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PRESENTACIÓN La Editorial Oriente nos proporciona la oportunidad de reunir una colección de trabajos con distintos formatos de presentación: ensayos, viñetas y relatos, los cuales recogen una parte de nuestros estudios publicados al- gunos en Revolución y Cultura, Del Caribe, Santiago, Revista de la Biblioteca Nacional José Martí y otros iné- ditossobre la presencia de los esclavos y de los Uamados libres de color particularmente en la antigua jurisdicción de Cuba. Este es un tema que ha despertado nuestro in- terés desde hace más de un cuarto de siglo cuando nos dedicamos a estudiar la historia colonial de la región orien- tal de Cuba. Sería imposible aprehender la pasada reali- dad criolla sin aproximarnos al hombre común, ni reunir todas las piezas del conjunto sólo mediante fórmulas tra- dicionales de investigación histórica; es preciso sacar a la luz la mentalidad colectiva para vislumbrar la integri- dad de nuestros antecedentes culturales y despejar nu- merosas incógnitas prevalecientes. Entre las frecuentes ausencias está el desempeño de los hombres blancos hu- mildes, de los descendientes de aborígenes y de los li- bres de color a los que queremos situar en el espacio que les pertenece. El presente libro intenta penetrar en algunas colectivi- dades e individualidades del pueblo e interesarnos por sus formas de pensar, su filosofía de la vida, sus crite- rios políticos y éticos; saber más de sus relaciones fami- liares, interétnicas, costumbres ancestrales, religiosidad,

Entre Esclavos y Libres

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PRESENTACIÓN

La Editorial Oriente nos proporciona la oportunidad dereunir una colección de trabajos con distintos formatosde presentación: ensayos, viñetas y relatos, los cualesrecogen una parte de nuestros estudios —publicados al-gunos en Revolución y Cultura, Del Caribe, Santiago,Revista de la Biblioteca Nacional José Martí y otros iné-ditos— sobre la presencia de los esclavos y de los Uamadoslibres de color particularmente en la antigua jurisdicciónde Cuba. Este es un tema que ha despertado nuestro in-terés desde hace más de un cuarto de siglo cuando nosdedicamos a estudiar la historia colonial de la región orien-tal de Cuba. Sería imposible aprehender la pasada reali-dad criolla sin aproximarnos al hombre común, ni reunirtodas las piezas del conjunto sólo mediante fórmulas tra-dicionales de investigación histórica; es preciso sacar ala luz la mentalidad colectiva para vislumbrar la integri-dad de nuestros antecedentes culturales y despejar nu-merosas incógnitas prevalecientes. Entre las frecuentesausencias está el desempeño de los hombres blancos hu-mildes, de los descendientes de aborígenes y de los li-bres de color a los que queremos situar en el espacio queles pertenece.

El presente libro intenta penetrar en algunas colectivi-dades e individualidades del pueblo e interesarnos porsus formas de pensar, su filosofía de la vida, sus crite-rios políticos y éticos; saber más de sus relaciones fami-liares, interétnicas, costumbres ancestrales, religiosidad,

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ideología, de su acontecer diario. Hay una relación estre-cha entre cada uno de estos trabajos, pues el fin últimoes encaminamos al mejor conocimiento del ser cubano,de su modo de vivir, de su idiosincrasia, de su pensa-miento colectivo.

En la antigua jurisdicción de Cuba existieron comuni-dades humanas que tuvieron un origen y un devenir sin-gulares; así se comportaron los cabreros de Santiago delPrado, los descendientes de aborígenes de San Luis delCaney, la multiétnica. inmigración francesa, etc. Ningunapudo sustraerse a la relación y convivencia con los de-más entes sociales, el resultado fue acuñar en el paísuna impronta cultural mezclada.

No existe una manera única de discurrir y de existir,hombres y mujeres tienen distintos comportamientos.Cada persona se manifiesta deforma diferente con res-pecto a todos y cada, uno de sus semejantes. Es sabidoque hay reacciones distintas en el artesano, el sacerdote,el hacendado, el veguero, el estanciero, el esclavo, etc.; ytambién es verdad que ellos —aun según su interlocu-tor— responden a un arquetipo formado por el cruce deopiniones y la intervención de la Iglesia aplatanada.

Si en el transcurso de tres largos siglos, la región deCuba marchó lentamente con un régimen tradicionalfeudalizante, a comienzos del siglo x¡x se produjo un verti-ginoso salto hacia la plantación esclavista y la economíade mercado capitalista; de manera que, en el Departamen-to Oriental, como en el resto de la isla, la servidumbre delafricano estuvo presente en la cotidianidad. Esto es cierto,pero no hay que seguir el estricto criterio de quienes calcu-lan el desarrollo, única y exclusivamente, por el avancetecnológico alcanzado en el complejo agrícola-industrialazucarero con mano de obra esclava, y excluyen otrasmuchas maneras de medir el progreso de la isla de Cuba,no rigurosamente basado en la plantación.

Sería de nuestra conformidad en este asunto llegar, almenos, a una respuesta lógico-histórica de la pregunta

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¿cómo una sociedad de dominio colonial, basada en pro-fundas diferencias estamentales y clasistas, sobreviveen equilibrio extremo, pero equilibrio al fin, durante tantotiempo? Acaso será por la conciliación de intereses y lacorrelación de fuerzas entre los diferentes grupos socia-les, por los hábitos creados, por la inconsciencia con quese actúa en relación con lo que se da por consagrado, porirremisible, por estatuido. Siempre quedan muchas cosasen el tintero y si no, ¿cómo habría de funcionar un mundodonde cohabitan dueños y esclavos, blancos y libres decolor? Los subyugados no por sometidos, se abandonan ala corriente: se esfuerzan, se ilustran para mejorar, com-baten dentro de las normas que los contienen.

Mucho nos preocupaba cómo el hombre común habíaadquirido la conciencia de identidad críolla y cubana parallegar al 10 de octubre de 1868 con la convicción de queno había otro camino para suprimir ios diferencias socia-les y raciales, y alcanzar el progreso, con la independen-cia. Es propósito de esta obra poner en evidencia lamentalidad de nuestros paisanos, manifestada a travésde circunstancias y hechos corrientes y ordinarios. Que-da claro para nosotros que el humilde campesino y elartesano —en buena medida incorporados a las huestesmambisas— estaban absolutamente decididos a tomarlas armas porque así lo dictaba su conciencia y lo recla-maba su proyecto de nación.

Quisimos apuntar, además, que el acercamiento a lasclases y grupos sociales no puede producirse comparti-mentadamente, pues la realidad no se expresa de estamanera: hay vínculos estrechos surgidos un día tras otro,compromisos de trabajo, relaciones afectivas y humanas.Por ejemplo, entre los propietarios blancos y los artesa-nos, los esclavos y los libres de color, los vegueros y losdueños de haciendas, etcétera.

Los métodos de investigación de la nueva historia per-miten hoy en día incursionar en estas relaciones, que sin

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duda fueron más íntimas de lo que solemos suponer. Elestudio de mentalidades, la microhistoria o la historia dela cuitara por diversas vertientes, facilitan la inserciónen el mando de lo popular para esclarecer el conjunto delas interconexiones estamentales.

En suma, buscamos el camino que mejor nos conduzcaa la complejidad de la sociedad colonial de la isla de Cubaen el seno de la cual surgirá la nación mestiza que hoyintegramos.

OLGA PORTUONDO ZÚÑIGA20 de julio de 2002

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EL DEPARTAMENTO ORIENTALSEGÚN LOS PADRONES DE 1756 A 1766

Nuestro trabajo es parte de un estudio económico ma-yor en el que empleamos las estadísticas contenidas enpadrones y censos realizados por la dominación colo-nial española en el Departamento Oriental. Centramosaquí nuestro interés en la década comprendida en-tre 1756 y 1766 para que los números nos ayuden aconocer las características de la región en estos años.

Hemos preferido la aproximación a la verdad segúnlos datos contenidos en los censos y no por conjetu-ras,1 aunque reconocemos las limitaciones que ofrecenlos conteos de población para el trabajo comparativodebido a la arbitraria selección del ordenamiento de-mográfico y de la riqueza agrícola.

Una de las mayores preocupaciones de la adminis-tración borbónica fue favorecer el crecimiento demográ-fico en la metrópoli desde el ascenso al trono del ilustradoFelipe V a través de la agricultura, el comercio y la sa-lud pública.2 Ninguna de estas razones motivaron larealización de los primeros empadronamientos ameri-canos, será el apremio para el mejor y más efectivo con-trol fiscal lo que indujo a contabilizar los habitantes delNuevo Mundo.

1 Kenneth F. Kiple: Blacks in Colonial Cuba, 1774-1899, The University Pressesof Florida, Gainesvllle, 1976, p. 18.

'• Se considera que en 1723 habla únicamente 7,6 millones de habitantes enEspaña. El censo de 1768 arrojó la cifra de 9,3 millones de habitantes.Marcel Reinhard y André Armengaud: Historia de la población mundial,Ediciones Ariel, Barcelona, 1966, p. 166.

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Sin olvidar la inmigración forzada de africanos y laescasísima migración desde la península, se hace nece-sario subrayar el carácter autogenerador de la pobla-ción americana.3 El crecimiento natural'de los criollosse acentuará en aquellas regiones, como el Departamen-to Oriental, de poco interés para los planes defensivos omonopolizadores de la Corona.

Todos los censos del siglo xvín y xix encuadran la po-blación atendiendo a la composición estamental dicta-da por la administración político-jurídica colonial.4 LaIglesia sanciona el ordenamiento en blancos, negros ymulatos libres, y negros y mulatos esclavos desde queel individuo es inscrito en los registros parroquiales alnacer, cuando contrae matrimonio y cuando muere. Estajerarquización posee un valor real jurídico y ético paratodos los que integran la sociedad; al mismo tiempo, seinsiste en la perpetuación de un equilibrio que pasa poralto la movilidad de su estructura.

No obstante las limitaciones reconocidas, las variantesnuméricas entre los distintos niveles estamentales halla-dos en los censos nos permiten apreciar el tipo de econo-mía, evaluar los vínculos de producción y los adelantosdel sistema productivo. Las informaciones referidas a lariqueza agrícola refuerzan y complementan esta opinión.

El Departamento Oriental se forma, al dividirse la islaen dos para su mejor administración política en 1608,aunque dependía en materia de gobierno y guerra de laCapitanía General de La Habana. Las tres jurisdiccio-nes que integraron este Departamento se conformaronsegún el devenir peculiar de los territorios en torno a

3 Jaime Vicens Vives: Historia social y económica de España y América, T. IV,Editorial Teide, Barcelona, 1967, pp. 32 y 328.

4 Nicolás Joseph de Ribera: Descripción de la Isla de Cuba; con algunas con-sideraciones sobre su población y comercios, Estudio preliminar y notas deHortensia Pichardo Viñals, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1973,p. 101.

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las primeras villas fundadas por Diego Velázquez: Ba-racoa, Bayamo y Cuba. En 1752, Holguín se segregabade la jurisdicción bayamesa y constituía una cuarta sub-dirección de gobierno. Nuestro análisis estadístico con-sidera la distribución departamental en cuatrojurisdicciones, ya que facilita el discernimiento del fo-mento en cada una de estas unidades regionales.

Hasta hace algunos años se estimaba que el primercenso útil para el estudio demográfico de nuestra islaera el que había decretado el capitán general marquésde la Torre en 1774. Ignoramos si existieron algunospadrones correspondientes a la primera mitad del si-glo xviii, pero sí contamos con cierta información estadís-tica de los comienzos de la segunda mitad de dicho siglo.

En 1750 el doctor Bernardo Joseph de Urrutíay Matos,abogado de la Real Compañía de Comercio de La Haba-na, escribe su "Resumen de los intereses y posibles au-mentos dé la Isla de Cuba en cuanto comerciable segúnel presente estado de sus negocios y gobierno".5Aquíindica la existencia de 3 000 vecinos para la ciudad deSantiago de Cuba y 5 000 parala villa de Bayamo. Com-paradas estas cifras con las de vecinos de 1604 y 1688resulta ostensible el crecimiento poblacional, al igualque la preeminencia demográfica de Bayamo por sobrela capital del Departamento Oriental.6

'Archivo General de Indias (AGÍ). Santo Domingo, leg. 1157.6 Leví Marrero: Cuba: economía y sociedad, T. I El siglo xvii, Editorial Playor,

Madrid, 1975, pp. 53 y 66. Según la carta del obispo Compostela al monar-ca, la población del Departamento Oriental se comportaba de la forma si-guiente en 1689:

JtirÍ*diccione«

Cuba

BayamoBaracoa

Total

Familia*

595

591

107'

1 293

Alma»

3 702

4 180

350

8 232

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Vi

[Santiago de Cuba| Bayamo

ÍCINOS

"Í504T

65 \0 j

1688

400400

1749

30005000

Entre los meses de junio y diciembre de 1756, el obis-po Pedro Agustín Morell de Santa Cruz pasa al Depar-tamento Oriental para concluir su visita pastoral portoda la isla,7 Sus virtudes en el quehacer historiográficoy el haber sido deán de la Catedral de Santiago de Cubaentre los años de 1721 y 1749 hacen muy apreciablessus impresiones. Según Morell de Santa Cruz el total dehabitantes del Departamento Oriental era de 30 356.Parece fundamentarse en un padrón, posiblemente eje-cutado a instancias de su visita.

Si nos atenemos a la relación de víveres, frutos, géne-ros y herramientas efectuada por la Real Compañía deComercio de La Habana para un mejor conocimiento delas necesidades de suministros en la región, este lista-do, con fecha abril de 1761, indica la cifra de más detreinta mil habitantes: "La provisión que se ha compu-tado comprende las ciudades de Cuba, Baracoa yHolguín, Villa de el Bayamo y demás pequeños Pueblosanejos en que se numeran más de treinta mil personascon respecto a los padrones del año pasado de 757[...]"8

Según las normas preestablecidas para este trabajo yla información obtenida de la visita eclesiástica de Morellde Santa Cruz, la riqueza poblacional y agrícola es comosigue:

7 AGÍ. Santo Domingo, leg, 534; Pedro Agustín Morell de Santa Cruz: La visitaeclesiástica, Selección e introducción de César García del Pino, EditorialCiencias Sociales, La Habana, 1983.

3 Archivo Nacional de Cuba (ANC). Correspondencia de los Capitanes Genera-les, leg. 10, No. 141, 8 de abril de 1*761, Relación de lo que precedentemen-te se regula necesario para la subsistencia anual para la plaza de Santiagode Cuba 5' los lugares de su jurisdicción, Firmada por Pedro Sánchez Griñán.

16 '

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POBLACIÓN DE 1756 EN EL DEPARTAMENTO ORIENTAL

Jurisdicciones i Habitantesi Familias

Cuba . J i 4 064 J i 744

Bayamo i 12 633

Holgura | 1 751

Baracoa

Totales

1 16930356

2530

345

217

4836

•Casas Tejas

1 743 i 1 045

1 310

230

153

3941

6267

-

1 678

Paja |

698 i1 134¡

223 i158J

2263J

RIQUEZA AGRÍCOLA DEL DEPARTAMENTO ORIENTAL

Jurisdicciones

CUBA

BAYAMO

HOLGUÍN

BARACOA

Totales

fcig.yTra.

70

63

133

u May,y Hatee

62193

56

2

313

ComyHMen.

30

104

48

58

240

Vegas

219

541

42

802

Con.yEst365

363

'36

764

Tejares;

7

10 ;

17 !

Ing, y Tra.: Ingenios y Trapiches; H. May.: Haciendas Maj'ores; Corr. y H.Meh.: Corrales y Haciendas Menores; Con, y Est.: Conucos y Estancias.

El número de habitantes por kilómetro cuadradoera 0,829°y la media de moradores por casa;

Jurisdicciones

Cuba

Bayamo

Holguín

Baracoa

Totales

Habit/Casa

8_ 7

7,6

7,3

1 7>7 _,

9 Vid. Se emplea la cifra de 30 001 km3 correspondiente a la superficie de laantigua provincia de Oliente. Es, por tonto, una aproximación al númerode habitantes por kilómetro cuadrado del Departamento Oriental. Junta

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El obispo de Cuba nos dice que en la localidad deSantiago las familias blancas eran 549, las mulatas li-breé 605 y las negras libres 275, En porcentajes res-pecto al total: 33,4 % blancas, 42,3 % mulatas libresy 19,3 % negras libres. Estos números ponen en eviden-cia el peso de la población mestiza. El que hubiera 3 678esclavos —incluidos los llamados "del rey"— en la juris-dicción, es decir, el 26,15 % del total de población, indi-ca que los habitantes libres eran mayoría: 74 %.

PORCENTAJE DE POBLACIÓN POR ESTAMENTOSEN LA JURISDICCIÓN DE CUBA

Estamentos

Blancos

Mulatos y negros libres

Esclavos

%

34

40

26

Y aunque en Morell se encuentra la cifra de 2 498esclavos capaces de tomar las armas en Bayamo, nosatreveríamos a asegurar que el 19,74 % que represen-tan está muy próximo a su incidencia sobre el total dela población dentro de la entidad jurisdiccional.

Hacemos la observación, que del total de casas detejas de Santiago de Cuba, 675 son colgadizos y, portanto,, construcciones habitadas por gente humilde o decortos ingresos.

En su visita eclesiástica, el obispo Morell de SantaCruz destaca que en Bayamo son trapiches las fábricasde azúcar, y especifica 64 ingenios y 6 trapiches para la

Centrgl.de Planificación: Densidad depoblación y urbanización; análisis delos resultados del Censo de Población y Viviendas de 1970, Editorial Orbe,La Habana, 1975.

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jurisdicción cié Cuba, mientras afirma que en Baracoalos trapiches de moler guarapo y hacer chocolate sonde mano. Por tanto, a estos últimos no los hemos consi-derado ni siquiera como parte de la industria incipienteazucarera.

Para el estudio demográfico, del Departamento Orien-tal, el investigador dispone del padrón ordenado por elcapitán general, Juan del Prado y Portocarrero, al go-bernador de ese Departamento, Lorenzo de Madariaga,el 3 de septiembre de 1761, meses antes de la agresiónbritánica a La Habana, Es muy poco conocido, a pesarde haberse publicado en las Memorias de la SociedadEconómica de Amigos del País,10

PADRÓN DEL DEPARTAMENTO ORIENTALDE 1761-1766

Jttrisdiciemes

Cuba

Bayamo

Holguín

Baracoa

Totales

Familias

2541

1663

395

226

4825

Almas

13 408

11008

1845

1 033

27294

Sirvientes

3243

1413

230

121

5007

Este padrón presenta algunos inconvenientes para es-tablecer comparaciones con otros recuentos de pobla-ción, pues sólo informa el número total de familias, almasy sirvientes a diferencia de otros padrones de la segundamitad del siglo xvni que dividen a la población por

10 Mentarías de la Sociedad Económica de Amigos del País, No. 33, La Habana,julio 1848, pp. 73-74; ANC. Donativos y Remisiones, leg. 198, No. 1, Esta-do que manifiesta el número de familias y almas que comprende la juris-dicción de este gobierno distinguidos los sirvientes incluso también el to-tal de almas con arreglo a la orden que se comunicó para su formación entres de septiembre de 1761;ANC. Correspondencia de los Capitanes Gerte-roies, leg. 26, No. 107. Cuba, 31 de diciembre de 1766.

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estamentos de blancos, mulatos libres, negros libres,mulatos esclavos y negros esclavos. Tampoco discrimi-na hombres de mujeres. Llamó nuestra atención, en sunomenclatura, el término sirvientes empleado para de-signar a los esclavos privados. Esta denominación seajusta al carácter de la fuerza esclava en ía región orien-tal, cuya forma de explotación extraeconómica se aproxi-ma a la de la servidumbre medieval. El esclavo creavalores de consumo para él y su amo, con lo cual ga-rantiza la rentabilidad de una economía en la que pre-valece la apropiación individual. El padrón también nosrecuerda que los descendientes de los esclavos embarga-dos a Juan de Eguüuz, concesionario de las minas deSantiago del Prado entre 1616 y 1637, son enumeradosbajo la categoría de esclavos del rey, singularidad de es-tos "cobreros" a los que se les excluye de los sirvientes yse les considera, sin embargo, constituidos en familias.

Si comprobamos las tres columnas de cifras de queestá compuesto este padrón, veremos que los totalesparciales por jurisdicciones son correctos; pero no lostotales generales. A nuestro alcance no está localizar elerror; por otra parte, las cifras reales están lo suficien-temente cerca de las indicadas como para no otorgarlesdemasiada importancia a las diferencias. En conclusión,el número de población correspondiente al Departamen-to Oriental, según el censo de 1761-1766, se aproximaa los treinta mil habitantes. El propio padrón advierteque el general de almas pudiera ser mayor, para coinci-dir con la suma ofrecida por Morell de Santa Cruz en suinforme de la visita pastoral.

El documento indica a El Caney, El Cobre y Jiguanícomo jurisdicciones independientes. Es sabida la situa-ción peculiar de las minas de Santiago del Prado, direc-tamente administradas por la Capitanía General alcrearse el Departamento Oriental, y la condición de re-servas indígenas de San Luis del Caney y de San Pablo

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de Jiguana. Para este tratamiento aventuramos dos hi-pótesis: o bien el empadronamiento se realizó duranteel período de la dominación británica en La Habana yse consideraron estas localidades, por dicho motivo,como tenencias de gobierno con el deliberado propósi-to de ejercer un mejor control en tiempos de guerra, obien es una equivocación en la que se interpreta porjurisdicciones los que no eran sino partidos. El censode 1778 simplemente los recoge como partidos dentrode la jurisdicción de Cuba.11

La población por kilómetro cuadrado es de 0,745 y lamedia de habitantes por núcleo familiar arroja el si-guiente resultado:

MEDIA DE HABITANTES POR NÚCLEO FAMILIAR

Jurisdicciones

Cuba

Bayama

Holguín

Baracoa

Total

Habit./Casa

5,95

6,61

4,37

4,57

5,65

El número de esclavos particulares en.la jurisdicciónde Cuba es más del doble que el de Bayamo. Cabecerasde sus respectivas jurisdicciones, la ciudad de Santiagoy la villa de Bayamo acaparan la cifra absoluta de es-clavos. Según mi opinión, aunque los esclavos domésti-cos eran numerosos, muchos de los radicados en los

" Vid. Juan. Pérez de la Riva: "Presentación de un censo ignorado. El padrótigeneral de 1778", en" Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, Vol. 68,No. 3, La Habana, septiembre-díciembre de 1977, pp. 5-16.

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núcleos urbanos debieron emplearse en la fabricaciónde azúcar en trapiches e ingenios que, en aquella épo-ca, estaban situados en las inmediaciones del núcleourbano. No disponemos de información suficiente paradeducir cuáles son los esclavos domésticos y cuáles losrurales. Pudo haberse ocultado una parte de la pobla-ción esclava—recordemos las cifras ofrecidas por Morellde Santa Cruz—; de todas formas, es evidente que estase concentró en los territorios próximos de Santiago deCuba y Bayamo.

Para completar el estudio económico de esta décadahemos empleado un padrón de la villa de Bayamo reali-zado en 1766 y un extracto para la jurisdicción de Cubade 1765 que enumera ingenios, trapiches, hatos, co-rrales y tejares, según declaración jurada de sus due-ños.12

En un borrador de carta fechado en 30 de septiembrede 1766 el deán de la Catedral de Santiago de Cuba,doctor Toribio de la Bandera, ordena la ejecución detrabajos pertinentes al empadronamiento:

Muí Señor Mió. La capitanía general para impor-tancia del Servicio me pide en el último correo unapuntual Instrucción del numero de familias condistinción de sirvientes que contenga esta Ciudady demás Poblaciones de la mi Jurisdicción, pre-viéndome le embie copia de los Padrones en cuyainteligencia he de deber a V.S. se sirva mandardirigirme, el respectivo a esta Ciudad en el año

! ANC. Correspondencia de los Capitanes Generales, leg. 26, No. 107, Cuba,31 de diciembre de 1766, Copia de carta de Toribio de la Bandera adjun-tando un estado en que aparece el número de habitantes, esclavos, ha-ciendas, ganado, cosechas de tabaco, azúcar, etcétera, de Bayamo y suspartidos; leg. 25, No. Í38. Carta de Pedro Sánchez Griñán al Marqués deCasa Cajigal enviándole un extracto del producto líquido de los ingenios,trapiches, hatos, corrales y tejares, según relación jurada de sus dueñosen 1765. Adjunta copias de cartas de Ignacio Morgado, Agustín Ramos yJuan Bermúdez en relación con el mismo asunto, 1766.

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presente y en caso de haberse formado la ordenconveniente para de que ningún eclesiástico se nie-gue a suministrar, satisfacer al comisionado quedestinare yo, con las noticias correspondientes aformarla [...]13

El padrón de Bayamo tiene la fecha de 31 de diciem-bre del propio año.

PADRÓN DE LA JURISDICCIÓN DE BAYAMO DE 1766

En la villa

Fuera de la villa

Total parcial

Total general

Total

Diferencia

Pardos Libres

V

1 068

373

1 441

H

1 348

239

1 587

'3028

Morenos Libres

V

230

94

324

H

358

45

403

727

3755

Esclavos

V

204

362

566

H

754

103

857

1 423

1 4232332

En el citado padrón, las cifras de pardos y morenoslibres de Bayamo superan la de los esclavos. Si el nú-mero de blancos es'de 5 840 y la suma de pardos ymorenos libres es de 3 755 la diferencia resulta serde 1 085 favorable a los blancos. Al aplicar el porcenta-je respecto al total de población, obtendremos el siguien-te resultado:

ESTAMENTOS EN LA JURISDICCIÓN DE BAYAMO

Blancos

! Esclavos

entos

)S

» y morenos libres

DS

%

53

34

12,9

13 ¡bid.

23

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La suma de blancos, pardos y morenos libres reportaun 87 %, mientras que la de los pardos y morenos li-bres con los esclavos, 47 %. Estos datos revelan unaeconomía de apropiación individual y de produccióndedicada principalmente al consumo y realizada confuerza de trabajo libre en relaciones de sujeción (comoagregados y dependientes). Las cifras del padrón de par-dos y morenos libres de O y 15 años —especialmenteen la población urbana— denotan la aparición gradualy constante de esa fuerza de trabajo libre entre la gen-te de color; pero también, la permanente tendencia ala concesión de libertad a los esclavos. Únicamente asíconcebimos la aparición y rápido crecimiento de estamano de obra. La numerosa población mestiza (3 023}indica una interrelación permanente entre blancos nopropietarios o pequeños propietarios con la poblaciónlibre negra, esta última en menor proporción.

El mayor número de hembras esclavas en la villa—másdel triple que el de varones— sugiere un predominio deesclavos domésticos en el núcleo urbano. La cifra totalde esclavos urbanos (958) supera la de los esclavos fue-ra de la villa (465) casi en el doble, Y en la villa tambiénlos esclavos varones prácticamente duplican a las hem-bras. Los negros esclavos dedicados al trabajo en inge-nios y trapiches (164) dan por resultado una media de 3,4por fábrica de azúcar. ¡No pueden ser más elocuentesestas cifras!

El padrón del Departamento Oriental de 1761-1766,permite deducir lo siguiente: ' . "

; , . ,. i Blancos, pardos i „ , I: «Jurisdicciones ,4, ! Esclavos >j y morenos libres |i Cuba 9430 70,33%| 3978 29,66%

¡ Bayamo j 9585 87,07%; 1413 12,83 %j

| Total departamental

24

21552 78,96% 5742 21,03%

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En la jurisdicción de Cuba se aprecia un porcentajemayor de esclavos respecto al total de la población. Estose explica ya que es precisamente aquí donde la pro-ducción azucarera está más desarrollada y es su activi-dad económica principal para el mercado externo1, En lajurisdicción de Bayamo, en cambio, la ganadería siguiósiendo, como en siglos anteriores, el rubro principal deexportación.

Jurisdicciones

Cuba

Bayamo

Ingeniosy trapiches

40

48

Tejares

5

8

Hatosy corrales

88

264

Si comparamos estas cifras con las que nos propor-ciona Morell de Santa Cruz, puede observarse la con-centración que en cortos años se ha llevado a cabo en laindustria azucarera dentro de las dos jurisdicciones;también se aprecia una pequeña disminución en loshatos y corrales. Sin la menor duda, casi todas las fá-bricas azucareras fueron trapiches; en la jurisdicciónde Cuba de las 40 fábricas de azúcar sólo cinco erantrapiches y los 35 restantes ingenios. Es evidente la pri-vativa dedicación de Bayamo a la producción ganadera.

El análisis de los datos obtenidos de la documentaciónestadística permite extraer las siguientes conclusiones:a) Sí nos atenemos a las diferencias de población exis-

tentes entre el padrón de 1689 y el de 1761-1766resulta que, en tres cuartos de siglo, esta se ha tri-plicado en el Departamento Oriental para expresarun ascenso cuantitativo de su economía. Sin embar-go, la exigua densidad demográfica y los insuficien-

. tes centros urbanos proclaman las dificultades de laregión para encaminarse hacia nuevas formas eco-nómicas.

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b) El sistema estamental, reflejado en los padrones es-tudiados, denota la presencia de vínculos de depen-dencia interpersonales semejantes al de las relacionesfeudales de producción.

c) Según los padrones de la década 1756-1766, hay un78 % de población libre. Esto revela la presencia deuna producción de consumo que descansa en lospequeños propietarios y no propietarios rurales y ur-banos blancos, mulatos libres y negros libres.

d) Cerca de un 35 % de la población total es mestiza ynegra libre en las jurisdicciones de Cuba y Bayamo, loque muestra un proceso regular de liberación del ne-gro esclavo debido a la economía de consumo prevale-ciente y al tipo servil de explotación extraeconómica.

e) La información estadística sobre la jurisdicción deBayamo precisa la condición paradigmática en la pro-ducción ganadera, de lo que puede desprenderse suaferramiento a las fórmulas económicas tradiciona-les. El fomento de la manufactura azucarera en lajurisdicción de Cuba crea mejores condiciones parasituarla, de manera más dinámica, en los umbralesde la producción de valores de cambio destinados almercado capitalista.

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UNA SUBLEVACIÓN DE INDIOS EN 1758

Apenas unas pocas décadas habían transcurrido de losinicios de la colonización española sobre la isla de Cuba(Femandina) cuando los yacimientos auríferos queda-ban agotados y con ellos se extinguían los naturalespor el extenuante trabajo en la extracción del mineral,por las enfermedades de los conquistadores, por laautoeliminación, por los cambios en la dieta alimenti-cia y, en particular, por el mestizaje.

Muchos aborígenes se retiraron hacia las zonas nortey central del oriente del país, mientras que las comuni-dades indígenas de los arrabales de la ciudad de San-tiago de Cuba y de la villa de San Salvador de Bayamopasaron a formar dos reducciones: la de San Luis delCaney y la de San Pablo de Jiguaní, la primera creada aprincipios del xvn y la segunda un siglo después.

El pueblo de "los Cañéis", a cuatro kilómetros al no-roeste de Santiago de Cuba era con respecto a esta ciu-dad, lo que el poblado de indios de Guanabacoa, enrelación con la de La Habana.1 Las Leyes de Indias lesgarantizaban protección jurídica y les entregaban tie-rras1 realengas para su reserva en usufructo. En los pri-meros años de fundado, parecen haber disfrutado derelativa tranquilidad; poco tiempo duró, pues los crio-llos, descendientes de aquellos primeros conquistado-res castellanos, comenzaron a usurparles la propiedad.

1 Jacobo de la Pezuelar Díceíonarío^ecgráflco, estadístico, histórico de la isla deCuba, Vol. IV, finpr. del Establecimiento de Mellado, Madrid, 1863-1866, p. 478.

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Desde 1655 los habitantes de El Caney exigían su de-recho a las tierras que habían pertenecido a sus ante-pasados y les reclamaron al monarca para que hicieradeslinde definitivo de sus posesiones, ya que eran fre-cuentes las usurpaciones por los vecinos de Santiagode Cuba:

Señor:Marcos Rodríguez Casique de los naturales delpueblo de los Cañéis

Que esta distante una legua de la ciudad de San-tiago de cuba Ysla de la havana asi en mi nombrecomo de los demás Vecinos y avistantes del dichopueblo hago saber a V. Majestad, como por causade muchas estancias que los Vecinos de la dichaciudad de Cuba anydo fundando serca de dichopueblo queno nos a quedado tierras para laSiembrar del sustento de nuestras familias por cuiacausa algunos de los dichos naturales andesanparado y desanparan e dicho pueblo y se bana tierras estrañas y siendo todo esto un grave Dañonuestro no menos lo Biene aser Importante a ladicha ciudad de santiago de cuba pues demás delas montonas conque de ordinario socollamos decañéis y en abrir caminos viciar las costas desar-mar y otras cosas muí importantes al Real servlsiode V. Majestad como leales vasallos de V. Majes-tad en atendensia de lo qualy que estas tierrasfueron de nuestros ante pasados sea de sirvier V.Majestad demandar que nos señale la tierra quepareciere Bastante serca del dicho Pueblo paranuestras Labranzas y Rosas y asi mismo los mon-tes y partes que pareciere conveniente para lasmonterías pues siéndolas mas dellas realengasalgunos Vesinos y señores de hatos como podero-

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sos an aprehendido mas posesión de la que tieneny como a pobres nos prohiben de lo que no sonligitimamente Dueños así mismo.2

No hay que agregar nuevas explicaciones a las aporta-das por el entonces cacique Marcos Rodríguez; porque sibien empleó para su demanda los caminos formalmentemetropolitanos, sus palabras revelaban absoluta clari-dad al definir las demandas de su comunidad y los res-ponsables de estos males; quien así se expresaba no eraun sumiso, como pudiera suponerse de los escritos so-bre estos pobladores de L. A. Baralt recogidos por E.Bacardí en su Crónicos de Santiago de Cuba,3

Aquellos naturales se mezclaron con los africanosesclavizados en los hatos, también con los llamados"cobreros". De manera que, la comunidad de San Luisdel Caney no quedaría al margen de las luchas socialesdesarrolladas en Santiago del Prado desde los comien-zos de la fundación de la empresa minera de cobre.

En noviembre de 1655 el rey dispuso que las tierrasse devolvieran al cacique, pero el Cabildo de la ciudadde Santiago de Cuba hizo oídos sordos a esta orden. Ysi los pobladores de El Caney acudieron a la Iglesia parasu auxilio, tampoco parecen haber encontrado apoyoen quienes cobraban "el pasto espiritual".4

Este fue uno de los primeros episodios en la escaladapor la usurpación y el despojo de las tierras de la reser-va de San Luis del Caney; los naturales y sus descen-dientes se vieron obligados a emigrar hacia regionesinhóspitas y semidespobladas de la propia jurisdicción.

2 Archivo Nacional de Cuba (ANC). Academia de ¡a Historio, leg. 722, No. 91,Carta de Marcos Rodríguez al Rey de fecha 10 de mayo de 1655.

3 L. A. Baralt: "Apuntes históricos del pueblo de indios San Luis de losCaneyes", en Emilio Bacardí Moreau: Crónicos de Santiago de Cuba, T. II,Tip. De Arroyo Hnos., Santiago de Cuba, pp.10-12.

4Ibid., p. 10.

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El pueblo de Tíguabos, entre los territorios de El Caneyy el valle del río Guaso, es un resultado de este éxodonumeroso.5

Gracias a la visita eclesiástica de 1756 efectuada porel obispo Pedro Agustín Morell de Santa Cruz, contamoscon una descripción general de El Caney de aquellos años.Refiere que el poblado, situado en un terreno desigualpero salubre, tenía ocho calles y quince cuadras y con-taba con unos quinientos habitantes, la mayoría mesti-zos, agrupados en ochenta y tres familias que habitabancasas de paja, excepto doce de tejas. Sus hombres inte-graban una compañía de milicias con ciento veintiséismiembros y sus respectivos oficiales6 que en tiemposde peligro velaba las costas próximas a Juraguá.

En su informe, Morell llama la atención sobre la gra-ve miseria de estos naturales pues relata como "algu-nos viven, y mueren bajo los Árboles".7¿Cuál era elmotivo por el que aún en su reserva, los naturales care-cían de lo más mínimo para la subsistencia? Cuandolos criollos propietarios de hatos y corrales necesitaronmás tierras, debido a la demanda de la producción ex-portable hacia las colonias extranjeras y también por elcrecimiento demográfico en la ciudad y las exigenciasdel consumo interno, los miembros de la oligarquíapatricia se aprovecharon de la privilegiada situaciónpolítica como "padres de la República", de las indefini-ciones e incoherencias del régimen jurídico sobre el usu-

5 Reglno Boti: Guantánamo; breves apuntes acerca de los orígenes y funda-ción de estaciudad, Impr. El Resumen, Guantánamo, 1912. Asegura que laregión guantanamera, parte de la jurisdicción de Cuba hasta 1841, habíasido poblada por la emigración de los indios de San Luis del Caney.

6 Archivo General de Indias (AGÍ). Indiferente General, leg. 901-A, Visitaepiscopal de Pedro Agustín Morell de Santa Cruz, obispo de Cuba, Año de1756.

7Ibid.

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fructo de la tierra, para practicar intensamente lageofagia sobre las posesiones realengas de la reservaindígena de El Caney.8 Justamente, Morell indica en suvisita pastoral que ya existían en tomo al pueblo ochoingenios, setenta y cinco estancias y un hatillo.9

Siempre atento a sofocar los espíritus levantiscos, noes extraño de que Morell de Santa Cruz visitara aquellugar —ya lo había hecho en 1719 con los vegueros delas cercanías de La Habana y en 1731 con los cobrerosde Santiago del Prado—• para calmar los ánimos caldea-dos por las injusticias con palabras suaves y dádivasque no aliviaron la precaria situación.10

Corrían los años del largo gobierno de Lorenzo deMadariaga (1754-1763) en el Departamento Oriental;tal y como lo habían practicado sus predecesores, sededicaba al comercio ilegal, a pesar de las medidas adop-tadas por la Real Compañía de Comercio de La Habanay su monopolio tabacalero.

En las proximidades de Santiago de Cuba prospera-ban las vegas de tabaco de pequeños propietarios oarrendatarios, la producción azucarera y ganadera; lo

8 Archivo Histórico de la Oficina del Conservador de la Ciudad (AHOCC).Actos Capitulares, No. 3, f. 325. Encontramos repetidas muestras de cómose les arrebatan las tierras a los naturales de San Luis del Caney. Porejemplo, el 23 de agosto de 1748, don Felipe Mustelier, alguacil mayor delReal Fisco de Cruzada, dueño de los ingenios San Antonio y Nuestra Seño-ra de la Candelaria de Guaninlcum, presentó un escrito al Cabildo para elreseñalamiento de tierras colindantes con las de la reserva de indios. Elprotector de indios, José de Palacios Saldurtum, que debió estar presenteen la operación —lo mismo que el resto de circunvecinos que concurríancon sus títulos— era también un rico hacendado y miembro de la oligar-quía santiaguera. ¿Qué resultado podía deducirse de este deslinde?

9 Morell: Op. cit10 Ibid. Siete días estuvo el obispo Morell en El Caney predicando sermones.

Fundó dos escuelas: una de hembras y otra de varones; compró una casade tejas sin paredes para hospital y dejó encargado al alcalde primero laterminación de la obra.

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que provocaba nuevas apropiaciones de tierras en de-trimento de los subestimados indios. Francisco Cajigalde la Vega, a la sazón capitán general de la isla deCuba, se hizo eco de estas necesidades y dictó nuevasreducciones de tierras para los descendientes de aque-llos infelices, desahuciados de sus propios predios.

La injusticia de que eran victimas y el ejemplo de lalucha de los cobreros por su derecho a la libertad y a latierra, motivaron la sublevación de los pobladores de ElCaney en mayo de 1758.

En carta al capitán general de la isla, Lorenzo deMadariaga describe así los acontecimientos:

Muy Señor mió: en cumplimiento de Vs. Disposi-ciones he solicitado la reducción de los naturalesdel Pueblo del Caney, que se hallaban muchos dis-persos, por varios parages de esta Jurisdicción ypara su maoior Subsistencia, beneficio y Felicidadproporcione las disposiciones necesarias al fin deque cada vesino fabricase casas separadas y es-tancia que le produjese sus menesteres; cuias pro-videncias con practicarse con la maior suavidad, yprudencia, debiéndoles ser de suma gratitud, puesa ellos solos, gira el interés de sus efextos, les movióa exceso extraordinario arrojándose en tumulto aextraer violentamente de la carsel de dicho Pueblodos reos que allí existian arrestados, tomando lasArmas, esponton, caja y vandera, y retirándose aun zerro inmediato; De lo qual noticiado yo aprestela Gente necesaria parte a tropa arreglada, y partede paisanos, con lo que entre otras providenciastúseles abansase, lográndose su desbarante, fugay abandono de algunas Armas, Vandera y Espon-ton, y últimamente la presentación de todos losdichos naturales, de los que competentemente han

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sido castigados los onze mas fervorosos en el he-cho, y llegados a las quatro Cabezas principales,que estas no han podido ser havidos, sin embar-go de las activas diligencias, que en su solicitudse practican cuios nombres se contienen en lamemoria adjunta que yncluyo, para que V.S. sesirva dar sus expedientes, a fin de que aportandotodos o algunos de ellos a esa Jurisdision seanaprehendidos y remitidos a este tribunal.Los demás naturales se hallan en dicho Pueblo entoda obediencia y subordinación persuadiéndomesu aplicación a que sera especial su reforma.11

Como era de suponerse el resultado de la contiendafue desfavorable para los descendientes indígenas: elpoder de la represión empleada y los intereses implica-dos eran demasiados. El pueblo fue sometido, los onceinsurrectos más destacados castigados y los cuatro ca-becillas —en rebeldía— eran circulados para en casode ser aprehendidos someterlos a ejemplar castigo.

La descripción de los jefes de los naturales demues-tra la composición mestiza de este movimiento contralos desmanes de la oligarquía criolla santiaguera: JuanManuel Ortiz, de color mulato, alto de cuerpo y delga-do, como de cuarenta y seis años; Joaquín de Almenares,indio claro, alto, grueso, poca barba, como de veintio-cho años; Joseph Isidro de los Reyes (alias Paneque),indio pequeño, delgado, cara menuda, como de sesentaaños y Lázaro Carvajal, indio claro, pequeño, grueso,cano y como de sesenta y cinco años.12

No hay que engañarse con los "protectores de indios",supuestamente designados para representarlos, puesto

11 ANC. Correspondencia de los. Capitanes Generales, leg. 9, No. 35, Copla decarta a Francisco Cajigal de"l6 de mayo de 1758.

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que eran escogidos por el Cabildo entre los miembrosde la élite patricia, o lo que es lo mismo, de la noblezaterrateniente santiaguera y a ella respondían.

En la primera mitad del siglo xix, los naturales de ElCaney siguieron reclamando sus derechos infructuosa-mente, sin otro resultado que la burla y el menospreciode españoles y criollos. En 1849, la Junta Superior deHacienda informó a la corte que la raza india se habíaextinguido y, por tal motivo, el Estado se incautaba delo que quedaba de sus tierras a pesar de la protesta desus descendientes.13

13 Ricardo Rousset V.: Historiai de Cuba, T. III, Librería Cervantes, La Haba-na, 1918, p. 175.

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MARCASDE CARIMBAR ESCLAVOS EN EL SIGLO XVIII

En los protocolos notariales cubanos del siglo xvin esposible encontrar unos curiosos signos al margen delas escrituras que legalizaban las ventas y compras deesclavos. Son símiles de las marcas con que se herra-ban a los negros bozales cuando se introducían por lospuertos de Cuba.

Las "piezas de ébano" comenzaron a marcarse desdelos inicios del sistema de trata, en las factorías que loseuropeos fundaron a lo largo de la costa occidental delcontinente africano, para diferenciar las presas obteni-das por los negreros de naciones distintas con el propó-sito de evitar los robos entre ellos.1

Finalizando el siglo xvii, la Corona española decidiócrear un sello, llamado también marca de carimbo, quela Real Contaduría se encargaría de estampar sobre lapiel de los negros legalmente ingresados al país; así seotorgó el derecho de marca a los asientos privados2 ocu-pados en el negocio del tráfico negrero. Esta medidapretendía garantizar el estricto monopolio y la percep-ción de tributos, por este concepto, al fisco español.

Se aplicaba el hierro caliente al esclavo, ya fueramuleque (6 a 14 años), mulecón (14 a 18 años) o pieza deIndias (18 a 35 años), hembra o varón. Hay documentos

1 Daniel P. Mannix y Malcom Cowley: Historia de la trata de negros, Madrid,1968, p. 55.

2 Miguel Acosta Saignes: Vida de los esclavos negros en Venezuela, La Haba-na, 1978, pp. 20-21.

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que nos hablan de marcas en la cara u otras partes delcuerpo;3 pero en los protocolos de la isla de Cuba delsiglo xvín sólo se deja constancia de que las aduanalesse colocaban en la parte superior de la espalda y el pe-cho a izquierda o derecha.4

Con el establecimiento de las factorías inglesas de laSouth Sea Company en la isla a partir de la segundadécada del siglo xvm,5 el bozal recién ingresado por estavía, se carimbaba por partida doble, o lo que es lo mis-mo: con el sello de la Real Contaduría y con el del RealAsiento en dos de los sitios ya indicados.

La mayoría de las marcas se componían de letras queidentificaban a las instituciones ya mencionadas;6 enotros casos eran símbolos que denotan una naturalezaafricana.7 Podían ser diferentes, según las distintas ad-ministraciones de rentas en la isla. El hierro se guarda-ba celosamente en cajas de este mismo metal8 que a talesefectos existían en sus oficinas.

No aparecen referencias en este siglo xvm a sellos pri-vados empleados por los dueños de hacienda para he-rrar a sus esclavos, lo que sugiere que esta práctica seimplantaría por algunos propietarios con el florecimientoazucarero, en el transcurso del siguiente siglo.9

3 Cf. Mannix y Cowley: Op. cit, p. 116; Fernando Ortlz: Los negros esclavos,La Habana, 1975, p. 147; Archivo Nacional de Cuba. Reales Cédulas yÓrdenes, leg. 20, No. 103.

4 Así aparecen en las escrituras de compra y venta de esclavos en los proto-colos notariales de Camagüey y La Habana.

5 Compañía británica a la que se le otorgó el asiento de negros en el comercioamericano según el Tratado de Utrecht entre Inglaterra y España en 1713.

6 Vid. Marcas de carimbo: Flgs. 4 a 14.7 Vid. Marcas de carimbo: Figs. 1 a 3.8 Archivo Nacional de Cuba (ANC). Intendencia General de Hacienda, leg. 536,

No. 8 y Reales Cédulas y Órdenes, leg. 22, No. 49, 18 de agosto de 1786.9 No parece, a diferencia de lo que ya ha apuntado Fernando Ortiz, que el

carimbo fuera empleadp por todos los propietarios de esclavos, ya que eramuy corriente la venta y compra de negros, lo que implicaba una limitantepara marcar al bozal que podía cambiar de dueño y, por tanto, de marca.

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Fig.l. Marca de carimbo. Real Con-taduría de Santiago de Cuba (1728}.APC. Protocolos notariales de Cama-güey. Escribanía de Alcántara,No. 2 [1727-28), f. 160v.

Fig.2. Marca de carimbo. RealContaduría y Real Asiento (1724)de Santiago de Cuba. APC. Escri-banía de Alcántara, No.3 (1729),f. 340v.

Fig. 3. Marca Carimbo. Real Conta-duría y Real Asiento de Santiago deCuba. APC. Escribanía de Alcántara,No. 3 (1729), T. 339.

Fig. 4. Marca de Carimbo. RealAsiento de Santiago de Cuba(1739). ANC. Escribanía de Junco,T. 1743, f. 1438-39. •

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Fig. 5. Marca de Carimbo. Real Con-taduría de Sancti Spíritus [1729).APC. Escribanía de Alcántara,No. 3 (1729), T. 259v.

Fig. 6. Marca de Carimbo. Real Con-taduría de Sancti Spíritus (1732).APC. Escribanía de Alcántara,No. 5 (1732), T. 98v.

Fig. 7. Marca de Carimbo. RealAsiento de La Habana (1739). ANC.Escribanía de Salinas, T. 1739,f. 667, 668v.

Fig. 8. Marca de Carimbo. Real Con-taduría y Real Asiento de Santiagode Cuba (1733). APC. Escribanía deAlcántara, No. 7 (1734-35), f. 18Iv.

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Fig. 9. Marca de Carimbo. Real Con- Fig. 10. Marca de Carimbo. Realtaduría y Real Asiento de Santiago Contaduría de La Habana [1743].de Cuba (1733). APC. Escribanía de ANC. Escribanía de Junco, T. 1743,Alcántara, No. 7 (1734-35), f. 6. f. 1875, 1876v.

Fig. 11. Marca de Carimbo. Real Fig. 12. Marca de Carimbo. RealContaduría de La Habana (1748). Contaduría (1750). APC. EscribaníaANC. Escribanía de Junco, T. 1748, de Alcántara, No. 20 (1750), f. 153.f. 232.

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Fig. 13. Marca de Carimbo. RealContaduría de Trinidad (1760).ANC. Intendencia General de Ha-cienda, leg. 908, No 13.

Fig. 14. Marca de Carimbo. RealContaduría de La Habana (1773).ANC. Intendencia. General de Ha-cienda, leg. 536, No. 8.

El número de bozales entrados de contrabando, espe-cialmente durante los períodos de guerras intermetrópolis,y la impotencia de la administración colonial ante estehecho, motivaron la adopción del llamado indulto de ne-gros de mala entrada, que implicaba el cobro de un im-puesto al dueño de esclavos que dentro de un lapso dadolos presentara para carimbarlos y legalizar su situación,entonces se le entregaba un certificado de indulto.10

En nuestra opinión, este método no fue más que unavariante de la composición, figura jurídica del derechohistórico español e indiano, que se aplicó en Américade diversas maneras —aunque mayormente en lo rela-tivo a la propiedad agraria— y mediante la cual unasituación de hecho se convertía en situación, de derecho.11

El asiento inglés obtuvo por reales cédulas de 16 demayo de 1713 y 14 de enero de 1718 la facultad, en

10 Archivo Provincial de Camagüey (APC). Protocolos Notariales de Camagüey,Escribanía de Alcántara, No. 7 (1734-1735), f. 181.

11 Cf. J.M. Ots Capdequí: España en América, México, 1959, p. 37.

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manos de sus factores, de proceder al indulto en la islapor el tiempo y precio que le pareciere,12 lo que ejecutóen más de una oportunidad hasta el cierre de sus esta-blecimientos en 1739.

Al concluir la Guerra por la Sucesión austríaca, laCapitanía General de Cuba dictó también, en 1749, unindulto de negros.13 Ello ocasionó serios disgustos en-tre el patriciado criollo, por lo que el gobernador de LaHabana refería a su homólogo oriental:

[...] tan radicada está la Libertad en los Magnatesde tierra dentro de esta Ysla, que todo lo que noconxenia con su Yndependencia lo extrañan, aun-que sea un beneficio tan particular como el queacaua S.M. de hazerles en el Indulto de Negros deMala entrada, y quieren cascauelear por varioscaminos buscando en todos el aprovechamientopropio y la disonancia y atraso de las cosas delReal servicio.14

Múltiples subterfugios usaron los dueños de escla-vos para eludir la tributación que debía abonarse a loscomisionados encargados de proceder en la práctica:presentaban títulos de indultos antiguos o pretexta-ban que a los negros se les habían borrado las mar-cas, eran criollos o no las tenían por su solicitud. Estaes la razón por la que se exigió el carimbo a todos losbozales que entraban al país, salvo aquellos casos cu-yas señas individuales fueran suficientes para calificarsu identidad y sus dueños no quisieran herrarlos.13 Otrode los métodos fue carimbarlos ilegalmente, para lo

12 APC. Protocolos Notariales de Camagüey, Escribanía de Alcántara, No. 7,f. 181.

13 ANC. Correspondencia de los Capitanes Generales, leg. 1, No. 19, 23 dejunio de 1749.

M Ibid., 26 de junio de 1749.15 Ibid., 26 de julio de 1749.

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que se escamoteaba el sello real, y en estos turbios ne-gocios se vieron comprometidos hasta los propios em-pleados de la Real Contaduría.16

La burla reiterada al fisco por parte de los hacenda-dos criollos exigió la adopción de disposiciones como lasdictadas por el coronel Pedro Alonso, gobernador interi-no de La Habana, que en bando público de septiembrede 1760 convenía sanciones de exilio al presidio de laFlorida e incautación de bienes para herreros, cerraje-ros o todas aquellas personas que imitaran el sello de laReal Contaduría, marcaran a los esclavos con aquel uotros instrumentos o presenciaran el acto de herraje frau-dulento sin comunicarlo; estipulaba, además, que quie-nes lo denunciaran serían gratificadas con la mitad delos bienes del infractor y al esclavo delator se le daría eltercio de los bienes y la coartación si descubría algunode esos casos.17Esta situación se prestó para las Ven-ganzas personales y a que algunos esclavos trataran deconseguir su libertad por dichos medios.18

Por Real Decreto de 16 de octubre de 1765 se insti-tuía, como un medio de contribuir al progreso económi-co de América, junto con otras exenciones de impuestos,la suspensión del Real Derecho de Marca ascendente acuarenta pesos la pieza de ébano, veintiséis y dos tercioscada mulecón y veinte pesos por muleque para facilitarla introducción de negros; en su lugar se fijaba una capi-tación anual que se cobraría cada seis meses por la Ad-ministración General de Aduana, los oficiales reales ycon la intervención de la Contaduría General.19 Tres añosdespués se restablecía el derecho, aunque rebajado,

16 Ibid.17Ibia,IntendenciaGeneraldeHadenda,le.g.Q08,'No. 13, Bando Público de 11 de

septiembre de 1760.18 Ibid., leg. 1032, No. 15 y leg. 1007, No. 8.19 Ibid. Reales Cédulas y Órdenes, leg. 4, No. 158, 8 de noviembre de 1765;

José Antonio Saco: Historia de la esclavitud desde los tiempos más remotoshasta nuestros días, T. IV, La Habana, 1936-1945, pp. 323-324.

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debido a la complejidad en el cobro de la capitación.20 Lasreiteradas franquicias concedidas a los asientos priva-dos fueron eliminando de facto este impuesto.21

Los dividendos cada vez mayores que la Corona espa-ñola recibía de Cuba, gracias al fomento de la economíade plantación y al debilitamiento de las barreras comer-ciales monopólicas, más que las demandas del ilumi-nismo en Europa, decidieron a la monarquía peninsularsuspender definitivamente por Real Orden de 1784 elderecho de marca.22

Si alguna duda nos cabe, transcribimos a continua-ción unas líneas del documento en que la Corona, através de su ministro Joseph de Gálvez, responde a laspreocupaciones de la Intendencia de La Habana res-pecto al comercio de negros de contrabando: "[...] y quele prevenga igualmente advierte S.M. que si se executairremediablemente en algún comercio clandestino deNegros, deja la utilidad de la abundancia de ellos, perootro cualquiera de mercaderías es ruinoso enteramentea nuestra Nación y su Comercio [...]"23

Veintiséis marquillas se recogieron de las Cajas Rea-les de toda la isla y se remitieron al Ministerio de In-dias a fin de inutilizarlas y que nunca más volvieran ausarse.24 Los signos del carimbo en los protocolos no-tariales de la época colonial quedarían como pruebatestimonial en el juicio histórico de la ignominia quesignificó para la humanidad el régimen de la trata y laesclavitud a la que se" prestaron todas las potenciasimperiales.

20 Ibid. Reales Cédulas y Órdenes, leg. 6, No. 80, 17 de febrero'de 1768.21 Ibid., leg. 6, No. 154, 5 de julio de 1769; leg. 12, No. 73, 22 de febrero

de 1776; leg. 13, No. 72, 12 de febrero de 1777 y leg. 15, No. 36, 22 deagosto de 1778.

22 Ibid., leg. 20, No. 103, 4 de noviembre de 1784.23 Ibid., leg. 20, No. 169, 11 de mayo de 1785.24 Ibid., leg. 22, No. 49, 18 de agosto de 1786.

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METALURGIA Y CULTURA BANTÚESEN EL ORIENTE COLONIAL CUBANO

De varias maneras se ha abordado el pensamiento reli-gioso de los pueblos bantúes cuya migración forzada seprodujo a la isla de Cuba desde el siglo xvi hasta bienentrado el siglo xix. Sin embargo, la historiografía cuba-na rnuy poco ha tenido en cuenta los antecedentes desu vida económica, menos su tecnología, su sociedad uorganización política. Se ha soslayado del análisis losefectos de esa cultura en el ambiente humano en el cualse insertó, porque prevaleció la opinión de que casi nadatenía que aportar. No se ha estimado la temporalidadde las mentalidades bantúes y su interacción conaruacos y españoles o con los africanos, a lo largo delos diferentes siglos de colonización.

Durante el estudio de la comunidad de El Cobre, co-nocida como Santiago del Prado desde el siglo xvi, encuyo seno se formó el culto a la virgen de la Caridad delCobre, entramos en contacto con una abundante pape-lería en la que no resultó difícil percibir profundas hue-llas bantúes, particularmente del reino del Congo.1

Es sabido que en 1540 el flamenco Gaspar Lohmansy 40 africanos fundían 150 qq. de cobre con sólo dosfuelles, lo que presupone una rápida aprehensión de

1 Sobre la historia de Santiago del Prado se han publicado nuestros trabajos:La virgen de la Caridad del Cobre: símbolo de cubanía, Editorial Oriente,Santiago de Cuba, 1995 y "Métodos y tecnologías en el beneficio colonialdel cobre cubano (1599-1800)", en Estudios de Historia Social y Económicade América, No. 13, Alcalá de Henares, 1996, pp. 355-377.

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estas técnicas entre aquellos esclavos del cerro de Car-denillo. Procedían de la costa occidental de África, dedonde los portugueses los extraían cuando monopoli-zaron la trata en la región. Otros asentistas como JohanTetzel, Alvaro Clavijo, Juan Velázquez, Antonio Casta-ño, Hernán Manrique de Rojas y Manuel Núñez Lobotambién se aprovecharon de las experiencias de anti-guos y nuevos esclavos africanos —adquiridos a los por-tugueses— en la metalurgia y en los cultivos y vieronrecompensada su labor con creces. El embargo de losbienes de Núñez Lobo por la Corona en 1598 incluíacasa de fundición, sembrados de yuca, calabaza, maízy plátano. También un bote para pescar y hasta seis osiete bohíos habitados por 12 esclavos, instruidos en elarte de fundir. No es menester insistir en que, a finalesdel siglo xvi, en aquel cerro se extraía y fundía el cobre;a pesar de la escasez de fuerza humana y la precariatécnica que entonces impediría la gran empresa.2

Ahora bien, las mayores informaciones documentalesde la presencia bantú parten de la fundación del pobla-do de Santiago del Prado, el 2 de enero de 1599. Elcapitán Francisco Sánchez de Moya tomó posesión delas minas a nombre del monarca, y en su condición deadministrador, para fomentar la industria extractiva delcobre en gran escala, contó con los adiestrados de losanteriores asientos: 8 de los de Núñez Lobo y 13 másque había traído de La Habana, con los que hizo suprimera fundición en abril. Cinco meses después eleva-ba a 14 el número de fundiciones. El 5 de septiembrede ese mismo año tomó 59 bozales (entre hombres,

'- Irene Wright: "Los orígenes de la minería en Cuba. Las minas de Santiago delPrado hasta 1600", en La Reforma Social, T. VII, 1916, pp. 450-456 y 460;Don Jacobo de la Pezuela: Historia de la Isla de Cuba, T. I, Carlos Bailli-Baffliere, Madrid, 1868, pp. 188, 194, 264-265, 327y Pedro M. Pruna: "Apun-tes sobre la minería del Cobre en el siglo xvii", en Revista de la BibliotecaNacional José Martí, La Habana, No. 1, enero-abril de 1989, pp. 166-169.

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mujeres y jóvenes) de ion barco negrero procedente deAngola que arribaba en esa fecha a Santiago de Cuba.En 1603 se sumarían 72 y 50 entre 1606 y 1607, am-bas partidas procedían de La Habana.3

Unas palabras justificativas de Sánchez de Moya, añosdespués, confirmaban el origen de estos africanos:

[...] quando estos Navios vienen de Angola, llegana estas partes del largo viage que entrando losesclauos tan maltratados que si no entrassenareformarlos en estos primeros puertos, llegaríancon muchos menos y se morirían muchos antes dellegar a la Nueva España [...]4

En 1608, según inventarío de Pedro Baraona, Sánchezde Moya contaba con 215 esclavos (140 varones, 49hembras y 26 niños) que vivían en 68 bohíos y trabaja-ban en las excavaciones organizados en dos cuadrillas,cada una de más de 40 hombres. Por semana se reali-zaban 6 fundiciones. En 1610 los africanos se enumera-ban con sus oficios de mineros, carboneros, fundidores,herreros, serradores, boyeros y arrieros. Pero no todoslos esclavos trabajaban en la fábrica, también los habíaen un hato de ganado mayor, en un corral de ganadomenor y, últimamente, en un ingenio de azúcar.5

Desde los primeros momentos Sánchez de Moya or-ganizó el trabajo esclavo para su mejor aprovechamien-to y atendió al requisito de la Corona de erigir una iglesiacon la finalidad de emplear los recursos de la evangeli-zación. Creó especies de alcaldes entre los esclavos paraconducirlos a misa y nombró a un ermitaño para aten-der las necesidades espirituales de los esclavos, porqueel capellán y el sacristán ya resultaban insuficientes.

3 Archivo General de Indias (AGÍ). Sonto Domingo, leg. 1627 y 1451, 29 denoviembre de 1608. En 1610 compró 71 esclavos más en Santiago de Cuba.

4 AGÍ. Sonto Domingo, leg. 451, Francisco Sánchez de Moya, 10 de mayo de 1614.5 AGÍ. Sonto Domingo, leg. 451 y leg. 1627.

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Permitió que los africanos aseguraran su sustento tra-bajando en los conucos individualmente. Levantó un hos-pital y contrató a una comadre para los partos de lasesclavas. Algunos recibieron educación general e instruc-ción técnica según los requerimientos de la industria.6

Francisco Sánchez de Moya pudo contar, sin mayo-res contratiempos, con una mano de obra especializadaen tareas diferentes para la fábrica y la alimentacióndel propio grupo, porque entre los africanos esclaviza-dos había una experiencia previa en esas labores. Algu-nos de los miembros de la comunidad conga conocíanel arte de la metalurgia y dentro de su grupo adquirie-ron jerarquía singular, comparable a la de curanderosy sacerdotes.7 A finales del siglo xvn, por ejemplo, el criolloJuan. Santiago Vicente, de 55 años, era el fundidor prin-cipal y capitán defensor de los esclavos, y Pedro Biojo,maestro herrero, sería consultado para los problemasde la comunidad.8

No hubo detalle de la fundición del mineral del cobreque no pudiera ser asumido por aquellos hábiles arte-sanos africanos, quienes fabricaban los barquines y co-nocían del arte del vaciado o la forja del hierro parafabricar instrumentos. El fundidor sería siempre figurarespetada por el grupo.

La fundición y el fundidor están presentes abundan-temente en los elementos de lenguas bantúes desdeépocas antiguas y el trabajo en la forja constituía unritual con participación muy activa de los espíritus. Elforjador es un nganga; es decir, un maestro, un adivi-no, asociado con los sacerdotes (nganga] y los jefes

6 Ibid.7 Lema Gwete: "Maitrise des milieux, technologies", enlhéophile Obengay Simao

Soindoula: RocinesBantu. BatuRoots, CICIBA, Librevüle, 1991, pp. 78-82.8 En la relación de 1648 hay cinco individuos de más de 70 años vinculados con la

fundición: un angolano, Julio Criollo, Pedro en la fragua, Gregorio en la fra-gua y el mayoral de la fundición. Estos dos últimos de 80 años. Además aparecePablo Biojo (de 30 años), el herrero y un oficial de calderero [de 24 años).

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(m/umu, Tcumu). En la lengua conga, ngangulay ngangadesignan al forjador; mbuta ngangula, al maestro forja-dor; nganga langa, al fundidor o, literalmente, al dueñodel brazalete, símbolo más destacado de la antigua rea-leza sagrada conga. Riía o suía significa forjar, batir elhierro; songo quiere decir cobre. Muchas de estas pala-bras quedaron como legado del hispano-hablante crio-llo de la isla de Cuba, o se conservaron en la lenguasagrada del ritual de la religión conga.9

Ya en 1617, durante su visita por el DepartamentoOriental, su .gobernador Juan García de Navia decía"[...]y los monteros los matan con puntas de hierro engasta-das".10 Estos practicaban la cacería con mayor éxito, ymenos riesgos, que en sus tierras de origen. Mientrastanto, los agricultores se dedicaban a los cultivos yaconocidos en tierra congoleña, por ejemplo, tubérculosy frijoles.11

Hubo, naturalmente, una adaptación al medio propi-ciada por el intercambio de experiencias con el abori-gen; hubo también mestizaje entre ambos y con losblancos españoles, muy en particular con los 20 solda-dos destacados en las minas, de quienes se tomaronalgunos de los apellidos de los criollos descendientesde la comunidad. El capitán Juan Moreno —conocidocomo "el negrito de la virgen"-—•, líder de los acimarro-nados en 1670 se casaría con la mulata María de losReyes, descendiente de uno de aquellos soldados.12

Lo que se ha tomado como un "milagro" de la buenaadministración de Francisco Sánchez de Moya nuncahubiera sucedido sin los antecedentes del desarrollo

9 Vid. Théophile Obenga: Les bantu. Langues-Peuples. Civilisations, PrésenceAfricaine, Dakar, 1985, pp. 57, 58 y 323.

10 Hortensia Pichardo: "Noticias de Cuba", en Santiago, No. 20, Santiago deCuba, diciembre de 1975, pp.7-44.

11 Lema Gwete: Op. cít, pp. 68-75.12 AGÍ. Sonto Domingo, leg. 414, Sdemayode 1655. Todavía quedaban en las

minas los soldados Diego de los Reyes y Melchor de los Reyes.

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tecnológico de aquellos congos bozales. Se corroborapor su pronta reacción contra la dominación colonial,pues, aunque Sánchez de Moya procedió, por lo gene-ral, con buenas maneras en el laboreo de las minas y enla producción para el consumo, y permitió el perfeccio-namiento de las habilidades con algunos maestrosfundidores europeos que había traído; los africanospronto se arrogaron los derechos que correspondían porsu trabajo, lo que transmitieron a sus descendientes crio-llos y mestizos. Muchos de estos últimos, vinculados a laherencia aborigen. El espíritu de rebeldía proviene de lasdos décadas de administración de Sánchez de Moya,quien debió fabricar dos cepos de caoba y no pudo impe-dir la insubordinación, no obstante las bienandanzas dela explotación cuprífera y los excelentes dividendos.

El grupo mayoritariamente congo allí asentado parecehaber tenido características particulares que favorecieronla cohesión de la comunidad; por la identidad étnica y lassimilitudes en las lenguas habladas se deducen la for-taleza de las tradiciones orales heredadas, la mentali-dad religiosa y las ya referidas experiencias tecnológicas.

Luego de más de cuarenta años de fundado Santiagodel Prado, la comunidad de cobreros se había consolida-do con unos 315 individuos y tres generaciones que vi-vían en 118 bohíos. Uno de los inventarios de lapoblación esclava es aquella ejecutada por orden del mo-narca en 1648 con motivo de los autos llevados a caboen comisión por el capitán Santiago Ramírez de Herrera.13'

Algunos de los africanos, inmigrantes forzados, se di-cen congos; otros declaran ser de subgrupos o pueblos:ngolas (15), embullas (7), mutembos (2), gangas (4),catangas (3), matambas, luandas, biojos, gaytos,quibundos, embaxes, cakongos, cafungas, malumbas,matetes, quitembos, enchicos, bonigos, quimbutos,

13 AGÍ. Sonto Domingo, leg. 104.

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cangaras, banguelos, jungues, sabues, mulumbis,quitus, mofongos, mambos, barrigas, lunguengues,mayalas, etc. Entre los tres catangas se cuenta un rey.Además de los maestros de fundición, los hubo en car-pintería, de azúcar y hasta en chirimías. Hay curtidores,tejeros, aserradores y otras innumerables ocupacionesartesanales.

El peso demográfico de la comunidad se halla entrelos 80 y 60 años y es más evidente entre los hombres.Debió suceder por la solicitud de varones a los tratistaspara los trabajos que requerían fuerza. De esta primerageneración, prácticamente, todos son congos: hay 3 va-rones de 100 años o más y 4 entre 90 y 100. Pero elpeso mayor está en los que se dicen tener entre 80 añosy 90 años: un total de 32 que, con los 18 de 70 a 80, ylos 25 de 60 a 70 hacen un total general de 75. Si hace-mos una comparación con las mujeres de esta primerageneración, observamos que en el inventario no se hacemención de ninguna con más de 90 años, mientras quelas de 80 años suman 9; 18 las de 70 a 80, y 17 lasde 60 a 70 años, para un total general de 44. De mane-ra que la diferencia cuantitativa en los géneros prohijóel mestizaje con aborígenes y la mayor incidencia sub-siguiente de mulatos. También las cifras confirman latrascendente participación de la cultura conga en el te-rritorio, dada la alta población masculina. Quiero su-brayar el elevado promedio de longevidad de aquellaprimera generación que, en mi concepto, fue garantiza-da por la acción sistemática y por la productividad enla agricultura —gracias también a la riqueza de la tierravirgen—; pero sobre todo, por la solidaridad entre losmiembros de la comunidad, herencia propia de su siste-ma social que ellos trasladarían al cerro de Cardenillo.14

14 Théophile Obenga: "Histoire du monde bantu", en Théophile Obenga etSlmao Souindoula: Rocines Bantu. BantuRoots, pp. 126-141.

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Además de la protección mutua, la longevidad denun-cia la estabilidad y, por consiguiente, la autoridad desus ancianos para perpetuar costumbres, reglas y de-rechos de las tribus.

No hay nada por azar en el relato mítico del hallazgode la imagen de la virgen de la Caridad del Cobre sobrelas aguas de la bahía de Ñipe: Juan o Antonio Angola15

es quien, desde el hato de Barajagua informaría al ad-ministrador Sánchez de Moya de la llegada de la ima-gen encontrada por los hermanos Hoyos y por aquelcriollo de bantúes (segunda generación] que se llamóJuan Moreno. En los autos seguidos en 1688 para laoficialización eclesiástica del culto, el administrador deuno de los ingenio, Pedro Suárez de Alcántara, relatacómo Pablo Congo, quebrado, desahuciado por el médi-co, había logrado salvarse gracias al ermitaño Melchorde los Remedios, quien había recomendado untar man-teca o aceite de la lámpara de la virgen cobrera.16

La preferencia a la advocación mariana de la Caridadbien pudiera estar relacionada con ese sentido coope-rador radicado en las esencias de la organización socialheredadas del grupo bantú (y acentuada en la interre-lación con los aruacos). De la misma manera, muchasde las fórmulas empleadas por el sagaz administradorSánchez de Moya pueden haberle sido sugeridas porsus observaciones del grupo. Este argumento podríaofrecer buena parte de las razones que obligaron a lasautoridades a aceptar la formación de cabildos secu-lares entre los cobreros, desde el propio siglo xvii y que,con interrupciones, llegaron hasta finales de la década

15 Archivo del Arzobispado de Santiago de Cuba. Ber. Dn. Julián JosephBravo: "Aparición prodigiosa de la Ynclita Ymagen de la Caridad que sevenera en Santiago del Prado, y Real de Minas de Cobre" (Manuscrito). Sele llama Antonio de casta mondongo.

16 AGÍ. Sonto Domingo, leg. 363. El aceite en la región conga africana seconsideraba un ungüento con propiedades curativas.

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de 1830 cuando fueron suprimidos por el reclamo delos propietarios blancos ante el temor a la insubordina-ción negra.

El resto del breve estudio demográfico nos permiteconfirmar lo arriba expresado. Como la comunidad seformaría de la inmigración forzada, la que considera-mos como segunda generación, entre los 50 y 30 años,cuenta con cifras escasas por décadas, tanto en hom-bres (5 + 9 +12 = 26) como en mujeres (5 + 4 +13 = 22) yapenas si hay africanos, es decir, la mayoría son criollos.

La tercera generación estaría comprendida entre losgrupos de edades de 29 a O años donde se muestra unconsiderable y multiplicado crecimiento demográfico lomismo en hombres (25 + 20 + 26 = 71) que en mujeres(20 +13 + 33 = 66) para alcanzar el equilibrio numéricode los géneros, inexistente en la primera generación, loque indica un crecimiento natural. En la tercera genera-ción, el número de criollos mestizos es casi absoluto.Aparecen varios "hijos de arroyo", aquellos no vincula-dos con padre o madre conocidos, pero integrados yprotegidos en la comunidad.

No creo preciso aquí hacer el largo recuento históricoque favoreció la conciencia autónoma de los cobreros,en particular desde mediados del siglo xvn hasta laspostrimerías del siglo xvn. Las autoridades civiles y ecle-siásticas del Departamento Oriental estuvieron durantemás de un siglo en la disyuntiva de reprimir o morigerara unos hombres que ansiaban su libertad y amaban sucondición de criollos de la tierra. Ya en las declaracio-nes tomadas al administrador Gregorio de la Borda amediados del siglo xvn, este opinaba: "[...] es menesterque los que oy estén trabajen con toda puntualidad queno lo hacen porque muchos de los criollos están muysobre sí".17

17 AGÍ. Santo Domingo, leg. 104.

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Lo cierto es que las altas y bajas del interés de laCorona por las minas de Santiago del Prado condujerona fórmulas de coartación entre los cobreros. Las renci-llas entre los grupos políticos les permitieron a ellosintervenir hasta en la ocupación de Santiago de Cubaen 1691; desde entonces, la tradición se hace eco delepisodio cuando Salvador Lunguengue daba golpecitosen los tobillos al gobernador Juan de Villalobos, unavez apresado.18 Se rebelaban contra las prestacionespersonales en la construcción de los presidios y tam-bién defendían los puestos de la costa sudorienta!, par-ticularmente en el ataque inglés a Santiago de Cubade 1741 durante la Guerra de la Oreja de Jenkins. Enla segunda mitad del siglo xvm, a raíz de medidas adop-tadas por el monarca para entregar a los cobreros a losdescendientes de antiguos asentistas, aquellos se insu-bordinaron hasta alcanzar su libertad por Real Cédulade abril de 1800. Su ejemplo de rebeldía se extendiópor tierras bayamesas, tal y como lo demuestra en 1795la llamada conspiración del pardo Nicolás Morales.19

La gran industria desapareció a mediados del siglo xviipor falta y deterioro de instrumentos, ausencia de losenormes recursos infraestructurales e inexistencia dedineros para la gran inversión, mas los africanos y sudescendencia tenían los ̂ onocimientos técnicos suficien-tes para continuar las labores de fundición del cobre.Se aplicarían muchas de las técnicas rudimentariasaprendidas en África y transmitidas a los criollos mesti-zos: se fundía la escoria de beneficios anteriores o setrabajaba en el río Senserenico. Era un trabajo esmera-do de cada familia en el que las mujeres y niños recogíanlas piedras, para que fueran cortadas, puestas en un

18 AGÍ. Sonto Domingo, leg. 466.19ANC. Asuntos Políticos, leg. 8, No. 63, Testimonio de la causa criminal

seguida de oficio contra Nicolás Morales y demás causas sobre el levanta-miento, 1 de diciembre de 1803.

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gran montón, junto con la leña que luego se quemabadentro de un hueco hecho en la tierra, después se separa-ba la piedra estéril y se recogía el grano de cobre.20 Laspástelas de cobre se vendían por dinero y a trueque demiel de purga, tabaco, ropa, jabón y otros muchos pro-ductos. El intercambio comercial ahora llegaba hastaCartagena de Indias. Hubo bienandanza económica ynuevas compras de libertad, gracias a los trabajos de fun-dición y a las labores en la agricultura. Muchos de losmiembros de la comunidad podían usar zapatos, som-brero, galón en las polleras y hasta puntas de plata.

A Juan Santiago Vicente en 1655 se le dice maes-tro fundidor; tenía en su casa un taller de fundición yen 1683 se consideraba como uno de los dos negros(más dos indios) que habían descubierto la imagen dela virgen cobrera sobre las aguas de la bahía deÑipe.21 Pedro Biojo, el herrero, era capaz de negociarhasta 40 quintales de pástelas de cobre. Pero la mayo-ría elaboraba sus pástelas con el método rudimentarioque hemos explicado. En 1779, el teniente coronel crio-llo Isidro de Limonta llegaba a la conclusión de que laúnica manera de restablecer los trabajos de extraccióny fundición era apoyar la explotación individual de loscobreros. Por entonces ya estos aspiraban al asiento delas minas de Santiago del Prado o de El Cobre.22

Nunca pudo prescindirse del conocimientos metalúrgi-co de los descendientes de bantúes, sobre todo cuando a

20 Théophile Obenga: La cuenca congolesa; Hombres y estructuras, EditorialCiencias Sociales, La Habana, 1988. El sistema empleado para la fundi-ción del hierro es muy simüiar a la descripción somera que se hace sobreel proceso de fundición del cobre, pp. 82-84.

21 AGÍ. Sonto Domingo, leg; 1627, Representación para el Rey Nuestro Sr.[Dios le guarde) sobre el estado miserable en que se hallan los Naturalesdel Pueblo de Santiago del Prado en la Ysla de Cuba, pretendiendo variossujetos que sean sus esclavos, como en efecto los han sorprendido titulán-dolos tales, y vendiéndolos dentro y fuera de la propia Ysla; por cuya razónse da noticia de quanto ha ocurrido en dicho Pueblo desde el año de 1492,que se descubrió hasta el presente de 1783.

22 AGÍ. Cuba, leg. 1231 y Santo Domingo, leg. 104.

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finales del siglo xvn comenzaron los progresos de la indus-tria azucarera. Muchos fondos de cobre llegaron hasta losingenios habaneros y a los de Jamaica y Saint-Domingue,estos últimos mediante el contrabando en el siglo xvin.

La mujer bantú cooperaba en la recogida del mineralen las minas y posteriormente ayudando a la familia,junto con los hijos; la posesión de buena cantidad decalabozos (machetes o cuchülos cortos propios de laslabores del campo) sugiere su participación en las ta-reas de la agricultura. Los lazos matrilineales propi-ciaban la ascendencia política de la mujer y le dieronun papel activo en las luchas de la comunidad cobrera:en 1737, ocho de ellas eran deportadas como castigo.23

Comparte con el hombre su desempeño en la política yla religión •—puede, en ocasiones, sustituirlo— y en au-toridad sobre los creyentes, pero no lo supera.

Es cierto que en la formación del culto mariano a lavirgen de la Caridad del Cobre ejercen un papel tras-cendental los congoleños radicados en el cerro de Car-denillo a principios del siglo xvii y que tempranamenteformaron algunas cofradías de negros como las de San-ta Bárbara o las de Nuestra Señora del Rosario y SanBenito de Palermo, estas últimas ya existentes enCádiz;24 los mismos ermitaños y capellanes del santua-rio y la parroquia de Santiago del Prado describen pasa-jes en los que pueden observarse fórmulas tradicionales,animista o rituales, donde actuaban fuerzas poderosasy ocultas. En muchas oportunidades los feligreses so-lían caer en trance durante los oficios religiosos en elsantuario.

Salvador Bárzaga acusó a sus vecinos cobreros máscercanos de brujería por plantar en su tierra una cruz con

23 AGÍ. Sonto Domingo, leg. 451, leg. 1627, 22 de diciembre de 1740y leg. 1630,29 de abril de 1737.

24 Hipólito Sancho de Sopranis: Las cofradías de morenos en Cádiz. Institutode Estudios Africanos, Consejo Superior de Investigaciones Científicas,Madrid, 1958, pp. 28 y 37.

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cuatro cujes amarrados con un bejuco; el negro cobreroBernardino sería colgado de una ceiba en la cumbre delcerro de la Misericordia por su rebeldía, después reci-bió varias descargas y posteriormente su cuerpo seríadescuartizado y distribuido en varios caminos para ate-rrorizar y escarmentar a sus atrevidos compañeros.25Eraun lenguaje esotérico entendido por los cobreros y utili-zado para amedrentarlos.

Los cabildos o sociedades de ayuda mutua, encubier-tos bajo el manto de la devoción a un santo católico,existieron desde los propios inicios de la colonización.Se hace muy difícil reconocer su substancia real empa-rentada con la religión conga; ahora bien, estas "socie-dades secretas" se basaban en principios de cooperacióny hermanamiento entre los miembros.26Las expresio-nes danzarías y musicales de los días de sus santosprotectores eran símbolos para acceder a las potenciasy a la búsqueda de la interacción entre las fuerzas uni-versales.27

Si bien los bailes y la música incorporaron movimien-tos, sonidos e instrumentos de la cultura peninsular,es en estas expresiones donde el espíritu bantú arraigópara conservarse hasta nuestros días. Por la sensibili-dad musical, hubo congos que se emplearon temprana-mente en el santuario y otros que aprendieron a tocarlas chirimías,2S además de emplear el tambor. Las com-parsas rememoran la participación del pueblo en eseritual tribal, al punto de tomarse de la mano o median-te un pañuelo para efectuar sus movimientos danzarios.

25 AGÍ. Santo Domingo, leg. 1627 y leg. 1630.26 Archivo del Arzobispado de Santiago de Cuba (AASC). Personal del Clero,

leg. 56.27 Vid. Tulu Kia Mpansu Buakasu: "Croyances et connaissances", en Rocines

Bantu. BantuRoots, pp. 175-189.28 En 1648, 6 tocaban la chirimía: el maestro que tenía 80 años, uno de más de

60 y otro de 40, el resto son jóvenes criollos de 24 años. Además 4 se dicenmúsicos de la iglesia (criollos entre 16 y 25 años) y hay un tambor de 12 años.

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La libertad de la trata, por Real Cédula de 24 de fe-brero de 1789, motivó la entrada forzada masiva de afri-canos, mayormente bantúes, a las regiones orientalesde la isla de Cuba por tratistas franceses e ingleses.Muchos se apalencaron en las estribaciones de la Sie-rra Maestra. El cimarronaje se incrementó con el fo-mento de los cafetales en las montañas.

En los periódicos de la década de 1810 ya aparecenmultitud de anuncios que reclaman esclavos prófugoscon la cara rayada y los dientes limados de tipo bantú.29

Y hasta las agrestes regiones de Baracoa y Guantánamollegó el espíritu de rebeldía y el conocimiento de las con-quistas sociales de los cobreros para afirmar las deman-das de los apalencados en reclamo de sus libertades.30

La perpetuación de la lengua, la religión y las tradi-ciones ancestrales de la cultura bantú contribuiría apreservar la saga de los empeños libertarios, mediantesu descendencia criolla y mestiza establecida en aque-llos parajes, la misma que se encargarían de transmitira los nuevos emigrantes forzados africanos del siglo xix.

29 ANC. Asuntos Políticos, leg. 296, No. 3.30 ANC. Asuntos Políticos, leg. 125, No. 39, 42, 44; leg. 41, No. 35 y 38.

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LA INMIGRACIÓN NEGRADE SAINT-DOMINGUE EN LA

JURISDICCIÓN DE CUBA (1798-1809)

Preámbulo

Al alborear el siglo xvi, luego de la conquista de la islade Cuba, los primeros negros esclavos se recibían enSantiago de Cuba procedentes de La Española. Paracalibrar la presencia cultural de la inmigración negrade Saint-Domingue, es preciso señalar que desde suscostas los cimarrones salieron en busca de refugio a lasmontañas del Departamento Oriental. Era frecuente quelas autoridades españolas autorizaran la búsqueda deaquellos indeseados inmigrantes o, al menos, reporta-ran a la administración de la vecina isla, si algunos eraaprehendidos.1

La creciente ebullición social de los dos grandes cen-tros de producción plantacionista, inmediatos a la ju-risdicción de Cuba, fue siempre del conocimiento de loscobreros alzados desde 1781 en las proximidades mon-tañosas de Santiago del Prado, después que los herede-ros de los antiguos asentistas pretendieron recobrar susderechos sobre los descendientes de los primeros escla-vos y sobre el hato de Barajagua ocupado ahora por loslibertos.2 El pardo libre Nicolás Morales y sus partidariosaspiraron a la igual distribución de la tierra en 1795, por-que asumieron corno suyas las reclamaciones de loscobreros libres que se negaban a pagar el canon exigidopor los Mancebo y los Garzón-—herederos de los asentistas

1 Archivo Nacional de Cuba (ANC). Correspondencia cíe tos Capitanes Generales,leg. 27, No.72, 1767; leg. 26, No.50, 1768, leg. 22, No. 84, 1769yleg. 10, No. 76.

2 Levi Marrero: Cuba: economía y sociedad; Azúcar, ilustración y conciencia(1763-1868), T. IX, Ed. Playor S. A., Madrid, 1983, pp. 39-45.

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del siglo xvn— por el usufructo de los terrenos del hato deBarajagua. En ambos casos, se dejaban escuchar los ecosde la contienda desencadenada en el Guarico desde 1791,luego en las otras regiones de Saint-Domingue, y susrepercusiones entre los maroons jamaicanos, quienestambién reclamaron su derecho a la tierra.3

En febrero de 1789 se concedía la libertad de la trata,y fue menos urgente la obtención de esclavos dentro dela jurisdicción.4 Esto había sido el reclamo de los due-ños de haciendas azucareras y, desde esa fecha, San-tiago de Cuba se convertía en uno de los puertosreceptores de bozales.5 Como consecuencia, el propio go-bernador Juan Bautista Vaillant, ya de manera oficial,se refiere al Guarico como zona proveedora de negros acambio de cueros y dinero.6

Al exacerbarse el conflicto social de los cobreros des-de 1790, las autoridades del Cabildo intentaron me-diar y zanjarlo. Ya al dictar el Bando de Buen Gobiernode 1793, el gobernador Vaillant hacía suprimir las fiestasde mamarrachos para que los festejos no se aprovecha-ran en provocar desórdenes.7 Por su parte, el gobernador

3 R. C. Dallas: Historia de los cimarrones, Ed. Casa de Las Americas, La Ha-bana, 1980, pp. 91 y 93. Este autor se hace eco de una supuesta conspira-ción organizada en Norteamérica por franceses y gente de color bajo laorientación de Toussaint Louverture para insubordinar a tos maroons. Sehablaba de una expedición de 10 000 negros armados que impedirían lasalida de las tropas inglesas hacia Saint-Domingue entretenidas en sofocarla insurrección. Véase la "Declaración e interrogatorio de Jean JosefMoransan", 28 de agosto de 1795, anexo No. 23, pp. 166-169.

4 Archivo Histórico Oficina del Conservador de la Ciudad (AHOCCC). AciasCapitulares,, No. 13 de 31 de agosto de 1786, f. 174; ANC. Correspondenciade los Capitanes Generales, leg. 39, No. 3, de 17 de febrero de 1789 y leg. 39,No. 2, de 16 de enero de 1789.

5 ANC. Reales Órdenes y Cédulas, leg. 4, No. 165-A, Real Orden, en Palacio,de 28 de febrero de 1789; AHOCC. Actos Capitulares, No. 13, de 22 deoctubre de 1787, f. 335-336 v.

6 ANC. Correspondencia de los Capitanes Generales, leg. 39, No. 12, de 17 denoviembre de 1789.

7 AHOCCC. Ayuntamiento, Cuarto Cuaderno de Bando de Gobierno de 22-dejunio de 1793. Las fiestas debían celebrarse entre las 2:00 p.m. y las 12:00meridiano.

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Juan Nepomuceno Quintana llegó a acuerdos con loscobreros en 1796,8por el temor a que la situación al-canzara puntos álgidos y sin retroceso, dada la explosi-va coyuntura que presentaba todo el Caribe.

Rodaban por el suelo las últimas esperanzas de losMancebo y de los Garzón de someter y vender a todoslos cobreros como esclavos. Bajo los efectos de la efer-vescente insurrección, muchos libres y esclavos de San-tiago se habían incorporado.9 Muy poco varió este cuadroen los años finales del siglo xvra, en los cuales las parti-das encabezadas por el alcalde de la Santa Hermandad,que perseguían a los alzados, se hacían insuficientespara vigilar las estribaciones montañosas.

Quintana dictó un Bando de Buen Gobierno para pre-venir todo tipo de desórdenes entre la población:

Artículo 2

Que todo forastero que no tenga oficio executandoseen el o recidiere en esta ciudad sin algún motivohonesto regrese a su domicilio dentro de segundodia bajo la pena de cuatro años en las obras deS.M. arración y sin sueldo...

Artículo 13

[...] Mando hasi misno que no se executen fiestasy acto alguno publico que pueda ser motivo de jun-tarse mucho Pueblo sin espresa Licencia delGoviemo que se dará siempre sin derecho ni grati-ficación Alguna...

8 José María Callejas: Historia de Santiago de Cuba, Irtip. La Universal, LaHabana, 1911, pp. 51 y 53, y AHPPSC. Actas Capitulares, No. 15, de 24 deoctubre de 1796.

9 Emilio Bacardí Moreau: Crónicas de Santiago de Cuba., T. I. TipografíaArroyo Hermanos, Santiago de Cuba, 1925, p. 221 y AHOCC. Actas Capi-tulares, No. 13, de 11 de abril de 1785, f. 145 v.

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Artículo 14Todo el que biniere de fuera por mar o tierra se pre-sentara y observara el reglamento de Policía [...] 10

La correspondencia sostenida entre el capitán gene-ral de la isla y el gobernador departamental insiste enmantener la neutralidad en el conflicto caribeño, evitarla entrada de población y hasta las cartas procedentesde Saint-Domingue.11

El miedo al contagio impidió el desembarco y perma-nencia en la isla de Cuba de las tropas negras auxilia-res que habían servido a la Corona española en SantoDomingo, tampoco se les dio cabida en otras tierras delCaribe, salvo una pequeña minoría encaminada haciala Florida. Alucinante sería la odisea de aquellos hom-bres que inspiraban el terror y el rechazo en todos lospuntos donde se les envió.12

El clima de creciente intranquilidad sería fortalecidodesde 1791 por los esporádicos arribos de esclavos la-dinos y criollos junto a sus amos blancos desde elGuarico. La alianza entre la Francia republicana y laEspaña monárquica contra Gran Bretaña, en 1795 araíz de la Paz de Basilea, convirtió el puerto de Santiagode Cuba en base de las embarcaciones corsarias contripulación total o mayormente francesa de negros ymulatos libres.13 Esto hizo que la República —represen-tada en Saint-Domingue por Toussaint Louverture-—•

10 ANC. Asuntos Políticos, leg. 6, No. 4. Bando de Buen Gobierno del Sr.Coronel de los Reales Exércitos Gobernador y Capitán a Guerra don JuanNepomuceno Quintana, de 27 de febrero de 1796.

11 José Luciano Franco: Documentos para la historia de Haití, en el ArchivoNacional, Publicaciones del Archivo Nacional de Cuba (XXXVII), La Haba-na 1954, pp. 81 y 82; AHOCC. Actos Capitulares, No. 14, de 25 de septiem-bre de 1795. Real Orden firmada en Aranjuez el 30 de mayo de 1795.

12 Ibid., pp. 71, 109-110, 208. Véase Carlos Esteban Deive: Las emigracionesdominicanas a Cubad 795-1 SOS), Ed. Taller, Santo Domingo, 1989, pp. 30-36.

13 ANC. Correspondencia de los Capitanes Generales, leg. 54, No. 3, Francis-co Pallares a Ysidro José Limonta, Cuba 1 de septiembre de 1798.

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estableciera una especie dé consulado receptor de dere-chos y también encargado de dirimir conflictos de intere-ses.14 José María Callejas relata un episodio que terminacon la expulsión del cónsul Perrussel, relacionado con elcanje de prisioneros británicos, por haber conducidohasta Santiago una partida de negros levantiscos.15

A pesar de las prohibiciones, reiteradas en 1796, deaceptar tan sólo negros bozales,16 y del constante temora la alteración del orden, entre 1791 y 1798 hubo unacorriente ininterrurnpida de gente de color Ubre y esclavahacia la región oriental de la isla de Cuba, porque sobrelas aprehensiones de que se inculcara entre los libres yesclavos de aquí el ejemplo vecino prevalecían los intere-ses promotores del fomento plantacionista.

Corsarios y armadores de todas las tendencias enpugna de la colonia francesa comerciaban con este puer-to y traían para vender como esclavos a individuos reci-bidos o capturados allí.17 Más peligroso para laestabilidad social eran aquellos ladinos o criollos roba-dos en Saint-Domingue o procedentes de las haciendasdel Santo Domingo cuyos dueños temían el embargo yla abolición, desde que el tratado de Basilea transfiriólos derechos sobre la colonia de España a Francia. Elloseran introducidos en pequeños grupos por los corsarioscon la complaciente aceptación del patriciado criollo yde las autoridades españolas.18

Al finalizar 1798, la marcha de los acontecimientosen Saint-Domlngue sobrepasó cualquier tipo de vigilan-cia extrema para evitar el contagio. Sin embargo, losinmigrantes de color nunca crearon confrontaciones

14 J. L. Franco: Op. cit, p. 116.15 J. M. Callejas: Op. cit, p. 54.16 ANC. Correspondencia de los Capitanes Generales, leg. 61, No. 10, Some-

ruelos al Gobernador de Cuba, La Habana, 9 de agosto de 1802.17 José Luciano Franco: Op. cit, pp. 78-80, p. 107, pp. 116-117. Véase Car-

los Esteban Deive: Op. cit, pp. 23-24, 84, 93-94, 109.lalbid.

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sociales directas en los años subsiguientes, mas su pre-sencia fue causa de divergencias políticas y de acentua-ción del cimarronaje.

1798-1803

Toussaint Louverture gobierna el país desde comienzosde 1798, pero es a partir de la capitulación de los ingle-ses en Mole de Saint-Nicolas que se excita la migraciónal abandonar el territorio sus ejércitos. El mulato Rigaud,jefe del Departamento Sur, ha sido derrotado y variosbuques con familias comienzan a llegar al puerto deSantiago de Cuba para solicitar la hospitalidad del alia-do español.19

Una de las actas del Cabildo santiaguero de enerode 1799 alega que ya existen más de mil franceses, conlo que justifica las dificultades del abasto.20 En el trans-curso de ese año, la entrada de blancos, negros libres yesclavos es muy numerosa. Se les admite, pero bajoestricto control.

Para darnos una idea de la gran variedad étnica deestos inmigrantes, basta revisar las listas de individuosque componen las familias procedentes de Saint-Domingue, luego de ser empadronados.

Familia de Francisco Am.ph.oux: Mulato panadero quevino del Guarico vive en una de las casas de don JoséNicolás Levis calle de San Gerónimo. Estaba casado con

19 ANC. Correspondencia de los Capitanes Generales, leg. 54, No. 5, Al Sr.Conde de Santa Clara. Cuba, 14 y 30 de noviembre de 1798. Con el ánimode aproximarnos a una proporcionalidad de estamentos y clases entre losinmigrantes, recogemos la información estadística ofrecida el 30 de no-viembre de 1798; ya existían en Santiago 90 varones y 30 hembras blan-cos, 8 mulatos libres, 38 negros de servidumbre entre 7 y 14 años y 16hembras entre pequeñas y grandes.

20 AHOCC. Actos Capitulares, No. 18, 21 de enero de 1799.

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una mujer blanca, Teresea Amtusu, tenía tres niñosde 14 años, 4 años y la de pecho. Estaba con él BaltasarBari, blanco panadero con la condición de oficial. Teníaademás, un negro esclavo, una negra criada, un negroalquilado y una negra criandera española.21

Familia de don Carlos Simón Gallien de Preval: Llegóel 12 de noviembre de 1798, agricultor de San Marc.Residía en casa de doña Inés Busbaire en Calle Ancha.Lo acompañaba doña Juana Ysabel Reynal, su mujer;doña Magdalena Raynal, su cuñada, y don Carlos Fran-cisco y don Francisco Preval, sus hijos. Además los crio-llos Amelia, Aurore, Argus y Prospero.22

Llega octubre, y en los ingenios Guaninicún de donSalvador de la Torre y Boniato de don Ysidoro de Pala-cios se produce la insubordinación entre sus dotacio-nes.23 Se aplica un reglamento de cimarrones y haypreocupación en los hacendados por mantener el nú-mero de cuadrilleros que velan los campos de la juris-dicción para su tranquilidad.24 Al mismo tiempo, seestrechan los lazos comerciales con el régimen deLouverture por el temor al entendimiento de este conlos ingleses, una vez retiradas las tropas.25 El nuevogobernador departamental, Sebastián Kindelán, dictaun bando en el que se prohiben las fiestas sin permisodel gobierno, pero donde se reconoce la necesidad dedistracción para' los estamentos de color que proliferanentre los recién llegados:

21 ANC. Correspondencia de los Capitanes Generales, leg.l, No. 11 (fuera),Cuba, 31 de enero de 1800. La orden de presentación fue dada medianteun bando del gobernador de Santiago de Cuba de 17 de diciembre de 1799por la que los extranjeros tenían que presentarse a declarar su familia,con nombre, apellido, nación, cuartel, casa, cuantos varón o hembra, blan-cos, negros o mulatos, libres o esclavos.

22 ANC. Correspondencia de los Capitanes Generales, leg. 471, No. 3, de 19de diciembre de 1799 y leg. 445, No. 2, de 19 de diciembre de 1799.

23 IbicL, leg. 55, Nb. 4, al Alcalde Mayor Provincial. Cuba, 8 de octubre de 1799.24 AHOCC. Acias Capitulares, No. 18, de 7 de octubre de 1799.25 R. C. Dallas: Op. cít, p. 265, yANC. Correspondencia de tos Capitanes Genera-

les, leg. 56, No. 4, Someruelos al Gobernador de Cuba, 12 de marzo de 1800.

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Artículo 23Siendo preciso proporcionar a los Negros así librescomo esclavos alguna diversión ya que por su claseno la pueden encontrar en la de violin.es que se con-cede a las demás clases, les permito las de las tum-bas o tabales en las tardes de los días de fiestascon tal que cesen toda función al toque de las ora-ciones y que no hayan de bailar con indecencia niteniendo licores de ninguna especie.26

Muchos de los inmigrantes blancos, con gran númerode esclavos, mulatos y negros libres se habían refugia-do en Jamaica al ser evacuado el ejército inglés. El cre-ciente rumor de que se preparaba una invasión desdeSaint-Domingue, la exaltación de los maroons y la pre-sencia de completados en Kingston determinó que laCámara de la Asamblea dictara en enero de 1800 undecreto de expulsión de todos aquellos residentes queprocedían de colonias francesas, quienes, en buena par-te, se refugiarían en Santiago de Cuba.27

Para este fecha —el mismo padrón asegura ser in-completo— había 693 individuos extranjeros ademásde 225 corsarios franceses,28 estos últimos de color,mientras que los primeros incluían todas las clases.

La afluencia de los barcos corsarios franceses conexpediciones de negros procedentes de colonias ami-gas no es fácil de determinar, pero la reiteración de lasórdenes para prohibir estas transacciones hace ver la

26ANC. Gobierno General, leg. 511, No. 25388.27 ANC. Correspondencia de los Capitanes Generales, leg. 56, No. 1, El Mar-

qués de Someruelos, Habana, 15 de febrero de 1800 y R. C. Dallas: Op.cit, p. 264 y 265.

28 Ibíd., leg. 1, No. 11 (fuera), Empadronamiento de los Extrangeros que resi-den en esta Plaza de Santiago de Cuba, con expecificación de sus nom-bres, sexo, naturaleza, niños, sus clases de Blancos, Mulatos y Negros.Casa adonde havitan el Quartel a quien correspondan, sus oficios y Parti-dos del Campo donde se hallen con nota de los de color que sean sirvien-tes. Cuba, 31 de enero de 1800.

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continuidad.29 Y no podía ser de otra manera, por laimperiosa necesidad de aprovisionarse de esclavos paralas plantaciones azucareras cuyos propietarios estabanurgidos de reemplazar en el mercado a las colonias ve-cinas en apuros sociales.30

El aumento de los residentes de color en Santiago deCuba determinó la orden de Someruelos y Kindelán deno admitir más individuos de esta clase y que los buquesllegados con los mismos siguieran viaje. El capitán ge-neral previo hasta un inminente arribo del cabecillaRigaud; si ello ocurría, debía mantenerse en encierrosu comitiva mientras se le preparaba otro destino.31

Empero, los censos de población de 1800 —aún conel estimado de-quedar por debajo de la realidad-—• certi-fican que en cada calle de Santiago de Cuba se habíaninstalado decenas de inmigrantes blancos y tambiénnumerosos negros y mulatos libres y esclavos.32

Por ejemplo, en el primer barrio de los ocho que com-prendía la distribución administrativa de la ciudad,aquel donde radicaba el palacio episcopal, el conventode Belén y el hospital de San Juan de Dios, vivían 234hombres, mujeres y niños blancos, 28 negros libres, 30negras libres y 35 negros esclavos entre varones y hem-bras de estos franceses.33

En la ciudad se multiplicaron los sastres, panaderos,albañiles, cocineros, carpinteros, pulperos, costureras,médicos, etcétera.

Hubo quienes se instalaron en las zonas rurales próxi-mas al núcleo urbano; algunos amos, acompañados de

29 IbieL, leg. 56, No. 2, Cuba, 13 de febrero de 1800.30 IbieL, leg. 55, No. 4, Santiago de Cuba, 14 de septiembre de 179931 Ibid., leg. 57, No. 2, Someruelos a Kindelán. Habana, 29 de agosto de 1800.32 Ibid., leg. 445, No. 2, Cuaderno en que se han ido asentando los franceses

de todas clases que se hallan dentro de la ciudad sin incluir los que exis-ten en los montes. 24 de julio de 1800. Se informan 724 blancos, 131mulatos libres, 60 negros y 155 negros esclavos.

33ANC. Miscelánea de Expedientes, leg. 4075, No. AJE, de 20 de mayo de 1800.

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sus esclavos y protegidos de color, se establecieron entierras de la comunidad aborigen de El Caney. Por ejem-plo, Mme. Achi (viuda), residía en el establecimiento delpadre Pico, con Ms. Bubalde y Azohui, labradores y losesclavos Malena y Eusebio.34

La inmigración procedente de Santo Domingo, luegode su ocupación por Louverture en 1801, agregó nue-vos refugiados de origen francés, aquellos que escapa-ron a la parte española de la isla y los propios colonosdominicanos con sus esclavos. Los de condición hispa-na recibieron un trato especial, pues Someruelos enco-mendó al gobernador Kindelán su internamiento enregiones del Departamento Oriental.35 A mediados defebrero, sólo una nave trajo 431 pasajeros entre solda-dos y oficiales, 193 blancos y 216 negros.36

Corrían noticias de una insurrección de negros escla-vos, los cuales habían pretendido apoderarse del castillode San Lázaro, en Cartagena.37 Por otra parte, las propor-ciones que fue adquiriendo la población de color en lajurisdicción de Cuba hizo tomar precauciones para evitarlas consecuencias sociales de esta avalancha. Se insistióen la formación de los cuerpos rurales de caballería.38

El intento de restauración económica de ToussaintLouverture en Saint-Domingue incluyó el envío de unacomisión desde Port-au-Prince en la goleta de guerraTricolor para recoger de esa plaza toda la gente de colorAfrancesa en dos fragatas. Someruelos instruyó a Kindelánde modo que en dicho reembarque fueran únicamente

3t.Ibid., Correspondencia de los Capitanes Generales, leg. l,No. 11, Empadro-namiento...

35 ANC. Correspondencia de Los Capitanes Generales, leg. 58, No. 1, Somerue-los al Gobernador de Cuba. Habana, 17 de febrero de 1801.

36 Ibid., leg. 1, No.1 29 (fuera), Cuba, Gonzalo Blanco Salcedo, 15 de febrero de1801,yleg. 63, No. 11, AISr. Someruelos. Cuba, 31 de julio de 1803. Seinforma que 60 embarcaciones o más han regresado de Santo Domingo yMonte Christi con 304 vivientes.

37 Ibid., leg. 57, No. 9, Real Orden de 10 de noviembre de 1800.38 Ibid., leg. 58, No. 1, Someruelos a Kindelán. 17 de febrero de 1801.

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gentes deseosas de retomar, no contra su voluntad; loque no quiere decir que ambos hubieran desistido delos planes de embarcarlos a todos.39

En la primera quincena del mes de marzo de 1802salieron del puerto santiaguero las dos fragatas acom-pañadas de otros pequeños navios de particularescon 600 hombres entre negros y mulatos.40

Contradictoriamente, siguieron procurándose negrosen Cabo Francés y diversos puntos de la costa de SantoDomingo, a pesar de insistentes prohibiciones de laCorona. Por sus respetos, muchos corsarios, sin distin-ción de color, se hallaban a la vanguardia de este nego-cio y se aprovechaban de las discrepancias de bandospolíticos, sobre todo entre hacendados dominicanos yhaitianos. Los primeros buscaban capitales, luego deldecreto de abolición dictado por Louverture en la parteespañola. El apremio de fuerza de trabajo era el pretex-to para el tráfico inhumano y la esclavización.41

Como bien expresan las actas del Cabildo santiague-ro de aquellos años, la urgente necesidad de brazos paralas labores de la agricultura, dictaba pautas. En febre-ro de 1802 uno de los miembros del consistorio decíacon ansiedad "[...] nunca logró este público la introduc-ción de negros con la extensión necesaria a sus terre-nos y cuerpo de labradores".42

Todavía en agosto de ése año, la autoridad mayor dela isla insistía con el gobernador oriental para que hi-ciera respetar el bando de 1796, cuya letra exigía quelos negros que se trajeran a puerto fueran bozales.43

Reacondicionamientos políticos en el Caribe propiciarían

39 Ibid., leg. 60, No. 4, El Marqués de Someruelos al Gobernador de Cuba.Habana, 9 de marzo de 1802.

40 Ibid., Someruelos al Gobernador de Cuba, Habana, 30 de marzo de 1802.41 Carlos Esteban Deive: Op. di., pp. 23-24, p. 84, pp. 93-94, p. 109.42 AHOCC. Actas Capitulares, No. 17 de 8 de febrero de 1802.43 ANC. Correspondencia de los Capitanes Generales, leg. 61, No. 10, Some-

ruelos al Gobernador de Cuba, Habana, 9 de agosto de 1802.

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un paulatino incremento de esclavos cuyos cargamentoseran de las costas de África. Al concluir el año sólo seautorizaba al puerto de Santiago de Cuba para recibir alos inmigrantes,44 pero se renovaban las "ordenes de re-tener en ese Castillo [el del Morro] toda la Gente de Colorque conduzcan las embarcaciones extranjeras [,..]"45

Una vez más los avatares históricos de Saint-Domin-gue volvían obsoletas las medidas dictadas para impe-dir la radicación de población negra en la jurisdicciónde Cuba, porque la práctica cotidiana aceptaba comohecho consumado que la avalancha migratoria eraindetenible.

1803-1808

Con la llegada de las tropas napoleónicas comandadaspor Leclerc y la desaparición en el escenario político-militar de Toussaint Louverture, se abrió una nueva fasede la lucha revolucionaria, esta vez hasta la proclama-ción de la independencia de Haití el 1° de enero de 1804.El empuje de las aguerridas huestes de Dessalines pro-vocó la más aparatosa y multitudinaria emigración des-de las costas occidentales de norte a sur de la antiguacolonia francesa.

Sólo en junio llegaban de Mole de Saint-Nicole y Jere-mías alrededor de 14 embarcaciones. Por su parte, elgobernador del Departamento Oriental, al finalizar esemes, ya daba muestras de preocupación al capitán ge-neral Someruelos, al decir: "Eso se va a inundar de fran-ceses de todo color, lo que puede ocasionar graves per-juicios a toda la Ysla sobre todo hablando de Negros y

** Ibíd., leg. 62, No. 1, de 5 de noviembre de 1802.45íb¡d.,leg. 62, No. 11, Someruelos a Klndelán, Habana, 19 de abril de 1803.

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Mulatos: y si la enfermedad es violenta también puedenserlo los medicamentos".46

Kindelán proponía guardar las costas por tierra yreembarcar a los negros y mulatos sin distinción de sexoni edades para repartirlos entre Pensacola, FloridaTrujülo, Río Tinto y Omoa.47 Confesaba su angustia porla "avenida tan extraordinaria e impetuosa de familiascon la complicación de sus esclavos, aunque fueranbuenos y fieles".48

Entre los días 25 y 26 del mes de junio habían llega-do seis embarcaciones al puerto cargadas de familias,cinco de ellas a la ensenada de Juraguá con 200 pasa-jeros. Dos de las naves se habían perdido en los arreci-fes y sus navegantes, en su mayoría negros y mulatoslibres o esclavos, tuvieron que alojarse sobre la playaen barracas improvisadas.49

Para dar mayor claridad al lector acerca de la enver-gadura del movimiento poblacional y sus ingredientesestamentales, he tomado tres ejemplos de las relacio-nes de viajeros en goletas que arribaron a Santiago deCuba procedentes del Guarico, Mole de Saint-Nicole yJeremías:

Goleta francesa La Serpiente 50

Capitán Coape (Guarico)Equipaje blanco 8Pasajeros blancos 10Mujeres blancas 10Negros esclavos 3Negras grandes y chicas 14Total ', 45

46 Ibid., leg. 63, No. 4, Al Gobernador Someruelos, Cuba 25 de junio de 1803.47 Ibid48 Ibid., Al Gobernador Someruelos, Cuba, 30 de junio de 1803.49 Ibid.50 Ibid., leg. 62, No. 11, José Ygnacio Nuñez al Señor Gobernador, Morro, 14

de septiembre de 1803.

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Goleta francesa El Tigre

Capitán Layo (Mole de Saint-Nicole)Equipaje blanco , 5Equipaje mulato 2Equipaje muchacho 2Pasajeros blancos 15Mujeres blancas 2Negros 3Mulatos 3Mujeres negras 8Negros chicos 3

51

Total 43

Goleta francesa La Delaida52

Capitán Sabornel (Jeremías)Equipaje blanco 10Equipaje mulato 3Oficiales de tropas 12(con su armamento)Soldados . 40Hombres blancos 16Mujeres 2Mulatos 1Mulatas 1Negros 1Negras 2Negros chicos 2

Total . 90

51 IbíeL, 16 de septiembre de 1803.52 IblcL, leg. 445, No. 1, Los Hijos de la Ciudad de Cuba al Señor Capitán

General, Cuba, 30 de junio de 1803.

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El gobernador Sebastián Kindelán se hallaba bajo lapresión de -una buena parte de los notables de la ciu-dad, quienes habían escrito a Someruelos aterrados porla entrada masiva de gente de color:

[...] la Ysla se pierde con la introducción de france-ses foragidos, negros y mulatos que están echan-do estos malditos hombres en nuestra costa, yluego bienen los blancos y por el Morro se introdu-cen pidiendo Hospitalidad, y nada menos es suintención que establecerse en esta ciudad en don-de estamos pereciendo, y de todo careciendo, y conel establecimiento de tantos franceses moriremos.53

En la carta firmada por Los Hijos de la Ciudad de Cuba,también se insinuaba que muchos negros ladinos captu-rados en Saint-Domingue eran comprados por los ve-cinos.

En medio de esta crítica situación, el gobernador orien-tal adoptó medidas tendentes a conservar el orden. En-tre sus disposiciones, prohibió la venta y arriendo de latierra a extranjeros blancos y negros, en respuesta a laalgazara armada por sus críticos. En su artículo núme-ro 5, del bando de julio de 1803, decía: "Ninguna perso-na absolutamente compre, ni reciba, con título algunode enagenación, Negro u otro Individuo de color, párvu-lo, ó adulto de qualquiera edad, varón, ó hembra, quetenga algún Extrangero por esclavo suyo, ó de otro, ytrate de venderlo, o negociarlo [...]"54

Nadie podía estar en la calle después de las once dela noche, ni usar machetes, sables, garrotes, pistolas,puñales, cuchillos o cuchillas; también se prohibían losjuegos. El artículo número 8 descubría la influencia delos negros de Saint-Domingue, al decir que "las tumbas

53 IbitL, leg. 443, No. 1, Los Hijos de la Ciudad de Cuba al Señor CapitánGeneral, Cuba, 30 de junio de 1803.

. Asuntos Políticos, leg. 255, No. 36, Sebastián Kindelán, 7 de julio de 1803.

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solo se permiten en los días de fiesta hasta las ocho dela noche, y no más". Para cortar efectos políticos de tras-cendencia era lógico que se proscribiera a los blancosasistir a las diversiones de la gente de color.55

La presión ciudadana provocó que el gobernadorse decidiera por el embarque de los hombres de colorlibres y esclavos de más de 13 años, hasta un totalde 105, en la fragata de don Joseph Martí, no por ca-sualidad uno de los más connotados traficantes catala-nes de esclavos. El propósito era llevarlos a puertos deTierra Firme, como antes se había hecho con "las tro-pas auxiliares". Mujeres y niñas esclavas se entregabana sus amos blancos, mientras las libres se ponían bajola atención de familias.56

El resto de las tropas francesas, dirigidas por el gene-ral Lavalette, llegaban a fines de 1803 a la bahía san-tiaguera, pero sólo se les permitía ocupar cayo Smith,cerca de la entrada de su boca. Mientras esto ocurría,tanto Someruelos como Kindelán acordaban prohijar elfomento agrícola plantacionista •—-en particular el delcafé-—, al aprobar la venta de tierras a los individuossolventes y confiables de la migración blanca de origenfrancés recién llegada.57

Luego de efectuada su compra por una sociedad defranceses, se proyectó la colonización del hato de SantaCatalina, mediante el establecimiento de 90 familias conesclavos traídos por ellos y los bozales que aquí pudie-ran adquirirse.58

A inicios del mes de septiembre, la situación en Santia-go se hizo insoportable: los frutos valían, más del 150 96,no había casas para alquilar y los portales eran refugios;

55 Ibid.56 ANC. Correspondencia de los Capitanes Generales, leg. 63, No. 12, Some-

ruelos al Gobernador de Cuba, Habana, 2 de agosto de 1803.57 Ibid., leg. 64, No. 5, Al Señor Someruelos, Cuba, 15 de septiembre de 1803.58 Ibid., leg. 64, No. 6, Al Señor Someruelos, Cuba, 30 de septiembre de 1803.

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el agua potable era "género de contrabando" obtenidopor medio de las armas en el lugar de su desembarco.59

Y seguían llegando inmigrantes al puerto, a las cos-tas de Guantánamo, Baracoa, Baconao, Verracos y alsurgidero del Francés, ya fuera bajo control o no regis-trados, porque no siempre las autoridades se percata-ban de estos arribos; lo mismo en bongos, que en balsas,faluchos, piraguas, balandras y bergantines, hasta quela avenida comenzó a disminuir en el mes de diciembre.El 31 de enero de 1804, habían recalado 332 embarca-ciones con 18 430 individuos, sin contar las entradasclandestinas:60

[...] en toda la Ciudad no se halla casa alguna des-ocupada quando sobre las riveras del mar, bajo delos soportales y en las embarcaciones se ven cadanoche abandonados a la intemperie incalculablenúmero de franceses desgraciados, que no encuen-tran una pequeña sombra donde apoyarse.61

Kindelán mentía al asegurar la existencia de pocosesclavos procedentes de Saint-Domingue en la jurisdic-ción de Cuba, mentía al afirmar que apenas si rebasa-ban la cifra de 200, que cada dueño tenía uno y todosdistantes, y que eran mujeres y niñas de 13 a 14 añosen su mayoría. Decía no haber tenido oportunidad parareembarcarlos a Tierra Firme por la mala comunicación,y porque en Maracaibo, Cartagena y Portobelo tampocoquerían recibirlos. Esto era mucha verdad, como tamj

bien cuando afirmaba la necesidad de esclavos para elfomento plantacionista cafetalero de los colonos france-ses. Manifestaba, además, que era preciso dar oficio a

59 Ibid., leg. 64, No. 8, Carta de 18 franceses que desean trasladarse a LaHabana, Santiago de Cuba, 5 de septiembre de 1803.

60Ibíd., leg. 65, No. 8, Extracto de las embarcaciones francesas y demás quehan entrada en este Puerto con familias francesas, pasajeros y resumeningresos antecedentes.

61 Jbid., leg. 64, No. 9, Al General de Brigada Lavalette, Cuba, 24 de octubrede 1803.

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los negros libres no reembarcados a fin de evitar la ocio-sidad y así suplir la demanda de jornaleros agrícolas.Por otra parte, argumentaba haber cumplido rigurosa-mente con la práctica de situar a los extranjeros de co-lor que llegaban a estas costas en un pontón paraobligarlos luego a salir del puerto, e insistía acerca delcuidado de que fueran bozales los negros introducidosy no ladinos. El gobernador oriental puso al desnudosus contradictorias actuaciones en la correspondenciacon el capitán general, pero siempre procuró que la res-ponsabilidad de cada uno de sus pasos hacia la políticade progreso agrario, apoyada en colonos de Saint-Do-mingue, fuera compartida con responsabilidad por So-meruelos.62 Ambos coincidieron en las determinacionesadoptadas todo el tiempo.

El gobernador admitió haber sacado al inicio 300 hom-bres de color en tres buques parlamentarios, pero tam-bién el haber detenido la gestión para evacuar a losnegros por la exigencia defensiva que motivaba el co-mienzo de la guerra en Santo Domingo.63

He procurado por el medio que me ha sido posiblesaber la ocupación de este considerable númerode extrangeros a fin de proporcionarle su subsis-tencia con utilidad del País: gran parte lo están enel cultivo de estancias, algunos en el de café, algo-dón y pocos en el de azúcar varios se emplean encurtimbre y otros oficios y otros muchos en fabri-cas, pesca, corte de leña, acarreo de leña para elconsumo de la familia y en otras maniobras, todasejecutadas por blancos que no desdeñan de ejer-cer la obligación [...]64

La documentación a nuestro alcance deja entrever, entodas estas ocupaciones, la presencia de los inmigrantes

62 IbieL, leg. 66, No. 1, Al Señor Someruelos, Cuba, 21 de febrero de 1804.63 Ibld."Ibid.

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negros. A estos se les autorizó a levantar casas en la calleque colindaba con el muelle. Se anticipó las ventajas queesta fuerza de trabajo reportaría a la cosecha de tabaco ycomo garantía para el suministro de alimentos (carne, aves,huevos, verduras, legumbres, etc.) a la ciudad.65

Someruelos y Kindelán dieron carta blanca, previo ju-ramento de fidelidad y vasallaje, para que los colonoscompraran tierras; pero no se autorizó la naturalizaciónde los arrendatarios,66 cuyas filas se nutrían con mu-chos de los mulatos libres internados en el medio rural.

El gobernador del Departamento Oriental asegurabaque reinaba la tranquilidad en toda su administración,así menospreciaba las opiniones no propicias hacia suconducta de los enemigos de siempre. Se ocupó hastade brindar distracción a los extranjeros residentes conel fin de mantenerlos entretenidos, pues, entre otras co-sas, consintió la erección de un teatro, el cual dio ocu-pación a menestrales y músicos inmigrantes y fue abiertoal público en abril de 1804 para brindar espectáculosde pantonima y de opera.67

El propio Kindelán desmiente que hubiera un exiguonúmero de esclavos en el campo cuando se refiere a laintensidad de los trabajos agrícolas emprendidos porlos franceses: "se registran a la fecha cerca de 3 000hombres cultivando montes".68

Las Actas Capitulares seguían asentando la preocu-pación de sus ilustres miembros por los "negros fugiti-vos que infestan los campos" y las medidas adoptadaspara neutralizarlos:"[...] que no ande en el campo ni unsolo esclavo sin el correspondiente papel que acredite

B5Ibid.66 Ibíd., leg. 64, No. 5, Al Sr. Someruelos Cuba, 15 de septiembre de 1803,

leg. 65, No. 9, de 9 de enero de 1804, leg. 63, No, 1, Habana, de 30 de abrilde 1803 y leg. 66, No. 1, Al Sor. Someruelos, 21 de enero de 1804.

67 Ibíd., leg. 64, No. 9, de 15 de mayo de 1804.68 IbicL, leg. 65, No. 9, Sebastián Kindelán al Capitán General, 9 de enero de 1804.

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de la hacienda que es, su nombre y fecha en que transi-ta y que los jornaleros de la ciudad asi mismo lleven elvoleto de su amo que lo acredite [.,.]"69

Si revisamos los estados de partida de los colonos deSaint-Domingue entre agosto de 18O3 y abril de 1805,los cuales embarcan para ser trasladados desde San-tiago de Cuba a Louisiana, Saint-Thomas, etc., es dablecomprobar que en la "política de reubicación" no influ-yó ni el color ni el sexo, pues las licencias eran solicita-das por hombres y mujeres blancos como también porlas mujeres negras.70Esto parece apuntar hacia un re-flujo natural en busca de mayores expectativas econó-micas entre los inmigrantes menos favorecidos, lo queprovocó nuevos traslados,

LICENCIAS DE SAMDA A INMIGRANTES

Blancos

Varones1 677

2 705

Hembras1 028

De colorVarones

1 016

Tote] : 4 30271

1 597

Hembras581

El número mayor de solicitudes se produjo entre losmeses de abril-agosto de 1804. En junio de ese año,Someruelos alertaba a Kindelán sobre las opiniones delmonarca respecto a las familias francesas para que nohicieran proyectos a largo plazo de su quehacer, porque"es más seguro no abrigar en nuestras colonias unoshabitantes poseídos de opiniones,menos pacificas de loque se necesita,.."72

w AHOCC. Acias Captíufares, No. 18 de 28 de mayo de 1805.T0 ANC. Correspondencia de los Capitanes Generales, leg. 471, No. 3 y leg. 471,

No. 4, Estado que manifiéstalos franceses que han salido de esta Plaza parael continente, la Luisiana, San Thomas, Santo Domingo y otros destinos fue-ra de la Ysla de Cuba, con. distinción de clases y sexo. Véase Anexo No. 1.

" íbicí.72 Ibid., leg. 66, No. 14, Som.e.rueíos a Kindelán, Habana, 14 de junio de 1804.

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Como se puede apreciar, cuidaba la colonia de posiblesdesafectos ante las perspectivas de cambios en las rela-ciones de España con la República francesa. Ajenos a es-tas opiniones reservadas, los antiguos plantadores blancosde Saint-Domingue ahora se sentían más seguros y prote-gidos por la ventura económica luego del desastre prece-dente. Ellos expresaron su agradecimiento por latranquilidad que respiraban y la buena acogida recibidaal gobierno de la Capitanía General de la isla de Cuba.73

La multiplicación del cimarronaje fue la contraparti-da de la prosperidad alcanzada por el auge de las plan-taciones esclavistas en la jurisdicción de Cuba;74 sinembargo, los hacendados no renunciaron a la adquisi-ción de nuevas partidas de bozales, cada año más nu-merosas. Entre 1797 y 1802 entraron al puerto deSantiago de Cuba tan sólo por la vía legal 1 686 boza-les; en cambio entre 1803 y 1808 casi se triplicó la cifrade entradas al reconocerse 3 551 de estos infelices.75

Ningún inmigrante francés pudo suponer entonces loque muy pronto sobrevendría: la repetición para blan-cos y negros del éxodo masivo. En esta oportunidad apartir de la orden dada por las autoridades metropoli-tanas españolas de expulsión como respuesta a la inje-rencia napoleónica en la península.

1808-1809

Al amparo de la eclosión de prosperidad alcanzadaen la primera década del siglo xix se pronosticó, con

73 ANC. Asuntos Políticos, leg. 138, No. 36, El Marqués de Someruelos, Haba-na, 22 de agosto de 1806 y leg. 138, No. 34, Al Gobernador y CapitánGeneral, Cuba, 23 de julio de 1806.

74 AHOCC. Acias Capitulares, No. 19 de 20 de abril de 1808.75 ANC. Intendencia General deHadenda, leg. 1052, No. 23, de 16 de febrero de 1835.

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justificación, mayores venturas para el siguiente dece-nio en la jurisdicción de Cuba. El único requisito, se-gún Kindelán, era contar con la cantidad de esclavossuficientes a fin de alcanzar el florecimiento de lacañcultura.76 Había pocos escrúpulos entre capitanes yarmadores corsarios, de manera que sus navios veníancargados de mercancías, entre ellas, bozales proceden-tes de la base caribeña de Saint-Thomas. Por otra par-te, gruesas partidas llegaban al puerto santiaguero enlos barcos de los comerciantes catalanes procedentesde las propias factorías africanas.

En la última década del siglo xvm, los negociantesnaturales de Cataluña pretendieron monopolizar todoel comercio y prescindir de la competencia que, conbuena ventaja, le hacían los marinos del corso francés.No es de extrañar, por consiguiente, la predisposiciónde aquellos al menoscabo de la comunidad de inmigran-tes de Saint-Domingue dedicados a la marinería y susreiterados intentos por desacreditarlos.

La ocasión para una escalada de intrigas que acaba-ría por liquidar la supremacía de los corsarios france-ses en el puerto santiaguero, se hizo propicia aldeclararle España la guerra a Napoleón Bonaparte des-de julio de 1808. De inmediato, todos los disconformescon los beneficios recibidos por los extranjeros se agru-paron en un bando regenteado por el arzobispo JoaquínOses Alzúa y Cooparacio que incluía a los tradicionalis-tas de siempre, los catalanes del comercio al por mayory las pulperías, y a los hacendados azucareros incómo-dos por las preferencias de Kindelán hacia el fomentocafetalero.

Primero se arremetió contra las propiedades y las tri-pulaciones del corso francés matriculadas en este puerto,las cuales terminaron por ser sometidas a embargo. Más

76 ANC. Junía de Fomento, leg. 92, No. 3929, Sebastián Kindelán, Santiagode Cuba, 9 de septiembre de 1807.

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de trescientos hombres debieron abandonar la bahía,muchos de ellos en cuatro buques parlamentarios quelos conducirían a Santo Domingo entre el 8 de octubrey el 2 de noviembre.77 En segundo lugar, se atacaron alos marinos franceses de las embarcaciones españolasmatriculadas en el puerto. Todos los marinos de seme-jante origen se consideraban una amenaza contra laestabilidad pública, puesto que estaban'armados y eranmulatos y negros. Se propuso su reducción a un cuartode la tripulación en los barcos que partían marafuera,78luego se les prohibió la pesca,79 después se efec-tuó su desarme.80 El comandante del Morro comentabaque toda medida contra los marineros franceses permi-tiría que "los pobres marineros españoles trabajaran, yel populacho, y catalanes (que es la misma cosa) notendrían nada mas que decir en el particular".81

Los catalanes, libres de la presencia de los corsariosfranceses, por fin controlaron el comercio de bozales alpor mayor con Saint-Thomas y con las costas de África.A partir de entonces, grandes partidas arribarían a San-tiago y Baracoa.82

A instancias de la Capitanía General, el gobernadordel Departamento Oriental, Sebastián Kindelán, dictóla expulsión de este territorio de los colonos de origenfrancés por bando de 10 de abril de 1809,83impreso enSantiago de Cuba por Matías Alqueza en idiomas fran-cés y español. De inmediato, se dispuso también la

77 ANC. Asuntos Políticos, leg. 209, No. 133, A Someruelos, Cuba, 28 de di-ciembre de 1808, y Correspondencia de las Capitanes Generales, leg. 84,No. 2, AISr. Someruelos, Cuba, 11 de septiembre de 1809.

78 ANC. Correspondencia de los Capitanes Generales, leg. 82, No. 9, C. Caba-llero al Dr. D. José Emigdio Maldonado, 24 de marzo de 1809.

79 Ibid., leg. 82, No, 10, de 2 de abril de 1809.80 Ibid., leg. 82, No. 10, de 30 de abril de 1809.81 ANC. Correspondencia de los Capitanes Generales, leg. 82, No. 9.82 ANC. Correspondencia de los Capitanes Generales, leg. 84, No. 13, Morro,

11 de noviembre de 1809 y leg. 1, No. 35 (fuera).83 ANC. Asuntos Políticos, leg. 255, No. 41, Sebastián Kindelán.

80

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creación de la Junta de Vigilancia, que daría cumpli-miento al articulado del bando sin excesos, terror, nivulgaridades, e impediría la entrada de agentes france-ses.84

El artículo No. 1 ordenaba salir de la ciudad a aque-llos franceses y extranjeros domiciliados; el No. 2 exigíael cese inmediato en sus oficios a menestrales y artesa-nos. A los carniceros y panaderos se les daban ocho díaspara dejar la jurisdicción, quince a los estancieros yhortelanos y veinte a los que nada poseían. En el artícu-lo No. 3 se establecían cuarenta días, a partir de la pu-blicación del bando, para negociar la venta de fincas ybienes inmuebles por sus dueños. La población de co-lor libre estaba presente en todas las ocupaciones, perono eran propietarios. No se les había otorgado la natu-ralización ni siquiera a los arrendatarios y, como loscorsarios, resultaban a los ojos de las autoridades es-pañolas los más peligrosos por su filiación política re-publicana y revolucionaria.

Al aplicarse estas órdenes, el gobernador Kindelándebió tomar medidas urgentes para evitar la paraliza-ción económica del núcleo urbano, ya que los extranje-ros blancos y negros habían invadido todas lasocupaciones útiles.

Al mismo tiempo pase oficios al Cabildo de estaCiudad para que acordase las medidas oportunasde reemplazar los brazos extrangeros que hastahoy se ocupan en el aprovisionamiento de Carnesminiestras, legumbres y agua a fin de que cumpli-do el termino en que deben cesar los trabajos delos extrangeros no careciese el publico de abastos.

84 ANC. Correspondencia de ios Capitanes Generales, leg. 82, No. 13, de 15 deabril de 1809. Los miembros de la Junta eran Sebastián KIndelán, Silves-tre del Castillo, Tadeo de las Cuevas, Miguel Bestard, Félix José Rodríguez,Manuel Jústíz (pidió enseguida su renuncia), José Rodríguez González yMartín Mueses (escribano de Gobierno y Guerra).

81

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Con iguales atenciones oficie el mismo día al co-mandante de estas matriculas rogándole pusieseen actividad por los individuos de mar, la pesca enque con aprovación de V.S se ocupaba un grandenumero de franceses, no menos que en la exporta-sión de agua potable por el mar dentro de la Ba-hía, no obstante que también se empleabanmuchos matriculados en los propios oficios.85

Dos veces prorrogó Kindelán el plazo para decretar elembargo de los bienes a los que habían cumplido con laorden de expulsión. El 30 de junio expiraba el últimoplazo, el cual desvanecíalas esperanzas de quienes pen-saban en recapitulaciones de postrer momento.

Hemos consultado un estado de pasajeros evacuadosdesde el día 11 de abril hasta el 30 del mismo mes,aunque la relación no se hace por color, recoge en sín-tesis:86

Hombres

512

Mujeres

526

Niños

484

Criados

606 (28,5%)

, Total

2 128

Los criados representan algo más de 1/4 del total,pero no puede desestimarse que entre los hombres,mujeres y niños una parte debió constituirla la gentelibre de color, quienes se dedicaban, precisamente, alos oficios cuyo plazo expiraba con premura. Las listasde pasajeros de algunas de las embarcaciones encarga-das de trasladar a los expulsados87ponen de manifiestola composición étnica:

M Ibid., Al señor Someruelos, Cuba, 12 de abril de 1809.84 Ibid., leg. 446, No. 2, Juan Cristóbal Caballero, Socapa, 30 de abril de 1809,

Estado de las embarcaciones que han llevado Pasajeros. Véase Anexo No. 2.87 Ibid., Santiago de Cuba, de 1° de mayo al 13 de mayo de Í809.

82

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Goleta Nancy Whíte (capitán Juan Murto) para SavannahBlancos hombres 34Blancos mujeres 25Blancos niños 30Hombres de color 16Mujeres de color 14Niños de color 14

Total 133

Javeque parlamentario El Salvador (capitán AndrésParodin) para Nueva Orleans

Hombres blancos 16Mujeres blancas 10Pardos libres 2Pardas libres • 2Negros libres 3Muchachos blancos 7Muchachos pardos 6Negros domésticos 10Negras domésticas 15Negritos y negritas 6

Total 77

Goleta FreemanEllis (capitán Sparrous) para la LouisianaHombres blancos 50Mujeres blancas 20Niños blancos 35Hombres de color 20Mujeres de color 8Total 133Casi todos los días del mes de abril partirían embar-

caciones con evacuados, a veces hasta dos y tres. Ibancon preferencia a la costa sur y sudoccidental de Esta-dos Unidos: Louisiana, Nueva Orleans, Charleston,Baltimore y Norfolk. Mucho menos eran los que se diri-gían a Kingston y Curazao.

83

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Después de vencidos los plazos, el éxodo siguió hacialas mismas regiones hasta el 30 de agosto, fecha en quese consideró definitivamente concluido, El balance finalde los reembarcados fue el siguiente:88

Hombres

I 934

Mujeres

2388

Niños

2 192

Criados

2 356 (26%)

Toíaí

8 870

La proporción entre los cuatro grupos es muy pareci-da, siempre considerando que hombres, mujeres y ni-ños incluyen libres de color.

Los protocolos notariales de Santiago de Cuba testi-monian la fiebre de ventas desatada en 1809 y que in-cluyó las propiedades cafetaleras, las casas cerca del mar,los esclavos criollos y ladinos, los pequeños negocios depulperías y hasta los de venta de agua potable. Los cafe-tales fueron comprados por naturalizados, españoles ycriollos; en tanto, los arrendatarios traspasaban el dere-cho de usufructo de sus estancias. La mayoría de loscafetales apenas si comenzaban a ser explotados; un cen-so de propiedades cafetaleras en los ocho distritos de lajurisdicción de Cuba, apunta hacia el criterio de que unabuena parte de los cafetales (con preferencia en los par-tidos de Cauto, Dos Bocas-Güira}89 eran explotados; porarrendatarios libres de color de .Saínt-Domingue,

Criollos o dominicanos de color adquirieron muchosde los pequeños negocios que los negros provenientesde las colonias francesas habían fundado; también lossustituyeron en las casas ya levantadas a lo largo de lacalle próxima al puerto.90

El Gobierno español terminó por embargar y secues-trar los bienes de los naturalizados, lo que indujo a

** íbid., Juan. Cristóbal Caballero, La Socapa, 31 de agosto de 1809.8»AHPSC. Protocolos, Hacienda 1809 y Giro 1809.90 ANC. Correspondencia de los Capitanes Generales, leg. 83, No. 6, Cuba, 30

de junio de 1809.

84

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muchos propietarios de haciendas a ejecutar la salidaclandestina con sus familiares y esclavos.91

Para que se pueda discernir mucho mejor respecto ala impronta cultural dejada por la inmigración negra pro-cedente de Saint-Domingue entre 1798 y 1809, seprocederá a un análisis demográfico, el cual permitiríaaproximarnos a la cantidad y condición de los que perma-necieron en Santiago de Cuba, aun después de decretarsela expulsión en ese último año. La estadística oficialindica que sólo quedaron los franceses siguientes:92

Naturalizadosdueños dehaciendas

Mayorales deespañoles yfranceses

Artesanos

Otroscompromisosde ia Junta de

Vigilancia

Total...

B

H

34

47

33

4

118

anee

V

42

3

1

5

-

51

s

N

59

O

5

69...j

Bsdavr-os

261

261

No.cate

217

'

j217

No. algodón No.hacdendas

19 13

'

19 13

V: Varón; H: Hembras; N: Niño.

Ni siquiera esta cuenta coincide con el cálculo de 140a 170 residentes todavía en Julio de 1809 que comunicabael gobernador Kindelán, en correspondencia aSomeruelos.93Para nada se menciona a los libres de color,

91 Ibid., leg. 84, No. 1, Al Auditor de guerra, Cuba, 7 de septiembre de 1809,y leg. 83, No. 17, Al dependiente de la Socapa, 9 de agosto de 1809.

92 Ibid., leg. 1, No. 11 (fuera). Cuba, 3 de septiembre de 1809.93 Ibid., leg. 83, No. 12, Al señor Someruelos, Cuba, 15 de julio de 1809.

85

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lo cual significaba su total evacuación. Sin embargo, elmismo gobernador había dicho a los miembros de laJunta de Vigilancia un mes antes, que se manteníanfamilias "sin moverse, mas especialmente mujeres",94 apesar de que en Santiago había embarcaciones listaspara zarpar con destino a Nueva Orleans y a otros puer-tos, y facilidades para su salida.

Me es dable suponer entonces, que a pesar de todaslas medidas aplicadas, muchos residentes extranjeros,en particular los negros libres del interior de la jurisdic-ción, subsistieron ocultos y protegidos por los naturali-zados o por los criollos simpatizantes. ¿Quién podíadeterminar si permanecían o no inmigrantes de Saint-Domingue en los agrestes territorios de las montañasvírgenes? Partidas a caballo recorrían los campos paracorroborar que no habían quedado franceses exceptolos naturalizados, pero los integrantes de las mismaseran los hacendados cafetaleros o sus familiares,95esdecir, los primeros interesados en retener arrendata-rios, jornaleros, algún que otro mayoral francés y, so-bre todo, a los negros esclavos ladinos o criollos.

Si consideramos las cifras a nuestro alcance, el cálcu-lo total de inmigrantes hasta enero de 1804 era de 18 430(entre 18 000 y 20 000 dirá Eondelán en su correspon-dencia)9^ los reembarcados en el período de 1803-1805ascendieron a 4 302; de modo que la resta es de 14 128.Aun si se supone que el éxodo prosiguió entre 1805y 1808 •—-no sería numeroso por la bienandanza econó-mica disfrutada en estos años en la jurisdicción—, pen-samos que el censo de ese último año, encargado a Juan

94 Ibid., leg. 63, No. 3, Sebastián Klndelán a los Señores que componen laJunta de Vigilancia. Cuba, 19 de junio de 1809.

95 Ibid., leg. 83, No. 6, Joseph del Castillo Vfllamedio al Sr. Sebastián Kindelán.Partido del Asomante, 24 de julio de 1809, leg. 83, No. 16. Dos Bocas, 24de agosto de 1809 y Güira, 17 de agosto de 1809, leg. 83, No. 13, Ramada,20 de julio de 1809 y Limones, 27 de julio de 1809.

96 ANC. Asuntos Políticos, leg. 209, No. 133.

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de Dios Zayas por el gobernador Kindelán,97 no se ajus-ta a la verdad con respecto a los residentes de origenfrancés, pues la cifra total de 7 449 queda muy pordebajo de la realidad. De lo contrario, ¿cómo se puedeentender que partieron 8 870 si sólo había 7 449? Esevidente que los resultados han sido amañados, y esnuestro criterio que detrás de la falsedad se escamo-teó la presencia de muchos negros libres y esclavosprovenientes de Saint-Domingue en los campos y en laciudad.

Si trasladamos nuestra atención a las cifras reporta-das de criados emigrados (es probable que no todos fue-ran esclavos) y se le añaden los 478 que, según la Juntade Vigilancia, permanecieron bajo autorización, el totalsobrepasa el número de esclavos de origen francés in-formado por el censo de 1808. Y aunque ignoramos simuchos de los que partieron con sus amos eran boza-les, malintencionadamente, se pasa por alto la canti-dad de esclavos ladinos y criollos vendidos a lossantiagueros y españoles por los dueños franceses. Elpropio gobernador Kindelán, quien había adquirido es-tos esclavos, fue el primer interesado en omitir la pre-sencia una población propensa, en potencia, a lainseguridad política.

Para demostrar la adulteración de dicho censo, bastacomprobar el total de bozales entrados por vía oficialentre 1801 y 180898por el puerto de Santiago de Cuba(sumados los franceses y españoles) de 3 001 esclavos,sin contar las no poco frecuentes entradas ilegales. ¿Quése hicieron dichos esclavos?

En las cartas de Kindelán a Someruelos, el gobernadorse defiende de las reiteradas acusaciones de protección

97 Ibid., leg. 143, No. 86. Cf. Juan Pérez de la Rlvá: "La implantación francesaen la cuenca superior del Cauto", en El Barracón y otros ensayos, Ed.Ciencias Sociales, La Habana 1975, pp. 370-372. Sustenta otra opinión.

98 ANC. Asuntos Políticos, leg. 142, No. 86 y Junta de Fomento, leg. 184, No. 8324.

87

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a los franceses y desvirtúa la impugnación de permitircantidades de esclavos no bozales a los propietarioscafetaleros, también franceses, con pueriles argumen-tos. Decía en 1808 que bajo el apellido Cordies —a quiense ponía de ejemplo entre sus opositores por tener va-rios esclavos— se integraban tres familias en realidad,las cuales, todas juntas, poseían 8 esclavos."Resultaque la documentación de 1812 pone en evidencia queúnicamente la viuda de este Cordies, naturalizado yhabitante del partido de Tiguabos, poseía 24 esclavospara esta fecha.100 ¿Tan sólo en dos años había adquiri-do estos esclavos adicionales?

Elementos conservadores del clero, poco propicios a fa-vorecer el progreso de los naturalizados franceses despuésde la expulsión, no se ocultaban para criticar su comporta-miento. Es así como sabemos, que además de incumplirellos y sus esclavos con los deberes para con la iglesia,

[...] también si se indaga [...] se encontraran en lasdistintas haciendas, cafetales de él [o sea del par-tido] Franceses de diferentes clases y sexos que nifueron naturalizados por el Sr. capitán general, nitampoco por la junta de vigilancia, por lo que fue-ron exportados y clandestinamente se han vueltoa introducir por puertos extraordinarios y perma-necen solapados en dichas haciendas [...]

Caney, 30 de junio de 1812101

Diriamos que ni siquiera salieron, y entre ellos se en-contraban buena parte de los esclavos traídos por sus

99 ANC. Correspondencia de los Capitanes Generales, leg. 66, No.l, Cuba,21 de febrero de 1804.

100 ANC. Gobierno General, leg. 392, No. 18623, Padrón General de los ochoPartidos del Campo de esta ciudad de Santiago de Cuba formando por susrespectivos capitanes en el año pasado de 1812.

101 Archivo del Arzobispado de Santiago de Cuba. Gobierno Multar 1800-1850,leg. 72, Relación del Cura doctrinario por S. M. de la Santa IglesiaParroquial de San Luis de los Caneyes.

88

Page 81: Entre Esclavos y Libres

dueños blancos o que habían sido capturados y luegotrasladados por los corsarios desde las colonias france-sas. La documentación del arzobispado de Santiago deCuba señala que muchos esclavos lad.inizod.os en idio-ma francés no son cristianos "de que probablemente,abundan las haciendas de los de aquella nación".102

Sebastián Kindelán tuvo una preocupación constan-te por demostrar que los esclavos de los naturalizadosprocedían de las costas de África. En las 99 haciendasde café vendidas a criollos y españoles, a raíz del Bandode Expulsión, permanecían 217 esclavos y se insistíaque eran preferentemente bozales; lo mismo se dice delos 90 esclavos en las 125 estancias también vendidas.Con astucia se inserta la explicación de que en 1809,sus actuales dueños empleaban 711 y 250 esclavos res-pectivamente...103 ¡apenas a dos meses de aplicado elembargo a los no naturalizados! ¿De dónde habían sa-cado tan pronto tal cantidad de esclavos?

La misma fuente explica que de ocho habitaciones decafé habían huido 16 blancos con 250 esclavos. ¿Cuán-tos no debieron refugiarse en las zonas vírgenes? El in-cremento por estos años en las montañas orientales delcimarronaje, bien pudiera tener que ver con su existen-cia en estas regiones.

De la presencia de negros esclavos criollos y ladinosnos deja constancia el atemorizado capitán del partidode Tlguabos, al escribir en carta Kindelán:

[...] en medio de un pueblo intimidado con no pocofundamento, pues abrá dos noches que sehaparecieron como 30 negros franceses ha desorasde la noche armados de garrotes y pasaron por enmedio de el arreunirse en una habitación de un

102 Ibid. Varias materias, leg. 71, Testimonio de José María Pérez, Caney, 6 denoviembre de 1813.

103 ANC. Correspondencia de los Capitanes Generales, leg. 1, No. 11 (fuera),Cuba, 3 de septiembre de 1809.

89

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francés llamado Antonio, que la tiene inmediata ala parte oriental del pueblo donde se esperabanotros muchos de las demás habitaciones más dis-tantes, de la misma parte.[...] y aprendí, como unos 20 por aberse escapadocon la oscuridad de la noche los demás. Estos losentregué a sus dueños a el otro dia reprendiéndolospor haberlos dejado salir de su casa en aquellasoras sin habérmelas participado, ni haberles dadoni aun papel a ninguno de ellos que los resguarda-se, y la misma repreension di al dueño de la casapor haberlos consentido, y haber demás de esto,echo baile de tumba en aquellas oras sin mi noti-cia, ni conocimiento, siendo bien estraño este pro-cedimiento; quando en otras ocasiones i a otrasoras me lo an participado.104

Pero si hubo preocupación de Kindelán por disfrazarla existencia de la población esclava ladina y criolla deSaint-Domingue dentro de la jurisdicción de Cuba, fuesuya también la tarea de distraer la atención sobre laconcentración de mulatos y negros libres de la antiguacolonia de Francia residentes en la ciudad y en las zo-nas rurales. El encubrimiento es apreciable hasta en laforma en que las estadísticas de entradas y salidas delos inmigrantes foráneos se suministran. A insistenciade los enemigos, se dice que salieron los corsarios, des-pués los artesanos y pulperos, hasta que no quedó nin-gún libre de color, esto es absolutamente falso.

Vale decir que los jornaleros mulatos y negros libresno podían comprar sus pasajes por sus cortísimos in-gresos y porque a una buena parte de ellos ni siquierase les pagó cuando los contratadores debieron marchar;

104 Ibíd., leg. 86, No. 12, Manuel Ruiz a Sebastián Kindelán, San Anselmo deTíguabos, 23 de abril de 1810. Afirma que también se habían reunido-loshabitantes franceses blancos con el pretexto de misa.

90

Page 83: Entre Esclavos y Libres

de manera que fueron amparados o se escondieron enlos montes hasta que sobrevinieran los cambios políti-cos que les permitieran integrarse a la sociedad. Kindelánasegura que a fines del mes de junio de 1809, muchosfranceses ni siquiera pretendían moverse de la ciudad.¿Cómo esperar que lo hicieran los que vivían en las zo-nas rurales? A tales discernimientos cabe añadir el deque nunca se podrá calcular el monto real de la pobla-ción libre de color, la cual en años precedentes habíaentrado, lo mismo en faluchos que en piraguas y hastaen balsas clandestinamente, por la costa nororiental ysudorienta! del departamento, y sin control alguno seinternó en el país.

Las autoridades se empeñaron en descubrir a los mu-latos y negros libres de Saint-Domingue que no habíancumplido la orden de expulsión y se encontraban solapa-dos y protegidos por sus vecinos en los ocho barrios deSantiago de Cuba. Sin embargo, pocos fueron aprehendi-dos y embarcados en los meses posteriores al bando deabril de 1809,105en su gran mayoría permanecieron es-condidos. Paulatinamente se aceptaron o consistie-ron, ya porque eran gentes de oficios imprescindibles,ya porque las tensiones comenzaron a ceder, junto conlos cambios en la correlación de fuerzas de la Europade 1813, lo que permitió contemporizar con aquelloshombres y mujeres, los cuales, de una u otra forma, sehabían incorporado a la comunidad santiaguera.

Lo aquí expuesto admite una aproximación al totalidóneo de inmigrantes negros procedentes del Santo

105íbid.,leg. 86, No. 10, de 12 y 15 de abril de 1810; leg. 87, No. 13, 3 de mayo. de 1810; leg. 88, No. 3, de 13 de agosto de 1810; leg. 88, No. 14, de 24y 31

de octubre de 1810 y de 7 de noviembre de 1810. La relación de extranjerosen el 1ro; y 8vo. barrios de la ciudad de Santiago de Cuba, desmiente elsupuesto de que en el centro urbano no había franceses. Correspondenciade los Capitanes Generales, leg. 446, No. 3, Antonio de Herrera a Suárez deUrbina, Santiago de Cuba, 11 de noviembre de 1811, y Asuntos Políticos,leg. 213, No. 160, José Francisco Collazo, Cuba, 26 de octubre de 1811.

91

Page 84: Entre Esclavos y Libres

Domingo francés y español, y al de los esclavos ladinos,criollos y libres de color que permanecieron en la juris-dicción de Cuba después de la orden de expulsión. Mepermito subrayar la rica composición de esta oleada deinmigrantes. En ella convergen negros y mulatos agri-cultores, artesanos, artistas, marinos, comerciantes;muchos portadores de una intensa experiencia culturaldonde lo franco-haitiano se combina con lo hispano-dominicano y lo anglo-jamaicano. Quedaron imbricadosen lo criollo de la jurisdicción de Cuba sin que drásti-cas interrupciones en lo finisecular del xvín y los iniciosdel xrx interrumpieran el proceso de asentamiento y mez-cla, si concordamos en la opinión de que la expulsiónde 1809 no significó el éxodo de una parte importantede la población negra llegada de Saint-Domingue.

Mujeres de color libres y esclavos de origen francésformaron sociedades de ayuda mutua para procurar lalibertad de los más oprimidos, en ellas se danzaba ycantaba. El gobierno de Santiago de Cuba intentó su-primirlas en 1817, temeroso de su trascendencia en elterreno de la política.106

A uno de los cabildos que participaban en la festivi-dad religiosa de san Benito de Palermo en la ciudad deBayamo en 1837, le era ocupada una bandera cuyoemblema incluía, sobre el escudo de Castilla, el som-brero emplumado de negro y encamado, símbolo de au-toridad entre los jefes revolucionarios de Haití.107

Semillas imperceptibles de inconformidad social, con-ducidas en las mentes de los inmigrantes negros deSaint-Domingue, que habrían de germinar en el surcodel cubano oriental.

Al arribar al puerto de Santiago de Cuba en los pri-meros años de la década del 40 del-siglo xtx, el viajeroRosemond de Beauvallon, procedente de la isla de

106 IbitL, leg. 125, No. 4 y No. 9, 1817.107 ANC. Comisión Multar, leg. 18, No. 1, 1837.

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Page 85: Entre Esclavos y Libres

Guadalupe, quedó gratamente impresionado al ver quequienes le rodeaban, todos, hablaban francés;108 eranlos herederos de aquellos matriculados negros y mula-tos de la última década del xvra.

Fig. 15. Bandera de un cabildo bayamés con el escudo de Castilla sobreel cual se encontraba el tricornio de los jefes revolucionarios haitianos.

En el mes de julio de 1863, a este mismo puerto llega-ba Jean Simón, empleado de rentas de Haití, para visitara sus familiares residentes en la ciudad. AL peregrino nose le autorizó recorrer la jurisdicción. Con expresionesexageradas, el gobernador oriental explicaba sus razo-nes: "[...] no es de desatenderse, al menos en este de-partamento, donde los negros de las ciudades y de lasfincas hablan el francés de Haití, frecuentemente conexclusión de todo otro idioma, circunstancia que los hacesimpatizar con los naturales de aquellas repúblicas".109

108 J. B. Rosemond de Beauvallon: L'Ile de Cuba, Dauvin et Fontaine/GarnlerFréres, París, 1844, p. 389.

109 ANC. Asuntos Políticos, leg. 53, No. 28, Expediente sobre la sublevaciónde Santo Domingo. 2a Pieza, José de la Gándara al Escmo. Señor Gober-nador Superior Civil de la Ysla, Cuba, 8 de julio de 1863.

93

Page 86: Entre Esclavos y Libres

Hippolyte Pirón, santiaguero de cuna de padres fran-ceses, educado y residente en París, en el prodigiosoL'ILe de Cuba110 hizo un retrato delicado y sentimentalde sus llamados criollos —mestizos de ascendencia fran-cesa—, como él. Para este estudio se había dedicado aobservar las costumbres de amigos y familiares duran-te una visita que realizó a su patria natal a fines de losaños 60 del siglo XK.

A comienzos del siglo xx, Eugéne Aubin recorre lasAntillas Mayores para dejar constancia de la sólida yviva cultura de aquellos inmigrantes negros de Saint-Domingue, transmitida a sus descendientes con lenguay nombres franceses, que perpetuaban su individuali-dad, al igual que sus sociedades danzarias, en las cua-les se servían del tambor y de sus propios hechiceros enel oriente de Cuba.111

Como puede apreciarse, la inmigración negra de Saint-Domingue nutrió lo más profundo de las raíces de nues-tro acervo cultural, y su existencia dejó la impronta deun rico espectro que hasta hoy nos es dable percibir.

110 Ibid.111 Eugéne Aubin: En. Haití.; píanteurs d'auíre/oís négres d'aujoard'hai,

Libralrie Armand Colín, París, 1910, p. XXX.

94

Page 87: Entre Esclavos y Libres

Anexo No, I1 1

SOLICITUDES DE LICENCIA DE PARTIDA (18O3-18O5)

MES

1803

Agosto

Septiembre

Octubre

Noviembre

Diciembre1804

Enero

Febrero

Marzo

Abril

Mayo

Junio

Julio

Agosto

Septiembre

Octubre

Noviembre

Diciembre1805

Enero

Feb.-Abril

Total

BLA

Varones

38

50

24

7

7Varones

35

10

47

102

274

369

272

132

69

67

100

18Varones

31

25

1 577

JSCOS

Hembras

10

11

5

19

14

Hembras

9

51

70

87

189

199

162

123

17

15

28

5

Hembras

14

-

1 028

D1

Varones

10

11

8

5

4

Varones

8

17

46

60

87

204

196

129

117

47

52

. 2Varones

13

-

1 016

B COLOR

Hembras

13

3

3

1

1

Hembras

73

26

25

66

84

127

107

52

17

37

5Hembras

4

-

581

112 En este estado se incluyen a los niños y se excluyen a los franceses blancoso negros a los que se les prohibió desembarcar, y las tropas de Lavalette.La relación se forma con las solicitudes de licencia; de modo que pudodarse el caso de que algunos no llegaran a partir o hubieran cambiado deembarcación o sacaran nuevos pasaportes, etc. ANC. Correspondencia, delos Capitanes Generales, leg. 471, Ño. 3, y leg. 471, No. 4.

95

Page 88: Entre Esclavos y Libres

Anexo No. 2113

ESTADO DE LAS EMBARCACIONES, MOVIMIENTOS DE EMBARCACIONES Y PASAJEROS,ABRIL 1809

¡AbrüDías

11

14

15

i 16

16

19

20

20

21

22

22

23

23

24

Clases

Falucho

Goleta

ídem

Bote No. 3.29

Goleta

ídem.

ídem

ídem

ídem

ídem

ídem

ídem

ídem

ídem

Calidad

Esp.

ídem

ídem

Esp.

Jhg.

Esp.

Ame.

ídem

ídem

Esp.

(dem

ídem

ídem

Ame

Nombre de buques

Caroiína

Concepción

Luisa.

Sierra

Comercia

Santiago

Wilíiam

Luisa

María

Tomasa

Esperanza

Mra. Sra, Carmen

dance

Capitanes Extranjeros

D. Miguel Tessier

José González

D. Juan 13. Midiely

Vicente de Veras

D. Miguel Iglesias

R. Chipman

D. Santiago Teran

John Renaldy

Daniel Wakdonelo

José Almeyda

D. Ygnado Valenzuela

D. José Fons

D. Antonio Vínent R.

Wmiam Smith

Puertos dedestino

Kingston

Kingston

Kingston

S. Bartolomé

Kingston

Kingston

Kingston

Charleston

Nueva Orleans

Baltímore

Nueva Orleans

Nueva Orleau

Nueva Orleans

Nueva Orleans

H

8

10

3

3

3

1

2

12

26

7

18

26

81

42

M

3 "

7

7

i

7

1

13

28

5

40

46

6

45

N

1

a

i

3

17

6

4

20

62

12

31

C

1

5

t

5

21 |

10

45

54

30

5! I

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24

25

25

25

26

27

27

28

28

28

29

29

30

30

ídem

Bajan dra

Goleta

Falucho

Bergantín

Goleta

ídem

ídem

ídem

ídem

Jabeque

Balandra

Falucho

Goleta

Esp.

Ame.

Id,

Esp.

Ame.

ídem

ídem

ídem

ídem

ídem

Esp.

Ame.

Esp.

ídem

Clara

Polly

Despache

Carolina

Clio

Paquet

Carolina

Mohakok

Little Man¡

Bndeiver

Salvador

Filadelfia

Sn. Antonio

Resolución

D. José Carbonell

Daniel Minor

William Roger

D, Miguel Tessier

William Reynegon

Davidson

William Wornom

William. Cooper

Moper Nauldus

John Hill

D. Antonio Parodin

Thomas Theney

Félix Rodrigue?

D. Antonio Font

Nueva Orleans

Nueva Orleans

Nueva Orleans

Kingston

Filadelfia

Baltimore

Nueva Orleans

Norfolk

Nueva Orleans

Kingston

Nueva Orleans

Charleston

Jamaica

Baltimore

Totales

Total General

10

45

28

7

4

15

48

10

26

1

23

12

7'

34

512

28

28

23

9

19

19

55

18

40

6

18

12

9

33

526

23

45

28

24

8

8

34

18

50

4

1

19

17

30

484

25

45

50

18

11

22

14

25

64

3

33

29

5

40

606

2 128

H: Hombres; M: Mujeres; N: Niños y C; Criados,

113 ANC. Correspondenaa de hs Capitanes Generales, leg-, 446, No. 2,30 de Abril de 1809.

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TOMAS DE LA CARIDADDEFIENDE SU IDENTIDAD1

Mientras se formaban las Cortes Generales y extraordi-narias en 1811, el Consejo de Regencia, por Real Orden,facilitaría, para mayor utilidad del Estado, a los subdi-tos españoles que por cualquier línea tuvieran origen afri-cano el estudio de las ciencias y el acceso a la carreraeclesiástica. Si estaban dotados, incluso podían ser ad-mitidos a las matrículas y grados de las universidades,o como alumnos de los seminarios, tomar el hábito enlas unidades religiosas y recibir las órdenes sagradas,si en ellos concurrían requisitos y circunstancias segúnlos cánones, las leyes del reino y las constituciones cor-porativas particulares. Se añadía, más tarde, otra RealCédula para que no se admitieran informaciones de no-bleza ni en los colegios, academias o cuerpos militaresdel Ejército y la Armada, tampoco se permitirían ni usa-rían expresiones de distinción que promovieran la des-igualdad. En este espíritu se aprobó la Constituciónde 1812 en España, pero como atentaba contra sus in-tereses estamentales, la mayoría de los dones criollosde la isla de Cuba no la acogieron con satisfacción.

Evidentemente, en las escuelas santiagueras se man-tenía la odiosa separación de clases, a pesar de las opor-tunas soberanas intenciones de no privilegiar ni hacersobresalir más que por el aprovechamiento, con inde-pendencia de clase y condición. Por consiguiente, las

1 Archivo Nacional de Cuba. Asuntos Políticos, leg. 109, No. 2; leg. 214, No. 118y leg. 297, No. 110.

101

Page 91: Entre Esclavos y Libres

reales órdenes dictaban que los maestros en sus esta-blecimientos populares debían impedir arbitrariedades,evitar la desigualdad, el odio y el aborrecimiento entrelas clases. La costumbre ancestral sería más poderosaque la ley, cuando se trataba de un día tras otro.

Según un texto de 1813, si_ por las noches se transi-taba frente a la casa de un alcalde que administrabajusticia era común ver que, entre los concurrentes, losblancos se hallaban sentados, mientras los libres decolor se mantenían de pie hasta la conclusión del acto;esto resultaba contraproducente cuando todos los es-pañoles participaban de la soberanía de la nación, yera en los tribunales donde más efecto debía surtir laigualdad moral decretada y sancionada por las Cortes.No es sorprendente, pues, de que ocurriera un hechocomo el que relatamos a continuación:

En la noche del 24 de abril de 1814 pasaba el mulatolibre zapatero Tomás de la Caridad frente a la puerta delteniente de caballería don Nicolás Villalón. Este lo llamópara preguntarle por qué había puesto pellejo viejo enlos zapatos que le había confeccionado para el juevessanto. Tomás se defendió diciéndole que el material em-pleado había sido nuevo. Villalón se enfureció y se quitóel calzado y le fue arriba al mulato para golpearle en lacara, mientras lo desmentía. Considerándolo insuficien-te, entró en su casa y salió con el sable en ristre para darde planazos al indefenso. No quedó aquí la cosa; enso-berbecido, Villalón pretendió conducirlo hasta la cárcel yel mulato zapatero buscó el amparo del gobernador.

El teniente acudió al alcalde de primera nominación,don Francisco José Mustelier, y este sacó del sagradoal zapatero para ponerlo en la cárcel pública hasta eldía siguiente. Con el respaldo de la Constitución, el es-pañol Tomás de la Caridad denunció el atropello deVillalón para instruirle causa.

La Carta Magna no cambiaba de la noche a la maña-na la mente de los blancos para diferenciar su trato

102

Page 92: Entre Esclavos y Libres

hacia el hombre libre de color ni hacia el esclavo. Aveces, era hasta peor para el liberto más que para al-gunos esclavos. Tomás confiaba en la Constitución paraque se les dejara de tachar de viles, y que el magistradotomara su caso para ejemplarizar.

Al cabo del mes, un impreso denunciaba los hechos yreclamaba la justicia necesaria para cumplir las leyesque defendían el orgullo, como buenos vecinos, de loslibres de color; el cumplimiento de lo establecido cons-titucionalmente por los tribunales y magistrados quedebían cooperar para destruir al racista —palabra em-pleada— y condenar el ultraje. El autor de este textosingular llamaba a preservar las clases, sin que prevale-cieran unas sobre otras, y la garantía de la individuali-dad. Suponía que así los africanos podrían ser convocadosa los empleos concejiles si, para ganarlos, tenían condi-ciones de virtud y honor. Con esta actitud se perpetua-ría el orden que descansaba en la concordia, la seguridady el sosiego; sin rivalidades para la necesaria libertad ysegún la posición política. Los africanos, decía, no bus-caban alterar la tranquilidad porque no aspiraban a unaigualdad absoluta, "que no existe o no conviene a todoslos pueblos", reclamaban la de la Constitución, la mis-ma que desterraba el abuso de los grandes cuando ata-caban al infeliz. Se pretendía rescatar, en amboshemisferios, la energía que la libertad inspiraba en lanación. Se reclamaba la autoridad única de la ley, paraque los libres de color dejaran de ser despreciados. Acep-tarlo era adherirse a las miras liberales, tomar en con-sideración la utilidad esperada de la ilustración; de locontrario, se renunciaba al bien general de España y,sobre todo, de América. Si se les exigía el honor y lavirtud a los libres de color, no podía ser en medio de ladesconsideración. Nuestro anónimo autor se refería tam-bién a la intención que había en La Habana de excluir alos africanos de la ocupación de alarife: "que los colores

103

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no hacen excepción en la raza humana"; más aún, si setenían en cuenta los principios liberales del Gobiernoespañol. Consideraba que el beneficio mayor de los pue-blos se hallaba en el aumento del número de hombresde bien.

Escritos como el que presentamos aquí, contribuiríana educar a los libres de color en sus derechos igualitariosrespecto al blanco ante la ley constitucional de 1812; ya su vez, a que los blancos se atrincheraran para de-fender mejor su casta. Al mulato Tomás de la Caridad,español según el sagrado código, le había sido violadasu condición ciudadana y no podía este hecho quedarimpune. No sería ni el primero ni el último comentarioen defensa de los derechos ciudadanos del hombre li-bre de color en el imperio ultramarino americano, perosí uno de los más reveladores de su época y consecuen-te con ella.

104

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EL INCENDIO DE LA MARINA1

María Belén hacía dulces de guayaba cuando se incen-dió la casa en que ella vivía frente al billar de madameLatapies, en la calle Nueva que corría de este a oestehasta la bahía. Como a las tres y media de la tarde deldía 15 de febrero de 1814, una chispa de la candela desu cocina saltó al techo de guano y, en pocos minutos,gracias a una fuerte brisa se propagó el fuego, de talmodo, que ya a mediados de la tarde, en su voracidad,había consumido casi toda la manzana donde se origi-nó el siniestro. Por el oeste, llegó hasta el rastrillo delmuelle y se quemaron también las casas de techos conpastillas de tejamaní y paja que había al costado y es-paldas del cuerpo de guardia; este último felizmente es-capó del fuego, lo mismo que el almacén de sal. Enaquella manzana se incendiaron almacenes de muchovalor. Por fortuna, el viento cambió de dirección y fuer-za, porque de lo contrario, el estrago habría sido mayor.No obstante, la pérdida fue incalculable para la hacien-da nacional y para los particulares. Sucumbieron va-rios edificios de valor y las mercancías almacenadas:más de mil barriles de harina, grandes cantidades decafé, azúcar y otros frutos de exportación e importa-ción, mucho tabaco en rama y torcido, jarcias, velamen,duelas, tablazón, etcétera.

1 Archivo Nacional de Cuba. Asuntos Políticos, leg. 255, No. 47; leg. 296, No. 3y leg. 297, No. 101 y 104; Emilio Bacardí: Crónicas de Santiago de Cuba,T. I, pp. 91-92.

105

Page 95: Entre Esclavos y Libres

Desaparecieron 65 casas de todas clases: tiendas demercerías, pulperías, botellerías, billares, herrerías,barberías, relojerías, una fonda, la aguada donde sesurtía el público, una carpintería con materiales para elnuevo muelle provisional y la casilla de la Aduana consu almacén, estacada, rastrillos y piraguas. Se calculóunas 80 familias que habían perdido sus viviendas.

A las seis de la tarde logró cortarse el incendio, gra-cias al terral. Cooperó todo el pueblo y buena parte delas autoridades, incluido el gobernador. No hubo pérdi-das de vida que lamentar, pero sí algunos contusos.

Dos días después, el gobernador Pedro Suárez de Urbinaratificaba y ampliaba el contenido del artículo 22 de suBando de Buen Gobierno donde se exigía dar inmediatacuenta de los incendios a los jueces y cuerpos de guar-dia para avisar con el toque de campana. Los alarifes ycarpinteros debían entonces acudir sin dilación, o seles multaría. Quedaba totalmente prohibido, en la ciu-dad y sus arrabales, la reedificación de casas con te-chos de guano, yaguado, yuraguano o cualquier otromaterial, como el tejamaní, que propiciara la propaga-ción del fuego con facilidad. Ninguna persona, con in-dependencia de su condición, podía introducir en lapoblación los géneros de paja ya mencionados, ni im-portar el tejamaní aunque fuera para el campo. Se exi-gió cubrir las casas con tejas, pues el mular se vendió amenor precio por la demanda resultante del fuego. Tam-bién el gobernador tomó algunas medidas preventivas,como la importación desde Jamaica de dos bombas ojeringas y procedió a destruir el cuartel de paja aban-donado por las milicias de pardos.

El 20 de febrero la Miscelánea publicó un alcance fir-mado por El Patriota Español, donde se criticaba al pro-pio periódico por haberse referido a los ciudadanos ypersonas constituidas con exclusión de los menestra-les y todos los pardos y morenos libres —ahora les

106

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llamaban españoles— que siempre acudían en casoscomo aquel. Por ejemplo, el hijo de Manuel Marciel queayudó a proteger de las llamas el almacén de sal y delque salió pasmado y agónico; el'extranjero Joaquín Par-do, que arrojó sangre por la boca víctima de las heri-das; los patriotas y oficiales de pardos y morenos: NicolásRamos, Cosme Ferrer, Manuel Zorrilla, José Rubalcaba,José Antonio Mojena, Joaquín García, el subtenienteVicente Fernández y otros, estropeados durante el res-cate, y que merecían la gratitud pública para que enotra oportunidad concurrieran con la misma constan-cia y eficacia.

El hombre libre de color, que seguramente escribíaestas líneas, tenía razón al hacer uso de la libertad deexpresión para reclamar sus derechos en corresponden-cia a sus deberes públicos. El "celo se altera, el amorpropio se irrita", cuando no había consideraciones en-tre estamentos. El Patriota Español reclamó la distribu-ción imparcial de la justicia,- y esto incluía el respetopor todos aquellos que habían sido heridos, sin exclu-sión de castas.

La secuela del incendio de la Marina se hizo tan desentir que hasta se tomaron otras medidas de ordenpúblico, como reclamarle a los individuos que se ha-bían apoderado de los muebles y efectos de las víctimaspara que los entregaran al comisario de policía de sucuartel y se devolvieran a sus dueños. El propio editordel periódico, presente durante el incendio, le quitó auna negra una guitarra usada que sacaba del siniestro.No fue la única, ni la más beneficiada en la rapiña. Elrelojero y platero Juan Manuel Vargas anunció en elperiódico al público el traslado de su casa a la de enfren-te de don Pedro Mesa, para continuar su trabajo. El díadel incendio, de su mesa de labor, colocada en el mue-lle, habían desaparecido varios objetos de oro de algu-nos de sus clientes. El maestro herrero y naturalizado

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español, don Claudio María Cordies, elevaba un memo-rial a las autoridades de la ciudad para que se le permi-tiera reconstruir su casa y herrería en el mismo solardonde habían sido devoradas por las llamas.

Los damnificados presentaron la relación de sus pér-didas y se hizo la lista de ellos para que, mediante sus-cripción voluntaria, se ayudara a los más pobres,convertidos en mendigos por el incendio. Otros muchosvecinos aspiraron a restablecer su antigua morada. Peroel tiempo pasó y los solares no se entregaron a sus due-ños, ya que el gobierno dispondría de muchos de losterrenos para la ampliación de los muelles, la urbaniza-ción y la recreación pública. Eran la urbanización y lasmejoras portuarias que reclamaba la prosperidad de queya gozaba el comercio santiaguero —-en los primerosseis meses de 1814, habían recibido 25 buques espa-ñoles y 51 extranjeros, y visto salir 33 españoles y 45extranjeros— gracias a la producción de azúcar y caféen las plantaciones.

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LA MEJORMANERA DE HACER DINERO RÁPIDO1

En la distante Aranjuez, Carlos IV firmó en 1804 unaReal Cédula por la que prorrogaba el comercio libre denegros y su introducción en Hispanoamérica. Una vezmás, y ahora por doce años para no extranjeros y seispara extranjeros. Esta y la de exención de todos los de-rechos de alcabalas, diezmos, etc. para algodón, café,añil y el azúcar prometían el fomento de la agriculturaen la región de Cuba.

Mientras duró la guerra contra Napoleón, corsariosde todas las naciones inundaron el mar Caribe. Los huboarmados en New Orleans deseosos de apresar los deSantiago de Cuba, en venganza por los males que leshabían hecho sufrir a sus paisanos.

Ahora bien, si se quería edificar un capital respetableen poco tiempo, pero con riesgos, lo mejor era armarbarcos para ir a las costas de Guinea y traer cargamen-tos de africanos forzados que se vendían como esclavosbozales para el fomento de las plantaciones y que nun-ca eran suficientes. Para este negocio los catalanes selas arreglaban muy bien, aunque no fueron los únicos.Prudencio Casamayor se distinguía en el gremio por elmagnífico dominio de las leyes comerciales y por su ge-nerosa actitud de ayudar a los demás.

1 Archivo Nacional de Cuba. Asuntos Políticos, leg. 96, No. 12; leg. 297, No. 89y 90 y Junta de Fomento, leg. 74, No. 2829; Archivo Histórico del Arzobis-pado de Santiago de Cuba. Personal del Clero, leg. 65 y Archivo HistóricoProvincial de Santiago de Cuba. Protocolos Notariales, leg. 14, 5 de febrerode 1820, leg. 362, f. 233v; leg. 363, f. 143 y leg. 365, f. 43.

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Joseph Martí y Gola en 1813 decidió la venta en oro yplata de sus propiedades, que incluían el ingenio San-to Patrocinio de Jesús (alias Ti Abajo) y un cafetal confábricas, negros, labranzas y otras fincas de 89 caballe-rías de tierra. Todo lo había logrado del producto de susexpediciones tratistas.

Por supuesto, estas riquezas no se conseguían enmedio de un baño de rosas. El andaluz Agustín de laTejera y Oliva llegó a Santiago, justó en los inicios delsiglo xix, y adquirió rápidamente una fortuna medianteel empleo de cualquier recurso a su alcance. Siempreestaba envuelto en pleitos por reclamaciones de dineroy se valía de influencias y de acusaciones políticas paraconseguir sus objetivos. De la Tejera denunció amonsieur Brossard y al irlandés R. Bell por contratarcargamentos de buques neutrales y de venderles frutospara sus retornos; tampoco las tenía todas consigo res-pecto al cónsul norteamericano Máurice Rogers. No esdifícil suponer a la familia De la Tejera tranquila y sa-tisfecha de haber llegado a la "Muy Noble y Muy Leal"en el justo momento para su suerte.

El norteamericano M. Rogers por su parte tambiéndenunció a Agustín de la Tejera por fraude de reales de-rechos en el cargamento de la goleta inglesa Diligencia,esto implicó que se pusieran en entredicho los bienesdel comerciante andaluz, se le negase la consignación,el registro a despachar su goleta Golondrina a las cos-tas de África y se le exigiera la obligación de entregar alos oficiales reales un libramiento de alrededor de die-ciocho mil y quinientos pesos. De la Tejera se quejó en-tonces, porque cómo era aquello de que un acreditadocomerciante y vecino, ciudadano español, no pudieradisponer de sus propiedades por la acusación de unextranjero como aquel, pues constaba que había sidoexpulsado de Caracas por haber sido secretario del pre-sidente revolucionario y haber estado en Port-au-Prince

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en compañía de un judío polonés, embajador ante elgeneral Petion para enviar buques a Cartagena, con losque el propio Rogers pensaba hostilizar el comercio deSantiago de Cuba. Lo increíble es, que en el momentoen que este le hacía la denuncia a De la Tejera, el pri-mero se hallaba preso en la cárcel pública acusado porel último. A un tal M. Beans se le expulsaba porque,supuestamente, en la víspera había estado en el parti-do de la Candelaria provocando la insurrección entrelos esclavos de la hacienda De la Tejera.

La conclusión era irrebatible, había que neutralizar atodo extranjero que pretendiera instalarse en la plazacomo comerciante, aun naturalizado; porque cuatrocasas imponían los precios de exportación e importa-ción y no admitían competencia. Los periódicos eran lavía empleada para las lamentaciones de los comercian-tes que no querían que se rompiera su monopolio. Porejemplo, a los miembros de la casa comercial deGuillermo Wanton se les exhortaba a irse a Jamaica, ala Providencia (Bahamas) o, tal vez más lejos, a la islade Madagascar en África.

Los catalanes llamaban a la unión para resguardarsede las burlas y acusaciones, que ellos tildaban de ladri-dos de la chusma, de la grey buscona y pedigüeña, yunos a otros se animaban diciéndose que los aplaudíala parte sana de la sociedad.

El marqués de la Candelaria de Yarayabo declarabaser accionista del bergantín Cometa que saldría en 1818hacia las costas de África con el objetivo de surtir deesclavos unas haciendas necesitadas de muchos más.El bergantín La Golondrina y la goleta Nueva Amable sehabían dirigido a las costas de África para el mercadode negros bozales; el primer buque regresó con 200 ne-gros al puerto de Santiago de Cuba, el segundo no al-canzó a arribar con sus 400 africanos. Magín Bory yAndrés Hardy, principales armadores de la expedición,

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reclamaron ante los tribunales competentes por las pér-didas sufridas cuando, al cabo de dos meses, se pre-sentaban en un falucho español, procedentes de SierraLeona, el capitán y otros miembros de la tripulacióncon el argumento de haber sido apresados por los bu-ques de guerra británicos encargados de impedir el co-mercio tratista. En otras ocasiones, los barcos negreroseran capturados en Samt-Thomas o en Haití, o sencilla-mente, abordados por piratas norteamericanos cerca delas costas de África. Y no obstante aquellas enormesamenazas, se insistía en esta práctica, porque eran fa-bulosas las ganancias de los que regresaban.

Otra forma de enriquecimiento fueron las introduc-ciones fraudulentas. Todos sabían que la puerta principaldel contrabando era la Socapa. Retirado el dependienteno había dificultades y, aunque las falúas del resguar-do hacían sus rondas, cuando el buque llegaba a puer-to el asunto estaba ya'bien coordinado: se reunían y,mientras el intendente suponía que se celaban los inte-reses del Gobierno, los boliches recibían buena pagapor hacerse de la vista gorda.

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UN AFRICANORECIÉN LLEGADO... ES UN NEGRO BOZAL1

Los cargamentos llegaban en pelotones y se ponían enla venduta, a veces tenían suerte y les tocaba un amoregular. Con talento, el negro bozal podía aprender rá-pidamente el castellano y hasta el dueño escucharle susexperiencias domésticas africanas y preguntarle sobresu ocupación familiar: "To mi amo, sin'a, con mamita",solía responderle el negro en la confianza, mas no eraesto lo que corrientemente ocurría.

La necesidad de brazos para la agricultura del café yel azúcar era extrema, razón por demás para reclamarde la Corona la protección del comercio de negros enlas costas de África pues, "eran los únicos que el ardordel clima permite ocuparse en el cultivo de nuestra tie-rra"; porque un africano recién llegado, no era más queun negro bozal.

Debían depositarse fuera de la población hasta suferia y construirles un barracón. El primer paso era va-cunarlos, a menos que la armazón estuviera en peligrode muerte; entonces, lo primero era bautizarlos y luegosepultarlos, nunca arrojarlos al mar. Los negros enfer-mos debían ser curados y bien alimentados.

1 Archivo Nacional de Cuba. Asuntos Políticos, leg. 11, No. 6; leg. 96, No. 12;leg. 296, No. 3 y 4; leg. 293, No. 3; Archivo Histórico Provincial de Santiagode Cuba. Protocolos Notariales, leg. 364, f. 71; Archivo Histórico de la Ofici-na del Conservador de la Ciudad. Ayuntamiento, Expediente de varias re-presentaciones en original y testimonio hecho por el Sr. Oficial Honorariodon Pedro Alcántara Acosta, diputado de esta provincia, 1815.

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Flg. 16. Papeleta de venta de un negro bozal, 1810.

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Entre los "Avisos" del 8 de abril de 1812 en el Ramille-te de Cuba, había uno del comerciante Cristóbal Juandóy Guardiola, quien vivía en las cuatro esquinas de doñaJuana Manuela Betancourt. Juandó anunciaba al pú-blico que acudiera a su casa, porque del cargamento desu goleta española La Caridad, al mando del capitándon Francisco Bargalló, le quedaban seis negras y dosvarones bozales que vendía al precio de un tercio enplata y dos en azúcar. Bajo el título de "Venta de ne-gros", también se anunciaba la apertura de venta de losbozales introducidos en la goleta Concha.

El esclavo se hizo cada vez más presente en la vidacotidiana de manera que, a medida que avanzan losprimeros años del siglo xoc, en los bandos de buen go-bierno aumentaban las regulaciones para sus movimien-tos y el respeto irrestricto a su condición.

En su ingenio Patrocinio de San José, el hacendadoJoseph Martí y Gola mantenía a un sacerdote para pro-porcionarle en las temporadas campestres el pasto es-piritual a su familia, pero sobre todo para servir a susesclavos, operarios, labradores y vecinos. El capellántuvo que fijar su residencia en el ingenio y celebrar misa,cuando menos, cada quince días, en las festividades dePascuas, de nuestra señora, etcétera.

Durante el gobierno de Sebastián Kindelán, como eldueño era su representante ante la ley, este debía auto-rizar al esclavo •—de ambos sexos— el alquiler de cuar-to, casa o bohío y no podían vender o empeñar prendassin su consentimiento. Luego, el gobernador SuárezUrbina prohibe a los dueños facilitar a sus esclavos per-noctar fuera de las casas, para evitar robos u otros ex-cesos; también estaba vedado comprarles mercancías.

A medida que se incrementaba el número de esclavosbozales, las regulaciones que regían su comportamien-to eran cada vez más severas: en enero de 1817, EusebioEscudero publicaba un bando que impedía a los negros

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esclavos circular sin licencia de su amo y era más drás-tico en cuanto a no permitir al esclavo alquilar casa; seles negaba el uso de armas cortas, ni siquiera el ma-chete largo del campo; se les impedía andar por la calledespués de la retreta o pernoctar fuera de la casa delamo. Tampoco podrían regentear taller de ningún oficio.

Entre los anuncios clasificados se mencionaba unanegrita criolla de once años que se vendía a 350 pesoslibres, sin tacha para el servicio de mano, con preferen-cia para entretener los niños y con conocimientos decosturera.

En la Miscelánea de Cuba empezaron a aparecer otroscuriosos anuncios, cuando los negros bozales se inau-guraron como cimarrones:

Ricardo María Bell informaba que un negro congocon 18 años, carácter dócil, brazo izquierdo roto, esta-tura mediana, muy delgado, cara rayada con señalesde su tierra, dientes limados y verdugón en el pechohabía huido de su hacienda Guajama. Prometía gratifi-car a quien se lo devolviera.

Un negro bozal propiedad de José Antonio de Zayasse había perdido el 25 de junio como a las dos y mediade la tarde. Se llamaba Bonifacio, congo de 19 años,útil para el agro, era delgado, carilargo, sin pintarrayas,camisa y calzones elegantes, con un sombrero deempleita. Otro tanto ocurría con un mulato claro cima-rrón llamado José Antonio. Este tenía una cicatriz en elcarrillo izquierdo y era bajo de estatura, chambón en labarriga a causa de una puñalada y otra herida. En lacárcel había un negro que aparentaba ser extranjero ydecía pertenecer a una mujer francesa, había sido apre-sado en la hacienda Ti con una argolla gruesa de fierroen cada pie. Era severamente penado todo aquel queocultara los esclavos cimarrones.

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ESPAÑOL O INDIO: ¿QUÉ ERA LO MEJOR?1

En 1814 el diputado a Cortes Pedro Alcántara de Acostareclamó la condición de españoles para los indios de SanLuis del Caney y de San Pablo de Jiguana, por estar muymezclados con españoles, negros y mulatos. De esta for-ma podían suprimirse los protectores de indios, quienessupuestamente tenían la encomienda de velar por losmismos desde la fundación de ambos pueblos y que, le-jos de hacerlo, se dedicaban a esquilmarlos y apoderarsede los llamados fondos comunales. Si los protegidos re-clamaban, todo devenía en grandes litigios intermina-bles e incosteables; por tanto, los descendientes de losprimeros cubanos, se conformaban sólo con que el pro-tector pagase los gastos que acarreaba la celebracióndel santo patrón san Luis. En Jiguaní los protectoresmediante sórdidos manejos no declaraban sus gastosimaginarios y se apoderaban de fondos y rentas de pro-pios sin especificar; además, sus componendas contri-buían a que los alcaldes siempre fueran los mismos.

Como en mayo de 1816 una Real Cédula demandóinformación sobre los caneyenses. El nuevo gobernadorEscudero llevó a cabo una investigación más objetiva yprofunda que la de Pedro Alcántara sobre la situaciónsocial de los descendientes de aborígenes.

1 Archivo Nacional de Cuba. Asuntos Políticos, leg. 109, No. 27 y 100; leg. 211,No. 131; leg. 297, No. 82, 86, 106y 112; Archivo Histórico de la Oficina delConservador de la Ciudad. Ayuntamiento, Expediente de varias representa-ciones en original y testimonio hechos por el Sr. Oficial Honorario donPedro Alcántara Acosta. Diputado de esta.

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Estaba Escudero de acuerdo con Alcántara en que yaera muy difícil encontrar algunos habitantes de San Luisdel Caney con caracteres de indios, incluso se sentíanhumillados de ser llamados así. La mayoría vivía en lamás absoluta miseria de la que también responsabili-zaban a los protectores de indios; porque ninguno pro-movía la crianza y educación de aquellos pobladores yse comportaban como sanguijuelas. También proponíadarles la condición de españoles y suprimir a los pro-tectores. Según él, esta decisión traería ventajas econó-micas para los descendientes de aborigen; en su lugarpodría considerarse la designación de un oficial coman-dante pedáneo y conservar el Cabildo. Los naturales deEl Caney pagaron con un profundo e incubado rencorde siglos a los criollos de la jurisdicción de Cuba y no esde extrañar que prefirieran mostrar su fidelidad al rey,antes que ponerse de parte de unos coterráneos quesiempre los despojaron y menospreciaron.

Erigida la iglesia en 1701, hacia principios del siglo xixestaba sin torre y con los altares y ornamentos en unestado lamentable. El Ayuntamiento, que servía a lavez de cárcel y escuela de primeras letras, estaba arrui-nado, el hospital fundado por Pedro A. Morell de SantaCruz en 1756, completamente abandonado. Ofrecía elpueblo un aspecto deprimente, pues la mayoría de lascasas eran de guano y embarrado sin orden de distri-bución. En cada una de ellas vivían hacinadas tres ocuatro familias, y estas precarias condiciones propicia-ban el incesto de primer y segundo grado.

Por convenir a los manejos fraudulentos de los pro-tectores de indios, nunca pudo saberse la extensión ori-ginal de las tierras de la comunidad indígena.

En 1703 se había hecho el reseñalamiento de tierrasde la reserva original, donde se puso en evidencia cómolos dones criollos de la jurisdicción habían movido,sistemáticamente, los mojones de deslinde. Por una Real

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Provisión de diciembre de 1774, librada al siguiente añopor la Audiencia Territorial, se levantó un plano de losterrenos de la comunidad que ascendían a 371 caballe-rías de las cuales 328 eran cultivadas por 10 de losmás importantes dones criollos sin que hubiera cons-tancia de escrituras de ninguna de ellas, y aunque seles fijó un precio de diez pesos tampoco se reguló elcanon de arrendamiento total. La propia Audiencia dis-puso que los sobrantes de tierras se repartieran, a par-tes iguales, entre los indios. Como estos vendieron elderecho de cultivo de las tierras comunales a los másmodestos inmigrantes franceses, entre otros, a finalesdel siglo xvín y comienzos del xix •—con la aprobación delos protectores— los descendientes de aborigen queda-ron casi sin ninguna; a cambio, recibían un tributo irri-sorio de 5 pesos por cada caballería. Lo acontecidoprovocó dos actitudes entre los descendientes: la emi-gración y el fomento de la ociosidad.

Los ancianos del pueblo de El Caney estimaban que elnúmero de caballerías incluidos en la reserva indígenaera mucho más elevado que el ya indicado; en la segun-da década del siglo xtx, las tierras arrendadas sumabanmás de 500 caballerías y era superior la cifra de censa-tarios. En aquel momento la caballería costaba 350 pe-sos. Si se abonaba el 5 %, estipulado por la RealAudiencia —-y no los 5 pesos como astutamente se ha-bía aplicado-—, las cajas de El Caney podían nutrirse debuenos ingresos, según opinión de Escudero. Estas ren-tas se invertirían entonces: en una fábrica de tejas yladrillos a bajos precios que favorecería la sustituciónde las casas de guano, ocuparía los brazos de los veci-nos como asalariados y terminarían los pleitos con losarrendadores por las pencas de palmas que se emplea-ban en el techado de las casas, ya casi agotadas por losconsiderables desmontes al levantarse los cafetales.También pensaba Escudero que se podrían rehabilitar

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edificios como: la iglesia, el Ayuntamiento, el hospital yquedarían aún tejas para que las compraran los veci-nos pudientes de la ciudad que residían en el pueblodurante los fuertes calores de verano y durante la feriade nuestra señora de Guadalupe. El gobernador esti-maba imprescindible la construcción de un puente paraevitar que la comunicación quedara cortada por las cre-cidas del río San Juan.

¿Por qué tanto interés del gobernador en algunas con-cesiones para los descendientes de aborígenes? La razónhabría que buscarla en el incremento de los palenquesy acimarronamientos. Los caneyenses eran expertos co-nocedores de la manigua, por la práctica sistemática dela montería y por colmenizar, por tal razón, se emplea-ban en las expediciones para perseguir negros fugitivosapalencados con mucha frecuencia; también formabanuna compañía urbana de milicias y concurrían pormoderados estipendios a los cortes de madera para es-tacadas y cuando cuajaban las salinas naturales sobrela costa de Guantánamo.

Abolida la Constitución, el monarca decidió mante-ner la condición de indios a los naturales de El Caney.

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PARA CONOCERAL "IGNORANTE" APALENCADO1

En otra parte hemos hablado sobre el rigor del goberna-dor Eusebio Escudero para arremeter contra la prácti-ca del apalencamiento y el cimarronaje. Por bando seprevenía que, si el negro —o negros— aprehendido des-pués de las oraciones y hasta las seis de la mañanaprocedía de algunas de las haciendas cercanas a la ciu-dad, no se cobraba por su captura y el esclavo era en-tregado a su amo sin costo alguno de carcelaje. Pero siera reincidente, el amo pagaba y se le indicaba cómodebía castigarlo. El gobernador opinaba necesario ha-cer sufrir al esclavo con 25 azotes en la picota a manofuerte; y la Real Audiencia consintió con todas estasmedidas, para beneplácito del jefe político y como solu-ción para extinguir los palenques. Desde el 24 de mar-zo de 1816, todo esclavo que sin papel de su amo o desu mayoral fuese aprehendido sufriría los 25 azotes,aunque estuviera en el perímetro cercano a la ciudad, yluego se seguía el anterior procedimiento.

Como es de suponer, los métodos draconianos no fue-ron efectivos y el gobernador empleó, paralelamente,otros más "diplomáticos", con los que se pretendía sor-prender la buena fe de los apalencados. El gobierno re-dactó condiciones que presuponían la ingenuidad de losalzados: los cuatro jefes principales de los palenques

1 Ai-chivo Nacional de Cuba. Asuntos Políticos, leg. 111, No. 94; leg. 125, No. 12y leg. 255, No. 54; Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba, GobiernoProvincial, leg. 554, No. 3.

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serían declarados libres, vestidos y alimentados con másdistinción, desde el momento en que se presentasen consus compañeros. Seguirían fungiendo como capitanesde sus respectivas partidas para gobernarlas como es-clavos, en los trabajos de dos estancias a que los desti-naría el gobierno colonial bajo la ejecutoria de hombresblancos. En una trabajarían para el sustento de todos yen la otra, trabajarían los días de fiesta para su prove-cho; los caudillos estaban en la obligación de perseguir yprender a todos los esclavos que no quisieran reducirsey a los que se fugasen de las haciendas; para ellos y sucuadrilla ganarían el precio de captura. Al cabo de seismeses de cumplido el programa de rehabilitación, seharía una separación por méritos y trabajos y sedividirían los entregados en cuatro clases: los de la pri-mera, quedarían libre a los dos años; los de la segunda,a los tres años; los de la tercera, a los cuatro y los de lacuarta no adquirirían la libertad sino hasta los cincoaños, por cometer actos de insubordinación, hurtos ofugas; lo cual daba pábulo a la arbitrariedad. La premi-sa era que todos debían mantenerse sumisos y trabajaren la composición de los puertos como esclavos.

Don Luis Rafo, genovés de 35 años, quien vivía casadoen Baracoa y era de profesión aprendiz práctico del Ca-nal Viejo, por las características de su trabajo, se movíapor Mayarí y por los fondeaderos de Sagua de Tánamoen cuyos montes había muchos apalencados con los quenegociaba ropa, azadas, sombreros, machetes y otrosartículos. Como estas operaciones ilegales fueron de-nunciadas, no tuvo otra alternativa que ofrecerse al te-niente gobernador para negociar con los 14 apalencadosdirigidos por un tal Gallo, al que le había inspirado con-fianza. Ellos comerciaban con la cera que, mediante in-termediarios, vendían en Santo Domingo.

Rafo recibió un salvoconducto de Escudero y trató deque le acompañara el cura don Juan Manuel Basulto

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para catequizar a los apalencados y servirle de testigo.Según el práctico, quería recuperar lo que le debían yllevó algunos efectos más para ganarse sus simpatías,pues pretendía que le devolvieran los esclavos escapa-dos de las haciendas. Rafo consideró malograda la ges-tión por los perversos que se enriquecían con el tráfico,pues en el mismo momento en que se disponían a traerlos fugitivos todo se transformó por la llegada de un co-rreo al palenque. Los cimarrones desaparecían aquellamisma noche sin que el práctico se percatara y supusoresponsable a los rancheadores, quienes deseaban man-tener el desorden, ya que habían pactado $500,00 porlos esclavos acimarronados. Las declaraciones del geno-vés eran contradictorias, puede suponerse que hasta élmismo no quiso que la operación tuviera un fin exitoso;si bien podríamos imaginar también que los apalencadosal enterarse de las condiciones propuestas por el go-bierno, no fueran tan tontos como para pactar.

A mediados del año de 1819, el presbítero Juan LuisMonfengá cumplía otra misión del gobernador Escude-ro en la misma región. Con la anuencia del prelado Joa-quín Oses había viajado el 28 de junio hasta el curatode Sagua de Tánamo. Allí se hallaban los negros Gallo yAgustín, quienes capitaneaban apalencados que entra-ban en casas y haciendas para tomar provisiones dearmas y ropas con la promesa de pagárselas. Tropezótambién con el palenque situado en la parte este delparaje de Caujerí del caudillo negro Ventura Sánchez,más conocido por Cubas, quien se apareció con 22 ne-gros. El sacerdote bautizó a un párvulo y a un adulto,confesó a una negra, la cual dio muestras de sumisióny respeto, recibieron las bendiciones ladinos y exper-tos, oyeron sus exhortaciones y las mismas promesasdel gobierno. Entre ellos no se hallaba Feliciano, su otrocapitán, por encontrarse con otros negros en la elabo-ración de la cera; los demás aseguraron que se podía

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decidir por unanimidad. Prometieron entregar al crimi-nal Victorino, azote de negros y blancos, y a todos losnegros dispersos no sujetos a orden.

El negro Agustín y el nombrado Gallo se resistieron aadmitir cualquier resultado que no fuese la absolutalibertad de todos. También los otros: "Penetré muy lue-go que no estaban de acuerdo con las promesas quehabía hecho el gobierno", dice el presbítero Juan LuisMonfengá, y añade que el cambio de propósito era porsugestión de personas civilizadas, porque no podía con-cebirse que por paito propio vincularan lo sucedido alos naturales del pueblo de El Cobre, cuya comunidadel rey liberó del servicio de sus dueños. Ellos demanda-ban la misma concesión para todos, no se conformabancon que la gozaran sólo los capitanes, la libertad debíaser general. ¡Cuánta cultura histórica criolla y de políti-ca popular atesoraba aquella decisión!

Entonces, fueron los caudillos de los palenques los quehablaron con ardor hasta temer Monfengá por su propiavida. ¿Cómo podía suponerse que aquella apasionadadefensa de sus criterios era inyectada por personas aje-nas? Las autoridades desconocían absolutamente lamentalidad de aquellos hombres alzados y creyeron con-vencerlos con proposiciones pueriles. ¿Quiénes cree ellector que eran los que pecaban de ingenuos?

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EL MAS HUMILDE, EL VEGUERO1

En 1805 el rey Carlos IV concedía a los vegueros la gra-cia de exención de diezmos, como ya antes lo había he-cho para el azúcar y el café. Mas sobre el cultivo deltabaco caía todavía la lastimosa plaga de la Factoría yel anquilosado sistema monopólico que compraba lahoja al veguero para el Estado español con los situadosmexicanos, los mismos con los que se pagaba tambiénla tropa.

Uno de los temas de la agricultura con mayor atenciónen la administración del Departamento Oriental, por par-te del síndico procurador general, era el de los cultivado-res de tabaco. En 1811 se consideraba como la rama máspingüe y florida del imperio; por lo que se valoraba elestanco como un sistema administrativo que impedía sa-car mayores ventajas, porque los ciudadanos honrados

1 Archivo Nacional de Cuba. JuntadeFomento, leg. 209, No. 9454; intendenciade Hacienda, leg. 136, No. 19 y leg. 975, No. 26; Asuntos Políticos, leg. 95,No. 12; Archivo Histórico Arzobispado de Santiago de Cuba. Personal delClero, leg, 65; Archivo Histórico de la Oficina del Conservador de la Ciudad.Ayuntamiento, Testimonio del Dictamen del Síndico Procurador General in-terino don Miguel Bestard sobre las instrucciones formuladas por el Dipu-tado a Cortes de esta Ciudad y lo acordado por el Muy Ylustre Ayuntamien-to de ella en 1811. Instrucciones1 que nosotros, los comisarios del MuyYlustre Ayuntamiento de esa Ciudad, consecuente a la comisión que se nosha conferido por acuerdo del 7 de enero último formamos para dirigir alApoderado en la Villa y Corte de Madrid, 7 de junio de 1817. Cuba, José delCastillo Vlüamedio y Rafael Joseph Portuondo. Archivo Histórico Provincial deSantiago de Cuba. Protocolos Notariales, leg. 362, f. 135v. y 136; BibliotecaNacional José Martí. Colección Cubana. C. M. Sociedad, T. 29, No. 10 yJosé Rivero Muñiz: El Tabaco, su historia en Cuba, T. I, Instituto de Histo-ria, A. C., La Habana, 1965.

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no podían usar libremente del fruto de su trabajo. Elreclamo era de que el tabaco que se entregaba a la Fac-toría se pagaba inviolablemente en tabla. El vegueroquería disponer de sus tabacos de desecho, o no admi-tidos por la Factoría para venderlos en rama o manu-facturados, tanto en Hispanoamérica como a otrosextranjeros. Otra solicitud era de que el gremio de losvegueros pudiera nombrar un veedor que, junto al de laFactoría, reconociera la calidad del fruto, y hasta untercero, arbitro del propio gremio. Se proponía estimu-lar la exportación, mediante rebaja de los impuestos, ala mitad del tabaco manufacturado respecto al de rama,y que los tabacos de estas regiones se embarcaran des-de el puerto de Santiago de Cuba hacia la penínsulapara ahorro de embarques y fletes, gastos generadosinútilmente con los envíos a La Habana. En el expe-diente de la representación de poderes a Juan Bernar-do O'Gaban también se incluyó el tema del desestancodel tabaco.

Cabe decir que, en más de una oportunidad, la cargade tabaco con destino a la Factoría de La Habana toma-ba rutas inesperadas. En su carácter de subdelegadode la superintendencia y dirección de la contrata de ta-bacos, el gobernador Escudero dictó orden de aprehen-sión para el contratista Manuel Morillas, acusado demalversar en 1815 el cargamento de tabaco que iba bajosu responsabilidad en la goleta de bandera portuguesaSan Antonio.

La escasez de recursos del imperio, durante la luchacontra Napoleón y los inicios de la revolución indepen-dentísta en la Nueva España, redujeron los situados dela Capitanía General. Apenas si alcanzaban para el prestde las guarniciones de La Habana y la Florida.

En un papel remitido publicado por el Ramillete deCuba, de agosto de 1812, los vegueros de Contramaestreprotestaban airadamente contra aquellos que querían

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enriquecerse con daño de terceros; ya que los depen-dientes de las factorías de Bayamo y Jiguaní compra-ban de contado la cosecha de aquel año, sin pagar ladel anterior, corno si quisieran que los vegueros toma-ran una soga y se ahorcaran del árbol que mejor lesacomodara, única opción para quedar tranquilos y li-bres de tantas opresiones y hostilidades como las pape-letas de crédito que luego cambiaban a los pulperos juntocon los manojos de tabaco. Al rey se suponía ajeno adichos "males envejecidos" y concluían amenazantes,al recordar los sufrimientos y la explotación de que eranvíctimas: "y basta, porque semejantes materias tocan apensamientos con temas de otros alcances".

Tenía buena parte de razón el factor de Jiguaní, JoséFrancisco Collazo, cuando respondía al papel remitidode los vegueros de Contramaestre diciendo que sólocumplía órdenes.

En las instrucciones de 1817 al apoderado de la cortede Madrid, se reiteraban las demandas de los vegueros.Y si no se insistía en la supresión de la Factoría, almenos se reclamaba la necesidad de enviar los tabacosdirectamente a la península. Ese mismo año expirabala Real Factoría.

Las nuevas leyes de Aduana decretadas bajo el régi-men del trienio liberal ratificaron el desestanco del ta-baco, y al cesar definitivamente el monopolio el 1ro. demayo de 1821, se establecían aranceles para su entra-da en la propia España. En aquel instante, apenas siempezaban las penurias del más humilde de los agri-cultores criollos libres...

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PLANTADORES CAFETALEROS Y ESCLAVOS1

Desde que en los comienzos del siglo xix los francesescontribuyeron enormemente al fomento cafetalero, San-tiago de Cuba devino una ciudad que florecía, en buenamedida, gracias a la economía agraria y de beneficio deeste grano. La cadena montañosa de la Sierra Maestra,que rodeaba el valle al fondo de la bahía santiaguera,no fue ya mero paisaje pues sus tierras quedaron des-brozadas al calor del incremento numérico de las habi-taciones cafetaleras con fuerza de trabajo esclava.

En la década de 1820 no sólo los cafetaleros france-ses se empeñaron en la explotación de las tierras de lasestribaciones de la jurisdicción de Cuba, del mismo modofueron objeto de atención por los criollos con algún ca-pital. Entre las ofertas aparecidas en los periódicos demediados de esta década había muchos cafetales: unode El Caney, por ejemplo, en el partido de Dos Bocas,con tres mil pies de café de diferentes edades, con sur-tidos de plátanos y con negros o sin ellos según el gus-to del comprador. También un francés vendía, en tierrasdel capitán de milicias Santiago Portuondo, una ha-cienda de café con una y media caballería de tierra aleste de Seybabo; contaba con seis mil matas de café

1 Archivo Nacional de Cuba. Miscelánea de Expediente, leg. 4072, No. Bk;Archivo General de Indias. Gacetas 20/1; La Miscelánea de Santiago deCuba, 26 de mayo de 1825; Gacetas, 18; Gaceta Cubana, 11 de febrerode 1829; Gacetas, 54; El Dominguillo de Santiago de Cuba, 11 de enero de1824; Biblioteca Nacional José Martí. Colección Cubana, Diario Constitucio-nal, 3 de octubre de 1836; Gaceta Cubana, 24 de mayo de 1829.

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paridoras, cuatro mil cepas de plátanos, mucha yucadulce, naranjas de china, hierba de guinea, aguacates,mangos y un río cercano. Poseía sus correspondientesmolinos y secaderos, la casa de vivienda y todo lo de-más necesario para su servicio, incluidos seis negros.Otra hacienda cafetalera en venta se hallaba a seis le-guas de la ciudad y a dos y media de la villa de El Cobre,con 50 000 matas de café, la mitad de ellas en granparición, una rosa nueva para recibir 30 000 estacas,con surtido de toda clase de frutos, buena casa de vi-vienda, almacenes, caballeriza y cuatro negros de dota-ción. En los anuncios clasificados aparecía: la haciendaLa Paz, cuya mitad pertenecía a Domingo de Heredia,en el partido de la Amistad, con 24 esclavos de diversasedades y sexos que, junto a las otras pertenencias, setasaba en $16 090, y la hacienda cafetalera y añileraArroyo Cacao en el partido de Maroto tasada en $16 970,con 27 esclavos de ambos sexos y edades.

En vista del crecimiento cafetalero, muchos habitan-tes de la Candelaria y Limones se quejaban de las gran-'des vueltas y revueltas que había que dar a las lomaspara conducir sus frutos hasta la ciudad debido a lanegativa de algunos habitantes para concederles pasoo camino abierto a través de sus plantaciones. Por au-sencia de buena vecindad, se invertía medio día parallegar a Santiago cuando el camino se podía hacer entres horas. En el Redactor Liberal Cubano se hablabahasta de nuevas formas de cultivar el café, según prác-ticas de Arabia.

En 1823 el hacendado cafetalero Agustín de la Tejeray Oliva se explayaba en algunas de las característicasde la producción cafetalera al argumentar su reclama-ción para eximir del servicio de milicias cívicas a susmayorales. En cambio, quería poner la organización delservicio militar rural bajo la subordinación de los capi-tanes de la seguridad rural.

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Como decía poseer más de 280 negros esclavos, calcu-laba que si cada uno recogía un barril de cerezas, des-pués de beneficiado, le rendirían 33 libras netas. Eltotal de la dotación colectaba en un día 9 240 libras, yen cuatro días 36 960 libras que, a 15 pesos el quin-tal, reportaban un dividendo de $5 544. De la Tejeracreía que sólo con los mayorales a la vista los negrostrabajarían de esta eficiente manera, porque "su condi-ción violenta estima por descanso, los ratos que hurtaal trabajo". Es difícil contar con una opinión tan des-carnada, pero seguramente la más común, entre los tí-picos hacendados cafetaleros criollos que considerabanal esclavo enemigo natural de amos y mayorales, "demodo que sin una escrupulosa observación a sus accio-nes: halla mil maneras ruines de despicar su enojo, ydesahogar el odio con que mira a sus superiores".

Nuestro hacendado pensaba que una cosecha malmanejada podía arrastrar a la ruina los cafetos. Si larecolección del fruto duraba cinco o seis meses y losmayorales se ausentaban la mitad del tiempo a causade las exigencias de la milicia, podría acarrear la ruinade la plantación o, cuando menos, la pérdida de la mi-tad de los frutos. Agustín de la Tejera valoraba que elrégimen disciplinario de una hacienda requería de te-són y severidad porque poca era siempre la atenciónpara evitar que los esclavos llegaran a extremos doloro-sos. El mayoral era imprescindible para evitar la relaja-ción del orden económico y doméstico en los campos. Asus espaldas, el negro podía tomarse algunas licencias,ser menos puntual en sus tareas y rebelarse cuandoaquel lo obligaba a cumplir estrictamente con su deber.

Este paradigma de hacendado criollo, alertaba de losexcesos de la esclavitud, tal y como había ocurrido enlas haciendas de don Pedro Planos y de doña EulaliaRevilla; de aquellos extravíos domésticos fácilmente po-día pasarse a los del partido, y de estos a todos los

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campos de la jurisdicción de Cuba. ¡Había que impedirquedar a merced de los esclavos y de los malhechorespor prestar atención sólo al celo de la ciudad! Como eraalgo de interés común del gobierno y de los hacenda-dos, De la Tejera sugería incorporar tres o cuatro hom-bres montados como auxiliares del capitán del partidoy sostenidos a su costa. No será necesario abundar mássobre el carácter conservador de aquel De la Tejera ha-cendado a quien no importaban las defensas del país,si en ello iba comprometida su economía.

Si alguien le hubiera dicho a aquel furibundo teóricoeconomista de la plantación esclavista que su biznietoDiego Vicente Tejera iba a pensar de manera diferente,como socialista cubano de fines del siglo xtx y princi-pios del siglo xx, hubiera muerto del susto o de la risa.Naturales ironías de la historia.

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EL VEGUERO Y EL "RELAJAMIENTODE LAS COSTUMBRES"1

Hacia 1817 en la región oriental, cada vega contenía unpromedio de unas 10 000 matas. La situación del ve-guero seguía siendo precaria. Los tenderos especula-ban con las papeletas de crédito entregadas por la RealFactoría y tan sólo las aceptaban mediante rebajas que,en ocasiones, eran hasta del 50 %, a trueque por grose-ros géneros y bastos efectos de quincallería; solía el ven-dedor ambulante venderle fiado para luego cobrar conparte de la cosecha. Lo peor era que al veguero todo se leiba en el pago de las arriendos o censos que debían porla tierra al hacendado, pues la Real Factoría comprabaa precios muy bajos. Sus funcionarios pretextaban queel veguero exigía aumento para hacerle el juego a loscontrabandistas. Por Real Orden de 23 de junio de 1817terminaba la larga agonía de la Factoría de Tabacos.

En la jurisdicción de Cuba, las márgenes de los ríosCauto, Guaninicum, Río Grande y Aguadores contabancon la casi totalidad de las vegas y el partido de PalmaSoriano era el de mayor número de vegueros. Tras laliberación del monopolio, hubo una etapa de crecimien-to en el cultivo y también del contrabando, el gobiernose hizo de la vista gorda.

Desde antes existían algunas tabaquerías y con lanueva situación se incrementaron para la fabricación

1 Archivo Nacional de Cuba. Asuntos Políticos, leg. 289, No. 3; Archivo Históri-co Arzobispado de Santiago de Cuba. Personal del Clero, Palma Soriano, 23de agosto de 1832; Archivo General de Indias. Gacetas 20/21; "Distribuciónde Terrenos", en La Miscelánea de Santiago de Cuba, 5 de agosto de 1825.

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del torcido. Por la desaparición del mulatico de 12 a 14años Juan Nepomuceno, sabemos que los esclavos sededicaban al torcido de tabaco, y lo hacían muy bien,según se recoge en El Redactor Liberal Cubano de agos-to de 1823.

Salvo excepciones, el veguero quedaba condenado auna vida miserable, a la angustiosa espera de ser ex-pulsado, en cualquier momento, por el hacendado de latierra que laboraba. El gallego Ramón de la Sagra opi-naba que los vegueros debían hacer de sus posesionesel uso que quisieran, pero no era este criterio de la ma-yoría de los criollos propietarios de tierras. La vida delveguero no mejoró.

En agosto de 1825, la Miscelánea de Santiago de Cubasacaba a la luz un articulo de Manuel María Pérez, titu-lado "Distribución de terrenos" en el que se mostrabapartidario de la pequeña propiedad; en todo caso, de ladistribución en porciones pequeñas de los terrenos bal-díos. Consideraba un obstáculo para el fomento de laagricultura no tomar esta medida. M. M. Pérez decíaque si la tierra era arrendada, el agricultor tendría in-centivos suficientes para su mejoramiento; creía que esteera el motivo de la depauperación de las vegas y asíjustificaba la holgazanería como un hábito de los pro-ductores de tabaco de la jurisdicción. Opinaba que nin-gún arrendatario juicioso trabajaría óptimamente paramejorar su plantación si no recibía la utilidad extraídade los pequeños fundos.

Vista las afectaciones del ramo cafetalero y del azu-carero, amenazado el tabaco con la desvalorización pro-gresiva, Pérez vaticinaba la disminución considerabledel precio de las propiedades tan sólo compensadas conel reemplazo de productos nativos como el cacao, la gra-na y el añil para sustituir a los países disidentes deHispanoamérica en los mercados. Estimaba que debíande establecerse nuevas poblaciones blancas en Mayan,

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en Yateras y en surgideros de ambas costas, a barlo-vento y sotavento, forma además de evitar los apalen-camientos y el bandidismo.

El periodista de La Miscelánea creía que, con estapráctica, podría sustituirse a los africanos y a los in-genios de azúcar. Los grandes aristócratas de la tierra,sin embargo, vendían el conjunto de su propiedad sininteresarle su fraccionamiento; es el caso del tradicio-nalista don Antonio María Mancebo que vendía todasu hacienda Naranja del río Cauto con 122 caballeríasa 90 pesos cada una.

Como puede apreciarse, era indudable la existenciade vastos territorios sin cultivar y el desinterés de suspropietarios de entregar las tierras a los vegueros. Muypor el contrario, luego de desaparecida la Factoría, loshacendados propendieron a expulsar de sus haciendasa los vegueros.

En agosto de 1832 desde el curato de Palma se comu-nicaba al palacio arzobispal cómo iban disminuyendolos parroquianos por decisión de los propietarios de losterrenos en los que se cultivaba el tabaco. De sus difi-cultades económicas derivaba también el relajamientode las costumbres, el libertinaje, la falta de caridad y deespíritu de religión, que fray Antonio Ávila opinaba exis-tía en aquel curato. Y lo peor para él, que las sectasheréticas y antirracionales aprovechaban estas brechaspara introducirse "hasta el silencio de los desiertos bajoel velo de humanidad".

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ESOS ARTESANOSIMPRESCINDIBLES A LA CIUDADANÍA1

El mulato o negro libre artesano, en sus diversas ocupa-ciones, era una ñgura_ insustituible en la vida diaria de laciudad. Nadie podía igualarlo cuando se trataba de re-solver las necesidades del vestir, del alimento procesadoo en los requerimientos habitacionales. Los alarifes dealbañilería y carpintería, como el fiel contraste, siempreformaron parte del Cabildo, al menos para dar opiniónen todo lo que se vinculaba con su arte. A medida queavanzaba el siglo xix, los artesanos se diversificaron yespecializaron. Recordemos la crisis ocasionada por laexpulsión de artesanos franceses no naturalizados y li-bres de color en 1809. Muchos eran realmente artistaso profesionales en la rama que les competía.

En 1812, frente a la iglesia de Santa Lucía se estable-cía una carpintería de volantas que incluía tres oficios:herrería, talabartería y carpintería por el talabarteroDomingo Mejías. Ya conocemos a Juan Manuel Vargas,el servicial relojero, y al herrero Cordies, ambos resi-dentes en la calle próxima al puerto y víctimas del in-cendio de 1814.

Otros artesanos de origen francés se incorporaron ala sociedad santiaguera: el tapicero decorador Felipe

1 Archivo Nacional de Cuba. Asuntos Políticos, leg. 215, No. 109; leg. 292, No. 5;leg. 296, No. 3; Archivo General de Indias. Gacetas, 22, Papel Oficial delGobierno de Santiago de Cuba, 28 de septiembre de 1824; Biblioteca Nacio-nal José Martí. Colección Cubana, El Redactor, 8 de marzo de 1837; ArchivoHistórico Oficina del Conservador de la Ciudad. Ayuntamiento, El Redactor.Periódico de Santiago de Cuba, 4 de diciembre de 1829.

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Leroux, quien adornaba camas de todas clases, sofás,canapés y salas de baile. Vivía en casa del carpintero Mr.Bonin en la calle del Gallo. En esta misma calle, frente ala casa de don Agustín Morales, J. M. Fideaux, reciénllegado de Norteamérica, puso también su taller de sas-trería de todas las modas. En la calle de la Marina sehabía instalado el relojero Feudit, quien componía relo-jes y tenía un surtido de prendas a precios moderados.

En EL Redoctor de Santiago de Cuba de marzo de 1834, Ms.Luis Francisco Delmés anunciaba todas sus habilida-des. Vivía en la calle de Santo Tomás, frente a la casade Ms. Peacós, y ya varias personas habían acudido aél por la moda de los retratos en miniatura. Continuóen esta labor por $ 25,00 cada uno mientras en su casao en la del discípulo impartía lecciones de Dibujo. Gra-baba caracteres ingleses para billetes de convite, enca-bezamientos de cartas, iniciales con sellos de Francia,en piezas de plata el nombre entero, losas sepulcrales,tallas dulces y todo género de grabados. Aseguraba sucrédito basado en el trabajo ya realizado, y anunciabael grabado de unas vistas de la ciudad y sus contomos:regalaría la primera a la Real Sociedad Patriótica y lasotras las contrataría por suscripción.

Entre los artesanos más solicitados estaba el pana-dero, también era de los más vigilados por las autorida-des, debido a las eternas dificultades para conseguir laharina de trigo.

Uno de estos artesanos era Santiago Perdigueras. Te-nía su panadería en la Calle Ancha de Las Enrama-das.. En el avalúo de sus bienes, cuya totalidad se tasóen $ 8 975, se encontraban los esclavos panaderos: elnegro Víctor, Julián alias Amor, Santiago alias La Bontéy Santiago alias Lindón. Además se incluían' a las ne-gras vendedoras de pan: María, alias Sophia y MaríaFrancisca, alias Carolina.

En la casa había también una balanza de hierro consus platos de hojalata nuevos con pesas de plomo que

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se componían de dos libras enteras, dos sueltas, dosmedias, una de cuatro onzas, dos de a dos y una deuna; dos cedazos de alambre amarillo de cernir harina—uno nuevo y otro de media vida—, una mesa de ama-sar galletas, dos palas de panadería, un cayuco de ceiba,dos tinas, una artesa de panadería, una docena de ta-buretes americanos, etcétera.

Juan Crisóstomo de Moya reguló el precio de ventaen 1829 al establecer que cada bollo de medio real tu-viera su peso adecuado.

Pan de huevo

Pan blanco

Pan francés

Pan, molletes

Onzas

8

11

14

15

Adarmes

10

3 1/2

5

Se encarcelaría al que no cumpliera con estos pesos yla multa se iría incrementando con la reincidencia,

Al llegar las partidas de harina, se hacía una pruebade calidad por los panaderos y luego se ponía en ven-ta. Don José Fabré la vendía a $15 y 4 reales si lecompraban 50 barrile's, y a $14 y 4 reales si se le com-praban 100, siempre que fuera al contado.

En los "Partes económicos" aparecidos en El Redactorde 1836, se solicitaba la compra de un negrito sin ta-cha, de 16 a 20 años, con principios o propicio paracalcetero y zapatero. Otra solicitud era de los señoresMiratges y Cía. en la calle de las Enramadas para com-prar dos negros tabaqueros. Había jóvenes esclavosadiestrados en torcer muy bien el tabaco.

Don José Ignacio Rapolls se decía profesor del arte dela droguería y confitería. Vendía por pregón, y medianteavalúo, la confitería inmediata a la casa de la gallería.Del mismo modo el alcalde ordinario anunciaba una te-nería o curtiembre establecida en terreno del licenciado

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• don Juan Bautista Sagarra en el Camino Real de laIsla al extremo de la ciudad, administrada en sociedady que se valoraba en la cantidad de $ 3 126. Llegabaen 1839 Luis Delonetl, maestro sastre de París, de in-mediato avisaba al vecindario y ofrecía sus servicios enel establecimiento de la calle de Santo Tomás No. 28.

Como es dable demostrar con facilidad por los empa-dronamientos, los más reconocidos artesanos eranmulatos o negros libres •—muchos de ascendencia fran-cesa— que, con su esfuerzo, hacían algún capital o he-redaban las habilidades de sus progenitores. Aspirabanal blanqueamiento, tenían esclavos, se preocupaban porilustrarse y participar de la vida pública de la ciudad.

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EL AFRICANOSE CAPTURA, SE ESCLAVIZA Y ...SE REBELA1

Al incrementarse las cargazones de esclavos proceden-tes de África, la diversificación de ocupaciones en laciudad para esta fuerza de trabajo resultó singular yhasta paradójica. Muchas situaciones de aquel enton-ces nos parecerían absurdas y curiosas si no fuera porel drama que encerraba la mayoría de ellas.

Por enero de 1821, el bergantín francés Balatín sehallaba en las costas de África con 262 negros de am-bos sexos, destinados a Prudencio Casamayor. En agostodel año siguiente, el capitán don Juan P. Bennet delbergantín francés Th.an.is, procedente de Marsellas, car-gó en las costas de Angola 404 negros de los cualesmurieron en la travesía 107, supuestamente los lleva-ban a la Florida, y ante la necesidad de abastecer elbergantín se acercó al puerto de Santiago de Cuba. Elcapitán Bennet se presentó ante el Morro, y como no vioal práctico ni a nadie se aproximó a la costa de sotaven-to de la Socapa donde, luego de serias dificultades, lo-gró desembarcar a la tripulación y a los esclavos. Créaloamigo lector, si desea ser ingenuo.

1 Archivo Nacional de Cuba. Asuntos Políticos, leg. 28, No. 12; leg. 117, No. 22,27, 51 y 53; leg. 118, No. 69; leg. 124, No. 17: leg. 215, No. 109; leg. 289,No. 3 y leg. 296, No. 3; Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba.Juzgado de Primera Instancia, leg. 360, No. 15; leg. 376, No. 5, 6 y 7; leg. 378,No. 3; Archivo Histórico de la Oficina del Conservador de la Ciudad. Ayun-tamiento, Cimarrones, Cuba, 7 de febrero de 1823, Cuba, 27 de agosto de1825 y Acias Capitulares, No. 39, 7 de diciembre de 1822 y No. 49, 17 defebrero de 1823; Archivo General de Indias. Cacetas, 22; Papel Oficial delGobierno de Santiago de Cuba, 28 de mayo de 1824 y Biblioteca NacionalJosé Martí. Colección Cubana, El Redactor, 2 de octubre de 1836.

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José Caridad Caballero, vecino de Santiago de Cuba,reclamaba el valor de un negro que le había compradoal tratista don Francisco Giraudy de sus expediciones aÁfrica, quien conocía que el esclavo padecía de una en-fermedad incurable de la cual murió al sexto día de com-prado; para colmo había invertido en su asistencia yenterramiento. Acudía a las autoridades a fin de cum-plir con el contrato de calidad. En las "Ocurrencias deldía" de la Miscelánea de Cuba se solicitaban negros al-quilados, para ser pagados por mes. El propósito era larecogida de café, claro que con beneficio para el dueño.

El gobernador departamental Eusebio Escudero com-pró en 1816 un esclavo en 200 pesos para que fungieracomo verdugo con el compromiso de liberarlo luego dediez años de servicio. En este tiempo se le daría un realdiario, reemplazado después por el rancho del día y cadaseis meses con la entrega de una muda de ropa. Ante laAudiencia en 1827, el negro José Antonio de la Cruzreclamaba el incumplimiento del trato y su puesta enlibertad. El argumento para retenerlo era que debía en-señar el oficio a un nuevo verdugo, con perfección yagilidad. El viejo verdugo alegaba que sus fuerzas físi-cas se habían consumido en el servicio público por loque estaba casi ciego, pero había cumplido con la ins-trucción del reemplazo: recordaba con añoranza la pri-mera vez que había ejercido su oficio al ejecutar la penaen la horca a Manuel de los Reyes. Había vivido preca-riamente en la cárcel por las arbitrariedades de su al-caide, de manera que pudo haber muerto por hambre ovíctima del odio y mala voluntad profesados por los pre-sos, "expuesto a ser víctima de su furor, por ser yo elinstrumento de su castigo" y un objeto abominable. Sedolía de no tener relaciones con la gente de su tierra, dehaber recibido tan sólo 10 pesos por doscientos azotesa ocho individuos y la aplicación del garrote vil a uno.

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La Audiencia de Puerto Príncipe atendió su reclama-ción y dispuso su libertad.

En el Juzgado de Primera Instancia de Santiago deCuba se revisaba la causa seguida a don ManuelColumbié acusado de darle muerte al negro José Trini-dad perteneciente a doña Manuela Jardínez. Los acree-dores de doña María Josefa Boudet anunciaban al públicola venta del negro Francisco, casta canga como de 25años y con un valor de $ 300,00, para que hicieran pos-tura, si estaban interesados. Si se quería comprar unbirloche de última moda, se admitía a cuentas un negroo negra sin tachas y el resto de cualquiera otra forma.

El oficial de la Real Hacienda don Pedro Alcántara deAcosta manifestaba al gobernador en 1822 que enMayan Arriba los mayorales de las haciendas Mícara,Sabanilla y Vega Bellaca se quejaban de los graves pre-juicios sufridos por causa de los cimarrones que anda-ban en pequeñas partidas, vagaban, robaban los frutoscomestibles, perseguían los animales y hacían susrancherías en las inmediaciones. Consideraba temibleque los habitantes hicieran de rancheadores individua-les, pues se exponían al asesinato e incendios de susfincas y proponía organizar partidas secretas para evi-tar que se les avisara.

En Sagua de Tánamo, don Vicente Jardínez recorda-ba las promesas hechas por el gobierno de la provinciapara la persecución de cimarrones y malhechores. Losnegros fugitivos se reunían en palenques en las hacien-das de Mayarí y Sagua y se pedían $ 600,00 para laorganización de partidas con armas de fuego.

En diciembre del propio año, el ingenio de don JoséHorrutiner fue incendiado por los propios negros de sudotación, de manera que los miembros del Cabildo ele-varon sus voces para evitar la repetición de estas espan-tosas escenas derivadas de la discordia y la revoluciónque destruiría la agricultura, la industria y las artes.

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A los vecinos hacendados y pudientes se les pedíaauxiliar al Ayuntamiento mediante una contribuciónvoluntaria para formar un fondo estable con el que pu-diera contarse para las urgencias y servir a las partidasque permanentemente recorrían los campos en perse-cución de los cimarrones y malhechores a fin de con-servar la tranquilidad y seguridad de los habitantes. Elcimarrona]'e continuó proliferando, y los periódicos sellenaban de informaciones sobre los que habían huido.

En el pueblo de El Cobre un mulato propiedad del físi-co del regimiento de Cuba, se paseaba tranquilamentepor las casas y calles sin que nadie lo molestara. El ne-gro esclavo de Costa Firme llamado José Ignacio, propie-dad de don José Francisco Collazo, alto de cuerpo, carnesregulares, buena cara, de hablar bajo y muy rezador, sehabía huido desnudo y envuelto en una sábana. A vecesla desaparición de un esclavo no implicaba su huida porla libertad, e insinuaba situaciones más escabrosas. Enun "Parte económico" de 1836, se informaba del extravíode la negrita carabalí Elena, como de ocho o nueve años,vestida con túnico de fondo blanco con flores de coloresy un pañuelo morado con flores azules por los hombros.Del cafetal El Corralillo, propiedad de doña María delCarmen Portuondo del Villar, se había desaparecido unnegro retinto de hablar torpe, estatura regular y buenafigura. Tenía las entradas de las sienes un poco gran-des, llevaba calzón y camisa de coleta.

Cualquier movimiento de sospechosos o desconoci-dos era inmediatamente informado. El capitán del par-tido de Santa Catalina comunicaba al gobernador de laprovincia la detención del mulato natural de Santo Do-mingo llamado Baptista, como de 30 años y de cincopies-seis pulgadas de alto. Se conocía como tocador detambor y aficionado a cantar, había sido sorprendidoen un patio de la calle Princesa donde vivía con la negra

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Reina. Era sospechoso de haber participado como uno delos cabecillas de las conspiraciones de 1822, los otroshabían huido a Jamaica. Ahora bien, en varias oportuni-dades, las autoridades de Jamaica tuvieron que recla-mar al gobernador de Cuba sus subditos ingleses decolor, como ocurrió en 1826 con Robert Me Kenzie.

Las medidas represivas no impedían la explosión na-tural de rebeldía de los esclavos. En 1824, el mayoralSantiago Dubois se quejaba porque le faltaban los es-clavos de la hacienda La Esperanza de Santa Catalina ypedía entre ocho y diez hombres blancos como ranchea-dores. En Yateras Arriba se calculaban 30 o 40 negrosestablecidos en bohíos y apalencados; en Guajama oGuaninicum, Francisco Llanos daba cuenta ese mismoaño de un proyecto para Pascuas de sublevación en masade los negros que pretendían asaltar la hacienda. Esteproponía que por cada 30 negros se pusiera un mayo-ral blanco. Otra supuesta sublevación era informadapara el partido de Guaninao por Francisco Barriga algobernador de Santiago de Cuba, cuando lo que habíaocurrido era que dos esclavos se habían negado a en-tregar los machetes al contramayoral. Sin duda habíatemores.

Por el pueblo de El Caney pasaba un piquete de tro-pas con dirección a las haciendas del partido deAsomante para sofocar la sublevación de los negros.Quizás los resultados de las acciones punitivas de losmilitares no fueron de la plena satisfacción de los pro-pietarios cuando apenas dos días después el capitán departido de Limonar, inmediato a Asomante, informabaque en este todo permanecía muy tranquilo: Había re-corrido las haciendas y sus mayorales se mantenían enlos puestos correspondientes para avisar si se producíaalguna novedad. El capitán de partido Augusto Deronsele,naturalizado francés, agregaba que estaba dispuesto a

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colaborar con el gobierno, aunque observaba la necesi-dad de reformar la correlación de fuerzas entre escla-vos y mayorales, pues había algunas plantaciones hastade 100 y más negros, donde no existía más que un blancoo ninguno, o mayorales morenos. Confiaba sólo en loshombres blancos y proponía la proporción de uno porcada 50 negros para el control de estos.

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EL PALENQUE DEL NEGRO SALVADOR1

En el partido de la Palma de Soriano, su teniente donJuan Ascencio de la Cerda recibió del capitán de mili-cias don Mariano Ferrer una comunicación en la que leinformaba haber cogido al negro de su propiedad huidollamado Casimiro.

El 28 de marzo de 1826 al negro Santiago, contrama-yoral, propiedad de don Manuel Pruna, le salió al en-cuentro el cimarrón Casimiro para convencerlo de quehuyera y proclamara la libertad'. Según Santiago, comoa las siete de la mañana, cuando venía de ver a su mu-jer que vivía en la Loma de la Cruz camino de El Cobre,se encontró con el esclavo de don Mariano Ferrer en elpotrero de su casa. Casimiro le dijo que quería convo-car a los esclavos de las haciendas para reunirse en unpalenque del partido de La Palma donde se hallaba unode los tres capitanes que con 300 hombres traían laorden real para que todos fueran libres. El contramayo-ral le respondió que no comprendía cómo era que unaorden del rey venía por un conducto tan diferente al delGobierno, a lo que Casimiro respondió que eso no im-portaba, que traían la orden, aunque estaban ocultos.Santiago le dijo que esperara y que a su vuelta conversa-rían más despacio. En realidad, lo que hizo fue pasar ala vega del amo don Manuel González e informar a estede lo ocurrido, quien a su vez lo hizo a don Mariano Ferrer.

1 Archivo Nacional de Cuba. Asuntos Políticos, leg. 31, No. 16.

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El esclavo Casimiro andaba huido hacía dos meses ydesde hacía siete días se hallaba en el palenque cerca-no a la hacienda de su amo. Allí se había encontradocon los negros Joaquín y Salvador, esclavos de doñaMaría del Rosario Ferrer, con Mateo, esclavo tambiénde don Mariano, y con los esclavos de Joaquín de Lan-da. A los tres días de su llegada al palenque se presentóun negro libre francés, alto, delgado, de cierta edad,que dijo llamarse Salvador La Fontayne y se identificócomo uno de los capitanes que traía mucha gente paraincorporarse con los esclavos de las haciendas próxi-mas e irse más adentro. Casimiro relata que, al otrodía, se apareció su compañero Fernando, esclavo de sumismo amo, el cual dijo que venía.porque se le habíaperdido un mulo con dos quintales de café y como no loencontró temía que lo castigaran por eso.

El capitán Salvador mandó al negro Casimiro para quebuscara gente que se uniera a ellos, y en estas gestiones,fue aprehendido mientras regresaba al palenque, comoa las siete u ocho de la mañana. Andaba en compañíade Juan Congo, de Rafael y del chino Perico, cuando elamo don Mariano gritó: "¡Cógeme ese negro que es mío!",y le echó mano mientras saltaba la cerca del potrero.

El negro Martín, que junto con otros compañeros veníade regreso de Yarayabo, a donde había ido para llevarunos negros de su amo, relataba en sus declaraciones,que llegó solo al palenque ya citado; allí se encontrócon el capitán Salvador, con Casimiro, Fernando, Joa-quín y con los también esclavos Salvador, Carlos yMateo. Comió carne de vaca y de puerco y lo sonsaca-ron para que se quedara con ellos diciéndole que porqué aguantaba tanto cuero. Les respondió que iba abuscar ropas a su bohío para quedarse, pero en reali-dad nunca tuvo esas intenciones porque su amo erabueno, le daba mucha comida y sus días de fiesta. Elcapitán al despedirse le había pedido que no fuera a

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abrir la boca, y él prometió guardar silencio. Al llegar asu casa, el amo lo mandó a su conuco. Martín sabíaque Casimiro tenía la orden del capitán francés de irseal palenque de Mayarí donde se había juntado muchagente huida, porque decía que "los blancos nos estándomando y que seamos libres" y porque en Guantánamo,otro capitán también se rodeaba de mucha gente.

Al chino Joaquín, natural de Santa Marta, se le pre-sentó Casimiro en su bohío para decirle: "Joaquín, yanosotros no podemos'aguantar más, he venido a bus-carlos a ustedes porque tenemos un capitán francés,que es de los del general Morales, que ya tenemos jun-tados como 20 hombres, que los esperamos a ustedespara unimos con los del Hatillo y Yarayabo, que estánesperándonos para ir para el palenque para hablar conel capitán"; él dijo no tener mal amo o capataz.

El chino Perico recibió la visita de Juan Congo y deCasimiro para pedirle que se uniera al palenque, justoen el momento en que don Mariano Ferrer procedió aatrapar y amarrar a su esclavo.

El negro Antonio, de 45 años y esclavo de ManuelPruna, dijo no saber nada de ese palenque, porque du-rante toda la Pascua se la pasó bebiendo aguardientehasta quedar completamente borracho, ni siquiera pudolevantarse del suelo cuando su amo Bartolomé Suárezle dijo bien fuerte: "ese es barbero". Para conducirlo alingenio fue preciso que el contramayoral Santiago lollevara sujeto, allí lo amarrarron por orden del tenienteJuan Ascencio.

José Dolores Ruiz, esclavo de Manuel Pruna, conocíadel palenque próximo a su casa en los terrenos deMariano Ferrer. Con licencia de su mayoral se fue paraSantiago de Cuba en la noche del jueves santo y regresóal amanecer del martes, tercer día de Pascuas. Al lle-gar, se encontró con Casimiro en los bohíos de sus com-pañeros y este le repitió aquello de que venía a recoger

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a la gente por mandato de un capitán negro francésapalencado en el rancho, que contaba con una cuadri-lla de negros de los ingenios Maniel y Concepción, quie-nes habían venido a buscar a los de Vega Grande.

El moreno francés Salvador La Fontayne declaró, lue-go de jurar por la cruz, ser libre de nacimiento y proce-der de Port-au-Prince. Estaba en la isla desde hacíatreinta años, y había desembarcado por Trinidad. Des-de esta región, se había enrolado en un bergantín parallevar tabaco y azúcar a Providencia, regresó cargadode sal a Holguín y viajó nuevamente para la Martinica,arribó en 1821 a Santiago de Cuba en época de EusebioEscudero. Los últimos cuatro años había vivido en suvega de Santa Catalina, la que abandonó por los bajosprecios del tabaco. Ahora se dedicaba a aserrar y labrarla madera, de manera que últimamente había trabaja-do donde lo necesitaban. La cuadrilla dirigida por JuanAscencio los asaltó al amanecer mientras dormían, casitodos salieron huyendo y, cuando los alcanzaron, él nodesenvainó el machete sino que gritó para alertar deque se había rendido, que era libre y que estaba enfer-mo. Explicó que había llegado al rancho del negro Joa-quín, situado detrás del cafetal de la Concepción y enun guayabal, por su padecimiento de reumatismo y sumucha tos. Este era curandero y le aseguró que lo cu-raría con unos baños de hojas y bejucos que cogía delmonte. Había sido aprehendido el 25 de marzo juntocon otros cinco negros (Joaquín, Carlos, Fernando,Casimiro y Mateos). El teniente del partido capturó aFernando y a él lo dejó en muy malas condiciones alagredirlo por supuesta resistencia.

Joaquín González, huido desde hacia 4 meses, se uniócon Mateos en el rancho de la Concepción. Se prepara-ron como Salvador y Casimiro para ir a las tierras deYarayabo donde se encontraron al negro francés que ibajuntando gente para romper la guerra. Como Joaquín

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González le preguntara al capitán francés dónde era laguerra, este le aseguró que había gente en Guaninicumcon su capitán y, "que así que salieran de la guerra losabrían".

Durante los interrogatorios, se presentó el prófugoMateos Ferrer, nación mina, esclavo de don MarianoFerrer, acompañado del esclavo mulato Vicente, que leservía de padrino.

El resultado de la operación sobre el palenque del ne-gro libre Salvador fue de 12 presos, entregados al sub-teniente don Juan Manuel de la Cruz Martínez, con locual se dio inicio al proceso.

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LA ULTIMAVOLUNTAD DE BLANCOS Y DE NEGROS1

Generalmente los testamentos se realizaban cuando lapersona ya se encontraba gravemente enferma o en edadavanzada, si bien a veces se procedía a testar antes departir a un largo viaje. En los libros de enterramientos,se podía hacer referencia a la escribanía en que se ha-bía asentado el documento de dejación de los bienespor el ahora difunto, en particular si era una personadestacada.

Por lo rutinaria, poco nos percatamos de la fórmulaempleada en la testamentaria; primero se declaraba lavoluntad de ordenarla con la mente sana, de inmediatose hacía profesión de fe con expresiones tales como:"encomiendo mi alma a Dios Nuestro Señor suplicandoperdone mis pecados y la lleve a gozar de su santa glo-ria". Algunos eran más extensos en estas manifestacio-nes cristianas, "el cuerpo mando a la tierra de que fueformado, para que en ella se convierta y sea sepultado",incluso se ponían de intermediaria a la virgen María.

Siempre pedían las tres misas del alma y las acos-tumbradas mandas forzosas, podía agregarse la PíoReligiosa deducidas todas de los bienes del legatario.

1 Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba. Protocolos Notariales,leg. 9, f. 154v., 1814; leg. 64, f. 234, 1801; leg. 69, f. 46y f. 84, 1818; leg. 72,f. 270v., 1821; leg. 362, f. 5 y 128; leg. 363, f. 371; leg. 365, f. 164v-165 y219, 1819; Juzgado de Primera Instancia, leg. 40, No. 5, 1832; leg. 518 112,No. 4, 1836; leg. 549, No. 3, 1803; leg. 550, No. 1, 1809; leg. 551, No. 2,1818; leg. 554, No. 2, 1820; leg. 555, No. 2y 3, 1821; leg. 557, No. 3, 1822;leg. 563, No. 3, 1827; leg. 564, No. 1, 5,6 y 8, 1827; leg. 580, No. 1 y 4,1832; leg. 590, No. 2, 3 y 4, 1826.

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Los más devotos solicitaban las treinta misas de sanGregorio y hasta cien más rezadas, con la limosna detres reales cada una. Doña María Josefa Portuondo, pa-trona y mayordoma de la iglesia de la Santísima Trini-dad, dejó constancia de su última voluntad: que $1 000de sus bienes se impusieran para con su renta hacer suúltima fiesta de la octava y días de jubileo y otros $1 000para la fiesta anual del último día de Carnestolendasen dicha iglesia.

A comienzos del siglo xix, todavía había quien solíaexplicar cómo quería el entierro: si con cruz alta o baja,capa, coro, si con la compañía del cura y del sacristán ydejaba dicho hasta el número de acompañantes. San-tiago Lleonart, moreno liberto de nación congo-mondon-go que había sido esclavo del teniente rey de la plaza,mariscal de campo Juan Lleonart, pedía ser enterraradocon mortaja de lienzo blanca y ser sepultado en SantaLucía. Porque luego se especificaba dónde se quería serenterrado: ya en la Catedral, Trinidad, Santo Tomás oSanta Lucía y se precisaba ante qué altar de su devo-ción; después de 1827 casi todo el mundo iba a parar alCementerio General. Se dejó a los albaceas —o a la Her-mandad de la Misericordia— la decisión de cómo ibana ser las formas funerarias, por entonces raramente seexponía el deseo de ser vestido con algún uniforme ocon los hábitos que correspondían a la dignidad ecle-siástica; en fin, hubo menos interés en los preparativosante la muerte.

A continuación, se declaraba la procedencia filial, siestaban casados y su condición de hijo legítimo. En casode que el legatario hubiera contraído matrimonio, o fueraviudo, informaba el número de hijos con sus nombres,edades y si la esposa estaba embarazada, para garanti-zar al futuro vastago el derecho a la herencia. Se hacíanconstar los bienes aportados o no por ambos cónyugescomo dote. Por lo regular, el testador dejaba todo, o

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una parte de sus bienes, a la esposa y\ a los hijos.Podía establecer la cláusula de que si la mujer volvía acasarse su legado retomaba a los hijos concebidos porambos. Por lo regular, solían declararse los hijos natu-rales, se les dejaba como herederos universales o se lesentregaba una parte del legado.

En cuanto a la herencia propiamente dicha, primerose decían las deudas contraídas y con quienes, tambiénel monto de lo que cada persona le debía; luego se pre-cisaba lo correspondiente a cada uno de los beneficia-rios, también podía remitirse a otros papeles y señalarel lugar en que se guardaban: Bernardo Antonio del Picoy Redín dejó dicho que sus libretas estaban en la pri-mera gaveta del escritorio de .su uso. Era frecuente queen el testamento, sobre todo entre los libres de color, seotorgara la libertad a alguno o algunos esclavos.

Por lo común, el padre sobreviviente era el tutor delos huérfanos, pero no necesariamente; en caso contra-rio, podían ser parientes cercanos tales como tíos o abue-los. Se hacía mención cuidadosa de quienes en primera,segunda y tercera instancia serían los partidores de losbienes, albaceas, curadores, y se dejaría constancia dela revocación o anulación de cualquier otro testamentoo documento precedente, siempre ante testigos. Algu-nos cónyuges acostumbraban a ordenar su testamentoen común, y se otorgaban mutuo poder en caso de falle-cimiento de uno de los esposos.

En el arquetipo de testamento que acabamos de descri-bir no había grandes diferencias si el otorgante era uncriollo rico, un catalán, un francés, un africano o un ne-gro libre criollo hombre o mujer. La distinción estaba en elmonto de la herencia. Al morir, Sebastián Kondelán dejó asu esposa Ana Mozo de la Torre y a sus varios hijos:cafetales, ingenios, cientos de esclavos —a los que eracapaz de nombrar hasta con sus defectos y virtudes-—y animales que fueron repartidos equitativamente.

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Los antiguos colonos franceses de Saint-Domingueacostumbraban a describir sus antiguos bienes en tie-rras y esclavos, lo que quiere decir que conservabanviva la esperanza de recuperarlos aún después de muer-tos. Pedro Baylle, natural de Bearns en Francia, decla-raba sus tierras plantadas de viñas en Coustell Pouyou,Bajos Pirineos, legadas a su hermana. En Saint-Domin-gue poseía un sitio de café, en el cuartel de Jeremías, yla negra María Rosa con dos hijas. Daba la libertad alas tres y agregaba que, si había tenido otros hijos se-rían de su propiedad. Tenía un colgadizo con su solar,una vega en terrenos de don Juan Martínez y tres ne-gros, cuatro bestias, seis puercos, veinte gallinas y la-branza de tabaco y frutos, un fondo de cobre, etc. A suesclavo coartado en $ 200,00 llamado José Dolores, ledaba la condición de libre.

Los catalanes, ingleses o norteamericanos describíanpropiedades o negocios de que eran dueños en sus lu-gares de origen. Manuel Carbonell del principado deCataluña, dejaba su pulpería de la calle de la Factoría asu hijo como heredero universal.

Si eran personas pobres declaraban desde la parte deun solar que le correspondía, los taburetes del ajuar dela humilde casa hasta quienes serían los herederos desu ropa de uso. Don Pedro Martín, natural de la ciudadde Nantes en Francia, nunca se casó, pero nombró porsu único y universal heredero a su hijo natural Juan dela Cruz Martín, evidentemente un mestizo.

Juana María Limonta, natural de Guinea, declarabaser casada y con un hijo sin que tuvieran bienes al llegaral matrimonio por ser ambos esclavos. Decía tener uncolgadizo, dos esclavos y algunas prendas. Dejaba $ 50,00pesos a la paisana María Gregoria Boza, $ 4,00 parauna promesa a la virgen de la Caridad y $ 10,00 a nues-tra señora del Carmen. Luego de deducidos los gastosde su funeral, dejó el quinto de sus bienes para ayudar

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a la libertad de su nieta. José María de Cintra, natu-ral de Guinea, nación brúcamo, declaraba que su di-funta mujer no había aportado nada al matrimonioporque había comprado su libertad para casarse conella en $ 350,00.

De esta manera, un testamento era capaz de reflejar,a pesar de las fórmulas semejantes, la personalidad dequien lo suscribía. El drama de la vida quedaba al des-cubierto en lo que podía ser el umbral mismo de lamuerte; y se daba el caso, si se prolongaba la existen-cia, que el otorgante cambiaba, mediante codiscilo, cuan-tas veces lo entendía preciso, su última voluntad.

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UNA CRÓNICA COBRERA1

Ya en 1820, a nombre del mineralogista Mr. LeviHollingswoth de Baltimore se presentaba una solicitudpara explotar las minas de El Cobre. Las ambicionesforáneas sobre el Real de Minas del Cobre se manifesta-ron tempranamente para rivalizar con los nacionalesespañoles y, lo que es más importante, para convertiren pura ilusión las promesas de la Corona sobre la en-trega de la tierra realenga a los cobreros de principiosde siglo.

El poblado seguía formado por un mayoritario núme-ro de pardos y morenos, descendientes de los antiguoscobreros, con multitud de ocupaciones modestas y has-ta paupérrimas. No era el pueblo precisamente un de-chado de organización ciudadana pues la miseriageneraba frecuentes dramas cotidianos. Durante el se-gundo período constitucional se había instituido un

'Archivo Nacional de Cuba. Audiencia de Santiago de Cuba, leg. 880, No. 30980;leg. 936, No. 32693; leg. 248, No. 6444; Correspondencia de los CapitanesGenerales, leg. 136, No. 1; Intendencia de Hacienda, leg. 185, No. 8367;Archivo General de Indias. Gacetas, 18, Gacetas Cubanas, 31 de agosto de1830; Representación documentada del muy Rustre Ayuntamiento de Santia-go de Cuba y otras corporaciones a la reina nuestra señora, Imprenta de laReal Sociedad Económica, Santiago de Cuba, 1835; Inés Roldan de Montaud:"Organización municipal y conficto en la villa de El Cobre (1827-1845)", enSantiago, No. 60, Santiago de Cuba, diciembre de 1985, pp. 121-145; Bi-blioteca Nacional de Madrid. H-A 24381; D.M.Y.E.: Breves reflexiones acer-ca de los decretos de nombramiento de una Comisión Regia para informarsobre el estado de la administración de las Islas de Cuba y Puerto Rico,Imprenta de Yenes, Madrid, 1839.

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Ayuntamiento, que se desintegró al restablecerse la mo-narquía absoluta.

Entre 1829 y 1830 compañías de capital francés, in-glés y nacional comenzaron la explotación por galeríasde las vetas cupríferas, aun las inmediatas al Santuariode la virgen de la Caridad del Cobre. El párroco Alejan-dro Paz Ascanio, con aprobación de la curia catedralicia,había consentido el laboreo en las entrañas mismas delcerro de Cardenillo. Una vez más, la fragua, las máqui-nas, el Santuario y la hospedería se mezclaron indiscri-minadamente. Ahora los pobladores servirían de arrierosy mano de obra libre a las compañías.

Una Real Cédula de 23 de marzo de 1832 autorizónuevamente la formación de un medio ayuntamiento devecinos de color. Tendrían facultades para elegir dosalcaldes ordinarios, dos de la Santa Hermandad, un sín-dico y un mayordomo de propios. Habían transcurridovarias décadas pero la Corona seguía con temor a lareacción de los cobreros y esta Real Cédula era unaforma de apaciguarlos y evitar males mayores.

El capellán Alejandro de Paz Ascanio y el apoderadode los cobreros Juan Hipólito Cruzata proponían a losmás preparados del pueblo para los cargos concejiles:Juan Casimiro Reyes, Manuel de Jesús Ojeda, JoséGregorio Ramos, Bemardino Ñapóles, José ApolinarioGonzález, Antonio María Paz, Diego Eugenio González,Reimundo Campos, Juan Crisóstomos de los Reyes,Manuel Brito, Buenaventura del Pazo, Vicente Carballoy Salvador Venero.

Después de concluido el experimento constituciona-lista de Manuel Lorenzo, el conservador José María Ca-llejas promovió las demandas de los vecinos blancos deEl Cobre para suprimir el medio ayuntamiento de color,considerado funesto ejemplo para la numerosa pobla-ción libre y esclava que se movía en las empresas

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cupríferas: un puñado de negros libres regía un pue-blo donde vivían blancos europeos, justo cuando seextendía la semilla venenosa de la insubordinación. Yaunque aparecía un alcalde blanco catalán, no era elmejor ejemplo porque sus hijos se habían amanceba-do con chinas del pueblo y la verdadera autoridad eraun mestizó.

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DIONISIOS LISTOS PARA LA REVOLUCIÓN1

Ya el 2 de octubre, el mariscal de campo y gobernadordepartamental Manuel Lorenzo dirigía un alcance queconvocaba a los cubanos a tomar las armas "para'ladefensa de aquellos derechos imprescriptibles" y paraque se inscribieran presurosos en las filas de los solda-dos de la patria y de la manera más breve organizar laslistas de la milicia nacional.

Una comisión del Ayuntamiento constitucional publi-caba también un alcance en el que conminaba a suscompatriotas a formar las milicias nacionales de todaslas armas, según acuerdo del día 3 de octubre:

• A tan preciosos servicios están obligados todos losEspañoles desde la edad de veinte años hasta loscuarenta y cinco cumplidos, siempre que esténavecindados, tengan propiedad, rentas, industriaú otro modo de subsistir a juicio del Ayuntamien-to, ó sea hijo del que tenga alguna de estas cir-cunstancias.

El alistamiento podía ser voluntario cuando no se es-taba dentro de la edad fijada, destino u oficio. El llama-miento se hacía a los partidos rurales y a los habitantesde la ciudad. A las diez de la mañana del domingo nue-ve de octubre se inscribirían en las casas consistoriales

1 Biblioteca Nacional José Marti. Colección Cubana, Diario Constitucional deSantiago de Cuba, 26 de octubre de 1836; Archivo Nacional de Cuba. Co-rrespondencia de los Capitanes Generales, leg. 263, No. 7.

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los de la ciudad y el domingo siguiente los de los parti-dos rurales. En las salas de dichas casas se mostrabanfigurines de cartón con el tipo de uniformes que debíande llevar la milicia nacional, la infantería y la caballería.

La convocatoria no encontró, precisamente, la mejoracogida, inmersos como estaban los propietarios en susintereses plantacionistas. Desde la capitanía de partidode Ti Arriba, Nicolás Heredia se hacía eco de las quejasde los hacendados de la región porque los negros cima-rrones destrozaban los frutos de los conucos de los ne-gros esclavos: Rafael Muñoz, por ejemplo, decía que losbohíos de sus negros habían sido fracturados y roba-dos por varios cimarrones que se dirigían hacia cuevasdonde podían alojarse centenares de ellos. Era muypeligroso pues, cada vez, se aproximaban más a las ca-sas y era imprescindible formar partidas. Nicolás Herediapidió treinta carabinas y cuatrocientos cartuchos, ade-más de solicitar la exclusión de la milicia de unos cua-renta vegueros libres de color, quienes servían decontención o frontera entre hacendados y cimarrones.

Desde que se supo la noticia de lo que estaba pasan-do en el Departamento Oriental, el capitán general de laisla Miguel Tacón y Rosique decretó la interrupción delas comunicaciones por tierra y su bloqueo absoluto pormar. Sabia medida, porque con el esplendor económicocomercial, los agricultores inmediatamente se sentiríanafectados al limitarse la entrada de buques comercia-les, e inseguros con la amenaza de la organización deuna Expedición Pacificadora para someter al rebeldeLorenzo. Una quinta columna de desafectos a la procla-mación por tercera vez de la Constitución, comenzó aconspirar arteramente contra su paladín.

Cualquier explicación detallada de lo que ocurría porlas mentes de los ciudadanos de aquellos días nos lorevela el diálogo publicado en el Diario Constitucionalde Santiago de Cuba del 26 de octubre. No escapa a

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nuestra percepción que dicho texto había sido escritopor alguien no perteneciente al pueblo, mas supo ex-presar los sentimientos del momento: es un papel remi-tido se describe la conversación entre don IldefonsoTrabacuentas y el guajiro Dionisio, a quien le tenía arren-dada su finca La Trampa:

D. Ildefonso: Y bien Dionisio, ¿cómo ha ido por acá?,(preguntó desmontándose del caballo).Guajiro: Perfectamente ño on AUfonso, Toito en elmismo estao que osté lo ejó.D. Ildefonso: Bueno, me alegra. Ahora tenemos quehacer nuevos trabajos, porque el tiempo no puedeser mas oportuno.Guajiro: Ansina lo icía yo. En cuanto venga á laestancia el ño on Alifonso, toas las cosas tomaránuna nueva verea.D. Ildefonso: ¿Y por qué lo decías, Dionisillo?Guajiro: Pro que como se á aclarao la Contutcionen la suida, y me icen que se están organizandoMelicias nuevas, osté y yo emos de dimos á meterá melicianos: y en esas cercunstancias queará laicienda sin amo ni mayoral, al solo cuidiao de lostaitas tiznaos.D. Ildefonso: Eso de ningún modo. Con que yo mehaya apuntado, aunque á pesar mió, en esa farán-dula militar, como lo he practicado, basta y sobra.Por lo que respeta á tí, no debes pensar en aban-donarme la casa. Tu empaque, tus años, tu mon-tarás impericia, no son cualidades aparentes paraun soldado nacional.Guajiro: ¿Qué es lo que osté ice? pues yo meinriputo que poderia ser asta tiniente. Mi robus-tez, mi abelidá en jugar el garrote, y an fin, el sercomo sernos suidadanos los que por la premision

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de Dios lo sernos, me paece, á mi paecer que yopueo ser tan meliciano como el Si campaor.D. Rdefonso: ¿Y quién te ha metido en la cabezatales ciudadanías?Guq/iro: Ellas se me an metió ellas solas é por simesmar; al mira que jasta los jarrieros que an veníode la siuda traen sintajos que icen custutucion,custutucion, Sino on Alifonso; osté ni naiden mequitarán del entendimiento las ganas que me anvenio de ser sordáo. La consicuencia de eso, yoquiero sé praticipe de la nutrulidá de enfender mijogar y mi tierra, si señó.D. Rdefonso: Eso estará muy en el orden cuandollegue el caso de verse la plaza invadida, que en mimodo de pensar no lo será nunca, por que las gen-tes de la parte occidental de la isla no son unosautómatos que se dejen conducir por una manoevaporada, y lo mismo debemos pensar de las tro-pas que guarnecen la Habana. Por ahora, graciasá Dios, no hay mas que semi fundados recelos deque podría suceder así, en vista de la repugnan-cia, que dicen, ha puesto el capitán general de laisla, tan luego como supo que en Cuba se habíaproclamado la Constitución del año doce.Guq/iro: Esa cerconstancia no la sabía yo, ño onAlifonso: ¿Qué es lo que me ice osté? Con que siño on Tacón es el que se ha resustío?D. Rdefonso: Así lo dan á entender á lo menos laspocas noticias que tenemos por acá: la detenciónde los correos terrestres; sus disposiciones toma-das; el silencio suspicaz adoptado por el capitángeneral; en fin lo que nos ha dicho S. E. el Sr. gefepolítico D. Manuel Lorenzo.Guajiro: Ese D. Rolenzo me gusta á mi muyensaliso. Yo le tengo una enclinación de saanpatía

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mayor que si juera la mama que me parió. Esinrogante sordao, y cuando él á Jecho eso, bienjacio está. Vamos, prosiga osté su narradura,cuénteme too lo emás que ai en ese nigocio.D. Ildefonso: Lo que hay es, que por ahora todoestá tomando en la población un aspecto guerre-ro; por que el guía es vivo como unas candelas: suinflujo y disposición no resiste el genio más egoís-ta, ni hay hombre que no se presente á tomar lasarmas en defensa del jurado sistema. Las listas deestos defensores de la patria crecen como la espu-ma. Los eclesiásticos, incluso su bendito prelado,las corporaciones civiles y militares con sus gefesrespectivos, los gremios, comercio, labradores, enuna palabra, Dionisio, no hay clase que deje de to-mar parte é interés decidido á favor de esa que lla-man Constitución, estando en esto unísonos todos,con las determinaciones del general, y de todo lodemás que dicta la razón y el buen sindéresis.Guq/íro: Y agora pregunto yo al ño on Alifonso ¿Aque manáa de esas pretenece Lonisio? Es ispañoiló mandingo?D. Rdefonso: Tu eres como los demás hombres; yeres cubano por nacimiento.Guqjiro: Y buen crestiano por toas mis cuyunturas:buen español por toas mis incidencias. Si jeñó:mié osté: mi taita Tribucio fue meliciano allá cuan-do fue comendante de las melicias enceplinadas,el taita de ese otro comendante que ai hoy en loscévicos, y lo quiria tanto, que aunque le icia quese yo, lo llevaba á la Sabanilla y lo cargaba decucuruchos, y asucara, y plántanos y vinia su mer-ced apeltrechao de too; su jijo se parece en too ásu papá; mi agüelo Isiderio fue mayor.D. Ildefonso: ¿Mayor?

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Guq/íro: En efeuto, mayor de ese montonsito desordaos que tocan las tumbas en la melicia; y si ámi ermano Intinisláo, que sirvió en los tragones dela baña, no lo zampan en el presülo, oy seríaembanderáo de bandera.D. Ildefonso: Tus ascendientes pueden muy bienhaber sido unos Bernardos del Carpió; mas ellos note legaron ni su mérito ni sus habilidades. Tu nacis-te para cabar la tierra, y tu único instituto es el delabrador. Soldados sobraran en Cuba para com-pletar la fuerza de los cuerpos que se proyectan,por lo que tu falta será de ninguna considera-ción. Dionisio, despréndete de esas ideas, y des-engáñate de que el que no es para casado, no debeengañar á su muger: hablemos de otra cosa ¿se haconcluido la cerca de la tabla del maís?Guajiro: Sijeñó; pero el burro delvicino se acomíotoó el malojo.D. Ildefonso: ¿Qué dices, bestia? ¿Cómo ha sido eso?Guajiro: Yo se lo iré al ño on Alifonso. Como ansinaque se derroncó la taranquela no se goMó á levan-tar, y sumercé ni premeitó ni jiso mas caso de laastancia por dirse á los cochüéos de la juracion dela custutucion; y ni vino el meso Isitefio a compo-nerla; ni yo estaba deicao á mas entindencia que ála corcocía de mis cutaras para dir á presentarmeal ñor comendante de la melicia, sucedió, que eseburro condenao del vicino D. Pilicarpio, se metióen la astancia como piriquito por su casa, no porla tarinquela, que la baberia sido mas fácil alilimalito de Dios, sino por un portillo de la cerca¿Que jizo? pega un brinco y zas, cátelo el ño onAlifonso drento de la estancia.D. Ildefonso: ¿Pero como? Explícamelo mas.Guajiro: Se lo implicaré mas al ño on Alifonso. Fi-gúrese sumercé que yo soy el malojo, que este

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taborete é la palizada y que sumercé es el burrodel tío Pilicarpio.D. Ildefonso: ¿Yo el burro?Guajiro: Esta es comparancia: su merced como quees el burro, salta por cima de esta palizas, y vieneá comerme á mi que soi el malojo...D. Ildefonso: El burro serás tu, grandísimo bribón;mira, si echo mano de un garrote, no te dejo costi-lla en su lugar.Guajiro: ¿Bribón yo? ¿Yo que so un suidadano?¿Bribón yo que vo á ser meleciano de la custutusión?D. Ildefonso: Si prosigues te pondré la ley de Bayona.Guajiro: A mi... No ño on Alifonso, por que en talcerconstancia, jaría yo escrebir con letras de libroel ensulto Jecho a un custutcional y para jacerloansina me diría á la emprenta y el emprenteroensartaría en alguno de sus periolos estainniquitencia, hablando allí, encima de la pausaque me había pegao sumercé, por solo la inidaciade haberle asimilao al burro del tío Pilicarpio. Abien que en Cuba ay ya imputación provincial ydeyuntamiento custutucional! ¿Amipa]isa? ¿al hijode D. Tribucio Macanas? ¿Que? por que sernos acáprobes se nos meta mieo con una palisa?D. Rdefonso: Hombre, quítateme delante si no quie-res que...Guajiro: Ji jeñó, me quitaré de andelante de unalifante como el ño on Alifonso, así que me paguetoos los salarios que me indeuda. Por lo emás, aquíestá Lonisio: oste es el cochillo y el es la asaúra:corte oste.D. Ildefonso: Lo que te resto del salario, no te lopagaré á fe de buen vizcaíno. Con ese importe re-sarcirás el destrozo de mi maloja.

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Guajiro: Con que el enfeliz de Lonisio que pague, yque la presona del burro del tío Pilicarpio se quederiyendo!D. Ildefonso: Esto ha de ser; te lo juro nuevamente.Guajiro: Pero que el burro pague la meta delcrebanto; ese burro es gente de malas intencio-nes, mejorando lo prisente.D. ttdefonso: Canalla! picaron!Guajiro: Gueno, igame osté too lo que le é su regulaagana; pero ño on Alifonso, tenta osté la benelidadde arme tan siquiera para mercar un iliforme, uncrabatrin, un mirrion. Por los tutanos de su pae elñor on Silustiano. Jagame osté ese corto equis. [Ytodo esto lo decía poniéndose de rodillas.)D. Ildefonso: No, nada: vete demi casa, sinverguen-zon.Guajiro: Si, ya me voy á dir, y á icircelo todo alemprentero y al sendoque del Inyuntarniento quees mi compae. Osté lo verá: Jasta el menistro deestao quue está en la península ha de llegar estaimpendencia, por conducto del Seño Gobrenaó.Con buen marchante lo quiero ver á osté: la josticiade aquel ñor caballero le jará gomitar toas mismoneas, en siendo yo meliciano: Ya, ya nos vere-mos los guihotes.D. Ildefonso: Ola: mayoral, écheme usted á estehombre de aquí.(Y mientras lo llevaba el mayoral)Guajiro: Pa mi no hay mas mayorá que la ReinaCrestina, y desbaratao ya el anstituto Real, solosu jija y la Custutucion, mandan en la persona deLonisio. Yo seré meliciano, y tendré en el macutobastante pólvora. A bien que jarrieros sernos.(En esto se marchó Dionisio del cortijo de D. Ildefonsoy por el camino venía haciendo el siguiente soliloquio)

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Luego que irribe yo á la ciuda: pun: me zampo enel espital de los belemitas: allí me curan lasempundias, única ganancia que é sacao de la casade on Alifonso: Dispues de bien curao, me presen-to á uno de los unientes de la melicia: le cuento miinsolvencia, y icho y Jecho; me entregarán unimforme en vista de mi probeza y mi escopeta consu jerron y too: imprendo el ejercicio á la mua, yjuego por aquí y jerronazo por allá, no me quea enel mundo un zapato suvil que no le arranque jastalos tacones. Yo á de ser un jerúe. Si, ya lo é jurao:si antuavia no se hubiesen planticao las eliciones,poderia jacerme caboscuadra, peo si no, tan guenocomo tan gueno. A bien que el fege puletico esgueno y me jara justicia. Yo soy capas de dirmejasta el Guayamo con la pata por el suelo, á recebirá esos que icen que vienen á jacemos el coco. Endía y el volvía, no echaré unos disocho menutos, yen topándome con los anemigos, verán ellos quienes Cajellas. Por esto de la comía, no tengo el masmínimo cudiao; con un pa é plántanos y un chico-te é tasajo, come Loniso como flaire gerómo, y queatan jarto como un bicerro. Pero ¿y ese vescaino deldianche Don Alifonso se á é quear con mi inero?No, no; le voy á incusar en el mimento que salgadel espital, de la enjuria jecha á mi presona. Cuan-do esté yo á la pricencia de si insitencia le contaréde p á pa toa esta trampolina, y ansina consiguientele juré ver, que como Lonisio, ay una pipinada deLonisios allá en mi partió de la majagua, que es-tán preparaos con sus jerrones y sus machetes,para incarmentar á cuantos embazores vengan dela uelta abajo. La custutucion que hemos jurao seá de mantener intauta, an que se imponga toiticoel iniverso. Custutucion ó Samenterio: Isabel Se-gunda y Crestona: lebertá ó turrumoto. Viva la suida

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de Cuba y mueran toos los alversarios, juntamen-te con el burro del tío Pilicarpio que se comió elmalojo de D. Alifonso, y D. Alifonso también.

Un alcance del Cubano Oriental del 24 de octubre publi-caba las listas de los representantes de la provincia paraelegir nuevamente diputado a Cortes y suplente. Conmucha mayor facilidad sería nuevamente electo J. A. Saco.

A pesar del contenido favorable al general Lorenzo,que exhibía las bondades de la implantación del régi-men constitucional, no deja de ser el diálogo arriba ex-puesto un testimonio extraordinario sobre la manerade pensar de un Dionisio, guajiro suspicaz y deseoso dereivindicación (como será después Liborio en la Repú-blica). La pregunta sería, ¿a qué conclusión llegó Dionisiocuando se instaló en la ciudad, y en el transcurso de losdías se percató de que no se cumplían sus deseos dejusticia?

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ESCLAVITUD Y CIMARRONAJE A PLENITUD1

En los años 30 del siglo xix la esclavitud se hallaba entoda su plenitud y variedad: una bozal inteligente conuna hija de seis años costaba $ 400,00 o se cambiabapor dos caballos de trabajo y dos vacas paridas; un ne-gro de 25 a 30 años para cafetal o vega, que sabía lahora, se cambiaba por una negra; un negro zapatero oganadero muy hábil se vendía en $ 350,00 y se añadíaque era para pagar costas de un pleito; una negrita criollade 11 o 12 años se permutaba por un negro de hacha ymachete de regular edad con el compromiso de abonaren efectivo la diferencia. Las informaciones que nos pro-porcionan los clasificados de los periódicos de aquel pe-ríodo revelan que el negocio de la esclavitud había ga-nado en exquisitez y singularidad de empleos. Por ejem-plo, en la sección "Económica" de El Redactor de Santia-go de Cuba decía venderse un negrito criollo de 10 a 11años, de bonita figura y que hablaba creóle, sano, sinvicios ni tachas o se cambiaba por una negrita propia delservicio de mano que no debía de pasar de 13 años nibajar de 11. Otro en venta era un carabalí de 17 años deoficio tabaquero que hablaba francés y español.

1 Archivo Nacional de Cuba. Asuntos Políticos, leg. 215, No. 109; leg. 295,No. 1 y 2; leg. 296, No. 9; Miscelánea de Expedientes, leg. 409, Aa; ArchivoHistórico del Arzobispado de Santiago de Cuba. Varias Materias, leg. 71,Cuba, 21 de agosto de 1832, José Santos de la Heray 15 de agosto de 1832,Alejandro Paz Ascanio; Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba.Juzgado de Primera Instancia, leg. 380, No. 2, 1834; Archivo Histórico de laOficina del Conservador de a Ciudad. Ayuntamiento, El Redactor. Diario deSantiago de Cuba, 10 de mayo de 1839 y 4 de diciembre de 1839,

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Se reiteraban las solicitudes de negros para alquilar,corno en las minas del este, posesión de Sigua, en lasque se ofrecían $ 11,00 mensuales por cada uno. Sesolicitaban negras vendedoras en alquiler cuyo jornalno excediera de $ 6,00 mensuales que irían a dormir denoche a su casa.

Había numerosos negritos "perdidos", uno de 7 añosiba desnudo y tenía la cara bonita, a pesar de ser ñato;otro de 4 años y medio vestido con una camisa blanca,bonito de cara y ojos vivaces, tenía una verruga en laoreja derecha.

En los periódicos seguían apareciendo las minucio-sas descripciones de los acimarronados: un joven lla-mado Domingo, con su nombre escrito en la camisa,entre 18 y 20 años, delgado de cuerpo, rayado de am-bos carrillos y con camisa y calzones de coleta. Teníauna cicatriz en el lado izquierdo de la cabeza cerca delhombro, se le curaba la hinchazón de humor en aquellaparte, luego de una operación de la que se hallaba casirestablecido y con vendaje. Otro fugado se llamaba Ma-nuel, de 20 años, estatura regular, más bien chico, del-gado, casta carabalí, había sido cocinero de los señoresMarianes y había aprendido el oficio de calesero con sunuevo dueño, José Riera. No tenía señal en la cara peroel dedo mayor de la mano derecha era imperfecto porun golpe en la uña. Su dueño prometía una gratifica-ción generosa por su captura.

Desde los tiempos del gobernador don Juan de Moyase había constituido una Junta de Hacendados para lapersecución de los negros cimarrones. El objetivo prin-cipal de su reglamento era buscar los medios para sub-vencionar los gastos indispensables y financiar laspartidas contra los palenques.'

El gobernador Moya buscaba la tranquilidad, el repo-so y la seguridad de los habitantes agrícolas, turbadospor las frecuentes invasiones de los negros cimarrones

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a las haciendas de los más pudientes y hasta en pobla-dos pequeños donde robaban y destrozaban todo cuan-to estaba al alcance de sus manos. Causaban desórdenesentre los esclavos obedientes que se dispersaban portemor y abandonaban las fincas de sus amos. Se queríaponer remedio oportuno y eficaz: a cada hacendado sele exigió una relación de los esclavos prófugos de diezaños atrás, para regular las fuerzas que debían emplear-se en su persecución.

Bajo el gobierno de José Santos de la Hera, cada due-ño de esclavos debía aportar una cuota de un peso porcada negro que poseyera. Todos los hacendados, inclu-so muchos sacerdotes, habían aportado su correspon-diente cantidad de dinero; la excepción fue el presbíteroAlejandro Paz Ascanio, quien se negó a entregar los $5,00de su obligación en el partido de Guanináo y el Ramón.El argumento de Paz Ascanio era que dicha exacciónservía para un fondo "que tiene por objeto una causa desangre" en la que no debían mezclarse los eclesiásticos,si había otros recursos o arbitrios de que valerse paraaquel fin.

Entre otros propósitos encaminados a contener la abun-dancia de apalencados, se discutió la creación de un tri-bunal que conociera las causas relacionadas con losdesmanes ocasionados por estos negros acimarronados.

En la hacienda María del Pilar, propiedad de Francis-co Mozo, se presentaron dos negros, uno con un trabu-co y el otro con un pedazo de machete, quienes dijeronque venían de Baracoa con su amo por mar en un bon-go cuando la embarcación se rompió y su amo regresó aBaracoa por tierra y les entregó las armas. Como am-bos se habían hecho sospechosos al hacendado y a otrosvecinos, intentaron quitarles las armas, lo que motivóque se rebelaran. Después, confesaron que pretendíanir a Baracoa para de ahí pasar a Santo Domingo con elobjeto de alcanzar su libertad. En la punta de Maisí

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habían robado un cayuco de un pescador y partieronhacia la tierra de sus propósitos, sin conseguirlo. Lonarrado hasta aquí parece haber sido más frecuente delo que pueda imaginarse.

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Fig. 17. Pasaporte de libre tránsito que debían portar blancos, negroslibres y esclavos.

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Sometidos a juicio los dos cimarrones, durante losinterrogatorios uno de los negros murió, mientras queel otro fue condenado a la pena de cien azotes aplicadospor el verdugo para escarmiento ejemplar: cincuentaazotes por las calles públicas y otros tantos en la pico-ta, para luego entregarlo a su amo, quien debía vender-lo fuera de la isla.

De que los esclavos asumían una actitud cada vezmás intolerante ante su condición, lo revelan los he-chos de agosto de 1837 ocurridos en la hacienda Ojo deAgua del partido de Tiguabos, no por casualidad en losmeses posteriores al fracaso constitucionalista de Ma-nuel Lorenzo. El negro contramayoralJosé Rafael, aliasAzor, de la hacienda San Luis propiedad de Juan ReneBambou denunciaba una conspiración en la que se pro-yectaba la revolución contra los amos blancos de aquelpartido. El líder de los-complotados era el esclavo con-tramayoral Juan Bautista, alias Janty, de la haciendade Rene Toreau. Y estaban implicados todos los esclavosde las haciendas circunvecinas pertenecientes a los tam-bién franceses José Fernando y Santiago Toreau, LuisJarosay, madame viuda de Charony monsieur Bambou.Según Azor, la sublevación se produciría después de unbanquete nocturno que se celebraría el 3 de septiembrede 1837 y en el que se asesinaría con una escopeta alpropio Rene Toreau, señal que reuniría a los negros dela vecindad.

El mayoral de la hacienda de Luis Bambou, el francésdon Antonio Galet, declaraba que también los indivi-duos libres de color del partido estaban de acuerdo conel proyecto de los esclavos que iban a amotinarse. En-tre los libres más destacados estaban Nicolás Portuondo,natural de África y veguero de la hacienda Ojo del Agua;Alfonso Casamayor, de Santiago de Cuba y albañil de lahacienda de Luis Jarosay, y Juan Felipe Charon, natu-ral de Santo Domingo.

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Según Galet, los alzados contaban con las armas deldestacamento de la tropa de Santa Catalina para po-nerse en marcha rumbo a Santiago de Cuba; mientrasavanzaban, se avisaría a todos los de color de hacien-da en hacienda, hasta Aguacate. Allí se atacaría al ca-pitán de partido que tenía, según les habían informado,cien armas de fuego. Entonces se formarían varias par-tidas para emboscarlas en los caminos y matar a lastropas, si el gobernador las mandaba contra ellos. Aestas alturas, se hallarían en estado de dirigir las ope-raciones sobre Santiago de Cuba y tomar la capital.

• El pardo Juan Felipe Charon se suicidaba poco des-pués de su aprehensión; el resultado del juicio seguidocontra los conspiradores fue el siguiente: AlfonsoCasamayor y Nicolás Portuondo eran condenados a dosaños de trabajos públicos en La Habana y se les prohi-bía regresar a Santiago ote Cuba. A los esclavos Janty yFélix, este último esclavo de José Femando Toreau, seles condenaba a diez años en la isla de Ceuta. Algunosesclavos implicados de los Toreau y Jarosay eran con-denados a ocho años de trabajos forzados, la mayoría aazotes y a dos años de grilletes, vigilados por sus amos.

De las declaraciones del mayoral Galet se desprendequé los propietarios franceses pretendieron ocultar alas autoridades la gravedad de la conspiración ante eltemor de perder a sus negros. La conciencia política deestos africanos puede deducirse de las palabras del con-go Félix, según lo dicho por Azor ante1 los tribunales:"que los negros no hacían más que trabajar para losblancos, que si los negros fueran hombres de cabezaquitarían del país a los blancos, y ellos se harían due-ños de él".

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CABILDOS NESGROS SANTIAGUEROS

Nacidos durante el siglo xiv en la propia España, cabil-dos de negros se juntaban en Andalucía para entregarsea sus bailes y fiestas. Ya para entonces, el mayoral ocapataz era una especie de intermediario entre los cofra-des y las autoridades. En la isla de Cuba desde el primersiglo de la colonización se formaron cabildos o cofradías,con el argumento de favorecer la catequización.

En la parroquia y santuario de Santiago del Pradoexistían varios cabildos de morenos en el siglo xvn, cadauno con sus respectivos patronos, cuyos miembros acos-tumbraban a sacar en andas imágenes en procesión.Poco es lo que sabemos del devenir de aquellos cabildosde nación en Santiago de Cuba, a pesar de su importan-cia para desentrañar el proceso de formación en las re-ligiones populares, de la cultura y de la concienciapolítica de los africanos y descendientes criollos.

Consultamos el Archivo del Arzobispado de Santiagode Cuba que proporcionó documentación, hasta ahoradesconocida, sobre los cabildos de morenos y sus rela-ciones con la Iglesia Católica durante el siglo xrx yquisiéramos comentarla con los lectores.

Todo hace suponer que la organización de los cabil-dos santiagueros, por lo general, es muy semejante alas descripciones aparecidas en los libros de viajeros yen las referencias etnológicas acerca del funcionamiento delos que existieron en La Habana y Matanzas. Aquí se com-portaban como sociedades de ayuda mutua para auxiliarseunos a otros en las enfermedades, fallecimientos y otrasnecesidades, para completar la coartación de alguna

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negra esclava que iba a ser vendida fuera de Santiago opara financiar la compra de un terreno donde levantarla casa-templo, altar de la patrona o patrón.

En la ciudad había cabildos negros como los congosbrúcamos, tiberé y cacanda cuya antigüedad se remon-taba a la medianía del siglo xvín; sus orígenes coinci-dían con el despegue del crecimiento urbano y susbarrios marginales.1 La Iglesia consintió prácticas reli-giosas ajenas a su ritual y a su doctrina, o se hizo de lavista gorda, porque los practicantes manifestaban elfervor religioso en los templos católicos y contribuíancon jugosos donativos a su sostenimiento. En más deuna oportunidad, la devoción de los descendientes deafricanos contrastó con el alejamiento progresivo de losblancos dones criollos racionalistas. De manera que,en toda la -primera mitad del siglo xix, los cabildos denegros gozaron de una relativa autonomía, al menos,por indiferencia de las autoridades civiles y eclesiásti-cas, en sus vocaciones esotéricas. Esta circunstanciacoincide con la época en que se produce el distancia-miento entre el papado y la alta jerarquía eclesiásticacon el liberalismo constitucional español en ascenso.En Santiago, como en el resto de la isla, la independen-cia de los cabildos negros se relacionó con la existenciade un clero criollo de comportamiento heterodoxo. Mo-renos libres y esclavos se evangelizaron, con la consi-guiente hibridación de elementos del ritual y el panteóncatólico con los cultos africanos, proceso ya iniciado enla metrópoli y que aquí pareció acelerarse.

Las iglesias de Santiago privilegiadas con la presen-cia de uno o varios cabildos de nación fueron: en pri-mer lugar, la de Santo Tomás, en segundo, la de Trinidad,luego la de San Francisco y la del Carmen. Las dos pri-meras se encontraban en los límites de barrios donderesidían morenos y mulatos libres. Allí se establecieron

1 Vid. Olga Portuondo Zúñiga: Santiago de Cuba, desde sujundadón hasta ¡aGuerrade los Diez Años, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 1996, pp. 72-85.

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las casa-templos en las que se levantaba un altar crio-llo para colocar la imagen patronal, por lo general unaadvocación mariana. De modo que, la carrera procesio-nal organizada por los cabüdos de nación hacía el reco-rrido entre la iglesia correspondiente y la casa-templo,residencia permanentemente de la patrona. No hemosencontrado, y no pienso que existan, cabüdos negrosvinculados con la iglesia Catedral, la de Dolores y la deSanta Lucía. En esta última radicaba la cofradía de blan-cos del Santo Cristo de la Misericordia cuyo origen seremonta también a la medianía del siglo xvtn.

Es muy frecuente hallar en los protocolos notarialestestamentos de negros libres que legan sus bienes a al-guna cofradía, porque en todas las iglesias las había deblancos o de blancos y negros, cuyas prácticas se re-gían tan sólo por la ortodoxia católica, pero igualmenteexistían asociaciones de nación africana absolutamen-te libres de la tutela católica. Cuando surgieron otrosbarrios populares, habría nuevas solicitudes de permi-sos para formar cabildos o cofradías en la iglesia delconvento de Belén y, sobre todo, en la del Santo Cristode la Salud.

La autoridad del arzobispo era solicitada con frecuen-cia para respaldar la presidencia en los cabildos de na-ción: Vicente Peralta aseguraba que en época del preladoJoaquín de Oses Alzúa y Cooparacio se le había dado eltítulo competente de mayordomo de santa Inés del ca-bildo brúcamo y en 1853 por sus "achaques y adelanta-da edad" acudía a la autoridad de su excelencia AntonioMaría Claret y Ciará para que le concediera el traspasodel cargo a su hijo mayor Julián Bosque, por ser la cos-tumbre del cabildo desde su formación de casi cien años.El trámite se cubrió con naturalidad y el arzobispo pro-veyó el título de inmediato.2

2 Archivo del Arzobispado de Santiago de Cuba (AASC). Personal del Clero,leg. 27, Cuba, 30 de marzo y 2 de abril de 1853.

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A mediados del siglo xtx, en las páginas de la "Secciónlocal" del periódico santiaguero El Redactor, es habitualencontrar noticias relacionadas con las conmemoracio-nes religiosas de los cabildos de nación y hasta de acon-tecimientos íntimos tales como la coronación o la muertede algunos de sus reyes. Debe considerarse su impor-tancia para la sociedad santiaguera de aquellos añospor la capacidad económica y cultural de muchos desus miembros que, sin lugar a dudas, leían periódicos yrecibían educación general; además de que muchoshombres blancos, no solamente los párrocos de las igle-sias y los escribanos, giraban en torno a la vida de lascofradías negras.

El rey congo llevaba la corona y las ropas de su jerar-quía el día de los Santos Reyes Magos para simbolizar aMelchor, título de prestigio.3 Desde las once de la ma-ñana de cada 6 de enero salía a pasear con sus vasallos—bajo "mis auspicios y todos me veneran a Dios gra-cias"-—• y los demás cabildos de nación, organizados porantigüedad. De esa hora en adelante, pasaban para feli-citar a todas las autoridades y a determinadas casas devarios caballeros. Después, todos se concentraban en elpalacio del rey de los congos para la celebración.

El rey congo podía interceder a favor de los otros cabil-dos ante las autoridades civiles y eclesiásticas, pero entreellos su jerarquía no resultaba tan estrictamente acata-da más allá de su propio cabildo ni, mucho menos,reconocida por la Iglesia Católica, la que únicamenteconcedía autorización para su ejercicio como capataz ypara celebrar la ceremonia religiosa de su coronación.4

3 Juan María Ravelo en sus Medallas antiguas supone que Melchor era tansólo el nombre de uno de los reyes congos. Editorial El Arte, Manzanillo,1943, pp. 137-143; AASC. Personal del Clero, leg. 65, Santiago de Cuba, 2de mayo de 1865.

4 AASC. Personal del Clero, leg. 65.

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Fig. 18. Objetos del ceremonial del rey congo.

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Las relaciones de los cabildos de negros con la IglesiaCatólica se fueron haciendo más tensas en el decursardel siglo xix a medida que esta intimó, Patronato Regiopor medio, con el liberalismo caudillista e isabelino.También surgieron diferencias entre unos cabildos yotros, y en el seno de cada uno de ellos. Prueba de estoson las solicitudes y autorizaciones para realizar feste-jos y procesiones que todavía se conservan entre la do-cumentación del Archivo del Arzobispado: se percibentensiones para encuadrar los cabildos de nación dentrode la ortodoxia ceremonial católica que, no por casuali-dad, coincidía con el crecimiento de la población escla-va bozal y de los libres de color cuyo pensar religiosoestaba más cerca de sus ancestros africanos o queda-ban menos evangelizados.

En 1866 Hilario Yuanis, rey o capataz del cabildo con-go, reclamaba al arzobispo su intervención para evitarque se crease •—el domingo 27 de mayo-—• un cabildo osociedad bajo el patronato del Misterio de la SantísimaTrinidad en la iglesia de este nombre formado por crio-llos y africanos, pues el domingo 20 de mayo ya se ha-bía bendecido, con todas las solemnidades, la banderade un cabildo nombrado así y era incompatible que sub-sistieran dos cabildos o sociedades con banderas de unamisma devoción. Alegaba el rey congo que tampoco sele había participado, según lo prevenido por la costum-bre. El prelado respondería con una negativa al reyMelchor, pues de lo que se trataba era de que amboscabildos tributaran a Dios.f

La documentación revisada permite comprobar el pa-pel desempeñado por la advocación mariana de nues-tra señora de santa Ana entre los cabildos congos denación de Santiago de Cuba, con seguridad por estar suermita junto al cementerio del mismo nombre, fundado

5 Ibid., Cuba, 25 de mayo de 1866. (Aparece la firma Yo, el Rey Melchor YlarioYuanis, al pie del documento.)

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desde 1827. Cada 26 de julio, día de santa Ana, se ce-lebraba una festividad de los cabildos congos en la quetodos tendían sobre el suelo de aquella, el paño o ban-dera-insignia.6

El rey Melchor, Hilario Yuanis, también le solicitó alarzobispo que impidiera la entrada a la ermita de SantaAna de personas de color miembros de cabildos conbanderas que, en el mismo templo, pretendían mofarsede estas corporaciones, e impedían a los verdaderoscabildos cumplir su misión o ritual con toda religiosi-dad. Sólo debían entrar a la ermita aquellos cabildosreconocidos y aprobados por las autoridades superioresde la isla, y negarla a quienes concurrían con trajesadecuados a la diversión de mamarrachos. Dejaba verel rey congo que los cabildos se retirarían de hacer susofrendas si no se tenía en cuenta su petición. La res-puesta fue demandar del capellán que exigiera silencio ycompostura a todos los concurrentes dentro del recinto.7Son de notar pues, las diferencias suscitadas entre prac-ticantes de los cabildos de negros y los que actuabancon absoluta libertad en sus ceremoniales ancestrales.

Una de las diferencias más comunes entre la Iglesia ylos cabildos fue la relacionada con la posesión de laimagen patraña. Creemos que no hay un solo caso enque el cabildo no hubiera financiado su icono, por loregular en la casa-templo o en la del presidente o capa-taz. Entre las medidas adoptadas por la autoridad ecle-siástica para embridar los cabildos de morenos, acomienzos de la segunda mitad del siglo xix, estuvo lade retener la imagen en uno de los altares de laparroquial, después de llevarse a cabo las procesionesanuales en las que la representación del patrón perma-necía durante una noche o varios días en dicha iglesia.

6íbid.7 AASC. Personal del Clero, leg. 65, Cuba 25 de mayo de 1866.

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Al menos en el papel, el párroco y el arzobispado seríanabsolutamente rígidos al cumplir lo concerniente a quela figura del patrón o la patrona permaneciera en el tem-plo, no obstante pertenecerle a su cabildo. Y en las pro-cesiones se exigía que, indefectiblemente, siempreestuviera al frente el sacerdote con sus atributos de capa,cruz y ciriales.

Hilario Yuanis, a quien; ya mencionamos como reyde los congos de Santiago de Cuba, reclamó en mayode 1865, a nombre del cabildo de los brúcamos, cuyosintegrantes veneraban a santa Inés, el cuidado de suimagen porque una vez concluida la fiesta "se ha reteni-do en la parroquia de Santo Tomás nuestra adoradaprenda", su queja era inmensa ya que consideraba queera "garantía de orden y buen comportamiento el cualsin duda languidecerá desde el momento en que lle-guen a persuadirse que la adorada imagen de su santapatrona no corra a nuestro particular", es decir no regre-saría a su casa-templo.8 A nuestro entender, el icono habíallegado a encarnar la potencia conga como una de lasrepresentaciones múltiples dentro de la regla, tal y comolo expresa el especialista Joel James en su libro Los Sis-temas mágico-religiosos cubanos; principios rectores.9

Para 1870 la coronación del rey Melchor, o lo quepara las autoridades era el capataz del cabildo de mo-renos de toda la nación conga en Santiago, se hacía el 5de enero en la jefatura principal de policía de la ciudadpresidida por el ayudante del cuerpo de protección yseguridad pública. El gobernador civil y comandantegeneral de las tropas expedía el decreto de nombramientoque refrendaba la Secretaría de Gobierno.10 Esta prácti-

8 Ibid., Santiago de Cuba, 2 de mayo de 1865.9 UNESCO, Caracas, 1999.10 Se trataba de don Blas de Villate de la Hera, conde de Valmaseda, gober-

nador civil y comandante general de las tropas en operaciones en el De-partamento Oriental y de las Tunas. Archivo del Arzobispado. Personal delClero, leg. 65, Cuba, 7 de enero de 1870.

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ca administrativa pone en evidencia el grado de depen-dencia con respecto a las autoridades.

José Dolores Villar, moreno libre natural de África yde nación conga, era elegido rey por pluralidad de votosde todas las corporaciones de la nación conga y con suacreditación oficial solicitaba al vicario general su títu-lo de rey Melchor para que, bajo la advocación de sanBenito de Palermo, se hiciera la ceremonia de corona-ción el 2 de febrero —-día de la virgen de la Candelaria—en el templo de San Francisco.11

Bajo el patronato de la virgen de la Caridad del Cobre,el cabildo liberé era uno de los más conocidos de San-tiago de Cuba por lo notorio de sus festividades en tornoal templo de Santo Tomás. Cada año la efigie de la virgenmañana era conducida la víspera del 15 de septiembredesde el campo de la Maloja, en el que se encontraba sucasa-templo, hasta la iglesia de Santo Tomás y allí secelebraba su fiesta con tangos, mañana y tarde, hastaaltas horas. Luego retornaba al altar doméstico.12

El cabüdo o sociedad Tiberé integrado por individuospobres y trabajadores, había costeado con sus ahorrosla imagen de la virgen de la Caridad, la misma que entiempos del arzobispo Claret se depositó, por su orden,en la parroquia de Santo Tomás. Trajes, mantos y pren-das también eran pagados por los cofrades. CelestinaMasabó, quien decía ostentar el cargo de presidenta delcabildo desde 1828, en unión de su primer ministroEvaristo Danguillecourt, reclamaba la intervención delas autoridades eclesiásticas al ser destituida por el pre-sidente en favor de Ramona Sánchez, la mayordoma dela virgen, en 1877. Para su defensa, alegaba haber sidoelecta tres años atrás con aprobación del mencionadopresidente Juan de Dios Navarro y, por consiguiente,

u AASC. Personal del Clero, leg. 65, 7 de enero de 1870.12 El Redactor, 16 de septiembre de 1856.

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con la del rey de los congos y otros ocho cabildos africa-nos de la ciudad. Junto con otros miembros, considerabahaber realizado reformas en la corporación y enmenda-do errores; y sin embargo había sido postergada. LaMasabó acusaba de usufructo privado de los bienes dela comunidad al presidente y la mayordoma, puestosen connivencia para estos fines.13

Por su parte, el presidente Juan de Dios Navarro expli-caba que la mujer llamada Celestina Masabó había sidoreina o presidenta de la corporación y pertenecido a ella,pero que él mismo, que desde hacía trece años realizabalos nombramientos, la había declarado suspensa de susfunciones y se lo había comunicado a los demás cabil-dos. Quizás por venganza, la Masabó había pedido eltraslado de la patrona a la iglesia del Carmen y ofrecidoa esta el manto, los trajes y las prendas que pertenecíansólo a la sociedad. En su deseo de permanecer con au-toridad dentro del cabildo de nación, la depuesta presi-denta prefería hacer el juego a la Iglesia con respecto ala posesión de uno de sus más preciados símbolos.

Algo muy parecido ocurriría en el seno del cabildocanga: los morenos libres Juan Bautista Asié y MaríaCatalina Brito eran sus presidentes y se negaban a en-tregar la imagen de nuestra señora de Loreto, su patro-na y su prenda, la que se hallaba en su propia casa,para ser trasladada a una casa-templo, donde existíauna pequeña capilla erigida por un grupo de morenosen la zona correspondiente a la feligresía de la Santísi-ma Trinidad. Las diferencias en el seno del cabildo ha-bían impedido desde 1859 hacer las procesiones, porqueel capataz contrariaba la opinión de la mayoría de losmiembros de la asociación. Como el párroco de Trinidadintervino a favor de los líderes cofrades, capitán generalBartolomé Ferrer y el consejero Bartolomé Hardy, el fallo

13 AA.SC. Personal del Clero, leg. 65, Santiago de Cuba, 3,5 y 6 de octubrede 1877.

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del arzobispo A. Primo Calvo y López fue que la imagende la patrona se llevara a Trinidad y no a San Franciscocomo finalmente pretendía Asié, cuando sintió la pre-sión que sobre él se ejercía. Las diferencias continua-ron durante más de una década: se le realizó un arqueode cuentas por sus opositores; y como siguió de capa-taz continuó reclamando el regreso del icono a San Fran-cisco; se le dijo que sólo era presidente interino y JuanBautista Asié argumentó de que en la casa del cabildono debía estar la imagen porque "no hay compostura nibuenas maneras sino desorden".14 En 1874 triunfaríael presidente, porque su actitud era la que más conve-nía a la Iglesia: la imagen quedaría en el templo delseráfico padre San Francisco. El desgaste de prestigioocasionado por estos conflictos internos de autoridad,contribuía al deterioro de las cofradías o cabildos demorenos y justificaban el alejamiento de la Iglesia de supolítica transigente y favorable a la evangelizaciónacriollada. Mientras tanto, era manifiesto el incrementode las prácticas religiosas con mayor influencia de lasraíces africanas.

Entre los cabildos de tradición en Santiago de Cubase encontraban también los carábalíes: osese, izuana yelugo.15 El capataz del carabalí osese a veces se hacíallamar rey, pero nunca con el ceremonial reconocidode los reyes congos de la iglesia de Santo Tomás. Supatrona era nuestra señora de santa Bárbara, cuya ima-gen pernoctaba en la parroquia de la Santísima Trini-dad sólo durante la fiesta; porque ella tenía un terrenocon altar. Su rey, Fernando Limonta, había reclamadoen 1860 el reconocimiento de la propiedad del lugar enque se hallaba colocada la imagen; pero el párroco deTrinidad negó poseer algún documento que lo avalara.16

14 AASC. Personal del Clero, leg. 65, Santiago de Cuba, 10 de abril de 1875.15 En todos los casos empleamos la ortografía que aparece en los registros.16 Ibíd., Santiago de Cuba, 18 de diciembre de 1866.

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El capataz del carabalí elugo Ambrosio Palacios pro-movía diligencias para que se le permitiera llevar a sucasa la imagen de nuestra señora del Carmen con elpropósito de vestirla, adornarla "a fin de hacerle la pro-moción de costumbre". En esta oportunidad, el capatazdecía que la antigua reina Francisca Antonia Céspedeshabía cometido abusos y realizaba el siguiente recuen-to: en 1826 la Real Audiencia del Distrito había ordena-do que la imagen permaneciera en la iglesia, lo mismoque las alhajas, ropas y adornos. Tanto la representa-ción de la virgen del Carmen como los objetos ritualeseran propiedad del cabildo, si bien la morena Céspedeslos había entregado todos a la iglesia y el capellán sehabía resistido a devolverlos. Se suponía que el capatazpretendía mover a disensiones o partidos entre los miem-bros de su cabildo porque las disposiciones superioresestaban en contra de sacar la imagen de la iglesia "paranevarla a casas particulares exponiéndola a irreverenciasy otros desordenes que resultan forzosamente de lascuestiones de los negros de ese cabildo hace muchosaños".17

El gobernador José de la Gándara propuso realizaruna nueva elección para capataz del cabildo en la reu-nión por la festividad a su patrona. Fue designado almoreno libre Francisco Caballero, quien, a su vez, eli-gió como capataz y reina de la congregación a la more-na Mercedes Planos, su esposa. Este insistió en que laimagen debía de ser guardada en la casa de su cabildocomo se hacía en las demás de su clase. El gobiernoeclesiástico mantuvo su intransigencia y exigió que larepresentación de la virgen del Carmen de la procesióndel 23 de julio de 1865 volviera a la iglesia sin detenerseen parte alguna, ni en casas particulares. Nuevos inten-tos de disensiones se presentarían en el seno del cabüdo

17 Ibid., Cuba, 12, 16, 17 de julio de 1863 y 20 de febrero y 16 y 18 de juliode 1865.

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carabalí elugo cuando la morena libre María Josefa Casay su esposo Camilo Laguna solicitaron sacar la imagende nuestra señora del Carmen, llamada La Chiquita,situada en el templo de su advocación. Como los capa-taces y esposos Caballero-Planos reclamaron hasta 1881la devolución de la imagen a su cabüdo, finalmente sedecidió que para evitar divisiones cesara la asociacióncomo cabildo y se formase una cofradía con las dos frac-ciones unidas para lo cual un representante de la Igle-sia se encargó de la redacción del reglamento.18

El cabildo carabalí izuana también en 1865 debióentregar la imagen de su patrón, san Juan Nepomuceno,a la iglesia de San Francisco, con la prohibición de nollevarlo jamás a casas particulares, aunque podía con-servar y cuidar de las alhajas y ornamentos.19

A los tres cabildos carabalíes se les exigió que la pro-cesión acostumbrada siempre estuviera presidida porun sacerdote y dos clérigos de hábito con el pretexto deque debían mantener el orden. El recorrido de estos trescabildos se hacía a través de las calles en las que resi-día una buena parte de la población libre de color deSantiago de Cuba:

Carabalí osese: La procesión salía de la iglesia de laSantísima Trinidad y recorría las calles del Salvador (hoyMoneada), San Germán, San Félix, y San Mateo pararegresar por la del Salvador hasta la iglesia.

Carabalí elugo: La procesión salía de la iglesia delCarmen, llegaba hasta San Francisco y de esta a la ca-lle del Gallo, de ahí a la de la Providencia y proseguíahasta San Fermín y, de ahí llegaba a Santo Tomás y porella regresaba al templo.

Carabalí izuana: La procesión salía de la iglesia deSan Francisco por la calle del mismo nombre hacia Santo

18 íbfCL, Cuba, 21 de octubre y 21 de diciembre de 1881.19 Tbid., Santiago de Cuba, 2 de junio de 1865 y 18 de mayo de 1866.

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Tomás, seguía por Providencia, Rastro y San Germánpara salir a la calle de la iglesia.20

Los capataces del cabildo mandinga, Manuel Martí yRufina Calas, todavía en 1865 conservaban la imagende su patrona en la casa-templo doméstica. La proce-sión salía de la casa-altar esquina a San Bartolomé ySan Antonio baja, seguía por Santo Tomás para subiral templo donde permanecía desde esa tarde hasta eldía siguiente en que regresaba a la casa donde se guar-daba la imagen (diez años atrás la imagen permanecíadurante tres días) por las calles San Francisco, San Pe-dro y Habana hasta San Bartolomé. Desde 1865, el arzo-bispo exigió al cabildo mandinga que, como en los demáscasos, dejaran el icono en el templo.21

Por los años de 1850, el cabildo de mestizos y negroslibres del Tivolí francés sacaba la imagen de nuestra se-ñora de Belén: la procesión salía del templo de San Fran-cisco, seguía por San Juan Nepomuceno, doblaba porSanta Rosa pasaba por el Tivolí hasta Marina, Comercioy Gallo para llegar a la casa-templo del cabildo que seencontraba en Santa Rosa, siempre muy adornada eiluminada. Celebraba la fiesta de su patrona el 19 demayo y conservaba la imagen en el altar doméstico, porautorización del arzobispo, bajo el pretexto de que no.era la que existía en el altar mayor de la iglesia. Paraentonces, varias cofradías de pardos ingenuos o mula-tos libres se habían organizado en la archidiócesis, cuyogrado de evangelización o de aproximación a la Iglesiaera mucho mayor que el de los cabildos negros.22

En 1858 al moreno libre africano Antonio Cabrera sele autorizaba, luego del informe favorable del párroco deSan Luis del Caney acerca de la devoción que observaba

20 AA.SC. Santiago de Cuba, 11 de mayo de 1855, 2 de junio y 18 de julio de1865, 18 de mayo y 16 de diciembre de 1866.

21 Ikrid., Cuba, 3 de junio y 3 de julio de 1854, 17 de junio de 1865.22 JbfcL, Cuba, 14 de mayo de 1872, El Redactor, 20 de marzo de 1856.

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en su feligresía, la creación de un cabildo bajo laadvocación de la Candelaria.23

Por estos tiempos, las autoridades eclesiásticas ma-nifestaban a las civiles su preocupación por las fiestasde san Juan, san Pedro, Santiago y santa Ana por losexcesos cometidos en los templos debido a las turbasde mamarrachos —en particular en el de San Francis-co— y para evitar que importunaran durante el día y lanoche, mientras se rezaba el rosario y se enseñaba ladoctrina. El gobernador Carlos de Vargas Machuca encada templo situaría un subalterno de policía respon-sable de que se guardara la compostura.24 También setomaron medidas contra aquellas personas, particular-mente en el campo, que engañaban a las gentes senci-llas recaudando limosnas para novenas, prácticasdevotas, convenios, expendios de escapularios y hastaprocesiones, como hacía un tal Carvajal.

Pero la Iglesia no sólo endureció su actitud respecto ala permanencia de los iconos patronales en las casa-templos, comenzó a denegar las solicitudes de forma-ción de cabildos en la década de los años de 1860.

Fernando Odio y María Loreto Valenciano solicitaronlicencia para formar un cabildo o cofradía de morenosminas con la virgen de la Caridad como patrona, TeodoroBetancourt y Coleta Casamayor solicitaron permisopara formar una asociación, cofradía o cabildo bajolos auspicios de nuestra señora de las Mercedes, yNemesio Ramírez junto con la reina Carmen Pereira,miembros de la sociedad del papiante devotos de nues-tra señora de santa Ana, solicitaban hacer una fiesta enla ermita después de la procesión. En todos estos casosla respuesta fue negativa, más aún, bastante acida departe del arzobispo Primo Calvo y López: en el primercaso, porque consideraba que se trataba solamente de

23 Ibíd., Cuba, 11 y 16 de noviembre de 1858.24 Ibíd., Cuba, 22 de junio de 1855.

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una fiesta a la virgen de la Caridad y pasar el resto deldía en diversiones como las que acostumbraban: "quees a lo que generalmente se reducen las cofradías o ca-pítulos de las personas de color", entonces les bastabacon la autorización civil. En el segundo, la respuestadel arzobispo es todavía más tajante: le parecía impro-cedente que aquello se tratase como asociación religio-sa cuando se pedían tres días de tangos. El prelado nose oponía a estas fiestas pero no caían bajo su esfera,llamaba la atención sobre la mezcla entre lo sagrado ylo profano de aquella misa cantada en el Santo Cristode la Salud a la virgen de las Mercedes, y añadía paramejor entendimiento, que lo que debían hacer era soli-citar la licencia competente ya para la fiesta religiosa, yapara las religiones profanas como se hacía con otrosdevotos sin que se formara asociación o cabildo, demanera que no se necesitaba autorización eclesiásticapara la pretendida cofradía. En el tercero, el párrocoJuan Tomás Martínez de la iglesia de Trinidad (a la quepertenecía la ermita de Santa Ana) decía en 1862, queel principal motivo era formar un altar grotesco con "bai-les y comidas poco edificantes que solían terminar endisputas y hasta en riñas deplorables con dichos grose-ros y escándalos", el gobernador del arzobispado mani-festaba en 1870 no tener noticias de la legitimidad dedicha sociedad, ni de su secretaría: cuatro años mástarde se le autorizará la procesión.25

Como la iglesia del Santo Cristo de la Salud se encon-traba en lugar privilegiado de un barrio mayoritaria-mente de negros ubres, la efervescencia religiosa estabaen su apogeo. Los cabildos de negros pidieron autoriza-ción a las autoridades civiles para reunirse el 10 de

25 AASC. Personal del Clero, 30 de abril de 1854, Santiago de Cuba, 30 de julioy 1 de agosto de 1862, 19 de diciembre de 1864, 11 de abril, 8 y 22 de agostode 1865, 26 de marzo de 1866, 13 de abril de 1867, 1 de febrero de 1868,18 y 19 de julio de 1870, 2 de agosto de 1871, 11 de septiembre de 1874.

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octubre de 1864, en la plaza de dicho templo, con suscorrespondientes banderas y atabales, para hacer fies-ta en honor de la virgen de las Mercedes. Así se lo co-municaría el marqués de la Concordia al arzobispo yañadía que los morenos querían divertirse después desus actos religiosos como cualquier otro individuo y lapolicía se encargaría de las medidas de orden necesa-rias. Como se ve,' estos asuntos dejaban, poco a poco,de ser de la competencia de la Iglesia.26 •

De la lectura de la información sobre los cabildos ne-gros hallada en el archivo de la archidiócesis de Santia-go de Cuba, se deduce que la Iglesia Católica asumióuna postura más dogmática e intransigente desde losaños de 1860, lo que distanció a los cabildos de more-nos cuya antigüedad había permitido una hibridacióncriolla progresiva del catolicismo con las religiones afri-canas. También se restringió la evangelización, segúnla tónica con que predicaba el clero criollo desde elsiglo xvi, e hizo florecer con independencia las comuni-dades religiosas de negros libres y esclavos con una cargamayor de africanía. La actitud intransigente de las au-toridades eclesiásticas y el temor de las civiles a la in-subordinación política provocó el ocultamiento de lassociedades religiosas de los negros al considerarlasdelictivas. El distanciamiento ritual, la impopularidady el integrismo de la clerecía pusieron en precario lavida de las cofradías negras hasta provocar su desapa-rición o integración en las antiguas blancas y mestizas,luego de la abolición de la esclavitud.

El papel de los cabildos negros, cuya presencia seremonta en la sociedad cubana al siglo xvi, se ha to-mado bastante poco en cuenta con respecto al desen-volvimiento de los grupos de hombres libres de color yesclavos. Tan sólo se ha considerado su ceremonial

26 AASC. Personal del Clero, Cuba, 20 de septiembre de 1864.

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religioso, sin establecer variantes temporales o calidadesentre ellos. Ni qué decir de la influencia educativa quepudieron proporcionar las cofradías entre los estamentossociales que las conformaron. Allí se mezclaron gentesde diferentes niveles de educación y, según se apreciaen los documentos, la participación de blancos ilustra-dos como padrinos. ¡Cuánto podría desentrañarse so-bre la preparación política y el proceso de formación deuna identidad criolla entre los libres de color si se cono-ciera todo el diapasón de posibilidades sociales y cultu-rales de estas cofradías de morenos libres y esclavos,de las que únicamente conocemos la superficie!

Mucho se ha escrito sobre el papel de una logiamasónica en la preparación ideológica de Antonio Maceo,aunque no se ha hallado el menor documento que nosasegure su presencia entre sus miembros, y ni siquiera,de ningún mulato en la militancia de ellas. ¿No seriamejor suponer todo lo contrario, que Ascensio Asencio,el padrino de bautismo de Antonio Maceo, era un blan-co activo en algunas de las cofradías de morenos congosde la iglesia de Santo Tomás? ¿Acaso Mariana Grajales,su madre, no era una devota de la virgen de la Caridady había bautizado a Antonio de la Caridad en la mismaparroquia donde radicaba el cabildo de Tiberé, el mis-mo cuya carrera pasaba por la calle de la Providenciadonde vivían los Maceo, aquel cuya casa-templo delcampo de la Maloja se encontraba en las proximidadesde su vivienda? Al menos, debe reconocerse que las evi-dencias apuntan mejor hacia esta .hipótesis. Se perdía laposibilidad por esta vía de equipararse al blanco, y a lapropia inconformidad estamental y política, se añadiríael severo disgusto por el distanciamiento doctrinario dela Iglesia Católica en la isla de Cuba a las fórmulas dereligiosidad popular, perdida su singularidad criolla ypor la connivencia con la burguesía liberal hispana.

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LA VIRGEN DEL COBRE Y LA NACIÓN CUBANA

Por su complejidad la religiosidad cubana resulta difícilde abarcar en todos sus fundamentos, no obstante losnumerosos y profundos estudios realizados por investi-gadores del calibre de Fernando Ortiz y Lidia Cabrera,entre otros.

La empresa de establecer la relación entre religión yformación nacional tiene pues, a su vez, multiplicidad devericuetos y matices que pudieran pasarnos inadvertidos.¿Por qué esa abrumadora riqueza y ese barroquismo deinterpretaciones?

La respuesta hay que buscarla en los propios oríge-nes de la colonización española, acompañada de la es-pada y la cruz. Es sabido que la conquista de Américafue concebida como una cruzada y que los Reyes Cató-licos y la Iglesia de Roma marcharon de acuerdo, alian-za refrendada con el Patronato Regio. De esta manera,a cambio del monopolio ideológico, el papa aceptaba latutela de la monarquía española sobre la Iglesia delNuevo Mundo. El significado político fue trascendenteen la formación de la mentalidad religiosa del hombrecomún americano. Nos ceñiremos a la cuestión cubana.

Si efectivamente se exigió a los encomenderos la evan-gelización de los indios, estos sólo recibieron un barnizde educación religiosa que no iba más allá, en la mayo-ría de los casos, de aprender de memoria el Padrenuestro,el Credo y el Avemaria. El aborigen apenas si modificósus creencias en mente y corazón, la transmisión se efec-tuó, por vía materna, a los mestizos que proliferaron desdeel siglo xvi.

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Lo mismo ocurriría con el africano al que debió incul-cársele la fe católica con la superficialidad y el desinte-rés de aquel que está convencido de la imposibilidad detransmitir a un animal las experiencias del espíritu.

Como magistralmente ha expresado Fernando Ortizen su libro Historia de una pelea cubana contra los de-monios, aquellos frailes que ocuparon las parroquiasde las villas criollas, durante los primeros siglos de lacolonización, no estaban armados precisamente de unadoctrina ortodoxa estricta. Si se dice así de aquellosque vinieron de la península, para qué hablar de losque se formaron en estas tierra. De manera que, la he-rencia primigenia, agazapada por siglos, de los tiemposprecristianos y "paganos" afloró, sin mucha dificultad,en sus lucubraciones religiosas, que congeniaban conel ambiente prevaleciente en la comunidad mestiza deblancos, indios y negros. Agreguemos que no fueronpocos los judíos conversos que tocaron en nuestras cos-tas o se establecieron en esta tierra; según este panora-ma, de aplicarse la Inquisición en la isla de Cuba con elrigor de España, muy pocos se hubieran salvado de lapira purificadora.

Aunque parezca paradójico, cada vez que la IglesiaCatólica dio la vuelta a la tuerca para incrementar supureza teologal y ritual, mucho más fuertes resultaronlas manifestaciones e interpretaciones populares delcatolicismo. No añadamos las consecuencias cotidia-nas de la búsqueda del beneficio económico, que hacíatransigir a las jerarquías eclesiásticas hasta con prácti-cas inadmisibles dentro de una rigurosa interpretacióncristiana. Vale decir que los cabildos de nación se for-maban como cofradías en el seno de la Iglesia Católicay sus directores transmitían el mando bajo la aproba-ción del obispo de turno.

Así se fue creando un sistema de religiosidad popular,con sus propias reglas e interpretaciones, de una rique-za tal que todavía es capaz de sorprender a muchos.

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En este contexto surgió el culto a la virgen de la Cari-dad del Cobre a comienzos del siglo xvii, en el caldo decultivo del mestizaje. En síntesis, una advocaciónmariana bien asumida como algo propio por sus valo-res universales representativos de la maternidad, lamadre tierra, el amor materno, etc., sensibilizó a indiosy africanos, cuyo aporte cultural y relación de devenirfueron decisivos para su formación. Surgió entre lasdotaciones de esclavos de las minas de Santiago delPrado (El Cobre), para madurar en el transcurso de másde un siglo. He analizado en otros trabajos detalles dela formación de este culto. Mi objetivo es centrar ahorala atención en la manera que la comunidad mestiza decobreros, ya en el siglo xvii, había investido a la virgende la Caridad del Cobre como su representación de co-lectividad. De manera que, esta advocación marianatomó una cualidad nueva, la cualidad política, ya queservir de exponente de la condición criolla implicaba,por ende, asumir con plenitud meridiana los derechosde conciencia colectiva.

Todo se originó un tanto naturalmente, en el trans-curso de sus vivencias sociales, dentro del límite de es-pontaneidad concebido entre seres conscientes queadquieren una ideología y una mentalidad colectiva. LaIglesia Católica, como en otras muchas oportunidades,intervino cuando ya la situación era inobjetable; el cul-to popular se había formado y ahora fue necesario cons-treñirlo, someterlo a los requerimientos institucionales.Ocurría a fines del siglo xvii, cuando ya los cobreroslevantaban un santuario de gran magnitud, y con suspropios recursos, dedicado a la virgen de la Caridad delCobre. Ya menos espontáneo, en el ámbito de la políti-ca, fue que los cobreros convirtieran el culto a la virgende la Caridad del Cobre en la mejor defensa para sucondición de criollidad: su veneración inmiscuía la fe dela comunidad en su derecho a la tierra como heredera de

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Fig.19. Dibujo a mano alzada de la virgen de la Caridad del Cobre reali-zado por el capellán J. J. Bravo para el libro Aparición prodigiosa, 1766.

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los naturales y la erección del santuario demostró su ca-pacidad para organizarse y gobernarse autónomamente.

Lo que los cobreros reclamaban era que se reconocie-ra el derecho natural y consuetudinario, no el derechode conquista. La Real Cédula de 1800, que concedió sulibertad, desconoció la comunidad como legataria de latierra por naturaleza; y como subditos, la administra-ción colonial, para despojarlos, aplicó reales órdenes ycédulas sobre la propiedad de la tierra. En los territo-rios orientales de la isla de Cuba, aquellos principios desoberanía natural, ajenos a la metrópoli, no dejaron delatir al ritmo de la creencia mañana en la virgen delCobre, vinculada con los derechos individuales y decomunidad entre los descendientes y vecinos de loscobreros; por el contrario, esta convicción se multiplicóy expandió entre los elementos del campesinado humil-de de las zonas aledañas a El Cobre. Por ejemplo, du-rante la conspiración del pardo Nicolás Morales y losmestizos moradores rurales de la jurisdicción de Bayamoquienes reclamaban la igualdad con los blancos en lalegislación agraria a fines del siglo xvin. La devoción co-mún a la virgen del Cobre había contribuido, por cuan-to la fuerza del principio de pertenencia dimanaba delmito de sus orígenes, a proporcionar identidad. No esde extrañar pues, que la virgen de la Caridad del Cobrese representase gráficamente, desde aquellas épocas,con la canoa y los "tres Juanes", símbolo de su condi-ción criolla. El poeta cubano Gastón Saquero conside-raba que la gran mayoría de los devotos la veían nocomo una advocación mariana sino como una especiede tótem o "numen" peculiar y autónomo.

Y es así, que en el siglo xix, durante las guerras deindependencia, el culto a la Caridad del Cobre se com-portó como un factor político que aglutinaba a lamambisada y convocaba a la lucha por la independen-cia, basado en la unidad étnica y cuitara!, tal y comohabía ocurrido entre los cobreros. La mejor manera de

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explicarlo es reflexionar sobre la escena en la que elPadre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, cons-ciente de la necesidad de la integración para la luchaen ciernes, visita El Cobre. Recibido con agasajos pro-pios de la comunidad mestiza, se prosterna ante la vir-gen como un acto político más que religioso. Era laaceptación de su misión de cubanía. En el arranque dela contienda por la libertad, el mejor mensaje para laconquista de la independencia era el de la integraciónnacional para la liquidación del colonialismo español,según la utopía de nación concebida también, necesa-riamente, entre los de condición humilde y mestiza.

Al margen de la Iglesia Católica, sometida al PatronatoRegio con mayor fuerza en el segundo tercio del siglo xrx,a partir del catolicismo oficial se iba conformando uncriterio religioso propio del pueblo cubano, lo mismoque una opinión popular de cómo habría de autogober-narse. La presencia de cientos de miles de africanos enla isla permitiría acentuar y acelerar formas nuevas dereligiosidad popular, amén de que, en la segunda mitaddel xix, no sólo la masonería se extendía por estas tie-rras como secuela de la üustración; también los refor-mistas luteranos daban sus primeros pasos a través delas inversiones e intercambios comerciales norteameri-canos con la Cuba colonial. El monopolio oficial de lareligión católica se desmoronaba.

Las guerras de independencia contribuyeron a forjarel criterio de unidad en torno a la versión cubana de laadvocación mañana de la Caridad y expandieron suculto por toda la isla, al ritmo del espíritu separatistadurante la Invasión. Ambos principios se enriquecieronen la concurrencia y quedaron indisolublemente liga-dos a la singularidad del cubano. Por tal motivo, no esextraño que al alborear la República hubiera el interésde convertir a la virgen cobrera en patraña oficial de laIglesia Católica cubana, cuando ya, desde hacía rato,emocionalmente era patrona de los cubanos, con los

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mismos atributos de progenitura que le reconocían loscobreros.

Mientras tanto, la Iglesia Católica con su mayoritarioclero español radicado en las ciudades, servía incondi-cionalmente al ejército colonial, y se desentendían de lareligiosidad popular; al desconocer la realidad, a la pos-tre reconocían su incapacidad para enfrentarse a unhecho de masas, y esto ocurría cuando también comer-ciantes y hacendados criollos, influidos por Las Luces,eran cada vez menos asiduos a los templos.

Entre 1898 y 1902, la Iglesia Católica cubana se con-mocionó hasta sus cimientos, aferrada a la condiciónimpuesta por el Patronato Regio. En general se habíaacomodado a esta dependencia; todos los intereses socia-les que aún la rodeaban conspiraban para que no hubie-ra una política de la Santa Sede más independiente deEspaña en Cuba. Todo lo que la amenazaba desde el pa-sado siglo, arremetió contra ella de manera consciente.

Especialistas en estos temas, como el sacerdote je-suíta Manuel P. Maza Míquel y monseñor Carlos Ma-nuel de Céspedes García-Menocal, entre otros, llamanla atención sobre la propia situación del papado, some-tido a las presiones italianas, que lo inclinaban a bus-car el apoyo de la monarquía española. Ambos sonseveros al criticar la responsabilidad de la instituciónen su deseo de "españolizar" y en el ansia de lucir sucondición de respaldo ideológico del agonizante régimen,en particular durante el transcurso de la última con-tienda independentista.

El deseo de congeniar con Estados Unidos, otra de.las aristas de la "virtuosa españolidad", de buscar lasolución económica a sus bienes embargados desde ladécada de 1840 por su aliada gubernamental, una vezmás, alejó a la Iglesia Católica de soluciones misione-ras populares.

La crítica de esta situación comenzó a producirse en elseno de la propia Iglesia, entre el reducido clero cubano

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—que había logrado sobrevivir hasta la República— nocorrompido por el regalismo y la inobservancia de losprincipios de abstinencias más elementales.

No se ha estudiado suñcientemente la sorda pugnaentre el clero español y el cubano que, sin duda, semanifestó por estos años. La ventaja era de los prime-ros por mayoría y por el respaldo oficial del papado.Todos los autores convienen en señalar que León XIII sehallaba muy distante de los problemas americanos,motivado, en particular, por los más próximos de lapenínsula italiana.

Una vez más, la virgen de la Caridad del Cobre sirvióde estandarte en la defensa de la identidad entre lospropios sacerdotes cubanos como política de vanguar-dia para resquebrajar la influencia del clero español enla comunidad católica. El sacerdote Guillermo GonzálezArocha, quien había participado en la lucha insurrec-cional, buscó el reconocimiento de su patronazgo ofi-cial desde los propios inicios del siglo xx y defendió lapopularidad de su veneración, por su arraigo criollo ysu vinculación con la historia nacional, frente a otrasadvocaciones marianas preferidas por el clero españolcomo la virgen de Lourdes, santa Teresita, etc. En 1901los prelados de Santiago de Cuba y La Habana solicita-ban su proclamación oficial.

Como puede inferirse, sin mucho esfuerzo, esta ac-ción era totalmente consciente: es decir, la relación en-tre la virgen del Cobre, patrona de Cuba, y la búsqueday supremacía de una Iglesia Católica cubana que res-pondiera a las necesidades singulares de una pastoralpopular. La Iglesia Católica había quedado en precario,desprestigiada por su alianza con la españolidad y abru-mada por la libertad de culto que se le vino encima des-pués de 1898.

La necesidad de crear un proyecto misionero católicocoherente y democrático para afrontar los retos que el

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nuevo siglo imponía al despuntar de la República cuba-na eran temas de segundo orden dentro de la Iglesiaromana. La mayoría de los jefes revolucionarios, mu-chos de los cuales habían sido educados en EstadosUnidos o Europa, cuando menos, eran masones; unabuena parte habían asumido nuevas prácticas cristia-nas o simplemente eran anticlericales. Hondo habíacalado en sus mentes el respaldo de la Iglesia, e inclusodel papado, a los enemigos de la independencia.

Y la modernidad, al estilo norteamericano, hacía flo-recer formas de religiosidad diferentes; a ello contribu-yó la entrada masiva de misioneros evangélicos juntocon la intervención armada, quienes permanecieron enla isla después de reconocida la República y, con agu-deza, penetraron en zonas más intricadas del campocubano para llevar a cabo su labor proseütista. La Igle-sia Católica permaneció en un relativo inmovilismo y lamayor atención se dirigió a la formación de escuelasprivadas para la educación elitista de la burguesía.

La Constitución de 1901, la misma que admitió comoapéndice la Enmienda Platt, reconoció el matrimoniocivil y la libertad de culto "sin otra limitación que elrespeto a la moral cristiana y al orden público". A co-mienzos del siglo xx, la pujanza de la religiosidad popu-lar, sensibilizó a muchos intelectuales y artistas. Sinembargo, el régimen político perseguía las prácticasmarginales al cristianismo, llamadas por entonces,"ñañiguismo", caracterizándolas como obra de salvajes.El ya rancio racionalismo gubernamental hizo oídossordos al fervor religioso indicador de insuficienciasmateriales y espirituales, lo sometió a despiadada per-secución, alegando criminalidad. Nunca trató de com-prenderlo, ni bajo el gobierno de Tomás Estrada Palmani bajo el de José Miguel Gómez.

Comprometida con sus problemas internos, envuelta enmultiplicidad de frentes que atender, la Iglesia Católica

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permanecía impotente e indiferente; mientras los sacer-dotes cubanos exigían, dentro del espacio que le otorgabala disciplina de sus votos, una criollización y un propósitode transformación acorde con el grito nacional.

Todos los males de la recién nacida República podíanatribuirse a aquella Iglesia: metropolitanismo y racis-mo, república para blancos y desconocimiento de laspeculiaridades regionales, no obstante la presencia deesa minoría clerical cubana, algunas en lugares clavescomo el arzobispo santiaguero Francisco Barnada yAguilar, o el ya mencionado padre Arocha, quien llegó aocupar cargos políticos y a desempeñarse como rectordel reconstituido seminario San Carlos.

Es entonces cuando se produce el levantamiento po-pular conocido como da "guerrita de los negros" o la lu-cha de los Independientes de Color. Son bien conocidaslas acciones brutales del gobierno de José Miguel Gómezen el año aciago de 1912 contra los alzados. Las pobla-ciones negras de la antigua provincia de Oriente, parti-cularmente en las cercanías de Santiago de Cuba yGuantánamo, permanecieron intranquilas y desconfia-das concluida la represión. Los sangrientos acontecimien-tos fueron un llamado al cambio en la política misionerade la Iglesia Católica: apoyaría al poder político en sunecesidad de limar asperezas, descansaría en la popu-laridad del culto a la Caridad del Cobre entre las clasesmestizas humildes del oriente del país, para subrayarel mensaje de sus nuevos propósitos evangelizadores.

El 24 de septiembre de 1915, un grupo de antiguosoficiales del Ejército Libertador, acompañados por unosdos mil combatientes, encabezados por los mayores ge-nerales Jesús Rabí y Agustín Cebrero organizaron unacruzada a caballo desde Santiago de Cuba hasta El Co-bre para solicitar a la Santa Sede el reconocimientosolemne de la virgen de la Caridad del Cobre como Pa-trona de Cuba. Para dar el ejemplo, los firmantes eran

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blancos, negros y mulatos: militaban en los partidosConservador, Liberal y Socialista. Se pretendía realzareste símbolo de unidad nacional, reclamar la atenciónde la población sobre la urgente búsqueda de la inte-gración étnica y cultural.

El papa Benedicto XV, mucho más atento a su Iglesiade allende el Atlántico, respondió sin demora a la solici-tud: el 10 de mayo de 1916 declaraba la advocaciónmariana de la Caridad y de los Remedios, venerada enel Cobre, Patraña de la República de Cuba. Poco tiempodespués, el sumo pontífice convertía la antigua parro-quia habanera de la Guadalupe en centro occidental deveneración de la virgen de El Cobre.

No era este más que el comienzo de un viraje hacia lamayor atención de las masas populares. Los partici-pantes en las romerías cada 8 de septiembre se incre-mentaban y estas adquirían importancia cada año. Comoal despuntar el siglo el santuario original sucumbió porun derrumbe subterráneo, el arzobispo y los obispospublicaban una Carta pastoral en 1917 donde se trata-ba sobre la construcción del nuevo templo. La primerapiedra la colocaba al año siguiente la esposa del presi-dente Mario García-Menocal.

El auge del culto a la Caridad del Cobre coincidía conla recuperación de la confianza del cubano en su destinoindependiente, en la valía de su personalidad. No es ex-traño pues que Liborio —estereotipo del cubano sufri-do—•, guajiro veterano de la Guerra de Independencia, enoportunidades fuera representado de visita al santuariolos 8 de septiembre para pagar promesas. Ambas expre-siones de cubanía, la de Liborio y Cachita (forma cariño-sa de referirse a la virgen de la Caridad por los cubanos),eran exaltadas conscientemente con orgullo de pertenen-cia. De tal manera, que el nuevo santuario, construidoentre 1927-31, sirvió una vez más de punto focal en lareligiosidad popular para la comunidad cubana.

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Lo que queremos hacer notar es que toda la gestióninstitucional católica, coincidió con un fervor religiosoen ascenso no ajeno a su política de mejor entendimiento,mas la colectividad de creyentes se incorporaba a lostemplos católicos impregnados de una devoción religio-sa contemporizadora donde se mezclaban mitos, leyen-das, ritos, atributos, etc. de diversos orígenes y ajenosa la oficialidad católica. Sería este un resultado de lainoperancia de la política de catcquesis de la IglesiaCatólica y del libre albedrío del pensamiento religiosopopular por el que transcurrían y transcurren sumergi-dos los cultos aborígenes y africanos imbricados conelementos paganos venidos de la vieja Europa. Imposi-ble es en el día de hoy quebrar estos criterios religiosospresentes no sólo en el culto a la Patraña de Cuba, sinoen otras advocaciones mañanas como la virgen de Re-gla, la de la Merced, santa Bárbara, y en especial, en ladevoción al san Lázaro "milagroso"; es decir, aquel de laparábola de Lázaro y el rico del evangelio de san Lucasdel Nuevo Testamento o, sencillamente, "el Lázaro delos perros y las muletas" como decimos los cubanos.

Lo que diferencia el culto a la virgen de la Caridad delos demás es su capacidad para inmiscuirse, e influir,en los problemas políticos de la nación, virtud ganadadesde los tiempos de los cobreros. De esta forma, unpolítico podrá interrogarle en busca de la solución deproblemas para el común cubano o ella interceder porlos que se juzgan defensores de la patria. Como es deobservar, no ha sido un atributo ganado espontánea-mente, sino porque se la ha relacionado con circuns-tancias histórico-politicas en determinados momentos:bien por el propio pueblo, por la jerarquía eclesiástica opor las autoridades nacionales.

Y así siguió ocurriendo en el transcurso del siglo xx:en 1937 la virgen de la Caridad era coronada en la Ala-meda Michaelsen de Santiago de Cuba ante una mu-chedumbre inmensa, justo cuando la nación padecía el

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desorden posterior a la Revolución "que se fue a boli-na"; en 1952, y con motivo de la celebración delcincuentenario de la fundación de la República, la ima-gen de la "virgen mambisa" hizo un recorrido por todo elpaís, prácticamente no quedó pueblo sin visitar y luegola imagen original viajó hasta La Habana para ser ejede un acto cuyo espíritu radicaba en el despertar de laconciencia ciudadana cubana después del golpe de Es-tado de Fulgencio Batista, Concluida la lucha insurrec-cional contra la dictadura, en diciembre de 1959, seprodujo una enorme concentración en la llamada PlazaCívica habanera convocada para una misa solemne,nuevamente ante la presencia de la primigenia imagencobrera, en acción de gracias por el logro de la paz y laconcordia nacionales. En los comienzos de 1998, al cabode un siglo de la intervención norteamericana y casi enel centenario de la República, el papa Juan Pablo IIhizo uso de su derecho a coronar (al Niño y) a la virgendel Cobre, Patrona de Cuba, y ratificar su papel tras-cendente en la política de. la sociedad cubana.

Constituido el culto a la Caridad del Cobre y erigidosu Santuario como emblemáticos de la comunidad mes-tiza de Santiago del Prado, ambos devinieron expresióninseparable de la comunidad mayor cubana por res-ponder a los mismos requisitos etno-culturales de lacelular cobrera en los primeros siglos de la coloniza-ción: numen tutelar, madre protectora, madre tierra,progenitora. El factor político queda imbricado al papeldel culto de la virgen de la Caridad del Cobre como sím-bolo de la identidad cubana y el santuario como sitiodonde se convoca a la nación; por tanto, interviene enlos asuntos políticos que atañen a todos los cubanospara encamar los intereses más democráticos, los deraíz más popular, los de la nación mestiza.

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ASCENDENCIA PATERNA DE ANTONIO MACEO

Mucho se ha debatido en torno al padre de AntonioMaceo, en particular desde que, en la revista Del Cari-be, publicamos el articulo "El padre de Antonio Maceo:¿venezolano?", posteriormente ampliamos la informa-ción en el libro Visión múltiple de Antonio Maceo del quefui coordinadora, autora del trabajo "Marcos Maceo, elsantiaguero" y coautora junto con Manuel FernándezCarcassés de "Ascensio Asencio, un padrino común".1

Consideramos concluyente la partida de bautismo deMarcos Maceo que aparece en la iglesia de Santo Tomásy en la que se halla inscrito como hijo natural de ClaraMaría Maceo en mayo de 1808.

Según las reglas de la colonia, la madre soltera ins-cribía al niño con su apellido, de manera que era detodo punto imposible conocer el nombre del padre deMarcos, abuelo paterno de Antonio Maceo, a menos queél mismo declarara su paternidad, mediante documen-to, porque las leyes impedían que bautizara con su ape-llido al hijo natural o extrarnatriraonial, aunque estefuera concebido entre personas del mismo estamento.Muchas veces dos personas de una misma etnia no con-traían nupcias por ser de diferente clase social o, sim-plemente, porque no tenían recursos para los gastosque ello acarreaba.

1 Del Caribe, No. 19, Santiago de Cuba, 1992, pp. 93-97; "Marcos Maceo, elsantiaguero" y "Ascensio Asencio, un padrino común" (coautor ManuelFernández Carcassés), en Visión, múltiple de Antonio Maceo, Editorial Oriente,Santiago de Cuba, 1998, pp. 19-59.

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Respecto a la identidad de Marcos Maceo, habíanquedado algunos puntos oscuros tales como: el enigmade quién era su padre, cómo había adquirido el conoci-miento de las armas, o si tuvo alguna participación an-tes de 1868 en el bregar político de Santiago de Cuba.

La familia Muchuli-Hernández

Habíamos perdido toda esperanza de despejar estas in-cógnitas, cuando en nuestra visita al Archivo Generalde Indias, entre septiembre y octubre del 2000, mien-tras revisábamos una documentación militar para elestudio del levantamiento constitucional de Manuel Lo-renzo en Santiago de Cuba de 1836, tropezamos con unexpediente que por fuera decía: Marcos Macedo. Cuálno sería nuestra alegría al leer dichos documentos, puescomprobamos que había una carta en la que se solicita-ba el licénciamiento de Marcos como soldado del cuerpoal que pertenecía y que firmaba su padre, José Muchuli.Escribía argumentando la edad y la necesidad de ayudaque su hijo podía darle. Nuestro hallazgo era justamenteaquel documento excepcional, que nunca buscamos,porque suponíamos imposible que existiera.

Por su importancia, lo reproducimos íntegramente:Excelentísimo Señor Capitán GeneralJosé Muchuli soldado retirado de Milicias, conel fuero criminal, a V.E. con el mas profundo res-peto expone: Que al fin del mes de Julio del añode 1834 ocurrido a V.E. manifestándole haber ser-vido á S.M. el espacio de mas de treinta y seis años;hallándose en el día en una avanzada edad sinotro apoyo ni auxilio que su trabajo personal, y nopudiendo ya verificarlo por su decadencia, se ha-lla en el preciso caso de manifestar a V.E., que en

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el año de 1826 sentó plaza en el Batallón Infante-ría Provisional que guarnece esta Plaza, su hijollamado Marcos Macedo que se halla en el día desoldado en la Compañía de Granaderos por el tiem-po de ocho años, los que cumplió el día veinte ydos de Diciembre: del año de 834 pasado, con todala honradez y delicadeza que le es compatible a unvasallo fiel, y que sirve en la honrosa carrera delas armas que tanto le caracterizan, pues no hadado lugar a la menor nota; estas razones Exce-lentísimo Señor de hallarse cumplido mi citado hijo,y los achaques de una edad avanzada como la quepadezco, le hacen elevar sus clamores a el benig-no corazón de V.E., para que se sirva mandar se leexpida su licencia absoluta a su citado hijo Mar-cos, a fin de que acompañándolo, pueda logrartener a su lado quien le ayude en los últimos res-tos de sus días. Por tanto.A V.E. rendidamente suplico que por un rasgo dela benignidad de su corazón se sirva acceder a susolicitud, por ser gracia que no duda alcanzar dela justicia que V.E. tan acertadamente distribuyea sus subditos. Cuba y Noviembre 26 de 1835

Excelentísimo Señor.José Muchuli2

A nuestro regreso, iniciamos la búsqueda entre losprotocolos notariales de Santiago de Cuba de JoséMuchuli (o Muchuly), que entonces ya sabíamos abuelopaterno de Antonio Maceo, encontramos tres asientosen los protocolos.3 Después, seguimos trabajando en

2 Archivo General de Indias (AGÍ). Cuba, leg. 2176 A, Cuba y 26 de noviembrede 1835.

3 Este trabajo fue realizado con los alumnos del primer y segundo año de lacarrera de Historia, curso 2000-2001.

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las iglesia de Santo Tomás, en la Catedral, y en el pro-pio Archivo Histórico Provincial de esta ciudad.

Las pesquisas han arrojado claridad meridiana res-pecto a la ascendencia paterna de Antonio Maceo enterritorio de la isla de Cuba. Los bisabuelos de AntonioMaceo eran Miguel Muchuli nacido en Valencia, Espa-ña,4 casado con la parda libre Teresa Hernández; tuvie-ron cuatro hijos: Esteban, José Antonio, María Doloresy Olaya. Es muy probable que el matrimonio se hayaefectuado fuera de Santiago de Cuba a finales de losaños de la década de 1760, el nacimiento de sus hijosdebió producirse entre esta y la siguiente década.

Miguel Muchuli en su testamento de 18025 se tomaextraordinario cuidado al insistir en el carácter legítimode su matrimonio, como también en el legítimo naci-miento de sus hijos. Y es porque se trata de un matri-monio entre personas de diferente origen étnico. Hastala medianía del siglo xvm, sabemos que estos enlaceseran frecuentes y admitidos por la Iglesia, sin grandesreparos. A comienzos del siglo XDC, ya eran tratados deexcepción y, por lo general, considerados totalmente ile-gales; de tal manera que, hasta los sacerdotes que losfavorecían podían ser penados. En la colonia, las leyesmetropolitanas prohibían expresamente estas uniones.

El otorgante —es probable que pidiera dispensa—aseguraba no haber aportado nada absolutamente, tam-poco su esposa Teresa, al casamiento. Durante el ma-trimonio adquirió el colgadizo en que vivía con el solar8

y cuatro esclavas: María del Carmen con dos hijas (Ma-ría Vicenta y Juana Antonia) y Juana Bautista (pudotener alrededor de unos trece años). Dice poseer una

4 Hijo legítimo de José Muchuli y de María Soler.5 Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba (AHPSC). Protocolos, No. 57

(Caminero), ff. 182-183, 24 de noviembre de 1802.6 No menciona el sitio donde se hallaba ubicado en la ciudad.

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estancia en tierras del tesorero administrador de la RealHacienda, don Francisco Salazar al que pagaba cincopesos anuales de arrendamiento. El tronco originario dela familia Muchuli en Cuba era pues, un dependiente oagregado que tal vez llegó a sus costas como soldado ode marinero en alguna embarcación, y se quedó. Parecesaber escribir y leer, al menos firma su testamento. Eraun hombre piadoso y pide ser enterrado con cruz altaen la Catedral. Deducimos inteligencia en la maneraque redactó el legado, para evitar que los cortos bienesde la familia se agotaran en pleitos y demandas legales,pide reparto extrajudicial y nombra contadores a donMiguel Giró y don Francisco Antonio Romero, este últi-mo esposo de su hija María Dolores.7 Olaya se casó,años después que su hermana, con don Diego BarataHernández.8 De albaceas testamentarios, Miguel dejó asu esposa y a su hijo mayor Esteban, en tanto alegaminoría de 25 años de José Antonio para mantenerlobajo la tutela de su madre. Si sus dos hermanas se ha-bían casado con blancos, Esteban también se casó conuna mujer blanca, doña Mónica Berna!. Heredó de suspadres, en particular, el colgadizo de la calle de SanIsidro (luego San Germán, No. 94)9 y la estancia arren-dada de Zacatecas,10 las esclavas parece que quedaroncomo legado de la madre.

7 Archivo de la Parroquia de Santo Tomás, Libro No. 1 de Matrimonio, erahijo de Domingo Romero e Ignacia García, naturales de Galicia, 18 defebrero de 1789, f. 88.

8 Tuvieron una hija, María del Rosario. Archivo de la Iglesia Catedral deSantiago de Cuba, Libro de bautizo de blancos, No. 10, p. 1294.

9 Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba (AHPSC). Anotaduría deHipotecas, Libro No. 2, f. 46. Reconoce dos capellanías: la mitad para SanFrancisco y la otra para Santo Tomás. 30 de septiembre de 1806. De segu-ro pagó por olvidar su ascendencia materna parda.

10 Don Esteban Muchuli tuvo una hija legítima con doña Mónica Bernal:doña Ana Agustina, su heredera universal. Esta se casó con don José deAraujo, asociado al padre en la finca y a quien dejó como albacea testa-mentario. El mayor de los Muchull sabía firmar y su solvencia se demues-tra en el número de esclavos que poseía, aperos, dos muías y un caballo;luego su yerno vendería algunos esclavos.

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A pesar de los esfuerzos para que su progenie ascen-diera en la escala de valores estamentales, Miguel Muchulino logró los mejores resultados. Apenas un año des-pués de su deceso, en el documento en que la esposa,Teresa Hernández —la bisabuela de Antonio Maceo—,da libertad, para cuando se produjera su fallecimiento,a la negrita de cuatro años María Vicenta, nacida en sucasa, no se menciona su viudez, pero se subraya ya quees una parda libre.11

José Antonio Muchuli Hernández se unió a Clara MaríaMaceo (o Macedo) y suponemos que llevaban juntosmuchos años, porque hallamos otro hijo de la pardanacido en 1801, con el nombre de Justo Antonio.12 Mar-cos les nació siete años después. José Antonio confiesahaber estado de soldado en el servicio de milicias, suje-to al fuero criminal, por más de treinta y seis años, esdecir desde los finales del siglo xvm.13

José Antonio Muchuli, su hermano Esteban y donFrancisco Bucarely —casado con Josefa Hernández,quien bien pudo ser hermana de Teresa-—• comparecie-ron asociados ante el párroco de la iglesia de Santo To-más para el juramento que autorizaba el matrimonio delos esclavos José Caridad y María Concepción en 1804,ambos propiedad de Esteban.14

11 AH.PSC. Protocolos, No. 349, 18 de enero de 1803, ff. 13 v y 14.12 Archivo Nacional de Cuba (ANC). Miscelánea de Expedientes, leg. 4075 Al.

La información de este censo permite reconocer la fecha de 1824.13 Archivo General de Indias (AGÍ). Cuba, leg. 2176 A, Cuba y 26 de noviem-

bre de 1835.14 Los esclavos José Caridad, congo, y María Concepción, mandinga. Archivo

de la Iglesia de Santo Tomás, Libro de Matrimonio de pardos y morenos(1795-1815), f. 202, p. 32, 16 de diciembre de 1804. No eran los únicosesclavos de Esteban Muchuli. Luego José Antonio estuvo presente en di-cho matrimonio el 25 de diciembre de 1804. Libro de Matrimonio 1793-1840, f. 128, p. 33 y f. 82, p. 8 donde se asienta el matrimonio entre donFrancisco Bucarely y Francisca Hernández.

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EL abuelo, José Antonio Muchuli

Entre septiembre de 1822 y junio de 1823, José Anto-nio Muchuli hace tres operaciones económicas de ven-ta: la primera de la negra Manuela, casta brúcamo, comode 20 años con un hijo llamado Eusebio de dos añospor $ 440; la segunda, la de un colgadizo en la calle dela Providencia por la cantidad de $ 600;15 y la tercera yúltima la del negro Andrés, de nación vM, como de 30años por $ 250. Por estas transacciones podemos saberque el pardo libre José Antonio Muchuli no sabía fir-mar, pero gozaba de algunos bienes, quizás los habíaheredado recientemente de algún familiar.16 No duda-mos que el abuelo de los Maceo se haya entusiasmadocon la Real Cédula de 1818 que daba derecho de pro-piedad privada a los usufructuarios del suelo y adqui-riera la finca de Arroyo Chote, donde parece haber vividoMarcos en su pubertad; de lo que sí estamos seguros,es que su condición estamental de pardo libre quedóSellada en una sociedad, cada vez más rígida, en virtudde las múltiples entradas de bozales y por el fomentovertiginoso de la plantación esclavista.

José Antonio Muchuli contaría alrededor de sesentaaños cuando reclamó el licénciamiento de su hijo Mar-cos Maceo: primero, en 1833 al capitán general MarianoRicafort, y dos años después, al sucesor Miguel Tacón yRosique porque se halla, "en una avanzada edad sin otroapoyo ni auxilio que su trabajo personal, y no pudien-do ya verificarlo por su decadencia"; porque, como suhijo ha cumplido con el compromiso de reclutamiento,

15 AHPSC. Protocolos, No. 254, f. 47 y 47v. Lindaba por el norte con el solarde Trinidad La China, por el sur con colgadizo, calle en medio, de PedroEspinosa, por el este con colgadizo de Juan Borrero y por el oeste concolgadizo de don Bartolo Coig.

16 AHPSC. Protocolos, No. 253, f. 166v, 12 de septiembre de 1822; No. 254, 6de marzo de 1823, ff. 44y44vy No. 369, f. 266, 2 de junio de 1823.

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necesita que lo ayude en el trabajo.17 Hasta aquí lo queconocemos de la vida del abuelo de Antonio Maceo yGrajales, este conservó el apellido de su abuela, y no elde su abuelo José Antonio Muchuli, como ya explicába-mos, debido a las estrictas reglas de casta y porquenunca hizo legítimo reconocimiento de su hijo. En Cubasolía hablarse comúnmente de "mejoramiento de la raza";consistía en el blanqueamiento de las familias median-te los enlaces matrimoniales reiterados de negros omulatos con blancos, y es común que olvidemos quetambién se producía el hecho inverso 'de blancos connegros, y por su color, la descendencia permanecía den-tro de los estrictos límites que a pardos, negros y mula-tos libres imponía la oligarquía criolla blanca.

La casa de Providencia 90

En la casa número 90 de la calle Providencia —próxima alProvisional y tránsito obligado de cabildos negros— vivíala familia de Juana Bautista Hernández, aquella que de-bió haber sido la esclava de la familia Muchuli-Hemández.Todo apunta a que aquella morena se hizo cargo del pe-queño Marcos de cinco años, cuando Clara María Maceomurió en 1813. Contemporánea con aquel era María delos Ángeles, la hija mayor de Juana Bautista, que nacióen octubre de 1811.18 En los años subsiguientes, las rela-ciones con la antigua esclava se estrecharían, mientraslos Muchuli —que lograron blanquear— lo desconocían

17 AGÍ. Cuba, leg. 2176 A. Cuba y 6 de abril de 1836.18 María de los Ángeles Cándida nació el 3 y fue bautizada el 10 de octubre de

1811. Hija natural de Juana Bautista entonces esclava de don MiguelHernández. Sus padrinos fueron los morenos Juan Bautista Boudet y MaríaMarcelina Basaura. AIST. Libro de Bautismo de Color (1804-1811], No. 8,f. 270v., p. 147.

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por sobrino y pariente cercano.19 Juana Bautista tuvocuatro hijos naturales con José Amelo.20 Al menos, lostres primeros sabemos que nacieron esclavos como lamadre, cuyo dueño fue don Miguel Hernández. El padreprimero los reconoció en su testamento, y luego los legi-timó tras su matrimonio entre 1834-1839 con la ma-dre, esta será albacea de todos sus bienes en primerlugar, y su hija mayor María de los Ángeles, en segun-do. En el testamento del libre de color José Amelo diceque posee una atarazana en la calle de la Providencia yotra en la de Rastro.21 La primera vivienda •—-Providen-cia No. 90—con su solar es la que Juana BautistaHernández y sus hijos María de los Ángeles, JoséNorberto y Eulogio Amelo se la venden a Marcos Maceoel 29 de agosto de 1857 por 1 300 pesos.22

En la segunda mitad del siglo xix, es de María de losÁngeles Amelo que Mariana Grajales recibe la casa de

19 Archivo Histórico Municipal de Santiago de Criba. Padrón general de fincasurbanas de la Ciudad de Cuba. Año de 1854, En 1854 Juana Bautista Hernándezvivía en Providencia 90. Archivo de la Iglesia de Santo Tomás, Libro deEnterramientos de Pardos y Morenos, No. 4, f. 190, p. 43. Clara María fueenterrada con cruz alta y dos acompañantes, el 13 de junio de 1813.

20 Los cuatro hijos naturales eran Mana de los Ángeles, María del Rosario,José Norberto y José Eulogio en este orden de nacimiento. María de losÁngeles Regina nació el 1° de octubre de 1815 y fue bautizada el 9 deoctubre. Hija natural de Juana Bautista, esclava de Ana María Sánchez,tuvo por madrina a Manuela Amelo. Se casó con Antonio Abad Morales el5 de marzo de 1839 y murió el 26 de abril de 1874 a los 60 años. AIST.Libro de Bauüsmo de Color (1812-1820), No. 9, f. 102v., p. 162; Libro deDefunciones de Pardos (1872-1875), No. 13, f. 130v., p. 104. Las ventasmúltiples de esclavos desde que nacían eran frecuentes.

21AHPSC. Protocolos, No. 28, f. 214y214v, 8 de noviembre de 1834yNo. 33,f. 52v, 7 de marzo de 1839. José Amelo compró la libertad de José Norbertoel día antes de reconocerlo y de hacer su testamento. Era un criollo comode 14 o 15 años y dice textualmente, que su padre había comprado sulibertad a Francisco Muñoz del Monte por $ 240,00. No. 28, f. 212 v, 7 denoviembre de 1834.

22 AHPSC. Protocolos, No. 403, f. 457v y 458. En un solar de once varas defrente y veinte y cuatro de fondo, lindando por el norte con el colgadizo deVicente Suárez; por el sur —calle en medio—; con otro de Antonio Llenester;por el este, con el de Merced Castillo y por el oeste, con otro de don Loren-zo Alonso. Las medidas coinciden con la casa actual de los Maceo.

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Providencia 90 baja, la que con los cambios de numera-ción pasó a ser de los Maceo 16 baja.23 Queda final-mente esclarecido por qué la madre de los Maceorecuperó en 1878 la casa embargada, ya que había sidoadquirida por Marcos.24 Al margen del propio asientode venta de la atarazana, aparece otro de entrega decopia de dicha escritura a Dominga Maceo y Grajales,hija del comprador, fechado el 3 de agosto de 1929.25

Tenemos casi la certeza de que la madrina, cuyo nom-bre aparece asentado en la partida de bautismo de Anto-nio Maceo como Salomé Hernández, no es otra que M. A.Amelo Hernández, por un error al escribirse la partida,otro tanto sucedería cuando su fallecimiento. Estamosconvencidos de que Juana Bautista Hernández —mu-rió a los 85 años de edad en 1875—2S y su hija mayorMaría de los Ángeles Amelo —fallecida soltera en abrilde 1896 con 84 años—27 desempeñaron un papel im-portante en la vida de la familia Maceo-Grajales, porrelaciones surgidas a través de José Antonio Muchuli y

23 Archivo del Registro de la Propiedad. Urbana, f. 184. R. 6669, 26 de enerode 1907. Se declara haberlo adquirido sus antepasados desde hace más deveinte años, por compra, pero carecía de título de propiedad.

24 Recordemos que en los padrones de 1841 y 1854, la casa de ProvidenciaNo. 16 aparece a nombre de otros propietarios: el bohío de Agapita Silvayluego la casa de monsieur Lambert respectivamente, pero por supuesto,que se refieren a la casa con la numeración antigua. Al estallar la revolu-ción Caridad Guzmán la tenía alquilada. Archivo Nacional de Cuba. Bie-nes Embargados, leg. 182, No. 29. No sabemos la fecha en que cambia lanumeración, pero en este documento aparece como Providencia 16.

25 AHPSC. Proíocoíos, No. 403, f. 457v y 458. Se halla firmado por el notarioJulio F. Hernández Miyaresy Marty con el sello de timbre nacional No. 38734.

26 No apareció la partida de bautismo de Juana Bautista. En su defunción diceque es morena libre, viuda de José Amelo y que falleció el 13 de enero de1875. AIST. Libro de Defunción de Pardos (1872-1875), No. 13, f. 172, p. 12.Agradezco la colaboración en este trabajo de los estudiantes de 4to. año deHistoria de Arte (curso 2000-2001): Carlos J., Beatriz, Yanniery Dayamí.

27 La parda Mana de los Ángeles Amelo Hernández murió de senectud enSantiago de Cuba el 19 de abril de 1896 a las tres de la tarde. Su entierrose hizo con cruz baja al día siguiente. Aparece como hija de José y Juana,pero en el segundo apellido se le pone Morales por error. APST. Libro deDefunciones de Pobres (1892-1896), No. 12, f. 308v, p. 1156.

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luego con su hijo Marcos Maceo. Esta es la causa quepuede explicar el nacimiento de Antonio en la casa deProvidencia No. 90 (la de los Maceo, No. 16), aunque lamisma no sería comprada por Marcos sino hasta 1857.

FAMILIA MUCHULI-MACEO

José Muchuli con María Soler

Miguel Muchuli con Teresa Hernández

'u Esteban Dña. María Dolores José Antonio Dña.con con con con

Dña. Mónica D. Francisco Antonio Clara María D. Diego

Marcos Maceo con Mariana Grajales

Antonio de la Caridad,María Baldomera,José Marcelino,

Rafael, Miguel, Julio,Dominga, Tomás y Marcos

Marcos Maceo, el militar

Estas barreras son las que Marcos trata de contrarrestarcuando firma, con una cruz, la entrada en la compañía degranaderos del Batallón de Infantería Provisional, el 22 dediciembre de 1826 en clase de reemplazo por tiempo deocho años. Su hoja de servicios nos ratifica lo que yasabemos, que es hijo de Clara Maceo, natural de (Santia-go de) Cuba y labrador en Arroyo Chote (partido deMorón). Pero también aporta nuevas informaciones: erasoltero y había ingresado con la edad de 20 años. Teníael pelo, las cejas y los ojos negros, lampiño y la tez de

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color parda, nariz grande, boca regular, medía cincopies seis pulgadas, con una cicatriz pequeña en la fren-te en la raíz del pelo. Juró fidelidad a banderas en larevista del 5 de enero de 1831. Impulsos juveniles (te-nía 24 años) lo condujeron a violar la disciplina la no-che del 22 de diciembre de 1832 al quedarse a dormir,sin autorización de su capitán, fuera del cuartel. Se leaplicó la ordenanza para estos casos, que consistía enun mes de prisión. En septiembre de 1836 ya llevabanueve años y nueve meses en la primera compañía, quehacía muy poco dirigía el capitán y primer ayudanteinterino Pedro González; su jefe superior era el coronely primer comandante de tropas ligeras Pedro Rojas yPérez.28 Las respuestas a José Antonio Muchuli de suscartas de 1833 y 1835, fueron las mismas: que el licén-ciamiento seguía su turno religiosamente y que a Mar-cos Maceo no le correspondía sino hasta el 1° de enerode 1837, se le recomendaba al padre que esperara conpaciencia el de su hijo, tal y como se establecía paraotros más necesitados que él.29

Marcos Maceo y su experiencia política

De manera que, a partir de estos documentos, nos hasido posible desentrañar las tres interrogantes que noshacíamos respecto a Marcos Maceo. La primera, que supadre era José Antonio Muchuli; la segunda que, efecti-vamente, desde 1826 y hasta 1836 ya hacía casi diezaños que estaba sobre las armas y, por tanto, como,granadero sabía del rigor disciplinario de los cuerpos mi-litares, y del uso de las armas. La tercera, y en nuestro

28 AGÍ. Cuba, leg. 2176 A, 20 de febrero de 1836.29 Ibid., 6 de abril de 1836. José Cadáver al Exmo. Sor. Capitán General.

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Fig. 20. Fragmento de la Hoja de servicio de Marcos Maceo.

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concepto la más importante de todas, el padre de An-tonio Maceo participó de la proclamación de la Consti-tución española en el Departamento Oriental en sutercera oportunidad. Más aún, formaba parte del Ba-tallón Provisional cuyo capitán Pedro González erahermano político de Francisco Muñoz del Monte30 ideó-logo criollo del gobernador Lorenzo. El Batallón estabadirigido por el coronel Pedro de Rojas Pérez, originariode Costa Firme, que apoyó fielmente, desde los prime-ros instantes, y en todo momento, al gobernador Loren-zo31 y quien había aprendido con los revolucionarios desu país el liberalismo radical. Rojas asumió el mandomilitar de Bayamo y, mientras lo conservó, exigió disci-plina y rigor en su tropa en contra de las facultadesomnímodas de Miguel Tacón y Rosique. Sus enemigosdecían que participaba en las juntas o sociedades se-cretas con los otros jefes de Bayamo y que le hablaba alos soldados de pardos diciéndoles que siempre habíahecho la guerra con los de su clase y que ahora contabacon ellos para la que se preparaba.32 Sería destituidopor la reacción de los comerciantes y la quinta colum-na, el 19 de diciembre del propio año.

Las tropas de infantería habían participado del jura-mento a la Carta Magna el 29 de septiembre de 1836 enla Plaza Mayor de Santiago de Cuba, y tres meses des-pués, estos mismos soldados, presenciaban cómo sussargentos le exigían al gobernador departamental pre-servar el estado de rebeldía y segregacionismo contra eldéspota capitán general. ¿Marcharía Marcos junto aRojas para reforzar la guarnición de Bayamo? Poco im-porta saberlo, lo cierto es que estuvo, todo el tiempo, enel vórtice de la efervescencia revolucionaria, junto a losoficiales y soldados veteranos procedentes del continente

30 Ibíd., Pedro Becerra, Santiago de Cuba, 23 de febrero de 1837.31 Ibid., leg. 2235, Francisco Delgado al comandante de la Expedición Paci-

ficadora, Cuba, 15 de marzo de 1837.32 ANC. Asuntos Políticos, leg. 38, No. 13.

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americano, la mayoría de los cuales eran de un origencampesino, como él.

Tal vez el licénciamiento ansiado por su padre, se pro-dujo, finalmente, en los primeros meses de 1837,33 cuan-do Lorenzo ya había embarcado hacia la península, trasrenunciar al mando y dar fin al levantamiento a finesde diciembre, luego de restablecido el orden del déspo-ta Tacón en enero de ese año, después que la Expedi-ción Pacificadora con su comandante Joaquín Gascuéal frente hizo su entrada triunfal en la capital del De-partamento Oriental. Se temía a todo el libre de colorque portara armas en sus manos.

La experiencia política de los meses comprendidos en-tre septiembre y diciembre de 1836 en la región orientalde la isla de Cuba fue decisiva para el pardo libre Mar-cos Maceo. Maduró su conciencia patriótica y social,comprendería —como otros muchos de su estirpe—• elcamino verdadero para el logro de las reivindicacionesde todo tipo: la independencia. Porque el reformismo•liberal burgués de la oligarquía criolla era ya una víaobsoleta para el destino del pueblo de Cuba, despuésque la burguesía liberal española había acuñado la con-dición de colonias para sus provincias ultramarinas. Asíeducó a sus hijos en la disciplina heredada del Ejércitoespañol y en la ideología revolucionaria adquirida de suexperiencia práctica. Marcos Maceo poseía el caudal devivencias de la asonada antitaconiana de 1836 en queparticipó, no cabe la menor duda de que debió transmi-tir este saber a sus hijos, quienes bebieron de la fuentepaterna la cultura política del criollo deseoso de aprehen-der su patria y transformarla.

Las formas en que los Muchuli-Maceo asumieron suidentidad nacional y conformaron sus criterios de pro-

33 En el propio mes de enero de 1837 comenzaron a licenciarse de las miliciasy el ejército todos aquellos mulatos que integraban estos cuerpos, portemor a su insubordinación con las armas en la mano.

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greso no son excepcionales, sino de las más comunesentre mulatos y negros libres •—-en particular los de laregión oriental—• si bien han sido poco exploradas pornuestra historiografía: de la frustración como estamen-to, a la aprehensión ideológica de su condición social,hasta concebir cómo conquistar el derecho a integrar lalógica unidad de la nación cubana.

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LIBRES DE COLOR EN SANTIAGO DE CUBA(HASTA 1868)

Intro ducción

La historiografía sobre Cuba durante la etapa colonialapenas si en alguna ocasión menciona los negros horros,libertos o libres de color. Es cierto que se ha ocupadode la plantación y de la esclavitud en su vertiente eco-nómica, pero no ha atendido consecuentemente la pre-sencia de una numerosa población negra y mestizaliberta, que existía desde los inicios de la colonización,menos aún luego de la sistemática explotación del es-clavo de origen africano, ladino o criollo para beneficiodel mercado capitalista. El blanco propietario conside-raba al estamento libre de color sólo para servirle debarrera de contención psicológica, ética, social, etc. conlos negros esclavizados. No hay mucha constancia decómo los libertos se comportaban con los otros grupossociales, cuáles eran sus aspiraciones sociales, susicología y su manera de ver el futuro de la isla, pero nopor esto quedaron también relegados de los estudios his-tóricos, sino porque se siguió el criterio del mínimo inte-rés para no validar su comparecencia en la vida cotidianay en la problemática del devenir de la Gran Antüla.

Hay apenas dos excepciones: Pedro DeschampsChapeaux, quien escribe sobre pardos y morenos li-bres de la Habana en la serie de "Historias de gente sinhistoria" (ahora la llamaríamos microhistoria) de la Re-vista de la Biblioteca Nacional José Martí, en ese exce-lente libro que es El negro en la economía habanera delsiglo XIX y en Contribución a la historia de la gente sin

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historia,1 donde colaboró Juan Pérez de la Rivá. Tam-bién José Luciano Franco incursionó en el tema de loslibres de color cuando habló de los cobreros de Santia-go del Prado o cuando, tangencialmente, trabajó en larepercusión de la Revolución Haitiana en la isla deCuba.2 Nadie más los ha tomado en cuenta, aunque suactuación es constante en el escenario histórico colo-nial de la isla de Cuba. Decenas de libros escritos sobrela plantación desestiman en dicho concierto la presen-cia del estamento de los libres de color. Aquí sólo he-mos pretendido asomarnos al problema en el espaciosantiaguero del siglo xix hasta 1868.

Antecedentes y estadísticas

En tempranos momentos de la colonización solía decir-se que los pobladores de Santiago de Cuba eran mesti-zos de blancos, indios y negros, todos mezclados.3 Lasformas según las cuales el negro llegaba a convertirseen horro eran múltiples. Una de ellas, resultado de surelación con las aborígenes pues su estado social lo deci-día el vientre de la madre. La vía principal la facilitabael sistema económico feudalizante, que determinaba la

1 Pedro Deschamps Chapeaux: El negro en la economía habanera del sigloXK, Unión de Escritores y Artistas de Cuba, La Habana, 1971; PedroDeschampa Chapeauxy Juan Pérez de la Rlva: Contribución a la historia delagente sin historia, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1974.

2 José Luciano Franco: Las minas de Santiago del Prado y la rebelión de loscobreros: 1530-1800, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1974yKeuo-luciones y conflictos internacionales en el Caribe, 1789-1854, Instituto deHistoria. Academia de Ciencias, La Habana, 1965.

3 En la carta de 25 de julio de 1544 al emperador .del obispo fray DiegoSarmiento, este le comunica cómo los indios y negros son evangelizadosjuntos en el monasterio de San Francisco y juntos tarrBién se hanacimarronado. Hortensia Pichardo: Documentos para la historia de Cuba,T. I, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1977, pp. 102-103.

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organización agraria en hatos y corrales; apenas si exis-tía una racionalización del trabajo, lo que inclinaba a laobtención de la libertad por medio de la coartación conel dinero obtenido más allá de la posesión de su amo.

Ya las Ordenanzas de Alonso de Cáceres, cuya im-portancia radica en que se hicieron bajo la influenciade sus experiencias de 1574 en la ciudad de La Haba-na, mencionan la presencia de negros horros con cate-goría de vecinos y derecho a portar armas:

Que los negros libres por haber en esta villa mu-chos que son vecinos y oficiales y por ser puerto siles cabe la vela, es bien tengan armas que las pue-dan tener salvo si por alguna causa la justicia lasprohibiere que nos la traigan algunos.4

Por supuesto, no eran exclusivos de allí, pues de losveinticuatro "valientes insulanos" que van a enfrentar-se con el pirata Gilberto Girón, según describe Silvestrede Balboa en el Espejo de paciencia hay cuatro etíopesde color de endrina y un negrito criollo.5 Entre los ne-gros, Salvador Golomón obtendrá su libertad por habervencido al pirata en lucha cuerpo a cuerpo.

Muy pronto en la colonización, se fundaron las cofra-días o cabildos de libres de color. Las Ordenanzas deCáceres regulaban en el último cuarto del siglo xvi lasfunciones de los cabildos de negros y mulatos como larecogida de limosnas,

[...] y dichos curas no consientan que lo que serecogiere en dichas juntas se gaste en cenas, comi-das ó meriendas, sino en el efecto para que se reco-gen; y no haya bailes, danzas, juegos ni otros

4 IbitL, p. 112.s Silvestre de Balboa y Troya de Quesada y Santiago Pita: Espejo de paciencia

y El príncipe jardinero y fingido Cloridano, Editorial de Arte y Literatura, LaHabana, 1975, pp. 83 y 84. Se añaden Manso y su hermano que no se.aclara si son también esclavos u horros.

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entretenimientos indecentes, pena de que se les qui-tará la licencia, y serán castigados como hubierelugar por derecho: y en tañendo el Ave María sesuspenda la dicha junta [...]6

Al fundarse las minas de Santiago del Prado en 1599,el carácter híbrido de la población en la isla de Cubaencuentra allí buen ejemplo, ya que el laboreo del cobrepropició que se mezclaran blancos, negros e indios.Décadas después, los descendientes, mayormente mes-tizos, estimaban que tenían los mismos derechos quecualquier otro criollo; porque el administrador, Fran-cisco Sánchez de Moya, "[...] con el cuidado que pusoen enseñar a los esclavos, hizo que muchos saliesenmaestros, que oy hay de los oficios allí necesarios, comofundidores, herreros, carpinteros, texeros, asserradores,carboneros, albañiles, y otros muchos de menudecias,muy necesarias, en la fabrica tan diestros [...]"7

En la sociedad pastoril del siglo xvii, la escasez depoblación y la carencia de inmigrantes contribuyó a for-mar una sociedad mestiza rural. Y en el núcleo urbanosantiaguero, los negros horros ya se dedicaban a labo-res artesanales. Ellos tenían obligación de contribuir, através de los gremios y cofradías, al mejor lucimientode los festejos celebrados durante san Juan, santa Anay Santiago; en la capilla de música de la Catedral ocu-paron lugares en el coro y parece que también habíamúsicos fuera de ella: aficionados horros hacían la di-versión en las fiestas del Corpus Christi con "bailes tor-pes y deshonestos", y en la de la Cruz de Mayo, hastapara llamar la atención del obispo. Del papel de esteestamento social nos deja constancia la canción secu-lar de la Ma'Teodora.8 Con la dominación inglesa de

6 Juan García de Palacios: Sínodo de Santiago de Cuba de 1861, Instituto deHistoria de la Teología, Madrid-Salamanca, 1982, p. 17.

7Archlvo General de Indias (AGÍ). Santo Domingo, leg. 20, No. 8.8 Pablo Hernández Balaguer: El más antiguo documento de la música cubana y

otros ensayos, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1986, pp. 47, 55-60.

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Jamaica en 1655 la masiva inmigración de sus colonosa la región oriental —por la hermética condición de susociedad rural— acentuó el mestizaje, y fue más difícilaún discernir la "pureza étnica" de las almas, y hasta sedijo que todas eran mulatas.9

Lejos de cambiar, el equilibrio numérico se conservóentre blancos y libres de color, puesto que a lo largo delsiglo xvín la estructura agraria, que descansaba en laganadería extensiva, sufrió muy pocas alteraciones. Enlos hatos, los esclavos permanecieron en la misma si-tuación laboral que favorecía la adquisición de su liber-tad. A mediados del siglo xvra, el santiaguero NicolásJoseph de Ribera, en su Descripción de la isla de Cubadejó dicho: "Muy poco importa al Estado que los habi-tantes de Cuba sean blancos ó negros, como trabagenmucho y le sean fieles". Por esto puntualiza: "Viene enfin á ser •—-el esclavo— un hombre de nuestra religiónque nos sirve y trabaja contento interesándose en nues-tra prosperidad porque luego tiene muger é hijos y al-gún peculio con que muchos se adelantan y libertan ytal vez llegan á ser ricos".10

No es que vayamos a hablar aquí de situaciones idíli-cas entre razas, puesto que desde finales del siglo xvn yprincipios del xvra elpatriciado criollo, autónomo en cadauna de sus jurisdicciones, buscó reafirmarse y mante-ner la distancia de clase y de estamento mediante lareglamentación de los ceremoniales religiosos o políti-cos y la "limpieza de sangre". En 1679, se impedía a losnegros libres desfigurarse el rostro con pinturas o care-tas durante las fiestas de mamarrachos,11 y en la me-

9 La sociedad colonial hispana jamaicana se caracterizaba por su sistema dehaciendas ganaderas donde concurrían indios, blancos y negros mezcla-dos, igual que en el oriente de la isla de Cuba.

10 Olga Portuondo: Nicolás Joseph de Ribera, Editorial de Ciencias Sociales,La Habana, 1986, pp. 164 y 165.

11 Nancy Pérez Rodríguez: El Carnaval santiaguero, T.I, Editorial Oriente,Santiago de Cuba, 1989, p. 24.

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dianía del siglo xvín las comparsas salían de Loma Hue-ca donde residía una población mestiza libre que siguiónutriéndose hasta los finales de ese siglo.12 El Sínodode 1681, en su Constitución XII (Título Tercero) esta-blece que ni negros, ni mulatos ni mestizos podían ad-mitirse en las sagradas órdenes como sacerdotes, se lesconsideraba indecentes por naturaleza.13 También seregulaba el lugar por estamento de cada cual a la horade ser enterrado en la iglesia:

Y es declaración que los prebendados y los curasde las parroquias no han de dar limosna por sussepulturas; y asimismo se destine para los párvu-los españoles la capilla del sagrario, dando de li-mosna los inmediatos al altar, diez pesos, y losdemás seis pesos; y para los párvulos pardos ynegros, é indios libres ó esclavos las sepulturasque están entre la capilla del sagrario y el coro,dando de limosna los libres dos pesos y los escla-vos un peso [...]14

Establecía además, restricciones para las mulatas ynegras libres a las cuales se les prohibía salir por lasnoches de sus casas para vender cosas de comer o géne-ros, o para buscar el jornal de sus amos "por evitar eldaño de torpeza y deshonestidad", y se les prohibió losbailes "torpes y deshonestos" ni en iglesias o ermitas,cementerios o sus oficinas; ni altares ni nacimientos encasas particulares donde intervenían bailes y música,"concurso de gente y otras indecencias".15

La flexibilidad estamental se experimentaba pragmáti-camente en la posibilidad que tenían los libres de colorde aspirar y hasta conseguir —tras generaciones— elblanqueamiento; y esto se debió a que las normas de

12íb£d.,pp. 28 y 29.13 Juan García de Palacios: Op. cit, p. 27..u IbfcL.pp. 84-85.

15Aiíi,pp. 13-16.

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convivencia y de derecho consuetudinario no eran tan es-trictas, podía lograrse con la cooperación de las autorida-des eclesiásticas al inscribir a los mestizos en los libros debautismo de indios o al hacerse de la vista gorda con losmatrimonios entre personas de diferente origen racial o alasentar a los hijos legítimos o naturales en los libros debautismo de blancos. Y es porque los libres de color seregían por los mismos cánones de la sociedad blancacriolla que los minimizaban. Estas vías de ascenso socialpara los libertos van a quedar restringidas por el rigor delas leyes metropolitanas desde finales del siglo xvni.

En el núcleo urbano existía una numerosa poblaciónde libres de color cuyo trabajo era imprescindible parala vida en la comunidad ciudadana al dedicarse a lastareas artesanales como albañiles, carpinteros, sastresy otras labores. Estas ocupaciones también los relacio-naban con los blancos. Por ejemplo, en las reunionesordinarias del Cabildo, durante el siglo xvm, asistíanmestizos alarifes de albañilería y carpintería que no te-nían voto, pero eran consultados para múltiples deci-siones sobre la urbanización.16 Las solicitudes deparcelas en la marginalidad santiaguera, recogidas enlas Actas Capitulares, eran hechas por blancos y enbuena medida por negros y mulatos libres, al punto decrearse numerosos barrios integrados mayoritariamen-te por estos últimos estamentos.17

En el siglo xvín parecen haberse incrementado y forta1lecido los cabildos en Santiago durante el poblamientode la ciudad. Generalmente al estudiarse los cabildosde nación sólo se tienen en cuenta sus prácticas religio-sas o sus diversiones, no su condición de sociedadesprotectoras, de ayuda mutua, educativas, para la segu-ridad y el decoro de sus miembros.18

16 Archivo Histórico de la Oficina del Conservador de la Ciudad. Acias Capi-tulares, No. 2, (1734-1743).

17 Ibid., y No. 3, (1741-1750).18 Olga Portuondo Zúñiga: "Cabildos negros santiagueros", en Del Caribe,

No. 32, Casa del Caribe, Santiago de Cuba, pp.78-79.

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A esto se agrega el desempeño de los negros y mula-tos libres en las milicias de la jurisdicción de Cuba. Enel transcurso de la Guerra de la Oreja de Jenkins for-maron parte importante de las tropas que, a pie o mon-tados, defendieron los puestos de avanzada o seorganizaron en guerrillas para el ataque por sorpresaen la guerra irregular librada contra las fuerzas británi-cas que pretendieron tomar la ciudad luego de su desem-barco en la bahía de Guantánamo,19 Cuando en el últimocuarto del siglo xvm se formaron las milicias en Santia-go de Cuba, además de las seis compañías de blancoshabía cuatro de pardos y morenos que se costeaban eluniforme y las municiones.20

C E N S O S 2 1

1778 1792Estamentos

BlancosMuí. y rteg. lib.TotalEsclavosMulatos iib.Negros libres

Esclavos muí.Esclavos neg.

Muí. lib. y es.

Neg.lib, y esc.

Número

6 138

5456

11 594

4878

3805

1 651

1 0303 835

4835

5499

Porcentaje

37,26

33,12

70,38

29,68

22,82

9,90

6,1723,08

29,00

32,98

Número

8212

6512

147246037

4288

2 224

922

5 115

5 144

7339

Porcentaje

39,55

31,36

70,91

29,07

20,65

10,71

4,4424,63

. 24,77

35,34

19 Olga Partuondo Züñiga: Una derrota británica en Cuba, Editorial Oriente,Santiago de Cuba, 2000, pp. 110, 138, 142-144 y 207.

50 Archivo Nacional de Cuba, Asuntos Políticos, leg. 27, No. 6.al Juan Pérez de la Ríva: "Presentación de un censo ignorado: El Padrón

General de 1778", en Revista de ta Biblioteca Nacional José Martí, sep-dic.1977, pp. 15-16y Memorias de la Real Sociedad Econámica de La Habana,T. 32, Habana, 1846, p. 196.

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Entre el censo de 1778 y el de 1792 hay un períodode catorce años. A simple vista es posible observar untímido incremento de población en la jurisdicción deCuba, consecuencia de la repercusión en la región orien-tal del progreso de la agricultura tropical en las islasinmediatas del Caribe, pues a sus plantaciones se lessuministraba: cobre, ganado en pie, de tracción y decarnes. La composición por estamentos en ambos cen--sos demuestra que los cambios no son sustanciales paramodificar la correlación cuantitativa entre ellos. Sub-siste el equilibrio entre libres de color y blancos, conligero predominio de los últimos.

Algunos padres se empeñaban en el "adelantamien-to" racial mediante la inscripción de sus hijos en lasmilicias de blancos. No siempre se conseguía para todala descendencia, sobre todo cuando era evidente el mes-tizaje.22 A veces resultaba si era expósito; pero en ocasio-nes, los propios hijos echaban por tierra las aspiracionesde los padres al pretender casarse con una morenalibre: la madre de Santiago Rivaflechas •—por ejemplo—•inscrito en el batallón de blancos, no quiso que se lediera licencia a su hijo para casarse con la morenalibre María Eusebia Lugo, pues se perdía todo su es-fuerzo de muchos años por librar a su hijo de la barre-ra del color.23

A la educación política de los libres de color y de losesclavos en Santiago de Cuba contribuyó la actitud dela comunidad cobrera (aquellos descendientes de losantiguos esclavos de las minas de cobre) de Santiagodel Prado. Desde mediados del siglo xvn lucharon por suintegridad de criollos y reclamaron'sus derechos, hastael cierre del siglo xvni en que conquistaron su libertad.24

22 ANC. Asuntos Políticos, leg. 11, No. 83; leg. 209, No. 25 y 35.23 Ibid., leg. 211, No. 70.24 Vid. Olga Portuondo Zúfliga: La virgen de la Caridad del Cobre. Símbolo de

cubania, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2001.

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De su influencia social posterior en la jurisdicción deCuba y por toda la isla, da cuenta la extensión del cultopopular a la virgen de la Caridad del Cobre.

Cuando en 1784 Juan Bautista Vaillant tomó el man-do del Departamento Oriental, suspendió por tiempoindefinido los mamarrachos de san Juan, san Pedro,Santiago y santa Ana en los que los negros participa-ban con sus danzas y atabales.25 Su mayor temor era lainfluencia entre libres y esclavos de los cobreros alzadosen la Sierra Maestra. En 1795 la conspiración del cam-pesinado libre de color (del pardo Nicolás Morales) en lazona rural próxima a Bayamo, pone sobre aviso acercade los sentimientos de estos hombres y de sus deseosde equipararse en derechos a la población blanca.26

Los de ascendencia francesa

Los ubres de color procedentes de Saint-Domingue co-menzaron a llegar desde los primeros momentos de laola migratoria, hacia 1792: eran en su mayoría corsarioscreóles republicanos, motivados por la alianza emergen-te con la Corona española de Toussaint-Louverture, aun-que el grueso vino entre 1798 y 1805 con el avance delas tropas negras, la capitulación de los ingleses en laMole de Saint-Nicole y la pérdida de autoridad del mula-to André Rigaud en el Departamento Sur. La ciudad sellenó de artesanos, marinos y hasta profesionales queresolverían sus crecientes necesidades. Se multiplicaríanlos sastres, panaderos, albañiles, cocineros, carpinte-ros, pulperos, costureras, maestros, músicos, etcétera.

25 Archivo Histórico del Poder Popular de Santiago de Cuba. Ayuntamiento,Cuaderno de Bando de Gobierno de 22 de junio de 1793.

26 José Luciano Franco: Ensayos históricos, Editorial de Ciencias Sociales,La Habana, 1974, pp. 93-100.

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Aquellos mulatos que lograrían salvar su capital, inver-tirían en la explotación cafetalera de las estribacionesde la Sierra Maestra.27 Fueron portadores de una edu-cación más elevada relacionada con el progreso planta-cionista en la vecina colonia francesa que la poseídapor los criollos negros y mestizos libres santiagueros.

Su presencia contribuyó al estímulo de ideas políti-cas ilustradas dentro del estamento de negros libres,les permitió instruirse mediante la afluencia de maestrosde su condición estamental y vieron cómo multiplicar losmedios para romper la barrera del color. Agustín de laTexera y Bazo, al referirse a la ciudad de Santiago de Cubaen la primera década del siglo xix comentaba las malascostumbres inculcadas por los franceses inmigrantes:

[...] y aún fue deplorable que tantos y tantos conti-nuasen en la práctica de los ilícitos connubios, yatan admitidos en aquella colonia, que formaban lacarrera de las mujeres de color, las que siendo porlo demás de buen proceder, aspiraban a su esta-blecimiento "aplazándose" con hombres blancos,con la misma publicidad y franqueza que si se tra-tase de un matrimonio legítimo.28

Para escándalo de los patricios más conservadores,franceses blancos mantuvieron concubinato con mula-tas y negras y hasta tuvieron hijos con ellas. Es el casode Prudencio Casamayor, el más connotado de losinmigrantes de Saint-Domingue, pero también fue prác-tica de muchos criollos aristócratas santiagueros que,en ocasiones, llegaban a reconocer sus hijos naturalesde madres negras o mulatas, esclavas o libres.

Del rechazo de la oligarquía criolla al estamento decolor deja constancia el Bando de Expulsión de abril

27 Olga Portuondo: Santiago de Cuba. Desde sufundación hasta la Guerra delos Diez Años, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 1996, pp. 107-110.

28 Don Agustín de la Texera: "Santiago de Cuba a principios del siglo XK. Memo-ria escrita en 1847", en Del Caribe, No. 13, Santiago de Cuba, 1985, p. 97.

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de 1809 contra los franceses. En su articulado exigía lasalida inmediata de los corsarios creóles, y unos pocosdías para que se fueran los menestrales y artesanos,mulatos en su mayoría. Es bien sabido que la orden nose cumplió al pie de la letra. Y ante la demanda impues-ta por las nuevas fórmulas económicas en ebullición,muchos protegieron a aquellos individuos que, en lapropia ciudad, resolvían innumerables problemas detrabajo. Esto explica por qué infinidad de creóles nose marcharon, particularmente aquellos propietarioscafetaleros, mayorales o artesanos residentes en las zo-nas más intrincadas de la jurisdicción de Cuba.29

Ahora bien, es bueno significar que las familias o losindividuos mestizos inmigrantes de Saint-Domingue noacostumbraban a mezclarse con los mulatos libres crio-llos, puesto que se consideraban de estirpe superior.Entre otras razones, por sus medios de fortuna y porsus mayores oportunidades para lograr- el ascenso so-cial: la familia de los Pirón, de los Marssily, de losLafargue y de los Lachataignerais enviaban a sus hijosa estudiar a Francia y, en generaciones sucesivas, blan-queaban mediante, matrimonios concertados en esametrópoli.30 La actitud segregacionista se manifestabaaún entre los artesanos: el maestro de carpintería, cabode milicias y pardo francés Pedro Labrosse, luego deabusar de la joven parda Juana Bautista Villalón senegó a contraer m.atrirnonio con ella "porque no habíaigualdad sino mucha diferencia" social entre ambos y lacatalogó hasta de cutarera.31

Hacia mediados de siglo, descendientes de inmigrantesfranceses mulatos y propietarios de cafetales defendieron

29 Archivo Nacional de Cuba. Correspondencia de los Capitanes Generales,leg. 82, No. 13 y Asuntos Políticos, No. 255, No.. 41.

30 Olga Portuondo Zúñiga: "Un creóle francés y cubano", en Hippolyte Pirón:La isla de Cuba, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 1996.

31 Archivo Histórico Arzobispado de Santiago de Cuba. Personal del Clero,Cuba, 25 de septiembre de 1832, Carta a José Santos de la Hera.

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el integiismo hispano, también los hubo que se sintieroncriollos de esta tierra con el impulso de reivindicar liberta-des humanas. Esta es la historia revolucionaria de FlorCrombet,32 José Lacret Mourlot33 y hasta del comunistayerno de Carlos Marx, Pablo Lafargue.34

Ya se escucha una débil voz

Como es bien conocido de la historia de España, la en-trada de Napoleón Bonaparte con sus ejércitos trastornóla vida en la península al estallar la guerra civil contra elinvasor. En el imperio ultramarino americano no se hizoesperar la reacción de las clases ilustradas criollas, queconstituyeron gobiernos autónomos como respuesta alvacío de poder creado en el trono. Cuando se anunció enla isla de Cuba la formación del Congreso Constituyenteen Cádiz, si bien no se formaron Juntas, como en el con-tinente, sí se despertaría la atención de los libres de co-lor en relación con sus derechos ciudadanos.35

El síndico procurador Miguel Bestard, al redactar losacuerdos del Cabildo para las demandas del diputado aCortes, en lo relativo a lo militar, hablaba de la forma-ción de batallones de milicias regladas de blancos, par-dos y de morenos a pie. •

La Constitución de 1812 otorgó derechos ciudadanosiguales para todos los españoles y hasta se dictaronreales órdenes que permitían el ascenso de los que tuvie-

32 Francisco Adolfo Crombet y Fedon (Fíor), nació en 1815 en el cafetal SelleVue del cantón de Hongolosongo en el partido del Cobre, jurisdicción de Cuba.

33 José Lacret Mourlot nació el 26 de octubre de 1848 en la finca Buenavista,cuartón de Hongolosongo, partido del Cobre.

34 Pablo Lafargue nació el 15 de enero de 1842 en Santiago de Cuba, termi-nará en Bordeaux sus estudios primarios. Su padre Francisco era descen-diente de francés y su madre Ana Virginia Armaignac, natural de Kingston.

35 José Luciano Franco: Ensayos históricos, pp. 125-190.

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ran origen africano para estudiar las ciencias y para elacceso a la carrera eclesiástica, tampoco se admitiría in-formación de nobleza en los colegios, academias o cuer-pos militares del Ejército y la Armada, ni expresiones dedistinción que promovieran la desigualdad. Nada de estoalcanzó a los mestizos o morenos libres de la isla de Cuba,porque los dones criollos rechazaron estas leyesatentatorias a sus intereses estamentales. Entonces, yase fortalecía la plantación como sistema económico yentraban miles de esclavos gracias a la trata libre.

En 1814 el diputado a Cortes y oficial real PedroAlcántara de Acosta elevó un memorial del cuerpo de,morenos de la ciudad de Santiago de Cuba que preten-día del rey la gracia de alzar bandera, vestir uniforme ygozar fuero militar como el de La Habana, sin que lesaventajaran en calidad, aptitud, ni en medios para sos-tenerse con decencia. Alcántara los defendió, y sus in-sólitos argumentos hoy nos permiten vislumbrar lamentalidad de los criollos blancos de su época: preten-día evitar que los libres hicieran causa común con losesclavos, ganarse a los primeros para que pusieran aten-ción en el sistema establecido concediéndoles cosas enlas que mostraran el mayor interés, sin que estas fue-ran trascendentes. Decía que las milicias de morenosde Cuba se consideraban desairadas por no poder usarinsignias propias, aunque eran los primeros en sufrirde trabajos y fatigas. Alcántara opinaba que no debíanser llamados a las armas si no se les trataba como enotras partes de América, e insistía que por su corto al-cance, necesitaban de objetos exteriores para excitarsu entusiasmo, por ser muy afectos a las ceremonias ydistintivos sin acordarse de otras cosas. No gravaban elerario porque adquirirían su uniforme y bandera del pro-pio peculio; siempre se mostraban muy útiles y dispues-tos a defender al imperio aun contra los de su propiocolor, como cuando se recibieron los esclavos franceses,

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o en circunstancias en las que ellos habían sido los dela-tores (posiblemente se refería a la conspiración del pardobayamés Nicolás Morales, traicionada por uno de susmiembros). Serían amigos que defenderían su estado, sunaturaleza; conformes, se aprovecharía su fortaleza afri-cana ante la intemperie, su animosidad y capacidad desufrimiento, cualidades formidables contra los enemigos.Era bueno pues, quitar pretextos para su disgusto y,según Acosta, hasta los esclavos se consolarían al ver asus semejantes en el disfrute de honores marciales yaspirarían a obtenerlos con sus trabajos en la agricul-tura y las artes, mejorarían su conducta para imitarlosal adquirir la libertad facilitada por el dulce y humanotrabajo, por la atención filial que se les dispensaba enla isla, tal y como lo probaba el número de libres quellegaban a más de seis mil en Santiago de Cuba.

El Consejo de Indias pidió opinión al capitán generalde Cuba, quien, al siguiente año, respondió que no eraconveniente acceder a aquella solicitud, ya que aumen-taría "la fuerza armada y organizada de la gente de co-lor que no igualaría la de blancos, y por consecuencia,traer resultados arriesgados, caso de conmociones". ElConsejo sugirió denegar la petición y mandó sobreseerel expediente sin dar resolución, porque también la ne-gativa "puede producir disgustos y quejas que convie-nen evitar en las actuales circunstancias".36

En 1813 se restablecía el medio ayuntamiento de co-lor de los naturales de El Cobre y con la libertad deimprenta, algunas quejas de los libres de color salierona la luz pública contra los abusos y la falta de reconoci-miento de que eran objetos.

36 Archivo Histórico de la Oficina del Conservador de la Ciudad. Ayuntamien-to, 1815, Expediente de varias representaciones en originales y testimo-nios hechas por el Sor. Oficial Real Honorario Don Pedro Alcántara deAcosta. Diputado de esta Provincia en las llamadas Cortes relativas a soli-citar e impetrar distintas gracias a favor de ellas.

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Durante el trienio liberal prevaleció el temor al excesode negros libres de ambos sexos, aumentada con los quellegaban desde las islas vecinas del Caribe y de Tierra Fir-me. Ya una Real Orden se encargaba de la vigilancia decualquier reunión y de reprimir la libertad de imprenta. Afines de 1821, se acusaba al moreno zapatero J. Ma. PérezCorrea de expresarse de forma tal que perjudicaba latranquilidad pública y se decía que le habían encontra-do en sus manos un plan impreso independentista delgeneral Itúrbide.37 ¿Verdad o chivo expiatorio?

Como se temía el contagio independentista, se prohi-bió el comercio y la comunicación con buques proce-dentes de Haití y de los territorios disidentes de CostaFirme. Pánico provocó el descubrimiento de una cons-piración de negros cuya sublevación se preveía paraseptiembre de 1823 y en cuyos planes estaba, según elconservador José María Callejas, exterminar a los blan-cos y adueñarse del Morro.38

Relaciones de clases y libres de color

Este es un tema poco considerado en los textos tradi-cionales, a pesar de su extrema importancia. Vale re-cordar nuevamente a los cobreros de mediados del si-glo xvii y del xvm. Existió entre ellos una íntima relacióncomunitaria, con independencia de haber nacido libreso esclavos, bien dedicados a la industria extractiva, biena las labores agrícolas. Como productores de pástelasde cobre y pailas para los ingenios de fabricar azúcar se

37 Emilio Bacardí: Crónicas de Santiago de Cuba, T. II, pp. 169 y 174 y ANC.Asuntos Poííficos, leg. 19, No. 36.

38 AHOCC. Acias Capitulares, No. 33, de 12 de marzo de 1821; No. 38, de 1° dejulio de 1822; No. 39, de 7 de diciembre de 1822y José María Callejas: Historiade Santiago de Cuba, Imprenta la Universal, La Habana, 1911, pp. 121-122.

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hicieron imprescindibles a los patricios criollos y llega-ron a gozar de alguna solvencia económica. Luego dedos siglos de bregar autónomo, la comunidad en plenose negó a someterse cada vez que lo intentaron y hastaformaron palenques en las montañas de la Sierra Maes-tra. Habría que considerar los vínculos de parentesco yeconómicos entre cobreros y conspiradores mulatos li-bres y blancos bayameses de 1795 para la formaciónde criterios políticos que reivindicaban el estamento,como sucedería entre los apalencados que conocían dela experiencia de lucha de los antiguos cobreros.39

Durante los años veinte del siglo xix creció vertigino-samente el número de los esclavos bozales. En los pro-tocolos notariales de Santiago de Cuba son frecuenteslos asientos de adquisición o venta de esclavos entrepardos, mulatos o negros libres, aunque pueden encon-trarse coartaciones, o libres que adquieren la libertadde su mujer esclava o de sus hijos. Así es que esta esuna manera constante de interactuar porque el libertoconservaría sus lazos de amistad y de familia con anti-guos compañeros de cautiverio.

Otra de las maneras de relacionarse libres y esclavosera en los cabildos de nación, y hasta las donaciones delos libres permitían comprar la libertad de alguna es-clava, o de sus hijos, si eran miembros. Estos cabildosno excluían blancos que habitaban en los barrios, o susinmediaciones, ocupados por los libres.

El destacado narrador santiaguero Emilio Bacardí dejóconstancia de las relaciones interestamentales de suciudad natal en dos novelas ejemplares: Vía eructe40 yparticularmente en .Filigrana.41 Ambas relatan la convi-vencia de los amos franceses y criollos con esclavos y

39 ANO. Asuntos Políticos, leg. 111, No. 94; leg. 125, No. 12 y leg. 255, No. 54.40 Emilio Bacardí: Vía crucis, Editorial Letras Cubanas, Ciudad de La Haba-

na, 1979.41 Emilio Bacardí: Filigrana, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 1999.

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libres de color, y en la segunda se describe la relaciónde una mulata libre (de ascendencia francesa) con unhombre blanco de la aristocracia criolla. La trama secomplicará con un incesto cuando la niña resultado dela unión ilegítima con la mulata, y el niño de matrimo-nio con mujer blanca, se casen en su mayoría de edad.Todo un símbolo de las relaciones entre blancos, negrosy mulatos libres del Santiago de entonces. Así es que lanarrativa confirma la asiduidad de estas circunstanciaspor la intensidad de la convivencia de razas en la vidacotidiana desde los comienzos del xtx.42 Por ejemplo,Pedro Valiente de las Cuevas, miembro de una de lasfamilias más aristocráticas de Santiago de Cuba teníatres hijos naturales habidos, cada uno, con pardas es-clavas o libres, y existían numerosas acusaciones acer-ca de curas con hijos ilegítimos o que facilitaban laslegalizaciones de los matrimonios entre castas, prefe-rentemente en las parroquias rurales. En realidad, eranmás comunes las parejas estables •—casados o en con-cubinato-— de blancos con pardas o morenos y de blan-cas con mulatos o pardos.

La población de la isla de Cuba en 1817 sobrepasabael medio millón de habitantes, por lo que se había dupli-cado la cantidad que existía en 1792. En la jurisdicciónde Cuba el crecimiento estuvo determinado no sólo porel tráfico regular de bozales, también por la inmigraciónfrancesa y por el crecimiento natural en épocas de bo-nanza. En 1820 había en. la jurisdicción de Cuba 48 665habitantes, casi el doble de los existentes en 1810.

De manera que, aunque la sociedad de la jurisdicciónde Cuba se nutrió de fuerza de trabajo esclava no implicóun cierre hermético entre estamentos pues, bien por eltrabajo o por naturales relaciones humanas o de identi-dad de clases se vincularon libres de color con esclavos y

42 Piénsese que es el tema central de la novela costumbrista más notable delsiglo XK. Me refiero a Cecilia Valdés, escrita por Cirilo ViUaverde.

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TABLA COMPARATIVA DE CENSOS43

Años

1810

1817

1820

Blancos

9 421

14 546

10 991

Libros

6 470

23 900

13 718

Esclavos

8 836

. 24 700

23 956

Total

25 727

63 146

48 665

libres de color con blancos. No hay que olvidar que elestamento de negros y mulatos libres se regía por losconvencionalismos que imponían los blancos, al puntode instituirse entre ellos una jerarquización social, de-terminada por bienes de fortuna y por las potencialescondiciones de algunas familias para el blanqueamien-to. Sería la mayor limitación para reconocer otras víaspor las cuales liberarse del régimen de casta colonial.

Entre las prácticas diarias que confirman las relacio-nes interestamentales se encuentran: transacciones eco-nómicas de compra-venta de colgadizos, haciendas,esclavos, etc., multiplicadas desde la tercera década delsiglo xix. Los libres de color, casados legítimamente oen concubinato, legaban a sus descendientes estancias,cafetales, esclavos,o atarazanas en la ciudad tal y comose refleja en los protocolos notariales. Es frecuente en-contrar en los testamentos de negros libres el otorga-miento de la libertad a alguno o algunos de sus esclavosy la cesión de propiedades a blancos. Dejaban comoalbaceas y eran acreedores o deudores de negros y deblancos,

En época de la monarquía de Femando VII floreció laplantación esclavista cafetalera, azucarera y algodonera, laregión se insertó en el comercio internacional. En 1830 lasminas de cobre reanudaron su explotación y emplearon

43 Jacobo de la Pezuela: Historia de la isla de Cuba, T. III, Carlos Baüly-Bailüere,Madrid, 1868, p. 483 y Hortensia Pichardo: Documentos para la historia deCuba, T. II, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1968, p. 294.

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para el beneficio del mineral más de novecientos escla-vos, trabajadores ingleses de Cornwall y libres de la re-gión.44 El pequeño campesinado, y en especial losvegueros, sé componía tanto de negros como de blan-cos. Desplazados por los productores de azúcar de caña,muchos en condiciones de miseria, se dedicaron albandidismo en años subsiguientes.

Al sobrepasar el 75 % del total de gente de color (li-bres y esclavos), desde 1820 y hasta 1855, el gobiernodel Departamento Oriental tomará precauciones. Así sepuso en evidencia durante la epidemia de peste. Entrelas medidas adoptadas en 1832 por la Junta de Sani-dad para impedir la difusión de la epidemia estaba ne:

gar cualquier tipo de reunión de la población de colorlibre, según razón, porque eran ellos los más propensosa contraer la enfermedad.45 Detrás de esta disposiciónsanitaria se encontraba el interés político de la oligar-quía santiaguera de evitar posibles conciliábulos y cons-piraciones entre la gente de color. En los barrios, losnegros libres debían solicitar a los comisarios de policíalas licencias para sus bailes, su música y sus diversio-nes de atabales; se velaba de continuo para evitarforáneos que entre ellos se movieran libremente. Se re-celaba de las negradas de las plantaciones, pero eramucho más el miedo a los mulatos y negros libres, porsu grado de conciencia y su lugar particular en la pro-ducción rural y urbana.

El control sobre los hombres libres de color seincrementó aún más después de 1837. La bienandanzaeconómica y el crecimiento numérico de la poblaciónnegra fue resorte principal para acentuar los.temoresde los propietarios criollos. Ya se tenía la experiencia de

44 Sukl Sabine: "Mineros de Comwall en El Cobre", en Del Caribe, No. 38,Sanüago de Cuba, 2002, pp. 70-74.

45 Archivo Histórico de la Oficina del Conservador de la Ciudad (AHOCCJ.Acias Capitulares, No. 53, 1832.

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los intentos constitucionalistas de Manuel Lorenzo elaño anterior. Ni siquiera se deseaba la formación deJunta por temor a que favoreciera la independencia.46

Con la abolición de la esclavitud en las colonias inglesasvecinas, los recelos fueron en aumento pues se pensabaen el ejemplo que aquellas significaban. Constantemen-te se especulaba con lo que representaba para la isla deCuba su compra a España por los británicos. El Ayun-tamiento santiaguero redactó una representación queen toda su extensión se expresaban de igual manera, aldirigirse a la reina:

Se trata la esclavitud de la isla de Cuba como unausurpación de los cubanos; y como tal se le quierearrancar por medios violentos que aunque disfra-zados con colores de filantropía, el menos avisadono ve otra cosa que un golpe de política cruelmen-te descargado á los bienes con que favoreció natu-raleza el territorio cubano. La esclavitud es unapropiedad legitima, sagrada, de un pueblo espa-ñol adquirida al abrigo de las leyes, y consentidapor todas las naciones hasta el año de mil ocho-cientos veinte. No es una invención de la isla deCuba: la esclavitud ha nacido en la África misma;la transmitieron á nuestros abuelos en venta pú-blica, primero los augustos Predecesores de S.M.,y mas adelante los abuelos de los propios que hoytrabajan por aboliría, destruyendo con ella paralos propietarios un valor efectivo de ciento cincuen-ta millones de pesos fuertes que próximamente re-presenta por si sola sin contar los demás malesconsiguientes á esas transiciones que nunca deja-ran de ser violentas en estos dominios por mas

46 Archivo Histórico Nacional (AHN). leg. 8, No. 1, Madrid 15 de septiembrede 1838, Al capitán general Ezpeleta, Y 31 de julio de 1839.

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que las mande un precepto soberano, bajo la pro-mesa de una positiva indemnización.47

El motín de 50 esclavos, armados de piedras —se diceque la mayoría eran lúcumas—• que se produjo en La Ha-bana el 9 de octubre de 1841 durante la construcción dela casa de Domingo de Aldama inspiró mayor descon-fianza y tensó la vigilancia contra la gente de color.48

Luego de descubierta y durante la represión de laConspiración de la Escalera, el capitán general LeopoldoO'Donnell adoptó medidas que ponían de manifiesto laabsoluta desconfianza no sólo hacia los esclavos, sinotambién hacia la gente libre de color y hasta a los blan-cos sospechosos.49 Estas leyes iban acompañadas de ladecisiva determinación de no alterar, en lo más míni-mo, el sistema político colonial, salvo para cerrarlo mása los propietarios cubanos blancos.

El creóle santiaguero Hippolyte Pirón dejó una pro-funda impresión sobre los prejuicios raciales en Santia-go de Cuba:

En Cuba hay los blancos, hay los que pueden pa-sar por ellos, hay los cuarterones, hay los mula-tos, hay los grifos y, en fin, los negros. El prejuicioespañol es tan poderoso, que empuja a las desdi-chadas víctimas a sentirse avergonzados de sí mis-mos, y a despreciarse unos a otros. Los que tienenla piel blanca tratan de hacerse pasar por tales,adulan a los blancos, hacen causa común con ellosy desprecian a sus hermanos de piel más oscura.

47 AHN. Ultramar, leg. 91, No. 3, Santiago de Cuba, 14 de mayo de 1841.Firman: JuanTello, Domingo Gola, Bernardo Portuondo Herrera, Francis-co José Odio, Miguel A. Vidal, Francisco Bestard, Francisco A. Portuondoy Abad, Félix Palomino, Miguel Bueno, Lie. Lino Sánchez.

"Ibid., leg. 8, No. 10, Real Orden de 14 de diciembre de 1841 y JerónimoValdés, Habana, 28 de febrero de 1842.

49 Archivo del Autor, Gobierno Superior Civil de la isla de Cuba, Habana, 31de mayo de 1844.

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Los blancos aceptan su adulonería; pero a la pri-mera dificultad que surja entre ellos, los ponen ensu lugar con una sola palabra •—-palabra que lodice todo— ¡mulato! El color castaño o negro es unestigma ignominioso que llevan en su cuerpo.50

Otra vez se pusieron reparos a las fiestas de mamarra-chos, se reconocía que eran populares y proporcionabanalegría a todas las clases de la sociedad, pero se justifi-caba su suspensión por la falta de interés y de emoción;ciertamente había.desprecio por aquella diversión popu-lar: "[...] no faltaron en el día de que hablamos, algunosmuchachos y negros que nos fastidiasen con sus tizna-dos cuerpos é insípidas chocarrerías, aturdiéndonos consus atronadores y desentonados cantos".51

Hubo quien los defendió por lo que significaba parael veguero, el carpintero, el albañil, los artesanos engeneral, quienes en esos días se vestían con chaqueti-llas de percal o pantalones de zaraza para mezclarsecon la multitud que llenaba las plazas. Era su únicoesparcimiento. Otros no se explicaban por qué la gentelibre de color gastaba profusión de telas y cintas paralucirla en las grandes comparsas.52

No fueron exclusivamente las medidas administrati-vas, las que se adoptaron para hacer más estricta lacompartimentación estamental de la Cuba colonial; tam-bién la Iglesia intervino cuando mejoraron sus relacio-nes con el régimen liberal metropolitano: tendió aendurecer la doctrina y a distanciarse de las fórmulasde compromiso con la religiosidad popular.

Las reales cédulas de 27 de mayo y 15 de septiembrede 1805, habían dispuesto que los matrimonios de dife-

50 Hippolyte Pirón: La. isla de Cuba, Editorial Oriente, Santiago de Cuba,1995,.p. 30.

51 El Redactor. Diario de Santiago de Cuba, 12 de febrero de 1847, p. 1, c. 3.52 El Redactor. Diario de Santiago de Cuba, 24 de agosto de 1847, p. 1 y Diario

de Santiago de Cuba, 5 de junio de 1866, p. 3.

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rentes razas, en caso de nobleza y limpieza de sangre,por una de las dos partes, debían tener la aprobaciónde los virreyes o presidentes de audiencias; en 15 deoctubre de ese mismo año, otra Real Cédula establecíaque, además de los padres, también los hermanos po-dían oponerse a los matrimonios entre personas de di-ferentes castas. Serían acatadas el 9 de julio de 1806por la Real Audiencia de Puerto Príncipe. Hubo casostan absurdos como el de la blanca Isabel de Infante queluego de más de trece años de relaciones con el pardolibre José Osoria y cuatro hijos de esta unión, se le des-autorizaba su rnatriraonio por el marido de su hermanaTeresa ante Tomás Elipe, párroco de Gibara.53 El 22 demayo de 1854, la Capitanía General resolvió que todoslos matrimonios entre personas blancas y de color te-nían que esperar por la licencia de la autoridad superiorde la isla, aunque hubiera o no, oposición de los familia-res y su condición fuera la más ínfima del pueblo.

Eran restricciones para evitar los contactos, cada vezmayores, entre gentes comunes de diferente origen ra-cial. Algunos párrocos conocedores de sus feligresespidieron explicaciones, otros no lo aceptaron porqueincrementaba los amancebamientos y contradecía elespíritu y la letra de la práctica general del imperio ensus colonias. Uno de ellos decía:

Yo en verdad desconozco los fundamentos en quepueda apoyarse semejante exigencia cuando nohaya oposición por parte de los padres o parientes,pues no puedo comprender que esto se haga comopretenden algunos para evitar que se empañe laconocida nobleza y limpieza de sangre de los blan-cos. Con el fin de precaver los inconvenientes y

53 Archivo del Arzobispado de Santiago de Cuba. Personal del Clero, leg. 54,Holguin 4 de julio de 1853, Isabel Infante y Gibara, Tomás Elipe, 7 de juliode 1853.

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resulta que las personas de color ascienden enposición social que pretensiones por medio delmatrimonio que contraen con personas blancas porcuanto ni se puede decir que todos los blancos porel hecho sólo de pertenecer a esta clase son a laconocida nobleza [...]54

Una Real Orden dejó sin efecto las resoluciones delcapitán general en razón, de la mayor confusión creada yde sus designios contrarios a los propósitos de evangeli-zación practicados por el obispo Antonio María Claret.55

Efectivamente, desde su llegada, el arzobispo de CubaAntonio María Claret había promovido la realizaciónmasiva de matrimonios para subsanar la práctica in-moral del concubinato. En virtud de esta misión pasto-ral, hasta mediados de junio de 1853 se habían hechomás de doscientos matrimonios en El Cobre, como tres-cientos cincuenta en la parroquia de Morón, ciento se-tenta en la de Ti Arriba, como ciento cincuenta en la deTiguabos y Saltaderos, cuatrocientos en la de Baracoa,ciento treinta en la de Sagua, doscientos veinte en Mayaríy unos quinientos o seiscientos en Palma Soriano. Bue-na parte de estas uniones consensúales eran interracia-les, pues casi siempre eran blancos con mulatas o negraslas parejas amancebadas que no querían legitimar suunión.56 Para lograr muchos de estos casamientos seempleó hasta la coerción policial. Hubo casos en que seprocedía a la intimidación •—luego de la persuasión y ladulzura-—•; pues si se les exigía la separación debido a

54 Ibld., leg. 54.53 íbici., 10 de noviembre de 1854, Al Sr. Provisor Paladlus Currius de Don

Pedro Ramírez de Estenoz.56 Ibid., A Antonio María Claret, Arzobispo de Cuba de Manuel Subirana,

Misionero. Palma Soriano, 10 de junio de 1853. Puede comprobarse porlas relaciones de matrimonios existentes en el archivo del arzobispado deSantiago de Cuba.

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la inmoralidad de sus vidas en concubinato, por lo ge-neral las mujeres respondían que tal decisión podíaacarrearle la muerte por hambre. Otros se negaban acasarse, aunque hubieran llevado a cabo rapto y estu-pro con el pretexto de ser blancos.57 Don Clotilde Verdecíay la morena Guadalupe del Pozo tenían seis hijos enonce años de contubernio y se habían hecho promesade matrimonio para toda la vida, no había oposición denadie y varias veces se les amonestó para "que se sepa-raran de su mala vida", pero no podían casarse por fal-ta de recursos para pagar los derechos parroquiales.58

Perdido su contacto con la singularidad criolla, otrade las determinaciones de la Iglesia fue sobre los cabil-dos de nación, a los cuales se les' había permitido hastatener sus propias casa-templos e imágenes de los san-tos patronos en los mismos. Las festividades pasaron aser responsabilidad de las autoridades civiles, quienestambién intervinieron en la elección de sus capataces.En el capítulo 5 de las Ordenanzas Municipales de 1857se establece: "Artículo 63: No se situaran los cabildosde negros africanos que son los permitidos, sino en lascasas que designe el Gobierno político; pena de desalo-jo y de cinco á diez pesos de multa" y,

Artículo 64: No se podran celebrar cabildos de ne-gros africanos mas que los Domingos y fiestas deguardar, ni saldrán por las calles con banderas yotras insignias, ni formando cuerpo, excepto díade los Santos Reyes, el de Santa Ana y los demásen que celebran las fiestas de sus patronos, desdelas nueve de la mañana hasta ponerse el sol; pena

57 Ibid., Vicaria Foránea del Cobre, Amancebados y Cobre, 3 de abril de 1852,Francisco Mirosa, presbítero.

58 AASC. Personal del Clero, leg., 54, 16 de julio de 1856 y 1 de agosto de1854.

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de cinco á diez pesos, que pagarán los capatacesdel cabildo.59

Y sin embargo, el cabildo ya era una institución in-sertada dentro de la sociedad con representación legalpara tener propiedades y recibir legados de algunos desus miembros: El cabildo viví, que congregaba a 26morenos libres con su capataz Félix Vera, reclamó susderechos sobre la casa de Providencia No. 4 que habíapertenecido al moreno Nicolás Rigores, y $ 2 000 másdos casas heredadas de la morena María CaridadHechavarría.60

Sutiles variaciones en la administración de los escla-vos aproximó esta clase a la de los desposeídos en ge-neral; por supuesto que, sobre todo, a los negros libres:el aumento del precio de los bozales, los riesgos de latrata clandestina, la aparición de los emancipados y unamayor preocupación por la procreación en las dotacio-nes para su conservación. Sobre esto último, La GacetaOficial se hizo eco de un Real Decreto de marzo de 1854donde a los dueños que tuvieran esclavos casados yestos vivieran con sus mujeres e hijos les reducían elimpuesto de capitación y se les eximía de él si la parejade esclavos tenía más de cuatro hijos mayores de 12años.61

La proliferación de esclavos alquilados para tareasespecializadas competía, desde los años cuarenta delsiglo xtx, con los negros libres que se alquilaban paratrabajos semejantes. Había mulatos esclavos zapateros,tabaqueros, pañeros, vegueros y azucareros etc.; habíanegras libres que por ocho pesos al mes hacían el oñciode cocinera, esclavas costureras o que recién paridas,

59 Biblioteca Elvira Cape. Colección Cubana.60 Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba (AHPSC). Protocolos,

leg. 224, ff. 6 y 6v, 9 de enero de 1866.61 AASC. Personal del Clero, leg. 54, Secretaría de Gobierno, Sección Prime-

ra, Habana 6 de junio de 1854.

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se alquilaban para criar por su abundante leche; unoficial de sastrería se alquilaba por seis reales diarios,un negro alfarero y albañil se alquilaba por precio con-venido y había libres de color hasta para labores ordi-narias de campo.62

Muchos jóvenes negros y mulatos libres se compro-metían por años en los talleres de los maestros artesa-nos para aprender el oficio. Ellos debían obediencia asus instructores mientras rigiera la contrata, de mane-ra que algunos escapaban antes de concluir el convenioy eran puestos a disposición de la Alcaldía mayor63 paraescarmentar su falta de disciplina. No había muchasdiferencias entre ellos y los esclavos que iban a parar aldepósito de cimarrones de la Real Cárcel. Los hubo acu-sados de vagancia o vendidos como esclavos por no po-der demostrar su condición de españoles. Simón Seguin,natural de Santiago de Cuba y de oficio carpintero iba aser vendido en pública subasta por suponerse que ha-bía entrado furtivamente. Se exigió su fe de bautismopara ponerlo en libertad.64

Las necesidades originadas por la complejidad de laproducción echada a andar para servir al mercado ca-pitalista reclamaban una preparación mayor de la fuer-za laboral, entre los que se hallaban los libres de color.En un periódico El Redactor de diciembre de 1861 seconminaba a la instrucción elemental por las clasespobres, especialmente entre campesinos y artesanos,porque, "[...] aprender a leer, escribir y contar, por ejem-plo, es útil y provechoso, como se toca cada día en masde un caso de la vida [...]"65

En menos de medio siglo, se modificaba el sistemade valores que había permanecido vigente durante tres

62 El Redactor. Diario de Santiago de Cuba, 12 de febrero de 1847; 29 deoctubre de 1850 y ANC. Asuntos Políticos, leg. 297, No. 69.

63 AHPSC. Gobierno Provincial, leg. 60, No. 4, 1858 y No. 6, 1866.64 AASC. Personal del Clero, leg. 54, Cuba, 5 de julio de 1851.65 JuanAquiles Rameau: ElRedactor, Cuba, 23 de diciembre de 1861, p. 2, c.l.

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siglos casi intacto. Se reclamaba la imposición de nor-mas de mayor dinamismo y productividad en el trabajo.Era imposible que vetustas prácticas religiosas rigieranla vida diaria de los hombres modernos, puesto quecontradecían la tensión que demandaba la economía.El párroco de Santo Tomás se dirigía al arzobispo paradecirle que los talleres de sastrerías, zapaterías y otros,daban un mal ejemplo al mantenerse trabajando consus oficiales a pesar de ser un día sagrado.66 Las pro-pias autoridades eclesiásticas consentían que, exceptoel día de Santiago Apóstol, la empresa minera San Josécontinuara los trabajos de embarque del mineral decobre durante los días festivos de julio para evitar pér-didas por la permanencia de los barcos en puerto almes siguiente.67 El dueño de la fundición y de la máqui-na de vapor también pedía permiso para concluir lasobras de hierro encargadas por los dueños de ingeniosque iniciaban la molienda.68 La acción misionera tam-poco podía pasar por alto que los vegueros por su po-breza debían dedicar su tiempo más a las cosechas quea los servicios religiosos, ni poseían medios para pagarlos derechos parroquiales que se cobraban por los ma-trimonios, sobre todo después de la epidemia de cóle-ra.69 Había quejas de las autoridades eclesiásticas porqueen. la ciudad se acogían con indiferencia y frialdad losactos religiosos practicados fuera de los templos.70

Desde el punto de vista del arzobispo Claret y de susfamiliares eclesiásticos era escandalosa la corrupciónde las costumbres en las zonas rurales. Inmoralidad

66 AASC. Personal del Clero, leg. 65, Cuba, 24 de marzo de 1853.67 IbicL, Santiago de Cuba, 21 de julio de 1857, Francisco de Paula Bravo al

Sr. Vicario General.68 Ibid., Joaquín de Herrera, Cuba 8 de noviembre de 1851.69 AASC. Personal del Clero, leg. 65, Juan Nepomuceno Lobo, Cuba, 26 de

mayo de 1852 y Joaquín Medlnilla al Vicario del Arzobispado, Cuba 27 defebrero de 1853.

70 AHPSC. leg. 3, No. 30, 2 de agosto de 1860.

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porque hombres de 25 años no habían sido bautizadosy "bajo el mismo techo se encuentran hijos, padres, nie-tos, habidos y criados en el desorden", o sea en promis-cuidad. Todo era consecuencia de la miseria extremade sus habitantes.

Los párrocos en el campo se explayaban en hablar dela total ignorancia: "Hay bastantes que no saben quienes dios ni aun siquiera que existe". Nadie se avergonza-ba de las uniones ilegítimas, que no eran más que unaconsecuencia de la igualdad de condiciones entre losestamentos.71 El arzobispo Dr. Manuel María Negueruelay Mendi se quejaba de cómo se bautizaba a los africa-nos —-también a los emancipados— sin la preparaciónprevia en la doctrina cristiana porque consideraba ab-solutamente inapropiado el criterio de que los africanoscarecieran de uso de la razón; si bien, aceptaba que susconocimientos morales eran imperfectos.72 Otras digni-dades eclesiásticas suponían que por la incultura de laclase de color y de los blancos en los campos eran im-prescindibles las prácticas religiosas con reiteración ysin que ninguna pudiera ser suprimida.73

Mientras mayor era el rigor de las leyes que regían elcomportamiento de los libres de color para evitar la vio-lación de los estancos de casta, lo que les hacía ver sucondición de inferiores en aquella sociedad colonial,estas se soslayaban continuamente entre blancos y ne-gros humildes.

Sin embargo de las prevenciones vigentes paraque no se contraigan matrimonios entre perso-nas blancas y de'color ha llegado a mi noticiasde haberse realizado en esta parroquia varios

71 AASC. Personal del Clero, leg. 54, Al Vicario de El Cobre. Cuba 10 de Juliode 1852 y el Arzobispo de Santiago de Cuba a la Reina, 1° de abril de 1863.

72 Jbid., leg. 65, Santa Pastoral Visita de Puerto Príncipe a 29 de abril de 1861,Manuel María, Arzobispo de Cuba.

73 Ibid., Orbera y Carrión, 17 de diciembre de 1867.

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enlaces desiguales entre ellos las de Don JuanJo.sé Fustiel y Don José Concepción García conmujeres Pardas. Por lo tanto me veo en la preven-ción de dirigir a ud. El presente exhortándole paraque se sirva no proceder de esa clase de enlaceque reprueba la opinión pública, a lo menos mien-tras el gobierno, a quien doy cuenta en esta fecha,resuelva lo concerniente en el particular.74

Los sacerdotes se quejaban continuamente de que seles presentaban hombres blancos para que asentaran alos hijos naturales con sus mancebas en los libros desu casta. Lo frecuente de estas circunstancias movió alcura.de la iglesia de Nuestra Señora de Dolores, PedroRamírez de Estenoz, a preguntarle al fiscal de laarchidiócesis, Wenceslao Callejas, qué debía hacerse enestos casos, pues a los que había negado el bautizo,después se iban a efectuarlo en otra de las tres parro-quias de la ciudad. También sabía de la facilidad conque se llevaban a cabo los matrimonios en las parro-quias rurales, hasta sin amonestaciones. La respuestageneral del fiscal para la situación primera fue que debíareconocerlos en los libros de blancos como naturales delpadre, siempre y cuando su madre fuera blanca, en casocontrario debía asentarlo en el libro correspondiente y sieran expósitos se bautizarían como blancos o negros,bajo la responsabilidad de su conciencia. En cuanto ala segunda cuestión, pretextaba el fiscal que no era tancorrientes los matrimonios en las parroquias ruralespara obtener la calidad de blanco, en todo caso dispusoque los curas del campo debían abstenerse de casar apersonas que no hubieran vivido en los límites de susparroquias.75

74 AASC. Personal del Clero, leg. 54, 16 y 17 de mayo de 1853, FranciscoMlrosa, presbítero.

75 Ibid., leg. 34, No. 66.

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Otra manera de practicar el blanqueamiento era inscri-bir a los mestizos como indios o cambiarlos de los librosde pardos a los de blancos. Aveces, una familia completalo conseguía: don Juan José, don José del Rosario, donSerafín, doña María Bonifacia y doña Josefa Oliva y losnumerosos hijos de las dos últimas, -conseguían legal-mente el traslado de sus partidas bautismales de loslibros de pardos, a donde por "equivocación" se habíanasentado, al de blancos españoles del estado llano.76

No cabe dudas de que durante las fiestas por el natali-cio de la virgen de la Caridad, en el tren entre Punta deSal y El Cobre se viajaba según la condición social; habíabailes para todas las categorías allí reunidas y en algunosestablecimientos no se servía a los negros; también es ver-dad que, como dice el mulato de origen francés HippolytePirón, todas las clases se codeaban en el apogeo de lacelebración.77 De igual manera, ocurría en las vallas degallos, según relato de Vicente Jústiz del Castillo:

El gallero entre nosotros no tiene como en la Habanadistintivo especial: viste todos los trajes, desde la hu-milde chaqueta de listado hasta el aristocrático y ele-gante frac de Sedan, desde la basta camisa de Crea

' hasta la finísima de Holanda, desde el tosco calza-do de Cordobán hasta el charolado y elástico bor-ceguí francés. Entre ellos desaparecen las gerarquíassociales, se borran las distancias y en esa heterojé-nea república que se llama valla, son medidos porun solo rasero, el rasero de la igualdad.78

76 Ibid., leg. 54, Juzgado Real Ordinario Primero de Holgura, escribanía pú-blica de Don Antonio de Fuentes al Exmo. E Illmo, Sr. Arzobispo, Holguín,22 de agosto de 1851.

77 El Diario Redactor, No. 2 084, Santiago de Cuba, 1° de octubre de 1848, p. 2,c. 3; ElRedactor. Diario de Santiago de Cuba, No. 3 3621, 10 de octubre de1850; Hippolyte Pirón: Laislade Cuba, Editorial Oriente, Santiago de Cuba,1965, p. 110.

78 Vicente Jústiz del Castillo: "Combate de gallos y galleros en Cuba", en DelCaribe, No. 25, Santiago de Cuba, 1996, p. 121.

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Y hasta en El Redactor se hablaba de la salud del reycongo, como personaje importante de la comunidad y elcolumnista se complacía en verlo pasear y divertirse porlas calles durante el Día de Reyes con sus altos dignatariosy su descendencia.79

A pesar de la severidad del sistema estamental y elmenosprecio por la cultura popular de las autoridades,no pudo evitarse el mestizaje ni las relaciones interra-cial'es que permitían la mejor comprensión de la comu-nidad sobre sus desventuras sociales.

En estas consideraciones hay que añadir la entradade los "escritos perniciosos a la conservación de la tran-quilidad pública". Nos referimos a la prédica metodistay en particular, a la impresión de 20 000 Biblias enespañol "que intentaban halagar a los negros libres so-bre principios exagerados de igualdad y lisonjeando alos esclavos de librarles de la esclavitud".80 Hubo intro-ducciones de predicadores y se dijo que llegaron a con-vivir con los esclavos de las minas de El Cobre. Lospárrocos debían vigilar la entrada de las citadas Bibliaspor la pureza doctrinaria y por razones políticas.

Todo esto se juntó para 'que los hombres del pueblobuscaran la solución a sus problemas sociales por loscaminos que mejor les convenían.

Una conciencia de identidad criolla enel estamento de libres de color

Existía ya una conciencia de identidad criolla entre loslibres de color cuando se proclamó la Constitución de

79 El Redactor, 8 de enero de 1857.80 AASC. Personal del Clero, leg. 65, Sr. Administrador Principal de la Real

Aduana y Rentas de esta provincia Puerto Príncipe y 9 de junio de 1855.

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Cádiz por tercera vez en el Departamento Oriental bajola dirección del gobernador Manuel Lorenzo en 1836, yde la que se hallaban convencidos los criollos burgue-ses propietarios de cafetales e ingenios —no sólo por elcerval temor—• cuando rechazaron la participación delos negros en las milicias para tomar las armas, duran-te la secesión federalista frente al gobierno de La Haba-na y su capitán general Miguel Tacón y Rosique.81

Todas las noches los negros del barrio de Los Hoyostocaban tumbas y abusaban de los licores fuertes. Porlas calles de Santiago se dejaban escuchar estos versos:

Parado sobre un barrilCon precautoria medidaDios nos libre en esta vidaDel sumo del cañambril 82

En los atabales santiagueros participaban hombresdesconocidos de tierra adentro, muchos mulatos y ne-gros iban y venían como por cabotaje entre Haití y San-tiago de Cuba. Nada de esto había podido contenerLorenzo, como tampoco que en la casa de la gallería, enla fonda de la Isabelina y en casi todos los billares, enlas ferias de El Caney y de El Cobre, la gente libre decolor y los esclavos jugaran en horas de trabajo a losdados, a los naipes y hasta a la ruleta. Sin embargo, enmedio de las calles se abrazaba con los negros libresque había hecho venir de los campos para aumentar el

01 Manuel Villanova: Economía y ciuismo, p. 339.82 "Cañambril: Así llaman los aficionados al sumo dulce y fortificante de la

caña, ese líquido fuerte e ingrato al paladar que, cuando se toma condesconocimiento se sube a la cabeza, y que según algunos refresca laimaginación, da ánimo y valor al tímido y cobarde se anima las fuerzasdando calor al estómago y según otros es mala cosa pues la más de lasveces da armas al hombre para desfogar su mal humor contra unos otrostupe el entendimiento, y hace que por el muchas veces haya trapisondas,y enredos y otras cosas que tienen un desenlace fatal. Si esto es así nadamás natural que renunciar a él a las fuertes emociones y pedir con todasveras de corazón", 'El Redactor, 27 de agosto de 1862, p. 3.

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batallón provisional americano. Y hasta convocó a mu-chos pardos y morenos naturalizados de la provincia deVenezuela, por conducto del escribano de guerra Joa-quín Parías.83

Para mantener su actitud de rebeldía frente a Tacón,Lorenzo convocó a todos los hombres a tomar las armase inscribirse presurosos en las filas de los soldados dela patria y organizar las listas de la milicia nacional. Noencontró la mejor acogida en un momento en que sepreparaba la zafra y era imposible que los campos que-daran a merced de los cimarrones y de las negradas endescontrol. Tampoco fue del agrado de los hacendados,que los hombres libres del campo acudieran al llama-do, pues constituían una especie de valladar en los par-tidos rurales entre las propiedades de los ricos blancoscriollos y los esclavos amenazantes.84

El temor aumentaría al acercarse las fiestas de Pas-cuas y el fin de año, porque era el momento en que losesclavos se sentían más libres y la gente de color des-pertaba de su modorra. El entusiasmo de la élite criollapor la proclamación constitucional de 1836 se iba en-friando, mientras los enemigos crecían. Lorenzo convo-có drásticamente a blancos y a pardos el 8 de diciembrey nadie obedeció, porque no se quería dejar los partidosal albedrío de la esclavitud ni se quería a los libres decolor armados. Hasta sus más cercanos colaboradoresrechazaron la idea de una revolución independentistadonde participara la gente de color.

Los intereses foráneos intervinieron a través de suscónsules. En particular, los ingleses, en la persona delcomodoro William Jones, quien, ante el avance de la

83 Archivo del Servicio Histórico Militar. Asuntos Políticos, Militares, 7,9, 13de diciembre de 1836.

84 Olga Portuondo Zúñiga: "Esclavitud o independencia: disyuntiva del libe-ralismo criollo oriental de la isla de Cuba en 1836", en Secuencia, No. 29,Instituto Mora, México, mayo-agosto de 1994, pp. 153-170.

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Expedición Pacificadora organizada por Tacón para so-meter la rebeldía del gobernador oriental le expresó aeste: "¿No es manifiestamente peligroso que la gente decolor se ocupe en el ejército de las armas y se le enseñeá participar el uso de ellas contra la autoridad sobera-na?"85 En esta pregunta se encerraba toda la consecuen-cia presente y futura de los sucesos que estaban a puntode cerrarse como capítulo de la historia del Departa-mento Oriental. Manuel Lorenzo se había quedado soloy entonces dimitió el 21 de diciembre de 1836.

La reacción se ensañó con algunos libres de color quesintieron en sus entrañas la ofensa de la invasión reali-zada por la Expedición Pacificadora al territorio del De-partamento Oriental. En cambio, Tacón fue muycuidadoso en el tratamiento con los blancos. Seis añosdespués la Corona amnistiaba a todos los implicadosen la asonada constitucionalista.

En esta oportunidad los libres de color no procuraron launidad con los esclavos, aunque sintieron como nunca elmenosprecio de los blancos. Participaron con indiferen-cia en el de decursar de los acontecimientos, puesto queninguna de las medidas adoptadas por Lorenzo y su equi-po de liberales burgueses crioEos benefició su condición.

Entre 1837 y 1868 la burguesía santiaguera, no obs-tante los contradictorios intereses con el comercio y laburocracia españoles, se mantuvo al margen de cualquierintento independentista, porque el miedo al negro y a quese repitieran los hechos ocurridos en Saint-Dorningueparalizaba cualquier acción que engendrara la interven-ción de las masas populares, compuestas por los libres decolor y los esclavos. Los dueños de plantaciones queda-ron comprometidos con la dominación colonial españolay llegaron al inicio de la Guerra de los Diez Años enyugadosa las mismas cadenas que sus esclavos.

85 Archivo del Servicio Histórico Militar. Asuntos Políticos. Militares, 14, 19,22 de diciembre de 1836.

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C E K S O S S6

Año

1841

1846

1855

1860

1862

% Libres

46,57

44,65

59,93

59,13

63,96

% Esclava

53,43

55,35

40,05

40,87

36,03

% Blanca

21,49

25,33

24,83

26,94

26,23

Con más fuerza que apalencados y cimarrones, elbandidismo constituyó una manifestación esencial en-tre 1840-1868 de la espontánea reacción contra el or-den estatuido por la dominación colonial española. Dela población rural pobre sacó sus miembros y el respal-do a sus acciones: era fruto de la situación económica yno podía ser exterminado con meras persecuciones mi-litares y sanciones ejemplarizantes,

Los conflictos que se desencadenaron en Haití y SantoDomingo y la campaña abolicionista desde Jamaica al-canzaron su mayor intensidad. El Gobierno español ini-ció el proceso de la llamada Conspiración de la Escaleracon el doble propósito de amedrentar a las intranquilasmasas de libres de color y esclavas, y contemporizar conla burguesía criolla blanca. Hubo alzamientos y conspi-raciones estimulados por las noticias de supresión de laesclavitud en otras colonias y por la persistente propa-ganda de los ingleses a favor de la abolición.

86 .Resumen del Censo de población de la isla de Cuba afín del año J841,Imprenta del Gobierno y. Capitanía General por S.M., Habana, 1842,pp. 18-42; Vte. Gustave D'Hespel D'Harphonvüle: La Reine des Antüles,Gide et Baudy Libraire-Editeurs, París, 1850, pp. 166-237; Félix Erenchun:Anales de la isla de Cuba; Diccionario administratiuo, económico, estadísti-co y legislativo, Imprenta La Antílla, Habana, 1858, p. 42; Conde Armildezde Toledo: Noticias estadísticas de la isla de Cuba en. 1862, Imprenta delGobierno y Capitanía General por S.M., Habana, 1862.

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El Cobre, con su gran concentración de población li-bre de color en el campo y en la villa, con esclavos enplantaciones cafetaleras de sus montañas próximas, eraun territorio sensible a dichas conspiraciones, a lo quehay que añadir la tradición de lucha heredada de suspobladores del siglo xvin. Muchos planes fueron' exage-rados por las autoridades para infundir pavor a los blan-cos, pero no hay duda del descontento.

Alas seis de la mañana del 6 de febrero de 1845 entra-ban en capilla los negros Santiago y Félix condenados alfusilamiento por la espalda en el partido de Hongoloson-go donde habían conspirado. Tres meses después eracondenado a garrote vil el negro Juan Pedro por losmismos motivos que los dos anteriores.

En el transcurso de los años cincuenta del siglo xtx laestabilidad interna de la isla se consideraba todavíaamenazada por Inglaterra, cuya pretensión era precipi-tar un movimiento para apresurar la independencia ydespués la libertad de los negros y ganar la partida alos Estados Unidos en la anexión.87

De manera que, las autoridades españolas siempremantenían una predisposición especial contra los ingle-ses, lo que trajo como consecuencia los sucesos del 24de diciembre de 1852 en las minas de El Cobre:

Después de recibir una gratificación y consumir unaabundante cena por la Natividad, los músicos del regi-miento de Tarragona No. 10 de infantería se retiraban,al terminar de tocar en el barracón de la mitad de laCompañía de Cazadores de la plaza y de ejecutar algu-nos ejercicios gimnásticos a lo que concurrieron nume-rosas familias del pueblo; se detuvieron frente a la casade don Pedro Ferrer a interpretar algunas danzas. Trasellos seguía un crecido número de personas, por lo quela puerta del patio se cerró para que no entrara más

87 Archivo del Palacio de los Reyes. Estado, leg. 8049, No. 2, Palacio 9 de abrilde 1853.

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público. Al salir de la morada de Ferrer para regresar alcuartel a las 10:00 p.m. comenzó una riña a pedradasde la que resultaron varios heridos. Se dice que los in-gleses unidos a los negros atacaron a las tropas espa-ñolas. Esta versión era la del comandante español.

El segundo capitán de las minas, el inglés WilliamUren, contaba algo diferente, pues aseguraba que seencontraba en su casa con su amigo Henry Hensey comoa las once menos cuarto de la noche cuando oyó ruidode personas qué pasaban en tumulto por la calle y alsalir a la puerta vio que los negros de la compañía toca-ban tumba y bailaban. En medio de aquella algarabía,se escucharon gritos de espanto, porque cuarenta o cin-cuenta soldados perseguían a pedradas a los negros; alpasar frente a su casa cinco o seis del regimiento, larodearon y apedrearon. Poco después entraron y lo sa-caron fuera a él hiriéndole en un brazo con una barrade hierro y luego lo arrastraron cuesta abajo. Tambiénhabía resultado herido un negro esclavo y el capitán deuna fragata inglesa que intervino para evitar la reyerta.El Consulado británico en Santiago de Cuba pidió ex-plicaciones sobre todo lo ocurrido a las autoridades dela villa y al gobierno superior,88 para depurar responsa-bilidades, pues el incidente "no es el único a donde unasoldadesca española despiadada y aparentemente des-enfrenada ha asaltado y cometido actos de violencia enla persona de subditos británicos, mientras apaciblesllevan adelante sus tareas y vocación como mineros".89

Ya en la década de los años sesenta del siglo xix laCapitanía General exigió mantenerse alerta sobre posi-bles movimientos en la clase de color. En el oriente dela isla de Cuba la situación se hizo más aguda con elinicio de la Guerra de Restauración en Santo Domingo,se creó un ambiente de inseguridad para el gobierno y

! Archivo Histórico Nacional. Estado, leg. 8046, No. 8, Madrid, 9 de marzode 1853.

1ANC. Asuntos Políticos, leg. 219, No. 152.

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los propietarios de esclavos. La metrópoli convirtió aSantiago en el centro logístico por excelencia de esteconflicto e intentó fortalecer su imperio en Las Antillasal incorporar Santo Domingo; con el fracaso, quedó enprecario su hegemonía sobre Cuba y Puerto Rico. Setemían sediciones y levantamientos armados de negroslibres y esclavos promovidos por agentes revoluciona-rios dominicanos.90

El 14 de junio de 1864, el comandante de armas delpartido de El Cobre informó a la comandancia generalque ese día había sido denunciada una conspiración enlas fincas del cuartón de Brazo de Cauto como conse-cuencia de lo cual se habían llevado cuatro negros alcuartel. Se mantenían incomunicados mientras se inves-tigaba entre las dotaciones de aquel cuartón lo que pare-cía un conato frustrado de insurrección de algunosesclavos "para declararse libres matando a todos los blan-cos". Quedó constituida la comisión militar, a la que seremitieron las diligencias y los cuatro negros acusadosconducidos a la cárcel de Santiago.91 Se instruía tam-bién sumario acerca de una bandera con el lema de Es-peranza que pensaban sacar algunos negros durante lasnoches de san Juan y san Pedro, también se detenía enSantiago de Cuba al pintor inglés Walter Goodman juntocon su amigo el pintor Joaquín Cuadras y un esclavonegro.92 El periódico La Voz de América de Nueva York,se refería al descubrimiento de "serios aprestos de insu-rrección" en Puerto Rico y Santiago de Cuba.93

80 Archivo Histórico Provincial de Sancti Spíritus. Donativos y Remisiones,leg. 6, No. 148, 2 de abril de 1863 y leg. 6, No. 150, Domingo Dulce, 16 defebrero de 1864.

91 Paul, Silicourt, Vicente Donatien y Domingo Soriani eran los cuatro negroscondenados a diez años en los presidios de África.

92 ANC. Asuntos Políticos, leg. 226, No. 13. Para más detalles sobre los suce-sos relacionados con Walter Goodman y Joaquín Cuadras, véase, OlgaPortuondo Züñiga: "Cinco años con Walter Goodman en Santiago de Cuba",en Del Caribe, No. 15, Santiago de Cuba, pp. 94-109.

93 La Voz de América, No. 2, 30 de diciembre de 1865, p. 4.

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Sobre el estado de ánimo de la población libre de co-lor, contamos con el testimonio del pintor inglés WalterGoodman, quien en su libro Un artista en Cuba recogióuna conversación entre él y un negro que se encontrabapreso en la Real Cárcel de la ciudad de Santiago deCuba:

Se expresa con elocuencia de tribuno sobre los te-mas de la esclavitud y del mal gobierno de Espa-ña, acalorándose en su disertación. Me adviertecon mucho ahínco que aunque hable el español ysirva el gobierno de España, no es más español,que un inglés o un norteamericano. Declara queentre esas dos nacionalidades existe algo de co-mún, pero que entre un cubano y un español seabre un abismo.94

Para corroborar sus principios de nacionalidad,Goodman pone en boca de aquel hombre, las palabrassiguientes: "No es tanto a sus compatriotas como a supaís libre, con sus leyes justas y humanas que todocubano admira •—-me amplia-—•. Tenemos ambición devivir como ustedes".95

En los umbrales de la lucha por la independencia

Según el sumario, el asunto comenzó al aparecer unanónimo en el corredor de la casa de Arcilio Borgellaque fue entregado al mayoral del ingenio Vega Grande,don Buenaventura Almiral. El capitán del partido dePalma Soriano lo envió al gobernador civil del Departa-mento Oriental, el mismo 23 de junio de 1867. Se de-nunciaba una conspiración fraguada entre los esclavos

94 Walter Goodman: Un artista en Cuba, p. 78.95Jbid.,p. 81.

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de varias haciendas de este partido con ramificacionesen el de Enramadas y en la ciudad de Santiago de Cuba.Se querían aprovechar, una vez más, las festividadesde san Juan y san Pedro para facilitar los preparativoscon el pretexto de organizar una comparsa. El juez depaz del partido de Enramadas participó a su capitán,que el 26 del mismo mes y en el punto de San Narciso delCobre se fraguaba una conspiración para tomarlo. Semencionaba a los cabecillas Agustín Da y ManuelBetancourt, quienes en casa de Marcelino Velázquez sereunían y hacían balas y pertrechos para el asalto deldía de san Pedro. Durante las diligencias practicadas enel partido de El Cobre, una tal Dolores, vecina del cuartónde Río Frío en El Caracol, dijo que en casa de su vecinoZacarías Pereira había llegado un negro que se expresa-ba en términos insolentes "sobre la igualdad de las per-sonas de color". Joaquín Portuondo declaró que un talManuel Betancourt lo instó para que lo acompañara alos cafetales con el fin de organizar un levantamiento denegros, luego no lo vería más hasta después del san Juan.Pantaleón Rodríguez entregó al capitán del partido deEl Cobre un papel donde Manuel Betancourt le pedíacuatro hombres buenos con armas, entre ellos a Anto-nio Boza y Cayetano Martínez. El pedáneo revisó la casade Rita Armand, mujer de Agustín Da, y encontró pa-pel, una pequeña cantidad de pólvora gorda, tres bali-nes grandes y tres pequeños con varios fulminantes.

A medida que continuaban las averiguaciones aumen-taban los implicados. Aparecip el negro Carlos Rengifo,vecino de Cuba, que se decía contaba con otras perso-nas de la ciudad. Los conspiradores aspiraban a incor-porar varias dotaciones de los ingenios de Palma Sorianoy contaban con las armas que se cogieran en las tien-das de Solís y las de Dos Palmas, además de las de lashaciendas del partido. Fernando Guillet había pasadojunio y julio en el partido de El Cobre: en el cafetal San

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Luis en Brazo del Cauto y en la tienda de la Palma,cuartón de Río Frío de don José Rey. En San Narcisoempezó a preparar un pedazo de terreno de Manuel Sa-las, diez días antes de san Juan trabajó aserrando ma-deras en una finca de Manacas, partido de Palma Soriano,y entonces regresó a Cuba. Estas declaraciones las hizoal ser aprehendido en el tejar de Madre Vieja y, aunquesabía que lo buscaban, no conocía por qué. Era verdadque había invitado a dos personas para salir de másca-ras en una comparsa de El Cobre o de Cuba el día desan Pedro, pero desconocía a Da. Sin embargo, MagínMerino, dueño de una tienda en el cuartón de Solís, de-claró que los había visto reunidos varias veces en la tien-da de don José y también en la suya. Según él Da teníafama de pendenciero y en marzo le había pedido un tra-go de ron y como se lo negó, le dijo en tono de amenaza"dentro de tres meses no tendrán ustedes esta tienda".

El negro Antonio Betancourt, hermano de Manuel, de-claró que Agustín Da se había presentado en su vega y lehabía propuesto tomar parte en una conspiración quetramaban para sublevar a la gente de color contra la blan-ca y proclamar la República. Que su hermano se habíapresentado con señales de golpes y este le confesó quehabía ido al cafetal Macucho en Pilón de Cauto a conci-tar a los negros para una conspiración y uno de ellos dioparte al dueño Esteban Donatien, quien acudió con cua-tro hombres, se entabló una lucha de la cual salió heridoun esclavo y Manuel recibió algunos golpes.

Manuel Betancourt fue capturado en el cuartón deSevilla y declaró que había trabajado en Cuba para donGaspar Betancourt y para el negro Manuel Yacomaresen los almacenes de la Marina; después salió de la ciu-dad en busca de algún aserradero donde trabajar. Sedesempeñó en este ramo entre enero y julio en la fincade monsieur Latoisson, y luego con su hermano mes ymedio. Había conocido a Da, que vendía ropa y era "un

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hombre que tenía el alma atrás", quien le propuso for-mar parte de una rebelión, no lo vio más. Negó conocera los otros implicados.

El 27 de junio, Hipólito Medina y Pedro Sánchez vie-ron en la loma de San Ignacio, cuartón del Mamey, aAgustín Da y a Cayetano Martínez, quienes les pidieronque los sacaran a la vereda de Miguel Ángel. Medinaavisó inmediatamente a El Cobre y Sánchez comprobóque los dos alzados estaban armados con pistolas y ma-chetes. El capitán de El Cobre, informado por DomingoVulgar, alias Baracoa, se puso de acuerdo con este paraatraer a Da con engaños a la vereda indicada de formatal, que don Francisco March con una partida pudieraaprehender a los perturbadores del orden público. Laestratagema fracasó y Da siguió por los contomos.

A las diez de la mañana del 4 de julio la partida llegóa la hacienda Simpatía de monsieur Belfort, cuya casade vivienda estaba abandonada. En la barbacoa de lacasa se hallaba Agustín Da. En dos ocasiones se le die-ron voces para que se entregara y disparó dosTirós,entonces se le hizo fuego dándole muerte. En el cinto sele encontró la vaina de un machete de 60 cm de largo deuso común entre la gente de campo y una pistola de doscañones de 18 cm con la que había hecho fuego. Lallave del cañón de la derecha estaba inutilizada, otrapistola hallada en el lugar de los hechos tenía igualesdimensiones. También se le encontró pólvora de la minade mala calidad, más tres balines del calibre de seisirulírnetros y tacos de papel de estraza, todo lo cual po-día tener relación con lo hallado en la casa de RitaArmand. Estas armas eran antiguas y de mala calidad,no ofrecían seguridad al disparar.

El cabo de ronda José Encamación Garbey manifestóal capitán del partido de las Enramadas que a las 11 dela noche del 12 de julio, mientras cruzaba por el caminoreal de Mayarí Abajo junto con otras dos personas, vio a

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un hombre sospechoso que iba andando y le dio la vozde "¡quién vive!", a lo que respondió con un tiro. Por talrazón, disparó su escopeta y le atravesó el pecho, demanera que cayó muerto en el paso del río Santa Bárba-ra. A la claridad de la luna reconoció al pardo MarcelinoVelázquez, uno de los cabecillas de la conspiración deEl Cobre. Portaba varias armas, balas y pólvora envuel-ta en trapos, etc. Poco antes, y muy cerca del lugar don-de cayera el pardo, cuatro hombres habían asaltado ydisparado tres tiros al mayoral don Félix Mancebo de lahacienda La Luz; se presumía que entre ellos estaba elmuerto y los hermanos Justo y José del Carmen Ra-mos, porque el día del asalto habían faltado al trabajodel corte de leña en el ingenio Santa Rita del Río Gran-de propiedad de don Octaviano Duany Repilado. De-cían que tenían fama de pendencieros y atrevidos conlos blancos y andaban reuniéndose; se les achacaba lahuida de los negros de los ingenios San Felipe, La Cruz,Burenes y Santa Rita y el corte de la línea telegráfica.~~EríÍamadrugada del 15 de julio se apareció JustoRamos en la casa de don José Pérez en Palma Sorianopara que lo auxiliara porque tenía una herida, iba acom-pañado de su hermano y otro individuo llamado JorgeFeliú Fernández. Una hermana de Marcelino Velázquezdeclaró que este había querido comprometer a su mari-do en la conspiración y por más que le había suplicado,le aseguró que estaba resuelto a vencer o morir. Cari-dad Velázquez añadió que el hijo de su hermano,Longino, le dijo que su padre vendría de San Narciso,donde hacían balas, con muchísima gente hasta lasEnramadas y que los cabecillas eran Manuel Betancourty Agustín Da.

Don Melitón Cardin le informó al teniente del cuartónde Guaninicum que en el ingenio Santa Rita de Río Gran-de se habían huido nueve negros para reunirse con li-bres, y tenía noticias de que unos cien hombres entre

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esclavos y libres se habían apostado en las inmediacio-nes de aquel cuartón con el objeto de armar una cons-piración para alzarse el 13 de julio. Se sospechaba delnegro Justo Ramos como uno de los autores y que secomunicaba con los negros de los ingenios de La Cruz,San Felipe, Burenes y Santa Rita. Nueve esclavos sinarmas de este último (Limbano, Zacarías, Pastor,Candelario, Bruno, Ruperto, José Trinidad, Tiburcio yAtanasio) trataban de reunirse con algunos libres parasublevarse en la noche del sábado 13 de julio y mataralgunos hombres del cuartón.

Algunos esclavos de Santa Rita se presentaron el mar-tes 16 de julio a su amo don Calixto Duany asegurándo-le que nada sabían de conspiraciones, otros fueroncapturados a finales de aquel mes junto al pendenciero eirrespetuoso Feliciano Jiménez.

El gobernador del departamento supo, mediante confi-dencias, que el negro libre Justo Rodríguez había tratadode seducir a los esclavos Diego y Valentía, pertenecientesa la dotación del ingenio San Felipe de don Diego DuanyRepilado, para que se integraran a la sublevación de lagente de color. El capitán del partido de Enramadasconfirmó lo dicho. Valentín declaró que Rodríguez lehabía hablado para que lo acompañara a sacar los ne-gros de la hacienda, y a Diego le había dicho algo pare-cido: 'Ten preparada la mejor gente para una reuniónque vamos a tener y lleva el mejor caballo" y que fuera asublevar a los negros de Las Chivas. Por el pardo JuanAlvarez se supo que, luego de reunirse en el ingenio LaCaridad de don Vicente Salazar donde estaba la bom-ba, se trasladarían al punto de San Narciso en el parti-do de El Cobre; era allí donde estallaría la conspiracióncontra los blancos y mulatos.

Desde el cuartón de Guaninicum se remitieron presoslos negros libres Juan José Castillo y Apolonio Hechavarría.El primero había dicho el viernes 12 de julio: "Mañana

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es el Día, el día de la función". El segundo declaró quehabía pasado nueve días en el ingenio San Felipe entremarzo y fines de febrero, luego en su vega y finalmentesólo diez días en Santa Rita cortando caña. Juan José yApolonio, junto con Juan Sánchez Norate y ValentínVelázquez, habían pretendido seducir a los mejores es-clavos del ingenio San Felipe para que se fuesen conellos. Otras declaraciones confirmaron esto mismo. Huboregistros en las casas de todos los implicados, pero sólose encontró una escopeta vieja e inútil en casa de Norate.

Hallándose en la hacienda San Felipe, Cipriano Díaz,don Juan Azanza y don Miguel Padró, llegó PatricioBorrero y dijo: "Ah, conque han muerto a Velásquez". YAzanza contestó: "Ves, si te matarán también, si te ha-llas comprendido en la función". Alo cual replicó Borrero:"No señor, pues yo he salido huyendo de Las Vegas deSan Felipe, porque los negros vegueros de ese puntoestán alzados". Y añadió Borrero: "Mañana es el Día".Aniceto Infante declaró que Borrero le había dicho queaquella noche, víspera de san Pedro, iba a reventar larevolución de los negros por Cuba, por las Enramadas.Suponía también la presencia de un buque en la bocadel Morro para favorecer a los revolucionarios.96

El 9 de octubre de 1867 se produjo la sublevación de 270presos en la Real Cárcel de Santiago de Cuba, sin dudatenía relación con los sucesos ocurridos en los partidosrurales de la jurisdicción de Cuba.

Al hacer la requisa diaria, como a las siete y media.dela noche, el segundo alcaide don Francisco Casal, losllaveros don Antonio Fernández y don Santiago Izquier-do acompañados de un cabo y tres vigilantes armadoscon bayonetas al pasar por la puerta oyeron gritos y

' ANO. Asuntos Políticos, leg. 56, No. 8. Habana, 11 de mayo de 1868,Licenciado Miguel de Arce.

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tumulto de gente. Al acudir el comandante al lugar delos hechos comprobaron que los presos se habían ar-mado con rajas de leña, banquillos de la cama y bayo-netas quitadas a los vigilantes que resultaron heridos.Los insubordinados fueron atacados por el resto de laguardia que a la tercera oportunidad pudo impedir suavance no sin antes disparan sobre el montón. Se ence-rraron en las galeras. Al final de la contienda, habíanlogrado huir José Gregorio Cruzata, herido y aprehendi-do frente, en la Filarmónica; Martín Salazar y Hernández,Cecilio Garzón,97 Fernando Guillet98 y Manuel Betancourt."

No creemos casualidad que dos de los cabecillas másimportantes de la conspiración de negros libres y escla-vos en los partidos rurales de la jurisdicción de Cubahubieran podido huir en medio de la confusión de lacárcel. ¿Había sido un complot fraguado con este pro-pósito? Era el punto máximo de efervescencia, conse-cuente con los preparativos de levantamiento preparadodesde junio. El gobernador Joaquín Ravenet se propu-so dar un escarmiento ejemplar a la gente de color queeran los principales organizadores y dispuso la forma-ción de una comisión militar que juzgó a 101 reos enpocos días. El 24 de octubre quedaban condenados 65a diez años de presidio y 14 a fusilamiento. Cuatro deestos últimos seguían prófugos, el resto (10) fueron pues-tos en capilla antes de ejecutar la sentencia.100

97 Negro, 28 años, alto de estatura, poca barba, frente regular, pelo pasa,nariz chata y envuelta en carnes.

98 Estatura regular, 26 años, negro achinado, cuerpo delgado y barba muypoca.

99 Estatura regular, 38 años, negro, trabado de cuerpo y con una cicatriz enla frente.

100 José Gregorio Cruzata fue indultado. Los condenados a muerte fueron: D.José del Rosario Vázquez, Lorenzo Sánchez, Cayetano Mendoza, José Tri-nidad García, Joaquín Céspedes, José Teodoro Moya, Clemente Randich,Pedro Portuondo, Santiago Rodríguez y Apolonio Hechavarría.

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De inmediato se le dio parte al capitán de El Cobrepor si Guillet y Betancourt iban hacia allá. MartínSalazar fue apresado en los cuatro caminos del cuartónde Ti Arriba. Declaró que sus otros compañeros —a losque había encontrado en la Marina cuando huía-— ibanen busca de armas y provisiones al cuartón delGuayabal. También declaró que Garzón y Guillet lemanifestaron que en Sabanilla tenían balas y escopetasdestinadas a armar la gente de color. El propósito de suhuida de la cárcel era continuar la conspiración descu-bierta en junio, cuyo primer jefe era Carlos Rengifo.Querían sublevar las dotaciones de las fincas de lospartidos de Palma Soriano y El Cobre.

Los primeros indicios de los prófugos aparecieron enel partido de Jutinicú, cuando un cortador de maderainformó que le habían pedido que los condujera a Mon-te Ruz y Filipina, en Guantánamo. Fernando Guillet yCecilio Garzón fueron aprehendidos en los montes co-lindantes con la hacienda Abundancia. El primero mu-rió a consecuencia de las heridas por arma blanca deuno de los cuatro esclavos que participaron en su cap-tura —recibieron una onza de oro como pago— cuandopretendió darse a la fuga. Garzón quedó incomunicadoen una de las bartolinas de la Real Cárcel.101

Los sucesos de la Real Cárcel de Santiago de Cuba seproducían después que los reformistas criollos perdíanlas esperanza de entendimiento con los liberales espa-ñoles, luego del fracaso de la Junta de Información y enmedio de una crítica situación económica. Por lo quehemos explicado son absolutamente ciertas las conspi-raciones de negros libres y blancos humildes —vegueros,estancieros, asalariados y artesanos— aproximados alos esclavos de las dotaciones para generarlas en la ju-

101 AHPSC. Gobierno Provincial, leg. 232, No. 7, 10, 26, 27, 28, 29, 30 deoctubre, 1, 2 de noviembre de 1867.

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risdicción de Cuba. Se impone la pregunta: ¿esta cons-piración a mediados de 1867 tenía relación con los pre-parativos conspirativos llevados a cabo por bayameses ysantiagueros desde aproximadamente un año atrás?¿Carlos Rengifo era el intermediario y conspirador pro-fesional? El estado de ánimo de los hombres de colorpresagiaba la tormenta social.102 Había inconformidadpor los altos tributos arancelarios, pero las posicionesseparatistas eran consecuencia del arraigo al terruño yde la integración etno-cultural, en resumen, al cons-ciente sentimiento patriótico de cubano. La familiaMaceo y todo su clan no eran excepción en la jurisdic-ción de Cuba, más bien la regla; porque ningún librede color se incorporó a la Revolución del 10 de octubrede 1868 ignorando su responsabilidad política. Todosestaban convencidos de que la única manera para su-primir las diferencias raciales era luchar unidos por laautodeterminación y por un futuro mejor.

'•Ibvl.

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ÍNDICE

Presentación/7FUENTES/11El Departamento Oriental según los padrones de 1756 a 1766/13Una sublevación de indios en 1758/27Marcas de carimbar esclavos en el siglo xvm/35Metalurgia y cultura bantúes en el oriente colonial cubano/44La inmigración negra de Saint-Domingue en la jurisdicciónde Cuba (1798-1809)/58VIDA Y SOCIEDAD/99Tomás de la Caridad defiende su id entidad/101El incendio de la Marina/105La mejor manera de hacer dinero rápido/109Un africano recién llegado... es un negro bozal/113Español o indio: ¿qué era lo mejor?/117Para conocer al "ignorante" apalencado/121El más humilde, el veguero/125Plantadores cafetaleros y esclavos/128El veguero y el "relajamiento de las costumbres"/132Esos artesanos imprescindibles a la ciudadanía/135El africano se captura, se esclaviza y ...se rebela/139El palenque del negro Salvador/145La última voluntad de blancos y de negros/150Una crónica cobrera/155Dionisios listos para la revolución/158Esclavitud y cimarronaje a plenitud/168INDIVIDUOS Y CULTURA/175Cabildos negros santiagueros/177La virgen del Cobre y la nación cubana/195Ascendencia paterna de Antonio Maceo/208Libres de color en Santiago de Cuba (hasta 1868}/224