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Expte: 98.373
Fojas: 57
En Mendoza, a veintinueve días del mes de noviembre del año dos mil diez, re-
unida la Sala Primera de la Excma. Suprema Corte de Justicia, tomó en consideración para
dictar sentencia definitiva la causa n° 98.373, caratulada: "CASALE DE GON-ZALEZ
MARIA DANIELA Y OT. EN J: 163.465/32.256 CASALE DE GONZA-LEZ MARÍA
DANIELA Y OTS. C/ CONS. DE PROP. VISTALBA COUNTRY CLUB P/ D. Y P. S/
INC.".
Conforme lo decretado a fs. 56 se deja constancia del orden de estudio efectuado en
la causa para el tratamiento de las cuestiones por parte de los Señores Ministros del
Tribunal: primero: DR. JORGE H. NANCLARES; segundo: DR. FERNANDO
ROMANO.
ANTECEDENTES:
A fs. 20/27 los Sres. María Daniela y Fabián González, por apoderado, plantean
Recurso de Inconstitucionalidad en contra de la sentencia dictada a fs. 555/561 de los autos
n° 163.465/32.256, caratulados: "CASALE DE GONZALEZ MARÍA DANIELA Y OTS.
C/ CONSORCIO DE PROPIETARIOS VISTALBA COUNTRY P/ D. Y P." por la
Cuarta Cámara de Apelaciones de la Primera Circunscripción Judicial.
A fs. 38 se admite, formalmente, el recurso de Inconstitucionalidad deducido, y se
ordena correr traslado a la parte contraria. A fs. 42/46 vta. contesta traslado la contra-ria,
quien solicita el rechazo del recurso, con costas.
A fs. 50/51 vta. corre agregado el dictamen del Procurador General, quien por las
razones que expone, aconseja el rechazo del recurso intentado.
A fs. 54 se llama al acuerdo para sentencia y a fs. 56 se deja constancia del orden
de estudio en la causa por parte de los señores Ministros del Tribunal.
De conformidad con lo establecido en el art. 160 de la Constitución de la Provin-
cia, esta Sala se plantea las siguientes cuestiones a resolver:
PRIMERA CUESTION: ¿Es procedente el recurso de Inconstitucionalidad
interpuesto?
SEGUNDA CUESTIÓN: En su caso, ¿qué solución corresponde?
TERCERA CUESTIÓN: Costas.
A LA PRIMERA CUESTIÓN EL DR. JORGE H. NANCLARES, DIJO:
I. RELACIÓN SUCINTA DE LOS HECHOS DE LA CAUSA.
Entre los hechos relevantes para la resolución del recurso interpuesto, se desta-can
los siguientes:
Los actores interponen demanda contra el Consorcio de Propietarios del Vistalba
Country por la suma de $ 473.471,12 o lo que en más o menos resulte de las probanzas de
autos, dejando a salvo que reconocen culpa concurrente, con fundamento en que fue dejada
por su padre en la casa de una amiga, pero que confiaron porque se trataba de un barrio
cerrado con seguridad privada donde estaba la madre de la amiga Sra. Elcira San-tamaría,
por lo que reconoce un 10% de responsabilidad por la no delegación de la guar-da de la
menor. Afirma que el 14 de diciembre de 2004, Milagros es invitada por la familia Mir a
jugar a su casa con la hija del matrimonio, Maggie y otra amiga Angeles Romero Day y le
dicen que lleve su bicicleta, siendo dejada por su padre en la casa de la familia Mir a las
16:30 hs. Que las tres niñitas salieron a andar en bicicleta por las calles del barrio y Maggie
tenía prohibido andar hasta la calle de entrada del barrio debido a que la misma es muy
peligrosa. Que fueron vistas en el camino de bajada o de entrada al barrio por el Sr. Edgar
Mama (vecino colindante a la entrada del country) en el inicio de la bajada al barrio, que
les dijo que se corrieran de la calle porque era peligroso. Relata que las tres chicas
subieron a sus bicicletas y comenzaron a bajar y la misma pendiente hizo que aumentaran
notoriamente la velocidad, perdiendo Milagros el control de la bici, produciéndose una
caída que le ocasionó un golpe en la cabeza que determino finalmen-te su muerte. Que
considera que se trata de una situación objetiva de riesgo que implica la cosa (entrada al
barrio) para lo cual acompaña una acta notarial realizada junto al agrimensor Pravatta que
midió la extensión y desnivel de la entrada de ingreso al barrio, la ausencia de carteles de
precaución y/o que prohíban la circulación de peatones u otras similares, y que considera
de extrema peligrosidad, ya que no tiene veredas para la cir-culación peatonal ni de
bicicletas y una banquina de 70 cm de ancho y que termina en el costado derecho en una
pared de piedra. Reclaman daño material, daño psíquico, pérdi-da de chance y daño moral.
La parte demandada, al contestar, solicita el rechazo de la acción. Sostiene que la
menor no tripulaba una bicicleta al momento del accidente, sino que el motivo de su
muerte habría sido la caída causada por un tropezón al subirse a su bicicleta. Alega la
existencia de la responsabilidad de los padres que dejaron a la niña y a la bicicleta en el
barrio pero omitió dejarle un casco protector. De haber llevado casco protector, esa caí-da
no habría tenido las consecuencias fatales que tuvo.
La sentencia de primera instancia rechaza la demanda. Sostiene el a-quo que la
calle, es una cosa inerte y la actora sostiene que es riesgosa. No basta que la parte perju-
dicada alegue que los daños sufridos por ella se debieron a la intervención de una cosa
riesgosa o viciosa, sino que debe probar en forma cierta, cuando se trata de cosas “iner-
tes”, justamente el carácter de riesgosa o viciosa. La carga de la prueba de que la calle de
entrada al Barrio Privado y su pendiente constituye una cosa riesgosa pesaba sobre la
actora y como surge de las constancias del material probatorio rendido, ésta no fue acre-
ditada. La demanda debe ser rechazada ya que no se ha probado ni el factor de atribu-ción
“riesgo o vicio de la cosa”, ni la relación causal necesaria o adecuada entre la calle y su
pendiente y el lamentable resultado de la muerte, elementos que constituyen el de-ber de
responder, ya que el deber o carga de probar –que incumbía a la actora- la peli-grosidad de
la cosa inerte y su intervención causal en la producción de sus daños, no se ha cumplido,
por lo que la pretensión resarcitoria debe desestimarse.
Dicha sentencia es apelada por los actores y a fs. 555/561, la Cuarta Cámara de
Apelaciones rechaza el recurso de apelación y confirma la decisión de primera instancia.
Entre los fundamentos de la Cámara se destacan los siguientes:
- En su recurso, la actora como primer agravio sostiene que resulta equivocado el
fallo cuando le impone la carga de acreditar el carácter riesgoso de la cosa, dado que ello
no era un hecho controvertido, pues la peligrosidad del camino aparece como un hecho
admitido por la accionada, y, por lo tanto, la actora no necesitó probar lo no discutido, no
siendo necesario la prueba pericial, ni pedir explicaciones o ampliaciones al agrimen-sor
ofrecido en la demanda. Considera por ello resulta dogmática y sin contenido fáctico la
afirmación del juzgador cuando sostiene, “que la demandada negó el carácter riesgoso de
la calle y produjo prueba”.
- Contrariamente a lo afirmado por el recurrente, no puede sostenerse que la de-
mandada haya admitido el alegado carácter vicioso o riesgoso de la cosa, y ello surge no
sólo de la negativa general de lo afirmado en el escrito de demanda, que tanto en los
hechos como al derecho invocado, deja consignada la accionada a fs. 128 punto III), sino
específicamente del párrafo inserto a fs. 130 donde la accionada, expresamente “niega
rotundamente que el camino de entrada al barrio -en donde viven familias con numerosos
niños- sea peligroso y, menos aún, que haya sido concausa del lamentable fallecimiento de
la menor...”.
- Ante esta clara negativa, resulta sin base lo sostenido por el apelante y correcta la
afirmación del juzgador que, acorde a como el tema queda planteado, se remite a fs. 508 a
la doctrina y jurisprudencia uniforme que parte de la premisa, que cuando la víc-tima sufre
daños que imputa al riesgo o vicio de la cosa, a ella le incumbe demostrar la existencia de
vicio o riesgo, y la relación causal entre uno u otro, y el perjuicio sufrido.
- Aclarado el punto, y vigente la tarea probatoria a cargo de la actora, cabe tratar el
segundo agravio donde a fs. 530 punto b), la apelante se remite a la consideración del fallo
que descalifica la versión del accidente que da el consorcio (tropiezo y caída de la niña al
intentar subirse a la bicicleta), y acepta la versión de la actora (caída de la niña ya subida a
la bicicleta, en su descenso por la calle). Señala la recurrente, que ello significa admitir la
relación causal entre el daño y la cosa, y la presunción devenida de tal afir-mación.
- No se comparte esta conclusión. En efecto, el hecho de que el juzgador haya
desestimado la versión que da la demandada del accidente, no significa de acuerdo al
desarrollo del razonamiento inserto en la sentencia, forma en que se traba la litis, y pruebas
rendidas, que se tenga por admitido y acreditado el carácter riesgoso o vicioso de la cosa
alegado por la actora y negado expresamente por la accionada. Justamente, sobre este
punto se explaya el fallo a fs. 508 y sgtes. punto c), señalando no acredita la actora el
carácter riesgoso de la cosa, lo que deja sin base la interpretación que en el punto en trato
pretende sostener la recurrente.
- El apelante señala, que si bien el camino cumple las normas de diseño geomé-
trico de la DNV a la cual se refiere el informe de fs. 120 y las normas administrativas de la
Municipalidad y Catastro, la sola presencia de la pendiente evidencia una peligrosidad que
si bien no es general, si lo es en relación al sujeto y el medio que usa. Agrega, que aún
admitiendo la afirmación de la sentencia -en cuanto no advierte como peligroso al camino
de acceso-, si lo es cuando se desplaza una menor y lo hace en bicicleta, y por la pendiente
que -aparentemente inofensiva- se convierte en activa producción del evento dañoso, pues
su uso por determinado sujeto crea el riesgo. Sostiene que el camino es la causa adecuada
del daño, el que por su trazado y demás elementos que lo ornamentan representaron un
riesgo para el desplazamiento de la víctima, ocasionando el daño re-clamado.
- Para responder a este agravio, se debe partir de la base sostenida en la senten-cia,
que correctamente impone a la víctima la tarea de acreditar el carácter riesgoso de la cosa
inerte, y que ella ha sido causan-te del daño.
- La cosa inanimada no es causa de accidente si, inerte o en movimiento, ha ocu-
pado su lugar normal y ha funcionado normalmente, ello significa que las cosas inertes no
son causas si no presentan alguna anomalía, y dicha calidad de inercia tiene relevan-cia en
el plano de la carga de la prueba, ya que la víctima deberá justificar el comporta-miento o
posición anormales de dichas cosas, pues, no puede presumirse la inter-vención activa en
estos casos, y ello se explica porque la presunción de causalidad que establece el Art. 1113
segunda parte del Código Civil rige en cuanto se trata del riesgo o vicio de la cosa.
- Como ya se dijo, la demandada al contestar la acción negó expresamente que sea
peligroso el camino de entrada al Consorcio, y ofreció prueba que el juzgador valora en el
fallo. De ella surge (y lo reconoce la actora), cumple el camino con las normas
reglamentarias contenidas en el informe técnico de fs. 120 y, normas administrativas de la
Municipalidad y Catastro. (fs. 230/234 y exp. AEV 1441 y 1442).
- Ahora bien, la actora en su recurso se coloca en la posición de admitir -como
concluye el fallo-, que el camino de ingreso no sea peligroso, pero insiste en que sí lo es
cuando lo usa una menor en bicicleta, en donde la pendiente se convierte en activa pro-
ducción del evento dañoso.
- Esta afirmación requiere, a mi entender, la producción de una prueba técnica que
tendría que haber sido ofrecida por la actora, en donde con datos objetivos y com-
probables científicamente se hubiera determinado a través de un profesional técnico, que
pese a ser reglamentario el trazado del camino y sus pendientes, ellas resultaban peligro-
sas para un desplazamiento en bicicleta, considerando a tal efecto la probable distancia
recorrida, uso o no de frenos, coeficiente de fricción, velocidad impresa, margen de ma-
niobra, etc.
- Ello, porque se parte de la base no discutida, de que el camino cumple con to-das
las reglamentaciones requeridas para su trazado, y la circulación en él de todo tipo de
vehículos, en donde las bicicletas no resultan excluidas (Ver declaración testigo Ver-ducci
fs. 237 vta. séptima ampliación).
- Para remontar entonces esta realidad, y concluir que el camino en su configura-
ción presentaba el riesgo que causó la muerte de la menor, era necesario aportar elemen-tos
concretos que desplazaran los datos objetivos que en la corrección de su diseño mos-traba
el camino y lo situaban como cosa no riesgosa, para llevar de tal modo al conven-cimiento
de que las pendientes reglamentarias, resultaban peligrosas, en relación a un
desplazamiento de una menor en bicicleta, desde cierta ubicación y distancia de re-corrido,
completando dicha prueba con los demás elementos y datos que se consignan en el párrafo
anterior.
- Esta prueba específica, que sin duda recaía en la actora, no se ha rendido, y la
apelante equivocadamente señala a fs. 529 vta. de su recurso que “...como la demandada
no objetó la naturaleza peligrosa y/o riesgosa del camino de ingreso al complejo, no
necesitó probar lo no controvertido; es decir, no fue necesaria la prueba pericial, ni pedir
explicaciones o ampliaciones al agrimensor ofrecido en la demanda...”.
- Esta falencia probatoria perjudica a la actora, pues en rigor, su reclamo queda
sustentado solo en la versión de los hechos que expone en la demanda, sin acreditar que,
efectivamente, el desenlace fatal tuvo como causa determinante el carácter peligroso de la
cosa inerte (negado por la demandada) en relación causal adecuada, con el daño pro-
ducido.-
- A esta altura del razonamiento, y vinculado al punto en trato, se entiende nece-
sario ingresar a la forma en que se produce el accidente, donde el juzgador a fs. 509 to-ma
en cuenta lo declarado por la testigo Toso a fs. 444, quien sostiene que se atropella-ron y
cayeron las dos niñas Ángeles y Milagros, resultando aparentemente más lastima-da
Ángeles y su bicicleta más rota, presentando Milagros sólo un raspón en uno de sus brazos
y en la pierna.
- Esta testigo, como dice la sentencia, es la única que aporta algún dato de la forma
en que ocurre el accidente, pues es la madre de Ángeles, niña que estuvo en el momento en
que el accidente ocurre y de la misma edad de la víctima (interrogatorio fs. 225).
- La testigo afirma, que su hija Ángeles le comentó la forma en que se produjo el
accidente, donde luego de subir las dos caminando a una casa a ver si había una amiga de
Milagros, bajan, se suben las tres a las bicicletas, (pues Maggi se había quedado más
abajo) y cuando bajan se atropellan y ahí cae Ángeles y Milagros, llorando las dos.
Agrega, que la bajada la hicieron parte caminando y parte en bicicleta, sin saber la testi-go
cuándo se subieron o en qué parte de la curva se subieron a la bicicleta.
- Relacionando el lugar donde se produce el accidente con lo declarado por el
testigo Mama y con lo dicho por la testigo Toso, que sostiene “le dijo su hija bajaron parte
caminando y parte en bicicleta”, se puede deducir no acometieron la bajada en forma
completa las menores montadas en sus bicicletas, lo que aporta un elemento más para
sostener no fue la configuración del camino (cosa inerte que no se acredita como riesgosa)
la causa activa productora del evento dañoso, si no hay datos que puedan mos-trar con
objetividad sea riesgosa la pendiente, para una menor de ocho años que se des-plaza en
bicicleta, donde no se ha probado en dónde la menor decide subirse a la bicicle-ta, ni
tampoco la probable velocidad impresa que le haya impedido controlar el biciclo.
- Sin perjuicio de lo expuesto, y colocándose en el supuesto de que Milagros no
haya podido conservar el pleno dominio de su bicicleta, queda vigente lo dicho por la
testigo Toso, respecto a que las niñas (su hija Magdalena y Milagros) se atropellaron en la
bajada y cayeron.
- Respecto al tema de la zapatilla mas gastada de Ángeles, que la recurrente
menciona a fs. 532 vta., se entiende no influye ello mayormente para poder afirmar fue la
calle y su pendiente lo que provocó la muerte de Milagros, pues aún admitiendo que la
misma haya sido utilizada para frenar, resulta correcta la consideración del juzgador que se
coloca en la hipótesis posible de que Ángeles haya recurrido a frenar de ese modo antes de
atropellarse con Milagros.
- Lo cierto, es que de este modo se incursiona en una serie de hipótesis y conjetu-
ras, que desplazan de la mira el hecho fundante que se debió probar; es decir, el carácter
riesgoso de la cosa, en relación causal adecuada con la muerte de la menor.
- Por ultimo, no puede dejar de valorarse que ninguno de los testimonios presta-dos
en autos, sostiene sea peligroso el camino de acceso al barrio privado, y resulta rele-vante
en este aspecto la declaración de la testigo Toso, que como madre de Magdalena, no
considera peligroso que su hija repita la experiencia de andar en bicicleta por el ba-rrio,
sosteniendo que afronta la niña el mismo riesgo que andar en cualquier lado (fs. 444 vta.
tercera repregunta). Ello, manifestado por la madre de la niña que participó en el accidente,
corrobora, desde un ángulo subjetivo y objetivo, y en relación directa con el hecho (pues se
conoce la configuración de la calle), no presenta ella el carácter riesgo-so que pretende
endilgarle la actora, reafirmando la testigo que el accidente le podría haber pasado a
cualquiera de las tres, y no necesariamente en ese lugar o en otro (res-puesta a la cuarta
repregunta).
- También, y respecto a este último aspecto, cabe razonar que si las dos menores
bajaban juntas, se atropellan y sufren una caída en el mismo lugar, caída que no se pre-
senta como violenta, conforme a las mínimas lesiones que presentaba Milagros, es real-
mente la fatalidad, el hecho de la víctima y la forma en que pudo desplazarse el cuerpo de
la niña, los factores determinantes de que ésta acusara el golpe en la cabeza, que pro-dujo
el desenlace fatal, mientras la otra niña -un poco mas dañada según los dichos de su madre-
no sufre más consecuencias que las dichas por la testigo.
- En definitiva, se reafirma que en el caso queda sin probar el riesgo o vicio de la
cosa inerte en relación causal necesaria y adecuada con el lamentable deceso de la me-nor,
por lo que se comparte la conclusión de la sentencia que desestima la demanda.
En contra de dicha sentencia, los actores interponen recurso extraordinario de
Inconstitucionalidad ante esta Sede.
II.- EL RECURSO DE INCONSTITUCIONALIDAD INTERPUESTO.
La recurrente sostiene que la sentencia es arbitraria; que carece de fundamenta-ción
suficiente para aseverar que el camino de ingreso al country no sea peligroso, cuan-do del
análisis de otras pruebas se concluye en forma categórica que el camino era peli-groso, por
el sólo hecho de la pendiente, atendiendo al tipo de vehículo utilizado, la edad de la menor
y el resultado mortal acaecido. Señala que la sentencia carece de funda-mentación en
cuanto afirma que la prueba técnica sea necesaria para determinar la peli-grosidad del
camino cuando es incontrastable y un hecho reconocido la existencia de la pendiente y la
relación de causalidad entre la pendiente y el luctuoso resultado. Agrega que existe
relación de causalidad adecuada entre la pendiente y dicho resultado; que es antojadiza la
interpretación de lo relatado por la testigo Toso. Considera que, si el fallo manifiesta que la
pendiente hizo incontrolable el uso de la bicicleta por parte de la me-nor y que tiene
relación con las lesiones sufridas por la menor, no caben dudas que re-sulta arbitrario
sostener en el mismo fallo que la actora no ha probado el carácter riesgo-so de la
pendiente. Exigir la prueba del riesgo de un camino con pendiente utilizada por una menor
de ocho años en el desplazamiento de una bicicleta importa un rigorismo ab-surdo que
atenta contra el derecho de defensa de los padres recurrentes y transgrede el debido
proceso legal. Sostiene que la mencionada pendiente tuvo intervención activa, y que se
extendió su seguridad a la de los vehículos de cualquier tipo, resultando aplicable la
doctrina de los actos propios.
III.- SOLUCIÓN AL CASO:
La cuestión a resolver en la presente causa consiste en determinar si resulta arbi-
traria una sentencia que rechaza la acción de daños y perjuicios interpuesta por los pa-dres
de una menor de ocho años que fallece luego de sufrir una caída en su bicicleta, conforme
los siguientes datos que surgen de la causa: a) la menor fue llevada por su padre a la casa
de una amiguita en un barrio privado, con servicio de vigilancia y seguri-dad, dejándola al
cuidado de esa familia y llevándole su bicicleta para jugar; b) las me-nores salieron a andar
en bicicleta por el barrio; c) la calle por la que se ingresa al barrio tiene una pendiente que
los actores califican de peligrosa y pronunciada; d) en esa calle la menor sufre el accidente
que le produce su muerte; e) las sentencias de grado conside-ran que los actores no han
probado que la calle y su pendiente, cosas inertes, sean "cosas riesgosas", por lo que han
rechazado la demanda.
Los recurrentes se agravian y sostienen, esencialmente, que exigir la prueba del
riesgo de un camino con pendiente utilizado por una menor de ocho años en el despla-
zamiento de una bicicleta importa un rigorismo absurdo que atenta contra el derecho de
defensa de los padres y transgrede el debido proceso legal. Recalcan que la mencionada
pendiente tuvo intervención activa en el evento dañoso.
Tal como lo señalan las sentencias de las instancias inferiores, la calle de ingreso al
barrio, que posee una pendiente, es una cosa inerte, a la cual le resulta aplicable el régimen
jurídico establecido por este Tribunal en anteriores pronunciamientos, al señalar que: "En
definitiva, la regla general es que la víctima no tiene que probar la configura-ción del
riesgo de la cosa, en atención a lo dispuesto por el art. 1113, parte 2°, párr. 2° del Código
Civil, bastándole con la demostración del daño causado y el contacto con la cosa riesgosa;
pero cuando se trata de cosa inertes, aunque en definitiva se aplicara di-cho texto legal,
recaerá sobre la víctima la carga de la prueba del comportamiento o po-sición anormales
de la cosa (que estaba en malas condiciones, mal ubicada, resbaladiza, etc.) (Expte. n°
96.365, caratulado: "NALLDI OMAR EN J: 117.437/40.732 NALLDI OMAR C/ MU-
NICIPALIDAD DE LA CIUDAD DE MENDOZA P/ D. Y P. S/ INC.", LS 413-112).-
Es decir que existe coincidencia en cuanto a que, por tratarse de una cosa inerte, la
víctima -en su caso, los padres - deben probar el comportamiento o posición anormal de la
cosa o su calidad de riesgosa o viciosa.
Este es, entonces, el punto más álgido a resolver en la causa, por cuanto, la sen-
tencia en trato considera que los actores no han acreditado la calidad de riesgosa de la
pendiente de la calle donde ocurrió el accidente, en tanto éstos últimos consideran que el
riesgo es casi evidente en función de la edad de la menor y el medio de circulación que
utilizaba.
La pendiente de la calle y su calidad de riesgosa.-
Previo a determinar si, en el caso, los actores han probado la calidad de riesgosa de
la pendiente de la calle de ingreso al barrio, resulta necesario recordar brevemente qué
debe entenderse por cosa riesgosa y cuál es su régimen probatorio.
El principio del riesgo creado en su formulación correcta puede sintentizarse así:
Quien incorpora al medio social una cosa peligrosa por su naturaleza o por su forma de
utilización necesaria, debe responder a partir de allí por el "riesgo de la cosa". Crea el
riesgo quien con sus cosas, sus animales o sus empresas, multiplica, aumenta o potencia
las posibilidades de dañosidad…(Trigo Represas Félix, "Tratado de la Responsabilidad
Civil", t. III, pág. 339).
Hay cosas - las menos - que por su propia naturaleza son peligrosas; su empleo
normal o conforme a su esencia lleva ya implícito un serio riesgo para las personas
(energía nuclear, eléctrica, explosivos). Más allá de dichos casos, todas las cosas pueden
ser peligrosas en determinadas circunstancias, pero no todas son igualmente peligrosas, ni
lo son en todas las ocasiones, de donde no procede fijar criterios rígidos a priori, sino
analizar con cuidado cuál ha sido la intervención de la cosa en la causación del daño.
(Cám. 1° CC La Plata, Sala 3, 17/6/97 "Biagiotti Martín Agustín y ot. c/ José Barrera y
Cia. Y ots.", LLBA 1998-67).
En cuanto a la prueba de la condición de riesgosa de una cosa, coincide la doc-trina
y la jurisprudencia en cuanto "debe probarse en forma idónea que la cosa dañadora
efectivamente generaba riesgos y esta prueba incumbe a quien pretende obtener la con-
dena del contrario…" (Trigo Represas, ob. cit., pág. 338).
Es decir que, el actor que invoca el riesgo de la cosa es quien debe acreditar di-cha
calidad. Hasta allí estamos todos de acuerdo. No obstante, entiendo que esa prueba y esa
condición no puede predicarse de un modo abstracto o genérico, desvinculado de las
condiciones y circunstancias de persona, tiempo y lugar que rodean al hecho en sí. No
todas las cosas peligrosas son siempre y del mismo modo peligrosas para todas las per-
sonas en cualquier circunstancia. Piénsese por ejemplo en una herramienta de trabajo que,
en manos de un adulto puede no revestir peligro alguno, en tanto que la misma herramienta
en manos de un niño implica una situación de riesgo o peligro para sí y para terceros.
Por ello, lo que debe analizarse en el caso es si, la pendiente de la calle donde
ocurrió el accidente, puede ser calificada de "riesgosa" teniendo en cuenta las circuns-
tancias particulares que conformaron el hecho: la edad de la víctima, el medio en el que
circulaba y las posibilidades ciertas de evitar el accidente que tenían los demandados.
En tal aspecto, advierto que asiste razón a los recurrentes cuando invocan el ca-
rácter riesgoso de la pendiente que posee la calle de ingreso al barrio, al cual califican de
"notorio", ya que no amerita de pruebas específicas o científicas que lo avalen y pone en
evidencia, sin lugar a dudas, la falta del deber de seguridad que pesa sobre el complejo
privado.
En efecto, la mera compulsa de las fotografías tomadas en el lugar, permite con-
cluir que la calle en cuestión posee una bajada o pendiente pronunciada, sin veredín o
senda peatonal, demarcada con un muro de piedra y sistema de iluminación con caños en
forma de "L" invertida, lo cual torna aún más riesgosa la circulación por allí, que exigía de
parte del consorcio de propietarios la adopción de medidas de seguridad desti-nadas a
prohibir, restringir o vigilar la circulación de niños en el lugar, en bicicleta, pati-nes,
patinetas, etc., por cuanto, la peligrosidad o el riesgo es fácilmente previsible.
Tal como aconteció en autos - aún sin una pericia técnica que hubiese aportado
elementos útiles para la resolución de esta causa - tengo el convencimiento que la pen-
diente de la calle imprimió a la bicicleta que conducía la menor una velocidad que le
impidió mantener el control de su pequeño rodado, como así también, frenar el mismo a su
voluntad. Prueba de ello es la coincidencia en los testimonios que refieren a su za-patilla
gastada. Creo, sin lugar a dudas, que la niña intentó frenar su bicicleta con todos los
medios que tuvo a su alcance; que la velocidad producto de la bajada la desestabili-zó, la
hizo chocar con su amiguita y finalmente caer, con tal terrible consecuencia.
Considero que el mismo choque de las dos menores en bicicleta, pero en una calle
sin pendiente - y por ello, sin la velocidad previa - no hubiese tenido el desenlace fatal del
accidente de marras.
Para concluir de tal modo, no me baso en meras conjeturas o hipótesis. El hecho de
que la calle reúna los requisitos necesarios que exige la Dirección Nacional de Viali-dad
para su transitabilidad, conforme el informe obrante a fs. 120, no significa que, para ciertos
sujetos - esencialmente menores - y en determinados medios de circulación - bicicletas,
patines, etc.- la pendiente que posee la calle pueda implicar un riesgo o peli-gro cierto que
amerite, sin lugar a dudas, la supervisación en el lugar de los adultos y la restricción
necesaria por parte de quienes tienen el deber de velar por la seguridad de los habitantes
del barrio o condominio.
Por ello, considero arbitraria la sentencia que rechaza la demanda entablada,
apoyándose para ello en fundamentos rigoristas que desmerecen hechos palmarios y
evidentes. Estimo, reiterando lo ya dicho que, aún cuando el camino considerado en
"abstracto" no sea peligroso para el tránsito de vehículos, el mismo camino, en "concre-to"
es riesgoso para que allí circulen menores de edad en bicicleta. La bajada o inclina-ción de
la calle es pronunciada, no hay una vereda o senda peatonal donde los menores - o ciclistas
o peatones en general - puedan transitar sin peligro de ser arrollados por un vehículo, no
hay reductores de velocidad ni carteles que indiquen la peligrosidad de la pendiente (por lo
menos no existían a la fecha del accidente).
Aún más, el demandado, al contestar la demanda a fs. 129 vta., reconoce expre-
samente la peligrosidad del camino al señalar, refiriéndose a los dichos de un testigo "éste
le indicó que se volviera con precaución dado el tránsito de automotores que ingre-san y
egresan del barrio, los que si bien no son muchos y por las características del ca-mino no
pueden hacerlo sino a una velocidad normal, siempre representan un peligro potencial
especialmente para los menores de edad". Es decir, el demandado era concien-te del
peligro potencial que significaba el camino de ingreso, con las características que presenta,
para los menores de edad y no tomó alguna acción preventiva al respecto. El accidente era
fácilmente evitable y muy previsible para los responsables de la seguridad del barrio, lo
que amerita la condena en autos.
Sin embargo, estimo que la responsabilidad del demandado no es exclusiva, sino
que concurren otros factores que eximen, parcialmente, su responsabilidad en el evento.
Para poder eximirse de su responsabilidad objetiva, el dueño debe probar que el
daño se produjo por el caso fortuito, la culpa de la víctima o de un tercero por quien no
debe responder (conf. Zabala de González, "Responsabilidad por Riesgo", Hammurabi,
Buenos Aires, 1987, ps. 41/42).
Al respecto, la parte demandada plantea como eximente la culpa in vigilando de los
padres de la menor. Sostienen que la responsabilidad de los actores es única, total, no
compartible, no por haber ejercido el debido control y guarda sobre la menor, sumándo-se
a ello, el hecho de que le entregaron la bicicleta con la cual sufrió el accidente. Agre-gan
también, aunque sin ahondar en ello, que "si hubiera tenido su casco, nada le habría
ocurrido…" (fs. 130 y vta.).
Por su parte, los actores al interponer la demanda reconocen un diez por ciento de
responsabilidad en el evento dañoso, por la no delegación de la guarda del menor. Señalan
que si bien Milagros fue dejada en la casa de una amiga, en un barrio cerrado con
seguridad privada, donde estaba la madre de la amiga al cuidado de las menores, ello no
implica la delegación de la guarda de la menor.
Es criterio del Tribunal, cuando las víctimas son menores de edad que "No es
exigible la imputabilidad para que opere la reducción o la eliminación de la responsabi-
lidad del dueño o guardián; basta que el hecho del inimputable haya sido "causa" o
"concausa" de la producción del daño, pues entonces el perjuicio no puede ser atribuido al
demandado, y por esa falta de causalidad (total o parcial) la pretensión indemnizatoria
debe rechazarse (total o parcialmente)". Se dijo además que "A su vez, desde la perspec-
tiva de la víctima se sostiene en doctrina que "la interpretación de las eximentes debe
hacerse con un sentido finalista pero sin desentenderse de su verdadera naturaleza y al-
cances. En el supuesto del art. 1113 del C.C., tanto la culpa de la víctima como la de un
tercero por quien no se debe responder, apuntan a destruir la necesaria conexión causal que
debe mediar entre el riesgo o vicio de la cosa y el daño… Cuando ellas se configu-ran,
resulta evidente que no se puede mantener la presunción de responsabilidad, por cuanto el
daño no ha sido causado por el riesgo o vicio de la cosa, sino por la propia conducta
(culpable o no) de la víctima, o por un tercer extraño, o por un caso fortuito. La falta de
relación causal destruye el presupuesto de la autoría y provoca la ausencia total o parcial
de responsabilidad. Si este es el sentido de esas eximentes, parece innecesario destacar que
el centro de la cuestión anida en la relación de causalidad. Y que desde este punto de vista,
especialmente dentro de un contexto de causalidad adecuada, tanto el hecho culpable de la
víctima como el no culpable deben asumir idénticas consecuencias. (Autos N° 68.489,
"Santillán Jesús….", 08/11/2000, LS 298-142).
Considero que, pese al reconocimiento expreso formulado por los padres al in-
terponer la demanda, no cabe hablar en el caso concreto de culpa in vigilando de los
padres. Si algún reproche cabe, es a la conducta de la familia que tenía a cargo el cuida-do
de la menor durante las horas de la visita, pero ello no ha sido objeto de debate en estos
autos. Por ello, conforme ocurrió el accidente, creo que la conducta de la menor
inimputable, de andar en bicicleta por una calle con pendiente peligrosa, sin utilizar un
casco protector, más la impericia propia de la edad que se pone en evidencia ante el choque
que sufren las dos menores, constituyen hechos que inciden en la relación causal adecuada
y eximen, parcialmente, al sindicado como responsable.
Por ello, estimo que al barrio demandado le corresponde un cincuenta por ciento
(50%) de responsabilidad en el evento y, el resto a los actores reclamantes.
Por lo expuesto, si mi voto resulta compartido por mis distinguidos colegas de Sala,
corresponde revocar la sentencia recurrida y dictar un nuevo pronunciamiento que condene
al demandado conforme al porcentaje de responsabilidad que le ha sido fijado en el evento
dañoso.
Así voto.
Sobre la misma cuestión el Dr. ROMANO, adhiere al voto que antecede.
A LA SEGUNDA CUESTIÓN, EL DR. JORGE H. NANCLARES, DIJO:
Teniendo en cuenta lo decidido en la cuestión anterior, corresponde analizar los
rubros reclamados en la demanda, sus montos y su procedencia, en virtud del porcentaje de
responsabilidad atribuido a ambas partes.
Los actores reclaman los siguientes rubros: a) daño material ($ 3.471,12), b)
pérdida de chance ($ 60.000 para ambos padres); c) daños a la integridad psicofísica de los
actores ($ 50.000) y d) daño moral ($ 360.000 para ambos padres). En total reclaman la
suma de $ 473.471,12.
Analizaré entonces cada uno de los rubros reclamados:
a) Daño material:
Dentro de este rubro, los actores reclaman los gastos de sepelio y de servicio
fúnebre y lo abonado al Hospital Español de Mendoza que atendió a la menor luego del
accidente.
Estimo que este rubro procede por el total reclamado ($ 3.471,12), en tanto se
encuentra suficientemente acreditado con los recibos acompañados (fs. 22, 17, 20, 23).
El mismo criterio sostenido por este Tribunal respecto a los gastos médicos y de
farmacia, cabe aplicar para los de sepelio y servicio fúnebre en tanto "debe admitirse sin
demasiada rigurosidad, siempre que guarden razonable vinculación con la clase de le-
siones producidas y aunque no se pruebe acabadamente su importe, desde que es normal
que de muchos de estos gastos no se conserven comprobantes". (LS 271-89).
b) Pérdida de chance.-
Es criterio reiterado de este Tribunal que "Para la fijación justa y equitativa de la
indemnización por pérdida de chances, por la muerte de un hijo, debe tenerse en consi-
deración, entre otras circunstancias: la edad de la víctima, sus estudios, si ayudaba o no
materialmente a sus padres, su clase social, edad y recursos de los progenitores, de ma-nera
que con dicha suma éstos puedan tener acceso a un bien rentable, que asegure en el futuro
un mínimo sostén". (LS 258-301).
En el mismo sentido, la Corte Federal ha resuelto que "no puede negarse la in-
demnización con el argumento de que es imposible asegurar que de la muerte del menor
vaya a resultar perjuicio, pues ello importa exigir una certidumbre extraña al concepto
mismo del daño de cuya reparación se trata (Fallos 308:1160), cuya existencia, por otro
lado, no cabe excluir en función de la corta edad del fallecido pues, aún en casos como el
sub exámine es dable admitir la frustración de una posibilidad de futura ayuda y sos-tén
para los progenitores, expectativa legítima (art. 367 del Código Civil) y verosímil según el
curso ordinario de las cosas, particularmente en medios familiares de condición humilde
(confr. Fallos 303:820; 308:1160, considerando 4°; 316:2894).
En el caso advierto la procedencia del rubro reclamado, aunque no por el total del
monto solicitado. Si bien la víctima contaba con apenas ocho años, debe valorarse que era
buena alumna del colegio al que asistía, gozaba de plena salud, practicaba de-portes y, la
situación económica de sus padres no es muy buena en tanto han obtenido el beneficio de
litigar sin gastos. Por ello, es lógico suponer que la menor, en el futuro, iba a contribuir con
la manutención del hogar y ayudar económicamente a sus padres.
Sin embargo, teniendo en cuenta la existencia de otros cuatro hijos, dos de los
cuales ya asisten a la universidad (testimonio fs. 313) que también podrán colaborar con el
sostenimiento y manutención de los padres, estimo que la indemnización debe fijarse en la
suma de pesos $ 30.000 ($15.000 a cada uno de los padres).
c) Daño psicológico.-
Sobre este punto, ha dicho este Tribunal que "En los supuestos en los que se ordena
la reparación del daño psíquico, la pericia médica se constituye en una prueba
prácticamente insoslayable, aunque probablemente no exclusiva. Para la determinación del
monto indemnizatorio del daño reclamado como psíquico…., debe tenerse en consi-
deración, entre otros aspectos, las secuelas incapacitantes descriptas por el perito y el
alcance con que repercutirán en la realidad de la vida futura del damnificado de acuerdo a
su edad, actividad desarrollada, situación familiar y socio económica en que se desen-
vuelve". (LS 295-115).
Destacada doctrina señala que el daño moral sucede prevalecientemente en la
esfera del sentimiento, en tanto que el psicológico afecta preponderantemente la del ra-
zonamiento (conf. Cipriano, "El daño psíquico (Sus diferencias con el daño moral)" en
L.L. 1990-D-678; Cifuentes, "El daño psíquico y el daño moral - Algunas reflexiones
sobre sus diferencias", en JA del 24-5-06 )). Es por ello que se ha aceptado mayoritaria-
mente la indemnización de las secuelas psíquicas que pueden derivarse de un hecho con
independencia de que se conceda también una reparación en concepto de daño moral
(conf. cc. 69.658 del 2-10-90, 81.134 del 24-12-90, 174.074 del 8-8-95 y 190.132 del 15-4-
96, votos del Dr. Calatayud, con cita de Zavala de González, "Daños a las personas -
Integridad sicofísica", t. 2 a, pág. 195, n. 57 y jurisprudencia allí mencionada).
En el caso, la pericia psicológica rendida a fs. 357/358 señala que el padre de la
víctima presenta una incapacidad psíquica parcial y transitoria del 30%, la que califica de
transitoria dado que con tratamiento especializado puede superarse, y estima el costo de
dicho tratamiento en la suma de $ 6.300. Respecto a la madre de la menor, señala que no
presenta incapacidad de orden psíquica y que resulta aconsejable un tratamiento psi-
cológico cuyo costo estima en $ 780.
En cuanto al costo de los tratamientos considero que resultan procedentes atento la
efectiva prueba rendida. No obstante, las consecuencias patrimoniales que el daño psíquico
pueda haber provocado en el padre de la menor, conforme a la incapacidad señalada por el
perito, no han sido acreditadas en modo alguno por los reclamantes.
En consecuencia, este rubro procede por la suma de $ 7.080 para ambos padres en
conjunto.
d) Daño moral.-
Considero innecesario argumentar y fundar la procedencia del rubro en análisis,
por cuanto su evidencia se impone teniendo en cuenta que se trata de la muerte de la hija
de los actores que contaba con apenas ocho años a la fecha del trágico accidente.
Por ello, ingresaré directamente a la fijación de los montos. Los padres reclaman la
suma de $ 160.000 para cada uno de ellos. No obstante, considero prudente y acorde a los
montos fijados por distintos Tribunales en casos similares, fijar la suma de $ 100.000 a
cada uno de los padres para indemnizar el daño moral reclamado.
Al efecto, en un precedente de fecha reciente, esta Corte fijó en $ 80.000 la suma a
indemnizar a cada uno de los padres por daño moral (se trataba de un joven de 21 años,
víctima de un accidente ferroviario) (autos n° 98.185, "América Latina en j…Zabala…",
13/10/2010).
Asimismo, a nivel nacional, la Cámara Nacional Civil, sala F, en fecha 03/06/2005
fijó en $ 80.000 la suma por daño moral a cada padre por el fallecimiento de un menor de
ocho años (autos n° 409.494, "Soto Miguel y ot. c/ Freda…").
Conforme estos precedentes y las particulares circunstancias de la causa, este rubro
procede por la suma de pesos $ 200.000 para ambos padres.
En consecuencia, el monto total de condena por todos los rubros asciende a la suma
total de pesos doscientos cuarenta mil quinientos cincuenta y uno ($ 240.551), suma que
deberá reducirse en el cincuenta por ciento atento el porcentaje de responsabi-lidad
atribuido a las partes en el análisis de la primera cuestión. En definitiva, la deman-da
prospera por la suma total de pesos CIENTO VEINTE MIL DOSCIENTOS SE-TENTA
Y CINCO ($ 120.275), con más los intereses de la Ley 4087 desde la fecha del hecho hasta
la de esta sentencia y, desde aquí, hasta su efectivo pago, los intereses lega-les de la tasa
activa cartera general nominal anual vencida a treinta días del Banco de la Nación
Argentina (T.N.A.), conforme lo resuelto en el plenario “Aguirre” (LS 401-211). La
demanda se rechaza por idéntico monto.
En virtud de lo expuesto, si mi voto cuenta con la adhesión de mis distinguidos
colegas de Sala, corresponde hacer lugar al recurso de Inconstitucionalidad, revocar la
sentencia dictada a fs. 555/561 de los autos n° 163.465/32.256, caratulados: "CASALE DE
GONZALEZ MARÍA DANIELA Y OTS. C/ CONSORCIO DE PROPIETARIOS
VISTALBA COUNTRY P/ D. Y P." por la Cuarta Cámara de Apelaciones de la Prime-ra
Circunscripción Judicial, y dictar nueva sentencia que haga lugar parcialmente a la acción
de daños y perjuicios entablada, con los límites y alcances señalados preceden-temente.
Así voto.
Sobre la misma cuestión el Dr. ROMANO, adhiere al voto que antecede.
A LA TERCERA CUESTIÓN, EL DR. JORGE H. NANCLARES, DIJO:
En cuanto a las costas, en todas las instancias, se imponen a los demandados, por
lo que prospera la demanda, y a los actores por lo que se rechaza. (arts. 36 y 148 CPC).
Así voto.
Sobre la misma cuestión el Dr. ROMANO, adhiere al voto que antecede.
Con lo que terminó el acto, procediéndose a dictar la sentencia que a continua-ción
se inserta:
S E N T E N C I A:
Mendoza, 29 de noviembre de 2.010.-
Y VISTOS:
Por el mérito que resulta del acuerdo precedente, la Sala Primera de la Excma.
Suprema Corte de Justicia, fallando definitiva
R E S U E L V E :
I.- Hacer lugar al recurso de Inconstitucionalidad interpuesto y, en consecuencia,
revocar la sentencia dictada a fs. 555/561 de los autos n° 163.465/32.256, caratulados:
"CASALE DE GONZALEZ MARÍA DANIELA Y OTS. C/ CONSORCIO DE PRO-
PIETARIOS VISTALBA COUNTRY P/ D. Y P." por la Cuarta Cámara de Apelaciones
de la Primera Circunscripción Judicial, la que queda redactada de la siguiente manera:
"1°) Acoger el recurso de apelación planteado a fs. 512 contra la senten-cia
de fs. 504/510 y su aclaratoria de fs. 514, la que se revoca y en su lugar se dispone:"
"I.- Hacer lugar, parcialmente, a la demanda de daños y perjuicios
interpuesta por Daniela Casale de González y Fabián González en contra del CON-
SORCIO DE PROPIETARIOS DEL VISTALBA COUNTRY y, en consecuencia, con-
denar a estos a pagar a los actores la suma de PESOS CIENTO VEINTE MIL DOS-
CIENTOS SETENTA Y CINCO ($ 120.275), con más los intereses de la Ley 4087 des-de
la fecha del hecho hasta la de esta sentencia y, desde aquí, hasta su efectivo pago, los
intereses legales de la tasa activa cartera general nominal anual vencida a treinta días del
Banco de la Nación Argentina (T.N.A.), conforme lo resuelto en el plenario “Agui-rre”
(LS 401-211)".
"II.- Rechazar, parcialmente, la demanda interpuesta por los acto-res
por la suma de pesos CIENTO VEINTE MIL DOSCIENTOS SETENTA Y CINCO ($
120.275)".
"III.- Imponer las costas a la demandada en lo que prospera la
pretensión de los actores; y a los actores, en lo que se rechaza la demanda".
"IV.- Regular los honorarios profesionales, por lo que prospera la
demanda y a cargo de los demandados, de la siguiente manera: Dra. Natividad MARIN, en
la suma de pesos CATORCE MIL CUATROCIENTOS TREINTA Y TRES ($ 14.433);
Dr. Carlos CUCCHI, en la suma de pesos SIETE MIL DOSCIENTOS DIECI-SEIS CON
CINCUENTA CENTAVOS ($ 7.216,50); Dr. Sebastián GIORDANO, en la suma de
pesos NUEVE MIL QUINIENTOS NOVENTA Y OCHO ($ 9.598); Dr. Se-bastián
SONEIRA, en la suma de pesos QUINIENTOS CINCO ($ 505) y Dr. Aldo GIORDANO,
en la suma de pesos CINCO MIL CINCUENTA Y UNO CON CIN-CUENTA
CENTAVOS ($ 5.051,50). (arts. 2, 3, 13, 31 Ley 3641)".
"V.- Regular los honorarios profesionales, por lo que se rechaza la
demanda y a cargo de los actores, de la siguiente manera: Dr. Sebastián GIORDANO, en
la suma de pesos TRECE MIL SETECIENTOS TRECE ($ 13.713); Dr. Sebastián
SONEIRA, en la suma de pesos SETE-CIENTOS VEINTE ($ 720); Dr. Aldo GIOR-
DANO, en la suma de pesos SIETE MIL DOSCIENTOS DIECISEIS CON CIN-
CUENTA CENTAVOS ($ 7.216,50); Dra. Natividad MARÍN, en la suma de pesos DIEZ
MIL CIENTO TRES ($ 10.103) y Dr. Carlos CUCCHI, en la suma de pesos CIN-CO MIL
CINCUENTA Y UNO CON CINCUENTA CENTAVOS ($ 5.051,50). (arts. 2, 3, 13, 31
Ley 3641)".
"VI.- Regular los honorarios del perito médico Dr. Manuel GA-
GLIARDI, en la suma de pesos DOS MIL CUATROCIENTOS CINCO CON CIN-
CUENTA CENTAVOS ($ 2.405,50)".
"VII.- Regular los honorarios por el incidente de nulidad resuelto a
fs. 272/274 y fs. 429/430 de la siguiente manera: Dra. Natividad MARÍN, en la suma de
pesos CUATRO MIL TRESCIENTOS TREINTA ($ 4.330); Dr. Carlos CUCCHI, en la
suma de pesos DOS MIL CIENTO SESENTA Y CINCO ($ 2.165); Dr. Sebastián
GIORDANO, en la suma de pesos TRES MIL TREINTA Y UNO ($ 3.031) y Dr. Aldo
GIORDANO, en la suma de pesos MIL QUINIENTOS QUINCE ($ 1.515). (arts. 2, 3 y 14
Ley 3641)".
"VIII.- Regular los honorarios profesionales por el incidente de
nueva prueba resuelto a fs. 340/341 y fs. 431/433 de la siguiente manera: Dra. Natividad
MARÍN, en la suma de pesos CUATRO MIL TRESCIENTOS TREINTA ($ 4.330); Dr.
Carlos CUCCHI, en la suma de pesos DOS MIL CIENTO SESENTA Y CINCO ($
2.165); Dr. Sebastián GIORDANO, en la suma de pesos TRES MIL TREINTA Y UNO ($
3.031) y Dr. Aldo GIORDANO, en la suma de pesos MIL QUINIENTOS QUINCE ($
1.515). (arts. 2, 3 y 14 Ley 3641)".
"2°) Imponer las costas de alzada al actor y al demandado respectiva-mente
en lo que prosperan sus pretensiones".
"3°) Regular los honorarios profesionales por lo que prospera la preten-sión
de los actores, a cargo del demandado, de la siguiente manera: Dra. Natividad Cris-tina
MARIN, en la suma de pesos CINCO MIL SETECIENTOS SETENTA Y TRES ($
5.773); Dr. Carlos CUCCHI, en la suma de pesos MIL SETECIENTOS TREINTA Y
DOS ($ 1.732); Dr. Sebastián SONEIRA, en la suma de pesos CUATRO MIL CUA-
RENTA Y UNO ($ 4.041) y Dr. Oscar PORTABELLA, en la suma de pesos MIL
DOSCIENTOS DOCE ($ 1.212). (arts. 15 y 31 Ley 3641)".
"4°) Regular los honorarios profesionales por lo que se rechaza la preten-
sión del actor y a su cargo de la siguiente manera: Dr. Sebastián SONEIRA, en la suma de
pesos CINCO MIL SETECIENTOS SETENTA Y TRES ($ 5.773); Dr. Oscar POR-
TABELLA, en la suma de pesos MIL SETECIENTOS TREINTA Y DOS ($ 1.732); Dra.
Natividad Cristina MARIN, en la suma de pesos CUATRO MIL CUARENTA Y UNO ($
4.041) y Dr. Carlos CUCCHI, en la suma de pesos MIL DOSCIENTOS DOCE ($ 1.212).
(arts. 15 y 31 Ley 3641)".
II.- Imponer las costas por el recurso de Inconstitucionalidad a la recurrida en lo
que prospera el recurso planteado y, a la recurrente por lo que se rechaza el mismo.
III.- Regular los honorarios profesionales por lo que prospera el recurso de In-
constitucionalidad, y a cargo de la recurrida, de la siguiente manera: Dra. Natividad
Cristina MARIN, en la suma de pesos CINCO MIL SE-TECIENTOS SETENTA Y TRES
($ 5.773); Dr. Carlos CUCCHI, en la suma de pesos MIL SETECIENTOS TREINTA Y
DOS ($ 1.732); Dr. Sebastián SONEIRA, en la suma de pesos CUATRO MIL
CUARENTA Y UNO ($ 4.041) y Dr. Oscar PORTABELLA, en la suma de pesos MIL
DOSCIENTOS DOCE ($ 1.212) (arts. 15 y 31 Ley 3641).
IV.- Regular los honorarios profesionales por lo que se rechaza el recurso de
Inconstitucionalidad, y a cargo de los recurrentes, de la siguiente manera: Dr. Sebastián
SONEIRA, en la suma de pesos CINCO MIL SETECIENTOS SETENTA Y TRES ($
5.773); Dr. Oscar PORTABELLA, en la suma de pesos MIL SETECIENTOS TREIN-TA
Y DOS ($ 1.732); Dra. Natividad Cristina MARIN, en la suma de pesos CUATRO MIL
CUARENTA Y UNO ($ 4.041) y Dr. Carlos CUCCHI, en la suma de pesos MIL
DOSCIENTOS DOCE ($ 1.212) (arts. 15 y 31 Ley 3641).
Notifíquese.
eo
Dr. Jorge Horacio NANCLARES
Dr. Fernando ROMANO
CONSTANCIA: Que la presente resolución no es suscripta por Dra. Aída Rosa KEMELMAJER de CARLUCCI , por haberse
acogido a los beneficios jubilatorios (art. 88 ap. III del C.P.C.).