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Espiritualidad, Realización Personal y Biología-Cultural (I)

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Reflexiones desde la Biología-Cultural(Humberto Maturana y Ximena Dávila), sobre experiencia espiritual, caminos místicos, religiones y realización Personal.

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Sobre la experiencia espiritual, las religiones, los caminos místicos, y la realización personal. Miradas desde los fundamentos Biológico-Culturales de lo Humano.

(Post incluido en el Forum; Biología-Cultural: Ciência Nova e Arte do Habitar Humano. En Escola de Redes. En el tópico: “Redes Sociais Entendidas como Redes Fechadas de Conversações no Espaço Social”. http://escoladeredes.ning.com)

Primero transcribo parte de la provocación reflexiva a que invita Augusto de Franco:

“Talvez possa contar com a ajuda de vocês - Ignacio e todos os que compareceram nesta conversação e/ou se interessam pelo assunto - (se puderem) num estudo que estou fazendo, preparatório ao Fluzz. Essa poderá ser uma continuidade (derivante) dos momentos que compartilhamos aqui.

Trata-se do seguinte. Um dos hipertemas do Fluzz é: "Quando fluzz soprar, prá que religião, prá que igreja?" Isso é tratado no capítulo Não-Igrejas: formas pós-religiosas de espiritualidade, livres das ordenações das burocracias sacerdotais vendedoras de ilusões.

Relendo agora o tópico "Origem do patriarcado" - in Maturana & Verden-Zöller (1993): Amor y Juego - concluí que uma das faces da minha abordagem deveria ser aquela que reinterpreta a origem das crenças místicas que estão na base das experiências que dão significado à vida humana a partir da hipótese de que havia (ou poderia e, então, poderá novamente haver) uma "espiritualidade" inerentemente terrestre (como a que apresentavam supostamente as sociedades agricultoras-coletoras incidentes na Europa pré-patriarcal).

A dimensão mística (ou espiritual) faz parte de qualquer cultura que se possa chamar propriamente de humana. Como bem define Maturana, "a experiência mística - repito: a experiência na qual uma pessoa vive a si mesma como componente integral de um domínio mais amplo de relações de existência... depende da rede de conversações em que ela está imersa, e na qual vive a pessoa que tem essa experiência".Não há, portanto, problema com a espiritualidade. O problema é com a religião. Não precisamos para nada de uma pós-espiritualidade e sim de novas formas (pós-religiosas) de espiritualidade.

Bem, tenho caminhado por aí (em uma das faces de minha abordagem, pois que também cultivo outras, ligadas ao confronto entre as vertentes mítico-sacerdotais e utópico-proféticas). O que acham vocês (os que podem, é claro, estar interessados nessa conversa)?”

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Para mi este es un asunto no sólo de gran interés sino que diría vital en mi propia historia. Así que acepto encantado la invitación a dar vueltas juntos Don Augusto. Y por mi parte lo haré hablando, por un lado, desde mi comprensión explicativa y por otro, desde mi experiencia como un cultor de la experiencia mística (o espiritual). Ambas hoy no se contradicen, pero no siempre fue así, y de este recorrido saque grandes aprendizajes. Entonces, me interesa como científico y me interesa como persona. Pienso que además este tópico de conversa permite, tanto cuanto los anteriores, llegar a reflexionar sobre los sentires y los sistemas dinámicos cerrados, que aún quedaron pendientes, por lo que servirá para explicitar tales cuestiones. Y ciertamente seguiremos hablando de redes humanas al hablar de espiritualidad y religión.

Bien, empezaré diciendo que la abstracción que hizo el Doc. Maturana en su libro “Amor y Juego” de lo que constituye la experiencia mística, la he podido constatar en muy diversos ámbitos, históricos y presentes.

“A experiência na qual uma pessoa vive a si mesma como componente integral de um domínio mais amplo de relações de existência”.

Tiene la potencia enormemente compleja de lo simple, de lo que capta la configuración general que constituye el fenómeno en su dinámica generativa y que permite dar cuenta de las más diversas particularidades en que este se realiza concretamente. Sobre el asunto del origen, siempre un asunto importante, concuerdo que podemos discrepar largamente sin que eso reste constatabilidad a la muy generalizada experiencia en el presente. Para mi las piedras angulares son dos; darse cuenta de que la experiencia espiritual (o mística) es una experiencia propiamente humana (cuando se la entiende del modo dicho), y que la religión es algo distinto y de hecho muy posterior en su surgimiento, cuyo fundamento es la apropiación, la apropiación de la verdad.En seguida, así como antes mencioné que uno puede constatar el fundamento amoroso de lo social humano olheando para la historia tanto como para el presente atendiendo a la infancia (Filogenia y ontogénia), así como a la pervivencia de las mallas matristicas en la red geocultural del patriarcado-matriarcado, semejante pasa con la experiencia espiritual, por que ambas son parte del mismo fenómeno. La biología del Amar esta en el fundamento de la experiencia espiritual, en la original y en la actual. Y la red matriz donde es posible de hecho la experiencia espiritual que no deriva en experiencia religiosa, es la red cultural democrática o matrística, es decir una matriz que surge de un habitar centrado en la confianza, la co-inspiración, la colaboración y el disfrute ético-estético de la unidad cósmica (psíquica). Y esto por lo mismo que dice Don Humberto de la experiencia mística que: “... depende da rede de conversações em que ela está imersa, e na qual vive a pessoa que tem essa experiência".

Esto permite dar cuenta de la contradicción emocional-relacional que viven en general todas las religiones, cuyo fundamento o inspiración original está en la experiencia espiritual y en la biología del amar, pero que desde la realización y conservación cotidiana de la cultura patriarcal-matriarcal generan dominios contradictorios de acciones. En mi experiencia he constatado que donde mejor podemos distinguir esto al interior de las religiones es en la historia de constitución de los caminos de practicas místicas, que surgen

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tratando de liberarse de la cultura patriarcal-matriarcal que conservan las religiones, por ejemplo en la propuesta original de Francisco de Asis para el catolicismo, y en el sufismo para el Islam. Me interesa especialmente el sufismo en este sentido ya que es profundamente diferente a las doctrinas islamitas y sin embargo tan plástico que puede convivir con ellas y en medio de ellas. Lo cual sin embargo le costó la vida en repetidas ocasiones a mas de un maestro suffi. En mis investigaciones sobre la unidad de la experiencia mística, estética, ética, terapéutica, lúdica y educativa, con miras a la comprensión de la realización personal (Self-Fulfulliment), lo que constato cotidianamente es el fundamento amoroso de la misma, una vez más, entendiendo por amar el ámbito de acepción, el ver como un dejar aparecer algo o a alguien en toda la multidimencionalidad de su legitimidad. En términos conductuales, no de los sentires, aun que tiene su correlato en los sentires, uno distingue amar cuando distingue que otro o uno mismo se conduce de una manera que abre el espacio relacional sin esfuerzo, espontánea, inconscientemente, de modo tal que la experiencia, cualquiera sea, surja. Y cuando digo cualquiera, quiero enfatizar que son todas, incluida nuestra experiencia de los objetos. Uno se conduce espontáneamente en el amar cuando, por ejemplo, no se estrella contra las murallas, simplemente por que las ve, por que respeta las coherencias operacionales de su circunstancia. Y uno no requiere sentirse enamorado de las murallas, esto es un domino disjunto, diferente (sentries-emociones), pero entrelazado. ¿Cómo así? Por ejemplo uno tampoco se conducirá viendo las coherencias operacionales de su circunstancia desde cualquier sentir, en la rabia o en la angustia es común chocar con las murallas, o con las personas. A esto se refieren Dávila y Maturana cuando hablan del amar como la emoción que expande la inteligencia (Entendida esta no como saberes sino como plasticidad conductual ante un mundo cambiante). En el amar uno ve más, escucha más, intuye más, y por ende se puede mover, desde el desapego que el amar implica, de un modo más plástico, conservando sin esfuerzo el acoplamiento relacional con su circunstancia.

Pues bien, esto es algo que todos sabemos aunque no siempre se lo considere así, y ciertamente lo han sabido los más refinados caminantes de los senderos espirituales que no cayeron en la tentación de la religiosidad (apropiación de la verdad). La explicación que yo propongo es la siguiente; la manera que históricamente encontraron los místicos de las grandes religiones, exceptuadas ciertas formas del budismo, es tomar como punto de partida la creencia en Dios, pero no sólo entendida como fuente de todo, sino como aquello innombrable que de echo está EN todo, de manera tal que su modo de liberarse de la cultura patriarcal-matriarcal para alcanzar la experiencia ancestral de unidad era viviendo a Dios en cada objeto y sujeto, es decir en toda experiencia. Pero esto sin enfatizar la verdad de su existencia sino la permanente constatabilidad de su presencia. Además entendida como presencia siempre amorosa, no se trata del aspecto castigador y temible de Dios. Entonces, un observador lo que distingue, más allá de los sentires íntimos y las creencias de los místicos, es una dinámica conductual en la que lo que se conserva es la aceptación de la legitimidad de toda experiencia. Todo es Dios. Se vive en la unidad que trae a la mano la aceptación de toda experiencia, y esto sin que ello signifique renunciar a actuar en el mundo patriarcal-matriarcal objetando la permanente conformidad ante lo no ético. Por ejemplo cuando en el relato bíblico Jesús desata su enojo contra los puestos de los mercaderes en el templo. Y esto es posible por que el amar, no es bondad, no es santurronería, es dejar aparecer. Y uno ves que uno se conduce desde ahí, en la aceptación que permite ver, puede rechazar algunas dimensiones de aquello que considera indeseable

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pero sin negarlo, sin restarle legitimidad existencial. Ciertamente habitando una geocultura como la nuestra esto a resultado muy difícil y hay muchos ejemplos de quienes cayeron en la tentación de la apropiación de la verdad de esta manera. Bien, quisiera mostrar algunas “evidencias” de esto que digo a través de ciertos poemas escritos por místicos que intentan evocar el habitar propio de los caminos espirituales.

“Mi corazón adopta todas las formas:es pasto para las gacelas,convento de monjas cristianas,templo de ídolos, la ka`ba de los peregrinos,las tablas de la Ley, el libro del Corán…Yo practico la Religión del Amor,cualquiera sea el sendero que sigan sus camellos” Ibn Al-Arabi

Aquí queda claro como un Sufi tan desapegado como Al-Arabi no pone el foco en la apropiación de la verdad sino en el amar. Que lejos estamos de ese ecumenismo católico que se dice abierto a todas las religiones pero donde “la nuestra es la verdadera”. Quiero enfatizar que la conexión clave aquí es: Amar = Aceptación y Dios = Todo. Con lo cual no digo que ese sea el único camino de realizar y conservar la unidad psíquica-cósmica a que invita y que desencadena habitar a través de la experiencia espiritual, hay vías plenamente laicas de hacerlo, como ya mostraré.

“La secta de los amantes es distinta de todas las demás;los amantes tienen religión y fe propias” Jalaluddin Rumi

Una vez más, el amar al centro. La palabra secta desentona un poco aquí pero probablemente puede tener que ver con la traducción, hay que atender más viven a la matriz relacional en que se usa la expresión. ¿Cuál es el sendero de los amantes? Esta es la antigua metáfora de Dios y el alma como dos amantes que viven al calor del más ardiente amor. Cuando Rumi habla de “religión y fe propias” esta al borde de la herejía en términos de la doxa islamita, y se refiere, en mi opinión, a esta simple dinámica de habitar en el amar. Tal como Jesús que habría puesto el amor por encima de todas las leyes, algo profundamente contracultural y subversivo.

“No hay otro compañero que el amor para mí;no hay final ni principio ni origen para mí;desde la intimidadel alma me susurra:en el camino del amor, ¡Oh ignorante!debes perderme a mí.En la secta del amor no hay más que amor.El amor es un océano sin fondo ni playas.Ahogarse ahí es no conocer el sufrimiento” Jalaluddin Rumi

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Además de la belleza despampanante de este poema, resulta muy revelador de lo que estoy queriendo mostrar, donde otro aspecto es la liberación del sufrimiento. Usualmente la gente busca en las religiones y en los caminos místicos una manera de liberarse del sufrimiento, y depende de cómo lo vivan serán los resultados que en esto obtengan. Como dice Ximena Dávila, el origen de todo dolor y sufrimiento es cultural, de esta cultura patriarcal-matriarcal, y ella también enfatiza la distinción entre dolor y sufrimiento de modo que el sufrimiento es la dinámica de apego al dolor. El sufrimiento ocurre como un flujo estacionario que se conserva como una configuración de sentires íntimos que emerge recurrentemente en el vivir de la persona cuando ciertas circunstancias relacionales o del espacio psíquico lo gatillan (desencadenan). Pero otro día, cuando me centre en la exposición de la dinámica constitutiva de los sentires hablare más de esto. Bien, el asunto es que habitar a través de la aceptación de la legitimidad de todo lo que existe, y que los caminos místicos asocian con la omnipresente manifestación de la divinidad, permite de hecho soltar el apego al dolor, por ende dejar de sufrir. Pero esto en una geocultura como la nuestra no puede ocurrir nunca de una manera total ya que esta cultura posibilita, genera, realiza y conserva dinámicas dolorosas y tendencias que refuerzan la orientación al sufrimiento. Sin embargo los caminos místicos abren la posibilidad de soltar el sufrimiento recurrentemente a través de lo que yo llamo, el Sendero del Contentamiento Interior, y que se constituye, por una parte, a través de habitar consistentemente en la aceptación de la legitimidad de toda experiencia, y por otra, en el cultivo de la meditación, el trance natural y el éxtasis.

Al respecto es revelador el siguiente poema de Kabir:

“No te afanes buscando el Jardín Florido.¡Oh, amigo mío! No te afanes buscando ese Jardín,pues en ti mismo florece el más bello de todos los jardines. Sobre el loto de mil pétalos siéntate, y entonces, apreciarás la Belleza perenne” Kabir Kabir aquí se refiere al paraíso perdido y por recuperar, y lo hace enfatizando que es fácil, y que tiene que ver con uno mismo, con el propio modo de habitar. Al igual que como invita a ver la Biología-Cultural, el amar es fácil, no es extracotidiano, está a la base de nuestra convivencia social, pero han sido justamente, en buena medida al menos, las religiones quienes lo entronizaron como un valor supremo de difícil acceso, como algo especial. Maturana y Dávila en uno de sus últimos ensayos correlacionan la experiencia de habitar sin esfuerzo con habitar en el paraíso, y el infierno surgiría de habitar en el esfuerzo.

“Hablamos en nuestro vivir cotidiano de estar en el infierno cuando hacemos referencia al sentirnos conscientemente atrapados en el vivir en el mal-estar. Sin la consciencia de encontrarse atrapado en el mal-estar no hay infierno. Lo mismo sucede con el paraíso. En nuestro vivir cotidiano hablamos de estar en el paraíso cuando hacemos referencia al sentirnos conscientemente inmersos en el bien-estar. Sin consciencia de encontrarse viviendo en el bien-estar, no hay paraíso”.

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En el esfuerzo de habitar a contrapelo de nuestra naturaleza primariamente amorosa, conservamos un habitar infernal, y en el habitar sin esfuerzo propio del amar, conservamos un habitar sobriamente paradisíaco.

Entre los místicos católicos citaré aquí a Fransico de Asis, cuando dice: “Pido poco y de ese poco, poco” ¿A que nos invita con ello? ¿Y que nos revela su decir? Nos invita a un vivir centrado en el contentamiento interior. Y nos revela que el habitaba en el paraíso del no-esfuerzo, habitando como ya dije, en la conservación del amar el vivir al aceptar la legitimidad de toda experiencia que vivía.

Ahora algo del budismo Zen:

“—¿Por qué no hablas, maestro?—Porque no quiero dejar rastro.No quiero que otros supongan que mis palabras pueden ser sus pasos.—Entonces, maestro, déjame seguir tu silencio.—No, por eso ahora hablo” Anónimo budista

Evidentemente este Koan, o relato, nos revela la importancia que se le da justamente al no apropiarse de la verdad, menos aún de una verdad “final” supuesta clave de liberación. Pero también nos habla de cómo este budista ama al caminante que lo considera su maestro, ya que él no habla en general, le habla a él aquí y ahora. Lo ve, lo ve y le corta un traje a la medida, un escurridizo traje por cierto. Esta es una bella bastonada, nó Don Augusto?.Bueno, con esto no estoy diciendo que el budismo, o los franciscanos, o los sufis, sean caminos místicos que habitaban realizando y conservando una cultura no patriarcal-matriarcal, no, la historia nos muestra como había una ondulación, un zig-zag permanente en que rítmicamente aparecían comunidades que trataban de librarse de la rigidización de otra escuela o senda. El budismo Chan y el Zen surgen así, enfatizando un desapego del budismo más religioso, pero tanto dentro del Chan como del Zen se dieron también procesos en que diferentes comunidades enfatizaron más los rituales y otros más las practicas meditativas, y en cada uno hubo personas que cayeron y otras que se libraron de las tentaciones propias de nuestra cultura, especialmente la arrogancia que supone la apropiación de la verdad. Entonces quiero destacar que es siempre una cuestión personal, intima, no se trata de escuelas ní aún de comunidades, salvo esporádicamente, cuando se dio por un tiempo la armonía de una comunidad que pudo por algún tiempo conservar transgeneracionalemente la centralidad de la experiencia espiritual.

Otras palabras reveladoras de todo lo dicho son las atribuidas a Lao Tze, del taoismo.

“La honestidad en las palabras acrecienta la confianza,La honestidad en los pensamientos permite la profundidad,La honestidad en la entrega extrema el amar”

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Y es interesante constatar que el taoismo original, el no escrito, surge de las tradiciones tribales shamanicas de la “China” ancestral, quienes Vivian espontáneamente de un modo que los “filósofos” neo-taoistas como Lao Tze y Chuang Tze, reactualizaron en su momento.Al respecto me parece oportuno citar a una Machi (Shamana) del pueblo Mapuche, quienes habitan el sur de lo que hoy es Chile. Antes hay que decir que el Nguillatún es la ceremonia de restablecimiento de la armonía psíquica-cósmica entre los mapuche. Ella nos dice, nos está diciendo:

“El verdadero Nguillatun –al igual que para los antiguos toquis (jefes) de mi raza- es el de vigilarse a sí mismo, trepelaimidzuam, cada minuto del día y cada día del año. Para estar en comunión con Dios hay que vigilarse, hay que tener la mente atenta, este es, creo yo, el único sacrificio válido. Por eso es que incluso me opongo al sacrificio de animales en los Nguillatunes” Ceferina Huaiquifil

Este bello fragmento que nos abre hacia el corazón más intimo, aún secreto, de la espiritualidad Mapuche, nos revela la conciencia que tiene Doña Ceferina de las dificultades que entraña querer conservar la experiencia espiritual de unidad y pertenencia habitando una geocultura como la nuestra, de ahí que considere que lo central es “vigilarse”, aunque si no nos gusta el sesgo patriarcal de la palabra vigilar, bien podríamos hablar de orientarse a conservar la comunión con Dios. Vigilarse, por supuesto, presupone ver, ella invita a ser visionarios en la experiencia de amor a y con lo divino, divinidad que para los mapuche está en todo, muy especialmente en la naturaleza que los rodea y que llaman Ñuque Mapu = Madre Tierra.

Para no extenderme mas, por hoy, quisiera considerar también la experiencia cotidiana occidental a que han invitado muchas personas que sin necesariamente ser místicos, cultivan laicamente la experiencia espiritual, asunto que trataré más extensamente en posteriores posteos en este forum.

“La vida no es algo a lo que hoy se pueda dar una respuesta. Deberíamos disfrutar el proceso de esperar, el proceso de empezar a ser uno mismo. No hay nada más maravilloso que plantar semillas de flores y no saber qué clase de flores van a brotar” Milton H. Erickson

Erickson fue un psiquiatra y psicoterapeuta norteamericano que renovó la praxis y la comprensión tanto de la psicoterapia en general como de la hipnosis en particular. Y el ponía el foco en “la aceptación de todo lo que el paciente trae a la consulta”. Nuevamente el amar. Él solía decir: “No hay pacientes resistentes, solo terapeutas poco flexibles”. E invento miles de técnicas, cada una cortada a la medida de cada persona, sin caer jamás en la trampa de crear metodologías, o ante poner teorías a la dinámica de encuentro con el otro, para él la terapia consistía en el proceso de “El individuo respondiendo al individuo”. Y la hipnosis no era un proceso fundado en la sugestión, en el dar instrucciones, sino “un proceso de comunicación de ideas y sentires”, que se baza en la reasociación y reorganización psíquica que por si misma realiza la persona.

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En el bello fragmento recién mencionado él nos invita a vivir en la experiencia de la legitimidad de toda experiencia aún cuando estas aún no nos han sucedido, es más, invita a disfrutar sin expectativas, exigencias ni frustraciones, el proceso de configurar la propia identidad, invita a amarse a si mismo, a amarse aceptando la legitimidad de todo lo que hacemos que nos hace ser como somos y como iremos siendo. Además lo hace destacando que la identidad no es en si, que es un proceso fluido, y que de hecho se distorsiona si la vivimos fuera de la aceptación de nuestro vivir.

Bien terminaré hoy simplemente citando a un querido poeta compatriota mío:

“Mascar cadenas, he ahí el plato más delicioso para el Hombre” Vicente Huidobro

Ignacio Muñoz Cristi13 de mayo de 2010Santiago de ChileEscola de redes