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[1] 71 EZIO LEVI, UN HISPANISTA ERUDITO di José Luis Gotor Tócame hablar de un hispanista singular, que ya cuenta con una rica bibliografía y ha sido rescatado de un inmere- cido olvido: Ezio Levi, un hebreo sefardita originario de Zamora. Nacido en Mantova en 1884, estudia en Pavía, Flo- rencia, Berlín y París. Enseña en la Escuela Naval de Livorno de 1912 a 1918; en Florencia, de 1918 a 1922; en Palermo, de 1923 a 1925; en Ñapóles, de 1926 hasta que el Real Decreto Ley, racista, del 17 de noviembre de 1938, n. 1728, lo expulsa de su cátedra. Muere en Boston (Estados Unidos) en 1941, a 57 años, consumido por una úlcera de estómago. En 1984, centenario de su nacimiento, en la napolitana «Società Nazio- nale di Scienze, Lettere e Arti», le conmemoraron los filólo- gos aquí presentes, de clara fama, Cesare Segre y Alberto Vàrvaro. Segre trazó, de Levi d'Ancona un perfil biográfico, a base de noticias de «La nostra vita con Ezio», una memoria ma- nuscrita, inédita, de la viuda de Levi Flora Aghib. Del opú- sculo «Bibliografia degli scritti letterali di Ezio Levi», publi- cado en 1939, en Sancasciano Val di Pesa (Firenze), Segre dio importancia a las entradas que, por el momento, más le inte- resaban: «Lirica antica italiana», «Leggende medievali», «Vita e poesia dei giullari», «Letteratura antico-francese», «Spagna», «Iconografia». Alberto Vàrvaro limitò su atención a la «lección metodo- lògica» de Levi y reordenó cronologicamente la susodicha bibliografía de 1939, aumentando de 186 a 228 sus entradas, enmendando unas y enriqueciendo otras con las recensiones. Extrañamente Vàrvaro no tuvo en cuenta el « Contributo a un

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EZIO LEVI, UN HISPANISTA ERUDITO

diJosé Luis Gotor

Tócame hablar de un hispanista singular, que ya cuentacon una rica bibliografía y ha sido rescatado de un inmere-cido olvido: Ezio Levi, un hebreo sefardita originario deZamora. Nacido en Mantova en 1884, estudia en Pavía, Flo-rencia, Berlín y París. Enseña en la Escuela Naval de Livornode 1912 a 1918; en Florencia, de 1918 a 1922; en Palermo,de 1923 a 1925; en Ñapóles, de 1926 hasta que el Real DecretoLey, racista, del 17 de noviembre de 1938, n. 1728, lo expulsade su cátedra. Muere en Boston (Estados Unidos) en 1941, a57 años, consumido por una úlcera de estómago. En 1984,centenario de su nacimiento, en la napolitana «Società Nazio-nale di Scienze, Lettere e Arti», le conmemoraron los filólo-gos aquí presentes, de clara fama, Cesare Segre y AlbertoVàrvaro.

Segre trazó, de Levi d'Ancona un perfil biográfico, a basede noticias de «La nostra vita con Ezio», una memoria ma-nuscrita, inédita, de la viuda de Levi Flora Aghib. Del opú-sculo «Bibliografia degli scritti letterali di Ezio Levi», publi-cado en 1939, en Sancasciano Val di Pesa (Firenze), Segre dioimportancia a las entradas que, por el momento, más le inte-resaban: «Lirica antica italiana», «Leggende medievali»,«Vita e poesia dei giullari», «Letteratura antico-francese»,«Spagna», «Iconografia».

Alberto Vàrvaro limitò su atención a la «lección metodo-lògica» de Levi y reordenó cronologicamente la susodichabibliografía de 1939, aumentando de 186 a 228 sus entradas,enmendando unas y enriqueciendo otras con las recensiones.Extrañamente Vàrvaro no tuvo en cuenta el « Contributo a un

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repertorio bibliografico italiano di letteratura spagnola» que,del 1890 al 1940, recogiera Giovanni M. Bertini para la misce-lánea «Italia e Spagna», editada en 1941 por el «IstitutoNazionale per le Relazioni culturali con l'Estero». Las entra-das de Levi son 64, de la página 470 a 472.

Vàrvaro hubiese visto aumentado de otras quince entra-das su repertorio, hubiera precisado fechas, ediciones yrecensiones. Ni Segre ni Vàrvaro tienen en cuenta la útil notaautobiográfica que el mismo Levi hace de sí mismo en 1937,en el «Homenaje» a V. Rossi, al hacer balance de las relacio-nes de «Italia e paesi di lingue iberiche».

Ni a la casi etopeya que Segre traza, ni al boceto demetodologia e historia del hispanismo que Vàrvaro ilustrapuedo yo añadir mucha sustancia. De la etopeya y del bocetotomaré pie, para dar relieve al Levi erudito, a su relación conla erudición, tan necesaria en el estudioso de temple, cuantomenospreciada por historiadores y críticos, más a la greñacon la actualidad y el gusto inmediato, que botados a labúsqueda de una verdad.

Pero ¿qué es ante todo un erudito? Pláceme traer aquí,casi de sopetón, una definición del «Dictionnaire de Littéra-ture» del autor «des trois Siècles de la Littérature», publicadoen París en 1777. No sé quién sea este autor, ni lo indago:«Érudition... on Va plus particulièrement applique au genrede sgavoir qui consiste dans la connoissance des faits et quiest le fruit d'une grande lecture». Es decir, ser erudito erapara la curiosidad de la ilustración ser un gran lector y, enconsecuencia, la Erudición «renferme trois branches princi-pales: la connoissance de l'Histoire, celle des langues et celledes livres». De estos tres ramos fue Ezio Levi excelente culti-vador, es decir alimentó una curiosidad ilustrada. Fue eru-dito que sobre todo se ocupó del pasado, de las relacioneshispano-italianas en el pasado. Y, más atento al árbol que albosque, al detalle que al conjunto, a lo particular que a logeneral, al análisis que a la síntesis, Levi fue un comparatistaque buscó la diversidad. En este sentido fue simplementehijo de su tiempo pagando su tributo académico al compara-tismo de A. Farinelli, como al método histórico de Pio Rajnay Alessandro d'Ancona, del que fue alumno y pariente.

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[3] Ezio Levi, un hispanista erudito Ti

No sé si por un residuo de positivismo o por rebelióncontra el romanticismo «declamatorio y enfático», el Levierudito se detiene con regodeo y merodea en torno a la «pre-gunta sobre los orígenes» y no se aventura en génesis alguna,sin comprobar antes una posible relación de efecto a causao viceversa. No ama la novedad, aunque la persiga, y la curio-sidad que le estimula se alimenta de sí misma o autorrepro-duce; es, de por sí, generosa o lo que es lo mismo «dejaescuela».

Si, al hablar de Levi, uno se comportara como el ator-mentado erudito que él fue, habría que buscar sus papeles,es decir preguntarse sobre el origen y génesis de sus opcio-nes temáticas y preferencias críticas, desde el tema domi-nante de Don Carlos, el desgraciado primogénito de FelipeII, hasta su actividad como profesor y «crítico militante»,aceptando la expresión de Segre. Sus papeles son apuntes,correspondencia, discursos y memorias, recensiones. Son losrestos de un naufragio, del naufragio prematuro que fue el«spagnolismo» y el hispanismo de Levi. Digo «spagnolismo»,como amor a lo español, a lo que luego, con idealismo o sinél, llamará «espíritu», «espiritualidad», y españolismo comoimitación de un gusto para bien o para mal — casi siemprepara mal —, españolismo sobre el hispanismo del profesor,del estudioso de una cultura específica. Su interés, en elfondo, era individuar el común origen del sefardita, delhispanólogo y del hispanista, su origen.

Su hijo, el ingeniero Pier Lorenzo Levi, me envió, comoa Segre y Vàrvaro en 1986, el familiar opúsculo bibliográficode 1939, común bastidor de nuestro discurso. Pero todavíaes posible encontrar papeles de Levi, aventados por los avata-res familiares o por el fatal destino de los libros. La Biblio-teca Universitaria de Bologna compró en 1990, por 240.000liras, a la «Libreria Musicale Italiana» de Lucca un «gruppode 11 cartoline postali, 3 lettere e 1 biglietto, tutti autografifirmati. Napoli-Firenze..., 2 gennaio é 8 luglio 1924»1. Por

1 Recojo estos datos de la Exposición que, del 13 al 27 de mayo de1991, organizó la Biblioteca Universitaria de Turín sobre «Antichi e rari».^Recenti acquisti in antiquariato per le Biblioteche pubbliche statali», p. 226.

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18.000 liras compré recientemente a la Libreria romana «AlVascello» la Memoria de Levi sobre «La fontana de Jodar»de 1935, con dedicatoria autógrafa «a Massimo Bontempelli,ricordo dell'aff.mo suo Ezio Levi» y una tarjeta de visita, conla señas de su domicilio en Ñapóles, 12, Via Girolamo Santa-croce y el teléfono 31992. Con el Catálogo 104 la LibreriaPrandi de Reggio Emilia puso a la venta, en septiembre de1959, la biblioteca del hispanista Antonio Restori, muerto en1928. Se registran de Levi trece entradas con dedicatorias,tarjetas y cartas autógrafas de Levi, que bien podrían hacergranero para una historia general del hispanismo italiano,que valdría la pena escribir.

A Segre no se le olvida, al trazar el «curriculum» de Levi,un aspecto capital de su erudición, su cualidad de «frequen-tatore di biblioteche»: desde que en 1917 publica en Bolognael «Libro dei cinquanta miracoli della Vergine», dandoprueba de su «attitudine alla ricerca erudita e archivistica»,hasta cuando, en 1921, revisa la discutida unidad del librode Uguccione da Lodi, a base de un manuscrito importantede El Escorial.

El erudito es amigo de los libros y de los libreros, Levifue amigo de los libreros, no de cualquier librero, sino dellibrero que sirve a la historia del libro, a lo que hoy llama-mos «bibliografía material», y a procurarte una cercanía quea Levi, lector lejano, sólo un mayor sentido de las proporcio-nes y de la medida podía compensar. En el prólogo que, en1922, escribía a su «Figure della letteratura spagnola contem-poranea», quejándose de la escasez de información y delibros en Italia, se justificaba: «Ma i lettori lontani, se sonoin condizioni inferiori rispetto ai lettori vicini per quel cheriguarda l'informazione bibliografica, hanno sopra di essi uninnegabile vantaggio, cioè quello di poter giudicare uomini ecose col senso delle proporzioni e della misura che la lonta-nanza conferisce alle visioni prospettiche».

El librero Antonio Palau y Dulcet escribe en sus memo-

Corresponsales de Levi son, entre otros, Flaminio Peregrino, Cesare Levi,Giuseppe Albini. Con él son firmatarios de una «circolare per editare testiantichi italiani di lingua», Sforza, Morpurgo, Biagi, Tolfano, Brilli y Frati.

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rias, por el año 1930: «El profesor Levi, de Ñapóles, despuésde sus visitas a mi librería, me recomendó a su compatriotaAsmarina Falzone, para colaborar a la tesis que dicha seño-rita trabajaba en torno de "Tirant lo Blanch". Por cartas del8 y 21 de marzo [se entiende de 1932] la señorita Falzone mesolicitaba libros y folletos buenos a ilustrarla en el tema dela novela caballeresca». Otra señorita napolitana Lucia Luisese interesaba por estudiar «El Cancionero de Baena». Elmismo año, otra señorita napolitana Irma Pensa se intere-saba por el periódico «El Europeo», publicado en Barcelona,de 1823 a 1824, para obtener datos sobre F. Galli, Monteggiay López Soler. El gran librero, que confiesa no estar satisfe-cho de la primera edición de su Manual, el uno de noviembrede un año antes, de 1931, deja constancia de la presencia deLevi: «... me honró con su visita el profesor Levi, quien vinoa nuestra ciudad con objeto de dar conferencias sobre lainfluencia catalana a Italia»2.

No puedo hacer un alto aquí — cediendo a la libresca eru-dición — sobre los catálogos ilustrados que por aquellasfechas distribuía el librero napolitano Luigi Lubrano de ViaConstantinopoli, su promesa de un viaje europeo que no logrórealizar, su interés por la historia regional, desde que en 1915comprara la biblioteca de Historia napolitana de Franz Lecal-dano. Fue una vía principal para la erudición de Levi.

Tampoco me es posible localizar a aquellas señoritasnapolitanas, acaso «neolaurendas» de la «Scuola di Perfezio-namento in Lingue e Letterature Moderne» de la Universidadde Ñapóles, donde Levi enseñaba desde 1926: Asmarina Fal-zone, Lucia Luise, Irma Pensa. Ni creo que sus trabajos figu-ren en las bibliografías sobre Tirant Lo Blanch, el Cancio-nero de Baena y «El Europeo», que dejo justamente decompulsar.

2 Cfr. Antonio Palau y Dulcet, "Memorias de un librero catalán1867-1935», Barcelona, 1935, p. 523. Es probable que una de las conferenciasde que habla Palau fuera «Mercaderes florentinos en tierra de pastores valen-cianos», recogida en el libro «Motivos hispánicos». Durante este viaje investi-garía también sobre Jaume de Olesa, el posible autor del romance floren-tino, con la ayuda de Mossen A.M. Alcover y Ramón d'Alos.

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Ayudar, en el anonimato, es otra condición existencialdel erudito que la caricatura pinta como bibliómano y, enconsecuencia, como «caco, cuco, faquín, bibliopirata»3. Levino fue tan anónimo y, tras la curiosidad del crítico militante,siempre fiel a la expresión de Segre, que le obliga a estarinformado de las «novedades», se adivina a un Levi curiosodel libro raro, que hace estudiar al alumno dotado y lo pre-senta en la sesión académica. El 26 de abril de 1937 el socioordinario Levi presentó en la «Reale Accademia di Archeolo-gia, Lettere ed Arti» la memoria de Mariano Baffi, alumnosuyo de 1934 a 1938 y asistente hasta 1942, que frisa hoy porlos 83, sobre « Uno sconosciuto poeta italo-spagnuolo del cin-quecento». Francesco Balbi da Correggio era un soldato ita-liano de Correggio, presente en el asedio de Malta de 1565,que por adulación cortesana o por emulación de ambientehizo sus pinitos poéticos en español. Justamente ha faltadoy falta en los manuales de historia de la literatura, pero aesta conclusión no se hubiera podido llegar, sin haber ten-tado antes la exploración erudita, que tanto sabe a simpleocio académico.

En la comunicación a la Academia local como en la lec-ción de la cátedra la erudición de "Levi era atenta y minuta.Recientemente he podido visitar en Roma a Luis GonzálezAlonso, 89 anos, que fue lector de Levi en el Ateneo napoli-tano de 1931 a 1938, para proseguir con Salvatore Battaglia,de 1938 a 1943, y concluir la carrera con Jóle Scudieri enRoma, de 1945 a 1955. "Levi — me dice Luis G. Alonso —alternaba en sus cursos autores y temas de las varias litera-turas neolatinas, que eran campo de su cátedra, pero privile-giaba las ibéricas y la hispanoamericana, de las cuales dejóapuntes dactilografiados y ensayos, parcialmente publicadosen revistas especializadas y en el florentino «Marzocco»".Fue Américo Castro, y no Unamuno, quien recomendó a Levila colaboración del lector, para un proyecto de investagación

3 Aludo, por curiosidad, al celebérrimo soneto que el erudito del siglopasado Serafín Estébanez Calderón (El solitario) escribió contra su amigoGallardo, atenaza de los libros, chuzo, púa: I de papeles, aparte la ganzúa,/ hurón, carcoma, polilleja, rata».

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sobre las fuentes italianas del teatro español y las relacionesde lo culto con lo popular. Por parte española la vigencia delproblema estaba abierta desde que en 1890 M. Menéndez yPelayo comenzara la edición de las obras de Lope porencargo de la Academia y que su muerte, en 1912, no le per-mitió completar; por parte italiana, la exploración de los fon-dos teatrales de la biblioteca de Parma, hecha por AntonioRestori hasta su muerte en 1928, y los estudios de A. D'An-cona, desde los orígenes del teatro (1877), la poesía popular(1887) hasta su Manual (1892), daban actualidad crítica altema. Fue Levi quien se llevó consigo a su exilio norteameri-cano a Lubbock, en Tejas, las fotocopias del autógrafo deLope de la comedia «El Cardenal de Belén» (Cod. Laur. Ashb.1898) y que T.E. Hamilton editara paleograficamente en 1948y será objeto de la tesis doctoral en 1953 de la hispanista flo-rentina Elisa Aragone. De su descubrimiento había dadonoticia en 1935 Emilio Cotarelo en un artículo del «Boletínde la Academia Española».

En cuanto a los contactos personales que Levi pudo culti-var con la erudición académica española, no quiero dejarmeen el tintero uno especial. Llamo erudición académica a lapracticada por profesión más que por afición, por exigenciasde investigación que por simpatía crítica. Vàrvaro registraen su «Bibliografia», con el número 173, «II processo aFaust», publicado por Levi en la revista «Marzocco» de Flo-rencia (n. 27, 1931), pero no la traducción al español, hechapor Antonio Rodríguez Moñino, príncipe de eruditos, en los«Anales de la Universidad de Madrid», al año siguiente. Setrata de un proceso inquisitorial a un médico-filósofo del1600. Y no son de olvidar, en esta misma perspectiva, los con-tactos que Ezio Levi mantuvo con el «Centro de EstudiosHistóricos», de Ramón Menéndez Pidal y con la Universidadde verano de Santander4.

4 De estas relaciones de Ezio [no Enzio] Levi con Menéndez Pidal y susactividades en España se deja constancia en la biografía que Joaquín PérezVillanueva ha dedicado a Don Ramón «Su vida y su tiempo», Espasa Calpe,Madrid, 1991; vide la recensión de A. Vàrvaro in «Medioevo Romanzo»,XVII, 1992, pp. 475-477.

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Es verdad que el crítico militante debe estar más atentoa los escritores de éxito y a la política editorial de las traduc-ciones: Unamuno, Blasco Ibáñez sobre todo, Antonio de Hoyos,al que acoge con particular cariño, porque «destinato forse adire una parola europea», a Concha Espina... En 1922 Levi reco-gió en un volumen de «La Voce» estas lecturas críticas. Peroal Levi erudito le interesaban paralelamente los Archivos yBibliotecas. Martínez de la Rosa, el autor de «La conjura deVenecia», había recitado en la Academia de los Arcades deRoma una Oda, para celebrar el retorno del Soberano Pontífice.

El Duque de Rivas le envió un ejemplar al ministro deExteriores Giustino Fortunato con una carta, fechada enÑapóles el 29 de mayo de 1849. En el legajo 1923 de la sec-ción «Affari Esteri» del Archivo de Estado de Ñapóles Leviconstata que falta el ejemplar, pero no ceja y se interesa porpoder encontrarla, entre los papeles del político. No es posi-ble, pero insiste, ¡es ésta otra cualidad del erudito!, el tesón,la actitud cinegética de quien cree en que «quien la sigue lamata», para el que investigar es ir de caza.

La otra actitud lógica es la curiosidad insaciable o labúsqueda a campo abierto. De ello Levi nos daría múltiplesejemplos, si le sometiéramos a una sistemática cala. El eru-dito de este talante abre una pista, husmea y finge reposarse,pero no reposa, porque en su entretela esta convencido deque el indicio puede ser germen de una prueba y de quenunca llegará a la prueba -total o final, porque dejaría de legi-timarse su función o de ser erudito. El erudito sabe quecuenta poco en la República de las letras, ni tampoco lo pre-tende. Lo que le importa es husmear, informarse, navegar,explorar, abrir pistas, comunicarlas...

Un ejemplo: en su ensayo sobre «II dramma spagnuoloe i Promessi sposi», Levi sabe que el «Fuenteovejuna» de Lopese había representado en las Olimpiadas teatrales soviéticasde 1930. Le interesa la capacidad suasoria del monólogo deLorenza y cita la revista «V.O.K.S.», órgano de las relacionesculturales de Rusia con el extranjero: «le fervent monologuede l'héroine de la pièce, Laurencia, retentissait en yiddish,géorgien et backhir». A Levi no le basta y pide informacionesal embajador italiano en Moscú, Attolico, que le informa

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sobre la adaptación de M. Litwinoff y la reducción a baletcon música de Glier, bajo el título «Los comediantes»5.

Es lógico que, en consonancia y en contacto con el citadoDon Ramón Menéndez Pidal, sea un volumen de Ezio Levi elque abra la «Biblioteca hispano-italiana», editata por G.C.Sansoni, en Florencia. Se titula «Motivos hispánicos», el pri-mero de los siete volúmenes programados. Es de 1933 y, enel prólogo, Menéndez Pidal escribe: «Con el profesor Levi,organizador e iniciador de la colección, colaboran, y son lamayor garantía del éxito que deseamos, los demás hispanistasde Italia: Mele, Bertoni, Sanvisenti, Giannini y el maestro detodos Farinelli»... para concluir, exclamando: «Cuántos fun-damentales episodios de las relaciones de ambos países estánesperando todavía el trabajo erudito que los llame a la vidade la historia». El programa público de la Biblioteca era«ilustrar los documentos de la literatura española yacentes enBibliotecas y Archivos de Italia y los referentes a la literaturaitaliana que se conservan en España; y, además, publicarinvestigaciones italianistas de autores españoles o hispano-americanos y trabajos italianos en torno a la vida, a la litera-tura y a la historia de España y de América Latina». El pro-grama de la «Biblioteca», a la distancia de sesenta años, estodavía válido, tiene vigencia, incita a la erudición, a la sanay necesaria erudición...

Los «motivos hispánicos», detectados o inventariadospor Levi, son «El Islam y el cristianismo en los documentosde Toledo», «La epopeya almogávar en Italia», «Mercaderesflorentinos en tierra de pastores valencianos», «Un juglar flo-rentino en Sicilia: Juan de Valladolid», «Historia española deun Fausto morisco», «La poesía de Antonio Machado», «Elromance florentino de Jaume de Olesa».

El mismo Don Ramón no dudó en afirmar que «de cuan-tas reliquias se han descubierto del primitivo romancero espa-

5 Este interés de E. Levi por la recepción y fortuna de «Fuenteove-juna» de Lope en la Unión Sovietica, ya detectado por Karl Vossler en su*Lope de Vega y su tiempo» (Munich, 1932), puede ser valorado hoy, graciasa la tesis doctoral de Teresa J. Kirschner, publicada por la Universidad deSalamanca, en 1979.

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ñol, la versión de Jaime de Olesa era la más importante, lamás llena de revelaciones sobre la más antigua historia deeste género de poesía tradicional»6.

Quisiera retornar, para mejor acercarme al hispanismode E. Levi, a su posible rebelión contra el romanticismo« declamatorio y enfático», a la que más arriba he aludido.Estos dos adjetivos calificativos son suyos y al romanticismo«elegiaco», de los derrotados de la vida Werther, Ortis, Chat-terton, «vittime della fatalità» Levi opone el romanticismo«che celebra la gioia della vita intensa, vissuta tra il rischioe l'avventura, quasi fosse collocata sull'orlo di un'ondata delmare»1. Corno una síntesis de entrambas almas del romanti-cismo la elegiaca y la vital, se propone — o al menos así lainterpreta E. Levi —, «La fuerza del destino» del Duque deRivas. Es, mejor dicho, el «Don Alvaro o la fuerza del sino»de Ángel de Saavedra, que Levi lee más bien bajo la influen-cia del «rifacimiento» de Verdi, con «il linguaggio più lim-pido e più universale della poesia e cioè la musica».

A Levi, que se reconoce hombre del siglo XX, «torturatoda ben altri problemi, frustrato da ben altro destino», le inte-resa el romanticismo como posible lección de vida, critica loque define sus «sdilinquiture estetiche», para amar, «l'intrec-cio inestricabile delle civiltà». Es así corno su formación omejor dicho su maturación como hispanista se ve condicio-nada por su personal vivencia, diría, de sefardita. Se con-

6 Se confronte el esfuerzo que el hispanista napolitano hizo por datarla copia del romance « gentil dona» del códice florentino 4, 4, 313 con lamayor «acribia», con que Francisco Rico estudia en él la posible reminiscen-cia de «Fontefrida» en «Sobre los orígenes de Fontefrida y el primer roman-cero trovadoresco», in «Estudos portugueses. Homenagem a Luciana Stega-gno Picchio», Lisboa, 1991, p. 164-165. Es un ejemplo de erudición, nicaprichosa, ni ociosa.

7 Cfr. el prólogo a «Vite Romantiche» (Napoli, Ricciardi, 1934), en querecoge ensayos sobre el Duque de Rivas, Martínez de la Rosa y el Marquésde Salamanca, el «banquero del romanticismo*. En realidad, Levi sigue lasinvestigaciones de archivo de Gabriel Boussagol en cuanto al Duque (Tou-louse, 1926); de Jean Sarrailh, en cuanto a Martínez de la Rosa (Bordeaux,1930) y de A. Martínez Olmedilla, en cuanto a José de Salamanca (Madrid,1931).

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[11] Ezio Levi, un hispanista erudito 81

mueve cuando en la posada del Lino, en Toledo, descubre queya existía en 1175, y que se llama así desde 1493. Por eso,también, serán los cuatro volúmenes que Ángel GonzálezPalencia dedica a recoger documentación sobre «Los mozára-bes de Toledo», publicados de 1926 a 1930, objeto de lecturaatenta y recensión.

En esta misma perspectiva, otra idea fundamental enLevi es ver «la poesia dell'esilio come prima nota nuova edoriginale delle letterature moderne»6. Asocia así el Cid Cam-peador al «esule inmeritus» que fue Dante, al exilio que dahonra («L'esilio che mi è dato, onor mi tegno») y ve consti-tuirse la vida española como un «soffio del deserto», che«muove dal deserto, come regno tremendo dell'assoluto»,donde el Islam «è ardore di unità ed è senso di movimento».Se me permita subrayar la actualidad de esta vivencia.

Levi acepta, en consecuencia, la tesis que por esas fechasse venía imponiendo en la historiografía europea, de una«concezione religiosa e mistica della guerra comune all'Isiamed Medio Evo», para ver todo lo que viene después, «secenti-smo, romanticismo, simbolismo, futurismo», como «unanueva età di torture spirituali e di inquietudine oscure».

Levi deja caer estas ideas en su libro «Castelli di Spagna»de 1931, inspirado sustancialmente por la Castilla de AntonioMachado e ilustrado con la serie de grabados «Soldados espa-ñoles» de Salvator Rosa, de la Galería de los Uffizi.

Quiero detenerme en este libro leyéndolo al contraluz deotro libro contemporáneo que se propuso en Italia descubrirla genuina España. Me refiero a la «Penisola pentagonale» deMario Praz (Milano, Alpes, 1928). Es verdad que el libro deLevi es una antología de ensayos académicos y el de Praz uncuaderno de viaje. Ambos coinciden en lo que Eugenio Mon-tale, reseñando el libro de Praz en «Solaría», en marzo de

8 En la elección de sus temas de estudio, es como si Levi se sintieraatraído por los exiliados desde El Cid Campeador, en la Castilla medieval,hasta el Duque de Rivas en la España romántica y Antonio Machado en lade la guerra civil, sin olvidar a Blasco Ibáñez bajo la dictadura de Primode Rivera. Julia Kristeva desarrollará esta misma idea en su libro «Etran-gers a nous-memes», de 1988.

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1928, define «una deliberata volontà di veder altro». Ambasvisiones buscan lo diverso, lo otro, ambas coinciden en supe-rar la España «Du sang, de la volupté et de la mort» de Mau-rice Barres. La diferencia fundamental consiste en que, mien-tras Praz busca lo pintoresco de lo español «per via dicontrasto» y ve la España como «un'affascinante spontaneitàdi modi e benevolenza», carente en absoluto del «requisitocapitale del pittoresco, la rapida sucessione di svariatieffetti», Levi sabe descubrir el secreto de esa monotonía dela España «atticciata, geometrica, pentagonale» de Praz y seafana por individuar y estudiar su pluralidad.

«L'orologio della storia spagnola — reconoce Levi — nonbatte il suo tempo con l'orologio della storia d'Europa. Ciònon costituisce un'inferiorità, ma una diversità; una diversitàche anzi si traduce talvolta in elementi di così singolarevigore, da dare fremiti di poesia e sensi di eternità».

De la erudición del documento a la conmoción que lesuscita la evocación histórica Levi se alimenta o al menosresiente del influjo del vitalismo y existencialismo que laentreguerra europea comporta. «Castelli di Spagna» no es unlibro idealista y, contrariamente al de Praz, no es un librode tópicos, pintoresco. «La forza inerte delle abitudini —reflexiona Levi — noi l'abbiamo idealizzata nei modi piùstrani, fino a crearne altrettanti feticci. La chiamiamo rito, lachiamiamo tradizione e la chiamiamo persino stile, come sela ripetizione della parola, del gesto, del pensiero fossero nongià quel che sono — cioè una diminuzione della parola, delpensiero e del gesto — ma anzi un accrescimento del loroessere». La propuesta de Levi es la evasión, mejor dicho esel dilema de «evadere dalle inferriate della vita spirituale daquelle inferriate che sono gli schemi, le categorie, tutteinsomma le forme meccaniche del sentimento e del giudizio»o vivir simplemente «la morte spirituale suddivisa bocconea boccone del tragico nostro pane quotidiano».

Cuando hablo de «vitalismo», me refiero a una concep-ción de la vida «come logorio quotidiano», «la vita che passacome l'acqua del torrente sulla pietra». Es la definición dela copla de Juan de Manara: «Desde el nacer al morir / lo quellamamos vivir I es ir perdiendo la vida», que preside su

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meditación sobre España. En consecuencia, concluirá: «NellaSpagna, terra delle profondità, le anime pensose non ricer-cano soltanto la Spagna; esse vi cercano e vi ritrovano sestesse, e cioè la coscienza del loro stesso essere». ¿Subjetivis-mo? se me objetará. Es posible, es posible que sea su perso-nal respuesta a la crisis que la filología románica sufre conla estética de Croce, pero, para la historia del hispanismo,que aquí nos congrega, lo importante es afirmar, como haceLevi, que la España, «come isola misteriosa, piena di fascinie di fatagioni, di incantesimi e di stregonerie», perseguidasobre todo por los románticos franceses, «è come tutti i paesidel mondo, prodiga di ricchezze a tutti quanti ve le vanno acercare». Levi las buscó como judío sefardita que en algunaparte buscaba la raíz de su exilio (Sefarad, la extrema tierrade Occidente, donde se encontraban los exiliados de Jerusa-lén, como recuerdo de un ancestral exilio) y, como hispanó-logo e hispanista, que busca la autenticidad de lo español y,de ese menester, hace profesión. La profesión que injusta-mente se le quitó y que ha dejado como herencia a quien hoyquiera ser hispanólogo e hispanista en Italia y desde la Italiaque no expulsa.

Dejo sin abordar a fondo la erudición de Levi que lolleva a indagar por todos los rincones de Ñapóles lo quellama el «italianismo» de Lope de Vega. Aprovechando eltercer centenario de la muerte de Lope, publica en 1935«Lope de Vega e Vitalia», con un prólogo de Luigi Piran-dello, que asevera: «l'esptosione massima del teatro in tuttaEuropa che è del Seicento, con Shakespeare in Inghilterra,con Lope de Vega e Calderón in Ispagna, con Moliere inFrancia, è frutto diretto di matrice italiana». La comedia delarte y el «nuevo arte» de Lope es otro de los temas canden-tes abiertos en la comparatistica italo-hispana que esperauna mayor definición.

A caballo entre la historia de un tema y la historia dela poesía Levi terminará por abrazar ambas, es decir porcomportarse como historiador y como filólogo. En el fondo,cuenta la «cuestión romántica» o encontrar un nexo entreontologia y «mitopoiesis» o, si es posible restituir al mito yla poesía una dimensión cognitiva, ontològica o, si sólo sea

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posible, « riattivarne i significati storici e i possibili impieghisecolari all'interno della tradizione di appartenenza»9.

Tienen en este sentido un valor de paradigma, o al menosasí quiero entenderlo, las investigaciones sobre «Don Car-los», que Levi comienza en 1913 con el Don Carlos de T.Otway y, al año siguiente, con la «Storia poetica», en 435páginas, un libro que reedita en 1924, como «II principe DonCarlos nella leggenda e nella poesia», con el Istituto Cristo-foro Colombo. Es un libro que merece hoy una tercera edi-ción. La prensa italiana, de haber sido documentada, lo ten-dría que haber consultado en ocasión de la «prima» de laScala del «Don Carlos» de Verdi el 5 de diciembre de 1992.Es verdad que, como declaraba el escritor M. Vázquez Mon-tarán en «Corriere della sera» del día siguiente, «l'ideologiareazionaria della Spagna del sedicesimo secolo è ancora vivanell'epoca di Franco; per il franchismo Carlo V e Filippo IIsono gli esempi più illustri della grandezza della Spagna, ilpunto più alto mai raggiunto dal Paese». Pero también es ver-dad que, como escribía el hispanista napolitano Gabriele Fer-gola, comentando la crónica del éxito canoro: «una nuova"leggenda nera" antispagnola si aggiunge a quella sulla "con-quista" e alle tante elaborate dalla cultura liberalprogressista:e il vecchio stereotipo su Filippo II, tiranno esecrabile ed ucci-sore del figlio, tirato fuori a proposito della prima scaligera».

Sobre la presencia en el trono español de un herederoenfermo de mente se sabe hoy que convenía a Francia, comodurante los reinados de Carlos II y de Luis XIV, y que lahistoriografía europea sobre Felipe II (P. Pierson, 1975; G.Parker, 1978), sin invalidar la gran monografía de L.P.Gachard (1863), sobre el mito legado por el romanticismo,trata hoy de indagar sobre las condiciones mentales de «DonCarlos of Spain: a Medical Report», como hizo C.D. O'Malleyen 1969. La erudición de Ezio Levi fue ya sensible a ello en1914. Es la erudición «ilustrada» de quien persigue la histo-ria, conoce las lenguas y ama los libros.

9 Recurro para este planteamiento a la investigación que, desde unencuadramiento filosófico-estético, hace Sergio Givone en *La questioneromantica» (Laterza, 1992), que es, en sustancia, la misma que siente Levien el contraste entre poesía (mito, leyenda) y experiencia de la verdad.