Felipe García Quintero

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Poesía colombiana.

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FELIPE GARCA QUINTERO

PGINA 5

FELIPE GARCA QUINTERO

piedra vacaCONTENIDO

I.

agua rota 4

II.

lleno de nadie 20III.

el vaco del aire 31

I.

agua rotaI.

evito las palabras. A cada palabra evito las palabras.

Con cada paso. Cuando escribo no quiero usarlas, no quiero tocarlas cuando hablo.

Escribo para dejar de escribir:

II.

el que dej su pala cerca del sueo, busca en las manos la tierra de su sombra.

El que a la escritura confa la vida; el mismo quien levanta su cuerpo del lenguaje, bajo el polvo de la realidad, yace en esta pregunta:

Quin me plant aqu?

Quin, Seor del Jardn Quemado, oscureci su dedo en el cielo y vaci el agua de mis ojos?

Quin me plant aqu?

Quin vive? Que no sea la escritura:III.

temes que tu voz sea un ro muerto.

Porque en tu garganta ya nada crece, nada nace. Ni siquiera algo nuevo muere.

Acaso tu lengua es un ro de reses muertas.

Un ro muerto que te asiste en tu propio entierro:

IV.

traes un poco de pan y algo de vino para alimentar la vigilia en la noche de tu alma.

Al fondo de tus ojos miras las manos que ofrendaron sus huesos para construir la casa y llenarla de palabras.

Mientras, la escritura en la oscuridad crece con el parpadeo de las llamas, tu corazn calla; su temblor cesa de latir.

De pronto ya nadie existe.

Estamos solos y slo en ella piensas. Te entregas al vino de la risa y al pan del silencio, y a tus recuerdos: estos pensamientos que inflaman tu lengua y arden como las palabras que te consumen.

Y quieres morir, y para eso escribes:

V.

uno cree en la escritura. Que la escritura es aire, y basta.

Mas el lenguaje habita la intemperie de la casa, persiste en la humana gravedad.

Porque escribir es cargar con la procesin de tu vida, con los enseres que no caben en otro rincn que no sean los das, que uno tras otro son la nada.

Porque la muerte es irse y ya.

Y es la voluntad del amor el morir.

S, el amor del morir, la nica escritura:

VI.

la muerte slo es tuya cuando ofrendas al amor tu cielo, y la esperanza de la carne brota como un sol terrestre.

Porque algo que sabes tuyo se desprende y rueda al caer de mano en mano, sin cuidado ni testigos.

Morir puedes si la muerte fuera voluntad, no ajeno y vano ardor el nombrarla.

Morir es del amor deseo puro de tornar al aire en aire entero:

VII.

recuerda, alma ma, que vamos a morir.

Ser bajo la lluvia discursiva que traen los recuerdos, la que anuda las manos a la escritura.

Sin queja moriremos. Esta ser la noche y no habr otro lecho para morir, porque la muerte es la hierba del deseo que se alimenta con el cuerpo.

(y la luna en el cielo miro: caballo que inmvil se desboca)

Recuerda que ms tarde vendr la hoz, y seremos uno en las manos del pastor nocturno:

VIII.

la ciega culpa:

ser del padre el cuerpo y la intemperie de su lengua. Ser hijo de su carne y apoyar los ojos en las manos.

Ser el bastn y la calle oscura. El enemigo que abraza y esconde el pual en el silencio de la comunin, en la invisible sangre de la fe derramada.

Ser la escritura, el trabajo de tu muerte:

IX.

todo lo que imperioso el hombre con sus manos junta, el tiempo dispersa en su voz.

Ya las palabras sin palabras.

Casa de viaje, ligera no andas sino para fundar otro cielo en la cada.

Pjaro del polvo el viento.

Abismo

lnea de luz en el horizonte

La muerte en que vuelas:

X.

sientes llegar al hambre y le escribes: Amor, Patria, Dios. Las posibles palabras que puedan tapar el roto por donde la vida escapa.

Quieres escribir ahora que las palabras no encuentran su lugar en la carne, mientras en el vaco de Hamlet la noche blanca de Macario cae, y por el deseo sin amor se llena la escritura.

Tienes hambre y callas, porque bien sabes del enemigo rumor de la belleza en el tiempo. A pesar del hambre no hablar del hambre:

XI.

el hambre es alimento de la fe.

Tengo hambre dice el alimento

Soy tu alimento responde el hambre

El pensamiento calla. El silencio escribe.

Y la escritura se niega a saciarles su fatiga de ser lenguaje.

(soy tu silencio dice el lenguaje

soy tu escritura grita el silencio

etc ...):

XII.

frtil miseria de hombre el que tiene por vida escribir poemas. Quiz lo hace para alcanzar su redencin, acaso para curarse del dolor de jugar y no ser por la risa otra vez nio.

El mal de la vida que la belleza no cura.

Porque sabe que todo intento es intil. Que al cabo sern vanas sus palabras.

Sabe, si olvida, que el cielo es una mancha, y la fe un pjaro ciego:

XIII.

la lluvia vuelve a tus ojos en la voz de una msica incierta.

La lluvia interior que acalla las palabras.

La vieja amiga de la infancia que entra por el patio de la casa a cualquier hora y te aconseja cambiar de oficio.

La lluvia.

Slo pides que siga y se lo lleve todo:

XIV.

tal vez, y por su fin, estas palabras digan algo.

Lejos ya del mundo y de la mano que las traza, pueda estar el camino.

Quiz, alguna tarde de otro cielo, estas palabras se levanten y vayan por ah en paz y sin nombre entre el polvo nuevo.

Tal vez, porque no al fin, por su fin, estas palabras digan algo, no pidan nada:

XV.

evito las palabras. A cada palabra evito las palabras.

Con cada paso. Cuando escribo no quiero usarlas, no quiero tocarlas cuando hablo.

Escribo para dejar de escribir.

II.lleno de nadie

XVI.

1. Si la escritura es hilo de un tejido roto, en su muerte escribi Narciso la escritura.

2. Escribe y escribes no poder. No ver cuando hallas. Mas avanzas sin pasos cuando dices encontrar el extravo en lo hallado: la escritura.

3. Yace con los ojos cerrados mirando las cosas del mundo. Alguien te llama nadie, rostro de nada.

4. La escritura te mira escribir. Abre la mano para recibir el vaco: te escribes palabras.

5. Piensa ahora en la piedra que falta, en la palabra que llene el cuenco vaco de tu pecho. Miras tu mano largamente: en ella nadie hay.

6. Crees ver por tus ojos y la mirada del ojo contempla la luz del no ver: escribes.

7. Ese animal que no sacias con tu carne ni domas con tu lengua.

XVII.

8. Silencio. Grieta donde el cuerpo no cabe.

9. El da que pidiera Hlderlin para vaciar su corazn, el instante siempre, la gota eterna, la raz sin grano.

10. Como golpe de lluvia, los dedos en un bolsillo rompen el cielo y se humedece un labio sediento en su murmullo.

11. Los muros se llenan de vocablos cuando el lenguaje entre la multitud es otra calle abandonada.

12. Y el idioma, qu confusin, qu cosas nos decimos sin saber lo que nos decimos.

13. Llueve y no hay agua en lo que escribo. Y si afuera llueve, la sed del poema crece hasta naufragar. Orillas profundas que cicatrizan y son caminos del amor ya olvidados.

14. Ceniza para ver la noche arder. Como la flor breve de la vida se apaga en el vaco de la palma abierta.

15. Por la muerte del amor, la escritura del amor.

XVIII.

16. Y la escritura dibuja el cuerpo oculto en ella cuando a sus manos un rostro acude.

17. Por la sangre que abandona su casa, uno muere. En la sangre que dejas ir, se vuelve.

18. Siempre mscaras de una escena prohibida. El silencio escrito en el parlamento se olvida de tanto callar.

19. El grito no llama a nadie, as mismo despierta de su sueo de silencio.

20. A nadie llama cuando todos se han marchado, y una senda entre los muertos es la luz del que aguarda las llaves de la noche.

21. Ni el soplo de la voluntad apaga la luz vaca del escenario.

22. Otros sin leer vendrn guiados por la escritura, al camino de una llama de piedra en el viento.

XIX.

23. Para el que vio su sombra irse en el viento como un pjaro blanco, el aire no ser ms el fin del aire.

24. Las manos nufragas en la sed del fruto, sin recibir la esperanza de entregarse al ser tierra en los ojos del que muere.

25. Anular la muerte escribiendo la muerte, como el da tras la noche sin alcanzar jams el cuerpo su sombra. Eso ser siempre algo ms bello que la fe en la nada.

26. Caminos del polvo aprendidos en el viento.

27. Con la voz agarrando las cosas cuando escapan al sonido que las habita en su abandono.

28. Como el agua de un beso, la muerte nos lleva en su calma al torrente oscuro de la materia en que naufraga, donde el aire no es ms el fin del aire.

XX.

29. Para escribir calla. Para callar escribe. El poema que no empieza y en uno acaba.

30. Ese puede ser un modo de andar el mundo. Escondido en lo que dices. Perdido.

31. En la casa del lenguaje se exilia el hombre. Y la voz golpeando una puerta cerrada.

32. Quedar ah tirado entre la hierba, y en los ojos el silencio es un dibujo de nubes que arden de quietud, como pjaros por el patio de una casa abandonada, cuando la hacen suya sin puerta los espejos.

33. Si la escritura es callar, escribe el revs de la vida al revs, en un mundo de dictados sin grafa.

34. Y el cielo en la mano por el agua rota de la fe.

35. Si la alegra en la infancia te cerca con su risa blanca, la sangre es ya de un modo y color distintos.

XXI.

36. Celebrar un mundo destruido por la fiesta de la belleza. Slo por la alegra solos al sentir su vino estallar en el cielo.

37. Esta muerte tuya. Tu muerte ma.

38. Nosotros, el silencio, donde inicia la danza sin centro.

39. Y el hombre que a solas baila con su msica interior, en la lluvia sin agua de su pobre poema, donde otro tambin murmura un recuerdo ms all de s.

40. Vi un hombre feliz y era deforme.

41. Mas la visin es de dos figuras que se acompaan hacia el abismo, donde solos se increpan en el fondo del lenguaje.

42. Como vencer al enemigo con nuestra muerte. Y si lo que escuchamos callar en la voz al morir somos nosotros?

XXII.

43. Los nmeros marcado su fin por los das, con un nombre que se repite sin comienzo.

44. El da de Dios es el cero: carne de Dios, ausencia de Dios.45. La unidad a la que rotos llegamos, para partir sin saber dnde estar. Para saber nunca preguntar el da cierto del morir.

46. Por los huesos, cansada tierra de abrazar el vaco de su calor yerto, no cesa el tiempo de fluir en su sequa.

47. Amor en el vaho del miedo escribo, en la paz de la espera que tiembla en nosotros su pequea realidad profunda.

48. Si el da existe fuera del da, la noche en la noche fuera, la escritura sin escribir fuera.

49. En la cita de un da a cuyo nombre no sabremos llegar.

XXIII.

50. Al silencio fluye la espera creando el vaco por la calle en que el da termina.

51. Mscara profunda, superficie sin bordes.

52. Porque el rostro es de la piedra el agua. Mis ojos no han visto el mar empezar.

53. Nada importa cuando el viento escribe sin palabras del ro su destino.

54. Afuera el cielo quemado por el sol del remordimiento, la oscura luna de la culpa en el agua rota de la lengua. Importa el amor? Buscar en el amor el perdn del amor.

55. Y esas raicillas que asoman su sombra en el muro, son acaso una puerta para golpear entre la espera.

56. Mientras su savia crece, vamos llegando al escenario donde el aire se detiene.

57. Algunos que llegan nada dicen, cuando slo por costumbre les hablas y slo responden a la costumbre de hablar por costumbre.

58. Pero lee quien re de la espera entre las manos escrita, y cuenta a otro en silencio su risa.

XXIV.

59. La espera es una fiesta para el que ya no espera.

60. Tal vez un nuevo juguete del miedo por las manos de la infancia roto.

61. El lenguaje no es alimento para el cuerpo acostumbrado al hambre de ser cuerpo.

62. Si Hambre es la fosa, hasta la respiracin es hambre, hasta el amor es hambre.63. El cuerpo es la lucha. Y lo que fue ardor ahora se apaga con la sombra de las manos ciegas.

64. Porque una vez el sol fue amigo en la tierra dura del cuerpo, para andar los caminos que tocaba las soledades de la voz.

65. Ya no hay sol cuando el circo ha cerrado las jaulas en los ojos del nio.

66. Quin teme encontrar la risa?

67. Si en las palabras termina el camino al amor, el polvo fue una casa, otra puerta la espera.

XXV.

68. Y si el hilo tejido con las palabras no hace el camino de retorno.

69. Si el ro en que vamos es el mismo que vemos sin nosotros venir. La muerte: Un exilio? Una repatriacin?

70. Quiz pueda el lenguaje tejer la soga para colgar la gravedad y ver en ella la forma del vaco.

71. Porque el rbol de la msica crece con las cinco condiciones del pjaro solitario:

72. la primera, que se va a lo ms alto;

73.la segunda, que no sufre compaa aunque sea de su naturaleza;74.la tercera, que pone el pico al aire;75.la cuarta, que no tiene determinado color;76.la quinta, que canta suavemente.77.Y en el viento donde anida el canto, la msica fue formando la espiral de la escritura que expulsa el paisaje, su revs de sangre en la herida del comienzo.

78. Pero el canto como el dolor qu dicen?

79. Escritor de m, hipcrita lector yo mi hermano, mi enemigo.

80. Lleno de nadie.

III.el vaco del aire1.

En la muerte las palabras a la muerte.

Humo de victoria, huesos y ms huesos el tributo.

A la cima del aire, el eco roto de un cielo interrogo.

2.

El silencio del cuerpo:

la desnudez en que duermes. El sueo que te cubre.

3.

Si el eco del sendero respondiera a nuestro silencio de ser piedras del ro abandonado por sus aguas.

Si la muerte se alejara con el canto. Me digo.

4.

Al camino de la voz vaca. Mi silencio de ti, tuyo.

Perfecto deseo de ser nada.

5.

Un gesto es apenas el nombre. Otro el rostro.

Y en la suma del vaco la resta del cuerpo brilla.

Mas, si lo que se despide de las manos, de las manos brota Es la ausencia la escritura?

6.

S, miro mis ojos: vicio de oscuridad.

Y el cuerpo en que insiste la vida agua primera, fuente antigua el nico camino en la noche escrito.

7.

Cruz del infinito

Quin puso el cielo en tu nombre?

8.

La muerte te hace animal humilde. Repito.

9.

Si todo lo que calla es un perfume, en la rosa de la espera florece la espina.

10.

Como fiebre de ro, ahora vagar desnudo, de piedra en piedra, sin al cabo tocar las puertas de una oracin.

11.

Oh!, el viento en la piedra: silencio del aire.

12.

Y feliz va el nio que fui entre la multitud perdido.

A la sombra del medioda juega en el laberinto de una ronda.

Con la oracin viene mi noche. Llega con el llanto del cuerpo mudo.

13.

Donde la infancia suea, la mirada despierta junto a las piedras.

Y el miedo entre los rboles, otro follaje.

14.

Recibe la ausencia de esa mano que espera.

Escucha tu mano sembrar en el miedo tu cuerpo.

Rodar de piedras: msica humana.

15.

Casa, el lenguaje?

Vivos, la vida?

16.

Cuando las cosas acallan la voz de las cosas, slo quien retirado del mundo habla de su mundo entiende tanto silencio:

el vaco del aire.

Cuando el lenguaje agua de ruego es piedra de sacrificio.

17.

Soplo a soplo la piedra es viento

y arde el aire soplo a soplo

en la sangre las llamas del cuerpo.

18.

Vuelve la pregunta lejana en su eco. Me digo.

Como el espejo no cesa de mentir que estamos vivos. Repito.

19.

Saber de las alturas: un animal ms

el aire.

20.

Qu es una oracin de domingo, sino la voz acallada del que enciende la cerilla de la vida en las manos, como una luz de ceniza, para los labios, donde el rojo no quema.

21.

Y muerto flota el ro sobre el agua.

22.

Pregunto a mis ojos por m.

Con mi voz pastor del aire me abrazo en silencio a este corazn cansado de repetir sin cesar su fin.

23.

Pero A quin entregar, piedra por piedra, las ruinas de la voz?

Ese rostro donde jams estamos.

24.

Cuerpo deshojado

el aire que respiro.

25.

La voz oscura entre los pasos camina.

Y mi sombra vaco encendido es la espera del cuerpo.

26.

El vaco, esa montaa del aire.Felipe Garca Quintero (Bolvar, Colombia, 1973)

Magster en Filologa Hispnica del Instituto de la Lengua del Consejo Superior de Investigaciones Cientficas de Madrid (2005) y en Estudios de la Cultura de la Universidad Andina Simn Bolvar, sede Quito, Ecuador (2003). Licenciado en Literatura y Lengua Espaola de la Universidad del Cauca (1996). Es profesor del programa de Literatura y Comunicacin Social de la Universidad del Cauca. Durante 1997 y 1999 dirigi el Peridico Huellas del Fondo Mixto de Cultura del Cauca. Fue colaborador permanente del diario El Liberal de la ciudad de Popayn. Desde 1998 hasta la actualidad coordina el Taller Permanente de Formacin Literaria, realizado en convenio con la Universidad del Cauca y la Biblioteca Pblica Departamental Rafael Maya Comfacauca. Dirige en Popayn la revista de poesa Ophelia y forma parte del consejo editorial de la revista Puesto de combate de Bogot. Es director fundador de Ediciones Axis Mundi. Recibi el Premio Iberoamericano de Poesa Neruda 2000 (Temuco, Chile), el Premio Internacional de Poesa Encina de la Caada, 1999, del Ayuntamiento de Villanueva de la Caada (Madrid, Espaa), entre muchos otros. Ha publicado La herida del comienzo. Granada: Ediciones Alhucema, 2005. La muerte, bis. Bogot: Ministerio de Cultura, 2002. Casa de huesos (seleccin de poemas). Mrida (Venezuela): Cuadernos artesanales de poesa, IMC, 2002. Piedra vaca. Temuco (Chile): Imprenta Wesaldi, 2000. En: Primer Concurso Iberoamericano de Poesa Neruda 2000; Quito: Ediciones de la Lnea Imaginaria, 2001 (Primera edicin en libro); Manizales: Universidad de Caldas, 2002 (Segunda edicin). Vida de nadie, Madrid: Coleccin de poesa Encina de la Caada. Altorrey editorial, 1999 (Primera edicin); Popayn: Editorial Universidad del Cauca, 2000 (Segunda edicin). Seales de Trnsito (poesa 1992-1996). Popayn: Cuadernos de poesa Ophelia, 1997.