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marcelo-cabrera
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Es la mirada que resume tu vida y que te dice “te
conozco mas que tú mismo”
Que mirada tan profunda, tan serena, tan llena de paz y de
ternura, tan llena de luz y de vida, es la mirada de Jesús! Es la mirada
que resume tu vida y que te dice: te conozco mas que tú mismo. Se quien
eres, se de tus triunfos y fracasos, de tus buenas y malas obras, conozco al dedillo tus virtudes y defectos y sin embargo
te amo.
Es la mirada que en vez de condenarte, te
perdona, en vez de reprocharte, te habla con dulzura, en vez de castigarte te premia y en vez de repudiarte (desde su pureza) por tus errores te sumerge en su costado abierto de misericordia, y en vez de lastimar tus
heridas las sana y lava con su sangre y te
conduce hacia fuentes tranquilas y en verdes
prados te hace reposar.
Su mirada es como un rayo de luz que traspasa
el cerco de nuestra intimidad
e ilumina todo nuestro interior y nos hace aparecer ante su presencia desnudos de todas
las caretas y disfraces que nos impiden vernos tal
cuales somos.
Pero no es para delatarnos y
acusarnos, sino mas bien, para
romper las cadenas que nos
atan y derribar los muros que nos encierran en
nuestro egoísmo y tristeza, en
nuestro odio y soledad, y darnos la oportunidad de ser liberados con
el poder de su Santo Espíritu.
Pero, muchas veces, tenemos miedo de
alzar nuestros ojos y entrecruzar la mirada con la del Maestro.
Sentimos temor de aluzarnos en el espejo de Justicia porque en
el estado de abandono y miseria en que nos
encontramos, nos hace sentirnos indignos de
ponernos en su presencia.
Y no olvidamos de que Él es la fuente del
Amor y la Misericordia, desde
donde brotan ríos de agua viva que saltan hasta la vida eterna.
Ignoramos que estamos como tierra reseca agostada sin
agua y que necesitamos ser
regados por el Agua de la Vida, para que
podamos ser fecundos y dar frutos
en abundancia.
Cuando Jesús se encontró con la mujer samaritana, en el pozo de Jacob, se le confesó como el dueño de esa
fuente de agua viva que se prueba y colma nuestra sed para
siempre. La fuente que todos los hombres
ansían pero no saben cómo llegar a ella, pero
que cuando la descubren son capaces de vender
todo cuanto tienen para quedarse con ella,
porque han encontrado la perla que tanto
buscaban.
Y es a través de su mirada que Jesús nos permite ver la gran
riqueza que hay en Él, y la gran necesidad que tenemos de sus
dones y gracias.
Y el gran deseo que tiene nuestro Señor de compartir con sus hijos, lo que el Padre
Dios le ha dado, porque nos ama con
un amor eterno.
Su mirada nos descubre y nos busca entre la multitud y el
bullicio de este mundo, se poza sobre nosotros
y nos hace saber sentir la necesidad de
acercarnos a Él.
Es una fuerza irresistible y poderosa que
emana de la fuente inagotable de su
misericordia. Fuerza que nos
hace sentir unidos y vinculados a un
Dios vivo y cercano que por su infinito
amor, nos ha incluido en su plan
maravilloso de salvación y vida
eterna.
No temas en mirar a Jesús, poner tu
confianza y apoyo en Él, porque Él desea
compartir tu cruz, tu peso y tu dolor y
redimirte de un modo personal, de tal suerte
que puedas ser un testigo auténtico de su amor, de ese amor que se derrama y te abraza
con poder para que pises firme y puedas
caminar sobre las aguas turbulentas.
Déjate cautivar por la mirada de Jesús y comprenderás
todo lo que realmente vales a los ojos de Dios