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TEXTO: ÉTICA A NICÓMACO, Libro VI (1139a - 1141b). Este texto es un fragmento del libro VI de la Ética a Nicómaco de Aristóteles. Esta versión castellana corresponde a la edición bilingüe de la obra, publicada por el Centro de Estudios Constitucionales en Madrid 1989, pp. 89-95 EPÍGRAFES: I.- Análisis de las virtudes intelectuales. II.- La elección: razonamiento verdadero y deseo recto. III.- Virtudes intelectuales: la ciencia. IV.- La técnica o arte. V.- La prudencia. VI.- El intelecto. VII. La sabiduría.

Ética a Nicomaco - Libro 6

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Page 1: Ética a Nicomaco - Libro 6

TEXTO: ÉTICA A NICÓMACO, Libro VI (1139a - 1141b). Este texto es un fragmento del libro VI de la Ética a Nicómaco de Aristóteles. Esta versión castellana corresponde a la edición bilingüe de la obra, publicada por el Centro de Estudios Constitucionales en Madrid 1989, pp. 89-95 EPÍGRAFES:

I.- Análisis de las virtudes intelectuales.

II.- La elección: razonamiento verdadero y deseo recto.

III.- Virtudes intelectuales: la ciencia.

IV.- La técnica o arte.

V.- La prudencia.

VI.- El intelecto.

VII. La sabiduría.

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ARISTÓTELES, ÉTICA A NICÓMACO, Libro VI

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I.- [Análisis de las virtudes intelectuales.]

Al analizar las virtudes del alma dijimos que unas eran propias del carácter y otras del intelecto. Las morales, las hemos estudiado; de las demás vamos a tratar ahora, después de hablar del alma. Dijimos antes que el alma tiene dos partes: la racional y la irracional; ahora hemos de dividir de la misma manera la racional. Demos por sentado que son dos las partes racionales: una, aquella con la cual contemplamos aquella clase de entes cuyos principios no pueden ser de otra manera, y otra con que contemplamos los que tienen esa posibilidad; porque correspondiéndose con objetos de distinto género, las partes del alma que naturalmente se corresponden con cada uno son también de distinto género, ya que es por cierta semejanza y parentesco con ellos por lo que los pueden conocer. Llamemos a la primera, la científica y a la segunda, la calculativa, ya que deliberar y calcular son lo mismo, y nadie delibera sobre lo que no puede ser de otra manera. De suerte que la calculativa es una parte de la racional. Hemos de averiguar, por tanto, cuál es la mejor disposición de cada una de esas partes, pues esa será la virtud de cada una, y la virtud será relativa a la obra propia de cada una.

II.- [La elección: razonamiento verdadero y deseo recto.]

2. Tres cosas son en el alma las que rigen la acción y la verdad: la sensación, el entendimiento y el deseo. De ellas la sensación no es principio de acción alguna, y esto resulta claro por el hecho de que los animales tienen sensación pero no participan de acción. Lo que en el pensamiento son la afirmación y la negación, son en el deseo la persecución y la huida; de modo que, puesto que la virtud moral es una disposición relativa a la elección y la elección es un deseo deliberado, el razonamiento tiene que ser verdadero y el deseo recto para que la elección del alma sea buena, y tiene que ser lo mismo lo que la razón diga y lo que el deseo persiga. Esta clase de entendimiento y de verdad es práctica. Del entendimiento teorético y no práctico ni creador el bien y el mal son, respectivamente, la verdad y la falsedad (pues en esto consiste la operación de todo lo intelectual), mientras que el bien de la parte intelectual pero práctica es la verdad que está de acuerdo con el deseo recto.

El principio de la acción –aquello de donde parte el movimiento, no el fin que persigue- es la

elección, y el de la elección el deseo y la elección orientada a un fin. Por eso ni sin entendimiento y reflexión, ni sin la disposición moral hay elección. La reflexión de por sí no pone nada en movimiento, sino la reflexión orientada a un fin y práctica; ésta, en efecto, gobierna incluso al entendimiento creador, porque todo el que hace una cosa, la hace con vistas a algo, y la cosa hecha no es fin absolutamente hablando (si bien es un fin relativo y de algo), sino la acción misma, porque es el hacer bien las cosas lo que es fin, y eso es el objeto del deseo. Por eso la elección es o inteligencia deseosa o deseo inteligente, y esta clase de principio es el hombre. Nada que haya ocurrido ya es objeto de elección, por ejemplo, nadie elige que Troya haya sido saqueada; porque tampoco se delibera sobre lo pasada, sino sobre lo futuro y posible, y lo pasado no puede no haber ocurrido; por eso dice Agatón:

“De esto sólo se ve privado hasta Dios: de poder hacer que no se haya producido lo que ya está

hecho”. La operación de las dos partes intelectivas es, por consiguiente, la verdad; Por tanto las

disposiciones que más favorezcan en una y en otra la realización de la verdad, ésas serán las virtudes de ambas.

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III.- [Virtudes intelectuales: la ciencia.]

3. Empecemos, pues, por el principio y volvamos a hablar de ellas: Demos por sentado que aquellas por las cuales el alma realiza la verdad mediante la afirmación o la negación son en número de cinco, a saber: el arte, la ciencia, la prudencia, la sabiduría y el intelecto; con la suposición, en efecto, y con la opinión, puede engañarse. Qué es la ciencia, resulta claro de estas consideraciones –si hemos de proceder con exactitud y no dejarnos guiar por semejenzas-: todos pensamos que aquello de que tenemos ciencia no puede ser de otra manera; de lo que puede ser de otra manera, cuando tiene lugar fuera del alcance de nuestra observación, no sabemos si es o no. Por consiguiente, lo que es objeto de ciencia es necesario. Luego es eterno, ya que lo que es absolutamente necesario es eterno, y lo eterno, ingénito e imperecedero. Además, toda ciencia parece susceptible de ser enseñada, y todo lo que es objeto de ella, de ser aprendido. Y toda enseñanza parte de lo ya conocido, como decimos ya en los Analíticos, unas veces por inducción y otras por silogismo. La inducción es principio incluso de lo universal, mientras que el silogismo parte de lo universal. Hay, por consiguiente, principios de los que parte el silogismo que no se alcanzan mediante el silogismo; luego se obtienen por inducción. Por tanto, la ciencia es una disposición demostrativa, con todas las demás determinaciones que añadimos a ésta en los Analíticos; en efecto, cuando uno tiene de alguna manera seguridad sobre algo y le son conocidos sus principios, sabe científicamente; porque si no los conoce mejor que la conclusión, tendrá ciencia sólo por accidente. Quede, pues, definida la ciencia de esta manera.

IV.- [La técnica o arte.]

4. Entre las cosas que pueden ser de otra manera están lo que es objeto de producción y lo que es objeto de acción o actuación, y una cosa es la producción y otra la acción (podemos remitirnos a propósito de ellas incluso a los tratados esotéricos); de modo que también la disposición racional apropiada para la acción es cosa distinta de la disposición racional para la producción. Por lo tanto, tampoco se incluyen la una a la otra; en efecto, ni la acción es producción ni la producción es acción. Ahora bien, puesto que la construcción es una técnica y es precisamente una disposición racional para la producción, y no hay no hay técnica alguna que no sea una disposición racional para la producción ni disposición alguna de esta clase que no sea una técnica, serán lo mismo la técnica y la disposición productiva acompañada de la razón verdadera. Toda técnica versa sobre el llegar a ser, y sobre el idear y considerar como puede producirse o llegar a ser algo de lo que es susceptible tanto de ser como de no ser y cuyo principio está en el que lo produce y no en lo producido. En efecto, la técnica no tiene que ver ni con las cosas que son o se producen necesariamente, ni con las que son o se producen de una manera natural, porque estas cosas tienen su principio en sí mismas. Como producción y acción son cosas distintas, la técnica o arte tiene que referirse a la producción, no a la acción. Y en cierto modo el azar y el arte tienen el mismo objeto, como dice Agatón: “El arte ama el azar, y el azar al arte”. El arte o técnica es, pues, como queda dicho, una disposición productiva acompañada de razón verdadera y la falta de arte, por el contrario, una disposición productiva acompañada de razón falsa, relativas a lo que puede ser de otra manera.

V.- [La prudencia.]

5. En cuanto a la prudencia, podemos comprender su naturaleza considerando a qué hombres llamamos prudentes. Pues bien, parece propio del hombre prudente el poder discurrir bien sobre lo que es bueno y conveniente para él mismo, no en un sentido parcial, por ejemplo, para la salud, para la fuerza, sino para vivir bien en general. Señal de ello es que incluso en un sentido determinado los llamamos prudentes cuando razonan bien con vistas a algún fin bueno de los que no son objeto de ningún arte. De modo que también, en términos generales, es prudente el hombre reflexivo. Pero nadie

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reflexiona o delibera sobre lo que no puede ser de otra manera De modo que también, en términos generales, es prudente el hombre reflexivo. Pero nadie reflexiona o delibera sobre lo que no puede ser de otra manera, ni sobre lo que no puede hacer. De suerte que, si toda ciencia va acompañada de demostración, y no hay demostración de las cosas cuyos principios pueden ser de otra manera (porque todas ellas pueden ser de otra manera), y así mismo tampoco es posible deliberar sobre lo que es necesariamente, la prudencia no podrá ser ciencia ni arte o técnica; ciencia, porque la acción o actuación, puede ser de otra manera; arte, porque la acción y la producción son de distinto género. Tiene que ser, por tanto, una disposición racional verdadera y práctica respecto de lo que es bueno y malo para el hombre. Porque el fin de la producción es distinto de ella, pero el de la acción (práxis) no puede serlo: la buena actuación misma es un fin. Por eso pensamos que Pericles y los que son como él son prudentes porque pueden ver lo que es bueno para ellos y para los hombres, y pensamos que esta es una cualidad propia de los administradores y de los políticos; de ahí también que demos a la continencia el nombre de sophrosyne, porque salvaguarda la prudencia. Y lo que salvaguarda es la clase de juicio a la que nos hemos referido; porque el placer y el dolor no destruyen ni perturban toda clase de juicio, por ejemplo, el de si los ángulos del triángulo valen o no dos rectos, sino los prácticos, que se refieren a la actuación. En efecto, los principios de la acción son los fines por los cuales se obra; pero el hombre corrompido por el placer o el dolor pierde la percepción clara del principio, y ya no ve la necesidad de elegirlo todo y hacerlo todo con vistas a tal fin o por tal causa; el vicio destruye el principio. De modo que, necesariamente, la prudencia es una disposición racional verdadera y práctica respecto de lo que es bueno para el hombre.

Además, mientras existe una excelencia del arte, no la hay de la prudencia, y en el arte el que yerra voluntariamente es preferible, pero tratándose de la prudencia no, como tampoco tratándose de las virtudes. Es claro, por tanto, que la prudencia es una virtud y no un arte. Y siendo dos las partes racionales del alma, será la virtud de una de ellas, de la que forma opiniones, pues tanto la opinión como la prudencia tienen por objeto lo que puede ser de otra manera. Pero no es exclusivamente una disposición racional, y señal de ello es que una disposición así puede olvidarse, y la prudencia, no.

VI.- [El intelecto.]

6. Puesto que la ciencia es un juicio sobre lo universal y lo que es necesariamente, y hay unos principios de lo demostrable y de toda ciencia (porque la ciencia es racional), el principio de lo científico no puede ser objeto de ciencia, ni de técnica o arte, ni de prudencia; porque lo científico es demostrable, y la técnica y la prudencia versa sobre lo que puede ser de otra manera. Tampoco son objeto de sabiduría, pues es propio del sabio usar de la demostración a propósito de algunas cosas. Si, por tanto, las formas de conocimiento mediante las cuales alcanzamos la verdad y nunca nos engañamos sobre lo que no puede, o puede ser de otra manera, son la ciencia, la prudencia, la sabiduría y el intelecto, y tres de ellas (es decir, la ciencia, la prudencia y la sabiduría) no pueden tener por objeto los principios, forzosamente serán objeto del intelecto. VII. [La sabiduría.]

7. La sabiduría la atribuimos en las artes a los más consumados en ellas, por ejemplo, a Fidias como escultor y a Policleto como creador de estatuas, no indicando con ello sino que la sabiduría es la excelencia de un arte. Pensamos de algunos hombres que son sabios en general, y no en un sentido parcial o determinado, como dice Homero en el Margites:

Ni cavador le hicieron los dioses ni labrador Ni sabio en ninguna otra cosa. De modo que es evidente que la sabiduría es el más perfecto de los modos de conocimiento. El

sabio, por consiguiente no sólo debe conocer lo que deriva de los principios, sino poseer además la

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verdad sobre los principios. De suerte que la sabiduría será intelecto y ciencia, por así decirlo, la ciencia capital de los objetos más estimados. Sería absurdo considerar la política, o la prudencia, como la más excelente si el hombre no es lo mejor del mundo. Y si lo sano y lo bueno son distintos para los hombres y para los peces, pero lo blanco y lo recto son siempre lo mismo, todos admitirán que lo sabio es siempre lo mismo, pero lo prudente varía; efectivamente, se llama prudente el que puede examinar bien todo lo que se refiere a sí mismo y eso es lo que se confiará a la prudencia. Por eso también se dice que son prudentes algunos animales, aquellos que parecen tener cierta facultad de previsión para su propia vida. Es evidente también que no pueden la sabiduría y la política ser lo mismo, pues si se llama sabiduría al conocimiento de lo que es útil para uno mismo, habrá muchas sabidurías, porque no habrá una sola acerca de lo que es bueno para todos los animales, sino una diferente para cada uno, lo mismo que no hay una sola medicina para todos. Y lo mismo da para el caso que el hombre sea el más excelente de todos los animales, porque también hay otras cosas de naturaleza mucho más divina que la del hombre, como es evidentísimo por las que constituyen el mundo. De lo dicho resulta claro que la sabiduría es ciencia e intelecto de lo que es más excelente por naturaleza. Por eso de Anaxágoras, de Tales y de hombres como ellos, dice la gente que son sabios, no prudentes, porque ve que desconocen su propia conveniencia, y dice de ellos que saben cosas extraordinarias, admirables, difíciles y divinas, pero inútiles, porque no buscan los bienes humanos. La prudencia, en cambio, tiene por objeto lo humano y aquello sobre lo que se puede deliberar; en efecto, afirmamos que la operación del prudente consiste sobre todo en deliberar bien, y nadie delibera sobre lo que no puede ser de otra manera, ni sobre todo lo que tiene un fin, y éste consistente en un bien práctico. El que delibera bien absolutamente hablando es el que se propone como blanco de sus cálculos la consecución del mayor bien práctico para el hombre. Tampoco versa la prudencia exclusivamente sobre lo universal, sino que tiene que conocer también lo particular, porque es práctica y la acción tiene que ver con lo particular. Por esta razón también algunos, sin saber, son más prácticos que otros que saben, sobre todo los que tienen experiencia; así si uno sabe que las carnes ligeras son digestivas y sanas, pero no sabe cuáles son ligeras, no producirá la salud, sino más bien el que sepa que las carnes de ave son ligeras y sanas. La prudencia es práctica, de modo que se deben poseer ambas, o preferentemente la prudencia. Pero también por lo que a ella se refiere debería haber una fundamentación.

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GLOSARIO

ACCIDENTE: Cualidad o estado que aparece en algo, sin que sea parte de su esencia o naturaleza.

(symbebekós): lo que le corresponde a algo de manera contingente, por no estar comprendido en su esencia, es decir, lo que se da en algo y se le puede atribuir con verdad, pero no necesariamente ni en la mayoría de los casos. Ver accidente.

ACCIÓN: ejercicio de una potencia, posibilidad humana de manifestar la voluntad realizando

algo (por oposición al pensamiento y a las actividades especulativas) (praxis): En Aristóteles, “acción” es una categoría que se contrapone a “pasión”. En la Ética a

Nicómaco distingue entre “acción” y “producción” (poiesis). No se refiere a cualquier acto del hombre sino a aquellos actos que van precedidos de deliberación y expresan lo mejor del carácter de una persona. La ética y la política, en cuanto ciencias “prácticas”, se ocupan de las acciones. Ver acción.

ALMA: (del lat. anima: aire, aliento, respiración) Principio que da forma y organiza el dinamismo

vegetativo, sensitivo e intelectual de la vida. (psyché): en el mundo griego tiene dos significados: a) alma como principio de conocimiento, que nos diferencia del resto de los seres y nos acerca a los dioses b) alma como principio de vida, que nos diferencia de los seres inertes. En Platón destaca la primera dimensión, subrayando su carácter divino e inmortal. Aristóteles defiende la segunda, aunque sin olvidar la primera en relación con el alma intelectiva. Aristóteles propone las siguientes definiciones: a) desde un punto de vista biológico es el “principio de la vida animal” (Del Alma I, 1 402 a 6). b) es la forma del cuerpo en tanto que constituye el conjunto de posibles operaciones. Lo propio del alma es hacer que este cuerpo tenga la forma que le corresponde como tal. Dado que hay varias operaciones habrá varias partes en el alma: la vegetativa, la animal, y, en el caso particular del hombre, la parte racional. c) como el acto de aquellos seres que tienen vida en potencia. Ver alma.

ARTE: saber práctico que nos faculta para la producción de objetos. Hoy con esta palabra nos referimos a la producción de objetos estéticos, pero en el mundo griego designaba toda capacidad productiva, tanto de objetos estéticos como de objetos meramente útiles.

(téchne): “Disposición productiva acompañada de razón verdadera” referida a lo que puede ser de otra manera. No consiste tanto en “hacer (las)” cosas como en “saber hacer” (las). Es una forma de producción cuyo principio está en el que lo produce y no en lo producido. Ver arte.

BIEN: en sentido general, aquello que para cada ser es útil o conveniente. (to agathón) En Aristóteles, el fin que completa la naturaleza de una sustancia. El bien, como el

ser, se dice de muchas maneras (contra Platón). Ver bien.

CARÁCTER: Si lo derivamos de ethos significaría uso, “costumbre”, en sentido individual y colectivo. Si lo relacionamos con êthos, sería el modo de ser de una persona. En Aristóteles las virtudes éticas, “la excelencia humana”, se refieren más bien al primer significado, pues implica la relación profunda de una persona con su realidad social.

CIENCIA: Conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento,

sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales. (epistéme): Virtud dianoética que tiene por objeto lo necesario y lo eterno. Es una disposición

demostrativa, transmisible y enseñable. Ver ciencia.

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DELIBERACIÓN : consideración atenta y detenida de los motivos de una decisión. (bouleúsis): Proceso reflexivo sobre las alternativas reales de acción. Se refiere a lo que está en

nuestro poder y podemos hacer, esto es, a los medios con los que contamos para alcanzar un fin. Elección.

DISPOSICIÓN (héxis): “hábito”, estado que se adquiere por repetición de ciertas acciones. El hábito o disposición predispone a un sujeto para la realización perfecta de una tarea o actividad. Aplicado a las pasiones, sus disposiciones o hábitos constituyen las virtudes y los vicios. Ver hábito.

ELECCIÓN: (proáiresis): “El deseo deliberado de cosas que están en nuestro poder” (Ética a Nicómaco, 1113 a 10-14). La elección implica deseo y razón. El deseo atiende al pensamiento y el pensamiento reacciona al deseo. El objeto de la elección es lo que ha sido decidido por la buena deliberación. Ver elección.

FIN : el término, la consumación de una acción. Motivo por el que se ejecuta algo. (télos): La noción de fin es muy importante en la física y ontología de Aristóteles, pero también en

su ética. La teoría de la virtud se construye a partir de la reflexión acerca de la finalidad propia del alma humana, al igual que su concepción de la felicidad como el fin último de la actividad humana. El fin es aquello hacia lo que tiende cada cosa, su acabamiento, plenitud, su bien. Distingue entre fin último, aquel que se quiere por sí mismo y no por otra cosa y fin medio o imperfecto, aquel que se quiere por otra cosa y no por sí mismo

INDUCCIÓN: (epagogé): Proceso por el cual, después de la experiencia de cierto número de casos particulares el espíritu aprehende una verdad universal que, a partir de este momento, aparece como evidencia por sí misma. Ver inducción.

INTELECTO (noûs): “Intuición intelectual” o hábito de captar intuitivamente los principios más generales que constituyen los axiomas de las ciencias. Ver intelecto.

PRINCIPIO (arché): Aquello desde donde y por lo que algo es, se explica o se conoce; aquello de lo que se deriva lo demás. “Llamo principio en cada género a los elementos cuya existencia no puede ser probada”. (Segundos Analíticos I, 10, 76 a, 31). Son las verdades originarias de donde toman el resto el valor científico. Se identifican con las hipótesis o con las premisas de un silogismo. Ver principio.

PRUDENCIA: en general, significa cordura, sensatez, buen sentido. (phrónesis): Sabiduría práctica. En Platón la prudencia es un sano juicio que se aplica a todas las

actividades humanas. Por eso es la virtud propia del gobernante. En Aristóteles, virtud de la razón calculadora que permite distinguir y captar entre cosas contingentes reglas generales de acción. Para Aristóteles es una virtud a la vez intelectual y moral y es la clave en la adquisición de todas las demás virtudes. La prudencia guía a la virtud moral indicándole los medios para alcanzar sus fines.

SABIDURÍA (sophía): Está considerada como el más alto grado de perfección en todas las cosas que es posible saber. Es a la vez el conocimiento de los primeros principios y de las consecuencias necesarias que se siguen de ellos. Ver saber.

SILOGISMO (syllogismós): Razonamiento deductivo que consta de tres partes o proposiciones: dos premisas de las que se deriva Necesariamente una tercera, la conclusión.

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VERDAD : conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente. (aletheia) Para los primeros filósofos griegos, la verdad se identificaba con la realidad, con lo que

es (en sentido de ser siempre, de permanencia). Es fundamentalmente a partir de Aristóteles cuando la verdad pasa a ser también propiedad de ciertos enunciados: “decir de lo que es que es y de lo que no es que no es, es lo verdadero” (Met. IV,7,1011 b 27).

VIRTUD: 1. disposición constante a hacer el bien. 2.Disposición particular a cumplir determinadas

acciones. 3.facultad, poder, capacidad para hacer algo. (areté): Significa “fuerza”, “poder”. Definida del modo más general, la virtud es respecto a una

cosa, lo que completa la buena disposición de la misma, lo que la perfecciona. Ya desde muy pronto la virtud fue entendida como hábito o manera de ser de una cosa, hábito que se hace posible por haber previamente en ella una potencialidad o capacidad de ser de un modo determinado. La virtud como “excelencia (areté) es un estado del carácter concerniente a la elección, que consiste en un término medio relativo a nosotros y determinado por un lógos, aquél por el que decidiría la persona prudente” (Ética a Nicómaco 1106b36-7a2).