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Ficha 3 a – Centro de Espiritualidad Paulina La estudiosidad como “perspicacia apostólica” El compromiso del P. Santiago Alberione en atender a la misión que el Señor iba poco a poco realizando con él halla eco en la reflexión “a corazón abierto” que el Primer Maestro hace en Abundantes divitiae afirmando que «Todo le sirvió de aprendizaje», 1 desde los primeros años pasados en el altiplano de Famolasco o en la granja agrícola de Cherasco. En esta última el joven Santiago estudiaba, rezaba y se unía a la familia en el trabajo de los campos, tanto antes como después de su entrada en el seminario de Bra y de Alba. Ya seminarista, vuelto a cada para las vacaciones veraniegas, ayudaba a su padre y acompañaba al hermano Tomás llevando a pacer el ganado. «Tumalín (el hermano Tomás) –escribe don Barbero en su biografía de Alberione– observaba con curiosidad a aquel hermano tan serio, tan estudioso, un poco eremita, que hablaba de querer hacerse cura». 2 El cura: así le habían apodado ya los compañeros de clase y sus hermanos en casa, e incluso la madre cuando le incitaba a cumplir el deber. «Esto le trajo [algunas] consecuencias: el estudio, la oración, los pensamientos, el compor- tamiento y hasta los recreos se orientaban en aquella dirección». 3 Formarse para formar De innegable influjo en su formación fueron las ocasiones que le presentaba, durante el primer año de bachillerato, el párroco de San Martino, don Juan Bautista Montersino. Éste invitaba frecuentemente a algunos profesores y a otras personas de buen nivel cultural, como Juan Ferrua, Bartolomeo Rinaldi, Juan Bautista Adriani. 4 Participando en estos encuentros el estudiante Alberione no sólo enriqueció sus conocimientos, sino que aprendió a amar los libros, se apasionó por la literatura, la historia y la filosofía y la música. Consideró suya la realidad eclesial, y la Iglesia fue para él el ambiente preferido como punto de referencia y fragua de ideales para el mañana. A partir de aquí encauzó el itinerario espiritual y cultural del futuro apóstol de la comunicación. Estas asistencias contribuyeron a desarrollar en el joven Alberione el gusto de aprender o la estudiosidad. .5 «Nunca he olvidado –contaba el P. Alberione– a aquellas personas que imprimieron en mí el amor al libro. Su conversación me fascinaba: música, literatura, historia, filosofía... Creo que aprendí de ellos el valor y el gozo del libro y la lectura». 6 Sucesivamente en la experiencia de formador el beato Alberione en 1915 insiste para que quienes se preparan al ministerio sacerdotal presten atención al estudio. 1 AD 90. 2 G. BARBERO, Il sacerdote Giacomo Alberione. Un uomo, un’idea, Società San Paolo, Roma 1991 2 , p. 65. 3 Cf AD 9-10. 4 Donec Formetur (DF) Introducción n. 14, nota 11. 5 Ibidem. 6 Ibidem.

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  • Ficha 3a Centro de Espiritualidad Paulina

    La estudiosidad como perspicacia apostlica El compromiso del P. Santiago Alberione en atender a la misin que el Seor iba poco a poco realizando con l halla eco en la reflexin a corazn abierto que el Primer Maestro hace en Abundantes divitiae afirmando que Todo le sirvi de aprendizaje,1 desde los primeros aos pasados en el altiplano de Famolasco o en la granja agrcola de Cherasco. En esta ltima el joven Santiago estudiaba, rezaba y se una a la familia en el trabajo de los campos, tanto antes como despus de su entrada en el seminario de Bra y de Alba. Ya seminarista, vuelto a cada para las vacaciones veraniegas, ayudaba a su padre y acompaaba al hermano Toms llevando a pacer el ganado. Tumaln (el hermano Toms) escribe don Barbero en su biografa de Alberione observaba con curiosidad a aquel hermano tan serio, tan estudioso, un poco eremita, que hablaba de querer hacerse cura.2 El cura: as le haban apodado ya los compaeros de clase y sus hermanos en casa, e incluso la madre cuando le incitaba a cumplir el deber. Esto le trajo [algunas] consecuencias: el estudio, la oracin, los pensamientos, el compor-tamiento y hasta los recreos se orientaban en aquella direccin.3 Formarse para formar De innegable influjo en su formacin fueron las ocasiones que le presentaba, durante el primer ao de bachillerato, el prroco de San Martino, don Juan Bautista Montersino. ste invitaba frecuentemente a algunos profesores y a otras personas de buen nivel cultural, como Juan Ferrua, Bartolomeo Rinaldi, Juan Bautista Adriani.4 Participando en estos encuentros el estudiante Alberione no slo enriqueci sus conocimientos, sino que aprendi a amar los libros, se apasion por la literatura, la historia y la filosofa y la msica. Consider suya la realidad eclesial, y la Iglesia fue para l el ambiente preferido como punto de referencia y fragua de ideales para el maana. A partir de aqu encauz el itinerario espiritual y cultural del futuro apstol de la comunicacin. Estas asistencias contribuyeron a desarrollar en el joven Alberione el gusto de aprender o la estudiosidad..5 Nunca he olvidado contaba el P. Alberione a aquellas personas que imprimieron en m el amor al libro. Su conversacin me fascinaba: msica, literatura, historia, filosofa... Creo que aprend de ellos el valor y el gozo del libro y la lectura.6 Sucesivamente en la experiencia de formador el beato Alberione en 1915 insiste para que quienes se preparan al ministerio sacerdotal presten atencin al estudio. 1AD 90.2G. BARBERO, Il sacerdote Giacomo Alberione. Un uomo, unidea, Societ San Paolo, Roma 19912, p. 65.3Cf AD 9-10.4Donec Formetur (DF) Introduccin n. 14, nota 11.5 Ibidem. 6 Ibidem.

  • No cabe santidad donde no hay verdad Viendo en el sacerdote una persona que debe dar a los dems una lnea precisa, el P. Alberione afirma que tendr necesidad absoluta y continua de actualizacin, y concreta:

    Absoluta, porque lo necesita en su alta misin de salvar almas; continua, porque no debe olvidar las cosas aprendidas, aprender otras nuevas, ser hombre del presente y no de tiempos pasados.7

    En el San Paolo de julio-septiembre (1952) constatamos cmo el Primer Maestro vuelve sobre el mismo concepto explicitndolo:

    Pidamos al Seor la gracia de adquirir la virtud de la estudiosidad. Recemos por los profesores, por los alumnos, por todos, para que cada cual se emplee con buena voluntad en aprender cuanto se le presenta al efecto y que segn el propio oficio conviene aprender Qu se entiende por virtud de la estudiosidad? La estudiosidad es la virtud que regula nuestra tendencia a saber y tambin nuestro instinto natural. Por una parte lleva a aprender lo que es necesario para la vida y para la felicidad eterna, y por otra esta virtud atempera y modera el instinto de curiosidad, con el fin de mantenernos siempre en el buen camino y santificar la mente. La mente!, la luz que el Seor ha encendido en nuestra alma, la razn. Y que tendamos siempre a las cosas sagradas!... Aprender! Para eso es la escuela, para eso es el estudio. Hemos de aprender todo cuanto es necesario para corresponder a nuestra vocacin. Aprender aprender! El Instituto es un libro completo. Y aqu se puede aprender electricidad, y all se puede aprender qu es el cine. Aprender las cosas de nuestro oficio! Cunto empeo en aprender la composicin, a tener en cuenta las cosas, a tenerlas en orden! Cunto empeo en aprender la impresin, y todo el trabajo de las mquinas del Instituto! Cada vez que se aprender una cosa se adquiere la posibilidad de hacer un bien ms que antes no tenamos. Aprender el canto sacro, aprender la liturgia, aprender la encuadernacin, aprender el modo de la propaganda, las santas industrias para que el libro y la revista lleguen en cantidad cada vez ms abundante y sean siempre ms formadoras y pastorales.8

    El paulino que estudia, lee, se informa y se actualiza continuamente es una figura ideal que nuestro Fundador promueve desde los primersimos aos de la vida de la Congregacin. Como l mismo recuerda en sus escritos, la Familia Paulina, siguiendo el recorrido de apertura al campo social indicado por la Iglesia mediante el Magisterio de los primeros aos del 1900, se enraza con el propio carisma en una accin pastoral especfica que se extiende en amplia irradiacin. La obra apostlica se sentir as como una respuesta necesaria ante el desafo abierto por posibles desviaciones doctrinales presentes en todos los tiempos.9 Es por tanto grande la responsabilidad de los paulinos

    7 Cfr Apuntes de Teologa Pastoral (2 ed.), n. 52. p 108. 8 San Paolo (SP) julio-septiembre 1957.9cfr AD 89.

  • en el dar una clara orientacin a la propia preparacin en sintona con la aguda perspicacia vista en el P. Alberione.

    Accin y oracin orientaron hacia un trabajo social cristiano que tiende a sanear gobiernos, escuelas, leyes, la familia y las relaciones entre las clases y entre las naciones. Para que Cristo, camino, verdad y vida, reine en el mundo. La Familia Paulina tiene en esto una amplia tarea y responsabilidad.10

    El sentir con la Iglesia las impelentes urgencias de evangelizar a las masas hace percibir al P. Alberione la necesidad de difundir el anuncio cristiano lanzndolo a las amplias fronteras culturales:

    Respecto al mundo, vosotros sois sal, vosotros sois luz, vosotros sois ciudad situada sobre el monte.... Es el pensamiento del divino Maestro [cf Mt 5,13-14]. Dar en primer lugar la doctrina que salva. Empapar de evangelio todo el pensamiento y el saber humano. No hablar slo de religin, sino de todo hablar cristianamente; algo parecido a [lo que se hace en] una universidad catlica, que si es completa debe incluir teologa, filosofa, letras, medicina, economa poltica, ciencias naturales, etc., pero todo enfocado cristianamente, todo ordenado al catolicismo. As la sociologa, la pedagoga, la geologa, la estadstica, el arte, la higiene, la geografa, la historia, todo progreso humano, etc., segn la razn subordinada a la fe deber darlo la Familia Paulina.11

    Y si el Primer Maestro intuye como fundamental esta incidencia en la cultura, inmediatamente, en las mismas pginas de Abundantes divitiae, extiende a todos los miembros de la Familia Paulina lo referido a s, es decir la propia experiencia de integracin en el saber de su tiempo, afirmando claramente:

    La primera preocupacin de la Familia Paulina ser la santidad de la vida, la segunda la santidad de la doctrina.12

    Para afrontar ambos cometidos, el Primer Maestro recuerda lo que l en 1904 haba reelaborado para los clrigos en el seminario con una relectura del pensamiento de santo Toms de Aquino, en el 25 aniversario de la encclica de Len XIII Aeterni Patris. Desde entonces, influido por la mentalidad corriente del tiempo, el P. Alberione entendi que eran fundamentales, para su desarrollo espiritual y para su tarea como maestro de espritu y fundador, algunos puntos-clave que transmitir e inculcar a los suyos:

    No puede haber santidad donde no hay verdad, o al menos amor a la verdad; la santidad de la mente ocupa el primer lugar. No puede haber orientacin sin la

    10AD 63.11 AD 87-88. 12 AD 90.

  • lgica; no puede haber amplitud de miras sin la metafsica; no puede haber camino seguro, sino en la Iglesia.13

    Doctrina divulgada en sintona con el Magisterio y en respuesta a las urgencias mundiales Reflejando un autntico espritu paulino, el P. Alberione se apela a aquel amor a la verdad que caracteriz al Apstol, su vida, sus obras y sus enseanzas, siempre en el signo de la constante atencin a la universalidad y a la catolicidad. El servir a la humanidad en el especfico mandato reconocido y recibido por la Iglesia se expresar tambin con la voluntad de estar presentes en el centro de la cristiandad, fundando en Roma las primeras comunidades paulinas despus de las de Alba.

    Estamos en Roma para sentir mejor que la Familia Paulina est al servicio de la Santa Sede; para recabar ms directamente la doctrina, el espritu y la actividad apostlica de la Fuente, el papado. Roma es maestra del mundo, tiene, no obstante, las puertas abiertas a la humanidad; de Roma parten los enviados en todas direcciones.14

    13 AD 92. 14 AD 115.