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Ibagué, 30 de agosto de 20092 FACETAS>

Bricherismo, ironía y conmoción Bricherismo, ironía y conmoción en en Cazador de gringasCazador de gringas

Por Jorge Ladino Gaitán Bayona*

ario Guevara Paredes, nacido en Cusco en 1956, es una figura destacable en el campo cultural y literario del Perú. Ha publicado los libros El de-saparecido (1988), Fuego del sur, tres narra-dores cusqueños (1990) y Cazador de grin-gas y otros cuentos (1995), obra narrativa con

cuatro ediciones hasta el 2003. Además de haber sido ganador y finalista en varios premios regionales y nacionales de cuento, ha fundado y dirigido Origen, revista de arqueología y Siete cu-lebras, revista andina de cultura. Esta última con 26 números a la fecha da cuenta de su tenacidad por sostener un proyecto cultural que desde 1991 hasta el presente ha generado un espa-cio crítico y de reflexión no sólo de la literatura y el arte peruanos, sino también de las más variadas tendencias latinoamericanas. En un contexto donde muchas revistas por falta de apoyo eco-nómico no alcanzan a pasar de unos pocos números, siempre será loable encontrar que alguien le apuesta a una revista que se mantiene en el tiempo y contribuye a la interculturalidad. Académicos como Mario Pantoja (Universidad San Antonio Abad de Cusco) y Eduardo González Viaña (Universidad de Ber-keley en Estados Unidos) destacan de Mario Guevara sus logros en el cuento urbano, como también el traslado de la realidad a la ficción del brichero, personaje popularizado luego en el teatro, cine e incluso obras de otros autores peruanos. El brichero es

una suerte de gigoló y latin lover que asumiendo características e imaginarios en torno a su pasado inca aprovecha su discurso y la supuesta autoridad de su sangre milenaria para atraer turistas de otras latitudes que a cambio de su compañía le otorgan dinero, confort y placer sexual en su paso por Cusco y tierras peruanas. La entrada a la ficción de este personaje peculiar se dio con la publicación del cuento “Cazador de gringas”, escrito en 1989 y luego publicado en Origen, revista de arqueología y en Fuego del sur hasta finalmente figurar en el libro de cuentos del mismo nombre. “Cazador de gringas” es un cuento que seduce por la con-tundencia de la anécdota, el final sorprendente, el humor, la ironía, un tono confidencial de un narrador intradiegético cuya historia envuelve al lector. En dicho cuento un brichero cuenta su modus operandi a un tú que podría ser el lector, pero que en definitiva es la autoridad policial, luego de cautivar a una sicóloga nórdica que en pleno acto sexual afloró en neurosis y en medio de gritos y agresiones lo condujo a darle un golpe que la dejó inconsciente para finalmente, por culpa del bullicio desatado, ser violentamente detenido por la policía. El cazador cazado en medio de su fracaso e incertidumbre da cuenta en su relato de las destrezas de un brichero (simular ser heredero de un conocimiento ancestral de los incas, estar al acecho en sitios arqueológicos donde mero-dean gringas y extranjeras, saber inglés y dominar no únicamente bailes típicos cusqueños sino también salsa y rock), del mismo modo, de las situaciones de miseria y abandono institucional a las que se ven sometidos variados habitantes cusqueños, la ma-yoría indígenas y mestizos quienes dependen del dinero foráneo. Junto con éste cuento, otro del libro Cazador de gringas y otros cuentos, titulado “Guía para turistas” (mordaz, irónico y demo-ledor en su expresión) sugieren que una es la imagen turística que tiene el extranjero de Cusco, la ciudad patrimonio de la humani-dad por Machu Pichu y variados santuarios, pero otra más real y dolorosa (que nunca mostrarían los videos y agencias de viajes) es la que aflora de una ciudad donde la mendicidad es palpable. Es a esa extranjera que acaso presumirá de conocer una maravilla del mundo, la que se toma una foto a cambio de un nuevo sol (la moneda peruana) o un dólar con unos indígenas al lado de una llama a la que el brichero intenta sacar dinero se-duciéndola con su conversación e imagen que funde los rasgos indígenas con vestuarios y poses globalizadas. En cierta modo, él es un personaje astuto, en cierta forma pícaro creado por la propia realidad social y económica peruana, como lo destaca el protagonista de “cazador de gringas”: “Ahora que se conven-ció de mi inocencia y de lo jodido que es ganarse la vida en este

país, no dudará en dejarme en libertad señor comisario” (Guevara Paredes, Mario. Cazador de gringas y otros cuentos. Perú: Editorial San Marcos, 2003, cuarta edición). La figura del brichero se ha tornado recurrente en la literatura peruana. Como indica Mario Guevara, “otros escritores aborda-ron la temática del brichero. En cuentos y novelas apareció este personaje: "Buscando un inca", cuento,1993, de Luis Nieto De-gregori; Inka trail, novela, 1997, de Oswaldo Chanove; Noche de cuervos, novela, 1999, de Raúl Tola; Bajada de reyes, no-vela, 2001, de Miguel Arribasplata; La morada del hastío, novela, 2001, de Carlos Rengifo; "La danza de la lluvia", cuento, 2002, de Jorge Flores Aybar y La Orgía del moro, novela, 2002, de Luis Gallegos” (Guevara Paredes Mario, “Bricherismo”, entrevista de Vicente Revilla. En: http://www.gowanusbooks.com/guevara-in-terview-span.htm ). Los once relatos que integran el libro Cazador de gringas y otros cuentos vehiculan desde su amenidad, la expresión sencilla pero evocadora, el dominio de la segunda persona que genera mayor compenetración entre la historia y el lector, una mirada desencantada sobre la pobreza peruana, la corrupción de la jus-ticia (los cuentos “Patrick” y “El parecido”) y la difícil super-vivencia de tantos seres a quienes la mirada ajena apenas valo-ran en su exotismo, color local y atractivo turístico. Se trata de cuentos que entretienen, pero a la vez cuestionan el statu quo, la indiferencia y la situación social cusqueña. Aquí, como diría Kun-dera, importa explorar artísticamente la existencia en relación a su contexto, en tanto “el hombre y el mundo están ligados como el caracol y su concha” (Kundera, Milan, El arte de la novela. Barcelona: Tusquets Editores, 2004, 47).

*Grupo de Investigación de literatura del Tolima, UT, [email protected])

Esta palabra hace referencia a un sistema consistente en conciliar los principios de varias doctrinas, religiones o filosofías. Entre los griegos, los cretenses tenían fama

-merecida o no- de ser poco sinceros, por lo que la palabra kretizein (portarse como un cretense) pasó a significar 'portarse como un impostor'. El vocablo synkretikós fue acuñado por Plutarco para designar la fusión de culturas ocurrida en Roma unos tres siglos antes de Cristo. Plutarco le aplicó el prefijo syn (con) para crear

syncretikós (el que se alía con un adversario contra un tercero). En la época moderna, este vocablo de casi dos

milenios de antigüedad, fue retomado para designar el movimiento encabezado en el siglo XVII por George Ca-llixtus, que proponía la unión de las religiones protestantes entre sí y con el catolicismo. Actualmente se emplea en el portugués de Brasil para referirse a la incorporación de elementos de las religiones africanas en los ritos católicos, identificando a Yemanjá, la diosa africana del mar con la virgen María, o a San Jorge con el "santo guerrero" de al-gunas religiones africanas.

> LA PALABRA DEL DÍASincretismo

Mario Guevara Paredes

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En la búsqueda de los En la búsqueda de los símbolos para la ACIT símbolos para la ACIT

Por Floriberto Cardona Cedano*

os Caribes prehispáni-cos del Valle del Mag-dalena usaban dos colores principalmen-te, el rojo que lo obte-nían del Achiote (Bixa

Orellana) y el negro de la Jagua (Genipa Americana L). Ambos los usaban para su pintura cor-poral. Con el cuerpo pintado de negro se protegían de los malos espíritus. Su acción duraba en el cuerpo durante nueve días. Tam-bién con el negro teñían los man-gos de las macanas, los mangos de los remos y sus utensilios de cocina. Pienso que el negro era su color preferido. Al habitar en zonas tan cálidas, la frescura de la noche era su consuelo. Tenían mucha reverencia por la sombra. El pasado viernes 23 de agos-to de 2009 en el encuentro de Gobernadores de la Asociación de Cabildos Indígenas del Tolima (ACIT) celebrado en Coyaima, pude notar por parte de algunos descendientes de la etnia Caribe el rechazo al color negro. Ya no tiene esa espiritualidad y signifi-cado de los antepasados. Ahora tiene otras connotaciones. El cristianismo nos ha ense-ñado que el color blanco es sím-bolo de la pureza y de la paz en contraposición al color ne-gro que es símbolo de las tinieblas, de la noche, del mal. En los imaginarios tolimenses siempre nos encontra-mos con un gato negro, con un perro negro, con una mula negra, con un toro negro, con una mariposa negra o con un ave de color negro a los que les atribuimos malos augu-rios. En mi grupo de trabajo, las señoras siempre rechazaron el color negro para incluirlo dentro de la bandera de la ACIT. Entendí su actitud debido a la transculturación de estos 500 años de dominación occidental. La mayoría de grupos incluyó el color rojo en la bande-ra significando la sangre que derramaron los nativos en su lucha contra los españoles, como símbolo de valentía. Con el verde significaron la naturaleza, con el azul las fuentes de agua, con el café la tierra y con el amarillo, la riqueza.

Además de los colores también dibujaron una mazorca de maíz como símbolo de la base alimenticia prehispánica, del que también obtenían la chicha, su vino. También una hoja de tabaco como símbolo de la etnomedicina de los Caribes. Otro grupo propuso el tres como símbolo Caribe ya que se han encontrado en Coyaima entierros en tres cámaras. Y yo añado, que se necesitan tres piedras para hacer una tulpa para el fogón en donde se coloca la olla. Para el Bastón de Mando se propusieron elementos como la Canoa que le permitió a los Caribes llegar a di-ferentes partes de Suramérica. La macana, como herra-mienta de trabajo y como arma de combate, se asimila a un machete de 22”. El arco y la flecha. Los adornos como plumas, colmillos, caracoles y semillas. La cerbatana, las maracas y la flauta. Utensilios elaborados de totumo. Me dio alegría encontrar al Guaco vivo tanto a la planta (Makinia guaco), como el ave (Herpetotheres cachinnans).

Cuando José Celestino Mutis rea-lizó la Expedición Botánica, en 1788 un negro de nombre Pio, curandero de Mariquita, le informó a José Javier Matís compañero de Expedición de Mutis que había una planta contraveneno llamada Guaco. El texto que apareció en el Periódico Ilustrado de 1885 es el siguiente:"...que había un pájaro llamado Guaco que cazaba las culebras llevándoselas en sus ga-rras, y que había observado una vez, que el pájaro había sido mor-dido por una culebra, haciéndole sangre, y en el acto había volado sobre una mata de ese bejuco y había comido de sus hojas; que viendo esto supuso que el bejuco debía ser el contraveneno, y que en consecuencia lo aplicó luego a los mordidos de culebra, en zumo y cocimiento, obteniendo siempre buen éxito. Que además él había tomado el zumo por nueve días y había cogido una culebra, sin que esta lo ofendiese." Matís hizo el experimento haciéndose morder de una culebra. Mutis no creyó en la veracidad de estos hechos y en 1792 le so-licitó al Virrey le permitiera un reo condenado a muerte para hacer el experimento de una manera cientí-fica pero no obtuvo una respuesta

satisfactoria. (A.G.N., Sección Colecciones, Enrique Ortega Ricaurte, Caja 68, Carpeta 250, folios 219- 221). Lo cierto es que la Etnia Caribe-Coyaima conoce muy bien a estos dos personajes: el Guaco planta y el Guaco ave. Luz Mery Tique Gobernadora de Coyarcó y Jesús Moncaleano Gobernador de Meche-San Cayetano me ma-nifestaron que cuando esta ave se posa en un palo seco va a hacer mucho verano, cuando se posa en un palo verde, va a hacer mucho invierno y cuando se posa en cualquier árbol, va a resultar una mujer embarazada y si pasa por un caserío, van a nacer muchos niños. A veces el macho y la hembra hacen dueto que dura dos, tres o hasta 10 minutos: el macho grita en voz alta Gua-co, Gua-co, Gua-co, mientras la hembra contesta Ca-o, Ca-o, Ca-o.

*Artista visual y escritor colombiano

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Llegó de Argentina a compartir su virtuosismo en Ibagué

Zanón, maestro entre 'blancas'blancas y negras'

icardo Zanón, el pianista argentino que empezó sus presentaciones en público a la edad de nue-ve años, fue uno de los protagonistas del cuar-to Taller Internacional de Dirección Sinfónica, evento de la agenda Ibagué Capital Musical de Colombia.

Durante su corta estadía, impartió clases magistra-les y ofreció conciertos junto con el director de orquesta puertorriqueño Roselín Pabón; el afamado concertista ase-guró estar cautivado del ambiente musical que se respira

en esta ciudad. A la vez, indicó que desea replicar en la Patagonia, lugar donde reside hace un buen tiempo, algunas cosas observa-das durante su visita, aunque se abstuvo de anunciar cuáles serán. En diálogo con este medio de comunicación, el pianista explicó que la obligación de todo intérprete es hacer sonar a los nuevos compositores, y se definió como un apasionado del folclor.

EL NUEVO DÍA ¿Maestro, su interés por el piano se debió a alguna tradición musical en la familia? RICARDO ZANÓN: “En mi casa había un tío, hermano de mi papá que tocaba el piano, y por eso existía ese instru-mento, así que empecé a estudiar por influencia familiar a los cinco años, a los nueve ingresé al Conservatorio Nacio-nal de Música y me recibí cuando tenía 17 años, después estudié en forma particular con otros maestros”. E.N.D.: ¿A qué edad tuvo claro que quería dedicarse de lleno al piano? R.Z.: “Yo creo que chiquito, es decir, mi ingreso al Con-

servatorio marcó mi educación, tomando conciencia, y lo hacía en forma muy natural algo muy aconsejable para to-dos los chicos”.

E.N.D.: ¿Qué fue lo que más lo motivó a incur-sionar en este ámbito?

R.Z.: “Yo creo que el piano es un instrumento al cual se ac-

cede por una

cuestión mecánica, una facilidad técnica para tocarlo, pero principalmente por la gran variedad de repertorio que tiene, haciéndolo atractivo para cualquier instrumentista”.

E.N.D.: ¿Qué docentes le dejaron una huella espe-cial? R.Z.: “En verdad muchos; tendría que nombrar a mi primera maestra que se llama Edith Bolla quien estudiaba el piano en el de mi tío, ella vivía al lado de mi casa, y fue la primera persona que puso mis dedos sobre el teclado; también está Ángela de Roberts, mi profesora en el Conser-vatorio; Dora Castro, Aldo Antognazzi, Noemí Berti y Celia Bronstein”.

E.N.D.: ¿A quiénes considera sus ídolos del piano? R.Z.: “En este momento a mí me gusta mucho Mauri-cio Pollini, así mismo, hay gente muy joven que está to-

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“Es importante sentir placer por lo que estamos haciendo”.

Sus alumnos han sido ganadores en decenas de concursos de piano nacionales e internacionales.

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cando hermoso como Martha Argerich, Bruno Gelber, que siguieron una tradición del maestro italiano radicado en Argentina, Vicente Scaramuza, quien logró intelectualizar el sistema de ejecución pianística.

E.N.D.: ¿Se cree experto en algún tipo de repertorio, y cuál es el que más le gusta? R.Z.: “No, (risas...). Me encanta el clásico romántico, el contemporáneo que si bien es más difícil de acceder para la gente logra efectos sorprendentes.

E.N.D.: ¿Cómo ha sido la construcción de esa carrera pianística y docente? R.Z.: “Esta carrera fue a partir de los 17 años, cuando ya estuve recibido empecé a buscar gente que me auspi-ciara para poder tocar; participé en concursos musicales, y fui incursionando en la docencia porque ésta siempre está al lado del músico; hay pocos músicos que se pueden de-dicar absolutamente a dar recitales o conciertos; además, tenemos la necesidad de dejar herederos de lo que apren-demos y me parece que esa es una de las corrientes más importantes que tenemos dentro de la música”.

E.N.D.: ¿Además de usted y su tío hay otros enamora-dos del piano en su familia? R.Z.: “A la fuerza mi familia tiene que estar enamorada del piano, porque suena todo el día, pero no tocan ninguno, mi hija menor se dedica a la danza, la mayor es bióloga, y mi esposa es artista plástica”.

E.N.D.: ¿Hacia dónde ha evolucionado la actividad pianística? R.Z.: “Yo creo que de alguna forma el piano como todo instrumento de ejecución clásica, el tema principal es que nosotros estamos haciendo música de hace 200 años atrás, entonces lo que tenemos es que pensar que hay que tocar a nuestros compositores que son actuales y están

estudiando y componiendo, y que debemos hacerlos sonar porque sino esos pobres chicos cuando van a ser escu-chados”.

E.N.D.: ¿Qué diferencia observa entre los nuevos pia-nistas y los precursores? R.Z.: “Los precursores utilizaban el piano un poco para mostrar el resultado de los compositores de las distintas épocas pianísticas que fueron enormes, el clasicismo y el romanticismo principalmente, mientas que los actuales pianistas están más orientados a ejecutar música contem-poránea sin dejar de lado la formación. Yo creo que como todo edificio hay que ver las bases, en este caso son los compositores de siempre Beethoven, Chopin, entre otros, a los que el pianista debe acceder alguna vez en su vida; posteriormente, elegir que clase de re-pertorio quiere interpretar”.

E.N.D.: ¿Maestro, en sus años como docente cuál es la falla más recurrente entre los estudiantes? R.Z.: “En principio que los chicos tienen que empezar muy jovencitos a estudiar el piano; yo aconsejo que entre los seis y siete años, porque el problema principal es que cuando llegan a determinada edad de exigen-cias en el colegio secundario, donde ya tienen muchas materias hay como una especie de laxitud en el proceso del piano, es precisamente la edad más importante donde se consolida todo lo aprendido en la técnica y en la parte emocional e intelectual”.

E.N.D.:¿Qué recomendación le da a los jóvenes que están empe-

zando a abrirse camino? R.Z.: “Que estudien mucho (risas...) es la única manera. Hay que dedicarle mucho tiempo al instrumento y éste es solitario, no es un instrumento con el cual podamos estar al lado del otro, podemos compartir, pero al momento del estudio estar ellos, la partitura y el piano. Digamos que la partitura ya está escrita, el piano está construido y son ellos los que tienen que empezar hacerse”.

E.N.D.: ¿Maestro Zanón , es mejor tocar con partitura o sin ella? R.Z.: “Hay un mito con eso, se dice que cuando uno toca con partitura no presta mucha atención a determina-das cosas, pero la realidad es que el músico está super comprometido sin partitura, algunos instrumentistas tocan perfectamente. Luego hay un tema, como para la música de cámara ésta hay que tocarla con partitura sí o sí, porque la verdad es que si hay algún inconveniente que puede ocurrir como siempre en la ejecución, uno tiene la partitura acompañado en el mismo destino de los otros compañeros de ruta. El tocar de memoria es apropiarse un poco de la partitura; es decir, tenerla firmemente establecida, pero a veces la memoria ofrece dificultades porque no se entiende una sola memoria. Yo entiendo que hay cinco y éstas deben estar en conjunción y el músico debe utilizar la más conveniente al caso”.

E.N.D.: ¿Maestro, cuáles son esas cinco memorias a las que el músico acude? R.Z.: “Una es la emotiva, la técnica: la muscular, que es muy peligrosa porque uno cambia el registro muscular cuando está nervioso, entonces allí pueden ocurrir proble-mas; la melódica, la armónica y la más importante para mí la analítica, aquella que cuando yo cierro los ojos sé que es lo que pasa, es una memoria que consolida lo que aprendi-mos con las otras memorias”.

E.N.D.: ¿Para usted el pianista nace o se hace? R.Z.: “Todo se hace, lo que pasa es que hay aspectos naturales, algunos les cuesta más y a otros menos, pero di-gamos, los pianistas así como cualquier músico, si habla-mos de un nivel superalto nos referimos a una importante

Ricardo Zanón dice sentirse un apasionado por el tango y el folclor.

Para este connotado pianista argentino, la docencia le permite heredar a las nuevas genera-ciones un poco de su conocimiento.

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cuota de sacrificio y condiciones realmente naturales para seguir adelante. Entendamos lo siguiente: el público no es simplemente el de capitales musicales, nosotros tenemos que pensar que hay un público que no está atento a lo que sucede en las grandes capitales musicales y que sin em-bargo necesita de los músicos para su sensación emotiva; entonces cuando un pianista o un músico va a tocar a esos lugares no tiene que ser fiel a sí mismo, pero no necesita ser el mejor”.

E.N.D.: ¿Cómo ve el panorama pianístico en Latino-américa y en Colombia? R.Z.: “Por ahora no escuché a pianistas colombianos, tengo idea y conocimiento de que hay muy buena escuela pianística en este país, y en Latinoamérica hay muy buena academia en general; lo que es importante es producir una sensación de seguridad de que las cosas también ocurren en esta parte del continente y no sólo en Estados Unidos o en Europa, de por sí pienso que en la formación también es importante que los chicos conozcan otros centros musica-les de Europa, pero creo que Latinoamérica es riquísima y está todo por hacerse”.

E.N.D.: ¿Además de la música clásica qué otra músi-ca escucha? R.Z.: “De la buena música todas, lo que a mí más me in-teresa es escuchar las manifestaciones tradicionales, por-que me gusta el folclor de cada uno de los países. Siempre recaudo información, porque creo que artisticamente eso es lo que está pasando con la gente: identifica la tradición,

ser tradicionalistas, pero no en el mal sentido sino procurar luchar por esa globalización que nos lleva a compa-rar constantemente lo que pasa con otros países que tienen otra vida, yo no podría comparar un estudiante de china con uno de Latinoamérica, jamás lo podría hacer porque sus países son diferentes. Cuando yo es-cucho a un muchachito chino tocar fantásticamente el piano digo que eso es la transculturización y hay que ver como se llegó a eso”.

E.N.D.: ¿En su repertorio inter-preta diferentes estilos? R.Z.: “Sí. A veces algún compo-sitor que no ha incursionado dema-siado o alguna obra que digo esto me gustaría hacerlo así, porque uno tiene la ventaja en esta época de contar con grabaciones de casi todas las obras que han sido escritas, uno escucha esa grabación y dice me interesaría que esta parte vaya de esta manera y lo voy a integrar a mi repertorio, de todos modos toco mucho tango y los compositores nuevos de tango siempre están escribiendo cosas y uno tiene la obliga-ción de tocarlas”.

E.N.D.: ¿Para usted quién es el pianista maestro de maestros? R.Z.: “El chileno Claudio Arrau, para mí esa imagen es muy fuerte, es un hombre que el último recital que yo tuve oportunidad de escuchar en grabación era de cuando tenía 85 años, éste tocó de una manera fantásti-ca. Fue crítico de Pinochet, así que también sus ideas y su ideología eran muy fuertes y su humildad ante la partitura pienso yo que debería identificar todo buen intérprete: no poner por sobre el autor al intérprete”.

E.N.D.: ¿Qué obra o compositor es sa-grado para su repertorio? R.Z.: “Beethoven es un compositor im-portantísimo; por eso hable de un repertorio clásico romántico es decir, después de los autores argentinos Alberto Ginastera, Piaz-zolla y digamos desde lo moderno me gusta mucho Prokoviev”.

E.N.D.: ¿Cómo notó el ambiente músi-cal de Ibagué? R.Z.: “Yo lo que escuché fue la orquesta de Ibagué me pareció una agrupación fan-tástica llena de jóvenes, con una calidad sonora importante y con una rapidez para

comprender de qué se trata esto”.

E.N.D.: ¿Qué aspectos observados en esta ciudad quiere replicar en la Patagonia? R.Z.: “Yo lo que me tengo que llevar es la tradición. Lo que vi que parece fantástico que en esta ciudad exista un conservatorio de la edad que tiene el del Tolima, me parece que hay un respeto a la memoria de toda la comunidad iba-guereña, la gente que ha defendido esa sala maravillosa que tiene creo que los festivales a los cuales está referida Ibagué como Capital Musical de Colombia son muy importantes, esto no lo tenemos en Argentina, festivales internacionales con la calidad y cantidad de gente que ha participado; a pe-sar de que ésta no es la capital del país tiene un movimiento espectacular. Eso lo voy a llevar y lo voy a tratar de replicar en algunos lugares de mi propia región”.

E.N.D.: ¿Existe el piano perfecto? “Yo estoy trabajando con un instrumento del año 1940 antes de la guerra mundial, las maderas en ese momento eran muy buenas. Ahora estoy viendo que los pianos japone-ses y europeos tiene una calidad excepcional. La verdad es que creo que existe el piano para cada uno de los pianistas. El problema principal es que son muy pocos los que pueden transportar su propio instrumento para el lugar donde van a dar el concierto, a diferencia de un flautista y violinista que se mete el instrumento debajo del brazo y viajan adonde quiera. Los otros estamos destinados a querer al piano que nos to-que tocar en ese momento”.

“Yo aprendo tanto de mis alumnos como ellos aprenden de mí”.

Su afición por el piano empezó a temprana edad, mientras observaba a un tío inter-prete de este instrumento.

Ricardo Zanón es colaborador permanente de la Fundación el sonido y el tiempo internacional, realizando actividades en Argentina y en Italia.

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POESÍA>

Roque Dalton

EL CUENTO>

El ama de llaves

Obras del pintor colombiano Manuel Hernández

Pot Gilda Manso*

Iván le tenía miedo al eco que rebotaba en el techo inalcanzable de la iglesia, pero si le daban a elegir, prefería eso al invierno de afuera. —¿El calor de la iglesia lo maneja Dios? —preguntó, sentado en un banco de la catedral. Consuelo pensó una respuesta sincera y católica a la vez. —Dios y la calefacción —contestó, señalan-do la estufa eléctrica que estaba empotrada en la pared, a la izquierda de Santa Cecilia. Consuelo lustraba las estatuas santas con fricciones de lavandera experimentada, y cualquiera que la hu-biera visto habría jurado que la mujer era irremediablemente atea, pero se trataba de todo lo contrario: la fe de Consuelo era tan añeja, arraigada y entrada en confianza que podía permitirse el lujo de perder la compostura y moverse por la iglesia con un desparpajo digno del mayor de los herejes. Consuelo había encontrado a Iván dormido en la puerta de la parroquia, acurrucado de frío. A su lado, sus padres, con la sonrisa suspendida por tiempo indeterminado, hacían lo posible para repartir una frazada entre los tres. Consuelo los vio un día, dos días, tres días; al invierno le faltaban dos meses para terminar de congelar hasta el aire. Al cuarto día les habló. —Soy Consuelo, el ama de llaves de la iglesia. Acá afuera tienen frío, el nene se va a enfermar. ¿Por qué no entran y les preparo un mate cocido o un té? Los padres de Iván intercambiaron una mirada breve, cargaron a su hijo, se metieron en la capilla y se aco-modaron en el suelo, entre San Roque y la Virgen Desatanudos. Al principio no hablaban y miraban a Consuelo tratando de descubrir dónde estaba el doble fondo. Ella fingía que no lo notaba, que la hostilidad de la indigencia no la hería, y les ofrecía té caliente y bizcochos. Iván se acostumbró rápido al bienestar, y pronto comenzó a tre-par al Cristo crucificado como un nene corriente que se cuela entre las ramas de un árbol, y a seguir a Consuelo a donde ésta fuera. Los padres, al ver que su hijo engordaba de a poco y parecía feliz, dejaron a un lado su actitud de trinchera. Los refugiados contaban con la complicidad de Yosman, el cura colombiano que amaba a Consuelo con amor de hijo agradecido. Yosman estaba convencido de que si esa iglesia merecía el nombre de casa de Dios era porque ella se encargaba de que Dios estuviera siempre presente. —¿Qué hacemos con el obispo? —preguntó Yosman esa mañana. Consuelo se encogió de hombros y murmuró Dios proveerá, lo que significaba que ya tenía un plan; bueno o malo, pero plan al fin. El obispo llegó al mediodía, envuelto en un aura de superioridad que hizo que Iván se encogiera de impre-sión. Lo acompañaba un séquito de curas y hombres de seguridad que a Yosman se le antojó excesivo para una simple visita de inspección. El obispo criticó el estado abandonado de la iglesia y se detuvo frente a los refugiados. Miró a Yosman con ojos de signo de interrogación. El sacerdote buscó a Consuelo, y ella tomó la palabra. —El padre Yosman y yo pensamos que, dado que la iglesia necesita una mano de pintura y otros arreglos, y ya que esta gente necesita un lugar donde vivir, podíamos sumar dos más dos y hacer que esta gente pinte y arregle la iglesia a cambio de alojamiento. El obispo miró a Consuelo como si hubiera contado un mal chiste. —Esta es la casa de Dios —dijo con un tono que no aceptaba lugar para discusiones. Yosman palideció. Consuelo, iluminada, sonrió. —Monseñor, me alegra que lo comprenda. Su misericordia será recompensada. Como dijo Nuestro Señor Jesucristo, “doy mi casa al menesteroso y mi pan al hambriento, porque yo soy el menesteroso y el hambriento, y ellos son yo; quien cierre mi puerta en las narices del prójimo arderá en el infierno con la fuerza de mil demo-nios”. El obispo, que no recordaba haber leído esa cita en ninguna parte de la Biblia, se quedó callado. No quería correr el riesgo de parecer un ignorante. —Iván, dale las gracias a Monseñor por su infinita misericordia —ordenó Consuelo. El nene se abalanzó sobre el obispo, le dio un beso en la mejilla y volvió junto a sus padres. El obispo, incómodo y confuso, se despidió con torpeza. Consuelo cerró la puerta de la iglesia. —Dios proveyó —dijo. Afuera quedó el invierno.

*Escritora y periodista argentina

El Salvador,1935 – 1975Como tú

Yo, como tú,amo el amor, la vida, el dulce encantode las cosas, el paisajeceleste de los días de enero.

También mi sangre bulley río por los ojosque han conocido el brote de las lágrimas.

Creo que el mundo es bello,que la poesía es como el pan, de todos.

Y que mis venas no terminan en mísino en la sangre unánimede los que luchan por la vida,el amor,las cosas,el paisaje y el pan,la poesía de todos.

El cínico

Claro es que no tengo en las manosel derecho a morirmeni siquiera en las abandonadas tardes de los domingos.

Por otra parte se debe comprender que la muertees una manufactura inoficiosay que los suicidassiempre tuvieron una mortal perezade sufrir.

Además, debola cuenta de la luz…

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DIRECTOR: Antonio Melo Salazar JEFE DE REDACCIÓN: Martha Myriam Páez Morales PERIODISTA: Sandra Patricia Lomabana COORDINADOR: Benhur Sánchez Suárez, Redacción cultural EL NUEVO DÍA, DIRECTOR GRÁFICO: Ernesto Lombana, ASISTENTE: Ingrith Johanna Buitrago Castañeda, FOTOGRAFÍA: Obras del pintor colombiano Manuel Hernández, Fotos Jorge Cuéllar / EL NUEVO DÍA. Carrera 6 No. 12-09 Tels. 2770050 - 2610966 Ibagué - Tolima - Colombia Apartado Aéreo 5476908-K www.elnuevodia.com.co Todos los derechos reservados. Prohibida la repro-ducción total o parcial sin autorización expresa del Grupo Editorial Aguasclaras S.A.. ISSN: 021545-8.

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Cada ficción trae sus propias leyes

Jaime Echeverry

Por Octavio Escobar Giraldo*

ersiones, perversiones y otras inversiones es un libro que todo buen lector disfrutará y releerá. Con-ciso, elegante e irónico, refleja todo el talento y el oficio de Jaime Echeverri, quien sin aspavientos ni concesiones, con la devoción del descreído y un acento colombiano que deviene universal, ha

enriquecido la literatura hispanoamericana desde la aparición de Historias reales de la vida falsa (1979), su compilación de cuentos premiados. Profesor en la Maestría en Escritura Creativa de la Universidad Nacional y tutor de algunos de los narradores colombianos con mayor proyección internacio-nal, su obra también la componen las novelas Reina de picas y Corte final. Con motivo de la aparición en España de Versiones, per-versiones y otras inversiones accedió a responder algunas preguntas. —Todo nuevo libro tuyo debería estar a disposición de los lectores. ¿Por qué no se distribuirá en Colombia? —Como tú sabes mis libros han aparecido tanto en Co-lombia como en México, donde José María Espinasa, es de-cir Ediciones Sin Nombre, me incluyó en su fondo y lo hizo porque apuesta a futuro y se arriesga con autores no co-merciales. Y no porque no quiera que sus libros se vendan, sino porque cree que hay allí valores que las casas editoria-les grandes, multinacionales, no consideran rentables. Para

decirlo de otra manera, tiene un criterio editorial distinto al mercantil. Aquí no existen editores con criterios claros. Los más poderosos no tienen políticas editoriales. Buscan recu-perar con rapidez su pequeña inversión. Publicar un libro aquí no es fácil para un autor como yo, preocupado por mantener ciertos niveles de escritura superiores a los estándares mar-cados —por lo general— por periodistas incultos de radio, prensa y televisión, comunicadores semianalfabetas que no pasan de saber de oídas ciertos nombres y no cumplen su misión informativa, pues deberían reseñar los libros que van saliendo. El libro aparece en España porque Antonio María Flórez, buen escritor y buen amigo, propuso a la Editora Re-gional de Extremadura incluir autores latinoamericanos en su catálogo. —Versiones, perversiones y otras inversiones remite a un libro anterior… —Sí. La diferencia está en que en esta nueva edición de Versiones y perversiones he incluido cuatro textos que antes no aparecieron en libro y he agregado una nueva parte con dos cuentos un poco más largos. Entre los cortos —para que no se pierdan en publicaciones periódicas— agregué “Cena de navidad”, el primer cuento mío publicado en un suple-mento cultural de circulación nacional a fines de los años sesenta, y “El jardín del guerrero”, cuento breve ganador de “Las 500”, exitoso concurso de la revista El Malpensante, en el 2004. —¿Y ahora qué viene? —Espero que editen un nuevo libro de cuentos. Es curio-so, los editores no ven el cuento como género publicable. Sin embargo, veo que hay mucha gente que lee y compra libros de cuentos. Creo que aquí hay prejuicios. O mal manejo in-dustrial y comercial. —¿Cuál es tu expectativa con el libro editado en Espa-ña? —Ninguna. Aquí no lo van a reseñar, entre otras cosas, porque el reseñador serio es Afanador y su espacio es pe-queño y está sometido a los estrechos lineamientos de Se-mana. En Arcadia, que sería otro escenario posible, tienen un concepto bastante extraño, por no decir deplorable, de cultu-ra y de libros. Pero te ruego que no tomes estas opiniones como quejas sino simplemente como la constatación de un fenómeno que algún sociólogo de la literatura abordará algún día. —Eres tutor o asesor de varios narradores colombianos, algunos muy exitosos. ¿Cómo desarrollas esta labor? ¿Ha cambiado en algo tu forma de entender el oficio literario? —La asesoría, esa labor tutorial especializada, ha sido para mí una experiencia enriquecedora. En muchos sentidos. En primer lugar, me enseñó a respetar el trabajo de los otros y tratar de comprender sus intenciones. Sólo así podría captar y comprender algunos aspectos de su texto y poder distinguir la estructura de la obra. A nivel interior significó ejercer sin-ceramente la modestia, la ocultación de mis propios motivos

y de mis ambiciones para situarme en los del autor que me muestra sus ficciones. Sólo de esa manera se puede respetar la voz. Resulta extraño y al comienzo, hace más de quince años, no fue fácil. Pero fue un ejercicio de humildad en el me-jor sentido del término. Cuando un escritor es consultado, por lo general responde desde su criterio muy personal, ese que guía su propio trabajo. Pero al distanciarse de su propia vi-sión, puede ver aspectos técnicos que de otra manera le son vedados. Digamos que la asesoría me ha servido para refinar mi percepción de las técnicas y así encontrar aquellos puntos fuertes o débiles de un texto desde el texto mismo. Tú sabes que cada ficción trae sus propias leyes. Y detectarlas es fun-damental para brindar un trabajo honesto a quien consulta. También me ha enseñado que cada escritor tiene que vivir sus propios momentos, es decir que aunque tenga capacida-des, aunque tenga mucho talento, puede estar en una etapa en la que no le es posible abordar la escritura de su obra sino desde sus circunstancias personales, desde sus obsesiones del momento. Son pequeños datos, parecen insignificantes pero si no se los considera el trabajo no resulta. En verdad me gusta ver la transformación de un texto en mi laboratorio y me gusta ver cómo el autor se sorprende al ver todos los textos ocultos que trae su escritura.

*Escritor colombiano. Letralia, Tierra de letras.

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