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UN ABISMO LLAMA A OTRO ABISMO Lectura bíblica: Sal. 42:7; Mr. 4:5-6; Is. 39:1-6; 2 Co. 12:1-4; Hch. 5:1-5 En Salmos 42:7 dice: “Un abismo llama a otro”. Solamente el llamado de un abismo puede lograr que otro abismo responda. Lo superficial no puede descender a los abismos ni penetrar jamás a las partes más hondas, ya que lo profundo sólo responde a lo profundo. Sólo lo que procede de lo más íntimo de nuestro ser puede lograr una respuesta íntima. Cuando escuchamos un mensaje, lo único que conmueve nuestro interior es lo que proviene del interior del que habla; si no sale nada de lo profundo de su ser, la ayuda que recibimos es superficial. Debemos ver que la profundidad espiritual es crucial, pues sólo lo que brote de allí podrá tocar lo profundo del ser de otros. Si nuestro ser interior no recibe ayuda ni beneficio, nunca brotará nada de él. Si queremos ayudar espiritualmente a alguien, algo debe brotar de lo profundo de nuestro ser. Si no cavamos profundo en nuestro interior, nunca podremos llegar a nadie. A menos que nuestras palabras salgan de lo más recóndito de nuestro ser, no tocaremos lo profundo de otros. Podemos estimular sus emociones y pensamientos; podemos hacer que lloren, se alegren o se conmuevan, pero sólo “un abismo llama a otro”. Las expresiones superficiales nunca tocarán lo profundo de los demás. TENER RAICES PROFUNDAS En la parábola del sembrador encontramos el principio que debemos seguir cuando predicamos el evangelio o recibimos la palabra de Dios. Cuando el sembrador salió a sembrar, parte de la semilla cayó junto al camino, otra en pedregales y otra entre los espinos, pero otra cayó en buena tierra. Vemos aquí las cuatro maneras en que el hombre recibe la palabra. El Señor Jesús nos dice que uno de esos lugares es los pedregales. Allí se ve la tierra en la superficie, pero por debajo hay muchas piedras. La semilla que cae en esta clase de terreno, brota pronto, pero en cuanto sale el sol, se seca porque no tiene raíz. ¿Qué es la raíz? Es la parte de la planta que crece bajo la tierra. ¿Qué son las hojas? Es la parte que crece sobre la tierra. Podemos decir que la raíz es la parte escondida de la vida, mientras que las hojas son la vida manifestada. El problema de muchos cristianos es que aunque tienen mucha vida, muy poca se mantiene en secreto. En otras palabras, les falta esa vida escondida. Ustedes han sido cristianos por años, pero ¿cuánto de esa vida se mantiene en secreto y cuánto de ella es evidente? Ustedes dan mucho énfasis al trabajo. Por supuesto, las buenas acciones son importantes, pero aparte de esa expresión de su vida, ¿cuánto de esa vida se mantiene escondida? Si toda la vida espiritual de uno está expuesta, entonces uno no tiene raíces. ¿Están sus virtudes manifestadas ante los

Extractos de Watchman Nee

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UN ABISMO LLAMA A OTRO ABISMOLectura bblica: Sal. 42:7; Mr. 4:5-6; Is. 39:1-6; 2 Co. 12:1-4; Hch. 5:1-5En Salmos 42:7 dice: Un abismo llama a otro. Solamente el llamado de un abismo puede lograr que otro abismo responda. Lo superficial no puede descender a los abismos ni penetrar jams a las partes ms hondas, ya que lo profundo slo responde a lo profundo. Slo lo que procede de lo ms ntimo de nuestro ser puede lograr una respuesta ntima. Cuando escuchamos un mensaje, lo nico que conmueve nuestro interior es lo que proviene del interior del que habla; si no sale nada de lo profundo de su ser, la ayuda que recibimos es superficial. Debemos ver que la profundidad espiritual es crucial, pues slo lo que brote de all podr tocar lo profundo del ser de otros. Si nuestro ser interior no recibe ayuda ni beneficio, nunca brotar nada de l. Si queremos ayudar espiritualmente a alguien, algo debe brotar de lo profundo de nuestro ser. Si no cavamos profundo en nuestro interior, nunca podremos llegar a nadie. A menos que nuestras palabras salgan de lo ms recndito de nuestro ser, no tocaremos lo profundo de otros. Podemos estimular sus emociones y pensamientos; podemos hacer que lloren, se alegren o se conmuevan, pero slo un abismo llama a otro. Las expresiones superficiales nunca tocarn lo profundo de los dems.TENER RAICES PROFUNDASEn la parbola del sembrador encontramos el principio que debemos seguir cuando predicamos el evangelio o recibimos la palabra de Dios. Cuando el sembrador sali a sembrar, parte de la semilla cay junto al camino, otra en pedregales y otra entre los espinos, pero otra cay en buena tierra. Vemos aqu las cuatro maneras en que el hombre recibe la palabra. El Seor Jess nos dice que uno de esos lugares es los pedregales. All se ve la tierra en la superficie, pero por debajo hay muchas piedras. La semilla que cae en esta clase de terreno, brota pronto, pero en cuanto sale el sol, se seca porque no tiene raz.Qu es la raz? Es la parte de la planta que crece bajo la tierra. Qu son las hojas? Es la parte que crece sobre la tierra. Podemos decir que la raz es la parte escondida de la vida, mientras que las hojas son la vida manifestada. El problema de muchos cristianos es que aunque tienen mucha vida, muy poca se mantiene en secreto. En otras palabras, les falta esa vida escondida. Ustedes han sido cristianos por aos, pero cunto de esa vida se mantiene en secreto y cunto de ella es evidente? Ustedes dan mucho nfasis al trabajo. Por supuesto, las buenas acciones son importantes, pero aparte de esa expresin de su vida, cunto de esa vida se mantiene escondida? Si toda la vida espiritual de uno est expuesta, entonces uno no tiene races. Estn sus virtudes manifestadas ante los hombres, o hay algo que ellos no conocen? Si todas sus experiencias son manifiestas, esto indica que su crecimiento es externo y que carece de crecimiento interno. Si ste es el caso, usted es una persona que tiene hojas, pero no tiene races, as que se encuentra en la superficie.Como creyentes necesitamos aprender lo que significa el Cuerpo de Cristo, y debemos practicar la vida del Cuerpo. Adems, debemos saber que la vida que el Seor le da a cada miembro de Su Cuerpo, es individual. Por ello, usted debe guardar en secreto esa porcin personal que El le dio; de no ser as, esa porcin perder su carcter especfico, y no podr ser til para el Seor. Si usted pone al descubierto aquello que se le ha dado especficamente, se marchitar.El mensaje que el Seor Jess dio en el monte fue extraordinario. El dijo all: Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder (Mt. 5:14). Es algo totalmente al descubierto. Pero en otro lado dijo: Mas cuando t des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto ... cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que est en secreto... (Mt. 6:3-4, 6). Esto indica que, por un lado, si usted es cristiano, debe confesar su fe de forma pblica; y por otro, ciertas virtudes cristianas se deben guardar de la vista pblica. El creyente que exhibe todas sus virtudes y no reserva nada en lo profundo de su ser, no tiene races; y no podr permanecer firme cuando lleguen las pruebas y las tentaciones.Hace muchos aos que somos hijos de Dios; quiera el Seor abrir nuestros ojos y mostrarnos hasta qu punto nuestras experiencias han estado escondidas de la vista pblica. Cuntas de esas experiencias quedaran si se eliminara lo que ya se ha hecho pblico? Que el Seor se forje en nosotros, de modo que podamos tener races.EXPERIENCIAS PROFUNDASPablo dijo en su carta a los corintios: Es necesario gloriarse, aunque ciertamente no conviene... (2 Co. 12:1). El admiti que escribir lo que nos presenta en 2 Corintios 12 no conviene. Pero por causa de otros, se vio obligado a hablar de las visiones y revelaciones que el Seor le haba dado. Hermanos, sta debe ser nuestra actitud. Muchos de nosotros no podemos pasar la prueba al recibir visiones y revelaciones, porque tan pronto tenemos una pequea experiencia, tocamos trompeta y todos se enteran. Si Pablo saba que no le era de provecho mencionar sus visiones y revelaciones, por qu lo hizo? Porque se vio forzado a hacerlo ya que algunos dudaban de su apostolado, y por los problemas que existan acerca del fundamento de la fe cristiana.Dio Pablo a conocer todas las revelaciones que recibi? De ninguna manera. El escribi: Conozco a un hombre [refirindose a s mismo] en Cristo, que hace catorce aos (si en el cuerpo, no lo s; o fuera del cuerpo, no lo s; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo (2 Co. 12:2). Por catorce aos l no habl de esta experiencia. Qu profundidad haba en Pablo! Sera asombroso si nosotros ocultramos por lo menos siete aos alguna revelacin dada por Dios. Sin embargo, Pablo por catorce aos no divulg su experiencia; en catorce aos la iglesia de Dios no supo nada al respecto; ni siquiera los apstoles haban odo de ello. Pablo tena races muy profundas.Algunas personas le diran: Pablo, hblanos de esa experiencia que tuviste hace catorce aos en el tercer cielo. Nos ayudara mucho conocer los detalles. Pero Pablo solamente dijo: Conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo s; Dios lo sabe), que fue arrebatado al Paraso, donde oy palabras inefables que no le es dado al hombre expresar (vs. 3-4). Hasta hoy esta experiencia de Pablo no ha salido a la luz y sigue siendo un misterio.Hermanos, este asunto de tener races es de suma importancia. Si desean que su obra sea como la de Pablo, deben tener races como las de Pablo; si desean tener la conducta de Pablo, necesitan tener la vida interior de Pablo; y si anhelan tener el poder que se manifest en l, entonces necesitan tener las experiencias secretas de Pablo. El problema de los cristianos de hoy es que no pueden tener alguna experiencia espiritual o especial, sin revelarla de inmediato. Tan pronto como obtienen una pequea experiencia, corren a contarla. Viven una vida pblica; no hay nada guardado en su interior; no tienen races. Quiera Dios mostrarnos la experiencia de Pablo y guiarnos a tener tal profundidad.UNA VIDA SUPERFICIALIsaas 39 narra la ocasin cuando el rey de Babilonia recibi la noticia de que Ezequas haba estado enfermo y que ya se haba recuperado; envi mensajeros con cartas y presentes para l. Ezequas, quien haba recibido mucha gracia de Dios, no pas la prueba de la gracia. La palabra de Dios dice: Y se regocij con ellos Ezequas, y les mostr la casa de su tesoro, plata y oro, especias, ungentos preciosos, toda su casa de armas, y todo lo que se hallaba en sus tesoros... (v. 2). Ezequas no pudo resistir la tentacin de mostrar todo lo que posea. Apenas fue sanado milagrosamente de su enfermedad y se sinti autosuficiente, actu con arrogancia. Despus de todo, a ninguna otra persona que fue sanada se le dio la asombrosa seal de hacer retroceder diez grados la sombra del sol (Is. 38:8). En su gozo, Ezequas mostr todos sus tesoros, lo cual revela que no haba sido quebrantado por la cruz. Su vida natural no fue eliminada y, como consecuencia, todas sus races quedaron al descubierto. Todo su conocimiento y todas las riquezas que acumul, se lo mostr a los babilonios. Debido al despliegue que hizo, Isaas le dijo: Oye palabra de Jehov de los ejrcitos: He aqu vienen das en que ser llevado a Babilonia todo lo que hay en tu casa, y lo que tus padres han atesorado hasta hoy; ninguna cosa quedar, dice Jehov (39:5-6). Aquello que mostremos a los dems, lo perderemos. La medida de vida que exhibamos, ser la medida de vida que se nos escapar. Este es un asunto muy solemne y requiere toda nuestra atencin.Lamentablemente, muchas personas no pueden abstenerse de revelar sus experiencias, dndolas a conocer para deleitar su corazn, que fue lo que hizo Ezequas al mostrar sus tesoros. En una ocasin un hermano dijo: Cuando algunos hermanos dieron sus testimonios acerca de la manera en que Dios los san, yo tambin quise enfermarme, aunque no de algo serio, para poder testificar en la siguiente reunin que Dios me san. El nico motivo de este hermano era tener algo qu testificar. Quera tener esa experiencia nicamente para tener algo de qu hablar. Vivir de modo superficial impide que progresemos espiritualmente.

TESTIFICAR SIN EXHIBIRSESignifica esto que no debemos testificar? Por supuesto que debemos hacerlo. Pablo lo hizo, y los hijos de Dios lo han hecho por generaciones. Pero testificar es una cosa, y complacerse en exhibir nuestras experiencias es otra. Cul es nuestro verdadero motivo al testificar? Es que otros sean ayudados o simplemente nos gusta ser vistos? Deleitarnos en or nuestra propia voz y desear ayudar a otros son dos cosas totalmente diferentes. Testificamos slo porque tenemos algn problema del cual hablar? Un testimonio no es algo que contamos en la conversacin de sobremesa. Cuando hablamos vanamente, perdemos riquezas espirituales. Cuando el Seor en verdad nos lo indique, debemos testificar, procurando ayudar a los dems. Pablo testific en 2 Corintios 12 lo que haba experimentado catorce aos antes. El ocult su experiencia durante catorce aos, y nadie supo nada al respecto. Aun cuando habl de ello, no lo revel todo. El mencion el hecho, pero no dio ningn detalle. Unicamente habl del hecho de que haba tenido una revelacin en la que oy palabras inefables que no le era dado al hombre expresar, y no dijo las palabras que oy. Hasta el da de hoy, el tercer cielo es un misterio y todava no sabemos cmo es.Hermanos, cules son nuestros tesoros? Cul es el oro, la plata, las especias, los ungentos y las cosas preciosas que tenemos? Cul es nuestro arsenal? Debemos recordar que el oro representa todo lo que es de Dios y que la plata se relaciona con la redencin efectuada en la cruz; las especias son el resultado de nuestras heridas; las cosas preciosas son todo lo que se relaciona con el reino; y el arsenal es la obra del Seor, la cual recibimos de Dios y del Seor Jess. Esto no es doctrina, enseanzas bblicas ni teologa; es lo que hemos adquirido en nuestra comunin con el Seor. Cuando tenemos comunin con Dios y nos comunicamos con El, adquirimos muchas cosas. No est bien hablar libremente de estos tesoros. Esto no significa que no debamos testificar, sino que muchas de estas experiencias deben permanecer escondidas. Hermanos, ste es un asunto crucial en la vida cristiana. Muchas de nuestras experiencias espirituales deben guardarse en secreto.El Seor Jess en algunas ocasiones dio Su testimonio, pero nunca habl ms de lo necesario. Una cosa es dar testimonio, y otra muy distinta ser locuaz. En muchas ocasiones el Seor peda a quienes sanaba que no lo dijeran a nadie. Esta orden se repite constantemente en el evangelio de Marcos. En una ocasin el Seor le dijo a cierta persona: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuntales cunto el Seor ha hecho por ti, y cmo ha tenido misericordia de ti (Mr. 5:19). Es apropiado hablar de las grandes cosas que el Seor ha hecho por nosotros, pero no debemos publicarlas, como si se tratara de noticias; lo nico que esto hace es poner en evidencia el hecho de que no tenemos races. No tener races es no tener ningn tesoro; es no tener vida ni experiencias secretas. Es esencial que algunas de nuestras experiencias permanezcan guardadas en secreto; revelarlo todo, equivale a perderlo todo.Recordemos adems que si mostramos todos nuestros tesoros, no podremos evitar ser llevados en cautiverio. La muerte y la exhibicin van juntas. Cuando testificamos, debemos ser como Pablo, el cual aunque se vio obligado a gloriarse, dijo: Ciertamente no conviene (2 Co. 12:1). Con frecuencia el ataque de Satans se presenta cuando el hombre se exhibe. Cualquier clase de exhibicin acarrea prdida. Muchos creyentes, cuando son sanados, testifican para la gloria de Dios, pero la mayora de estos testimonios no glorifican a Dios, sino que exaltan la fe del que testifica. Como resultado, la enfermedad regresa. Despus de que estas personas dan sus testimonios, son atacadas de nuevo por la misma enfermedad. Esto nos muestra que Dios abriga a aquellos que mantienen sus races ocultas, mas no a los que las exhiben; stos quedan expuestos a ser atacados. Si Dios nos gua a testificar, debemos hacerlo, teniendo en cuenta que hay muchas cosas que debemos guardar. Dios protege lo que guardamos ante El y lo que slo nosotros disfrutamos personalmente.Este mismo principio se aplica a nuestra labor. Por la gracia y la misericordia de Dios, El ha realizado algunas obras por medio de nosotros, pero debemos recordar que Sus obras no son noticias, ni propaganda. Si uno divulga lo que Dios hace en uno, inmediatamente sentir que la muerte viene sobre lo que uno ha experimentado, y se va desvaneciendo a medida que uno lo exhibe. En 2 Samuel 24 encontramos que cuando David cens a los hijos de Israel, la muerte vino sobre ellos. Dios nos libre de exhibir lo que tenemos.Cualquier secreto que tengamos con el Seor, debemos reservarlo. Slo debemos actuar segn las instrucciones que Dios nos da. Debemos revelar algo slo si interiormente somos guiados a hacerlo. Si Dios quiere que compartamos alguna experiencia con un hermano, debemos hacerlo, pues de lo contrario violaramos una ley de los miembros del Cuerpo de Cristo, que es la comunin. Si reprimimos esta ley, el fluirse detendr. Debemos tener una actitud positiva y ministrar vida a los dems. Pero si constantemente acaparamos la atencin, entonces la locuacidad y la exhibicin nos harn vulnerables a los ataques del enemigo. Espero que conozcamos el Cuerpo de Cristo y el fluir de vida entre sus miembros; pero tambin quisiera que aprendiramos a guardar nuestra porcin secreta delante del Seor, es decir, esas experiencias que nadie conoce. No debemos sacar a la luz ninguna raz.A medida que ganamos profundidad y extendemos nuestras races, descubriremos que un abismo llama a otro. Cuando extraemos riquezas de lo ms profundo de nuestro ser, vemos que otras vidas son profundamente afectadas. En el momento que toquemos nuestro ser interior, otros creyentes recibirn ayuda y sern iluminados. Se darn cuenta de que hay algo ms profundo de lo que pueden entender. Cuando lo profundo que hay en nosotros de uno toca lo profundo de otra persona, ella responde. Si nuestra vida no tiene profundidad, nuestra obra ser superficial y el efecto que tenga en los dems tambin ser superficial. Repitamos esto de nuevo: slo un abismo llama a otro abismo.

ADORAMOS A DIOS POR SUS CAMINOSEl hombre entonces se inclin, y ador a Jehov, y dijo: Bendito sea Jehov, Dios de mi amo Abraham, que no apart de mi amo su misericordia y su verdad, guindome Jehov en el camino a casa de los hermanos de mi amo (Gn. 24:26-27).Cuando el criado de Abraham oy sus palabras, se inclin en tierra ante Jehov. Y sac el criado alhajas de palta y alhajas de oro, y vestidos, y dio a Rebeca; tambin dio cosas preciosas a su hermano y a su madre (vs. 52-53).Y habl Aarn acerca de todas las cosas que Jehov haba dicho a Moiss, e hizo las seales delante de los ojos del pueblo. Y el pueblo crey; y oyendo que Jehov haba visitado a los hijos de Israel, y que haba visto su afliccin, se inclinaron y adoraron (Ex. 4:30-31).Y vosotros responderis: Es la vctima de la pascua de Jehov, el cual pas por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hiri a los egipcios, y libr nuestras casas. Entonces el pueblo se inclin y ador (12:27).Y Jehov descendi en la nube, y estuvo all con l, proclamando el nombre de Jehov. Y pasando Jehov por delante de l, proclam: Jehov! Jehov! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelin y el pecado, y que de ningn modo tendr por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generacin. Entonces Moiss, apresurndose, baj la cabeza hacia el suelo y ador. Y dijo: Si ahora, Seor, he hallado gracia en tus ojos, vaya ahora el Seor en medio de nosotros; porque es un pueblo de dura cerviz; y perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y tmanos por tu heredad (34:5-9).Estando Josu cerca de Jeric, alz sus ojos y vio un varn que estaba delante de l, el cual tena una espada desenvainada en su mano. Y Josu, yendo hacia l, le dijo: Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? El respondi: No; mas como prncipe del ejrcito de Jehov he venido ahora. Entonces Josu, postrndose sobre su rostro en tierra, le ador; y le dijo: Qu dice mi Seor a su siervo? (Jos. 5:13-14).Cuando Geden oy el relato del sueo y su interpretacin, ador; y vuelto al campamento de Israel, dijo: Levantaos porque Jehov ha entregado el campamento de Madin en vuestras manos (Jue. 7:15).Por este nio oraba, y Jehov me dio lo que ped. Yo, pues, lo dedico tambin a Jehov; todos los das que viva, ser de Jehov. Y ador all a Jehov (1 S. 1:27-28).Y al sptimo da muri el nio; y teman los siervos de David hacerle saber que el nio haba muerto, diciendo entre s: Cuando el nio an viva, le hablbamos, y no quera or nuestra voz; cunto ms se afligir si le decimos que el nio ha muerto? Mas David, viendo a sus siervos hablar entre s, entendi que el nio haba muerto; por lo que dijo David a sus siervos: Ha muerto el nio? Y ellos respondieron: Ha muerto. Entonces David se levant de la tierra, y se lav y se ungi, y cambi sus ropas, y entr a la casa de Jehov, y ador. Despus vino a su casa, y pidi, y le pusieron pan, y comi (2 S. 12:18-20).Y un da aconteci que sus hijos e hijas coman y beban vino en casa de su hermano primognito, y vino un mensajero a Job, y le dijo: Estaban arando los bueyes, y las asnas paciendo cerca de ellos, y acometieron los sabeos y los tomaron, y mataron a los criados a filo de espada; solamente escap yo para darte la noticia. An estaba ste hablando, cuando vino otro que dijo: Fuego de Dios cay del cielo, que quem las ovejas y a los pastores, y los consumi; solamente escap yo para darte la noticia. Todava estaba ste hablando, y vino otro que dijo: Los caldeos hicieron tres escuadrones, y arremetieron contra los camellos y se los llevaron, y mataron a los criados a filo de espada; solamente escap yo para darte la noticia. Entre tanto que ste hablaba, vino otro que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano primognito; y un gran viento vino del lado del desierto y azot las cuatro esquinas de la casa, la cual cay sobre los jvenes, y murieron; y solamente escap yo para darte la noticia. Entonces Job se levant, y rasg su manto, y rasur su cabeza, y se postro en tierra y ador (Job 1:13-20).Examinemos esto delante de Dios. Si en realidad tenemos la intencin de adorar a Dios, es imposible que lo adoremos a El solamente. No digo que no debamos adorar a Dios. Tenemos que adorarle, pero tengan presente que vendr el da en que Dios abrir nuestros ojos para que veamos que El es ms que simplemente nuestro Padre; tambin lo conoceremos como nuestro Dios. Necesitamos ver que no slo somos Sus hijos, sino tambin Sus esclavos. Cuando veamos esta revelacin y conozcamos a Dios, inmediatamente lo adoraremos. Sin embargo, no debemos detenernos all. Cada vez que tengamos una revelacin y un encuentro con Dios, espontneamente aceptaremos Sus caminos.La Palabra de Dios nos muestra que necesitamos conocer a Dios y tambin Sus caminos. Dios nicamente puede ser conocido por revelacin, y Sus caminos slo pueden conocerse mediante la sumisin. Podemos conocer a Dios por medio de Su revelacin, y podemos conocer Sus caminos estando dispuestos a ser disciplinados y sometindonos a El.Qu son los caminos de Dios?Qu son los caminos de Dios? Son el modo en que Dios se relaciona con nosotros. Sus caminos indican lo que El desea hacer; son las decisiones que El toma con respecto a nosotros. Estos caminos son ms altos que los nuestros (Is. 55:9). El dispone las cosas segn Su conocimiento, y no deja lugar para nuestra opinin. El trata a cada persona de una manera diferente. Sus caminos son lo que El sabe que es mejor para nosotros y nos muestran que El acta segn Su deseo y determinacin.Muchos titubean ante el hecho de que sin una revelacin de Dios es imposible aceptar Sus caminos. Nos preguntamos: Por qu Dios am a Jacob y no a Esa? Quiz nos parezca que Dios fue injusto con Esa, y nos indignemos por la manera en que Esa fue tratado. Tal vez pensemos que Esa era un buen hombre que fue engaado en todo aspecto y que Jacob era el malo. No obstante, Dios dijo: A Jacob am, mas a Esa aborrec (Ro. 9:13). An as traemos a colacin nuestros argumentos al respecto. Quienes as razonan, no han visto a Dios. Aquellos que lo han visto, saben que El es Dios y, como tal, puede actuar como le plazca. El hace lo que lo satisface a El, pues es Dios. Nadie puede decirle cmo debe actuar. El no necesita consejeros ni asesores ni una junta de consejeros que le digan cmo actuar. El hace lo que le place. Estos son los caminos de Dios.Los caminos de Dios son lo que El escoge, lo que desea hacer, y El desea actuar de una forma especfica; desea relacionarse con nosotros de cierta manera. El quiere llevar a cabo un asunto en particular y no otro. El nos hace pasar por estas circunstancias y no por otras. A esto nos referimos cuando hablamos de los caminos de Dios.No nos limitamos a adorar a DiosComo dijimos anteriormente, cuando una persona recibe una revelacin y se da cuenta de que Dios est muy por encima del hombre, lo nico que puede hacer es postrarse y adorarle. Pero no debemos detenernos all, porque esto es algo abstracto. Debemos decir inmediatamente: Dios, te adoro, y honro lo que T haces. Dios ha de conducir nuestro corazn al punto en que nos postremos en Su presencia y le digamos: Ahora veo que no slo te debo adorar, sino que tambin debo honrar lo que haces y lo que te agrada. Adems debo aceptar lo que escoges. Debo adorarte por lo que has establecido para m y por lo que te ha placido traer sobre m y por lo que no quieres que busque. Hermanos y hermanas, es fcil adorar a Dios mientras estamos reunidos, ya que no tenemos ningn precio que pagar. Pero permtanme decirles que la verdadera adoracin proviene de conocer a Dios, y de recibir una revelacin Suya. Doy gracias a Dios porque lo conozco; por lo tanto, me postro ante El, y le digo: Todo lo que has hecho est bien. T nunca te equivocas. Es as como aceptamos los caminos de Dios.Aprendemos a caminar paso a paso. Asimismo si deseamos caminar delante de Dios, tendremos que aprender a aceptar Sus caminos y adorarle por ellos, no slo porque El es Dios. Nuestro futuro espiritual depende de nuestra capacidad de adorar a Dios por Sus caminos. As que, todos los que conocen a Dios deben ser llevados al punto en que puedan decir: Adoro a Dios por Sus caminos. Acepto lo que El ha designado para m. Honro todo lo que ha hecho en m. Adoro a Dios por lo que a El le place hacer en m. Adoro a Dios por aquello de lo que me despoja.Los que honran los caminos de DiosEstudiemos ahora algunos de los que adoraban a Dios en el Antiguo Testamento, y examinemos cmo lo hacan. Veremos los caminos de Dios en los ejemplos de los adoradores de Dios en el Antiguo Testamento.Por un viaje prsperoLos caminos de Dios son lo que El quiere hacer en nosotros. Nuestro primer ejemplo se halla en Gnesis 24. Recordemos la historia en que Abraham le dijo a su mayordomo: Irs a mi tierra y a mi parentela, y tomars mujer para mi hijo Isaac (v. 4). Esta fue una expedicin formidable. Abraham viva en Canan. A fin de llegar a Mesopotamia deba cruzar el ro Jordn, el ro Eufrates y el desierto que estaba entre ellos. Era una tarea difcil ir a una tierra extraa y muy lejana y, como sirvo, convencer a una joven de que aceptara la propuesta de matrimonio de su amo. No obstante, Eliezer acudi a Dios. El confiaba en Dios, pese a que pareca estar viajando a los confines de la tierra para buscar a los parientes de Abraham y encontrar una doncella. Lo narrado en las Escrituras en cuanto a su viaje es realmente maravilloso. Dice que cuando lleg a Nacor, la ciudad de Abraham, or as: Oh Jehov, Dios de mi seor Abraham, dame, te ruego, el tener buen encuentro, y haz misericordia con mi seor Abraham. He aqu yo estoy junto a la fuente de agua, y las hijas de los varones de esta ciudad salen por agua. Sea, pues, que la doncella a quien yo dijere: Baja tu cntaro, te ruego, para que yo beba, y ella respondiere: Bebe, y tambin dar de beber a tus camellos; que sea sta la que t has destinado para tu siervo Isaac; y en esto conocer que habrs hecho misericordia con mi seor (vs. 12-14). Esta oracin pareca difcil de responder. Pero no haba terminado an de orar, cuando Rebeca lleg al pozo.Ya conocemos esta historia, y cmo todo sucedi conforme haba pedido Eliezer, hasta el ms mnimo detalle. Qu habra sucedido si esta doncella no hubiese sido de la familia de Abraham? Como sabemos, la tipologa usada aqu es la de Cristo y la iglesia; ambos de la misma familia. As el que santifica como los que son santificados, de uno son (He. 2:11). Rebeca deba tener el mismo origen que Isaac. Qu habra sucedido si ella hubiese sido de otro linaje, por ejemplo de Siria o de Babilonia? Por esto Eliezer le pregunt acerca de su parentela. Tan pronto descubri que, en efecto, ella era de la familia de Abraham, se inclin y ador a Jehov (Gn. 24:23-27). Podemos ver esto? Estos son los caminos de Dios. Si solamente aprendiramos a reconocer al Seor en todos nuestros caminos como dice Proverbios 3:6, veramos a Dios actuando. Si le pedimos que haga algo, y creemos confiadamente, entonces cuando las cosas sucedan segn nuestra peticin, adoraremos a Dios. De este modo no adoraremos a Dios simplemente por ser Dios, sino por lo que hace. Eliezer inmediatamente se inclin y ador al Seor, como si dijese: T me has concedido gracia, as como has dado gracia a mi seor Abraham, pues me has guiado en el camino.Hermanos y hermanas, comprendemos lo que significa adorar a Dios? Significa darle toda la gloria a El. Si todo sale bien despus de que oramos y decimos que tuvimos suerte, que las circunstancias cambiaron a nuestro favor en el momento justo, o que nosotros mismos hicimos un buen trabajo, no damos gloria a Dios. Una persona que conoce a Dios, reconoce que no puede hacer otra cosa que inclinarse y adorar a Dios cuando ve que El acta. El siervo de Abraham ni siquiera se detuvo para hablar con Rebeca. Lo primero que hizo fue adorar a Dios. No le dio vergenza inclinarse instantneamente; inclin su cabeza y dijo: Dios, te adoro.Qu es la adoracin? Adorar a Dios es dar gloria a El cuando hace lo que desea en nosotros. Dar gloria a Dios equivale a adorarle. Queda esto claro? Debemos ver la relacin que existe entre dar gloria y adorar. Darle la gloria a Dios significa adorarlo. La gloria que le damos a Dios no es otra cosa que adoracin. Al inclinarnos delante de El le ofrecemos adoracin. Adorar a Dios es inclinarnos ante El y decirle: Me someto a Ti. Las personas orgullosas no pueden adorar a Dios, porque cuando su camino es prspero, lo atribuyen a su propia habilidad o a la suerte. Dicen: Qu inteligente fui al decir esto o aquello. Piensan: Tuve la suerte de encontrarme con tal persona. Personas as jams dan la gloria a Dios, pues no adoran a Dios. Un verdadero adorador de Dios le ofrece alabanzas y acciones de gracias por todo lo que ha hecho por l y todo lo que le sobreviene a lo largo del camino. Permtanme decir que muchas veces no podremos evitar arrodillarnos y darle gloria a Dios. Slo diremos: Dios, te adoro.Cuando el siervo de Abraham fue a la casa de Rebeca, explic su misin a Labn, a Betuel y al resto de la familia de Rebeca, y les dijo que quera llevarse a Rebeca consigo en su viaje de regreso (Gn. 24:34-49). Despus de que Labn y Betuel escucharon el relato, reconocieron la mano de Jehov y dejaron ir a Rebeca (vs. 50-51). Tal vez digamos que Eliezer tuvo mucha suerte o que l era muy astuto, y que por eso todo le sali bien. Si decimos tal cosa, demostramos que no conocemos a Dios ni lo hemos visto. Pero aqu vemos a una persona que conoca a Dios y haba visto Sus hechos. El tena una caracterstica especial. Aun cuando su camino fue extraordinariamente prspero, no se alegr con aquellos que estaban con l ni les dio las gracias; simplemente se postr en tierra ante Jehov (v. 52). Esta es verdadera adoracin.Hermanos y hermanas, debemos aprender a reconocer los caminos de Dios. No se cmo compartirles esta verdad, pero s quiero reiterar que necesitamos conocer dos asuntos. Tenemos dos opciones. Despus de haber credo en el Seor, debemos aprender, por una parte, a conocer la voluntad y la obra de Dios, y por otra, a conocer Sus caminos y la forma en que se relaciona con nosotros. El viaje del siervo de Abraham fue muy prspero, pero tena una caracterstica especial: la reaccin que tena frente a todo lo que se le presentaba era adorar inmediatamente a Jehov.Como ya dijimos, si realmente deseamos adorar a Dios, encontraremos vez tras vez que El nos da muchas oportunidades para hacerlo. Cuando este mayordomo lleg a las afueras de la ciudad, ador a Dios, y volvi a hacerlo a la puerta de la casa de Labn. Despus de entrar, ador nuevamente. Cuando adoramos a Dios la primera vez, El nos dar una segunda oportunidad de adorarlo. El har que lo adoremos con admiracin inefable. Luego har que las circunstancias nos lleven a no tener otra alternativa que adorarle. Muchas veces Dios nos dar un viaje prspero. En tales casos, debemos confesar que no es por nuestra propia mano ni por nuestra habilidad. No sucedieron las cosas porque tuvisemos mucha astucia, sino porque Jehov lo dispuso todo. Jehov nos condujo; por lo tanto, a El debe dirigirse toda la gloria.Por acordarse de nuestras afliccionesEl segundo caso se encuentra en Exodo 4, cuando Dios envi a Moiss a decir a los hijos de Israel que los haba visitado y que los librara de la esclavitud de Egipto. No tendran que coser ladrillos, que fue el material usado en la torre de Babel. El versculo 31 dice: Y el pueblo crey; y oyendo que Jehov haba visitado a los hijos de Israel, y que haba visto su afliccin, se inclinaron y adoraron. Tenemos personas entre nosotros que adoran a Dios por lo que El hace? Muchas veces parece que Dios nos estuviera guiando de la misma manera que gui al siervo de Abraham. Cuando nuestro camino es prspero, no podemos evitar adorar a Dios. Pero sta situacin es diferente, pues ellos adoraron a Dios por haberlos visitado y por ver su afliccin. Dios slo les dijo a los hijos de Israel por medio de Moiss y de Aarn que se haba acordado de ellos, aunque ya haban pasado cuatrocientos treinta aos. El los haba visitado y haba visto su afliccin y lo que les aconteca. Cuando los israelitas entendieron que Dios se haba acordado de ellos, los haba visitado y vea su afliccin, se inclinaron y adoraron.Muchas veces nuestros hermanos y hermanas sufren tribulaciones. No pueden adorar a Dios porque creen que El se olvid de ellos. Muchos tienen dificultades domsticas, pero stas nunca duran cuatrocientos treinta aos. Cmo podemos decir que Dios se ha olvidado de nosotros? Quizs los hijos de Israel hayan dicho: Hemos sido esclavos durante tantos aos; a Dios ya no le importa. Asimismo, nosotros quiz hayamos dicho: He estado enfermo por mucho tiempo; Dios no quiere sanarme. He estado sin empleo por aos, pero Dios no quiere abrirme un camino. Mi esposo an no es creyente; todava hay problemas en mi familia. Tal parece que Dios se olvid de nosotros, de nuestras dificultades y de nuestros sufrimientos. Pero si decimos tales cosas, no adoraremos a Dios y ni siquiera podremos pronunciar una palabra de adoracin hacia El. Pero el da vendr en que veremos a Dios. Lo conoceremos y entenderemos Sus caminos, y veremos que no se olvid de nuestra situacin. Reconoceremos que todo lo que atravesamos redund en nuestro bien; inclinaremos la cabeza y le diremos: Dios, te adoro. No podremos abstenernos de adorar a Dios debido a nuestra gratitud. Le diremos: Dios, te adoro por toda la gracia y las bendiciones que me has dado.Por Su SalvacinEn Exodo 12:27 Dios mand que los israelitas ensearan a sus hijos el significado de la pascua: Es la vctima de la pascua de Jehov, el cual pas por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hiri a los egipcios, y libr nuestras casas. Cmo recibieron los israelitas este mensaje? Entonces el pueblo se inclin y ador. El pueblo ador a Dios. Recuerden que en el Antiguo Testamento el sacrificio de la pascua no era una ofrenda por el pecado, sino un sacrificio recordatorio que llevaba al pueblo a adorar a Dios. Dios dio muerte a los primognitos de todas las casas de los egipcios, pero pas de largo sobre todas las casas de los hijos de Israel. Al recordar la separacin que Dios haba establecido entre ellos y los paganos y al traer a la memoria los diferentes lugares por los que haban sido trados, no podan evitar adorarlo.La pascua, as como la reunin de la mesa de nuestro Seor, es un sacrificio y una fiesta que traen a la memoria la obra del Seor y nuestra separacin con el mundo, lo cual suscita adoracin en nuestros corazones. Nos preguntamos por qu nos escogi Dios y por qu nos sentimos constreidos a adorarlo por habernos elegido. En muchas ocasiones la gracia de Dios slo nos lleva a dar gracias, mas no a adorar. Sin embargo, cuando vemos los caminos de Dios, no podemos abstenernos de adorarle. Cuando los israelitas vieron los caminos de Dios, no tuvieron ms que decir: Dios, hay tantas personas en Egipto, por qu pasaste por encima de las casas de los hijos de Israel y heriste las casas de los egipcios? Todo primognito de entre los egipcios muri. Por qu fueron salvos los hijos de los israelitas? Dios, qu asombroso que hiciste esto? Cuando veamos lo que Dios ha hecho y la manera como nos escogi, lo adoraremos. Los mtodos que Dios utiliza para actuar son lo que llamamos Sus caminos. Dios no solamente nos da gracia lo cual nos motiva a adorarle; tambin los caminos que elige para drnosla nos inducen a adorarle.Han meditado ustedes al respecto? Con frecuencia pienso en aquella poca cuando recib al Seor siendo un estudiante. Haba ms de cuatrocientos estudiantes en aquel colegio. Dios no escogi a ninguno de ellos. Por qu me escogi Dios a m? Mi padre tena doce hijos, de los cuales Dios slo me escogi a m. Cuando pensamos en la manera en que Dios nos escogi, no slo pensamos en la gracia de Dios, no simplemente damos gracias, sino que adems adoramos a Dios por la forma en que El opera. Adorar es reconocer que Dios escogi ese camino para darnos Su gracia. No es slo la gracia concedida por Dios, sino la manera en que nos fue dada. Puesto que El decidi darnos Su gracia de esta manera, debemos decir: Dios, te adoro. Estos son Tus caminos. T eres Dios.Hermanos y hermanas, stos son los caminos de Dios! Tal vez le preguntemos por qu nos salv. Permtanme decirles que El nos salv porque fue Su deleite escogernos. El quera esto, y dispuso que as sucediera. No tenemos nada ms qu decir. Lo nico que podemos hacer es postrarnos delante de El, diciendo: Dios, te adoro. No slo tienes gracia para dar, sino que tambin escogiste caminos maravillosos para dispensarla. Los hijos de Israel no meramente le dieron gracia a Dios despus de ver esto, sino que tambin lo adoraron.Al partir el pan, cuando contemplamos la gracia por la cual nos salv, nos justific, nos regener, y nos hizo Sus hijos a nosotros los pecadores, damos gracias a Dios. Pero cuando pensamos en la manera en que El escogi perdonar nuestros pecados, el proceso por el que pas para justificarnos, y los sufrimientos que le costaron sacarnos del lodo y de la inmundicia, de entre tantas otras personas que nos rodeaban y cuando pensamos en que casualmente estbamos en cierta iglesia y por coincidencia escuchamos el evangelio predicado por la persona correcta, y en la manera que nos condujo a recibirlo, recordamos Sus caminos. No slo damos gracias, sino tambin adoracin. Adoramos al Dios que ordena nuestro camino. Cuando conocemos los caminos de Dios, no podemos abstenernos de adorarlo.Hay algo maravilloso en este versculo. Cuando los hijos de Israel escucharon la palabra, se inclinaron y adoraron. Moiss no les dijo que hicieran esto; no les dijo que deban adorar. Simplemente la palabra de Dios los inst a hacerlo, y ellos espontneamente adoraron. Adorar no requiere instruccin, exhortacin ni un ejercicio mental. Cuando vemos los caminos de Dios, espontneamente le adoramos.Por la proclamacin de Sus caminosEn Exodo 3234 leemos de una serie de dificultades que tuvo Moiss. Dios le dio dos tablas de piedra con los diez mandamientos inscritos en ellas. Mientras Moiss an estaba en el monte, se present un problema entre los israelitas que esperaban al pie del monte. Hicieron un becerro de oro y lo adoraron.Esto provoc la ira de Dios, quien le dijo a Moiss: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido. Y pronto se han apartado del camino que yo les mand; se han hecho un becerro de fundicin, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. Dijo ms Jehov a Moiss: Yo he visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz. Ahora, pues, deja que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo har una nacin grande (32:7-10). Dios estaba sumamente enojado; as que Moiss rog a Dios, y luego descendi del monte para resolver el asunto. Despus, volvi a subir al monte en obediencia al mandato de Dios y cort otras dos tablas de piedra. Con stas en su mano, volvi a la cima del monte Sina. All hizo Dios una proclamacin solemne. Primero dijo: Jehov! Jehov! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelin y el pecado (34:6-7). No nos sorprende que en ese momento Moiss se hubiese postrado a adorar a Dios; lo asombroso fue que se apresur a hacerlo al final de la proclamacin. La segunda parte de la proclamacin fue totalmente diferente a la primera. La primera parte hablaba de la compasin, la gracia, la misericordia y el perdn de Dios, pero en la segunda parte dijo: Y que de ningn modo tendr por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generacin. Despus de que Dios hubo proclamado la grandeza de Su majestad, Moiss, apresurndose, baj la cabeza hacia el suelo y ador (v. 8). El conocimiento de Dios no se limita a la gracia. Si fuese solamente un asunto de gracia, ya todo habra terminado y no habra problema, pero tambin necesitamos conocer la santidad de Dios.Me agradan mucho los versculos 8 y 9 del captulo treinta y cuatro. En el versculo 9 Moiss ora, pero en el anterior adora. Primero adora y luego ora. Reconoce lo rectos que son los caminos de Dios, y luego busca la gracia de Dios. El no dijo: T eres tardo para la ira, grande en misericordia y siempre dispuesto a perdonar, as que por favor, ten misericordia de nosotros y no lleves a cabo lo que has planeado. Quizs nosotros habramos orado as: No hagas lo que ibas a hacer. Aunque ste sea Tu camino, no lo hagas. Moiss era muy diferente a nosotros. El tom la debida postura delante de Dios y confes que los caminos de Dios eran rectos. Hermanos y hermanas, hemos reconocido alguna vez que los caminos de Dios son rectos? Le hemos pedido alguna vez a Dios que haga algo que sabamos que era contrario a Su proceder normal? Alguna vez le hemos suplicado que perdone a cierto hermano y que no lo castigue, aun sabiendo que dicho castigo es justo? Si oramos de esta forma, no estamos adorando a Dios. De hecho estamos diciendo: Oh Dios, por favor cambia Tus caminos; no le impongas esta carga, no permitas que tal hermano est enfermo, no permitas que tenga dificultades domsticas. Orar de esta forma es buscar la gracia sin tener en cuenta los caminos de Dios. Al orar as, nos ponemos por encima de Dios; no nos estamos identificando con los caminos de Dios. Moiss primero reconoci la autoridad y los caminos de Dios. Dios declar que de ninguna forma tendra por inocente al malvado, que visitara la iniquidad de los padres sobre los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generacin. Moiss se someti inmediatamente, diciendo: Oh Dios, T eres justo, Tus caminos son rectos y te adoro. Ya que has decidido hacer esto y puesto que tal es Tu proceder, slo puedo adorarte. Despus de esto or pidiendo gracia si haba hallado favor a los ojos de Dios, y si Dios an estaba dispuesto a estar en medio de Su pueblo, pero slo despus de haber adorado a Dios.Es posible que vayamos a la casa de un hermano y nos enteremos de que su hijo est enfermo. Al arrodillarnos con los padres para orar, inmediatamente nos damos cuenta de que Dios no es adorado en esa casa: Sabemos que Dios no recibe adoracin en ese lugar. Al arrodillarse a orar, las primeras palabras que salen de los padres son: Oh Dios, sana a mi hijo; mi hijo no debe morir; tienes que sanarlo. Le indican a Dios lo que debe hacer. Ya han decidido los caminos de Dios por El. Cuando ellos empiezan a orar, vemos que Dios no es adorado. No quiero decir que no reconozcamos a Dios como nuestro Padre, sino que necesitamos conocerle no slo como nuestro Padre, sino tambin como Dios. Una cosa es que El sea el Padre, y otra completamente diferente es que El sea Dios. Tal vez visitemos a otro hermano, y tambin haya un nio enfermo en la casa. Al arrodillarnos a orar con los padres, tal vez oren: Dios, te alabamos porque nunca te equivocas. Te alabamos por permitir que nuestro hijo se enferme. T nunca te equivocas; por tanto, te adoramos. Todo lo que T haces es bueno. Si te place llevarte al nio, aceptaremos Tu voluntad, pero si te place concedernos misericordia, te pedimos que lo sanes. Es apropiado orar, y nuestra adoracin no debe reemplazar nuestra oracin; pero debemos adorar primero y luego orar. Orar es decir lo que nosotros queremos; la adoracin consiste en reconocer el deseo y la voluntad de Dios, mientras que la oracin expresa nuestro deseo y nuestra voluntad.Cunto necesitamos aprender de la manera como Moiss actu en Exodo 34:8-9! El vio que Dios era severo, y no poda hacer otra cosa que arrodillarse y adorar. Moiss no discuti con Dios y tampoco le pregunt qu sucedera si llevaba a cabo tal castigo. El no dijo: Si no perdonas el pecado de los israelitas, qu harn? Si castigas su iniquidad hasta la tercera y cuarta generacin, qu har yo? He guiado a este pueblo en vano. Ya han pasado cuarenta aos; no puedo esperar otras tres o cuatro generaciones. Estoy acabado. He trabajado en vano. Moiss no exhort a Dios a que desistiera de Su idea. Por el contrario, ador a Dios. No s qu ms decir. La necesidad ms grande entre los creyentes hoy es conocer los caminos de Dios y aceptarlos. No importa cunto me afecte ni el deseo que yo tenga. (Moiss tena un deseo. El deseo que lo consuma era entrar a la tierra de Canan). Sin embargo, Moiss dijo primero: Tu tienes razn en lo que deseas; te adoro. Hermanos y hermanas, no slo debemos aprender a hacer la voluntad de Dios y aceptar Sus acciones, sino que tambin debemos deleitarnos en los caminos de Dios y en Sus decisiones. Nos debe gustar lo que a Dios le agrada.El capitn del ejrcito de JehovEn el libro de Josu, Dios dio a Josu la comisin de guiar a los israelitas e introducirlos en la tierra de Canan. Qu responsabilidad tan grande! Tanto Moiss como Aarn haban muerto. La nica persona que quedaba era el joven Josu. Quienes podan llevar esta carga ya no estaban. Qu poda hacer este joven? Cmo debi haberse sentido? Moiss, maduro y experimentado, no haba logrado introducir aquel pueblo en la tierra prometida. Cmo poda hacerlo un joven como l? Cmo podra enfrentarse a las siete temibles tribus que habitaban en la tierra de Canan? Y cmo podra guiar a un pueblo como los hijos de Israel con su constante temor de morir y sus persistentes quejas? Josu tena este reto por delante. Podramos culparlo por sentirse agobiado con dicha responsabilidad? No, no podramos. Si estuviramos en las mismas circunstancias, tambin nos sentiramos agobiados.En ese momento Josu tuvo la visin de un varn que tena una espada desenvainada. Josu no conoca a este varn; as que le pregunt: Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos? (5:13). Debemos prestar especial atencin a esta pregunta. Qu respondi el varn? Muchos creen, errneamente, que el varn haba venido a ayudar a Josu, pero sa no fue la respuesta del varn. El respondi: No, es decir, no estoy aqu ni para ayudarte, ni para ayudar a tus enemigos. Estoy aqu con una sola comisin, como Prncipe del ejrcito de Jehov he venido ahora (v. 14). Damos gracias a Dios por actuar as. Agradecemos a Dios porque esto lo hace el Seor Jess! El no nos ayuda a nosotros ni a nuestros enemigos, sino que viene como Prncipe del ejrcito de Jehov. Si somos parte del ejrcito de Dios, entonces l viene como nuestro Capitn. Lo importante, entonces, no es si se recibe ayuda, sino si se acepta el liderazgo. El no ha venido a ofrecernos ayuda, sino a demandar sujecin. El no viene para ayudar, sino para conducir. Cmo reaccion Josu al escuchar las palabras del varn? Josu, postrndose sobre su rostro en tierra, le ador.Hermanos y hermanas, debemos conocer los caminos de Dios, y ste es otro de Sus caminos. Dios no hace nada para ayudarnos ni para ayudar a nuestros enemigos. Dios no se pone en medio del conflicto ayudando parcialmente aqu o all. Dios desea ser el Capitn, y como tal, exige nuestra sumisin. Ante tantos enemigos, la necesidad no habra sido respondida si Dios se limitara a ayudarnos. Someternos a El resuelve el problema.Lo importante no es si Dios nos est ayudando o no, sino si nos sometemos a Su liderazgo. Cuando El est al mando, todo marcha bien. Entre los hijos de Dios predomina el gran problema de que queremos que todo a nuestro alrededor se resuelva y que todo sirva a nuestros intereses. Pero Dios no permitir esto. El desea llevarnos al punto en que simplemente nos sometamos a El. Cuando este asunto se resuelve, inmediatamente desaparecen todos nuestros problemas.Josu se postr con su rostro en tierra y ador. Si conocemos los caminos de Dios al reconocerlo como nuestro Capitn, Dios se encargar de todo, y nosotros le adoraremos. Dios no viene a ayudarnos en la batalla, sino a dirigir las tropas. Si tenemos la esperanza de que El nos ayude en la guerra, no le hemos entendido. Dios vino a guiar las tropas. Debemos someternos a El. Cuando descubrimos el verdadero significado de la adoracin, tambin vemos que hay una espada desenvainada a nuestro favor.Por abrir el caminoEn el libro de Jueces tenemos una seccin que habla de Geden. En el captulo siete Geden estaba intranquilo, pues no saba si ganara la batalla. El descendi al campamento de los madianitas y all escuch que uno le deca a otro: He aqu yo so un sueo: Vea un pan de cebada que rodaba hasta el campamento de Madin, y lleg a la tienda, y la golpe de tal manera que cay, y la trastorn de arriba abajo, y la tienda cay. Y su compaero respondi y dijo: Esto no es otra cosa sino la espada de Geden hijo de Jos, varn de Israel. Dios ha entregado en sus manos a los madianitas con todo el campamento. Cuando Geden escuch el relato del sueo y su interpretacin, ador (vs. 13-15). Geden no ador a Dios simplemente por ser Dios, sino por lo que Dios poda hacer. No solamente ador a Dios por Su poder, sino tambin por la manera en que derrotara a los madianitas, por su eleccin y por la manera en que se haba complacido en luchar contra los madianitas. Los caminos y los mtodos de Dios provocan la adoracin en este pasaje. Alabado sea Dios que a El le es fcil abrirnos un camino. Parece absurdo esperar que trescientos hombres derroten el ejrcito madianita; sin embargo, Dios puede lograrlo. El quiere que recalquemos constantemente que la porcin que espera recibir de Sus hijos es adoracin. Esto no significa que la obra de Dios no sea importante, pero s indica que adorar a Dios es glorificarlo. Esto es lo que Dios requiere de nosotros.Por conceder un hijoEn 1 Samuel 1 tocamos verdaderamente el espritu de la adoracin. Recordemos que Ana no tena hijos. Su esposo tena dos esposas. La otra esposa tena hijos, pero ella era estril y sufra mucho a causa de esto. Por tanto, le peda al Seor que le diera un hijo, y su peticin le fue concedida. Tan pronto fue destetado el nio, ella lo llev al templo en Silo y dijo: Por este nio oraba, y Jehov me dio lo que ped. Yo, pues, lo dedico tambin a Jehov; todos los das que viva, ser de Jehov. Y ador all a Jehov (1 S. 1:27-28). Podemos ver estas dos frases? A m me parecen valiossimas. Lemoslas juntos. Jehov me dio ... Yo, pues, lo dedico tambin a Jehov.Jehov le dio el nio, y ella se lo devolvi. Ninguna respuesta es mejor que sta. La suma de todas sus peticiones a Dios era este nio. Ella haba sufrido toda su vida. La esperanza que ella abrigaba era tener este hijo, pero qu dijo al final? Lo que me has dado, te lo devolver; te devolver la porcin que me des. Hermanos, ciertamente puede estar escrito sobre tal persona que ella ador a Jehov. En esta ocasin Ana ador a Jehov. Slo la persona que desea a Dios mismo ms que Sus dones, puede adorarlo de una manera digna. Ana nos mostr lo que era ms precioso para ella. No el don de Dios, ni el hecho de que estuviera dispuesto a or su oracin, ni siquiera Samuel, el hijo que ella ofreci, sino la manera en que Dios le dio a Samuel.Dios le dio a Samuel, y ella se lo devolvi. Cuando lo hizo, ador a Dios realmente. Tengan presente que una persona que no haya sido consagrada no puede adorar a Dios. Creo que algunos entre nosotros entienden este asunto. El da en que le entreguemos todo a Dios, incluyendo a nuestro Samuel, ser el da en que empezaremos a adorar. El da en que veamos el altar, ser el da en que aprenderemos a adorar.No puedo olvidar a Abraham. Aunque nos hemos referido a l con frecuencia, no puedo evitar mencionarlo de nuevo. No puedo dejar de ser impresionado por la hermosura de las palabras que dijo a sus siervos en Gnesis 22. Cuando iba a subir al monte con Isaac, les dijo: Yo y el muchacho iremos hasta all y adoraremos (v. 5). El no dijo que iba a ofrecer un sacrificio ni a presentar una ofrenda, sino que iba a adorar. No era un sacrificio sino una adoracin. Su adoracin era ofrecer a Isaac ante Dios. Dios se complaci en actuar as, y Abraham ador a Dios por ello. Hermanos y hermanas, no creo que alguien que no lo haya consagrado todo pueda adorar de esta manera. Si no tenemos esta clase de consagracin, no podremos adorar. Pero cuando nos llegue la hora, como le lleg a Ana, de consagrar nuestro Samuel, en quien tenemos cifradas todas las esperanzas, y cuando lo entreguemos a Dios, entonces junto con l brotar la adoracin. Ana conoca los caminos de Dios. Puesto que Dios le haba dado un hijo, ella se lo devolvi, no por un momento, sino por el resto de su vida. Con este acto ella ador a Dios.La adoracin viene despus que uno experimenta la cruz y el altar. Donde estn la cruz, el altar, la consagracin y la obediencia a los caminos de Dios, est la adoracin. Cuando cesemos de laborar para nosotros mismos y dejemos de aferrarnos a las cosas con miras en nuestro propio beneficio, podremos adorar. Adorar es decir que nosotros ya no somos el centro. Adorar significa ponernos a un lado y darle todo el espacio a Dios. Es necesario que nuestro Samuel pase de nuestras manos.Por vindicarse a S mismoLos caminos de Dios no siempre concuerdan con lo que hemos pedido en oracin, y viceversa. Los caminos de Dios no siempre significan prosperidad para nosotros; no es de extraar que traigan adversidad. Cul debe ser nuestra actitud hacia los caminos de Dios? Recuerden el relato del pecado de David en 2 Samuel 12. Betsab qued encinta, y Dios envi al profeta Natn con el mensaje de que el nio morira. David haba pecado, y aunque este hijo era el fruto de su pecado, l, como cualquier padre, lo amaba. Qu hizo? Or a Dios sin cesar, con la esperanza de que lo sanara. Pero Dios dijo: Por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehov, el hijo que te ha nacido ciertamente morir (v. 14). Todos ustedes saben que David saba orar. Podemos ver lo bien que oraba en los Salmos. David no slo or, sino que tambin ayun. Toda la noche la pas postrado en tierra, orando fervientemente. Pero a pesar de eso, el nio muri.Quienes no se hayan consagrado ni conozcan a Dios ni se hayan sujetado verdaderamente a El, despus de orar con tanta insistencia, tan fervientemente y con ayuno, postrados toda la noche en tierra, seguramente acusaran a Dios de ser demasiado rgido por no concederles lo que piden. Muchos diran que Dios es muy severo y no lo volveran a adorar. Dejaran de asistir a la reunin del partimiento del pan, de pedirle a Dios y de orar. Muchas personas disputan con Dios cuando los caminos de El no concuerdan con los de ellos. Pelean y discuten con Dios. Le preguntan por qu les hizo tal cosa. Muchos no se someten a los caminos de Dios. Dicen: No puedo aceptar el hecho de que me hayas quebrantado de esa manera. Puede que no lo digan en voz alta, pero disienten en sus corazones y piensan que Dios es cruel.Lo extrao es que algunos se hubieran rebelado o se hubiesen desanimado o hubiesen murmurado, pero David no lo hizo. Cuando el nio muri, sus siervos tuvieron temor de darle la noticia; pensaron que si David haba estado tan afligido y preocupado cuando el nio an viva, su dolor sera insoportable al enterarse de que haba muerto. Qu sucedi? David se levant de la tierra, y se lav y se ungi, y cambi sus ropas, y entr a la casa de Jehov y ador. Despus vino a su casa, y pidi, y le pusieron pan, y comi (v. 20). Adorar es doblegarse ante los caminos de Dios. Adoramos cuando nos sometemos a los caminos de Dios y no nos desanimamos ni murmuramos ni nos amargamos ni disputamos con El. Por el contrario, le decimos: Dios, tienes razn en todo. Esto es adorar a Dios por Sus caminos.Con frecuencia es necesario que Dios se vea obligado a vindicarse. Podemos entender lo que esto significa? Al vindicarse deja en claro ante los ngeles, el diablo, el mundo y todos Sus hijos que El no participa de lo que nosotros hacemos. Por esta razn, Dios nos pone en el fuego, y Su autoridad acta sobre nosotros y no nos deja escapar. Cmo reaccionamos en tales circunstancias? Aquellos que conocen y aman a Dios, aquellos que tienen una revelacin de El y han visto Su apariencia, se postrarn delante de Dios y dirn: Si mi sufrimiento exalta Tu santidad, entonces dir: Amn. Si puedes dar a conocer Tu santidad por medio de mis tribulaciones, entonces reconozco que todas las cosas las haces bien. Si Tu naturaleza puede ser exaltada de esta manera, acepto con gozo los sufrimientos que me causas. De esta manera adoramos a Dios.Observen en esta experiencia que David actu como un ser humano normal. En muchas ocasiones la Palabra de Dios nos muestra los sentimientos de las personas. David no era insensible en cuanto a su hijo, ni descuid su oracin por l. Amaba a su hijo y or por l, pues no careca de afecto humano. David era como cualquier otra persona. Muchas personas espirituales parecen vivir en una esfera etrea; no parece que tuvieran los pies en la tierra. No actan como seres humanos normales y son bastante peculiares. Por el contrario, David era una persona normal, pues tena sentimientos y afectos. Sin embargo, cuando vio lo que Dios haba dispuesto, se inclin en Su presencia y le ador.Que Dios nos libre de estar en desacuerdo con El! Frecuentemente no recibimos lo que esperamos, anhelamos o pedimos. Si tenemos la visin, diremos: Dios, ste es Tu camino; me inclino ante Ti en adoracin, pues s que T nunca te equivocas. Hermanos y hermanas, permtanme decir una vez ms que nadie puede adorar a Dios sin someterse a Sus caminos. A fin de poder reconocerlo en Sus caminos, es indispensable que nos sujetemos a El. Sin revelacin no podemos adorar a Dios ni reconocer Sus caminos. Necesitamos ser llevados al punto en que digamos: Dios, me someto a Ti, an si me despojas de lo que ms estimo y valoro. Mi sumisin es adoracin. T eres Dios y jams te equivocas. Tus caminos nunca se desvan. Te alabo a Ti.La bendicin ms grande de mi vida es haber conocido a la seorita Barber. Decenas de veces, quizs centenares, la o orar: Seor, te adoro por Tus caminos. Yo saba que sta era su oracin ms profunda. Muchas veces dijo en oracin: Dios, reconozco Tus caminos. Tengan presente que los caminos de Dios no siempre significan que nuestros caminos prosperarn ni que siempre todo nos beneficiar. El no siempre hace caso a nuestra oracin. Puede ser que hayamos orado con ayuno, pero pero despus de eso el nio muere. Entonces, debemos decir: Dios, te adoro. En tales circunstancias debemos seguir adorando a Dios y reconociendo Sus caminos.Por despojarnosFinalmente, necesitamos comprender que Dios a veces no hace lo que pedimos en oracin porque desea quebrantarnos, como lo hizo con David, o porque desea ser exaltado en Su santidad. En el siguiente ejemplo tenemos a Job. El era recto y tena hijos, ganado y ovejas. Un da un siervo vino a contarle que los sabeos se haban llevado todo su ganado. Despus otro siervo vino y cont que haba descendido fuego del cielo y haba consumido todos sus rebaos sin dejar nada. An otro siervo lleg y dijo que los caldeos se haban llevado todos los camellos y que no le quedaba nada. Finalmente, otro siervo vino y le dijo que un gran viento del lado del desierto haba destruido su casa y dado muerte a todos sus hijos. Cuatro diferentes siervos haban venido a decirle que no le haba quedado nada (Job 1:13-18). Entonces Job, a quien el Seor conoca por su paciencia, se levant, rasg su manto, rasur su cabeza y se postr en tierra y ador (v. 20). Esto fue lo primero que l hizo. No slo adoro a Dios, sino que tambin reconoci Sus caminos. Por favor, recuerden que en este caso no haba un elemento que hiciera necesario que Dios defendiera Su santidad, como en el caso de David. En este caso simplemente Dios actu como quiso. Ahora slo haba pena y dolor. Todo lo perdi en un slo da. En cuestin de un minuto fue despojado de todo. Pero Job se someti a los caminos de Dios. El pudo decir: Dios, T has obrado bien.Hermanos y hermanas, no s por lo que puedan haber pasado, pero s s que Dios despoja a muchos, haciendo que sufran prdidas y cerrndoles las puertas. Quisiera saber cmo reaccionan ante esto. Muchos se rechazan a s mismos y dejan de recibir la bendicin porque se quejan, luchan y lo ponen todo en tela de juicio. Murmuran para s: Por qu otros no tienen estas dificultades? Por qu soy yo el nico que tiene problemas? A todos lo que tocan se les convierte en oro, pero a m hasta el oro se me vuelve barro; me va mal en todo lo que toco. Ellos no entienden por qu a otros les va bien mientras que ellos mismos no salen de sus problemas. Todo es fcil para otros creyentes, pero para ellos nada es fcil. Quizs ellos puedan hacer las cosas mejor que otros, pero se encuentran con muchas dificultades. Permtanme decirles que no importa lo que digamos, de todos modos necesitamos aprender a reconocer los caminos de Dios. Dios se ocupa de nosotros, de nuestros amigos y de todo lo que nos rodea. Los caminos que El ha ordenado para nosotros son buenos, sea que nos traigan penas o alegras. Una vez que nos sometamos a los caminos de Dios, adoraremos.La verdadera adoracin no se queja. Job 1:20 nos dice que debemos aceptar los caminos del Seor sin preguntar; no importa si las circunstancias son buenas o malas. Practicar esto es verdadera adoracin. No s cuales sean los caminos de Dios en nuestras vidas. No importa si Dios da una explicacin para nuestro sufrimiento o no; El es bueno siempre. A causa del pecado de David Dios tena una razn para defender Su santidad, lo cual explica su sufrimiento. Pero en muchas ocasiones no hay razn alguna, ni ningn pecado. No somos peores que los dems creyentes; incluso en alguna medida tal vez seamos mejores. Entonces, por qu nos encontramos con estas dificultades? Slo debemos adorar a Dios desde lo profundo de nuestros corazones y someternos a Sus caminos. Debemos decirle: Dios, lo que T has hecho es lo mejor. Me postro ante Ti en adoracin porque lo que has hecho es lo mejor.Que Dios nos conceda gracia desde este da para que le ofrezcamos no slo la adoracin que nace de la revelacin sino tambin la adoracin que se expresa en sumisin y en consagracin. Existen dos aspectos de la adoracin; uno viene de la revelacin, y es la revelacin de Dios mismo; el otro es reconocer los caminos de Dios y someternos a ellos. Debemos estar dispuestos a decir que todo lo que Dios haga con nosotros est bien. Lo que Dios haga es siempre correcto.OracinOh Dios, Dios nuestro, deseamos postrarnos y adorarte. Todo lo que has ordenado es bueno. Aunque muchas veces escogemos nuestro propio camino, T nos lo impides y no nos dejas prosperar. Parece que nos arrinconaras. Queremos decirte que esto es lo mejor si a Ti te agrada. No podemos preguntarte por qu haces esto. No podemos preguntarte por qu has tratado a nuestros hermanos de cierta manera y a nosotros de otra. No te preguntamos por qu le has dado gracia a algunos hermanos y a nosotros no. Deseamos aceptar Tus caminos y someternos sean razonables o no. Ensanos a ver nuestros caminos y a ver los Tuyos. T no necesitas darnos una explicacin de lo que haces. Lo que hagas est bien. Haz que dejemos de discutir y argumentar sobre cada asunto. Slvanos de todos los porqu. Slvanos de todo cuestionamiento. Te pedimos que nos rescates. Lleva nuestros corazones hasta el punto en el que vengamos a ser el estrado de Tu trono, donde posas los pies. Aydanos a someternos y a adorar. Bendice a nuestros hermanos y hermanas. Te pedimos que nos des Tu gracia. En el nombre del Seor Jess, amn.LA ALABANZALectura bblica: Sal. 22:3; 50:23; 106:12, 47; 146:2; He. 13:15La alabanza constituye la labor ms sublime que los hijos de Dios puedan llevar a cabo. Se puede decir que la expresin ms sublime de la vida espiritual de un santo es su alabanza a Dios. El trono de Dios ocupa la posicin ms alta en el universo; sin embargo, l est sentado en el trono / Entre las alabanzas de Israel (Sal. 22:3). El nombre de Dios, e incluso Dios mismo, es exaltado por medio de la alabanza.David expres en un salmo que l oraba a Dios tres veces al da (Sal. 55:17). Pero en otro salmo, l dijo que alababa a Dios siete veces al da (119:164). Fue por inspiracin del Espritu Santo que David reconoci la importancia de la alabanza. l oraba tres veces al da, pero alababa siete veces al da. Adems, l design a algunos levitas para que tocaran salterios y arpas a fin de exaltar, agradecer y alabar a Jehov, delante del arca del pacto (1 Cr. 16:4-6). Cuando Salomn concluy con la edificacin del templo de Jehov, los sacerdotes llevaron el arca del pacto al interior del Lugar Santsimo. Al salir los sacerdotes del Lugar Santo, los levitas situados junto al altar tocaban trompetas y cantaban, acompaados de cmbalos, salterios y arpas. Todos juntos entonaban cantos de alabanza a Jehov. Fue en ese preciso momento que la gloria de Jehov llen Su casa (2 Cr. 5:12-14). Tanto David como Salomn fueron personas que conmovieron el corazn de Jehov al ofrecerle sacrificios de alabanza que fueron de Su agrado. Jehov est sentado en el trono entre las alabanzas de Israel. Nosotros debemos alabar al Seor toda nuestra vida. Debemos entonar cantos de alabanza a nuestro Dios.I. EL SACRIFICIO DE ALABANZALa Biblia presta mucha atencin a la alabanza. El tema de la alabanza se menciona con frecuencia en las Escrituras. Salmos, en particular, es un libro en el que abundan las alabanzas. De hecho, en el Antiguo Testamento, el libro de Salmos es un libro de alabanza. As pues, muchas alabanzas son citas tomadas del libro de Salmos.Sin embargo, el libro de Salmos contiene no slo captulos dedicados a la alabanza, sino tambin captulos que hacen referencia a diversos sufrimientos. Dios desea mostrar a Su pueblo que aquellos que le alaban son los mismos que fueron guiados a travs de diversas tribulaciones y cuyos sentimientos fueron lastimados. Estos salmos nos muestran hombres que fueron guiados por Dios a travs de las sombras de la oscuridad; hombres que fueron despreciados, difamados y perseguidos. Todas Tus ondas y Tus olas / Pasan sobre m (42:7). No obstante, fue en tal clase de personas en quienes el Seor pudo perfeccionar la alabanza. Las expresiones de alabanza no siempre proceden de aquellos que no tienen problemas, sino que proceden mucho ms de aquellos que reciben disciplina y son probados. En los salmos podemos detectar tanto los sentimientos ms lastimeros como las alabanzas ms sublimes. Dios echa mano de muchas penurias, dificultades e injurias, a fin de crear alabanzas en Su pueblo. El Seor hace que, a travs de las circunstancias difciles, ellos aprendan a ser personas que alaban en Su presencia.La alabanza ms entusiasta no siempre procede de las personas que estn ms contentas. Con frecuencia, tales alabanzas surgen de personas que atraviesan por las circunstancias ms difciles. Este tipo de alabanza es sumamente agradable al Seor y recibe Su bendicin. Dios no desea que los hombres le alaben slo cuando se encuentren en la cima contemplando Canan, la tierra prometida; ms bien, Dios anhela que Su pueblo le componga salmos y le alabe, aun cuando anden en valle de sombra de muerte (23:4). En esto consiste la autntica alabanza.Esto nos muestra la naturaleza que Dios le atribuye a la alabanza. La alabanza es, por naturaleza, una ofrenda, un sacrificio. En otras palabras, la alabanza proviene del dolor y de los sufrimientos. Hebreos 13:15 dice: As que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de El, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan Su nombre. En qu consiste un sacrificio? Un sacrificio es una ofrenda, y una ofrenda implica muerte y prdida. El que presente una ofrenda debe sufrir alguna prdida. Toda ofrenda, o sacrificio, deber ser entregada. Tal entrega implica sufrir prdida. El buey o el cordero que usted ofreci, le pertenecan; pero cuando usted los entreg, cuando los elev en calidad de ofrenda, los sacrific. El hecho de ofrecer algo no indica que habr ganancia; ms bien, significa que se sufrir una prdida. Cuando una persona ofrece su alabanza, ella pierde algo; ella est ofreciendo un sacrificio a Dios. En otras palabras, Dios inflige heridas; l quebranta y hiere a la persona, pero, a su vez, dicha persona se vuelve a l ofrecindole alabanzas. La alabanza ofrecida a Dios a costa de algn sufrimiento, constituye una ofrenda. Dios desea que el hombre le alabe de esta manera; l desea ser entronizado por esta clase de alabanza. Cmo obtendr Dios Su alabanza? Dios desea que Sus hijos le alaben en medio de sus sufrimientos. No debiramos alabar a Dios slo cuando hemos recibido algn beneficio. Si bien la alabanza que se ofrece por haber recibido un beneficio sigue siendo una alabanza, no puede considerarse una ofrenda. Una ofrenda, en principio, est basada en el sufrimiento de alguna prdida. As pues, el elemento de prdida est implcito en toda ofrenda. Dios desea que le alabemos en medio de tales prdidas. Esto constituye una verdadera ofrenda.No slo debemos ofrecer oraciones a Dios, sino que es menester que aprendamos a alabarle. Es necesario que desde el inicio de nuestra vida cristiana entendamos cul es el significado de la alabanza. Debemos alabar a Dios incesantemente. David recibi gracia de Dios para alabarle siete veces al da. Alabar a Dios cada da es un buen ejercicio, una muy buena leccin y una excelente prctica espiritual. Debemos aprender a alabarle al levantarnos de madrugada, al enfrentar algn problema, al estar en una reunin o al estar a solas. Debemos alabar a Dios al menos siete veces al da; no dejemos que David nos supere al respecto. Si no aprendemos a alabar a Dios cada da, difcilmente participaremos del sacrificio de alabanza al cual se refiere Hebreos 13.A medida que desarrollemos el hbito de la alabanza, tendremos das en los que nos ser imposible reunir las fuerzas necesarias para alabar. Puede que hoy, ayer y anteayer hayamos alabado a Dios siete veces al da, y que le hayamos alabado con la misma constancia la semana pasada o el mes anterior. Pero llega el da en que simplemente nos es imposible proferir alguna alabanza. Son das en los que a uno lo agobia el dolor, la oscuridad total o los problemas ms graves. En tales das, uno es vctima de malentendidos y calumnias, y se encuentra tan agobiado que, incluso, derrama lgrimas de auto compasin. Cmo es posible que en tales das podamos alabar a Dios? Es imposible alabarlo debido a que uno se siente herido, dolido y atribulado. Uno siente que la respuesta ms obvia no consiste en alabar, sino en lamentarse. Se siente que lo ms normal sera murmurar en lugar de dar gracias, y no hay deseos de alabar ni se piensa en hacerlo. Al tomar en cuenta las circunstancias y el estado en que uno se encuentra, pensamos que alabar no es lo ms apropiado. En ese preciso instante deberamos recordar que el trono de Jehov permanece inmutable, que Su nombre no ha cambiado y que Su gloria no ha mermado. Uno debe alabarlo simplemente por el hecho de que l es digno de ser alabado. Uno debe bendecirlo por la sencilla razn de que l merece toda bendicin. Aunque uno est agobiado por las dificultades, l sigue siendo digno de alabanza; entonces, a pesar de estar angustiados, somos llevados a alabarlo. En ese momento, nuestra alabanza viene a ser un sacrificio de alabanza. Esta alabanza equivale a sacrificar nuestro becerro gordo. Equivale a poner lo que ms amamos, nuestro Isaac, en el altar. As, al alabar con lgrimas en los ojos, elevamos a Dios lo que constituye un sacrificio de alabanza. En qu consiste una ofrenda? Una ofrenda implica heridas, muerte, prdida y sacrificio. En presencia de Dios, uno ha sido herido y sacrificado. Delante de Dios, uno ha sufrido prdida y ha muerto. Sin embargo, uno reconoce que el trono de Dios permanece firme en los cielos y no puede ser conmovido; y, entonces, uno no puede dejar de alabar a Dios. En esto consiste el sacrificio de alabanza. Dios desea que Sus hijos le alaben en todo orden de cosas y en medio de cualquier circunstancia.II. ALABANZA Y VICTORIAHemos visto que nuestra alabanza representa un sacrificio, pero implica mucho ms. Debemos ver que la alabanza es la manera de superar los ataques espirituales. Son muchos los que saben que Satans teme a las oraciones que hacen los hijos de Dios; Satans huye cuando los hijos de Dios doblan sus rodillas para orar. Por esta causa l los ataca con frecuencia para impedirles que oren. Si bien esto sucede con frecuencia, quisiramos hacer notar otro hecho: los ataques ms serios de Satans no estn orientados a detener las oraciones; sus ataques ms feroces estn dirigidos a impedir las alabanzas. No queremos decir que Satans no se esfuerce por impedir las oraciones, pues sabemos que en cuanto un cristiano comienza a orar, es atacado por Satans. A muchos nos resulta fcil entablar una conversacin con otras personas pero, en cuanto comenzamos a orar, Satans interviene ocasionando impedimentos a la oracin. l es quien nos hace sentir que es difcil orar. Si bien esto es cierto, Satans no solamente procura impedir las oraciones de los hijos de Dios, sino tambin sus alabanzas. Su meta suprema consiste en impedir que Dios sea alabado. La oracin es una batalla, pero la alabanza es una victoria. La oracin representa guerra espiritual, pero la alabanza constituye victoria espiritual. Siempre que alabamos, Satans huye; por eso, l detesta nuestras alabanzas. l har uso de todos sus recursos a fin de impedir que alabemos a Dios. Los hijos de Dios son insensatos si cesan de alabar a Dios cuando enfrentan adversidades y se sienten oprimidos. Pero a medida que conocen mejor a Dios, descubrirn que an una celda en Filipos puede ser un lugar para entonar cnticos (Hch. 16:25). Pablo y Silas alababan a Dios desde su celda. Sus alabanzas causaron que se abrieran todas las puertas de la crcel en la cual se encontraban.Hechos menciona dos instancias en que las puertas de la crcel fueron abiertas. En una ocasin fueron abiertas a Pedro, y en otra, a Pablo. En el caso de Pedro, la iglesia oraba fervientemente por l cuando un ngel le abri las puertas de la prisin en que estaba y lo liber (12:3-12). En el caso de Pablo, l y Silas estaban cantando himnos de alabanza a Dios cuando todas las puertas se abrieron y las cadenas fueron rotas. En ese da, el carcelero crey en el Seor, y toda su casa fue salva en medio de gran jbilo (16:19-34). Pablo y Silas ofrecieron sacrificio de alabanza cuando estaban en la crcel. Sus heridas an no haban sido curadas, su dolor no haba sido mitigado, sus pies seguan sujetos al cepo y estaban confinados a un calabozo del Imperio Romano. Qu motivo haba para sentirse gozosos? Qu razn haba para sentirse inspirados a cantar? Sin embargo, en ese calabozo se encontraban dos personas de espritus transcendentes, que lo haban superado todo. Ellos entendan que Dios an estaba sentado en los cielos y permaneca inmutable. Si bien era posible que ellos mismos cambiaran, que su entorno mudara, que sus sentimientos fluctuaran y que sus cuerpos sintieran dolor, aun as, Dios permaneca sentado en el trono. l segua siendo digno de recibir alabanza. Nuestros hermanos, Pablo y Silas, estaban orando, cantando y alabando a Dios. Esta clase de alabanza, que se produce como resultado del dolor y la afliccin, constituye un sacrificio de alabanza. Tal alabanza constituye una victoria.Al orar, todava estamos inmersos en nuestra situacin. Pero al alabar, nos remontamos por encima de nuestras circunstancias. Mientras uno ora y ruega, todava sigue atado a sus problemas; no logra librarse de ellos. Inclusive, cuanto ms splicas elevamos, ms maniatados y oprimidos nos sentimos. Pero si Dios nos lleva a remontarnos por encima de la crcel, las cadenas, las dolorosas heridas del cuerpo, los sufrimientos y la pena, entonces, ofreceremos alabanzas a Su nombre. Pablo y Silas estaban entonando himnos; ellos cantaban alabanzas a Dios. Dios los llev a un punto en que la crcel, la pena y el dolor dejaron de ser un problema para ellos. As que, ellos podan alabar a Dios. Al alabarle as, las puertas de la prisin se abrieron, las cadenas se soltaron y aun el carcelero fue salvo.En muchas ocasiones, la alabanza es eficaz cuando la oracin no ha dado resultado. ste es un principio fundamental. Si usted no puede orar, por qu no alabar? Despus de todo, el Seor ha puesto en nuestras manos este otro recurso a fin de darnos la victoria y permitir que nos gloriemos triunfalmente. Cuando le falten fuerzas para orar y su espritu se sienta muy oprimido, lastimado o decado, alabe a Dios. Si no puede orar, trate de alabar. Siempre pensamos que se debe orar cuando la carga es abrumadora, y que debemos alabar cuando ella ha sido quitada de nuestros hombros. Sin embargo, le ruego tome en cuenta que a veces la carga es tan pesada que uno es incapaz de orar. Es en ese momento en que usted debe alabar. No es que alabemos a Dios porque no tengamos ninguna carga sobre nuestros hombros; ms bien, le alabamos debido a que las cargas nos abruman sobremanera. Si se enfrenta a situaciones y problemas extraordinarios, se encuentra perplejo y siente que se desmorona, tan solo recuerde una cosa: Por qu no alabar?. He aqu una brillante oportunidad: si ofrece una alabanza en ese momento, el Espritu de Dios habr de operar en usted, abrir todas las puertas y romper todas las cadenas.Debemos aprender a cultivar este espritu elevado, un espritu que vence cualquier ataque. Puede ser que la oracin no siempre nos conduzca al trono, pero con seguridad la alabanza nos llevar ante el trono en todo momento. Es posible que por medio de la oracin no siempre logremos vencer, pero la alabanza nunca falla. Los hijos de Dios deben abrir sus bocas para alabar al Seor, no slo cuando se encuentren libres de problemas, aflicciones, sufrimientos y dificultades, sino, aun ms, cuando se vean en tales problemas y aflicciones. Cuando alguien que se encuentra en tales situaciones yergue su cabeza para decir: Seor, te alabo, puede que sus ojos estn llenos de lagrimas, pero su boca rebosar de alabanzas. Es posible que su corazn est angustiado; no obstante, su espritu seguir alabando. Su espritu se remontar tan alto como se eleve su alabanza; l mismo ascender junto con sus alabanzas. Aquellos que murmuran son insensatos. Cuanto ms murmuran, ms quedan sepultados bajo sus propias murmuraciones. Mientras ms se quejan, ms se hunden en sus propias lamentaciones. Cuanto ms se dejan vencer por sus problemas, ms desalentados se encuentran. Muchos parecen ser un poco ms osados y oran cuando se ven en problemas. Se esfuerzan y luchan por superar sus problemas. A pesar de sentirse agobiados por sus circunstancias y aflicciones, no estn dispuestos a ser sepultados por ellas y tratan de escapar por medio de la oracin; y con frecuencia logran su liberacin. Pero tambin sucede que a veces sus oraciones no hacen ningn efecto. Nada parece ser capaz de libertarlos, hasta que empiezan a alabar. Deben elevar en calidad de ofrenda el sacrificio de alabanza. Es decir, deben considerar la alabanza como un sacrificio que se eleva a Dios. Si se colocan en una posicin tan ventajosa como esa, de inmediato superarn cualquier dificultad y no habr problema que pueda abrumarlos. A veces, usted sentir que algo lo oprime; sin embargo, tan pronto empiece a alabar, saldr de su depresin.Leamos 2 Crnicas 20:20-22: Se levantaron por la maana y salieron al desierto de Tecoa. Y mientras ellos salan, Josafat, estando en pie, dijo: Odme, Jud y moradores de Jerusaln. Creed en Jehov vuestro Dios, y estaris seguros; creed a Sus profetas, y seris prosperados. Y habiendo consultado con el pueblo, puso a algunos que cantasen a Jehov y que alabasen, en vestiduras santas, mientras sala delante del ejrcito, y que dijesen: Dad gracias a Jehov, porque Su benignidad es para siempre. Y cuando comenzaron a entonar cantos y alabanzas, Jehov puso emboscadas contra los hijos de Amn, de Moab y del monte de Seir, que venan contra Jud, y fueron derribados. sta es la descripcin de una batalla. En la poca en que gobernaba Josafat, la nacin de Jud estaba a punto de ser extinguida; se encontraba en un estado de debilidad y caos. Los moabitas, los amonitas y los del monte de Seir, se haban propuesto invadir el territorio de Jud. La nacin de Jud estaba sobrecogida por una desesperacin total; su derrota era inminente. Josafat era un rey que haba sido reavivado por Dios y le tema. Por supuesto, ninguno de los reyes de Jud haba sido perfecto; sin embargo, Josafat era una persona que buscaba a Dios. l exhort a la nacin de Jud a confiar en Dios. Qu fue lo que hizo? l design cantores para que entonaran alabanzas a Jehov. Tambin, les pidi que alabasen en vestiduras santas y que salieran delante del ejrcito, diciendo: Dad gracias a Jehov, porque Su benignidad es para siempre. Por favor, ponga atencin a las palabras y cuando comenzaron, que aparecen a continuacin en el versculo 22, las cuales son muy preciosas. Y cuando comenzaron a entonar cantos y alabanzas, Jehov puso emboscadas contra los hijos de Amn, de Moab y del monte de Seir. Y cuando comenzaron quiere decir en ese preciso momento. Cuando todos cantaban alabanzas a Jehov, l respondi derribando a los amonitas, moabitas y a los del monte de Seir. No hay nada que haga mover tan rpidamente la mano del Seor como la alabanza. La oracin no es la manera ms rpida de hacer que la mano del Seor se mueva, sino la alabanza. Les ruego que no me malinterpreten y lleguen a pensar que no debemos orar. Debemos orar todos los das; sin embargo, hay muchas cosas que slo podemos vencer por medio de la alabanza.Aqu vemos que la victoria espiritual no depende de la batalla que libremos, sino de la alabanza que elevemos a Dios. Debemos aprender a vencer a Satans por medio de nuestras alabanzas. No slo vencemos a Satans por medio de la oracin, sino tambin por medio de la alabanza. Muchas personas han tomado conciencia tanto de la ferocidad de Satans como de sus propias flaquezas, de modo que resuelven luchar y orar. No obstante, aqu nos encontramos con un principio muy singular, a saber: la victoria espiritual no la determina la oracin, sino la alabanza. Con frecuencia, los hijos de Dios caen en la tentacin de llegar a pensar que sus problemas son muy complicados y que, por tanto, deben encontrar la manera de resolverlos. As pues, concentran todos sus esfuerzos en buscar la manera de superar tales problemas. Sin embargo, cuanto ms se empean en tal bsqueda, les resulta ms difcil vencer. Al hacer esto, nos rebajamos al nivel de Satans. En tales casos, ambos intervienen en la batalla; desde un extremo lucha Satans, y nosotros nos encontramos en el extremo opuesto. Es difcil lograr alguna victoria si estamos en tal posicin. Pero 2 Crnicas 20 nos muestra una escena muy diferente. En un extremo estaba el ejrcito, y en el otro estaban aquellos que entonaban himnos, los cuales, o tenan mucha fe en Dios o estaban locos. Gracias a Dios, nosotros no somos un pueblo desquiciado; somos personas que tienen fe en Dios.Son muchos los hijos de Dios que padecen tribulaciones; ellos son probados con frecuencia. Cuando tales tribulaciones llegan a ser muy severas y el combate arrecia, tales cristianos se encuentran en una posicin parecida a la de Josafat, pues no se vislumbra solucin alguna para sus problemas. Una de las fuerzas combatientes es muy potente, y la otra demasiado endeble; no existe comparacin entre ambas. Estn atrapados en un torbellino, pues sus problemas son tan serios que superan todas sus capacidades. En esos momentos, es muy fcil que ellos se concentren en sus problemas y fijen su mirada en sus propias dificultades. Cuanto ms tribulaciones padece una persona, ms probabilidades tiene de dejarse agobiar por sus problemas, lo cual se convierte en un perodo de prueba muy intenso. Tal persona es sometida a la prueba ms severa cuando se fija en ella misma o en sus circunstancias; cuanto ms pruebas una persona padece, ms propensa es a mirarse a s misma o sus circunstancias. En cambio, aquellos que conocen a Dios experimentan que, cuanto ms pruebas padecen, ms confan en Dios. Cuanto ms pruebas estas personas padecen, ms aprenden a alabar. As que, no debemos mirarnos a nosotros mismos, sino que debemos aprender a fijar nuestros ojos en el Seor. Debemos erguir nuestras cabezas y decirle al Seor: T ests por sobre todas las cosas; alabado seas!. Las alabanzas ms entusiastas, que provienen del corazn y que fluyen de aquellos cuyos sentimientos han sido heridos, constituyen los sacrificios de alabanza agradables y aceptables para Dios. Una vez que nuestro sacrificio de alabanza asciende a Dios, el enemigo, Satans, es vencido por medio de la alabanza. El sacrificio de alabanza tiene mucha eficacia delante de Dios. Permita que sus alabanzas ms sublimes broten para Dios, y con toda certeza ser capaz de resistir y vencer al enemigo. Al alabar, encontrar que el camino a la victoria se abre delante de usted!Los nuevos creyentes no debieran pensar que necesitan muchos aos para aprender a alabar. Al contrario, debieran saber que pueden empezar a alabar inmediatamente. Cada vez que enfrenten algn problema, deben orar pidiendo la misericordia necesaria para detener sus propias manipulaciones y complots, as como deben aprender la leccin en cuanto a la alabanza. Se pueden ganar muchas batallas por medio de la alabanza, y muchas se pierden debido a que nuestras alabanzas estn ausentes. Si uno cree en Dios, al enfrentar sus problemas podr decirle: Yo alabo Tu nombre. T ests por encima de todas las cosas. T eres ms fuerte que todo. Tu benignidad es para siempre!. Una persona que alaba a Dios supera todas las cosas, vence constantemente en todo orden de cosas por medio de su alabanza. ste es un principio y constituye, adems, un hecho.III. LA FE QUE GENERA LA ALABANZASalmos 106:12 es una palabra muy preciosa: Entonces creyeron a Sus palabras / Y cantaron Su alabanza. Tal era la condicin de los hijos de Israel cuando estuvieron en el desierto. Ellos creyeron y cantaron; o sea, ellos crean, as que alababan. La alabanza contiene un ingrediente fundamental: la fe. No se puede alabar nicamente de labios para afuera; no se puede decir a la ligera: Gracias Seor! Te alabo Seor!. Uno tiene que tener fe; slo podremos alabar despus que hayamos credo. Si uno enfrenta algn problema o se siente afligido, ora; y a medida que ora, siente que la fe brota en su corazn. Es en ese momento que uno empieza a alabar. sta es la manera viviente, pero no debe ser realizada con ligereza. Uno debe orar cuando le sobrevenga algn problema; pero tan pronto reciba un poco de fe, tan pronto empiece a creer en Dios y en Su grandeza, en Su poder, en Su compasin, en Su gloria y en la manifestacin de Su gloria, debe comenzar a alabar. Si la fe se ha despertado en uno, pero uno no manifiesta enseguida la alabanza, pronto ver que su fe se desvanece. Decimos esto basados en nuestra propia experiencia. En cuanto la fe brote en nuestro ser, debemos alabar a Dios. Si no lo hacemos, despus de cierto tiempo, nuestra fe se desvanecer. Quizs ahora tengamos fe, pero despus de cierto tiempo, es posible que tal fe se desvanezca. Por consiguiente, tenemos que aprender a alabar. Tenemos que aprender a expresar nuestra alabanza. Tenemos que abrir nuestras bocas y alabar. No basta con tener pensamientos de loor, sino que tenemos que expresar nuestras alabanzas de manera concreta y audible. Uno debe alabar a Dios en medio de todos sus problemas y en la faz de Satans, diciendo: Oh Seor! Alabado seas!. Hgalo hasta que surja cierto sentir all donde antes no exista sentimiento alguno, y hgalo hasta que tal sentimiento, que empieza muy dbilmente, se haga ms intenso y definido. Hgalo hasta que su fe, que al comienzo era muy pequea, sea plenamente perfeccionada.Una vez que usted contemple plenamente la gloria de Dios, usted podr creer. Una vez que la gloria de Dios impregne su espritu, usted podr alabarle. Debe llegar a comprender que Dios est por encima de todas las cosas y que l es digno de ser alabado. Cuando usted alaba, Satans huye. Hay ocasiones en las que tenemos que orar; pero cuando nuestra oracin nos lleve al punto en que obtenemos fe y certeza, sabemos que el Seor ha respondido a nuestra oracin y que nos corresponde alabarle: Seor! Te doy gracias! Te alabo! Este asunto ya ha sido resuelto!. No espere a que el asunto haya sido efectivamente resuelto para comenzar a alabar. Debemos alabar tan pronto hayamos credo. No esperemos a que el enemigo se marche para empezar a cantar. Debemos cantar para ahuyentarlo! Debemos aprender a alabar por fe; cuando alabamos por fe, el enemigo ser derrotado y echado lejos. Tenemos que creer, antes de poder alabar. Primero, creemos y alabamos, y despus experimentamos la victoria.IV. LA OBEDIENCIA CONDUCE A LA ALABANZANuestros problemas pueden clasificarse, bsicamente, en dos categoras. La primera corresponde a los problemas provocados por nuestro entorno y por los asuntos que nos ocupan. En dicha categora recae el problema que confrontaba Josafat. La alabanza constituye la manera de vencer esta clase de circunstancias problemticas. La segunda categora la conforman aquellas cosas que nos afectan de una manera personal. Es probable que, por ejemplo, nos hayamos ofendido por causa de ciertas palabras hirientes. Tal vez algunas personas nos ofendan o nos vituperen, nos maltraten o nos contradigan, nos aborrezcan sin razn alguna o nos difamen sin motivo alguno. Quizs tales acciones nos parezcan intolerables y nos sea imposible olvidarlas. Estos problemas estn relacionados con nuestra victoria en un plano personal. Tal vez un hermano nos diga algo inapropiado o una hermana nos trate mal y, quizs, nos resulte imposible superar tales cosas. Entonces, todo nuestro ser lucha, se queja y gime por justicia. Probablemente nos sea difcil perdonar y no podamos superar los sentimientos que nos embargan. Quizs se haya cometido alguna injusticia en contra de nosotros, o tal vez se nos haya calumniado u hostilizado, pero el caso es que nosotros no podemos olvidarnos de ello. En tales ocasiones, la oracin no sirve de mucho. Uno desea luchar y arremeter en contra de ello, pero est maniatado; mientras ms trata de deshacerse de tal carga, ms oprimido se siente. As, uno descubre lo difcil que es vencer tales sentimientos. En tales momentos, les ruego tengan en cuenta que el agravio o injusticia del cual son vctimas es demasiado grande y, por ende, no es el momento para orar, sino para alabar. Uno debe inclinar su cabeza y decirle al Seor: Seor, gracias. T nunca te equivocas. Recibo de Tus manos todas estas cosas. Deseo darte las gracias. Alabado seas!. Cuando uno hace esto, todos sus problemas desaparecen. La victoria no tiene nada que ver con luchar en contra de la carne, ni tiene relacin alguna con el que intentemos, por nuestros esfuerzos naturales, perdonar a otros o disculparlos