaco. Caja 12. Exp. 12. fs./s.n.

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por Angel Bernardo González sobre el robo que sufrieron los caudales de la Renta del Tabaco.16[16] Refiere que el 1 de noviembre de 1794 se realizó el envío de dinero a la factoría de Valladolid. La suma era de 3,651 pesos. Relató que a las cuatro de la tarde, en el camino real de Jiquilpan a Zamora, fueron asaltados los conductores por nueve sujetos armados, los que al apoderarse del dinero se dieron a la fuga. En el expediente se solicita se le dé tiempo al administrador para resolver la situación del asalto, ya que por ser de escasos recursos no puede cubrir el monto de lo robado. Pese a no poder determinar el daño causado por el contrabando a la Renta del Tabaco sí se puede señalar que el tráfico de tabaco incidió en la baja de valores. Por lo menos así se indica en los expedientes examinados.17[17] El deterioro de la Renta del Tabaco se suscitó en 1810, precisamente como consecuencia del movimiento insurgente dirigido por Miguel Hidalgo y la profunda y duradera crisis social que le siguió. Fue común la destrucción de almacenes y quema de tabaco en hoja posiblemente porque sabían que causaban un gran daño económico a la Corona. El contrabando del tabaco alcanzó sus mayores índices entre 1810 y 1821, ya que la Renta se vio impedida para poder abastecer de tabaco a los consumidores en todo el virreinato.

La Renta tenía un doble significado para los insurgentes: por un lado se

podía encontrar en las administraciones y expendios de tabaco dinero con el que se podían remediar las precarias finanzas del movimiento, y por otro lado se efectuaban actos de venganza contra el monopolio por la función impositiva que había efectuado en el virreinato. Contribuyó al deterioro de la Renta el ejército que se organizó para hacer frente a los sublevados, ya que con los ingresos que generaba el tabaco pudo aprovisionar, pagar y mantener sus tropas.18[18] La práctica común fue que los jefes militares con autorización o sin ella se acostumbraron a recurrir a la Renta para asegurar el equipamiento y alimentación de sus soldados. Incluso, en este expediente del 27 de marzo de 1816 se señala que los militares esperaban el abasto de tabaco para venderlo a precios más altos para poder armar y vestir a las tropas.19[19]

16[16] A.G.N. Ramo Criminal. Vol. 444. Exp. 11. Fs. 213r-234v. 17[17] A.G.N. Correspondencia Virreyes. Vol. 177. Primera serie. Fs. 271r-273v. A.G.N. Correspondencia Virreyes. Vol. 188. Primera serie. Fs. 218r-218v. A.G.N. Correspondencia Virreyes. Vol. 33. Fs. 75r-76v. En estos expedientes se expresa cómo el contrabando influía en la decadencia de la renta del Tabaco. 18[18] A.H.M.M. Actas de Cabildo. Libro 119. fs./s.n. 19[19] A.H.M.M. Actas de Cabildo. Libro 119. fs./s.n.

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Otro factor que provocó la ruina de la Renta fue que los cosecheros dejaron de cultivar tabaco y además, se tenían muchos problemas para abastecer de papel a las fábricas. Esta falta de abasto de materias primas condujo al cierre de las fábricas en Querétaro y Guadalajara. Sólo funcionaron las fábricas de México, Guadalupe, Puebla y Orizaba, pero su producción no era suficiente para abastecer a los consumidores de tabaco en el virreinato. De esta forma fueron constantes las solicitudes por parte de la factoría de Valladolid para que enviaran tabaco de la capital del virreinato o de Querétaro para su venta a los fumadores del obispado de Michoacán.20[20]

En suma, la imposición del estanco del tabaco y su posterior monopolio a nombre del rey fue impulsada por el reformismo Borbón a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. Este monopolio fue destruido por el contrabando del tabaco y las guerras de independencia que se dieron a partir de 1810. Esta situación de ruina de la Renta, agravada por los peligros del movimiento insurgente, propició el incremento del contrabando y las siembras clandestinas en regiones donde ya se había cultivado esta planta, tal y como era el caso de Nayarit, Autlán, Guadalajara y Michoacán. Cuando el cuerpo del resguardo pasó a formar parte del ejército que luchaba contra los insurgentes se dejó de combatir el contrabando de tabaco. Para este periodo de guerra el transporte de tabaco se encareció por el temor que significaba ser asaltado por los insurgentes y lo costoso que resultaba trasladar tabaco con una escolta militar.21[21] La quiebra de la Renta se confirma también con el hecho de que sus funcionarios sólo presentaron los valores del tabaco hasta el año de 1809. A partir de esta fecha fueron extinguiéndose, paulatinamente, fielatos y estanquillos, y el tabaco clandestino empezó a cubrir el mercado que el monopolio real fue dejando

20[20] A.H.M.M. Actas de Cabildo. Libro 119. fs./s.n. 21[21] A.H.M.M. Actas de Cabildo. Libro 119. fs./s.n. Constantes solicitudes del factor Eusebio Pérez para que condujeran tabaco de Querétaro a Valladolid. El comandante del ejército del norte, José Castro, era el encargado de escoltar la remesa de tabaco. El ejército, al participar en el transporte del tabaco para dar protección, originó el derecho de poder participar de los ingresos que este comercio dejaba, sin la menor queja de los administradores de la Renta del Tabaco.