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Archaeofauna 24 (2015): 135-151 Explotación de peces en Lagunas de Guanacache. Altos de Melién II M. CoRBAt 1 , P. CAHIzA 2 , J. GARCíA LLoRCA 3 & A. GIL 4 1 CoNICEt; Asociación de Investigaciones Antropológicas. [email protected] 2 CoNICEt/INCIHUSA; UNCuyo. [email protected] 3 CoNICEt/INCIHUSA; UNCuyo. [email protected] 4 CoNICEt/IANIGLA, Museo Municipal de Historia Natural de San Rafael; UNCuyo. [email protected] (Received 29 March 2014; Revised 2 June 2014; Accepted 26 June 2014) RESUMEN: Hasta recientemente la investigación zooarqueológica del centro occidente de Argentina se focalizó en la importancia de los mamíferos grandes, principalmente camélidos. Existe relativamente abundante información etnohistórica que ilustra la importancia de la explo- tación de peces en las lagunas de Guanacache para momentos históricos. Sin embargo –salvo contadas excepciones– el registro zooarqueológico ha sido poco explorado en relación a este tema, a pesar de encontrarse abundantes restos de peces en distintos sectores de la planicie. En este trabajo se analizan los datos obtenidos a partir de los restos de peces recuperados en el sitio Altos de Melién II, sector I (Guanacache) y se los compara con aquellos provenientes de otros conjuntos arqueológicos recuperados en contextos cercanos, con el objetivo de avanzar sobre el conocimiento del consumo de peces en esta zona del NE de Mendoza, atendiendo especialmente a los potenciales procesos de formación que inciden en este tipo de conjuntos. El registro ictio- arqueológico en AM II presenta un predominio de restos pertenecientes a perca criolla (Percichthys trucha), aunque se han identificado también especimenes de pejerrey patagónico (Odontesthes hatcheri). Analizando la representación de los segmentos corporales y otros indicadores, se sugiere que el registro es producto principalmente del descarte de aquellas partes no consumi- bles para un aprovechamiento ligado a la subsistencia. PALABRAS CLAVE: ExPLotACIóN dE PECES, ICtIoARqUEoLoGíA, tAfoNoMíA, MENdozA, LAGUNAS dE GUANACACHE, ARGENtINA ABStRACt: zooarchaeological research from central western Argentina has focused until recently on the relevance of large mammals, camelids in particular. there exists relatively abun- dant ethnohistorical information that illustrates the importance of fish exploitation in the Gua- nacache lagoons during historical times. However, –with a few exceptions– the zooarchaeolog- ical record has been poorly explored in relation to this issue, even though a large number of fish remains are found on different areas of the plains. this work deals with the data obtained from fish remains recovered at Altos de Melien II, sector I (Guanacache) and compares them with those from other archaeological assemblages recovered from nearby contexts. It aims to improve our knowledge about fish consumption in this area of north-eastern Mendoza, with spe- cial attention to potential formation processes involved in this kind of assemblages. the ichthyoarchaeological record from AM II is dominated by the creole perch (Percichthys trucha), even though from specimens the patagonian pejerrey (Odontesthes hatcheri) have been also identified. Body part representation and other indicators have been analysed. It is suggested that the assemblage reflects primarily the waste products of subsistence exploitation. KEYWoRdS: fISH ExPLoItAtIoN, ICHtHYoARCHAEoLoGY, tAPHoNoMY, MEN- dozA, GUANACACHE LAGooNS, ARGENtINA

Explotación de peces en Lagunas de Guanacache. Altos de

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Page 1: Explotación de peces en Lagunas de Guanacache. Altos de

Archaeofauna 24 (2015): 135-151

Explotación de peces en Lagunas de Guanacache.Altos de Melién II

M. CoRBAt1, P. CAHIzA2, J. GARCíA LLoRCA3 & A. GIL4

1CoNICEt; Asociación de Investigaciones Antropoló[email protected]

2CoNICEt/INCIHUSA; [email protected]

3CoNICEt/INCIHUSA; [email protected]

4CoNICEt/IANIGLA, Museo Municipal de Historia Natural de San Rafael; [email protected]

(Received 29 March 2014; Revised 2 June 2014; Accepted 26 June 2014)

RESUMEN: Hasta recientemente la investigación zooarqueológica del centro occidente deArgentina se focalizó en la importancia de los mamíferos grandes, principalmente camélidos.Existe relativamente abundante información etnohistórica que ilustra la importancia de la explo-tación de peces en las lagunas de Guanacache para momentos históricos. Sin embargo –salvocontadas excepciones– el registro zooarqueológico ha sido poco explorado en relación a estetema, a pesar de encontrarse abundantes restos de peces en distintos sectores de la planicie. Eneste trabajo se analizan los datos obtenidos a partir de los restos de peces recuperados en el sitioAltos de Melién II, sector I (Guanacache) y se los compara con aquellos provenientes de otrosconjuntos arqueológicos recuperados en contextos cercanos, con el objetivo de avanzar sobre elconocimiento del consumo de peces en esta zona del NE de Mendoza, atendiendo especialmentea los potenciales procesos de formación que inciden en este tipo de conjuntos. El registro ictio-arqueológico en AM II presenta un predominio de restos pertenecientes a perca criolla (Percichthystrucha), aunque se han identificado también especimenes de pejerrey patagónico (Odontestheshatcheri). Analizando la representación de los segmentos corporales y otros indicadores, sesugiere que el registro es producto principalmente del descarte de aquellas partes no consumi-bles para un aprovechamiento ligado a la subsistencia.

PALABRAS CLAVE: ExPLotACIóN dE PECES, ICtIoARqUEoLoGíA, tAfoNoMíA,MENdozA, LAGUNAS dE GUANACACHE, ARGENtINA

ABStRACt: zooarchaeological research from central western Argentina has focused untilrecently on the relevance of large mammals, camelids in particular. there exists relatively abun-dant ethnohistorical information that illustrates the importance of fish exploitation in the Gua-nacache lagoons during historical times. However, –with a few exceptions– the zooarchaeolog-ical record has been poorly explored in relation to this issue, even though a large number of fishremains are found on different areas of the plains. this work deals with the data obtained fromfish remains recovered at Altos de Melien II, sector I (Guanacache) and compares them withthose from other archaeological assemblages recovered from nearby contexts. It aims toimprove our knowledge about fish consumption in this area of north-eastern Mendoza, with spe-cial attention to potential formation processes involved in this kind of assemblages. theichthyoarchaeological record from AM II is dominated by the creole perch (Percichthys trucha),even though from specimens the patagonian pejerrey (Odontesthes hatcheri) have been alsoidentified. Body part representation and other indicators have been analysed. It is suggested thatthe assemblage reflects primarily the waste products of subsistence exploitation.

KEYWoRdS: fISH ExPLoItAtIoN, ICHtHYoARCHAEoLoGY, tAPHoNoMY, MEN-dozA, GUANACACHE LAGooNS, ARGENtINA

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INtRodUCCIóN

Este trabajo se enmarca en un proyecto deinvestigación cuyo objetivo general es profundizaren el conocimiento de la subsistencia de los pobla-dores del centro occidente argentino desde la pers-pectiva arqueológica. Hasta recientemente, losestudios de subsistencia en la región se han focali-zado en la explotación de mamíferos, principal-mente los de tamaño grande, subestimando enalgún grado los recursos más pequeños –conside-rados de menor rendimiento– (Neme & Gil, 2008).Sin embargo, en el contexto de un ambiente semiá-rido, como el de la zona en estudio, los recursoshídricos localizados, aunque fluctuantes, pudieroncontribuir a la dieta de sus habitantes, en especialdurante momentos en los cuales la escasez derecursos de mayor rendimiento hubiera podidopromover el desarrollo de estrategias de subsisten-cia alternativas. Específicamente, nos interesaindagar acerca del rol de los peces en su dieta, y enla variabilidad espacio-temporal en el aprovecha-miento de este recurso.

El registro de este tipo de fauna ha recibidomuy poca importancia en nuestro país –especial-mente fuera de los litorales marinos y de los ríosde gran caudal–, concomitante con el relativamen-te reciente desarrollo de esta línea de investigaciónen el exterior y particularmente en Argentina. Elrol de los peces en la subsistencia, junto con el delas aves y mamíferos pequeños, fue calificadocomo suplementario e insignificante, cuando fueconsiderado (Greenspan, 1990; zangrando, 2003,entre otros).

Paralelamente, fuentes históricas han documen-tado para el norte de Mendoza la existencia de gru-pos sedentarios denominados huarpes, cuya basede subsistencia sería la agricultura. Sin embargo,contamos también con numerosos relatos históri-cos que –tal como sintetizan Villanueva & Roig(1995)– dan cuenta de la explotación de los peces,especialmente en Guanacache, como así tambiéncon trabajos arqueológicos que aluden a esta acti-vidad, basándose mayormente en artefactos vincu-lados a la pesca (Vignati, 1953; Rusconi, 1962)

frente a este panorama, recientes estudios–sobre la base de análisis isotópicos y restos ictio-arqueológicos– señalan no sólo que el rol asigna-do a la agricultura en la subsistencia de las pobla-ciones nordmendocinas no fue tan significativo,sino que los peces –y otra fauna menor– habríantenido, al menos en estos sectores lacustres, una

importancia preponderante (Cahiza, 2003a; GarcíaLlorca & Cahiza, 2007; Gil et al., 2007, 2011;Chiavazza, 2013).

En este marco cobran relevancia los restos depeces encontrados en sitios arqueológicos cerca-nos al mencionado complejo lacustre, como es elcaso de Altos de Melién (Cahiza, 2003a, 2003b;García Llorca & Cahiza, 2007). Parte de la mues-tra recolectada en este sitio será presentada y ana-lizada aquí, y será integrada luego a la discusiónregional.

ALtoS dE MELIÉN: PRESENtACIóNY ANtECEdENtES REGIoNALES

El complejo lacustre de Guanacache, hoy prác-ticamente extinto, se inscribe en la provincia ictio-geográfica Sub-andina cuyana (Arratia et al.,1983), reconociéndose en el curso inferior del ríoMendoza la presencia de las siguientes especiesautóctonas: Hatcheria macraei (bagre), Percichthystrucha (perca criolla), Cheirodon interruptus(mojarra plateada), Odontesthes hatcheri (pejerreypatagónico) y Synbranchus marmoratus (anguilacriolla) (Mac donagh, 1950; Peñafort, 1981; Arra-tia et al., 1983; López et al., 2002). Algunos auto-res señalan además la especie nativa Diplomystes(otuno) (Mac donagh, 1950; López et al., 2002).

Numerosas fuentes históricas destacan la rique-za de la fauna ictícola de Guanacache –en especialen relación a sus «truchas»– y su importancia entanto recurso para la subsistencia de las poblacio-nes locales (referencias en Villanueva & Roig,1995; Cahiza 2003a, 2003b). Estas fuentes colo-niales señalan para los siglos xVI y xVII la explo-tación de peces, aves y algarrobo por parte de lascomunidades huarpes. A partir del análisis de ladocumentación histórica se elaboraron las prime-ras hipótesis sobre el aprovechamiento de recursossilvestres del área lacustre de Guanacache y surelación complementaria con los valles irrigados ypiedemonte (Parisii, 1994; Prieto, 2000).

otras fuentes sugieren la existencia de algúntipo de explotación pesquera o procesamiento depescados que luego serían transportados a otraslocalidades para su consumo. En este sentido exis-ten al menos tres referencias interesantes: el testi-monio del jesuita diego de Rosales [1665], el delcosmógrafo Cosme Bueno [1790] y el de EusebioVidela [1801], todos ellos citados por Villanueva

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& Roig (1995). El primero comenta el traslado detruchas de Guanacache a la ciudad de Santiago, lasque habrían sido preparadas seguramente comocharqui; el segundo señala la existencia en Guana-cache de algunos indios pescadores que iban aMendoza y a San Juan a vender truchas; el últimomenciona la producción infinita de pescado –tru-chas y pejerreyes– con que se abastece «en frescoa toda la provincia de Cuyo, y principalmente a lasciudades de Mendoza y San Juan». Las referenciasacerca del aprovechamiento de este recurso secontinúan hasta que las lagunas empezaron asecarse, prácticamente desapareciendo hacia prin-cipios de siglo xx (Mac donagh, 1950; Villanue-va & Roig, 1995; Cahiza 2003a, 2003b).

Entre los antecedentes arqueológicos para estaregión, por otro lado, se destacan los aportes dedebenedetti (1928) y Métraux (1929), enfatizandola localización de los sitios en médanos y bordosen sectores cercanos a la laguna (García Llorca &Cahiza, 2007). Es precisamente sobre algunas deestas elevaciones medanosas, hacia el NE de laprovincia de Mendoza, donde se localizan las con-centraciones arqueológicas de Altos de Melién.

Los Altos de Melién –32° 10’S y 68° 16’ o–están situados aproximadamente a unos 540msnm, sobre la margen sur de la laguna de Guana-cache (figura 1). Consisten en una serie de eleva-ciones medanosas con orientación E-o que ha sidodividida en tres partes y cuya investigación se hacentrado en una de ellas: Melién II. dentro deMelién II se localizaron, a su vez, dos concentra-ciones, los sectores I y II. Este último ha sido ubi-cado cronológicamente entre los siglos xVI yxVII (Cahiza, 2003a, 2003b).

En este trabajo, se estudia específicamente unade las concentraciones arqueológicas asociada auna estructura de combustión, proveniente del sec-tor I, para el cual disponemos de un fechado sobrecarbón vegetal de 530 ± 50 años AP (LP-2962),con un rango para 1σ: Cal Ad 1408-1449, calibra-do para el Hemisferio Sur1. El material recuperadoa partir de recolecciones superficiales y excava-ciones consiste principalmente en restos de fauna–entre la que se destaca la evidencia de peces– ycerámica (Cahiza, 2003a) (figura 1).

trabajos previos (Cahiza, 2003a, 2003b; GarcíaLlorca & Cahiza, 2007) focalizaron en el estudiodel sector II –también asociado a una estructura decombustión– y de un sitio cercano, emplazado a 1km al norte, conocido como La Empozada. Amboshan sido reocupados y presentan alfarerías asigna-das a la cultura de Agrelo (600dC/1200dC) yViluco (1400dC/1700dC).

En sitios arqueológicos cercanos al complejolacustre, Chiavazza (2001) señala la presencia derestos de peces y sitúa en momentos posthispáni-cos tempranos algunos de ellos, entre los que men-ciona Altos de Melién. Recientemente otra serie desitios han sido sistematizados en la zona de laslagunas nordmendocinas, dando cuenta del predo-minio de los restos de peces en estos contextos(Chiavazza, 2013: tabla 1). Cabe destacar que enel sitio con mayor representación de este tipo defauna se menciona también la presencia de un pre-sunto instrumento asociado a la pesca (cuchillodescamador). Este tipo de artefacto ya había sidomencionado por Rusconi (1962) y Vignati (1953),al describir artefactos líticos que habrían servidopara descamar y trozar peces en la costa sur de laslagunas, además de otros útiles para pescar comopuntas de anzuelo y piedras para red (Cahiza,2003a, 2003b).

La evidencia recopilada por distintos autores(Cahiza, 2003a; García Llorca & Cahiza, 2007;Chiavazza, 2013) coincide en señalar una signifi-cativa cantidad de restos ictioarqueológicos,correspondientes a Percichthys trucha. En todoslos casos, los peces están representados tanto en suporción craneal, como en la postcraneal y presen-tan señales de combustión en entre aproximada-mente el 8% y el 28% de los casos.

Chiavazza (2013) enfatiza en el predominio delos recursos pesqueros y en el rol de éstos (y no delos vegetales cultivados) en los procesos de inten-sificación y consecuente emergencia de la comple-jidad social en tiempos prehispánicos anteriores alas dominaciones inca y española; Cahiza (2003a),por su parte, para el periodo de dominación hispá-nico-colonial –pero en momentos previos a laincorporación del área dentro de la frontera delimperio español– destaca la importancia de lapesca, caza y recolección en el sector de las lagu-nas, como parte de una economía mixta queincluía además la explotación agrícola en el piede-monte. La actividad pesquera habría alcanzadouna escala de explotación de economía de subsis-tencia, con un consumo in situ de Percichthys truchapreferentemente durante la época cálida (Cahiza,2003a, 2003b).

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1 SHCal13. 14c Hogg et al. (2013). Programa CALIB 7.0.0Usado en conjunción con Stuiver & Reimer (1993), según infor-me del LAtYR.

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quizás estas diferencias interpretativas no pue-dan ser dirimidas a partir del análisis de los restosictioarqueológicos en sí mismos. Sin embargo, elestudio de distintos aspectos de estos conjuntospuede arrojar luz acerca de la intensidad y alcancede las explotaciones ictícolas y enriquecer el pano-rama. Previo a esto, consideramos imprescindibleuna aproximación al conjunto que considere losposibles sesgos tafonómicos y que permita hablarde estos conjuntos en términos de acción humana.

ENfoqUE tAfoNóMICo

Existen algunos criterios que permiten diferen-ciar, en principio, un depósito de origen natural deuno cultural (sintetizados en zohar et al., 2001).Sin embargo, la diversidad de pautas culturales estal, que en muchos casos no es fácil atribuir un

conjunto inequívocamente a la acción humana. Lapresencia de signos de combustión y marcas decorte serían indicadores confiables, aunque suausencia no permite descartar un origen cultural.La mayor parte de estas modificaciones no son fre-cuentemente registradas en los restos de peces(Butler & Schroeder, 1998; Greenspan, 1998;Willis et al., 2008), por lo que se utilizan ademásotros criterios que evalúan el conjunto ictioarqueo-lógico, como son: la representación de partes

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fIGURA 1

Localización del área y sitio de estudio. A la derecha, croquis del área de relevamiento superficial, cuadrículas excavadas y estructurade combustión (círculo).

tABLA 1

Abundancia taxonómica del conjunto AM II- sector I.

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esqueletarias, la diversidad taxonómica, la correla-ción entre la densidad ósea y la frecuencia de loselementos, el rango de tamaño, la densidad dehallazgos (zohar et al., 2001).

Para escenarios culturales, Butler (1993) afirmaque el procesamiento y el consumo de peces porparte de los humanos deberían afectar significati-vamente la representación de elementos. Estosucedería en el caso de procesamientos para tras-lado y consumo posterior y cuando diferentes cate-gorías (craneal/axial/epaxial; cráneo/postcráneo)son tratadas como unidades de procesamientodiferente, resultando en esqueletos incompletos(Stewart & Gifford-González, 1994; Stewart et al.,1997; zohar et al., 2001). Sin embargo, cuando sehabla de procesamiento en el lugar o cuando nohay unidades de procesamiento diferenciales, seespera la presencia de todo el esqueleto y quetodos los segmentos esqueléticos estén representa-dos de forma semejante.

Si ocurrió una desarticulación y remoción delas cabezas –por ejemplo para someter los pesca-dos a secado y consumo diferido– se espera laausencia de vértebras. Esto suele ocurrir en losindividuos de mayor tamaño, mientras que los demenor talla suelen consumirse enteros (Stewart,1991). Además podríamos encontrar un alto núme-ro de elementos epaxiales (espinas y cintura pélvi-ca) que hayan sido removidos poco después de lacaptura para evitar posibles heridas durante lamanipulación de los pescados. Éstos usualmenteson vistos como desecho o ingredientes de estofa-do/guisados (Stewart, 1991). Algunos peces–especialmente los de pequeña talla– son consu-midos junto con sus huesos, quizás aprovechandoel hecho de que ciertas formas de procesamientoablandan los huesos. La ausencia de la regiónbranquial es compatible con el eviscerado paraconsumo inmediato o diferido (zohar et al., 2001).Para depósitos de desechos algunos autores seña-lan una alta proporción de huesos de la regiónbranquial (y cintura pectoral). otros señalan elpredominio de espinas, y caracterizan los sitios deprocesamiento con la presencia principalmente deelementos craneales y vértebras pobremente repre-sentadas (zohar et al., 2001).

Para el caso de un procuramiento selectivo seesperaría, relativamente, un pequeño rango detamaños; es decir, una selección de ciertos tama-ños de peces que contrastan con una distribuciónmás homogénea en los depósitos naturales. Ade-más se espera, por ejemplo en un campamento de

pesca (fC1), una alta densidad de hallazgos, hue-llas de corte y una baja diversidad taxonómica enrelación a la fauna nativa (Stewart, 1991). Sinembargo, la diversidad taxonómica y el rango detamaños pueden ser altos o bajos, dependiendo delos métodos y áreas de captura (Colley, 1987), yalgunos sitios arqueológicos presentan frecuenciasde hallazgos por metro cuadrado muy bajas, quepueden confundirse con las encontradas en depósi-tos naturales (Stewart & Gifford-González, 1994).Como se mencionó anteriormente, las huellas decorte no necesariamente se presentan y, de regis-trarse, lo hacen en muy baja frecuencia (Stewart,1991; Butler, 1996; zohar et al., 2001; Willis etal., 2008, entre otros).

finalmente, se espera que exista una correla-ción entre la densidad ósea y la frecuencia de loselementos representados en los conjuntos natura-les vs. una ausencia de correlación en los de origencultural (Lyman, 1984; Butler, 1996, entre otros)2.

CoNSIdERACIoNES MEtodoLóGICAS

El sector I de AM II –cuyo material se analizaaquí– abarcó una superficie de 31 m2, que fue divi-dida en cuadrículas de 1 m2. La muestra provienede la recolección superficial en toda esta área y deuna excavación de 3 m2 (aproximadamente el 10%del sector), cuyos materiales fueron cribados enlaboratorio con malla menor a 1 mm (Cahiza,2003a, 2003b) (figura 1). Para los fines de estetrabajo y considerando el contexto dinámico dedepositación propio de los médanos, los restos depeces recuperados en el sector fueron analizadoscomo un solo conjunto.

Utilizamos las herramientas metodológicashabituales en la identificación y cuantificación delregistro óseo (Mengoni Goñalons, 1988, 1999;Lyman, 1994; Reitz & Wing, 1999, entre otros).Para el caso de las percas, estimamos el númeromínimo de individuos (MNI) existentes en lamuestra agrupando los otolitos, según las variables

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2 Si bien otros factores pueden incidir en la preservacióndiferencial de los restos –como la forma y el tamaño de los hue-sos– no se han propuesto criterios para diferenciar un conjuntonatural de uno cultural a partir de estas propiedades, a diferen-cia de lo que ocurre con la densidad ósea (Lyman, 1984; Ste-wart, 1991; Butler & Chatters, 1994; falabella et al., 1994;Butler, 1996, entre otros).

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de lateralidad, longitud, ancho y espesor. Los mis-mos criterios y elementos se utilizaron para lospeces indeterminados. Para los pejerreyes, utiliza-mos los basioccipitales, dado que no se identifica-ron otolitos de esta especie.

La longitud de los otolitos también fue utiliza-da como indicador indirecto y relativo del tamañode los peces de la muestra (Cahiza, 2003a).

Para evaluar la incidencia de distintos procesostafonómicos, los especimenes fueron analizadosmacroscópicamente. Atendimos a los criteriosgeneralmente utilizados para evaluar el origenantrópico del conjunto, como la presencia de hue-llas de corte, las alteraciones térmicas, las eviden-cias de digestión, la representación de partesesqueletarias, la diversidad taxonómica, la correla-ción entre la densidad ósea y la frecuencia de loselementos, el rango de tamaño y la densidad dehallazgos (zohar et al., 2001).

Para evaluar el estado de preservación de loshuesos y la posible sobrerrepresentación de loselementos esqueletales se utilizó el índice de frag-mentación (WMI, weighted mean index) emplea-do por zohar et al. (2001). El mismo se basó encuatro categorías, seleccionadas al momento de laidentificación de los especímenes (representacióndel elemento del 100%, 75%, 50%, 25%).

RESULtAdoS Y dISCUSIóN

El conjunto ictiofaunístico de AM II-sector Iestá formado por 839 especímenes, de los cuales el66,26% pudo identificarse anatómicamente y el45,76% alcanzó una clasificación taxonómica anivel específico.

Entre los taxones representados (tabla 1), se haidentificado predominantemente Percichthys trucha,que caracteriza el 44% del conjunto total, aunquese registra también Odontesthes hatcheri en un1,66% de la muestra. A partir del cálculo del MNIse determinó la presencia de al menos 40 percas y2 pejerreyes, como así también de 8 individuosindeterminados. En este último caso, cabe advertirla posibilidad de que algunos de los otolitos consi-derados correspondan a Odontesthes, dado quepara contabilizar el MNI de esta especie el cálculose basó en otro elemento (basioccipitales). de serasí, estaríamos contabilizando dos veces los mis-mos individuos (a partir de sus basioccipitales, porun lado, y de sus otolitos, por otro), por lo cual el

número mínimo de individuos de peces indetermi-nados taxonómicamente se reduciría de 8 a 6. decualquier manera, las percas constituyen el 80% delos individuos recuperados.

La diversidad taxonómica registrada –querepresenta el 33% de la diversidad de la laguna–podría estar sesgada y representar a las especiesmás comunes (zohar & Biton, 2011), pero lamen-tablemente no disponemos de datos acerca de laabundancia relativa de la fauna ictícola de Guana-cache. Las especies recuperadas corresponden aaquellas de mayor rendimiento económico, conaportes energéticos de 1,41 kcal/g para Percichthystrucha y 1,38 kcal/g para Odontesthes hatcheri,estimados a partir de los datos publicados porCiancio & Pascual (2006), para peso húmedo. Noobstante, Diplomystes presenta valores energéticoscercanos (1,35 kcal/g). Hatcheria macraei, por suparte, sólo aportaría 0,85 kcal/g y Cheirodon inte-rruptus –sin datos disponibles– apenas puedealcanzar los 6 cm de longitud. Si bien tampoco haydatos acerca del aporte energético de Synbranchusmarmoratus, su talla promedio es de 50 cm (Keithet al., 2000) y se han registrado individuos dehasta 1,5 m de longitud (Kullander, 2003).

Modificaciones de la superficie

Entre aquellos especímenes que pudieron seridentificados taxonómica y/o anatómicamente(N=557), más del 90% no presenta ninguna modifi-cación superficial reconocible macroscópicamente(figura 2). Aproximadamente el 10% restante, encambio, mostraba señales de meteorización, oscu-recimientos, deformaciones3, concreciones y/o ter-moalteraciones, siendo estas últimas las más fre-cuentes.

Las termoalteraciones están solamente presen-tes en el 6% de estos especimenes, localizándoseen las vértebras (N=26), otolitos (N=5), opérculo(N=1), basioccipital (N=1), cleitro (N=1), epihial(N=1). Además se encuentran 6 especimenes ter-moalterados que no han sido identificados.

Los elementos postcraneales parecerían presen-tar mayor cantidad de señales de combustión, loque podría estar reflejando un procesamiento

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3 Se consideran «deformadas» si muestran cualquier altera-ción en la forma cuando se las compara con especimenesmodernos.

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(sometimiento al fuego) diferencial de los seg-mentos corporales. Sin embargo, si atendemos a lacantidad de veces que las vértebras están presentesen un organismo vivo, esta posibilidad pierde sus-tento. Además, la pequeña proporción de especi-menes quemados no estaría reflejando este tipo deprácticas.

Las señales de combustión se encuentran tantoen los especímenes de perca como en los de peje-rrey, con una proporción mayor de elementos ter-moalterados en esta última especie. No obstante, labaja frecuencia de especimenes de Odontesthes nopermite sostener una exposición diferencial a laacción del fuego.

La presencia de evidencias de quemado estomada como indicadora de actividad humana(Nicholson, 1993; Stewart & Gifford-González,1994; Greenspan, 1998; zohar et al., 2001). Comoadvierte Butler (1996), este tipo de evidenciapuede ser resultado de incendios naturales y aúncuando los responsables sean agentes culturales,existe la posibilidad de que el fuego sea posterioral depósito de los restos óseos. Sin embargo, no seha registrado una combustión extendida y, por elcontrario, se ha señalado la existencia de unaestructura de combustión, precisamente donde seconcentra la mayor proporción –que alcanza el21%– de elementos termoalterados (C6). Estosugiere que los restos de peces podrían haber sidoarrojados en los fogones –ya sea para desecharloso usarlos como combustible (Stewart & Gifford-González, 1994; Acosta & Musali, 2002; Acosta etal., 2007) –, aunque no permite descartar la previaaplicación de técnicas culinarias, difíciles de reco-nocer macroscópicamente (Shipman et al., 1984;Nicholson, 1993; Acosta & Musali, 2002). En estesentido, destacamos que el 58% de los restos ter-moalterados están carbonizados, el 27% se

encuentra calcinado y sólo el 15% presenta signosde quemado.

No se han identificado marcas de corte ni seña-les claramente atribuibles a la digestión humana.En cuanto a las primeras, no se sabe si esta ausen-cia refleja un procesamiento limitado, poco con-tacto de las herramientas con el hueso, tendenciaspropias de los huesos a fragmentarse o el hecho deque la agencia humana no está involucrada en laformación del depósito. Sin embargo, numerosostrabajos mencionan la dificultad de encontrar mar-cas de corte en los huesos de peces, las que suelenregistrarse con una nula o muy baja frecuencia(Willis et al., 2008). Por otro lado, las actividadesde trozamiento y eviscerado de peces mediano-pequeños no requieren conjuntos artefactualescomplejos, ni la inversión de muchas horas/traba-jo (Acosta & Musali, 2002). Si bien se han descri-to algunos atributos que permitirían identificar laingesta humana (Smith, 1985, citado por Butler,1996; Butler & Schroeder, 1998), la acción diges-tiva no siempre produce esas modificaciones yotros agentes fuera de los digestivos pueden estardejando trazas semejantes (equifinalidad). Lasdeformaciones vertebrales, como aquellas regis-tradas en 6 vértebras (aproximadamente 1% de lamuestra identificada anatómicamente), son bastan-te frecuentes en la naturaleza, encontrándose pre-sentes incluso en muestras de referencia.

Patrones de fragmentación

La frecuencia de un elemento o sector corporalpuede estar reflejando una elevada presencia delelemento o un alto índice de fragmentación. Loshuesos altamente fragmentados pueden ser conta-dos varias veces y, consecuentemente, aparecersobre-representados. Por ello, el índice de frag-mentación (WMI) es correlacionado con el índicede supervivencia (MAU %), considerando todoslos especimenes. Se obtiene como resultado unacorrelación moderada negativa, estadísticamentesignificativa (rs= -0,4989; p=0,003). En este senti-do, se registran elementos muy poco representa-dos, pero completos (nasal, palatino, simpléctico,interopercular) y elementos con elevada supervi-vencia que presentan elevada fragmentación (clei-tro, opercular) (figura 3).

dado que la fragmentación sí parece estar influ-yendo en la sobrerrepresentación de algunos ele-mentos, basamos el MNE en la presencia de una

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Modificaciones macroscópicas en elementos identificados taxo-nómica y/o anatómicamente.

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fracción mayor al 25% para todos los elementos.Los valores de MAU% así estimados se presentanen el siguiente apartado.

La fragmentación también es utilizada comoindicador de un procesamiento diferencial, peroeste no parece ser el caso dado que los distintossegmentos corporales presentan un grado de com-pletitud relativamente semejante (tabla 2).

Representación de partes esqueletarias

La composición del conjunto indica que lamayoría de los elementos esqueléticos están repre-sentados (figura 4). Sin embargo, predominanampliamente los otolitos. Se destacan luego losparaesfenoides y basioccipitales, seguidos enrepresentación por los operculares y cleitros. Lasvértebras en conjunto presentan una supervivenciadel 13%, por debajo de hiomandibulares y cera-tohiales. Los huesos de la región branquial, por suparte, están prácticamente ausentes. Esto seríacompatible con el eviscerado para consumo inme-diato o diferido (zohar et al., 2001), aunque tam-bién podría tratarse de una mala preservación, dadoque su estructura parece ser menos resistente.

A pesar de los distintos criterios para organizarlas representaciones corporales (Stewart, 1991;Butler, 1993), éstas se asemejan a las de un esque-leto estándar (figuras 5 y 6), lo que sugeriría unadepositación de carcasas enteras o de todos lossegmentos corporales, como así también una rela-tivamente buena conservación. Este tipo de com-posición anatómica suele tomarse como uno de losindicadores de un conjunto de origen natural (Ste-wart, 1991; Butler, 1993; zohar et al., 2001). Eneste sentido, la representación de los segmentoscorporales de AM II es semejante al depósito natu-ral de la costa E (figura 5), con una levemente

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Porcentaje de supervivencia (MAU %, en negro) y completitud (WMI, en gris) de los elementos.

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índice de completitud (WMI) para diferentes sectores corpora-les (sensu zohar et al., 2001).

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menor proporción de elementos craneales y epa-xiales, que podría relacionarse con una menor pre-servación y/o recuperación de los mismos en elconjunto arqueológico. Sin embargo, tambiénpodemos encontrar una representación esqueléticacompleta ante la ausencia de procesamiento o tras-

lado de segmentos corporales particulares. Porotro lado, las representaciones corporales de AM IIse distinguen tanto de las de los depósitos natura-les no mencionados como de los conjuntos antró-picos tomados como referencia (figuras 5 y 6). Eneste último caso, se observa el amplio rango de

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Abundancia anatómica del conjunto AM II-sector I.

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Clasificación de segmentos corporales y datos de referencia tomados de Stewart (1991).

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posibilidades que incluye el universo cultural:desde conjuntos dominados por elementos cranea-les (do-285) hasta aquellos representados casiexclusivamente por elementos postcraneales (do-211), pasando por situaciones intermedias (fC1),por ejemplo.

Considerando además la notable semejanza encuanto a la representación anatómica entre dosconjuntos de orígenes contrapuestos –como son eldepósito natural del canal de Stewart y el sitio deprocesamiento de Butler–, podemos concluir queeste indicador –si bien es relevante para muchasdiscusiones– resulta poco confiable para determi-nar el origen de un conjunto.

Incidencia de la meteorización

Uno de los factores que pueden estar afectandola representación de las partes esqueletales es la me-teorización. En este sentido, tomamos como refe-rencia los datos experimentales sobre Percichthystrucha de Svoboda & Moreno (2014). La correla-ción entre el MAU % del conjunto arqueológicoAM II-sector I y el índice de supervivencia espe-

rado para un conjunto afectado por la meteoriza-ción (Svoboda & Moreno, 2014), es baja y no sig-nificativa (rs= 0,294; p= 0,23) (tabla 3). Esto escoherente con la presencia de señales de meteori-zación en menos del 2% del conjunto.

La presencia de los elementos de baja expecta-tiva de supervivencia (vómer, cleitro, maxilar,opercular) podrían estar señalando un proceso deenterramiento rápido de los huesos, cuestión espe-rable en un contexto medanoso. Por otro lado, ele-mentos como las vértebras, ceratohiales y epihia-les, que son esperables en elevada frecuencia, seencuentran relativamente poco representados.

Relación entre densidad ósea y supervivencia

En conjuntos naturales que sufren procesospostdepositacionales severos se espera encontraruna relación entre la densidad y la supervivencia(Lyman, 1984; Butler & Chatters, 1994; zohar etal., 2001), aunque dicha relación también puedesurgir como resultado de actividad humana(Lyman, 1984). Sin embargo, una falta de relaciónentre estas dos variables sugiere que los patrones

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Clasificación de los segmentos corporales y datos comparativos estimados a partir de Butler (1993).

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de pérdida y ruptura de huesos reflejan actividadeshumanas relacionadas con el procesamiento(Nicholson, 1992, citado por zohar et al., 2001;Butler, 1993; falabella et al., 1994).

Aunque no se disponen de datos para la especiemás representada en cuestión (Percichthys trucha),se suelen utilizar los valores conocidos para otrasespecies emparentadas y con estructuras óseassemejantes. En este sentido, retomamos la selec-ción realizada por Svoboda & Moreno (2014) apartir de los datos publicados por falabella et al.(1994)4. Para facilitar las comparaciones, a su vez,promediamos estos valores. La correlación entrelos valores de densidad ósea así estimados y elMAU% del conjunto arqueológico es baja y nosignificativa (rs= 0,192; p= 0,52) (tabla 3).

Las vértebras e hiomandibulares presentan losvalores densitométricos más bajos, pero seencuentran en una posición relativamente alta encuanto a su representación en el conjunto arqueo-lógico, aún cuando su supervivencia es del 13% y16%, respectivamente. Los maxilares y supraclei-tros, por su parte, presentan valores densitométri-cos relativamente elevados, pero su supervivenciaoscila entre el 3-4%.

Rango de tamaños

Para estimar el rango de tamaño de los indivi-duos representados en el conjunto arqueológico,los otolitos son los elementos más frecuentes en elsitio, y por tanto los que mejor podrían dar cuentade la amplitud –o no– de este aspecto. Sin embar-go, se ha demostrado que la utilización de técnicasmorfométricas y modelos de regresión lineal esimprecisa con este elemento en particular (Svobo-da, 2013). Para los fines de nuestro análisis, la dis-tribución de la longitud de los otolitos (Cahiza,2003a) permite inferir una cierta amplitud en ladiversidad de tallas representadas –que, apelandoal modelo y de forma aproximada– oscilaría entreindividuos de 10 cm a 51,5 cm de largo total, conuna media de 25,7 cm. Esto sugiere que los indivi-duos no han sido seleccionados en función de sutamaño5.

Densidad de hallazgos

En el sector I de AM II se estima que existen 27elementos de peces por m2, lo que se diferencianotablemente de los valores presentados para

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tABLA 3

Valores y ranking de la densidad ósea y supervivencia de loselementos. Referencias *: datos de experimentación de Svoboda& Moreno (2014). **: densidad ósea promediada para distintasespecies. datos de falabella et al. (1994). Los espacios vacíosindican que no hay datos para ese elemento.

4 La metodología empleada para estimar la densidad ósea eneste trabajo fue a través del desplazamiento de agua, lo que con-vierte sus resultados en poco confiables (Musali, com. pers.,2014). Sin embargo, dada la escasez de estudios densitométri-cos específicos sobre peces, se ha optado por utilizar la infor-mación disponible. La realización de nuevas mediciones conmétodos más modernos y confiables sin duda enriquecerá nues-tras interpretaciones.

5 Se reconoce que la longitud es una medida extremada-mente ambigua y vaga para caracterizar a los peces, por lo quese ha sugerido que la información sea complementada con esti-maciones de peso (Musali, com. pers., 2014). Sin embargo,estas estimaciones de peso dependen de los valores de longitud(Wheeler & Jones, 1989; Svoboda, 2013), por lo que el valorestimado de peso estará necesariamente condicionado por loseventuales errores en las medidas de talla. En cuanto a la posi-ble variación interespecífica de la relación talla/peso, la mismaparece mantenerse de forma semejante en los peces de formacorporal similar; es decir, los peces «redondeados» compartirían–como regla general– determinada relación entre la longitud yel peso, diferente a su vez de la relación que comparten lospeces «aplanados» (Wheeler & Jones, 1989). En nuestro caso,se puede sostener que los cuerpos de las percas y pejerreyes pre-sentan formas semejantes, por lo que la relación entre el peso yla talla sería a priori equivalente para ambas especies.

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depósitos naturales en el lago turkana, que oscilanentre 0,01 y 1,36 elementos/m2 (Stewart, 1991:tabla 1). Mas aún se distancia de los valores deAmboseli (0,002) (Behrensmeyer & dechantBoaz, 1980), probablemente relacionado con elhecho de que los ecosistemas terrestres presentanmenor frecuencia de huesos por m2 que los lacus-tres (Stewart, 1991). Por otro lado, el caso de lamuerte natural de percas en Llancanelo, con unadensidad de 15 elementos por m2 (Corbat & zan-grando, 2012), resulta mucho más próximo alvalor de nuestro sitio, aunque continua siendo bas-tante inferior.

Los valores disponibles para depósitos de ori-gen cultural, por su parte, presentan un rangomucho más amplio, que se superpone con aquel delos depósitos naturales referidos (figura 5). Segúnlos datos recolectados por Stewart & Gifford-Gon-zález (1994: tabla 1), la frecuencia de huesos depeces en campamentos de pesca variaba amplia-mente entre 0,0005 y 13. En este sentido, los auto-res afirman que al menos 1/3 de los sitios no serí-an distinguibles del «ruido de fondo», a menos queexista algún desecho cultural (Stewart & Gifford-González, 1994). Por su parte, los datos presenta-dos por Chiavazza (2013: tabla 1) indican densi-dades de restos ictiofaunísticos de entre 3 y 186especimenes por m2, comprobando la observaciónanterior y ampliando, a su vez, el rango para sitiosarqueológicos en el contexto de las lagunas nord-mendocinas. Cabe mencionar que el otro sector deAM (sector II) presenta una densidad de 398,04especimenes de peces por m2, y La Empozadallega casi a los 816 (Cahiza, 2003a), por lo que elrango se extendería aún mucho más.

En la figura 7 –de la cual se han excluido losdatos más elevados para conjuntos culturales–, sepuede ubicar claramente al conjunto AM II sI den-tro de los parámetros de los conjuntos antrópicos.

Algunos autores señalan que conjuntos natural-mente depositados pueden presentar altas densida-des de hallazgos, por ejemplo como consecuenciade una continua depositación sobre la mismasuperficie a lo largo del tiempo (Stewart & Gif-ford-González, 1994). Sin embargo, este tipo deconjuntos no alcanzarían –contando las observa-ciones de Llancanelo– los 20 elementos por m2,valor ampliamente superado por los conjuntos deorigen cultural. La cantidad de hallazgos por m2,entonces, no es un buen indicador del origen depo-sitacional cuando este valor es bajo –dado quepuede tratarse tanto de conjuntos naturales como

antrópicos–, pero sí puede serlo –en conjunto conlos otros indicadores–, cuando dicho valor es ele-vado. El umbral potencial que separe ambos tiposde depósitos debería ser estimado en función decada contexto particular, por lo que no descarta-mos que existan valores de densidad para contex-tos naturales superiores a los referidos aquí. Eneste sentido, zohar et al. (2001), citando un traba-jo de Van Neer de 1993, aclaran que un conjuntonatural puede presentar una alta densidad dehallazgos cuando se da una muerte masiva en uncontexto particular, una poza de marea, en cuyocaso encontraremos condiciones limnológicas ytopográficas muy específicas, susceptibles de seridentificadas e incorporadas a la hora de interpre-tar el conjunto en cuestión6.

finalmente, cabe señalar que las prospeccionesrealizadas en los Altos de Melién sólo han permiti-do identificar registro de peces en sectores dondeestaba asociado a materiales culturales. Estas con-centraciones se encuentran en lugares sobreeleva-dos donde no se esperaría encontrar mortandadgeneral de peces, espacios donde no sólo aparecióregistro artefactual sino también rasgos de estructu-ras y que, en muchos casos, son actualmente apro-vechados para la instalación de puestos caprinos.

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fIGURA 7

densidad de hallazgos de restos ictiofaunísticos en conjuntos deorigen natural, cultural y en el sitio AM II sector I. Nota: Paraconjuntos naturales, datos de Stewart (1991), Behrensmeyer &dechant Boaz (1980) y Corbat & zangrando (2012). Para con-juntos culturales, datos de Stewart & Gifford-González (1994),Cahiza (2003a) y Chiavazza (2013).

6 Este sería el caso de las denominadas topografías negati-vas (Musali, com. pers., 2014).

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EL RoL dE LoS PECES EN LA SUBSIStEN-CIA dE GUANACACHE

Si bien no han sido procesados los datos faunís-ticos de otros taxones para el sitio en estudio, dis-ponemos de esta información para diferentes con-textos culturales del sector de Guanacache (Cahiza,2003a; García Llorca & Cahiza, 2007) y las lagu-nas de la planicie nordmendocina (Chiavazza,2013). Atendiendo al %NISP de peces para estossitios (figura 8), se observa que este recurso repre-senta entre el 45 y el 88% de las muestras faunísti-cas reconocibles en algún nivel taxonómico. Apesar de la poca resolución temporal de los conjun-tos, la importancia relativamente elevada de lospeces se mantiene bastante constante al compararlos conjuntos prehispánicos (de PA14.1 a PA14.7)con aquellos que incluyen además cronologías pos-teriores al contacto (LE y AM II sector II).

Las especies que le siguen en cuanto a su repre-sentación son principalmente los dasipódidos y lasaves, y en otros casos los roedores (Lagostomusmaximus y Microcavia australis). Este predominiode la fauna menor puede explicarse por una menor

disponibilidad de recursos de mayor rango, comoel guanaco. Sumado a ello, la zona de Guanacachecoincidiría con una de las áreas donde la presenciade Lama guanicoe tiene en la actualidad las meno-res densidades de individuos (Politis et al., 2011).

Las lecturas de los anillos de crecimiento de losotolitos recuperados en estos sitios ofrecen infor-mación disímil (figura 9). Cahiza (2003a) propo-ne un aprovechamiento de los peces preferente-mente en época cálida o de mayor disponibilidadde alimentos (92% de la muestra; N= 60), mientrasque según los datos de Chiavazza (2013) aproxi-madamente la mitad de los sitios de las lagunassugieren una captura estacional (entre el 100-66%de los otolitos presentan el último anillo hialino,asociado con la época fría; N=164) y los otros unaprovechamiento anual (el último anillo de creci-miento es hialino u opaco en proporciones seme-jantes).

La diferencia puede estar dada por una inter-pretación opuesta en la lectura de los otolitos o porla aplicación de metodologías diferentes. otrosfactores de variación pueden deberse a diferenciasen el tamaño de la muestra, y en este sentido la

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Importancia relativa de los restos de peces en distintos sitios de las lagunas nordmendocinas. Nota: *: datos de Chiavazza (2013). Entreparéntesis cronología estimada por el autor, tal como ha sido expresada por él en años AP; **: datos de Cahiza (2003a). Entre parénte-sis, fechado radiocarbónico más reciente.

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muestra más grande (PA14.2; N=61) presentavalores intermedios en relación a los sitios deChiavazza (2013). Incluso los valores de este sitioconcuerdan con aquellos obtenidos al considerartodos los sitios de este autor en conjunto. Compa-rando entonces los datos de Chiavazza (2013)como un grupo con los de Cahiza (2003a) comootro, la época inferida por ambos autores es laopuesta.

CoNCLUSIoNES

El contexto arqueológico del conjunto ictiofau-nístico, emplazado en un terreno próximo a lalaguna pero no inundable, en asociación con otrosmateriales arqueológicos, –principalmente cerámi-ca y otros tipos de fauna–, y en especial la presen-cia de una estructura de combustión, permitenabordar el conjunto como uno de origen cultural.Específicamente en relación al conjunto ictioar-queológico, otros elementos apoyan esta idea: lapresencia en el sitio de aquellos taxones de pecescon un rendimiento económico relativamente ele-vado (Percichthys y Odontesthes), una falta decorrelación entre la frecuencia de elementos

esqueléticos y la densidad mineral ósea de los mis-mos, presencia de señales de combustión y unadensidad de hallazgos relativamente elevada.

La representación de partes esqueletales, por suparte, presenta ciertas ambigüedades, dado quecoincide bastante con aquella encontrada en unorganismo vivo y en algunos depósitos naturales.El conjunto se diferencia notablemente también eneste aspecto de los sitios de procesamiento y de losde almacenamiento de peces estudiados etnoar-queológicamente (Stewart, 1991; Butler, 1993).Sin embargo, como expresamos anteriormente,una diferencia en la representación de los segmen-tos corporales es esperable cuando ha ocurrido unprocesamiento diferente para cada segmento(Butler, 1993), por lo que el conjunto de AM II-sIes compatible con un procesamiento en el lugar,según el cual se espera que todo el esqueleto estérepresentado. La semejanza en los patrones defragmentación entre el cráneo y el postcráneo,como así también en la distribución de las termo-alteraciones se interpretan en el mismo sentido.Paralelamente, el conjunto ictioarqueológico pre-senta tanto partes craneales como vertebrales ybaja selectividad de individuos por tamaño, rela-ción que ha sido establecida como evidencia nega-

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Época de captura inferida a partir del último anillo de crecimiento de los otolitos identificados en cada sitio. *: Chiavazza (2013: tabla2); **: Cahiza (2003a). Época fría: en gris; época cálida: en negro.

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tiva de procesamientos para traslado y consumoposterior (Stewart & Gifford-González, 1994; Ste-wart et al., 1997; zohar et al., 2001).

La selectividad taxonómica y la preferencia ono en el tamaño de los individuos capturados –eneste caso no–, pueden estar influidas por la dispo-nibilidad ecológica de los peces, como así tambiénpor su disponibilidad geográfica y por la tecnolo-gía disponible (Stewart, 1991), a los que añadimostambién la preferencia del grupo –la cual puedeestar vinculada tanto a cuestiones palatables comoa tabúes alimenticios (Musali, com. pers., 2014) –.En el caso que nos ocupa, las especies recuperadasse encuentran entre las de mayor rendimiento eco-nómico.

Podemos concluir que el sitio no estaría refle-jando actividades de procesamiento para posteriortraslado o almacenamiento, sino un consumo insitu probablemente ligado a la subsistencia delgrupo y no a actividades de intercambio. Para dis-cutir aspectos vinculados a la época de captura delos peces es necesario integrar otras líneas de evi-dencia.

finalmente, consideramos que el estudio de losmateriales ictioarqueológicos por sí mismos nonos permite discutir la emergencia de la compleji-dad en las organizaciones sociales que habitaron elsector septentrional del CoA. La explotación delos peces en el sector de Guanacache parece habersido más significativa que lo previamente pensado,tendencia que, al menos con los datos disponibles,se mantiene desde hace unos 1600 años AP en laslagunas.

AGRAdECIMIENtoS

A las coordinadoras del Simposio: Paula Escos-teguy y Romina frontini, que en el marco del IIICongreso Nacional de zooarqueología Argentina,impulsaron la presentación de una versión previadel artículo. A Javier Musali y José Agustín Cor-dero, por sus comentarios y sugerencias. A CoNI-CEt, Pancho zangrando y Luis orquera.

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