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Pontificia universidad Javeriana Facultad de Filosofía Cátedra de Lonergan dada por el profesor Francisco Sierra Estudiante: Camilo Andrés Gutiérrez Romero La pregunta por el método Acerca de un texto de Andrew Beards En el tercer capítulo del libro de Andrew Beards: Método en Metafísica: Lonergan y el futuro de la filosofía analítica es brevemente comparado y contrastado el método lonerganiano con las metodologías inherentes a los enfoques [approaches] filosóficos diversos como el de Quine, Alex Oliver, David Lewis, C.B. Martin, Michael Dummett, Hilary Putnam y Alfred North Whitehead, igualmente se incluye una mirada rápida sobre el método de la fenomenología. La “rápida” visión que hace de todo lo que trata, en esa misma medida espero que este texto logre esa “rapidez” característica de los textos para este seminario. Y sin reparo alguno les comunico que igual que con los textos anteriores no tengo fe en que el expositor del caso logre hacer algo con el encargo, enfrentándose a un texto que por su forma, contenido y terminología sintética que dificulta cualquier acercamiento, elabore algún escrito con un estilo que no se vea ni muy perturbado o calcado de la lengua inglesa en su manera de armar las frases, ni de ordenar los párrafos, o cargado de anglicismos, como es el estándar de algunas(sino la mayoría) de las traducciones. Sin embargo proceder a enumerar los tópicos del texto del que se pretende dar cuenta, con la esquematización acostumbrada dado que por la cantidad de autores raya este en el malabarismo escolástico, o para ser más amables bebe en el consuelo que se tiene al servir de intérprete, en el sentido de traductor que permite el diálogo –posmortem ciertamente- entre diversas escuelas gracias al conocimiento profundo que tiene tal personaje de las terminologías de unas y otras, una especie de premio por un largo estudio, que parece no tener otro nombre que el de erudición de testimonios. El título del libro de Beards deja mucho que decir pues hay argumentos para rechazar la existencia del “futuro” de la filosofía analítica, acogiendo la tesis de Juan Acero: “La filosofía analítica no existe en estos días” (Acero, 1985, p.20) Esto quiere decir que antes que nada la filosofía actual es en este sentido filosofía pos-analítica. Por lo tanto en tal caso relacionar el pensamiento de Lonergan con la actual filosofía analítica no es para nada una acción afortunada al tener presente la tesis de Acero. Sin embargo el título de Beards La cuestión del método, da en el blanco con un punto que dice el profesor Acero “la doctrina del método es en la actualidad una

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Pontificia universidad Javeriana Facultad de FilosofíaCátedra de Lonergan dada por el profesor Francisco SierraEstudiante: Camilo Andrés Gutiérrez Romero

La pregunta por el métodoAcerca de un texto de Andrew Beards

En el tercer capítulo del libro de Andrew Beards: Método en Metafísica: Lonergan y el futuro de la filosofía analítica es brevemente comparado y contrastado el método lonerganiano con las metodologías inherentes a los enfoques [approaches] filosóficos diversos como el de Quine, Alex Oliver, David Lewis, C.B. Martin, Michael Dummett, Hilary Putnam y Alfred North Whitehead, igualmente se incluye una mirada rápida sobre el método de la fenomenología. La “rápida” visión que hace de todo lo que trata, en esa misma medida espero que este texto logre esa “rapidez” característica de los textos para este seminario. Y sin reparo alguno les comunico que igual que con los textos anteriores no tengo fe en que el expositor del caso logre hacer algo con el encargo, enfrentándose a un texto que por su forma, contenido y terminología sintética que dificulta cualquier acercamiento, elabore algún escrito con un estilo que no se vea ni muy perturbado o calcado de la lengua inglesa en su manera de armar las frases, ni de ordenar los párrafos, o cargado de anglicismos, como es el estándar de algunas(sino la mayoría) de las traducciones. Sin embargo proceder a enumerar los tópicos del texto del que se pretende dar cuenta, con la esquematización acostumbrada dado que por la cantidad de autores raya este en el malabarismo escolástico, o para ser más amables bebe en el consuelo que se tiene al servir de intérprete, en el sentido de traductor que permite el diálogo –posmortem ciertamente- entre diversas escuelas gracias al conocimiento profundo que tiene tal personaje de las terminologías de unas y otras, una especie de premio por un largo estudio, que parece no tener otro nombre que el de erudición de testimonios.

El título del libro de Beards deja mucho que decir pues hay argumentos para rechazar la existencia del “futuro” de la filosofía analítica, acogiendo la tesis de Juan Acero: “La filosofía analítica no existe en estos días” (Acero, 1985, p.20) Esto quiere decir que antes que nada la filosofía actual es en este sentido filosofía pos-analítica. Por lo tanto en tal caso relacionar el pensamiento de Lonergan con la actual filosofía analítica no es para nada una acción afortunada al tener presente la tesis de Acero. Sin embargo el título de Beards La cuestión del método, da en el blanco con un punto que dice el profesor Acero “la doctrina del método es en la actualidad una reliquia (aunque se trate de una reliquia de tiempos no demasiado lejanos). Sin embargo sin esta doctrina del método no hay una base suficiente para hablar de la significación de la Filosofía Analítica” (Acero, 1985, p.21.) apunta al corazón de la filosofía analítica, ahora inexistente o en palabras del profesor de la universidad de Granada: “agua pasada” (Acero, 1985, p.17.)

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Lo que Lonergan entiende como las intelecciones que resultan de cada una preguntas de la siguiente triada “ ‘¿Qué hago yo cuando estoy conociendo?’; II) ‘¿Por qué lo que estoy haciendo es conocimiento?’; y III) ‘¿Qué hago cuando conozco [el hecho de] que estoy conociendo?’.” (Beards, Pág. 59) corresponden dentro de la filosofía de Lonergan, respectivamente a: 1) la teoría del conocimiento, 2) epistemología, y 3) la metafísica (Cfr. Método en teología, 2006, p.31). ‘Intelección’ tiene aquí el sentido de una respuesta a las preguntas mencionadas, y tiene la connotación con el acto de relajarse, dejar de lado de la tensión resultante de una indagación apremiante, y es el producto del procurar comprender los motivos que explican más que describen sin más de la operación del inquirir humano en general.

Lonergan distingue entre tres fases en la metafísica: 1) metafísica latente, es decir una anticipación metafísica de la realidad operativa con la que nosotros pensamos, 2)metafísica explicita, metafísicas problemáticas, conflicto entre escuelas, (Para las implicaciones de la metafísica Cfr. Lonergan, 2005, p 466.ss.) y finalmente 3) metafísica crítica. (Cfr. Beards, 2008, Pág.88.)

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I) Apropiación de la tradición aristotélico-tomistaAhora bien la propuesta lonerganiana de la metafísica en el sentido arriba determinado

se 1) sirve de la crítica a A) la metafísica de la presencia, tal como Heidegger pero fundamentándose como hemos visto no en el olvido del ser sino en el del sujeto, B) al mito del conocer es solamente ver, es decir de la reducción de las operaciones que constituyen el conocimiento, al aspecto de una de ellas exclusivamente. Y C) a las epistemologías en las que los datos son tomados o bien crudos, o bien inmediatamente dados. 2) apropia de la tradición aristotélico-tomista, rescatando la metafísica aristotélica que ocurre teniendo la base epistemológica realista crítica tomista.1 Así pues se trata de una manera de “derivación de términos y relaciones básicas entre o a partir de los datos del ingenio [consciousness], una manera de aceptar la metafísica tradicional en algún sentido que no es el del ser-conocido [ to-be-known] en la actividad cognitiva humana” (Beards Pág. 62.). 3) se distancia de los planteamientos clásicos en cuanto I) que su interés no tiene como centro el ser sino el conocer. De esto se sigue, asegura Beards, que los acercamientos a diversas temáticas metafísicas por parte de Lonergan, emergen a partir de su realismo crítico, esto es de su posición epistemológica. Y II) Lonergan no ignora los asuntos como la causa formal y la eficiente tras la modernidad, además del conflicto presente en las diversas interpretaciones de Aristóteles. Siendo estos dos últimos puntos los que determinan la aproximación critica que hace nuestro autor a la obra del Estagirita y a su tradición (cosa obvia desde la misma modernidad).

Anotemos igualmente del artículo de Beards: 1) que la ciencia moderna si bien ha abandonado la lista aristotélico-tomista de las causas reales, ella misma podemos decirlo según este comentarista, se ha concentrado dentro de aquella descartada lista, en el elemento de la causa formal: un patrón u organización de los datos. Y 2) Todo filósofo de la ciencia  realista sostiene hoy en día que la ciencia es intrínsecamente revisable, consideración que es el corazón del concepto de ciencia en la filosofía de Quine. 4) En este planteamiento el conocimiento tanto del sentido común y como de la ciencia puede extrapolarse en términos metafísicos pues la metafísica tiene raíces semánticas, como la filosofía analítica re-descubre, y en esa medida tiene soporte en ciertos principios y estructuras anticipatorias del pensamiento. Se trata entonces una apropiación sumamente especial, en la medida en que considera la metafísica en función del acto de conocer, pero sobre todo del preguntar para conocer. Una deuda con la tradición aristotélica no se hace esperar. Y esto se evidencia en varias áreas: A) La terminología que emplea con frecuencia, la forma de escribir, la cual podemos denominar lógica de las definiciones o si se quiere descripciones y distinciones que emplea: signos objetivos de su deuda con la tradición escolástica, al fin y al cabo dice Lonergan nadie puede hacer abstracción de su educación; B) Aunque diverge con aquella tradición aristotélica en varios puntos, retoma sigue y profundiza otros: por ejemplo la distinción entre conocimiento descriptivo y aclaratorio-expositivo[explanatory], el realismo tomista (que indagar por las operaciones de la mente sea un problema nada desdeñable), aunque asegure Lonergan que lo hace desligándose del compromiso metafísico tan marcado de Aquino.II) Estableciendo compromisos ontológicos

En este orden de ideas, y dado el interés por el método que tiene Lonergan, Beards para explorar en el registro metafísico este asunto, se pregunta: “¿cómo es abordado el tema del método en metafísica por otros contendientes filosóficos [de Lonergan, se sobreentiende] en este terreno y en particular por quienes propugnan por un renacimiento de la metafísica en el sector de la filosofía analítica?” (Beards, Pág. 65.) Esta es la pregunta rectora de toda la indagación que Beards realiza con los filósofos analíticos.

Es decir, el camino que Lonergan sigue cuando dirige a la metafísica es del conocer hacia el ser, por es realmente objeto de su obsesión todo aquello que tenga que ver directamente o indirectamente con el conocimiento. El punto de partida, y llegada es el realismo crítico: por decirlo así abrevando en un espíritu neo-escolástico pero que en vez de estar obsesionado con los problemas del ser, cosa harto común en esa escuela, este está obsesionado con el

1 ‘Realismo crítico’ tiene varias acepciones, entre ellas la de Lukács, y en general la concepción epistemológica, esto es la aristotélico-tomista, en el ámbito del neotomismo y la neo-escolástica, entre esto último destaca la propuesta por el Cardenal Mercier (Cfr. Llano, 2003, p.115)

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conocimiento, pero sin que esa brillante gracia le quite la carga-exigencia de los compromisos ontológicos.

Esta pregunta implica un excurso por la filosofía analítica en cuanto al tema del método respecta. Pero ¿Cuáles son los contendientes de Lonergan?

Menciona a Alex Oliver partidario del uso del principio de parsimonia o más conocido con el nombre de la navaja de Ockham, tema recurrente en el artículo, es decir un compromiso con una cierta economía en la metafísica. Esto es abogar por el empleo de un mínimo de predicados primitivos tanto por elegancia como por simplificar la teoría.

La ontología de Oliver busca esta simplicidad pero no siempre queda claro como ha empuñado la navaja de Ockham. Nuestro comentarista nos dice que Oliver adopta de de David Lewis el criterio de parsimonia (Cfr. Beards, 208, p.72). Quedando en claro que dicha economía abogada por el primero no representa un gran avance y mucho menos si resulta siendo una moda y que en general es un desiderátum, esto es lo mejor a lo que podemos aspirar pero un deseo no cumplido, el ideal por tanto de una ontología simple no tan exuberante con una muy buena podadora de Ockham.

Pero Beards prosigue con Quine: Además arguye que cuando uno sigue a Carnap negando que la idea de analizar los actos intencionales conscientes pueda proveer a la filosofía de una base para sus reflexiones, la consecuencia natural es el incursionar en los problemas de la traducción y de su incompletitud. Las paradojas y otra serie de posiciones que se autodestruyen presentes en la filosofía de Quine, son el resultado del rechazo y abandono del análisis de los actos intencionales conscientes o más estrictamente hablando de intentar abandonarlo. Para redirigirse al pensamiento realista se sirve de argumentos de C.B. Martin para concluir nuevamente que el realismo es la posición de la filosofía lonerganiana, la cual no es ambigua como las demás posiciones abordadas: “Y ciertamente, el escepticismo, relativismo, idealismo, y semejantes son formas parasitarias de las nociones del conocimiento humano” ( Beards, 2008, p.87-88)

Por su parte dice el comentarista la paradoja de la teoría de las clases de Russell, es producto de la cosificación ilegitima de la noción de clase, esto es en terminología tomista: tomar la parte por el todo, o en palabras de Dummett una cuantificación generalizada. (Beards, 2008, Pág.85.)III) Whitehead y los procedimientos metafísicos

En la filosofía orgánica de Whitehead algunos han puesto su atención quienes se interesan no tanto en resucitar la metafísica sino las gentes que poseen un marcado interés por ella, aunque este no sea propiamente resucitatorio.

Beards asegura que Whitehead y Lonergan tienen puntos comunes: 1) la intención de poner de manifiesto la metafísica asumida con el cambio de visión desde el mundo aristotélico a la ciencia moderna, Y 2) ambos consideraban de máxima necesidad criticar el empirismo ingenuo y las versiones caricaturizadas de la metafísica de la presencia para hablar en términos de la escuela heideggeriana.

Pero ambos autores difieren de manera sobresaliente: Lonergan persigue la sospecha y recuperación de la tradición aristotélico-tomista, pero como lo hace fundamentándose en su posición epistemológica y de teoría cognoscitiva, resulta que la somete a la defensa en tono crítico. Para establecer la distinción Beards “se arriesga” supuestamente porque se sirve es de la autoridad de otros para sentar lo que él quiere decir, con el talón de Aquiles de la filosofía de Whitehead: su dependencia de la ciencia moderna; la ausencia, según Dorothy Emmett -primera autoridad sobre este punto- de unos fundamentos epistemológicos críticos que invitan al puro escepticismo o un más leve agnosticismo en el sistema de Whitehead. Según esto en este sistema se restablece algo parecido al atomismo de Demócrito, o alas monadas de Leibniz solamente que con las ventanas abiertas en lo que respecta a las representaciones que tenemos del mundo externo. Esto no basta para el realismo crítico, además ¿qué instancia puede asegurarnos la existencia de tales entidades microscópicas? O bien ¿qué o quién nos asegura qué sean esas y no otras? En cuanto que tales entidades no son digamos necesarias para la explicación de los problemas epistemológicos, Whitehead -denuncia Beards- bebe en el crudo atomismo, el comentarista asegura además que es ese atomismo lógico como el del Tractatus de Wittgenstein, es un producto proyectivo de la imaginación (Beards, 2008, p.72.)

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El realismo crítico requiere de una distinción entre aquello que lo que es propio, exclusivo al conocimiento humano, y entre lo que compartimos con los animales en nuestras reacciones espontaneas al medio ambiente. (Beards, 2208, p.71) No le basta una aserción dogmática de correspondencia entre las representaciones provenientes del mundo externo con los actos de la cognición en la conciencia perceptual. A lo sumo, y sirviéndose entonces de elementos en la exposición sobre Whitehead efectuada por Percy Hughes, Beards declara que el punto más débil en el pensamiento del coautor de los Principia es la epistemología.IV) Método y la navaja de Ockham

La navaja de Ockham se empuña al servicio de ciertos compromisos filosóficos particulares, hundiéndola en otros puede descartarse la ontología asegurando que contienen ‘predicaciones excesivamente misteriosas’ o bien que contradicen al sentido común, o a los ‘hechos básicos’ en el sentido de Moore. Pero esta formulación así enunciada no es muy precisa que digamos aunque bien señala Beards un humeano daría a buena parte de los objetos adoptados por la ontológica el apelativo de quimera, o predicación misteriosa, o filosofía abstrusa. El emplear la navaja de Ockham qua principio del método, es el asunto en esta sección. Esta navaja ha sido consagrada en la sentencia escolástica: Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem. Traduzco: Los entes no son cosas para multiplicar excepto cuando hay necesidad. Sin embargo no está presente en las obras de Ockham, tal sentencia es uno de esos dichos atribuidos. A pesar de ello, esta sentencia, encierra el espíritu de la filosofía analítica de una ontología de un desierto frente a la de una selva en donde infectan toda clase de seres ponzoñosos y venenosos. Un espíritu de rigurosa obediencia y pobreza, que se caracteriza por una sequedad donde el alma se evapora a cada momento… Navaja asesina en el caso del asesinato es señal de no otra cosa que del asesino el arma homicida. Pero pudieron participar más individuos en el siniestro. Tal imagen aduce el comentarista es un poco más compleja si nos trasladamos al sector de la ontología.

Asegura que el principio de de economía explicativo resulta ser circular en el caso del naturalismo reduccionista de la ontología que Quine propone (Cfr. Beards, 2008, p.74.) Pero que en cambio, Lonergan en su propuesta con las cuatro operaciones –recalca Beards- no cae en tal circulo sino que da el apoyo a que lo que es sea no como en empirismo acrítico lo que es sentido, sino todo aquello que es inteligentemente captado y razonablemente afirmado.

Esto porque Lonergan al poner el conjunto de las cuatro operaciones da cuenta de la constitución del proceso de conocimiento que es empírico e inteligible en lo que respecta a su constitución. Según esta interpretación el naturalismo de Quine no es sostenible pues deja sin apoyo todo lo que puede ser sentido directamente, es decir en la terminología que emplea Beards niega la conciencia perceptiva, y con ello no fundamenta la base de sus filosofemas de un modo realista crítico, sino que hay una ambigüedad que permite la enunciación de absurdas sentencias que se autodestruyen: escepticismo a ultranza, y sobre todo ambigüedad.V) Ontología como “Haciendo la verdad” {‘Truth Making’}Esta sección es sin duda la más oscura para el expositor, por lo que simplemente me limitare a decir que: La noción ‘Truth Making’ empleada en alguna ocasión por Lonergan, cuya ubicación Beards no especifica, ha de comprenderse en líneas generales en compañía con el hecho de que el conocimiento que tenemos de la realidad consiste tanto en juicios afirmativos como negativos. La noción es coherente con el identificar la necesidad y suficiencia de realidad en los juicios que poseen verdad de hecho (Cfr. Beards, 2008, p.74.).Sin embargo no entiendo el planteamiento ni la objeción de Richards Cartwright tiene a la noción mencionada. VI) Metafísica, lenguaje y lógica.

El comentarista asegura algo bastante enigmático, es y es asegurar que hay un cierto giro lingüístico en la filosofía de Lonergan. Nada mejor que esperarse en un texto como el de Beards titulado como se titula. Esto lo hace bajo el supuesto de que la metafísica en sus diversas versiones analíticas resulta ser la explicitación de los fundamentos de la semántica, pero a diferencia de otros autores Lonergan no sigue con el prejuicio en contra de la investigación de los actos mentales, que procede por lo menos desde Carnap. Procede el comentarista en acercar y diferenciar la propuesta lonerganiana de la metafísica, porque por su parte, el enfoque de Michel Dummett –asegura Beards p.78- cuando se trata de las relaciones entre lenguaje lógica y metafísica es algo semejante al tratamiento que hace de ellas Lonergan.

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Pero ambos autores difieren en otras cosas, por ejemplo que Dummett emplea para investigar el lenguaje las herramientas del análisis formal del lenguaje, por su parte Lonergan considera el lenguaje qua expresión de los agentes humanos inteligentes y razonables, sin embargo Lonergan no se sirve del aparato formal en el tema del lenguaje, debido a que la lógica que el estudio es la lógica de Santo Tomas2, esto es una lógica que se centra más que otra cosa en la comprensión y su desarrollo.

La lógica del método escolástico en la que la afirmación y la negación eran reclamadas a través de las distinciones, para de esta manera en la más remota esquina “solucionar” las cuestiones, es un punto que al parecer Dummet también evalúa.

Pero la posición de Dummet el intuicionismo. Es decir Lonergan tiene en mente una lógica que se ocupa de asuntos cognoscitivos más que en los aspectos formales del lenguaje. Los sistemas lógico formales expresan según opinión de Beards la actividad conceptual verbal simbólica de los seres humanos. Esto implica que suministran simplemente una perspectiva de nuestras operaciones inteligentes y razonables, esto es así cuando tenemos el enfoque cognitivo.

Lonergan asegura en Insight que la lógica puede ser deducida a partir del análisis cognitivo (Citado por Beards, 2008, p.80-81). A partir de Lonergan la postura de Priest no puede sostenerse. Aduce en esta sección un fragmento de Insight (cfr. Beards p.79) en el que Lonergan en cuanto al principio de tercero excluido asegura que su validez se debe al acto de juzgar, a la afirmación o negación del juicio y en el andar buscando la más adecuada comprensión y formulación de una cuestión en general. Punto en común con el tomismo como había ya señala do Beards en la primera sección del texto, Lonergan siguiendo la tradición tomista, considera la verdad en el momento del juicio.

Otro caso es la pregunta por la validez del principio de no contradicción que según Graham Priest, en su texto Acerca de la Aritmética inconsistente, si bien no vale para todos los casos, ha de restringirse en un sentido lógico matemático la aplicación de la contradicción (Cfr. Beards, 2008, P.79). La posición de que no conocemos es auto-destructiva, ocurre lo mismo con el negar el principio de no-contradicción. La posición de Priest es incoherente en el realismo crítico, esto se debe al rechazo de la parte integral de este a saber la exigencia racional que se denomina principio de no contradicción. Cfr. (Ibíd., Pág.80.) VII) Lo a priori en el conocimiento

En lo que respecta a la analiticidad en Quine, y lo a priori en el conocimiento asegura Beards, el enfoque de Lonergan tiene en cuenta la anticipación de la realidad en cuanto que ella es inteligible, pero éste además establece las operaciones de la inteligencia y la razón como un hecho metafísico del conocimiento propio que tenemos de nuestras operaciones y también de nuestras capacidades para conocer la realidad. Esto significa que los juicios pueden estar no sólo referidos a los datos sensibles, o a la evidencia de la conciencia sino que pueden ser meramente lógico- matemáticos, y lo que es más importante, ser respuestas a preguntas de diversos tipos pero en particular sobre la existencia de la realidad, o si se prefiere a la realidad de nuestro conocimiento de las cosas del mundo.

Hablar sobre la realidad, y ente o ser es un descalabro en ciertas tradiciones filosóficas. Lonergan toma al ser, al ente, a la realidad, en su filosofía en el contexto de nuestros procesos cognoscitivos. Podemos tener como objetos de nuestras intelecciones [Insights], objetos meramente mentales o reales-fácticos, y de su existencia extra-mental sólo podemos dar cuenta con la afirmación o negación en el nivel del juicio. Esta posición difiere mucho de la metafísica de Meinung, en ella en algún sitio ha de existir aquello de lo que decimos algo.

Increíblemente Beards asegura, pero dice estar siguiendo a Apel y a Tugendhat (Cfr. Beards, 2008, p350, n.46), que la diferencia ontológica entre ser y ente, o en pocas palabras la filosofía heideggeriana tomada muy someramente en el conjunto de este artículo, puede desmitificarse transponiendo sus términos a los de los filósofos analíticos. (Ibíd., p.81-82.) También entra en consideración la diferencia entre esencia (quididad, formas, naturalezas) y el ser de las cosas. Ahora bien, Beards dice que en el análisis del lenguaje efectuado por 2 El Aquinate define la lógica como “Ars directiva ipsius actus rationis, per quam scilicet homo in ipso actu rationis ordinate, faciliter et sine errore procedat.” In Analytica Posteriora I Lectio 1. Citado por Iosephus Gredt 1958, p.7.

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Lonergan, el cual ‘ser’ es comprendido como aquello a lo cual se refieren las proposiciones asertóricas, por lo tanto ‘ser’ pertenece a la esfera cognitiva; mientras que por su parte el ‘es’ pertenece al terreno de los enunciados, que son expresados en el lenguaje proposicional. O sea: ‘ser’ es sinónimo de ‘nuestro conocimiento de la realidad’. Y en la medida en que esto es así, el conocimiento de tales diferencias contribuye al proceso del conocimiento, pues evita: ora mistificar la noción de ser, o cosificarla-reificarla-como ustedes prefieran-; ora tomarla como una cierta “super-cosa” al lado o más allá de las demás cosas.

La definición heurística de la realidad, como aquello que es conocido por medio de la inteligencia y la razón, es decir la realidad qua lo inteligible o aquello que podemos conocer, es otra vía que han seguido algunos filósofos analíticos como Karen Green en su libro sobre Dummett.(Cfr. Ibíd., p.350, n.47.) El proyecto metafísico de Dummett es una exploración de lo que la realidad es. Para eso evita un realismo ingenuo o un empirismo simplista, asegura Beards, siendo pues la posición de Dummett es en la filosofía analítica algo común, una afirmación de un realismo que simultáneamente insiste en el hecho de que la realidad misma es relativa a nuestro conocimiento. Esto significa tal posición en palabras de Beards es anti-realista, (Ibíd., p.82). Hilary Putnam, según el comentarista empleado en este seminario, en su texto Realismo y Razón, también apunta [appears], en términos lonerganianos al isomorfismo entre la realidad y nuestro conocimiento, pero Putnam considera que al punto en que se ha abandonado el realismo ingenuo, se toma cercanía, un cierto desvío [drift] hacia el idealismo (Cfr. Ibíd,p.83), según la interpretación de Beards, a la que remite en el capitulo anterior esta dicho que tanto el idealismo como el relativismo son posiciones confusas y parásitas del empirismo, una vez más ni siquiera Putnam logra alcanzar el realismo crítico.

En cuanto a la opción kantiana cuando aceptamos por decirlo de alguna manera la validez de la definición heurística de realidad, según Beards, hemos puesto límites a nuestro conocimiento y no somos tan absurdos o necios como para postular la cosa en sí, el gran desconocido de la filosofía kantiana.

La pregunta teísta recalcitrante, que además sirve para burlarse de la epistemología kantiana, tiene un carácter neo-escolástico, en esta ocasión la cuestión es: ¿cómo sé yo, que no soy Dios, sabiendo todo acerca de todo? (Cfr. Ibíd., p.83).

La alternativa es ora no sé nada en absoluto ora conozco mis limitaciones. Como quien dice o se es un completo bruto o se es consciente de los límites de las facultades cognoscitivas. Supuesta la omnisciencia de Dios, no puedo afirmar lo primero luego se implica que no soy Dios. Pero de paso se sabe que algo de la realidad es inteligible, algo (estrictamente hablando sólo de mis limitaciones, y mediatamente tras el silogismo que el hecho de no ser Dios) es cognoscible o inteligible. (Cfr. Beards, 2008, Pág.83). Vemos en semejante cuestión algo de teología dogmatica mezclada con silogística, pero el punto es que la argumentación resulta a todas luces sumamente forzada.Prosiguiendo: Lo a priori es el hecho cognitivo de que lo semejante reconoce a lo semejante, (Cfr. Ibíd., p.83), este hecho fundamenta la generalización y la analogía. (sentencia de Demócrito aducida en múltiples lugares por Aristóteles).

El enfoque lonerganiano de la analiticidad, según Beards (Beards, 2008, pág. 84), envuelve también un análisis de los principios analíticos y de las clases de proposiciones, que son también expresiones de los tipos de juicios. La forma básica de los juicios racionales es la siguiente: es comprendido un condicionado y un conjunto de condiciones conectadas con aquel y el juicio resulta a partir de la captación libre de aquellas condiciones. Los principios analíticos son estipulados a partir de los juicios de realidad, esto es, a partir de los conocimientos definitivos que tenemos acerca de los entes singulares.

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VIII) Mito y metafísica “El núcleo del método en metafísica puede derivarse a partir de la teoría del

conocimiento, y también podría suministrar una manera normativa y critica de evaluación los resultados del sentido común, la ciencia, y la erudición”(Ibíd. p.86). Aunque puedan oponerse las comprensiones del sentido común, con las de la ciencia o las de la misma filosofía.p.87. Pero la metafísica en la acepción lonerganiana, tiene que integrar los dos más importantes focos del saber humano, a saber, la ciencia y el sentido común, sin dejar de lado claro está la filosofía como una apropiación crítica de nuestras operaciones cognoscitivas.Dos factores entran aquí en consideración: el primero, las posibles oposiciones entre el sentido común, la filosofía y la ciencia; segundo, el polimorfismo de la consciencia humana, es crucial la comprensión, el análisis y la identificación de las características de la conciencia humana. Beards sostiene una semejanza con Wittgenstein, a saber que la identificación y resolución del conflicto filosófico requiere un esfuerzo terapéutico para poder librarse de las posiciones filosóficas equivocadas, este esfuerzo surge espontáneamente a partir del hecho de anticipar la realidad como aquello que es conocido. P.87. Como se ha visto en la primera sección la metafísica lonerganiana se sostiene dentro de la tradición tomista, pero establece la critica realista como su base. Beards considera que sus reflexiones Dummet debe salir de las ideas que tiene el sentido común sobre el espacio y el tiempo p.88El realismo crítico distingue entre las nociones metafísica s que pueden ser validadas críticamente y aquellas que son resultado de las proyecciones acríticas e imaginativas a partir de la experiencia sensible.“El lenguaje ordinario, como todo lenguaje, expresa entonces varios aspectos del flujo de la conciencia humana. El flujo de la conciencia humana busca hacer progresos de modo común, intersubjetivo, estético, practico, religioso, e ‘intelectual’. Las palabras e imágenes tiene una dimensión afectiva, simbólica, y estética… el mito es metáfora expandida, y la metáfora penetra en el lenguaje. Su dimensión afectiva e imaginativa del lenguaje y el pensamiento es desde luego una característica permanente de la existencia humana” (Beards, 2008, pág.89.)

IX) Fenomenología

X) Un bosquejo de Metafísica

En resumen Lonergan se apropia de su tradición que es el tomismo pero su obsesión es el conocimiento, digamos que a Lonergan lo mata el conocer. Pero ese perturbado y santo horror por el conocimiento tiene claramente compromisos ontológicos, por lo que también ha de acercarse a la metafísica su propuesta la determina por medio de la posición realista crítica. Nada raro para quien afirma que “en cualquier filosofía, es posible distinguir, por un lado, su teoría cognoscitiva y, por otro, sus pronunciamientos sobre temas metafísicos, éticos y teológicos. Digamos que la teoría cognoscitiva es la base y los demás pronunciamientos son la expansión” (Lonergan, 2005, p.462.)

BIBLIOGRAFIAJ.J. Acero Fernández, Filosofía y análisis del lenguaje, Madrid, Editorial Cincel, 1985.Beards Andrew, Method in Metaphysics. Lonergan and the future of analytical philosophy, Toronto, 2008. Llano Alejandro, Gnoseología, Pamplona, Eunsa, 2003.Gredt Iosephus, Elementa Philosophiae Aristotelico-Thomisticae I, Herder 1958.Lonergan Bernard, Insight: estudio sobre la comprensión humana, Traducción por Francisco Quijano, Sígueme, 2005.---------------------- Método en teología, Traducción de Gerardo Remolina Sígueme 2006.