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26 /10/13 Música en la Casa Blanca | Cultura | EL PAÍ S cu ltura.elpais.com/ cul t ura / 2 013 / 10 / 2 3/ a ct ua lidad / 1382527906_162121.html 1 / 3 CULTURA CARLOS GALILEA 26 OCT 2013 - 00:00 CET  Em pe en el mundo de la música clásica y la orquesta la dirigían dos mujeres, y había más chicas que chicos EN PORTADA / ENTREVISTA Música en la Casa Blanca La bajista Es peranz a Spalding l lega a Es paña con el trío de jazz que ha formado junto a la pianista Geri Allen y la baterista Terri Lyne Carringt on La es trella acomp añó a Obama a la entrega del Nobel y Prince la persi gue p ara que toque con él  Archivado en :  Jazz  Barack Obama  Prince  Spike Lee  Wayne Shorter  Casa Blanca  Miles Davis  Música  Cultura “Cuando era un a niñ a mi mamá, en casa, me de cía a vec es que me agacha ra por miedo a los tiroteos ”, recuerda. Una bal a perdida había mata do al hijo de unos vecinos. Entonces vivía con su madre en un barrio pobre de Portland, Oregón. Con 25 años —acaba de cumplir 29— ya la había llamado el presidente Obama para tocar en la Casa Blanca y para acompañarle a la ceremonia del Premio Nobel de la Paz  en Oslo. “ Era un honor, cla ro, pero nos preguntá bamos qué e s lo que iba a decir en su discurso. Digo nosotros porque yo pago mis impuestos en Estados Unidos, no porque me identifique con muchas de las políticas de mi país. Fuera había miles de personas protestando contra la guerr a en Irak y Afg ani stán, y yo no podí a dejar de p ensar si no es taba av ala ndo todo aquello”. Domingo por la mañana en el jardín de un hotel de la zona sur de Madrid. Hay demasiado ruido para poder grabar la entrevista y ella propone s alir a la calle. La vísp era desc ubrió un pequeño bar en la tranquila calle de atrás del hotel y, de pie ante una mesa alta en la misma acera, pide un zumo de naranja y un pincho de tortilla de patatas. A pesar de los elogios que le llueven, y que podrían despistar a cualquiera, Esperan za Sp alding tiene las c osas c laras: “ El jazz no soy yo, una chica de 29 años”. Llegó a comentar que se sentía como una hormiga en el hormiguero: “Quería decir c on ello que se me es taba prestando demasiada atención y que lo que hacía no era tan espe cial. Solo q ue les daba un a buena foto para la portada y u na buena historia con lo de ‘oh, una mujer tocando el bajo’. Y pensaba: ‘¿Pero no se d an cuen ta de todo lo que sucede musicalmente?’. Yo salgo a es cuchar a mú sicos y pienso: ‘Mira a este tipo, c uando tiene la posibilidad de estar en un escenario, cómo emociona a la gente”. El culpable de que quisiera acercarse a la mú sica tiene nombre: Yo- Yo Ma. Tenía cinco años cuando vio al chelista en un capítulo de la serie infantil de televisión Mister Rogers’ neighborhood  y, ante su reacción, su madre decidió apuntarla a un programa gratuito de la comunidad, en el que c omenzó a aprender a tocar el violín. “Recuerdo haber escrito un pequeño quinteto para cuatro de mis amigos y yo en un campamento de veran o, pero le dieron el premio a otra persona porque creyeron que estaba mintiendo, que no era mío”, cuenta. Estudió música clásica durante diez años antes de viajar con una beca a la Costa Este para entrar en la Berklee de Boston. Con solo 20 años se convertiría en la profesora más joven del prestigioso centro. “La primera vez que tuve un bajo en las manos no pensé : “Qué bien, un bajo, es lo que quiero tocar”, dice riendo. “Estaba allí, desnudo, en  “Ser hoy m úsico de jazz si gnifica estudiar m ucho y ensayar”, dice Esperanza Spalding. / GLYNIS SELINA ARBAN / GETTY 

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CARLOS GALILEA 26 OCT 2013 - 00:00 CET

 Empecé en el 

mundo

de la música

clásica y la

orquesta la

dirigían dosmujeres, y había

más chicas que

chicos

EN PORTADA / ENTREVISTA

Música en la Casa Blanca

La bajista Esperanza Spalding llega a España con el trío de jazz que ha formado junto a la pianistaGeri Allen y la baterista Terri Lyne Carrington

La estrella acompañó a Obama a la entrega del Nobel y Prince la persigue para que toque con él

 Archivado en:   Jazz   Barack Obama   Prince   Spike Lee   Wayne Shorter   Casa Blanca   Miles Davis   Música   Cultura

“Cuando era una niña mi mamá, en casa, me decía a veces que meagachara por miedo a los tiroteos”, recuerda. Una bala perdida habíamatado al hijo de unos vecinos. Entonces vivía con su madre en un

barrio pobre de Portland, Oregón. Con 25 años —acaba de cumplir 29— ya la había llamado el presidente Obama para tocar en la CasaBlanca y para acompañarle a la ceremonia del Premio Nobel de laPaz en Oslo. “Era un honor, claro, pero nos preguntábamos qué es loque iba a decir en su discurso. Digo nosotros porque yo pago misimpuestos en Estados Unidos, no porque me identifique con muchasde las políticas de mi país. Fuera había miles de personasprotestando contra la guerra en Irak y Afganistán, y yo no podía dejar de pensar si no estaba avalando todo aquello”.

Domingo por la mañana en el jardín de un hotel de la zona sur de

Madrid. Hay demasiado ruido para poder grabar la entrevista y ellapropone salir a la calle. La víspera descubrió un pequeño bar en latranquila calle de atrás del hotel y, de pie ante una mesa alta en lamisma acera, pide un zumo de naranja y un pincho de tortilla depatatas. A pesar de los elogios que le llueven, y que podrían

despistar a cualquiera, Esperanza Spalding tiene las cosas claras: “El jazz no soy yo, una chicade 29 años”. Llegó a comentar que se sentía como una hormiga en el hormiguero: “Queríadecir con ello que se me estaba prestando demasiada atención y que lo que hacía no era tanespecial. Solo que les daba una buena foto para la portada y una buena historia con lo de ‘oh,una mujer tocando el bajo’. Y pensaba: ‘¿Pero no se dan cuenta de todo lo que sucedemusicalmente?’. Yo salgo a escuchar a músicos y pienso: ‘Mira a este tipo, cuando tiene la

posibilidad de estar en un escenario, cómo emociona a la gente”.

El culpable de que quisiera acercarse a la música tiene nombre: Yo-Yo Ma. Tenía cinco años cuando vio al chelista en un capítulo de laserie infantil de televisión Mister Rogers’ neighborhood y, ante su

reacción, su madre decidió apuntarla a un programa gratuito de lacomunidad, en el que comenzó a aprender a tocar el violín.“Recuerdo haber escrito un pequeño quinteto para cuatro de misamigos y yo en un campamento de verano, pero le dieron el premio aotra persona porque creyeron que estaba mintiendo, que no eramío”, cuenta. Estudió música clásica durante diez años antes de

viajar con una beca a la Costa Este para entrar en la Berklee deBoston. Con solo 20 años se convertiría en la profesora más jovendel prestigioso centro.

“La primera vez que tuve un bajo en las manos no pensé: “Qué bien,un bajo, es lo que quiero tocar”, dice riendo. “Estaba allí, desnudo, en

 “Ser hoy músico de jazz significa estudiar mucho y ensayar”,

dice Esperanza Spalding. / GLYNIS SELINA ARBAN / GETTY 

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 Es un desperdicioque se ponga el 

 foco en Bieber

mientras Wayne

 Shorter está con

 proyectos de los

que casi no se

habla

una sala de la escuela, y me dije: “¿Qué es eso?’. Empecé a tocar con el arco unas obras en las que había estado trabajando con el violín. Y ya no lo solté”. Unahora después le había salido una buena ampolla. Tenía 15 años. “Me sucede algo curioso. Sino estoy cerca del bajo, no estoy como loca por ir a coger el instrumento y tocar. En cambio,veo que algunos músicos de la banda están deseando hacerlo. Cuando hay que preparar unaobra, cojo el bajo porque es una obligación, pero una vez que estoy con él ya no quiero dejarlo. A veces te planteas por qué tocas ese instrumento, de qué va este trabajo. Yo siento queconsiste en escuchar. Todos tienen que escuchar, sí, pero tú eres el ayudante del director de

la banda. Y me gusta esa misión”, asegura.

Esperanza Spalding, que ha trabajado con músicos como McCoy Tyner, Joe Lovano o JackDeJohnette, participa en el último disco de Bobby McFerrin tocando el bajo y cantando. Larevista de jazz Down Beat , en su encuesta anual entre los críticos, la sitúa como quinto mejor 

bajista —por detrás de Christian McBride, Dave Holland, Ron Carter y Charlie Haden— y lanúmero cinco de las cantantes después de Cassandra Wilson, Luciana Souza, Dianne Reevesy Dee Dee Bridgewater. Comenzó a simultanear las dos cosas con 16 años: “Necesitabadinero para pagar el alquiler y la comida, y el seguro de mi coche, y me enteré de que el bajistade una banda se había trasladado de Portland a Nueva York y el grupo buscaba bajista. Alllamar para la audición me preguntaron: ‘¿Tocas y cantas?’. Contesté que sí, aunque nunca lo

había hecho. Pensé que ya me las arreglaría”.“Ser hoy músico de jazz, para mí, significa estudiar mucho y ensayar”, dice. EsperanzaSpalding ha dejado caer que cada vez se siente menos cómoda con la palabra jazz. Lapregunta de por qué provoca un silencio de varios segundos. “Supongo que porque durantemucho tiempo acarreó una connotación pesada y, por otra parte, difícilmente explica nada. Hayun café debajo del piso donde vivo y el tipo que trabaja en el mostrador me dice un día:‘Esperanza, he escuchado tu Radio Music y me ha gustado, aunque no me gusta el jazz’. Y esque el jazz se ha terminado por asociar a un estereotipo. Me fastidia igualmente que la gentellame pop a mi música. Pediría que la escucharan y ya está”, dice. “Si escuchas algo sintiempo a etiquetarlo, solo sabes si te gusta”.

Sus dos últimos discos —concebidos como dos partes de unproyecto— son Radio Music Society , coproducido en parte por Q

Tip, antiguo líder de A Tribe Called Quest, que lleva hacia losterrenos del soul, el R & B y el hip hop, y Chamber Music Society ,

coproducido por Gil Goldstein, que combina jazz con música decámara. “Chamber Music me hace pensar en una habitación con

unas veinte o treinta sillas, sin amplificación, y con quizás cincomúsicos enfrente. Oyes el sonido que crean, percibes los matices desu interpretación y del arreglo. Lo escuchas todo con mucha atencióny es una experiencia interior de la música. Radio Music , en cambio,

podría ser alguien en un coche, gente en su lugar de trabajo… Lamúsica llega con fuerza por un altavoz, intentando que le presten

atención porque esas personas no están sentadas en una habitación dispuestas a escucharte”.

Con Chamber Music Society le arrebató el Grammy de 2011 como mejor artista revelación a

Justin Bieber . “En la revista de Iberia había un artículo sobre él. Y lo leí, ¿por qué no?Después me puse a reflexionar sobre aquello en lo que se centran los medios, la cultura quereflejan, y me parece un desperdicio que se ponga tanto el foco en Bieber mientras un creador como Wayne Shorter está con proyectos de los que casi no se habla. Me entristece que esacultura dominante sea ciega a tantas cosas increíbles que están sucediendo en todas lasciudades del mundo”. Se cuenta que prolongó la entrega de los Grammys tocando con Princeen una fiesta. “Me entrevistó Tavis Smiley en su programa y me dijo: ‘Creo que deberíasenviarle tu música’. Pensé que sería como escupir en el océano, pero le mandé un CD. Sugente me contactó para que fuera a verle a Las Vegas. Viajé hasta allí y estuvimos tocando juntos. Y, a partir de ahí, empezó a llamarme y nos hemos encontrado algunas veces”.También ha actuado en la Casa Blanca ante un público formado por personajes como SpikeLee, Tony Bennett o Stevie Wonder , que le pidió que cantase Overjoyed —“me sentí un poco

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estúpida cantándola delante de él”—. “Estar en la Casa Blanca no formaba parte de missueños. No me identifico con esa cultura del sueño americano. Imagino que me viene defamilia. Un sueño era trabajar con Wayne Shorter y se ha cumplido. Quizá sea una cosanarcisista, pero cuando empiezas quieres ser un músico increíble, darles a todos una patadaen el culo”.

 ACS son las siglas del trío de jazz que la bajista se trae entre manos con la pianista Geri Alleny la baterista Terri Lyne Carrington. “Tocamos música de Wayne Shorter por sus 80 años,desde temas de Weather Report a los más recientes, de la época de Miles Davis a la primeracon los Jazz Messengers. Y, por lo general, standards, arreglos de Lucky to be me o Nothing 

like you”. El posible morbo de un trío de mujeres instrumentistas tocando jazz tiene escaso

recorrido con ella. “Si no están acostumbrados, ya lo superarán”, dice irónica. “Empecé en elmundo de la música clásica y la orquesta la dirigían dos mujeres, y había más chicas quechicos, así que cuando llegué a Berklee y escuché comentarios de ‘oh, chicas’, me parecióraro. Me costó mucho tiempo darme cuenta de que eso estaba muy profundamente grabadoen las mentalidades del mundo del jazz”.

 

 ACS (Allen, Carrington y Spalding) toca el 14 de noviembre en Barcelona y el día 15 en Zaragoza. Chamb er Music Society y Radio Music Society 

están editados por Heads Up / Universal Music.

 

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