ensayos_testimonios_y_re-visiones.pdf

Embed Size (px)

Citation preview

REN ZAVALETA MERCADOEnsayos, testimonios y re-visiones

Armado interior y composicin de pgina: Eduardo Rosende Diseo de portada: Lorena Salcedo Bandala 2006- Mio y Dvila srl 2006- Flacso-Mxico 2006- Universidad Nacional Autnoma de Mxico 2006- Programa de Posgrado en Estudios Latinoamericanos 2006- Centro de Estudios Superiores Universitarios, Universidad Mayor de San Simn 2006- Universidad Mayor de San Andrs, Postgrado en Ciencias del Desarrollo, CIDES-UMSA Prohibida su reproduccin total o parcial, incluyendo fotocopia, sin la autorizacin expresa de los editores. Primera edicin: marzo de 2006 ISBN-10: 84-96571-01-7 ISBN-13: 978-84-96571-01-3 IMPRESO EN ARGENTINA

Maya Aguiluz Ibargen Norma de los Ros Mndez(coordinadoras)

REN ZAVALETA MERCADOEnsayos, testimonios y re-visionesRen Zavaleta Mercado Jos Valenzuela Feijo Giovanna Valenti Nigrini Luis Tapia Mealla Luca Sala Eduardo Ruiz Contardo Hugo Rodas Morales Martn Puchet Anyul Lucio Oliver Mario Miranda Pacheco Jorge Mansilla Mauricio Gil Q. Norma de los Ros Mndez Elvira Concheiro Brquez Jorge Cadena Roa Roger Bartra Luis H. Antezana J. Maya Aguiluz IbargenUMSS

CE SU

UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN SIMON CENTRO DE ESTUDIOS SUPERIORES UNIVERSITARIOS

En Buenos Aires: Mio-y-Dvila-srl Pje. Jos M. Giuffra 339 (C1064ADC) tel-fax: (54 11) 4361-6743 Buenos Aires Argentina e-mail produccin: [email protected] e-mail administracin: [email protected] En Madrid: Mio-y-Dvila-editores Arroyo Fontarrn 113, 2 A (28030) tel-fax: (34) 91 751-1466 Madrid Espaa

www.minoydavila.com.ar

NDICE

1. Introduccin por Maya Aguiluz Ibargen y Norma de los Ros Mndez .......... 11 2. Palabras desde la FLACSO-Mxico por Giovanna Valenti Nigrini........................................................ 25

S

I: Entre las notas inditas ......................................... 31ECCIN

3. Formas de operar del Estado en Amrica Latina (bonapartismo, populismo, autoritarismo) por Ren Zavaleta Mercado .......................................................... 33 4. Nacionalizaciones por Ren Zavaleta Mercado .......................................................... 55

S

ECCIN

II: Lo testimonial y lo biogrco.................................. 57

5. A pulso y semblanza por Jorge Mansilla ......................................................................... 6. Memoria en los caminos a Bayamo por Mario Miranda Pacheco ......................................................... 7. Ren Zavaleta, el maestro por Jorge Cadena Roa ................................................................... 8. Formas de pensar y hacer de Ren Zavaleta. Una evocacin por Martn Puchet Anyul................................................................ 9. Zavaleta Mercado. Ensayo de biografa intelectual por Mauricio Gil Q. .......................................................................

59 65 77 83 93

10. Zavaleta: narratividad autobiogrca y socialismo local por Hugo Rodas Morales ........................................................... 111

S

ECCIN

III: Legados y resonancias .......................................... 145

11. Ren Zavaleta o el placer de la poltica por Roger Bartra ....................................................................... 12. Ren Zavaleta: un hombre, un pensamiento, una poca por Luca Sala ............................................................................ 13. Ren Zavaleta y El poder dual por Eduardo Ruiz Contardo ....................................................... 14. Zavaleta leyendo Felipe Delgado por Luis H. Antezana J. ..............................................................

147 149 157 163

S

ECCIN

IV: Re-visiones desde alguna parte ............................... 171

15. Sobre la obra de Ren Zavaleta: un dilogo a tres voces por Norma de los Ros Mndez .................................................. 16. Ren Zavaleta: una mirada comprometida por Elvira Concheiro Brquez ................................................... 17. Zavaleta revisitado que veinte aos no son nada por Maya Aguiluz Ibargen ....................................................... 18. La produccin terica para pensar Amrica Latina por Luis Tapia Mealla ................................................................ 19. Ren Zavaleta ante la especicidad latinoamericana del Estado y la poltica por Lucio Oliver .........................................................................

173 179 189 213

225

S

ECCIN

V: In Memoriam ........................................................ 237

20. Recuperar a Hegel por Jos Valenzuela Feijo ........................................................ 239 21. Colaboradores ............................................................................ 297

REN ZAVALETA MERCADOEnsayos, testimonios y re-visiones

1. IntroduccinMaya Aguiluz Ibargen Norma de los Ros Mndez

n la actualidad una vasta literatura sobre la realidad social boliviana acumula un conocimiento social de segundo grado (observaciones de las observaciones), que habra emocionado enormemente a Ren Zavaleta Mercado (19371-1984), no porque en parte, con y sin intencin, reviva las largas charlas y discusiones con el amigo y contemporneo, o porque delaten las enseanzas del colega y maestro, sino porque emerge como una produccin local de autocomprensin colectiva que liga y rompe a la vez con una tradicin instaurada sin grandilocuencia por el socilogo boliviano. La exigencia crtica, el balance entre la exposicin terica que busca precisin mediante el despliegue de conceptos propios y descripciones densas, y la teora gurativa dotada de metaforizaciones e imgenes tambin puntuales notas emblemticas del conjunto de su obra y, sin duda, irrepetibles por su sello personal caracterizaron en forma y contenido el conocimiento social producido mediante el estudio y la entrega activa en Bolivia. La voluntad de profundizar y recrear los legados de Zavaleta Mercado2 se encuentra en los resultados de investigacin y en las propias obras, en s mismas originales y distintivas, de autores como Luis H. Antezana, Gloria Ardaya, Ricardo Calla, Ivonne Farah, Susana Seleme, Horst Grebe, Jorge Lazarte, Silvia Rivera Cusicanqui, Carlos Toranzo, Mecha Urriolagoitia, Carlos Villegas, por mencionar, en estricto orden alfabtico, solamente algunos ineludibles nombres de aquella comunidad acadmica que contemporaneiz posturas polticas,1 2 Segn su acta de nacimiento, Ren Zavaleta naci en 1939, sin embargo l realmente naci en el ao de 1937, segn lo arma Alma Reyles. En adelante RZ o ZM.

E

11

diferencias ideolgicas, experiencias de exilio, anidades culturales y debates en general. Estos colegas, que dieron forma a los primeros crculos de crticas e interlocuciones con la obra y la persona de RZ, deberan estar en estas pginas contribuyendo por supuesto, de hecho contribuyen a recodicar desde la clave de un nuevo milenio, los legados y la actualidad del socilogo boliviano. No ha sido posible extender una convocatoria que incluyera tanto a los mencionados como a muchos otros escritores, polticos y acadmicos bolivianos y de otras nacionalidades, que frecuentaron, aprendieron y polemizaron con Zavaleta Mercado. Por ello este libro, una mirada de testimonios, ensayos y re-visiones, ha de tomarse tan slo como una obra dispuesta a recordar, a poco ms de veinte aos de su partida, su presencia entre los suyos, en Latinoamrica. Tiene as una doble intencionalidad: la de rememorar al socilogo ausente y la de presentizar sus aportaciones situndolas como un equipamiento analtico que desmonta e interviene la contextura histrica, poltica y social boliviana y latinoamericana. Ren Zavaleta Mercado. Testimonios, ensayos y re-visiones empieza con un par de rastros, dejados por su propia pluma, acaso una viva resonancia del modo de reexin zavaletiano que despunt en medio de las batallas entre los proyectos dictatoriales de Estado y el paulatino recambio de actores sociales y polticos de su convulsa Bolivia de inicios de la mitad del siglo XX. Entre las notas inditas es resultado de una franca labor de archivo que ha recuperado, como de un bal pleno de recuerdos, fotografas, correspondencia, escritos fragmentarios y documentos varios, dos versiones en borrador de potenciales artculos: uno muy breve, bajo el ttulo sugerido por Luis Tapia de Nacionalizaciones, y otro un poco ms extenso denominado Formas de Operar del Estado en Amrica Latina. Con este ltimo texto nos permitimos dar un giro editorial: usamos aqu un verbo (operar) en reemplazo del sustantivo operacin, que haca las veces de adjetivo, puesto que en nuestra perspectiva la palabra operar cie el carcter histrico de los dispositivos y mecanismos desplegados en regmenes polticos de corte bonapartista, populista y autoritario en su composicin (espacio-temporal); tambin porque el operar estatal es accin que se bifurca en modos democrticos o reaccionarios que siguen replicndose en conguraciones polticas en uno y otro sentido. Ren Zavaleta Mercado. Testimonios, ensayos y re-visiones constituye simplemente un empeo que aspira a reactivar la memoria de la obra de RZ. Un libro cumple su cometido cuando incide en sus lectores y el

12

MAYA AGUILUZ IBARGEN Y NORMA DE LOS ROS MNDEZ

nuestro en particular completara su propsito si lograra implicar a nuevas generaciones de estudiosos de Latinoamrica en dicha obra. Algunas veces se conjuga la difcil suerte de encontrar una obra que agita y hace germinar, que produce conocimiento social, fruto de un autor que creando literatura acadmica, impona sobre sus textos la fuerza y la tnica sucientes para impulsar las ciencias sociales de la regin y contribuir a la formacin de sus profesionales latinoamericanos. En la vida, como en las ciencias sociales, no es posible separar la obra de la persona si el caso particular demanda rearticular los pequeos sucesos del da a da, que constituyen esos encadenamientos de sentido en la biografa personal, con los acontecimientos regionales y nacionales que hicieron de la vida de RZM una de las tantas vidas cruzadas por los golpes de Estado, la represin y los exilios de las dcadas de los aos 1960 a 1980. En esta ptica, y como una mera aproximacin que rearme el vnculo indisoluble entre la biografa personal y la obra de un autor, el segundo apartado de este libro, Lo testimonial y lo biogrco, se ofrece como un recorrido que va de las evocaciones y rememoraciones de amigos y cercanos hasta los ensayos a la manera de biografas intelectuales. Esta segunda seccin abre con una imagen juvenil que es trada de lejos mediante un doble registro: el visual y el de la semblanza, que se conjugan hasta dar con un retrato aproximado de la gura de poeta e intelectual. Jorge Mansilla, Coco Manto, ata los cabos de una vvida rememoracin mostrando las maneras de ser, los gestos y las posturas de ZM. Sin anticiparlo, y por efecto del artilugio de las palabras, esta semblanza nos traslada del lugar del encuentro afectivo que reproduce el amigo, a un lugar otro, al (interior) de la mina altiplnica y as, siendo advertidos por el texto Camino a Bayamo de Mario Miranda atestiguamos la manera en que los mineros, el sujeto colectivo con que espejeaba la obra zavaletiana, hicieron propia la tcnica de la excavacin por bloques (block caving), introducida desde los aos cuarentas, al triturar una parte del cerro, a dinamitazos, para de los trozos de piedra (va fundicin) obtener la carga de mineral (vase el testimonio de un minero en 1989, en Muoz, 1995:27). La excavacin del mineral es el proceso que metafricamente nos es compartido aqu para comprender uno de los modos locales de producir teora social, para el caso de RZM: quebrando bloques slidos y compactos en distintos fragmentos de conciencia que condensan realidades sociales del pasado, con registros ms o menos largos de su momento de apogeo, y que se presentan bajo la ilusin o fantasa de su condicin

INTRODUCCIN

13

de superioridad; o bien, levantando otros trozos triturados en la forma de fragmentos de conciencia latentes y susceptibles de reactivarse, en cuanto quedaron subsumidos, vencidos o parcialmente olvidados (Tapia, 2002:31-32) por las violencias de su aniquilacin. Considerada una de las contribuciones tericas y conceptuales latinoamericanas sintomticas del ciclo de las dictaduras militares de la segunda mitad de la dcada de 1960 y los regmenes de terror de los aos setentas, la obra de RZ constituye a su vez un orden de procedencia en lo social, lo poltico y lo histrico, dado que dejaba al descubierto las capacidades heursticas de las ciencias sociales y de la movilizacin reexiva de los sujetos y sus prcticas sociales. Su obra es un lugar de reserva donde las vas analticas, como la de la produccin del espacio nacional y de la nacin, fueron consideradas como orientadoras de las luchas sociales y por ello, como instrumentos de la cognicin y del quehacer poltico. La signicacin de tales posturas tericas empieza por las suras provocadas (o generadas?) en la doxa marxista latinoamericana que poblaba tambin los espacios de formacin universitaria. Entre las mltiples virtudes acadmicas de Ren se encuentran, sin duda, la vehemencia de sus exposiciones y el extenso arsenal crtico que comparta en sus sesiones de clase, colocando a modo de guisa, cuestiones claves en la indagacin sociolgica e histrica. Jorge Cadena Roa revive algunos de tales escenarios formativos de 1983, para retornar a las inversiones o, ms an, dislocaciones conceptuales propias de ZM cuando excavaba los momentos constitutivos nacionales en tanto conguraciones complejas de contingencias y causalidades, de determinaciones estructurales, decisiones y acciones humanas. En modo similar, a travs de un texto escrito en ocasin del primer evento dedicado al maestro en 1985, poco despus de su muerte, y que vuelve a presentarnos para este libro de homenaje, Martn Puchet recupera las concepciones de Zavaleta Mercado respecto a la construccin de las identidades colectivas y si bien nos dice que la nacin fue su obsesin mayor, consider asimismo que los procesos sociales no poseen una manera unvoca de aparecer. Al n y al cabo, las formas de sociedad seran para l historias de su propia discontinuidad, de un puado de crisis o aglutinaciones patticas de sociedad. A Mauricio Gil debemos un estudio sobre la obra del autor, stricto sensu una muestra de la biografa intelectual que desarroll en la primera disertacin en torno a RZ, que data de 1994. Su participacin es una muestra ms de un ejercicio hermenutico plural que pone en

14

MAYA AGUILUZ IBARGEN Y NORMA DE LOS ROS MNDEZ

juego la nocin de simultaneidad topolgica para as introducirnos en el discurso zavaletiano de los aos ochentas, conocido como periodo del marxismo crtico y para mostrar por caso la envergadura del tipo de anlisis espacial del Estado en Bolivia, un enfoque zavaletiano que, como subraya Mauricio en su ensayo, dio cuenta de la internalidad de la sociedad y [a su vez] de la externalidad (Zavaleta, 1990 [1987]). Hugo Rodas, por su parte, en un trabajo minucioso de historia intelectual, asimila la vivencia biogrca en el relato fascinante sobre el proceso revolucionario de 1952, de la orientacin dada a ste por el Movimiento Nacional Revolucionario (MNR), del lugar protagnico de los mineros y sus vas organizativas y de la entronizacin de un sujeto popular con muchos cuerpos sociales, internamente diversos y abigarrados, que siguen tomando las calles como multitudes polticas. Asimismo, su artculo suma a la sobriedad analtica, la fuerza del lenguaje iconogrco ofreciendo imgenes memorables y una probadita de comic acadmico. La seccin denominada Legados y resonancias comienza con El placer de la poltica, un ensayo de colocacin ya que las palabras de Roger Bartra llegan al centro del pathos de RZM. El pathos no es el sitio de la afectacin del alma sino el contenido ms vital de la accin humana y social, y que en el caso zavaletiano tambin designaba ese mbito de los posibles, el lugar donde nada se da por sentado y lo que acontece pertenece a la creatividad y la poltica. Luca Sala destaca al hombre de la cultura de boliche que con igual potencia en la charla y la convivencia, se encargaba de hacer comunidad tal como sucedi en su etapa de vida en Mxico, cuando aparece su obra fundamental en publicaciones peridicas, adems de participar en muchos de los comits editoriales de revistas dentro de un rico abanico de aquellas que circularon en la dcada de 1980. As en Historia y Sociedad, en su nmero 18 del ao 1978, aparece el texto Las formaciones aparentes en Marx, mientras que Clase y conocimiento form parte del nmero 7 de la misma revista, en 1975 (tambin como Zavaleta, 1988), o bien, convocando a los bolivianos en Mxico para organizar y armar el nico nmero de una revista que junt aquella dispora obligada: Bases. Expresiones del pensamiento marxista boliviano (1981), en cuyo contenido apareci un escrito, varias veces emulado, (y/o recuperado?) Cuatro conceptos sobre democracia. Los de Zavaleta Mercado son escritos clsicos de los estudios latinoamericanos de la segunda mitad del siglo XX y seguirn integrando las bibliografas bsicas de cursos, seminarios, licenciaturas y posgra-

INTRODUCCIN

15

dos sobre la regin. Hay una trada imprescindible: La formacin de la conciencia nacional (1990), un libro escrito a poca distancia del golpe militar del general Ren Barrientos en 1964, ao que marca un gran duelo al cerrarse violentamente el ciclo postrevolucionario (1952-1964) de cogobierno del Movimiento Nacional Revolucionario (MNR)-Central Obrera Boliviana (COB); Las masas en noviembre, escrito fundamental que circul desde Mxico al aparecer dentro del libro colectivo, no menos conocido, Bolivia, hoy (Zavaleta comp., 1983) y nalmente su obra pstuma Lo nacional-popular en Bolivia (1986). Sin embargo la produccin zavaletiana se ha prestado a divisiones temporales, ms o menos jas, a la usanza de etapas del pensamiento situando ya sea la fase del nacionalismo de izquierda, ya la del marxismo crtico y dejando para el mero en medio, el periodo 1974-1979 del cual surge El poder dual, una obra con evidente apego al marxismo () clsico y [un] tratamiento de la exgesis e instrumentalizacin en el anlisis de situaciones concretas (Lazarte, 1988:9). Sin hacer eco de las varias modalidades interpretativas que dan y seguirn otorgando distintas prioridades a los textos zavaletianos, ya que no existe un monopolio de su interpretacin legtima, Eduardo Ruiz Contardo analiza la validez y actualidad de un marxismo tal y brinda su particular punto de vista sobre el libro, al tiempo que vuelca, entre lneas de rememoracin, las disputas chilenas libradas en torno a las primeras versiones del libro en cuestin y reavivadas despus del fatdico 11 de septiembre de 1973. La intervencin de Luis H. Antezana viene dada con un texto donde la argucia contrafctica nos lleva a imaginar las lecturas que haca Zavaleta Mercado en 1984. As, en sus primeras lneas se plantea qu le habra sugerido el contacto vis vis de Felipe Delgado (1979), novela en la que Jaime Senz (1921-1986) introduce en la escena pblica la gura del aparapita, que no es el vagabundo que llega hoy y se va maana, sino el hombre que viene hoy y se queda maana, segn el posicionamiento del extrao en los espacios sociales cabalmente denido (s?) en las emblemticas guras de la sociologa temprana (Simmel [1908], 1986) y que en la narrativa literaria se encarna en el cargador de bodega, habitante de los recodos de la ciudad. En adicin a esta colaboracin del mejor conocido como Cachn (nos dejar noms emplear su sobrenombre!, pues en la usanza boliviana los apelativos forman parte de un modo de acotar distancias con respecto a los recin llegados, y en la cultura poltica, con relacin a los personajes de la vida pblica y meditica), es importante no dejar de mencionar que el estimado maestro

16

MAYA AGUILUZ IBARGEN Y NORMA DE LOS ROS MNDEZ

de Cochabamba ha fungido como eslabn que uni un primer crculo de acadmicos contemporneos de ZM con una otra generacin de politlogos, socilogos, crticos literarios que, si por su edad no confrontaron directamente la vorgine de regmenes dictatoriales, s vivieron al ritmo de las botas mineras, los sonoros dinamitazos, los miles y miles de pasos que componan la marcha de la masa en las luchas sociales de nales de 1970 y principios de 1980. Cachn, sin duda, es un lazo vinculante con distintas comunidades de acadmicos bolivianos que participan de una tradicin de pensamiento social consistente, plural y autocomprensivo, en la que atravesar el campo zavaletiano ha sido, en varios casos, una labor intelectual de re-visin y reactualizacin iniciada hace varios aos. Tal parece haber sido la intencin de Luis Tapia, quien al proponerse llevar ms all las posibilidades cognoscitivas abiertas por la obra de Zavaleta, como sealaba en 1987 desde un editorial de la revista Autodeterminacin (1987:6), ha sido uno de sus principales continuadores a travs del doble movimiento de recorrer dicha obra, extendiendo su potencia interpretativa tal como lo muestra La produccin del conocimiento local (Tapia, 2002), una publicacin que es oportunidad para que Norma de los Ros empiece la seccin Re-visiones desde alguna parte con una reexin sobre la aportacin crtica del autor ausente. Mediante la voz y la perspectiva de la historiadora emergen las articulaciones que ligan el contexto histrico de Zavaleta, el estudio dialgico de Tapia y su relevancia para una historia intelectual latinoamericana y para una aproximacin de carcter historiogrco que permita la recuperacin crtica del horizonte epistemolgico en el que se inscribe la obra de Ren. En una mirada comprometida, Elvira Concheiro atraviesa los locus de identidad de Zavaleta Mercado: del maestro al intelectual, cruzando por el liderazgo acadmico, hasta llegar a identicar al hombre de la accin poltica que, siempre joven, encar compromisos fundamentales en la poltica y la historia bolivianas. Pero adems, y es el ncleo de irradiacin de su pensamiento, aqul que supo que jar la atencin como arma Concheiro en la causacin histrico-local y el modo de recepcin del capitalismo en nuestros pases latinoamericanos, y que logr encontrar en ello un camino para entender su particularidad, su heterogeneidad y su combinatoria propia. Otra modalidad de recuerdo del presente, las pginas que corresponden al escrito de Maya Aguiluz son una va para revisitar Zavaleta que gurativamente efecta como en el tango poco ms de veinte aos despus, volviendo a una lectura bsica sobre la idea

INTRODUCCIN

17

de nacin, y en el que intenta destacar a la letra cmo dos dcadas no es nada cuando se trata de volver la mirada al lugar para el caso la reserva de teora social latinoamericana. En su aportacin para este libro, Luis Tapia retoma el desafo de pensar la diversidad de Amrica Latina no slo desde la diversidad de la regin, o desde los diferentes Estados-nacin e historias, sino tambin desde el interior de cada uno de ellos, para enfrentar el uso de teoras generales que conguran ese horizonte de teora social y para explicar nuestras diversidades, no en funcin de modelos tericos generales ante los cuales se razona lo local y sus genealoga como si fueran desviaciones o excedentes de realidad. Por el contrario, Tapia seala los lmites de las teoras ante dosis nuevas de especicidad y diversidad social que producen, entonces, complementariedades y suplementos producidos desde lo local del conocimiento. Para quienes en adelante decidan investigar la obra zavaletiana y reiteramos la expectativa de que este libro homenaje sea un estmulo para ensanchar la cantidad de sus lectores y estudiosos ser imprescindible revisar la obra del autor y continuar despus con las publicaciones pstumas, como los ttulos que siguieron a Lo nacional-popular en Bolivia (Zavaleta, 1986) o como el artculo El Estado en Amrica Latina (Zavaleta 1987:9-33; tambin en Zavaleta, 1990), parte de un loable esfuerzo de Alma Reyles, que desde 1987 procur publicar las Obras Completas de su compaero de vida, junto con Werner Guttentag, de Los Amigos del Libro, un proyecto editorial desafortunadamente inconcluso, y que merece ser llevado a su completa realizacin. El ensayo de Lucio Oliver, Lo especco en el debate sobre el Estado y la poltica, cierra las revisiones actuales haciendo suyo un recuento de las relaciones entre Estado y sociedad en el horizonte nuestro, para concluir relevando la historia propia de la formacin estatal y la poiesis societal latinoamericana. No obstante la ndole muy diferente de los ensayos, evocaciones y rememoraciones reunidas aqu, en un exclusivo apartado denominado In Memoriam dimos cabida a un extenso ensayo, Recuperar a Hegel, pautado por glosas poticas que irrumpen o matizan la lgica de una exposicin dialcticamente elaborada por su autor, Jos Valenzuela Feijo. En dicho trabajo, a propsito de la losofa hegeliana, se ofrece una crtica sistemtica a la atmsfera cultural presente, por veinte aos asimilada a la ideologa neoliberal. Este artculo funge de punto de enlace

18

MAYA AGUILUZ IBARGEN Y NORMA DE LOS ROS MNDEZ

con las alusiones coloquiales respecto al signo estilstico de los escritos de Ren Zavaleta, un muy local y harto hegeliano. Si acaso alguien distingue una tradicin zavaletiana aunque no pretendemos una sugerencia tal cuando no nos corresponde es evidente que empezara por situar un comienzo como lugar de procedencia, como un provenir que servira para encarar las situaciones polticas, sociales e histricas que simplemente se cubren bajo otros velos: Cmo habra calicado Ren el ascenso democrtico del otrora dictador Hugo Bnzer, mediante elecciones indirectamente denidas con alianzas partido-parlamentarias, hacia nales de los aos noventas (en un periodo que no pudo concluir (1998-2002)? Con qu argumentacin habra soportado la conguracin de contingencias que sortea Bolivia en el 2004, despus de la movilizacin de la multitud por qu no? una masa concentracionaria de ciudadana de El Alto y de La Paz en las jornadas de octubre de 2003? Cmo denira la conguracin pattica en la primera dcada del siglo XXI en medio de las proyecciones autonomistas de elites regionales, los proyectos nacionales y los cauces plurales en busca de otra fundacin estatal, republicana y democrtica, mediante una Asamblea Constituyente? stas son algunas preguntas cuyas soluciones estn a su vez abiertas a la contingencia histrica, a los hombres y mujeres bolivianos; sin embargo, las traemos a cuenta porque al concurrir en los conictivos escenarios presentes, convocamos una vez ms al pensar crtico frente a la formacin de crisis general del Estado, o al confrontarnos con aquella su denicin precisa de crisis: unidad pattica de lo diverso. As, se nos hacen pocos los aos transcurridos cuando al recordar volvemos muy prximo, y muy nuestro, aquel sitio ocupado por el ser humano, el maestro, el poltico y el pensador; y si a esto vamos, a ese espacio lleno de calidad de amigo, de padre, de esposo y compaero, del cual surga inequvoca una voz marcando las erres y esses del acento altiplnico. Nadie como el Coco Manto alias Jorge Mansilla (Archondo, 2002:20) poda llevarnos de la manito y a pie ante el cuerpo y la persona de quin vivi a todo pulso. Gracias Coco, tambin por tus libros de poesa, testimonio y humor y porque abrazas, desde 1982, de Mxico a Bolivia y de regreso.

No nos es posible concluir esta presentacin sin agradecer a todos y a cada uno de los 19 colaboradores que comparten emociones, evocaciones y reexiones en este colectivo.

INTRODUCCIN

19

Cabe tambin aqu, antes de proceder a los agradecimientos personales y/o compartidos de quienes suscribimos esta presentacin, reconocer en la mejor tradicin de generosidad de la verdadera Academia, sa que reconoce sin regateos, esfuerzos y logros que la iniciativa de organizar un homenaje a Ren Zavaleta Mercado parti exclusivamente en su primer momento de Maya Aguiluz Ibargen, para quien los aos vividos en Bolivia, las experiencias vitales y los afectos compartidos, aunados al conocimiento de la realidad boliviana y de la obra de Zavaleta, comprometan doblemente en un esfuerzo y un reconocimiento de este gnero. Fue ella quien con su proverbial entusiasmo y su conocido tesn organiz y convoc a este homenaje e involucr en las tareas y apoyos necesarios, a tirios y troyanos para su cabal realizacin. Algunos de nosotros nos sumamos despus a sus esfuerzos, cobijamos con igual entusiasmo su iniciativa y colaboramos concretamente, lo mismo en trminos acadmicos que nancieros, no slo a la realizacin y difusin de la jornada de homenaje sino, lo que es ms importante por el alcance que ello pueda tener, al empeo no siempre sencillo de impulsar la publicacin de un libro. Por ello, en lo sucesivo, las voces de las presentadoras por momentos se personalizan y en otros simplemente se comparten con igual reconocimiento a los apoyos recibidos de personas e instituciones A ttulo ms personal, quiero mencionar el cauce que dan a las propuestas acadmicas de quienes somos parte del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH), su actual director el Dr. Daniel Cazs Menache y su secretaria acadmica Norma Blzquez Graf; asimismo menciono la disposicin siempre positiva de la Dra. Guadalupe Valencia, coordinadora del Programa de Investigacin de Teora y Metodologa de las Ciencias y las Humanidades, en el 2003, y que hoy comparte con la Dra. Patricia Cabrera esa posicin gestora en el Programa de Ciencias Sociales y Literatura, donde se han venido enmarcando mis actividades acadmicas en ese centro de investigacin. Un reconocimiento compartido y muy sincero para la vocacin cientca y humanista con que condujeron los estudios de posgrado durante su gestin la Dra. Rosaura Ruiz y el Dr. Arturo Argueta, como directora y secretario acadmico, respectivamente, de la Direccin General del Posgrado (DGEP) de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico (UNAM). El decidido apoyo que recibimos de ellos as como el nombramiento que la Dra. Ruiz tuvo a bien extender a la coordinadora del Posgrado en Estudios Latinoamericanos como representante de la UNAM ante el Comit Acadmico del CIDES de la Universidad Mayor de San

20

MAYA AGUILUZ IBARGEN Y NORMA DE LOS ROS MNDEZ

Andrs en Bolivia, sin duda contribuyeron a la feliz concrecin de estas iniciativas. Igualmente agradecemos el apoyo que las actuales autoridades de la DGEP nos han brindado, en particular su director Dr. Jos Luis Palacio y la Lic. Lorena Vzquez que tan diligentemente nos ha auxiliado en lo relativo a la coedicin. Este libro se publica tambin por el impulso decidido del Mtro. Carlos Villegas y de la Mtra. Mercedes Urriolagoitia, director y coordinadora acadmica, respectivamente, del CIDES, de la Universidad Mayor de San Andrs (UMSA) en La Paz, y del Dr. Luis Tapia Mealla, coordinador del doctorado, quienes adems han apuntalado desde esa ciudad del Illimani, los convenios de colaboracin acadmica entre nuestra Universidad y la UMSA. Con igual claridad y apoyo ha participado el Dr. Fernando Mayorga, director del Centro de Estudios Superiores Universitarios (CESU) de la Universidad Mayor de San Simn en Cochabamba, alguien que deba estar aqu repitiendo los motivos por los que reconocemos su calidad acadmica y humana, y quien no dud en facilitar la feliz visita del Dr. Luis H. Antezana a la UNAM en el 2003. Debo una especial mencin a Norma de los Ros, coordinadora del Programa de Posgrado en Estudios Latinoamericanas de la UNAM, que recibi generosamente la primera iniciativa de este proyecto y desde entonces no dej de alentar y participar en favor de su conclusin. Ha sido gracias a su apoyo que en gran parte fueron sorteadas las dicultades para coronar esta publicacin en los mejores trminos. Mi reconocimiento tambin a su saber acompaar las tareas de coordinacin de este libro in memoriam. A Alma Reyles, esposa y compaera de vida de Ren Zavaleta, y a Pablo, lvaro, Brbara, Fernanda y Diego, sus queridos hijos e hijas. A esta estimada familia agradecemos su plena conanza, as como las facilidades brindadas para poder incluir los dos escritos inditos y la serie de fotos gentilmente cedidas, bajo el cuidadoso resguardo de Hugo Rodas. Especial mencin merece una institucin que no olvida el ejemplo y las valiosas enseanzas de Ren Zavaleta, su primer director. Nos referimos claramente a la sede en Mxico de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) que posibilita que tales enseanzas sean replicadas en las generaciones formadas por esta Facultad, como si en los muros de su actual edicio camino al Ajusco resonara por la maana una voz altiplnica pidiendo la opinin de las ltimas noticias a su atenta audiencia. Por ello es que decidimos asociar a esta prestigiada institucin en la edicin de este libro. Especialmente reconocemos a sus actuales

INTRODUCCIN

21

autoridades acadmicas, la Dra. Giovanna Valenti Negrini, su directora, tambin por compartir de la historia institucional, el lugar y comienzo de su primer director. Asimismo destacamos la labor de su secretario acadmico, el Dr. Dante Avaro y de la Mtra. Gisela Gonzlez, coordinadora de publicaciones, por contribuir a la realizacin de este cometido. Finalmente a los amigos y amigas de Bolivia, quienes avivaron la iniciativa de efectuar un evento acadmico boliviano-mexicano/mexicano-boliviano que tuvo su primera manifestacin al realizarse la mesa redonda Ren Zavaleta hoy. La produccin local del conocimiento en Amrica Latina, un 26 de junio del ao 2003 en el auditorio del CEIICH. En el marco de este evento, la Coordinacin del Posgrado en Estudios Latinoamericanos organiz tambin la presentacin del libro de Luis Tapia (2002) en la Facultad de Filosofa y Letras de la UNAM, de manera que el riqusimo debate y la recuperacin del legado zavaletiano alcanz otros mbitos universitarios con la valiosa participacin acadmica de Mario Miranda, Luca Sala, Hugo Rodas y Teresa Aguirre. Ambos eventos intervinieron en la conformacin de este libro-mosaico al concedernos la mayor parte de las dieciocho contribuciones, que constituyen literalmente remembranzas ofrecidas a la memoria de nuestro colega ausente. Dos mesas puestas que fusionaron una visin de Bolivia hoy (Zavaleta comp., 1983) con interpretaciones de cuo reciente (Tapia Mealla, 2002). Cuestin curiosa esa de nombrar. A la hora de denominar una de esas mesas redondas evocbamos simultneamente dos obras y disponamos de otro modo del trmino local, no para calicar solamente un conocimiento obtenido a travs del proceso de produccin (terico), sino para adjetivar adems la propia produccin local del conocimiento. Para nalizar, dedicamos este libro a hombres y mujeres de Bolivia y de Amrica Latina en general que, sin distincin de edades, lugar de procedencia, ocio, educacin o cualquier condicin, han mostrado que lo poltico y lo social llegan a convertirse en nombres y sustantivos porque desde antes nos mostraron que los horizontes de pas, de nacin y de comunidad poltica tiempo ha, que estn siendo. Ciudad Universitaria, Mxico D. F., junio de 2004.

22

MAYA AGUILUZ IBARGEN Y NORMA DE LOS ROS MNDEZ

Referencias bibliogrcasARCHONDO, Rafael (2002), Coco Manto o la infancia memorizada, en Pulso Semanario, La Paz, ao 3, nm. 155, 19 al 25 de julio, pp. 20-21. Editorial (1987), Autodeterminacin. Revista de anlisis histrico-poltico y teora social, La Paz, nm. 3, julio, pp. 5-7. LAZARTE, Jorge (1988), Presentacin, en Ren Zavaleta, Clases sociales y conocimiento, La Paz/Cochabamba, Los Amigos del Libro, 1988. MUOZ, Laura (1995), Los trabajadores mineros en la historia del movimiento obrero boliviano, en Felcitas Lpez Portillo (coord.), Movimiento obrero en Amrica Latina, Mxico, Coleccin Panoramas de Nuestra Amrica, Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos, UNAM, nm. 11, pp. 9-62. TAPIA MEALLA, Luis (2002), La produccin del conocimiento local: historia y poltica en la obra de Ren Zavaleta, La Paz, Muela del Diablo Editores. (1987), La pasin histrica del conocimiento y de la poltica. Estudio dilogo con la obra de Ren Zavaleta, en Autodeterminacin. Revista de anlisis histrico-poltico y teora social, La Paz, nm. 2, enero. ZAVALETA MERCADO, Ren (1983) [1979], Las masas en noviembre, en Ren Zavaleta (comp.), Bolivia, hoy, Mxico, Siglo XXI Editores. (comp.) (1983), Bolivia, hoy, Mxico, Siglo XXI Editores. (1987), El Estado en Amrica Latina, en Autodeterminacin. Revista de anlisis histrico-poltico y teora social, La Paz, nm. 3, julio; tambin publicado como Ren Zavaleta Mercado, El Estado en Amrica Latina, La Paz-Cochabamba, Los Amigos del Libro, 1990. (1988) [1978], Las formaciones aparentes en Marx, en Ren Zavaleta, Clases sociales y conocimiento, La Paz/Cochabamba, Los Amigos del Libro. (1988) [1975], Clase y conocimiento, en Ren Zavaleta, Clases sociales y conocimiento, La Paz/Cochabamba, Los Amigos del Libro.

INTRODUCCIN

23

2. Palabras desde la FLACSO-MxicoGiovanna Valenti Nigrini

en Zavaleta Mercado (1939-1984) inuy de manera sustancial en el desarrollo de las ciencias sociales latinoamericanas principalmente a travs de su legado en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. A manera de paradoja, la importancia de Ren Zavaleta en la FLACSOMxico de hoy es mayor que hace veinte o treinta aos. Sobre todo porque se mantiene como un autor que nos brinda una ptica propia en medio de una larga tradicin intelectual que se desvanece ante la aceptacin prctica del n de la historia y que renuncia a la transformacin de la misma. En Mxico se dio a la tarea de madurar su pensamiento y contribuir a la formacin intelectual de nuevas generaciones de cientcos sociales. Llega al pas como exiliado de su segundo transtierro, luego de la cada del gobierno de Unidad Popular de Chile en 1973, que a su vez le haba dado refugio tras la derrota de la revolucin boliviana apenas dos aos antes. Perteneci a una generacin de exiliados latinoamericanos que Mxico abrig en los aos de convulsin poltica de la regin y que encontraron en las instituciones educativas un espacio propicio para contribuir a la formacin de las jvenes generaciones y para dedicarse a desarrollar un pensamiento que permitiera avanzar en la comprensin de las diversas problemticas que experimentaban las sociedades del subcontinente. Con la llegada de estos intelectuales se renovaron las discusiones que haba animado el exilio espaol, con la impronta de introducir una mirada especial en la regin, reconociendo su enorme potencial humano y ambiental, as como las grandes desigualdades a las que estaban sometidas las grandes mayoras de la poblacin y las atrocidades cometidas por algunos Estados.

R

25

Ren Zavaleta fue director fundador de la FLACSO-Mxico en 1976, catedrtico vital, entraable maestro y periodista de ardua pluma. Indudablemente, las gestiones polticas realizadas por Zavaleta, as como la conduccin acadmica y organizativa que encabez, hicieron posible introducir una visin estratgica de la docencia en posgrado destinada a estudiantes de muchos pases del subcontinente y de la investigacin en ciencias sociales sin interferencias del poder poltico. En la dimensin institucional, sta es la principal herencia de Ren, misma que algunos de los que fuimos sus alumnos aprendimos y buscamos preservar: sin docencia e investigacin entrelazadas ninguna facultad existe y, en particular, la FLACSO-Mxico deba conservar esa vocacin para no correr el riesgo de convertirse en una institucin reducida a un acuerdo entre gobiernos de la regin sin consecuencias acadmicas. Como respuesta a la herencia de su apellido en el idioma vasco (zavaleta signica tierra de amplitudes), la trayectoria intelectual de Ren se nc en la posibilidad de generar conocimiento a partir de la construccin del individuo libre e igual, cuya posibilidad de autoconstruccin pudiera darse no slo dentro del Estado o la sociedad civil, sino tambin en el marco de las etnias o las corporaciones como ejes articuladores de la heterogeneidad de las sociedades de Amrica Latina. Su obra se puede entender como la exposicin analtica de una estrategia de produccin de conocimiento de la complejidad en la articulacin de las relaciones sociales de su pas natal, Bolivia, pero tambin como una preocupacin ms generalizada sobre la produccin de conocimiento que permitiera explicar las especicidades del subcontinente latinoamericano, a partir de su misma diversidad y crisis recurrentes. Quiz por ello Luis Tapia, su principal estudioso, caracteriza a su pensamiento como de conocimiento barroco moderno. Zavaleta Mercado entiende que la nuestra es una regin caracterizada por la desarticulada sobreposicin de diversos tipos de civilizacin, lo que implica la falta de unidad social y estatal, y por la conguracin de un tipo de unidad temporal fctica y pasional que aora en aquellas coyunturas crticas que implican cambios sustanciales en la construccin histrica de un pas. Su modelo explicativo parte de lo nacional-popular como motor de las posibilidades de autoconocimiento y autodeterminacin de los sujetos sociales. Su pensamiento tambin estuvo ligado a las fuerzas sociales que impulsaron las transformaciones de su pas: el movimiento nacionalista y el proletariado urbano y rural. Su obra empieza con producciones desde el discurso del nacionalismo y contina luego en el seno del marxismo,

26

GIOVANNA VALENTI NIGRINI

ambos, fuerzas que se debatan como alternativas en el desarrollo de nuestros pases. Zavaleta Mercado plante elaborar el conocimiento de la historia local o nacional a travs del desarrollo de una teora poltica desde un plano multidisciplinario. Su teora versa sobre la autonoma y complejidad de la poltica como motor de la historia, esto es, como articuladora global de los procesos sociales. La obra de Zavaleta es plena del lenguaje marxista de su poca, pero incorpora en su discurso una crtica a los juegos del lenguaje terico predominante en la academia latinoamericana de aquellos aos. La vitalidad del pensamiento de Zavaleta no slo est en lo que produjo como consciencia de su poca sino en el legado de una estructura del pensamiento en trminos de consciencia de lmites y problemas pendientes que hay que resolver, pero, sobre todo, siguiendo lo que est ocurriendo en la historia, aquello que concebido como conguracin de vida poltica nos permita ver la permanencia de estructuras coloniales, como por ejemplo el racismo. Su obra nos aporta los fundamentos para dar cuenta del viraje sustancial en la historia reciente de las sociedades latinoamericanas. Su contribucin terica que gira en torno a la nocin de forma primordial sirve como idea para pensar la articulacin de Estado y sociedad civil, y sus mediaciones, aunque en pases donde hay diversidad cultural no todo puede entrar en alguno de los dos espacios. La distincin Estado-sociedad civil es propia de constituciones modernas, all donde se ha separado la vida econmica de la vida poltica y se ha constituido sta como Estado. Pero en Amrica Latina no hay tal distincin ya que persisten modos de vida comunitaria y las formas de interaccin se dan en condiciones de mayor heterogeneidad, o como le denominaba Zavaleta, bajo condiciones de abigarramiento de la articulacin de la vida social. La idea de forma social abigarrada permite pensar la coexistencia de varios tiempos histricos, varios modos de produccin, cosmovisiones, lenguas, procesos de reproduccin y, sobre todo, estructuras de autoridad y formas de autogobierno. Esta nocin reeja la idea de sociedades sobrepuestas, como colores que coexisten sin mezclarse y que slo se enlazan en varios puntos y de mala manera. Uno de los rasgos centrales de la vida poltica en muchos pases latinoamericanos durante las ltimas dcadas, ha sido el hecho de que las sociedades parecen menos articuladas dentro de sectores o corporaciones y cada vez ms empiezan a emerger sujetos sociales en la esfera de las discusiones sobre proyectos nacionales. Cada vez es ms comn observar cmo los pueblos indgenas o actores comunitarios se constituyen en

PALABRAS DESDE LA FLACSO-MXICO

27

asambleas que duplican de manera paralela la autoridad que rige la reproduccin de su vida social de manera cotidiana, disputndose el poder y la distribucin de recursos. De acuerdo con Zavaleta, estos sujetos tienen una matriz cultural distinta y al pretender organizarse de manera paralela, modican las relaciones entre Estado y sociedad civil preexistentes. La aparicin de estos sujetos en la arena pblica puede generar incertidumbre en las autoridades u otros actores sociales puesto que se mueven en una sintona que escapa de la concepcin de la forma primordial de la interaccin de la vida social. Cuando surgen a la supercie quiebran la institucionalidad del Estado y producen una crisis extensiva y, como no eran visibles, tambin crean una crisis de certidumbre porque el Estado no sabe qu est pasando y no sabe cmo responder, si por medio de la mediacin preventiva o por medio de la represin, y menos a travs de la reforma, que es lo que se est demandando. Los procesos de reforma macroeconmica experimentados en Amrica Latina en los aos ochentas y noventas, han implicado la reestructuracin de la forma primordial, pues se ha perdido la capacidad de autogobierno econmico y poltico, as como la de organizacin social, hacindonos ms dependientes de la deuda externa y de la cooperacin internacional que marca las polticas pblicas y la poltica econmica. Siguiendo est lnea de pensamiento, la rearticulacin de la forma primordial ha disuelto el carcter de la unidad nacional. Las ideas expuestas por Zavaleta Mercado pueden ser guas para resolver preguntas sobre las condiciones de nuestra poca y los retos que plantea la insercin de Amrica Latina en la globalizacin y sus efectos en las sociedades particulares. Su obra tiene potencialidades para desarrollar el trabajo intelectual inclusive bajo las condiciones de reproduccin del mercado a escala mundial y la permeabilidad de las fronteras nacionales, pero sobre todo en los mbitos locales, donde la heterogeneidad adquiere mayor relevancia. Hoy la FLACSO se ha extendido por toda Amrica Latina, tiene muchas generaciones de egresados que se ubican en muchas actividades profesionales, acadmicas y gubernamentales y ha contribuido, mediante el trabajo de sus profesores, a la investigacin en ciencias sociales. Zavaleta en persona llev su pensamiento de pas en pas y en cada uno de ellos pens, escribi y difundi una visin de la poltica y de la historia que no slo trascendi las fronteras geogrcas sino que integr, al anlisis de los problemas nacionales, la fuerza de un conocimiento universal que reconoce y se hace cargo de diferencias y desigualdades

28

GIOVANNA VALENTI NIGRINI

que son caractersticas de sociedades abigarradas como conceba a las latinoamericanas. Es as que, como bien dice el colega Martn Puchet, amigo y discpulo de Ren:

() el compromiso con el conocimiento social es tambin la armacin tica y poltica de las condiciones de su posibilidad: el imperio de la libertad y la democratizacin de las sociedades. Armar la libertad y la democracia como fundamentos de nuestros pases sigue siendo un mandato que se inscribe en la visin con la que se forman los cientcos sociales en la FLACSO. De all que su legado intelectual y moral sea parte de nuestro trabajo cotidiano y de nuestro futuro.Esa forma de pensar la realidad del continente a la luz de unas ciencias sociales analticas, creadoras e imaginativas es una leccin mucho ms trascendente para la FLACSO actual. Por ello bien vale un homenaje a Ren Zavaleta Mercado, en momentos en que la historia de Bolivia vuelve a vivir la densidad temporal donde la crisis nos proyecta en hombros de gigantes para visualizar un horizonte que se reclama como posible. Ciudad de Mxico, agosto de 2005.

PALABRAS DESDE LA FLACSO-MXICO

29

SECCIN I ENTRELAS NOTAS INDITAS

3. Formas de operar del Estado en Amrica Latina (bonapartismo, populismo, autoritarismo)Ren Zavaleta Mercado

F

ue Gramsci quien identic al bonapartismo, al que l llamaba cesarismo, con el empate catastrco. Esto tiene sin duda un signicado amplio porque opta, desde el principio, por la vinculacin de la gura o forma con su remate carismtico. Era obvio que en la losofa de la praxis no poda acoger, sin ms, el supuesto de un advenimiento mtico de lo carismtico y deba en cambio buscarse su causalidad objetiva. Sin duda, la reactualizacin de los estudios acerca del milenarismo permite indagar otras fuentes acerca de lo carismtico: v. gr. en el dato del hroe impersonal, transpersonal o sucesivo (1). De cualquier manera, aqu se sita un imperium personalizado a partir de un estatuto explicable. La inmovilidad por el empate o la no resolucin de las cosas por va prepactada o preconstituida lleva a una seudosolucin: nadie puede imponerse, se designa un tercero que no es parte en el empate. Aqu se est proponiendo ya un principio que tendr un vasto desarrollo: el de que las situaciones de incertidumbre suelen generar sentimientos autoritaristas o anhelos de autoridad en las masas.

ISobre esta base de anomia en el desidertum poltico, que contiene a nuestro modo de ver una concepcin de la democracia basada en masas no autorrepresentables, se erige la autonoma relativa del Estado, que es la potitio principii del Estado moderno. El paradigma de Marx sobre el bonapartismo se funda en la historia francesa pero contiene algunos datos

33

generalmente vlidos para todo Estado moderno. Por consiguiente, nos servir en la presente exposicin para proponer: a) ciertas lneas principales en el anlisis del Estado moderno, y b) algunas proposiciones en torno a la construccin de los paradigmas de la teora poltica dentro del anlisis marxista del Estado. El bonapartismo resulta sin duda una forma particular de ajuste entre el Estado poltico y la sociedad civil. Est claro que una y otra han entrado en una relacin de no conformidad que debe remediarse de modo inminente. Como lo describe Marx, es un proceso que, en lo que se reere al Estado, sigue las siguientes etapas: 1. Puesto que el Estado est encarnado sobre todo en el poder ejecutivo, existe el momento de su entidad primaria de unicacin. Esta es la tarea de la monarqua absoluta con la transformacin de la nobleza de castillo en nobleza de corte y el conjunto de las tareas de la unicacin. La emergencia de la idea burocrtica se representa en medio milln de burcratas civiles y otro tanto de militares. 2. La centralizacin, que no se basa como en Inglaterra en la va darwinista social de la descampesinizacin sino en la forma citoyen o de la revolucin poltica, no hace sino reforzarse al mximo con el episodio revolucionario. El Estado como fuerza concentrada de la sociedad y como resumen de ella, adquiere su perl en formas que como los comits de salud pblica y el estado de sitio, son slo el desarrollo cualitativo de la unicacin del Estado, es decir, la transformacin de la unicacin en irresistibilidad. 3. Las diversas lneas monrquicas aparecen como intentos de cohesin de las burguesas por la supeditacin a una de sus fracciones. Marx interpreta la repblica parlamentaria como el intento de racionalizacin o formulacin convenida de la unidad burguesa. En todo caso, est claro que la unidad burguesa es una condicin para la supervivencia de la clase. 4. Por ltimo, resulta evidente que esa unidad no le puede venir de dentro y por eso es bajo el segundo Bonaparte cuando el Estado parece haber adquirido una completa autonoma. La mquina del Estado se ha consolidado ya de tal modo frente a la sociedad burguesa que puede proclamar la autonoma relativa del Estado. (2)

34

REN ZAVALETA MERCADO

II Se da as una contradiccin, al menos aparente, entre el Marx del 18 Brumario de Luis Bonaparte y el Marx de la Introduccin. Este segundo haba escrito, en una cita a la que se ha recurrido quizs en exceso, que

El conjunto de estas relaciones de produccin forma la estructura econmica de la sociedad, la base real sobre la que se eleva un edicio (berbau) jurdico y poltico y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social (). (3)Es de este tipo de invocaciones que surgen ciertos errores de situacin de los conceptos. Por ejemplo, la falacia de suponer que la economa existe antes y la superestructura despus o, al menos, que una y otra existen por separado, aunque la una determinando a la otra. Esto contiene la negacin del principio de simultaneidad entre base y superestructura. Es obvio que Marx no pensaba en ello. Una cosa es por cierto la aplicacin del principio de reiterabilidad al estudio de la base econmica o del modelo de regularidad en general, y otra pensar que en la realidad base y superestructura ocurren de esta manera en el mundo de carne y hueso. En esto, como en todo, el mtodo no es inocente, es decir, tiene consecuencias sobre la visin general de las cosas. Del simple sacricio o corte o reduccin, se pasa ya a pensar que la sociedad existe cortada o sacricada. Pero la simultaneidad de la base y la superestructura es el hecho central del conocimiento social, o sea, que la sociedad en el capitalismo ocurre como una totalidad esencialmente orgnica. Los propios actos reductivos o particularizaciones no son sino sintetizaciones analticas pero portadoras en su cualidad de aquella totalidad, que es el fruto dominante de la propalacin general del mercado. No siempre la superestructura corresponde en todos los momentos a la base; todo lo contrario. Pero ello es tan cierto como que, cuando existe el acto econmico o la relacin productiva, existen a la vez dentro de ellos, y no como un rebote, las relaciones estatales y los episodios de la representacin social. De esta manera, la circulacin ideolgica, el mercado, crear el inconsciente estatal, que es la ideologa, y no hay duda tampoco de que el Estado es la atmsfera de la produccin, o sea, caso agrante, tenemos aqu una valencia infraestructural de un hecho tan constitucionalmente superestructural como el Estado.

FORMAS DE OPERAR DEL ESTADO EN AMRICA LATINA

35

Entendemos, en consecuencia, que si bien es cierto que la sociedad civil en el sentido de Marx (las relaciones materiales de vida) determinado al Estado, esto no puede derivarse al supuesto ya falso de que la estructura productiva dene la forma del Estado. Porque, de otro modo, cmo se explicara la aparicin, es cierto que no tan temprana, de un concepto como el de autonoma relativa? La lectura de las obras ms propiamente polticas de Marx nos sirve para avanzar en la discusin de este problema al que asignamos una importancia decisiva. Cul es en efecto el grado en que el sector superestructural al que llamamos Estado es parte del modelo de regularidad del MPC, es decir, de aquella parte de la sociedad sujeta a leyes (casi en el mismo sentido baconiano de las leyes naturales) y a la que se puede, con nes de conocimiento, aplicar el principio de la reiterabilidad? Nos parece que, si el carcter fundamental de este modo de produccin es la reproduccin ampliada o valorizacin, que est a cargo por fuerza de hombres jurdicamente libres, en consecuencia, aqu tenemos ya un indicio de cules son las zonas de regularidad en la superestructura, aquellas en las que participa del modelo de regularidad. Sera una contradiccin sustantiva decir que el individuo es jurdicamente libre en el acto productivo y servil o esclavo en la superestrucutra porque se trata de un solo individuo inseparable. Pero por otra parte, la superestructura tiende a la estasis o sea a su raticacin. Ni el derecho ni la ideologa existen en principio para cambiar el mundo sino para conservarlo. En el cotejo de esto con la base econmica, que se mueve siempre (la reproduccin ampliada), veremos que la historia de la relacin entre Estado y sociedad en el capitalismo debe producir continuos desfases o no correspondencias, es decir, lo contrario de la correspondencia automtica. A la inversa, todas las caractersticas del Estado moderno se dirigen a compensar esta tendencia. Por cierto que si esta determinacin fuera tan llana, si tambin se reriera a lo que en rigor debe llamarse forma estatal entonces jams podramos comprender por qu un mismo modo de produccin crea, sin embargo, superestructuras tan diferenciadas como las que existen en Inglaterra, Estados Unidos, Argentina y Mxico, tomando cuatro ejemplos al azar. Sostenemos que las formas superestructurales tienen su propia manera de agregacin causal (como es descrito el bonapartismo en el 18 Brumario) y, en consecuencia, hablar de leyes aqu en el mismo sentido con que se habla del modelo de regularidad es trasladar el rgimen de anlisis de una regin a otra, sin que corresponda hacerlo.

36

REN ZAVALETA MERCADO

Si se lo dice en otros trminos, las formas superestructurales pertenecen a un tipo de acumulacin causal especial, o sea a una articulacin de acontecimientos y fenmenos que adquiere un carcter pre o dominantemente local. En otros trminos, la monarqua constitucional es la forma inglesa de superestructura pero la subsuncin real es un requisito de todo capitalismo. Es en este sentido que armamos que el modelo de regularidad que llamamos modo de produccin es lo que expresa la unidad de la historia del mundo (lo comparable) en tanto que las superestructuras estn sealando su heterogeneidad estructural. Diversas superestructuras, con recurrencias ideolgicas muy distantes entre s, con resultados jurdico-polticos muy diferentes, pueden servir, sin embargo, de la misma manera a garantizar la reproduccin de un mismo y nico modo de produccin. Una lectura dogmtica de este prrafo de Marx impide, de otra parte, entender el problema de la correspondencia diferida entre la base y la superestructura. Con ello decimos que no slo no hay una correspondencia inmediata entre ambas sino que la manera misma de la correspondencia, segn cul sea la forma superestructural, puede ser crtica o sucesiva. La sociedad civil, en efecto, puede contener en su seno determinaciones cuya realizacin como superestructura no ocurra sino negando a la misma sociedad civil de la cual recibe la determinacin, o sea que puede contener determinaciones que sean su negacin global pero, al mismo tiempo, el desarrollo de su zona ms intensa, el cumplimiento de la determinacin negando el ser desde donde viene. Eso ocurre por ejemplo con la revolucin socialista. El Estado viene aqu a negar a la sociedad civil al servicio de determinaciones que, sin embargo, existen en ella. Para decirlo en otras palabras, la superestructura puede obedecer a varias rdenes o determinaciones que ocurren en tiempos diferentes, que vienen de la sociedad civil y puede, adems, tener diferentes capacidades de respuesta a tales determinaciones. Las cosas, en todo caso, no se muestran tan sencillas: la fuerza de la determinacin resulta tan importante como la sensibilidad o la receptividad de la superestructura determinada. De ah que la superestructura estatal parezca (lo que no quiere decir que lo sea) independiente: una independencia que ocurre sea colocndose delante de su base material como ocurrira (en la apariencia pero no en la realidad) en la revolucin socialista, o rezagndose, como en la Revolucin Francesa, cuando ya exista una sociedad burguesa pero no todava una entera superestructura burguesa.

FORMAS DE OPERAR DEL ESTADO EN AMRICA LATINA

37

III De aqu proviene la validez slo relativa de los modelos en el estudio de la poltica, incluyendo el bonapartismo. Lo reconoci el propio Lenin:

Hay leyes que se reeran a la revolucin y no tengan excepciones? La contestacin hubiera sido no, no existen tales leyes. Estas leyes se reeren tan slo a lo que Marx llam una vez ideal en el sentido de capitalista medio, normal, tpico. (4)Tpico, normal, medio, ideal. Adjetivos que revelan un marco constante que no puede referirse sino a la matriz cientca o modelo de regularidad. Pero como la revolucin es la catstrofe generalizada de la superestructura y se mueve en la diversidad especca y no en la media ideal, no caben para ella, ni para nada de la poltica, leyes hermticas. Por qu se ha dicho, en efecto, que la tctica es la historia que puede fracasar? Por las mismas razones por las que Marx indic que la insurreccin es un arte; porque todo esto se reere a la evaluacin de un mbito que no es cognoscible con la exactitud propia de las ciencias naturales, o lo que Gramsci llamara la autonoma de lo poltico. Si excluimos como consecuencia la validez integral de los paradigmas superestructurales, podemos extraer, sin embargo, provechosas lecciones del discurso marxista sobre el bonapartismo. Por ejemplo, nos parece de una gran riqueza la aproximacin que se hace al remate carismtico del poder, es decir, a su conclusin personalizada. La mayor parte de los anlisis sobre el fenmeno carismtico lo han vinculado, Weber incluso, a la funcin de la personalidad en la historia, es decir, a una cierta visin heroica de la misma. Marx da, en cambio, una mayor importancia a la avidez social de lo autoritario, que hace del remate personalizado del mando una circunstancia que est deseada en lo previo por grandes sectores de lo colectivo. Podemos hablar, entonces, del carcter colectivo de ciertos momentos hacia la acepcin carismtica. Otras observaciones son no menos enjundiosas como la continua alusin, sarcstica pero atenta, a la sucesin de golpes de mano o golpe de Estado permanente y capilar con que Bonaparte se hace del poder total. La va fraudulenta de composicin de la legitimacin expresa tambin una coyuntura de recepcin. La convalidacin no racionalmente vericable de la formulacin del poder est, sin duda, lejos de ser una cuestin

38

REN ZAVALETA MERCADO

secundaria sobre todo en ciertas sociedades, muchas de las latinoamericanas entre ellas. Con todo, la contribucin ms fuerte del modelo nos parece que es la elaboracin de la teora de la autonoma relativa del Estado en su relacin con las masas no autorrepresentables. La autonoma tiene as dos sentidos. En primer lugar, el que se deriva de la valorizacin, es decir, de la lgica de recomposicin permanente a que debe estar sometido el Estado para controlar las tendencias estticas de su carcter; o sea que hay aqu una suerte de autonoma relativa respecto de la base econmica, que est en el fundamento de la reproduccin ampliada. En segundo lugar, la autonoma relativa del Estado se reere a la separacin entre el poder del Estado o naturaleza de clase y el aparato del Estado o administracin factual. Esto es la condicin de la hegemona o legitimacin moderna: es por este desdoblamiento o formacin aparente que el Estado moderno puede servir a los intereses estratgicos de la burguesa como conjunto, aunque niegue los intereses concretos de la burguesa. Es lo que le da su carcter nal y no instrumental. Hay entonces una explicacin estructural, basal del surgimiento del bonapartismo. En efecto, en contraste con los obreros que viven la lgica de la concentracin y la autorrepresentacin:

Cada familia campesina se basta, poco ms o menos, a s misma, produce directamente ella misma la mayor parte de lo que consume y obtiene as sus materiales de existencia ms bien en contacto con la naturaleza que en contacto con la sociedad. (5)Esto hara una gran diferencia con el obrero que no produce para s mismo sino siempre para otros. Los obreros, por tanto, produciran formas caractersticas de intersubjetividad o interdiscursividad. Los campesinos, sin embargo, son la base de aquella Francia:

La parcela, el campesino y su familia; y al lado, otra parcela, otro campesino y otra familia. Unas cuantas unidades de stas forman una aldea y unas cuantas aldeas, un departamento. As se forma la gran masa de la nacin francesa, por la simple suma de unidades del mismo nombre, al modo como, por ejemplo, las patatas de un saco forman un saco de patatas. (6)

FORMAS DE OPERAR DEL ESTADO EN AMRICA LATINA

39

Slo la negacin del resto de la sociedad los hace sentirse clase, pero hace mucho menos de lo necesario para una constitucin positiva de clase:

En la medida en que millones de familias viven bajo condiciones de existencia que las distinguen, por su modo de vivir, por sus intereses y su cultura, de otras clases y las oponen a stas de un modo hostil, aqullas forman una clase. Por cuanto existe entre los campesinos parcelarios una articulacin puramente local y la identidad de sus intereses no engendra entre ellos ninguna comunidad, ninguna organizacin nacional y ninguna organizacin poltica, no forman una clase. (7)La dispersin a lo ltimo conducira, en la poltica, a la necesidad de un amo, a la unidad autoritaria entre los que no pueden obtener otra forma de unidad.

Son, por tanto, incapaces de hacer valer sus intereses de clase en su propio nombre, ya sea por medio de un parlamento o por medio de una Convencin. No pueden representarse, tienen que ser representados. Su representante tiene que aparecer al mismo tiempo como su seor, como una autoridad por encima de ellos, como un poder ilimitado de gobierno que los proteja de las dems clases y les enve desde lo alto la lluvia y el sol. Por consiguiente, la inuencia poltica de los campesinos parcelarios encuentra su ltima expresin en el hecho de que el poder ejecutivo somete bajo su mando a la sociedad. (8)

IV Tenemos entonces que el bonapartismo es la forma que adquiri en Francia la constitucin de la autonoma relativa del Estado, una forma pattica, articulada por una sucesin de golpes de mano, algo as como golpes de Estado fragmentados (va furtiva o extralegal de la poltica) y con una base social especca: la de masas no autorrepresentables y dispersas que, en un contraste sociolgico importante, son sin embargo portadoras del lan de autoridad y del centralismo. En otros trminos, las clases centrales y autorrepresentables deseaban la descentralizacin. El

40

REN ZAVALETA MERCADO

culto de la centralizacin era, al revs, propio de los sectores no centrales, perifricos y no autorrepresentables. Es aqu donde debe hacerse una recensin acerca del mtodo marxista en cuanto a las formas superestructurales. Los modelos son extrados de la realidad, o sea que han ocurrido primero en ella, y la tarea de la poltica no es sino mi formalizacin, explicitacin y organizacin conceptual. En este sentido, es discutible hablar de leyes superestrucutrales del modo en que se habla del modelo de regularidad de la matriz econmica, aunque es cierto que se ha hecho una prctica. La lgica de la reiteracin o vericabilidad es adaptable al patrn repetible del MPC, por ejemplo, pero no a la agregacin de poder en un pas concreto, que es algo conspicuo. En otros trminos, hay una acumulacin causal-explicativa que puede incluso conducir a la elaboracin o exteriorizacin de una suerte de modelo poltico (fascismo, bonapartismo, populismo); pero eso no est sujeto a leyes en el sentido estructural sino a una lgica de inferencia, que no se parece a la lnea de indagacin y comprobacin de las ciencias propiamente dichas. La historia de Francia, en suma, preparaba el advenimiento del bonapartismo. Lo haba hecho a travs de las monarquas y el Imperio, a travs de la repblica parlamentaria e incluso, por reaccin, por medio de la insurreccin del 48, que haba demostrado que un Estado sin autonoma relativa era un Estado vulnerable en trminos insurreccionales por parte de la clase obrera. Es obvio que la forma francesa no es la nica va posible de la autonoma relativa del Estado. Por el contrario, se dira que es la va impura de constituirla. La transformacin de la aristocracia en burocracia virtual o quid pro que de una burocracia racional. No es ilegtimo, de otro lado, pensar en una va farmer de la autonoma relativa, la seleccin entre iguales con el uso de la ampliacin espacial como materia de mediacin, o de la va junker, que es la forma militarista y estatlatra. En todo caso, todo Estado moderno debe ser capaz de servir a los nes estratgicos del bloque histrico burgus, aunque contradiga los intereses puntuales de la burguesa blood and esh. Entonces, si las cosas se ven desde este ngulo, es tambin el proceso de implantacin del capitalista general porque en el MPC las clases son totalizaciones sin individuos o con individuos intersubrogables. Ello adquirir una importancia excepcional en la fase del capitalismo organizado o del Estado estructural o Estado ampliado, que es la fase que viven hoy los pases capitalistas centrales. De cualquier forma, nos parece que el modelo que resumi Marx sobre el bonapartismo es, por un lado, la estructuracin de la autonoma

FORMAS DE OPERAR DEL ESTADO EN AMRICA LATINA

41

relativa del Estado (lo cual quiere decir que, aunque sea puesta por un acto pattico, carismtico y subitneo, debe quedar despus como una estructura o rutina, es decir, como una funcin automtica) y, por el otro, como su pendant necesario, por la gelatinosidad organizada o generalizacin de la no autorrepresentacin de las masas (9). Hacemos un uso lato del trmino gelatinoso que, como se sabe, fue aplicado por Gramsci rerindose a lo que l llamaba el Oriente, de otra manera por lo dems discutible. Sea cual fuere, gelatinoso signica incapacidad de traducir lo que se es en la rutina de la vida en sustancia estatal, es decir, el ser no autorrepresentable, carcter que Marx asignaba de manera ms explcita a los campesinos parcelarios y al lumpenproletariado del bonapartismo. A esto es a lo que se reere la metfora o parbola de la abolicin de la poltica. Es, naturalmente, un proceso ms complejo. En los hechos, la continua reduccin numrica de la clase obrera stricto sensu, del trabajador productivo, y la expansin de los sectores de servicios, las nuevas capas medias o white collars o el subsidio directo de la marginalidad (tipo chomage) multiplican el mbito de los sectores no autorrepresentables. La propalacin exitosa de la gelatinosidad poltica es una condicin favorable para el endiosamiento y la irresistibilidad del Estado, hecho general en el capitalismo contemporneo. El fracaso de la teora del derrumbe inevitable del capitalismo tiene, sin duda, mucho que ver con esta autorreconstruccin del capitalismo cuyos orgenes estn en episodios como el del bonapartismo francs, entre otros. En el anlisis poltico latinoamericano ha habido una suerte de sobreutilizacin de la categora de bonapartismo aunque no se puede decir que el cotejo de procesos estatales entre la Francia de entonces y la Amrica Latina del momento de los bonapartismos fuera imposible. Por el contrario, el uso de este trmino fue ms adecuado por lo general que el de fascismo, v. gr. Pern, por ejemplo, sin duda formul la autonoma relativa del Estado montado sobre la ola de un proletariado de primera generacin, que era el que provena de la industrializacin sustitutiva argentina que ocurri entre 1930-1940, la industrializacin sin revolucin industrial (10). Los coups de main en los sindicatos, las elecciones de tono plebiscitario, o el remate personalizado y carismtico del poder, no son sino la ancdota de similitudes sin duda ms profundas. El hecho es que la vasta nueva clase obrera era un proletariado de mentalidad no proletaria y, por consiguiente, una base social gelatinosa y no autorrepresentable en los

42

REN ZAVALETA MERCADO

mismos trminos que los campesinos parcelarios de aquella Francia (lo cual, dicho sea de paso, demuestra un cierto esencialismo anticampesino en el modelo de Marx porque es obvio que tampoco una clase obrera es per se autorrepresentable). Trotsky preri, con cierta prudencia, llamar semibonapartista al rgimen de Crdenas que, sin duda, hizo una combinacin de gran arte poltico de movilizacin de masas y de neutralizacin (11) o reconstruccin corporativa del movimiento de masas. Nada de eso habra sido posible sin la gestacin previa de una clase poltica o clase general que haba sido el producto de la disponibilidad estatal proveniente de la catstrofe revolucionaria. Vargas, a lo ltimo, aunque el Estado Novo estaba sin duda imbuido de cierta jerga fascistizante, no slo consc la nueva forma del movimiento obrero como Pern, sino que lo constituy l mismo: los sindicatos fueron organizados desde el Ministerio del Trabajo lo cual, sin duda, es bastante elocuente. Las experiencias de Villarroel o de Ovando-Torres en Bolivia o de Velasco Alvarado en Per tuvieron contenidos semejantes aunque con una insistencia mayor en otra de las ides napolenicas, que es la primaca centralizadora del ejrcito, y con ms reservas mentales en cuanto a la movilizacin de las masas, cualquiera fuera su carcter.

VVeamos ahora, conforme a lo solicitado por el jurado, la cuestin del populismo. Es una discusin que, como la anterior, ha ocupado y adquirido cierta densidad en la regin. Por la propia ndole de la exposicin, vamos a evitar el resumen de este debate. En su remate, la obtencin de un tipo populista no ha demostrado mucha viabilidad. Como preferencia terica o eleccin de polticas, subyace sin embargo la primaca del concepto global sobre sus discriminaciones clasistas. Emerge una totalizacin (pueblo) que debe considerarse antes y por encima de sus [categoras sociales] ms especcas como clase o etnia. Montenegro, por ejemplo, hablaba con cierto desdn de aquellos que se sienten clase en vez de sentirse nacin. (12) En los hechos, si la connotacin bsica del populismo es la subsuncin del dato clasista en lo popular como masa congregada, entonces es una modalidad sin duda no incompatible con la lgica del bonapartismo. Tambin el bonapartismo aspira a que el reconocimiento nal de las cla-

FORMAS DE OPERAR DEL ESTADO EN AMRICA LATINA

43

ses est dado por una identidad de ellas en el Estado y de all se deduce su inevitable corporativismo: las corporaciones deben ser reconocidas desde el Estado. No obstante, hay un rasgo subliminal de las experiencias populistas ms caractersticas, digamos el zapatismo o el MIR en Bolivia en 1952: aqu la masa se constituye al margen y aun en contra del Estado, se apodera de la iniciativa y en muchos casos rebasa o desordena el marco estatal. Esto hace una diferencia importante con el bonapartismo que, por su carcter, asigna la iniciativa en profundidad a la culminacin concentrada del poder. En el bonapartismo, las masas estn a merced del poder; en el populismo el poder est a merced de las masas. Ms nos interesa, sin embargo, estudiar no los trminos tradicionales de la acepcin latinoamericana del populismo (sin duda distinta de la rusa y la norteamericana), sino la actualizacin del principio pueblo en manos de los que podemos llamar la corriente neopopulista. En un trabajo que actualiza la cuestin en trminos de franca renovacin, Ernesto Laclau ha escrito que: Si la contradiccin de clase es la contradiccin dominante al nivel abstracto del modo de produccin, la contradiccin pueblo-bloque de poder es la contradiccin dominante al nivel de la formacin social. (13) Hay aqu un maniquesmo de partida. El Estado resulta intrnsecamente reaccionario y el pueblo contiene liberacin per se. La centralidad proletaria, por lo dems, es relegada a un plano meramente disquisitivo (abstracto). Por tanto, es posible poner reparos inmediatos a la denicin. En primer lugar, Laclau propone una disociacin arbitraria entre la constitucin del bloque de poder o Estado y la de la multitud. Las cosas, en cambio, han ocurrido en la historia de otra manera: uno es siempre el referente del otro, o al menos suele serlo. Por el contrario, el Estado puede ser el canal de la constitucin de la multitud y en general se debe distinguir caso por caso entre ejemplos de autoconstitucin con ms autonoma o menos autonoma. En segundo lugar, no est demostrado que el bloque de poder o Estado, o si se quiere lo nacional-estatal, sean siempre ms reaccionarios que el pueblo o sea lo nacional-popular. (14) Es una visin romntica del concepto pueblo. El hecho es que existen pueblos reaccionarios (se dira, por la inversa, que la mayor parte de las soluciones de la cuestin nacional han sido reaccionarias y autoritarias) y tenemos tambin, por lo dems, la hegemona negativa, la reconstruccin reaccionaria de la cosmovisin popular. Una constitucin reaccionaria de la multitud es, de

44

REN ZAVALETA MERCADO

otro lado, algo que debe contarse dentro de lo verosmil. De otra manera, no habra existido la multitud nazi.

VI A pesar de todas estas reservas, no hay duda de que es de la mayor importancia la recuperacin del concepto poltico de fuerza de masa en su sentido presente. La proposicin, en ese sentido, es saludable por s misma. Para centrar el discurso es necesario hablar de fuerza de masa tanto en su calidad de suceso estructural o productivo, como en su carcter de fenmeno poltico. A propsito de esto, haremos algunas observaciones acerca de la funcin de lo colectivo en materia de conocimiento, del problema de la adquisicin por parte de la multitud, de la funcin del prejuicio, de la memoria de masa, de los problemas del recurso modicado de la clase, de la transformacin de la ideologa burguesa en ideologa proletaria y el fondo de todo que est dado por la seleccin u opcionalidad en torno a la reforma intelectual o transformacin moral. En su aparicin misma, la poca contiene, a la vez, la formacin del individuo o su advenimiento y la proposicin de idea de masa, la aplicacin del concepto de fuerza de masa a la sociedad. En realidad, una idea contiene a la otra. La masa existe porque los individuos se interpenetran:

La produccin capitalista tiene histrica y lgicamente su punto de partida en la reunin de un nmero relativamente grande de obreros que trabajan al mismo tiempo, en el mismo sitio, en la fabricacin de la misma clase de mercancas y bajo el mando del mismo capitalista. (15)Es aqu donde surge esta fuerza productiva:

Del mismo modo que la fuerza de ataque de un escuadrn de caballera o la fuerza de resistencia de un regimiento de infantera dieren sustancialmente de la suma de fuerzas y resistencia desplegadas por cada soldado, la suma mecnica de fuerzas de los diversos obreros es algo sustancialmente distinto de la potencia social de fuerzas que desarrollan muchos brazos coordinados en la misma operacin indivisa La cooperacin no tiende solamente a potenciar la nueva fuerza

FORMAS DE OPERAR DEL ESTADO EN AMRICA LATINA

45

productiva individual sino a crear una fuerza productiva nueva con la necesaria caracterstica de fuerza de masa. (16)Distinguimos en estos prrafos tres elementos. Por un lado, la concentracin productiva en cuanto tal que, reducida a cooperacin simple, no es diferente en el Imperio de los Incas o en el despotismo asitico. Sumamos a ello, sin embargo, la concentracin de una calidad determinada de hombres: la masa capitalista no es slo una masa mecnica de hombres supeditados sino la fuerza de masa de una concentracin intersubjetiva de hombres libres, concentracin que ocurre bajo el mando del capital. Este, el mando del capital, es in ne el Estado moderno en cuyo carcter est el primado de la hegemona sobre la coercin represiva, o sea que en esto el Estado es sin duda algo ms que la violencia organizada de la sociedad. Es cierto que nada de eso habra sido posible sin que se hubiese cumplido el ciclo de la reforma intelectual o negacin antropocntrica y su principal resultado es la concentracin del tiempo histrico, que es como la cualidad de la fuerza de masa o concentracin productiva. La concepcin de la multitud en su sentido tctico proviene de Lenin. En el libro no muy conocido Discurso sobre la tctica, dice: Indicadme un pas de Europa donde podis atraer a vuestro lado a la mayora de los campesinos en unas cuantas semanas. (17) Es decir, la constitucin de la multitud tiene que ver con el grado de modernidad del Estado. Lo importante, con todo, est en el carcter esencialmente uido del concepto de masa:

El concepto de masas es muy variable, segn cambie el carcter de la lucha. Al comienzo de la lucha bastaban varios miles de verdaderos obreros revolucionarios para que se pudiese hablar de masas () Unos cuantos miles de obreros representaban a la masa () Cuando la revolucin est ya lo sucientemente preparada, el concepto de masas es ya otro: unos cuantos miles de obreros no constituyen la masa El concepto de masas cambia en el sentido de que por l se entiende una mayora y adems no slo una mayora de obreros sino la mayora de todos los explotados. (18)Por consiguiente, es verdad que el concepto de masa debe estar vinculado al problema del medio compuesto o irradiacin de la clase obrera, a la propia cuestin llamada de la mayora de efecto estatal. Se puede sostener que el propio horizonte de visibilidad de la clase obrera no alcanza

46

REN ZAVALETA MERCADO

su perspectiva total sino cuando est circunscrito por sus consecuencias o circunstancias preproletarias y extraproletarias. Porque es cierto que ser es ser en el mundo y que lo que es proletario suele venir de lo que no es proletario.

VII En conclusin: es inmensa, sin duda, la importancia de la constitucin de la multitud; pero sera un error grave derivar de eso la apologa general de toda multitud. En gran medida, es lo que hace Ernesto Laclau: En el sentido que le hemos dado en este texto, por democracia debe entenderse el conjunto de smbolos, valores, etc. en suma, interpelaciones por las que el pueblo cobra conciencia de su identidad. (19) Y luego: Nuestra tesis es que el populismo consiste en la presentacin de las interpelaciones popular-democrticas como conjunto sintticoantagnico respecto a la ideologa dominante. (20) Con todo, la idea ms peligrosa del neopopulismo de Laclau consiste en la neutralidad original de los ideologuemas: Los elementos ideolgicos considerados aisladamente no tienen ninguna necesaria connotacin de clase y esta articulacin es slo el resultado de la articulacin de estos elementos en un discurso ideolgico concreto. (21) El racismo, por ejemplo, no sera negativo sino por su articulacin. Laclau, por el contrario, tienen una idea mesinica del pueblo al margen de las circunstancias de su constitucin, del pueblo como portador automtico de democracia. El pueblo no hara sino recordar de una manera casi platnica la verdad que lleva dentro de s. Esto es ostensiblemente falso. La apologa general de la herencia es una postulacin irracionalista. Hay una constitucin democrtica del Estado y hay una constitucin reaccionaria del Estado aunque, simultneamente una y otra cosa pudieran desplazarse en uno u otro sentido. En su herencia, cada pueblo lleva tendencias contradictorias: en la tradicin mexicana est la rebelin democrtica pero tambin el recuerdo de la servidumbre: los alemanes tenan entre sus tradiciones populares tanto el sentido de la organizacin poltica como el antisemitismo. Es por eso que debe rescatarse el supuesto de la seleccin. En otras palabras, ni el proletariado ni el pueblo en general son portadores inherentes de un programa progresista. La multitud es un hecho esencial de nuestro tiempo pero puede no constituirse. De otro lado, incluso una

FORMAS DE OPERAR DEL ESTADO EN AMRICA LATINA

47

masa constituida en cualquier grado, puede desagregarse. A lo ltimo, una masa puede constituirse en torno a interpelaciones reaccionarias. Los problemas de la seleccin ideolgica, es decir, de la calicacin antropocntrico-racional de las interpelaciones siguen siendo, por eso, decisivos.

VIII Al estudiar la cuestin actual de las dictaduras, que es el tercer tema propuesto por el jurado, el primer aspecto a considerar debera ser el grado de autorreferencia de que disponen este tipo de sociedades, las latinoamericanas, la medida en que determinan su propia poltica y, en n, el grado en que han conformado un ncleo autodeterminativo. Sobre todo la produccin de estructuras de autodeterminacin merecera una exposicin ms detallada. Deseamos proponer las siguientes hiptesis de trabajo: La tendencia entre algunos politlogos, sobre todo norteamericanos y europeos, a suponer que si el ncleo autodeterminativo existe, es cada vez menos comun en el mundo. Magdoff, por ejemplo, habla de el surgimiento de la rma multinacional como una entidad ms poderosa que el Estado-nacin. R. Vernon [sic], a su turno, sostiene que conceptos tales como la soberana nacional y el podero econmico nacional aparecen curiosamente privados de signicados. (22) En los casos a que nos vamos a referir, los hechos parecan haber conrmado tales tendencias. Aunque la proposicin del modelo y la intervencin misma parecan exitosas, sin embargo los resultados nales o los momentos postdictatoriales parecen contradecir gravemente al menos la ecacia nal de las tesis de Magdoff y Vernon [sic]. Vamos a considerar los siguientes dos ciclos: A. El ciclo de disolucin de las experiencias populistas ms o menos representativas que ocurri entre 1963 y 1965. Se trata de un ejemplo caracterstico de ujo o emisin desde el centro a la periferia. En este periodo, varios pases latinoamericanos viven golpes de Estado o desplazamientos inducidos en el poder con caractersticas idnticas entre s, en su modalidad operativa, aunque en pases diferentes unos

48

REN ZAVALETA MERCADO

de otros casi en todo. Es una secuencia que se inicia con la cada de Bosch en la Repblica Dominicana a nes de 1963. En el curso de 1964 sern tambin derrocados Arozamena en el Ecuador, Goulart en el Brasil y Paz Estenssoro en Bolivia. En 1965, en lo que puede considerarse el punto de pice de este ciclo, Ilia es depuesto en la Argentina por Ongana. B. El ciclo de constitucin de las dictaduras militares llamadas fascistas en el Cono Sur. Esto se inicia con el derrocamiento de Torres en Bolivia (1971), con la pretorianizacin creciente del poder en Uruguay a partir de 1973, el golpe contra Allende en Chile en el mismo ao y el desplazamiento del segundo peronismo por Videla en Argentina, en 1976. Es vericable que el centro lineal del ciclo A est dado por la controversia en torno al aislamiento de la Revolucin Cubana. Los regmenes abatidos coinciden, grosso modo, en slo dos aspectos: en su origen representativo, esto es, producto de procesos electorales; y en su oposicin a la presin norteamericana, que propiciaba la ruptura colectiva con el rgimen cubano. Por razones diferentes, a esas alturas slo Bosch y Goulart aparecan como el fenmeno o cresta de compulsiones sociales ms vastas que tendan a rebasarlos. Dejemos eso de lado porque lo que nos interesa en el caso es la elaboracin de episodios homlogos, es decir, la capacidad de producir resultados o formas homogneas por una decisin poltica (emisin o decreto) desde el centro del poder. La formacin exgena de los golpes militares demuestra que, aunque al precio de un desgaste indudable, el aparato poltico norteamericano tena la fuerza necesaria para imponer tales desplazamientos sobre condiciones nacionales que quiz no los habran gestado por s mismos. La diplomacia de castigo no se enmarca aqu sino en un trmino muy primario pero contiene la revelacin de una virtualidad. A diferencia con este, en el ciclo B la tendencia homolgica es ms orgnica y directa, se dira que ms estructural: no se trata slo de un castigo sino de la subsuncin de un modelo poltico, lo cual resulta por dems iluminador porque ensea a la vez una concepcin acerca de la insercionalidad real de los modelos polticos, es decir, del sentido de obediencia de la prctica hacia el plan si ste es funcional. Es llamativo que en todos los ejemplos del ciclo B, la autonoma democrtica de las masas adquiriera en lo previo una desenvoltura y un volumen ms extenso que el marco democrtico-representativo previo,

FORMAS DE OPERAR DEL ESTADO EN AMRICA LATINA

49

o sea que se tratara del arrasamiento de la institucin democrtica por el auge democrtico de la multitud. La democracia representativa apareca como un cebo para la democratizacin real o autodeterminacin pero sta, la democracia como huayraleva, desbordaba las dbiles reglas de la democracia representativa. Un mismo modelo pas a aplicarse en el pas con ms alta marginalidad de Amrica Latina, el Brasil, y en la Argentina, que [ilegible] no la tiene; en el ms desarrollado pas capitalista de la zona y en el ms atrasado (Bolivia), en los que contaban con una tradicin democrticorepresentativa ms prolongada (Chile y Uruguay) y en los que en ese campo estn en su opuesto (Bolivia, Argentina). En teora, el modelo se reira de las circunstancias en que debe ocurrir. Idntico aun en su enunciacin programtica local, el modelo que los norteamericanos y los ejrcitos intentan insertar en estos pases se basa entonces en los supuestos siguientes: En la reorganizacin verticalista de la sociedad civil, se trata de reemplazar las formas organizativas y grupales naturales (producidas por el propio movimiento de la sociedad) con formas de corte corporativo. Es obvio que el problema de la forma y la determinacin originaria se dirigen no a la lectura o seguimiento de la sociedad civil por el poder, sino a la reconstruccin a la anarqua social previa en trminos de la gobernabilidad. Se imagina algo as como una constitucin o apelacin de las clases, formas, partidos y mediaciones desde el Estado, o ms bien desde la visin neoconservadora que se encarna en el Brain trust, que aqu se identica con el Estado. La estrategia econmica se basa en el dogma del sistema mundial en el sentido de que nada que est fuera de su ritual o ecacia tiene perspectivas racionales o sea, en el dogma de la irresistibilidad del sistema mundial. Por consiguiente, la transnacionalizacin del acto productivo se aleja de un modo esquizofrnico de la lgica nacional. En otros trminos, el