Filosofía vs. Ciencia_La Nación

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  • 8/18/2019 Filosofía vs. Ciencia_La Nación

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    6 |  IDEAS   |  Domingo 10 De abril De 2016

    Pmá Pp. Ls dcuments fltads evelan manbas de evasntbutaa de jefes de Estad, empesas, atstas deptstas.

    catalunya Plural

    ./cXave Febés

    Revar el pac scalEl pact scal demcátccnssta en que ls cudadanssstenan al Estad cn ls m-puests el Estad aseguaba lssevcs necesas (educacn,sandad, tansptes, pteccnscal). La estuctua tbutaapgesva debea se la nña dels js del sstema demcátc,su sect más tanspaente cu-dads; sn embag, se ha cn-vetd en el más ndecente. Fen-te a esta pltca demcátca, lspaass fscales se enuevan cntda tanquldad. La cantdad dedne evadd a paass fscalesepesenta h una cuata patede la queza mundal.

    nexos

    p://www..m.mDeg Castañeda

    Crdacó fscalMentas ls ndvdus cn ma- queza tenen la capacdadde elud el pag de mpuestsbaj cmplejs mecansms dengenea fscal, la ma patede la pblacn ecbe la mapate de la caga fscal. Al mens8% de la queza del mund (7,6bllnes de dlaes) se encuentaen paass fscales (2,3 bllnesde dlaes en Suza 5,4 bllnesde dlaes en ts paassfscales). La slucn pasa p lacdnacn fscal paa educel taslad de benefcs ppltcas publcas que puedanegsta tdas las fuentes deganancas gavalas.

    Poder ciudadano

    p://p./

    Fuee de crrupcóEl mecansm de cea unaempesa offshoremuchas vecesse pne en páctca paa desvals fnds pvenentes de lacupcn. Ante tal stuacnse debe nsta a ls gbens detd mund a auna esfuezs mecansms cncets paatemna cn estas “scedadessecetas” cea egsts públ-cs de “benefcas efectvs”que pemtan un segumentefectv del dne. As el Estadtmaa meddas cncetas efectvas paa detemna s estasscedades cnsttudas han sdutlzadas paa desva ecusspúblcs.

    Un tema, tres blogs. Paraísos fiscales

    reuters

    Lecurasde la semaa

    la subasta deote 49 Thomas PynchonTusquets

    Museo BenitoQuinqueaMartín

    Text Verónica Chiaravalli

    uien tdavía n cnzca aThmas Pynchn per síhaya disfrutad del humrcáustic cn que escritrescm Kurt Vnnegut J-hn Kennedy Tle satiriza-

    rn ls esnbisms intelectuales y lsdiscurss dminantes en la sciedadestadunidense de ls añs sesenta,encntrará en La subasta del lote 49 (que Tusquets acaba de reeditar) unaexcelente casión para acercarse almisteris y a la vez célebre aut rneyrquin.

    Escrita en 1965, la nvela tiene unaextensión inusual en la bra de Pyn-chn (mens de dscientas páginas) ypregura el barrquism digresiv ydelirante –aunque siempre encauza-d pr una inteligencia aguda– de sus

    narracines psterires. La anécdtade La subasta del lote 49 es apenas lapunta de un apretad vill narrati-

     v y queda planteada cn el rtundestil del autr en las primeras líneasdel libr: “Una tarde de veran, al vl-

     ver de una esta rganizada pr Tu-pperware dnde la antrina habíapuest quizá demasiad kirsch en lafndue, la señra Edipa Maas se en-teró de que la habían nmbrad alba-cea de la herencia de un tal Pierce In-

     verarity, un magnate califrnian delas inmbiliarias que cierta vez habíaperdid ds millnes de dólares en sutiemp libre per cuys restantes bie-nes eran aún l bastante numerss ycmplicads cm para que el traba-

     j de clasicarls fuese alg más quesimbólic”.

    Cuadros de una exposiciónSesenta añs después de la publi-

    cación de su primer catálg, el Mu-se Quinquela Martín presenta unregistr renvad de la clección y lahistria del muse, que incluye textsesclarecedres sbre su valis patri-mni, elabrads pr ls investiga-dres que trabajan en la institución.Enriqueciend las magnícas repr-duccines del acerv, se desplieganartículs rmads pr especialistas,que desandan ls rígenes del muse,analizan la fuerte identidad cultural

     y scial del barri de la Bca –matrizdel víncul que el muse tendrá cnsu entrn–, y recuerdan la incansa-ble gura de Quinquela, su genersa

     vcación pr difundir el disfrute y elaprendizaje del arte, y el md en quesu bra “dialga” cn la de ls artistasque l acmpañan en la exhibición.

    En el ensay que abre el catálg,el histriadr Dieg Ruiz destaca lasingularidad de un hmbre que supmldear su ambiente a la medida de

    sus cnviccines éticas: “Nada máslejan de Quinquela que la idea r-mántica del artista slitari tcadpr las musas. Su infancia prletaria

     y el medi en que se frmó generarn determinarn su cncepción del ar-te cm parte de la vida y del artistacm miembr activ y transfrma-dr de la sciedad”.ß

    ConFLiCto. Las relaciones humanas con las máquinas renuevanuna antigua disputa entre dos maneras de mirar el mundo

    Filosofíavs. ciencia,nuevo round 

    fuera pr su capacidad de repetiruna y tra vez la acción para la quefue creada “un gest human dep-sitad y jad”? Despjad del pre-

     juici humanista cntra la técnica,para Simndn la verdadera anal-gía entre el hmbre y la máquina –entre el entendimient lsóc yel cientíc– se daría entnces en-

    tre el funcinamient mental delhmbre y el funcinamient físicde la máquina. De l que se trata, encnsecuencia, es de abandnar ladenuncia ingenua cntra la técnica

     y la ciencia y asimilar cn ideas nue- vas una era en la que ls hmbresexperimentan una relación scialcn las máquinas.

    Escrit a finales de ls añs 50del sigl pasad, sin duda el mismprincipi pdría aplicarse ahra als mniptentes micrscpis ytelescpis cn ls que la cienciacntempránea analiza ls cn-nes del cerebr y del csms. Si lamáquina es “un ser que funcina”,¿aquell a punt de emerger del trlad de esas lentes n sería, al n y alcab, nada más que una nueva ins-tancia de mediación entre las “hue-llas” que bsesinan a la ciencia y ls“relats” que fascinan a la lsfía?

    Pensand también “cn Heidegger y cntra Heidegger”, quien llevaríaa nuevs hrizntes esa simbisisentre ciencia y lsfía sería trpensadr alemán, Peter Slterdijk.Cm espej lsóc de las expec-tativas cientícas de Carl Rvelli, eltrabaj de Slterdijk se asma al si-gl XXI cn un plan aún más deni-tiv: si hay alg capaz de denir a lhuman, es debe rastrearse en suprfunda relación cn la técnica.

    Cntra la “histeria antitecnlógicaque se apdera de vasts sectres delmund ccidental” y las “falsas divi-sines de l existente”, sstiene Sl-terdijk, l que el presente invita real-mente a pensar es que, desde el m-ment en que ls humans cmen-zarn a desarrllar herramientas y acnstruir refugis, hace millnes deañs, el hmbre cmenzó a transfr-marse en prduct de la técnica. ¿Y

    qué es la técnica sin esa capacidadcreativa que acmpaña al hmbredesde el principi y mediante la queha elabrad su prpia identidad?De ahí que el hmbre, en palabrasde Slterdijk, “sól puede ser enten-did examinand sus métds y susrelacines de prducción”, es decir,examinand ese víncul integral ycnstitutiv cn la técnica (vínculque se remnta al us más primiti-

     v de las piedras y termina en la másmderna manipulación del ADN).

    Desde una perspectiva lsóca,una de las cnclusines de Slterdijkes que si ls hmbres sn “artefac-ts” prducids pr la técnica queells misms han elabrad, la pre-gunta sbre el sentid de l humann puede excluir –cm hacía Hei-degger– la pregunta sbre el sentidde la ciencia. Per es es, también,l que ante ls inminentes descu-brimients de la neurciencia, la ge-

    nética y la física habilita una puertaabierta a tda clase de manipulaci-nes, una “irrupción en la cámara dels secrets de la naturaleza” en laque ls hmbres se vuelven “técni-cs de l mnstrus”.

    A la luz de Hirshima y Nagasaki,per también de Dlly, la primeraveja clnada a nales de ls añsnventa, Slterdijk arma sin mie-d a la plémica que “a diferencia deHeidegger, creems que es psibleindagar en el fnd de la capacidadapcalíptica humana”. Y es al brdede ese precis instante, cuand ls“relats” y las “huellas” parecen ha-berse mezclad para siempre, dn-de las expectativas de Carl Rvellise pryectan sbre la Tierra y haciatd el ciel.ß

    Debaes

    Nicolás MavrakisPARA LA NACIoN

    décadas este añ– también hacía sullamad a la precaución ante unaciencia a la que cnsideraba mudapara reflexinar sbre su prpisentid y que, pr l tant, era inca-paz de pensar.

    ¿Alrededr de qué temas, entn-ces, la lsfía y la ciencia renue-

     van su disputa? Tal cm l planteaRvelli en sus Siete breves leccionesde física, dnde repasa las ncinesque rigen la cmprensión cientí-ca más vasta de td l existente,la diferencia crucial ya n sería demétd sin de alg más general.

    Ante aquel clásic dilema en el quel descncid se pdía vlver c-ncid, bien a través de un relatcapaz de darle sentid lsóc, bien a través de las huellas capacesde darle sentid cientíc, l quehy está a punt de descubrirse es lafunción de la cnciencia en sí mis-ma; es decir, l que psibilita, másallá de la frma que tme después,el pensamient y su capacidad parainterrgar el mund.

    Golpes de aikidoCn la neurciencia cm disci-

    plina estelar, la pregunta del m-ment es cóm puede el cnstanteintercambi de infrmación en lanaturaleza prducirns a nstrsmisms y prducir en simultáne lque pensams. “N sól ls lósfssin también ls neurcientícs es-tán discutiend ideas precisas sbre

    la frma matemática de las estruc-turas que pueden crrespnder a lasensación subjetiva de la cncien-cia”, escribe Rvelli. Y aunque, cmél mism señala, “el prblema sigueabiert de par en par”, es desde ahíque la ciencia pdría estar próximaa destrnar cm nunca antes a su

     vieja cntrincante.¿Qué sería del pensamient de

    Martin Heidegger, el autr de Ser y tiempo y un de ls lósfs másimprtantes del sigl XX (además deun de ls mayres cntrincantes dela “esencia de la técnica”), si, cmseñala Rvelli, la nción heidegge-riana de tiemp, mediante la que elhmbre resulta capaz de cncersea sí mism, se basara en l que parala física hy es apenas “una pálidaimagen del mund”? En este punt,sin embarg, la lsfía reclama suderech a defenderse y cntraatacar.

     Y n es casual que su all principal

    sea el prpi Heidegger. Vlviend pr un rat a la hist-

    ria reciente de la lsfía, ls m- vimients de ese cntraataque p-drían leerse casi cm glpes de ai-kid, esa disciplina que cnsiste enusar la energía del adversari en sucntra. Fue un de ls seguidres delas ideas de Heidegger, el francés Gil-bert Simndn, quien precisamenteavanzó sbre l que el maestr ha-bía abminad y les di a ls bje-ts técnics l que hasta entnces leshabía sid negad: una dimensiónexistencial. Así, la lsfía pud ca-minar una vez más cn sus prpispies sbre el territri de la ciencia yclcar la cuestión baj nuevs tér-mins. ¿Y si la máquina, que es unbjet técnic y un lgr cientíc,

    Entre las ds “actividadeshumanas” que el físic ita-lian Carl Rvelli menci-na casi al pasar en la última

    de sus Siete breves lecciones de física(Anagrama), cuand nmbra un “in-

     ventar relats” y un “seguir huellaspara encntrar alg”, se perlan, enesencia, ds frmas de entender elmund: ds métds para revelarlas leyes y cnstruir ls sentids quel habitan.

    ¿Per qué tan distintas sn esasfrmas y dónde está hy l que lassepara? Para Rvelli, l más inquie-tante es que esas preguntas, que lafilsfía de la ciencia y la herme-néutica n han dejad de traduciren explicacines sbre cóm fun-cina el saber, se resuelvan prnten un labratri. La distinción deRvelli –que, además de divulgadrcientíc, es un de ls fundadresde la tería de la “gravedad cuánticade ls bucles” cn la que hy se expli-ca el funcinamient del Univers–sirve cm punt de partida parauna discusión a la que el astrfísicStephen Hawking hiz su aprte aldecir que la lsfía había muertprque ahra sn ls científicsquienes llevan “la antrcha del des-cubrimient en nuestra búsquedade cncimient”.

    Para Rvelli, entnces, pr un

    lad estaría el “inventar relats”de la lsfía: la disciplina a la quediern rigen ls griegs cuandexpandiern la reexión acerca del human hacia la naturaleza, y cu-

     ys primers despliegues asmanen las inquietudes astrnómicas deTales de Milet y en ls esbzs cien-tícs de Aristóteles, punts inicia-les de un recrrid que, 2600 añsdespués, sigue adelante. Y, pr trlad, el “seguir huellas para encn-trar alg” de la ciencia: la disciplinaempírica que, emancipada ya de laespeculación metafísica y cn el pe-s rme de sus lgrs visibles quecnquistarn aprbación universal,cupa desde la Ilustración un de lspuests centrales en el desarrll dela humanidad.

    En principi, que a cmienzs delsigl XXI el cnict entre estas dsfrmas de entendimient parezcahaberse prfundizad puede mati-

    zarse cn apenas alg más de hist-ria. En 1807 era G. W. F. Hegel quien,frente a una ciencia mderna tda-

     vía en ciernes, remarcaba cn irníaen su Fenomenología del espíritu el“defectus cncimient” de, prejempl, la matemática, que antencines cm la magnitud, el es-paci y el tiemp se cntentaba cnla capacidad de medir y de abstraer,actividades que “depuradas de susfalss adrns”, escribía Hegel, ndemstraban tra csa que la ne-cesidad de “tr tip de saber”, esdecir, el saber de la lsfía. Ya enel sigl XX, y exhibids ls alcancesmás siniestrs de la técnica cn lasbmbas nucleares sbre Hirshi-ma y Nagasaki, Martin Heidegger–de cuya muerte se cumplen cuatr

    “Los mitos senutren de la cienciay la ciencia, delos mitos. Pero el

    valor del saberpermanece”

    carlo rovelliFíSiCo y ESCriTor

    “La oposiciónentre la cultura yla técnica es falsa yrecubre ignoranciao resentimiento”gilBert siMondonFiLóSoFo

    “Es posibleindagar en el fondode la capacidadapocalípticahumana”

    Peter sloterdijkFiLóSoFo

    “La ciencia es unmodo, y un mododecisivo, comose nos presentatodo lo que es”

    Martin heideggerFiLóSoFo

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