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VIENA Emplazada en un importante punto de conflu- encias de rutas comerciales en el Río Danubio, sus antecedentes como urbe provienen desde el Imperio Romano, ya que tenían aquí, en el siglo I un campamento forficado. El cinturón defensivo que rodeaba la Aldstadt, casco ang- uo de Viena, se adaptaba al modelo general de forficación del Medievo, un anillo exterior de suburbios fue creciendo a lo largo de los Siglos XVI y XVII. Después de la invasión central por los turcos el cinturón defensivo se amplió has- ta una anchura de 600 metros, creándose una Comisión de Defensa. Durante todo el S XVIII Viena se desarrollo a parr de dos zonas bien diferenciadas, en la parte interior se hallaba la superpoblada Aldstadt con sus calles angostas, sus casa altas, las grandes iglesias anguas, los palacios de la aristocracia y el Hourg, residen- cia del emperador. La Viena exterior formada por extensos barrios periféricos, con espacios ajardinados y profusión de árboles. En 1857, bajo el emperador Francisco José, se convoco un concurso de proyectos para la urbanización de este suelo derrelicto, área dedicada a casas residenciales y a crear una serie de grandes edificios públicos. Los nuevos barrios se com- ponían exclusivamente de manzanas rectangu- lares uniformes, las calles no tenia frente, eran simplemente huecos, espacios vacios entre los bloques cúbicos y no agradables salones al aire libre como en la angua Viena, presentando el máximo contraste que sea posible imaginar en- tre el modelo de crecimiento orgánico de la Ald- stadt medieval y los sectores de trazado formal de base renacensta de la Ringstasse, si bien esta agregó los edificios públicos necesarios en un emplazamiento conveniente en relación al casco anguo, los nuevos barrios forman una nueva barrera entre el centro y su periferia, sin que se haya comprendido ni reconocido los problemas derivados del trafico metropolitano. Actualmente la población de Viena es de 1.670.347 EL BARROCO AUSTRIACO “Se destaca por ser el modelo de una arquitectura y un arte dirigidos a la exaltación de la corte princ- ipesca, a servir de marco al esplendor de las cer- emonias, a ganar, por el arrebato las almas sencil- las de los creyentes, ofreciéndoles el ancipo del paraíso; un arte así es un arte que apela a todos los recursos: la arquitectura, organizando el escenar- io; la pintura, creando la ilusión de sus perspecvas y excitando por el color; la escultura mezclando lo corpóreo y lo fingido, y, en fin, la decoración, brin- cando por todas partes y dirigiendo la danza.” [3] Durante el barroco surge un nuevo poder en Aus- tria, consolidado por el viejo Sacro Romano Im- perio y la rama Habsburguesa del Osterreich. La Guerra de los Treinta Años (1318-1648) impidió que los países germánicos desarrollaran ningún po de vida cultural o que florecieran las artes, que exigen paz y bienestar económico. El barro- co austriaco comienza a florecer cuando pasada esta guerra y la amenaza turca, la nueva Casa de Austria, propone para el país un periodo de pro- greso y prosperidad. Leopoldo I (1658-1705) es el primero que preside el resurgir de Viena, con la ayuda de diferentes maestros y arstas italia- nos que emigran en busca de posibilidades de trabajo tras el decaimiento del barroco en Italia. En su reinado se elevan las primeras construc- ciones barrocas, la Iglesia de los Nueve Coros de Ángeles de Carlo Antonio Carlone, dio el inicio. José I y Carlos VI, fueron los emperadores que más se disnguieron en la implementación del barroco, pero fue durante el reinado de la Gran Emperatriz María Theresia, que cesaron las con- strucciones desmesuradas para iniciar una serie de cambios sociales dirigidos por un grupo de monarcas ilustrados, preocupados por mejorar las condiciones materiales del pueblo, promover la industria y el comercio, establecer instuciones de interés público, cienficas, docentes y bené- ficas, como la Academia Militar, el Colegio Tere- siano, el Hospital General de Viena, entre otros, que dieron paso a la unión de la ulidad al lujo. El monarca por excelencia del barroco fue Car - los VI. De sendo autoritario y centralista, tuvo el afán por la ostentación y el lujo como sím- bolos de manifestación de poder, gusto y solem- nidades. Sus edificios y monumentos son la gala y ornamento mayores de Viena. A pesar de que el barroco austriaco se comprime en un corto lapso de empo, cerca de treinta años en la pri- mera mitad del siglo XVIII, fue un barroco tardío, heredero directo del barroco italiano, que resulto uno de los más brillantes y espectaculares de Eu- ropa. Fisher von Erlach y Hildenbrant fueron los “arquitectos imperiales” de Austria. Compara- vamente hablando con los maestros del barroco italiano, Fisher von Erlach se compara con el na- politano Bernini, en su forma de proyectar las grandezas heroicas, las ordenaciones solemnes, con una plásca enérgica y concluyente. Mientras que Hildebrandt, como Borromini se permite mu- chas mayores libertades en los detalles y la dec- oración que enden a la delicadeza del Rococó. LUCAS VON HILDEBRANDT Nacido en Génova en 1668, era hijo de un oficial del Ejército Impe- rial desnado en Génova. Discípulo de Carlo Fontana, sus primeros pasos fueron como ingeniero militar. En sus inicios parcipó en proyectos desarrollados por otros arquitectos como la Abadía de Göweig , el Palacio de Weissenstein y el Palacio Schwarzenberg. Su carrera se vio constantemente comparada y rivalizada con la de Fisher von Erlach, una conenda que dio como resultado la glo- ria para el arte vienes. Fue uno de los arquitectos favoritos del Príncipe Eugenio, y en 1696 se estableció permanentemente en Viena, donde trabajo para las familias nobles como Los Daun, Los Harrach, Los Schönborn, Los Starhemberg y los Kinsky. En 1700, Hildebrandt se conviró en El Ingeniero de la Corte del Palacio Imperial Hourg y en 1723 obtuvo el puesto de Arquitecto de la Corte e Inspector General de los Edificios Imperiales. A Diferencia de los trabajos monumentales de Ficher von Erlach, las obras de Hildebrandt fueron de escala menor e incluyeron más elementos decoravos. Este “Primer Arquitecto” de la ciudad de Viena combi- no eslos italianos y franceses, desarrollando un equilibrado eslo que quedo definido en los palacios que diseñó, especialmente en el Belvedere de Viena o el Palacio Mirabell de Salzburgo, ambos edificios de elegantes proporciones. Sus formas idenficavas son las octogonales u ovaladas, y las impresionantes escaleras. Usa- ba con frecuencia caprichosas pilastras en forma de espites que hubiesen resultado elementos desentonantes en la arquitectura de grandeza berninesca de los palacios de Fisher von Erlach. Los “capolavoros” de Viena, el Palacio Kinsky y el palacio Belvedere son las obras más personales, elegantes y musicales de su autor, el segundo fue el mejor conjunto de edificios y jardines, que garan- zaron para siempre su gloria de arsta. Murió en 1745 en Viena. PALACIO BELVEDERE Se construyó entre 1714 y 1723, es el mejor monumento a la glo- ria del Mayor General al Servicio del Imperio: el príncipe Eugenio de Savoya, quien al ser vencedor de los turcos permió los años de seguridad que salvaguardaron la grandeza del imperio y de Vi- ena. Conjunto arquitectónico, residencia de verano del príncipe, está situado sobre una colina en las afueras de la ciudad de Vi- ena, compuesto por tres palacios: Belvedere Alto, Belvedere Bajo y Schwarzenberg. La idea conceptual de la construcción era un recinto para elaborar fiestas y así aumentar la popularidad del príncipe. El bajo, unteres, Belvedere (1721-1722), con la gracia delicada de una arquitectura hecha puro ritmo, se relaciona con el alto, oberes, Belvedere (1721-1722), mediante unos jardines que ascienden suavemente y que fueron trazados por Domin- ique Girard y Anton Zinner, siguiendo la inspiración de LeNotre, ene tres niveles, representando cada uno de ellos las diferentes alegorías clásicas; la parte inferior muestra el dominio de los cuatro elementos, la central el Parnaso y el superior el Olimpo. En el alto Belvedere, “Hildebrandt se planteo el tema de un dilat - ado edificio, para que sirviera de fondo de perspecva, que a la vez no resultara monótono, ni perdiera por ello, la atracción de un centro destacado” [4] , recibe dicho nombre por estar situado en la parte más alta del jardín. “Logro todo esto componiendo un edificio uno y múlple a la vez. La fachada es un conjunto de siete pabellones, claramente diferenciados por la autonomía de las cubiertas. Esta creación genuina de Hildebrandt es la obra más armoniosa y sugesva lograda en la arquitectura palacial barro- ca” [5] . En el Belvedere intervinieron muchos arstas decoradores y pintores, como Marn Altomonte, que realizo la Apoteosis del príncipe Eugenio; Gaetano Fan, que realizo los Trompe l’oeil, Gio- vanni Stane hizo las esculturas. En el Beldevere alto trabajaron Carlo Carlone, fresquista; Gaetano Fan y Sanno Bossi, decora- dores. El interior destaca por su magnitud, como la sala Terrena, con amplia escalinata, la capilla y el salón de Mármol. La Sala Ter- rena está decorada por cuatro figuras hercúleas de Lorenzo Mat- elli que soportan la bóveda de la sala; las paredes y el techo es- tán adornados con estucos de Sanno Bussi. En el interior de la capilla, la pieza central es el retablo de la Resurrección (1723), de Francesco Solimena, ubicado entre estatuas de ángeles. El prínc- ipe Eugenio tenía acceso directo a la capilla desde sus estancias. Tras la muerte del príncipe Eugenio, el palacio fue adquirido por la emperatriz María Theresia. La firma del tratado de Estado Aus- tríaco ocurrió en el Belvedere el 15 de mayo de 1955, lo que sig- nificó para Austria la independencia después de la Segunda guerra mundial y alrededor de diez años de ocupación de los aliados. Hoy, casi tres siglos después de su inauguración, el conjunto sigue siendo una de las construcciones más hermosas y representavas de la ciudad de Viena. De sus tres palacios: el Schwarzenberg se ha transformado en un lujoso hotel; y los Belvedere Alto y Bajo han sido converdos en museos, albergando a los museos de Arte Barroco Austriaco, de Arte Medieval Austriaco y a la Galería de Arte Austriaco. V I E N A B A R R O C A H I L D E B R A N D T Y P A L A C I O Aldstadt [Viena Medieval] Río Danubio Palacio Belvedere Canal Danubio ALTO BELVEDERE_FACHADA SUR N 540 MTS 960 MTS 120 MTS 380 MTS 130 MTS 30 MTS ARQUITECTO HISTORIA 24 MTS ESPLENDOROSO AJARDINADA EUROPA VIENA AUSTRIA PLANTA CONJUNTO PLANTA ALTO BELVEDERE EN LO URBANO LA MAGNITUD DE SU TRAZADO LA PROYECCIÓN DE LOS EJES DESDE EL VÉRTICE QUE NACE DEL CRUCE DE ESTE EN EL SUR REVELA QUE FUE PER- SPECTIVADO PARA APROPIARSE DE DOS SITUACIONES; LA ALD- STADT O CIUDAD MEDIEVAL Y EL CANAL DANUBIO, CENTROS POR EXCELENCIA DE LA ACTIVIDAD HUMANA. EL CONJUNTO SE CARACTERIZA POR SER UN LARGO AJARDINADO EN DIRECCIÓN NORTE REMATAN- DO EN EL CENTRO POR DOS FACHADAS QUE CONVERGEN A ESTE, EN UN DIALOGO QUE DICE DE LO DILATADO POR LA EXTEN- SIÓN HORIZONTAL QUE ABARCA QUE ES LA MISMA QUE EL ANCHO DEL JARDÍN. EL ALTO BELVEDERE ES UN VOLU- MEN RECTANGULAR QUE EN SUS EXTREMOS ES REMATADOS POR CUERPOS OCTAGONALES, SE RE- CONOCE QUE EL ORDEN ESPA- CIAL DE SUS INTERIORES ES DE UN VACIO CENTRAL VINCULANTE QUE SE DESPLIEGA EN DOS ALAS LATERALES SECCIONADAS E IN- TERCONECTADAS POR MÚLTIPLES SALONES. Llegada a pie, con la obra medida en el ancho de la fachada, inmerso desde el paseo que contempla en el recorrido, la envolvente orienta a el atrio de llegada que situa Ante y Bajo la altura de la obra, abriendo la distancia de lo natural. El zocalo pro- pone el traspaso de la relación del cuerpo en la distancia con la obra su recorrer y traspaso. Ante, desde el jardín, se aparecen los espacios como el agua, los colores y el recor- rido en el paseo, es la instancia en que el cuerpo se abre en la extensión de la obra, en el cielo y en los sentidos íntimos del paseo holgado y contemplativo en torno a elementos vinculantes, agua y fachada. La instancia de interior antecedida por un- recorrido perpendicular al pórtico de recepción. La altura de la obra se ayuda de la extensión del zócalo en las escaleras, demorando el acceder. Alto Belvedere, vestíbulo de la planta baja. Interior de traspaso, en el que los pilares hermosamente adornados, llenan el ojo, como si se tratasen del follaje luminoso de lo natural que se regala al exterior.

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VIENA

Emplazada en un importante punto de conflu-encias de rutas comerciales en el Río Danubio, sus antecedentes como urbe provienen desde el Imperio Romano, ya que tenían aquí, en el siglo I un campamento fortificado. El cinturón defensivo que rodeaba la Aldstadt, casco antig-uo de Viena, se adaptaba al modelo general de fortificación del Medievo, un anillo exterior de suburbios fue creciendo a lo largo de los Siglos XVI y XVII. Después de la invasión central por los turcos el cinturón defensivo se amplió has-ta una anchura de 600 metros, creándose una Comisión de Defensa. Durante todo el S XVIII Viena se desarrollo a partir de dos zonas bien diferenciadas, en la parte interior se hallaba la superpoblada Aldstadt con sus calles angostas, sus casa altas, las grandes iglesias antiguas, los palacios de la aristocracia y el Hofburg, residen-cia del emperador. La Viena exterior formada por extensos barrios periféricos, con espacios ajardinados y profusión de árboles. En 1857, bajo el emperador Francisco José, se convoco un concurso de proyectos para la urbanización de este suelo derrelicto, área dedicada a casas residenciales y a crear una serie de grandes edificios públicos. Los nuevos barrios se com-ponían exclusivamente de manzanas rectangu-lares uniformes, las calles no tenia frente, eran simplemente huecos, espacios vacios entre los bloques cúbicos y no agradables salones al aire libre como en la antigua Viena, presentando el máximo contraste que sea posible imaginar en-tre el modelo de crecimiento orgánico de la Ald-stadt medieval y los sectores de trazado formal de base renacentista de la Ringstasse, si bien esta agregó los edificios públicos necesarios en un emplazamiento conveniente en relación al casco antiguo, los nuevos barrios forman una nueva barrera entre el centro y su periferia, sin que se haya comprendido ni reconocido los problemas derivados del trafico metropolitano.Actualmente la población de Viena es de 1.670.347

EL BARROCO AUSTRIACO

“Se destaca por ser el modelo de una arquitectura y un arte dirigidos a la exaltación de la corte princ-ipesca, a servir de marco al esplendor de las cer-emonias, a ganar, por el arrebato las almas sencil-las de los creyentes, ofreciéndoles el anticipo del paraíso; un arte así es un arte que apela a todos los recursos: la arquitectura, organizando el escenar-io; la pintura, creando la ilusión de sus perspectivas y excitando por el color; la escultura mezclando lo corpóreo y lo fingido, y, en fin, la decoración, brin-cando por todas partes y dirigiendo la danza.” [3]

Durante el barroco surge un nuevo poder en Aus-tria, consolidado por el viejo Sacro Romano Im-perio y la rama Habsburguesa del Osterreich. La Guerra de los Treinta Años (1318-1648) impidió que los países germánicos desarrollaran ningún tipo de vida cultural o que florecieran las artes, que exigen paz y bienestar económico. El barro-co austriaco comienza a florecer cuando pasada esta guerra y la amenaza turca, la nueva Casa de Austria, propone para el país un periodo de pro-greso y prosperidad. Leopoldo I (1658-1705) es el primero que preside el resurgir de Viena, con la ayuda de diferentes maestros y artistas italia-nos que emigran en busca de posibilidades de trabajo tras el decaimiento del barroco en Italia. En su reinado se elevan las primeras construc-ciones barrocas, la Iglesia de los Nueve Coros de Ángeles de Carlo Antonio Carlone, dio el inicio. José I y Carlos VI, fueron los emperadores que más se distinguieron en la implementación del barroco, pero fue durante el reinado de la Gran Emperatriz María Theresia, que cesaron las con-strucciones desmesuradas para iniciar una serie de cambios sociales dirigidos por un grupo de monarcas ilustrados, preocupados por mejorar las condiciones materiales del pueblo, promover la industria y el comercio, establecer instituciones de interés público, científicas, docentes y bené-ficas, como la Academia Militar, el Colegio Tere-siano, el Hospital General de Viena, entre otros, que dieron paso a la unión de la utilidad al lujo.El monarca por excelencia del barroco fue Car-los VI. De sentido autoritario y centralista, tuvo el afán por la ostentación y el lujo como sím-bolos de manifestación de poder, gusto y solem-nidades. Sus edificios y monumentos son la gala y ornamento mayores de Viena. A pesar de que el barroco austriaco se comprime en un corto lapso de tiempo, cerca de treinta años en la pri-mera mitad del siglo XVIII, fue un barroco tardío, heredero directo del barroco italiano, que resulto uno de los más brillantes y espectaculares de Eu-ropa. Fisher von Erlach y Hildenbrant fueron los “arquitectos imperiales” de Austria. Comparati-vamente hablando con los maestros del barroco italiano, Fisher von Erlach se compara con el na-politano Bernini, en su forma de proyectar las grandezas heroicas, las ordenaciones solemnes, con una plástica enérgica y concluyente. Mientras que Hildebrandt, como Borromini se permite mu-chas mayores libertades en los detalles y la dec-oración que tienden a la delicadeza del Rococó.

LUCAS VON HILDEBRANDT

Nacido en Génova en 1668, era hijo de un oficial del Ejército Impe-rial destinado en Génova. Discípulo de Carlo Fontana, sus primeros pasos fueron como ingeniero militar. En sus inicios participó en proyectos desarrollados por otros arquitectos como la Abadía de Göttweig , el Palacio de Weissenstein y el Palacio Schwarzenberg. Su carrera se vio constantemente comparada y rivalizada con la de Fisher von Erlach, una contienda que dio como resultado la glo-ria para el arte vienes. Fue uno de los arquitectos favoritos del Príncipe Eugenio, y en 1696 se estableció permanentemente en Viena, donde trabajo para las familias nobles como Los Daun, Los Harrach, Los Schönborn, Los Starhemberg y los Kinsky. En 1700, Hildebrandt se convirtió en El Ingeniero de la Corte del Palacio Imperial Hofburg y en 1723 obtuvo el puesto de Arquitecto de la Corte e Inspector General de los Edificios Imperiales. A Diferencia de los trabajos monumentales de Ficher von Erlach, las obras de Hildebrandt fueron de escala menor e incluyeron más elementos decorativos. Este “Primer Arquitecto” de la ciudad de Viena combi-no estilos italianos y franceses, desarrollando un equilibrado estilo que quedo definido en los palacios que diseñó, especialmente en el Belvedere de Viena o el Palacio Mirabell de Salzburgo, ambos edificios de elegantes proporciones. Sus formas identificativas son las octogonales u ovaladas, y las impresionantes escaleras. Usa-ba con frecuencia caprichosas pilastras en forma de estípites que hubiesen resultado elementos desentonantes en la arquitectura de grandeza berninesca de los palacios de Fisher von Erlach. Los “capolavoros” de Viena, el Palacio Kinsky y el palacio Belvedere son las obras más personales, elegantes y musicales de su autor, el segundo fue el mejor conjunto de edificios y jardines, que garan-tizaron para siempre su gloria de artista. Murió en 1745 en Viena.

PALACIO BELVEDERE

Se construyó entre 1714 y 1723, es el mejor monumento a la glo-ria del Mayor General al Servicio del Imperio: el príncipe Eugenio de Savoya, quien al ser vencedor de los turcos permitió los años de seguridad que salvaguardaron la grandeza del imperio y de Vi-ena. Conjunto arquitectónico, residencia de verano del príncipe, está situado sobre una colina en las afueras de la ciudad de Vi-ena, compuesto por tres palacios: Belvedere Alto, Belvedere Bajo y Schwarzenberg. La idea conceptual de la construcción era un recinto para elaborar fiestas y así aumentar la popularidad del príncipe. El bajo, unteres, Belvedere (1721-1722), con la gracia delicada de una arquitectura hecha puro ritmo, se relaciona con el alto, oberes, Belvedere (1721-1722), mediante unos jardines que ascienden suavemente y que fueron trazados por Domin-ique Girard y Anton Zinner, siguiendo la inspiración de LeNotre, tiene tres niveles, representando cada uno de ellos las diferentes alegorías clásicas; la parte inferior muestra el dominio de los cuatro elementos, la central el Parnaso y el superior el Olimpo. En el alto Belvedere, “Hildebrandt se planteo el tema de un dilat-ado edificio, para que sirviera de fondo de perspectiva, que a la vez no resultara monótono, ni perdiera por ello, la atracción de un centro destacado” [4], recibe dicho nombre por estar situado en la parte más alta del jardín. “Logro todo esto componiendo un edificio uno y múltiple a la vez. La fachada es un conjunto de siete pabellones, claramente diferenciados por la autonomía de las cubiertas. Esta creación genuina de Hildebrandt es la obra más armoniosa y sugestiva lograda en la arquitectura palacial barro-ca” [5]. En el Belvedere intervinieron muchos artistas decoradores y pintores, como Martin Altomonte, que realizo la Apoteosis del príncipe Eugenio; Gaetano Fanti, que realizo los Trompe l’oeil, Gio-vanni Stanetti hizo las esculturas. En el Beldevere alto trabajaron Carlo Carlone, fresquista; Gaetano Fanti y Santino Bossi, decora-dores. El interior destaca por su magnitud, como la sala Terrena, con amplia escalinata, la capilla y el salón de Mármol. La Sala Ter-rena está decorada por cuatro figuras hercúleas de Lorenzo Mat-tielli que soportan la bóveda de la sala; las paredes y el techo es-tán adornados con estucos de Santino Bussi. En el interior de la capilla, la pieza central es el retablo de la Resurrección (1723), de Francesco Solimena, ubicado entre estatuas de ángeles. El prínc-ipe Eugenio tenía acceso directo a la capilla desde sus estancias.

Tras la muerte del príncipe Eugenio, el palacio fue adquirido por la emperatriz María Theresia. La firma del tratado de Estado Aus-tríaco ocurrió en el Belvedere el 15 de mayo de 1955, lo que sig-nificó para Austria la independencia después de la Segunda guerra mundial y alrededor de diez años de ocupación de los aliados.

Hoy, casi tres siglos después de su inauguración, el conjunto sigue siendo una de las construcciones más hermosas y representativas de la ciudad de Viena. De sus tres palacios: el Schwarzenberg se ha transformado en un lujoso hotel; y los Belvedere Alto y Bajo han sido convertidos en museos, albergando a los museos de Arte Barroco Austriaco, de Arte Medieval Austriaco y a la Galería de Arte Austriaco.

VIENA

BARROCA

HILDEBRANDT

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PALACIO

Aldstadt [Viena Medieval]Río Danubio

Palacio BelvedereCanal Danubio

ALTO BELVEDERE_FACHADA SUR

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ARQUITECTO

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ESPLENDOROSO AJARDINADA EUROPA

VIENA

AUSTRIA

PLANTA CONJUNTO

PLANTA ALTO BELVEDERE

EN LO URBANO LA MAGNITUD DE SU TRAZADO LA PROYECCIÓN DE LOS EJES DESDE EL VÉRTICE QUE NACE DEL CRUCE DE ESTE EN EL SUR REVELA QUE FUE PER-SPECTIVADO PARA APROPIARSE DE DOS SITUACIONES; LA ALD-STADT O CIUDAD MEDIEVAL Y EL CANAL DANUBIO, CENTROS POR EXCELENCIA DE LA ACTIVIDAD HUMANA.

EL CONJUNTO SE CARACTERIZA POR SER UN LARGO AJARDINADO EN DIRECCIÓN NORTE REMATAN-DO EN EL CENTRO POR DOS FACHADAS QUE CONVERGEN A ESTE, EN UN DIALOGO QUE DICE DE LO DILATADO POR LA EXTEN-SIÓN HORIZONTAL QUE ABARCA QUE ES LA MISMA QUE EL ANCHO DEL JARDÍN.

EL ALTO BELVEDERE ES UN VOLU-MEN RECTANGULAR QUE EN SUS EXTREMOS ES REMATADOS POR CUERPOS OCTAGONALES, SE RE-CONOCE QUE EL ORDEN ESPA-CIAL DE SUS INTERIORES ES DE UN VACIO CENTRAL VINCULANTE QUE SE DESPLIEGA EN DOS ALAS LATERALES SECCIONADAS E IN-TERCONECTADAS POR MÚLTIPLES SALONES.

http://www.monografias.com/trabajos33/barroco/barroco.shtml[1] [2]http://zegma.blogspot.com/2005/01/la-cultura-del-barroco.htmlhttp://es.wikipedia.org/wiki/Plazahttp://www.epsilones.com/paginas/i-viajes-2.html[3]Historia de la Arquitectura Occidental Barroco en Europa, F. Chueca[4] [5]Breve Historia del Urbanismo, F. ChuecaHistoria de la Forma Urbana F.A.J. Morris

Llegada a pie, con la obra medida en el ancho de la fachada, inmerso desde el paseo que contempla en el recorrido, la envolvente orienta a el atrio de llegada que situa Ante y Bajo la altura de la obra, abriendo la distancia de lo natural. El zocalo pro-pone el traspaso de la relación del cuerpo en la distancia con la obra su recorrer y traspaso.

Ante, desde el jardín, se aparecen los espacios como el agua, los colores y el recor-rido en el paseo, es la instancia en que el cuerpo se abre en la extensión de la obra, en el cielo y en los sentidos íntimos del paseo holgado y contemplativo en torno a elementos vinculantes, agua y fachada. La instancia de interior antecedida por un-recorrido perpendicular al pórtico de recepción. La altura de la obra se ayuda de la extensión del zócalo en las escaleras, demorando el acceder.

Alto Belvedere, vestíbulo de la planta baja. Interior de traspaso, en el que los pilares hermosamente adornados, llenan el ojo, como si se tratasen del follaje luminoso de lo natural que se regala al exterior.