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Departamento de Obstetricia y Ginecología, Pediatría, Radiología y Anatomía Programa Doctorado en Medicina e Investigación Traslacional TESIS DOCTORAL EVALUACIÓN DE LOS FACTORES CLÍNICOS Y ECOGRÁFICOS PREDICTIVOS DEL RESULTADO DE LA INDUCCIÓN DEL PARTO EN GESTACIONES ÚNICAS Presentada por FEDERICO EZEQUIEL MIGLIORELLI FALCONE Para obtener el título de Doctor en Medicina Julio 2019 Directora: PROFESORA MONTSE PALACIO RIERA

EVALUACIÓN DE LOS FACTORES CLÍNICOS Y ECOGRÁFICOS

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Page 1: EVALUACIÓN DE LOS FACTORES CLÍNICOS Y ECOGRÁFICOS

Departamento de Obstetricia y Ginecología, Pediatría, Radiología y Anatomía Programa Doctorado en Medicina e Investigación Traslacional

TESIS DOCTORAL

EVALUACIÓN DE LOS FACTORES

CLÍNICOS Y ECOGRÁFICOS PREDICTIVOS

DEL RESULTADO DE LA INDUCCIÓN DEL

PARTO EN GESTACIONES ÚNICAS

Presentada por

FEDERICO EZEQUIEL MIGLIORELLI FALCONE

Para obtener el título de Doctor en Medicina

Julio 2019 Directora:

PROFESORA MONTSE PALACIO RIERA

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AGRADECIMIENTOS

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Barcelona, 26 de mayo de 2019 Profesora Montse Palacio Riera Jefa de Sección de Medicina Materna Servei de Medicina MaternoFetal Institut Clínic de Obstetrícia, Ginecologia i Neonatologia BCNatal | Barcelona Center for Maternal Fetal and Neonatal Medicine Hospital Clínic and Hospital Sant Joan de Déu, Universitat de Barcelona

Por la presente declaro que Federico Ezequiel Migliorelli Falcone ha realizado, bajo mi supervisión, los estudios presentados en la tesis doctoral Predicción del resultado de la inducción del parto a término en gestaciones únicas. Esta tesis ha sido estructurada siguiendo la normativa de presentación como compendio de publicaciones para obtener el título de Doctor en Medicina y los artículos mencionados están listos para ser presentados al Tribunal. Profesora Montse Palacio Riera Directora de Tesis

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PRESENTACIÓN

La presente tesis ha sido estructurada, siguiendo la normativa de Tesis Doctoral, como

compendio de publicaciones para obtener el título de Doctor en Medicina. Ha sido aprobada

por la “Comissió de Doctorat de la Facultat de Medicina” el XX de XXXXX de 2019. Los proyectos

de investigación incluidos en esta tesis pertenecen a una misma línea de investigación, lo que

permitió la publicación de tres artículos en revistas internacionales.

Artículo 1

Baños N, Migliorelli F, Posadas E, Ferreri J, Palacio M. Definition of failed induction of labor and

its predictive factors: two unsolved issues of an everyday clinical situation. Fetal Diagn Ther.

2015;38(3):161-9. DOI: 10.1159/000433429.

Estado: Publicado. Factor de impacto de la revista (2015): 2,700, 1r cuartil.

Artículo 2

Migliorelli F, Baños N, Angeles MA, Rueda C, Salazar L, Gratacós E, Palacio M. Clinical and

sonographic model to predict cesarean delivery after induction of labor at term. Fetal Diagn Ther.

2018 October 5:1-9. DOI: 10.1159/000493343.

Estado: Publicado. Factor de impacto de la revista (2017): 1,813, 3r cuartil.

Artículo 3

Migliorelli F, Rueda C, Angeles MA, Baños N, Posadas DE, Gratacós E, Palacio M. Cervical

consistency index and risk of cesarean delivery after induction of labor at term. Ultrasound

Obstet Gynecol. 2019;53:798-803. DOI: 10.1002/uog.20152.

Estado: Publicado. Factor de impacto de la revista (2017): 5,654, 1r cuartil.

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ÍNDICE

1. INTRODUCCIÓN 11 1.1. La inducción del parto: Una situación frecuente en obstetricia 13

1.2. El procedimiento de inducción 15

1.2.1. La evaluación del estado cervical 16

1.2.2. La maduración cervical 17

1.2.2.1. Dispositivos mecánicos 18

1.2.2.2. Métodos farmacológicos 18

1.2.2.3. Otros métodos 19

1.2.3. La estimulación de la dinámica uterina 20

1.2.4. El protocolo de actuación 21

1.3. El problema clínico: el fracaso de inducción 23

1.3.1. Problema 1: La definición del fracaso de inducción 23

1.3.2. Problema 2: La predicción del fracaso de inducción 26

1.3.3. Problema 3: Las nuevas herramientas 30

2. HIPÓTESIS 33 2.1. Hipótesis principal 35

2.2. Hipótesis específicas 35

3. OBJETIVOS 37 3.1. Objetivo principal 39

3.2. Objetivos específicos 39

4. MÉTODOS 41 4.1. Estudio 1 43

4.2. Estudio 2 43

4.3. Estudio 3 45

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5. ARTÍCULOS 47 5.1. Artículo 1: Definition of failed induction of labor and its predictive

factors: two unsolved issues of an everyday clinical situation 49

5.2. Artículo 2: Clinical and sonographic model to predict cesarean delivery after induction of labor at term 61

5.3. Artículo 3: Cervical consistency index and risk of cesarean delivery after induction of labor at term 73

6. RESULTADOS 81 6.1. Artículo 1: Definición del fracaso de inducción y de sus factores

predictivos: dos problemas no resultados de la práctica clínica diaria 83

6.2. Artículo 2: Modelo clínico y ecográfico para predecir el parto por cesárea después de la inducción del parto a término 84

6.3. Artículo 3: Índice de consistencia cervical y riesgo de cesárea después de la inducción del parto a término 85

7. DISCUSIÓN 87 7.1. El interés de la predicción 89

7.2. El resultado de la inducción 90

7.3. Predictores individuales del éxito de la inducción del parto 92

7.4. Los modelos de predicción 96

7.5. La interpretación del modelo y la elección de los puntos de corte 98

7.6. Nuevas herramientas: El Índice de Consistencia Cervical 99

7.7. Puntos fuertes y limitaciones de los estudios 101

7.8. Posibles aplicaciones y perspectivas de futuro 103

8. CONCLUSIONES 105 8.1. Artículo 1 107

8.2. Artículo 2 107

8.3. Artículo 3 107

9. REFERENCIAS 109

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INTRODUCCIÓN

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1. INTRODUCCIÓN

1.1. La inducción del parto: Una situación frecuente en obstetricia

El embarazo humano dura, considerando como inicio la fecha de última menstruación,

una media de 285 días1 y finaliza con el parto. Los mecanismos que desencadenan este proceso

no aún del todo bien conocidos2 y no existe consenso aún sobre la definición de las condiciones

que deben darse para definir el inicio del trabajo de parto3. A pesar de ello, en la práctica clínica

habitual, se considera que esta situación se ha desencadenado cuando se produce la

combinación entre la presencia de contracciones uterinas regulares (de 2 a 3 cada 10 minutos)

junto a determinadas modificaciones del cuello del útero, que incluyen el acortamiento (mínimo

del 50%) y la dilatación (superior a 3-4 cm)3.

Aunque se trata de un proceso fisiológico del cual cabe esperar que se inicie hacia el

final del embarazo sin que medien intervenciones, en determinadas ocasiones no es posible

esperar el comienzo espontáneo de los mecanismos que llevan al nacimiento. La inducción del

parto será, entonces, el procedimiento médico-obstétrico que tendrá como objetivo finalizar el

embarazo, con intención de que se produzca el nacimiento por vía vaginal, mediante la

utilización de medios mecánicos o farmacológicos. Las situaciones clínicas en las que se

contempla esta conducta son múltiples, incluyendo el embarazo postérmino, la rotura

prematura de membranas, los estados hipertensivos del embarazo, la diabetes mellitus, la

restricción del crecimiento intrauterino fetal o la gestación gemelar, entre otros. En todas ellas,

la indicación sobreviene cuando los riesgos de continuar con la gestación son mayores que los

derivados del nacimiento o de la inducción del parto, ya sea para la madre o para el feto4–6.

Figura 1. Evolución de la proporción (expresada en %) de partos inducidos (sobre el total de partos) en Estados Unidos (1992 – 2017). Datos obtenidos del Center for Disease Control and Prevention7,10–34.

11,4

13,414,7

1616,9

18,419,2 19,8 19,9 20,5 20,6 20,6 21,2

22,3 22,5 22,8 23,1 23,2 23,4 23,2 22,8 23 23,2 23,8 24,525,7

0

5

10

15

20

25

30

1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012 2014 2016 2018

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14

La incidencia de este procedimiento ha ido aumentando a lo largo de los últimos años,

llegando a representar en torno al 25% de los partos que se producen en países desarrollados7

(Figura 1). Los motivos que explican este incremento no son del todo conocidos e incluyen

razones clínicas, así como motivos no médicos. En relación con los primeros, cabe destacar que

un gran número de indicaciones obstétricas para la inducción del parto no son absolutas. De

esta manera, en el momento en que se presentan signos iniciales de determinadas

complicaciones, puede optarse por la finalización del embarazo, en lugar de esperar al inicio

espontáneo del parto o de la presentación clínica completa de la patología obstétrica (por

ejemplo, induciéndose tras el diagnóstico de una hipertensión gestacional con el objetivo de

evitar la aparición de una preeclampsia)8, evitando así la evolución desfavorable del problema.

Sin embargo, la tasa de crecimiento de estas indicaciones ha sido más lenta que el aumento

global, lo que sugiere la existencia de otras causas, fuera de la esfera estrictamente médica, que

justifican la tendencia actual. Consecuentemente, la facilidad de acceso a los métodos de

maduración cervical, la presión de las pacientes, el temor a las demandas judiciales o la

conveniencia de los obstetras podrían desempeñar un papel en el incremento de las

inducciones9.

Figura 2. Proporción de pacientes cuyos partos finalizan en cesárea [inducción del parto (IOL) versus inicio espontáneo del parto (Esp.)], según la edad gestacional (truncada a la semana). Se excluyen las cesáreas electivas. Debajo de la línea temporal se presentan las proporciones (y entre paréntesis, el número absoluto) de partos iniciados de manera espontánea (en la línea superior, en verde) y aquellos que han requerido una inducción (en la línea inferior, en naranja), en función de las diferentes edades gestacionales. Datos extraídos de las historias clínicas de los partos producidos en la Maternidad del Hospital Clínic de Barcelona, entre junio 2014 y diciembre 2015. No publicado.

Posiblemente, existe un tercer factor que ha tenido impacto sobre el incremento de las

indicaciones de inducción del parto. Clásicamente, se ha considerado a este procedimiento

como un factor de riesgo para la finalización mediante cesárea y, por lo tanto, como uno de los

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15

procedimientos responsables del incremento de los partos por esta vía35. Es cierto que, si se

compara la proporción de cesáreas en las pacientes que inician trabajo de parto de manera

espontánea con aquellas que han sido inducidas, los nacimientos producidos por esta vía son

más frecuentes para estas últimas (Figura 2).

Sin embargo, varias revisiones han puesto en duda estas conclusiones36,37. De hecho,

este planteamiento parte de una premisa difícil de trasladar a la práctica clínica: si bien la

inducción es una medida que se toma entre el médico y la paciente, y permite cierto grado de

planificación, el inicio espontáneo del parto es un evento inesperado, por lo que no es una

opción contemplable en la toma de decisiones. Consecuentemente, en los estudios más

recientes, se ha comenzado a estudiar la inducción del parto contra su verdadera alternativa

clínica: el manejo expectante de la gestación, con la opción de finalización posterior en el caso

en el que no se produjese el inicio espontáneo del parto en un determinado momento

(habitualmente en torno a las 41 semanas de embarazo). Así, se ha visto que una actitud activa,

en determinadas situaciones clínicas36,38, favorece la reducción en el número global de cesáreas

realizadas a término.

En este sentido, las conclusiones del estudio ARRIVE38 son especialmente

ejemplificadoras. Este trabajo muestra que la inducción electiva del parto a las 39 semanas no

solo no conlleva peores resultados neonatales, sino que, secundariamente, disminuye el

número global de cesáreas. Si bien el coste-efectividad de una implementación masiva de un

protocolo de inducción universal a las 39 semanas aún no ha sido evaluado (en términos de

ocupación de las salas de hospitalización y de parto), estos resultados ponen en entredicho las

reticencias respecto a las inducciones electivas. Por lo tanto, es posible que la repercusión de

estos resultados, junto con la tendencia global, implique una causa adicional de incremento de

las indicaciones de inducción del parto.

1.2. El procedimiento de inducción

El manejo de las mujeres que ingresan en los servicios de obstetricia para la inducción

del parto se resume en tres momentos concretos: la evaluación del estado cervical, el inicio del

procedimiento mediante una fase inicial de maduración del cuello del útero, y una segunda

etapa de estimulación de la dinámica uterina39–45 hasta que se produce el nacimiento, aplicados

de forma secuencial según las guías clínicas del centro hospitalario en el que se realice la

inducción.

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1.2.1. La evaluación del estado cervical

El cuello del útero es evaluado antes de empezar la inducción del parto con la intención

de establecer el grado de madurez cervical. Durante la gestación, de manera fisiológica, la

histología de este órgano se modifica paulatinamente en un proceso que se acelera en el

término y culmina con la dilatación completa46. Los principales cambios microestructurales

afectan a la matriz extracelular e incluyen la remodelación de la disposición de las fibras de

colágeno, junto con una progresiva captación hídrica y un aumento de la vascularización, lo que

conlleva la hipertrofia del estroma cervical y la hiperplasia e hipertrofia de la arquitectura

glandular. Así, el cérvix se ablanda gradualmente durante la gestación, modificándose de

manera acelerada en el momento del parto (Figura 3)47.

Figura 3. Estadios de remodelación cervical durante el embarazo. Imagen obtenida y modificada con permiso del autor (Word RA et al.) de Semin Reprod Med, 200746. AH: ácido hialurónico; GAGs: Glucosaminoglicános; SONI: Sintasa de oxido nítrico inducida; IL-8: Interleucina 8.

De esta manera, previo al inicio del trabajo de parto, el cuello del útero se encuentra

habitualmente cerrado, en posición posterior, con toda su longitud y, generalmente, con una

consistencia que, subjetivamente, puede considerarse como dura. A medida que se avanza en

el tercer trimestre y, sobre todo, próximo al inicio del trabajo de parto, el cérvix va dilatándose,

orientándose en dirección anterior, acortando su longitud y disminuyendo su consistencia. Esta

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17

transición se conoce como maduración cervical y es el fenómeno que, junto con las

contracciones uterinas, es necesario para definir el inicio del trabajo de parto3.

La evaluación de las condiciones cervicales fue resumida en 1964 por Edward Bishop en

una puntuación que otorga un valor a cada una de cinco condiciones evaluadas mediante el

tacto vaginal (Tabla 1)48:

Característica 0 puntos 1 punto 2 puntos 3 puntos Dilatación (cm) 0 1 – 2 3 – 4 > 4 Consistencia Rígido Medio Blando - Posición Posterior Media Anterior - Acortamiento (%) 0 – 30 40 – 50 60 – 70 ≥ 80 Altura de la presentación -3 -2 -1 o 0 +1 o +2 Tabla 1. Puntuación de cada uno de los componentes de la puntuación de Bishop, descrita según el artículo original publicado en 1964. La altura de la presentación se valora en función de la distancia del punto guía a las espinas ciáticas de la madre (estación 0).

Como puede deducirse de la Tabla 1, esta puntuación oscila entre 0 y 13 puntos, y es

directamente proporcional al grado de madurez del cérvix. Aunque inicialmente fue diseñada

para valorar a las pacientes multíparas a término, este método fue asimilado por diversos

protocolos con el objetivo de sistematizar la evaluación del cérvix en diferentes situaciones,

como la amenaza de parto prematuro, el inicio espontáneo del parto o la inducción. Así, hoy en

día, la puntuación de Bishop sigue siendo el principal elemento de valoración previo al inicio de

este último procedimiento y se utiliza para definir el estado de madurez de cérvix: con un Bishop

por debajo de un punto de corte entre 4 y 6, el cérvix se considerará desfavorable (o inmaduro).

A estas mujeres se les ofrecerá la posibilidad de realizar una fase de maduración cervical previa

-ya que esto mejora los resultados de la inducción49-, mientras que a las otras (cuyos cuellos ya

se consideran maduros) se las inducirá a través de la estimulación de la dinámica uterina

mediante el uso de oxitocina39–45.

1.2.2. La maduración cervical

En las mujeres con cérvix desfavorable, la inducción del parto se abordará con el objetivo

inicial de mejorar de las condiciones locales, es decir, la maduración del cuello del útero.

Actualmente, este fin puede conseguirse mediante la utilización de dispositivos mecánicos,

colocados directamente a nivel del cuello del útero, o mediante la administración de fármacos,

aplicados localmente o por vía sistémica.

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18

1.2.2.1. Dispositivos mecánicos

Este tipo de dispositivos para la inducción del parto consiguen su objetivo mediante tres

mecanismos: la dilatación mecánica del cérvix, el despegamiento de membranas (que estimula

la producción local de prostaglandinas de manera similar a la maniobra de Hamilton50) y la

estimulación de la secreción endógena de oxitocina mediante el estímulo del reflejo de

Ferguson51,52 (mecanismo de regulación neuroendocrino retroalimentado por el cual la presión

sobre el orificio cervical interno estimula la secreción de oxitocina a nivel de la neurohipófisis53).

El método más utilizado, de los que se engloban dentro de este grupo, es la sonda de

Foley transcervical. Una vez colocada dentro del cérvix, con el balón inflado por encima del

orificio cervical interno, se realiza una ligera tracción caudal intermitente, la cual debe ser

realizada por la paciente. Para evitar este último extremo, un sistema de doble balón fue

diseñado, de manera que la sonda queda situada a nivel del cuello gracias a un primer globo que

se infla a nivel del orificio cervical interno y un segundo a la altura del interno. De esta manera,

la presión es ejercida de manera continua54. Sin embargo, la efectividad de un método sobre el

otro no ha sido demostrada55–58.

Otros métodos mecánicos han sido descritos, entre los que incluyen la instilación de

suero fisiológico a través de la sonda (con la intención de incrementar el despegamiento de

membranas) y la utilización de dilatadores osmóticos. Los resultados con los primeros han sido

variables, mientras que los segundos no han demostrado mejorar los resultados obtenidos con

placebo, por lo que su uso no se recomienda59–61.

1.2.2.2. Métodos farmacológicos

A nivel del cuello uterino, la aplicación de prostaglandinas estimula el remodelado del

colágeno, la hidratación tisular y los cambios a nivel de los glucosaminoglicanos de la matriz

extracelular, lo que acarrea el ablandamiento, el acortamiento y la dilatación del cérvix uterino,

emulando los mecanismos con los cuales se inicia el trabajo de parto (Figura 3). Además, podrían

tener un efecto sobre el miometrio, lo que facilitaría la contractibilidad uterina y la respuesta a

la estimulación oxitócica49.

Los análogos de las prostaglandinas utilizados para la inducción del parto son la

Dinoprostona (Prostaglandina E2 – PGE2) y el Misoprostol (Prostaglandina E1 – PGE1). La

Dinoprostona se administra, generalmente, por vía vaginal, en forma de gel o de dispositivos de

liberación retardada, mientras que el Misoprostol suele emplearse en comprimidos por vía oral

o vaginal. La elección de un fármaco u otro, así como de la vía de administración, depende de la

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19

situación clínica, de las preferencias del centro y de la disponibilidad del medicamento. Son

fármacos que se consideran seguros, aunque la principal preocupación radica en el riesgo de

hiperestimulación uterina, con o sin repercusión fetal62.

Otros fármacos han sido utilizados con este fin. Destaca, entre ellos, la Mifepristona (RU-

486), un antiprogestágeno utilizado en la interrupción del embarazo. Sin embargo, la evidencia

que concierne a la inducción del parto con feto vivo es limitada e insuficiente, por lo que su

utilización no esta justificada63. De la misma manera, los fármacos donantes de oxido nítrico

tampoco han demostrado una eficacia adecuada en este campo64. Otros fármacos como la

Hialuronidasa, los Corticoides o los Estrógenos han sido ensayados, pero carecen de cuerpo de

evidencia para su utilización40,65.

1.2.2.3. Otros métodos

La amniotomía (o ruptura artificial y deliberada de las membranas amnióticas) es un

procedimiento invasivo que requiere cierto grado de dilatación cervical para su realización. Es

un mecanismo que parece eficaz, aunque suele requerir mayor estimulación oxitócica posterior

que las prostaglandinas66–68. Sin embargo, debido al riesgo de infección intra-amniótica, se

recomienda limitar su uso a situaciones clínicas particulares, sobre todo cuando no esté indicado

el uso de métodos farmacológicos de maduración cervical42.

Similar al efecto que producen los balones transcervicales, es posible, mediante tacto

vaginal, realizar el despegamiento de las membranas amnióticas del segmento uterino inferior

con el fin de iniciar el trabajo de parto. Esta maniobra (también conocida como maniobra de

Hamilton) busca incrementar la secreción local de prostaglandinas, al liberarse PGF2a de la

decidua. Su realización a las 40 semanas de gestación parece favorecer el inicio espontáneo del

parto, disminuyendo así la prevalencia de gestaciones post-término50.

Por otra parte, se han probado otros métodos para la inducción del parto, entre los que

se incluyen las relaciones sexuales69, la estimulación del pezón70, la homeopatía71 o la

acupuntura72, sin que ninguno de ellos disponga de evidencia suficiente para su recomendación.

La elección de un método de maduración cervical u otro depende del contexto clínico y

de la experiencia del centro, así como de la legislación local. En términos de efectividad, tanto

los dispositivos mecánicos como los mecanismos farmacológicos han mostrado resultados

similares61,73,74, incluso cuando se han utilizado de manera combinada o secuencial75–81. Cabe

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20

introducirse el matiz de que los métodos mecánicos podrían presentar un perfil de seguridad

más adecuado, al haberse descrito una menor incidencia de episodios de taquisistolia

uterina61,74, hecho que no ha sido confirmado en posteriores metanálisis59.

1.2.3. La estimulación de la dinámica uterina

Si bien los métodos de maduración cervical pueden desencadenar la presencia de

contracciones y el inicio del trabajo de parto, el fármaco principal a la hora de potenciar la

dinámica uterina es la oxitocina.

La oxitocina es un péptido que se produce, de manera natural, en el hipotálamo

posterior y se secreta desde la neurohipófisis. Posee una vida media corta (entre 5 a 12

minutos)82, por lo cual debe administrarse en bomba de perfusión, y debido a su similitud con

la Hormona Antidiurética, puede producir hipotensión o, en caso de administración de altas

dosis, intoxicación hídrica83. Su principal indicación es el mantenimiento y la regularización del

motor del parto, las contracciones, mediante el estímulo sincrónico de los marcapasos uterinos.

Asimismo, puede desempeñar un papel como método de maduración cervical. Sin embargo, en

comparación con la Dinoprostona, cuando se utiliza la oxitocina sobre cuellos desfavorables,

una mayor proporción de partos finaliza en cesárea, por lo que su uso para esta indicación no

está recomendado84.

Finalizada la fase de maduración cervical, en ausencia de dinámica uterina regular (de 2

a 3 contracciones cada 10 minutos) o efectiva (con evidencia de progresión de las condiciones

cervicales), el estímulo de las contracciones se hará mediante la utilización de oxitocina, fármaco

altamente eficaz a la hora de conseguir este objetivo.

1.2.4. El protocolo de actuación

Si bien existen diferencias entre las guías nacionales y los protocolos de cada centro, la

mayoría de las recomendaciones se orientan a dos tiempos de inducción, como se ha comentado

anteriormente (Figura 4).

Al ingreso de la paciente (o después de la indicación de la inducción del parto), se realiza

una primera evaluación de las condiciones cervicales mediante tacto vaginal, que quedan

resumidas en la puntuación de Bishop. Si el cérvix es inmaduro, se iniciará la fase de maduración

cervical. Durante este período, alrededor de un 75% de las pacientes presentarán

modificaciones en su cérvix suficientes como para considerarlo maduro85. Asimismo, un

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21

porcentaje importante iniciará contracciones uterinas, diagnosticándose así el inicio del trabajo

de parto, aunque una amplia proporción de ellas requerirá estimulación oxitócica adicional

durante la conducción del mismo74.

Figura 4. Esquema resumen del proceso de inducción del parto, donde se recogen las duraciones de cada fase y algunas de las indicaciones de cesárea. * Si no se han producido las condiciones cervicales para considerar iniciado el trabajo de parto, es decir, acortamiento del cuello del útero superior al 50% y dilatación cervical superior a 3-4 cm. + Cérvix que, una vez superadas las condiciones iniciales de inicio de parto (dilatación superior a 3-4 cm y acortamiento superior al 50%), permanece en las mismas condiciones de dilatación. Se aplica también a la situación en dilatación completa en la que no se produce un descenso de la presentación y esta no se encuentra a una altura adecuada para proceder a un parto vaginal instrumentado.

En caso de que el cérvix sea favorable después de la primera evaluación, o en aquellas

mujeres en las que se ha agotado la utilización de mecanismos de maduración cervical

(independientemente de las condiciones locales en ese momento), se iniciará la estimulación de

las contracciones mediante el uso de oxitocina endovenosa. Si la dilatación y el descenso de la

presentación continúan de manera adecuada, se conducirá el parto hasta que se produzca el

nacimiento por vía vaginal. Sin embargo, la falta de progresión del mismo define dos situaciones

clínicas diferentes:

a. Fallo de inducción: Tras 12-15 horas de estimulación oxitócica, con contracciones

uterinas regulares y frecuentes (de 2 a 3 cada 10 minutos), no se consiguen condiciones

cervicales compatibles con el inicio de parto (acortamiento del 50% y dilatación superior

a 3-4 cm)86,87.

b. Parto estacionado: Una vez superados los 3-4 cm de dilatación, se produce el

estancamiento de la dilatación o del descenso de la presentación (en dilatación

completa) durante 3-4 horas, pese a la presencia de dinámica uterina adecuada (de 2 a

3 contracciones cada 10 minutos)87.

En cualquiera de los dos casos, se procederá al nacimiento por cesárea (salvo que la

dilatación y la altura de la presentación permitan un parto vaginal instrumentado). Debe

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22

destacarse que, en caso de que la madre o el feto presenten un riesgo vital de aparición aguda,

se indicará la cesárea de manera urgente39–45, salvo que sea posible la extracción por vía vaginal

de manera inmediata.

Si bien la maduración cervical y la estimulación de la dinámica uterina parecen

conformar dos momentos diferentes, los mecanismos utilizados en cada una de las fases

repercuten sobre la otra. Así, no siempre es posible delimitar el momento en que una comienza

y la otra finaliza, ya que hay fenómenos que se producen de manera simultánea88.

De todo lo anterior, se deduce que la duración del proceso no está del todo definida. En

función de los recursos que sean necesarios y de la respuesta a estos, el tiempo que transcurrirá

entre el inicio de la inducción y el parto es variable. Así, más de la mitad de las mujeres estarán

más de 21 horas durante el proceso de inducción; cifra que aumenta si el parto es por cesárea

y que puede llegar, en casos extremos, a sobrepasar las 40 horas (Figura 5)42–44,89.

Asimismo, debe tenerse en consideración que la duración excesiva de la fase latente del

parto (y, por consiguiente, de la inducción) se ha relacionado con problemas en la progresión

del parto, con incremento de la longitud de la fase activa90, con el riesgo de cesárea91, de

corioamnionitis92 y de hemorragia postparto93.

Figura 5. Curvas de supervivencia elaboradas según el método de Kaplan-Meier, evaluando el tiempo desde el inicio de la inducción hasta el parto, según la vía de este último (p<0.001). Las cesáreas realizadas en ambos grupos por indicación urgente se consideran datos censurados. El tiempo máximo para las pacientes que parieron por vía vaginal fue de 41 horas y 18 minutos, mientras que para el grupo de cesáreas fue de 45 horas y 7 minutos. Datos extraídos de las historias clínicas de los partos producidos en la Maternidad del Hospital Clínic de Barcelona, entre junio 2014 y diciembre 2015. No publicado.

Page 23: EVALUACIÓN DE LOS FACTORES CLÍNICOS Y ECOGRÁFICOS

23

1.3. El problema clínico: el fracaso de inducción

A partir de lo expuesto anteriormente, se deduce que existe un grupo de mujeres que

recorrerán un camino que se iniciará con los primeros métodos de inducción, pero del que se

desconoce cómo acabará (la vía del parto) y cuánto tiempo durará. Esta situación define a una

cohorte a la que se le estará ofreciendo un procedimiento cuyo fin -conseguir el parto vaginal-

no será satisfecho de manera adecuada.

Existe, entonces, interés en identificar a este grupo de pacientes, con el objetivo de

ofrecerles un pronóstico adecuado de su inducción y plantear diferentes opciones terapéuticas,

intentando individualizar el manejo, adecuando y orientando los protocolos a las embarazadas,

y no pretendiendo que las gestantes se adapten a las guías clínicas.

1.3.1. Problema 1: La definición del fracaso de inducción

El primer problema que se plantea a la hora de evaluar los resultados de la inducción

del parto es la definición en sí misma del fracaso de inducción. En función de la progresión de la

dilatación cervical, el trabajo de parto puede dividirse en tres momentos (Figura 6)3,94:

Figura 6. Esquema de las diferentes etapas del trabajo de parto. Ø: Dilatación.

a. Fase latente o prodrómica: Comprende desde que el cuello uterino se encuentra sin

modificar hasta los 3-4 cm de dilatación. En el trabajo de parto espontáneo, esta

fase puede durar desde horas hasta semanas, y la presencia de contracciones

uterinas es inconstante. De manera general, es en algún momento de esta fase en

la que se encontrará la mujer a la que se proponga la inducción del parto.

b. Primera fase del parto (Dilatación): Independientemente del descenso de la

presentación, se inicia con el acortamiento cervical superior al 50% y con la

dilatación de 3-4 cm (es decir, con el inicio de las condiciones de parto). Cuando el

parto se inicia de manera espontánea, esta fase suele ser simultánea a la presencia

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24

de contracciones uterinas intensas y regulares. Se considera entonces que, una vez

iniciada en esta etapa, la fase latente se da por concluida y, hasta el nacimiento, se

recorrerá la fase activa del parto.

c. Segunda fase del parto (Expulsivo): Definida a partir del momento en el que la

dilatación cervical alcanza su diámetro máximo (10 cm). Comprende el descenso de

la presentación fetal hasta el nacimiento y se considera la segunda etapa de la fase

activa del parto.

Por lo tanto, a modo general, y dejando de lado las indicaciones urgentes, la cesárea se

decide después del cese en la progresión de las condiciones del parto (parto estacionado). Sin

embargo, los criterios que se utilizan para establecer el diagnóstico dependen de la fase del

trabajo de parto que se encuentra en curso en ese momento (siempre con contracciones

uterinas adecuadas para la progresión normal del parto)95–98:

a. La falta de progresión en expulsivo (segunda fase del parto) no depende de las

condiciones del cérvix, ya que este estará ya en dilatación completa. En este caso,

es la falta de descenso de la presentación fetal la que determina el estacionamiento

del parto. Las causas que pueden ocasionarlo son múltiples (desde distocias de

rotación hasta un tamaño excesivo del feto para la pelvis materna) y su

consecuencia es la falta de encajamiento de la presentación dentro de la pelvis

materna.

b. En relación con las fases latente y de dilatación, el parto estacionado se diagnostica

tras el cese de la progresión de las condiciones de dilatación cervical. En este punto,

las características del cérvix pueden jugar un papel en la capacidad de superar esta

fase, aunque también podría estar determinada por la presión que realiza la

presentación fetal sobre el orificio cervical interno, favoreciendo la dilatación por la

vía mecánica. Así, es probable que una buena progresión de esta fase esté

relacionada con el equilibrio entre las condiciones maternas y la adaptación fetal al

canal del parto.

Entonces, si el éxito de la inducción del parto se plantea en términos de obtención de

un parto vaginal, resulta evidente considerar el fracaso de inducción como la necesidad de

realizar una cesárea. Si bien esta es una aproximación sencilla y de índole práctica, se entiende

que, según lo expuesto anteriormente, no toda cesárea durante el trabajo del parto responde a

la misma indicación. La cuestión es, entonces, establecer cuáles de estas cesáreas son debidas

Page 25: EVALUACIÓN DE LOS FACTORES CLÍNICOS Y ECOGRÁFICOS

25

a la inducción del parto o, en otros términos, a consecuencia del fallo de los mecanismos

artificiales destinados a conseguir el parto vaginal.

Cuando se observa a las pacientes que inician el trabajo de parto de forma espontánea,

la tasa de cesárea es del 13,96%, la cual es similar a los valores que presentan aquellas pacientes

que, tras el método de maduración cervical, entran en fase activa (16,17%, p=0,35*). Esto

invitaría a pensar que, si se supera la fase de maduración cervical, estas mujeres se comportarán

de manera similar a aquellas cuyo parto se ha iniciado espontáneamente. Si se añade el hecho

de que la mayoría de embarazadas presentarán cuellos que se consideran inmaduros según los

criterios habituales99,100, la conclusión sería que el éxito de la inducción del parto podría medirse

en función del éxito en la consecución de la madurez cervical (o en la entrada en la fase activa

del parto), dado que llevaría a las mujeres inducidas a un camino paralelo al de las embrazadas

que inician trabajo de parto de manera espontánea.

Sin embargo, al revisar muchos de los trabajos que abordan cuestiones relacionadas con

la inducción del parto, se observa que existe una amplia variedad de definiciones en lo que se

refiere al fracaso de la inducción (Tabla 2), y aún no existe un consenso entre los profesionales

a la hora de establecer el criterio que determine que el procedimiento ha fracasado93,101–103.

Parto vaginal 69 (45,7%) Duración desde inducción hasta el parto 19 (12,6%) Parto vaginal (algún límite de tiempo) 1 (0,7%) Inicio de fase activa 12 (7,9%) Parto vaginal en 12 horas 1 (0,7%) Inicio fase activa (algún límite de tiempo) 1 (0,7%) Parto vaginal en 18 horas 1 (0,7%) Inicio de fase activa en 9 horas 1 (0,7%) Parto vaginal en 24 horas 27 (17,9%) Inicio de fase activa en 12 horas 3 (2,0%) Parto vaginal en 36 horas 1 (0,7%) Inicio de fase activa en 24 horas 2 (1,3%) Parto vaginal en 48 horas 2 (1,3%) Duración desde inducción hasta fase

activa (fase latente) 4 (2,6%) Parto vaginal en 60 horas 1 (0,7%) Parto vaginal en 72 horas 1 (0,7%) Duración desde fase activa a parto 3 (2,0%) Parto vaginal en 96 horas 1 (0,7%) Cualquier resultado 1 (0,7%) Tabla 2. Resumen de las definiciones de fallo de inducción utilizadas en diversos estudios de predicción de resultados de la inducción del parto35,104–201. Revisión no sistemática de la literatura.

Por lo tanto, el primer problema que se plantea a la hora de predecir el resultado de la

inducción del parto es definir adecuadamente aquello que se considera éxito o fracaso. Esto

tiene una repercusión directa en el diseño e interpretación de los estudios de predicción, ya que

es probable que los mecanismos que afectan al inicio, a la progresión o a la vía del parto sean

diferentes, por lo que los elementos que han mostrado asociación con uno de los efectos

pueden no ser intercambiables con los que explican otros y, evidentemente, no ser

generalizables a todas las definiciones de fracaso.

* Datos extraídos de las historias clínicas de los partos producidos en la Maternidad del Hospital Clínic de Barcelona, entre junio 2014 y diciembre 2015. No publicado.

Page 26: EVALUACIÓN DE LOS FACTORES CLÍNICOS Y ECOGRÁFICOS

26

Además, desde un punto de vista pragmático, la cuestión es valorar si interesa evaluar

la inducción como un procedimiento que afecta fundamentalmente al cérvix, utilizando un

resultado que se base en las primeras modificaciones que llevan al inicio de la primera fase del

parto (es decir, a la fase activa), o si sería más adecuado decantarse por definir el fracaso de la

inducción como la necesidad de realizar una cesárea (en cualquier momento del proceso), con

el fin de proporcionar una información sobre el pronóstico que sirva para una aplicación clínica

práctica y que sea fácilmente comprensible para la mujer y su obstetra.

1.3.2. Problema 2: La predicción del fracaso de inducción

La evidencia reciente ha permitido reducir el estigma que aún pesa sobre la inducción

del parto, por el cual este procedimiento aumenta el riesgo de cesárea. Sin embargo,

independientemente de esto, la proporción de cesáreas en este grupo no es despreciable,

afectando, aproximadamente, al 20-25% de las mujeres inducidas38,40,199. Pese a lo frecuente del

procedimiento y a la alta incidencia de cesárea dentro de este grupo, en la actualidad, no

disponemos de herramientas que nos permitan establecer, a priori, el riesgo que tiene cada

paciente individual de que su inducción fracase.

La vasta mayoría de protocolos contemplan la evaluación inicial de las condiciones

cervicales mediante la puntuación de Bishop39–45,48, a fin de establecer el grado de madurez

cervical y decidir los métodos que se utilizarán para llevar a cabo la inducción. Esta situación

persiste actualmente, a pesar de que se ha demostrado que la puntuación de Bishop subestima

las propiedades del cérvix, lo que conlleva una utilización excesiva de los métodos de

maduración cervical99,100.

Aún así, dado que la puntuación de Bishop se sigue calculando de manera rutinaria, se

ha planteado la evaluación de su utilidad como variable de predicción del resultado de la

inducción. Varios trabajos han analizado la asociación entre este indicador y diversas

definiciones del éxito de la inducción35,99,104–106,108–113,115–121,123,124,127–129,131,133–135,137,138,140,142–

146,148,149,151–153,155–159,162–165,167,170–181,183,187,191–195,197,199–203, pero la evidencia individual de estos

estudios es controvertida y, aunque los metanálisis presentan resultados en ambas direcciones,

la conclusión generalizada es que no es posible predecir adecuadamente el fracaso de la

inducción utilizando la evaluación digital del cérvix166,204.

De la misma manera que ocurre con la puntuación de Bishop, diversos autores han

planteado la posibilidad de que el éxito de la inducción del parto pueda asociarse con

características clínicas de la madre (Tabla 3). Una vez más, la evidencia sigue siendo

Page 27: EVALUACIÓN DE LOS FACTORES CLÍNICOS Y ECOGRÁFICOS

27

controvertida y los resultados de los diversos estudios no son suficientes para establecer una

verdadera relación entre estas variables y el pronóstico de la inducción, posiblemente en

relación con la heterogeneidad de los resultados (las diferentes definiciones del fracaso de

inducción) y la variabilidad presente en la medición de muchas de estas características.

Edad materna Etnia Altura

Peso previo al embarazo Peso al final del embarazo

Ganancia ponderal Índice de masa corporal

Diabetes mellitus Estado de portadora de Streptococcus agalactiae

Peso neonatal

Trastornos hipertensivos Técnica de reproducción asistida

Paridad Cesárea previa

Pérdidas gestacionales previas Rotura precoz de membranas

Indicación de la inducción Edad gestacional

Método de inducción Alteración de la frecuencia cardíaca fetal

Tabla 3. Variables clínicas analizadas por diferentes estudios en relación con el éxito de la inducción del parto, en alguna de sus múltiples definiciones utilizadas en la literatura106,108,109,112–114,116–121,124–129,131,133–136,138–140,142–

146,151,153–159,161–163,165,167–171,173,174,176,177,179–187,189,190,192,194,195,197–201,205.

Así, ante la baja capacidad predictiva de los elementos de la exploración física y con el

auge de nuevas herramientas ecográficas, biofísicas y bioquímicas (fundamentalmente

desarrolladas para el estudio del riesgo de parto prematuro), múltiples estudios se han

interesado en trasladar la experiencia obtenida en el campo de la prematuridad al terreno de la

predicción de los resultados de la inducción del parto (Tabla 4). Las conclusiones de estos

estudios muestran una amplia variabilidad, lo que dificulta establecer el grado de relación que

estas determinaciones presentan con el éxito de la inducción del parto, demostrado a partir del

hecho de que, pese a los múltiples intentos, no haya sido posible introducirlas dentro de los

protocolos de manejo habitual.

Entre todos los parámetros mencionados en la tabla anterior, el más estudiado es la

longitud cervical, medida por vía transvaginal, siguiendo las recomendaciones habituales206. Los

resultados iniciales con esta herramienta parecen prometedores, pero el resumen de la

evidencia realizado posteriormente por Hatfield et al.141 calificó su capacidad predictiva como

limitada para evaluar el resultado de la inducción. Sin embargo, el interés es continuo y existen

más de 50 publicaciones que se centran en valorar la asociación entre la medición de la longitud

cervical y la inducción del parto.

Muchos de los estudios diseñados para evaluar características individuales fueron

concebidos con un objetivo explicativo, con diseños y análisis poco adecuados para el fin

predictivo y con poco o nulo control sobre posibles variables de interacción o de confusión169. A

esto se le añade el problema de la definición del fracaso de inducción, por el cual se intenta que

una misma variable se relacione con procesos que son diferentes y que, como tales, puede haber

Page 28: EVALUACIÓN DE LOS FACTORES CLÍNICOS Y ECOGRÁFICOS

28

factores que los influyan y expliquen de maneras distintas. Todo esto limita la posibilidad de

transferir este conocimiento a la práctica clínica habitual.

Variables ecográficas 105–110,113–117,119–121,123–126,128–132,134–136,138,141–144,146,147,149–152,154,156–159,161–165,167,171–173,176–180,182,183,185,187–

193,195,196,198,200,205

Longitud cervical Presencia de funneling

Identificación del área mucosa cervical Posición cervical

Ángulo cervical anterior Ángulo cervical posterior

Dilatación cervical Diámetro cervical

Área del labio cervical anterior Área del labio cervical posterior

Área cervical total Volumen cervical

Altura de la presentación Grosor del segmento uterino anterior

Peso fetal estimado Variedad de la cabeza fetal

Diámetro biparietal fetal Sexo fetal

Volumen de líquido amniótico Distancia del periné a la calota fetal

Ángulo de progresión Índice de vascularización (Doppler)

Índice de flujo (Doppler) Índice de flujo y vascularización (Doppler)

Variables bioquímicas 111,116,117,121,122,137,145,148,157,161,170,191

phIGFBP-1 Fibronectina fetal

Concentración de E2 y E3 periférica

Variables biofísicas 153,162,172,179,182,183,193

Elastografía cervical (ecografía)

Impedancia eléctrica cervical

Tabla 4. Variables ecográficas, bioquímicas y biofísicas utilizadas en múltiples estudios relacionados con alguna de las definiciones del éxito de la inducción del parto. phIGFBP-1: phosphorylated form of insulin-like growth factor-binding protein-1; E2: estradiol; E3: estriol.

Dado que la capacidad predictiva de los parámetros individuales es limitada, la siguiente

aproximación al problema es la elaboración de modelos de predicción. De esta forma, la

combinación de varias variables permite incrementar el ajuste individual y la capacidad

diagnóstica. Basándose en la utilización clásica de la puntuación de Bishop, algunos autores han

propuesto utilizar versiones simplificadas160,194 o modificadas130 del mismo, pero con resultados

limitados o que no han sido validado en cohortes diferentes a las de creación. Otros grupos han

ampliado el espectro de inclusión de variables y, así, han diseñado modelos matemáticos de

predicción basados en la recogida de múltiples parámetros y su posterior selección utilizando

métodos estadísticos, con el objetivo de integrar variables clínicas y ecográficas en el cálculo de

la probabilidad de cesárea tras la inducción del parto (Tabla 5).

Existe una amplia variabilidad entre las características incluidas en los diferentes

modelos. Sin embargo, todos comparten el hecho de que incluyen parámetros de evaluación

clínica de la embarazada, combinados con algún parámetro (ya sea clínico o ecográfico) de

evaluación del cérvix uterino.

Page 29: EVALUACIÓN DE LOS FACTORES CLÍNICOS Y ECOGRÁFICOS

29

Autor Año N Diseño Variables incluidas AUC

Rane119 2004 604 Prosp. Edad materna Índice masa corporal Paridad

Edad gestacional Puntuación de Bishop Longitud cervical

Ángulo cervical post. Variedad cabeza fetal 0,81

Rane124 2005 822 Prosp. Edad materna Índice masa corporal

Edad gestacional Paridad

Longitud cervical Peso neonatal 0,82

Peregrine131 2006 267 Prosp. Edad materna Altura Índice masa corporal

Paridad Edad gestacional Puntuación de Bishop

Longitud cervical Variedad cabeza fetal Volumen líq. amniótico

0,82

Cheung157 2010 460 Prosp.

Edad materna Altura Índice masa corporal Paridad

Edad gestacional Método de inducción Puntuación de Bishop phIGFBP-1

Longitud cervical Ángulo cervical post. Peso fetal estimado Variedad cabeza fetal

0,79

Laughon160 2011 5610 Retros. Posición cérvix TV Consistencia cérvix TV

Dilatación cérvix TV Acortamiento cérvix TV

Altura presentación TV 0,51

Keepanasseril165 2012 311 Prosp.

Edad materna Índice masa corporal Paridad Edad gestacional Puntuación de Bishop

Posición cérvix TV Consistencia cérvix TV Dilatación cérvix TV Acortamiento cérvix TV Altura presentación TV

Longitud cervical Funneling Ángulo cervical post. Peso neonatal

0,92

Da Rocha167 2013 190 Prosp. Edad materna Índice masa corporal Paridad

Edad gestacional Método de inducción Puntuación de Bishop

Longitud cervical Dilatación cérvix US Altura presentación US

0,80

Tolcher187 2015 785 Retros.

Edad materna Altura Peso inicio embarazo Peso final embarazo Ganancia ponderal

Índice masa corporal Diabetes mellitus Hipertensión arterial Estado SGB Edad gestacional

Puntuación de Bishop Dilatación cérvix TV Acortamiento cérvix TV Altura presentación TV

0,71

Ivars194 2016 326 Retros. Paridad Posición cérvix TV

Consistencia cérvix TV Dilatación cérvix TV

Acortamiento cérvix TV Altura presentación TV 0,88

Hernández195 2016 841 Retros.

Edad materna Altura Índice masa corporal Diabetes mellitus Hipertensión arterial TRA

Paridad Cesárea previa RPM Edad gestacional Método de inducción Puntuación de Bishop

Peso fetal estimado Sexo fetal Volumen líq. amniótico Alteración FCF Peso neonatal

0,78

Kawakita199 2017 10591 Retros.

Edad materna Etnia Altura Peso inicio embarazo Peso final embarazo Ganancia ponderal Diabetes mellitus

Hipertensión arterial RPM Indicación inducción Edad gestacional Método de inducción Puntuación de Bishop Dilatación cérvix TV

Acortamiento cérvix TV Altura presentación TV Peso fetal estimado Volumen líq. amniótico Alteración FCF Abruptio placentae

0,76

Levine197 2017 491 Retros.

Edad materna Etnia Altura Peso inicio embarazo Peso final embarazo Ganancia ponderal

Índice masa corporal Diabetes mellitus Hipertensión arterial Paridad Indicación inducción Edad gestacional

Método de inducción Puntuación de Bishop Dilatación cérvix TV

Acortamiento cérvix TV Altura presentación TV Volumen líq. amniótico

0,73

Tabla 5. Modelos matemáticos de predicción del riesgo de cesárea tras la inducción del parto. A modo comparativo, se utiliza el área bajo la curva ROC como método de evaluación de la capacidad predictiva de cada modelo, según los datos aportados por los autores. N: Número de participantes; AUC: Área bajo la curva ROC (Receiver Operating Characteristics); Prosp.: Prospectivo; Retros.: Retrospectivo; Post.: Posterior; líq.: líquido; phIGFBP-1: phosphorylated form of insulin-like growth factor-binding protein-1; TV: medición obtenida por tacto vaginal; US: medición obtenida mediante ecografía; SGB: Estreptococo grupo B o Streptococcus agalactiae; TRA: técnica de reproducción asistida; RPM: rotura precoz de membranas; FCF: frecuencia cardíaca fetal.

Si bien estos modelos fueron diseñados y elaborados con el objetivo de predecir el

fracaso de la inducción del parto (concretamente, en términos de finalización mediante cesárea)

y algunos de ellos han mostrado capacidades predictivas más que aceptables (con áreas bajo la

curva ROC superiores al 80%), ninguno ha sido capaz de suplantar la evaluación inicial realizada

resumida en la puntuación de Bishop. Esto puede deberse a que muchos de estos modelos

fueron diseñados a partir de cohortes retrospectivas o con poco reclutamiento prospectivo.

Page 30: EVALUACIÓN DE LOS FACTORES CLÍNICOS Y ECOGRÁFICOS

30

Asimismo, muy pocos trabajos presentan ejercicios de validación de los hallazgos y, aplicados

en poblaciones diferentes a las de construcción, no fueron capaces de superar la evaluación

externa207,208.

Por lo tanto, pese a los múltiples de esfuerzos realizados para identificar factores que,

de manera aislada o combinada, puedan predecir los resultados de la inducción del parto, no

disponemos actualmente de una herramienta que nos permita modificar el paradigma del

protocolo de inducción. Por lo tanto, hoy en día, la única oportunidad de individualización

consiste en la evaluación de las condiciones cervicales mediante un instrumento antiguo y,

probablemente, obsoleto.

1.3.3. Problema 3: Las nuevas herramientas

Como se ha visto en los apartados anteriores, la mayoría de los estudios se centran en

una serie de parámetros que, en conjunto, han sido ampliamente estudiados. A falta de

encontrar una combinación que permita utilizar los más potentes de una manera fiable y

reproducible, han sido pocos los trabajos que han ensayado nuevos instrumentos capaces de

abordar este problema desde una perspectiva diferente e innovadora.

Importando una vez más los hallazgos descritos en el terreno del parto prematuro,

recientemente se han descrito herramientas que se benefician de la posibilidad de obtener

imágenes dinámicas de los tejidos mediante ecografía. Así, el foco se ha puesto

fundamentalmente sobre el estudio de las propiedades biomecánicas del cérvix, centrándose

en el análisis de la cuantificación de la capacidad de deformación de la estructura tras la

aplicación de fuerza externa209. Así, mediante el estiramiento producido por mecanismos de

aspiración210,211 o a través del estudio de las propiedades elásticas del tejido utilizando

programas informáticos basados en la ecografía (elastografía), se propuso que la consistencia

cervical podría estar relacionada con el resultado de la inducción del parto162,212,213.

Siguiendo esta iniciativa, Parra-Saavedra et al. diseñaron una herramienta ecográfica

para estudiar las propiedades dinámicas del cérvix, intentando superar algunas dificultades

presentadas por los métodos de aspiración y de elastografía. Definieron, de esta manera, el

índice de consistencia cervical214, calculado a partir del cociente entre el diámetro antero-

posterior del cérvix deformado (tras aplicar presión con la sonda transvaginal hasta obtener la

máxima deformación del tejido) y el mismo diámetro en una imagen sin fuerza aplicada (Figura

7). De esta manera, cuando el cérvix es blando aumenta la diferencia entre estos dos valores,

por lo que, al tratarse de un cociente, se traducirá en valores del índice de consistencia cervical

Page 31: EVALUACIÓN DE LOS FACTORES CLÍNICOS Y ECOGRÁFICOS

31

más bajos. Así, según su definición, el índice de consistencia cervical es directamente

proporcional a la dureza del tejido.

Figura 7. Conjunto de imágenes utilizadas para calcular el índice de consistencia cervical. Ambas imágenes muestran cortes sagitales del cérvix. La imagen de la izquierda muestra el cérvix sin aplicación de fuerzas externas, mientras que la imagen de la derecha expone el cuello tras la aplicación de presión con la sonda transvaginal hasta que no es posible visualizar más modificación del tejido. Los indicadores en cruz (+) están colocados en los orificios cervicales externo e interno y la línea que los une es la medida de longitud cervical. A nivel del punto medio de esta línea, y de manera perpendicular a la misma, se traza la distancia que medirá el diámetro anteroposterior del cérvix (línea sólida delimitada por los puntos). En el ejemplo, el índice de consistencia cervical se calculará como:

!!"(%) = ('()/'() × 100 = (24,111/36,411) × 100 = 66.2%

El índice de consistencia cervical parece estar correlacionado de manera inversa con la

edad gestacional y se ha visto que valores bajos de esta medida en el segundo trimestre del

embarazo se traducen en un riesgo incrementado de parto prematuro, comportándose como

mejor predictor de esta complicación que la longitud cervical214,215.

Como se ha mencionado anteriormente (Figura 3)46, el ablandamiento del cérvix se inicia

en el segundo trimestre y es un fenómeno que ocurre antes de las modificaciones clásicamente

evaluadas y que derivan en la definición de inicio del trabajo de parto (acortamiento y

dilatación). Siguiendo la línea de pensamiento de los trabajos que han evaluado esta

herramienta para la predicción del parto prematuro, el análisis de este índice podría representar

una posibilidad para identificar a las pacientes en riesgo de fracaso de la inducción del parto.

Hasta la fecha, ninguno de los instrumentos evaluados o diseñados para predecir el

resultado de la inducción del parto ha conseguido hacerse camino dentro de las guías de manejo

actuales, lo que se traduce en un protocolo de inducción escasamente personalizable, que se

basa en métodos de evaluación antiguos y que, probablemente, se utilizan pese a que la

evidencia científica aconsejaría abandonarlos. Esto puede deberse, en conclusión, a:

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32

1. La variabilidad en la definición del problema a investigar

2. La ausencia de predictores o de modelos que hayan sido validados.

3. La falta de herramientas innovadoras para abordar el problema.

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33

HIPÓTESIS

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35

2. HIPÓTESIS

2.1. Hipótesis principal

La evaluación ecográfica del cérvix uterino, en combinación con las características

clínicas de la paciente y la evaluación ecográfica fetal, tienen la capacidad de predecir el éxito o

fracaso de una inducción.

2.2. Hipótesis específicas

1. La heterogeneidad de definiciones del éxito de la inducción del parto repercute en la

evaluación de la capacidad predictiva de los diferentes factores que se han estudiado

hasta la fecha.

2. Existen varios elementos clínicos y ecográficos que, de manera individual, se asocian al

éxito de la inducción del parto.

3. La combinación de diversas características clínicas y ecográficas en un modelo de

predicción que incluya aquellas de mayor relevancia permitirá predecir de manera

adecuada el éxito de la inducción del parto.

4. El algoritmo matemático presentará una adecuada validez interna y será posible

validarlo en una cohorte de mujeres que no participe en la elaboración del modelo.

5. El índice de consistencia cervical se asocia y permite predecir el éxito de la inducción del

parto, de manera aislada y en presencia de otras características clínicas o ecográficas.

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OBJETIVOS

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3. OBJETIVOS

3.1. Objetivo principal

Identificar adecuadamente a aquellas pacientes en riesgo de fracaso de la inducción del

parto mediante la elaboración de un modelo de predicción matemático que incluya diversas

características clínicas y ecográficas, con el fin de proporcionar un pronóstico individualizado del

procedimiento que permita satisfacer las expectativas de la mujer y de los profesionales.

3.2. Objetivos específicos

1. Identificar las diferentes definiciones del fracaso de la inducción del parto y cómo estas

influyen en el estudio de los diferentes factores pronósticos.

2. Reconocer los diferentes factores clínicos y ecográficos que, de manera individual,

influyen en el fracaso de la inducción del parto.

3. Resumir en un modelo matemático predictivo aquellas características que, en presencia

de otros factores, mantienen su capacidad diagnóstica y se combinan adecuadamente

en un algoritmo que permita diagnosticar de manera fiable el resultado de la inducción

del parto antes de que se inicie el procedimiento.

4. Validar el modelo de predicción obtenido en una cohorte de mujeres diferente a aquella

utilizada para crear el modelo de predicción, a partir de la aplicación prospectiva del

mismo.

5. Establecer el valor del índice de consistencia cervical para la predicción del fracaso de la

inducción del parto de manera individual y en presencia de otras variables relacionadas

con este resultado.

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MÉTODOS

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43

4. MÉTODOS

Cada uno de los artículos publicados y compilados en la presente tesis expone

detalladamente la metodología utilizada, la cual es resumida en los apartados que se encuentran

a continuación. Todos los análisis estadísticos fueron realizados utilizando el programa

informático Stata v13.1 (StataCorp, 4905 Lakeway Drive College Station, Texas, USA).

4.1. Estudio 1

1. Diseño: Revisión sistemática de la literatura.

2. Estrategia de búsqueda: Búsqueda en bases de datos electrónicas (PubMed, MEDLINE,

Embase) utilizando la siguiente combinación de términos incluidos en MeSH (Medical

Subject Headings): ‘induced, labor’, ‘treatment outcome’, ‘ultrasonography’ y ‘cervix

uteri’. Se revisó la bibliografía de cada uno de los artículos para identificar aquellos que

no fuesen recogidos por la búsqueda electrónica, así como la función ‘related articles’

de PubMed.

3. Criterios de inclusión de artículos: Artículos prospectivos y retrospectivos de manera

indistinta, así como revisiones sistemáticas de la literatura y metanálisis. No se aplicaron

restricciones respecto a los métodos de inducción utilizados. Para el análisis final, se

cribaron los artículos cuya definición de fracaso de inducción consistía en la

imposibilidad de alcanzar la fase activa del parto después de 24 horas de

prostaglandinas y 12 horas de estimulación oxitócica.

4. Información recogida: diseño del estudio, definición exacta de fracaso de inducción,

método de inducción, indicación de la inducción, tasa de fracaso de inducción, tasa de

cesárea por inducción fallida y variables de predicción del fracaso de inducción.

4.2. Estudio 2

1. Diseño: Estudio prospectivo, observacional y unicéntrico. Reclutamiento consecutivo.

2. Criterio de elegibilidad: Mujeres ingresadas para inducción del parto en la Maternidad

del Hospital Clínic de Barcelona.

3. Criterios de inclusión: Mujeres con fetos en presentación cefálica e indicación médica

de inducción del parto a término (por encima de las 37 semanas de gestación) por causa

materna o fetal en las que fuese posible realizar una ecografía al ingreso.

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44

4. Criterios de exclusión: Edad materna inferior a 18 años, gestaciones múltiples, presencia

de contracciones uterinas regulares, contraindicación para el parto vaginal, muerte

fetal, interrupción legal del embarazo o negativa de la mujer a participar.

5. Adquisición de las imágenes y recogida de datos: Con la embarazada en posición de

litotomía, una imagen estática de un corte sagital del cérvix fue obtenida mediante

ecografía transvaginal, en la que fuese posible visualizar ambos orificios cervicales y el

polo cefálico fetal. Posteriormente, se calculó el peso fetal estimado por vía

transabdominal, siguiendo la ecuación de Hadlock et al216. En la imagen estática se

midió: longitud cervical, ángulo cervical posterior y se evaluó la presencia de funneling.

Además, a partir de la historia clínica, se recogieron los siguientes datos: edad materna,

etnia, partos vaginales o cesáreas previas, altura, peso antes del embarazo y al ingreso

para la inducción, edad gestacional al ingreso, puntuación de Bishop, método de

inducción, indicación para la inducción del parto, vía del parto, tiempo entre la inducción

y el parto y peso neonatal.

6. Resultado principal: Cesárea por falta de progresión de las condiciones del parto, bien

sea por fallo de inducción o por parto estacionado (se excluyeron las cesáreas indicadas

por riesgo vital materno o fetal).

7. Análisis estadístico: El nivel de significancia estadística se estableció, de manera

bilateral, en 0,05. El contraste entre variables individuales fue realizado utilizando la

prueba T de Student o la prueba exacta de Fisher, según si las variables eran continuas

o categóricas, respectivamente (la puntuación de Bishop fue, excepcionalmente,

comparada utilizando la prueba de Wilcoxon). Además, se calculó el coeficiente de

correlación intraclase entre el peso fetal estimado y el peso neonatal al parto. El modelo

fue creado a partir del 70% inicial de participantes, mientras que el 30% restante se

utilizó para la validación. Se elaboró el algoritmo de predicción mediante regresión

logística binaria con selección de variables por pasos. El criterio de adición de variables

se fijó en 0,05 y el de extracción en 0,10. La bondad de ajuste se calculó mediante la

prueba de Hosmer y Lemeshow y el coeficiente R2 de Nagelkerke. La capacidad

predictiva se evaluó mediante el área bajo la curva ROC (Receiver-Operating

characteristics). La prueba de DeLong permitió la comparación entre diferentes curvas

ROC. La validación interna del modelo se realizó mediante el cálculo de la reducción de

la capacidad predictiva del mismo tras aplicarlo sobre la cohorte de validación

(shrinkage). Se consideró que una disminución inferior al 10% sería juzgada como

adecuada. Mediante técnicas de remuestreo (bootstrapping – 2000 repeticiones) se

obtuvo el valor del área bajo la curva ROC tras corregir el sesgo. Finalmente, se

Page 45: EVALUACIÓN DE LOS FACTORES CLÍNICOS Y ECOGRÁFICOS

45

calibraron los coeficientes del modelo obtenido por regresión logística utilizando el

100% de las participantes. A partir de este último ajuste, se calcularon las sensibilidades,

especificidades, valores predictivos y cocientes de probabilidades.

4.3. Estudio 3

1. Diseño: Estudio prospectivo, observacional y unicéntrico. Reclutamiento consecutivo.

2. Criterio de elegibilidad: Mujeres ingresadas para inducción del parto por causa materna

o fetal en la Maternidad del Hospital Clínic de Barcelona.

3. Criterios de inclusión: Mujeres mayores de 18 años con fetos vivos en presentación

cefálica a término (por encima de las 37 semanas de gestación) sin contracciones

uterinas al ingreso.

4. Criterios de exclusión: Negativa de la mujer a participar o imágenes ecográficas

inadecuadas, en las que fuese imposible reconocer las estructuras.

5. Adquisición de las imágenes y recogida de datos: Con la embarazada en posición de

litotomía, una imagen estática de un corte sagital del cérvix fue obtenida mediante

ecografía transvaginal, en la que fuese posible visualizar ambos orificios cervicales y el

polo cefálico fetal y una segunda imagen tras aplicar presión con la sonda, siguiendo la

metodología descrita por Parra-Saavedra et al214. Posteriormente, se calculó el peso

fetal estimado por vía transabdominal, siguiendo la ecuación de Hadlock et al216. Con las

dos imágenes, se calculó el índice de consistencia cervical y la longitud cervical. A partir

de la historia clínica, se recogieron los siguientes datos: edad materna, partos vaginales

o cesáreas previas, índice de masa corporal antes del parto, edad gestacional al ingreso,

puntuación de Bishop, estado de las membranas y peso neonatal.

6. Resultado principal: Cesárea por falta de progresión de las condiciones del parto, bien

sea por fallo de inducción o por parto estacionado (se excluyeron las cesáreas indicadas

por riesgo vital materno o fetal).

7. Análisis estadístico: El nivel de significancia estadística se estableció, de manera

bilateral, en 0,05. La distribución de normalidad de las variables fue evaluada mediante

la prueba de Kolmogorov-Smifnoff y de manera visual mediante gráficas de distribución.

El contraste entre variables individuales fue realizado utilizando la prueba T de Student

o la prueba exacta de Fisher, según si las variables eran continuas o categóricas,

respectivamente (la puntuación de Bishop fue, excepcionalmente, comparada

utilizando la prueba de Wilcoxon). El análisis multivariable se realizó mediante regresión

logística. La concordancia entre el índice de consistencia cervical (categorizado en

Page 46: EVALUACIÓN DE LOS FACTORES CLÍNICOS Y ECOGRÁFICOS

46

terciles) y la consistencia evaluada mediante tacto vaginal (incluida dentro de la

puntuación de Bishop) se realizó mediante el índice de Kappa. Se evaluó además el

acuerdo inter e intraobservador, tras la selección aleatoria de un grupo de 40 imágenes,

que fueron evaluadas por un segundo investigador, así como por el responsable del

cálculo del índice de consistencia cervical para todas las participantes, que repitió la

medición seis meses más tarde. Estas medidas se compararon mediante el coeficiente

de correlación intraclase, con un modelo de efectos aleatorios en dos direcciones.

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ARTÍCULOS

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5. ARTÍCULOS

Artículo 1

Definition of failed induction of labor and its predictive factors: two unsolved issues of an

everyday clinical situation.

Baños N, Migliorelli F, Posadas E, Ferreri J, Palacio M.

Fetal Diagn Ther. 2015;38(3):161-9. DOI: 10.1159/000433429.

Estado: Publicado.

Factor de impacto de la revista (2015): 2,700, 1r cuartil.

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E-Mail [email protected]

Mini-Review

Fetal Diagn Ther 2015;38:161–169 DOI: 10.1159/000433429

Definition of Failed Induction of Labor and Its Predictive Factors: Two Unsolved Issues of an Everyday Clinical Situation Núria Baños Federico Migliorelli Eduardo Posadas Janisse Ferreri Montse Palacio 

BCNatal – Barcelona Center for Maternal-Fetal and Neonatal Medicine, Hospital Clínic and Hospital Sant Joan de Deu, Fetal i+D Fetal Medicine Research Center, IDIBAPS, University of Barcelona, Barcelona , Spain

that the definition of IOL is to enter the active phase of labor. A universal definition of failed IOL is an essential requisite to analyze and obtain solid results and conclusions on this is-sue. An important finding of this review is that only 7 of all the studies reviewed assessed achieving the active phase of labor as a primary or secondary IOL outcome. Another con-clusion is that cervical status remains the most important predictor of IOL outcome, although the value of the param-eters explored up to now is limited. To find or develop pre-dictive tools to identify those women exposed to IOL who may not reach the active phase of labor is crucial to minimize the risks and costs associated with IOL failure while opening a great opportunity for investigation. Therefore, other pre-dictive tools should be studied in order to improve IOL out-come in terms of health and economic burden.

© 2015 S. Karger AG, Basel

Introduction

The induction of labor (IOL) has become more fre-quent in recent years, occurring in about 20% of almost all settings [1, 2] . Concerns about IOL indications, man-agement and outcomes are rising in proportion to this rate. The IOL is defined as the artificial initiation of labor

Key Words Induction of labor · Failed induction of labor · Predictive factors · Transvaginal ultrasound

Abstract Objective: The objectives of this review were to identify the predictive factors of induction of labor (IOL) failure or suc-cess as well as to highlight the current heterogeneity regard-ing the definition and diagnosis of failed IOL. Materials and Methods: Only studies in which the main or secondary out-come was failed IOL, defined as not entering the active phase of labor after 24 h of prostaglandin administration ± 12 h of oxytocin infusion, were included in the review. The data col-lected were: study design, definition of failed IOL, induction method, IOL indications, failed IOL rate, cesarean section be-cause of failed IOL and predictors of failed IOL. Results: The database search detected 507 publications. The main reason for exclusion was that the primary or secondary outcomes were not the predetermined definition of failed IOL (not achieving active phase of labor). Finally, 7 studies were eli-gible. The main predictive factors identified in the review were cervical status, evaluated by the Bishop score or cervi-cal length. Discussion: Failed IOL should be defined as the inability to achieve the active phase of labor, considering

Received: January 15, 2015 Accepted after revision: May 8, 2015 Published online: June 26, 2015

Núria Baños, MD, BCNatal – Barcelona Center for Maternal-Fetal and Neonatal Medicine, Hospital Clínic and Hospital Sant Joan de Déu Fetal i+D Fetal Medicine Research Center, IDIBAPS University of Barcelona, Sabino de Arana 1, ES–08028 Barcelona (Spain) E-Mail NBANOS   @   clinic.ub.es

© 2015 S. Karger AG, Basel1015–3837/15/0383–0161$39.50/0

www.karger.com/fdt

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[3] . On the other hand, cervical ripening is defined as a prelude to the onset of labor, whereby the cervix becomes soft and compliant, either occurring naturally or as a re-sult of physical or pharmacological interventions [3] . Cervical ripening by physical or pharmacological meth-ods and labor induction should not be confused, even though the literature usually refers to labor induction as the process also including cervical ripening. Although the definition of labor induction is simple, criteria for suc-cessful and failed IOL have not been standardized and no consensus has been reached to date. Regarding IOL out-come, a variety of endpoints such as mode of delivery (vaginal delivery or cesarean section), vaginal delivery within a certain time interval or achievement of the active phase of labor have been suggested. As a consequence, comparison between published studies becomes a com-plicated issue due to the existing heterogeneity in the lit-erature.

Definition of IOL, Failed IOL and Cesarean Section for Failed IOL

Some authors have expressed their concerns about IOL and the definition of failed IOL [1, 2] . Lin and Rouse [2] suggested a practical definition of failed IOL, which should maximize the number of women progressing to the active phase of labor while maintaining a low inci-dence of adverse maternal and neonatal outcomes. They define failed IOL as the inability to achieve cervical dilata-tion >4 cm after 12 ± 3 h of oxytocin administration (with a goal of 200–225 MVU or 3 contractions/10 min). As Caughey et al. [4] mentioned in their article, since the purpose of IOL is to cause a nonlaboring woman to go into labor, a reasonable definition would be to achieve ac-tive labor as a measure of success. Consequently, this was the main outcome assessed in our review. Nonetheless, most authors propose vaginal delivery as the main IOL outcome, although it depends on many other factors in-teracting during labor which are not necessarily related to the induction process.

Another important aspect to consider is that failed IOL diagnosis at a given time point does not always in-volve the performance of an immediate cesarean section in all centers. This can be explained by several studies which have shown that, continuing the induction process beyond a failed IOL diagnoses at a given time point will lead to vaginal delivery in a considerable number of cases. Women who progressed into active labor within 12 h had a 67–86% probability of achieving vaginal birth, whereas only 31–33% of women who reached active labor after18 h had a vaginal delivery [5] . Consequently, failed IOL

diagnosis does not always involve performing a cesarean section for failed IOL and, therefore, the reported rates of these two events vary between studies. In addition, the majority of guidelines do not specify a time limitation from the initiation of IOL to delivery [3] , and neither has consensus about the duration of the latent and active phase been reached. The latent phase is defined as the pe-riod of time, not necessarily continuous, when there are painful contractions and some cervical change including cervical effacement and dilatation up to 4 cm, and the on-set of active labor when there are regular painful contrac-tions and there is progressive cervical dilatation from4 cm [6] .

Despite the lack of specific recommendations, a defini-tion of failed IOL which coincides in time with a low probability to achieve the active phase of labor seems to be the best option. Adverse outcomes related to the length of latent phase have not been extensively evaluated, al-though some studies have related a prolonged latent phase with subsequent labor abnormalities and the need for caesarean section [7] . A prolonged latent phase of over 12 h was also associated with a significantly longer dura-tion of active labor [8] . Nevertheless, higher rates of cho-rioamnionitis (from 20–22 to 25–27%) and postpartum hemorrhage (from 11 to 16%) have been reported after 6 and 12 h of latent phase, respectively [5, 9] . In addition, economic costs related to the duration of IOL must also be taken into account [10] . This is important information which, combined with other prognostic factors, could help in the decision as to whether continuing the induc-tion process is worthwhile or not.

In summary, it is essential to diagnose failed IOL at an appropriate time in order to counsel the patients and to decide whether to continue with the IOL or to perform a cesarean section based on the low probability of entering the active phase of labor without increasing the adverse outcomes [11] . The main objectives of this review were to identify the predictive factors of IOL failure or success as well as to highlight the current heterogeneity regarding the definition and diagnosis of failed IOL that could im-pair the identification of prognostic factors.

Material and Methods

Identification of the Literature An electronic database search (PubMed, MEDLINE and Em-

base) up to January 2014 was performed. The search strategy for identification of studies on outcome of IOL and its predictive fac-tors consisted of the following MeSH term combination: ‘induced, labor’, ‘treatment outcome’, ‘ultrasonography’ and ‘cervix uteri’.

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We checked the reference lists of relevant studies to identify cited articles not captured by the electronic searches, and the ‘re-lated articles’ function in PubMed was used to complete the search. Two investigators (N.B., F.M.) independently screened titles and abstracts of electronic search results for relevance. Full texts of po-tentially eligible citations were obtained for further assessment. Screening for inclusion and data extraction were carried out by one reviewer (N.B.) and was checked by a second reviewer (F.M.).

We included retrospective and prospective studies, as well as systematic reviews and meta-analyses. Restrictions regarding the indication of IOL or the method of induction were not applied. The studies were included only if their main or secondary outcome was failed IOL defined as not entering the active phase of labor af-ter 24 h of prostaglandin administration ± 12 h of oxytocin infu-sion. The data collected were: study design, exact definition of failed IOL, induction method, IOL indication, failed IOL rate, ce-sarean section because of failed IOL and predictors of failed IOL.

Results

Description of the Studies The database search detected 507 publications. After

the first review of the titles and abstracts, 427 were ex-

cluded. The full texts of 80 articles were obtained. The main reason for exclusion was that the primary or sec-ondary outcomes were not the established definition of failed IOL (not achieving active phase of labor) as shown in figure 1 . Finally, 7 studies were eligible. In 5 of the 7 studies included, achieving the active phase of labor was the main outcome assessed. In two studies, not entering the active phase of labor was the secondary outcome [12, 13] , and these were also included in the review. The char-acteristics of the studies included are summarized in ta-ble 1 .

Indication for IOL Medical and elective IOL should be differentiated

since IOL outcomes vary in relation to induction indica-tion. When there is a medical indication, the potential benefit for the mother or the fetus easily supersedes the IOL risks. Recommendations for IOL for postterm gesta-tion, preterm rupture of membranes at term and prema-ture rupture of membranes near term with pulmonary maturity are supported by the evidence. In these IOL sit-

Table 1. Characteristics of the studies included in the review

First author Year Study n Primaryoutcome

Secondaryoutcome

Induction method Definition of failed IOL

Xenakis [36] 1993 Prospectiveobservational

597 Failed laborinduction

Bishop <7: PGE2 3 mg/6 hBishop >7: oxytocin

Inability to achieve active phase of labor (cervical dilation ≤4 cm despite adequate exposure to cervical priming and oxytocin stimulation) after 15 h primiparas/12 h multiparas

Chandra [12] 2001 Prospectiveobservational

120 Vaginaldelivery

Activelabor 12 h

PGE2, PGE1, oxytocin + amniotomy

No vaginal delivery

Roman [37] 2004 Prospectiveobservational

106 Reachingactive phaseof labor

PGE2, oxytocin + amniotomy

Inability to achieve active phase of labor (cervical dilatation ≤5 cm despite adequate uterine contraction activity)

Yang [23] 2004 Prospectiveobservational

105 Reachingactive phaseof labor

Bishop <4: PGE2Bishop >4: oxytocin

Inability to achieve active phase of labor (cervical dilation <4 cm despite regular contractions) after 48 h

Park [24] 2007 Prospectiveobservational

161 Failed laborinduction

Bishop <4: PGE2 × 9 h + oxytocin 12 h

Inability to achieve active phase of labor (cervical dilatation of ≥4 cm within 12 h of initiating oxytocin) within 24 h of induction

Park [25] 2009 Prospectiveobservational

110 Failed laborinduction

Bishop < 4: PGE2 × 9 h + oxytocin 12 hBishop >4: oxytocin

Inability to achieve active phase of labor (cervical dilatation of ≥4 cm within 12 h of initiating oxytocin) within 24 h of induction

Frederiks [13] 2012 Prospectiveobservational

400 Vaginaldelivery

Not enteringthe activephase of labor(<4 cm dilation)

No vaginal delivery

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uations, an increased rate of caesarean section is not ob-served [14] . Intrauterine growth-restricted fetuses show higher intra-uterus mortality in the expectant group bal-anced by an increase in neonatal deaths in the immediate induction group. There is little evidence regarding insu-lin-requiring diabetes, twin gestation, fetal macrosomia, oligohydramnios, cholestasis of pregnancy, maternal car-diac disease and fetal gastroschisis [1, 14] . Postterm preg-nancy is by far the most frequent IOL indication. On the other hand, elective IOL is becoming a more frequent IOL indication especially based on the latest scientific evi-dence [15] . Despite the low risk of maternal and fetal complications related to elective IOL, favorable cervical and obstetrical conditions should be a prerequisite when indicating elective IOL in order to further decrease the potential adverse outcomes associated with this interven-

tion. IOL indications are shown in table 2 . In the studies included in our review, the elective induction rate varies from 0.95 to 10%, showing a progressive increase in al-most all settings. In one study [12] IOL indications were not reported.

Rates of Cesarean Section for Failed IOL A higher rate of maternal and fetal morbidity espe-

cially with an increased risk of cesarean section has been associated with IOL [16, 17] , but this association has been challenged in recent years. A Cochrane review concluded that cesarean section rates and assisted vaginal delivery rates are not increased by IOL at term when a medical indication exists [18, 19] . It has been demonstrated that the cesarean rate does not increase, or it even decreases with a policy of IOL at or beyond 41 weeks of gestation,

Table 2. Indications for IOL

First author n Postterm Hypertensivediseases

Diabetes IUGR Fetalmacrosomia

Oligo-hydramnios

Elective Others

Xenakis [36] 597 22% 32% 16% 18% 12%Roman [37] 106 61 (51.55) 2 (1.89) 4 (3.77) 4 (3.77) 7 (6.60) 28 (26.42)Yang [23] 105 41 (39.05) 5 (4.76) 2 (1.90) 3 (2.86) 27 (25.71) 8 (7.62) 1 (0.95) 1 (0.95)Park [24] 161 41 (25.47) 2 (1.24) 7 (4.35) 19 (11.80) 9 (5.59) 71 (44.1) 6 (3.73) 10 (6.21)Park [25] 110 30 (27.27) 6 (5.45) 5 (4.55) 6 (5.45) 11 (10) 34 (30.91) 11 (10) 18 (16.36)Frederiks [13] 400 165 111 45 79

Figures in parentheses indicate percentages. Premature rupture of membranes was not reported in any of the studies. IUGR = Intrauterine growth restriction.

Fig. 1. Selection of the studies included in the review.

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in addition to improving perinatal outcomes [15, 20] . Conflicting results are reported below 40–41 weeks of gestation [21, 22] .

All the data cited suggest that in the next years the number of IOL may increase further. Consequently, it is of paramount importance to reach consensus on the management of this extremely frequent intervention.

As mentioned above, the diagnosis of failed IOL does not always imply performing a cesarean section at this time. In addition, not all the studies included in the re-view reported both failed IOL diagnosis and cesarean sec-tion for failed IOL rates as shown in table 3 . Nevertheless, despite the limited number of studies, a nonnegligible proportion of patients underwent a vaginal delivery after being diagnosed with failed IOL in 3 of the 7 studies in-cluded [23–25] .

Factors Determining IOL Outcome Despite the large number of studies conducted, no

good predictive factors were found to successfully iden-tify the group of patients who will not respond to phys-ical or pharmacological induction, and hence achieve the active phase of labor. Heterogeneity between the outcomes assessed contributes to the lack of conclusive results.

Cervical status, mainly measured by the Bishop score and parity, has been shown to be the main predictor of successful labor induction [26, 27] . Other predictors such as maternal age, weight, height, body mass index, ethnicity and socioeconomic status have been reported. Obstetric and medical history such as gestational age at delivery, birth weight and amniotic fluid index have also been described [28] . The relevant predictive factors re-ported in the studies included in the review are shown in table 4 .

Gestational Age Placental function declines while fetal intolerance to

labor and fetal weight increases with gestational age. All these factors could contribute to increasing the rate of ce-sarean section. However, not entering the active phase of labor, and therefore failed induction, are not related to the three factors described above [29] . Earlier gestational age was found to be a significant predictive factor for failed IOL in one of the studies included [24] .

Maternal Characteristics Maternal age contributes to a higher prevalence of ma-

ternal complications during pregnancy and therefore to an increased rate of IOL, including those with unfavor-

able conditions. Dysfunctional myometrium could also lead to longer labors and, consequently, more failed IOL [30] . However, no significant relationship was found be-tween maternal age and IOL outcome in the studies re-viewed. A higher body mass index is associated with a higher fetal weight and pregnancy-related complications, both conditions being linked to an increased risk of cesar-

Table 3. Diagnosis of failed IOL and cesarean section for failed IOL

First author Failed IOL Cesarean section

Xenakis [36] Total: 3.69% Not specifiedBishop <3: 9.4%Bishop >3: 0.7%

Chandra [12] Not specified Not specifiedRoman [37] 16 (15.1%) 16 (15.1%)Yang [23] 12 (11.4%) 8 (7.6%)Park [24] 55 (33%) 5 (31%)Park [25] 15 (14%) 2 (1.8%)Frederiks [13] 11.3% Not specified

Table 4. Predictive factors of IOL outcome

First author Multiple logistic regression analysis

Xenakis [36] Total: Bishop <3: OR 13.6; 95% CI 3.7 – 36.6Primiparas: Bishop <3: OR 22.9; 95% CI 3.1 – 98Multiparas: Bishop <3: OR 6.6, 95%; CI 1.1 – 28.1

Chandra [12] Maternal weight: OR 0.96; 95% CI 0.94 – 0.8Cervical dilatation: OR 6.08; 95% CI 1.70 – 21.68Cervical effacement: OR 2.34; 95% CI 1.16 – 4.73

Roman [37] Bishop: OR 2.25; 95% CI 1.30 – 3.91Bishop cutoff 4: S 87.5%/E 45.5%Clinical CL: OR 3.95; 95% CI 1.3 – 11.7CL cutoff 30 mm: S 56.3%/E 65.6%/PPV 22.5%/NPV 89.4%

Yang [23] Bishop >4: S 51%/E 75%/PPV 94%/NPV 16%CL: OR 0.24; 95% CI 0.096 – 0.59CL cutoff 30 mm: S 83%/E 75%

Park [24] GA: OR 0.53; 95% CI 0.39 – 0.73CL: OR 2.80; 95% CI 1.46 – 5.38CL cutoff 28 mm: S 62%/E 60%

Park [25] Bishop: OR = 0.621; 95% CI 0.391 – 0.988Frederiks [13] No multivariate analysis

CL = Cervical length; GA = gestational age; S = specificity; E = sensitivity.

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ean section. However, regarding the achievement of the active phase of labor itself, this relation has not been dem-onstrated [31–33] .

Cervical Status As prelabor cervical status has been recognized as the

most important predictor of induction success, many studies have evaluated the relationship between the Bish-op score and sonographic cervical characteristics with IOL outcome. Regarding the predictive value of the Bish-op score, a meta-analysis [34] and a recently published systematic review [35] reached divergent results. Teixeira et al. [34] concluded that the Bishop score still seems to be the most accurate predictive factor of vaginal delivery after IOL. When referring to achieving the active phase of labor , either with no time limit for this to occur or within a certain time interval, the same conclusion cannot be as-sumed due to lack of studies assessing this outcome. On the other hand, Kolkman et al. [35] showed that a Bishop score of 4, 5 or 6 was a poor predictor of IOL success if that was defined as achieving a vaginal delivery. For the prediction of cesarean delivery, the sensitivity and speci-ficity of a Bishop score <6 was 78 and 44%, respectively, and of a Bishop score <9 was 95 and 30%. This study rec-ommended not using the Bishop score in decision mak-ing. Three of the studies included in our review [25, 36 , 37] found the Bishop score to be a significant predictive factor of IOL outcome, although it was not a strong predictor in any of the studies. Cervical dilatation and cervical effacement were independently associated with ‘achieving active phase of labor’ in one study [12] . The Bishop score was not an independent predictive factor in the other studies included ( table 4 ).

Regarding sonographic cervical assessment to predict IOL outcome, conflicting results are also reported. A re-cent meta-analysis found limited value of cervical length and cervical wedging in predicting the outcome of labor in clinical practice [38] . Moreover, of the 31 studies in-cluded in the meta-analysis only 2 reported the outcome ‘not achieving the active phase of labor’. The sensitivity and specificity of cervical length in the studies included in that review were 56–66% [37] and 83–75% [23] , re-spectively, for a cutoff of 30 mm. In another systematic review, Hatfield et al. [26] also concluded that sonograph-ic cervical length was not an effective or, at most, a weak predictor for any of the outcomes assessed (mode of de-livery, vaginal delivery within 24 h and achievement of the active phase of labor). Moreover, when comparing the Bishop score with cervical length measured by ultra-sound, sonographic cervical length was not superior to

the Bishop score. Cervical length was found to be an in-dependent predictive factor in 2 of the studies included in our review [23, 24] . Other sonographic characteristics studied such as cervical wedging (sensitivity 37%, speci-ficity 80%) [38] and fetal head position (sensitivity 39%, specificity 71%) have not been shown to be good predic-tors [39] .

To summarize, there is an association between the Bishop score and cervical length measured by ultrasound and IOL outcome, but this relation does not always result in a good predictor. Therefore, future studies should ex-plore other cervical characteristics, a combination of fac-tors or focus on new diagnostic tools.

Some predictive models have been developed to pre-dict cesarean section risk after IOL [40–42] , although none of these models evaluated the prediction of achiev-ing the active phase of labor. Moreover, their use in clin-ical practice is not recommended due to their moderate predictive capacity [43] .

Other Prognostic Factors Biochemical Markers Biochemical markers, such as fetal fibronectin and

IGFBP-1, have also been studied, but neither have shown to be superior to the Bishop score regarding the predic-tion of successful IOL [44–46] .

New Predictive Factors Based on Image Analysis A wide range of technologies and devices assessing

cervical characteristics are under development, but only two have been evaluated in women undergoing IOL: light-induced fluorescence (LIF) and elastography.

A method to measure cervical collagen using LIF has been developed [47, 48] . Fittkow et al. [49] found that LIF measurements correlate negatively with gestational age and positively with the time to delivery, although the cor-relation was weak. They applied this technique to assess cervical ripening in an IOL setting. LIF and the Bishop score were measured at the beginning of IOL. No correla-tion was found between the two parameters. The same measurements were performed 4 h after prostaglandin administration, finding a statistically significant inverse correlation. On the other hand, elastography is based on determining motion in areas of the cervix relative to oth-ers, defining an elastography index (EI). In a study of 29 women undergoing IOL, those with successful IOL had a higher EI of the internal os than those with failed IOL. The EI was not predictive in other cervical regions. Mus-catello et al. [50] also reported higher rates of cesarean section in those women with a higher EI. However, a re-

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cent study showed that elastographic score at the internal os was unlikely to be useful in the prediction of vaginal delivery and induction-to-delivery interval [51] . A tech-nical limitation is that this measurement still depends on the force exerted by the operator and, therefore, further investigation is needed [52] .

A variety of other techniques and devices are being in-vestigated to determine cervical composition and behav-ior, although up to now they are only focused on preterm birth prediction [53] . Some examples of these methods are acoustic attenuation [54] and electric impedance [55] which assess cervical hydration. Second harmonic gen-eration [56] , Raman spectroscopy [57, 58] and backscat-tered power loss [58] also study cervical collagen micro-structure. Regarding the assessment of tissue elasticity, several strategies such as the cervical consistency index [59] and a cervical aspiration device [60] have also been evaluated. The absence of the cervical gland area has also been proposed as a predictor of preterm birth [61, 62] .

To summarize, there are a large number of studies de-scribing new parameters to better assess cervical changes during pregnancy, thereby reflecting the strong interest of the scientific community in finding an objective and applicable evaluation method to predict relevant clinical outcomes such as IOL failure or success and preterm birth risk. Unfortunately, despite being very common sit-uations, a robust predictor has not as yet been found.

Discussion

IOL is an extremely common procedure performed in all obstetrical settings. In about 20% of pregnancies, labor is induced for a variety of reasons, postterm pregnancy being the most frequent indication. Despite its enormous medical and economic impact, there are still many con-troversies regarding IOL definition, indications, manage-ment and outcomes. Heterogeneity between IOL proto-cols and definitions makes it very difficult to draw con-clusions based on published studies.

The first aspect to highlight is the lack of a generally accepted definition of failed IOL. Most studies define failed IOL as the impossibility to achieve a vaginal deliv-ery, although there are many other factors appearing dur-ing labor that may hinder or prevent a vaginal delivery, which may explain why a robust predictor has not been found. From our point of view, the definition of failed IOL should be consistent with the IOL definition itself, which is the achievement of the active phase of labor. Therefore, failed IOL should be defined as the inability to

achieve this. An important finding of this review is that only 7 of all the studies reviewed assessed achieving the active phase of labor as a primary or secondary IOL out-come. This implies that most of the existing literature is based on a very general outcome, evaluating a final result such as the vaginal delivery, and therefore, adding con-founding factors.

The second important conclusion of this review is that clinical risk factors themselves have a too low predictive value to be translated into a useful clinical tool. In con-trast, cervical status remains the most important predic-tor of IOL outcome, although the value of the parameters explored to date is limited. Consequently, great efforts are being made in order to find an objective method to better assess cervical status. To find or develop predictive tools to identify those women exposed to IOL who may not reach the active phase of labor is crucial to minimize the risks and costs associated with IOL failure.

To conclude, a generally accepted and adequate defini-tion of failed IOL is an essential requisite to analyze and obtain solid results and conclusions. On the other hand, improving the prediction of IOL failure is currently a ma-jor challenge in obstetrics due to the negative impact of a failed IOL in several fields. Our inability to predict this leads to long and expensive labor inductions. The identi-fication of such women would allow individualized coun-seling and potentially improve outcomes in terms of health (adverse perinatal and maternal outcomes due to prolonged labor inductions), economic burden (costs in terms of staff, medication and hospitalization) and health system quality perception (maternal discomfort). There-fore, new predictors for this frequent intervention are ur-gently needed in order to improve IOL management and outcome.

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Erratum

In the article by Baños N, Migliorelli F, Posadas E, Ferreri J and Palacio M, entitled ‘Def-inition of failed induction of labor and its predictive factors: two unsolved issues of an everyday clinical situation’ [Fetal Diagnosis and Therapy 2015;38:161–169, DOI: 10.1159/000433429], the following changes in the author affiliations need to be added:

Núria Bañosa Federico Migliorellia Eduardo Posadasa Janisse Ferreria

Montse Palacioa, b

aBCNatal – Barcelona Center for Maternal-Fetal and Neonatal Medicine, Hospital Clínic and Hospital Sant Joan de Deu, Fetal i+D Fetal Medicine Research Center, IDIBAPS, Uni-versity of Barcelona, Barcelona, and bCentre for Biomedical Research on Rare Diseases (CIBER-ER), Spain

Furthermore, we would like to give a new email address ([email protected]) and we would like to add the following acknowledgments:

Acknowledgments

This publication has been funded with support of the Erasmus + Programme of the European Union (Framework Agreement No.: 2013-0040). This publication reflects the views only of the author, and the Commission cannot be held responsible for any use which may be made of the information contained therein. Additionally, the work was sup-ported by grants from The Cerebra Foundation for the Brain Injured Child (Carmarthen, Wales, UK), Obra Social ‘la Caixa’, Instituto de Salud Carlos III and Ministerio de Econo-mia y Competitividad (PI10/01308, EC07/90023) and Ministerio de Sanidad y Política Social (EC10-065, TRA-096), cofinanciados por el Fondo Europeo de Desarrollo Region-al de la Unión Europea ‘Una manera de hacer Europa’, Spain.

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Artículo 2

Clinical and sonographic model to predict cesarean delivery after induction of labor at term.

Migliorelli F, Baños N, Angeles MA, Rueda C, Salazar L, Gratacós E, Palacio M.

Fetal Diagn Ther. 2018 October 5. DOI: 10.1159/000493343.

Estado: Publicado.

Factor de impacto de la revista (2017): 1,813, 3r cuartil.

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Original Paper

Fetal Diagn Ther

Clinical and Sonographic Model to Predict Cesarean Delivery after Induction of Labor at Term

Federico Migliorelli a Núria Baños

a Martina Aida Angeles a Claudia Rueda

a Laura Salazar

a Eduard Gratacós a, b Montse Palacio

a, b a

BCNatal – Barcelona Center for Maternal-Fetal and Neonatal Medicine (Hospital Clínic and Hospital Sant Joan de Déu), Fetal i+D Fetal Medicine Research Center, IDIBAPS, University of Barcelona, Barcelona, Spain; b Center for Biomedical Research on Rare Diseases (CIBER-ER), Barcelona, Spain

Received: June 15, 2018Accepted after revision: August 28, 2018Published online: October 5, 2018

Federico Migliorelli FalconeBCNatal | Barcelona Center for Maternal Fetal and Neonatal MedicineHospital Clínic de BarcelonaC/Sabino Arana, 1, ES–08028 Barcelona (Spain)E-Mail femigliorelli @ gmail.com

© 2018 S. Karger AG, Basel

E-Mail [email protected]/fdt

DOI: 10.1159/000493343

KeywordsMathematical model · Prediction · Induction of labor · Cesarean delivery · Ultrasonography · Cervical measurements

AbstractObjective: To develop a model combining clinical and sono-graphic features to predict the risk of cesarean delivery after the induction of labor (IOL). Methods: We designed a pro-spective observational study involving women admitted for IOL. The main outcome was defined as cesarean delivery due to failed IOL or arrest of labor. Several clinical and ultrasono-graphic variables were collected. Seventy percent of the sample was used to build the predictive model, using step-wise logistic regression, while the remaining sample was used for validation. The final model was estimated and cali-brated using all participants. Results: We analyzed 477 preg-nancies. The main outcome occurred in 102/477 (21.4%) women. The final model included previous vaginal delivery (odds ratio [OR] 0.088; 95% confidence interval [CI] 0.04–0.21), height (OR 0.904; 95% CI 0.87–0.94), body mass index before delivery (OR 1.084; 95% CI 1.02–1.15), ultrasono-graphic estimated fetal weight (OR 3.965; 95% CI 2.18–7.22),

and ultrasonographic cervical length (OR 1.065; 95% CI 1.04–1.09) as predictors. Area under the receiver operating char-acteristics curve was 0.826 (95% CI 0.78–0.87). For a 5% false-positive rate, the sensitivity, specificity, and positive and negative likelihood ratios were 44.1%, 94.9%, 8.7, and 0.59, respectively. Conclusion: Our model combining clinical and ultrasonographic features might offer individualized coun-seling regarding risk of cesarean delivery to women who are candidates for IOL. © 2018 S. Karger AG, Basel

Introduction

The induction of labor (IOL) is the medical procedure directed to trigger the mechanisms that will finally lead to delivery and is indicated when the risk of continuing the pregnancy outweighs the chance of complications for the mother or the newborn due to the IOL [1].

The incidence of this procedure has been continuous-ly rising, representing > 20% of deliveries in developed countries [2]. In fact, recent studies point to benefits of IOL in certain clinical scenarios, where it can even reduce the risk of cesarean delivery [3].

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Currently, the Bishop score remains the gold standard to evaluate the uterine cervix prior to IOL [4], although there has been growing evidence reporting its low capac-ity to predict the risk of cesarean birth among these wom-en. For a score of 6, a sensitivity of 44% and a specificity of 78% have been reported [5].

The low performance of current tools motivated re-search into new clinical or sonographic markers, mainly focusing on the simplification [6] or modification [7] of the Bishop score, or evaluating the performance of sono-graphic characteristics such as cervical length or funnel-ing [8]. Despite the eager expectations about these mea-surements, it has not been possible to develop a useful tool able to predict the outcomes of IOL [8]. Several stud-ies have evaluated the association of biomarkers in math-ematical models, but, to date, none has succeeded in be-ing introduced in clinical practice [8–11].

We conducted a prospective study with the aim of de-veloping a reliable model combining clinical and sono-graphic features to predict the risk of cesarean delivery after IOL.

Materials and Methods

We designed a single-center, prospective and observational study, considering as eligible all women admitted for IOL to the Delivery Unit at the Hospital Clínic de Barcelona, Spain, between June 2014 and December 2015.

We consecutively included women with vertex pregnancies with a medical indication of IOL at term (i.e., > 37 weeks’ gesta-tion) due to maternal or fetal cause, for whom we were able to perform ultrasonographic evaluation at admission. Exclusion cri-teria were: maternal age < 18 years, regular uterine contractions, twin gestation, a contraindication for vaginal delivery, fetal death, induction for termination of pregnancy, or a patient’s refusal to participate.

Women were admitted at the delivery ward and asked to par-ticipate after reviewing the inclusion criteria. Before the onset of the induction, transvaginal ultrasound was performed. With the woman in lithotomy and after emptying her bladder, one of the researchers obtained a single image of a sagittal view of the uterine cervix, visualizing both external and internal os together with the fetal vertex, in the absence of uterine activity and fundal pressure. The image was saved without performing any measurements. Im-mediately afterwards, we estimated fetal weight by abdominal scan according to Hadlock’s equation [12] and saved this on a hard-drive, together with the images. Both scans were performed using a Voluson S6 ultrasound machine (GE Medical Systems, Milwau-kee, WI, USA) equipped with a transvaginal probe (2–10 MHz) and a curved linear transducer (3–7.5 MHz). All images were blinded to the physicians in charge.

IOL was conducted following local guidelines. If the Bishop score was < 7, we placed a transcervical Foley catheter inflated with 30 mL of saline solution, combined with (a) 50 μm oral misopros-

tol (Cytotec®, Pfizer, New York, USA) every 4 h (a maximum of 3 doses) or (b) subsequent administration of a dinoprostone 10-mg vaginal insert (Propess®, Ferring Pharmaceuticals, Germany), de-pending on the risk of adverse obstetrical outcomes due to uterine hyperstimulation (Appendix 1). Only prostaglandins were used if the membranes were ruptured. Cervical ripening is defined in local protocol as the accomplishment of cervical effacement and at least 4 cm dilatation. Any cervical ripening method was withdrawn fol-lowing the onset of labor (i.e., successful cervical ripening with regular contractions) or the morning after placement. If needed, IOL was continued using an intravenous perfusion of oxytocin, despite cervical status, adjusting administration to achieve 3–5 contractions every 10 min.

Cesarean delivery was indicated after failed IOL (i.e., the cervix was still unripe after the administration of any cervical ripening method and at least 12 h of oxytocin stimulation), due to the arrest of labor (i.e., unmodified local cervical conditions during 4 h after the onset of labor with adequate uterine activity), or because of an immediate need of delivery due to maternal or fetal compromise (Van Dillen’s grade 1 or 2 [13]). Surveillance was performed using fetal cardiotocography or fetal scalp-blood pH testing.

We collected the following variables from the maternal records: maternal age, ethnicity, previous vaginal or cesarean deliveries, height, weight before pregnancy and at admission, gestational age at admission, Bishop score, selected method for cervical ripening, main indication for IOL, mode of delivery, interval between the onset of IOL and delivery, and neonatal weight.

All sonographic images were analyzed once recruitment was completed. We measured cervical length and posterior cervical angle, and we assessed the presence of cervical funneling (defined as protrusion of the amniotic membranes of at least 5 mm into the internal cervical os), according to techniques described in previous reports [14–16]. We also retrieved the measurement of estimated fetal weight (EFW).

The main outcome was defined as cesarean delivery due to ei-ther failed IOL or arrest of labor, as defined before. Van Dillen’s grade 1 or 2 cesareans were excluded from the analysis, as we did not collect any variable related to maternal or fetal distress.

Data regarding maternal variables, image analysis, and out-comes were collected in an anonymized database, password-pro-tected, and only accessed by the researchers. All information re-garding predictive variables was obtained for the whole set of women.

We estimated the required sample size to develop a predictive model following the simulations made by Peduzzi et al. [17]. To adequately manage the abovementioned variables, we found it necessary to include 330 women. We increased our initial calcula-tion by 30% for validation purposes, and we added an additional 10% to compensate for the potential rate of Van Dillen’s grade 1 or 2 cesarean delivery. We estimated a 5% loss due to bad image acquisition or a refusal to participate. Hence, the required sample size was finally estimated in 494 participants.

Univariate analysis was performed using Student’s t test and Fisher’s exact test for continuous and categorical variables, re-spectively. The Bishop score was compared using the Wilcoxon rank-sum test. The intraclass correlation coefficient was used to evaluate agreement between the ultrasonographic EFW with neo-natal weight at delivery. The significance level was set at 0.05 (bi-lateral).

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We trained the model with the first 70% of the recruited par-ticipants, while the remaining 30% were used for validation. To elaborate the predictive algorithm, we performed forward and backward stepwise logistic regression analysis with all studied vari-ables, using the training sample. Significance levels of 0.05 and 0.10 were used for the addition and removal of variables, respectively, and the results were presented as odds ratio (OR) and 95% confi-dence interval (CI). Goodness-of-fit of the model was evaluated using the Hosmer and Lemeshow test and Nagelkerke’s R2. Area under the receiver-operating characteristics (ROC) curve (AUC) was used to evaluate predictive capacity. Different AUCs were compared using the DeLong test.

To internally validate the model, we calculated the shrinkage of the predictive capacity by subtracting the AUC computed for the validation data from the AUC estimated for the training fraction. Validation was judged adequate if shrinkage was < 10%. We also ran bootstrapping resampling to obtain the bias-corrected AUC (2,000 repetitions). The coefficients for the definitive logistic re-gression model were finally calibrated using the full sample. Based on this last adjustment, we calculated the AUC, sensitivity, speci-ficity, and likelihood ratios for different cutoff points. All statistical analysis was performed using Stata v13.1 software (StataCorp, Col-lege Station, Texas, USA).

The local ethics and institutional review board approved the study protocol (registry ID HCP/2014/0407) and all participants provided their written informed consent.

Results

During the study period, we included 524 women. Forty-seven (9.0%) had a Van Dillen’s grade 1 or 2 cesar-ean delivery, leaving a total of 477 for analysis. Figure 1 displays the flow of participants throughout the study. Table 1 shows the baseline characteristics of the partici-pants, according to mode of delivery. The proportion of cesarean deliveries due to failed IOL or the arrest of labor was 21.4% (102/477). The table included in Appendix 2 shows no differences between the women finally recruit-ed for analysis and those who were not asked to partici-pate, as ultrasound facilities were not available at the time of IOL.

The main indication for IOL was maternal in 30.0% (143/477) of the women, mainly due to hypertensive dis-orders (46/143, 32.2%), diabetes (41/143, 28.7%), age > 40 years (29/143, 20.3%), pathology (16/143, 11.2%), and others (11/143, 7.7%). Fetal indications (334/477, 70.0%) comprised: gestational age > 41 weeks (181/334, 54.2%), suspected growth restriction (54/334, 16.2%), prelabor rupture of the membranes (38/334, 11.4%), antenatal

Total deliveries at center1 June 2014 –

31 December 2015(n = 5,005)

Induction of labor(n = 1,314)

Excluded:- Spontaneous onset of labor or presence of contractions at admittance (n = 3,192)- Planned cesarean deliveries (n = 499)

Participants fulfilling inclusioncriteria

(n = 526)

Excluded: Not meeting inclusion criteria- Twins (n = 21)- Women <18 years old (n = 5)- Fetal death or legal TOP (n = 66)- Singleton preterm deliveries (n = 50)- Unavailability of ultrasound facilities (n = 646)

Recruited participants(n = 524)

Excluded:- Refusal to participate (n = 2)

Women included in analysis(n = 477)

Excluded:- Grade 1 or 2 cesarean deliveries (n = 47)

Vaginal deliveries(n = 375)

Cesarean deliveries(n = 102)

Fig. 1. Flow of participants throughout the study. TOP, termination of pregnancy.

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nonreassuring status (36/334, 10.8%), and others (25/334, 7.5%).

The training of the predictive model was performed with the first 338 (70.1%) recruited participants, leaving 139 (29.9%) women for validation purposes. The main outcome occurred in 70/338 (20.7%) cases in the training set and in 32/139 (23.0%) participants from the validation cohort. Stepwise logistic regression analysis with all the collected variables resulted in a model of prediction which

included the following characteristics: previous vaginal delivery, height, body mass index (BMI) before delivery, and ultrasonographic EFW and cervical length. There was no evidence of a nonlinear association between the continuous predictors and the main outcome, and the se-lected algorithm had an adequate goodness-of-fit, ac-cording to a nonsignificant Hosmer and Lemeshow test (p = 0.29). The intraclass correlation coefficient for agree-ment between neonatal weight and EFW was 0.89.

Table 1. Baseline characteristics of recruited women undergoing IOL at term (excluding emergent cesarean deliveries)

Characteristic Vaginal delivery(n = 375)

Cesarean delivery(n = 102)

p value

Maternal age, years 34.0±5.3 33.3±5.0 0.22Ethnicity 0.06

Caucasian 273 (72.8) 62 (60.8)Hispanic 57 (15.2) 28 (27.5)Asian 33 (8.8) 10 (9.8)Black 8 (2.1) 1 (1.0)Other 4 (1.1) 1 (1.0)

Previous vaginal delivery 129 (34.4) 7 (6.9) <0.001Previous cesarean delivery 20 (5.3) 8 (7.8) 0.35Height, cm 164.1±6.5 160.8±7.9 <0.001Weight before pregnancy, kg 62.5±12.3 63.7±13.2 0.39BMI before pregnancy 23.2±4.2 24.6±4.5 0.004Weight before delivery, kg 75.7±12.4 78.6±13.3 0.045BMI before delivery 28.1±4.2 30.3±4.5 <0.001Weight gain during pregnancy, kg 13.2±5.2 14.8±6.1 0.007Hypertensive disorders 38 (10.1) 15 (14.7) 0.21Diabetes mellitus 46 (12.3) 12 (11.8) >0.99Gestational age at IOL, days 280.5±9.4 281.1±8.6 0.57Bishop score at admissiona 3 (2–4) 2 (1–4) <0.001Ultrasonographic characteristics

Estimated fetal weight, kg 3.26±0.5 3.51±0.5 <0.001Cervical length, mm 22.0±10.3 27.0±10.9 <0.001Presence of funneling 144 (38.4) 29 (28.4) 0.06Posterior cervical angle, degrees 127.9±26.7 130.9±29.9 0.33

Indications for IOLMaternalb 110 (29.3) 33 (32.4) 0.55Fetalc 265 (70.7) 69 (67.6) 0.55

Method of IOLTranscervical Foley catheter 265 (70.7) 77 (75.5) 0.39Misoprostol 256 (68.3) 59 (57.8) 0.06Dinoprostone 95 (25.3) 36 (35.3) 0.06

Time from IOL to delivery, min 1,201.2±539.8 1,583.8±451.9 <0.001Neonatal weight at delivery, kg 3.28±0.5 3.51±0.5 <0.001

Results are shown as n (%) or mean ± SD, except when indicated. BMI, body mass index; IOL, induction of labor.a Median (interquartile range).b Hypertensive disorders, maternal age >40 years, gestational or pregestational diabetes, intrahepatic cholestasis, previous adverse

obstetrical outcomes, nondiabetic endocrinological disorders, autoimmune diseases, psychiatric disorders, or other comorbidities.c A gestational age of >41 weeks, prelabor rupture of membranes, suspected fetal macrosomia or fetal growth restriction, antenatal

nonreassuring fetal status, fetal pathology, polyhydramnios, or anti-D isoimmunization.

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The AUC for the training and the validation samples was 0.8263 and 0.8259, respectively; shrinkage was there-fore 0.04%. After performing bootstrapping resampling, a bias-corrected AUC of 0.818 (CI 0.77–0.86) was achieved.

Final model coefficients and measures of association were calculated using the whole sample (477 partici-pants). Table 2 shows the adjusted OR (CI) of the vari-ables included in the definitive model. The equation to estimate the risk of cesarean delivery is:

Risk (%) = [1/(1+e–Y)] × 100, where Y = 7.004 – (2.435 if previous vaginal deliv-

ery) – [0.1012 × height (cm)] + [8.050 × 10–2 × BMI be- fore delivery (kg/m2)] + [1.377 × EFW (kg)] + [6.314 × 10–2 × cervical length (mm)]; R2 = 35.0%.

To illustrate the execution of the algorithm, a nullipa-rous woman with a BMI before delivery of 29.3 (height 160 cm), an EFW of 3,800 g, and a cervical length of 27 mm will have a risk of cesarean delivery of 52.8%. A woman with a previous vaginal delivery who weighs 60 kg, measures 165 cm (BMI 22), with an EFW of 3,500 g, and a cervical length of 23 mm will have a probability of cesarean birth of 1.67%.

Figure 2 shows the estimated ROC curves, calculated with the whole set of participants, for the definitive mod-el, with an AUC of 0.826 (95% CI 0.78–0.87), and for the Bishop score, with an AUC of 0.619 (95% CI 0.56–0.68) (p < 0.001).

Table 3 shows the sensitivity, specificity, and likeli-hood ratios (and 95% CI) for the Bishop score and the model, after setting the false-positive rate to 1, 5, and 10%. The contribution of each variable to the sensitivity values at false-positive rates of 5 and 10% is plotted in Figure 3.

Discussion

The issue of predicting outcomes of IOL has been wide-ly evaluated, but without being able to replace the Bishop score as the main tool to guide the decision-making pro-cess. The heterogeneity of definitions [9], populations [10, 18], designs, and methods of induction have been the main limitations to translate these findings to current clinical practice. Far from being an uncommon obstetrical proce-dure, the rate of IOL has been continuously rising [2], as

Table 2. OR for the variables included in the definitive model for the prediction of cesarean delivery

Variable OR (95% CI)

Previous vaginal delivery 0.088 (0.04–0.21)Height, cm 0.904 (0.87–0.94)BMI before delivery 1.084 (1.02–1.15)US estimated fetal weight, kg 3.965 (2.18–7.22)US cervical length, mm 1.065 (1.04–1.09)

OR, odds ratio; CI, confidence interval; BMI, body mass index; US, ultrasonographic.

1.00

0.75

0.50

0.25

0.25 0.501 – specificity

0.75

Sens

itivi

ty0

0 0

AUC model: 0.83 (0.78–0.87)AUC Bishop score: 0.62 (0.56–0.68)Reference

Fig. 2. Receiver-operating characteristics curve for the designed model and for the Bishop score, with their areas under the curve.

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the evidence points to an improvement of neonatal out-comes [19] without affecting the risk of cesarean deliv- ery [3].

We developed a model by simultaneously testing most of the parameters already described in previous works, using an adequately sized prospective sample. Our algo-rithm has an adequate diagnostic accuracy to predict the risk of cesarean delivery, increasing the predictive capac-ity of the mostly extended tool of pre-IOL assessment: the Bishop score. For a 5% false-positive rate, sensitivity, specificity, and positive and negative predictive values

were 44.1, 94.9, 70.3, and 86.2%, respectively, which is consistent with previous studies.

The prospective studies of Rane et al. [20] and Pere-grine et al. [18] integrated different clinical characteristics and the ultrasonographic measurement of cervical length. For a specificity of 99%, Rane published a sensitivity of 10% whereas, for the same false-positive rate, our model had a sensitivity of 20.6%. Likewise, Peregrine reported an AUC of 0.83, similar to the result of our model (0.826). Verhoeven et al. [10] tested these 2 algorithms in their population, concluding that both overestimated the risk

Table 3. Diagnostic accuracy for the prediction of the main outcome for different cutoff points for the Bishop score and the estimated logistic regression model

Cutoff Sensitivity Specificity PPV NPV +LR –LR

Bishop score≥6 6.9 (3.4–13.5) 89.3 (85.8–92.1) 14.9 (7.4–27.7) 77.9 (73.7–81.6) 0.6 (0.3–1.4) 1.0 (1.0–1.1)≥7 5.9 (2.7–12.2) 94.7 (91.9–96.5) 23.1 (11.0–42.1) 78.7 (74.7–82.2) 1.1 (0.5–2.7) 1.0 (0.9–1.0)

Estimated model≥67.5a 20.6 (13.9–29.4) 98.9 (97.3–99.6) 84.0 (65.3–93.6) 82.1 (78.3–85.3) 19.3 (6.8–55.0) 0.80 (0.73–0.89)≥49.0b 44.1 (34.9–53.8) 94.9 (92.2–96.7) 70.3 (58.2–80.1) 86.2 (82.5–89.2) 8.7 (5.3–14.2) 0.59 (0.49–0.70)≥39.4c 49.0 (39.5–58.6) 89.9 (86.4–92.5) 56.8 (46.4–66.7) 86.6 (82.9–89.7) 4.8 (3.3–6.9) 0.57 (0.47–0.69)

All cells include the value and their 95% confidence interval. Sensitivity, specificity, and predictive values are expressed as percentages. PPV, positive predictive value; NPV, negative predictive value; +LR, positive likelihood ratio; –LR, negative likelihood ratio.

a Cutoff for 1% false-positive rate. b Cutoff for 5% false-positive rate. c Cutoff for 10% false-positive rate.

00 5 10

10

20

30

40

50

Sens

itivi

ty, %

100 – specificity (false positive rate), %

BMI - AUC 0.65 (0.59–0.71)BMI | PVD - AUC 0.74 (0.69–0.79)BMI | PVD | Ht - AUC 0.76 (0.71–0.81)BMI | PVD | Ht | CL - AUC 0.80 (0.75–0.85)BMI | PVD | Ht | CL | EFW - AUC 0.83 (0.78–0.87)

Sensitivity = 44.1%Specificity = 94.9%

Sensitivity = 36.3%Specificity = 94.9%

Fig. 3. Fragments of the receiver-operating characteristics curves to illustrate the in-creasing sensitivity after setting the false-positive rate at 5 and 10% (vertical lines). These models arise from the sequential ad-dition of different variables according to their predictive capacity. The continuous line represents the definitive model. Grey rectangles show the values of sensitivity and specificity for the last 2 models, at a false-positive rate of 5%.

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of cesarean delivery, thereby highlighting their lack of ex-ternal validity. Our model has the same variables as that of Peregrine et al. [18], but with the addition of the EFW. The inclusion of this variable not only raises the predic-tive capacity from 0.80 to 0.83 within our sample, but also represents a nearly 8% increase in sensitivity for a fixed false-positive rate of 5% (Fig. 3).

Regarding clinical features, the history of previous vaginal deliveries has been correlated with lower cesarean delivery rates [21–23]. Within our model, this was the variable most associated with outcome. The other includ-ed characteristics were maternal height and BMI, which have also been reported as statistically related to cesarean birth [22, 23].

As discussed in many studies [22, 23], sonographic EFW was independently associated with outcome. The main limitations of this method are its operator depen-dence and the possible under- or overestimation of the real size of the newborn. However, there is evidence that sonographic estimation might be the best predictor of fu-ture birth weight [24] and we found our measurements reliable after evaluating their agreement with neonatal weight (intraclass correlation coefficient: 0.89).

Despite the fact that the evidence concerning the so-nographic measurement of cervical length emphasized its limited capacity to predict the outcome of IOL [8, 23, 25], we found a strong association between this measurement and the risk of cesarean delivery, so we included it in the model. We believe that the inclusion of continuous vari-ables without categorization, such as cervical length or EFW, aids the decision-making process, allowing for tai-loring the risk to each individual woman.

The Bishop score is still present in the vast majority of protocols to assess cervical conditions prior to IOL, in spite of many works showing its limitations as a predic-tive tool [23]. We evaluated its performance in our popu-lation and included it in the modeling process. Not only did we find that it was not correlated to the outcome, it also had poor predictive capacity.

The main strength of our study was its prospective de-sign, performing the analysis with the objective of predic-tion. Blinding the findings to the physicians conducting IOL increased the homogeneity of management, thereby reducing any information and selection bias. Moreover, our sample size allowed us to perform an internal valida-tion of our results using resampling methods, but also against a different cohort, as an attempt to reduce bias due to overfitting of the model.

The selection of cesarean delivery as the main outcome responded to the need of giving women and policy-mak-

er institutions understandable information about what can be expected when facing an IOL. The exclusion of grade 1 or 2 cesarean birth reduced the influence of un-controlled and sudden events in the mathematical shap-ing, which led to a more adjusted model but limited the capacity to counsel about the risk of a critical situation.

Our study also had some limitations. Excluding wom-en without ultrasonographic evaluation could represent a risk of selection bias. Nevertheless, the table included in Appendix 2 shows that this subpopulation was not differ-ent from the recruited women. Likewise, the fact that all deliveries were conducted at the same unit strengthens the homogeneity of the modeling, although it might represent a shortcoming for external validity of the algorithm. While our internal validation mechanisms showed promising re-sults, our work has yet to be tested under different clinical circumstances and induction procedures before the find-ings can be included in current management guidelines.

Concerning the clinical application of the model, while the estimation given by the predictive algorithm can be interpreted merely as a probability of outcome, most health providers will acknowledge the suggestion of a cut-off point to decide when the risk of failure is high enough to assume the procedure, hence avoiding IOL and offer-ing a planned cesarean surgery. In this particular case, an inadequate selection of cutoff points can lead to false-pos-itive predictions (i.e., a cesarean delivery for a woman who would have delivered vaginally) representing greater harm than false-negative estimations where IOL would be conducted following current guidelines, even when not achieving a vaginal delivery. Indeed, this decision should favor high-specificity cutoffs, such as those pre-sented in this study.

We believe that the information given by this tool can be used as an additional component of the decision-mak-ing process, according to the tolerance to false-positive predictions, hospital policies towards cesarean deliveries, and, above all, considering women’s individual opinions and circumstances. In our opinion, these strategies have to first be evaluated and validated.

The information provided by the algorithm may also balance the decision towards an expectant management when the indication (such as maternal age or obesity) does not fully outweigh the risk of the cesarean delivery. Whenever possible, while heightening fetal surveillance, a conservative strategy might lead to the onset of a spon-taneous birth, or to a subsequent situation where the pre-induction risk of cesarean birth drops enough to be ac-ceptable. The benefits of this strategy are beyond the fo-cus of this study and need to be explored.

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Fetal Diagn Ther8DOI: 10.1159/000493343

Research should also move towards novel biometrical tools, such as sonographic evaluation of the cervical con-sistency index [26, 27] or cervical textures [28, 29], as these are showing promising results in the field of predic-tion of spontaneous preterm birth.

In conclusion, our model can offer precise and indi-vidualized counseling to women who are candidates for IOL using clinical and simple sonographic features. Our findings should be validated in different populations and clinical settings.

Appendix 1

Characteristics of patients considered to lead to a high risk of adverse obstetrical outcomes due to uterine hyperstimulation (adapted from local IOL guidelines [1])

Appendix 2

Comparison of baseline characteristics between recruited wom-en and those not included, either because of the unavailability of ultrasound facilities (n = 646) or their refusal to participate in the study (n = 2)

Acknowledgements

This publication has been funded with the support of the Eras-mus + Programme of the European Union (framework agreement No. 2013-0040). This publication reflects the views only of the au-thor, and the Commission cannot be held responsible for any use which may be made of the information contained therein.

Disclosure Statement

The authors declare no conflicts of interest.

Funding Sources

An End of Residence Award “Emili Letang” (project No. 318_28_PFR_2014) was granted by the Hospital Clínic de Barce-lona, Research, Innovation and Education Directorate. A research grant in the area of Maternal and Fetal Medicine was given by the Fundación Dexeus – Salud de la Mujer.

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Risk due to uterine overdistension– fetal macrosomia (an estimated fetal weight of >4 kg)– polyhydramnios (an amniotic fluid index >25 cm)– ≥4 previous deliveries– multiple pregnanciesRisk due to possible fetal compromise– intrauterine growth restriction– a small-for-gestational-age fetus– a gestational age of <34 weeks– severe preeclampsia– anhydramnios (an amniotic fluid index <2 cm) in the

absence of premature rupture of the membranesRisk due to uterine scars– previous cesarean delivery– previous myomectomy

Characteristic Recruited participants(n = 524)

Not included(n = 648)

p

Maternal age, years 33.9±5.2 34.0±5.5 0.72Previous vaginal delivery 148/524 (28.2) 186/648 (28.7) 0.90Previous cesarean delivery 33/524 (6.3) 50/648 (7.7) 0.36Height, cm 163.2±6.9 162.9±6.7 0.44Weight before pregnancy, kg 62.6±12.4 63.5±12.4 0.26BMI before pregnancy 23.5±4.3 23.9±4.6 0.09Gestational age at IOL, days 280.3±9.3 280.7±10.8 0.60Neonatal weight, kg 3.32±0.5 3.32±0.5 0.98Fetal gender, masculine 292/524 (55.7) 346/648 (53.4) 0.44Global cesarean delivery rate 149/524 (28.4) 199/648 (30.7) 0.40Cesareans due to failed IOL or labor arrest 102/524 (19.5) 152/648 (23.5) 0.10Van Dillen’s grade 1 or 2 cesarean 47/524 (9.0) 47/648 (7.3) 0.28

Results are shown as n/N (%) or mean ± SD. BMI, body mass index; IOL, induction of labor.

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Artículo 3

Cervical consistency index and risk of cesarean delivery after induction of labor at term.

Migliorelli F, Rueda C, Angeles MA, Baños N, Posadas DE, Gratacós E, Palacio M.

Ultrasound Obstet Gynecol. 2019;53:798-803. DOI: 10.1002/uog.20152.

Estado: Publicado.

Factor de impacto de la revista (2017): 5,654, 1r cuartil.

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Ultrasound Obstet Gynecol 2019; 53: 798–803Published online in Wiley Online Library (wileyonlinelibrary.com). DOI: 10.1002/uog.20152

Cervical consistency index and risk of Cesarean deliveryafter induction of labor at term

F. MIGLIORELLI1 , C. RUEDA1, M. A. ANGELES1, N. BANOS1 , D. E. POSADAS1,E. GRATACOS1,2 and M. PALACIO1,2

1BCNatal – Barcelona Center for Maternal-Fetal and Neonatal Medicine (Hospital Clınic and Hospital Sant Joan de Deu), Fetal i+D FetalMedicine Research Center, IDIBAPS, University of Barcelona, Barcelona, Spain; 2Center for Biomedical Research on Rare Diseases(CIBER-ER), Barcelona, Spain

KEYWORDS: biomarkers; cervical assessment; cervical consistency index; Cesarean delivery; induction of labor; mode ofdelivery; transvaginal ultrasound

ABSTRACT

Objective To evaluate the association between the cer-vical consistency index (CCI) and the risk of Cesareandelivery after planned induction of labor (IOL) at term.

Methods This was a prospective observational studyof women with a term singleton pregnancy admittedfor IOL due to maternal or fetal indication. Ultrasono-graphic images were obtained before IOL and CCI wascalculated offline once recruitment was completed. Themain outcome was defined as Cesarean delivery dueto failed IOL or arrest of labor. Cesarean deliveries indi-cated due to maternal or fetal compromise (Van Dillen’sgrade 1 or 2) were excluded from analysis. Univariatestatistical analysis was performed using Fisher’s exact testand Student’s t-test for categorical and continuous vari-ables, respectively. Multivariate analysis was performedusing logistic regression, including CCI and other vari-ables related to the main outcome. Intraclass correlationcoefficients were used to estimate intra- and interobserveragreement.

Results Of 510 women admitted for IOL during the studyperiod and for whom image quality was adequate, 46 wereexcluded due to emergency Cesarean delivery leaving 464pregnancies for analysis. Cesarean section due to failedIOL or arrest of labor was performed in 100/464 (21.6%)pregnancies. The mean CCI of women who underwentCesarean delivery was not significantly different fromthat in those who had vaginal delivery after IOL (70.1 ±12.3% vs 70.0 ± 13.1%; P = 0.94). Multivariate analysisalso showed absence of statistical association betweenCCI and Cesarean delivery for failed IOL or arrest oflabor. Intraclass correlation coefficients for intra- and

Correspondence to: Dr F. Migliorelli, BCNatal – Barcelona Center for Maternal Fetal and Neonatal Medicine, Hospital Clınic de Barcelona,C/Sabino Arana 1, 08028 Barcelona, Spain (e-mail: [email protected])

Accepted: 8 October 2018

interobserver agreement were 0.81 (95% CI, 0.66–0.89)and 0.86 (95% CI, 0.75–0.92), respectively.

Conclusion CCI does not seem to be associated with therisk of Cesarean delivery after IOL. Copyright © 2018ISUOG. Published by John Wiley & Sons Ltd.

INTRODUCTION

Induction of labor (IOL) is one of the most commonobstetric procedures1. However, despite its high fre-quency, it has not yet been possible to identify factorsthat can predict accurately its outcome2. Bishop score3

is still the most widespread method for preinductionassessment4, but several studies have concluded that itis a poor predictor of IOL outcome5. Research is thusfocusing on other biomarkers able to identify women atrisk of failed IOL, which are based mainly on ultrasono-graphic features such as cervical angle, head position,head-to-perineum distance or angle of progression6–9.Among these, the most evaluated parameter is cervicallength, although results regarding its value as a predictorof IOL outcome are conflicting2,10. Thus far, none ofthese markers has succeeded in being included in currentclinical guidelines.

In an attempt to find new strategies to predict IOLoutcome, some researchers have turned their focus tothe assessment of the biomechanical properties of thecervix, mainly evaluating its deformability after theapplication of external pressure11. This was achievedby using vacuum-assisted devices12,13 or by evaluatingcervical elasticity using ultrasonography-based software(elastography), and it was shown that cervical consistencymight be related to the success of IOL14–16.

Copyright © 2018 ISUOG. Published by John Wiley & Sons Ltd. ORIGINAL PAPER

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Based on this idea, Parra-Saavedra et al. described a newultrasonographic tool for assessing the dynamic propertiesof the cervix, the cervical consistency index (CCI)17.

CCI is an estimate of cervical softness, calculatedby dividing the anteroposterior diameter of the cervix,after applying pressure with the transvaginal probe untilmaximum deformation is achieved, by the anteroposteriordiameter at rest. When the tissue is softer, the increasingdifference between these two measurements results inlower CCI values; hence, CCI is directly proportional tocervical toughness.

CCI seems to be correlated negatively with gestationalage. Low CCI values in the first and second trimesterswere shown to be risk factors for preterm delivery,even allowing better prediction than cervical length17,18.However, the performance of this index has not yet beenassessed in the scenario of IOL.

Therefore, we conducted this prospective study withthe aim to evaluate the association between CCI and therisk of Cesarean delivery after planned IOL.

METHODS

This was a single-center prospective observational studyof all women admitted to the Hospital Clınic de Barcelonawith maternal or fetal indication for IOL between Januaryand August 2016. Inclusion criteria were women over 18years old with a live singleton pregnancy at term (i.e. > 37weeks) and absence of uterine contractions at admission.Women who declined participation or with inadequateultrasonographic images (i.e. when structures couldnot be recognized) were excluded. The study protocolwas approved by the local Institutional Review Board(Registry ID: HCP/2014/0407) and all participantsprovided written and signed informed consent.

Patients were admitted to the hospital and, if theymet the inclusion criteria, they were asked to participatein the study. Transvaginal ultrasonographic assessmentwas performed in all included patients by one of theauthors before the IOL procedure. Women were asked toempty their bladder before the examination. A set of twoimages was obtained: (1) a sagittal view of the uterinecervix on which the internal and external ora could beidentified clearly, obtained without exerting any pressurewith the probe (Figure 1a,c); and (2) the same sagittal viewobtained at maximum compression of the cervix using thetechnique described by Parra-Saavedra et al.17, accordingto which pressure is applied with the transvaginal probeon the cervix until no further deformation of the tissue isidentified (Figure 1b,d). All images were acquired using aVoluson S6 (GE Healthcare Ultrasound, Milwaukee, WI,USA) ultrasound machine equipped with a 2–10-MHztransvaginal transducer. All patients and clinicians incharge of the IOL were blinded to the ultrasound imagesand findings. Images were collected and saved in theiroriginal Digital Imaging and Communication in Medicine(DICOM) format. We did not perform any measurementat this stage.

IOL was conducted following local guidelines19. ForBishop score > 6, oxytocin was indicated. If Bishopscore was ≤ 6, cervical ripening was attempted by(1) oral administration of a misoprostol 50-µg tablet(Cytotec®, Pfizer, New York, NY, USA) every 4 h (upto three doses) or (2) application of dinoprostone 10-mgvaginal insert (Propess®, Ferring Pharmaceuticals, Kiel,Germany), depending on the risk of hyperstimulation19.Local protocol defines successful cervical ripening asthe accomplishment of cervical effacement and at least4 cm dilatation. Any cervical ripening method wasstopped the morning after placement or following onsetof labor, which was defined as progression of localcervical conditions in the presence of regular contractions.Oxytocin was used subsequently at the discretion ofthe attending physician, who adjusted administration toachieve from three to five contractions every 10 min.Cesarean delivery was performed following any of theseindications: (1) failed IOL (i.e. unsuccessful cervicalripening after 12 h of oxytocin stimulation, with threeto five contractions every 10 min); (2) arrest of labor(unmodified cervical conditions during 4 h after onset oflabor with adequate uterine activity); or (3) immediateneed for delivery (Van Dillen’s grade 1 or 220), aftermaternal compromise or non-reassuring fetal status. Fetalsurveillance was performed using fetal cardiotocographyor fetal scalp blood pH testing.

The main variable for analysis was CCI. To obtain theCCI value, one of the authors (C.R.) reviewed the imagesusing ImageJ 2.0 software (National Institutes of Health,Bethesda, MD, USA) and reproduced the proceduredescribed by Parra-Saavedra et al.17: (1) measurementof cervical length, defined by a longitudinal line acrossthe cervix, from the internal to the external os, asdescribed previously21; (2) localization of the midpointof the cervical-length line; and (3) measurement of theanteroposterior diameter of the cervix, perpendicular tothe cervical-length line, through its midpoint. The antero-posterior diameter was measured on both images of eachset, i.e. before (AP) and after (AP′) pressure was applied,and CCI was calculated as (AP′/AP) × 100 (Figure 1).

Main outcome was Cesarean delivery due to failed IOLor due to arrest of labor, as defined above. We excludedfrom analysis all Cesarean deliveries indicated due tomaternal or fetal compromise (Van Dillen’s grade 1 or 2),as we did not include any variable related to this situation.

In order to evaluate the association between CCI andthe main outcome in the presence of other variables,we retrieved the following data from medical records:maternal age, previous vaginal or Cesarean delivery,body mass index before delivery, gestational age andBishop score at admission, ultrasonographic cervicallength (as measured on the images used to calculateCCI), prelabor rupture of membranes and neonatalweight at birth. All information was collected oncerecruitment was completed, using a dedicated form. Datawere saved in a Microsoft Excel (Microsoft, Redmond,WA, USA) password-protected anonymized database,which was accessible by only the researchers. A full

Copyright © 2018 ISUOG. Published by John Wiley & Sons Ltd. Ultrasound Obstet Gynecol 2019; 53: 798–803.

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800 Migliorelli et al.

CL = 35.4 mm

AP = 36.4 mm

CL′ = 35.8 mm

AP′ = 24.1 mm

Figure 1 Example of images acquired from each woman in order to evaluate cervical consistency index (CCI). Images (a) and (b) are cleanversions (saved during examination) of images (c) and (d), respectively, in which measurements are illustrated. (a,c) Sagittal view of uterinecervix without application of external pressure; both internal and external cervical ora can be seen. (b,d) Sagittal view of uterine cervix afterapplying pressure with transvaginal probe until it is no longer possible to identify deformation. Cross calipers are placed on internal andexternal cervical ora and dashed line between them defines cervical length (CL). At midpoint of this line, anteroposterior diameter of cervixbefore (AP) and after (AP′) application of pressure is measured perpendicularly in each image (solid line with dotted calipers). In thisexample, CCI = (AP′/AP) × 100 = (24.1 mm/36.4 mm) × 100 = 66.2%. Dotted line delimits uterine cervix.

set of data was available for all women included inthe study.

Sample-size estimation was performed before com-mencement of recruitment. Assuming a Cesarean sectionrate of 25%, α risk of 5% and power of 90%, we cal-culated that 445 women were required to identify a CCIdifference of 5%.

Normality was evaluated visually using distributiondiagnostic plots and the Kolmogorov–Smirnov test.Univariate statistical analysis was performed usingFisher’s exact test for categorical variables and Student’st-test for continuous characteristics and results werepresented as n (%) and mean ± SD, respectively. Bishopscore and its components were compared using theWilcoxon rank-sum test and presented as median andinterquartile range. Multivariate analysis was performedusing logistic regression, including CCI and othervariables related to IOL outcome, and results were

presented as odds ratios with 95% CI. Assessmentof cervical consistency by vaginal exploration (withinBishop score) and CCI agreement were compared usingweighted Cohen’s κ coefficient for ordered categories,after categorizing CCI into terciles.

Inter- and intraobserver agreement was evaluated ina set of 40 pairs of images selected randomly usingcomputer software. The author (C.R.) who performed theinitial measurements of CCI repeated the image analysis6 months later. CCI was also calculated in these imagesby another author (F.M.). Both observers were blinded tothe previous measurements. The results were comparedusing intraclass correlation coefficient, with a two-wayrandom-effects model.

Statistical analysis was performed using Stata version13.1 software (StataCorp LP, College Station, TX, USA).The two-sided significance level was set at 0.05.

Copyright © 2018 ISUOG. Published by John Wiley & Sons Ltd. Ultrasound Obstet Gynecol 2019; 53: 798–803.

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Cervical consistency index and induction of labor 801

RESULTS

During the study period, a total of 510 women whofulfilled the inclusion criteria were admitted to ourcenter for IOL, of whom 46 had emergency Cesareandelivery due to maternal or fetal compromise (Van Dillen’sgrade 1 or 2). Therefore, 464 pregnancies were includedfor analysis. Figure 2 shows the flow of participantsthrough the study. Demographic characteristics of thestudy population are presented in Table 1.

Maternal indication for IOL occurred in 30.4%(141/464) of the women, due to hypertensive disorders

Admission for induction of labor(January to August 2016)

(n = 526)

Adequate image quality(n = 510)

Excluded (n = 16): • Declined to participate (n = 2) • Inadequate image quality for analysis (n = 14)

Included in analysis(n = 464)

Excluded due to emergencyCesarean delivery

(n = 46)

Vaginal delivery(n = 364)

Cesarean delivery(n = 100)

Figure 2 Flowchart showing inclusion in study of womenundergoing planned induction of labor.

(46/141, 32.6%), diabetes (40/141, 28.4%), age > 40years (29/141, 20.6%), medical conditions (18/141,12.8%) or other (8/141, 5.7%). Fetal indications forIOL occurred in 69.6% (323/464) of pregnancies andcomprised gestational age ≥ 41 weeks (164/323, 50.8%),suspected growth restriction (51/323, 15.8%), prelaborrupture of membranes (37/323, 11.5%), antenatalnon-reassuring status (36/323, 11.1%) and other (35/323,10.8%).

Mean CCI of the total cohort was 70.1 ± 12.9%.The main outcome (Cesarean delivery due to failedIOL or arrest of labor) occurred in 100/464 (21.6%)pregnancies, and these women had a mean CCI of70.1 ± 12.3%, which did not differ significantly from themean CCI of the vaginal-delivery group (70.0 ± 13.1%;P = 0.94). Furthermore, women who underwent Cesareansection due to failed IOL (46/100, 46.0%) had a meanCCI of 72.3 ± 10.9%, while those who had Cesareandelivery due to arrest of labor (54/100, 54.0%) had anaverage CCI of 68.3 ± 13.2% (P = 0.10). These values didnot differ significantly from the mean CCI in women whodelivered vaginally (P = 0.26 and P = 0.36, respectively).Logistic regression analysis also showed lack of statisticalassociation between CCI and Cesarean delivery due tofailed IOL or arrest of labor (Table 2).

Weighted Cohen’s κ coefficient for the agreementbetween cervical consistency evaluated by vaginal exam-ination and CCI was 0.04. Intraclass correlation coeffi-cients for intra- and interobserver agreement were 0.81(95% CI, 0.66–0.89) and 0.86 (95% CI, 0.75–0.92),respectively. Power of the analysis, according to our sam-ple size and findings, was 0.93.

DISCUSSION

We performed this study to evaluate the associationbetween an ultrasonographic index based on dynamic

Table 1 Baseline characteristics of 464 women who underwent planned induction of labor (IOL) at term, overall and according to mode ofdelivery

Mode of delivery

Characteristic All (n = 464) Vaginal (n = 364) Cesarean (n = 100) P

Maternal age (years) 33.9 ± 5.2 34.0 ± 5.3 33.3 ± 5.0 0.24Previous vaginal delivery 132 (28.4) 125 (34.3) 7 (7.0) < 0.01Previous Cesarean delivery 27 (5.8) 19 (5.2) 8 (8.0) 0.33BMI before delivery (kg/m2) 28.7 ± 4.4 28.2 ± 4.2 30.5 ± 4.5 < 0.01GA at admission (days) 280.5 ± 9.3 280.4 ± 9.4 280.9 ± 8.8 0.65GA ≥ 41 weeks 164 (35.3) 129 (35.4) 35 (35.0) > 0.99Indication for IOL

Maternal 141 (30.4) 108 (29.7) 33 (33.0) 0.54Fetal 323 (69.6) 256 (70.3) 67 (67.0) 0.54

Bishop score at admission 3 (2–4) 3 (2–4) 2.5 (1–4) < 0.01Cervical consistency (Bishop score) 1 (1–2) 1 (1–2) 1 (1–2) 0.30Cervical length (mm) 23.1 ± 10.6 22.0 ± 10.2 26.9 ± 11.0 < 0.01Prelabor rupture of membranes 38 (8.2) 31 (8.5) 7 (7.0) 0.84Unripe cervix before induction 447 (96.3) 352 (96.7) 95 (95.0) 0.38Cervical consistency index (%) 70.1 ± 12.9 70.0 ± 13.1 70.1 ± 12.3 0.94Neonatal weight (kg) 3.33 ± 0.5 3.29 ± 0.5 3.50 ± 0.5 < 0.01

Data are given as mean ± SD, n (%) or median (interquartile range). BMI, body mass index; GA, gestational age.

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802 Migliorelli et al.

Table 2 Multivariate logistic regression analysis for associationbetween cervical consistency index (CCI) and Cesarean delivery dueto failed induction of labor or arrest of labor (excluding urgentindications) in presence of other variables related to outcome

Characteristic Odds ratio (95% CI)

CCI (in %) 0.988 (0.968–1.008)Previous vaginal delivery 0.108 (0.045–0.258)BMI before delivery (in kg/m2) 1.119 (1.058–1.184)Bishop score at admission 1.010 (0.868–1.174)Cervical length (in mm) 1.060 (1.031–1.090)Neonatal weight (in kg) 2.769 (1.559–4.920)

BMI, body mass index.

measurements of the uterine cervix, the CCI, and therisk of Cesarean delivery after attempted IOL. Wewere not able to demonstrate an association betweenCCI values and Cesarean delivery in our population.However, we confirmed that measurement of this indexhas adequate inter- and intraobserver reproducibility(intraclass correlation coefficients of 0.86 and 0.81,respectively, in the present study), as has been shownin previous reports17,18. Cervical consistency as assessedby vaginal digital examination (Cohen’s κ coefficient of0.04) was not reproducible. Furthermore, neither Bishopscore nor CCI showed relevant association with theoutcome of IOL on logistic regression analysis.

The mechanisms behind the modifications that allowproper cervical effacement and dilatation before deliveryare not yet well understood. However, it seems thatremodeling begins early in pregnancy22–24, leading toprogressive decrease of cervical stiffness, even beforecervical shortening occurs25. Several researchers havefocused on the analysis of this biomechanical propertyusing aspiration devices13 or ultrasonographic tools.Among the latter, elastography is the most evaluatedtechnique. This method evaluates quantitatively theconsistency of the tissue by inducing motion of the cervixby applying pressure with the ultrasonographic probe.However, although the technique seems reproducible26,it lacks means of controlling the force applied to thecervix, which makes standardization of the measurementsdifficult. Consequently, even though relative comparisonof different regions is feasible, it is not possible to defineabsolute values of cervical consistency27.

To overcome this issue, Parra-Saavedra et al.17 designeda dynamic index that compares the cervical anteroposte-rior diameter at rest and on maximum compression, afterpressing the cervix with the transvaginal probe up to thepoint at which it is not possible to further modify itsmorphology. The ratio of the anteroposterior diameter atmaximum compression to that at rest is the CCI, whichcan be defined roughly as the proportion of remain-ing cervical thickness after compression. Therefore, theindex increases proportionally with the resistance of thecervix to deformation, meaning that higher CCI valuesrepresent tougher cervices. Although determination ofCCI has been shown to be reproducible17,18, the forcerequired to compress the cervix cannot be quantified,

as is the case in elastography. However, the definitionof the index ensures standardization of its measure-ment, as it requires achieving maximum deformation ofthe cervix by applying pressure with the probe. Thus,intermediate deformation would be irrelevant to themeasurement11,28.

Cervical consistency has been a matter of interestin the prediction of preterm birth or IOL outcome.Low CCI was shown to predict spontaneous pretermdelivery and to have better predictive performancethan cervical-length measurements17,18. With respect toIOL, the use of elastography for cervical assessmentdemonstrated promising results, correlating the stiffnessof the tissue surrounding the internal cervical os (asquantified using the elasticity index) with the success ofIOL14. We designed this study to evaluate the associationof cervical consistency, as quantified by CCI, with theoutcome of IOL, since this tool has not yet been testedin this scenario. We found a mean CCI of 70.1% in ourcohort, which is higher than the 45.6% reported for thethird trimester17. This difference might be attributed tothe definition of our study population, which includedwomen admitted for IOL (> 95% of them requiringcervical ripening). This definition selects women whowill probably not have spontaneous onset of labor,mostly represented by those admitted after 41 weeks ofpregnancy but also by those who were induced earlydue to medical complications of pregnancy. However,this assumption has to be confirmed by tracing normalitycurves for term pregnancies together with the analysis ofthe association between CCI and spontaneous onset oflabor.

Our findings did not show an association betweenCCI and the risk of Cesarean delivery after IOL, even inthe presence of other variables that were correlated withCesarean delivery. These variables (parity, body massindex, cervical length and neonatal weight) have beenstudied previously and have been associated with IOLoutcome2,29–34.

The main strength of this study is its prospective design,with an adequate sample size to allow analysis of theassociation between CCI and Cesarean delivery after IOL.The study did not interfere with the decisions related toIOL, as the women and the clinicians in charge of IOLwere both blinded to the results. To our knowledge, thisis the first work assessing the value of CCI in the contextof Cesarean delivery after IOL.

We acknowledge some limitations of our study. Itwas performed in a single institution, which may confinethe results to our setting. Furthermore, the wide rangeof indications, although representing clinical practice,constitutes a heterogeneous population, in which womenwho are expected to start labor spontaneously but areadmitted early for IOL (for maternal or fetal cause) arecombined with those who will eventually require IOL dueto lack of spontaneous onset of delivery. This might skewthe findings and could only be overcome by studyingnormal distributions throughout varied term gestationalages. The evaluation of the cervix was performed before

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Cervical consistency index and induction of labor 803

triggering IOL, according to common practice; however,this might represent a shortcoming for identifying theusefulness of CCI in predicting IOL outcome. In fact,the performance of CCI in a different phase of IOL hasnot been assessed. For example, if the modificationsoccurring after attempting cervical ripening are somehowassociated with the outcome of IOL, a second evaluationof the cervix would have to be performed after thisprocess in order to evaluate the change in CCI.

Finally, there are limitations owing to the techniqueof determining CCI. The angulation of the cervix mayinterfere with the force vector, thereby impeding theassessment of a true maximally compressed antero-posterior diameter. Also, the absolute value of tissuestiffness remains unknown and further studies arerequired to evaluate complementary features (such as thecombination with shear wave elastography11, in whichthe applied force is known).

Future research should first focus on characterizationof the population and the normal distribution; then, wewould be able to assess more accurately the utility of thistool and evaluate its contribution to predictive models.

In conclusion, CCI does not seem to be associatedwith the risk of Cesarean delivery after IOL at term.Further research is needed for a better understanding ofthe distribution and determinants of CCI in women withterm pregnancy.

ACKNOWLEDGMENTS

This project was supported financially by the Endof Residence Award ‘Emili Letang’ project number318_28_PFR_2014, granted by the Hospital Clınicde Barcelona, Research, Innovation and EducationDirectorate and by the Research grant in the areaof Maternal and Fetal Medicine given by the FundacionDexeus – Salud de la Mujer.

This publication was funded with support of theErasmus+ Program of the European Union (FrameworkAgreement number: 2013-0040). This publication reflectsthe views only of the authors, and the Commission cannotbe held responsible for any use that may be made of theinformation contained herein.

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RESULTADOS

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83

6. RESULTADOS

6.1. Artículo 1. Definición del fracaso de inducción y de sus factores predictivos: dos problemas

no resueltos de la práctica clínica diaria (Definition of failed induction of labor and its predictive

factors: two unsolved issues of an everyday clinical situation)

Tras la primera criba de los resultados de la búsqueda de las publicaciones en las bases

de datos, se obtuvo el texto íntegro de 80 artículos. De estos, únicamente 7 incluían la definición

de fracaso de inducción como la imposibilidad de alcanzar la fase activa del parto (acortamiento

del cérvix y dilatación mínima de 4 cm en presencia o ausencia de un límite temporal). Bajo esta

definición, la tasa de cesárea es variable (1,8 - 15,1%). Sin embargo, debe destacarse que algunas

de las definiciones de fracaso de inducción no implicaban la realización de una cesárea.

Consecuentemente, un número no despreciable de mujeres conseguían un parto vaginal

después de considerarse que la inducción había fallado.

Respecto a los factores de predicción, no se han identificado variables capaces de

identificar al grupo de pacientes que no van a responder a la inducción y alcanzar la fase activa

del parto. El elemento que mejor asociación ha mostrado es la puntuación de Bishop, similar a

la medición de la longitud cervical medida por ecografía, aunque los diferentes resultados

entran en contradicción. Sin embargo, esta asociación no se traduce necesariamente en una

buena capacidad predictiva. En relación con las características maternas (incluyendo edad,

índice de masa corporal, peso, altura y etnia), la edad gestacional o las características

individuales de la puntuación de Bishop, los resultados son diversos, por lo que su asociación

con el fracaso de inducción, definido como la imposibilidad de alcanzar la fase activa, no ha sido

demostrada de manera sólida.

Finalmente, ni las determinaciones bioquímicas (como la phIGFBP-1† o la Fibronectina

fetal) ni las herramientas de estudio de las propiedades biofísicas del cérvix, como la

elastografía, han sido capaces de mostrar una asociación con el resultado estudiado. Existen

otros instrumentos diseñados para estudiar el cérvix. Sin embargo, estos están focalizados en el

estudio del riesgo de parto prematuro, por lo que aún se debe buscar si existe alguna asociación

entre estas y el desarrollo de la inducción del parto.

† Phosphorylated Insulin-like Growth Factor Binding Protein-1

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84

6.2. Artículo 2. Modelo clínico y ecográfico para predecir el parto por cesárea después de la

inducción del parto a término (Clinical and Sonographic Model to Predict Cesarean Delivery

after Induction of Labor at Term)

Durante el período de reclutamiento, 524 mujeres fueron incluidas. Debido a las

cesáreas indicadas por riesgo vital materno o fetal, 47 participantes fueron excluidas, quedando

477 para el análisis. Entre estas, el resultado principal (parto por cesárea) ocurrió en 102 (21,4%).

Al comparar los dos grupos de mujeres, se vieron diferencias estadísticamente significativas

entre el grupo de parto vaginal y el de cesárea en relación a la existencia de partos vaginales

previos (34,4% vs. 6,9%, p<0,001), la altura (164,1±6,5 cm vs. 160,8±7,9 cm, p<0,001), el índice

de masa corporal antes del embarazo (23,2±4,2 kg/m2 vs. 24,6±4,5 kg/m2, p=0,004) y antes del

parto (28,1±4,2 kg/m2 vs. 30,3±4,5 kg/m2, p<0,001), así como en el peso materno antes del parto

(75,7±12,4 kg vs. 78,6±13,3 kg, p=0,045) y en la ganancia ponderal durante el embarazo

(13,2±5,2 kg vs. 14,8±6,1 kg, p=0,007). La puntuación de Bishop fue, asimismo, diferente para

ambos grupos (mediana 3 -rango intercuartil 2 a 4- vs. 2 -1 a 4-, p<0,001). Respecto a los

parámetros ecográficos, destacan el peso fetal estimado (3,26±0,5 kg vs. 3,51±0,5 kg, p<0,001)

y la longitud cervical (22,0±10,3 mm vs. 27,0±10,9mm, p<0,001). Finalmente, el tiempo entre el

inicio de la inducción y el parto (1201,2±539,8 min vs. 1583,8±451,9 min, p<0,001) y el peso

neonatal (3,28±0,05 kg vs. 3,51±0,5 kg, p<0,001) fueron dispares entre ambos grupos. El

coeficiente de correlación intraclase entre el peso fetal estimado por ecografía y el peso

neonatal fue de 0,89.

Todas las variables fueron incluidas en la creación del modelo, el cual fue elaborado con

el 70% de las participantes reclutadas. No hubo evidencia de asociación no lineal entre el

resultado predicho (probabilidad de cesárea) y los predictores continuos incluidos. El índice de

Hosmer y Lemeshow no fue significativo (p=0,29), mostrando una adecuada bondad de ajuste,

y el coeficiente R2 de Nagelkerke fue de 35%. El área bajo la curva ROC‡ del modelo en la cohorte

de entrenamiento fue de 0,8263, mientras que en la cohorte de validación fue de 0,8259, lo que

representa una pérdida en la capacidad predictiva del 0,04%.

El modelo final, calibrado con todas las participantes, presentó un área bajo la curva

ROC de 0,826 (IC§ 95% 0,78-0,87) que fue significativamente superior al área bajo la curva ROC

de la puntuación de Bishop (0,619, IC 95% 0,56-0,68, p<0,001). El modelo propuesto incluyó las

siguientes variables, exhibidas con sus odds-ratio (OR) y sus correspondientes intervalos de

confianza: parto vaginal previo (OR 0,088, IC 95% 0,04-0,21), altura (OR 0,904, IC 95% 0,87-0,94),

‡ Receiver-Operating Characteristics § Intervalo de confianza

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índice de masa corporal antes del parto (OR 1,084, IC 95% 1,02-1,15), peso fetal estimado (OR

3,965, IC 95% 2,18-7,22) y longitud cervical ecográfica (OR 1,065, IC 95% 1,04-1,09). Según el

modelo, asumiendo un 5% de falsos positivos, la sensibilidad fue de 44,1% (IC 95% 34,9-53,8),

la especificidad de 94,9% (IC 95% 92,2-96,7) y los valores predictivos positivo y negativo

presentaron valores de 70,3% (IC 95% 58,2-80,1) y 86,2% (IC 95% 82,5-89,2), respectivamente.

6.3. Artículo 3. Índice de consistencia cervical y riesgo de cesárea después de la inducción del

parto a término (Cervical consistency index and risk of cesarean delivery after induction of labor

at Term)

Durante el período de estudio, 510 mujeres aceptaron participar. De estas, 46 tuvieron

una cesárea por riesgo vital materno o fetal, con lo que los datos de 464 participantes se

utilizaron para el análisis. El resultado principal (parto por cesárea) se produjo en 100 (21,6%)

embarazadas. Al comparar aquellas que parieron por vía vaginal con el grupo de cesáreas, se

observaron diferencias estadísticamente significativas respecto a la presencia de partos

vaginales previos (34,3% vs. 7,0%, p>0,01), en el índice de masa corporal antes del parto

(28,2±4,2 kg/m2 vs. 30,5±4,5 kg/m2, p<0,01), en la puntuación de Bishop (mediana 3 -rango

intercuartil 2 a 4- vs. 2,5 -1 a 4-, p<0,01), en la longitud cervical ecográfica (22,0±10,2 mm vs.

26,9±11,0 mm, p<0,01) y en el peso neonatal (3,29±0,5 kg vs. 3,50±0,5 kg, p<0,01). Sin embargo,

no se observaron diferencias en cuanto en relación con el índice de consistencia cervical

(70,0±13,1% vs. 70,1±12,3%, p=0,94). Este índice se comparó también entre las mujeres a las

cuales se les realizó una cesárea sin haber alcanzado la fase activa (46/100, 46,0%) y aquellas en

las cuales se estacionó el parto durante la primera o la segunda fase (54/100, 54,0%), sin hallarse

diferencias (72,3±10,9% vs. 68,3±13,2%, p=0,10). Asimismo, estos subgrupos presentaron

índices de consistencia similares que aquellas mujeres que parieron por vía vaginal (p=0,26 y

p=0,36, respectivamente). El análisis por regresión logística tampoco reveló una asociación

entre el índice estudiado y el parto vaginal después de la inducción del parto.

Al comparar el índice de consistencia cervical con la consistencia evaluada por tacto

vaginal, se vio que la concordancia era baja (índice de Kappa 0,04). Por el contrario, los

coeficientes de correlación intraclase, para evaluar la reproducibilidad inter e intraobservador

de la técnica, fueron de 0,81 (IC 95% 0,66-0,89) y 0,86 (IC 95% 0,75-0,92).

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DISCUSIÓN

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7. DISCUSIÓN

7.1. El interés de la predicción

La inducción del parto es un mecanismo obstétrico cuya incidencia ha ido aumentando

en los últimos años7. De hecho, la evidencia que muestra resultados perinatales más favorables

con este procedimiento que con el manejo expectante, en el contexto de determinadas

situaciones clínicas, seguirá aportando argumentos a favor de su incidencia creciente,

fundamentalmente en edades gestacionales inferiores a las 40 semanas8,38,217–221. Si bien sus

indicaciones están basadas en un adecuado balance de riesgos y beneficios -tanto para la madre

como para el feto/neonato-, este procedimiento es aún percibido por obstetras y embarazadas

como artificial, agresivo y responsable de un alto número de cesáreas222. Esto se debe a que la

inducción presentaba, en los primeros trabajos, peores resultados perinatales que el inicio

espontáneo del parto, estigmatizando así su aplicación223.

Aunque en el marco de los estudios contemporáneos este diseño se ha superado y la

inducción del parto se contempla como una actitud dirigida a reducir las complicaciones en

torno al nacimiento, los métodos utilizados apenas han cambiado y, en los últimos años, no ha

sido posible mejorar el número de partos vaginales conseguidos tras este procedimiento223. Esto

se traduce en que un mismo protocolo será aplicado a todas las gestantes, contemplando que

una misma fórmula debería funcionar de la misma manera para cada una de ellas, sin importar

sus características personales. Adicionalmente, previo al inicio del procedimiento, no

disponemos de herramientas que nos permitan informar sobre el pronóstico de la inducción.

Por lo tanto, nos enfrentamos a un procedimiento cuyo resultado es, por definición, incierto.

En este punto adquiere importancia el estudio de elementos que permitan predecir

adecuadamente el resultado de la inducción del parto. No solo para el conocimiento del riesgo

de fracaso, sino además porque esta información permite la individualización del manejo, ya

que los clínicos deben enfrentarse a pacientes con problemáticas y preguntas concretas, que

deben responder habitualmente con datos epidemiológicos. Las herramientas de predicción

permiten confeccionar un procedimiento centrado en la mujer, en el que se tengan en cuenta

sus características particulares, los riesgos personalizados y sus preferencias en términos del

impacto de la inducción sobre su salud y la de su hijo, permitiendo una discusión informada y

meditada sobre las opciones de las que se dispone llegado el momento de finalizar la gestación.

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La capacidad de ajuste del pronóstico individualizado, además de facilitar la labor de los

actores clínicos, podría también presentar un impacto global sobre los resultados de la inducción

del parto, en términos de salud (al reducir las consecuencias adversas maternas y neonatales de

un procedimiento prolongado90–93,224), de impacto económico (costes del personal médico, de

los tratamientos y de la hospitalización103) y de la percepción de la población sobre el sistema

de salud, incidiendo, fundamentalmente, sobre las opiniones de las usuarias en cuanto a la

atención y manejo recibidos.

7.2. El resultado de la inducción

Frente al interés de la predicción, la primera pregunta que surge es la elección de qué

es lo que se quiere predecir. Diferentes trabajos han abordado la cuestión de buscar elementos

que permitan seleccionar adecuadamente a las mujeres en riesgo de fracaso de la inducción del

parto, sin que haya sido posible introducirlos en la práctica clínica habitual.

Entre las razones que explican la falta de aplicación práctica de la evidencia disponible

podría encontrarse la formulación misma del fracaso de la inducción del parto. Tras la revisión

de la literatura centrada en la predicción, el primer elemento que destaca es la gran

heterogeneidad a la hora de concretar qué se considera una inducción exitosa, sin que haya una

definición aceptada y generalizada. Así, la mayoría de los estudios consideran que la inducción

fracasa si finaliza mediante cesárea, mientras que otros trabajos preconizan la elección del inicio

de la fase activa como determinante para el éxito del procedimiento. Además, en varios casos,

la definición viene dada por un límite temporal, a partir del cual, independientemente de la vía

final del parto, se considera fracasada la inducción (Tabla 2)35,104–201.

Esta situación tiene un impacto directo a la hora de intentar resumir los hallazgos de

diferentes estudios y podría explicar el motivo por el cual los trabajos concluyen de manera

dispar a la hora de evaluar el mismo factor. A modo de ejemplo, una variable que se asocie de

manera adecuada con el inicio de la fase activa, pero no con la cesárea en fase de expulsivo, será

vista como una variable cuya asociación con el resultado de la inducción del parto es

controvertida (o nula), cuando el problema es que la óptica de evaluación conglomera dentro

de la definición de “fracaso” varias posibilidades muy desiguales entre sí que, como tales, serán

probablemente explicadas (y predichas) por conjuntos diferentes de variables.

Aunque la nomenclatura de los diferentes artículos las pueda equiparar, resulta

evidente que se trata de dos resultados diferentes: alcanzar la fase activa o finalizar mediante

cesárea. Como se ha propuesto por algunos autores, el objetivo de la inducción es llevar mujeres

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que no están de parto a estarlo225, es decir, que hagan la transición de la fase latente a la fase

activa. A este hecho debe añadírsele que los mecanismos de inducción del parto

(fundamentalmente los de maduración cervical) se orientan a modificar las propiedades del

cérvix, mientras que estimulan la dinámica uterina de una manera secundaria. De esta manera,

definir el fracaso de inducción como la imposibilidad de alcanzar la fase activa parecería

responder de un modo fidedigno al objetivo exigible a este procedimiento.

Sin embargo, la mayoría de los autores escogen definir el éxito de la inducción como la

consecución de un parto por vía vaginal. Aunque este procedimiento, en sí mismo, influyese

sobre la necesidad de realizar una cesárea, esta puede venir determinada por otros factores

que, por un lado, no son fácilmente modificables (como la posición de la cabeza fetal, su grado

de flexión, el tamaño de la pelvis materna y la relación entre estos dos componentes, hecho que

acaba determinando la posibilidad de encajamiento de la presentación), y que, por el otro,

introducen factores que distorsionan la evaluación y la capacidad predictiva de cualquier

variable, sin estar ligados a los procedimientos relacionados con la inducción.

Merecen una mención aparte las definiciones que consideran el fracaso cuando no se

produce el resultado (sin importar su enunciación) antes de un determinado límite temporal

(por ejemplo, parto vaginal en 24 horas). Esta elección responde, probablemente, a una

necesidad del diseño estadístico, pero que carece de sentido a nivel clínico y conceptual.

Muchos de los artículos que utilizan esta definición reconocen que una proporción de mujeres

diagnosticadas de fracaso de inducción (al superar un tiempo definido sin conseguir el éxito)

acabarán pariendo por vía vaginal. Esto se traduce en una valoración conflictiva y difícil de

explicar: podemos encontrarnos con una mujer que, sin estar de parto, acaba dando a luz por

vía vaginal, pero que, como no lo ha hecho dentro de un determinado lapso temporal, es

catalogada como inducción fallida. Además del absurdo que esto supone, este planteamiento

introduce una nueva fuente de heterogeneidad en la evaluación del resultado, ya que acaba

mezclando mujeres que finalizan en cesárea con aquellas que, alargando los tiempos de espera,

consiguen un parto vaginal. Así, la utilización de límites de tiempo se traduce en un análisis

subóptimo y no debería contemplarse si no es con una justificación adecuada.

Con todo, la definición del fallo de inducción debería ser consistente con la definición

misma de la inducción del parto, que es conseguir la entrada a la fase activa gracias a los

métodos utilizados. Sin embargo, su utilización como resultado en la elaboración de modelos de

predicción plantea una serie de limitaciones. En primer lugar, la incidencia del evento. La

incidencia del fallo de inducción en nuestra serie, definido según lo propuesto, es inferior al 9%,

mientras que la tasa de cesáreas es superior al 20%. Esto no solo representa una desventaja a

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nivel de construcción del modelo estadístico, sino que significa que la mayor parte de cesáreas

producidas en el transcurso de la inducción no van a producirse por fallos de inducción. Esto

tiene una repercusión directa sobre la aplicación práctica de los modelos de predicción: si bien

la utilización del fallo de inducción como evento a predecir responde mejor a la definición y

objetivo mismo del procedimiento, la mujer que debe someterse a estas técnicas (y

probablemente también su médico de referencia) agradecerá una definición práctica del evento

desfavorable.

Por lo tanto, la decisión sobre qué resultado debe utilizarse debe realizarse de acuerdo

con lo que se espera predecir. De hecho, dado que muchas variables se centran en la evaluación

de las condiciones del cérvix, alcanzar la fase activa representaría un resultado adecuado, ya

que pone de manifiesto la consecución de la maduración cervical y el haber iniciado el trabajo

de parto en una mujer que, previamente, no lo había comenzado. Sin embargo, otra de las

limitaciones es que la relevancia clínica de este evento es menor, fundamentalmente para las

mujeres -que estarán más interesadas en la vía del parto- y para el sistema de salud pública -el

cual mide índices de calidad en términos de tasas de cesáreas-. Desde este punto de vista,

utilizar el parto por cesárea como indicador del fracaso de la inducción sería un abordaje de

mayor interés, incluso aunque esté influenciado por otros factores diferentes del cérvix (muchos

de los cuales son aún impredecibles).

En conclusión, definir el éxito de la inducción como la consecución de la fase activa es

adaptar el resultado a la esencia del procedimiento. No obstante, si la aplicación clínica es el

objetivo final de la mayoría de las herramientas desarrolladas, la utilización de la cesárea para

hablar de la inducción fallida debería ser el evento que considerar.

7.3. Predictores individuales del éxito de la inducción del parto

Independientemente de la definición de éxito utilizada, cerca de 50 variables diferentes

han sido evaluadas con el objetivo de predecir el resultado de este procedimiento (Tablas 3 y 4).

Sin embargo, pese a la multitud de opciones propuestas, ningún protocolo contempla la

utilización de estas variables (con excepción de la puntuación de Bishop) como elemento de

valoración. De hecho, el problema de la predicción no está recogido en las guías clínicas actuales

y no se contemplan alternativas a la inducción basadas en las probabilidades de un mal

resultado.

La evaluación de las condiciones cervicales previas a la inducción del parto, resumidas

en la puntuación de Bishop, está destinada exclusivamente a la decisión sobre la necesidad de

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maduración cervical y la elección del método correspondiente. Sin embargo, dado que esta

variable se recoge de manera sistemática antes de iniciar el procedimiento, diversos trabajos

han evaluado si la puntuación de Bishop estaba relacionada con el resultado final de la

inducción. Aún así, y pese a su elevada difusión, los resultados de los estudios son variables, y

las conclusiones de los metanálisis se inclinan por no recomendarlo como un elemento de

predicción141. Si bien es verdad que nuestras pacientes presentan puntuaciones de Bishop

diferentes según la vía del parto, la capacidad predictiva individual de esta variable dista de ser

aceptable (área bajo la curva ROC de 0,62) y, además, al ser confrontada con otros predictores

durante el proceso de modelado, fue eliminada de los modelos finales.

Fuera de la evaluación clínica del cérvix, se han buscado asociaciones entre diversas

características maternas y la probabilidad de éxito de la inducción del parto. Los rasgos

antropométricos han sido evaluados de manera exhaustiva, ensayándose elementos de

medición directa (como la altura o el peso), así como índices y variantes de estos, entre los que

se incluyen el índice de masa corporal y las modificaciones ponderales en diferentes momentos

del embarazo. Son varios los estudios que muestran relación entre estas variables124,189 y

diferentes definiciones del éxito de la inducción del parto, aunque, evaluados de manera

individual, los resultados son nuevamente insuficientes.

Al analizar nuestras participantes, tanto el peso como la altura estuvieron asociados, de

manera individual, con la probabilidad de parto por cesárea. Sin embargo, el análisis

multivariante mostró una mejor capacidad predictiva con el índice de masa corporal que con el

peso materno, situación derivada de la definición misma de índice, que condiciona,

posiblemente, un fenómeno de colinearidad entre las dos variables. No obstante, esta situación

no se repitió con la medida de la altura materna, que permaneció en el modelo final dándole

estabilidad. Esto podría deberse a que el índice de masa corporal es inversamente proporcional

al cuadrado de la altura, lo que permitiría la inclusión de ambas variables sin fenómenos de

interferencia.

Por otra parte, los antecedentes obstétricos han sido también evaluados en relación con

la inducción del parto. Así, las mujeres con partos vaginales previos conseguían partos por esta

misma vía en casi un 95% de las ocasiones. No es de extrañar, por lo tanto, que este factor

estuviese fuertemente relacionado con el éxito de la inducción y que, como tal, estuviese

incluido tanto en el nuestro como en otros modelos119,124,131,157,165,167,194,195,197, incluso

utilizándose como un elemento adicional que matiza la puntuación de Bishop, intentando

mejorar su capacidad predictiva.

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En la misma línea, el antecedente de parto por cesárea podría condicionar el resultado

de la inducción de la misma manera que lo hace con el parto de inicio espontáneo, en el que

aumenta el riesgo de finalización por esta vía226. Sin embargo, en nuestra cohorte, el

antecedente se reparte de manera homogénea entre los dos grupos, lo cual está en la línea de

los pocos trabajos que han estudiado esta asociación133,169,189,195. De hecho, a pesar de que la

tasa de cesáreas está en aumento constante7 (y dentro del grupo de la inducción del parto, esto

no es una excepción), muchos autores prefieren excluir a las mujeres con este antecedente de

sus trabajos, lo que limita la generalización de sus hallazgos.

Algunas publicaciones han hallado una relación entre la edad gestacional en la que se

produce la inducción y el riesgo de fracaso de esta112,124,127,128,140,162,184,187,190,195,197,199,201. La base

teórica para esta asociación radicaría en la idea de que, cuanto más tarde en el embarazo, más

favorable será el cuello, más mecanismos previos al parto habrán sido puestos en marcha y, por

lo tanto, la probabilidad de éxito debería ser mayor. Sin embargo, no debe olvidarse que, dentro

del grupo de mujeres inducidas, la indicación más frecuente es la edad gestacional superior a

las 41 semanas (cerca del 35% en nuestra población). Esto significa que, aún cuando esta base

teórica pudiese ser cierta, una proporción elevada de mujeres llega a superar el término sin que

se hayan producido cambios que auguren un buen pronóstico, inevitablemente compensando

los potenciales beneficios de la edad gestacional avanzada. No es de extrañar, por tanto, que no

hubiésemos visto asociación entre la duración del embarazo y el resultado de la inducción del

parto.

Asimismo, nuestros datos han mostrado que la indicación del procedimiento (sea

materna, como la hipertensión o la diabetes, o fetal, como el retraso de crecimiento

intrauterino) no ha mostrado relación con la vía del parto, pese a lo que se ha visto en algunos

estudios155,184,190,197,199. En cualquier caso, sería necesario hacer un estudio exhaustivo sobre el

tema, dado que es muy probable que la heterogeneidad de las indicaciones sea muy extensa y,

por lo tanto, dé lugar a resultados difícilmente generalizables.

Por otra parte, la mayor parte de estudios que han evaluado el método de inducción

tampoco lo han relacionado con el éxito de la inducción del parto. Esta falta de asociación tiene

una interpretación optimista, por la cual, independientemente de la gran heterogeneidad de

protocolos utilizados, la elección del método de maduración cervical y de estimulación de la

dinámica uterina no influiría sobre la probabilidad de cesárea. Sin embargo, hay estudios que

muestran que determinados protocolos de inducción son más exitosos que otros49,84,227, por lo

que estas conclusiones podrían no ser válidas. Es probable que la solución a esta contradicción

esté en el diseño y objetivo de estos estudios. Por un lado, unos trabajos comparan los métodos

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utilizando grupos homogéneos. En cambio, cuando se evalúa la capacidad de predicción, suele

tratarse de grupos heterogéneos en los que la designación del método de inducción es un

resumen de determinadas características maternas y fetales, que son las condicionan la elección

de los mecanismos utilizados. De esta forma, aun siendo probable que los métodos tengan una

influencia sobre el éxito de la inducción del parto, en las condiciones de utilización habitual

equivalen a un resumen imperfecto del conjunto de características tenidas en cuenta para su

selección y, por lo tanto, se comportan como una variable agrupadora que recoge factores con

un criterio no relacionado con el resultado del procedimiento, de manera que no es

sorprendente que no sea capaz de orientar la dirección que tomará el mismo.

Si bien el conjunto de características clínicas maternas evaluadas es extenso, este es

ampliamente superado por las diferentes opciones ecográficas planteadas. Siguiendo la estela

de la amplia difusión de la puntuación de Bishop, la mayoría de los trabajos han evaluado

múltiples rasgos del cérvix por ecografía transvaginal, tales como la presencia de funneling**, el

ángulo, la dilatación o diferentes áreas o volúmenes cervicales. Una vez más, mirados de manera

individual, los resultados son controvertidos y la capacidad predictiva de estas variables es muy

limitada.

Mención específica merece la medida ecográfica de la longitud cervical. El rendimiento

de esta herramienta ha sido tan evaluado como la puntuación de Bishop. A pesar de que la

evidencia hace hincapié en que la capacidad predictiva de esta determinación es

limitada141,169,228, en las dos muestras en las que estudiamos este parámetro encontramos una

asociación importante entre la longitud cervical y el éxito de la inducción del parto, definido

como la consecución del parto por vía vaginal. Así, este parámetro fue inevitablemente incluido

dentro del modelo de predicción final. En este punto, es importante remarcar que, si bien

muchos autores se inclinan por la categorización de esta medida, el modelo presentado incluye

la variable de manera continua (al no haber evidencia de asociación no linear entre el predictor

y el resultado). De esta manera, se permite la introducción del resultado específico para cada

paciente, lo que representa una ayuda adicional en el proceso de toma de decisiones ya que

permite ajustar el riesgo a cada mujer individual.

Además de las características maternas objetivadas mediante ecografía, también ha

habido interés en valorar al feto. Así, se ha buscado sin éxito si la posición de la cabeza o el sexo

estaban relacionados con el resultado de la inducción. Sin embargo, el estudio del peso fetal o

** El término funneling proviene del inglés, derivado de funnel, que significa embudo. Hace referencia a la visualización mediante ecografía de la apertura del orificio cervical interno.

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neonatal ha sido discutido en varios trabajos, con resultados que apuntan en direcciones

opuestas112,118,143,146,149,154,155,156,158,161,163,164,124,165,168,171,173,176,177,179,184,189,190,127,195,198,200,201,128,129,135,

138,140,142. Es evidente que, a la hora de evaluar modelos de predicción del parto, el peso neonatal

es una variable inútil, ya que se obtiene una vez se ha producido el evento de interés. No

obstante, nuestros resultados muestran que su equivalente prenatal -el peso fetal estimado-

estaría asociado con la vía del parto tras la inducción. Si bien debe destacarse que este cálculo

es operador-dependiente y que puede resultar en infra o sobreestimaciones de las dimensiones

reales del neonato, existe evidencia que concluye que la evaluación ecográfica prenatal del peso

fetal podría utilizarse como el mejor predictor del peso neonatal229. A la par, nuestras

estimaciones representaron adecuadamente el espectro observado al nacimiento (coeficiente

de correlación intraclase de 0,89).

Finalmente, cabe destacar que, dentro de nuestra población, no se han objetivado

diferencias en referencia a otras variables ecográficas evaluadas de una forma relativamente

amplia en la literatura: la presencia de funneling y el ángulo cervical posterior.

7.4. Los modelos de predicción

Tras lo expuesto anteriormente, resulta evidente que ninguna variable es capaz, por sí

sola, de cumplir de manera aislada los requisitos necesarios para convertirse en una

herramienta de predicción fiable. Es por esto por lo que se plantea la necesidad de integrar

diferentes características en modelos más o menos complejos con capacidad predictiva

suficiente para acercarse a la posibilidad de disponer de una herramienta diagnóstica para el

problema clínico planteado.

Varios de los modelos publicados se han elaborado a partir de cohortes

retrospectivas160,187,194,195,197,199, lo que permite incluir un número elevado de pacientes, pero

que adolece de los problemas que supone trabajar con datos clínicos no recogidos para

investigación (en los que la fiabilidad de la información está comprometida). Además, dado que

la evaluación ecográfica no forma parte de los protocolos habituales de inducción del parto, la

mayoría de ellos no incluye variables evaluadas de esta manera. Esto supone una desventaja en

vistas de los resultados de los análisis multivariable -en los que la evaluación ecográfica del

cérvix se muestra superior a la evaluación clínica mediante la puntuación de Bishop119,131,157,165-

ya que la inclusión de casos finalizados no permite la evaluación de nuevas variables.

Si bien la mayoría de los algoritmos publicados presentan buenos datos de capacidad

predictiva (que oscilan en torno a áreas bajo la curva ROC de 0,80), la mayoría de ellos no

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presentan datos de validación interna ni externa. La falta de validación interna impide valorar si

los modelos estás sobreajustados (overfitted), de manera que, como es esperable, se adaptan

bien los datos con los cuales fueron creados (valorado mediante una buena área bajo la curva

ROC), pero desconocemos si permiten identificar adecuadamente a otras pacientes en riesgo

dentro de la misma población. Asimismo, la falta de validez externa impide su exportación. Estas

situaciones suponen una limitación clara para la aplicación de estos resultados en la práctica

clínica. Por un lado, desconocer el comportamiento de los modelos dentro de las cohortes

iniciales frena la traducción práctica del trabajo de los investigadores sobre su propia población,

y por el otro, de manera aún más global, imposibilita la aplicación por parte de otros grupos que,

además, podrán argumentar diferencias poblacionales o en la aplicación del protocolo para

justificar la falta de adopción de estas nuevas herramientas.

En relación a los modelos para los cuales existen datos de validación, la calculadora

producida a partir de un diseño retrospectivo de Levine et al.197 se presenta con datos de

evaluación interna, confirmando los hallazgos. Sin embargo, el área bajo la curva es de 0,73, con

lo cual, la capacidad de predicción es limitada. Por otro lado, los algoritmos prospectivos de

Rane et al.124 y de Peregrine et al.131 integraron diferentes características clínicas con la medida

ecográfica de la longitud cervical, tras evaluar y descartar múltiples factores. Si bien la capacidad

predictiva publicada por los autores es buena, estos modelos fueron evaluados de manera

externa207,208 sobre poblaciones diferentes a las de creación y la conclusión ha sido, en todos los

casos, que ambos sobreestimaban el riesgo de cesárea.

Con el objetivo de intentar superar estas limitaciones, diseñamos un estudio que

evaluase de manera simultánea la mayoría de las variables descritas en trabajos previos,

utilizando una muestra adecuada y recogida de manera prospectiva, en la que además de previó

una cohorte posterior en la que validar los resultados. Así, elaboramos un algoritmo sencillo,

con variables de fácil recogida y con un área bajo la curva ROC de 0,826. La cohorte de validación

demostró una pérdida de capacidad predictiva inferior al 0,05%, con lo que, aparentemente, su

aplicación en la población de origen es factible.

Nuestro algoritmo incluyó las mismas variables que se consideraron para el modelo

presentado por Peregrine et al.131, con la excepción de la introducción del peso fetal estimado

por ecografía. Esta medición ya ha sido discutida previamente, pero debe destacarse que su

presencia dentro del modelo implica un aumento de la capacidad predictiva de 0,80 (en lugar

del 0,83 del algoritmo de Peregrine et al.) a 0,83. Además, si se fija la tasa de falsos positivos en

5%, la sensibilidad se incrementa un 8%. Asimismo, para una especificidad del 99%, la

sensibilidad se sitúa en torno al 20%, duplicando el valor presentado por Rane et al.124.

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La limitación evidente de nuestro trabajo es la falta de demostración de su validez

externa, lo cual estaba fuera de los límites del diseño inicial. Si bien nuestros resultados nos

permitirían aplicar el algoritmo dentro del medio clínico en el que fue diseñado, la exportación

se encuentra restringida al desarrollo de estudios posteriores que evalúen si los datos son

extrapolables a poblaciones con otras características o a centros en los que las guías clínicas de

inducción del parto sean diferentes.

7.5. La interpretación del modelo y la elección de los puntos de corte

La utilización del modelo no implica grandes dificultades, ya que las características

antropométricas incluidas son habituales en la recogida de datos en la historia clínica obstétrica.

Además, las dos variables ecográficas (la longitud cervical y la estimación del peso fetal) son

medidas realizadas por los obstetras de manera rutinaria en el seguimiento del embarazo.

El resultado obtenido tras introducir los datos necesarios en el algoritmo equivale al

riesgo porcentual de que el procedimiento de inducción del parto finalice en cesárea. Si bien la

interpretación conceptual es sencilla, su aplicación supone responder a la cuestión sobre qué

valores deben suponer una modificación en la actitud clínica (independientemente de cuál sea

esta). Es decir, a pesar de disponer de una estimación de la probabilidad del éxito o fracaso de

la inducción (entendido, de ahora y hasta el final del texto, como la finalización mediante parto

vaginal o cesárea, respectivamente), la mayoría de los profesionales implicados en el manejo

obstétrico agradecerán la sugerencia de una categorización del resultado que permita clasificar

a sus pacientes, como mínimo, en embarazadas de bajo y alto riesgo de fracaso de inducción.

De esta forma se plantea la discusión sobre cuál debería ser el punto de corte óptimo

para la aplicación de una herramienta de este tipo. Esta dificultad se hace patente cuando se

analizan las conclusiones a las que llegan los autores de los diferentes modelos de predicción,

en los que se presentan los resultados, pero no se hacen propuestas concretas sobre su uso

práctico131,187,195,197,199. La primera aproximación implicaría la exploración de la curva ROC en

búsqueda del valor que optimice la sensibilidad y la especificidad. Sin embargo, a menos que

estuviésemos en presencia de una prueba diagnóstica capaz de identificar de manera perfecta

a los individuos (con área bajo la curva ROC del 100% y, por lo tanto, con un punto de corte para

el cual la sensibilidad y la especificidad sean del 100%), debe tenerse en consideración el coste

(no necesariamente económico) de las falsas clasificaciones.

En nuestro contexto, clasificar una paciente como de riesgo alto sería equivalente a decir

que presenta una probabilidad elevada de que su inducción fracase. Así, podrían ofrecérsele, en

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una hipotética aplicación de la predicción, la posibilidad de evitar pasar por el procedimiento de

inducción y programar el parto mediante cesárea electiva. Es fácil deducir que, en este

escenario, la mala clasificación de las embarazadas supone diferentes consecuencias según la

dirección en la que se produzca el error: el falso positivo (realizar una cesárea electiva a una

paciente que pariría por vía vaginal) tiene una repercusión mayor que el falso negativo (en el

que una mujer, pese a estar mal clasificada, no habrá notado diferencia respecto a la conducta

clínica que hoy en día se considera estándar). De esta manera, la elección del punto de corte

debe estar obligatoriamente desbalanceada a favor de la reducción de los falsos positivos, lo

que se traduce en la elección de puntos de corte que maximicen los valores de especificidad, tal

y como se han presentado en nuestro trabajo. Así, fijando la tasa de falsos positivos en un 5%,

nuestro modelo presenta una sensibilidad del 44,1%, que mejora los resultados presentados por

Rane et al.119,124 (35,0% y 21,0%) y Laughlon et al.160 (18,8%) en sus respectivas publicaciones.

7.6. Nuevas herramientas: El Índice de Consistencia Cervical

De los resultados de los que disponemos hasta la fecha, y, sobre todo, del inmovilismo

presente en los métodos de evaluación utilizados en la mayoría de los protocolos de inducción

del parto, se deduce que muchas de las herramientas de las que disponemos son insuficientes

para modificar el paradigma actual de trabajo. Surge así la necesidad de buscar alternativas que

permitan avanzar en este terreno.

Basándose en la evidencia que muestra que el remodelado cervical se inicia en fases

tempranas del embarazo46,47,230 dando lugar a un descenso progresivo de la dureza del cérvix231,

diversos autores comenzaron a centrarse en el estudio de la consistencia cervical. Esta

característica biomecánica es uno de los parámetros ya incluidos en la puntuación de Bishop.

No obstante, su evaluación es mediante tacto vaginal y la atribución de un valor concreto

absolutamente subjetiva. A raíz de esto, en un intento de evaluar objetivamente esta propiedad,

se han utilizado dispositivos de aspiración211,231 o herramientas basadas en la ecografía, entre

las que destaca la elastografía cervical. Este método mide de manera cuantitativa la consistencia

del tejido induciendo el movimiento de las fibras del cérvix mediante la presión ejercida con la

sonda ecográfica transvaginal. Sin embargo, aunque esta técnica parece reproducible232, carece

de una manera de controlar la fuerza que se aplica sobre el tejido, lo que supone problemas a

la hora de estandarizar las medidas. Por lo tanto, comparar diferentes regiones dentro de un

mismo cérvix es factible, pero no es posible definir valores absolutos de consistencia233.

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Con la idea de resolver este problema, Parra-Saavedra et al.214 diseñaron un índice

dinámico que compara el diámetro antero-posterior el cérvix en dos estados opuestos: en

situación basal y tras comprimirlo (mediante la sonda transvaginal) hasta que el punto en el que

se consigue la deformación máxima. El cociente entre los dos diámetros obtenidos define el

índice de consistencia cervical y se entiende como la proporción de grosor cervical remanente

tras la compresión máxima. Así, el índice es directamente proporcional a la dureza del tejido.

Como sucede con la elastografía, el método es reproducible214,215, pero carece de la posibilidad

de cuantificar la fuerza que se aplica sobre el tejido. Sin embargo, la ventaja del índice de

consistencia cervical es que su estandarización viene determinada por su definición: al ser

necesaria la máxima deformación para resolver el cociente, las fuerzas intermedias son

irrelevantes para la cuantificación209,234.

En el contexto de la inducción del parto, la elastografía ha correlacionado el análisis del

orificio cervical interno con el éxito del procedimiento162, mostrando que la consistencia cervical

podría tener un papel en la predicción del resultado. Así, nuestro objetivo fue evaluar el efecto

de esta característica, pero utilizando el índice de consistencia cervical. No obstante, no hemos

podido demostrar una asociación entre la vía del parto después de la inducción del parto y

nuestros valores de este índice.

Debe destacarse que la media del índice de consistencia cervical observado en nuestra

población fue del 70,1%, el cual supera ampliamente el 45,6% descrito para el tercer trimestre

del embarazo y rompe con la tendencia decreciente que presenta la curva de normalidad

descrita para todo el período inferior a 37 semanas por Parra-Saavedra et al.214. Este hecho, que

no deja de ser relevante, podría deberse a la definición de nuestra cohorte, en la cual se agrupan

mujeres ingresadas para inducción del parto (más del 95% de las cuales tendrán cuellos uterinos

inmaduros que requerirán el uso de métodos de maduración cervical). Estos criterios de

selección determinan una muestra que incluye mujeres que, probablemente, no iniciarán el

trabajo de parto de manera espontánea (representadas por aquellas ingresadas más allá de las

41 semanas de embarazo), así como aquellas que fueron inducidas de manera precoz por

complicaciones médicas del embarazo, sin oportunidad de iniciar los cambios que finalmente

desencadenarán los procesos y las modificaciones que derivan en el parto. Sin embargo, estos

enunciados no dejan de ser meras hipótesis, al carecer de curvas de normalidad que describan

el comportamiento de este índice más allá de las 37 semanas, así como del desconocimiento

sobre la relación entre la consistencia cervical y el inicio espontáneo del parto a término. Por lo

tanto, pese a esto y a la luz de nuestros resultados, no podemos asegurar que haya relación

entre el resultado de la inducción del parto y el índice de consistencia cervical.

Page 101: EVALUACIÓN DE LOS FACTORES CLÍNICOS Y ECOGRÁFICOS

101

7.7. Puntos fuertes y limitaciones de los estudios

El principal punto fuerte de los estudios es su diseño prospectivo, orientado al objetivo

pronóstico. Fundamentalmente, en el caso del modelo de predicción, el diseño estadístico se

sustenta en la intención de clasificar adecuadamente y de manera individualizada a las pacientes

desde el punto de vista de la creación de una herramienta diagnóstica, y no basado en una

simple descripción de las características de las cohortes. Además, en ambos casos, el tamaño de

la muestra ha sido calculado previo al estudio, por lo que resulta adecuado para poder elaborar

las conclusiones que se deriven de los análisis matemáticos.

En el caso de la elaboración del modelo de predicción, el volumen de mujeres reclutadas

para el estudio no solo permitió evaluar la validez interna del algoritmo mediante técnicas de

re-muestreo (bootstrapping), sino que, además, se previó la incorporación de un grupo de

embarazadas que, sin participar en el desarrollo matemático, permitieron evaluar el

comportamiento de la ecuación de manera prospectiva. A la luz de los resultados, esta prueba

sobre una nueva cohorte no solo permite destacar la validez interna de los resultados, sino que

también admite que el grado de sobreajuste (overfitting) del modelo es reducido.

Debe destacarse, por otro lado, que el estudio se llevó a cabo ocultando todos los

resultados tanto al equipo de cuidadores como a las mujeres involucradas, sin interferir en la

toma de decisiones ni en la aplicación de los protocolos de trabajo habituales. Esto permite

considerar que el manejo de las inducciones fue homogéneo, lo cual, junto al doble ciego,

reduce el riesgo de exposición a sesgos de información y de selección.

Como se ha comentado anteriormente, la elección de la vía del parto como resultado a

predecir responde a la necesidad de proporcionar una información comprensible sobre qué

esperar de cara al procedimiento de inducción, dirigida tanto a las mujeres como a los

profesionales (a los que están en contacto directo con la práctica clínica y a aquellos encargados

de elaborar las guías de manejo) y a las instituciones. Además, la exclusión de las cesáreas

urgentes, aunque evidentemente reduce el espectro de representatividad de la práctica clínica

habitual, reduce la influencia que los eventos no controlados y súbitos pueden tener sobre el

modelado matemático.

Por otro lado, los estudios también presentan ciertas limitaciones. En primer lugar, debe

considerarse el hecho de que el trabajo fuese realizado en un único centro. Si bien esto implica

la homogeneización del manejo, limita de manera evidente la validez externa y, por

consiguiente, la exportación de los resultados. De esta manera, aunque la validación interna fue

factible, el algoritmo debe ser evaluado en diferentes escenarios, sobre poblaciones con otras

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102

características y en base a otros protocolos de inducción del parto, antes de que los hallazgos

puedan pasar a formar parte de las guías clínicas.

Asimismo, el amplio espectro de indicaciones (aun representando la práctica habitual)

define una población heterogénea dentro de los estudios, en la que mujeres en las cuales podría

esperarse un inicio espontáneo del parto y que son admitidas de forma precoz para inducción

(sea por causa materna o fetal) se mezclan con aquellas que son inducidas precisamente porque

los procesos que dan lugar al parto no han comenzado (representadas por el grupo de

embarazadas ingresadas alrededor de la semana 41). Como se ha comentado anteriormente,

son necesarios estudios de normalidad de los diferentes factores para entender este fenómeno

y comprender cómo afecta a la interpretación de los hallazgos.

El hecho de que las mujeres a las cuales no se les pudo realizar una ecografía al ingreso

fuesen excluidas supone un riesgo de que se hubiese producido un sesgo de selección. Sin

embargo, sus características basales no difirieron de aquellas presentadas por la cohorte

incluida, por lo que podría inferirse que los resultados no deberían verse afectados por este

hecho.

La evaluación de las embarazadas se realizó antes de iniciarse la inducción del parto, de

la manera en que se realizan habitualmente los estudios de este tipo. No obstante, el

comportamiento de estas herramientas en otros momentos del proceso no ha sido evaluado.

Por ejemplo, si las modificaciones ocurridas a nivel del cérvix tras finalizar la primera fase de

maduración cervical están asociadas de alguna manera al resultado de la inducción del parto,

una evaluación antes de comenzar con la estimulación mediante oxitocina (sea de forma aislada

o en comparación con la primera medición) podría aportar una información que los elementos

valorados no pueden mostrar si se utilizan únicamente en un momento concreto de la inducción,

limitando así su utilidad.

En último lugar, la técnica mediante la cual se evalúa el índice de consistencia cervical

presenta limitaciones específicas. Por un lado, la posible angulación del cérvix podría interferir

con el vector de presión, dificultando la evaluación del verdadero diámetro en máxima

compresión. Además, los valores absolutos de consistencia siguen siendo desconocidos, por lo

que hacen falta más estudios que evalúen otras herramientas que permitan determinarlos

(como sucede con la elastografía combinada con el estudio de la velocidad de las ondas de corte

emitidas a través del tejido -shear wave elastography-, en las que la fuerza aplicada es

conocida209,235).

Page 103: EVALUACIÓN DE LOS FACTORES CLÍNICOS Y ECOGRÁFICOS

103

7.8. Posibles aplicaciones y perspectivas de futuro

La cuestión que finalmente se plantea versa sobre la utilización práctica y directa de un

algoritmo como el que se ha presentado en este trabajo. Es evidente que, si la capacidad de

discernimiento diagnóstico de la herramienta fuese perfecta, la interpretación de la

probabilidad de éxito no supondría un problema: garantizado el parto vaginal, bastaría con

iniciar la inducción del parto y, ante una predicción desfavorable, se evitaría el procedimiento y

se propondría a la embarazada la realización de una cesárea electiva. Si se tiene en cuenta cierta

evidencia que indica que la inducción del parto presenta tasas más altas de cesáreas urgentes

(con el riesgo quirúrgico consecuente)223 que los partos espontáneos y que las cesáreas en curso

de parto implican mayor morbilidad materna que las electivas236, podría defenderse la idea de

que, en caso de presentar un riesgo elevado de fracaso, debería evitarse el procedimiento, aun

utilizando un modelo que no tuviese una capacidad predictiva absoluta.

Sin embargo, visto que la inducción no supone un aumento en sí mismo del número de

cesáreas (incluso puede representar una estrategia para reducirlas38,218,221), la información dada

por el algoritmo debería utilizarse como un componente adicional del proceso de toma de

decisiones, en el que deberían incluirse la tolerancia a los falsos positivos, la política respecto a

la tasa de cesáreas y, por encima de todo, la opinión individual y las circunstancias de cada

mujer, que determinan sus expectativas y quien finalmente es dueña de su embarazo y debe

ejercer el derecho de autonomía que la empodera.

Recientemente, diversos autores han presentado trabajos en los que concluyen que, en

determinados colectivos (como en las mujeres obesas219 o en las mayores de 40 años220), una

conducta activa que incluya la inducción del parto disminuye los riesgos perinatales. Además, la

inducción del parto antes de las 40 semanas parece disminuir las tasas de cesárea, si se compara

este actitud con aquellas mujeres que son manejadas de manera expectante38,218,221. Sin

embargo, estas cohortes han sido creadas de manera no seleccionada, por lo que la conducta

se aplica, en cierta forma, de manera indiscriminada. Por lo tanto, la predicción dada por el

modelo podría emplearse también como un argumento para orientar la decisión hacia una

conducta expectante cuando la indicación de la inducción no compensa completamente el

riesgo de cesárea, como podría ocurrir en las situaciones planteadas a la luz de la nueva

evidencia. Así, siempre que sea posible, mientras se intensifica la vigilancia fetal, una actitud

conservadora podría conducir al inicio espontáneo del parto o a una situación ulterior en la que

el riesgo de cesárea pre-inducción cayese lo suficiente como para ser aceptable. Aún así, este

planteamiento no deja de ser hipotético, de manera que estas estrategias deben aún ser

exploradas, evaluadas y validadas.

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104

La continuación de este trabajo debería retomar el problema de la validación externa,

intentando evaluar la aplicabilidad de los hallazgos sobre poblaciones y escenarios clínicos

diferentes. Asimismo, la evaluación de las diferentes herramientas en fases intermedias del

proceso de inducción sigue siendo un terreno a explorar, ya que la evidencia en este aspecto es

aún limitada237. En relación con el índice de consistencia cervical, debe hacerse énfasis una vez

más en la falta de curvas de normalidad durante el término que sirvan como referencia para

estudios similares al presente. La caracterización de la distribución de normalidad ayudará a

entender la utilidad de esta herramienta y evaluar su contribución a los modelos de predicción.

Finalmente, el foco debe ponerse también sobre las nuevas herramientas desarrolladas

que incluyen las nuevas aplicaciones de la elastografía235 (que podrían permitir la cuantificación

absoluta de la consistencia del cérvix) y de las texturas cervicales238,239, entre otras, que están

mostrando resultados prometedores en el terreno de la predicción del parto prematuro

espontáneo.

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105

CONCLUSIONES

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106

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107

8. CONCLUSIONES

8.1. Artículo 1

1. No existe una definición consensuada y aceptada de manera generalizada del éxito o el

fracaso de la inducción del parto.

2. La definición del fracaso de inducción debería ser consistente con el objetivo de la

inducción del parto, es decir, con la consecución de la fase activa del parto.

3. La definición del éxito de la inducción con mayor interés práctico y clínico es la obtención

del parto por vía vaginal.

4. Una definición estandarizada es un requisito esencial para para analizar y obtener

resultados sólidos, así como para comparar y agrupar las conclusiones de los diversos

trabajos.

5. Las variables clínicas tienen una capacidad baja para predecir el fracaso de la inducción.

6. El estado cervical es el predictor más importante del fracaso de inducción.

7. Son necesarios nuevos predictores del resultado de este procedimiento con el objetivo

de mejorar el manejo de las inducciones del parto.

8.2. Artículo 2

1. Un modelo que incluya el antecedente de partos vaginales, el índice de masa corporal,

la presencia de partos vaginales previos, la longitud cervical ecográfica y el peso fetal

estimado por ecografía permite predecir de manera adecuada la probabilidad de

cesárea tras la inducción del parto.

2. Este modelo ha sido validado dentro de la población en la cual se generó.

3. Este algoritmo puede ofrecer consejo individualizado y preciso a las mujeres candidatas

a la inducción del parto, utilizando mediciones ecográficas y clínicas utilizadas de forma

corriente en la práctica clínica habitual.

8.3. Artículo 3

1. El índice de consistencia cervical no parece estar relacionado con el riesgo de cesárea

después de la inducción del parto.

2. Es necesario estudiar las curvas de normalidad de este índice después de las 37

semanas, con el objetivo de entender la distribución y los condicionantes del índice de

consistencia cervical en mujeres con embarazos a término.

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REFERENCIAS

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