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NÚMERO 9 CONTENIDO ¿ ¿ ¿ Q Q Q u u é é h h h o o o r r a a e e e s s s ? ? ? Explorando la Vida y la Fe Vida Cristiana ¿Cuál voz escuchas? Página 3 ¿Qué hora es? Página 4 La prueba de Job Página 6 Preguntas y Respuestas ¿Estamos siendo juzgados ahora? Página 2 Ministerio generaciones Involucra a los niños en tu vida Página 10 Lecciones de Marcos Una lección sobre la condenación Página 12 Comentario de un libro Arrepintiéndose de la religión Página 13 Estudio Bíblico ¿Qué tipo de Mesías? Página 14 Iglesia de Dios Universal Iglesia de Dios Mundial Viviendo y compartiendo el evangelio

Explorando la Vida y la Fe - comuniondegracia.org Cristiana 09.pdfPreguntas y Respuestas ... Involucra a los niños en tu vida ... Odisea Cristiana es publicada por la Iglesia de Dios

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NÚMERO 9

CC OO NN TT EE NN II DD OO ¿¿¿QQQuuuééé hhhooorrraaa eeesss??? Explorando la Vida y la Fe

Vida Cristiana ¿Cuál voz escuchas?

Página 3

¿Qué hora es? Página 4

La prueba de Job Página 6

Preguntas y Respuestas¿Estamos siendo juzgados ahora?

Página 2

Ministerio generacionesInvolucra a los niños en tu vida

Página 10

Lecciones de Marcos Una lección sobre la condenación

Página 12

Comentario de un libro Arrepintiéndose de la religión

Página 13

Estudio Bíblico ¿Qué tipo de Mesías?

Página 14

Iglesia de Dios Universal Iglesia de Dios Mundial

Viviendo y compartiendo el evangelio

2 Odisea Cristiana www.wcg.org/espanol

NÚMERO 9 - AÑO 2006 Odisea Cristiana es publicada por la Iglesia de Dios Universal/Mundial, 300 W Green St, Pa-sadena, California, 91123, USA. Copyright © 2006 Iglesia de Dios Universal. Todos los de-rechos reservados. Odisea Cristiana está dis-ponible en internet en www.wcg.org/espanol

EDITORES EJECUTIVOS Mike Feazell Michael Morrison EDITOR: Thomas C. Hanson EDITORES MAYORES: Paul Kroll, Randal Dick, Terry Akers DIRECTOR DE ARTE: Ronald Grove CONSEJERO DOCTRINAL: John E. McKena EDICIÓN CASTELLANA: EDITOR: David E. Ágreda TRADUCTOR: Benjamín Escalante

Publicado por La Iglesia de Dios Universal/Mundial

PRESIDENTE Joseph Tkach

RELACIONES ECLESIÁSTICAS Ronald kelly

SUPERINTENDENTE DE MISIONES Randal Dick

DIRECTOR REGIONAL AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE Charles Fleming

SUPERINTENDENTE DISTRITO HISPANO USA: Lorenzo Arroyo Salvo indicación contraria, los textos bíblicos se citan de La Santa Biblia, Nueva Versión In-ternacional. © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional. Odisea Cristiana acepta con agradecimiento sus contribuciones para ayudar con los costos de publicación.

Argentina: Casilla 2996, Correo Central, 1000 Buenos Aires. Tel. (011) 4295-1698 Colombia: Apartado aéreo 11430, Santafé de Bogotá, DC. Tel. 249 4209 y 314 2825 Costa Rica: Apartado 7700, 1000 San José. Chile: Casilla 11, Correo 21, Santiago. Ecuador: Apartado aéreo 11430, Santafé de Bogotá, DC. Colombia. El Salvador: 2ª Calle Ote. Condominio Roma nivel 2, local 6, Santa Tecla. Tel 2218-2355 España: Apdo. 185, 28600 Navalcarnero, (Madrid), España. Estados Unidos: 4035 Mt. Day Ct. Antioch, CA 94531-8279. Tel. (925) 777-1296 Guatemala: Apartado postal 2489, Guatemala. Honduras: Apartado 20831, Comayagüela. México: Apartado Postal 5-595, 06502 México D.F. Panamá: Apartado 6-6004, El Dorado Perú: Apartado Postal 01-640, Lima 100. Puerto Rico: P.O. Box 36-6063, San Juan, PR 00936-6063. Uruguay: Casilla 10976, Sucursal Pluna, 11100 Montevideo. Venezuela: Apartado 3365, Caracas 1010-A.

¿Estamos siendo juzgados ahora? PREGUNTA. Mi yerno dice que el libro de Apocalipsis enseña que una multitud de personas en la tierra están siendo juzgadas por Dios justo ahora. ¿Es esto cierto? ¿En que parte de Apocalipsis dice eso? Debería ser obvio por todos los desastres naturales, que las naciones del mundo están siendo juzgadas por darle la espalda a Dios y por hacer el mal. ¿Podrían explicar-me esto?

RESPUESTA. Su yerno quizás se refiere a 1ª Pedro 4:17 que dice: Porque es tiempo de que el juicio comience por la familia de Dios; y si comienza por nosotros, ¡cuál no será el fin de los que se rebelan contra el evangelio de Dios!

Debemos tener en mente varias cosas al considerar este verso.

1) Cualquier versículo no puede tener un significado para nosotros hoy, di-ferente al significado que Dios inspiró para sus lectores y oidores origina-les. Esta es una clave para entender la Biblia, porque Dios inspiró el signifi-cado en el contexto original, y el significado que vemos para nuestras vidas debe estar basado en aquel entendimiento original. Si no tomamos en cuen-ta el significado para la audiencia original, podemos hacer que un versículo diga y signifique casi cualquier cosa, y esta torcedura de las Escrituras ¡ha sucedido y continúa sucediendo!

2) La palabra para juicio en este pasaje no tiene el significado principal de “condenación”, sino mejor dicho, es una palabra más amplia que implica un juicio cuyo resultado es evaluaciones buenas y malas.

3) Regresando a la audiencia original –– ellos estaban pasando pruebas se-veras, Pedro específicamente tiene en mente la cruel persecución y tortura de cristianos por el emperador romano Nerón, quien, entre otras cosas, to-maba seres humanos y los clavaba en estacas, los untaba de aceite y luego los usaba como antorchas para sus fiestas nocturnas. Pedro está diciendo específicamente que nuestras vidas cristianas están llenas de adversidad y problemas, y que aunque Dios no nos promete liberarnos de las adversida-des de la vida, Él nos mantendrá a salvo espiritualmente. Así encontramos muchas referencias en esta epístola al fuego y la purificación, porque estas pruebas eran intensas.

4) No podemos concluir que un desastre natural, un tsunami o un huracán, necesariamente significa que todos los que sufren en tales eventos eran pe-cadores y merecen el sufrimiento. ¿Por qué? En primer lugar porque aquí en la epístola de Pedro encontramos hombres y mujeres fieles que están su-friendo por su fe (el libro entero es sobre este tópico). Pedro en realidad di-ce que nosotros (los cristianos) no debemos sorprendernos por las pruebas dolorosas (4:12). Si nosotros como cristianos sufrimos por hacer lo malo, entonces no hay diferencia con los demás (v. 15). Pero si sufrimos por el nombre de Cristo, sufrimos como cristianos y debemos regocijarnos por la oportunidad de participar en los sufrimientos de Cristo (v. 16-17).

Dios, naturalmente, puede traer el juicio sobre una ciudad, estado o nación, por medio de desastres naturales –– como puede hacerlo sobre un indivi-duo. Pero es supersticioso y quizás hasta exagerado concluir que alguien que tiene cáncer o alguien cuya casa se inundó y arruinó debido a un hura-cán, es un pecador que se lo merece y Dios lo está juzgando.

Preguntas y Respues tas

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¿Cuál voz escuchas?

Por Joseph Tkach

Jesús dijo una pará-bola y, como es usual, la gente no le

entendió. Así que la explicó: “Yo soy la puerta de las ovejas” (Juan 10:7). En ésta parábola, las ovejas son el pueblo de Dios, y ellas están entrando a un lugar seguro, un redil de las ove-jas, que representa la salvación. En-tramos a la salvación a través de Je-sús.

“Yo soy el buen pastor”, continuó Jesús, y “las ovejas me siguen porque reconocen mi voz. Pero a un desco-nocido jamás lo siguen; más bien, huyen de él porque no reconocen vo-ces extrañas” (vv. 11, 4, 5). El pueblo de Dios escucha la voz de Jesús y la reconoce, pero se mantiene alejado de otras voces.

Las voces que escuchamos

Si Jesús es la voz de salvación, ¿cuáles son las otras voces (los des-conocidos) que podrían llamar nues-tra atención? En el primer siglo, po-dría haber sido los fariseos, que esta-ban tratando de liderar al pueblo de Dios. Y también habría incluido a la comunidad de los rollos del Mar Muerto, que tenía su propio camino para agradar a Dios. Los herodianos ofrecían otro acercamiento a la vida: haz lo que sea necesario para mante-nerte en buena posición ante el go-bierno romano.

En nuestro propio tiempo, varios grupos ofrecen diferentes caminos hacia la salvación: los musulmanes, los hindúes, los de la nueva era y otros, ofrecen a la gente diferentes caminos hacia la salvación— incluso diferentes ideas de salvación. Para algunos, la salvación es un placer fí-sico; para otros es la ausencia del sen-tir. Algunos se enfocan en el más allá, otros en la vida presente. Ellos podrí-

an decir “vengan a mi redil, aquí esta-rán a salvo”.

Pero las voces no suenan como Je-sús. Ellas no tienen el mensaje de la gracia del Dios que nos ama. En vez de eso, ellas por lo general, ofrecen un mensaje de “haz esto y échale ga-nas”. Jesús dice que necesitamos un cambio radical, y el echarle ganas no será efectivo. Los seres humanos no se pueden salvar a sí mismos—podemos ser salvados sólo porque Dios mismo entró a nuestro mundo, sufrió el dolor de nuestra corrupción, y no sólo pagó la pena máxima, sino que también vivió la vida perfecta en nuestro lugar.

Algunas versiones del cristianismo caen de la gracia, y empiezan a predi-car las obras—por lo general buenas obras, pero obras después de todo. Hay hacedores de lo bueno que son conservadores y hacedores de lo bue-no que son liberales. Algunas perso-nas tienen las palabras correctas para Jesús (Señor y Salvador, Hijo de Dios) pero sutilmente ahogan Su voz al predicar las obras como la clave para la salvación.

Tal mensaje se torna en un mensa-je acerca de los valores familiares (que son muy buenos) con un poco de Jesús encima para condimentarlo. O se torna en acción política, con un poco de Jesús para darle credibilidad. Algunos incluso han convertido a Je-sús en meramente un buen maestro, un buen ejemplo que nos alienta a echarle más ganas y hacer todavía más.

Ellos podrían decir “vengan a éste redil, esto le dará a sus vidas más sig-nificado” —y se los da, ya que ofrece una semblanza de propósito en la vida que satisface más que el egoísmo. Pe-ro todavía se queda corto del mensaje de Jesucristo, porque en el mensaje de “haz lo bueno y échale ganas”, la gente siempre se queda corta. Jesús

dice “vengan a mi redil, donde la car-ga es liviana y no hay condenación” (Mateo 11:30; Rom. 8:1). ¿Escucha-mos Su voz? ó ¿nos atrae el evangelio de las buenas obras?

Dios nos creó para hacer buenas obras (Ef. 2:10), pero también nos creó para encontrar nuestro significa-do y propósito en Jesucristo. Fuimos creados mediante Él, por Él y para Él (Col. 1:16), y nunca estaremos total-mente satisfechos hasta que encon-tremos nuestro significado y propósi-to en Él.

Ladrones y bandidos

Si los individuos tratan de llegar al redil de alguna otra manera que no sea Cristo, son ladrones y bandidos, dice Jesús (Juan 10:1). Están tratando de conseguir algo de una manera ile-gal—están tratando de darle signifi-cado a la vida sin el Creador de la vi-da.

Pudieran tener buenas intenciones. Quizás no entienden quién es Jesús y lo que Él ofrece. Quizás la gracia de Jesús insulta su habilidad de obrar du-ro y dirigir sus vidas por sí mismos. Quizás piensan que la gracia suena demasiado fácil, demasiado barata. Cualquiera que sea la razón, si tratan de lograr el propósito de la vida en alguna otra manera, a través de cual-quier otra puerta, fracasarán.

Las personas que ofrecen otros caminos hacia la salvación, por lo ge-neral, tienen buenas intenciones. Creen honestamente que tienen una mejor manera—y su manera proba-blemente es mejor de lo que ellas te-nían antes. Pero se queda corta de lo que ofrece Jesús: perdón completo e incondicional. Ellas ofrecen rediles diferentes, e invitan a la gente a en-trar.

Continúa en la página 11

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¿Qué hora es? Por Joseph Tkach y Neil Earle

uántas veces al día hacemos la pregunta: qué hora es? Suena como un asunto lo

suficientemente simple hasta que to-mamos el tiempo para pensar sobre ello. Entonces nos damos cuenta de que no es algo simple en lo absoluto.

Considere esto: Antes de los 1800, el mantener el tiempo era un evento local. En la Europa medieval el relo-jero del pueblo era el hombre clave. Él colocaba el tiempo oficial en mar-cha cuando quiera que el sol alcanza-ra su cenit cada día. Esto difícilmente era preciso. Cuando avanzamos a los relojes de bolsillo, la gente que viaja-ba entre las ciudades a menudo tenía que ajustar sus relojes, literalmente, de cuando en cuando.

Entonces llegaron las vías del tren en los 1800. Debido a asuntos de iti-nerario, de preocupación por las tari-fas de flete y de entrega crítica de ob-jetos perecederos, los asuntos de tiempo se hicieron mucho más crucia-les. En 1878, un canadiense, Sanfor Fleming, se convirtió en un héroe na-cional al dividir el mundo en las 24

zonas de tiempo que usamos hoy.

Así, Estados Unidos tiene nueve zonas de tiempo. La anterior Unión Soviética tenía ¡12 zonas de tiempo! Incluso hoy, toda la Ru-sia gigante y en expan-sión, está en el tiempo permanente de ahorrar la luz del día y cada re-gión está una hora ade-lantada al tiempo real en registro.

Algo bastante com-plicado, ¿no?

El tiempo de Dios

El congreso de los E. U. tuvo que aprobar el Acta del Tiempo Estándar en 1918 para hacer que las cuatro zo-nas de tiempo fueran obligatorias. De otra manera, las ruedas del comercio rápidamente se hubieran atascado. El tiempo es incluso más importante pa-ra Dios, y el enfoque bíblico hacia el tiempo es un poco más deleitosamen-te complicado de lo que parece a pri-mera vista.

Richard Kromer aptamente resu-mió el enfoque bíblico hacia el tiem-po: “La historia tiene su principio en Dios, su centro en Cristo y su fin en la consumación final y el último jui-cio”.

Correcto. La Biblia tiene mucho respeto hacia el tiempo. Dios está obrando Sus propósitos a lo largo del tiempo. Por otra parte, Dios tampoco está estrictamente atado por el tiem-po.

Visto por un lado, el tiempo es una entidad creada. Un día es la can-tidad de tiempo que la tierra rota so-bre su eje. Un año es la medida de su

órbita alrededor del sol. Pero es dife-rente en Marte o Venus. Así el tiem-po, en un sentido, es una entidad ma-terial, relativa. Pero ésta es sólo una manera de contar el tiempo.

En el Nuevo Testamento griego muchas palabras aluden al tiempo. Una es chronos, de la cual obtenemos nuestra palabra cronología. Éste es el tipo de tiempo con el que estamos familiarizados—el tictac del reloj, la esfera del tiempo y espacio que todos habitamos.

La Biblia presta atención a ésta manera lineal de medición. Moisés cantó: “enséñanos a contar bien nues-tros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría”. Y Jesús pregun-tó: ¿Acaso el día no tiene doce horas? (Juan 11:9).

Pero también se usa en el Nuevo Testamento otra palabra totalmente diferente para el tiempo. Esa palabra es kairos. (Una más, ainos, se refiere a la duración, pero nos enfocaremos en kairos en éste artículo).

Kairos es la “plenitud del tiempo”, la zona de tiempo de Dios. El tiempo kairos transmite nociones de no ata-duras, de fluidez, de los propósitos de Dios cruzándose con, e imponiéndose sobre éste mundo finito de tiempo cronológico. Así, kairos se refiere a la oportunidad, como escribe Carl Hen-ry en el Diccionario Evangélico de Teología: “representa la arena de las decisiones del hombre en su camino hacia un destino eterno” (página 1096).

El momento kairos

Así kairos transmite un concepto más emocionante que el simple chro-nos. Kairos se refiere a períodos es-pecialmente seleccionados en la de-terminación divina. Opera dentro del

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tiempo humano profano, pero princi-palmente como el foco de cumpli-miento de los propósitos finales de Dios.

Cuando Jesús vino la primera vez fue un momento kairos definitivo—un tiempo de cumplimiento, un tiem-po de juicio y un tiempo para que las promesas de Dios entraran en opera-ción (Marcos 1:15; 2 Corintios 1:20).

Note esto en la epístola a Tito: “Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los es-cogidos de Dios…la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los tiempos (griego chronon de “chronos”), y a su debido tiempo (kairos) manifestó Su pala-bra…” (Tito 1:1-3).

Dios creó el tiempo, y en Su sobe-rano tiempo kairos, Él interacciona y entra en el tiempo chronos según Su perfecta voluntad. Ésta es una razón por la cual la vida con Dios es tan emocionante—no estamos predeter-minados, el futuro está abierto para nosotros y nosotros estamos abiertos para el futuro.

Los escritores del Nuevo Testa-mento relacionaron el kairos con dos eventos principales. Estos fueron tiempos de arrepentimiento y tiempos de elección por Dios para lograr Su propósito poderoso. Una vez más, kairos se refiere a puntos decisivos de cambio dentro de la esfera mayor del tiempo cronológico.

Este concepto de momentos deci-sivos tiene sus raíces en el pensa-miento del Antiguo Testamento. En el libro de Daniel, el profeta apeló al vano rey Nabucodonosor para que cambiara su comportamiento inme-diatamente, para evitar un castigo fu-turo (Daniel 4:27).

Este sentido de un punto divino de cambio—“ahora es el tiempo, ahora es cuando”—es central para el tiempo kairos. Nos ayuda a entender la seria apelación de Pablo hacia los sabios de Atenas: “Pues bien, Dios pasó por al-to aquellos tiempos de tal ignorancia, pero ahora manda a todos, en todas partes, que se arrepientan” (Hechos 17:30). Ese pero ahora es el tiempo

kairos.

Así, kairos transmite expectativa y emoción, tiempos de decisión, como lo dice el escritor de Hebreos, citando al salmista: “Si ustedes oyen hoy Su voz, no endurezcan el corazón” (Hebreos 3:7, 8). El tema kairos es reiterado en el siguiente capítulo: “Por eso, Dios volvió a fijar un día, que es hoy, cuando mucho después declaró por medio de David lo que ya se ha mencionado: Si ustedes oyen Su voz, no endurezcan el corazón” (Hebreos 4:7).

El kairos central

Los alemanes hablan de Der Tag—un tiempo especialmente de-signado para tomar una decisión. En la segunda guerra mundial tuvimos a Junio 6, 1944, el Día-D, una fecha cronológica en el calendario, pero mucho, mucho más que eso. El Día-D transmite urgencia, importancia, un llamado para que ocurran cosas muy importantes.

En esa conexión, note las palabras de Carl Henry: “Mientras el Nuevo Testamento da un prominente alcance al futuro…su kairos central es la vida, la muerte y la resurrección del Cristo encarnado, que es decisivamente sig-nificante para el reino de Dios”. Los términos: “día (del Señor), hora, aho-ra, y hoy” ganan dramática importan-cia en el contexto del Nuevo Testa-mento cuando quiera que el orden eterno incide sobre la extensión de los eventos ordinarios” (DET, página 1095).

Así, kairos ayuda a clarificar otro tema de la Escritura, el hecho de que a la vista de los escritores bíblicos, el tiempo del fin ya había empezado con la aparición y el ministerio de nuestro Señor Jesucristo.

Note Hebreos 1:1, 2: “Dios, que muchas veces y de varias maneras habló a nuestros antepasados en otras épocas por medio de los profetas, en estos días finales nos ha hablado por medio de Su Hijo”.

Ahora considere las implicaciones de lo que hemos estado diciendo. Aquí están cuatro:

Primero, en el itinerario divino donde el kairos se cruza con el chro-nos, el momento decisivo ya ha lle-gado. Jesús ya ha aparecido trayendo salvación y sanidad ¡a todos los que lo acepten “hoy”!

Esta fue la inspirada súplica de Pedro en el tan importante Día de Pentecostés: “Sálvense de esta gene-ración perversa” (Hechos 2:40). O como Pablo lo dijo: “Ahora Él manda a todos, en todas partes, que se arre-pientan. Él ha fijado un día en que juzgará al mundo con justicia, por medio del hombre que ha designado” (Hechos 17:30, 31).

¡Qué verdadero! La comisión a la iglesia cristiana es señalarle a la gente hacia ese evento central kairos ya manifestado: el sacrificio de Cristo en nuestro lugar. Aceptar ese rescate hecho por nosotros significa que en-tramos al tiempo kairos aquí y ahora, ya, y así aseguramos un mejor futuro.

Segundo, otro punto es recordar-nos el porqué fallan tantos esquemas de tiempos proféticos y diagramas de profecías basados en conteos crono-lógicos de los 1260 días, los 2520 dí-as, los 2300 días o incluso de los tres días y las tres noches (Mateo 12:40). Estos esquemas están basados sólo en el tiempo cronológico, mientras que el tiempo kairos puede ser cualquier tiempo que Dios escoge.

Cuando los ninivitas se arrepintie-ron Dios intervino y cambió el futuro. Una vez más el kairos se cruzó con el chronos, así como también ocurrió para aquellos 3,000 convertidos que oyeron el sermón de Pedro (Hechos 2:41).

Sin embargo, usted y yo sabemos de personas que tratan de predetermi-nar y prevaciar la libertad soberana de Dios, al escoger una fecha del calen-dario cuando Dios tiene que interve-nir—quizás 1844 o 1917 o 1975 o 2000. Que futilidad es tratar de suje-tar de esa manera al Dios soberano.

Tercero, Israel vivió principal-mente en el tiempo chronos como lo evidencian los sábados, los festivales,

Continúa en la página 9

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La prueba de Job ¿Ha tenido alguna experiencia de pena y dolor?

Entonces usted ha compartido la angustia de Job. Y como Job, puede encontrar a Dios más cerca de usted.

Por Paul Kroll

El libro de Job en la Bi-blia, es la historia de un hombre devoto que vi-vió hace miles de años.

Pero la tragedia cubrió con sus alas a este hombre muy virtuoso. Cuando el libro se abre, notamos a Job que está a punto de perderlo todo; hijos, pro-piedades, riqueza, buen nombre e in-cluso la salud.

¿Por qué Job sufrirá tales trage-dias? Porque, después de todo, Dios está a punto de retar al diablo pro-bando la obediencia y la fe de Job.

Un gran reto

El prólogo o introducción al libro de Job nos dicen, a los lectores, el fondo del desafío de Dios y el sufri-miento de Job.

Escena I.- Nos invita a ver, detrás de la cortina, el trono universo-gobernante de Dios. Los seres angéli-cos están entregando informes de sus actividades. Satanás está entre ellos. El demonio ha estado recorriendo la tierra, inspeccionando sus dominios (Job 1:6-7; 1 Juan 5:19; Apocalipsis 12:9).

Los problemas de Job empiezan cuando Dios lo presenta a Satanás el diablo como un parangón de virtud. “¿Te has puesto a pensar en mi siervo Job?” Dios le pregunta a Satanás. “No hay nadie en la tierra como él; es un hombre recto e intachable, que me honra y vive apartado del mal”. (Job 1:8).

Aún así Dios le permitirá pronto a Satanás afligir a Job. Obviamente, Dios no está castigando a Job por pe-car. El propio Dios dice que Job es

"recto e intachable". Job sufre porque es el mejor de los hombres, no porque es el peor.

Satanás rechaza la apreciación de Dios respecto al carácter piadoso de Job. Él dice que Job obedece en una reacción cínica por obedecer y con-fiar en Dios (versículos 9-22). "¿Aca-so Job teme a Dios por nada?" pre-gunta Satanás. Satanás insinúa que Job se comporta así solo porque reci-be bendiciones de Dios. Job es sólo amigo debido a las circunstancias, in-siste Satanás. “¿Acaso no están bajo tu protección él y su familia y todas sus posesiones? De tal modo has ben-decido la obra de sus manos que sus rebaños y ganados llenan toda la tie-rra”.

Job y su familia.

Ilustraciones de James Tissot

El desafío de Satanás

Satanás se burla del orgullo y re-gocijo de Dios, el hombre Job, quien es distinto a cualquier otro, no te ama, dice Satanás. Quítale a Job sus bendi-ciones y encontrarás que él no es nin-gún amigo tuyo. Satanás intenta hacer una apuesta con Dios. "Pero extiende la mano y quítale todo lo que posee, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara!".

¿Realmente? ¿Job sólo ama a Dios por razones egoístas? Bien, veamos, la respuesta de Dios. Él le dice a Sa-

tanás," Muy bien, entonces, todo lo que él tiene está en tus manos, pero a el hombre no le pongas un dedo".

Con el permiso de Dios, Satanás inmediatamente saca un manojo de trucos sucios de su bolsa de sufri-miento. Y los lanza contra Job, y el mundo de las tinieblas entra en este inocente hombre. Los rebaños y pro-piedades son destruidos por catástro-fes naturales.

Job oye las malas noticias

Pero Satanás comprueba que esta-ba equivocado. Después de que estas tragedias terribles golpean a Job, él rasga su túnica y afeita su cabeza. Él se hecha en el suelo en señal de ado-ración diciendo, "El Señor me dio y el Señor me lo quitó ¡Bendito sea el nombre del Señor!".

El autor del libro de Job tiene cui-dado en señalar, "A pesar de todo es-to, Job no pecó ni le echó la culpa a Dios".

El segundo reto

El tiempo pasa, un día, otra sesión de información angélica tiene lugar en el cielo. Dios reafirma a Satanás su disputa que Job verdaderamente ama a Dios y sus caminos (Job 2:1-7). Sa-tanás de nuevo se burla de la fe de Job. “¡Una cosa por la otra! replicó Satanás. Con tal de salvar la vida, el

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hombre da todo lo que tiene. Pero ex-tiende la mano y hiérelo, ¡a ver si no te maldice en tu propia cara!”

Dios nuevamente expresó con-fianza en Job. "Muy bien dijo el Se-ñor a Satanás, Job está en tus manos. Eso sí, respeta su vida", instruye Dios a Satanás.

El diablo inmediatamente golpeó a Job con heridas putrefactas por todo su cuerpo. La caída de la casa de Job está completa. Parece en convertirse – sin su conocimiento o permiso – en una de las más grandes pruebas de la historia.

Job es ahora juzgado. Él debe con-testar una pregunta vital. ¿Qué hará quién había confiado en Dios fiel-mente por ayuda y protección, con tanto sufrimiento? Esto parece insen-sato e injusto. ¿El justo Job rechazará a Dios o mantendrá su fe?

Hasta ahora, Satanás ha perdido cada vez. Se le ha probado que estaba equivocado respecto a la fe de Job y su relación con Dios. ¿Pero puede so-portarlo Job? ¿Continuará confiando en Dios mientras se le presenten estos sufrimientos aparentemente intermi-nables, con dolor y muerte a la vista? ¿Perseverará sin embargo Job aún cuando Dios parece haberlo desampa-rado? Ésa es la cuestión real.

Job puede verse, entonces, como una metáfora del sufrimiento cristia-no. Cómo reacciona Job a la prueba de Dios dice algo sobre cómo debe-mos reaccionar nosotros a las prue-bas. El libro nos pide que considere-mos nuestra fe. ¿Nosotros continua-ríamos confiando en Dios, y amar a Dios con todo nuestro corazón, alma y mente (Mateo 22:37-38) - incluso mientras estamos sufriendo por razo-nes que no entendemos?

Un montón de ceniza

Escena 2. “Y Job, sentado en me-dio de las cenizas, tomó un pedazo de teja para rascarse constantemente” (Job 2:8). Job está sufriendo dolor y angustia. Está emocionalmente solo, atormentado, desconcertado y enfa-dado. Sus tres amigos que vinieron a confortarlo en cambio lo acosan emo-

cional y verbalmente.

Los actores humanos en este dra-ma no tienen ninguna idea que Dios está profundamente envuelto en la vi-da de Job en ese preciso momento. Ellos no tienen ningún entendimiento de lo que Dios está intentando lograr ni por qué Job está sufriendo terri-blemente. No saben que está ocu-rriendo un problema cósmico.

Job en un montón de ceniza

Job no entiende por qué le está ocurriendo este mal a alguien que tie-ne fe en Dios. ¿Por qué un Dios tan bueno permite que tales cosas terri-bles sucedan a alguien que, si no es perfecto, por lo menos es decente, un ser temeroso de Dios? Job, en resu-men, hace la pregunta ¿" Por qué yo, Señor"?

En un montón de ceniza, los pro-blemas son muy humanos, desconcer-tados y no completamente entendi-dos. Los amigos de Job estaban pla-gados por el incompleto y torcido co-nocimiento. Hacen juicios parciales o inclusive incorrectos acerca de las ac-tividades de Dios. O aplican en forma errónea las observaciones generales a la situación específica de Job.

El prólogo nos ha dado una vista preliminar de la perspectiva celestial sobre Job. Nosotros sabemos que Dios está muy contento y complacido con Job. No importa que Dios haya suspendido su condición protegida de Job temporalmente. Existe una razón.

Job no es una víctima de tiempo y oportunidad sino una parte del propó-sito orquestado de Dios. Job no tiene ninguna idea que él es actor principal en una obra de moralidad, dirigida por Dios en la tierra. Hasta donde Job conoce, Dios ha desaparecido de su vida.

El clamor fundamental de Job

Job desesperadamente intenta re-solver el misterio de su sufrimiento. Se esfuerza solo, tratando de buscar pistas. Ninguna aparece.

Job ora expectativamente. Dios seguramente intervendrá inmediata-mente en su vida. Lo sanará de su en-fermedad, aclarando al mundo entero lo que estaba pasando. Pero nada ocu-rre. La dolorosa enfermedad de Job mina su fuerza. Se pone cada vez más débil. Entonces se confunde más.

El lenguaje de Job a veces bordea lo irracional e incoherente. A veces parece casi delirante. Actitudes con-tradictorias suenan en sus discursos. Job recurre a Dios para que actúe an-tes de que sea demasiado tarde. A ve-ces incluso desafía a Dios. "¿Por qué no me perdonas mis pecados? ¿Por qué no pasas por alto mi maldad? Un poco más, y yaceré en el polvo" (Job 7:21).

Job y sus tres amigos

A través de su agonía, Job se em-pieza a desconcertarse, se vuelve per-plejo, descorazonado, sin esperanza. En su peor pesadilla, Job ve a la muerte viniendo a la vuelta de la es-quina de su vida, listo para envestirlo.

Job sabe que está acabándose. Se ve condenado a morir, arruinado y solo, como una persona odiada y des-preciada. La desesperación de Job es descrita conmovedoramente a lo largo del libro. En una parte del relato él gime: "Mi ánimo se agota, mis días se acortan, la tumba me espera". (Job 17:1).

Aunque Job no ha hecho nada ma-lo y ha suplicado desesperadamente pidiendo ayuda, Dios aún decide que-darse oculto. "A ti clamo, oh Dios, pero no me respondes; me hago pre-

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sente, pero tú apenas me miras", se lamenta Job (Job 30:20).

Las circunstancias trágicas de Job desafían y contradicen todo lo que él siempre ha creído sobre Dios como un protector del bueno. La vida se ha vuelto demente para Job, y él se ha encerrado con llave en una celda de su propia mente.

Luchando con Dios

Job solo puede asumir que Dios lo está persiguiendo y escondiéndose de él. Arremete a Dios en el dolor y an-gustia. "¿Si he pecado, ¿en qué te afecta, vigilante de los mortales? ¿Por qué te ensañas conmigo? ¿Acaso te soy una carga?", se queja Job (Job 7:20).

Nosotros no debemos equivocar-nos con el desaliento terrible de Job, su arremetimiento a Dios, con el es-cepticismo. La existencia de Dios no está en duda. Job sabe que en alguna parte del universo Dios debe estar. "¡Que me mate! ¡Ya no tengo espe-ranza! Pero en su propia cara defen-deré mi conducta". Job clama en una creencia desesperada (Job 13:15). Todavía sigue confiando en Dios co-mo su defensor, Job insiste, "yo sé que mi Redentor vive" (Job 19:25).

Entretanto, los amigos de Job se asustan por sus arranques contra Dios. Ciertamente, es confortador pensar, que el fuego de Dios está a punto de quemar a este hombre. Ellos tienen miedo de admitir que ninguna razón de causa-efecto existe en las pruebas dolorosas de Job. Ello impli-caría que viven en un mundo insensa-to. ¿Cómo Dios podría ser justo y castigar a Job injustamente?

La víctima es culpable

¿Su respuesta? Job obviamente debe haber pecado contra Dios. Sí, eso es. El pecado de Job es la causa de su su-frimiento. Dios lo está castigando. Los amigos le dijeron "si estás su-friendo es porque debes haber peca-do". Es tiempo de culpar a la víctima. Aunque al principio vinieron a conso-lar a Job, terminan atacándolo impla-cablemente como un pecador horro-roso.

Elifaz ampulosamente manifiesta: "¿No es acaso demasiada tu maldad? ¿Y no son incontables tus pecados?" (Job 22:5). Él y los otros dos amigos no entendían completamente bien la condición espiritual de Job y el pro-pósito de Dios. Ellos, también, inten-taron buscar al perpetrador del cri-men, la causa del sufrimiento terrible de Job. Pero acusan a la persona equivocada; a Job el inocente.

En parte lo que los amigos dicen sobre la relación entre el pecado y la maldición, la virtud y la recompensa, es verdad. El pecado tiene un castigo (Romanos 6:23), Nosotros cosecha-mos lo que sembramos (Salmo 1; Gá-latas 6:7). Pero los amigos de Job usan mal sus comentarios en el caso de Job. Ellos toman un principio ge-neral y apuntan a una persona especí-fica: a Job. y la prueba específica que él esta sufriendo. Se asustarán al des-cubrir que estaban equivocados (Job 42:7-8).

En un montón de ceniza, los acto-res de todo el drama, Job especial-mente, han estado haciendo preguntas de Dios y le han imputado lo motivos que tiene Él. Job ha defraudado a Dios. Los amigos han dado, permíta-nos decir, testimonios equivocados en contra de Job.

Desde la tempestad

Escena 3, Dios entra en medio de una tormenta a la presencia de Job. Ahora, es mi turno, dice. Yo lo inter-rogaré.

A lo largo de los diálogos entre Job y sus amigos, Job sobre todo, había exigido inmenso conocimiento de la manera en que funcionan las co-sas, o deban funcionar, en este mun-do. Job con la esperanza de un en-cuentro con Dios, dice: "Vean que ya he preparado mi caso, y sé muy bien que seré declarado inocente" (Job 13:18).

Ahora, desde la fuerte tormenta, Dios empieza a desafiar los reclamos de Job para su compresión: "¿Quién es éste, que oscurece mi consejo con palabras carentes de sentido?" (Job 38:2).

Desde el torbellino, Dios demanda a Job, "¿Corregirá al Todopoderoso quien contra él contiende? ¡Que le responda a Dios quien se atreve a acusarlo!" (Job 40:2). Dios dice a Job que no conoce sobre lo que está hablando cuando cuestiona la justicia de Dios. Él no va a responder a cual-quier “Por qué” dicho por Job. Dios ha venido a interrogar. "Yo lo cues-tionaré, y tu me contestarás", le dice a Job dos veces (Job 38:3; 40:7).

¿Cómo responde Dios a Job? Él esquiva cada pregunta que Job hace. En cambio, Dios da a Job un recorri-do de apreciaciones de la naturaleza, recontando la grandeza de ella (Job 38:22; 39:19). ¿Es esto pertinente? De hecho, si.

El punto de Dios para Job, según Philip Yancey lo escribió en “Desilu-sión Con Dios”, es este: "Hasta que no sepa un poco más sobre cómo di-rigir el universo físico, Job, no me puede decir cómo dirigir el universo moral".

¡Ah! Que tonto fui, piensa Job. Se da una palmada en su frente y pone su mano en su boca. Job entiende final-mente el error de su conclusión apre-surada (Job 40:4). Comprende que su posición fue construida en la ignoran-cia. Comprende que Dios es lo bas-tante capaz de manejar el universo.

El más grande Dios

Job sabe ahora lo que le ha pasa-do. En alguna manera no lo puede en-tender totalmente. Fue elaborado para su beneficio, para beneficio de todos (Romanos 8:28). Job puede decir a Dios: "Yo sé bien que tú lo puedes todo, que no es posible frustrar nin-guno de tus planes" (Job 42:2).

Job se convence ahora de la sabi-duría infinita de Dios en su trato con él. Job sabe ahora que existe un pro-pósito para su sufrimiento. El propó-sito de Dios, que realmente es bastan-te para él. Es escuchar la voz podero-sa de Dios que truena en el torbellino y pone todo en la perspectiva de Job, él dice: ¡Dios está vivo!; ¡Dios está aquí!; ¡Dios cuida!; ¡Dios es capaz!

Job ha obtenido una respuesta, no

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la que esperó, pero si una mucho más importante. No importa que no pudie-ra dar una oportunidad para presentar su propio caso. Cuando Dios aparece, las preguntas de Job se funden preci-samente porque Dios se ha revelado.

Sorprendentemente, Dios no con-dena a Job por poner un cerco contra él y su acusación. Dios sólo corrige el concepto erróneo de Job sobre su ha-bilidad de gobernar la creación.

Para estar seguro, Dios reprende a Job porque Job lo condenó por su “in-justicia”. Desde la tormenta, Dios abate a Job con estas preguntas: "¿Vas acaso a invalidar mi justicia? ¿Me harás quedar mal para que tú quedes bien?" (Job 40:8). Pero Dios no acusa a Job de pecado. Dios no lo llama injusto ni blasfemo.

Dios no condenará

¿Esto significa que nosotros tam-bién podríamos atrevernos a expresar nuestra frustración, nuestro enojo? ¿Incluso pedir cuentas a Dios en nuestra ignorancia y confusión, sin ser condenados por Dios? Terrible aunque parezca, pero sí podemos.

En las palabras de Philip Yancey: "Un mensaje intrépido en el Libro de Job es que usted le puede decir algo a Dios. Lance a él su pesar, su enojo, su duda, su amargura, su malestar, su desilusión. Él puede absorberlos to-dos. "Dios es mucho más grande de lo que nosotros somos.

Job también reconoce cuan grande es Dios. Después de oír el argumento de Dios, Job dice, "yo me desprecio y me arrepiento en polvo y cenizas" (Job 42:6).

¿Pero se arrepiente de qué? ¿De algún pecado específico? No, preci-samente. Job explica, "Reconozco que he hablado de cosas que no al-canzo a comprender, de cosas dema-siado maravillosas que me son desco-nocidas" (versículo 3).

No era que Job tenía que superar un pecado específico, sino que tenía que crecer en entendimiento. Job había sido demasiado apresurado con-cluyendo que Dios era injusto o inep-to.

Job tenía una percepción más pro-funda, más clara de su Creador ahora. Pero este nuevo conocimiento era só-lo un derivado del propósito real del sufrimiento de Job. La comprobación de la fe y de su amor.

En este caso, Dios demostró algo sobre Job, y Job necesitó saber algo sobre Dios y sobre él mismo.

El por qué del sufrimiento

El libro de Job, entonces, nos en-seña que el sufrimiento puede ocurrir por razones que nosotros no enten-demos a menos que o hasta que Dios nos lo revele (vea Juan 1-7, por ejem-plo).

Las pruebas pueden venir porque Dios necesita saber algo de un siervo fiel (Génesis 22:1-12). El sufrimiento de Job tenía un objetivo. Demostrar si él amaría a Dios a pesar de todo.

Este mensaje de Job tiene implica-ciones profundas en la relación del cristiano con Dios. Las pruebas y su-frimientos proporcionan el enrique-cimiento espiritual y construyen una relación entre nosotros y Dios (2ª Co-rintios 12:7-10; Hebreos 12:4-12; Santiago 1:2-4; 1ª Pedro 4:12-19).

Job también nos dice que no siempre existe alguna relación entre el sufrimiento y el pecado. Simple-mente porque los cristianos sufren pruebas o tragedias no significa que Dios está castigándolos por algún pe-cado.

El libro de Job trata sobre mucho más del sufrimiento o la justicia de Dios. Job afirmó que Dios todavía es Dios, no importa que, Él siempre es digno de nuestro amor y nuestra reve-rencia hacia Él. Esa era la prueba de Job, y la pasó. Fue vindicado por permanecer fiel a Dios.

Job demostró que es posible para los seres humanos amar a Dios in-condicionalmente.

El sufrimiento había sido una oportunidad expansiva de Job para demostrar su fe. Dios había sido mu-cho más grande y Job mucho más pe-queño.

¿Qué hora es? Viene de la página 5

las fiestas establecidas, y los tiempos y estaciones designadas (Levítico 23). El calendario hebreo era lunar-solar, basado en éste mundo, éste sistema de tiempo y espacio físicos. Pero el evangelio proclama ésta verdad exci-tante: “Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. Lo vie-jo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo” (2 Corintios 5:17).

El evento Cristo lo cambió todo. Radicalmente. Los cristianos celebran su fe en el tiempo kairos sin importar qué día de la semana es, o qué fecha del calendario es. Ésta es la fuerza de Hechos 2:46, hablando de la iglesia primitiva: “”No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad”.

Caminando hacia la eternidad

Cuarto, todos los cristianos autén-ticos viven en dos zonas de tiempo—lo temporal y lo eterno. La eternidad es una de esas grandes cosas intangi-bles como lo son el amor y la devo-ción, un concepto que no se puede ver ni tocar pero que sin embargo aparece grande en la vida cristiana, especial-mente cuando nos acercamos al final de nuestra jornada individual.

Pablo testificó: “Por lo demás, me espera la corona de justicia que el Se-ñor, el juez justo, me otorgará en aquel día; y no sólo a mí, sino tam-bién a todos los que con amor hayan esperado Su venida” (2 Timoteo 4:8). Aquí Pablo está hablando del tiempo kairos en vez del tiempo chronos, una razón por la cual los cristianos no iban a saber ni el día ni la hora de la aparición de Su Señor (Hechos 1:7).

Así que, qué hora es…

Es hora de llamar a hombres y mujeres al arrepentimiento, hora de que todos nosotros nos volvamos más devotamente a Dios y de que acepte-mos que el centro de la historia des-cansa en el pasado, en el momento kairos llamado Calvario. Y al hacerlo así, ayudamos a afectar la eternidad.

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Involucra a los niños en tu vida

Por Ted Johnston

Podemos involucrar a los niños en la vida de la iglesia en mu-chas maneras. Los

programas del ministerio infantil son vitales—cosas tales como la Escuela Bíblica de Vacaciones, clases de la escuela dominical y los campamen-tos—pero tales programas no son un fin en sí mismos. Más bien, son herramientas para empezar y entonces hacer crecer relaciones entre las per-sonas y con Dios.

El ministerio hacia los niños, co-mo es verdadero de todo ministerio cristiano efectivo, es relacional. Es acerca de edificar relaciones entre las personas que están creciendo juntas en su relación con Dios, en Cristo, a través del Espíritu Santo. Es acerca de personas que comparten juntas en comunidad, la vida y el amor del Dios trino.

Como hemos estado dia-logando en esta serie, el ministerio hacia los niños empieza cuando afectuosos creyentes adultos, jóvenes y niños mayores extienden su alcance para bendecir a los niños con el amor de Jesús. Continúa cuando ellos jun-tos se involucran en las vi-das de aquellos niños—relacionándose con ellos en su nivel. Y se desarrolla cuando el tercer principio del ministerio efectivo hacia los niños es vivido en la práctica: juntos ellos involucran a aquellos niños en sus vidas.

Vemos éste principio relacional vivido en el ministerio discipulador terrenal de Jesús. En Juan 3:22 se nos dice que Jesús vino con Sus discípu-los a la tierra de Judea donde estuvo allí con ellos. Estuvo es la traducción

de la palabra griega diatribo, que sig-nifica literalmente “frotarse en”. Al involucrar a estos discípulos en Su vida, Jesús estaba creando la oportu-nidad por medio de la cual Él pudo “frotarse en” Sus seguidores. Éste es el ministerio donde el maestro (Jesús en este caso), vierte Su vida en el dis-cípulo. Te insto a que te enfoques en el ministerio infantil usando este mismo acercamiento de vida a vida. ¿Cómo puedes invitar a los niños a que compartan tu vida en formas que les interese a ellos y que formes el tiempo y el espacio en el cual puedes “frotarte” en ellos?

Meditemos sobre esto juntos. ¿Dónde vives? Bueno, en varios luga-res. Un lugar es el servicio semanal de adoración en tu iglesia. Espero que vivas ahí consistentemente. En ver-dad, el autor de Hebreos amonestó a algunos cristianos primitivos que, por varias razones, estaban volviéndose holgazanes en esta disciplina:

“Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón aho-ra que vemos que aquel día se acer-ca” (Hebreos 10:24, 25).

En la iglesia nos reunimos para adorar a Dios—para compartir Su vi-da y Su amor juntos. Mientras lo hacemos, involucremos a los niños activa, significativa y plenamente.

Podemos involucrar a los niños en la vida de iglesia en muchas formas cuando ésta se congrega. He estado en iglesias donde los niños sirven con los adultos como ujieres, donde ayu-dan a recolectar la ofrenda, a servir la comunión. He visto a pastores llamar a los niños al frente de la iglesia y, sentándose junto a ellos (poniéndose al nivel de ellos), darles un breve sermón infantil—un mensaje bíblico diseñado a la medida de los niños. A los niños les encanta (¡y también a los adultos que lo escuchan!).

He visto congregaciones que fre-cuentemente tienen niños al frente con el equipo de adoración, ayudando a dirigir la congregación en oración, en cantos, en la lectura de la Biblia y en cosas semejantes. Esto envuelve a

los adultos compartiendo sus vidas (en éste caso sus vidas de adoración) con los niños—y en formas con las que los niños se relacionan. El efecto neto de éste envolvimiento es la edifi-cación de relaciones entre los adultos y los niños, y entre los niños y la iglesia y con Dios. Los niños salen sintiendo que ésta es MI iglesia, —MI Dios— MI familia de fe.

¿Dónde más vives? ¿Puedes envolver a los niños que estás ministrando en esos lugares? Algunos de los más importan-tes lugares de frotación en el

ministerio de Jesús, fueron los tiem-pos que Él compartió con Sus discí-pulos viajando en los caminos de Ju-dea, Galilea y Samaria. Él a menudo los llevaba con Él al desierto—más o menos como cuando llevamos a los niños de campamento. Un tiempo ale-

Ministerio Generaciones

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jados. Un tiempo juntos. Los ministe-rios de los campamentos proveen oportunidades fabulosas para compar-tir vida a vida.

¿Qué si tuvieras que llevar a un montón de niños para acampar conti-go? ¿No te puedes quedar con ellos todo el tiempo? ¿Qué si los llevas allí y después vas por ellos y los llevas de regreso a casa—compartiendo la ex-periencia con ellos?

A propósito, la Iglesia de Dios Universal tiene un maravilloso pro-grama de ministerio de campamentos. Puedes averiguar acerca de ello (en idioma inglés) en www.wcg.org/youth. Estamos expan-diendo el número y los tipos de cam-pamentos que tratan de alcanzar a los adolescentes y a los niños.

¿Qué pasatiempos tienes? ¿Pes-car? ¿Tocar algún instrumento musi-cal? ¿Las computadoras? ¿Qué acerca de compartir esa parte de tu vida con un niño o dos? Tal compartimiento provee oportunidades para que culti-ves relaciones. Y entonces cuando lo hagas, puedes plantar en esas relacio-nes información acerca de tu propia relación con Dios. ¡Cuidado! Puedes cosechar un seguidor de Jesús de por vida, que pueda caminar con Cristo junto contigo.

En tal compartimiento de tus in-tereses también puedes ayudar a equi-par a un niño para una profesión. Cuando mi hijo tenía 12 o 13 años, un hombre joven de nuestra iglesia se dio a la tarea de asociarse con mi hijo y su amigo de 12 años para enseñar-

les a programar computadoras.

Ambos adoles-centes (ahora en sus veintes) tie-nen profesiones que envuelven la ciencia de la computación. Si pudiera regresar en el tiempo, le enseñaría a ese joven mentor como él tam-bién pudo haber compartido a Cristo con mi

hijo y su amigo, mientras ellos habla-ban sobre computación—pero vivi-mos y aprendemos.

¿Dónde más vives? Bueno, ya tienes una idea. Vivimos vidas únicas—con intereses específicos, dones y pasio-nes. ¿Cómo puedes compartir estos con un niño o dos (o 20)? ¿Por qué no piensas sobre ello? ¿Por qué no oras persistentemente sobre ello?

Busca la dirección de Dios—pídele que abra ventanas de oportuni-dad. Y comparte tu pasión e intención con algunos otros adultos en tu con-gregación—considera formar un equipo para alcanzar juntos a algunos niños.

Recuerda, por supuesto, tomar to-das las precauciones apropiadas y salvaguardas para trabajar con los ni-ños. Un adulto nunca debe estar a so-las con un niño que no sea suyo. Y todo en lo que envuelvas a un niño debe ser apropiado legal, ética y des-arrolladamente. Pero no seamos tími-dos en nuestro alcance—de traer ni-ños hacia nosotros mismos y con no-sotros hacia Cristo.

Concluyo recordándonos a todos que Dios ha hecho que los niños de-pendan de aquellos que son mayores, para que los que son mayores puedan ayudar a los niños a convertirse ple-namente en dependientes de Dios. Caminamos en armonía con el orden creado por Dios y en comunión con el camino de Jesús, cuando envolvemos a los niños en nuestras vidas dentro y fuera de las paredes de la iglesia.

¿Cuál voz escuchas?

Viene de la página 3

Muchos de nosotros hemos proba-do esos rediles. Algunos han probado el islamismo, otros han probado el hinduismo, algunos han probado el liberalismo y algunos de nosotros hemos probado el legalismo. Jesús dice “mis ovejas escuchan mi voz”, pero con eso Él no quiere decir que nuestra respuesta es automática. Más bien, Él nos está alentando a oírle, a escucharle, a responderle a Él en vez de hacerlo a los falsos evangelios. Necesitamos entrenar nuestros oídos para que podamos oírle mejor, para que podamos reconocer un evangelio falso por lo que es: un ladrón y un bandido que nos quitará la felicidad.

Los otros evangelios no tienen la intención de mutilar y matar, pero eso es lo que terminan haciendo. Ellos ofrecen algo atractivo, algo bueno, pero no lo suficientemente bueno. Pues no es Jesús, no es la gracia, no es encontrar nuestro significado en Cristo.

Muchas voces pueden alejarnos de Cristo. Si nos hemos alejado de Cris-to, ¿Qué voces estamos escuchando? ¿Estamos tan consumidos por los ne-gocios, los deportes, la televisión, las fiestas, la política, el sexo, el alcohol u otras diversiones, que tenemos poco o ningún tiempo para Jesús? Tales cosas, cuando eclipsan a Jesús, se convierten en ladrones y bandidos. Nos roban el tiempo, quizás incluso el resto de nuestra vida, y no nos da-rán la vida.

El pastor que entrega Su vida

Jesús dijo “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ove-jas. El asalariado no es el pastor, y a él no le pertenecen las ovejas. Cuan-do ve que el lobo se acerca, abandona las ovejas y huye” (Juan 10:11, 12). Todos los demás pastores te defrau-darán. Sólo Jesús murió y resucitó por ti. Sólo Él merece tu completa lealtad. ¿Escucharás Su voz?

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Una lección sobre la condenación Marcos 3:22-30

Los maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén decían: "¡Está poseído por Beelzebú! Expulsa a los demo-nios por medio del príncipe de los demonios." Entonces Je-sús los llamó y les habló en parábolas: "¿Cómo puede Sata-nás expulsar a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede mantenerse en pie. Y si una fami-lia está dividida contra sí misma, esa familia no puede man-tenerse en pie. Igualmente, si Satanás se levanta contra sí mismo y se divide, no puede mantenerse en pie, sino que ha llegado su fin. Ahora bien, nadie puede entrar en la casa de alguien fuerte y arrebatarle sus bienes a menos que primero lo ate. Sólo entonces podrá robar su casa. Les aseguro que todos los pecados y blasfemias se les perdonarán a todos por igual, excepto a quien blasfeme contra el Espíritu Santo. Éste no tendrá perdón jamás; es culpable de un pecado eter-no." Es que ellos habían dicho: "Tiene un espíritu maligno."

Por Mike Feazell

"¡Pienso que he cometido el pecado imper-donable!" La voz del joven en el otro lado del teléfono era frenética. Yo trataba de qui-tarme el sueño frotando mis ojos sentado en mi cama. "¿Por qué dice eso?" le pregunté.

"Yo lo hice de nuevo, "gimió. "Y después de haberme arre-pentido profundamente. Pienso que nunca podré superarlo. Pienso que estoy perdido. Siento un miedo horrible".

No era la primera vez que habíamos tenido esta conver-sación. El forcejeo persistente de este hombre con el pecado lo había llevado a creer que estaba bajo la maldición de Dios. Si su arrepentimiento hubiera sido verdaderamente sincero, razonó, entonces no repetiría el pecado en la vida. Por consiguiente, su arrepentimiento no debe de haber sido sincero, y ya que él no se había arrepentido con todo cora-zón, dedujo que no debe ser capaz de realizar un verdadero arrepentimiento.

Un día otro hombre se me acercó después del servicio de la iglesia. "Dr. Feazell”, me susurró. "No sé qué hacer, pien-so que he cometido el “pecado imperdonable”.

Hablemos sobre eso, le dije. "¿Qué hizo usted?". Él mi-raba al suelo y contestó: "Maldije al Espíritu Santo"

"¿Cómo hizo eso?" Le pregunté.

Yo dije “Maldito sea el Espíritu Santo”

"¿Por qué?"

"Yo no sé. Estaba leyendo el verso dónde Jesús dijo que cualquiera que blasfemara en contra del Espíritu Santo nun-ca se perdonaría, y yo sentí esta compulsión loca de hacerlo. Ahora temo la muerte."

Yo he oído muchas explicaciones extrañas del pecado imperdonable durante los años, he hablado a muchas perso-nas que temen que ellos lo podrían haber cometido. Pero permítanme entender algo, para aquellos que confían en Je-sús, ningún pecado es imperdonable.

Cuando Jesús dijo, "Quienquiera que blasfema contra el Espíritu Santo nunca será perdonado; es culpable de un pe-cado eterno", él estaba describiendo una actitud específica y estado de mente que por la naturaleza no es verdad y nunca puede ser verdad de aquellos que confían en Él.

Marcos explica, "Él dijo esto, porque ellos estaban di-ciendo; “Tiene un espíritu maligno”, los maestros de la ley se habían negado a reconocer deliberadamente que las obras de bondad y misericordia que Jesús estaba desplegando entre las personas eran de Dios. Debido a su propio celo, ellos habían rechazado el testimonio pleno del Espíritu Santo que Jesús fue enviado por Dios y estaba haciendo las obras de Dios. Ellos se cegaron al propio testimonio de Dios a través del Espíritu, que Jesús había venido en su nombre para ven-cer a Satanás, destruyendo sus malas obras y perdonando los pecados.

Dios envió el Espíritu al mundo llevando como testigo a Jesucristo, el único nombre bajo el cielo por quien los seres humanos pueden ser perdonados y ser salvos. Rechazar a ese testigo, despreciar lo que Dios ha hecho para generar el per-dón de los pecados, es rechazar el propio perdón. ¿Cómo puede una persona ser perdonada si niega aceptar el perdón? ¿Cómo los pecados de una persona pueden perdonarse si re-chaza al perdonador de pecados?

¿Usted está preocupado de que podría haber comprome-tido el pecado imperdonable? El mismo hecho que usted está angustiado sobre eso es una prueba positiva que no lo ha cometido. El pecado imperdonable sólo es imperdonable porque es pecado negar que Jesús vino para que sea usted perdonado. Es el Espíritu Santo quien nos lleva a Jesucristo. La blasfemia que Jesús se refiere en este pasaje, es el recha-zo del testigo del Espíritu como el Hijo de Dios y Salvador del mundo.

Así que relájese. Confíe en Jesús, y descanse seguro en él. Él perdona todos los pecados de cada uno, incluso peca-dos repetidos y pecados compulsivos. Y él nos enseña a tra-vés del Espíritu Santo, quien es nuestro testigo, a renunciar al pecado y vivir correctamente en él. Recuerde esto: Jesu-cristo vino al mundo para salvar a los pecadores. Para aque-llos que vienen a él, ningún pecado es imperdonable.

Para reflexionar: ¿Qué pecado teme que Dios no podría perdonarle? ¿Ha hablado con Él sobre eso?

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Arrepintiéndose de la Religión Gregory Boyd

Por Terry Akers

Karl Barth se refirió a la religión como aquello donde la humanidad confunde al Creador con la

creación, o la tendencia humana de hacer a Dios a su propia imagen. La religión también puede ser definida como el intento de la humanidad por congraciarse a sí misma con Dios a través de sus propios esfuerzos. Cuan-do se ve de ésta manera, se hace evi-dente que Jesús no vino a empezar una nueva religión—Él vino a ponerle fin a la religión.

El evangelio muestra que el nuevo pacto saca la salvación de las manos de la humanidad mediante la obra re-conciliadora y redentora de Jesucristo. Éste es el tópico del teólogo y pastor Gregory A. Boyd en su libro Arrepin-tiéndose de la Religión—De la Crítica Hacia el Amor de Dios. Éste libro ofrece compenetración en cómo un creyente puede recibir libertad de la crítica y de la auto-justicia—el equipa-je de la religión—al decirle sí a la gra-cia sanadora de Cristo.

En Arrepintiéndose de la Religión, Boyd demuele el mito que el compor-tamiento humano, la moralidad y los legalismos de la religión tienen algo que ver con la salvación. Muestra que Cristo, por medio de Su obra sacrifi-cial por nosotros, ha ofrecido Su gracia a una creación caída, y cómo los seres humanos experimentan la verdadera libertad cuando entran al proceso de la nueva creación. Mediante la fe pueden disfrutar de sanidad y liberación de la vieja criatura que se ha convertido en una cosa del pasado—junto con su equipaje. La tendencia entre los cris-tianos de juzgar duramente a los de-más y a sí mismos, mantiene a los cre-yentes frustrados por no estar a la altu-

ra.

La portada trasera del libro dice: “Dios comparte Su insuperable valía con cada uno de nosotros, haciendo la práctica de juzgar ajena al carácter cristiano… Boyd te muestra cómo em-pezar a practicar una religión de amor en vez de abrazar una doctrina critica-dora, basada en nuestras percepciones humanas de la moralidad. Él pone al descubierto mentiras que hemos creído acerca de nosotros mismos y de otros y demuestra la libertad que tenemos para establecer una verdadera comunidad bíblica”.

Gilbert Bilezikian, autor de Cris-tianismo 101, dice: “La iglesia local es llamada a ser la comunidad de reden-ción que pertenece a Dios, en vez de la camarilla de rechazo que con frecuen-

cia ha llegado a ser. Éste libro es un llamado al arrepentimiento”.

Boyd proclama la libertad y la transformación desde nuestra naturale-za criticadora que se ha convertido en uno de los hábitos del corazón dentro de la religión, hacia una nueva identi-dad como verdaderas personas en Cris-to. Arrepintiéndose de la Religión re-vela como podemos convertirnos en

culpables de crear nuestras propias identidades al establecer listas de re-glas para nosotros mismos (y para los demás) y estar más preocupados en lo que no hay que hacer que en caminar con el Espíritu en la luz de la gracia y de la verdad. El libro aboga que “la iglesia debe ser la comunidad de per-sonas que simplemente ama como Dios ama”.

Este libro proclama el mismo men-saje del evangelio que Jesús procla-mó—la libertad, la paz y el gozo me-diante la gracia, la misericordia y la sanidad. Boyd de ninguna manera aboga por el libertinaje. Él sólo está enfatizando la verdad teológica de que nuestra salvación—tanto nuestra justi-ficación como nuestra santificación—es lograda solamente por Dios median-te una nueva creación y no a través del esfuerzo o comportamiento humanos. El enfoque a lo largo de todo el libro es que los cristianos son libres para no juzgar. Cuando somos libres en Cristo, ¡en verdad somos libres!

Arrepintiéndose de la Religión ofrece una compenetración alentadora hacia dentro de la naturaleza del nuevo pacto, mostrando cómo, bajo la gracia, el poder de la ley para condenarnos ha sido quebrantado. La única ley que nos obliga es la ley de la libertad—fe que se expresa a sí misma mediante el amor. Boyd resume su tesis en un ex-tracto de la página 60: “[Somos] lla-mados a vivir de tal manera que las personas puedan conocer a Dios al co-nocernos a nosotros. Somos llamados a amar. Sólo estamos balanceados en nuestro entendimiento del amor cuan-do entendemos que el amor es la única cosa en la que debemos vivir—para toda persona, en todo tiempo, en toda situación, sin excepción. Si hacemos esto, todo lo demás que necesitamos hacer será hecho. Si no hacemos esto, simplemente no hay hada más que valga la pena hacer.

Comentario sobre un libro

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¿Qué tipo de Mesías?

Un estudio de Mateo 16

Por Michael Morrison

Jesús alabó a Pedro por identificarlo a Él con exactitud como el Mesías, y le prometió una gran autoridad. Pero casi en el siguiente respiro, Jesús le dio a Pedro uno de los re-

gaños más grandes en toda la Escritura. El incidente, y la enseñanza de Jesús que la rodea, nos dicen mucho acerca del propósito del Mesías.

Viendo una señal

Primero, algunos de los fariseos y saduceos se acerca-ron a Jesús y, para ponerlo a prueba, le pidieron que les mostrara una señal del cielo (Mateo 16:1). Jesús ya había hecho muchos milagros, pero los líderes judíos querían una prueba especial. Jesús rehusó pasar la prueba de ellos, por-que ellos estaban haciendo las preguntas equivocadas.

Él les contestó, citando algunos proverbios acerca del clima: “Al atardecer, ustedes dicen que hará buen tiem-po porque el cielo está rojizo, y por la mañana, que habrá tempestad porque el cielo está nublado y amena-zante. Ustedes saben discernir el aspecto del cielo, pero no las señales de los tiempos” (vv. 2, 3). Ellos no podían interpretar las señales porque esta-ban buscando el tipo equivocado de señales.

Cuidado con las ideas equivocadas

Mateo cambia la escena, pero to-davía tiene el mismo tema en mente. “Cruzaron el lago, pero a los dis-cípulos se les había olvidado llevar pan. —Tengan cuidado—les ad-virtió Jesús— eviten la levadura de los fariseos y de los saduceos” (vv. 5, 6).

Jesús dijo esto a manera de metá-fora, pero los discípulos pensaron que Él les estaba advirtiéndoles co-ntra la levadura material. En vez de preguntarle a Jesús lo que Él quiso decir, ellos comentaron entre sí: «Lo dice porque no trajimos pan» (v.

7).

Pero Jesús sabía lo que ellos estaban discutiendo, y les preguntó: —Hombres de poca fe, ¿por qué están hablan-do de que no tienen pan? ¿Todavía no entienden? ¿No recuerdan los cinco panes para los cinco mil, y el núme-ro de canastas que recogieron? ¿Ni los siete panes para los cuatro mil, y el número de cestas que recogieron? ¿Cómo es que no entienden que no hablaba yo del pan sino de tener cuidado de la levadura de los fariseos y sa-duceos? (vv. 8-11).

No estoy preocupado por el pan, pareció decir Él. Si lo necesitamos, podemos hacer más. Los discípulos entonces entendieron que Jesús estaba usando una figura de lenguaje: entonces comprendieron que no les decía que se cuida-ran de la levadura del pan sino de la enseñanza de los fariseos y saduceos (v. 12).

Aunque Jesús pudo haber tenido varias enseñanzas en mente, Mateo las pone en el contexto de las ideas acerca del Mesías. Los líderes judíos recién habían pedido una prueba de que Jesús era el Mesías. Ellos tenían ideas de lo que haría un Mesías, pero estaban equivocados, por lo que Jesús dijo a Sus discípulos que no los escucharan.

‘Tú eres el Mesías’

La siguiente escena que Mateo describe ocurre al norte de Galilea, en un área gentil gobernada por Feli-pe, el hijo de Herodes. Era un lugar seguro para hablar sobre la palabra Mesías sin que hubiera gente que agarrara una idea equivocada. Cuando llegó a la región de Cesa-rea de Filipo, Jesús preguntó a Sus discípulos: —¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? (v. 13).

Le respondieron: —Unos dicen que es Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que Jeremías o uno de los profetas (v. 14).

Es dudoso que ellos pensaran que Jesús era realmente Juan o Jeremías regresado de los muertos. Más bien, estaban adivinando qué tipo de pro-

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feta era: un hacedor de milagros como Elías, o un pregonero de calamidades como Jeremías, o algún otro mensajero de Dios.

—Y ustedes, quién dicen que soy yo? —Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente—afirmó Simón Pedro. —Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás—le dijo Jesús—, porque eso no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en el cielo (vv. 15-17).

Pedro probablemente pensó que la idea era de él, pero Jesús le dijo que el pensamiento, de hecho, venía de Dios. Jesús aceptó los títulos que Pedro le había dado y los refor-zó al revelar un papel especial para Pedro:

Yo te digo que tú eres Pedro (griego Petros), y sobre esta piedra (petra) edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella (v. 18). Algunos intérpretes concluyen que la “piedra” sobre la cual Jesús edificó Su iglesia es Pedro; otros dicen que es Su con-fesión. Sin embargo, incluso si Jesús se refirió a Pedro, Él no está prediciendo una jerarquía o sucesión apostólica. Je-sús usó a Pedro para edificar Su iglesia, pero Él también usó a los demás apóstoles (Ef. 2:20). Y Él prometió que la muerte nunca conquistaría a la iglesia.

Jesús le prometió autoridad a Pedro: Te daré las llaves del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra que-dará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo (v. 19). El significado de este verso es ampliamente debatido, pero la interpretación más segura parece ser, que Pedro abriría las puertas del cielo a más personas por medio de la predicación del evangelio.

Cuando los rabinos hablaban de “atar” y “desatar”, esta-ban hablando acerca de cuáles mandamientos eran requeri-dos para el reino. Jesús aparentemente quiso decir que a tra-vés del evangelio, Pedro diría a las personas que, por la gracia de Dios, Jesús era el Camino hacia el reino de Dios. En Mateo 18:18, Jesús expandió esta función a todos Sus apóstoles. Las enseñanzas de ellos son guías autoritativas para nosotros.

Entonces Jesús ordenó a Sus discípulos que no dijeran a nadie que Él era el Cristo (v. 20). Ya que las personas tenían un concepto equivocado sobre el Mesías, ellas sola-mente lo malentenderían si es que los discípulos usaban esa palabra para Jesús.

Un Mesías que muere

Jesús entonces enseñó a Sus discípulos cuál era realmen-te Su función como Mesías. No era juntar un ejército ni traer prosperidad. Desde entonces comenzó Jesús a adver-tir a Sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas a manos de los ancianos, de los jefes de los sacerdotes y de los maestros de la ley, y que era necesa-rio que lo mataran y que al tercer día resucitara (v. 21). El Hijo de Dios tendría que morir y ser resucitado.

Esto estaba tan lejos del concepto de Pedro que Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo. Unos pocos minu-tos antes Pedro había proclamado que Jesús era el represen-tante de Dios, pero ahora trata de corregirle. —¡De ninguna manera, Señor! ¡Esto no te sucederá jamás! (v. 22). No-sotros podemos evitar eso, parecía decir él.

Pero Jesús le dijo que él estaba completamente equivo-cado: —¡Aléjate de mí, Satanás! Quieres hacerme trope-zar; no piensas en las cosas de Dios sino en las de los hombres (v. 23). A través de su ignorancia e ideas precon-cebidas, Pedro estaba tentando a Jesús para que usara Su poder para Su propio beneficio, así como Satanás había ten-tado a Jesús antes. Pero el Hijo de Dios no vino para servir-se a Sí mismo—Él vino para entregarse.

Jesús tenía un enfoque diferente: —Si alguien quiere ser mi discípulo, tiene que negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme. Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la en-contrará (vv. 24, 25). Jesús no sólo está hablando acerca de los mártires—Él está también hablando acerca de personas que pierden metafóricamente sus vidas, al abandonar el egocentrismo, el egoísmo y la auto-preocupación. La vida egoísta fracasará, pero si entregamos nuestras vidas al ser-vicio de Jesús, entramos a una nueva vida, la vida eterna.

¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida? ¿O qué se puede dar a cambio de la vida? (v. 26). Incluso si conquistaras todo el imperio romano, ¿qué bien-estar te daría ello, si usas métodos militares para hacerlo? Entonces no serías mejor que los romanos. La batalla ma-yor, y la razón real por la que necesitamos un Mesías, es la transformación espiritual, transformación procedente del estrés, del temor, y de la ansiosa preocupación por una vida egoísta, hacia el reposo interno y la paz de la vida en Jesu-cristo.

Preguntas para diá logo

• ¿Qué tipo de “Mesías” busca la gente hoy?

• ¿Cómo afectan las esperanzas y los deseos modernos, mis expectativas de lo que quiero que Jesús haga por mí?

• ¿Se requiere todavía la revelación especial para que la gente pueda decir que Jesús es el Mesías?

• ¿Tiene la iglesia de hoy el poder para atar y desatar?

• ¿En qué forma los cristianos pierden sus vidas por Jesús?

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