Espacio y Memoria Colectiva Halbwachs 1

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    ESPACIO Y M EM ORIACOLECTIVA*Maurice Halbwachs

    EI Grupo en su Espacio: La Influencia dei Medio Ambiente FisicoAugusto Comte dijo que el equilibrio mental se debe, primero yprimordialmente, al hecho de que los objetos fisicos con los quetenemos contacto diario cambian muy poco o nada y de esa maneranos proporcionan una imagen de permanencia y estabilidad. Estosobjetos nos dan una sensacion de orden y tranquilidad, como si setratara de una sociedad silenciosa e inmovil, que no se preocupa pornuestras propias inquietudes y caiiibios de humor. En realidad, unagran parte de la enfermedad mental se acompana de una ruptura decontacto entre el pensamiento y las cosas, como quien dice, unaincapacidad para reconocer los objetos hasta ese momento familiares,de manera que la victima se encuentra en un medio ambiente fluido yextrano, y carente totalmente de puntos de referencia conocidos.Que nuestras imagenes habituales del mundo exterior son in-separables de nuestra propia persona es tan cierto que esa ruptura nose limita a los enfermos mentales. Nosotros mismos podemos ex-perimentar un periodo de incertidumbre similar al de ellos, como sihubieramos dejado atras nuestra personalidad completa; esto sucedecuando nos vemos obligadbs a cambiarnos a nuevos ambientes ytodavia no nos hemos adap tado a ellos.

    ' . Traducci6n del Dr. Javier C. Bravo Magafla. (Lingui'sta Invcstigador del Cenlro deInvestigaciones en Humanidades, Universidad de Colinia.) del capi'tulo cuarto deCollcclivc memory Maurice Halbwachs. Haiper & Row, New York, 1980.

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    Maurice HalbwachsSe trata de algo mds aM de la mera incomodidad que acompana

    a un cambio de hdbitos motores. iPor que se encarina una persona conciertos objetos? cPor qu6 quisiera que nunca cambiaran y que siemprepu die ran estar con 61. Dejemos, p or el mo m ento, cualquierconsideraci6n de conveniencia o de estdtica. Nuestro medio ambientetiene nuestra huella y la de otros. Nuestra casa su mobiliario, suarreglo general, su decoraci6n nos recuerda a la familia y amigos aquienes con frecuencia vemos en ese espacio.Si vivimos solos, esa regi6n del espacio que nos rodea permanen-temente refleja no meramente lo que nos distingue de los demiis.Nuestros gustos y deseos, evidentes en la selecci6n y arreglo de estosobjetos, se explican en gran medida por los lazos que nos unen a variosgrupos. Lo unico que podemos decir es que las cosas son parte de lasociedad. Sin embargo, mobiliario, cuadros, utensilios y adornostambidn "circulan" dentro del grupo: son motivo de evaluaciones ycomparaciones, revelan nuevas tendencias en la moda y los gustos ynos recuerdan viejas costumbres y distinciones sociales. En una tiendade antiguedades, las varias epocas y clases de una sociedad se encaranen la desbalagada colecci6n de pertenencias caseras. Uno natural-mente se pregunta quien podrS haber sido el duerio de un cierto sill6n,tapiz, plato u otros objetos necesarios. Simultdneamente (esb^sicamente lo mismo), piensa uno en el mundo que puedereconocerse en estas cosas, como si el estilo del mobiliario, ladecoraci6n y arreglo fueran un lenguaje que debe interpretarse. Laimagen que Balzac nos pinta de una habitaci6n familiar, o de la casade un avaro, o que Dickens hace del estudio de un notario publico, yasugiere el tipo o categoria social de los seres humanos que viven enesos espacios.No se trata de una mera armonia y congruencia fisica entre ellugar y la persona. M^s bien, cada objeto, propiamente colocado en elconjunto, nos recuerda una manera de vida comun a muchos in-dividuos. El anSlisis de sus varias facetas es como la disecci6n de unpensamiento compuesto con las contribuciones de muchos grupos. Enverdad, las formas de los objetos ambientales ciertamente poseen esesignificado. Est^n a nuestro alrededor como una sociedad muda einm6vil. Aunque no hablan, los entendemos porque tienen un sig-nificado ficil de interpretar. Y s61o est^n inm6viles en apariencia, pueslas preferencias y los h^bitos cambian; por ejemplo, ciiando nos can-

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    Espacio y memoria...

    samos de un mueble o de una habitaci6n, el objeto mismo pareceenvejecer.Es cierto que la impresi6n de inmovilidad en verdad perm anecepor periodos m^s bien largos, un hecho que se explica tanto por elcar^cter inerte de los objetos fisicos como por la relativa estabilidadde algunos grupos sociales. Seria exagerado decir que los cambios delugar y las alteraciones mayores al mobiliario marcan etapas delahistoria familiar; sin embargo, la perm anencia y apariencia interior deuna casa imponen sobre el grupo una imagen reconfortante de supropia continuidad. Aiios de rutina se han deslizado a trav6s de unmarco tan uniforme que hace dificil poder distinguir entre un aiio y elque le sigue. Nos parece dudoso que haya pasado tanto tiempo y quehayamos cambiado tanto.El grupo no s61o transforma el espacio en el cual ha sido inser-tado, sino que tambi6n cede y se adapta a su medio ambiente fisico, yacaba encerrado en el espacio que 61 mismo ha construido. La imagenque el grupo tiene del ambiente que lo rodea y de su estable relaci6ncon ese ambiente, es fundamental para la idea que el grupo se forma de SI mismo, y penetra cada elemento de su conciencia, moderando ygobernando su evolucion.Esta imagen acerca de los objetos ambientales, finalmente par-ticipa de su inercia. Es el grupo no el individuo aislado, sino elindividuo como miembro del grupo el que e st i sujeto de esta m aneraa la naturaleza m aterial y el que participa de su inmovilidad. Aunquepueda pensarse de otra manera, la raz6n por la que los miembros deun grupo permanecen unidos, aun despu6s de dispersarse y de noencontrar en su nuevo ambiente fisico nada que les recuerde el hogarque han dejado, es que piensan en el viejo hogar y su arreglo general.Aun despu6s de que los monjes y monjas de Port Royal fueronexpulsados, en realidad nada cambio en tanto que el edificio de laabadia estuvo en su lugar y los que tenian su remembranza no habfanmuerto.De esta manera entendemos por qu6 las imdgenes que nosformamos de nuestro espacio son tan importantes para la memoriacolectiva. El lugar fisico que un grupo ocupa no es como un pizarr6nen el que podamos escribir yborrar a voluntad. No hay ninguna imagende un pizarr6n que pueda recordar lo que una vez estuvo escrito en 61.Al pizarr6n no le importa en lo absoluto lo que estuvo escrito en 61, yse le puede agregar cuaiquier cosa con libertad.

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    Maurice HalbwachsPero el lugar y el grupo, cada uno ha recibido la huella del otro.Por lo tanto cada etapa del desarroUo del grupo puede traducirse at6rminos espaciales, y el lugar de residencia del grupo no es miis queel crucero donde coinciden todas esas fases. Cada aspecto, cadadetalle de este lugar, tiene un significado inteligible solamente a losmiembros del grupo, puesto que cada porci6n de su espacio cor-responde a varios y diferentes aspectos de la estructura y la vida de susociedad, por lo menos de lo que es m^s estable en ella. Por supuestoque los sucesos extraordinarios tambi6n tienen cabida en este espacio,

    porque ocasionan en el grupo una conciencia m^s aguda de su pasadoy su presente, y porque los lazos que lo unen al lugar fisico ganan mayorclaridad en el momento mismo de su destrucci6n. Pero un sucesorealmente Lmportante siempre produce alteraci6n en la relaci6n delgrupo con su lugar. La familia como grupo puede cambiar de tamano,por muerte o matrimonio, o puede cambiar de lugar por mayor enri-quecimiento o empobrecimiento, oporque el padre es transferido aotro lugar o cambia de ocupaci6n. A partir de ahi, ni el grupo ni lamem oria colectiva permanecen igual, como tampoco ha permanecidoel mismo ambiente fisico.La Ciudad y sus RocasLos distritos de la ciudad, y las casas dentro de los distritos, tienen unlugar tan fijo como cualquier Srbol, roca, loma o campo. Por eso, elgrupo urbano no tiene sensaci6n decambio en tanto las casas y losedificios permanezcan iguales.Hay pocas formaciones sociales que al mismo tiempo tenganmayor estabilidad y mejor garantia de permanencia. Paris y Roma, porejemplo, parecen haber pasado por los siglos sin romper la con-tinuidad de la vida, a pesar de guerras, revoluciones y grandes crisis.La naci6n puede ser proclive hacia los m is violentos alzamientos. Elciudadano sale, lee las noticias y se mezcla con grupos que discuten loque ha ocurrido. Los j6venes deben defender las fronteras apresurada-mente. El gobierno impone fuertes impuestos que hay que pagar.Algunos habitantes atacan a otros y se da la lucha politica que rever-bera en todo el pais. Pero todos estos problemas suceden dentro de unespacio conocido que parece no ser afectado en lo mas minimo.6No podri ser que el contraste entre las imperturbables rocas yestos disturbios sea lo que convence a la gente de que, despu6s de todo.14

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    Espacio y memoria...no se ha perdido nada, ya que las paredes y los hogares permanecen?

    Mds bien, los habitantes le dan una importancia despropor-cionada a lo que aqui he Uamado el aspecto material de ia ciudad. Lagran mayoria puede muy bien ser mds sensible hacia el hecho de queuna cierta calle ha sido destruida, o un cierto edificio o casa hadesaparecido que hacia los m ^ graves sucesos nacionales, politicos oreligiosos. Por eso es que los grandes disturbios pueden sacudir severa-mente a la sociedad sin alterar la apariencia de la ciudad. Sus efectospierden agudeza a medida que se filtran hacia la gente que vive m ^cerca de las rocas que de los hombres el zapatero en su taller, elartesano en su banco, el comerciante en su tienda, la gente en elmercado, el caminante que se pasea en las caUes, matando el tiempoen el muelle o admirando las grandes terrazas, los ninos que juegan enla esquina, el anciano que goza el lado soleado de la calle o se sientaen una banca de piedra, el pordiosero, acuclillado junto aun monumen-to de la ciudad. No s61o las casas y las paredes persisten a travds de lossiglos, sino tambi6n esa porci6n completa del grupo que est^ encontinuo contacto con ellas, su vida fundida con las cosas.Esta parte del grupo simplemente no estS interesada en lo quesucede mSs all^ de su estrecho circulo y su horizonte inmediato. Lapasividad que el grupo ve en esta porci6n de si mismo que permanecedesinteresada en las pasiones, esperanzas y temores del mundo ex-terior, refuerza esa impresi6n que surge de la inmovilidad de las cosas.Esto tambidn es cierto cuando se aplica a las perturbaciones que,debido a la muerte, desacuerdos o al juego de pasiones e intereses ,suceden dentro de grupos mds pequenos cuyas relaciones estanbasadas en la consanguineidad, la amistad o el amor. Bajo la fuerteimpresi6n de estas perturbaciones, caminamos las calles y nos sorpren-demos al ver que la vida continua a nuestro alrededor como si nadahubiera pasado. En las ventanas hay caras gozosas, los campesinosconversan en los cruceros, los que venden y los que compran es tin enlos umbrales de los comercios, y mientras tanto, nosotros, nuestrasfamilias y nuestros amigos sufrimos el hurac^n de la catistrofe.Nosotros y nuestros seres queridos somos s6Io unas cuantas unidadesde Ia multitud. No hay duda de que cada una de las personas queencuentro en la multitud, apartada y devuelta a su propio grupofamiliar o de amigos, seria capaz de condolerse conmigo si le contaramis problemas y preocupaciones. Pero la gente, ya sea formando

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    muchedumbre o diseminada en un intento de evitarse los unos a losotros, se encuentran atrapados en la corriente de la calle, y tienen laapariencia de un numero dado de particulas materiales que, en grupocompacto o en movimiento,obedecen leyes de naturaleza inerte. Suaparente insensibilidad es injustamente condenada por nosotroscomo si se tratara de una indiferencia natural, pues aun si nos insulta,momentSneamentenos calma y nos estabiliza. La mejor manera deentender la influencia que el ambiente ffsico de las ciudades ejercesobre grupos que lentamente se han adaptado a 61, es observar ciertasdreas de una n[ietr6poli moderna, por ejemplo, las partes mSs antiguas,o las secciones relativamente aisladas que constituyen pequenos mun-dos encerrados en si mismos, en donde los habitantes viven muy cercade sus trabajos, o hasta las calles y bulevares de las partes mas nuevasde la ciudad, principalmente habitadas por obreros, y donde una grancantidad de comercio humano acontece en los lugares de habitaci6n,y las relaciones de la calle y el vecindario se multiplican. Pero en laspartes m^s pequenas de la ciudad, fuera de la corriente de la vidamoderna, o en ciudades orientales (en las que la vida todavia se muevea un paso como el que nuestras ciudades tenian hace cien o doscientosaiios) es en donde las tradiciones locales se mantienen mSs estables.Alli, el grupo urbano realmente constituye (en otros lugares solo lohace en parte) un cuerpo social con subdivisiones y una estructura quereproduce la configuracion fisica de la ciudad que lo rodea.

    La diferenciacion en una ciudad surge de una diversidad defunciones y costumbres. Mientras que el grupo evoluciona, la aparien-cia externa de la ciudad cambia mis lentamente. Los hdbitosrelacionados con un lugar fisico especffico resisten las fuerzas quetienden a cambiarlos. Esta resistencia es el mejor indicador del gradoen el cual la memoria colectiva de estos grupos se basa en imdgenesespaciales. Las ciudades en verdad se transforman en el curso de lahistoria.Distritos enteros pueden quedar en ruinas despu6s del sitio,ocupaci6n o pillaje de un ejdrcito invasor. Grandes incendios arrasandreas com pletas. Las casas viejas se deterioran . Las calles que algunavez habitaron los ricos cambian de apariencia cuando los pobres lasocupan. Las obras publicas y la construcci6n de nuevos caminosrequieren demucha demolici6n y construcci6n segun planes superim-puestos unos sobre los otros. Los suburbios que crecen en la periferiason anexados. El centro de la ciudad se cambia de lugar. Aunque los16

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    Espacioy memoria...viejos distritos, rodeados por edificios m ^ nuevos y mds altos, parecenperpetuar la vida de los tiempos anteriores, la linica imagen queproyectan es la del decaimiento, y si sus viejos habitantes regresaran ,es de dudarse que siquiera los reconocieran. Si las relaciones entrecalles, casas y los grupos que las habitan fueran completamente ac-cidentales y de breve duraci6n, la gente podrfa tirar sus casas, distritosy ciudades s61o para reconstruir otras en el mismo lugar segun otrospianos. Pero aunque las piedras son movibles, las relaciones que seestablecen entre ellas y los hombres no son tan Mciles de alterar.Cuando un grupo ha vivido largo tiempo en un lugar adaptado a sushiibitos, sus pensam ientos, tanto como sus movimientos, son a su vezordenados por la sucesi6n de imdgenes proyectadas por estos objetosexternos. Supongamos que esas casas y calles son demolidas o que suapariencia y distribuci6n son alterados. Las piedras y otros materialesno van a poner objeciones, pero los grupos si.Esta resistencia, si bien no esta en las piedras mismas, por lomenos surge de sus viejas relaciones con los grupos. Claro, el arreglogeneral es la obra de un grupo pasado, y lo que un grupo ha hecho,otro puede deshacer. Pero el diseno del grupo original se encarno enuna estructura material. La fuerza de la tradicion local proviene de esteobjeto fisico que le sirve como imagen. Esto m uestra hasta que gradoun aspecto total del grupo imita la pasividad de la materia inerte.Emplazanniento y Desplazamiento: La Adherenciade un Grupo a su Lugar

    Esta resistencia s61o puede emanar de un grupo. En esto no hayposibilidad de error. Los cambios urbanos la demolici6n de unacasa, por ejemplo inevitablemente afectan los hibitos de algunaspersonas causdndoles perplejidad y problema. El ciego tentalea hastasu lugar favorito para esperar a los que pasan, mientras que el paseantenota la ausencia de la avenida arbolada a donde iba a respirar airefresco y le ehtristece la p6rdida de ese lugar pintoresco. Cualquierhabitante para quien estas viejas paredes, casas derruidas, y oscurospasajes crean un pequeiio universo, que tiene muchos recuerdos liga-dos a estas im^genes ahora desaparecidas para siempre, siente que unagran parte de sf mismo muere con ellas, y se lamenta de que no hayanpodido perdurar siquiera el tiempo de su vida. Esta tristeza y malestarindividual no tiene ningun efecto, pues no altera a la colectividad.

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    Maurice HalbwachsEn contraste, el grupo no se contenta con Iademostraci6n de su

    infelicidad, o con una momentdnea explosi6n de mdignaci6n y protes-ta; se resiste con toda la fuerza de sustradiciones, y esto si tiene efecto.Trata de recuperar su pasado equilibro en medio de las nuevas cir-cunstancias, y triunfa parcialmente. Se esfuerza por afirmarse o refor-marse en un distrito o en una calle que ya no est^ a su disposici6n, peroque alguna vez fue suya.Por mucho tiempo, las viejas familias aristocraticas y los antiguospatriarcas urbanos no abandonaron de buena gana los distritos endonde habian residido desde tiempo inmemorial. A pesar de su cre-ciente aislamiento, se rehusaban a cambiarse a los nuevos vecindariosde los ricos, con sus anchas calles, sus cercanos parques, sus espaciosabiertos, su estilo modernista y su actividad. Los pobres tambidn seoponen, a veces agresivamente, al dislocamiento y, aun sometidos,dejan detrSs una gran parte de si mismos. D etras de la nueva fachada,y en los alrededores de las avenidas en donde se alinean las casas ricasrecidn construidas, la vida publica del ciudadano comun y corrientedel pasado, se refugia en los paseos, callejones y andadores, s61o paraceder gradualmente de ahi esas pequenas islas del pasado que nossorprende encontrar en medio de distritos modernos. En distritostotalmente remodelados, contrariamente a nuestras expectativas,vemos que, despuds de un tiempo, reaparecen casas de recreaci6n,pequenos teatros, cambistas no oficiales, y tiendas de arti'culos desegunda mano. Esto es especialmente verdadero en lo que se refiere aciertas artesanias, pequeiios negocios y actividades similares que yahan pasado de moda y no se ajustan a la moderna ciudad. Estasactividades reciben su impulso del pasado y desaparecerianrSpidamente si se les quitara de sus lugares tradicionales. Ciertospequeiios negocios tienen buena clientela porque, desde tiempo in-memorial, han estado en lugares que llaman la atencion publica. Hayviejos hoteles, que datan del tiempo de las diligencias, que continuanen uso simplemente porque se encuentran en un lugar m emorable.Todas estas rutinas y vestigios del pasado requieren un ciertoautomatismo colectivo que las explique, una rigidez duradera en elpensamiento de ciertas relaciones entre el hombre de negocios y sucliente. Estos grupos se adaptan lentamente, y en muchas circunstan-cias demuestran una extraordinaria capacidad para la no adaptaci6n.Ya hace mucho tiempo que definieron sus fronteras y sus reaccionesante configuraciones especificas del medio ambiente fisico. Las18

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    Espacio y memoria. . .paredes sobre las que han construido sus tiendas, el marco materialque las rodea, y los techos que les dan abrigo se han convertido en parteintegral del grupo. P erder su lugar en el pequeno espacio de una calle,o a la sombra de alguna pequena pared o templo, seria perder el apoyode la tradici6n que los recomienda y les da su unica raz6n para existir.Por eso podemos entender por qu6 los vestigios de edificios o callesdemolidos permanecen durante mucho tiempo, aunque solo sea bajola forma del nombre tradicional de una calle o lugar, o en el letreroque identifica a una tienda.Grupos sin base espacial aparente: Legates,Economicos y Religiosos

    Los grupos que hemos discutido hasta ahora est^n naturalmente co-nectados a un cierto lugar porque la proximidad espacial ha creadorelaciones sociales entre sus miembros. De aqui que una familia ogrupo familiar pueda ser defmida desde afuera como un conjunto depersonas que viven en la misma casa o departam ento como dice elcenso, "bajo el mismo techo". Los habitantes de un pueblo o distritoforman una pequena sociedad por su contiguidad en la misma area.No hay necesidad de decir que esa no es la unica condici6n necesariapara la existencia de tales grupos, aunque sea obvia y esencial. Dehecho, esta condicion es menos importante para la vasta mayoria deformaciones sociales que, al enfatizar caracteristicas distintas a la dela residencia, tienden a separar la gente del espacio. Los lazos deparentesco comprenden algo mSs que la mera habitaci6n bajo elmisnio techo, y la sociedad urbana es algo m^s que una masa deindividuos que viven unos junto a los otros.Las relaciones legales se basan en el hecho de que los individuostienen derechos y la capacidad de contraer obligaciones inde-pendientemente de su Iocaci6n fisica (por lo menos en el mundooccidental). Los grupos econ6micos se basan en posiciones deproduccion, no de espacio, en la diversidad de ocupaciones, tipos deremuneracion y distribucion de articulos de consumo. Desde el puntode vista economico, se define y se compara segun caracteristicaspersonales y no de lugar. Esto es todavi'a mas verdadero para gruposreligiosos. Estos grupos establecen lazos invisibles en tre sus miembrosy enfatizan el hombre interno. Cada uno de estos grupos se sobreponesobre otros grupos localizados. De hecho, se subdividen segun reglas

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    que no toman en cuenta la configuraci6n espacial. Por lo tanto, elhecho de que los individuos puedan vivir en el mismo lugar y recordarsu imagen nunca es suficiente para el descubrimiento y recuerdo delgrupo al cual pertenecen . Sin embargo, al revisar las m^s importantesformaciones grupales que son diferentes de los grupos localizados quehemos estudiado previamente, vemos que es dificil describirlos sievitamos el uso de im^genes espaciales. Esa dificultad se incrementacuando se profundiza en el pasado. Podemos decir que los gruposlegales se definen por los derechos y obligaciones de sus miembros.Pero sabemos que el siervo feudal estuvo ligado a la tierra, y que launica manera que tuvo de escapar de su servidumbre fue la de unirsea una comunidad urbana. En ese caso, entonces, la condicion legal eraconsecuencia del lugar donde vivi'a, campo o ciudad. Ademds, elsistema legal que gobernaba la posesi6n de la tierra variaba, y las cartasde las ciudades no les concedian los mismos privilegios.La Edad Media, se dice, fue una 6poca particularista. Habiamuchos regimenes, cada uno asociado con un local especifico, demanera que conocer la habitaci6n de un individuo era equivalente,para otros y para si mismo, a conocer su estado legal. El funcionamien-to de la justicia y del sistema de impuestos de los tiempos premodernosni siquiera puede ser descrito sin tener conocimiento detallado de lassubdivisiones territoriales. Cada provincia (en Inglaterra, cada con-dado) y cada ciudad teni'a su propio y honorable sistema legal ycostumbres particulares. En Inglaterra, los tribunales reales gradual-mente suplantaron a las cortes senoriales, mientras que en Francia,despu6s de la Revoluci6n, todos los ciudadanos fueron hechos igualesante la ley y en relaci6n con el sistema de impuestos. Hoy tenemos lapresente uniformidad porque las varias regiones del pais ya no rep re-sentan tantos distintos sistemas legales. Sin embargo, haber unifor-mado las leyes no pudo por si mismo uniformar las variantes con-diciones de la tierra o las situaciones particulares del individuo. En susaplicaciones, la ley debe hacer caso omiso de las circunstancias locales.Pero el pensamiento colectivo esta ligado a esas circunstancias precisa-mente y por lo tanto considera la ley irrelevante. De ahi que el campotodavi'a atribuya significacion legal a diferentes situaciones espaciales.Para la mentalidad de una autoridad rural, o del alcalde de unalocalidad, las praderas, los campos, los bosques, las granjas, las casas,todo ello evoca derechos de propiedad, contratos de venta, facilidades,hipotecas, arrendamientos, configuraciones de la tierra o sea, una20

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    Espacio y mem oria.. .serie de acciones legales y situaciones que una simple imagen de estatierra, como se le presenta a un extrano, no contendria, pero que le sonsobrepuestas en la memoria legal del grupo campesino.Estos recuerdos o rememoranzas estdn conectados con diferen-tes partes de la tierra. Se refuerzan mutuamente porque las porcionesde tierra con las que se relacionan son contiguas. Y se preservan en elpensamiento del grupo porque se fundan sobre la tierra, porque laimagen de la tierra persiste fuera de ellos y puede ser recapturada encualquier momento. De hecho, toda transacci6n y compromiso en elcampo involucra a la tierra. Pero en la ciudad, la ley cubre otrasmaterias por medio de otros marcos materiales. Aqui tambidn elnotario publico o subastador, al manejar los intereses de una personao llevar a cabo en su lugar una transferencia de derechos, tiene las cosasmateriales como consideraci6n normal. Una vez que el cliente sale desu oficina o la subasta termina, estos objetos pueden salir de esa dreay nunca mds ser vistos; pero el notario publico recordar^ la propiedadque ha vendido, o arreglado como dote o legado. El subastadorrecordarS el precio excepcional ofrecido por una pieza de mobiliariou obra de arte que ya nunca m is ver i, ya que ambas pertenecen al tipode objetos en los que el constantemente piensa y ve en su trabajo. Paraservicios de transacci6n y operaciones de intercambio bancario obursStil la situaci6n es diferente. El trabajo de un obrero, lashabilidades de un oficinista, las preocupaciones de un medico o elconsejo de un abogado , no son objetos que ocupen una Iocaci6nespacial definida. Nunca situamos en un lugar creditos y deudas, ti'tulosde propiedades, o derechos de autor. Este es el mundo del dinero y delas transaccionesfinancieras,en el que los objetos especiTicos que secompran y se venden no son lo importante, sino la capacidad decomprar y vender cualquier cosa. Sin embargo, los servicios se prestany las tareas se ejecutan, y su valor para el que los adquiere depende deque se realicen en una oficina o fSbrica especifica. Un secretariosindical, o un mediador laboral, que pase por una Mbrica o se imagineel lugar de su Iocaci6n, tiene una imagen de ella que s61o es parte deun marco espacial mds extenso que comprende todas las Mbricas cuyosobreros y gerentes le conciernen. Este marco le permite recordarvarias clases de contratos de paga y conflictos relacionados con ellos,asi como las leyes, reglamentos y costumbres (del lugar o propias deesa ocupacion) que defmen la situacion y los respectivos derechos detrabajadores y patrones.

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    Las actividades fmancieras y bancarias se situan dentro delmarco espacial de las instituciones a donde debemos ir a firmar losdocumentos y depositar o retirar fondos. Claro que la imagen de unbanco evoca s61o unas cuantas actividades especificas, o mas bien, unasecuencia de procedimientos que se entienden vagamente. Pero eso eslo que de ordinario ocupa ese tipo de memoria que apenas toca elpasado. E l notario publico, el alcalde, el subastador, el li'der sindical yel mediador laboral han sido escogidos como ejempio porque sumemoria tiene que adquirir el mds grande alcance y la mas grandeclaridad para las relaciones legales y acciones relacionadas con susocupaciones.Ellos representan el foco de una memoria que en si misma escolectiva y que se extiende sobre cada grupo involucrado con eseparticular asunto legal. Mostrar que esta memoria, para aquellos quemejor la encarnan, se basa en una imagen de un cierto lugar, pruebaque lo mismo es verdad para todos los miembros. Varios objetos y suarreglo espacial tienen significados relacionados con los derechos yobligaciones conectados con ellos, y los miembros del grupo estdncontenidos dentro de un mundo de relaciones legales que se formaronen el pasado pero que estdn continuamente presentes para ellos. Unrazonamiento similar se aplica a muchos otros tipos de grupos. Porejempio, nuestra necesidad de ir al campo para darnos cuenta de queuna granja es al mismo tiempo un lugar de habitaci6n y trabajo, no esmayor que la de caminar las calles de una ciudad antigua y leer losletreros que dicen "Calle de los Talabarteros" o "Calle de losPlateros", para recordar un tiempo cuando las ocupaciones seagrupaban por lugar. En la sociedad moderna, la casa y el lugar detrabajo estdn claramente separados. El equipo y el personal que hacelas tareas se juntan diariamente en las fabricas, oficinas y comercios.Es claro que estos pequenos agrupamientos comerciales se formansobre una base espacial. Similarmente, en las ciudades grandes, losdistritos se distinguen por la predominancia de una cierta ocupaci6no industria o por grados variables de pobreza o riqueza. Estasvariaciones sociales son obvias para el observador informal, y casicualquier parte del paisaje urbano Ueva la huella de una clase social uotra. De la misma manera, las religiones se arraigan en la tierra nosolamente porque los hombres y grupos deban vivir en ella,sino porquela comunidad de creyenjes distribuye sus mas ricas ideas e imagenespor todo el espacio. Existen lugares sagrados y otros puntos que evocan22

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    Espacio y memoria...recuerdos religiosos, asi como lugares profanos habitados por losenemigos de Dios, que pueden hasta ser maldecidos y en donde losojos y los oidos deben cerra rse. E n n uestros dias, en un viejo tem plo oconvento, sin poner atenci6n caminamos sobre ldpidas que indicantumb as, y ni siquiera intentam os descifrar las inscripciones grab ada ssobre las losas que com pone n el piso o las pa red es. Esas inscripcionesesta ban co nsta ntem ent e frente a los ojos de aqu611os qu e ado rab an enese templo o que pertenecian a aquel convento. El espacio (juerodeaba al creyente estaba penetrado de significado religiose poraquellas lSpidas funerales, tanto como por altares, estatuas y piiiturasde los Santos. Nuestra fabricada concepcion de la manera en que sumemoria arreglaba los recuerdos de las ceremonias y oraciones y detoda s las acciones y pen sam ientos que com pon en la vida devota seri'abastante inexacta si ignoraramos el hecho de que cada uno de esosrecuerdos encuentra su lugar en una locacion especifica.La Insercion de la Mem oria Colectiva en el E sparioDe esta manera, toda memoria colectiva se desariolla dentro de unmarco espacial. Ahora bien, el espacio es una realidad perdurable:dad o que nu estras imp resiones vuelan una detrSs de la otra, y no dejannada en la mente, s61o podemos entender c6mo recapturamos elpas ado si enten dem os c6 mo , de hec ho, 6ste es conser vado por nuestrom edio am bien te fisico. Nues tra atenc ion deb e volverse hacia el espacio el espacio que o cupam os, en el que viajamos, al que ten em os accesocontinuo, o pod em os encualquier m om ento reconstruir en pensamien-to e imaginaci6n . Nu estro pensam iento de be enfccarse en el espaciosi es que querem os q ue tal o cual categoria de recue rdo reap arez ca.A unq ue podria co ncederse que tod o grupo y toda clase deactividad colectiva estin ligados a un lugar o segmento de lugarespecifico, tambidn podria decirse que este hecho por si mismo esinsuficiente para explicar c6mo la imagen de un lugar evoca pen-samientos acerca d e una actividad del grupo que estd asociada con eselugar. Aunque cada imagen mental en verdad tiene un marco, no hay

    ninguna relaci6n estricta y necesaria en tre los dos; el marco no pu edeevoca r la ima gen. U na objecion asi, seri'a vdlida si el tdrm ino "e sp ac io "se refiriera sola m ente al espacio fisico esto es, a la totalid ad deformas y colores que percibimos a nuestro alrededor. oPero es asicomo originalmen te tenem os experiencia d irecta del espacio? cEs asi23

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    Maurice Halbwachscomo normalmente percibimos nuestro medio ambiente social? Esdificil saber qu6 exactamente seri'a el espacio para una personagenuinamente aislada que nunca hubiera pertenecido a ningunasociedad. Podemos especular sobre que condiciones son necesariaspara poder percibir solo las cualidades fisicas y sensoriales de losobjetos: debemos despojar a los objetos de muchas relaciones queirrumpen en nuestro pensamiento y que corresponden a un numerodad o de diferentes puntos de vista. Esto es, debemos disociarnos decualquier grupo que establezca ciertas relaciones entre objetos y quelos considere desde puntos de vista dados. Ademis, s61o podriamostener 6xito si adoptamos la actitud de otro grupo, quizes el de losfisicos, si decimos poner nuestra atenci6n s61o en ciertas propiedadesabstractas de la materia; o el de los artistas, si nos concentramos en lalfnea y el juego de luz y sombra de figuras y paisajes. Ya de vuelta entierra firme, a la entrada del parque recreativo; o en medio delmovimiento callejero despues de visitar una galeria de arte, todaviasentimos ese impulso de nuestra asociaci6n con el grupo de los pintorescuando tratamos de ver las cosas, no como realmente son, sino comoaparecen cuando tratamos de reproducir una imagen de ellas. Dehecho, no hay nada mfc artificial. Por supuesto, los recuerdos orememoranzas de inter6s para otros grupos no pueden encontrar lugarque los preserve en el espacio del cientiTico o del pintor, dado que eseespacio se construye mediante la eliminaci6n de cualquier otroespacio. Pero esto no prueba que estos otros espacios sean menosreales que los del cientifico o pintor.Espacios legates y Memoria LegalEl espacio legal no es un mero contorno vacio que simplementesimbolice un indefinido mundo posible de relaciones legales en tre loshombres. Si asi fuera, no podria ser que una parte de 61 pudiera evocaruna relaci6n especifica y no otra cualquiera.Consfderese la ley de la propiedad, que es b^sica para el pen-samiento legal y un posible modelo y punto de partida para ladefinici6n de cualquier otra obligaci6n. Esta ley es el resultado dehaber adoptado una actitud duradera hacia cierta porci6n de tierra uobjeto fisico. Mientras que la tierra es algofijo,y los objetos fisicos, sino fijos, por lo menos retienen sus propiedades y apariencia de talsuerte que en ambos casos su identidad a traves del tiempo esta24

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    Espacio y memoria...asegurada, los seres humanos pueden cambiar de lugar tanto como deinclinaciones, capacidad oesfuerzo. U na persona o grupo de personass61o adquieren derechos de propiedad cuando su sociedad concede laexistencia de una relaci6n permanente entre ellos y un objeto, unarelaci6n tan inmediata como el objeto mismo. Esta convenci6n violentala realidad natural, pues los individuos cambian de continuo. Cualquierprincipio que se invoque como base de derechos de propiedad, s61ogana aceptaci6n si la memoria colectiva garantiza su aplicaci6n.Supongamos que yo fuera la primera persona que ocupara o limpiarauna cierta porci6n de terreno, o que una cierta posesi6n fuera resul-tado de mi propio trabajo. Si no podemos retroceder en el tiempo, y sise presenta una disputa acerca de la situaci6n original que pudieradebilitar mis derechos, c6mo podria verificarse el estado original amenos que el grupo mantuviera una memoria de 61. Pero el recuerdomismo que garantiza la permanencia de esa situaci6n estd basado enla permanencia del espacio, o por lo menos en la permanencia de laactitud adoptada por el grupo hacia esa parte del espacio. Las cosas,y los signos y simbolos que la sociedad lesfijay que siempre estan ensus pensamientos al enfocar el mundo externo, deben considerarsecomo una totalidad.Estos signos no son externos a las cosas, ni se relacionan con ellasartificial o arbitrariamente. La Carta Magna, escrita despuds de laconquista de Inglaterra, registr6 en el papel no la divisi6n de la tierra,sino el poder que se ejercia sobre ella por los varios barones a quienesles era asignada. De la misma manera, en el caso de un registro de laprop iedad u otro certificado legal que recuerde la existencia de algunderecho de propiedad, la sociedad no solo establece una relaci6n entrela imagen de un lugar y un docum ento, sino que considera que ese lugarya estS ligado a esa persona que lo ha cercado o bardeado, que haresidido ahi continuamente o lo ha cultivado para su propio beneficio.Todas las cosas de este tipo pueden ser Uamadas espacio legalunespacio permanente (por lo menos dentro de ciertos limites de tiempo)que permite que la memoria colectiva recobre en cualquier momentoel recuerdo de los derechos legales de que se trate. El pensamientoque se refiere a los derechos de las personas sobre las cosas considerano s61o la relaci6n hombre cosas, sino que considera al hombre mismopermanente y sin cambio. Por supuesto, en una comunidad campesinalos derechos registrados en la notaria publica o ante un tribunaljudicial, est^n claramente relacionados con personas especiTicas. Pero

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    el pensamiento, hasta donde se enfoca en el aspecto legal de los hechos,preserva a la persona s61o en sus caracteristicas relevantes comoposeedor de un derecho reconocido o en disputa, como propietario,usufructuario, heredero , y asi sucesivamente.Mientras que una persona normalmente cambia de un momentoa otro, como entidad legal nunca lo hace. La ley habla mucho de"voluntades" por ejempio, acerca de la voluntad de las partes in-volucradas pero este tdrmino se refiere s61o a las intenciones queresultan del car^cter legal de la persona, y se considera lo mismo paracada persona legal; y esa voluntad permanece sin cambio en tanto lasituacion legal no sea alterada. Esta tendencia a no tomar encuenta lascaracteristicas individuates cuando se consideran los derechos de unapersona, explica dos ejemplos de ficci6n congruentes con la men-talidad legal. Cuando una persona muere y deja un heredero natural,se dice que "la muerte toma la vida" esto es, que todo continua comosi no hubiera habido interrupcion en el ejercicio de los derechos, sinouna continuidad entre las personas del heredero y del propietariofallecido.Otro ejempio. Se considera que varios individuos que se asocianpara adquirir y manejar ciertas posesiones, forman un grupo que tienepersonalidad legal inalterada en tanto el contrato de asociaci6n per-manezca, aun cuando cada uno de los miembros originates se haya idoy haya sido reemplazado por alguien mas. De aqui que digamos queuna persona perdura porque las cosas perduran ,y los procedimientoslegales referentes a una "voluntad" pueden seguir por muchos afios, yse puede lograr un juicio definitivo solo cuando los anos asignados ala vida humana hayan transcurrido. La memoria de la sociedad legalno fallar^ mientras las cosas mismas permanezcan. Sin embargo, losderechos de propiedad se ejercitan no solo sobre la tierra u objetosespeciTicos. En la sociedad m oderna, la riqueza li'quida se ha incremen-tado y (antes que permanecer estacionaria en lugar o forma) circulacontinuamente sin Uamarnos la atenci6n. Todo se reduce a com-promisos contraidos entre prestamistas o acreedores y deudores. Peroel objeto del contrato no ocupa un lugar fijo, pues pertenece al dineroo a la deuda, esto es, a signos abstractos. Ademds, hay otros contratosque no necesitan referirse a cosas sino que le otorgan a una partederecho sobre los servicios, actos y aun la ausencia de derechos de laotra parte.

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    Espacio y mem oria. ..Vemos Otra vez que, donde las relaciones se establecen sola-mente entre personas y las cosas ya no tienen parte en el asunto, elespacio pareceria h aber salido del cua dro . Sin em bargo , cad a con trato,aun si no hay propiedades involucradas, pone a dos partes en unasituacion que se considera inalterada en tanto el contrato sea vdlido.A qui tenem os otro ejemplo de ficcion qu e la sociedad introdu ce y queconsidera qu e las dos partes estan mutu am ente obligadas una vez qu elas cl^usulas del contrato se definen. Pero es imposible que la es-tabilidad d e los individuos y la perm anenc ia de sus recfprocas actitudes

    no fueran expresado s en forma material o no tom aran forma en elespacio. En todo momento, cada parte debe saber d6nde encontrar ala otra, asi com o los limites de sus respectivos po de res con resp ecto alotro. La forma mas extrema d e pode r de una perso na so bre otra fue laley que en un tiempo concedia la posesion de esclavos. En verdad, unesclavo solo era una persona reducida acosa. No habfa contrato entreamo y esclavo, y la ley de la propiedad trataba a este como cualquierotra pr op ieda d. A pesar de todo , los esclavos segui'an siendo hom bresy, al reves qu e las cosas, podi'an perjudicar los der ech os de sus am os sireclam aban su libertad p or m edio de docu m entos falsos, si huian o sesuicidaban. Por eso, el esclavo tenia un estado legal, aunque este solole daba obligaciones y no derechos. En los hogares de antano, losalojamientos de los esclavos estaban sep arad os de los del amo, a d on des61o teni'an acceso cuando se les llamaba.

    Esta division del espacio en dos areas era suficiente para per-petuaren las conciencias de amos y esclavos la imagen de poderilimitado de un o sobr e el otro . Fu era del espacio de su am o, elesclavopodia olvidar su condici6n servil, pero al entrar a ese espacio una vezmas se daba cuenta de que era esclavo. Era como si el cruzar eseumbral lo transp ortara a una region del espacio en do nd e los recu erd osmismo s de su sujecion hub ieran sido pres erva do s. Ni la esclavitud osi de eso hablamos, la servidumbre ni las diferentes clases socialesde no ble, villano, etc.; estan ya con n oso tros. Ah ora solo acep tam os lasobligaciones que nosotros mismos hemos contrai 'do. Sin embargo,considerese un obrero o un oficinista a quien se llama a la oficina desu jefe, o un de udo r que e ntra ra a una casa comercial o ban co del cualhubiera recibido un prdstamo con la intencion de negociar un plazomas largo o aun la de pe dir un p res tam o m ayor. Q uizas ya se les olvid6el servicio o el diner o qu e de ben . Pero alli lo recuerd an, y de rep en tese encu entran en una situacion de subord inacion, po rqu e la residencia

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    Maurice Halbwachso lugar habitual del patr6n o acreedor, para ellos representa una zonaactiva, un foco desde el cual irradian los derechos y poderes de alguienque, dentro de ciertos limites, tiene la libertad de afectarlos.Las circunstancias y significado del contrato firmado, parecenser reconstituidos y evocados de nuevo en su memoria al tiempo queentran en esa zona o se acercan a ese foco. Por supuesto, estos ejemplosson excepcionales. Una persona puede muy bien encontrarse con otraen un posicion de superioridad y de subordinaci6n al mismo tiempo.De esa manera, M r. Smith, que no pertenece a la nobleza, puede tenercomo deudor a un caballero de la clase alta, pero no atreverse areclamar lo que por derecho es suyo. Lo esencial aqui es que todocontrato especifica, o bien el lugar en donde debe ser ejecutado, o bienel de residencia de cada parte, de manera que el acreedor sabe dondeencontrar al deudor y este sabe la fuente de las instrucciones querecibe. Ademas, estas zonas en las que una persona se siente superiory otro subordinado, en realidad se reduce a un area localizada porejempio, el lugar en donde cada parte vive o los limites de la Kbrica de manera que tan pronto como una persona entra a la fibrica o alnegocio, siente la presion de los derechos que otro tiene sobre 6\. Aveces, esta presi6n se extiende aun mSs lejos, y el deudor insolvente,en peligro de aprehensi6n, no puede ni siquiera atreverse a salir a lacalle. Pero en este punto se involucran la ley y la violaci6n de la ley, nos61o un contrato entre dos individuos. Comunmente, pensamos ennuestra obligaciones con respecto a las leyes del orden publico s61ocuando las violamos o intentamos violarlas. En esos casos, casi no haylugar en el espacio ocupado por la sociedad que hizo esas leyes en elque no nos sintamos mal, como si temi6ramos la represi6n o la censura.Pero aun cuando nos encontremos dentro de la ley, el pensamientolegal est5 ahi, extendido sobre el suelo. Los antiguos nunca separaronla imagen de la ciudad del recuerdo de sus leyes. Aun hoy dia, cuandoviajamos al extranjero, tenemos una sensaci6n muy clara de haberpasado de una zona legal a otra, pues la linea que las separa estdfisicamente marcada en el suelo.Espacio EconomicoLa vida economica relaciona al hombre con los bienes m ateriales, perode manera distinta al ejercicio de los derechos de propiedad o de lasobligaciones contraidas por contratos relativos a cosas. Dejamos el28

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    Espacio y memo ria...mundo legal para entrar al del valor. Aunque ambos difieren grande-mente del fisico, podemos muy bien alejarnos m^s de 6ste cuandoevaluamos objetos que cuando, de com6n acuerdo con nuestros con-gdneres, decidimos el alcance y los limites de nuestros derechos sobreel mundo material.Sin embargo, hablamos de precios, no de valores, porque,despu6s de todo, con ellos funcionamos. Los precios les son puestos alas cosas como si fueran etiquetas, pues no hay relacidn entre laapariencia ffsica de un objeto y su precio. Seria distinto si el precio queuna persona pagara o estuviera dispuesta a pagar por alguna cosarespondiera a su deseo o necesidad de ella. Igualmente, seria distintosi el precio pedido midiera el dolor y sacrificio de entregar su pertenen-cia, 0 bien el de trabajar para reemplazarla. En ninguna de estassituaciones tendria caso hablar de memoria economica; cada personaevaluaria los objetos en relaci6n con sus necesidades m omentaneas yel penoso trabajo de producirlos o de ser privado de ellos. Pero 6steno es el caso. En lugar de ellos, sabemos que la gente evalua los objetos las satisfacciones que les dan, tanto como el esfuerzo y trabajo querepresentan segun su precio; y los precios se establecen fuera denosotros, en nuestro grupo econ6mico.Ahora bien, para darle precio a un objeto, una persona debetener alguna referencia a la opini6n reinante en su grupo con respectoa la utilidad y la cantidad de trabajo que ese objeto requiere . Pero estaopini6n, en su estado presente, se explica primordialmente por suestado anterior, es decir, el precio de hoy, segun el precio de ayer. Lavida econ6mica, por lo tanto, se basa en la memoria de los preciosanteriores, y por lo menos, del ultimo precio. Compradores y ven-dedores o sea, miembros de un grupo los toman como punto dereferencia. Pero esa memoria se sobrepone a los objetos inmediatospor una serie de decretos sociales. Ahora bien, centonces puede lamera apariencia y posici6n espacial de estos objetos ser suficiente paraevocar tales remem branzas?Los precios son numeros que representan medidas. Mientras losnumeros correspondientes a las propiedades fisicas est^n, en ciertomodo, en los objetos (dado que pueden ser redescubiertos por mediode la observacion y la medicion), aqui en el mundo econ6mico, losobjetos adquieren valor s61o desde el momento en que les es asignadoun precio. Por lo tanto, este precio no tiene relacion con la aparienciao propiedades fisicas del objeto. tComo podria la imagen de los

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    Maurice Halbwachsobjetos evocar el recuerdo de su precio es decir, una cantidad dedinero si el objeto se nos presentara como aparece en el espaciofisico, y por lo tanto, separado de toda coneccion con la vida del grupo?Precisamente porque los precios son resultado de opinionessociales que dependen del pensamiento grupal y no de las propiedadesfisicas de los objetos, el lugar en donde se forman y transmiten estasopiniones respecto al valor de las cosas escapaz de servir de base a lamemoria econ6mica, en lugar del espacio ocupado por los objetos. Enotras palabras, en el pensamiento colectivo, ciertas partes del espacioson diferenciadas de todas las demSs para que sirvan como lugaresordinarios de reuni6n para los grupos, cuya funcion es la de recordarpara ellos mismos y para otros grupos los precios de varios productos.La memoria de las actividades de intercambio y el valor de los objetos o sea, el contenido total de la memoria del grupo economico normalmente es evocada dentro del marco espacial que estos lugaresforman.Simiand habl6 una vez de un pastor montaii6s que, habidndolevendido una jarra de leche a un viajero, no sabia cu^nto cobrarle, y porlo tanto le pregunto: "6Cuanto le hubieran cobrado en la ciudad?".Igualmente, los campesinos que venden huevos y mantequilla decidensus precios segun el ultimo precio del mercado. Tal memoria, enprimer y mSs importante lugar, se refiere a un periodo muy cercano enel tiempo, igual que casi todos las remembranzas surgidas del mercadoo de la opini6n econ6mica. En verdad, si dejamos aparte los aspectost6cnicos de la produccion (con los cuales no estoy lidiando en estosmomentos), se encontrara que las condiciones de la compra y venta,de los precios y salarios se encuentran en contunua fluctuaci6n. Enninguna otra esfera las ultimas remembranzas desvanecen mas r^piday completamente las anteriores.Por supuesto, el ritmo de la vida econ6mica puede variar. Cuan-do los procedimientos de manufactura cambiaban muy lentamente, enlos tiempos de las asociaciones de artesanos y de la pequena industria,com pradores y vendedores conocian largos periodos de estabilidad delos precios y estaban sujetos s61o a cambios menores. Pero la situaci6ncambio cuando la tecnologia y las necesidades se transformaronsimultdneamente en un sistema econ6mico competitivo que seextendio hasta las fronteras del pai's y mas alia. El sistema de precios,mucho mas complejo que antes, experimenta grandes fluctuacionesque se extienden de una region o industria a otra. Como continuamente30

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    Espacio y mem oria...tienen que reajustarse a las nuevas condiciones de equilibrio, com-pradores y vendedores olvidan sus viejos habitos, intenciones y ex-periencias. Simplemente considerense aquellos periodos de inflacionr^pida, cuando el valor de la moneda se derrumba y los preciosaumentan sin interrupcion y debemos fijar en nuestras mentes nuevosvalores de un dfa para otro, y hasta de la manana para la tarde.Dristicas diferencias como 6stas son tambidn observables en unmomento o dentro de un periodo dado, entre las distintas esferas dela vida econ6mica. Los campesinos van al mercado o a la ciudad muyde vez en cuando, y muy bien pueden imaginarse que los precios nohan cambiado desde la ultima vez. Viven de la memoria de preciosanteriores. Ese no es el caso en aquellos ambientes en los que loscontactos entre clientes y comerciantes son mas frecuentes. Particular-mente, en esos circulos de mayoristas y minoristas que compran nos61o para su propio consumo, o venden no solo para disponer de susproductos, sino que compran y venden como intermediarios entreconsumidoresy productores, la memoria economica debe tomar encuenta yfijar as relaciones mas recientes y los precios.Esto es todavia mils cierto cuando se trata de la bolsa de valores,en donde los precios de los documentos cambian no solo de dia en di'a,sino de hora en hora durante la Jornada, ya que todas las fuerzascapaces de alterar la opini6n de compradores y vendedores se sienteninmediatamente y dado que la unica manera de adivinar o predecir elprecio futuro es la de comprar al precio presente. Al alejarse de estoscirculos de la mSs intensa actividad burs^til, la memoria econ6mica sevuelve m^s lenta, toma como base un pasado mis antiguo, y se situaatrSs del presente. Son los comerciantes quienes le dan nuevos impetusy la renovaci6n de sus fuerzas.Entonces, los comerciantes les ensenan y les recuerdan a susclientes los precios actuales. Los compradores participan como talesen la vida y memoria del grupo economico solo al entrar los circulossociales mercantiles o cuando recuerdan contactos previos. Encer-rados en la familia, y separados de las corrientes de cambio como estin,6hay alguna otra manera de enterarse del valor de los bienes y deevaluar en t6rminos de dinero lo que usan? Examinemos mis de cercaa estos grupos de comerciantes que,como ya he dicho, forman la partemds activa de la sociedad econ6mica dado que entre ellos se generany se conservan valores economicos.

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    Maurice HalbwachsCongregados en puestos en el mercado, o alineados a lo largo deUna calle comercial, pudieran al principio estar en oposicion uno conel otro m^s bien que juntos en una especie de conciencia comiin. Susrelaciones son con los clientes. Como vendedores, se disocian de losotros vendedores, a quienes, como com petidores, pretenden ignorar oquienes, simplemente, venden otras mercancias. Aun cuando no tienenconiunicaci6n directa, todos ellos son agentes de una unica funcioncolectiva. Todos tienen una mentalidad parecida, muestran actitudestipicas y obedecen una misma 6tica ocupacional. Aunque son com-

    petidores, adquieren conciencia de su solidaridad, cuando se trata demantener el nivel de los precios y cargdrselo al consumidor. Y lo masimportante de todo, estdn ligados a grupos de m ayoristas, y por mediode ellos, a las bolsas o m ercados de cambio comerciales asi como a loscirculos banqueros y a "los negocios en grande" (bigbusiness), que sonla parte de la sociedad economica en quienes se concentra la mSsabundante informacion, en quienes inmediatamente se reflejan lasrepercusiones de los tratos comerciales, y quienes tienen el papel mdsefectivo en la determinaci6n de los precios.Los negocios en grande son el organo regulador mediante el cualtodos los comerciantes estdn ligados uno con el otro, dado que lasventas de cada com erciante de ellos afectan las reacciones del negocioen grande, y, a su vez, obedecen sus impulsos. De esta manera, losminoristas representan el contorno y los limites de una sociedadecon6mica cuyo centro y coraz6n son el mercado cambiario y loscirculos banqueros, mientras que el contacto entre estos polos semantiene por medio de los agentes viajeros, los corredores y lasagencias informativas y publicitarias.El cliente consumidor no esta incluido en este conjunto deactividades. El mostrador del comerciante es como una cortina queimpide que el cliente se asome a esas areas en donde se deciden losprecios. Esto es m^s que metafora. Veremos que, de esta m anera, elgrupo de comerciantes se encuentra inmovilizado y fijo en ciertoslugares a la espera del cliente, porque s61o asi puedecumplir su funci6nen la sociedad econdmica. Ahora veamos las cosas desde el punto devista del consumidor. Como ya se dijo, los clientes pueden aprender aevaluar las mercancias solo si los comerciantes les dan a conocer losprecios. Por lo tanto, deben acudir al comerciante, pues el intercambiotiene como condicion necesaria que el cliente sepa en donde puedeencontrarlo. (Por lo menos, ese es el caso general, aunque debemos32

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    Espacio y memoria...recordar al vendedor de puerta en puerta, una excepcidn que s61oconfirma la regla, como veremos). En consecuencia, los comerciantesesperan en sus tiendas a los clientes.No s61o el comerdante, sino tambidn la mercancfa, espera alcliente. La frase anterior es no la doble expresidn del mismo acon-tecimiento, sino la de dos hechos distintos que deben ser consideradossimult^neamente porque cada uno de ellos, tanto como la relaci6nentre ellos, entra en la representaci6n econ6mica del espacio. Enefecto, como la mercancfa espera es decir, permanece en el mismolugar, el comerciante se ve forzado a esperar o sea, a conservar imprecio fijo (por lo menos durante el tiempo que tarde una sola venta).Al consumidor se le alienta para que haga su compra segun esacondici6n, porque recibe la impresi6n de que estd pagando lo que 61considera ser el precio propio del objeto, como si el precio fueraresultado de la naturaleza misma del objeto, mis bien que el preciodeterminado por un complejo juego de valoraciones en cambio con-stante. Claro que su impresi6n es falsa porque el precio se le asigna ala cosa de la misma manera que se le pone una etiqueta a cualquierarticulo especifico, pues el precio est^ cambiando constantemente,pero el objeto no. Aun cuando el cliente pueda regatear, creyendo quede esa manera estd tomando en cuenta cualquier elementoficticioenla determinaci6n de los precios, en realidad sigue convencido de queexiste un precio verdadero que corresponde al valor del objeto.Durante el regateo, o bien elcomerciante est^ tratando de esconderese precio verdadero y el cliente est^ tratando de hacer que lo reconoz-ca, o bien estS declarando el precio verdadero y el cliente estd tratandode hacer que lo olvide. El comerciante se esfuerza para persuadir alcliente de que el objeto se vende a su propio precio y para evitar darla impresi6n de que ese precio viene de fuera y no esti en el objetomismo. Pero se las maneja para establecer s61o gradualmente unprecio fijo para un objeto, al ofrecerlo al mismo precio durante uncierto tiempo, que es variable.Cualquiera que compre muebles, ropa o aun articulos de usoinmediato, muy bien puede imaginarse que esa mercancfa conserva suvalor, medido segun el precio pagado al comerciante, duran te todo eltiempo que se use. Una creencia asf, con frecuencia es err6nea , puessi tratara de remplazarla, o revenderla, inmediatamente o algun tiempodespu6s, se encontrarS con que el precio ha cambiado. El compradorvive de viejas remembranzas. Los recuerdos del comerciante en

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    Maurice Halbwachsrelaci6n con los precios son m^s recientes porque como le vende amucha gente, tiene a su disposicidn y debe reordenar sus articulos conmayor celeridad que la que cualquier comprador necesitara paravolverle acomprar cualquier articulo. Sin embargo, su relaci6n con sumayorista es la misma en la que su cliente se encuentra conrespecto a61. Por eso, los precios al menudeo cambian mds lentamente que losprecios al por mayor. Este es, entonces, el papel del minorista: debeestabilizar los precios el tiempo suficiente para permitir que los clien-tes compren. Su papel es s61o una aplicaci6n particular de una funci6nque toda la sociedad cumple.Aunque todo cambia continuamente, la sociedad debe persuadira sus miembros de que no estd cambiando, por lo menos en ciertosaspectos y durante un cierto periodo. De la misma m anera, la sociedadde comerciantes debe persuadir a sus clientes de que los precios nocambian, por lo menos durante el tiempo necesarios para que 6stosdecidan. S61o tiene 6xito con la condici6n de que se estabilice y se fijeo quede en cierto lugara la espera de clientes. En otras palabra, losprecios pueden fijarse en la memoria d e los compradores y aun en lade los vendedores, s61o si ambos piensan simult^neamente en loslugares de venta tanto como en la mercancia misma. El grupoecon6mico no puede extender su memoria, o proyectar susremembranzas de los precios hasta un pasado suficientemente dis-tante, a menos que perdure o sea, que permanezca sin cambio en losmismos lugares. Los miembros del grupo reestablecen el mundo devalores para los que estos lugares sirven de marco continuo, por elprocedimiento de resituarse a si mismos, de hecho o de pensamiento,en los lugares de venta.Espacio Religioso

    Los grupos religiosos pueden evocar ciertos recuerdos al ver lugaresespecificos, edificios u objetos. Esto no debe sorprendernos, pues laseparaci6n bdsica entre lo sagrado y lo profano que tales grupos hacen,se realiza materialmente en el espacio. El creyente que entra a untemplo, cementerio u otro lugar consagrado sabe que ahi recobrar^ unestado mental que ha experimentado muchas veces.Junto con sus corrcligionarios reestablecera, adem^s de su com-unidad visible, un pensamiento comun y un recuerdo que se form6 ymantuvo ahi a traves de las 6pocas. Por supuesto, muchos de los fieles34

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    Espacio y memoria...viven virtuosam ente en elmun do secular, en ocupacion es norelacionadas con lo religioso y en contextos sociales que tienenprop6sitos bastante diferentes; y nunca olvidan relacionar a Dios,tanto como les sea posible, su pensamiento y accidn. La religi6npenetr6 la ciudad antigua, y en sociedades muy antiguas China, porejemplo casi ninguna cirea escap6 a la influencia de las fuerzassobrenaturales. Sin embargo, el tamaiio y el numero de los espaciosdedicados a la religi6n o habitualmente ocupados por comunidadesreligiosas, declina a medida que las actividades mayores de la vidasocial se separan del dominio de la religi6n. "Para el puro todas lascosas son puras", y no hay ningun lugar tan profano como para que uncristiano no pueda evocar a Dios ahi. Sin embargo, los fieles ex-perimentan la necesidad de congregarse periodicamente en edificiosy lugares cohsagrados a la santidad. Entrar a un templo no es suficientepar a hac ernos evocar de manera detallada y precisa nuestrasrelaciones con el grupo que tiene creencias similares. Pero cuando nosreunimos en un lugar de adoraci6n, nos encontramos nosotros mismosen esa disposici6n mental que es comun a todos los adoradores ahireunidos y esto es algo que tiene que ver no con sucesos en si mismos,sino con una cierta y comun inclinaci6n de pensamiento y sensibilidad.Esto ciertamente proporciona la base y contenido mSs importantes dela memoria religiosa colectiva. No hay duda de que son las dreasconsagradas las que preservan esa memoria, pues tan pronto comovolvemos a ellas, la recobramos. Hasta podemos imaginarnos que lamemoria del grupo perdura de la misma manera que los edificios enlos que supuestamente se alberga, y que a trav6s de los tiempos hahabido una sola y continua corriente de pensam iento religioso bajo lostechos de esos lugares sagrados. Cierto, a veces, el templo esta vacio,las puertas cerradas con Have, y las paredes encierran solamenteobjetos inertes. En esos momentos el grupo se dispersa, pero perduray permanece como ha sido; cuando se vuelve a reunir no hay raz6n parapensar que pueda haber cambiado o aun dejado de existir, a condici6nde que los fieles pasen por el templo, lo miren de lejos, o escuchen suscampanas; o de que puedan retener en la mente o evocar fdcilmentela imagen de las reuniones y las ceremonias en las que han participadotras esas paredes. Por otro lado, 6c6mo pueden estar seguros de quesus sentimientos religiosos no han cambiado y son hoy lo que eran ayer,de que para esos sentimientos no hay distincion entre pasado y

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    Maurice Halbwachspresente, a menos que la permanencia misma del lugar fi'sico sea la quelo garantice?Un grupo religioso, m^s que ningun otro, necesita el apoyo dealgunos objetos, de una parte duradera de la realidad, porque el grupoproclama su inmutabilidad mientras que todas las otras instituciones ycostumbres son modificadas, cuando ideas y experiencias se transfor-man. A diferencia de otros grupos que se satisfacen con persuadir asus miembros de que las reglas y disposiciones permanecen igualdurante un periodo limitado, el grupo religioso no puede reconocerque hoy es diferente de lo que era en el principio, o que lo se ri en elfuturo. Dado que el mundo del pensamiento y el sentimiento no puedeproporcionar la necesaria estabilidad, el grupo debe garantizar suequilibrio por medio de objetos fisicos en espacios especiTicos.Eltemplo no es solamente un lugar en el que los fieles se congregan, unespacio cerrado, protegido de las influencias de lo profano. En primerlugar, su apariencia lo distingue de cualquier otro lugar de reuni6n ocen tro de vida colectiva. Su arreglo fisico refleja necesidadesdevocionales y se inspira en las tradiciones y pensamientos del gruporeligioso. Por motivo de que sus diferentes partes estan arregladas paradiferentes clases de adoradores, y porque los sacramentos esencialesy formas principales de devoci6n estdn especialmente adaptados alugares particulares, la distribuci6n del espacio del templo exige quelos miembros tengan una cierta distribuci6n fisica y postura corporalal mismo tiempo que graba profundamente en sus mentes imSgenesque sefijany se hacen inmutables, tales como los rituales, oraciones ydogmas.

    Las pr^cticas religiosas sin duda requieren que ciertas areas deun templo sean separadas del resto. El pensamiento grupal requiereestos focos de atencion lugares para proyectar, como quien dice,una porci6n mayor de susustancia. Luego, los sacerdotes tienen con-ocimiento de las tradiciones, de manera que, para ellos, cada detalledel arreglo interior tiene significado y corresponde a una orientaci6nparticular del pensamiento religioso, mientras que la masa de los fielesgeneralmente solo obtiene una impresion de misterio apartir de esasimagenes materiales. De ahi que, en los templos antiguos enJerusaI6n, por ejemplo no todos losfieleseran adm itidos en las Sreasmas sagradas, el santuario y el Lugar Santi'simo.Un templo es como un libro cuyos caracteres impresos soninteligibles solo para la m inoria. Cuando el grupo asiste a los servicios36

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    Espacio y memoria...y recibe instrucci6n dentro de esos edificios, sus pensamientos sonprofundamente moldeados por estos objetos fisicos. Como encuentraimdgenes de Dios, los ap6stoles y los santos por todas partes, y comoest rodeado de luz, ornamentos y vestiduras eclesidsticas, el feligrdscoloca dentro de ese marco las cosas sagradas, el cielo y las verdadestrascendentales del dogma. Por eso la religi6n se expresa en formassimb61icas que se despliegan y toman coherencia en el espacio. Estacondici6n, y s61o 6sta, garantiza su existencia continua. Por eso losaltares de los dioses antiguos deben ser derrumbados, y sus templosdestruidos, si se quiere borrar por completo de la memoria del hombrelas remembranzas de una forma de adoraci6n mSs primitiva. D esper-digados y distantes de sus santuarios, los fieles de esas formas antiguasse lamentan de su estado y sienten que sus dioses los han abandonado,mientras que cada vez que un nuevo templo se levanta, el gruporeligioso siente que crece y se vuelve cada vez mis fuerte. Pero todareligi6n tiene su historia. O mejor dicho, hay una memoria religiosacompuesta por tradiciones que van hasta sucesos con frecuenciaacaecidos en el pasado remoto y que sucedieron en lugares concretos.Puede ser dificil evocar el evento si no lo asociamos con el lugar. Sinembargo, en la mayoria de los casos, conocemos ese lugar no porquelo hayamos visto sino porque sabemos que existe y podria ser visto. Decualquier modo, su existencia estd garantizada por el testimonio detestigos.Por eso hay una geografia o topografia religiosa. Los Cruzados,al Uegar a Jerusaldn para retomar la tierra santa, no se contentaron conlocalizar los lugares en donde, segun la tradici6n, se habi'an desarrol-lado los principales sucesos narrados en los evangelios. Con frecuenciaencontraron, mds o menos arbitrariamente, varios detalles de la vidade Cristo o de la iglesia cristiana primitiva, guiados s61o por vestigiospoco confiables y, a falta de ellos, por inspiraci6n momentdnea. Conla venida de nuevos peregrinos a orar en estos lugares, se fueronelaborando nuevas tradiciones. Hoy es dificil distinguir lasremembranzas de lugares que van hasta los primeros siglos de la eracristiana de las de todo lo demSs que la imaginaci6n religiosa les haagregado desde entonces. Claro que la Iocalizaci6n de esos lugares seacepta por fe, pues ninguna tenia la garantia de una tradici6n suficien-temente antigua y continua. Lo que es mds, varias tradiciones fueronasignadas a los mismos lugares al mismo tiempo. Por ejemplo,sabemos que m is de una de esas remembranzas estaba equivocada en

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    cuanto a la locaHzaci6n del Huerto de los Olivos, y que al Monte Si6nse le cambi6 de un lugar a otro. Sabemos que unos recuerdos hanllamado a o tros, o al rev6s, han sido repartidos por ejemplo, el delarrepentimiento de Pedro ha sido separado de la negaci6n y se hafijado en otro lugar.Si la Iglesia y los fieles toleran estas variaciones y contradic-ciones, 6no es 6sa la evidencia de que la memoria religiosa necesitaimaginarse lugares para poder evocarlos sucesos conectados con ellos?Por supuesto, no todos los creyentes pueden ir en peregrinaci6n aJerusal6n y contemplar con sus propios ojos los lugares santos. Peroes suficiente imagin^rselos y saber que continuan ahi, y sobre estoultimo no hay duda. Ademds (dejamos de lado el papel que la creenciaen los lugares sagrados ha jugado en la historia del cristianismo y deotras religiones), hay en el espacio religioso algo excepcional: ya queDios estd en todo lugar, toda Srea puede participar del carSctersagrado de estos lugares privilegiados en donde una vez 61 se manifestd.Lo unico que los fieles necesitan es desear conmemorar colectiva-mente, en un lugar dado, algun acto o aspecto personal de Dios; esoes suficiente pa ra que esas conmemoraciones sean conectadas con eselugar, logrando que los recuerdos mismos puedan ser recobrados.Como ya hemos visto, cualquier templo puede funcionar de esamanera.La crucifixi6n no s6lo tom6 lugar en el G61gota, sino que ocurreen dondequiera que adoremos la cruz, y Jesucristo no s61o tuvocomuni6n con sus discipulos en el ceniculo, sino la tiene en donde-quiera que se celebre la misa y los fieles reciban la eucaristia. Otrosejemplos podrfan incluir las capillas consagradas a la Virgen, ap6stolesy santos, asi como los muchos lugares que tienen reliquias antiguas,aguas milagrosas o sepulcros en los que algun milagro ha ocurrido.Por supuesto, los lugares conmemorativos son mas numerososen JerusaI6n, Palestina y Galilea, ya que en su suelo estS escrita unacompleta historia evangelfstica. Estas regiones estfin doblemente con-sagradas, no s61o por la voluntad y la fe de generaciones sucesivas deperegrinos sino tambidn porque se cree que aqui, en el tiempo deCristo, uno podri'a haber visto todo lo que se narra en los librossagrados. Sin embargo, ya que el significado invisible y eterno de estoshechos es de importancia primordial, cualquier lugar puede servir entanto se adopten las mismas actitudes o sea, en tanto que la cruz ylos santuarios tan prominentes en el teatro hist6rico de los evangelios38

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    Espacio y. mem oria...hayan sido reproducidos en forma material. Asi fue como naci6 ladevoci6n al viacrucis, como si el creyente, al recrear a tan largadistancia de Jerusal6n los episodios de la via dolorosa, se colocara enla situaci6n de volver a vivir internamente, de la misma manera que losperegrinos lo hacen, los episodios sucesivos de la pasi6n de nuestroSeiior. De cualquier modo, el fin que se persigue es el mismo. Lasociedad religiosa debe persuadirse a si misma de que no ha cambiado,aun cuando todo a su alrededor se est6 transformando. Lo logra s61orecobrando los lugares o reconstruyendo a su alrededor una imagen(por lo menos simb61ica) de aquellos lugares en los que se origin6.Como los lugares participan de la estabilidad de las cosas materialesmismas, un procedimiento similar es condici6n primaria de la memoriamisma: el pensamiento colectivo del grupo de creyentes tiene la mejoroportunidad de inmovilizarse a si mismo y de adquirir caracteresduraderos, cuando se concentra en algunos lugares, se encierra dentrode sus propios limites y amolda su caracter al de ellos.Resumen

    Para resumir nuestra anterior discusi6n, podemos decir que la mayoriade los grupos no s61o aquellos que son producto de la distribuci6nfi'sica de sus miembros dentro de los limites de una ciudad, casa odepartamento, sino muchos otros tipos tambidn graban su forma dealguna manera en el suelo mismo y rescatan sus recuerdos o remem-branzas colectivas dentro del marco espacial asi definido.En o tras palabras, hay tantas maneras de representar el espaciocomo hay grupos que lo hagan. Podemos enfocar nuestra atenci6n enlos limites de la propiedad, tales como los derechos asociados condiversas partes de la tierra, y distinguir entre los lugares ocupados poramo y esclavo, seiior y vasallo, noble y plebeyo, acreedor y deudor,como zonas activa y pasiva respectivamente, de las cuales irradian ysobre las cuales se les conceden o cancelan derechos a las personas.Tambidn podemos hacer algunas consideraciones sobre elespacio de las mercancias u objetos econ6micos, es decir, los queadquieren valor s61o cuando se ponen a la venta en la tienda o elmercado o sea, en el li'mite que separa el grupo econ6mico de losvendedores con el de sus clientes. Encontramos otra vez que, aqui, unaparte del espacio se distingue del resto a saber, el lugar en donde la

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    parte m^s activa de la sociedad interesada en las mercancias normal-mente reside e imprime sus huellas.Finalmente, podemos ser muy sensibles a la separaci6n entre loslugares sagrados y profanos que es de importancia capital en la con-ciencia religiosa pues hay ciertas ^ e a s que los fieles han escogido,que les son "prohibidas" a todos los dem^s, y en donde encuentrantanto abrigo como apoyo para sus tradiciones. De ahi que cada gruposeccione el espacio para componer, sea definitivamente o segun unm6todo prestablecido, un marco espacial fisico dentro del cual cap-turar y recapturar sus remembranzas. Ahora, cerremos los ojos y,volvi6ndonos a nuestro propio interior, regresemos hasta el mds Iejanopunto de tiempo del cual nuestra memoria todavia guarde clarosrecuerdos de escenas y de gente. Nunca pero nunca salimos de unmarco espacial. Nos encontramos, no dentro de un espacio indeter-minado, sino mas bien en areas que conocemos o podriamosf^cilmente localizar, ya que todavia pertenecen a nuestro presenteentorno material. H e hecho grandes esfuerzos para borrar ese contor-no espacial y asi poder tener por si mismos los sentimientos y sen-saciones entonces experimentados y el pensamiento que entoncespens6. Las sensaciones y reflejos, como cualquier o tro suceso, tienenque ser resituados en algun lugar en donde yo he residido o por el cualhe pasado y que todavia exista. Esforcdmonos por ir todavia m^s atr^s.Cuando llegamos a ese momento en el cual somos incapaces de evocarlugares, siquiera de manera confusa, tambidn hemos Uegado a lasregiones de nuestro pasado que son inaccesibles a nuestra memoria.Por lo tanto, es falso que recordemos s61o transport^ndonos fuera delespacio. En verdad, los hechos son al contrario: es la sola imagenespacial la que, por raz6n de su estabilidad, nos da la ilusi6n de nohaber cambiado a traves del tiempo y la de poder recapturar el pasadoen el presente. Pero 6sa es la definici6n de "memoria". S61o el espacioes suficientemente estable como para perdurar sin envejecer o perderninguna de sus partes.