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Estándar de belleza femenina en la época primitiva
Los arqueólogos llaman usualmente “paleolítica Venus” pues, por lo
general, las primeras obras de arte eran solo figuras femeninas, sin
rasgos definidos en la cara, manos o pies, algunas veces, ni
siquiera previstos, pero el artista primitivo dotaba a su obra de arte
de una gran cadera y prominentes pechos, y con un gran vientre.
Quizás ese no era exactamente la definición de belleza que tenían
los hombres del paleolítico, lo que si podemos decir es que la
fertilidad era un dote bastante preciado, cuando los tiempos eran
difíciles, y conseguir comida era muy complicado, las personas
usualmente no vivían mucho, y las mujeres, el símbolo de la
fertilidad, especialmente maduras o en su etapa reproductiva eran
bastante apreciadas.
En las tribus primitivas que aún existen en el mundo, es el hombre
el que se adorna más que la mujer. A medida que la inteligencia fue
desarrollándose, el hombre puso como paradigma de la belleza a la
mujer. Entonces es ella la que actualmente se adorna más que el
hombre.
En las tribus primitivas la belleza femenina consistía en tener las
regiones del cuerpo que tenían que ver con la fertilidad, es decir,
con la conservación de la especie, muy desarrolladas. Así, las
primeras estatuas del ser humano que se conocen se refieren a
mujeres, por ejemplo, la Venus de Willendorf, estatuilla encontrada
en Alemania del año 25.000 a. de C., al igual que en la Venus de
Lausell, las partes más sobre salientes son los senos y las caderas,
otro ejemplo es la Cultura Paraca de Perú que existió en el año 900
al 1.400, también destacaban las partes femeninas relacionadas
con la fecundidad.
En la cultura Tumaco del sur de Colombia, que existió del año 225
al año 1400, también son las figuras femeninas los paradigmas de
la belleza.
Así podemos mencionar varios ejemplos, esto nos da una idea de la
importancia de la Tierra en la vida del hombre, ¿por qué? Porque
los hombres veían a la Madre Tierra como la dadora de la vida,
aquella que les proporcionaba alimentos y frutos con los cuales
superar las sequias y los largos inviernos, y ese dote de fecundidad
revive en la mujer, la que es capaz de prolongar la especie, y el
único sexo, de los dos de la raza humana, que puede albergar vida
dentro de ella, y después dar a luz.
Hasta cierto punto, es una forma de evidenciar el respeto por
aquello que desconocen, por los fenómenos naturales que no son
capaces de explicar, pero que son consientes que sin ellos no
podrían sobrevivir.
Aun así, en la época primitiva no había cánones de belleza
específicos, estaban más concentrados en la supervivencia de su
especie más que cualquier otro tema, por lo que la “belleza” no es
un tema recurrente, y esto lo podemos ver, por ejemplo en las
pinturas rupestres, en donde se muestran escenas de la vida
cotidiana, de búfalos, bisontes, etc., y donde las imágenes de
personas no figuran.