Federico Vegas y El Personaje Histórico

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    ELVUELO DELALCATRAZ, DE HERRERA LUQUE:NOVELADE ASUNTO HISTRICO

    Vctor Manuel Valds RoddaUniversidad de Los Andes, Tchira

    [email protected]

    RESUMENEs la novela histrica un gnero fronterizo entre realidad y

    ficcin? Difierensustancialmente el mtodo historiogrficoy el ficcional?Qu pretende la llamada nueva novela histrica latinoamericana?Cmo se inserta la novela de Francisco Herrera Luque,El vuelo delalcatraz, en esta discusin? Estas y otras interrogantes constituyen la

    base de la pesquisa presentada en este trabajo aproximativo al temaplanteado sobre Historia y ficcin.

    Palabras clave: novela histrica, literatura venezolana, HerreraLuque.

    ABSTRACTIs the historical novel a literary genre situated between reality and

    fiction? What demonstrates the praxis of the chroniclers of Indians? Dodiffer substantially the historiographycal method from the fictional one?What tries the callednew LatinAmerican historicalnovel? Howis insertedthe novel of Francisco Herrera Luque, El vuelo del alcatraz, in thisdiscussion?

    Key words:Historic novel, Venezuelan literature, Herrera Luque.

    RSUMEst-ce que le roman historique genre frontalire entre ralit et

    fiction? Diffresensiblement de la mthode de lhistoriographie et la fiction?

    Quest-ce essayer le soi-disant nouveau roman historique en Amriquelatine? Comment roman est insr Francisco Herrera Luque,Le vol duPlican, dans ce dbat? Ces questions et dautres la base de la recherche

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    prsente dans cette tude approximative de la question sur lhistoire etfiction.

    Mots-cl: roman historique, Littrature vnzulienne, HerreraLuque.

    Introduccin

    Fronterizo se refiere a todo aquello que se sita ante un lmite y eslo que est por ver respecto a la novela de asunto histrico. Puesmientras algunos hacen ingentesesfuerzos por mantenerla detrs dela raya, otros la cruzan con creces, principalmente despus delsegundoboom, el de la nueva novela histrica latinoamericana.

    Pero, contrariamente a lo que demuestra esta praxis novelstica,todava pervive un cierto purismo que intenta, a toda costa, mantenerinclumes las alcabalas genricas con lanovela, de un lado, y la Histo-

    ria, del otro.Sinembargo, la praxisnovelstica, transgresoraporoficio, eviden-

    cia otra aristade la Verdad: resulta sumamente difcil establecer loslmites entre lo real y lo ficticio. Entonces, la novelatoma los temashistricosno con elnimoderestituirles su exactitud original sino comoun ejercicio de reflexin. Sabiendo que eso significa, por un lado,accin y efecto de reflejar o reflejarse, y considerar nueva o deteni-damente algo, porel otro (DRAE, 2001:925).

    Alejo Carpentier inici el camino. Francisco Herrera Luquefue en Venezuela su ms asiduo seguidor. Una de sus obras pstu-

    mas,El vuelo del alcatraz (2001) sirve como terreno para conside-rar nueva y detenidamente el carcterfronterizo de la novela de asun-to histrico.

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    Estancos separados?

    En un sentido profundo tanto el texto literario

    como el texto histrico forman parte esencial

    de la narratividad en que vivimos y de la cual

    partimos para constatar nuestro mundo.

    Mario J. Valds

    De modo escueto, la Historia sera un conjuntode hechos aconte-cidos en el pasado, referibles al hombre, y la investigacin y descrip-cin de stos,o historiografa (MartnezRiu, 1992). Esta visin genri-

    ca del trmino contrastaconla posicinsarcstico-irnica deAmbroseBierce, quien en suDiccionario delDiablo, lodefine as: HISTORIA,s Relato[sic] casisiemprefalso de sucesos casi siempreinsignificantesqueprotagonizaron gobernantes casi siempre bribones y militarescasisiempre estpidos(Bierce, 2004:127).

    Por su parte, el poeta PaulValry dice que:

    Sellamahistoriaelproductodeltrabajodeloshombresquenarranacontecimientosquenuncahanvisto.(Cuandoloshanvisto ya no es historia son memorias) () No sola-mente se cuenta, sino se juzga!, y no solamentese juzga,sino quede estos juicios sededucen pronsticos, lecciones,profecas.Tambin se deducenfobias, manas, emociones,etc. Estosproductosde lahistoriatienenprecisamenteel valorde lahistoriamisma(Gutirrez Girardot, 2001:25).

    Tanto en la definicin de historia de Bierce como en la de Valryhayalusin al elemento ficcional, por cuanto el primero dice que esrelato (y falso), y el segundo, que se trata del producto de la narracinde hechosno presenciadosdirectamente. Otros indicios acerca del ve-lado parentescoentre lo ficcional y lohistrico se trasluceal considerar

    el mtodo que siguen la novela y la literatura historiogrfica en laconstruccin de sustramas.Aeste respecto, para lainvestigadora CamilaHenrquez Urea:

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    la novela [] procede, no por representacin fiel unida aunainterpretacin,como lahistoria, sino porhiptesis: da-das tales condiciones, tales resultados seguirn, o da-dos estos resultados, podemos presuponer tales condi-ciones (1998: 11).

    Henrquez Urea establece una distincin entre el mtodohistoriogrfico(interpretativo) y el novelstico,por hiptesis.Pero, a lafinal, parece que el mtodo novelstico no estara muyalejado delqueseguira un texto de narrativa histrica, porcuanto tambin procedera(o debera hacerlo) por hiptesis. Y ello, como resultado de la

    imposibilidadde loshistoriadores a acceder y observar de forma direc-ta el pasado, lo que es posible slo a travs de documentos y otrosobjetos tomados como testigos fidedignos. La historia es re-presentada, o sea, vuelta a mostrar desde el presente por personasextraas, no slo al mundo de los acontecimientos que pretendennarrar, sino tambin a las intenciones e intereses de la historiografaquelesprecediyalaquevanareescribir.Porqueesunpalimpsesto,yno unasimpleactualizacin connueva informacin, lo querealiza elhistorigrafo: una re-escritura en sentido literaly, una reorganizacintotalmente nueva de los acontecimientos del pasado.

    Por ello, al igual que la novela como forma de conocimiento, lanarrativa histrica estaradevelando un misterio, yendode lo conocidoa lo desconocido pero en sentido inverso o retrospectivo, segn lainterpretacinde Paul Ricoeur. (Ricoeur, 1995:263)

    Tropos y trama

    El historiador argumenta de

    modo formal, explcito, discursivo.

    Paul Ricoeur

    Para la creacin del discurso, tanto la narrativa literaria como lahistrica convergen en el uso de tropos o figuras retricas y en laproduccin de una estructura o trama, por cuanto, para que haya

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    relato, hace falta una historia. La estructura de la historia es su trama(Marguerat & Bourquin, 2000: 67).En cualquiera de los casos, el escritor prepara su objeto verbal

    mediante un proceso de seleccin en losnivelessemntico y sintctico,o sea, textual. El historigrafotambin tienequeapoyarseen operacio-nesselectivas e interpretativasde corte tropolgico a la hora de tradu-cirunaimagen(undocumentouotraevidenciahistrica)enunaimagenverbal. Para ello, al igual que el literato, se vale de los tropos poticosfundamentales, o sea: lametfora,lametonimia, laincdoqueylairona.

    Jorge Luis Borgesmagnificala importancia de lostropos al erigirmundos discursivos, principalmente de la metfora. Paral la reali-

    dad se crea a travs de la metfora. Sustituye el pensamiento y lo su-planta.As, la escritura viene a ser un simulacro de la presencia en elinstante de la sustitucin (Bella, 2007:70).Y agregams: La historiauniversal [] es lahistoriadeunas cuantas metforas escritaspor dife-rentes autores que, a su vez, son escritospor ella (2007:71).

    La trama es ese otro artilugio para armar el discurso del que sevalen tanto el escritorde ficcin como aquel quetoma la Historiacomomateria prima de sus textos. Latrama se define como [] esa estruc-tura unificadora queenlaza diversas peripeciasdel relato y lasorganizaen una historia continua. La trama asegura la unidad de accin y dasentido a los mltiples elementos del relato(Marguerat & Bourquin,2000:68).

    Novela de asunto histrico

    El mundo existe

    para llegar a un libro.

    Mallarme

    Entonces, de losargumentosanterioresse trasluce quelosnovelis-tas trabajan con eventos imaginarios y los historiadores con eventos

    reales pero ambosse valen de un proceso potico para (re)presentarlos.El asunto se complica cuando se pretenden tejer ficciones de te-mas histricos. En su momento Jos Ortega y Gasset enjuici con reti-

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    cencia estas prcticas, aludiendoque con lapretensin de que el cos-mos imaginado, posea a la vez autenticidad histrica [] no se deja allector soar tranq uilo lanovela, nipensarrigurosamente en lahistoria(p.33).

    Sinembargo, para FernandoArribas, a la literatura no le competeni le interesa la fidelidada los hechos objetivos, y stos slo le ataen,yaconvertidosen materia discursiva,en tanto que unidades ideolgico-culturales(ArribasGarca, 2000:35).

    Arribasplantea queel problemapodraestaren la calificacinquese da a este gnero por el tipo de expectativas que despierta en el con-sumidor. Eltrmino de novelahistricapuede [] sugerir al lectoruna

    promesa de reconstruccin histrica vlida como tal, y puede, en loscasos extremos, producir la falsa ilusin de que el relato se ajusta odeberaajustarse a la verdad histrica (2000:35).

    Entonces es razonable su propuesta de evitar la denominacinnovela histrica y sustituirla por alguna perfrasis como novela deasuntohistrico,o novelade interpretacin o reflexinhistricaquenospermitaatenuarlospeligros de la falsa promesa implcita en la denomi-nacin habitual [](ArribasGarca,2000:36).

    En estecontexto se da alauge en Latinoamrica deun nuevo tipode novela histrica, asociada de cierta forma a los mximos expo-nentes del boom latinoamericano, y que comparte con ste, el afnmuralstico, totalizante: el erotismo exuberante;y la experimentacinestructuraly lingstica (aunque menoshermtica)(Menton,1993:30).

    Otrosrasgosson:elempleosistemticodelascategorasbajtinianasde lo dialgico, heteroglsico y carnavalesco; la intertextualidad; lametaficcin; el protagonismo histrico y la distorsin consciente de lahistoria poromisiones, exageraciones y anacronismos (Menton,1993).

    La proximidad y celebracin del V Centenario del Encuentro dedosmundospudo haber propiciado el auge en Amrica Latina de estetipo de narrativa pues entre 1979 y 1992 se publicaron 158 novelasdecortehistrico,osea,unpromediode12porao(Menton,1993:48).

    Segn otra perspectiva, la denominada nueva novela latinoame-ricana sera fruto de un estallidode energa creativa, en una poca dedecisivos cambiossocialesen el continente (Shatunovskaya, Mikoyan,

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    1986:66).A esto se sumarala ineficacia poltica dela llamada literaturacomprometiday de lasversiones,principalmenteindigenistasdel realis-mo socialista, lo quemotiv elabandono de unapraxisliteraria de con-signa y abri el camino a una literatura igualmente poltica pero deindagacin histrica(Gutirrez Girardot, 2001:54).

    El fenmeno de las dictaduras hispanoamericanas fue otro factorque suscit en muchos escritores la necesidad de preguntar por suscausas histricas, como en los casos deNoticias del Imperio (1987),del mexicano Fernando del Paso,Los felinos del Canciller(1987),del colombiano Rafael Humberto Moreno Durn, yEl General en sulaberinto (1989), de Gabriel Garca Mrquez.

    EnVenezuela, elmayor exponente de la novela de asunto histri-co es Francisco Herrera Luque, quien al morir en 1991, dej cuatroobras sin publicar. Una de ellas,El vuelo del alcatrazposee algunascaractersticassignificativas,como lasdosversionesdelprimercaptuloy el uso de tergiversaciones, que se analizan a seguidas.

    Las dos versiones de la primera parte

    En la publicacin de El vuelo delalcatraz,suseditores decidieronincluir las dos versiones que hizo Herrera Luque a laPrimera parte

    tituladas: I y En la QuintaAnauco.En I, la primera versin, se asoma una serie de problemas que

    gravitan sobreBolvar, como son: Pascompletoen su contra/ Desinte-gracin de la Gran Colombia / Enemistad Pez Santander. Se utilizaun estilo directo, del tipo crnica: Era el primerda de 1827 cuandodesembarc en la fortaleza de PuertoCabello, el nico lugar en Vene-zuela donde poda hacerlo ya que haba sino tomada por su sobrinoBriceo Mndez (Herrera Luque, 2001:23).

    La enumeracin de los hechos se nos presenta sin dilacin paradar la idea de un Bolvar bajo presin, perseguido por la inmediatez y

    gravedad de los hechos: El pas entero estaba en su contra. JosAnto-nio Pez, el llanero simpln y festivo,haba resultadotanbueno para laintriga como ya lo era como estratega y conductor de tropas (p.23).

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    En contraste, en la segunda versin del citado captulo,Herrera Luque se emplea ms a fondo como narrador y se vale defrasesbreves y descripciones puntuales quele imprimen otro ritmo na-rrativo al relato: Al tercer canto delgallo, abri los ojos en la penum-bra. Eran las cuatro de la madrugada, su hora de despertar. De un saltose puso en pie y camin hacia la jofaina. Crujieron las tablas del piso(p.27).

    Apartirdeestemomento,laaccinsedesenvuelvedeapoco,conun ritmo ms natural, mayor plasticidad e imaginacin. Es como siHerrera Luquenospreparara para un Bolvar ms prximo y humano,no solitario y angustiado porsu sino, ni precisado por las circunstan-

    cias, como en la primera versin.En lasegunda versin se presenciaal granhombre, rodeado de sus

    ntimosquevelanporlcondevocinycario,comoelexesclavoquele trae luz y agua, y la servidumbre que prepara las arepas desde tem-prano. Es un Bolvar ms narrado, que camina con el torso desnudoante su sirviente y se toma tiempo para contemplar a Caracas.PueselamordeBolvarporCaracaseselotrotemaqueHerreraLuqueinsina en esta novela y quenosmuestra a un Libertador, aorante de suciudad a tal punto queAnzotegui llega a reclamarle: Que usted estigualitoa todos los dems; y que si los otros son provincianos, usted nose les queda muy atrs, porque es un caraqueo rajado que no tienems pensamiento que llegar a su casa(p.92). De esta acusacin Bol-varsedefiendeconlatesisdequesuintersporCaracasnoesmsqueelapego alprincipio militar deque quien ocupa lacapital dominaalpas.

    Enresumen,comograntemadelaobra,laprimeraversinproponeelasuntodeladesintegracindelaGran Colombia y el afn de Bolvarpor perpetuarla, y la segunda, la fijacin del personaje por reconquis-tar a Caracas. Considerando los guios narrativos y poticos que seperciban en la segunda versin, es una lstima que Herrera Luqueloshaya abandonado a favor de la versin msrealdel Bolvar estadista,conductorde hombres,quefinalmente se apodera de lanovela.

    Ante este asunto de los dos versiones de un mismo captulo, po-dramosentonces preguntarnos si se trata de una estrategia discursivadel autor o si en realidad posterg una decisin que no pudo llegar a

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    tomar porsu fallecimiento,sobre cul sera el tema central de la novela.Ambas matrices, Gran Colombiay Caracas,se desarrollan en la obra,aunqueprevalece elargumentode la unidadgrancolombiana,laenemis-tadPez-Santander y la imposibilidad de Bolvarde conciliarlos.

    ElqueHerreraLuquehicieradosiniciosaunmismotextorefuerzala realidadde que la novelade asunto histrico no se diferencia mayor-mente de una novela de ficcin. En ambos casos, el autor acta con laomnipotencia deun demiurgo: modela a su imagen y semejanza los he-chos, personajes y escenarios, sin el ms mnimo asomo de remordi-miento o sentido de culpa y puede hacer tantas versiones del relatocomo se proponga.

    Elhechodeestasdosversionesnosremite,adems,dedialogicidaddesarrollado por Mijal Bajtn, que proyecta dos interpretaciones oms de los sucesos, los personajes y la visin del mundo (Menton,1993:44).

    La profeca del alcatraz

    La referencia alvuelo del alcatraztitula laobray encierra dos sen-tidos. Literal, el vuelo representa el cruce de losAndes delLibertadorysu tropa porel sitio ms inhspito.Metafrico: el vuelo son los inten-tos de Bolvar por preservar la Gran Colombia. De conciliar aPez y Santander, y de evitar que se volteen contra l. De nolograr estas metas,Bolvar se hundir, estrepitosamente.As lo vaticinaJos Palacios, mayordomo de Bolvar,quien compara primero al gavi-ln conel alcatraz y, luego, al alcatraz jovenconel viejo: Si a lo largode tu vida fuiste gaviln para caer enteramentesobre tus enemigos,ahora te ests pareciendo demasiado al alcatraz viejo que si joven estan rpido como el otro pjaro, al perder la vista se estrella contra lasrocas (p.92).

    La fabulacin sobre el alcatraz no seretoma sino hasta el final delrelato, cuando Bolvar regresa a Puerto Cabello en una fragata. El Li-

    bertadorestcontemplando la entrada al puerto y aparecenlasavesdelpresagio:Seisalcatraces persiguenimplacablesun barco consardinas(p.178).

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    Luego de unas reflexiones sobre el peligro que representa Pezpara la creacin de la Gran Colombia, su vista se posa nuevamente enlosalcatracesylmismosevecomounadeesasaves:[]perolescomo el alcatraz: cae sobre sus adversarios conprecisin cuando me-nos se espera (p.179).

    Enestepunto Herrera Luque muestra unhbil manejodela intriga,pues hace aparecer al mayordomo de Bolvar en el momento en que elalcatraz que estsuspendido en el aire va a lanzarse en picada a pescarsardinas, como yalo hacen los otros cinco. Es tanoportuna la aparicinde Palacios que parece como si el autor lo tuviera detrs de la puerta,espiando a Bolvar, para salir en el momento preciso a decir su parla-

    mento:

    Jos Palacios, su mayordomo, aparece de pronto. En si-lencio se coloca a su lado. Su amo al verle, celebra lasexcelencias para el combate de esos pjaros marinos. Elalcatraz clavado en el cielo inicia raudo el descenso enbusca de su presa. Repiteen vozalta su similitudconel avepescadora. Cita a Piar, a Morillo, a San Martn y a TorreTagle.Elalcatraz se estrellacontrael acantilado.Esoes loque le pasa al alcatraz al hacerse viejo, comenta el mayor-domo (p.180).

    En un plano ms filosfico o sicolgico, JosPalaciosse parecems a una metaforizacin de la conciencia de Bolvar que a un simpleesclavo, que recomienda vigilancia constante para evitar peligros pe-rentorios:Estallaconfianzaensuhabilidadquenovellegarlacegueraque lo llevar a la muerte. ndate, pues, con cuidado, amo y Liberta-dor (p.180).

    Distorsin de los hechos

    EnEl vuelo delalcatrazse localiza, igualmente, unode losprinci-

    pales rasgos de la nueva novela histrica latinoamericana: el empleo dedistorsiones. Una de ellas tiene que ver conla acusacin de Santandercontra Pez porel presunto asesinatodel general Servier: Eshipcrita

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    yladinocomounsacristnyalahoradeasesinarnolopiensaniporunmomento tal como lo hizo con mi jefe, el coronel Servier (HerreraLuque, 2001:41).

    El propio Herrera Luque se encarga de desmentirse de este co-mentariode Santander con la siguiente nota al pie:

    *Elhistoriadorcolombiano Rafael Gmez deHoyos poneen la boca de Crdoba tan grave acusacin: que buenacreacin se espera de quien mand a asesinar al generalServier, La vida heroica del general Jos Mara Cr-doba,Bogot: 1969, p. 31. (p.42)

    O sea, quela acusacin contra Pez la realiz realmenteel generalJos Mara Crdoba y no Santander. La pregunta de por qu HerreraLuquetomaestecaminoserespondeconunpropsitoliterarioyficcional.LaimputacincontraPez en boca de una figuramediana y casi desco-nocida como Crdoba carecera de la fuerza que posee en la deSantander.Ahora,elpropsito del autores avivar la animadversinentre Santander y Pez, como prototipos sociales el aristcrata y elhombre venido de abajo? O se hace eco de unasupuestarelacin deodio-amor entre venezolanosy colombianos?

    Tambin es factible presumir que Herrera Luque infringe unasupuesta verdad histrica en aras de preservar lo queGonzalo MartnVivaldi denomina la ley del intersnarrativo y que contiene dos aris-tas: 1.-La narracin no esuna construccinfija, sino algoque se mue-ve, que camina, que se desarrollay transforma. 2.- Narrares contarunacosa con habilidad, de tal modo que se mantenga constantemente laatencin del lector(Martn Vivaldi,1970:382).

    Sin nimode conclusin

    La verdad histrica []

    no es lo que sucedi; es loque juzgamos que sucedi

    Jorge Luis Borges

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    Obviamente, estas son, apenas, algunas observaciones prelimi-nares en torno a la obra de Herrera Luque y a la problemtica de laveracidad al narrar hechos del pasado. Convendra, entonces, conti-nuar indagando en los conceptos propuestos por Borges acerca de laimposibilidad de averiguar la Verdad histrica; y del carcter ccli-co e impredecible de la historia (Menton, 1993:275).

    Tampoco Herrera Luque se plantea hacerse con la Verdadfidedigna. Su propsito es de otro orden. Por ello, utiliza notas apie, entre otrasmaniobras, para recordarnos, a cada momento, que sunovela no es ms que una versin probable de los hechos, y mantener-nosdistanciadosde la ilusinde autenticidad histrica.

    Lo que hace Herrera Luque es tambin, en cierta medida, unafalsificacin, aunque en un sentido potico, pues l mismo debe re-construir y llenar los espacios vacos de la memoria respecto a losdetalles de escenarios y otras usanzasde la poca de Bolvar. En reali-dad, Herrera Luque no puede restituirnos un mundo perdido porquenadie puede. l, como Poeta en el amplio sentido, solamente puedeofrecernos su versin del mundo como un ideal a alcanzar, como unespejocrtico para mirarnos y confrontarnos.

    A travsde personajes y hechospatrios conocidos,el citado pro-sista emprende unarevisin del alma de todo un pueblo, mostrandoconductas y actitudes que an prevalecen en la actualidad. Tal vez, laintencinmsloabledeHerreraLuquenosealadeintentarrestituirsupureza perdida a la Historia nacional, sino la de crear ese distancia-miento necesario para la reflexin acerca de los hechos del presente.

    O en ltimo caso,darnos modelos de la Historia para que muje-resy hombresencuentren la inspiracin necesariaenlosmomentos dif-cileso de crisisquesuelenatravesar lassociedades contemporneas.Yes como si nos estuviera recordando que provenimos de la estirpe degrandes hroes, contradictorios y polmicos, pero capaces de las ma-yores hazaas.

    San Cristbal, 2008

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