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Etnia y feminismo

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MODULO 2:

INTRODUCCIÓN A LOS CONCEPTOS DE GÉNERO

LECCION 2.1 Los estudios de la Mujer y el Género

Desde las culturas más primitivas hasta hoy, las distintas comunidades humanas han reflexionado sobre el significado de ser hombre y mujer, y han definido algún tipo de orden basado en las diferencias sexuales. Todas las sociedades establecen diferencias entre lo que se considera masculino y lo que se considera femenino, pero la posición que mujeres y hombres ocupan, sus actividades, sus limitaciones y sus posibilidades varían significativamente en cada grupo humano. Vale decir, aquello que se estima propio de los hombres o de las mujeres está determinado culturalmente, no biológicamente De acuerdo a la antropóloga Margaret Mead, los hombres y las mujeres se han diferenciado socialmente en la división del trabajo, las vestimentas, las costumbres, las funciones religiosas y sociales. Sin embargo, estas diferencias no siempre se han establecido en términos de dominación o sumisión. En el módulo anterior vimos cómo se produjo el “encubrimiento” de las culturas existentes en América antes de 1492, al establecerse la cultura europea como parámetro de lo “verdadero”, lo “evolucionado” y lo “normal”. De manera similar, occidente ha promovido un ordenamiento que silencia a las mujeres e impone la masculinidad hegemónica como norma y modelo. Frente a esta “invisibilización” de las mujeres y sus aportes, diversas pensadoras y activistas comenzaron a preguntarse por la ausencia de las mujeres en los relatos históricos y el modo estereotipado en que aparecen en las grandes corrientes teóricas, exaltando el rol materno y su supuesta debilidad física y carácter emocional. Estudios de la Mujer A partir de este cuestionamiento, surgieron a mediados del siglo XX, principalmente en EEUU y Europa, los “Estudios de la Mujer” que tuvieron como objetivo dar cuenta de la denominada “invisibilidad analítica” y por primera vez reconocen a la mujer como sujeta de estudio y participante activa de la sociedad. Los estudios de la mujer pusieron de manifiesto dos prejuicios que se encuentran a la base del trato discriminatorio hacia las mujeres:

El androcentrismo, esto es, una observación y explicación de la realidad bajo modelos masculinos: es una forma de conocimiento sexista.

El etnocentrismo, vale decir, la tendencia a observar otras culturas desde la perspectiva

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de nuestra propia cultura: es una forma de conocimiento racista.

Posteriormente, comienzan a surgir voces críticas hacia los estudios de la mujer, pues asumido que existe un tipo universal de mujer, que nuevamente respondía al modelo hegemónico de la mujer blanca, occidental, angloparlante, profesional, pasando por alto la particularidad y la pluralidad de las experiencias de otras sujetas. Surgimiento del concepto de Género Este proceso de reflexión dará lugar al surgimiento, en la década de 1980, del concepto de Género, que reconoce que aquello que entendemos por ser hombre o ser mujer tiene relación con un aprendizaje sociocultural, más que con las características biológicas de machos y hembras humanos. De esa manera, propone una distinción entre sexo y género. El sexo corresponde a los rasgos fisiológicos de ser macho o hembra con los que nacemos, mientras que el género tiene que ver con los atributos socioculturales que asociamos a las categorías “hombre” y “mujer” en un contexto y en una cultura determinados. Estudios de Género Incluir la mirada de género en las disciplinas sociales, ha permitido visibilizar algunos hechos antes ocultos: 1. Las experiencias y problemas que enfrentan las mujeres de distintas edades, posiciones

sociales, etnias o nacionalidades son variables y múltiples, no existe una esencia biológica universal. Por ende, es necesario hablar de “las mujeres”, para dar cabida a la multiplicidad.

2. El género se construye siempre en referencia a la relación entre hombres y mujeres

como fuente de desigualdad, complementariedad o igualdad. Por lo tanto, debemos observar estas relaciones y no detenernos en un sujeto aislado.

3. Hombres y mujeres ocupan posiciones sociales diversas de acuerdo a distintos

factores, por lo que es necesario analizar cada situación en relación a su contexto. Así por ejemplo, una mujer urbana, trabajadora, de clase media y casada, puede estar simultáneamente en una relación de subordinación con su esposo y su jefa, pero de superioridad frente al conserje de su edificio y a sus hijos e hijas.

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Aporte del Concepto de Género El concepto de género, aunque ha sido criticado desde algunas corrientes feministas, provocó una transformación fundamental en el modo de pensar el problema de la subordinación de las mujeres, ya que nos permite estudiar cómo se han instalado determinadas ideas sobre la manera de ser o la posición que mujeres y hombres ocupan en la sociedad. Hoy entendemos que esta subordinación no es inmutable, fruto de un orden natural o divino; sino que pertenece al ámbito cultural: es el resultado de un sistema de relaciones sociales que otorga posiciones diferentes a hombre y mujeres, y que estas posiciones a su vez se relacionan con otras categorías como la raza, etnia, clase social, edad, ubicación geográfica, etc. Así, al plantear y estudiar las identidades y las relaciones de género como productos de una construcción histórica y cultural, se abre la posibilidad de su transformación, siendo este su mayor potencial.

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