Explicación del Santo Sacrificio de la Misa - P. Cochem

7/22/2019 Explicación del Santo Sacrificio de la Misa - P. Cochem

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EXPLICACIÓNIDEL

SAITO SACRIFICI(} DE tA MISAPOR EL RNVERENDO

P iv,lenriN DE Cocnevl.

liRsrór tsprñor,aDE

JosÉ cruRANA rvlar¡ó:t. ¡:i ¡Se¡rrx¡n¡o C¡.rórrcor oe Rrus,

Segrnda edición

Ilr.rmilltise, obedicnte ha,sta morir,mucrt(.j de cruz. (S. Pablo ad l'hilipps

:,..,.],fIE\ToS TIF\ZIGER & Co. S.:.:i3:af:s Je la -Sta, Sede Apost.

E-\S¡ELEI-:( (SUIZA).

x:fj' ::I ?r-::,;'' ::¡:¡ ¡



:] J¡A¿AAAAAA¿ ó AAAAAAAAA¿AAÓAAA

= :- === =====E-OEEOEEEEEEOEEEEE

PROLOGO

-\r-.J MPRIMATUR.

-J -

Curie, cíie 1. Octcbris rgzt'

religión alguna sin sa-¡cto solemne destin¿idrr

{: Georgitts,Ep. Cur.

- , - :- -- - ,L'rirtno dorniniO de Ilios

'- , ' -:l.,turas. Il1 sacriflcio es ur1

--. ;..,:,r, Ce instinto natural ¿rl

-.,. : ,ii.ie cl hombre e:j natul'al-. - - - ,-- ,-,r. Ill hombre, auít¡tai re-

- : ::,) e{)nlo racional por natri-. -' -:-L cl pr-rnto de ser la reli-- :..r ie las scñales míis carac-

-. - - ,:. s'"i recionalithcl, al decir-'- . l-.., p,rdiilo, dice Cicerón,. -.., .-1 Dios qrrc ilcbe habei'.

r -..:::, cnteLo no hay gent,J

- .... : ;-r; '. e \i>te, ;ttlnque nr,. - ,'- lli,rs. Por cso escribí¿r

J. \r. B-A.LZER,Libr. Cens-

- ':;: hallar cirid¿tdcs -inI'ODOS T,OS DERECITOS RESERVADOS. - :- :-'.'. - jir moncdl, sin prr-



ó Prólogo

lacios, sin teatros, sin cultura; pero

una sblu ciutlacl sin templos, sin Dios,

que no resPete e1 juramento, que noéieve plegarias, que no ofrezca sacri-ficios, tta¿le la ha hallado' nadie la ha-

llará.( Esta unanimidad pone bien de

manifiesto que' no por invención hu-

mana, sino por exigencias de nuestranatur:aleza, se postra el hombre ante

Dios y le ofrecesacrificios' El género

humano, así como jamás Pudo Pasarsin Dios, tampoco prescindió nunca de

la idea áe sairificio; y doquiera vivansus miembros, amontonarán hostias yofrendas al pié de un altar, para glori-ficar oon ellas al Criador'

Unicamente así puede explicarse el

hecho constante y universal de que to-das las religiones hayan tenido por

ob.jeto principal la expiaciónt y que

toáas eilas señalen el sacrificio como

el acto más sagrado de la religión' co-

mo el único medio de entrar en rela-

ciones con Dios, y hacer las paces en-

tre un Dios justlciero Y santo Y loshombres reos y criminales' La misma

Prólogo 7

Sagrada Escritura, aún antes de que

apareciera en el mundo la idoiatría,allá en la cuna de nuestra abatida hu-

manidad, y reciente todavía la senten-cia dada en el Edén contra nuestra des-

Jichada raz1 rLos representa á los hijosde los hombres, manifestando su de-

pendencia y su reconocimiento á Dios

con ofrendas y sacriflcios. Diríase que

en el corazón del hombre grabó Dios

la idea del sacrificio aún antes de pres-cribirlo N{oisés en las dos tablas de

piedra. Y esta ley, grabada primero- en

ioa"oturones

humanos y escrita des-

pués en ei Decálogo, Pasó de Padres á

iri-jot, y toclos procuraron acomodar á

:ila sus actos de religión, siempre que

:rataban de honrar al Autor del uni-verso y del hombre.Ahóra bien; Jesucristo no vino á

lestruir ó disolver la Ley antigua, sino

;i cumplirla. trra la ley de }{oisés, leyiqurativa, simbólica y profética; era la

iromesa c1e la futura alíanza de Dios

c'rn lahumanidad; era la semilla que

nabía c1e convertirse en frondoso árbo1



á

8 Prólogo

luego que la fecundizase el \rerbo de

Oios. Éor eso el Autor de la religión

verdadera, el que Pusotérmino á las

figuras y cumplió las sagradas profe-

"í.-u.,,to pudo menos' al fundar su Re-

ligión, que establecer en ella un sa-

.iifi.io, que hasta la consumación de

ios -.igíos, fuera el único aceptable' Y

éste nó fué otro que el sacrificio euca-

rístico, la santa Nlisa celebrada por el

ministro de Dios, el sacerdote cristiano,encargado de continuar, á trar'és. de

los sftlos, la emPresa que tomó á su

cargo el íegítimo Mesías, de salvar á

todós ios áescendientes de Adán' La

santa \Iisa es, pol consiguiente' .un

verd¿rdero sacrificio : l/erunt et propt'tttttt

sacrí;ficíttnt, como dice el concilio Tri-dentii'no; el sacrificio de la nueva 1e1'-'

en e1 que Jesucristo se ofrece á Dios

bajo lai eslecies de pan y de vino' por

el ministerio de los sacerdotes, para

perpetuar el sacrificio de lt cruz y apli-

carnos sus méritos.

No haY sacrificio más santo ni másauglrsto que el aclorable sacrificio dc

Prólogo 9

.-. l'!isa. No hay otro alguno por el quc

: 'i:ri'i.-rs adorar más digna 1'' santa-l.:.ic á nuestro Dios Y Señor; Porque

.. ..,criflcio de la Misa es el acto su-r-:ri,r Jel culto, por el cual práctica-n-:r1É reconocemos que aquel á quien

--- ,,,irece es Señor de todas las cosas'

- -: tiene dominio sobre la vida Y la*.,:rte. v que de é1 dePendemos Y á él

--:rrnos subordinados. Y si tan grande,

:,.:r necesario y tan importante es este::r le adoración á Dios, ¿no habrán: j :ür de slrma importancia y trascenden-

-:.i. \- no habrán de tenerse en grandc

--:::-la los libros que se occuPen del. .::,.' sactiflcio de la Misa y tiendan á

. :'l;.ntar esta práctica y devoción en-

. ¡¿lc,-jF.,cilmente se comprenderá con esto

-l -:r:::,-, cstraordinario con que fué aco-

---: , .:r l,-,las paites el liblo dcl P' Co-

-:-:tl. lcSle su publicación hasta nues-

:,'. liis. en el largo Periodo de 200

: - >: h.ista el Punto que, tanto en -\1e-

-:.::ia. comoen !-rancia é Inglaterra,

- - : -.r hecho de él repetidas ¡' nume-



10 Prólogo

rosas ediciones. Esio pl:ueba la bucna

acogida que 1os católicos cle todos los

países han dispensaclo al liblo dcl hu-inilde Capuchino, liblo verdaderamentede oro, del que Pucde decirsc: que

cuanto m¿is se conoce' más leído y más

estimado es por todos. Esto explicatambién l¿rs laudatorias aprobaciones yios elogios que ha merecido de partede muchos Obispos. El Obispo de \ran-

nes decía el 2 d'e l-ebrero de 1899 altraductor francés, A.Rugemer: ú(IIa te-

nido \'. la feliz idea dc rer-rnir bajo una

forma cómoda Y accesible á las más

modestas fortunas, todo lc¡ quc la más

sana teología y 1n mística más elevada

contienen sobl'e e1 sacrificio augusto de

nuestros altares. )io dudo ni un mo-mento de que cl libro de V. será leídocon edificación de todos los cristianosque tendrirn la dicha de adquiririe"""'Su piadosa obrita, completa é intere-santisima v nutrida de doctrina, harárer-ir ir la fé en los divinos misterios

cn las alrrras de aquellos que tendránla dicha de leerla; Y con esto habrá

Prólogo 11

-: \-. '¡na obra útil á la gloria de

. ' plovechosa al pueblo cristiano.(.--:.-.les términos y en ,no menos

.,-: .-,St&S elogios se expresan tam-. ,.- aprobar este libro, e1 Arzobispo.-.:i 1' los Obispo de Rosea, y de

::': le Vabres, Y el Reverendísimo:::- Proyincial de los Capuchinos.-i;n cuando en España se hizo Ya,;l rño 1902, una traducción de este

: ,. sin embargo, no por ello podrá.r:..rse de inútil l:t que hoy se ofrece: -rblico. Aquella traducción, á que

. r;fcrimos, adolece, en nuestro sen-

. lel defecto de ser más bien que

.. rraducción, un arreglo del libro

.:inal del P. Cochem; por cuanto el

.::ictor suprime gran parte del texto,.:lrle conceptos ProPios Y hechos,;t'entes á España. Para corregir es-- lefectos y estos inconvenientes, nada:us jllzgado más útil que trasladar.:r:nte ¿1 la hermosa lengua española::- ercelente libro, joYa Preciosa, en

que entran por igual la utilidad y la','.=20.. eua hermana el interés del fondo

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't2 Pró1ogo

con l¿rs galanuras de la forma, Y Queal px¡ que instruye deleitando, deleitainstluyendo, en conforrnidad con la ley

tau conocida dei célebre preccptistaHoracio.

Ilrricamente el deseo de dar á co-nocer las sublimes bellezas de este libro,r- de contribuir con nuestras débilcsfuelzas á la obra de propaganda, enfavor del santo sacriflcio de nuestros

:rltares, ha movido ir los editores á pu-biicer la prcsente traducción; sin que

les arledre en su emprcsa el vano te-mor de que aquel arrcglo cspañol pueda

superar en bondad á este presente tra-ba.jo, -va que el juicio qr.re de 1a bondad de

una tradncción se forma, suele ser' ias

más de las treces, sub-jctivo y apasio-nado. Y por lo que á la presente I'er-sirin española se refiere, cs sobladagu'antía de favorable acogida la scgti-rr'dal cle que el traductor es un distin-guiJo r- culto esclitor, harto conocidoen Españu.

La pequeña aldea deCochem,

-juntoa1 \losela, en el antiguo electorado de

Prólogo 13

-,:r.. fué la cuna del humilde hi-jo:. -':':ncisco, el P. lf artin, donde'. ',:: primera el año 1625; Wag-

.:. :.rca de Bruchsal, fué su tttmba,-: -.::c&nS& en la paz del Señor,:: :, ,,-t de Septiembre de 1712. Va-

,,:,.tólico, predicador elocuente,:-. ralento extraordinario, y abra-: :-.1o pr:r la gloria de Dios y--,r de las almas, el P. Nfartín

rran parte de la Alemania,,:j,r. corl la unción de su pala-t-,rl,r. COn l¿l UnClOn Oe Su pal¿f-

:' .:r:ilica. 1it fé y la piedad cris-:-.: qLlebrantadas en aquellas re-::L \orte por la famosa guerra'!-,'¿:ula años^ la última y la

permitirémos excitar- -.: .-:,,s toCos qLle se aprovechen.- . :..lcs v bellezas de este li-

r--:r-r ,1o no sólo como uno de: ,- .: --.--;^- *--- ^:- 1^ o¡-+.r::',' ,.-'itrnilrios para oir 1a santa

,1, -..*-r irmbiún como libro de lec-



Prólogo

ción al sacriflcio incruento de nuestrosaltares. Sírvanse también de é1 las per-sonas frívolas, que van siempre á caza

de novedades, aún en las cosas de pie-dad, y con su lectura experimentaránlos efectos saludables de tan excelentelibro; pues se ha de tener en cuenta,que el olvido y cl dcsprecio en que setiene hoy día la santa Misa son la causade la ruína moral y material de los

individuos y de las naciones. Si de al-guna manera pues, se contribuye á pro-pagar y aumentar en España la asis-tencia diaria á la santa \'{isa, puedenconsiderarse suficientemente recompen-sados de este hermoso trabajo, el tra'ductor y 1os cditores.

Juatr A. FeurtBenrf ciado de la Cat¿dral de Tarragona,

CAPÍTULO I

!¿ la eseneia del Santo Saerifieiode la Misa

: l. Significado de la palabra Sacriflcio

Lr Santa N'{isa se llama en latín s'l-.'- :.: : ; tr tn, sacrificio.

El sacrificio es un dón visible, ofre'-.:. rinie rmentc í Dios, por un minis-'-::, consagrado, para reconocer 1a so-

: =:-,n ia del Altísimo sobre todas las'a:<

(]ue el sacrificio no debe ofrecerse-,,.s qr.t. á Dios solo, 1o demuestra San

,.:':stín por el uso de todos los pueblos:" \adie iamás soñó en ofrecer sa-

::iticios sino sólo á Dios verdadero ó

i.i tenido por tal('. (1)

"No pocos hombres Pretendieron,1) De cirit. Dei. I-ib. X. CaP IV.



t6 CaPítulo I

en su altivez) esLe honor sólo debido

á Dios, pero son contados los que tu-

vieron laaudacia de exigirlo á pesar

de disponer de medios." (t)Por consiguiente el sacrificio es un

culto debido solamcnte á Dios Y no

debe prestarse á ninguna criatura, aun-que ésta sea el más grande de lossantos ó el ángel de más alta jerarquía'

$ 2. Origen del saeliflcio

Santo Tomás de Aquino dige:

" Ofrecer sacriflcios á Dios es de

ley natural: á esto se inclina ei hom-

bie por su natural tendencia, sin que

se le prescliba y sin inspiración par-ticular." (2)

En efecto: Caín Y Abel, Noé v Abra-ham, así como los demás Patriarcas,sacrificaron esPontáneamente.

No tan sólo los verdaderos creYentes

ofrecieron sacrificios á Dios Todopo-deroso sino los mismos Paganos lostributrtron á sus ídolos. Dios ordenó á

Qué es la santa tr'fisa 17

1,,,. israelitas que le ofreciesen cotidia-:.-.:iente, en especial los días festivos,.:¡rificios qr're El mismo señalaba con

..-s celemonias correspondientes.El sacrificio es' Pues, una verda-

::rr necesidad de la naturalcza humana',-rolos los pueblos han tenido los suyos'iic aquí porqne tambión Jesucristo creyó;"nvéniente instituir en su Iglesia un.-Lcrificio con el cual pudicsen los fie-

l:s honrar dignamcnte á Dios y testi-:,xiarle su absoluta sumisión' No era

p,,sible que Jesucristo dejase á su lgle-si.r sin éste culto supremo de latría,.in el cual hubiera aparecido aquélla

ilferior al judaísmo, cuyos sacrificios.e llevaban á cabo con tanto esplen-

jr-rr Que hasta de lejanos países acudíanl'pulcntos gentiles para admirarlos yiJs mismos reyes paganos los costea-

r,,n muchas vcces. (1)

Si nos rcmontamos al orlgen del

=acrificio dcl Nuel'o Testamento debe-

remos considerar 1o siguiente' En un

principio, cuando la caída de nn solo

(1) \Iachab. III.1)(2)

Contra advers. leg. Lib. I CaP. X\¡III'Q. 2. Q. s5, art. I.



18 CaPitulo I

hombre había perdido á la humanidad

entera, Dios se comPadeció de ella Y

prometióreparar las funestas conse-

óuencias dei pecado. Tal reparacióndebía llevarse á cabo no tan sólo en

provecho del hombre caído sino tam-Liéu para la mayor gloria de Dios. Unsacrificio de precio infinito, ofrecido á

Dios en nombre de la Pobre humani-dad, sobre scr agradable al Señor, da-

ría á éste ocasión de derramar á ma-nos llenas sus gracias sobre las des-

venturadas criaturas.Pero como habicndo Pecado en Adán

todos los hombres, sin excepción, na-

die podía ofrccer tal sacrificio, Dios en

su inagotable Caridad instituyó el ado-

rable misterio de la Redcnoión, queanonadó de asombro á los propios se-

rafines. El Hijo de Dios único se hará

hombre, y convertido en hermano nues-

tro, tomará sobre sí el Peso de nues-

tros pecados. Verdadero sacerdote, se-

gún ei orden de Melquisedech,. ofrecerá

á su Padre celestiai un sacrificioex-

piatorio y meritorio en nombre de la

Qué es la santa tr'Iisa 19

humanidad; Dios y hombre á la vez.u -.acrificio será de un valor infinito.

IIas, ¿cuál será dicho sacrificio que

brstará por sí solo á aplacar la ira.l:1 Señor! No puede ser otro que elf,¿ la vida humana del mismo Hijo de

Dios.Cuando este plan fué concebido en

a mente divina, el Hijo de Dios em-pezó su sacerdocio; tomó sobre sí el

peso de nuestros pecados y se ofreció:n holooausto, prometiendo además á.u Padre, para la redención de loshombres, el sacrificio de la obediencia,preparatorio del sacrificio sublime que

iebía instituir al flnal de su vida te-;rena. El Padre celestial 1o recibió con

tel benevolencia que aplacando su có-lera contra los pecadores les dió deantemano su amor sin límitcs.

Los beneficios de Dios en Pro de lahumanidad caída estaban decretados envista del cruento sacrificio de Jesu-cristo. A pesar de ello, Dios exigió de

parte de los hombles una Prenda de

lebida satisfacción. Los holocaustos del



20 Capítulo I

Antiguo Testamento constituían dichaprenda; en si mismos no podían seragradables á Dios 1os sacrificios san-

grientos, pero lo fueron en tanto queeran imagen del sacrificio que su únicoHi-jo iba á instituir en el ara santa dela Crtz.

Agradable incienso de que hablaI\{oisés, brotaba de estos holocaustos,porque representaban al Cordero divino

que debía subir al altar y de quien diceel Apóstol: "Jesucristo se ha ofrecidoá Dios por nosotros en sacrilicio deagradable olor.'( (t)

g 3. El sacrificio de Jesucristo

Llegado el cumplimicnto de los tiem-

pos viene Jesucristo al mundo 1. diceá su Padre celestial: " Los sacrificiosy holocaustos no te han agradado, masá mí mc has apropiado un cuerpo mor-tal. Heme aquí que vcngo..... para cum-plir ¡oh Dios i tu voluntad." i2)

Jesucristo ofrecirl durante toda su

' (1) Hcbr. I\, 2S.(2) Hebr. Cap.X, ó, 6, 7.

Qué es la santa tr'[isa 2l

'.-: j:. :-:c -sacriflcio de obedicncia y lo--r:',rirti en laCruz. Pagó la deuda de

: '^'-:::r¡rnidad á pesar de estar aboiidos

:-,:-. :iempre los sacrificios del Anti-:.. - T:stamento.

L,r dice también San Pablo: 'r Con

-:: sola ofrenda hizo perfectos pala--::rr€ á los que ha santiflcado.tt (t)

Y. finalmente, explica dioho Santo,

- =,r la humanidad salr,ada, es decir,

- Santa Iglesia, no quedaría sin sacri---:¡ hast¿r el final de los tiempos, sino: ,.eeLía, por el contrario, el más ex-:-l:nte de todos, con objeto de aplicar,- -a.la miembro de la Iglesia el precio: - la Redención; Y como Jesucristo::rlútL1ó el sacrificio cruento de la Cruz

:-=:iiu.-endo en1a

vísperade su muerte'

:. :-',Dto sacrificio de la l{isa.E.:os Pormenores están minuciosa-

- =n:e anotados, en el Concilio de Trento:- Segirn tcstimonio de San Pablo, el

..:crdocio ler'ítico del Antiguo Testa--.:lto nj era perfecto ni podía serlo.

" \ccesitábase, pues, según exigía el

- , ft.-.. .. ,\ \'. 1+'



22 Capítulo I

Padre de las misericordias, la apariciónde un saoerdote, según ei orden deMelquisedech, que completase y perfec-

cionase á los que habían de ser san-tificados. Este sacerdote que era Cristonuestro Señor, después de haberse ofre-cido á su Padre en el altar de la ctaz,no quiso, al morir, que el sacerdociodesapareciera. A este fin, en la,noche enque fué entregado, dejó á la Iglesia santa,

su esposa querida, un sacrificio visible,que la naturaleza humana requerla.ti

(Tal sacrificio debía PerPetuar elsacrificio cruento que Cristo iba á ofre'cer en el madero delactuz, conservarsu memoria hasta la consumación de

los siglos, y por su virtud saludable

sernos perdonadas nuestras faltas co-tidianas. De esta . manera Cristo fué

sacerdote según el orden de Melquise-dech, ofreció á su Padre su cLlerpo Y

sangre debajo de las especies de pan

y vino del modo como las dió á losApóstoles, á quienes, en aquel Punto,

initituyó sacerdotesdel Nuevo Testa-

mento. Y merced á ias Palabras: ((Ha:

Qué es la santa I\fisa 23

ced esto en memoria mía& mandóles,á ellos y á sus sucesores en el sacer-docio, que 1as ofrecieran, en 1o sucesivo,

en sacrificio." (t)La Iglesia nos manda' Pues, creer

que Jesucristo en la última Cena no

solamente oonvirtió el pan y el vinoen su cuerpo Y sangre' sino tambiénlos ofi'eció á Dios, su Padre, Y que Elmismo instituyó personalmente el sacri-

ficio del Nuevo Testamento con el flnde que se reconozca en él á aquel sa-

cerdote del cual canta el salmista: (¿

Juróel Señor Y no se arrePentirá, Y dijo:Tú éres Sacerdote sempiterno según el

orden de Melquisedech.(r (2)

I{elquisedech no inmolaba los ani-

males como hacía Abrahamy los otros

patriarcas, sino, por inspiración de1

bspíritu Santo, y en contradicción con

la tostumbre de su época, levantaba el

pan y el vino al cielo y ios ofre-cía

óoo ó"t"*onias y oraciones especiales'

Así es como él vino á rePresentar

11) Sesión XXtf' CaP.5.iz p.ut. ctx, 4. - Hebr. \'lI' 17.



24 CaPítulo I

la imagen de Jesucristo y su sacrificioei símboio del de la nueva leY.

$ 4. Profeeias que haeen referencia al santosacrifieio de la Misa. Su institución'

" El afecto mío no es hacia voso-

tros, dice el Señor de los ejércitos, niaccptaré de vuestra mano ofrenda nin-g,tnu. Porque desde levante á poniente,

és grande mi nombre entre las nacio-

nes, y en todo lugar se sacrifi'ce "v sc ofr9.ce áinombre mío una ofrenda pura'" (1)

Esta profecía no se realizó en el

Antiguo Testamentor puesto quelas ofren-das de los judíos eran reohazadas, Y

los gentiles no habían aún abierlo los

ojos á la luz de la fé. Pero se realiz<5

en el Nuevo Testamento según palabrasde Dios á su Hi-jo: 6( Pídeme Y te daré

las naciones en herencia tuya'" (') Efec-

tivamente, sabemos que los apóstoles'en especial San Pablo, convirtieron á

los paganos.ia profecía de Malaquías no Puede

Qué es la santa tr'fisa 25

aplicarse al sacrificio cruento que Nues-

tro Señor consumó en la Cruz' puesto

que este sacrifi.cio no ha sido ofrecido

más que üna Yez Y en un sólo lugar:sobre el monte Calvario.La oitada profecía no se refiere tam-

poco á 1a complacencia del Scñor porios sacrificios paganos, que no son más

que ofrendas de iniquidad, calificadasde asesinato, de imPuteza, de robo v

por tanto dignas no del Dios tres ve-ces santo, sino del maligno espíritu.Engáñanse flnalmente los herejes al

pretender aplicar el susodicho pasaje

á nuestras buenas obras y oracionesT

que no siempre consisten en ofrendaspuras.

Debemosconcluir) con seguridad

absoluta, que esta profecía se relacionaexclusivamente con el sacrif-cio del

Nuevo Testamento, sacriflcio infinita-mente puro, (( que la indignidad del que

sacriflca no Puede manchar'¿(

Jesucristo es el único Pontífice, Ylos iacerdotes no son más que sus mi-

nistros; éstos no presentan otra cosa1) lfalaq. I, v. 10-11.(2) Psal. II, &



26 CaPítulo I

que sus manos y boca para ofrecer-de

ün"-*un.te visible al Dios invisible

á"" ." inmola sobre el eltar todos los

áías, hasta la plenitud de los tiempos'Pero, ¿en que momento instituYó

Iesucrisio el santo sacrifi'cio dela ffise?' Lo precisa la lglesia con el et'an-

n.fl.tu é"n lu.u.: ''Después de acabada

7n ,r,,o, tomó cl Pan, dió 'l-e .nttet'ttgracias, lo partió, y dióselo, dlclcndo:

Éste es mi cuerPo :el cual se da Por

vosotros: Haced esto en memorla mla'nJ-*itrno modo tomó el cáliz' des-

po¿t qo" htrbo cenado, diciendo; ":]:i,ili, ét la nucva tlíanza, st'//¿r'14 con

mi sangre que se derramará Por Yos-

otros." (1).-'-i:ij¿*ónosbien en lo que hace Y

aice ó1 Señor; convierte e1 Pan en supropio cuerpo Y e1 vino en su Pro-ôi"-.ungt"' y en virtud de esta sepa-

i".iát iiéti"" de su cuerpo Y de su

;;"g* se constituye en holocausto' Las

nrlabras quc acompftñan la trlnsubstan-

;il;ó" alterminan aún más la exis-

- ,.t, *.. -\\ll, v. 19-20'

Qué es la santa tr{isa 21

tencia del sacrificio: " Este es mi cuerpoel cual se da por vosotros.( " Esta csmi sangre que será derramada por vos-

otros.r¿Aun ouando se quieran aplicar es-tas dos palabras, dar y derramar alsacrificio de la Crtz,explícitamente dice

Jesucristo que estas dos acciones tienenlugar en la misma cena, y de esta suerteafirma que hay sacrificio.

Cuando el divino l\faestro continúa

diciendo I este cueT'po se da por uos-otros, da á entender también que se

ofrecerá á su Padre celestial, como 1o' hizo en la Cruz,

Ya que en la Cena elcuerPo cte Je-sucristo fué ofrecido á Dios Todopo-deroso para su mayor gloria, luego hubo

sacrificio.He aquí la enseñanza constante de

nuestra Madre la Iglesia santa; su tes-timonio tiene más autoridad que todaslas interpretaciones de ios hombres,puesto que ella es el mismo fundamentode la verdad.



2s CaPltulo I

$ 5. Los apóstoles ofreeieron el santosacrificio de la Misa. Antigüedad de

esta Palabna

Comoprueba

deque los

ProPiosapóstoles ofrecieron el santo sacrificiode la Misa, oigamos á San Pablor cuan-do dice: ú(Tenemos un altar ó una víc-lima, de que no Pueden comer los que

sirven al Tabernáculo tt (1) es decir, losjudíos.

Ahora bien; no Podía haber altar

sin ofrenda, y la misma palabra colnerindica claramente que no se trata delsacrificio de la Cruz, sino de un sa-

crificio nzanducable, tal como 1o insti-tuyó en la Cena Jesucristo'

Añadamos que San Mateo fué muer-to en el altar mientras estaba cele-

brando los santos misterios. San An-drés, según cuenta la tradición, decíaal juez Egea: " Cada día sacriflco á

Dios Todopoderoso' no carne de torosni sangre 'de machos cabríos' sino alcordero inmaculado.tt Atribúysse al pro-pio tiempo á Santiago Y á San Marcos

(1) Hebr. c. XIII, 10.

Qué es la santa tr{isa 29

una liturgia de la Santa Nlisa y final-mente el Cauon, ó sea la parte de laNlisa desde el Sanctus á la Comunión

seatribuye á San Pedro. Estas son

otras tantas pruebas de que el santosacriflcio del Nuevo Testamento ha es-tado en uso desde los primitivos tiem-pos Ce la Iglesia.

En cuanto á \a voz A.,Iísa, con laque designamos el santo sacrificio, obje-tan los herejes que no se encuentra en

la Sagrada liscritura. En efecto, perotampoco se encuentra la palabra Tri-nidad y no obstante no estamos dis-pensados por eso de creer en este au-gusto misterio. A pesar de que la pa-labra Misa no se eneuentra en la Biblia,el sacrificio por ella designado está

perfectamente explicado según acaba-mos de anotar. Por otra partc en elaí.o 112 habíase ya servido de ella elPapa Pío I. Después de éste escribeSan Ambrosio: ((Ocupéme en mis ni-nisterios, comencé á decir la santa Misar- durante el santo sacrificio pedí á Dios

que viniera en mi auxilio.((



30 CapÍtulo I

Y San Agustín dice: (¿Por las lec-ciones que rezamos en la Santa \4isafácilmente vendremos en conocimien-to......(( etc.

Notemos que tal como emplean es-tos dos Padres la palabra Misa pruebaque su uso era entonces general desdeel siglo tercero.

Los Padres de la Iglesia griega 11a-

mábanla tambión Eucaristía, que sig-niflca acción de gracias, Liturg'ia ó

Agendn, es deoir acciórt, Sinaxis ócolecta, asantblea; y la denominabanasímismo mesa, altar del Señor, cern,oJrenda, etc.

$ 6, Ataques de los herejes contrala santa lllisa

El encarnizamiento con que el dc-monio ha tratado en todos tienpos de

atacar al santo sacrificio de la llisa cs

una prucba de cu¿ln sagrado é impor-tante debe c1e ser, y, al mismo ticmPo,cu¿in terribie para é1.

En el decurso de los diez Primeros

siglos,cuanclo

laIglesia se veía com-

Qué es la santa I'Iisa 91

batida por innumerables hcrejes, nadiehubo tan osado que llegara á atacarel augusto sacrificio. Necesitábase paracllo un gran avance en la perversidad,una audaci¿r verdaderamente infernal.

Ello no se verificó hasta el sigloonceno; pero debemos hacei notar queapenas hubo Berengrer de Tours profe-rido sus blasfemias, el mundo temblóde espanto y le gritó con indignación:" Eres piedra de escándalo de 1os fle-

les, abandonas á nuestra madlc Iglesia,pcrturbas la unid¿ld " 3ta que más decinco concilios le habían anatematizado,hasta que, por un milagro de la mise-ricordia divinar Belenguel abjui:ó desus er:rores y habiendo hecho peniten-cia por ellos falleció confesando la ver-

dadcra doctlina. (1088)Pclo la simiente por éi sembradano desapareció con é1, sino fructiticópor desgracia algunos años más taldeen los Albigenses. Esta secta diabólicadeclaró ilícito el matrimonio, permitióia impureza, alguyó r'iolentamente con-

tra la Nlisa privada, que así llamábase



32 CaPítulo I

vulgarmente la N{isa tezada, y llcgó á

tan alto grado su encono que conde-naron á terribles penas á los fieles que

á ella asistían; penas que no llegabanni en mucho á las horrorosas que im-ponía á los sacerdotes qug tenían laat¿dacia d.e celebrar los sagrados mis-terios.

A más de los Albigenses, los ene-

migos más encarnizados que ha tenido

la Misa han sido indudablemente losreformadores del siglo décimo sexto)ya que el propio Lutero confiesa el he-

óno ae haber sido inspirado por Satánpara abolir'la santa Misa, como acto

de idolatría y que había obrado de talsuerte no ignorando que el diablo abo-

rrecía todolo bueno; más aun, que sus

enseñanzas eran todas falsas.Si la inteligencia de Lutero no hu-

biese sido ofuscada por completo porlos espíritus infernales, habría á lo me-

nos raiiocinado de esta suerte: Satanáspretende que la santa Misa es un acto

de idolatría: si esto fuese así, ¿ Por

qué quiere abolirla cuando en alabarla

Qué es la santa Misa 33

I y fomentarla darla con el medio de

insultar más despiadadamente al Altí-simo !

Ahora bien; Satán ha Privado delsanto sacrificio de la Misa á todas lassectas luteranas, causándoles con elloel perjuicio más funesto y les ha im-buído de tal manera su ProPio odiocontra este santo misterio que han lle''gado á proferir la horrible blasfemia

de que " la"Nlisa

es una abominableidolatría " como se lee en el catecismode los calvinistas de Heidelberg.

¡Pobres insensatos! ¿Cómo Puedenadmitir, entonces, que se haya salvadouna sola alma desde Jesucristo ! Todoslos apóstoles y ios sacerdotes todoshan celebrado el santo sacriflcio de la

Itisa; los mártires y los confesores hanasistido á ella con ejemplar devoción;

¿acusarán acaso de idolatría á todo ese

ejército de Cristo haciéndole, por con-

, siguiente, digno del inflerno ? La razónnatural se resiste á suPonerlo.

iAh ! Cuánto más consolador es es-

cuchar á San !-ulgencio cuando dice:



34 CaPítulo II

ttCreo sin la lnenor sombra de duda

que el Hijo unigénito de Dios hecho

úombre por nosotros, se ha oflecido

en sacrifl-cio á Dios' al cual la IglcsiaCatóiica ofrece sin cesar. en fe v cn c¿l-

ridad. el sacrificio del panJ'del vino'" (t)

Guardémonos bien de que no acon-

tezca lo que á los he;:eies, á qtt:3"sSatanás hi privado de la Santa llisa'Iio pudiendo arrebatárnosla cnteramente

"" áatu.tru cn hacernos desconocerel

r.alor sin fin dei santo sacrificio para

oiru no 1o estimcmos como es JeblJo'

heciúndonos negligentcs á firl de que

no pod".os obtener los frutos abun-

áont". cle gracia que de la I'Iisa debe-

mos lucl'ar.

C.\PÍTULO II

De la excelencia de la Santa Misa

Es tan inmensa la excelencia de la

\lisa que los mismos serafines no pueden

ii"gut'á comprenderla en su totalidad'

- (D t. fide ad Petrum, c' XIX'

Excelencia de la lfisa 35

Probemos, no obstante, de formarnosun concepto de ella ateniéndonos á lascnseñanz¿rs de la Iglesia apropiadas á

este ob-jeto.Dice S. Francisco de Sales: (rDe

todos los actos de religión, el santosacrificio de nuestros altares resplan-dece como el sol entre las estrellas,porque es el alma de la picdad, centrode la religión cristiana al cual conver-gen todos los misterios

Ytodos los

preceptos; es el misterio inefable de

la caridad divina, merced al cual, en-treg;ándose Jesucristo personalmente á

nosotros, nos colma de sus gracias, pormodo tan amoroso comomagnánimo.'( (r)

El sabio Osorio la Prefi,ere á todos

los misterios de la religión: ((El santo

sacrificio de la Nlisa es lo que hay enlr Iglesia ntás augusto y precioso por-que en é1 se consagra el pan y el vinoi se ofreoe á Dios el sacramento del

r.rltALú¿ (') ; y Forner de Bamberg con-tinúa: '( Aunquc todos los sacramentos

(1) Introducc. á la'\¡rda devotau. PartetI,cap XIV'

(:) Conc. dc \lissa'



36 CaPítulo II

son excelentes, excede á todos la \{isa:aquéllos son vasos que encierran

-la

¿ñina misericordia en beneficio de los

vivos; éste es océano inagotable de la liberalidad divina en favor de vivos ymuertos." (1)

Pasemos ahora á aPuntar las razo-

nes ,v señales de esta cxcelencia que

se róvela, en primer lugar en el cere-

monial de la bendición y consagración

de las iglesias y altares, cercmonial elmás solemne é imPonente.Y como quiera que la maYor Parte

de fieles no han gozado del privilegiodc asistir á esta fi.esta, 1a más conmo-

vedora é instructiva entre todas, dare-

mos de ella una sucinta relación'

$ 1-, De la eonsagración d'e una iglesiaLa consagración de una iglesia ó

de un altar es atribución propia del

prelado, quien se prepara con cl fpnoiala dembstrar la importancia dei acto

q.," .-o á llevar á cabo. (:;

Conc. de Pas. 65 Y 69.Sagrada Congregación de ritos'

Excelencia de la tr{isa 37

En la mañana del día de la cere-monia, revestido con los hábitos pon-tifi.cales, en el lugar donde por la no-

che se depositaron las reliquiasr recitalos siete salmos penitenciales y la Le-tanía de 1os Santos, diligiéndose lucgocon el clero ante la puerta principalde la iglesia, que permanece ccrr¿rda.

El prelado bendice el agua, se rocía á

si mismo, al clero y al Puebio Y con-

J-uce ,la procesión por tresvezes al

rededor de la iglesia, bendiciendo v ro-ciando las paredes en nombre de lasantísima Trinidad, mientras el, coro can-ta diferentes responsorios y antífonas.

De regreso á la Puerta imPlora labendición del cielo sobre aquel templo\i con su báculo llama tres vezes á di-

bha puerta, diciendo: " Attollite portasvestraSr et elevamini port;e aternales."'; Levantad, oh principes, \'uestras puer-tas, y elÉvaos vosotras, oh puertas de

1rr ctcrniJad.'¿ ¡t)A la última prosigue el Prelado Por

tres veces: " Abrid, abrid, abrid.(( Abrese

(1)(2) (1) Salmo XXIil, 7.



38 Capítulo lI

entonces la puerta y el prelado traza

óutt .o báculó el signo de la..cruz so-,

brc el umbral, exclitmanlo:. " 11 c aq-ttt

,i-tigrtá:au tá crui con la qYe.todos7o, iitrir;t,,s inf ernales lntl/ett''c Así que

Lnito'.n la iglesia dicc: " Pti ett tsla

cirni'yel coro resPonde "Y á t'ues-

tra entrada.KAl llegar en medio de la nave el

"."i;1"

;; arrodilla Y entona el himno

Tani Creatot' Spiriltts y á -estehlmno

sicuen las Letanías de los Santos y er

;;,;;;";.li,ti,,""' Mientras tanto el

;;;i;á; traza sobre dos regueros de

ffi;;, ".i"naiaoten forma de cruz.dc

ol-á*tr.*o á otro de ia iglesia' las

i;it;; dcl alrabeto griego Y. l*tin?'i'suurte quc la

primcra y ultlma retti(

áli-îr"ü"ro estZn en uno de los extre-

;;-;;i i"mPto' Esta ceremonia signi-

Á"" f" unión Por medio de la Cruz en

;;;;" la Iglesia del griego Y del

¡,.ttît' trl báJulo de quc se sirve'es

.i".*¡"f" de 1a doctrina de los após-

tolcs."^-éeguiaamente bendice la sal' cl agua

Excelcncia de la Xlisa 39

v el vino; los mezcla y empicza la con-,sagración del altar mayor. Recita elprelado ia antífona Itttroito ad altare

Dei y el coro continúa con el salmo.ltt.licant¿,(r t Durrnt,,, estls tlracioncssumerge el pulgar en el agua que acaba

de bendecir y traztt' Llna cruz en el oen-

tro y en 1as aristas de la Piedra, di-ciendo: "Bendito sea este aitar, á lamayor gloria do Dios, de la bicnaven-turada Vilgen Xlaría, de todos los san-

tos, en nombre r- mcmoria de San N.\i., en nombre del P¡dre Y del Hijo Ydel trspiritu Santo.(( Estas palabras lasrcpite cinco vezes. Acto seguido el pre-

lado, seme-jante á los israelitas cuandola toma de Jelicó, se vueh'e siete r-e-

ces al redcdor del altar rociándolo con

agua bendita y recitando cl salmo ,ui-scl'erlJ,

Luego, durante el can'to de los sal-mos, da el prelado la vuelta Por tres'i'ezes al recinto del templo, rociandolos muros oon agtll1. bendita en la par-te alta, media ¡- baja. Vuclve á hacer

(1) I's XLII.



40 CaPítulo II

varias veces 1a señal de \a cruz en las

cuatro esquinas del pavimento de la

iglcsia y .""n"utina

de nuevo al al-

tar para preparar allí con agua ben-dita el cemento con que ha de colocar

la piedra de dicho ¿rltar' Entonces Yan

en procesión á traer las reliquias) que

debirán ser puestas en el sepulcro' Y

que están cncerradas en un Pequeño

cofrc de mctal.

A1 entrar en la iglesiael

Preladohacc por tres t'ezes la señal dc la cruzen 1a Puerta con el santo crisma di-

ciendo^: ('Iin nombre del Padre, dcl

Hijo Y del llsPíritu Santo' Seas, oh

pulrtJ, bendita, santificada, consaglada

., ¿.¡ic¡raa al Scñor Dios' Scas' oh'pu..,", el umbral de la salvación r- dc

in pur'; scas, oh puerta, puerta p-acíflcapaá a'quet que ha sido llamado Puerta,'Cristo

¡esús, Señor nucsiro""'(' etc' La

procesián a\&nza luego hastael .altar*o1-ot donde traza eI prelado hasta

cinco vezes la señal del cristiano so-

brc c1 sepulcro, antes de colocar en él

las teliquias'

Excelencia de la Xlisa 4l

En los primelos tiemPos dcl cris-tianismo se acostumbraba celebrar lasanta Nlisa sobre la tumba de los már-

tires, de donde procede la obligacióncstrict¿r de poner reliquias en todos iosrltares.

FJI prelado inciensa las reliquias yrine con ccmento el sepulcro; unge lapiedra é inciensa el altar en el centro.,- en los lados, entregando el inccnsa-

rir,r á un sacerdote,quien continúa dando

r-ueltas al rededor hasta que conclul'sla consagrasión. Toma nuevamente elprelado el incensario Y á su vez da

vueltas en torno dcl altar. lJerramadnalmente el santo óleo y el santo cris-ma sobre el ara, Y 1o extiende, ó, me-

,ior dicho, frota el altar con su mano.

Con esto queda el altar consagrado.El prelado vuch¡e á la navc de la

:glesia parii ungir con é1 santo crismalas doce cluces pintadas en los mtlrostinccnsando tres vezes cada ttna y re'gresa al altar para bendecir el incienso

"lue en é1 va á ser quemado, cuJos gra-

nos han sido colocados en forma de



42 Capítu1o II

cruz sobre las cinco cruces de la pie-dra. Sobre el ala se colocan varioscirios pcclueños que arden á la vez y

mientras. tanto arrodíllase el preladoy canta: ('Aleluya I ven, Espíritu San-to, llena los corazones de los fleles de

tu loz y enciende en ellos el fuego de

trL amor,¿(Siguen otras Preces que se cantan

en toncr de Prefacio ]'cl plclado ruega

á Dios diciendo:((Conflrmad

1o quehabéis hecho en nosotros, en vuestrosanto templo que se halla en Jerusalén.Aleluya !

u Bl coLo entona el salmo 67,

el canto de la victoria y del recono-cimiento: " Le\'ántese Dios y sean ven-cidos sus enemigos y huvan de su pre-

sencia losque

le aborrecen...."etc. En-

tretanto se adorna el altar y el pre-lado da comienzo á la Nlisa.

La concurrencia se asombra de este

gran numero de ceremonias, uncionesy oraciones. - ¿A qué-dicen-tan-ias molestias, tanto tiempo y tanto gasto!Para que el temPlo sea más digno del

sublime sacrifi.cio que allí debe ofre-

Exceiencia de la \{isa 43

cerse y el altar suflcientemente puro á

fin de reoibir dignamente el Corderode Dios inmolado.

He aquí una Prueba de la santidady dignidad de nuestras iglesias. El tcm-plo de Salomón no era más que una

imagen de ios nuestros y no obstantet

¡ con qué respeto lo veneraban los ju-iiíos y los gentiles!: (¿Salomón ofrecióen sacrificio pacífico al Señor 22O0O

bueyes y120000 carneros. Bajó fuego

del cielo que devoró los holocaustos yvíctimas y llenó toda la casa la N'Iajes-

tail del Señor. 'lodos los hijos de Is--rael vieron con sus ojos descender el

fuego 1' la glolia del Señor en el tem-

plo. Pegaron sus frentes al Polvo Y

odotutott al Señor. Salomón exclamó:

"¿Es creible que verdaderamente Diosha ¿e habitar sobrc la tierra? Porque

si los oielos, oh Señor, si ni los altí-

simos cielos no pueden abarcarte, cuánto

menos esta casa que vo he fabricado i" (1)

Ciertamente aquel templo era digno

11) ltel'es, Lib. Ift, Cap. VlIl,2t; Paralip' Lib II, ca'

pitrô \:ft, r. 1-S.



4+ CapÍtulo II

dc la veneración v admiración de lospueblos, á pesar de ser tan sólo, comose ha dicho ya, una irnagen, una ,qom-bra de nuestras iglesias; no encerraba

sino cl Arca de la afianza. las Tablasde la. ler.r el maná v la vara de Aarónquc había florecido; Ias r'íctimas inmo-ladas no cran mas que animales sacri-Íicados y quemados, ofrecidos con pan,r-ino. tortas, aceite, harina y otras co-sas semejantes.

¡Qué contraste con ls-s templos ca-tólicos, consa¡¡rados con el aceite v elsanto crisma, rociados con ap¡ua ben-dita, perfumados de incierrso, santifica-dos con tantos signos de Cruz, desti-nados á la oblación de1 santo sacrificiode la llisa ! Bn vez del Arca de la alianza

tenemos el Tabernáculo, que guarda elvcldadero maná, el augusto Sacramentodel Altar, cl verdadcro cuerpo J san-gre dc Jesucristo. ¡ Qué veneración de-bcmos á tal santuario !

Apellidamos á la iglesia Casa deDícts y en realidad 1o es, puesto que

en ella habita continuamente Nuestro

Excelencia de la }{isa 45

Scñor Jesucristo. Sus ángeles le sirvenallí, 1e adoran, le alaban, le ofrecennuestras oraciones, realizándose de estasuerte la visión de

Jacob. Yendo elpa-

triarca de Bersabéc á Harán, queriendodescansar al atardccer ((tomó una delas piedras que allí había y poniéndo-sela por cabecera, durmió en aquelsitio. Y r-ió en sueños una escala fijaen la ticrr¿r, cllyo Lemate tocaba en elcielo, y á-ngeles de Dios que subían ybajaban por ella y al Señor apof adosobre la cscala.(ú Al despertar Jacobdespalorido exclamó : (¿ Cuán terriblees este lugar, verd¿Lderamente este esla casa dc Dios y la puerta del cielo.((l,evantándose, pucs) Jacob, al amanccerTcogió la piedra qlre se había puesto

por oabccera, y erigióla como un mo-n,rmento de la r.isión derramando óleocncima. Y puso por nombre Betcl á laciudadt( esto cs, úú casa dc Dios.t( (1)

lJsta piedra l1o cra más quc un sím-bolo de la de nuestros altares, consa-grada_con ei ólco y el santo crisma ]¡

(1) Genes. c. \\\'llI.



46 Capítulo II

á la que se aplican justamente estaspalabras: '( Lugar terrible: verd-adera'mente esta es la casa de Dios v puerta

del cielo.('Nuestras iglesias son asimismo ellugar del cual dice Dios por boca delprofeta Isaías: ((Yo les conduciré á misanto Monte cle Ia Iglesía, y en mi casa

de adoración los llenaré de alegría: me

serán agradables los holocaustos y víc-

timas que otiecerán sobre mi alIar,porque mi casa será llamada casa de

oración para todos los pueblos.( (1)

Si nos animase una fé vil'ar entra-ríamos en el temPlo con temor, Y conel más profundo anonadamiento ado-raríamos á Nuestro Señor en 1a Euca-ristía

-vveneraríamos á los ángeles. Los

que hablan, ríen ó pecan de cualquierotra forma durante el oficio divino,provocan 1a cólera de Dios y se hacenreos de una grave ofensa contra la di-vina Majestad, Tomemos, pues, la firmercsolución, al ir á la iglesiar de por-tarnos devotamente, de evitar toda pa-

---fu i.río., c. I-vI, 7.

Dxcelencia de la \{isa 47

tabra inútil, toda mirada curiosa; y de

adorar á Dios en esPíritu Y de un mo-

do sincero, de rogar con todo el cora-

z(tn, de llorar por nuestrospecados y

de ímplorar la divina misericordia'

$ 2. De la consagración de los Sacerdotes

La excelencia de la santa N{isa re-

salta en segundo lugar en la consagra-

ción que reciben los sacerdotes y mi-

nistros del altar.

I'ara poder celebrar el cruento sa-crifioio háy que pasar por siete grados

ó categoríis. Los que han recibido las

,cuatroi primeras órdenes están desti'

nados á^servir á los sacerdotes en el

altar, pero sin tener autorización para

tocai ét cáliz, la patenaT el borporal,

y el purificador, á mcnos de haber re-ói¡iao un permiso particular ó ante una

necesidad absoluta. Para poder tocar

dichos objetos por dereclto p?'oPto ,espreciso háber recibido la quinta gd:"'qu"

"ott"tpondeal subdiaconado' De la

-ia*u suerte los subdiáconos, diáconos

y sacerdotes tienen tan sólo el dere-

Iti



48 Capítulo iI

cho de tocar l¡ limpiar los objetos quesin-en inmediatamente par¿r la celebra-ción de la santa Nlisa; tales son las

prescripciones formalcs de la Iglesia.lrl que faltase á ellas por inadrrertenciaó negligcncia asumará grave respon-sabilidad.

Por otra parte, ¡ qué cargo de oon-ciencia para los sacerdotes y los flelesque consientan se celebren los bantosmisterios con una alba sucia, una ca-sulla desgarrada, con lienzos de telasordinarias ó manchadas, los \'¿rsos oxi-dados ó un altar desprovisto de orna-mentos ! ¡ Qué vergüenza para los cris-tianos que retroceden ante un pequeñosacrifi.cio pecuniario cuando se trata dela decencia de los lugares sagrados,

mientras emplean gustosos enormes su-mas en trajes, lu-jos, adornos y baga-telas ! ¡ Qué pecado para el cura )¡ parala parroquia cuyos armarios aparecenrepletos de buena ropa mientras el al-tar está afeado con harapos? y cuYxmesa centellea de objetos valiosos á la

vez que el cáliz, la custodia, el copón

Excelencia de la llisa 49

son de metal ordinario I ¡Qué dolorosoespectáculo ! ¡ Triste prueba de un es-tado de alma aun más lamentable !

En cambio, ¡cuán dignas de elogioson las piadosas mujeres y r.írgenesque emple:rn sus ocios en confeccionarla ropa. del altar, ornamentos decentesy cuanto contribuye á hermosear lostemplos ! Esas tales pueden exclamaren verdad: ttSeñor, amo la hermosttrade tu casa y el lugar donde mora tuMajestad.(

Como se ha dicho ya, 1¿r excelen-cia de la santa nlisa se manifiesta espe-eialmente en la consagración sacerdotal.

He aquí las ceremonias quc acom-pañan á dicha consagración. Cuando eldiácono se ordena de sacerdote se re-

viste del amito, del alba, dc la estola,atravesada sobre la espalda izquierday atada al lado derecho y ai'rodílla-sedelante del prelado que está sentado en

su trono. El prelado le hace presentela gran responsabilidad quc va á con-traer y pregunta al auditorio si le juzga

digno. Si nadie protesta se arrodílla el



50 CaPítulo II

prelado v recita eL yoz alta las Leta-nías dc los Santos, mientras el diácono,prosternado v apoy;indo su frente en

el suelo, hs recita conaquéI.

Acto seguido el prelado lc pone unamano sobre la cabeza, r'ecita una ora-ción y un largo prefacio, le pone Iaestola en torno dcl cuello y lc colocala casulla sobre las espaldas.

Arrodíllase de nue\¡o y dice unaoración y el himno L-eni C,-eator. Elprelado vuelr'e á crcupar su sitio y eldiácono, arrodillado le presenta las ma-nos las que unge aquél con los santosóleos, diciendo: " Señor, dignaos porestas unciones y por vuestra bendiciónconsagrar y santificar estas manos.<Luego añade, haciendo la señal de la

Cruz: ttEn nombre de nuestro SeñorJesuclisto, cuanto bendigan estas ma-nos, quede bendecido, y cuanto consa-greni consagrado. Amén.t'

Iil prelado ata las manos del diá-cono, lc presenta el cá\iz con agua Yvino, la patena y la Hostia y le dlce:

" Recibe el poder de ofrccer el santo

Excelencia de la lIisa 51

sacrificio de la Nlisa, tanto para los vi-vos como para los difuntos: en nombredel Señor. Amén.'(

Se le desatan las manos, el nuevosacerdote se las lava y el prelado con-tinúa la santa N'[isa.

En el ofertorio se presenta el re-cién ordenado con un cirio encendidoque entrega al prelado y le besa lamano. Luego se arrodiila detr'ás delcelebrante y dice la }lisa, palabra por

palabra, siguiéndola en un misal.En la Clomunión recibe del prelado

el Cuerpo de Cristo y después dc larecitación del Credo le pone aquél am-bas manos sobre la cabeza Y le clice:¿( Recibe et Espíritu Santo: qucdaránperdonados los pccados á quiencs los

perdonares y queda:án retenidos 1osque retuvieres.t'Por último, el nuevo sacerdote Pro-

mete obedicncia al prelado el cual lebendice con cstas pllabras: " I-a ben-dición de Dios I'odopoderoso, Padre,Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre

ti para que seas bendecido en el sa-



52 Capítulo IIcerdocio v pi-redas ofrecer la Hostia desalud al Señor, por los pecados delpueblo."

Así es como la Iglesia católica con-sagra á sus sacerdotes.

Si reflexionamos un poco sobre lagrandeza clel sacerdocio no nos admi-raremos cle la gran ponpa desplegadapor la iglesia en sus ordenaciones.

Se nos objetar'á faI yez: ¿Para quéesas divcrsas órdenes i ¿ Para qué esos

Formenot'üs. oraciones, unciones y ce-remonias i Tienen por objeto aumentarcn el futuro celebrante la pureza decorazón y la santidad de costumbresv lograr que sea más digno de ofrecerá la temible majestad de Dios el santosacrificio de la trÍisa.

$ 3. Del altar, los ornamentos saoerdotalesy los vasos sagrados

Otro testimonio de la excelencia dela santa Xfisa cs el número 1'cualidadde los objetos necesarios para su cele-bración. Dichos objetos son, ademásdel sacerdote

ordenado, reemplazando á

Excelencia de la lfisa

la misma persona de Jesucristo, en pri-mer término un altar cdnsagrado quedebe levantarse del sueló como repre-sentación de la colina del Calvario so-

bre el que fué inmolado y enarboladoen una Cruz, el inooentísimo oordero?

Jesucristo. El altar propiamente dichoconsiste en una piedra rectangular quehace las veces de mesa y que repre-scnta 1a imagen de Jesucristo; piedraque rechazaron los judíos pero que

constituye la piedra angular de la Igle-sia. Las restantes partes arquitectó-nicas de1 altar no son esencialmentenecesarias. El sepuloro de que hemoshablado I'a, recuerda la mesa de la Cena.

Debe el altar estar cubierto y ador-nado con tres mantel':s de tela que

representan los sudarios del Señor. Hade haber además un crucifijo, para re-cordarnos que el sacrificio del altar es

el mismo que cl del Calr-ario; á 1o me-nos dos candeleros con velas enccndi-das, una imagen de Jesucristo, que es

la luz del mundo, y un facistol, las sa-

oras, flcres ycortinajes) para realzar



54 Capítulo IIel esplendor del altar en ciertos díasfestivos.

_ Hny que tener en cuenta, en segun-do lugar, los ornamentos sacerd.otales.

El respeto debido á Dios y al augustosacriflcio de la Nlisa, requiere quó losministros \¡ayan vestidos con ñábito.especiales para 1a celebración de losdivinos misterios. En el Antiguo Tes_tamento los hábitos sacerdotales esta_ban minuciosamente prescritos por el

mismo Dios, mas en el Nuevo testa_mento los ha descrito y ordenado laIglesia en todos sus pormenores desdelos tiempos de los apóstoles.

El antito ó humeral que el sacer_dote coloca sobre su cabeza y cuellosigniflca el velo con el cual loi judíos

cubrieron el Rostro del Salvador encasa. de Caifás, diciéndole : (¿Christo,adil'ina quién te ha herido.,,

Bl alba, túnica blanca que llegahasta los piés, representa la bata blan_ca con que, por irrisión, r,istió Herodesá Nuestro Señor Jesucristo.

h)l círtgulo,

ócordón,

significa la

Dxcelencia de la X{isa 55

cuerda con clue el divino ['Iae'qtro fuéatado en el huerto de las olivas.

EI manípulo representa las ligaduras

que agarrotaron sus brazos.La estola, larga y estrccha bandaque el sacerdote se pone entorno dclouello y arvza delante del pecho, es

figura de las cadenas de hierro con que

fué cargado después de su condenación.La casulla representa el manto pur-

púreo que en casa de Irilatos echaron

los soldados sobre los hombros delSeñor. La cruz trazada sobre el1a sig-nifica aquella sobre la cual fué cla-r.ado, y la columna de delante, la de

la flagelación.EÍ bonete con que el sacerdote cu-

bre la cabeza al ir y al volver del al-

tar representa la dignidad y autoridaddel sacerdote.

El color de la casulla es variable;puede ser blanco, rojo, \'cÍde, violadoó negro, y cada uno de estos colorestiene su signiflcación ProPia.

EI blanco,imagen de 7a luz,expresa

gozo, itocencia, triunfo, gloria, inmor-



56 Capítulo II

talidad. Empléase cn las fiestas del Se-ñor, manantial de toda luz '* gozo; enlas fiestas de la Yirgen Nlaría, madre

de la Iuz del mundo y como á flgurade 1a inm¿rculada pureza de la Reinade las r'írgenes; en las festividades deIos santos ángeles, que moran en laTuzeternal, y en las solemnidades de lossantos que no sufrieron el martirio.

El color encarnado significa fuegoy sangre, amor á Dios y al pró-jimo.Se usa la casulla encarnada en 1as fiestasdel Espíritu Santo. que enciende la llamadel divino amor en nuestras almas ; enlas fiestas de ios mártires, que derra-maron su sangre por el amor á Dios,y cn las solemnidades de la Pasión, óde los instrumentos de la pasión del

Señor.El color ver;le simboliza esperanza,

deseo de r¡ida eterna y es el colorpropio del año eclesiástico. El elevadonúmero de estas fiestas hace que se usesolamente en ciertos domingos dcspuésde Pentecostés.

El color ntorado, señal de peniten-

Excelencia de la X'Iisa 57

cia, se emplea en el Adviento, la Cua'

resma, las vigilias y en las cuatro Tém-poras.

EI negro es color de luto; negra es

la casulla en la Nlisa de difuntos y elViernes Santo, para testimoniar nuestrodolor de haber crucificado á NuestroSeñor con nuestros crímenes.

Tales son los cinco colores litúr-gicos; su vista ptlede excitar en nues-

tras almas, durante la santa N{isa, los

sentimientos que les ofrece la Iglcsia.En teroer lugar debemos tenet en

cuenta los ob-jetos que sirven para elsanto se.crificio.

El cáli;, consagrado Por el Prelado,recuerda á la vez eL cáltz de amarguraque

Jesúsbebió hasta las heces

Yel

sepulcro en el cual fué depositado sucuerpo.

La palia, trozo de lienzo cuadradoque sirve para cubrir eI cáliz, signiflcala piedra cuadrangular del sepulcro.

La patenar la urna que contenía losperfumes para embalsamarle.



58 Capítulo II

El corpot'al) sobre el que sc co-loca el cáliz y 1a Hostia, el sudario enque fué envuelto el cuerpo de1 Salva-dor.

El purí!cador. con quc sc enjugael cáliz, los lienzos quc se utilizaronpara enjugar el cuerpo de Jesúrs.El yclo, cuadrado de seda con quese cubre el cál.iz, el velo del templo quepor sí sólo se desgarró de arriba á ba.jodespués de la mnelte de []risto.

Se neccsitan además nuchos otrosobjetos para la celebr¿rción de la santal,Iisa: pan sin levadura, l,ino, agua, dosvinajeras, un lavabo y una campanilla.

La mayor parte de estos objetos sonde ta1 manela indispcnsables que el ce-lebr¿inte cometería grave pccado al omi-

tirlos.$ rl,. De las ceremonias de la

santa Misa.

Se reconoce en fin la excelencia dela f{isa en las ceremonias pr-escritas paracelebrarla. La enseñanza católica sobre

Excelencia de la tr'Iisa 59

esta materia está contenida en las si-guientes palabras:

< Los hombres son de tal condiciónque les es difícil levantarse á la conside-

ración de las verdades divinas sin elauxilio de las cosas sensibles. A esta

causa, nuestra madre ia Iglesia ha man-dado que las diferentes partes de lamisa se dijeran ahora en Yoz altaahora en voz baja. Ha imPuesto tam-bién varias ceremonias, como son ben-

diciones, cirios, incienso, ornamentosy otras muchas cosas pare conformarsecon las enseñanzas de los apóstoles yusos de la tradición. Tienden los ritosceremoniales á dar á conocer la Majes-tad de Dios y á mover á los fieles á

la contemplación de los misterios di'r'i-

nos llue se ocultan en el sacrificio dela Nfisa. u

A pesar de las explicaciones de-

talladas que sobre dichas ceremonias se

encontrarán al final del presente libro,Yamos á exponerlas brevemente conobjeto de dar desde ahora una idea del

número y calidad de las mismas.



60 Capítulo II.

Bl sacerdote hace diez y seis vecesla scñal de la Cruz; se vuelve seis r¡e_ces al pueblo; ocho \¡eces besa el altar;lcr.anta once veces los ojos al cielo j

se da diez golpes de pecho; hace diezgenuflexioncs ; une las manos cincuentay cuatro veces; hace veintiuna incli_naciones de cabeza y siete con los hom_bros; se prosterna

-ochoveces;treintay

una veces bendice la ofrenda con la señaldelaCruz; veintinueve veces pone las

manos sobre el altar; catorce veces oracon los brazos extendidos y treintiseisjuntando 1as manos; pone éstas, juntán-dolas, siete veces sobre el altar; colocanucve r.eces 1a mano izquierda. sola, ex-tendida sobre el altar y once veces la lle-va al pecho i eler-a ocho veces ambas

manos al cielo once) era en \toz baja ytrece en altavoz; descubre diez veces elcáliz y cambia de lugar veinte veces.

Además de estas tres cientas cin-cuenta ceremonias, ticne que llevar ácabo cicnto cincuenta más, componiendoun totai de quinicntas. Añadamos á és-tas las cuatrocientas

rúbricas prescritas

Excelencia de la l,[isa 6t

v nos convenceremos de que el sacer-dote que celebra la santa N{isa segúnel rito católico, está obligado, bajo pe-na de pecado á novecientas diferentesobligaciones, cada una de las cualestiene su signiflcado espiritual y tiendeá llevar á cabo digna y piadosamenteel santo sacrifrcio, por cuyo motivoordenó formalmente al Papa Pío V queasí los cardenales, arzobispos y prela-dos, como los simples sacerdotes, ce-

lebraran 1a Misa de esta suerte, sinhacer cambio alguno y sin añadir niquitar nada.

¡ Cuánto agradecimiento no clebemos. á1 cura que por nosotros celebra laMisa y con estas augustas ceremoniasdirige nuestras preces al Padre celes-

tial, al propio tiempo que el divinosacriflcio !

Al llegar á este punto puede ocu-rrírsenos la duda de si sería ó no másútit para la edificación é instrucción delo.s fieles el uso de 1a lengua vulgar en

la celebración de la santa Nlisa, en vez



62 Capítulo II

de la latina, que la mayor parte de fielesno comprende.

Ante tal duda respondernos que laI\'{isa no es un sermón, sino un sacri-

ficio, ya que el cura no la celebra pa-ra instruir al pueblo sino para ofreceren su nombre el sacrificio del NuevoTestamento. Aun que no deja de sercierto que hay que pronunciar palabraspara celebrar, no obstante, tales pala-bras se dirigen más bien á Dios que á

los fieles, y eso explica el porqué lamayor parte de oraciones se dicen envoz baja.

Por otra parte, para participar deIos beneficios del divino sacrificio, noes necesario comprender las palabrasdel celebrante; basta tan sólo unirse á

sus intenciones y encomendar á Diosnuestras necesidades; y esto pucde ha-cerlo cada uno en su idioma propio,pues poco importan á Dios las pala-bras. Esto sin contar que la mayor partede devocionarios contienen la traduc-ción de las oraciones latinas de laNIisa.

Excelencia de la nlisa 63

La Iglesia emplea la lengua latinapor ser ésta la que se hablaba cn Ro-ma, cuna del cristianismo. Así comono hay mas que un solo Dios, un solo

Cristo, una fe sola, un solo bar.rtismo,una sola Iglesia Católica romana y unsolo sacriflcio en dicha Iglesia, así tam-bién no puede haber más que una solalengua par.a ofrecer este sacrificio, v larcferida unidad de lenguaje es un símbo-1o de la unidad de la Iglesia. Por eso el

católico encuentra su casa en nuestrostemplos, porque dondequiera que nucs-tra Madre la Iglesia reúna sus hiiosalrededor del altar dei sacrificio leshabla un solo lenguaje.

$ 5. Del principal sacerdote cle la

santa Misa.Con todo 1o acabado de m¿inifestar

podemos formarnos una idea de la dig-nidad de la santa i\Iisa. Sin embargo,nada hay que demuestre la exceienciade ella como el considerar quien es elque ofrece este sacriflcio.

64 Capítulo II



Ahora bien: ¿Quién es el sacrifica-dor') ¿ Es acaso el srcerdote, el obispo,el mismo Papa? No, por cierto. ¿Esun ángel, un santo ó acaso la Madre

de Dios ) Tampoco. No es otro que elSacerdote de los sacerdotes, el Obispode los obispos, el único Hijo de Dios,Jesucristo, el sacerdote eterno según elorden de Melquisedeoh. El es quienda á la \{isa excelencia incomparable;El es quien eleva el sacriflcio cristiano

al rango de obra divina.Que es Jesucristo el sacerdote lo

probaremos con estas palabras de SanJuan Crisóstomo : n Jesucristo que hapreparado el convite ahí está para pre-sidirle, porque no es el hombre quientransustancia el pan v el vino en el

cuerpo y sangre de Jesucristo, sino elmismo Jesucristo que fué crucificadopor nosotros u. (t)

San Juan Crisóstomo enseña con lasprecedentes palabras que Cristo desem-peña personalmente las funciones esen-

Excelencia de la \Iisa 55

ciales de la Nlisa, que baja del cielo,que cambia el pan y lino en su cuerpüY sangre) que se ofrece en holocaustoá su Padre para la sah-acitjn del mundo

y, como fiel mediador) ruega por lospccados del pueblo )r prcsta su \¡oz ysus manos á los sace rJotes, art .ar,,i-dores, para eI cumplimicnto del sacri-ficio dii,ino.

Si alguien se rcsistiera á creer eltestimonio del citado santo, le rccomen-

damos lo que dice sobre el particularel Concilio de Trento : u El sacrificio .

de la Cruz y el sacrificio de la N,Iisaes uno solo é idéntico sacriflcio, por-que ei que se inmoló por modo cruentoen 7a cruz, se inmola en la santa Niisapor modo incruento, por ministerio de

los sacerdotes,> (1).La doctrina de la Iglesia es, pues, quelos sacerdotes son simplemente los ser-r.idores de Cristo y que Nuestro ScñorJesucristo se ofrece en el altar tan realy verdaderamente como se ofrcció enel patíbulo de la Cruz.

- pfir;acrt. ses. 32, c. ,. ,,

l1r E. horril. in IIrtir.



66 Capítu1o lI

¡Qué exelso honor, qué inmcnsa gra-cia, qué jnestimable beneficio tenemosen este acto por el cual se digna Jesúsconstituirse en nuestro Sacerdote y nues-

tro N{ediador y abogado !

Oigamos á San Pablo cn su carta á

los hebreos : ,. A la verdad, tal comoéste nos convenía que ftlese nuestropontífice, santo, inocente, inmaculado,segregado de los pecadores ó de todopeca.üt, y sublimado sobre los cielos.

El cual no tiene necesidad. como losdemás sacerdotes, de ofrecer cada día

sacrificios, primeramente por sus pe-

cados, y después por los del Pueblo:porque esto 1o hizo una \¡ez solaT ofre-ciéndose á sí mismo. Pues la ley cons-tituyó sacerdotes á hombres flacos:

pero la palabra de. Dios, confir-ntadacon el juramento que lm lrccfu; Poste-riormente á la Ley, estableció pol- poTt-

tí./icc á su Hijo Jesttu-isto, qtte as santoy perfecto eternamente. ) (1)

; No son en verdad herrnosas tales

Excelcncia de la trfi,sa 67

palabras con las que nos manifiesta el,rpóstol cuánto es el amor que Diosnos profesa, puesto que nos ha dadopor sacerdote y mediador no á un hom-

bre frágil y pecador sino á su mismoHijo que es la propia santidad ?

Pasemos á consirlerar ahora porquéJesucristo no ha querido confiar su sa-crificio á los hombres. La primordialrazón es que dicho sacrifi.cio debía ser

de une pureza absoluta, como Io anun-ció el profeta tr{alaquías: n lrn todo lu-gar se sacriflca 1- se ofrece al Nombremío una ofrenda pura. ) (t) Lo Iglesia1o proclama así trmbién: ,, Ilste sacri-ficio es e1 sacrificio de la llisa al queno puede mancillar ni indignidadni culpa

alguna del celebrante. ('z) Si cl sacerdotefuese el r,erdadero sacriflcador, la Misapodría ser profanada y en muchos ca-sos se podría dudar de si Dios la acep-taba con agrado. Por esto ha dado Diosel nombre y oflcio de sacerdote á su

(1) Ilebr. \tfÍ. 26-21-28.(1) Nfalaq. c.

I.y. 11

-(2)

Trid.scs.

IXII, c.1.

68 CaPítulo II



I{ijo unigénito, al ,) sacerdote eterno se-gún el orden de N{elquisedech.

(' (1)

Por consiguiente cl celcbr¿rnte noes, propiamente habiando, el sacrifica-

dor, sino tan só1o cl serr,idor del su-mo sacerdote Jesucristo. Así como siun servidor ó criado recibe de su amoun presente para ofreccrlo á un san-tuario, el r,alor dcl dón no desmercee-ría aunque dicho criado estuviese enpccíltio mortal, de la mismr suerte ia

indignidad dcl sacerdote no hacc des-merccer e1 sacrificio.

¿ Por qué Jcsuclisto no ha confladola Nlisa ni á los ángelcs, ni á los santos,ni á su Santísima \{adre, quienes, Pu-ros y de gracia llenos habrían ofrecidoel sacrificio de la manera más santa y

piadlosa ! ¡ Qué edificación, Dios mío' alr-er celebrar la Misa á San Pedro, á SanI'ablo á los serafi.ncs ! ¡Qué alegría yqué devoción no sentiría la concurren-cia ante al rcspeto, fervor y atencitinde.l celebrante I Sus corazones arderían

Excelencia de la nfisa (t9

entonces con una llama abrasadora depiedad y caridad divina.

Pero todo ello subiría de punto sila misma Nfadre de llios

ofreciera á sudivino Hijo en el ara del alt¿rr.

Un¿r N,Iisa de tal nalural eza seríanuy perfecta, \r nc, obstante no alcan_zaría atrn, ni con mucho, á lo que erigela santidad de Dios y sería indigna áesu sublimc nrajcstir.l. Por eso Jcsucr.isto

se ha reservado la llisa para El solo.porque só1o El, que es el \¡erbo etcrno,cs quien puede ofrcccrla dc una manera¿bsolutamente agradabie á la excelsaTrinidad.

Síguese de aquí que cada lfisa quese dice es de un talor infinito, cele_

brada por el mislno Jcsucrisro con trldevoción, respeto y amor qi,re supera átodo entendimiento humano ó angeiical.Ilsta verdad ha sido revelada por JcsLisá Santa llatilde: ,, Sólo yo sé bien có-mo me inmolo cada día en el altar porla salvación de los hombres, 1, ni losmismos querubines

y serafines ó cual-l) Ps. CI\. 5.

Excelencia de la X,Iisa ?l



?0 Capítulo II

quicr otra potestad dcl cielo son capacesde comprenderlo. " (1)

¡Oh Jesúrs I ¡ Qué insondable misierio

y qué honor para nosotlos, pobrespcca-

dores, al ser admitidos á la S. Misa donde

ller.áis á cabo esta saludable oblación I

Considera bien, lcctor querido, gstas

palabras, y cuán útil te es 1a santa N'{isa.

Nucstro Señor se ofrece por ti, prestirn-dose"/r ser mediador entre tus culpas 1'

la justicia divinar liblándote del castigoá que diariatnente te haces acreedor portus pecados. I Ah, si te convencieses de

estas verdades, cómo gustarías de lasanta Ilisa. con qué ansia desearías asistirá ella, cu¿in dcvotamente la oirías y có-

mo sufrir'ías si te plivasen de ella porsó1o una vez ! Soportarías voluntaria-mentc cualquier perjuicio temporal antcsque causar tal perjuicio á tu alma. Losplimitivos cristianos nos dieron el ejemp1o de ello, pues preferían pcrdcr lavidaantcs que dejar de asistir al divino sa-

crificio.

Baronjo refi.ere á estc propósito he-chos que tur.ieron lugar en el año 303. (1)

A pesar del edicto contra los cristia-nos promulgado por Diocleciano, aquel

fanático empcrador, por el cual todaslas iglesias fucron dcstruídas, los cris-tianos de ,\luta, en Africa, hombres,mujercs 1. niños, se rcunieron en unacasa particular, donde oían N{isa.

Los paganos no t¿rrdaron en descu-brirlos ¡' los prendieron y arrastraron

á La pTaza pírblica delante del jr.iez y ensu furor echaron al fuego, con notabledesprecio. el misal y otros libros de quese habían apodcrado también. Pero Dios,no consinticndo en la pérdida de taleslibros, extinguió el fuego por medio deun aguacero repentino. Este prodigio

confundió aI jaez, que envió á Cartago,donde se hallaba el emperador, á loscristianos, que eran en número de trein-ticuatro hombres y diecisiete mujeres,cn medio de una numerosa escolta; lapiadosa comitir.a sc puso en maroha ala-

(1) Lib. IL 31.

(1) XX\\-I, y s. c. q. q.

J2 Capítulo II Excelencia de la tr{isa 73



bando á Dios y cantando himnos al Se-ñor'. Llegados ¿rnte el emperador el ofi-cial se expresó cn estos ó parecidos tér-minos:

- Hemos dcscubierto á estos mise-rables cristianos en una casa de Aluta,donde, á pesar de vuestra prohibición,ásistían á sus ritos.

Ill empcrador mandó desnudar'á unode los prisioneros y ordenó que se leaplicase el tormento de la rueda.

Al ver esto otro olisti¿rno ll¿rmadoTelica se dirigió al cmperador 1'e.rc1amó:

- i Por qné atormentas á cste so-lamente, oh tirano i fodos somos cris-tianos 1'con éi hemos asistido ¿i 1a san-ta Ntisa.

Telica pagó su acto \¡aleroso con los

mismos suplicios que acababa de envidiar.Seguidamente el tirano preguntó :

- ¿ Quién es el jefe de todos vo-sotros i

- Fil sacerdote Saturnino y todoslos presentes; pero tú, desgraciado, obrascontra toda justicia

]'eguidad al ator-

mentarnos ; nosotros no somos ladro-nes ni malhechores, ni hemos cometidocrimen alguno.

-Debíais obedecer mis órdenes, --

repuso el enrperador - y renunciar ávuestra falsa religión.

- No acato más que la ley de Dios

- contestó Telica con entereza -* y porella estoy dispuesto á dar hasta la ú1-tima gota de mi sangre.

Entonces el valeroso campeón de

Cristo fué desatado y conducido á laprisión.En aquel momento se adelantó un

pagano) hermano de santa Victorina, yacusó al senador Dativo de haber acom-pañado á Misa á Victorina.

- Nadie me ha obligado á entrar en

aquella casa para oir la santa Misa -contestó la santa con presteza - Si heido es porque soy sti.,i.ta y debo obe-decer á Jesucristo.

- Estás loca - le objetó su her-mano - y hablas como á tal.

- No, no estoy loca, sino que soycristiana,

8096 3*

24 Capítulo II Bxcelencia da la ]Iisa ?5



Dirigiéndose entonces á la joven ledijo el empcrador afablemente:

- Vamos, ¿ quieres volver á tu casacon tu hermano ?

- ¡ Jamás! - contestó ella - por-que soy cristiana y no conozco más her-manos ni hermanas que aquellos que su-fren por Jesucristo.

- Ten picdad dc ti misma - agregóel emperador - y sigue el consejo detu hcrmano.

- No me separaré de los míos; con-fieso haber oído con ellos la santa NIisay habcr recibido la sagrada Comunión.

El tirano ordcnó entonces recurrir átodos los mcdios para obligar á la jo-ven cristiana á renunciar á su fe. Vic-torina poscía wa belleza encantadora

y procedía de noble estirpe. Suspadres

quisieron casarla contra su voluntad yse cscapó arrojándose por una ventana,haciéndose luego cortar los cabellos porel sacerdote Saturnino para entrar á for-mar parte del número de las vírgenesconsagradas á Dios.

Al enterarse el emperador de estos

detalles se revolvió furioso contra Sa-turnino exclamando;

- ¿Eres tú el que ha inducido átodoslos presentes á desobedecer mis ediotos]

- Yo les he reunido -- repuso elsacerdote - por orden del Señor )' conobjeto de celebrar la Misa.

_.-¿ Por qué lo hiciste ?

' ; Porque nos está prohibido dejarde asistir al santo sacrificio.

-- ¿ Tú eres, pues, el jefe de estos

prisioneros - profirió el emperador - les has inducido á reunirse i- Sí, y yo mismo he celebrado la

santa I{isa.Entonces el juez ordenó que le des-

nudaran y desgarraran tan cruelmentecon garfíos de hierro que sus entrañas

salieron de su cuerpo; finalmente 1o en-vió moribundo á la prisión á reunjrsecon los demás cristianos.

Tocóle luego el turno á San Emerico,á quien interrogó el tirano:

- ¿ Quién eres !-- Soy el promotor de la reunión;

i6 Capítulo II Bxcelencia de la l\{isa 7?



en mi propia casa se ha celebrado laMisa, - contestó el santo.

- ¿ Por qué albergaste á esos cris-tianos despreciando la ley!

- Porque son mis hermanos y yo nopodía ni debía rechazarles; á más, noso-tros no podemos vivir sin la santa Misa.

Después de estas palabras es desga-rrado su cuerpo y llevado también á laprisión.

Luego el emperador se dirigc á losrcstantes .r- exclama:

- Espero que no seguiréis el ejem-plo de esos desgraciados y que no ju-garéis tan ligeramente con vuestra vida.

Pero los santos mártires contestaroná una:

- ¡Somos cristianos y cumpliremoscon la ley de Jesucristo hasta verter laúltima gota de nuestra sangre !

- No te pregunto si eres cristiano

- pr'ofiere el emperador, dirigiéndoseá uno de ellos, llamado F élix - sinosi has concurrido á la reunión v has oídola N{isa.

San tr'élix - icomo si los cristianós p,-,-dieran vivir sin la santa Misa, ó la santaMisa pudiera celebrarse para los que

no son cristianosl Yo te aseguro, emi_sario de Satán, que nos hemos congre_grado con mucha piedad y hemos óídola santa lfisa rezando de todo corazón.

Semejante respuesta cncolerizó dctal suerte al tirano que ordenó arrojaral suelo al'valeroso Félixhaciéndole apa-

lear hasta dejarle por muerto.El resto del día transcurrió atormen_tando á los santos mártires y cuandollegó la noche se les

"nc.rr,i á todosjuntos, prohibiendo á los guardías, bajopena de muerte, que les diesen de coméry bcber. Los parientes y amigos de los

prisioneros quc ibtn á visitailes ocul-taban algunos comestibies bajo sus yes_tidos, mas los guardias les registrabancuidadosamcnte y les maltrataban. Flstebárbaro comportamiento no fué sufi_ciente para haocrlcs desistir cle su em_peño; noche y día permanecían ante elcaTa.boza llorando y lamcntándose,

con

t8 Capítulo. II Excelencia de la l\,fisa 79



la csperanza de que el emperador se apia.daría al fin de los pobres prisioneros.Pero éste estaba tan obstinado en sucrueldad que dejó consumir y perecer de

hambre á los santos confesores..Este historia quc Baronio hacopiado,

dcialle por detalle, de las actas dc ca-nonización, demuestra'que desde los pri-meros tiempos del cristianismo se hacelebrado la Misa y que los fleles asis-tían á el1a. Nos prueba, además, el celo

quc tenían los cristianos por el santosacrificio, puesto que preferían sufrir elmás atroz martirio antes que faltar á é1.

¿ De dónde les venía este fervor ! Deque conocían las excelencias de la XIisa

1' deseaban apror-echarse de sus méritos.Que su ejemplo aumente en nosotros

la devoción al santo sacrificio del altar.

$ 6. Del precioso dón ofrecido enla santa Misa.

Aunque hemos insisiido mucho sobrelas excelencias de 1a santa NIisa, nos quedaaun un punto mr,rv importante que tra-

tar; tal es la ofrenda presentada á laTrinidad beatísima.

F,s evidentc que esta ofrenda, paraser digna de Dios, debe ser de un pre-

eio infinito, pues, cuanto más grande csaquel á quien se ofrecel tanto más pre-cioso debe ser el dón. IJno que se atre-viesc á ofrecer una friolera á un prín-cipe de la tierra haría un papel ridículo.Ahora bien; ¿qué son el cielo y la tierrasino una friolera ante la inmensa majes-

tad de Dios l,, El mundo todo es delante de ti como

un granito en la balanza, y como unagotg del rocío que por la mañana des-ciende sobre la tierra(( (1) exclama elSabio. Siendo esto así, ¿ cómo se puedeeneontrar en el universo cosa alguna que

sea digna del Todopoderoso ? En el pro-pio cielo, ¿ qué hallará Jcsucristo quesea digno de Dios ?

En las e-xcelsas mansiones celestia-les y en la humilde tierra tan sólo unaoosa encontró: es á saber, su santa, in"

(l) Sabid. c. XI, v. 23.

80 Capítulo II Excelencia de Ia l,fisa 8l



maculada y bendita Humanidad, que eslo que la omnipotencia de Dios ha pro-ducido más grande, según revelación dela Virgen Santa : ,, Jamás ha habido ni

habrá cosa tan preciosa como la huma-nidad de Cristo. ( (1)

La liberalidad de Dios ha colmadoá esta Humanidad de gracias y perfec-ciones tantas que no'podía en maneraalguna concederlas en mayor número,no porque Dios no puede conceder más

sino porque la capacidad de la huma-nidad. es incapaz de contener en mayornúmero. Pero, á pesar de ello, esta Hu-manidad tan bella, pura, santa2 perfecta,no puede ofrecer un sacrificio digno dela adorable Trinidad mas llue por razón,de su unión con la persona del Verbo

eterno, unión que comunica á todos susactos un valor y un precio inflnitos.En su permanencia en la tierra la

Santa Humanidad del Salvador atrajosobre sí la más profunda veneración delas criaturas tanto terrenales como ce-

lestiales, ¿Qué hemos de decrr de la uni-r-ersal adoración prestada á esta santaHumanidad, sentada gloriosamente poruna eternidad á la diestra del Padre

celestial !Esta santísrma Humanidad de Jesu-'cristo constituye ia única ofrenda digna

de ser preserrtada al santo sacrificio;v efectivamente es el mismo Jesús quien1o ofrcce )¡ con él presenta todo lo que

en ella se ha cumpiido y to,lo lo que hapadecido dnrante 1os treinta y tres añosde su vida mortal: ayunos, vigilias, ora-eiones, caminatas, mortificaciones, pre-dicaciones, persecuciones, insnltos, bur-ias, lágrimas y sudores, su agonía enel huerto de las olivas, su flagelación,

coronación de espinas, crucifixión, muer,te y sepultura. Y por añadidLrra ofrecesu Humanidad inseparablemente unidaá su Divinidad, porque si bien la Dir.i-nidad no es objeto de sacrificio, no obs-tante se ofrece la Humanidad al estadode perfeccion á que la eleva la uniónhipostática.1).Revelaciones de Santa BrÍgida Lib lIL 13.

82 Capítulo II Excelencia de la X'Iisa 83



Probemos, según 1o expuesto, de for-marnos concepto de tal ofrenda.

Cristo no ofrece su humanidad bajola forma que tiene actualmente en el

cielo ; sino bajo otra forma que tomaen el altar. Iln el ciclo es tan gloriosaque los ángelcs tiemblan uot. .üllajes-tad; mientras que en cl altar, desciendeá tal grado de humildad que los mismosespíritus puros se anonadan. Las especiesde pan y vino Ie tienen cercado como

en una prisión y tan estrechamente queningún poder puede libertarle y perma-nece con ellas todo el tiempo que sub-sisten. ¿ Cómo se presenta á la Santí-sima Trinidad en este prodigio de hu-mildad ? ¡Oh ! ¡Qué gloria para el Padrecelestial ! ¡Qué virtud, qué excelenoia norecibe la santa lUisa, en gue

tienen cum-plimiento estos misterios ! ¡Qué bendi-oiones, qué gracias para las intencionesde acluellos en beneficio de los cualesse ofrece el santo sacrificio ! ¡ Qué con-suelo, qué bálsamo recibcn las álmasdel purgatorib cuanclo se celebra la santaXfisa, ó se la oye á ellas aplicada I

La Misa cotidiana es el arma por lacual la gracia y la misericordia supleá la justicia. Demos, pues, gracias alRedentor por haber legado á la mise-

rable humanidad este sacrificio tan r¡a-lioso y démosle gracias también por ha-bernos dado un medio tan seguro de atraerla misericordia divina sobre nosotros.

En honor de Ia santa N{isa pasare-mos á relatar cómo tuvo lugar la con-sagración de la capilla de trinsiedeln y

como el mismo Jesucristo ceiebró congran solemnidad el excelso sacriflcio.Ochenta años después de la muerte

de San X,leinrad, ermitaño, otro piadosoermitaño de noble estirpe llamado Eber-hard, fué á suplicar á San Conraclo,obispo de Constancia, quc fuese á con-

sagrar la capilla del Santo. El virtuosoprelado acceciió á 1a petición y al ir SanConrado á la iglesia á orar oyó un corode ángeles que cantaban las antífonasY ¡responsos de la consagración.

Entró y vió la capilla llena de espí-ritus celestiales y al mismo Jesucristorevestido con los orneméntos episcopa-

8,+ Capítulo II Excelencia de la Misa 85



1es que procedía á la consagración delsantuario. En vista de ello San Conradoquedó sumido en un santo arrobamiento,pero siguió observando con atención.

Oyó como Nuestro Señor Jesucristopronunciaba las palabras de la lglesia,y vió como llevaba.á cabo las ceremo-nias prescritas para estas circunstancias,asistido de los apóstoles, los ángeles yuna multitud de santos. La Xtadre deI)ios, á quien estaba dedicada la capilla,

aparecía por encima del altar más re-fulgente que el sol y más brillante queel rayo,

Cuando terminó la consagración, em-pezó el Señor la \Iisa solemne, despuésde la cual desapareció tras la corte ce-lestial, dejando á San Conrado en trans-

portes dejúbilo,

que reconoció luegoen las cenizas que cubrían el suelo lahuella de los pies del Salvador y en lasparedes las señales de las unciones.

A 1a mañana siguiente el clero fuéá buscar á San Conrado para dar co-mienzo á las ccremonias. Pcro él ex-clrmó:

- No puedo consagrar este temploporque 1o está ya de una manera mis-tcl'iosa.

Insisticron los otros, pero de prontose oyó u'na yoz celestial que repitió portres veces:

- ¡ Detente hermano ! ; el oratorioestá consagrado ya.

Desistieron entonces y el Santo en-vió á Roma la relación de este hechomaravilloso. (1)

Caro lector, ¿verdad que sientes undeseo vivísimo, un ansía irresistible entu alma ! ¡Ah, dirás en estos momentos,quién pudiese asistir á una fiesta seme-jante, 'ver 1o que vió San Conrado, yescuchar 1o que éi escudió | ¡ Qué dulcearrobamiento, que emoción tan sublime !

Pero, lector querido, ¿ qué echas demenos ? ¿ No es Jesucristo el sumo sa-cerdote en todas las misas ? ¿ l,Jo des-ciende todos los días sobre el altar ro-deado de ángeles y querubes !

(1) TuYo lugar esta consagración el 14 de septiembredel{año 948. Refiérela el mismo obispo San Conrado en su

lTbro I)e secretis.

86 Capítulo III Símbolos y misterios de la tr{isa 8?



¡ Cuánta dicha no scntirías si con-sidcrases que tú estás entre tan excel-sa concurrencia, y que unes tus oracio-nes á las suyas para elevarlas hasta el

trono de Dios l

CAPÍTUI-O IIIDe los símbolos y mistepios del santo

sacrificio de tra Misa.

,, Vcnid y observad las obras dcl Se-ñor y los prodigios qua ha hecho en 1¿r

tierra. " (1)

He aquí una sugestiva invitación pa-ra admirar ias maravillas del santo sa-crificio.

Según San Bnenar.entura : ,, Son estasen mayor número que gotas hay en elmar, átomos en el aire, estrellas en el

cielo y ángeles en la gloria. ( (e)Y Sánchez añade: , Se nos dan en la

Nlisa tesoros tan adrnirables, dones tanpreciosos, bienes tan positivos en estemundo y para el otro esperanza tan firme,

(r) Ps. XL\¡. v. 9.

(2) De Sacram virtute, lib. VI, caF. 19.

que para creerlo necesitamos de la virtudde la fe. A la manera que puedcs sacarcuanta agua quicras del mar sin ago-tarla, dcl mismo modo puedcs sacar de la-\,Iisa todas las gracias que quieres sinque_llegues á agotar sus tesoros.(,(1)

La relación siguiente servirá paruira-cer comprender mejor esta doctrina.

San Juan de San Facundo, (r) monjeagustino, tenía una profundísima devó_ción al santo sacrificio dc la X,Iisa: ade_

más de celebrarla cotidianamente, su celoera tan ardiente que lo veriflcaba tem_prano y con tal lentitud que nadie seprestaba á ayudársela. Suplicó en ciertaocasión al Prior que ordenase expre_samente á los hermanos que se la ayu-dasen.

- i Por qué tardas tanto y "un*".e esta maneraá todo el mundol - con-testóle el Prior.

Y acto seguido agregó:

- En adclante ciirás la Misa comolos demás sacerdotes.

¡tl f¡r.. Missae, cap. I.(2).Henschen, in actis sancti ad XII di¿m

.Junii.

88 CaPltulo III Símbolos y misterios de la \Iisa 89



Semejante orden le Pareció dema-

siado severa al piadoso monje; pero á

pesar de ello la obedeció durante algúntiempo. NIas un día se echó á los pies

dei Prior y le suplicó encarecidamenteque le clejase seguir su antigua cos-tumbre.

- No puede ser - resPondió éste

-- cansas demasiado á los legos.

- Y yo - dijo Juan - no Puedo irmás deprisa; hay motivos que me lo im-

piden.El prior quiso conocerlos pero Juanno conlintío en revelárselos sino bajoseoleto de confesión.

Luego de haberle escuchado mandóel Prior á los legos que aYudaran laMisa al Padre Juan, sea cual fuese la

duración del sacrificio. Perocomo ardía

en deseos de comunicat ála comunidadel secreto del religioso solicitó y obtuvoel permiso para hacerlo.

- llstá seguro - dijo á otro monje,

- dc que si nuestro hermano Juan ce-lebla tan lentamente es porque Dios lerevela los misterios augustos del santo

sacrificio, misterios tan grandes que lainteligencia humana no puede compren-ler. Ile ha coniado cosas tan sublimes,que poco me ha faltado para perder el

conocimiento. Jesucristo se le aparece¿r este Padre, le habla afectuosamente,ie mucstra sus adorablcs llagas de dondebrotan rayos que hiriéndole cn todaspartes le confolian de tal sllerte que.bien podría r,ivir sin comer ni beber.E1 P. Juan contempla el cuerpo de Je-

sucristo cual brillante sol. de que tomala glolia 1' 1a belleza infinita, y en unapalabra, ve taies cosas que ningún hom-bre llegará á profundizar ni expresar.Esto me ha cc¡nvencido de la grandezay cle los beneficics que recibimos al ce-lebrar y asistir á la santa Nlisa ¡' ja-

más me abstendré de predicar r. exhor-tar á los fieles dicha asistencia.

$ 1. De los símbolos del santo saerificiode la Misa.

La primera imagen del santo sacri-ficio de ia Nlisa la encontramos cn elsacrificio del justo Abel quien oireci<i

90 " CaPítulo III Simbolos v misterios de la trIisa 9L



píadosamente las primicias de su reba-ño al Altísimo: ,. El Señor miró con

agrado á Abel y á sus ofrendas * (t) di-ce la Sagrada Ecritura. Es decir; 1a

ofrenda de Abel fué agradable á Dios,porque brotó de un corazón sumiso Yflel y fué presentada á Dios mismo'<i Por la fc, Abel ofreció á Dios un sa-

crificio más excelente que e1 de Cain ;

y fuó declarado justo, dándole e1 mis-mo Dios testimonio de que aceptaba sus

d"ones.(( (2) Este testimonio le fuére-

velado porque bajó fuego del cielo yconsumii-r el holocausto.

De la misma suerte' en la santa Misa,después que el sacerdote ha ofrecido elpan y el vino y ha pronunciado las pa-

labras de la consagración, el trspíritu

Santo, como divino fuego,consume la

oblación del pan Y el vino, cambián-dolos en el cuerpo Y sangre del Re-dentor.

Este holocausto es infinitamente más

c. IV, c, 4.

c. II, v. 4.

agradable á Dios que el de Abel, y elPadre celestial lo acepta con estas pa-labras : - Este es mi querido hijo enquien tengo puesta toda mi complacen-

oio.(t)Otras figuras del santo sacrificio de

la Nfisa, son los sacriflcios de Abraham,de trsaac. de Jacob, referidos en diver-sos pasajes de la Sagrada Escritura. LaIglc:ia se complace cn cspccitl ticndouna imagen del buen Jesírs ofreciéndose

de una manert incruenta en la Nfisa,en el doloroso sacrificio que Abrahamestuvo á punio de llevar á cabo cuandoató á su único hijo, le puso sobre elhaz de leña, .levantó la cuchilla paraherirle y Dios se dió por satisfecho desu obediencia.

Pero el símbolo más patente de laMisa, es el sacrificio que ofreció Nlelqui-sedech como reconocimiento del triünfode Abraham, sacriflcio nueto) que con-sistía en pan y r-ino, é iba acómpañadode oraciones y ceremonias especiales.

--a*uur. c. III, 1?.

(1) Gencs.('i) Hcbr.

92 Capítulo III Símbolos y misterios de la llisa 93



Iil propio Melquisedech representa á

Jesucristo y su nombre signiflca rev dela justicia ; era re)- de Salem, es decir,de la paz, como Jesucristo .era rey y

sacerdote ála yez. Desconocíase su gc-neaiogía, ignorábase el día de su naci-miento v el de su muerte, como imagendel incomprensible nacirniento etcrnodcl Hijo de Dios, en el seno dcl Padre,dc su a-qccnsión y de su venida al flnal delmundo. Parcce que Nlelquisedech no ha-

ya tenicio otra misión clue cumplir quela dcl sacrificio. Jesucristo vino paraser sacrificado en cl sr.rplicio de la Qruz.Ilelsuisedech ofreció pan y vino y estassubstancias constituven la ofrenda de

Jcsús, primero en la Cena memorabley luego todos los días, hasta la consu-mación de

lossiglos.

Ill sacrificiodc

\Ielquisedech fué ofrecido como en ac-ción de gracias ]' el de la llisa es lactcrna ¿rcción de gracias que de lacristianidad por su rescate de la es-clavitud del dcmonio, Abraham, padrede los cre)'cntes, presentó ofrendas állelquisedech y dc Jesucristo se escri-

bió : ,, Los re1'gs de Tarsis y los de lasislas le ofrecerán regalos: haránle pre-sentes los reyes de Arabia y de Saba:le adorarán todos los reyes de la tierra,

todas las naciones le rendirán homena-je t.t). Inmcdiatamente despuús de la con-sagración, mencirinanse en el canon dela Xlisa los antiguos sacrificios: ,, Ofre-cemos á r'uestra sublime Nlajestad eldon de una víctima l- pura, víctima tsantr, víctima -i sin mancha, sagrado

pan t de vida eterna y cáliz de eterna tsah'ación. \¡os habéis aceptado en otrotiempo el sacrificio dd tiernos corderosofrecidos por Abel; el sacrificio queAbraham os hizo de su hi-io inmoladcrsin perder la vida ; cn fin, el misteriososacrificio de pan y rrino que os ofrecióMelquisedech." (')

Con todo lo dicho creemos haberprobado palpablementc que este sacri-ficio fué un símbolo del de la santa Nlisa.

I'[uchos catrilicos interprctan mal est¿roración que por otr¿ parte indigna á

!1!erejes.(r) Ps. L\XX, 1' 10 )' 11

i!ii

t;

94 Capítuló III Símbolos y misterios de la tr{isa 95



Según la falsa apreciación de losprimeros el sacerdote pide á Dios queacepte el sacriflcio de la Ntisa con elmismo agrado que los de Abel, de Abra-

ham y de Melquisedech, como si pudieraestablecer se comparación entre el cner-po y sangre de Jesucristo y la oblaciónde los animales, del pan y del vino. Enrealidad el sacerdote no solicita la in-dulgencia de Dios para la r'íctimar noignorando que su único Hijo es infini-

tamente más querido del Padre que to-das las criaturas juntas; pero sí pideal Señor que se digne aooger favora-blenrentc su sacrificio que le pcrtence,es decir, su obra personal, como se dig-nó aceptal la piedad con la cual Abel,Abraham .v \[elquisedech le ofrecieronsus holocaustos.

$ 2. De los misterios del santo

'sacrificio de la Misa.

En la santa Xlisa no sólo se reali-zan todos los sacrificios simbólicos sinoquc también se reprcsentan los prinei-pales mistcrios de la vida y Pasión del

Señor, 1o que indica David cuando di-ce: ,, Nfemoria eterna dcjó de sus ma-ravillas : misericordioso 1' compasivo esel Señor. " (t) Y para que nos compc-

nqtremos mejor de su pensamiento aña-de en otra parte: .. Rodearé, Señor, tualtar para oir las vocés de alabanza yreferir todas tus maravillas.(( (2) trl mis-mo sentido tienen las frases dirigidaspor el Salvador á los Apóstoles dcspuésde la institución de la Eucaristía : ,, Ha-

cecl esto en memoria mía.,, (3)¿ N{as, cómo tiene lugar esto }En primer lugar, renuér'ase en la

Nlisa el misterio de la Encarnación. Enel día de la Anunciación, habiendo NIa-ría ofrecido al Señor su cuerpo y sualma, el Espíritu Santo fornó en susentrañas

elcuerpo de

Jesucristo; asícuando el sacerdote presenta el pan yel vino y los ofrece á Dios, el EspírituSanto los cambia, en virtud de las pa-labras de la consagración, en cl verda-dero cuerpo y sangrc de Jcsús, Ce sucrte

(r) Ps. CX, a (2) Ps. XXV, v. 6 -- z.(3) Luc. X\lI, 19.

96 Capítulo III Símbolos y misterios de la Misa 97



que el sacerdote recibe en sus manosat Hijo de Dios, con tanta realidad deverdad como 1o recibió la santa Virgencn su oasto seno.

En segundo término, observamos quese renue\¡a en 1a Misa el misterio dela Natividad. Jesucristo nació del cuerpoinmaculado de la Santísima Virgen y enla \'Iisa nace á la voz del sacerdote.Apenas dicha la última palabra de laconsagración el Niño Jesús está real-

nrente en el altar. Por cso se arrodillael sacerdotc, adora á Dios, lo eleva porencima de su cabeza y 1o muestra alpueblo.

¿Quién no se representa en esos mo-mentos, á llaría ofreciendo su carísimoHijo á la adolación de los pastores !

Losfieles que adoran á

Jesúsbajo las

especies de pan y vino pr:rctican un actode fe más grandc que la de los pasto-res, qnienes vieron realmente 1a Huma-nidad de Clisto y creyeron en su Di-vinidad, á \a vez que á nosotros no noses dado contemplar más que las aparien-cias de pan y vino, y creemos firme-

mente en la presencia real de NuestroSeñor Jesucristo.

Tenemos ante nosotros en la Misaal_ mismo

á cuyos pies se postraron losReyes I\'[agos, al mismo que Simeón tuvoen sus brazos y que la Santísima vir-gen presentó á Dios en el templo. ¡euémedio más fácil de cimentar nuestra pie-dad y de merecer la recompensa eter-na I Pero aun hay más; Jesús nos pre-dica su evangelio por boca del sacerdote;rcaliza su mayor milagro ante nosotros,transformando el vino en su sangre, pro-digio más portentoso que el ¿étaj¡o-das de Caná; transubstancia, como enla Cena, el pan en su cuerpo adorabley en la eleyación 1o vemos de la ma-nera como estaba levantado enla cruz,

pafeciéñdonos oir resonar aun sus pos-treras palabras: ((Padre, perdónales por-que no saben 1o que hacen. (r

(1)

Agnque nada de esto veamos con losojos de nuestro cuerpo? no por ello esmenor nuestra creencia, y adquirimos

1r) Luc. XXIII,35.8096

Capítulo III Símbolos y misterios de la Misa gg



por esta virtud más méritos que los que

vivieron en tiempos del Salvador, quie-nes lo comprobaron con sus propios sen-tidos: ((Bienaventurados los que no vie-

ron y creyeron.( (1) ,,He aquí que per-manezco con vosotros hasta la consu-mación de los siglos. ( (2) Esta cónso-ladora promesa tiene oumplimiento enla santa N{isa. En efecto; Jesucristo, Diosy hombre, está presente en la Nfisa yen el Santísimo Sacramento del altar;

mas si habita en el tabernáculo entrenosotros día y noche, presto á esoucharnuestros ruegos Y á consolarnos en nues-tros infortunios, en la Nlisa se cont'ierteen nuestra víctima, en nuestro mediadory ejerce por derecho el ministerio sa-cerdotal de " ofrecer doncs y sacrificios

por los pecados de su pueblo.(( (3) y estedón, este sacrificio, no es otro que elde sí mismo. De aquí nace una gran di-fcrencia entre la Hostia de la custodiay la de la Nlisa. En la custodia y copónse ofrece Jesucristo á nuestra adora-

(1) llath, XX\¡III, 20, (2) Juan XX,29.(3) Hebr.

\¡III,3,

ció¡ y como alimento de nuestra alma;mientras que en la Misa es nuestro me_diador, es nuestra víctima.

Mas, ¿por qué quiere Jesús quedarse

entre nosotros hasta la consumación delos siglos ? Porque El es la cabeza dela Iglesia y los fieles son el cuerpo; y'no pudiendo estar éste en el cielo con\a cabeza tiene que quedarse ésta en latierra con el cuerpo. por otra parte,Jesucristo es el esposo de le Iglésia y

la ama lo indecible; ¿ cómo, podía, puei,estar separado de ella? Sobre este amorse expresa San Pablo de la siguiente ma-nera: ({ Vosotros maridos amad á vues_tras mujeres así como Cristo amó ásu Iglesia y se sacrificó por ella, parasantificarla, limpiándola en el bautiimo

de agüa con la palabra de vida, á flnde hacerla comparecer delante de Elllena de gloria, sin mancha ni arruga,ni cosa semejante, sino siendo santá éinmapulada. ( (1) Todo cristiano es miem-bro de la Iglesia por el bautismo y ad_

(1) I:fcs. V. :5-

26

-27.

100 Capítulo III Símbolos y místerios de la Xfisa 101



quiere la hermosura de los ángeles, desuerte que cuanto más inocente sea unalma tanto más será amada por Jesúscon más cariño que un prometido pue-

de amar á la más hermosa de las no-vias, y jamás se apartará de la Iglesiaformada por la unión de todas las al-mas santas.

La unión de Jesucristo con su lgle-sia no es corporal, sino espiritual segúnnos 1o dice el profeta Oseas: " Y te des-

posaré conmigo para siempre: y te des-posaré conmigo mediante la justiciarí santiddd y el juicio, y mediante lamisericordia y la clemencia. Y te despo-saré conmigo mediante la fe, y cono-cerás queyo soy el Señor. ( (1) Esta uniónen la fe requiere que Jesucristo perma-

nezca oculto, para que su esposa. elalma fiel, ponga en práctica la virtudde la fe y sea ésta más meritoria. Yfinalmente este tierno esposo de nues-tras almas se desvive en proporcionar-nos alimentos y se digna oouparse de

nuestros jntereses; y todo ello lo llevaá cabo en la Santa Misa cuando se nosentrega en la sagrada Comunión.

Cristianos, si vuestra alma está enpecado mortal es la esclava de Satanás;pero si se halla hermoseada por la gra_cia Jesucristo la toma por esposa y na-da le regateará.

Atended y admiraos de las princi_pales gracias que este tierno esposo osotorga con una sola Misa devotamente

oída.

$ 3. Setenta y siete gracias y frutos enbeneficio de los que oyen Ia. Santa Misa.

1. Dios Padre envía á su Hijo á latierra para nuestra salvación.

2. Por obediencia á su padre y poramor á nosotros, se humilla Jesucristohasta ocultarse bajo las especies del pany del vino.

3. El Espíritu Santo convierte el panv el vino en el Cuerpo y la Sangre deJesucristo.

4. Jesucristo se anonada al extremo2) Oseas, II. 19

-20.

:.02 Capítulo III Símbolos y misterios de la l{isa 103



de estar presente en la más pequeñapartícula de cada Hostia consagrada.

5. Jesucristo renueva alLt el miste-rio de la Encarnación.

6. Itlace de nuevo por nosotros.7. En el altar da todas las pruebasde su amor que concedió á los hombresdurante su vida terrena.

8. Renueva su dolorosa Pasión y noshace partícipes de sus frutos.

9. Jesucristo muere espiritualmente

y ofrece su vida.10. Ofrece su preciosa Sangre alPa-dre Eterno en favor nuestro.

11. Riega nuestra alma con su Sangreadorable v la puriflca de sus manchas.

12. Se ofrece en holocausto Por no-sotros.

13. Si tributáis á Dios este honoren

unión de Jesucristo, compcnsáis todoel honor que os habéis descuidado de

rendirle.14. Jesucristo se hace vuestro sacri-

ficio de alabanza y compensa las ala-banzas que no habéis querido rendir á

Dios.

15. Al ofrecer estas alabanzas d.elHijo de Dios á su Padre celestial. leprocuráis más gloria de io que los mis-mos ángeles pueden darle.

16. Jesucristo se inmola por voso-tros como sacriflcio de reconocimiento,y suple á vuestra ingratitud.

17. Todos los beneficios de la ofrendade este sacriflcio de rcconocimiento cor-responden á Dios.

18. Jesucristo se ofrece como víctimaexpiatoria y apacigua la cólera de Dios.

19. Os perdona los pecados veniales,con tal que tengáis el propósito de novolverlos á cometer.

20. Compensa el bien quehabéisomi-tido.

21. Repara vuestras negligencias en

el cumplimiento del bien.22. Perdona los pecados por inad-vertencia: los que ignoráis ó los quehabéis olvidado de decir al confesor.

23. Es vuestro sacrificio de satisfac-ción y extingue una parte de las deud:rsque habéis contraído con lajusticia divina.

24. Asistiendo á, Ia santa Misa, po-

104 capitulo III Símbolos y misterios de la l{isa 10S



déis expiar más peoados que con lasmay()res penitencias ; porque:

25. Jesucristo os comunica una partede sus méritos, que, á vuestra Yez) po'déis ottecer á su Padre celestial porvuestros pecados.

26. Jesucristo ruega con tanta insis-tencia por vosotros en la santa N{isa,como 1o hizo en Ia cruz Por sus ene-

migos.

27. Su preciosa Sangre pide miseri-cordia tantas veces, como gotas ha de-

rramado.28. Sus sagradas llagas imPloran

vuestro perdón.

29. Porla oración de Jesús, vuestrasoraciones en la santa Misa son escu-

chadas con más agrado.30. Vuestra oración durante la santa\{isa es más eflcaz; Porque :

31. Jesús la ofrece á su Padre en

unión de la suya.32. Aboga Por vuestra causa Y se

ocupa de vuestra salvación.

33. Todos losángeles presentes oran

y piden por rrosotros y ofrecen vuestrasoraciones á su Soberano Señor.

34. Por la virtud de la santa Misael demonio se mantiene alejado.

35. El sacérdote ora muy particular-mente por los concurrentes. y hace queel santo sacrificio les sea más saludable.' 36. Asistiendo á la santa llisa osconvertís en sacerdotes espirituales yJesucristo os otorga el poder de ofrecerel santo sacrifi.cio por vosotros y por

los demás.37. La santa Misa es el presente másagradable que podéis ofrecer á la San-tísima Trinidad.

38. Este presente es más preciosoque el cielo y la tierra.

39. Vale tanto como Dios mismo.40. Es la gloria más grande de Dios.41. Fls la alegría de la Santísima Tri-

nidad.42. Este noble dón os pertenece,

puesto que Jesucristo os lo ha cedido.43. La audición de la santa Misa es

el culto más grande de latría.44. Por medio de esta audición, ren-

106 Capítulo III

dís los homenajes rnás grandes á la Hu-

SÍmbolos y misterios de ta.Misa to7

la



manidad de Jesucristo.45. Honráis dignamente la Pasión del

Salvador, y os enriquecéis con sus frutos.

46. Honráis á la Madre de Dios.47. Honráis y regocijáis á los án-geles y á los santos, más que con mu-chas otras oraciones.

48. Es el mejor medio de enrique-cer vuestra alma.

49. Es la buena obra por excelencia.50. Es un acto supremo

de fequc

os asegura una gran recompensa.51. A1 prosternaros con devoción y

humildad ante las Sagradas Especies,lleváis á cabo un acto de sublime ado-ración.

52. Cada \ez que miráis llenosdefela Hostia Santa, ganáis una recompensa

espccial en el cielo.53. Cada yez que os dais golpes de

pecho con contricción de vuestros pe-cados, obtenéis la remisión de variasfaltas.

54. Si tuvieseis la desgracia de es-tar en pecado mortal y oís devotamente

santa Nfisa, Dios os ofrecerá cadavez 7a gracia de la conversión.

55. La santa Nlisa aumenta en vo-sotros la gracia santificante y conse-

guís muchai gracias actuales.56. Asistiendo á la santa }Iisa, osalimcntáis espiritualmente con el Cucrpoy la Sangre de Jesucristo.

57. Tenéis la gracia insigne de po-dar contemplar á Jesucristo bajo lasSantas Especies.

58. Recibís la bendición del sacer-dote que Dios ratifica en el cielo.59. La asistencia á la santa Misa os

atrae también bendiciones temporales.60. Os preserva de muchas desgra-

cias.61. Os da fuerza contra las tenta-

ciones.62. Os hace merecer la gracia de una

buena muerte.63. Una Misa oída en honor de los

ángeles ó de los santos os procura suprotección y su socorro, que es muypoderoso.

64. A la hora de la muerte las X{isas

108 Capltulo III

que hayáis oído, serán un motiYo de

Símbolos y mistcrios de Ia Misa 109

73. Los desgraciados, los que sufren,



consuelo y de confianza en la divinamisericordia.

65. Os acompañarán ante el justo

Juez y pedirán gracia para vosotros.66. IJn gran número de NÍisas debi-

damente oídas, os aliviarán en las lla-mas del purgatorio; porque :

67. Cada una de ellas disminuye lapena temporal, más que la penitenciamás dura.

68. Una sola Misa bien oída durantevuestra vida, será más provechosa ávuestra alma 'que un gran número ofre-cidas después de vuestra muerte.

69. La devoción á la santa Misa osvaldrá una gloria grande en el cielo:

70. Puesto que cada Misa que oís

cleva vuestro futuro rañgo en el cielo,y aumenta vuestra beatitud eterna.71. No encontraréis un modo más

eflcaz de orar por vuestros amigos, queasistiendo á la santa Misa.

72. Es un medio seguro para corres-ponder á los beneficios recibidos.

los enfcrmos, los moribundos, son po-derosamente socorridos.

74. Obtenemos la conversión de los

pecadores.75. Todos los fieles aLcanzan abun-dantes bendiciones.

76. Se alivian las almas del purga-torio. ,

77. Los necesitados que no cuentancon medios para hacer celebrar Misaspor sus queridos difuntos, pueden, asis-tiendo devotamente á ellas, libertar ádichas almas del fuego del purgatorio.

En el transcurso de este libro tra-taremos de todos estos puntos, pero deantemano podemos exclamar con el pa-dre Sánchez) qLte ¿'si nosotros supiése-mos aprovecharnos de estas gracias, una

sola Misa debidamente oída nos haríamás ricos que todo el universo. "

Si llegaseis á perder en un solo díasetenta y siete billetes de Banco ino escierto que os golpearíais setenta y sieteveces la cabeza en recuerdo de una pér-dida tan importante i Pues, ¡cuánta más

110 Capítulo IV

razón tenéis de afligiros al faltar una

Jesucristo renueva su Encarnación Jllde Cristo y de la Redención que ve-



I

sola vez á la santa Misa, por percza,por indiferencia ó por negligencia !

¡Oh! qué locura, qué ceguedad la

nuestra al hacer tan poco caso de untesoro tan irnponderable.¡O jalá que la lectura de lo que va-

mos á decir, os ilumine y os inspireuna veneración sin límites hacia el santoSacriflcio !

CAPÍTI]LO IV.

En la santa Misa Jesucristorenueva su Encarnación.

En el capítulo precedente hemos tra-tado de una manera sucintá los miste-rios del santo Sacrificio ¡r ahora vamosá meditarlos sucesivamente, empezando

por el de la Encarnación.Digamos antcs de todo que cste mis-

terio se renuc\¡a en cada \4isa. (, LaA{isa, dice Nlarchant, ¿que es sino unarepresentación viva y perfecta, ó másbien, una renor,acirin dela Flncarnación,del nacimiento ¡r vida, Pasión, J¡ muerte

rificó? ¿' (1) Semejante aflrmación pare-cerá extraña á muchos, pero la com-prenderán enseguida después de las si-

guientes explicaciones.De un precio infinito fué el beneficio-obradopor 1a misericordia divina cuando

.por obra del Espíritu Santo descendióel Verbo del cielo y se hizo carne enel seno inmaculado de Nlaría. Iil sacer-dotc adora este misterio incomprensi-ble de rodillasen las palabras del Credo :

Et incdt'nattrs est.Pero á Jesucristo nc le bastaba ha-

cerse honbre una sola l.ez v en su sa-bidúría infinita encontró el meclio de re-producir sin interrupción la satisfacciónofrecida ya una vez al Padre y al Espí-ritu Santo por medio de su primera

Encarnaci(rn; he aquí porque instituyóla Santa Misa.La Encarnación en la Nlisapor mís-

tica que sea no deja de ser verdadera-mente real. En testimonio de ello heaquí lo que se lee en elIX domingo des-

(1) \larchant. Hort. last. Tract I\¡, sec.19,

172 Capítulo IV

pués de Pentecostés. (a porque siem-

Jesucristo renueva su Encarnación 113

to se hace diariamente carne dc una



pre que se ofrece este sacrificio con-memorativo se renue\¡a la obra de nues-tra Redención.((

Estaobra no es otra que la En-carnación, el Nacimiento, la pasión y

la muerte de Nuestro Señor Jesucristó.El venerable Alain se expresa de estamanera: " Así como Jesucristo se hizohombre cuando la virtud del EspírituSanto cubrió con su sombra á la San-tísima Virgen, así renueva

laEncar-

nación en cada misa sacramentalmentepor obra del mismo Santo Espíritu.rú (1)

San Agustín, considerando estasmaravillas exclama: (( Oh sublime dig-nidad del sacerdote en cuyas manosCristo Jesús se encarna de nucvo! Ohcelestial misterio obrado maravillosa-

mente por el Padre, el Hijo y EspÍrituSanto, con el ministerio del sacer-dote. ( (2)

¡Oh dignidad de los fieles, añadamos,nosotros, por cuya salvación Jesucris-

(1) Aiain de la Róche. Part. II, cap. 29.12r Scrmo de sacerd. dignitate.

manera mística !

¡ Qué consuelo para nosotros, hom-bres miserables, ser tan tiernamente

amados por nuestro Dios !En el Kempis se lee: '( Cuando ce-

lebras 14 Santa Misa ó la oyes, debeser para ti este misterio tan grande,tan digno de tu amor, tan nuevo, comosi Jesucristo, descendiendo en aquelpunto por primera vez á la tierra, sehiciera hombre en

elscno

de la Vir-gen " (t)¿ Cuál no sería nuestro gozo si se

nos anunciase que Jesús vuelve á latierra ? ¿ Quién no se apresuraría áadorarle y á implorar sus gracias ymisericordias ? ¿ A qué, pues, esta in-diferencia en asistir á la santa Misa ?

Triste es confesarlo: nuestra fe estáadormecida y dejamos de lucrar de esteinmenso beneficio-

Examinemos ahora de qué maneray por medio de cuántos milagros re-

lu:l1Jesús su Encarnación en el altar.(t) Imitación, lib. IV, cap. 11, n. 6.

ll4 Capítulo IV

Es artículo de fe crecr que cuando

J:sucristo renueva su Encarnación 115

dada por estas maravillas, al oir un



el sacerdote toma la Hostia antes dela consagración no tiene en las manosmás que un poco de pan, pero que enel pleciso

instante de pronunciarse laúltima palabra de la consagración re-ferida, este pan, por un efecto de ladivina omnipotencia, se conr-ierte enel verdadero cuerpo de Jcsucristo; yá este cuerpo va unida, por conoomi-tancia, la preciosa sangre, porque uncuerpo vi\-o no puede estar privado deel1a.

¿ No es el mavor de los milagrosesta transubstanciación del pan y delvino? ¿ No es la maravilla de las ma-ravillas que no haya allí ni pan nivino, á pesar de subsistir sus especies,porque la santa Hostia conserr.a la

forma, el color y el gusto quc tenía an-tes de la transubstanciación ! ¿ No esel prodigio de los prodigios que Jesússe humille hasta llegar á caber no sóloen una Hostia sino en la menor de suspartículas ¡

Santa Gertrudis que estaba anona-

día las palabras de la consagración ledijo á Jesús:

({ Señor, el misterio queahora acabáis de obrar es tan grande

y espantable, que por mi vileza no meatrevería á verlo con mis ojos: bás-tame tiumiliarme y esconderme en elmás profundo vallc de humildad que seme ofrezca, en espera de que me ha-gáis participar del sacrificio vivo delos elegidos.(

Le contestó el Salvador:

((Siincli-nas tu voluntad á sufrir con gusto toda

clase de trabajos y penas para que estesacrificio saludable á todos tenga lugarcon toda la plenitud de su excelencia,habrás contribuido hasta donde alcan-cen tus fierzas al perfeccionamientode mi obra. " (1)

Con el ejemplo de Santa Gertrudisconsidera, cristiano, durante 1a celebra-ción el importantísimo milagro que estáoperando Dios en el altar y embriá-gate en el ardiente deseo de que este

(1) I-ibr. III, cap. VL

116 Capítulo IV

sacrifrcio contribuya á la mayor gloriaJesucristo renue\¡a su Encarnación ll7

rado Alain dice hablando de ello: "El



dc Dios y á la salvación de tus her-manos.

A este fln repite con santa Gertru-

dis: " Oh dulcísimo Jesús. La obraque vas á llevar á cabo en este mo-mento es de excelencia tal que, en mimiseria y pequeñez) no me atrevo ámirarla: por esto, húndome en el abis-mo de mi nada y espero con ahincola partecita que me toque de é1, yaque

lainmolación aprovecha á

los ele-gidos. Oh Jesús amabilísimo, ojalá queyo pudiera contribuir á é1. Pondríaá contribución todas mis fuerzas yenergías, no me espantarían las ma-yores penas á trueque de que el sacri-ficio pudiese plenamente aprovechar átodos los vivos y difuntos. Esto te pido,

tiernísimo Jesús, á este fln concede átodos los que asisten todas las gra-cias que ncccsiten.(6

Consideremos cuán inmenso es elpoder que ha concedido Jesucristo ásus sacerdotes. El citado bienaventu-

poder del Padre es tan grande quecrió de la nada cielo y tierra, pero eldel sacerdote llega á producir al Hijo

de Dios en la sagrada Eucaristía y enel santo sacrificio. " (1) Esto pruebacuánto ( amó Dios al mundo, que noparó hasta dar á su Hijo unigénito; áfin de que todos los que creen en é1,

no perezcan, sino que vivan vida eter-na.tt(')

Dios patentizó por primera vezsut

inacabable amor á los hombres cuandoenvió á su Hijo á la tierra y todos losdías lo maniflesta de nuevo haciendodescender del cielo al mismo Verbopara renovarsu Encarnación en lasantaMisa. Por su Encarnación en el senode María

Jesúsadquirió un inmenso

tesoro de gracias, en la de la N'Iisa hacepartícipe de ellas á todos los que laoyen ó celebran devotamente.

He aquí una prueba de ello.El bienaventurado Juan de Alverne

celebraba el santo sacrificio con gran(1) Past, I\¡, cap, 21. (1) I'art. I\¡, cap. 2?.

-

(2) Juan, IIf, 16.

118 Capítulo IV

fervor y esperimentaba á menudo tales

Jesucristo renueva su Encarnación ll9

en un hermosísimo niño, en el que re-



dulzuras espirituales que se scntía ano-nadado. El día de la fiesta de la Asun-ción de la Santísima Virgen debía ofi-

ciar solemnemente; mas apenas llegadoal altar sintió arrobamientos interiorestan vivos que teinió no poder acabarel santo sacrificio. Y no se engañópues al considerar en .la eler.ación elinmenso alnor que ha impulsado á Jc-sús á descender del cielo y revestirse

de la naturaleza humana, así como áreno\¡ar sin cesar'esta Encarnación enla santa }fisa, sintió Juan cómo se ledeshacía el corazón y le abandonabanlas fuerzas, I no pudiendo pronunciarlas palabras sacramentales, dijo tansólo las primeras y no pudo conti-nuar.

Habiéndolo notado el Padre Guar-dián acudió cn su auxilio, mientras losconcurrentes creyeron que le daba unaccidente. Con un esfuerzo supremologró el Padre Juan pronunciar las ú1-

tinras palabÍas) corptts nteunt, y en elmismo instante Ia Hostia convirtióse

conoció al Niño de Belén. El tiernoJesús, descubrió entonces .á su siervoia profqnda humildad que le impulsó

á hacerse hclmbre y á renovar su Fln-carnación en la Nfisa; esta revelaciónacabó con sus fuerzas y el religioso.cayó al suelo desvanecido. El Guardiánayudado de otros religiosos le asistió,varias señoras procuraron reanimarlecon sales y esencias y 1o consiguieronal fin. Aunque estuviese desfalleciclo alextremo de no poder mover sus miem-bros ni levantar las manos para hacerla señal de la cruz, terminó el biena-venturado al santo sacrificio asistidopor el Padre Guardián; inmediata-mente dcspués perdió de nuevo el co-nocimiento y fué preciso llevarle á la

sacristía. Parecía un cadáver; su cuerpoestaba yerto y sus manos fuertamentecrispadas.

Durante algunas horas quedó en talestado de postración que se temía yapor su vida. Cuando volvió en sí se lerogó que por amor de Dios revelara

120 Capítulo lV

cuanto le había sucedido en e1 altar yRenuér-ase el Nacimiento de Cristo 721

nifestó á sus piadosos interlocutores el



lo que había visto en su éxtasis, y ce-diendo é1 á las súplicas de los fielesdijo: " Durante la consagración medi.taba

el amor de Nuestro Señor Jesu-cristo, amor ![ue le obligó en el tiempoá hacerse hombre por nosotros y en laactualidad á renovar diariamente estaencarnacirin en la Misa.((

(( Entonces mi corazón se derritiócomo la cera y parecíame que mi cuerpoestaba desprovisto de huesos. Yo nopodía sostenerme ni pronunciar las pa-labras de la consagración. ,¿

(r Cuando, por fin, pude decirlaspercibí en lugar de la Hostia al NiñoJesús ; sus miradas me traspasaban elalma y privaron á mi cuerpo de todasu energia, y caí desvanecido álavezque r;e inflamaba mi pecho con el dulceamor al divino Niño. ¿a(1)

El santo religioso añadió muchosdetalles referentes á la impresión quehabía lecibido durante su éxtasis y ma-

inflnito amor que nos píofesa Jesús alrenovar su Encarnación en Ia Misa.

Nluchos santos gozaron éxtasis pa-

recidos y tú mismo, caro lector, losexperimentarías si asistieses al santosaoriflcio con mayor devoción.

CAPÍTULO V.

Jesucristo renueva su Nacimiento

en la santa Misa.(( En este día la suavidad brotará

de las montañas y los collados desti-larán leche y miel. " De esta maneracanta Ia Iglesia católica el dulce miste-rio del Nacimiento de Cristo. En efecto

el día de Navidad Aquélque

esmás

dulce que la miel, Aquél que es el pro-pio manantial de toda dulzura, trajola verdadera alegría, anunció la paz álos hombres de buena voluntad y con-soló el mundo con la aurora de un por-venir cuajado de dones.

¡ Qué inmensa alegría la de1 Padret) Cronica de la Orden de los Frajles N,Ienores.

t22 Capítulo V

celestial en la bendita noche que vió

Renuévase el Nacimiento de Cristo 123

contemplamos cada día, con los ojos



nacer de la \rirgen Nfaría á su amadí-simo Hijo I ¡ Qué consuelo para el Hijotener tal 'madre en la tierra y seme-

jante Padre en el cielo ! ¡ Qué satisfac-ción para el Espíritu Santo cuandoAquel que desde la eternidad unió áDios Padre con el Iazo de un amor in-disoluble nació por su cooperación yreunió en una misma persona la natu-raleza divina y la naturaleza humana !

¡ Yqué

ternura para MarÍa poder con-templar á su recién nacido, hijo suyoy de Dios ! ¡ Qué júbilo para los corosde ángeles que vieron eomenzar la obrade la Redención por la cual, salvadala humanidad, podía ocupar los sitiosvacíos desde la rebeldía de los ángelesmalos !

¡Cuán privilegiados fueron

aquellos hombres que pudieron con-templer con sus propios ojos el máshermoso de los hijos de los hombres,estrecharlo entre sus brazos y cubrirlode besos !

Ciertamente, su felicidad fué grande,pero mayor es la nuestra: puesto que

de la fe, al Niño Jesús y participamossin cesar de las alegrías de su naci-miento. El santo papa Léon dice á este

propósito que '( las palabras del Evan-gelio y las profecías nos inflaman detal manera que más bien nos parecehonrar el nacimiento de Cristo, nocomo un acontecimiento pasado, sino,como un hccho presente. Pues tambiénnosotros oimos continuamente el anun-

cio de los ángeles á lospastores

: '(He

aquí que os anuncio una grande alegría;hoy os ha nacido un Salvador." o

A nosotros nos es dado asistir áeste dichoso nacimiento si asistimos á

la santa Misa donde se renueya y con'tinúa. Escuohemos á Santa Hidelgardacuando nos dicc: tt Un día, después de

la consagración, contemplando las sa-gradas especies, al punto ví el naci-miento como en un espejo." (2)

Este testimonio confirma nuestroaserto y prueba que el cielo toma parte=lti;

\Iasnus, De Nativitate.(2) Lib. II, vis. Vl.

I24 Capítulo V

tan activa en la consagración como

Renuévase el Nacimiento cle Cristo L25

ducta para con el Niño Dios podrá



hace veinte siglos en la Natividad. Ysi nos empeñamos en saber de qué ycómo nace Cristo leamos este pasaje

de San Jerónimo:¿¿

Los sacerdotesforman á Cristo por medio de sus la-bios consagrados.'( 11)

Lo que significa que el Salvadornace de los labios del saoerdote al pro-nunciar éste las palabras de la consa-gracién. A su vez 1o aflrma el papa

Gregorio XIII cuando recomienda á lossacerdotes que antes de subir al altardigan: ((

Quiero celebrar la santa Misay formar el cuerpoy la sangre denues-tro Señor Jesucristo.(6

La Iglesia no cesa de recordarnoseste nacimiento espiritual de Jesúscuando nos manda cantar el himno de

los ángeles durante la santa Misa:(( Gloria á Dios en las alturas y pazá los hombres de buena voluntad.((

¡ Qué gozo para nuestra alma si esviva nuestra fe! Entonces nuestra con-

compararse con la conducta, todo amor,de María, los ángeles, San José y lospastores.

Cuéntase en la Vida de los padresque un sacerdote llamado plega de_

, seaba comprender vivamente la maneracómo está presente Jesucristo bajo lasespecies de pan y vino, no dudando ópor curiosidad, sino á causa de su acen-drado amor á Nuestro Señor. Un día,

mientras estaba celebrando el santosacrificio fué tan ardiente este deseoque cayó de rodillas y exclamó:

- Os suplico, Dios mío, que, á pe-sar de mi indignidad me mostréis estemisterio y me concedáis poder tocarcon mis propias manos el cuerpó deCristo, como logró Simeón

tenerte en-tre las suyas.Entonces se Ie apareció un ángel

que exblamó::- Levántate; si quieres ver á Je-

sucristo, está en realidad presente aquí,tal como su Madre Santísima 1o ltevóen sus brazos.1) Epist. ad Heliod.

126 Capítulo V

Tembló el saccrdote y levantandoRenuévase el Nacimiento de Cristo 127

cia real sino que la ha mostrado así



los ojos vió sobre el corporal al Hijocle Dios bajo la forma de un hermosoniño que afectuosamente le tendió los

brazos. Como Plega no se atreviese átocarlo le dijo el ángel:

- He aquí bajo la forma humanaá Jesús á quien has visto baio las es-pecies de pan y vino álavez. No ten-gas miedo, tómalo con tus manos yregocíjate á la viste de tu Dios y Sal-vador.

Alentado con estas palabras tomael sacerdote al Niño Jesús en sus bra-zos, le estrecha contra su corazón yle acaricia con ternura. Su ardiente de-seo habíase visto satisfecho; inundadode gozo puso al Niño Dios sobre elcorporal y le rogó tomará la primera

forma para poderlo recibir sacramen-talmente en su pecho y terminar el santosacrificio. Volvió á aparecer la santaHostia y el feliz sacerdote comulgócon ella.

Pero no solamente á las almas pia-dosas ha descubierto Jesús su presen-

mismo á judíos y paganos.Cuenta el historiador Alberto Kranz

que Carlomagno había combatido mu-

chos años contra los sajones á quienesoruería convertir á nuestra fe. Despuésde haberlos vencido repetidas veces yobligado á renunciar á sus ídolos fue'ron arrastrados á la sublevación y á laapostasia por su duque Wittikind. Acer-cándose la Pascua, Carlomagno se tras-

ladtl' pór duodécima vez á Sajonia connumeroso ejército. Exhortó á sus sol-dados que se preparasen para la re'cepción de los sacramentos y se cele-bró la flesta con mucha Piedad en elcampo de batalla. \Á'-ittikind tenía vivosdeseos de ver el campo imperial y las

ceremo4iasde nuestra religión y para

ello se despojó de sus lujosos vesti-dos, se vistió de haraPos Y marchósolo al campo á pedir limosna á lossoldados.

Con suma atención 1o observó todoy vió que el día de Viernes Santo elemperador y los guerreros aparecían

198 Capítulo V

contritos, ayunaban rigorosamente y

Renuéyase el Nacimiento ile Cristo t2g

virtieron el ducado de Sajonia á Ia fe



rezaban con fervor acercándose al sa-grado banquete luego de haberse con-fesado.

Durante la solemne Misa del díade Pascua, en la consagración vió eljefe sajón entre las manos del cele-brante á un niño de incomparable her-mosura. Esta visión llenó su alma dedesconocida ternura y no pudo apartarsu vista del sacerdote. Cluando los sol-dados se acercaban á la sagrada mesa

vió con creciente admiraqión cómo elsacerdote entregaba á cada uno deellos al mismo liiño, que era recibidopor todos y consumido por cada unoen particular, sin entregarse por otraparte de la misma manera, pues el gra-cioso niño iba hacia unos con mani-

fiesta alegría, mientras que no queríaacercarse á otros y se resistía agitandomanos y pies.

Tal espectáculo conmovió de talsuerte á Wittikind que pidió ser ins-truÍdo en la fe cristiana, sehizo bau-tizat y llamó á misioneros que con-

cristiana.A pesar de que Jesucristo nos oculta

la hermosura de su humanid.ad mani-

fiéstase no obstante patente á 1os ojosde Dios y de la corte celestial. En cádaMisa se muestra con tal esplendor quela propia Santísima Trinidad recibe deeila una gloria infinita, tanto que labienaventurada Virgen María, los án-geles y los santos experimentan ungozo inefable,

según lo asegura el bie-navénturado Alain de la Roche.Cuando los ángeles contemplan el

Nacimiento del Niño Dios en el altarle adoran humildementc arrodillados,porque:

( Al introducir á su primogénito enel mundo, dice : Adórenle todos losángeles de Dios.(( (1)

I{e aquílo que canta la lglesia en etPrefacio: (( Cuya majestad alaban losángeles, adoran las dominaciones, tem-blando reverencian las potestades, loscielos, las virtudes de los cielos y los

(1) Hebr. c. I, v. 6.

8096

130 CaPítulo V

bienavcnturaclos serafines celebran vues-gloria con júbilo.(


espejo sin mancha de la majestad di-vina, imagen de su bondad.¿¿(1)



traUnidos á los esplritus' celesiiales,

agradezcamos á Nuestro Señor que al

renovar su misterioso nacimientonos

hace participes de los frutos de éste.

$ 1. Del inmenso iúbilo que regocija al eieloel nuevo Naelmlento de Crlsto.

El humano esPíritu es imPotente

para concebir y explicarel inmenso

júbiio que regocija al cielo el nuevonacimiento del Salvador. La mismaciencia de los ángeles no basta para

ello, por más que diohas venturosasinteligencias participen de las graoias

que concede el cielo al santo sacriflciode la Misa.

F-n ouanto aI gozo exPerimentadopor la Santísima Trinidad, nos enseña

la fe que encuentra en sí misma toda

su bienaventuranza. Dice la Sagrada

Escritura acerca de la' Sabiduría in-creada, es decir, del Hijo de Dios, diceque es el (¿Resplandor de la laz etetna,

Este espejo está desde toda la eter-nidad delante del Padre, donde se con-templa con toda su complacencia. Seve en él el Señor Todopoderoso, glorioso,sapientísimo, riquísimo, de infinita bon-dad y hermosura. En el constante co-nocimiento y contemplación de su pro-pia persona consiste su gozo esencialy perfecto, que constituye por sí solosu infinita beatitud.

Este purísimo espejo fué colocadode una manera especial ante sus ojosen el nacimiento del Salvador; en él

Jesús se revistió de la más noble delas humanas naturalezas, se enriqueciócon las virtudes más preciosas y seadornó con toda suerte de perfeccio-

nes..El Padre Eterno experimentó nue-vas delicias de las que hizo partícipesá toda la corte celestial. Rebosante degozo cntonaron entonces los dichosos

(1) Sabid. \'II, 6.

t32 Capítulo V Renuévase el Nacimiento de Cristo 133

de tantas perfecciones para ofrecerloá Dios, la alegría del Padre Eterno no

espíritus con sus voces excelsas aquel

mélodioso himno, el cual no podía com-



puede ser menor que la de la nochede Navidad, porque así en Belén como

en el altar contemplan los ojos á aquelde quien se ha dicho : ,( Este es miquerido Hijo en quien tengo puestatoda rri complacenciu. t' (')

La única diferencia está en que enel pesebre el Verbo estaba oculto bajola carne mortal mientras que en laI{isa su cuerpo precioso, enriquecidocon las santas llagas, como cinco pie-dras preciosas, se halla oculto bajo lasespecies sacramentales; en Belén naciócoiporalmente; en el altar de una ma-nera mística, aunque verdaderamentereal.

Pero el Padre Eterno no se enor-

gullece y regocija tan sólo ante estedivino espejo: Aquel á quien Bl ve co-rresponde á sus finezas con un amorinfinito que aumenta la gloria del Pa-dre.

para.rse con nada de 1o que en Ia tierra." había escuohado hasta aquel día

memorable, y'queinundó á los pastores

de oélico arrobamiento y jamás sen-

tida alegría.Al cánto de Gloría in excelsis,'to-

laron los ángeles hacia Belén, se pos-

traron ante el recién nacido y adora-

ron su divinidad.Las escenas de la noche de Navi-

dad se renuevan diariamente en el santosacrificio en el que nace el Hijo de

Dios de los labios del sacerdote, no

porque se cree un nuevo Cristo ni mul-

iipti,lo" su persona, si.no que se tlpl?duce su presencia real y se encuentra

allí donde antes no estaba su humani-

dad y permanece bajo las santas espe-cies tanto tiempo como dichas espe-

cies aparecen intactast y cesa la pre-

sencia real al corromperse las mismas'

Si el Hijo de Dios nace de nuevo

de los labios del sacerdote, si éste le-

vanta el espejo inmaculado, adornado (1) N,Iateo, UI, 17.

134 CaPítulo V

Las delicias que goza la Santísimaexcederr á todas las que re-


en cada Nlisa enaltecer y amar á Iabienaventurada Trinidad; hacedlo por



Trinidaó.cibe de lás alabanzas de los ángeles,

de las adoraciones de'los santos, de la

fidelidad de los hombres, porque la hu-manidad de Nuestro Señor Jesucristo,unida hipostáticamente á la clivinidad

es la única capaz de honrar, de alabar

v de amar á la divinidad, cual oorres-poncle á su infinita grandeza.

Todo esto 1o hace el Salvador con

tanta ternura que ni losquerubines,

ni serafines, llegan á cornprenderloacertadamente, y el cielo 1o contemplacon ¡rofunda admiración Y no Puedesondear la inmensidad de la gloriadivina.

Y como esto se reProduce todos los

días en los millares de sacrifi.cios que

se celebran, ¿quién podrá apreciar lasuma felicidad que de ellos recibe laTrinidad Santísima?

¡ Oh Dios de gloria I Regocijado con

vuestra infinita dicha quisiera aumen-

tarla por medio de mi piedad al santo

sacrificio. Ruégoos, Señor; os dignéis

mí, y suplid superabundantemente elamor que yo no sé ó no puedo mani-

festar y el gozo que debería experi-mentar yo.

S 2.. Frutos de salvación que reeibeel mundo del nuevo nacimiento

de Nuestro Señor.r¿ Ahora ha nacido un parvulito para

nosotros, y se nos ha dado un hijo." (1)

Esta profecía de Isaías que anun-ciaba el nacimiento de Jesúrs debe apli-carse también á la santa Misa, pues enellá nace un niño, se nos da un hijo.

¡Oh rico y precioso dón ! Este niñoes el mismo Hijo de Dios; llega dcapartados países, viene del paraíso ce-

lesti.al; nos trae incomparables riquezas:la gracia, la misericordia dir.ina, elperdón de nuestros pecados, la remi-

'. sión de las penas, 1a enmienda dc nues-tra vida, la gracia de una buena muerte

(r) Isaias, IX, 6.

136 Capitulo \r Renuévase el Nacimiento de Cristo 137

Hagamos, pues, 10 mismo en laMisatsobre todo en tiemPo de Adviento Y

el acrecentamiento de la gloria futura,bendiciones temporales y un preserYa-



ir{avidad; acerquémonos en espíritu alaltar, tomemos al l{iño Jesús y ofrez-

cámoslo al Padre.He aquí otra consideración de suniaimportancia.

Ncf sólo nace Cristo en el altar de' una manera mística, sino que tQma tan

humilde forma que llena de admiraciónel cielo y la tierra. Si en su Primer

nacimiento se humillóinfinitamente y

tomó la forma de un esclavo' pero hu-

mana al fln, en su nacimiento místicoadoptó una humillación mayor aún,

puesto que se aniquila bajo la formade pan.

¡Hurnillación inaudita ! ¿ Existe algoinferior á una especie sacramental, ac-

cidente sin sustancia i Consideremosatentamente la suprema desnudez de

- Jcsús.¿Dónde aparece su gloria! ¿Dónde

está su omnipotencia ? ¿ Dónde aquella

majestad y soberanía que hace temblarel cielo? ¿ Dónde 1o ha dejado todo?

tivo efrcaz contra el Pecado.El texto de Isaías encierra otro mo'

tivo de consuelo al decir explícita-mente (( un;' par\¡uli^to ha nacido paranosotros... se nos ha dado un hijo. "

Lo que signiflca que naciendo nue-

vamente por la consagración Jesús se

convierte en propiedad nuestra, con

todo 1o que contiene. Así, pues, el ho-

nor,las acciones de'gracias, las satis-

facciones que ofrece á la SantísimaTrinidad nos pertenecen. ¡Qué inmenso

consuelo propolciona esta consideracióná todo "i qu. oye la santa NIisa! i Elpropio Jesús nos Pertenece !

El que hubiera estado Presente en

la noche de Navidad en 1a cueva de

Belén y hubiera tenido al tierno NiñoJesús cn sus brazos, lo hubiera

_ofre-

ól¿o at Padre Eterno, presentándolo á

El y suplicándole piedad para sí porel amol dcl divino Niño, Dios no hu-

biera permanecido sordo á sus súplicasni se negara á satisfacerlas.

138 CapÍtulo V

Aquel para quien ios cielos son peque-ños está encerrado en una humilde hos-


¡t Yo debo ser bautizado de ti, i Ytrl vienes á mí! " (1)



tia: Aquel que gobierna desde la de-recha del Padre se posa sobre el altar,

atado como el cordero del sacrificio.¡Oh abismo de hümildad ! ¡Oh amorincomprensible del más fiel amante delos hombres !

Pero hay más aún: Jesucristo obe-cede á 1os sacerdotes, se abandona ensus manos, les deja disponer de Sí,

según sus deseos, y acepta también subendición, por más que, según dice SanPablo: "No cabe duda alguna en quequien es menor recibe la bendición delmayor.'( 11)

¿ Cómo, pues, Jesucristo, que es in-finitamente superior al sacerdote, con-siente en ser bendecido por él! Por-

liue el sacerdote bendice el pan nosólo antes sino después de la consa-gración y hasta quince veces.

Cuando Jesús se presentó á Juanéste se resistió á bautizarle, diciendo:

A su ejemplo el sacerdote deberíaexclamar temblando: (( Señor, á vos toca

bendecirme á mí,¿cómo pues,queréis

recibir la bendiciólr de un pobre pe-cador i6¿

¿A'qué este exceso de humildad?LIna de las principales razones es paradesarmar la cólera del Padre celestialy conjurar el justo castigo que el pe-cador merece.

Nó tray medio mejor para apaciguaral enemigo que humillarse á su Pre-sencia y pedirle perdón. La conductade -A.chab nos da una prucba cle e1lo.

Cuando el profeta Elías hubo anun-ciado á este rey impío que el Señor lecastigaría con muerte violenta, y no

sólo á él sino á su esposa é hijos, yque sus cuerpos insepultos serían de-vorados por los perros y los cuervos,Achab se humilló delante del Señor:" Itasgó sus vestidos, cubrió su carne

(l) Hebr. \:iI, i. (1) Jtran, Ul, 14.

ItI

i

140 Capítulo V

con un cilicio, ayunó y durmió en-\¡uelto en el saco de penitencia y an-


fondo del corazón perdón y miseri-cordia.



daba cabizbajo ó humillado.( En esto elSeñor habló á Elías, y le dijo: (r No

has visto como Achab se ha humilladodelante de mí? Pues ya que por mi res-peto se ha humillado, no enviaré aque-llos castigos durante su vida.( (1)

Ahora bien, si Achab t'que nuncatuvo par en impiedad,(( según la Sa-grada Escritura, obligó por su humildad

al Dios Todopoderoso á suspender lasentencia pronunciada contra é1; ¿quéno Ya á conseguir cerca de Dios lahumildad de Jesucristo en el altar?¿ No es más de atender en este estadode aniquilamiento á que le ha reducidoel amor á los hombres todos!

Miradle; se despoja de sus vestidu-ras de gloria y se oculta bajo las apa-riencias de la santa Hostia; no sóloinclina Ia cabeza sino que yace atado,oomo en holocausto, implorando del

Ante este espectáoulo Dios dice á

los ángeles, como antes á Elías: (¿Véis

cómo se humilla mi Hijo en mi pre-sencia I ((

Los ángeles responden: ( Sí, lo esta-mos iiendo, grande es nuestro asombro.((

Y ei Padre Eterno continúa: ((Pues

que mi Hijo se abate hasta este punto'no me vengaré de los pecadores Y no

les .castigarésegún la medida de sus

grandes iniquidades' "Meditemos estas palabras y persua-

dámonos de que si Dios no abrevia lavidu del culpable, castigándole segúnse merece por sus culPas, débelo elpecador á la santa Misa, donde el Sal-vador, benigno, ha defendido su causa

y ha detenido el brazo vengador de ladivina justicia.

(1) III IieIes, XXI, 2?-29.

CAPÍTULO \T.

Renuér'ase la vida de Cristo 143

^[al vez se nos objetará: ¿ Qué tienede particular que las personas frívolas



Jesueristo renueva su vida

en la santa Misa.

Entre 1o que más nos cautiva y ape-tecen nuestros sentidos debemos colo-car en primer término los espectáculos.Los hombres encuentran en ellos talplacer, tal atractivo, que con gusto les

sacrificanmuchos días

ydinero. Si

consideráramos los grandes misteriosde 1a lIisa, )' nos persuadiéramos deque Jesucristo se aceroa al altar reves-tido con los hábitos de fiesta, parareproducir en é1 ante nuestros ojos lasescenas de su vida maravillosa nosapresuraríamos á ir á la iglesia al pri-

mcr toque de las campanas.¡ Mas, oh locura mundana ! Prefiere

derrochar una fortuna en el teatro ymalbaratar el tiempo antes que asistirá la santa N{isa, donde lucra la másrica recompensa todo piadoso espec-tador.

prefieran el teatro al temPlo ? Quie-ien divertirse, y la santa NIisa no ha-

laga su vista ni susoídos.

¡Oh terca

' y lamentable ceguedad !

Si los que tal dicen miraran con losojos dd la fe distiutarían plofunda-mente, porque la Misa es el compendio

dc ia vicla del Salvador y la reproduc-oión de todos sus misterios. No es una

simple reproducción poética de los he-

chos pasadosT como se ve en una Pro-ducción dramática, sino que es una re-presentación verídica de cuanto hizo ypadéció Jesús en la tierra.

En efecto, en Ia s¿tnta N'Iisa tenemos

delante de nosotros al Niño que en-

contraron los pastores, que adoraron

los Nfagos, que depositó NIaría en losbrazos de Simeón. Reposa sobre el al-tar para recibir los homenajes de nues-

tro amor.En el Evangelio es Jesrls quien nos

repite sus doctrinas por boca del sa-

c"idot" y la gracia que obtiene el alma

744 Capítulo VI

creyente no es menof que la que reci-biera si l{uestro Señor Jesucristo mis-

Renuévase la vida de Cristo 145

de los ornamentos sacerdotales en elsantuario del seno materno en que to-



mo la predicase.Vémosle obrar un milagro mayor

que el de Caná puesto que es más pro-digioso cambiar el vino en sangre queel agua en vino; tal es la renovaciónde la última Cena y de su muerte enla cruz. No le atenazan las manos delverdugo, pero le ofrecen las manos delsacerdote, como víctima expiatoria, alPadre Eterno: '( Quién se aproveche de

la misa, le serán perdonados los peca-dos y caerán sobre él abundantes do-nes celestiales como si personalmenteasistiese á todos estos misterios en vidamortal del Salvador (¿ según aseguraSánchez. (1)

Y Dionisio el Cartu_jo se expresa

de esta manera : '( Toda la vida de Cris-to ha sido una misa solemne conti-nuada en la que El ha sido el templo,el altar, el sacerdote y la víctima." (2)

Efectivamente, Jcsucristo se revistió(1) Thesaur. missa, c. II.(21 Ile yita curat. art.16.

mó nuestra carne, y con ella el vestidode nuestra vida mortal; salió dc dicho

santuario en la noche memorablede

Navidad y empezó el Introito al apa-recer en el mundo; entonó el lJrie

' eleiso¡t al lanzar sus primeros vagidosen el pesebre; el Gloria ín excelsisfué cantado por los ángeles hasta que

se aparecieron á los pastores invitán-doles 'á unir sus atabanzas á las suyas

conduciéndoles luego cerca del reciénnacido.

Jesús dijo Ia Colecta en sus vigi-lias, cuando imploraba por nosotros lamisericordia divina; leyó Ia Epístolacuando refiriéndose á las noticias ypredicciones de Moisés y los profetas

demostró gue se habían cumPlido Yaunas y otras; anunció el Euangeliocuando recorrió la Judea con el fin de

predicar la buena nueva1, hizo el Ofer-torio cuando en el misterio de la Pre-sentaoión se ofreció á su Padre parala salvación del mundo; cantó eI Pre-

Itt.III

146 Capítulo \rI

.facio al alabar á Dios continuamenteen lugar nuestro, agradeciéndole sus


La santa Comuniótt rePresenta elembalsamamiento Y sePultura de su



beneficios.El Sanctus fué celebrado por los

hebreos el domingo de Ramos, al ex-clamar, en la entrada de Jesús en Je-rusalén: 6( Bendito el que viene en nom-bre del Señor ! Hosanna al Hijo deDavid.c'

La Consag'racíón la efectuó el Sal-vador en la última Cena por la tran-substanciación del pan y del vino en

su cuerpo y sangre respectivameqte.La l:leyación fuvo lugar cuando fué

olavado en Ia cruz, elevado al aire yexpuesto á los ámbitos más apartadosde la tierra.

Dijo Jesús el Pater noster al pro-nunciar las siete palabras desde el ár-

bol santo de la cruz; la par"tición dela Flostia se cumplió cuando se se-paró su sacratísima alma de su ado-rable cuerpo; el Agtus l)ei lo dijo elcenturión en el momento en que ex-clamó: (' Realmente, este hombre es elHijo de Dios."

cuerpo, y dió Jesús la Bendición fnalá sus discípulos en el monte de los

Olivos, al extender susmanos sobre

ellos en el momento de su ascensión.He^ aquí la Misa solemne celebrada

por Cristo en la tierra, Misa que or-denó celebrarla diariamente á sus após'toles y, después de éstos, á los sa'cerdotes, si bien más brevemente.

Nosotros somos aún más dichosos

que los que vivieron en tiemPos de

Jesucristo. Estos oyeron tan sólo una

Mis.a, cuyos misterios se celebrarontrad largos intervalos, mientras que no-sotros podemos asistir á varias todoslos días y recoger en breve tiemPo

los frutos de toda la vida del Sal-

vador.Para esclarecer aun más esta ver-

dad vamos á relatar un importante su-

cedido explicado por el Obispo Tomásde Cantimpré y por todos los historia'dores eclesiásticos de stt éPoca.

Corría el tiempo pascual del año 1524

143 Capítu1o \rI

cuando en la iglesia de San Amandoen Douai sucedió que un saccrdote, al


de Nuestro Señor, pero, ¡extraño plo-digio ! donde los canónigos t'eían un



administrar la sagrada Comunión, se lecayó una Hostia en el suelo.

Asustado de este contratiempo ines-perado, se arrodilló para recoger laSagrada Forma; pero se le escapó delas manos y la vió ele\¡arse del sueloy cernirse en los aires. lr'Ío teniendomás que un corporal sobre el {ue es-taba el copón, cogió el purificador yle extendió debajo de la Hostia, vendoentonces por sí sola á colocarse allí.

Mientras sus ojos estaban piadosa-mente fi-jos en la santa Eucaristía con-templó cómo se trasformaba et1 rln gra-cioso Niño y, profundamente enternc-cido, no pudo contener 1os sollozos.

Los canónigos que estaban en el

coro, acudieron á socorrerle y pudie-ron contemplar también al mismo Niñocur-a vista les colmó de celestiales ale-gríes.

Los fiele,s, al aproximarse al altarpara contemplar de cerca tal maravillase convencieron de la presencia real

Niño el pueblo contemplaba á Jesucri-sto, bajo la figura de un hombre lleno

de majestacl divina.La impresión de este milagro nollegó j4más á borrarse de la memoriade cuantos tuvieron la dicha de pre-senciarlo. IJnas veces bajaban la vistaconfundidos, otras la levantaban paracontemplar la aparición) que duró unahora entera.

¡ Quién pudiera expresar las deliciasy dulzuras que experimentaron aquelloscorazones durante este tiemPo !

Ál cabo de una hora Jesús volr'ióá tomar la forma de Hostia, que el

sacerdote guardó en el sagrario, y to-dos dejaron el templo para ir á divul-

gar el mllrgro.Este llegó á oídos del obisPo de

Cambral', Tomás de Cantimpré, que se

trasladó á aquel sitio para oir de la-bios del deán de Saint-Amand la ver-dad de la aparición. Este le contestóqlrc no solamente era cierto quc Jesu-

150 Capítulo \rI

cristo se había mostrado patente á grannúmero de personas bajo la forma hu-

Rcnuér'ase la vida de Cristo 151

mas en los ojos, se dignara mostrarlesu santísimo rostro.



m¿lna, sino que en ella podía contem-plarse ¿rún. Entonces sintió el obispovivísimos deseos de ver la santa Hostia

y el sacerdote le llevó á la' iglesia,seguido de una muchedumbre ávida dever por segunda vez al Maestro.

El deán abrió el sagrario, no sintemor, sacó el Santísimo Sacramento,y dió con él la bendición. El puebloprorrumpió en sollozos

yexclamó:

- i Oh Jesús ! ¡ Oh Jesús !

trl obispo preguntó qué significabanaquellos gritos v lágrimas, y cien vocesrespondieron que estaban viendo alSalvador.

- Pues yo - repuso el obispo

veo más que la santa Hostia, loque me aflige, ya que temo que pormis pecados soy indigno de ver al Se-ñor.

Hizo un minucioso cxamen de con-ciencia r'- no recordando nada de par-ticular suplicó á Jesús, con las lágri-

Después de ardicntes súplicas fue-ron éstas escuchadas Y vió con sus

propios ojos, no cono muchos, la formade un hermoso |iiño, sino la de un

hombre en la Plenitud de la edad. ElSeñor estaba ante él; sus ojos eran

claros y hermosos, sus cejas bicn ar-queadas, su cabellera caía sobre sus

espaldas, su barba bastante larga, an-

cha su frente, sus mejillas flacas y pá-

lidas, su cuello largo v su cabeza in-clinada. 111 obispo contempló al Señorbastalte tiempo y su corazón se derri'tió en dulzura Y amor.

Repentinamente cambió el asPecto

de Jesús y tomó la exPresión que te-nía durante la Pasión. Coronado de espi-

nas, cubierto de sangre, su asPectoarrancaba amargas lágrimas y causaba

lástima y compasión; al obispo le pa-

recía clue sentía sobre su frente las

puntas de las espinas que desgarraban

ius sienes. El pueblo suspiraba y cada

uno veía el espectáculo de divcrsa ín-

.1,52 Capítulo VII

dole. Unos un alegre infantito,,otros unadolescente, qnienes un adulto, quienes,en fln,

Cristo renueva su oración 153

mismo es la víctima de propiciaciónpor nues:tros pecados.'( 1')

No es una promesa consoladora



á Jesús sufriendo.Rcpresentémonos 1a emoción de

aquellos felices espectadorcs,pues nosreconocemos impotentes para descri_

biria.Cristianos, reflexionad con fre-

cuencia la utilidad del santo sacrificiode la Xlisa, donde Jesucristo os hacepartícipes de los infinitos méritos ctesu santísima vida v pasión.

Si tan fácilmentc adquiriéramos bie-nes temporales no perdonaríamos tiem_po ni sacrificios. ¿ Cómo es, pues, quesomos tan poco interesados cuando setrata de riquezas eternas, de tesoros queno nos pude arrebatar ni el tiempo nilos ladrones )

CAPÍTULO VII.

Jesucristo renueva su oraciónen la santa Misa.

" Tenemos por abogado para con elPadre á Jesucristo justo y santo. y él

¿para nüestra salvación tener por in-tercesor al mismo Hijo de Dios, juez

de vivos y de muertos ?

Mas, ¿ cuándo y dónde desempeña

Jesucristo esta misióni La Iglesia nosenseña que no es solamente en el cielo,sino también en la tierra.

Véase la doctrina de Suárez: (( Siem-pre que se ofrece el santo sacrifi.cio,

Jesucristo ora por quien 1o ofrece y pormquellos á cuya intención se ofrece' ((

Acerca del modo como oraba Jesús¿ice San Lorenzo Justiniano: " Todo eltiempo que dura la inmolación de

Cristo en el altar, clama Cristo á su

Padre y muéstrale sus sagradas llagas

para librar al pecador de la condena-ción eterna.'( (2)

Manifestónos también San Lucas el

celo del Sagrado Corazón por salvar-

(!) I. Joan. II, 1-2.(z) Serrnón de corp. Christi.



15ó Capítulo VII

ras.(6 Confirmó esto Jesuoristo oon laspalabras siguientes dirigidas á santaMatilde: (¿ Sólo yo sé y comprendo

Cristo renueva su oración 757

pueblo implorase la divina misericor-dia. Con esta humildad y penitenciaobtuvo el rey pagano el perdón para



perfectamente el modo oómo me ofrezcocacia día á mi Padre por la salvación

de los fleles. Ni los mismos querubi-nes y serafines, ni potestad alguna delcielo son capaces de concebirlo talcomo es.( (1)

Fijémonos en que Nuestro Señorno se ofrece en el altar con la majes-tad de que aparece en el cielo reves-

tido, sino con una humildad incompa-rable. Del abismo de esta humildad seeleva su voz tan poderos¿ al cielo quehiende el espacio, atraviesa la regiónde las nubes y llega al trono de lamisericordia.

Cuando el rey de Nínive se enteró

de los castigos que amenazaban á laciudad en el plazo de cuarenta dlas,bajó de su trono, trocó sus vestidurasreales en traies de luto, se cubrió deceniza Ia cabeza y ordenó que todo el

sí y pará su ciudad culpable.

¿ Qué no obtendrá Jesucristo, quien

se humilla mucho más en la santaMisa, donde abandonando el trono desu gloria se reviste de las pobres apa-riencias de pan y vino y ruega al Diosde las misericordias. ( Perdón y graciapor mi pueblo ! Oh Padre, mira mi aba-timiento, héme delante de tf, no como

un hombre, sino semejante á un gu-sano de la tierra.(( (1)

Llenos de orgullo se han rebeladocontrá tí los pecadtlres, yo en oambio,humíllonre delante de tí; te han irri-tado con sus injurias, yo aspiro áapa-ciguarte con mi humillación; atrajeron

sobre sus cabezas tt venganza, yo quierodetenerla á fuerua de súplicas. Compa-décete de ellos, oh Padre, por mi amory no les castigues según son sus crí-menes. No les entregues á Satanás:

(1) Lib. II, cap. XXXI. (r) Ps. XXI, ?,

158 Capítulo VII

son míos; los he comprado con misangre. Oh Padre santo ! especialmenteimploro tu misericordia por los peca-

Crislo renueva su oración 159

naventuran za eterna ver al mismo Hijode Dios tomar en sus manos los inte-reses de nuestra salvación !



dores que se hallan presentes y por loscuales renuevo, durante la Misa, mi

vida y mi muerte. Ojalá que en vir-tud de mi sangre y de mi muerte lespreserves de la muerte eterna.

¡ Oh, Jesús adorable ! ¡Hasta tlóndeos lleva el amor hacia nuestras almas !

¿ Cómo corresponderemos dignamente áé1 sino asistiendo con fervor a1 santo

sacrificio! Cuando el Salvador pendíade La cruz encomendó á su Padre ácuantos estaban al pié de ella, aplicán-doles de un modo especial los frutosde su pasión.

En la santa Misa ora de igual mo-do pcr los oyentes recomendando con

más eficacia á aquellos que meditanprofundamente los santos misterios.Ruega por ellos con tal fervor comolo bizo en los últimos momentos de suvida intercediendo por sus enemigos.

¡Qué oración más eficar.! ¡ Cuántonos alienta y nos hace presumir la bie-

Si la 'Santísima Virgen.se te apa-,¡

reciere y te dijese:

- Hijo mío, no temas; yo te pro-meto encargarme de tus intereses, nocesaré de rogar por ti á mi Hijo hastaque me haya asegurado tu felicidadeterna.

¿ No es verdad que enajenada tu almade alegría exclamarías:

¡Qué consuelo, qué halagüeña pro-mcsa ! No dudo ya de que cstá asegu-rada ini salvación?

Ahora bicn; si tan gran confianzatenemos en la intercesión de María,¿por qué esta confianza no es abso-luta cuando se trata de la intercesión

de su divino Hijo quien no sólo nospromete su auxilio sino que ora pornosotros en todas las Misas que oímos,que apacigua la cólera y suaviza lajustioia de Dios, apartando de nosotrosel castigo merecido ? Y hay que teneren cuenta además que El no ora solo,

160 Capítulo VII

sino que con El interceden, como seha dicho ya, sus lágrimas, sus llagas,su sangre, todos los latidos de su co-

Cristb renueva su oración 16l

oración de los hombres comparada conla de Jesucristo!

Si nuestra desconfianza es extre-



razón.) las expansiones todas de su alma.¿Es posible apreciar el efecto de estas

súplicas en el,corazón del Padre celes-tial !

Nos quejamos á menudo de nuestrafalta de fervor en nuestra oraciones.Acudamos á la santa Misa que Jesu-cristo rezará por nosotros, supliendo laimperfección de nuestras súplicas. Oiga-

mos cuán afectuosamente nos convida:( Venid á mí todos 1os que andáis ago-biados con trabajos y cargas, que yo osaliviaré.'( (1)

Es decir, venid á mÍ todos los queno podéis orar der.otamente y Yo orarépor vosotros. ¿ Por qué, alma distraída

y cansada, no aceptas tal invitación?¿Por qué no acudes á la santa Misa}En nuestras penas y tribulaciones

aoudimos á nuestros amigos en buscade consuelo y oraciones. ¿ Qué vale la-

mada, el pbügro de perdernos es inmi-nente y dices á

Jesús:

,,¿Señoi, quiénpodrá salr'arse!¿( é1 te responde: ,rLoque es imposible á ios hombres es fá-cil á Dios." (1)

Acudamos, pues, á este Dios salva-dor que ambiciona asegurarnos un re-fugio en casa de su Padre.

¿ Pero, cómo, dicen algunos, un rni-serable pecador se atreverá á implorarlas oraoiones del Hijo de Dios l Soyindigno de ellas, no ambicionó tal mer-ced, no me atrevo.

No obstante tengamos presente queuno sólo de nuestros suspiros nos dadcrecho á disponer de su corazón. Así

lo afirma San Pablo: (' Pues no es talnucstro Pontífice que sca incapaz decompadecerse de nuestras miserias....porque todo Pontífice entresacado delos hombres, es puesto para benejicio

(1) Lucas, XVIII, v. 25-26; X arcos, X, 26.

8096

(l) Ilateo, XI, 28.

162 capítulo vII

de los hombres, en 1o que mira al utltode Dios, á fin de que ofrezca dones Ysacrificios por los Pecados.('1t¡

Cridto renueva su oración 163

en la Misa en los innumerables frutosv gracias que producen. porque á lamanera que la cabeza es rnás digna



Jesucristo es Pontífice Y ejerce su

sacerdocioen la santa Xlisa; su misión

estriba, pues, en orar Por el Pueblo Yofrecer por é1 el sacrifi.cio. Y no tan sólo1o ofrece por todos en general sinopara cada uno en Particular, de lamisma suerte que sufrió Por todos Ycada uno, y se interesa Por cada alma

como si ésta fuese la única que ha de

salvar.De esta manera comPrenderemos el

poder de la oración de Jesús en el al-tar; agreguemos á é1 nuestras pobres

súplicas y adquirirán un valor inmen-so. tt Las oraciones que se hacen du-

rante el sacrificio de 14 l\[isa, dice Tor-

ner) tienen mayor fuerza que 1as quese hacen fuera de ella Por más que

duren y por éxtasis que se tengan. Larazón se toma de la Pasión 1- muertedel Señor que demuestran su eficacia

que todos los demás micmbros Aelcuerpo, así

laoración

de Jesucristoque es nuestra cabeza, excede.en digni_dad y poder á la de todos los cristianos

'que sólo son miembros místicos de sucuerpo." (1)

Tal eomo una moneda. de cobreaumenta de precio al mezclarse con eloro fundido, así la pobre oración del

hombre al unirse á la del Salvador ad_quiere una superior nobleza y puedeofrece¡se eomo un dón agradable á ladivina majestad. IJna oración imperfectahecha en la santa Misa vale más queuna súplica fervorosa hecha en casu.

Así, pues, los que pudiendo asistir

á la santa Misa prefieren á ello otrosejercicios de piedad, se perjudican mu_cho. porque al alejarse del sacrificioI' de la oración de1 Salvador se privande inflnidad de gracias y méritoi.

(1) Hebreos, IV, 15; V, I (1) '¡ In miser. ( Conc. S3, n. 10.

CAPÍTL]LO VIII.

Jesucristo renueva su Pasión

Crisfo renueva su Pasión 165

manipulo, la estola, la casulla y gra-ba.la en la patena y en el cáliz. Lahace el sacerdote diez y seis veces so-



Entre los misterios de1 Señorno

hay otro más útil Y que sea más dig-no de reconocimicnto Y veneraciónque su Pasión dolorosa Por la cual

fuimos redimidos. Los santos Padres

no se cansan de decir de ella cosas

sublimes y prometen de parte de Dios

unagran recompensa á las almas que

con fervor la meditan.Hay muchas mancras de honrar de-

bidaménte la Pasión; sin embargo nin-guna hay más perfecta que la piadosa

í reverénte asistencia á la santa Misa

ío qu" en el altar scrcnuevala Pasión

v muerte del Salvador.

' En efecto ; en la Misa todo recuerda,todo simboliza la Pasión

"Ia Cruz re-

mata el altar; esta señal del cristianoestá marcada cinco veces en la piedra

sagrada, imPresa en la Hostia, dibu-

iaáa en el misal' en la página que pre-

ócde al Canott, borduda en el amito, el

en la santa Misa. bre sí mismo y veintinueve "veces so-bre la ofrenda.

Todo ello son otros tantos indicios dela renovación del sacrificio de la Cruz.

S 1. De qué manera renueva Jesússu Pasión.

Aunque Nuestro Señor Jesucristodiio en la última Cena: ( Haced esto

en memoria mía " (1) el sacrificio de laf,Iisa no es una simple memoria, sinouna retnovación de la Pasión, según 1o

enseña la lglesia: '( Si alguien di-jereque el sacriflcio de la Misa es única-mente el recuerdo de un sacrificio con-sumado en 7a crsz, sea anatema.tt (2)

f en otra parte: " En el divino sacri-ficio, hállase presente y es inmoladopor modo no cruento el mismo Cristoque se ofreció una sola vez por modocruento en el altar de la craz.'( (3')

(1) Luc. XXU, 19. (2) Trid, ses. XXII, cap. 3(3) Trid. ses. XXII, cap. 2.

r66 Capítulo VIII Cristo renueva su pasión 167

oblación de los animales. Si la Iglesiala usa en la santa Misa es porque quiereindicar quó et santo sacrificio no con-

Puesto que estamos obligaclos á creer

todo 1o que la santa madre Iglesia nos

enseña' debiera bastar este testimonio;



. siste solamente en la pronunciación delas palabras de la consagración ni en

la elevación de las especies sacramen-tales, sino en la inmolación verdadera,'por más que mística del divino Cor-dero.

" La Pasión de Cristo es el mismosacrificio que ofrecemos ,. dice SanCipriano. (1)

Y con otras palabras: ( Al celebrarsela santa l,Iisa se renuevan todas lasescenas de la Pasión de Cristo. ((

SanGregorio aún es nás explícito: ( Elque ha resucitado de entre los muertos,no puede morir ya; padece, no obs-tante por nosotros, de una manera mis-

teriosa en el santo sacrificio de laMisa.r' (2)

Ni es menos claro Teodoreto: í Elsacrificio que ofrecemos es el de lacruz." (i)

(1) Epist. 63 ad Conc. (2) Homil. 13?.(3) In Hacbr, c. \rIIL

pero la misma Iglesia nos dice además:?

La víctimaque se ofrece

Porminis-

terio del sacerdote, es la misma que

se ofreció un día en Ia cruz: única-

mente difiere en el modo de ser ofre-cida.((

Sobre la cruz Jesucristo fué in-molado de una mancra cruenta por las

manos sacrílegas del verdugo; en el

altar se inmola de una manera mi'sticaoor ministerio del sacerdote'' Lu lglcsia emPlca amenudo en la

Misa la palabra ittttttolare, inmolar, ySan Aguitin se sirve igualmente de

ella: " Jesucristo fué inmolado vna vez

po, *o"do sangriento Qnlacruz yahora

és inmolado cada día sloramentalmenteoor la salvación del pueblo''( (1)^ E.t" expresión es importante, por-que se la encuentra más de cien veces

en la Sagrada Biblia para designar la

(1) Epist' 98 ad Bonif.

168 Capítulo VIII

Muchísimos otros testimonios po-dríamos aducir, pero concretémonosp¿rra abreviar, con el de la Iglesia in-

Cristo renueva su pasión 169

El príncipe se empeñó en hacer en_trar cuando menos los animales, losque cayeron muertos al instante. Asus-



falible que ora de esta suerte en la Se-creta del IX domingo después de Pen-

tecostés: ('Concédenos, Señor, te su-plicamos celebrar dignamente este mis-tcrio, para que con la frecuencia que

se celebra, se cumpla la obra de nues-tra redención"((

IJn ejemplo nos aclarará este im-portantísimo punto.

Amerumno, prínciPe de los sarra-cenos, enr,ió en cierta ocasión su her'mano á Ampelón, en Siria, donde habíauna iglesia dedicada á San Jorje. Cuan-do el sarraceno divisó aquel templodijo á sus criados:

-

Entrad ahí nuestros camellos Y

poned. el forraje en el altar.Los criados se apresuraron á obe-decer, pero los sacerdotes apostrofaronai príncipe:

_- Guardaos, señor, de obrar de

esta manera; esta casa es un temPlode Dios y no se dcbe Profanar.

tado entonces hizo apartar los cadá_1¡eres.

El templo estaba lleno de gente porser día de fiesta y la hora

"oque d"_

bía celebrarse la santa Misa. El sacer_dote salió al altar no sin cierto sobre_salto; temía alguna irreverencia al San_tísimo Sacramento por parte del sarra_ceno.

Estq, para mejor presenciar las ce_remonias cristianas, habíase colocadolo máS cerca del altar y en el mo-mento en que el sacerdote, siguiendo elrito griego, dividió el pan consagradoen cuatro p,artes, con un cuchillo, vió

á un infantito cuya sangre caía en elcáliz.

Este espectáculo le irritó de talsuerte que habría asesinado al sacerdotesi el deseo de ver lo que sucederíaluego, no le hubiese conGnido. trn laComunión vió cómo todos los que se

8096

170 CaPítulo VIII

acercaban á la santa Misa comían lacarne del niño.

Los cristianos son unos bárba-

Cristo renuel'a su Pasión L71

pios ojos te he visto comer la calnede esta criatura, beber su sangre y re-partirla entre los otros !



-ros - se dijo el sarraceno - Porque

sacrificanun niño á su Dios

Ycomen

su carne, como los animales salvajes;pero yo castigaré con mi propia mano

la muerte de esta inocente criatura pa-

sando á cuchillo á todos estos ferocesantropófagos.

Después de ia N{isa, e1 sacerdotebendijo el pan, 1o distribul ó entre el

pueblo y dió un pcdazo de él al sarra-ceno.

- ¿ Qué es esto? - Preguntó este

en árabe.

- Es pan bendito -- se le respon-dió.

Entonoes el PrínciPe repuso enco-

lerizado:-- ¡Pan! Ya sé lo que es este Pan.

¿No te he visto, asesino feroz, Perrooristiano, sacrifrcar á un hermoso niño?

¿ No te he visto inmolarlo en el altarv caer su sangre en el cáliz? ;Hombreimpío, cruel, imPuro ! ¡Con mis Pro-

Estupefacto el sacerdote contestó:

-Scñor,

yo solr indigno de con-templar tan sublimes misterios, pero)'a que tú los has visto te creo grandcante Dios.

-- cNo es esto lo que ví! - preguntóel sarraceno.

- Ciertamente - repuso el sacer-dote

-pero yo no veo este misterio

excelso porque soy un pobre pecador,y por eso yo no diviso más que elpan y el vino que consagramos y des-pués de la consagración es el cuerpoy sangre de lrluestro Señor Jesucristo.

Iistas palabras impresionaron detal manera al príncipe que apartándose

de su gente y de los fleles con el sa-cerdote le cogió de una mano y ex-clamó:

- Comprendo que la religión cris-tiana es grande y os suplico, Padre,que me recibáis en el número dc loscreyentes y me bauticéis.

r72 CaPítulo VIII

Mas el sacerdote lo rehusó con estas

palabras:

- Dispensadme, señor, Pero no

Cristo renueva su Pasión 179

de convertirlos, 1o que no pudo con-seguir, obteniendo en cambio lagraciade ser apedreado y alcanzar la palma



puedo, porque si vuestro hermano lle-gara é+

saberlome mataría y destruiría

esta iglesia. Ifo obstante si tanto anhe-láis ser cristiano id á la montaña del

Sinaí donde encontraréis al obispo;contadle 1o que habéis visto Y él os

instruirá en nuestra santa religión.El sarraceno se juntó con los su-

yos sin revelar su secreto; pero lle-gada la noche, cuando todos dormían,se fué en busca del sacerdote, trocósus pomposos vestidos con el saYal

del peregrino, ¡z aleccionado por aquél

emprendió el camino del monte Sinaí.Llegado cerca del ObisPo contóle

1a causa del viaje y de su conversión

y el prelado Ie hizo instruir y bautizarcon el nombre de Pacomio.Ingresó después en la vida reli-

giosa .v luego de haberse entregado du-

rante tres años á toda clase de peni-tencias, obtuvo permiso para volver aliado de sus padres con la esperanza

del martirio.Este milagro puede darnos una idea

de la presencia y de la inmolación realde Jesucristo en la Misa. La visión delpríncipe tuvo por objeto llevar estaalma á la investigación de la verdad ydespués á su efi.caz conversión.

Dios permitió así mismo este mila-gro para nuestra propia instrucción y

con el fin de fortalecer nuestra fé.Es cierto que Jesucristo no se in-mola físicamente en la santa Misa, peropreséntáse á toda la corte celestial bajola forma lastimosa que tenía en la fla-gelación, la coronación de espinas, lacrucifixión, y ello con tal viveza como

si efectivamente sufriera todos estostormentos.Sobre este punto dice Marchant:

( La Misa no es sólo la representaciónde la Pasión sino una repetición mís-tica, aunque no cruenta. Si el Corderode Dios cargó un día con los pecados

774 Capítulo VIII

del mundo para borrarlos con su san-gre, también todos los días toma comosuyos nuestros pecados, para satisfa-

Cristo renueva su Pasión 176

con sus fervorosas súplicas y gemidos,apaciguara á la divina justicia, la mo-viera á compasión y hallara así unmedio eflcaz para impedir la pérdida



cer por ellos en el altar."

$ 2. Motivos por los cuales Jesueristorenueva su Pasión en la santa Misa.

Explicado ya cómo Jesucristo re-nueva su Pasión en el santo sacrificio,veamos ahora los motivos que le obli-gan á ello.

El piadoso Padre Segneri dice:t(Durante su vida mortal, Cristo. envirtud de su presciencia divina veía ámillares de hombres que se condena-rían i pesar de su dolorosa Pasión.Mas de tal manera, como verdaderohermano amó la salvación de las al-

mas y tanto se compaCeció de su pér-dida eterna que propuso á su Padrepernanecer pendiente de la ctuz) noya tres horas, sino hasta al fin dclmundo, para que con tan prolongadotormento, con sus iucesantcs lágrimas,con el derramamiento de su sangre,

de tan gran muchedumbre de almas." (1)

San Buenaventura, el Beato Ar.ila yotros citan también esta súplica delmisericordiosísimo Jesús.

El Padre Eterno no satisfizo losdeseos de su Hijo, pues respondié quetres horas de parecidos sufrimientosbastábanle ya, y que el que no quisere

aprovecharse de la Pasión no podríaculpar á nadie más que á sí mismo desu condenación eterna.

SemeJante negativa no amortiguó elamor del Salvador quien al contrariose inflamó aun más y le arrastró á unanhelo vivísimo de acudir en socorro

de los míseros pecadores. Entonces fuécuando ideó un medio de quedarse enla tierra después de su muerte, de con-tinuar su Pasión y de interceder anteDios por la salvación nuestra, tal como

9 Wt:y pendiente de la cruz.(1) Hom. Christ. Disc. 12,

176 Capitulo VIII

Este medio es el santo sacrificio dela Misa.

Cuéntase en la vida de Santa Co-leta que ésta oía diariamente la Misa

Cristo renueva su Pasión ti|cramento he visto á Cristo pendientede la cruz; de sus llagas abiertas ma-naba su preciosa sangre y le he oídorogar á su Padre de



con devoción angelical.

Una vez, en la de su confesor yen el acto de la consagración, exclamóen voz alta:.

- ¡Dios mío, Jesús, Jesús, ángelessantos y pecadores, mirad y escuohadIa maravilla de las maravillas !

Estas exclamaciones, repetidas va-

rias veces, conmovieron á los fieles.Después de la Misa preguntóle su con-fesor la causa de sus exclamaciones yla santa oontestó:

- He visto y escuchado cosas tanmaravillosas que si vos hubieseis es-tado en mi lugar habríais gritado con

más fuerza aún.- ¿Qué habéis visto?-- Por más que estos prodigios

sean tan elevados y sublimes que nopueda la criatura hablar de ellos in-tentaré no obstante deciros algo. Cuan-do habéis levantado el Santísimo Sa-

esta manera:

-Ved,Padre, como fui suspendido

de la cruz y en qué forma sufrí porel mundo: ved mis llagas y mi sangrederramada; considerad mi Pasión y mimuerte. Lo aguanto todo, lo sufro iodopara salvar á los pobres pecadores yhe aquí que Vos queréis abandonarlosá Satanás. ¿Quién me indemnizará de

mis tormentos y de mi aciaga muerte?Los pecadores que secondenanno ten-drán paia mí reconocimiento alguno,antes al contrario, me maldecirán eter-namente, en tanto que si se salvan mebendecirán. Os pido, oh Padre, por miamor, que les perdonéis y les preser-

véis del fuego eterno.San Lorenzo Justiniano habló asl

de la constante oración de Jesús." Cuando se ofrece á Jesucristo en

el altar clama á su Padre, enseñándolesus llagas á fln de que se digne pre-

1?8 CaPítulo VIII

servar á los hombres de las penas eter-nas.t'(t)

¿Quién será caPaz de aPreciar jus-tamente la eficacia de esta oración

Cristo renueva su pasión tigeficaz como lo hizo en la cruz. peroJesús por medio de la santa Misa quie-re al propio tiempo aplicarnos los mé-ritos del sacrificio de Ia



que sube directamente del altar al co-

razón del Padre celestiall ¡Cuántas ve-oes habrían pereoido los pueblos siNuestro Señor no hubiese orado Porellos ! ¡Cuántos millares de bienaven-turados estarían retorciéndose en lasllamas de1 fuego infernal á no haberlosprotegido Jesucristo con su omnipo-

tente intercesión !

Pues bien, pecadores, acu,lid á lasanta Nlisa á fin de haceros partícipesde los efectos de esta oración, preser-varos de todo mal y obtener por Jesu-cristo todo aquello que vosotros solos

no podríais alcanzar jamás.

Por consiguiente, et PrinciPal mo-tir.o por el cual renue\¡a Nuestro Se-

ñor su Pasión en la santa Misa es para

orar por nosotros é inclinar á su Pa-dre á la misericordia de un modo tan

craz.Recordemos que el Salvador, du_

rante su vida y principalmente en susírltimas horas de agonía adquirió untcsoro infinito de méritos, que en aquelentonces no repartió más que entre unlimitado número de fieles, pero queahora los reparte profusamente por ti-ferentes conductos y sobre todo en 1a

santa iVisa c(Lo que lué enla cruzunsacrificio de Redención, escribe un maes-tro de la. vida espiritual, es en la Misaun sacrificio de propiciación mercedal cual todos participan de los méri-tos y de la virtud del sacriflcio de lacruz.'c (1)

En otros términos; si asistimos pia-dosamente al santo sacrifi.cio, lavirtud,los méritos de la Pasión serán apro-piados á cada uno de nosotros segúnnuestras propias disposiciones.

(1) Serm. de corpore Christi. (1) S. Juan Damasceno. Paedag. Christi, It, 8,

180 Capítulo VIII

¿ Y por qué motivos Pone Jesucri-sto en poder nuestro tan precioso te-

soro! Oigomos lo que dijo á santa Ma-(Mira, te ofrezco todas las amar-

Cristo renueva su Pasión lgf

Es lo que dice Biel en estas pala-bras: (Ved cuán grande es nuestro sa-crificio que no sólo es un memorialCel sacriflcio excelente, perfecto y único



tilde:guras de mi Pasión, Para que te las

hagas tuyas y me las ofrezcas en re-torno." Por consiguiente si tú dices:tt Oh Jesús, os oftezco vuestra dolo-rosa

-Pasión tt, Jesús te responderá:!( Hijo mío, yo doblo su valor' ( Y si

prosigues: ( Oh Jesús, os ofrezco vues-iru suttgte ¿(, El te responderá : (( En

cambio yo, hijo mio, te lavo con ellados veces.t'

En suma, siemPre que ofrezcas al

Señor algún padecimiento suyo, reci-birás el valor duplicado. ¡Qué medio tan

fácit para enriquecernos con las más

prcciosas gracias!

Otro motivo de renovación de laPasión es el siguiente. No todos losfieles pudieron aéistir al sacriflcio de

la cruz; el Salvador no quiso dejarlessin tan gran beneficio Y he aquí Por-que se recogen de la Misa los mismos

frutos de la cruz.

de Ia cruz, sino es este mismo sacri-

ficio y produce los mismos frutos.Enseña el P. Molina que ¿ú Jesús hamandado que la Iglesia of.rezca siem-pre el mismo sacrificio que fué ofrecidoen la cruz, idéntico en la esencia aun-que diferente en el modo, porque auncuando no hay en aquél derramamiento

de sangre, en cuanto á la abundanciade gracias es el mismo; porque siendoidéntico a-l sacrificio de Ia cruz, tienela misma virtud que éste y es tan agra-dable al Padre Eterno como el sacri-ficio sangriento del Calvario.(

Y esto confirma la misma Iglesia

diciendo:(ú

El sacrificio de la Misa yel dc la cruz, son el mismo sacrifi-cio. ¿¿

Después de cuanto llevamos expues-to no cabe dudar de que con nuestraasistencia á la santa Misa nos hacemosagradables á Nuestro Señor y sacamos

182 Capítulo IX

tanto provecho como si hubiéremos pre-senciado su crucifixión.

;Qué inmenso benefi.cio, qué gra-cias cosecharíamos si todos los días

Cristo renueva su muerte 183

Estas son las palabras que pronun-ció Nuestro Señor algunas horas antesdel cumplimiento de las mismas. Siendoen efecto la vida y el alma los bie-



pudieremos asistir á la Pasión y reco-

ger sus frutos ! ¡ Qué honra para noso-tros si nos fuere dado estrechar entrenuestros brazos la cruz del Salvadormoribundo, confiarle nuestras penas' oirde sus labios palabras de consuelo, talcomo lo hizo la NIadre Dolorosa, eldiscípulo amadísimo y la Magdalena !

i Ah, cristianos ! Aprovechémonosdiariamente del santo saorificio del al-tar v tributemos gracias por ello á Je-sús, que es el divino celador de nucs-tras almas.

CAPÍTULO IX

Jesús renueva su muerteen la santa Misa

" Nadie tiene amor más grande que

el que da su vida por sus amigos.c( (1)

(1) Juan, \\¡, 13. (1) Juan, X, 15.

nes más preciosos de1 hombre el dar-

los por alguien es el mayor acto degenerosidad posible.

El amor de Jesucristo ha ido aúnincomparablemente más lejos ya quedió su vida, la más noble y santa quehaya existido, no tan sólo por sus ami-gos sino por sus peores y más irre-

conciliables adversarios.Y añadió: ¿' Yo doy la vida por misovejas." (1)

Nótese que no dice daré mi vida óhe dado mi vida, sino /¿ doy, Io quesignifica llue está dándola continua-mente.

Este sacrificio) este holocausto, tienelugar diariamente en la santa Misa;veamos de qué manera.

Entre los antiguos existía la cos-tumbre de represcntar la Pasión por

184 CaPítulo IX

medio de un drama. (t) En algunos lu-gares principalmente en Oberammergause conserva esta costumbre, que atraemillares de espectadores de todas las


corazón del Padre celestial. Por estemotivo renueva en cada Nlisa su dolo-rosísima muerte tal como tuvo lugar enel Calvario.



partes del mundo. Atan á un joven á

una cruz y permanece éste en ella has-ta que figura que muere después de

espantosos sufrimientos; y 1o repre-senta con tal naturalidad que no pocasveces los espectadores se deshacen enlágrimas.

Por más que hemos comparado la

santa Nlisa con un drama, allí nadiedesempeña el papel de Jesucristo mo-ribunCo pues es el mismo Señor el in'molado, el cual no quiso confiar elcumplimiento de este sacrifi.cio ni á

ángel ni á santo alguno, por conside-rarles indignos de sustituirle, ya que

no habían interesado ni conmovido el

(1) En España, y en Cataluña especialurente' se re-presenta aun en e[ teatro la I'asión del Señor, durante

1os días de Cuaresma, en particular en la Semana Santa;pero tal espectáculo va cayendo hoy en desuso, contri-buyendo á ello el haber condenado los Prelados dichasrepresentaciones por las irreverencias á qtre daban lu'

Permítasenos demostrarlo por me-dio de un ejemplo referido por Césaide Heisterbach.

Vivía en F'risia un cura llamadoAdolfo de Dieveren el cual tenía vivosdeseos de ver la sagrada humanidadde Cristo en la santa Misa, porque suespíritu estaba combatido por constan-tes dudas.

Celebrando un día los divinos mis-terios al llcgar a[ ,lgzrs Dei y pre-tender partir la Hostia contempló en-tre sus manos á un hermoso niño conla sonrisa en los labios.

Profundamente asustado en un prin-cipio, contempló después al tierno in-fante con alegría.

Mas teniendo después la curiosidadde ver lo que había en la parte opues-ta de la Hostia se encontró con Cris-to clavado en cruz, con la cabeza in-ote Ll(l h'u¿¿tkto?'.

186 Capitulo IX

clinada sobre el pecho, próximo á ex-pirar.

Fll sacerdote movido á compasiónsintióse desconcertado y lloró copiosa-

Cristo renueva su muerte 1gz

Estas apariciones sirven para hacer-nos comprender la manera cómo elSalvador representa su muerte ante elPadre, ante el Eplritu Santo y la corte



mente. La.rgo rato permaneció I'isible

el espectáculo de la muerte del Salva-dor y aquél dudó sidebíainterrumpir ócontinuar la santa Misa.

Los fieles, impresionados, llamaronla atención delcura. Alfin desaparecióla r.isión y al tomar la Hostia su formaordinaria el sacerdote concluyó la

N'lisa.Pero sucedió que queriendo los fie-les indagar el motivo de 1a larga in-terrupción y la causa de tantas lágri-grimas subió el pastor al púlpito paracomplacerles. Estaba tan conmovido,era su voz tan entrecortada por los

suspiros y sollozos, que nadie enten-día una palabra.Rctir'óse después, pasó algunos días

llorando sus pecados y meditando laPasión de Jesucristo y seguidamenteexplicó sus visiones á muchas personaspiadosas.

celestial, recordándoles por ella el

grande amor que le ha llevado al ex-tremo de entregar su vida para la sal-vación dc la humanidad.

¡Ah, si recibiésemos el mismo fa-vor de Adolfo de Dieveren ! ¡ Si nosfuere dado eontemplar en Ia santa Hos-tia á Jesús moribundo) con qué em-

peño asistiríamos á Misa ! ¡ con cuántapiedad iríamos siguiendo cada una desus partes!

Pero si no 1o vemos con los ojoscorporales, en cambio los ojos de lafe nos 1o descubren con toda certeza.Además, con objeto de fortalecer nues-

tra fe, Jesucristo dió á la santa Misaciertos datos y señales maniflestas desu muerte, como vamos á exponerloseguidamente.

Al instituir en la última Cena elSantísimo Sacramento no quiso hacerloni por una sola vez ni bajo una sola

188 Capítulo IX

especie, sino que consagró dos veces

ir bajo dos especies diversas' Lo hizode esta forma para recordarnos y re-presentarnos más vivamente su muerte


A1 morir Jesucristo á la vista delPadre le da testimonio de la mismaperfecta obediencia que al morir en lacruz. Si había sido sumiso en todo,



por más que en la especie de pan tam-

bién Ia sangre está presente y el cuer-po se halla en la especie de vino. Peroá pesar de e1lo, en virtud de la consa-gración bajo dos especies y la eflcaciade las palabras sacramentales, el cuer-po solo es apellidado bajo la especiede pan y la sangre bajo la del vino,

de manera que representan acertada-mente la separación de ambos, en locual consiste la muerte, Por más que

1o repetimos, por concomitancia, elcuerpo está también en la especie delvino y la sangre en la esPecie delpan.

Sobre este punto escribe Lanscicio:((Así oomo la muerte se verificó de re-sultas de separarse del cuerpo la san-gre y así murió Cristo en la crrtz, dela misma manera en la Misa se nosrepresenta su muerte por medio de laseparación del cuerpo y de la sangre.t'

nada le costó tanto á su naturaleza

humana como hacerse (¿ obediente Yobediente hasta la muerte y muerte de

cruz.'( (r)Tal obediencia fué tan agradable á

Dios que para recompensarla " Dios leensalzó sobre todas las cosas y le diónombre superior á todo nombre.tt(2)

Según hemos manifestado esta ab-soluta obediencia la ofrece el Salvadorá su Padre durante la Misa Y con ellalas sublimes virtudes en que se ejer-citó durante las horas de su agonía:su tierna inocencia, su profunda hu-mildad, su inalterable paciencia, su ar-

diente caridad hacia su Padre celestial,como también hacia sus propios \¡er-dugos, sus enemigos y los Pecadorestodos.

Muestra también Jesús á su Padre

(1) ii€lip. II, 8.

(2) Irclip. II, 9.

190 Capitulo IX

los acerbos dolores q.ue sufrió en lacluz, su agonía horrorosa, sus miem-bros dislocados, la lanzada, que le atra-vesó el corazón; todo lo cual 1o re-

Cristd renueva su muerte lgl

debidamente la santa l\[isa, honremosle muerte de Jesucristo y ofrezcámoslaal Dios Padre.

Según eI sabio Mansi: '6 La misa no



presenta tan vivamente como si estu-

viese aún en el Calvario. Y de la mismamanera que entonces había apaciguadoia ira de su Padre y le había reconci-liado con el mundo, así también mueveaún este cotazón paternal en favornuestro en cada Nlisa y prosigue asíla obra de nuestra salvación.

Veamos, según los doctorcs, el va-lioso provecho que nos reporta estamuerte mística.

San Gregorio dice : (úEste sacrificiolibra de la perdición eterna al almarenovando la muerte del Hijo de Dios.(¿

Consoladoras palabras para los que

á la vista de sus pecados, temen elinfierno, porque el santo papa afirmaerpresamente que la inmolación delSalvador tiene lugar místicamcnte en laMisa, y proclama su excelencia parapreservarnos de 1a muerte eterna. i Que-remos librarnos del infierno i Oigamos

es simple memorial del sacriflcio cruen-

to de la cruz, sino que, al ofrecerseen ella la misma víctima que se ofre-ció en el Calvario, el sacrificio mís-tico tiene el mismo valor que el cruen-to." (t)

El cardenal Hosio no es menosconsolador: "Aun cuando en la Misa

no inmolemos por segunda vez mate-rialmente á Jesucristo, no por esto de-jan de aplicársenos 1os méritos de sumuerte como si tur¡iese lugar en aquelmismo momento.tt Y para que se en-tienda mejor prosigue el docto carde-nal: ¿( No cabe duda de que cn cste

misterio, la muerte de Cristo y los fru-tos de su muerte se hacen nuestroscomo si Cristo realmente muriera.(( (2)

Ruperto, abad de Deulz., dice: ¿( Estanta verdad que Cristo puesto en eroz

(1) In vera Eccl., lib I cap. \'I(2) Ilc Euch. c. 41.

192 Capítulo IX

alcanzó el pcrdón de los pecados detodos los que habían esperado en suadvenimiento, dcsde los comienzos delmundo, que, debajo de las especies de


fie1 servidor Alain: " En tan alto gradoquiere mi hijo á 1os que asisten á Misaque si fuese menester, moriría nueva-mente por ellos cada vez que la



pan y vino, nos alcanza la misma gra-

cia.(((1)El padre Segneri se expresa en estaforma al tratar de la prescnte mate-riai " El sacrificio de la cruz ha sidola causa general del perdón de los pe-cados; el sacriflcio del altar es lacausa particular que adjudica á éste ó

á aquél los efectos de la preciosísimasal1gre. La Pasión y la Muerte de Cris-to han atesorado las gracias que sereparten en la Misa. La N'fuerte de Cris-to es la caja de caudales y la Misala llave para abrirla.'6 (2)

¡ Ojalá los citados textos sean sufi-cientes á animar

álos que disfrutan de

escasos méritos y á llegar al corazónde Jesús por la asistencia á la santaNiisa.

La santa Virgen dijo un día á su

(1) In Joann. c. 2.€) Homih. Crist. Discur. XII, c. 9,

oyen.('(1)

Palabras apenas creíbles, y no obs-tante en ellas se manifiesta el amor in-finito que obliga á Nuestro Señor á.

morir diariamente, no una sola vez sinomillares de veces, por los pobres pe-cadores.

Asistamos, pues, cada día á Misa

con toda la devoción posible, figurán-donos que acompañamos áJesús á mo-rir en el Gólgota: " Porque, dice laImitación, cuando celebras el santo sa-crificio ó asistes á é1, débete parecertan grande, tan nuevo, tan digno deamor? como si en aquel mismo día,

Jesucristo pendiente de la cruz, pade-ciere y muriere por la salvación de loshombres.'( (2)

(1) Part. lI. c. VII, n. 26"(2) Imit. Lib. IV, c. 2.

8096

CAPITULO X.

En la santa MisaJesueristo renueva la efusión

de su sang're.

La sangre de Cristo 195

ser purificados como en un baño, se-gún San Pablo 1o manifiesta: (Si lasangre de los machos de cabrío v delos toros y Ia ceniza de la terner"a sa-



('Moisés, después que hubo leíclotodos los mandamientos de la LeY alpueblo, tomando de la sangre de losnovillos y de los machos de cabrío,mezclada con agua, lana teñida de car-mesí y de g'rana, y el hisopo, roció almismo libro de la Le!, f también á

todo el pueblo, diciendo: Esta es lasangre que seruirá de sello del testa-mento que Dios os ha ordenado ó he-cho en Jauor vuestro. Y asimismo ro-ció con sangre el tabernáculo y todoslos vasos del ministerio. Y según laLey oasi todas las cosas se purifican

con sangre, y ,, sin derramamientode

sangre no se hace la remisión." (1)

Esta efusión de la sangre de lasvíctimas era una imagen de la sangrede Nuestro Señor, en la cual debíamos

crificada esparcida sobre los inmundos

los santiflca en orden á la purificaciónlegal de la carne, cuánto más la san-gre de Qr:isto, el cual por impulso deel Espíritu Santo se ofrece á ií mismoinmaculado á Dios, limpiará nuestrasconciencias de las obras muertas de lospeca"los para que tributemos un yerda-

dero calto al Dios vir.'o,(( (1)Alguien exciamará desconsolad.o:Jesucristo derramó la sangre en suPasión, rociando con ella á los fielesque entonces vivían; pero nosotros,que aun no habíamos nacido, nos ve-mos privados de esta inmensa gracia.

Consolaos, cristianos. La sangre delSalr'ador ha sido derramada por noso-tros, 1o mismo que por los fieles deaquel tiempo.

San Pablo lo dice explícitamente:

(1) Hebr. I)(, 19-22. (1) Hebr. IX, 13-14.

196 Capítulo X

Cristo nos ha rescatado á todos, hamuerto por todos, por los justos de suépoca, por vosotros, por mí, por losque vendrán después de nosotros. Ade-

La sangre de Cristo tg|

pasaje de la manera siguiente: (¿ En la)Iisa, tiene invisiblemente abiertas lasheridas de las manos, atravesados lospies, abierto el costado y brota á rau-



más, Jesucristo ha dado con el medio

de derramar su sangre diariamente yde rociar y purificar con ella nuestrasalmas.

Este medio es la santa Misa.Veámoslo por medio de las siguien-

tes palabras debidas á San Agustín:'r Derrámase en la Misa la sangre de

Cristo por los pecadores." (1)Son tan claras estas expresiones,tan terminantes, que no necesitan nin-gún comentario.

San Juan Crisóstomo afirma por suparte que '( El cordero de Dios es in-molado en benef,cio nuestro; su san-

gre fluye místicamente del altarpara

puriflcarnos: brota la sangre del cos-tato herido del Salvador y recógeseen el cá1i2.'( (2)

El Padre Kisseli interpreta este

(1) Serm. 21-(2) De Euchar.

dales su sangre. Nos aplicamos sus

méritos infinitos mediante la contricióny ardientes deseos, la comunión, y ladevota asistencia á la Misa, porque, enésta, á las palabras de la consagración,el sacerdote saca del oostado de Cristola sangre de Cristo para que fluya en re-misión de los pecados y para nuestra

puriflcación y santificación.(( (1)Y por ríltimo he aquí otro testi-

monio que podremos citar entre losinnumerables: ¿( La sangre que ha bro-tado del costado del Señor se halla enet caliz destinada á perdonar los pe-cados, según indican las palabras de

la consagración:¿¿Este

es el cáliz demi sangre derramada por vosotros ypor muohos en remisión de los peca-dos.t'

Quiso Jesús que al sacerdote repi-

(1) Alv. 2, conc. 36,

198 CaPítulo X

tiera estas palabras que trl pronuncióprimero en e1 momento en que consa-

gró, no para simplemente recordar laspalabras que Cristo dijo en la consa-

La sangre de Cristo t99

¡Qué sublime misterio ! El dulceJesús, después de haber derramadohasta la última gota de su sangre, quiereproseguir derrámandola diariamente y



gración del cáliz *- en cuyo caso no

óonsagraría - sino para obrar la con-versión del vino en la preciosa san-

gre.No dice sólo el sacerdote: (( Este

es el cáliz de mi sangre(¿ sino añade

¿( clerramada por vosotros y por mu-

chos en remisión de los pecados.(( Re'

sulta que veriflcándose infaliblementelas primeras palabras, se verifican tam-bién las segundas; luego hay derrama-miento de sangre, Por vosotros Y Pormuchos, como si dijerar por vosotrosque estáis presentes, por los ausentes,

por los que hacen celebrar, Por los-que

asistirían, si pudiesen, por los im-pedidos, los Presos, los ocuPados en

negocios importantes que no pueden

dejar, por todos estos y semejantes á

condición de que se unan en espíritual sacriflcio y moralmente participende é1.

en todas las horas, con

elfin de que

nosotros estemos limpios y lavados detodo pecado y tengamos asegurada lasalvación eterna.

¡Qué incomparable beneficio es lasanta Misa para los que la oyen devo-tamente !

He aquí 1o que dice San Ambrosio

sobre el particular: "Seha derramadola sangre de Cristo para la remisiónde los pecados.((

Muchos hechos milagrosos apoyaneste artículo de fe. Veamos 1o que lepasó á San Pedro de Savaynellas de laorden de San Jerónimo.

Este religioso estaba desde hacíalargo tiempo atormentado por esta duda:

¿ en la santa Hostia está también la pre-ciosa sangre de Cristo ! Al llegar undía á estas palabras que preceden á laelevación: ( Supplices te rogamus ¿¿ co-mo él se inclinara profundamente se

200 CaPítulo X

vió de repente rodeado de una nubeque le ocultaba la santa Hostia Y elcáliz, lo cual le confundió, no sabiendo1o que aquello significaba.

La sangie de Cristo zOL

especie, por más que en virtud de laspalabras de la consagración el cuerpoesté principalmente en la Hostia y lasangre en el vino especialmente.



Un momento después una mano di-vina elevaba las especies, y entoncessu turbación fué extremada ya que lepareció haber sido juzgado indigno de

celebrar la santa Misa. Se anonadó en-tonces en profundos actos de arrepen-timiento y suplicó al Señor viniera en

su auxilio.

Sus quejas y súplicas fueron escu-chadas al fin y vió de nuevo el cálizy la Hostia. Sus lágrimas de dolor se

convirtieron en llanto de alegría y mi-rando piadosamente la santa Hostia vióque destilaba gotas de sangre, con loque comprendió al momento el signi-

flcado de aquel misterio; desvanecié-ronse sus dudas y abrigó desde enton-ces una fe inquebrantable en la pre-sencia de la preciosa sangre en el San-tísimo Sacramento.

Así, pues, la santa humanidad delSeñor se encuentra toda entera en cada

Reflexionemos ahora sobre la in-mensidad de la gracia que se nos con-cede cuando tenemos ante nosotros yenel altarlapreciosa sangre de NuestróSeñor Jesucristo.

Nada hay más augusto que esta san-gre divina. [Ina sola gota excede envalor á todos los tesoros del cielo y

de la tierra. Pero hay más; esta san-gre adorable no solamente la tenemosante nosotros sino que nos pertenececomo dón que hemos recibido.

$ 1. En qué eonsiste la efusión dela preeiosa sangre en la Misa.

La sangre de Jesucristo se derramaen realidad en la santa Misa, en bene-ficio de los fieles que asisten á ella yde las almas del purgatorio.

Vayamos á demostrarlo.En el antiguo Testamento tenemos

una imagen dc este misterio contado

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202 CaPitulo X

por San Pablo: ( Nfoisés..' tomando de

la sangre de los novillos y de los ma-chos de cabrío... roció á todo el pue-

blo, diciendo: Esta es 1a sangre delha ordenado


cho licor, por consiguiente ya que nues-tras almas son purificadas en la Misacon la sangre de Cristo, esta mismasangre ha de ser deriamada sobre



Testamento que Dios osó hecho en fauor nttestro.4 (1)

Jesucristo en la Cena Pronunciócasi idénticas palabras sobre el cáliz:(6Esta es mi sangrer la sangre de lanueYa alianza.u

Porque, dice San Pablo: (( Fué ne-

cesario que las figuras de las cosas ce-

lestiates (esto es el tabernácrtlo y susutensilios), se purificasen con tales ri-tos; pero las mismas cosas celestiales1o deben ser con víctimas mejores que

estas, y así ha sucedido.( (2)

Con 1o que quiere signiflcar el após-

tol: la Sinagoga, que. era imagen de

la Iglesia, fué purificada con la sangrede los animales, más la Iglesia se pu-

rifica oon la sangre del Cordero de

Dios. l{ada puede ser purificado con

sangre y agua sin ser rociado con di-

ellas.

San Juan Crisóstomo dice: (( Cuandoves al Señor inmolado yacer en el al-tar) al sacerdote inclinado hacia lavíctima en ademán de orar, teñidos losoferentes de la preciosa sangre, te pa-rece que estás en la tierra ó entrehombres! ¿No te parece más bien estaren el cielo, libre de las concupiscenciasde la carne, contemplando las celestia-les maravillas ?(

Interpretemos 1o dicho por el doc-tor en el sentido de que la sangre deCristo no solamente se vierte sino quese derrama por nosotros.

Ilarchant afirma : ¿'La preciosa san-gle derrámase en sacrificio en la Misay los que asisten son rociados de ellacspiritualmenteí, y más claramente seexpresa aun San Juan cuando exclama:((Jesucristo nos amó y lavó nuestros

1) Hebreos, IX. 19-20.(2) Hebreos, IX. 23.

204 Capitulo X

pecados con su sangre.(( (1) Esto mis-mo enseña San Pablo: (r Os habéis acer-cado... á Jesús mediador de la nuevaalíanza y á su aspersión de aquella su

que habla mejor que la de


su sangre, mas este precioso manan_tial no tiñó más que las manos de losverdugos, las piedras y el suelo. En laMisa corre también esta sangre, perocae



sangreAbel.(( (2)

¿trn qué ooasión nos aceroamos á

Jesús nuestro mediador? En la santaComunión nos acercamos tanto á Elque le recibimos en nuestros corazonestpero entonces vamos en su busca más

bien como á alimento espiritual que es'

que no como á mediador, mientras queen la santa Misa nos acercamos á Elcomo á intercesor ó mediador nuestrotporque Jesucristo desempeña las fun'óiones de gran sacerdote y ora oficial-ntenle por el Pueblo.

A1 ir en busca de nuestro media-

dor nos acercamos también á Ia satt-gre. de aspersión, de que habla San

Pablo, que inunda espiritualmente nues-

tras almas.En su Pasión el Salvador derramó

(1) Apoc. I, 3.(2) Hebreos, x'lI, 22-24.

sobre las almas de los fieles.

Moisés rociaba á su pueblo con san-gre de animales; el sacerdote lo rocíacon sangre bendita y el Salvador consu sangre de un precio inflnito.

Este roclo espiritual es incompara-blemente más efr.caz que la aspersiónmaterial. Los verdugos y deicidas que

rodeaban á Jesucristo tiñeron sus pro-pios cuerpos con la sangre preciosa yno se oonvirtieron; antes al contrario,se pervirtieron más. Si Cristo hubieserociado sus almas se habrían indudable-mente convertido y purificado.

De idéntico modo de nada nos ser-

viría ser rociados materialmente en lasanta Misa con la sangre divina, pues-to que la aspersión espiritual de estasangre adorable puriflca, santifica y em-bellece nuestras almas.

Santa María Magdalena de Pazzidice: ¿ú El alma que recibe la sangre

2oG Capítulo X

divina quédase hermosa como si sevistiese de traje precioso y recamadode oro. Es esta sangre tan deslumbra-dora, tan resplandeciente, que si lo-grases verla, no podrias menos de caer


espíritu infernal dudó de la eficacia delas mismas.

- Nada veo ni oigo - murmuró

- y por lo tanto no acepto tal cam-bio; no es cierto que Jesús esté aquí



de hinojos y adorarla." (1)

¡Bienaventurada la criatura que estáadornada con tal magnificencia ! ¡Bie-nar-enturado el ojo digno de contem-plarla !

¡Ah, lector carísimo ! Asiste á lasanta \{isa para que 1a sangre de nues-

tro Redentor adorne á tu alma con estavestidura de gracia y te haga digno deser introducido en la sala del festín,para regocijarte eternamente con losángeles v santos.

Iln la vida de1 papa Urbano IV selee ei siguiente sucedido referido por

Platina.En 1263 un sacerdote de Bolsenadespués de haber pronunciado las pa-labras de la consagración sobre laHostia, cediendo á una tentación del

presente; esta Hostia no es más queun trozo de pan.De la duda cayó en una abomina-

ble herejía, pero no por ello dejó deproseguir el santo sacrificio proce-diendo á la elevación del cuerpo delSeñor. En este preciso instante vió

como de la Hostia se desprendían go-tas de sangre tal como cae de las nu-bes una ligera lluvia.

El estupor del sacerdote ante ta-maño espectáculo no es para decir.Sosteniendo el cuerpo de Cristo conlas manos contempló largo tiempo estamisteriosa lluvia, mientras

elpueblo,

que contemplaba el mismo milagro, de-cía entusiasmado :

- ¡ Oh preciosa sangre, oh sangredivina ! ¿ Cuál es la causa de tu efu-sión !

Y otros clamaban:

iIt

Ii..

+1tt

(1) In nronitis vitae suae annexis, cap. IV, n.14.

208 Capitulo X

- ¡ Oh sangre de Cristo, cae sobre

nuestras almas y purifícanos de nues-

tras culpas ! ¡ Oh sangre bendita, atraesobre nosotros la divina misericordia !

Y los fieles todos se deshacían en


cuya vista eI pueblo se arrodilló dán-dose golpes de pecho é implorando lasgracias y misericordias del cielo.

Este hecho atrajo á Bolsena grannúmero de peregrinos y llegó á oídos

iJ¡!

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1ágrimas.La confusa gritería y los dolorosos

lamentos hicieron volver en sí al sa-cerdote quien bajó la Hostia, hallán-dose entonces con el corporal hume-decido de san€ire, sin encontrar más

que un pequeño sitio donde depositarla.

Cayó la venda de sus ojos, reconociósu falta, se arrepintió de todas verasy continuó la santa }Iisa con tal efu-slón ae lágrimas que le era Precisointerrumpirse á cada Paso.

Después de comulgar Plegó el cor-poral 1o mejor que Pudo Y determinó

guardar el sqcreto sobre elmilagro;

pero una vez concluida la Nlisa fuéacosado á preguntas por los fieles que

querían asegurarse de la certeza deloque habían visto y el sacerdote se vióobligado á enseñar el corporal impreg-nado ann con la sangre de Jesús, á

de Urbano IV quien mandó que se pre-sentase el sacerdote con el corporal á

Orvieto, donde entonces se encontrabael Papa.

Acudió e1 sacerdote y temblorosose echó á los pies del Sumo Pontífice,contándole sus dudas pasadas y el mi-

lagro. El Papa y los cardenales se arro-dillaron, adoraron la sangrc preciosay besaron con señalada emoción el sa-grado lienzo.

Urbano IY hizo construir despuésuna magnífica iglesia en Bolsena enhonor de la preciosa sangre y ordenócomo recuerdo del milagro, una pro-cesión que debía celebrarse en cadaaniversario de día tan memorable.

El corporal milagroso puede verseaun hoy en la catedral de Orvieto.Esta fué una de las principales causaspor las que aquel gran Papa confi.rmó

2L0 Capítulcr X

la institución de la fiesta del SantísimoSacramento. (1)

Lo que siglos atrás tuvo lugar enBolsena se cumple cada día en todaslas iglesias donde se celebra el santo

La sangre de Cristo 21L

gracia á los enemigos de Cristo y siel pecador permaneciese de tal maneraendurecido que persistiera en el mal,pide misericordia por é1 y detiene elbrazo de la justicia divina.

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sacriflcio. Cuando el sacerdote elevalaHostia y el cáliz, corre de una ú otraforma la sangre preciosa tal como caela lluvia de las nubes y no se derramani sobre la tierra ni sobre las cabezasde los hombres sino en los corazonesy en las almas.

Purifícansecon ella los sincerosfieles, los vuelve fecundos en buenas

obras, los auxilia en sus fragilidades ycausa beneficios proporcionados á lasdisposiciones de cada uno. Se esfuerzaen hacer buenos á los malos, mueve álos indiferentes y convierte á los obs-tinados; ofrece el perdón y llena de

(1) Esta fiesta fué instituida en 1246 en la diócesisde Lieja á consecuencia de una visión de la venerableJuliana de trIont.Cornillon. Más tarde Urbano IV la bizoextensiva á toda la Iglesia y la fijó en el primer juevesdespués de ia Octava de Pcntecostés; confiando á SantoTomás de -\quino la redacción de un oficio propio, elmismo que hoy conocemos.

Reconozcamos, pues, por medio delos efectos de la adorable Sangre cuánútil nos es á todos, á los justos y álos pecadores, asistir con asiduidad ála santa Misa: porque con una sola vez" la sangre de Cristo nos purifica detodo pecado" (') y en ella los malos se

preparan para su justificación.Si nos hubiera sido posible asistirá la crucifixión y vernos teñidos conla sangre que corría por la cruz, t nonos hubiéramos creído favorecidos deun modo infinito ? Pues si oímos lasanta l\{isa con las mismas disposicio-nes con que hubiéramos subido al Cal-vario, el derramamiento místico de lasangre de Nuestro Señor nos será dela misma suerte beneficioso como sihubiéramos presenciado la crLlcifixióny__mu9_rte de Cristo.

(1) Juan) I, 7.

2t2 Capítulo X

$ 2. Cómo la preeiosa sangre clama al cielopoP nosotros.

Una de las principales graoias quereciben los que asisten á la santa Misaes el


Si se 1o hiciereis, clamarán á mí, yyo escucharé sus clamores y encen-derse ha mi enojo.('(')

Y Santiago, refiriéndose á otro pe-cado de este genéro exclama: " He aquí

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ruego de

la sangre divina parareportarnos la misericordia del cielo.¡ Cuán provecüosa es para los pe-

cadores esta voz ! ¡ Qué poder tiénepara apaciguar la oólera divina!

La Sagrada Escritura dice que loscrímenes de los hombres claman ven-ganza al cielo. (La voz de la sangre

de tu hermano está clamando á mídesde la tierrac((l) dijo Dios á Caín.

.Y en otra ocasión: (( El clamor deSodoma y de Gomorrha se aumentamás y más, y la gravedad de su pe-cado ha subido hasta lo sunlo. euieroir y ver si sus obras igualan al clamor

que ha llegado á mis oidos.,,(2)El Espíritu Santo dice á los opre-sores de viudas y de huérfanos: ,( Noharéis daño á la viuda ni al huérfano.

que clama al cielo contra nosotros eljornal que no pagasteis á los trabaja-dores que segaron vuestras mieses; yel olamor de 1os segadores ha pene-trado los oídos del Señor de los ejér-citos." (2)

Finalmente, el Señor, por boca de

Isaías, llama al pecado en general, unclamor: '( La viña del Señor de losejércitos es la casa de Israel, los hom-bres de Judá son su plantel delicioso;y me prometí de ellos precio ó accio-nes justas, y no veo más que iniqui-dades: y esperé la justicia y no oigo

sinoclamores de los oprimidos.t'(u)

¿ Quién desarmará la cólera del A1-

tísimo ! ¿ Quién apaciguará su terribley justa venganza! ¿Quién, sino la pre-

(1) Exodo. XXII, 23-?3.(2) Jacob. V, 4.

(3) Isai, V, ?.

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(1) Gen. I\:, 10.(2) Gen. X\:IU, 20-21.

2t4 Capítulo X

ciosa Sangre de Nuestro Señor Jesu-cristo !

El clamor de nuestros crímenes seeleva hasta las alturas del cielo, peromás alto llega aún la voz suplicante

La sangre de Cristo 21.5

es tal su poder que obliga á Dios áapiadarse de nosotros.

Véase el significado de este pasajede San Pablo: " Os habéis acercado á

Jesrls mediador de la nueva alianza



l-

¡

;

de la sangre de Jesús, la que, infinitay. omnipotente, no sólo hiende los aires,sino que llega al cielo y penetra hastael corazón del Padre celestial. Ante lasuavidad y dalzara de esta \¡oz se de-sarma eI brazo del Altísimo levantadoamenazador por la multitud de nues-

trospecados.

¿ Córno, preguntará alguien, la pre-ciosa sangre clama al cielo cuandonada se oye desde la tierra! y noso-tros preguntamos á lavez: ¿Cómo cla_maba la sangre de Abel ya que éstehabía muerto ! Y no obstante Dios ase-gura á Caín haber oído el grito deaquella sangre, no un grito material,sino espiritual que tan potente fué quellegó al corazón del padre y armó subrazo justiciero contra el aiesino.

De la misma suerte la voz de lasangre preciosísima es espiritual; pero

y á la aspersión de aquella su sangreque habla mejor que la de Abel.( (1)

Así, pues, cuando nos acercamos ánuestro mediador Jesús para ser ro-ciados con su sangre: ésta clama'á Dios,puesto que el apóstol dice que cl de'rramamiento de la sangre es la que ha-

bla ó clama.Mientras la sangre de Jesús Perma'necía en su cuerpo no se dejaba oir;pero una vez derramada en su dolo-rosa Pasión elévase su voz omniPo-tente para implorar el perdón dei hu-mano linaje.

Heaquí como esa misma voz se

dirige en la lfisa con acentos irresis-tibles al Padre celestial:

- Ved, Dios mío, en qué humilla-ción y dolor y con cuánta abundancia

(l) Hebreos, XÍl, 22-24,

216 Capitulo X

he derramado mi sangre, yo que soyvuestro único Hijo. Considerad cuánignominiosa y cruelmente he sido in-sultado, despreciado y escarnecido, ycómo he sido maldecido y pisoteadó.


puesto, según dice la Iglesia: (( Oh, Dios,de quien es propio el perdonar y com-padecerse de todos...r(

Y San Pedro añade: (( El Señor....espera con mucha paciencia por amor



Todo esto 1o he soportado con la ma-yor paciencia y con el fin de purificará los pecadores y abrirles las puertasdel cielo. Pero vos, oh juez severo,vais á condenarlos y precipitarlos ,en

lo profundo del infierno, ¿ quién me in-demnizará suplicios y oprobios tantoslNo serán,

no, los condenados, quienesme maldecirán con rabia diabólica enyez de alabarme y ensalzarme. ¡OhDios de las misericbrdias, escuchaá mioración y por mi amor conceded á lospecadores la gracia de la conversión yá los justos la de la perseverancia yamor hacia vos !

¿ Cómo podría Dios permanecersordo á tales súplicas, É1, que áIavozde,la sangre de Abel maldijo al puntoá Caín ! La sangre de Abel clamabajusticia, la de Jesuoristo clama miseri-cordia, á lo que Dios está más dis-

de vosotros, no queriendo que nadiepeÍezaa,, sino que todos se conviertaná penitencia.u (t)

La preciosa sangre abogó por no-sotros tanto en la circuncisión comoen el huerto de los Olivos, en la fla-gelación, la coronación de espinas y la

crucifixión de Nuestro Señor y obtuvola reeonciliación del mundo con Dios. (r)En la santa Misa esta divina san-

gre no ruega con una sola voz sinocon otras tantas voces como gotas sederraman. Ruega de un modo efr.caz,con toda su virtud divina y humana y

ruegan con ella las innumerables heri-das de Cristo, su corazón, con todossus latidos, su boca sagrada, con to-dos los suspiros que por ella han sa-lido.

(1) II Petr. III. 9.(2) lI Corinth. V. 12.

218 Capítulo X

¿Es posible que una oración ema-nada de la sangre, del corazón, de laboca, de las llagas y del alma de Je-sús, no traspasara el corazón del pa-dre ?

La sangre de Cristo 2t9

Estas imágenes eran tan naturales y deun arte tan acabado que ningún pintorhubiera sido capaz de reproducirlas.

A la 'r,ista de este prodigio temblóel sacerdote, pues temía la cólera de



Por más que se olvidara Dios de sumisericordia y no pensara más que ensu justicia, este clamor desgarrador dela sangre de Jesucristo le volviera be-nigno y clemente.

trl milagro de Walldürn está rela-cionado con el asunto que tratamos.

En esta pequeña ciudad, situada enel Odenwald, perteneoiente al antiguoarzobispado de Maguncia, sucedió enel año 1330 que celebrando Nfisa elcura Otto tuvo la mala suerte de quele cayese elcáliz derramándose lapre-ciosa sangre sobre el corporal. Actoseguido apareció en

laparte

centraldel lienzo la imagen de Jesucristo clar,ado en Ia craz y en torno del cruci-fljo la cabeza del Salvador reproducidaonce l¡eces, coronada de espinas y en_sangrentada, tal como había quedadoimpresa en e1 lienzo de la Yerrinica,

Dios y la del obispo y después de ha-ber dado fin al santo sacrificio ocultóel corporal ensangrentado debajo deuna piedra del altar.

Transcurrieron muchos años sin queel culpable saccrdote revelara á nadieesta manifestación de la presencia real

de la sangre de Cristo, pero no reco-bró tampoco la tranquilidad de su co-razón.

No pudiendo apartar de su con-ciencia semejante recuerdo cayó enfer-mo y combatido por cruelísimos tor-mentos así físicos como morales, llamóá la muerte en su ayuda. Acercóseleésta, pero sin llevárselo, de manera queno podía ni vivir ni morir; entoncescomprendió que semejante estado ex-cepcional era un castigo del cielo porhaber ocultado el r'alioso corporal.

Atormentado atrozmente Otto hizo

2zo Capftulo X

llamar á un cura vecino y le confió elsecreto, con autorización de hacerlopúblico y murió.

Acto seguido se procedió á una in-vestigación,'se levantó la piedra y, se

La sangre de Cristo

bién un incienso de agradable olor. Enel Antiguo Testamento Dios recibía conagrado el olor y el perfume de los ho-locaustos; iqué no llegará á eonseguirel perfume penetrante de la sangre di-



halló el corporal tal como 1o habíadescrito Otto.Realizáronse muchos milagros en

dicho lugar y Urbano V concedió unaindulgencia á los que acudiesen en pe-regrinación á Walldürn en honor á lapreciosa sangre.

¿Porqué la sangre derramada tomóen aquella circunstancia la forma delcrucifljo rodeado de once cabezas?Creemos, entre otros motivos, que fuépara representar que esta sangre esmediadora acerca de la divina miseri-cordia; según nuestro parecer se ne-cesita de la boca para hablar y llamar,las onces cabezas ó bocas signiflcabanindudablemente, las once gotas de san-gre que debieron de ser derramadas enel corporal.

Si la preciosa sangre sube al cielocomo una plegaria omnipotente, es tam_

vina de Jesucristo derramada en el al-tar y ofrecida en la santa Misa !En la ofrenda del cáliz dice el sa-

cerdote: ¿(Ofrecémoste, Señor, eI cálizde salvación, suplicando á vuestra cle-mencia que le hagáis subir á la pre-sencia de vuestra divina Majestad como

oloroso perfume para nuestra salvacióny la de todo el mundo.(¿ (1)Y San Pablo exclama: (¿ Cristo nos

amó y se ofreció á sí mismo á Diosen oblación y hostia de olor suaví-simo.( (2)

Cuando esta preciosa víctima fuéinmolada en la ctuz Jr su sangre cortíapor el suelo desprendióse un perfumecuya suavidad purificó la atmósfera delas infecciones emanadas de los sacri-ficios abominables de los idólatras é

(1) Nfisal.(2) Efés, V, 2.

222 Capítulo XI

infamias del mundo, y pudo más enDios la muerte de su Hijo que 10 quele habían irritado todas las iniquidadesdel humano linaje.

De igual manera hoy, cuando se

La Misa es holocausto

miento, eI sacrificio pací1frco, ya euca-rístico, ya impetrczorio para implorarsu socorro, y el sacrificio expíatorioen el que se honraba á Dios como Juezy se ofrecía por la remisión del pe-



inmola por nosotros el inmaculado Cor-dero y se derrama la sangre divina enel cáliz, sube hasta Dios un perfumede incomparable dulzura tal como seeleva el aroma de una flor desde sucáliz.

iOh perfume embriagador de la san-

gre de Cristo,que

embalsamas al cielo,conmueves al Padre Eterno y fortale-ces á los ángeles 1' santos !

CAPÍTULO XI

La santa Misa es el holoeausto

por exeeleneiaEn la antigua ley había cuatro es-

pecies de sacrifi.cio: el lrclocausto ósacriflcio latréutico por el cual se re-conocía la suprema autoridad de Dios;el sacrificio de alabanla y reconoci-

cado y por la expiación de la culpa.Cada uno de ellos tenía su rito par-

ticular.Desde la creación del mundo hasta

la venida del Mesías se ofrecían al Se-ñor innumerables holocaustos y la Sa-grada Escritura asegura que los reci-

bía con agrado.La ley de Moisés ordenaba á losjudíos el sacrificio perpettto, ó sacri-ficio de la tnaítana y de la tarde, queconsistía en la inmolación de un cor-dero. El día del sábado el número eradoble. En cada novilunio inmolaban

sietecorderos, dos terneras

yun ma-

cho cabrío. Este mismo número debíaser ofr.ecido durante los siete días quesiguen á la Pascua y toda la octavade Pentecostés.

En la fiesta de los Tabernáculosaumentaba el número de víctimas, siendo

224 Capítulo XI

éstas catorce corderos, trece terneras,dos carneros y un macho cabrío quesc inmolaban diariamente durante todala octava.

Además de estas ofrendas obligato-

La Xlisa es holocausto 225

Supongamos que un solo hombrehubiese inmolado todas las víctimassacrificadas desde el principio del mundohasta Jesucristo y no podremos menosde comprender y afirmar que induda-



rias cada uno presentaba, según supiedad ó sus medios, bueyes, terneras,ovejas, carneros, corderos, palomas,-,'ino, incienso, pan, sal, aceite, etc.

Anotamos todo eso para que se veacuán costosos les eran los sacrificiosirnpucstos á los patriarcas y sacerdo-

tes judíos, á pesar de lo cual rendíaná Dios menos honores y merecían me-nos recompensas, según hace notar SanPablo en su carta á los Hebreos. Sinembargo el Señor los aceptaba conagrado porque eran el símbolo del sa-crificio cruento de Jesucristo. Si loscomparamos con nuestro holocausto,

tan poco costoso y fácil de ofrecerveremos no obstante que éste es el sa-cliflcio más agradable á Dios, el másapreciado por el cielo, el más útil almundo y el más consolador para lasalmas del purgatorio.

blemente hubiera rendido un homena-jegrandioso á Dios; pero, ¿qué sería esteculto en comparación con el que ren-dimos á la divina Majestad en una solaX{isa !

He aquí como expone Santo Tomásde Aquino la esencia y objeto de nues-

tro holocausto:(

Atestiguamos con elsacrificio que Dios es el autor de to-das las criaturas, que es fln último ybienaventuranza, Señor absoluto de todoá quien ofrecemos en testimonio denuestra sumision y adoración un sacri-flcio visible que representa la ofrendainvisible por

la cual el alma se entregaplenamente á Dios, principio y fin deella." (1)

Sólo á Dios pueden ofrecerse holo-caustos, en lo cuai es sumamente ce-

(l) 2.a 2.e, quest. 85, ar. 1.

8096

226 CapÍtulo XI

loso: ¿( Yo soy el Señor, Jehou\ éstees mi nombre: la gloria mla no la ce-deré á otro, ni el honor mío á los va-nos simulacros de los ídolos-4 (r)

Esta prohibición del Señor de ofre-

La Misa es holocausto 227

San Pedro, oh San Pablo, os ofrezcoeste sacrificio; sino dando gracias áDios de que les haya concedido la vic-toria, implora el auxilio de ellos paraque se dignen interceder por nosotros



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cer holocaustos á otros que no seaEl, nos dice con toda claridad que elsanto sacriflcio de la Misa no Puedeofrecerse á otra criatura, ni á la Vir-gen, ni á los santos, ni á los ángeles.Se nos permite alabar á los santos,

honrarlos, invocarlos, quemar incienso

en su honor, encenderles cirios, en unapalabra, rendirles culto tanto internocomo externo, pero jamás ofrecerlesla santa Misa.

Tal es la doctrina del Concilio de

Trento que dice: " Aun cuando la Igle'sia acostumbra celebrar misa, en ho-nor y memoria de los santos, no Pre-tend.e con esto enseñar que á ellos se

les puede ofrecer sacrificios sino sóloá Dios que les ha dado la corona. Poresto nunca dice el sacerdote : tt Oh

en el cielo, cuando nosotros celebra-mos su memoria en la tierra.(( (1)Estudiemos ahora la naturaleza mis-

ma del holocausto para comprendermejor su excelencia.

En el holocausto judío la r'íctimaera enteramente consumida por el fuego.

En otros sacrificios no se quemaba másque una parte y el resto quedaba paralos sacerdotes ó para aquellos que loshabían ofrecido.

En ei holocausto todo era consu-mido por las llamas para reconocerque todo pertenece al Señor y tododebe serle consagraCo. Dios podría aún

y con toda justicia, exigir que el hom-bre sacrificara su vid;r, como habíamandado á Abraham que sacrificase áIsaac, por más que se dió por satis-

(r) lsaías. XLI[,8. (1) Conc. Trid., ses. XXII, c. 3.

Capítulo XI

fecho con la pronta obediencia de estepatriarca, y como ordenó á Moisés:'( Conságrame todo primogénito... tantode hombres como de animales: porquemíos son todosi', (t) por más que per-

La n{isa es holocausto

su muerte en cada Misa, síguese que elDios Padre recibe más honor y gloriadel santo sacrificio que si fuese in-molado en holocausto todo el humanolinaje.



rnitía á las madres el rescatarlos el díade la presentación en el templo. Jesús,el Hijo de N{aría, se sujetó también áesta ley. Su bendita madre lo ilevó altemplo y lo rescató con dos palomas,que era el precio de los pobres; peroá pesar de ello tenía que sacrificarle de

nuevo y r-erle inmolado en holocaustoen bien del género hnmano; porque:(( Si uno murió por todos, luego es con-siguiente que todos murieron... y Cristomurió por todos.( (2)

Así, pues, siendo la vida de Jesúrsmás noble que la de todos los hombresjuntos, su muerte fué también más me-

ritoria y preciosa á los ojos de Diosque lo podría haber-sido la de todoslos hombres.

Y puesto que Jesucristo renüeva

(1) Exod. XIII, 1.(2) II. Corinth. V, 14-15.

Marchant dice: ¿r¿Qué es esta Misasino una embajada que se envía á laSantísima Trinidad para poner en susmanos una ofrenda de inestimable valor,por la cual reconocemos su soberaníay le certificamos nuestra sumisión in-condicional y absoluta i(( (1)

Este presente cotidiano es Jesu-cristo, el mismo Hijo de Dios, quienconoce la infinita majestad de Dios yel honor que le es debido; y El solopuede en efecto tributar este honor, ylo rinde dignamente, aniquilándose éinmolándose en el altar.

La adorable víctima se entrega ánosotros toda entera y podemos ofre-cerla como un bien propio nuestro alDios tres veces santo y nosotros, mi-serables pecadores, le rendimos de esta

(1) Candcl. myst. lib. IV, sac. 19.

230 Capítulo XII

suerte el culto y honor que se le de-ben. Si nos hubiese faltado el divinoQordero y la Misa, habríamos perma-necido siendo los eternos deudores deDios.

Sacrificio de alabanza 23].,

le amen con todo su afecto tiemblanante su sublime majestad y postradosle adoran con elmás profundó respeto,le alaban, ensalzan y bendicen ,oi in-finitas perfecciones, sin llegar á sa_



¡Cristianos! ¿Será posible que nosintamos vivos deseos de ofrecer to-das las mañanas á nuestro Señor y Pa-dre el rnás precioso de los dones? ¿Quéexcusa tendríamos de semejante des-cuido en el día del juicio!

CAPITULO XII.

La santa Misaes el más sublime sacrifieio

de alabanza.

Dios es inefable; ninguna criaturaes capaz de comprender su esencia, su

santidad, su gloria y su riqueza. Es 1a

justicia más severa, la misericordia másdulce, Ie belleza más marat'illosa, y enuna palabra, es la totalidad de la per-fección en la unidad absoluta.

Por más que los ángeles y santos

ciarse jamás. Y Dios quiere iecibir deellos esta alabanza, puesto que le esdebida.

_ A1 principio, antes de la creación,Dios en tres Personas se alababa á simismo. El Padre alababa la insondabiesabiduría del Hijo, el Hijo alababa la

dulcísima bondad del Espíritu Santo, yéste tributaba alabanzas á la omnlpo-tencia del Padre.

Jesucristo decía á Santa NIatilde:( Si quieres alabarme, alábame y glo-rifícame tomando parte en la soúeránaesplendidez con que, desde toda la eter_

nidld me han gloriflcado el padre, yel Espíritu Santo, únete á rní, que,'enmi infinita sabiduría glorifico af padrev al Espíritu Santo; únete al EspírituSanto quien con su inalterable bondadensalza al Padre y á mí.(

Con el deseo de ser alabado el tjios

232 capítu1o xII

Todopoderoso ha criado el cielo y latierra, los ángeles y los hombres, losseres animados y los inanimados: " To-das las cosas las ha hecho el Señorpara gloria de sí mismo"'(t)

Sacrificio de alabanza 233

dicen todos al Señor, conforme á suespecie propia y los medios de que dis-ponen, contribuyendo así á su nayorgioria.

Si toda clase de criaturas deben



Los ángeles le han alabado desdelos primeros instantes que fueron oria-dos y 1o alabaron, 1o alaban Y io ala-barán hasta la consumación de los si-glos; y á éstos los imitan el sol, lalunav las estrellas, según preguntó Diosá Job: ¿¿ Dime donde estabas cuando yo

echaba los cimientos de la tierra! En-tonces que me alababan los nacientesastros, y prorumpían en voces de jú-bilo todos los ángeles hijos de

Dios!'( ('?)

Estos astros de la mañana Y lascriaturas de Dios representan los án-

geles que fueron criados antesde los

orígenes del mundo.Las restantes criaturas, animales

domésticos y salvajes, árboles selvá-ticos y hierbas, piedras y metales, ben-

lt) l)rov. \\'I, 4.

1-.¡ Job. c. \-\-\\-tlt" v. 4-7.

alabar al Señor, con tanta más razónestá obligado el hombre á hacerlo, por-que éste fué criado para este fin, conun alma racional.

David, el rcy Profeta, comprendióadmirablemente esta misión: y pol: esoinvita al cielo y á la tielra, á los se-

res animados é inanimados á bendecircon él al Señor, y con el fin de quelas generaciones futuras continúen ce-lebrando la gloria de su nombre trans-mite sus salmos á los sacerdotes y le-vitas con orden de cantarlos durantelas ceremonias del culto.

Otro monumento de fervor para lagloria del Altísimo es el cantar de lostres jóvenes' en el horno, invitando en-tre las llamas á todas las criaturas ábendecir al Señor: (( Obras de1 Señor,bendecid todas al Señor, alabadle y en-salzadle en toda la duración de los si-

234 Capítulo XII

glos. Angeles de Dios, bendecid al Se-ñor'; cielos, bendecid al Señor...'(

Nosotros estamos indudablementemás obligados á alabar á Dios que losjudíos, ya que nosotros somos aquellos

Sacrificio de alabanza 2Ss

yor parte de órdenes de religiosos,tanto de hombres como de mujeres.Todas las cumplen con satisfacción yensalzan (( al Señor y adóranle en susanto Monte: porque el Señor Dios



á quienes " ha predestinado para serhijos suyos adoptivos... á fin de que secelebre la gloria de tri." (1)

Bn otros términos; Dios adoptó á-

los clistianos para que alabaran y ben-dijeran lo imponderable de su gracia.Tal es el sagrado deber del cual nopodemos sustraernos

singrave pecado.

Con el fin de cumplir este deber em-peradores, reyes y príncipes piadososedifican hermosos templos y fundan mo-nasterios donde no deben interrumpirseni de día ni de noche las alabanzasal Señor con el canto de las horas ca-nónicas.

Por eso la Iglesia obliga á los clé-rigos desde que reciben el subdiaco-nado al rezo cotidiano del brevario,obligación que hace extensiva á la ma-

nuestro es el Santo por excelencía.(t(t)Para que pudiéramos responder dig-namente á este llamamiento, Jesucristoinstituyó la santa Misa, el sacrificio dealabanza por excelencia, ofrecido aLSeñor todos los días y en todas ho-ras.

Demos una ojeada, desde este puntode vistar á las diferentes partes de quese compone el divino sacrificio y ve-remos palpablemente si es ó no cierta laanterior afirmación.

El glot'ia iru excelsis es un himnomagnífico : K Laudanttts tec( ( te alaba-mos ((,

'(benedícim?¿s te(( (.te benedeci-

mos((, uadorantus te4' ('(te adoramos(.,4 gloriJicatnus te(( (( te glorifi.camos.((

¡Qué cantico más ardiente no es elSanctus / (¿ Santo, santo, santo es el

(1) Efes. I, 5-6. (1) Ps. XCVIII, 9.

;

Capítulo XII

Scñor de los ejércitos, llenos están loscielos y la tierra de tu gloria, hosannaen las alturas, bendito el que viene ennombre clel Señor.(

Isaías oyó en arrobamiento los co-

Sacrificio de alabanza

toda la gloria que le tributaba en latierra.('

Así y solamente asl es coino seglorifica al Padre de una manera dignade El, y por eso recibe Dios más ho-



L

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ros de los ángeles que prorrumpíanalternativamente con este cántico, ycuando seis días antes de su Pasiónentró Jesús en Jerusalén brotó del pe-cho de los judíos el ltosawta de ale-gría.

Al rnezclar cn la Misa nuestras dé-

biles voces con estos acentos celestiales,procuramos á Dios la mayor alabanzaque se le puedc tributar así en el cielocomo en la tierra.

(( La Iglesia por medio del cuerpo ydc la sangre de Jesucristo ofrece sa-criflcio de alabanza,(( dice San Agustíny añade San Lorenzo

Justiniano:

(¿ Es

cierto que Dios no puede recibir ala-banza mayor que la que recibe en la]lisa instituida por el Salvador á estefin", á 1o que agrega Molina: ((En laIVlisa el Hi-jo de Dios ofrécese á suPadre, 1'le tributa toda la honra y

nor de una sola 1\fisa que el que lepuedan procurar todos los ángeles ysantos.

Si en honor de la Santísima Trini-dad el cielo entero organizara una pro-cesión, al frente de la cual marcharala Madre de Dios, seguida de los nueve

coros de ángeles y de innumerablescjércitos de santos y de biena\¡entura-dos, ciertamente que Dios recibiría unseñalado honor; pero si la Iglesia mi-litante enviase uno solo de sus sacer-dotes para presidir esta procesión au-gusta con el santo sacrificio de la Misa,este pobre sacerdote, por medio de una

sola Misa que celebrara, tributaría áDios un homenaje infinitamente mayorque el que resultarla de aquella tan es-pléndida y conmovedora ceremonia.

El homenaje de una misa con res-pecto al primero cstaría sobre este,

238 Capítulo XII

como está Dios por encima de las cria-turas.

Para alabar á un sér cualquiera espreciso conocer 1o que en esta per-sona es digno de alabanza. Si de ella

Sacriñcio de alabanza

dándoles su ,mismo poder, de tal suerteque pueden ofrecerlo ellos al Altísimocomo si fuese un tributo propio, satis-faciendo dignamente la obligación que

tenemos de alabar al Señor.



no se sabe nada de bueno, nada sepuede decir, pero es fácit hablar de lamisma si mucho y bueno se sabe deella. Lo mismo sucede tratándose deDios.

Los ángeles y santos le conocen deuna manera excelente, puesto que lecontemplan cara

ácara,

lealaban

contodas sus fuerzas y no obstante susalabanzas quedan infinitamente por de-bajo de 1o que se merece. Solo Jesu-cristo, á causa de la unión hipostática,conoce por entero la esencia de Diosy su excelencia, y El sólo ofrece unaalabanza infinita y digna de la eternaMajestad.

Este honor, no hay que olvidarlo,lo tributa Nuestro Señor ante todo ene1 altar, durante la santa Misa, y ade-más lo ofrece en nombre de los fi.eles,satisfaciendo las omisiones de éstos y

Así, pues, si un hombre dice en suinterior: ((Scñor, os ofrezco el honory alabanza que os ofrece vuestro Hijoen el altar L(., tributa á la Majestaddivina una alabanza más insigne y me-ritoria que la de los ángeles y santos.

Santa Brígida vió cómo los santos

y los ángeles tomaban parte en lasalabanzas tributadas por Jesucristo du-rante la Misa.

IIe aquí como se expresa:( Un día que asistía al santo sacri-

ficio del altar, pareoióme, en el mo-mento de la consagración, que el sol,

la luna, las estrellas, los planetas, to-dos los cielos y sus moradores canta-ban las melodías más dulces y embria-gadoras.

Mezclábanse con ellos una multitudde cantores celestiales cuyos aoentos

I

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242 Capítulo XIII Sacrificio eucarístico

de la Penitencia y nos alimenta con sucarne en la Eucaristía. Soporta pacien-temente nuestras ofensas y nos envíaconsoladoras inspiraciones en esperade nuestra conversión; nos instruye

escuchah'

sacrificio de perfecta alabanza. y si, pordesgracia nuestra, no hemos pan.ndohasta ahora en glorificar á nuestio Dios,confesemos humildemente esta falta ycon el corazón arrepentido reparémoslácon un creciente

santaMisa.



por boca de sus ministros,nuestras pobres plegarias, nos preservade mil peligros y es nuestro consueloen las penas, nuestro escudo en lastentaciones, la recompensa de nuestrasbuenas obras y nuestro libérrimo bien-hechor en todas circunstancias.

Como si nobastaran tantas graoias

añadió otra, la más insigne entre todas:nos adoptó por hijos suyos.

'( Mirad qué tierno amor hacia no-sotros ha tenido el Padre, queriendoque nos llamemos hijos de Dios Y 1o

seamos en efecto ( (1) escribe el disci-pulcl muy amado, Y San Pablo: " Y

siendo hijos, somos también herederos:herederos de Dios y coherederos con

Jesucristo." (2)

¿No es un exceso de bondad el he-

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fervor durante la

CAPfTULO XIII.

La santa Misa es el mejor sacrificiode aceión de g'raeias.

Los beneficios de Dios, con respectoá nosotros, son infinitos y están iueradel alcance de nuestra óonsideración,puesto que El nos ha creado v dotadode sentidos y miembros

"orpoül.r, ou,ha dado un alma hecha á su imageny semejanza que ha santificado con el

bautismo, le ha infundido las virtudesteologales, la ha escogido por esposasu)a y la ha confiado á un ángel paraguardarla.

Cuida de nosotros día y noche, nosperdona los pecados por el sacramento (1) I Joan. III, 1. (2) Rom. VIII, 17.

244 Crpítulo XIIIcho de que unos pobres pordioserossean admitidos á la adopción y heren-cia del rey de los reyes?

Además de este dón incomparable,como su mano liberal será pródigaeternamente,

habernos en_tregado

Sacrificio eucarístico

rada de misericordia ¿ quién podría agra-decérsela merecidamente ó justamentesatisfhcerlat ¿No es El por ventura lainfinita majestad y nosotros un vil gu-sano de la tierra! ¿Cómo. plres, re-

compensaremos Encarnación del Se-



al nosotrosal poder de Satanás por el pe-cado nos ha librado Dios de él pormcdio de su Hijo Jesús:

( Amó tantoDios al mundo, que no paró hasta darir su Hijo unigénito(( (t) no solamenteret'istiéndole con el ropaje de la natu-raleza humana, sino tarnbién entregán-dolo por nosotros á la más dolorosade las muertes.

De este inmenso beneficio partici-pan asimismo sus enemigos: ,, Lo quehace brillar más la caridad de Dioshacia nosott'os, es que entonces mismo.cuando éramos pecaJores cj encmieoí

slyos, Jue cttando al tiempo señaladomurió Cristo por nosotros.(( (2)

Aunque Dios no nos hubiese con-cedido otro favor que una sola mi-

lañor, así como su vida y su muerte!Osorio nos previene que (r aquél que

muchas cosas debe á alguien está obli-gado á corresponderle debidamente, sino quiere pasar por ingratott (t) y

"otal caso dcberíamos tener constante-mente en los labios el canto de Dat'id( ¿Cómo podré corresponder al Señorpor todas las mercedes que me ha he-cho?'¿ (') "Qué ofreceré, pues, al Se-ñor que sea digno de Ei!(((3) pedire-mos eon el profeta N{iqueas. ¿ Qué ha-remos, ingratas criaturas, para dar tcs-tirnonio de nuestra gratitud ?

Véasc la respuesta inspirada queda el santcr rey: ((Tomaré eI cáliz (a)

de la salud é invocaré el nombre dcl

(l) Conc. de \lis.a.(2) l']s. C\\', 12.(3) NIicheas, \'1,6.(4) l'rcscriio por la lcl para dar gracias á Dios.1) Joan, IlI, 16. (2) Rom. \¡, 6-9.

246 Capitulo XUISeñor. Cumpliré al Señor mío mis vo_tos en presencia de todo su pue_blo.ú'(1)

Este sacrificio de acción de graciasno es otro que la santa Misa. Asistir

ella con esta intención es, con_siguiente, una

Sacrificio eucarístico 247

Padre Todopoderoso, Dios eterno, porJesucristo Señor nuestro. ((

Los términos de esta acción de gra-cias son los más expresivos de los queusa la santa Iglesia.

Inmediatamente antes de consa-gración e1 sacerdote exclama: t' Tomó



á pormanera perfeciaie agra_decer á nuestro soberano bienheclor,porque, según San Irenco: (( El divinósacriflcio ha sido instituido para queno seamos ingratos á Dios. ¿r (r)

Así, pues, fuera de este iacrificionada encontraríamos digno de

ser ofre_cido á la Santísima Trinidad en pro-porción á sus beneficios...

Por 1o demás las palabras del mi_sal indican claramente el carácter deacción de gracias de la santa Misa. Aparte de los versículos ya citados delGloría se dice en el l;refacio: ctiFra-

gamos gracias al Señor nuestro Dios.Verdaderamente cosa justa y razonablees, equitativo y s¿rludable haceros gra-cias siempre y do quiera, Señor Saito,

lael pan en sus manos santas y venera-bles, y levantando 1os ojos al cielo,hízole gracias.(¿

¡ Oh adorable elevación de los o josde Jesús ! ¡ Oh poderoso testimonio dereconocimiento verdadero que suple á

nuestros agradecimientos incompletos!Lo que Jesús llevó á cabo después dela Cena se renueva en cada Misa ysiendo inflnita esta acción de graciasde una persona divina encuentra Diosen ella una satisfacción incomparable.

Consideremos ahora esta acción de

gracias. Si desde los días de nuestrainfancia hasta los momentos actualeshubiéramos dado sin cesar gracias áDios por sus innumerables beneficios,no habríamos hecho tanto como asis-tiendo á una sola Misa.1) Ps. C\\-, 13.

(2) Contr. haeres. lib. Iy, c. i2.

248 Capítulo XIII\¡eamos otra comparación; si hu-

biéramos invitado á todas las almaspiadosas á que juntasen sus cánticosde reconocimiento á los nuestros, ydurante todo el tiempo de nuestra vidahubiéramos unido nuestros

ynuestros corazones, jamás haríamos

:' Sacriñcio eucarístico 249

nos llegan toda clase de bienes, pues

por medio de Jesucristo inmolado en

é1 ultu. deben remontarse hacia el cielcl

nuestras acciones de gracias.

Por eso San Pablo escribía á los

fielesde Corinto:((Continuamente

estoypor vosotros, por



votostanto como asistiendo una sola vez aIsanto sacrificio.

Más aun; si el ejército celestial hu-biera acometido tamaña empresa nohabría llevado á cabo ni una sombradel reconocimiento, testimoniado á Dios

por Jesucristo en el altar.¡Oh Dios mío! ¿Cómo es posible

que podamos llegar á comprender eltesoro inmenso contenido en cadaN{isa?¡ Qué felices nos haría tal apercibi-miento ! ¡Qué celosos nos mostraríamosde asistir al divino sacrificio !

((

Las gracias, dice Santo Tomás deAquino, deben darse á su autor, pormedio de la gratitud y reconocimientoy por el mismo conducto por dondebajan.;(

jesucristo es el camino por donde

dando gracias á Diosla gracia de Dios, que se os ha dado

en lesucristo: porque en é1 habéis sidoenriquecidos cott toda suerle de bienes

espirituales, con todo lo que pertenece

á los dones de la palabra y de la cien-

cia, de maneraque nada os falte de

gracia ninguna..." (1)

" Consideraz pues, devoto cristiano,cuánto debemos á Dios por haber ins-tituido la Misa, y llue sin ella, no ten-dríamos medio para dar dignamente gra-

cias á Dios. Ojalá que nos hagamos

cargo de nuestra gran dicha.

En el santo sacrificio, Jesús es todonuestro; en El Poseemos todos sus

méritos, de modo que uniéndonos á lar'íctima divina podemos ofrecerlos al

(1) I Corinth. I, 4-5 Y t.

250 Capítulo XIV

Padre y pagar la deuda que nos aba_te." (t)

CAPÍTULO XW.

La santa Misa es el sacrificio más eficazpara que nuestras

, Sacrificio impetratorio 2SL

igualmente un sacrificio de paz y de-sapareció el azote. trjemplos de estegénero los encontramos numerosos enla Sagrada Escritura.

Si Dios concedió á ios hebreos ta-

medios con que apaciguarle, encambio cristianos recibieron otro



súplicassean atendidas.

Además de los holocaustos v sacri_ficios eucarísticos exigió Dios de supueblo ofrendas pacíficas que consis_tían en sacrificios de paz y de ora-

ción de maravillosa eflcaciá, porquehacían llover sobre Israel las más abun_dantes gracias cle bendición y pcrseve_rancia.

Amenazados los israelitas por losfilisteos suplicaron aquéllos á Samuelque rogara por ellos. Samuel inmoló

un cordero, imploró al Señor v súbi_tamente se apoderó el pánico del ene-mig-o_ y huyó atropelladamente. (2)

Nlirs tarde, cu¿udo Dios castigó ásu pueblo con una peste, David ofreció

les losincomparablemente más eficaz.

En efecto; ¿qué es lo que no con-seguirá el cordero divino inmolado enel altar, cuando los corderos de losjudíos lo conseguían todo del Altí-simo!

Los sacrificios de las Sinagogas tansólo podían ser ofrecidos coo uira solaintención y con un rito particular;pero la Iglesia aunque no tenga másque un solo sacrificio, 1o ofrece conintenciones diversas en todas circuns-tancias y obtiene más gracias que los

judíos con sus múltiples ofrendas :(( Anatema á quien sostenga que el sa-crificio de la Misa es únicamente unsacrificio de alabanza ó de hacimientode gracias ó una simple representacióndel sacrilicio verificado en la cÍuz, y1) P. Scgncri. (z) I tteg. \¡II, i-11.



2ó4 Capítulo xIVde nuestro N{ediador, sus azotes y opro-bios que sufrió por nosotros, se ofre-cen nuevamente á su Padre quien vien_do inmolar al que había enviado almundo, concede el perdón á los peca-dores, auxilio

los débiles á tosjustos la vida eterna.,, (1)

:, Sacrificio impetratorio zíb

que cuanto pidiereis al Padre en minombre, os 1o concederé.¿r (1)

¡Qué momento más propicio parapedir en nombre de su Hijo aquél enque muriendo nucvamente por nosotros

se presenta Jesús á presencia delPadre I



á yPor la ofrenda del santo sacrificiodamos más de lo que podemos pedir.¿A qué, pues, el temor de que nuestrasúplica sea rechazada ó desatendida!Para obtener alguna cosa limitada ofre-cemos una r'íctima de precio infinito.¿Cómo Dios, ensu liberalidad, que pro-metió recompensar un vaso de aguadado en su nombre dejará de atendernuestras súp1icas, al ofrecerle el cálizlleno de la sangre de su Hijo, de aquellasangre que implora misericordia pornosotros ?

En el testamento de su corazón, enlas últimas palabras que pronunció des-pués de la Cena, dijo nuestro buenNÍaestro: "En verdad, enverdados digo,

laSan Buenaventura da otra razón

sobre la eficacia del santo sacrificio:(r Cuando un príncipe se halla prisio-nero, no se le da libertad, sino medianteun crecido rescate. Cuidemos, pues,de que no se vaya

Jesúsde

iaNlisa

donde es nuestro prisionero, sin queantes nos conceda el perdón de 1ospccados. y nos asegure que iremos alciclo.t(

Á este fin, eleva el sacerdote la sa-grada Hostia como quien da voces alpueblo y le dice: (Nlírale, aquel al

cual el mundo no puede encerrar, letengo prisionero en mis manos, no ledejemos ir, si antes no nos concede loque le pidamos.(( Sí, repitamos las pa-

(1) Scrn. de Corp Christi. (1) Juan XVI, 23

256 Capítu1o XI\rlabras de Jacob al ángel: (¿ No te de-jaré ir si antes no me das tu bendi-ción." (1)

Veamos ahora, con el siguente suce-dido, lo que puede llegar á conseguir

una oración dicha con fervor durantela santa Misa.

,, Sacrificio impetratorio 257

marido se iria apaciguando poquito ápoco.

Llena de confianza la pobre mujerprometió seguir el consejo, que agia-deció; pero su marido era tan tiáno

que le llegó á prohibir que los díaslaborables saliese de casa. Semejante



Vivía en Spello en el año 1582 ('3)

una piadosa mujer cuyo esposo mal-tratábala con palabras y hechos. Conlos años su situación empeoraba dedía en día y Ia desdichada esposa es-taba ya desesperada. Iba á cometer al-guna mala acción, cuando dos religio-sos capuchinos. llamados Lactancio ytr-rancisco de Nursia, fueron á pedirlelimosna, y les contó ella, con lágrimasen los ojos, su situación insostenible.Los religiosos se esforzaron en conso-larla y le aconsejaron que oyese todos

los días la santa Misa y -juntase sussufrimientos á los que por ella habíasobrellevado el Sah'ador del mundo,asegurándole que entonces su despótico

(1) Genes. XXXII, 26.(l) Crónica de ios Capuchinos.

medida la afligió sobremanera, yi queasí no podía cumplir 1o que á los ie_ligiosos prometió.

Afortunadame¡te el déspota se vióobligado á emprender ün largo viaje

Qfe _s_uesposa aprovechó

gozosa paraoir Misa todos los días. Con un feivorsin igual se encomendaba ella misma yá su marido á Nuestro Señor, supli_cándole tuyiese compasión de' elli vtrocase el perverso corazón del tiranóesposo.

_Un día llegó éste de improviso y

sabiendo por la criada que su esposáestaba en el templo, el que no habíadejado de frecuentar todos los días, sufuror no tuvo límites.

Fuera de sí se desató en imprope_rios y juró extrangular á su víciimá y

258 CaPítulo XIV

en efecto, al llegar ésta le puso las ma-

nos al cuello. La infeliz, viéndose per-

dida, imploró los auxilios del Señor en

pago de su asistencia á \a santa Misa,y este socorro no se hizo esperarr.pues

las manos del verdugo permanecleronsin fuerzas para consumar el crimen

Sacrificio impetratorio 2Sg

,ridad del arrepentido imploraron jun-tc¡s la divina misericordia é hicieronvotos y promesas hasta que Dios lesescuchó. Tal severo castigo produjolos mejores frutos, pues el marido seconvirtió

en dulce .y bueno para suesposa, acompañándola desde entonces



ni para apartarse del cuello de su es-

posa.Esta imPotencia irritó más al mi-

serable que invocando á Satanás redo-

bló sus esfuerzos; pero la parálisis

aumentaba en Proporcióná su ira

Ypronto sus manos quedaron rígidas yirías como las de un cadáver.

Entonces é1 mismo comPrendió que

aquello era un castigo de Dios Y se

airepintió, prometiendo á su esposa

que ie corregiría si obtenía la curacióncompleta.

Fero la esposa quiso aguardar lasúplica para otro día, porque descon-

fiaba de aquellas promesasr y decía que

era preferible un marido paralizado que

un encarnizado Perseguidor.Finalmente convencida de la since-

á oir la santa Misa.(( Por abundar en tesoros y ser su-

mamente agradable la oblación de laN[isa, puede cualquiera alcanzar deDios, de la Virgen Santísima y de lossantos cuanto necesite para su salva-ción. lrTada más eflcaz.,( (1)

Creemos haberlo probado suficien-temente en el presente capítulo; reasu-mamos, pues. En Ia santa Misa no ora-mos solos; con nosotros y por noso-tros rezan el sacerdote, los ángeles yel mismo Jesucristo, y no solamente

oramos, sino que también ofrecemos áDios un dón divino.

Si nuestras súplicas fueran estérilesen estas condiciones ¿dónde y cuándopodrían ser atendidasl

(1) Molina.

260 Capítulo XIl¡Pero, ¿por qué no escucha siempre

á los que le ofrecen la santa Misat Aesta pregunta de Santa Gertrudis lecontestó Nuestro Señor: (r Si algunavez no atienilo á tus súplicas y á tus

deseos, es porque te preparo algoque

te será de mayor utilidad, puesto que

Sacriñcio impetratorio 26L

á cacla oración corresponde su fruto,¿cuál no será el de la Misa, que es laoración por excelencia? pero fljémonosen que Jesucristo habla de una oracióttsincera, la oración que va acompañada

de la confr,anza.Bl que ora sin confr,anza recibirá



tú no eres capaz de pedir 1o que máste conviene á causa de la miseria hu.mana." (1)

En otra ocasión se. lamentaba du1-cemente la misma Santa: -. ¿ De quéles sirven mis oraciones á mis amigos

si no obtengo fruto alguno ! - No teadmires, le dijo el Salvador, si no veslos efectos de tu oración, puesto queyo lo ordeno todo según mi sabiduríaimpenetrable; sin embargo, ten la se-guridad de que cuanto más se pida poruna persona, tanto más favorecida será

ésta, porque ninguna oración sincera esdesatendida, por más que este efectopuede quedar oculto. (2)

Si, según las palabras de Jesucristo,

(1) Lib llf, Revet 33.(z) Lib. ll.l, ReY. 3. cap. 3, S 13.

poco ó nada, como podemos probarlocon el ejemplo siguiente:

Cuéntase en la vida de San Seve-rino Abad, que en los alrededores delcastillo de Corull cayó una inmensanube de langostas, que ocasionó gran-des perjuicios á las cosechas.

El pueblo acudió á San Severinoimplorando su intercesión cerca deDios, para que cesara el azole. El reli-gioso, compadecido los reunió á todosen la lglesia, donde les exhortó á la pe-nitencia y á la oración, terminando su

sermón con estas palabras:- No conozeo otra oración más

eficaz que la santa Misa y voy á ofre-cerla por vuestra intención. Ofrecedlatambién vosotros conmigo y poned enella toda vuestra confr.anza.

262 capítulo xlvTodo el pueblo se disPuso á seguir

el sabio consejo, á excePción de un

solo individuo que dijo en tono de

burla:

- ¡Vana conli,anza es la vuestra !

Aunque oigáis todas las Misasdel mun-

do y permanezcáis todo el día en ora-

' Sacrificio impetratorio 26g

4ada consiguió, ya que los voraces in-sectos no huyeron hasta después dehaber destruído su cosecha.

Esta narración nos demuestra nosólo el poder de la santa Misa, sinotambién el castigo reservado á los que

la desprecian.



ción, no conseguiréis ahuyentar ni unasola langosta.

Y se marchó á su casa Para reanu-dar el trabajo.

Los restantes junto con e1 sacerdotesuplicaron fervorosamente al Señor les

librase de la plaga.Cuando la Ntisa había terminado to-

dos se fueron al campo y ¡ oh sorpresa !

las langostas habian volado formandouna espesa nube.

La alegría y el reconocimiento 11e-

naron todos los corazones y el incré-

dulo no quería convencerse de la efi-cacia del remedio, hasta que siguiendo

con su mirada el ejército devastador,

1o vió dirigirse y pararse en sus tierrasde labtanza. Considerando entonces

cierta su ruina invocó al cielo, pero

A semejanza de aquel pueblo cre-yente tengamos entera confianza en elsanto sacrificio.

(¿Lleguémonos, pues, confi.adamenteal trono de la gracia á frn de alcanzarmisericordia, y hallar el auxilio de la

gracia para ser socorridos á tiempooportuno.¿¿ (1)

¿Y cuál es ese trono de gracia? Noes e1 cielo, porque no podemos llegará él; ni el arca de la alianza, porqveera un símbolo tan solo, sino el altar,en el cual es inmolado el Cordero de

Dios con el fin de alcanzarnos graciay misericordia.No dc.iemos, pues, de ir todas las

meñanas á ese trono de gracia donde

¡

If

(1) Hebreos. IV, 16.

264 Capitulo XVrecibiremos los auxilios necesarios. Acu-damos á é1 con satisfacción y enteraconfranza, porque es'trono de gracia yno de venganza, de misericordia y node justicia.

CAPÍTULO XV.

- Sacrificio expiatorio 285

fes que Moisés hubiese publicado laLey.

Si alguno hubiese cometido pecadohaga penitencia por él y ,, ofreica d.elos rebaños una cordera ó una cabra,y el sacerdote hará oración por dichapersona y por dicho pecado. pero si no



La santa Misaes el sacrificio más poderoso

de reconeiliaeión.

Después que sus hijos se habían re-

gocijailo juhtos levantábase Job muy demañana y ofrecía el sacrificio por cadauno de ellos diciendo:

- No sea que mis hijos hayan pe-cado y desechado á Dios en sus cora-zones. (1)

Este comportamiento nos dice que

basta la simple razón natural para co-nooer la necesidad del sacrificio ex-piatorio. Este estaba ya en uso entiempo de los antiguos patriaroas, an-

pudiese ofrecer una res, oftezca al Se-ñor dos tórtolas ó dos pichones, unopor el pecado, y otro en holocausto...y el sacerdote orará por este hombre

{ qor su pecado, y se le perdonará.( (1)Así lo ordenó el Señor.

Poseyendo el Antiguo Testamentotal sacrificio, no podía faltarle á laIglesia el suyo, sacriflcio tanto másnoble que el primero, cuanto imás su-perior es el cristianismo al judalsmo.

Este sacriflcio expiatorio es eviden-temente el de la ctvz, por el cual se

reconcilió el mundo con la justicia di-vina. Pero para que esta reconciliaciónnos fuese ofrecida cada día, hasta laconsumación de los tiempos, instituyó

(1) Le\.it. V, 6.7 y 10.

8096

(1) Job. I, 5,

266 Capítulo XV

Jesucristo el sacrificio de la ['Iisa, queno es un sacrificio nuevo sino la re-novación del de lacraz bajo una formaincruenta.

Por esta razón la Iglesia 1o llamasacriflcio expiatorio y dice explícita-mente que 1o instituyó Jesucristo : u para

Iglesia santa, un

- Sacrificio expiatorio 267

ricordioso nos otorgue el perdón, laabsolu.ción y remisión de nuestros pe_cados.((

Seguidamente implora el perdón denuestros pecados en el Kv.ie eleison.* S.eñor, ten compasión

áe nosotros;Cristo, ten compasión de nosotros.(¿



dejar á la su esposasacrificio visible que representase elsacrificio sangriento de Ia quz y apli-case el poder saludable de él para laremisión de los pecadofcotidianos.¿((1)

Las oraciones y ceremonias de la

Misa indican su carácter expiatorio. Elsaoerdote empieza recitando el Conli-teor durante el cuat se da tres golpesde pecho; lo mismo hace el monaguilloen nombre del pueblo, y el celebrantedice á los fieles: (( Dios todopoderosotenga misericordia de vosotros, os per-

done los pecados y conduzca á la vidacterna.(¿Hace después la señal de la cruz y

exclama: ((Dios todopoderoso y mise-

Humilde y confortable invocaciónqtre sube al cielo y mueve el cotazóndel Padre hacia sus hijos.

La yoz de perdón se repite en mu_chas colectas, secretas y postcomunio_nj!, y finalmente,

en el Agnus f)eí:" Cordero de Dios, que borrás los pe-cados del mundo, ten compasión de no_sotros.((

¿ Cómo demostrar con más eviden_cia que el sacrificio de la jVlisa es unsacrificio de reconciliación I

Marchant se expresa en estos tér-minos: (( Sobre Nuestro Señor Jesu-cristo que cargó con los pecados delmundo para limpiarlos con su sangredescargamos nuestras faltas personalescomo sobre una víctima llevada á la1) Trid. Sess XXII, cap. I.

268 CaPítulo

inmolación para guesotros.(( (1)

expíe por no-

('Por esto e1 sacerdote se inclinaprofundamente ante el altar para al-canzar el perdón de todos. Así inclinadorepresenta también á Jesucristo en e1

huerto de los Olivos en donde el pesode nuestros pecados le hizo caer en

Sacrifrcio expiatorio 269

' Santiago en su Liturgia exclama:(r Ofrecémoste, oh Señor, este sacrificioinoruento por los pecados cometidospor ignorancia(6 ; cometemos en efectomuchos pecados de los que no nos da-

mos cuenta y no los confesamos y delos ouales somos reos.

xvlos



tierra bañado del sudor de sangre ylearrancó desgarrador grito de perdón.

Y porque como El y en lugar de El,el sacerdote intercede por todos lospecados del mundo entre los cuales

incluye los suyos propios, y como porotra parte el precio de la Redencióndebe pagarse de nuevo, el precio de laMisa sirve para pagar 1o que debemospor nuestros pecados cotidianos.(

Hermosas y consoladoras Palabraspala el aorazón arrepentido yá propó-

sito para estimular nuestro celo por laasistencia á la santa Misa, donde se

opera el beneficio de nuestra reconci-liación.

A sus culpas ignoradas referíaseDavid cuando decía: (6Señor, echa enolvido los delitos ó flaquezas de mimaldad y mis necedades.'¿ (1) " ¿ Quién esel que conooe todos susyerros?Purífi-came de los

míosocultos.¿((2)

Pues si no queremos aparecer anteDios cubiertos con estos pecados deignorancia y malicia como con un ves-tido abominable, aprovechémonos delsanto sacrificio ( que sirve para expiarnuestros pecados ignorados que no no-tamos á pesar de un sincero examen

de concencia.(rTambién esto es de Marchant, y no

de otro modo se expresan el Papa Ale-jandro I, San Cirilo y San Ambrosio:

li

I

i

(1) Cand. myst. tract. I\¡, lect. 13, S 4.(r) Psal. XXIV, 7. (2) Psal. XVIil, 13.

270 CapÍtulo XV

( Por medio de la oblación del santosacrificio, el Señor se reconcilia connosotros y perdona la multitud de nues-tros pecados queofrecemos á Jesucristo,Cordero de Dios inmolado Por nues-

tros pecados á fin de motrer al Señorá que tenga misericordia de nosotros.

Sacrificio expiatorio 271

pero nos limitaremos á la doctrina delConcilio de Trento: ,,Apaciguado, cnefecto, por esta oblación,'el Señor oon-cede la gracia y el don de penitencia,y perdona los crímenes, aun los más

graves.t'(1)Después de tantas citas podríanos



Jesucristo ofrecióse como sacerdote paraque Dios perdone nuestros pecados.(¿

Llenarla páginas enteras si quisieracitar todos los textos de los Padresque se refieren á este Punto. Me de-

tendré en el Concilio Tridentinoclue

así nos habla: (ú El sacrifioio de la Misaes realmente un sacrificio propiciato-rio, mediante el cual si nos dirigimosá Dios con corazón recto y fe sincera,con temor y respeto, contritos y arre-pentidos, alcanzamos misericordia y re-cibimos los auxilios de que tenemos

necesidad.¿¿ (1)

Páginas enteras podríamos llenar sinos empeñáramos en citar todos lostextos de los Papas sobre el particular,

preguntar: ¿A qué un sacrificio de re-conciliación, cuando podemos reconci-liarnos con Dios por medio de una con-trición sincera ?

Includablemente la contrición per-fecta nos devuelve la gracia; pero,

¿

de

dónde sacarás dicha contrición! Le estan imposible al hombre sentirla porsí solo, como á un muerto resuciiarpor su propia voluntad.

Si cada uno de nosotros pudiésemosexperimentar, por nuestras propias fuer-zas los sentimientos de penitencia yarrepentimiento, no estaría el inflernotan poblado, porque nos esforzaríamosen la hora de nuestra muerte y saldría-mos de este mundo en estado de gracia.

(1) Trid Sess. XXII, cap. 2' (1) Trid. Sess. XXII, cap.2.



t::l'l':"

lii,

i,

214 Capítulo XV

Fijémonos en que, lejos de recha-zar al pecador, su enemigo, le mirapor el contrario Jesucristo con ojosllenos de dulzura, le tiende la mano,y al primer suspiro de contrición, se

apresura áperdonarle.

Lal/ida de los primeros Padres, con-tiene un tierno ejemplo de esta amo-

Sacrificio expiatorio 27ú

'en la puerta de la Iglesia durante elsanto sacrificio i' pr,usiggió' llorando.Al salir de l,{isa los.,fie1es buscaron alpecador; su rostro estaba como ilumi-nado y el ángel de su guarda, lleno dc

gozo, permanecía cerca de éIii'mientraslos demonios le seguían de "léjos.



rosa conducta del Sagrado Corazón.San Pablo ermitaño había recibido

el dón de leer en las conciencias. Losdomingos se situaba en la puerta de laiglesia, y al pasar los eremitas por

delante de é1, á aquellos que veía car-gados con alguna falta se las revelabay les exhortaba á penitencia.

Un día llegó un hombre, con la caray el cuerpo negros, que estaba poseídoclel demonio; desde lejos le seguía elángel de su guarda triste al contem-

plar á su infeliz protegido. A la vistade semejante espectáculo. San Pabloderramó amargas lágrimas y se golpeó elpecho, compadecido del pobre pecador.

A pesar de las súplicas de los soli-tarios monjcs, San Pablo permaneció

- ¡Oh indecible bondad de nuestroDios ! - exclamó San Pablo entonces

- ¡Oh insondable misterio de la mi-sericordia divina ! \renid, hermanos, áadmirar las maravillas dél SqSor, ved

1o que acaba de suceder. Ese hombreque penetró en el templo con el rostronegro yposeído del demonio sale trans-figurado, radiante de gozo y guardadopor un ángel bueno.

Volr,iéndose después hacia el inte-resado, le dijo:

- Da gracias á Dios y revélanosel estado de tu alma.

Y respondió el desconocido:

- Soy un desdichado que ha vividolargo tiernpo en la impureza, sin hacercaso de los avisos de Dios; pero hoy

276 Capítulo XV

en la Epístola las palabras de Isaíasme han conmovido : (( Lavaos, Pues, Ypurificaos, apartad de mis ojos la malig-nidad de vuestros pensamientos, cesadc1e obrar mal, aprended á hacer bien,

buscad 1o que esjusto....

Aunque vues-tros pecados os hayan teñido como lagrana, quedarán vttestras almas blan-

' Sacrificio expiátorio 2Z?

¡ Señor, vuestras obras son ad-mirables ! Por la virtud de la santaMisa convertís á los pecadores y lescolmáis de mercedes.

¡ Oh admirable sacrificio del altar !

¡Cuán grande es tu poder! ¡Acuántospecadores, entre los cuales debemoscontarnos, has convertido y preservado



cas como la nieve, y aunque fuesenteñidas de encarnado como el bermellónse volverán del color de la lana másblanca.( (1)

Ai oir estas expresiones he elevado

mi corazón al Señor Y ire dicho:

- ioh Salvador mío que viniste almundo para salvar á los Pecadores,cumplid en mf vuestra Promesa Y li-bradme del mal! Estos pensamientos yotros parecidos no me han de-iado en

toda la n'Iisa y he prometido ai Señor

no cometer ningún otro crimen, ya queEl se ha dignado perdonarme y reci-birme hoy como hijo suyo.

Entonces todos los reunidos excla-maron:

(r) imías I, 16-18.

de la muerte eterna ! ¡ Qué reconoci-miento debemos al dulce Jesús que nosfacilita de tal suerte nuestra reconci-liación con Dios ! ¡Ah, cuán pobreseran los judíos sin este sacrificio, ellos

que, según testimonio del Apóstol, nopodían borrar ni un sólo de sus peca-dos con la sangre de los animales in-molados !

Si la sangre de los animales fuerasuficiente para borrar nuestras faltas,¿ de dónde saoaríamos víctimas suflcien-

tes ó dinero para satisfaoerlas debida-mente ! Sería, pues, locura la nuestrano aprovecharnos del sacrificio tan sen-cillo y eficaz de nuestro Señor Jesu-cristo, malogrando de esta suerte lavenida del Mesías.

278 Capítulo XVIin lugar de expiar entonces nues-

tros pecados los habríamos aumentadoen número todos los días precipitán-donos por siempre jamás en los pro-fundos infiernos.

$ 1. De qué suerte la santa Misa óbrala remisión cle los peeados

'Sacrificio expiatorio 279

Fsaú, á quien había quitado el derechode primogenitura y la bendición pa-terna se decía á sí mismo : 6( Le apla-caré con los regalos que precedenr Idespués me presentaré á éL; quizá seme mostrará propicio." (1)

Envióle en efecto camellos, vacas,bueyes, ovejas, cabras, y ante estos



y la eonversión de los peeadoresempedernidos.

((E1 efecto del sacrificio de la santailIisa consiste en reconciliarnos conDios.t¿

Santo Tomás apoya esta doctrinacon esta excelente comparación: ((Per-

dona uno la ofensa recibida, si el ofen-sor ofrece algún dón precioso ó prestaun servicio señalado. De la misma ma-nera Dios nos perdona por la honraque le tributamos al asistir devotamente

á l\Iisa y por el dón sublime que lehacemos por medio de la oblación delcuerpo y sangre de nuestro SeñorJesu-cristo.((

La Sagrada Escritula enseñamismo: temiendo Jacob la cólera

presentes se ablandó el corazón de suhermano.

Si en la Misa ofrecemos á Dios,tan justamente irritado contra nosotros,las virtudes, los méritos, la Pasión, la

muerte de su hijo, evidentemente tro-oaremos sus sentimientos hacia noso-tros más prontamente que Jacob cam-bió el cotazón de Esaú, ya que nues-tros dones son de más precio á losojos del mismo Señor.

(r Ante esta ofrenda - dice Alberto

el Grande - desaparece la cólera éindignación de Dios.¿(Al llegar á este punto se nos pre-

senta una cuestión de no escasa monta.lode (1) Genes. XXXII, 20.

280 Capítulo XV¿ Un pecador impenitente puede, envirtud de la santa Misa, recon'ciliarsecon Dios ! En otros términos : Si unapersona en estado de pecado mortal,hiciera celebrar la santa Misa y asis-tiera á" ella ¿recobraúa La gracia en

virtud de este hecholNo, de ninguna manera, porque la


sobre el alma la gracia necesaria paraconocer y detestar los pecados morta-les, y predispone para el arrepenti-miento y la penitencia.

Esta gracia actual no obra en todoscon la misma eficacia; unos se convier-

ten al momento, otros 1o hacen conlentitud, según ia docilidad de sus co-



gracia no se recobra más que por unasincera contrición.

Pues, entonces, ¿qué fruto recoge elpecador del santo sacriflcio? Queleesmuy útil tanto por 1o que á bienes tem-

porales como á espirituales se reflere;le preserva de muchos males y le aca-rrea bendiciones, porque Dios jamásdeja el menor bien sin recompensa. Elprovecho de la santa Misa es entoncesante todo espiritual, pero como el pe-cador no puede gozar de esta gracia,

Dios, en su infinita bondad, le concedeotro bien inferior, el de los favorestemporales.

No obstante no deja de ser de al-guna utilidad en el orden espiritual. Losteólogos enseñan que la santa Misa atrae

razones en dejar obrar las influenciasdivinas.

Para hacer más asequible esta ver-dad diremos que en la Misa NuestroSeñor derrama un bálsamo consolador

en los corazones ulcerados de los pe-cadores; este bálsamo 1o compuso enla aruz con sus propios sufrimientos,lágrimas y sangre. Si el pecador dejaobrar á este remedio precioso y se-

Buro, su curación es oompleta; si ensu malicia infernal, 1o aparta de la he-

rida, es segura su muerte eterna. Lamalicia humana no despoja el santo sa-criflcio del carácter de reconoiliación,pero tiene el triste poder de rehusarla reconciliaoión con que le brindaDios.

Capítulo XVEntre los pecadores que se halla-

ban cerca delacruz solamente algunosse convirtieron y golpeándose el pechoexclamaron:

-¡Verdaderamente este es el Hiiode Dios ! (1)

Los demás, obstinados en su ce-guedad rechazaron los rayos de Iuz y

Sacrificio expiatoriodurante la celebración y no pocas des-pués. Muchos pecadores reciben algunagracia señalada que no dudan atribuirá la virtud de la Misa. Otros perseve-ran en la impenitencia porque recha-zan Ia gracia ó abusan de ella.(

Con mayor razón una alma que seapiadosa luego de haberse libertado del



de misericordia que irradiaban del co-razón Iacerado de Jesús.

Pero, á pesar de ello, el día de Pen-tecostés la palabra de San Pedro en-contró el camino trillado y tres mil

personas se convirtieron en discípulosdel Salvador.Obra también la santa Misa como

remedio lento y al conocerse la con-versión de un gran peoador, se atri-buye ésta á la influenoia de las Misasque oyó 6 hizo celebrar.

De esta suerte piensa Marchant ydice: ( Muévenos la Misa á arrepentir-nos ó á 1o menos á desear el arrepen-timiento. Esto acontece muchas veoes

pecado, obtendrá por la santa NIisa sucuración completa, puesto que la lgle-sia enseña que: "Si asistimos á Misacon afectos ó deseos de contrición, Diosse reconciliará con nosotros, nos con-

cederá la gracia de la penitencia yperdonará nuestras culpas por ml.s abo-minables que sean.(¿

Asistid á Misa, pecadores, v decid-le á Dios: (( Señor, por este augustosacriflcio ablandaos y atraed hacia vosá mi rebelde voluntad.¿(

Dios escuchará tu oración y por elamor de su Hijo inmolado en el altarinundará tu pobre alma de una lluviade gracias.

Alguien objetará oon la SagradaEscritura: (Quien cierra sus oidos para1) luateo, X\YII, 54.

284 Capítulo XVno escuchar la Ley, execrada será deDios su oración." (1)

' A esto responde Sa.nto Tomás deAquino: ('Aun cuando la Sagrada Escri-tura nos diga en muchos lugares, que áDios no place la oración de uno que

está en pecado mortal, todavía f)ios norechaza la que sale de un corazón sin-


oonciliable enemigo remediará mi an-gustiosa situación, y la acepto gus-toso.

De la misma manera Dios, ante elcuerpo y sangre de su Hijo ofrecidopor el pecador se emocionará y dirá:

- Por más que este dón venga deun enemigo encarnizado no puedo me-



cero.Supongamos aún que Dios rechaza

la plegaria del pecador, cuando éste leofrece el sacrificio de la Misa; pues Elno podra aceptarlo con complacencia.

Entendámonos bien: no queremos decirque sea la oración del pecador durantela santa N'Iisa, lo que agrade ó no áDios, sino la misma santa Misa que elpecador ofrece á la divina Majestad.

Si al encontrarnos en extrema ne-cesidad un enemigo nos enviara una

suma de dinero por medio de su oriado,aceptaríamos sin escrúpnlo este pre-sente diciendo en nuestro interior:

- Aunque venga de mi más irre-

nos de agradecerlo y aceptarlo. Y comoquiera que este pecador, por tal ofrenda,me honra y glorifloa, quiero recom-pensárselo ofreciéndole rni gracia; si laacepta, olvidaré todas sus injurias y le

devolveré mi amistad.¡Anímate, pues, pecador descorazo-

nado, tu salvación no es imposible !

Mira cómo Jesús rompe las cadenas detus malos hábitos cuando asistes alsanto sacrificio; sigue sus divinas ins-piraciones y tu alma se volverá más

blanca que la nieve.Ahora bien, si una persona piadosaruega por un pecador, {eué fruto sa-cará éste?

Esta cuestión la trata santa Gertru-dis y la desarrolla en esta forma. Un1) Prov. IXYIII, 9.

286 Capítulo XVdía estando orando á Dios para queinfundiera su gracia á los pecadores enbien de su pronta conversirin y no atre-viéndose á pedir por los que muerenimpenitentes, Nuestro Señor la repren-dió por su indecisión.

-¿ Con que - le dijo Jesús - lapresencia de mi cuerpo sin mácula y


. Cristianos, especialmente esposas ymadres cristianas, no os desaniméis ja.más, si vuestras oraciones, exhortacio.nes y buenos ejemplos son ineficacesen apariencia para las almas que osestán confiadas y á pesar de vuestrosesfuerzos no quieren marchar por labuena senda ni frecuentar los Sacra-



de mi sangre preciosa no es capaz deconducir por mejor camino á los queestán en el de la perdición?

Reflexionando la santa sobre estasconsoladoras palabras repuso con entera

confianza á su divino Esposo:- Puesto que tu caridad inefable

desea premiar hasta tal punto mis in-dignas oraciones te suplico me conce-das que vuelvan al estado de graciatodos aquellos que viven en pecado yestán en peligro de perecer.

Entonces el Señor, rebosante de be-nignidad, respondió:

- l-a confianza puede obtenerlo todofácilmente.

Y apartó á cierto número de almasde1 camino de perdición.

mentos.Acudid á la santa Misa, oídla, ha-

cedla celebrar para estas ovejas des-carriadas y llegará la hora del triunfode la gracia, tanto más pronto cuanto

mayor sea vuestra confianza.

$ 2. De qué manera Ia santa Misaobra la remisión

de los peeados veniales.

Otro bien inestimable que sacamosdel santo sacrifi.cio de la Misa, es la

expiaoión de los pecados veniales, loscuales ofenden á Dios mucho más deio que se cree.

. San Basilio hace resaltar la maliciade este pecado por medio dela siguienteparábola:

288 Capítulo XV" ¿ Qué se diría de un hijo que razo-

nase en esta forma ?

- Me guardaré de hacer traición ámi padre y de cometer contra él unatentado cualquiera que le obligue á.

desheredarme. Pero yo obraré en todo

como mejor me plazcq tanto si le agra-da como si no mi conducta.(¿


practicar el bien, pero no me sientoen disposición de combatir estos de-fectos.

¡Dios mío ! ¡Qué terrible sería vues-tra justicia á no haber instit,lido unsacriflcio para apaciguar vuestra in-dignación ante tal conducta! "Para quegracias á é1 alcancemos el perdón de



He aquí nuestra actitud ante Diosal cometer un pecado venial con pro-pósito deiiberado. Es como si dijéra-mos:

Comprendo perfectamente que

dependo de Dios, que se 1o debo todo)' que todos los días me colma de be-neficios; me guardaré de ofenderle gra-vemente, pero debe soportar mis pe-queñas imperfecciones. Le desagradami vanidad, pero no tengo intención derenunciar á ella; le contrarían mis ím.

petus iracundos, pero no pienso encuidarme de refrenarlos; sé que es con-tra su voluntad que pierda yo en laociosidad horas enteras, que hable sinfreno, á troche y moche, que rece conincuria, que rehuse las ocasiones de

nuestras faltas cotidianas.¿( (1)

Estas faltas cotidianas son, en elsentir de la Iglesia, los pecados ve-niales.

Un escritor místico que es muy

explícito en este punto se expresa así:'(Celebraré cada día el santo sacrificioporque cada día pecamos y cometemosfaltas inherentes á la naturaleza hu-mana.t¿

Es verdad que el Señornos ha dadootros medios para reparar estas faltas

cotidianas, tales como la oración, 1alimosna, el ayuno, pero ninguno haytan eflcaz como la Misa.

Teológicamente hablanclo el pecado

(1) Concil. Trident.

8096

Capítulo XVvenial no se perdona sino con la con-trición como el pecado mortal.

Pero es innegable que asistiendo ála santa Misa para la expiación de es-tos pecados se siente, á lo menos im-plícitamente, la contrición y el deseo

de puriflcarse.Según el P. Gobat: ((Los que asis-

Sacriñcio expiatoriooomo cera en el fuego y se nos per-dona gran parte de las penas por ellosmerecidas." (1)

En efecto: las llamas del amor di-vino que arden en el altar consumenlos pecadoq veniales y las penas que

aquellos se merecen.Cuanto más se of.rezca la Misa por



ten á NIisa alcanzan el perdón de lospecados veniales, aun cuando sea sucontrición imperfecta.'ú

Del mismo parecer es Suárez: ú(Je-

sucristo instituyó el santo sacrificio de

la }Iisa y en él vinculó los méritos desu muerte, para que, en r.irtud de ellos,nos sean perdonados nuestros pecadosde cada día."(1)

Osorio dice así mismo: ('En virtuddel santo sacrificio bórranse los peca-dos veniales y págase la deuda ó pena

temporal.((Y otro teólogo es más explicito aúncuando exclama: " Por eficacia de laI\lisa, derrítense los pecados veniales

la remisión de las faltas tanto másquedan borradas éstas.

Por nuestra parte estamos conyen-cidos de que una. sola Misa piadosa-mente oída, borra gran numero de pe-

cados veniales cometidos durante el día.Pero aun hay más; á parte de esta

remisión de nuestras faltas por mediode la santa Misa queda nuestra almapurificada de las manchas y huellas delpecado.

San Juan Damasceno escribe: ,(El

sacrifrcio inmaculado é incruento de laMisa, es la expiación de todas las fal-tas y ia purificación de todas las man-ciras." (2)

(1) De poen. disp. 69, sec. V.(2) Conc. de Missa.1) De poen disp. 69, sce. V

I

Capítulo XVEl Señor lo había prometido por

boca de Ezequiel: ú(I)erramaré sobrevosotros agua pura y quedaréis purifi-cados de todas las inmundicias.('(1)

Esta agua purificadora emana del

Sagrado Corazón de Jesús, desde lalanzada del centurión, según estas pa-labras proféticas: r(En aquel día habrá

Sacrificio satisfactorio 293

el que quiera tome de balde el agua devida !(¿ (1)

¿Permaneceremos alejados de unmanantial tan maravilloso ouyo salu-dable murmullo se deja oir en cadaMisa !

Ciertamente que no. En lo.sucesivonos apresuraremos á acudir al pie del



una fuente abierta para la oasa de Da-vid... á fin de lavar las manchas delpecador.('(2)

De este manantial sagrado brota en

la}lisa á torrentes la preciosa sangre,

el agua simbólica, de la cual todos po-demos aprovecharnos, puriflcándonos yrefrigerándonos con ella.

Su abundancia es inagotable, susespitas no se cierran jamás.

Cuantos pecadores llegan á ellayto-man ((con gozo de las fuentes del

Salvador.( (3)

A todos ellos dice San Juan: "Asímismo el que tiene sed que venga; y

altar animados del ardiente deseo dehallar alll para nuestras almas la roparesplandeciente de su púteza bautis-mal.

CAPÍTULO XVI.

La santa Misa es el más digno sacnificiode satisfacción.

Por más que el sacrificio de satis-facción esté comprendido en el de re-

conoiliación, hay no obstante notablediferencia entre ellos; el de reconoilia-ción hace al hombre amigo de Dios,nientras que por medio del de satis-

(1) Ezcq. X-\\.VI, 25. (2) Zacár' I{III, 7.(3) Isaias, XII, 3. (1) Apoc. XXII, 17.

294 Capítulo XVIfacción quedamos rescatados de las pe-nas temporales.

Por este motivo nos ha parecidoconveniente tratar de cada uno de es-tos sacrificios en capítulos especiales.En el presente probaremos cómo lasanta Misa es el más digno sacrificiode satisfacción.


' Si morimos sin haber satisfecho en-teramente por nuestros pecados iremosá expiarlos en el purgatorio. Las peni-tencias en la vida presente cuestan mu-cho á nuestra pobre naturaTeza y laamenaza.

delpurgatorio

horroriza alalma creyente.

¿ No existe algún medio para librar-



El mal producido por el pecado esdoble: la culpa y la pena. La culpa nosaparta de Dios, pero se nos perdona enel sacramento de la Penitencia. La pe-na nos podría ser perdonada del todo

por la Confesión, pero en general, ácausa de la imperfección con que re-cibimos el sacramento, y tal yez tam-bién á causa de ciertas circunstanciasproducidas en nuestros pecados, no senos perdona más que una parte de lapena, y lo que sobra cle la pena mere-

cida por el peeado podemos expiarlaen este mundo por medio de oraciones,vigilias, ayunos, limosnas, peregrina-ciones, recepciones frecuentes de lossacramentos y sobre todo ganando in-dulgencias.

nos de ellas en esta vida y erritar lasdel purgatorio, abreviar su duración ódisminuir la intensidad del fuego ?

Sí, 1o hay, sin duda alguna, y nos1o indica Nuestro Señor con esta pa-

rábola:('E1 reino de los cielos viene á sersemejante á un rey que quiso tomarcuentas á sus criados. Y habiendo em-pezado á tomársela, le fué presentadouno ![ue le debía diez mil talentos. (1)Y como éste no tuviese con qué pa-

gar, mandó su Señor que fuesen ven-didos é1 y su mujer y sus hijos contoda su hacienda y se pagase así ladeud.a.

(1) 55000"C00 de Fesetas aprorimadamente.

296 capítulo xvl((Entonces el criado arrojándose á

sus pies, le rogaba diciendo: ten unpoco de paciencia, que yo te lo pagarétodo. Movido el Señor á compasión deaquel criado, le dió por libre y aun leperdonó la deuda." (1)

¿Es preciso hacer consideraoionessobre esta parábola! El deudor es el


sanimes por eso, pues el medio de li-brarte de ella no puede ser más sen-cillo: ofrece el sacrificio de le Misa ytu divino acreedor se dará por satis-fecho; pero ((al ofrecerla recuerda quees cosa tuya, de tu propiedad( (1) se-gúrr expresión de Sánchez.

Esto lo confirma el sacerdote cuan-do al volverse hacia pueblo



pecador, eres tú, cristiano, de quien dijoJesucristo:

('No conoces que eres undesdichado y un miserable y pobre yciego y mudo." (2)

No, tú no sabes, tú no puedes com-

prender toda la extensión é importan-cia de esta deuda. ¿ Cómo es que portus buenas obras puedes llegar á go-zar diez mil talentos, siendo asl quedurante toda tu vida no has podidoreunir 1o suficiente para satisfacer unotan solo !

Un pecado mortal supone una penatan enorme que si tuvieses que pagarlacon tus propias y exclusivas fuerzas,no te bastaría la eternidad. No te de-

el le dice:"Orad, hermanos míos, para que mi sa-criflcio que también es vuestro, plazcaá Dios Padre todopoderoso.((

Penetrado del valor de tu tesoro,

dile al divino Maestro : (¿ ¿ Cuánto osdebo, Señor, cien, mll, diez mil talen-tos! Reconozco mi deuda y estoy dis-puesto ápagarla, no con cosa mía, sinocon los ricos méritos de vuestro Hijoque está presente en el altar. Os ofrezcoeste tesoro, cobraos de é1, hasta que

quede pagada toda la deuda.((Si ácaso nos asombramos al consi-derar la facilidad y eficacia de estemedio bendito, volvamos los ojos hacia

(1) I,Iateo XVIII, 23-2?. (2) Apoc. IIf, 17. (1) In Thesaur. Missa, c. IX.

298 Capítulo XYIel capítulo donde decíamos que Jesu-cristo en la N{isa es al mismo tiemposacerdote y víctima y es él quien fijael precio.

La virtud y la piedad del ministronada añaden á la eficacia delsacrificio;su indignidad no le hace desmerecer,ya que la santa X'lisa obra por sí sola,por su propia virtud.

Sacrificio satisfactcrio 299

tomaran á Ia vez todo lo que necesi-tan para satisfacer sus deudas respec-tivas, quedaría aún con que libertar álas almas de innumerables mundos.

Nuestro Señor nos ha favorecido yamuchas veces con los beneficios de estetesoro, tales como en el Bautismo, laPenitencia, la Comunión y siempre y



En esto consiste su diferencia ab-soluta con los sacrificios de la nueyaley, ya que el valor de aquéllos depen-día de la piedad del que los ofrecía.

Por consiguiente durante la celebraciónde la santa Misa se abre sobre el al-tar el inagotable manantial de los mé-ritos de la vida y muerte del Salva-dor.

Todos y cada uno de nosotros po-demos aprovecharnos de ellos y apro-

piárnoslos según los deseos de satisfa-cer, con este preciosísimo tesoro, ladeuda de las penas temporales.

Acerquémonos, pues, á é1, cristianos,que jamás se agotará. Si todos los pe-cadores pasados, presentes y futuros

cuando realizamos alguna obra merito-ria; pero nunca es tan pródigo comoen la Misa, en que: ú(los frutos del sa-crificio cruento de la cruz se nos apli-can por medio del sacrificio incruentoabundantemente" (t) lo que interpretaMarchant al decir que tten la Misa noshacemos realmente nuestros los méri-tos de Cristo. En ella se nos brindacon un rico tesoro de donde saquemostodos los dones celestiales que necesi-tamos para pagar de sobr¿rs nuestras

deudas.((Imaginérnonos á nuestro buen Maes-tro bajando del altar yendo de un ladopara ptro y entregando á cada oyente

i¡..{.1

t¡ii¡(r) Trid. Sess. XXII, cap. 2,

300 CapÍtulo XVIuna parte de ese tesoro celestial enrecompensa de su piedacl hacia el au-gusto sacriflcio.

Todos se han enriqueciclo por másque en distintas proporciones, exceptolos que se encuentran en pecado mor-

tal ó los que están distraídos.Si cada uno se preocupa de hacer

valer tan inagotable tesoro y los po-

Sacriñcio satisfactorio 301

, La mejor contestación que pode-mos dar es puntualizar el inflnito valordel sacrificio del altar, atendiendo á 1o

que dice el Padre Lancioio: ú¿El valordel santo sacrificio de la Misa es infl-nito en sí. Aun cuando ahora se hace

por mano de sacerdotes es de tantovalor como en el de la última cena,cuando Jesucristo 1o ofreció personal-



bres pecadores se apresuran. desde quehan delinquido, á asistir á Misa y ofre-cer este santo sacrificio en expiaciónde sus faltas, Dios les perdonará, les

eximirá de sus penas y les preserveráde caer de nueyo.

En qué medida la santa Mlsaperdona las penas

á los vivos y á los muertos.

La consideración de las verdades

que acaban de ser expuestas desper-tará sin duda en el lector una compren-sible curiosidad: la de saber en quémedida se nos perdonan las penas tem-porales por medio de la piadosa asis-tencia á la santa Nlisa.

mente á su Padre, siendo é1 juntamentesacerdote y vlctima. El primer sacrifi-cio que se ofreció, como es ProPio de

todas las obras de Jesucristo, era de un

valor inflnito á causa de la dignidadde su persona divina. Síguese, pues'que el sacriflcio de la Misa ha sidosiempre y es ahora de infinito valor.'6

III mismo Padre Lancicio demuestraá continuación cómo á pesar del valorinflnito de la Misa no se aplica su mé-

rito á los fieles más que en una me-dida limitada, pues, sin ello, una solamisa bastaría para obtener la remisiónde nuestros pecados, Y de todas lasdeudas'que éstos nos hacen contraercon la eterna justicia.

CapÍtulo XVIToda penitencia sería inútil por la

misma razón, y la Iglesia no lo creeasí, sino que enseña que en virtud delsanto sacriflcio pueden condonarse mu-chas penas, y aun, en caso de ser muygrande nuestra devoción, pueden bo"-

rrarse del todo algunos de nuestros pe-cados y penas consiguientes. ¿¿Si colo-cas, dice San Lorenzo Justiniano, en


sus bienes á los pobres, perseveraraen incesante oración, adquiriría gran-des méritos delante de Dios y de loshombres; pero todas estas buenas obraspuestas en el platillo de una balanza,no igualarían en peso á una sola Misa,

porque en ésta ofreces á Dios la pre-ciosa sangre de la que una sola gotatiene un valor infinito, con la que nin-



un platillo de una balanza todas lasbuenas obras, oraciones) ayunos, li-mosnas, rnaceraciones, mortificaciones,romerías etc.) y en el otro una sola

misa, r.erás cómo pesa más la Misa.Pues en ésta ofi'eces á Aquél que moraen la plenitud de la divinidad, á Aquélen quien se encierra un incomparabletesoro de méritos y cuya mediación esomnipotente.(¿

El venerable Luis de Argentan sevale

de una comparación parecida:"Tengo en mucho las penilencias vo-luntarias hechas con ánimo de alcanzatel perdón de ios pecados; está fuerade duda que quien, durante toda su vida.ayunara á pan v agua, repartiera todoé

guna obra rii acción humana puede com-pararse. ¿(

Sin embargo no hay que interpretartorcidamente estas explicaciones y creer

que ya que la sanla Misa es de un pre-cio infinito y constituye el medio másfácil de reconciliarnos con I)ios, noslibraremos de hacer penitencia.

Esto sería querer engañarnosr por-que las penas temporales no nos sonperdonadas hasta tanto que Io merez-

camos por la contrición, humildad yhumillación, pues la contrición y elsincero arrepentimiento del pecado nosllevan siempre á practicar diversos ac-tos de penitencia.

La santa Misa no inutiliza las res-

304 Capítulo XVItantes buenas obras, sino que las haceobligatorias á fin de que seamos dignosde obtener per medio del sacriflcio delaltar la remisión de una gran parte denuestras penas, scgún el parecer delPadre de Argentan: ((No son supérfluaslas obras de penitencia, antes sumamentenecesarias por contribuir á la enmiendade nuestros defectos y al mejoramiento

Sacrifrcio satisfactorio

más al considerar que u nada manchadoentra en el cielo u y que el purgatorioes < una oárcel de la que no se salesin haber pagado el último céntimo >

y si por otra parte tenemos en cucntael carácter y la duración de las peni-

tencias impuestas antiguamente por laIglesia, debemos deducir que la perma-nencia de las pobres almas en el pur-



de nucstra vida.(tPor otra parte el catecismo no da

lugar á ningún género de dudas sobreeste punto: '( Las penitencias preservan

de caer en pecado, enfrenan las pasio-nes, hácennos más cautos y más pru-dentes, y desarraigan los malos hábitosen fuerza de practicar las virtudes quese les oponen.(

Dadas lás precedentes explicacionespodemos preguntar ahora: ¿ Cuál es, por

lo tanto, la eficacia de la santa Misarespecto á las almas del purgatorio?Lector amable, Dios no ha creído

neoesario revelárselo á su Iglesia, asícomo tampoco ha revelado la magni-tud de la pena impuesta á cada pecado;

gatorio ha de ser de larga duración.La incertidumbre sobre este punto haimpuesto el uso ó institución de losaniversarios, ceremonias que pueden re-

petirse por un mismo difunto durantesiglos.

Lo que sí sabemos positivamentees que u podemos socorrer á las almasdal purgatorio con oraciones, y, sobretodo, con el santo sacriflcio del altar. >

Si queremos, pues, á las almas del pur-

gatorio hagamos celebrar por ellas lasanta Misa y asistamos á ésta con de-voción.

Es opinión muy generalizada entrelos teólogos el que las almas que su-fren sacan más fruto del santo sacrifi-

lj

'i¡

;t't1,

306 Capítulo XVIcio cuanto mayor era el celo con queasistían á él durante su vida terrena.

Sé prudente, pues, cristiano, y aho-rra á tu alma, en cuanto te sea posi-ble, la duración de las penas expiato-rias.

Supón que, habiendo cometido unenorme crimen has sido condenado ápermanecer durante media hora tendido


propia alma, puede respondérsele queaquel que hace celebrar el santo sacri-ficio obtiene más, para la expiación desus penas, que aquél que se limita áasistir á é1, porque los frutos del santosacriflcio le llegan.en buena parte por

conducto de Dios y del sacerdote. Perola medida exacta que le correspondeDios no la ha revelado.



en unas parrillas ardientes ó á oir unaMisa con devoción. Indudablemente co-rrerás hacia el templo para oir no unasino cien misas, antes que someterte al

suplicio del fuego.Ahora bien, no es probable que tualma vaya directamente al cielo así quemueras, sino que deberá estar limpia,purificada, por medio de las penas delpurgatorio; así, pues, no descuides niuna \ez tan sólo de oir la santa Misa

con der¡oción, que así suavizarás, abre-r-iarás y extinguirás las llamas expia-torias.

Si alguien insistiera en querer sa-ber la justa medida de la eficacia deuna Nlisa que se haga celebrar para la

El que, no contento con hacer ce-lebrar una Misa, asiste á ella al pro-pio tiempo, ganará mucho más, segírnafirma el ya citado lvlarchant: ¿(Aun

cuando obtenga, estando ausente, laparte del fruto que le aplica el sacer-dote, no recibirá el fruto que hubierapercebido si hubiese asistido á la Misa.(

De todo lo expuesto se deduce unaconsecuencia poco sabida. Cuando semanda celebrar una N{isa, sea para

honrar á un santo, sea para obteneruna gracia, sin determinar á quien debeaplicarse la virtud satisfactoria, estavirtud se junta al tesoro de la Iglesia,á menos que Dios, por piedad á la igno-rancia casi siempre involuntaria dis-

308 Capítulo XVIponga otra cosa. No nos olvidemos,pues, de señalar nuestra intención ydigamos al Señor:

- Deseo hacer celebrar esta Misaen honor á la Virgen María, ó á. taIsanto, para obtener tal ó cual gracia,

y os suplico os dignéis aplicarme lavirtud satisfactoria del santo sacrificio.De esta forma nuestro provecho será

CAPfTULO XV[.

La santa Misa es la obra más exeelentedel EspÍritu Santo.

Hasta ahora hemos tratado de loque se relaciona la Misa con Dios Pa-dre y con Dios Hijo. Bstudiemos ahora



doble..Estas consideraciones son muy con-

venientes para acrecentar nuestro amorhacia la santa Misa. A sernos posible

oigámosia todos los días y el domingoy días festivos procuremos asistir ávarias.

Dios no olvida ninguna de nuestrasfaltas y los pecadores deben recordarqve aut penítendum, aut ardendum,ó penitencia ó condenación. Más vale

satisfacer en esta vida que caer car-gado de deudas en manos de la divinajusticia, y si nos asustamos ante lasmortificaciones de las almas esforzadas,suplámoslas con el dulce medio de lapiadosa asistencia á la santa Nlisa.

la parte que en ella toma la tercerapersona de la Santísima Trinidad.

Los bienes que el Espíritu Santoderrama sobre nosotros son innumera-

bles y nadie es oapaz de llegarlos ácontar.

Bl Espíritu Santo es todo amor ymisericordia, aplaca la justicia y pre-serva de la condenación eterna á lasalmas de los pecadores. El principió yterminó la obra de nuestra santificación.

La empezó, cuando por su intercesióncl Verbo se hizo carne en el seno in-maculado de María y el alma santísimade Jesús se unió con su cuerpo, es de-cir, al unirse la divinidad con la hu-manidad. La terminó el día de Pente-

310 Capítulo XYIIcostés, cuando se comunicó con susapóstoles y discípulos y por la con-versión de las almas empedernidas anteel espectáculo del Calvario.

El Espíritu Santo habita entre losl'erdaderos fieles, sin alejarse del todode aquellos que le rechazan y, sin cesar,llarna á las puertas de su corazón paraentrar nuevamente en é1.

Es obra del Espíritu Santo 311

de amor más maravillosa y admirable;y ésta es la maravilla que canta la Igle-sia en el símbolo de la Fe:. Et incar-nátus est.

A pesar de ello ei milagro que serealiza en el altar aventaja al primero,porque desciende el Hombre Dios delcielo y se oculta en la parte más pe-clueña de la Hostia



Esta cooperación en la Redenciónno puede dejar de ser califlcada de obragrande, ma.gnífica.

No obstante, refiriéndonos al titulo

del presente capítulo, vamos á demos-trar que la santa Misa es la obra másexcelente del Espíritu Santo.

Todos los teólogos andan acordesal considerar como la mayor maravillala unión de la divinidad con la huma-nidad, eso es) la Encarnación. Esta ma-

ravilla, como todas las obras eternasde Dios, es común á las tres Personasdivines. Pero la Iglesia, en conformi-dad á la Teología, la atribuye al Espí-ritu Santo como obra de amor, y conmayor motivo se le atribuye la obra

La liturgia de Santiago atribuye estemilagro de los milagros al EsplrituSanto.

Inmediatamente antes de la fórmula

de la consagración se lee: "Envía, Se-ñor, sobre estos dones, al Vivificador,al Divino, al Eterno, eue, en unióncontigo, Dios Padre y de tu Hiio único,reine y gobierne, á fin de que por susanta, saludable y gloriosa presencia,sea este pan santificado y transubstan-

ciado en el cuerpo, y este vino en lasangre preciosa de tu Cristo.((Otra oración parecida se encuentra

en la liturgia de San Juan Crisóstomo:'(Bendice, Señor, este pan: conviérteleen el cuerpo adorable de tu Cristo

lLz Capítulo XVIIBendice el cáliz santo y convierte, porobra del Espíritu Santo, el vino en lasangre preoiosa de Cristo.(

En los primitivos misales se atribuyela fransubstanciación al Espíritu Santoy se le invoca para dar cumplimiento

á esta obra, como cumplió la de la Bn-carnación, según las palabras de SanGabriel á María: ,,El Espíritu Santo

Es obra del EsPíritu Santo 313

Del modo como desciende el EsPí-ritu Santo nos lo dice claramente SantaHildegarda:

ttCuando el sacerdote ya revestido

- exclama - de sus ornamentos sa-

cerdotales se dirigía al altar para ce-

lebrar, vi bajar del cielo una gran cla-ridad que ilqminó el altar durante lasanta N{isa.



descenderá sobre ti, y la virtud delAltfsimo te cubrirá con su sombra.¿( (1)

El sacerdote dice lo mismo cuandocon los brazos extendidos y en alto,

suplica al Espíritu Santo que baje delcielo : (\¡én, Santificador Todopoderoso,Dios eterno, y bendice este sacriflciopreparado en honra de tu santo nom-bre. ('9)

De la misma manera suplica .SanAnrbrosio antes de la Misa: c(Haz, Se-

ñor, que la Majestad invisible de tuEspíritu Santo descienda, como descen-dió en otras ocasiones sobre las vícti-mas ofrecidas por nuestros padres.((

"En el Sancttts una llama celesteatravesó el pan Y el vino, como Pene-tran los rayos del sol á través del cris-tal. Esta llama levantó al cielo las dos

especies y las dejó enseguida sobre elcorporal. Desde ese instante no hubo

más que la carne Y la sangre verda-dera de Jesucristo, aunque aparente-mente sólo se viesen el pan y el vino-Mientras yo contemplaba las santas

especies vi Pasar ante mis ojos, tal

como se habían tealizado en la tierra,la Encarnación, el Nacimiento, la Pa-

sión -v la muerte del Hijo de Dios." (1)

El Antiguo Testamento Ya nos'ha-

(1) Luc. I, 35. (2) Misal romano: ofertorio. (1) Cap, VI, Revel. 1-2.

3L4 Capftulo XVIIbía ofrecido dos hermosas imágenes deeste misterio.

Ill primero, cuando el sacrificio deAarón: (Y la gloria del Señor se dejóver de toda la muchedumbre: pues unfuego enviado por el Señor, devoró el

holocausto y los sebos que había so-bre el altar. Lo cual visto por las gen-tes del pueblo, postrándose sobre sus

Ds obra del Espíritu Santo 315

nos es dado apreciar con los sentidosla realidad de estos símbolos y, sinembargo, más de una vez el ojo delhombre ha contemplado en la tierra lallama del Espíritu Santo.

Según Baronio, San Ignacio, Pa-

triarca de Constantinopla, mientras ce-lebraba 1a santa Misa vió muchas ve-ces cómo el pan consagrado tomaba la



rostros, alabaron al Señor.(( 11)

El otro, al consagrarse el Templo:(Luego que Salomón acabó de hacersus fervorosas plegarias, bajó del cielo

fuego que devoró los holocaustos y la"svíctimas; y la }lajestad del Señor llenótoda la casa. Asímismo todos los hijosde Israel estaban viendo bajar el fuegoy la gloria del Señor sobre la casa, ypostrándose rostro en tierra sobre elpavimento enlosado, adoraron y ben-

dijeron al Señor, repitiendo: Porquees bueno y porque es eterna su mise-ricordia. (

(2)

eomo somos indignos pecadores no

forma de un carbón encendido. La Igle-sia griega no consagra, como la ro-mana, una Hostia, sino un pedazo depan con levadura. ¡Qué admirable debió

de ser este pan inflamado con la llamadel fuego divino ! El fuego es el símbolodel amor por el cual el Padre estáunido al Hijo y siendo el Espíritu deamor la tercera persona divina gusta demanifestarse á los hombres bajo el em-blema de llamas de fuego.

trl propio Baronio refiere un hechorelativo á la participación que tomael Espíritu Santo en el acto de la con-sagración.

Vivía en Fornello, ciudad poco dis-tante de Roma, un obispo virtuoso en1) Leyitico, IX, 23-34. (2) II Paralip. VII, 1 y B,

316 Capítulo XVIIgrado sumo que acostumbraba celebrarla Misa con gran fervor; pero á pe-sar de ello alguien encontró un mediode acusarle al Papa Agapito de habercomido en los vasos sagrados con granescándalo de los fieles y el Papa le

llamó á Roma y le encarceló.En la noche del tercer día vió elPapa en un sueño misterioso á un án-

Es obra del Espíritu Santo 3r7había clesplegado eontra é1, prometiendoen lo sucesivo no dar crédito desme-dido á tales acusaciones.

La citada oración sirve en todas lasMisas para llamar al Espíritu Santo,según refiere el P. Mansi: '(El sacrificio

incruento es tan sublime que el Espí-ritu Santo desciende del cielo, parabendecirlo, todo 1o cual contempla eI

I

I

!¡;



gel ayudando por tres veces la Misaque celebraba el obispo prisionero, yal despertar llamó Agapito al preladohaciéndole celebrar los santos misterios

en su presencia.Obedeció el acusado y después delofertorio, en la oración que dice: ¿(Vén,

Santificador Todopoderoso, Dios eterno,y bendice este sacrifisio preparado paragloria de tu santo nombre( el Papa, alpropio tiempo que el celebrante, vió

bajar al Espíritu Santo, que les cubría,así como á los diáconos, semejante áuna nube.

Entonces el Papa reconoció la ino-cencia y santidad del obispo y se arre-pintió en gran manera del rigor que

ooro de los ángeles con indecible jú-bilo(( ó bien, dicho en otras palabras:cuando el Espíritu Santo lleva á cabola transubstanciación, los ángeles rodean

y adoran á su Señor bajo las especiesde pan y vino.

¡ Cuán grandezura de este panpreparado por elsantidad !

Pero la llama del Espíritu Santo

tiende más á consumar el sacrificio quenos haoe propicios ante Dios y nosenriquece con toda clase de bienes, queá prepararnos el alimento espiritual.Según San Pablo, su solicitud en biende nuestras almas no tiene límites: (Y

es el poder y la dul-celestial que ha sidoAutor mismo de toda

3r8 Capítulo XVIIademás el Espíritu divino ayuda á nues-tra fl.aquezar pues no sabiendo siquieraqué hemos de pedir en nuestras oracio-nes, ni cómo conviene ltacerlo, el mis-mo Espíritu hace ó produce en ntres-tro interior nuestras peticiones á(Dios

con gemidos que son inexplicables. Peroaquél que penetra á fondo los corazo-nes, conoce bien qué es lo que deseael Espíritu, el cual no pide nacla por

Es obra del Espíritu Santo 319

en la santa Misa, como podemos de-ducirlo del pasaje siguiente de SanJuan Crisóstomo: ((En la Misa no ora-mos solos, póstranse los ángeles é in-terceden por nosotros.(( (1)

Si los espíritus celestes eligen pre-

ferentemente el momento de Ia santaMisa para abogar por nosotros 1o ha-cen á ejemplo del Espíritu Santo que



los santos que no sea según Dios.( (1)

Indudablemente que una personadivina no pide á la otra, porque las

tres tienen igual poder y generosidad;pero como la justicia se atribuye ge-neralmente al Padre, la sabiduría alHijo y la misericordia al Espíritu Santo,se puede decir que la misericordia, ósea el EspírituSanto <pide con súplicasindecibles , á la justicia, ó sea al Dios

Padre, que perdone á lospecadores.

Esto es 1o que viene á decir San Pablo.El Espíritu Santo ruega por noso-

tros costantemente, pero en especial

uniéndose á Jesucristo inmolado en elaltar se empeña en ablandar á la justi-cia divina.

Sabido esto comprenderemos ya la

infinita bondad del Espíritu Santo quienno dirige á Dios una oración tan só1o,sino súplicas constantes. Depositemos,pues, toda nuestra confianza en un ami-go tan fiel, y puesto que ora por no-sotros en la santa N{isa oigámosla al-gunas veces en su honor y en acción

de gracias por todos sus beneficios.

(1) Homil. 3. Ee incomp. Dei natura.

(1) Rom. YIII, 26.2?.

CAPTTULO XVM.

La santa Misaes el mayor regoeijo de la Madre de Dios

y de los santos.

¿ Cómo probaremos la proposiciónque acabamos de apuntarl

Para ello cedamos la Palabra al

Gozode la Virgen y de los Santos S2l

La Madre de Dios, así como todosloS santos goza, de una doble beatitucl:la esencial y la accidental. Consiste laprimera en la visión y posesión deDios, según el grado de gloria que seles scñala á su entrada en el cielo, y

no puede aumentar ni disminuir. Labeatitud accidental consiste en los ho-nores particulares tributados á los bie-naventurados por Dios, los santos y los



bienaventurado Alano quien la demues'tra por revelacirinr cuando dice: (Así

como la sabiduría divina escogió entre

lasvírgenes á una virgen de quien na-

ciese el Salvador del mundo, del mismomodo institul-ó Cristo el sacerdociopara repartir en todos tiempos al mun-do los tesoros de la Redención por me-dio del santo sacrificio de la l{isa yde los sacramentos; Por esto la Misaes en la que experimenta maYot gozo

la }fadre de Dios, y es la delicia de losbienaventttrados, el auxilio más eficázde los vivos I el mayor consuelo de lasalmas del purgatorio.'¿ (')

hombresPodemos creer) por ejemplo, que

cuando celebramos su fiesta en la tie-

rra recibe cada uno honores particula-res en el cielo y todas las oraciones ybuenas obras llevadas á cabo en su ho-nor se las presentan los ángeles comoun ramillete de delicado perfume.

En apoyo de esta creencia citamoslas revelaciones de santa Gertrudis, y1o indica claramente el Evangelio conestas palabras de Nuestro Señor: "Asíos digo yo? que harán flesta los ánge-les de Dios por un pecador que hagapenitencia." (1)

(1) Lucas, X\., 10.

80q6

(11 Alanus Redi\'. p. 4, c. 27.

Capítulo XVIIIEste gozo lo experimentan' el buen

Pastor, los ángeles y los santos, cada

vez que una oveja descarriada vuelveal buen camino; pero oesa cuando elpecador se aparta del redil por mediode una nueva caída en eI Pecado.

trlsta breve explicación nos da á en-tender en qué sentido la santa Misa es

la alegría mayor de María; es el ma-yor regocijo accidental que aventaja á

Gozo de la Virgen y de los Santos g2g

santo sacrificio de la Misa tributamosá la Santísima Trinidad el solo y únicohomenaje digno de ella y al mismotiempo le ofrecemos el precio de la Re-dención del género humano.

¡ Qué placer tan agradable, tan tierno

para María al vernos al pié del altardonde se adora á su amadísimo Hijo,donde lloramos nuestros pecados, dondemeditamos la dolorosa Pasión y se de-



Ias demas felicidades de este orden.Si en honor de la Reina del cielo

recitamos el rosario, el oflcio parvot

las letanías, ó entonamos algún cántico,y entretanto o,ve otro con devoción lasanta \Iisa. éste último habrá llevadoá cabo un acto religioso muy superiorá aquéllos, y además habrá complacidode un modo infinito á la Virgen, reno-r-ando ante su vista la presencia de sudulcísimo Hijo.

Lo que hace además que la Misa sea

tan grata á la Santísima Virgen es sucelo por la gloria de Dios, que su di-vina lla,jestad hace consistir sobretodoen la salvación de las aimas. En el

rrama la sangre preciosa sobre nues-tras almas !

Según esto podemos comprenderper-

fectamente conqué

complacencia re-cibe la Virgen María las preces de loscristianos devotos del santo sacrificiode la Nlisa.

A propósito de ello cita Baronio elsiguiente ejemplo.

En ei año 998 (1) Roberto, rey deFrancia, puso sitío al castillo de San

Germán. Los sitiados se defendieronheroicamente y el ejército del rey su-frió en gran manera.

(1) Baron. Ann. 998, num. \'1.

324 Capítulo XVIII

Al sexto día, Roberto, desesperado,mandó dar el asalto deflnitivo. Los si-tiados, en su pavor, acudieron al bie-naventurado Gisleberg, monje de la or-den de San Benito, y éste los exhortóá que se encomendaran á María. El

mismo celebró el santo sacrificio enhonor de la excelsa Virgen y en su pro-pio altar, asistiendo á ella las tropascon gran devoción.

Gozo de la Virgen y de los Santos 325

cuentra más cerca de la Santísima Tri-nidad que los demás santos, su inter-cesión es también más poderosa que lade éstos.

En cuanto á la eficacia de las sú-plicas de María ella misma se lo re-

veló al bienaventurado Alno.He aquí 1o que anotó el santo reli-

gioso:



Pero suoedió que mientras toda lagente estaba orando, una espesa nieblaenvolvió la fofialeza y sus alrededores.

El ataque se hacía imposible y laguarnición, perfectamente segura, desdelo alto de las torres seguía todos losmovimientos de los sitiadores, hacién-doles sufrir grandes pérdidas.

Entonces Roberto, viendo su ejér-cito diezmado, levantó el sitio y se alejóde allí apresuradamente.

No siempre María responde con mi-lagros extraordinários á nuestros gritosde angustia, pero jamás se la invocaen \¡ano, y como, por otra parte, porsu dignidad de Madre de Dios se en-

1. Lo que María pide á Dios le es

concedido.2. Dios ha resuelto ser misericor-

dioso con todos aquellos por quienes

ella pida, ó interceda.3. Su intercesión tiene inmenso po-

der en los destinos de los hombres.

4. María ama más á los pecadoresque 1o que un hombre puede amar áotro.

5. María desea en tal grado la sal-

vación de los pecadores que estarÍadispuesta, si Dios 1o permitiese, á satis-facer por cada uno de ellos con todaslas penas posibles.

6. El menor acto hecho en su ho-



328 CaPítulo XVIIItos son amigos de Dios, el cual nos pre-vicne en honrarlos.

t(Y andarán conmigo en el cielovestidos de blanco porque 1o mere-cen,(( (1) y esto es 1o que de ellos diceNuestro Señor: ttYo honraré á todo el

que me glorificare." (2)Durante su vida los santos tributa-

ron sus honores á Dios, con despreciode sí mismos y sufrieron con paciencia

Gozo de la \¡irgen y dc los Santos329

((Pues cuando el rey preguntó áAmán: uQué debe hacerse para honrará uno á quien el rey quiere colmar dehonores?, Amán pensandoque se tratabade él respondió: "El hombre á quien quierahonrar el rey, debe vestirse de la ropa

real, hacerle montar en su caballo, ce-ñirle de su diadema y el más noble dela corte tomando del diestro el caballo,vaya por las plazas de la ciudad, di-



las burlas, los insultos y las persecu-ciones de los malvados.

Por este motivo hizc¡ Dios brillar

su inocencia y virtud Y mandó q.uefueran reverenciados por toda la cris-tianidad.

La historia de Mardoqueo es un

ejemplo de lo que estamos diciendo.Este piadoso servidor de Dios se viócluelmente perseguido por el orgulloso

Amán, pero el Altísimo burló las inten-ciones perversas del favorito de Asuerov glolificó á Mardoqueo ante el pueblotodo.

ciendo: De este modo será honrado alque quiera el rey honrar.'a Respóndióleel rey: Paréceme bien; ea, toma la ropa

y oaballo y haz 1o que acabas de deciroon el judio Nfardoqueo que se hallaen el zagtán del palacio. Guárdate mu-cho de olvidar ni un pormenor de loque has dicho." (1)

Si aquel rey pagano ensalzó de talsuerte la gloria de un hombre y susvaliosos servioios,

¿quégloria reservará

Dios á sus fleles servidores? ¿de quémagniflcencia no los rodeará el día desu dichosa entrada en'el cielo y aquél

IIi, 4, (2) I Rc¡'es, II, C0. (1) Esth. VI.

330Capítulo

XVIIIen quc. lr Iglesia celebra su fiesta enesta tierra !

Clon la inspiración del Espíritu Santola Iglesia expresa su admiración porsus hijos victoriosos por medio de losoflcios propios del breviario, de los cán-

ticos, de las oraciones, de las predica-ciones, de las procesiones, de las pe-regrinaciones y especialmente por me-dio del santo sacrificio de la Misa. ((De


son glorificados cuando aquel acto tienelugar en su honor, y se 1o apropia todala corte celestial.

Cuando el sacerdote Pronuncia su

nombre, su oorazón se conmueve2 por-que hace notar San Juan Crisóstomo:

((El rey, después de una victoria, si veque el pueblo desea aplaudir sus hechosmilitares, tendrá gusto en nombrar á

los valientes compañeros de armas que



esta tnanera será honrado al que qui-siere el rey honrar."

Sí. el honor má.s excelso se les rinde

á los santos en el santo sacrificio delaltar. sea haciéndolo celebrar, sea asis-tiendo á é1 con intención de aumentarsu beatitud accidental.

Para festejar á un príncipe se ponemuchas \-eces en escena una represen-tación teatral y por más que en la obrano se haga mención de é1, el prínciperecibe no obstante gustoso el home-naje.

Pues de la misma manera, por másque la \fisa no representa más que lavida y Pasión del Salvador, los santos

le ayudaron á vencer á los enemigos.Y así, es gran gloria de los santos oirque les citan por su nombre delante de

su Señor, cuando se conmemora eltriunfo de su Pasión y Muerte y se ala-ban los hechos ilustres que llevaroná cabo luchando con el enemigo infer-nal. ('(1)

Y N{olina escribe sobre 1o mismo:¿(Nada agradará tanto á los santos como

el ofrecimiento delsacrifi.cio en su ho-

nor á la Santísima Trinidad, en acciónde gracias por las muchas que recibie-ron y en memoria de sus méritos.(

(1) Homil. 2r'

Capítulo XYIilSanta Gertrudis observaba esta prác-

tica y la enseñaba á las religiosas desu orden, y por esto vió con frecuen-'cia en espíritu su poderosa eficacia:((E1 día de San Miguel, en la Misa, ofre-ció al Padre el Sacramento del cuerpo

y sangre del Salvador, inl'ocando á lospríncipes, celebrando su gloria y ale-grándose de su bienaventuranza eterna.((

4E1 Señor, atrayendo hacia sí ine-


San Miguel ni á los otros ángeles, sinoá Dios Padre, y en parte alguna delpresente libro se encontrará que sepueda ofrecer el santo sacrificio ni á Ma-ría, ni á los ángeles, ni á los biena-venturados sino á la Santísima Trini-

dad y tan sólo se hace mención de losdichos moradores del cielo, pues diceSan Agustín: (¿No leyantamos altaresá los mártires, sino únicamente á la



fablemente el Santísimo Sacramentoprodujo en los coros :rngélicos tan ex-tlaordinario gozo que parecía hallaban

en é1 toda su felicidad. Vió en estoSanta Gertrudis á los ángeles postrarsereverentes ante ella para significarle lomucho que le agradecían el beneficioque les había proporcionado y la dili-gencia con que la guardarían y haríandigna de presentarse delante de su es-poso, adornada de todas las joyas quecomplacen al Esposo.(( (1)

Fijémonos en que Santa Gertrudisofrece el Santísimo Sacramento no á

memoria de los martires. ¿Qué sacerdoteha dicho jamás en el altardondereposanlas reliquias de los santos: (¿Te ofrece-

mos el sacrificio, oh San Pedro, oh SanPablo, oh San Cipriano ( ?

El Concilio de Trento se vale caside ios mismos términos con referenciaá 1o propio: ¿(Aun cuando la Iglesiaacostumbra á celebrar la Misa en honrade los santos, no entiende con esto ofre-cer el sacrificio á los santos, sino á Diosque les ha ooronado. Por esto el sa-cerdote no dice: ofrézcote este sacri-ficio, oh San Pedro, oh San Pablo, sinodando gracias á Dios de la victoriaconcedida á tal santo, ruega á aquellos1) ReYelac. libr. lV, cap. 35.

334 Capítulo XVIIIcuya fiesta se celebra aqul en la tierraque intercedan pornosotros en el cielo.(

Y continúa la misma lglesia: ('Si

alguno dijere que es ilícito celebrar laMisa en honor de algún santo y paraobtener su intercesión delante de Dios,

sea anatema.((

Empleemos, pues, nuestro maravi-lloso poder de aumentar la gloria acci-dental de los elegidos, ofreciendo el

cAPÍttn o xrx.

La santa Misa es el mejor tesoroque poseen los fieles.

Los santos padres, y con ellos losdemás autores ascéticos, han escritotanto y tanto sobre la utilidad de lasanta Misa, que es imposibie hacer ni



santo sacrificio en su honor á la San-tísima Trinidad y en la elevación diga-mos al Señor:

ccOfrezcoesta Nlisa á r'uestro cari-simo Hijo para mayor gloria y rego-

cijo del bienaventurado X..."Para ello, antes de ir al templo con-

sultemos el calendario" sin olvidarnos

-jamás de nuestro propio patrón, y enla hora de la muerte bendeciremos unay

mil veces el díaen que hayamos prac-

ticado tal requisito.

un simple extracto de ello.No obstante, obligados á citar al-

gunos textos, veamos los siguientes.San Lorenzo

Justinianoescribe:

"IrIohay lengua humana que pueda explicarlos frutos de gracia y bendición quetrae consigo el ofrecimiento del santosacrifioio de la Misa. En é1 halla elpecador la reconciliación con Dios, ge-nerosa y más amplia justificación eljusto; en él acreciéntanse las virtudes

perdónanse los pecados, abróganse losvicios, multiplícanse los méritos y des-cúbrense las asechanzas ocultas de losenemigos.('(1)

(1) Libr. de Obed. c. 24.

,ij eso1

Capítulo XIX

El P. Antonio Molina nos ha dejadoen su tratado ('Sobre la dignidad delsacerdote(( sentencias y pensamientos -

capaces de inflamar elcotazóndel amormás ardiente por la santa Misa : ,,IJada

más ventajoso al hombre, ni más útil

á las almas del purgatorio que el sa-crificio de la Misa cuya excelencia estal, que todas las demás buenas obrasy el ejercicio de las más acendradas

El tesorode los f,eles

Marchant demuestra en los siguien-tes términos la utilidad de nuestro sa-

crificio: 'rla Iglesia católica no tienehomenaje más perfecto que ofrecer áDios ni cosa más agradable para pre-sentar á María, á los ángeles Y á los

santos; nada más saludable á los jus-tos y á los pecadores que el sacrificiode la Misa."

En el prefacio del Nfisal la Iglesia('á



virtudes carecen casi de valor en com-prración dc é1." (r)

Forner se expresa de esta manera:¿¿Quien

libre de pecado mortal asiste ála Misa con devoción, adquiere másméritos que si hiciese por amor deDios las obras de mayor mortificacióny emprendiera romerías á los lugaresmás distantes. Y esto es evidenter por-que las obras de piedad sacan su valorv precio del objeto. Por consiguiente¿qué puede haber más noble, de mayorvalor y más divino que el santo sacr.i-ficio de la Nlisa?(

exhorta al sacerdote formarse eleva-dísimo concepto de la excelencia de laMisayá persuadirse áque, mediante

una sola oblación se tributa á Dios'lodopoderoso un homenaje más agrada-ble que si se practicasen todas las virtu-des y se arrostrasen con los mayorespadecimientos.u

¿Y sabéis por qué, cristianos! Por-que Jesucristo en la Misa practica to-das las virtudes y las ofrece á su I'a-

dre con la suma de sus méritos; y losactos de alabanza, amor, adoración, re-conocimiento, que se elevan desde elcorazón de Jesús hasta el trono de ladivina Majestad, durante su inmolación1) Tratado sobre la dignidad del sacerdote.

Capítulo XIX

en el ara santa, aventajan infinitamente alculto que le tributan los ángeles y santos.

Y por fin, la prueba más convin-cente es la misma Iglesia, cuando dice:'¿Confesamos que nada pueden los cris-tianos hacer ni más santo, ni más di-

vino, que celebrar ú oír el Santo Sacri-flcio, en el cual se ofrece cada día enel altar, por mano del sacerdote, lavíctima vivificadora que nos reconcilia

el

El tesoro de los fielesespecial tu corazón y saborea la con-soladora doctrina de Ia Santa Madrelglesia.

Puedes llevar á cabo gran númerode excelentes obras, pero ninguna tandivina y agradable á Dios como el santo

sacriflcio. Pucdes hacer imperecederotu reouerdo con buenas acciones y sa-ludables, pero ninguna te será dc tantautilidad como la piadosa asistencia á

339



con Padre.(( (1) Con 1o cual quiere sig-nificar, que los sacerdotes no puedenofrecer nada más sublime ni más divinoque

lacelebración

de la santa Misa, ylos fieles nada más santo que oírla, ayu-darla, hacerla celebrar, recitar sus ora-ciones y unirse íntimamente á las inten-ciones del sacerdote. Por consiguiente,siendo esta ofrenda del santo sacrificioun acto divino, es al propio tiempoel más útil y meritorio para nuestrasalmas.

Alma devota,abre los oídos y

abre los ojos y mira;escucha; y abre en

In decreto de observ, in Missa.

la Nlisa.Así como el sol excede en fuerza y

brillo á todos los planetas, y presta á

la tierra más servicios por sí solo quelos restantes astros en conjunto, así tam-bién la asistencia á la Misa es supe-rior en dignidad y en mérito á todaslas otras acciones que puedes practicardurante el día.

Sabido esto ¿ tendremos el triste va-

lor de asistir al santo sacrificiocon

negligencia y poca devoción, ó de ex-cusarnos de dicha asistencia por fútilesmotivos !

San Francisco de Sales prefeúa laN{isa á la misma oración, por más cluc(r) Trid. sess. XXII

CapítuloxIXsea este ejercicio une de las formas

más perfectas de la penitencia; y es-cribía á una religiosa de la Visitación "

que había enviado á fundar un con-vento: '(Hija mla, te ruegq que prime-ramente establezcas un oratorio donde

podáis oír Niisa todos los días, y si nopuedes tenerlo en la propia casa, nodejes ni un solo día de ft á la igtesiamás vecina y oír el santo sacrificio ;porque

El tesoro de los fieles

dicarte á la oraoión; puesto que la pre-sencia real de Jesús que disfiutamosen la NIisa, no puede ser reemplazadapor la presencia espiritual; y por 1otanto, la Iglesia desea ardientementeque todos los fieles oigan la Misa co-

tidianamente.Forner participa del sentir de SanFrancisco de Sales : t( La oración dequien oye devotamente Misa, es de ma-

341



el almacobra gran vigor y ener-gía si se ha acercado al Señor real-mente presente en el altar.'( (1)

Juana de Chantal, que ésta era lareligiosa, preguntó después á su direc-tor:

- ¿Debo durante los días delase-mana, interrumpir ú omitir la oraciónpara oír la Misa, ó bien renunciar á laMisa para entregarme á la oración !

El Santo le respondió:

- Te es mucho más útil asistir to-dos los días al santo sacrificio querenunciar á él con el pretcxto de de-

yor importanoiaque todos los otros ejer-cicios de pietad, asl sean contemplacio-nes muy elertadas.((

Al que sintiera preferencia por lameditación de la vida y muerte del Sal-vador, le exhortaríamos á que asistieraá Misa, ya que en ella se renuel'an to-dos estos misterios.

¿Quieres rier á Cristo y conversarcon é11 Ahí le tienes, en el altar, consu Divinidad y Humanidad. La presen-

cia del sacerdote no puede ser obstá-culo á tu recogimiento; pues lejos deser una distracción, es más bien unaedificación, si seguimos los actos delcelebrante y atendemos y meditamos(1) Crrta 11.

342 Capítulo XIX

la signiflcación de cada una de las ce-remonias.

Como en conclusión de la materia deeste capítulo, citaremos un hecho querefiere Lucas Pinell. (1)

Un pobre jornalero, muy devoto de

la santa Nfisa, tenía la costumbre delevantarse muy de mañana para ir almercado, y aguardar, en compañía deotros, que fucsen á contratarles. Ciertodía, oyendo tocar á Nfisa, se separó

El tesoro de los fie1es 343

- En vez de apurarte, r'e á oír otraMisa á mi intención, I Io te pagaré eljornal.

El obrero volvió al templo, que erala capilla de un monasterio, y oyó to-das las N{isas que allí se celebraron

aquella mañana; y después fué á la casade1 caballero el cual 1e convidó á comery le dió una moneda de Plata.

Sumamente reconocido el trabajador,



desus compañeros, y se encaminó á laiglesia para asistir devotamente al santo

sacrificio.A su regreso, todos los cbreros ha-bían sido contratados, y luego de aguar-dar por largo rato, viendo que nadiese acercaba á é1, volvió á su casa conel cotazón entristecido y nublado elsemblante.

Por el camino encontró á un ricocaballero que le preguntó la causa desu aflicción, y luego de contársela lcrepuso el señor:

tomó contento el camino de su casa,

siendo detenido al llegar á ella por unextranjero, que le preguntó la oausa de

su alegría.El pobre le contó 1o que le acababa

de suceder; á lo que el extranjero re-puso:

- Poco te ha dado Por tantas Mi-sas ese rico; ve á decirle, que si no se

muestra más generoso contigo, 1o pa-

sará mal.Obediente el obrero, refirió á su

bienhechor la conversación que acababade tener con un noble desconocido. Elcaballero sospechó que sería un Santo,1) Libr. Ii De trIissa, cap. IIL

344 Capítulo XIX

¡,- le dió cinco monedas de plata, reco-mendándole que orara por é1.

El pobre corrió ansioso á su casa,para enseñar la suma recibida á su es-posa é hijos; pero halló otra vez al ex-tranjero, que quiso saber cuánto había

recibido de nuevo del rico.Al enterarse del donativo exclamó:

- Vuelve otra vez á su casa, y ad-viértele que, si no te da cien monedasde plata, mañana á estas horas habrá

El tesoro de los ñeles

ante mi tribunal. Por suerte tuya, te hasalido al paso ese obrero, el cual ha oídola Misa con tal fervor por tu intención,que me ha conmovido; voy á conce-derte el tiempo necesario para hacerpenitencia. Ve, confiesa tus pecados,

enmienda tu vida y sé generoso con lospobres.El caballero se convirtió; y desde

entonces asistió á la santa Misa, quele fué más útil que todo el oro, y por

34ú



dejado de existir.Al obrero le repugnaba reclamar

más dinero; peroel

desconocidoleobligó á ello.

El señor se asustó, pues eraun granpecador, que jamás se había confesadobien; y preflrió dar las cien monedasde plata, á exponerse á una muerteprórima.

La misma noche se le apareció en

sueños Jesucristo y le dijo:- Soy yo quien te ha enviado el

pobre jornalero; los crfmenes que jamáshas confesado clamaban yenganz%y estamisma noche Satanás debía presentarte

medio de ella fué preservado de lamuerte del cuerpo y del alma.

Alguienpreguntará talvez si se puede

vender una Nlisa.

Jamás; esto sería renovar la acciónde Judas, que vendió á Cristo por treintadineros.-

¿ Por qué aceptan, pues, dineros lossacerdotes !

Porque, como dice el apóstol, el

que sirve al altar tiene que vivir delaltar. (1)

En los primeros siglos de la Iglesia

I-t

;{'.I

;t

(1) I Corinth., cap. IX, v. 13.

346 Capítulo XIX

los fieles llevaban para el santo sacri-ficio no solamente el pan y el vino ne-cesarios, sino también aceite, harina,frutos, ú otras cosas semejantes parasustento del sacerdote y de los pobres.

Al1á por el siglo XI, estos dones en

especies fueron reemplazados por li-mosnas en dinero, y de aquíprocedelacostumbre de ofrecer limosnas por lasNfisas y de hacer colectas en los tem-p1os.

El tesoro de los fieles 347

- Si queréis darme de comer, oscederé los frutos que he sacado de laMisa que he oído hoy.

Dicha mujer pretendería comprar unbien temporal con un bien espiritual;cambio imposible, puesto que el mérito

de la santa Misa se aplica en el mismoinstante.Por 1o tanto, la pobre que oyese la

Mise habría lucrado de sus beneficiosella misma, si tal fuera su intención;



Por consiguiente, el dinero que ofre-cemos al sacerdote, sea por la celebra-ción de la lfisa, sea por cualquier otrooflcio de su ministerio, debe conside-rarse como una limosna, como el pre-cio de la molestia; jamás como preciode los beneficios espirituales.

Comprar ó vender bienes espiritua-les constituye el abominable crimen desinrcnía. (1)

Sería una cosa mala que una mujerpobre dijese á una señora:

(1) El nombre de este c¡imen procede de Simón eltrIago, á quien San Pedro maldijo por haber propuesto álos Apóstoles comprarles los dones del Esplritu Santo.

pero si quisiera aplicarlos á otros, Dioslo tendría en cuenta; y si por ignoran-

cia ú olvido no hubiese destinado óaplicado dichos beneficios, pasarían és-tos al tesoro de la Iglesia, cuya llaveno obra en poder de ningún particular.

La cuestión sería del todo distinta,si la pobre dijese á la señora:

-

Si queréis darme de comer, oiré

hoy ó mañana la santa Misa por vues-tra intención.Esto significaría lo siguiente:

- Quiero privarme, por gratitud ávuestra limosna, de la recompensa es-

348 Capítulo XX

piritual que me corresponde, para apli_carla en provecho vuestro.

En este oaso, el bien cedido por lapobre aventajaría infinitamente á todaslas limosnas que se le pudieran ofrecer¡puesto que cede, en virtud de la efica_cia de

la santa Misa, una parte de losméritos de l.[uestro Señor.Vosotros, los que disfrutáis de bie_

nes de fortuna, haced que los pobresos ayuden de esta suerte; ellos son

Aumento de gracia y gloria 849

lebran también como una especie d.emercado diario. ¿Y qué es 1o que senos ofrece! La gracia divina y la glo-ria celestial. Pero estos son dones pre-ciosos y carísimos; ¿y dónde hallardinero suf.ciente para adquirirlosp ¡Ah!

no os aflijáis; pueden adquirirse gra-tuitamente.El profeta Isaías nos lo enseña:

(¿Vosotros que no tenéis dinero, apre-suraos, comprad y comed; venid y com-



los preferidos del Sagrado Corazón d,e

Jesús, y así pagaréis vuestra inmensadeuda á la divina

Justiciay aumenta_

réis vuestra futura gloria en el cielo.

CAPÍTULO XX.

La santa Misaaumenta en nosotros la graeia divina

y la glonia celestial.

En muchos pueblos y ciudades, seacostumbra celebrar frecuentes merca-dos, en que se venden toda suerte deobjetos útiles. La Iglesia y el cielo ce-

prad sin dinero." (1)El Salmistaconfirma 1o mismo :KDarl

e1 Señor la gracia y la gloria.(((2)

A diario las distribuye el Señor gra-tuitamente, pero nunca con tanta abun-dancia como en la santa Misa, comoconfío demostrarlo en este mismo ca-pítulo.

Empecemos por comprender bien 1oquc es la gracia.

La gracia es un don ó un auxiliosobrenatural, que Dios nos concede envirtud de los méritos de Jesucristo.

(r) Isaí. LV, 1. (2) Ps. LXXXII, 12.



352 Capítülo XX

sntonces era esplendoroso á nuestrosojos nos parecería desde este instantedesprovisto de encantos, según indicacon estas palabras el bienaventuradoBlosio: ¿¿Si pudiera contemplarse la be-lleza de una alma en estado de gracia,

seríamos arrebatados fuera de noso-tros mismos.t¿Santa Catalina de Sena, después de

haber gozado tan celestial favor, cu-bría de besos las pisadas de los misio-

Aumento de gracia

y gloria BS3gos tiernos y confidentes, como diceel mismo Jesucristo: ((Vosotros

soismis amigos... ya no os llamaré sier_vos." (1)

¿ Puede haber algo más grande, másexcelente, que ser llamado amig'o ae

Jesucristo, y serlo en efecto! nsá aig_nidad excede la naturaleza human"a,porque todas las cosas siryen al Señory no hay nada que no esté sometidoal yugo de su dominación. Hé aquí por



neros que trabajaban por atraer á lagracia ír los infelices pecadores, y, trans-portada de asombro, decía á su confe-

sor: "Padre mío, si hubiérais podidocontemplar el esplendor de esta hermo-sura, mil veces daríais vuestra vida porconvertir una sola alma á Dios."

El dulce Jesús decía á Santa Brí-gida. que la contemplación de una almasanta 'rla.cegaría. la subyugaría y la

sumiría en profundo desmaYo.c'En segundo lugar, la gracia es el

lazo de caridad llue une á Dios con elhombr'e. Por ella, e1 Criador y la cria-tura hácense el uno para el otro, ami-

qué Dios eleva á sus servidor", ¿ inodignidad sobrenatural, dándoles el nom_bre de amigos

y tratándoles como ta_les. ('?)

Esta amistad nos une á Dios tan ín_timamente, que le encontramos, por de_cirlo así, en nosotros mismos, ár¿n¿o-nos con amor semejante á aquel conque á sí mismo se ama. y cuindo pornuestra infidelidad, por el pecado,

ie_mos roto eL lazo de esta tierna amis_tad, Dicis no se retira completamentede nosotros; se queda á la puerta de

(1) Juan, XV, 14 y 15.

8096

(z) S. Cirito de Alejandria.

12

354CaPítulo XX

nuestra alma, llama dulcemente y pideentrar de nuevo: ((He aquí que estoy á

la puerta y llamo: si alguien oYe mi\oz y me abre la Puerta, entraré en su

habitación y me sentaré á Ia mesa de

él y é1 á la mía.( (1)

Finalmente en tercer lugar, el almasantifioada está de tal suerte ennoble-cida, que se convierte en la criaturapredilecta del mismo Dios. ¡Qué honorpara el hijo de un mendigo el ser adop-

Aumento de gracia y gloria g5S

mosura, qué gloria I Nada tan á propo-sito como esto, para hacernos comprén-der las excelencias de la gracia de estadivina adopción, que es al mismo tiempola prueba evidente del amor infinito áeDios hacia sus desvalidas criaturas.

Además,, esta gracia santificante au-menta incesantcmente por nuestra co-rrespondencia á la gracia actual, en vir-tud de 1a cual Dios adorna el alma devirtudesr de piedad; la inunda de con-



tado por un príncipe! ¡Quéhonorparael hombre el ser adoPtado Por el So-

berano Señor!Meditando sobre esto, exclama San

Juan en un transporte de entusiasmo I

"Mirail, qué tierno amor hacia nosotrosha tenido el Padre, queriendo que nos

llamemos hijos de Dios Y 1o seamos

en efecto.(¿(2)Y San Pablo añade: (Y siendo hijos,

somos también herederos, herederos deDios y coherederos con Jesucristo.'( (3)

¡ Ser heredero de Dios ! ¡ qué her-

(1) .\poc. IIl, 17, (2) i Juan, IlI, 1.

(3) Itom. VIII, 1?. (1) II Petr. I, 3-4.

suelo, la inspira deseos santos, la con-cede alegría espiritual, la proteje, lafortifica,

lagobierna,

la dirige; y porla cual, en fin, se une estrechamente áella y le da todo lo concerniente áIa viday á la piedad, según las grandes ypreciosas promesas hechas á nuestrospadres ((para hacernos partícipes, pormedio de estas mismas gracias, de lanaturaleza divina.(¿ (1)

Estas consideraciones nos haráncomprender, aunque imperfectamente, elvalor infinito de la gracia, No obstante,

356 Capítulo XX

confio demostrar hasta la evidencia, quela santa Misa aumenta poderosamentela gracia, y como consecuencia, nues-tra ftrtura gloria. Y, por último, insis-tiré sobre la comunión espiritual, comoparte que es de la santa Misa, muy pro-

pia para enriquecer nuestra alma connuevas gracias.

S t. La santa Misa aumenta en nosotrosla graeia divina.

ar

Aumento de gracia

y gloriagS?

mento de gracia, si están libres de pe-cado mortal.

Por último tienen también su parti-cipación los fieles que asisten ála santaMisa, no sólo por su piedad y devociónhacia el santo sacrificio, sino también

como recompensa de las múltiples yvariadas virtudes que practican. porqueellos renuevan en su corazón el dolorde haber pecado cada vez que golpeansu pecho; hacen actos de fé confesando



IJn autor piadoso dice: No sólo elsacerdote, sino aquellos que encarganla ceiebración de la santa Nlisa y los

que asisten á ella pueden, según supiedad y der.oción, merecer un aumentode gracia y de gloria, por su coopera-ción al santo sacriflcio." (1)

El sacerdote es, pues, el primero que

se aprovecha de estos beneficios.Los que encargan la celebración de

la Misa para sí mismos ó en sufragiode otros, participan igualmente de aque-llos preciosos frutos y obtienen un au-

la real presencia de Jesús en la Hostiasacrosanta, 1' su sacrificio por los pe-cados

de los hombres. Este dogma esel fundamento de toda nuestra salva-ción.

Además, practican también actos in-teriores y exteriores de adoración; yaunque estos sentimientos sean debidosá Dios nuestro Señor, no por eso lcson menos agradables, ni deja de com-placerse en ellos de una manera sin-gular.

Si á la elevación de la Hostia di-vina y del Cáliz consagrado ofreces átu Padre celestial este don divino, rea-1) Gervas. De Iuissa.

358Capítulo XX

lizas un acto de perfecta generosidad;y si oras por los vivos Y Por los di-iuntos, haces además un acto de cari-dad; y en frn, si ParticiPas del sacra'mento de su cuerpo y sangre, aun cuanilosólo sea por la comunión espiritual, me'

reoerás graoias especialísimas de la bon-dad divina.No se olvide tampoco que los he-

rejes han menospreciado en todo tiempoel santo sacrificio del altar, tachándolo


"Por la eflcacia del santo sacriflcio senos aumentan todas las virtudes y par-ticipamos abundantemente de los fru-tos de la gracia.t'

S. Máximo exhorta á los cristianos" á no olvidar jamás la Misa, porque

en ella secomunican

á losfieles las

gracias del Espíritu Santo.('Y l-orner cree que ¿'en la Misa los

méritos de la Pasión de Jesucristo eier-cen sus divinas influencias sobre nues-



de idolátrico; por lo cual Dios miraamorosamente á todos aquellos que re-

paran tales insultos con supiadosa

asistencia. Los Santos Padres nos ha-blan de gracias especiales concedidas á

este acto de reParación.S. Cirilo nos dice: " Los dones es-

pirituales serán distribuídos abundante-

mente entre aquellos que asisten á lasanta Misa.((

S. Cipriano añade: "El Pan sobre-natural y el cáliz consagrado, contri-buyen á la vida Y salvación del hom-bre entero.(r

El Papa Inocencio III dice también:

tra alma, de suerte que quedamos comoinundados por la abundancia de los bie-nes celestiales." (1)

Permitidme todavía añadir á lo ex-puesto hasta ahora el testimonio deOsorio: "Dios Padre os da en la Misaá su Hijo Unigénito, en quien reside laplenitud de la divinidad unida á la Hu-manidad, y en quien están ocultos to-dos los tesoros de la infinita sabi-

duría.t'Y al darnos á su Hijo, ¿no nos loda todo! Sí, nos da á Jesús con todos

(1) Conc. 83. fn Miserere.

Capítulo XX

sus méritos y satisfacciones; nos da lacarne y la sangre, el cuerpo y el almade este adorable Salvador. ¿Qué máspuede darnos I ¿ Y qué medio más se-guro podía haber ideado para hacernospartícipes de sus infinitos tesorosi

Ciertamente que, si nuestra alma sehalla todavía sumida en la miseria, esdebido tan sólo á nuestra imperdonabletorpeza y á nuestra pereza espiritual.

Si á esto agregamos las setenta y


embriagadora que hace exclamar alApóstol: ((Ni ojo alguno vió, ni orejaoyó, ni pasó á hombre por pensamiento,cuáles cosas tiene Dios preparadas paraaquellos que le aman.'¿ (1)

La Iglesia nos enseña, que las bue-

nas obras aumentan la gloria futura,pero no nos indica el grado de estagloria. Contentémonos, pues, con estaspalabras de nuestro Salvador á SantaGertrudis: ('E1 cristiano aumenta sus



siete plerrogativas enumeradas en el ca-pítulo III, fuerza será confesar que nin-guna obra del mundo podrá valernostantas gracias y méritos como la cele-bración y audición de la santa Misa.

$ 2. La santa Misaaumenta de una manera particular

la gloria celestial.

¡Oh ! cuán deliciosa é incomprensi-

ble es esta gloria celestial, para la cualhemos sido criados y por la que sus-pira sin cesar nuestro corazón ¿Comopodré yo tratar de su aumento, cuandola más pequeña parte de ella es ta¡¡

merecimientos para la vida eterna, cadavez que asiste devotamente á la SantaMisa.'( (2)

De esta recompensa eterna dice elF-vangelio: ('Se os eohará en el senouna buena medida, apretada y biencolmada, hasta que se derrame.(( (3)

En efecto, en la Misa nerecemos unnuevo grado de gloria. El Santo sacri-flcio es como una escala celestial: cada

Yez que los fieles asisten á é1, subenun peldaño; los más fervorosos subendos, tres y aun cuatro'á Ia vez, y á

(1) I Corinth. lI,9. (2) Reyel. lib. II, c. 18, 53.(3) Luc. VI, 38.

8096 12t?

362 Capítulo XX

medida que se le elevan hacia Dios, seelevan también su conocimiento y suamor de Dios.

Con cada grado, hácese más hermoso,más resplandeciente, más glorioso, másapreciable á los ojos de los Santos.

Cada vez que asistes á la santa Nlisa,el cielo lo anota y te asegura un gradode gloria más elevado.

Esta gloria puede perderse por elpecado mortal; peio, gracias á la infl-

puedes

Aumento de gracia y gloria

compensa á los sufrimientos pasajeros,Dios reserva todavía otras más esplén-didas á los fieles asistentes á la santaMisa, porque esta práctica lleva con-sigo multitud Ce pequeñas mortifica-ciones.

Ninguno de vosotros 1o ignora. Laiglesia está distante de vuestra casa, yhabéis de levantaros temprano; el ca-rnino es malo y peligloso; en invierno,os azota la cara el viento norte; en



nita bondad de Dios, recupe-rarla, por medio de una sincera confe-sión. ¡

Quégloria, qué riquezq qué bie-

naventuranza, te esperan al1á en el cielo,si á diario asistieres al santo sacrifi.-cio I

¿¿Las aflicciones tan breves Y tanligeras de la vida presente, nos produ-cen el eterno peso de una sublime é in-comparable gloria." (1)

Grabad estas palabras en \.uestrocorazón, oh cristianos, y no dudéis que,

si el Apóstol promete tan hermosa re-

verano, el sol despide sobre vosotrossus ardientes rayos; después, el oficioes á veces largo, el fervor desaparece,

os espera un trabajo urgente, despre-ciáis una ocasión provechosa. Animo,ánimo; todo esto son otros tantos títu-los de gloria, otros tantos tesoros parael cielo.

¿ Queréis la pmeba !Un aldeano sentía tierna devoción

por el santo sacrificio de la l\'Iisa. Tra-bajando en el campo ó en la selva, oíaá 1o lejos el eco argentino de la cam-pana de la aldea, que convidaba á losficles á la asistencia de la Misa; y al1) U Corinth. IV, 17.

364 Capítulo XX

punto, abandonando sus labores, su carroy sus ganados, encaminábase á la Igle-sia. Tenía esta piadosa costumbre desdela infancia, y habíala conservado hastauna edad avanzada.

Cierto día, en que se dirigía peno-

samente á la Iglesia por un senderocasi impracticable, se decía á sí mismo:

- He aquí que mis años me impidenva hacer lo que hacía en mi juventud;

1' por 1o mismo, creo no desagradar á miadelante á estas

Aumento de gracia Y gloria 36ó

El Angel entonces respondió: u Nosoy tu Dios, soy el Angel de tu guarda.('

((Oh Angel mío querido, ¿qué signi-fica esta visión ?((

¿(Dios me ha ordenado que te sigaen pos, siempre que abandones tus la-

bores y tus campos para asistit á lasanta Nfisa.(¿('¿Y para quéltt replicó el aldeano.rtA cada paso que das en dirección

á la Iglesia, brota una rosa bajo tustodas y



Dios, renunciando enlergas y penosas carreras. Desde casairé á \Iisa; pero cuando me halle en elcampo) asistiré en espíritu y continuarémis labores.

Hallábase preocupado todavfa coneste pensamiento, cuando percibió uncercano ruído de pasos que le hizo vol-ver la cabeza. Era un Angel que, car-gado de rosas recién abiertas, le seguía;

tan bello era aquel Angel que el al-dcano crevó ver al mismo Dios, y pos-trándose de hinojos exclamó: "¿Oh miDios, cómo es posible que me disPen-séis el favor de acompañarme!(¿

plantas. Yo las voy recogiendolas llevo al cielo. N{ira las que hoy heencontrado en tu camino; por tanto te

aconsejo que abandones tu proyecto ycontinúes yendo á N{isa. Si perseverashasta el fin, yo te coronaré de rosas á

la hora de tu muerte, y cubriré de flo-res tu trono celestial.( Así dijo el An-gel y desapareció.

Ill anciano aldeano besó sollozando

el sitio donde el Angel se le apareciera,y bendijo á Dios por tan singular fa-vor. lrtro podía apartar su espíritu de

aquella celeste aparición; la hermosuradel Angel, el delicado perfume de las

366 Capítulo XX

rOSaS) en una palabra, aquel goce an-ticipado dc las delicias de la patriacelestial había cautivado su corazón, ylas cosas de la tierra sólo le inspira-ban profundo desprecio.

Poco tiempo después murió, agota-

das sus fuerzas más por el deseo delcielo que por la misma enfermedad.Si el esfuerzo fisico que este aldeano

realizaba para ir á la iglesia, fué tanespléndidamente remunerado, ¿ qué te-


que reciban la Comunión espiritual, porlo menos, los que se consideren indig-nos de reoibir la Eucaristía.

Es la comunión espiritual un deseoardentísimo de recibir á Jesucristo ensu corazón en el momento en que el

sacerdote, por la comunión, termina elsacrificio. Esta práctica no hubiera sidorecomendada con tanta insistencia, si nofuera sumamente provechosa á nuestrasalmas, y medio eficacísimo para aumen-



soro de gracias merecería asistiendocon piedad y devoción á la santaMisa!

No nos es posible comprenderlo; masesperemos que, por nuestra fidelidad encumplir esta misma práctica, le veremosun día en el cielo y participaremos coné1 de estos inefables frutos.

S 3. De la Comunión espiritual.

Después de haber declarado que eldeseo de la Iglcsia sería que todos losfleles recibieran la sagrada comuniónen la \Iisa á que asisten, el ConcilioTridentino recomienda con insistencia

tar en nosotros la gracia divina y lagloria celestial.

Mientras Jesucristo anduvo sobre latierra realizó muchas curaciones, por laimposición de las manos; pero á mu-chos devolvió también la salud desdelejos, como aconteció á la hi-ja de laCananea y al criado del Centurión. Lainfinita generosidad de Nuestro Señor

Jesucristo no se limita á las almas quedignamente se acercan al Sacramentodel amor, sino que se extiende á los queno pueden recibirle realmente. El nosdice: (Yo soy el pan de vida; el que

s68 Capítulo XX

viene á mí, no tendrá hambre y el quecree en mí, no tendrá sed jamás.,, (r)

Acercarse á Jesús es creer en'Él,esperar, en El, y amarle. Quien se acer-que á El de esta manera, saciará suhambre y apagará su sed.

Jesucristo no ha unido su gracia ála sagrada comunión, de tal suerte queno pueda concederla sin la recepcióndel sacramento. Una comunión espiri-tual, hecha con ardientes deseos, pro-duce en nosotros más gracia que una


dote, para participar con él del frutodel sacrificio." (')

Esta enseñanza es sumamente con-soladora, para todos aquellos que nosaben cómo debe hacerse la comuniónespiritual. Basta decir: "Úno mi inten-

ción á la del sacerdote, y deseo parti-cipar del santo sacrificio comulgandocon él.t(

((Aunque nuestros miembros no co-men, añade el mismo Obispo de He-brón, se alimentan sin embargo 1o mismo



comunión real hecha sin fervor. La in-tensidad de nuestros deseos es la me-

dida de la gracia que recibimos por lacomunión espiritual.

¿Qué es necesario para una buenacomunión espiritual! Forner nos 1o dicecon estas palabras: "Todos los que oyen1a Misa con las disposiciones debidas,se alimentan de un modo místico con

el cuerpo de Jesucristo. La virtud deia santa Misa es tan grande, que bastaunir nuestra intención á la del sacer-

que la boca; de la misma manera, losfieles que asisten á la Xfisa se alimen-tan espirituaimente por mediación delsacerdote, aunque ellos no comulguen;es muy natural que el que asiste enespíritu con el sacerdote á la Mesa delSeñor, se alimente también espiritual-mente con é1. Si los invitados á unamesa real no salen jamás hambrientos

de la sala del festín, ¿ cómo nuestrodulce Salvador dejaría marchar sin con-lortarles á los que han asistido á IaMisa para adorarle!"

-it) C"*-.83, in N'Iiserere,1) Juan, VI, 35.

I /\) Capítulo XX

(rl,a Misa es la gran cena del Se-ñor; cada uno recibe su parte corres-pondiente, si no cierra obstinadamentela boca de su espíritu ante la mano de

Jesús que le ofrece su cuerpo en ali-mento.(a

Surio refiere un hecho que confirmanuestra doctrina.

Bertranda Carmara era una fervo-rosa cristiana y de conducta ejempla-rísima. [In día festivo, deseosa de acer-carse á la sagrada Mesa, obserr'ó que

Aumento de gracia y gloria 3Jl

posible tranquilizarse hasta tanto queBertranda le dió cuenta del maravillososuceso, realízado en su favor.

La comunión espiritual es, pues, santay saludable. Expresamente 1o enseña laIglesia cuando dice: (Los que con el

deseo gustan este pan celestial, coio-cado en su presenciat gozau de sus fru-tos y utilidad en virtud de esta fc vivaque la caridad hace fecunda.'(

No debes por consiguiente, oh almapiadosa, considerarte despojada de todo



el celebrante no consagraba formaspara distribuírlas entre los fieles. A pe-

sar de su vivo dolor, Bertranda conti-nuó oyendo atentamente la santa Misa.Pcro he aquí que, en el momento de lacomunión, vió un Angel que, tomandoen sus manos, de encima del altar, unapartícula de la sagrada Hostia, se laaproximó para que comulgara. Su alma

quedó inundada de alegría, ante estamilagrosa visita de su Dios. Mientrastanto el sacerdote advirtió la desapa-rición de la partícula, y buscábala envano por todas partes, sin que le fuera

bien; aunque á veces no te sea posi-ble participar sacramentalmente delcuerpo y de la sangre de Jesucristo,Inflama más bien tu deseo,, y aproxí-mate en espíritu á Jesús; El te saciaráy te abrirá los infinitos tesoros de susagrado Corazón.

CAPÍTULO XXI.

La santa Misa es la más seg'upa esperanzade los moribundos.

Só1o aquel que ha sufrido las ago-nías de la muerte conoce su amargura;

372 capltulo xxI

no obstante llegamos á vislumbrarlacuando presenciamos la agonía de a1-guno de nuestros hermanos. Entoncesvemos con cuánta razón dijo Aristóte-les que ((1a muerte es la más horrososade todas las cosas.¿(

Y sucede así, no sólo porque lamuerte es la separación de nuestraalma de nuestro cuerpo, sino principal-mente, porque es la puerta que nos da¿icceso á la eternidad y nos conduce ála presencia del tribunal de Dios. La

La esperanza del moribundo 373

ha de abandonarle jamás; quien, por elcontrario, ha sido negligente, no haríabien en confiar, porque se engañaría ásí mismo.cr (1)

¿Pero dónde está el alma que hapermanecido constantemente fiell ¿ Hay

acaso una entre mill ¿No podríamosnosotros ser mejores si quisiéramos !¿ Qué garantía pues tendrá el mori-

bundo en su última hora? No vacilo enafirmar, que la fuente más pura de es-peranza es la santa Misa, si, durante



r-iva representación de estas dos terro-l'íficas cosas, inspira al moribundo talparor) que hace temblar su corazón ybaña su frente con un frío sudor.

¿ Qué hacer en semejante angustia ?

¿Qómo consolar esta alma, cómo ani-marla, cómo protegerla para que el de-monio no la arrastre á la desespera-ciónt ¡Ah! arrójese en el senode la in-

finita misericordia de Dios, y su espe-ranza \o será confundida.

Así lo asegura S. Gregorio:((Quienha hecho cuanto de é1 depende, debeconfiar en la misericordia divina que no

nuestra vida, la hemos oído con asi-duidad y devoción.

El Salmista nos afirma en esta creen-oia, cuando dice: '(Ofreced sacrificio dejusticia y confiad en el Señor.(((2)

Este sacriflcio no es otro que lasanta Misa, por la cual nosotros noscongraciamos con la justicia divina,cosa que no podían realizar 1os sacri-

ficios de la antigua ley. Ved aquí porqué no se podía, hablando en propie-dad, llamarlos sacrifi.cios de justicia;

(1) trforal, lib. II, c. 9. (2) Ps. IV, 6.

374 Capítulo XXI

esta es también la razón de que Davidno se dirija en su exhortación á los sa-cerdotes judíos, sino á todos los cris-tianos y á los sacerdotes católicos, conel objeto de que dcsplieguen su celo enIa celebración de la santa Misa, paraaplacar

lacólera de Dios

y borrar lapena merecida por el pecado.Tan exacto es esto, que David ter-

mina su salmo diciendo: (c In pace inidipsttitt dormian¿ et requiescantc(: tÍan-quilo el corazón, á causa del sacrificio,


cido con el sacerdote el sacrificio dejusticia, puede esperar firmemente enla misericordia de Dios, y repetir conI)avid, en la hora de la muerte: (( Se-ñor, lleno de confr.anza en la santa Misa,dormiré en paz y descansaré en else-

pulcro hastaque

llegue el gran día dela eternidad. No temo la muertc eterna,porque sois Vos el áncora de mi espe-ranza. No, Señor, no puedo creer queseré repudiado por Vos, ya que contanta frecuencia os he ofrecido el sa-



dormiré mi último sueño y descansarédurante la eternidad, porque Vos, Se-

ñor, me habéis conservado mi espe-tanza.

David habla así en nombre del cris-tiano moribundo, y nos indica el fun-damento más seguro de nuestras espe-ranzas en la hora de la muerte. Así loentiende también la Iglesia en estas pa-

labras del oficio de difuntos: Requies-c,trtt . itt pace.

David había dicho: Descansaré enpaz; la Iglesia dice: Señor, concededleel descanso. Así, el que en vida ha ofre-

crificio de justicia, cuya virtud purili-cadora y santiflcante habrá borrado mis

pecados y satisfecho vuestra infinitajusticia.

Tal es mi dulce esperanza; en ellaconfiado, compareceré sin temor antevuestro severo tribunal.ú(

Todos los moribundos pueden escu-darse de este modo contra el abati-

miento y la desesperación.Cierto individuo, cuenta Pinelo, que

había sido durante su vida muy devotode la santa Misa, puso toda su confranzaen esta santa práctica, hasta que llegó

3,4í¡ Capítulo X\I

su última hora y murió dulccmente. Supárroco, entristecido por la pérdida detan edificante feligrés, le aplicaba to-dos sus sufragios.

A1 cabo de cierto tiempo, se le apa-reció el feligrés resplandeciente de her-

mosura.ú(¿Quién

eres!(( exclamó elpá-rroco.¿(Soy aquél por quien tan fervoro-

samente has pedido á Dios.¿¿('¿Cómo te encuentras en el otro

mundo i((

La esperanza del moribundo

ejemplo de este buen cristiano; sobretodo los que habitáis en pueblos dondese celebran Misas á todas las horas dela mañana; circunstancia ésta que ospermite escoger el momento más favo-rable,'según vuestro trabajo y los de-beres de vuestro estado. Los que, á pe-sar de sus deseos, no puedan ir á laiglesia, dediquen algunos momentos ála leotura de las oraciones de la Misa.Esto constituye también un medio ex-celente para prepararse á una buena



"Por la gracia de Dios estoy entrelos escogidos, y aunquc no nccesitaba

tus oraciones, te quedo profundamenteagradecido."

Quiso saber entonces el llárroco,cuáI, entre las virtudes que habían en-riquecido durante su vida el alma deldifunto, era la más meritoria y grataen la presencia de Dios. "La asistencia

diaria á la santa Misa, respondióle, meha proporcionado una muclte apacibley un juicio misericordioso.c¿

No desmayéis, pues, oh espíritus apo-cados. Porque es cosa fácil imitar cl

muerte.Es indudable que los méritos de la

Pasión y muerte de Jesucristo consti-tuyen las más legítimas bases de nues-tra esperanza. Pues bien, en la Misaestos méritos se distribuyen entre to-dos los asistentes que se hallan en es-tado de gracia; esperar, por 1o tanto,lleno de confianza en la santa Misa,

es esperar en los méritos mismos delSalvador.

Y no se diga, que estos divinos me-recimientos se nos comunican tambiénen la oonfesión y en la comunión; por-

o/ó Capítulo XXI

que hay gran diferencia entre el querecibe los sacramentos y el que oye laMisa. El primero debe acercarse digna-mente al tribunal de la penitencia converdadero arrepentimiento y á la santaMesa con fervor, so pena de cOmeterun nuevo pecado; mientras que el que

oye la Misa, aun cuando esté en pe-cado mortal, su estado, lejos de em-peorar, se mejora, porque el santo sa.crificio le proporciona la gracia de laconversión, si él no opone una resis-


en la santa Misa, siendo así que lamisma Iglesia nos enseña: " que losfrutos del cruento sacrificio de la cr¿zse distribuyen abundantemente por elsacrificio incruento? u (t)

'(El sacrificio de la Misa, añade laIglesia, ha sido instituído, para que

Iavirtud saludable del sacriflcio de la cruzsea aplicada por la remisión de nues-tras faltas v defectos cotidianos.'( (2)

El cristiano que de esta suerte es-pera, no confía en sí mismo ni en sus



tencia voluntaria.Podría también objetarse á esto di-

ciendo : Que todo moribundo, quien-quiera que sea, puede confiar en la Pa-sión y muerte áel Salvador, ya que

Jesús sufrió por todos los hombres,para satisfacer por todos nuestros pe-cados y preservarnos de la condenacióneterna.

Mas yo os diré: ¿De qué serviríaná nuestra alma los frutos preciosos dela Pasión y muerte del Salvador, si dealgún modo no le son aplicados? ¿Ycómo los alcanzará más eficazmente que

propios méritos, sino en Jesucristo, enlas oraciones y néritos del Salvador,

de los cuales ha participado en el al-tar santo; confia en un don más per-fecto que ha ofrecido al Padre celes-tial por 1as manos del sacerdote, en lasangre preciosa que ha brotado del al-tar sobre su alma; confía, y puede ydebe confiar en la oraoión de Jesús.

Esta esperanza es tan maravillosaque Sánchez dice: ((La santa Misa nosinfunde una esperanza de la vida eterna

(r) Trid. Sess. XXII, cap.z. (2) Ibid., cap. 1.

Capitulo XXI

con tantas garantias que, para creer enella, nos basta la gracia de la fe.,,Asípensaban los Santos Padres, que tanbien se prepararon para la muerte, me-diante la devota celebración de la santaMisa.

S. TeodoroStudita, celoso defensorde la fe católica contra los iconoclas-

tas, cayó gravemente enfermo. Se ha-llaba ya en la agonía, cuando pidió alSeñor la gracia de celebrar por últimavez los santos misterios, y prepararse


S. Tarasio, patriarca de Constanti-nopla, igualmente fiel á esta santa de-voción, sobrellevaba sus dolores corpo-rales y reanimaba sus agotadas fuerzas,gracias á su ardiente amor por Nues-tro Señor. Cuando ya no podía tenersede pié, se apoyaba con

elpecho

en elaltar.De esta manera oontinuó hasta el

último día en que su alma voló haciaAquel, á quien sus labios habían hechodescender sobre el altar tan piadosa y



de este modo para la suprema luchacontra el enemigo infernal.

No bien hubo terminado esta ora-ción, sintió aligerarse la intensidad desu mal. Se levantó, faé á la Iglesia,y celebró la Misa con un fervor y unacompunción tales que hicieron derra-mar lágrimas á todos los asistentes.Esta fué su mejor y su última prepa-

ración; al descender del altar se tendiósobre el lecho, y se durmió dulcementeen el Señor. (1)

frecuentemente. (r)Muchos Santos Padres tuvieron la

misma devoción, y no conocieron mejorpreparación para la muerte que la Misadiaria.

Además, Jesucristo 1o ha prometidoá Santa Matilde: (¿A la hora de la muerteconsolaré y protegeré al que haya asis-tido con asiduidad al santo sacrificio

de la Misa; y para acompañarle á mitribunal, le enviaré tantos grandes demi Corte como Misas haya él oído.(( (2)

(1) Baronio. Año 826, n. _\LlV. (1) Baronio. (2) llevet. I, lII, c. .\D(

Capítulo XXI

¡Oh Jesús ! si en mi favor queréiscumplir esta promesa, repetiré al mo-rir las palabras de David: (El Señor esmi Isz y mi salvación: ¿ á quién he detemer yot El Señor es el defensor demi vida; ¿quién me hará temblarlu (t).

¡Ah! si para mi consuelo

ydefensa

enviáis tantos Santos como Nfisas hayaoído, no temeré al ejército entero deSatán, porque basta un Santo para po-ner en fuga todas las tropas infer-nales.


metido avanzaron como otros tantosseres vivientes y horrorosos. El unome decía: Yo soy la vanidad, por lacual te elevaste sobre tu prójimo. Elotro exclamaba: Yo soy la mentira, quetú has proferido. Y nosotros, la multi-tud de palabras inútiles que has pro-nunciado; y las distracciones, los pen-samientos inútiles á quc te has entre-gado dentro y fuera de la iglesia. Deesta manera, una muchedumbre de fan-tasmas me rodeaba, I me acusaba con



Fortificada por el pensamiento dela santa NIisa, el alma abandona este

mundo y comparece ante el tribunal deDios. ¡Hallarse en presencia del justoJuez! Hombre infeliz, ¿cuál será enton-ces la serenidad de tu alma! Oye larelación auténtica de un monje resuci-tado, conservada por S. Bonifacio, obis-po de l{aguncia, en una carta á su

hermano.((Cuando fuí llamado al juicio deDios, todos los pecados que había co-

(l) I's. XX\iI, 1

v.oces espantosas de estos pecados y detodos los que había omitido en la con-

fesión, por negligencia, olvido ó igno-rancia.

Allí estaban también los demoniosprecisando el tiempo, lugar y circuns-tancias en que yo había pecado. En fin,las pocas buenas obras que yo habíahecho en mi vida, se presentaron á su

tez, tratando de hacerse escuchar: Yosoy la obediencia que has rendido á tussuperiores, dijo la una; y yo el ayuno,con el cual afligiste tu cuerpoi I yo¡exclamaba una tercera, la oración á que

Capltulo XXI

te has dedicado. A1 aproximarse cadauna de estas obras buenas, sentía yoinefable consuelo; los ángeles presen-tes aportaban su testimonio y ensaLza-ban mis pobres obras.( (1)

Lector querido, lo que sucedió á estebuen religioso, nos sucederá también

sin duda á ti, á mí y á todos los hom-bres. Nuestros pecados aparecerán re-vestidos de horrendas formas; nuestrasbuenas obras estarán allí presentes parasostenernosi y, si has oído muchas Mi-


¡Qué consuelo para tu oprimida almahallar amigos tan fieles, abogados tanpoderosos !

¡Ah ! Dios quiera que te suceda loque, al decir del verírlico Raynaldi, su-cedió á S. Nantier, obispo de Breslau.Este prelado

era muy devoto de la santaMisa y asistía á todas las que se ce-lebraban cn su catedral.

A1 morir, una piadosa señora oyócantos angélicos tan dulces que se creyótransportada al Paraíso. Quiso averi-



sas, ellas aparecerán también en formade hermosísimas vírgenes, que desvane-

cerán tu terror con su dulce presencia.Ellas dirán entonces: \Iosotras, las Mi-sas á que fielmente has asistido, te acom-pañarémos al tribunal del justo Juez;allí te excusarémos, serémos testigos detu piedad hacia el santo sacrifi.cio; ha-rémos constar todos los pecados que

hayas borrado y todas las deudas queha1'as satisfecho. No desmayes ; noso-tras aplacarémos la cólera del supremo

J""":_obtendrémos el perdón.(1) tsaronio. Año ,1:, n. XXIIL

guar la causa, y una voz celestial ladijo: Acaba de separarse de su cuerpo

el alma del Obispo Nantier, y los án-geles la conducen ai cielo. preguntóentonces la mujer como había merecidoel Obispo tanto honor y tanta gloria,y la misma voz Ie respondiú: ,( porsu devocién al santo sacrificio de laMisa.('

¡Qué ejemplo tan consolador ! Elpiadoso prelado se libró de las penasdel purgatorio y fué elevado entre can-tos angélicos, merced á su devoción áia santa Misa.

386 Capitulo xxII

Imitemos tan santo amor, Y, si no

nos fuere posible oír tantas Misas, po-drémos siempre unirnos en espíritu á

todas las que se celebran. Depositemosal pié del altar un fervor semejante aldel bienaventurado Nantier, y Dios aco-

gerá con agrado nuestrabuena volun-

tad y nos concederá una muerte di-chosa.

CAPÍTULO XXII.

.ttivio det purgatorio 382

imaginar, ver y sentir sobre la tie-rra.('(1)

Este testimonio bastará para infun-dirnos un saludable temor; porque losmales de la tierra son incalculables, ynuestra capacidad de sufrimiento es unabismo á cuyo fondo nadie ha llegado.Considerad las terribles enfernedadesque roen el cuerpo; leed en el marti-rologio las espantosas torturas á quefueron sometidos los confesores de lafé; y sin embargo, todo esto no es másque



Le santa Misa es el alivio más eficaz

para Ias almas del Purgatorio.

No podemos comPrender, duranteesta vida ei rigor de las llamas delpurgatorio, pero día vendrá en queno-sotros mismos las experimentarémos.Entretanto meditemos la doctrina de los

Santos Padres.S. Agustín declara que: (El esco-

gido y el condenado son atormentadospor el mismo fuego, cuYa acción es

más violenta que todo lo que se puede

una débil imagen de 1o que os es-pera, según afirma S. Cirilo: ,(Todas

las penas, torturas y tormentos de estavida, comparados con la más pequeñapena del purgatorio, parecen todavía unconsuelo.((

Santo Tomás dice 1o mismo : c(La

menor chispa de este fuego es más cruelque todos los males de esta vida.( (2)

¡Oh Dios mío ! ¿ cómo podrá sopor-tar nuestra alma tan terribles dolores!No obstante, es casi seguro que no lle-

(1) Sernr. 41. (2) In 4 Sent. dist. 2q 9, cap. U.

'lli

tiJ!

===--

,388 CaPítulo XXII

gará al cielo, sin atraversar antes es-

tas llamas abrasadoras; porque, lejosde ser bastante perfecta para evitarlas,está llena de impurezas y de malas in-clinaciones.

Acuden á mi memoria otros muchos

pasajes de losSantos Padres, pero bas-

tará citar á S. Bernardo : (( Entre elfuego natural y el del purgatorio haytanta diferencia como entre el fuego ysu imagen." (1)

Santa María Magdalena de Pazis, quedonde

Álivio del purgatorio 389

desdc la cual nos dirigen sus \¡oces su-plicantes.

Hay muchos medios para aliviarlas,pero el más saludable, declara el Con-cilio de Trento, es el santo sacriflciode 1a Misa. (rlas almas del purgatorioson socorridas por los sufragios de losfieles, principalmente por el sacriflciodel altar.(( (1)

Dos siglos antes había dicho ya SantoTomás de Aquino: "Según costumbregeneral, la Iglesia ofrece sacriflcios yruega por los difuntos; y así les libra



veía frecuentemente el purgatoriohabía encontrado á su propio hermano,

atestigua, que el fuego tcrrestre esr com-parado con el del purgatorio, un deli-cioso jardín.

No he visto jamás comParación tansorprendente, ni tan oportuna para esti-mularnos á la penitencia por el temorde estas intolerables penas. A1 mismo

tiempo despierta en nosotros una com-pasión sincera por ias pobres almas

enccrladas en esta tenebrosa prisión,

prontamente del purgatorio." (')

La razón de esto es, porque en lasanta Misa el sacerdote y los asisten-tes, no solarnente imploran misericordia,sino que ofrecen también á Dios unpreoiosísimo rescate. Las almas del pur-p;atorio no están en su desgracia, yaque por su contrición ,¡r confesión se-

han reconciliado con El ; pero perma-necen prisioneras, para purificarse desus imperfecciones.

T¡ id. Sess. XX\-. Decret. de pocnitIir + Sent. qucst,45,(1) Serm. 1ó.

- ,tt.ri

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t.t¡ii1

Capítulo xxII

Por tanto, si llenos de comPasión,rogáis por ellas y las aplicáis vuestrosmerecimientos, contribuís á saldar unaparte de esta d.euda de la que el mismosupremo Juez dice: "Cuida de que note metan en la cárcel; Porque te ase-

€iuro que no saldrásde ella, hasta que

hayas pagado el último céntimo." (1)

Pero si oyes ó mandas celebrar laMisa por una de estas almas, satisfacesuna gran parte de su deuda.

Cuando el bienaventurado Enriquees'

Alivio del purgatorio

tificaciones. Pasado algún tiempo se leapareció su compañero en un estadolamentable y le dijó entristecido: ((¿Así

cumples tu palabra, ó amigo infiel?( ElP. Enrique se turbó y respondió tem-bloroso: ¿(Amigo querido, yo no medescuido; me

ha sido imposible cele-brar la santa Misa por ti, pero he oradoy me ha mortificado tanto á tu inten-ción.¿¿

¿(No basta eso, replicó el alma in-fortunada, tus oraciones no son bas-tante poderosas para

391



Suzo, de la Orden de Predicadores,tudiaba en Colonia, Pactó con un su

amigo para que el que sobrevivieracelebrara un cierto número de Misaspor el difunto. Terminados sus estudios,Suzo continuó en Colonia y el otro re-ligioso fué enr.iado á la Suabia dondemurió al poco tiemPo.

Enrique recordó su Promesa; Perot

habiendo ya dispuesto de la intenciónde sus }{isas, suplió el santo sacrifrciopor la oración, el aYuno Y otras mor-

sacarme de estostormentos; necesito la sangre de

Jesu-cristo, esta preciosa sangre que se ofreceen la Misa; si hubieras cumplido tupromesa, habría salido ya de esta cár-cel de fuego; á tu olvido debo el con-tinuar en ella.¿(

tr'ácilmente se comprende el dolordel bienaventurado Suzo; vuelto en sí

de su primer asombro, contó al priorla aparición y la súplica. El Prior ledispensó sus obligaciones, y le mandócelebrar por su amigo. Hízolo así, ypronto el muerto le anunció su liber-

),'¡

(r) Matb. \¡. 26.

392 capitulo xxiltad y le prometió su intercesión en elcielo.

Considera estas palabras: ((Tu ora-ción, aunque muy agradable á los ojosde Dios, no es bastante poderosa paralibrarme de estas penas.((

Si las oraciones del bienaventuradoSuzo eran insuftcientes, ¿qué deoir delas nuestras tan tibias y secas! Uná-moslas pues durante la Misa á las de

Jesús y á las del sacerdote, y entoncespasará como refrigerante soplo, comodulce promesa de próxima liberación.

Alivio del purgatorio

1. Si estás en gracia, al oír ó en-cargar la selebración de la Misa, ob-tienes un aumento de gloria para elParaíso, ventaja que cien Misas cele-bradas después de tu muerte no podríanprocurarte, pues que habría entonces

pasado ya la época de merecer.2. Si estás en pecado mortal, la santaMisa te procurará, por la misericordiainflnita de Dios, la Iuz necesaria parareconocer tus pecados y el dolor dehaberlos cometido; dolor que nos vuelve

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sobre el valle desolado que habitan las

pobles a1mas.No sabemos en qué proporción son

perdonadas las penas del purgatoriopor el santo sacrificio. Siempre es oiertoque una Misa, celebrada ú oída por unomismo en vida, vale más que si se ofreceá nuestra intención después de la muerte,

según lo afirma S. Anselmo: ¿rUna solallisa oída por una persona durante suvida, le es más ventajosa que muchasdichas por ella después desu muerte.(

Hé nquí el por quó:

al estado de gracia, cosa imposible des-pués de la muerte. Habías de estar yasellado con el estigma de la reproba-ción, y todavía la santa Misa podríaretenerte sobre el borde del infierno yotorgarte el inefable beneficio de morirreconciliado con Dios.

3. Las Misas dichas ú oídas te espe-ran más allá de la tumba donde, Como

otros tantos elocuentes abogados, soli-citarán tu gracia en el tribunal de lajusticia. Si no te libran completamentedei purgatorio, abreviarán su duracióny atenuarán su intensidad. Aunque el

i. lII

;iilr¡.rl!

394 CapÍtulo xxII

mismo Dios te aplicara toda la virtudde una Misa después de tu muerfe, se-ría necesario esperar á que fuera cele-brada. ¡Cuán triste y dolorosa es laespera de las almas del purgatorio !

Supón que murieras por la tarde

y que habías de permanecer en las lla-mas del purgatorio solamente hasta lahora de la Misa del día siguiente. ¡Ah!cuán larga sería esta noche! Supón to-davia el caso más favorable, de que

tu alma había de permanecer solamenteque durara la celebración de

A1ivio del purgatorio 395

chísimo mejor que las Misas nos espe-ren en la otra vida, que no el que lasesperemos nosotros. Es decir, amonto-nemos tesoros para el cielo por mediode la piadosa asistcncia á la santa Misa,porque vendrá la noche y ¿quién tra-bajará entonces por nosotros I

4. La limosna que dedicas á la ce-lebración de la X,{isa, es un dón espon-táneo, voluntario y muy agradable áDios; pero después de muerto, no erestú, son tus herederos los que ofreceneste dón.



el tiempouna Nlisa; oh alma querida, esta media

hora corta te parecería una eternidad.Si se te obligara á poner la mano enel fuego, por espacio de una Misa, ¿quéno darías por evitar una prueba tanterrible ?

Sin embargo, el fuego sólo atormen-taría'un miembro de tu cuerpo, Y no

podría compararse con la pena muchí-simo más intensa que sufre el alma encl purgatorio. ¿ Y sentirómos menoscompasión por nuestra alma que Pornuestro cuerpo ) En todo caso, es mu-

¿No estamos viendo todos los días

el celo escaso con que procuran éstoscumplir los últimos deseos de los mori-bundos P

Créeme, 1o más acertado es asegurarel porvenir de esta vida, mientras. eresdueño de tus bienes.

5. No olvidemos, por último, que esta

vida es el tiempo de la misericordia,y la vida futura el de la justicia.Srrn Buenaventura dice: ttComo un

hilo de oro es mucho más precioso queun lingote de plomo, así también una

Capftulo XXII

pequeña penitencia hecha voluntaria-mente en esta vida, es mucho más es-timable á los ojos de Dios, que unagran penitencia impuesta en la otra."

La siguiente historia te demostrarála doble utilidad de la santa Misa paranosotros mismos

ypara las almas del

purgatorio.María, joven y piadosa costurera,

encargaba todos los meses una Misapor el alma más próxima á salir delpurgatorio. Dios prueba á la que ama:ilIaría debía sufrir una larga scrie de

Alivio del purgatorio 397

sólo una moneda de plata, suficiente, enverdad, para encargar una Misa, peroasí mismo necesaria para procurarseun pedazo de pan.

María no vaciló: un poco de ham-bre puede soportarse, mejor que lasterribles llamas del purgatorio; encar-gó la Misa y se abandonó totalmenteen brazos de la Divina Providensia.

Llegada á la iglesia, vió un sacer-dote dispuesto á salir al altar y le pi-dió si podría celebrar á su intención.



pruebas. Una penosa enfermedad la re-

tuvo un año entero en su lecho y per-dió todos sus clientes. Para librarse dela miseria, hubo de busoar una plazade sirvienta.

Preocupada por tan triste pensa-miento se dirigió á la Iglesia al salir,por vez prirnera, de su casa. En el ca'

mino se acordó de no haber cumPlido,durante su enfermedad, la promesa he-cha á las almas del purgatorio. ¿ Quéhacer? La enfermedad había consumidosus modestas economías, le cluedaba tan

Contestóle afirmativamente y María le

entregó sumodesta

ofrenda; asistióal

santo sacrificio, y comulgó en favor delalma que estuviera más próxima á vo-lar ai cielo.

A1 salir de la Iglesia, se dirigía ácasa de una amiga, cuando unjoven, denoble aspecto, la saludió y la dijó:

"¿Nobusca V. una colocación?(

"Sí señor; pero ¿cómo puedeV. sa-berilo si á nadie he hablado de seme-jante cosa y yo no conozco á V.!(

(No importa, dijo el desconocido

398 Capítulo xxu

sonriendo, siga V. por esta misma callehasta tal número, y allí hallará V. unaseñora que la tomará á su servicio, yjunto á la cual, será V. completamentefeliz." Y despareció al punto.

Nlaría siguió la dirección indicada;llegó á un magnl'fico edificio, cuyas

puertas la franqueó una yenerable se-ñora.

:'Cierto, dijo ella, después tle haberoído á la joven, es cierto que necesitouna doncella y ahora mismo me dispo-nía á salir en su busca; i pero cómo 1o

Alivio del purgatorio A99

bondadoso joven gue me ha indicado lacasa de V, y cuya angélica hermosurano olvidaré jamás.(r

La señora palideció y se dejó caersobre un sillón: "¿Qué dice V.? este es

el retrato de un hijo mío, muerto hace

ouatro años.t(María comprendió al punto la ma.ravillosa bondad de Dios para con ella;se arrodilió junto á la pobre madredeshccha en llanto, y la refirió su his-toria: su enfermedad, la última moneda



ha sabido \r.i Ayer por la tarde des-

pedí, por graves motivos, á mi cama-rera; pero nadie sabe nada de esto: nome explico como ha podido V. cono-cer mi necesidad."

X{aría no pudo resistir al deseo dereferir su encuentro con el joven, cuyoaspecto tanta confianza la había inspi-

rado.A1 entrar en la cámara de su nueyaseñora, \Iaría fijó.sus ojos en un her-moso retrato de tamaño natural.

"Señora, exclamó ella, he aquí cl

ofrecida por bl alma del purgatorio que

el mérito de una sola Misa pudiera ii-bertar, su abandono en btazos de laProvidencia.

tt¡Oh, hija querida, exclamó entoncesla señora, yo te debo así la salvaciónde mi hijo ! Murió piadosamente, ¡ay demí ! y le creía ya en el cielo desde

hace mucho tiempo; sin embargo supurgatorio duraría todavía, si no hubierasido por tu piedad. El es quien te en-vía, bendito sea Dios. Permanecerásaquí durante toda mi vida, no en cali-



402 Capítulo XXIII

Iglesia les concede, l.legan como suaverefrigerio hasta el purgatorio. Rociad,pues, frecuentemente las tumbas devuestros muertos, para consolarlos yalivir rl os.

CAPÍTULO XXM.De la oración del sacerdote y

de los ángeles, por los fieles que asistená la Misa.

Es general entre personas piadosas,

O:ación del sacerdote y de los ángeles +03

rosas que sean.(( (1) trxpondré en estecapítulo el fundamento de tan consola-dora doctrina.

El celebrante debe orar no sólo porlos fieles en general y ofrecer el santosacrificio por su salvaoión, sino queademás está

obligado á hacerlo de unamanera particular por todos los asis-tentes, y á presentar al Padre celestialsus peticiones. Así,la oración del prin-cipio llamada Collecta, Ia Secreta quesigue al Ofertorio, la Postcotnmunio,y, en general, todas las oraciones en



quejarse de frecuentes distracciones du-

rante la oración. Para esto no conozcoremedio más eflcaz que la frecuenteasistencia á la santa Misa, en la queunes tu pobre oración á la de Jesús ysu ministro.

A la manera que una pieza de co-bre, se embellece y abrillanta arrojada

en oro fundido, así tu oración seca ydistraída se hace atenta y fervorosa:(la oración, hecha en la Misa en unióncon el sacrificio, es más efr,caz que to-das las demás, por muy largas y fervo-

que la petición se h¿lce á nonbre de

muchos, son recitadas por Ia asambleade fieles, por ti, si formas parte de ella,y pueden ser tan provechosas como siestuvieras á solas en la Iglesia con elsacerdote.

Para conocer con puntualidad lasoraciones en que tienes, por decirlo así,

una participación oficial, vanros á enu-merarlas cuidadosamente.

(1) Forner.

404 Capítulo XXIII

S 1. Qué pide el saeerdote y eómo lo pidepara los asistentes.

Al principio de la Misa el ayudanterecita el ConJiteor, en nombre del pue-blo, sobre el cual el sacerdote pronun-cia la siguiente absolución: (,Dios po-

deroso tenga misericordia de vosotros,y, perdonados vuestros pecados, os lleveá la vida eterna. El Señor Todopode-roso y misericordioso nos conceda elperdón, la absolución y remisión denuestros pecados. Amén.(ú

Oración del sacerdote y de los ángeles +05

blo salud y bendición) porque ¿quépo-drá faltarnos si Dios está con noso-tros !

.Nl Credo pronuncia en su nombrey en el de los fieles esta confesión dela fe católica, en la cual deseamos to-dos vivir y morir.

A la oblación del pan dice: ((Recibe,oh Padre Santo, Dios todopoderoso yeterno, esta Hostia inmaculada, que yo,indigno siervo tuyo, ofrezco á ti, quecres mi Dios vivo y verdadero, pormis innumerables pecados, ofensas y



A), Kiria, que es un grito de angus-

tia hacia la Santísima Trinidad, al Glo-t'ia in excelsís y á la Collecta, el sa-cerdote habla en su nombre y en elnuestro. Saluda al pueblo, reunido alre-dedor del altar, con la santa salutaciónDomintts uobisunn, que ¿rel Señor estécon vosotros.(¿

Este era el saludo del ángel á Ge-deón, de Booz á sus segadores, del Ar-cángel Gabriel á la Santísima Virgen.

Por estas palabras, ocho veces re-petidas, el sacerdote desea para el pue-

negligencias, y por todos los que están

presentes, y también por todos los fie-les cristianos vivos y difuntos: paraque á mí y á ellos sea de provechopara la salvación en la vida eterna.Amén.('

Cuando pone el agua y el vino eneI cáliz: ('OhDios que maravillosamente

formaste la dignidad de la humana na-turaleza, y más maravillosamente lareformaste: concédenos, por el miste-rio de mezclar esta agua y vino, que

seamos participantes de la divinidad de

Capítulo XXIII Oración del sacerdote y de los ángeles +07

Por el mismo Jesucristo, nuestro SeñorAmén.t'

A continuación pronuncia en vozbaja por todo el pueblo la oración mis-teriosa de Ia Secreta. Ordinariamentese dicen tres oraciones, á r'eces cinco,

yen las grandes festividades no hay

más que una.En el Pre.facio, el sacerdote excita

al puebio á mezclar las alabanzas conlas suyas, y después continúa solo enalta voz: ttIJl Señor seacon vosotros.t(t(Y con tu espíritu.(¿

Aquél que se dignó participar de nues_tra humanidad, Jesucristo, Hijo tuyoSeñor nuestro: que como irios- vive yreina contigo en unidad del EspírituSanto: por todos los siglos de lós si_glos. Amén.,,

A la oblación del cáliz: ((Ofrecé-

moste, _Señor, el cáliz de la salud, im_plorando tu clemencia: para que subacon suaye fragancia hasta la presenciade tu divina Majestad, por nuéstra sal_vación y la de todo el mund.o. Amén.(

Después del lduabo el sacerdote se((Reoibe,



((Elevad \¡uestros corazones.(( t'Los

tencmos ya elevados al Señor.'('(Demos gracias á Dios nuestro Se-

ñor.¿( ('Digno y -justo es.(t¿(Verdaderamente es digno Y justo,

debido y saludable, que en todo tiempoy lugar te demos gracias, Señor santo,Padre todopoderoso, Dios eterno: Por

Jesucristo Señor nuestro. Por quien losángeles alaban tu majestad, las domi-naciones la adorán, las potestades latemen. Los cielos y las virtudes de loscielos, y los bienaventurados serafines,

inclina y dice: oh Trinidad

santa, esta oblación, que te ofrecemosen memoria de la pasión, resurreccióny ascensión de Jesucristo nuestro Se-ñor: y en honor de la bienaventuradasiempre Virgen María y de San JuanBautista y de los santos Apóstolei pe-dro y Pablo, y de éstos. v de todos

los Santos, para que á ellos les sirvade honra y á nosotros nos aprovechepara la salvación; y se Cignen interce_der por nosotros en el cielo aquelloscuya memoria veneramos en la tierra.

4oB Capítulo XXtiI

en unánime ooncierto, la celebran. Conlos cuales, suplicamos que te dignesadmitir también nuestras voces que conhumilde acatamiento proclaman:

"Santo, santo, santo, Señor Dios delos ejércitos. Llenos están los cielos yla tierra de tu gloria, hosanna en laialturas. Bendito sea el que viene ennombre del Señor. Hosanna en las al-turas,t(

Entonccs comienza el .Canon, partede la N[isa que se pronuncia envoz baja,y del cual citaremos aquí únicamente

(rAcuérdate,


Estas palabras debln servirte deconsuelo, aunque ta pobreza note per-mita hacer celebrar Misas. La que oyeses ofrecida po.r ei sacerdote á tu in-tención, y te aplica su mérito á ti y itodos los tuyos, según tu piedad y tudeseo.

Después del Mentenlo continúa laoración pública: (¿IJnidos en la mismacomunión y venerando la memoria, enprimer lugar de la gloriosa siempreVirgen María, Madre de Jesucristo nues-tro Dios y Señor; y también la de tus



cl Memento de los vivos:Señor, de tus siervos 1' siervas N. N.(Aquí designa mentalmente el sacerdoteá aquellos por quien se ofrece el sa-crificio), y de todos los que están aquípresentes, cuya fe y devoción te esconocida, por los cuales te ofrecemos,ó elios mismos te ofrecen, este saori-

ficio de alabanza, por sí y por todoslos suyos, por la redención de sus al-mas, por la esperanzá d.e susalvaciónyconservación: y te cumplen sus prome-sas á ti, Dios eterno, vivo y verdadero.,(

bienaventurados Apóstoles y Mártires

Pedro y Pablo, Andrés, Santiagó, Juan,'l'omás, F elipe, Bartolomé, Mateo, Si-món y Tadeo: de Lino, Cleto, Clemente,Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Cri-sógono, Juan y Pablo. Cosme y Da-mián; y de todos tus santos; por susmerecimientos y ruegos te suplicamos

nos concedas, que en todas las cosas elauxilio de tu protección nos defienda.Por el mismo Cristo, nuestro Señor.Amén.6¿

Con las manos extendidas sobre la.

410 CapÍtulo XXIII

oblata continúa el sacerdote: ,,Rogá-moste, pues, Señor, recibas propicioesta ofrenda de nuestra servidumbre,que 1o es también de toda tu familia:y nos hagas pasar en tu paz los díasde nuestra vida, y mandes que seamospreservados de la eterna condenación

y contados en la grey de tus escogidos.Por Cristo nuestro Señor. Amén.(.

Después de la elevación dice: ¿,Por

tanto, Señor, nosotros siervos tuyos, ytambién tu pueblo santo, en memoriaasí de la bienaventurada Pasión delmismo

Oración del sacerdote y de los ángeles +tt

de nuestro patriarca Abraham, y el quete ofreció tu sumo sacerdote Melquise-dech: sacriflcio santo, hostia inmacu-lada.((

Profundamente inclinado dice luego :rúRogámoste con todo rendimiento, omnipotente Dios, mandes sean llevados

estos dones por las manos de tu santoángel á tu sublime altar, ante la pre-sencia de tu divina Majestad: para quetodos los que participando de este al-tar recibiéremos el sacrosanto cuerfpoy sanfgre de tu Hijo, seamos llenosde toda bendición celestial y gracia.



Jesucristo, tu Hijo, nuestro Se-

ñor, como de su resurreción de entrelos muertos, y también de su gloriosaascensión á los cielos; ofrecemos á tuexcelsa Nlajestad de tus dones y dádi-vas esta hostia f pura, hostia f santa,hostia f inmaculada, el pan f santo dela vida eterna y el cáliz f de perpetua

salvación. Hacia los cuales dígnate, Se-ñor, mirar con rostro propicio y se-reno: y aceptarlos, así como te dignastede tener por aceptos los dones de tusiervo el inocente Abel v el sacrificio

Por el mismo Cristo, Señor nuestro.Amén.t(En el J,[emento de los difuntos ruega

por todos 1os fieles difuntos, despuéspor aquellos á la intención de los cua-les é1 celebra la Ntisa ó que 1e hansido recomendados, y luego continúa:(También

á nosotrospecadores,

siervostuyos) que esperamos en la abundanciade tus misericordias, dígnatc darnos al-guna parte y compañía con tus santosApóstoles y N{ártires: con Juan, Este-

4t2 Capítulo XXIII

ban, Matías, Bernabé, Ignacio, Alejan-dro, Marcelino, Pedro, tr'elicidad, Per-petua, Agueda, Lucía, Inés, Cecilia, Anas-tasia, y con todos tus santos: en cuyacompañía te pedimos nos recibas, nocomo apreciador de méritos, sino comoperdonador de culpas. Por Cristo, Se-

lior nuestro.(¿Recita á continuación el Paler nos-

ter por él y por todos los cristianos,r¡ agrega: "Te rogamos, Señor, nos li-bres de todos los males, pasados, pre-sentes y venideros, y por la interce-

Oración del sacerdote y de los ángeles +t3

los pecados del mundo: ten misericor-dia de nosotros: dános la paz.'(

El sacerdote recita entonces unaoración por é1 solo, y ciice la últimacollecta por é1 y por el pueblo enteroy sigue diciendo: (Séate agradable, ohTrinidad santa, el obsequio de mi ser-

vidumbre: y concede que el sacriflciogue yo indigno he ofrecido á los ojosde tu Majestad, sea digno de o.r-ie tu 1o

aceptes; y, para mí y para todos aque-llos por quienes le he ofrecido, sea portu misericordia propiciatorio. Por Cristo,Señor nuestro. Amén.((



sión de la bienaventurada y gloriosasiempre \:irgen lladre de Dios, María,con tus bienaventurados Apóstoles Pe-dro y Pablo y Andrés, y todos los san-tos, danos propicio la paz en nuestrosdías; para que ayudados con el auxiliode tu misericordia, vivamos siemprelibres de ¡recado, y seguros de toda

perturbación. Por el mismo Señor nues-tro, Jesucristo, Hijo tuyo,"

Signe el ,19'nus Dei, repetido tres\¡eces: "Cordero de Dios, que quitas

Por último bendice á los fieles ennombre de Jesucristo y de su Iglesia, yl,:e el L)aangelío según San Juan.

He aquí las oraciones cuyos bene-ficios se reciben asistiendo á la santaNIisa. Sencillas en aparencia, tienenmaravillosa eficacia, pues están inspi-

radas por el Espíritu Santo, compues-tas por los Apóstoles y los Santos Pa-dres, y sancir,¡nadas por la lglesia. trlsacerdote no las dice en nombre pro-pio, sino en nombre de Jesucristo y de

4t4 Capítulo XXIII

toda la cristianidad, de quienes es elrepresentante.

En efecto, la Iglesia, es decir, 1a

sociedad de los fieles, enr'ía al sacer-dote al altar, como su embajador acre-ditado. Le encomienda sus peticionespara que las exponga ante Dios du-

rante el santo sacrificio, y procure elbienestar temporal y eterno de todossus hijos, y muy especialme4te la libe-ración de las almas del purgatorio. Laspalabras de esta sublime embajada hansido dictadas una á una por la Iglesiaé incluidas en el misal.


El sacerdote no se limita á orar,ofrece además un don, un tesoro de in-finito valor: el cuerpo y la sangre deiSalvador. Dios no puede rechazar estedon, ni rehusar a1 sacerdote sus pia-dosas solicitaciones.

Unamos pues nuestras oraciones á

las del sacerdote para que sean mejo-res, más nobles, más eficaces, Y obten-gan lo que por nosotros solos jamáspodríamos obtener. Por último, te ben-dice el sacerdote con la señal de lacrvz, para preservarte de mal durante



Así, cuando el sacerdote llega al al-tar y se presenta ante la Divina Ma-jestad, Dios no le considera como unpobre pecador, sino como el embajadorde su Iglesia, como el representante desu Hijo, cuyas leces hace, cuyos vesti-dos é insignias lleva, y en nombre dél

cualpronuncia

las palabras de la con-sagración : ((Flste es mi cuerpo. Esta esmi sangre.(t En estas condiciones, suoración es para Dios la oración delmismo Jesúrs.

el día.

¿Quieres saber si son igualmentebuenas todas las Misas?

Antes de responder, te ruego distin-gas bien entre el sacrificio y Ia piedaddel que 1o ofrece. ¿Preguntas si el sa-crificio es tan santo, ofrecido por unsacerdote bueno, como por uno malo ?

Sí. Como es válido el bautismo, ya seaconferido por un pecador ó por unjusto, con tal que el ministro tenga in-tención de bautizar y se conforme conlas prescripciones de la Iglesia, del

416 Capítulo XXIII

mismo modo la santa Misa es siempreigualmente santa y saludable, si el sa-cerdote observa las ceremonias pres-critas.

Pero acaso desearás saber, ¿la obla-ción del sacriflcio es entre todos lossacerdotes igualmente piadosa y edifi-

cantei ¡Ay, no! Este será en el altarun émulo de los ángeles, el otro serápoco fervoroso; y, en este sentido, Diosconsidera una Misa más agradable quela otra.

El sacerdote lo sabe muy bien: hoy

Oración del sacerdote y de 1os ángeles ct?

mensos beneficios, eue naturalmentedisminqirían en el caso contrario.

San Buenaventura escribe: ((Todas

las misas son igualmente buenas en 1oque al Salvador se refiere. Por lo quetoca al celebrante, las hay mejores ymenos buenas. Por tanto,

vale más oírla Misa de un sacerdote virtuoso, quela de uno malo.('

Fll Cardenal Bona confirma este pen-samiento al decir: ((Cuanto más santoy agradable á Ilios sea el sacerdote,más favorablemente acogidas serán sus



está recogido, mañana se distraerá.Poresto pide él á los fieles el auxilio de

sus plegarias para que su sacrificio seaagradable al Dios Omnipotente. Tal esel sentido del Orate, fi'atres.

Hermanos y hermanas, dice volvién-dose hacia el pueblo, tenemos que rea-

ltzar una gran empresa, para la cualson insuflcientes mis fuerzas. Os suplico,pues, que me ayudéis todos á ofrecereste sacrificio, que es también vuestro.Si 1o hago dignamente, obtendréis in-

oraciones y su sacrificio; más útil serásu Misa, porque en ésta, como en otrasobras piadosas, á mayor fervor corres-ponden mayores frutos.'¿

$ 2. Cómo oran los ángeles por nosotros.en la llfisa.

Es indudable que los ángeles estánpresentes en Ia Misa. La Iglesia loafirma y David canta en sus salmos:'¿Mandó á sus ángeles que cuidasen de

8096 14

liI

418 Capítulo XXIII

ti; los cuales te guardarán en cuantospasos dieres.u (t)

Donde quiera que vayamos nos acom-pañan estos espíritus celestiales, nosamparan con su protección y nos col-man de favores. Pero cuando dirigimosnuestros pasos hacia el altar del Se-

ñor, ¿ con qué regocijo, con qué satis-facción cumplen su misión de ahuyen-tar á los malos espíritus que quisieranperturbar nuestra devoción, imponiendosilencio á nuestros disipados cuchicheosy apartando todas las distracciones.

Por 1o menos asisten á la Misa tan-


prínoipes de la milicia celestial; porque,bajando allí el Rey de los ángeles árealizar la obra más excelsa de su po-der, es natural que se halle rodeado desus ministros y le rindan vasallaje.

Entonces podéis exclamar en ver-dad con David: (¿En presencia de los

ángeles te cantarérhimnos; te adoraréen tu santo templo y tributaré alaban-zas á tu nombre.(( (1)

Estáis arrodillados en medio de es-tos espíritus puros, que oven la Misacon vosotros y ruegan ardientementepor vucstra salvación. ((Recuerda, oh



tos ángeles como personas, pues cadauno tiene su ángel custodio, que leayuda á orar y á adorar á Jesucristosobre el altar. Pedid al vuestro que

oiga la Misa por vosotros y con voso-tros, y su ardiente oración suplirá conventaja las miserias y defectos de la

vuestra.Además de los ángeles custodios,,están también presentes en el altar los

hombre, al lado de quién estás duranteeste misterioso sacrificio. Te hallas en-tre querubines y serafines, y en mediode las potestades celestes. Procura, pues,no afligirles con tu impiedad y rego-cijarles con tu fervor.

(Cuando el sacerdote celebra el su-

blime y tremendo sacrificio del altar,los ángeles le asisten, y elevan en corosu voz, para cantar la gloria de Aquel

(1) Salmo XC, 12. (r) Ps. CXXXVII, 1-2

420 Capítulo XXIII

que es inmolado... Entonces los hom-bres oran. los ángeles doblan su rodillaen la presencia de Dios, y los arcán-geles interceden por nosotros. Estosson los momcntos más propicios paranosotros.

El santo sacrificio está á la dispo-

sición de estas potestades angélicas, yellas defienden nuestra causa, diciendo:'(Señor, os rogamos por aquellos quevuestro Hijo amó hasta la muerte, porlos que redimió con su sangre, y porquienes ofreció su cuerpo en sacrifl-cio." (r)

Oración del sacerdote y de los ángeles +2t

Los ángeles están presentes en laMisa, pero además ofrecen el santo sa-crificio y nuestras súplicas al Dios to-dopoderoso.

S. Juan, el Evangelista, ha contem-plado á estos espíritus angélicos de-sempeñando tan sublime función: ((Vino

entonces otro ángel, y púsose ante elaltar con un incensario de oro; y dié-ronsele muchos perfumes, compuestosde las oraciones de todos los santos,para qrle los ofreciese sobre el altarde oro, colocado ante el trono de Dios.Y el humo dc los perfumes ó aromas



¡ Qué diferencia entre sus oracionesy las nuestras ! Ellos arden en amorpor Dios, á quien contemplan cara ácara, y á quien adoran eternamente.He aquí, por qué alcanzan ellos 1o quenosotros pediríamos en vano. l{o obs-tante, nuestras oraciones, unidas á las

suyas, rasgarán las nubes y serán másatendidas que si oráramos en la sole-dad de nuestras casas.

encendidos de las oraciones de los san-tos, subió por la mano del ángel al aca-tamiento de Dios.('(1)

Asl, los ángeles recogen nuestrasoraciones durante el santo sacrificio,para llevarlas al cielo y depositarlas,como perfume delicioso, ante el trono

de Dios. Y como nuestras súplicasvan

unidas á las de J'esucristo, su fragan-eia es infinitamente agradable á la Ma-

(1) S. Juan Crisóst. De sacerdot. lib. \¡I. (1) Apoc. VÍII, 3-4.

Capítulo XXIV

jcstad divina, y son mucho más efica-ccs que las plegarias hechas fuera dela santa Misa.

Nuevo motivo para asistir diaria-mente al santo sacrificio, donde te es-pcran tan poderosos mensajeros paraelevar á Dios tus votos, vivificados con

la santidad de su ardoroso celo.

CAPÍTULO XXW.

La santa Misano impide nuestras ocupaciones,

por contrario, las aYuda

La trIisa enriquece

trar á esos potires extraviados los gra-ves perjuicios que de ello se les hande seguir, será para mí verdadera sa-tisfacción.

Si al ir uno al trabajo, sc encuentracon un amigo, se entretiene voluntaria-mente un buen rato, que pierde misera-blemente en adquirir noticias, hablar demii bagatelas y formar propósitos inú-tiles y sin trascendencia alguna. Setrata de oír la santa N{isa, y el recuerdodel trabajo que le espera es un continuotormento.

¿No comprendes que es obra del

423



antes, elY favoreee

El tlabajo es uno de los pretextos,que más comunmente alegan los hom-bres, para dejar de asistir á la santa[{isa. Noche y día se preocupan de é1,

se lamentan de la pérdida de tiemPo,

por consagrar una hora al servicio deDios; y tachan de perezosos á los que

examinan el empleo de su vida bajo unpunto de vista sobrenatural.

Refutar tan grosero error Y demos-

demonio este desmedido apego á lascosas de la tierra, y sobre todo, esegran interés en apartarte de la santaX,iisa! Créeme; lejos de perjudicar altrabajo, 1a santa Misa 1o hace más fá-cil y prot'echoso.

E1 Divino l4aestro nos recomienda,

que busquemos ante todo el reino deDios y su justicia, "y todas las demáscosas se os darán por añadidura.,. (r1

(1) llath. \-i, 33.

121 Capítulo XXIV

()on lo cual quiere decir: No os preo-cupéis demasiado por el sustento de

vuestro cuerpo, y oídla santa Misa antesde empezar vuestro trabajo' As{ daréjsá Dios el culto que le es debido, Y El,cn cambio, os dará el Pan de cada día.

Si prestáis á un grande de la tierra al-

gún importante y agradable servicio,¿no se os recompensará!

Pues, asistiendo á la l\{isa, tributáisá Dios un espléndido homenaje, una

gloria infinita. una satisfacción incom-parable; le ofrecéis un don más Pre'cioso que el mismo cielo.

La l{isa enriquece 42r

No; -jamás Dios merecerá tal repro-che; porque, no contento con reservar-nos una recompensa irnperecedera en elcielo, bendice acá en la tierra las em-presas de ios que asisten con asidui-dad á la santa Misa.

Testigos de ello son aquellos dos ar-

tesanos de que nos habla S.Juan el Li-mosnero; tenía el uno numerosa fami-lia, vivía el otro solo con su mujer.El primero proveía á toda su familia yaumentaba sus recursos; todo le salíaá rnaravilla, y, al fin del año, habíahecho algunas economÍas. El otro, aun-



El Señor, tan rico Y tan generoso'¿dejará este acto sin remuneración!¿Permitirá que os sea perjudicial vues-

tra devoción? Jamás; El recompensatoda acción buena, Y con mayor mo-tivo recompensará la mcjor de todas.

Si Dios descuidara esta recompensat

podríais decirle ei día del juicio: "Se-ñor, oí una \{isa Para glorificaros Y

no me recompensásteis. Lejos pues de

ganar he peldido en vuestro santo ser-

vioio.t(

que solo, siempre estuvo luchando conla más espantosa miseria."Explícame, dijo éste confidencial-

mente á su vecino, cómo te las arrc-glas. Diríase que Dios derrama sobretu casa toda suerte de bienes; mientrasque Io, infortunado de mí, me veo

agobiado de desgracias."ttCon mucho gusto, le contestó suamigo; mañana temprano pasaré por tucasa é irémos juntos al lugar donde yoencuentro mi buena suerte.((

426 Capítulo XXIV

A1 día siguiente por la mañana, elpiadoso obrero fué por su compañero,y le llevó á la iglesia. donde oyeronI{isa. Después le acompañaba á su ta-ller; y así hicieron el segundo y el ter-cero día.

((Si no es más que esto, dijo el des-

dichado obrero, no hace falta que ádiario te molestes; sé bien el caminode ia iglesia.((

((Pues este es precisamente, le re-plicó su amigo, mi único secreto. En laX{isa obtengo el beneficio de que nadafalte en mi casa. Si imitaras mi ejem-

'_.

La llisa enriquece 427

Esta exhortación llegó hasta el co-razón deL infeliz; desde entonces asis-tió todas las mañanas al santo sacrifi-cío y la bendición de Dios vino visi.-blemente sobre su casa.

¡Ah! con cuánta razón este buenzapatero había califi.cado de tesoro la

santa Nlisa. Sí '( es un tesoro inflnitopara los hombres; que, á cuantos se hanvalido de é1, los ha hecho partícipesde la amistad cle Dios.¿( (1)

Es una mina de donde se extraenel oro de la tierra y e1 oro del cielo.trl que asiste á la N{isa, sale de ella



plo, Dios te concedería 1o mismo. Apelosino al testimonio de Nuestro SeñorJesucristo que dice: ((Buscad primeroel reino de Dios y su justicia, que todolo demás se os dará por añadidura.(

(Desde los primeros días de mi ma-trimonio he buscado el reino de Dios

oyendo á diario la santa Misa, y nadanos ha faltado; en cambio, con la es-cusa del trabajo, tú has abandonado laMisa, y has aprendido, á costa tuya, cuánfiel es eI Señor á sus promesas.((

enriquecido con los méritos de Jesu-cristo, colmado de bendiciones por elPadre celestial, bendiciones mucho mássuayes que aquclla que Jacob recibióde Isaac diciendo: (rDéte, Dios, por me-dio del rocío del cielo y de la fertili-dad de la tierra, abundancia de trigo y

de vino.(' (2)Esta bendición era terrena, pero lade la Misa es á la vez temporal y es-

(t) Sabid. \¡llr 14. (2) Génes. \XVU, 28.

Capítulo XXIV

piritual, como 10 vemos por la oración-que sigue á la consagración. ((Todos

cuantos estamos presentes y participa-mos de este sacrificio, habiendo reci-biclo el cuerpo santísimo y la sangre de

vuestro Hijo, seamos colmados de ben-

diciones y graoias celestiales.(

En virtud de esta oración Y delsanto sacrificio se os bendice en vues-

tro cuerpo y en vuestra alma, en vues-

tras empresas y en vuestros trabajos,temporal y eternamente. ¡Dios os ben-

dice !

'(Todo depende de la bendición de

La l,{isa enriquece

con su mano derecha sobre el puebloel signo de la cruz y le oyó pronun-ciar estas palabras: ('Yo os bencligo átodos vosotros que creéis en Mí.(

Jvgad, por lo tanto, el daño que

causáis á vuestro trabajo absteniéndoosde la santa Misa, y no culpéis á nadie

del mal estado de westros negocios.Tal vez algún pobre me replicará:Estáis equivocado; la santa Misa noproduce tantos beneficios materiales.Yo la he oído, y no soy más rico; lahe abandonado y mi miseria no ha sidomás terrible. Sólo la ignorancia puede

429



Dios", dice un antiguo proverbio. Loslabradcires y artesanos saben muy bienque, sin la mano de Dios no serían fe-

Cundos su habilidad Y su celo Por el

trabajo. Pues, no hay medio más eficaz

de atraerse los favores del cielo que la

audición de la santa Misa, donde reci-

bes la bendición del sacerdote y la delmismo Jesucristo.lln una visión, Santa Brígida con-

templó al Salvadorr Quor después de laelevación de las santas especies, ttazaba

discurrir así, y no dudo que la lecturade este trabajo iluminará vuestra inte-ligencia, y os hará comprender el valory la eficacit del augusto sacrificio de

nuestros altares."El día en que habéis oído Nlisa,

dice Forner, vuestro trabajo es másllevaderor más dulces vuestras penas,

y Yuestra cruz menos pesada.({Otro autor afi.rma que (el que ha

oído la Misa por la mañana será másafortunado en sus trabajos, en sus ne-

430 Capítulo XXIV

gocios y en su viaje. El Señor fortifi-cará su cuerpo y su a1ma, los ángelesle rodearán más afectuosamente, y, sillegara á morir, Jesrls le asistiría ensus últimos momentos, como él le haasistido en la santa Misa.(

Yo agrego, que mi propia expe-

riencia y la de algún otro me atesti-guan, cómo la asistencia á.la santa Misafavorece al trabajo.

Recordad sino este conmovedor epi-sodio de la vida de San Isidro, campe-sino español:

Este santo cultivaba las tierras de

La Misa enriquece

Sin embargo, algunos criados delmismo señor. hostiles al santo, se que-jaron de él diciendo: ((Sin duda igno-riás, Señor, que Isidro pasa el tiempoen la iglesia, y apenas realiza la mitadde su trabajo; os 1o advertimos, por-que esto es contra vuestros intereses.((

El amo montó en cólera y corrió alcampo á reprochar a1 acusado su ne-gligencia en servirle; mas éste replicócon dul.zura: "Es cierto queyo dependode vuestra señoría; pero dependo tam-bién del Rey de reyes y no puedo des-cuidar mis dcberes para con é1. Si te-

431



un potentado scñor. Tlabajaba con todoel celo posible, sin abandonar un solodía la ftIisa. De tal suerte agradó áDios su devoción que mandaba á susángeles para que le ayudaran en elcampo. Cuando su mujer le llevaba lacomida, veía frecuentemente dos ánge-les que trabajaban

á su lado, condu-ciendo cada uno un carro tirado porbueyes blancos. Isidro no los veía, y sumujer no le decía nada para que no seenvaneciera.

méis que os perjudique, por venir altrabajo un poco más tarde que los de-más, os indemnizaré al recojer la co-secha.((

La humilde respuesta del Santo apa-ciguó á su señor, que no censuró yasus ejercicios de piedad; pero quisoaveriguar por sí mismo, á qué hora em-

pezaba á trabajar.Se fué al campo muy de mañana, se

ocultó tras una roca y vió que, en efeoto,Isidro empezaba á trabajar bastante

432 CapÍtulo XXIV

tiempo después que los otros. Encole-rizado, se dirigió hacia é1 para repro-bar su proceder, cuando de pronto vióá su lado dos trabajadores más queconducían bueyes blancos.

Sorprendido, se detuvo y consideróatentamente aquel extraño tiro, pero,

¡nuevo prodigio ! al aproximarse habíanya desaparecido carros, bueyes blancosy conductores.

Acercóse a1 Santo y preguntóle dul-cemente: '(Dime, por amor de Dios, quié-nes son esos hombres que te ayudan átrabajar.c(

CAPÍTULO XXV.

De la manera de ofrecer la santa Misay del valor de la oblación.

Alma piadosa, lee atentamente este

capítulo, grábalo profundamente en tu

memoria, sigue sus consejos y obten-drás un inmenso Prorrecho.Hemos dicho ya que la santa Misa

es el único sacrificio del Cristianismoofrecido al Dios omnipotente. El PadreGobat dice: 'cla santa Misa no es so-lamente una oración, es tarnbién un

una ofrenda divina.



Isidro se sonrió sin saber qué res-ponder.El amo insistió diciéndole: ((Yo

teaseguro que he visto junto á ti otrosdos trabajadores, que desaparecieron ámi llegeda.(¿

(rDios es testigo, respondió Isidro,de que no tcngo otro ayuda, ni á. nadieinvoco en auxilio mío, más que á El.ú¿

El dueño comprendió que eran án-geles los trabajadores, y se regocijó detener un criado tan bueno y perfecto.

acto de adoración,El Gran Saoerdote, el verdadero sacri-ficador es Jesucristo. Después de É1,

viene el ministro, instrumento que lepresta su mano Y su boca. En tercerlugar siguen los asistentes, pues todoslos fieles pueden ofrecer el santo sa-

crificio.

"A continuación los que dan la li-mosila ó los objetos necesarios para elculto; y, en fin, todos aquellos que Porsus ocupaciones no pueden asistir cor-

ti?

Capítulo XXV

poralmente á la santa Misa, pero seunen en espíritu. Todos ellos ofrecenla víctima divina y á todos alcanzanlos frutos de su ofrendu.,, (t)

Estas palabras deberían inundar nues-tras almas de consuelo. iNo es acaso.una gracia maravillosa el que Dios haya

concedido á todos los fieles sin distin-ción de sexos, edades, ni condiciones,la faOultad de ofrecer á su soberanaMajestad este sacrificio augusto ! Losjudíos no conocieron este privilegio.Según su ley, solamente los sacerdotespodían inmolar las víctimas y quemar

trIodo y valor de la oblación 435

que os sacó de las tinieblas á su luzadmirable.'( (1)

San Pedro indica con estas palabrasesta especie de sacerdocio de que todoslos fieles, hombres, mujeres y niños sehallan investidos en la Misa. ¡Qué pri-vilegio, oh cristiano, de poder ofrecer

con tanta facilidad el cuerpo y la san-gre del Salvador! ¡Oh!Aprovecha estesagrado poder, ejerce todos los días elsacerdocio de que por la misericordiade Dios te hallas investido.

Sin la oblación del divino sacrificiono comprenderías debidamente la Nfisa.

¿'oir



incienso en el templo.En la Iglesia católica, los laicos nosolamente pueden manejar el incensa-rio, sino que además pueden y debenofrecer el holocausto del cuerpo y dela sangre de Jesucristo. Por esto elApóstol San Pedro nos proclama;4Li-naje escogido, una clase de sacerdotesreyes, gente santa, pueblo de conquista,para publicar las grandezas de aqucl

Porque la Misa no es asistir sola-mente, sino ofrecer el sacrificio enunión con el sacerdote. Los fieles pue-den ofrecerla, no por sí mismos, sinopor las manos del sacerdote. Sin em-bargo, aunque miembros de la Iglesia,los laicos no la ofrecen, en efecto, si

no contribuyende

unamanera activa,

ya danclo la limosna, ya asistiendo óayudando la Misa.'r (e)

iii

(1, Alphab. 6, sacr..aud. (1) I Petr. II, 9. (2) P. Antonio dc Spira.

436 Capítulo XXV

Esto me parece á mí también. Paraoirla debidamente es necesario ofre-cerla con el sacerdote; esto.dcpende desu misma nahrraleza, porque es un sa-crificio. Por consiguiente, los fieles queen la Misa se entregan á toda clase dedevociones particulares sin ocuparse

de la oblación del santo sacriflcio seplivan de un número infinito de gra-cias.

$ 1. Cómo debe ofi'ecerse la santa Misa.

l.[o estará ciertamente por demás

Modo Y valor de la oblación 437

mayor parte por Jesús y el ángel, perocuyo valor depende en absoluto de ladevoción personal del hombrer y es' poroonsiguiente, siempre imperfecta' ¿ Quése ofrece en la santa Misa! Un dón

absolutamente sobrenatural, perfectísi-mo, augustísimo, divino: el cuerpo y la

sangre de Jesucristo, sus lágrimas, sumuerte, sus merecimientos.

Podrás replicar sin embargo: el que

ofrece el rosario ofrece un dón adqui-rido por el mismo, mientras que losméritos del Salvador son solo de éste'

Pero yo te repetiré, que el que ofrece



qne te explique minuciosamente la ma-nera de ofrecer á Dios el santo sacri-ficio.

Supón que uno recita devotamentevarios rosarios ofreciéndolos á Jesu-cristo y á su Madre Santísima, mien-tras que otro oye y ofrece una sola

Nlisa. ¿Cuál de los dos crees que ga-nará más y será más espléndidamenterecompensado! El segundo, á no du-darlo. ¿ Qué ofrece el primero ! IJnaoración muy santa, compuesta cn su

la santa Misa ofrece su ProPio bien,ttporque mediante el incruento sacrifi'-

"io,oot apropiamos realmente los mé-

ritos, y la Pasión Y muerte de Jesu-cristc.(¿ ,

Si no quieres creermer cree Por lomenos á la santa Iglesia: "Por el sa-

orr'fcio incruento recibimoslos frutos

del sacrificio cruento.u El don recibidode esta suerte te pertenece en realidadcomo aquello que adquieres por tus es-

Íuerzos personales; puedes, por consl-

438 Capitulo XXV

guicnte ofrecer á Dios, como cosa pro-pia, los méritos de Jesucristo.

Considera qué inmenso favor te haceel Señor cuando, en la Misa, te insti-tuye espiritualmente sacerdote y teconcede la facultad de ofrecer á Diossu Padre á la manera de los sacerdotes

no sólo por ti, sino también por losdemás, porque Forner dice: ,(No es elsacerdote el único que ofrece el santosacriflcio, con é1 podeis ofrecerlo vo-sotros y todos los cristianos.,,

Por esto el celebrante dice despuésdel Sar¿cl¿s.. (Acuérdate, Señor, de tus

Modo y valor de la oblación 439'

pertenece como á mí, es obra vuestracomo 1o es mía, ayudadme, pues Yo oslo suplico, á ofrecerlo.

Después de la elevación del cá1i2,

dice: (úNosotros siervos tuyos, y tambiéntu pueblo santo... ofrecemos á tu ex-celsa majestad, de tus dones y dádivas

esta hostia pura, hostia santa, hostiainmaculada, elpan santo dela vida eterna,y eI cáliz de perpetua salvación.'(

Tu cooperación en la oblación es,

pues real, y el celebrante cuenta conella. Si no atiendes su invitación niunes tu voz y ta cotazón á sus actos,



siervos y siervas... y de todos los queestán aquí presentes... por los cuales teofrecemos : ó ellos ntismos te oft-eceneste sacrificio de alabanzapor síy porlc¡;los lc¡s suJ.os, por sus amigoi,

-sus

bienhechores, vivos y muertos.((El sacerdote insiste sobre esta coo-

peración delos fieles al decir: <Orate,fratres.> ttOrad, hermanos, para que mi

sacrificio, que lo es también uttestro,sea agradable á Dios todopoderoso.(

En otros tirminos: este sacrificio os

le engañas en sus esperanzas y te en-gañas con é1 quedando frustrados losbeneficios de la oblación.

l-orner nos lo advierte: (6los que

se descuidan de ofrecer la santa N[isapor ellos y por los suyos, se privan de

un inmenso beneficio."

Tan injustoresulta

Paranosotros

faltar á la Misa como asistir sin ofre-cerla. La ofrenda es la mejor de lasprácticas; cuanto más la renuevesr másregooijarás el cielo, más deudas pa-

440 Capítulo XXV

garás y más gloria obtendr¿is. Decir áDios: (Yo os ofrezco(¿ vale tanto comodecir: (¿Yo os pago.,, Yo os pago conel oro de los méritos de Jesucristo elperdón de mis pecados, los bienes ce-lestiales, Ia liberación de las almas delpurgatorio.

Cierto que fuera de la Misa y á todahora pued.e decirse con provecho: ((Se-

ñor, os ofrezco á vuestro Hijo querido;os ofrezco su dolorosa Pasión y muerte;aceptad sus virtudes y sus merecimien-tos (ú, pero esta oblación es solamenteespiritual, mientras que en la Misa es

It'{odo Y valor de la oblación 441

que me las ofrezcas las duplicaré de,irr.no; así el hombre recibe el céntu-plo en el tiempo y la gloria infinita en

la eternidad.* (t)

$ 2. Del valor de la oblasiÓn.

Bntre todas las oraciones de la Misa,

dice Sánchez, ninguna tan consoladoracomo la que sigue á la elevación del

cáliz, cuando el sacerdote ofrece al Pa-

dre celestial el Cordero inmaculado,diciendo:

t¿Señor, nosotros siervos tuyosr Ytambién tu pueblo santo'.. ofrecemos á



real. Jesucristo está realmente presentey, con El, sus méritos y virtudes; seinmola de nuevo y renueya su Pasiónv muerte; nos dá sus méritos para quelos ofrezcamos á su Padre celestial; sedá á sí mismo.

Santa Nlatilde oyó en cierta ocasiónque Nuestro Señor le hablaba

asídu-

rante la X[isa: c'Te doy mi amor, misoraciones, mi Pasión para que á ta vezpuedas tú ofrecérmelas. Dámelas y teIas devolveré multiplicadas, y cada vez

tu excelsa l{ajestad... hostia pura, hostiasanta, hostia inmaculada.". El llama al Pueblo, es decir, á los

concurrentes, santos, porque son santi-ficados por la santa Xlisa según la pa-

labra de Jesucristo: "Yo por amor de

ellos me santifico, me ofrezco por r'íc-

tima á mí mismo, con elfin de que el1os

sean santiflcados en rrerdad.!t (2)

Jesucristo les santifica por la asper-

(1) Lib I, cap Xl.V. (2) Juan X\¡ÍI, 19.

442 Capítulo XXV

sión de la sangre divina, segúin Ia ex-presión de S. l,ablo.

¡Cuán preciosa es la Hostia pura,santa é inmaculada ! Es la carne purí-sima, el alma santísima, la rnngr. io-maculada de Jesucristo. Su valor es in_menso, infinito, pues el orbe entero,

comparado con ella, no es más que unpuñado depolvo. ¿Qué digo? La inmen-sidad de los cielos no contiene nadarnás precioso.

Lo que ofreces á Dios por esta Hos-tia es un dón perfectamente digno desu infinita Nfajestad, es su Hijo con su

Modo y valor de la oblación 443

valor de un reino, la emoción del prín-sipe sería todavía más profunda.Bn la Misa ofrecemos al Altísimo

la Humanidad de Jesucristo, esto es, lomás excelente y sublime que ha sidocreado por su mano omnipotcnte. Héaquí el precioso vaso, y la joya de va-

lor incomparable que en él se encierraes la Divinidad del Salvador, ((en quienreside la plenitud de la divinidad." (1)

Hablando en propiedad, no es la di-vinidad sino más bien la Humanidad de

Jesucristo lo que nosotros ofrecemosá la Trinidad adorable. Pero las dos

están estrechamente unidas;



Humanidad santísima, es Dios mismo.Si todos 'los pueblos de un pode-

roso monarca labraran de oro purísimouna artística copa, adornada de pedre_ría inestimable, de un . conjunto per-fecto; y si este testimonio de su amory de su fldelidad le fuera presentado

por embajadores escogidos, serían ver_daderamente intensos el reconocimientoy la alegría del Sobcrano. y si estacopa encerrara además una joya del

na,turalezasen realidad no están nunca separadas,y por esto las ofrecemos reunidas. ¡Quéalegría para el Padre celestial cuandorecibe de tus manos este dón incompa-rable del cual ha dicho : "Este es mi quc-

rido Hijo, en quien tengo puesta tódami complacencia'(( (2)

Piensa el premio que te esPera Y lasdeudas que satisfaces por esta preciosaofrenda.

(1) Colos. I\ 9. (2) Nfateo III) 17.

444 Capítulo XXV

Reflexiona también que recurres ála mediación del sacerdote para ofre-cer el santo sacrificio. Esto procede deun sentimiento de humildad implícitaque podría expresarse así: "Señor, yono soy digno de acercarme á vuestroaltar y de tocar con mis impuras ma-

nos el Cordero inmaculado, pero yo meadelanto en espíritu para asistir á vues-tro sacerdote y ayudarle á elevar laHostia y el cá1i2.'(

Según Rainaldi, Enrique I, rey deL-rglaterra, oía todos los días tres Mi-sas, arrodillado al pié del altar. Llegada

It4odo Y valor de la oblación 445

manos del sacerdote'(( Y Dios sabráinterpretar fielmente tu intención.

A la oblación de la santa Hostiahay que agregar la de la Preciosa San-gre. Este es un medio excelente para

la salvación de las almas.Se cuenta en la vida de Santa Ma-

ría Magdalena de Pazis que NuestroSeñor en persona la había instruidosobre este particular, dándola á cono-cer cuán propia era la oblación de su

Preciosa Sangre para aplacar la cóleradivina.

Lamentábase el Salvailor del escasoque procuran apa-



la consagración, se aproximaba al ce-lebrante y sostcnía sus brazos durantela elevación de las santas especies. Eraeste el más duice consuelo del piadosomonarca.

'Si se conservara esta costumbre,¡ cómo te apresurarías á ocupar un sitiocerca del sacerdote ! Pero Dios se con-tenta con tns deseos, basta decirle desdeel fondo de tu corazón: ((Señor, yo osofrezco á vuestro querido Hijo por las

niimero de aquellosciguar la justicia de su Padre y exhor-taba á la Santa á que 1o hiciera. Desde

entonces ofrecía ella la Preciosa San-

gre hasta cincuenta veces cada día porlos vivos y por ios difuntosr y su ce-

lestial esposo la mostraba con frecuen-cia las almas que por este medio había

sacado ella del Purgatorio.¿(Cuando ofrecéis la Preciosa Sangre

a1 Padre celestial, dice ia misma Santgr

ie ofrecéis un dón tan agradableque El

446 Capítulo XXV

se considera como deudor vuestro.(( Enefecto, ¿qué hay en el cielo ó en latierra cuyo valor iguale á la PreciosaSangre, una de cuyas gotas vale másque un mar de sangre de mártires !¿¿Pues una sola gota de esa sangre seríasuficiente para purificar al mundo de

todo pecado.'( (1) Por consiguiente, si ácambio de la oblación de esta PreciosaSangre, Diós te otorga el cielo, toda-vía así no recibes un bien de igual va-lor.

Quiero insistir sobre esta suposi-ción: Si hubieras estado presente á la

C:APÍTULO XXVI.

Cómo se pudcle participar de los frutosde varias Misas.

Como has visto en el capítulo XXIII'

todos los sacerdotes oran y ofrecen elsanto sacrifrcio á la intención de losconcurrentes.' Es pues una ventaja considerablehallarse en una iglesia en que se ce-

- lcbran varias Misas á la vezrporque sino hay más que un sacerdote no haY



crucifixión del Salvador y hubieras po-dido recoger la sangre adorable quecorría de sus sacratísimas llagas; sihubieras elevado esta Sangre Preciosahacia el cielo implorando misericordiapara tí y para el género humano, elcorazón del Padre celestial se hubieraenternecido y 1o habría perdonado todo.Pues esto es 1o que haces realmente enla santa Misa.

más que una oraciónr Pero si haY va-rios, aumentará vuestro provecho espi-ritual.

Para obtener, pues, provecho de va-rias misas á 7a vez es necesario coo-

'perar en cierta medida á cada una de

ellas; no quiero decir que se atienda á

muchas misas áun mismo tiemPo,

Por-que esto sería imposible, aconsejo sen-cillamente atender á una sola del mejormodo posible y recomendarseá las otrasdiciendo: (¿Dios mío, os ofrezco tam-1) S. Tomás de Aquino.

44s Capítulo XXVI.

bién este sacrificio que va á reali-zatse.4Mas cuando veáis alzar sobre un

altar la Hostia santa y eL caliz, adoradal dulce Jesús y ofrecedle á su Padrecelestial. No temáis perder el fruto dela Misa que ois, antes al contrario ob-

tendréis mayores beneficios.Me diréis acaso que? si os entregáisá esta práctica, habréis de descuidar laMisa y abandonar vuestras cotidianasdevociones. Escuchad esta parábola. Unviñador cultivandO su viña, encontró untesoro; le ller'ó secretamente á su casa

Fruto de oir varias }Iisas 449

á este razonamiento y dijo: ((QuieraDios que continue hallando tesoros pa-recidos, y poco importa que se pierdala cosecha, serémos bastante ricos sjnelta. t'

Seguid el sentido de la parábola yno dudéis de que la oblación reiterada

de Cristo, elevada por las manos del sa-cerdote es incomparablcmente más útilque toda otra oración.

Pero aún hay más. Cuando al en-trar en una iglesia veas que el cele-brante ha llegado ya al Pater noster,ó al Ag'rttts Dei, ó á la Comunión, hazla oblación de nuestro Señor mientras



y volvió á su traba-io. A los pocos ins-tantes descubrió otro tesoro é hizo lomismo. Por último, su pico encontróun tercero. se 1o llevó rapidamente, yno pudiendo contener su alegría lo co-municó á su mujer.

¿Como, dijo ésta asombrada, consi-deras csto como una fortuna I Yo te

aseguro que es una verdadera desgra-cia, porque si continuas así no culti-varás la viña y perderémos la cosecha.

El hombre contestó con una sonrisa

el sacerdote consume las sagradas es-pecies; así obtendrás grandes benefi-tios. Si á tu entrada, dos sacerdotesconsagran á un mismo tiempo, haz unacto dc adoración con la intención deofreccr á Jesús presente en los dos al-tares. Si tus oios no pueden ver las

santas especies, pueden darte cuentadel momento de la elevación por elsonido de la campanilla. No abandonesturr;*,..tu inmediatamente antes de la

450 Capltulo XXVI

consagración, espera á que Jesús des-cienda sobre el altar, adórale y pídele

srr bendición.Estas tardanzas producen siemPre

grandes ventajas, júzgalo por la rela-oión siguiente.

Un caballero de la corte del ReY

de Portugal que se hallaba en el trancede la muerte, dijo á su hijo: ú(Hijo mío,yo abandono este mundo confiado en

la misericordia divina, I te dejo únicoheredero de mis bienes. Pero ante todo'no olvides esta mi última recomenda-ción: Oye misa todos los días Y sé fiel

Fruto de oir varias I\{isas 45L

calumnias hallaron eco en el cora-zón del Rey con suma facilidad, por-que llevaba también una vida desorde-nada; y en su furor juró la muerte delpaje.

Un día en que se paseaba á caballopor los alrededores de su capital, re-

volviendo en su espíritu pensamientosde venganza vió á lo iejos un hornode cal en plena actividad. Su plan es-taba preparado. Habló al encargado yle dió la orden de arrojar al horno alpaje de corte que al día siguiente iríaá preguntar si había sido ejecutada la



á tu Rcy.¿cIluerto su padre, el joven entró en

la corte á servir como Paje de honorde santa Isabel que lo tenía en grande

estima por su piedad. Diole sabiosconsejos, le conflaba frecuentementeladjstribución de sus limosnas y le tra-taba con maternal cariño. La Reina te-

nía otro pa-ie de malas costumbres, elcual, celoso del favor que gozaba su

compañero, le calumnió ante el Itey de

la manera más odiosa. Sus infames

orden del Rey. A su regreso, el Reymandó llamar al paje tan injustamente

,calumniado y le dió orden de que aldía siguiente por la mañana fuera alhorno de cal á informarse de la ejecu-ción de sus órdenes, El joven partióal amaneoer, é iba triste por no haberoído l\Iisa antes de marchar, y temía

no poder oirla ya aquel día. En el ca-mino halló una iglesia donde hacíanprecisamente la señal de la consagra-ción. Entró al punto, adoró á Cristo y

452 Capítulo XXVI

le ofreció al Padre Eterno por su sal-vación eterna y temporal, salió de allícontentísimo por haber podido oirunaparte tan importante de la Misa.

I¡lomentos después pasaba junto áotra iglesia cuyas campanas anuncia-ban también el momento de la consa-

gración, lo cual le regocijó de nuevo.Penetró en la iglesia, hizo sus actoshabituales de piedad, adoró al Señor,y salió de prisa, porque las órdencsdel rey eran urgentes. No obstante, sucamino á través de la ciudad [e con-dujo á otra tercera iglesia. También en

Fruto de oir varias X{isas 453

alhornero. Pero, ¡oh terror! Se apoderóde é1 y á pesar de su resistencia y susprotestas, fué precipitado en el hornoencendido.

Poco después llegó el paje inocente,oumplió su misión y se le respondióque habían sido ejecutadas al pié de la

letra las disposiciones de su majestad,y volvió á Palacio, sin darse cuentade la amorosa protección con que ladivina providencia le había defendido.

Al verle el Rey y oir sus palabras,comprendió que el acusador había su-frido la pena del fuego. Se aterrorizó

adrnjrú la conducta maravillose del



aquel momento sonaron las campanasv sin vacilar entró por tercera vez á

adorar á su Dios y Señor. Su devociónera tan grande que permaneció allíhasta cl fin de la santa Misa.

El Rey descaba saber si se habíallevado á oabo su obra de venganza, y

envió al otropaje para averiguar si se

habí¿rn cumplido sus órdenes . Esteaguardaba la ocasión, y' conocedor de

lo que aquella orden significaba' mar-chó inmediatamente. Llegó y preguntó

1'Cielo humillando su corazón delante deDios protector de la inocencia. El paje

'entonces reflrió al Rey como su padreen el lecho de la muerte le había re-comendado oir todos los días la santaI,{isa y servir lealmente al Rey su se-ñor. Fiel á las enseñanzas de su p¿r-

dre, quiso en el día de hoy asistirpor 1o menos á la consagración en lasiglesias, que había encontrado en su ca-mino, porquc temía quedarse sin N'fisa.

454 Capítulo XX\¡I

Entonces comprendió el paje cómo de-bió á su piedad el haber esoapado delpeligro que le amenazaba.

El Rey pensó, desde este momento,reconciliarse con Dios. Dió las graciasá su santa esposa y á su fiel servidor,cuya inocencia acababa de ser demos-

trada de m.odo tan evidente.Imita la piedad de este paje, y comoé1, no olvides el rendir tus homenajesal Señor en el momento de la consa-gración.

Los que no pueden asistir á Misadebcrían, por 1o menos, asistir en es-píritu y decir: ((Dios mío, permitidme

Fruto de oir varias Misas 455

Ia iglesia, el poder participar de losméritos del santo sacriflcio, uniéndoseen espíritu al mismo ? En fin, aprove-chemos todas las ooasiones, para pe-dir á los sacerdotes que se acuerden denosotros en el altar: este es segura-mente el más precioso de todos los re-

ouerdos.He aquí como habla sobre esto unautor piadoso:

.(Es para vosotros motivo de gran-

dísima alegría el que un sacerdote osprometa su Memanto en la santa Misa.Debíais pedirlo á todos los sacerdotesconocidos vuestros; de esta manera



participar de ios preciosos frutos de to'das las }Iisas que se celebren hoy envuestra Santa Iglesia. ¡Quién pudieraaproximarse al altar y ofrecer con elsacerdote el corilero inmaculado !" Diosbenclecirá tu buena voluntad y acce-derá á tus súplicas, según el grado de

tu caridad.¿No es sumamente consoladorpara

los enfermos, los religiosos de clau-sura, las personas que viven lejos de

dispondríais, por decirlo así, de otrostantos tesoreros que os abrirían la te-'sorería de nuestro Señor Jesucristo.Cuando á pesar de vuestros deseos noos sea posible oir la Misa, sabed queDios considera esta voluntad como sila hubierais oido. Y aún puede suce-

der que una Misa oida espiritualmenteos valga más gracias que si hubieraisasistido corporalmente con negligenciay distracción. Seguramente Jesús dis-

-=-

4s6 Capítulo XXVII

tribuye sus gracias entre los fieles asis-tentes, pero no es menos generoso paracon aquellos que, por obediencia ó porotras justas causas, no pueden ir á laiglesia.

CAPÍTULO XXVII.

Exhortaeión importanfe Para oirtoCos los días la santa Misa.

Dcspués de 1o dicho, Podrá Parecerinútil que te erhorte á oir todos losdías la santa Nlisa. Anadiré sin em-

muy propias

Oigase Misa diariamente 4i7

tienes tu familia. lrfo, lector querido.La audir:ión de la Misa te es más ne-cesaria que el trabajo, porque sin ellasería muy difícil tu salvación. No esesto aconsejarte que no trabajes, yointento solamente que consagres á Diosmedia hora corta todas las mañanas.

Bendecido por su mano paternal, serátu trabajo muchísimo más fecundo.

¡Ah, si nuestros obreros 1o creye-ran así, si quisieran comenzar su tra-bajo en la iglesia! ¿Qué pueden ganardurante media hora en el campo ó enel taller? Apenas algunos céntimos, ypor esta insignificante ganancia, re-

celestiales.



bargo algunas reflexionespara afir'marte en esta resolución.Dcsde luego la hora más Preciosa

det día es la de la santa N{isa. \rerda-

deramente es un tiempo precioso' y porsu influencia, todo 1o que hagas en el

día será, por decirlo así, convertido en

oro. Sin esta bendición que se obtierre

en el altar, sólo reportaríamos una vilganancia. Y no me digas que el tra-bajo te es más necesario que la asis-

tencia á la \Iisa, Pues que Por é1 sos-

nuncian á los tesoros ¿ Quédigo! Ilenuncian á la misma felicidad

'temporal privándose de la bendiciónfecunda unida por Dios al santo sacri-ficio.

Si lloviera oro, i no abanclonaríaspara recogerlo, tus más apremiantes

ocupaciones? Pues en cada Misa llueveoro del cielo ; y este orc es el aumentode la divina gracia, de los méritos, delas virtudes, de la gloria celestial; es

15*

458 Capitulo XXVII

el consuelo y la piedad, es la protec-ción de Dios sobre tus ncgocios tem-porales, el perdón de nuestros pecados,y la remisión de las penas merecidas.Es la felicidad, la salvación, la gracia,la misericordia. ¿ Todas estas cosas noson preciosas c()mo el oro puro ! Cuando

por temor á un desorden sin transcen-dencia, ó por una miserable ganancia,faltas á N{isa un día de trabajo, tu 1o-

cura es mayor que la deaquelquecon-tinuara trabajando en vez de reoogerla lluvia de oro.

Por esto, tr'orner llama á la Misa(tmina de orot' en donde se gana bas-

el de piedra.

Oigase Misa diariamente 459

celebración dc 1os santos misterios !Pero hay muchos sacerdotes y Cristoes ofrecido en muchos lugares, paraque resplandezcan más y más la mi-sericordia y el amor de Dios hacia elhombre. ¡ Cuán lamentable es la indi-ferencia que muchos demuestran por

este sagrado misterio, que es la joyadel cielo y la aclmiración del nundo !

"iOh ceguedad inconcebible! ¡Ohdureza del corazón humano ! )rlo con-moverse por este clon inefable y per-mitir que la costumbre nos haga indi-ferentes ! (1)'r

Motivos todos los dias



tante más que en acarreoLa Iglesia misma 1a proclama "la másexcelente de todas las obras", la máspropia, por consiguiente, para enri-quccernos.

¿'Si cste adorable sacriflcio se ofre-ciera en un solo lugar, ]r un solo sa-

cerdote en todo el mundo consagrarala Hostia santa ¿con qué ardor se di-rigirían los hombres á este lugar, haciaeste sacerdote único para asistir á la

$ l. - para oirla Santa Misa.

Toda mi ambición, oh Cristiano, es-triba en estimularte á oir todos 1os díasla santa Misa. Y por esto quicro ex-poner todar'ía los altos y variados mo-tivos en que se apoya esta excelente

devoción.Escucha y considera: Dios te ha

(1) Imit. de cristo. Lib. Iv, c. 1, v. 12,

Capítulo XXVII Oigase lfisa diariamente 461

diariamente á la Misa, manda por 10menos celebrar algunas á fin de suplirtus omisiones en el servicio de Dios,y pagar tus faltas habituales. Y si erespobre, hé aquí un oonsejo.

¿l,lama un mendigo á tu puerta?

¿un amigo, en la desgracia te pide

tu auxilio ! Ofrece la limosna de tupobteza, presta el esfuerzo de tt brazo,y después dí á los que te quedan obli-gados: ¿a¿Queréis oir, por amor de Diosuna santa Misa á mi intencióni'¿ Conseguridad, los pobres te reemplezaránvoluntariamente al pié del altar y atra-erán sobre ti y sobre ellos mismos labendición del Señor.

¡i.itiiltt1titi1rtl!ii

11

iit1..

criado para servirle. La Misa es elculto divino por excelencia. trstás obli-gado á dar gracias á Dios Por sus be-

neficios temporales y espiritualcs : laMisa es el más perfecto sacrificio de

acción de gracias. Estás en el mundopara alabar á la Divina Majestad: la

ianta Misa es el más sublime sacrifi-oio de alabanzas. Has contraido una

deuda grandísima: la santa Misa es elmás rico sacriflcio de satisfacción' Teamenazan el Pecado, la enfermedad Yla muerte: la Misa es el más efrcaz sa'crificio de impetración' El demonio te

persigue, acecha con sus intrigas



Recuerda la historia referida en el

'capítulo XIX.La práctica de oir la l,Iisa unos por

otros es sumamente conveniente y per-fectamente posible, como ya hemos ex-plicado. No es lo mismo oir la Misa

que comulgar. Puede decirse: yo co-mulgaré por ti y por las almas delpurgatorio, pero esto no significa lomismo que si sc dice: yo oiré la N{isa

te yie esfuerza por arrastrarte á los in-fiernos: la X[isa es el escudo contra el

cual se estrella su poder infernal. Lamuerte te infunde pavorr buscas de-

fensores para la última hora: el Señorte promete la asistencia de sus san-

tosen número igual al de las Misas

que hayas oido. (1)

Cuando no te sea Posible asistir:it.¡it:lil

).t

(1) santa llatilde.

Capítulo XX\:II

por ti. Es tan imposible recibir un sa-cramento por otro como comer por é1.

Sin embargo tu comunión será muyventajosa al prójimo. porque todas lasbuenas obras borran una parte de lapena merecida por nuestros pecados,beneficio que podemos ceder á nuestro

hermano; además, la comunión aumentaen iosotros la gracia, y hace más ar-dientes y eflcaces nuestras oraciones.

En cuanto á la santa Misa, Jesucris-to no la ha instituido solamente parael celeblante ó para los asistentes, quiereque participen también de ella los au-sentes, por eso se dice en el Me-tnento de ((Acuérdate, Se-

Oigase Misa diariamente 463

Misa por otro que comulgar por é1. Lomejor será siempre unirnos á la víc-tima inmolada por nosotros sobre elaltar, recibiéndola en nuestro corazón.Esta es la participación más intima delsacrificio.

$2.

-Los santos nos

handado ejemplo

asistiendo freeuentementeá la santa Misa.

(úLas palabras conmue\¡en, el ejem-plo persuade.( Si mis exhortaciones note han convencido todavía, te citaré elejemplo de los santos que, no obstantesus múltiples é importantes ocupacio-nes, consideraron santa Misa como



)' los vivos:ñor, de tus siervos y siervas, por loscuales te ofrecemos, ó ellos mismos teofrecen, este sacriflcio por sí y por to-dos los suyos.t(

En fln, todos podemos despojarnosen far.or del prójimo de los mereci-

mientos adquiridos ó de los tesorossatisfactorios obtenidos en el santo sa-crificio.

Parecc pues más convehiente oirla

lala primera de ellas.' San Agustín refiere de su santa ma-dre l\{ónica, que no pasaba día algunosin asistir á la santa N{isa. Tenía enmucho el valor del santo sacrificio cuyasaludable virtud borra hasta 1a huella

de nuestras faltas. Al morir lejos desu patria, pedla á su hijo, no pornpasfúnebres, sino un recuerdo diario er claltar.

461 Capítulo XXVII

Santa Heduvigis, duquesa de Polo-nia, asistía diariamente á varias Misas,y cuando en la corte no había bastan-tes sacerdotes, llamaba á otros paraoumplir su devoción.

S. Luis, Rey de Francia, asistía á

dos y á veces á cuatro Misas. Sus

vasallos le censuraban y decían que elIley debía ocuparse con más asiduidadde los asuntos de gobierno. El Santorespondía á sus críticas: " No com-prendo tanta inquietud. Si en el juegoó en la caza invirtiera doble tiemponadie me censuraría.((

Respuesta admirablesolo

Paralos cortesanos de Luis sino Para

Oigase l{isa diariamente

del gobierno no impidió jamás oir tresMisas cada día.Fln una entrevista con el Rey de

Francia, hablaron de asuntos reiigio-sos. "Creo, dijo el último, que la asi-duidad al sermón es preferible á la dela Misa."

('Pues

yo, réplicó Enrique, prefierocontemplar mi amigo á esc.uchar susalabanzas."

Esta es también mi opinión, lectorquerido, y en varias ocasiones he re-suelto la cuestión en favor de la Misa,sin menospreciar la utilidad de las ins-trucciones religiosas.

S. Venceslao, duque de Bohemia,



noIX,todos nosotros. Efectivamente, si un díade 1a semana asistimos á varias Misas

ino creemos ya que hemos descuida-dos nuestras ocupaciones !. . y sin em-bargo pasamos horas enteras perdiendoel tiempo miserablemente, bebiendo,

jugando, durmiendo, ó acicalándonosdelante del espejo! ¡Qué vetgüenza!

Hemos citado yá más arriba al ReYde Inglaterra, F)nrique I, á quien el peso

daba también el mismo ejemplo. Se re-ffere en su historia, que durante la dietade Vorms, el emperador Otón conl'ocóun día muy de madrugada á todos lospríncipes. Asistieron todos puntual-mente, menos Venceslao, que había ido

á oir la santa Misa. Pasaron algunosinstantes, y el emperador con acentoimpaciente dijo á la asamblea: (¿Abra-

mos el consejo, y cuando venga Ven-

_

f66 Capitulo XXVII

ceslao) nadie se ler.ante para hacerlesitio.((Entre t¡.nto terminó la santa Misa

y llegó el duque á palacio. Vióle en-trar el emperador, acompañado de dosángeles que adornaban su pecho conuna cruz de oro. Al punto cl empera-

dor abandon(l su trono, se acercó áé1

y Ie abrazó tiernamcnte.La asamblea se sorprendió al ver

qr.re el emperador contravenía ei pri-mero sus propias órdenes. Pero el em-perador sc excusó : *Hc visto, dijo muvconmorido, dos ángeles que acomp¿l-ñaban al duque, ¿ cómo hubiera podido

]'o no rendirle este homenaje?" Poctls

Oigase l\{isa diariamente 467

miro durante el oficio solemne, a1 queasistía todos los días. "Su alma se in-flamaba en el amor de Dios, de suerteque no parecía vivir sobre la tierra.((

Ill heróico confesor de la fe, To-más \Ioro, quc dió su vida por Jcsu-cristo en 1535, tenía en grande aprecio

la santa \{isa; oíala todas las mañanaspor muy urgentes que fucran sus asnn-tos de canciller del estado. Cierto díacn que oraba al pie del altar, llegó unmensajero llamándole con urgencia á

la presencia del rcy. (¿ Paciencia, con-testó el iord-cancillcr, debo antes ren-dir homenaje á un príncipe más alto yasistir hasta el fin á audiencia ce-



días después, \¡enceslao recibió la in-r-cstidura del poder real y fué coro-nado rey dc Bohemia.

Baronio rcfiere del emperador Lo-tario, que aún en el campo oía tres\Ii-.as todas las mañanas. Y Surio afirma

que Carlos V no faltó á l\'tisa más queuna vez? durante una guerra en Africa.

El breviario romano nos hace admi-rar la ardiente dcvoción de S. Casi-

lalestial.((' Su satisfacción era grande cuandopodía avudar la \Iisa; otros cortesa-nos imbuidos del espíritu del mundo secreyeron con derecho á reprocharle esteurebajamiento>, pero él les contestó:

" Es un elevado honor el poder pres-tar este pequeño servicio al más Grandeentre los grandes.(6

Dios mío, ¿qué podemos decir no-

dürf

u

ü

Capítulo XXVII

sotros, qué excusas alegar el día deljuicio, si descuidamos la Misa por in-signiflcantes y vulgares ocupaciones,mientras que personajes agobiados porel peso dei gobierno de un reino ha'llaron tiempo necesario para oír cadadía una ó varias Misas ? Mucho temo

que el soberano Juez pronuncie contranosotros esta terrible sentencia:((A ese

siert'o inútil arrojadle á las tinieblasde fuera: allí será el llorar y el cru-gir de dientes.( (1)

No pienses que Dios no te conde-nará por descuidar la Misa en los días

de trabajo, porque no es obligatoriamás que los domingos y días festivos.

Oigase Misa diariamente

terrado y fué condenado por su negli'gencia en administrarlo. Procura que

Dios no haga 1o mismo contigo. Se havisto con frecuencia el gran rigor conque castiga el Señor la indiferenciahacia el santo sacrificio del altar. Ci-taré solamente un ejemplo acaecido en

los alrededores de Roma durante'el

invierno de 1570.Tres mercaderes se dirigían desde

Gubbio á la feria de Cisterno, hospe-dándose en la misma casa. Hicieronsus negocios, y, terminada la feria, dosde ellos dijeron al otro: (¿ Convendráque salgamos mañana muY de madru-gada para llegar casa antes de la



Sin duda alguna, no considerará como

transgresión positiva 1o que es una

omisión, pero te obligará á expiar tufalta de celo en su santo servicio. Elsiervo perezoso que fué arrojado á las

tinieblas exteriores, no había disipado

ni perdido en el juego el talento quesn señor le había confiado: habíalo en-

ánoche.(6I cc ¿Y estáis dispuestos, respondió elotro, á perder la NIisa mañana domingo ?

Vayamos antes á la Iglesia, y empren-damos luego nuestra marcha bajo laprotección de Dios."

No opinaron asl sus compañeros;partirán y oirán la Misa otro día' Diosconoce bien los motivos que tienen yla importancia de sus negocios, En re'1) \Iateo XXV, 30,

r,.!1,,,

470 Capítulo XXVII

sumen, que marcharon á la hora fijada,sin preocuparse para nada de su com-pañero que se había ido á la Iglesia.Pero, ¡ay! llegados á Corfuone, á dosmillas de Cisterno, al atra\.esar unpuente de madera sobre el río desbor-dado, se hundió el puente, y fueron

arrastrados por las aguas. ¡ Quién sabesi con su dinero y su vida perdierontambién su alma !

Una hora dcspués llegó el otro mer-cader, y los ribereños llenos de es-panto le contaron 1o sucedido y le lle-varon á presencia de los cadáveres queacababan de ser extraidos del río.

; Cuán intensa sería su emoción,

Oigase Misa diariamente 47r

dudan entre la Misa de obligación yuna vil ganancia material, entre un pe-cado moltal y algunas miserables mo-nedas.

Sirva también de escarmiento á losque prefieren los domingos y días deflesta para sus negocios. ¿No \¡emos á

todas horasá numerosos

labradoresque

se dirigen al meroado de la ciudad, envez de asistir á la Misa parroquial paraedificación de todos ! Siempre creenque les sobra tiempo para llegar pun-tualmente á la Misa. ¿ Cuantas veces,decidme, vuestras compras os han hc-cho perder una parte esencial del santo

sacriflcio, de suerte que, por pequeñas



tanto más penosa, cuanto que él nopodía menos de ver en esta desgraciael severo juicio de Dios. Agradeció alcielo el haberle preservado mediantela santa Misa de una muerte semejantey 1e pidió inspiración para anunciar á

las viudas de las víctimas tan tristenue\-a.

Ojalá este castigo convierta é in-funda un temor saludable á los que no

bagatelas, os habéis expuesto al fuegodel infierno )

En cuanto á los padres que disua-den á sus hijos de asistir á Misa losdomingos, tengan presente el castigode Geroncia, madre de Santa Genol'et'a.

Un día festivo en que no permitía quesu hija fuera á Nfisa, Genoveva Ie dijocon fitmeza: ((Madre querida, en con-ciencia no debo hoy faltar á la l\{isa,

If472 Capítulo XXVII

y prefiero descontentarte antes que des-contentar á mi Dios.t'Irritada con esta respuesta, Geron-

cia llcgó hasta abofetearla por su de-sobediencia. El castigo no se hizo es-perar, y Geroncia quedó ciega. No re-cobró la vista hasta dos años después,

gracias á las oraciones de su santahija.Los padres y madres de familia tie-

nen obligación de enviar á Misa tantoá sus hijos eomo á sus criados; debenvigilar su conducta en la iglesia é in-culcarles profundo respeto hacia elSanto Sacramento.

Expresamente lo manda el aPóstol

Oigase I'Iisa diariamente 4'i3

milia que no proporoiona á sus hijosy á sus criados vestido y alimento est

á los ojos de Dios, peor que un infiel,¿cuánto más despreciable será el que

no se cuida de la salvación de lossuyos ?

Amos cristianos, ved como cumPlis

vuestrosdeberes sobre este particular.

¿Dais toda clase de facilidades ávues-tros criados para que vayan á NIisa,cuando la proximidad de la Iglesia yla hora matinal les ofrecen ocasión ?

¿ lt{o parece que decís con vuestraactitud: A mí, no á Dios es á quicndebes servir, poíque no es Dios, sino

yo quién te paga! Para mí, Pues, tra-



San Pablo: '¿Si hay quien no mira Porlos suyos, mayormente si son de lafamiiia, este tal, negado ha la fe, Y espeor que un infiel.- (1)

La palabra u no mira por ) se refiere,según S. Juan Crisóstomo, lo mismo á

la conservación del alma que á la delcuerpo. Ahora bien, si un padre de fa-

bajarás toda la semana., En verdad que tales cristianos son

peores que los infieles; en la hora de

la muerte reconocerán la enormidad de

sus peoados.

(1) I Tinoth. V, s.

-.

474 Capítulo XX\¡III

CAPÍTULO XXVIII.

Exhortación para oir devotamentela Santa Misa.

¡Cuánto se aflige la Igiesia al verá tantos de sus hijos asistir sin devo-

ción al santo sacrificio!

Se preocupan de cuanto les rodea,miran quién entra y quién sale, rezancon los labios sin que el corazón tomela menol parte, se sientan perezosa-mente aún después de la elevación. Tales su conducta en plesencia del Diostres Yeces santo.

Es dudoso si queda todavía en el

Oigase devotamente

que este tremendo misterio, equivale áreconocer que todo cuidado y diligen-cia son pocos par hacerlo con purezade corazón, con piedad yedificación.(1)Nrr es necesario para esto experimen-tar Ia devoción de una mancra scnsi-ble, basta tener una firme voluntad deasistir atenta y respetuosamente.

La r.erdadera piedad no consiste,en efecto, en una dulzura intcrior sinoen servir fielmente á Dios. No temáispues, cuando en la Misa, no sintáisaquellas delicias espirituales que os pa-rccerían tan consoladoras; humillaos,reconoceos indignos de tales favores,

y seguid con fe (2) el santo sacrificio.

47i



alma de estos tales una chispa de fe,y si merecen el nombre de católicos,;Ah, que mi corazón sangre á la vistadc tan culpable irreverencia, precisa-rncnte cu¡Lndo todo nos inr¡ita á la másardiente der.oción !

La Iglesia nos impone el respetohacia la santa X'{isa por estas palabras:(ilteconocer que los cristianos no pue-den reaiiz¿rr obra más santa ]' divina

Si no tuvierais deseo alguno ni procu-

(1) Concilio de T¡ento.(2) La piedad ó la dcyoción consiste segrln todos los

maestros de la vida espirjtual en una voluntad pronta yBenc,rosa de haccr lo que I)ios quiere que hagamos )'su-frir lo que quiere que suframos. Las dulzuras y conso-lacioncs scnsibles no son la deloción, sino un estimulo

para la devoción, que el Señor concede según nuestrasnecesidades J su sabiduria. EI espíritu de fc está siem-pre á nuestra disposición y, podenos, inspirándonos ené1, se¡vir á l)ios con cntcra f.delidad y figurar cn elnú-mero de aqucllos justos que viven de fe, según la expre'sión dcl I'-spíritu Santo. (S. T.)

Capítulo XXVil

rarais salir de vuestra indiferencia, en-tonces cometeríais tan sólo una faltay os veríais privados de abundantesgracias.

A este propósito referiré una con-versación de nuestro Señor con santaGertrudis, aquella discípula tan amada

de su SagradoCorazón.

La Santa se esforzaba un día Porunir alguna intención particular á cadanota y á cada palabra de su canto Yconociendo su impotencia por la debi-lidad de su naturaleza, dijo Para símisma con tristeza: "¡Ay de mí! ¿quéfruto puedo yo obtener de este ejer-

cicio estando sujeta á tantos cambios!"

Oigase devotamente 417

no me patezca sumamente Perfecto:porque, de la misma manera que uncriado está siempre presto á ejecutarlas órdenes de su Señor, así mi cora-zón estará siempre dispuesto á reparará cada momento los defectos de tu ne-gligencia.

Gertrudis admiraba temblorosa aquelexceso de la bondad del Sa1vador, perocreía 'que sería indigno para Dios que

su corazón adorable supliera las faltasde la criatura. Pero el Señor reanimósu confianza con esta reparaoión: tt¿No

es verdad, la dijo, que si tuvieras una

voz excelente, v te complacieras can-



Pero el Señor que no podía ver á su

sierva en la aflicción, la presentó en

sus manos su divino cotazón bajo lafigura de una lámpara ardiente Y ladijo: c(Hé aquí que yo pongo ante loso-jos de tu alma mi corazón amante que

es el órgano de la Santísima Trinidad,para que le pidas con conflanza que

haga por ti lo que tú no serías capazde hacer, y quc así yo no vea nada que

tando, a1 encontrarte con una personads voz tan ruda, desagradable Y dis-cordante, que apenas pudiera pronun-ciar y formar los más débiles sonidos,te parecería mal que, al ofrecerte tú á

cantar por ella, no te lo permitiera)

Así mi divino corazón reconociendo lainconstancia y fragilidad humanas, de-

sea con increible ardor que le invitesá obrar y á cumPlir en ti lo que no

4tS Capítulo XXYIII

ercs capaz de obrar y cumplir por tlmisma." (1)

¡Oh qué dulce estímulo I Si te dis-tracs en la ]Iisa, acude á Jesús, ydíle: "Lamento amarf]amcnte cl scr tandistraido y suplico á vuestlo ciivinocoraz<\n que supla mi negligencia.((

Para avudar tu buena troluntadr tcindicaré LL manera de proceder en lasanta NIis¿r.

Al ir á la Iglesia, debes considerará dóndc Yiis y qué vas á hacer. No vasal templO pltt-aL ot'dt' solLltltcntc conlocl fariseo r. el publicano, r'as parahacer nn¿r obl¿rción. como dice David:('Oh Señor, sien-o tu)'o sov. A ti ofrc-

Oigase dcvotamente 479

sacrificio divino, yaque

todos los asis-tentes bien dispucstos se unen á la ac-ción y á las intenciones del sacer-dote.t'

El mismo autor explica á continua-ción el significado dc la palabra sacri-Jicnr.

(rSaclificar es 1o mismo llue rea-lizar la acción más excelcnte y prac-

ticar la más eler.ada t'iltud, porque, alsacrificar, atestiguamos 1a soberaníade Dios, su dcrccho á scr infinitamentehonrado y glorificado; confcsamos almismo ticmpo nuestra depcndcncia ab-soluta como criaturas de quienes pucdedisponcr á su albitrio. Por csto cl sa-

criflcio cs el acto de rcligión nrás agra-dable al Scñor y más útil para el hom-



ceré yo por sacrificio de allrbanza, éinvocaré cl nombre del Señor." (2)

\ras para rendir á Ilios el culto másperfccto, para prcscntarle la ofrendanirs quelida, Escucha 1o quc dice elP. Gobat: ú'La audición de la llisa no

es solamcntc una oración7 es tambiénun acto de adoración, una ofrenda, un

bre.t(Penetrado de cstas vcldades, llega-

rás al pié del altar, v entonces debesfclrmar cn tu coraztin la intención deoir la ]Iis¿r. Si ticncs quc rcz;ar algu-

nas oraciones particulares, hazlo hastala consngración. Dcsde cstc solcmncmomento no dcbes pensar más que en

Jcsucristo; adóralc, ofrécclc á su Pa-(1) ltev. L. llt, c. I\V. (2) Salno C\\', 16 l'17.

i

480 CaPítuio XX\¡III

dre celestial, y exponle tus neccsi-dades.Hay muchos que sienten escrúpulo cn

renunciar i sus oraciones habitualespor las de la Misa; Pero no tienen ra-2ón. Compuradas con las de la Misa,son sus oraciones cotidianas tan infe'

riores, como el cobrecomParado con

el oro.Además, estas oraciones Pueden re-

zarse á otra hora cualquiera del día,

por la noche, Por ejemPlo, mientras.1ue las de la Nfisa no pueden recitarsetán provcchosamente como al cele-

brarse el santo sacrificio. Y aún su-

poniendo que hubieras de abandonarparticulares por falta

Oigase devotamente

Sigue después las acciones y ora-ciones del sacerdote, y especialmenteconcentra tu atención en la oblacióndel pan y del vino. Suplica á Dios lesean gratos estos dones destinados á

ser convertidos en el cuerpo y en lasangre de su Hijo, y ofrécete á ti mismo

con todas tus intencionesal Padre ce-

lestial.

-!J Sanctus, humildemente arrodilla-do, une tus adoraciones á las de losángeles.

Después del Sanctus viene el Canotz,El sacerdote 1o recita en vaz baja,

por respeto á los augustos misteriosque encierra. Santiago, en su liturgia,



éstas oracionesde tiempo, esta omisión sería menosperjudicial que la Primera.

.\l ConJiteor" golPea tres veces el

pecho, excitándote á un sincero arre-pentimiento de tus pecados. Represél

iate á Nuestro Señor postrado de hi-nojos en el huerto de ias Olivas, 11o-

rando amargamente tus crímenes con

lágrimas de sangre.

nos enscña la actitud en que debemosmantcnernos. "En este momento, dice,todo hombre debe guardar un profundosilencio, temblar de respeto y olvidarlas cosas de la tierra, porque el ReY

de reyes, el Señor delosseñores, des-ciende para inmolarse y darse en ali-mento á los fieles. Delantc de é1 Pa-san los coros de los ángeles, velado

482 Capítulo XXVII

cl rostro con sus alas, y c¿lntando cán-ticos de alabanza.4Nuestra fe no debe extrañar que

todo el cielo baje sobre el altar ayu-dando á celebrar el más grande delos milagros. Lo que debería asombrar-nos y llenarnos de confusión es, que

nosotros, miserablespecadores, nos

atreyamos á asistir á tan sublime miste-rio sin resipeto, sin amor y sin aten-ción.

¡Ah ! si Dios abriera nuestros ojos,contemplaríamos un espectáculo quenos harÍa olvidar todo 1o creado.

En el momento en que se realiza

cste adorable misterio, rásganse loscielos, y el Hijo de Dios, lleno de in-

Oigase devotamento

me aoerque, si ella 1o desea. Vengo contal paciencia qu.e sufro ámismás crue-les enemigos, y me reconcilio con ellosy les perdono todas sus deudas, si asílo quieren. Vengo con un amor tan in-tenso, que no hay corazón tan duro queno conmueva si no resiste á mis gra-

cias. Vengo con tal liberalidad que elmás pobre puede enriquecerse con lostesoros de mi gracia. \¡engo con unalímento tan exquisito que no hay almapor hambrienta y afligida que se halle,que no sea confortada. Vengo con unalul tan resplandeciente que ilumina lasconciencias más ilusionadas

yciegas.

\¡engo en fin con tal plenitud de g'ra-



comparable hermosura y soberana ma-jestad, desciende sobre el altar pararenovar el misterio de nuestra reden-ción. Santa Matilde tuvo la dicha deescuchar de los labios del Redentor la

manera como viene á nosotros.Jesucristo la dijo: "Vengo con tal

hutttíl;lad que no hay una sola alma,por despreciable que sca, á la cual no

cia y de santídad capaces de despertarde su letargo á las almas más perezo-zas é indiferentes.¿(

Admira los nobles deseos de Jesúsal descender sobre el altar; El quiereelevar á los humildes, perdonar á sus

enemigos, ablandar los corazones, en-durecidos, enricluecer á los necesita-dos, iluminar á los ciegos, inflamar álos indiferentes.

Capítulo XXVIIi

En esto el cumplimiento de aquellaspalabras: ((El hijo del hombre ha ve-nido á buscar y á salvar 1o que habíapcrecido.o¡ (1).

No, Jesús no baja sobre el altarpara vengarse de los pecadores y con-denarles; no, El les abre su corazón,

y les ofrece su misericordia. Oh peca-dores. asistid á la Nlisa donde hallaréisno un juez sino un mediador. Vuestrotriste estado no empeorará porque osacerqudis á las cosas santas, lejos deesto, es el medio más seguro, parapreparar vuestra justificación. No in-

curriréis Qn nuevo pecado, si, por lafragilidad humana, os distraéis y' sois

Oigase devotamente

"En el mismo instante que el sacer-dote pronuncia las palabras de la tran-substanciación, el pan se convierte enun pequeño Cordero. Este Cordero te-nía semblante humano, estaba rodeadode una llama resplandeciente, adorá-banle los ángeles y le servían. Ilstos

eran tan numerosos como los átomosde polvo que revolotean por los aires.Había también tal muchedumbre de bien-aventurados que mis ojos no alcanza-ban á ver el fin.ú(

¡Oh quó magnífica solemnided!Na-die estaba de más ni desocupado. ¿Qué

hacían!

((Adoraban

yservían

alCor-

dero.(¿íEl



víctima de la torpeza espiritual con talque tengáis el firme próposito de aso-ciaros al santo sacrifi.cio.

Pero el momento solemne de laConsagración ha llegado ya. Yo llamoen mi auxilio la voz elocuente de lossantos, porque mi pobre lengua no sa-brá cxpresar estos adorables misterios.

hombre debe temblar, dice SanFrancisco de Sales, el mundo estre-mecerse y sobrecogerse el cielo enterocuando el Hijo dc Dios se entrega, so'bre el altar, en manos del sacerdote,

¡ oh admirable humildad !, el Verbo, el

Señor de todas las criaturas se htt-milla por la salvación del hombrehasta ocultarse bajo las aparencias depan.t'l) Lucas XIX, 10.

486

I

i

Capítulo xx\rlll

Como nuestros sentidos no puedentestificar la presencia del Señor, no leatendemos, mientras que los ángelestiemblan en su presencia, como se dicecn el prefacio, y huyen aterrados losdemonios, según 1o aseguróJesucristo á S.Brígida: "Como al pronunciar la palabra:

Yo soy, cayeron de espaldas mis ene-migos, á las palabras de la consagra-ción: Este es mi ouerpo, huyen los de-monios.¿'(t)

Como los ángeles y los Santos apli-quémonos á glorificar al Señor sobreel altar y á participar de su adorable

sacriflcio. Dicho se está,que

en el mo-mento solemne de lá elevación debe-

Oigase devotamente

Desgraciadamente, la generalidad delos fieles no 1o practica así; sigue susoraciones habituales y se deja llevarde una especie de devoción rutinaria,como si Jesuoristo no estuviera pre-sente ni debieran oouparse de é1. Unacomparación pondrá de relieve la in-

conveniencia de semejante proceder.Un amigo te ha invitado repe-tidas veces por escrito á ir á, su casa,y tú deseas comunicar á su corazónlos sentimientos de tu tierna amistad.Cediendo, por fln, á sus instancias tepones en camino y al llegar, ni te da

labienvenida ni te dirige la palabra,

teniéndote de pié como si fueras paraé1 un desconocido.



mos interrumpir todo rezo para levan-tar nuestros ojos hacia el altar, adorarhumildemente al Cordero de Dios yofrecerle al Padre celestial. Estos ejer-cicios de fe y de caridad deben ocu-parnos mientras

Jesucristopermanece

presente en el altar, esto es, hastades-pués dc la Comunión.

¿No te afligiría esta desconsidera-ción ? ¿ No te arrepentirías de haberhecho el viaje?

En todas las misas Jesucristo bajadel cielo para visitarte, para consolarte

y oolmarte de favores; está sobre elaltar delante de ti, te mira con ¿mor,desea escuchar tu voz y recibir tus ho-menajes.1) Libr. I\', cap. LYIII.

488 Capltulo XXIX

Pero, ¡ayl tú no le saludas ni leadoras, y lejos de mostrarte respetuosocon El, continúas con aquellas oracio-nes que tal vez no tienen relación al-guna con el santo saorificio; como sino se celebrara la Misa. Por favor, ohcristiano, no obres así; en este so-

lemne momento imita al sacerdote, do-bla tus rodillas, y lieno de fe y deamor, adora á Aquel que se Presentaá tus miradas bajo las especies del pany del r'ino.

C.\PÍTULO XXIX.

Qué devoción debe practicarse

Durante la elevación

capítulo; ¡oh! qué alegría para el cielo,qué fuente de salvación para la tierra,qué terror para el infierno, qué aiiviopara las almas del purgatorio duranteesta elevación del don más preciosoque pueda presentarse al Altísimo.

¿ Sabes además bajo qué tbrmas se

ofrece á su Padre por las manos delsacerdote la santa Humanidad de Jesús,esta Humanidad que es la imagen más

fiel de la santísima Trinidad, la únicajoya de los tesoros celestiales y te-rrestres !

Esta Humanidad se ofrece bajo di-

versas formas,porque en las manos

del sacerdote, el Verbo se encarna denace nuevamente y sufre la Pa-

489



durante la elevación.

Inmediatamente después de la con-sagración, el sacerdote eleva las san-tas especies; ceremonia prescrita porla santa Iglesia para que el Pueblopncda gazar y aprovechar mejor la pre-sencia real del Salvador.

De esta elevación y de la devociónque deb: practicarse tf,ataremos en este

nueyo,sión, el sudor de sangre, la flagelación'la coronación de espinas, la crucifixióny la muerte. ¡Ah, qué emoción Para elcoraz1n del Padre celestial durante estaelevación de su Hijo muY amado !

Sin embargo no es sólo el sacer-dote quién expone á Jesucristo á lasmiradas del Padre, expónese tambiénel mismo Salvador.

Capítulo XXIX

"A la elevación, yoolá,Cristopre-sentarse á su Padre y ofrecerse á símismo de una manera que sobrepujatoda inteligenoia((, dice Santa Gertru-dis (1).

Ya que no podamos concebir esteencuentro del Padre y del Hijo, la fe

dcbe conducirnos á una oración la másfervorosa posible en el momento en quese realiza.

S. Buenaventura invita al sacerdotey á los fieles á decir entonces al Pa-dre celestial: '(Ved, oh Padre eterno, ávuestro único Hijo, se ha hecho pri-

sionero nuestro aquel á quien no pue-den contener los mundos. No le deja-remos hasta que nos hayas concedido

Dulante la clevación

¿(Heaquí, oh cristianos, á vuestro Sal-vador, á vuestro Redentor y Santifica-

dor. Miradle con fe viva y derramad ensu presencia las súplicas ardientes devuestro corazón. Dichosos los ojos quepueden verle y contcmplarle. Dichosos1o que creen firmemente en la presen-

cia de Jesucristo en esta Hostia.( Sile adoráis así, aseguraréis ia salvaciónde vuestra alma y podréis repetir coneI patriarca Jacob:

ú(Yo he visto áDioscara á cara y mi vida ha quedado ensalvo."(1)

A la elevación, todo el pueblo debedirigir sus ojos al altar y contemplar

con devoción el Santísimo Sacramento.Jesucristo ha revelado á Santa Gertru-



1o que en su nombre os pedimos contanta insistencia: el perdón de nues-tros pecados, el aumento de la gracia,,la riqueza de las virtudes y la dichade la vida eterna.((

El sacerdote mostrándole la santaHostia podría todavía decir al pueblo:

dis cuán útil sea á las almas esta prác-tica: (Siempre que se mira con devo-ción, escribe la Santa, el cuerpo deItfuestro Señor Jcsucristo oculto en elSacramento, aumenta el grado de su

mérito para el Cielo y la dioha eternaserá proporcional al gozo que se haya

(1) Rerel. Lib. IV. c, 62. 1r¡ Gdnes. XXXII, 30.

492 Capítulo XXIX

sentido contemplando devotamente elcuerpo precioso sobre la tierra.( (1)

Confiad en esta promesa del Señor yno dificultéis su cumplimiento con \rues-tra negligencia y Iigereza. No os incli-néis tanto que no podáis ver 1a Hostia;no es eso 1o que quiere la Iglesia, que

manda al sacerdote elevar durante al-gunos instantes las santas especies so-bre su cabeza para que elpueblo puedaverlas J¡ adorarlas.

I-a eficacia de esta comparación hasido prefigurada en el antiguo Test¿t-mento. "Habicndo murmulado de Diosv de f,Ioisés el pueblo de Israel el Se-

ñor envió contra el pueblo serpientes¿ibrasadoras, por cuyas mordedulas y

Durante la e1e.r'ación 493

alto para seña1: quien quieraque siendo

mordido la mirare, vivirá. Hizo, puest

I\foisés una serpicnte de bronce y pú-

sola por señai á la cual mirando losmorclidos sanaban.'ú (1)

El Evangelio r'é en esto un símbolode Cristo, porque dicho está: (Almodo

queNIoisés

en el desierto levantó en

áito 1u serpiente de bronce, así tam-bién es mcnester que el Hijo del hom-bre sea let antndo en alto.'¿ (2)

Si la imagen del Sah'ador Pudo cu-

rar á los israelitas y preserYarles de

la muerte, ¿cómo no ha de curar á las

almas aflfidas y desgraciadas la pia-

dosa contemplación del mismo Jesús?Para ma1'or eficacia' durante la ele-

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II

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muelte de muchísimos fué al pueblo áI\,[oisés, y dijeron todos: I'ccado hemosv pues Lcmos hablado contr¿I el Señorr- contL¿r. ti, suplícale que aleje de no-sotros las scrpientes. Hizo Nfoisés ora-

ci,',n por el pueblo, r' el Scñor le dijo:Haz una serpicnte de bronoe y ponla en

vación del Señor, haz actos de fe en

su real plesencia y en el sacrificio que

El ofrece á su Padre celestial por nos-

otros miscrables pecadores. Estos actos

de fe te valdrán magnífica recompensa

porque es muy meritorio crecr lo queño veo nttestros sentidos. 'ú l]ienaven-

(1) Númer., cap. XXL ?-9. (:) Juan, III, 1a'

494 Capítulo XXIX

turados aquellos que sin haberme vistohan creído.¿¿ (1)Dichosos los que, á pesar de las apa-

riencias, creen en mi prescncia real enel Sacramento, Yo aumentaré su graciaen la tierra y su gloria en el cielo.

Bl aspecto meritorio de la fe re-salta en lo que sucedió á Hugo de SanVíotor. Este santo abad había pedidocon insistencia la gracia de ver á Je-sucristo en la santa Misa. Su oracióndcbió ser atendida, porque una mañanaal ofrecer el santo sacriflcio con suacostumbrada picdad, r,ió alNiño Jesúsdescansar sobre el corporal. Pasados

algunos instantcs, el divino Niño ledijo: ('Hugo, perdiste un gran nereci-

Durante la elevación 495

Jesrls en la santa Hostia y un corte-sano le ercitaba á prcsenciar con suspropios ojos esta maravilla, contestóleel Rey: "Llama á los que no creen.Yocreo firmemente en la presencia realde Jesucristo, y no necesito ver al Se-

ñor con los ojos del cuerPo.¿¿

Sin duda, deseaba el SantoRe)'

como el que más contemPlar al Hi-jode Dios, porque ¿ pucJe haber sobre iatierra, satisfacción más grande! No obs-

tante, antes de Privarse del méritode la fe, prefirió Perdcr tan hermoso

espectáculo. Cesen pucs tus que,ias porno ver á

Jesús

en la santa Hostia, con-

téntate, como San Luis, viéndole conlos ojos de la fc, y esperando contem-



miento al desear verme con los ojosdel cuerpo.(¡ Y desapareció, mczclandoasí la tristeza con el más puro de losgoces.

San Luis, rey de Francia, apreciaba

en alto grado cl mérito de la fe. Cuendosc lealizó la celebre aparición del Niño

plarle cara á cara en el Cielo. (1)

Después de haber adorado la santa

(1) Según decreto de 12 de Jurio de 1907, de la Sa'gradi.Congrcgación de Indulgencias, siempre que los fie-

l"es, con fé, piidad y amor, miren la Sagrada IIostia, asÍ

en'ta EleviCión de la Santa N{isa coruo cuando está ex'puesto en el Sagrarior diciendo: uScñor mio y Dios miou

iuede ganar siete aíios y sicte cu¡rentenas de indulgen'iia, y áaemás una Indulgcncia Plenaria, cada-semana-,.si,ha¡iénrto mirado todos los dÍas la Sagrada llostia, bicuDreparados, recibeu Ia Sagrada Comunión'1, Jxrn. \X, :9.

496 Capítulo XIIX

Hostia, ofrécel¿L al Padre celestial. Ex-puesta yá la virtud dc este aoto, ci-taremos únicamente estas palabras deSanta Gertrudis: ((La obiación de laSanta Hostia, borra todas nuesttas fiil-tas.(r

Conccntre'nos pues2 aunque seamos

miser¿lbles pccadores, todas las fuer-zas de nuestra alma para ofrecer áDios la Santa Hostia y obtener el per-dón y la misclicordia.

A la elevación de la Hostia siguela dcl cá1i2, ccremonia no menos sig-niflcatir-a. La prcciersa s¿tngre manacntonces de una naner¿l mística sobre

los asistentes, colllo 1o indican las pa-labras del misal: ((Este es el ciiliz de

Durante la elevación

En el aniiguo Testaniento dice Diosá los Hebreos: "Inmolad un cordero yrociad con su sangre cl dintel Y am-bos postes de la puerta, Y al \¡er lasangre... el Señor pasará de largo lapuerta de aquella casa, ni permitirá alángel exterminador entrar en vuestras

casas, ni haceros daño."(1)

Si la sangre del Cordero Pascualpresen'ó á los jsraelitas del ángel ex-terminador, con mucha más razón lasangre del Cordero inmacutrado nos de-fenderá contLa las asechanzas del án-gel de las tinieblas, quién "anda gi-rando oomo león rugiente a'lrededor de

vosotros, en busca de Prcsa que de-vorar.u (:)



mi sangre, del Nuevo y Eterno 'lesta-mento : misterio de fe: que será derra-mada por vosotros y por muchos parael perdón de los pecados."

En este momento recibes la misma

gracia que si, completamente arrcpen-tido, estuvieras al pié de la cruz en elCalr-ario é inundado de la PreciosaSangre.

Pero, ¿qué harán los que no Pue-den asistir á la Nfisa! Admirad la tiernasolicitud de nuestra santa NIadre laIglesia; ella ha querido que sus hijosausentes pudieran recoger iguahnente

el fruto de este momento tan saluda-ble; y para esto se 1o anuncia Por el

(1) Exod. Xll,22 Y 23 (2) I Petr. \¡, 8,

Capítuio XXIX

toque de la campana. A1 oir esta señal,oh cristianos, arrodillaos en el campoó en vuestras casas, y vuelto el rostrohacia la lglesia, adorad á Jesús ele-vado por las manos dcl sacerdote. Enmucilas partes se conser\¡a fielmentetodavía esta piadosa costumbre. Pero,

¡ah! el respeto humano impide á mu-chas personas el practicarla y les privaasí de insignes favores, hasta que lle-gue ia hora cuando jesús á quien hantenido vcrgtienza de confesar ante 1oshomblcs : 'r Se ayergonzará de ellos,cuando venga en el esplendor de sumajestad y en la de su Padre y de lossantos ángeles." (1)

\-eauros todaví,:r 1o que debemos ha-

I)urante la elevación

imitar al sacerdote: el santosacrificio

te pertenece tanto como á é1. A pesarde sus oblaciones repetidas antes de laelevación, el sacerdote no deja de ofre-cer de nuevo, ni puede hacer nada másagradable á Dios.

En el momento que deja el cá|tzsobre el altar pide: " Señor, nosotros

siervos tuyos, y también tu pueblo san-to.,... ofrecemos á tu excelsa \lajestadde tus dones y cládivas, este Hostia *pura, llostia * santar Hostia * inma-culada; el pan * santo de la vidaeterna.y eI cáliz * de perpetua salvación.'(

Sánchez dice estas Palabras:(( En

toda la Nfisa no pronuncia el sacer-dote palabras más consoladoras, porquc



cer después de la elevación del cáliz.N[uciros acostumbran rezat cinco Pa-dt'e nt¿estrct y cinco Alc Álaría, enhonor de las cinco llagas; práctica mu1'e-rcelente pero fuera de lugar. Otros

continh¿rn haciendo sus numerosas de-vociones. pero sería muchísimo rnejor

ni é1, ni el pueblo podrían hacer cosame-jor que ofrecer ir Dios e1 augustosacrifrcio. "Fácil es comprendcr cuántopierdes al sustituir esta preciosa obla-ción con tus pobres Y áridos tezos.

Pobres criaturas, desprovistas de mé-ritos y virtudesr ¿córno no hemos c1e

apresurarnos á perseguir con empeño

cl único tesoro que podremos presen'(1) Luc I\ 26

500 Capítulo XXIX

tar con éxito al Padre celestiall Estetesoro no nos lo ha dado Dios una sola\¡ez, sino que nos 1o ofrece en todaslas misas, y con é1 nos hace entregade todas sus riquezas para que las des-tinemos á la satisfacción de nuestrasdeudas.

Ofreoed pues Ia santa Misa, ofre-cedla una, dos y más veces, ofrecedlatodos los días.

Los que no saben leer los excelentesmétodos de ofreccr el santo sacrificioconteniclos en 1os devocionarios, po-drían aplclder de memoria la siguientcplegaria: :'Dios rnío, yo os ofrezco esta

Misa ; os ofrezco vuestro querido Hijo,su encat'n¡,ción, su nacimiento, su do-

Durante la elevación sct

Esta oración sencilla, Pero suma-mente efrcaz, debería recomendarse con

insistencia á las personas qtle no sa-

ben leer; y que pidan al mismo tiemPoá nuestro Señor supla la insuflcienciade su oblación presentándola El mismoal Padre celestial: y El les escuchará"

Santa Matiide habiendo rezado un

dia nueve Pad:'e rtrrcstt-o, en honor delos nueve coros angélicos, qucría en-

oarg¿lr al ángel de su gualda que losllevara al trono de Dios.

Jesucristo la di-jo cntonces: '(Con-fiame tu mensaje, mi mayor alegría será

cumplirlo, y toda ofrenda que se me

encomienda se ennoblece en mis ma-nos.c(



lorosa Pasión; os ofrczco su sudor desangre, su flagelación, su coronaciónde espinas, su conducción de la cruz,su cmciflxión, su muerte y su preciosasangl'e. Yo os afrezco á vuestra mayor

giolia y por la salvación de mi almatolo 1o que este Hi.io querido ha hecho,sufrilo v melecido, y todos los miste-rios que El renucr-a en esta l\fisa.(

\{edite caCa uuo estas Palabras Ydiga á -|csús:

(' Señor. Pues que soyincapaz de ofreccr convenientcmenteeste augusto sacriflcio. Jro os suplico,1o plesentéis pol mí /t vucstro Padre

celestilrl.('

CAPÍTULO XXX.Del respeto con que clebe oirse

la santa Misa.

s Todos pueden comprender fácil-mente, dice el Concilio de 'frcnto, quécuidado es necesario .p¿lra celebrar clsanto sacrificio de la Misa con todo elrcspeto y veneración que debe usarseen las cosas religiosas, si se consideraque es maldecido en las santas Escri-tnras el que hace con negligcncia lascosas de Dios. Irolque, si necesaria-mente hemos de confesar que los fie-

lcs no pucden e-jecutar obra aiguna tansanta y dilina como este misterio te-rrible, en el cual esta Hostia

Oígase con respeto 5c3

Estas palabras se refi.eÍen lo mismoá los fleles que al celebrante.trl historiador Josefo refiere que en'

el templo de Salomón había sietecien-tos sacerdotes y levitas ocupados con-tinuamente en inmolar las víctimas, cnpurifloarlas y quemarlas sobre el al-

tar, 1o cual se hacíaen medio de un

silencio profundo y col1 el nayor res-peto.

Sin embargo, estos sacrifi.cios no

eran más quc fi.gura. iCon qué fervor,con qué silencio, con qué atención no

clebcremos asistir al verdadero sacri-flcio !

Los primeros cristianos nos handado en este particularadmirables ejem-



vivifl-cante, que nos ha reconciiiado con DiosPadre, es todos los días inmoiada porlos sacerdotes, se verá olaramente quees neccsario poner todo cuidado y toda

aplicación para realizar este acto conglan linpic/.a y pürez¿t interior de in-tención v de corazón y con la mayorpiedad v du'ocirin exterior posible.,,

plos. Según cl testimonio cie S. JuanCrisóstomo, " al cntrar en 1a iglesia bcsa-

ban humildemente el suclo y guardaban,

durante la l'Iisa, tal r'ecogimiento clue

bien hubiera podido creerse era aquello

un lugar enteraniente desicrto". (1)Así observaban puntuaimcnte el ya

(1) Homil. 3 in IL Corlnth.

504 Capítulo XXX

citailo precepto de Santiago:r¿

Guardentodos silencio, estén con temor y tem-blor y olviden las cosas de la tierra,cuando el Rey de reyes, Cristo nuestroSeñor, viene á inmolarse y á darse enmanjar á los fieles.c((1)

S. Martín se ajustaba con todo es-crúpulo á esta recomendación: jamásse sentaba en la iglesia; y arrodilladoó de pié oraba con un semblante cir-cundado de santo temor de Dios. At-guien le preguntó \a razón de seme-jante actitud: ¿¿¿cómo no he de temer,respondió é1, hallándomc en la pre-sencia del Señorir(

Movido por los mismos sentimien-tos exclamaba David: ¿(Entraré en tu

Oigase con respeto

Pero más santas son todavla nues-tras iglesias, consagradas con tantapompa, con unciones y oraciones, ysantificadas todos 1os días por la obla-ción del santo sacrificio. ¡ Oh cristia-nos ! DaviJ, el elegido de Dios, se acer-caba l1eno de tenor aL A'¡c¿t de laAlianza,

iyno temblaremos nosotros

en el Sancta Sanctoruttt donde se en-cierra'la divina Eucaristía ? No olvide-mos la se\¡era amonestación del Señor:

" Tiembla ante mi santuario'( y la ex-clamación de Jacob:

r( Cuán terrible es

este lugar. Verdaderamente esta es lacasa dé Dios y la puerta del cielo.( (')

¿ Qué pensar de tantos cristianosque están en la iglesia Y en la Nfisa

qLle en la calle ó



casa, y poseido de tu santo temor, do-blaré mis rodillas ante tu santo tem-plo." (')

Como á Moisés, en otro tiempo, po-dría Dios decirte: ((Quítate el calzado

de los pies, porque la tierra que pisases santa.(( (3)

de la misma maneraen sus casas! Los ángeles, prosterna-dos delante de su Señor, 1e adoranternbloros.os, y ellos dejan vagar portodas partes su mirada curiosa y pro-

vocativa; se ocupen de las Personaspresentes, piensan en los negocios

(1) Liturgia. (2) Salmo Y, 8. (3) E.rodo ttl, 5.(1) Génes. XXVIII, 1?.

so6 Capítulo XX-\

del mundo y sus vanidades, hablan sinpudor de cosas inútiles y tal vez peca-minosas.

A imitación de los mercaderes deltemplo, haccn de la cas¿r de oración(( una cneva de ladrones. ((

(1)La Igiesia católica es algo más que

una casa de oración; es la casa de Dioshabitada día y noche por -|esús. Si pues,el nismo Sah.-ador expulsé á latiga;osá los mcrcaderes profanadores del Tem-plo, ¡ cóilo tratar á á cstos audacescrisii¡in.¡s !

En cuanto ¿i las mir-adas curiosasr-ed 1o quc lefiere ia bienaventurada

\¡erónica dc Biita-<cr¡.ttUna mañ¿lna, dur-ante la [{isa, mi-raba yo á una

Oigase con respeto 507

qué has mirado á tu hermana con cu-riosiclad! Sabe que has ofendido á Dios.El ángel continuó en este tono, y meimpuso, cle parte de Dios, severa peni-tencia en castigo de mi falta. Pasé tresdías seguidos llorando, y desde enton-ces, cuando asisto á Ia santa Nlisa no

meatrevo á lerrantar

lacabcza teme-

rosa de ofender á la divin¿r majestad.ri

¿No es esto manifcstar claramentecuánto dosagrada á Dios la libeltad conque miramos á todas partes ? Es nece-sario que hagamos verdaderos esfuer-zos para impedir los desvíos de la ima-ginacitin durante el santo sacrifrcio.

¿ Qué sucedería si no recogemos lavista! Buscaremos las distracciones y

graYe



reiigiosa arrodilladajunto al a1tar. A1 punto el ángei de ari¡lurrrda nie rcprcndió con tanta severi-Cad que quedé desvanecicia cle ter¡or.lie miró siniestramente y me interrogti

con dureza: ¿Por qué has cedido al de-sorlenad.o deseo de tu. corazón! ¿por

tal vez conve¡tircmos en pecado

1o que, en sí mismo, no hubiera sidomás que una ligera falta.

Si. la simple curiosidad es 1'a unafalta, ¿qué dccir de las palabras inúti-

les, siendo como es más fácil guardarla lengua que los ojosi Además de laofensa hecha á Dios, esta charlataneríaescandaliza al prójimo y le distrae en

Capítulo XXX

sus oraciones. Bien se ha de contestar,pudrás decirme, á los que nos pre-guntan. No es malo, en verdad, respon-der á una pregunta útil ó pronunciaruna palabra necesaria-; pero éstá pro-hibido hablar de cosas inrltiles, cuchi-chear sobre el próijmo, saludarse comosi se estuviera en

la calle, y otras co-sas parecidas que impiden seguir aten-tamente la Misa

El Señor nos lo ha advertido: *Yoos digo qüe hasta de cualquiera pala-bra odiosa que hablaren los hombres,han de dar cuenta en el día del jui-cio.( (1)

¿Y qué palabras más inúrtiles quelas pronunciadas durante el tremendo

Oigase con respeto

tán obligados á impedir las irreveren-cias, los padres que no corrijen á sushi-jos, los amos que no velan por lacompostura de sus criados etc.

.

S. Juan el Limosnero, no sufría quese hablara en la iglesia. Habiéndoseolvidado de este precepto unindividuole clijo: &Si has venido aquí por Dios,emplea tu espíritu y tu lengua en re-zar, pero si has venido para perder eltiempo, sabe que está escrito: ¿¿La casade mi Padre es casa de oracióntt; nola conviertas pues en una sala de con-versación.¿(

Debemos además dar pruebas de

nuestro respeto estando de rodillas enla Misa. S. Pablo nos invita á hacerloasí ouando dice: (Al nor,rbre de



misterio del altar IS. Juan Crisóstomo es de parecer

( que merecerían ser calcinados por unrayo en la iglesia los que hablanyríendurante la Misa.( l\fediante esta ame-

naza, el santo Doctor previene tambiéná los que por derecho ypordeber, es-

Jesússe doble toda rodilla en el cielo, en latierra y en el inflelno." (1)

Con más razón hernos de guardaresta humilde postura, durante la pre-

sencia real del Salrredor, es decir desdela elevación hasta la comunión. Mu-

(1) Ilateo XII, 36, (1) Filip. U, 10.

510 Capítulo XXX

chos, ios hombres en especial, tienenla mala costumbre de oir de pié todala Misa; á duras penas se inclinan ála consagración, para levantarinmedia-mente después, como si Jesús no estu-viera prcsente. Si no se puede estar derodillas durante toda la Misa, que seestó de pié hasta la consagración,

ydespués de la comunión.En algunos paises, apenas Nuestro

Señor ha descendido sobre el altar,hasta las mismas mujeres no tienen re-paro alguno en sentarse. Si estuvier¡.nante los glandes de la tierrra, en al-guna reunión mundana, segulamente no

ics faltarí¿rn fuerzas para adoptar pos-turas más incómodas y penosas que elcstar de todillas.

, Oigase con respeto 511

respondía: '(Todosse inclinan elclante

de mí que soy una Pobre Pecadora;ningún cot:tesano se atrevería á sen-tarse en mi presencia, i,y h¿ibría de

h¿rcerlo yo delante de mi Dios Y PiCriadori"

Yo aconsejería á las madres clue nollevasen á }iisa á los pequcñttelos que,

con sus lloros, pueden perturbar cl si'lencio y distracr al sacerdote en cl

altar; cuando ira-r'an llcgaclo va á iaedad conveniente para poder estar quie-tos y respetuosos, entolrces deben serllevados á la Iglesia.

Para terminar, ccnsuraré todar-í¿r

otro deplorable ab-r-lso, y es ei qtle co-meten aquellas sciíoras y -ióvcncs que

r-an á la }fisa ataviedas como para ir



Cnan.lo por motivos de salud, ser-ean obligadas á sentarse, háganlo hastala elcr.ación, pero entonces arrodíllenseil.rrlediatamcnte.

La piadosa empclatriz Leonor, es-posa dc I-eopoldo I, oía siempre la Misade roliilas. Cuando se le aconsejabaque cuiJala de su salud y se sentara,

á un baile ó al teatrtl, S. Juan Crisós-tomo apostrofó así en cierta ocasión¿i una de estas jóvcnes: "¿lircs lclisouna desposada que va de boda's, ó bicn

vas á ia Iglesia para hacer 5lala c1e tuhermosura y opulencia! Si vas paraque Dios perdone tus pecaclos' ¿de qué

sirve tanta eleganciai El vcstido quc

513r2 Capítulo XXX

llevas no es el que corresponde á unapecadora arrepentida; ese lujoso pei-nado no te atraerá el perdón sino lacólera de Dios.((

Tomás de Cantimpré refiere que unniño de siete años, que entraba en laIglesia con su madre ricamente ador-nada, fijó sus ojos en el Crucifijo y

dijo, señalándole con el dedo: ( He aquí,madre querida, á Cristo suspendido enla ctuz, desnudo y sangriento, ¿y no teayergüenzas de asistir á Misa con tanespléndidos atavíos! \'firano seas arro-jada á las llamas del fuego eterno conestos vestidos tan ricos.t'

La },Iadre creyó oir la voz de Diospor boca de su inocente hijo; y ape-nas terminada la Misa, fué á su casa,

Oigase con respeto

dubierto de sangre y lleno de llagaspara expiar tus adornos y atavíos. Porcruel ironía apareces delante de mlhaciendo alarde de tus riquezas y buengusto ¿y no te a\erguenzas de presen-tarte así y de escandalizar á los fie-les) Cuida de que tu lujo exagerado ytu vanidad no te arrojen al fuego delinfierno.

B1 traje llamativo y el lujo desen-frenado excitan deseos pecaminosos aúnen varones serios, ¿qué incendio, pues,no provocarán en los jóvenes lijeros]. sensuales? Las mujeres así vestidasson siempre peligrosas, llaman la aten-

ción de los hombres y los distraen delos oficios divinos y así siempre soncausa de pensamientos criminales.



se desnudó de sus galas, vistióse mo-destamente y al quedar viuda entró enun monasterio de Bernadas.

Las mujeres vanidosas que gastan

lu,jo reprensible deberían avergonzarseá la vista de Cristo crucificado, qniendesde la cluz parece como que les dice:" N'{ira. hija mía, estoy en esta cruz,

Quien prepara un yeneno para otro,comete pecado mortal aunque no lobeba aquel á quien iba destinado: lopropio sucede con las mujeres que

pec?.n con el solo hecho de exponer áotros a la tentación: pecado quu es ma-

Ior en la iglesia y en Íiempo de \{isa.Añade á epto ser cebo de peoado para

i7,+ Capítulo XXXI

i¿s demás mücres que siempretienden

á la imitación y si les faltan recursosprrr a trajes y modas de este quiero, seroueren de envidia.

No quiero insistir más en tan de-

sagradable asunto; paso al ú1timo ca-pittrio en que pretendo dar luz á tuentendimiento y moverte á devoción,

erponiendo brevemente las ceremoniasde la i\fisa y su significación.

CAPí ULO XXXI.

De las ceremonias de la santa Misay de su significación.

La llisa se divide en tres Partesplincipirles, á saber: el Ofertorío, 1a

Cle;'cmonias v su significación 51S

súsu

tomó el pan en sus santas y vc-nerables manos, dándote gracias., (1)La Consagración es la aplicacién

de las palabras de Jesucristo: ¿( Bstees mi cuerpo, ésta es mi sangre. ¿, í2)

Por Ia consagración sr:parada dclcuerpo dc Jesucristo bajo la especiede pan, la san¡¡re de

Jesucristobaîo

la especic de vino, el sacerdote que esel replcscntante de Jesucristo, realizala mística inmolación de la víctima. Laconsumación de la víctima, que es ofre-cida, después de su inmolación, pura éinmaculada, ante el trono de Dios esrcpre-senterda por la ofrenda hecha al

Altísimo del cuelpo y de 1zr sangre de-|esucristo, inmediat¿rrnente después dela consagración.



¡ .¡tnsasi"ación y La Cotttuniótt. Todasir¿s fueron instituidas por Jesucristorr"r¿stro Señor.

lll Ol|rttt¡-i¡r es la bcndición y ac-

s,,,¡ de gracias sobre el pan y el vino;cs la oblación preparatoria de Ia víc-tima entcs de su inmolación. En la{lcna esta oblación se hizo cuando Je-

La Ct,nuttu'ó¡t es la consunción delas especies sacramentales.

La palticipación del pueblo en lar-íctima está rcpresentada por la comu-

nión de los fieles en la tr'Iisa. Esta co-rnunión tuvo lugar cn la Cena cuando

(1) \fisal. (r) llateo XX\¡I, :ó )' 1ls

516 CaPítulo XXXI

Jesús(tomó

el pan y 1o bendijo, Y Py-iiO, y dióselo á sus discípulos dicicndo:

'('Iomad y comed: este es mi cuerpo.

Y tomando cl cáliz dió gracias, 1o ben-

dijo y dióseio dic;endo: Bebed todosac ei; porque ésta es mi sangre." (')

g 1.

-De la Misa de los uCatecúmenos''r

La parte de la Nlisa desdc el co-mienzo al Ofcrtorio, se llama X'Iisa de

'tos ()dlectintenos porque en otro tiempolos Catecúmenos, es decir, los quc, ins-truidos en la fe, no estaban todavíabaritizados, podían asistir á ella.

Llegadoal altar, el sacerdote hace

genuflcxión ó bien inclinación de cá-beza, según clue el Santísimo Sacra-

ó no en el tabernáculo'

Ceremcnias y su significación 577

clina ó hace genuflexión, y oomienza laN{isa por la señal de la cruz que lerecuerda la grandeza y santidad delnombre bajo el cual va á celebrar lossantos misterios.

Después, alternando con el ayudante,dice el salmo < Judica me > que con-tiene todos los sentimientos

de temor,deseo y confianza de que su alma y lirdel pueblo deben cstar pcnetrados cneste momento.

Juntas las manos y profundarnenteinclinado, dicc el Cctn¡liteor, que repiteel ayudante. Ambos se golpean el pc-cho para expresar el dolor de habcr

pecado y manifestar que desean ha-cer pedazos su corazón para qnc Dios1es creara un corazón liue\¡o,



mento estéSube las gradas dei altar, coloca el ca-

liz sobre el corporal, abre el NIisal, se

deticne un instante en mcdio del altarp:rra empaparse del espíritu de Jesu-

iristo que se humilló hasta tomar laforna dc esclavo. Baja del altar, se in-

Sube al altar y lo bcsa por el aniorde Jesucristo que va á ser sacrificadi.¡.Expresa también su venerAción por losgloriosos mártires de Jesucristo cui-as

reliquias están allí encerradas y crlyaintercesión implora.Fln las misas solemnes, se inciensa

entonces el altar. Según Santo Tomás,1r \hr:o \-\\-1, 26 Y 27.

518 CaPítulo \XXI

e1 incienso es la imagen de la gracia yde los doncs del !)spíritu Santo. Y pone

dc reliet'e los sentimientos de nuestraadolacirin. Como e1 humo dcl inciensodeben subir al Cieio nucstras ora-cioncs.

Se inciensa también al sacerdote,

por lcspeto á su dignidad ypara.

in-dic"t que debc distlibuir, por su virtudy pol sus obras < el buen olor de Je-tog¡j-sto. )

Sigue el Inlt"oilo, que consta ordi-nari¡tt.rlentc de un vel-sículo de la s¿r-

grada il.scritura Y de un salmo; var'ía

segírir la época y la festividad. Al ter'nrinario por el Giot'ia Patrí etc', elsacerdote adora á la Santísima Trini-dad v hace votos que todos los

Ccremonias y su significación itg

Al Krrie sucede e\ Glorta, uno delos cánticos más antiguos usados porla Iglesia. Tan profundamente se ues-petaba este himno que sólo se cant¿rbalos domingos y días de flesta, ó cuanlocelebraba el obispo; á los sacerdoiesno se les permitía decirlo en el altarmás clue el día de Pascua.

Dcsde el año 1000 desapareció estaprohibición, I lo recitan todos los ce-lebrantes, cxccpto en Adviento, Cui.r-resna y en la f,iisa de difuntos.

Terminado el Gloritt, el sacerdotebesa el altar, y \¡uelto hacia el pueblodice: 7)onn'utts yobisctttlt.

-L't ctut¿

s¡:iritu ttto, responde el pueblo porboca del avudante. Esta salutación sercpite ocho yeces, para renol.ar la



Parahombres conozcan, amcn Y sirvan alSeñor.

Itccita entonces alternando con ei

ar-u"lantc el K-\'rie elc!sc¡tt, palabra

gi'i.g,. que significa: " Señor' ten mi-icricoldia de nosotros." Estc es el co-llie nzc'r dc las s/rplicas de la santa

lIisa.

unión entre ei cclebrante v el puebio.E1 sacerdote \'¿1 clltorlces al lado de

la epístola é, inclinando la c¿rbeza ha-cia el erucifi-io, dice:- Orentil"s, v recita

ia oración llamada Coiiecia, del latíncollig'erc, t-ccog'et-, t'etrlt¿1", porque lassírplicas de la Iglesia t- de los ficlesson" por dc'cirlo así. ::cuni.las pcr el

i:rO CaPÍtulo XXXI

s¿rc,-:rcl{lte, y presentadas todasjuntas

i: l)ios.lista oracitJn varía según las solem-

niJadcs, los misterios y las épocas del

año. Termina con la fórmula l)er Cht-is'1 u:¡t f)c,¡utitt¡t¡¡t ttostt'tt¡lt' poÍ Jesucr:istoNuc:;tro Señor, pol:que M es nuestro

mediador ynuestro Pontífice, el único

que merece ser e-qcuchado. El pueblorespond,,r: '\nten, así sea, para signi-lical que el sacerdote ha expresado 1o

q.uc cl Putblo de-sca"

,\l ! ¡c,tttitttts ;'c¡i¡íscttttt Y al Ot"enttts

el -.:,c:'rilote e,rtierr¡le y elcva un poco

l¿is m¿rnos para indicar que espcra de

io alto el cumplimicnto de sus clcseos'

funtai' las manos es una scñal dc hu-

miiriacl, por la que se renuncia á la

Ceremonias y su significación 621

Después dela Collecta y de las otrasoraciones llamadas ]'Ietnot"ic-s ó co¡¿-ntemoraliones sigue la lipístola, dellúín epistola, cat-ta, porque frecnen-temente se toma de las cartas de 1os

apóstoles, y á r'eces del Apocalypsisde S. Juan. Raras vcces se toma dcl

antiguo Testamento. El pueblo lleno degratitud, dice al final: Deo g'r'utias.Gracias sean cladas á Dios por todolo que ac¿rbamos dc aplenCcr.

Después de la ltpístola. \a Iglesiamanda leer algunos versículos de unsalmo, llamado Gradual, porque en el

siglo IX eran cantados sobre las gra-das del coro alto, ó tribuna, especie depúlpito levantado cn el coro, al cn¿rl



lnelz¿r propia para entrcgalse comple-t.inrcntc al Scñor. Dttrantc la Collecla,ci -saccrdote debe tener los brazos ex-

irnlitr,os en memoria de nucstro Scñor

rli,ie ftr$ó poi nosotros col1 los blaz0su,\'!eiiii-1.). cn io alto de la Cl'uz. Losprirrrerers ct'i:tianos oraban de esta rtisma]i1¿rn er¿l,

se subía por varias escaleras situadasá ambos lados. Entletanto el diácono sedisponía á cantar el Evangelio.

A1 Gradual sucede, desde Pascua

hasta Septugésima, el Alleluia, palabrahebrea quc significa alabattia a Dios;y, desde Septuagésima hasta Pascua, elI-racto, asl llamado porque se canta so-

s22 CapÍtulo XXXI

bre nna grave mclodía, sin repeticiónalguna ni interrupción.En la Pascua y en Pentocostés y

dui'ante sus octar¡as, así conro en la fes-tividad dcl Corpus, se añade al 'lLle-luia, ó al 'l'raoto un himno llamadoSequettlia, que se une á ias notas delAllelui¿t.

Una Sequerttia parecida se dice taln-bién en la }fisa de difuntos'. Dies ire,y en 1a fiesta de los siete Dolores de

la -Santísirira Virgen; Stabat )'[atar,aLlnqLic no har.a -illcluia. A estos him-nos sc 1es liame también 1)r'{tsl, es

decir', discurso 1ible, que clifiere dci

\¡erso pol' stl estructura.Sigue 1a lcctura deL Euangclio. Esta

lcct'.rra dir.ina \¡a aeompañada de cere-


última grada del altar; se levanta dcs-

pués, toma ei libro del Evangelio comosi lo recibiera de nanos de Jesucristo,y de rodillas ante el sacerdote le pidela bendición. En las misas ordinariasel sacerdote pide esta bendición á

Dios.El diácono, L7Íta \ez ha saludado el

altar y al saceldote, eleva el libro delos Evangelios, como para aclvertir á

los fieles que se lcvanten á saludiLreste santo libro é indic¿lr que est¿ln

prontos á seguir los caminos de la ley.Entonccs el cciebr¿rnte va al lado de-

recho del altar, para rccordar que el

Evangelio ha sido rechazado por losjudios 1. confiado á los gentiles. Eldiácono se vuelve hacia cl norte ó el

el



luronias r:e\¡estidas de especial gravedad.Profnndamente inclinado, el sacerdotedice en medio del altar el l'Iundd corl:itutt: Oh Dios, purificad mi corazón

r- mis labios) para que dignamcrrte ¿tnun-cje t11 Iir-rngelio.

En las misas solemnes, el diáconorcza e-ita oración de rodillas sobre la

Aquilón, porque, scgÚrn S. Gregorio,norte indica la gcntilidad. Sacerdote ydiácono se vuelt'en hacia este 1ado, por-que la luz del Evangclio y el eienrpltr

de Jesucristodeben disipar las tiniebl¿r:;

del paganismo.Esta es también la significación de

las luces qlrc se colocan á ambos la-

52d, Capítulo XX-\I

clos del libro de los Evangelios, mien-

iras que el incienso indica nuestra pro-luncil vcneración por la palabra santa.La lectura ó el canto del Erangelioco-mienzan después del Do¡niutts vobi sctttttpor est¿rs palabras Sequentia sanctit',-t,ang'elii secttndum... ,\... (se nom-Lrr¿r cl evangelista de clonde estiL to-

mado el pasaje.) trl pueblo contesta:Glot-ia tibi Domiue, u Gloria te sea

dada, clh Señor u.

Iil diíLcono ó el sacerdote hace lascñrrl .le Le. crsz sobre el libro dondeci pasrr-ic comicnza, para que esta lec-tura nos crrlse una implcsión saluda-

L¡icr ]' á continuación sobre sí mismo ;todos los asistentes la hacen sobre sufrente, boca y pecho, como 1o hacían

Ceremonias Y su significación 525

Laus tibi, Clu-iste. Dése alabanza átr,oh Cristo. El sacerdote besa el libroen señal de respeto á la Palabla de

Dios y para expresar que ella nos pro-porciona la gracia de la reconciliación.

Tal es la signiflcación de las Pala-bras: Zas ¡:alabras del Evang'elio bo'rren ¡n,testros peca,los.

Desde los tiemPos más remotos, á Ialectura del Evangelio sigue, en los do-mingos y días festivos, una expiicaciónde la palabra de l)ios: Ia plática ó elsertnón.

Terminada esta instrucción, se ha-cía salir á los Catecúmenos, y se reci-

tab¿r el Cretlo, llamado también .si¡'¡¡-lrolo ó signo de la fe, porque servíapara distinguir á 1os clistjanos de los

ll¡',:',1o dice to-



l,l,s cristianos antiguos al comenzar susactos. Soble la frcnte, para que l)iosa'or'¿r su espíiitu al sentido dcl Evan-

.q,-'liol sobre la boca, para obtener la

grlLcia de confcsarle con sus palabras;soL'i'e cl pecho, para llLre en él se grabepr o r'un.llntentc.

Al in dcl lillngelio se respondc:

que no 1o eran. El sedos los domingos, en las fiestas de losapóstoles y de los doctores, durantcsus octavas y en algunas otras fiestas.

Es como el fruto del Evangelioy sirve

como de transición al Ofertorior por-que, sin una fe \¡i\-a7 no podríamos asis-tir dignamente á los santos misterios.

ü26 Clapitulo XXII

$ 2. - Del Ofertorio.l-os Catecúmenos salían de la Igle-

sia, y entonces se celebraba el orioiollamado simplcmente ¡\'Iisa ó ]'[isa de

ios.fieles.Después del Credo, el s¿rccrdote

besa el altar, sc vuelve hacia el pue-

blo y le dice: .Jeo el Señor cc)t¿ voso-/r"os. Lucgo agrega: Ot'enos, para des-pertar la atención, puesto que t'a á

cc'menzar el santo sacrificio. El velsí-cr-rlo que prcc{jiie ini,rediatamente á laoblación. con e1 notlbre de {)i'o'tor'ío,está tonado de 1¿r sagrada l)scritura y

aplicado á 1a fiesta de1 día. El sacer-dote descubre entonces el cá1i2, colocaia Hostia sobrc la patena, la elel'a y

digue acep-

Cercmonias y su significación 5'¿7

intencirin dc ofrecer, pero los baja in-medi¿rtamentc por el scntimicnto de suindignidad.

Acabada la oración de la obilción,hace la scñal de 7a cruz sobre el cor-poral con la patena, soble ia cual cstá

la Hostia para significar el sacrificiosangriento de la crtz que va á reno-

varsc s,,btc el aitir-I)espués, cl sacerdotc t'a al lacic¡ d';

la epí-stola, coha cl r'ino cn et cállz,bendice el agua de la cual eoha algu-

nas gotas en el atiliz pidiendo á Diosnos conceda, pol' ei mistcrio que rc-presenta Ia mezcla del agua y del vino,

el participar de la divinidad de nuestroSeñor JesLrcristo. El sacerdote bendice

el pan y el lino, porq''lo representa á

fr-rente de toda bendición;



supiica al padre celestial setar con agrado esta ofrcnda intnacu-la.la. Ofrece el pan y el cirltz, tcnién-Coios eler,ados para significar nuestra

¿isccr,sión hacia el cieio y pol'que enrl antigtio Testamento se ofrecían lasvíctimas tcniéndolas elet'ad¿is. Elet a

igurlmente los ojos para indicar su

Jesuclisto,bendice el agua. tigura dc1 pucblo fieltque neccsita ser pulilicado por Jesu-oristo. La mczcla del agr-ra y del I'ino

es Llna imagende

launión de Ia I{u-

manidail con la Divinided en la per-sona dc Jesucristo'

Itegr-esl al medio del altar el saccr-

528 Capítulo XXII

clotc, eleva e\ cáliz y pide á Dios acepte

esta copa saludable por nuestra salv¿r-ción y la de todo el mundo. Terminaesta oblacirln haciendo la señal de lacruz con el cáliz sobre ei corporal,donde 1o coloca cubriéndolo con 1a pa-lia. El pan es llanado Hostta inmactt-!;tJa y el cáliz, cáli; de salvación por

respeto á 1o que vienen á ser después,le la consagración.

Inclinado sobrc el altar, se humillael saccrdote orando en la presencia deDios; se levanta lleno de con.fianza, yerten¡lien'io las ln¿inos hacia cl Cielo,ruega al trspíritu Santo derrame su

bendición sol-.re este sacrificio.En las misas solemnes se inciensaentonces la oblata, el altar y el sacer-dote. La nube de humo dcl incienso

Ceremonias v su significación 529

dc la ofrenda lar,ándose l¿rs ntanos, al

lado de la epístola, mientras recita clsalmo XX\¡. Sc rectterda ¿Ll saccldotey al pueblo que deben presentarse anteel Señor con las nanos puras y Lrn

corazón inocente. El sacerdote vuelleen seguida al medio del altar )', plo-fundamente inclinado, hace, tcniendo

las manos juntas, una segunda ol-.lacirindel pan y dcl vino" Besa luego cl al-tar é inr.ita al pucblo á que se una áé1 diciendo : Crale ifratres; Orad, her-manos.

Después de la respuesta del pueblo,el sacerdote dice Anten, y Íeza. á con-

tinuacirin Ia oración ilamada secreta ósea, oración en Yoz baja. Lucgo le-vanta la Yoz y dice: " Por los siglosde los siglos." Por esta exclamación



que cnvuclvc el altar recuerd¿r la ma-

-jestiid del Señor que, muy pronto des-ccndcrá de los cielos. Así llenó con

su presencia el templo de Jerusalénparn declarar que los sacrifi.cios y lasoraciones le eran agradables.

Termina el srrccrdote la preparación

invita al pueblo á unilse á él y á res-ponder tltnen. Este es el comienzo delPre /'acio.

El sacerdote, repetido una vez máscl Dontitttts yobiscutn y convencido dela atención del pueblo por larespuesta:Et cunt spir-itu /¿¿ole exhorta á elevlir

530 Cnpitulo XX\i

sucorazón

:Sw'st¿ttt cor;la, elcvad uttes'

f r-os ct)t'rt\ones. trl puebio respondeunánimemente cluc su corazón está ele-r-¿rdo al Señor: IIalra¡t.t¿ts ad l)ontinuttt.El sacerdote, levantando los ojos alciclo, le invita á unirse á é1 para dargracias á Dios.

h{as las alabanzas de labios mci:-

tales son clébiles é imperfectas' por locual las ttne al cántico de los coroscelestiales, y transportado de un santoentusia-qmor exclama con ellos :

t( Sanc!u::, Sanctus, Sancltts, Satúo,San[0. S¡¡¿lo es ,'l Seítot' Dios de los

e.fercitos. Llenos están los Cielos y

la tierra .le ttL gloria; Hosanna enIas alturcts. Bendito'.el que viene en

nombre del Señor. Hasanna en las

Ceremonias y -cu significación 531

baja par:r indicar los inefables miste-

rios que acompañan, c1e los cuales elmás profundo es la consagración.

El sacerdote comienza e7 {lattott al-zando al cielo los ojos y las ryanospara imitar á Jesucristo que levantabasus ojos al cielo antes de realizar sus

milagros: luego los baja, besa el altar,

se levanta, y, á seme-ianza de tr'Ioisés,ora con los blazos extendidos.

En estu oracicin se pide una \¡ez

más al Padre celestial que acepte concomplacencia los dones que 1e ofrece-mos. Después cle esta oración generalviene la petición particular para apli-

car 1os frutos del santo sacriflcio á 1aIglesia, al I'apa, al Obispo -v á todoslos que profesan la fe católica Jr apos-tólica. Se ruega también al Señor se



ali ttras.¿'

S 3. - De la Consagraeión.

Las oraciones posteriores al Sanc-1¡¡.r r- anteriores al Pater noster, rect-ben el nornbre de Canón ó reg'la, por-que son invariables. Se recitan en Yoz

acuerde de sus siervos y siclvas N. N.,dc todos los asistentes, de los que ha'oen celebr¿tr el santo sacrificio como

de aquellos porquienes

secelebra.

Sigue el J'Ientcnto de la Iglesiatriunf¿rnte dc los bienat'enttlrados, de

la \rirgcn \Iaría que nos ha dado á

t3'2 capítulo IXXI

Aquel que \ia á descender sobre el¿r1tar.

En el antiguo Testamento, el sa-ccrdote sacrificador, antes de inmolarla r'íetima, extendía las manossobleellaimplorando el perdón y la rcmi-sión del¡r-s pecados, así como los bicncs cor-porales y espirituales. Imitando esta

costumbrc, el sacerdote del nu,:vo Tes-tamento, antes de la inmolaoión mís-tica del Divino Cordero, extiende igual-mcnte sus manos sobre los doncs ofre-cidos v pidc paru scr agradable á Diosque (inos de,je vivir en su paz durantela r-ida ple-sente, nos libre de la con-

dcnación etcrnil, )' nos ponga en el nú-mcro de los elegidos."Iil seccr'.lote se trírnsporta cn espí-

ritu á la Cena en que insti-

Ceremonias y su significaclón 53:i

Al pueblo se le adr,ierte la prc-

sencia dei Señor con el toque de unacampanilla. Abismado en sentimientode amol y de humildad, saluda, pros-ternado, al Salvador. ¡ Oh Jesús I hacedque yo viva por vos, llue muera el1 \¡os

]' que esté siempre con vos en la viday en la muelte.

"Concedednos. Cordero de Dios, lapaz aquí aba-jo y compadeceos de no-sotros.¿(

En presencia de la inocente r'íctimaret sacerdote pide á Dios Padre, connue\¡o ardor, que acepte esta ofrenda

y conceda, por su anror, gracia á losvivos, y á los muertos el lugar de re-frigerio, de luz y de paz. Dl saccrdoteintcrrumpe entonces e1 silcncio solemne



Jesucristotri-vó el santo sacrificio y hace 1o que

intonccs hizo Jesús.Jcsucristo descicnde sobre el altar,

el ,s¿rcerdote se arrodilla, le adora yirrego lc muestra á los fielcs, elevandosLrcesir-rnicnte ll santa Hostia y el cá-liz sol.re su cabcza.

diciendo con yoz más alta, para fijarla atención de los concltrrentes y gol-peándose el pecho: ((J'oóis

EuoqIt¿pec'

catoríbtt:¡:tanthiétt á nosott'os

Peca-doresu (1- continha en roz baja) "sier-vos tu)'os que espel:amos en la abun-danciade tus misericordias, dígnate dar-

534 Capítulo XXXI

nos alguna partc y compañía con tus

santos apóstoles y mártires.(Aquí termina 1a oración dcl Canon

cein la ooncltlsión : Por ,ia.sttct'isto ttttes-

trr¡ Sañar, á la cual se añaden palabrasde alabanza y bendición: úrpot el cualcreas siempre, Señor, todos estos bie-nes, los santi*ficas, ]6s lriviÉfigas, los

ben*dices y nos los repartes. Por el * mis-m o y con el * misno y en el * mismo, á ti,Dios Padrc * toclopoderoso en unidad delEspíritu 'I' Santo, te pertenece todahonLe y gloria. Por todos los siglosde 1o,s siglrs, ,\nón."

]licntras diee esta conclusión, el

saceldote sostiene la santa Hostia so-bre el ciLliz, elevándolo un poco en se-

ñal de alabanza: aqr-rí termina el Ca-non y comienza la tercera parte de la


nes. y tenemos derecho á participar

por la santa Comunión. trlsta hambre ysed de 1a santa Eucaristía se exprcsaen la petición del " Patet' 1\'r¡s/cr"".'lil pctrt utLcstro de catla día dánosleho1'.

El Patcr nosler se dicc con las ma-nos extendidas y en \oz alta para in-

vitar á los fieles á rccitarlo simutrt¿i-neamente. El sacerdote pronuncia envoz baja el Autett, y enionces pide áDios nos libre de todo mal pasado,prescntc y futuro; por' la intercesionde la bienaventurada \rirgen }IarÍa yde todos los santos. Entrctanto se san-

tigur con la patcnr, la bc.a; y colocaen cila ei cnerpo del Señor. Aclola dehinojos 1a s¿rnta Hostil, la parte, como

Jesús partió el pan en la írltinta Cena,



\{isa.

S 4. - De la ComuniÓn.

Por la Consagt'acidz Jcsucristo seinmr¡1a por nosotros; saluclemos pues

á Dios conto nuestro padre, Padre ¿lmo-

rosisirlro .iLic usctleha nucstras ol'ltcio-

y deja caer en e1. cáliz la porción dela santa Hostia que tiene entrc loscledos.

La separacion de las dos especicsrepresenta la muerte del Scñor;1¿r reu-nión del cuerpo y de 1a sangre, por lamezcla que de las dos especies se ve'

536 Capítulo XX-\I

rifica en el cáliz, significa suÉlloriosa¡csurección.

Hasta aqui cl sacerdote dirigía to-das strs oraciones á Dios Padre; peroahora ruega á Jesucristo Salr.ador re-pitiendo tres veces: Aqnus Dei, Cor-dero cle Dios que guitas k:s pecados,lel ntttndo, ten misericord.ia d,: nos-

ott'os.(' Se golpea el pecho dicicndo:Ten ntisericordia de uosotros, y, álatcrcera vez) en lugar de cstas palabrasdice: Danr;s la ¡:ai.

En las misas solemnes se da en-tonces el be>o de paz entre el cele-brante. sus ministros y todos los clé-

rigos. Fin 1os primeros siglos de laIglesia, hacíanlo también los lieles; loshombres daban el bcso de paz á loshombres, y las mujeres /t las mujeres.

Ceremonias y su significación 53?

Hc aquí finalmente el instante en

que el santo sacrificio va á consumarsepor la comunión del sacerdote. Pro-fundamente inclinado, fija su miradasobre la santa Hostia, acaba de Pre-Dararse para la comnnión con oracio-nes pol' todo extremo enternecedoras.Tomando á continuación entre sus ma-

nos la santa Hostia, Y sobrecogido dercspeto cn presencia de c-qte adorablccuerpo, dice golpeánilosc el Pecho :

4))ontíne, notz strftt dig'tttts(t : Seiíor,.1'o?to soJ' dig'no de que ettlres en nti casa;pero tná¡trlalo cr.ttt lu paiabra y n¿i

alnta será srttt;t.

Est;,s son ias palabr:as del Centu-rión, cu¡'e fe adrniró cl mismo Jesu-cristo. Luegtt ct)mtllgi1, g-s ¡ir:cii-. sJ tlnai

al cilelpo y ir la saírijre de jcsucl'isto



fisto podría practicarse fácilmente. es-

tando separados ambos sexos.Servía esta ceremonia para hacer

relir-ir y fomentar en sus corazones lacalid.il necesaria para aproximarse alSecramcnto del amor del que todosparticipamos.

congimreirdo las santas cspecies. .\crrntinuación distribtrve el cuerpo clcl

Señor á los ficlcs haciéndolcs partíci"

pes del srnto s¿tcriflcio dc lamancr¡L

más perfecta posible.Después qr,re e] sacc'rdote ha sumido

la lrreciosa Sangre, purifica cl cáliz, r,



540 Capitulo XXXI

las dela

l\{isa ordinaria. Indicaremosbrer,ernente estas diferencias,

Al principio, el sacerdote suprimeel salmo Ju,lica r7¿e, polque este salmoexpresa la alegría de entrar en la casadel Señor, mientras que la Iglcsia seafligc con la idea de que sus hijos es-tirn todavía destcrrados en el purgato-

rio y no pueden entrar en el Cielo.Et el Introito, eI sacerdote no hace

la señal de la cruz sobre sí mismo, comosi ¿i1lí estur.iera el difunto por cuyoreposo etelno é1 hace votos, Nada deGlot'ia Palt'i, ni ahor¿r ni en el salmoLayab,t recit¿r'lo durante 1a ablución de

los dedos, porque también esto consti-tu1'e una expresión de alegría,Por la misma razón se omite el

Glot-ia in excelsis. Las pobres almas

Ccretnonias y su significación 541

cuencia Dies ire, es un llamamiento

conmovedor á la divina misericordia.Antes del Evangclio, el s¿rcerdote no

dice lit bcndición al final del lltttulacor nteunt, y en las Misas solemnes,el diácono se abstiene, en señ¿ri de

duelo de pedir 1a bendición al sacer-dote, no se llevan los ciriales al púl-

pito ni el sacerdotc besa el libro alvolrrer el diácono. Tampoco éstc ha be-

sado la rnano del sacerdote después de

haber tomado el libro que está sobleel altar; porque todas estas ceremo-nias son honoríficas.

Tampoco hay Cre,lo. Lalglesia mi'

litante se aflige porque las almas, encuyo sr-ifragio ofrece el santo sacrificiono pueden gozar aún de la bcndiciónentera de la palabnt de llios y sur ad-



no pucden todavía estar con los corosde las ángeles alredcdor del trono dclCorJero para cantar su gloria.

lJl regocijador Gradual "v eI Alle-/tti;r, son reemplazados por eL 'L-racto

para pedir la remisión de las pcnas yla ltz etel'na para los difuntos. La Se-

mitidas á la paz eternil.El sacerdote no bendice el agua. Iil

agua representa á los fieles, --v los di-

funtos no están ya ba-jo lajLrrisdicción

de la Iglesia, sino en podcr de la jus-ticia divina.

.Il Agttus Dei, en lugar del I[ise-

542 Capítulo XXII

t'et'e flobis, se dice l)ona eís reqrt;cnt

y á la tercela vcz, se agrcga st'tttpt'teritatn. Por este triple voto les desea-mos la remisión de las penas, la glo-ria del ahna y la gloria del cucrpo quecompletará su fclicidad. l,a oración yel beso de paz se suprimen porquesólo se refielen á la Iglesia militante.

En lugar del lta,\1issa est, se dice:Requíascant in pace: I)escansen en pdí,

- ,|¡¡ten, rcsponde el pueblo.No hay bendición del sacerclote

'porque el fruto y las bendiciones delsanto s¿rcliiicio se ltplican palticular-mcnte á ios difuntos.

coNctusI0N.He terminado, lector querido' Al de-

conclusión 543

lencias de la Santa \'{isa y los inmen-

sos tesoios llue acumutras asistiendofielmente á el1a. En la hora de la muerteespecialmente cornprenderás la bondad

dei Señor para con aquellos que han

honrado los sagrados mistelios del al-tar, mientras que los indiferentes y lostibios, aprcciarán con un arrcpunii-

miento tán amargo como inútil todo cldaño que cllos han causado á sus in-tereses eternos,

Ruego á Dios Por la intercesión de

nuestro Señor Jesucristo, su único Hijo,y por la virtud del lispíritu Santo clue

ilumine la inteligencia y fortifique ia

voluntad de los que lean estas pilginaspara que se aprovechen de este tra-bajo mío y me hagan á mí, Pobre Pe-cador, partícipe de sus oraciones en el



i

¡

jarte, permíteme que te dirija un hu-milde pero insistente ruego: ¿rbre confrecuencia este pequeño tratado, léelo

r- i'uélvelo á lcer con atención. Asíaulnentará tu amor hacia el santo sa-

criflcio v la ríctima dir-inar porque cada

día conrpt'enderás m/ts 1' rnás las cxce-

santo sacrificio.

A. r,'I. D. G.

modos cle oir devotamentela Santa Misa. (1)

I.Paraunirse, oyéndola, al Sagrado Corazón

de Jesús.

oFRECTNÍIENTO¿

Os pido, mi buen Jesús, que en este

santo sacrificio ofrezcais micorazóL

en unión del vuestro á honra y gloriade vuestlo Padre Celestial: dadme unaatención contínua, un respeto profundo,



La l\{uerte de Cristodales ¡. Ia Nfisa la llave

es la ca.ja de can-para abrirla.

( P. Segneri.)

una fe viva, y una tierna devoción du-rante el adorable sacrificio para ado-rar dcbidamente, bendecir y dar gra-cias á la Santísima Trinidad por todos

los beneflcios recibidos; y para implo-

(1) Son tambión los capilu.los XXIIL $ 1, XX\:III yXXXI del texto del Aútor.

.8096 18

546 Primer modo de oir tr{isa

r¿rr sus misericordias y pedirle humil-

clemcnte perdón de mis innumerablesinfldelidadcs. Abrasadme en vuestroamor á fin dc que el sacrificio de rni

cotazón os sea agradable.

EL SACDRDOTE AI, PIE DEL ALTAR.

Vos sois, divino Jesús, la víctima

cargada de todas las iniquidades delmundo; r'os las llorasteis amargamente;

las expiastcis con ios más horriblestormeritos y con la muerte más oruel'

Yo rengo á mezclar mis lágrimas con

las vuestras; conficso delante de I'os,

y en presencia de \Iaría, la más Pura

áe tas t'írgenes, y dc todos los santos,quc he peóado grarremente, que mis in-gratitudés son las que han atravesado

íuestro corazón, y os han llevado al

Primer modo de oir X.[isa 54?

EN EL I\TROITO.

Adoremos al Corazón de Jesús, quetanto nos ha amado, postrémonos cn supresencia, y lloremos los pccados deque nos hemos hecho culpables.

Concedednos, Señor, un corazóncontrito y humillado, I Que el home-

naje de nuestras adoraciones os seatan agradable, cual si os ofreciésemosmillares de r¡íctimas.

EN LOS KYRIES.

Padre infinitamente miscricordioso,tcned misericordia de vuestros hijos.

Jesús inrnolado por nosotros, aplicad-nos los méritos de vuestra preciosasangre. FJspíritu Santo, Dios santífica-doi:, descrended á nuestros corazones y



Cah,ario. ¡Oh Dios, Salr'ador mío ! por

l'uestr¿ts lágrimasr por vuestra agonra

en el huerto de los Olivos, por vues-

tra preciosa sangre' ypor la llaga de

lue,stro corazón, perdonadme y concc-

clelme la remisión de todas mis ini-quidades.

abrasadlos en vuestro amor.

EN DL GLORIA IN DXCEL,qIS.

¡ Quéfelicidad la nuestra, oh

Jesús!

por haberos dignado habitar en mediode nosotros, y haber tenido á bien ofre-cernos una morada en vuestro divino

IlrI

l"I

I

548 Primer modo de oir X[isa Primer modo de oir X{isa 549

gar donde encuentran el reposo y feli-

cidad las almas santas; oh Vos, qucsiendo Dios, vir,ís y reináis por todoslos siglos de los siglos. Amén.

EPISTOLA DE SAN I'ABLO A LOS RO]'IANOS

(Cap. 12)

Hermanos: cada uno de nosotros

tiene doncs difercntcs, sr:g;írn la graciaque le ha sido concedida; por 10 cualel que ha rccibido el don dc profcoía,úselo según la regla de la fe; el queha siclo llamado a1 ministclio de laIglesia, dedíquese á su ministerio: elque ha recibido el.lon de enseñar" aplí-

quese á enseñar; ei que ha recibido cldon de exhortar, exhorte; el que re-parte limosna, déla con sencillez; cl quepreside y gobierna, hr'rgalo con vigilan-

el que hace obras de

corazón. Permitid, Señor, que juntc-

mos nuestras Yoces á las de los ánge-les, para daros gracias por tan seña-

laio^falor, y q.ue digamos con ellos:

¡ Gloria á Dios en las alturas ! Padre om-

nipotente, nosotros os alabamos, os

bJndecimos) os adoramos, os tributa'mos mil acciones de gracias Por los

beneflcios de que incesantemente noscolmáis, ;oh Cordero sin mancha, quc

borráis los pecados del mundo, tened

misericordia dc nosotros ! t'os solo sois

srrnto, solo los soii Scñor' quc rui-

n¿iis con cl Padre 1'- el 'li-spíritu Santo

en la gltrria' y qllc mcrccéis en la tie-

rra todos nuestl'os homenajes' Amén'NN LAS ORACIOTiDS.

Divino iesús, fuente inagotable de



cia; mi-sericor-dia, hágalas con apacibilidad v alcgría.El amor sea sin fingimicnto. 'l'ened ho-rror al nal, y aplicaos perennemente

al bien. Amaos recíplocamcnte con ter-nura y caridad fraternal. Procurad un-ticiparos unos á otros en l¿rs señales

toclos los bienes, abridnos, como ren-

didarncnte os suplicamos. el interior de

vucstro Qorazón, á fin de que, después

qne iravrmos entrado por Llna nilao¡1me.iitaói¿rn cn esc attgusto santtlario de1

dilino an'ror, fi.jemos en é1 nuestros co-

razones pala sicmpre) por ser el lu-

550 Primcr modo dc oir Xlisa

dehonor v deferencia' No seiris flo-jos

en oumplii con vucstro deber; sed fer-vorosos de espíritu, acordándoos que

es el Señor á quien servís' Alegraos

"á"fu esperanza del premio: sed stl-

itia"= en ia tribulación; asiduos- en la

oi"ció"; caritativos para aliviar las ne-

cesidadós de los fieles; sed nrontgl

p,,t" .i"t..r la hospitalid-rd' .Bc.lfccidá lo= qo" os pcrsigucn; bcndecidles y

no tes maldigiis. Alegraos con los qtte

," uttgtott, 1i ttoraa con los que lloran-

Estad *i.tpt" unidos en unos mlsmos

."nli*i.nto. v rleseos' No blasonéis de

"átos

urt"., iitto acomodaos á 1o que

sea más humilde.

EN EL GRADUAL.

corazones cn pro-

Primer modo de oir trfisa S51

nos, y no cesaremos nunca de cantar

vuestra misericordia.EVANGELIO SEGUN SAN MA'IEO.

(Cap. V.)

En aquel tiempo viendo Jesús á unnrlmet:oso gentío, se subió á un montc,donde, habiónclose sentado, se le acer-

caron sus discípulos. y abricndo suboca dir-ina, lcs adoctrinaba dicicndo:Bienaventnrados los pobres de espíritu,porque de ellos es el reino de 1os cie-ios. Bienaventur¿rdos los mansosr por-que ellos poseerán la tierra. Bienaven-turados los que lloran, porque ellos

serán consolados. Bienar.enturados losque tienen hambre y sed de justicia,porque ellos scrán saciados. Bienaven-turados los misericordiosos, porque ellosal canzar



i

Abranse nuestrossencia del Señor, corran noche Y día

i". tegtitnos de nuestros ojos, elevemos

nucstras manosal cielo'

Perdonad á vuestros hijos, oh Co-

razón de Jesús, no permitáis. tue 9aig,aen cl opróbio vuestra herencia; sah'ad-

án misericordia. Bienaventura-dos los que tienen puro su corazón.porque ellos verán á Dios. Bienar.en-turados los pacíficos, porque ellos se-

rán llamados hijos de Dios. Bienar.en-turados los que padecen persecuciónpor la justicia, porque de ellos es el

552 Primer modo de oir \[isa

reinode los cielos. Dichosos seréis

cuanalo los hombres Por mi causa osmaldijeren, y os persiguieren y-dijeren

con mentira toda suerte de m¿tl contra

\.osotros. Alegraos entonces y rego-

cijaos, porque es muy grande 1lr I"compcnsa q.ue os aguarda un I'os

cielos.

MIENTRAS EL SACERDOTE REZA EL CREDO'

Creo, oh Dios mío, toilas las ver-

dades que habéis revelado á vuestra

t-gt"si^.'" quiero vivir .v--mor]r ê1cl

s"entimiento dc esta fc' Haced' Señor'

que mi vid¿r sea conforme á mi creen-

óiu, qt" jamás me avergüence -de ma-nifest¿trme oatólico, y que defienda cons-

tanternente los interescs de nuestra santa

religitin.grandes p9t

Primel' r¡odo de oir llisa 553

meto una adhesión inr,iolable. Estre-

chad, Scñor, m/rs y más los lazos queme l-rnen á vuestra santa lglesia; po-ned en mi corazón una docilidad per-fecta hacia mis pastores legltimos. Ensu seno empecé á ser hijo vuestro, yen. su mismo seno quiero vivir y mo-rir. Así sea.

EN EL OFERTORIO.

. Etelno PlLdrc, os ofrezco el sacri-ficio que de sí mismo os hizo sobre lacraz y se renueva ahora sobre este al-tar, r'uestro amado hi-jo Jesús, y os loofrezco en nombre de todas las cria-

turas con lasmisas que

se hancele-

brado v se cclebrarán en todo el mundopara adoraros y dalos el honor quc me-recéis, para daros las debidas graciaspor vuestros innumcrables beneficios,



iOntgtesia romana! lassecocionés por las cttales has pasaclo,

v estás paJando, lejos de debilitar mi

i'.. no úu".tt másque robustccerla,

pú.,.to que tu divino esposo las. pre-.li¡o. fn ¡cuán dignos son-de lástima

los que se separan de ti! Yo te Pro-

para aplacar vuestra ira, encenJida ,vprovocada por tantos pecados nuestrosy daros digna satisfacción y para su-

plicaros por mí, por la Iglesia, portodo el munclo y por las benditas al-mas del purgatorio

8096 15+

554 l)rimcr modo de oir i\[isa

Ilsta oracit'rn puede rezarse en cste lugar

ó en otro cualquiéra de 1a ltisa para garutr la's:n'lulgencias conccclidas por Pio I'\ e.n .llreve.l¿ lL dc ahril d; lrÚ0 1' >on: unr indttlqcn-

cil dc trcs lñosr una r-cz al día'.v trnr indul-gen.ia plcnaria una vez al mcs en el dia que

éti¡,,tt tos freles que lahabrirn rezado todos los

díis. Condicioncs: confesiÓn, comunión, visita¡-ie una Iglcsia ú oratoric público, según la'in-

tcnción d-el Sumo Pontí1ice. Scgún dcclaración

de la S. C. dc I , c1c 5 de fl¿rvo de 1890, lossacerdotes pr'rcden ganar'dichas indulgencia'st

iezarrdo cl bfrccimiento antcs ds celcbrar la

santa ]{i-sa.

DIiSDD !]T, O!],]R'1'ORIO IJ\STA ]]L TREIACIO'

El pecado nos había hcciro enemigos

dc nuestro Dios; pero Jcsucristocon

su mllerte nos l'cconcilió con su dil'inoI'adrc. Esta reconciiiación se ha veri-ficado en su corazón adorable' ¡Oh alma

nos ha amado

P¡imer modo de oir flisa 5;5

Vos queróis, oh Jcsús, quc yo se:r

una r,íctima de amor, enteramente con-sagrada á r'uestro cora.zón divino: puesbien, óste es el más ardiente de misdeseos. \¡ucstros bencficios son infini-tos. Vos habéis roto los hierros de miescla\.itud; mc habéis adoptado por hi-iovucstro; me habéis admitido á r'uestra

mesa ; me habéis dado cntrada en \-ues-tro dir.ino eoÍrzón: v ahor:a mismo á

pcsar dc m is contint¡rs prelarlcae ioncs,me cstáis preparando una etcrna feli-cidad. ¿ Ccimo podría oh.idar tantos be-neficios !

¡Ah I quiero publicar vuestras mise-ricordias. y amaros siempre con tocio

el ardor de mi corazón ; mas ¡ a1', mi co-razór1 oh Dios mío I no ticnc bastantcamor, -ni fen or, para haceros de éluna ofrenda digna de vos. ¿Qué eS,



mía, cttánto Jesucristo!¡A qué prccio nos. ha rescatadol *:,1:hizo ni con oro ni con l'lqllezas, slno

<icrramandovoluntariamente su sangrc;

sacrilicóse todopor nosotros; así, plles'no Yilamos más que para é1, é inmolémo-

nos con éi.

pues, 10 cluc podlé ofrcceros? A vues-tro Hijo, sí, este Hijo, el objeto másdigno de \¡uestras complacencias, tta á

suplir mi insuficiencia; dirigid vuestr:osojos sobre esta dir,ina ofrcuda.

ENDL ITREFACIO.

Elet'ad, Señor, elevad l'os mismo

ni corazón hacia vos. Nada dc pensa-

mientos profanos ; nada de afecciones

terrcnas. Haced que esté todo en el cielo,

conde rccibe vuestro cotazón tan dig-

nas adoraciones, J' en el altar donde

pronto vais á poneros sacramentado',rli vida es una serie no interrumpida<je beneflcios vuestros: que seaT puesT

iumbién una continua acción de gra-

cias; 1' puesto que vais á renol'ar el

.nyái ¿ê tos s.icrificios, ¿por qué no

he de prorrtimplr en palabras de 1a más

r'iva gratitud! Permitidr pues'. que unami '¡lz á la de las intcligencias ccles-

ll"t.*, y que de concierto con ellas

a;ga iránsportado dt: alegria, -r' de ad-

Santo, santo es el Corazón

Primer modo de oir X'Iisa Frimer modo de oir n{isa l:;7

EN EL CANON.

Dios infinitamente santo, si mis pe-cados os enojan y me hacen objeto Cchorror á vuestros ojos, fijaos en el Cor-dero inmaculado que va á inmolarsepara borrar los pccados del mundo, 1olr-idad, en vista de sus méritos, mis

iirgratitudes. Acoldaos tan solo dc quehe tenido la dicha de ser introducii.locn el corazón de vuestro divino Hijoy de que estoy estrechamente unioo áé1. Este corazón, infinitamente miseri-cordioso, ha rogado por mí cn el Clal-lario, v pronto I'a á ofrecersc por mí

en holocausto.¡Ojalá tuviera. oh Dios mío ! todala contlición que por mí tur.o Jesti-cristo, el var'ón de dolores, cuandoablumado bajo el peso enorme de r'iis



niiación:dc Jesús' digno objeto de las co.mpla-

".'rói",áe tá aivinidad y dc los home-

najcs de1 cielo yde la tierra' Lleno

esi¿i e1 universo de su gloria y de su

misericor"lia : i que 1o esté también de

su amor mi corazón eternamente !

pecados, 1' prtiximo á cxpiarlos conorueles tormentos, se deshacía cn 1á-grimas en el huerto

de Getscmaní; ycuando bañado en sudor cle sangre, pe-día perdón por mí á vuestra trIajestadultrajada, é imploraba vuestra miseii-



560 Primer modo de oir llisa

que rezaran esta oración, en Ia elevación de

li santa \Iisa, indulgencia de 60 días una Yezal día.

Dl sumo Pontífice Gregorio XIII con la

constitución "Ad excitandum ( clel 10 de Abrilde 1580, conceclió á los fieies ('indulgcncia de

un año ¿ por cada Yez que oraren de rodillasen cualqufor Iugar en que se encuentren, cuando

sc da li seña1 de la elevaci(rn del Smo Sacra-

mento en la \Iisa conventual ó parroquial;,, indulgencia de dos años'( por cada I'ez quecon cste objcto vavan á ia Iglesia, 1. ,en el

ticmpo indióado adoren en ella aI Smo' Sacra-

mento.

DESDE L.{ CONSAGRACION

H.\ST.A' EL ( PATER NOSTJ]]I' )

¡ Oh Jcsús, r'íctima de vuestro alnorpara conmigo ! Comunicadne en cst0

momento los aldores de los santos quc

os han ¿rmado más tiernamentet y 1as

llamas de los seraflncs quc goz¿in de

Frimer modo de oir lfisa 561

mente delante de vuestro Padre, mos-

trándole l¿rs cicatrices de vuestras 11a-gas y \¡uestro corazón traspasado; vosvivís siemprc á fin de intcrceder poi'nosotros. ¿Y no llenáis por vcnturaeste mismo ministerio en ese altar ?

Atento en mis necesidades, las c,rpo-néis á vuestro Padre, y le ofrecéis

vucstro oorazón para apaciguar su có-lcra y obtcnerme el perdón. ¡Oh divinointcrcesor I yo pongo en l'ucstras ma-nos todos mis deseos, dignaos ofrecerlosá vuestro Padre. Yo os pido ia con-versión de los pccadores, la pcrsevc-rancia de los justos y el triunfo dc

nuestrarcligión santa. Oh

Jesú;s,quc

moristeis por todos los hombres, \.o1-ved al seno de la Iqlcsie á los que se

separalon de clla. Iluminrd á los in-flelcs y herejcs, y bendccid los esfucr-



l¿r dicha de contenplaros' HaceC que

llegue á mt corttzón cl fuego devora-

dor que consume al vuestrorá fin de

q,-r". i,lttritodo de vuestros sentimiontos,ii.-^ utt" Yid¿I entcramente ntleva' iOhS¿rlr,af,rtr mío ! Vos estáis continu¿r-

zos dc los quc trabrrjrn cn su con\-cr-sión. Dignaos también aliviar las almasde los fleles difuntos, perdonadles sus

deudas )' dadles el lugar dcl refrigerio,de la Iuz y dc la paz) crt especial tc-ned piciiad de N.

Padre mío, si es que sea Permitidoá un hijo culPable invocar con tan

tierno nombre á un Dios ultrajado, ha-

ced que trabaje para la gloria de vues-

tro s¿rnto nombre; que obre en todo

conforme á vuestra santa t'oluntad, y

que suspire incesantemente por el cielo'Állmenti¿me, Jesús mío, con ei Pntcelestial con qüe alimentáis á ios hijosqucridos de vuestro cortz(tn' Que el

perdón que otorgasteis á vuestros ver-

áugot sei e,jemplo dcl que concedo- yo

á iodos los que me han ofendido: dadme

superiores espiritualesy temporales que

os amen, comPañeros que os slrvanficlmente; Y si alguna Yez n7e Pongoen peligrb de pecar, apartadme de el á

fin ie que tto ofenda nunca á vuestro

Primer modo de oir trfisa

EN EL( PT\TER NOSTER. )

. Primer modo de oir tr{isa 563

no puedc darme; la paz con vos Por

nredio de una verdader¿r reconciliación¡r de una sumisión perfecta á r'uestravolunted la paz conmigo mismo cal-mando mis pasiones; 1a paz con elprójimo por la unión de una caridadsincera oon todos los hombres. D¡rd lapaz al mnndo, apagando en é1 las divi-

siones y las guerras que 1o destrozan.ORACION AL SAC;IiI\DO CORAZON EUCARISTICO

DE JESUS.

Oh corazón eucarístico, oh soberanoamor del Señor Jesús, que habéis ins-tituido el augusto sacramento para ha-

bitaraquí

en1a tierra entre nosotros,

y para dar á nuestras almas vuestracarne por manjar y vucstra sangrepor bebida. Nosotros creemos flrme-mentc, oh Señor Jesús, en el suPremo



divino corazón,

EN EL ( AGNUS DEI' )

Clordero de Dios que borráis lospecedos del mundo, tened misericordiaáe mi. Ccncededmelapazque el mundo

¿rmor que insiitu,vó la Santísima Euca-ristía, 1' aquí, delante de esta Hostia,e:l justo que adoremos este amor, que

1o confesemos y ensalcemos como elgran hogar de la vida de vuestra Igle-sia. Flste amor es para nosotros una

urgente invitación. Parece que nos de-

cís: ¡Ved ouánto os amo! Dándoos micarne en manjar y mi sangre en be-

bida, quiero con este contacto excitarvuestra oaridad, quiero uniros á mí,quicro realizar la transformación de

vuestras almas en mí cruciflcado, en

mí que soy el Pan de la vida eterna;

dadme, pues, vuestros corazones, vividde mi vida y viviréis en Dios. Nos-otros conocemos, Señor, que tal es lainvitación de vuestro ]Iucarístico Cora-zón,, v os damos gracias Por ello, Y

queremos con todo eI cor'¿zón respon-der á ella. Concedednos la gracia dc

penetrarnos bien de este supremo amlfrpor el cual, antes de sufrir' nos habéis

invitado á rccibir vuestro sagrado cuerpo

v á ¿rlimentarnos con trl' Iisculpid pro-t'undamente en nuestras almas, el pro-

Primer modo de oir l'Iisa Primcr modo de oir X{isa

con vuestra gracia celebrar efectiva-

mcnte el recuerdo de vuestra pasión"reparar nuestras ofensas y debilidades,alimentar y aumentar nuestro amor ávos ]r conSerl'ar siempre viviente ennuestros corazones la simiente de labienaventurada inmortalidad. Así sea.

Indulgencias aplicables á los difuntos: I.

Indulgencia de 300 días cada vez que sc recedicha oración dclante del Smo. Sacramcnto ptl-blicamcntc expuesto; II. Indulgencia plcnariauna \.ez al mes, cn el día que se eli.ja, pre-cediendo la confesjón y comunitin, á los quehubieren rezado todos los dias dicha oraci(rny hubieren hccho por 1o mcnos media horade vela al Srno. Sacramento cada semana.

(Brcve del 2 de junio de 1902.)

DTi LA CO\IUNION.

Aprcnded de mí que soy manso yhumilde de cotazón, y encontraréis cl



ptisito estable dc ser fleles á esta in-i-itación. I)adnos la devoción y el res-

pcto nccesario para honrar yrecibir

áiqnemcntc el don de vuestro Eucarís-

tico Corazón, qtle es el don dc vuestrosupremo amor. Haced que podamos así

reposo de vucstras almas; mi yugo es

suaYe y mi carga ligera.

EN LA POSTCONIUNION.

Nosotros hemos tenido la dicha,Señor, dc penetrar en el santuario

ohde

566 Primer modo de oir llisa

\ruestro divinc' corazór; hacednos 1a

merced de que logremos fljar para siem-pre en é1 nuestra morada, á fln de que

podamos alcanzat 1a felicidad que con-

óedéis á vuestros elcgidos. Así sea'

AL D.\R EL SACERDOTD LA BENDICIT]N.

Yo no me aPartaré de ttosr oh aman-

tísimo cotazón de Jesús' sin que mehayiris primcro bendecido. Bendecidme

pu"u,"tt

nombrc del Padre, del Hijo Y

áel llspíritu Santo. Derr¿rmad igual-

mcnte i-uesira bendición sobre todos

aqucllos por quicnes tengo obligación

de rogaros.

EN EL ULTIIIO EVANGT]LIO.

iOh \rerbo eterno ! que tomasteis

catne mortal Par;r hacer á los hom-

bles hijos de l)ios, yo os do¡' gracias

Primer modo dc oir XIi-qa 567

siemprc de amor á I'uestra santa le1r.

Vos me dais la seguridaC de que per'-maneciéndoos siempre fiel, seré I'ues-tro coheredero y gozaré de la felici-dad que á costa dc vucstra propiasanÉlre rc,e alcanzasteis; esto es lo queespero, oh Señor, de vuestr¿r miseri-cordia.

LA \IIS.\.

¡Cuál ser'ía mi felicidad, oh Diosmío ! si ai asistir al divino saorificio,hubiere recogido todas las gracias queconcedéis á los que vienen á é1 conuna fe viva y un colazón puro ! Accp-t¿rd ia rcparación quc os ofrezco portodas las faltas de que me he hechoculpable delante de vuestros altares.\¡oy al presente á consagrarme á lasocupaciones qrle me imponc vucstra



por este incfable fat'ot' ¡Ah! ¡qué $i-.1.,,.pntn tlí l1cvar el nombre de hi-jo

dcDios y serlo en efecto ! H¿rced' oh

JesLis mío. que conserl'e este hermosoiítu1o, imitando fielmcnte á vuestro sa-

grado cora zón, y rnanifcstándome lleno

Providcncia. Haced que tenga siemprcpresente en mi espíritu vuestra pacien-cia para imitarla, como también vues-

tra obediencia á José yá i\Iaría, yvues-tra tierna caridad con el prójimo. l-or-talecedme contra las tentaciones ; pre-

568 Segundo modo dc oir llisa

ser\¡admc de todo Pecado; haccd que

sea flr'me é inalterable en la fe; 1' cnuna palabra transformadme' oh Jesúsmío, en \¡os. iQue vuestro corazón y el

mío no formen más que uno solo cn

cl ticmpo y en la eternidad! Amén'

II.

Fara oir Misa considerando la Pasiónde nuestro Señor.

orrRBCrlí11lNTO.

Paclre Etcrno. ]¡o el ma)'or pecador

de cuantos hav. confiado en vuestra

infinita bondad, os ofrczcoesta N'Iisa

.vcuantas se han dicho desde que mi Se-

ñor Jesucristo las ordenó, y se diránhasta el fin del mundo' y -quisicla ofre-córoslas con la infinita caridad con que

Segundo modo de oir lfisa 569

memoria de su santísima encarna-

ción, pasión y resurrección, con satis-facción de mis pecados y de todos loshombres, en hacimiento de gracias porvuestros beneficios, y por todos lo queme han hecho ó deseado algún bien ódaño, y para que seáis alabado de todospara siempre sin fin. Amén.

LLEGA EL SACERDOTE AL ALTAR.

Jesús entra en el ltt¿erto. Señor míoJesucristo, Hijo de Dios vivo mío, quepara redimir á los hombres tomasteissobre vos la pena de sus culpas: con-cededme, os ruego, que en memoria devuestros padecirrientos oiga cada díaMisa con la debida decencia, y experi-mente en mi ¿rlma dolor, sentimiento yconfusión, porque por mis pecados vos,oh Señor mío, r'ais á la pasión.



é1 la instituyó; pero con la mayo¡ nu"puedo os las ofrezco puramente porl-r-icstro amor, á gloria vuestra, en re-

conocimicnto de vuestra Nlajestad in-finita. confcsándoos por verdadero Dios

y Señor unir-ersal de toda gr:rcia; en

AL COIIENZAR LA MISA.

Jesús ora en el huerto. Señor míoJesucristo, que me enseñasteis á per-severar en ia oración cuanto más arre-cian las tribulaciones y desamp¿rros:

570 Segundo modo de oir I'Iisa

confortadme con vuestra gracia, para

hacer contra 1a desolación y vencerlas tentaciones que me impiden hacer

con fervor y exactitud los ejerciciosde piedacl qu" sott necesarios para mi

alrna ¡r sin los cuales no podría perse-

velar dignamente y sin peligro envues-

tlo sen'icio.

A LA CONFESION GENERAL.

Jestis se postra T srlda sangre',Se-ñor mío Jesucristo, que orastcis-al Pa-

dre con irofunda reverencia y humil-

dad inteiior y exterior; concededme

quc cuando hable mental ó verbalmente

óon Dios nuestro Señor ó consus san-

tos, esté con la debida reverencia; Y

poi el sudor de sangre tan copioso que

Lmpapadas ya las vestiduras, corría

hastJ la tierra, dadme lágrimas y pena

Scgundo modo de oir Llisa S71

manso y humilde de corazón, pues con

tanta blandura tratasteis al infame Ju-das, que os besaba como discípulo yamigo pirra entregaros á vuestros ene-migos; si en la claridad de r¡uestra sa-biduría inflnita vierais que yo os he dehacer traición como Judas, abandonando,tergiversando ó dudando de la fe, en-

carecidanente os pido me quitéis lavida antes que cometa tan horrendocrínlen.

AL I-\TROiTO Y KYRI.CS.

Jesús es lleyado preso ii casa deAnás y de Cai/cís. Señor mío Jesu-cristo, que siendo la misma inocencia

y santidad, quisísteis ser juzgado comoreo por jucces inícubs, dadme tan claroconocimiento de mis culpasr eue mcconsidere en vuestra presencia comoun pecador grande y



interna de tanta pena oomo vos pasas-

teis por mí'

AL SUBIR EL SACERDOTE AT ALTAR'

,/es¿is es entregado Por Judas' Se-

ñor mío Jesucristo, verdaderamente

encadenado quevoy atado como en cadenas á parecerdelante de vos, sumo juez eterno, aver-

gonzado y confundido por haberos ofen-dido tanto después de recibir de vosmuohos dones y muchas mercedes.



5i4 Segundo modo de oir ]Iisa

nuestos, calumnias é in-juria-s, quc car-

guen sobl:e mír los reciba con gran pa-óiencia, sin quejarme, sin Perder lapaz interior y me encienda eu deseos-de

haccr bien á todos mis enemigos'

AL GRADUAL Y TRASLADO DDL ['[ISAL.

,Jes:is es euttiado á Herodes' Señor

mío Jesucr isto, que acusado falsamenteeo pies"ttcia de Herodes, no replicas-tcis ni una Palabra: concededme taldcsprecio de mi honra, que cttando me

rcpiendan con verdad ó sin ella, no

cnnta-"ta ni una palabra, ni lle enoje,

ni me pasc por cl pcnsamiento desco

de vengalme, ni de defenderme,sino

en el iaso de que 1o exigiera, scgún el

diotamen de mis confestlres, 1a defensa

de la verd¿rd y la edificación de losprójimos.

Segundo modo de oir trlisa Si|

farse de \ros; por la confusión que os

causó este ignominioso tr:rtamiento, ossuplico me concedáis que ¿rborreciendoyo en todo y no en parte cuanto elmundo ama J¡ abfaza, pala imitaros ávos, ame y dcsee intensamente todo 1ocontrario, es á sabcr, vestirme de vucs-tra vestidura _v librea, cieseando pasar

injurias, falsos testimonios, afrentrrspara ser tenido y cstimado por loco,no dando ceusa dc clio.

AL CREDO.

Ieszis yuelt,e al tribttnal de Pilato-Scñor mío Jesucristo, cuya inocenciareconoció Pilato hasta tres \¡eces y no

tuvo ánimo para defendcrla: fortaie-cedme contra los rcspctos humanos enla confcsión de la fe, que como cris-tiano profeso, y he jurado defendercomo soldado yuestro: de tal manerir



AL E\¡ANGELIO.

..ies¡is cs tratado cc¡nto loco' Señor

mio Jesucristo, á quien HeroCes Y sucortJ dcspreciaron como á loco y vis-tieron de uua túnica blance para mo'

que) para en todo acertar, lo blancoque yo vea crea que es negro, si la

Iglesia -jerárquica así 1o deternina; vdepuesto todo juicio, obedezca en todoá la verdadera esposa de Cr-isto nues-

576 Segundo modo de oir Misa

tro Señor, que es nuestra santa Madre

Iglesia, y alabe todos sus preceptostteniendo ánimo pronto para buscar ra'zones cr1 su defensa y en ninguna ma-

nera en su ofensa.

AL DESCUBRIR EL CALIZ.

Jesús es despojado de sus ttestidu'

ras. Señor mío Jesucristo, que permi-tisteis ser despo.jado de vuestras ves'tiduras para merecerme el estado de lagracia: por la vergüenza que os causó

esta desnudez, concededme que procureyo imitar la pureza angélica con lalimpieza del cuerPo Y mente.

AL OFRECER LA HOSTIA.

Jastis es aiotado. Señor mfo Jesu-cristo, que os dejasteis atar i unfl oo-

lirmna 1. quisísteis ser cruelmente azo-que haga

, Segundo modo de oir Misa S?7

gando mi cuerpo cerca del comer, cerca

del grodo del dormir, y abstenerme hastade regalos y recreos lfcitos, en satis-facción de los pecados pasados, porvencer á mí mismo, haciendo que lasensualidad obedezca á la razóny parabuscar y hlllar las gracias que nice-sito para mi alma.

AL OFRECER EL C/.I.IZ.Jesús es coronaclo de espinas. Se-

ñor mío Jesucristo, que por mi amorquisisteis ser coronado dc punzantesespinas: por tan agudo dolor os su-plico me concedáis que obedezca con-f.ormando totalmente el querer y sentir

mío con 1o que lalglesiaquierey sienteen todas cosas, teniendo la voluntad yjuicio de la lglesia por regla del pro-pio, para más al justo conformarmecon la primera y suma regla de toda



tado: concededme Yo Peni-tencia completa de mis pecados: peni-tencia intcrna, doliéndome de ellos con

d.rme proptisito de no cometer los mis-mos ni otros algunos; penitencia ex-

terna, como fruto de la primera, casti-

buena voluntad y -iuicio, que es la eternabondad y sapiencia.

AL LAVARSE EL SACERDOTE LAS MANOS.,lesús es mostrado al pueblo : ued

aquí al hombre; 7, Pilato se le entrega8096

578 Segundo modo de oir Misa

para que Ie a'ucilfiquen. Señor mío Je-

iucrisio v eternó Señor de todas lascosas, á quien los judíos no quisieron

por rey; yo os reoonozco Y confieso

ior ney eterno Y Señor universal, f^venciendo mi propia sensualidad y mi

amor carnal Y mundano, hago mi obla-

ción con Yuestro favor Y aYuda, de-

lante vuestra infinitabondad y delante

vuestra Madre gloriosa, y de todos lossantos y santas de la corte celestial,que yo quiero Y deseo Y es mi deier-

minación deliberada de imitaros en pa-

sar todas injurias y todos vituperios ytoda pobreza actual que padezcu y Tesobrevengar porque siguiéndoos en la

pena también os siga en la gloria'AL PREFACIO.

Jesús sale Para el CalYario con la

crry á cuestal. Señor mío Jesucristo,

. Segundo modo de oir i\{isa 579

tinuo sobre mis flacos hombros. Lacruz

del estado á que me has llevado y enque estoy, es cruz que yo he deseadoantes de tomarla; es cruz por la cualcasi 1o he sacrifi.cado todo; pero al fines cÍuz y lleva consigo dolores y sa.crificios. No puedo negar que al sentirsu peso han flaqueado mis fuerzas, v se

ha enturbiado mi alegría. Haced, Señor,que vuestro ejemplo me fortalezca yme devueh'a aquel gozo con que toméal principio La cruz. Al veros llevar lavuestra tan valerosamente, no podrémenos de estimar la mía. Amaré, pues,la carga de mi estado y circunstanciasen que vivo, que me asemej a tanto á

vos, y que me da alas para subir alcielo, y que si algo pesa, no pesa cier-tamente 1o que pesa vuestra cruz. Sipor ella, siendo voluntad vuestra, de-biera sacrificarlo todo mil r.eces, mil

:I



os óontemplo en este paso tomando la

cruz de mano del verdugo, sin rePug-

nancia, antes bien con alegría"' Yotambién tengo muchas cruces que lle-var) y algunas de ellas pesan de con-

vcces lo sacrificaría.

AL MEITENTO DE LOS VIVOS.Jestis ei clayado en crul. Señor mío

Jesucristo, ¿ cómo podré yo, á vista de

580 Segundo modo de oir X{isa

tan sublime ejcmplo, ncgarme á .obc-

decer á la Iglesia, á mis Prdres, á mtssuperiores y á las inspiraciones de

Diosl Las érdcnes quc de la Iglesia

eman¿ln y los mandatos hasta dc cosas

pequeñas de mis padres y supcrlores'putec" como que me llevan pol la mano

Ln todos los actos de la vidar en cicrto

modo le extienden en la cruzcada miem-

bro y cada parte de su ser' ¡ Qué dulce

y suiu" es lo que la Igl'esia me imponey to que mis Padres Y suPeriores me

prescriben, si 1o comparo con 1o- que

é1 lit.tno Padre exigc de vos, dulce

Jesús. Y vos no retiráis las manos, niios sagrados pies, sino que los ofrecéis

á los clavos pal'a qlle los desgarren'Ahora sí que en vista de tal ejemPlo,

propongo siempre hacer tu voluntadmanitesta¿á por la Iglesia y por mis

superiores y exclamar: *Hágase tu Yo-

Segundo modo de oir lfisa S81

A LA ELEVACION.

Jestis es leyantado en Ia cru1. Aquie-rclamaré con fervor:

Alma de Cristo, santifícame.Cuerpo de Cristo, sálvame.Sangre de Cristo, embriágame.Agua del costado de Cristo, lávame.Pasión de Cristo, fortalécerne.Oh buen Jesús, óycme.

lin tus lla¡¡as escóndeme.No permitas que de Ti me separe.I)el enemigo rnaligno defiéndeme.En Ia hora de mi muerte llámame.Y mándame ir á Ti.tsara que con tus santos te alabe.Por los siglos de los siglos. Amén.

Pío IX con decreto de la S. C. de I. del 9

de liner:o de 1854, revoc¿rndo cualquier otraconce,sión de indulgcncias, concedió á los lie-lcs que rezareÍ dichas ,,Invocaciones,r

:

Indulp¡encia de 300 días para cada vez;Indulgencia de ? años una vez al día, rc-

z'indola después de haber comulgado;Indulgencia plcnlr.ia una r cz



tuntad así en la tierra como en el

ciclo.t'

al mcs^ en cldí,t que se clÍgiere, á ios que ¡or csp.rcio deun lr.rcs havan rezado por lo mcnos una vez

al día. Condiciones: confesión, comunión, yvisita de una iglesia ó pr.'rblico oratorio. ro-gando allí segtin la intención del Sumo pon-tífice

5s2 Segundo modo de oir tr{isa

DDSPUES DE ALZAR.

J esris está lres hot'as cnrci íicado.Señor mío Jesucristo, Puesto en una

ctuz por mí; ¡cómo, oh criador, r'inis-teis á haceros hombre, y de vida eterna

á muerte temporal, Y así á morir Pormis pecados ! Alma mía, ¿ qué has he-

cho tú por Cristo! ¿quédebes hacerypadecer tú por Cristo ?

AL PATER NOSTER.

Jestis habla siete palabt-as en Iacrul.

- Divino Jesús' Hijo de Dios hecho

hombre, que por nuestra salvación os

dignasteis nacer en un pesebre, viviren la pobrez\ en las tribulaciones Y

en la miseria, Y morir en los doloresd,e la cruz, decid, os ruego' á vuestrodivino Padre en el momento de mi

: Padre perdónale ; decid á vues-

Segundo modo de oir tr{isa S83

sed de vos, que sois fuente de aguas

vivas. NIi vida pasa como una sombra;todavía un poco más de tiempo y todoestat'ti consunado. Por eso, oh adora-ble Salvador mío, desde este momentopara toda la eternidad en yuestrcts liict-nos encomx'endo mi espíritu, oh SeñorJesús, recibid el alma mfa. Amén.

300 dÍas de indulgencia cadavez. (10 deju-nio de 1856.)

AL PARTIR EL SACDRDOTE LA HOSTIA.

Jesús muere. Oh Jesús, adorandoyo vuestro último suspiro, os ruegoque recibáis el último mío. En la in-certidumbre de tener libre

larazón

cuar.do salga de este mundo, os ofrezcodesde ahora, mi agonía y todos los do-lores de mi tránsito. Siendo vos miPadre y mi Salvador, deposito en vues-tras manos mi alma. Deseo que mi úl-



muertctra querida Madre : '1hí tienes á tt¿

hiio; .vá mi aima decid: Hor estat'ás

cotttni-'o en el paraiso. Dios mío, Diosmío, tio nte abandortéis en aquella hora.Tett3'o seJ: sí, Dios mío, mialma tiene

timo instante se una al de vuestra muerte,y que la última palpitación de mi co-

razón sea un acto de puro amor á vos.Así sea.

100 días una vez al día. (16 de julio de 1902.)

584 Segundo modo de oir l{isa

AL COIIÜLGAR EL SACERDOTE.

Comttniótt espiritual. ¡Oh Señor!con suma devoción, con abrasado amort

con todo mi afecto, deseo recibirte,como te desearon en la comunión mu-

chos santos y personas devotas, qne

te agradaron muchísimo en la santidad

de su vida y tuvieron devoción arden-tísima. ¡Oh Dios mío, amor eterno, todo

mi bien, bienaventuranza qtJe nunca se

acaba! yo doseo reoibirte con mucho ma'

yor d.eseo y mucha más digna reveren-óio qo" ninguno dc los santos jamás

tuvo ni pudo sentir. Y aunque Yo sea

indigno áetener todos aquellos senti-

mientos devotos, ofrézcote todo el amorde mi corazón, como si Yo solo tu-

viese todos aquellos inflamados deseos,

y aun cuanto Puede el alnra Piadosaóoncebir Y desear, todo te 1o do1' Y

Segundo modo de oir Misa ESb

mío, Redentor mfo, con tal afecto, re-

verencia, y loor y honor, con tal agra-decimiento, dignidad y amor) con talfe, esperanza y puridad te deseo reci-bir hoy, como te deseó y recibió tusantísima Madre, la gloriosa VirgenMaría.

(Imitación de Cristo, I, IV. Cap. XVII, 1. 2.)

A LAS ULTJXIAS ORACIONES.

Jesús es sepultado. Jesús mío aman-tísimo, en hacimiento de gracias delbeneficio que me hicisteis en sacarmede los peligros dcl mundo, digo: quesi fnera monarca de él y de cien milmundos, con vuestra gracia los despre-ciaría por vuestro amor, y si me fuerelicito una y cien mii vcces tornarmeá él y gozar de todas las honras, ri-quezas y deleites que han gozado y go-



tr i'r'c z c o con humildísima reverc¡rcia

), con entrañable fert'or. No deseo guar-

áut .o=" para mí, sino sacrificarme á mí ytodas mis cosas á ti de muY buen co-

raz(n v r-clluntld' Señor Dios, criador

zan los mundanos, de todo ello me pri-var¿r por vuestro amor y por ser gusto

vuestro nunca volviera á él; pero, por-que vos me 1o tenéis prohibido, re-nuevo aqul los propósitOs y determi-

586 Segundo modo de oir I\{isa

nación hecha con vuestra graciar de

nunca más llevar vida mundanar sinode ajustarme en todo Y Por todo á to-clos vuestros preceptosl enseñanzas Y

dictámenes por no separarme jamás de

vos, ni en el tiemPo ni en la eter-nidad.

A LA BENDICION'

.lesús sube á los cielos. Señor mío

Jesucristo, que cuarenta días dcspués

de resucitado, subisteis al cielo cn pre-sencia de vuestros discípulos, dejándo-les en prenda de amor á vucstra san-

tísima \'Iadre v vuestra cariñosa ben-

dición Iconcededme que en todas las

ocupaciones de este día me esfuerce en

tener' 1a intención rectar siempre pre-tendiendo en ellas puramente el serviry complacer á la divina bondad por sí

rnisma y por el amor Y beneficios tan

Tercer modo de oir trfisa

él en todas amando y á todas en

conforme á su santísima y divinaluntad. Amén.

ilI.

Modo de oir la santa Misa en sufragiode los difuntos.

OFRECIMIENTO.

\¡cngo á ofreceros, oh Dios de lasmisericordias, la sangre del Corderoinmaculado por las benditas ánima.s queestán puriflcándose y lavando sus man-chas con las terribles penas del purga-torio, á fin de que consigan pronto ladicha que tanto anhelan, de veros yglorificaros. Por justos que sean lo-scastigos á que las tenéis sometidas,abridles en este dla los inmensos te-soros de vuestra piedad por medio delas satisfacciones y méritos de vuestro

587

é1,

vo-



singulares en que me Previno; Y que

en todas las cosas busque á Dios nues-

tro Señor, apartando cuanto es posiblede rní el amor de todas las criaturas,por ponerle en el Criador de ellas, á

divino Hijo. Aplicadles las gracias ysatisfacciones de este santo sacrificio,

para que por este medio logren satis_facer las deudas que tienen aún convuestra soberana justicia.

588 Tcrcer modo de oir l\{isa

AL CONÍENZAR LA MISA EL SACERDOTE.

Dios de bondad, nosotros confesa-

mos nuestros pecados, y reconooemos

que si solo aténdierais á nuestras ini-quidades, nadie podría justificartt .9":ünte cle'vos, ni sostener la severidad

de vuestros juicios' Desgraciados nos-

otros, si nos juzgarais sin misericor-dia. Á fin de ablandar vuestra justicia,acudimos á ejemplo de vuestros santos,

al sacrificio incruento de Aquel que

quiso ser sacrifi.cado por nosotros en

{u"ruz

y que no cesa de interceder en

favor nuestro. Perdonadnos nuestros

pecados;perdonad igualmente á las al'

-mas de nuestros hermanos difuntos que

sufren en el purgatorio por las faltas

que cometieron durante su peregrina-

"iótt "tteste lugar de destierro' Preva-

lezcl vuestra misericordia sobre vües-

Tercer modo de oir tr{isa b89

EN EL INTROITO.

Dadles, Señor, el eterno descanso,é introducidles en el lugar de refrige-rio, de luz y de paz.' Salmo LXIV. Resuenen, oh Dios, tusalabanzas en Sión, y cúmplanse reli-giosamente los votos de tu pueblo enJerusalén. Oye benigno mi oración: á tu

presencia comparecerá todo mortal.Dadles, Señor el descanso eterno yhaced que brille sobre ellos vuestraeterna |uz.

EN LOS KYRIES.

I\4anifestad, oh Jesús, que sois elDios de la clemencia; mostraos mise-

ricordioso con las ánimas que gimenen el lugar de los tormentos y de iaexpiación.

EN L-{ ORACION DESPUES

DEL < DONÍINUS VOBISCU\I ).



tra justicia, pues habéis prometido es-

cuchar los votos de los que os rue-

guen por medio de vuestro santísimoÉi¡o " en nombre suyo' Y vos sois flelá vuestras Promesas.

Oh Dios, que por un efecto de vues-tra bondad infinita, estáis siempre dis-

puesto á hacer gracia y perdonar, ren-didamente os suplicamos no dejéis enmanos enemigas, ni olvidéis el alma de

I

I

590 Tercer modo de oir l[isa

vuestro siervo (ó sierva) N. N. que ha-

béis llamado á vuestro juicio; antesbien ordenad que sea llevada por vues-

tros ángeles á la patria celestial' Ellacreyó y esperó en vos; haced que

.noqueden frustradas sus esperanzas) slnoqo" entre en Posesión de la gloria

étetno que le tenéis preparada' Por

nuestro Señor Jesucristo,Hijo vuestrot

que con vos vive Y reina en-unidad

áel trspíritu Santo, Dios por todos los

siglos de los siglos. Amén.

DI]RANTE LA E?ISTOLA.

XIejor que deshncerme en lágrimas

y quejarme de mi suerte Por la Pér-

ái¿o á" los que me eran tan amados,procuraré, Señor, para biel de mi alma^y alivio de los mismos, hacer profe-

rlOo a" creer y practicar las verdades

clue habéis enseñado á vuestra Iglesiat

Tercer modo de oir Misa S91

chosos que sus almas, al salir de este

mundo, se hallan ricas de méritos y gra-cias, y satisfecha toda deuda para convuestra soberana justicia.

¡ Oh I'erdadconsoladora para el que la medita ! Sindejar de ejercer con todos los dere-chos de vuestra justicia, os inclináisá la misericordia para con aquellos que

han cumplido fielmente vuestra santaley. Creo que las almas de los fielesque mueren en gracia y á su muerte sehallan en deuda con vuestra infinitajusticia, son aliviadas por la ofrendadel santo sacriflcio " según la costum-bre, dice San Agustín, constantementepracticada, de hacer particular conme-moración de los que mueren en la co-munión del Cuerpo y Sangre de Jesu-eristo. tt

¡Qué consuelo se encuentra enesta creencia de la Iglesia! Veo en ellael cumplimiento del oráculo de la Fls-



i oo ote dejaré abatir Por la Pena Y

iristeza como los que no tienen puesta

su esperanza en vos. Creo que dais lavida éterna á vuestros siervos desde el

momento de su muerte, si son tan di-

critura que dice, que no olvidaréis parasiempre las almas de vuestros siervos;

por esto nos exhortáis á que socorra-mos á los fieles difuntos con oracio-nes, limosnas y sacrificios. Yo entro,

692 Tercer modo de oir Misa

Señor, con toda mi alma en vuestros

misericordiosos designios, y vengo áunirme á las piadosas intenciones de laIglesia, rogando por aquellos á quienesadoptasteis por hijos en las fuentesbautismales, y me disteis por her-manos.

EN EL GRADUAL.

Dadles, Señor, el descanso eternoty haoed que la eterna luz brille sobreellos.

Salmo CXI. - El justo vivirá enmemoria éterna; no temerá las malaslenguas de los hombres.

Tracto. - Dignaos, Señor, lavar lasalmas de todos los fieles difuntos de

toda mancha de pecado.ü. Y que con el socorro de vues-

tra gracia, merezcan quedar libres de

toda pena en vuestro juicio.

Tercer modo de oir Xlisa

SECUE}ICIA.

Día de ira ! Con sorpresaVolverá el mundo en pavesa;Por David así lo expresa.

¿ Cuá1 será el temor del hombrecuando el juez venga y le asombre!J'tzgará todo en su nombre.

De la trompeta el sonido,En toda región oido

Llamará a1 .iuicio temido,La muerte misma se espanteCuando el hombre se levanteY ante el trono se adelante.

Se abrirá el libro sellado,E,n quc todo cstí ascntado.Por donde eI mundo es juzgado,

Luego, pues, que el juez se siente,Se verá todo patente,Nada irnpune se consiente.

¿Qué haré, oh triste, en tal apuro?¿I'or patrono á quien procuroSi el justo no está seguro iRey de majestad inmcnsa,



&. Y gozar de la felicidad de la glo-

riaeterna.

Que expiaste toda ofensa:Tu piedad es mi defensa.

Recordad, Jesús divino :

Causa ful de tu camino'No me des fatal destino]

594 Tercer modo de oir X{isa

Me buscaste fatigado;En la cruz fuÍ rescatado;No se pierda tu cuidado.

Justo vengador del vicioTu perdón dame propicio,Antes del dia del juicio.

Reo soy y delincuente;El rubor cubrc mi frente;Perdonadme, ¡oh Dios clemente!

Que á María perdonaste,Y al ladrón bueno escuchaste,Y esperar en ti mandaste.

Digno sé que no es mi ruego:Sólo á tu bondad me entrego:No me queme eterno fuego.

AI hacerse en juicio muestrat

No me encuentre á la siniestra,Mas colócame á tu diestra.

Confundidos los malvados,Y á las llamas destinadosLlámame con tus amados.

Ruégote, Dios verdadero,

Tercer modo de oir Misa 595

Perdonadle, oh Dios clemente,

Jesús llcno de Piedad,

A estos dá la eterna Paz.

Amén'

DN EL EVANGELIO.

Iluminad, Señor, enseñadme vosmismo, y guiadme á fin de evitar elque sea un día confundido con los que

oerraron los ojos á la luz de vuestroEvangelio. Echad sobre de mí una mi-rada de bondad, y dignaos, oh clemen-tísimo Jesús, pronunciar en mi faYoresta sentencia que un día pronunoias'teis en favor de Magdalena penitente:

'(Te han sido perdonados tus pecados.r¡

Haced oir á las almas de los fieles di-funlos, para quienes os ofrezco estas

mis oraciones, aquellas palabras que

dirigisteis al buen ladrón : ¿( Hoy esta-rás conmigo en el paraiso.(' Sé que no

digno de ser escuchado, sé que es



Con dolor vivo y sincero:Cuida de mi frn postrero.

¡Oh qué día tan tremendo !

Del polvo el hombre saliendo,La final sentencia o]'endo.

soypreciso satisfacer antes de algún modo

á vuestra justicia, y que no es sufl-ciente para esto que los cuerpos vuel-van al cuerpo de donde salieron; que

596 Tercer modo de oir l\{isa

es indispensable el que seamos proba-dos par las llamas

antes depoder go-

zar de vuestra presencia. Mas vuestrasmisericordias, Señor, son más grandesque nuestros pecados, y por esto ennombre suyo os decimos : Nuestrasuerte está en vuestras manos; apre-surad el momento de nuestro rescate,y aceptad nuestra sumisión á vuestravoluntad, conlo un sacriflcio que os esagradable.

EN LA ANTIFONA DDL OFERTORIO.

Señor nuestro Jesucristo, Rey dela gloria, librad de las penas del pur-gatorio á las almas de los fieles di-

funtos; sacadlas de aquel lago horribley profundo; arrancadlas de la boca delleón; que no sean sumergidas en lospozos del abismo, ni precipitadas enlas tinieblas, sino que el príncipe delos ángeles, San Miguel, las intro-

Tercer modo de oir Misa 597

cios y 'r¡otos de alabanza. Dignaos re-

cibirlos en favorde aquellas ánimas de

quienes hacemos hoy memoria. Haced,Señor, que pasen del estado de penaal de dicha eterna que en otro tiempoprometisteis á Abraham y á su poste-ridad.

DN LA ORACION SECRETA.

Yo descenderé, oh justo juez de losvivos y de los muertos. Yo descenderéen esplritu á ese lugar de terror dondehacéis sentir el peso de vuestra justi-cia á vuestros hijos, herederos de lagloria. Allí suspiraré, gemiré, y unirémis oraciones al sacrificio de vuestro

Hijo, á fin de que acortéis la dureciónde qus penas y cambiéis sus tormen-tos en consuelos, y en glorias sus hu-millaciones. Señor, en medio del dolorque á vuestros siervos agobia, su almaclama á vos:



duzca en la mansión de la Iuz y de la

paz qoe prometisteis en otro tiempo áAbraham y á su posteridad.A vos, Scñor, os ofrecemos sacrifi-

" N'fisericordia, Señor, porque reco-

nozco haber pecado en vuestra pre-sencia. IJna sola cosa os pido y no ce-saré de pedírosla, y es que me llevéis

598 Tercer modo de oir Nlisa

á habitar eternamente en vuestra casa,y á fin de contemplar las bellezas de

vuestro trono; tengo una firme con-fianza de veros aata á cara en la tierrade los vivos.((

Dadles, Señor, por medio de estesanto sacrif.cio, que os estamos ofre-ciendo el alivio de sus penas, y lagloria eterna. Por Jesucristo, Señor

nuestro, que con vos vive y reina enunidad del Espíritu Santo, Dios porlos siglos de los siglos. Amén.

EN EL PREFACIO.

Justo es, razonable y saludable da-ros gracias en todos tiempos y en todo

lugar, Padre omnipotente, Dios eterno,por Jesucristo, Señor nuestro; por elcual nos concedisteis la esperanza dela feliz resurrección, á fin de que si vi-niere á entlistecernos el recuerdo de lasentencia de muerte, dada contra todos

Tercer modo de oir i\{isa 599

vida mortal, para pasar á otra mejor

y cambiar esta morada de tierra porotra del cielo que durará eternamente.Por esto nos unimos á los bienaven-turados de la colte celestial, para can-tar un himno á vuestra gloria, repi-tiendo sin cesar: Santo, Santo, Santoes el Señor Dios de los ejércitos, 11e-

nos están los cielos yla

tierrade

su

gioria. Bendito sea el que viene ennombre del Señor; su sangre pide mi-seiricordia, y su voz se eleva hasta eltrono de la clemenoia.

DURANTE EL CANON.

Dios todopoderoso, cuya providen-

oia. se extiende sobre todas vuestrascriaturas, porque vos sois su Padre;dirigid una mirada de misericordia so-bre las ánimas benditas, cuyomayordo-lor es hallarse privadas de veros. Acor-daos, Dios míol de que ellas son



los hombres, aliente y consuele nuestra

alma la promesa de la inmortalidad;porque para los que son fieles á r,ues-tra lel , oh Señor, morir es perder esta

iohobra de vuestras manos, y precio de

los sufrimientos, de la muerte y de losméritos infinitos de Jesús, vuestro di-vino Hijo. ¿Sería posible que vuestro

600 Tercer modo de oir l\[isa

coÍazón paternal no se ablandara al

eco de este dulce nombre invocado ensu favor! Nosotros os ofrecemos porsu rescate la sangre preciosa que porella fué derramada en la cruz, la pode-rosa intercesión de María Santísima, lade San José, de San Pedro, san Pabloy todos los santos; las fervientes sú-plicas de vuestra Iglesia, y las oracio-nes y obras satisfactorias de sus hijos.Con tales auxilios lo esperamos todode vuestra misericordia, oh Dios mío,y nos prometemos el alivio y rescatede esas almas que os son tan amadás,y que vos mismo deseáis aliviar y so-correr. ¡ Que vuestra ternura paternal

desarme en fin vuestra justicia ! Abrid-les vuestro seno; manifestadles vuestragloria; hacedles ver 1o que sois, y de-rramad en sus corazones ese torrentede deiicias de que sois eterna fuente.

Tcrccr modo de oir Misa 601

tros ruegos. Sangre preciosa de nues-

tro Salvador, que habéis sido derra-mada para borrar nuestros pecados,santificadnos y clamad poderosamenteen favor de las almas de los fieles di-funtos.

DESPUES DE LA ELEVACION.

OhJesús,

que descendisteis al limbopara sacar de é1 gloriosamente las al-mas de los patliarcas y profetas y de-más justos que aguardaban vuestra ida;visitad misericordiosamente las de vues-tros sierr.os y sierr,as en el lugar delos tormentos Mitigad con el rocío de

vuestra gracia 1a actividad del fuego

que las devora. Dijisteis que miraríaiscomo irecho á vos mismo, el mcnorbien que hiciésemos á nuestros herma-nos; esperoT pues' que el alir.io qlleprocuro á las almas de los fieles di-funtos, os será tan agradable como si



EN LA CONSAGRACION V ELEVACION

DE LA HOSTIA Y CALIZ.

Hostia sacrosanta, inmolada por lasalud del mundo, sed propicia á nues-

os 1o procurata á t'os mismo. Dejaos

ablandar, oh Dios mío, por la inter-cesión de la que es consuelo de losafligidos, y por los votos de toda la



l'ercer modo de oir tr{isa

cido con vuestra muerte al león ru-

giente, próximo á devorarnosr mostraosmisericordioso con los fieles difuntos.Cord.ero sin mancha, inmolado á la

justioia de vuestro divino Padre, á finde que nos perdonase nuestros peca-

dos; mostraos misericordioso con losque murieron con el título de hijosqueridos de vuestro corazón.

Cordero de Dios, ofrecido en sa-crificio para hacernos pasar de la tie-rra de maldición á la verdadera tierraprometida, dadles el eterno descanso.

Vos que dijisteis : 4 Yo soY la re-surreción y la vida; el que cree en mí,

aunque muriere, vivirá((; dacl á las al-

mas de los fieles difuntos esa vida cuyoúnico principio les ha sido comunicadopor la gracia de los sacramentos; con-cededles la felicidacl cuya preciosaprenda han recibido tantas vecesr to-mando parte en vuestro divino ban-

Tercer modo de oir Misa

mis oraciones y buenrs obras con to-dos los demás sufragios que

pueda apli-carles. No desechéis mi humilde sú-plica, consoladme vos mismo en Ia pér-dida que he tenido, y aliviad á N., áquien en vida tanto amé.

EN LA ANTIFONA DE LA COMUNION.

Haced,. Señor, que brille pronto so-

bre ellos vuestra eterna luz, y que mo-ren para siempre oon vuestros santos.Concededles esta gracia, oh Dios declemencia.

EN LA ORACION POSTCOMUNION.

i Oh Dios mlo ! que queréis que

orando por las almas del purgatorio,piense en el más esencial de mis inte-reses, que es la salvación de mi pro-pia alma; haced que encuentre en vues-tra piedad sin límites ei perdón de mitibieza y de mis pasados crímenes. Que



quete. Yo deseo participar de él para

merecerles, en cuanto pueda, la etern¿dicha por la que tanto susPiran: osofrezco por ellas y en especial por N.,

el recuerdo de vuestra justicia, que las

retiene en aquellas llamas por faltasque son tan comunes2 me inspire ho-rror á todo pecado, una generosa re-

solución de entrar en el camino de la

penitencia para expiar mis culpas, yme haga cauto, diligente, cuidadoso para

no l'olver á caer en mis extravíos. No

quiero retardar por más tiempo el ha'

óer penitencia. Quiero arreglar mi vidamientras es tiempo todavía. Quierotambién dirigiros las más humildes y fer-

vorosas oraoionespor las almas de los

fieles difuntos; yo me privaré hasta delos placeres y goces que la religiónpermite, á fln de apagar las llamas que

ias devoran; yo derramaré limosnasentre los pobres para interesaros en su

causa. Bendecid, oh Dios mío, estas

santas resoluciones y dadme la gracia

de que logre cumPlirlas; Y dad á esaalmá por quien os ruego el Perdón Y

descanso eterno. Por Jesucristo y Se-

ñor nuestro que vive y reina con vost

en unidad del Espíritu Santo, Dios por

todos los siglos de los siglos. Amén'

Tercer modo de oir Misa Tercer modo de oir Misa

que revestido de mi carne, veré á Diosmi Salvador; mis ojos 1o verán, así loespero. Yo levantaré mis ojos al cielo;Dios que es mi Salvador, escuchará mivoz. Me levantaré después de haberestado sentado en las tinieblas; el Se-ñor me llevará á la morada de la luz,y contemplaré su gloria. Así sea.



EN EL ULTIIIOEVANGELIO.

Cireo que mi Redentor vive, que re-

sucitaré de la tierra el último día, y

Ejereicio Bara la Comunión.

I.Comunión saeramental'

ACTOS PARA ANTES DE LA COMUNION '

Acto de fe. -- Dios del citlo Y dela tierra, vos venís á mí, Y Y-o . YoY á

tener la dicha de recibiros' ¿Quién po-

dría creer un prodigio semejante, si no

estuviese asegurado por vuestra infali-ble palabral Sí, oh Jesús mío, Yo creo

qu" a vos mismo es á quién voY á re-

ói¡ir en este sacramento; á vos, quetnacido por mí en un pesebre, quisisteis

morir pbr mí en la cruz', Y qu-e tan

gloriosó como estáis en el cielo, os

ócultáis bajo esas adorables especies'

Lo oreo, ¡ón Olot mío I Y estoY más



Cristo se ofreció á Dios en oblacióny Hostia de olor suavísimo.

(s. pablo.)

cierto de'ello que si lo viera con mis

propios ojos; créolo porque vos-1o ha-L¿i. ¿l"f,o; créolo á Pesar de lo que

8096

610 Comunión sacramental

pucdan contradecir mis sentidos, y re-nuncio al crédito de los mismos parareconocerme cautivo de

la fe;1o creo,

v si necesario fuese sufrir la muertecn defensa de esta verdad, a]¡udado devuestra gracia, la sufriría antes quedesmentir mi creencia y mi religión.

Aclo de hun¿ildacl. - ¿Quién soy,yo, ¡oh Dios de gloria y ma jestad !

quién soy yo para que os dignéis fijaren mí los ojos ? ¿ De dónde me vieneeste exceso de dicha que mi Dios ySeñor quiera venir á míl ¡A mí, pe-cador, gusano de la tierra, más despre-ciable que la nada, acercal-sc un Diostres veces santo ! ¡ comer yo cl pan delos ángeles, alimentarme con una carne

divina t ¡Ah Señor, yo no 1o merezco,yo no soy digno de ello ! Itey de1 cielo,autor y conservador del mundo, yo mcpostro delante de vos; yo quisicrapoder humillarme siquiera tan profun-damcntc por vuestra gloria, como vos

Comunión sacramental 611

consideración de la una y de la otra,me pone en

una confusión qlle no puedoexpresar ! Yo repetiré con mayor ra_zón que San Pedro: (Huid de mí. Se_ñor, porquc soy indigno de 1a giaciaque vos queréis hacerme.,(

Aclo de cottlt'i¿ióu. _ \-os r-enís ámí, Dios de bondad 'y dc rniscricol.dir.iAL mis pecados deberían más bienalejaros de mí, porque soy reo de in_numerables; mas reconociendo el dis_gusto que os han causado, movido devuestra infinita piedad, y Áinceramcntearrepentido y resuelto á no cometer_los más, los detesto de todo mi cora_zón, y os pido humildcmente perdón de

todos cllos. Perdonádmelos, mi amableSalvador, puesto que me fríOéis amadohasta el punto de querer que me acer-que hoy á r'os. Yo estoy layado, á lomenos así 1o crco, por el sacramentode la penitencia; lavadme aún más, pu-



os humilláis en este sacramento por mi

amor. Yo reconozao vrlestra soberanagrandeza y mi extrema bajeza, ! la

riflcadme de mis menores manchis,

cread en mí un corazón nuevor y re'-novadme hasta en el fondo de mis en_trañas, con el espíritu de inocencia,

612 Comunión sacramentalComunión sacramental 613

que vengáis con un deseo infinito de

unirme á vos ! ¡ oh ! venid, amado míot

venid, cordero de Dios, cuerpo adora'ble, sangre preciosa de mi Salvadorrvenid á ser el alimento de mi alma.

Que yo os guste, y perciba todo el sa-

bor divino ¡oh Dios de mi corazónlmi alegría, mis delicias, mi amor Y mitodo! ¿Quién me diera alas Para vo-

lar á r'os! Mi alma sedienta de vos,ansiosa de t'erse llena de vos, suspirapor vos, mi único bien, mi consuelo,mi dulzura, mi tesoro. mi felicidad, ymi vida ! Venid, amable Jesús, Y Porindigno que sea de recibiros, decid tansolo una palabra, y scré purificado. Mi

corazón está pronto, y cuando no ltlestuviese, con una sola miracla, podéisprcpararlo, enternecerlo é inflamarloen vuestro amor.

ACTOS PARA DESPUT]S DE LA COXIUNION.

Acto de adoración. Dios de ado-

que me Ponga en estado de recibiros

dignamente.Acto de esPerarti,a. - Vos venís á

mí, Divino Saivador de las almas; ¿ qué

no debo esperar d'e un Dios que se da

todo á mí! Yo me Presento, Puest a

vos, oh Dios mío, con la confianza que

me inspiran vuestro poder infinito,y

vuestra inmensa bondad: vos conocelstodas mis necesidades, vos podéis re-mediarlas. Me invitáis á que venÉla a

\¡os, y promctéis socorrerme; vedme

uqu?, trt Dios mío, Yo me Presento á

tot con mis debilidades, con mls lm-

perfecciones, rnis ignorancias, y con to--¿"s

mismiserias,

Yespero que os

apiadaréis de mí curándome, fortale-

"iéndorn",perfeccionándome, ¿limen-

tando mi' entendimiento, corrigiendo y

cambiando mi voluntad' ¿No sois vos'

án lio. mío, el dueño de mi corazón?

coanao óstará mi corazón mejor



-rable majestad, delante de quien todo1o más grande del cielo y de la tierrase reconoce indigno de parecer, ¿qué

liáispuesto áser transformado que cuando

habréis entrado en él!Acto de cleseo. _. iEs Posible, oh

Dios de bondad, que vengáis á mí Y


puedo hacer aquí delante de vos, sinocallar \¡ adoraros con el más profundo

aniquilamiento de mi scr ! Yo os adoro,oh Dios santo, y rindo mis -iustos ho-menajes á vuestra grandeza suprema,delante de la cual se dobla toda ro-dilla; en comparación de la cual todopoder es debjlidad, toda riqueza mise-ria y la más brillante antorcha espe-

sas tinieblas. A vos solo, gran Dios,iley de los reyes, Dios inmortal, á vossolo pertenece todo honur y toda glo-ria; gloria, honor, felicidad .v bendi-ción al que viene en nombre del Se-ñor: bendito sea el Hijo etcrno del Al-tísimo, que se . digna unirse hoy tan

íntimamente á mí, y tomar posesión demi corazón.Acto de a?not'. - ¡Con que ten¡¡o,

en fln, oh Dios de amor, la dicha deposeeros! ¡Qué bondad! ¡oh! ¡Que nopueda yo corresponderos tan digna-mente como dcseo ! pudiesc

Comunión sacramcntal 615

no amar más que á vos ! Abrasadme,

oh Dios mío, consumid mi corazón eÁvuestro amor. Mi amado está conmiso:Jesús, el amable Jesús, sc ha ¿a¿J ¿mí. Madre de Dios, ángeles del Señor.santos-del cielo y justos de la tierra,prestadme vuestros corazones, dadmé\¡uestro amor para amar á mi amado

Jcsús. Sí, yo os amoT ¡oh Dios de micorazón! yo os amo con toda mi alma;yo os amo por yuestra gracia, con unafirme resolución de am¿lros si"rnpre yde no amar más que á vos. yo isi táprotesto firmemente, pero afirmad vosmismo, oh Dios mío, estas santas re_

soluciones en mi corazón, que es todovuestro.Acto de agradecimiento. __ ¿eué

acciones de gracias podrán, otr blosmío, corresponder al favor incfable queos habéis dignado hacerme en este día?No contento con haberme



¡Siquieradisponer é inducir

ámuchos corazo-

nes á mis deseos de amaros tanto,cuanto sois digno de ser amado, y á

amado hastamorir por mí en

una crsz, para adop_tarme por hijo, os habéis dignado quó_daros sacramentado en vuesira Iglésiapara venir en persona á visitarme y

6t6 Comunión sacramentalComunión sacramental 617

vuestra muerte, uníos á mí, c¿tsto es-poso de las almas; r ivid en mí á fin

de que ]-o viva en Yos y por Yos Parasiempre. Concededme las gracias que

sabéis me son con\¡enientes. Iambiénos 1as pido para todos aquellos porquien estoy obligado ir rogar. ¿Podréis,oh amable Salvador. negarme nada des-pués de la gracia que me habéis hecho

hoy de daros á mí i.J.cto de ofi'cttda. -- Vos me habéiscolmado de vuestros dones, ;oh Dios de

misericordia! y dándoos á mí queréisque no viva más que para Yos. Estees también el mayor de todos mis de-seos. ser enteramentc vuestro. Sí, quiero

que cn adclante todos los pensamien-tos que tuviele, todos los designios que

formarc ó e-jecutare, todas nis palabrasv obras estén de acuerdo perfecto convuestra soberana rroluntad. Quiero que

todo cuanto depcnda de mí: salud, fuer-zasj genio, talcnto. crédito, bienes y

daros á mí. ¡Oh alma mía ! glorifica atr

Señor tu Dios, reconoce su bondad, ex-alta su magnifi.cencia y publica eterna-mente su misericordia. C'on un coraz5nenternecido y lleno de agradecimientoyo os doy gracias, mi amable Salva-dor, por la inmensa merced que me

habéis hecho. Yo he sido un infiel, un

prevaricador, pero' no quiero ser másingrato: quiero acordarme eternamenteque vos sois un Dios de amor, que os

habéis dado á mí, Y darme quiero ivos para siemPre.

A.cto de peticiórt' - \ros estáis den-

tro de mí, fuente inagotable de todos

los bienes, estáis lleno de ternura paramí) con las manos llenas de gracias, ydispuesto á derramarlas en mi corazón'Derramadlas con profusión, Dios bueno

y generoso; ved mis necesidades y.re-mediadlas con vuestro poder: quitad

mi corazón todo 1o que os desa-



reputación, sea todo vttestro, y sólose

emplee en procurar vuestra gloria. Su-jetad pues, ;oh Re1' de mi corazónl

de

grada, y poned en élsolo aquello que

rne tragá grato á vuestros ojos; purifi-cad ml cuerpo, santificad mi alma, apli-caclme los méritos de vuestra vida y de 20ii'


todas las potencias de mi alma; reinadsobre mi voluntad y sobre todo mi ser.

Después del favor con que acabáis dehonrarme, yo no sufriré que haya en

mí nada que no sea perfectamentevuestro.

Resolucione.s. - iOh Jesús mío, pa-dre el más cariñoso, y el más fiel y ge-

neroso de todos ios amigos ! Si después

dc tantos beneficios, voh'iera á serosinfiel, sería no solo el colmo de la in-gratitud, sino Lln monstruo cle iniqui-dad. Yo renuncio de todo mi corazóná todo 1o que me había separado de

\¡os hasta ahora, y propongo firme-mente, ayudado de vuestra gracia, no

rec¿rer en mis pasadas faltas. Así, pues,¡oh Dios mío ! no más pensamientos,deseos, palabras y acciones, que seancontrarias á la caridad y el pudor; nomás impaciencias, mentiras, querellas,oclios, ni maledicencias; no más omi-

deberes, ni tibieza en

Comunión sacramental 619

tos humanos; no más apego al aprecioy á las atenciones del mundo. Más bienquiero morir, oh Dios mío, antes quieropadecerlo todo, que desagradaros encosa ninguna. \¡os estáis, i oh divinoJesúsl en mi corazón: en vuestrapre-sencia formo estas resoluciones, á fin deque las conflrméis con vuestra gracia.Que este adorable sacramento, que acabo

de recibir, sea su inquebrantable selloque no me sea dado romper jamás.Bendecid pues, oh Dios de bondad, laresolución que formo de ser únicamentdvuestro, y no vivir más que para vues-tra gloria. Así sea.

ORACION PARA DESPUES DE L;\ CONÍUNION.

¡Qué suave es la dulzura de vuestropan celestial ! ¡ Qué admirable es latrrnquilidad, qué completa la paz dequien os recibe, después de haber de-testado y confesado sinceramente susculpas ! Seáis mil veces bendito,



siones de mis

vuestro selr.icio; no más compañía niamistades peligrosas; no más delicade-zas de mi amor propio; nada de resPe-

Jesús

mío. Cuando yo estaba en pecado erainfeliz, ahora no solo siento mi almatranquila, sino que me parece pregus-

620 Conlunión sacramental

tar la paz del paraiso. ¡Ah! cuán ciertoes que nuestro corazón ha sido hecho

para vos? amado Señor mío, y que gozasolamente cuando en vos descansa. Porlo tanto, os dov gracias, y propongofirrnemente huir siempre del pecado 1,-

de sus ocasiones, y establecer mi mo-rada en vuestro divino corazón de dondcespero el auxilio para amaros hasta la

muerte. Amén.León XIII con rescripto de la S. C. de I.

de 3 de junio dc 1896, concedió indulgenciade 300 días á los fieles quc después de la sa-grada comuni(tn rezaren dicha oracirin.

AFECIOS A CRISTO S.{CRA}IENTADO PARADESPUES

DE LA CO\IUNION,

Yo sov dc Dios: oh dulce pensamiento)Que anega el alma en celestial amor,Un Dios potente, hasta albergarse llegaEn mi pobre y estrecho corazón.

Yo soy de Dios: el cielo me contemplatY el ángel que se acerca á mí veloz,Halla mi pecho en templo convertido,Donde el Eterno fija su mansión.

Cornunión esPiritual 621

Yo so-r' de Dios: se abisma el pensamientoCuando en rni pecho fija su mansión;

Con reverencia eI alma lc rccibe.\'lientras el seraiin tiembla ír su voz.

Yo soy de I)ios: mis ojos se recreanAi contemplar absortos de esplendorDesparecer encantos terrenales :

Huye ante la verdad toda ilusión.Yo soy de Dios: el salvador del hombre,

El Re1' de rcyes hasta mi ba.ió;

Al recibirie,cn lágrimas deshecho

\fi espíritu se inflama en santo amor.

Yo sor dc Dios: hasta el postrer momentoSqlo he de hallar encantos en mi Dios;Su dulce nombre ha de sellar rnis labiosA1 dirigir'le mi últirna oración.

II.

Comunión espiritual.-{morosisimo Jesús mío. creo que

cstáis realmente presente en el sacra-mento cle la Eucarístia. ;O-ialá pudierahospedaros ahor¿t mismo en mi cora-zón ! venid, celestial llsposo .le las al-



Yo soy de Dios: la sangre inmaculada

Que de una Virgen cándida tomó,;Oh gran prodigio ! con mi sangre liegaHasta mezclarse en misteriosa unión'

mas puras, venid á Purificarme Y0n-

cenderme todo en llamas de puro amor.Os lmo, clulcísimo Jesús mío: oh,quién

Cornunión esPiritual

os 'hubie.se amado siempre ! ¡ Quiénnunca os hubiera ofendido! Pero Ya

que no puedo recibiros sacramental-mente, aceptad mis deseos. v dadme

vuestra divina gracia y amor. Amén.

ACTO.PARA LA CO\IUNION ESPIRITUAL

COilÍIUESTO POR S, ALFONSO TÍARIA DE LIGORIO.

Jesús mío, creo que vos estáis cn

el Santísimo Sacramento. Os amo so-bre todas las cosas, y os desco en mialmá. Ya :que ahora no Puedo recibi-ros saoramentalmente, venid al menosespiritualmente á mi aorazón. Como siya hubieseis venido, os abrazo Y me

uno todo á vos; no Permitáis que Yo me

separe de vos.Jesús, bien mío, mi dulce amor,Herid, inflamad este mi corazónDc modo que siemprc arda todo en vos.

Letin XIII con rescripto de 1a S. C. de I.de s0 de junio de 1893, concedió á los fielescluc hiciesen esto acto, indulgencia de 60 dÍas

Himnos de la Iglesiaá la sagrada Eucaristia ya como saepamento

ya como sacrificio.¡

I.(Adoro 1e deuotc, lalens l)eilrts, dcS. 'fom¿is de Aquino.)

Te adoro con fervor. Deidad ocultaQue estás bajo estas formas escondida;Se rlnde ¿i ti mi corazón enteroY dcsfallu;c todo ¡i te nlil'a.

Se engaña cn ti la vista, el gusto, cl tacto,

Ilas tu palabra engendra fe rendida;Cuanto el Hijo de Dios ha dicho. creo.

¿Qué I'erdad har- cual la verdad dir.ina iIln la cruz la Deidad estaba ocultaAquí la humaniclad r.acc escondida.

Y uno y otro creyendo y confesando,Tc pido, oh Dios, lo que impioraba Dima.r.



unar.ez

aldÍa. Clomo Tomás, tus llagas yo no veo;

\{as como it Dios te aclama el alma mía;Haz que siemprc, Señor, en ti yo crea,Que tu amor sea mi cspcranza y dicha.

Himnos \¡ motetcs

Oh mernorial de la Pasión de Cristo.Oh pan vivo que al hombre das Ia vida,

Dáme que viva de tu amor mi alma,Que guste dc tus célicas deliclas.

Jesús mío, pelícano Piadoso,Gon tu sangre Purísima me limPia;Basta una sola gota de tu sangre.Para borrar del mundo ia inmundicia'

Oh Jesús, á quien ahora miro oculto,Cumple, Señor, 1o que mi Pecho ansía:

Que á cara descubiertaeontemplándote,

Por siemprc gocc de tu clara vista.Amén.

León XIII con rescripto de la S. C' de I'del 15 de junio de 1.895, concedidr 1L todos 1os

lreles que rezaren dicho l'itmo dcspués do ia

sagrada comunión. 10tt c1ías de indulgencia.

II.

(Motete al S. Sacramcnto " .lve, va-t'tttt¿ Cot'ptts ttLTl IIltt)

¡ Oh cuerPo verdadclo.Nacido de flaría sicmPrc r-irgen

, De este mundo h la luz I

Inmolado. cual cándido coreieto.Por cl hombre on la cruz.

Hinlnos v motetes 62s

.Il1.

i Sequencia Lattia Siou . Salvdtorent, de S. Tomás de Aquino.)

Sión, loa al S..lvador"A tu guía v tu Pastor.En dulces himnos v c/rnticos.

-\lirbalc cuanto puedas;

Que por nrucbo quc tc cxcedas

(Juedará,s sicmprc inferior.Su pan vilo -l- substancial

Es hor- el tema especialQuc se ofrr:cc á tu loor.

lll pan que en su última ccnaIlcpartió á aquella docenaDe los hi.ios dc su amor.

fiantemos, pucs. dulcemente

\- mucstre ei pecho v la mentL)Su .iúrbilo y devoción.

llsta mcsa dei gran l{evInició la nueva lc-r-,

Do la antigua terminti.L¿t nncv¿r Pascua á la anticua

Succdc: ¿i la noche ei día;



Recíbate mi Pecho eI triste día

I)e mi últim¿r agonia.Oh clenente, oh Piadoso

I)ulce Jesirs, ;oh Hijo de lfarÍal

Y á Ia -sombra ia r-crdad.

Lo quc en c-st¿r ccna lil hizo,(lue hiciesen los su1'os dijo,Ilecucrdo á su alta bondad-

626 Himnos y motetes

Los que consagrados fuimos,lll vino y pan convertimosEn hostia de salvación.

Iil pan para ser su carne,Y eI vino su augusta sangreComo 111 misrno aseguró.

Lo que no se ve, ni enticndeLa fe viva 1o detiende,Contra la flaca razón.

Bajo dos diversas forrnas,

Signos sólo, mas no cosas,Se vela tan rico don.Iil pan es allí su carne,

Y el cáltz lleva su sangre,Mas Cristo en ambos est/r.

Todo entero se recibe,No se parte ó se divide,Aunque los signos lo estén.

Cómale uno ó coman cicnto,

Igual recibe aquel que éstos,Pues ni aumenta, ni mengua ú1.

Comen buenos, comen malo-s,\[a¡ con afectos contrarios,De vida ó muerte moral.

Muerte á malos, vida á bueno"-,¡ Oh qué diversos extremos,En un mismo comulgar !

Himnos y motetes

No se quiebra cosa alguna,Solo sí el signo ó figura

Del signado: su estaturaY su esencia igual se queda.

Pan de ángeles, ¡oh portento!Del hombre es aquí alimento;El pan de hijos á los perros,No se debe, no, arrojar.

Ya fuera este pan sagradoEn Isaac prefigurado,

En el cordero inmolado,Y en el antiguo maná.

I3uen Pastor, pan l'erdadero,Ten, Jesús, misericordia,'Iú nos nutres, nos custodia.Tú nos lleva á ver tu gloriaDe la dicha en el Edén.

Tri que todo lo conoces

Y todo también lopuedes,

Que á tu mesa nos concedesSentarnos hoy, coherederosHaznos allí y compañerosDe tus santos en sus goces.

Amón.

IV.

6't?



Fraccionado el sacramento,No 1o dudes, ni un momento,Contiene tanto el fragmentoCuanto en su todo se encierra.

(Hirnno Pange lingua.)Cant:r, oh lengua, el glorimo

llisterio de fc y amorQue en su cuerpo generoso

628 Himnos v motetes

Y en su sangre el RedentorIlindc aI Todopoderoso

Por cl mundo pecador.De una \rirgen noble v pura

Fué concebido y nació,Y su voz paz v venturaSiempre ¿'r la tierra anuncÍ(i;Su carrera pobre y dura.(.on un pl'odigio cerrír.

La cena y pascua postrera

Con los doce al celebrar,[iumplido con ler. severaEl rico ceremoni¿rlA -si mismo se les dieraIin bebida v en manjar.

A su voz el pan enteroTransmutado en carne fuó.Dc la vid al néctar meroIIn su sangrc faó á \a vcz:.\quÍ cs regla rl fiel sin¡croNo eI sentido) mas la fe.

Demos, pucs, ilr tan alto s¿torament()Culto y adoración todos rendidosY ceda ya cl antiguo documcntoA los ritos del nuevo instituidosConstante nuestra fe. dé suplementrr

Himnos v motetes

Ilendición v alabanza reverente !

Y aI lispíritu- tie ambos aspirado?

Sea gloria ¡' loor no diferentc.Amún.

ü. tri pan ciel ciclo les has ciail,r.I!. Que tiene en sí todas las delicias.

\¡.

.\¿clis solt'tnniis.

A cstas solemnidades tan sagradtrsCorresponde el placer y ia alegría:Suenen las alabanzas publicadas,

Que á la \¡oz generoso eI pecho en'r'ia;Huvan las cosas viejas t-a \¡eloces,Sea nuevo ya todo en este día,El corazón, las obras, y las voces.

Hoy hacemos recuerdo y frel memoriaDe aqueila cena mistica ó figura,

En que Cristo, Rey sumo de la gloria,El Cordero y el pan sin levaduraI)ió conforme á la le_t-, á sus hermanos;Pucs así 1o ordenaba la EscrituraRcvelada por I)ios á los ancianos.

Después de este cordero misterjosoEl banquete iegai ya concluido.Su cucrpo á los discípulos, piadoso,

6'¿9



Ai defecto de luz dc los scntidt¡s.

-\l Padre con el Hijo sea dadoJúbilo, aplauso ]' glorja eternamento,Salud. r-irtud v honor interminado,

Diri en sagrado manjar, bien entendido,Quo dando todo 1t todos con sus manos,Todo de cada oual fué recibido:Así 1o conlesamos los cristianos.

630 Himnos y motetes

Como á frágiles, flacos, desvalidos,Su cuerpo, liberal, les dió en comida,

Y como á tristes, pobres 1. afligidos,Su sangre sacrosanta dió en bebida,Diciendo: Recibid la más preciosaPrenda del cáliz santo de la vida;Bebed todos mi sangre generosa,

Así fué el sacrificio celebrado,Y por el mismo Cristo instituido,Cuyo oficio tan alto y elevado

Es á los sacerdotes sometido,A quienes pertenece solamenteSumirle con respeto el más rendidoY repartirlo al pueblo dignamente.

El que es pan de los ángeles hermosoSe hace ya de los hombres alimento;Bste pan celestial y prodigiosoDa á la sombra y figura cumplimiento:

¡Oh admirable piedad ! ¡ oh maravilla I

Pues recibe tan alto sacramentoEl pobrecillo, el sierl'o, el que sc humilla.

A Tí, Dios Trino y Uno, reverentes,Con afectos humildes te rogamos,Ilustres con tus luces refulgentesA los que tan rendidos te adoramos,Y por tus sendas rectas y caminos

HÍmnos y motetes

u.I/et'bum supernum.

Del Padre el Verbo saliendoSin abandonar su diestraY dar cima á su grande obra,Llegó al fin de su carrera.

Sabiendo como á sus émulosInfiei apóstol le entrega,

El antes á sus discipulosI)arse en alimento intenta.

tsajo las formas ó especie*Su carne y sangre presenta,I-a doble sustancia humanaAlimentando así entera.

Se hizo al nacer nuestro hermano,Nuestro manjar en la mesa,

Nuestro rescate muriendo,Y en el cielo recompensa.

;Oh tú, sacrosanta Hostia I

Que el cielo al mortal franqueas;tr[ii combates nos acosan.Sed nuestro auxilio y firrneza.

Al l)ios Uno y Trino dadagloria

ó31



Guíanos á 7a 7lz adonde vamos,Pues habitas sus rayos tan divinos.

La por siempre sea,

Quc en la celestial SiónNos dé vida sernpiterna.

Amén,Amén

632 Himnos \. mOtetcs

VII.

Salulislntmatta:,la1or.

.]esús. Ilcdento; de1 hombre,I)elicia del corazírn,,\utor dc nuestro l'escatc,I)e las allnas casto amor'.

; Cuán grande fuú tu clcnrcncia,Cargar sobrc ti cl monttinl)c nuestros Pecados, darnos\:ida con tu mricitc atroz:

I3ajastes o1 ¡o¡¿6 ¿bi-smoPor sacar de su PrisiónAl colo fiel. Y á la dicstral)cl Padre, alz¿rr tu lnansirin.

Logren, a\-) nucstras ofens¿Ls

Dc tu indulgencia el Perd<in,Y de tu rostro beatíllcoGocemos el rcsPlandor.

Tú, de1 cielor senda Yguíat

Scas nortc al corazónY gozo cluc cl 1lanto enjuguc,Y ai lin nuestro galardtin'

Amún.

\I IIII.tr-t' .tlttt,t,,lcstt, rttctilitrttt

Himnos Y motetes 63d

Dichoso, sí, el que recibe

De tu vi,sita el iavor,

Diestra querida del PadretAlmo explendor de Sión.

¡Ay! nucstros Pobres sentidosNo resisten tu fulgor:Mas tu Presencia invisibleHáganos sentir tu amor.

Jesris, que á los Pequeñuelos

Te revclas, á tihonort

Y aI P¿rdre Y al Santo DsPírituDemos sin intermisión.

Amén.

IX.

Jesu, dulcis memoria.

Oh Jesús' dulce recuerdo

DcL corazón cn la ausencia,trlas ai que cstí en tu Pre¡cnciaMucho más dulce que rniel !

NaCa se oye tan suave,Ni se canta tan gustosot

Ni se Piensa tan ¡¡randiosoComo Jesús, nuestro Dios'



Jesús, luz de nuestras altnas,

(lonsuelo del corazón;'lír la ncgra culPa ahttl'cntastY nos llenas de dulzor.

Tú,esPeranza al

PenitenteEres; bondad al que ruega;Dulzura a1 que á ti se entrega;Al que te halla,¿quéseráP

Hirnnos y motetes

Ay ! que el amor de Jesrls,Lengua ni pluma explicarlePueden: quien logre probarleSolo ese Io entendcrá.

Seas, Jesús, nuestro gozoAquí, y después nuestra paga;En ti solo satisfagaEl alma siempre su amor.

Amén.

x.Jesu, Rex admirabilis.

¡Jesús, Rey admirable,Triunfador el más noble,Dulcedumbre inefable,Todo digno de amor!

Cuando el alma visitas,Con tu verdad la ilustras,Desprecio al mundo excitasY la inflama tu amor.

A1 corazón dulzura,Eies tú, y fuente l-iva,Ierdad, fulgor, hartura,Que excede todo dón.

Himnos y motetes

A ti, Jesús, resueneLa voz, la vida invite,

Y ahora y siempre lleneTu afecto el corazón.Amén.

xI.Jesu, decus angelorum.

¡ Oh Jesús, belleza angélica

trIelodia grata al oído"Ifiel cscogida aI sentido,Y néctar al corazónt

^ Quien te_gusta, aún más te ansfa,Quien te bebe, aún más. sed tiene,A quien te amq sólo treneDcseo de amarte más.

Ahl Jesús, dulce esperanzaDeI corazón que suspira;

A ti sólo mi alma aspiraf vierte llanto de amor.Tu clara luz me ilumine:

No, no me dejes, bien mío;Conozca el mundo el vacíoQue existe fuera de ti.

Bella flor de madre virgen,Nuestro consuelo y ventura;

635634



Oh ! conocedle todos,I3uscad su amor sublime,Y de los viies lodosSaldriis de corrupción.

Jesús, toda criaturaTu dé alabanru"

nooor;,n,rr.

636 Himnos Y motetes

XII.

O Sol salutis'Oh Jesrls, sol de justicia,

Nuestras mentes esclarece,I{ientras el día amanece

Tras larga noche, feliz

En este tiemPo acePtable

Da al corazón entretanto

Se lave en coPiosollanto

Y sea víctima á tu amor'

De ilo 1a maldad brotaratBroten lágrimas amantes'Y penitencias constantesAblanden el corazón.

Viene Ya, r'icne tu díar

Iln oue todo sc renueva;

Tu d'iestrahacia el bien nos mueva

Y habremos dicha Y solaz'

Adórente, Dios PotentetCielo Y tierra Prosternados;Y nosótros renovados,Démoste nuel'o cantar'

Amén'

IND-TCE

Prólosoc;p:-í-- De la esencia dcl santo srclificio de laIIisa

$ t. -Signifi:ado de la-p¡labra usacrificiou

I 2. - Origen del sacrlhLlo ' r

é 3. - El ircrifi;io dc Jcsucristoü ¿- - Proiccias que hacen rcferencia al santosa-- crificro de la ]lisa. su instrtuciónI s. - Los aDóstoles ofreciuron cl srnto sacrifi!io- de la -\lisa. Ant¡cüedüd dc csta palrbra$ 6. - Ataques de los herejes contra la sant¿

\{isaCro. It. - De la e\cclencia de la santa Misa

S'l. - n. la uonsrFración de una fglesia.

á. --o" la consa-gración de los saccrdotes '

á. -- l.t altar, orñamentos sacerdotales y los va'sos sagrados . .

4. - lfe las ceremonias de la santa \{isas -- ffel orincioal srcerdote de la s¡ntr \[isrá. - O.l ^plecio.o dón ofrecido en la santa Nlisa

Prilt,

5

l.r

1ó2l)

24

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5363

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89

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101

110

Co"p.- tIr. - Dé tos simbolos )' misterios de la santa-Nlisa

g r.- ite los simbolos del santo sacrificio de latr'Iisa

g Z.-- O" los ntisterios dül santo sacrificio de laMisa

S S.---Sciente I sicle gracirs y frutos en benefi'- cio de los quc o)en l¡ s¡nta \lisa 'Cap. fY. - En.lr santá 1\lisr Jcsucristo rcnucva su

bncarnlclon t'



721

130

Cap. li-- ¡esucristo renueía su Nacimiento enla

santa \IisaS 1. - Del inmenso júbilo que regocija aluiclo cn- el nuevo nacimiento dc Cristo

638 Indice

$ 2..- Frutos dc salyación que recibe el mundo^ ,ggl nue\.o nacinriento de nirestro Scfor .-----ICap. Yl: - Jesucristo renueva su vi¡a e¡i Ia santá

\fisaCep. \ ll. --Jesucrislo renueya su oración en lása¡ta N{isaCap. !III. --Jeiucristo t"ro"uu'.o basi¡n cu lisrnfa ][isr

S 1.- qc quj nrancra Jerús rcnucrr su l,r.ion:d 2. - Molivos por loJ errrlcs lcsucristo r.nucii

- -su Pasión en la santa .\Iisa- .

9up. lI. -_Jesús renuera su muerte en la santa,\Iis;Cap. X._ - nn la santa \{isa Jesucristo ,e.rci-; i;

^ cfusitin dc su srngrc$ 1. - En qué..on-i.rc l¡ cfu>iún de la preuiosi- sangre en la santa lfjsa

$2.

-Cómo la preciosa

sangre clarua al ciclo poinosotrosCap. XI. -.1¿ santi \fisa cs et irotocaustá por ex-

c elcnci aCap. Xll. - _ La santa lliia es el nlás su¡tine sacri-licio de alabanzaCap. XIIL - tu

";;t;Ilisa es el mejol.sairitclo ¿e¡cciún 11c gr¡cits

Cap. \l\'. - ¡-r'.rnii \i¡"r cs cl sa;rliij:io rr,l- eti-^ -!:rl pa|a quc nuJSlrrs \liplicr\ scxn rt:ndiJaSLrp. ¡V. - l.f srDlt \[isr c. cl srcriticio mJs po-

deroso de reconciliación$ 1. - De qué suerte la santa \Iisa obra la rcmi.

sicj¡r Je los pucrdos

]-lr conrcrsidn de ios

- Pecadot es enlPcJernidos$ 2. De qué mrncra lr srnta \tisa obrr la remi_. sión- dc los pecaJos veninics . .Cap. \\.I. - Lc srnta Ilise es el mís aigno .riri_ficio de satisfacción

g único. - t':n qre niJi,La i" *"nt" iti."' p"iaonu^ Ils pcn¡s li los riros ). á lo- ¡1sq.¡aa '

.Cap. \\ lt. - I.a sxntr \lisr cs la ob¡.r mjs cxce-_ -lenr¡ dcl llspiriru ¡:.ntoCap. \\-llI. l-t santa -\lisr cs el nlcror retoci¡o^ _99"1" madrc de Dios y de ios srn-tos ". ".Lap. -\l\. - La s¡nla Nfisa es el mejor tc(oro que

los fieles

Indice

$ ?. - La santa flisa aunrelr-u,Jr lr .loria ccl..tiriltade una manera par-

c;\n " xir"' i"'

""'i,lii'-".1,..;.

o_iti I",l, r.: ..*;," i.n.,

.,r {iiÍ:,:'Jl'.Ji",i'lilX".. ei rri,iio m¡s eRcaz.,' {l:iiiiT"ñ i'J"l:'f1ii;!"";,;,:r; ; ;:,- angeles por Jos fielcs oru'. ; i:¡,!il:

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s tar,.f;:n'o

otr¡t los'incelcs po. no.oiro. cn ¡a

Cap. LIIV. - La sinra'trtisa_ nó irpiJe. n,,e.tra.,9.irprl.,l3ff

., ¡ nres por .r .o" tr" i- il- rr,' I j,',i jit]t_

T'il""u

irl",,1?,,',jiîJio?,:., ;l';."'' ra srn ri

.lt*¿T'";r* i, il,,,"]'r.,"i,,,,t]o

I).t ll. ;'i;'ill,""'; l,1go't'ni" pu'u oi. ro'

n ii,; at:,',o. prra oir rodos los.dÍas

Ia s¡nta

."1' +iúr:::fi i: rr:il ri.ilT", j..1,Ia santa llis¡

Cap. XXtX..-eué

dcvoción'

dele piactiór.s. du_.rnte Ia ele\.acióna"*;\));

_ .nel respeto .on qu. iebe. o¡rse lat* Î;t'I".",nJ'c I¡s ceremon¡rs ac'ta riisa y ae

B;. - B;r 'ü,\ri,T.,*t"' iot"í"no" ' ' :$ 3. - De l¡ Con,irr."i¿"'S 4. - Dc ll Co¡uunión

Cjn:i*ó:.r"n'onirs dc ir ltisa d'e oiiunt,,s : :'l les ¡.odos .¡c óir oevotimcnie ta sania litr. . :. I'ara.unirse, o)éndolr,

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300

309

320I



- -poseenCap. X\. - La santa tr{isa aunenta en nosotros la^ grrc-ia üirinr r la cloria cqlestirI

S 1. .- !t salta \lisü cur)lentf, en nosotros lf, gra.cia dirina

al sagra¿o..cui,,;OndeI[. Para_oir ttisa ionsiierando ia l,asiún.c]e nues.ro Scñor

515

JJC

348

356

640 indice

lII. l{odo de oir la santa }tisa en sufragio de losfielcs difuntos

Secuencia Dies irac >

Iicrcicio Prra la contuniónl. Comuniún sacrumcnt-ll ^ 'Actos prra antcs de lr Colnuntoneiiái b"t" dcsPuis dc lr Comuniónóiliio'" prrr dlspujs de la ComuniónÁi..toi á Cristo sacramentado para después de

la Comuniónf f C')munión esnil itllal'Aiio

o"ra la Óomunión g'piritual compuesto porSan Aifonso \lcria de Ligorio

Himnoi rjc la lglesir á la S. l-ucari:tÍa--" '-i..,Adoto tc de\ote Iatens deilasu

lI. ..Af e. \ eruln corpus natum(

Itt. ..l.ruá4.Sion, sa[\atorc]l)-

'1 \'. - l'.rnsc, lingur 'f-. .. *rci'i' solcnrniit "Vl -\etbuln suDernum" .

t-ti. -srlutis hum¡ne d¡tor"Vllt. ,, t.ur almr, Jcsu, rnentium"

IX. .1 Ic.r,, duljj' nrcr¡orir'r-. ,, -lc.u, liet rJtuirabiljs'il. "'i..", dccus rn¡eloruttt" 'Xll. -u Sot salutis'

fndice "

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P. 5180

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Documents

Explicación del Santo Sacrificio de la Misa - P. Cochem