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E(X)PECTADORES VS ESPECTADORES � LA MIRADA DES � ENFOCADA
Miguel Blásica
Este ensayo breve nace de una necesaria reflexión sobre la mirada del
e(x)pectador confrontada a la del espectador porque son dos formas de
comprender la recepción del hecho o actividad como representación y sus
cargas de ritualidad inherentes. Reflexión que nace desde nuestro trabajo
realizado por Desnudoteatro (y su proyecto de investigación Gelidamantis)
en el que participo como investigador y accionante experimental en
performance, desde 1995 en Bolivia y desde el año 2005 en el Perú, labor que
en realidad había comenzado en la ciudad de Lima el año 1989,
Tendrían que pasar dos siglos desde la toma de la Bastilla al Muro de Berlín
pero sólo bastarían algunos años para llegar al derrumbe de las torres
gemelas del World Trade Center. La incidencia de la fortaleza que real o
simbólicamente se caía a pedazos no es el único indicador de cambio o
transformación, la paradoja resulta complementaria; pues para ajustarnos a
los cambios ocurridos desde 1989 en el mundo diríamos que poco y mucho
ha cambiado.
Podríamos contradictoriamente resumir el tiempo histórico que nos ha
tocado vivir tratando de comprender que nos quiso decir Francis Fukuyama1
con el cese del motor de la historia, el cese del reconocimiento por parte de
las ideologías y la panacea de las democracias de mercado liberal como el
fin de esa historia, teniendo como marco la militarización y los aparatos de
vigilancia por las redes virtuales y no tan virtuales, así como las guerras que
ha implementado USA en el Medio Oriente desde 1990.
Estos acontecimientos mundiales han sido el telón de fondo de nuestro
tiempo en la labor de estos años con las particularidades del caso tanto en
Bolivia como en Perú que han sido los territorios desde donde debe
comprendemos la mirada e(X)pectante.
1 FUKUYAMA Francis, El fin de la historia � Edit. Davinci 2010
id8798781 pdfMachine by Broadgun Software - a great PDF writer! - a great PDF creator! - http://www.pdfmachine.com http://www.broadgun.com
No pretenderé agotar una posición determinada, pues los encuentros y
desencuentros de manifestaciones sociales y artísticas son complejas, sino
pensar cuales son los alcances de la mirada del e(X)pectador de la
performance ya que ello nos puede movilizar a configurar si existe un
desarrollo entre los linderos de lo que aun quizás comprendemos como arte y
la experiencia de los movimientos de vanguardia que nos precedieron en el
transcurso de la modernidad a la pos modernidad.
Nos centraremos en la ciudad de Lima, territorio que ha devenido en
privilegiado por las veloces condiciones cambiantes en su estructura social,
pero este lugar es también un referente de muchos lugares del mundo
configurados por un sincretismo sociocultural fuertemente arraigado que
muta permanentemente influenciado por la irrupción de tecnologías
provenientes de la llamada modernidad, pero que al mismo tiempo
mantiene fuertes lazos con aspectos tradicionales andinos cuyos complejos
cambios al llegar a la ciudad se derivan de la adaptación al nuevo territorio,
yuxtaponiendo sus propios intereses que provocan una continua tensión en
lo cultural, religioso y político. De este vivo tejido de procedencias brota la
mirada de este e(X)pectador una forma de atención que proviene de la
dura pugna de fuerzas sociales, a casi cien años de migración permanente
del campo a la ciudad.
I - Ciudad de Lima: Un mundo transvalorado
Podríamos caer en la redundancia incidiendo en puntos, opiniones y
fragmentos de autores e investigadores que han planteado en sus estudios,
sobre todo desde la década de sesenta, las incidencias de procesos sociales
en el sujeto claramente identificado con los rasgos de la posmodernidad,
como lo mencionaba Sartori2 �El homo sapiens, un ser caracterizado por la
reflexión, por su capacidad para generar abstracciones, se está convirtiendo
en un homo videns, una criatura que mira pero que no piensa, que ve pero
que no entiende�.
Hablar del sujeto urbano en Lima, es atender a la especificidades culturales
del habitante y sus núcleos de procedencia y paradójicamente
comprenderlo en el proceso de homogeneización cultural que lleva a cabo
la sociedad globalizada. Las colectividades se enciman, se apretujan se
super ponen y no es un fenómeno solamente peruano o latinoamericano.
Las transformaciones no cesan aun. En la estructuración de organizaciones
aparentemente autogestionarias vemos a grupos migrantes articulándose en
propósitos de mejores expectativas de vida. En esta suerte de relaciones por
2 SARTORI Giovanni, Homo videns, La sociedad teledirigida, Editorial Taurus, Madrid, 2002
procedencias, etnias y particularidades se ubica el sujeto, en ese marco que
parece moldearlo todo desde un paradigma de reciente factura: La cultura
del consumo y el mercado. En este terreno, el ser migrante y consumidor que
va forjando su mirada en base a la imagen y estereotipos, reconoce bien
que los aspectos culturales de su procedencia adquiere en los nuevos
espacios de asentamiento un valor de oferta en el mercado que le muestra
lo que aparentemente quiere ver y hace sonar aquello que cree escuchar. El
habitante de origen migrante ha variado su planteamiento, su idea y
conceptualización, su elaboración y logro final adecuándose a la figura de
producto a ser consumido en el mercado, lo que redundará en la
adquisición posterior no sólo del producto en sí, sino de la carga simbólica
como objeto de consumo que reemplaza los valores implícitos antaño en la
obras de la sociedad moderna y burguesa. Ha dejado el concepto de
Humanitas por la afirmación del �descreimiento político�, es decir, con
intereses que se van definiendo conforme vaya arraigando su forma de
comprender y establecerse en ese mercado.
En el contexto urbano, las fiestas costumbristas han quedado encasilladas
como actividades recreacionales, nos dice Lucy Núñez Rebaza3 en sus
investigaciones sobre los Dansaq ayacuchanos y huancavelicanos. Habría
que preguntarse por ejemplo que valores enmarcan el amoldamiento de
manifestaciones como la Danza de las Tijeras, desde sus formas originarias a
su asimilación en Lima. El danzaq debe ceder sin escrúpulos a las
transformaciones que le someten la urbe y sus apetencias sincréticas como
producto. La exacerbación del consumo como forma eficaz de
asentamiento del individuo, que de acuerdo a sus procedencias establece
en lo externo pautas enmarcadas en los referentes de la comunidad de su
región de origen, pero como forma de valor competitivo, debe ceder en pos
de satisfacer las leyes del mercado.
Lo que determina el rumbo es el modo de comportamiento social que
propicia la dinámica de la oferta y demanda incidiendo aquello en lo
interno. La cultura del sacrificio ha muerto nos dice Felipe Gardella4. ¿Será
esta otra forma de comprender la resistencia cultural que libran los pueblos
originarios desde hace siglos?
El espectador como público de teatro
El que mira es aquel sujeto que no se detiene en las calles. El espectador
peruano nunca ha abarrotado los espacios del teatro; y ahora en los
procesos de trabajo de investigación escénica, no podemos esperar nada
más de ese espectador de espacios cerrados.
3 NUÑEZ Rebaza, Lucy. Los Dansaq � Museo Nacional de la Cultura Peruana, 1990. 4 GARDELLA; Felipe Alejandro, Tiempos blandos: Individuo, sociedad y orden mundial en la postmodernidad,
De las galerías comerciales de Gamarra o La Parada a los Shopping Centers
de La Molina y Asia en Lima, aquellos espacios van reemplazando los lugares
de encuentro de la nueva clase media, allí la mirada no ha perdido su
capacidad de percibir lo que mira, esta se ha transformado, Si nos dirigimos
a la mirada teatral, para enlazar analogías, en otro tiempo, esta se basaba
en una historia, relato, argumento, en la lógica del presente, la obra no es ya
más secuencial, el presente no la soporta y no tiene sentido ni significado.
La sociedad de la espectacularización ha cambiado su naturaleza y su
forma de mirar más allá de las elites de arte porque el objeto mirado ha
cambiado también su propia naturaleza y aquí, cabe reiterar, relacionamos
ese objeto de arte en sus límites representacionales. Se puede minimizar la
carga en cuanto idea, comportamiento y concepto de consumo y el
espectáculo; lo que ya no podemos hacer, definitivamente, es negarla.
Es por ello que la gran aventura que significó, allá por 1968, el trazado con
tiza que realizó el mimo popular peruano Jorge Acuña en el suelo de la Plaza
San Martín en Lima delimitando el espacio de actor y espectadores; no fue
sólo el paso de la sala de teatro a la vía pública como tal, una cuestión de
espacio vital de representación, sino el encuentro vivo con esa gran masa
migrante del campo a la ciudad a la que se buscaba convocar a la acción
de teatro que era asimismo la oportunidad de acercarlo al discurso político
inherente a su momento histórico y sus referentes ideológicos. Ese espectador
circunstancial, peatón y desempleado, empleado u obrero, migrante o
comerciante, estudiante y docente no existe más en su forma de mirar el
espectáculo transeúnte ni siquiera ya en el teatro. No sólo porque hemos ya
entrado de lleno, hace buen tiempo, a la era de la pantalla global de los
signos que operan en los referentes paradigmáticos de la TV y de Internet,
sino porque el teatro como convocatoria de una determinada colectividad
no responde ya a este momento, e incluyo al movimiento teatral de zonas
emergentes y autogestionarias de sectores populares en Lima en un intento
por comprender otras alternativas de lo escénico.
La mirada: Arquitectura del anonimato
Si hablamos de performance en la urbe, tendríamos también que tener en
cuenta un aspecto concomitante: como se configuran arquitecturas
determinadas en las ciudades. No sólo a lo que se refiere Marc Auge en �Los
no lugares�5 construcciones de masas anónimas que se desplazan por los
viaductos. En Lima asistimos a una explosión de nuevas construcciones
donde inmensos espacios monolíticos se alzan vertiginosamente, los
shopping centers y los Malls como neo fortalezas cuya remembranza de los
5 AUGE Marc, Los No Lugares � Espacios del anonimato, una antropología de la sobremodernidad, GEDISA 2004
castillos medievales no es gratuita, ya Umberto Eco y Marshall Mc Luhan
hablaban a su manera de la aldea global y de los nuevos espacios de
encuentro, mecas del consumismo, en esa amalgama de cuerpos humanos,
concreto y hormigón, habría que mencionar las laberínticas pasarelas
atestadas de peatones que interconectan autopistas, el intenso flujo que
transita a sus puestos de empleo y sub empleo.
En ello, el concepto de intervenciones urbanas alude a la interceptación
entre artística y publicitaria sin dejar lo político de este individuo que se dirige
raudo a su objetivo, desde el teatro de calle que lo convoca
eufemísticamente como público, para llegar a propuestas aparentemente
radicales como el flashmob, evento que congrega a grupos humanos que
realizan actos tan banales como regalar abrazos y dar besos, guerra de
almohadones entre adolescentes o fingir desmayos parodiando la
cotidianidad con muestras de hastío, apatía, o la exacerbación del sin
sentido que impulsa la anomia social como característica permanente, son
muestras de accionismo que responde a esa arquitectura.
La ética del nuevo espectador
Hemos llegado ya al individuo en concreto permeable a todas las
procedencias étnicas que, despojado (temporalmente) de las etiquetas
identitarias de sus procedencias, se homogeniza en el consumidor a ultranza,
en ese aparentemente nuevo ser que se identifica en la compra � venta y en
el anonimato.
El filósofo italiano Gianni Vattimo6 pensando en Heiddeger nos dice
�hablamos no sólo de una disolución de la objetividad «moderna» del
hombre, sino también, y de un modo más amplio, en la dirección de una
disolución del mismo ser que ya no es estructura sino evento, que no se da ya
como principio y fundamento, sino como anuncio y «relato», lo cual parece
ofrecer el sentido del aligeramiento de la realidad que tiene lugar en las
condiciones de existencia determinadas por las transformaciones de la
tecnología, a las que globalmente se puede considerar como características
de la posmodernidad�.
A este hombre que sumado a otros llegamos a casi diez millones de
habitantes en Lima, no se le puede dar la chance de esconderse tras las
etiquetas de la identidad, es necesario desenmascarar aquellas ofertas
ilusorias que provienen de las propagandas políticas edulcoradas por los
mass media; tal y como lo precisa el filósofo alemán Peter Sloterdijk7: �El
6VATTIMO Gianni: La crisis de la subjetividad de Nietzsche a Heidegger.
http://homepage.mac.com/eeskenazi/Vattimo_subjetividad.html 7 SLOTERDIJK Peter: Crítica de la razón cínica, Editorial Siruela 2004, Madrid.
baile alrededor del becerro de oro de la identidad es el último y más grande
delirio de la antiilustración. Identidad es la palabra mágica de un
conservadurismo, en parte secreto, en parte manifiesto, que ha escrito en sus
banderas identidad personal, identidad profesional, identidad femenina,
identidad masculina, identidad política, identidad de clases, identidad de
partido, etc��
En la enumeración de estas exigencias esenciales de �identidad� resulta
evidente percibir que es el sentido de no pertenencia a un lugar lo que
enmarca la vida del que ha migrado; su terruño quedó en el pasado y en las
actividades de gremios y grupos vuelve a ensamblarse con valores religiosos
y culturales de fechas conmemorativas y fines de semana que van siendo
�alternados� con el comportamiento febril de consumidores que se atienen
a los créditos y plazos de la entidad bancaria, la televisión Plasma, los
smartphones o los periódicos estupefacientes, al fundamentalismo del exitoso
y el emprendedor como nueva ideología.
II - La mirada des � enfocada
Pero volvamos al tema, el teatro estaba ya en crisis entrado el siglo XX los
sucesivos teóricos y creadores plantearon formas que fueron alejándose de
la noción de representación a partir de un personaje y de la concepción del
drama. Esto se veía incluso en las formas donde lo teatral de
experimentación se acercaba a las manifestaciones que privilegiaban las
acciones rituales y místicas, el personaje tal como se lo conoció en el teatro
naturalista desaparece para adquirir mayor importancia la acción misma y lo
que sucedía al interior del actor.
La performance abarca un amplio abanico de posibilidades de búsqueda
donde adquieren importancia los sucesos cotidianos. Para mostrar otra
conexión habría que hablar de Augusto Boal, el teórico y director brasileño
creador de la corriente del teatro del oprimido, que rompía con el teatro de
lógica aristotélica de exposición, nudo y desenlace para culminar en la
ruptura y planteamiento concreto y real de esa lógica dirigida a los
espectadores, esta suerte de implicancia del espectador en la resolución de
la obra abrió puertas a la confrontación entre ficción y realidad, a cuestionar
la representación. El teatro foro de Boal que era teatro de enfrentamiento
político y discusión de la comunidad y asimilaba de la experiencia de teatro
guerrilla prefigurando el acceso a la cotidianeidad característica de la
performance.
Es importante por ello reconocer que mira este espectador citadino,
acostumbrado ya a la presencia de televisores que se instalan por doquier y
a las cuales no es preciso mirar, están allí para no ser miradas, elemento
perturbador que nos recuerda la alerta y la vigilancia, el dopaje de la
ansiedad y la neurastenia, del embrutecimiento y la claudicación de la
vitalidad. La televisión en locales públicos nos puede servir de guía para
saber que mira ese espectador, o que puede mirar. Ante la mirada que no
mira, que se desenfoca y presiente una presencia acompañante, que
necesita del ruido, la bocina, las cámaras de vigilancia, los semáforos
inteligentes y las alarmas contra tsunamis y terremotos, y las advertencias
contra la pedofilia, la corrupción política de turno, la homofobia y el racismo,
pero cuyos patrones no tan ocultos del mercado los promueven y estimulan
constantemente. Hemos optado por no plantear la ilusión de ficciones o
historias puesto que el espectador embotado de loe elementos
mencionados ha dejado de asumir su parte, la apuesta es introducirnos en su
tiempo y espacio, como otro elemento más que comprende su mirada des-
enfocada.
A nivel de la escena, nos referimos con e(x)pectadores al individuo citadino
actual cuya mirada no está enfocada a establecer racionalmente alguna
forma de narración o sentido pre o post determinado como unidad de
conjunto de lo que mira, sino que mantiene expectativas en su mirada en
relación a otros elementos a los que está simultáneamente expectando. Es
decir, no sólo mira lo que aparentemente precisa su mirada sino que
establece una relación de conjunto mayor en su campo de visión. Es lo que
llamamos: La mirada des � enfocada. Ese es el campo en el que
actualmente nos desenvolvemos en nuestra investigación. Este e(x)pectador
se diferencia del espectador en la manera de comprender el campo
conceptual del espacio.
En el teatro la mirada es concentrada hacia el núcleo del drama lo demás
es aleatorio al fin; en las artes plásticas la superación dolorosa de la
perspectiva tiene un efecto contrario, la mirada se expande, ya lo había
comprendido el cubismo pero mucho antes las artes precolombinas y las
culturas africanas primitivas. No ha sido casual el surgimiento de la
capacidad de vertebrar segmentos que posibilitaron los happenings y
posteriormente la performance y que todo esto haya empezado en las artes
plásticas. En la asimilación del espacio radica la probable comprensión del
tiempo, ese ha sido el paso decisivo en nuestra época.
En nuestra forma de comprender la performance esta no busca la mirada, la
encuentra. El espectador es testigo de algo que sucede, el hecho ocurre
básicamente al interior del performer o ejecutante como lo menciona Marco
de Marinis8. no se la requiere como lo exige el teatro en sus diversas
manifestaciones desde la noble labor a los restos moribundos de la
representación escénica que prolongan sus estertores en las élites de la
oferta cultural en la aldea global; la mirada de lo irruptivo de nuestro trabajo
performático es la no mirada del espectador teatral: la del sujeto de paso en
las calles, el viandante. El performer se establece como una presencia 8 DE MARINIS Marco, La parábola de Grotowski: el secreto del �novecento� teatral � Breviarios de teatro XXI. Buenos Aires 2004.
aparentemente invisible e inoportuna, escapa del centro y permanece en la
periferia, en la dimensión cotidiana de ese sujeto.
Acercarse a esto no radica en las circunstancias y ritualidad de los individuos
convocados por el hecho teatral, lo decimos una vez más, el porqué de esta
propuesta a partir de nuestro trabajo de performance es resultado de la
influencia de los factores y sucesos que precedieron los momentos vividos
como individuos y sociedad que nos han llevado al presente como colectivo
experimental.
El entrenamiento con el cuerpo y el desenvolvimiento de esta herramienta
comprendida como motor orgánico total primero y luego como objeto de la
mirada nos llevó a la experiencia de la última etapa laboratorio que
realizamos en La Paz (2004) llamada A4 (Adentro /Afuera /Afuera / Adentro)
donde proponíamos la ruptura de la división que se instala entre los
actuantes y los espectadores proveniente del teatro para participar ambos
de una misma dimensión. Los aspectos del trabajo corporal se relacionaban
con acciones de permanencia, lentitud, así como flujo y quietud, manejo de
la respiración y canalización de energía; todo lo opuesto a la virulencia y a la
explosión catártica que involucraba agresión a los espectadores a fines de
los ochenta.
No existía un adentro ni un afuera, existen ambos espacios en uno sólo y este
era otro aspecto de la paradoja complementaria relacionada ya con el
proceso. Las secuencias performáticas que realizamos Claudia Ossio y mi
persona y que registramos en vídeo en aquel año fueron el resultado y
culminación de esa etapa.
Precisamente porque nos movíamos en los terrenos del trabajo teatral es que
habíamos activado la investigación performática. Growtoski9 a quien
volvemos a citar, decía que �el conocimiento es un asunto de hacer, se
hace o no se hace� hablamos a partir de nuestra experiencia y de la
relación muchas veces tensa entre teatro y performance.
Pasaron años sin percatarnos de la complementariedad de ambos. La
contradictoria pero obligada relación entre teatro y performance puede
tener como símbolos al yin y el yan (si lo vemos desde el ángulo del animus y
anima junguianos10 femenino y masculino), pero también está la imagen del
mascarón con cabeza de búho que sostienen los bailarines desnudos
escondiéndose debajo de ella en un trozo del tríptico �Jardín de las delicias�
de El Bosco, o la serpiente uróboros eternamente mordiéndose la cola,
símbolos que nos han acompañado en el quehacer de ambas disciplinas. No
nos detendremos a hablar detalladamente sobre aspectos técnicos de
nuestro trabajo, (pienso que podría dedicar otros escritos sobre ello), sino de
9 GROTOWSKI Jerzy, El Performer � Revista Máscara, edición especial dedicada 1992. 10 JUNG Carl Gustav, Recuerdos, sueños, pensamientos, Seix barral, 1989
el espejo como el último símbolo en nuestras manos que refleja la mirada del
e(x)pectador de la performance.
A modo de conclusión
Podemos decir que �la apuesta posmoderna es provocar el miedo en todas
partes�, nos lo dice Felipe Alejandro Gardella. No hay adentro ni afuera,
manifestamos nosotros con nuestro trabajo. El hecho es traspasar este muro
para volver. En la cotidianeidad como ritual permanente articulando sus
mitos, hemos ido encontrando una relación estrecha pero también claras
diferencias entre la mirada teatral y la relación que tiene con la
performance. Romper las ideas de espacio establecido, físico y conceptual y
dirigirlas a la frontera entre acción, representación y cotidianeidad continua
siendo nuestra labor.
Lima, octubre de 2013