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se estaría jugando en elmercado; su forma de con-sumir alteraría su interac-ción social, porque la expe-riencia simbólica que im-pulsan las industrias cultu-rales manipulan un imagi-nario integrado a una eco-nomía globalizante insertaen un proyecto político uni-ficado que favorece a losgrandes monopolios.
Así, el deseo de integra-ción latinoamericano, des-tella tensionado entre lassiglas; Pacto Andino, Mer-cosur, Grupo de Río, Grupode los Tres, Convenios Cen-troamericanos de Antigua,y se resuelve en un doblediscurso; la retórica de unEstado debilitado y cadavez más alejado en su ges-tión de desarrollo y justiciasocial frente a las promesasexitistas de una economíaneoliberal; pero, ¿Qué tipode integración pueden gas-tar las solas fuerzas delmercado?, ¿Corresponderíaesta integración a la seduc-ción por el vértigo consu-
N uestra investigación seconfigura como una re-flexión crítica sobre la re-
novación de los estudios de cultu-ra y comunicación en América La-tina, focalizada especialmente enChile; en tanto ocupa nuestro ho-rizonte geográfico más inmediato.
Nos preguntamos; ¿Qué cam-bios ha experimentado la culturapopular en Chile durante los últi-mos veinte años y cómo se conec-ta con el imaginario popular lati-noamericano?. ¿Qué ha significa-do en Chile el fin de las utopíasrevolucionarias?.
Hablemos de lo culto y lo po-pular como productos de teoríaestratégicas que reproducen suconstante división -su propia con-tradicción- en tanto ambos corres-ponden a elaboraciones artificia-les, construcciones intervenidaspor intereses económicos, socia-les y políticos.
Si consideramos -para definir lopopular- las estrategias teóricasque elaboraron los sociólogos, co-municadores, políticos y antropó-logos de la década del 60 enAmérica Latina detectamos la di-fusión de una política militante ynormativa que proponía un mo-delo de desarrollo popular, un Es-tado regulador, representante a lavez del bien público y de la inte-gración cultural de los países enAmérica Latina.
Pero -en la actualidad- esta in-tegración comunitaria en los paí-
ses de América Latina lo realizanlas industrias culturales conecta-das a una economía regida por lasmás diversas y puras lógicas delmercado y por una revolución tec-nológica comunicacional que ge-nera nuevas formas de depen-dencias.
García Candini se refiere, a lasindustrias culturales, como bienesque no son generados artesanal-mente o en forma individual, sinoa través de procedimientos técni-cos que reordenan lo culto y lopopular a través de la informática.(Culturas Hibridas) 1989.
Martín Barbero no habla de lospoderes y la disolución de fronte-ras geográficas que proponen losmedios y tecnologías de informa-ción y comunicación ñ única in-dustria que se desarrolló en Amé-rica Latina ñ en la década de los80. ¡Brasil y México se dotaron desatélites propios, la radio y la T.V.abrieron enlaces mundiales víasatélite, se implementaron redesde datos, antenas parabólicas yT.V. cables, se establecieron cana-les regionales de televisión. Perotodo ese crecimiento se realizó si-guiendo el movimiento del mer-cado, sin apenas intervencionesdel Estado! (Comunicación e Ima-ginarios de la Integración).
Este debilitamiento del Estado -frente a las fuerzas y lógicas de laeconomía- trae como consecuen-cia una compulsión en el ciudada-no, porque su ser social y público
Las industrias culturales y la construcción aritificiosa de lopopularGloria FaviUniversidad de Chile/Universidad Central
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mista y efimero que propo-nen las industrias de la cul-tura?.
Podemos afirmar, que lautopía de la emancipacióny el mejoramiento social ala cual aspiraba la gran ma-sa latinoamericana ha sidoreemplazado por un de-mocrático acceso al consu-mo simbólico; con la inno-vación tecnológica y el de-sarrollo de las comunica-ciones, nunca han tenidomás ofertas y mejores pro-pagandas de alimentos yviviendas que las entrega-das por los circuitos televi-sivos y sus imágenes vir-tuales.
Así -estos medios eléctri-cos- crean simulacros, -teatralizaciones imagina-rias de la cultura popularlatinoamericana ñ en tantoestas acciones difusoras noconsideran el soporte deuna historia, tradiciones yun pasado que resulta in-conveniente para un con-sumo instantáneo, efimeroy colorido. De esta formase reformularían las estra-tegias teóricas que propo-nían los folkloristas, antro-
cordemos el estilo dicharachero,la imagen de una huaso ingenuoque ñ en determinadas ocasiones- adoptaba Pinochet).
Así, las democracias en Chile yAmérica Latina utilizan lo popularcomo un instrumento para reafir-mar sus propios intereses econó-micos y sus estrategias de poder.
La cultura popular, - alta y me-dia - ahora despojada de su pro-blemática ontólogica - es transfor-mada en un espectáculo, un efec-to escénico cuyo envase tecnoló-gico permite olvidar un mensajesuperficial y estúpido. El formalis-mo y la falta de sustancia contri-buyen a crear un simulacro deidentidades: el folklore no corres-ponde a lo que el pueblo mani-fiesta como diferente, sino aaquello que resulta accesible algusto, a la seducción por el vérti-go del color y la forma. Recorde-mos al Festival de Viña del Mar yel lugar que ocupa el folklore bai-les y canciones adaptadas para unéxito masivo, pensamos en el es-pectáculo de las grandes editoria-les con su show de los libros y susdesechables mensajes televisivos.
Por esto - creemos - que toda lamodernidad y desarrollo que pro-ponen las economías neoliberalesse fracturan por el lado de la cultu-ra; porque la comunicación masiva- como agente difusor de problem-áticas e innovaciones culturales -aplana los densidados, acalla lasturbulencias en función del vértigo
pólogos e historiadores ñ que sereferían a la cultura popular comosaberes subalternos desplazadosde los centros hegemónicos de lacultura. Se habla ahora de la reu-nificación de lo culto y lo populara través de la informática y la divi-sión y exclusión sólo correspon-dería a los analfabetos cibernéti-cos; la separación entre individuomoderno informatizado y no mo-derno o desinformatizado.
La noción de lo popular -ahoradesplazado en su formulación co-munitaria- está construido artifi-ciosamente por los circuitos cultu-rales, con sus inestables formula-ciones teóricas que no problema-tizan su participación su participa-ción en el escenario de la vidapública; lo popular es lo simplifi-cado, aquello que se vende exito-samente en mercado; popular seconfunde con popularidad y laventa de discos, insignias de Colo-Colo, afiches de cantantes y futbo-listas de todas las naciones sonutopías de la diversidad que creanlas interconexiones globales de laeconomía, fantasmas de una inte-gración que carece de toda con-notación valórica y que permiteuna exclusión masiva al desarrollosocial pero una inclusión democr-ática en los mercados simbólicos.
Lo popular -trasformado en po-pulismo político- se apropia delos valores tradicionales del pue-blo para legitimar las dictadurastotalitarias en América Latina; (re-
nos se encuentran desnu-tridos y jamás accederán ala educación superior?.
Pero, la modernidad delsubdesarrollo pone en es-cena nuevos signos cultu-rales que contribuyen aconformar la cultura de lamuerte y la violencia; insti-gados por los ideales deconsumos transnacionali-zados, sin fronteras y luga-res específicos, los adora-dores de imágenes arreme-ten contra los obstáculosque les impide ingresar eneste mundo virtual quepromete éxito y felicidad.
Así, en el mundo de laperiferia - ese espacio irre-cuperable para la lógica delmercado - se abren bre-chas de utopías contra unanormativa social inacepta-ble; aparecen artistas ges-tuales, instalaciones, inter-venciones en el espacio, unmovimiento de resistencia(que en Chile unificó engrupo C.A.D.A.) y en gene-ral toda una contraculturasólida y constestataria.
Además las utopías deldesarrollo y el valor asigna-do a la comunicación glo-
consumista y espectacular de lasformas; así, el éxtasis que pretendeunificar los imaginarios revela lasintenciones globalizantes que in-troducen los mercados comunica-cionales, pero a la vez marca losfragmentados submundos de lasociedad llatinoamericana.
Esta realidad desarticulada -que ocupa apenas unos insterti-cios efimeros - pero resistentes ñpoblados además de pasiones ydeseos compulsivos, muestra eldeterioro social de los excluidosde la modernidad. Barbero noshabla del éxito y popularidad delas teleseries género que marca eldesarrollo de las industrias televi-sivas en Brasil y México, y que uneademás sofisticadas tecnologíasaudiovisuales con relatos anacró-nicos propios de la cultura oral ysu universo de leyendas; cuentosde miedo y misterio (Roque San-teiro, Canaima). Pero, ¿Por quétiene éxito el melodrama en Lati-noamérica? Tal vez porque existeuna conexión secreta del melo-drama con la historia cultural delsub continente latinoamericano.El melodrama funciona siemprecon el guacho, la búsqueda de laidentidad ya sea del hijo por elpadre, el hijo por la madre, así, es-ta problemática asegura el éxitode público en todas las décadas,(Ej. El derecho de nacer y las nu-merosas puestas en escena).Pensamos que estos géneros po-pulares se escapan del cálculo po-
lítico de los mercados - los cuen-tos de hadas y la ingenuidad es-quemáticas de los relatos, perso-nalizan - a su manera - la abstrac-ción impuesta por la economía.
Se crea - en las ciudades lati-noamericanas - una cultura de lasobrevivencia, se inventan nume-rosos y variados oficios (cuidado-res de autos, vendedores de fi-chas) en Chile - además - el gesti-culador que avisa el número derecorrido a los micreros. El PaseoAhumada en Santiago - es el es-cenario que muestra el estado desituación de la economía socialdel mercado. Modernas compu-tadoras vigilan a los ladrones,mientras la miseria - disfrazada decomercio ambulante - completalas cifras exitosas de los integra-dos al campo laboral.
Aparecen signos culturales quereformulan el imaginario socialpara consagrar una nueva era; elmercado del intercambio simbóli-co utopía que intenta reunificarlos desarticulados mundos de lasociedad latinoamericana margi-nal. Pero, la planificación de lacultura por la racionalidad instru-mental de la computadoras pro-mete una integración simbólicademocrática, pero no una revolu-ción emancipadora y una movili-dad social de los grupos margina-dos; así, nos preguntamos, ¿Quésentido tiene dotar de computa-doras y videos juegos a los cole-gios periféricos cuando sus alum-
balizada entrega nuevasformas de vida espiritual; laimportancia del esoteris-mo, el Tarot, I Ching, el va-lor del New Age, significanuna renovación en la confi-guración del ser social y talvez una forma para conjun-rar la alineación y optimizarla vida. Es notable la apari-ción de sectas y grupos dedesarrollo personal por-que, curiosamente, cuandose produce una mayor inte-gración y universalizaciónen la comunicación, se ge-nera atomización, muche-dumbres solitarias conecta-das a los aparatos electró-nicos de comunicación.
La difusión del conoci-miento que promueven lasindustrias de la cultura, al-tera los contenidos, porqueel saber se convierte enmercancía informacionalimportante en la compe-tencia mundial del poder;
otras identidades que vemos ac-tuar a través de los medios; estonos permite una introspección ytolerancia frente a la diversidad,una aceptación frente al otro, a sucultura e historia; nos permite unademocrática participación en elcampo simbólico para engañarnuestras culturas urgentes espec-tativas de integración social.
BIBLIOGRAFIA- García Canclini, Néstor
Culturas Hibridas. Ed. GrijalboMéxico 1989
- Hopenhayn, MartínNi Apocalípticos ni IntegradosEd. F.C.E. Chile 1994
- Brunner, José JoaquínUn espejo trizado. Ed. FlacsoChile 1992
- Barbero, Jesús MartínComunicación e imaginarios de laIntegración
Revista de Comunicación Nº 1 Colombia
- Braudillar, JeanCultura y Simulacro. Ed. KairósBarcelona 1978,
ejemplo es el uso obsesivo de In-ternet, su hiperinformación ñ a ve-ces innecesaria ñ pero produce lafascinación del consumo y la fan-tasía de la integración planteria.
Así - la información - se convier-te en la principal estrategia deglobalización de los mercados pa-ra suprimir los límites territorialesdel consumo; tradiciones for-áneas se introducen artificiosa-mente en las costumbre chilenas,(curiosamente se celebra el díasde San Valentín y la Fiesta de Bru-jas, como símbolo de estatus y se-mejanzas a los ritos de EEUU). Lacelebración del 18 de Septiembreademás de las comidas típicas,promueve el consumo de cama-rones ecuatorianos y otras delica-tessen extranjeras.
Pero, esta participación seg-mentada en el mercado globaliza-do crea también una fragmenta-ción de la identidad, no hay unaimagen unitaria del ciudadano,porque existe una proliferación debienes, servicios y consumos quevan a determinar finalmente unaidentidad diferida. Hablamos asíde un mestizaje comunicacional,que se aleja de lo étnico, para re-ferirnos al collage, al pastiche, deidentidades plurales o recomposi-ción de sensibilidades sin fronte-ras territoriales.
Las industrias culturales actúan- finalmente - como un juego deespejos, que permite reflejarnuestra identidad en relación con
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