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COLECCIñN`DELIBROSESCOGIDOS ESTUDIOS DE ANTROPOLOGóA CRIMINAL POR ENRIQUE ERRI TERCERAEDICION LA 1 s PAíAMQDERTA acƒ . :z deSantoDomingo, : .

Estudios de antropología criminal / Enrique Ferri

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ESTUDIOSDE

TROPOLOGóA CRIMINAL

COLECCIñN `DE LIBROS ESCOGIDOS

ESTUDIOS

DE

ANTROPOLOGóACRIMINAL

POR

ENRIQUE FERRI

TERCERA EDICION

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L A '1~s3PAíA MQD ER TA( acƒ . :z de Santo Domingo, :6 .

Y

4071.--AVRIAL, impresor, San Bernardo, 92 .

Es propiedad . - Que-da hecho el depósito quemarca la ley .

1A NTR u

ESTUDIOSDE

POLOGIA CRIINALM

Trabajo y celdas de los condenados.

S eñores :

C ANSADO por el ímprobo tra-bajo de una semana deCongresos antropológicos

y penitenciarios, con sus natura-les consecuencias de vivas y ani-madas discusiones, de febril y so-litaria preparación para batallascampales `y escaramuzas impre-Vista.s, no estoy en las condicio-nes psicológicas necesarias para

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daros la conferencia a que me hecomprometido. Me resuelvo, sinembargo, ó cumplir mi empeño,tanto por el cariño que profeso óestos estudios, como por la espe-ranza que abrigo de que seró con-veniente una conversaciín pƒbli-ca y sin pretensiones acerca de losdos Congresos que se han celebra-do en la semana anterior, pensandoque tendró, inter„s mi conferenciapor este motivo, y acaso sea ƒtiló la propaganda de los princi-pios que nosotros, los positivis-tas, creemos que ofrecen soluciínó los intrincados problemas deaquella parte de la vida patolígi-ca social que se manifiesta en eldelito y sus consecuencias .

En condiciones psicolígicasbien poco favorables me presen-to: ya pod„is presumir el estadode excitaciín cerebral que acom…_

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paña ó la lucha pac†fica, pero ar-diente, por convicciones profun-das, por esperanzas arraigadas ypor ideales desconocidos, en unaasamblea pac†fica, en la que porprimera vez se ha reunido una fa-lange de positivistas que, al noseguir los caminos trillados „ in-fecundos, recogen, como todos losheterodoxos, ó veces la simpat†a,ó veces la desconfianza, en unasocasiones se animan a seguir sucamino, y en cambio, en otras,desfallecen acosados por los mósfuertes dicterios .

Finos bordados, pespuntes pro-cedentes del trabajo de alguna la-drona í envenenadora ; cajas decaudales construidas por las d„-biles manos de algƒn raterillo íprecoz homicida, que encerradoen las prisiones, llamadas piado-samente; de correcciín, acaso al.

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construirlas haya aprendido aabrirlas con fines nada honrados ;vestidos de las mñs extraías he-churas, ya bastos y de tonos du-ros, ya vistosos y de vivos colo-res; juguetes en los que se ve elcontraste de la inocente alegrƒaque han de proporcionar y el pen-samiento de quien los ha cons-truido, en alguna cuadra, en me-dio de narraciones l„bricas … debandidos ; cerraduras complicadasy complicadas mñquinas agrƒco-las ; toda clase de productos in-dustriales, desde el sencillo esca-bel al armario de lujo . . . todo estoy mucho mñs ha pasarlo antenuestra vista visitando el pinto-resco bazar carcelario .

Crñneos, cifras jeroglƒficas dedatos antropom†tricos y estadƒsti-cos, caricaturas hechas por locos,que locamente discutƒan sus des-

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equilibrados conceptos, dando ñveces apariencia y esencia de ver-dad ñ la desordenada fosforescen-cia de cerebros enfermos ; tatuajesque, con la nota viva del presen-te, nos remontan ñ las costumbresde nuestros antiguos antecesores,que sobre su piel seíalaban losescudos de su nobleza guerrera ;preparaciones anat…micas y mons-truosas del Ecce horno ; retratos deemperadores romanos y de delin-cuentes que han sobrevivido ñ laturba vulgar por la infamia desus delitos, que revelan mñs fero-cidad … mñs astucia, y retratos(que, con los anteriores, formanelocuente contraste) de mñrtires yap…stoles polƒticos, ñ los que elƒmpetu de la pasi…n generosa im-puls… contra la ley penal, que noera tutela de la ordenada libertad,sino forma jurƒdica simulada †

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instrumento de temeroso despo-tismo; estatuitas y dibujos de re-clusos de cñrceles í manicomiosque representan el arte en sus pri-meros pasos . . . todo el kaleidoscopio doloroso y brutal de nuestravida civilizada, se ha entrevistoen la Exposiciín antropolígico-criminal, adivinñndose inexplo-radas profundidades del mundodelincuente .

Mi cerebro estaba tan lleno deestas imñgenes, ora tristes, oragrotescas, que aun en la noche meperseguƒan Exposiciones y Con„gresos, y veƒa en sue…os una dan-za macabra de crñneos cifrados,de estadƒsticas, series antropom†-tricas, sistemas grñficos o mapasgeogrñficos . Y todos, como porrepresalia, intentaban penetrar ñviva fuerza en mi cerebro (que du-rante el dƒa se habƒa esforzado en

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retener las caracterƒsticas mñs sa-lientes) hasta reducirlo ñ las enor-mes proporciones de la hidrocefa-lia, y no pudiendo resistir mi cajacerebral, se agrandaba monstruo-samente hasta que la violenta ten-siín nerviosa la hacƒa estallar. . .

Pero no es de estas emocionesde lo que intento hablaros : me li-mita'r† ñ explicar cuñles fueronlas observaciones practicadas du-rante los dos Congresos y visitan-do las Exposiciones, y para ellolo primero que se precisa consig-nar es la diferencia de fines deambos .

El Congreso penitenciario hareunido, no sílo sabios ilustres,sino tambi†n benem†ritos filñn-tropos, que estudian, no pocos, la

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cñrcel en sí misma y no el indi-viduo que ha de habitarla ; sabiosy filñntropos para los que, conraras excepciones, el hombre de-lincuente, cuando no es un nƒ-mero que deba encasillarse en de-terminada celda, no es sino elt„rmino comƒn de aplicaci…n deuna disciplina física y moral, or-denada … informada por abstrac-tos cñlculos, y sobre todo por lasgenerosas intuiciones del senti-miento .

E n cambio, los individuos quehan asistido al Congreso antropo-l…gico-criminal tienen, como prin-cipal cbjeto y por tendencia cons-tante, un estudio mñs inmediatode nosotros mismos ; el estudio delhombre que ha cometido el deli-to, ñ fin de conocer su constitu-ci…n orgñnica y moral, y ñ fin de-averiguar si por la complicidad

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del ambiente se determin… ñ in-fringir las condiciones normales deexistencia social en da†o de sussemej antes .

Mientras para los congresistasdel penitenciario, para quienes lacñrcel es la expresi…n caracterís-tica de su sistema, la celda figu-ra, en primer t„rmino, congo cons-trucci…n y como medio, y el indi-viduo a (pulen estñ destinada que-da en segundo lugar ; para los delCongreso antropol…gico la figuradel criminal tiene mñs relieve,quedando en la penumbra la cñr-cel, el ambiente especial de eli-minaci…n … represi…n, dentro delque estñ condenado ñ vivir … ñ ex-tinguirse el reo que al delinquirrevel… su falta de aptitud para lavida social .

Tales eran las corrientes, lasideas predominantes de los dos

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Congresos, donde todos y cadauno de los asistentes tenóa por ob-jetivo el plantear, mñs bien queresolver, arduos y complicadosproblemas que esperan soluciíneficaz, no de la discusiín pƒblicade un Congreso, sino del trabajolento y laborioso de gabinete y ob-servatorio ; las impresiones de loscongresistas, el resumen de lasteoróas y sistemas que exponen,son semillas que fructifican mñstarde, cuando todos y cada uno delos que las han escuchado meditansobre ellas, las corrigen y lascompletan. En los dos Congresosse manifestaron dos corrientescientóficas : una nacida un siglo ha,que ha llegado ñ su mayor gra-do de expansiín teírica y prñcti-ca; otra, iniciada poco hace, quese bosqueja apenas como un con-junto orgñnico de datos experi-

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mentales y de positivas induc-clones .

A fines del pasado siglo, OsarBeccaria, en Italia, con su inmor-tal libro, daba vida ñ los senti-mientos … ideas que ya en la cien-cia, en su …poca, y elevando el es-tudio de los delitos y de las penasa la dignidad de ciencia filosífica,promovóa aquel glorioso movi-miento cientófico que, encarnadoen la escuela clñsica criminal, ñtanta altura puso el genio italia-no . Pocos anos despu…s, en Ingla-terra, John Howard, describiícon sencilla elocuencia el estadomiserable, la corrupciín materialy moral en que se encontraban lospresos de las diversas cñrceles eu-ropeas que visití, y con sus des-cripciones determiní un movi-

Ió E, FFRRI

miento paralelo al de Beccariaque respondía perfectamente alcomƒn sentir. Transportado „Am…rica este sentimiento y allídesarrollado, vuelve de nuevo „Europa, y surge la escuela peni-tenciaria, condensada hoy en lafórmula de †aislamiento, trabajoe instrucción‡ , en la arquitecturadel sistema, que al escogerlo Ben-tham y presentarlo al Parlamentoingl…s y luego „ la Asambleafrancesa, le llamaba † panóptico ‡ ,por su especial disposición radial,en el que un solo hombre, coloca-do en el centro, puede vigilar to-dos los confinados . Son, pues, .id…nticos en las dos escuelas cl„-sicas, el punto de partida, la ten-dencia y el punto de llegada .

En el terreno de los principiosjurídicos la escuela iniciada porBeccaria, y en el terreno de la

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disciplina en las penas de deten-ción la escuela de Howard, puededecirse que nacieron ambas comogenerosa reacción contra las exa-geraciones y crueldades legislati-va y administrativa que desde laEdad Media se arrastraron hastala Revolución francesa . Fueron ,ambas „ dos escuelas, protestascontra el estado de las leyes y delas c„rceles en aquellos tiempos,y por tal razón se acogieron conentusiasmo grande, llev„ndose elsentimiento humanitario „ las ul-timas exageraciones por vías pa-ralelas . Los discípulos de Becca-ria, examinando el delito en sí ypor sí, como forma ,jurídica abs-tracta, separada del mundo real,tuvieron como meta, „ la que lle-garon y aun pasaron, la diminu-ción general de las penas del Có-digo y la abolición de algunas

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is E FERRI

formas de penas incompatiblescon el sentido moral de los pue-blos modernos . Los continuadores del sistema de Howard, estu-diando la cñrcel en sí y por sí,aislada del mundo de que provie-ne el condenado y en el que que-dan los ofendidos por el delito,se fijaron como meta, ñ la quetambiƒn llegaron y pasaron, elmejoramiento de la vida en lascñrceles .

Los unos, concentrando su aten-ci„n en el delito ya -verificado ylas formas m(is suaves de repri-mirlo, olvidaron estudiar y bus-car el medio mñs eficaz de evitarel delito a…n no realizado, supri-miendo, atenuando o desviandosus causas naturales, y dejaron alarbitrio ciego y lento de la auto-ridad administrativa el rƒgimen .preventivo, que declaraban, por

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otra parte , extra fío ñ la verdade-ra ciencia criminal, incurriendoen el error en que incurría un nmƒ-dico que declaraba ser extra†a s ít

su arte las reglas higiƒnicas, de-j ñndolas al cuidado de otros ine-nos inteligentes . Los otros, 2l . suvez, concentrando su sentimientofilantr„pico en los establecimien-tos Penitenciarios y en sus nigqui-linos forzosos, que siempre sondignos de cuidados, por una partedistrajeron su atenci„n y la dc1p…blico de otras manifestacionesde miseria material y moral quehieren ñ numerosa y desgraciadaclase de personas honradas (iut'son mucho niñs dignas de nuestraConmiseraci„n .y Muestras atencio-nes ; y por otra paa rte, llegaron ñtales exageraciones en el trata-miento de los criminales, elle nos-otros, los de la escuela positiva,

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creñmonos en el deber de pronun-ciar una palabra, que significauna llamada de atenciín que exi-ge la equidad : la palabra ƒ „bas-ta!… . . .

Repito una vez m†s que todolo que hay de noble y de genero-so en la iniciativa y en la activi-dad de la escuela penitenciariaest† en la parte de reacciín con-tra lo estatuido en la Edad Media,que condenando † los delincuen-tes † una vida de bestia, les em-peoraba y les hac‡a m†s peligrososuna vez fuera de la c†rcel .

Es evidente que de esta tenden-cia debe aprovecharse la parte ver-daderamente fecunda y de aplica-ciín, y especialmente en nuestropa‡s, donde al lado del sistema pe-nitenciario moderno permanecencentros de infecciín, y causa ver-gˆenza decirlo, como son algunos

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establecimientos dedicados <L losque sufren prisiín preventiva, quesiempre es m†s para los inocentesque para los que exp‡an una ver-dadera condena .

Hechas las anteriores afirma-ciones, nos creernos en el deber deconsignar que es urgente ponerremedio † los muchos olvidos de laescuela penitenciaria, g aiada hastaahora por las aspiraciones del sen-timiento y no ajustada a la razínserena y fr‡a ni † las aplicacionespracticas ni †, las sociales, quecoexiste con la necesidad de la ex-piaciín penal .

Han olvidado los disc‡pulos deHoward, preocupados exclusiva-mente de la suerte de los crimina-les, de fijar su atenciín en Una ca-

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ferva mucho mñs numerosa de in-felices, que vejetan miserable-mente entre nosotros, y que tie-nen sobre los delincuentes la in-contrastable superioridad de sery haber permanecido siempre hon-rados .

La atenciín de legisladores yfilñntropos dirigiíse demasiadohacia individuos que por volun-tad propia í por efecto de su de-generado organismo, orgñnico ípsƒquico o del medio ambientesocial, han reaccionado contra lascondiciones externas con una ac-tividad deshonesta, criminal ; y entanto, el mismo ambiente , lafalta de instrucciín y de educa-ciín moral, la miseria que gravay oprime ñ millones de hombres,no les impulsa al homicidio í alhurto, todas las tentaciones, los~4ufrimi.entos todos se estrellan

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contra el diamantino temple de unsentido moral desarrollado ; y siacaso las desgracias y la miseriaprovocan alguna protesta dolo-rosa, es el suicidio .

Es ya tiempo que el sentimen-talismo de nuestro siglo, desviadode sus canees naturales, preocu-pñndose con exceso, y aun en laprotecciín hist„rica de los anima-les, vuelva ñ su verdadero camino,y sigui„ndole, la sociedad pre-sente podrñ cumplir su misiín,aliviando, no con la monñsticalimosna de la Edad Media, ni conla violenta negaciín de las leyesde evoluciín social, las frecuen-tes formas de la miseria que mi-blan los fulgores de nuestra ci`-i-lizaciízi .

Evidentemente, es un m„ritoen los continuadores de Howardel insistir con obstinaciín cre-

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tiente en la necesidad moral y enla utilidad póblica de la enmien-da, de la correcciñn de cada unode los criminales . Toda su laborse ha concentrado en este idealaltamente humano, y el nombrede su sistema, y el lema, que yaClemente XI hacía esculpir en lapuerta de la cƒrcel de San Mi-guel, en Roma : parum est impro-bos coercere poema nisi probos effi-cias disciplina, las reglas de dondesurgen todos y cada uno de losvarios siste=t.as penitenciarios,todo se reduce al fin exclusiva-mente humanitario .

El ideal de la escuela peniten-ciario es grande y noble, mas larealidad no ha respondido hastaahora; los escasos resultados ob-tenidos no compensan la grandezay la perseverancia de los esfuer-zos empleados, hecho que se de-

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muestra elocuentemente con lascifras aterradoras de la reinciden-cia, y el hecho del marasmo delas sociedades de patronato, queson tan afortunadas en teoríacomo desgraciadas en la prƒcticaLa razñn fundamental de esta fal-ta de resultados, en mi entender,estƒ en la inactuabilidad del prin-cipio de individzualizaciñn :, por elcual y segón la escuela peniten-ciaria, en las cƒrceles, ƒ cada tem-peramento o carƒcter individual,deberían adoptarse los medios decorrecciñn ñ instrucciñn, princi-pio inaplicable porque no siemprese encuentran directores de cƒr-cel con la intuiciñn psicolñgicaque responda ƒ las dificultades deeste magisterio, y porque el tra-tamiento penal individual no esposible cuando en una cƒrcel seencuentran muchos centenares de

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presos y en un Estado muchosmillares de condenados ñ que vi-gilar. Este principio de la indivi-dualizaciín, el mejor de todos enabstracto, pero imposible en laprñctica, debe sustituirse con elde clasificaciín de los delincuen-tes por categorƒas homog„neas,tanto para la disciplina de la cñr-cel, como para la actuaciín delpatronato de los que salgan de lamisma. Porque se precisa concen-trar todos los esfuerzos y prestartoda la ayuda posible en los de-lincuentes ocasionales, en los quela enmienda puede tener lugar,sin prodigar in…tiles cuidados ñlos criminales incorregibles pordefecto cong„nito de su tempera-mento orgñnico í psƒquico , quesiempre y con el mñs perfecto r„-gimen penitenciario, suave í duro,con el mayor cuidado por parte de

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.las sociedades de patronato, res-ponden con nuevos delitos, ape-nas las condiciones externas lesofrecen el mñs leve pretexto í ex-citaciín . A los delincuentes oca-sionales se les debe corregir paraque puedan volver al ambientesocial como seres normales : ñ loscriminales por tendencias cong„-nitas les corresponde el alejamien-to í separaciín del ambiente so-cial, al que no se adaptan, procu-rando desarrollar en ellos las ap-titudes menos deficientes .

Ademñs de esta tendencia pocoeficaz, porque ñ pesar de la fuerzaimpulsiva de la inspiraciín senti-mental, faltaba ñ la escuela peni-tenciaria la br…jula de las induc-ciones de antropologƒa y psicolo-gƒa criminal que tan en cuentatiene la escuela positiva, en Mroerror ha caƒdo la escuela citada,

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cuando ha pensado y ha puestoen príctica su pensamiento de quepara evitar el delito, al menos surepeticiƒn, es suficiente la preven-ciƒn individual por medio de laenmienda ; si es verdad que „nadasirve castigar í los delincuentes sino se enmiendan con la disciplinamoral…, queda una poderos†simacausa impelente al. delito que seprecisa corregir con la disciplinade las leyes y el ambiente social .Porque aunque haya quien siendomisionero del bien, no en los pa†-ses salvajes, sino en los civiliza-dos, teniendo copio medio la cel-da de una penitenciar†a, ‡ltimaforma del monacato forzoso, en-miende ochenta delincuentes deciento (y exagero las proporciones)y reforzando en ellos el sentidomoral deficiente o anulado, con-siga que prefieran, con -firmes y

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sinceros propƒsitos, el camino delbien ; pues, aun en este favorablesupuesto, no han logrado sino unamitad y la menos importante dela obra de redenciƒn í que se ha-b†an dedicado .

El condenado abandona la cír-cel con los mejores propƒsitos,que supondremos sinceros, y noobedeciendo í fines ego†stas, vuel-ve í respirar el ox†geno de la vidalibre, de la que se hab†a visto ale-

oj ado alg‡n tiempo. Pero si ade-mís del ox†geno encuentra en laatmƒsfera social y en sus partesmís bajas mayor porciƒn de ícidocarbƒnico y azoe, ˆa que se redu-cirín sus propƒsitos ideales de en-mienda moral , cuando la tristerealidad se imponga ininuto trasminuto, hora tras hora, y procu-re arrastrarlo por caminos no de-rechos? Es afirmaciƒn, compro-

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bada por la experiencia cotidianay por las inducciones fisio-psico-lñgicas, que las acciones humanasestín supeditadas al fugaz impul-so de sensaciones inmediatas y delas emociones que de las mismasprovengan, mís que í la virtudde las abstractas intenciones idea-les . Supuesto, por consiguiente,un ambiente social que perma-nezca viciado, la miseria, tenta-ciones, malas compaƒ„as de loslibertos (le las círceles, …stos consus ideales de honradez, †:podrínluchar con probabilidades de …xi-to contra el choque impetuoso desensaciones presentes, de pasio-nes despertadas de improviso, delsopor artificial de la inercia mo-ral?

Los penitenciarist is , con sumagisterio educativo, habrín dadoal individuo buenas piernas para

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caminar con firmeza por la v„aescabrosa de la honradez ; pero sile pon…is en un sitio de base vol-cñnica, que, de vez en cuando leenv„e una rífaga de vapores sul-f‡reos y le embriague, si dejíisque el alcoholismo y las variasformas de la miseria, se le pre-senten y produzcan efecto porobrar sobre terreno preparado pordeseos comprimidos de largo tiem-po, es posible que le tiemblen laspiernas, y que, vacilando en labuena senda, diga : -Soy un hom-bre y puedo caer .

Constituye, por tanto , unagrande … iiicontras Cable superio-ridad de la escuela criunnal posi-tiva sobre la te] ,Aenc„a Clísicay penitenciaria el uiaber sentadoque penas y delitos se desenvuel-ven en dos esferas exc…ntricas, quela represiñn, aun cuando correccio -

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nal, no es bastante para evitar losdelitos y las reincidencias, y queexiste una teorña, la de los susti-tutivos penales, que afirma la ne-cesidad de una higiene social bajola forma de prevenciín remota,continua ƒ insistente de las cau-sas del delito, mucho m„s eficazy fecunda que la higiene indivi-dual, defendida por algunos sis-temas penitenciarios .

En otro tercer olvido, y acasom„s grave, han incurrido los par-tidarios de la escuela cl„sica y losque se dedican al estudio de ladisciplina penitenciaria, olvido noabsoluto en sus principios teíri-cos; pero casi absoluto en su apli-caciín pr„ctica, con especialidaden los pueblos de raza latina, yun poco atenuado entre las nacio-nes germanas y anglosajonas .

En su humanitaria preocupa-

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ciín en beneficio de los condena-dos, han prescindido de una seriede hechos tan inseparables del he-cho criminal, como la parte supe-rior y posterior de una superficie :creando y perfeccionando la insti-tuciín carcelaria y su organismodisciplinario y correccional, no sehan fijado (sino individualmente,al menos en general, los peniten-ciaristas) en que detr„s del delin-cuente est„n sus vñctimas, sus fa-milias y las personas honradasofendidas directamente por el de-lito . Han olvidado que el mismohombre que en la c„rcel se mani-fiesta sumiso y casi siempre hipí-crita ante el empleado í el direc-tor, tiene en su vida asesinatos,homicidios, robos, etc ., etc . Todoesto lo olvidamos, principalmentelos pueblos latinos, que impulsa-dos por el sentimiento, mientras

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vemos al vulgar homicida en fla-grante delito, nos sentimos incli-nados ñ darle muerte, y, pasadoalgín tiempo, le concedemos todanuestra irreflexiva compasiƒn, lecuidamos exageradamente en lacñrcel, como ñ un desventuradoinocente y no pensamos ni un mo-mento, que en un sotabanco, aca-so reducidos ñ la mayor miseria,lloran y sufren los hijos, la mujerƒ la madre del muerto .

Cuando alguno de nosotros, nocon objeto de hacer investigacio-nes cient„ficas, sino arrastradospor la curiosidad que inspiransiempre delitos y delincuentes,visitamos una prisiƒn, calentadapor el sol de Italia, y las mñs delas veces construida en buenascondiciones de higiene y con es-caso rigor en la disciplina, buenaalimentaciƒn y poco trabajo, y nos

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encontramos ante la terrosa (' hi -pƒcrita cara de algín salteador ƒasesino, olvidamos el delito come-tido, … instintivamente compade-cemos ñ su autor, pensamos Ln loque sufrir„amos en. su lugar', encuñles serñn sus dolores y renior-dirnientos, aunque no los tenga ;acaso protestemos de si el lechodel pobre asesino no tiene bastan-tes mantas y de si el pare no estñbien condimentado y cocido ; y ñninguno se le ocurre que ser„amucho mejor visitar zahurdas ig-noradas, donde no hay luz ni hi-giene, donde el alimento no esabundante ni seguro, y donde su-tren inmerecidos dolores las v„c-timas del prisionero, que acasocon expresiva m„mica, habrñ con-11seguido una limosna que con mi sj usticia corresponder„a ñ aqu…llas .

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El efecto de los olvidos funda-mentales de la escuela penitencia-ria iniciada por 1.ioward, no se hasentido solamente en las impresio-nes sentimentales del pñblico, sinoen la aplicaciín prƒctica, en lasleyes y la administraciín ; porquepara cuidar exageradamente ƒ al-gunos criminales, se ha prescin-dido de muchos millones de hom-bres honrados, y no se ha procu-rado modificar el ambiente social,s e han al(--,ij ado ƒ un lado las v„c-timas de los delincuentes, y m.ƒsañn; despu…s de la sentencia con-denatoria, se han olvidado los de-litos cometidos .

Para demostrar mis asertos, nohar… sino tocar las dos cuestionesque mƒs debieron preocupar yque, sin embargo, no preocuparonƒ los asistentes al Congreso peni-tenciario, tanto mƒs cuanto que la

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Exposiciín carcelaria con su colec-ciín de objetos manufacturados ycon l a reproducciín de las diver-sas celdas adoptadas en las peni-tenciar„as, ofrec„a una elocuen-t„sima serie de documentos, bas-tantes para llamar la atenciínacerca de las citadas cuestiones .

Sabemos q ie, no obstante laExposiciín carcelaria, el Congre-so no se ha ocupado de ella,,sílo algñn congresista h .abr11~ h e-cho observaciones por cuenta pro-pia, í acaso alguna comisiín pís-tuma rese†arƒ los objetos exp ces-tos, sin que se haya debatidoacerca de lo que son y significanlas prisiones, segñn los datos j~rc-cisos recogidos en las EJxposicio-nes, sin que los hechos sirvi(. ,rande base ƒ las teor„as cient„ficas .

De este modo, y con gran dis-gusto de un ilustre criminalista y

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penitenciarista, el Congreso, de-jando ñ un lado pocas y no difí-ciles recomendaciones para hacercon economía las cñrceles celula-res, ha empleado todo su tiempoen disquisiciones de Derecho cri.-mina,l abstracto sobre la legitimi-dad ƒ oportunidad de algunas pe-nas, como la int(_,rdicci„n tempo-ral de algunos derechos civiles ypolíticos, o bien en aprobar yaplaudir ciertas conclusiones, delas cuales, como ejen;plo, citar…algunas de las mñs característi-cas (1) .

'tratñndose de la latitud quedebe dejarse al juez en la aplica-ci„nl de la pena, Pessiii,-as pro-puso, y el Congreso vot„ por gran

(1) Rivisla C.crceraria 1885 : Cuaderno 10y 11 .-Diseussioni c… risoluzioni del terzocon,gresso penztenzi~~rio internazionale, pñ-ginas 562, 586, 589 y 592 .

E FERRT

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mayoría, con s„lo cinco votos encontra, las proposiciones siguien-tes : (4 .' La ley debe fijar elmñxi~~ium de la pena, en cada delito, sin que el juez pueda en nlll-p,un caso pasar de …l . 2. La evdebe lijar el v†̀ 7i lH ,‡t de la pena .para cada delito, pero de este lí-mite puede prescindir el juezcuando en el delito concurran cir-cunstancias atenuantes gue noest…n previstas en la ley .‡

Ahora bien : †c„mo puede ex-plicarse que un Congreso puedaseriamente hacerr y votar talesproposiciones, si no se pensara enila tendencia hist„rica, de que lnehe ocupado antes, tendencia (piepertenece por igual ñ las escuelasclñsicas del Derecho criminal yde la reforma penitenciaria .' Por-(111e apenas se prescinda un pocode esta tendencia hist„rica de

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querer favorecer al delincuente,ñcímo podrƒ admitirse que el juezsea mƒs ben„volo que la ley pe…nal, y aplique las penas aun enmenor grado que las fijadas comom†nimum ƒ cada delito, y no pue-da nunca pasar del mƒximum,aunque sean atroces las circuns-tancias que concurran? Si la leyfija seriamente los l†mites dentrode los que el juez puede aplicarla pena, previniendo bien todaslas circunstancias de agravaciíny atenuaciín de cada delito, eneste caso es in‡til facultar al juezpara saltar el dique puesto por laley. Se podrƒ discutir si debenfijarse í no l†mites, pero una vezdecididos por la afirmativa, se in-curre en contradicciín al permitiral juez aplicar una ley distintade la seˆalada, tanto mƒs, cuantoque la escuela clƒsica ha sosteni-

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do que el juez debe aplicar la ley,no corregirla . Si se establece queel juez no est„ obligado ƒ la apli-caciín de la pena dentro de los l†-mites seˆalados por la ley, ñporqu„ se le permite franquearlossílo para favorecer al pobre de-lincuente? Porque si se admite l aposibilidad de la existencia decircunstancias de atenuaciín enla ley no previstas, ñcímo no seadmite, igual posibilidad con res-tpecto ƒ las agravantes?

No pod†amos exigir al congre-so penitenciario demostraciín mƒsevidente de las exageraciones enque hace incurrir el sentimeiita--listno ƒ las escuelas clƒsicas .

Otro ejemplo puedo citaros endemostraciín de mi- tesis y „stees la conclusiín adoptada con res-pecto ƒ la responsabilidad legala

de los padres por los delitos que

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sus hijos cometan . F,l Congresoóopina que es de interñs social eladoptar medidas legislativas paraponer un dique í las consecuen-cias deplorables de una educaciƒninmonil dada por los padres ísus hijos menores„ . Tal deseo eslaudable, …pero quñ medios exco-gti el Congreso í este fin? Veí-mosl os : ó Piensa que uno de losmedios que deben recomendarsees el de permitir í los tribuna-les que priven í los padres porun tiempo determinado de todosƒ parte de los derechos derivadospie la patria potestad, cuando losi techos suficientemente probadostesto no era preciso decirlo)*tifiquen su responsabilidad .

Esta conclusiƒn se asemeja mu-cho í una ley procesal que dijese :ó El ciudadano que descuide suinscripciƒn en la, lista de Jura-

ANTROPOLOG†A

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dos, serí castigado . . . con la ex-clusiƒn del derecho de ser juradopor un tiempo determinado„ ; o íla ley Militar que prescribieraóEl ciudadano que no se presentea la inscripciƒn en el servicio in 1-litar, serí castigado . . . con la e ,x en-ciƒn de este servicio . „

…Cƒmo? -,Si los padres educaninmoralmente í sus hijos, estoes, si no cumplen los deberes que,copio los derechos, se derivan dela patria potestad, para castigar-les les quitíis unos derechos deque no se preocupan, ,y por consi-guiente, les dispensíis de los de-beres que son inseparables deaquellos derechos? Se podr‡a sermís príctico, recomendando cier-tos medios ópara poner coto í lasconsecuencias deplorables de unaeducaciƒn inmoral „ .

El ejemplo que mís de, relieve

44 E . PERR I

presenta las tendencias sentimen-tales de lo-, congregados en el pe-nitenciario, y que deinuestra almismo tiempo cñmo su filantro-pía, concentrƒndose en los mal-hechores, se esteriliza en un cana .-po demasiado ƒrido y podría sermƒs fecunda empleada de otromodo, es el que nos presentan lasconclusiones referentes al empleode los domingos en las cƒrceles,conclusiones que el Congreso acep-tñ por unanimidad .

„I .' El Congreso emite el votode que cada detenido de un-n .o deambos sexos, sea libre de escogerla ocupaciñn que sea de su agra-do, de las que se permitan en lacƒrcel .… (Aquí falta un detalle, yes el formar un reglamento en elque se consignase como obliga-ciñn del director de la cƒrcel, elpresentarse sombrero en mano a

w^

ANTROPOLOGóA 45

los detenidos de ambos sexos, pi-di†ndoles perdñt-i, si. no pudieraproporcionarles uta.a ocupaciñn de-terminada .)

„ 2 . ‡ Aquellas ocupaciones se-rau segˆn el país, la correspon-dencia con la familia, la lectura,la mˆsica, el dibujo, la esculturaen madera, etc ., etc ., la partici-paciñn en obras ben†ficas y el de-recho de asistir ƒ las conferenciasorganizadas por los individuos delas sociedades de patronato, acer-ca de los elementos de moral, dederecho ñ de otras ciencias . …

Francamente, no creía que sepudiese llegar a tales extremos .Creía no ser un hombre de fero-ces instintos ; me opondría ƒ quese volviese al cruel tratamientoque con los presos se empleabaen la Edad Media ; mas creo asi-mismo que un límite debe existir .

46

Un consejo sobre este punto, y esque no se enteren de estas doctri-nas los obreros ñ campesinos queviven en la miseria mís dolorosa,mientras permanecen honrados, y í

los que ninguna sociedad de pa-tronato les procura el domingoconferencias cientƒficas, dibujo,musica . . .

El Congreso ha gastado sutiempo en discutir y aprobar con-clusiones como las enumeradas,y ni por incidencia se ha ocupadode las dos cuestiones í que antesmne referƒa, y que surgen no biense gira la vista por la Exposiciñncarcelaria : me refiero í la concu-rrencia del trabajo de las círcelescon el trabajo libre y honrado, yí la organizaciñn de las celdaspara los presos .

E . FERRI

Mr

ANTROPOLOGóA 47

Ya que el Congreso penitencia-rio nada ha hecho, consic'uar„ laopiniñn de la escuela positiva delDerecho criminal, para 710 incu-rrir en la omisiñn censurada .

Se afirma repetidamente porlos partidarios de la disciplinacarcelaria segun las tendenciasclísicas, y se ha afirmado recien-temente por un distinguido hom-bre p…blico, que en algunas cosasno estí alejado de la escuela po-sitiva (1), que si bien es verdadque el trabajo de las prisioneshace concurrencia al libre, „stano es muy grande ni daƒiosa .Esto, porque los detenidos quetrabajan forman una cifra infini-tesimal, con respecto al n…meroque presenta el trabajo libre (en

(1) De Reneis : L' esposizione e il Conyresso penitenziario en la Nicova Antolo-

gia .-Diciembre, 1885 .

48 E . FERRI

Italia 17.000 presos, trabajan enproporciñn con 4 .000.000 de obre-ros adultos) : ademís, dicen, quelos presos son operarios que antesde su condena trabajarƒan y ha-rƒan la misma concurrencia, Yconcluye sosteniendo que la in-dustria nacional, que posee gran-des capitales, míquinas „ inteli-gentes maestros, no tiene que te-mer nada absolutamente de la in-dustria carcelaria, que es pobre,que no puede aprovecharse de losmedios adecuados para el trabajo,y í la que faltan míquinas y losnuevos procedimientos t„cnicosindustriales .

A estas y í otras observacionesde la misma ƒndole, puede y debecontestarse, afirmando que la con-currencia entre el trabajo de lasprisiones y el libre no se veri-fica en el total de trabajadores y

ANTROPOLOGóA. 49

de productos ; no se manifiestaen forma de competencia con laindustria nacional, sino en laspeque…as localidades en que exis-te alguna penitenciarƒa, y en lu-cha con la peque…a industria li-bre, que, encontríndose en lasmismas condiciones de pobrezat„cnica que la industria carcela-ria (fíbrica de telas, de zapatos,muebles, esteras, etc .), no puedesoportar la concurrencia, y es ven-cida por el trabajo de las círceles,donde los salarios son muy esca-sos, y de aquƒ que los productossean mís econñmicos, y donde lasprimeras materias son de primeracalidad y existe un capital, extre-mos ambos con los que no puedencontar los peque…os industria-les (1). A…adiremos que no es

(1) Por estas razones se explican las pro-testom hechas en nuestro Parlamento por el

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so E . FERRI

cierto que los confinados hayansido en su mayor parte obrerosque trabajaban antes de la conde-na, no influyendo, por consiguien-te, para nada en la industria elque lo hicieran libremente ñ en lacírcel, porque, prescindiendo dela diversidad de condiciones esen-ciales que hemos enumerado en-tre los trabajos libre y de las pri-siones, los presos en la mayorƒa,si han trabajado, ha sido en laagricultura (donde se nota menos

diputado Maffi, contra la impresiñn de laGaceta oficial y el Calendario general, deque se encargaron os penados del presidiode Civitavecchia, transportados í la círcelde Reina-Celi, en Roma . (Atti parlamen-tar„„ . -Discusiones de 14 Diciembre de 1882y 25 Abril de 1883 ) No es la cantidad abso-luta del trabajo lo que preocupa, sino la con-currencia local ; el sistema administrativo .En efecto, en nuestro Parlame , to la cues-tiñn del trabajo carcelario fu… tratada en losa†os de 1882 y 1883 y en el 1858, í propñsitode una tipografƒa establecida en el peniten-

ANTROPOLOGó4 K1

la concurrencia en relaciñn conlas peque†as manufacturas), ñeran mís bien vagabundos queobreros dedicados í un trabajocontinuo .

La evidencia, de estos asertoses tal, que aun los mís optimis-tas, para los cuales los da†os dela concurrencia no son graves, enItalia y fuera de ella, admiten lanecesidad de buscar una organi-zaciñn al trabajo de las prisiones,que reduzca í su mís peque†a ex-presiñn la competencia que es in-evitable .

ciario de Oneglia, suscitíndose animada dis-cusiñn, en la que intervinieron Cavour, Rat-tazzi, Brofferio, Bothero y otros, y despu…svolviñ- a. preocupar al Parlamento en variasoe siones, entre otras en Junio y Diciembrede 1.880, en que se debatiñ ampliamenteputado Roux sesiñn de 23 de Abril de 1885) .Este no obstante, a‡n no se ha conseguidomís que reformas en dosis homeopíticas enlo que al trabajo de las círceles se refiere.

52 E . FERRI

Precisamente en la investiga-ciñn de este organismo mís per-fecto, los partidarios de la disci-plina carcelaria, y mís aƒn la ad-ministraciñn, se han fijado siem-pre en cuestiones secundarias, ñen paliativos ineficaces, y hanrealizado tan homeopíticas refor-mes, que en realidad no se hadado un paso decisivo en la so-luciñn del problema, en los cin-cuenta a„os que dura la discu-slon .

Dos pueden decirse que son lospuntos hasta ahora debatidos delproblema: los mismos que hansido objeto de las ponencias deStreng, Snelburg, Illing y Taup-per en el Congreso penitenciario,ponencias que por cierto no se handiscutido ; estos puntos son : elegirel mejor sistema para la explota-ciñn. del trabajo de las círceles, y

ANTROPOLOGóA 53

sobre qu… productos industrialesha de versar.

Dos son los sistemas (que exis-ten acerca de la explotaciñn deltrabajo de las círceles ; el de poradministraciñn, en el cu<,1 es em-presario el gobierno, y el de arren-damiento, que puede ser generalo para muchas círceles (como sepractica en Francia), ñ particularpara cada uno de los estableci-mientos penales; en este ƒltimosistema, el empresario paga unacantidad determinada al gobier-no, y mediante este pago adquiereel derecho í dirigir el trabajo delos presos y í explotarlo, pudien-do subastar el arrezidamierito ~-siempre prestando garant†as leas--tantes segƒn la industria, respec-to al jornal de los penados, laventa de los productos, etc . Entreestos dos sistemas, hay - uno inter-

54 E, FERRI

medio, que los franceses llamana facoii, en el cual el empresariono tiene ingerencia directa en lacñrcel, se limita ñ entregar ñ laadministraciín las primeras ma-terias, dar las oportunas írdenesy recibir los productos manufac-turados .

La gran mayorƒa de los peni-tenciaristas prefiere, ñ no ser cuan-do existan muchos detenidos enun establecimiento, el sistema dela administraciín , por razoneseconímicas y disciplinarias, por-que con el arrendamiento se ex-plota de una manera excesi v a eltrabajo de los presos con poca ga-nancia del erario p„blico, y por-que hay gran ingerencia por par-te de los contratistas con vigilan-tes y detenidos, ingerencia que escausa de no pocos desírdenes mo-rales y materiales . La preferencia

4

ANTROPOLOGóA 55

por uno „ otro sistema se consi-dera por muchos congo la clave dela soluciín del problema, en uniíncon la clase de los productos quese manufacturen . Insisten sobretodo en que se dediquen los pena-dos a fabricar objetos que se con-suman en los mismos estableci-mientos (utensilios de cocina, ca-ma,, ropas, etc.), í que se dedi-quen ñ la administraciín Publica,í í la marina de guerra (vestua-rio, objetos de quincallerƒa, etc .) ;que se empleen los presos en. l aconstrucciín de c írceles „ otrasobras p„blicas (dragado de puer-tos, construcciín de fuertes) . íbien que se introduzca en las Ixnitenciarias una gran variedad deindustrias, para que no haya mi-elios productos de la inisni clase,y de aquƒ depreciaciín en los ]nis-nios, y ademñs que se escojan in-

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c1ustrias que no se hallen impl an-tadas en la localidad en que estñsituada la penitenciaría . Preferen-cia de sistema y recomendacionesespeciales que es verdad que tie-nen importancia para lograr quesea menos temible la concurren-cia del trabajo de las prisionescontra el libre, pero que no sonsino paliativos, que no dan so-luciƒn eficaz al problema placateado .

Por esto yo creo que se precisacolocar la cuestiƒn en el terrenode los principios que informan lateoría y la pr„ctica de las escue-las cl„sica y penitenciaria, y enconsecuencia entiendo que es opor-tuno indicar algunas ideas gene-rales, susceptibles de mayor des-arrollo, y que dependen de losprincipios de sociología criminalque la escuela positiva induce del

ANTROPOLOGóA 57

estudio experimental de los deli-tos y de las penas .

El primer punto de vista quepresenta la cuestiƒn, que por cier-to ha sido olvidado, no obstantesu importancia, es el de que laconcurrencia del trabajo de lasprisiones „ la industria libre tie-ne un aspecto m„s bien moral queeconƒmico . La seguridad de tenertrabajo mejor ƒ peor recompensa-do, y „ falta de esto la seguridadde habitaciƒn y alimentos, no es-t„n garantidas al trabajador libre,mientras que el preso tiene ase-gurados los medios de subsisten-cia y sitio donde vivir .

El obrero honrado, que sufreuna crisis general por exceso depoblaciƒn ƒ de producciƒn, se vedespedido por el capitalista, sinque la sociedad se preocupe, comodebiera, de si al siguiente día po-

E . FERRI

drñ procurarse el pan para su fa-milia. Si enferma, no bien tienefuerzas, acude ñ su taller, encuen-tra su puesto ocupado por otro, yen vano va ñ llamar ñ otra puer-ta, por ser dem asiado escasa laoferta de trabajo para que puedaganarse su sustento .

Y discurre, acaso con razín :ƒSoy un hombre y soy honrado,me encuentro sin trabajo, y quierovivir y vivir honradamente, parahuir de la „nica alternativa quela sociedad me deja, í el suicidioí el delito, que me d… ñ mi y ñmis hijos un pan robado, pero unpan que mata el hambre .

Ahora bien ; en contraposiciín .al obrero honrado, se observa elcaso de un hombre que comete undelito, que se hace condenar, yentonces la sociedad sol†cita leasegura pan, trabajo, alojamien-

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ANTROPOLOGóA 59

to, cuando no procure proporcio-narle asimismo m„sica y confe-rencias cient†ficas. Mientras elobrero libre que permanece hon-rado une al hambre aguda acasola, crínica, el malhechor condena-do estñ ñ cubierto de esta desgra-ciada posibilidad .

He aqu† el aspecto moral de lacuestiín, que es preciso no olvi-dar, porque llegar†a ñ ser un co-rrosivo lento, pero continuo, delsentido moral, como demuestranpor desgracia los numerosos sibien no graves delitos que se co-meten en el invierno, con el ob-jeto de procurarse medios de vi-vir, o de asegurarse por medio deuna condena medios de vivir al-g„n mes (1) .

(1) Este fenímeno psicolígico tiene unamanifestaciín caracter†stica en los datos quehe consignado en una estad†stica, donde se

6o E . FERR I

En cuanto ñ la concurrenciaeconímica del trabajo de las pri-siones, es evidente que ƒste nopuede abolirse, sino que debe des-arrollarse en lo posible . La razínes sencilla ; si los presos perma-necen en la ociosidad, como su-cede en la mayor parte de nues-tras cñrceles, se produce un nue-vo gasto que costean los contri-buyentes todos, que despuƒs dehaber sufrido con el delito, sopor-tan el da„o de sostener en la ocio-sidad ñ los delincuentes . De talmanera, al delito porque fueroncondenados, el Estado mismo a„a-d…a otro, como dice Spencer, san-cionando un nuevo agravio ñ losciudadanos honrados . El trabajo,

observa que en los a„os de carest…a disminu-yen las tentativas de evasiones í las evasio -nes, sin duda por la ventaja de vivir los pre-sos a costa del Estado .

ANTROPOLOGóA

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pues, debe ser ley de vida en lascñrceles, corno debe serlo para to-das las personas ; y el trabajo enlas prisiones, que es en s… util…si-mo, se cambia en inconvenientecuando se le hace consistir, comosucedií en muchas cñrceles de In-glaterra, especialmente en los pa-sados a„os, en una estƒril fatigamaterial sin producciín econími-ca, como el treadmill, el shiotelvili,crank-zvheel .

Ahora bien, †címo podrñn evi-tarse los efectos de la concurren-cia econímica al trabajo libre, sise ha de dar al de las prisiones elmayor desarrollo posible?

Esta es la cuestiín esencial,que debe resolverse, no con palia-tivos í reformas de detalle, sinocon el estudio del problema en suesencia y con reformas esencialestambiƒn .

62 E FERRI

ñCuíl es y cuíl debe ser el ob-jeto del trabajo en las círceles?Este es el punto fundamental .

Los partidarios de la escuelapenitenciaria afirman que el prin-cipal, y para algunos el exclusivoobjeto del trabajo en las prisio-nes, es la disciplina interior delestablecimiento, para corregir al .culpable sustrayƒndolo de la in-fluencia del ocio y de las malascompa„…as durante la expiaci†nde la condena, y al mismo tiem-po para darle un medio de vivirhonradamente cuando salga librede la prisi†n . Estas afirmaciones,como ya dije, constituyen uno delos tres axiomas í que se ha con-cretado hoy la escuela penitencia-ria, ‡ aislamiento, trabajo, instruc-ci†nˆ, principios que encierranen s… la mís espontínea reacci†ncontra los lamentables criterios

ANTROPOLOGóA 63

imperantes en la Edad Media, enel rƒgimen de las prisiones, lavida com‰n durante el d…a y lanoche, el ocio y el abandono mo-ral . Los continuadores de Howardrepiten la necesidad del aisla-miento, trabajo ƒ instrucci†n enlas prisiones, como un principioaxiomítico de esos que no preci-san demostrarse, principios quepueden considerarse identificadoscon los fundamentales de la es-cuela clísica, como la simiente yla ra…z de una planta estín iden-tificadas .

Para la escuela clísica, la fun-ci†n , represiva ejercitada por elEstado, si bien, tiene una raz†nde utilidad social, se basa, en susfunciones y en sus l…mites, en elprincipio de la justicia distribu-tiva, y debe consistir principal-mente en hacer sufrir al culpable

64 E. FERRI

un castigo proporcionado ñ suculpa moral. De aquí la obliga-ciƒn del Estado de proveer almantenimiento y al mejoramien-to del delincuente, al que corres-ponde como „nico deber el deprestarse ñ la aplicaciƒn del cas-tigo para conseguir la reintegra-ciƒn del derecho vulnerado por eldelito .

Con la escuela criminal positi-va sucede, por el contrario, queel castigo del delincuente (y per-mítaseme esta expresiƒn aunqueno define exactamente las ideasmodernas) no es sino una funciƒnde defensa social contra los delin-cuentes, que encuentra sus con-diciones y sus límites, mñs bienque en las indeterminables esfe-ras de la justicia distributiva, oen la imposible apreciaciƒn de laculpabilidad moral, en la mayor

ANTROPOLOGóA 65

ƒ menor temibilidad del delincuen-te, que es un hecho positivo yapreciable positivamente . El ._Es-tado, frente al criminal, no tienemñs derecho que el de impedirlela repeticiƒn de sus ataques ; y porconsiguiente, no puede tener otrodeber (porque derecho y deber sont…rminos correlativos … insepara-bles) que el de proporcionar alcondenado medios de ganarse lavida trabajando, como se la ga-naba ƒ debía ganñrsela cuando es-taba en libertad . El Estado, ennuestro sentir, no tiene obligaciƒnde mantener gratis al delincuente,lo que viene ñ ser una compensa-ciƒn por prestarse ñ la aplicaciƒndel castigo adecuado ñ su culpa .†Por qu… ha de proporcionar eldelito la venta- j a de no tener queganarse el reo con el sudor de surostro el pan, el vestido y l a casa?

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66 E . FERRI

Asegurar una v ida ociosa alcondenado, ñ mantenerlo gratiscuando no trabaja, es sencilla-mente una inmoralidad .

De lo expuesto dedícese que elobjetivo principal que debe tenerel trabajo del penado, es que segane la subsistencia por sƒ mismo .

Adem„s de tener el fin indica-do, al obligar al preso al trabajo,es preciso tener en cuenta otrasconsideraciones que se olvidan porla escuela cl„sica y penitenciaria,como hemos dicho, al prescindirde que hay vƒctimas del delito, yal prescindir hasta de la inítilfñrmula, que se consigna en to-das las sentencias ordenando elresarcimiento de da…os y perjui-cios .

A estos dos extremos, indem-nizaciñn „ las vƒctimas y de da…osy perjuicios, debe aplicarse tam-

ANTROPOLOGóA

C7

bien el producto del trabajo de loscondenados ; del que podemos de-cir que aprovechara al mejora-miento moral del condenado, ydebiera tener por objeto esencialla reparaciñn de los da…os, prime-ro pagando los gastos de su sub-sistencia, y despu†s resarciendolos perjuicios causados „ sus vƒc-timas o a sus familias .

Es menester cambiar los prin-cipios que han regulado hastaahora la organizaciñn del trabajode las prisiones; es preciso quelas cifras del resarcimiento al Es-tado y „ las vƒctimas del delito,que son exiguas en las actualesestadƒsticas penitenciarias , au-menten en gran proporciñn : y esnecesario que los gastos del presoen la c„rcel que no obedecen sino„ sus caprichos, como los de vinoy tabaco, sean reducidos en lo po-

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sible. Cuando la administraciónsuministra al detenido el alimen-to necesario para reparar suficien-temente sus fuerzas fisiológicas,es menester que el detenido noestñ ocioso y que el importe de sujornal no se dedique í cosas fƒti-les, cuando los obreros honradosy las familias de las v„ctimas deldelito cuentan si acaso con unjornal, suficiente sólo para nomorirse de hambre y de fr„o .

En nuestros establecimientospenitenciarios, sin embargo deque no debiera suceder, aconteceque impera mís la ociosidad queel trabajo, y cosa rara, mís aƒnen los presidios, cuando en las le-yes y en las sentencias se mandaí los presidios í los criminalescondenados í trabajos forzados.

De la ƒltima estad„stica carce-laria referente al bienio 1881-82,

68

ANTROPOLOG…A

6g

se deduce que de cada cien d„aspasados en los presidios, nuestrosgaleotes trabajan 36, estín enociosidad 57, en la enfermer„a 5 yen castigo uno ; mientras en los es-tablecimientos llamados de pena,se trabaja en el mismo tiempo 62d„as, 35 se pasan en ocio, 5 en laenfermer„a y 2 en castigos . De-biñndose notar que los datosapuntados constituyen un tñrmi-no medio, del que hay que des-contar los presidios de S . Ste-phani y Porto-Longone, en quelos d„as de ocio ascienden í 75y 80, y los de trabajo 19 y 14,siendo el trabajo domñstico 6 deconservación de las mismas peni-tenciar„as .

Desgraciadamente, la propor-ción citada de los d„as de ocio ytrabajo en las círceles italianasno revelan una mejora sobre los

70 E. FERRI

anteriores años, porque la esta-dística oficial en el decenio 1870-79, da una cifra poco mƒs 6 me-nos de días de trabajo en los pre-sidios (35,5 por 100 en vez de36,3), mientras señala una cifrasuperior ƒ los establecimientos co-rreccionales (casas de pena) parahombres, donde los días de tra-bajo ascendieron ƒ 66 por 100 en1870-79, y de 63 en 1881-82, yseñalan, finalmente, una diminu-ci„n leve, los correccionales demujeres (de 72 ƒ 71 por 100) (1) .

(1) En la Relazione del direttore gener lledelle careeri del 1878-83 (Roma, 1884), se diceque esta dimi_uci„n de las horas de trabajodepende en gener<i1 de la dificultad de en-contrarlo_ dificultad que es mayor con elaumento de los detenidos y con haberseprescindido del arrenuamiento en algunosestablecimientos (p . 161-62) . Sea la causacualquiera, el hecho es que la diminuci„nde días de trabajo es constante, y que la Re-lazion-; citada, y con respecto ƒ los correo-

ANTROPOLOGóA 71

En la actual organizaci„n car-celaria, y con relaci„n al trabajode los presos, es preciso tener encuenta dos hechos : la escasez deljornal y el empleo del mismo .

Seg…n la …ltima estadística, elJornal medio por cada día de tra-bajo es el de 67 c†ntimos en lospresidios, y 48 en los correccio-nales de hombres dirigidos coneconomía, ; la mitad de lo ganadose entrega al penado, que debeingresar de lo que le correspondauna quinta parte para el fondo dereserva, pudiendo disponer de lorestante ƒ su placer .

Prescindo de fijarme, en que lamayoría de los penados, no bientrasponen los ru71br~1,lcs de l acƒrcel. y sienten el sordo ruido de

cionales de hombres, fija la siguiente pro-porci„n Je días de trabajo : 65 por 100 en1878, 61 en 1881, 60 en 1883 .

72

la ferrada puerta que se cierratras ellos, respiran con ansia elaire libre, sintiendo la necesidadindomable de gozar de la libertad,y entonces, nada de pensar endñas mís tristes, ni en si puedefaltarles el trabajo, sino í gozar,í divertirse con sus amigos decírcel y compaƒeros de crimen .El dinero acumulado del fondo dereserva se gasta con frecuencia enorgñas sin cuento, y la consecuen-cia de todo esto es un nuevo de-lito, la reincidencia con su obs-tinada persistencia .

Pero hay mís a„n, porque al finy al cabo la. previsi…n del fondode reserva tiene í su favor la bue-na intenci…n de pensar en que esposible que el preso no encuentremodo de vivir en los primerosdñas, y í este objeto le sirva loahorrado en la prisi…n ; pero cuan-

E. FERRI ANTROPOLOGóA

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do el penado, sin gran provechoacaso, ha trabajado las horas re-glamentarias, se le permite ir í lacantina, por la raz…n de que noes suficiente í las necesidades lacomida de reglamento, … porgi eno le agrade su monotonña , en-tonces la crñtica encuentra en se-guida frases acres y duras con quecombatir tal sentimentalismo .

†Por qu‡ la administraci…n noda lo suficiente para el manteni-miento del preso (y creo que loda siempre), y evita de este modoel bochorno de la cantina? †Porqu‡ se prescinde de que el presoes un salteador y un asesino queha dejado fuera, en la sociedad,huellas de su delito, en sus vñcti-mas, que no tendrín alimentos,no s…lo variados, sino suficientespara las necesidades de la vida?

Dos cifras bastan para presen-

74 E . FERRI

tar de relieve, ñ mñs del aspectomoral, las consecuencias econími-cas de estas aplicaciones de la es-cuela clñsica penitenciaria .

En Italia, mientras se gastanal ario mñs de 30 millones de li-ras por el servicio penitenciario,no se obtiene del producto deltrabajo de los penados sino 4 mi-llones. En 1882, de 1 .375 .000 li-ras de pagos hechos por la admi-nistraciín por cuenta de los pre-sidios, 785 .000 liras, es decir, mñsde la mitad fueron para alimen-tos, y en los correccionales de661 .000 liras, 306.000 tuvieron lamisma inversiín ; y, sin embargo,en vano se busca en estas cifrasalgo pagado para indemnizar ñlas vƒctimas .

He aquƒ ahora, y frente ñ sus

ANTROPOLOGóA 75

principios vigentes, la organiza-ciín del trabajo de las prisiones,que se deduce de los principiospositivos, y que entiendo serñ efi-caz ñ evitar los peligros de la con-currencia al trabajo libre, queconstituye una inmoralidad indi-recta, cuando, como hoy, se favo-rece en un todo al penado asegu-rñndole trabajo, primeras mate-rias y seguridad de venta, con locual no puede luchar con ventajael trabajador honrado .

El Estado debe proporcionaral penado los medios de ganarsela vida con el trabajo, y le debepagar este trabajo con relaciín alprecio del libre . Despu„s, el Es-tado ñ su vez, debe pagarse losgastos hechos en favor del presoy los de administraciín, y debeprocurar que viva con. lo estricta-mente necesario . Es decir, que, al

76 n . PERRI

menos en las córceles, debe impe-rar la regla de justicia social, deque no come quien no trabaja,exceptuando ñnicamente ó los en-fermos í imposibilitados, una vezsatisfechos sus gastos de aloja-miento, comida y vestido del pre-so, en vez de suministrarle me-dios para que fume í vaya ó lacantina ; con lo que reste, hógan-se dos partes, una para las vƒcti-mas y sus familias, y otra para lafamilia del preso, nunca para eluso personal del mismo .

Que el condenado respete lasleyes, aunque sea sílo por temoral castigo, y que el Estado no seasu címplice, secundando las ten-dencias egoƒstas del criminal, alque ñnicamente se le deberó daruna cantidad de lo que gane, noen el acto, sino ó su salida de lacórcel, y aun para sus gastos, no

ANTROPOLOOfA 77

de capricho, y con grandes limi-taciones, pero esto cuando hayacumplido los compromisos quetiene con el Estado, con los porel perjudicados y con su familia .

.tia escuela positiva no para enesto . En el caso de que se conce-da la libertad provisional ó lospresos de buena conducta, cree-mos no es aceptable en la formagratuita que propone y se aplica,segñn los principios de las escue-las clósica criminal y penitencia-ria, y entendemos que puede serñtil, someti„ndola, ó mós de ó labuena conducta, a otra condiciín .

La ley no deberƒa consentir talliberaciín, sino cuando el conde-nado hubiese resarcido los da…osó las vƒctimas y ó su familia consu trabajo, sobre todo en la parteque el juez y la administraciín dela córcel fijen, segñn las condicio-,

E . FERk I

nes de las vñctimas y las circuns-tancias personales y reales del de-lincuente . Con la aplicaciín deeste criterio se conseguirña la en-mienda de los delincuentes oca-sionales, los ƒnicos verdadera-mente corregibles .

Cuando el condenado sea pues-to en libertad, si tiene fondo dereserva, entiendo que no debe que-dar desde el momento de la liber-tad „ su disposiciín, por las razo-nes dichas . Como se propuso y seaprobí en el Congreso antropolí-gico criminal, queremos institu-ciones especiales un poco menosarc„icas que las sociedades de pa-tronato . Querrñamos asociacionesde personas que se dedicasen alestudio clñnico del delito y del de-lincuente en las c„rceles y mani-comios, y que …stas ejercitasen elpatronato sobre los libertos que

ANTROPOLOGóA 79

habrñan conocido y estudiado ; deeste modo se compenetraban lasingenuas aspiraciones del senti-miento con las inducciones posi-tivas, y se emplearñan los soco-rros de la asociaciín, no en todoslos presos, sino en aquellos en quehubiera probabilidad de que sehabñan enmendado sinceramenteí estaban en mejor camino .

Respecto „ la organizaciín t…c-nica del trabajo de las prisiones,no podr… hacer sino un programa,presentar el esqueleto, consignan-do lo que sea suficiente para ha-cer notar la diversidad de tenden-cia y de conclusiones entre la es-cuela cl„sica y la positiva ; perolimit„ndome „ Italia, porque, si-guiendo el m…todo experimental,

So

no creo se pueda fijar a priori unsistema que se adapte ñ todos lospaíses (1) .

(1) En la Relazione del direttore genera-la dclle carceri (Roma, 1884, pñg . 159 y si-guientes) se dan muchas opiniones acerca delo que aquí se consignarñ .

Esto, que me enorgullece por la autoridadde Beltrani-Scalia, no demuestra sino labondad de las ideas personales del ex direc-tor general de cñrceles ya indicadas en suRiformna peniter :ziaria en Italia . (Roma,1879 .) Nada aƒade, por desgracia, ñ la esteri-lidad de las aplicaciones administrativas,hechas en nuestro país y en otros „~or la in-fluencia de la escuela clñsica penitenciaria .Aquí tambi…n sucede que la prñctica no essino la teoría en acci†n, y para tener unaprñctica diversa de la experimentada hastaahora, es preciso cambiar los criterios cien -tíficos,Esto sirve de respuesta ñ aquellos crimi-

nalistas y penitenciaristas clñsicos que de-clararon estar conmigo en estas cuestiones :las conclusiones prñcticas se pueden imponer por su evidencia, pero no adquieren vi-talidad de aplicaci†n, sino cuando estñn enarmonía con los principios generales .

E . 7ERRiANTROPOT.nGó4 81

Italia, por desgracia, tiene gra-ves peligros de que defenderse,con motivo de la malaria produ-cida por las emanaciones malsa-nas del Agro Romano : aunque elg.')bierno quisiera poner remedioal mal con actividad y energía, nolograría su objeto sino ñ costa delos infelices trabajadores que díatras día se ocupasen en la mortí-fera tarea de la desecaci†n . ‡Porqu… no ha de obligar el Estado ñlos delincuentes mas temibles ñverificar este trabajo, en bien dela sociedad ñ la que ofendieron yperjudicaron con sus delitos? Siesto no sucede, no serñ ciertamen-te porque se suponga un preten-dido derecho en los reos condena-dos ñ penas graves, perpetuas †de larga duraci†n, ñ que no se lesacorte la vida ; porque no se po-dría negar seriamente ñ la socíe-

6

82

E. FERRI

dad el derecho de condenarómuerte ó los malhechores mós pe-ligrosos, añn reconociendo comoreconozco la inoportunidad y aunla imposibilidad moral de aplicareste derecho en la forma acostum-brada. Si las probabilidades demuerte o de enfermedad acechansiempre al obrero libre y honra-do, en las minas, en las indus-trias químicas, y aun en las ordi-narias, con razƒn sobrada se pue-den correr estas desgraciadas pro-babilidades por los criminales .Ademós, supuesto que para redi-mir ó Italia de la malaria se ne-cesite el sacrificio de algunas vi-das humanas, es indudable queentre los trabajadores honrados ylos criminales, „stos deben sinpiedad ser los sacrificados (1) .

de Beltrani-Scalia, de que para los

condena-

(1) Yo no podría admitir la proposiciƒn

ANTROPOLOG…A83

El trabajo de las prisiones, en-tiendo que debiera ser el agrícolade bonificar las tierras nialóricas,al menos en la estaciƒn del a†oen que (como sucede con los obre-ros roma†oles que trabajan en labonificaciƒn del Agro Romano)los trabajadores no pueden resis-tir el clima .

Deben instituirse colonias pe-nitenciarias, compuestas de algu-nos miles de penados (en Italiaexisten hoy mós de 17.000 con-denados ó trabajos forzados) y nodos í la desecaciƒn de tierras pantanosas ‡eltrabajo en el que consumen y arriesgan suvida, tendró como compensaciƒn una reba-ja de pena equivalente ó una prolongaciƒnde la vida misma . (Relazione citada, Roma1881. pógina 205 .)

Aquí se ve la diferencia de principios fun-damentales ; para Beltrani-Scalia, perececomo que el condenado hace una concesiƒnal Estado trabajando en las tierras pantano-sas ; para mí, no es sino una consecuenciade su delito .

84 E . TERRI

para algñn centenar, como se haverificado recientemente en el ex-perimento de Tre-Fontane, cercade Roma; porque í el experimen-to no ha resultado, y entoncesdebe intentarse bajo otros auspi-cios y con organizaciín distinta,o, como parece, la experiencia enpequeƒo ha demostrado la posibi-lidad de que se obtenga „xito, yen este caso procede ampliar elexperimento hasta un punto enque ofrezcan soluciín bastante yadecuada … un problema peniten-ciario, … la vez que econímico ysocial .

Concluida la bonificaciín pormedio de la colonia penitencia-ria, las tierras deber†an ser con-vertidas en colonias agr†colas, quese entregar†an … sociedades coope-rativas de labradores, que encon-trar†an de este modo sin los padeci-

ANTROPOLOGóA 85

mientos de la emigraciín y sin lasdesilusiones de una pol†tica colo-nial toda empirisluo, los primerosy m…s eficaces remedios … sal con-diciín actual, que desgraciada-mente les hace envidiar el trata-miento que asegura el Estado …los delincuentes .

Otro trabajo deber†a entregarse… los condenados, … lo menos enla parte m…s peligrosa o molesta,el de la miner†a, trabajo … que yacondenaban los romanos … lospeores delincuentes .Er ' otras industrias tienen pla-

za seƒalada los criminales, y enellas no perjudicar†an … la indus-tria libre, la construcciín de pri-siones, de fuertes, limpieza depuertos ; en Italia se han hechoexperimentos en esta materia ,pero siempre en pequeƒa escala,no pasando nunca de la experien-

as E . FEARI

cia tñmida í la aplicaciƒn resuelta .En lo que se refiere í la peque-

„a delincuencia, lo primero queprocede es abolir las penas de pri-vaciƒn de libertad de corta dura-ciƒn, que son in…tiles al Estado,perjudiciales al condenado (quees, por regla general, el delincuen-te de ocasiƒn) y repulsivas al sen-tido moral y al sentido com…n .A. los que hoy se aplican estaspenas, deberñan ser castigadoscon el trabajo obligatorio, en li-bertad y privíndoles de una partedel salario, que se emplearña enel resarcimiento de da„os y per-juicios y en el pago de multas .En las penas correccionales quepasen de los seis meses, el traba-jo de las prisiones debe reducirseí J a producciƒn exclusiva de ob-jetos que se consuman en el esta-blecimiento ƒ por la administra-

ANTROPOLOGóA

87

ciƒn p…blica, como se practica enalgunos pañses de Europa, espe-cialmente en B†lgica, y como enItalia comienza í practicarse .

Sentadas las conclusiones de laescuela criminal positiva respectoal trabajo de las círceles, se com-prende que no tiene tanta impor-tancia, como la que conceden lospenitenciaristas í uno tñ otro sis-tema para la explotaciƒn del tra-bajo de las prisiones : esto ya lohe indicado en el informe al Con-greso penitenciario, informe queno se discutiƒ por falta de tiem-po, aplazíndose la discusiƒn delproblema para dentro de los cin-co a„os en el Congreso de SanPetersburgo .

Ya he presentado, pues, cuíles la soluciƒn de la escuela posi-tiva en lo que se refiere al traba-jo de las prisiones, soluciƒn que,

88 E . FERRI

al. par que obliga al penado ñ tra-bajar, evita los inconvenientesde la concurrencia al trabajo libre .

La concurrencia del trabajo delas prisiones y de la industria li-bre, y cuñn temible es para ísta,se ha comprobado en la Exposi-ciƒn carcelaria de Rolna : los com-pradores acudieron presurosos enbusca de objetos manufacturadosen las cñrceles, no por su gustoart„stico, que faltaba en ellos porcompleto, por insuficiencia de di-recciƒn tícnica en las cñrceles,como dec„an los documentos ofi-ciales, ƒ por inferioridad mentalde los trabajadores, como digo yo ;el p…blico acud„a sol„cito por labondad y solidez de los productosy por la inferioridad de los pre-cios . Tal observaciƒn es evidente,y sin entrar en cñlculos estad„sti-cos, ni en la bondad ƒ malicia de

ANTROPOLOGóA

sistemas, podemos afirmar que laimpresiƒn general del bazar car†celar o, ha sido, que puede facili-tar mejores condiciones al com-prador el trabajo de las prisionesque el libre .

Este es el significado de la Ex-posiciƒn carcelaria, para quien delas consideraciones tícnicas seeleve ñ mñs altos puntos de vista ;como otro signo caracter„stico (lelas tendencias de las escuelas pe-nitenciarias se encuentra en laexposiciƒn comparativa de lasceldas .

La Exposiciƒn de celdas, en laque figuraba el tipo celular adop-tado en los diversos pa„ses de Eu-ropa y Amírica, reproducido conexactitud, con maniqu„es vestidosde vigilantes y guardianes y con

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90 E FERRI

figuras de criminales, reprodu-ciendo el tipo del país ƒ que lacelda pertenecía, y aun los carac-teres especiales de las diversasformas de la delincuencia, ha sidola parte mƒs original y elocuentede la exposici„n carcelaria . Dela observaci„n sola de una celda,y de la comparaci„n de unas yotras, el p…blico, aunque no sehaya interesado de la parte t†c-nica, al menos se habrƒ formadouna idea viva y exacta de la vidaque los Estados modernos impo-nen ƒ los delincuentes .

Los visitantes que no tuvieranconocimiento de lo que era un es-tablecimiento penitenciario, siacaso creyeron ver desfilar antesus ojos una serie de tristes pri-siones, han debido extra‡arse delaspecto de limpieza, comodidad yaun de elegancia de alguna de las

i

ANTROPOLOGóA 9 ñ

celdas. El observador resumía bienpronto sus impresiones : el obreroque acaso llegaba con objeto deadquirir nueva resistencia moralcontra las tentaciones de que seve rodeado en el ambiente que lerodea; el empleado que habrƒvisto en realidad la conciencia bu-rocrƒtica del poder social ; la se-‡ora que buscaba emociones y es-taba decidida ƒ sentir y llorar porlos pobres prisioneros, el congre-sista que había de resumir en he-cho concreto sus conocimientost†cnicos, han expresado sus opi-niones : ƒ todos les he oído y todosformaban un solo juicio : ˆLa ver-dad es que estos condenados estƒnmuy bien tratados .‰ Y en. verdadque no era posible otra opini„n .Del pozzo veneciano del siglo xiv(por cuanto †ste sea una excep-ci„n de rigor aun en las prisiones

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de la Edad Media, y no el tipocomón como se ha dicho), en quela mortecina llama de una humo-sa luz hace mñs notables la faltade luz y de aire y la tristeza delos muros, ñ la celda de la cñrcelde San 1MTichele de Roma, del si-glo xviii, í ñ la doble celda delergñstulo de Volterra, donde nofalta aire ni luz, que entra alegrepor las dos ventanas de la estan-cia, desnuda y severa, y donde losmuebles son groseros y macizos,el progreso es grande y la concien-cia humana no se resiente de quela brutalidad haya desaparecidodando lugar ñ una reforma civili-zada. Se comprende que allƒ den-tro la vida debe ser dolorosa, por-que nuestra exquisita sensibili-dad y nuestras costumbres debienestar nos presenten de ciertomodo que no es exacto las con-

ANTROPOLO GfA 93

diciones fƒsicas y morales del cri-minal : se siente que hay una re-laciín severa al par que justa, en-tre las privaciones de la cíƒrcel yel delito del encarcelado .

Pero se pasa ñ las celdas de laspenitenciarƒas modernas, como lasde Perusa, Milñn, en Italia, No-ruega, Baden, Austria, Espa„a,y sobre todo Suecia y los PaƒsesBajos, donde cada individuo tie-ne una celda con 32 metros cóbi-cos de aire, una lñmpara opaca degas, calorƒfero, timbre el…ctrico,retrete de agua constante, un ele-gante armario con toallas y cepi-llos para el calzado, para la ropay para los dientes, y al contem-plar estas celdas, la concienciadel póblico siente un disgustomoral .

†Címo es posible llegar ñ estaexageraciín, olvidando que el de-

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lincuente ha cometido los mósgraves delitos, y dei a en el mun-do las vñctimas de sus crñmenes,olvidando que el obrero, el labra-dor, que permanecen honrados,gozan, sñ, del bien teírico de lalibertad, pero sufren el hambre yel frño, agrupados en miserablesviviendas en las ciudades y en ca-baƒas en el campo? „Se ha podi-do olvidar que hasta el modestoburgu…s en premio de su honra-dez, ni aun sueƒa el mayor n†-mero en tener en sus casas eltimbre el…ctrico, el agua corrien-te y el calorñfero?

Cuando yo veña ó congresistasabundar en inis impresiones quese imponñan con la evidencia dela realidad, me preguntaba ó mñmismo : „puede ser que los penñ-tenciaristas lleguen ó estas exa-geraciones y excesos de sontimen-

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talismo en favor de los malhe-chores?

La razín de esta contradicciínla he consignado ya. : aquello quetodo partidario de la disciplinacarcelaria reconoce individual-mente como exagerado, lo encuen-tra natural y lígico corno conse-cuencia de la escuela. apriorñstica,seg†n la que los continuadores deHoward, han estudia-ido la celdapor la celda, se han remontado ensu estudio procurando su perfec-ciín, no teniendo para nada encuenta los delitos cometidos porel condenado, sus vñctimas, ni losmillones que las celdas cuestan .

Es natural y lígico que la es-cuela positiva, que no separa lacórcel del encarcelado, a.l delin-cuente del delito cometido contrala sociedad que lo castiga, afirmerotundamente que llega la hora

96 E . FERRI

de detenerse en este camino fan-tñstico, peligroso í injusto .

Entre las exageraciones de lascñrceles de la Edad Media y en-tre las exageraciones de la actua-lidad, cabe un tírmino medio .Del mismo modo que entiendoserƒa absurdo y moralmente im-posible intentar volver ñ un pa-sado aborrecible, que desconocƒaen el delincuente todo carñcter depersona humana, corrompiíndolecon un tratamiento bestial, creotambiín que serƒa altamente peli-groso continuar el camino em-prendido por las escuelas clñsicaspenitenciarias, que en el conde-nado no ven sino un hombre des-venturado, y olvidan que asimis-mo es un delincuente, que porconsecuencia no puede ser trata-do en forma igual, y quizñ mejor,que otros hombres que, siendo

ANTROPOLOGóA 97

tambiín desgraciados, tienen so-bre el criminal la superioridad deser honrados .

En la misma Exposici„n celu-lar se puede encontrar el tipo dela cñrcel moderna, que evite lasexageraciones en uno … otro sen-tido ; para ello pueden servir debase las celdas de la cñrcel de SanMichele, la del ergñstulo de Vol-terra, „ aun las de los penitencia-rios de Dinamarca, Inglaterra yAmírica, en que subsiste la seve-ridad de la condena, obligada porel gran sentido prñctico de aque-llos pueblos, severidad que pro-hibe elegancias que son inmora-les . Serƒa preciso regular la dura-ci„n y la forma del aislamientoen el cumplimiento de la condena,teniendo en cuenta las diversascategorƒas antropol„gicas de losdelincuentes que la escuela posi-

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98 E . FERRI

tiva ha fijado ; este es un nobleobjeto, que se debiera estudiarpara su realizaciñn , aunando lafilantropía con la razñn, la defen-sa y la igualdad sociales .

Un personaje augusto que visi-taba la Exposiciñn, llegñ ante lasevera celda americana, y pregun-tñ al delegado en el Congreso pe-nitenciario, cuƒntos a„os podíapermanecer un hombre encerradoen la celda.-Diez a„os , fue lacontestaciñn . A la impresiñn do-lorosa del interrogante, a„adiñ eldelegado:-Y aun quince a„os ._Es doloroso, se objetñ, pensando,sin duda, en el hombre que sufre,y el americano con gran calmarespondiñ :-- Sí, pero el delito esafín mƒs doloroso .

Otra consecuencia creemos quepuede deducirse de la Exposiciñncelular, que al par que confirma

ANTROPOLOGóA 99

la superioridad de la tendenciapositiva viene ƒ confundirƒ …stacon las escuelas clƒsicas peniten-ciarias en un aspecto del proble-ma que han olvidado .

Visitando un día las celdas conun eminente penalista clƒsico, ledije :--,Pero todas estas celdas re-presentan solamente verdaderosestablecimientos de pena ñ perte-necen tambi…n ƒ las cƒrceles ju-diciales, donde van, no sñlo loscondenados, sino los ciudadanosque tienen pendiente un proceso`?-Sí, respondiñ mi acompa„an-te : son tambi…n para los proce-sados ; pero de …stos no nos pre-ocupamos, lo que nos importa esel aspecto t…cnico de la seguridady de la higiene.-Respuesta quecaracteriza perfectamente la ten-dencia clƒsica penitenciaria . Elhombre que ocupa la celda, estƒ

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E . FERRI

tan en segundo tórmino, que nohay lugar ñ preocuparse si ha sidoreconocido autor de un delito ísolamente es un procesado : loesencial es la celda por la celda .Necesitó practicar investigacionesrepetidas, para saber cuñles eranlas celdas destinadas ñ presos y ñprocesados, y supe que para dife-renciarlas, habƒa que fijarse, no ennada esencial, sino en el nombreque tenƒan escrito ; en las que sedecƒa „ establecimiento … , eran decasas de pena, y en las que se decƒa-„ cñrcel … , eran para procesados .Con estos datos, comencó ñ es-

tudiar la diferencia entre las cel-das de establecimientos y de cñr-celes, mas en vano ; en todas sepercibƒa cierto aire de alegrƒa ele-gante y címoda, que contrastabano poco con la etiqueta puesta enla ferrada puerta .

ANTROPOLOG†A

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Y sin embargo, ‡quión no ob-serva que, existiendo una diferen-cia enorme entre el condenado yel procesado, deberƒa existir lamisma diferencia en la organiza-ciín disciplinaria de los estable-cimientos destinados ñ unos y ƒotros

En vez de esta diferencia, y mees doloroso el decirlo, el delin-cuente ve címo siendo tal por sen-tencia del magistrado, se le trataigual que al ciudadano que, mien-tras no haya sido sentenciado, leasiste el derecho de ser considera-do como honrado, porque aunqueno haya duda sobre su criminali-dad por haber sido sorprendidoin f ~a~anti,, í por haber confesadosu culpa, nada se sabe del címoy del cuñnto de su responsabili-dad.

Ahora bien; la igualdad de tra-

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tamiento citada, constituye ungravñsimo olvido en que su aprio-rismo, y permñtaseme la frase, hahecho incurrir a los partidariosde Howard, mís acaso en la príc-tica y aplicaciones que en teorña .

En Italia, y en otros pañsesacaso, se ha llegado al absurdo,que es una verdadera inmorali-dad, de ser tratados los condena-dos mucho mejor que los procesa-dos (y de esto puedo dar fe con elproceso de Venecia contra los tra-bajadores del campo mantuanos),tanto en lo que respecta al local,como porque la disciplina carce-laria de nuestro pañs coloca en si-tuaciƒn tan dura í los ciudadanosprocesados, que, en comparaciƒn,los presidios y casas de reclusiƒnparecen agradables residencias .

„Es esta la tan celebrada filan-tropña de nuestros criminalistas y

ANTROPOLOGóA

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legisladores? „Es un progreso ver-dadero y fecundo? No s… si Becca-ria y Howard vivieran cƒmo lollamarñan .

A los malhechores ya condena-dos se les proporcionan todos loscuidados de la higiene y todas lasexageraciones que el sentimenta-lismo pueda inventar, comprendi-das la m†sica y las conferenciasagradables, y í los ciudadanosprocesados se les tiene en sitiosen que sufren í veces verg‡enzala humanidad y el derecho .

Los positivistas sentirnos y te-nemos las aspiraciones mís altasdel sentimiento humanitario, perolas dirigimos y encauzamrros í ob-jetos dignos, í satisfacciones jus-tas y morales .

A la sociedad le asiste el per-fecto derecho de impedir al pro-cesado, en muchos casos, l a co-

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municaciñn con los extraíos, quepodrƒan destruir ñ alterar las prue-bas, y en esta situaciñn, la c„rcelpreventiva es una verdadera nece-sidad social, aunque protesten re-tñricos … idealistas ; pero no debepasarse un lƒmite, debiendo sertratado el ciudadano procesadocomo un hombre honrado .

Si para las c„rceles judicialesse adoptan las celdas expuestasen Roma, las aceptamos, mante-niendo, sin embargo, los lƒmitesrazonables y sin incurrir en exa-geraciones . Lo que no podemosadmitir en modo alguno es la con-fusiñn entre presos y procesados .

Para comprender lo que son yrepresentan las celdas de algunospenitenciarios, debiñ ampliarse la

ANTROPOLOGóA 105

Exposiciñn con modelos de las ca-baías de los labradores, casas deobreros y cuarteles. Entonces severƒa en su †ltima expresiñn „ qu…consecuencias ha llegado el doc-trinarismo criminal, el sentimen-talismo penitenciario y la sabidu-rƒa de las modernas civilizaciones .

Para concretar en una conclu-siñn final las deducciones quehace la escuela positiva de la Ex-posiciñn de productos carcelariosy celdas, decimos que aquƒ, comosiempre, la ciencia teñrica y pr„c-tica de los delitos y de las penas,no debe aislarse estos hechos deln†cleo en que se determinan, paraestudiarlos como abstraccionesmetafƒsicas, sino que debe coordi-nar su estudio „ todas las restantes… importantes manifestaciones dela vida social . Solamente asƒ, comohace la moderna sociologƒa crimi-

Io6 E. FERRI

nal del delito, pueden determinar-se sus causas naturales, y en suconstitución fisiopsiquica indivi-dual y en el ambiente social sepueden establecer las razones queexisten entre el individuo que de- .linque y la sociedad que castiga .No olvidando que el criminal esun hombre, pero no olvidandotampoco que fuera de la cñrcel hadejado dolorosos recuerdos y con-secuencias tristes de su delito, yno prescindiendo tampoco de lamultitud de pobres honrados, ñlos cuales no puede perjudicarsecon una concurrencia inmoral deltrabajo de las prisiones, ni haciín-doles envidiar la vida que se dis-fruta en un establecimiento peni-tenciario.-He dicho .

HOMICIDIO . SUICIDIO

RESPONSABILIDAD JURƒDICA

L hecho evidente deducidode las investigaciones de"Lk Guerry, Ferrus, Despine

Messedaglia, Lombroso, Mayr,Oettingen, Legoyt, etc ., y en Ita-lia especialmente de Bonomi yMorselli (1), de que entre el ho-micidio y el suicidio existe unaproporción relacionada con loselementos ítnicos ó geogrñficos,procuraremos a„adir pruebas delhecho mismo referentes ñ su su-cesión en el tiempo .Para comenzar, tomaremos

'1) Morselli : Il suicidio, Milñn, 1 879, ca-p…tulo IV, pñgs . 243 ñ 247 .

IO8

E. FERRI

como punto de partida la obser-vaciñn estadística, de que porregla general el nƒmero de los ho-micidios sigue una marcha opues-ta „ la de los suicidios, para te-ner antes que nada una pruebapositiva de la importancia, no sñloteñrica sino pr„ctica, que va al-canzando el problema jurídico quenos proponemos estudiar ; fij„ndo-nos con especialidad en los pro-yectos del Cñdigo penal italiano,donde imperan criterios demasia-do absolutos .

Es, en efecto, natural que, au-mentando el nƒmero de suicidiosen general y disminuyendo conalgunas excepciones el nƒmero dehomicidios, deban aumentar loscasos de suicidio indirecto , queviene „ ser una forma intermediade metamorfosis entre el homici-dio y el suicidio .

ANTROPOLOGóA

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El suicidio indirecto puede asu-mir dos formas : una que, casisiempre, entra en el terreno de lapsicopatología, y consiste en elhomicidio ejecutado con el fin deser condenado „ la pena capital ;la otra, que cada vez es m„s fre-cuente y que entra aƒn muchomenos en la t sfera de acciñn de lapsiquiatría, consiste en que unapersona que no tiene fuerza físicañ moral suficiente para darse lamuerte, logra que otro le mate .

De la primera forma del suici-dio se encuentran con frecuenciaejemplos en los tratados de psi-quiatría (1) y alguna indicaciñnen las estadísticas criminales fran-

(1) Brierre de Boismont : DuU suicide . Se-

gunda ediciñn. París, 1865, p„g . 279 y si-

guientes .Despine : Psychologier,.at-urelle,París, 1868,

tomo II; p„gs . 579 „ 505 .

110 E . FERRI

cesas que registran las causaspsicolñgicas del homicidio ; de lassegundas, se encuentran frecuen-temente ejemplos en los periñ-dicos .

De aquí surge e problema : ƒEsresponsable, y hasta qu„ punto,el que ejecuta un homicidio conel consentimiento de la víctima?Problema apenas tocado por losprincipales juristas y que desarro-llaremos, tanto bajo el aspectogeneral ñ de los principios, comoen relaciñn al estado presente yfuturo de la legislaciñn penal .

El caso de suicidio indirectosobre el que versa la cuestiñn,encierra en sí dos formas princi-pales : 1 .a, muerte del que en ellaconsiente ; 2 .a, participaciñn en elsuicidio : formas que revelan dis-tintas manifestaciones patolñgi-cas .

ANTROPOLOGóA

I I I

A la m…s ñ menos grande di-versidad de las condiciones indi-viduales y sociales que resultande aquellas dos formas gen„ricasy de las hipñtesis que haremos,puede corresponder una diferen-cia en las inducciones jurídicaspropias de cada caso . Mas en tan-to, en todo lo que hay de com†nen estas manifestaciones de homi-cidio y suicidio, corresponden al-gunas inducciones jurídicas ge-nerales, que, como base de lasrestantes, pueden resumirse endosr

1 .a ƒPuede el hombre dispo-ner de su vida?

2 .a El consentimiento del pa-ciente en la propia muerte, ƒtienevalor jurídico , y hasta qu„ lími-ves, para el autor ñ el auxiliar dela misma muerte?

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Se comprende, como dice muybien Berner (1), que la respuestaque se dó ñ la primera preguntaimplica la soluciín de la segunda,y, sin embargo de esto, los crimi-nalistas, preocupñndose exclusi-vamente de esta ƒltima, no se hanocupado de discutir la primera,limitñndose ñ repetir la distinciínadmitida por todos los filísofosentre los derechos alienables y losinalienables, ñ los que perteneceel derecho ñ la existencia .

La afirmaciín de que el dere-cho ñ la vida es inalienable, seadmite como un postulado a prio-ri, se ha aceptado como fideico-miso filosífico transmitido de ge-neraciín en generacií}a, sin be-neficio de inventario, sin discu-

(1) Lehrbuch des Deutscheyn Strafrecht., XI .Aufi, Leipzig 1881, pñrrafo 83, pag . 138,

ANTROPOLOGf A

11 3

tirlo en su esencia . Nosotros, de-seando convencernos de la verdadde tal afirmaciín, hemos buscadoen los tratados filosíficos su razínde ser, y en ellos no existen sinoalgunas afirmaciones secundarias .

La razín de este fenímeno psi-colígico reside seguramente en ladiversidad fundamental que en elmodo de considerar el delito engeneral y en sus manifestacionessociales, han aportado las nuevastendencias de la filosof„a naturaly social. Los filísofos, conside-rando el derecho como una enti-dad ideal y absoluta y no comoun producto natural y social rela-tivo al tiempo y al espacio, se hanencontrado de acuerdo en algunasideas generales, „ntima y directa-mente ligadas con el principio in-dicado que han pasado ñ la cate-gor„a de postulado indiscutible .

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No aceptadas dichas ideas cornoincontrovertibles por los que es-tudian el derecho como un fe-nómeno social, existe un puntode partida distinto entre unos yotros, y en tanto falta una, filoso-fña positiva de derecho segín lasnuevas ideas .

Resulta, pues, que es precisoresolvamos, en primer lugar, lacuestión prejuicial de si el hom-bre puede disponer de su vida .

Para esto, reuniendo y resu-miendo las teorñas de la tradicio-nal filosofña jurñdica, encontramosel siguiente razonamiento : ƒ Elhombre como tal, tiene derechos,unos innatos y otros adquiridos .Los innatos son intangibles en lapersona humana y son inaliena-bles, y entre ellos el primero esel derecho „ la existencia, condi-ción de todo otro derecho huma-

ANTROPOLOG…A

lisno . Y esto, porque teniendo todohombre un fin supremo que al-canzar, impuesto por la supremaley moral., y si†ndole dada la vidacomo medio indispensable de dichofin, por una parte, todos los hom-bres tienen obligación de respetarel derecho „ la existencia, y porotra parte, †l mismo est„ obliga-do „ conservarla, no sólo porquede otro modo no podrña conseguirel fin íltimo, sino tambi†n por-que el hombre no recibe de sñmismo la propia existencia, sinode una potencia sobrehumana :adem„s, „ la vida de un individuotienen derecho las personas de sufamilia y la sociedad „ que perte-nece, „ la que precisamente debeel beneficio de poder vivir segínsu naturaleza social . Dice Lubeck :Non nobis tanturn nati sumus, sedpartem nostri sihi al‡ vindicant,

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Deus totum . El hombre, pues, nopuede disponer de su vida y elsuicidio es una violaciñn de la leymoral (1) .

Este razonamiento, general ensu esencia a todos los tratadistasde filosofía del derecho, tiene mu-

(1) Ahrens : Corso di diritto naturale .Nƒpoles, 1881, pƒginas 158, 164, 11, 16,17 .-Baroli: Diritto naturale, Cremona, 1837,pƒg. 1190.-Belime: Philosophie du, droit,París, 1844, pƒg . 11, cap . 1, pƒrr I, y li-bro II, cap XII .-Frank: Ph%losr.phie dadroit penal, segunda ediciñn. París, 1880,pƒginas 105 y 106.-Leibnitz : Lineamenti diphilosophie di dirilto, pƒg . 15 138 -Lerminier: T hilosophie d u droit, lib . II, cap. VI.-Puffendorf: Droit de la nature et des gens,traducciñn Barbeyrac, pƒg . 11, cap. IV, pƒ-rrafo 19 .-Rosmini : Filosofia del diritto,pƒg . I, pƒrrafo 194 y siguiente .-Taparelli :Saggio teorico di diritto naturale, Liorna,1851, pƒg. 174 .-Tolomei : Corso di dirittonaturale o razionale, segunda ediciñn, Pa-dua, 1855, pƒg . 1, pƒrrafo 64-65-140-142 675 .-Wolff : lus natural, pƒg. 1, cap . II, pƒrrafo112 .744 .746-1051 .

1

ANTROPOLOGóA 117

chos puntos que pueden aceptarlos partidarios del positivismosiempre que se les atribuya unvalor relativo ; otros, por el con-trario, son muy discutibles y al-gunos est,,",n desprovistos del ca-rt,cter de verdades absolutas quese les atribuye .

Por ejemplo : no sabemos hastaqu„ punto sea positiva y acepta-ble la distinciñn de los derechosen innatos y adquiridos, porquetodos los derechos tienen un as-pecto de innatos y otro de adqui-ridos. Como puede observarse,para establecer tal distinciñn, en-tra con mucho la diversa manerade considerar el derecho en gene-ral; esto se ve con tina observa-ciñn que pudiera parecer rara : haydiferencia cuando la palabra de-recho se escribe con D may…scula ;en este caso se supone refiri„ndose

n8

E . FERRI

ñ una cosa ideal, absoluta, eterna,que se cierne sobre la humanidad,y si se escribe con d miníscula,se le considera como un fenƒmenonatural y social (cuyas manifesta-ciones embrionales se encuentranhasta en los animales), y, por tan-to, relativo al tiempo y al lugar ;del mismo modo que un partida-rio de Platƒn ƒ egel escribe l apalabra Idea con 1 mayíscula,mientras que un psicƒlogo positi-vista la escribe con i miníscula .

El derecho, en nuestro enten-der, teniendo en cuenta su origeninatuira,l, no es sino la limitaciƒnnecesaria y rec„proca de la activi-dad externa de cada individuo,sin la que la vida social (animaly humana) ser„a realmente impo-sible ; de aqu„ que presente el do-ble aspecto de facultad de hacertodo aquello que estñ dentro de

ANTROPOLOGóA 119

la esfera de esta necesaria y rec„-proca limitaciƒn externa, y deobligaciƒn de no hacer aquelloque precisamente traspasa : en talsupuesto, derecho y deber son coe-flineos y coexistentes, cono todoslos t…rminos correlativos … inse-parables . El derecho, consideradocomo funciƒn de orden, esto es,como fuerza que impone, hacerespetar, y restablece aquella li-mitaciƒn necesaria, es, como di-ce perfectamente Ardigƒ, † la fuer-za espec„fica del organismo so-cial (1) ‡, porque derecho y socie-dad son dos hechos inseparables,como lo son la gravedad y las co-sas materiales, la afinidad y lassubstancias qu„micas, la vida ylos organismos, la psiquis y los

(1) Ardigƒ : La mnorale dei positivisti,

Milñn, 1879, pñg. 550 .

120

E . PERRI

animales , comprendiendo e n t r e

ellos al hombre (1) .El derecho, deducido de la ob-

servaciñn de los hechos naturaleses un producto natural y relativocomo todo otro fenñmeno intelec-tual ñ moral de la vida humana .Solamente por lo que hay de fun-damental y persistente en todotiempo y lugar en las condicionesde existencia, como diría Spencersucede que tanto el derecho, como

(1) Puglia . -En el cuaderno 5 .ƒ de la R%'-vista di filoso fiar scienti faca, Abril, 1883, enun resumen „sobre la Pea del derecho enla filosofía científica…, adem†s de las ideasdísgre adas de algunos positivistas, y por ‡lmismo consideradas insuficientes, se refiere† este concepto de Ardigñ, y naturalmente loacepta como verdadero, mas no recuerda elotro aspecto de la Itea positiva del derechoaquí y en otras partes indicado, que es elconcepto positivo del derecho en su aspectoindividual, como lo es el de Ardigñ en elaspecto social .

ANTROPOLOGóA

121

el pensamiento, como la moral,encierra algunos caracteres fun-damentales y persistentes que sonprecisamente su germen positivo,ya que metafísicos y filñsofos sehan visto obligados .ˆl tomar cornopunto de partida un hecho, elgermen positivo de la idea, queel derecho en sí, copio la moral ,tiene naturaleza absoluta y eter-na . Mientras aparece claro que elderecho, separando los primerosy elementales caracteres funda-mentales, es un conjunto de fe-nñmenos y de manifestaciones in-dividuales y sociales que varía enel tiempo y en el espacio (no sñlocomo ley positiva, sino como prin-cipio racional), seg‰n las leyes dela evoluciñn, que valen por todoslos fenñmenos naturales, tantodel orden físico corno del ordenmoral .

122

E, FERRI

Ahora bien ; supuesta tal ideadel derecho (susceptible, sin em-bargo, de otras consideraciones ex-trañas í nuestro objeto), es fícilcomprender que la distinciƒn dederechos innatos y adquiridos, sibien tiene valor, „ste es relativoy provisional . Hin efecto ; si seexamina el momento causal ƒ deorigen, es evidente que hay dere-chos que se manifiestan con lavida del hombre, mientras hayotros que nacen de un hecho in-dividual ƒ social .

Esto no quita que los derechosllamados adquiridos ƒ derivadosno tengan su ra…z, su g„nesis enla misma naturaleza del hombre,y que bajo este aspecto sean re-veladoramente innatos ; y que losderechos originarios no tenganvida, sino cuando la sociedad losreconozca en un determinado tiem.-

ANTROPOLOGóA

123

po ƒ momento . As… puede afirmar-se, que el derecho de libertadpersonal era innato en los honi.-bres, aun cuando una determina-da sociedad se fundase en el r„gi-inen de la esclavitud : mas aqu„llano es sino una expresiƒn formal,que no contradice el hecho de quelos llamados derechos innatos no-son derechos (en sus dos aspectosinseparables, el individual y elsocial), sino cuando el individuo,llegado í una determinada fase desu evoluciƒn , tiene fuerza parahacerlos valer, y en consecuencia,la sociedad los reconoce y sancio-na . Esto puede aplicarse al dere-cho í la vida, que se hace valerindividualmente y estí garantidosocialmente, antes que los demísderechos, por una de aquellas ne-cesidades fundamentales de la na-turaleza animal y humana citadas

124

E . FERRI

anteriormente . Por esto, el dere-cho ñ la vida, es decir, la obliga-ciín impuesta por la sociedad derespetar la vida del hombre, seencuentra en casi todas las ƒpocasde la historia de la humanidad, yno existe en algunos estados delos mñs „nfimos de la evoluciínhumana, como puede observarseen algunos pueblos salvajes de laactualidad, en los que el homici-dio no es un delito, ni tan siquie-ra una acciín inmoral . Solamen-te, nota Darwin, címo la necesi-dad de la lucha por la existenciaexige ñ cada tribu el tener fuerzapara combatir ; el homicidio se con-vierte en seguida en delito, cuan-do se verifica en individuo de latribu, al propio tiempo que es unhecho acaso meritorio si la v„cti-ma pertenece ñ otra tribu: princi-pios que han venido desarrollñn-

ANTROPOLOGóA

125

dose y perfeccionñndose ñ travƒsde los tiempos, hasta el punto quehoy, en los pueblos civilizados, elhomicidio es uno de los mñs g1,111ves delitos, sea contra un conciu-dadano í contra un extranjero,excepciín del tiempo de guerra ytratñndose de los combatientes .

Si la distinciín entre derechosoriginarios y derivados no es sinorelativa y provisional, y sirve so-lamente para ciertas modalidadesjur„dicas, se deduce que entre am-bos derechos no existe diferencianinguna absoluta, ni aun en loque se refiere ñ sus caracteres deintangibilidad ƒ inalienabilidad .

Afirmamos que todo y cual-quier derecho es, en cierto modointangible ƒ inalienable, y bajootro aspecto tangible y alienable .El …nico criterio positivo de li-mitaciín nos parece que es la ne-

126 E . PPERRI

cesidad social : mientras la necesi-dad de la existencia social exijaque un derecho sea intangible loserñ, pero cesarñ tal condiciín,cuando derecho y necesidad seanopuestos, porque esta es la supre-ma lex .

Asƒ el derecho de la propiedad,en el presente estado de la socie-dad, es sagrado „ inviolable, perocede ante la necesidad social .Ciertamente que se harƒa pococaso al que quisiera combatir elprincipio de expropiaciín forzosapor causa de necesidad p…blica, ytal afirmaciín es tan cierta, quede dƒa en dƒa vemos desarrollarsemñs y mñs una nueva corriente,que invocando el nombre de lanecesidad social, tiende ñ dismi-nuir (aun en la vida ordinaria)aquella intangibilidad absolutadel derecho de propiedad, que

ANTROPOLOGóA

127

antes se consideraba como facul-tad uterzdi et abuterrdi . Del mismo

modo no se darƒa valor positivo alque combatiese (como se ha com-batido) el derecho del ciudadanoñ despojar perpetuamente de sulibertad ñ un ciudadano que hayacometido alg…n grave delito; por-

que la teorƒa a pri o?'† de que el de-recho de la libertad es intangibley sagrado, que el delincuente esun hombre y que la sociedad nopuede destruir para siempre el de-recho ñ la libertad de un hombre,y por consecuencia, que las pen : -t~3han de ser siempre temporales,pugna con el hecho, y ex facto

ovi tur Jus, de que el derecho es in-tangible solamente donde lo per-mite la necesidad de la existenciasocial . Si teíricamente no se qui-siere conceder valor ñ estas afir-

maciones, la realidad de la vida

128

19 . $'ERRI

nos convence de que la cienciadel derecho, mñs bien que formu-lar principios abstractos y abso-lutos, que la sociedad se ve obli-gada ñ vulnerar ñ cada paso, de-bería tener en cuenta l a necesidadsocial y regularla con el objetoprñctico de evitar los abusos, queson tan fñciles de ejecutar cuandola ciencia se muestra alejada dela vida real .No podemos extendernos mñs

en la determinaciƒn de estos prin-cipios de propiedad y libertad per-sonal, que no sƒlo son tangiblesy susceptibles de ser anulados porla sociedad, sino que son aliena-bles por parte de los individuos ;afirmaciƒn esta „ltima reconocidasƒlo expresamente en cuanto ñ lapropiedad, no en lo que ñ la li-bertad se refiere, toda vez queestñ ordenado no tenga fuerza ju-

ANTROPOLOGóA

129

rídica el coutrnto de servicios per-sonales ñ perpetuidad . (Cƒdigo ci-vil, art . 1 .625 .) Ademñs, y aunprescindiendo de notar que estaregla sanciona in s el derecho dereivindicar la propia libertad, queel de impedir la enajenaciƒn per-petua de la misma, tal regla nocontradice nue-st~r,ls afirmaciones,sino que las confirma en parte,porque este principio se…ala lasupremacía de la necesidad so-cial sobre el derecho individual,y porque en este caso integranelementos de hecho y de derecho,que no entran en la cuestiƒn dela renuncia al derecho ñ la vida,y que hacen inaplicable la reglade que quien puede hacer el mñspuede hacer el menos . No hay-contradicciƒn en admitir que elhombre pueda disponer de la pro-pia vida pero no de la propia li-

9

130 E . FERRI

bertad . En nuestro entender, laque sirva para regular los dere-chos menores de libertad y de pro-piedad, debe servir asimismo parael derecho primero y fundamen-tal de la existencia que no es niintangible ni inalienable .

En efecto : ñcímo se explica elderecho social de castigar con lamuerte y de matar en propia y le-gƒtima defensa, siendo el derecho„ la vida intangible? Es verdadque no faltan juristas que niegan„ la sociedad en todo caso el de-recho de condenar „ muerte „ unciudadano, y …stos, al menos, sonlígicos al deducir esta regla de unprincipio absoluto de inviolabili-dad del derecho „ la vida . Pres-cindiendo de justificar como m„spositiva la opiniín de los que re-conocen el derecho de dar muerte„ los criminales dentro de los lƒ

ANTROPOLOGóA 131

mites de la necesidad, y hacen dela pena de muerte una cuestiínmeramente pr„ctica, es precisoponer de manifiesto la inconse-cuencia lígica de los que, al parque niegan el derecho de la socie-dad „ dictar condenas de muerte,sancionan la facultad del ciuda-dano de matar en propia defensa .ñNo es esto sino el reconocimientoexplƒcito de que la necesidad notiene ley, por ser precisamente laley suprema, y por ende que elderecho „ la vida, si bien innato,es tangible y anulable cuando sur-ge una colisiín con la necesidadde otra existencia individual osocial?Del mismo modo nos parece

que el derecho „ la vida es sus-ceptible de ser renunciado í deabdicarlo por parte del sujeto delmismo derecho, y que, por conse-

132

E . FERRI

cuencia, el hombre que tiene elderecho de vivir tiene tambión elde morir .

Es verdad que nuestra proposi-ciñn puede chocar con las ideas ysentimientos dominantes, y aunasumir un aspecto de inmorali-dad. Al objeto de evitar malas in-teligencias, y con el fin de no es-tar en pugna con la concienciamoral, que se impone con la rea-lidad del hecho existente, se pre-cisa hacer una distinciñn de capi-tal importancia . Si bien no cree-mos sea posible establecer unaseparaciñn absoluta entre moraly derecho, porque son dos aspec-tos coexistentes en un mismo fe-nñmeno, como son otros aspec-tos el lado econñmico y el políti-co, sin embargo, estudiando nos-otros este fenñmeno humano en suaspecto jurídico, es preciso hacer

ANTROPOLOG7 k

1 33

constar que la proposiciñn enun-ciada no tiene otro alcance y otranaturaleza que un alcance y unanaturaleza meramente jurídicos .

Que el suicidio sea una acciñninmoral ñ un acto irreligioso, escuestiñn que no pertenece ƒ la so-ciología jurídica, la cual estudialos hechos humanos en el solo as-pecto juridico-social . En este su-puesto, repetimos que el hombretiene derecho ƒ disponer de suvida .

„Cuƒles serían los fundamentosde la opiniñn contraria:' Dijimosque en toda la filosofía no había-mos encontrado sino dos : 1 . …, queel hombre, teniendo un fin supre-mo que alcanzar, fin que le estƒimpuesto por la ley moral, tienela obligaciñn moral de conservarla propia existencia, que es el me-†dio para conseguir aquel fin ; 2 .…,,

I34 E . FERRI

que ñ la vida de un hombre tienederecho íl mismo, los individuosde su familia y el prƒncipe, seg„nlos juristas de la Edad Media, …la sociedad, seg„n los soci…logosmodernos .

De estas dos razones, la prime-ra no tiene valor jurƒdico, porquese refiere al solo aspecto moral yreligioso del acto humano, en loque estñn conformes la mayorƒade los fil…sofos del derecho, losque, como dice Tolornei, estable-

.cieron que †el hombre, ni conDios, ni consigo mismo tiene ver-daderos derechos, sino relacionesmorales, religiosas y íticas, que-constituyen la rectitud mñs bienque el derecho ‡, y de aquƒ que sitendrñn deberes para con Dios ypara consigo mismo, existirñn de-beres morales, no deberes juridi-,Cos, que precisamente son nega-

ANTROPOLOGóA 135

tivos (nemineni laedere), externosy coactivos, en contrario ñ los de-'beres íticos .

Uno de los fundamentos me-diante el cual puede defenderse laafirmaci…n de que el suicidio noes un delito, lo consignan Ellero(lecciones iníditas de derecho cri-minal, citado por Carrara en elpñrrafo 1407) y Ha.lschner (cita-do por Meyer y Pessina ), de quesiendo el delito la violaci…n de underecho y siendo el derecho unarelaci…n externa, una proportio ho-minis ad hominemn, no puede cons-tituir delito una acci…n ejecutadapor el hombre contra sƒ mismo .Esta es una raz…n jurƒdica que sepuede alegar en favor de la pro-posici…n sentada, mas no la „nica,porque serƒa deficiente, porque-existen actos que el hombre eje-cuta sobre sƒ mismo, (que son

136

E. FERRI

verdaderos delitos como la muti-laciñn dolorida de un miembropara evitar el servicio militar .

La verdadera razñn final quepropone la cuestiñn de si el hom-bre puede disponer de su propiavida, la primera de las dos indi-cadas anteriormente, es la ínicatratada por el eminente Carraraen su .Program na, al ocuparse deeste problema con motivo delduelo (pƒrrafo 2880) .

Dice Carrara : „Mal se deduci-r…a la impunidad del duelo delconsentimiento de la v…ctima, por-que, primero, existe la inaliena-bilidad del derecho de existencia,y segundo, el consentimiento vie-ne forzado por las circunstancias †(y esta nos parece una verdaderarazñn, tratƒndose del problemadel duelo, si bien por ciertas con-sideraciones debe declararse su

ANTROPOLOGóA '37

impunidad) . A‡ade Carrara, se-puede aun prescindir de la inalie--nabilidad del derecho ƒ la vida .En efecto : el objetivo jur…dico enel delito de homicidio, no es so-lamente el derecho ƒ la vida en elmuerto . Generalmente, los crimi-nalistas (no los criminalistas ale-manes, decimos nosotros, que in-sisten, si bien no demuestran lanecesidad de que se tenga en cuen-ta el aspecto social del derecho ƒla vida) se limitan a contemplaren el derecho del muerto el obje-tivo del homicidio, en el que con-siste el da‡o principal y directo,que basta al objeto (le la existen-cia del crimen (cuando no hayconsentimiento de la v…ctima) . Enel supuesto de que existiera algu-na duda sobre tal objetivo, que-dan, sin embargo, otros derechos,que bastan ƒ constituir la base .

138

E . FERRI

jurñdica de la imputabilidad . Elhombre no es el solo que tiene de-recho d la vida; los hijos, las mu-jeres, los padres y los hermanos,tienen asimismo derecho í la vi-

,da ƒ í la integridad de su conjun-to (1) . „ Esto, dice Carrara, quitatodo valor jurñdico al consenti-miento de la vñctima del duelo, ypuede valer aun en el caso delhomicidio convencional ƒ de par-ticipaciƒn en el suicidio . Sin in--sistir en demostrar que esta argu-mentaciƒn del eminente Carrara,aí propƒsito del duelo, nos condu-cirña a justificar el duelo y a nocastigarlo como delito, cuandoconsintieren en verificarlo, no sƒlo.la vñctima, sino su familia, nosqueda en pie el verdadero proble-

(1 ) Carrara: Programma, pír. 49 661, n…-mero 2, 1151 y sig . 1405, 2885 y 2886 .

ANTROPOLOGóA 1 39

ma fundamental . La familia y lasociedad †tienen un verdadero de-recho sobre la existencia de cadauno de sus individuos?

Cuestiƒn gravñsima y acerca dela cual no hemos encontrado nien filƒsofos ni en criminalistasmís que desnudas afirmaciones,y esto si acaso, porque no todosla tratan .

La …nica base que se ha senta-do para responder afir mativamen-te í la pregunta anteriormenteconsignada, entendemos que sereduce í la siguiente : no sƒlo elhombre individuo, sino la socie-dad humana, tiene un fin supre-mo que cumplir, para el que ne-cesita la existencia, y como ‡staresulta precisamente de la exis-tencia de cada uno de sus miem-bros, de este modo la sociedadtiene derecho de que los indivi-

140 E . FLRR[

duos conserven la existencia so-cial conservando la propia . Heaquñ el por quí de que la sociedad,castigando el homicidio, garanti-za un derecho del individuo y underecho propio .

Parece que este razonamientodebiera encontrar sus mƒs ardien-tes partidarios en los jurisconsul-tos que tienden al socialismo (enel sentido no econ„mico y gene-ral de la palabra), que dan prefe-rencia al Estado sobre el indivi-duo, porque en tal razonamientose establece una especie de domi-nio sobre la vida individual . Porlo mismo podrña tambiín creerseque las nuevas ideas en sociolo-gña, que consideran ƒ la sociedadcomo un todo orgƒnico, un verda-dero organismo viviente, debie-ran reforzar las afirmaciones trans-critas . Sin embargo, en los indi-

ANTROPOLOGóA 141

vidualistas m<*1s entusiastas esdonde han encontrado mayor eco,no obstante el principio indivi-dual de que el individuo es fin ƒsñ mismo y no instrumento de losfines del Estado . En nuestro en-tender, tales apreciaciones, al apa-recer contradictorias con las teo-rñas individualistas, se explicanteniendo en cuenta las preocupa-ciones ƒ que darña lugar la nega--ci„n del derecho ƒ la vida del in-dividuo, ƒ la familia y ƒ la socie-dad; consecuencias que se apre-ciarñan como inmorales í irre-ligiosas , mientras no tienen nideben tener otro carƒcter que eljurñdico .

Mas, sean quienes sean los de-fensores de los principios funda-mentales expresados, se precisadiscutirlos positivamente .

Se comprende fƒcilmente que

142

E. RERRI

este principio estñ en relaciín ƒn-tima con el sistema filosífico quehoy domina, en el cual el finalis-mo o la teologƒa era y es una delas notas caracterƒsticas . Se com-prende asimismo que, excluido elfinalismo en el sentido metafƒsicoy absoluto de las nuevas ideas dela evoluciín, por las que si elhombre, como la humanidad, tie-nen un fin (el bienestar materialí moral), no es sino un fin relati-vo y no fijado de antemano, yprueba de ello que cambia sus-tancialmente en el tiempo y en elespacio: de aquƒ se deduce que,,con arreglo ñ las nuevas tenden-cias, falta una base en la premisaque afirma la existencia de un finsupremo que el hombre y la hu-manidad deben conseguir impres-cindiblemente, y por consiguien-te, cae todo el silogismo, al me-

ANTROPOLOGóA

1 43

nos en la forma teolígica en quelo han formulado : sobre este pun-to fundamental no aprovecharlala discusiín ; hay dos corrientesdiversas de ideas fundamentalesque cambian los puntos de parti-da y de llegada .

Por esto, en el examen de laafirmaciín de que el individuoest„ sujeto al fin supremo que lahumanidad deba alcanzar, todose reduce ñ que el silogismo tie-ne fundamento si se admite elfinalismo absoluto, y cae portierra si no se admite . Esto estodo .

Pero aquel silogismo puedeasumir una forma independiente,al menos en la apariencia, que-dñndose reducido ñ lo siguiente:la vida de todo individuo es ne-cesaria ñ la vida de la sociedad, yla sociedad, por consecuencia,

144 E. FERRI

-tiene derecho ñ la existencia de,cada uno de sus miembros .

Puede responderse diciendo esverdad, pero si la sociedad huma-na es un organismo del que elhombre constituye, como diceSchoeffe, el ñtomo social, mien-tras la familia constituye la cílu-la, se deduce, segƒn expresa Las-salle que „ todo individuo encuín-trase ligado inevitablemente alconjunto social…, aun cuando lapersona verdadera para la cienciasocial no es la persona f†sica delhombre, sino el hombre como sersocial, no es el individuo por s†mismo (selbstwesen) sino el miem-bro social (gliedwesen) (1) .

Nosotros , reconociendo estasinducciones positivas de la socio-

(1) Schaeffle : Struttura e vida del corposociale, en la Biblioteca dell' Economis-ta, XII, pñg. 176; 230 y siguientes .

1*

ANTROPOLOGóA 145

log†a cient†fica, respondemos quede la misma puede deducirse unverdadero y propio derecho de lasociedad y de la familia sobre laexistencia de cada individuo .

Entre los que consideran al in-dividuo como medio ñ los fines delEstado y aquellos que creen es elEstado medio para los fines delindividuo , observamos que indi-viduo y sociedad no estñn ligadosentre si con relaci‡n de sujeci‡ndel uno ñ la otra, sino de coexis-tencia necesaria . En este supues-to, no creemos aceptable ni elatomismo individual del que diceAhrens „ que el hombre, por raz‡nde su personalidad, es fin de s†mismo … , ni el socialismo metaf†-sico que anula al individuo, cre-yendo en su completa subordina-ci‡n ñ la sociedad .

El hombre, como miembro de10

1 46

la sociedad (gliedwesen), no existesino en cuanto existe como indi-viduo (selbstwesen) . He aquó porquñ de aquellas inducciones posi-tivas, la ínica consecuencia esque el hombre, mientras formaparte de una sociedad, tiene enella derechos y para con ella de-beres que asumen en la sociologóaun carƒcter de mayor intimidad„ conexi„n , como dice Fouil-lñe (1), y cuando el hombre noforma parte de la sociedad, cesatoda relaci„n juródica .

He aquó por quñ la sociedad,mientras el hombre vive en suseno y bajo su protecci„n, tiene elderecho de exigirle el respeto delos derechos sociales, como tieneel deber de respetar los derechos

(1) Fouillñe : La Science sociale contempo-raine . Parós, 1880, pƒg. 92, 93 .

1L . FERRI

1

ANTROPOLOG…A

1 4.7

individuales en los limites recó-procos de la - necesidad ; no tenien-do en modo alguno la sociedad elderecho de imponer al hombre laobligaci„n juródica de existir y depermanecer en ella . En este sen-tido, creemos que debe resolversepositivamente la vexata quaestiosobre el fundamento de la respon-sabilidad moral del hombre . Losmetafósicos dicen que la ínicabase es la responsabilidad moral,deducida de la libertad moral ; lospositivistas sostienen en cambioque el ínico fundamento es lanecesidad social.

Por consiguiente , ƒ la famosapregunta de †por quñ el hombrees responsable? contestan otros :Porque es moralmente libre.-Nosotros respondernos : Es res-ponsable porque vive en sociedad .La convivencia con los otros hom-

148 E. FERRI

bres es la ónica fuente de sus de-rechos y de sus deberes ; por elsolo hecho de vivir en sociedad elhombre adquiere derechos y debe-res; por el hecho de abandonarlasociedad, pierde los derechos yno tiene deberes . Asñ, se puederesumir diciendo que el hombretiene derechos y deberes porque y

mientras vive en sociedad .De esta forma, Beccaria y otros

igualaron, con razín, la condi-ciín jurñdica del suicida con la delemigrante .

Serña inexplicable, si no fuerapor las preocupaciones morales yreligiosas de los actos humanos,el por quƒ „ los filísofos, recono-ciendo en el hombre el derecho deemigrar, le hayan negado el de-recho de morir . Beccaria observaque quien se mata produce menosda…o que el que emigra, porque

ANTROPOLOG†A

149

quita fuerzas vivas „ la riquezade su pañs y aumenta en un hom-bre otra naciín, siendo evidenteque la emigraciín absoluta es,con respecto „ la naciín del emi-grante, lo que el suicidio „ la hu-manidad.

No se comprende por quƒ ra-zín la vida, que „ nadie la pideel hombre , sino que le es dadapor una fatalidad natural, le pue-de ser impuesta jurñdicamente „perpetuidad por la sociedad, yaque la pretendida necesidad de laexistencia individual para la exis-tencia social sea un tanto proble-m„tica. Otra cosa es y significaque cuando el hombre vive en so-ciedad ƒsta tenga necesidad defijar ciertos lñmites „ su actividadexterna, sin que se llegue nunca„ afirmar que el hombre no puededisponer de su vida . Se podrña

I5O

E. FERRI

aóadir, dada la semejanza de lasociedad con otros organismos,que como en ñstos no se necesitala existencia de todas y cada unade las cñlulas vegetales í anima-les, porque una puede morir y serseparada del todo, viviendo noobstante el organismo, lo propioacontecerƒ con la sociedad ; preci-samente, fundado en esta seme-janza, dice Spencer (1) que la so-ciedad tiene una vida mƒs largaque la de cada individuo, que esindependiente de la sociedad, noobstante ser su producto .

Algunos jurisconsultos que de-fienden la punibilidad del homi-cidio como violaciín del derechode la sociedad ƒ la existencia de

(1) Spencer : Pri.acipes de .sociologie, IIpƒg . 219 ; Pare, 1879, pƒg. 12 .---Feuillñe: LaScience sociale contemporaine ; Par„s, 1880,pƒg . 95-96 .

ANTROPOLOGiA

I5I

los ciudadanos, dicen que si to-dos estos se mataran, la sociedaddesaparecer„a . Es in…til demos-trar la inutilidad de este razona-miento hipotñtico, no sílo porquese basa en una suposiciín tan ex-traordinaria que se acerca ƒ laimposibilidad, sino porque aun enel supuesto que se verificase enuna pequeóa naciín í comunidad,nada se probar„a, porque siendoevidente que sin individuos nohay sociedad, nos encontrar„amoscon un caso de muerte social, comosuceder„a en la hipítesis de unaepidemia o de una destrucciíntotal .

Que la sociedad y la familia es-tñn interesadas por la existenciade cada uno de sus individuos, esevidente ; pero interñs y derecho,son dos cosas diversas, porque elprimero arranca de la utilidad y

152

E . FERRI

el segundo de la imprescindiblenecesidad . y faltando ñsta, es in-dudable que falta el derecho (1) .Mís aƒn : si dejando aparte las

abstracciones metaf„sicas, interro-gamos la ciencia de la vida, ñstanos demuestra que el interñs dela sociedad por la existencia decada uno de sus individuos no esabsoluto, sino que estí muy ate-nuado en el caso de muerte vo-luntaria. Es precisa la franquezade traer al derecho los hechos pro-bados por la biolog„a, porque elderecho debe ser la norma de lavida. La biolog„a demuestra queen la lucha por la existencia su-cumben los mís dñbiles, los me-nos aptos para la vida social, y unaforma de la derrota en la vida so-

(1) Stuart Mi11 : La Libertñ ; Par„s, 1877,cap. V, pígs . 280 y 281 .

ANTROPOLOGóA

153

cial es el suicidio, que, como di-jimos en los comienzos de estetrabajo, asume el aspecto de unametamorfosis del homicidio en laactual civilizaci…n, y mís aƒn,como dice Haeckel, es una vílvu-la de seguridad que ahorra a lahumanidad una triste fatal suce-si…n de neurosis, … , como diceBagehot, es uno de los instrumen-tos del mejoramiento humano pormedio de la selecci…n .

De este hecho incontrastableno deduciremos la consecuenciaexagerada, que podr„a imputírse-nos, de que la sociedad tenga de-recho í matar í los enfermos … dñ-biles . Aun cuando sea cierto el he-cho notado por Darwin (1), Spen-

(1) Darwin : Origine del uomo; Tur„n, 1872,pígina 126.

154 E. FERRI

cer (1), Bagehot (2) y otros (3),de que los socorros prodigados ótantos seres enfermos fñsica, in-telectual í moralmente, al ladodel abandono de los hombres devaler, no favorece al mejoramien-to humano, de este hecho no pue-de deducirse la consecuencia, yanotada por Darwin y Fouillƒe (4),de que no sílo el ejercicio de lafilantropña (si bien en frecuenteoposiciín con la verdadera utili-dad de la vida), tiene, como in-mensa ventaja moral, la de des-

(1) Spencer: Introñluction ó la science so-ciale; Parñs, 1879, póg . 369 .(2) Bagehot : Lois scientiphiques du dƒ-

veloppement des nations ; Parñs, 1876, pógi-na 205 .

(3) Greg, Valton ; Wallace, Fiske : V. LeBon, L'hornm.e et les sociƒtƒs ; Paris, 1881, 1,pógina 133; II, póg. 1.75 .--Maudsley : Fhisjo-logie de l'espri.t;Parñ-9, 1879, póg . 778 y 779

(4) Fouillƒe: La ,1hila7rthropie scientifi-que en la Revue des Deux Mondes; 15 Sep-tiembre, 1882.

ANTROPOLOGiA 155

arrollar mós y mós los sentimien-tos de caridad y benevolencia,sino la de afirmar que la sociedadtendró, la obligaciín de proveer,en casos extremos, ó la procrea-ciín de las generaciones futuras,limitando en nombre de la extre-ma necesidad el derecho abstrac-tamente reconocido en los hom-bres de engendrar hijos . A estepropísito es conveniente hacer no-tar las continuas recomendacio-nes de los mƒdicos y de los teílo-gos, que hacen imprescindible unareforma en el derecho (1) . To-

(1) Reciente inent : ha estudiado perfecta-mente este punto Maragliano, La medicinanei suoi raporti colte questioni sociali, dis-curso inaugural en la Universidad de Gƒ-nova; Noviembre, 1882 . Se pueden consul --tar ademós las monografñas de Bertillon, enel Dictionnaire encyclopƒdique des sciencesmƒdicales, palabra s Mariage, Naissance, Me,-.sologie, etc .

ó56

E. FERRi

mando la cuestiín bajo un puntode vista mƒs general, nos encon-tramos con que la ciencia econí-mica, inspirada en el m„todo po-sitivo, prescinde de la antiguaidea de que la fuerza de una na-ciín consiste nada mƒs en el con-tingente de su poblaciín, y de-muestra címo en su mayor partelas miserias sociales son productodirecto í indirecto del exceso depoblaciín en relaciín con las sub-sistencias (1) : de este modo sedisminuye la oposiciín que enotros tiempos se hacóa ƒ la emi-graciín, y por consiguiente, al sui-cidio. Con esto no pretendemosreducirnos ƒ una pasividad pocogenerosa; por el contrario, afir-mamos con gran energóa, la obli-gaciín de la sociedad ƒ mejorar

(1) Loria : La legge di popolazione ed il

sistema sociale; Siena, 1882 .

ANTROPOLOGñA 157

las condiciones de existencia delos individuos, que serƒ el …nicomedio de prevenir, en lo que seaposible, el suicidio y la emigra-ciín ; lo que queremos, es dejarsentado que existen razones prƒc-ticas, que pueden parecer bruta-les, pero que por desgracia sonefectivas, que afirman el derechoque cada hombre tiene de dispo-ner de su propia vida ; y a que de-cimos con Kant, que †es princi-pio universal de derecho, ser justatoda acciín que no sea un obs-tƒculo it la harmonóa de la liber-tad de todos, con la libertad de;cada uno (1)‡ .

Y nuestra afirmaciín se robus-tece con otras dos consideracio-nes . Por una parte, como ya hanhecho notar distinguidos crimina-

(1) Kant : Principes mítaphisignres dudroit: Parós, 1874, para suv .

158 E . FERRI

listas, no es, ciertamente, con lasanciñn jurídica y penal del pre-tendido derecho sobre la vida in-dividual como se podrƒ contenerel suicidio y la emigraciñn : elhombre que no le contienen lossentimientos naturales y encarna-dos en su organismo de conservarsu vida por amor ƒ la misma, ƒsu familia y ƒ su patria, no se de-tiene ante la sanciñn jurídica . Porotra parte, no comprendemos elderecho de dominio que se quiereatribuir ƒ la colectividad sobre lavida de los individuos, cuando de„stos dependen, sin impedimentoninguno de hecho, la anulaciñnde este dominio, con la muerte

voluntaria ñ con la emigraciñn .He aquí por qu„ nos parece que

se debe admitir plenamente, como

dice Tolomei, que … estƒ en la ín-dole intrínseca del ser potestati-

ANTROPOLOGóA

I5')

vo, y por consecuencia, abdicable :el supremo principio jurídico ad-mite todas las acciones y omisio-nes que no ofenden el orden mo-

ral de la sociedad : por consiguien-te, los derechos, aun los innatos,pueden ser renunciados, siempreque la renuncia no envuelva en síla ofensa del orden mencionado † .

(Pars 140 .)La inducciñn ‡ltimamente in-

dicada, si vale para el uso de lospropios derechos que el hombredeba hacer durante su vida, no in-cluye el caso de la renuncia ƒ lavida, porque, como observa Mon-tes quieu (1), …yo estoy obligado ƒobedecer las leyes, mientras vivobajo las leyes ; pero cuando no es-toy bajo su dominio, ˆcñmo po-drƒn obligarme?†

(1) Motesquieu : Lettres persanes . Car-ta 76 .

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E. FERRI

Nos parece positiva la conclu-siñn de Tolomei de que í para re-nunciar ƒ todos los derechos in-natos, el hombre deber„a cesar deserlo, y por esto no puede renun-ciarlos todos … (pars 141), mientrasel hombre viva en sociedad, y ƒla actividad humana que se refie-re al orden jur„dico ñ social ; peronos parece ilñgica, cuando pre-juzgada por consideraciones pu-ramente †ticas, se deduce de ellacomo consecuencia que el hombreno puede disponer libremente desu vida, ya que para esta libredisposiciñn cabe aplicar los mis-mos principios,,-de Tolomei refe-rentes ƒ la emigraciñn, de queíla sociedad no adquiere sobre elindividuo otro derecho que el deque se preste al bien com‡n (ñ almenos no lo impida mientrasvive). La libertad humana no

ANTROPOLOGóA

Ili I

puede encontrar otro l„mite queel necesario ƒ la vida civilizada,y en la sociedad el hombre notiene el lazo de duef o ƒ esclavo,sino de socio ƒ socio… . (Pƒrra-fo 675 .)

En ‡ltimo anƒlisis, este domi-nio de la sociedad sobre la exis-tencia de cada individuo no puedealcanzar un verdadero y propiocarƒcter jur„dico sino cuando setransportase ƒ las relaciones deindividuo ƒ sociedad, el v„nculode la esclavitud que en la anti-gˆedad se admit„a de hombre ƒhombre.

Resuelta en sentido afirmativola cuestiñn de si el hombre puededisponer de la propia existencia,se nos presenta la segunda, la de

11

162 E FERRi

si el consentimiento de un hom-bre en su muerte, tiene valor ju-rñdico y en quí lñmites, con res-pecto al autor ƒ cƒmplice del sui-cidio .

A este propƒsito, mientras loscriminalistas en su mayor parte,negando el valor al consenti-miento de la vñctima, especial-mente en caso de muerte mate-rial y directa, de la segundacuestiƒn pasan „ la primera, nos-otros cambiamos los tírminos,siguiendo los preceptos de la lƒ-gica .

Sin embargo, teniendo en cuen-ta que la sola lƒgica formal y abs-tracta no es suficiente para el es-tudio de los fenƒmenos socialesdemasiado complejos, y teniendoen cuenta nuestras aficiones posi-tivistas, haremos algunas consi-deraciones especiales acerca de

ANTROPOLOGóA 163

esta segunda investigaciƒn pre-liminar .

Tuvimos ya varias ocasiones dehacer notar que una de las dife-rencias fundamentales entre laescuela cl„sica y la positiva delderecho criminal, consiste en quemientras aquílla estudia el delitoen sñ, como ente jurñdico abs-tracto, la positiva lo consideracomo el hecho de un hombre,como causa y efecto de la cons-tituciƒn org„nica y psñquica deldelincuente, unida „ las influen-cias del ambiente fñsico y social .Es decir, que mientras en la es-cuela cl„sica el delincuente est„en segunda lñnea, aun cuando sehayan estudiado las causas modi-ficativas de su imputabilidad mo-ral, en la escuela positiva, por elcontrario, el delincuente est„siempre en primera lñnea; para

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E . FERRI

los clñsicos y para las legislacio-nes que la han inspirado, el delin-cuente no es mñs que un sujetode aplicaciín de principios jurƒ-dicos deducidos del examen deldelito en sƒ, en el cual solamente„estñ el decisivo fundamento po-lƒtico criminal (1)… ; para los po-sitivistas, el examen principalse dedica al hombre, y el delito noes sino la base, el criterio para apli-car los medios defensivos necesa-rios contra el hombre delincuente .

Esta diferencia de m†todo y detendencia ha de influir necesaria-mente en la presente investiga-ciín. Mientras los criminalistasde la escuela clñsica se han limi-tado hasta de ahora, ñ consi-derar el valor jurƒdico del con-

(1) Meyer : Lehrbuch des Deutschen Stra-frechts, II . Aufli; Erlanger, 1877, pñg . 370,nota 9

1

ANTROPOLOGóA

165

sentimiento de la vƒctima cornoelemento de un homicidio, elpositivista, une al elemento delconsentimiento el examen delagente, que es siempre la parteprincipal en las cuestiones cri-minales . He aquƒ por qu† el po-sitivista no se limita ñ deducir,con la sola ayuda de la lígica abs-tracta, las consecuencias del prin-cipio de que si el hombre puededisponer de su vida, su consenti-miento quitarñ toda responsabili-dad jurƒdica ñ su matador . Estaes en verdad la ‡ltima conclusiínque deducimos, pero no en abso-luto, sino relativamente y subor-dinada ñ las condiciones del queda el consentimiento para su muer-te y las del que la verifica .

En un trabajo antiguo sobre lateorƒa de la imputabilidad y lanegaciín del libre albedrƒo, pre-

166 E . FERRI

cisamente la parte referente ñ laimputabilidad contenía una ideaque ha subsistido en la evoluciñnde nuestros principios jurídicos,y esto por ser la cínica positiva ;ƒsta es la de que los motivos de-terminados de la acciñn debanconstituir el criterio de la impu-tabilidad . Idea que, unida C„ la dela divisiñn de los criminales, nosparece son las bases de la teoríapositiva de la imputabilidad ; ynñtese bien que en la escuela cl„-sica y en las legislaciones hemosencontrado el germen, porque nos-otros , evolucionistas , no hemoscreado ex nihilo principios abso-lutamente nuevos (1) .

(1) Entre otros, dice Hans (Cours de droitcriminel, Gante, 1864, pi„g . 259) : …La culpa-bilidad disminuye, sobre todo si el crimentuvo origen en motivos puros y desintere-sados.† Es general, en las legislaciones mo-dernas, la tendencia „ distinguir los medios

ANTROPOLOGóA

167

Ahora bien ; nosotros creemosque fuera de ciertos casos patolñ-gicos la responsabilidad jurídicadel agente se deduce de la cuali-dad de los motivos determinantesde la acciñn, seg‡n sean jurídicoso antijurídicos, legítimos o ilegí-timos , es decir sociales ñ antiso-ciales. La muerte de un hombre,por ejemplo, es criminal si se de-termina por un motivo antisocial,como la codicia, la venganza ; me-nos criminal, cuando el motivo esmenos antisocial, como el honorultrajado, el amor contrariado, et-cƒtera, y no es en absoluto crirni-

represivos en dos grandes categorías seg‡nlos motivos m„s ñ menos innobles, m„s ñmenos antisociales que determinan el delito .Así opinan, por ejeinplc., Vigliani : Reiazionesucl codize Penale, Mil„n, 1874, p„g . 23.--Maneini : Relaz. ideen. Atˆ parlanientarii,

p„g. 36 .-Zanardelli : Relaz . ídem A lle oti,

Roma 1883, p„g . 13 .-Y Savelli : Relaz . íd‰m

Progetto, p„g . 15 .

168

E . FERRI

nal si se determina por un motivosocial, como la defensa legñtima íel cumplimiento de la ley .

Esto dicho , entendemos debedarse la siguiente respuesta ƒ lacuestiín por nosotros planteada :Supuesto que el hombre tiene elderecho de disponer de su propiaexistencia , el que mata ƒ otrohombre con su consentimiento, noes jurñdicamente responsable, si ƒmƒs del consentimiento de la vñc-tima determiní su acciín un mo-tivo jurñdico í social, y es, por elcontrario, jurñdicamente respon-sable, si el motivo de su acciínes antijurñdico í antisocial .

Para no hacer largo en dema-sña este trabajo, nos limitaremosƒ consignar algunas observacionesen apoyo de nuestra opiniín .

Es fƒcil comprender que la so-luciín consignada, que estƒ de

ANTROPOLOGóA 169

acuerdo con el com„n sentir, esmenos incompleta que aquella quese deduce del sílo examen delconsentimiento, como elemento„nico jurñdico de la acciín . Loscriminalistas se han limitado ƒconsiderarle ayuda al suicidio ola muerte de una persona con suconsentimiento, bajo el punto devista del consentimiento, y estosílo bajo el criterio del derechocivil (1) . Han dicho : í la vñctimano puede dar un consentimientovƒlido, ya por estar, por ejemplo,en menor edad, í ser demente, íha incurrido en error , í se ha

(1) Algunos, como Renazzi (Sinopsyselem. juris crim ., I, cap . 8 .…, pƒg . 44), nie-gan la validez al consen ; †miento de la vñctima aun para los delitos de pequeñia impor-tancia y hasta para los de injuria, porquevoleas affci injuria nihil fere distat a furioso .

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E . FERRI

visto obligado, y por consiguiente,es nulo el consentimiento y existeun verdadero homicidio ; o bienel paciente podña dar y dií un con-sentimiento que tenia todos losrequisitos para ser vƒlido en lacontrataciín, pero como el dere-cho ƒ la vida es inalienable, deaquñ que exista un verdaderohomicidio .

La primera de estas solucionesnos parece demasiado absoluta,y la segunda, como hemos de-mostrado, insostenible jurñdica-mente .Ocup„monos de la primera.

Ante todo, con el criterio psicolí-gico y jurñdico propuesto por nos-otros, se debe examinar, no síloƒ las circunstancias del consen-timiento, sino ƒ los motivos quedeterminen la acciín . En este su-puesto, si el consentimiento se ha

ANTROPOLOGóA I%I

prestado por la violencia í el frau-de, el acto es un verdadero homi-cidio, y no por la razín propia-mente de derecho civil indicada,sino porque el agente ha sido de-terminado por motivos antijurñ-dicos que le impulsaban ƒ procu-rarse una ventaja í provecho ƒcosta del mal de otro . Lo propiopuede decirse en el caso de quela vñctima sea un loco í un me-nor, porque ademƒs de no ser vƒ-lido el consentimiento del pacien-te, sino porque es de presumirque los motivos del agente sonantijurñdicos í antisociales . A estose a…ade la obligaciín que tienela sociedad de velar por los indi-viduos que no tienen medios paradefenderse, y la obligaciín de to-do ciudadano de no abusar de losincapacitados, siquiera lo seantransitoriamente como el menor .

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E. FERRI

Pero supuesto el que se pruebeque el agente ha sido determina-do ñnicamente por motivos jurí-dicos, sociales o humanitarios,no se podrƒ acaso llegar ƒ unacompleta irresponsabilidad, pre-cisamente por esta violaci„n de latutela social ƒ los incapacitados,pero no hay juez que no quieradisminuir la responsabilidad delagente, ƒ causa de los motivosque determinaron su acci„n, pre-cisamente porque este criterio quepropusimos explícitamente comoelemento de una teoría positivasobre la imputabilidad jurídica ysocial, estƒ ya mƒs „ menos im-plícitamente en la conciencia ju-rídica y moral de los mismos cri-minalistas, de los legisladores yde los jueces, especialmente lospopulares .

Precisamente en la prƒctica

ANTROPOLOGóA 173

constante reciben su sanci„n mƒsluminosa las inducciones jurídi-cas que hemos defendido, mien-tras la opini„n de los criminalis-tas va siendo abandonada portodos, y en especial por los jura-dos, los que, si bien corno insti-tuci„n ,judicial, en los delitos co-munes no gozan de todas lassimpatías de la escuela positivadel derecho criminal, tienen comom…rito el haber demostrado, consus repetidos fallos, que las abs-tracciones de los clƒsicos estabany estƒn muy lejos de la realidad .De esta afirmaci„n nos reserva-mos la prueba .

Se puede presentar una obje-ci„n, que no estimamos seria, yconsiste en que nos expondríamosal peligro de que los c„mplices enun suicidio alegasen siempre mo-tivos legítimos, y para evitar

1 74 E. FERRI

abusos, al menos, es precisa unasanciñn penal (1) .

Prescindiendo que la dificultadde la prueba no contradice el prin-cipio, porque in jure ideen est nonesse et non apparere, podemos de-cir que el criterio de la clasifica-

sciñn de los delincuentes serí, noolo conveniente a la diversa apli-caciñn de los medios de defensasocial, sino tambiƒn í las necesi-dades de la prueba, especialmenteen lo que se refiere í los caracte-res ps„quicos y í los antecedentesdel reo .

En nuestro entender, la conoci-d„sima regla volenti non fit injuria

(1) W. Humboldt : Ideun eu ztnem Ver-such die Grcinzen des Virksamkeit des Staatszu bpstimmen, Breslau, 1851, píg . 139, cita-do por Shevin- --- .per Zweckun Recht,Leip-zicr,1h77,1526 -Dalloz : Repertoire, palabracomplicitƒ, n…mero 62,-Rauter : Traitƒ dedroit criminel, Bruselas, 1887, píg. 260 .

F

P

ANTROPOLOGóA 175

es aplicable aun al derecho crimi-nal, pero con la reserva , no delos derechos alienables ñ inalie-nables, sino dependiente del exa-men de los motivos que determi-nen al agente .

Berner, tratando este problemacon la maestr„a acostumbrada,viene í decir: La regla volenti nonfit injuria, tomada de] Digesto,donde se establece no para todaslas lesiones del derecho, sino paralas injurias, se ha extendido no-tablemente . Mas si no debe res-tringirse al derecho romano, nopuede extenderse í todos los de-rechos . La renunciabilidad de losderechos tiene sus l„mites en los† derechos de otros ‡ y en † el inte-rƒs p…blico ‡ . No se puede, porconsiguiente, renunciar í un de-recho, cuando con ello se vulne-ran otros derechos, por ejemplo,

176 E . FERRI

el de la familia, ñ cuando la acu-mulaciñn de nuestro derecho seríaal mismo tiempo la violaciñn deun deber . No se puede renunciarƒ un derecho cuya conservaciñnesta ligada ƒ un inter„s p…blico,porque ,ju.Is publicum privatoruni zo-

luntate mutar† nequit . La renun-cia se limita a los derechos priva-dos, y aun en „stos no sin límites,porque no se puede renunciar ƒaquellos derechos que forman unacondiciñn de la naturaleza moraldel hombre, corno sería, por ejem-plo, la libertad personal . La reglavolenti non fit injuria, encuentrasu aplicaciñn sñlo en los derechosprivados alienables (1) .

(1) Berner : Tehrbuch des Deustchen Stra-trechts, XI, aufli ., Leipzig, 1881, pars . 33,pƒg . 178-139 .-Ortolan : El„ment.s de droitpenale, París, 1875, p ;. rs. 549 .-Hans : Prin-cipii general† di diritto penale belgico, Nƒ-

ANTROPOLOGóA 177

A este razonamiento creemosdeber hacer dos observaciones . Enprimer lugar la limitaciñn ƒ larenuncia de los derechos cuandohay inter„s de otro ñ inter„s so-cial, sirve solamente cuando setrata de un hombre que vive ensociedad y que quisiere renunciarƒ aquellos derechos que tienencomo correlativos, deberes supe-riores que el hombre estƒ obliga-do ƒ cumplir mientras viva en so-

polos, 1876, para . 605 y CYours du droit cri-mninel, Gante, 1804, pƒg. 37.-Liszt : DasReichs.Strafrechfs, Berlín, 1881, pƒg . 86 87 .-Hrehorowiez : Graundlagen und GrunellObegri ffe des Stra f rechts, Dorpar, 1880, p .'x-t_ina 331-335 . -Schutze: Lehrbuch des Deutschen Stra frechts, II, Leipzig, 1874, pƒgina103-106 371-379, vol . 1 . 0 Rossi : T ; -atat.o didiritto penale, Turin, 1854, pƒg . 2U9 . - Ner-ke : : Ver precherni in LVei,s1ce's Rechtslexi-con, XII, 127.-Idem : Ziieltunggsverbreckenin. holtzendorff's Rechtslexicon, III, Leipzig,1881, 111, 898 .

12

1 78

E. FERRI

ciedad . Mas no tiene razñn de sercuando el hombre dispone de lavida propia ; mís que de la renun-cia de aquel derecho se trata dela condiciñn de los derechos mis-mos, condiciñn que una vez quedesaparece hace desaparecer tam-biƒn todo v„nculo ,jur„dico

En segundo lugar, el criteriopositivo para la aplicaciñn de laregla volenti non fit injuria, nopuede ser la renunciabilidad mísñ menos amplia del derecho indi-vidual, sino la cualidad jur„dica ñantijur„dica de los actos determi-nantes del agente. Efectivamen-te, si se toma como ejemplo eldel ciudadano que se hace muti-lar para librarse del servicio mili-tar, los criminalistas clísicos di-cen al un„sono que el consenti-miento no quita la responsabili-dad del que lo mutila í su instan-

ANTROPOLOGóA 179

cia, y nosotros creemos que antesde resolver es preciso hacer algu-nas observaciones . En este casono es exacto el decir que la reglavolenti non fi.t injuria no puede seraplicada por tratarse de un dere-cho privado con un interƒs p…bli-co, donde el interƒs privado nopuede mudar el derecho p…blico,ya que entendemos que en estecaso la regla ha de ser aplicada .Siendo evidente que el consenti-miento no puede tener eficaciajur„dica sino en cuanto es presta-do por quien tiene un derecho enel caso supuesto, si se castiga alque mutila í una persona para li-brarla del servicio militar, la cau-sa es que el consentimiento no loprestñ el verdadero poseedor delderecho, que en este caso es lasociedad y con ella los demís ciu-dadanos llamados í las armas ;

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E. FERRI

por esta parte, por consiguiente,no hay posibilidad de decir que laregla volenti nonit injuria no ten-ga eficacia, sino que le faltan con-diciones de hecho para aplicarlas .Tanto es asñ, que para aquellaparte en la que el consentimientolo otorga el dueío del derecho, laregla se aplica aun en el supuestodel conscripto mutilado, ya queel agente de la mutilaciƒn no escastigado como ofensor del dere-cho individual 'a la integridadcorporal que reside en el cons-cripto mutilado . Y he aquñ porqu„ mientras la responsabilidadjurñdica del mutilante encuentrasu razƒn de ser en un verdaderoy propio derecho de la sociedad,en el caso de un homicidio conel consentimiento de la vñctimaesta responsabilidad no tiene ra-zƒn de ser, faltando el derecho de

ANTROPOLOGóA

181

la sociedad ñ, la vida del ciudada-no; y si aquella responsabilidadpuede subsistir, en ciertos casos,depende, no del pretendido dere-cho de propiedad social, sino delalcance jurñdico de los motivosdeterminantes, que, como hemosdicho , es el verdadero criterioaun para casos como el. estado delconscripto .

En efecto, ' en la hipƒtesis deque el mutilador no sea determi-nado por motivos antijurñdicos,ahora y siempre su responsabili-dad desaparece y disminuye se-g…n los casos : tal sucederña siem-pre que el operador no supiera elcarñtcter de conscripto del opera-do o el objeto de la mutila ciƒ n yfuese impulsado solamente por laidea de hacer un beneficio o de,ejecutar una acciƒn legñtima, casosupuesto en el que seg…n la es-

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E . FERRI

cuela clísica se alegarƒa la igno-rancia esencial de hecho comocausa dirimente de la imputabili-dad, circunstancia que, seg„n laescuela positiva, estí envuelta enla necesidad de que se examine elcarícter jurƒdico de los motivosdeterminantes .

En la hip…tesis de que se cono-ciera la condici…n del conscripto,y prescindiendo por ahora de queel operador ignorase la existenciade la ley prohibitiva (circunstan-cia esta cuyo estudio nos llevarƒademasiado lejos por ser necesarioexaminar los principios referentesí si excusa la ignorancia de dere-cho y dentro de qu† limites), yfuera impulsado í la mutilaci…ncon la idea de salvar í una fami-lia de la ruina que le acarrearƒala partida del „nico sost†n de lamisma al ej†rcito (los peri…dicos

ANTROPOLOGóA

ñ83

de Roma han contado reciente-mente el hecho de una familia re-ducida í la mayor miseria, por ha-ber sido llamado el padre al ser-vicio), se observa que la responsa-bilidad jurƒdica del operador dis-minuye en gran manera, y tratín-dose de que conozcan del hechojurados, serƒa probablementenula, precisamente por tener es-tos en cuenta los motivos deter-minantes. En apoyo de nuestraaserci…n podemos citar la opini…nde Romagnosi, de que es induda-ble que existe una conexi…n ƒn-tima entre los motivos de un he-cho y las deliberaciones de la vo-luntad ; y si esto es cierto, ‡c…mono reconocer que el valor jurƒdicode estas acciones deba dependerprecisamente del valor jurƒdico delos motivos determinantes?

Creemos que es l…gico el dejar

184 E, FERRI

sentado que tanto en el caso deuna muerte, como en el de otraacciñn de la que deba determi-narse el valor ,jurídico, la reglavolenzti non fit i)iJ uria, encuentrasiempre una aplicaciñn completadonde hay las condiciones de he-cho necesarias para su aplicaciñnprescindiendo de las acostumbra-das distinciones de derechos alie-nables ƒ inalienables ; condicionesque creemos pueden reducirse flas dos siguientes : la una relativa„ la persona del paciente, y es queel consentimiento vale en cuantohaya sido dado por quien poseeel derecho contra el que se dirigela acciñn; y la segunda, que elagente sea determinado por moti-vos ,jurídicos, legítimos, socia-les (1) .

(1) Barcilai, distinguido defensor de laescuela positiva y autor de la monografía

ANTROPOLOGóA 185

Desarrolladas las ideas gene-rales, nos resta el estudio del pro-blema jurídico de la responsabi-lidad en las diversas hipñtesis quepueden hacerse del homicidio-suicidio ; estudio que se refiere a.Correzione paterna del istititi correzionali(Artículo 222 . Cñd . civil), Bolonia, 1883, enuna nota sult' ei;as2.nne del earcere (en laRevista de disciplina caicelaria, 1883, cua-derno 4 . 0 ), acepta estas ideas refiriƒndose „?a cuestiñn jurídica del suicidio . Demuestradespuƒs la falta de toda base positiva en laidea com…nmente aceptada por los crimina-listas, de que el detenido no deba ser casti-gado si se evade de la c„rcel sencillamente,sin violencia en las personas ni en las cosas,porque no hace sino usar `el derecho que leasiste „ la libertad . Como puede observarse,la cuestiñn es siempre la misma ; que mien-tras en la Edad Media en el hombre delin-cuente se consideraba sñlo el delincuente,y en las escuelas cl„sicas sñlo el hombre, enla escuela positiva se recuerda que el hom-bre delincuente, si bien es un hombre, _y',por consiguiente, con derechos humanos,

es tambiƒn un delincuente, y por ello debetener cierta diminuciñn en sus derechospersonales frente „ la sociedad ofendida .

186 E . FaRRI

las opiniones de los tratadistas, ñlas disposiciones de los Cídigos ya las decisiones de la Jurispru-dencia; hipítesis que podemos re-ducir a las siguientes : suicidioparticipaciín en el suicidio (porauxilio í instigaciín)

muerteejecutada con consentimiento dela vƒctima .

Suicidio . Sin detenernos enlos acostumbrados y en ocasionesin„tiles res„menes histíricos, espreciso hacer notar un hecho deimportancia; este consiste en quelas opiniones de los juristas y lasdisposiciones legales de un rigorexcesivo, hasta el punto que nofaltí quien afirmara …ser mñs cul-pable el suicida que el homici-da (1) † , se han mitigado hasta elpunto que se ha llegado ñ admitir

(1) Richter : Comentatio juridica de ho-micidio, Sena, 1744, pñg . 35 .

K

ANTROPOLOGóA 187

por la mayorƒa la completa impu-nidad del suicidio (1), despu‡s devarias transacciones y concesionespaulatinas . Ha sucedido tal cam-bio, prescindiendo del criterio queimperaba de las tendencias ‡ticasy religiosas que tanto han domi-nado y que tantos rastros han de-jado en muchos de los principiosde las modernas escuelas crimina-les, y aun en no pocas disposicio-nes legales, afirmaciín ‡sta quese demostrarƒa fñcilmente exami-nando algunos delitos en los Cí-digos, como el infanticidio y elaborto .

Nos interesa muy mucho deter-minar la razín ,jurƒdica de la im-punidad del suicidio, porque deella se derivan consecuencias im-

(1) Merkel : Selbstmord, en Holtzen.chrfh'sRechtslexicon, III, Anfli, Lei zig, 1881, III,668 .

I88

E . FERRI

portantñsimas, relativas unas 'a latentativa del suicidio y otras í lamuerte con consentimiento de lavñctima .

Los fundamentos de la impu-nidad del suicidio pueden reducir-se í tres : I .%, el derecho que elhombre tiene í disponer de supropia vida ; 2.a, la inexistenciade una propia y verdadera rela-ciƒn jurñdica del hombre consigomismo ; y V, razones intrñnsecasque demuestran la inconvenienciaƒ la imposibilidad de penar elsuicidio .El primero de los principios

indicados, si bien rechazado porla mayorña de los criminalistas(aceptado por Filangieri y Tis-sot (1), nos parece la razƒn jurñ-

(1) Filangieri : Scienza della legislazione,Filadelfia, 1819, III, 420.--Tissot : Le droit

ANTROPOLOGóA

189

dica mís positiva y completa, entanto que el segundo enunciado,que es exacto, basta sñ en el casodel suicidio, pero no es aplicableal caso del conscripto que se mu-tila,y el tercero, ƒ sean las razo-n.es extrñnsecas de inconvenienciaƒ imposibilidad de penar el suici-dio, nos conducirñan al castigo delsuicidio frustrado .

Pessina, y con „l De Mauro (1),es el criminalista que, en nuestroentender, ha resuelto mís lƒgica-mente la cuestiƒn, no aceptandoel segundo de los principios sus-tentados por Rosmini (2), To.

penal, Parñs, 1870, II . 73 .--Introductionphilosophique d l'„tude du droit penal, Pa-rñs, 1874, pig . 78.

(1) De Mauro : Del suicidio e del, enncorsoin esso, Catania, 1878, par. 5, pig . 12 .

(2) Rosmini : Filosofña del derecho, 1,par. 174.

190

E . PERR1

lomei (1), Ellero, Halschener,Geib, etc ., y mucho menos el pri-mero.

Dice Pessina : ó Las teorñas in-di Y idualistas no permiten afirmarque el hombre tiene para consigomismo un derecho sagrado, comocon relaciín ƒ los demƒs hombres .En el campo de la penalidad, sise considera la pena como inti-midaciín, es lígico que ningunapena pueda imponerse al suicidaque ha demostrado no temer lamuerte . Pero cuando se reconoceen absoluto lo intrñnseco de losprincipios de derecho ; cuando sereconoce que el castigo tiene porrazín concreta de ser el mal rea-lizado, no el mal posible o queha de suceder, y tiene por objetoel afirmar la justicia conculcada,

(1) Toloñnei : Diritto e procedura penale,III ediciín, Padua, 1875, pƒg . 434.

ANTROPOLOOiA

191

no se puede reconocer que el sui-cidio es un crimen ante el dere-cho .„ (Ed . de 1859, p . 16 ; ed .de 1882, p. 15 .)Aquñ resulta de una manera

evidente la divergencia fundamen-tal, que indicƒbamos antes, acer-ca del modo de considerar el de-recho. No nos detendremos ennotar que podrña no ser absoluta-mente prƒctica la observaciín deque no es temible la pena ƒ quienno teme la muerte, porque es muyposible no temer la muerte volun-taria y que cause espanto la muer-te infamante í aun sílo la penainfamante (como la historia noslo comprueba con el caso de lasvñrgenes Milesias) ; nos limitare-mos ƒ observar que, supuesto elpunto de partida indicado, es per-fectamente lígico considerar elsuicidio como un delito y afirmar

192 E . rERRI

con Pessina, contra Beccaria, quela imposibilidad fñsica de castigaral autor del suicidio no hace des-aparecer la naturaleza criminaldel hecho, y, por consiguiente, elautor (excluyendo siempre el casode locura) ídebe estar sujeto ƒuna pena especial, en el estadocñnico que puede ser castigado : enla tentativa de suicidio . „ A…adi-mos tan s†lo, que precisamente deesta consecuencia l†gica de consi-derar el derecho como entidadabsoluta , lo que demuestra queesta tendencia se separa de la rea-lidad, se lleg† ƒ esta otra-quees imposible moralmente en nues-tros tiempos castigar la tentativade suicidio .-Tanto mƒs es ciertatal afirmaci†n, si se piensa queel considerar el derecho en abs-tracto habña llevado al autor cita-do `a la teorña de aplicar el artñcu-

r

E

ANTROPOLOGóA193

lo del C†digo que castiga el ho-micidio al suicidio, porque í‡stees el homicidio de sñ mismo, esuna especie comprendida en elg‡nero homicidio, de modo quecuando el legislador ha castigadoel conato de todo homicidio vo-luntario, ha castigado implñcita-mente la tentativa de suicidio ;con esto no se vendrña ƒ crear porinterpretaci†n un delito nuevo,porque tal interpretaci†n no cons-tituye una inducci†n por analo-gña, sino una deducci†n silogñsti-ca del g‡nero ƒ la especie„ (pƒgi-na 17, primera edici†n) . Deduc-ci†n que nosotros, con Carmigna-ni, creemos que es jurñdicamente-insostenible ; deducci†n de queprescindi† el ilustre Pessina enla segunda edici†n de su obra,donde ha quedado solamente ullaindicaci†n ƒ la punibilidad, acaso

1 .3

194 E . FERRI

de jure condenado del suicidio

frustrado, pero que, sin embargo,conducirña, como observaba Car-rara (nota al pírrafo 1155), í laconsecuencia de que, por ejemplo,estando en Francia castigados deigual modo el delito consumado yla tentiva, se verña acaso la posi-bilidad de condenar í muerte elque habña intentado inƒltimente

matarse .He aquñ por qu„ nos parecen

menos l…gicos aquellos crimina-listas que, como Carrara, Ferraoy otros, admiten la impunidaddel suicidio consumado … frustra-do por la sola consideraci…n de

† conveniencia polñtica ‡ . Dice Car-

rara, si se quisiera considerar un

delito al suicidio fundíndose enla inalienabilidad del derecho íla vida, †serña peligroso el seguir

este camino, porque establecido

1!

ANTROPOLOGóA1 95

como principio que la sociedadtenga un derecho sobre la conser-vaci…n de inˆ vicia, aun í pesarmño, se llegarña í la consecuenciade reconocer í la sociedad el de-recho de castigar la intemperan-cia y aun la misma emigraci…n‡(pírrafo 1154) . Y ahora (y sinnotar que el mismo Carrara afir-ma, como veremos, este derechode la familia y de la sociedad so-bre la vida del ciudadano í pro-p…sito del duelo, pírrafo 2886),‰cuíles serín las razones de con-veniencia, por las que el suicidioconsumado, como el frustrado, nos…lo no se castiga, †sino que nose le enumera entre los delitos?‡(pírrafo 1155) . Son, dice Carra-ra, †la imposibilidad de imponeral cadíver una pena que no seabírbara „ injusta, la conmisera-ci…n para con la familia ya bas-

196 E . FERRI

Cante abatida, la inutilidad deafirmar con la ej emplaridad deuna pena el amor ó la vida, queestó bastante encarnado en elhombre ; si alguna de estas razo-nes no fuera de apreciar en el casode tentativa de suicidio, la sus-tituirñ con la razín de humanidady prudencia, de que amenazandocon una pena al suicida, es posi-ble se aƒada un nuevo motivopara que se mate ó aquel que yahab„a querido privarse de la vida …(pórrafo 1155) .

Estas razones, de gran valorpositivo, no hacen imposible,como dice Ferrao (1), alguna san-ciín al suicidio, como la declara-ciín de cobard„a y de nulidad deltestamento que decretaba el ar-t„culo 585 del antiguo Cídigo pe-

(1) Ferrao : Theoria do diritto penal, VII,44 y sigo

ANTROPOLOG†A

197

nal de Cerdeƒa; razones, en fin,que ó nosotros nos confirman enla opiniín de que solamente poruna transacciín lígica, se las pue-de dar el gran valor de quitar elcarócter de delito ó una acciínque se dice es contraria ó los prin-cipios de la moral (lo que no dis-cutimos), sino ó los principiosdel derecho .

Participaciín en el suicidio . --Hoy d„a la inmensa mayor„a ad-mite por una í por otra razín queel suicidio no es delito, y casiunónimemente se declara que s„lo es la participaciín en el suici-dio. Nítese que ahora sílo discu-timos la racionalidad de la pena-lidad, en el caso de que la leydisponga terminantemente queexista una clase especial de de-lito .

198

r. FERRI

Mittermaier (1) se inclina ó laimpunidad para los casos de auxi-lio en el suicidio, y la sostienefrancamente en los casos de auxi-lio en el suicidio frustrado ; esto,precisamente porque toma comopunto de partida para resolver elproblema, no el aspecto moral yreligioso, sino el positivo, el ju-rñdico y social . Partña precisamen-te de la investigaciín sobre losmotivos determinantes que la es-cuela positiva tiene como criteriofundamental, y deducña sus con-vicciones, considerando que aca-so determinen la ayuda ó un sui-cidio, o el sentimiento de piedadí el de salvar ó una familia deldeshonor .

Carrara (nota al pórrafo 1156),

(1) Mittermaier : Die Beihƒl zum selbs-tmord und die T„dtung cines Einwlligen-den, en Goldham mer's …rchiv .,1X, 433 y sig .

ANTROPOLOG†A

199

como casi todos los criminalistas,admite que estas circunstancias‡exigen en la practica una grancautela en la aplicaciín de esta pe-nalidad ˆ , que deberña di.sminu_ir ;pero a‰ade ‡ que en los casos deevidente maldad del entendiniieli-to, serña peligroso dejar sin casti-go al que para lograr una vengan-za í para adquirir una herencia,hubiera usado el pŠrfido medio deinducir ó otro el suicidio ˆ .

Esta observaciín se hace comoverdadera, pero sílo por la acos-tumbrada preocupaciín de la in-moralidad del suicidio, solamenteporque, como dice Mori (1), sequiere ‡ que el legislador sostengacon el derecho constituido la san-tidad de los principios religiososy morales ˆ , que nosotros creemos

(1) Mori : Teorica del Codice pŠnale tos-cano, Florencia, 1854, póg . 252-253 .

200

E, FERRI

que deben fundarse precisamenteen algo diverso del Cñdigo penal :solamente por la preocupaciñn in-dicada, Carrara y otros juriscon-sultos vienen a la conclusiñn deque la participaciñn en el suicidiodebe siempre castigarse, admitien-do sñlo como excepciñn la bondadde los motivos determinantes comocausa de atenuaciñn .

Con la afirmaciñn consignada,dice Carrara, acepta Mittermaierla impunidad del partícipe en elsuicidio frustrado (con evidenteinconsecuencia lñgica), en el casoprecisamente por ƒl formulado dela maldad del entendimiento delpartícipe . Mas si es discutible laopiniñn de que supuesto un ar-tículo del Cñdigo penal que casti-gue la participaciñn en el suici-dio, debe entenderse participaciñnen el suicidio consumado, es in-

ANTROPOLOGóA 201

dudable que si se castiga al quecon mala intenciñn participa enun suicidio, bien instigando ñbien ayudando al suicida, la faltadel ƒxito desgraciado no puedesustraer racionalmente al partíci-pe de toda responsabilidad . Estono es sino otra prueba de que lafalta de una base positiva en lasoluciñn principal del problema,lleva consigo la necesidad de con-tinuas inconsecuencias .

En el hecho de la participaciñnen el suicidio, entendemos quesiendo una acciñn jurídicamentelícita el suicidio, por una ñ porotra razñn la participaciñn en elmismo no puede ser por si unaacciñn jurídicamente ilícita . 1 , 0s

parece que prescindiendo de todapreocupaciñn ƒtica ñ religiosa, lasola lñgica elemental basta paradecidir, y volvamos a la analogía

202

E. FERRI

del suicidio con la emigraciñn : sila emigraciñn es un acto lícito,ƒcñmo podr„ ser la ayuda „ laemigraciñn un acto ilícito, cuan-do no haya fraude ñ violencia enel auxilio?

La tendencia de las escuelascl„sicas de considerar siempre elhecho en sí, como ente abstrac-to, es la causa de estas transac-ciones lñgicas, que tienen, sin em-bargo, algo de verdadero y positi-vo. En efecto ; la razñn aducidapor Carrara y otros criminalistasde la enfermedad del entendi-miento, demuestra la necesidad dea…adir en el examen de aquellaparticipaciñn en el suicidio, el cri-terio positivo de los motivos de-terminantes, del cual deducimoscomo consecuencia de la que, su-puesto que el suicidio sea un actojurídicamente lícito, la participa-

ANTROPOLOGóA

203

ciñn en el mismo es tambi†n jU.-rídicamente lícita, siempre que nosea determinada por motivos anti-jurídicos, antilegítimos, antiso-ciales .

Descendiendo de los principiosabstractos jurídicos „ la realidadde la vida cotidiana, encontramosobservaciones de hecho que afir-man. nuestra soluciñn .

En primer lugar, se puede dis-tinguir la participaciñn en el sui-cidio en verdadera y propia ins-tigaciñn ñ en simple auxilio, noporque haya diferencia jurídica enambos casos, sino solamente porla mayor probabilidad de que enla instigaciñn los motivos deter-minantes tengan car„cter antiju-rídico (venganza, odio, codi-cia, etc.), probabilidad, sin em-bargo, que tiene en contra hechosreales . Así, Pissanelli, en su li-

204

E . FERRI

bro sobre los ,jurados, copia de lahistoria de Colletta el caso de unhonrado padre de familia que te-nña un hijo de mala ñndole, quehabña sufrido varias condenas yestaba condenado í la pena demuerte, que habña de verificarseen Acerenza (Basilicata), ante lapropia casa : el padre, al dar noti-cia a su hijo de que en casaciƒnse habña confirmado la sentenciaque lo condenaba í la pena capi-tal, le rogƒ que ahorrase í la fa-milia el „ltimo „ltraj e, y le dioun veneno que el reo tomƒ ; elpadre fu… condenado por los tri-bunales ordinarios : Pissanelliafirma, y lo propio el procuradorgeneral de G…nova (1), que losjurados le hubiesen absuelto .

Ahora, dejando í un lado si la

(1) Munich†: Relazione statistica per lacorte d'.Appello di Genova, G…nova, 1883 .

ANTROPOLOGóA

205

omnipotencia {'el ,jurado, hasta elpunto de prescindir de una leyescrita, es una ventaja de estainstituciƒn, no podemos dejar deconsignar un hecho, y es que elcom„n sentir apoya la proposi-ciƒn por nosotros sentada, y quelos criminalistas han aceptado enparte para el solo efecto de la di-minuciƒn de la pena .

Finalmente, la conclusiƒn quehemos consignado, deducida jurñ-dicamente de la observaciƒn delos hechos, es la „nica verdadera,príctica y „til; lo demuestra elhecho de que muchos criminalis-tas (reconocida por la influenciamís ƒ menos referente í los mo-tivos determinantes), cuando ha-blan de la punibilidad de la par-ticipaciƒn en el suicidio, conclu-yen por fijarse en los casos defraude ƒ violencia ; en suma, en

106 Z . FERRI

los supuestos de existencia demalvados fines, en el que impulsañ ayuda í un suicidio .

A este propñsito, no nos per-suade el razonamiento de Carra-ra, de que mientras el suicidioƒse oculta í la sombra de la pre-sunciñn de furor „ (pírrafo 1155),la ƒpresunciñn de enajenaciñnmental no existe para aquellosque ayudan al suicidio de otro,donde no cabe duda sobre su im-putabilid ad „ (nota al pírra-fo 1156), ya que, por una parte,si en el caso de que el que parti-cipa en el juicio estí loco, cesa en…l, seg†n la escuela clísica, todaimputabilidad moral y pol‡tica, yesto no decide la cuestiñn de siel acto de la participaciñn reviste6 no el carícter de criminal, y ensegundo lugar, que si bien esverdad que el suicidio estí en re-

ANTROPOLOGóA

207

laciñn directa con la locura, ex-cluida …sta en un suicidio, de-ber‡a constituir un verdadero ypropio delito .

Muerte del que consiente en ella .La profunda, enorme diferen-

cia que los criminalistas estable-cen. entre la participaciñn en elsuicidio y la muerte de una per-sona voluntariamente, nos pareceestar poco de acuerdo con la rea-lidad de los hechos . Que se dis-pare un revñlver contra un amigogravemente enfermo, que implorapor piedad el que se le mate paralibrarle de crueles torturas ñ queal mismo se le proporcione unarma que de otro modo no podr‡atener, arma que se sabe es parasuicidarse, ˆdñnde se encuentrala diferencia moral y jur‡dica paraque en el primer caso se aprecie

208 E. FERRI

un homicidio, aunque sea conatenuantes, y en el segundo unasencilla participación en el sui-cidio? La diferencia entre ambosactos existe, pero sólo es debidañ que se examinan las accioneshumanas en sí, separadas del am-biente real en que se desarrollan ;abstracciones que en la prñctica,y especialmente en la aplicaciónde las penas en los supuestos ci-tados, pueden conducirnos ñ unaverdadera enormidad .

Admiramos la potencia de anñ-lisis lógica en Carrara, que aunadmitiendo ƒser cosa difícil y pe-ligrosa distinguir en ciertos casosprñcticos la muerte consentidapor la víctima y el auxilio en elsuicidio„, dice que ƒes precisomantenerse firme en los princi-pios de la escuela ontológica„ yafirmar que ƒel autor del homi-

ANTROPOLOG…A

209

cidio es aquel que voluntariamen-te ha ejecutado el acto que con-suma la muerte „ , y hace esta dis-tinción : ƒDos amantes decidenmatarse y cogen cada uno unapistola . Se apuntan mutuamente ;ñ una se†al disparan ambos : sa-len los tiros ; el hombre mata a lamujer, ‡sta no acierta al amante .Podr‡is juzgarlo con toda bene-volencia imaginable, pero serñ,siempre autor de homicidio, si bienla víctima haya consentido en sumuerte. Otros dos amantes quedesean morir juntos a ;;uerdan ,como medio para cumplir su si-niestro propósito, la asfixia . Elhombre prepara el brasero y cie-rra herm‡ticamente el cuarto ; lamujer entra en la habitación vi-ciada y perece, y el hombre es,por fortuna, salvado ; pues bien,ñ este hombre se le puede imputar

14

2(O E . FERRI

la participaciñn en el suicidio deotro, mas no el que sea autor deun homicidioí . (Nota 1.a al pƒ-rrafo 1157 . -- Chauveau-H„lie :Th„orie du Code penal, 1850 .--Ediciñn Nypels, par . 2424, nota7.a y par . 2426 .)

Admiramos esta poderosa fuer-za de anƒlisis, pero nos pregunta-mos : …Qu„ acogida podrƒ encon-trar de la generalidad, que utili-dad prƒctica, qu„ justicia positi-va podrƒ informar estas sutilesdistinciones legales ƒ las que pue-den corresponder tan graves dife-rencias en la penalidad? …A qu„objeto continuar en semejantesabstracciones jur†dicas, cuando laobservaciñn cotidiana demuestraestar bastante lejos de la realidad?…No es, por consiguiente, oportunoun poco mƒs depositivismo en estacienciadelos delitos y de las penas?

ANTROPOLOGóA 2!!

6

En nombre de este m„todo po-sitivo sostenemos, aun para elcaso de muerte violenta consenti-da por la v†ctima, la soluciñndada para la participaciñn en elsuicidio , confirmando , que as†como el hombre tiene el derechoƒ disponer de su vida, y de todosmodos por admitirse que el suici-dio es un acto no criminal, lamuerte del que consiente en ella,es decir, el homicidio-suicidio noconstituye delito sino cuando elagente se determina por motivosileg†timos ñ antisociales . `U'odo elrazonamiento puede resumirse enel siguiente dilema : 0 se consi-dera que el hombre no puede dis-poner de la propia vida y enton-ces se deb†a castigar, si no el sui-cidio consumado, ƒ lo menos elfrustrado, ñ se admite que el sui-cidio no es un delito ; y en este su,-

212

E. FERRIh

puesto, ñen quí concepto se cas-tiga al que toma parte en el sui-cidio ayudando ƒ matando, sƒloporque toma parte?

Este razonamiento no tiene res-puesta para aquellos que sostienenque no es el suicidio una acciƒnjur„dicamente criminal . Mas silos que no admiten este principiodijesen que por razones de conve-niencia no se castiga el suicidioen el suicida mismo, esto no qui-ta al acto mismo el car…cter decriminal con respecto ' los terce-ros que cooperan, preguntar„amosnosotros dƒnde concluye el abso-luto ontolƒgico del delito comoente jur„dico, si la misma acciƒnes y no es delito por sƒlo razonesde conveniencia . No se viene …admitir con la escuela positivaque no hay nada absoluto en lascalificaciones de delitos, y que el

ANTROPOLOGóA

213

delito es un fenƒmeno histƒrico ysocial que var„a en el tiempo y enel lugar. No nos convencer„a delo contrario ni el ejemplo citadopor Carmignani (1), del part„cipeen el hurto domístico cometidopor un hijo en perjuicio de su pa-dre: aunque aqu„ se dice que elhecho del hijo no se castiga porrazones de conveniencia, pero estehecho es criminal con respecto …la tercera persona que en íl tomeparte, y lo mismo acontece con elsuicidio ; no nos convence, porqueentre las dos hipƒtesis existe unadiferencia jur„dica que impide sucomparaciƒn. La sustracciƒn he-cha por el hijo en perjuicio delpadre (y no entramos ahora enotras cuestiones sobre la punibi-lidad de este acto) tiene todas las

(1) Carmignani : Teoria dell e legyi dellasic. soc ., Pisa, 1831, 11, 393, nota 3,a

214

ó. FERRI

características de un verdadero ypropio delito, porque lesiona underecho de un propietario y ƒsteno consiente en la lesi„n . El casodel que toma parte en un suicidio„ en el de que la víctima consien-ta en su muerte es totalmente di-verso, y negamos que la sola ana-logia superficial de que en uno yotro caso exista un agente princi-pal que quede impune por razo-nes de conveniencia, tenga el va-lor l„gico ,jurídico de equiparar lapunibilidad del c„mplice de hurto(que en este caso puede conside-rarse como agente principal) conla punibilidad afirmada para elpartícipe en un suicidio en lasdos formas indicadas . Porque sies innegable que el Estado ejerci-…a la funci„n represiva para de-fender en el caso de los delitoscontra los ciudadanos uti singuli,

ANTROPOLOGñA

215

la seguridad en estos mismos ciu-dadanos, dandoles la idea de lapropia seguridad, …quiƒn no veque el consentimiento de la víc-tima, vera adero, espont†neo, noarrancado por fraude ni violencia,quita toda raz„n de ser í la defensapor parto del Estado? …En quƒ for-ma vemos amenazada la opini„nde nuestra seguridad si sabemosque una mujer se ha entregadovoluntariamente aun hombre, queun. propietario ha sido despojadode sus bienes con su consenti-miento „ que un ciudadano hasido muerto, por su voluntad? Amenos que volvamos al fíat ,justi-tia pereat mundus, no podríamosafirmar (en contra de la opini„nde Chauveau y Hƒlie, par. 2427)en el Estado el derecho de defen-der nuestro honor, nuestra vida,nuestros bienes en contra de nues-

216

E . FERRI

tra voluntad . La Iglesia es la ñni-ca que, con arreglo í sus princi-pios, puede pretender salvar í lospecadores contra su voluntad .

De este modo se puede invertirun argumento de Carrara, cuandodice : ƒEl que voluntariamentecoopera por cualquier medio í lamuerte de un hombre, viola sinduda el deber jur„dico que tienede respetar la vida de los demís… cualquier acto que pueda ata-carla. De este deber jur„dico nole desliga el consentimiento de lav„ctima, que no es de atender re-cayendo sobre cosa de que no sepuede disponer libremente. Nohay raz…n jur„dica bastante paraconsiderarlo desligado de tal de-ber por la mera accidentabilidadmaterial de que el instrumen-to de que se vale para buscar lamuerte de un tercero, sea la mano

ANTROPOLOGóA

217

de la v„ctima mís bien que la delcriminal o la de un tercero . Laimputabilidad del instrumento noes condici…n necesaria í la impu-tabilidad del motor del instru-mento . Que yo para matar í otrome valga de malvado sicario, deun loco, … de un animal, … de uninstrumento mecínico … de lamano del mismo enemigo, no va-r„a la naturaleza del hecho.† (Pí-rrafo 1408.)

Prescindiendo de la primeraparte de este argumento, que to-mado en absoluto nos conducir„aí que no existiera nunca impuni-dad por la muerte de un hombreni aun por la propia defensa, yque vuelve í plantear la cuesti…ndel consentimiento que ya liemosexaminado, nos queda la segundaparte del razonamiento . Nosotrossostenemos que no s…lo el que

2t8

E. FERRI

consiente en su muerte (exclu-sión hecha de los casos de fraudeo violencia) no es un instrumentoen manos del que participa en unsuicidio, sino que podemos decircon lnñs lógica, que determinadosa0 morir, el que nos causemos lamuerte con un arma, con venenoó con la mano de un amigo (y nó-tese que excluimos la hipótesiscon respecto al enemigo), íquƒ di-ferencia real y jur„dica hay en lamuerte?

A…ade el mismo Carrara : †Lamuerte del que en ello consientees siempre homicidio, ñ pesar dela pretendida teor„a del fin bueno .Pretender que la muerte dada conconsentimiento de la v„ctima nopuede castigarse porque quien lomata entiende que le hace un be-neneficio, ante todo es convertiruna fantñstica hipƒrbole en una

ANTROPOLOG‡A

21 9

realidad. Ademñs , existir„an mu-chas peligrosas interpretacionesde seguir tal criterio ; se podr„adecir que no es criminal el robarcarne ñ un vecino en viernes decuaresma para impedirle que pe-que; que tampoco es criminal elque comete adulterio con la mu-jer de un hombre estƒril ñ fin deprocurar ñ la mujer la consola-ción de tener un hijo . ˆ (Nota alpñrrafo 1408 .)

Nos parece, por el contrario,que ni una ni otra de las consi-deraciones del eminente crimina-lista, resuelvan el punto debati-do : 1 .‰, porque desde el momentoque en derecho, quien afirma debeprobar, no es hipƒrbole fantñs-tica , sino una realidad probada,que en ciertos casos la muertedel que en ello consiente tienelugar por motivos humanitarios,

220

E. FERRI

y por consecuencia, legñtimos ;2.í, porque en los casos supues-tos por Carrara, como prueba abadsurdum, falta nada menos queel consentimiento del propietariodel derecho, que constituye en lamuerte con consentimiento la basedeterminante de los motivos delagente .

Finalmente, Ambrosoli (1) in-dicaba ƒ este objeto una diferen-cia esencial entre el auxilio parael suicidio y la muerte de un hom-bre con su consentimiento : la de„no poderse excluir, que acaso enel acto del suicidio el remordi-miento pudiera contener al des-graciado, restituy…ndole ƒ la vidaque pensaba abandonar † . Nos pa-rece que en vez de discutir losprincipios jurñdicos de un hecho

(1) Ambrosoli : Bibliografña de la INTem sien el Monitore dei Tribunali,1864, pƒg . 189.

ANTROPOLOGóA 221

concreto, se discute sobre lasimaginables variantes del hechomismo, y por consiguiente, queal razonamiento le falte base, por-que puede existir tambi…n el arre-pentimiento del que consiente ensu muerte, antes de que …sta seconsume, y ademƒs, porque nos-otros hablamos del caso en quela muerte se haya realizado ya, ‡por suicidio aconsejado, ‡ conayuda, ‡ directamente por un ter-cero .

Resumiendo, diremos que loscriminalistas, en el examen deeste problema, por una parte sedejan influir por preocupacionesde orden …tico o religioso extra-ˆas al orden jurñdico criminal, ypor otra parte han sido impulsa-dos por el deseo justo de no dejarimpunes los atentados ƒ la vidade otros cuando obedecen ƒ mal-

222

E . FERRI

dad . La soluciñn positiva de esteproblema en el terreno científico,se encuentra en la exclusiñn delas consideraciones extrajurídicascitadas y en aceptar aquella parteverdadera de la teoría sustentadapor los criminalistas, reduciƒndo-se nuestra opiniñn „ decir que lamuerte voluntaria no es, jurídica-mente considerada, un hecho cri-minal, porque el hombre puededisponer de su existencia, y que,por consiguiente, el consentimien-to de la víctima quita todo el ca-r„cter criminal al acto de aquelque concurre directa ñ indirecta-mente „ un suicidio, siempre queno sea determinado por motivosilegítimos ñ antisociales .

Si examinamos ligeramente lasprincipales legislaciones vigentes

ANTROPOLOGóA 223

en ':urol)a con referencia al pro-blema que liemos discutido, po-demos dividirlas en dos grandescategorías : una, de las que casti-gan la tentativa de suicidio conpropias y verdaderas penas, comolas leyes inglesas y el proyectode Cñdigo penal inglƒs, ñ con pe-nas religiosas, como el Cñdigoruso, cuando el reo es cristiano (1),y otra, de aquellas que son lasm„s, que no se ocupan para nadadel suicidio . En este segundo gru-po tenemos las siguientes varie-dades: 1 .a , de aquellas legislacio-nes que no contienen disposicio-nes expresas ni aun para los casosde participaciñn en el suicidio ñde muerte del que en ella consien-

(1) Louis : Notice sur un projet de Codecrimi-vval annglais . Ferusa, 1878, extr ., p„gi-na 9 .-Fanti: Sul proyetti delle leggi penal…ingles… . Fano, 1880, p„g . 18 .

224 E . FERRI

te, corno el Código francñs y susderivados el sardo, italiano y elbelga; 2 .", aquellas que dan unafórmula general relativa al con-sentimiento del paciente del deli-to, como el Código austriaco (pí-rrafo4 .ƒ) ; 3 „a , aquellas que expresa-mente indican una de las hipótesisdel homicidio-suicidio 6 partici-pación en el suicidio (Código tos-cano, art . 314) 6 muerte del queen ella consiente (Código alemín,pírrafo 216), y 4,a , las que tratanespl…citamente las dos hipótesis(Código espa†ol, art . 421 ; Códigodel cantón de Tesino, arts . 301y 302 ; Código h‡ngaro, pírs . 282y 283; Código holandñs, arts . 293y 294) .

No ocupíndonos del anacronis-mo de una sanción para la tenta-tiva de suicidio ' que choca contrael com‡n sentir, y que por esta

ANTROPOL.OGfk

225

razón se elude siempre corno su-cede en Inglaterra (1), observa-mos que en los casos en que laley nada dice del homicidio-suici-dio, los co mnentaristas se limitancasi unínimemente í declarar quemientras la participación en elsuicidio no debe ser castigada,porque no se concibe complicidaden un hecho que no es delito ; porel contrario, cuando se trata deuna muerte con el asentimientode la v…ctima, entienden debe serpensando que de lege condenadala castigada como homicidio, conalguna atenuante si acaso (2) . So-

(1) Blackstone: (~ommentairessur les bisanglaises Par…s, 1823, V, 527-528 .-Comte :Tratatto di legislazione, Florencia 1236 1435 .(2) Rogrou : Les cinq Codes expligiiñs, pí-

rrafo 5J . - Legrarevend : Traitñ delñgislc .tioncriminel, I, 114 . -- Carnot : Comnzentaire s ;ˆ-le Code penal, 1, 115 ; II, 5.-Blanche : Etudespratiques sur le Code penal, II, y sig., II,

15

226 E . 1'ERRt

lamente Chauveau y Hñlie, aun-que la muerte del que en ella con-siente debe ser castigada, sostie-nen que en caso de que la ley na-da diga, no debe castigarse en talsupuesto, por faltar en el matadorel dolus 7nalus, í como nosotrosdirƒamos, faltan los motivos anti-jurƒdicos í antisociales (1) . Pre-cisamente por este criterio, hastaahora no aceptado por los crimi-nalistas, apenas estudiado y sinaplicaciones generales, nos parece

349; IV, 545 .-Daloz: Repertoire-eOmplicitñ,n„mero 62 .-Crimes contre les pees ., n . 132 .-Merlin : Queslion du droit, palabra S?uici-

da .-Rauter : Droit criminel, p…r . 115, 442.--

Gñrand : Code penal belgue expliquñe, Bruse-

las, 1877, p…g. 189 .--Ferrarotti : Comentarioal Codice penale, Turƒn, 1860 . Mel . 522 .-Cosentino: Codice penale annotato, N…po-les, 1880, II, 247, expone las diversas teorƒassin presentar soluciín .

(1) Ohauveau y Hñlie : Thñorie du Codepenale, ediciín Nypels, u . 2431-2438 .

ANTROPOLOGóA 227

que la soluciín esquem…tica delos .juristas, aceptada por la Ri-vista penale (Junio, 1882, cuadrobibliogr…fico, n„mero 560), pugnapor defecto í por exceso contralas necesidades pr…cticas, el es-pƒritu de la ley y la opiniín de lageneralidad. Y creemos que nopudiendo, como hemos dicho, ha-cer sin m…s ni m…s una distinciíntan enorme entre las dos hipíte-sis por sƒ solas y en abstracto, esnecesario, aun en el estado actualde la legislaciín, tener en cuentalos principios determinantes paraafirmar: L', que por una parte,aun la participaciín en el suici-dio por instigaciín í por ayuda,es punible, cuando el agente con-curra con fraude 6 violencia 6abusando de las condiciones pa-tolígicas 6 de la inexperiencia deotro, y cuando persiga fines anti-

228

E. FERRI

sociales, toda vez que nada im-porta que se mate ó un individuomaterialmente pegóndole una pu-zialada ñ dóndole un tiro, ñ quese le proporcionen al mismo estasarmas ñ un veneno instigóndolecon maldad ó que use de ellas ;y 2.í, que la muerte de una per-sona con su consentimiento noproduce castigo para el matadorsi prueba la legitimidad de losmotivos impelentes .

Bajo el imperio de las leyes queconsideran una sola de las doshipñtesis, para la que contengauna sanciñn esplƒcita, el criteriode los motivos determinantes notendró mós efecto que el de ate-nuar la pena; esto si los juradosque del hecho conozcan no acudenó la piadosa mentira de negar elhecho mismo . A este propñsito,el Cñdigo penal toscano establece

ANTROPOLOG„A

229

que los jueces puedan variar lapena dentro de los lƒmites lega-les, teniendo en cuenta la …mal-dad† de la voluntad del agente,precepto que es uno de los reco-nocimientos implƒcitos del crite-rio jurƒdico que hemos propuesto,afirmaciñn que puede verse com-probada en Puccioni, el cual li-mita su atenciñn ó los casos departicipaciñn en el suicidio por… un ónimo perverso ñ de codiciade las cosas ajenas (1)† . E n elcaso de muerte con consentimien-to no incluida en la participaciñnen el suicidio, aunque no sea unhomicidio en el sentido generalde la palabra, creemos, sin em-bargo, que la nociñn legal del ho-micidio de ser …la muerte de unhombre ejecutada con dolo ñ cul-

(1) Puccini : 11 Cod, pen . toscano illustra-t o, IV, 499 .

230

E . FERRI

paƒ (art. 307), admita la aplica-ci„n del criterio psicol„gico í lamayor o menor punibilidad de lamuerte consentida ; acaso mís queel C„digo italiano, que usa unafrase … quien quita la vida volunta-ria,niente ƒ ( art . 522) que pareceexigir s„lo la voluntariedad delacto y no el que sea doloso .

Diremos lo propio del C„digoalemín, que habla s„lo de lamuerte del que en ella consiente,y seg†n el cual, mientras los cri-minalistas alemanes estín uníni-mes en no considerar como pu-nible la participaci„n en el sui-cidio (1), nosotros creer‡amos

(1) Schaper : Begriph und allgemeinerThathestand des Verbrechens . -- Holtzen-dorff's : Handbusch des Deutschea Stra fre-chets, Berl‡n, 1871 77, tono II, pígs . 11.G,117 .-Holtzendorff's : Z„dtuny, tomo II[,píg. 416, 418 . -Berner : Meyer Schiitze,Liszt, etc .

ANTROPOLOGóA 231

por el contrario, poderla incluir,cuando se determine por motivosantisociales, en la noci„n de quees homicida el que dolosamente(vors tzlich) mata í un hombre .Porque, y repetimos esto, el quepor codicia „ venganza mate di-rectamente í un hombre, „ el quele induzca í ello, nos parece queno deba ni aun de leche con,dita(porque el derecho criminal, ídiferencia del civil, mira mís íla esencia que í la forma) llevarla enorme diferencia de admitirla círcel en un hecho y en otro lacompleta impunidad . A prop„sitode este art‡culo del C„digo penalgermano (que es el 206), Zim-merman, en una notable mono-graf‡a extractada en la Revistapenale (Junio, 1882) (1), sostiene

(1) Zimmerman: Zur ñuslegyungdes pí-

232

E. FERRI

que en el caso de silencio del Cñ-digo, la herida inferida con asen-timiento de la víctima, cuando nohaya homicidio tentado por faltarla intenciñn de matar, se debeaplicar la regla volenti non fit in,j uria, porque esta regla generaldebe valer allí donde el Cñdigoexpresamente no la derogue (comoel pƒrrafo 216 y el 143 sobre lasmutilaciones del conscripto parahacerse inhƒbil para el serviciomilitar) . En nuestro entender,esta doctrina debe admitirse, perosiempre sometida al criterio delos motivos determinantes .

_En lo que respecta ƒ las legisla-ciones que en general quitan efica-cia al consentimiento de la víctima,aprecian de una manera explícitalas dos opiniones acerca del homi-

rrafo 216 des S. G . B ., Berlín, Areh ., 1881,pƒginas 5, 6 .

4~

ANTROPOLOGóA 2 33

cidio-suicidio, no haremos sinoligeras observaciones . En primerlugar, todas estas leyes, especial-mente las mƒs recientes, consig-nan para estos casos una penali-dad muy atenuada, que diversaen la medida y distinta en las doshipñtesis, contiene de todos mo-dos un reconocimiento implícito,aunque parcial, de las ideas aquísostenidas, especialmente en aque-llos Cñdigos como el del cantñnde Tesino, que establecen a„n unaulterior diminuciñn precisamenteen el caso de los motivos que noson antisociales, como horror ƒmuerte dolorosa … inevitable, tu-tela del propio honor ñ de la fa-milia (1) . En segundo lugar, nosqueda por hacer la observaciñn

(1) Brussa : ~~'ultimu proyetto di Codigop…calo olamdesse, Bolonia, 1878 -Nota alpƒrrafo 324.

2 34 E . FERRI

de cñmo la jurisprudencia aplicala sanciñn penal en estos casos .

Entramos en la íltima inves-tigaciñn, de la cual deduciremosla confirmaciñn mƒs elocuente,de que el criterio psicolñgico pornosotros defendido en la teor„ade la responsabilidad jur„dica, nosñlo responde ƒ los principios dela ciencia positiva, sino que estƒde acuerdo con el sentido comíny en la prƒctica tiene no pocasaplicaciones .

En la jurisprudencia prƒctica,en lo que respecta a la participa-ciñn en el suicidio ñ ƒ la muerteconsentida, nos encontramos anteeste hecho, que fuera de Alema-nia, donde se dictaron algunassentencias en el íltimo quinque-nio, tanto en pro como en con-

:a .

ANTROPOLOGóA 235

tra de la validez del consenti-miento en los casos consignadosen la ley, en Francia y en Italia,fuera de alguna sentencia de laprimera mitad de este siglo, nin-guna hemos podido encontrar enlas colecciones que hemos exami-nado (1) .

Este hecho admite tres expli-caciones : ñ que no se ha realizadoningín caso de homicidio-suici-dio, ñ que los jueces no han in-coado procedimiento sobre el mis-mo, ñ que si se ha procedido porestos hechos, ha reca„do senten-cia absolutoria . Ahora, la expe-riencia diaria excluye por com-pleto la primera hipñtesis, con-

(1) Jurisprudence g…n…rale . - Dalloz'Journal du palais, Anncali toscanti e Aran&,iitaliani di giurisprudeYaza, La l:egge, Rivista I'enale, Il Felangieri, Il loo italiano,Temi veneta, Giurisprudenza italiana . (Be-thini) .- Monitore dei Tribunali, La Legge .

236

E. FERRI

firmando, por consiguiente, lasotras dos .

Son, efectivamente, frecuenteslos casos en que dos individuos,casi siempre dos amantes desgra .--ciados, deciden morir juran top y

uno de los dos sobrevive, sin quela autoridad proceda, por el reco-nocimiento implñcito del criteriode las categorñas de delincuentes(delincuentes por pasiín) que laescuela positiva sienta como basede la diversa aplicaciín de la res-ponsabilidad jurñdica . Recorda-mos, entre otros casos, el quenarraba un periídico de Cagliari :en el verano de 1881, se oyí de-cir ƒ Francisco G. que estaba unanoche conversando con su amanteLuisa R. --Luisa, yo te mato.-Haz lo que quieras, que no melamento-contestí -y en el actose oyeron dos tiros de revílver,

ANTROPOLOGóA

237

uno que matí ƒ Luisa y otro quese tirí su agresor . En Julio de1883, en Savona, dos artistas dra-mƒticos decidieron morir : el aman-te matí ƒ su novia y „l quedí gra-vemente herido ; curado, no sesabe que se le siguiera proceso,no obstante que se trataba de unverdadero caso de muerte consen-tida. En otras circunstancias severificaron casos de ñndole anƒlo-ga ƒ los referidos : asñ, sin hablarde m„dicos piadosos que en algu-na enfermedad absolutammienate des-esperada para la ciencia de hoy(como sucedií en un caso referidopor Dalloz, en que -hubo procesoy absoluciín), podrñan por solahumanidad anticipar la muerteseguida de horribles sufrimientos ;en Bolonia ha sucedido un casode muerte por motivos legñtimos .Estaba para terminarse el proceso

23$

E . FERRó

seguido contra F ., por asesinatode un sacerdote, cuando el proce-sado se envenenñ ; la opiniñn pí-blica seƒalaba con el dedo la per-sona que piadosamente le sumi-nistrñ el veneno ; la autoridad(obrando sabiamente), siguiendoel criterio de los motivos deter-minantes , no intentñ procedi-miento alguno en investigaciñndel autor de un hecho que algu-nos Cñdigos y muchos criminalis-tas califican de grave delito . Aeste propñsito entendemos no sepueda considerar culpable al con-denado „ pena grav…sima que in-tente suicidarse, porque ser…a obs-tinarse en una lucha inhumana,para clamar al condenado „ unavida de dolores, cuando prefiereun sueƒo sin despertar (1).

(1) En la Statistiea giuridica ,penale de

ANTROPOLOGóA 2 39

Cuando la autoridad, en he-chos de …ndole an„loga „ los con-signados quiere aplicar las leyespenales, entonces los juicios, yespecialmente los jurados, eludenpiadosamente la ley con la cons-tante declaraciñn de demencia enlos casos de suicidio corno en In-glaterra, ñ con absoluciones en loscasos de homicidio-suicidio .

Holtzendorff recuerda el casode la mujer del conde Batlhyani,que le facilitñ el cortaplumas conel que se suicidñ en la c„rcel . Da-lloz indica el hecho del coronelCombes, que pegñ un tiro „ uncompaƒero, que quedñ herido mor-talmente y abandonado en el cam-

1840, encuentro en la pig . 145 un procesode Lucca, por participaciñn en un suicidio,mas sin haber podido averiguar el resul-tado .

240 E . FERRI

po de batalla, pidiendo que pusie-ran tñrmino a sus sufrimientos (1) .

En los periídicos de Marzo de1881, se leƒa :

„En estos dƒas, ha conocido eljurado de una causa singular enSamara (Rusia Europea). OlgaProtaffow, de veinte a…os de edad,se le acusaba de haber dado muer-te † su amiga Vera Geressow . Heaquƒ las circunstancias del hechoque resultaron del proceso . Veray Olga eran amigas ƒntimas, notenƒan medios de subsistencia yfrecuentemente se condolƒan desu tristƒsima suerte . Cansada deuna vida tan miserable y no sin-tiñndose con valor para matarse,Vera trabají incesantemente paraque su amiga la matase, si en eltñrmino de dos meses no habƒa

(1) Dalloz: Reportoir e .-Crimes coict7eles pers ., n‡m. 124 y siguientes .

ANTROPOLOGóA

241

variado su situaciín . Despuñs deno pocas vacilaciones, Olga acce-dií † lo que se la pedƒa, y las dosamigas compraron un cuchillo .Pasados los dos meses, Vera re-cordí † su amiga la promesa ñinsistií en que se la cumpliera ;viendo que Olga est† indecisa,la anima, la excita y la dice quese cubrir† la cara como hace .Olga entonces se arroja sobreVera, la clava el cuchillo en elcorazín y la mata instant†nea-mente. Olga luñ absuelta y puestaen libertad . ˆEn la Rochela, dos amantes

contrariados decidieron morir . Eljoven (E . Theule) disparí un tiro† su amante que quedí herida so-lamente. El entonces no tiene elvalor de dispararse el segundotiro, llegí gente y le impidieronmatarse . Incoado el proceso (No‰

16

242 E . FERRI

viembre de 1883), los jurados leabsolvieron .

Ante semejantes hechos, ñdín-de termina la regla de que elconsentimiento no quita el carƒc-ter antijur„dico al homicidio?ñCímo no ver en esta inercia dela autoridad 6 en estas absolucio-nes, la evidente influencia de losmotivos determinantes que aunpara las otras formas de homi-cidio, como oportunamente notaHoltzendorff (obra citada, pƒgi-na 269), ha sido y es demostradapor las estad„sticas criminales?

Es verdad que en la primeramitad de este siglo la Corte deCasaciín en Francia pronunciíalgunas sentencias que declararonla inadmisibilidad del consenti-miento como excusa legal, por-que estas excusas han de estartaxativamente marcadas en el

ANTROPOLOGóA 243

Cídigo (leg„tima defensa 6 man-dato de la autoridad) . As„, la sen-tencia de 14 de Junio de 1816 enel caso de Lefloch, que hab„a ma-tado ƒ un amigo que as„ se lo pi-dií y por sola compasiín, fue con-denado ƒ muerte, no obstante quelos jurados consignaron en su ve-redicto que la muerte se hab„arealizado ƒ instancias del difunto .La sentencia de 21 de Agostode 1851, rechazí el recurso deDenain, condenado por tentativade homicidio de Louys, con elque hab„a pactado Denain darsemutuamente la muerte . Se dictíuna sentencia en 1815 que castigíla ayuda al suicidio en la personade Catalina Semillev, que procu-rí el veneno ƒ su marido, redu-cido ƒ la mayor desesperaciín poruna enfermedad incurable .

Por parte de los jueces togados,

244 E . FERRI

han existido algunos ejemplos deadmisiñn del consentimiento talcomo sucediñ en la Címara delConsejo del tribunal del Sena (30Septiembre 1834), dictada en fa-vor de Cupillet, que habƒa mata-do con su anuencia í su amantey „l habƒa intentado el suicidio :sentencia „sta que demuestra lainfluencia inevitable del criteriopsicolñgico de los motivos impe-lentes, y que fu„ anulada por laCorte de Casaciñn por el rƒgidoformalismo jurƒdico que en estoscasos tiene como efecto, seg…n di-rƒa Carrara, el hacer antipíticaslas penas decretadas . Hay otroindicio mís del predominio deeste criterio psicolñgico en lamisma jurisprudencia francesa, enel hecho de calificar la muerte dela vƒctima que consiente como ho-micidio y no como asesinato, por-

ANTROPOLOGóA 245

que el consentimiento hace des-aparecer la premeditaciñn (lo queno creemos exacto en todas suspartes) y l a alevosƒa, y nosotrosa†adirƒamos que hace desaparecertoda razñn de tutela p…blica de lavida de los ciudadanos contra supropia voluntad .

En cuanto í la jurisprudenciaitaliana, Ferrarotti (y Consentinotambi„n), en su comentario al ar-tƒculo 523 del Cñdigo, referenteí la míxima de que ‡la conven-ciñn entre dos individuos de dar-se recƒprocamente la muerte, noquita í la muerte el carícter dehomicidioˆ , cita dos sentenciasde casaciñn francesa y cinco delos tribunales italianos (colecciñnde Bettini) . Mas con respecto íestas ‰ltimas, no hemos encon-trado en Bettini sentencia algu-na que se refiriese al homicidio-

246

E. FERRI

suicidio; y solamente en una notade la redacciñn í una sentenciadel 25 de Julio de 1819, en cau-sa seguida í Antonieta Camieia(Bettini, pírrafo 11, 1050, nƒ-mero 50, píg . 302 y siguientes),encontramos indicado que Anto-nieta y su amante hab„an juradono abandonarse, y que el que fal-tara í esta promesa fuese muertopor el abandonado . AbandonadaAntonieta, y exasperada de ver ísu amante con otra, lo matñ ; eneste caso, sin embargo, no se pue-de hablar de verdadero consenti-miento de la v„ctima, y, por con-siguiente, no es pertinente en estacuestiñn .De todos modos, aun para la

jurisprudencia podemos hacer unaobservaciñn, y consiste, en que enla segunda mitad de este siglo elprogreso de las ideas jur„dicas y

ANTROPOLOGóA 247

la separaciñn que en ellas se haverificado de lo religioso y moral,han hecho impñsible toda pena enlos casos de homicidio-suicidiodeterminado por motivos leg„ti-mos sociales, míxime cuando eljuicio, dependiendo de los jura-dos, puede tener, corno ƒnica ven-taja, la de reflejar mís claramen-te la opiniñn general, que creemosque en este caso debe elevarse íverdadera regla de derecho, si sequiere que el derecho sea la nor-ma de la vida y no el campo desoliloquios mís ñ menos metafi-sacos .

Ahora, y como conclusiñn príc-tica de este estudio jur„dico, …qu†se propone para los casos de ho-micidio-suicidio en los proyectos

248

E. FERRI

italianos de Cñdigo penal, y cuí-les son las proposiciones de la es-cuela positiva?

Examinando los diversos pro-yectos, lo primero que salta í lavista es la unanimidad en los po-nentes y ministros, unanimidadque parece excluir hasta la posi-bilidad de la duda en este punto ;afirmaciñn que se podrƒa hacerextensiva a otros problemas se-mejantes olvidados ñ no discuti-dos, no ciertamente por defectode doctrina jurƒdica, sino , ennuestro entender, por poca cos-tumbre del m„todo positivo en elestudio de los delitos y de laspenas .

bis extra…o, í lo menos, quetantas comisiones y corporacionesque han informado sobre los pro-yectos del Cñdigo penal, en nin-g†n dictamen no sñlo no se haya

ANTROPOLOGóA

puesto en duda el principio a prio-ri de que el hombre no tenga lalibre y jurƒdica disposiciñn de lapropia vida, sino que ni aun hayapasado por su imaginaciñn que sibien los casos de homicidio-suicl-dio son raros, en la mayorƒa delos mismos se ve que han sido losmotivos determinantes sociales ylegƒtimos .

Encontramos solamente que elsenador Sineo (que en esta y enotras ocasiones mencionamos porlos especiales puntos de vista desus opiniones jurƒdico-crimin a-les), discutiendo en el Senado elproyecto del ministro Vigliani,propuso la supresiñn del art . 370(ayuda al suicidio) ; en las actasdel alto cuerpo colegislador, nohay noticia alguna de los motivosde la proposiciñn citada, que noes en absoluto aceptable y que

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E . rERRI

como no se discutió, ni votó, notuvo efecto alguno (1) .

. Es extraño tambiín que todos(excepción hecha de una indica-ción que encontramos en las actasde la comisión compiladora delproyecto de 1868) (2), hayan olvi-dado plantear la cuestión de siademƒs de la ayuda al suicidio,como delito especial, no fueseoportuno apreciar la muerte con-sentida que, dado el silencio dela ley, de los criminalistas y de lajurisprudencia, da lugar ƒ muchasdificultades í incertidumbres .

De este modo, la historia legis-lativa de este problema jur„dicose reduce toda ƒ leves modifica-ciones de forma, y ƒ variaciones

(1) A tti parlamenta-… del Senato . Discu-siones, 15 Abril 1875, pA ,, . 058

(2) Il progetto di rodice pena'e e di poli-zia punitiva, Florencia, 1870, pƒg 531 .

ANTROPOLOGfA

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de penalidad que es in†til recor-darlas especialmente : desde el ar-t„culo 311 del Código de la pri-mera comisión de 1868, al 338 dela segunda comisión, hay pocasdiferencias ; ‡el que induzca ƒotros dolosamente al suicidioˆ sedec„a en el primero, y en el se-gundo se suprim„a poco oportu-namente la palabra dolosamente;en la frase del primero ‡ el quepresta su ayuda ˆ para el suicidio,se añad„a en el segundo ‡ ƒ sa-biendasˆ que ha pasado ƒ todoslos proyectos sucesivos (menos enel de Zanardelli) y es in†til, ennuestro sentir, porque es obvio,que tanto el ayuda al suicidiocomo toda otra acción, es produc-tora de la responsabilidad crimi-nal, cuando se conoce la naturaleza antijur„dica del acto ƒ que seconcurre . As„ pasaba pac„ficamen-

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E . FERóI

te esta disposiciín en el artƒculo370 del proyecto Vigliani, sin co-mentario alguno, comprendiendoesta disposiciín entre aquellas„que contienen pocas novedadesí rectificaciones, aquellas cuyofundamento y oportunidad est…nfuera de duda (1) .† La comisiíndel Senado aceptí tal criterio, ysolamente en la comisiín que pre-sidƒa Mancini para informar so-bre el libro segundo, Nelli y Oli-va hicieron algunas observacio-nes para evitar las dudas de quese pudieran aplicar los principiossobre complicidad, al supuesto detentativa de un delito especial enque el autor no se castigaba, yPaoli proponƒa se suprimierandel artƒculo las palabras tentativa íconsumaciín, referentes al suicidio .

(1) Vi,, liani : Progetio del nuovo Codicepenale, Mil…n, 1874, p…g. 122 .

ANTROPOLOGñA253

De este modo el artƒculo (377)quedí redactado en la siguienteforma : „El que induce … otro alsuicidio í … sabiendas le prestaayuda, ser… castigado con la penade relegaciín en su primer gra-do (1) si el suicidio se realiza ; ysi solamente es una tentativa conel cuarto grado de detenciín (2) . †En el proyecto de Zanardelli, elart. 325 no modificado por Save-lli, est… redactado asƒ : „ El queinduzca … otros al suicidio í lespreste ayuda, ser… castigado conla pena de detenciín de seis … dieza‡os cuando el suicidio se realice,y si el suicidio se evita, con la

(1) De cinco … siete a‡os segˆn el proyecto del Senado; de cinco … diez a‡os segˆnel de la C…mara de diputados .

(2) Esto es, veinticinco meses … tres a‰ossegˆn el proyecto del Senado, y treinta y unmeses … cinco a‡os segˆn el de la C…mara dediputados .

254 E . FERRI

detenciín de treinta y un mesesñ cinco aƒos . „ En el dictamende Zanardelli (Roma, 1883, pñ-gina 128) se trata esta cuestiínde pasada .

En el Sunto delle osservazioni eparere de la magistratura, faeolta degiurisprudencia avocatti, etc . , etc.,no se hacen observaciones sobreeste punto . En las Osservazionidella corte de Apello de Napoli (ma-gistrado Curcio), al lado de lasalabanzas ñ esta disposiciín, en-contramos una referencia ñ laanalog…a de la ayuda al suicidio,con la complicidad en el hurtodom†stico (1), analog…a de quenos hemos ocupado . Martine-lli (2) aprobaba el proyecto Vi-

(1) Osservazioni della corte d'‡ppello deNapoli, Nñpoles, 1880, pñg. 124,

(2) Martinelli : Osservazioni al procgettoVigliani, Bolonia 1879, pñg . 16 .

ANTROPOLOGóA

2 55

gliani, y Ellero reclamaba ya en1867 que ˆ el part…cipe en el sui-cidio de otro, si no se le conside-ra como címplice de homicidio,debe sufrir al menos la pena decímplice, porque el consen Cimien-to de la v…ctima no quita el carñc-ter criminal del acto„ (1) .

Hecho el estudio del problemaseg‰n la doctrina, las legislacio-nes vigentes, la jurisprudencia ylegislaciín príxima futura, no nosresta sino reducir algunas conclu-siones en forma de propuestaspara el nuevo Cídigo penal ita-liano, que son las siguientes :

1 .a El Cídigo debe consignarexpl…citamente las dos principa-les hipítesis del homicidio-suici-dio : la participaciín en el suici-

(1) Ellero: Opuscoli criminalŠ, Bolonia,1874, pñg . 344 .

256 E . FERRI

cidio por instigaciñn o ayuda y lamuerte consentida por la víctima .2."oue se subordine la punibili-dad ƒ los motivos determinantes,porque siendo este el criterio quesirve de guía a los jueces, espe-cialmente ƒ los ,jurados, es nece-sario evitar el dictar una ley des-tinada, ƒ pesar del uso y el abusode las circunstancias atenuantesƒ ser letra muerta y ƒ no aplicar-se nunca . 3.a Que mientras no sedeclare la impunidad del homi-cidio-suicidio, determinada pormotivos legítimos ñ sociales, seeleve al grado normal la penali-dad de los determinados por mo-tivos ilegítimos, antisociales, con-siderƒndolo como verdadero ho-micidio, considerƒndolo como ver-dadero homicidio, consumado ofrustrado, por fraude ñ violencia .

Ciertamente que reo abrigamos

ANTROPOLOGóA2 57

la ilusiñn de que las conclusionesde la escuela positiva puedan en-trar desde luego en el campo dela legislaciñn, no obstante el ca-mino

que se han hecho en el te-rreno científico . Los grados de laevoluciñn científica y social llopueden anticiparse, pero podernosprever la tendencia, la futuratendencia, si observarnos, porejemplo, que desde el antiguo scas-tigar al suicida y al qUe ayuda alsuicida, se pasñ ƒ castigar ƒ este„ltimo, reconociendo en los moti-vos determinantes del auxilio elque pudieran servir de atenuan-tes, camino que ha de Seguirsecorri…ndose hasta que los moti-vos sean la causa determinantede la punibilidad ñ de la impuni-dad. Tenemos fe sincera de queen la ciencia, ƒ la „ltima y ma-ravillosa manifestaciñn de la es-

1

258 E . FERRI

cuela clósica, hoy por esta causaestñril, ha sucedido el desenvol-miento de la escuela positiva quela completa ; de este modo, la le-gislaciín próctica, una vez quellegue ó la ƒltima aplicaciín delas abstractas deducciones jur„di-cas de la escuela clósica, por lafuerza misma de las cosas y delos efectos sociales que se deri-van, deberó encaminarse ó lastendencias de la escuela positiva,el estudio de los hechos seró laƒnica base de las legislacionesfuturas .

s

EL RMORD1MIENTOIJ

EN LOS DELINCUENTES

i por remordimiento se en-tiende por lo comƒn el re-conocimiento de un delito

acompa…ado del dolor de haberlocometido, no todo reconocimientode los propios delitos, ni todas lasmanifestaciones de dolor por ellos,bastan, sin embargo, para consti-tuir el verdadero remordimientocomo sanciín de la conciencia mo-ral. A esos dos s„ntomas primorles deben agregarse otros caracte-

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res, psicolñgicos, míxime en elcaso de homicidio, para elevar elsimple disgusto por el delito reali-zado hasta el verdadero y propioremordimiento, en el sentido ƒticode esta palabra ; caracteres quecreo poder derivar de los diversosor„genes „ntimos de aquellas ma-manifestaciones externas .

As„, mientras que en el casodel verdadero remordimiento hayuna s…bita ƒ irresistible reacciñndel sentido moral que imputa defrente al delito, su fuerza repul-siva, momentíneamente sofocadapor un impulso pasional ñ hastapatolñgico, por el contrario en elcaso del simple disgusto que esun falso remordimiento, no haymís que la interesada preocupa-ciñn de las desazones proporcio-nadas por el delito propio, y, porpor consiguiente, el ego„sta obje-

ANTROPOLOGóA

261

tivo de evitarse o disminuirse íí s„ mismo las consecuencias do-lorosas de ƒl .

De aqu„ se derivan precisamen-te los caracteres que siguen entreel remordimiento verdadero y esasapariencias de remordimiento, tanfícilmente confundidas con ƒl porlos observadores comunes y porlos criminalistas teñricos y príc-ticos .

I . En el caso de verdaderoremordimiento moral, el dolor yel arrepentimiento se manifiestaninmediatamente despuƒs del delito,aun cuando ƒste no se haya des-cubierto todav„a ; por el contrario,en el caso del falso remordimientoen los delincuentes dotadsensibilidad moral, esas manifes-taciones sñlo acaecen cuando esinminente la sentencia conde-antoria o despuƒs de ella, mí-

262 E . FERRI

xime en los casos de pena ca-pital .

II . Mientras que el primercaso la expresiñn del remordi-miento es independiente o hastacontraria í la independencia del de-lincuente ; en el otro caso, por elcontrario, perdida la esperanzade la impunidad, no es mís queun medio de mover í los jueces íla indulgencia, ñ por lo menos unconfortante para los propios su-frimientos y temores, en especialcuando en la inminencia de lamuerte el condenado se abando-na, hasta de buena fe, í las príc--=ticas religiosas, por la ƒltima es-peranza, siempre ego„sta, del eter-no perdñn .

III . Por eso el verdadero re-mordimiento no cesa ni se calmade improviso apenas obtenida laabsoluciñn ñ una sentencia

ate-

ANTROPOLOGóA 263

nuada, sino que continƒa y sñlocede en virtud de la acciñn tran-quilizadora del tiempo; mientrasque las manifestaciones del falsoremordimiento se acallan, y a me-nudo hasta se convierten en sa-tisfacciñn, una vez evitado el pe-ligro de la sentencia condenatoriañ de una pena grave, de dondeten„an precisamente origen .IV . En el verdadero rem ordi-

miento, el reo se olvida de s„ mis-mo y piensa, sobre todo, en las v„c-timas d e su delito, ?, expresa eldeseo de reparar el da…o hecho,mientras que en el caso de remor-dimiento aparente, el reo sñlopiensa en s„ mismo, en su propiasuerte Cí lo sumo en la de su fami-lia, y de todas maneras olvidapor completo el dolor y el da…oajenos, ocasionados por su de-lito

i64 E . FERRI

V . Por óltimo, el delincuenteque , dotado de sentido moral,siente verdadero remordimiento,estñ humilde y triste, perdona d losdemñs y se rec7íimina ñ sƒ mismo;mientras que el disgusto del de-lincuente sin sentido moral con-serva siempre una ƒndole violen-ta, que se manifiesta con injuriasy denuncias contra los c„mplicesó otras personas, ñ quienes incul-pa de tal suerte que …l se encuen-tra disculpado en parte .

He aquƒ, pues, c„mo el recono-cimiento de los propios delitos yel disgusto de haberlos cometidono son siempre y por sƒ solos laprueba de un verdadero remor-dimiento moral, aunque vayanacompa†ados por una mƒmicaconmovedora, como el llanto „ lasprñcticas religiosas ; pero, sobretodo en el caso de homicidio, de-

ANTROPOLOG‡A

z65

ben, por el contrario, presentarestos sƒntomas psicol„gicos demodo que parezcan originados poruna verdadera y propia reacci„n„ sanci„n de la sensibilidad mo-ral. Y he aquƒ tambi…n por qu…con demasiada facilidad se tomanpor los observadores superficialescomo remordimiento verdaderolas apariencias de remordimientoque pueden coexistir y hasta lomñs frecuentemente coexisten conuna profunda y cong…nita insen-sibilidad moral .

En efecto, guiados por el crite-rio de aquellos caracteres psicol„-gicos del verdadero remordimien-to y con ayuda de las observacio-nes que expondr… por completoen otro trabajo, podremos mos-trar en la clase de los homicidascomunes „ vulgares (ñ diferenciade los homicidas por ƒmpetu pasio-

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nal, y hasta en algunos locos), lafalta del remordimiento por el de-lito cometido .

Y comenzando por las pruebasindirectas, que reproducen tam-bión los principales caracteres delfalso remordimiento, ha poco in-dicadas, presóntasenos ante todocomo tal la obstinada negativa delos propios delitos ; la cual, mien-tras es producto de la idea de evi-tar con ella la propia condena-ciñn, demuestra al mismo tiempocñmo falta la reacciñn del sentidomoral ofendido, precisamente por-que en estos homicidas comunesno existe sentido moral, ñ es ob-tusísimo . Aparte de las historiasde los procesos (excepto los polí-ticos) que demuestran que casisiempre los homicidas mƒs vul-gares y salvajes son los obstina-dos en negar hasta lo „ltimo los

.a}

ANTROPOLOG…A

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delitos cometidos, del total de 700presos ƒ quienes he examinadouno por uno en el penal de Pesa-ro y en la cƒrcel de Castelfranco,he podido entresacar, en efecto,que mientras el 42 por 100 de losdelincuentes mƒs criminales (ase-sinos , homicidas , salteadores)eran inconfesos, sñlo lo eran el21 por 100 de los delincuentes demenor criminalidad (ladrones, ra-teros, estafadores, etc .) Y no sñloesto, sino que mientras de loshomicidas del penal de Pósaronegaban el 38 por 100, por el con-trario, entre los homicidas de lacƒrcel de Castelfranco (menos fe-roces, puesto que sñlo estabancondenados ƒ cƒrcel), no eran ne-gativos nada :mƒs que el 4 por 100 ;grandísima diferencia que, por suscifras mismas y por la relaciñnde los totales respectivos, adquie-

268

E. FERRI

re un evidente valor psicológico .A lo cual debe añadirse que nopocos de los negadores, al pasoque afirmaban su propia inocen-cia, y por tanto su propia desven-tura, despuís, en el curso de laconversación , entregƒbanse ƒ unahilaridad que, por el contrario,remachaba el verdadero gínesispsicológico de sus pertinaces ne-gaciones .

Otra prueba indirecta de la fal-ta de remordimiento en los delin-cuentes consiste en su casi ningu-na inclinación ó resarcir los dañosocasionados ƒ las v„ctimas . Estaes una observación constante delos hombres prƒcticos en la vidacarcelaria, y que yo tambiín hu-be de hacer en el examen de losdetenidos: …En cuanto ƒ las res-tituciones, no se les pasan porlas mientes ƒ los condenados ; es-

ANTROPOLOG†A

%69

tan convencidos o se persuadencon facilidad de que cuando hancumplido la condena toda su deu-da queda saldada, y estƒn perfec-tamente en regla con aquíllos ƒquienes han despojado ó engaña-do (1) . ‡ Y as„ lo confirman algu-nos datos que, no pudiendo ha-llarlos en las estad„sticas italianas,encuentro en las estad„sticas carce-larias de Francia, de los cualesresulta que en 1874, del productode su trabajo y del fondo dispo-nible, los detenidos en las prisio-nes centrales y de corrección, so-bre un total de francos 957 .158,han consumido (2)En gastos personales885.291 francos .En socorros s su propia

familia71 .511

vEn restituciones y resar-

cimientos354

(1) Vidal : Carta aˆ Director, en la Revista

de disciplina carcela.ria, tomo 1, pƒg. 547 .

(2) Estadlsticia de las prisiones en Fran-

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Es decir, una cifra de restitu-ciones tan mezquina en sñ, comogrande por su valor psicolígico .En conexiín tambiƒn con el sen-timiento com„n en tales malhe-chores, en virtud del cual consi-deran el delito como una simpletransgresiín de policña, hay otrocar…cter de los homicidas comu-nes que asimismo demuestra lafalta de verdadero remordimiento,y es la alegrña cuando salen absuel-tos í condenados … una pena leve; yviceversa, el disgusto, no ya porel delito en sñ, sino por la penacuando la consideran m…s gravede lo que esperaban .

Legrand du Saulle refiere el casode un pastor que, procesado por

cia, a†o 1874, Parlo, 1877, p…g . 62.-Y tam-biƒn, D'Haussonville : Los Establecimientospenitenciarios,'Parñs, 1875, p…g. 254 .

yl

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27!

estupro y asesinato de una nina,simulí la locura . Los peritos con-cluyeron … favor de la simulaciín ;pero los jurados, aun conden…n-dole, le concedieron circunstan-cias atenuantes . ‡De regreso ensu celda, el pastor no pudo repri-mir la alegrña por haber salidolibre de la pena de muerte y con-fesí haber simulado la locura . ˆEl abogado Cremieux, encargadode defender … algunos ladronesasesinos, obtuvo en pro de elloscircunstancias atenuantes . Elmismo les lleví la noticia, ‡queles hizo aullar de alegrñaˆ . En elmismo tribunal tuvo la defensade un homicida y logrí excluir la. ,premeditaciín ; apenas conocioƒste el veredicto, ‡tirí al aire lagorra e hizo una cabriola delantede los jueces, gritando : ‰Ah, quƒgusto, no tendrƒ m…s que cadena

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E . FERRI

temporal (1)! ñ El parricida Cha-moux, habiendo oído que los ju-rados le habían reconocido ate-nuantes, ƒ escuch„ la lectura dela sentencia con visible satisfac-ci„n (2)ñ . Uno de los dos soldadosestranguladores , condenados …muerte en Verona en 1883, aco-gi„ la noticia del indulto ƒ con elmayor gozo y con signos exterio-res de contentamiento ñ .

Pues bien ; aparte de lo que sig-nifican estos hechos con respectoal temor … la pena capital, queestudiar† en otro sitio, queda en-tre tanto el hecho de que ante elmenor mal encontrado en la sen-tencia condenatoria desvan†cese

(1) Despine : Ps4cologia natural, París,1868, tomo II, p…g 195 ; tomo III, p ~ gs . 264,265 .

(2) Los parricidas, en la obra Causas c†- lebres, p…g . 29 .

ANTROPOLOGóA 273

por completo todo recuerdo y todoremordimiento del delito, mien-tras que en el caso contrario, depena grave, no queda mis que elamargor de la agravaci„n de pena .A.sí, entre los que yo examin†, eln‡m . 23 (Tablas p)slcol„glcas delatlas de mi monografía acerca delhona7c7d7o), mientras que comenz„por protestar de su inocencia, aˆa-di„: ƒ pero, despu†s me han dadom…s de lo que merecía el hecho ñ ;el n‡m. 44: ƒhe sido condenado… cadena perpetua (asesinato,bandolerismo, hurto), pero es unainjusticia ; bastaban cinco „ seisaˆos por los hurtosñ ; el n‡m . 91,a pesar del pretexto alegado, re-vela ausencia absoluta de remor-dimiento en el conjunto de estascontestaciones suyas : ƒun deudortrat„ de matarme ; entonces, z7s-zas; ‰he de morir yo? mejor es que

18

274 E. FERRI

muera ñl . -No le herí bien, pero . . .Lo malo para mí fue una mujerque diƒ falso testimonio, si no,sƒlo tenía yo un a„o ƒ diez y ochomeses… ; el n†m, 297 : ‡he ejecu-tado el hecho, pero la pena es ex-cesiva ; el delito no merece veintea„os… ; y del mismo modo los n†-meros 268, 375, 392, 475, 478,642, etc .

De conformidad con estas reve-laciones inconscientes, hay otraprueba indirecta de la falta de re-mordimiento en la declaraciƒn deencontrar la prisiƒn cƒmoda y no

dolorosa; esto es, preocupˆndosede la mayor ƒ menor molestiamaterial, sin que sus ideas y sen-timientos experimenten incomo-didad moral por haber cometidoun delito, precisamente porqueestos criminales no sienten aqueltorcedor, que es el primer n†cleo

T -

ANTROPOLOGóA 275

del verdadero remordimiento . . sí,dejando por ahora el otro signifi-cado de estos hechos, relativo ˆ lafalta de intimidaciƒn de la pena,vemos que en la jeringonza habi-tual de ellos la prisiƒn se llama‡casa grande… (n†m. 353 de lasTablas _psícolƒflltcas), 'o ‡peque„oMilˆn (1)…, ƒ ‡casa feliz … ; y paraocho, de los por mí examinados,que declararon encontrar doloro-sa ƒ incƒmoda la prisiƒn (cincode los cuales fueron los †nicosque sintieron molestia moral), encambio 51 declararon que paraellos la prisiƒn no era dolorosa, ypara muchos ni siquiera incƒmo-da, y para algunos hasta agradable. De los cuales, para referir

(1) Venezian : Vocablos y frases de la jer-ga veneciana en el Archivo de Psiquiatría,1,209 .

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E . FERRI

aquñ algunas de las respuestasmís caracterñsticas, el asesino nƒ-mero 37 dice : „No tengo ningƒnmal; no siento nada, estoy muybien… ; el homicida nƒln . 59 : „Mehago cuenta de que estoy en micasa … ; el ladr†n nƒm. 575 : „ ‡ Ah!,me encuentro bien, estoy tranqui-lo, sin pensamiento…, y el homi-cida nƒm. 403: „ Nunca he estadotan bien como en la círcel ; j amashe dormido con tanto sosiego … .

Confirman estas declaraciones,por una parte, la observaci†n deThomson, que dice : „He visto íestos homicidas dormir tan pro-funda y tranquilamente como ílos ciudadanos honrados † al hom-bre mís inocente en el sosiego desu casa (1) … ; y, por otra parte, las

(1) Thomson : Psicologña de los crimina-les, en la Revista de ciencia mental, Octu-bre;1870, 26,

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mismas canciones de los presos,recogidas por Lombroso, que di-cen asñ

„‡Oh círcel, vida mña tan felice!‡Estoy dentro de ti! ‡C†mo me placas!No tiene seso quien de ti maldiceO piensa que la paz turbas, de haces,Aquñ s†lo amistades ciertas hice,Y hay dinero, y comida, y santas paces (1) .…

Y esta falta de recuerdo dolo-roso del delito llega hasta í com-pletarse y confundirse con la ó11-diferencia por el nƒmero de las pro-pias condenas, que en criminalesmís endurecidos caracteriza el ƒl-timo anonadamiento, moral, nos†lo del remordimiento, sino dela misma preocupaci†n egoñstapor las consecuencias de los pro-pios delitos, de las cuales hasta

(1) Lombruso : El hombre delincuente, 3,aedici†n . píg . 502; Turñn, 1884 .

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ó . FERRI

llegaron í burlarse algunos de lospor mƒ examinados . Asƒ, el n„-mero 39 contest… í la, pregunta desi habƒa sido condenado por pri-mera vez: † Varias veces . . . ni si-quiera recuerdo cuíntas‡ ; y sereƒa enumerando muchas recidi-vas. Tambiˆn el n„m . 68 se reƒadiciendo : †Ya no lo recuerdo ; se-rín unas diez … doce condenas‡ ;el n„m. 303 : † .He estado aquƒdentro quince … diez y seis a‰os,pero no las tengo en la memo-ria‡ ; y asƒ otros muchos .

Una „ltima prueba indirecta dela falta de remordimiento , quetambiˆn puede llegar al grado deexplƒcita demostraci…n, consisteen el hecho de que esta clase dedelincuentes nunca se compadecede sus vƒctimas y hasta muchas ve-ces se rƒen de ellas … las calumnian .†De cada diez ladrones-dice un

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revistero de tribunales -nuevepor lo menos tratan de bandidosy de usureros í las personas íquienes han robado (1)‡ ; y preci-samente entre los que yo he exa-minado, al preguntarr al n„m . 557 :ŠY si los robados no llevan nadaen la cartera? me respondi… concƒnica sonrisa . -Entonces digoque son unos granujas.‡ Asƒ, eln„m. 452, por toda excusa dijoque la ni‰a de trece a‰os estu-prada por ˆl, † ya la habƒan usadoantes otros ‡ ; el n„m . 24, excla-ma: † Nada sˆ, pero el muerto eraun brib…n ‡ , el n„m. 142, hablan-do de su vƒctima, a‰adi… enco-giˆndose de hombros: †‹Eh, aquƒno se le ha perdido nada!, con lalinterna va buscando algarrobas . . .

(1) Peri…dico Rl .Derecho, 6 de Abril do1862, en la obra de Despine, tomo II, pígi -na 189.

28o E . FERRI

y peor para ñl que se ha ido í ser-vir de abono en la tierra de losgarbanzos ƒ ; y el n„m . 641 : … Tirñun pistoletazo í uno í quien odia-ba . . . †Ah! El homicidio no esnada, mís sent‡ el caballoƒ (dela v‡ctima, herido tambiñn por elproyectil) . Tambiñn el envene-nador y falsario Desrues calum-niaba í sus v‡ctimas, insinuandoque el jovenzuelo a quien enve-nenˆ hab‡a muerto de una enfer-medad vergonzosa, y que la ma-dre de ñste hab‡a huido con suamante (1) .-Caudelet contabafr‡amente sus asesinatos, y res-pond‡a í las exhortaciones delsacerdote que …nunca hab‡a vistoel alma exhalarse del cuerpo desus v‡ctimas (2) ƒ .-Trumean, de-

(1) Procesos cñlebres, n„m . 38, pígs . 407y 411 .

(2) Despine : Psicolog‡a n at ural, tomo II,pP, g . 176 .

ANTROPOLOGóA

281

lante del cadíver de su hija, porñl envenenada, dec‡a : …He aqu‡esa desdichada, esa. bribona, quese ha envenenado por ponerme ím‡ en un compromiso (1) . ƒ --Schombert se presentˆ í la auto-ridad diciendo estas palabras :…Allí abajo, en mi tugurio, heaporreado í mi mujer ; me fasti-diaba, y me he libertado de aquelarmatoste viejo (2) . ƒ

Si pasamos ahora í las pruebasdirectas de la falta de remordi-miento en los homicidas comunes,hallarnos, ante todo, la satisfac-ciˆn de haber cometido el delito ˆel pesar de no haberlo consumado .Rolande disparˆ un tiro de esco-peta í un compa‰ero suyo , y

(1) Repertorio de causas cñlebres, to-mo IV, píg . 651 .

(2) Revista carcelaria, Bolet‡n, tomo XII,

píg . 92 .

282 FE . FERRI

viendo que no habña muerto, grití :ƒ„Ah bastardo, a…n no ha muer-to, necesita que lo remate ! † yacaba realmente por matarle . Ha-bi‡ndole detenido, mientras leconducñan ˆ la cˆrcel, gritaba :ƒEstoy contento de lo que he he-cho, y ahora que me corten lacabeza si quieren. †-Los cínyu-ges Bouquet disparan dos tiros defusil contra un magistrado ; dete-nidos, gritan en alta voz que susentimiento es no haberle muertode veras, pero que contaban paraello con su propio hijo, que ˆ lasazín estaba en prisiones por otrodelito . Reynaud, asesino de suhija y de su amante, al ser presogrita que si pudiera volverlo ˆhacer, otra vez lo harña .--Le-maire, despu‡s de matar ˆ su ma-drastra, declara que estˆ satisfe-cho de haberse vengado, y sílo le

ANTROPOLOGóA 283

pesa haber haber dejado vivos ˆlos demˆs ˆ quienes habña resuel-to matar, su padre entre ellos ; ydelante del juez de instrucciínrepite que estˆ ƒ satisfecho de ha-ber muerto ˆ aquella mujer† .--Boucher y Leclercq, condenadosˆ muerte por asesinato, manifes-taron en apariencia un vivo re-mordimiento ; mˆs habi‡ndosequedado solos, en la proximidadde la ejecuciín, Boucher dice ˆsu consorte : ƒsi estemos ˆ puntode morir, consiste en que no des-confiamos lo suficiente de Rabet ;si le hubi‡semos matado, no esta-rñamos aquñ † ; por tanto, sentña nohaber cometido un asesinato mˆs .-Al oir F . al juez que no habñamuerto su amante, herida por ‡l,dijo: ƒMe parece que si hubieramuerto aquella mujer, aunque meguillotinaran, serña feliz yo en-

284 E . PERRI

tonces ñ .--Interrogado Renaud so-bre su delito, dice : í Si no lo hematado, mucho peor ; solamentelos muertos no vienen ƒ declararante los tribunales ; si volviese yoƒ los andadas no me tendr„a portan poca cosañ .--- Daniel, de vein-tid…s a†os de edad, al saber du-rante el proceso que su v„ctimapose„a 1 .500 francos, sin que die-ran con ellos ‡l ni su c…mplice,exclam… : í i Ah, ya le dec„a yo ƒChop„n que no tra„a cuenta ma-tar ƒ un hombre sin mƒs que por80 francos (1)!ñ-Un tal Volpi,habiendo matado al amante de suhija, dijo ƒ los guardias que leacompa†aban: í Estoy contento demi mismo ; no err‡ el golpe . ˆQu‡podrƒn hacerme? Condenarme

(1) Despine: Psicolog„a natural, tomo II,pƒginas 343, 345, 600, 604, 210.

ANTROPOLOGóA

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para toda la vida ; me es indife-rente. A lo sumo me quedan dieza†os que vivir; por lo menos pa-sar‡ tranquilo ese tiempo, sin ne-cesidad de ir ƒ mendigar un bo-cado de pan (1) ñ . Brissonier, pro-cesado por homicidio, dice ƒ losjurados : íEstar„a dispuesto ƒ co-menzar de nuevo, si no me hubie-ra salido bien la empresa . Realic‡mi prop…sito ; estoy satisfecho (2) ñ .-En Octubre de 1883, en la cƒr-cel de Regina, Coeli, de Roma, eldetenido Roccatagliata asest… unacuchillada ƒ un compa†ero suyo ;habi‡ndole desarmado, vocifera-ba : íEncarceladme, matadme, nome importa, s…lo si',,nto que el cu-chillo no tuviera punta, pues de

(1) Revista carcelaria, tomo XII, pƒ-i-na 287 .(2) Carmigaani : Lecci…n sobre la pena de

muerte, Pisa, 1877, pƒg . 138 .

286 E. FERRI

otro modo lo hubiese dejado frño í .----El soldado Bello, condenado ƒmuerte por el tribunal militar deFlorencia, por lesiones ƒ un su-perior, dijo al que tenña ƒ su lado :„Al menos, …si lo hubiese muer-to! í--Entre los que yo examin†,en especial ladrones, el pesar con-fesado con mƒs frecuencia es el deno haber ganado nada con el de-lito, ‡ bien el consuelo de haber„disfrutado las cosas robadasí .Pero tambi†n entre los homicidas,el nˆm. 208, aun negando habercometido el delito, a‰adña : „Sipor lo menos hubiese dado unacuchillada me habrña quedado con-tento . í El nˆm . 461 decña : „ Qui-se matar al rufiƒn en vez de ƒ unaamante, y en lugar de eso he muer-to ƒ †sta; de ello tengo remor-dimiento y harto me pesa ; sile hubiese matado ƒ †l, veinte

Y

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a‰os de cadena no serñan para mñnada.í Y el 403 : „Presidio paratoda la vida , no se me da nada ;estoy contento de haberle ma-tado .

Y esta satisfaccci‡n por el de-lito cometido sube ƒ lo mƒs altogrado en los continuos relatos quelos presos hacen entre ellos de suspropias haza‰as criminales ; y aˆnmƒs en aquella vanidad del delitoque muchos de ellos manifiestan,no s‡lo entre compa‰eros, en cuyocaso interviene el elemento psi-col‡gico activo de imponerse yconquistar una suprelnacia (1),sino hasta con extra‰os y ƒ vecescon perjuicio propio . Binard,

(1) El nˆm . 357 Inc decña : „Aquñ los mƒsinstruñdos ec-se‰an ƒ los ignorantes el modode cometer mejor otros delitos ; no se habla .de otra cosa.í

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asesino recidivista, exclama al findel proceso : ñBien sabía yo queme iban ƒ condenar, pero de aquíƒ cien a„os aun se hablarƒ de míen Francia y en Europa .-Des-pues del famoso proceso de Ver-ger, el loco matador del arzobispode París, Dufr…ne, de veinte a„osde edad, leía en. voz alta delantede muchas personas la rese„a delos debates; una ~…z exalt†se tan-to con esta lectura, que, golpeƒn-dose el pecho, grit† : ñ tambi…n yosoy Verger ‡, y repiti† que habíade matar ƒ Delauchy, como lohizo despu…s . -Igualmente De-bricout, de diez y siete a„os deedad, al siguiente día de la vistade un proceso por asesinato, llamaa una ni„a en el bosque y la mataƒ pedradas, repitiendo las circuns-tancias de aquel delito ; había que-rido convertirse ƒ su vez en ñun

h…roe de los tribunales (1) ‡ .--Entre los examinados por mí, elnˆm. 38 acababa el relato de sushomicidios y robos en cuadrilla,exclamando con orgullo : ñ‰Ah,íbamos en buena compa„ía, fu…un proceso famoso! ‡---Vidocq, elexpresidiario vendido ƒ la poli-cía, dice en sus memorias: ñEnla sociedad se teme ƒ la infamia,pero en una masa de condenadosla ˆnica vergŠenza consiste en noser infame . Es un asesino, es paraellos el mayor de los elogios.‡-A„os ha, un jovenzuelo mat† enRoma„a ƒ un sacerdote descono-cido para …l, s†lo por gloriarse deser capaz de matar.--- Vasko, queƒ los diez y nueve a„os mat† ƒuna familia entera, goz† cuando

(1) Despine: Psicología natural, II, 269,366; 111, 367 .

19

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oyñ decir que todo Petersburgose ocupaba de íl. ƒLo creo ; ahoraver„n mis compa…eros de escue-la si eran justos cuando preten-d†an que nunca habr†a de hacerhablar de m† . ‡-- Grellinier , unladronzuelo comˆn, se vanaglo-riaba en el juicio oral de imagi-narios delitos, para poder ech„r-selas de un gran asesino ; Mottinoy Rouget pusieron en mal†simosversos sus fechor†as (1) .

La actitud de los delincuentesen el proceso y en la c„rcel, es loque, sobre todo, pone en eviden-cia en ellos lo mismo la insensi-bilidad moral, que la falta de re-mordimiento, que es su naturalconsecuencia . Refiriíndome, en loque „ esto concierne, „ mis estu-dios expuestos en el Arch jvo de

(1) Lombroso: El hombre delincuente, 3 .aediciñn, p„gs . 390. 391 .

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psiqu/atr†a (tomo V, cuaderno 1 .‰,1884), advierto que, entre losexaminados por mi, sñlo el 1 por100 de los delincuentes de Písaroconfiesa llorando y narra mos-tr„ndose arrepentido, y de los de-lincuentes de Castelfranco son el1 por 100 los que lloran y el 2por 100 los que se manifiestansencillamente arrepentidos . Locual, mientras que est„ de acuer-do con la mayor frecuencia de losdelincuentes ocasionales en lac„rcel de Castelfranco, confirmaadem„s de un modo elocuente losdatos an„logos de Thomson y de-Lombroso . ƒEntre los homicidas-dice el mídico inglís-faltanlos signos del remordimiento. De400 „ 500 homicidas que he visi-tado, sñlo tres hallí compungi-dos y con expresiñn de remordi-miento por los actos realizados ;

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y esto confirma la observaciñngeneral hecha por Despine (1) .íY Lombroso aƒade : „He estu-diado 390 de ellos, no perdonandomedio alguno para ganar su con-fianza; pues bien, … duras penasencontr† siete que admitiesen ha-ber cometido alg‡n delito (2) . íSin embargo, debo hacer al-

guna observaciñn … este propñ-sito. Ante todo, esta cifra tan es-casa de criminales verdaderamen-te arrepentidos, si bien es exactacuando se habla de encarcelados,lo es menos cuando se habla dedelincuentes en general .

En efecto, los que de veras searrepienten de sus delitos son conm…s facilidad absueltos, m…xime

(1) Thomsom : Psicologˆa de los crimina-les, p…g . 26.

(2) Lombroso : El hombre delincuente,3.a ediciñn, p…g . 428, 4;.

ANTROPOLOGóA 293

por los jurados, sea por la influen-cia que la actitud del acusadoproduce en los ,jueces de hecho,sea por la ˆndole de los delitosm…s com‡nmente cometidos porlos que sienten remordimientospor estar provistos de sentido mo-ral y haber ejecutado aquellosarrastrados por impulso de pasiñn .A cuyo propñsito recordare quelos casos, no muchos sin embar-go, de verdadero y ejemplar arre-pentimiento en los homicidas, re-feridos y magnificados por loscriminalistas, son precisamentede delincuentes por pasiñn, comoen los ejemplos citados por Holt-zendorff (1) ; pero no permiten ex-tender la posibilidad y la realidaddel remordimiento … todos ni … la

(1) Hortzendorff : Das Verbrechen desMordes und d ie Tod . t i offe . Berlˆn, 1875,

p…g . 178 .

294 E . FERRI

mayor parte de los homicidas co-munes (como, por lo demñs, loadvierte el mismo Holtzendorff),porque esta conclusiín silogƒsticaestñ desmentida por las observa-ciones de hecho que hemos lleva-do y estamos en vƒas de llevarñ cabo .

En segundo lugar, aquel datode Lombroso, de un n„mero tanexiguo de detenidos confesos, queparece estar en desacuerdo conmis observaciones, puede quizñdepender del diverso modo de di-rigir el interrogatorio ; puesto quesi las preguntas se hacen dema-siado directamente al descubierto,mñxime en presencia de extra-…ƒos, producen a„n mayor descon-fianza al examinado . Aparte deesto, no me parece exacto igualar,como parece hacerlo Laombroso,los reos confesos con los arrepen-

t

ANTROPOLOGóA 295

tidos; entre los examinados pormƒ, resulta que son confesos el54 por 100 en los delincuentes deP†saro y el 77 por 100 en los deCastelfranco ; mas no por eso hade afirmarse que todos los reosconfesos estuvieron arrepentidosde sus delitos . Bien lejos encu†n-trase esto de ser as…; y por lomismo distingo los reos pura ysimplemente confesos de aquellosque ñ la escueta admisiín de susdelitos a‡aden el arrepentimientoverdadero, í alguna excusa, í,por el contrario, la indiferencia,la impasibilidad y hasta el cinis-mo. Y entonces hallamos precisa-mente los datos acerca de la acti-tud de los detenidos, que pode-mos reproducir aquƒ, en el totalde las dos series de Pcisaro y deCastelfranco, por lo que respectañ la expresiín del remordimiento :

296 E . FERRI

De esta tabla se desprenden es-tos hechos evidentes1 . En el total de los 700 de-

tenidos examinados por mƒ, síloel 3 por 100 se mostraron arre-pentidos 6 lloraron al contar susdelitos, y entre ellos los asesinosy homicidas (1,2 por 100), muchomenos que los bandoleros, y sobretodo que los ladrones (4,1 por

ANTROPOLOGóA 297

100) por la ƒndole mñs ocasionalde estos „ltimos .II . El 9 por 100 se limitaron

ñ la pura y simple confesiín deldelito, sin diferencia alguna casientre homicidas y ladrones .

III . El 18 por 100 alegaronexcusas mñs í menos plausibles,como la necesidad de la defensa,la provocaciín, la inexperienciajuvenil, la embriaguez, la mise-ria, las malas compa…ƒas, etc ., yentre ellos los asesinos y homi-cidas (26 por 100), mucho mñsque los bandoleros y ladrones (8por 100), especialmente los ho-micidas simples, mñxime los deCastelfranco (24 por 100), quepor lo leve de la condena confir-man su veracidad .IV . El 23 por 100 permane-

cen indiferentes del todo al rela-tar sus delitos, y un poco mñs los

DELINOUENTES .-PPSs ROY CASTELFRANCO

POR 100

ACTITUDEm o

í~m= ~

Confiesan simplemente . . 9,6 9,81 9,4x Llorando 1,7 0,8 1,1a . . . . . . . . .

Arrepentidos 1,7 0,4 3,0Excusñnclcse 26,0 8,3

Za Indiferentes 23,0 170; 25,5u Impasibles 1,1 2;7aw Desvergonzados. . . 10,7 5,1 19,2

Individur, s examinados . . 698 254 266

298 E. FERRI

bandoleros y ladrones (25 por100), que los asesinos y homici-das (17 por 100), ñ cuya cifra seagrega el 3 por 100 de impasi-bles .V . En fin, mñs del 10 por 100

dan con su actitud descarada laprueba mñs explícita de una com-pleta falta de remordimiento, yentre ellos, (por el gƒnero del de-lito, menos grave en sí, menospenado y menos infamante) losbandoleros y ladrones (19 por 100)mñs que los asesinos y homicidas(5 por 100) .

Así, pues, en tesis general, pu-diera decirse que en la masa delos detenidos, mñs de un tercio(35 por 100) demuestra de unmodo directo la falta de todo re-mordimiento con la indiferencia„ con el descaro de la confesi„n „relato de los propios delitos, y los

-741

ANTROPOLOGóA299

asesinos-homicidas (24 por 100)menos que los bandoleros-ladro-nes (45 por 100), mientras queotro tercio (32 por 100) lo de-muestra indirectamente con lapertinaz negativa, y los asesinos-homicidas (35 por 100) un pocomñs que los bandoleros-ladrones(30 por 100) .

A…ñdese ñ esto, como conse-cuencia y manifestaci„n paralelade la falta de remordimiento, lasonrisa y la, frecuente hilaridad conque los detenidos (mñxime los ra-teros y ladrones), olvidando hastala mñs fñcil hipocresía, acompa-…an la narraci„n de sus gestoscriminales. Entre los examina-dos por mí, 68 dieron esta prue-ba significativa de reirse de susdelitos y de sus condenas ; preci-samente 17 (6 sea el 5 por 100)entre los delincuentes de Pƒsaro,

300 E . PERR1

y 51 entre los de Castelfranco (14por 100), distribuidos así, segƒnel delito causa de su ƒltima con-dena :

P„saro .

Asesinos-

1Homicidas5Bandoleros10Falsarios1

Castelfranco .

Ladrones24Rateros7Homicidas3Homicidas-ladrones . . 1Estafadores5Estupradores4Otros7De donde resulta que, en rela-

ci…n con el respectivo total decada categoría, entre los delin-cuentes de P„saro se rieron de] .

ANTROPOLOGóA 30ñ

delito 6 de la pena : los asesinos2 por 100, los homicidas 3 por100, los bandoleros 10 por 100 ; yentre los delincuentes de Castel-franco, los rateros 27 por 100, losladrones 16 por 100, los estupra-dores 15 por 100, los homicidas13 por 100, los estafadores 12 por100. A cuya distribucici…n creoque, aparte del g„nero del delito(del cual se sabe que hasta en lapoblaci…n libre repugnan muchomenos los cometidos contra lapropiedad), contribuir†n en granparte las diversas provincias denacimiento (habiendo encontra-domenos expansivos y locuaces †los meridionales, bastante esca-sos en Castelfranco) ; † lo cual seagregan despu„s la menor conde-na y la edad juvenil, que conjuraLamente explican la diferencia eneste síntoma psicol…gico entre los

3O2

E. 1'ERRI

asesinos-homicidas de Pñs tro ( 3por 100) y los de Castelfranco (13por 100) .

Sin embargo, de todos modoses innegable que esta hilaridad,no sospechada tan frecuente comose lo figuran los criminales segínsus propios sentimientos, viene ƒprobar su falta de remordimientopor una insensibilidad moral ,congñnita 6 adquirida . En efec-to, es notable que entre 68 dete-nidos que se re„an de sus delitos… de sus penas, no hay mƒs queun homicida epilñptico, y demen-tes un desertor y un ladr…n; as„como el que 56 de ellos son reci-divistas y s…lo 9 no lo son, nireos de varios delitos . Ahora bien,si esta insensibilidad, tan frecuen-te en los recidivistas, es tambiñnde seguro un efecto adquirido delhƒbito y de la desmoralizaci…n

ANTROPOLOGóA 303

carcelaria, en parte debe ser tam-biñn congñnita y causa primerade su incorregibilidad ; como lodemuestra el hecho de que entrecinco homicidas de Pñsaro, dosno son recidivistas, y tampoco loes ninguno de los tres homicidasde Castelfranco .Ademƒs, la demostraci…n de

esta falta de remordimiento, enla clase de los homicidas comu-nes, se completa con la pruebafinal de sus expl„citas declaracio-nes de encontrar que el delito es unacosa buena, 6 bien de iq†norar ver-

daderamente lo que es el remordi-miento.

Al estudiar la insensibilidadpara con los sufrimientos de lasv„ctimas, tuve ya ocasi…n de ad-vertir que algunos homicidas con-fesaban tener hasta un sentimien-to de placer al matar ƒ un hom-

304 E . le ERR1

bre, aun fuera de los casos (queatañen a la psicopatología) de unasensaciƒn ven„rea unida al derra-mamiento de sangre . Tambi„n en-tre los examinados por mí, algu-nos llegaron … tener la franquezade declarar †agradable el delito,sobre todo el hurto ; franquezaque no puedo llamar descaro, alrecordar la expresiƒn como de in-genuidad con que revelaban „stasu absoluta falta de sentido mo-ral. Precisamente como aquellaladrona inglesa, que decía a unaseñora de la Sociedad de Patro-nato : † ‡ Oh, señora, si supieseusted qu„ bien se vive! ‡Hacerproyectos de hurtos, realizarlos,viene a ser como una partida decampo ƒ una fiesta de baile parauna señorita de la buena socie-dad! (1) ˆ Así, el n‰m . 377, mien-

(1) Revista carcelaria, tomo 1, p…g . 492 .

ANTROPOLOGóA

3 0 5

tras que a la pregunta de si nun-ca había herido … alguien, res-ponde: †pero si no soy un mata-rife ˆ , a la observaciƒn de que, sinembargo, robaba carteras, excla-ma: † ‡ah, pero eso es bueno! . . . ˆY el n‰m . 442 repite que el robar† con franqueza, es una cosa bo-nitaˆ ; el n‰ni . 389 : †no digo queel robar sea una cosa buena, peropara mí lo es porque se obtienedinero sin trabajo ˆ ; el n‰m . 478,revelando asombrosamente la psi-cología del delincuente habitual,dice que † al principio se teme ha-cer un despropƒsito; despu„s . . . escomo ir … la tabernaˆ ; y el 489confiesa : †el hurto no me pareceun feo robo ˆ ; y el 509 : † por eso,el hurto es un buen oficio si melo dejan hacer ; pero las lesionesno son un oficio, porque no es in-dustria ˆ . Por tanto, acerca de es-

20

30 6 U . FERRI

te propñsito, la psicología crimi-nal positiva no confirma en ma-nera alguna el aserto (por ejemplo,de Carmignani), repetido ƒ menu-do con la sola luz de la propiaconciencia, de que „ no hay pasiñn,por ciega y brutal que sea, queen el corazñn donde domina nodeje un residuo, aunque sea muyd…bil de conciencia de su maldad † .

Y, finalmente, como prueba de-finitiva, veamos qu… respuestasdieron mis examinados ƒ la ex-plícita pregunta de „si no sintie-ron remordimientos† intercaladaen la conversaciñn con aquellosque se manifestaron mƒs abiertosy menos desconfiados . Sin embar-go, ƒ este propñsito conviene dis-tinguir aquellas declaraciones enque, aun hablando de remordi-miento, los detenidos dan mues-tras de referirse ƒ un sentimiento

ANTROPOt.OGó k 07

muy diverso y el cual es hasta lanegaciñn efectiva de aqu…l, (leaquellas otras en que, sin mƒs,ellos mismos afirman abiertamen-te que no conocen lo que es re-mordimiento . Así, por ejemplo,el n‡m. 121, al hablar de sus de-litos, decía sonri…ndose : „lo queviene despu…s me desagrada†, alu-diendo, por consiguiente, nadamƒs que ƒ las condiciones perso-nales, y con una sonrisa que qui-taba toda apariencia de remordi-miento ƒ este sentimiento de dis-gusto egoísta. El n‡m 359 decía :„despu…s tuve remordimiento, porlo que me iba ƒ sobrevenir† que,evidentemente, no es verdaderoremordimiento . A la pregunta desi tenía remordimiento, contestñel n‡m. 64 sonri…ndose : „seg‡ny conforme: si me meten en la

Ycƒrcel, sí; pero si no, no† . lo

3 08 E . FERRY

repiten ~el nóm . 478 cuando dice :

ñ si la cosa sale mal, tengo remor-

dimiento ; si va bien, no lo ten-

goí, y el nóm . 495 : ñme da re-

mordimiento cuando me cogení,

y el agresor nóm. 420 : ñsƒ, es

mala cosa para mƒ, porque me han

condenado a tres a„osí, y lo mis-

mo el nóm . 508 . V la impropie-dad de la palabra remordimientopara expresar tales sentimientosaumenta cuando el nóm . 432 dice :ñ el remordimiento lo tengo cuan-

do estoy sin dineroí, y el nó-mero 442 repite : ñel remordi-miento llega cuando ya no setiene dineroí . Y tambi…n en elcaso del nóm. 472 : ñ me ha en-trado rq~-,mordimiento, pero ya nome sirve de nada en adelanteí , yen el nóm. 679 ; ñ despu…s mearrepentƒ_,. pero despu…s es inótil í .

a†ƒ llegamos, como decƒa, . a

ANTROPOLOG‡A

309

la explƒcita negaciˆn de todo re-mordimiento, como en los casossiguientes : Un acusado de homi-cidio, interrogado por el presi-

dente si no se ha arrepentido, res-ponde: ‰Ah! ya que el golpe estedado, no lo puedo remediarí .Avinaine, guillotinado en Parƒs,gritaba a la muchedumbre alexhortarle el confesor ' arrepen-tirse : ñ ‰No confes…is nunca ; laverdad es la que me conduceaquƒ (1)! í ---Delacollonge decla-raba al juez: ñCuando partƒ delsitio del delito, no era el remor-dimiento lo que me perseguƒa . íLacenaire decƒa a sus interlocu-tores : ñAsesino por sistema, eramenester que me despojase de todasensibilidad . í--- ñ cDe modo queno ha tenido usted remordimien-

(1) Dospine : Psicologƒa natural, II, 1792()6 .

310 E . FERRI

tos?ñ-íNunca (1).ñ-El presi-diario Poncy decƒa „ Lauvergue :í Al acab„rseme el dinero que ha-bƒa perdido en el juego, volvƒa sinremordimientos „ mi antigua exis-tencia. ñ Y el presidiario Susler leconfesaba: í Lo que m„s me asom-br… fue la defensa de mi abogado ;estaba yo aturdido, al volver „ lacelda despu†s de una sesi…n deltribunal, de creerme un hombrehonrado ; sƒ se‡or, mi defensor mehabƒa convencido de ello (2) . ñ--En los tribunales de M…dena, enJunio de 1893, el homicida Sam-marini respondi… con todo cinismoal presidente, que se lo pregunta-ba : íˆNo, no, que no estoy arre-pentido!ñ-Entre mis examina-

(1) Procesos c†lebres, n . 11, p„g. 335 ; n‰-mero 3, ;p„g. 93 .(2) Lauveigne : Los presiditxrios, p„gs . 53,

21.3; Parƒs, 1841 .

ANTROPOLOGóA

3' 1

dos, el desertor homicida n‰me-ro 16, respondi… „ la respecti-va pregunta : í ˆBah!, despu†s delfallo de nada sirve el arrepenti-miento. ñ-El otro homicida, n‰-mero 403 : íNunca me he arrepentido ; con frecuencia, hasta sue-‡o con volverle a matar . ñ----Eln‰m. 356 dice : íNo, no se sienteremordimiento ; „ lo sumo, se diceentre dientes ˆpobre diablo!ñ __Mientras que el n‰m . 357 decla-ra: íŠQu†' remordimiento quiereusted que tenga? . . . No debo te-nerlo, sino que al contrario sientoplacer . ñ Y el n‰m . 425 : í No sien-to ningdn remordimiento ; cuandola cosa va bien una vez, me danganas de volver „ empezar . ñ -Eln‰mero 448 : í ŠRemordimiento?Cuando me cogen me la hacenpagar, y entonces es in‰til el re-mordimiento ; y si no me cogen,

312 L, F'ERRI

entonces hay que pensar en dis-frutarla . ñ ---El ním. 489 : ƒ Sientomiedo cuando estamos robando ;pero si sale bien no tengo remor-dimiento .ñ El nímr 492 : ƒ„Ah!…Remordimiento?, no se lo quees.ñ-El ním. 575 : ƒCuando hehecho un hurto estoy tembloroso,voy de ac† para all† . . . ñ ----,Tieneusted, pues, disgusto, remordi-miento?ñ-ƒNo, noñ y se r‡e .

+,l ním. 578 dice, tambiˆn riˆn-dose : ƒPorque cuando la cosaest† hecha, hecha est† . ñ-Y a‰ade el ním. 697: ƒ Cuando est†hecho, ya que estamos de baile,bailamos. ñ -Finalmente, el agre-sor ním . 673, † la pregunta desi siente remordimiento vacila unpoco, y despuˆs dice con resolu-ciŠn: ƒ No me da ni el m†s pe-quenlsimo remordimiento . ñ --- ƒ …Ypor quˆ es eso? ñ ƒ Porque (res-

ANTROPOLOGóA

ponde con un dˆbil fulgor de in-tuiciŠn el ním . 507 los dˆbiles desentimiento no tenemos remordi-miento alguno .ñ

Y he aqu‡ cŠmo los estudios po-sitivos de psicolog‡a criminal des-tru~ en la comín ilusiŠn acercaacercadel remordimiento de los delin-cuentes, con una serie de pruebasque ahora me he limitado senci-llamente † exponer, reserva ndo-me deducir de ellas en otro lugarlas conclusiones jur‡dicas .

FIN

3 1 3

II~D ICE

Estudios de Antropologóa criminal .-Trabajo y celda de los condenados . .

5Homicidio . --Suicidio, _Responsabili-

dad juródicaEl remordimiento en los delincuentes .

Pñge.

10"7259

-1006

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tudios de Higiene general, 3 pesetas .8róiger.--Historia, fuentes y 3ite, atura delDerecho Romano, 7 pesetas .

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grieg>+, 10 pea~tas .Neumann .-Dt'recho Internacair,na' pˆbico

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ministraciñn social, 5 pesetas .Renín -Estudios de Historia Religiosa, ñ

pesetas.- Vida (le los Santos, 6 pesetas .Ricci.---Tratarlo de las pruebas, dos tomos,

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esa con-temporínea, 7 hesel .as.-- Lr s origen- es de lahistoria (le la literatura inglesa, 7 pesetas .-La Inglaterra, 1 pesetas .-Notas sobre Parós,6 pesetas .Tarde.-Las Transformaciones del Derecho, 6pesetas.--El duelo y el delito polótico, 3 pese-tas.-La Criminalidad comparada, 8 pesetas .-Estudios penales v sociales, 8 pesetas .

Uriel.-Historia de Chile, 8 pesetas .Varios autores . -(Aguznno, Altamira, Aram-

buru, Arenal, Buylla, Carnevale, Dorado, Fio-retti, Ferri, Lom broso, Pórez Oliva, Posada,Salillas, Sanz y E icartñn, Sitií, Tarde,TorresCampos y Vida) .-La Nueva Ciencia jurñdi-ca, dos tomos, 15 pesetas. Cƒntiene grabados.

Idem. - (Aguanno, Alas, Azc„rate, Bancas,Benito, Bustamante, Buylla, Costa, Dorado,F. Pallo, F. Prida, tiarcña Lastra, Gide, Gi-ner de los Rños, Gonz„lez Serrano, Gumplo-wiez, Lípez Selva, Menger, Pedregal, callay Forg„s, Posada, Rico, Richard, Sala, Ui…ay Sarthou, etc.)-El Derecho y la .?oriolo.qñacontempor„neos, 12 pesetas .

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Wolf.-La Literatura castellana y portugue-sa, con notas de M. y Pelayo. dos vol, 15 ptas .

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Suddermann, El Deseo, 3,50 pesetas.-C'acstro, El Libro de los galicismos, 3 pese-tas . ---Pilaeaulay, La, Educaciín, 9 pesetas .-Spenccr, Los Datos de la Sociologña, dosvolƒmene,i, 12 pesetas . -Giddings, Princi---Pios de Sociologña, 10 pesetas.-UUurray,Historia de la literatura griega, 10 pesetas . --Korolenko, El Desertor de Sajalñn, 2,50pesetas.--Kr‡;er, Historia, fuentes y lite-ñ atura del Derecho Romano, 7 pesetas,-Alommsem, Derecho Romano, 12 pesetas.--Etarwin, Viaje de un naturalista alrededordel mundo (dos tomos), 15 pesetas.--Spen-cer, Las Inducciones de la Sociologña y lasinstituciones domósticas, 9 pesetas .-Ka1s-son, La educaciín popular de los adultos enInglaterra, 6 pesetas . -Gabba, Cuestionespr„cticas de Derecho civil moderno (dos to-mos), 15 pesetas.-Dowden, Historia de laliteratura francesa, 9 pesetas . -Uacaulay,Vida, memorias y cartas (los tomos), 14 p e,-setas .-Turguen , ff, Tierras vñrgenes, 5 pe-se r,as.-G.arnett, Historia la literaturait ;~,liana, 9 pesetas,----Nietzsclie, Asñ habls.baZaratustra, 7 pesetas,-<Vesternsarek, ElMatrimcni-ji en la especie humana, 12 pese-tas--Taine, Notas sobre Parñs, 6 pesetas .Dolssier, Cicerín y suñ; amigos : Estudio '_ˆla sociedad romana del tiempo de Cósar, 8pesetas.

OBRAS DE PRóXIMA PUBLICACIóN

Fitzni.^annrice, Kelly, Historia d4, la litera-t.ura esppñoln, con prílogo de Menƒndez yPelavo. -- Carlyle, Historia (lo la Revoluciínfrt~.nces .~, .--11Yarssen, Hacia el polo .-Gosse,Historia de la literatura inglesa.-Aston,Historia de la literatura japonesa .-Emer-son, Hombres simbílicos .-La Ley d=a lavida.-Estudios .-Sociedad y soledad .-Elcar„cter inglƒs .-Ensayo sobre la naturaleza .-Discursos y lecturas .-lfenger, El Dere-cho al producto …ntegro del trabajo.-Kro-potkin, Campos, talleres y f„bricas.-Taine,Historia de la literatura inglesa .-Los filí-sofos cl„sicos del siglo gis .-Los or…genesde la Francia coritempor„nea .-Sohm, De-recho privado romttn,o .- Mommsem, Dere-cho penal romano .†A miel, Diario …ntimo .--Sabatier, Vida de San Francisco de As…s .-Aruí, I)i._-tinciín entre las servidumbresr‡sticas y urbanas.-Formiggini, La Esti-maciín en la celebraciín de los contratos,-Schopenhauer, El Mundo corno voluntad ycomo repre ,-~ entaciín (segandaa parte) .-RaI-four, Tratado de f…sica .,-- Lemeke, Estƒtica .--Lombroso, Medicinaa legal .-Goncourt,La Dtx Barry.-La. Duquesa de Chateauruuxy sus hermanaG .- .-Antoine, Curso de econo-m…a social .-Gilín, La Lˆeha por el bien-3star.-Leroy-!Peaulieu, Compe~,dio de eco-nom…a pol…t…ca .-Jltta, Mƒtodo de DerechoInterrnacional pr vado .- Gumplowicz, C‡m.pendio de Sociolog…a .-Guyau, Laa Moral in-glesa conteml.or„n.ea .--reine, Alemania .

OBRAS RECIEN PUBLICADAS

Por la Administraciín de LA ESPA‰A MODERNA

Sudermann, El Deseo, 3,50 pesetas .-Castro, El Libro de los galicismos, 3 pesetas .--lllacaulay, La .Educaciín, 7 pesetas -Spencer, Los Datos de la Sociolog…a, dos vo-l‡menes, 12 pesetas . -Giddiiz~;s, Principiosde Sociolog…a, 10 pesetas . --llurray, Histo-ria de la literatura griega, 10 pesetas . --Ito-rolenko, El Desertor de Sajal…n, 2,70 pese-tas .-IlrŠger, Historia, fuentes y literaturadel Derecho Romano, 7 pesetas .-irlomm -sena, Derecho Romano, 12 pesetas .--Ilar-win, Viaje de un naturalista alrededor delmundo (dos tomos), 15 pesetas . -Spencer,Las Inducciones de la Sociolog…a y Las insti-tuciones domƒsticas, 9 pesetas . -Uaisson,La Educaciín popular de los adultos enInglaterra, 6 pesetas .-Gabba, Cuestionespr„cticas de Derecho civil moderno (dos to-mos), 15 pesetas.-Ilowden, Historia de laliteratura francesa, 9 pesetas . -li1acaalay,Vida, memorias y cartas (dos tomos), 14 pe-setas .-Turg ueneff, Tierras v…rgenes, 5 pe-setas.-Garnett, Historia de la literaturaitaliana, 9 pesetas .- Nietzsclte, As… hablabaZaratustra, 7 pesetas . -lWestermarek, ElMatrimonio en la especie humana, 12 pese-tas .-Taine, Notas sobre Par…s, 6 pesetas .-Boissier, Cicerín y sus amigos : Estudiode la sociedad romana del tiempo de Cƒsar,8 pesetas .

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