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ESPACIALIDAD INDIGENA Y PODER COLONIAL EN YUCATAN (SIGLO XVI) Sergio QUEZADA Universidad Autónoma de Yucatán Cuando los esparioles invadieron Yucatán, encontraron que en las tierras bajas del norte de la península existian al menos 18 centros políticos que dominaban pequerios territorios. Estos territorios los mayas los denominaban en su idioma cuchcabal, término que en un sentido estricto se puede definir como el espacio territorial gobernado por un poder que reside en un lugar determinado que denominaré de manera operativa como capital. Es necesario serialar que a pesar de la existencia de estas capitales, ellas no dominaban el rincón noroccidental de la península y poblaciones ubicadas a los alrededores de Tizimín. De todas maneras, a mediados del siglo XVI el cuchcabal era la institución político-territorial más importante del mundo maya yucateco. La estructura del cuchcabal estaba integrada por tres niveles. Uno era el cuchteel. Este nivel era la unidad básica, y estaba compuesto por conjuntos de casas que albergaban grupos de familias extensas. Además, era una unidad residencial localizada y se le identificaba por un topónimo. Lo probable es que tuviera un área destinada para las actividades agrícolas familiares. Aunque no se conoce con exactitud el régimen de tenencia de la tierra, ésta fue comunal, y las unidades familiares, por el hecho de pertenecer al cuchteel, tuvieron el derecho de usufructuarla. También fue una unidad administrativa, pues tenía en el ah cuch cab un representante cuyas funciones eran tener cuidado de que los indígenas acudie- sen «con el tributo y servicio a sus tiempos». Posiblemente también fue la base de sustentación de la organización militar. Aunque no se tienen evidencias de que los mayas se agrupasen en batallones con jefes e insignias que los identifIcaran como procedentes de un cuchteel en particular, el anterior funcio- nario tenía como obligación «congregar» (a) la gente de sus parcialidades... para la guera». El cuchteel fue asimismo, por decirlo de alg ŭ n modo, una 419

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ESPACIALIDAD INDIGENA Y PODER COLONIALEN YUCATAN (SIGLO XVI)

Sergio QUEZADAUniversidad Autónoma de Yucatán

Cuando los esparioles invadieron Yucatán, encontraron que en las tierrasbajas del norte de la península existian al menos 18 centros políticos quedominaban pequerios territorios. Estos territorios los mayas los denominabanen su idioma cuchcabal, término que en un sentido estricto se puede definircomo el espacio territorial gobernado por un poder que reside en un lugardeterminado que denominaré de manera operativa como capital. Es necesarioserialar que a pesar de la existencia de estas capitales, ellas no dominaban elrincón noroccidental de la península y poblaciones ubicadas a los alrededoresde Tizimín. De todas maneras, a mediados del siglo XVI el cuchcabal era lainstitución político-territorial más importante del mundo maya yucateco.

La estructura del cuchcabal estaba integrada por tres niveles. Uno era elcuchteel. Este nivel era la unidad básica, y estaba compuesto por conjuntos decasas que albergaban grupos de familias extensas. Además, era una unidadresidencial localizada y se le identificaba por un topónimo. Lo probable es quetuviera un área destinada para las actividades agrícolas familiares. Aunque nose conoce con exactitud el régimen de tenencia de la tierra, ésta fue comunal, ylas unidades familiares, por el hecho de pertenecer al cuchteel, tuvieron elderecho de usufructuarla.

También fue una unidad administrativa, pues tenía en el ah cuch cab unrepresentante cuyas funciones eran tener cuidado de que los indígenas acudie-sen «con el tributo y servicio a sus tiempos». Posiblemente también fue la basede sustentación de la organización militar. Aunque no se tienen evidencias deque los mayas se agrupasen en batallones con jefes e insignias que losidentifIcaran como procedentes de un cuchteel en particular, el anterior funcio-nario tenía como obligación «congregar» (a) la gente de sus parcialidades...para la guera». El cuchteel fue asimismo, por decirlo de algŭn modo, una

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unidad de trabajo. En otros términos, las familias que lo integraban desarrolla-ron mecanismos de cooperación y ayuda mutua.

El segundo nivel era el batabil y lo personificaba el batab, quien sujetabapolítica y administrativamente a un grupo de cuchteeloob, por lo general entretres y cinco. El batab residía en uno de ellos. Estas unidades no estabanfisicamente asociadas, pues se encontraban ubicadas a cierta distancia deaquella en donde vivía su batab. En realidad nada parece indicar que el batabil,como entidad, tuviese límites precisos. En este orden de ideas el término batabilpuede ser interpretado como el espacio territorial bajo el dominio y dependen-cia del batab. De manera operacional en esta ponencia se empleará el términoseñorío para conceptualizar precisamente al espacio territorial sobre el cualdicho funcionario ejercía su dominio y dependía de él. Cuando los invasoresllegaron a Yucatán era la relación de dependencia más extendida entre losmayas, y sobre el batabil, como institución, la política espariola se sustentópara reordenar el espacio yucateco.

El tercer nivel era el cuchcabal propiamente dicho, o sea, la capital y su áreadependiente. Era el más complejo de la organización indígena y el personajeprincipal era el halach uinic. El era el poder supremo, y como tal cohesionaba ydaba sentido a dicha entidad política y territorial. Los halach uinicoob residíanen las capitales, las cuales se les identificaba con un topónimo. A mediados delsiglo xvi los topónimos asociados a las capitales, o sea, a los centros políticosen donde residía un poder central que gobernaba un cuchacabal, eran Saci,Chichén Itzá, Chauac-há, Chancenote, Ekbalam, Maní, Sotuta, Hocabá, Dzid-zantŭn, Tihosuco, Chetumal, Popolá, Motul, Calotmul, Calkiní, Cozumel yCan Pech.

Una vez concluida la fase militar de la invasión, los españoles comenzarona utilizar un conjunto de categorías propias de su cultura para caracterizar a laorganización política y territorial indígena. Por lo general, el uso de esosconceptos no fue del todo adecuado, pero pudieron percibir de alguna maneralos ordenamientos de la organización indígena. Desde un principio emplearonel término pueblo para referirse al batabil o señorío. Aunque el uso de estapalabra no fue del todo afortunado, pues se le utilizaba para referirse tanto aun conglomerado social como al territorio en donde éste habitaba, de algunamanera refiejó la gama de relaciones de dependencia que los cuchteeloobmantenían con su batab. Además, en Yucatán el empleo del vocablo pueblo, aligual como los conquistadores lo hicieron para el centro de México, fuereservado exclusivamente para designar a los conglomerados indígenas, y nopara caracterizar a los espacios en donde residían los esparioles. A partir deahora utilizaré el término pueblo para referirme al batabil o señorío, o sea, alsegundo nivel del cuchcabal.

Los esparioles emplearon el término cabecera para designar los puntos endonde residían el halach uinic, o sea, la máxima autoridad del cuchcabal, y el

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batab, es decir, para identificar el lugar en donde residía una autoridadpolítica. En este trabajo continuaré utilizando la palabra capital para designaral lugar en donde residía el poder central del cuchcabal y se reservará el decabecera para el del batab.

Los españoles emplearon la palabra sujeto para referirse a dos tiposdistintos de relación de subordinación jerárquica. Uno era para denominar alpueblo dependiente de una capital, uso que no mantendré en este trabajo. Elotro era para nombrar al cuchteel como sujeto al batab, el cual conservará a lolargo de esta ponencia. El cuchteel, como unidad básica, fue llamado parciali-dad, barrio, estancia, colación, anexo y mdpería.

A raíz de la política de reducciones, las palabras estancia, anexo y mdpería,como referidas a sujetos ubicados a cierta distancia de su cabecera, cayeron endesuso, pues al ser virtualmente congregadas todas las subdivisiones en lospueblos en el lugar en donde residía el batab, comenzaron a ser designadascomo parcialidades y barrios. En este contexto se ubica el que durante eltranscurso de la segunda mitad del siglo xvi el término sujeto aplicado alcuchteel también cayera en desuso, y sólo se empleara de manera genérica paraestablecer la relación de subordinación que, a raíz de la reordenación políticadel territorio, todos los pueblos comenzaron a tener con la ciudad de Mérida ocon alguna de las tres villas que se fundaron.

Una vez concluida la invasión de los mayas, los eparioles, como en otrasregiones americanas, situaron sus primeros poblados en aquellos sitios quereunían un conjunto de condiciones de muy variada índole susceptibles de seraprovechadas para arrancar con su proceso colonizador. Así la villa deCampeche fue fundada en 1541 en la captal prehispánica de Can Pech ubicadaen la costa, al sur de la banda occidental de la península. En lo que respecta aMérida, la capital, el asiento que ellos seleccionaron en 1542 fue Tihó, puebloindependiente de la región noroccidental de la península, área densamentepoblada y con un acceso relativamente rápido a la costa. La villa de Valladolidfue fundada en 1543 en una capital prehispánica. La privilegiada fue Chahuac-há, al oriente de Mérida y cerca de la costa norte de la península. Sin embargo,lo insalubre del medio obligó a los esparioles un ario después a trasladar suasentamiento a la capital prehispánica de Saci para quedar ahí definitivamenteestablecidos. Finalmente, en 1544 fundaron la villa de Bacalar en la orillasudoccidental de la laguna del mismo nombre, ubicada en la parte merdionalde la península.

De una u otra manera esta ubicación espacial de las villas de Campeche,Valladolid y Bacalar y de la ciudad de Mérida dio como resultado que estosasentamientos fraccionaran la península en pequeños territorios más o menosregulares. A estas áreas, que quedaron bajo la dependencia de cada uno deestos poblados, los españoles las denominaron jurisdicciones o distritos.

En un primer momento, hasta principios de la sexta década del siglo xvi,

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esta organización del territorio no afectó la integridad de los cuchcabaloob entanto ninguno de sus pueblos dependientes quedó ubicado en una jurisdiccióndiferente a la que pertenecía su capital. Las villas, aunque cabeceras, funciona-ron como el lugar de residencia de los españoles y de los vecinos que teníanpueblos en encomienda en sus distritos y, desde luego, como centros de acopiotributario y de servicio personal. Sus cabildos no tenían facultades de ning ŭntipo sobre los cuchcabaloob que integraban sus jurisdicciones, El ejerciciosupremo del poder lo tenía el representante real que residía en Mérida, lacapital de Yucatán.

Durante estos arios los representantes reales, después de que Montejofungió como gobernador, llegaron con el estatus de alcaldes mayores. Erannombrados por las audiencias de Guatemala o de la Nueva Esparia, seg ŭn enese momento Yucatán dependiese de alguna de ellas, y su presencia eraverdaderamente efimera, pues sólo duraban en el oficio dos arios. Estosfuncionarios no pudieron o bien no quisieron crear una estructura políticapara ejercer el poder en cada uno de los distritos que dependían de las villas.De Mérida prácticamente no salían, y los conflictos que se suscitaban entreencomenderos, indígenas y religiosos se dirimían de acuerdo a las alianzas queestos tres grupos podían establecer, y muchas veces no Ilegaban a conocimien-to del alcalde mayor. En términos estrictos, durante estos arios la autoridadreal en Yucatán sólo se hizo patente con las visitas de los oidores don TomásLópez Medel en 1552 y de don Jufre de Loaysa en 1560.

Un segundo momento, que se inicia después de la visita de Loayza, secaracterizó porque la corona nuevamente tomó cartas en los asuntos deYucatán. Suprimió en su favor la facultad que tenía la audiencia, en eseentonces la de la Nueva Esparia, de designar al alcalde mayor. Don Diego deQuijada fue su primer elegido por un período de seis arios. Aparte de lasturbulencias políticas que caracterizaron su gestión, debidas a sus decisionesdecididamente regalistas, don Diego empezó, a diferencia de sus antecesores, adar presencia a la autoridad real más allá de la ciudad de Mérida por medio delnombramiento de tenientes de alcalde mayor para las villas de Campeche yValladolid. A partir de ese momento estas cabeceras comenzaron a quedarsujetas políticamente a Mérida.

Como los tenientes de alcalde mayor tenían facultades civiles y criminales,ellos comenzaron a ejercer sus funciones políticas y administrativas en susdistritos, de tal manera que cuando en los pueblos surgían los conflictos laspartes involucradas tenían que acudir a la cabecera espariola de su jurisdicciónpara que ese funcionario impartiese justicia. Así la antigua prerrogativa quetenía el halach uinic de imponer su resolución cuando las querellas no podíanser solucionadas por sus bataboob comenzó a ser desplazada. En fin, lapresencia de dichos funcionarios ponía en entredicho la estructura de poder delos cuchcabaloob que caían bajo su jurisdicción.

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A partir de la administración de don Diego y como resultado del programade reducciones, que más adelante abordaremos, fue que se comenzó a hablardel pueblo como el sujeto a una villa o a la ciudad de Mérida en donde residíauna autoridad real, independientemente de su relación de dependencia indíge-na. Así pues, a partir de la administración de Quijada, Campeche y Valladolidcomo verdaderos centros políticos comenzaron a hacerse presentes en lospueblos de indios. Para estos años el pueblo ya aparecía como la entidadpolítica reconocible dentro del panorama indígena.

Un día de fines de 1544 o principios de 1545 llegaron a Yucatán sietehumildes franciscanos. Sus piadosas intenciones eran evangelizar, civilizar ycolonizar a los gentiles de una tierra que todavía se estaba ganando para sumajestad. Ellos arribaron a la capital de Can Pech, en donde hacia 1541Francisco de Montejo «el mozo» había fundado la villa de San Francisco deCampeche. En esta capital prehispánica como cabecera colonial, fundaron suprimer convento y principiaron su labor evangelizadora. La tarea no era fácil.Sin todavía haber «deprendido» la lengua, utilizaron intérpretes para su labor.

Cuando hacia 1546 finalizaron la organización de la misión en Campeche,cinco de los siete religiosos marcharon con destino a la ciudad de Mérida. Enrealidad comenzaban a incursionar en la región más densamente poblada de lapenínsula. Con la ayuda del adelantado iniciaron su labor. Les cedió untemplo prehispánico ubicado en un cerro que originalmente había pensadodestinar para la construcción de una fortaleza, con el fin de que edificasen susegundo convento.

A fines de 1547 se dirigieron al sureste de Mérida para iniciar la evangeliza-ción del cuchcabal de Mani. En esta capital prehispánica los religiosos funda-ron su tercera casa. También concentraron sus esfuerzos por evangelizar a lapoblación ubicada al norte de Mérida, y en Conkal, pueblo dependiente de lacapital prehispánica de Motul, fundaron su cuarta casa. Asimismo llegaronhasta Izamal, a unos 70 kms al oriente de Mérida, cuyos alrededores eranpopulosos y reconocían a Dzidzantŭn como su capital. Ahí erigieron su quintoconvento.

Pocos años pasaron para que la labor de estos primeros franciscanos sefortaleciera tanto numérica como corporativamente, pues en abril de 1549 frayNicolás de Albalate retornó a Yucatán con 12 religiosos. Y en septiembre deese mismo año se erigieron como la custodia de San José dependiente de laprovincia franciscana del Santo Evangelio, celebraron su primer capítulo yformalizaron la existencia de los cinco conventos hasta entonces fundados.

Fortalecidos numéricamente y sofocada la gran rebelión de 1546-1547, losfrailes se dirigieron a la villa de Valladolid, la antigua capital prehispánica deSaci y cabecera colonial en donde fundaron su sexto convento, y principiaroncon la evangelización del oriente de la península. No se puede decir que estasprimitivas fundaciones hayan tenido una jurisdicción territorial definida. Más

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bien deben entenderse como centros desde los cuales los religiosos se desplaza-ban hacia los pueblos que los circundaban, o sea que eran verdaderas cabezasde playa para la evangelización.

Los franciscanos emplearon tres criterios básicos para determinar los sitiosen donde erigir sus primeras casas conventuales: el político-administrativo, elreligioso de origen maya y el de la concentración de la población indígena.Respecto al primero, Campeche, Maní y Saci eran capitales prehispánicas, osea lugares en donde residían las máximas autoridades indígenas, y Mérida erala capital de Yucatán y estaba rodeada por una región densamente poblada.La fundación del convento en Izamal, aunque dependiente de Dzidzant ŭn,obedeció a un criterio religioso prehispánico y a la alta densidad poblacionalde sus alredores. En contraste, Conkal no aparece durante el período previo ala invasión ni como capital ni como un gran centro religioso, era un pueblodependiente de la caPital prehispánica de Motul, y la erección de la casafranciscana obedeció primordialmente a la gran concentración humana que locircundaba.

Durante el transcurso del siglo xvi los religiosos utilizaron estos criteriospara privilegiar un conjunto de pueblos que bajo la denominación de «cabece-ras de doctrina» se corivirtieron en centros de atracción religiosa de grupos depueblos denominados «visitas» o pueblos «bajo campana». A estas entidadesreligioso-jurisdiccionales creadas por la orden franciscana se les denominóguardianías.

A partir de la sexta década del siglo xvi las cabeceras de doctrinacomenzaron a proliferar en el ámbito indígena porque en Yucatán la ordenentró en un período de vigoroso crecimiento, a diferencia del centro de Méxicoen donde la presencia franciscana demostró un franco retroceso a causa de laescasez de religiosos. Así, entre 1560-1561 llegaron dieciséis frailes que sesumaron a los grupos de 1549 y 1553, y una década más tarde una veintenaarribó a la península, de tal manera que para 1580 existían 22 fundacionesconventuales con 176 pueblos de visita. A raíz de esta expansión franciscana, elterritorio yucateco se reorganizó con un patrón semejante a pequerios sistemasplanetarios.

En unos casos los franciscanos aprovecharon el reordenamiento políticopreexistente al convertir las capitales prehispánicas en cabeceras de doctrina desus pueblos dependientes. En otros eligieron a uno de éstos, y como sus visitasa los pueblos circunvecinos integrantes del mismo cuchcabal. También privile-giaron como centros de su sistema a los pueblos independientes y a los que loscircundaban y que tenían el mismo status los transformaron en sus visitas, osea, en sus satélites.

De una u otra manera, durante la sexta y séptima décadas del siglo xvi,conforme las cabeceras de doctrina comenzaron a proliferar en el ámbitoindígena, se inició un proceso centralizador de un conjunto de funciones de los

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pueblos que caían bajo su jurisdicción. Como centros del sistema eran las sedesde los guardianes, y a éstos recurrían los indígenas cuando los conflictossuscitados merecían su intervención. A las cabeceras concurrían para las fiestasde la advocación o bien cuando el obispo llegaba durante sus visitas pastorales.Asimismo, en sus asientos se comenzaron a levantar los conventos, lo queimplicó que hacia ellos fluyó la energía humana para su construcción. A finesde la octava década del siglo xvi prácticamente todas las casas conventualesque los franciscanos habían eregido a partir de los ŭltimos arios de la primeramitad de esa centuria eran de cal y canto y estaban casi concluidas. Además,como cabeceras de doctrina a ellas llegaban los excedentes que en forma delimosnas y derramas eran destinados a la adquisición de los ornamentos ydemás cosas necesarias para darle lustre al culto divino.

En fin, las cabeceras de doctrina se convirtieron en verdaderos centros dedominio religioso y de influencia política sobre el conjunto de sus pueblos devisita. Así, las que surgieron en un pueblo independiente comenzaron a ejercersu poder sobre otros pueblos que antes de la invasión española se habíanmantenido autónomos. Sin duda alguna, las que se fundaron en las anti-guas capitales prehispánicas reafirmaron su dominio sobre sus pueblos depen-dientes.

En contraposición del anterior fenómeno, las cabeceras de guardianía queaparecieron en los pueblos dependientes comenzaron a competir en poder yprestigio con su capital prehispánica. Uno de estos casos es el del pueblo deIzamal, cuya virgen de la Concepción, a raíz de los milagros que se leimputaron, se convirtió en un verdadero centro de atracción religiosa al queacudían indios y esparioles a rendir veneración. Además, la riqueza materialque fluyó a esta cabecera de doctrina se expresó en la construcción de unconvento de una majestuosidad que no tenía comparación con la grandeza delde Dzidzantŭn, su capital prehispánica.

La guardianía que los franciscanos fundaron en Tizimín fue un casoverdaderamente significativo de cómo las cabeceras de doctrina erigidas en lospueblos dependientes se convirtieron en verdaderos centros de influencia, deacopio de mano de obra y de recursos materiales producidos por los indios.Tizimín era un pueblo dependiente de la capital prehispánica de Sací, y desdeantes de la invasión estaba rodeado de un conjunto de pueblos tanto depen-dientes a otras capitales prehispánicas como independientes. Los franciscanoslo privilegiaron de tal modo que en 1580 tenía casi una veintena de pueblos devisita.

Como punto privilegiado, comenzaron a fluir hacia Tizimín contingentesde indígenas de sus pueblos de visitas para construir los edificios religiosos. Lamano de obra era tan abundante que el convento fue construido en un períodorelativamente corto. Durante la visita de fray Alonso Ponce a Yucatán a finesde la octava década del siglo xvi serialaba que el monasterio estaba «todo

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acabado, con su claustro alto y bajo, celdas y dormitorios, hecho todo de cal ycanto, y de edificio fuerte». Asimismo, las limosnas y derramas que organizabael guardián para la compra de los ornamentos del culto divino arrojabansaldos verdaderamente cuantiosos, lo que le permitió a la casa adquirir unariqueza material indiscutible respecto a los pueblos que caían bajo su jurisdic-ción.

Ya se ha serialado líneas arriba que cuando los esparioles llegaron aYucatán el cuchcabal era la entidad que centralizaba la vida política delconjunto de batabiloob o señoríos que lo integraba. Para tal efecto poseía unacapital, es decir, el lugar en donde residía el halach uinic. Su estructura estabadiseriada de tal manera que hacia su interior no existían otros centros que sealternaran el poder, o sea, que su peculiaridad radicaba en tener un puntodesde el cual emanaba el poder, aparte de ser un n ŭcleo poblacional, asociadoa actividades mercantiles y religiosas. Aunque esta característica del cuchcabalera, sin duda, una fuerza que contrarrestaba su funcionamiento global difuso,su ordenamiento espacial era disperso en tanto sus señoríos se encontrabandiseminados a lo largo y ancho de su territorio.

En un sentido estricto los batabiloob o señoríos reproducían tanto elmodelo de organización política como territorial del cuchcabal. El batab era elcentro y residía en su cabecera, pero la estructura espacial de su seriorío eradispersa en tanto que los sujetos, es decir los cuchteeloob que lo integraban noestaban fisicamente asociados al lugar de residencia de su batab. Además,como se serialó, la jurisdicción de este funcionario no implicó de maneranecesaria la existencia de límites territoriales nítidos y precisos, en tanto quelos vínculos que ataban a sus sujetos en torno a él eran fundamentalmente denaturaleza política y administrativa.

Para la mentalidad espariola este ordenamiento espacial de la sociedadmaya era una costumbre que no los diferenciaba del modo de vivir de lasfieras; en otras palabras, significaba que carecían de una reglamentación quenormara su vida espiritual y temporal. Así pues, la propuesta colonial eraconcentrar a los indios en pueblos debidamente planeados y con límitesprecisos para que ellos adquirieran orden y adoptaran el modo de vivir de losesparioles y pudiesen ser cristianizados de una manera más eficaz. A esteproceso reordenador del espacio se le denominó congregación, junta y reduc-ción.

En Yucatán se detectan dos tipos de movimientos poblacionales. Uno fueel que se efectuó congregando a los sujetos a su cabecera, lo que trajo comoconsecuencia que la espacialidad de los pueblos sufriera un proceso de concen-tración. El otro fue el que se realizó juntando a varios pueblos en un mismositio, y su organización obedeció a la idea espariola de crear en el panoramaindígena un conjunto de puntos que centralizaran actividades económicas y/oreligiosas, lo que dio como resultado la redistribución del espacio yucateco.

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Varias circunstancias influyeron para que la reordenación y la redistribu-ción del espacio yucateco tuviera un éxito indudable. Sin duda, la másimportante fue que las congregaciones respetaron, en términos generafes, losordenamientos políticos preexistentes. No existen evidencias de que la po-lítica española se haya distinguido por violentar de manera premeditadalos vinculos que existían entre los sujetos y sus cabeceras congregándo-los en lugares distintos o trasladando pueblos enteros a cuchcabaloob dife-rentes.

También la homogeneidad étnica fue un factor que trajo consigo incuestio-nables ventajas lingriísticas y culturales, pues los conflictos étnicos estuvieronausentes a diferencia de otras regiones novohispanas. Asimismo conspiró launiformidad climática, y principalmente el hecho de que la península deYucatán sea un gran espacio abierto en donde prácticamente son inexistenteslos obstáculos de carácter topográfico y el que entre la sociedad indígena nohabía diferencias técnico-productivas insalvables en cuanto a su actividadagrícola fundamental que era la milpa.

Como en otras regiones mesoamericanas, en Yucatán el programa dereducciones fue una tarea en la cual los religiosos jugaron un papel protagóni-co en su ejecución. Así, desde un principio aquellos franciscanos que llegaron aCampeche se convencieron de que la estructura espacial de los pueblos no sóloera un verdadero obstáculo a vencer para desarrollar su labor evangelizadora,sino incluso para consolidar su presencia en el panorama indígena. Por ello,fray Luis de Villalpando, cobijado en su celo apostólico y en el poder de supalabra, persuadió a los indios a que formaran los primeros poblados. En estasprimeras tareas reductoras, ellos privilegiaron los alrededores de la villa, elprincipal puerto de salida hacia el exterior donde habían fundado su primerconvento, así como el camino que unía a ésta con Mérida.

Dos sucesos de particular importancia permitieron a los religiosos aventu-rarse de manera firme en la labor reductora. Uno fue que en 1552 llegó aYucatán don Tomás López Medel. El era enviado a la audiencia de Guatema-la, y su visita respondía a la necesidad de la corona de comenzar a encauzardentro de su política general la colonización de Yucatán. El llegó con amplísi-mos poderes, y durante los dos arios que duró su estancia fue la autoridadindiscutible. Sin lugar a dudas, la presencia del oidor fue un parteaguas en lasactividades de los franciscanos, pues le resultó claro que el ordenamientoespacial preexistente era una de las causas que dificultaba «la política temporaly espiritual de los naturales».

Así, con el apoyo decidido de don Tomás, los frailes se aventuraron en lamagna empresa de congregar a la población indígena como parte del proyectoespañol de colonización. En esta labor se involucraron por largos arios, y almediar la sexta década del siglo xvi ya habían logrado reordenar y redistribuirespacialmente el noroeste de la península yucateca. El otro suceso que incidió

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para posibilitar la tarea de las reducciones fue la llegada a Yucatán de unnuevo grupo de 15 franciscanos.

La política de reducciones no estuvo exenta de generar conflictos. Aunqueaparentemente los indígenas parecían resignados a ser concentrados, ellosprecisamente se convirtieron en el foco de la oposición, y a su alrededorgravitaron las pugnas entre religiosos y autoridades reales por un lado, y losencomenderos por el otro. Estos, si bien no se mostraron partidarios decididosdel programa, tampoco manifestaron oposición abierta. Se mantuvieron a laexpectativa. Sin embargo, en el momento en el que los indios se resistieron aser congregados y fueron reprimidos por los franciscanos mediante métodosnada apostólicos, los encomenderos intervinieron y se querellaron en contra delos frailes.

La defensa de los encomenderos no era desinteresada. Ante la presión lapoblación indígena comenzó a huir a la zona de refugio, situación que afectabael caudal tributario de las encomiendas. Su lucha resultó estéril. Fueronderrotados. Y si algo aprendieron fue que la corona estaba decidida a imponersu proyecto de urbanizar a las sociedades índígenas, y la maya no iba a ser laexcepción. Además, los franciscanos gozaron en todo momento del apoyo delas autoridades gubernamentales y de la audiencia, y se enfrentaron como ungrupo poderoso y resuelto a imponer su concepto de pueblo.

Poco se sabe sobre los preparativos efectuados por los franciscanos antesde proceder a congregar a la población. Lo más seguro es que primerovisitaran la cabecera, o sea, el lugar en donde residía un batab para percatarse,por un lado, si el sitio era el adecuado para reunir a la población y, por otro,para averiguar cuáles eran sus cuchteeloob o parcialidades sujetas.

Una vez efectuadas estas indagaciones, el paso siguiente era diseriar la trazadel pueblo, para después proceder a efectuar propiamente la junta. A través deeste procedimiento a mediados de la sexta década del siglo xvi los religiososhabían logrado formar aproximadamente 190 pueblos.

Un obstáculo que frecuentemente alteró el procedimiento franciscano, peroque no afectó los ordenamientos políticos preexistentes, se presentaba cuandola cabecera se encontraba ubicada en un lugar prácticamente inaccesible y/oalejado de algŭn centro religioso y/o administrativo espariol. Como estadificultad implicaba trasladar al batab y a sus sujetos, primero se localizaba unparaje adecuado en la selva, por lo general donde existiese garantía del abastode agua, después se procedía a talar el monte, se trazaba el pueblo y finalmentese movilizaba a toda la población al nuevo lugar.

La concentración de la población en la cabecera estuvo acompariada de unproceso de centralización funcional de la vida de los pueblos. Así, bajo lasupervisión de los frailes, los indios iniciaron la construcción de sus iglesias, ylas cajas de comunidad, como instituciones administrativas, comenzaron ageneralizarse. Además, a partir de la visita de López Medel se empezó a

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organizar los cuerpos de repŭblica, proceso que arrancó designando al batabcomo gobernador de su pueblo.

Como parte sustantiva del proceso centralizador, los españoles se preocu-paron porque los pueblos definieran de manera clara y precisa su territorio.Así en un ario tan temprano como 1554 un conjunto de pueblos ubicados enlos alrededores de Yaxkukul, todos dependientes de Motul, se dieron a la tareade establecer de manera precisa sus fronteras bajo la supervisión de lasautoridades coloniales. Así pues, la concentración de la población en lascabeceras, el proceso centralizador de las funciones políticas, administrativas yreligiosas, y la determinación de la territorialidad comenzaron a convertir a lospueblos, entendidos como corporaciones políticas, en las entidades a las cualesdebía quedar adscrita la población indígena maya.

Sin duda alguna, una de las características que hicieron que en Yucatán elproceso redistribuidor del espacio adquiriera verdadera espectacularidad fue elhecho de que a menudo se congregó a uno, dos o más bataboob con susrespectivos sujetos en el lugar en donde vivía otro. En unos casos los francisca-nos redujeron exclusivamente a pueblos independientes; en otros •juntaronpueblos que integraban un mismo cuchcabal. En este ŭltimo caso los religiososoptaron por agrupar sólo a pueblos dependientes o bien trasladar a algunos deellos a su capital prehispánica. A mediados de la sexta década del siglo xviexistían 17 reducciones de este tipo que agrupaban 71 pueblos de los 190 quelos frailes habían formado para esos arios.

Los religiosos fueron diligentes en la organización fisica de estas concentra-ciones humanas, pues asignaban a cada batab un espacio delimitado en dondeconstruir las viviendas de su población sujeta. Los principales de Citilcum,cuyo pueblo fue llevado al sitio del pueblo de Kimbilá, describían los límites•dela siguiente manera: «están asentados (los dos pueblos) que confinan casas concasas los indios de los otros», o como serialaba Juan Cueva Santillán respectoa los espacios que ocupaban sus dos pueblos de encomienda y que estaban enun mismo asiento, «y el dicho pueblo de Santa María, que está en el mismoasiento de Izamal, una calle en medio».

Sin duda alguna la formación de estas reducciones obedeció a la ideaespariola de crear en el panorama indígena un conjunto de puntos quecentralizaran actividades religiosas y económicas que fueron prefigurando laredistribución del espacio yucateco. Como focos religiosos durante el transcur-so de la segunda mitad del siglo xvi algunos pueblos sede de estas congregacio-nes (Calkiní, Chancenote, Izamal, Maní, Tekantó, Oxkutzcab, Tizimín, Sotutay Hunucmá) fueron convertidos en cabeceras de guardanía, o sea, en centrosde influencia religiosa y política, y de acopio de limosnas y energía humana.

Pero más allá de esta consideración de carácter religioso, estas reduccionesfueron organizadas en los pueblos que se encontraban en los puntos interme-dios de los caminos reales que unían a Mérida con las villas, y en los que

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comunicaban los puertos de salida, es decir, las ubicaron en los lugaresestratégicos de los grandes circuitos comerciales que quedaron definidos a raízde la administración de don Diego de Quijada (1561-1565). En unos casos lospueblos independientes resultaron privilegiados (Urnán, Caucel, Kinchil, Hu-nucmá y Panabá) y en otros los dependientes a una capital prehispánica(Izamal, Citilcum y Tecoh de Dzidzantŭn, y Tizimín de Sacp. TambiénCalkiní, capital prehispánica, gozó de los beneficios de que los franciscanosjuntaran en su asiento a varios pueblos.

Durante el transcurso de la segunda mitad del siglo xvi estas congregacio-nes se convirtieron, aparte de Mérida y de las villas espariolas, en verdaderoscentros de distribución mercantil hacia los cuales confluían una diversidad degentes a efectuar sus negocios. A principios de la octava década del siglo xviCalkini acusaba «mucho concurso de tratantes», en tanto que en plena crisisdemográfica, Hunucmá, en donde se encontraban asentados Sihunchén yYabacŭ, había incrementado su población. Su encomendero atribuía estehecho a que el poblado estaba en un lugar sano, pero no se resisitió endescribir cuál era su ubicación: «por el dicho pueblo, decía, pasa el camino realque va de esta ciudad (de Mérida) al puerto de Sisal», uno de los principalespuertos de Yucatán durante la segunda mitad del siglo xvi. Asimismo Tizimín,por el hecho de ser paso obligado de todo aquel que tenía que trasladarsedesde la villa de Valladolid a Río Lagartos, comenzó a adquirir una preponde-rancia incuestionable y a convertirse en un punto regional hacia el cual losesparioles concurrían a efectuar sus negocios.

Por otra parte, la diversidad de gentes que concurrían a estos centroscomerciales los convirtió en puntos conflictivos. Y los gobernadores empeza-ron a nombrar corregidores argumentando que con la afluencia de esparioles yde otras castas los indios resultaban agraviados, que el territorio era extenso yno podía impartir justicia, y que los tratantes evadían los pagos de alcabalas yalmojarifazgos. A mediados de la séptima década Calkiní y Tizimín ya sehabían convertido en sedes de este tipo de representantes reales. Al decir deCogolludo, para estos arios estos pueblos eran de los «crecidos de esta tierra...(y) eran como cabeceras de algŭn buen territorio».

De manera global los resultados de la reordenación espacial sobre lasociedad indígena fueron diversos. La práctica despoblación de la costa nortede Yucatán fue uno de ellos. Los religiosos trasladaron a muchos nŭcleos depoblación (pescadores, salineros, etc.) tierra adentro con el fin de tener uncontrol más estricto sobre ellos. Iriigo Nieto, encomendero de Citilcum, decía aeste respecto que «en algunas partes de la tierra han venido los naturales amucha disminución, quieren decir que ha sido la causa de haberlos mudado desus asientos... Los pueblos de la costa son los que han venido a mucha másdisminución que los demás».

Uno de los resultados más espectaculares del programa de reducciones fue

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el hecho de que los franciscanos pudieron congregar a todas las parcialidadesen su cabecera, es decir, no dejaron a ninguna alejada fisicamente del sitio endonde residía su cacique. Sin duda alguna, la inexistencia de accidentestopográficos notables fue el factor que contribuyó a que al nivel de los serioríosel fenómeno reordenador del espacio fuera verdaderamente radical y represen-tara la virtual concentración de todos los indios en poblados.

Asimismo, la reordenación del territorio de alguna manera propició que latoponimia maya sufriera un proceso de revalorización. Así, al privilegiar lascabeceras para efectuar la junta, los franciscanos comenzaron a utilizar sustopónimos para designar a los pueblos, independientemente de que en elinterior de éstos las parcialidades congregadas conservaran el propio duranteel siglo xvI. Además, este fenómeno revalorativo estuvo acompariado de lapreocupación de los religiosos por proteger a cada pueblo bajo la advocaciónde un santo patrono.

También el topónimo podía ser uno diferente cuando el traslado implicabaacercarlos a un centro político y/o religioso espariol. Un caso es el deOxkutzcab, un paraje cercano a Maní. Su historia se remonta a fines de laprimera mitad del siglo xvi, cuando fray Diego de Landa, que andabaevangelizando por los alrededores de Maní, redujo en ese lugar a unos «indiosgandules» que vivían detrás de la sierrita Puuc. Para los religiosos el sitio lesresultó ideal, pues durante la visita de López Medel, Tixul, Yaxa y Tikunché,pueblos dependientes de Mani, fueron congregados allí. Más tarde, por 1562,fueron trasladados a su capital prehispánica y posteriormente se les reubicó.Tixul se quedó en Mani, pero Yaxa y Tikunché fueron movidos al paraje deOxkutzcab, donde se comenzó a erigir el convento. A pesar de que ambosconservaron sus top ŭnimos, a partir de este ŭltimo movimiento fue el deOxkutzcab el utilizado para designar la junta de estos pueblos.

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