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Universidad Nacional Autónoma de México
Facultad de Filosofía y Letras
Colegio de Letras Hispánicas
Introducción a la filosofía
Dra. Rivara Kamaji Greta
Sánchez Zepeda E. Cristina
Entre poética y filosofía
Como diría Aristóteles: “Trataremos de la poética…”1, y en este caso hablemos no
sólo de ello, sino también de filosofía.
Desde que este par de ámbitos conocen su brote, se ha dado paso a una
contienda para ellas, donde se intenta clarificar la diferencia de éstas en un ámbito
social y práctico. Lo anterior se pretende por medio de diversos artificios. En
muchas ocasiones se habla de qué puede o no lograr la poesía, y en el mismo
contexto se hace hincapié de los alcances filosóficos; con ello incluso se ha puesto
en contra a ambas disciplinas, tal vez no con un afán de competencia, si no, más
bien, con el propósito de esclarecer sus divergencias buscando la manera de
separar un par de ámbitos que suelen ser unidos continuamente en la práctica
humanística.
Para iniciar con esto hay que recordar a Aristóteles, reconocido filósofo de
la Antigua Grecia, el cual es creador de una obra que tiene por sí misma un gran
1 (Aristóteles)
valor dentro de un ámbito literario: la Poética. Para hacer una referencia un tanto
más específica acerca de la obra, comenta Ángel Sánchez Valencia: “la Poética
pertenece a aquellas obras aristotélicas tradicionalmente conocidas como
esotéricas o acromáticas.”2 Esto quiere decir que se tratan de obras no realizadas
para su publicación, sino que forman parte de lo que, se considera, es una serie
de apuntes hechos por el autor para ser utilizados en las clases hacia sus
alumnos; hecho que les proporciona a los textos especificados con los dichos
adjetivos cierta esencia escondida.
En la actualidad, normalmente, se utiliza este texto como base para la
teoría literaria, aunque es importante, en este caso, preguntarnos cómo el dicho
trabajo contribuye al ámbito de la filosofía, cuestión que será contestada por medio
de un elemento específico de la dicha, de donde se desprende una nueva e
importante interpelación: ¿Qué relación existe entre poesía y filosofía?
En este caso, más que rastrear aquellas desigualdades que se les dan a
cada especialidad, se busca hacer énfasis en el lugar del camino donde ellas se
convierten en una unidad utilitaria para la vida del hombre.
Antes que nada, es importante recalcar esas disimilitudes ya mencionadas,
en las que se ha hecho tanto hincapié a lo largo de la historia de la literatura y la
filosofía, para con ello dejar claro, por consiguiente, cómo los efectos en común
unen sus quehaceres.
2 (Sánchez Palencia)
La filosofía
En un mundo donde el hombre necesita aclarar quién es, quién debe ser y qué es
lo que le rodea, se suscita que lo conocido le parezca desconocido, que es
cuando en aquél surgen las preguntas; y, al presentarse este hecho, debe existir
algo en lo que puede basarse el individuo para solucionar sus dudas y problemas,
aquellas que podrían llevarle a perderse a sí mismo. Es en este tipo de casos es
donde la filosofía emprende su papel fundamental: Se encarga de responder
preguntas que se formula el hombre con respecto de sí mismo o de su entorno, y
abre los ojos del hombre: le da un nacimiento a la realidad en un mundo
desconocido.
Para este caso el filósofo usa un lenguaje directo, que esclarezca sin
titubeos lo que se desea explicar, pues en esto se fundamenta para contestar
alguna u otra inquietud. En palabras de Iris Murdoch, estando en entrevista con
Bryan Magee: “El filósofo debe intentar explicar exactamente qué se propone, y
evitar la decoración retórica inútil.”3
Otro de los aspectos, explicados por la novelista y maestra de filosofía, es
que el filósofo no debe olvidar el hecho de que no se debe dar pie a que el lector
caiga en lo disperso, pues de ser así se posibilita la confusión, lo que enturbiaría el
propósito final de su objetivo: “…pretende aclarar y explicar: formula e intenta
resolver problemas técnicos sumamente difíciles, y el escrito filosófico debe servir
a esta pretensión.”4
3 (Magee, 1982) p. 2794 Ibid, p.277
La poética
Ahora, hablando de poética, debemos referir, en primer lugar, cuál es su función.
Ésta responde, de manera involuntaria, la mayoría de las veces, a las preguntas
que la humanidad es capaz de formularse: lo hace basándose en su propio
criterio, en su manera particular de ver las cosas; ayudándose, para su creación,
de los mejores escenarios y conceptos, incluso adaptando las respuestas a su
conveniencia y a un mundo irreal.
Para lograr su objetivo, la poética -- entendida para este propósito como la
literatura en general, pues dice Aristóteles que “…el historiador y el poeta no son
diferentes por hablar en verso o en prosa”5, tal como sucede con los géneros
literarios; la cual es de diversas índoles y contiene diferentes estilos y amplitud de
posibilidades temáticas e idealizaciones--; emplea un lenguaje metafórico, cargado
de conceptos a veces un tanto rebuscados.
El poeta da lugar a espaciadas opiniones, donde el lector puede imbuirse
en la obra, de manera que se vuelva parte de ella por medio de sus múltiples
interpretaciones, las cuales se dan lugar dependiendo de su experiencia y
conocimiento anterior.
La poética y la filosofía
“Poesía y filosofía serán desde el principio dos especies de
caminos que en privilegiados instantes se funden en uno solo.”
María Zambrano, El hombre y lo divino
5 (Aristóteles)
Aristóteles intenta hacer una distinción entre historia y poesía, no dando
como tal un esclarecimiento, en sentido amplio, de ambas. Pero sí hace mención
de un elemento fundamental entre sus diferencias: la poesía es más filosófica que
la historia.
Es manifiesto asimismo de lo dicho que no es oficio del poeta el contar las
cosas como sucedieron, sino como debieran o pudieran haber sucedido, probable
o necesariamente; porque el historiador y el poeta no son diferentes por hablar en
verso o en prosa (pues se podrían poner en verso las cosas referidas por
Herodoto, y no menos sería la verdadera historia en verso que sin verso); sino que
la diversidad consiste en que aquél cuenta las cosas tales cuales sucedieron, y
éste como era natural que sucediesen. Que por eso la poesía es más filosófica y
doctrinal que la historia; por cuanto la primera considera principalmente las cosas
en general; mas la segunda las refiere en particular. Considerar en general las
cosas es cuál cosa conviene a un tal decir o hacer, conforme a las circunstancias o
a la urgencia presente; en lo cual pone su mira la poesía, acomodando los
hombres a los hechos.6
A pesar de que el propósito actual no es el de analizar aquella diferencia
entre historia y poesía, sino la unión existente entre poesía y filosofía; el fragmento
anterior es de gran utilidad, pues de aquél surge la relación habida entre ambas
disciplinas, que consiste en observar lo siguiente: la poesía es filosófica.
Esto concierne a una fusión de disciplinas que persigan el mismo objetivo:
responder a una pregunta; en otras palabras, la filosofía y la literatura tienen el
mismo nacimiento y el mismo fin.
6 Ibid
María Zambrano menciona lo anterior anteponiendo el uno y el otro, y al
mismo tiempo, uniéndolos.
Y así, la filosofía se inicia el modo más antipoético: por una pregunta. La
poesía lo hará siempre por una respuesta a una pregunta no formulada. El
preguntante es lo peculiar del hombre, el signo de que ha llegado a un momento
en que va a separarse de lo que le rodea.7
Así, por medio de una pregunta surgen aquéllas, y como era de esperarse,
no podría ser el mismo tipo de pregunta la que las hiciera emerger, pues éstas, al
no ser similares en su estructura y presentación, no lograrían serlo en su germen.
A pesar de que la pregunta de la cual procede la poesía le será un peso
que siempre va a cargar por no encontrar en su respuesta una verdad real, sino
una que reconforte, admire y hasta embellezca; y de que la pregunta originante de
la filosofía sea gozadora de librarse momentáneamente de una carga
(momentáneamente porque después de una respuesta surgirá otra duda), ambas
tienen la misma consecuencia:
Regalan confort al individuo que cuestiona, una tal vez a pesar de fantasías
y otra, con la violencia de las realidades, pero a final de cuentas conceden una
estabilidad a la conciencia del hombre, quien tiene deseos de conocer, el cual
acude, quizá de manera irreflexiva, a cualquiera de estas dos disciplinas para
aportar a su conocimiento un orden que no encontraba antes de ellas.
7 (Zambrano, El hombre y lo divino, 1991), p. 67
BibliografíaAristóteles. (1985). Poética. México: Editores Mexicanos Unidos.
Magee, B. (1982)."XIV. Filosofía y literatura" en Los hombres detras de la ideas: algunos creadores de la filosofía contemporanea. México: FCE: pp. 277-301
Sánchez Palencia, Á. (s.f.). <<Catarsis>> en la Poética de Aristóteles. Recuperado el 18 de Noviembre de 2010, de Portal de Revistas Electrónicas de la Universidad Complutense de Madrid: http://revistas.ucm.es/fsl/02112337/articulos/ASHF9696120127A.PDF
Zambrano, M. (1991)."La disputa entre filosofía y poesía" en El hombre y lo divino. Madrid: Siruela: pp. 67-77
Zambrano, M. (s.f.). Pensamiento y poesía en la vida española. Recuperado el 20 de Noviembre de 2010, de Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes: http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=3092