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DIARIODE LO
DESHABITADOPatricia Ortiz Lozano
Hay que conocer nuestra tristeza, no solamente porque no podemos vivir sin ella (germina en el seno de nuestra humanidad), sino además porque tampoco sabríamos arreglárnoslas sin ella. Eso pretende el autor de este Estudio sobre la tristeza en verso: la espera, la encara, se demora en ella, le da su propio tiempo.
La tristeza no es inocua, pero tampoco es un enemigo. El autor decide recibirla sin repudio, y escribe acerca de ella como la invitada al festín que se demora en irse pero que, finalmente, contribuye a hacer memorable la velada. En palabras del autor, «¿qué haríamos, además, / sin la tristeza? / […] ¿cómo podríamos soportar entonces / morir al menos, / vivir a veces?».
El Estudio sobre la tristeza es una reivindicación de ese estado del ánimo que, desgarrador, nos habita silencioso, e incluso a veces nos presta su aliento.
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ESTUDIO SOBRE LA
TRISTEZAJorge Alfonso Chávez Gallo
ESTUDIO SOBRE LA
TRISTEZA
ESTUDIO SOBRE LA
TRISTEZAJorge Alfonso Chávez Gallo
ESTUDIO SOBRE LA TRISTEZA
Primera edición 2018 (versión electrónica)
© Universidad Autónoma de AguascalientesAv. Universidad 940Ciudad Universitaria, C.P. 20131,Aguascalientes, Aguascalientes, Méxicowww.uaa.mx/direcciones/dgdv/editorial/
© Jorge Alfonso Chávez Gallo
ISBN 978-607-8652-32-7
Ilustración de portada: Tavo Montañez [tavomontanez.com]
Hecho en México/Made in Mexico
[...] tengo, entre huesos, triste el alma.
Rubén Bonifaz Nuño(Las alas del tigre, 31)
Considerando tambiénque el hombre es en verdad un animal
y no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza…
César Vallejo(Póstumos)
En la tristeza, en la que el pulso es tenue y lento, y en la que se sienten como unos lazos alrededor del corazón
que lo estrangulan, y unos carámbanos que lo hielan y comunican su frialdad al resto del cuerpo…
René Descartes(Passions de l’ame, art. 100)
A la memoria de Jorge Alfonso Chávez Díaz, mi padre, que supo reír hasta el final.
Y a mi madre, Delia Gallo Aguilar, que aprende a vivir una vez más.
ÍNDICE
ESTUDIO. Prólogo
PRIMERA PARTE
SEGUNDA PARTE
Adenda
El aire (apunte)
13
15
31
49
59
13
ESTUDIO
PRÓLOGO
L a felicidad pura,la simple y llana felicidad,es inaccesible al hombre;
sólo los perros y los gatos,los ratones y las aves,
los niños más pequeñosviven con ella al lado,puesto que lo ignoran.Si llegaran a saberlo,
como en el mitodel hombre primigenio,
se sonrojarían(pues no es posible
saberse felizsin sonrojarse).
Es serena la felicidadde los inocentes:
sin risotadas y sin fiestas
Estudio sobre la tristeza
14
y sin alborozo;el hombre celebra,
baila y canta y se estremece,porque quiere olvidar y disolverse
en la gozosa bestia silenciosa.
Dura un instante apenas,la felicidad
pura y callada,en el pecho del hombre,
pues no puede ignorarla cuando estalla.La descubre entonces
en la tensión vibrante de sus venas,el calor agitado en sus pulmones,
la violencia muscular que lo impulsa…y se entristece
porque sabe tambiénque no pueden sus manos retenerla,
que se le cae,que la ha perdido:el polvo que ruge
batiéndose contra sí mismo,el polvo que se yergue en remolino,
eso es el hombre,y es por ello su sino la tristeza.
15
PRÓLOGO
PRIMERAPARTE
17
D e repente una tristeza anónima
se detiene sobre mis párpados
y me socava.Parece mía,
pero me miro a los ojos y la desconozco.
Lo digo para escucharlo de mi voz
e intentar así reconocerme en ella, porque esta tristeza me enajena.
Estoy triste,pero sin ser yo:
como si hubiera muerto y me extrañara,como si aún quisiera recordarme.
Estudio sobre la tristeza
18
L a tristeza no es otra cosaque nuestra sombra en el espejo.
(Hemos caminadotantas veces
por los mismos caminos hoyados;hemos visitado
tantas veceslas mismas ruinas a diario,
que el sol no nos sorprende yacuando amanece
y la lluvia no nos moja yala memoria cansada).
La tristeza no es másque nuestros ojos exhaustos
y la luz dormidasobre las pestañas.
(Hemos vistotantos rostros
blandiendo su dolor a carcajadas,tantos vasos de sueño derramado
bajo nuestros pies descalzos,que los dientes de la nochenos carcomen el hambre
a cada bocadoy una solitaria nube
siempre se atraviesa mudaentre el aire y el día que nos alumbra).
19
PRIMERA PARTE
No es nada más esta tristeza
que el aire conturbado en los pulmones.
Estudio sobre la tristeza
20
¿Puede obnubilarnos la tristeza?Puede quizá,
pero no quiere.Volveríase ella misma sanguijuela,
miserable y lánguida,brumosa y lastimera.
No, lo mismo que la alegría más pura,ella también ansía clarividencia:
que no se oculte tu ausencia, por ejemplo,con la pelusa y con el polvo en los rincones sombríos
(bajo la cama, entre zapatos viejos,
detrás de la puerta que nunca se cierra…),sino que acompañe prudente los platos en la mesa
y el ardor en el vientre,que caiga minuciosa con el agua de la ducha,
que acompañe, moviendo lentamente la cabeza,la música que suena en mi memoria o en el radio;
o que no nos abrume la calle con su ruido mendaz y ronco, sino que exhiba su vaivén estéril de cuerpo agusanado;
que el hambre que se arrastra en las aceras no se esconda bajo el brillo falaz de unas monedas,
sino que tiña de vergüenza nuestros lustrosos dientes; que no muera, nada más, el perro atropellado,
sino que gima su dolor embadurnado en nuestros ojos insomnes. No,
ella nos quiere lúcidos, atentos al reloj que nos aherrumbra con acribia,
y a los vítores a la estulticiay a la inercia ciega y sorda
que alimenta a los hombrescasi siempre.
21
PRIMERA PARTE
H ay que darle su lugar a la tristeza, carajo. Todos voltean al otro lado cuando ella,
discreta y tímida, se acerca.Todo mundo le da con la puerta en las narices
sin darse cuenta de que ella volverá sin hacer ruido
pero con insistencia,paciente y tenaz como es.
Quizá sólo se quede al lado de uno o a la espalda,de pie,
cerquita, sin decir nada,
sin mirar siquiera, y su presencia será cada vez más contundente en su mutismo,
como oquedad que brama. Su asistencia taciturna a cada uno de nuestros pasos
irá nublando nuestros gestos; gravitará la atención cada vez más en torno a ella;
cada palabra dichay cada risa
llevarán una sombra someray sin embargo onusta;
la luz se volverá lapídea paulatinamente y los gusanos de los muertos crecerán en nuestro vientre.
Por eso hay que darle su lugar a la tristeza. Llorar un rato, un día, un mes o siete años,
de frente y sin tapujos; dejarse llenar los pulmones de rocío en la madrugada adusta;
apretar contra el papel la pluma hasta rasgarlo; ladrarle a los perros que le aúllan a la luna
como si supieran qué querrían hacer con ellasi la tuvieran a mano.
Estudio sobre la tristeza
22
Entonces la tristeza nos mirará un poco apenada, y como a niños hambrientos
nos dejará morircon pausa y sin incomodarnos mucho.
Diríase incluso que amorosamente.
23
PRIMERA PARTE
Por otro lado,¿quién querría realmente vivir
en esa perpetua idiociaque pasa por felicidad?
Si la alegría no rehúsa la tristezay el melancólico sabe reír mejor que el bobo;
si la dicha más grande se apoya siempre en una pena;si la nostalgia se alimenta del deleite.
Habrá que cultivar inclusoesa tristeza tierna
que nuestra piel rezumacuando la diáfana belleza de un instante
surca nuestros ávidos sentidos miserablesy sacude nuestros huesos endebles.
Estudio sobre la tristeza
24
P ero no a todos acude la tristeza,sino al que ríe para sí
cuando lo alcanza la noche a la intemperie;
o a la que lloratras contemplar
el rostro de la dicha en el espejo;a quien atiende a su muerte
como se escucha la respiración;al que conoce el asombro
con que lo bello nos alumbray reconoce aún
en los ojos de un niñoel tenue fulgor
de descubrirse vivo.
Y no es que quiera arruinarlos,la tristeza,
sino que intenta abrazarloscomo se abraza a un niño
que ha perdido a su madreentre la multitud:
para que pueda vivir en adelantecon el resto de llanto que aún le queda.
25
PRIMERA PARTE
¿Q ué haríamos, además,sin la tristeza?
¿Cómo podríamos siquieramirarnos al espejo
si nos dejara los ojostendidos al solpara secarse
y se llevara tambiénentre los pies
todas las nubes?
¿Dónde más resonaríanlos ecos fugaces de la alegría
si no yaen ese profuso huecoque la tristeza cultiva
afable en nuestro pecho entumido?
Si no anegara la tristeza,de tarde en tarde,
el pálido rumor de los segundos;si no diera cobijo en sus entrañas
al aire que nos falta a veces;si no supieran ya
sus manos de humo detenernospara mirarnos la sed y el hambretejer con hilos de miedo y gozo,
a dentelladas el alma…
Si no viniera la tristeza en fina desgajarnos de vez en cuando
las ganas de seguir aquí,de la lluvia o de la sangre cansina,
Estudio sobre la tristeza
26
¿cómo podríamos soportar entoncesmorir al menos,
vivir a veces?
27
PRIMERA PARTE
L uegola tristeza se va a dormir un rato
(dos días,una semana,
un año o veinte),y es como si nos hubiera olvidado
y otras cosas en cambio se acordaran de nosotros:el teléfono lanza entonces
alaridos más audaces;la cama, serena, nos arropa,
no abotargada y lacia;el cuadro en la pared
y la paredcon altivez sostienen
su rigidez insigne;las hormigas
suelen arrojarsemás osadamente
bajo nuestros pasos;y el reloj se ha vuelto
exorable y quieto.Hasta que un díase abre de nuevo
la tristeza ennuestros ojos.
Y es como si
unose acordara de sí
mientras todas las cosas aún duermenajenas al espanto
con que uno les busca la miradacada día:
Estudio sobre la tristeza
28
de nuevo el teléfono repicacon la indolencia del plástico y la piedra;
la cama se tumba,vuelta apenas un bulto,sobre el suelo baldado;el cuadro en la pared
ahora nos rehúye la miraday la pared
se ve abrumada;las hormigasson migajas
de nuestra sombra esquiva;y el relojarrastracada tic
y cada taccomo a un cadáver.
29
PRIMERA PARTE
E sta tristeza míatan rigurosa y verde y como de agua,
descalza a media noche sobre el suelo helado,pensando, pensando, nada más pensando…¿Qué hace esta tristeza entre mis párpados,
mirándose las manos imprecisas?¿Qué murmura entre las sombras que duermen sobre el
[mundo?¿Qué ojos son esos en que mira,
oliendo a gatos y a una lentitud desmemoriada,sus propios ojos huecosy abiertos como gotas
que no acabande caer?
SEGUNDA PARTE
33
¿Q ué hacer cuando anidadebajo de la cama
la melancolía?No es que haga nada
(no muerde, no rasguña, no hace siquiera ruidos raros),pero uno escucha su respiración
y sabe que es ella,y es como si debiera compartir con ella el sueño
y todas las pequeñas reliquias que ha podido reunir durante el [día
(una mirada, dos aromas, dos palabras,tres o cuatro sabores,
alguna ideay una pequeña broma por ejemplo):y uno se esfuerza por ocultárselas
y se pone serio para que no las vea,pero siempre acaba descubriéndoselas en el rostro
y uno no tiene más remedio que mostrarlasy darle su porción para que duerma
y no lo tenga hasta la madrugada en vilo.No sé, quizá ella ni siquiera se preocupa de uno,
o le dé lo mismo que le llevemos un hongoo un jabón o una naranja.
No lo sé, porque ella siempre nos mira igual:con nuestros propios ojos
y un insomnio de siglos colgando de los párpados.Tal vez no le importamos
y ya,pero nosotros no podemos ignorarla cuando llega:
como un pequeño huérfano al que no podemosdejar abandonado a la intemperie.
Estudio sobre la tristeza
34
O lvídate del alma,que no es más que ese hueco
en el que siempre caemoscuando se nos va la voz
y ya no sabemos decir hambre.
Háblame, mejor, de tu miedo,cuéntame cómo muerde
y dime si hurga mientras duermes tus oídos,o si espera junto a tu almohada
hasta poder deslizar bajo tus uñassus miríadas de lenguas
como hormigas de baba y sal.
Que tus ojos me expliquenel ansia sutil
del aire verde de la dicha en los pulmones.
Que mis entrañas palpenel lento dolor
de no reconocerse,recién cada mañana,
en el espejo indolente.
Que el temblor del aire me muestreese crudo placer que se engendra,evocando el nacimiento de la luz,
en tu salvífico vientremujer.
Dime, finalmente, la tristezaque sube por tu voz hasta tus cejas
por la noche
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SEGUNDA PARTE
cuando ese polvo dormidole cubre a la gente los ojos
y se queda quieto,como los hijos que se han ido en la memoria
como las horas que brotan de la ausenciacomo quien nunca llegó
como la muerte,sobre la luz y la cama
y los perros dormidos,ese maullido atroz
y la tintay una vez en mi mano,
y entre las viejas palabras que decimos.
Estudio sobre la tristeza
36
¿Q ué hacer,si muero desde ayer,desde hace un mes,
desde antes de nacer?
¿Quési no podré reír ya más
ni amarte ni soñarni emborronar papeles
ni morir?
¿Qué haré–gimen mis huesos todos,desde las uñas de los pies
hasta los dientes–qué hacer con esta carne pesada
con estos nervios vibrantescon la voz
y la mirada?
¿Qué hacer–rugen mi piel y mi sangre–si el zumbido de las moscasse anuncia ya en el rumor
que hincha estas venas sedientas?
Qué hacer,no para evitar ese hueco,
ni que el cuerpo se vacíe de mí,que el silencio me inunde cada poro,
que yo me deje a mí mismosin saber dónde
37
SEGUNDA PARTE
ni cómoni por qué.
Qué hacer, eso sí,para no olvidar que estoy aquí,
para sentir el aire en mis pulmones,para que el júbilo no olvide mis nervios,
para que esta tristeza no se ahogue en mi garganta,para que no dejes de mirar estos ojos que te atisban
y no palidezca el brócoli en el platoni el vino pierda el aroma a antiguos dioses,
ni callen los perros para siempre.
Estudio sobre la tristeza
38
N o es cierto que sea la dicha bulliciosa.Su sosiego parece, más bien,
la nostalgia de un besoo el olor de la lluvia
cuando ya ha escampado.
Ni es verdad que la sostenga la esperanza.Más bien, cuando la dicha nos despoja de palabras
el olvido cubre con su sombra afabletambién las promesas falaces
del deseo atolondradoy la ansiedad tenaz.
Más aún,puede muy bien la dicha convivir con la tristeza
puesto que ambas se alimentan de la luzen que las cosas se anuncian
llana y cabalmentecomo son.
La dicha aparece,en realidad,
como un suspiromientras pensábamos en otra cosa.
La descubrimossiempre
cuando ya se ha aposentadodiscreta y humilde en nuestro pecho
y ha abierto las ventanasy el aire nos circula ya
sin aspavientos.
39
SEGUNDA PARTE
En suma,que cuando la dicha nos tiñe la sangre
no nos damos cuenta casi nuncapero sonreímos.
Estudio sobre la tristeza
40
E s algo tan simplela felicidad,
pero a la vez tan remoto…Y es que no nos bastaque nos bese la mejilla
mientras nosotros mordemoscon descuido una galleta a medio día
y una mirada tierna nos arropa:queremos también que no nos deje,queremos de inmediato desposarla,guardarla en un cajón de la cocina,llevarla en el bolsillo con las llaves
o encerrarla en una jaula con alpistepara escucharla cantar
sin que nos dé un mordisco.
Es algo tan simple,y sin embargo,
mientras ella nos buscaentre las horas exhaustas de los días
(y nos busca siempre,en todas partes,
la pobre)nosotros le volvemos las espaldas
con el pretexto de buscarla entre las piedras.Y cuanto más empeño ponemos en rastrearla
(esculcamos el polvo,trasegamos el aire,queremos ominarel número preciso
de gusanos que roerán
nuestras entrañas huecas),
41
SEGUNDA PARTE
más nos distanciamosde sus frágiles labios,de sus dientes filosos.
Estudio sobre la tristeza
42
I
¿Y al final qué quedaría
si este ronco dolor no palpitara en mi pecho?¿Qué
sin este miedo rugoso a no encontrarte nunca más,padre?¿Y qué
sin esta sed de diarioy sin la hambrienta punzada de las noches enjutas?
¿Quésin la vergüenza derruida en la memoria,
sin el estrujado llanto en la garganta quebrada,sin el espasmo minucioso de la sangre que brota,
sin la ardorosa afronta,ni el estulto que grita
ni el que agacha la cabezapara engullir, ambos, su palidez cobarde?
¿Qué sin el golpe nublado en el rostro,sin la fiebre ruinosa en los huesos,
sin la piedra, en suma,diminuta y pertinaz,
en el zapato?
II
Acaso,en efecto,
ceniza o lodo o tierra seca;una roca quizás
endurecida a golpes de silencioy vacío
43
SEGUNDA PARTE
y ausenciay nada;
un mundo sin ojosni deseo
ni fatuas ilusionesni muerte
ni palabras;un ínfimo gránulo tal vez,
un páramo infinito acaso…da igual
si nadie pudo nunca mencionarlo.
Estudio sobre la tristeza
44
U n día de estos moriréy estará bien
pues quién querríano morir nunca.
¿Qué sentido tendría amarteo despedirme
o encontrarnos en la calle?¿Para qué verte a los ojos entonces?
¿Para qué el sabor del vinoy el violín que susurra
y el aroma de las bibliotecas?¿Cómo sabría si las naranjas me gustan más que las toronjas?
¿Cómo sabría qué hacer conmigo?¿A qué sabrían las habaso el polvo o tu tristeza?
Acaso un beso se recordaríacomo una lámparasi no muriéramos.
Las mil y una noches seríanuna inacabable noche
en la que enmudecen todosy todos se miran entre sí
como entresijos.
Un día de estos moriré,quizá mañana
quizá en tres añosquizá en cincuenta,
y estará biende todas formas.
45
SEGUNDA PARTE
Quizáno pueda durar yani otro segundo…
o tres...y entonces
habrá quedado inconcluso este poema,y no veré de nuevo a mi perro que me llama
ni encontraré ya más sobre tu rostro tu mano,ni escucharé otra vez a Mozart
hablar en los violines,ni el aroma del café me hará sentir
que hay algo ahí,agazapado entre las horas,
esperando con paciencia que lo encuentre...Y aunque nada de eso me gustey aunque me espante incluso,
estará bien,porque he empezado a escribir este poema,
y he escuchado a mi perro que me llama,y he visto dormir sobre tu rostro tu mano,
y he encontrado la voz de Mozart cantar en los violines,y el aroma del caféme ha hecho sentirque hay algo ahí,entre las horas,
esperando con paciencia que lo encuentre:tal vez entre la hierba una moneda,
un verso acasoo el súbito recuerdo de tu risa,
quizá ese viejo cansancio entre mi pecho,quizá, también,
mi muerte misma.
Estudio sobre la tristeza
46
Y no es sin embargo el dolorni la tristeza
lo que hace miserables a los hombres.El dolor es torpe,
arrebatado y necio.Si no lo dejamos hablarempezará a gritarnos
hasta aturdirnos el hambrey la gargantay la ansiedad
y hasta las uñas de los pies,pero tampoco habrá que hacerle mucho caso
porque también entoncesacabará
dando alaridos.La tristeza, por su parte,
siempre nos mira con ternuray en el abrazo frío que nos dispensa
nos otorga también sabiduría.
No es el dolorni la tristeza
lo que hace miserables a los hombres,sino su cobardía:
temen que el mundogire a tenorde la fortuna
y prefieren clavarle las uñase intentar dirigirlo a su capricho
que soportar el miedo en las entrañasy sonreírle a la fortuna,
que se mofade cualquier manera.
47
SEGUNDA PARTE
Y así,cuando el mundo los arrastra
prefieren sacarse los ojosque arrostrarse a su desdicha
y así,su recelo va nutriendo una esperanza
que se les vuelve esa cegueracon que hincan al cabo siempre
las rodillastemblorosasen el suelo.
ADENDA
L eíque hay menos
mariposasen el mundo,
y pude comprender,al fin,
por qué ahora el solalumbra
con esa pesadumbre,y las estrellas
fulguranmás distantes,y las palabras
de los hombresresuenan
aún más huecas…
Estudio sobre la tristeza
50
N o sé si esta sombra que me sigue es míao si me he precipitado entre tus sueños.No sé cuántas veces habré escrito estoni si estoy entre tus brazos o me he ido
(hay tantas cosas qué saber-que las estrellas son fantasmas,
que el desierto llora por las noches cuando nadie mira,que los renacuajos son mis primos,
que somos esta súbita punzada en el estómago-que me he perdido;
hay tantas bocas abiertasy tantos párpados dormidos,
tantos perros esperando una nubey tantas nubes deshaciéndose en tus ojos,
–hay incluso demasiados ojosclavados en una espinay demasiadas espinas
clavadas bajo mis uñas–,que la luna no sabe alumbrar la noche
y el sol no sabe ocultar su furiay yo no sé
qué hora es ya cuando es la una).
No sé pues cómo atino a decir una palabra,a mirar una paloma,
a dar un paso tras otro,tener hambre justo a tiempo
y no saltarme las horas de los días.
51
ADENDA
Y si supiera cómo preguntary a quiény cuándo,
y si lo hiciera y no me confundiera la respuesta,quién sabe si sabría recordar lo que me han dicho.
Estudio sobre la tristeza
52
¿N o hay alguien que quierasimplemente
sentarse conmigo en el sueloa escuchar el cielo,
alejados de los hombresy sus ojos huecosy sus voces rojas
y sus zapatos guardados en el clóset?
53
ADENDA
¿H ace cuánto que el reloj no nos sorprendemirando el silencio recorrer las horas
por sus segmentos cabales,rigurosos,frugales,enjutos?
¿Hace cuánto dejamos de observarel aire que sostiene
las alas de los pájaros(pálpitos audaces,
sosegados,abiertos),
y ya nuestros turbados pechos?
Es como si nunca hubiéramos dormidocon los ojos cerrados,
como si siempre soñáramos insomnes,como si el tiempo mismocrujiera adentro nuestroy las entrañas crepitantes
nos tuvieran aturdidosya de viejosya de niños
ya de morir acostumbradosya de vivir inadvertidos.
Estudio sobre la tristeza
54
H ay este azuly ese cieloy el árbol
y en su estruendo la campanay tu silencio
y esta ausencia insostenible.
Hay estos garabatosy en ellos, dormida, tu voz
y entre estas palabras nosotrossosteniendo la mirada al mundo
sosteniendo al mundo en la mirada.
55
ADENDA
H ay hombres que no sonmás que abogados,
contadores o banqueros,que el resto del tiempo lo pasan descansando de ser algo,
que se saludan de mano con efusióny algo que parece gusto,
que en el armario cuelgan el alma(¿y cómo más he de decirlo?)como cuelgan sus corbatas
y sospechan a veces,sólo a veces,que no viven;
a media tarde por ejemplo,cuando descubren que el café se les ha enfriado sin un trago,
que el reloj demora más cada segundo,que el hambre se ha vuelto humildey hasta un poco juiciosa y ordenada,
que nuestras sudorosas manos ciegasno sienten ya la vida
que recorre a un lápiz,que el corazón palpita apenas por costumbre,
que el tiempo caehecho ceniza
sobre el cenicero,que nuestra sed cabe en un vaso desechable de cartón
y nuestras horas todasen un cubículode dos por tres.
Pero es apenas un instante lo que dura la sospecha,porque el teléfono sigue soltando
agrios alaridos muertos,porque la tienda va a cerrar,porque la prisa lleva prisa
Estudio sobre la tristeza
56
y hay un día después de otroy algunos se nos han perdido
entre las hojas de los calendarios,y nosotros, además,
no somos ni arañas ni pájaros ni abejas.
57
ADENDA
I
M e arrastra mi sombra hacia la tumbacon sus dientes rijosos y blancos
y mis uñas se aferran a mi carne batientey punza su grito en el pulmón ahogado.
Ya los ojos del dolor me ciegany el hambre me devora las entrañas
y el cuerpo se me ahoga con la sangre.
Se me derraman los sueños al abrir los ojosmientras el aire en mi garganta se hace humo.
Ya mi ausencia me reemplaza cuando habloy me carcome los hirsutos huesos
mientras duermo.
II
Ya circula por mis venasel polvo que mis poros acumulan.
Ya se anega el pechoen su mesticia sedienta.Ya el corazón bate limo
en las entrañas nubosas.Ya se abate la umbrosa pena sobre el dorso cansino.
Ya la ausenciaya el hueco
ya el vilo en que me agoto.Ya un túmulo de gatos y de díasya los años de anodina ansiedad
ya la voz que calla o rugeya el eco vacilante
ya la abulia en las uñas y en los dientes
Estudio sobre la tristeza
58
ya el crujido del hambre en las arañas pacientes y en mi vientre aturdido
ya la baba que el reloj goteasobre tu cráneo vibranteya el unánime mugidoque recorre las calles
ya los rezos que agusanan el aire por la nocheya los cuchillos escondidos en el miedo callado
ya la rugosa oquedad de las palabras…ya.
EL AIRE(APUNTE)
1
M i voz en el aire es sólo una cosa más,nada en ella se agita
que sea distintodel seco temblor
de una hoja al viento,y el eco que responde en el silencio de tus mientes
no es distinto de las ondas que aquella hoja despertara
sobre el lívido rostro de las aguas.
Y sin embargo,mis ojos disecan esta dolorosa manoy su ceguera se asombra de mi voz,
que dice esto.
Estudio sobre la tristeza
60
2
E l mundo está hecho de lo mismo que anima a las [palabras
y al llanto del que apenas nacey al silencio mismo.
La trama del mundo es un poemamusitado apenas
entre sollozos y gritosy carcajadas y gritosentre un grito y otro.
¿Qué es eso que late en mis entrañas calientes,y en el rumor mitigado de las piedras
y en la red minuciosa de la araña,en el quieto fulgor de una estrella
y en el agrio furor del mar batiente?
Es la dicha del baile,el gozo voraz del ritmo,
es la fruición del airecuando se transforma en canto.
El cuidado y diseño de la edición estuvierona cargo del Departamento Editorial
de la Dirección General de Difusión y Vinculaciónde la Universidad Autónoma de Aguascalientes.
ESTUDIO SOBRE LA
TRISTEZA