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Felicitas Guerrero de Alzaga Felicia Antonia Guadalupe Guerrero y Cueto, conocida por todos como Felicitas, fue llamada por el poeta Guido y Spano “la mujer más hermosa de la República”. Había nacido en 1846, hija de un inmigrante vasco, Carlos José Guerrero y de Felicitas Cueto y Montes de Oca, dama de la sociedad porteña. En 1862, cuando tenía sólo 15 años y empezaba a brillar en lo salones de la sociedad de su tiempo, fue obligada por su padre, que quería asegurarle el futuro, a casarse con un amigo de él, Martín Gregorio de Álzaga, sobrino nieto del célebre caballero español fusilado en los acontecimientos que siguieron a la Revolución de Mayo, quien tenía entonces 60 años y era inmensamente rico. A su casamiento, que fue un acontecimiento social importante en su época, asistió lo mejor de Buenos Aires, entre ellos alguien que estaba enamorado de ella en secreto, Enrique Ocampo, hijo de una tradicional familia porteña. La pareja, que no era muy feliz, tuvo un hijo al que llamó Félix Francisco Solano quién murió en 1869, cuando tenía sólo 6 años. Felicitas estaba por entonces nuevamente embarazada pero su segundo hijo murió a los pocos días de nacer. Martín, que ya tenía problemas de salud, quedó muy afectado por la muerte de sus hijos, y falleció unos meses después, en 1870. Felicitas, que tenía en ese momento 24 años, heredera de 71.000 hectáreas, con una fortuna de más de setenta millones de pesos, inmensa en aquella época, se convirtió así en la mujer más rica de la República. Y también, joven, rica y hermosa, en la mujer más requerida de Buenos Aires. Entre sus numerosos pretendientes se encontraba Enrique Ocampo, que encontraba ahora una nueva oportunidad para unirse a su amada. Ella, amable y gentil, con la excusa de guardar luto, trataba bien a todos, sin dar esperanzas a ninguno. Felicitas no era, a pesar de lo que pueda parecer, sólo una joven consentida. A los 24 años había pasado por momentos amargos. Un matrimonio a disgusto, la pérdida de dos hijos y enterarse de que su marido había tenido una pareja en Brasil que le había dado cuatro hijos. Pero era una mujer de gran carácter y a la muerte de su esposo tomó parte activa en la administración de sus propiedades, recorriendo las diferentes estancias, haciendo mejoras e introduciendo innovaciones. En uno de sus viajes a su estancia “La postrera”, en una tormenta, perdieron el rumbo. Felicitas lo advirtió e hizo detener el carruaje cerca de unos árboles. Entonces se acercó un jinete, quien, cuando ella le preguntó donde estaban, contestó “en mi estancia, que es la suya”. Los viajeros se refugiaron en la estancia de Samuel Sáenz Valiente, vecina de las de ella en lo que ahora es General Madariaga. Así conoció al hombre del que se enamoró, un hombre de campo, si bien educado y refinado, muy distinto a sus pretendientes porteños. Poco tiempo después, Felicitas aceptó la propuesta de casamiento de Samuel. El 29 de Enero de 1872 Felicitas fue de compras al centro de Buenos Aires para conseguir algunas cosas que usaría para el festejo de la inauguración del primer puente sobre el río Salado, ceremonia a la que concurriría el que en ese momento, durante la presidencia de Sarmiento, era el gobernador de la provincia, Emilio Castro. En su ausencia llegó a su palacio en la actual calle Montes de Oca, en Barracas, Enrique Ocampo, preguntando por ella. Mientras le explicaban que no estaba y que podía volver más tarde, llegaron dos carruajes. En uno iba Samuel Saénz Valiente, y en el otro, Felicitas. Ocampo pidió verla a solas.

Felicitas Guerrero de Alzaga

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Felicitas Guerrero de Alzaga

Felicia Antonia Guadalupe Guerrero y Cueto, conocida por todos como Felicitas, fue llamada por el poeta Guido y Spano “la mujer más hermosa de la República”. Había nacido en 1846, hija de un inmigrante vasco, Carlos José Guerrero y de Felicitas Cueto y Montes de Oca, dama de la sociedad porteña. En 1862, cuando tenía sólo 15 años y empezaba a brillar en lo salones de la sociedad de su tiempo, fue obligada por su padre, que quería asegurarle el futuro, a casarse con un amigo de él, Martín Gregorio de Álzaga, sobrino nieto del célebre caballero español fusilado en los acontecimientos que siguieron a la Revolución de Mayo, quien tenía entonces 60 años y era inmensamente rico. A su casamiento, que fue un acontecimiento social importante en su época, asistió lo mejor de Buenos Aires, entre ellos alguien que estaba enamorado de ella en secreto, Enrique Ocampo, hijo de una tradicional familia porteña.

La pareja, que no era muy feliz, tuvo un hijo al que llamó Félix Francisco Solano quién murió en 1869, cuando tenía sólo 6 años. Felicitas estaba por entonces nuevamente embarazada pero su segundo hijo murió a los pocos días de nacer. Martín, que ya tenía problemas de salud, quedó muy afectado por la muerte de sus hijos, y falleció unos meses después, en 1870. Felicitas, que tenía en ese momento 24 años, heredera de 71.000 hectáreas, con una fortuna de más de setenta millones de pesos, inmensa en aquella época, se convirtió así en la mujer más rica de la República. Y también, joven, rica y hermosa, en la mujer más requerida de Buenos Aires. Entre sus numerosos pretendientes se encontraba Enrique Ocampo, que encontraba ahora una nueva oportunidad para unirse a su amada. Ella, amable y gentil, con la excusa de guardar luto, trataba bien a todos, sin dar esperanzas a ninguno. Felicitas no era, a pesar de lo que pueda parecer, sólo una joven consentida. A los 24 años había pasado por momentos amargos. Un matrimonio a disgusto, la pérdida de dos hijos y enterarse de que su marido

había tenido una pareja en Brasil que le había dado cuatro hijos. Pero era una mujer de gran carácter y a la muerte de su esposo tomó parte activa en la administración de sus propiedades, recorriendo las diferentes estancias, haciendo mejoras e introduciendo innovaciones. En uno de sus viajes a su estancia “La postrera”, en una tormenta, perdieron el rumbo. Felicitas lo advirtió e hizo detener el carruaje cerca de unos árboles. Entonces se acercó un jinete, quien, cuando ella le preguntó donde estaban, contestó “en mi estancia, que es la suya”. Los viajeros se refugiaron en la estancia de Samuel Sáenz Valiente, vecina de las de ella en lo que ahora es General Madariaga. Así conoció al hombre del que se enamoró, un hombre de campo, si bien educado y refinado, muy distinto a sus pretendientes porteños. Poco tiempo después, Felicitas aceptó la propuesta de casamiento de Samuel. El 29 de Enero de 1872 Felicitas fue de compras al centro de Buenos Aires para conseguir algunas cosas que usaría para el festejo de la inauguración del primer puente sobre el río Salado, ceremonia a la que concurriría el que en ese momento, durante la presidencia de Sarmiento, era el gobernador de la provincia, Emilio Castro. En su ausencia llegó a su palacio en la actual calle Montes de Oca, en Barracas, Enrique Ocampo, preguntando por ella. Mientras le explicaban que no estaba y que podía volver más tarde, llegaron dos carruajes. En uno iba Samuel Saénz Valiente, y en el otro, Felicitas. Ocampo pidió verla a solas. Felicitas, sospechando que venía a quejarse por su compromiso con Samuel, no hubiera aceptado, pero tenía temor de la escena que se podía producir si Ocampo se encontraba con Sáenz Valiente y consintió. Efectivamente, Ocampo le reprochó su futuro casamiento con Samuel y ella lo rechazó fríamente. La gente reunida en la casa escuchó una fuerte discusión, seguida de balazos. De lo que sucedió a continuación, hay dos versiones. La oficial, la que consta en los expedientes, dice que el primero que llegó a la habitación, Cristián Demaría, primo y también pretendiente de ella, encontró los dos cuerpos en el suelo. Ocampo había disparado contra la mujer y luego contra sí mismo. Al abrazar a Felicitas, Cristián se dio cuenta de que aún vivía. La otra versión dice que Cristián y su padre Bernabé Demaría encontraron a Felicitas tratando de huir tambaleándose y a Ocampo con el revólver y un estoque en la mano. Ocampo apuntó su arma a Bernabé y disparó, errándole, y su hijo se abalanzó sobre él. En el forcejeo, Ocampo perdió el arma y Cristián le disparó a quemarropa en el pecho, y luego le metió el revólver en la boca y le disparó en el paladar, rematándolo. (Aparentemente habría habido un primer informe médico, que mencionaba que el cadáver de Ocampo tenía esas dos heridas que, en forma conveniente para ambas familias, se extravió). Felicitas, malherida, estaba aún viva. Los médicos fueron llamados inmediatamente, pero nada pudieron hacer. La bala había entrado por el omóplato derecho y había interesado un pulmón y la columna vertebral. Falleció al día siguiente, entre grandes dolores. Sus padres, en su memoria, hicieron construir la Iglesia de Santa Felicitas que aún se puede visitar en Barracas.

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Aquí termina la historia y comienza la leyenda. Se dice que si Ud. deja un pañuelo en la reja de Santa Felicitas al atardecer, a la mañana aparecerá húmedo de lágrimas y que los días 30 de Enero se puede entrever una llorosa figura de mujer vestida de blanco vagando por la iglesia. Felicitas Guerrero, la mujer de los superlativos, se ha convertido finalmente, si no en el fantasma más famoso de la República, seguramente en uno de los más famosos de Buenos Aires.

Por Mabel Alicia Crego

Con los tibios días de esta primavera en Buenos Aires, recorriendo las calles de Barracas sin rumbo fijo, como dijo Jorge Luis Borges y observando la hermosa arquitectura de fines de siglo XIX que todavía “sobrevive” orgullosa en el barrio, me detengo frente a la Iglesia de Santa Felicitas.Quise investigar sobre la historia oculta detrás de la hermosa fachada clásica y neogótica, tratando de mantenerme al margen de las leyendas y comentarios de la gente del Barrio.Por eso visité el Complejo Histórico de Santa Felicitas en la calle Pinzón 1480 y sus túneles de 1893, para conocer en forma documentada, la verdadera historia de Felicitas Guerrero.Barracas era en aquél entonces un barrio de depósitos de frutos,

cueros y lanas cerca del puerto de la Boca, con un sector residencial de quintas y mansiones sobre la “calle Larga” hoy avenida Montes de Oca, donde muchas familias adineradas tenían sus residencias de verano.Entre ellas estaba la quinta de la familia Alzaga, que fue heredada por Martín Alzaga, (nieto de Martín Alzaga y Olavarría que en el año 1812 fuera fusilado y ahorcado por conspiración contra el gobierno, en la plaza Victoria el 6 de Julio de 1812, delatado por un sirviente).La hermosa mansión ya no existe pero fue escenario de un drama pasional que estremeció a la sociedad porteña y apagó la vida de Felicitas Guerrero de Alzaga.

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Hija de un comerciante vasco, Carlos José Guerrero (que introdujo al país desde Inglaterra, en el año 1879 la raza de vacunos Aberdeen Angus, en sus tierras cerca del Rio Salado, hoy pueblo de Guerrero, ruta 2 km. 168) y de Felicitas Cueto y Montes de Oca (perteneciente a una aristocrática familia porteña).El día 26 de Febrero de 1846 en medio de una fuerte tormenta, nace su primer hija, Felicia Antonia Guadalupe Guerrero y Cueto, la criatura más hermosa que se haya visto, quien desde ese día sería llamada Felicitas.Cuenta Carlos Guido y Spano “... es la mujer más hermosa de la república, muy cortejada por los jóvenes de las familias más aristocráticas de la sociedad porteña...”A los 15 ó 16 años la pide en matrimonio, Don Martín Gregorio de Alzaga, uno de los hombres más ricos del país, pero con 51 años y 4 hijos naturales.Felicitas rogó a sus padres que no la entregaran a un hombre que no quería y que le podría ser su abuelo, pero en aquel tiempo la decisión de un padre pesaba más que los deseos de una niña.Los carruajes de las más distinguidas familias porteñas, como los Montes de Oca, Ocampo, Demaría, Saez Valiente, Senillosa, Hernandez Plata, Cambaceres entre otras, se encaminaron hacia la calle Bolívar, todos deseosos de ver el casamiento de Felicitas y Don Martín.La boda se celebró con toda pompa en la Iglesia de San Ignacio, ella la adolecente más hermosa, él anciano más rico, belleza y fortuna, juventud y madurez, comentaban algunos.La comida acalló los comentarios de la alta sociedad porteña, ricos manjares se ofrecieron en el banquete nupcial.Al poco tiempo el 21 de Julio de 1866 nace su primogénito Felix Francisco Solano, en honor al padre y hermano de su padre, era su primer heredero legítimo.El destino y las pestes de aquella época hizo que el niño enfermera de fiebre amarilla y muere el 3 de Octubre de 1869.Felicitas estaba embarazada de su segundo hijo y el dolor la agobiaba, su abuela Catalina Montes de Oca de Cueto también fallecía dos meses después en su quinta de San Isidro.Ese hombre mayor que tanto rechazo le produjo en un principio a Felicitas, finalmente se ganó su admiración y su respeto, el fatídico 2 de Marzo de 1870 enfrentó con entereza la muerte de su segundo heredero, Martín, que viviera solamente unas horas. Solo unos pocos días antes, bajo el asesoramiento de Demaría, había firmado su testamento cerrado a favor del niño por nacer.Desolada Felicitas sólo encontraba consuelo en Don Martín, pero el corazón del anciano no pudo soportar tan dura pérdida y quince días más tarde, el 17 de Mayo de 1870, también fallece sumido en una terrible depresión a los 70 años.Muy joven, la hermosa Felicitas, se encuentra viuda, desconsolada y con una inmensa fortuna, en el transcurso de ocho meses, mueren sus dos hijos su marido y su abuela materna.El velatorio se realizó en la casa de los Alzaga, en Venezuela 115 entre Bolívar y Perú, pero Felicitas después de los esponsales, decide refugiarse a llorar su dolor, en la quinta de la Calle Larga, donde tan feliz había sido los fines de semana con su esposo, lejos del ruido de la ciudad y de las murmuraciones de la gente.En su testamento, Alzaga declaró como su heredera universal a Felicitas y también reconoció a sus cuatro hijos naturales.Su testamento reza:“...Declaro ser de estado casado legítimamente con doña Felicitas Guerrero, en cuyo matrimonio tengo un hijo menor de edad, nombrado Felix Francisco Solano, a quien reconozco como mi hijo legítimo...”“...Declaro que si mi hijo póstumo no puede por fallecimiento sustituirme legalmente como heredero es mi voluntad que entonces sea mi única y universal heredera mi esposa Doña Felicitas Guerrero de Alzaga, por el gran cariño que le profeso y por las inequívocas pruebas de afecto y bondad, que he recibido de ella...”“....Declaro que es mi voluntad instituir ahora por mis albaceas, los mismos hijos nombrados Angela, María, Martín y Enrique a quienes reconozco y declaro por tales a mis hijos naturales. Declaro haber dado a los expresados mis hijos, todo cuanto han necesitado para sus alimentos y educación y a la madre de éstos, Maria Camino, cuatrocientos mil pesos moneda corriente para su uso particular...”Es así, que cuando Don Martín Gregorio de Alzaga fallece, dejó a Felicitas en posesión de su cuantiosa fortuna, con una fresca belleza y con solo 26 años de edad.Luego de un riguroso luto, acostumbrado en la época, Felicitas comenzó a asistir nuevamente a las reuniones sociales.Era famosa por su encanto, dulzura, buen carácter y su incomparable belleza, con profundos y vivaces ojos negros, blancas y finas manos y largos cabellos castaños, acompañados de sus refinados modales, fue denominada ”la joya de los salones porteños”.En una de esas reuniones de la alta sociedad porteña, a la que fue invitado el “dandy” Enrique Ocampo (tío de las escritoras Silvina y Victoria Ocampo) declaró su amor a Felicitas. A partir de ese momento empezó a acosarla con su presencia en todos los lugares a donde ella concurría.En un principio Felicitas se sintió halagada, le atraía su figura y sus encantos varoniles, pero luego le pareció frívolo, desubicado y por último hasta le fastidiaba su presencia.El la sentenció diciéndole; “....Si no me permite ser el sol de su amor, seré su sombra...” palabras que parecían ser reveladoras.

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En aquellos años la vida en Buenos Aires era tranquila y apacible, así nos lo cuentan Manuel Bilbao y Lucio V. Mansilla. Nuestro país iba estructurándose día a día, poco a poco se transformaba de gran Aldea a ciudad.Pero a principios de febrero de 1871, el calor, la falta de lluvias y las malas condiciones higiénicas de la ciudad, provocaron un terrible brote de fiebre amarilla que hizo estragos en la población. En la zona sur se extendía los bañados, pantanos y pajonales, cercanos al Riachuelo, donde los mosquitos transmitían la fiebre rápidamente de persona enferma a persona sana. Por esa razón las familias aristocráticas de esa época que vivían en mansiones y residencias, de lo que hoy es San Telmo y Barracas, huyeron hacia la zona norte, hoy quintana y Libertad.Era la presidencia de Sarmiento y este convocó a varios médicos como Cosme Argerich, José Roque Perez y Muniz (ya retirado del ejercicio y de la profesión), presididos por el Dr. De La Serna, en una “Comisión de Higiene” para tratar de detener la terrible epidemia.Ni el perfume de las magnolias y los naranjos, pudieron embellecer la atmósfera de dolor y soledad.Felicitas se fue con su primo Cristián Demaría a su estancia “La Postrera” ubicada a orillas del Rio Salado a hacerse cargo de su estancia y de la vida en el campo.En enero de 1872 Felicitas organiza en su estancia una gran fiesta con motivo de la terminación de un puente que iba a inaugurar el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, don Emilio Castro, el día 2 de febrero y ella sería la madrina.El puente de hierro llevaría el nombre del Coronel Ambrosio Cramer (militar que cayó abatido en los campos de Chascomús en las batallas de la Revolución de los Libres del Sur).Felicitas conoce, una tormentosa noche que su carruaje se había estancado en el barro, a un vecino de su propiedad a orillas del Salado. Don Samuel Saenz Valiente. Joven elegante y distinguido, dueño de extensas tierras linderas a “La Postrera”, que la invita a guarecerse de la tormenta en su estancia cubriéndola de atenciones y halagos.Los distinguidos modales caballerezcos y la fuerte personalidad de Saenz Valiente enamoran perdidamente a Felicitas.Mantienen un romance a escondidas de sus padres, aunque los hermanos de Felicitas lo sabían y aprobaban.Pero el destino ya estaba marcado para Felicitas, el 29 de enero partió de “La Postrera” al amanecer con destino al centro de Buenos Aires, para ultimar los detalles del evento de inauguración del puente de hierro.Al llegar a su quinta en Barracas le anuncian que Enrique Ocampo estaba esperándola.Ocampo al despedir a su cochero le dijo: “¡Juan no me esperes, regresa a casa y di que voy a partir para un largo viaje, no iré solo pues la señora de Alzaga habrá de acompañarme!” Felicitas lo consideró inoportuno y no quería recibirlo, pero su primo Cristían Demaría quiso hacerlo (quizá para decirle que amaba a su prima en silencio).Para evitar un hecho violento Felicitas decide recibirlo ella misma y expresarle que no era bienvenido en su casa.Hay varias versiones de cómo sucedieron los hechos y qué fue lo que se dijeron.Quizá Ocampo intentó persuadirla para que abandonara a Saenz Valiente y se casara con él. Algunos historiadores dicen que le dijo: “¡Serás mía o no serás de nadie!” Pocos minutos después se escuchó un disparo, el primo de Felicitas que estaba en la biblioteca atento a la discusión acudió rápidamente, vio a Felicitas tambaleándose, tratando de sostenerse del respaldo de una silla.Se supone que, Felicitas al ver que Ocampo sacaba su revólver dio media vuelta para escapar, pero una bala la alcanzó por la espalda a la altura del hombro derecho.Tampoco se sabe a ciencia cierta que ocurrió después, pues se escuchó otro disparo, algunos afirman que Ocampo le disparó a Demaría, otros que se produjo una pelea entre ambos y el arma se disparó, matando a Ocampo.La versión oficial que dieron los padres de Felicitas es, que luego de dispararle a su hija Ocampo se suicidó. Cristian Demaría abraza a Felicitas y se da cuenta que aún esta viva, acudieron rápidamente los doctores Montes de Oca y Larrosa y consideraron que no se podía extraer la bala pues le había perforado el pulmón derecho y se desangraba.Sus últimas palabras fueron “¡Samuel me muero!”Al día siguiente, en la mañana del 30 de enero de 1872, murió Felicitas Guerrero de Alzaga, su vida se truncó trágicamente a los 26 años de edad.Su hermano Carlos que estaba en la estancia “Juancho” al enterarse partió hacia Barracas a todo galope, dicen las crónicas que reventó dos caballos en el viaje el “lomillo porteño” con Carona y cincha de tigre con que ensilló, fue expuesto en el Palacio Errazuriz en el año 2002.La velaron en su casa natal, de la calle México 144.Las crónicas de la época cuentan que los cortejos fúnebres de Felicitas y Enrique Ocampo se cruzaron en la puerta del Cementerio de la Recoleta.Hoy sus restos descansan por fin en paz, en la bóveda de la familia Alzaga.También se sabe que Cristian Demaría la amaba en silencio y durante toda su carrera como abogado primero y como juez del Crimen en Dolores después, fue un encendido defensor de los derechos de la mujer inexistentes en esa época.

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Su tesis doctoral presentada en la universidad de Buenos Aires en 1875, la tituló: “La condición civil de la mujer”.Los momentos tan traumáticos vividos o tal vez el amor secreto hacia su prima, hicieron que Cristian Demaría pensara distinto a todos los hombres de su tiempo.

Los desesperados padres de Felicitas, quedaron sumidos en el dolor luego de la trágica perdida de su hija y con una fortuna incalculable que pasó a sus manos.En el año 1872 Carlos Guerrero y Felicitas Cueto deciden construir una iglesia en memoria de su hija asesinada en los jardines frente al oratorio (el antiguo oratorio privado de la familia, es la actual sacristía de la iglesia, se dice que allí se pensó en depositar el cuerpo de Felicitas, que finalmente descansa en el cementerio de la recoleta, sepultura 1 a 6, en la bóveda de Martín de Álzaga que data del año 1866).La iglesia fue emplazada al pie de la barranca o bajada de Santa Lucía donde se hallaba ubicada la quinta de la Noria propiedad de Álzaga, donde Felicitas y su familia pasaba los calurosos veranos de Buenos Aires.La iglesia está dedicada a la santa homónima: Santa Felicidad o Felicitas, dama romana que vivió en el siglo II viuda, con siete hijos que dedicó su vida a la religión cristiana y ayudar a los humildes y enfermos. Esto molestó al emperador de roma, que la mandó llamar a su tribunal junto a sus siete hijos a los que azotó en su presencia hasta morir, finalmente ella después de ver morir a cada uno de sus

hijos fue decapitada (uno de los vitrales junto a un altar lateral, representa su martirio).La construcción de la iglesia comienza en 1873 y fue inaugurada en 1876. El libro inaugural de la iglesia, en custodia de la Escribanía General de la Ciudad, registra dedicatorias y firmas de familia Guerrero y de algunos visitantes más importantes de la época.La iglesia, es una obra ecléctica con reminiscencias del estilo neo-románico alemán.Es el edificio de influencia alemana más importante en la ciudad de Buenos Aires y en el país, considerada la pieza mas notable, fuera de Alemania de la cultura arquitectónica que acompañó la reunificación de ese país, se identificó en la iniciación de la época “Birmaschiana”.Es la obra culminante y consagratoria del arquitecto argentino Ernesto Bunge, quien recibiera el primer título de Arquitecto otorgado por la Universidad de Buenos Aires, dicho título fue la reválida del que obtuviera en la Real Academia de Arquitectura de Berlín. Fundador de la Sociedad Central de Arquitectos, destacada figura de la profesión en el país y en el extranjero.La iglesia Santa Felicitas es de una sola nave, con crucero y cúpula, responde al estilo ecléctico alemán, combina elementos clásicos, neo-góticos y neo-románicos, formando un conjunto de gran valor artístico.Es un testimonio único, de la arquitectura religiosa del último periodo del siglo XIX en el país, por sus cualidades compositivas y de diseño, por su unidad estilística y por la incorporación de inéditos componentes decorativos.Tiene hermosos vitrales de origen francés, con un espesor de vidrio de 2 milímetros en su mayoría de tipo plaqué.Decoración en los muros, estucos policromados y detalles pictóricos, arañas con caireles de cristal con iluminación a gas en los tres altares, esculturas de los apóstoles, un púlpito de madera de estilo bizantino.Un reloj Inglés con carillón de 1 metro de diámetro “John Moore and Sons de 1873” que fue restaurado recientemente en Derby Inglaterra.Un magnífico órgano fabricado en 1873 por la firma Walcker de Alemania, con 14 registros, que dan lugar a 783 tubos sonoros, con consola mecánica, consta de dos teclados manuales de 54 notas cada uno y un teclado de pedal o pedalera de 27 notas. Este órgano posee todavía las dos bombas de aire accionadas a mano originales si bien actualmente se usa un motor con ventilador eléctrico.Finalmente en el vestíbulo de la entrada dos hermosas figuras de mármol de carrara que representan a Felicitas Guerrero con su hijo Félix y enfrentada la de su esposo, Don Martín de Álzaga (es la única iglesia con estatuas de seglares).Es la evidencia única de los sistemas constructivos y decorativos utilizados en Buenos Aires en ese período, que llegaron casi íntegros hasta el día de hoy.Durante aquellos años, la comunidad católica fue conmovida por los sucesos religiosos en Francia, con las apariciones de la Virgen a Bernardette Soubirons y la creación del Santuario de la Virgen de Lourdes (1865).

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En 1892 la familia Guerrero devota de la virgen de Lourdes, donó al presbítero Francés Alejo Rouzaud, proveniente de Burdeos, parte de la quinta de Barracas para nuevas obras religiosas y de enseñanzas.Las condiciones de la donación establecían la construcción de una capilla y una gruta dedicadas a la devoción de la virgen de Lourdes y un Instituto para varones, con becas para niños humildes, que debería llamarse Nuestra Señora de Lourdes y Santa Felicitas.El 25 de mayo de 1893 se bendijo la piedra fundamental de la obra dedicada a la virgen de Lourdes en Barracas.El Instituto se construyó entre 1893 y 1901 sobre una trama de pasajes semienterrados y pajonales, localizado detrás de la Iglesia, con entrada por Pinzón 1480.La construcción estuvo a cargo del padre Cassagnére designado también Capellán de la Iglesia de Santa Felicitas que al fallecer en 1896 fue reemplazado por Alejo Rouzaud, ese mismo año fallece también Carlos Guerrero el padre de Felicitas.En el año 1897 comienzan las clases en el Instituto de varones, dictadas por los padres lourdistas que tienen fama de buenos educadores.En el año 1898 una réplica exacta de la gruta de Lourdes fue inaugurada en los jardines de la Iglesia con la presencia de la viuda de Guerrero.En la planta alta del edificio se construyó una réplica en menor escala de la Iglesia de Nuestra Señora de Lourdes de Francia, “al que se denomina el templo escondido”.De estilo neo-gótico, se destacan los vitrales de Gustave-Pierre Dagrand (autor de los vitrales de la basílica de Luján).La capilla es interna, no tiene salida al exterior y fue de uso exclusivo del padre Alejo y de los niños internos, una pequeña inscripción en el coro reza “la capilla de San Alejo”.Otra inscripción con grandes letras talladas en dorado bajo el coro dice: “le ciel en est le prix” el cielo está aquí, es el título de un poema religioso escrito por Santa Teresa de Lisieux.La gruta y el templo fueron realizados por el Ingeniero Kreutzer, el escultor Bellotti y el constructor Domeninghetti.En marzo de 1903 se inaugura un magnífico órgano “Meuklin” traído de Paris que costó 19.000 francos.Al poco tiempo se descubrió una estafa, el empleado de Rouzaud había robado el dinero de las cuotas de un préstamo presentando al padre recibos falsos.El defalco provocó el cierre del Instituto y el Banco Hipotecario remató la propiedad.El padre Alejo se suicidó, (quizá sea por eso que el “templo escondido” nunca se utilizó como lugar religioso).Desde entonces el templo se usó como sala de conferencias, salón de actos o sala para proyectar películas, en el coro junto a la capillita de San Alejo se instaló un proyector francés Pathé Fréres.El remate coincidió con la visita de la presidenta de la sociedad de San Vicente de Paul, que finalmente compró toda la propiedad, aunque en realidad ella sólo estaba interesada en la estatua del Cristo Redentor que se hallaba en el patio interior del Instituto de varones.Se trata de una escultura que adorna una fuente en el patio central del Instituto, de grandes dimensiones y en mármol de carrara que es del Cristo redentor, obra firmada por el artista parisino Ignaz de Raffl, autor de las esculturas de la virgen y de Bernardette en Lourdes, Francia.La histórica quinta de Álzaga con la mansión de la familia Guerrero fue comprada por el municipio en 1906 al fallecer la viuda Felicitas Cueto de Guerrero a los 84 años de edad, viendo cumplido su sueño de perpetuar la memoria de su hija asesinada.Allí se instaló la Subintendencia de La Boca y de Barracas, hasta el año 1937.Ese año fue demolida para dar lugar a la Placita Colombia que tenemos hoy y es el corazón latiente de Barracas, con todo un bagaje de historia a través de los años.

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La Capilla

Felicitas Guerrero y su hijo Félix

Al entrar en la capilla se pueden apreciar dos grandes estatuas de mármol de Carrara; la que se encuentra a la derecha es obra del escultor L. Costoli, representa de pie la imagen de Don Martín de Alzaga, y la que está a la izquierda es obra del escultor Antonio Pasaglia y representa la imagen de Felicitas Guerrero con su hijo Félix. Son también de este escultor dos bustos de los padres de Felicitas, Don Carlos Guerrero y Doña Felicitas Cueto que se encuentran en la sacristía.En el crucero de la iglesia se hallan las estatuas de los doce Apóstoles obra del escultor alemán Thor Waldeen quien también realizó la obra del “Salvador del mundo”  construida en zinc fundido y está en la fachada del edificio. (Actualmente se halla en restauración a cargo del Sr. Ricardo Marchese).Esta obra es réplica del original que se halla en Copenhague (Dinamarca).

Don Martín de Alzaga

El reloj ubicado en el frente del templo, es de origen inglés, de la firma "John Moore and Sons", del año 1873, originario de la localidad de Clerkenwell. Su restauración, a pedido del Arzobispado de Buenos Aires, fue asumida por la Embajada del Reino Unido y el aporte de British Gas (Metrogas), "The Corporation of the City of London", Zurich Cia. de Seguros, "Britsh Airwoys" y la Liftvans Internacional (empresa de transporte). A tal efecto fue enviado a la firma "John Smith and Sons", miembro de "Smith of Derbi Clock Group", de la localidad de Derby en Inglaterra.El 27 de agosto de 1998 la empresa Liftwans Internacional retiró de la torre el reloj. El 10 de diciembre de 1999, con la presencia de Su Alteza Real el Duque de Cork e integrantes de la Embajada del Reino Unido, se reinauguró

oficialmente el reloj y el carillón de la iglesia.Como preparación para este acontecimiento histórico el 11 de agosto el grupo de Cámara de "London School´s Sinfhony Orchestra" ofreció un concierto en el recinto del templo.También hicieron importantes aportes para la restauración del reloj, la Dirección de Infraestructura y Renovación de Edificios del Gobierno de la Ciudad a través de los relojeros de la Dirección de Obras y Mantenimiento.Colaboró también para la colocación del reloj en su lugar de origen la empresa AUSA (Autopistas Urbanas) quien puso a disposición una grúa adecuada para subir el reloj a la torre.

El 8 de diciembre de 1898, con diversas ceremonias religiosas se inauguró la Gruta de Lourdes en los jardines de la iglesia de Santa Felicitas. Es reproducción exacta de la que se encuentra en Massabielle, Lourdes. Evoca la aparición de la Santísima Virgen a Bernardette Soubirous.

Costeada por las familias barraqueñas, las obras estuvieron a cargo del Ingeniero G. Kreutzer; el escultor Juan Bellotti y el constructor Manuel Domenighetti.

En Lourdes  la Madre de Dios se presentó en varias apariciones y le dejó su mensaje de salvación a Santa Bernardita.