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ACADEMIA
Ricardo :OO;ora
ESPAílA
a eclosión de las literaturas de género en
los últimos años acaso sólo tenga de nue
vo su dimensión y difusión. Desde el es
tablecimiento de las convenciones genéricas en
que nos movemos, siempre ha habido una masa
de lectores que ha optado por una literatura me
nos susceptible de ser canonizada pero que dis
pensaba las emociones exigibles a un producto
de ocio en que se buscaba una comunión, una
identidad de intereses o un mero esparcimiento.
En nuestros días de marcada "adolescentización",
la literatura de género ocupa la misma parcela,
tan sólo que el caudal de lectores se ha disparado
inopinadamente, para satisfacción de las entida
des editoriales que ven, en una sociedad esca
samente dada al placer demorado de la lectura,
unas tiradas millonarias de unas pocas y afortu
nadas obras. Ciertos títulos de novela de terror,
suspense y romántica, de escasa entidad pero de
extraordinaria repercusión, marcan las directrices
del gusto mayoritario que revierte en las políticas
editoriales y condiciona el conjunto del panorama
literario. Frente al lector hembra cortazariano, ha
surgido un lector "teenager" que busca una lite
ratura desenfadada, poco exigente y de placer inmediato. Esta última es la única diferencia con el
lector de folletín o de novela de quiosco que siem
pre ha marcado el grueso de la recepción, pero
no las líneas estéticas preponderantes, lo que ha
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cambiado en los últimos años ante el desbordante
número de nuevos lectores que hacen replantearse la relación cantidad-calidad.
Si la literatura de género pasa por estos
momentos de gloria, resulta significativo que la
desinhibición que campa por doquier haya dado
al traste con una parcela como la de la narrati
va erótica. Apresurémonos a matizar: el género
erótico es irreductible. Señalaba Adolf Loos que
"todo arte es erótico", y George Steiner (2003) nos
enseñaba que no hay nada más viejo y menos
original que el eros. De hecho, tras el Caos y la
Tierra, fue lo primero creado según la Teogonía de
Hesíodo. Sin embargo, aunque Steiner argumen
taba lo poco que se puede añadir a una base que
se hunde en los propios orígenes del ser humano,
lo cierto es que sí ha cambiado la forma de acer
camos a él, especialmente en los últimos años y
especialmente en una sociedad sometida a una
radical transformación como la española.Sin duda, hemos de referimos a la de
mocratización del erotismo para comprender
cómo ha perdido su vigencia como género, cuyapotencia se centraba hace no demasiado en su
cualidad transgresora. Los programas televisivos
de toda índole incluyen instructivas secciones en
que se ilustra, con desenfado y sal gruesa, sobre
prácticas arcanas y sobre artilugios que, de su os
curo escondrijo, salen a colación en la sobremesa
familiar. Internet ha puesto a nuestra disposición
un caudal tal de pornografía que nos ha insensi
bilizado o hipersensibilizado, según los casos. Así
lo señalaba Andreu Martín (2009): "El erotismo no
tiene ninguna oportunidad en este mundo de in
mediatez y de evidencias en que, de pronto, nos
ha tocado vivir. Lo abstracto ha quedado relegado
a los ámbitos de la fe, de la religión, de la supers
tición o de la economía especulativa, y no existenoción de simbolización". En este sentido, el re
ciente ensayo de Andrés Barba y Javier Montes
La ceremonia del Pomo (2009) nos revela cómo
se ha producido esta progresiva despenalización
de lo explícito.
Sin embargo, más allá del debate estético
que supone la consideración de la literatura eró
tica, definida más por este lábil marbete que por
su calidad, debemos reparar en lo que Antonio
Altarriba (2008) denomina un "milagro del lengua
je": lo que para unos, por su sensibilidad, puede
resultar mera chabacanería y procacidad, para
otros puede resultar excitante o bello, y todo ello a
través de algo tan supuestamente aséptico como
es la palabra, frente a la explicitud de la imagen.
La literatura funciona como un arte, pero como un
arte de magia: el poder evocador de la palabra
es el que crea, a partir de la nada, una serie de
imágenes capaces de remover el intelecto y las
pasiones del lector a la vez. Como afirmaba Pedro
Provencio "en los mejores momentos líricos de los
últimos decenios -y cabría extenderlo a los na
rrativos-, lo erótico es menos un tema que una
forma de relacionar las palabras."
Seguir defendiendo la novela erótica
como adalid de libertades o condenándola por
criterios morales se antoja, con todo ello, tan periclitado como manido. El rechazo es similar al
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ACADEMIA
que suscita cierta novela romántica -a veces no
menos erótica que la así denominada-, la no
vela de quiosco o la novela del oeste. Y es que
los continuadores puros del género persisten entratar de basar su valor en el relato de una serie
de prácticas y sensaciones que la vida cotidia
na ha asumido en su casi total integridad. Sólo
aquello menos asimilado es lo que despierta una
mayor atención, lo que explica el éxito de obrasforáneas como Zonas húmedas de Charlotte
Roche (Anagrama, 2009); de La vida sexual de
Catherine M. de Catherine Millet (Anagrama.
2002) o Los cien golpes de Melissa Panarello
(Poliedro, 2004). El escándalo beneficia ademása obras de calidad discutible, como en el caso de
Rose Bonbon de Nicolas Jones Gorlin (Gallimard,
2002), que debido a su trama de corte pseudo
pedófilo fue vendida en librerías enclaustrada en
un celofán y con una nota de advertencia sobre
su contenido, que sin duda favoreció sus ventas
en un mercado saturado donde habría pasado
inadvertida de otra manera, aunque nunca llegó
a ver la luz en nuestro país. En el ámbito español.
podríamos señalar a Valérie Tasso. cuyo Diario
de una ninfómana (Plaza & Janés, 2003) sorpren
día por la naturalidad con la que exponía una
dura experiencia real; la provocación de Hernán
Migoya con su sarcástica visión de ciertos tabúes
sociales en Todas putas (El cobre. 2004) y Putas
es poco (Martínez Roca. 2007); o la labor educa
dora que ha asumido Lucía Etxebarría en textos
ensayísticos como En brazos de la mujer fetiche
(Destino. 2002).
Una vez perdida su categoría de subgé
nero novelesco. la tendencia es integrar la expe
riencia erótica en el decurso narrativo, del mis
mo modo que podríamos hablar de novela de
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terrorismo (donde se incluirían obras de Ricardo
Menéndez Salmón, Adolfo García Ortega ... ), no
vela de inmigración (José Ovejero. José Morella.
Ángeles Caso ... ) o novela de enfermedad: un
mero elemento de la compleja y proteica socie
dad actual. Por ello, seguramente los textos másinteresantes los encontramos en colecciones
convencionales. en los que podemos encontrartanto una vena heredera del realismo sucio como
otra erudita y esteticista, que incluso pueden
superponerse.
La novela de Lola Beccaria Una mujer des
nuda (Anagrama, 2005) puede ser uno de los me
jores ejemplos de que un relato crudamente eróti
co puede ser editado sin apelar a la naturaleza del
contenido. Sin embargo. la omnipresencia de si
tuaciones sexuales dominadas por la sumisión de
la protagonista, de destacada relevancia social. a
la figura masculina la convierte en un ejemplo de
novela que difícilmente podrá ser asimilada por un
lector sensible ante este tema. La propia narrado
ra acompaña una prolija conclusión en que justifi
ca su "inmoralidad": "Quitémonos cualquier vesti
gio de refajo puritano y démonos una oportunidad
de practicar la desnudez" (2004: 205), propone
la narradora. Muy diferente es la obra de Diego
Medrano El clítoris de Camille (Seix Barral, 2005),
en que hay un notable afán experimental en la
construcción y en que el protagonista, en su dis
curso delirante e incontinente en primera persona,
cuela un aluvión de referencias culturalistas y deconfesiones sexuales. En este sentido. encuentraun extraordinario antecedente en la notable no
vela de Diego Doncel El ángulo de los secretos
femeninos (Mondadori, 2003), en que el vesánico
viaje de Claudio está presidido por la presenciadel ente femenino.
Muchos son los ejemplos de esta tenden
cia a asimilar el erotismo, pero no se puede olvidar
la presencia de la colección decana de la literatura
erótica en España, en donde todos los estudios
toman la temperatura del género (López Martínez
2006): la colección "Sonrisa vertical" de Tusquets,
dada por muerta en más de una ocasión desde
principios de siglo pero felizmente revivida, ha
entregado periódicamente a las prensas nuevos
y viejos textos como símbolo de un lugar que hay
que ocupar: el de la calidad lite
raria aparejada a una literaturaeminentemente erótica. De he
cho, desde la compilación derelatos Cuentos eróticos de San
Valentín hasta finales de 2009,
las únicas obras publicadas son
foráneas, aunque hay que desta
car la aparición de una reedición
espectacular, cual es la de la
Juliette del Marqués de Sade enun solo tomo, en la traducción
ofrecida hace años por la ex
traordinaria colección "Espiral"de Fundamentos. Una muestra
de que la literatura erótica se re
siste a la novedad -a lo que se
apunta también la admirable editorial Valdemar-,
aunque se haya refugiado en alguna ocasión en
discretas sobrecubiertas que ocultaban paratex
tos editoriales delatores ante los que un sectordel público manifiesta aún un cierto rechazo. De
hecho, es notable la recuperación de una nove
la estandarte, Las edades de Lulú de Almudena
Grandes, que pasó a figurar de pleno derecho en
la colección general "Andanzas" al celebrarse los
veinte años de su publicación.
ACADE¡\/I¡¡:'
En la mentada compilación de San
Valentín se recogía un relato de la joven Elena
Medel, poetisa deslumbrante que desde sus
precoces obras ha mostrado siempre una clarainclinación a esa sutileza erótica. La muestra de
finitiva es su labor como coordinadora de la an
tología Todo un placer (Berenice 2005), una claramanifestación de cómo la literatura femenina ha
conseguido colonizar espacios que la tradición
asignaba al escritor masculino. Elena Medel, junto
con las autoras recogidas en laselección de relatos, es la mues
tra de que desde la seriedad yel
rigor el género erótico aún tiene
mucho que decir, aunque cadavez más convendría arrumbar
la etiqueta de literatura femeni
na, lo que sucederá del mismo
modo que se está diluyendo lade erotismo.
Otra antología viene
a demostrar la pujanza de lasvoces femeninas en este terre
no -sumándose a otras de ca
rácter no específicamente erótico, como la de Laura Freixas
Cuentos de amigas (Anagrama,
2009)-, de la mano de la editorial Egales: Dos
orillas. Voces en la narrativa lésbica, compilada
por Minerva Salado (2007), muestra un nutrido
abanico de autoras españolas e hispanoameri
canas que han dedicado sus fuerzas a reivindicar
el amor entre mujeres, si bien los resultados son
literariamente muy desiguales. Y es de nuevo otra
etiqueta, la de la literatura Gay y Lésbica, la que ha
asumido una presencia creciente, gracias a casas
editoriales como ésta, y librerías como Berkana,
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ACADEMIA
Nosotras, Cómplices, ... que se han encargado de
dar cabida a una producción por su carácter aún
no asimilada por el gran público. Cristina Vigo,
Concha García, Raúl Portero son sólo algunos de
los autores que conviven en su catálogo junto a
clásicos como Djuna Barnes, Monique Wittig o
Mary Renault.
Junto con Egales, ya empresas más personales como la de Sin Control de Mónica Marín
(LesRains, 2007), especialmen
te activa es la editorial Odisea,
quien lleva a gala la ediciónconstante de textos de literatura
LGTB. De hecho, la variedad y
cantidad de textos publicadosrevela su intención de sacar a la
luz una tendencia que cada vez
más ha cobrado su espacio en
el mundo editorial y social. Sin
embargo, la lacra de estos tex
tos es que a veces el empeño
reivindicativo supera con creces
la valía estética de la novela, por
lo que su presencia en la críti
ca de carácter general es cier
tamente escasa. Sí querríamos
destacar la existencia del pre
mio Odisea, que ha galardonado textos tan curiosos como el de Ramón Martínez Esta noche tú
decides (2007), en que el autor plantea un juegometaliterario al dar a su novela sobre relaciones
personales la forma de las novelas de "Elige tu
propia aventura", abriéndose la posibilidad a un
final feliz o a un final frustrante en las expectativas
del protagonista - lector. Asimismo, libros comola desenfadada novela ambientada en Chueca de
Leopoldo Alas La loca aventura de vivir (2009),
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muestran una apuesta decidida por la búsqueda
de una calidad que permita su dignificación en elmainstream literario.
El relevo de las colecciones eróticas, sin
embargo, parece haberlo tomado la edición inde
pendiente de la mano de editoriales de escasa re
percusión pero de gran dinamismo. Desaparecidos
proyectos como Ágata, Alcor o La Máscara, que
tuvieron una cierta vigencia a finales del siglo pa
sado, es hoy Irreverentes, y más
específicamente la colección
"Incontinentes", uno de los po
cos que ha incorporado a su fon
do un notable catálogo de litera
tura erótica, eso sí, no siempre
con un alto nivel de exigencia.
De entre sus títulos, podríamosdestacar las obras de Álvaro
Díaz Escobedo, como El men
talísta (2008), en la que se narracon descarnada naturalidad las
hazañas de un hipnotizador que
ejerce su labor para entretener al
pasaje de un crucero y que pone
en un primer plano, acaso único,
sus peripecias sexuales. A pesar
de sus debilidades por esta fal
ta de profundidad y por recurrir a situaciones que
suenan a vistas, el jurado dell Premio Irreverentesde Novela Erótica lo ha considerado con méri
tos suficientes como para ser acreedor de éstadistinción.
Entre otras obras, cabe mencionar el
relativo éxito de Putas de fin de siglo de Miguel
Ángel de Rus (1998), que diez años después ha
visto una nueva edición del catálogo que, moremoratiniana o restífdelabretoniana, ofrece el autor
de las distintas profesionales del gremio, acompa
ñado de cuidadas y sugerentes imágenes que no
poco inciden en la atención del posible lector. Este
subgénero del catálogo, en una época definida ya
por su fragmentarismo (Lozano 2007), cuenta con
una amplia repercusión, ya que se antoja espe
cialmente propicio para una lectura descuidada y
que evoca esa voluntad fotográfica de cierta literatura erótica.
En esta misma línea
cabe situar dos textos, tal vez
surgidos al 'calor de obras comola conocida Caños de Juan
Manuel de Prada, a su vez deudora de la delicada Senos de
Ramón Gómez de la Serna, que
completan la tríada anatómicade la sexualidad femenina. Culos
es el título que da Jesús Carlos
Gómez Martínez (Hiria, 2007)
a sus veinticinco estampas,con el metonímico subtítulo de
Mujeres que yo amé, y el título
que da José Fradejas Lebrero
(Tempestad, 2004) al suyo. Enambos casos se trata más de un
juego literario que de textos de
carácter erótico, pero la pretendida provocación
marca ambas colecciones más que su supuestolirismo.
Lógicamente, la ruptura de fronteras en
los géneros y subgéneros se acompaña de la rup
tura de otras fronteras, como las existentes entre
nacionalidades literarias. Sin duda, la literatura his
panoamericana ha ejercido una positiva influencia
en este erotismo de principios de siglo. Pedro
Juan Gutiérrez, Jaime Bayly, Juan Abreu, Mayra
ACADEMIA
Montero, y tantos otros -lo que hace imposible
siquiera un esbozo de síntesis- han aportado
esa naturalidad a la hora de presentar textos de
"alto voltaje", de la que también se han beneficia
do ciertas literaturas en contacto con la española.Cabe mencionar así la buena salud del erotismo
en el ámbito catalán, donde podemos encontrar
un destacado número de autores que han encon
trado en él una parcela productiva. Quizá Miquel
de Palol sea quien mejor mues
tre esa capacidad, dadas sus
excelentes dotes creativas y na
rrativas. Aire P¿¡'/id/Palimpsest
(Columna, 2007) o Gallofa
(Columna, 2006), dentro de su
proyecto de Ejercicios sobre el
punto de vista, son buena muestra de cómo la voluntad de crear
un texto complejo literariamen
te no impide la presencia de unerotismo a menudo descarnado
y directo, como ya sucediera en
L'angel d'hora en hora o en ElQuincorn. Junto con él, merece
la pena referirse a obras en que
el erotismo no pone trabas a lacalidad literaria: nos referimos
por ejemplo a El principi satanic de Hector Bofill
(Proa, 2007) o Les Ilagrimes de la senyoreta Marta
de Pep Puig (Empúries, 2007), ambas centradas
en el mundo académico pero desde perspectivasmuy distantes entre sí. Y no podemos olvidar men
cionar el reconocido premio "La Vall d'Albaida",
que ha permitido la edición en la valenciana
Bromera de novelas tan curiosas como Mugrons
de Titani de Salvador Macip y Sebastia Roig, am
bientada en un mundo de ciencia-ficción que sub-
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ACADEMIA
vierte los presupuestos del género, o delicadas
como Desig de paraules de Josefina L1aurad6, úl
tima ganadora hasta la fecha, y última prueba de
que el erotismo se construye con la materia prima
de las palabras.
Un estudio pormenorizado nos llevaría a
revisar con mayor profusión este y otros ámbitos -las novelas de Xosé A. Perozo en Galicia,
como la excelente Martázul (Ir Indo, 2001), o
los cuentos eróticos asturianos compilados por
José Luis Piquero en Ambitu (2004)-. Queda
pendiente asimismo un rastreo profundo por el
bullente territorio de Internet -fanzines, blogs,etc.- donde encontramos multitud de textos
eróticos de todo tipo y condición. Como ejemplo,sólo señalaremos textos como el de "El banco
de ideas", blog-novela de Carlos A. Domínguez,
o las iniciativas de la joven autora riojana Adriana
Bañares, quien ha publicado bajo seudónimo va
rios textos, algunos de ellos de marcado carácter
erótico, pero sin perder una peculiar vena lírica y
una esmerada factura que la distancia de otrosautores coetáneos.
Aunque en la actualidad buena parte de
los relatos eróticos se presenta en imágenes,
detallado, preciso, exacto y hasta ortopédico, la
literatura nunca deja de buscar ese espacio de
la evocación, de la prospección más allá de lo
evidente, de la superficie, y como señala Claude
Arnaud (2007) quizá se imponga la necesidad de
recuperar la capacidad de suscitar en el lector la
sugerencia. Enrique Lynch (2002) reflexionaba so
bre la visualidad de la literatura erótica que devie
ne pornográfica: "Hay una mirada pornográfica,
la mirada que se abisma en los vericuetos de su
fantasía inagotable, que goza de su propia obse
sión y de la compulsión que acompaña la avidez
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visual del pornógrafo. [ ... ] Mirar la cópula, aus
cultarla, reproducirla, describirla hasta el mínimo
detalle, representarla con partenaires inconcebi
bles." Será el pacto con el lector el que marque
la relación con esta experiencia, y mientras exista
la sensibilidad creativa, será una parcela que la li
teratura deberá asumir y aceptar con los mismos
criterios que cualesquiera otras, convirtiéndola en
un objeto estético de calidad para que siga ejer
ciendo el poder de fascinación que siempre la hacaracterizado.
REFERENCIAS
ALTARRIBA, Antonio y VÁZQUEZ, Lydia
(2008) La paradoja del libertino, Madrid: EdicionesLiceus.
ARNAUD, Claude (2007) "Du plaisir áI'hypertexte", en Magazine Littéraire (especial
"Les Enfers du sexe"), nº 470, diciembre 2007, pp.30-32.
BARBA, Andrés y MONTES, Javier (2009)
La ceremonia del Pomo, Barcelona: Anagrama.
LÓPEZ MARTíNEZ, Pedro (2006) La son
risa vertical. Una aproximación crítica a la nove
la erótica española (1977-2002), Universidad deMurcia.
LOZANO, Mª del Pilar (2007) La novela
española posmoderna, Madrid: Arco Libros.
LYNCH, Enrique (2002) "Después de la
transgresión", en Letras Libres, nº 7, abril de 2002,
pp.8-11.MARTíN, Andreu (2009) "Malos tiempos
para la erótica", en Babelia. Suplemento cultural
de El País, nº 902, 7 de marzo de 2009, p. 6.
STEINER, George (2003) Lenguaje y si
lencio, Trad. de M. Ultorio, 1. Fernández Auz y B.
Eguibar, Barcelona: Gedisa.