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FIESTA DE TODOS LOS SANTOS “DICHOSOS LOS POBRES…” (Mt 5, 1-12) Introducción. Hoy, recordamos, litúrgicamente, a todos aquellos hermanos nuestros y hermanas que, por la calidad de su vida terrena, han merecido pertenecer a la Iglesia triunfante y que ahora gozan ya de la plenitud de la vida con el Padre y con Jesús resucitado. Se trata, desde luego, de todos aquellos que llamamos ‘santos’, o sea, apartados y escogidos por Dios, para revivir con Él eternamente. Sólo Dios es ‘santo’, sin embargo, ha querido participar y manifestar su santidad en los santos: son la muchedumbre incalculable de los elegidos mencionados en el libro del Apocalipsis. Santos son aquellos y aquellas que alcanzaron a Dios, por medio de la vivencia de las ‘bienaventuranzas’ de Jesús, quien fue el primero a realizarlas en carne propia. De hecho, Jesús no sólo las ha vivido, sino que ha poseído, ya, las promesas que resuenan en ellas. Esta festividad, por supuesto, reúne a todos los santos: conocidos y desconocidos; declarados, y no declarados, por la Iglesia. Es magnífico que la Iglesia recuerde todos aquellos que han seguido a Jesús en su ‘estilo’ de vida. Ellos y ellas son, para nosotros, modelo y ejemplo y, a la vez, desde el cielo, son también intercesores que nos ayudan a avanzar en nuestro camino de santidad. El discurso del monte. Las bienaventuranzas, pronunciadas por Jesús en el monte, bien significan y son la ‘nueva ley’ evangélica del Nuevo Testamento para todos sus discípulos: “En aquel tiempo –nos precisa el evangelista- cuando Jesús vio a la muchedumbre, subió al monte y se sentó”. En el pensamiento del evangelista Mateo, excelente conocedor del Antiguo Testamento, el subir de Jesús al monte reproduce el ascenso de Moisés al monte Sinaí, lugar de las tablas de la ley. En efecto, las bienaventuranzas de Jesús son la nueva tabla de la ley que Él entrega a sus seguidores: “Cuando se le acercaron - nos dice el evangelista- el Maestro empezó a enseñarles: “Dichosos los pobres de

Fiesta de Todos Los Santos

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FIESTA DE TODOS LOS SANTOSDICHOSOS LOS POBRES

(Mt 5, 1-12)

Introduccin.

Hoy, recordamos, litrgicamente, a todos aquellos hermanos nuestros y hermanas que, por la calidad de su vida terrena, han merecido pertenecer a la Iglesia triunfante y que ahora gozan ya de la plenitud de la vida con el Padre y con Jess resucitado. Se trata, desde luego, de todos aquellos que llamamos santos, o sea, apartados y escogidos por Dios, para revivir con l eternamente. Slo Dios es santo, sin embargo, ha querido participar y manifestar su santidad en los santos: son la muchedumbre incalculable de los elegidos mencionados en el libro del Apocalipsis. Santos son aquellos y aquellas que alcanzaron a Dios, por medio de la vivencia de las bienaventuranzas de Jess, quien fue el primero a realizarlas en carne propia. De hecho, Jess no slo las ha vivido, sino que ha posedo, ya, las promesas que resuenan en ellas.Esta festividad, por supuesto, rene a todos los santos: conocidos y desconocidos; declarados, y no declarados, por la Iglesia. Es magnfico que la Iglesia recuerde todos aquellos que han seguido a Jess en su estilo de vida. Ellos y ellas son, para nosotros, modelo y ejemplo y, a la vez, desde el cielo, son tambin intercesores que nos ayudan a avanzar en nuestro camino de santidad.El discurso del monte.

Las bienaventuranzas, pronunciadas por Jess en el monte, bien significan y son la nueva ley evanglica del Nuevo Testamento para todos sus discpulos: En aquel tiempo nos precisa el evangelista- cuando Jess vio a la muchedumbre, subi al monte y se sent. En el pensamiento del evangelista Mateo, excelente conocedor del Antiguo Testamento, el subir de Jess al monte reproduce el ascenso de Moiss al monte Sina, lugar de las tablas de la ley. En efecto, las bienaventuranzas de Jess son la nueva tabla de la ley que l entrega a sus seguidores: Cuando se le acercaron - nos dice el evangelista- el Maestro empez a ensearles: Dichosos los pobres de espritu dichosos los que lloran dichosos los que sufren los que tienen hambre y sed de justicia. Estas primeras bienaventuranzas dedicadas, por cierto, a una nica categora de personas, que son los pobres, siguen sorprendindonos. Cmo van a ser dichosos aquellos que todo mundo considera desdichados? Sabia pregunta, sin embargo, toda la enseanza evanglica de Jess es diferente de la lgica y la manera de pensar del mundo. Sorpresivamente, Jess trae la felicidad a los que el mundo tiene por desdichados, disminuidos, intiles. Pero, en lnea con el anuncio del Reino de Dios, que Jess ha venido a realizar como reino de justicia, de solidaridad, de comunin, de amor y de paz, su declaracin de bienaventuranzas es perfectamente coherente. En efecto, define dichosos a la categora de los pobres porque, finalmente, en este indito Reino, que est por construirse alrededor del Seor, sern ellos los que ms se beneficiarn. Los pobres, que viven continuamente dependientes de la generosidad de otros y de las circunstancias, son los que podrn experimentar mejor las atenciones de Dios y pertenecer a su Reino. La recompensa mencionada no parece ser la que tendremos despus de la muerte en el Cielo, sino la del Reino de Dios que llega a nosotros, en esta tierra. En el cielo, despus, se dar la culminacin de todos los bienes trascendentes y eternos. Las bienaventuranzas, justamente, no son un simple elenco de virtudes, sino que describen la actitud de fondo con la que el discpulo se dispone y acoge el proyecto del Reino de Dios.

Pobres de espritu.

A diferencia del evangelista Lucas, que reporta dichosos nada ms los materialmente pobres, Mateo le agrega de espritu. Una aadidura que, desde luego, no debe ser malinterpretada. Por cierto, los pobres de Lucas y Mateo coinciden en todo: son aquellos que, segn la sociedad, nada tienen, nada saben y nada valen. Para Jess, por lo contrario, son los primeros beneficiarios del Reino. En ello, encontrarn bienes, consuelo de parte de un Dios cercano, propiedades y justicia eterna. Adems, a aquellos, que ponen toda su confianza en Dios ms que en las riquezas, y que se han hecho voluntariamente pobres para seguir al Maestro, o sea, los pobres de espritu, se les conceder un suplemento de felicidad en el Reino que est llegando: un mundo ms feliz en esa tierra de Palestina prometida, desde siempre, a Abraham: Dichosos los pobres de espritu nos refiere Mateo- porque de ellos es el Reino de los cielos. No olvidemos que el trmino cielos, atribuido al reino, est en lugar de la palabra Dios, que Mateo, por respeto, no pronuncia. El estupor del sermn de la montaa.

Indudablemente, nos encontramos, en esta ocasin, frente a un sermn programtico de Jess y, por cierto, subversivo y de difcil ejecucin. Un sermn que infunde esperanza, admiracin y alegra a los pobres y que suscita estupor en los ricos arrogantes, injustos e insaciablemente apegados a sus bienes. En efecto, indirectamente, cuestiona a todos los que han vivido su paraso en la tierra, excluyendo a los dems, de manera egosta e insolidaria; a todos los que no han tenido misericordia hacia los menos afortunados. Mientras los que han tenido hambre y sed de justicia tendrn pan hasta saciarse; los misericordiosos, es decir, los que han amado al prjimo con el corazn de Dios, vivirn para siempre en su amor; los puros de corazn, que son aquellos que han contemplado a Dios sin pecado y han sido rectos, sinceros y leales, lo vern; en fin, los portadores de la paz divina, o sea, los destructores de barreras y de fronteras, sern llamados hijos de Dios.Otra bienaventuranza ms.

Felices ustedes cuando por causa ma los maldigan, los persigan y les levanten calumnias. En esta ltima bienaventuranza el Maestro quiere avisar a sus discpulos, de antemano, que es imposible anunciar el Evangelio sin sufrir persecucin. En efecto, en cuanto uno levanta la voz para denunciar todo aquello que contradice el Evangelio, encontrar hostilidad, difamacin y muerte. Es verdad que, quien sigue este camino, no tiene fcil la vida; terminar molestando a mucha gente, que lo perseguir. Los perseguidos por mi causa, en fin, son los que, a causa de su compromiso y coherencia con el Evangelio del Reino, comparten con Jess el camino de la cruz. A pesar de todo, los discpulos del Seor sern felices porque, en cualquier situacin, sentirn siempre la presencia de Dios. A final de cuenta, ser siempre el justo quien triunfar y la demostracin est en la Resurreccin de Jess. La ltima palabra, por cierto, es siempre de Dios, que cierra la historia con la victoria de aquellos justos que, en las bienaventuranzas, han recibido muchos nombres: pobres, afligidos, hambrientos, sedientos de justicia, misericordiosos, puros de corazn, constructores de paz, perseguidos ConclusinLas ochos bienaventuranzas de Mateo trazan, perfectamente, un programa de vida innovador y virtuoso, que nos invita a vivir ms cerca del Seor y considerarlo ms importante que cualquier otra cosa; que nos impulsa a practicar la justicia hacia los pobres, a vivir con misericordia hacia los necesitados, a conservar puro el corazn y a construir un mundo de paz. Tenemos, hoy, la oportunidad para refrendar nuestro compromiso con Cristo y cumplir con su novedoso programa de vida, haciendo realidad el espritu del sermn de la montaa y caminar, as, con fidelidad, hacia la santidad.