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Etnografía dela Vega Central en Recoleta
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7/17/2019 Etnografía La Vega Central Entrega Final_Lucía Del Valle_Matías Lizana_Pablo Ortiz
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Estudio Etnográfico
La Vega Central
30/09/2015Integrantes:
Lucía Del Valle
Matías Lizana
Pablo Ortiz
Profesora: María Sol Anigstein
Grupo Seminario: A1
7/17/2019 Etnografía La Vega Central Entrega Final_Lucía Del Valle_Matías Lizana_Pablo Ortiz
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Presentación
Contexto de etnografía
El campo a analizar en la presente etnografía corresponde a La Vega Central.
Este establecimiento comprende un mercado privado que se sitúa en la región
metropolitana, al sur de la comuna de Recoleta, en el histórico barrio de “La
Chimba” , dedicado principalmente a la compra y venta de frutas y verduras.
El campo desarrollado limita geográficamente:
- Al norte con la calle Dávila Baeza.
- A poniente con la Avda. La Paz.
- Al sur con la calle Artesanos.
- A oriente con la Avda. Recoleta.
La historia de este lugar, o mejor dicho, de su “esencia” o concepto, se
remonta al siglo XVIII, cuando en las cercanías del recientemente construido Puente
Cal y Canto se establecen tanto feriantes como vendedores, junto con lugares de
esparcimiento popular. Antes de esto, en la época de la colonia, solían ubicarse en
este sector campesinos a vender sus productos, estacionando en este lugar sus
carretas y ofreciendo así sus mercancías. Fue así como nació la “Vega del
Mapocho”, luego “Vega Central”, que se estableció definitivamente como mercado
privado con el apoyo del Estado, y se comenzó a edificar como tal a la ribera norte
del río Mapocho en 1895, para inaugurarse en 1916, abarcando una superficie de
6000 m², y teniendo sus límites muy vagamente establecidos inicialmente por las
calles Dávila, Antonia López de Bello y Rengifo.
Con el paso del tiempo, y respondiendo a las diferentes e incipientes
necesidades no sólo de los clientes, sino también de los locatarios, comenzaron
entonces a instalarse una serie de cocinerías, las cuáles se disponían para ofrecer
a sus consumidores una gran cantidad de platillos, principalmente de almuerzo y
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desayuno, existiendo así una diversa oferta, no sólo en cuanto al producto ofrecido
en sí, sino además, cabe decir, en cuanto a los diferentes precios a los cuales estos
eran ofrecidos. Este lugar se encuentra frente a La Vega Central y es conocido hoy
en día como La Vega Chica o Tirso de Molina.
En cuanto al contexto geográfico histórico circundante a donde hoy se
emplaza el campo estudiado, Recoleta forma parte de un sector antiguamente
denominado “La Chimba”, que también incluía a lo que es hoy Independencia, y que
en quechua significa “de la otra banda”, debido justamente a su ubicación “al otro
lado” del río Mapocho. Con respecto a la población que en su tiempo habitaba dicho
sector, ahí se concentró una gran parte de los indígenas cuya ocupación se basaba
principalmente en la servidumbre de la ciudad, intentando amparar de esta forma
sus tradiciones y su cultura.
Ahora bien, en relación a la población que hoy en día habita en la comuna de
Recoleta, según los datos estadísticos aportados por la Encuesta de
Caracterización Socioeconómica Nacional CASEN 2009 (4), habitarían en la
comuna cerca de 4.312 personas pertenecientes a la etnia mapuche, lo cual
corresponde a un 6% de la población indígena perteneciente a este grupo étnico a
nivel país, mientras que la etnia Aymará, según la misma fuente de información, se
presenta en esta comuna con una población de 1.263 personas, un 1% de la
población Aymará nacional.
Además, en relación a los índices socioeconómicos obtenidos también por la
encuesta CASEN 2009, en su sección “Personas según pobreza”, se tiene que
3.668 personas pertenecen al grupo “Pobre indigente”, lo cual corresponde a un 3%
de la población de la comuna de Recoleta; 9.315 personas forman parte del grupo
“Pobre no indigente”, que representa un 7% de la población de la comuna; y
finalmente, 115.708 personas pertenecen al grupo “No pobre”. Con respecto a esto,
cabe definir qué significa para la encuesta CASEN los conceptos que definen los
grupos anteriormente detallados; en primer lugar, la Incidencia de la Indigencia en
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los Hogares se define como el "Porcentaje de hogares cuyos ingresos no son
suficientes para costear una canasta básica de alimentos a sus miembros”; mientras
que, por su parte, la Incidencia de la Pobreza en los Hogares se define como:
"Porcentaje de hogares cuyos ingresos no son suficientes para satisfacer las
necesidades básicas de sus miembros”.
Objetivos
Los objetivos de la presente etnografía, como formando parte de la unidad
“Dimensión social del cuerpo” del curso Medicina Persona y Sociedad, se relacionan
con la observación, en este caso, del grupo social inmerso en el contexto de La
Vega Central, teniendo en cuenta en dicha observación la predefinición de grupossociales determinados, de los cuales luego se analizarán distintos aspectos o
categorías específicas. Entonces, de modo sencillo, se podría decir que la
etnografía involucra los siguientes objetivos:
- Visita y observación del campo previamente definido: La Vega.
- Determinación de grupos sociales y categorías apreciadas de forma
más evidente en el campo.
- Registro de la impresión que dicho campo genera en los
observadores.
- Análisis a modo de conclusión de impresiones registradas en
cuaderno de campo a la luz de grupos y subgrupos sociales definidos
en el apartado “Categorías”.
Categorías
En cuanto a las categorías abordadas a lo largo de esta etnografía, la
observación indistinta de las personas inmersas en el campo analizado implicaría
un grupo homogéneo, y ese no es el caso. En primer lugar, aunque pueda parecer
un poco obvio o incluso burdo, es importante considerar que, como una primera
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“clasificación” de las personas que se encuentran dentro del campo, están aquellos
que se ligan a él por una relación laboral, al que se llamará grupo laboral : más
abundantes son los dependientes de los locales, pero también, de cierto modo
complementando el eje central de la vega, que es el comercio, están los cargadores,
los guardias, los encargados de estacionamiento, etc. También están quienes
acuden a la vega no a prestar servicios, sino prestarse de los mismos: el grupo
clientela.
Así, se tendrán dos grupos sociales a observar delimitados por su qué hacer
dentro de La Vega. A su vez, dentro de estos dos grupos ampliamente definidos se
encuentran distintos subgrupos determinados por características
sociodemográficas como sexo, edad, etnicidad, clase social, de los cuales se
observarán los siguientes aspectos o categorías:
- Desenvolvimiento (laboral para el grupo laboral de La Vega y de consumo
para el grupo clientela)
- Interacción (consumidor-vendedor)
- Aspecto
- Nacionalidad
- Sexo
- Grupo etario
Cabe mencionar, sin embargo, la dificultad que implica delimitar las
descripciones a grupos sociales estrictamente definidos y sus categorías, en
especial por la complejidad que envuelve el entrecruzamiento de dichas categorías
entre sí: un individuo perteneciente al grupo laboral, por ejemplo, también pertenece
a un subgrupo de sexo, y luego a un determinado grupo etario, etc. Además, se
tiene como obstáculo la jerarquización de los grupos, subgrupos y categorías, pues
el ejemplo anterior difiere totalmente de decir que este mismo individuo pertenece
primero a un grupo laboral (al igual que en el caso anterior), pero ahora a un grupo
etario un y luego a un sexo determinado. Es decir, si se analiza a un individuo
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variando la jerarquización de los grupos sociales a los cuales pertenece, los
aspectos a observar pueden ganar o perder énfasis en cada caso de forma drástica.
Por ende, pretender una descripción cerrada u hermética de los diferentes grupos
considerando todas las categorías por separado es prácticamente absurdo, pues no
sólo se ve complejizada por el entrecruzamiento de las misas, sino también por su
jerarquización. Más que nada en esta etnografía se recurrió a buscar aquellas
categorías que eran comunes a los grupos detallados anteriormente.
Sin embargo, y a modo de simplificación, se presenta a continuación un
esquema de la perspectiva de organización de la observación realizada del grupo
social presente en el campo, sin considerar la superposición jerárquica de los
diferentes grupos delimitados.
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Métodos y procedimientos
En cuanto al método utilizado en relación con las visitas, se comenzó con
una primera visita a modo de introducción a mediodía, en donde se perseguía de
cierto modo el “sumergirse” en el contexto a analizar. En esta visita se utilizó
grabadora y cámara fotográfica para capturar tanto imágenes como videos. Se
acudió a la observación no participante en un comienzo, y luego la participante
mediante la interacción con vendedores a través consultas de precios y compra de
productos, y un par de entrevistas detalladas más adelante en el apartado
Resultados, y también Anexos.
Una vez realizada dicha visita introductoria, se procedió a realizar una
segunda inspección del lugar, esta vez “con cuaderno en mano”, pues se realizó a
las seis de la tarde, hora de no mucha concurrencia y que por lo tanto daba más
cabida a la utilización de este tipo de medios. Con dicho cuaderno no sólo se
realizaron anotaciones sobre observaciones u impresiones que causaba el contexto
social y espacial sobre el observador , sino también algunos dibujos de ciertas
“escenas” con protagonistas tanto humanos como animales (como el caso de un
gato acostado sobre un barril de almacén), que se pueden encontrar en el anexo.
Por último, la tercera visita consistió en una especie de complemento de lo
que el grupo sintió que había hecho falta en las dos anteriores. Significó entonces
ir a un lugar ya bastante más familiar en comparación con la primera visita, y se
procuró registrar aquellas cosas que se habían observado pero no necesariamenteadvertido; cuestiones que estaban mencionadas en el cuaderno de campo de forma
pasajera, y que al volver a leer esta vez fuera del campo mismo, parecían mucho
más importantes y de alguna forma clamaban por tener respaldo (fotográfico o
boceto) para ser enfatizado. En esta oportunidad se conversó tanto con locatarios
como con clientes.
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Para el desarrollo de la etnografía se recurrió principalmente a la utilización
de una grabadora como cuaderno de campo, es decir, como método de registro de
las impresiones y descripciones de los observadores con respecto al campo
analizado, particularmente durante la visita realizada a medio día. Lo anterior se
debe a que un cuaderno en sí resultaría quizás un poco incómodo a dicha hora del
día, por la dificultad relacionada con la “escasez” de lugares donde sentarse o
superficies llanas donde apoyarse para poder escribir, mientras que una grabadora,
además de ser pequeña, permitía una interacción de cierta forma más “libre” tanto
por ejemplo con un entrevistado, como con el dinamismo de recorrer el lugar y
analizar los distintos locales. Sin embargo, el cuaderno propiamente dicho no quedó
por completo descartado, y fue utilizado por uno de los integrantes del grupo en una
visita durante la tarde, en el cual el contexto cercano daba quizás más “amplitud” y
libertad para su utilización de forma cómoda.
Además, en cuanto al registro gráfico del contexto social y espacial del
campo, se utilizó principalmente la cámara fotográfica integrada justamente a los
teléfonos móviles de los mismos observadores, esto debido a que utilizar una
cámara en sí podría implicar dificultades relacionadas más que nada con el
transporte de la misma para llegar o retirarse del campo a analizar.
Cabe señalar con respecto a la realización de entrevistas, que la
identificación de los informantes en esta etnografía no se hace a través de un
nombre en particular, sino más bien a través del rol que ocupe éste en la vega; por
ejemplo, en el caso de la entrevista a un vendedor .
Por último, en la transcripción de los cuadernos de campo, se procuró ser lo
más fiel posible a lo que estaba allí grabado o escrito, por lo que puede no sonar
coherente. La coherencia se procura de todos modos mediante los resultados, que
son en el fondo una selección y redacción de los puntos importantes dentro del
cuaderno de campo.
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Resultados
Llegada al campo
En relación al método de
transporte utilizado para la llegada al
campo espacial de la etnografía en sí
mismo, se recurrió a la caminata desde
la Facultad de Medicina de laUniversidad de Chile en una visita, y al
transporte público en otras dos
ocasiones, específicamente micro,
pues el acceso a La Vega se hace
bastante fácil si se aborda desde dicho
medio, comenzando el recorrido en el
paradero situado frente a la Facultad de
Medicina de la Universidad de Chile y
llegando al de Puente Cal y Canto, por
Avda. Independencia, a la esquina de
la misma con Sta. María, para luego
avanzar por esta última calle hacia el
este, y doblar para ingresar a Tirso de
Molina. Luego de atravesar este, y
llegar a la Calle Artesanos, se continúa
por Gandarillas hasta finalmente
encontrar la entrada de La Vega por la calle Antonia López de Bello. Se adjunta
imagen con mapa atingente.
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Previo al ingreso a “La Vega” propiamente tal, es posible vislumbrar la
existencia de basura en la acera, y además, una gran cantidad de perros, al parecer,
callejeros. En el pasillo previo al ingreso existen en su mayoría locales de venta de
frutos secos y gente vendiendo en la calle. Se observa en las 3 ocasiones gente
camino a la vega vendiendo papel higiénico.
La Vega Central recibía a sus visitantes con un gran letrero con su nombre y
la palabra “bienvenidos”, unas anchas escaleras, y frente a esta se hallaban varios
automóviles estacionados, en su mayoría camionetas del tipo Pick Up. Lo primero
que se observa al entrar es una gran variedad de puestos de fruta, y al costado, un
lugar donde se vendían boletos de lotería, con letras muy llamativas arriba brillando
en color rojo.
Al mirar el suelo, se advertía una gran cantidad de suciedad en el piso, más
que nada de naturaleza orgánica, algo bastante obvio debido a que esa era la
mercancía que allí se vendía. Además, la presencia de animales domésticos,
principalmente perros y gatos, se observa desde un inicio (Imagen 4).
Al pasar por el pasillo de carnes y pescados se advierte que este es largo y
bastante estrecho, con gran cantidad de moscas sin que a nadie pareciera
molestarle en lo absoluto. Luego de recorrerlo por completo, tan solo al final, era
fácil sentirse agobiado, pues desde el principio hasta el término del camino lo que
se veía a ambos lados era un paisaje bastante monótono, con dichos productos a
ambos lados y casi acaparando la vista casi por completo, pero al salir de ahí la
cosa se amenizaba mucho, pues de las frutas y vegetales que aparecían luego de
emerger de ese pasillo no escapaba un olor tan fuerte como el del pasillo
anteriormente descrito. Dentro de lo que no era frutas, o vegetales, o carne había
una tienda de platos y vasos plásticos, y también vendedores ambulantes, pero
estos eran una minoría.
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Llama la atención la existencia de una pequeña biblioteca en forma de
cubículo dentro de La Vega: “El fruto de los libros, una biblioteca para todos”. Luego
de una entrevista con la joven que atendía, se obtuvo información acerca de la
sustentación de la misma: se trataba de una biblioteca comunitaria, independiente
del Estado y de cualquier otra institución, por lo que para su mantenimiento ha de
cobrarse una inscripción anual. Dicho cobro se hace mediante la distinción entre
dos públicos: aquel que “es de la vega” (con esto la joven ha de referirse claramente
al grupo laboral ), a los cuales se les cobra un monto de $1.500 por inscripción, y el
público que “viene de afuera, que viene a comprar” , para quienes la inscripción
anual es de $3.000, a excepción del adulto mayor y los niños menores de 18 años,
cuya inscripción es gratuita.
En cuanto al ambiente social general en La Vega, se pudo observar una gran
predominancia de problemas de sobrepeso y obesidad, excepto por ciertos
subgrupos menores como compradores al parecer casuales.
En cuanto a la vestimenta y la estética del sexo femenino, se observan conductas
comunes como teñirse el cabello, el uso de ropa deportiva y cómoda, y el no
utilizar maquillaje, a excepción de las jóvenes que, de llevarlo, usaban más que
nada labiales de tonalidades fuertes y ojos delineados . En la mayoría de los casos
el registro de habla escuchado es de nivel inculto informal.
Al consultar a un hombre perteneciente al grupo laboral y que dijo llevar
trabajando en La Vega mucho tiempo, acerca de la evolución o los cambios que
ésta había sufrido con el tiempo, mencionó que si bien se había hecho
modificaciones en el ámbito de la infraestructura y se habían habilitado
estacionamientos, estos cambios de la estructura sólida, material de La Vega, no
habían alterado ni en lo más mínimo ese “algo mágico” de La Vega dado por la
interacción vendedor-comprador que denominó la “E sencia de La Vega” .
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Descripción de actores
Como se mencionó en el apartado de Presentación, en este informe ha de
procurarse el análisis “por separado” de los aspectos de dos grupos claramente
definidos: el grupo laboral y el grupo clientela, de sus subgrupos determinados por
las categorías explicitadas, y, además de las interacciones entre ambos. Esto se
debe más que a nada a la pretensión de una descripción organizada de alguna
forma, pues en realidad esta separación es totalmente ilusoria.
En cuanto al grupo laboral , y a la categoría sexo en relación al
desenvolvimiento laboral, se advierte en primer lugar, que el oficio de cargar
mercancía en los carretones destinados a ello es presumiblemente realizado sólo
por el sexo masculino (Imágenes 10 y 12), pues en ninguna de las visitas se pudo
apreciar a una mujer formando parte de esta tarea. Como dependientes de tienda
se observaba también una predominancia del género masculino, en especial en
relación a realizar la transacción en sí, en otras palabras, la acción de recibir el
dinero de una compra se apreciaba más en manos masculinas, en general
pertenecientes a hombres de entre 20 y 60 años. Otra acción desarrollada por los
hombres era pelar y quitar tallos a los vegetales (Imagen 7), mientras se
encontraban sentados en una pila de cajas plásticas coloreadas, las cuales eran
muy abundantes en La Vega. Además, en un determinado pasillo, de seis locales,
sólo dos eran atendidos por mujeres. El subgrupo femenino del grupo laboral,
también en su mayoría perteneciente a una edad de entre 20 y 60 años, se hizo
más presente en, por ejemplo, puestos de comida, como aquel en donde un
compañero compró mote con huesillo y donde tanto quien recibía el dinero como
quien entregaba el producto eran mujeres; otro ejemplo es la joven de unos veinte
años que trabajaba en la biblioteca comunitaria de La Vega: “El fruto de los libros” .
En función de lo observado, se pudo apreciar que el grupo etario que
predominaba entre los locatarios era el de adultos en el caso de quienes atendían
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La relación que se daba entre los mismos integrantes del grupo laboral
parecía ser de mucha confianza y simpatía; se trataban entre ellos con apodos, y
se lanzaban chistes entre los puestos, pero pese a esto, se podía apreciar un fuerte
ambiente de respeto; en un mismo pasillo, si un vendedor estaba ofreciendo sus
productos, ningún locatario vecino lo interrumpía para “competir con el vendedor”,
es más, cuando uno de los observadores se acercó a preguntar por naranjas en un
puesto en que no había, el vendedor pese a no tener el producto, le dijo
amablemente dónde podía encontrarlo, y dónde era más rico. Lo anterior denota
una fuerte unidad entre quienes participan del grupo laboral, unidad encarnada
entonces no solo en el uso de apodos, sino también en el respeto al trabajo del
vendedor vecino, y el conocimiento de los otros puestos circundantes, de sus
dueños y de los productos ahí disponibles.
Ahora, con respecto al grupo clientela, a diferencia de lo observado en el
grupo laboral, se pudo apreciar una gran heterogeneidad en la mayor parte de las
categorías. El grupo etario no es una excepción a dicha heterogeneidad; se
observaban bebés en coches empujados por mujeres cuya edad a su vez fluctuaba
entre aproximadamente los veinte y los treinta y cinco años; infantes de entre 2 y 4
años caminando torpemente mientras intentaban seguir el ritmo del paso de una
mujer que lo más probable, era su madre; niños vistiendo uniforme escolar, jóvenes
de entre 20 y 30 años comprando junto a su pareja, caminando de la mano mientras
comentaban los precios; un hombre de entre 30 y 40 años caminando apurado
mientras hablaba por teléfono y en su otra mano llevaba una bolsa con mercadería;
mujeres ya bastante mayores, de pelo canoso, sin compañía y llevando con sigo un
tipo muy popular de “carro individual” (Imágenes 8 y 9) del lugar, de dos ruedas,
manufacturados en tela y que se vendían a la salida de la misma Vega.
La heterogeneidad del grupo clientela se manifiesta también en la categoría
de apariencia; se pueden ver personas de color de pelo, tono de piel y vestimenta
muy diferentes. Se aprecian jóvenes vestidos con ropa deportiva y llevando consigo
su bicicleta, personas con atuendo de oficina, varias mujeres de entre 20 y 30 años
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vistiendo buzo deportivo, personas con uniforme laboral, mujeres con delantal de
cocina, etc. Cabe decir, sin embargo, que hay prendas que se advierten con una
mayor frecuencia: zapatillas deportivas y jeans. En relación a lo anterior, se le
preguntó a un entrevistado perteneciente al grupo laboral y por tanto de
permanencia más estable en La Vega por su impresión en relación a la variedad de
personas que veía de paso a lo largo del día, a lo que él respondió que la variedad
de personas era bastante grande y que su pasillo en particular recibía muchas
personas que provenían de grupos socioeconómicos más altos y de lugares como
Las Condes, cuya presencia se debía según él a los altísimos precios de las frutas
y verduras en supermercados como el Jumbo, que de ese modo entonces
empujarían a estas personas a visitar La Vega en busca de precios más económicos
y razonables.
En este grupo también se observa heterogeneidad en la nacionalidad;
además de una abundancia en personas de nacionalidad chilena, no sólo hay gran
presencia de personas de tono de piel oscura, habla hispana y acento diferente;
también se encuentran en gran cantidad individuos con caracteres propios de la
nacionalidad peruana: tez morena y ojos levemente rasgados, junto con el acento
en particular.
En cuanto a la categoría de sexo, se observa esta vez en este grupo un
quiebre de la homogeneidad: no se encuentra una distribución equitativa entre
clientes hombres y mujeres, sino que se puede apreciar una gran predominancia de
la clientela femenina (imagen 15), cuya mayoría se acompaña del carro de tela con
dos ruedas para llevar la mercancía comentado anteriormente.
Finalmente, cabe describir la categoría de interacción entre los dos amplios
grupos sociales de La Vega. Al respecto, se pueden observar dos casos comunes
en cuanto al tipo de oferta de un vendedor hacia un consumidor: por un lado, se
tiene quienes gritan a viva voz invitando a los compradores a acercarse y comprar,
y, por otro lado, quienes esperan serenos la llegada de un cliente interesado.
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Se observa además una particularidad en las interacciones en relación al
sexo al que pertenecen vendedor y consumidor, observándose dos casos posibles:
en el primero, es un hombre quien cumple el rol de comerciante y, al tener a una
mujer como clienta, se observa en general una tendencia a ofrecer sus productos
utilizando palabras y frases coquetas de vocativo, como “mi reina” o “princesa”;
mientras que con un cliente perteneciente al mismo sexo no existe dicha interacción
recurrente a la coquetería, sino más bien una relacionada con la “camaradería”,
pues se utilizaban palabras como “compadrito”, “socio”, para dirigirse a la clientela
masculina. En el segundo caso, cuando es la mujer quien cumple el rol de vender,
en general no se aprecia en la relación con el comprador masculino esa confianza
que tenía el hombre vendedor para galantear; mientras que frente a una clienta
mujer sí ocurría algo similar a la camaradería del vendedor masculino.
Estructuras de significado
En primer lugar, se puede destacar que, a diferencia de las mayoría de las
personas pertenecientes al grupo laboral, no se podría hablar en el grupo clientela
de uniformidad u homogeneidad, pues las personas de este grupo visten y muestran
una apariencia que les son propias como individuos, y no como grupo social
clientela. Mientras que, por otro lado el grupo laboral se ve de cierto modo más
unificado producto de, por ejemplo, el contacto constante con carnes que puedan
manchar sus ropas y que genera una utilización generalizada de delantal en
carnicería.
Por otro lado, se pudo apreciar en el grupo laboral una relación entre
estructura del medio de ventas y el tipo de interacción con el grupo clientela. Aunque
para alguno pueda parecer extraño, quienes invitan con entusiasmo a comprar sus
productos son la minoría, y, específicamente, la minoría que corresponde a quienes
venden en puestos muy presumiblemente no establecidos formalmente, debido a
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su carácter de cierto modo pasajero, otorgado por la carencia de una estructura
sólida que vaya más allá de las cajas plásticas y de cartón; este grupo entusiasmado
se contrasta con el grupo, en su mayoría pasivo, de quienes venden en locales
formales, de un carácter permanente denotado por cuestiones como televisores
(que, a propósito, se observan sintonizados en canales nacionales como Chilevisión
y Mega, y en particular, la telenovela “Pituca sin Lucas”), hervidores, grupos de
música, computadores, que además de manifestar la “colonización” o “soberanía”
de las personas en su puesto, también implica que quienes lo utilizan, lo hacen
generalmente cuando no se encuentran interactuando con el comprador, es decir,
son un medio de distracción que reemplaza la ocupación otorgada por la interacción
con el cliente, y aquella que se desprende de estar constantemente ideando formas
para atraer clientes, para el caso de los puestos no establecidos que invitan a los
compradores con gritos.
También se puede resaltar, en cuanto a la categoría de interacción grupo
laboral-grupo clientela, la existencia de un cierto grado de confianza tácita entre
ambos grupos, que se puede ilustrar mediante dos situaciones de la experiencia de
visita al campo; en primer lugar, al acercarse uno de los observadores a comprar
frutillas a un puesto y solicitar una muestra del producto, el vendedor no tuvo
problema con dar a probar uno de sus productos a dicho observador (que para el
vendedor era un consumidor más) , y, es más, parecía parecerle completamente
normal hacer entrega del producto con sus manos desnudas y con manchas
oscuras que podrían manifestar quizás ausencia de higiene. Entonces, en esta
situación, se ve una confianza de parte del vendedor, que no teme ser juzgado por
las condiciones higiénicas de sus manos, pero también de parte del consumidor,
que confía en el vendedor como para recibir abiertamente un producto proveniente
de manos que podrían perfectamente no estar limpias.
Otra situación que ilustra la confianza o más bien generación de lazos de
proximidad entre grupo laboral y grupo clientela es lo que comenta un entrevistado
cuando se le pregunta acerca de las relaciones que se suelen dar entre vendedor y
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comprador. El hombre comenta que, una vez que una persona ha probado cierto
producto en un puesto, y ha comprobado mediante el acto de consumir el producto,
la buena calidad de este, el cliente, más por comodidad y costumbre que por
cualquier otra cosa, comenzará a frecuentar siempre el mismo puesto para comprar
determinado producto, ahorrando así no sólo el tiempo involucrado en encontrar
otro puesto con productos de buena calidad, sino también el probable “mal rato” del
que el producto no resulte ser de la calidad esperada. Se puede apreciar entonces
en esta situación una tendencia humana a generar rutinas, en este caso de
consumo, por una cuestión práctica y de comodidad, que conlleva a su vez la
formación de un lazo con el vendedor que sustenta dicha rutina, y que forma parte
fundamental de lo descrito por un entrevistado como “la esencia de La Vega”.
Otra cuestión que se pudo apreciar fuertemente es que el constructo del
género es algo bastante arraigado al diario vivir de las personas que allí se
desenvuelven formando parte del grupo laboral. Los roles tanto del hombre como
de la mujer están bastante definidos; por una parte, es el hombre quien se encarga
exclusivamente de realizar el trabajo que requiere “fuerza bruta”, y generalmente es
quien lleva la batuta dentro de un local. Por otra parte, la mujer es casi
exclusivamente quien se encarga de las tareas que requieren un trabajo más fino,
como por ejemplo limpiar y pelar frutas o verduras. A la hora de atender a la clientela
es generalmente el hombre quien sale a atender en primera instancia, teniendo una
actitud de “don Juan” cuando se trata de un cliente de género femenino. Esto se
aprecia de forma mucho más sutil de parte de las mujeres hacia los hombres,
haciendo referencias como “mi rey” en una actitud de respeto y cariño hacia quien
fuere su cliente.
Por último, también merece reflexión la gran cantidad de inmigrantes
presentes tanto en el grupo laboral como en el grupo clientela (imágenes 5, 6 y 8).
Al respecto, luego de investigar acerca de la población inmigrante en el país, se
encontró que, según los datos otorgados por un artículo sobre la población
inmigrante en Chile de la Revista Invi de la Universidad de Chile (5), Recoleta ocupa
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el segundo lugar después de la comuna de Santiago en cuanto concentración de
población inmigrante de la Región Metropolitana de Santiago, con un 14,2%.
Conclusiones
A partir de las observaciones y posteriores análisis de las mismas, fue posible
concluir en primer lugar la existencia de un notorio contraste en cuanto a la
distribución de sus categorías entre ambos grupos de estudio definidos en un
principio: un grupo social laboral desplazado hacia la homogeneidad y un grupo
social clientela desplazado más bien a la heterogeneidad. Así, el primero, pese a
presentar diferencias internas en cuanto a edad, sexo, o nacionalidad de, por
ejemplo, los dependientes de tienda, sí lograban mantener bastante uniformidad en
otros aspectos como atuendo y apariencia, pues en general estos se adaptan al
ambiente laboral, como es el caso del uso de delantal en carnicería o de uniforme
de guardia en los mismos, y, en cuanto a la categoría de género, aunque no se
podría decir que existiera una homogeneidad completa, sí se podía advertir una
gran predominancia del grupo sexual masculino como encargado de las
transacciones económicas con los clientes.
Ahora, en cuanto al grupo social clientela, su heterogeneidad radica quizás
en que cada uno de los individuos que a él pertenecen, ven determinada dicha
pertenencia no por una circunstancia permanente, como es el caso de la mayoría
de los que trabajan en La Vega, sino que más bien, dicha pertenencia tiene un
carácter temporal y accidental, o cuando mucho, rutinario, y no otorga identidad al
individuo.
La ocupación y el hecho de trabajar en La Vega determinan en sí parte de la
identidad de cada uno de los integrantes del grupo laboral, y es así como otorga
unidad, pues existe una suerte sentido de pertenencia entre los integrantes de La
Vega Central, que genera ese compañerismo observado tanto en el respeto laboral
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como en la confianza, apodos, etc. Esta unidad se destaca más bien por el quiebre
que significa respecto a las otras relaciones comerciales entre comercios distintos,
donde, en general, suele darse un ambiente de competencia más que de
compañerismo.
En cuanto a la relación entre el grupo social clientela y el grupo social laboral,
esta se puede resumir en la mítica magia que subyace en dicha interacción y que
quienes la conocen la denominan “la esencia de La Vega” y dicen que pese al paso
de los años y los cambios externos y estructurales no ha dejado de estar presente.
Dicha magia se ve fundamentada en la confianza que con el tiempo se ha ido
formando entre los integrantes de ambos grupos, producto de la calidad del servicio,
ya sea en cuanto a los productos y sus precios o a la simpatía y el buen recibimiento
de un vendedor ya conocido. Pero los consumidores nuevos no escapan en lo
absoluto a esta dinámica; reciben por igual la camaradería o coquetería propias de
la mayoría de los vendedores en la invitación a acercarse a comprar.
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Anexos
Transcripción cuaderno de campo, Visita 1: Martes 22 de
Septiembre del 2015, 12:35- 2:50
*Lo que se escucha al fondo de la grabación descriptiva se presenta aquí en letra
cursiva.
Observo un hombre apoyado con su barbilla en un carro de supermercado, está
sentado en otro carro, pero más grande, está observando cómo pasan las personas,
lleva un jockey. La mayoría de las personas llevan cosas. Hay personas que
interactúan con los vendedores como si los conocieran, como si fuesen clientes
frecuentes. Hay un hombre que estaba fumando en su puesto de verduras y lanzó
el cigarro al suelo sin pisarlo
“Dale dale Willy, un kilo, dale” *
“Tengo papas linda, venga”
No hay tanto grito como esperaba, las personas esperan a que uno pase para
dirigirse pero el grito no es tan común. Ahora compraremos frutillas:
Compañero: Amigo, están ricas estas o no, ¿Cuál es mejor?
Vendedor: Estas están más parejitas, más dulces.Compañero: Ah, más parejitas más dulces, ¿Mil pesitos salen?
Vendedor: Sí, mil pesitos.
Compañero: A ver, deje probar una a ver si están buenas.
Vendedor: Sí, tome
Compañero: Dm están ricas, ¿me da?
Vendedor: Cuantas cajas, ¿una o dos?
Compañero: Una a ver si después regresamos.
Vendedor: Ya, tome.
La gente da a probar sin ningún problema, hay un hombre como de oficina
comprando apurado, quizás esta en su hora de almuerzo. Veo arándanos:
Yo: ¿Le llevo arándonos a mi mama?
Compañero: No sé es que igual están... ¿y cuando bajan o estas no bajan?
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Vendedor: a fines de octubre empieza la temporada.
Compañero: ah ya, muchas gracias… ¡mira hay orégano!
Aquí se usa mucho una especie de mochila con rueditas para llevar cosas,
también he visto un par de personas en bicicleta, vi un viejito con chupalla.
Algunos vendedores usan delantal pero otros no. Hay vendedores de edades
que han de circular entre los 20 y 50 años, no hay muchos viejitos. Hay una
confianza implícita porque no se usan muchos guantes, el hombre que nos dio
a probar la frutilla no usaba guantes, y no le preocupaba que nos importara, nos
dio la frutilla sin preocuparse de que nos importara pensando que eso de por si
está bien
“pero mañana volveré”
“Al partir, un beso y una flor”
“es ligero equipaje, para tan largo viaje”
Los que trabajan aquí cantan, y se tiran chistes entre puestos diferentes, se
notan muy felices, hay una especie de compañerismo entre diferentes puestos,
más que competencia hay como amistad.
“lleve de este nomas, esta con yapa”.
Hay harta gente afroamericana. Al medio de la vega hay un viejo cantando con
un parlante con música de fondo, está cantando a Nino Bravo, hay mucha gente
afroamericana, tanto vendiendo como comprando. Hay gatos encima de los
recipientes de comida y no parece haber problemas, también vi pasar perros.
Hay mucha gente pelando cosas, pelando porotos verdes, verduras. Nadie
parece preocuparse de la comida que hay en el suelo, pareciera que no se limpia
mucho el suelo, se ve como si en un principio hubiese sido amarillo pero con la
mugre ha quedado negro, he vuelto a ver un gato, esta vez caminando. Acabo
de ver un hombre con una caja llena de plantas en su cabeza y sin sostenerlo lo
que me pareció casi como equilibrismo, al verlo a los ojos se afirmó la caja.
“Vamos a… un par de cosas compro las papas y los tomates pa’ que nos vaya
mejor...”
Podría dividir los hombres que observo en compradores y vendedores y los que
llevan cosas, además de un par de vendedores ambulantes pero no es mucho.
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Además hay hombres que no tienen puestos establecidos donde vender y más
que nada se sientan en estas cajas de plástico volteadas donde normalmente
se dejaría la fruta para ofrecer su mercadería que es menos obviamente que la
de un puesto normal.
Hay un estacionamiento afuera, a la entrada de la vega y que está definido, pero
también hay autos al interior de la misma vega. Hay un hombre comiendo de la
misma fruta que él vende, y se la ofrece también a sus clientes, hay cuatro
personas comiendo de esa naranja partida en 4 pedacitos. Las personas tienen
muchos utensilios, he visto muchos hombres con utensilios en sus manos, este
hombre tiene peladores. Vi dos guardias a la entrada y en este sector, lateral,
veo dos más, con su uniforme, su radio o woki toki , un gorro que dice seguridad
y en esta parte lateral hay una venta de autos, donde venden cerca de 4 autos.
Compañero: Mira, tres kilos de limones en mil.
Yo: Igual tres kilos pesan mucho, no andamos con nada para llevarlos. ¿Cuánto
sale el kilo?
Vendedor: 400.
Yo: ah ya, muchas gracias.
Compañero: Mira, la palta hass a mil quinientos
Vendedora: Hola, esa de ahí está a dos mil pesos
Compañero: ¿Cual está más madurita?
Vendedora: Esta de acá dos mil porque está más grandecita esa de ahí mil ocho
más mediana. Y esta mil quinientos muy maduras, para completo.
Compañero: Ahh, para completo, no muchas gracias. Chao, que éste bien.
Hay muchas televisiones. Dentro de los puestos hay un puesto lleno de fotos
familiares, es casi un hogar, hay un espejo en el interior donde no se compra,
fotografías familiares, hervidor taza de café, el vendedor debe pasar mucho
tiempo aquí porque además tiene un equipo de música. Tiene más de un asiento
o sea que atiende más de una persona, debe haber una persona que lo ayuda,
pese a no tener televisión tiene aparatos que deben ayudarlo a hacer el día más
ameno.
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Hay demasiados carros tirados entre medios, muchas cajas, carros no solo de
supermercado sino algunos más grandes para llevar más mercadería, y más
pesada, mucha basura orgánica en el suelo. Hay zonas donde no alcanza a
cubrir la estructura en sí de la vega y las personas que venden ponen cosas para
taparse del sol como las sombrillas para poder extender más allá el local. Veo
nuevamente otra televisión en un local pero está apagada
Vega central continúa el éxito total
En este local no hay una televisión pero si un computador y un sillón que se ve
bastante cómodo es decir que estas personas deben tener momentos del día en
que no están tan ocupados y se entretienen ver televisión, que se yo
Compañero: ¿oye quieres mote con huesillo?
Yo: ¡Ya! Sí que rico
Compañero: (a vendedor) Me da un mote con huesillo
También me llama la atención una biblioteca para todos que dice “El fruto de los
libros”, voy a ir a mirar
Hola buenos días estoy haciendo un trabajo sobre la vega y no se quería saber
de qué se trata esta biblioteca, es gratuita hay que hacer inscripción tiene que
ver con donde uno vive
Es una biblioteca comunitaria partiendo de ahí no depende del estado ni de
alguna institución entonces se cobra una inscripción anual. Hay un cobro de
inscripción, el cobro nosotros hacemos la distinción entre dos públicos se hace
la distinción entre dos públicos está el público que es de la vega y el público que
viene de afuera que viene a comprar en el público que viene a comprar está el
adulto mayor y los niños menores de 18 años que a ellos se les inscribe
gratuitamente en la biblioteca el público adulto sobre 18 años la inscripción tiene
valor de 3000 pesos y para las personas que trabajan acá en la vega es de 1500
pesos; eso lo pagan una vez al año
Bueno muchas gracias, que esté bien
Confort cuatro en mil
Nos comprarnos un mote con huesillo, está muy rico, muy refrescante, heladito.
Hay una mujer con su hijo
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Oiga quiero un italiano y un jugo por favor
Los hombres en general están haciendo una transacción con el cliente los que
atienden o están arreglando su mercancía como pelando fruta o envolviendo
cuestiones con bolsas veo que de verdad no hay ningún problema con botar
basuras al suelo en especial si es orgánica no he visto basura inorgánica en el
piso pero la orgánica es parte total del paisaje noto que muy pocas personas
usan delantal, en carnicería se usa mucho delantal, acá en verduras no tanto al
parecer usan ropa que no les preocupa mucho en el trabajo o quizás
simplemente no les importa o la verdura no les mancha
Veo un hombre mirando su celular esperando quizás clientes pero está más
como…hay muchos vendedores que no llaman a los clientes sino que esperan
al cliente se acerque. Noto que las personas que llaman, que gritan a los clientes
son quienes al parecer no tienen un puesto propio, no cuentan con un local en
si porque están como colados no están establecidos, hay un hombre que
claramente no tiene un local establecido, tiene puras cajas donde pone su
mercancía y quizás por eso debe atraer más la atención porque no tiene un local
(con nombre, letrero, etc.) “legal” (se adjunta fotografía de un ejemplo) hay
mujeres con carros con guaguas. Los vendedores ambulantes son en su
mayoría los que se acercan a ofrecer, si no, es donde los pasillos son más
estrechos donde nos invitan a comprar pero en general en los puestos
establecidos no te llaman a comprar, en el fondo esperan a que uno llegue.
Veo un hombre con un lápiz en la oreja, como listo para usarse ese lápiz.
Oye, hoy día estaba viendo en la mañana que bajaron los tomates.
Las personas no tienen ningún problema con que uno se vaya si uno Pregunta
y quizás no le parece el precio no se siente comprometido con el vendedor con
comprar, no se sienten mal, no se enojan, insisten un par de veces pero no llega
a ser molesto y luego dicen que vuelva pronto. En la televisión observo mega,
están dando pitucas sin lucas, lo he visto ya dos veces. O Chilevisión, son los
dos canales más vistos acá al parecer. Veo mujeres apilando cajas y vendiendo,
pero he visto muchos más hombres vendiendo que mujeres como atendiendo a
los clientes, y cargando las cosas en los carros solo he visto hombres (se adjunta
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foto) veo una caja de guantes quirúrgicos encima de un televisor, pero el hombre
que atiende en ese local no tiene guantes puestos. Llevo como cinco televisores
vistos, si no hay televisor hay una radio si no hay una radio hay un c0mputador
pero hay algún medio de entretención, he visto paltas cortadas por la mitad así
como para llamar la atención, para que uno sepa cómo está por dentro.
Rica la fruta venga y aproveche
Veo nuevamente que están dando pitucas sin lucas. Las personas comen de su
mercancía sin ningún problema, tiene quizás una connotación de que cuando le
dan a probar a una persona, ellos también prueban al parecer para dar a
entender la confianza que quieren establecer: si a mí me gusta a ti también te
va a gustar hay mucha gente fumando. El hombre que estaba cantando al medio
ahora se mueve por la vega, ya no está quieto.
Yo por ti sufriendo, oye pedacito de mi vida, yo te lo suplico por dios, no haga
desdichado a mi corazón
Mi compañero le da monedas mientras yo le pido que me deje sacarle una foto
con señas, el asintió de manera muy simpática. Nos acercaremos a alguien para
preguntarle sobre cómo ha cambiado la vega. Es un hombre que tiene un puesto
de paltas y tomates.
Compañero: Hola caballero, disculpe estamos haciendo un trabajo de la vega y
queríamos saber si siempre ha sido así, como los locales son han cambiado
mucho, ¿usted hace cuánto tiempo trabaja más o menos acá?
Vendedor 1: Harto
Yo: ¿Y usted siente que ha cambiado la vega, así como la gente que viene, la
estructura desde que trabaja acá?
Vendedor 1: Sí, ciertas partes sí, claro, ponte tú cambiaron el techo por decir
una cosa pero la esencia no se ha perdido me entiende lógico que ha habido
avances como por ejemplo que antes no había estacionamientos, la cuestión era
mucho más al lote, ahora está más moderno en ese sentido pero la esencia de
ser la vega de 100 años atrás es difícil que se vaya a perder
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Compañero: ¿Y usted cree que el que haya estacionamientos más organizados
y todo ese tipo de cosas ha cambiado un poco las personas que usted ve que
vienen o siempre tiene como la misma clientela?
Vendedor 1: No lo que pasa es que depende de las circunstancias, por ejemplo
en el caso, de, a veces viene mucha , uno dice ah… la gente que viene de arriba
que se yo de las condes, muchas veces por ejemplo es por cosas económicas
o sea lógicamente que allá en el jumbo del alto las condes le va a costar el doble
que le va a costar acá, entonces claro que visita mucho…por ejemplo este pasillo
es el que llega más gente que uno se da cuenta altiro que es más adinerada o…
Yo: ¿Y usted tiene como clientes recurrentes así como favoritos?
Vendedor 1: No, o sea lo que pasa es que justamente con los años si uno tiene
mercadería buena todos los años el que se acostumbró contigo al final termina
siendo un amigo porque siempre va a venir y siempre te va a comprar. Es que
es más por acostumbramiento, la misma persona dice ya, te compre tomates y
me salieron súper buenos la próxima persona va a venir y va a seguir así
entonces si se acostumbró, si sabe que le salen buenos para que a hacerse
atado, ya sabe dónde comprar, economiza tiempo, economiza de todo.
Compañero: Entiendo, muchísimas gracias, se pasó.
Quisimos comprar naranjas cerca, mi compañero se acercó a un puesto donde
había una mujer en un puesto comiendo una partida por la mitad, le pregunto si
eran suyas, y ella respondió no, son clementinas, y miro hacia otro lado.
Observo al medio una caja estacionamiento, donde se paga estacionamiento,
adentro hay una mujer de unos veinte años que atiende.
Se escucha de fondo reggaetón
La ropa usual en hombres es una polera de algodón de cuello redondo o una
camisa, de algodón o pique, en general de manga corta, debido a que es un día
más bien caluroso, poco delantal, chalecos delgados, he visto boinas y muchos
gorros, jockeys especialmente en gente viejita, jeans en todos lados.
Mi compañero intenta buscar un basurero hay extrema ausencia de basurero,
no es posible encontrar un basurero para tirar el vaso del mote con huesillo. En
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este pasillo veo varios perros, en un local hay dos perros durmiendo bajo la mesa
donde está la mercancía, parecen pertenecer al dueño del local.
Vemos que el trozo de ¼ de kilo está a mil pesos.
En este negocio hay personas con camisas con marcas estampadas: Nestlé,
San Jorge, Carozzi, Maggi, Winter, porque venden cosas de estas marcas. Las
marcas también están alrededor del nombre del local, probablemente significan
que este local que está patrocinado por dichas marcas. Nuevamente llevo a un
hombre y no a una mujer llevando un carro con mercancía. Vuelvo a ver
afroamericanos atendiendo en los locales. Hay un local donde venden comida
para perros y otro donde venden cuestiones de plástico (vasos, bolsas, platos
de cumpleaños etc.) además, al medio hay muchísimos puestos no establecidos,
sin nombre, donde las personas venden cuestiones como cargadores y carcazas
de celular, calcetines, gorros, etc. Y lo más probable es que no estén
autorizados. Dejamos la vega porque ya tenemos ganas de almorzar, iremos a
comer al Tirso de molina.
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Transcripción cuaderno de campo, Visita 2: Jueves 24 de
Septiembre desde alrededor de las 18:00 PM.
Debido a que a la hora en que visitamos el lugar, algunos de los puestos estabancerrados, gracias a eso lo primero que nos llamó la atención fue ver cómo quedan
muchos restos de basura en los pasillos de la vega, los cuales se podían apreciar
ya que el flujo de personas era menor, entre ellos había restos de fruta, verduras,
también la fruta en mal estado estaba ahí botada por lo que el olor era molesto,
además habían vasos y platos desechables botados que asumimos que quedan
cuando los comerciantes comen en sus puestos y no son capaces de botarlos, y la
gente que también aporta para ello.
Los comerciantes que se encontraban más cercanos a la entrada nos quedaban
mirando como sorprendidos de que anduviéramos a esa hora visitando la Vega,
algunos se encontraban agrupados conversando, riendo, y se decían palabras y
chistes groseros. En otras partes algunos estaban conversando casi de extremo a
extremo, también diciéndose chistes, como es normalmente allí.
Adentrándose un poco más se nota el contraste que existe en el ambiente con
respecto a la visita de hace dos días atrás, por causa del horario y como ya se dijo
había menos gente, el ambiente era más “apagado”, es decir los comerciantes ya
no anuncian a gritos sus productos, excepto algunos que nos decían “Socio nos va
quedando lo último del día aproveche”.
A medida que se recorren los pasillos se observa que los puestos no tenían nombres
formales como se ve normalmente en un recinto de comida en la calle, si no que
eran nombres más populares, como por ejemplo “Donde La Luchita”
En los que había un hombre y una mujer a cargo, la mujer se encontraba ordenando
el lugar y el perímetro, y el hombre se encargaba de vender, pero al momento de
pagarles le entregaban el dinero a la señora. La mayoría de los hombres que
observamos parecían ser extranjeros, de piel morena, de estatura un poco más alta
que el promedio de nuestro país y delgados, además no hablaban mucho con los
clientes, solo decían el precio y respondían lo preciso ante preguntas, en cambio
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los que se notaba que eran Chilenos (porque presentaban las características físicas
y por el lenguaje) se comportaban más interactivos con el público, anunciaban su
venta, caracterizaban bien lo que vendían, eran más amables, más cercanos con la
gente.
Con respecto a las mujeres eran casi todas de contextura un tanto gruesa, bajas
de tez morena, parecía que la mayoría superaba los 40 años, vestían con ropa
liviana como por ejemplo buzos. Ellas no interactuaban mucho con los clientes
cuando compartían su local con un hombre, como se dijo anteriormente se
dedicaban más a las labores de limpieza en ese momento, por el contrario en donde
habían mujeres solas en un puesto las damas se comportaban más cercanas al
cliente, anunciaban sus productos casi de igual forma que como lo hacían los
hombres (gritando).
A esa hora había guardias que se encontraban deambulando los sectores,
específicamente más cerca de los puestos que ya se encontraban cerrados, no
había ninguna mujer que desempeñara este rol. Los guardias eran de estatura
mediana, un tanto gordos, todos vestían de uniforme, no conversaban con la gente,
para ser más exactos no saludaban.
Con respecto a la gente que se encontraba visitando la vega en calidad de clientes,
eran casi todos con las mismas características, que denotaban ser de clase media,
que usaba lenguaje informal para expresarse, responden a las bromas que les
hacían los vendedores y se insertan fácilmente en ese ambiente; quizás es un poco
prejuicioso pero por lo que se observa caían dentro de estos parámetros. Había
harta gente extranjera. Se observaba que la gente no cuida mucho su cuerpo, se
notaba claramente que no hacen ejercicios o que comen en exceso, la presentación
personal era un tanto pobre, por ejemplo se dejaba ver en el aspecto del pelo, de
las uñas, las mujeres se notaba que casi no usan maquillaje.
También la presencia de perros era abundante, había casi un perro por pasillo,
comiéndose los restos de cualquier cosa que hubiera. Llama mucho la intención de
que pareciera que a nadie le importe, ya que no los ahuyentan, es más, casi al final
del recorrido al momento de pasar cerca de una carnicería, justo uno de los
trabajadores le estaba tirando carne a los perros.
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Luego de completar el tiempo que había que permanecer ahí, la retirada es más fría
ya con mucho silencio en los pasillos de La Vega, aunque igual hay gente los
vendedores ya casi ni hablan ni ofrecen sus productos. Se registraron unos dibujos
del lugar y se da por terminada la visita.
Transcripción cuaderno de campo, Visita 3 Viernes 25 de
septiembre, 12 PM.
Previo a ingresar a "la vega", se logró observar que en los lugares cercanos existía
gran cantidad de basura en el suelo, habían 5 perros en la calle de ingreso
recostados sobre la vereda, previo a ingresar además se veía gente salir con bolsas
desde el interior, en su mayoría mujeres, entre ellas, una señora de unos 70 años,
de aspecto cansado y dorso encorvado, la cual en un carro llevaba la mercancía
obtenida en el lugar. Nos acercamos a ella para preguntarle si solía comprar ahí
menesteres, a lo cual con una dulce voz nos respondió que “desde que tenía
memoria” ese era el lugar donde adquiría principalmente frutas, verduras y
hortalizas; además nos señaló que solía de pequeña ir ahí con su madre, nos
comentó adicionalmente que le gustaba ir ahí porque “le vendían con las tres b:
Bueno, bonito y barato”, y además que “conocía a los caseros y ellos la conocían
también”.
Luego, tras ingresar al recinto se apreció que continuaba lo descrito anteriormente,
en el interior se podía ver gran cantidad de perros igual, basura en el suelo, y en un
sector 5 niños jugando con una pelota, al avanzar unos pocos pasos en un pasillo,
no tardó un vendedor en acercarse y ofrecernos “mandarinas maduritas y baratitas”,
nos detuvimos en ese puesto. Se veía en su interior a una mujer preparando bolsas
con ensaladas, un equipo de música, y un gato sobre una mesa en el interior. El
hombre, de aspecto gentil, estatura baja y unos 40 años, nos pesó un kilo ofreciendo
“sacar no mí’ ” , tras pesar la fruta, le dijo a nuestra compañera: “mil pesos, mi reina”,
al entregarle el dinero logramos percatarnos de que sus manos eran ásperas y uñas
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sucias. Antes de entregarnos la bolsa, depositó en ella “dos mandarinas de yapa”,
a lo cual agradecimos.
Al continuar caminando se escuchaban conversaciones entre los comerciantes, de
un puesto a otro, se apreciaba compañerismo en su hablar. En el final del pasillo
nos percatamos de que existía gran cantidad de basureros, los cuales no estaban
llenos y a pesar de ello existía basura alrededor de ellos.
Nos sentamos y observamos que en esta ocasión la mayoría del público eran
mujeres, algunas acompañadas de niños pequeños, otras con coches, se veía un
trato muy cordial por parte de los vendedores, los cuales en casi todo momento
salían a buscar a la clientela.
Luego de un rato un grupo de perros se nos acercó, lo cual nos obligó a pararnos.
Nos detuvimos en un puesto en el cual estaban atendiendo “una dama”, como se
refería el locatario a su cliente. Logramos apreciar que el vendedor realizaba
cálculos matemáticos de forma rápida y mental, la dama le entregaba el dinero,
confiando plenamente en el cálculo realizado por el señor. Fue nuestro turno.
Pedimos algunas cosas para comprar, en tanto le realizamos preguntas, entre los
cual relató que llevaba más de 20 años trabajando en el lugar y que le gustaba lo
que hacía. Al fijarnos en su dentadura nos percatamos de que carecía de algunas
piezas dentarias, por otra parte, tenía un diente de oro. Al pagar, nuevamente
apreciamos la aspereza de las manos, al mirar el billete dijo “¿tiene sencillo de
casualidad?” a los cual respondimos que no, gritó a quién parecía su esposa: “Lucí,
tráeme sencillo de a die’ porfa’ “. La mujer trajo el dinero en billetes de mil pesos.
Nos entregó el vuelto, seguimos caminando. Una práctica habitual era “ir a sencilla”
donde otros locatarios.
Al poco caminar nos percatamos de un señor que vestía ropa elegante, era alto,
tenía tez muy blanca y cabello castaño; nos acercamos a él a conversar. Nos
comentó que en lo personal le gustaban mucho los productos de la Vega, por sobre
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los ofrecidos en los supermercados ya que consideraba que eran productos más
naturales, expuestos a menos intervenciones genéticas y además los productos
eran más de menor precio. Se notaban que los productos eran frescos, nos contó
que de los tres años que lleva comprando aquí, nunca ha tenido un problema con
algún producto. Le agradecimos y continuamos caminando.
En esta ocasión vimos cómo los vendedores les daban comida a los perros,
especialmente en el sector de carnicería, en rededor del cuál había gran cantidad
de carne en el piso y perros recostados. Seguimos caminando y se acercó un grupo
de gente ebria para pedirnos “una monedita’ paz’ un copetito”, interacción tras la
cual nos agradecieron, luego siguieron embriagándose. Vestían con ropas viejas,
presentaban olor a orina y abundante barba.
Vimos nuevamente un gato bien cuidado en un puesto, esta vez preguntamos al
dueño del local el motivo por el cual tenía un gato, él nos explicó que la mayoría
tenía gatos para espantar de esa forma a los ratones, según señalaba “los ratones
al sentir siquiera el olor de los gatos se espantan”.
Comenzamos el éxodo, mientras caminamos, se nos acercaban “caseros” a
ofrecernos sus productos, los cuales cedían al escuchar nuestro “no, muchas
gracias”. Al salir había menor cantidad de perros y los niños ya no estaban jugando.
Los pasillos estaban más sucios y así todo el recorrido hasta la salida del lugar.
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Imágenes: fotografías e ilustraciones de cuaderno de campo.
Imagen 1
Entrada de la vega vista desde
afuera
Imagen 2
Entrada de la vega vista
desde dentro
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Imagen 3
Gato recostado en puesto de
comida
Imagen 4
Perro paseándose dentro de la vega.
Dos hombres mayores usando boinas
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Imagen 5
Joven de apariencia extranjera
formando parte del grupo laboral.
Imagen 6
Joven de apariencia extranjera
formando parte del grupo laboral
Imagen 7
Hombre de unos cuarenta años en
actividad laboral de pelar verduras
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Imagen 8
Adelante se ve clienta femenina, de
apariencia extranjera, y utilizando el
común carro de dos ruedas de tela.
Al fondo, interacción entre vendedor
masculino de apariencia extranjera y
clienta también aparentemente
extranjera.
Imagen 9
Venta de carros de tela de dos ruedas
a la salida de La Vega.
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Imagen 10
Hombre joven, sin polera, trabajando
en la descarga de mercancía desde u
camión.
Imagen 11
Evidencia de uso de distintos carros para
llevar distintas cantidades de mercancías: a
la derecha un gran carretón y a la izquierda
un carro de supermercado.
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Imagen 12
Hombres de entre 40 y 50 años
ayudándose entre ellos para cargar
mercancía en carretón: se observa
contraste respecto a la imagen 10, don
descarga de mercancía se realiza por u
hombre joven sin la ayuda de un
com añero
Imagen 13
Hombre de entre 40 y 50 años limpiando
con escoba de madera la basura orgánica
del piso. Utiliza un gran balde sobre un
carro con ruedas para botar la basura
recogida.
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Imagen 14
Hombres de entre 40 y 50 años conversando formando parte del grupo laboral. Se puede observar e
uso de jockeys y un gorro de lana, además de una calculadora sobre el puesto de los tomates.
Imagen 15
Se puede apreciar grupo clientela y la predominancia en él del sexo femenino.
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Imágenes 16, 17, 18 y 19:
Se observa a un hombre cantando, armado
de un micrófono y un carro con un parlante y
un recipiente donde recibe los aportes del
público.
Se observa también la tendencia a acercarse
y coquetear mediante el canto y gestos con
las mujeres que pasan cerca de él.
Imagen 16
Imagen 17
Imagen 18
Imagen 19
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Dibujo 1
Anciano mayor usando boina y revisando
papeles mientras atiende un puesto
Dibujo 2
Hombre de alrededor de treinta años, al
parecer en descanso, se encontraba
conversando con compañeros cuando se
dibujó.
Dibujo 3
Mujer de unos 50 años, llevando carro con
mercancía y bolsas amarradas a él.
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Bibliografia
(1) http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-95166.html
(2) http://www.lavegacentral.com/33/index.php
(3) http://www.guioteca.com/vida-en-santiago/la-vega-simbolo-de-la-identidad-nacional/
(4) http://reportescomunales.bcn.cl/2012/index.php/Recoleta
(5)“ Barrios y población inmigrantes : el caso de la comuna de Santiago” : Daisy Margarit
Segura , Karina Bijit Abde. Revista invi Nº 81 / August 2014 / Volume Nº 29: 19-77
(http://www.scielo.cl/pdf/invi/v29n81/art02.pdf)
(6) “El trabajo de campo etnográfico en salud una aproximación a la observación
participante” ; Manuel Amezcua
(7) “Recompensas del cuaderno de campo”; P. Azagra.