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Erika Lindig, Trocando Una Subjetividad Por Otra

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2015

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TROCANDO UNA SUBJETIVIDAD POR OTRA

ERIKA LINDIG

Toda vez que el pensamiento filosófico quiere precisar un término o un concepto, lo opone a otro. Tal ha sido el caso cuando se inten-ta definir "lenguaje"; pero ¿qué puede considerarse como lo otro del lenguaje? La tradición ha dado determinadas respuestas a esta pregunta, oponiéndolo a entidades extralingüísticas tales como el pensamiento, el mundo o la cosa. Otra manera de abordar esta cues-tión ha sido contraponer el lenguaje a sí mismo, de la siguiente manera: una lengua puede considerarse como la alteridad radical de otra si se cree que cualquiera de ellas comporta una manera espe-cífica de entender el mundo. Si además se piensa que el mundo humano no puede ser nada distinto de las ·maneras de entenderlo; tenemos que cada lengua es un universo, y que toda lengua desco-nocida es, entonces, un otro. Así lo concibió Wilhelm von Humboldt. Efectivamente, él plantea que lo opuesto a lo lingüístico no es ni lo real, ni la cosa ni el pensamiento: lo opuesto a una len-gua sólo puede ser otra lengua. Para llegar a esta tesis, Humboldt parte de determinados supuestos que aparecen esbozados en la siguiente cita:

Por el mismo acto por el que el hombre hila desde su interior la lengua se hace él mismo hebra de aquella, y cada lengua traza en torno al pueblo al que pertenece un círculo del que no se puede salir si no es entrando al mismo tiempo en el círculo de otra. 1

Estos supuestos son: que el lenguaje es una característica definitoria de lo humano, sin limitarse únicamente a ello; que el pensamiento, el lenguaje y el mundo constituyen una unidad; y que la individualidad de las lenguas y la de los pueblos están estrechamente vinculadas.

Respecto al primero, que sostiene que la capacidad de hablar es lo que nos define como seres humanos, podemos señalar que es un supuesto ont_ológico compartido por numerosos teóricos dentro del

1 W. Humboldt, Sobre la diversidad de la estructura del lenguaje humano y su influencia sobre el desarrollo espiritual de la humanidad, Barcelona, Anthropos, 1990, p. 83.

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campo de las llamadas ciencias humanas. Según Humboldt, este supuesto se basa en otro: que existe una fuerza espiritual humana que se manifiesta en formas siempre nuevas en el curso de los milenios a lo ancho y largo de este mundo. Éste es, quizá, el principio fundamental que sirve como punto de partida a toda la reflexión humboldtiana sobre el

·lenguaje. Sin embargo, no es un supuesto absoluto, ya que implica la transformación constante del lenguaje, del hombre y del mundo. Dicha fuerza espiritual se reconoce como una causa inabordable: nunca nos es dado penetrar su esencia por entero, ni calcular sus efectos de antemano. El lenguaje es la forma en la que se expresa principalmen-te esta capacidad del espíritu humano.

Vamos a llamar al segundo supuesto la elisión de pensamiento, lenguaje y mundo, para expresar el carácter indisoluble de los tres conceptos, considerando que en esta .unión cada uno conserva su carácter particular. Analicemos el texto humboldtiano para ver có1no se lleva a cabo la elisión.

La actividad subjetiva forma en el pensamiento un objeto. Pues ninguna clase de representación puede concebirse como mera contemplación receptiva de un objeto que existe previamente. La actividad de los sentidos ha de unirse con la acción interna del espíritu en una síntesis, y de esta unión se desprende la representación, la cual se opone entonces a la fuer-za subjetiva como objeto, y retorna a ella bajo esta nueva percepción. Mas para esto es indispensable el lenguaje. Pues al abrirse paso en él el empe-ño espiritual a través de los labios, su producto retorna luego al propio oído. De este modo la representación se traduce en objetividad genuina, sin por eso desprenderse de la subjetividad. Sólo el lenguaje puede hacer esto. Y sin esta permanente conversión en objetividad que retorna al sujeto, calla-da pero siempre presupuesta allí donde entra en acción el lenguaje, no sería posible formar conceptos ni por lo tanto pensar realmente.2

Con esto se está señalando, en primer lugar, que la actividad intelec-tual se expresa en el lenguaje y que éste es condición necesaria para la formación de conceptos, por lo tanto, de todo pensamiento; aquí tenemos la elisión de pensamiento y lenguaje. En su trabajo La razón como lenguaje, Cristina Lafont advierte que de esta manera se cuestio-na la concepción tradicional del lenguaje, en la cual éste se reduce a un mero instrumento utilizado para la designación de entidades pre-lingüísticas. Este cuestionamiento se apoya en la consideración del

2 W. Humboldt, op. cit., pp. 75-77.

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lenguaje como "constitutivo" del pensar y en el subsiguiente recono-cimiento de su doble estatuto (tanto empírico como trascendental), a causa del cual se cuestiona la autoría de las actividades constitu-yentes tradicionalmente atribuidas únicamente a la conciencia o a un sujeto trascendental.3 Así se pone en duda cualquier pretendida autonomía (o purismo) de la razón, al elidirse el sujeto trascendental o la conciencia y el lenguaje. En segundo lugar, Hun1boldt apunta que el lenguaje es condición necesaria para toda experiencia huma-na, pues sin él sería imposible formarse cualquier género de repre-sentaciones, o dicho en otros términos, que para acceder al mundo es necesario el lenguaje. Esta idea aparece de manera explícita en el siguiente fragmento:

Y como en el seno de una misma nación la lengua recibe el efecto de una subjetividad homogénea, puede decirse que en cada lengua está inscrita una manera peculiar de entender el mundo. Del mismo modo que el soni-do individual se sitúa entre el objeto y el _hombre, así también la lengua entera se pone entre él y la naturaleza que ejerce sus efectos sobre él, desde fuera o desde dentro. Para poder recibir en sí el mundo de los obje-tos y elaborarlo, el hombre se rodea de un mundo de sonidos. [ ... ] En lo esencial, incluso se podría decir que de una manera exclusiva, por cuanto sensación y acción dependen de la imágenes que el hombre se forma de

· las cosas, el hombre vive con los objetos de la manera como el lenguaje se los presenta.4

Aquí no solamente se expresa la elisión del lenguaje con el mundo, también se explica el tercer supuesto, que la pluralidad de las len-guas está estrechamente vinculada a la pluralidad de los pueblos. Efectivamente, para Humboldt la unidad de lengua, pensamiento y mundo se manifiesta en una forma específica en cada pueblo y en cada etapa de su historia; por ello puede decirse que a una lengua se le opone otra lengua, a una manera de entender el mundo, otra, o también, que·a un mundo se le opone otro. De esta manera la refle-xión sobre el lenguaje se vincula, en el terreno epistemológico, a la pregunta sobre la objetividad del conocimiento. Si cada lengua representa una forma particular de ver el mundo, y si la lengua media entre la naturaleza y el hombre, este último sólo puede acce-der a ella desde la individualidad de la propia lengua. La pregunta

3 Cf., C. Lafont, La razón corno lenguaje, Madrid, Visor, 1993, pp. 37-38. " W. Humboldt, ojJ. cit., pp. 82-83.

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sería hasta qué punto es posible salir de este círculo lingüístico que deternlina nuestra manera de comprender el mundo. Esta misma pregunta es fonnulada por Gadamer en Verdad y método II: si nuestra con1prensión del mundo depende de aprender el habla, si cada len-gua es ya una cosmovisión y si, por lo tanto, todo nuestro pensa-miento se limita sólo a seguir esquemas preformados, ¿hasta qué punto no nos priva esto de toda capacidad de crítica objetiva?

Para tratar de resolver esta cuestión, Humboldt apela a la flexibi-lidad· propia de toda lengua, o a la capacidad de toda lengua para acoger a cualquier otra, como podemos notar si leemos el siguiente fragmento:

Por eso aprender una lengua extraña debería comportar la obtención de un nuevo punto de vista en la propia manera de entender el mundo,5 y lo hace de hecho en una cietta n1edida, desde el momento en que cada lengua con-tiene en sí la trama toda de los conceptos y representaciones de una por-ción de la humanidad. Y el que .esto no se logre y advierta con toda nitidez se debe a que a toda lengua nueva se le suele superponer,6 en mayor o menor medida, la propia manera de ver el mundo e incluso de concebir el lenguaje.7

Es preciso observar que esta propuesta humboldtiana presenta una opción para salir del propio círculo lingüístico -mediante el apren-dizaje de una lengua extraña-y que, sin.embargo, ésta es una opción limitada, pues la superposición de la propia lengua a la otra impide obtener un punto de vista absolutamente ajeno a la propia manera de entender el mundo. Atendamos primero a la posibilidad de tras-cender la propia lengua.

Como ya hemos visto, al concebir el lenguaje como constitutivo de toda experiencia y las lenguas como maneras específicas de enten-der el mundo, se hace imposible acceder a un "mundo en sí" inde-pendiente del lenguaje. No obstante, Humboldt no renuncia a la posibilidad de un conocimiento objetivo:

El acervo de lo conocible, que es el campo que el espíritu ha de trabajar, hállase en el centro entre todas las lenguas e independiente de ellas; a la

5 El término Weltansicht, que aparece en la versión original significa también "visión del 1nt1ndo", "cosmovisión" e incluso "ideología".

º Superponer aparece aquí traduciendo el término "hinübertragt", que también se ha traducido como trasladar.

7 Oj1. cit. p. 83.

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zona puramente objetiva no puede acercarse el ser humano sino de acuerdo con su modo propio de conocer y sentir, es decir, sólo puede hacerlo por una vía subjetiva ... Pero nunca deja de ser lo objetivo aquello que hay que con-quistar; y si bien el ser humano se acerca a ello por la vía subjetiva de una lengua particular, su segundo esfuerzo consiste en aislar lo subjetivo, aunque sólo sea trocando una subjetividad por otra, y en disociarlo de lo objetivo con la mayor fuerza posible.8

Entonces,· una forma de buscar la objetividad es trocando la subjeti-vidad de una lengua por otra. Según Humboldt, las naciones pueden atraer hacia sí culturas ajenas, con lo que su actividad espiritual puede experimentar un crecimiento que no se debería a su propia lengua. Todas las lenguas -dice- poseen de suyo una flexibilidad que les permite incorporar cualquier cosa y darle expresión por sí mis-mas. Y agrega: nunca, bajo ningu11a circunstancia, pueden convertir-se las lenguas en barreras absolutas para el hombre.

En la relación entre las lenguas se hace posible pensar lo que cada una de ellas, por sí misma, no permite. El trueque de una sub-jetividad por otra representa un medio para cuestionar la propia visión del mundo. Ésta es una de las vetas del pensamiento hum-boldtiano sobre la cual se ha seguido reflexionando con éxito. Sin embargo, su planteamiento nos resulta insuficiente para dar cuenta de algunos fenómenos concernientes al lenguaje, como veremos a continuacion.

En primer lugar, al concebir las distintas lenguas como repre-sentantes de la unidad nacional, se excluye cualquier tipo de refle-xión sobre la pluralidad de discursos dentro de. la misma lengua. En su trabajo La palabra en la novela, M. Bajtín se refiere al pensa-miento humboldtiano ·diciendo que éste, entre otros muchos, expresa las fuerzas centralizadoras del universo ideológico-social, y sirve al objetivo dé centralización y unificación de las lenguas euro-peas. Estas fuerzas centralizadoras del lenguaje o fuerzas centrípe-tas se oponen y se imponen siempre a la pluridiscursividad efectiva del lenguaje. Desde el punto de vista de Bajtín, "la lengua, en cada uno de los momentos de su proceso de formación, no sólo se estra-tifica en dialectos lingüísticos en el sentido exacto de la palabra sino también -y ello es esencial- en lenguajes ideológico sociales: de gru-

8 W. Humboldt, "Sobre el estudio comparado de las lenguas en relación con las diversas épocas de su evolución", en Escritos sobre el lenguaje, Barcelona, Península, 1991, pp. 54-55.

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pos sociales, "profesionales", "de género", lenguajes de las gene-raciones, etcétera". 9

Por servir al objetivo de unificación del lenguaje, buscando, en primer lugar, la unidad en la diversidad, el planteamiento humbold-tiano excluye cualquier tipo de reflexión que involucre la estratifica-ción de las lenguas en distintos géneros discursivos. En términos generales, Bajtín explica:

Fuera del horizonte de la filosofia del lenguaje, de la lingüística y de la esti-lística, que se creó en base a éstas, quedaron casi todos los fenómenos espe-Cíficos de la palabra, determinados por su orientación dialogística entre enunciados ajenos en el marco de ese lenguaje (dialogización tradicional de la palabra) entre los demás "lenguajes sociales" en el marco de la misma len-gua nacional y finalmente, entre las demás lenguas nacionales en el marco de la misma cultura, deii.tro del mismo horizonte socio-ideológico.10

Efectivamente, Humboldt no repara en la pluralidad de discursos que coexisten en la misma lengua: "Y como en el seno de una misma nación la lengua recibe el efecto de una subjetividad homogénea, puede decirse que en cada lengua está inscrita una manera peculiar de entender el mundo."11 Así, cada uno de los individuos de un pue-blo en una época determinada, al compartir la misma lengua, debe-ría compartir también la misma manera de entender el mundo con el resto de los individuos de dicho pueblo. Esto puede cuestionarse precisamente desde una teoría como la bajtiniana que, al reflexionar sobre el lenguaje, toma en cuenta no sólo la pluralidad de las lenguas nacionales, sino también los distintos lenguajes ideológico-sociales en que .se estratifica una lengua nacional.

En segundo lugar, como ya habíamos mencionado, la posibilidad de salir del propio círculo lingüístico mediante el aprendizaje de una lengua extraña es, desde la perspectiva humboldtiana, una posi-bilidad limitada. Esto se debe a la superposición de la propia lengua a la extraña: no es posible lograr la obtención de un punto de vista completamente nuevo en la propia manera de entender el mundo porque a toda lengua nueva se le suele superponer, en mayor o menor medí-

9 M. Bajtín, "La palabra en la novela", en Teoría y estética de la novela, Madris, Taurus, 1989, p: 89.

JO !bid. p. 93 11 W. Humboldt, Sobre la diversidad de la estructura del lenguaje humano y su influencia

sobre el desarrollo esj1iritual de la humanidad, pp. 82-83.

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da, la propia manera de ver el mundo e incluso de concebir el lenguaje. Si efectivamente esto sucede siempre que accedemos a otra lengua, nos preguntamos ¿cómo estar seguros de que la superposición no es siempre también una imposición? Si no podemos abandonar la pro-pia cosmovisión, y si además siempre superponemos o trasladamos ésta a la lengua nueva, ¿podremos distinguir completamente nues-tra cosmovisión de la ajena? ¿Es posible ser conscientes de lo que superponemos o trasladamos a la otra lengua? O será que, en reali-dad, nunca podremos tener acceso a la palabra ajena como tal; será que sólo accedemos a ella mediante el asedio, obligándola a res-ponder nuestras preguntas, conquistándola y despojándola así de lo que le es propio.

BIBLIOGRAFÍA

Bajtín, M., "La palabra en la novela'', en Teoría y estética de la novela, Madrid, Taurus, 1989.

Gadamer, H. G., Verdad y método II, Barcelona, Ediciones Sígueme, 1992. Humboldt, ·w., Sobre la diversidad de la estructura del l,enguaje humano y su

influencia sobre el desarrollo espiritual de la humanidad, Barcelona, Anthropos, 1990.

Humboldt, W., "Sobre el estudio comparado de las lenguas en relación con las diversas épocas de su evolución", en Escritos sobre el lenguaje, Barcelona, Península, 1991.

Lafont, C., La razón como l,enguaje, Madrid, Visor, 1993.,